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·· · El-autor'.·. · ;.:..· ...< ··...- i Antonino Ferro
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:· ... A_ntonino·Ferro es ·miembro·or•·.,:
dinario, .fÚnclór.1 con
_·~ -ir~!n[ni ')_.·_~:
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de la Sociedad .P$ie0al'laltt1ca ·_
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:· · Italiana .y .de· la· :lnterriatiorial··\ ··
, . ·: ~ychoanalyticaf ~~rL ·.:.'>:'_:·
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. . Desdehace mu~os ·a.fló$/da .,.:
, temlnarlosy.~u~(vtsÍones .-:en·/ .: FACTORES DE ENFERMEDAD,
• C·, • !PU~ so$.ciádét
..-de· l)SJCóa·..'·:-·~:
,• n~sis, en Europa;
·Norteamérica. · · FACTORES DE CURACIÓN
y Sudamérica._, ·
Génesis del sufrimiento
. AÓtor.de ártf~los. num&ró808
: <- y cura psicoanalítica
de clínica,.t'°ría -'/ : técl'.licapal-.··
coa.nalítlcas~: publicados.·en las- ·
.. .. principalesrévistaá intemacfona- .·..
~~ ·. les.da psiCQánáU~is :-/ ....
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·:......··La. sesión a~alftíca-·(~en') ,. El-: ·_:]

: ·. . psicoaná(is,s como litarstura y . . .l
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¡ ·· /la-psicoanalísiinta:ntile,La·su,. :···:\
: -· ¡::JtJrv,sione pslcoanatftic;;i':·serf¡; ...··. :· ! -~
:_·,. narí c/lnici dÍ.Sao Paulo, traduct-· · ,:
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 •
Creo que en el consultorio analítico y en lo social se !
contraponen dos tipos de cultura: a una la llamaría "cultu-
ra de la reverie', y a la otra "cultura de la evacuación", pe- i
ro para estos conceptos me remito al capítulo II de este li- VIII. El autoanálisis y ·Jos gradientes ,de
bro .... funcionamiento del analista

Considero muy interesante este tema, aunque se lo

trate con menor irecuencia de la meredda. Ante todo, qui-
siera distinguir las diferEijltes ac~pciones del término.
Para el analista hay un "autoanálisis" que continúa
mie.ntras él esté en actividad con los pacientes;.en el fon-
do, ya se ha dicho que cada paciente .puede ser conside-
rado como perteneciente a una "región" todavía inexplora-
',.. ... dadel analistá, quien se enriquece y se transforma, a su
vez, con cada paciente con el que trabaja: yo he podido
"penetrar'' auténticamente y en profundidad el concepto
I: de autismo gracias al trabajo con pacientes con significa-
' tivos aspectos autistas; esto también me ha permitido rea-
! propiarme de mis zonas autistas , a las que nunca había
1 tenido ocasión de dar espacio y reconocimiento e iniciar
·r4 posibilidades de transformación.
Esto me ha permitido, sobre todo, entender cómo es-
.,¡ tos aspectos autistas en realidad eran más relevantes en
mi mente de lo que jamás habría supuesto: ' incluso la re-
\. presentación de un sueño, •tenido de niño~ en el que al
1 arribar con el barco al puerto de una ciudad veía todo el
t paisaje bidimensional, sin espesor, como Si los edificios
hubieran sido sólo una "fachada", como en las escenogra-
... fías cinematográficas. ...,.
También está el autoanálisis que todo analista lleva a
... cabo en relación con la elaboración de la contratransfe-
rencia respecto de cada paciente en particular, y el modo
en que metaboliza las identificaciones proyectivas de ca-

-
r.
da paciente; esto puede incluir el trabajo sobre sus pro-
pias reveries, sus acciones y especialmente, diría, sobre
los sueños de contratransferencia.
Hasta aquí no hay problemas específicos y hay mu-

138
 chas trabajos que exponen acerca de es.tos plan~eos, t_an-
to más cuanto principalmente se enfoca una 1mpos1ble
neutralidad del analista y su participa_ciónemotiva en todo
cuanto lo rodea (Renik, 1993, 1997; Jacobs, 1999). Pero
fa acepción a la que quiero referirme es la relativa_al at~-
toanálisis del analista no en relación con su trabajo coti-
diano 1 sino como ser humano que, al haber hecho análi-
sis, dispone de un instrumento particular para trabajar _c?n
su propia mente. Naturalmente, éste es un prerrequ1s11:o
básico para estar auténticamente disponibles para traba-
jar con los propios pacientes.
