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Este trabajo es un diagnóstico, y en cuanto tal renuncia Para terminar, doy las gracias a todos lo que me ayudaron.
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A pesar de que se lo aseguré seriamente, no creyó que es res. En un lapso en el que el número de los obreros no llegó a
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posible llegar a España por vía terrestre. Dijo que más ade- cp,
duplicarse, los empleados prácticamente se han quintuplica-
lante querría instalar, junto con su novio, un pequeño hotel en o do. Por cada cinco obreros hay, actualmente, un empleado.
los alrededores de Berlín. Allí tendrán un jardín, y en verano También el número de funcionarios públicos ha experimenta-
irán los extranjeros... do un intenso crecimiento.
ro
No todo se encuentra en las novelas, en contra de lo que Casi la mitad de esta enorme masa de empleados se en-
opina la empleada de la empresa privada. Precisamente sobre cuentra ocupada en el comercio, en los bancos y en el trans-
ella y sus semejantes apenas pueden obtenerse informaciones. porte. Cabe destacar que, en los últimos años, el número de
Centenares de miles de empleados pueblan a diario las calles los empleados industriales ha aumentado con ' especial rapi-
de Berlín, y sin embargo su vida es menos conocida que la de dez; hoy asciende ya a 1,35 millones. El medio millón restante
las tribus primitivas, cuyas costumbres admiran los emplea- corresponde a instancias administrativas, organizaciones, et-
dos en las películas. Los funcionarios de los sindicatos de em- cétera. En lo que respecta a la distribución de las profesiones,
pleados —como no podría ser de otra manera— muy rara vez el grupo más significativo es, con mucho, el de los empleados
miran, rebasando el plano del detalle, en dirección a la estruc- de comercio, con 2,25 millones. Le siguen, a considerable dis-
tura de la sociedad. Los empresarios no son, en general, testi- tancia, los demás grupos —de dimensiones prácticamente si-
gos imparciales. Los intelectuales, o son empleados o son tra- milares—: los empleados de oficina, los técnicos y los capata-
bajadores independientes, y por ende el empleado suele ces, cada uno de los cuales asciende a alrededor de un cuarto
carecer, para ellos, de interés, a raíz de su carácter cotidiano. de millón.
Ni siquiera los intelectuales radicales suelen sondear más allá Las razones para este formidable crecimiento pueden extra-
del exotismo de la vida cotidiana. ¿Y los propios empleados? erse de la bibliografía especializada. Se vinculan, esencialmen-
Son los que tienen menos conciencia acerca de su situación. te, con los cambios estructurales en la economía. La_evolución
Pero la existencia de éstos transcurre a la vista de todos. Por hacia la gran empresa moderna, junto con la simultánea
el hecho de estar expuesta a la vista de todos, se encuentra transformación de su forma de organización; la expansión del
aún más a salvo de ser descubierta, como la «Carta a Su Ma- aparato de distribución; la difusión de la seguridad social y de
jestad» en el cuento de E. A. Poe.' Nadie advierte la carta los grandes sindicatos que regulan la vida colectiva de nume-
porque ésta se encuentra a la vista de todos. Sin duda están en rosos grupos, todo esto hizo que aumentaran las cifras, a pe-
juego fuerzas poderosas que querrían evitar que aquí se ad- sar de todas las reducciones de personal. El hecho de que,
vierta algo. precisamente, tantas mujeres hayan accedido a puestos como
Con todo, hace tiempo que es hora de que la luz de la opi- empleadas puede explicarse a partir del mayor excedente de
nión pública caiga sobre las condiciones públicas en que vi- población femenina, a partir de las consecuencias económicas
ven los empleados. La situación de éstos se ha modificado ra- de la guerra y la inflación, y de la necesidad de independencia
dicalmente desde los años de preguerra. económica que sintió la nueva generación de mujeres.
Ya en términos puramente cuantitativos, hoy en Alemania El salto dialéctico de la cantidad a la calidad no se hizo es-
hay 3,5 millones de empleados; 1,2 millones de ellos son muje- perar. O, en cuanto al contenido, la cualidad se convirtió en
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carios»" y la «Liga general de empleados de seguros»,' 2 con los intensamente el proceso económico que engendró las masas
que se encuentra organizado en el «Círculo sindical alemán» 13 1) de empleados; aquí tienen lugar las discusiones prácticas e
o
—que comprende las «Uniones sindicales Hirsch-Duncker»—,' 4 ideológicas decisivas; aquí, la configuración de la vida pú-
conforma el grupo «nacional-liberal» del movimiento de em- blica se halla determinada de un modo especialmente osten-
pleados, que reúne a 376.000 miembros. Su posición es, a e , sible por las necesidades de los empleados y de aquellos que,
grandes rasgos, democrática. En términos de política sindical, por su parte, querrían determinar estas necesidades. Hoy
coincide ampliamente con la «Asociación Afa». Berlín es claramente la ciudad de la cultura de los emplea-
La «Confederación de sindicatos de empleados alemanes >> 15 dos ; es decir, de una cultura creada por empleados y para
(«Gedag»), con más de 400.000 miembros. Sus ligas más im- empleados, y que es considerada una culturaspor la mayoría
portantes son la «Liga nacional alemana de auxiliares de co- de los ellos. La realidad efectiva de los empleados sólo se
mercio»'' («D.H.V.») y la «Liga de empleadas de comercio y puede captar en Berlín, donde los lazos con el origen y el te-
oficina». 17 La «Gedag» pertenece al ala nacional-cristiana de rruño han retrocedido en tal medida que el weekend puede
los sindicatos. Es enemiga del socialismo y tiene tintes de anti- convertirse en una gran moda. Dicha realidad configura, al
semitismo. Su proceder sindical —a menudo radical— en las ne- mismo tiempo, una buena parte de la realidad de Berlín.
gociaciones salariales difícilMente pueda reducirse al mismo ¿Esta realidad se extrae del reportaje ordinario? Hace al-
denominador común que su ideología estamental-burguesa. gunos años que el reportaje goza, en Alemania, de un lugar
Además, existe un «Asociación nacional de ligas de emplea- preferencial entre todas las formas de exposición, pues sólo
dos alemanes»' 8 (con 60.000 miembros), ligada a la «Comisión él —se opina— puede adueñarse de la vida en toda su fluidez.
nacional de ligas sindicales de empresa».' No es irrelevante se- Los escritores no conocen prácticamente una mayor ambi-
ñalar que la «Unión de altos empleados » 2° («Vela») se abstiene ción que la de informar; la reproducción de lo observado es
de toda actividad sindical. Se contenta con la asistencia médica, la carta de triunfo. Un hambre de inmediatez que es sin duda
una póliza de seguro de vida y la representación de los intere- consecuencia de la desnutrición ocasionada por el idealismo
ses generales. alemán. A la abstracción del pensamiento idealista, que no
sabe aproximarse a la realidad concreta a través de ninguna
mediación, se contrapone el reportaje como una declaración
Aquí hay un par de hechos que delinean provisionalmen- personal. Pero no se consigue atrapar la existencia una vez
te el área que ha de recorrer esta pequeña expedición, que que ésta ha sido fijada, a lo sumo en un reportaje. Ésta ha si-
es quizá más arriesgada que viajar por África para rodar do una legítima reacción frente al idealismo, nada más, ya
una película. Pues a la vez que sondea a los empleados, con- que el reportaje no hace más que perderse en la vida que el
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duce a las entrañas de la gran ciudad moderna. Sombart se- idealismo no puede encontrar, que es para éste tan inaccesi-
ñaló en una ocasión que hoy nuestras grandes ciudades ale- ble como para aquél. Cien informes sobre una fábrica no se
manas no son ciudades industriales, sino de empleados_y pueden sumar hasta constituir la realidad de la fábrica, sino
funcionarios. Si esto es válido a propósito de alguna ciudad, que siguen siendo, por toda la eternidad, cien modos de ver
esa ciudad es Berlín. Es aquí donde se ha desarrollado más la fábrica. La realidad es una construcción. Ciertamente la
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parece, han decidido hace poco emplear sólo a aprendices 1,1 La afluencia a las instituciones secundarias es mayor que el
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que hayan aprobado el segundo año de los estudios secunda- 1). amor al conocimiento, y los empleados técnicos que provie-
rios. Uno no puede ni siquiera poner suelas y remendar por nen de escuelas industriales fundan asociaciones de egresa-
