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Gran interrogante:
¿Por qué esa unidad se quiebra, y es lo que llamamos la muerte?
Es un interrogante por que el hombre lo piensa, se lo imagina, le da miedo. Es
decir, el hombre sufre por su propia muerte.
El cuerpo al ser compuesto con la muerte tiende a descomponerse, ya que es
orgánico. Pero el alma es una sustancia simple y no se descompone por no
ser compuesta. Y esto es lo que nos diferencia de los animales. Pero el alma
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porque no puede sostener al cuerpo y éste es el gran interrogante y a este
interrogante se trata de dar respuesta a través de los religiosos y ahí vamos a
la Revelación.
Y así vemos en el Génesis que el hombre es querido por Dios y que tiene una
misión que es culminar con la creación. Dios les dice cultivar la tierra, y
transmitir la vida, en forma conciente y responsable, y por una decisión libre,
colaborando con la creación y otra capacidad es transformar la naturaleza y
esto necesita una inteligencia racional.
Cuando se dice semejanza es porque todos los hombres tienen algo igual dado
por Dios e Imagen porque puede dar la vida y por este debe responder ante
Dios.
Y las capacidades con que fue creado el hombre son los dones naturales.
Además el hombre tiene una comunicación con Dios. Y Dios quiere tener
comunicación con el hombre y eso es la Gracia que es un don sobrenatural.
Luego el hombre recibe otros que son accidentales y se los llama
preternaturales y que son estos los que Dios les quiere dar, pero no hacen a la
esencia humana y son:
1. Integridad: Es equilibrio entre cuerpo y alma, y que su voluntad está al
igual que su inteligencia. Acá no es arrastrado, sino que decide por si
mismo.
2. Trabajo sin fatiga: No es la fatiga física. Es un trabajo que el hombre
realiza y que le da satisfacción. Los desequilibrios son por el pecado,
por ejemplo: la explotación del hombre por el hombre, acá aparece el
egoísmo.
3. Ausencia de enfermedad: Es un cuerpo sano con inmunidad natural, y
sin dolor y así el cuerpo humano es como si estuviera para ser inmortal,
pero pasó otra cosa.
4. Ausencia de dolor, inmortalidad: Pero por la muerte la respuesta
desde la Fe, no es la inmortalidad del alma sola, sino que se nos
promete una resurrección, de hecho Jesús resucitó.
Con Jesús se recupera la Gracia. El hombre es imagen de Dios por ser hijo de
Dios y es el único que puede dialogar con Dios.
Como consecuencia del primer pecado, que fue una desobediencia, antinatural,
se pierde la Gracia.
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La familia y el trabajo son bendiciones de Dios. Pero las consecuencias de
poder, explotación, etc., son por desequilibrio del hombre.
Así el hombre es un hijo de Dios caído por el pecado, pero rescatado por Jesús
y llamado a una resurrección.
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El misterio del hombre no se aclara en realidad sino con el misterio del Verbo
Encarnado. Adán, primer hombre, era imagen del futuro, es decir, de Cristo
Señor. Cristo, nuevo Adán, al revelar el misterio del Padre y de su amor,
manifiesta plenamente el hombre al hombre mismo y le revela su vocación
excelsa.
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La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no
obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar así por sí mismo acciones
deliberadas; por el libre arbitrio cada uno dispone de sí mismo.
La libertad es en el hombre una fuerza de crecimiento y de maduración en la
verdad y la bondad.
La libertad alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios, nuestra
bienaventuranza.
La libertad implica la posibilidad de elegir entre el bien y el mal, y por lo tanto,
de crecer en perfección o de flaquear y pecar.
La libertad caracteriza los actos propiamente humanos.
No hay verdadera libertad sino en el servicio del bien y de la justicia.
La libertad hace al hombre responsable de sus actos en la medida en que
estos son voluntarios.
La imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar
disminuidas e incluso suprimidas a causa de la ignorancia, la inadvertencia, la
violencia, el temor, los hábitos, las afecciones desordenadas y otros factores
psíquicos y sociales.
Todo acto directamente querido, es imputable a su autor.
La libertad se ejercita en las relaciones entre los seres humanos. Toda persona
humana, creada a imagen de Dios, tiene el derecho natural de ser reconocida
como un ser libre y responsable. Todo hombre debe prestar a cada cual el
respeto al que éste tiene derecho. El derecho al ejercicio de la libertad es una
exigencia inseparable de la dignidad de la persona humana, especialmente en
materia moral y religiosa. Este derecho debe ser reconocido y protegido
civilmente dentro de los límites del bien común y del orden público.
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2.3 AMENAZAS PARA LA LIBERTAD.
El ejercicio de la libertad no implica el derecho de decir y hacer cualquier cosa.
Es falso concebir al hombre “sujeto de esa libertad como un individuo
autosuficiente que busca la satisfacción de su interés propio en el goce de los
bienes terrenales”.
Las condiciones de orden económico, social, político y cultural requeridas para
un justo ejercicio de la libertad son con frecuencia, situaciones de ceguera e
injusticia que graban la vida moral y colocan tanto a los fuertes como a los
débiles en la tentación de pecar contra la caridad.
Al apartarse de la ley moral, el hombre atenta contra su propia libertad, se
encadena a sí mismo, rompe la fraternidad con sus semejantes y se revela
contra la verdad divina.
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PUNTO 4: LAS VIRTUDES.
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Las tendencias habituales, configuran la personalidad, no es instantáneo
determinar si es vicioso o virtuoso.
Al comienzo hay un arranque de la voluntad, luego el hábito es automático,
parece que ha nacido con ello, pero es aprehendido y muy difícil desarraigarlo.
Algunas virtudes están dadas a la naturaleza humana y se van perfeccionando,
son las virtudes morales, cardinales, que se enumeran:
* Prudencia * Justicia * Fortaleza y * Templanza.
Hay virtudes que son infundidas, dadas por Dios como Gracia.
Las virtudes cardinales o morales tienen como objeto la conducta de los
hombres. Las teologales orientan al hombre hacia Dios.
CORINTIAS 1 (1-13)
La virtud más grande de todas es la fe, la caridad, no necesitaremos mas la fe
y la esperanza, porque ésta ya se ha cumplido.
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MATEO 8 (5-13)
Un jefe romano Centurión, manifiesta su fe en Jesús, y se admira por su fe,
Jesús.
JUAN 3 (1-15)
Dialoga sobre el bautismo y la fe en él, la fe como gracia de Dios.
ROMANOS 1 (16-17)
El justo vivirá por la fe.
SANT 2 (14-17)
La fe debe ser acompañada por las obras, esas obras se refieren a la caridad.
Testimoniar la fe mediante la caridad.
ROMANOS 4 (13-25)
La esperanza de Abraham, se asoma en la fe en Dios, acerca de su
descendencia a pesar de su avanzada edad.
ROMANOS 5 (1-5)
Esperamos el cumplimiento de las promesas hechas por Cristo, porque nos
apoyamos en la fe.
ROMANOS 8 (18-25)
La esperanza es esperar con constancia y perseverancia en la vida eterna y en
la segunda venida de Cristo, la gloria futura.
HEBREOS 6 (9-20)
Esperar con constancia y perseverancia, el alma es como un ancla, que se
apoya en nuestra fe, en nuestra esperanza.
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PUNTO 5: EL PECADO
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Se los puede distinguir, si se refieren a Dios o al prójimo, en espirituales y
carnales, o pecados de pensamientos, de acción u omisión.
La raíz del pecado está en el corazón del hombre, en su libre voluntad, pero en
el corazón reside también la caridad, principio de las obras buenas y puras, a la
que el pecado hiere.