Es discutible que sea posible un autoanálisis auténtica-
mente "transformador" por el hecho de que la transforma-
1
.Jt'.•,,·.'
ción tiene lugar a través de la metabolización de las iden-
' tificaciones proyectivas y la progresiva introyección del
método. Pero creo que en el transcurso de la vida este
"círculo", que toda mente analizada debería haber intro-
yectado, puede cerrarse y entonces el autoanálisis pu~de
~ 4 ser el método para "desencerrar" el método ya introyecta-
·>,;,1.'
do. Por eso considero que el autoanálisis sustancialmen-
te és posible sólo para una mente que ya. haya ~echo la
experiencia de un análisis. En este traba10, obviamente
son preciosos los sueños.
El analista se define como tal cuando hay un paciente
con él en el interior del encuadre; fuera de esta situación
él es una persona como todas, o por lo menos como to-
das aquellas que han hecho análisis.
No considero en absoluto una prerrogativa positiva la
de haber hecho análisis ; es como haber tenido necesidad
"del sanatorio" y de la "estreptomicina" para la tuberculo-
sis. Una mente suficientemente sana no tendrá ninguna
necesidad de hacer análisis: el análisis es una respuesta,
la mayoría de las veces adecuada, a un sufrimiento psí-
quico.
Creo que quien ha hecho análisis después anda, du-
rante mucho tiempo, "en piloto automático", es decir ne,se
da cuenta del trabajo de elaboración que va realizando
140
día a día. Es en los momentos de sufrimiento, de dificul-
tad, de emergencia, cuando se activa la capacidad autoa-
nalítica. De ella me gustaría hablar mostrando determina-
dos momentos del trabajo de mi mente y la manera en
que traté de enfrentarlos.
Un debate con coll!ga~ (Boécara, Riefolo) me llevó a
reflexionar sobre el concepto de "analista herido". Creo
que el analista, seguramente, ha sido "un herido" pero
considero que debería su análisis haberlo "curado" sufi-
cientemente. Pienso que cierta "sensibilidad" de las "heri-
das curadas" puede ser un punto para trabajar, algo que
le permite "vibrar armónicamente" con las heridas del pa-
ciente. Naturalmente, se torna problemático el momento
en que las heridas, o nuevas heridas, vuelven a sangrar.
En este caso, es necesario el autoanálisis, si bien, en
caso de que el sangrar superase cierto umbral de sufri-
miento, el analista tiene la ·obligación ética de una nueva
serie de análisis, para no "enfermar'' ulteriormente a sus
pacientes o para no hacerse curar por sus pacientes, lo
que resultaría una perversión del estatuto mismo del aná-
lisis. Esto no quita que ocasionalmente pueda ocurrir, co-
mo evento excepcionalmente fisiológico, en cualquier
análisis.
El analista en cuan.to paci~1;1tede sí mismo
Estoy viviendo un momento difícil, no sé qué "camino"
tomará un serio problema de familia, estoy angustiado y
preocupado. Un sueño y una reverie me ayudan. El sue-
ño me muestra dos niños: uno está bien y el otro sufre
mucho; a este último le introduzco el tubito del fonendos-
copio de mi padre para aspirar el fíquido que le impide
respirar bien. El sueño me ayuda a individualizar mi preo-
cupación respecto de algo que no sé si se encaminará coM
rrectamente· o si tendrá necesidad de atención especial.
En un nivel más profundo, el sueño me pone en contacto
con mi "aspecto" más saturado de angustia, que necesita
141

reactivarse con una función paterna analítica capaz de
"aspirar'', y espero transformar algo que me oprime.
La réverie me ayuda a volver a reírme -como pueda-
de mis penas, veo una casa con una gran pata de elefan-
te levantada sobre el techo: ¿Qué hará el elefante? ¿Me-
terá la pata encima, sobre la casa, o la esquivará? Al me-
nos, así, logro visualizar mi angustia a la espera de saber
qué cariz tomará el problema por el que me siento afligi-
do.
