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Ambos concluyeron que son fuente de inspiración en aquellos que dicen llamarse
poetas y también en los que no. Escriben poemas, agregándoles adjetivos, mas
nunca dicen qué son realmente en sí mismos. Dijo entonces la luna:
-Hace tiempo ya, escuché a un par de hombres hablar de los poetas; decían que
no son aptos para hacerse cargo de la educación de los niños, puesto que sus
obras son como espejos o imitaciones del mundo, no pueden transmitir
conocimiento.
-Es justo como lo comentamos hace rato, amigo. Las personas nunca dicen lo
que tú y yo somos en sí, lo real, expresan lo que de nosotros pueden ver. Lo
mismo ocurre con el poeta y los artistas, en tanto que no comprenden la
naturaleza, no pueden saber nada de ella. Entonces las representaciones de la
misma serán falsas- respondió la luna.
-Ya entiendo. Supongo que si a los niños se les enseñan cosas falsas o basadas
en imitación, ellos se comportarían inmoralmente, pues se irían formando con
malos hábitos y creencias incorrectas.
-Exacto, mar. Decía uno de los hombres que la razón se corrompe y el alma se
pervierte con obras de los poetas porque estos buscan apelar a las emociones
fuertes; es por eso que resultan interesantes al público. Y, frente a una efectiva
representación artística, es difícil no sentirse conmovido, por lo que se considera
que el arte pervierte el carácter y hasta es capaz de pervertir a las personas con
mejores mentes.
Ante esto, el mar respondió lo siguiente:
-¿Quién lo diría, celestial luna? Al parecer los poetas y los artistas logran encantar
a la gente con sus poemas y pinturas no sólo de ti y de mí, sino de toda la
naturaleza, nunca habría pensado que el arte no es el mejor medio para educar
a una comunidad.
-De hecho- dijo la luna -, es por este mismo motivo que debe ser censurado o
prohibido ése tipo de práctica educativa, según dijo el más sabio de los sujetos
de los que he escuchado esas palabras.
-No pudiste haberlo dicho mejor, dulce Perseide- dijo la luna, refiriéndose a la
sirena.
-Sí, linda- dijo el mar-, ahora puedo comprender un poco mejor el funcionamiento
de este mundo, pero ¿cómo sabes tú todas esas cosas?- preguntó.
Perseide le respondió: