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UNVIERSIDAD TECNOLÓGICA DE PEREIRA

FACULTAD BELLAS ARTES Y HUMANIDADES


ESCUELA DE FILOSOFIA

ASIGNATURA: SEMINARIO KANT (Filos. Moral)


SEMESTRE: VI
PROFESOR: CARLOS ALBERTO CARVAJAL CORREA
Intensidad: 4 Horas Semanales

OBJETIVO

Explicitar la problemática general de la filosofía moral kantiana a partir de la dilucidación


de sus conceptos fundamentales y de la comprensión del lugar que ella ocupa en el
proyecto filosófico del autor.

Así mismo, evaluar su significado y aportes en el panorama histórico de la filosofía


práctica, en tanto tratamiento radicalmente nuevo frente a la tradición de las éticas
antiguas, medievales y aún el utilitarismo. Con ello se pretende sentar las bases para la
comprensión de la discusión contemporánea generada en el marco de la dicotomía
hegeliana Moralidad-Eticidad, fomentada desde los nuevos desarrollos de inspiración
Kantiana y las tendencias ideológicas de diverso origen en ética y en política.

TEMA

Podemos afirmar que con Kant comienza el tratamiento moderno de la moral. La


perspectiva denominada por él crítica, le permite encontrar elementos nuevos respecto de
la tradición tanto antigua como contemporánea a su época. Esta propuesta consistente en
separar lo puro de lo empírico le había dado ya frutos en la comprensión del conocimiento
de la naturaleza expresado en la física matemática de Newton, con su intento de
responder a la pregunta por la posibilidad de tal conocimiento. En este caso se trataba de
comprender algo que se había ya producido con carácter objetivo, a partir de una
experiencia científica, sobre la cual se preguntaba por las condiciones de su posibilidad.
Ahora quiere Kant explicar el fenómeno moral sobre el cual no se ha producido un
conocimiento o una tal experiencia, sino que se cuenta con el hecho mismo del ser moral
de los hombres. Este hecho se interpreta como conciencia moral, presente en todos por
igual, con independencia de sus conocimientos tanto del mundo objetivo como de las
teorías que históricamente han intentado comprender esta otra condición. Es decir, se
trata de algo que el docto comparte con el hombre corriente, quien muchas veces
resuelve con mayor celeridad y sencillez las dificultades que se le presentan en su
relación con los demás.

Kant quiere, del mismo modo a cómo fue posible encontrar en la razón misma los
elementos que subyacían previos a todo conocimiento y que la convertían en legisladora
en el mundo objetivo, una legislación en el terreno donde nos encontramos ante la toma
de decisiones que podemos catalogar como más o menos libres. Este terreno sería el
más propio de la razón, donde ella se puede determinar sin tener que contar como lo tiene
que hacer cuando conoce la naturaleza, con el peso de la experiencia con la que
comienza todo conocimiento. En este terreno donde no partimos de objetos a conocer en
una experiencia con la naturaleza exterior, esperamos hallar una legislación que no puede
provenir más que de la mera razón, pues no nos vemos ante fenómenos sino ante ideas
que podemos pensar y no propiamente conocer, a las cuales Kant denominó noumenos.
Previamente, desde la Crítica de la Razón Pura, se ha tenido que llevar a cabo la
distinción entre estos dos mundos, pues ya había demostrado Kant que se caía en
contradicciones como la de afirmar y negar al mismo tiempo la existencia de la libertad.
Estos dos mundos a los cuales pertenecemos son el mundo de la naturaleza, en el cual
se da la posibilidad del conocimiento de objetos y donde no hay libertad, y un mundo de
la libertad propiamente dicho en el cual somos productores de nuestros actos. En el
primer caso nos movemos en el mundo de lo que es o sucede, y en el segundo en el de lo
que debe suceder aunque nunca suceda.

Se trata entonces de la apuesta por encontrar una tal ley dirigida al origen de nuestras
acciones, que ha de residir en la capacidad para llevarlas a cabo o al menos para querer
hacerlo, esto es, nuestra facultad de desear. Esta facultad denominada voluntad, estaría
ante la posibilidad de ser determinada por esa ley en contra de lo que generalmente le
sucede, que es su obediencia a los sentidos y a las inclinaciones. Esta posibilidad no
puede ser indagada más que en el terreno formal de la razón, con independencia de los
motivos que puedan determinar a dicha voluntad, lo cual concuerda con la forma de
proceder para el conocimiento teórico, consistente en separar lo puro de lo empírico. Se
trata de la facultad práctica misma, ya no teórica o especulativa, en lo que puede
considerar desde sí como punto de partida o idea moral básica. Este mínimo no puede ser
una versión concreta de bien al que se aspira como telos tras recorrer un camino
racionalmente definido, sino la disposición o intención de recorrerlo, presente en todas las
formas de concebir dicho fin cualquiera que sea. Esta disposición independiente del fin y
de los medios para alcanzarlo es lo único que podría denominarse bueno en sí mismo, o
buena voluntad.

Esta perspectiva rompe con todas las concepciones de bueno o de bien moral existentes,
antes y aún después de Kant, en tanto versiones sustantivas dotadas de contenido. La
buena voluntad es buena en sí misma independientemente de lo que con ella se alcance,
esto es, es buena únicamente por el querer y no por aquello que se quiere, incluso si se
trata de la felicidad como suma de todas las inclinaciones, o de la utilidad que con ella se
tenga, la cual no añadiría nada a su valor. Sin embargo, Kant advierte que no se trata del
mero deseo en abstracto, sino del acopio de todos los medios y disposiciones que están
en nuestro poder, lo que se refleja en la estimación y el valor que le damos. Esta
estimación reconocida por todos y que le confiere valor absoluto, reside en la
independencia de los objetos del deseo respecto de la intención que con la consecución
de tales objetos se quiera llevar a cabo. Los objetos de la voluntad que van desde las
satisfacciones más concretas hasta los llamados por Kant talentos del espíritu, los dones
de la fortuna, los refinamientos de la razón cultivada, y en general la suma de todas las
satisfacciones, expresadas a través de las ideas de bien recogidas por la historia del
pensamiento moral, pueden estar precedidas o no por una buena intención, es decir, una
buena voluntad. Pero todos estos objetos de la facultad de desear, que han de ser
siempre perseguidos mediante la implementación racional de los medios adecuados para
alcanzarlos, en su contingencia no pueden ser la guía de esta facultad. Ahora bien, si la
razón no puede tener como fin determinar a la voluntad desde sus objetos, pues para ello
hubiera sido más efectivo el instinto, sólo le queda determinarla desde sí misma,
separándola de todo interés específico, única vía que permite acceder al concepto de
buena voluntad. En tal sentido nos dice que el fin de la razón en su uso práctico es
producir una buena voluntad que sería la condición de toda otra noción de bien a través
de la cual consideramos alcanzar nuestra felicidad, lo que en la práctica nos hace dignos
de ser felices, condición a la que acaso, cuando más, podemos aspirar.

Esta idea lograda por vía de separación de todo elemento empírico de determinación de
la voluntad, plantea una nueva concepción de bien de carácter no sustantivo sino formal,
que se presenta como el bien en el grado más elevado (das hochste Gut), lo que se ha
traducido como sumo bien, pero que significa una mayor abstracción lograda por vía de
un procedimiento de crítica de la razón en el sentido empleado por Kant. Este
procedimiento está orientado a la búsqueda de una ley de determinación de la voluntad,
de tal manera que no se tenga que recurrir a otra idea por parte de la razón que la de
obedecerse a sí misma, es decir, la de no obedecer a ninguna condición proveniente de
los objetos de la misma voluntad. En la formulación de esta ley que ha de resultar, no
puede expresarse entonces ninguna condición que restrinja orientando la facultad hacia la
realización de un objeto previamente señalado por el deseo. Esto sería no una ley sino un
precepto o una simple máxima de acción. No obstante, la incondicionalidad no elimina el
carácter constrictivo de la ley buscada, pues la facultad de desear obedece precisamente
en mayor medida a los mandatos de la inclinación, en contra de lo que su otra instancia
de determinación, esto es, la razón, le plantea, reconocido también en alguna medida por
el sujeto como lo que debe o no debe.

Por ello Kant se dirige al concepto de deber que según él contiene el de buena voluntad,
aunque sea con éste último con el que ha comenzado en la Fundamentación de la
Metafísica de las Costumbres su explicación sobre la estructura de la razón práctica. Este
recurso se hace indispensable por el reconocimiento y evaluación que hace de las
acciones la conciencia moral, independiente de cualquier instrucción teórica. En primer
lugar distingue lo que sería una acción realizada por deber y no simplemente conforme al
deber, aunque no siempre sea fácil y a veces imposible aún para el mismo sujeto llevar a
cabo esta distinción, lo que podríamos interpretar como un reconocimiento de las
limitaciones de dicha conciencia. Esta dificultad a nivel de los motivos de la acción, no
impide, sin embargo, el hecho de que cualquier conciencia pueda reconocer al menos de
manera intuitiva que deber hacer o no hacer. Kant ha ilustrado con ejemplos en una
especie de fenomenología, las posibles actuaciones de un sujeto cuyas verdaderas
motivaciones sólo podemos suponer.

Estos elementos han sido expuestos por primera vez en la Fundamentacíón de la


Metafísica de las Costumbres de 1785, primera gran obra de la filosofía moral kantiana,
que será completada posteriormente con la Crítica de la Razón Práctica de 1788 y la
Metafísica de las Costumbres de 1797. La Fundamentación, objeto del presente
seminario, consta de tres capítulos:

1. "Tránsito del conocimiento moral vulgar de la razón", donde se examinan las ideas de
buena voluntad Y ley moral.

2. "De la sabiduría moral popular a la metafísica de las costumbres", en el cual se


enuncia el imperativo categórico y la idea de la autolegíslación moral.

3. "De la Metafísica de las Costumbres a la Crítica de la Razón Práctica" donde se


introducen las ideas de libertad y de mundo sensible e inteligible.

EVALUACIÓN

La evaluación se adecuará a la forma del seminario teniendo en cuenta para ello sus
aspectos centrales como son la exposición, la elaboración del protocolo, la elaboración de
informes semanales conducentes al trabajo final, el trabajo escrito y la participación. Se
considerará cancelado el seminario con más de tres faltas. El porcentaje quedará
distribuido de la siguiente manera:

Exposición: 20
Protocolo: 20
Participación: 20
Informes: 20
Trabajo final: 20

BIBLIOGRAFÍA

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