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1. INTRODUCCIÓN
En los albores del siglo XXI el debate sobre esta cuestión dista de estar resuelto. El
estudio de las emociones y sus influencias en nuestro vida cotidiana han copado un gran interés
insospechable hace algunas décadas (Damasio, 1994; Goleman, 1995; Le Doux, 1996). Tras el
éxito del libro de Goleman, distintos autores, llevados por la “moda emocional”, lanzaron
conjeturas y suposiciones, que hoy en día siguen sin ser demostradas. El objetivo de este
más concretamente conocer el impacto que una buena inteligencia emocional (IE) ejerce sobre
Durante gran parte del siglo XX, se generó un cierto descontento con la propuesta tan
ejecución que podían medirse mediante tests de inteligencia estandarizados (CI). En los años 80,
integradoras del concepto de inteligencia, los investigadores han promovido la idea de que el
sistema tradicional de inteligencia debería expandirse para incluir un concepto más global. La
idea era descubrir ese grupo de habilidades distintas a las dimensiones habituales de inteligencia
(verbal, proposicional, espacial, de ejecución...) que faltaban para predecir más adecuadamente
real, los cuales solamente a través del CI y las habilidades cognitivas, parecían quedar
-1-
incompletos. Así, la IE irrumpe en el ámbito psicológico como un concepto novedoso y
atractivo, distinto al tradicional CI, y aclamado por sus defensores como una nueva inteligencia
que rivaliza con el CI para pronosticar gran parte de los logros personales y profesionales. Con
más bien pocas investigaciones empíricas, algunos autores han afirmado que la IE puede ser el
mejor predictor del éxito vital, redefiniendo de esta forma lo que significa ser inteligente
(Goleman, 1995). La tesis de Goleman, quizás por su sencillez, sentido común y la constatación
éxito final en nuestras vidas. A lo largo de este artículo queremos analizar la propuesta de
académico escolar? En tal caso ¿cuál puede ser su mecanismo de actuación? ¿son realmente
prometedor campo de investigación se abre ante los científicos sociales con la fiel esperanza de
acotar el valor explicativo de la IE en los diversos ámbitos de nuestra vida (social, familiar,
ACADÉMICO
Son escasos los estudios que han mostrado su interés por examinar la validez predictiva
de la IE (Schutte et al., 1998; Chico, 1999; Newsome et al, 2000). Aún más, no tenemos
conocimiento hasta la fecha de que se haya realizado algún estudio sobre la validez predictiva
-2-
importante como predictor del logro académico tras el primer año de carrera universitaria. En
IE es comparada con ciertos constructos emocionales y de personalidad con los que deberían
se presenta en la figura 1.
Variables
e m o c io n a le s y
de
personalidad
el ámbito educativo fueron Schutte et al. (1998), aunque su propósito prioritario fue examinar la
tesis de Goleman. Con esta intención, Schutte et al. (1998), a través de un estudio longitudinal,
Mood Scale (TMMS; Salovey, Mayer, Goldman, Turvey y Palfai, 1995). En este sentido, una
muestra total de 64 estudiantes (33 mujeres y 31 varones) de primer año completaron la escala
de IE el primer mes de carrera. Al final del curso se recogieron sus notas medias obtenidas en
-3-
los semestres. Sus resultados mostraron que las puntuaciones en la escala de IE de Schutte et al.
dirección esperada con otros constructos de tipo emocional. Así, mayores puntuaciones en IE
fueron asociados con una menor alexitimia, mayor optimismo, y menor depresión e
impulsividad.
española (N=242) para ratificar los resultados sobre validez predictiva y discriminativa de la
escala de IE y sus posibles relaciones sobre el rendimiento académico. Sus resultados fueron
algo divergentes a los obtenidos por Schutte et al. (1998). No obstante, cabe señalar que como
criterio del rendimiento académico sólo se tomó la nota media en tres asignaturas de primer año
de carrera y no la media final del curso lectivo. En este estudio, no fue constatada ninguna
matrices progresivas de Raven y la escala para medir el factor “g” de Cattell. Por último, sí se
encontraron relaciones significativas con otras variables emocionales evaluadas. La escala total
las emociones mostró relaciones negativas con neuroticismo. Este segundo estudio en muestra
Más recientemente, algunos autores han querido aportar datos que desvelen el grado de
realidad que entraña este cautivador concepto. Por ello, han dirigido sus esfuerzos en desvelar
qué porcentaje de la varianza del rendimiento académico es explicable por las habilidades
et al. (2000) trataron de determinar los vínculos existentes entre inteligencia emocional,
prioritario fue examinar si la IE (evaluada a través del Bar-On EQ-i) explicaba parte de la
varianza del logro académico de estudiantes tras controlar las puntuaciones en medidas
-4-
cognitivas y de personalidad tradicionalmente vinculadas a un mayor ejecución. Para ello, 180
tests compuestas por las siguientes medidas: Test de habilidad cognitiva (Wonderlic Personnel
Test), un test de inteligencia académica que posee correlaciones con el Weschler Adult
Intelligence Scale (WAIS) entre 0.91 y 0.93; Medida de personalidad (16PF de Cattell et al.
1993) utilizando los cinco factores globales del test como indicadores de personalidad:
IE a través del EQ-i (Bar-On, 1997) compuesto por cinco subescalas: Escala Intrapersonal;
Escala Interpersonal; Escala de Adaptabilidad, Escala de Manejo del Estrés y Escala de Estado
de ánimo general; por último, fueron recogidas las notas medias obtenidas al final del curso
como indicador del éxito académico. Los resultados fueron semejantes a los alcanzados en
estudios anteriores. Las notas correlacionaron positiva y significativamente con las habilidades
personalidad como Extraversión y Auto-control. Es decir, aquellos alumnos con una elevada
habilidad cognitiva, más introvertidos y con niveles más alto de auto-control, seriedad y
perfeccionismo tendían a puntuar académicamente más alto que el resto de compañeros. Por
otro lado, las correlaciones entre IE y notas medias fueron casi inexistentes (variaron de r= -0.09
Por otro parte, hubo relaciones significativas entre la habilidad cognitiva de los
mayores puntuaciones en habilidad cognitiva. Igualmente, el factor ansiedad del 16PF mostró
altas correlaciones negativas con la puntuación total del EQ-i. En otras palabras, los estudiantes
con una baja IE tendían a ser mucho más ansiosos y neuróticos que el resto de sus compañeros
(r= -0.77; p=<0.001). Por último, dado que ni las puntuaciones totales ni ninguna de las
rendimiento académico. En resumen, los resultados vuelven a apoyar la tesis de una ausencia de
-5-
relaciones directas entre IE (evaluada con el EQ-i) y ejecución académica. Los autores plantean
ser más efectivo para predecir resultados académicos. Para Newsome et al. (2000), la falta de
hallazgos concluyentes puede ser, en parte, debido a la falta de acuerdo entre los teóricos sobre
EQUILIBRIO EMOCIONAL
elaborando medidas de evaluación de IE, así como descubriendo sus conexiones con otras
del constructo como factor explicativo del rendimiento escolar en estudiantes de E.S.O, no
simplemente como una relación directa entre IE y logro académico, sino analizando el efecto
mediador que una buena salud mental ejerce sobre el rendimiento medio escolar de los
sobre los niveles depresivos y ansiosos de los escolares. El modelo propuesto aparece en la
figura 2.
tanto de manera indirecta (a través de sus influencias sobre la supresión de pensamiento), como
-6-
Supresión de
Pensamientos
negativos
(WBSI)
Alta Claridad
Alta Reparación
De esta forma, aquellos alumnos que presenten mayores niveles en IE a través de los
factores del TMMS (a saber: una alta Claridad emocional y una elevada Reparación de los
tendencia a la supresión de pensamientos y poseerán una mejor salud mental. Con respecto al
logro escolar, hipotetizamos que los estudiantes que informen mayores niveles de estado de
ánimo depresivo presentaran un peor rendimiento escolar que los alumnos clasificados como
normales. Tales niveles en sintomatología depresiva estarán modulados por la capacidad para
regular apropiadamente los estados afectivos. De este modo, el modelo anterior implicaría que
la influencia de la IE no sólo repercute en el ajuste emocional, sino que debido a ese mejor
-7-
Este estudio fue llevado a cabo en dos Institutos de Málaga capital. Un total de 396
estudiantes, 186 mujeres y 210 hombres, fueron encuestados en sus respectivos centros
escolares con edades comprendidas entre los 13 y los 23 años. Con respecto a los cursos
evaluación del curso 1999-2000. Además, fueron cumplimentadas las siguientes medidas
cognitivas y emocionales: Beck Depression Inventory (BDI; Beck, Rush, Shaw y Emery, 1979;
Scale (TMMS; Salovey et al., 1995; Escala de IE con tres subescalas de Atención, Claridad y
Bear Supression Inventory (WBSI; Wegner y Zanakos, 1994; medida de autoinforme que evalúa
la tendencia a suprimir pensamientos negativos), MH-5 (Alonso Prieto y Antó, 1995; Escala de
Salud Mental), Need for Cognition Scale (NC; Cacioppo, Petty y Kao, 1984; medida que evalúa
10,2446, lo cual supera los parámetros de la normalidad y se ubicaría dentro de los márgenes de
depresión leve. De acuerdo con los puntes de corte propuestos por Beck para evaluar el
síndrome depresivo, el 56,8% de los adolescentes puntuaron en estado normal (de 0 a 9 puntos),
el 31,8%, en depresión leve (de 10 a 18 puntos), el 8,4% puntuó en depresión moderada (de 19 a
STAI fue de 21,76. Según los criterios del STAI-E a partir de 25 puntos una persona es
forma positiva con STAI y con WBSI y negativamente con MH-5. Por su parte, las escalas de
-8-
ánimo negativo, tales como el BDI, el STAI y el WBSI, pero mostraron correlaciones positivas
el MH-5. Del mismo modo, las escalas BDI y STAI correlacionaron positivamente entre sí, y de
con el BDI, así como positivamente con una mayor predisposición hacia la realización de tareas
cognitivas (NC).
