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ADIOS ESTHER

Fic de Maca y Esther

© de ldana

[1ª Parte]
1 ”Adiós Esther” © by ldana
2 ”Adiós Esther” © by ldana
Se acercaba el día del parto de Maca, y ésta cada día que pasaba veía como Esther
se distanciaba más de ella, doblaba turnos, hacia guardias, había dejado de besarla por las
esquinas del hospital de la misma manera que se mostraba mucho más fría en casa de lo
que era habitual en ella. Maca no sabía muy bien que es lo que estaba ocurriendo y cada
vez que le preguntaba al amor de su vida, ésta siempre le contestaba lo mismo, nada.

Pero por las noches, no la abrazaba ni la acariciaba lentamente hasta que se


quedaba dormida, era como si el amor que siempre sintió, se hubiese evaporado. Por esta
razón, Maca había tomado una decisión muy importante.

Esperó que Esther llegara del trabajo pues ella ya se había tomado los días de
descanso para prepararse ante el parto, entonces sacó fuerzas y decidió plantear
seriamente la situación.

M_ Esther cariño, creo que debemos hablar.

E_ ¿De qué? –le preguntó un poco distante.

M_ Precisamente de esta actitud tuya, fría y lejana a mí. ¿Puedes...?.

E_ Maca por favor, ¡vale ya eh! –le protestó sin dejarle terminar de hacer la pregunta
mientras se llenaba un vaso de leche.

M_ Pero Esther no te das cuenta que no podemos seguir así, ¿qué es lo que te pasa?,
¿has dejado de quererme?, ¿hay otra persona, quizás?.

E_ Bueno, como veo que la noche va a ser de preguntas tontas, me voy a dormir estoy
cansada.

M_ ¿A dormir? –Maca se había levantado y le sujetaba el brazo con fuerza mientras fundía
sus ojos en los de Esther que no asomaban como siempre, esa mirada de amor infinito-.
Esther.

E_ Suéltame me estás haciendo daño.

Maca se desesperaba y en medio de su desesperación un gran pinchazo le hizo


doblegarse. Ante el dolor supo lo que venía detrás. Llamó a Esther que apareció al
instante.

E_ ¿Ya?.

M_ Creo que sí, creo que sí.

3 ”Adiós Esther” © by ldana


Cuando entraron por la puerta de Urgencias, todo el personal se les acercaba, era
un acontecimiento esperado por todos, ansiado por las personas más cercanas a ellas. Sin
embargo, dentro de toda la alegría, Esther comenzaba a exteriorizar el miedo que tenía
ante el momento del parto y los posibles problemas que sabía podía tener Maca, ni un solo
instante se separaba de ella, y por momentos, ambas volvían a comportarse como
siempre, Esther limpiando con cuidado su sudor, mimándole, besándole, diciéndole lo
mucho que la quería, mientras Maca no soltaba su mano, necesitando sentir su contacto.

M_ Te quiero Esther –le dice emocionada.

E_ Todo irá bien mi vida, todo irá bien cariño.

En el paritorio, ambas sufrieron el momento del parto, Ester no dejaba de ayudar a


su amor, mientras Maca no separaba ni un solo instante su mano de ella, hasta que por fin
el parto terminó con el alumbramiento del primer hijo de la pareja. Las dos lloraban
emocionadas pues todo lo que habían soñado, se estaba haciendo realidad, y allí sobre su
vientre, estaba el fruto de un amor tan bello, tan fuerte que parecía imposible poder
romperse.

En la habitación, Maca se recuperaba del momento, mientras Esther no separaba


sus ojos de ella, mientras, sin poderlo evitar pensaba que ya no sería nunca más
totalmente suya, que ya no sería su reina, y sin poder explicarse ni ella misma muy bien
porque, se alejó de Maca como si estar cerca de ella fuera un tormento. Cuando Maca
despertó, vio que estaba sola, que Esther no estaba a su lado como le había prometido.

