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Las conéforas Autor: Esquilo Fecha De Edición: 2010

Las coéforas representa la historia de una venganza: la


que, a pesar de sus dudas, debe llevar a cabo Orestes
con el apoyo de su hermana Electra tras el asesinato de
su padre Agamenón a manos de Clitemnestra y de su
amante Egisto.

PROBLEMA PRINCIPAL:
El problema principal de la historia se basa en si Orestes, el personaje principal,
duda si matar o no a su propia madre debido a una venganza planeada junto a su
hermana Electra contra su madre Clitemnestra y su nuevo esposo Egisto con
quien comparte el trono de la ciudad, ya que estos dos ultimos son los culpables
de la muerte del padre de Orestes y Electra, Agamenón

PROBLEMAS SECUNDARIOS.

Los problemas secundarios en la obra vendrían siendo consecuencia de que cada


uno de los personajes busca generar justicia o vengarse por su propia mano, es
decir, no esperan a que la justicia real haga aparición, sino que lo toman de
manera personal y ven la necesidad de vengarse por ellos mismos.

Por ejemplo, debido a que Agamenón mato a una de sus hijas, su esposa
Clitemnestra se enfureció y decidóo vengar la muerte de su propia hija, por lo que
mientras Agamenón se había ido a luchar contra los troyanos, Clitemnestra le fue
infiel con Egisto, y junto con el planeo la muerte de Agamenón.
Personajes:
 Orestes
 Pilades
 Coro de esclavas
 Electra
 La nodriza de Orestes
 Clitemnestra
 Egisto
 Un esclavo

En Resumen:

Fue estrenada el 458 a. C.

Han pasado seis años desde el asesinato alevoso de Agamenón. Su hijo Orestes,
nacido poco antes del comienzo de la guerra de Troya, ha cumplido ya 18 años y
llegado, por tanto, a la “efebía”… Tiene, pues, derecho a volver, como rey y señor,
a Argos. Antes de retornar a esta ciudad ha visitado el santuario de Delfos, en
donde Apolo le ha ordenado que vengue la muerte de su padre.

Procedente del campo, llega de madrugada a Argos, acompañado de Pílades,


prototipo del amigo leal. Se detienen ante la tumba de Agamenón. Orestes
consagra en ella, en ofrenda a su padre, un mechón de sus cabellos; y exclama:
“Entro en este país de vuelta del destierro…He ofrecido al Inacos un bucle de mis
cabellos, por haber nutrido mi juventud, y ofrezco aquí otro en señal de duelo”.

En ese momento se dirige hacia la tumba del rey el Coro, formado por unas
portadoras de libaciones (las “Coéforas”) y de otras ofrendas fúnebres. Se trata de
ancianas, esclavas de Clitemnestra, de cautivas procedentes de Troya, que
cumplen de mala gana la ofrenda de homenaje postumo al rey que destruyó Ilion.

Electra, hermana de Orestes, conduce el cortejo. Orestes la reconoce: “¿Qué es lo


que veo? ¿Qué cortejo es este que avanza, compuesto por mujeres cubiertas con
largos velos negros?… ¿Debo entender… que estas mujeres traen a mi padre
libaciones, ofrendas que aplacan a los muertos?… Creo que es mi hermana
Electra la que viene hacia aquí… ¡Oh Zeus, concédeme vengar la muerte de mi
padre…!”

El Coro canta que la noche anterior la reina Clitemnestra ha soñado que paría una
serpiente, que ensangrentaba su seno al mamar de él. Impresionada por tal
sueño, trata de aplacar el alma de Agamenón. Esta mujer, autora de un crimen
abominable, no se ha arrepentido de su acción, pero se ve atormentada por
remordimientos, que la impulsan a realizar prácticas mágicas y a dedicar ofrendas
al esposo asesinado.