Siempre en el mismo período, sueño que tengo una
.;. •r , ampolla debajo de una axila, ampolla que se separa y que
me permite ver todo el interior de mi cuerpo -y todos los
órganos- que está como reseco, mientras que toda la
'
t . .~" piel está tensa e hinchada. Evalúo rápidamente que estoy
"hinchado" de angustia, y que en mi interior me siento to-
talmente "fruncido" en una especie de aflojamiento depre-
sivo de mi vitalidad. Trabajo sobre los "duelos" que me
toca elaborar en ese momento, pero la "grieta" de mi ca-
pacidad de contención se expresa de igual manera, ya
sea a través de un b/ackout de sueño con un paciente que
también tiene problemas de tipo depresivo, ya sea con la
afección -fuerte, liberadora- de un gran resfrío que, si
}2:~
.. . ;....
por un lado me "obstruye", por otro me permite "descom-
primirme". Al día siguiente tengo un sueño en el que me
debo someter a un ECG y, después de fuertes angustias,
resulta normal; es más, por medio de él se traslucen algu-
nos "deseos reprimidos".
La confianza recuperada y el final de la emergencia
son señalados por dos sueños: en el primero me atrae
una linda joven por la que renuncio a "estudiar medicina",
lo que me exigiría trabajar los sábados y los domingos en
las guardias, y acepto la perspectiva de un empleo menos
exigente para dedicarle tiempo. En el segundo, me doy
cuenta de que ya tengo el título en medicina y que mi de-
seo de dar algunos exámenes en la universidad no nacía
del deseo de recibirme -puesto que ya era médico-,
sino únicamente del placer de profundizar en la práctica
de las cosas que me interesaban. Por efecto de los sue-
142
'
ños renunci?_ª una serie de fines de semana progta~a - i
d?s con act1v1dadeslaborales y los reprogramo !para _vivir':
d1as de sereno reposo. ·
. ~ . .. .
El autoanálisis gracias al supervisor .- 1
A veces el supervisor puede situarse como alguie~ q~;e
debe reactivar una función autoanalítica en el supervisa-
do, para permitir que éste pueda desarrollar un beneficio-
so trabajo analítico.
Stefania es una joven analista muy competente que, ~n
una sesión con su paciente Marcella, cuando ella mani-
fiesta, entre miedos y dudas, su deseo de tener otro niño
se pone rígida y no logra "acoger" este proyecto con 1~
disponibilidad que se merece, es más se alía con los fun-
cionamientos de la paciente contrarios a cualquier cam-
bio, y piensa este proyecto como contrario al desarrollo
del análisis de MarceU_ij,
Marcena, en la siguiente sesión, trae un sueño estimu-
lado por la lectura de un libro, en el que se encontraba en
una comunidad de hebreos ortodoxos, pero órtodoxos al
límite del fanatismo; y donde, en un cuadro de una mues-
tra, aparecía una madre crucificada. No puedo no subra-
yarle a la joven colega que su rigidez del día anterior
había generado la secuencia onírica: se la pensó como
perteneciente a una comunidad extremista ortodoxa (la
analítica) y el proyecto de maternidad fue "crucificado".
Le pregunto a la colega la razón de esta rigidez, y ella
misma me cuenta ..;.._tomandoconciencia a medida que
me habla- acerca de una situación conflictiva ella vivió,
que había entrado en consonancia silenciosamente con el
proyecto de la paciente, lo cual la había llevado a ser hos-
til hacia éste. Se desarrolla así una etapa de autoanálisis,
en parte conmigo como su testigo-catalizador, que la jo-
ven analista continuará consigo misma hasta reencontrar
la posibilidad de compartir armoniosamente· los proyectos
y deseos de su propia paciente.
