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MUESTRA DE POESÍA PERUANA

CÉSAR VALLEJO (Santiago de Chuco, 1888 – París, 1938)

Trilce, I

Quién hace tanta bulla y ni deja


Testar las islas que van quedando.

Un poco más de consideración


en cuanto será tarde, temprano,
y se aquilatará mejor
el guano, la simple calabrina tesórea
que brinda sin querer,
en el insular corazón,
salobre alcatraz, a cada hialóidea
grupada.

Un poco más de consideración,


y el mantillo líquido, seis de la tarde
DE LOS MÁS SOBERBIOS BEMOLES.

Y la península párase
por la espalda, abozaleada, impertérrita
en la línea mortal del equilibrio.

Trilce, LV

Samain diría el aire es quieto y de una contenida tristeza.

Vallejo dice hoy la Muerte está soldando cada lindero a cada hebra
de cabello perdido, desde la cubeta de un frontal, donde hay algas,
toronjiles que cantan divinos almácigos en guardia, y versos anti
sépticos sin dueño.

El miércoles, con uñas destronadas se abre las propias uñas


de alcanfor, e instila por polvorientos harneros, ecos, páginas vueltas,
zarros,
zumbidos de moscas
cuando hay muerto, y pena clara esponjosa y cierta esperanza.

Un enfermo lee La Prensa, como en facistol.


Otro está tendido palpitante, longirrostro,
cerca a estarlo sepulto.
Y yo advierto un hombro está en su sitio
todavía y casi queda listo tras de éste, el otro lado.

Ya la tarde pasó diez y seis veces por el subsuelo empatrullado,


y se está casi ausente
en el número de madera amarilla
de la cama que está desocupada tanto tiempo
allá .....................................
enfrente.

1
España, Aparta de mí este cáliz, III
Solía escribir con su dedo grande en el aire:
«¡Viban los compañeros! Pedro Rojas»,
de Miranda de Ebro, padre y hombre,
marido y hombre, ferroviario y hombre,
padre y más hombre. Pedro y sus dos muertes.

Papel de viento, lo han matado: ¡pasa!


Pluma de carne, lo han matado: ¡pasa!
¡Abisa a todos compañeros pronto!

Palo en el que han colgado su madero,


lo han matado;
¡lo han matado al pie de su dedo grande!
¡Han matado, a la vez, a Pedro, a Rojas!

¡Viban los compañeros


a la cabecera de su aire escrito!
¡Viban con esta b del buitre en las entrañas
de Pedro
y de Rojas, del héroe y del mártir!
Registrándole, muerto, sorprendiéronle
en su cuerpo un gran cuerpo, para
el alma del mundo,
y en la chaqueta una cuchara muerta.

Pedro también solía comer


entre las criaturas de su carne, asear, pintar
la mesa y vivir dulcemente
en representación de todo el mundo.
Y esta cuchara anduvo en su chaqueta,
despierto o bien cuando dormía, siempre,
cuchara muerta viva, ella y sus símbolos.
¡Abisa a todos compañeros pronto!
¡Viban los compañeros al pie de esta cuchara para siempre!

Lo han matado, obligándole a morir


a Pedro, a Rojas, al obrero, al hombre, a aquel
que nació muy niñín, mirando al cielo,
y que luego creció, se puso rojo
y luchó con sus células, sus nos, sus todavías, sus hambres, sus pedazos.

Lo han matado suavemente


entre el cabello de su mujer, la Juana Vázquez,
a la hora del fuego, al año del balazo
y cuando andaba cerca ya de todo.

Pedro Rojas, así, después de muerto


se levantó, besó su catafalco ensangrentado,
lloró por España
y volvió a escribir con el dedo en el aire:
«¡Viban los compañeros! Pedro Rojas».

Su cadáver estaba lleno de mundo.

2
CARLOS OQUENDO DE AMAT
(Puno, 1905 – España, 1936)

r e c l a m

Hoy la luna está de compras

Desde un tranvía
el sol como un pasajero
lee la ciudad

las esquinas
adelgazan a los viandantes

y el viento empuja
los coches de alquiler

Se botan programas de la luna


(se dará la tierra)

película sportiva pasada dos veces


L s
o m
s u
p b
e l
r a
f n
u e
m r
e b
s a
de miradas internacionales

El policeman domestica la brisa


y el ruido de los clacksons ha puesto los vestidos azules.

r Novedad
o Todos los poetas han salido de la tecla U de la Underwod
s
n
e
c
a

n
u compró para la luna 5 metros de poemas

1923

3
CÉSAR MORO (Lima, 1903-1956)

La leve pisada del demonio nocturno


En el gran contacto del olvido
A ciencia cierta muerto
Tratando de robarte a la realidad
Al ensordecedor rumor de lo real
Levanto una estatua de fango purísimo
De barro de mi sangre
De sombra lúcida de hambre intacto
De jadear interminable
Y te levantas como un astro desconocido
Con tu cabellera de centellas negras
Con tu cuerpo rabioso e indomable
Con tu aliento de piedra húmeda
Con tu cabeza de cristal
Con tus orejas de adormidera
Con tus labios de fanal
Con tu lengua de helecho
Con tu saliva de fluido magnético
Con tus narices de ritmo
Con tus pies de lengua de fuego
Con tus piernas de millares de lágrimas petrificadas
Con tus ojos de salto nocturno
Con tus dientes de tigre
Con tus venas de arco de violín
Con tus dedos de orquesta
Con tus uñas para abrir las entrañas del mundo
Y vaticinar la pérdida del mundo
En las entrañas del alba
Con tus axilas de bosque tibio
Bajo la lluvia de tu sangre
Con tus labios elásticos de planta carnívora
Con tu sombra que intercepta el ruido
Demonio nocturno
Así te levantas para siempre
Pisoteando el mundo que te ignora
Y que ama sin saber tu nombre
Y que gime tras el olor de tu paso
De fuego de azufre de aire de tempestad
De catástrofe intangible y que merma cada día
Esa porción en que se esconden los designios nefastos y la sospecha
que tuerce la boca del tigre que en las mañanas escupe para
hacer el día

Viaje hacia la noche


Es mi morada suprema, de la que ya no se vuelve
krishna, en el Bhagavad Gita
Como una madre sostenida por ramas fluviales
De espanto y de luz de origen
Como un caballo esquelético
Radiante de luz crepuscular
Tras el ramaje dense de árboles y árboles de angustia
Lleno de sol el sendero de estrellas marinas

4
El acopio fulgurante
De datos perdidos en la noche cabal del pasado
Como un jadear eterno si sales a la noche
Al viento calmar pasan los jabalíes
Las hienas hartas de rapiña
Hendido a lo largo el espectáculo muestra
Faces sangrientas de eclipse lunar
El cuerpo en llamarada oscila
Por el tiempo
Sin espacio cambiante
Pues el eterno es el inmóvil
Y todas las piedras arrojadas
Al vendaval a los cuatro puntos cardinales
Vuelven como pájaros señeros
Devorando lagunas de años derruidos
Insondables telarañas de tiempo caído y leñoso
Oquedades herrumbrosas
En el silencio piramidal
Mortecino parpadeante esplendor
Para decirme que aún vivo
Respondiendo por cada poro de mi cuerpo
Al poderío de tu nombre oh poesía
Lima, la horrible, 24 de julio o agosto de 1949

Lettre d'amour / Carta de amor


Pienso en las holoturias angustiosas que a menudo nos circundaban al acercarse el alba
cuando tus pies más cálidos que nidos
ardían en la noche
con una luz azul y centelleante

Pienso en tu cuerpo que hacía del lecho el cielo y las montañas supremas
de la única realidad
con sus valles y sus sombras
con la humedad y los mármoles y el agua negra reflejando todas las estrellas
en cada ojo

¿No era tu sonrisa el bosque retumbante de mi infancia no eras tú el manantial


la piedra desde hace siglos escogida para recostar mi cabeza?
Pienso tu rostro
inmóvil brasa de donde parten la vía láctea
y ese pesar inmenso que me vuelve más loco que una lámpara bellísima balanceada sobre el
mar

Intratable cuando te recuerdo la voz humana me es odiosa


siempre el rumor vegetal de tus palabras me aísla en la noche total
donde brillas con negrura más negra que la noche
Toda idea de lo negro es débil para expresar la vasta ululación de lo negro sobre negro
resplandeciendo ardientemente

No olvidaré nunca
Pero quién habla de olvido
en la prisión en que tu ausencia me deja
en la soledad en que este poema me abandona
en el destierro en que cada hora me encuentra

5
No despertaré más
No resistiré ya el asalto de las inmensas olas
que vienen del paisaje dichoso que tú habitas
Afuera bajo el frío nocturno me paseo
sobre aquella tabla tan alto colocada y de donde se cae de golpe

Yerto bajo el terror de sueños sucesivos agitado en el viento


de años de ensueño
advertido de lo que termina por encontrarse muerto
en el umbral de castillos abandonados
en el lugar y a la hora convenidos pero inhallables
en las llanuras fértiles del paroxismo
y del objetivo único
pongo toda mi destreza en deletrear
aquel nombre adorado
siguiendo sus transformaciones alucinantes
Así una espada atraviesa de parte a parte una bestia
o bien una paloma cae ensangrentada a mis pies
convertidos en roca de coral soporte de despojos
de aves carnívoras

Un grito repetido en cada teatro vacío a la hora del inefable espectáculo


indescriptible
Un hilo de agua que danza ante el telón de terciopelo rojo
frente a las llamas de las candilejas
Desaparecidos los bancos de la platea
acumulo tesoros de madera muerta y de hojas vivaces de plata corrosiva
No se contenta ya con aplaudir se aúlla
mil familias momificadas vuelven innoble el paso de una ardilla

Decoración amada donde veía equilibrarse una lluvia fina


En rápida carrera hacia el armiño
de una pelliza abandonada en el calor de un fuego de alba
que intentaba hacer llegar al rey sus quejas
así de par en par abro la ventana sobre las nubes vacías
reclamando a las tinieblas que inunden mi rostro
que borren la tinta indeleble
el horror del sueño
a través de patios abandonados a las pálidas vegetaciones maniáticas

En vano pido la sed al fuego


en vano hiero las murallas
a lo lejos caen los telones precarios del olvido
exhaustos
ante el paisaje que retuerce la tempestad

JORGE EDUARDO EIELSON (Lima, 1921 – Italia, 2006)

Elegía blasfema para los que viven en el barrio de San Pedro y no tienen qué comer

señores míos
por favor
traten de comprender
detrás de esa pared tan blanca

6
no hay nada
pero nada
lo cual no quiere decir
que no haya cielo
o no haya infierno
sería como confundir el sol
con un silbido
o con el propio cigarrillo
(no haber visto nunca el cielo
significa solamente
no tener dinero
ni para los anteojos)
pero que detrás de esa pared tan blanca
circule un animal tan fabuloso
arrastrando según dicen
siempre radiante
siempre enjoyado
un manto de cristal siempre encendido
y que su vivir sea tan brillante
que ni la vejez
ni la soledad
ni la muerte
amenacen su plumaje
no lo creo
ni puedo concebir tampoco
que además sea invisible
o demasiado parecido
al cielo azul
al árbol verde
al fruto rojo
al pan dorado
un animal tan milagroso
carecería de vientre
no tendría tantos hijos
negros blancos amarillos
que amanecen diariamente
con la cara ensangrentada
y los brazos amarrados
con la lengua acuchillada
y el estómago vacío
un animal así
no tendría el hocico sedoso de los vendedores de gracias
y ataúdes y estampas y souvenirs de instantes perfectamente
olvidados bajo un cenicero o una postal de san pedro
una bestia semejante
tendría alas además
pero no alas de plumas encendidas
qué tontería
sino membranas divididas netamente
por la naturaleza
a izquierda y derecha
simétricamente dispuestas para volar un día
por sobre la pared tan blanca
por sobre el hambre y la guerra
o más humildemente

