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Análisis arts.

246, 247, 248, 249 y 250 del Código de procedimiento penal -CPP- (Ley
906 de 2004).

Por:

- Juan Diego Agudelo Molina


- Juan David Zapata Jurado

Los artículos que se van a examinar hacen referencia a la inspección corporal (247 CPP), al
registro personal (248 CPP), a la obtención de muestras que involucren al imputado (249) y
al procedimiento de inspección o toma de muestras en caso de lesionados o víctimas de
agresiones sexuales (250 CPP).

No pretendo referirme a las características propias de cada procedimiento, sino que voy a
analizar los artículos en su conjunto, entendiéndolos como formas de “investigaciones
corporales” o inspecciones corporales”, que genéricamente llamaré “intervenciones
corporales”. Estos mecanismos son definidos por la Corte Constitucional, siguiendo a
NICOLÁS GONZÁLEZ-CUELLAR SERRANO, como aquellas

medidas de investigación que se realizan sobre el cuerpo de las personas, sin necesidad de
obtener su consentimiento, y por medio de la coacción directa si es preciso, con el fin de
descubrir circunstancias fácticas que sean de interés para el proceso, en relación con las
condiciones o el estado físico o psíquico del sujeto, o con el fin de encontrar objetos
escondidos en él (C-822 de 2005).

Es decir, las intervenciones corporales son procedimientos que se adelantan sobre el cuerpo
de las personas, con el fin de obtener elementos materiales probatorios en una investigación
penal. Las intervenciones corporales, así entendidas, vulneran una serie de principios y
derechos constitucionales, sin embargo, buscan garantizar fines que también están
amparados por la constitución, lo cual implica ponderar entre derechos, principios y fines
constitucionales para abordar la admisibilidad jurídica de estas prácticas.

Derechos y principios fundamentales vulnerados

El primer problema que plantea la práctica de las intervenciones corporales no sólo es


jurídico, sino moral, a saber, ¿puede hacerse del hombre un objeto de prueba? En palabras
de LUIS A. ACOSTA VÁSQUEZ, siguiendo a DEVIS ECHANDÍA, por objeto de la
prueba “debe entenderse lo que se puede probar en general, es decir, […] aquello sobre lo
que puede recaer la prueba y que sea susceptible de comprobación ante el órgano
jurisdiccional del Estado” (2007: p. 13). Esta acepción de “objeto de la prueba” se refiere a
los acontecimientos que son susceptibles de probarse, es decir, a los hechos, lo cual varía
del concepto de “objeto” que planteo en la pregunta. Para no dar lugar a equívocos,
preguntemos de esta manera: ¿puede ser el hombre considerado un objeto o instrumento del
cual pueden extraerse elementos materiales probatorios? La respuesta que nos ofrecen los
artículos es afirmativa, lo que implica una vulneración directa del derecho constitucional de
la dignidad humana (art. 1 CN), que más que derecho se erige como un principio de todo el
ordenamiento jurídico. La dignidad humana tradicionalmente se ha entendido como la
consideración que se hace del ser humano no meramente como medio sino como fin en sí
mismo (Kant, 1785, pp. 63-81). Al tomar al hombre como un objeto del que se pueden
extraer elementos materiales probatorios se está negando su condición de humanidad, se lo
está considerando como meramente un medio en tanto el fin es la búsqueda de evidencias,
se lo está instrumentalizando. Evidentemente las intervenciones corporales vulneran y
afectan el derecho de la dignidad humana.