EL PECADO MORTAL:
Tiene como objeto materia grave, uno de los diez mandamientos.
La gravedad de los pecados es mayor o menor y la cualidad de las personas
lesionadas cuenta también. La violencia contra los padres es mas grave que
contra un extraño.
Requiere plena conciencia y consentimiento, deliberado para una elección
personal.
La ignorancia voluntaria aumenta el carácter voluntario del pecado.
La ignorancia involuntaria puede disminuir o excusar la imputabilidad de la falta
grave.
EL PECADO VENIAL:
Cuando no se observa en materia leve la medida prescrita por la ley moral, o
cuando se desobedece la ley moral, pero sin pleno conocimiento o sin entero
consentimiento.
El pecado venial no rompe la alianza con Dios, es humanamente reparable con
la gracia de DIOS.
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5.5 LA PROLIFERACIÓN DEL PECADO.
El pecado crea fragilidad para el pecador, engendra el vicio por la repetición de
actos.
Son inclinaciones desviadas que oscurecen la conciencia y corrompen la
valoración del bien y del mal.
El pecado es un acto personal, tenemos responsabilidad cuando cooperamos
con ellos:
Participando directa y voluntariamente.
Ordenándolos, aconsejándolos, alabándolos o aprobándolos.
No revelándolos o no impidiéndolos cuando se tiene obligación de
hacerlo.
Protegiendo a los que hacen mal.
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La doctrina de la iglesia ha elaborado el principio de subsidiariedad, en el cual
según éste, una estructura social de orden superior, no debe interferir en la vida
interna de un grupo social de orden inferior, privándolo de sus competencias,
sino mas bien debe sostenerlo y en caso de necesidad de ayudarlo a coordinar
su acción social, en miras al bien común.
Dios no ha querido retener para él todos los poderes, entrega a cada criatura
las funciones que es capaz de ejercer según las capacidades de su naturaleza.
El principio de subsidiariedad, se opone al colectivismo, trata de límites a la
intervención del Estado, e intenta armonizar las relaciones entre los individuos
y sociedad, tiende a instaurar un orden internacional.
6.3 LA AUTORIDAD.
Una sociedad organizada requiere de gobernantes con legítima autoridad que
defiendan las instituciones y consagren su actividad al provecho común del
país.
Autoridad, es aquella persona o institución que da leyes y órdenes y esperan
obediencia.
Toda actividad humana necesita de una autoridad que rija, por su propia
naturaleza humana, es necesaria para la unión de la sociedad y su misión es el
bien común de la sociedad.
La autoridad es exigida por el orden moral que emana de Dios, de todo que
quien se opone a la autoridad se rebela contra el orden divino.
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El deber de obediencia impone honrar a la autoridad, el respeto y gratitud.
Si esa autoridad responde al orden fijado por Dios, es decir, la determinación y
designación a la voluntad de los ciudadanos.
Los regímenes contrarios a la ley natural, orden público y derechos
fundamentales no pueden realizar el bien común.
La autoridad no debe comportarse de manera despótica, sino actuar para el
bien común, es decir, con una fuerza moral que se basa en la libertad y
asumiendo sus obligaciones.
Esa autoridad se ejerce legítimamente si busca el bien común del grupo y para
alcanzarlo utiliza medios lícitos. Si procurasen leyes injustas o medidas
ordinarias al orden moral, esa autoridad se desmoronaría por completo.
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6.5 RESPONSABILIDAD Y PARTICIPACIÓN.
La participación es el compromiso voluntario y generoso en los intercambios
sociales.
Es necesario que todos participen desde el lugar que cada uno desempeña
para promover al bien común y es inherente a la dignidad humana.
Puede variar esta participación de un país a otro, o de una cultura a otra.
Esa participación implica un deber ético y una conversión sin cesar de los
miembros de una sociedad que debe actuar para contribuir a ese bien común.
RESUMEN
Tanto el hombre como la comunidad, el hombre es comparado como imagen e
hijo de Dios y la sociedad como la comunidad de la Santísima Trinidad.
La sociedad es necesaria para el destino de la persona humana y es necesario
la conversión para lograr los cambios.
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La ley natural es inmutable, permanente a través de la historia. Las normas
que la expresan son siempre sustancialmente válidas. Es una base necesaria
para la edificación de las normas morales y la ley civil.
La Ley nueva es una ley de amor, una ley de gracia, una ley de libertad.
Más allá de sus preceptos, la Ley nueva comprende los consejos evangélicos.
"La santidad de la Iglesia también se fomenta de manera especial con los
múltiples consejos que el Señor propone en el Evangelio a sus discípulos para
que los practiquen".
7.5 LA JUSTIFICACION.
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La justificación entraña la remisión de los pecados, la santificación y la
renovación del hombre interior.
7.6 LA GRACIA.
7.7 EL MERITO.
El hombre no tiene, por sí mismo, mérito ante Dios sino como consecuencia
del libre designio divino de asociarlo a la obra de su gracia.
Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le
aman...a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la
imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos; y
a los que predestinó, a ésos también los llamó; y a los que llamó, a ésos
también los justificó; a los que justificó, a esos también los glorificó".
Para alcanzar esta perfección, los creyentes han de emplear sus fuerzas,
según la medida del don de Cristo, para entregarse totalmente a la gloria de
Dios y al servicio del prójimo. Lo harán siguiendo las huellas de Cristo,
haciéndose conformes a su imagen, y siendo obedientes en todo a la voluntad
del Padre. De esta manera, la santidad del Pueblo de Dios producirá frutos
abundantes, como lo muestra claramente en la historia de la Iglesia la vida de
los santos.
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de los teólogos y de los autores espirituales. Así se ha trasmitido de generación
en generación, bajo la dirección y vigilancia de los pastores, el "depósito" de la
moral cristiana, compuesto de un conjunto característico de normas, de
mandamientos y de virtudes que proceden de la fe en Cristo y están vivificados
por la caridad. Esta catequesis ha tomado tradicionalmente como base, junto al
Credo y el Padrenuestro, el Decálogo que enuncia los principios de la vida
moral válidos para todos los hombres.
El magisterio ordinario y universal del Papa y de los obispos en comunión con
él enseña a los fieles la verdad que han de creer, la caridad que han de
practicar, la bienaventuranza que han de esperar.
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El primer mandamiento (oír misa entera y los domingos y demás fiestas de
precepto y no realizar trabajos serviles) exige a los fieles que santifiquen el día
en el cual se conmemora la Resurrección del Señor y las fiestas litúrgicas
principales en honor de los misterios del Señor, de la Santísima Virgen María y
de los santos, en primer lugar participando en la celebración eucarística, y
descansando de aquellos trabajos y ocupaciones que puedan impedir esa
santificación de estos días.
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Los cristianos, por ser miembros del Cuerpo, cuya Cabeza es Cristo (cf Ef
1,22), contribuyen, mediante la constancia de sus convicciones y de sus
costumbres, a la edificación de la Iglesia. La Iglesia aumenta, crece y se
desarrolla por la santidad de sus fieles (cf LG 39), "hasta que lleguemos al
estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud en Cristo" (Ef 4,13).
Una vez anunciado el reino de Dios, ¿Qué se debe hacer para entrar en el
Reino de Dios y pertenecer a él? ¿Se debe cumplir la ley de Dios según fue
dada a Moisés en el monte Sinaí? ¿En que consiste la ley moral?
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Jesús declarará que no ha venido a cambiar la ley, sino a llevarla a su plenitud.
Es necesario ver a Dios como Padre, y vivir como hijos de Dios. Si vivían así,
los hombres glorificarían al Padre.
La religiosidad no debe ser algo externo y superficial, sino que se debe amar y
rezar a Dios como Padre nuestro.
La Ley hay que cumplirla toda hasta el detalle más ínfimo; pero con un espíritu
nuevo; el espíritu de la ley, que es amar a Dios, en el fondo del corazón y en la
conducta.
"Al Señor tu Dios adorarás". Adorar a Dios, orar a él, ofrecerle el culto que le
corresponde, cumplir las promesas y los votos que se le han hecho, son actos
de la virtud de la religión que constituyen la obediencia al primer mandamiento.
8.3 LA SUPERSTICIÓN.
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ejemplo, cuando se atribuye una importancia, de algún modo, mágica a ciertas
prácticas, por otra parte, legítimas o necesarias. Atribuir su eficacia a la sola
materialidad de las oraciones o de los signos sacramentales, prescindiendo de
las disposiciones interiores que exigen, es caer en la superstición.
LA IDOLATRÍA.
ADIVINACIÓN Y MAGIA.
Dios puede revelar el porvenir a sus profetas o a otros santos. Sin embargo, la
actitud cristiana justa consiste en ponerse con confianza en las manos de la
Providencia en lo que se refiere al futuro y en abandonar toda curiosidad
malsana al respecto. La imprevisión puede constituir una falta de
responsabilidad.
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visión, el recurso a "mediums" encierran una voluntad de poder sobre el
tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de
conciliarse los poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el
respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios.
LA IRRELIGIÓN.
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La simonía se define como la compra o venta de las realidades espirituales. A
Simón el mago, que quiso comprar el poder espiritual del que vio dotado a los
apóstoles, Pedro le responde: "Vaya tu dinero a la perdición y tú con él, pues
has pensado que el don de Dios se compra con dinero". Así se ajustaba a las
palabras de Jesús: "Gratis lo recibisteis, dadlo gratis". Es imposible apropiarse
de los bienes espirituales y de comportarse respecto a ellos como un posesor o
un dueño, pues tienen su fuente en Dios. Sólo es posible recibirlos
gratuitamente de él.
EL ATEÍSMO.
Otra forma del ateísmo contemporáneo espera la liberación del hombre de una
liberación económica y social a la que "la religión, por su propia naturaleza, es
un obstáculo para esta liberación, porque, al orientar la esperanza del hombre
hacia una vida futura ilusoria, lo apartaría de la construcción de la ciudad
terrena".
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Con frecuencia el ateísmo se funda en una concepción falsa de la autonomía
humana, llevada hasta el rechazo de toda dependencia respecto a Dios. Sin
embargo, "el reconocimiento de Dios no se opone en ningún modo a la
dignidad del hombre, ya que esta dignidad se funda y se perfecciona en el
mismo Dios". "La Iglesia sabe muy bien que su mensaje conecta con los los
deseos más profundos del corazón humano".
EL AGNOSTICISMO.
Entre todas las palabras de la revelación hay una, singular, que es la revelación
de su Nombre. Dios confía su nombre a los que creen en él; se revela a ellos
en su misterio personal. El don del Nombre pertenece al orden de la
confidencia y la intimidad. "El nombre del Señor es santo". Por eso el hombre
no puede usar mal de él. Lo debe guardar en la memoria en un silencio de
adoración amorosa. No lo hará intervenir en sus propias palabras sino para
bendecirlo, alabarlo y glorificarlo.
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Los sentimientos de temor y de "lo sagrado" ¿son sentimientos cristianos o no?
Nadie puede dudar razonablemente de ello. Son los sentimientos que
tendríamos, y en un grado intenso, si tuviésemos la visión del Dios soberano.
Son los sentimientos que tendríamos si verificásemos su presencia. En la
medida en que creemos que está presente, debemos tenerlos. No tenerlos es
no verificar, no creer que está presente.
El fiel debe dar testimonio del nombre del Señor confesando su fe sin ceder al
temor. La predicación y la catequesis deben estar penetradas de adoración y
de respeto hacia el nombre de Nuestro Señor Jesucristo.
