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Según Nisbet, toda ideología tiene sus dogmas. Un dogma indica el lugar del individuo
frente a la autoridad. El tratamiento de las tres ideologías modernas (socialismo, liberalismo
y conservadurismo), establece estos dogmas en términos de la relación entre el individuo y
el Estado. A esta relación Nisbet introduce un tercer elemento, el de la estructura de grupos
y asociaciones que se encuentran, entre los individuos y el Estado.
Según el autor, gran parte del drama social de la Revolución francesa consistió en el
impacto que tuvieron sobre la sociedad intermedia las nuevas declaraciones de derechos
individuales y de los derechos del Estado. El resultado fue cuestionar los derechos
históricos de los grupos tradicionales (familia, la comunidad local, la Iglesia, el gremio, etc.)-
la revolución aparece como lucha entre la exigencia de soberanía del Estado contra el
poder de las autoridades tradicionales-. Frente a este dilema de la posición de los grupos
frente al Estado el dogma conservador es constante: el derecho a sobrevivir (surgido del
desarrollo histórico y social) de todas las estructuras intermedias de la nación en contra de
las corrientes tanto del individualismo como del nacionalismo.
El socialismo en su carácter principal y marxista es quien muestra un menor respeto por los
derechos tradicionales de los grupos intermedios. El liberalismo queda a mitad de camino,
expresa un pluralismo liberal, aunque lo que sobresale es la simpatía por los derechos del
individuo contra los del Estado como del grupo social.
Historia y tradición
Los racionalistas progresivos ven el presente como el comienzo del futuro, mientras que el
modo conservador lo ven como el último punto alcanzado por el pasado en un crecimiento
continuo. Desde el punto de vista conservador la realidad social se entendía mejor mediante
una aproximación histórica. Y si el pasado es vital para esta comprensión entonces debe
ser investigado meticulosa y objetivamente.
Lo que Burke y sus sucesores combatieron es lo que él llamó el espíritu innovador; esto es,
la adoración vana del cambio en sí mismo. La visión conservadora del orden político y su
evolución es fácilmente reconocible en su concepción de la Constitución, según la cual la
verdadera Constitución “no es papel sino historia”. Es decir, debe existir un correlato entre el
documento constitucional y sus costumbres y tradiciones (y no ser una declaración de
principios universales como los de la Revolución francesa). Hay otro atributo en la
veneración conservadora de lo viejo y lo tradicional;la creencia de que, no importa cuan
obsoleta pueda ser una estructura o modo de vivir, es posible que en ella haya una función
continua, incluso vital, de la que el hombre se beneficia psicológica o sociológicamente.
Para los conservadores la historia ha sido en gran medida la misma clase de fuerza que la
selección natural, es para el evolucionista biológico
Prejuicio y razón
Para Burke ‘prejuicio’ es una destilación de una forma total de conocer, de entender y de
sentir; una forma que el vio como algo que estaba en contraste total con las formas de
pensamiento que florecieron en la ilustración francesa; además sostiene que la forma
geométrica del razonamiento no tenía sino los usos más limitados en los asuntos humanos.
El prejuicio tiene su propia sabiduría intrínseca, una que es anterior al intelecto. El prejuicio
es aplicación inmediata en la emergencia; compromete previamente a la mente en una firme
dirección de sabiduría y virtud. La idea burkeana del prejuicio alimentó el acopio de ideas
democráticas de la voluntad del pueblo, puesto que la idea de Burke era, sobre todo, una
referencia al tipo de sentido, entendimiento y conocimiento que es común entre los
individuos de una nación, y no propiedad exclusiva de una elite intelectual.
Para Burke la voluntad general verdadera tendría que ser el desarrollo de lo tradicional en la
conciencia popular. La crítica a la razón está formulada en los términos de hacer políticos
sobre principios abstractos de ciencia teórica, en vez de permitir que surjan del curso de los
acontecimientos.Los conservadores argumentan que el utopista y el reformista se parecen
en que saben mucho acerca de principios e ideales pero, desgraciadamente, muy poco
acerca del sentido de oportunidad, acerca del sentido práctico y del know how.