Electra, al derramar libaciones, exclama: “¿Qué voy a decir al derramar estas


libaciones en honor del muerto?… Al verter este agua lustral en honor de los
muertos, dirijo a mi padre esta llamada: ‘ten piedad de mí y de tu hijo Orestes;
¡haz que seamos amos de nuestra casa! Ahora somos simples vagabundos,
vendidos por la misma que nos parió; en cambio, ella ha tomado, en tu lugar, un
amante, Egisto, su cómplice en tu asesinato. A mí se me trata como a una
esclava. Orestes, desposeído de sus bienes, está desterrado… ¡Que un golpe de
suerte nos traiga aquí a Orestes! Escucha, padre mío, mi súplica… ¡Que surja, por
fin, un vengador tuyo, padre, y que los que te mataron mueran a su vez: esto será
justo!…’ Estoy viendo sobre la tumba este bucle cortado”.

Al ver sobre la tumba de su padre el mechón de cabellos, Electra imagina que son
de su hermano, colocados allí por éste como ofrenda. Ve en el suelo unas huellas
de pies humanos y supone que son también de Orestes.

Mientras tanto, Orestes y Pílades permanecen ocultos entre bastidores. Esquilo


inventa este truco escénico, que pervive en el teatro actualOrestes sale de su
escondite, se presenta ante Electra y se produce la anagnórisis entre ambos
hermanos; Oreste dice: “Cuando has visto este mechón de pelo, cortado en señal
de duelo, tu corazón ha saltado de gozo y creías verme y lo mismo te pasó,
cuando examinabas las huellas de mis pies. Mira, examina este bucle y ponió
junto a los cabellos de tu propio hermano, tan semejantes a los tuyos,… Mira,
además, este tejido, obra de tus manos…”

A continuación recuerda la orden del oráculo de Apolo: “No me traicionará, no, el


oráculo omnipotente de Loxias (Apolo), que estuvo ordenándome que afrontase
hasta el final este riesgo; levantaba sus gritos apremiantes y me presagiaba penas
capaces de helar la sangre de mi corazón, si yo no perseguía a los asesinos de mi
padre… y desobedecía su orden: matar a quien ha matado… Si yo no lo hacía,
declaraba, pagaría el precio con mi propia vida, en medio de muchos y espantosos
sufrimientos”.

Electra explica, a su vez, la situación en que se encuentra ella: “Yo estaba


marginada, privada de honores y derechos, recluida en mi habitación, como si
fuera un perro peligroso. Mis lágrimas brotaban más prontas que la risa; me
ocultaba para sollozar y llorar constantemente”Ambos hermanos, de rodillas ante
la tumba paterna, evocan el alma del muerto y deciden obrar de común acuerdo.
Comentan las circunstancias que rodearon el asesinato de su padre. Se aclara el
horrible sueño de Clitemnestra, que ha obligado a Electra a llevar libaciones a la
tumba de Agamenón. Orestes lo interpreta como un destino de la muerte violenta
de su propia madre y urde un engaño para perpetrarla: “Como si yo fuera un
extranjero, llevando el atuendo completo de un viajero, llegaré hasta la puerta
exterior, acompañado de este hombre (Pílades), presentándome como nuevo
huésped de la casa al viejo huésped…”Orestes, acompañado de su amigo Pílades
se presenta ante Clitemnestra como un peregrino que ha venido a anunciar a ésta
la muerte de Orestes.

Clitemnestra se entrega a fingidas manifestaciones de dolor. Ordena a una


esclava que preste a los huéspedes las debidas atenciones.
Cilicia, la vieja nodriza de Orestes, recuerda emocionada la niñez de éste, se
deshace en llanto y exclama: “Ante sus servidores ella (Clitemnestra) ha puesto
cara de tristeza, pero, por dentro, sus ojos ocultan una sonrisa, por lo bien que le
han ido las cosas…”

La nodriza comunica al Coro que Clitemnestra le ha ordenado que vaya en busca


de Egisto, para que reciba del forastero la noticia de la muerte de Orestes. El Coro
le aconseja que diga a Egisto que acuda sin su escolta. Con ello se va a facilitar la
venganza. Después invoca la ayuda de los dioses en la acción vengati-va que se
está preparando.

Entra en escena Egisto, que llega del campo. El Coro entona un canto de júbilo y,
temeroso de que el ánimo de Orestes desfallezca, le pide que imite a Perseo, que
apartó la vista de la Gorgona mientras la hería.