Tras un análisis de las diferencias entre sexos se encontraron que las mujeres prestaban
más atención a sus emociones, eran más propensas a presentar síntomas ansiosos, tenían una
mayor tendencia a la supresión de pensamientos y una peor salud mental en comparación con
los varones. En cuanto al estado de ánimo depresivo, se obtuvo una tendencia estadística
los hombres presentaban mayor Reparación emocional y mejor salud mental y menores niveles
38% por las variables WBSI, Claridad y Reparación, por último la variable Salud mental era
Para examinar los perfiles emocionales de los estudiantes con respecto a sus niveles de
ajuste psicológico se realizaron una serie de análisis de varianza. Los alumnos fueron divididos
en tres grupos en función de sus niveles depresivos. Los resultados que aparecen en la figura 3
muestran que los adolescentes normales diferían de los clasificados como depresivos en que sus
-9-
puntuaciones en Claridad y Reparación y MH-5 eran superiores. Por su parte, los depresivos
1,5
0,5 ATENCION
CLARIDAD
0 REPARACION
STAI
-0,5 WBSI
MH-5
-1
-1,5
Normal Dep. Leve Dep. moderada-grave
Finalmente, con la intención de evaluar las influencias que el estado de ánimo ejercía
los estudiantes en 2 grupos (+-21%) en función de sus puntuaciones en depresión. Tras esta
los alumnos que informaron de menor sintomatología depresiva obtuvieron mejores notas
0,2
0,1
Rendimiento
0 Nec. Cognicion
-0,1
-0,2
Grupo Depresión baja Grupo Depresión alta
-10-
5. DISCUSION
del alumno. Nuestra investigación pone de relieve conexiones entre rendimiento escolar e IE.
nuestros estados afectivos, experimentar con claridad los sentimientos propios y poder reparar
los estados emocionales negativos y prolongar los positivos, influye decisivamente sobre la
rendimiento académico final (Chen, Rubin y Li, 1995; Haynes, Norris y Kashy, 1996). Por
tanto, este nuevo constructo se suma a las habilidades cognitivas como un predictor adecuado
ambas capacidades podrían estar vinculadas. Futuras investigaciones deberían explorar el grado
constructivo) y su conexión con las existentes en el dominio educativo y laboral. Los tests de
académico, en función del test utilizado (Neisser et al., 1996). Por tanto queda aún otro 75% que
debe ser explicado por otros factores. A mediados de los 90 ya aparecieron investigaciones que
significativamente la predicción del logro académico (Furhman & Medhurst, 1995; Gallagher,
explicarán mejor los factores implicados en el rendimiento escolar. Todavía es prematuro para
dar respuestas, queda aún por saber qué porcentaje exacto sería explicable por esta nueva
variable disposicional de la persona. Los propios Mayer y Salovey (1997) aseveran que llegar a
contexto educativo.
-11-
Aunque concurren multitud de modelos y concepciones sobre IE de lo más variadas, la
explicativa de las habilidades emocionales incluidas en el concepto y sus relaciones con ciertos
criterios de la vida real. Este nuevo enfoque permitirá responder de modo más exacto a muchas
o abstracta. En conclusión, las implicaciones de estos resultados sobre el diseño curricular son
manifiestas. Los centros educativos, profesores y educadores deben ser conscientes de que no
de un buen alumno, sino que es necesario también enseñar a los adolescentes a experimentar
sentimientos, reconocer estados afectivos, reparar emociones negativas, integrar los afectos con
educación de los niños para manejar el estrés emocional de nuestros tiempos. Para algunos
autores, las conductas antisociales, agresivas y de falta de respecto de los adolescentes actuales,
no sólo en la escuela sino fuera del entorno educativo, se deben a la multitud de cambios
la televisión y los medios de comunicación o el escaso tiempo de dedicación de los padres a sus
hijos (Shapiro, 1997). Ante tales cambios una posibilidad es promover en el ámbito educativo,
debido al enorme tiempo que pasan en la escuela, este conjunto de habilidades emocionales, de
este manera se podría conseguir una adaptación eficaz de los niños y un crecimiento más
saludable y productivo. Por ello, se requiere más concienciación por parte de las autoridades
en el diseño curricular base (para un programa longitudinal de IE ver Vallés y Vallés, 1999) e
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