143
 !1rT1 :
U! :

:::,· :<:.W(¡'
1~'.t
'~
La introyección del narrador dianeidad
•
pero que, sin embargo,
'
parecía arroiar
. J
som
: .. ' : ..~ . +--•··
J}~!i
<bra., :_') :¡:;¡ ••·f",,.}
en crertos momentos particulares. He podido pen~'~r.-él ;) :f ::l:.••,f.)~:•
,,
Otras veces he subrayado que un análisis puede termi- "catastrofismo" como vinculadó -a una fantasía c:fetenéi , } f i' i} .) + .;r -:-
i,

nar cuando se integra, por medio de la introyección, la ca-

q_~e"prevenir" cada posible imprevisto, por. la· preocyp~
/ :·;:{]j:!:\;~j:{
..,_ pacidad de tejer en emociones y en pensamientos todo lo c!on de ..no tene~ s~ficientes .recursos o no _tener ,las: ~u.ij\, , ,·iJ,; 'f'.i)I:~-~~
>>:
'\i.Ir(
cientes presencras que pudieran ayudar en un momentb: · "r{-~,~.>
1
.
que nos viene de cualquier tipo de experiencia que hace-
mos con nosotros mismos, con nuestro cuerpo, con los ?ifícil. ~s como si "p~ev~nir'' y "~rever" cualquier p~~ible, ' : n:Y
Imprev1sto y desgracia diera el tiempo y la confianza de, · - ~ ; <:,->
!~ demás y con la vida.
que exista el modo de poder equiparse. · ., ·--/ !i';,(J~
Esto corresponde a encontrar "soluciones" en el senti-
do más estricto del término, a desatar el drama invisible
en narraciones posibles.
0
gio~sd~ ~~ :~ ~~~~e;u~~~eh~~=~ ~~:e~;~~a~~~n;~~f~ ::;;'},~,li¡\
1
puentecito, se equipara con chaqueta flotante y con salva- · ¡!1 ~~
~
,: Una paciente al fin del análisis tiene un momento de vidas. ·1/ ~
¡
desorientación, su teléfono celular ho tiene más señal,
1
1
~

l ella está furiosa con un colega que le ha dado el alta a una

Me di cuenta de que debí haber tomado ei "ribete" . de i;\:t:
•
~
paciente a quien ella había indicado guardar cama . catastrofismo de la experiencia de la madre de mi ab~ela ri;i¡:F
..t materna que, en el siglo pasado -joven de familia noble ;,¡¡;;f.
Hasta que sola se da cuenta, en el transcurso de la se- 4:i•
l 1
{
sión, de la angustia que vive al pensar que dentro de po-
co tiempo se encontrará sin "la red" del análisis, y puede
pero sin riquezas y, por tanto, no equipada para sobrevi~
vir- se casó con un renombrado músico, que murió de
improviso, dejando a su esposa con siete hijos de tierna
'.!l;{t•.
'¡'
1i~
~~~~~
't vivir la ira por "la dimisión" del diván analítico al que se ha- 1
¡
bía ligado mucho durante los últimos años.
¡ ~~ee~~in~~:~~~l~t;ªe~p:~~~:q.~t:~t~ó~:;t~~ :_::·1~ .'):.•,.:
1
1·
bien mi bisabuela -realmente no sé cómo-:- logró "orde- :,~
•
i' Lo transgeneracional
nar'' las cosas y proveer a todos sus hijos. - { 1 :Í'
r
... Una categoría importante del autoanálisis, que conti- Estrechame.ntecon:~;;;,. co.n18,cill)ac¡dad:,u,!Qana
é i.[.!'•
núa explorando zonas no alcanzadas en los tiempos del lítica del analista, ~e encú~ntran los gradientes de furicio- "'-
1
!::k
,-
¡
'
....
análisis personal, tiene que ver con lo transgeneraciona l.
Por otro lado, considero que un -buen análisis puede
namiento de su ·mente. 1 ' ·, •. · · · ' ·

S~ trata para mí de un¡momento de particular dificultad

1

: ))
' íc'

suministrar el instrumento para las exploraciones, no un re 1ac1onado con: problenias 'familiafeS, que me ·generan ,. [
mapa acabado de las zonas explorables; si no fuese así, preocupación y tarnbiéíl angustia y aturdim iento intensos. , _::.f
no se podría compartir la conceptualización de Bion de un Logro trabajar bien en las supervisiones donde la "expe- · ¡ .;.·-'•.

inconscie nte en perenne expansión.
Un territorio transgeneracional que se me ha presenta-
do en mis exploraciones, a causa de ciertas contingencias
de vida, ha sido el catastrofismo.