Las visitas de todos sus compañeros, los regalos, la primera toma del bebé del
pecho, todo, para las dos tenía un significado distinto. Y fue Teresita quien se dio cuenta
de que algo entre ellas estaba pasando, con su característico olfato de problemas, se
acercó a Esther y le preguntó.

E_ Teresa no empieces, todo está bien.

T_ Pues hija, a mí me parece que no ¿eh?. Desde que estoy aquí, no te has acercado a
ella, ni le has dado un beso, ni le has dicho nada.

E_ Vamos Teresa, está la habitación continuamente con gente.

T_ ¿Y qué?, eso nunca os importó, aún recuerdo cuando os ibais besando por los rincones
del hospital delante de todos, ¡no me vengas con cuentos!, algo os pasa.

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Esther miró a Maca que tenía al niño entre sus brazos, su sonrisa se borró y sintió
un profundo dolor en su pecho, así que decidió volver al trabajo.

Al volver de su turno, se encontró con una Maca muy seria, pensativa.

E_ ¿Cómo estás cariño?.

M_ Bien. Esther tenemos que hablar.

E_ Maca yo...

M_ No, Esther déjame hablarte. ¿Puedes sentarte a mi lado? –ella se sintió estúpida por el
distanciamiento que guardaba. Se sentó mirándola con temor a los ojos pues algo había en
el rostro de su mujer, que no le gustaba, la conocía tan bien, que sabía que lo que le iba a
contar no le iba a gustar-. He decidido marcharme, Esther.

E_ ¿Pero de qué...?

M_ Déjame terminar por favor –Esther la miraba aterrorizada-. No sé muy bien que nos
está pasando, no entiendo que nos ha pasado, no sé si queremos lo mismo Esther, ¿sabes
cuánto tiempo hacía que no me habías besado? –Esther bajó sus ojos dolida-. ¿Dime, lo
sabes?.

E_ ¿Sabes cuánto tiempo hace que no me dices que me quieres? –se defendió bajo el
suspiro de Maca-. Sólo has pensado en ti y en el niño, me has excluido de tu vida Maca.

M_ Perdona, la que me ha excluido de sus días y sus noches, has sido tú. Has trabajado
no sé si más que en toda tu vida durante los últimos cuatro meses, ¡joder Esther no has
estado por mí! –ella se levantó enfadada y Maca se incorporó a duras penas por el dolor
que aún sentía.

E_ No me reproches mi actitud ¿vale?, tú me has tratado igual, con la misma indiferencia.

M_ ¿Yo? –le preguntó atónita.

E_ ¡Sí, tú!.

M_ Esto no tiene sentido, ningún sentido, cuando me den el alta me marcho a Jerez, creo
que hemos llegado a un punto sin retorno Esther.

E_ ¿Y el bebé?, te recuerdo que es hijo mío también.

M_ ¿Ah si?, y le has estado comprando juguetes al hijo de Toñi, has estado más pendiente
de ellos que de mí.

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Ambas guardaron silencio, se estaban haciendo daño y lo sabían. Esther agachó la
mirada con dolor y Maca, se sintió más estúpida que nunca, pero había tomado una
decisión y la iba a cumplir.

M_ Podrás venir a verlo cuando quieras, no te lo voy a prohibir.

El día que Aimé le entregó el alta a Maca, los nubarrones anunciaban tormenta en el
cielo, de igual modo que en los corazones de las dos mujeres, ninguna había querido
volver a hablar del tema, ambas esperaban que la otra diera el paso para impedirlo, pero
se habían hecho daño por igual, se habían hecho un daño que quizá no sería reparable.
Por eso, el día que Maca subió al taxi que la llevaría a Jerez, Esther no pudo estar delante
viéndola partir. Estaba en casa, abrazada al camisón de Maca, llorando reprochándose
tantas cosas, rezando para que Maca hubiera cambiado de parecer, seguía pensando que
así lo haría, lloraba desconsoladamente cuando sonó la llave en la puerta....

De un salto se incorporó con rapidez, se secó las lagrimas, dejó el camisón sobre el
sofá escondiéndolo bajo un almohadón para no delatar su desesperación y fue a reunirse
con su gran amor, sin embargo al llegar a la puerta con quien se encontró fue con Teresa,
sus ojos no pudieron evitar llenarse de lagrimas y su reacción produjo en el rostro de la
mujer, un gesto de dolor.

T_ Esther cariño... –guardó silencio al ver que ella sólo lloraba, se acercó con cuidado a
ella, la abrazó y le habló con voz dulce-. Cariño, ¿qué ha pasado?, Maca me dio las llaves
de casa me dijo que viniera y te las entregara... ¡Esther por Dios que es lo que pasa!.

E_ Se fue entonces... –murmuró como si estuviera fuera de sí con la mirada perdida.

T_ ¡Ay hija mía!, yo pensaba que esto no pasaba con vosotras que estas peleas gordas
sólo las teníamos nosotros... bueno ya sabes... los matrimonios de... ¡ay deja eso no es
importante ahora! –hizo un ademán con sus manos, mientras sujetaba de la barbilla a
Ester mirándola con pena-. ¿Qué pasa Esther?.

E_ Se fue... se fue y me dejó... se ha ido Teresa, se ha ido.

Rompió a llorar sobre el pecho de su amiga, que no sabía como consolarla, decidió
quedarse a su lado un rato, la acostó en el sofá y le preparó una taza de té.

T_ Creo que será mejor que tomes esto –al ver la taza Esther rompió nuevamente a llorar-.
¿Y ahora qué te pasa? –le preguntó sorprendida por su reacción una atónita Teresa.

E_ Es la taza de Maca.

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T_ ¡Vaya si que la he hecho buena!. Pero vamos a ver, no entiendo nada ¿eh?, tú llorando
desconsoladamente aquí, hundida en tu dolor y ella, ella se marchó llorando, con la tristeza
grabada en sus ojos. ¡No te das cuenta que os amáis!.

E_ Pero se fue, si me amara realmente hubiera venido aquí, a mi lado... no sé Teresa, ella
creo que no quiere estar conmigo... no quiere...

T_ ¡Cómo no va a querer!, no me digas más tonterías. ¿Qué motivo tienes tú para no estar
con ella?.

E_ Mira Teresa te agradezco tu preocupación, pero ahora quiero estar sola –le dijo con
tono seco.

T_ Está bien –contestó la mujer con un gesto contrariado pues seguía sin saber bien cual
era el problema-. Si necesitas algo, me llamas ¿eh?. Y haz el favor de llamar a Maca,
aclara esta situación.

Esther asintió con la cabeza, aunque su pensamiento era no llamarla, siempre que
Maca iba a Jerez, era ella quien lo hacia con su voz dulce y aterciopelada para explicarle
como había sido el viaje y de ese modo dejarla tranquila, mientras aún en la distancia le
susurraba lo mucho que la amaba. Esta vez, aquella llamada significaría mucho más que
ninguna de las realizadas con anterioridad, significaría que seguía pensando en ella,
significaría que esperaba que se reuniera con ella que le daba la oportunidad de
disculparse.

Eran más de las tres de la mañana, y el teléfono que Esther tenía entre sus manos,
no había sonado ni una vez, sus ojos seguían hinchados de tanta lagrima, y su corazón,
latía lentamente porque el dolor era tan grande que se sentía pesado. Estaba allí sola,
rodeada de todo lo que era Maca, de su ropa, de su olor, de su voz, de sus caricias, de sus
risas y sobre todo, rodeada de su fría ausencia.

En el hospital comenzaba a entrar el turno de la mañana, allí detrás de su despacho


esperaba una impaciente Teresa la entrada de Esther para que le contara como había
llegado Maca. Antes que Esther llegó Cruz.

C_ Buenos días Teresa.