7
por sobre el resfriado y el cáncer
no señores míos
créanme realmente
detrás de esa pared tan blanca
no hay nada
pero nada
una criatura tan perfecta además
no podría vivir encerrada
toda una eternidad
en un lugar tan hediondo
no podría vivir
alimentándose tan sólo
de su propio cuerpo luminoso
cómodamente tendido
en la gran pompa celeste
como si se tratara
de una espléndida ramera ya cansada
llena de mil hijos de mil padres olvidados bajo un cenicero
o una postal de san pedro

Poesía en forma de pájaro

Mutatis mutandis, 10

escribo algo
algo todavía
algo más aún
añado palabras pájaros

8
hojas secas viento
borro palabras nuevamente
borro pájaros hojas secas viento
escribo algo todavía
vuelvo a añadir palabras
palabras otra vez
palabras aún
además pájaros hojas secas viento
borro palabras nuevamente
borro pájaros hojas secas viento
borro todo por fin
no escribo nada

BLANCA VARELA (Lima, 1926 – 2009)

A rose is a rose

inmóvil devora luz


se abre obscenamente roja
es la detestable perfección
de lo efímero
infesta la poesía
con su arcaico perfume

Vals del Ángelus

Ve lo que has hecho de mí, la santa más pobre del museo, la de la


última sala, junto a las letrinas, la de la herida negra como un ojo bajo
el seno izquierdo.
Ve lo que has hecho de mí, la madre que devora sus crías, la que se
traga sus lágrimas y engorda, la que debe abortar en cada luna, la que
sangra todos los días del año.
Así te he visto, vertiendo plomo derretido en las orejas inocentes,
castrando bueyes, arrastrando tu azucena, tu inmaculado miembro,
en la sangre de los mataderos. Disfrazado de mago o proxeneta en la
plaza de la Bastilla —Jules te llamabas ese día y tus besos hedían a
fósforo y cebolla. De general en Bolivia, de tanquista en Vietnam, de
eunuco en la puerta de los burdeles de la plaza México.
Formidable pelele frente al tablero de control; grand chef de la
desgracia revolviendo catástrofes en la inmensa marmita celeste.
Ve lo que has hecho de mí.
Aquí estoy por tu mano en esta ineludible cámara de tortura,
guiándome con sangre y con gemidos, ciega por obra y gracia de tu
divina baba.
Mira mi piel de santa envejecida al paso de tu aliento, mira el tambor
estéril de mi vientre que sólo conoce el ritmo de la angustia, el golpe
sordo de tu vientre que hace silbar al prisionero, al feto, a la mentira.

9
Escucha las trompetas de tu reino. Noé naufraga cada mañana, todo
mar es terrible, todo sol es de hielo, todo cielo es de piedra.
¿Qué más quieres de mí?
Quieres que ciega, irremediablemente a oscuras deje de ser el alacrán
en su nido, la tortuga desollada, el árbol bajo el hacha, la serpiente sin
piel, el que vende a su madre con el primer vagido, el que sólo es
espalda y jamás frente el que siempre tropieza, el que nace de rodillas,
el viperino, el potroso, el que enterró sus piernas y está vivo, el dueño
de la otra mejilla, el que no sabe amar como a sí mismo porque
siempre está solo. Ve lo que has hecho de mí. Predestinado estiércol,
cieno de ojos vaciados.
Tu imagen en el espejo de la feria me habla de una terrible semejanza.

Último poema de Junio

Pienso en esa flor que se enciende en mi cuerpo. La hermosa, la


violenta flor del ridículo. Pétalo de carne y hueso. ¿Pétalos? ¿Flores?
Preciosismobienvestido, muertodehambre, vaderretro.

Se trata simplemente de heridas congénitas y felizmente mortales.

Luz alta. Bermellón súbito bajo el que despiertas de pie, caminando


a ninguna parte. Pies, absurdas criaturas sin ojos. No se parecen
sino a otros pies. Y además estas manos y estos dientes, para
mostrarlos estúpidamente sin haber aprendido nada de ellos.

Y encima de todo y todas las cosas, sobre tu propia cabeza, la


aterciopelada corona del escarnio: un sombrero de fiesta, inglés y
alto, listo para saludar lo invisible.

Rojos, divinos, celestes rojos de mi sangre y de mi corazón. Siena,


cadmio, magenta, púrpuras, carmines, cinabrios. Peligrosos,
envenenados círculos de fuego irreconciliable.

¿Adónde te conducen? ¿A la vida o a la muerte? ¿Al único sueño?

La flor de sangre sobre el sombrero de fiesta (inglés y alto) es una


falsa noticia.

Revelación. Soy tu hija, tu agónica niña, flamante y negra como una


aguja que atraviesa un collar de ojos recién abiertos. Todos míos,
todos ciegos, todos creados en un abrir y cerrar de ojos.

El dolor es una maravillosa cerradura.

Arte negra: mirar sin ser visto a quien nos mira mirar.

Arte blanca: cerrar los ojos y vernos.

Ver: cerrar los ojos.

Abrir los ojos: dormir.

10
Facilidades de la noche y de la palabra. Obscenidades de la luz y
del tiempo.

Y así, la flor que fue grande y violenta se deshoja y el otoño es una


torpe caricia que mutila el rostro más amado.

Fuera, fuera ojos, nariz y boca. Y en polvo te conviertes y, a veces,


en imprudente y oscuro recuerdo.

Dulce animal, tiernísima bestia que te repliegas en el olvido para


asaltarme siempre. Eres la esfinge que finge, que sueña en voz alta,
que me despierta.

