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https://elpais.com/especiales/2017/represion-mapuches-argentina/
Carlos E. Cué
Batalla en un paraíso
Carlo Benetton, el hermano pequeño de la familia que controla el imperio
textil italiano, es uno de los muchos millonarios del planeta enamorado de la
Patagonia argentina. En 1991, el grupo compró en este paraíso 900.000
hectáreas (un espacio mayor que la Comunidad de Madrid) en las que crían
casi 100.000 ovejas, que llegaron a producir el 10% de la lana de la firma.
Carlo viaja cuatro veces al año para disfrutar con amigos y de paso controlar
la producción que será la base de su ropa. Pero su plácida y enorme finca se
ha encontrado con un problema al que nadie sabe cómo hacer frente: un grupo
de mapuches, los indígenas que ocupaban estas tierras hasta que fueron
prácticamente aniquilados por los argentinos a finales del siglo XIX, se ha
instalado en una pequeña parcela con la intención declarada de “empezar la
reconstrucción del pueblo mapuche”. “Esto es como si yo ahora fuera a
Inverness, en Escocia, a reclamar las tierras de mis antepasados”, protesta
Ronald McDonald, nieto de escoceses que llegaron a la Patagonia para cuidar
ovejas, y administrador general de la empresa de Benetton, Compañía de
Tierras del Sud Argentino. McDonald recorre con un todoterreno la enorme
finca en un paraje sobrecogedor, con los majestuosos Andes de fondo. Solo
las ovejas y el viento patagónico rompen el silencio. Los gauchos que las
pastorean también son mapuches. Algunos son primos de los rebeldes. Pero
unos cobran de Benetton y llevan caballos ensillados, los otros no tienen casi
nada y montan a pelo, como sus antepasados.
La tensión es permanente. “¿De quién es la Patagonia? Ellos hablan de
violencia, pero mataron y humillaron a nuestros abuelos, repartieron a las
niñas para los hombres en Buenos Aires. Ellos agacharon la cabeza, nosotros
hemos dicho basta. Ya no tenemos miedo”, reta Soraya Maicoño, portavoz del
grupo. La Constitución argentina permite la reclamación de tierras de los
pueblos originarios, pero Benetton rechaza el derecho ancestral al que apelan
los mapuches y asegura que vinieron de Chile. “Acá son tan inmigrantes como
mi abuelo”, remata McDonald.
Los indígenas no están solos, cuentan con un fuerte apoyo social y político.
“No son ocho locos, detrás hay una organización, Resistencia Ancestral
Mapuche” se indigna McDonald, quejoso por el apoyo de Amnistía
Internacional. Le gustaría que el Estado argentino fuera tan duro como el
chileno, que les aplica la ley antiterrorista. De hecho el líder de
estos mapuches, Facundo Jones Huala, tiene una reclamación de extradición al
país vecino. “Chile tiene un estado presente, si no esto es como el far west.
Nuestro personal está muy preocupado, han atormentado a varios empleados.
Esto en la Patagonia no se dio nunca”, asegura mientras muestra junto a Juan
Chuquer, responsable de forestación de la compañía, los pinos ponderosa que
han plantado en otra parte de la estancia. “Esta empresa es Benetton pero
también somos nosotros, los que trabajamos aquí”, asegura Chuquer. “Hemos
hecho una forestación para que un día haya una maderera que dé trabajo al
pueblo. Es una inversión a 50 años, no pueden decir que estamos saqueando.
Amenazas con quemarnos los pinos, ya quemaron una casilla de trabajo. Está
en riesgo nuestra seguridad física, así no se puede seguir”, remata Chuquer. El
juez de Esquel que ordenó el último allanamiento, Guido Otranto, cuenta que
encontraron cócteles molotov. “Son violentos, aunque no se les puede llamar
terroristas como pretenden algunos”, matiza. Todos tienen claro que esto no es
una batalla por unas hectáreas. La pelea de fondo cuestiona la construcción de
un continente a sangre y fuego. Por eso el tiempo no es un problema para
nadie. En la Patagonia todo va despacio. Pero en su silencioso paisaje de
ensueño la tensión es evidente. Se pelea metro a metro. En cualquier momento
puede estallar la chispa definitiva.
Mapuches vs. Benetton:
cuando David desafía a Goliat
http://www.dw.com/es/mapuches-vs-benetton-cuando-david-desaf%C3%ADa-a-goliat/a-
37130670
13.01.2017
http://cronicasdelestallido.net/los-mapuche-en-argentina-la-revancha-de-la-gente-de-
la-tierra/
Martin Cúneo /
Desde 2001 cerca de 240 mil hectáreas han sido recuperadas por las
comunidades mapuche, gente de la tierra, en su idioma ancestral.
“Están preocupados porque ven que el pueblo mapuche ahora pelea por sus
derechos”, dice Lefxaru Nawel, del Observatorio de los Derechos Humanos de
los Pueblos Indígenas (ODHPI). “Ellos quieren que los mapuche sean lo que
fueron 50 o 100 años atrás, cuando pasaron de ser dueños de sus tierras a ser
peones del estanciero que llegó a usurparlas”.
La primera sacudida
Parecía claro que para las organizaciones indígenas la reforma era insuficiente.
En 1997, una asamblea del Consejo Asesor Indígena en Ingeniero Jacobacci
da por finalizada “la etapa administrativa” al comprobar que el Estado no tenía
voluntad de cumplir la ley y devolver las tierras usurpadas.
La tercera invasión
Esta presión sobre el territorio también se hizo carne con la llegada de una
nueva hornada de estancieros: multinacionales y millonarios europeos y
norteamericanos que “han encontrado en los bienes raíces un sitio seguro para
tener los capitales, nichos donde con ciertos grados de corrupción necesaria se
van convirtiendo en propietarios de grandes extensiones de tierra”, explica Otal.
Luciano Benetton, el millonario británico Joe Lewis, el estadounidense Douglas
Tomkins, el presentador argentino Marcelo Tinelli o Ted Turner, dueño de un
imperio mediático, son sólo algunos nombres de estos nuevos grandes
estancieros. Los conflictos con estos nuevos dueños de la tierra no tardaron en
surgir.
A recuperar…
Para Daniel Otal, los cambios que se han producido en los últimos años van
más allá de las recuperaciones. “Al cuestionar el marco de la ley y no asumir el
mercado inmobiliario como única forma de resolver los problemas relacionados
con la tierra muchas comunidades están resolviendo una ecuación ideológica
importante”, argumenta Otal. “Charlando con la gente que concreta las
recuperaciones te das cuenta que esta situación produce que se revise el
espíritu de la ley, que se venía asumiendo como divino. Estos gestos de
determinación, de resolver los problemas por ellos mismos, los llevó a
plantearse hasta la ilegitimidad de la ley. Les llevó a entender que buena parte
del parque legal es una construcción de las clases dominantes desde el origen
del Estado. Y este aprendizaje es intransferible y se hace palmo a palmo.
Permite reconstruir una legitimidad cuestionando la ley sin sentirse
delincuentes sino con todo el derecho. Éste es un pavimento ideológico de
construcción social muy fuerte, que se ha afirmado en estos procesos de
recuperaciones”. Para ellos la historia nunca volverá a ser la oficial.
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ALGUNOS CASOS EMBLEMÁTICOS
“Yo estoy trabajando en el tema desde hace 16 años, pero ellos lo sufren
desde hace 30 años, cuando no tenían ni siquiera un asesoramiento, y eran
directamente violentados por los estancieros”, recuerda Macayo. “No sólo los
expulsaban y entraban en el territorio cuando querían sino que se llevaban los
animales, como si fueran los propietarios. Y los habitantes, siendo los
auténticos dueños del lugar, estaban como extranjeros en sus tierras. Ahora
eso ha cambiado, los estancieros ya no pueden entrar ni continuar con los
atropellos, porque la comunidad no lo permite. Ahora la comunidad es
consciente de que están en su legítimo lugar, la comunidad ha crecido en
identidad, se ha apropiado de su lugar, de su lugar en la historia, y eso ha
cambiado completamente el equilibrio de fuerzas”.
Recuperación en el paraíso
http://www.mapuche-nation.org/espanol/main/benetton/noticias/art-04.htm
https://www.clarin.com/sociedad/conflicto-benetton-comunidad-mapuche-
chubut_0_HytMMvJ1U3l.html
Un grupo indígena denunció que Benetton clausura las
tranqueras y no permite el paso al río Lepá Dice que los
mapuches ahora son mano de obra barata y que en una reserva
para trabajadores se vive muy mal
https://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-271155-2015-04-23.html
23 de abril de 2015
https://www.pressenza.com/es/2013/05/el-conflicto-de-la-comunidad-mapuche-santa-rosa-
leleke-con-benetton/
El caso de Benetton
Atilio Curiñanco y Rosa Rúa Nahuelquir entraron en el territorio que ahora se llama Santa
Rosa de Leleque, en agosto de 2002. Ellos planeaban regresar a sus tierras ancestrales y
comenzar una nueva vida después de largos años de trabajo en las fábricas de Texcom y
Frigorífico en la cercana Esquel. Y así comenzó una larga lucha legal con el Grupo
Benetton corporación global de más de 535 hectáreas de tierra a distancia en la provincia
de Chubut, Argentina.
Benetton más tarde propuso una donación de la misma cantidad de tierra al gobierno
argentino que podría distribuirlo entre las comunidades indígenas. En 2005, el gobierno de
la provincia de Chubut también rechazó la oferta, anunciando que las 2.500 hectáreas eran
improductivas y diciendo que no entraría en conflicto con los habitantes del territorio.
Curricoy se apresura a dar otros ejemplos históricos: “El gobierno habla de 30.000
personas desaparecieron durante la dictadura. No es cierto. Sólo cuentan huincas
desaparecidos (una “persona blanca” en la lengua Mapusungun), mientras que nuestro
pueblo estaban muriendo en cantidades mucho mayores. Admiro la lucha de Madres de
Plaza de Mayo, sin embargo, no puedo imaginar a una madre indígena ser oídas por la
sociedad. Sólo porque no es tan blanca como Huinca “.
Indígena de toda Argentina marcharon y en Buenos Aires para proclamar su herencia y ser
escuchados por el gobierno durante los festejos del Bicentenario (Foto: Beatrice Murch)
El informe ODHPI concluye: “los órganos de gobierno que se supone deben responder a
las pretensiones de derecho de los pueblos indígenas no llevan a cabo su trabajo”, y en
algunos casos incluso en contradicción con la ley. El informe hace hincapié en el apoyo
general que el gobierno muestra a las empresas privadas, especulando en las industrias
tales como la explotación de los recursos naturales, el turismo y la construcción a costa de
los pueblos indígenas. Además, las recientes reformas al Código Civil, propuesta por el
gobierno “, provocarán más desalojos y enjuiciamientos por usurpación de tierras”, según
el informe ODHPI.
Con las provincias en necesidad desesperada de las inversiones y las rentas extranjeras,
es difícil imaginar que los gobiernos locales, apoyando a aquellos que no tienen intención
de explotar la tierra para los intereses comerciales, como la comunidad Mapuche, cuya
filosofía toda está construida sobre la protección de los mapu, la tierra .
“Sin embargo, es triste ver a tantos pueblos que no pueden crecer territorialmente con el
crecimiento de la población, por lo que nuestras futuras generaciones, básicamente, no
tienen tierra para vivir y trabajar. ¿Y cómo hacerlo, si a la izquierda que tiene un
propietario, ya la derecha otra? “Curricoy sacude la cabeza.
“El problema se sale del pequeño territorio de Leleque. Incluye al menos tres provincias del
sur, donde los recuentos de población mapuche en grandes números y está tomando
conciencia de sus derechos sobre la tierra “, añade Macayo.
2003
http://www.mapuche.nl/espanol/benetton.htm
Viajaron en carros tirados por bueyes, con unos pocos caballos y las pilchas
a cuestas. Llegaron desde la tierra al sur del Bio Bio, en lo que ahora llaman
Chile, perseguidos y diezmados. Vinieron con sus esperanzas y dolores
desde San Martín de los Andes, desde Neuquén y desde las antiguas
fronteras que llegaban hasta el sur de Buenos Aires, donde se había
combatido palmo a palmo el terreno con las tropas invasoras.
Recién en 1889, una vez repartidas las mejores tierras entre los
estancieros, el entonces presidente Roca reconoció la ocupación territorial
de la tribu de Nahuelquir. Con un decreto creó la reserva indígena conocida
como Colonia Pastoril Cushamen, de 260.000 hectáreas, limitada y rodeada
por estancias inglesas en la zona que todavía hoy ocupan gran parte de la
provincia de Chubut.
Hasta allí llegaron los protagonistas de esta historia, familias Mapuche que
todavía en la actualidad están en peligro de ser desalojados.
Volver a la tierra
Rosa y Atilio son parte de una familia Mapuche urbanizada a la fuerza. Rosa
abandonó el campo familiar a los 8 años, luego de la muerte de su padre,
para trabajar en un hotel de pueblo y luego como obrera textil. Todavía
recuerda como salieron de allí, en un carro de bueyes, y sueña con volver a
esa misma tierra, porque ahora sabe que la forma en que la vendieron fue
ilegal. Atilio nació y se crió en la estación de tren llamada Leleque, adentro
de La Compañía. Su padre fue obligado a ir a trabajar y vivir allí luego de
que los comerciantes turcos, como a tantos otros pobladores, les
arrebataran las tierras.
Rosa entró a trabajar en 1986 en una de las fábricas textiles más grandes
de la ciudad de Esquel. Poco antes Atilio fue contratado en un frigorífico
donde trabajó durante 15 años en mantenimiento. Con el esfuerzo de
ambos criaron a sus cuatro hijos y siguen ayudando a sus nietos.
Previendo esa situación, impulsados por sus propios sueños y animados por
sus hijos, Atilio y Rosa habían decidido volver al campo, para trabajar con
sus manos la tierra. Averiguaron en el IAC (Instituto Autárquico de
Colonización) por un predio fiscal llamado Santa Rosa. El 15 de Febrero,
doce días antes de Rosa quede desocupada, presentaron una nota diciendo
que "las informaciones obtenidas dan fe de que se trata de un predio fiscal"
y que "nuestro interés es solicitarlo para un microemprendimiento familiar".
Atilio conocía ese lugar desde chico y por eso sabía que estaba abandonado
desde antes de su nacimiento; allí solía cazar liebres con sus hermanos y
vecinos, o juntar leña para aplacar al invierno.
Extirpar el ejemplo
El predio Santa Rosa está sobre la ruta 40, que fue trazada a mediados de
los años 70. De ser cierto que es parte de las tierras de La Compañía, sería
algo así como el 0,144% de la tierra que esta ocupa.
Pero la legitimidad del reclamo del latifundio deja muchas dudas; el predio
no está rodeado por tierras de la compañía, sino por otros pobladores que
viven de allí desde décadas. La extraña y supuesta extensión de La
Compañía al otro lado de la ruta es como una cuña metida en medio del
campo de los vecinos.
Y la compró además con todo el lastre de las tierras robadas a los primeros
habitantes de La Patagonía.
La semántica dominante
La Compañía se constituyó legalmente en 1889, con una oficina en Londres
y otra en Capital Federal. Se trató de una especie de consorcio de
terratenientes ingleses, que dominaban al momento de unirse un total de
780.609 hectáreas.
En los años que siguieron a su fundación, hubo varios decretos que con la
firma de José Evaristo Uriburu, Antonio Bermejo, Roca y Juárez Celman,
aceptaron todas las condiciones y pedidos de la empresa; privilegios a la
hora de pagar impuestos, devolver tierras concesionarias y hasta pedidos
de nuevas tierras para trabajarlas.
La retórica que usó La Compañía para sus pedidos siempre fue la soberbia y
la imposición. En una de sus virtuales imposiciones al estado señalaban, en
un acta de 1896, que "somos en la actualidad los que mejores esfuerzos
desarrollan y mas perseverante acción ejercitan en aquellas apartadas
regiones de la república".
Más de cien años después, los nuevos dueños utilizan el mismo lenguaje. El
abogado de Benetton dice en este caso que "no se traigan con la excusa o
pancarta a las muy queridas y respetables culturas aborígenes, culturas que
incluso mi mandante ha promovido y preserva incluso más que las propias
comunidades, para justificar la ilicitud y desconocimiento de la ley."
Pero el despojo no fue solo hace un siglo; también en las últimas décadas la
voracidad de la compañía avanzó sobre las pocas reservas indígenas que
sobrevivían en su interior, e incluso con los terrenos fiscales que ocupan la
vieja estación de trenes Leleque.
Atilio Curiñanco nació y se crió allí. Para llegar a su casa en la estación, hay
que entrar a la estancia y atravesar todo el casco, incluyendo la lujosa casa
de Benetton y la de su administrador.
La estación es una barriada pequeña, de una diez casas apenas, donde hoy
viven unas pocas familias jubiladas del ferrocarril, entre ellas Doña
Candelaria, una hermosa mujer de 85 años, madre de Atilio.