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pura inclinación interior. La estupidez demuestra lo que se 2 dos. Un miembro de la «Unión alemana de funcionarios
constató con cierta resignación en el último congreso sindical: ‘, bancarios», que en una conversación que mantuvimos pen-
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que los diplomas están arraigados en nuestra esencia. Si no en b" saba, no sin cierta satisfacción, en la posibilidad de que to-
la esencia, al menos sí en la base del orden social actual. Se dos los funcionarios de banco posean diplomas, enlazó in-
conocen —o posiblemente no se conocen— los diversos diplo- mediatamente con este hecho la siguiente observación:
mas bajo cuya influencia se abren ciertas esferas de la jerar- «Una parte de ellos procede de hogares de case media aco-
quía burocrática. Desde hace poco se exige el Abitur' como modada. Su nivel, por cierto, no es proletario». La observa-
condición para los niveles altos de los funcionarios interme- ción es instructiva desde una doble perspectiva, pues expre-
dios, una exigencia a la que, felizmente, se ha opuesto Seve- sa no sólo un importante objetivo del sistema de diplomas,
ring. 24 Una vez suprimido el Estado clasista, ¿quién no vatici- sino que también instruye que se alcanzará el objetivo. Aun-
naría, para estos atavíos de mal gusto, el mismo destino que que ciertos diplomas sean objetivamente necesarios, y otros
para los ornamentos en Kurfürstendamm? 25 Entre tanto, és- se expliquen a partir de la estrechez del espacio vital, es un
tos prosperan también en la economía privada, y no sólo co- hecho que la mayoría de los que aprobaron el ciclo básico de
mo arabescos. Los grandes bancos, y algunas otras empresas • la escuela secundaria y el Abitur proceden de la clase media
comerciales e industriales, hacen que el ingreso a la bienaven- acomodada y de la pequeña burguesía. Los hijos de proleta-
turanza de sus secciones comerciales dependa de la aproba- rios deben ser muy talentosos para poder estudiar más allá
ción del ciclo básico de los estudios secundarios, y prefieren a del octavo año de la escuela primaria, y si acaso consiguen
jóvenes que hayan aprobado el Abitur. En Berlín, de acuerdo ascender lo suficiente, a menudo desaparecen de la vista co-
con una información confiable, de cien aprendices de comer- mo si fueran faquires de la India. Pero, en la medida en que
cio, en total cincuenta pueden seguir perfeccionándose en el la sociedad privilegia principalmente a los burgueses, que
séptimo curso del bachillerato. Entre los afortunados que ob- desde el hogar saben cómo proceder, en las empresas se
tienen el título, muchos permanecen durante toda su vida constituye una suerte de guardia personal. Ésta es tanto más
confinados a una actividad que estaría también en condicio- confiable cuanto que recibe en sus manos, bajo la forma de
nes de ejercer cualquier aplicado estudiante de escuela prima- certificados y diplomas, armas decoradas con las que es po-
ria de antaño; una formación elevada no se corresponde siem- sible obtener esplendor y capital. Verdaderamente, aquel
pre con un salario elevado; las medidas de reducción de funcionario bancario elogiaba a sus colegas al decir que su
personal y otros males que implican golpes del destino, afec- nivel ciertamente no es proletario. La guardia muere, pero
tan igualmente a justos y pecadores. Pero como para los po- no claudica ante un modo de pensar contrario a las prescrip-
deres superiores el diploma vale como un talismán, lo persi- ciones: de ese modo, el sistema se pone a salvo de la ruina.
guen todos los que pueden materialmente obtenerlo, y buscan Aún se presentarán otras pruebas de la conciencia estamen-
acrecentar, en la mayor medida posible, su valor monopólico. tal de los empleados. El hecho de que las ligas reunidas en la
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«Asociación Afa» aspiren a conseguir la supresión de los diplo- tr; cado de la administración que pretende hacer que el cambio
mas, es una mera consecuencia lógica de las ideas socialistas. en el tipo de ocupación dependa del resultado del examen:
o «Un aumento o una disminución en el salario sólo tienen lu-
gar cuando el empleado en cuestión asume un puesto supe-
«A cada uno se le asignará el puesto que está en mejores e rior o inferior». En ciertas circunstancias, pues, la ventura de
condiciones de cumplir de acuerdo con sus capacidades, co- la personalidad no sirve de mucho.
nocimientos, características psíquicas y físicas, en suma, se- La misma concepción económica que configura la fábrica
gún la peculiaridad de toda su personalidad. ¡El hombre .