T_ Buenos días Cruz –le dijo mirando sobre su hombro hacia la puerta.

C_ Oye –le hizo una mueca de media sonrisa divertida-. ¿Se puede saber a quien
esperas?.

T_ A Esther Cruz, a Esther. Ayer estaba muy mal.

C_ ¿Ah si? –le preguntó un tanto sorprendida-. Pues no debería ¿eh?, el niño es precioso.

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T_ Ya, pero Maca se ha ido a Jerez con él –le dijo acercándose a ella y bajando la voz.

C_ ¿A Jerez? –frunció su ceño completamente estupefacta-. ¿Y...?.

T_ Calla que viene, mira que carita trae la pobre. Esther, Esther –la llamó bajo la mirada
triste de Cruz-. ¿Cómo llegó Maca cielo?.

E_ No lo sé.

T_ ¡Cómo!, ¿qué no te llamó? –le preguntó atónita.

E_ No, voy a cambiarme.

C_ ¿Pero entonces se han separado? –le preguntó Cruz-. No lo entiendo, ahora que tienen
un niño, ¿se separan?.

T_ No sé Cruz, no sé que ha podido pasar, sin duda algo gordo para que Maca se haya
ido.

Las horas en el hospital se le estaban haciendo largas a Esther, por cada rincón que
pasaba, recordaba alguna escena con Maca, recordó el primer tacto de sus manos en su
cuerpo, aquel masaje, aquel primer beso en el cuello, su miedo y sus deseos al mismo
tiempo por ella. Cuando entró al ascensor, se le vino a la mente el primer beso y cuando
entró al cuarto de enfermeras para marcharse, la imagen feliz de Maca pidiéndole
matrimonio. Allí mismo se derrumbó, eran demasiados recuerdos, no podía soportar la
ausencia y distanciamiento de Maca, pero sin saber porque, su propio orgullo le estaba
matando, porque no le dejaba reaccionar.

Cuando se recuperó, salió tratando de pasar desapercibida entre sus compañeros, y


casi lo logró.

C_ Esther ¿vas para casa? –le preguntó sonriente Cruz.

E_ Sí.

C_ ¿Quieres que te lleve?.

E_ No, prefiero pasear, gracias.

C_ Muy bien –le sonrió algo preocupada por su mala cara-. Oye.. que... bueno que.... que
si necesitas ayuda, ya sabes.

Esther no le contestó, le agradeció su apoyo tan solo con una pequeña y triste
sonrisa.

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Cuando llegó a su casa, la encontró extremadamente vacía. Directamente fue al
contestador en espera de encontrarse allí mismo con la voz de Maca, pero tan solo había
silencio, cubrió con sus manos el rostro, suspiró profundamente y sacó hacia fuera su
rabia.

E_ Ya no me quieres Maca, ahora lo sé –el sonido del timbre la volvió a sacar de su pena.
Se levantó murmurando-. Maca –sin embargo al abrir la puerta allí estaba su madre-.
¡Mamá!.

Durante mucho rato estuvieron hablando, Esther la miraba con los ojos rasgados de
lagrimas, y su madre le acariciaba con dulzura la cara, mirándola con pena.

En_ Hija mía, esto no puede quedarse así, debes ir con ella ¡y ya!.

E_ Mamá, ella no me ha llamado, no quiere verme. Esa es la realidad, la conozco y sé que


no quiere verme.

En_ Pero hija...

Los días en el hospital para Esther iban cada vez a peor, siempre ausente de todo,
trabajaba por impulsos era como una autómata y aquello llamaba la atención de todos.
Pero si había alguien realmente preocupada era Teresa, ella había llamado en varias
ocasiones a Maca pero tenía el teléfono desconectado, no se atrevía a pedirle el número
de aquella mansión donde vivían sus padres a Esther porque sabía que se enfadaría con
ella. Sin embargo, sin dudarlo fue en su busca al cuarto de enfermeras decidida a
ayudarla.