Ella todavía recuerda cuando este lugar ahora casi desértico era un pueblo
prospero y lleno de vida. Los chicos iban a la escuela, o se entretenían
cazando en los terrenos de al lado. La ruta que corría paralela a la vía y
uniendo Esquel con El Bolsón, era recorrida por tropillas de vacas o
caballos, transportadas por vaqueanos y más tarde en camiones. A los
costados del camino, en pequeñas reservas, vivían jornaleros, peones y
empleados del ferrocarril. Doña Candelaria era ama de casa, y con baldes
caminaba hasta el arroyo a buscar agua.
Nada de eso existe hoy; la vieja ruta, el arroyo, las reservas del costado del
camino están todas alambradas. Los de La Compañía, los gringos como dice
Doña Candelaria, se tragaron todo. Incluso para buscar agua, ella misma se
inclina para cruzar el alambrado que separa a sus baldes del agua. Lo hace
con una agilidad y una resignación que nos sorprende a todos.
También, con sus 85 años a cuestas, camina con nosotros por la ruta ahora
alambrada, recorriendo unos tres kilómetros para encontrar con la reserva
donde vivía la familia Rayel, una Mapuche que trabajó para La Compañía
como lavandera. Allí Candelaria nos muestra el lugar donde recuerda estuvo
la casa y los animales de una de sus vecinas favoritas.
Una cacerola muerta primero, y los restos de una casa y una cultura
quemada después confirman los testimonios recogidos entre varios
pobladores; la casa de los Rayel fue quemada por empleados de la estancia
a finales de los años sesenta, y la familia ni siquiera intentó reclamar las
tierras. El campo, obviamente, también está alambrado por La Compañía.
Dos jóvenes niñas se colocan frente al rewe. Faltan dos jóvenes varones
que cumplan la misma tarea, y faltan instrumentos y conocimientos; el
winka los robó y se desentierran del olvido a través de la memoria de los
ancianos, de los suspiros del viento que de vez en cuando reavivan la llama
del recuerdo.
Los hombres entran primero. Cuatro vueltas alrededor del rewe, y cuatro
veces arrojan muday, esa bebida que estuvo antes de cualquiera de las
bebidas que trajo el hombre blanco. Luego hacen lo mismo las mujeres, y
luego lo repiten todos juntos, organizados de dos en dos.
Tres ancianas, con rostros surcados y las cabezas cubiertas con pañuelos,
cantan en la lengua de la tierra, esa que enseñaron los animales y los ríos a
los Mapuche.
Cuando sale el sol como una inmensa bola de fuego, la rogativa está en el
punto que todos, con las manos extendidas al este, abren sus manos para
agarrar su fuerza.
Parece que es un proceso que, mal que les pese a los conquistadores de
hoy, no se va a detener.
Claro que para llevar adelante el proyecto tienen una pequeña dificultad, un
"trámite" como lo llama Miguel Mateo, coordinador general del tren; son los
casi 50 niños que con sus madres viven en la estación de trenes de Leleque,
y la escuela a la que concurren ellos e incluso los hijos de los peones de
Benetton.
-La estación
Durante toda la segunda mitad del siglo XX, la estación Leleque soñó con
ser un pueblo, con correo, policía y ruta propia. Don Yañez, con 74 años y
más de 40 en el lugar, cuenta que "Esto era hermoso, no había problemas,
no había robos. Los Serquís tenían boliche ahí donde esta el museo, y se
llenaba de gente cuando estaba la esquila. Era una maravilla, entraba por
los cuadros, traficaba por la ruta que estaba por ahí, había bastante gente,
con familias grandes y por eso se hizo la escuelita aca. Uno andaba como
dueño, andaba por los campos, cazaba un bicho, buscaba huevos de
avestruz. Una vez dijieron que iban a hacer una aldea, llegamos a medir los
terrenos, pero al final lo pararon".
Con el cierre del tren y la llegada de los nuevos dueños a la zona, todo
cambió, y todos lo viejos pobladores coinciden en que para peor. Laura,
empleada de La Compañía desde hace 40 años, conocedora de los origenes
y los devenires de la zona, nos explica que "Benetton cuando recién entró
hizo un despido de gente impresionante. Si antes había 250 personas
trabajando, ahora no alcanzan a 100 en toda la zona que depende de
Leleque".
Junto con ello, también acapararon nuevas tierras; Laura explica que "El
paso al Rio Chubut, que es un camino vecinal no tendría que estar cerrado.
Tienen tres tranqueras con llave, y para entrar tenes que pedirle permiso a
ellos, y pescar no podés por mas que tengas permiso, porque no te dejan.
Al fondo viven familias, pero no pueden salir por ahí, tienen que hacer 90
km de más. "
Los problemas con los pobladores por este motivo son frecuentes. Don
Yañez protagonizó algunos de ellos, recorriendo esos viejos callejones, "una
vez me atajó el administrador para pelearme. Me dijo que por qué le
andaba recorriendo el campo. Yo le dije "señor, yo no le ando recorriendo
ningún campo, yo trafico hace 40 años por acá". No le pegué ni el me pegó,
yo igual me cubrí, no tenía nada mas que el rebenque, y él andaba con
guardaespaldas".
Una rápida recorrida por apellidos de las familias amenazadas basta para
tener una idea de la situación; Nahuelquir, Curiñanco, Antieco, Quilaqueo;
todos nombres originarios del pueblo Mapuche, campesinos arrebatados de
sus tierras y obligados a trabajar por salarios magros para que los
usurpadores se sigan enriqueciendo.
