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Santiago 4:1-5: “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras
pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?
2 Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no
tenéis lo que deseáis, porque no pedís.
3 Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.
4 ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera,
pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
5 ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela
celosamente?
Introducción: El Espíritu es Consolador (Jn. 14:6 Y yo rogaré al Padre, y El os dará otro Consolador
para que esté con vosotros para siempre;), de verdad (Jn. 16:13 Pero cuando venga el Espíritu de
verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo
lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir), de santidad (Ro. 1:4 que fue declarado
Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos), vida
(Ro. 8:2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la
muerte)… ¿celoso?
I. Los celos de Dios
A. Así se dice que Dios está celoso de su derecho a la adoración de los hombres. Ex. 20:5:
No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la
maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen