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Espacios educativos no escolares

Contextos, sujetos, educación y posibles transformaciones

La escuela como institución de la modernidad monopolizó la educación y se convirtió en la principal


agencia encargada del mandato educativo, integrador y “civilizador”. Hoy se reconocen otras instancias
que ofrecen espacios no escolares de intervención pedagógica que han surgido como fruto de los
contextos actuales y que, en muchos casos, son paliativos de las diversas crisis por las que hemos pasado.
Han aparecido, producto del devenir histórico, otras agencias que atienden problemas sociales,
económicos, culturales que han asumido, con o paralelamente a la escuela, tareas de transmisión de
saberes, de subjetivación y de socialización de los sujetos.
Lo pedagógico siempre se ligó a la idea de escuela, pero en la actualidad podemos dar cuenta que otras
instituciones nuevas así como también los medios masivos de comunicación, han asumido funciones en las
cuales hay prácticas educativas en donde los saberes pedagógicos no quedan restringidos al ámbito escolar
y al aula. Si entendemos que las prácticas de la enseñanza son prácticas sociales podemos entender que su
existencia no puede quedar reducida a los muros de la escuela. En un sentido más amplio Olga Zuluaga nos
dice: “La enseñanza es el espacio que posibilita el pensamiento y el acontecimiento de saber que define
múltiples relaciones posibles con el conocimiento, las ciencias, el lenguaje, el aprender, la ética, y es el
momento de materialización y de transformación de los conocimientos en saberes, en virtud de la
intermediación de la cultura”1