Una de las principales promesas que recibieron los pobladores de parte del
estado fue la de entregarles casas y terrenos en Esquel o El Maitén, a bajo
costo o subsidiadas por créditos del estado. A Patricia, con 6 hijos, le
dijieron que "nos iban a hacer una casa de bajo costo en Esquel. Que
teniamos que conseguir el terreno y ellos se hacian cargo de los
materiales".
Pero para Patricia las cosas son diferentes. Nos explica que el funcionario
"ha querido que le firmemos planillas, pero no le he firmado ninguna,
porque no se leer".
-El viejo oficio de resistir.
De a poco, y con la amenaza del desalojo cada vez mas cerca, los
pobladores han comenzado a organizarse. Patricia nos cuenta que cuando
llegaba el delegado del tren "recorría una casa y después otra, y no
sabíamos que les decía a los demás, nunca nos reuniamos nosotros, y
ahora si, ahora hay mas unión y charlamos entre todos".
Patricia ve las cosas de otra forma. Siente "que a nosotros no nos hacen
valer. A lo mejor nos ven que no tenemos capacidad". Pero todas ellas,
desde la más joven hasta Doña Candelaria, son expertas -como cualquier
mujer Mapuche- en hilar y tejer a mano o con telar, además de damos fe-
se excelentes cocineras, y actividades que se pueden aprovechar para
ofrecer a los futuros turistas.
Los chicos de Leleque también tienen mucho para decir. La maestra cuenta
que "Llegó a la escuela un proyecto del Ministerio de Educación con el
Correo Argentino, donde los chicos escribian cartas con sobres ya pagos por
el correo. Hicimos un trabajo de todos los alumnos del tercer ciclo, y ellos
escribieron cartas de lectores a todos los diarios del país. Ellos plantean la
situación de angustia que están viviendo, que quieren quedarse, que no
quieren que se cierre la escuela".
http://argentina.indymedia.org/news/2003/09/136320.php
http://argentina.indymedia.org/news/2003/10/138518.php
http://argentina.indymedia.org/news/2003/11/151414.php
2017
La Patagonia fue parte del territorio sobre el que el Estado argentino avanzó
militarmente en la denominada “Campaña al desierto”, a fines del Siglo XIX. Allí
habitaban comunidades indígenas, entre ellos, comunidades Mapuche. El
Estado nacional impulsó una sistemática política de transferencia de tierras
públicas a manos privadas (mediante “donación”, venta o recompensas por
servicios prestados a la Nación). Los considerables territorios ocupados por
pueblos originarios pasaron a formar parte del patrimonio fiscal, transfiriéndose
a particulares que se dedicaron, predominantemente, a la ganadería extensiva,
concentrando la tierra en pocas manos.
Argentine Southern Land Co. (ASLCo.), creada en 1889, fue la más grande
compañía de origen británico instalada en norpatagonia, propietaria, entre
otras, de la estancia “Leleque” en Chubut. En 1991, las tierras fueron
adquiridas por la firma Benetton, propietaria de 900.000 hectáreas en
Patagonia y provincia de Buenos Aires, que opera bajo el nombre “Compañía
de Tierras Sud Argentina SA” (CTSA). Así, se convirtió en el mayor
terrateniente extranjero de la patagonia argentina, donde cría ovejas para
proveer lana a su empresa en Europa. El Pueblo Mapuche reclama la
recuperación de su territorio. En la “estancia Leleque”, después de un
conflictivo proceso, en 2007 el Estado nacional reconoció a la Comunidad
Mapuche Santa Rosa Leleque la posesión de sus tierras, 625 hectáreas.
13 enero, 2017
Abuelas de Plaza de Mayo, Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH),
Asociación Buena Memoria, Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Familiares de
Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Fundación Memoria Histórica y Social
Argentina, HIJOS Capital, Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH), Madres de
Plaza de Mayo – Línea Fundadora, Memoria Verdad Justicia Zona Norte, Movimiento
Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH), Servicio de Paz y Justicia (SerpaJ).
http://appnoticias.com.ar/app/historia-de-la-compania-de-tierras-del-sud-argentino-o-como-
se-privatizaron-las-tierras-que-hoy-tiene-benettonpor-claudio-garcia/
Viedma.- (APP) Las tierras que hoy tiene la empresa italiana Benetton en Río Negro y
Chubut son las que en su momento tuvo la Compañía de Tierras del Sud Argentino –
cuyo nombre ni siquiera estaba castellanizado, sino que legalmente aparecía como
The Argentine Southern Land Co-, cuya historia fue recreada tras una rigurosa
investigación por Ramón Minieri en su libro “Ese ajeno sur”.
-La Compañía surge a partir de una graciosa concesión de tierras del Estado
argentino, malversando lo que establecía la Ley Avellaneda. ¿Por qué no lo explicás?
-Había dos modelos de país, el de Sarmiento y el de Alberdi. Alberdi transige con los
latifundios, con el caudillismo del interior, con una dosis de realismo. Mientras que
Sarmiento termina siendo un permanente crítico de todo este proceso de expropiación y
privatización de la tierra pública. Él decía que los favores políticos se pagan con tierras,
cuando se quiere conquistar a un adversario se le regalan tierras o cuando el nombre del
hermano de Julio Argentino Roca lo transforma en un sobrenombre, al decir que
‘Argentino conquista las tierras y el hermano las ataliva’, por Ataliva Roca (hermano
del presidente Roca), que es el que hacía los negocios no limpios. La Ley Avellaneda
era muy generosa para convocar colonos a la Argentina, realmente en Avellaneda todo
su ideario es congruente con esta ley. El lema ‘el país se va a salvar por el trabajo de los
argentinos’, una visión no financiera de la cuestión tierras. Era una ley por la cual se le
regalaba tierra a cada colono, hasta 100 hectáreas, las hectáreas adicionales estaban a un
peso por hectárea, se le da al colono gratis el pasaje desde su país de origen a la
Argentina, se lo aloja gratis durante tantos días en el Hotel de Inmigrantes, se lo lleva
también en forma gratuita a su lugar de destino. Le daba bastantes condiciones
favorables, como no pagar derecho aduanero alguno por traer sus herramientas de
trabajo. Y el artículo 3 de la ley establece que a las empresas que quieran traer colonos
se les puede dar hasta 80 mil hectáreas, en forma de concesión.
