Sunteți pe pagina 1din 3

Com entarios al libro “Lo sagrado y lo profano” de M ircea Eliades

DEFINICIÓN DE LO SAGRADO Y LO PROFANO

Según Eliade, lo sagrado es un elemento de la estructura de la conciencia, no


un estadio de la historia de esa conciencia. Para este autor, pues, lo sagrado es
aquello que la gente experimenta como sagrado. Y aquella mediación en la que
se experimenta la sacralidad constituye, en la terminología de Eliade, una
"hierofanía".
Todo es susceptible de transfigurarse o transustanciarse en hierofanía:
objetos, gestos, danzas, juegos, seres, plantas, animales, fenómenos, etc. Así
podríamos decir que, los fenómenos sagrados remiten siempre a un contexto
de relaciones sociales, donde se produce su manifestación en la experiencia
humana.
A la inversa una hierofanía puede dejar de serlo tan pronto como deje de ser
percibida y experimentada como tal. Todo espacio sagrado implica una
hierofanía, una irrupción de lo sagrado que resalta un territorio que lo hace
cualitativamente diferente del resto.
De alguna manera se puede considerar que lo sagrado es la esencia de lo
religioso. La religión abarca así el ámbito de las manifestaciones de lo sagrado.
En consecuencia, para entender mejor que es lo sagrado, habríamos de tomar
como referencia y punto de partida, las objetivaciones religiosas de cualquier
tipo (objetos, personas, monumentos, mitos, ritos, símbolos, espacios y
tiempos), entendiendo que están vinculadas a una experiencia humana de
carácter religioso, considerando que es una experiencia de carácter religioso
porque, a través de esas manifestaciones de lo sagrado, la persona se
comunica con algo distinto que está más allá de su manifestación.
Por otro lado, lo profano, estaría al margen de cualquier manifestación de lo
religioso. Para alguien “no religioso” todo el espacio es homogéneo. Al
contrario, para alguien religioso, no es homogéneo. Hay lugares, cosas, hechos,
etc. sagrados y no sagrados o profanos.

PRINCIPALES MANIFESTACIONES DE LO SAGRADO

En la definición de lo sagrado y lo profano, hacíamos referencia a las


hierofanías. Se dice en la introducción del libro de Eliade que el hombre entra
en conocimiento de lo sagrado porque lo sagrado “se manifiesta”, porque se
muestra como algo diferente por completo a lo profano. Para denominar ese
acto de manifestación de lo sagrado es para lo que se emplea el término
hierofanía. Por tanto, las manifestaciones de lo sagrado no son otra cosa que
las hierofanías.
De algún modo, las hierofanías se convierten en símbolos y los símbolos se
convierten en la prolongación de la hierofanías. En otras palabras, el símbolo es
la forma en que lo sagrado se manifiesta al hombre, es la forma en que éste
llega a un conocimiento de lo sagrado y lo trascendente.
Que en todas las religiones existen hierofanías es algo que se puede observar
fácilmente. Existe en todas múltiples realidades del mundo a través de las que
el hombre reconoce la presencia de una realidad suprema.
Así se puede observar como tales, el cielo, los astros, la tierra y los
fenómenos naturales, los acontecimientos de la historia, las mismas personas y
sus obras, en consecuencia, hay que considerar que esas realidades son
numerosas y muy variadas.
A poco que profundicemos en la historia de las religiones, habremos de
darnos cuenta que las hierofanías son numerosas y diversas y que las mismas
han sufrido, y vienen sufriendo, transformaciones importantes a lo largo del
tiempo. Cualquier historia religiosa es un proceso permanente de sacralización
de determinadas realidades, antes tenidas por profanas y de secularización de
las antes tenidas por sagradas.
Las hierofanías se nos presentan así, no como cosas aisladas, sino como un
conjunto de realidades que guardan una relación entre sí. Podríamos considerar
tres amplios grupos principales que caracterizan a las grandes familias de
religiones:
- La naturaleza: cielo y astros o tierra y fecundidad
- La historia y los acontecimientos en que se realiza
- La persona humana, sus funciones y acciones más importantes.
Estos tres grandes grupos de hierofanías tienen en común que,
generalmente, muestran una correspondencia estrecha con la situación cultural
y social del hombre o del pueblo que los viven. Así, una cultura nómada suele
tener sus hierofanías propias, tomadas generalmente del cielo y sus elementos.
Una cultura sedentaria y agrícola toma por lo general sus hierofanías de la
tierra y los fenómenos relativos a la fecundidad, etc., y es frecuente que el
cambio de situación comporte un cambio en las realidades tenidas por
hierofanías.
Finalmente, y como ejemplos más significativos, detallamos algunas de las
principales manifestaciones de lo sagrado o hierofanías:
El cielo: Este tiene una especial significación religiosa porque expresa la
inaccesibilidad o la trascendencia del Misterio. Es por ello que podríamos decir
que la fe cristiana coloca a Dios metafóricamente "en los cielos".
Los astros: En especial el sol y la luna. Su simbolismo está ligado a las
fuerzas telúricas que rigen rítmicamente los procesos vitales de la naturaleza
vegetal, animal y humana marcando la recurrencia de los días, los meses y los
años.
El agua: Su divinización se ha puesto de manifiesto por las religiones de
manera ambivalente: como origen de la vida (el agua de la lluvia o de los nos
encarnada en los dioses fluviales) y como origen de la muerte (aguas
torrenciales y devastadoras o aguas amargas del mar, morada de los poderes
malignos).
El fuego: Por su luz y su calor y por sus efectos de destrucción y purificación,
ha sido considerado en muchas religiones signo de la presencia divina, don de
Dios a los seres humanos.
El aire: Por su sutileza simboliza el carácter trascendente e inefable de la
divinidad, sin definición y sin cuerpo; en su impetuosidad huracanada se
manifiesta el poder de Dios, incontrolable por el ser humano.
La tierra: Representa simultáneamente el seno matriz y nutricio para todos
los seres vivos.
Los árboles: Su sentido religioso se desprende del análisis de su simbolismo
espontáneo. La majestad de su altura lo convierte en sede preferida de la
divinidad; su forma erguida y su desarrollo ligado al ciclo cósmico de la vida
representan el punto de concentración de fuerzas vitales.
Los animales: En las religiones de los pueblos cazadores o ganaderos
sobresale la sacralización de los animales, consecuencia de la afinidad de
naturaleza entre animales y hombres y la dependencia que el hombre padece
de la fauna marítima o terrestre para su propia subsistencia

EL “HOMO RELIGIOSUS”

Eliade nos propone un “homo religiosus” básico fundamentando esta opinión


en los testimonios sobre el mismo que entresaca de las más diversas culturas.
Sus conclusiones evidencian la importancia enorme que en la vida del hombre
tienen distintos aspectos de lo sagrado, cuestiones que le son reveladas por un
diversificado número de hierofanías. Los resultados de esta revelación, tiempo y
espacio sagrado, este homo religiosus los interioriza y los considera como lo
real, oponiéndolo así a lo profano. Existe, pues, homo religiosus que en la
diversidad de manifestaciones religiosas busca una misma y fundamental
relación con lo sagrado, relación que nos viene a manifestar, de algún modo, lo
más humano del hombre.
El hombre se debe enfrentar a situaciones límite - la historia, el devenir, la
fugacidad temporal - que configuran de manera evidente su existencia. Ante
esa experiencia límite, el hombre se ve como algo efímero y pasajero. Es por
ello que, al observar su pequeñez e insuficiencia, se ve avocado a tener que
enfrentarse a sí mismo y es entonces cuando intenta poner todo su empeño en
tratar de salir de esa situación en la que se ve para superar su propia condición
histórica.
Si la razón y el pensamiento asisten al hombre en la búsqueda de una salida
transcendental a esa situación que describíamos, el pensamiento religioso da un
paso más y afirma al hombre en la existencia por su relación con la realidad de
lo sagrado. Afirmación que deviene mediante los procesos religiosos de
iniciación. Así, a través del mito y el rito, el hombre puede llegar a comprender
su existencia, su interioridad y su cometido en el mundo, intentando aceptar y
comprender que es lo sagrado lo que sostiene toda la realidad,
transformándose así en un homo religiosus.
En conclusión, como escribe Mircea Eliade, “El homo religiosus cree siempre
que existe una realidad absoluta, lo sagrado, que trasciende este mundo, en
este mundo se manifiesta y por ello mismo lo santifica y lo vuelve real”.

S-ar putea să vă placă și