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I.- INTRODUCCIÓN
En este trabajo no nos interesa estudiar la esclavitud como forma secundaria ni como
relación jurídica (jurídicamente el término esclavo significa que un hombre es
propiedad de otro hombre); interesa como relación económica de un grupo importante
de individuos que, al mismo tiempo que son productores, constituyen a la vez medios de
producción; es decir, nos interesa la esclavitud como relación de producción que da
origen a una clase social, cuyos individuos tienen una misma relación con los medios
de producción, cumplen el mismo papel en la producción y perciben la misma porción
de la riqueza social, en este caso lo mínimo e indispensable para mantener su existencia,
aunque no su reproducción (KREINSSING, 116)
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La gens constituye la comunidad primitiva de los griegos, se trata de una comunidad laboral que agrupa
a los individuos descendientes de un tronco común; la reunión de varias gens emparentadas entre sí
forman una fratría y la reunión de fratrías, una tribu. El desarrollo de la producción mercantil, el
comercio, los oficios, la propiedad privada mueble y territorial, la compra – venta de tierras, las hipotecas,
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En conclusión, las clases fundamentales de la polis ateniense del siglo V a C. son los
esclavos y los propietarios de esclavos, aunque entre estos últimos estén comprendidos
emperadores, grandes y pequeños propietarios, agricultores independientes, pequeños
propietarios, prostitutas, etc.; por ello no se puede sostener que todos los propietarios
de esclavos formen una misma clase social.
la usura, etc., dieron paso a que comerciantes, artesanos, agricultores, etc. (personas completamente
extrañas a la comunidad gentilicia), se establezcan al interior del territorio de las gens, volviendo
ineficaces los organismos de dirección y control gentil, basados en la autoridad de los troncos familiares
de mayor edad.
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Transiciones de la antigüedad al feudalismo, p. 32
3
Breve historia de la economía, p. 71
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Inicialmente los romanos estuvieron organizados en una serie orgánica muy parecida a
la de los griegos: gentilidades, curias y tribus, la federación de tribus constituía el
pueblo romano que elegía al rey, gobernante que llegó a convertirse en tirano y déspota,
con poder ilimitado sobre sus súbditos, hasta que en el año 510 a.C. el último rey fue
depuesto y la monarquía cedió el paso a la República, organización política que perduró
hasta el 27 a. C., año en el que se fundó el Imperio, cuya desintegración se registró en
el 450 d.C. (ORDORIKA: 1-12)
El pueblo romano estuvo integrado por los artesanos, los campesinados libres,
propietarios o arrendatarios de tierra y por los proletarios, que eran los ciudadanos no
propietarios “… cuyo único servicio al Estado consistía en tener hijos (prole).
(ANDERSON, 51)
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La Centuria era una unidad de infantería del ejército romano constaba de 80 hombres.
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En el 133 d.C. se eligió como tribuno del pueblo al noble Tiberio Graco, que presentó un proyecto de
ley para reglamentar la ocupación de las tierras del ager publicus (tierras del Estado) hasta 1000 jugeras
(125 hectáreas), que podía extenderse a 500 jugeras más, si el ocupante tenía dos hijos adultos (Diakov,
ps 175 – 176)
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tierras a los soldados luego de su licenciamiento, oferta que si bien tuvo éxito en el
intento de lograr que más gente se enrole en los ejércitos, fracasó en cambio en el
objetivo de reconstituir al campesinado como clase, debido a que el reparto de tierras se
efectuaba en los lugares conquistados, por lo que quienes recibían o las vendían o las
arrendaban a sus antiguos propietarios.
Los ex prisioneros de guerra, los habitantes de las regiones sometidas (provincias) y los
inmigrantes, constituían la plebe y, aunque eran libres, carecían de derechos políticos.
Con el transcurso del tiempo, campesinos libres y proletarios (que formaban parte del
pueblo romano) pasaron a integrarse a la plebe.
Los esclavos, lo mismo que sucedió en Grecia, carecían de todo tipo de derecho, pues
eran considerados como simples instrumentos de producción.
Para el siglo V a.C. Roma constituía un pequeño poblado en el que se había dado ya un
proceso de concentración de la tierra en manos de un pequeño círculo de familias nobles
mediante las deudas y la expropiación de las tierras comunales y las del Estado.
En efecto, en Roma, igual que en Grecia, las deudas fueron el vehículo de desposesión
de los pequeños campesinos, cuyas propiedades terminaron engrosando la gran
propiedad territorial de las clases ricas. El proceso de formación de la gran propiedad
agraria, el latifundio, se vio grandemente favorecido porque el campesino romano tenía
que prestar servicio militar cada vez con mayor frecuencia, lo que le obligaba a confiar
la atención de su propiedad a esclavos y a vivir endeudado permanentemente, vías que a
la postre conducían a la expropiación de la tierra del campesino que no podría cancelar
sus deudas.
Las tierras comunales y las tierras del ager publicus (tierras del Estado), mediante la
violencia o la astucia, también fueron a engrosar las grandes propiedades del patriciado
romano.
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El latifundio no necesariamente fue una sola y gran extensión de tierras, quizá lo más
característico fue que estaba constituido por un gran número de fincas o villas de
mediana extensión, a veces contiguas o casi siempre distribuidas por todo el país; pero
planificadas de tal manera que sus administradores respondían a un solo control.
Crisis en el campo
Como queda expresado, no fue el desarrollo de la técnica y por tanto de las fuerzas
productivas la principal palanca de acumulación del modo de producción esclavista,
sino la expansión y conquista territoriales, es decir, la guerra; la guerra aportó al
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Los territorios conquistados por el Imperio Romano se convertían en Provincias.
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esplendor de Grecia y Roma tierras, tributos y esclavos, y éstos aportaban los recursos
materiales para la guerra. De manera preponderante la oferta de fuerza de trabajo para
la economía esclavista dependía de la conquista de territorios extranjeros, cuya
población era sometida y transportada a lugares lejanos para ser vendida como fuerza de
trabajo esclava; pero cuando la conquista y colonización romanas llegaron a su fin
(siglo IV d. C), la oferta de trabajo esclavo se redujo drásticamente, generando la crisis
de la economía latifundista, a pesar de que los pueblos bárbaros colindantes y vecinos
del Imperio Romano seguían suministrando esclavos mediante el comercio o a pesar,
también, de la política de incentivación de la reproducción de la población esclava, que
a la postre resultaron insuficientes para satisfacer la demanda.
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El Estado se había convertido en el mayor consumidor del Imperio, pero gran parte de
los alimentos, textiles, armas y otros insumos que se utilizaron en las construcciones,
obras públicas y el ejército se producía autárquicamente y con mano de obra esclava; de
ahí que la expansión imperial antes que beneficiar a la economía urbana la limitó. En lo
que se refiere a la industria la expansión imperial impidió la concentración industrial y
en consecuencia el establecimiento de una división del trabajo que hubiese favorecido la
especialización; por otra parte, una población integrada en su mayoría por proletarios
urbanos desposeídos, por campesinos míseros y por esclavos, conformaba un mercado
interno muy pobre, con escaso poder adquisitivo, constituyó un obstáculo estructural
que limitó severamente la posibilidad de desarrollo industrial. El comercio, tampoco
alcanzó un nivel de desarrollo que podría compararse al de la Grecia Clásica, debido a
que los suministros del Estado se hacían en forma autárquica y a que las clases
poseedoras mantuvieron el tradicional desdén por el comercio, actividad reservada a los
libertos y a los esclavos administrativos.
Como consecuencia del envilecimiento, la moneda fue aceptada no por su valor nominal
sino por su valor real, las transacciones empezaron a realizarse mediante el trueque y
los alquileres e impuestos a cobrarse en especies. Por otra parte, los pequeños
productores urbanos y los campesinos renunciaron a la producción de excedentes,
puesto que vía tributación iban a parar al Estado; esto dio como resultado que los
artesanos abandonaran sus oficios para radicarse en el campo y dedicarse al cultivo
para autoconsumo, a la vez que los campesinos empezaron a ejercer los oficios; es decir,
desde el punto de vista económico, la crisis generó un retroceso a una economía natural,
forma histórica ya superada.
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Anderson sostiene que “… el Imperio Romano fue desgarrado desde arriba y desde
abajo por fuerzas del interior antes que otras fuerzas del exterior le dieran el golpe de
gracia” (TRANSICIONES, 102); tesis que es compartida en términos similares por
Malekechevili8
Estas tesis establecen en forma adecuada el papel de los factores internos y externos que
influyeron en la disolución del Imperio Romano, así como del modo de producción
esclavista que lo sustentó y, a la vez, explican el surgimiento de los gérmenes del
nuevo régimen de producción, el feudal; en contraposición a las tesis que sostienen
que tal disolución se debió exclusivamente a las oleadas de inmigraciones e invasiones
de las tribus bárbaras vecinas al Imperio o a la acción del cristianismo9.
Entre los factores internos que desgarraron desde arriba al Imperio Romano en los
siglos IV y V sobresalen aspectos de orden social, político, económico y militar.
Entre los factores políticos hay que destacar las luchas internas de la aristocracia por el
control del Estado, las usurpaciones y guerras civiles por la dirección, las continuas
sublevaciones de las provincias romanas y la renuncia de la aristocracia a formar los
ejércitos, dejando lugar a que éstos sean dirigidos y constituidos por oficiales y tropas
de origen germánico y que en el momento de contener las migraciones de las tribus
germanas se rehusaran a reprimir a sus hermanos. Estas luchas por el poder desgastaron
y desacreditaron el dominio del patriciado al punto de que los últimos emperadores del
Imperio fueron reclutados de los estratos bajos de la población. La crisis interna
“arriba” fue seguida por continuas rebeliones “abajo”, entre las que cuentan las
rebeliones de los esclavos, las insurrecciones de campesinos contra los impuestos, la
formación de bandas de salteadores integradas por esclavos fugitivos, desertores del
ejército, colonos arruinados, campesinos pobres, etc.
7
En este punto seguimos a Anderson “Transiciones de la Antigüedad al feudalismo” p: 105 -143
8
Esclavitud, feudalismo y modo de producción asiático en el antiguo Oriente, p. 119. En “ Primeras
sociedades de clase y modo de producción asiático”
9
Ordorica cita a Edwar Gibbon como autor de la tesis de que el Imperio Romano se desintegró como
resultado del surgimiento y desarrollo del cristianismo.
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Fueron estas tribus las que frente a la amenaza de los invasores nómadas procedentes de
Asía Central (los Hunos), las que se lanzaron a través de las fronteras del Imperio
Romano en búsqueda de un territorio donde asentarse definitivamente. El asentamiento
final de cada pueblo bárbaro en la primera oleada de invasiones quedó muy lejos de su
punto de partida, lo que determinó que el número de invasores sea reducido, ya por el
largo itinerario recorrido o ya por la imposibilidad de recibir refuerzos.
Luego del triunfo militar, el mayor problema que estos pueblos tuvieron que enfrentar
fue el relativo a la disposición económica de la tierra. De manera casi general los jefes
bárbaros se apropiaron de una proporción variable entre la mitad y las dos terceras
partes de los latifundios cultivados, tierras que a la vez las distribuyeron en parcelas o
sortes entre los hombres de sus tribus, como arrendatarios libres o como pequeños
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La segunda oleada de invasiones - migraciones germánicas sobre los territorios que hoy
constituyen Francia, Inglaterra e Italia fue la que determinó la transición al feudalismo,
porque la corta distancia entre el lugar de origen de estas tribus y sus nuevos
asentamientos permitió el sostenimiento persistente de la migración hasta poblar las
zonas conquistadas más densamente que en las primeras oleadas.
De esta manera se fue configurando un régimen agrario nuevo en el que, por una parte,
se mantenía la esclavitud agrícola y el colonato en los grandes latifundios y sobre el
cual se consolidaba una gran aristocracia terrateniente y, por otra, el campo se iba
poblando con comunidades aldeanas duraderas en la que se expandía la pequeña
propiedad campesina y la propiedad comunal.
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Durante los siglos VI Y VII el Estado Franco atravesaba por una situación inestable y
anárquica, derivada de la costumbre de repartir a la muerte del Rey el territorio entre sus
hijos, lo que suscitaba la consiguiente guerra entre los herederos; guerras en las que
necesariamente tomaban parte las aristocracias regionales, residentes en los distintos
condados en los que se hallaba dividido el reino. Este ambiente de anarquía e
inseguridad se agravaba por la presión de factores de distinta índole que sumían al
campesino en un estado de completa inseguridad y desprotección: tal por ejemplo el
secuestro de tierras, las confiscaciones, la imposición de tributos, el reclutamiento
forzoso para la guerra, etc., ejercidos por la burocracia real en representación del rey, o
la coacción ideológica ejercida por la iglesia para obligar al campesino a entregar sus
tierras a cambio de la vida eterna, etc., etc.
Este ambiente de anarquía e inseguridad fue propicio para que las personas buscaran la
protección de un personaje poderoso, ofreciendo como contrapartida una forma
cualquiera de servicio. Para los poderosos era casi una necesidad disponer de hombres
que se sintieran personalmente ligados a ellos y a los que pudieron usar como guerreros
privados; así fueron formándose los séquitos o conmitatus, integrados por guerreros
libres comprometidos voluntariamente al servicio de un señor, que combatían con él y
para él, es decir, personas que a cambio de la protección del señor habían devenido en
sus vasallos. Surge así el vasallaje, una de las instituciones fundamentales del
Feudalismo.
Para logar protección del señor, es decir para colocarse bajo su patrocinio, el vasallo
debía jurar fidelidad, comprometiéndose a prestar servicio doméstico, armado,
económico o todos a la vez; en tanto que el señor se obligaba a protege y mantener al
vasallo, bien sea mediante una ayuda directa con alimentos o bien mediante otros
medios como el beneficio, que consistía en el hecho de que el señor cedía a su
recomendado o protegido una porción de tierras destinadas a asegurar su
mantenimiento. Esta tierra era donada por el señor en plena propiedad o en forma de
tenencia, es decir concedida para su uso y disfrute durante un período de tiempo
estipulado.
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De esta forma vasallos agraciados con beneficios de cierta extensión acogieron a su vez
vasallos propios, los que estaban obligados a servir con un determinado número de
guerreros. Parte de estos guerreros eran mantenidos directamente o se les concedía un
beneficio. El resultado final de la evolución convergente del vasallaje de origen
germánico y del beneficio de origen romano fue la aparición del feudo, como concesión
delegada de la tierra investida con poderes jurídicos y políticos a cambio de servicio
militar. Si bien normalmente el feudo consistía en la concesión de un terreno, también
podía ser la concesión de una autoridad, una función o un derecho. Por ejemplo, los
duques, condes o marqueses detentaban su poder como feudo, en el territorio concedido
por el rey, así también algunos funcionarios de menor jerarquía detentaban su poder
como sub- feudos; igualmente algunos derechos como peajes, acuñación de moneda,
recaudación de impuestos, etc., también eran infeudados o subinfeudados, es decir
ejercidos como feudos o sub-feudos.
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1600 has., normalmente dividido en dos partes: la reserva o dominio señorial, es decir
las tierras del señor y las parcelas (mansos o tenure) de los campesinos. La reserva
señorial abarcaba aproximadamente un cuarto de la extensión del señorío, el resto era
cultivado por los campesinos siervos o mancipias asentados en sus pequeñas parcelas.
Los mancipias o siervos generalmente eran familias campesinas adscritas a la tierra y
obligadas a a prestaciones personales o en especie. Los señoríos albergaban también a
campesinos arrendatarios, que si bien tenían obligaciones con el señor no estaban
ligados a él por relaciones de servidumbre. También y de manera frecuente los señoríos
mantenían trabajadores esclavos y trabajadores libres.
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