T_ Esther me da pena preguntarte pero, ¿no sabes nada? –ella negó con la cabeza-. Esto
no puede seguir así, ¿por qué no me das su número de casa?, yo la llamaré.

E_ No Teresa no quiero que llames.

T_ Mira si no quieres que le diga nada de ti, no le digo, pero quiero saber como está ella y
el niño. No sé si lo recuerdas pero yo soy vuestra madrina y no voy permitir que os
separéis, porque como esto siga así, de que os separáis ¡os separáis!. Así que venga,
dame el número.

E_ Haz lo que te dé la gana –le dijo con ira mientras le apuntaba el número en una hoja-.
Pero si ella no quiere saber nada de mí, yo tampoco.

T_ Esto pasa porque sois dos mujeres, ¡buenas somos las mujeres!, con vuestro orgullo
esto es el fin, ¡el fin! –elevó sus cejas tanto como sus manos-. ¡Pero es que, tú no tienes
ganas de ver a tu hijo!.

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E_ No es mi hijo, ¡es su hijo! y ahora me voy –cerró con rabia la taquilla y cuando se
disponía a marcharse Teresa la cogió del brazo-. Déjame Teresa.

T_ ¿Estás enfadada por eso? –la miraba incrédula-. ¿Por el niño?.

E_ No, Teresa, no. Pero mira, te voy a decir una cosa, si de verdad me aprecias ¡déjame
en paz!.

La vio marcharse con rapidez, al quedarse sola hizo un gesto contrariado mientras
miraba el papel, dando un toque con su dedo al mismo, ahora hablaría con Maca y sabría
que estaba pasando realmente. Y le diría en el estado en que se encontraba Esther, si
seguía así caería enferma y ella no estaba dispuesta a que las dos sufrieran por una
tontería.

Cuando al día siguiente Esther llegó al hospital, miró a Teresa pero ésta hizo como
si no la viera, se moría de ganas por preguntarle que le había dicho Maca, quería saber si
había preguntado por ella, pero decidió aguantarse las ganas, pasar de largo y tratar de
olvidarse.

A mitad mañana, al entrar una urgencia Vilches necesitaba la ayuda de Esther y


ante su tardanza y después de un despiste, tuvo que reñirle delante de todos.

V_ ¿Se puede saber que te pasa?, mira, si no estás en condiciones de trabajar prefiero
que te tomes unas vacaciones, y si tienes problemas aquí no los traigas, ¡o los solucionas
o te largas!

Al quedarse sola, negó con su cabeza pues sabía que Vilches tenía razón, no podía
continuar con aquella actitud. Pero echaba de menos tanto a Maca que no podía soportar
vivir sin ella y eso le estaba afectando a su trabajo, algo que en sus ya muchos años de
profesión nada lo había logrado, solo Maca. Entre estos pensamientos la sorprendió Cruz.

C_ Vamos Esther te necesito para una operación, ¡no pierdas tiempo de acuerdo!

E_ Voy –dijo con tono apesadumbrado.

Durante el rato que estuvo en quirófano, pudo olvidarse de Maca, Cruz no cesaba
de explicarle cosas de la operación y preguntarle por su opinión. Al salir, en la zona
séptica, mientras se lavaban, Cruz decidió ayudarla.

C_ Sé que no me importa porque es un problema entre vosotras, pero si te afecta en tu


trabajo, ya tengo que tomar cartas en el asunto –la miró a través del espejo.

E_ Lo siento Cruz, no volverá a ocurrir –contestó un tanto avergonzada.

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C_ Ester no sé lo que ha pasado, ni tampoco quiero saberlo, pero de verdad nunca había
visto a una pareja tan unida como vosotras, aunque últimamente ibais un poco a la greña
no pensé que acabaría así.

E_ Si, la verdad que de un tiempo a esta parte todo ha ido mal, por mi culpa supongo –dijo
con tono decaído elevando sus hombros.