Orestes entra en el palacio. Poco después se oyen, dentro de éste, los gritos de
dolor que profiere Egisto.Sale un esclavo y grita: “Ya no existe Egisto”.

Al oir los gritos, acude Clitemnestra y dice al esclavo: “¿Qué es lo que pasa?
¿Qué gritos son esos que estabas dando por el palacio?El esclavo contesta: “El
muerto ha matado al vivo La reina comprende el sentido de tan enigmáticas
palabras.

Sale del palacio Orestes, blandiendo en su mano la espada ensangrentada y se


produce un dramático diálogo entre él y su madre. Ésta comprende el sentido del
misterioso sueño, en el que una serpiente sorbía la sangre de su seno. Plaquea el
ánimo de su hijo Orestes y dice a su amigo: “Pílades, ¿daré muerte a mi madre?

El amigo vence la vacilación de Orestes. Es como un refrendo de la voluntad de


Apolo, que le ha ordenado que vengue la muerte de su padre, amenazándole con
la persecución de las Erinias de éste, si no lo hace.
Orestes arrastra a su madre hasta el interior del palacio, mientras exclama:
“La suerte que has hecho sufrir a mi padre te condena a morir”.

Se abre la puerta exterior del palacio, tras cuyo umbral yacen los cadáveres de
Egisto y de Clitemnestra.

Sale del palacio Orestes, seguido de Pílades, que lleva en sus manos el manto
con el que sus asesinos inmovilizaron a Agamenón, impidiéndole defenderse.

Orestes trata de justificar ante el Coro su horrible matricidio: “Mientras aún estoy
en mi sano juicio, grito muy alto a todos los míos: sí, he matado, con toda justicia,
a mi madre, a esa impura asesina de mi padre, a un ser odioso para los dioses. Y,
además, afirmo que el gran instigador de esta audacia mía ha sido el dios adivino
de Delfos, Loxias. Me profetizó que, si yo obraba tal como he obrado, estaría
exento de toda culpabilidad criminal, mientras que, si no cumplía su orden,… no
os diré el castigo, pues ninguno de sus sufrimientos me va a alcanzar ya con sus
saetas… Y ahora, ved cómo, con este ramo de suplicante voy a tomar el camino
del santuario construido en torno del Ombligo del mundo… para huir de la sangre
de una madre… Loxias me ha ordenado que dirija mis pasos hacia su hogar…”

El corifeo contesta: “Has triunfado; no pongas tus labios al servicio de un lenguaje


amargo; no te maldigas a ti mismo el día en que has liberado al país argivo,
cortando con golpe afortunado la cabeza de estas dos serpientes”.

Muerta su madre, comienza a hacer efecto la maldición de ésta. Cuando se


dispone Orestes a abandonar la escena, retrocede espantado al ver a las Erinias,
mujeres de terrorífico aspecto, vestidas de negro y con cabellera de serpientes.
Comienza a perturbarse la mente de Orestes, que, presa de una locura furiosa,
exclama: “¡Esas son claramente las rencorosas perras que pretenden vengar a mi
madre!”

El Coro reflexiona sobre la interminable carrera de Ate. El corifeo advierte a


Orestes: “Aún está fresca en tus manos la sangre. De ahí procede el trastorno que
turba tu mente… Sólo hay un medio para purificarte: vete a conmover a Loxias y él
te librará de tu tormento… Adiós, y que el dios, mirándote con ojos propicios, te
guarde para días mejores”.
Introducción:

Colegio Nacional De Educación Profesional


Técnico

“Don Protacio Rodrigo Cuellar”


Modulo: Filosofía

Docente: Melissa Hernández Izaguirre

Alumno: Jesús Eduardo García Sánchez

Grupo: 601

Introducción:

Hablare de un libro llamado Las conéforas representa la historia de una venganza


la que, a pesar de sus dudas, debe llevar a cabo Orestes con el apoyo de su
hermana Electra tras el asesinato de su padre Agamenón a manos de
Clitemnestra y de su amante Egisto.

El libro se centra en el año 458 a. C. y cuenta como el personaje principal, duda si


matar o no a su propia madre junto a su hermana debido a una venganza
Conclusión:

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