Aspecto que nunca había sentido presente en mi coti-
riencia" me socorre y donde •no noto una merma del ren-
dimiento medi0;·sólo estoy menos "juguetón y creativo",
pero mantengo ,un buen nivel de funcionamiento . Con los
pacientes consigo seguir y entender el sentido de su dis- 'r
1
so, ~ero percibo que tengo una disponibilidad y recep-
~u_r
t1v1dadinterna.menores respecto de sus emo,ciones y con-
t
'f

144 145
 tenidos, incluso logro captar "la respuesta" del paciente
respecto
.... de mi esta.do de sensibilización interna.
Me encuentro en la situación de una mujer, suponga-
mos, con una vaginitis o un dolor pelviano, quien a pesar
de no eludir un abrazo con la persona amada (Q d), per-
cibiera sin embargo la distinta calidad de su propia dispo-
nibilidad receptiva y captase también la desilusión, la in·
satisfacción o la irritación del otro. ¿Qué hacer en estos
casos? En casos de extrema intensidad, no le queda al
•.. analista sino "anular" las sesiones hasta su "curación" psí-
A '·
.·
i.:
. quica .
Es más difícil sugerir qué hacer en aquellas ocasiones
de sufrimiento prolongado y, por ejemplo, fuertemente li-
gado a experiencias de vida dolorosas que no pueden no
golpear incluso a los analistas. Creo que en estos casos
es importante:
a) tratar de trabajar para recuperar lo más posible la
disposición mental media;
b) tratar de "metabolizar" todas las señalizaciones que
provengan del texto del paciente de manera que, sin ''self-
disclosure", no corramos el riesgo de atribuirle al paciente
"cosas" que no le pertenecen;
c) señalar, con los pacientes más graves -que saben
siempre la verdad de nuestro funcionamiento mental-,
nuestro momento de dificultad, quizás a través de una in-
terpretación, sin hacer, obviamente, confesiones sobre
nuestra fuente de sufrimiento.
En lo que hace al punto a), una primera ayuda nos es
provista por el "sueño", que se pone en funcionamiento
para rehacer esos vacíos que se han producido en nues-
tra mente.
Años atrás, en un momento en que había que esperar
mucho para conocer el diagnóstico de un familiar mío, y
justo cuando hubo una remisión sintomática que podía
significar una cura -aunque no era seguro- una cura,
he tenido estos dos sueños: iba al doctor por un control y
146
él me decía que tenía un tumor.e~ el•pulmón y que, .~ lo
sumo,medabaentreseismesesy unañode·vid~
; aid~si-
pertarme, reelaboro este sueño, para soñar, inmediata-
mente después, que estqy en un amplio claro, y soy sor-
prendido por un terrible perro de grandes dimensiones
que, en vez de morderme ha?ta devorarme, se detiene a
pocos centímetros de mí aquietándose; mientras, yo •lla-
mo a un amigo que, por ..el niómento, no responde. Un
amigo con una función paterna.
,l
/''
l:1..
En el mismo período, una paciente relata que su mari-
do tenía su teléfono celular apagado justo cuando ella lo
.'.'.-:
:
t. ··i
..
f,
necesitaba, y cuenta un sueño en el que llevaba a su hijo :··(
. ·t'
a un médico que podía ser una persona muy peligrosae ' '
incumplidora, tal vez un viviseccionista. :'
Otro sueño se refiere a una tía, con la cual nunca se
había podido comunicar, y un matrimonio que no se pue-
de realizar entre una joven y un joven ''trastornado".
Otra paciente llega llorando a la sesión, diciendo que
donde trabaja "están todos locos" y que debería dejar ese
trabajo para estar tranquila.
En estos casos, sin necesidad de confesiones cpntr~:-
transferenciales (Renik, 1999) -o debería decir sin con-
fesiones sobre la realidad emotiva del analista- nq es di~
no
fícil trabajar de man(j)ra .saturada sobre, las temátÚias
propuestas por el paciente{ayudáridoto
j ¡.
a elabc,rarlas:·...
Una paciente percibe mi rnenot presencia mental rela~
tanda la ira experimen?ada,pors'u.h~rmana cuando se tras,
ladó a otra ciudad para¡ un seminario y, sólo allí -donde
llegó tras un viaje más bien largo, descubrió que "no ha-
bía nadie", ya que el docente estaba "ausente porenfer~
medad": ira que experimenta hacia los organizadores del
seminario que no le habían avisado de la "ausencia".