C_ Pues arréglalo, lo que no puedes es sufrir y no hacer nada al respecto ¿vale? –clavó
sus ojos en los de Esther que ya estaban comenzando a llenarse de lagrimas-. Además, te
advierto de una cosa, en Jerez las mujeres son muy guapas. Maca te quiere y tú a ella, sea
lo que sea, soluciónalo antes que sea demasiado tarde.

Aquel comentario se clavó como una de las agujas que acababa de usar, en su
corazón. Tiró la toalla y fue directamente en busca de Vilches para informarle que iba a
tomarse unas vacaciones, él sonrió porque sabía que lo que iba a hacer era luchar por
Maca, y en el hospital todos querían volver a ver a las mujeres juntas. Después de
arreglarlo todo, salió en busca de Teresa, la mujer al verla, se mordió el labio inferior, en
señal de nerviosismo.

E_ Teresa ¿has hablado con Maca? –le preguntó nerviosa.

T_ No. El teléfono no existe.

E_ ¿Qué? –preguntó con gesto de pánico.

T_ Eso me dicen –le contestó con temor-. Pero mira, ¿sabes que vamos a hacer?, voy a
llamarte a un taxi, y te vas a Jerez, mira hija que allí las mujeres son muy guapas. Yo de ti
no tardaba en presentarme delante suya.

E_ ¿Cómo voy a ir?, si no me contesta, si hasta el teléfono de casa lo ha cambiado? –


volvió a ella la pena y el desconcierto.

T_ Nada, nada, tú te vas, hablas con ella y arreglas la situación. Vamos, vamos, ¡venga a
qué esperas!. Voy a llamar al taxi.

E_ Pero si no tengo ropa ni nada, además y si ella no quiere...

T_ Ella quiere, no seas pesada. Mira ya sé que haremos, me voy contigo a tu casa, te
ayudo a poner algo en una maletita, y te vas. Venga que acabo ya.

Sin querer pensarlo más, Esther subió al taxi dirección Jerez, durante todo el
trayecto imaginó como reaccionaría Maca, su corazón latía ansioso de llegar y verla,
conforme iba acercándose su cara iba cambiando de expresión el dolor iba dejando pasó a
la esperanza, a la ilusión y emoción de ver a Maca. Y a nuestro hijo. Se murmuró para sus
adentros, por fin después de un mes que había sido un calvario volvería a ver al amor de

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su vida, le pediría tantas veces perdón como fuera necesario, le diría tantas cosas que le
habían pasado estúpidamente por su cabeza, y volvería a pedirle perdón, porque estaba
segura que su actitud era lo que había hecho daño a Maca.

Al encontrarse frente a la inmensa casa, sus manos temblaban de emoción, ¡ya


estaba allí!, Maca estaba tan cerca nuevamente. Podría disfrutar de su sonrisa que la
volvía loca, de su mirada enamorada que le hacía feliz. La puerta la abrió una de las
mujeres del servicio que amablemente le dejó pasar, una vez en el comedor, le pidió que
no avisara a Maca, que quería darle una sorpresa. La mujer sonrió, y la llevó hasta la parte
trasera donde se encontraba Maca, allí la vio, sentada en una mesa con su melena al
viento, tan guapa como siempre, no parecía estar mal al menos no se le notaba tanto como
a ella misma que llevaba en su cara marcado el sufrimiento. Al acercase, vio atónita que
Maca estaba con una mujer, y por su pinta, debía ser una auténtica mujerona, alta,
morena, con el pelo rizado, que ella no conocía y el mundo se le cayó a sus pies. Aunque
fue mucho peor cuando Maca la miró con gesto enfadado, sus ojos se clavaron en los
suyos, y Esther se sintió tan mal que no le salía palabra alguna.

M_¿Qué haces aquí? –su tono era frío y volvía a ser tan borde con ella como el primer día.

E_ Yo... yo quería hablar contigo –titubeó al ver la manera en que le miraba y sin poder
evitarlo miró a la otra que estaba allí. Y al hacerlo se sintió engañada y burlada, su voz
cambió a seguridad y no ocultó su rabia-. Pero veo que estás ocupada.

