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Mucho se ha escrito sobre los soldados espartanos, no en vano eran los hoplitas
(infantes pesados en la antigua Grecia) más temidos de la época. Sin embargo
los espartanos eran la excepción, pues ningún soldado griego se dedicaba a
tiempo completo a la guerra, por lo que surge la pregunta, ¿cómo eran los
mayores rivales de los espartanos en el siglo V aC., es decir, cómo eran los
hoplitas atenienses del siglo V aC.?
El hoplita ateniense
Por lo tanto los hoplitas atenienses eran ante todo medianos propietarios,
hombres libres que vivían pendiente de los cambios del tiempo, de la
recolección de la cebada o de tener el dinero suficiente para poder pagar la
comida que consumían sus dos esclavos, o se vería obligado a vender uno. Para
estos varones mayores de veinte años, y a pesar de no ser su ocupación central
tal y como estamos diciendo, la guerra (polemos) si que era una faceta casi
familiar, una condición más de lo que suponía ser ciudadano ateniense,
Para ellos la guerra era como acudir a la asamblea o cumplir con sus deberes
cuando les tocaba algún cargo público. Cuando llegaba la primavera y con ella el
tiempo de los combates, el hoplita ateniense se vestía con la panoplia pagada
por él mismo o recibida en herencia por parte de su padre, ya demasiado viejo,
o fallecido, como para llevarla.
El hoplita ateniense
A comienzos del siglo V aC., los atenienses combatían agrupados en diez tribus
(siguiendo la nueva división política en la que Clístenes había dividido a los
habitantes del Ática), cada una dirigida por un stratego. Los diez strategoi se
encontraban encabezados por el Arconte Polemarco, y los once eran quienes
tomaban las decisiones a ejecutar por parte del cuerpo cívico en combate. En
esa fecha se estima que cada tribu podía alinear alrededor de 1.000 hoplitas.
El hoplita ateniense
El hoplita ateniense
El hoplita ateniense
Por otro lado el combate hoplítico se entendía como la manera de luchar más
digna, la más honrosa para cualquiera de los ciudadanos, de ahí que la inmensa
mayoría de los atenienses más acomodados lucharan como hoplitas y no como
caballeros sobre sus monturas. Por supuesto los ciudadanos menos pudientes
(thetes) y que no podían permitirse el costearse su panoplia, no podían llegar
nunca esta posición de honra. Los thetes nunca alcanzarían esa virtud (areté) que,
como vemos, los atenienses (en este caso también el resto de los griegos)
asociaban a una determinada forma de combatir.
Para una ciudad democrática como Atenas, la asociación del hoplita con el
ciudadano virtuoso, suponía que estos apoyaran a las facciones que apostaban
por una democracia más moderada (algunos líderes fueron Arístides, Cimón o
Tucídides), en contraposición a los thetes, que apoyaron a aquella facción que
apostaba por una democracia más plena (algunos líderes fueron Temístocles,
Efialtes o Pericles). Durante todo el siglo V aC. los thetes servirán en la flota, y de
ahí vendrá la asociación por parte de los atenienses de la flota con la democracia
más radical, y el ejército de a pie, los hoplitas, con los aristócratas o al menos
con una versión de la democracias más moderada.
El armamento del hoplita ateniense del siglo V aC (en eso era igual a los
espartanos y al resto de los griegos) consistía en un escudo (aspis) y que recibía
un nombre concreto (hoplon), una lanza (asty), un casco, una coraza pectoral y
una espada corta. Con respecto al hoplon, parece ser que esta palabra también
denominaba a las armas en general. Los estudiosos se muestran de acuerdo en
que hoplita deriva de hoplon, pero no hay tanto consenso si procede del
significado de escudo o de armas.
Otra gran particularidad del hoplon era que cuando un infante lo embrazaba
bien, siempre acababa “sobrando" casi la mitad por el lado izquierdo. Esto
permitía que el compañero que se establecía a la izquierda, dentro de la
formación en falange (ver artículo I), se aprovechase de esta protección “extra",
por lo que se acercaba todo lo que podía a su compañero de la derecha.
Tucídides en su Historia de la Guerra del Peloponeso, nos narra lo que este
hecho producía en las falanges, y es que toda la línea de combate se acababa
moviendo hacia la derecha por dicha búsqueda de seguridad.
Atenas no pondrá en sus escudos la letra alfa (la letra inicial de Atenas) hasta
finales del siglo V aC., muy al contrario que los espartanos, que colocaron la
lambda (de Lacedemonia) a mediados de dicho siglo. Por lo tanto los hoplitas
atenienses lucían en el escudo sus propios blasones, pudiendo verse gorgonas,
delfines, el triskel (símbolo asociado a la familia Alcmeónida) o el toro, típico de
los atenienses del demo de Maratón.
Aunque ya casi en desuso por aquellas fechas, también había hoplitas que
portaban corazas de bronce que se cerraban por el costado. El infante que la
llevase puesta en aquellas fechas era casi seguro que fuese por ser un arma
recibida en herencia. Las corazas solían completarse con tiras de cuero
(ptereuges) que colgaban de la cintura, es decir, donde acababa la armadura, y
que cubrían la parte baja del vientre y los glúteos.
Teniendo en cuenta que una vez embrazado el escudo, este protegía hasta la
mitad del muslo, las grebas completaban esa visión de “hombres acorazados"
que los hoplitas ofrecían. La mayoría de los hoplitas habían aprendido que
debían colocarse una pieza de tela en la parte baja de los tobillos para evitar
rozaduras.
Este arma era tan importante para los hoplitas, que los griegos reclamaban la
tierra conquistada mediante la expresión tierra conquistada por la lanza (ge
doriktetos), algo parecido a nuestra expresión de “ganado por la espada".
Completaba la panoplia del hoplita ateniense una espada corta de doble filo
llamado xiphos, y que medía entre 50-55 centímetros. Aquí si que los atenienses
se diferenciaban de sus rivales espartanos, puesto que estos usaban una espada
mucha más corta, de unos 30 centímetros.
En la Iílada los héroes combaten “solos" contra sus enemigos o ayudados por
otros héroes, depende de la situación o la grandeza de cada héroe. Así pues,
Antíloco y Meríones o Menelao luchan junto algún otro héroe para apoyarse. Por
otro lado, Patroclo, Diomedes, Agamenón, Héctor y sobretodo Aquiles luchan
casi siempre o siempre solos para que su gloria sea mayor.
Cuanto más grande sea un héroe, más armas despoja y con mayor facilidad. En
cuanto menor sea un héroe, más dificultades tendrá para tomar su botín. Aquí es
donde adquieren gran protagonismo los arqueros pues aprovechan que el héroe
está ocupado despojando a su adversario para acertarle con una saeta. Antíloco
renuncia a despojar a su adversario por culpa de las flechas y Diomedes es
herido por Paris mientras despojaba a un adversario.
Los combates de los héroes, con la utilización de la formación abierta y los carros
de guerra así como la lucha individual encarna el estilo de guerra de época
micénica, rescatado de la tradición épica que Homero sigue.
El mismo Héctor rompe la cuerda del arco de Teucro también con una piedra y
con un enorme pedrusco abre las puertas de la muralla de los griegos. Aparecen
otras armas como hachas, pero como premios en los juegos funerarios, aunque
hay un Héroe que la utiliza en los combates.
El carro de guerra era muy utilizado por los héroes para transporte aunque hay
referencias de lucha. La jabalina no aparece casi en las batallas. El hecho de que
los héroes utilicen sus lanzas como armas arrojadizas no supone que éstas sean
jabalinas por dos razones sobretodo: Una porque se deja constancia en las
descripciones de que la lanza es larga y los héroes se apoyan en ella.
Otra que Aquiles, cuya lanza es especial, con carácter consagrado, es bastante
larga y la utiliza como arma arrojadiza. La jabalina, así pues, se reduce a un arma
utilizada en los juegos fúnebres, aunque hay referencias a ellas en combate pero
utilizadas por las huestes cuando acosan al otro bando o a algún héroe pero
nunca se hace referencia a ellas utilizadas por algún héroe.
Aquiles de Rubens
Algunas armas son de épocas distintas: Los héroes llevan armas propias de
época micénica, como el escudo de Áyax Telamonio o el que hace Hefesto a
Aquiles, o las espadas tachonadas, el carro de guerra…contrastan con armas de
los siglos oscuros como los escudos redondos o la armadura hoplita de
Agamenón.
Combates
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En la Ilíada, los combates descritos por Homero siguen unos mismos parámetros
constantemente, con ligeras o importantes variaciones según la intención del
poeta. Estas variaciones están sujetas a la misma naturaleza o destino de cada
héroe y por tanto, la importancia de éste pues, el fin último del poema y sus
batallas es la gloria de los héroes y, en especial, de Aquiles. Así pues la belleza
estilística, la gloria del héroe, la intervención divina y el destino son rasgos que
se intrincan con la dinámica del combate quedando algunos aspectos, como el
táctico, distorsionados o relegados a un segundo plano.
Ilíada, protagonistas
Sin duda, los protagonistas en los combates son en primer lugar los héroes y
después los dioses, que se traban en sus disputas. Se hace referencia a las
huestes de soldados infantes, contados por miles y que no tienen ningún peso
específico para decidir la batalla. Ésta milicia apenas es nombrada salvo en
contadas ocasiones que suelen simbolizar la entrada al combate de ambos
bandos o un cambio en la dinámica del combate protagonizado por algún o
algunos héroes, entonces la milicia aparece como el resurgir de éstos héroes o el
declive de los oponentes.
Héroes de la Ilíada
En los combates en formación abierta los héroes marchan los primeros sobre sus
carros dirigiendo a la hueste, si bien son pocos los momentos en los que esta
dirección plantea un problema táctico. Lo normal es que, simplemente, arenguen
a la hueste o encomienden a unos u otros una tarea específica.
No se especifica bien las órdenes pero ello el poeta nos lleva a entender que
había una disposición táctica y una estrategia. Néstor, Áyax e Idomeneo manejan
claramente a los demás héroes e infantes para proteger las naves del fuego
troyano y Polidamante aconseja a Héctor sobre la estrategia a seguir para tomar
la muralla de los aqueos.
Ilíada
Pero esta tarea de dirección está mas implícita que narrada por el poeta, que da
pistas pero no desarrolla salvo cuando cree necesario. Al llegar al pie del
combate, los héroes se apean de sus monturas en la mayoría de los casos y
combaten a pie, en primera línea. Los héroes van acompañados de sus
escuderos, uno o dos, y los más poderosos poseen incluso heraldos.
Éstos ayudan al héroe a conducir el carro, facilitarle armas cuando las pierden y
despojar y transportar el botín de los enemigos caídos. Detrás se acerca la
hueste con los infantes y los arqueros. Los arqueros cubren las espaldas de los
héroes cuando éstos despojan a sus enemigos y también tratan de abatir a sus
enemigos cuando tratan de despojar éstos a un compañero caído.
La hueste de infantería, cuando lucha en formación abierta, apenas es
mencionada su actividad salvo de forma muy general. Sabemos que se
organizaban en batallones de choque pero no se especifica más. A veces se
especifica de algún batallón que junta mucho sus líneas y luchan en formación
cerrada, cuando la dinámica general en el combate es la abierta. En las batallas,
las formaciones varían a veces por batallones y otras por el ejército entero, como
un mismo bloque homogéneo.
Ilíada, Hoplitas
Ilíada, Mirmidones
Ilíada
En cuanto al combate con carros o sobre caballo sólo hay símiles. Sólo suelen
luchar desde el carro los arqueros, como Pándaro cuando sube al carro de
Eneas. Hay pasajes que Homero omite que el héroe ha bajado del carro pero, al
final, da a entender que lo ha hecho aunque no sé si lo hace concienzudamente
o por equivocación. Hay una escena en la que parece que Héctor combate
montado a caballo: las pistas de Homero acerca de ello dan a entender eso pero
no es común salvo en algún símil.
Fue entonces cuando Leónidas tomó su heróica decisión. Para salvar al ejército
griego, decidió quedarse en el paso y luchar, para dar tiempo al ejército griego a
retirarse, e impedir que la caballería persa los persiguiese. Todos excepto 2
murieron.
La batalla de las Termópilas
Hay que decir, que no sólo se quedaron los 300 espartanos, sino que s e
quedaron los 700 tespios y 400 tebanos (que acabaron rindiéndose), y hay que
resaltar que a diferencia de los 300 espartanos, que eran soldados profesionales,
los 700 tespios eran simples ciudadanos sin casi formación militar, por lo que, y
sin quitar méritos a nadie, creo que los tespios merecen también su lugar en la
historia
Tanagra, el primer
enfrentamiento entre
Atenas y Esparta. (Primera
Parte)
Año 457 aC. El sol primaveral caía sobre la llanura tebana al sur del Lago Copais.
Cerca de la pequeña ciudad de Tanagra dos ejércitos se encontraban a punto de
entrar en liza. De un lado los espartanos y sus aliados peloponesios; de otro,
atenienses, argivos y tesalios. Este batalla, menor frente a otras de la historia de
la Antigua Grecia, será el primer enfrentamiento en campo abierto que se dé
entre atenienses y espartanos, las dos ciudades que rivalizaron por la hegemonía
en Grecia durante todo el siglo V.
La batalla de Tanagra,
de cincuenta años que median entre las Guerras Médicas y la ya nombrada
Guerra del Peloponeso.
La batalla de Tanagra se fue fraguando tal y como vimos en la primera parte del
conflicto (ver artículo I), los espartanos acuden a defender la Dóride, su cuna
mitológica
Tanagra, elyprimer
ancestral, de un ataque
enfrentamiento de los
entre focenses.
Atenas En esta ocasión se sabe con
y Esparta
certeza que es la “Liga del Peloponeso" (concepto moderno para referirse a los
La relación entre
espartanos y susatenienses
aliados) yquien
espartanos
entracomenzó
en liza.a deteriorarse muy hoplitas
Mil quinientos pronto,
podría decirse yque
lacedemonios nada
diez mil más acabar
aliados la batalla
hacen que losde focenses
Platea (479 aC.) con las
devuelvan la que se
tierras
conseguía la a“expulsión
arrebatadas los dorios.del medo".
Esta Los años
fenomenal quesedistan
fuerza hasta llegar
encontraba al 457 aC.,
comandada por
son un cúmulo
Nicomedes, de desencuentros
regente (en estehijo
del rey Plistoanacte, artículo sólo los nombraremos
de Pausanias. y no
Semejante ejército
entraremos
parece en profundidad)
enviado a la zona mástales
por como: el despido
el comienzo de“Muros
de los las tropas atenienses
Largos" por
por parte
parte
de losespartana
ateniensesenque
el asedio
por el aasunto
los mesenios
focense.del
SinMonte
embargoItome,
las la agresiva
fuentes política
callan una
exterior
vez más. ateniense (sitio y toma de Tasos y liderazgo ante la continuación de la
guerra contra los persas), la firma de una alianza entre Atenas y Argos, el
desencuentro de Atenas con muchos aliados de Esparta (Corinto o Egina) y por
último, y que significó la gota que colmó el vaso de la guerra, la alianza entre
Mégara y Atenas.
Ante esta situación, los atenienses cerraron el istmo que une el Peloponeso con
el resto de Grecia a la altura del puerto megarense que mantenían ocupado,
Pegas, y mandaron tropas al monte Gerania. Este se trata de un característico
peñasco
Tanagra, griego salpicado
el primer de olivosentre
enfrentamiento silvestres
Atenasy con una cima pelada de roca gris
y Esparta
castigada por el calor. El monte Gerania gana altura de manera muy abrupta, no
en vano de
A pesar se eleva
contarhasta
con los 1.300
tropas tanmetros, y ofrece
poco aptas parauna perspectiva
acciones única
militares, de toda
Atenas se
la Megáride
impuso (en laHay
a Corinto. actualidad
un pasajeestá coronado
revelador de lapor una gran
crueldad antena
de los y acoge
combates que
carreras
tuvieron alugar.
pie deAltipo extremo).
parecer un grupo de corintios, tras ser puestos en fuga y
acosados por los atenienses, se extraviaron en su huida, y fueron a dar a una
Por
casa lo tanto
que Nicomedes
poseía condujo
un gran foso, a sulejos
el cual, ejército a la llanura les
de protegerlos, beocia, y así
impidió poder
huir. Los
pensar
hoplitaselatenienses
siguiente que
paso,les
y porque no, rodearon
perseguían en caso de combate
a los asegurarse
atemorizados un lugar
corintios de
propicio para desplegar sin problemas sus hoplitas. La alianza firmada con Argos
manera terriblemente eficaz, pues esperaron hasta que llegó la infantería ligera.
dio
Estaentonces
completósus frutos para
el trabajo Atenas,
lapidando pues estos
a todos acompañaron
los hombres a los atenienses y
acorralados.
sus aliados en el avance hacia el norte. Diez mil argivos, cuatro mil atenienses y
aliados (hay que recordad que Atenas mantiene tropas en Egipto y Egina) y
algunos escuadrones de caballería tesalia, se opondrían al ejército peloponesio
que se encontraba cerca de Tanagra.
La batalla de Tanagra
El combate fue igualado y duro, como solía ser un combate entre hoplitas si
ninguno de los dos bandos cedía pronto. Por lo que se puede adivinar del relato
de las fuentes, los espartanos estarían consiguiendo definir la batalla hacia su
lado, cuestión de la que se percatarían los escuadrones de caballería tesalios,
que cambiaron entonces de bando. Este hecho fue clave, pues al comenzar la
huida, los atenienses y sus aliados tuvieron que soportar el acoso de la caballería,
la cual le resultaba muy fácil dar caza a los hoplitas no organizados, sino en
desbandada.
Los peloponesios consiguieron así una victoria igualada y sufrida, no en vano los
dos bandos encajaron muchas bajas, pero victoria al fin y al cabo. Sin embargo
no supieron aprovechar el triunfo de manera suficiente, pues se precipitaron en
volver a sus hogares. Se ha de suponer que el monte Gerania, en la zona de la
Megáride y que los atenienses habían ocupado, se encontraba ahora sin tropas
porque Atenas había sacado precisamente de esas zonas las tropas necesarias
para la batalla de Tanagra. Y, ¿por qué decimos que los espartanos y los
peloponesios no sacaron rédito de la victoria?, pues porque esa precipitada
huida dio la impresión a los atenienses que los espartanos mostraban una vez
más debilidad al salir del Peloponeso, lo que los animó a volver a la zona tan sólo
sesenta y dos días después. Mirónides, general ateniense de grandes
capacidades, los condujo a la victoria ante los beocios en la batalla de Enófita,
reestableciendo la preponderancia ateniense en Beocia.
El conflicto se extendería aún por varios años más, hasta el 451 aC., cuando se
firmaría con los espartanos y sus aliados una tregua de cinco años, y sin duda por
la influencia de un Cimón ya vuelto a Atenas de su ostracismo.
A los siete años, el niño, dejaba su hogar y pasaba a ser educado por el Estado.
Era obligado a abandonar su hogar y a romper todo vínculo con su familia, a la
que dejaba de ver a excepción de contadas ocasiones y de visita. A esta época
de su infancia, dice mucho de su mentalidad, se la denominaba "rebaños" y
entraban en la institución denominada "conducción".
Hasta los doce años endurecían su cuerpo y su carácter con juegos y pruebas
que realizaban desnudos y descalzos. Aprendían además a leer, escribir,
aritmética, expresión oral, música, danza y poesía.
Espartiata
A partir de los doce años, a los niños se los dividía en compañías, según su edad.
Siempre permanecían en grupos. Vestían sólo un manto. Comían poco,
conminándoles a desarrollar su ingenio y destreza en el robo, en el caso de ser
pillados recibían un castigo severo, debían aprender a no ser descubiertos. En
este periodo el entrenamiento era básicamente militar, solo se les seguía
instruyendo en danza y música por sus grandes beneficios tanto religiosos como
por el ejercicio físico y por ser un sistema óptimo para seguir el ritmo del
movimiento de la falange hoplítica.
A partir de los 14 años, su relación con el mundo adulto era normalizada, los
jóvenes tenían que aprender los mecanismos de poder y como ser un ciudadano
modelo. Los adultos, de unos 30 años, pasaban a convertir al adolescente en su
amante. A partir de ese momento se convertían en su guía y conductor,
responsabilizando de las acciones del pequeño, de forma que si este cometía un
error, el adulto era castigado por ello. La "pederastia" estaba socialmente
admitida y tanto Plutarco como Jenofonte la defienden, según ellos mismos
afirman, con ella no se buscaba el goce físico (esto nos lo creeremos o no, claro),
incluso este último autor creía que someter a la persona a la sodomía era la
mejor forma de educarla.
Espartiata
Este sistema educativo era la piedra angular de Esparta, convertía a los niños en
aguerridos ciudadanos y guerreros, soldados, al mismo tiempo que virtuosos y
acatadores de las leyes inmutalbes del Estado. Solo los reyes y las mujeres no
participaban de esta educación y los 300 lo hacían solo en parte. El principal
objetivo era el bienestar de la comunidad, que se situaba por encima de todo,
no tenía cabida ni el beneficio ni la gloria personal, no podían demostrar
arrogancia ni opulencia. Todos eran iguales y todos eran un uno.
Diodoro de Sicilia (XI 79, 3) nos cuenta que Mirónides era tenido por un general
valiente, literalmente:
Por otro lado también se puede averiguar su tendencia política por una anécdota
que nos deja el propio Diodoro (XI 81, 4-6). Cuando Mirónides organizó a las
tropas para partir hacia Beocia y combatir a los tebanos en el verano del 457 aC.,
este sólo se llevó a los hoplitas que se presentaron, y no esperó al resto.
Diodoro lo atribuye a que Mirónides quería contar con aquellos que de verdad
fueran valientes, pero sabiendo el contexto de tensión social que se vivía en
Atenas tras la derrota de Tanagra sólo dos meses antes (los aristócratas estaban
intentando llamar a los espartanos para que derrocaran la democracia), es más
que probable que Mirónides sólo se llevase a aquellos que eran partidarios de la
democracia, es decir, la posición política que él mismo defendía.
“ los viejos y los que no estaban en la edad, reclamaron hacer frente sólo ellos, al
peligro –unos porque el valor lo tenían adquirido por experiencia y otros por
naturaleza; los unos porque ya se habían mostrado valientes en muchas
ocasiones, los otros imitándolos–, los viejos porque sabían mandar, los jóvenes
porque sabían ejecutar las órdenes."
Este hecho no fue óbice para conseguir una gran victoria en Enófita ante los
beocios capitaneados por los tebanos, y en inferioridad numérica. Tras la batalla,
Mirónides marchó sobre Tanagra, la cual tomó y derribó sus murallas, y tomó
rehenes entre los beocios. Tras esta campaña ocupó la Fócide, donde
restableció la preponderancia ateniense en la anfictionía de Delfos, y mandó el
ejército hacia Tesalia, donde sin embargo tuvo que volver con la llegada del
invierno sin conseguir tomar ninguna ciudad debido a la superioridad en
caballería de los tesalios.
Estos acontecimientos son los últimos de los que se tienen constancia de las
acciones que llevó a cabo Mirónides para su ciudad. Había salvado a la ciudad
con jóvenes y mayores, había restablecido la hegemonía ateniense en Grecia
central, y gracias a estas acciones los atenienses pudieron continuar con la
construcción de sus Muros Largos y asentar las medidas democráticas. Estos dos
últimos puntos serán claves, ya que se trata de los cimientos de la gloriosa época
que vivirá Atenas bajo los auspicios de Pericles.
Mirónides, un gran militar del siglo V aC. cuyo nombre ha olvidado la Historia,
pero cuyas acciones construyeron esa gran democracia que permanece en el
imaginario colectivo de Occidente, Atenas.
La sarissa está compuesta por una punta y un regatón con punta, que junto a
otra pieza metálica situada en el centro de la pica, permitía ejercer contrapeso
en el momento del choque, la pieza central, además, se usaba para dividir el
arma en dos mitades, facilitando su transporte en las largas marchas del ejercito.
Aun así, el poder de la falange residía en la posición frontal, siendo esta muy
vulnerable en los flancos y retaguardias. También precisaba de un campo de
batalla plano, pues era la única forma de mantener cohesionada la formación.
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