-Exacto. Esta entrega estaba condicionada a que se trajeran colonos en el plazo de dos
años y hacer inversiones mínimas. Aparecen once personeros, hombre de paja, ante la
Oficina de Tierras y Colonias a pedir cada uno 80 mil hectáreas, con un garante. Son los
mismos apellidos mezclados, de argentinos, ya que de los once sólo una concesión la
solicita un inglés. A estos once en tiempo récord se les aprueba la concesión. En un caso
el trámite tardó solo catorce días desde presentar la notita en Tierras y Colonias hasta el
decreto de Juarez Celman, el cuñado de Roca que estaba de presidente. Si algún trámite
tardó mucho fue de un mes y medio. Pero todos estos transfieren las tierras a otros y
piden el cambio de lugar. Las habían pedido en Formosa, Chaco, Neuquén, y
rápidamente pasan a formar un damero de cuadros diagonales entre la Cordillera (El
Maitén, Leleque, Cholila) y la costa atlántica y Puerto Madryn, con parte en la llamada
Línea Sur rionegrina (Maquinchao, Sierra Colorada).
-Los ingleses sabían perfectamente que tener información era tener poder y por eso
vos marcaste que los lugares nuevos que piden coinciden punto por punto con los
lugares más favorables para la ganadería descriptos por George Musters.
-Sí, cuando uno relee sus crónicas menciona las excelentes aguadas de Maquinchao,
excelentes pastos para invernada, aparece Leleque, todos estos lugares. Yo marcaba la
importancia de la inteligencia geográfica británica. Todos los descubrimientos, los
viajes del aparente turista (por Musters) van a parar a la Royal Geographic Society y de
allí a los ‘inversores’. Los mapas británicos eran mucho más exactos que los argentinos.
Yo comparé un mapa argentino de 1890, que se hace con vistas de vender en Europa de
apuro, porque era el ’90, el año de la crisis financiera con Celman, tres millones de
hectáreas. Algo que critica Pellegrini en carta Juarez Celman y Celman le dice que era
preferible que se cree una Irlanda en la Patagonia y no que estén sometidas a la incuria
del tehuelche. Este mapa para vender 3 millones de hectáreas de la Patagonia en Europa
tiene claros enormes, descampados, y estamos en 1890, ya han pasado años de la
campaña de Roca. Además se come dos ríos, ubica montañas donde no las hay, es una
cosa de locos. Y el Perito Moreno se cela con este mapa, le pega con todo. En cambio si
vos vas a los mapas británicos, tenían una información de primera y de calidad.
-Y después esa apropiación o regalo digamos del Estado argentino se formaliza por
otra ley.
-En 1892 se presentan una cantidad de concesionarios y dicen que no han podido
cumplir con las condiciones de estas concesiones porque las tierras son áridas, lejanas,
no hay medios de transporte, los colonos no quieren venir. En los informes que hace el
directorio a los accionistas se cuidan cada año, del ’89 al ’92, de decir que han buscado
traer colonos pero no pueden. Querían traer colonos alemanes, pero no hay caso,
también chilenos, pero tampoco, dando pie al argumento que no se pudo colonizar. Y el
Estado argentino siempre apurado y siempre endeudado, dice que más vale llegar a un
remedio y cosechar unos pesos, recuperar algunas tierras, a través de la ley que se llama
De Liquidación.
-Sí, sin dudas, además era el árbitro del litigio fronterizo ante Chile, así que se suma
como herramienta de presión. Estaban los galeses también, era también muy difícil aquí
‘encontrar un manso para acollar a un arisco’, porque estaban planteando conflictos
serios con el tema del reclutamiento de la educación en idioma castellano y habían
llegado a pedir el protectorado inglés.
-Hay que recordar que con los galeses de la zona cordillerana incluso se llegó a un
plebiscito para que definan si querían ser argentinos o chilenos, es decir, la
Patagonia planteaba varios conflictos.
-Sí. El hecho es que sale una nueva ley para acomodar la situación, pragmáticamente
hacen coincidir las leyes con la realidad. La ley planteó en algunos casos recuperar el
25% de las superficies, cosa que pasó en concesiones poco útiles, aunque al poco
tiempo se volvían a pedir. El Estado había concedido en el país 38 millones de hectáreas
y no llega a recuperar un millón de hectáreas. Entre todas, las que había en Formosa,
Chaco, Pampa Central y todos los territorios patagónicos. En realidad la ley sirvió para
justificar una operación de blanqueo y de escrituración de las tierras. La ley planteó
como condición para la titularización de las tierras que había que invertir tanto por
legua. Entonces cuando viene el inspector, como están avisados, tienen las vacas y
ovejas para que las vea en un campo, después la pasan a otro y así ‘disfrazaban’ la
inversión. Esto aparece en las cartas.
-¿Cómo era la relación con los indígenas y criollos que utilizaban como mano de
obra?
-Me imagino que el costo laboral era bajísimo y las condiciones laborales pésimas,
como lo han reflejado los libros relacionados con los fusilamientos por las huelgas de
peones del ’20 y ’21 en Santa Cruz, los libros de José María Borrero y Osvaldo
Bayer.
-Sí. La pauta me la da cuando veo que se quejan de tener que adecuarse al Estatuto del
Peón con Perón. Porque, dicen, tenían que poner en cada rancho por lo menos una
mesa, dos sillas, algunos tenedores, una olla. Lo que marca cómo estaban viviendo;
dormían arriba del recado. Se escandalizaban porque había que poner cielo raso a los
ranchos. Además, como pasó en Santa Cruz, la primera reacción de La Compañía
cuando se da una baja de los precios de la lana era bajar salarios. Hay que recordar que
en las guerras, en las dos, las potencias beligerantes acumulaban lana, porque con la
lana se hace lanolina y con lanolina se hace nitroglicerina, es decir, pasaba a ser un
insumo estratégico. Y almacenaban millones de toneladas de lana, de Australia, Nueva
Zelandia y Argentina. Cuando terminan las guerras y se liberan estos almacenes entran a
vender la lana por dos pesos, bajan los precios y lo primero es cortar sueldos de los
peones y echar gente.
-Y vos decís que hay datos que así como hubo conflictos en Santa Cruz, los hubo acá,
lo que pasa es que no se tiene demasiada información.
-Sí. Hubo huelgas en la zona de Cholila, Leleque, en el oeste de Chubut. Eso aparece en
el diario de Trelew “El avisador comercial”, una breve noticia, aunque se hablaba de
bandoleros no de protesta social. La óptica de los periódicos de la época era hablar de
bandidos rurales no de reclamos de peones. Únicamente en una carta interna se habla de
huelga de peones, que se resistían a trabajar en al esquila, que pedían determinadas
condiciones. Pero no se habla nunca más. Meses después se habla que está todo
tranquilo, que se hicieron los ajustes. Tampoco hay nada en los archivos de la policía ni
en los del Ministerio del Interior. Pero uno imagina lo peor.
-El abogado norteamericano Arthur Preston era primo de Frank Preston, gerente general
de La Compañía, e hizo de puente para traer a Butch Cassidy. Los Preston eran
mormones y Cassidy también. Además, llega Butch, desembarca, va a la Oficina de
Tierras y Colonias y pide 1600 hectáreas en Cholila. ¿Qué sabía él dónde quedaba
Cholila? Y el expediente sale rápidamente. Aparentemente la relación con La Compañía
se rompe cuando Cassidy les roba 1500 vacas. Eso los ingleses no lo podían tolerar.
-Manejaban 1.500.000 de kilos de lana por año. Tenían también vacas que engordaban
en una estancia que tenían en Córdoba. Y muchos caballos que se exportaron en gran
medida para su uso en la Primera Guerra Mundial. Hay un documento que habla de 400
caballos que se enviaron a la guerra. También producían mulares, que se utilizaban
mucho como carga antes del ferrocarril. Y estaba el negocio de almacenes, porque se
traían mercaderías importadas sin pagar tasas aduaneras, por la franquicia patagónica
que existió. Prácticamente traían todos los materiales de construcción, salvo la madera
que traían de Epuyén, pero sí las chapas, armazones de hierro, varillas de hierro. Y
mercadería de consumo, como licores, té, hasta pañuelos para cuello y vestimenta. Que
se vendían a los peones de la estancia y a gente de poblaciones cercanas. Y por eso
perseguían con saña a los bolicheros, sobre todo a los bolicheros turcos; no querían
competencia y menos que les vendieran licor a los indígenas, porque los recitaban para
trabajar. Tenía multiples actividades, un centenar de empresas. La Compañía en sus
primeros balances manifiesta como capital las tierras que le había regalado el Estado
argentino. Tenía 300 mil libras esterlinas de capital, de las cuales 240 mil compuesto
por tantas leguas de tierra. En base a eso se integra su capital accionaria. Lo que se
puede haber traído cash fueron 60 mil libras esterlinas. Si uno entra a sacar la cuenta
cuánto ingresó cada año por utilidades, no sólo lo que se declara para pagar a los
accionistas porque los honorarios al Directorio son muy grandes, cada libra esterlina
que trajeron les rindió 1,30 libras por año, era como decir que percibo el 130% anual.
Estamos acostumbrados a llamarlos inversores, pero en realidad quien invirtió fue la
Argentina. El Estado argentino invirtió en la empresa británica y no a la inversa como
nos cuentan el cuento.
-En 1974 pasa La Compañía a una sociedad trucha que se llamaba Grade Western
Company Limited, con sede en Luxemburgo, de tres capitalistas argentinos, Menéndez,
Ochoa y Paz, representantes de la oligarquía argentina. Duramte un tiempo todo sigue
aparentemente sin cambios, La Compañía sigue con su nombre inglés, controlada por
una compañía con sede en Luxemburgo. Menéndez, Ochoa y paz recorren cada tanto los
campos, hay que mandarles a ellos los romaneos de la lana. En el ’82 con la Guerra de
las Malvinas, Galtieri tira un decreto por el cual incauta o congela las cuentas bancarias
de las empresas británicas y las empresas mismas quedan en observación. Entonces allí
Menéndez, Ochoa y Paz ante un escribano transparentan que desde hace tantos años son
dueños de La Compañía, es decir, que era argentina, no británica. Y ahí cambia el
nombre del inglés al castellano y se llama Compañía Argentina de Tierras del Sud.
-¿Y Benetton compra luego exactamente las mismas tierras que tenía La Compañía?
-Benetton compra las mismas tierras. No estaban ya las estancias La Patagonia y Los
Alfalfares, de Santa Cruz y Córdoba, respectivamente. Pero después las compra
también. El tipo es como que se hace cargo de la historia de la empresa; ha comprado el
capital simbólico e histórico también y por eso tiene como lema que esta empresa ha
estado cien años desarrollando la Patagonia. Y en los conflictos con las comunidades
indígenas salen a alegar que son los legítimos ocupantes y propietarios de estas tierras
desde 1889. Obviamente que se oculta la verdadera historia así como los “corrimientos
de alambrado” de 1937 que avaló el presidente Agustín P. Justo. (APP)
http://www.vocesenelfenix.com/content/la-comunidad-contra-la-compa%C3%B1%C3%AD-
mapuche-vs-benetton-co
La historia que hoy confronta a los Benetton con el Pueblo Mapuche se originó
en los años 1870-90 con la apropiación territorial foránea con la guerra,
genocidio y crímenes de lesa humanidad del recién nacido Estado argentino, el
que facilitó fraudulentas maniobras financieras, administrativas y políticas para
consolidar una de las mayores concentraciones de tierras de la Argentina.