WÁSHINGTON DELGADO (Cuzco 1928-Lima, 2003)

TE ESTOY PERDIENDO
en cada voz que escuchas,
en cada rostro que contemplas,
en cada gesto tuyo,
en cada lugar
que recibe a tu cuerpo.
Ser como la luz
que te envuelve, por la que dejas
un retazo de sombra. Ser
como la noche que te obliga
a un pensamiento, a un deseo,
a un sueño.
Ser una materia leve,
una corriente extensa
que te persiga siempre.
No ser esto que soy
y que te está perdiendo.

Conducta razonable

Porque la libertad es un fuego


que pule, afina, organiza
y destruye la vida.

Porque a un lado está el bien


y al otro el mal y yo no sé
cuál es la conducta razonable.

Porque después de todo, nada


importa si no es el amor,
si no es el odio.

Yo estoy aquí para vivir o para morir,


para cantar o para morir,
para respirar, comer y amar.
O para morir

11
Elegía en 1965
Después de tanta sangre, no derramada en
vano, sólo quedó la nieve teñida de carmín.
(Chocano)

Después de la batalla, los combatientes muertos


parecen esperar, con el oído en tierra,
una última llamada o la mano benévola
y amiga de la historia, no el silencio tenaz
que los cubre y oculta sobre un cálido suelo
vanamente poblado de hierbas y guijarros,
árboles y alimañas.

Se diluyó el escándalo de la fusilería,


cesaron los fragores de obuses y metralla,
el sol brilla en la paz de un cielo irreprochable.
Los boquetes abiertos en la tierra parecen
tan naturales como las aguas del riachuelo,
el vuelo del halcón o esa nube sin sueño,
sin prisa, sin memoria.

Sobre la tierra esperan muy tranquilos los muertos.


La historia indiferente los dejó abandonados
bajo un cielo vacío. Pobres muertos inermes,
no los abriga el sol ni molesta la lluvia.
Sobre sus cuerpos rígidos discurren las hormigas
en callado desfile.

Los muertos apacibles yacen de cara al cielo


con los ojos abiertos. Parece que quisieran
llenar de sol sus almas tempranamente muertas.
La tierra los acoge, los escuda la sombra
de los árboles quietos y las cambiantes nubes,
en tanto huye la historia. ¿Qué les dicen la inmóvil
tierra, el distante cielo? Solamente les dicen
que ya no hay esperanza.

Los muertos extraviados en el mar de la historia


encuentran en la tierra una morada estable
mientras la primavera pasa con sus amores,
pasa el brillante estío, pasa el otoño lánguido
de las guerras perdidas y, al final, el invierno
llega pausadamente para cubrirlo todo
con desamor y olvido.

ANTONIO CISNEROS (Lima, 1942 – 2012)

Poema sobre Jonás y los desalienados

Si los hombres viven en la barriga de una ballena


sólo pueden sentir frío y hablar
de las manadas periódicas de peces y de murallas
oscuras como una boca abierta y de manadas
periódicas de peces y de murallas

12
oscuras como una boca abierta y sentir mucho frío.
Pero si los hombres no quieren hablar siempre de lo mismo
tratarán de construir un periscopio para saber
cómo se desordenan las islas y el mar
y las demás ballenas -si es que existe todo eso.
Y el aparato ha de fabricarse con las cosas
que tenemos a la mano y entonces se producen
las molestias, por ejemplo
si a nuestra casa le arrancamos una costilla
perderemos para siempre su amistad
y si el hígado o las barbas es capaz de matarnos.
Y estoy por creer que vivo en la barriga de alguna ballena
con mi mujer y Diego y todos mis abuelos.

Apéndice del poema sobre Jonás y los desalienados

Y hallándome en días tan difíciles decidí alimentar


a la ballena que entonces me albergaba:
Tuve jornadas que excedían en mucho a las 12 horas
y mis sueños fueron oficios rigurosos, mi fatiga
engordaba como el vientre de la ballena:
qué trabajo dar caza a los animales más robustos,
desplumarlos de todas sus escamas y una vez abiertos
arrancarles la hiel y el espinazo,
y mi casa engordaba.
(Fue la última vez que estuve duro: insulté a la ballena,
recogí mis escasas pertenencias para buscar
alguna habitación en otras aguas, y ya me aprestaba
a construir un periscopio
cuando en el techo vi hincharse como 2 soles sus pulmones
-iguales a los muertos
pero estirados sobre el horizonte-, sus omóplatos
remaban contra todos los vientos,
y yo solo,
con mi camisa azul marino en una gran pradera
donde podían abalearme desde cualquier ventana: yo el conejo,
y los perros veloces atrás, y ningún agujero).
Y hallándome en días tan difíciles
me acomodé entre las zonas más blandas y apestosas de la ballena.

Cuatro boleros maroqueros


1
Con las últimas lluvias te largaste
y entonces yo creí
que para la casa más aburrida del suburbio
no habrían primaveras
ni otoños ni inviernos ni veranos.

Pero no.

Las estaciones se cumplieron


como estaban previstas en cualquier almanaque

13
Y la dueña de la casa y el cartero
no me volvieron a preguntar
por ti.

2
Para olvidarme de ti y no mirarte
miro el viaje de las moscas por el aire
Gran Estilo
Gran Velocidad
Gran Altura

3
Para olvidarte me agarro al primer tren y salgo al campo
Imposible
Y es que tu ausencia
tiene algo de Flora de Fauna de Pic Nic.

4
No me aumentaron el sueldo por tu ausencia
sin embargo
el frasco de Nescafé me dura el doble
el triple las hojas de afeitar.

Un perro negro

Un perro. Un prado.
Un perro negro sobre un gran prado verde.

¿Es posible que en un país como éste aún exista un perro negro sobre un gran prado verde?

Un perro negro ni grande ni pequeño ni peludo ni pelado ni manso ni feroz.

Un perro negro común y corriente sobre un prado ordinario.


Un perro. Un prado.

En este país un perro negro sobre un gran prado verde es cosa de maravilla y de rencor.

LUIS HERNÁNDEZ (Lima, 1941 – Argentina, 1977)


Ezra Pound: cenizas y cilicio

1
Tower of Pisa
Alabaster and not ivory. Y eterno,
Para ferias de fascistas
Quien la canta.

Y ebrio ya de belleza y en demencia


(Puede ser que sus ojos sean nuestros)
Rojo mar y el adriático crepúsculo
Y dos guerras herrumbradas en su frente:

Frente a la lívida amenaza de la historia:


Ezra Pound,

14
Ezra
Y su ejército perenne en pie
De muerte.

Torre de Pisa
Et cinis et cilicium.

2
Ezra:
Sé que si llegaras a mi barrio
Los muchachos dirían en la esquina:
Qué tal viejo, che' su madre,
Y yo habría de volver a ser el muerto
Que a tu sombra escribiera salmodiando
Unas frases ideales a mi oboe.

El milagro se oculta entre lo oscuro


Donde olvido y memoria son tan sólo
Los reflejos de lo áspero y amado,
La ilusión que ha surgido de enebro

Duramente recuerdo tus poemas,


Viejo fioca,
Mi amigo inconfesable.
A un suicida en una piscina

No mueras más
Oye una sinfonía para banda
Volverás a amarte cuando escuches
Diez trombones
Con su añil claridad
Entre la noche
No mueras
Entreteje con su añil claridad
Por lo que Dios más ame
Sal de las aguas
Sécate
Contémplate en el espejo
En el cual te ahogabas
Quédate en el tercer planeta
Tan sólo conocido
Por tener unos seres bellísimos
Que emiten sonidos con el cuello
Esa unión entre el cuerpo
Y los ensueños
Y con máquinas ingenuas
Que se llevan a los labios
O acarician con las manos
Arte purísimo
Llamado música
No mueras más
Con su añil claridad.

Lima, 8 de agosto de 1971

15
Self Portrait
Soy Billy th’ Kid
Ladrón de bancos
Y como llevo una herida
En la espalda y como
El Tiempo muchas veces
Me negó sus aguas

Sé dónde voy:

Gracias Desierto
Yo nunca olvidaré
Tus pasos sobre
La arena. Tú jamás
olvidarás los míos

Y bajo el sol del Poniente


Im Abendrot

La línea misma
Del crepúsculo
Es la línea de la Aurora

Soy Luis Hernández


Y sé dónde voy

Esto va diziendo
E las yentes se allegando

Y sé dónde he de ir

Y el no soñar
se asemeja al ensueño

Pero La Poesía
No es la Demencia

Es más bien aquello


Con tu añil claridad
Porque el tiempo es breve
Según al igual el Verano

An unusual Beauty

Passando van las sierras


e los montes e las aguas

Y ante mí se extiende
El Desierto vacuo
Y transparente
Y no pervive

Sólo la Emoción perdura


Sólo La Armonía quiebra

16
El esplendente silencio

De la noche y alguien

Le dijo: Maestro
Cuántas veces debemos
Perdonar y él les
Respondió setenta
veces siete

Alegres están todas


las yentes

JUAN RAMÍREZ RUIZ (Chiclayo, 1946 – 2007)

El único amor posible


entre una estudiante en la academia
de decoración y artesanía
y un poeta latinoamericano

A C. a su semblante Y a su recuerdo
en cualquier lugar en donde esté

En mi cabeza se bambolea tu cara, tus cabellos,


tu cuerpo, todo tu cuerpo de 20 años
y nuestro amor, nuestro amor el único posible.
Y nuestro amor sucedió porque yo caminaba y tú comprabas cosméticos y perfumes
junto a mujeres grávidas y vírgenes dudosas y utilizamos todo ese día
para un largo dime y te digo confidencias –como por ejemplo–
Yo maldigo el día domingo – Murió en el mar mi novio por 5 años
Yo tengo un cuarto en San Diego – Menstrúo los fines de mes.
Yo tuve una vez gonorrea –Tengo presentimientos, amo niños.
Yo tengo conversaciones sólo para ti – Éramos cuatro hermanos, una se casó,
(el menor murió.
Yo desesperaba y he amado tan mal, tan – He roto fotos, direcciones, quiero
(bruscamente (olvidar lo que pasó el 4 de Mayo de 1963
Yo un día. –He llorado por cosas sin importancia y
(también por cosas importantes

Y luego martes, miércoles, jueves de una docena de proyectos a otra docena de proyectos,
de una semana a otra con chocolate por las noches, con playa los feriados,
con cigarros y café en el Caribe, con películas de Claude Lelouch o de Antonioni
en el Metro, en el Maximil en Marzo en Abril. Y de pronto
tu quiero ir a una ciudad, caminar, entrar tú a una librería y tu comprar
un libro de Onetti. O mejor no. Quiero tu dejarlo todo, ir tú al mar
frecuentar la avenida Arequipa, escribir tú cartas a tu padre, a tu madre
que permanece en la región central del Perú, escribir tú más cartas
a tu amiga Amalia la medio puta, la pampera que se fue al Canadá
junto al río Ontario y te extraña.
Y yo basta o hasta cuándo con la misma vaina
con la misma vaina.
Y tú quiero, voy, vengo,

17
he perdido el tiempo o déjate
de tantas cosas o ¿la Belleza?
¡la practicidad, eso, los años vuelan!
Y yo, deja esa sonaja o basta o camina
o no te mojes en agua pasada.
Pero llantos vidrios quebrados, puertas cerradas violentamente o tú dejada sola
de pie en una calle. O yo en una butaca de cine. O yo y tú en silencio
a través de neblina y barrios durante días para que todo julio afuera
una breve algarabía y agosto una hecatombe que duró hasta setiembre
cuando me brotó un flujo de luz y las calles giraban, el piso era deslizante
difícil la conversación, imposible la calma, absolutamente necesario el relax.
Y siempre adherido a tacos, a brillos tuyos, a carteras de charol,
a cabellos largos, a tu cuerpo de 20 años adherido y pongo 748 kilómetros
y tú escribes cartas, yo mando postal. Tú una carta, yo otra carta, tú más cartas
Vuelvo y aquí está noviembre lleno de fiestas, visitas al parque Garcilaso
la primera vez de noche, de noche –la noche de cual día–
de noche contra un árbol sin precauciones, nuestros y luego
en los parques de la Aurora, en un cuartucho, en las arenas de Agua Dulce
en los toldos donde hombre y mujer solos,
otras redes tejen detrás de las paredes de tela.
Y lo sabían todos,
todos lo sabían y allí mezclaron kilos de mierda en las palabras de su conversación
y a ti te cayó la pestilencia. Y yo requinté, solté trampas.
Pero todo se perdió en las diversas formas del murmullo.
Y entonces había que variar cambiar de vida por ti y por mí,
pero TU la televisión TU Natalie Wood TU Caterine Deneuve
TU la Colmena de noche, el Mercado Mayorista, los camales.
YO el Cuarto Tribunal, TU una familia de barrio pobre.
YO una universidad de Lima.
YO calle de Piura.
TU tradicional partido político de derecha, la Radio Onda Popular de Perú
YO edificio de 40 departamentos y 500 familias.
Yo estadio de 80 mil aficionados al box. YO clínica siquiátrica.
TU libro de poemas surrealistas. Bienal de Brasil o de Venecia, Rayuela de Cortázar.
YO miércoles de verano, jueves sábado de invierno. TU invasión armada.
TU congreso de americanistas, una conversación en el Pentágono,
YO fábrica de municiones, la lluvia en Santiago, la Plaza de la Revolución
en Cuba el 26 de Julio. TU mi poema el Júbilo y también este poema.
TU la exposición del 70 en Osaka. TU la vida de tu hermana.
TU la cuarta explosión en el Pacífico, el cohete cantor de China. TU Machupicchu
la violencia, el final del siglo, el Oráculo de Osiris, las revueltas en América.
TU la vejez de la belleza TU las postrimerías de una época TU y eso también
un enorme vacío, un hueco móvil y succionante ¡el espanto! ¡la demencia!
Y aquí conmigo
Y aquí conmigo tú me falta un brillo, tu quiero dejarlo todo,
tu quiero encerrarme en la cabina de una discoteca, escuchar tú y tú varios discos
después comprar el último larga duración de Juan Manuel Serrat. O mejor no
Coger tres vestidos, dos pares de zapatos tu y dejar el trabajo, la academia
y largarte y dejarlo todo, mi colchón, mi mesa, mis piernas, mis manos
mis testículos y dejarlo todo, todo!
¡Pero tú pisas, bebes agua estancada! ¡Crías víboras
y sapos! Tú amamantas perros! ¡Tú miedos, tú sobresaltos!
Pero ¡NO TU! ¡TU NO!
Tú no respondes por la mierda de bestia que perfora tus sentidos.
Tú no respondes por la mierda de bestia que trepa la inteligencia, los días,

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la voluntad, los días y los días ciegos horribles demenciales y miedos, miedos!
y vidas humanas en toneles, en botellas de vinagre vidas
vidas humanas en acuarios. Y tu no respondes mi mariposa, mi nerviosa tu no respondes
y yo me pongo en mis manos, en mis brazos yo me pongo en mis piernas me pongo
en mis riñones para que todo o algo sea duradero y golpeo una puerta que tarda
en abrirse, golpeo muchas puertas que tardan en abrirse
y une telaraña te envuelve, envuelve, envuelve todo.
Y tú no respondes ¡TU NO! ¡NO TU!
Y sin embargo hubo que colocar entre tú y yo 748 kilómetros, y rápidamente luego
colocar semanas, habitaciones y después de manera incontenible
miles de libros de decoración y artesanía, proyectos de lo que será el hombre
en el año 2000 entre tú y yo, revistas llenas de fotos de Apolo XI,
el movimiento Hora Zero, los discursos de Velasco, el Diario del CHE,
y ciudades enteras; Trujillo, Huacho, Chimbote, Lima, todo el agua del río
Santa, del río Moche, del río Virú entre tú y yo; y vidas de 30, de 40, de 50,
de 60 años entre tú y yo y mundos llenos de sonidos, ideas,
pensamientos y costos.
Sobre todo costos
y pensamientos.

Las armas molidas. Primera parte / XXVIII

A ti te conozco terror, te conozco:


tú preguntabas por mí, hurgando en mis ojos
con una luna chueca; y yo a ti te encontré
mirando suelo y cielo, solo,
buscando mi error con las dos manos.

Tú querías matarme con astros bizcos,


tú columpiabas mi mente expelida por un golpe:
a ti te conozco terror, te conozco.

Pero si oscuro va el bosque,


lo que ocultas (¡aquí está!) va más oscuro todavía:
¡remolino de hechos que vomita
un incendio antropomórfico, mi cuerpo
como látigo se agitaba contra mí
con el peso del ojo en la mirada!

Te conozco, a ti te conozco terror;


tú ya no puedes mi mente columpiar.

Encuentro con el terror

JOSÉ WATANABE (Laredo, 1946 – Lima, 2008)

El guardián del hielo

Y coincidimos en el terral
el heladero con su carretilla averiada
y yo
que corría tras los pájaros huidos del fuego
de la zafra.

19
También coincidió el sol.
En esa situación cómo negarse a un favor llano:
el heladero me pidió cuidar su efímero hielo.
Oh cuidar lo fugaz bajo el sol...
El hielo empezó a derretirse
bajo mi sombra, tan desesperada
como inútil

Diluyéndose
dibujaba seres esbeltos y primordiales
que sólo un instante tenían firmeza
de cristal de cuarzo
y enseguida eran formas puras
como de montaña o planeta
que se devasta.
No se puede amar lo que tan rápido fuga.
Ama rápido, me dijo el sol.
Y así aprendí, en su ardiente y perverso reino,
a cumplir con la vida:
Yo soy el guardíán del hielo.