Han aflorado, en las últimas décadas, espacios que han ido supliendo o compensando lo que antes era
garantizado por el Estado Benefactor. Queda la nostalgia de un tiempo mejor. De un país integrado en el
que “cada uno sabía cuál era su lugar, qué rol debía desempeñar en él y cuáles eran las normas que regían
esos desplazamientos”. 2
El Estado, la familia, la escuela eran las instituciones pilares del proyecto de la Modernidad. Hoy sabemos
que se encuentran jaqueadas. En una época, siguiendo a Feijoo, “el trabajo y la movilidad social”, es decir
el mundo laboral, eran un eje a través del cual se organizaba la vida cotidiana de la gente. Las políticas
neoliberales han deteriorado estas estructuras fruto de las sucesivas crisis en las que estamos inmersos.
Recordamos nostálgicamente la escuela de sus inicios como digna de existencia; con mandatos ética y
políticamente defendibles. Un tiempo que fue y que de alguna manera sigue siendo. Actualmente, como ya
he comentado, estamos inmersos pero no ahogados en una crisis estructural que tiene en su interior crisis
de distinta índoles y variados efectos según los sectores poblacionales; lo que requiere grandes desafíos
para el hombre quien debe pensar modos de abordaje de esa realidad compleja. Los impactos de la crisis
no deben paralizarnos, no sólo como docentes sino también como ciudadanos. La sensación de impotencia
y de imposibilidad nos ata dejando más espacio a quienes el anquilosamiento de estas crisis los beneficia.
La autoconciencia reflexiva, el debate intersubjetivo, las acciones comunitarias son modos de convocar al
entendimiento y generar propuestas de superación. Las búsquedas de acuerdos pueden “quedar en
suspenso en los ámbitos de acción siendo sustituidos por mecanismos de control, La integración sistémica
prevalece sobre la integración social”. 3 Defendamos el espacio público, que no se sustituyan las normas
por la fuerza del mercado.
Hemos sufrido los pueblos, el paso de una sociedad integrada a una fragmentada con fuertes
polarizaciones generando grandes masas y nuevos grupos de “pobres”. Estas nuevas franjas poblacionales
han buscado nuevos modos de subsistencia económica, política y cultural. La presencia de variadas O.N.G
es el ejemplo de esto como formas de acción colectiva que han ido dando “respuesta coyuntural al cierre
de los canales instituidos”4.
Henry Giroux, en lo que él denomina “pedagogía de los límites” plantea que el conocimiento es como un
pasador de fronteras donde una persona “se mueve dentro y fuera de los límites construidos en torno de
coordenadas de diferencia y poder”.5 Alude a fonteras culturales históricamente construidas y socialmente
organizadas. Lo cito porque es muy esperanzadora su concepción de una pedagogía de los límites que
bregue por un aprendizaje que suponga interiorización, cuestionamiento y transformación activa de
representaciones y prácticas que “designan, marginan y definen la diferencia como el Otro devaluado”.
Otorgar a esos otros plurales, desde estas nuevas organizaciones, la posibilidad de encuentro y reflexión
para no aceptar dóxicamente su realidad, como el “orden de las cosas” inmodificable. 6
“El desafío de la educación en general y de la educación social pasa por filiar, esto es, otorgar un nuevo
estatuto, abrir un nuevo lugar a los sujetos de la educación”7 . Pero para ello no alcanza con una agencia
educativa, debemos reconocer la presencia de otros espacios educativos que promueven la construcción
de sociabilidad y la construcción y/o recuperación de tejidos sociales amenazados por los procesos
actuales. En este sentido Violeta Nuñez genera preguntas que advierten de la complejidad del mundo
actual desafiándonos a pensar nuevas respuestas y espacios educativos interpelando a las generaciones
adultas acerca de la convocatoria, permanencia y marcas que la escuela deja en los niños como otro lugar
más, no el único, que da cuenta de variados requerimientos y procesos educativos. Las ONG tienen su
historia en Argentina. Las reformas estructurales, el nuevo lugar del Estado y su relación con el mercado, la
creciente fragmentación social y la polarización de la riqueza, han dado lugar a nuevas organizaciones
(llamadas del tercer sector) que se proponen atender nuevos conflictos y demandas de la sociedad civil.
Recordamos nostálgicamente la escuela de sus inicios, como digna de existencia; con mandatos ética y
políticamente defendibles. Un tiempo que fue y que, de alguna manera, sigue siendo. Actualmente, como
ya se dijo, estamos inmersos en una crisis estructural que tiene en su interior crisis de distinta índole y
variados efectos según los sectores poblacionales; lo que requiere grandes desafíos para el hombre quien
debe pensar modos de abordaje de esa realidad compleja. Han sido bautizadas como Organizaciones No
Gubernamentales desde hace tres décadas, nombre que recibieron desde las Naciones Unidas. En los
países del Tercer Mundo, el término ONG fue característico de un tipo específico de entidades cuyos
discursos y prácticas enfatizan el compromiso con los pobres y la confianza en sus propias capacidades, la
importancia asignada a la participación y la organización popular, etc. Estas estructuras se componen
fundamentalmente de equipos técnicos que prestan servicios a los sectores populares. El nacimiento
propiamente dicho de este tipo de instituciones pude ubicarse en EE.UU y Europa orientadas