Así mismo estos procedimientos producen tratos crueles, inhumanos y degradantes (art. 15
CN), especialmente si las medidas generan lesiones en el cuerpo del hombre. También
transgreden la intimidad personal (art. 15 CN), en tanto con cada toma de muestras, con
cada inspección judicial, con cada registro palpable, etc., se está realizando una injerencia
en esa esfera privada inviolable de la que deben disfrutan los individuos. Vulneran el
derecho de no autoincriminación (art. 33 CN), ya que si se logra obtener elementos
materiales probatorios en el cuerpo del imputado, se hace del cuerpo un elemento en su
contra. En fin, menciono sólo algunos de los derechos que se vulneran al realizar estos
procedimientos, así, concuerdo con la posición de la Corte al considerar que “las medidas
previstas en las normas acusadas [247, 248, 249, 250 CPP] implican la afectación de
derechos fundamentales y amenazan el principio de la dignidad humana” (C-822 de 2005).

Derechos y principios fundamentales que buscan proteger las normas


Si bien las normas vulneran ciertos derechos y principios constitucionales, su finalidad es
probar la ocurrencia de un hecho, para esclarecer y alcanzar la verdad en un proceso, al
menos la verdad procesal. Por tanto, el ejercicio de las intervenciones corporales, que se
enmarcan en la investigación que realiza la policía judicial, busca materializar el ejercicio
del ius puniendi (250 CN) que radica en cabeza del Estado, pero que se realiza por medio
de la Fiscalía. Es decir, con la obtención de los elementos materiales probatorios que
puedan derivarse de las inspecciones no se busca sólo probar la responsabilidad penal de un
ser humano, lo que se busca en última instancia es garantizar los derechos de la víctimas de
la verdad, la justicia y la reparación. De igual manera, el ejercicio de la persecución penal
que realiza la Fiscalía, a través de procedimientos como las intervenciones corporales,
busca materializar los fines esenciales del estado (art. 2 CN), fines que también se
consideran principios del ordenamiento jurídico.

Conclusiones

Ante esta serie de derechos en disputa, la única opción es acudir a los criterios de
razonabilidad y proporcionalidad en las medidas. Así, podemos decir que la afectación de
derechos fundamentales que generan las intervenciones corporales se justifica
constitucionalmente, en tanto busca materializar principios y derechos constitucionales más
“pesados” que los que podría vulnerar. Por lo general los derechos vulnerados son derechos
individuales que deberían ceder en ciertas ocasiones a los intereses colectivos. Por
supuesto, esta regla permite que se consideren constitucionales las intervenciones en
general, pero no cualquier intervención corporal en cualquier situación. Hay que evaluar
cada caso concreto con sumo cuidado, para evaluar si se justifica la medida. Así mismo, las
prácticas deben realizarse en circunstancias especiales, por el personal adecuado y con una
reglamentación especial, de modo tal que la afectación de derechos se morigere.

Esta ha sido la posición adoptada por la Corte, específicamente permite estas prácticas si se
ha realizado un control previo de legalidad por parte de un juez de control de garantías. A
este juez le corresponderá decidir si se justifica o no la medida, acudiendo a criterios como
la idoneidad de la medida, la necesidad del procedimiento y la ponderación en sentido
estricto, estableciendo si la medida es estrictamente necesaria para el caso concreto, si se
puede realizar algún otro procedimiento, si el delito investigado justifica la práctica de la
medida, etc. En palabras de la Corte, “el juez de control de garantías al cual el fiscal le
solicite la autorización de la medida debe analizar no sólo su legalidad y procedencia, entre
otros, sino ponderar si la medida solicitada reúne las condiciones de idoneidad, necesidad y
proporcionalidad en el caso concreto” (C-822 de 2005).

Bibliografía

Libros/Artículos:
- Kant, Immanuel (1785), Fundamentación para una metafísica de las costumbres.
Madrid: Alianza Editorial, S.A., (2002).
- Acosta Vásquez, Luis A. (2007). Diferencias entre medio, fuente y objeto de la
prueba. En: Cuestiones Jurídicas. Revista de Ciencias Jurídicas de la Universidad
Rafael Urdaneta, Vol. I, N° 2, pp. 51-72.
Sentencias:
- C-822 de 2005
Leyes:
- Constitución política de Colombia.
- Código de procedimiento penal (ley 906 de 2004).

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