de un modo cada vez más racional engendra también, sin du-
adecuado en el puesto adecuado!» Estas frases proceden de da, el empeñoen racionalizar totalmente la masa de seres hu-
un comunicado emitido por la administración de la sociedad manos, que hasta ahora era difícil de manejar. Hace poco, el
en comandita O. a finales de 1927, y procuran preparar a los profesor William Stern se declaró como su defensor —no total-
empleados de comercio para los exámenes de aptitud laboral mente experto, desde la pespectiva político-social— en una se-
planificados por aquel entonces. Personalidad entera, hom- sión ampliada de la Afa sobre los exámenes de empleados. Él
bre adecuado y puesto adecuado: estas palabras, extraídas conduce en Hamburgo la «Sociedad de fomento de la psicolo-
del diccionario de la deslucida filosofía idealista, generan la gía aplicada», 2 que se ocupó de los exámenes que tuvieron lu-
impresión de que, en los exámenes realizados desde enton- gar en la empresa. O. De las exposiciones de Stern cabe inferir
ces, de lo que se trata es de una auténtica selección de hom- (,. que un empleado de comercio es una cosa infinitamente más
bres. Mientras, ni en la sociedad en comandita O. ni en otras compleja que un obrero. Si en el caso de éste basta, en general,
fábricas se asigna, a la mayoría de los empleados, actividades con el simple examen de función, aquél sólo puede ser sondea-
que demanden una personalidad o aun la peculiaridad de do a través de una observación total, a raíz de las mayores exi-
una personalidad, para no hablar del hombre adecuado. Los gencias que plantean las profesiones comerciales, aun cuando
puestos no son exactamente profesiones que hayan sido he- sólo hayan de cristalizarse aquellas propiedades del empleado
chas a la medida de las así llamadas personalidades, sino que son importantes para el trabajo. Hacen experimentos con'
puestos en la 9mpresa, que son asignados de acuerdo con las él: exámenes contables, exámenes telefónicos, etcétera. Lo ob-
necesidades del proceso de producción y distribución. Sólo servan: ¿cómo guarda el candidato las facturas que tiene que
en los niveles superiores de la jerarquía social comienza la ordenar? Le hacen estudios fisonómicos y grafológicos. En r x
personalidad genuina que, ciertamente, ya no se somete a la una palabra, el más insignificante de los empleados es, para el k../ )
obligación de ser puesta a prueba. A lo sumo, los exámenes psicólogo de las_profesiones, un microcosmos. A pesar de esta
de aptitud laboral pueden averiguar si los empleados son es- valoración tan alta y tan gratificante de la vida anímicaárna . ,
pecialmente aptos para determinados puestos. Telefonista o los políticos sindicales presentes en la sesión se pronunciaron
taquidactilógrafa, ésa es la cuestión. Una aclaración nada in- unánimemente en contra de la visión total aquí ejercida. Du-
significante, pues expresa que tales exámenes efectuados en dan con razón de su absoluta confiabilidad, y con igual razón
la empresa responden más al interés de ésta que al del hom- luchan contra el peligro que supone una intromisión en la esfe-
bre adecuado. A favor de ello habla un pasaje en el comuni- ra privada, y por último afirman una vinculación —cuando me-
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nos, inconsciente— entre los examinadores que trabajan en la cualificados para ser jefes de departamento; sólo uno de ellos
1,
empresa y los empresarios. En todo caso los talentos de los debía acceder al puesto que había quedado vacante. Él envió
e
empleados —opinan— pueden ser descubiertos metódicamente, una descripción personal de los dos delincuentes, en la que a
al ingresar en la profesión, pero sólo en lugares neutrales. uno se le atribuye mayores conocimientos generales que al
Tales_higares son las agencias de colocación. El encargado :11 otro. La gran empresa eligió los mayores conocimientos ge-
de realizar los exámenes de aptitud en una agencia de coloca- 1 nerales, y ahora está sumamente satisfecha. Luego cuenta el
ción de Berlín me habló acerca de su tarea. Tiene importancia siguiente caso: un jefe envía al examinador dos jóvenes; una,
el hecho de que también, de acuerdo con la convicción de este raquítica, la otra muy atractiva. El jefe, naturalmente, prefie-
hombre, los exámenes no deben tener lugar en las empresas. re emplear a la atractiva, pero cuan a menud9 ocurre en los
«Una gran empresa», dice, «que necesita un examen de apti- cuentos maravillosos la raquítica es precisamente la joya.
