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Resumen: De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis

IV. Por el lado de Schreber

En un intento por encontrar el rasgo distintivo de la psicosis, Lacan comienza por señalar
que la significación del falo debe evocarse en lo imaginario del sujeto por la metáfora
paterna. Esta metáfora paterna o del Nombre-del-Padre, que sustituye el Nombre-del Padre
en el lugar primeramente simbolizado por la operación de la ausencia de la madre, es
pensada por Lacan como una operación que permite que en el lugar del Otro se introduzca
la significación fálica:

Nombre-del-Padre (S) Deseo de la Madre($’) Nombre-del-Padre A


Deseo de la Madre($’) Significado al sujeto (x) φ

La elisión de $’ es la condición de éxito de la metáfora, siendo la operación del Nombre-del-


Padre la que tacha este significante primero haciendo emerger la significación fálica.

La tesis de Lacan sobre la causalidad significante de la psicosis se fundamenta en la ausencia


de este significante primordial, el significante del Nombre-del-Padre. Así, la psicosis será
para Lacan aquella posición subjetiva en la que al llamado del Nombre-del-Padre responda
la carencia del significante mismo.

Si la presencia de este significante en el Otro estará por lo general en estado reprimido, en


el caso de las psicosis no será así. Para designar una función del inconsciente distinta de lo
reprimido, Lacan traducirá el término Verwerfung utilizado por Freud por el término
forclusión.1

Para esclarecer el alcance del término Verwerfung Lacan vuelve a lo que Freud entiende
como negación – Verneinung –. Para Freud la negación es una manera de presentificación,
de indicio de la represión en el discurso. Mediante la negación el sujeto puede hablar de lo
negado y así dar testimonio de la existencia de lo reprimido a nivel simbólico. Habrá primero
una afirmación – Bejahung -, y posteriormente podrá presentarse la negación de esta
afirmación, es decir, sin la afirmación primera no es posible la negación de lo reprimido. La
Verneinung demuestra por sí misma la existencia del significante mismo que ella anula y
Lacan señalará que la Verwerfung (forclusión) se articula a partir de la ausencia de la
Bejahung (afirmación), sin la cual no es posible la Verneinung (negación de lo reprimido)2.

Lacan considera la Verwerfung como preclusión del significante, es decir, que no hay
inscripción simbólica del mismo. Cuando plantea que en la psicosis hay forclusión del
Nombre-del-Padre se refiere a que no hay inscripción en lo simbólico de este significante.
Así, al llamado del Nombre-del-Padre responderá en el Otro la ausencia del significante
mismo, en sus palabras “un puro y simple agujero”, no siendo posible la emergencia de
significación fálica a falta de efecto metafórico. Si no hay inscripción del significante
Nombre-del-Padre entonces no puede haber significación fálica. Como señala Lacan, éste

1
En el caso del Hombre de los lobos, Freud utilizará este término a raíz de la alucinación del dedo
seccionado, explicada por el analizante a Freud como un recuerdo de infancia, en el cual tiene la
percepción de un dedo cortado, que al final resulta estar completamente intacto. Freud interpretará esta
alucinación del lado de la castración, de lo que no se quiere saber, de una escena que se rechaza. Sin
embargo, Lacan se preguntará por qué, si la escena se rechaza, retorna desde el exterior como
alucinación.
2
Es el caso del Hombre de los lobos dónde no hay negación sino no-existencia de la escena en lo simbólico,
reapareciendo lo que no existe como símbolo en lo real.
hecho constituirá “un desorden provocado en la juntura más íntima del sentimiento de la
vida en el sujeto”.

Lacan sitúa el caso de Schreber como un caso paradigmático en tanto que, a partir del
mismo, se puede dar cuenta de una estructura semejante al proceso mismo de la psicosis,
atendiendo a su delirio en relación al poder de creación atribuído a las palabras de las que
los rayos divinos son la hipóstasis.

En el primer capítulo de sus memorias, Schreber señalará lo paradójico que resulta para el
pensamiento el acto de hacer nacer una existencia de la nada, ya que contradice no solo la
evidencia que la experiencia le proporciona sino las ideas con las que está familiarizado
como hombre de su época (“un alemán gebildet de la época wilhelmianiana, alimentado de
metacientifismo hacckeliano”). Como señala Lacan, para Schreber la intrusión de este
pensamiento será prueba de que ha debido pasar algo que no viene de su mente3.

Más adelante en el capítulo xv, Schreber dejará constancia de los siguientes fenómenos
alucinatorios: El milagro de aullido y la imagen de su boca abierta; la llamada de socorro
(emitida desde los “nervios divinos desprendidos de la masa”); la eclosión próxima de
manifestaciones que se imponen al sujeto como producidas intencionalmente para él; la
aparición, fuera del alcance de los sentidos, en lo real, de creaciones milagrosas de especies
volantes: pájaros o insectos.
Lacan señala como en los dos primeros fenómenos el desgarramiento subjetivo es bastante
indiscernible de su modo significante, mientras los últimos parecen mostrar la emergencia
de significación en lo real a partir del significante forcluído4.

Según Lacan, estos fenómenos alucinatorios en Schreber nos llevan a reconsiderar el trío del
Creador, de la Criatura y de lo Creado. El Dios de Schreber, único en su multiplicidad y
múltiple en su unidad, se desmultiplica en criaturas y seres que constituyen una amenaza a
su integridad, incluso con transmisiones significantes que a través de hilos (Fäden) entran
por su cráneo. Un Dios impermeable a la experiencia e incapaz de comprender al hombre
vivo.
Lacan se servirá del esquema R para poder conceptualizar la psicosis y caracterizará la
posición del sujeto situando lo Creado I en el lugar en P, el lugar del Creador. Así, la ausencia
del Padre es la que permitirá la primordial simbolización M de la Madre.

(Falo imaginario) φ i a M (Otro primordial)

m S

(Ideal del yo) I a’ A P(NPD)

3
En el capítulo iv de sus Memorias Schreber recogerá una serie de sueños que irrumpen en él tras haberle
sido notificado su próximo nombramiento como Presidente de la Cámara, destacando un pensamiento
que le es totalmente extraño a su naturaleza:“A pesar de todo, sería algo muy bello el hecho de ser una
mujer en el momento en que es penetrada por el hombre” (Schreber, 1978, p.53-54).
4
En términos poéticos Lacan se referirá a estas alucinaciones como los meteoros del delirio, el rastro de
una estela, un efecto de franja, que desde su cimiento de nada proyectará una fulguración iluminando en
lo real, haciendo brotar primero un fulgor de significación en la superficie.
Lacan situa el proceso de feminización de Schreber en lo imaginario. Señala que en el
campo de lo imaginario se abre una hiancia que responde a la carencia de metáfora
simbólica, que únicamente llega a resolverse por la emasculación, la cual es finalmente
aceptada por el sujeto como un “compromiso razonable” tal y como lo refiere Schreber,
en la aceptación de ser “la mujer de Dios”.

Por otro lado entenderá la ambigüedad entre Entmannug y Verweiblichung como


tributaria de la estructura:…

Señala también que en Schreber el deseo de ser el falo es el que le aboca a convertirse
en mujer y no por estar precluido el pene.

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