El lenguado

pero ese truco sutil


Soy
lo gris contra lo gris. Mi vida
depende de copiar incansablemente
el color de la arena,
que me permite comer y burlar enemigos
me ha deformado. He perdido la simetría
de los animales bellos, mis ojos
y mis narices
han virado hacia un mismo lado del rostro. Soy
un pequeño monstruo invisible
tendido siempre sobre el lecho del mar.
Las breves anchovetas que pasan a mi lado
creen que las devora
una agitación de arena
y los grandes depredadores me rozan sin percibir
mi miedo. El miedo circulará siempre en mi cuerpo
como otra sangre. Mi cuerpo no es mucho. Soy
una palada de órganos enterrados en la arena
y los bordes imperceptibles de mi carne
no están muy lejos.
A veces sueño que me expando
y ondulo como una llanura, sereno y sin miedo, y más grande
que los más grandes. Yo soy entonces
toda la arena, todo el vasto fondo marino.

20
MARÍA EMILIA CORNEJO (LIMA, 1947-1972)

Soy la muchacha mala de la historia


Soy
la muchacha mala de la historia
la que fornicó con tres hombres
y le sacó cuernos a su marido

Soy la mujer
que lo engañó cotidianamente
por un miserable plato de lentejas,
la que le quitó lentamente su ropaje de bondad
hasta convertirlo en una piedra
negra y estéril,
soy la mujer que lo castró
con infinitos gestos de ternura
y gemidos falsos en la cama.

Soy
la muchacha mala de la historia.

CARLOS LÓPEZ DEGREGORI (Lima, 1952)

Último retrato

Carlos Alberto tiene nueve años y trae a un niño ciego. Corren juntos envueltos en la
blancura de esta casa persiguiendo una luz. Es diciembre. Y en diciembre grita ciego el
mar. Y grita la noche despavorida y gritan ciegas las estrellas.

Carlos Alberto tiene once años y vive en cajas baúles túneles pozos madrigueras. Habla con
los animales. Esconde palabras extrañas en los árboles.

Carlos Alberto tiene trece años y sigue a Purísima en el sueño. Se sostiene con sus manos
en el aire. Camina con sus pies. Se hunde en sus ojos. Respira sus incendios. Es octubre
o es diciembre otra vez. Y en diciembre camina santo el mar llamando con sus palabras de
sal a los dormidos y corre blanca la noche y corren blancas y santas las estrellas.

Carlos Alberto es nadie y nadie es Carlos Alberto.

Carlos Alberto tiene diecisiete años y escribe días sábanas desiertos países. Vidas que
jugará y caminará y romperá y perderá. Cuerpos que serán Claudias Marías Roxannas
Julias Lucías Mirandas Aldanas. Es octubre o es agosto o es diciembre otra vez cuando
se levanta santo el mar. Los ángeles vuelan en la oscuridad. Las estrellas dejan heridas
terribles en los dedos.

Carlos Alberto tiene cuarenta y ocho años. Vive en lo que pierde en lo que espera en lo que
falta. Hiere. Miente. Anuda trenzas ríos resplandores. Es diciembre. Y diciembre es la noche
y es la sombra que se desprende de la luz.

Carlos Alberto es nadie y nadie es santo el mar.

El mar es santo el sol.

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El sol es blanca la noche y los ángeles ciegos.

Carlos Alberto es nadie. Y nadie se sienta este catorce de diciembre a escribir:

soy tres vidas tres alientos tres fulgores y una sola muerte de amor

interminable.

MARIO MONTALBETTI (Lima, 1953)

Una sucesión de amaneceres, I

no sabes lo hondo que es lo vasto que es

viajar serpentino entre los rayos de una bicicleta


robada al vecino

así aparece el primer tema rodando por las arboledas


una buena mañana el primer tema que es el tema del miedo
del miedo a caerse al suelo del miedo a las cosas
a las que tenemos que acercarnos para verlas de cerca
del miedo a lo que repta como si caminara miedo
a perder el habla miedo a perderlo todo que es el miedo
a morir que no es lo mismo que el miedo a la muerte

morir es un acto cometido fuera del verso

es ilegible es arrimado se muere siempre afuera siempre


entre ruidos siempre en suburbia morir es un ademán
como quien entra en actitud de ejecutar algo

sólo que nada y sólo que siempre al final

la muerte en cambio es parte del verso se diría


parte misma del verso es un cuerpo extraordinario

no sabes lo hondo que es lo vasto lo impredecible

más impredecible que la danza de una lengua de fuego


más impredecible que un mal sueño al tercer día
de haber emprendido un viaje esto es lo más impredecible
lo más impredecible es lo que vas a pensar a continuación
ahora que ya te has gastado todos los puntos seguidos

porque todo absolutamente todo cuenta

el primer tema es el tema del miedo es el tema


de las dos miradas que cruzan a mitad del ojo
el tema de las dos miradas que se cruzan sin verse

dando simplemente la sensación de un encuentro


que no se ha llevado a cabo como si una bala
pasara cerca del hombro y dijéramos casi mientras

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sentimos una ligera vibración en el aire un silbido
plateado casi un temblor helado un mal de ojo
que nos envuelve sin dejarnos reaccionar

y emergemos perplejos y emergemos hastiados


de tanto hablar en lenguas

pero igual gracias por preguntar

gracias por registrar con esmero las insoportables


diástoles de la pasión insoportables

no sabes lo hondo lo vasto lo bello que es

ROGER SANTIVÁÑEZ (Piura, 1956)

Guerra

La Poesía es un texto contra el Mundo


Demasié asaltó el cielo. Encuentro. Verdad. Fusión
"oye, qué estás hablando" y allí fue donde citó
esa rara relación relativa einsteniana entre poetas y militares

Se recuperó tu lindísimo cuerpo solo escuchando la música


de las paleteadas más arrechas en el íntimo del reverso
de tus calzones, hábilmente quitados con la furia de la mujer
alejada en la nitidez del clip que he grabado para tu paja

porque un hombre solitario es también un hombre


y si redacta internos documentos aprende otra experiencia
quizá la del amor a golpes de muchacha con manos de greda
en escándalo callejero cantando con tu perra voz

dorada en el reflejo del vaso de cerveza y tu histeria


qué hacías buscando guerra un sábado por la noche
mientras el rioba se desbordaba desgranándose
y las muchachas descifraban su música tristísima

Tú-una de ellas- pura imaginación radio curie


que te limpió ese día de toda tu amargura y eso
deberías agradecérselo al Señor (en su negro precipicio
de dolor) y tu eléctrico soto, urbano en short color de tu nombre

Hagas lo que hagas, perdóname con tu plisada caída


que era de la abuela, quien te quiso no más que mi
alma encadenada a tus axilas de vampira peruana
en el rímac ausculten sus designios religiosos

Esta es una arquitectura simple como tu lenguaje


¿qué es la guerra? preguntaste ¿siempre no hemos estado
en es? ¿en qué, ah? decía como acariciándose el rompeolas
en el que magnificó sus días y escondió su inocencia.

23
Venado asesinado

La cornamenta furtiva poetiza


Detrás de la floresta o encima
Una procesión de nubes agoniza

Es el antiguo tema del poema


Una especie solitaria en extinción
Lo inalcanzable al alcance del azul

Ahora queman boñiga perfumando


La brisa vespertina de la sierra
Porque somos de aire & de mareas

Suena un rondín por las márgenes


Sullón en Sullana llama la Capullana
Y nadie dispara ni escucha el disparo

MARIELA DREYFUS (Lima, 1960)

Post Coitum
Descender las escaleras del hotel
y que las cosas vuelvan a su antiguo espesor.
Este placer ya ha sido pagado:
todo es dinero todo se vuelve papel moneda
el goce es dejado sobre sábanas prestadas.

Frente a las escaleras de la entrada


aliso mis cabellos / acomodo mis senos
al lado de mi muchacho
tímido como siempre en el primer abrazo.

El regreso a casa es solitario


y debo esconder mis pasos,
el olor que sorprenda a mi madre
mil veces violada y todavía virgen

Bendición
Benditas sean las muchachas
que usan rouge y rimmel
beben vino con altos oficiales
y por las noches
-espejos y media luz-
abren las piernas con decencia ,
como cuando duele.

Benditas ellas, que al amanecer


dejan su cerebro sobre el velador,
cogen el bolso.

Benditas todas, hermosas ciegas,


princesitas que arrechan.

24
MONTSERRAT ÁLVAREZ (Zaragoza, 1969)

Diariamente...

Diariamente expío mi culpa de existir


limpiando pisos hasta extinguir mi vida
Diariamente pago con dolor los placeres
y el dolor con dolor
Aquí nadie me mira –por desprecio los más,
los menos por vergüenza–
Sé que tengo derecho a existir sin dar cuentas
a nadie, tanto como los perros
que corren sobre el bien cuidado pasto
que no debo pisar (como si los señores de esta casa
y todos los señores fueran dueños del pasto,
como si para ellos y sólo para ellos
amaneciera el sol, diera la tierra frutos)
Sé que también por mí las flores se hacen carne
y mi sed es tan grande como la de cualquiera
Sé que también por mí sale el sol cada día
y su calor me alumbra tanto como a los otros
Me ordenó la señora esta mañana sírvenos la comida
Yo nada respondí solo quedé mirándola en silencio
Y pude oler su miedo
Me ordenó la señora sírvenos la comida después come la tuya
Me ordenó vive muévete come respira duerme
Yo nada respondí pero empecé a quitarme el uniforme
Adiviné mi voz en mi garganta alta y potente como jamás la tuve
–yo, que nunca he reído fuertemente–
Y no tuve vergüenza de mi cuerpo desnudo
Salí a la calle sin llevarme nada, abandonando todo como un lastre

Ya no obedeceré órdenes de nadie

VICTORIA GUERRERO (Lima, 1971)

lima/año cero

voy porfiando tercamente garabateando una


escritura que no sana el cuerpo explota
revienta en miles de pedacitos de odio ¿los
lágrimas
quieres? recoge uno tras otro con cuidado
para que no te hieran y luego a la basura sin
cargada de esterilidad avanzo incluso más
allá de cualquier escritura me adentro en mi
propia sombra intuyo un vientre más cálido y
me acomodo ingreso en él como en un paraíso
de locura día y noche me alimento de su
profunda oscuridad lo hago defecar a mi
antojo expulsar el tiempo toda su sucia

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poesía en una arcada luego ha de beberse el
día y la noche tragarse el mundo hasta el
hartazgo para recomenzar

nadie te dijo aquí serás feliz en este paraíso


del hartazgo en esta profunda oscuridad que
pateas hasta hacerla sangrar y luego bailas
alrededor de ese líquido negruzco y
maloliente y lo bebes y chapoteas sobre él con
la alegría de una bestia

7 años de silencio 1985-1991

las imágenes de los cadáveres descompuestos


pasan gélidas ante nuestras narices
como carne muerta
—desde el nacimiento

las imágenes de los cadáveres


des/compuestos
pasan flotando gélidas ante nuestras narices
¿como carne muerta
desde el nacimiento?

las imágenes
de los cadáveres descompuestos
pasan
flotando
ante nuestras narices g-é-l-i-d-a-s
como carne muerta desde el nacimiento

las imágenes gélidas


de los cadáveres descompuestos
pasan flotando ante nuestras narices
como carne muerta desde el nacimiento

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