tud para reubicar a su gente, no tiene un buen control de su Como un Paris moderno, el examinador no elige a Afrodita,
personal.» De hecho, los directivos de una empresa deben de sino a Palas Atenea. 27 (Es imposible encontrar a una Hera
saber muy poco acerca del personal subalterno si sólo pueden entre los empleados.) Recibe la triunfal noticia de que el jefe,
sonsacar a éste la confesión acerca de sus capacidades ocultas después de un tiempo, incorpora a la diosa raquítica en su
mediante la aplicación de la tortura científica. En todo caso, oficina privada. Incluso en un «caso de conexión» ha triunfa-
el examinador propone que las grandes empresas confeccio- do la ciencia, pues el recomendado, a raíz de su incapacidad
nen tarjetas en las que se hagan registros acerca de los emple- psicológicamente probada, fue rechazado. Finalmente, el
ados. La propuesta, que seguramente fue hecha con honesti- examinador hace algo más y esboza la descripción de mi pro-
dad, tiene sus argucias. Si el espíritu de la empresa es decente, pio carácter, que subrepticiamente compuso durante nuestra
los registros en las cartas resultan superfluos; si es avieso, a conversación. Es un observador experimentado, en cuya
pesar de todas las medidas de control, surgirán listas negras. vasta red categorial quedan atrapadas ciertas condiciones es-
Las experiencias del examinador se relacionan con taquidac- tructurales. La red podría conseguir insertarme en un grupo
tilógrafas, empleados contables, responsables de la corres- de salarios medios.
pondencia en alemán y en otras lenguas, y jefes de departa- Peritos confiables como éste son tanto más importantes
mento. Conforme a su deber, evita cualquier declaración cuanto que los exámenes de aptitud también se aplican a los
acerca de los sujetos privados y se atiene exclusivamente a la nuevos empleados. Uno de los dueños de una conocida tienda
psicología laboral. Así, por ejemplo, formuló en una ocasión de artículos especializados me explica cómo procede su em-
el siguiente juicio: «El señor X es, en el trabajo, un farsante». presa a la hora de incorporar nuevo personal. Cada aspirante
Esto no es nada bueno para el señor X. Quizá en las relacio- debe llenar un formulario y es examinado personalmente por
nes privadas con jóvenes tiende a ser tímido, pero en su traba- el jefe competente. Las telefonistas y losaspirantes al depar-
jo es un fanfarrón. ¿Hay que dividir al hombre en dos mita- tamento de publicic6A son considerados, además, como los
des? Para borrar mis dudas, el examinador me informa objetos naturales de la técnica psicológica. Si se trata de fuer-
acerca de algunos éxitos dignos de mención. Una gran em- zas cualificadas, se solicitan peritajes grafológicos. El grafólo-
presa se dirigió a él para pedirle que examine a dos caballeros go al que se confían tales informes de expertos entra en las al-
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mas de los empleados como un espía del gobierno en territo- que se le abran las puertas de la empresa. Las expresiones «cor-
guerra se perdió... « ¿Sabe usted qué aspecto tienen los pasa- cuya ejecución eran necesarios el trabajo intelectual —que nun-
—Claro que sí. pero uno no puede ocuparse de ellas si está distraído, ya que
Se siente muy halagado de que se reconozca la previsión ellas obligan al operador a poner en movimiento su cerebro a
o
con que logró que siempre sea posible reemplazarlo. un número acorde de "revoluciones por minuto". Y esto es lo
á decisivo: a través de ello, el trabajo toma ritmo, y esto es lo
•
«[...] Y, después de todo, es totalmente indistinto 1, que, en mi opinión, vuelve atractivo un trapajo monótono».
que lo hagamos tú o yo.» . 1 El entusiasmo se torna inmediatamente más comprensible
cuando uno se entera de que este empleado fue citado en una
Entonces pasamos a la sección de liquidaciones y perso- revista de empresa que los empleados escépticos llaman la
nal, en que sólo recorren la máquina contabilizadora unos «trompeta adulona». Cuán agotadora es realmente la activi-
formularios preimpresos. dad prolongada con las máquinas es algo que se infiere inme-
diatamente del hecho de que varias empresas que conozco
—como las anteriormente descritas— las circunscriban a un
El auténtico trabajo mecanizado ha sido aplicado princi- segmento de la jornada laboral, y casi sin excepción asignen
palmente en los grandes bancos y en otras grandes empresas, suplementos especiales al personal que trabaja con las máqui-
en las que es redituable la costosa inversión de capital. Difí- nas. La circunstancia de que se prefiera poner al mando de las
cilmente puedan ser sobrestimadas las ventajas comerciales máquinas a chicas jóvenes se deriva, entre otras razones, de la
del procedimiento mecanizado; hoy, éste permite que los ban- • innata destreza con los dedos que tienen estos jóvenes entes;
cos generen en el menor tiempo posible las cuentas corrien- destreza natural que constituye, por cierto, un don natural
tes, y que éstas se actualicen cada hora. Gracias al trabajo in- demasiado difundido como para justificar un salario elevado.