En su ensayo Ese Ajeno Sur, el profesor Ramón Minieri demostró que en los
últimos años del siglo XIX una empresa formada en Londres, The Argentine
Southern Land Co. (“Compañía de Tierras del Sud Argentino”) conocida
también por su sigla TASLCo., recibió como regalo del gobierno nacional la
propiedad de casi un millón de hectáreas en el norte de la Patagonia. Los
capitales iniciales de esta sociedad estuvieron integrados en gran parte por las
mismas tierras que recibía. La Compañía financió a través de sus inversiones y
empréstitos con la corona británica el genocidio indígena realizado por el
Ejército argentino en la campaña genocida del coronel Julio A. Roca,
obteniendo a cambio las mejores tierras periféricas a la línea del ferrocarril
construido por una de sus más de 50 empresas vinculadas, a través del cual
exportaba su producción ganadera y lanera (hoy además minera y forestal) sin
ningún tipo de control, tasa ni tributo, recibiendo como si fuera poco todo tipo
de exenciones, incluso importar bienes de consumo con los que abastecía sus
estancias, reduciendo la remuneración de los trabajadores y limitando opciones
de consumo puertas afuera, eliminando con sus “vales de consumo” la
posibilidad de competencia y de emergencia de economías regionales o de
colonias.
Según nos cuenta Minieri en Ese Ajeno Sur, “la Compañía era tan sólo una en
un vasto enjambre: más de cincuenta empresas de capital británico que tenían
un mismo grupo de directores y de las cuales las más importantes se
aposentaban en el mismo edificio en Londres (The River Plate House en
Finsbury Circus, sede formal de siete sociedades que en realidad eran una
sola). Estas “hermanas” actuaban en distintos sectores y actividades
económicas, desde la explotación de estancias hasta el transporte ferroviario,
pasando por la administración, la banca, los fletes marítimos y los seguros.
Las concesiones de la última década del siglo XIX fueron mensuradas creando
así las estancias de la CTSA de El Maitén, Lepa, Leleque, Pilcaniyeu, entre
otras. A diferencia de los actuales modos de mensurar con moderna
aparatología que sólo realiza la descripción de coordenadas, lados y ángulos,
en aquel entonces se relataban aspectos geográficos y –al menos en este
caso– culturales del uso del territorio. El agrimensor Pablo Gorostiaga que
midió las “colonias” Lepa y Leleque describió dentro en ellas caminos
construidos por los aborígenes que utilizan para cazar. La inclusión del término
en tiempo verbal presente denota el ejercicio de la práctica cultural Mapuche
vigente al momento de la mensura.
El desalojo fue sentido como una afrenta por todo el Pueblo Mapuche en la
zona. El apoyo brindado por familias y organizaciones permitió mantener activo
el conflicto, que adquirió notoriedad a nivel nacional e internacional, llegándose
incluso a una mediación entre las familias Mapuche y los Benetton, propuesta
por el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, en la que los
terratenientes ofrecieron donar tierras en otro lugar, lo que no fue aceptado por
los Mapuche que consideran que ellos pertenecen a esas tierras, que les
corresponde la propiedad comunitaria por integrar su territorio tradicional y que
por el derecho argentino no se puede recibir por donación algo que ya es
propio.
En ese proceso maduró la conciencia de su identidad Mapuche así como su
decisión de mantener la lucha por el territorio, sin convalidar los despojos ni las
concesiones ilegítimas, al tiempo que fue tomando cuerpo la organización de
las familias bajo la categoría de “comunidad indígena”: nacía así la Comunidad
Mapuche Santa Rosa Leleque (la Comunidad) en alusión a la pertenencia que
sus integrantes sienten con el sitio que ocupan tradicionalmente.
El Instituto de Comunidades Indígenas (ICI) previsto por la ley 3.657 del año
1991 jamás fue puesto en funcionamiento ni reglamentado por el poder
ejecutivo que tenía 180 días para hacerlo, careciendo aún hoy Chubut de una
instancia especializada para recibir los reclamos de los pueblos indígenas, lo
que torna imposible asegurar el título de propiedad comunitaria gratuito que la
ley 3.765 obliga al Estado a otorgarles.
Carlos A. Villalba |
Dibujando un enemigo
Cushamen -voz mapuche que para la mayoría significa “el centro”, pero
“caballo quebrado” para otros- , está enclavada en tierras áridas y fue
loteada contra las costumbres ancestrales en 200 parcelas de 625 ha
cada una, que la hacen no sustentable productiva y económicamente, la
mayoría sin acceso a aguadas y sin diferenciación entre campos de
veranada e invernada. Prácticamente rodeado por las estancias de la
Compañía de Tierras del Sud Argentino Limitada, hoy en poder del
Grupo Benetton, nacida como “The Argentine Southern Land Co”,
empresa británica que obtuvo las mejores tierras y las más cercanas a la
línea del ferrocarril, favorecida por el gobierno argentino por haber
financiado el exterminio de la “Conquista del Desierto”.
Fuera del libreto oficialista, las palabras de los mapuches, incluida la del
líder del Lof de Cushamen, Facundo Jones Huala, incluyen propuestas
para la solución del conflicto generado por la apropiación extranjera de
sus tierras absolutamente lejanas de cualquier intento secesionista.
Notas: