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Proceso judicial

Problemas de la página

Exigencia constitucional para el desarrollo


de la jurisdicción

Proceso judicial en Estados Unidos

El proceso judicial es el conjunto de actos


jurídicos que se llevan a cabo para aplicar
la ley a la resolución de un caso. Se trata
del instrumento mediante el cual las
personas podrán ejercitar su derecho de
acción y los órganos jurisdiccionales
cumplir su deber de ofrecer una tutela
judicial efectiva.

Los actos jurídicos son del estado (como


soberano), de las partes interesadas
(actor y demandado) y de los terceros
ajenos a la relación sustancial. Estos
actos tienen lugar para aplicar una ley
(general, impersonal y abstracta) a un
caso concreto controvertido para
solucionarlo o dirimirlo.
El proceso judicial sirve a la satisfacción
de los intereses jurídicos socialmente
relevantes, siendo el medio
constitucionalmente instituido para ello.

En función del momento al que nos


estemos refiriendo, el proceso tendrá
diferente significado:

En el momento constitucional, el debido


proceso es el instrumento
constitucionalmente previsto para la
tutela de los intereses legítimos de las
personas.
En el momento dinámico o procesal, el
proceso tiene ya un contenido concreto,
y se trata de un proceso específico, que
es la articulación concreta que posibilita
el rogado desarrollo de la función
jurisdiccional.

Diferencia entre proceso y


procedimiento
El procedimiento consiste en el conjunto
de normas para llevar a cabo el juicio. Son
las normas jurídicas generales que
regulan los trámites, actos y resoluciones
a través de los cuales los jueces y
tribunales ejercitan su potestad
jurisdiccional juzgando y haciendo
ejecutar lo juzgado.
El concepto de proceso es más complejo
que el de procedimiento. Todo proceso
implica la existencia de un procedimiento,
pero no siempre que hay procedimiento
existe un proceso.

El término procedimiento:

No es exclusivo del derecho procesal, ni


tampoco del ámbito jurídico.
Sólo alude a un aspecto formal o
actividad externa, como es la mera
sucesión de actos procesales.

Por contra, el término proceso engloba


una realidad más amplia: además del
procedimiento legalmente previsto, incluye
también las relaciones entre los sujetos
intervinientes, las relaciones entre éstos y
el objeto del proceso, etc. El proceso,
además, aspira a una finalidad, que es la
terminación o justa composición del
litigio, y para llegar a ella emplea el
procedimiento como medio. El derecho
procesal se ocupa del proceso y no del
procedimiento.

Juicio y actos de jurisdicción


voluntaria
En cuanto al término juicio, se emplea
muy a menudo en la legislación procesal, y
ello se debe a la tradición histórica, ya que
en el derecho medieval juicio equivalía a
sentencia. Hoy en día, juicio y proceso
aluden al mismo fenómeno, pero mientras
que el juicio se refiere a la acción de
juzgar, el proceso se refiere al medio
empleado para ello. Dentro del proceso
existe un juicio, pero no todo juicio puede
identificarse con el proceso. Solamente
son ambos términos equivalentes cuando
la acción de juzgar la desarrollan órganos
investidos de potestad jurisdiccional.

Una tercera categoría es la de actos de


jurisdicción voluntaria (actos de
conciliación, declaración de herederos ab
intestato, etc.), que se caracterizan por la
ausencia de contradicción y , por tanto, el
carácter no litigioso de los expedientes.
Engloba distintos procedimientos en los
que el órgano jurisdiccional no emite un
pronunciamiento sobre el fondo de un
asunto ni ejercita potestad jurisdiccional,
por ello la resolución que se dicte no
produce efectos de "cosa juzgada".

La distinción entre estas dos últimas


categorías, si bien viene manifestada
externamente por la autoridad de la cosa
juzgada, desde el punto de vista de fondo,
vienen separadas no por la idea de
presencia o ausencia de conflicto, sino por
la idea de actuación del derecho en el caso
particular, ante la imposibilidad de dar
solución al problema por los particulares o
involucrados directamente, frente a la
actuación judicial tendiente a completar o
perfeccionar una relación imperfecta o
incompleta.

Naturaleza jurídica del


proceso
Parte de la comunidad jurídica actual
afirma que el proceso constituye una
relación jurídica que se denomina relación
jurídica procesal, la cual explica la unidad
del proceso y su estructura. A pesar de
eso algunos dicen que no es una relación
sino una situación jurídica, siendo para
muchos una relación jurídica pública, entre
ellos Chiovenda, Rocco, Bulow y otros.
Carnelutti, por su parte, dice que no es
propiamente una relación jurídica, algunos
le dan otra denominación,
establecimiento, fundación, etc. Es una
cuestión importante, en la medida en que
determina la normativa supletoria a aplicar
en los casos de lagunas legales. En torno
a la naturaleza jurídica, han existido dos
corrientes contrapuestas; las privatistas y
las publicistas.

Teorías privatistas:
Consideran que el proceso es una
institución integrada dentro del Derecho
privado. Hoy en día no se puede mantener
esta tesis, habida cuenta del monopolio
estatal sobre la jurisdicción, que impide
considerar al proceso como algo propio
del ámbito privado. Para estos autores,
proceso puede identificarse con contrato,
de forma que lo definen como el acuerdo
de voluntad de las partes en virtud del cual
deciden someterse a la decisión de un
juez. Por tanto, la jurisdicción es asimilada
a una especie de convenio arbitral de las
partes, denominado litis contestatio. El
consentimiento, objeto y causa de este
contrato serían los elementos que
conceden la fuerza de cosa juzgada a la
sentencia dictada por el juez. Esta litis
contestatio tiene que ver más con el
arbitraje que con la jurisdicción, y es
totalmente inadmisible en cuanto al
proceso penal, en el cual no es necesaria
la voluntad del procesado de someterse a
la decisión del juez, quien dicta sentencia
en virtud de su imperium o potestad, y no
por compromiso o contrato alguno. Otro
sector considera que el proceso debe
explicarse a través del cuasicontrato, de
forma que el consentimiento de las partes
de someterse a la decisión del juez es
tácito y no expreso; así se salvaba una de
las críticas a la teoría contractualista. Sin
embargo, se mostró también inútil, ya que
la sentencia del juez no tiene nada que ver
con el consentimiento de las partes.

Teorías publicistas:

Estos autores creen que el proceso no


puede explicarse a través de las relaciones
jurídico-privadas, y por ello acuden al
Derecho público. Las teorías más
relevantes son las siguientes:

El proceso como relación


jurídica

El alemán Von Büllow concebía al proceso


como una relación jurídica que se
caracteriza por su autonomía o
independencia de la relación jurídica
material que se deducía dentro del mismo.
Características de esta relación: Se trata
de una relación jurídica compleja, ya que
engloba todos los derechos y deberes que
se producen en las distintas fases del
procedimiento. Es una relación de Derecho
público, que tiene su origen en una litis
contestatio de naturaleza pública. Por
tanto, el proceso es la relación jurídica
formada por derechos y deberes
recíprocos entre el juez y las partes, que
se perfecciona a través de la litis
contestatio, de la que surgen dos
obligaciones básicas: Por un lado, a que el
órgano jurisdiccional asuma la tarea de
decidir la contienda. Por otro lado, a que
las partes queden sometidas a la
resolución dada por el juez. Se trata de
obligaciones puramente procesales, y para
que éstas se produzcan, es necesario que
se cumplan determinados requisitos,
denominados presupuestos procesales,
que son los requisitos de admisibilidad y
condiciones previas a la tramitación de
cualquier relación procesal. Las
aportaciones fundamentales de la
doctrina de la relación jurídica son dos:

Nacimiento, con carácter autónomo, del


Derecho procesal, que deja de ser un
instrumento del Derecho material para
pasar a ser una ciencia autónoma. Por
tanto, se está diferenciando entre la
relación jurídica material deducida en el
proceso y la relación jurídica procesal.
Por primera vez se explica la naturaleza
del proceso a través del Derecho
público.

Pero esta teoría sufrió críticas; no se


admitió que se fundamentase el proceso
en la litis contestatio, aunque tenga una
naturaleza pública, ya que debe recurrirse
a conceptos propios del Derecho procesal.
Por otro lado, se criticó su concepto de
relación jurídica, ya que se consideraba
que no existe una relación entre el juez y
las partes, sino que la relación existe; bien
entre las propias partes, o bien entre el
juez y cada parte por separado. En
España, la teoría fue seguida por autores
como Prieto Castro, Gómez Orbaneja, etc.
Para éste, el proceso es una relación
jurídica o nexo entre dos sujetos que
existe en virtud del Derecho objetivo, y que
es regulado por éste. El contenido de
dicha relación será una serie de
obligaciones y derechos procesales.

El proceso como situación


jurídica
Su artífice fue Goldschmidt, que critica a la
anterior teoría desde una triple vertiente:
Los presupuestos procesales no pueden
ser la condición de existencia del proceso,
ya que estos presupuestos deben ser
discutidos dentro del proceso en sí, que
finalizará, si no concurren éstos, con una
sentencia absolutoria en la instancia. El
contenido del proceso no lo constituyen
derechos y obligaciones; es verdad que el
juez tiene la obligación de dictar
sentencia, pero dicha obligación no deriva
de una relación jurídica procesal, sino de
la obligación del Estado de administrar la
Justicia, y por tanto, nace del propio
Derecho público. Asimismo, las partes no
tienen en puridad obligaciones procesales,
ya que la sujeción del ciudadano al poder
del Estado es natural y no deriva de
ninguna relación jurídica. A lo sumo,
pueden existir cargas para las partes, pero
no obligaciones. La teoría de la relación
jurídica es estática, y no aporta nada
nuevo al proceso, el cual se caracteriza
por su dinamismo, ya que se desarrolla de
acto en acto hasta desembocar en la
resolución dictada por el juez. Para
Goldschmidt, situación jurídica es el
estado en el que se encuentra una
persona, desde el punto de vista de la
sentencia que espera, conforme a las
normas jurídicas. El proceso progresa por
medio de los actos procesales, cuya meta
será el logro de una sentencia favorable a
las pretensiones de las partes, y cada acto
procesal crea una situación en que las
partes examinan cuáles son sus
posibilidades de obtener esa sentencia
favorable. Cada una de estas situaciones
es válida en tanto en cuanto es condición
de la siguiente y tiene como presupuesto
la anterior; así, el proceso se define como
un conjunto de situaciones transitorias,
que van transcurriendo hasta llegar a una
situación definitiva, cual es la sentencia.
En el proceso, todos los derechos se
encuentran en situación de espera,
mientras no se produzca la sentencia. Por
eso, lo que caracteriza al proceso es la
incertidumbre, tanto por parte del actor,
como por parte del demandado y también
por parte del juez. Así, en el proceso no
puede haber derechos, sino expectativas
de derechos; de la situación de
incertidumbre solamente derivan cargas y
expectativas. En cuanto a las
obligaciones, éstas no existen,
propiamente, en el ámbito procesal, sino
que sólo hay cargas; la carga se diferencia
de la obligación en que, mientras que ésta
es un imperativo nacido del interés de un
tercero o del interés del Estado, la carga
es un imperativo del propio interés, de ahí
que no haya sanción para quien decide no
asumir una carga. Desde el punto de vista
de la teoría de la situación jurídica, el
proceso puede definirse como el
fenómeno jurídicamente reglamentado
que se desenvuelve de situación en
situación, produciendo determinadas
cargas y expectativas, con el fin de
obtener una decisión judicial.

El proceso como institución


jurídica

Según Jaime Guasp, el proceso debe ser


considerado como una institución jurídica.
Este autor desecha la teoría de la relación
jurídica por considerar que, dentro del
proceso existen varias correlaciones de
derechos y deberes, y por lo tanto no se
produce una sola relación jurídica, sino
múltiples, que son susceptibles de ser
reconducidas a la unidad a través de la
idea de institución. El proceso para Guasp
se define como el conjunto de actividades
relacionadas por el vínculo de una idea
común y objetiva, a la que están adheridas
las diversas voluntades particulares de los
sujetos de los que procede aquella
actividad. La institución procesal la
configuran dos elementos fundamentales:

La idea común y objetiva: la satisfacción


de la pretensión.
Las voluntades particulares que se
adhieren a ella.

Los caracteres fundamentales del proceso


serán los siguientes:

1. Jerarquía entre las personas que


intervienen.
2. Universalidad, ya que el proceso no
reconoce particularidades territoriales
dentro de los límites de una misma
soberanía.
3. Permanencia, porque el proceso no se
agota en el momento de producirse, sino
que perdura a lo largo del tiempo, a través
de la sentencia.
4. Elasticidad formal, para adaptarse a las
vicisitudes de cada caso concreto.

Esta teoría es muy poco práctica, ya que la


elaboración del concepto de institución es
muy compleja.

El proceso como servicio


público

La teoría del proceso como servicio


público fue promovida por los
administrativistas franceses. Parten de la
calificación de la actividad jurisdiccional
como actividad administrativa, a los
efectos de explicar el proceso como un
servicio público. La función jurisdiccional
es una actividad técnica puesta al servicio
de los particulares, para ayudarles en la
consecución del fin que persiguen; la
composición del litigio. De esta forma, las
normas que regulan este servicio público
no serían normas jurídicas, sino técnicas,
porque no tienden a crear relaciones
jurídicas, sino a satisfacer fines que
persiguen los particulares. Esta teoría es
inadmisible en opinión de la doctrina más
autorizada que cita varias razones: en
primer lugar, no es compatible con el
proceso penal, en el cual no existen fines
propios de los particulares. En segundo
lugar, es absurdo comparar la función
jurisdiccional con otros servicios públicos,
ya que el proceso deriva de una actividad
estatal: lo que un día es un servicio postal,
o de salud, etc., al día siguiente puede ser
un servicio privado. Pero la actividad
jurisdiccional es algo consustancial al
propio Estado de Derecho, desde el
momento en el que el Estado asume el
monopolio de la tutela jurisdiccional,
obligándose a crear órganos adecuados y
a poner los medios necesarios para
acceder a ellos. La función jurisdiccional
no puede concebirse como servicio
público, porque el cumplimiento del deber
de administrar Justicia por parte del
Estado no es discrecional, sino
consustancial al Estado de Derecho, y
además debe administrarla en la forma
constitucionalmente señalada, es decir: a
través del debido proceso.

Características del proceso


La fase de prueba es, en un proceso
jurisdiccional, aquella fase procesal en
que, por resolución judicial, se declara
abierto o comenzado el período en que
deben proponerse y practicarse aquellas
pruebas que convengan al derecho de
las partes.
Objeto. El proceso judicial es unitario,
en el sentido de que se dirige a resolver
una cuestión, pero que admite la
discusión de cuestiones secundarias al
interior del mismo (véase incidente). En
este caso, cada cuestión secundaria
dará origen a un procedimiento distinto
al procedimiento principal. Por esto, el
proceso judicial puede envolver dentro
de sí uno o varios procedimientos
distintos.
Fundamentos. En un proceso se pueden
discutir cuestiones de hecho o
cuestiones de derecho, o ambas
simultáneamente. En el primer caso se
discuten los antecedentes de los cuales
derivan los derechos reclamados por las
partes, mientras que en el segundo caso
ambas partes están de acuerdo en los
hechos, pero discuten la interpretación
jurídica que debe darse a los mismos.
Iniciación y resolución. El proceso
puede abrirse cuando el demandante
ejerza su acción, o bien de oficio, por
iniciativa del propio tribunal. Y
usualmente terminará en una sentencia
judicial de término, aunque también
puede acabar por vía de auto. (Véase
también recurso judicial).

En este aspecto resulta importante la


distinción entre proceso civil y penal,
incluyéndose en el civil los procesos
laboral y contencioso administrativo, por
cuanto en el primero de ellos rige el
principio dispositivo o de justicia rogada y
en el segundo el impulso procesal recae
en el juez.

Principios formativos del


proceso
Son ciertas ideas bases que se deducen
de las diversas legislaciones, que no sólo
tienen valor teórico, sino importantes
repercusiones prácticas. Estos no son
más que los principios del derecho
procesal, que habitualmente se
contraponen por pares, presentándose
como un binomio compuesto de
contradictorios, y variarán de acuerdo a la
legislación de la que se trate. Entre ellos
tenemos los siguientes:

Bilateralidad y unilateralidad
De oficio y a instancia de parte
Oralidad y escrituración
Publicidad y secretismo
Inmediatividad y mediatividad
Contradictorio e inquisitivo
Concentración y continuidad
Formalismo y aformalismo
Prelusion y elasticidad
Economía procesal
Buena fe procesal
Tipos
Los procesos pueden ser de
conocimiento, de ejecución o cautelar.

Estructuras
Los procesos jurisdiccionales pueden
tener una estructura ordinaria o una no
ordinaria, y en este último caso, pudiendo
tratarse de un proceso extraordinario o un
proceso monitorio.

La estructura del proceso debe respetar el


principio de igualdad entre las partes, si
bien es posible mantener ciertas
posiciones de ventaja que deben tenerse
presentes a la hora de decidir iniciar un
proceso[1].

Regulación por país


España

1. En la Constitución Española de 1978 se


establece la estructura básica del sistema
jurisdiccional, al regular un poder Judicial
dotado de caracteres concretos.
2. La Constitución establece todas las
garantías fundamentales que deben
presidir el funcionamiento del sistema
procesal español.
3. La Constitución es una norma de
aplicación directa e inmediata por jueces y
tribunales, como señala su art. 9.1, y como
ha corroborado la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional y también recoge
el art. 5 Ley Orgánica del Poder Judicial.
Desde este punto de vista, y en sentido
negativo, los jueces y tribunales no podrán
aplicar normas contrarias a la CE.
Refiriéndose a la jurisdicción, el art. 117
de la CE, habla de potestad
jurisdiccional, y de esa forma se refiere
a un ámbito competencial
exclusivamente reservado a jueces y
magistrados, que deben juzgar y hacer
ejecutar lo juzgado. Por tanto, dentro de
lo público, dentro de los poderes del
Estado, existe un espacio
exclusivamente reservado a jueces y
magistrados. Esa potestad
jurisdiccional la poseen en la misma
forma todos los órganos
jurisdiccionales, desde el Tribunal
Supremo hasta los jueces de paz.

Esta se ha de ejercer conforme a:

independencia
unidad
exclusividad
único sometimiento al imperio de la ley
Además, los jueces y tribunales ejercen
el control sobre la potestad
reglamentaria del poder ejecutivo, sobre
la legalidad de la actuación
administrativa y sobre el sometimiento
de ésta a los fines que la justifican (art.
106.1 CE).

La independencia del poder judicial está


garantizada de una triple forma:

a) Frente a la sociedad en general, por


medio de un estatuto orgánico propio para
los jueces y magistrados, en el que se
concreta el régimen de acceso a la carrera
judicial y una serie de incompatibilidades y
prohibiciones para el desempeño de la
función judicial.

b) Frente a los demás poderes del Estado,


por la existencia de reserva de ley
orgánica para la regulación de la
estructura y organización de los juzgados
y tribunales.

c) Frente a las partes en el proceso, por


una exigencia de imparcialidad: el titular
del órgano jurisdiccional no puede tener
relación alguna con las partes que llevan a
su conocimiento un asunto concreto. En
este sentido, la ley establece una serie de
situaciones en las que hay una presunción
de parcialidad; si el juez estuviese incurso
en alguna de ellas, se vería obligado a
abstenerse de conocer del asunto. Si no
realizase dicha abstención, entonces la
parte interesada puede solicitar que se le
retire del conocimiento del asunto.

Responsabilidad de los órganos


jurisdiccionales:

Para evitar que esa independencia se


transforme en arbitrariedad, la CE
establece que los jueces son
responsables en su ámbito de actuación.
Esta responsabilidad es la otra cara de la
independencia, y ambos conceptos se
implican recíprocamente. Esta
responsabilidad se garantiza doblemente:

Desde un punto de vista objetivo o formal,


mediante su declaración en el art. 117.1
CE.

Desde un punto de vista sustantivo o


material, se atribuyen al Consejo General
de Poder Judicial facultades disciplinarias
con respecto a los jueces y magistrados
que se encuentran en la Ley Orgánica del
Poder Judicial.

La responsabilidad varía en función de la


naturaleza de la infracción cometida, y
puede ser penal, civil o disciplinaria.
En cuanto a la acción, el art. 24.1 se
refiere al derecho de tutela judicial
efectiva que poseen los ciudadanos.
Para que la Justicia pueda actuar, será
necesario que los ciudadanos reclamen
la intervención de los órganos
jurisdiccionales en orden a proteger sus
intereses legítimos.

La acción tiene su origen en la prohibición


de la autotutela, como consecuencia de la
asunción por el Estado del monopolio de la
jurisdicción. El Estado, único titular de la
jurisdicción, crea los órganos que deben
llevar a cabo la función jurisdiccional, y al
mismo tiempo otorga a los particulares un
instrumento para poner en marcha dichos
órganos en orden a la tutela de sus
legítimos intereses.

La acción es el derecho constitucional de


acceso a la jurisdicción (Tutela Judicial
Efectiva) regulado en el art. 24.1 de la
Constitución Española. Hoy día, la acción
aparece como derecho a la actividad
jurisdiccional del Estado, siendo un
derecho subjetivo, de carácter público y
naturaleza fundamental.

En cuanto al proceso, el art. 24.2 se refiere


al debido proceso que debe seguirse para
poner en marcha el mecanismo
jurisdiccional.

La naturaleza de la norma procesal es


de ius cogens o derecho imperativo que
no pueden ser objeto de renuncia o
transacción por las partes Sin embargo,
en ocasiones se habla de normas
procésales dispositivas en las que la
norma contempla 2 efectos jurídicos
diferentes, y las partes pueden elegir
cualquiera de los dos.
Deber de resolver

El art. 1, apdo. 7º del Código Civil, prohíbe


el non liquet: “los jueces y tribunales
tienen el deber inexcusable de resolver en
todo caso los asuntos de que conozcan,
ateniéndose al sistema de fuentes
establecido”. Se pretende evitar que el
tribunal no resuelva una cuestión porque
se encuentre con una ausencia de
Derecho aplicable: es inadmisible que un
órgano jurisdiccional se abstenga de
dictar una resolución por carencia de
normas.

Legislación

Otras disposiciones legales que regulan la


materia en España son:
Ley de Enjuiciamiento Civil (LEC),(Ley
1/2000)
Ley de Enjuiciamiento Criminal ( LECr)
Ley Reguladora de la Jurisdicción
Social. (Ley 36/2011).
Ley Reguladora de la Jurisdicción
Contencioso Administrativa (LJCA)
Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ)
Ley de Demarcación y Planta Judicial
(Ley 38/98).

Chile

Según la doctrina nacional, el proceso


judicial es, en palabras del profesor
Cristián Maturana Miquel, “aquel método
de solución de conflicto en el cual las
partes acuden a un tercero, ya sea una
persona individual o colegiada, quien se
compromete o está obligado en razón de
su oficio, luego de la tramitación de un
proceso, a emitir una decisión para la
solución del conflicto, cuyo cumplimiento
deberán acatar las partes”. Este no debe
ser confundido con el procedimiento, el
cual se entiende como la sucesión de
ritualidades externas para llevar a cabo el
proceso.

Véase también
Debido proceso

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