telectual invertido en el equipamiento, los trabajadores no Cuando las cosas le iban mejor a la clase media, algunas jóve-
cualificados se ven dispensados de poseer conocimientos, y si nes que ahora se dedican a perforar practicaban estudios en
la asistencia a la escuela de comercio no fuera obligatoria, los pianos familiares. De todos modos, la música no desapa-
ellos no necesitarían saber nada en absoluto. Los misterios de reció por completo de aquel proceso, que el «Consejo Nacio-
la empresa les resultan inaccesibles, ya que ellos sólo se ocu- nal para la Productividad» 32 define del siguiente modo: «Ra-
pan de las cifras. Únicamente se les pide una cosa: atención. cionalización es la aplicación de todos los medios que ofrecen
Ésta no se puede ejercer libremente, sino que está subordina- la técnica y el ordenamiento plánificado para incrementar la
da al control del aparato que se controla y, en conjunción con productividad y, con ello, para aumentar la producción de
el ruido de las salas de máquinas, debe exigir tanto más los bienes, para abaratar éstos y, también, para mejorar su cali-
nervios cuanto menos atractivo resulta el objeto en cuestión. dad». Repito que la música no desapareció por completo. He
Algunos se quejan de lo poco que se tiene en cuenta el can- oído hablar de un taller industrial que contrata a jóvenes del
sancio a la hora de calcular las tareas que se deben realizar. liceo, asignándoles un sueldo, y hace que un profesor del pro-
Por cierto, hay personas que consideran que este esfuerzo es pio taller les enseñe mecanografía. El astuto profesor encien-
especialmente valioso. Así, uno escribe, jubilosamente, que de un gramófono, al ritmo del cual deberían tipear las estu-
las máquinas trabajan con rapidez, y continúa diciendo: «[...] diantes. Cuando se escuchan alegres marchas militares, se
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marcha al doble de velocidad. Paulatinamente, el disco va gi- nosotros de lo que lo hacen las prescripciones del profesor
rando con mayor rapidez y, sin darse cuenta, las muchachas 1 universitario Kalveram. En un artículo de la revista de la
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tabletean cada vez más rápidamente. En los años de forma- o «Unión alemana de funcionarios bancarios», el profesor Kal-
ción se convierten en veloces mecanógrafas; la música ha pro- veram niega que la mecanización del trabajo de oficina entra-',
ducido el módico milagro. e ñe el peligro de la deshumanización; afirma, además, que la
(
En la definición del «Consejo Nacional para la Productivi- utilización de la máquina demanda la entera cooperación es-
dad», faltan las palabras «ser humano». Tal vez se las han ol- piritual del ser humano, y explica: «Según la concepción ale-
vidado porque ya no desempeñan un papel tan importante. mana, el trabajo debe conducir a un desarrollo y realización
Sin embargo, se encuentran de vez en cuanto empleados que de la propia personalidad. Debe ser considerado un servicio
computan la eliminación del ser humano como una pérdida. para las grandes tareas de la comunidad a la que pertenece-
No tanto los jóvenes —que se hacen grandes, y a la vez peque- mos». Nada se contrapone tanto con estas exigencias ideoló-
ños en las grandes empresas— como los mayores, que guardan gicamente tendenciosas del profesor Kalveram como su de-
el recuerdo de las condiciones pretéritas. Un apoderado de claración —realizada en otro pasaje del mismo artículo— según
banco me cuenta que uno de sus empleados, que al comienzo la cual se habría reducido el campo de actividad de las masas
no quería saber nada de la racionalización, cambió espontá- que trabajan en la empresa mecanizada. De hecho, las vacan-
-neamente de actitud después de medio año; pero también co- tes en muchas categorías de empleados se han reducido por
nozco el caso de un empleado bancario al que pusieron a tra- efecto de la racionalización. En un gran banco en el que me
bajar con la máquina y que después de dos días abandonó el aseguran que la responsabilidad aún se encuentra en manos
trabajo sin dar excusas. El presidente del comité de empresa del apoderado, desde hace poco llaman al jefe de oficina «el
de un gran banco me habla con cierta resignación acerca de la soldado más viejo del cuartel»; una designación chistosa, que
pérdida de lo que él llama el valor de la personalidad. evidencia su pérdida de importancia. Un jefe de personal ex-
Sus demandas en relación con la personalidad son tan ridí- presa el cambio de funciones a su manera cuando opina, en
culas como modestas. Hoy, según cuenta, un empleado conta- conversación conmigo, que no representa perjuicio alguno el
ble prácticarñente sólo tiene que «puntear» los registros y, por hecho de que los empleados pequeños y medios se hayan es-
las escasas fuentes de error, es posible comprobar con exacti- pecializado. En bastantes áreas ha tenido lugar el proceso de
tud el tiempo empleado por él. Antes era diferente. En aquel especialización. Los empleados de abastecimiento, por ejem-
tiempo, un jefe contable era un hombre de experiencia, que a plo, han tenido que ceder parte de su independencia a raíz de
menudo necesitaba largos días para clarificar diferencias, y la creciente racionalización del mercado, y los capataces, a los
podía aprovechar a placer esta ocasión para su ocio privado, que antes se confiaba la conducción técnica, hoy cumplen con
sin tener que temer un control. El valor de la personalidad funciones estrictamente limitadas en el proceso de produc-
consistiría, pues, según la opinión del presidente del comité ción. Los viejos capataces —informa un entendido— contem-
de empresa, en que es posible prolongar arbitrariamente el plan a los colegas del nuevo estilo tan despectivamente como
trabajo: una idea que, en todo caso, compromete mucho me- el artesano al obrero. A la restricción de sus plenos poderes y
nos el concepto idealista de personalidad tan difundido entre a su mayor fungibilidad se ha atribuido, no en última instan-
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cia, el hecho de que la liga de capataces se haya fusionado, en tonía no tiene parangón. Esta teoría es totalmente excepcio-
su momento, con la Asociación Afa. ¿Qué sentido tienen las nal, y como no veo posibilidad alguna de proporcionarle a un
chácharas acerca de la personalidad, si el trabajo se convierte O excepcional barrendero el salario y la fama merecidos, quiero
cada vez más en función parcial? al menos salvar de la ruina esta excepcional teoría. Está he-
e cha a la medida de los obreros, pero vale igualmente para nu-
merosos empleados. El profesor Heyde recuerda en un estu-
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En estas condiciones es difícil promover el goce de la pro- dio (incluido en la compilación Cambios estructurales en la
fesión. Un artículo de la revista de la «Asociación sindical de economía política alenuma) 34 la reciente investigación acerca de
empleados» decreta, ciertamente con envidiable optimismo, la monotonía; investigación que llegó a la corPclusión de que
que «la ciencia de la psicología del trabajo y de los trabajado- algunos hombres sufren mucho con el trabajo monótono, en
res deberá buscar y encontrar vías para promover el goce de tanto otros, en cambio, se sienten muy a gusto en él. «Hay que
trabajar»; en definitiva, tampoco es posible, con todo, conver- reconocer, ante todo», escribe el profesor Heyde a propósito
tir a la ciencia en una criada para todo servicio. En una oca- ■ de ello, «que la monotonía de una actividad siempre idéntica
Sión ésta debe racionalizar las empresas, y en otra producir deja a los pensamientos libres para ocuparse de otras cuestio-
aquel alegre estado de ánimo que su racionalización ha supri- nes. El obrero piensa entonces en sus ideales de clase, quizá
mido. Más sensatas son, sin duda, aquellas tentativas de rea- ajusta en secreto las cuentas con todos sus enemigos, o piensa
nimar el placer de trabajar que tienen en vista mejores posibi- en su mujer e hijos. Pero, entre tanto, su trabajo continúa
lidades de ascenso y aumentos salariales, aun cuando el ,avanzando. La obrera, especialmente en tanto cree, siendo
profesor Kalveram defiende la concepción según la cual «la
cuestión salarial» de ningún modo «determina de forma exclu- \
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una joven, que para ella la actividad profesional es solamente
un fenómeno pasajero, sueña, durante el trabajo monótono,
siva la actitud que el hombre asume frente a su trabajo». Pero, ) en novelas rosas, en filmes dramáticos o en el noviazgo; ella es
según se verá, hoy se han puesto límites estrictos a la realiza- \ prácticamente menos sensible a la monotonía que el varón.»
ción de estas propuestas. Para aquellos patrones que son ideó- No hay que olvidar que detrás de estas meditaciones edifican-
logos, el goce de la profesión es, ante todo, naturalmente, una tes se encuentra, sin duda, el sueño de que los obreros real-
cuestión que atañe a la vida anímica. Uno de ellos adopta ante mente puedan pensar en sus ideales de clase sólo en secreto.