Burke fue uno de los primeros en ver que la mente del racionalismo político se inclina hacia
un tipo de imperialismo interno o imperialismo democrático. Ningún movimiento ilustra más
claramente que el movimiento supuestamente democrático la manera en que la voluntad de
minorías altamente organizadas y decididas puede prevalecer sobre la voluntad de la masa
inerte y desorganizada.
Autoridad y poder
La autoridad, al igual que la propiedad, es uno de los dos conceptos centrales de la filosofía
conservadora, esto no desplaza a la libertad como valor conservador, como libertad de los
seres humanos para vivir según sus propias costumbres y tradiciones.
Burke concibe la libertad verdadera conectada con el orden; que no sólo existe junto con el
orden y la virtud,pero que no puede existir de ninguna manera sin ellas. El problema de
Libertad, insistió Burke, es inseparable de un triángulo de autoridad, que involucra al
individuo y al estado pero también a los grupos intermedios entre estas dos entidades.
La autoridad se manifiesta entonces como una cadena, análoga a la cadena del ser que
dominó la teología medieval (donde el grupo o estamento aparece antes que el individuo en
el orden teleológico). La diferenciación social, la jerarquía y el consenso funcional, más que
el mecánico, son tan vitales para la libertad como para el orden.
Libertad e igualdad
La acusación principal hecha en contra del liberalismo por los conservadores es que el
liberalismo es una especie de cabeza de turco del totalitarismo. Se argumenta que el
liberalismo, debido a su continua función liberadora de los roles y autoridades tradicionales
de la sociedad, debilita la estructura social, estimula la multiplicación de los seres
humanos“tipo-masa” y por lo tanto prepara el camino al totalitarismo. Gran parte de la
veneración conservadora por la familia estriba en la afinidad entre familia y propiedad. No
hay ningún tema sobre el cual los conservadores han atacado a los liberales y socialistas
tan tenazmente como en el de las amenazas legales que debilitan el control familiar de la
propiedad, a través de los impuestos o de cualquier otra forma de redistribución (argumento
conservador contra la desigualdad patrimonial: transmisión de la herencia patrimonial no es
menos justa que transmisión desigual de la herencia genética).
Propiedad y vida
Para el hombre civilizado, los derechos de propiedad son más importantes que el derecho a
la vida, esto afirmaba More. Burke nos habla de una propiedad privada como una supresión,
nacionalización o estricta regulación, un delito equiparable a cualquier otro que se cometa
contra la Cristiandad, o la monarquía y la aristocracia; reflejado como un elemento realista-
medieval de la propiedad corporativa (no individual como el liberalismo). La propiedad es
algo más que un apéndice externo del hombre, es sobre todas las cosas en la civilización, la
condición misma de la humanidad del hombre, de su superioridad sobre el mundo natural
entero. La propiedad es el origen de la soberanía humana.
Religión y moralidad
El conservadurismo es único entre las grandes ideologías políticas por su énfasis sobre la
iglesia y la moralidad judeocristiana. Burke destaca el papel vital que juega la religión en la
buena sociedad y de gran importancia al establecimiento de la religión en el Estado. Es el
aspecto institucional de la religión solamente, el que es pertinente al conservadurismo
político. La religión se concibe como pilar valioso para el Estado y la sociedad, pero no una
doctrina profunda, ni penetrante. Las posiciones de los conservadores siguen siendo
inseparables del aspecto institucional, civil de la institución.
La iglesia anglicana tenía dos funciones: 1- conferir carácter sacro a las instituciones de
gobierno y 2- servir de contrapeso al poder arbitrario del Estado. Para Burke el orden es
cuestión de un correcto equilibrio entre fuerza, cuyo resultado es el mejor escenario para la
libertad social. Burke no deja de considerar la democracia a la luz de la necesidad de
restricciones por parte de la iglesia y de otras instituciones superiores a ella. En gran
medida el apoyo conservador a la religión descansa en la bien fundada creencia de que los
seres humanos, una vez que se han liberado de una gran ortodoxia, probablemente sufrirán
algún grado de trastorno, de pérdida de equilibrio. La religión como religión civil es la que
parece estar más cerca de la esencia común de la creencia conservadora, una religión en la
que su núcleo trascendental se manifiesta en ropajes tanto civiles como religiosos, una en la
que los días festivos más sagrados sirvan todos indistintamente tanto a fines religiosos
como civiles.