Sunteți pe pagina 1din 4

De la oligarquía al populismo 1930 – 1946 - LYNCH Y OTROS – David Rock

En 1930 los revolucionarios se adueñaron del poder. Durante toda la década infame 30-40 los
conservadores hicieron fraude para seguir en el poder.
Después del 39 nuevas fuerzas políticas tomaron fuerzas. En el 43 ellos también fueron derrocados
por una junta militar, por Ramirez y Farrell y produjeron cambios políticos, que desembocaron en
la elección presidencial de Perón en el 46 y fue respaldado por un nuevo movimiento basado en
sindicatos y la clase obrera urbana, los peronistas tenían un programa de reforma social radical y
de industrialización.

1 - La restauración conservadora

Después de 1916 el status de las elites cambió un poco y con la Gran Depresión en 1930, se
enfrentaron las elites y las clases medias en una pugna por recursos. Cada una exigía políticas que
eran incompatibles entre sí. Las elites pretendían reducir el sector público para disponer de fondos
que las ayudasen a protegerse contra la depresión, mientras que las clases medias exigían su
expansión para defender el empleo y contener la caída de los ingresos. El gobierno no pudo
satisfacer a ninguno de los dos sectores y se dio la deposición del gobierno radical en 1930.
Los jefes del golpe estaban divididos en dos grupos, una facción nacionalista a cargo de Uriburu,
los nacionalistas se habían vuelto cada vez más antidemocráticos y antiliberales. Estaban
dispuestos a suspender la constitución y suprimir las elecciones y los partidos políticos para crear
un sistema autoritario (relación con el poder que pretendía Rosas). Sin embargo, la voz dominante
estaba en el otro grupo, los conservadores liberales, a cargo de Justo y se oponían a todas las
medidas extremas, pretendían restaurar la constitución y no destruirla.

Tras tomar el poder Uriburu, en el 31 organiza un cuasi plebiscito a su favor, permitiendo una
elección de prueba en la provincia de Buenos Aires para gobernador y para su consternación, los
radicales triunfaron. El mismo año se realizaron elecciones presidenciales, pero los radicales
fueron excluidos por proscripción y por el arresto o el exilio de sus líderes. Fue Justo quien venció
en las elecciones y asumió a principios de 1932.

El fraude electoral se convirtió en una práctica normal para los años 30, ejemplo resucitando
muertos para votar o cambiaban las urnas. Sin embargo, el apoyo a Justo era una coalición de
partidos conocida como la Concordancia, tenía tres componentes principales: primero, los viejos
conservadores anteriores a 1916, el segundo lugar el partido socialista de Justo formado en 1927,
entre los que se destacaban Pinedo y de Tomaso, por último estaban los radicales anti
personalistas, el grupo más importante durante los 30, entre los que se destacaba Ortiz.
Comparado a Uriburu, Justo fue mucho más tolerante y benigno y hostil a las facciones
nacionalistas y durante su gobierno no hubo una oposición efectiva ni organizada. El radicalismo
funcionaba mejor en tiempos de prosperidad, cuando tenía algo que ofrecerle al electorado, pero
durante la depresión nunca supo qué decir.
En la década 30-40, la cuestión del petróleo e YPF tuvo menos importancia.
Al asumir el poder en 1930, los conservadores tuvieron que hacer frente a la depresión con caída
en las ganancias por exportaciones y cese de la inmigración, como también una caída en el
crecimiento de la población, de esta forma el índice de natalidad disminuyó. También tuvo que
enfrentar la deuda externa y la deuda interna que habían aumentado después del retorno de
Yrigoyen en el 1928. Uriburu hizo drásticas reducciones de gastos públicos, despidiendo unos
200.000 empleados del gobierno de Buenos Aires. En el mandato de Justo, el peso fue devaluado
en 1933.

Pinedo, el nuevo ministro de finanzas, impuso medidas de emergencia para rectificar la


disminución de las rentas causada por la caída del comercio, entre las que se destacaba la
introducción de un impuesto sobre la renta. La reforma permitió al gobierno obtener sustanciales
beneficios de sus transacciones con divisas. El instrumento central de las reformas de Pinedo fue
el Banco Central, creado en 1934, como una alternativa al patrón oro que mantendría el peso a
una paridad fija y reforzaría el atractivo del país para ingresos extranjeros, evitando los males de la
deflación.