Reactivado por esta comunicación, que no me es difícil to-
mar como explicitación de mi menor presencia mental,
hago intervenciones activas y sensatas, después de las
cuales la paciente habla de un amigo que me había en-
contrado en un congreso, y que lo que yo había dicho le
147
 había parecido interesante y dinámico. Por otra parte, es
justamente Bion (1983) en Seminariositalianos quien nos
advierte que el paciente siempre sabe "la calidad" de
nuestro estar o no estar presente, y que saberlo._para el
analista es una de las cargas que implica su condición de
analista.
A esta altura quisiera interrogarme sobre las situacio-
nes de abuso del paciente que el analista puede ejercer.
No me refiero a esas situaciones de abuso extremo, a me-
nudo sexual, que nacen de un desvío de las reglas del en-
cuadre, como las descritas por Gabbard (2000), en donde
de un "se/f-disclosure" del analista se pasa a enactments
contratransferenciales, hasta actuaciones increíbles,
como la del analista que acepta que la paciente con fanta-
sías suicidas vaya a dormir a su casa, por supuesto en ca-
mas separadas y cada uno con su pijama, y la cosa termi-
!- na naturalmente como terminaría un filme de Woody Allen.
Me refiero a esas situaciones menos extremas en que
la mente del analista está ofuscada, menos disponible de
lo habitual, y esto se vuelve "traumático" para el paciente.
Una analista joven y capaz habla --<lespués de contarme
que había tenido una semana en la que estuvo menos
.•¡
disponible para el trabajo, a raíz de un conjunto de coyun-
l turas personales y familiares- de un paciente muy eno-
..i,~
jado con el médico de cabecera porque a un paciente lle-
no de edemas, que estaban tratando con un diurético efi-
caz, ~e había recetado suero con solución fisiológica que
habría incrementado los edemas a causa del sodio que
contenía. En otras palabras, el paciente subraya que la ta-
rea del análisis y del analista es la de "aligerar'' al pacien-
te de sus "retenciones", de sus cargas, y que si el analis-
ta, a su vez, está perturbado; en vez de disminuir la pre-
) sión, terminará incrementando la carga, aumentando los
r
f •- edemas del paciente. ¿Pero puede esto evitarse? Una co-
•k sa es decir que "debería" ser evitado, y otra cosa es reco-
• nocer con honestidad que no siempre "puede evitarse":
... . naturalmente, es una cuestión de medida.
Hasta Winnicott habla de una madre "suficientemente
148
buena" y de que el analista no puede sino asp irar a ser
"suficientemente bueno". A condición de que el analista
sepa reconocer sus momentos de disfunción y qlle sepa
y pueq~ remediarlos, a menudo es suficiente una elabora-
ción de la contratransferencia, un enfoque autoanalítico,
un sueño o una serie de sueños_para recuperar un funcio-
namiento mental "suficientemente bueno". Cuando estas
disposiciones no alcancen, será "deber" del analista pedir
ayuda para "metabolizar'' eso que lo turba 'en ese mamen- ·.
to de su vida profesional, familiar o persor:ial.
En muchas sociedades de psicoanálisis es ;un hecho
normal, respaldado y d~clarado. con tranquilidad que in-
cluso un ana lista experto y ffi.moso pueda haceíuna o va-
rias etapas de reanálisis a lo largo de su vida como, por·
otra parte, ya lo recomendaba Freud.
Lo que de todos modos me parece central es que de-
bemos hacernos cargo plenamente de saber que el fun-.
cionamiento mental del, analista es una variáble significa-
1
tiva del campo . r'
Otro factor de riesgo es el relativo a la idealización de
las propias teorías de referencia y de la técnica personal,
que puede llegar a ser un factor de abuso toda vez que se
superpone -como lo he sostenido en capítulos anterio-
res- con la escucha respetuosa de todo lo que el pacien-
te dice. · ·
Paciente que por supuesto no está allí para curarnos o
para ocuparse de nuestra mente, pero que, sin embargo,
nuestro "mejor colega", para decirlo con Bion, o nuestro
"compañero secreto", para decirlo con Conrad.
