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sensaciones que se despiertan en él, y no se expresada desde el principio por una triste
aprovecha de este tesoro en bruto, desco za y una opresión imprecisa e indecible de
nociendo con precisión su valor. la afectividad; la instauración posterior
Paulatinamente se instalan, en el transcur mente no se produce más que de manera
so de los 18 y 19 años, un cierto recogi progresiva, bajo la forma de representacio
miento y una cierta concentración; la nes delirantes precisas, pero generalmente
forma, aún endeble y frágil, comienza a muy cambiantes. Casi todos los sectores de
definirse. la vida afectiva pueden participar uno tras
Pues bien, precisamente es en esta épo otro en la distimia triste, y la melancolía
ca en la que sobreviene esta perturbación puede manifestarse tanto por una auto-acu
del espíritu que llamamos hebefrenia. En sación contrita como por un ensueño efec
dicha época, abstracción hecha de su tivo o amoroso delicado, o también por un
evolución habitual, la actividad principal delirio de persecución y de influencia incu
radica en eso que deja caer su mano des bado sin estrépito. No obstante, luego se
tructora sobre esta forma, apoderándose desvela una notable superficialidad de sen
precisamente en el momento en que ella se saciones, y el cuadro que presenta esta
fija, y acarreando así nuevamente una diso melancolía es francamente diferente de los
ciación del contenido mental aún laxamen cuadros de jeremiadas que nos ofrece, por
te plástico. Pero es justamente en ese ejemplo, la auténtica distimia. Eso contri
momento, cuando la parte más valiosa de buye a la impresión de que los enfermos
dicho contenido se pierde. El proceso mór juegan o coquetean, más bien intenciona
bido limita el desarrollo mental posterior y damente, con sus sensaciones melancóli
propicia una forma particular de debilidad cas; un humor más alegre contrasta
de espíritu, que tan sólo envuelve del con precozmente con el humor triste. Al tiempo
tenido los elementos muertos de esta fase que se muestra una propensión a lamentar
puberal, cuya irrupción se presenta justo en se de la miseria terrible y la desgracia que
el momento de ser atravesada. El combate le ha tocado o sobre los pecados que ha
que se ha venido describiendo llega así a su cometido, también sobre las persecuciones
fin, pero los elementos contendientes están de las que es objeto, el enfermo es general
de alguna manera inmobilizados en el mis mente incapaz de reprimir la impulsión a
mo sitio, como si continuaran batiéndose. reír y a hacer chanzas bobaliconas. Junto a
Hasta aquí hemos descrito el final del todo esto, se advierte igualmente una ten
proceso mórbido, que ciertamente arroja dencia a la actividad exagerada y fre
sus signos desde los primeros estadios del cuentemente extraña, lo que puede llegar
desarrollo de la enfermedad. Otra forma hasta el furor expansivo pronunciado. Esta
particular de debilidad de espíritu que tendencia se expresa, por lo general, en
resulta de ello es precisamente la precoci forma de un comportamiento sin ton ni son
dad de su aparición, que es característica y estúpido, en una tendencia a vagabundear
de su evolución. y a callejear; tales individuos pueden reco
En la mayoría de los casos, la enferme rrer el mundo durante mucho tiempo sin
dad se inicia aparentemente tras una altera ser considerados enfermos. Con frecuencia
ción afectiva harto profunda, y se inicia corren el peligro de ser tomados por simu
con síntomas claros de una melancolía ladores, dado el aspecto muy singular de su
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sin puntuación, produciéndose períodos las palabras extranjeras, lo que está a veces
(oratorios) característicos que tienen una en flagrante contraposición con la educa
gran analogía con el estilo de «Carlchen ción que ha recibido el paciente. Insisto
Miesnich» en «Kladderadatsch». Dicho nuevamente sobre el hecho de que, en
estilo se diferencia claramente del de otros todos los casos que cito aquí, los enfermos
sujetos débiles de espíritu (por ejemplo, el pertenecen a clases cultivadas y, como lo
paralítico general que ha llegado hasta el prueban por una parte las situaciones a las
estado de demencia), por el hecho de que que habían llegado en la vida, todos ellos
no se logran poner en evidencia (o tan sólo estaban lejos de presentar, en la época en
excepcionalmente) perturbaciones muy que gozaban de salud, las anomalías de la
llamativas, ni tampoco fallos en la cohe forma de escribir y de hablar puestas de
rencia y el curso del pensamiento. Además, relieve aquí, algunas de las cuales habrían
el enfermo, que no está afectado para nada podido achacarse a la incultura. Lo que
de riqueza del pensamiento o de fuga de más sorprende aún en nuestros pacientes es
ideas, presenta una tendencia notable a el gusto manifiesto por usar palabras sórdi
permanecer anclado en un tema de conver das, obscenas y despreciables en el lengua
sación una vez que ya lo ha abordado y, je cultivado, y todo ello sin que hayan sido,
sobre todo, -para hablar como lo hace por ejemplo, inducidos por un afecto. Todo
Hammlet- para «perseguir a muerte» cier modo de expresión y de lenguaje del enfer
tos giros y fórmulas oratorias. Tampoco es mo desciende más abajo del nivel que ha
capaz de reprimir pensamientos que le lle alcanzado en su educación anterior, y a ello
gan aparentemente como consecuencia de se asocia además una propensión a los des
influencias exteriores o de extraños saltos bordamientos verbales, una predilección
de pensamiento, o eventualmente de pre por un modo de descripción sentimental,
sentarlos con un cierto orden. También, lo una dicción con pretensiones poéticas y,
que es enormemente característico, amén por consiguiente, un diluvio de frases alti
de la gran negligencia en la construcción sonantes y presuntuosas. Podemos mostrar
de las formas sintácticas, es el recurso a un con claridad, siguiendo sus rasgos esencia
modo de expresión no muy escogido, y en les, esas anomalías de la forma de la escri
particular a un dialecto vulgar y provincia tura en todas las cartas citadas más abajo;
no, incluso en la escritura (mientras que el es posible diagnosticar ese tipo de enfer
enfermo, cuando estaba en su sano juicio, o medad sólo por las cartas de hebefrénicos.
bien no lo ha hablado completamente, o si En lo que se refiere a la descripción en
lo había hecho era de una forma menos conjunto de la hebefrenia, sin duda es
evidente). Existe en conjunto una propen obvio que todos los síntomas enumerados
sión acentuada a desviarse de la manera aquí no están plena ni igualmente presen
normal de hablar y de escribir, a alterar el tes en todos los casos. Pero a pesar de toda
lenguaje y a hablar o escribir en una jerga la variedad de casos diferentes, la particu
extraña. Es frecuente hallar, en las observa laridad siempre demostrable de la evolu
ciones que citamos, una imitación de la jer ción y, ante todo, la aparición precoz de
ga judía, de la «jerga de oficial», una esta debilidad de espíritu estúpido que
mezcla de diversas lenguas, etc. A ello se resulta imposible no reconocer, aportan
une frecuentemente una predilección por una delimitación segura del conjunto de
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