Otra característica económica de los años treinta fue el esfuerzo para proteger la conexión
histórica con Gran Bretaña mediante el comercio bilateral que surgió más como una necesidad
que una elección. Esto concluyó con el tratado bilateral conocido como el acuerdo Roca-
Runciman y mediante este, Gran Bretaña recibía indudablemente los mayores beneficios.
Adquirían la misma cantidad de carne argentina que en 1932 hasta que se produjera la caída de
los precios de la carne en Gran Bretaña y también acordaba que los frigoríficos de propiedad
argentina proporcionarían el 15 por ciento de las exportaciones nacionales de carne a Gran
Bretaña. A cambio, Argentina convenía en reducir aranceles sobre casi 350 artículos británicos y
abstenerse de imponer aranceles sobre otros productos, como por ejemplo el carbón. El tratado
dejaba casi todo el comercio entre los dos países en manos de exportadores británicos. Después
del tratado Roca-Runciman, que duraba tres años, en 1936 fue renovado por el tratado Eden –
Malbrán, con él los británicos podrían aplicar impuestos sobre el consumo a sus importaciones de
carne en Argentina y, a cambio de reducir las tarifas de los fletes para el trigo, los ferrocarriles
británicos recibieron términos favorables.

Otro tema importante en relaciones británico-argentinas eran los tranvías junto con los
ferrocarriles que sufrieron una disminución del 40 % de sus ingresos a comienzos de los treinta.
Después de 1935, los colectivos siguieron floreciendo. El gobierno de Justo lograba situarse en
mejor posición que los británicos en cuanto al transporte.
Lisandro De la Torre, un miembro de la oposición denunció una serie de prácticas contables
fraudulentas entre los frigoríficos y su evasión del impuesto sobre la renta y de las regulaciones
sobre el control de divisas. Esto se discutió en el senado y la culminación se dio cuando Enzo
Bordabehere, senador por Santa Fe como De la Torre, cayó en el suelo muerto a balazos.
De todos lados llegaban acusaciones de que los altos funcionarios de la administración habían
hecho tratos corruptos con grupos de intereses extranjeros, por un lado los radicales denunciaban
los favores otorgados a compañías ferroviarias, por otro los socialistas saltaron al primer plano de
la controversia sobre la corporación de transportes y los viejos conservadores como De la Torre
atacaban las relaciones del gobierno con los conserveros de carne.

El nacionalismo surgió como una fuerza importante en la política argentina a mediados de los años
treinta y se convirtió en fuerza decisiva. El movimiento nacionalista tuvo diversos componentes y
antecedentes históricos. Cuando la expansión económica del siglo XIX llegó a su culminación y la
confianza en el futuro creció, las elites adoptaron una forma de destino manifiesto, convertirse en
expansionismo territorial agresivo. Otro precursor del nacionalismo fue el yrigoyenismo; el
movimiento de reforma universitaria de 1918 había insertado un brote de doctrina radical y
antiimperialista en las preocupaciones de la nueva clase media por ampliar los caminos de la
movilidad social. Esto dio nuevos frutos en la batalla del petróleo como la culminación de la lucha
por la democracia y la caída de la oligarquía. Surge de estos impulsos en 1935 la FORJA (fuerza de
orientación radical de la juventud argentina) y combinada la vieja adhesión radical a la democracia
integral con un tipo de nacionalismo categórico.
Hasta mediados de los años treinta el nacionalismo estaba representado por figuras de la derecha,
como Uriburu. El principal movimiento nacionalista surgió de la Liga Patriótica de 1919. A fines de
los veinte, esta tendencia del nacionalismo fue también anti yrigoyenista y autoritaria. También
después del tratado Roca – Runciman empezó a surgir una gran aparición de nuevos autores y
facciones nacionalistas.

La presidencia de Justo llegó a su fin a principios de 1938. La concordancia se había dividido sobre
la cuestión de si continuar regulando el proceso política controlando las elecciones o si debía trata
de reforzar su legitimidad mediante la liberalización. La división se reflejó en el nuevo gobierno,
cuyo presidente era Ortiz, líder de las facciones favorables a la conciliación. El nuevo presidente
era un antiguo anti personalista que había sido ministro de Alvear y también de Justo y tenía como
vicepresidente a Castillo, conocido como un archiconservador. Instalado como presidente, Ortiz
declaró su intención de renunciar al fraude electoral y buscar conciliación con los radicales

2 – El aumento de la sustitución de importaciones

La gran depresión no tuvo tanto impacto en Argentina como en otros países latinoamericanos, su
índice de desempleo urbano nunca fue muy superior al 5 %. Para el año 1937-38 la inmigración de
reanudó y los gatos del gobierno aumentaron un 27 % entre 1932 y 1937. Durante varios años a
mediados de los treinta, Argentina fue el mayor exportador de maíz del mundo.
Dada la recuperación de las exportaciones y que esto estimuló la demanda, Argentina se embarcó
en la sustitución industrial de importaciones. En 1935 el valor de la producción industrial era un 40
% menor que el del sector agrario pero para 1943 la industria superó a la agricultura por primera
vez.

El rápido crecimiento en la industria empezó a mediados de los 30 y ganó más impulso durante la
guerra. Sin embargo, el nuevo sector industrial solo abarcaba bienes de consumo sin extenderse a
la industria pesada. También, la industria, grande o pequeña, aún era una ocupación
principalmente extranjera, en 1939 la mitad de los propietarios de pequeñas industrias eran
extranjeros. La industria tenía una masiva concentración en la ciudad de Buenos Aires y sus
alrededores.

Los textiles encabezaron una importante sustitución de importaciones. Este sector creció aun en la
depresión. En los 30 y 40 los textiles alcanzaron un índice de crecimiento anual del 11 %, también
aumento la mano de obra textil. La industria se vio beneficiada porque el precio del algodón en
rama se redujo a la mitad, mientras que la tierra dedicada al cultivo de algodón se dobló. De un
modo indirecto, el tratado Roca- Runciman, puede haber contribuido a promover la expansión de
la industria textil argentina.

La población de Buenos Aires de esta forma creció a casi 5 millones en 1947 y muchos emigrantes
se establecían en los suburbios de la capital, como Avellaneda. El crecimiento de la industria atrajo
emigrantes a la ciudad y la retracción en la agricultura de La Pampa los lanzó fuera del campo; se
dio un grave desempleo rural. La disminución de alimentos básicos fue compensada por la
expansión de cultivos como el forraje, la cebada y la avena y nuevos cultivos industriales como el
girasol. Los bajos salarios obligaban a muchas familias obreras de Buenos Aires a vivir en los
conventillos; un obrero tipo con una familia de tres hijos ganaba 127 pesos al mes, mientras que
los capataces de estancias ganaban menos de 100 por mes y la mitad de los peones ganaban
menos de 40 pesos al mes, mientras que los jornaleros ganaban menos de 75 pesos al mes.
Además, durante la Segunda Guerra Mundial la inflación afectó a los salarios urbanos. La vida en la
ciudad parecía claramente preferible a la del campo.

Antes de 1940 el ascenso de la industria y sus cambios sociales fueron notados por observadores
pero no habían afectado a la política argentina. Los conservadores percibían el valor del
crecimiento y la diversificación industrial. La nueva industria fortalecería la balanza de pagos y
proporcionaría empleo. Los gobiernos de Justo y Ortiz consideraban que el progreso económico no
estaba en la industrialización, sino en el pronto retorno al pasado anterior a la depresión, ellos
querían mantener la exportación de materias primeras y fortaleces la economía mediante nuevas
inversiones extranjeras.

La UIA, Unión Industrial Argentina, creada en 1886, pretendía representar a los industriales, pero
lo hacía de modo inadecuado. La UIA estaba dominada por grupos ligados a la exportación. Los
nuevos industriales dedicados a la sustitución de importaciones tenían poca voz e influencia. Otras
pequeñas asociaciones como la Federación Argentina de Entidades Defensoras del Comercio y la
Industria, tenían horizontes igualmente limitados. Sus preocupaciones eran los impuestos y lo que
consideraban como restricciones a la competencia del mercado impuestas por los sindicatos.
Para mediados de 1940, la industrialización se convirtió en una meta nacional de elevada
prioridad. Durante la segunda guerra mundial Argentina tuvo un papel simbólico como beligerante
y se dio un bloqueo naval británico que cerró el acceso desde el Atlántico a todos los mercados de
Europa Occidental, excepto España y Portugal, y dado que los principales mercados de cereales de
Argentina estaban en Europa Continental, las ganancias de los cereales cayeron abruptamente.

S-ar putea să vă placă și