El segundo mandamiento prohíbe usar mal del nombre de Dios, es decir, todo
uso inconveniente del nombre de Dios, de Jesucristo, de la Virgen María y de
todos los santos.
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Las palabras mal sonantes que emplean el nombre de Dios sin intención de
blasfemar son una falta de respeto hacia el Señor. El segundo mandamiento
prohíbe también el uso mágico del Nombre divino.
Todo cristiano debe evitar imponer, sin necesidad, a otro impedimentos para
guardar el Día del Señor.
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9.1 EL CUARTO MANDAMIENTO. LA FAMILIA CRISTIANA.
LA FAMILIA CRISTIANA.
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de Dios fortalecen en ella la caridad. La familia cristiana es evangelizadora y
misionera.
El cuarto mandamiento de Dios nos ordena también honrar a todos los que,
para nuestro bien, han recibido de Dios una autoridad en la sociedad. Este
mandamiento determina los deberes de quienes ejercen la autoridad y de
quienes están sometidos a ella.
Los que ejercen una autoridad deben ejercerla como un servicio. "El que quiera
llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro esclavo". El ejercicio de una
autoridad está moralmente regulado por su origen divino, su naturaleza racional
y su objeto específico. Nadie puede ordenar o instituir lo que es contrario a la
dignidad de las personas y a la ley natural.
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Los que están sometidos a la autoridad deben mirar a sus superiores como
representantes de Dios que los ha instituido ministros de sus dones: "Sed
sumisos, a causa del Señor, a toda institución humana... Obrad como hombres
libres, y no como quienes hacen de la libertad un pretexto para la maldad, sino
como siervos de Dios". Su colaboración leal entraña el derecho, a veces el
deber, de ejercer una justa reprobación de lo que les parece perjudicial para la
dignidad de las personas o el bien de la comunidad.
Toda sociedad refiere sus juicios y su conducta a una visión del hombre y de su
destino. Sin la luz del evangelio sobre Dios y sobre el hombre, las sociedades
se hacen fácilmente totalitarias.
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"La vida humana es sagrada, porque desde su inicio comporta la acción
creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el
Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta
su término; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de
matar de modo directo a un ser humano inocente".
El escándalo constituye una falta grave cuando por acción u omisión arrastra
deliberadamente a otro a pecar gravemente.
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A causa de los males y de las injusticias que ocasiona toda guerra, debemos
hacer todo lo que es razonablemente posible para evitarla. La Iglesia implora
así: "del hambre, de la peste y de la guerra, líbranos Señor".
"Bienaventurados los que obran la paz, porque ellos serán llamados hijos de
Dios".
El escándalo puede ser provocado por la ley o por las instituciones, por la
moda o por la opinión.
El respeto de la salud.
La vida y la salud física son bienes preciosos confiados por Dios. Debemos
cuidar de ellos racionalmente teniendo en cuenta las necesidades de los
demás y el bien común.
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lograr las condiciones de existencia que permiten crecer y llegar a la madurez:
alimento y vestido, vivienda, cuidados sanitarios, enseñanza básica, empleo,
asistencia social.
Los cuerpos de los difuntos deben ser tratados con respeto y caridad en la fe y
la esperanza de la resurrección. Enterrar a los muertos es una obra de
misericordia corporal, que honra a los hijos de Dios, templos del Espíritu Santo.
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orden legal o de investigación científica. El don gratuito de órganos después de
la muerte es legítimo y puede ser meritorio.
Recordando el precepto: "no matarás", nuestro Señor exige la paz del corazón
y denuncia la inmoralidad de la cólera homicida y del odio:
Evitar la guerra.
Todo ciudadano y todo gobernante están obligados a trabajar para evitar las
guerras.
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9.6 EL SEXTO MANDAMIENTO: SEXUALIDAD INTEGRADA,
RESPONSABLE Y ORDENADA.
La alianza que los esposos contraen libremente implica un amor fiel. Les
confiere la obligación de guardar indisoluble su matrimonio.
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9.7 EL SEPTIMO MANDAMIENTO: DESTINO Y RESPETO DE LOS BIENES
TERRENOS.
"No robarás". "Ni los ladrones, ni los avaros...ni los rapaces heredarán el Reino
de Dios".
La ley moral proscribe los actos que, con fines mercantiles o totalitarios, llevan
a esclavizar a los seres humanos, a comprarlos, venderlos y cambiarlos como
mercancías.
Los animales están confiados a la administración del hombre que les debe
aprecio. Pueden servir a la justa satisfacción de las necesidades del hombre.
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LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA. LA JUSTICIA SOCIAL.
En la multitud de seres humanos sin pan, sin techo, sin patria, hay que
reconocer a Lázaro, el mendigo hambriento de la parábola. En dicha multitud
hay que oír a Jesús que dice: "Cuanto dejásteis de hacer con uno de estos,
también conmigo dejásteis de hacerlo".
"No darás falso testimonio contra tu prójimo". Los discípulos de Cristo se han
"revestido del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad de la
verdad".
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El cristiano no debe "avergonzarse de dar testimonio del Señor" en obras y
palabras. El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe.
"Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su
corazón”.
La pureza del corazón nos alcanzará el ver a Dios: nos da desde ahora la
posibilidad de ver todo según Dios.
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9.11 EL DECIMO MANDAMIENTO: ORDENAR EL DESEO DE RIQUEZA Y
PODER.
Los fieles cristianos "han crucificado la carne con sus pasiones y sus
concupiscencias", son guiados por el Espíritu y siguen sus deseos.
El hombre que anhela dice: "Quiero ver a Dios". La sed de Dios es saciada por
el agua de la vida.
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observancia del sábado; y, al prohibir la codicia, incluye a la mujer del prójimo
junto con el resto de sus propiedades, en lugar de hacerlo por separado.
Por tradición, los mandamientos han sido enumerados de acuerdo con tres
criterios. La mayoría de los cristianos protestantes y ortodoxos dividen y
enumeran los mandamientos del siguiente modo:
Los católicos y los luteranos siguen la división utilizada por san Agustín de
Hipona (siglo IV). El prólogo y las dos primeras prohibiciones están
combinados, y el último mandamiento se divide en dos prohibiciones: desear a
la mujer del prójimo y codiciar los bienes ajenos. Por ello, la enumeración de
los demás mandamientos difiere en un número.
En la tradición católica, los mandamientos rezan así:
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En la tradición judía el prólogo es considerado el primer mandamiento, las dos
primeras prohibiciones se conjuran como segundo mandamiento, y el resto
sigue el mismo orden que las tradiciones protestante y ortodoxa.
En realidad, los Diez Mandamientos engloban los principios comunes para toda
la humanidad. Los filósofos y teólogos escolásticos del medioevo, como santo
Tomás de Aquino y san Buenaventura, sostienen que todos los mandamientos
son parte de la ley natural y, por consiguiente, aprehensibles para todos los
seres racionales. Ambos alegaron que Dios reveló los mandamientos a Moisés
para recordar a la humanidad sus obligaciones, olvidadas con facilidad por
causa del pecado original. En realidad, se hacían eco de una idea similar
expresada por los primeros padres de la Iglesia, como Tertuliano y Agustino,
que manifestaron que los mandamientos ya habían sido grabados en el
corazón humano antes de ser escritos sobre tablas de piedra.
Es posible hallar amplias secciones del Decálogo en las leyes de otros pueblos
de la antigüedad. Por ejemplo, en la religión egipcia, eran de obligado
cumplimiento determinados preceptos (las prohibiciones de robar, matar y
comportarse de forma injusta) para entrar en el templo de Osiris, diosa y
sacerdotisa de los muertos.
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