Si es escuchado, el pacient~ se vuelve además un va-
lioso maestro de técnica; recuerdo que Wtlly Baranger so-
lía decir que el gran mGrito-de F'reud había sido el de ha-
ber "escuchado" a sus pacientE;Js.Al respecto, quisiera
proponer un extracto de una sesión con un paciente joven .
Se trata ele una sesión que retomo-como acostumbro
hacer- después de algunos años de realizada, justamen-
te para ver las modificaciones teórico-técn icas que he "he-
149
 cho mías" en este lapso. Se trata de Piero, un adolescen-
te psicótico. Al llegar toca varias veces el timbre .
Piero: ¿Ha visto cómo he tocado?
Analista: Como una persona de la casa que tiene prisa
por llegar.
P.: Bah, a esta altura ya soy de la casa ... Le cuento rá-
pido un miedo que tengo [come caramelos] de que todo
esté sucio de "S" y de "C", absolutamente todo, y por eso
no me siento, la tierra me parece "C".
A: Y tal vez tienes miedo de que todo el mundo sea
"caca" , de que todas tus relaciones sean sucias, incluso
ésta. Poco sincero.
P.: Esto, sí, pero despacio, vaya despacio, sino me en-
furezco, las cosas me las debe decir, pero con calma, una
por vez, sin prisa, un discurso por vez, si no me enfurez-
co. Es más, ya me enojé, debo decirle "estúpido", "vaga-
bundo", si no, no tengo paz.
·,
A: Y quizás quieres que yo aprenda a estar contigo sin
correr, para que tú te puedas fiar .
P.: Entonces le cuento otra cosa que me atormenta, pe-
ro no se debe reír. Tengo miedo cuando mi papá va al ba-
ño, tengo miedo de que no se lave las manos, de que no
se limpie el trasero, de que haga en el piso y ensucie todo.
A.: Y miedo quizás de que no solamente papá, sino
tan1bién yo, pueda ser una p~rsona sucia, pero sucia tam-
bién por dentro.
P.: Y .. . ¡mugriento, mugriento, grosero y loco! Lo he di-
cho .
... A: Me preguntaba si lo que te preocupa y te hace te-
mer que yo esté loco son las cosas que a veces puedo de-
cir, las cosas que digo con prisa, sin haber pensado lo su-
ficiente, como por ejemplo ...
P.: Límite de velocidad 60 ... Ya has dicho bastante, pe-
ro despacio ...
15 0
A.: Bah, pareces un vigilante, pero tolerante.
P.: ¿Y no es justo que yo lo ayude?
A.: Yo creo que es justo, y que eso ayuda a regular la
velocidad. ·
P.: Yo las cosas las entiendo bien, pero necesito tiem-
po y pausas. ¡Oh! El diente [se saca los caramelos de la
boca], ¡mire cómo se mueve!
A.: [Me río] Pareces un niño que le hace bromas cari-
ñosas al papá.
P.: Sin embargo, hay algo más que me atormenta, se
lo debo decir, estoy celoso . Pienso en Nera, que a ella le
hago encontrar todo limpio, y a mí no, y luego pienso en
el encuentro de mi hermaña con el psicólogo. ,
A.: Te hacen sufrir estos pensamientos, tal vez porla
exclusión que éntrañan, y porque temes que :yo tenga
otras preferencias. . · · i .·
P.: Y que yo .no cuente en absoluto, que sea "M".para
usted, que no tenga ningún valor; eso, querría una metra~
lleta.
A.: Te han hecho enojar estos pensamientos, quizás
también pensado que falta mucho tiempo para el lunes.
P.: ¿Pero sabe que he descubierto? Que el marido de
mi abuela era siciliano.
A.: Tal vez tengamos alguna otra cosa en común; ade-
más de la camiseta de cuello • alto. [Deja los papeles de
caramelos.] Me pregunto si tú también temes ensuciar en
esta habitación ...
P.: No ensucio, es papel, tengo miedo de que mi padre
haga caca .
A.: ¡Epa! He dicho _!stracos~ _que no debía.
P.: ¡Oh! [con alivio] Ba~. ahora lo entiendo, tal vez es
cierto lo que dice , pero es pronto.
A.: Turbarte con lo que digo es inevitable, pero es im-
portante que te sea soportable .
151
 P.: Bue, en todo caso, falta mucho para el lunes, no me
... enojaré, pero lo extrañaré .
Me parece que en esta sesión el paciénte me da una
extraordinaria lección de técnica interpretativa que en ese
momento sólo parcialmente fui capaz de "apropiármela".
Esencialmente, me dice que la mente del analista debe
funcionar, ante todo, de manera "acogedora" y "contene-
dora", y que una presión interpretativa basada excesiva-
mente en la explicitación relacional ."ensucia" y genera
angustia más que alivio. Basta, sin embargo, que yo no
acoja su "moverse", su perder los dientes de leche, para
que repentinamente se cree una fractura que será nece-
sario "pulir"; otra fractura se crea cuando me centro en for-
ma ""prepotente" (siciliano) en la separación del fin de se-
mana, en vez de hacerlo en nuestra fractura comunicati-
va. Por otra parte, en toda patología psicótica está en jue-
go tanto un defecto de la función a (o sea, ese "método"
que una buena réverie materno-paterna debería haber te-
nido lugar respecto de la posibilidad de generar elemen-
tos a) cuanto del desarrollo de Q, por lo que el paciente ya
se encuentra en un exceso de elementos 13que urgen y
T..
de protocontenidos emotivos (d); por lo cual no tiene nin-
guna necesidad de ulteriores solicitudes emotivas, sí ne-
":•
cesita sentir que sus angustias son acogidas y conteni-
das, de manera tal que tenga la experiencia de ser acogi-
do (Q) que luego podrá introyectar como modalidad de
contener sus urgencias emotivas. Y las mismas produc-
ciones de las funciones ex deberán ser largamente conte-
nidas en la mente del analista para ser compartidas en la
forma y el tiempo que el paciente señale.
Una colega trae a supervisión el caso de un joven ho-
mosexual que, de pronto, es descrito como "blando, inex-
pr~sivo, un curita", y que ya desde los primeros encuen~
l:,.
·¡;,.,
tros habla de su pasión por "los filmes bien violentos, los
1;~1.:' de macho ... ", hablando inmediatamente de una fantasía
de fellatío. La terapeuta no "se anima" a tomar el camino
•ir
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~~ i.' - 152
~ f.~
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•
de la violencia, de la fantasía penetrante e incontenible y
de la fellatio como modalidad de manejo de un "Charles
Bronson" incontenible, y elige el camino pacificador de la
equivalencia pene/pezón y confusión ·esperma/lech!:1, Así
pone distancia, por medio de la teoría, del incontenible ··
Charles Bronson (o Gengis Khan o King Kong, el que más
guste), que una vez más intenta emerger a través de lato- ·
bia del paciente a las armas. Meses desp1,.1és, terapeuta y
paciente se encuentran inmersos en un clima de aburri-
miento, en el que el paciente presenta el informe de su
jornada, habla de estudiar "derecho civil" y d~ .que, como
no juega al fútbol, no ingresa a la cancha: está en el ban-
co de suplentes y sólo hace la crónica. ·
' ,_ ' ' :
Una vez más la terapeuta no toma estas comunicacio-
nes como significativas de lo que sucede en la sesión, de <
cómo el aburrimiento es una especie de somnífero para ,
las violentas protoemociones, temidas .como inmaneja- ·
bles, y cómo el paciente describe la sesión como algo •
f donde él "está en el banco (de'suplentes), noingresa a la·
i cancha, y sólo hace la -erónica";·ni siquiera se toma el úni-
co momento de "escape" del paciente cuando habla de su
pasión por un cantante de rock que canta canciones de
J protesta y de odio.
'
Mi asociación a la terapeuta es que me parecía que en
j~ J esta terapia se estaba como en el libro El pensionista, de
.. ,' •
·.¡. Belloc Lowdnes, en el que en una familia inglesa, por ne-
·,,
cesidad económica, se decide alquilar una habitación a un
pensionista, que se descubrlrá, en un clima aburrido y
somnoliento, es Jack el destripador.
Entonces, si en la mente del analista hay "un punto
ciego", una zona que no puede ser transitada, ésta termi-
na obstruyendo todas las historias que el paciente espe-
ra -sin saberlo- contar.
Después de la supervisión y después de que la colega
se ha dispuesto mentalmente en una amplitud de onda di-
ferente, el paciente relata que ha ido al cine y que ha "vis-
to" Hanniba/, de Ridley Scott.
•.1
153