fundamentalmente a la defensa del medio ambiente o identificadas con el socialismo dando cuenta de la
crisis de los paradigmas vigentes respecto al desarrollo del Sur. En América Latina se extienden
rápidamente, multiplicándose en número y en funciones.
En lo que refiere a los ONGs en la Argentina es interesante el recorrido que propone Thompson indagando
la génesis y transformación de las mismas.
Inicia esta periodización mencionando la caridad cristiana y las organizaciones voluntarias del período
hispánico. Las primeras actividades de carácter filantrópico quedaron bastante circunscriptas al ejido
religioso. Los fondos para dichas actividades eran ofrecidos por la Iglesia, por el Cabildo y por la sociedad
local. Así las primeras asociaciones voluntarias “mezclaron lo público con lo privado, lo confesional con lo
civil…Fueron el instrumento primordial de la intervención social del Estado colonial, aunque
frecuentemente escaparon a su control, entablándose disputas por competencias, territorios y sujetos de
la ayuda”9 Luego de la Independencia, en un segundo período, se iniciará la transferencia de las obras
caritativas coordinadas por la Iglesia, a organizaciones laicas donde hubiese mayor intervención estatal.
Esta etapa es denominada por el autor como la de beneficencia laica y privada: secularización y patriciado.
Se crea la Sociedad de Beneficencia que será un antecedente importante a las organizaciones llamadas hoy
del tercer sector. Esta institución dejó huellas que perduraron y, que a pesar de las transformaciones que
sufrió a lo largo de su trayectoria, conservó ese espíritu de acción pensada como de “arriba-abajo, con toda
su carga de paternalismo y superioridad del donante sobre el receptor…” Este paradigma tiene vigencia en
algunos casos cobrando otras formas por las nuevas circunstancias y condicionantes propios de otra
realidad histórica. En la tercera etapa, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, se desarrollan otras
asociaciones paralelas a la Sociedad de Beneficencia. Una vertiente principal que define estas asociaciones
fue el catolicismo social, representado por Felix Frías quien defendía la acción religiosa en el campo social a
través de la acción privada de beneficencia atacando toda injerencia estatal en la administración y manejo
de fondos de estas instituciones privadas. Entrado el S XX, se inicia la polémica respecto del papel del
Estado en estas obras filantrópicas, siendo centro de debate la cuestión financiera. Se reconoce la
necesidad de una legislación que regulara estas instituciones y cierto control sobre los subsidios otorgados.
Se crean, entre 1911 y 1937, entidades específicas para ello junto a reglamentaciones que pondrán orden a
esta situación. Hacia fines del S XIX y principios del S XX podemos avizorar una especie de modernización
de la filantropía y de la asistencia social. La intervención estatal fue cada vez mayor y el “higienismo”
impregnó la época. Bajo el modelo francés de asistencia pública tendió a la profesionalización de la
práctica poniendo el acento en la “prevención” con acciones de saneamiento y disciplinamiento urbano
que facilitaron “la instauración del orden y el control social en aras al progreso”. La asistencia social
presenta una arista más racionalista que moralizante, propia de etapas anteriores.
Recién a mediados del S XX van vislumbrándose lo que son las organizaciones no gubernamentales, como
las que hoy conocemos. Nacen en relación a “principios de solidaridad, autogestión de problemas comunes
y a la propia iniciativa de los interesados”.10 Diferentes sectores dan lugar a variadas creaciones:
colectividades de inmigrantes, asociaciones profesionales, partidos políticos, empresas, la Iglesia católica,
los vecinos de barrios. En una primera etapa se desarrollan las sociedades de socorros mutuos, orientados
a la defensa de intereses laborales. Luego surgen las sociedades de fomento más ligadas a los ámbitos
barriales, en pro de la solidaridad y la autogestión. La Fundación Eva Perón también marcó un hito,
llegando a concentrar, en esos años, casi hegemónicamente, la asistencia social. El discurso fue
transformándose y rompiendo la tradición de la caridad y beneficencia para dar lugar a la idea de justicia
social. En este sentido, se ubica la ayuda social como un derecho de quien la recibe, el Estado asume ser el
único garante del mismo. A pesar del derrocamiento de Perón en año 55, el Estado seguirá siendo el centro
en las cuestiones de política social. El autoritarismo de los 60 y 70 y la renovación democrática de los 80
abrirán un nuevo camino a las ONGs.
Expresa Andrés Thompson “…Hoy, en los umbrales del SXXI, nos encontramos en los inicios de un proceso
de reversión de esta tendencia “Estado-céntrica”. Las implicancias en el campo del desarrollo social, y por
ende, del accionar de las organizaciones no gubernamentales están aún en gestación”. 11 Pero, ¿cuál es el
contexto más amplio en el que se ha generado esta necesidad por cubrir necesidades (alimentarias,
educativas, de participación civil) que antes eran parte garantizada y parte del cotidiano casi general en la
población? En un intento de comprender la realidad actual describiré puntualizando aspectos del escenario
común a varios países latinoamericanos, el cual es producto de la globalización, la política neoliberal y la
economía de mercado.