el tema una actitud directamente metafísica. Toda profesión, Cuán agradables resultan, en comparación con este tufo pro-
me dice poco más o menos, tiene sus goces, y un barrendero, fesoral, las declaraciones sinceras de un director de fábrica
por ejemplo, puede convertir su actividad en algo totalmente que fueron formuladas hace poco en el marco de una negocia-
excepcional. Le respondo que el barrendero sólo disfruta de ción salarial. El director de la fábrica le dijo al delegado de la
su excepcionalidad si ésta encuentra el debido reconocimien- organización de empleados que, en su opinión, la vida de un
to externo. Incluso se amargan aquellos artistas cuyo genio empleado de comercio —digamos de un empleado contable—
permanece desconocido. Aquel patrón encuentra un fiel alia- era de una espantosa monotonía y que él mismo difílmente
do en el profesor Ludwig Heyde, el editor de la revista Praxis podría tolerar una existencia como ésa. Más tarde agregó, in-
socuz.1, 33 cuya teoría acerca de la felicidad en medio de la mono- cluso, que los afectados por esa monotonía tal vez no sobrelle-
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van tan mal su suerte, ya que él nunca había visto una sofo-
cante desesperación. A estas palabras no las debilita el hecho
de que él, con su desdén, se propusiera también desacreditar Empresa en funcionamiento
las demandas que le fueron presentadas.
Algunos líderes económicos advierten ante las manifesta- o
o
rv
ciones exageradas sobre la aplicabilidad de la maquinaria, y
es sabido que muchas fábricas —ante todo las pequeñas y las
medianas— rechazan una drástica racionalización. De ahí que,
aun en medio de la creciente concentración, la mecanización
de la actividad de los empleados experimente progresos. ¿Có- «Señalo E...) de antemano que antes de ser despedido sin pre-
mo juzgan los propios empleados esta evolución? Aun si a aviso me había propuesto presentar las reclamaciones mencio-
menudo eluden en el plano ideológico —y hay que incluir aquí nadas ante la dirección de la empresa, pues estoy firmemente
a las organizaciones más radicales— la situación en la que se convencido de que los señores consejeros de administración
encuentran, en lugar de analizarla, en todo caso no permiten no han sido debidamente informados de los hechos.» El autor
que la sabiduría de los profesores universitarios les dore las de esta frase, que ha sido extraída de una demanda presentada
píldoras que deben tragar. Una modesta mecanógrafa que ante el tribunal laboral, es un pequeñoburgués destituido. An-
trabaja en una empresa demasiado grande para ella, me lanza tes de la guerra, tenía a sus órdenes a un numeroso personal;
en pleno rostro que ni ella ni sus colegas tienen interés en el después de la guerra, en condición de inválido, debió ganarse
tipeo mecánico. Por lo demás, los diversos sindicatos desean el sustento como empleado de comercio. Pero esto no es lo im-
encauzar en dirección a los empleados el efecto benéfico de la portante aquí; es tanto o más irrelevante que la causa de su
racionalización y saben, por la historia de los movimientos so- despido se debiera a una ausencia sin justificación de dos días.
ciales, que nada sería más errado que convertirse en destruc- Lo único decisivo es, antes bien, que los señores consejeros de
tores de máquinas. «La máquina», me dice un miembro de un administración no hayan sido debidamente informados de los
comité de enlpresa, «debe ser un instrumento para la libera- hechos. ¿Quién se interpuso como una pared entre ellos y los
ción.» Posiblemente haya oído a menudo esa expresión en las hechos? El superior del demandante, que ni siquiera es jefe de
asambleas. El hecho de que esté desgastada, la hace aún más departamento. En la demanda se dice que este hombre, una
conmovedora. especie de jefe de subdepartamento, había escarnecido y mal-
tratado a sus subalternos. «Nosotros lo aplastaremos», dijo el
jefe de subdepartamento a modo de amenaza. O: «Lo dejare-
mos sin asistencia social» . Los insultos deben de haber dolido
terriblemente, ya que todos ellos fueron contados y quedaron
registrados para la eternidad. Uno se entera de que el ator-
mentador a menudo obligaba a su víctima a trabajar de acuer-
do con instrucciones erróneas; que trataba a este hombre, ya
SIEGFRIED KRACAUER LOS EMPLEADOS
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de todos modos humillado, como a un farsante; que incitaba a derna. Su posición, comparable con la de un militar de bajo