En lo político:
• Se generó un reemplazo de los regímenes militares por democracias más o menos estables, democracias
formales pero no reales, entendidas pobremente como forma ordenada de ingreso al poder.
• Debilitamiento del rol del estado en relación a las políticas distributivas y de equidad social.
• Democracias débiles acompañadas de corrupción, ostentación de la riqueza e impunidad de los
funcionarios públicos.

En lo económico:
• Consolidación del modelo económico neoliberal.
• Economías recesivas
• Descapitalización del Estado.
• Distribución no equitativa del PBI.
• Ajustes extremos en el presupuesto fiscal que afectan sobremanera a la salud y a la educación
• Empobrecimiento masivo de la población.
• Flexibilización laboral. Precarización del trabajo. Altas tasas de desempleo.

En lo social:
• Dualización de la sociedad en relación a la distribución de la riqueza, el acceso a bienes materiales y
culturales. Generación del deseo e impedimento real de acceso a estos bienes.
• Profundización de la pobreza en sectores de pobreza estructural.
• Exclusión social.
• Disminución de la participación social (espacios y prácticas) • Desintegración social.
• Crisis de identidad y de la defensa de los derechos.
• Urbanización creciente (hacinamientos, asentamientos de emergencia)
• Sentimiento de angustia, incertidumbre, desesperanza, impotencia.

Manifestaciones variadas de violencia por la imposibilidad de tramitar el malestar general.

Más específicamente en lo educativo:


• Antagonismo entre las políticas neoliberales y los mandatos heredados del pasado y los nuevos que tiene
la escuela pública.
• Tendencia a la privatización de la educación.
• Pérdida de la memoria social, transmitida en la escuela, desde donde la comunidad pueda asirse en la
construcción de una identidad social.
• Impacto de las nuevas tecnologías y medios de comunicación masiva y dificultad de la escuela para
incorporarlos.
• Pérdida relativa de la especificidad de las instituciones educativas asumiendo otras demandas sociales:
asistencialismo, salud.
• Problemas de acceso, permanencia, repitencia y deserción en determinadas franjas etarias.
• Vaciamiento simbólico de las instituciones en general. Desvalorización del maestro como referente
investido de autoridad.

En este contexto, son muchas las organizaciones que se han autoencomendado tareas que refieren a
variedad de funciones que intentan ser paliativos de problemáticas que se han profundizado a partir de la
década del 90. Han asumido funciones alimentarias (comedores), educativas, asistenciales (salud),
promotoras de desarrollo económico, social y cultural de determinados sectores, defensoras de los
derechos humanos, protectoras del medio ambiente. Estas organizaciones se han multiplicado en los
últimos años, asumiendo cada una diversidad de funciones y cada una con una historia institucional
particular. Podemos encontrar por varias vías de información una preocupación por clarificar y clasificar las
mismas en relación a sus orígenes y funciones. Sin embargo, no hemos podido dar con estudios de corte
cualitativo que echen luz acerca del funcionamiento de las mismas y de los procesos que se dan al interior
de las mismas. Veamos una situación concreta sobre las prácticas educativas en un contexto no escolar.
Decían los niños en un apoyo escolar en un Centro Comunitario: (ONG)

-Ando mal en el colegio…tengo malas notas en la libreta… lo que me gusta son mis compañeras…la de
matemática es mala
- Mire lo que me saqué, No Sati, fue sorpresa y no estudié…

-Me manda mi mamá o mi papá porque me falta mucho estudio…el profesor que tenemos es malo… -Me
asusto cuando me dan pruebas de trimestre… -El año pasado iba a colegio privado. El año pasado teníamos
plata…en algunas pruebas ando mal
- La escuela…no me gusta tanto, tenés que estar sentada ahí, a veces no entiendo algunas cosas, las
maestras gritan…ahora me tengo que portar bien o me voy a quedar de grado.

• Son algunas consideraciones que parten de una investigación que se hizo en una ONG en la Ciudad de
Córdoba entre los años 2001 a 2003.

Los servicios educativos que ofrece este centro comunitario se centran en la estimulación temprana, en el
apoyo escolar y en un centro lúdico recreativo; estando los tres espacios ligados a la prevención del fracaso
escolar. Nace este centro ofreciendo específicamente apoyo escolar, es su mandato fundacional, por el
reconocimiento de los efectos que la repitencia escolar iba dejando como marcas identificatorias en los
sujetos infantiles. La escuela iba segregando y alguien tenía que dar cuenta de estos grupos que quedaban
o podían quedar excluidos de la escuela, ¿único agente integrador? La enseñanza remite a una necesidad
de los grupos de procesos de transmisión de conocimiento legitimados socialmente que, una vez puestos
en acción a través de un complejo juego de mediaciones (relación docente-alumno, alumnos entre sí,
institución escolar, currículo) son evaluados con el objetivo de revisar si han sido apropiados por los
alumnos y de esta forma acreditar esos aprendizajes. Es sabido que si el alumno no aprueba en estas
instancias no puede ser promovido al próximo escalón en el sistema educativo. Luego esto se traduce en
índices de repitencia y abandono como indicadores cuantitativos tras los cuales existe una realidad
compleja en la cual se inscribe este fenómeno de fracaso escolar, en el cual un grueso de niños y jóvenes
queda identificado. Cuando se habla de prevención del fracaso escolar se alude a evitar, anticipadamente,
aquello que no se desea y que se piensa puede ocurrir. La expresión fracaso tiene la contracara del éxito,
ambos remiten al logro o no de ciertas metas. Refiere entonces a un “poder-deber” cumplir con aquello
que se considera necesario para acreditar sus aprendizajes teniendo especialmente como parámetro la
aprobación de determinadas evaluaciones. Lo “necesario” está determinado por la institución que es la
que da la norma, la que indica cuál es el mínimo aceptable para ir superando los objetivos planteados. El
fracaso supone incumplimiento de la norma, aquello diferente de lo preferible. “En pocas palabras: bajo
cualquier forma, implícita o explícita, que sea, las normas refieren lo real a valores, expresan
discriminaciones de cualidades conforme a la oposición polar de una positividad y una negatividad…La
regla sólo comienza a ser regla cuando arregla y esta función de corrección surge de la infracción
misma.”12 El fracaso escolar se asocia directamente a los problemas de aprendizaje. Al decir fracaso
muchas veces se dice indirectamente “fracasados”, involucra sujetos que han sido atrapados por esta
construcción simbólica. El grupo familiar, la escuela, el maestro, los pares, el profesional, pueden emitir
palabras de tal eficacia simbólica que estigmaticen a ese sujeto. Esto se da de este modo porque los
sujetos nos constituimos y socializamos en función de la dependencia con otros. Hay un orden simbólico
que define un horizonte (de posibilidades) determinado por el entrecruzamiento de “reconocimientos” de
estos otros. Desde los contextos escolares, y como consecuencia de lo allí vivido, llegan estos niños al
centro comunitario. Cargados con la mochila de sucesivos fracasos acuden en búsqueda de ayuda. El
centro comunitario intenta resguardar, acompañar y reparar lo que esos fracasos van dejando inscriptos en
las trayectorias personales y escolares de estos sujetos. Este centro funcionaba reproduciendo, en parte, el
formato organizativo escolar. Es así que el apoyo escolar concentraban un aula a todos los alumnos de
distintas edades, algo así como un “grado múltiple”. Este servicio era atendido por una docente con
bastante antigüedad en la escuela primaria, una joven de esta comunidad con estudios secundarios y un
grupo de tres pasantes (voluntariado) de un Instituto Terciario que iban dos veces a la semana como parte
de un trayecto de una asignatura de su carrera. La modalidad de trabajo reproducía mucho del contexto
escolar. La fuerza de la socialización de la escuela, los habitus allí construidos hacían luz en este nuevo
contexto. El peso de esto limitaba alguna propuesta pedagógica innovadora que modificara la situación de
estos niños. Sin embargo, ofrecía un espacio diferente para estos niños con actividades, más allá del apoyo
escolar, que los convocaba socialmente incluyéndolos en un grupo de pertenencia, filiándolos y
resguardándolos de la segregación que la misma escuela, que se denomina ”inclusiva”, generaba. Es un
caso institucional entre muchos que se ha originado desde las necesidades inmediatas de la misma gente.
Los actores implicados inician y sostiene con mucho esfuerzo la búsqueda de superación de las condiciones
materiales, sociales y culturales propias del lugar de pertenencia. Así asumen diversidad de funciones,
entre ellas la educativa.

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