A_ ¿Maca si quieres os dejo solas?.

M_ No cariño –aquella palabra hirió a Esther tanto que sintió ganas de abofetearla. En
lugar de eso, clavó sus ojos en Maca con toda la rabia que sentía-. Debiste avisarme de
que venías, ahora estoy ocupada con Ana, así que dime en que hotel estás.

E_ En ninguno –le dijo con los ojos repletos de celos y la respiración alterada.

M_ Muy bien, pues cuando sepas donde estás me lo dices. Ahora si nos permites –dobló
su cabeza elevando sus cejas gesto que volvía loca a Esther, y que en ese momento le
dolió todavía más. Maca insistió con gesto serio-. ¿Nos permites?.

Con el alma destrozada Esther se marchó de allí, al salir no tenía fuerzas para
caminar, se sentó en la sombra del enorme árbol que precedía la casa, sobre su maleta y
al instante sonó su teléfono móvil, allí estaba Teresa.

E_ Teresa creo que la he perdido, está con otra.

En el Hospital, Teresa no cesaba de animar a la pobre Esther, aunque seguía


insistiéndole que aquella suposición suya no podía ser cierta, Maca con otra mujer, era
imposible.

T_ Ella te quiere, sería incapaz de haber olvidado tu amor en un mes.

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E_ Pues creo que lo ha conseguido, y me siento estúpida, me vuelvo pero ya a Madrid –
dijo con seguridad.

T_ Pero, pero... como puedes volverte si estás a su lado, no puedes volver, debes hablar
con ella, aclararlo todo.

E_ Si hablo con ella, voy a decirle muchas cosas que no quiero, porque ahora lo veo claro,
no me ha contestado ni una sola vez el teléfono y se ha cambiado el de casa, deberías
verla, yo estoy hecha una mierda, y ella está... está... jodidamente maravillosa.

T_ Esther, ahora voy a decirte algo muy en serio, y quiero que me hagas caso, entra en la
casota esa que debe tener y habla con ella, ¡habla hija, habla!.

E_ Claro que voy a entrar pero pienso mostrarme tan borde como ella lo ha sido conmigo.
Se cree que solo ella puede ser así, ahora se va a enterar de quien soy yo.

T_ Bueno Esther yo a eso no le daría mucha importancia ¿eh? –le dijo mientras elevaba
sus cejas y jugueteaba con el cordón del teléfono-. Ella siempre ha sido un poco así.

E_ Oye Teresa, no te he dado las gracias por cuidar de mí –cerró sus ojos y apoyó su
mano en la frente.

T_ No, pero espero que Maca si me las dé. Y espero impaciente noticias y te exijo como...

E_ Si como madrina de bodas.

T_ ¡Eso!. Pues te exijo que hables con ella y aclaréis todo este malentendido porque esto
no es más que un malentendido, por celos.

E_ ¿Celos?.

T_ Sí celos, tú piensas egoístamente que pierdes a Maca por el niño, que su cariño....

E_ Oye oye oye Teresa, porque siempre me echas a mí la culpa ¿eh?, a ver si ahora
resulta que Maca es una santa.

T_ No lo es, pero la quieres, lucha por ella. ¡Ay Dios mío que complicadas sois las
lesbianas hija!.

Esther suspiró profundamente, agradecía a los árboles tan enormes aquella sombra
porque el calor era asfixiante, allí sentada comenzó a pensar en Maca, estaba guapa, más
que nunca, el tener un hijo le había sentado genial. Sonrió, pero al recordar el momento
vivido la sangre le bullía. Aquella otra mujer, Maca le había llamado cariño, como se lo
decía a ella.

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E_ ¡Ah mierda!, yo preocupada por ella y ella feliz ¡mierda!, ¡mierda joder!.

Entre lamento y lamento vio como se abría la puerta, pensó por un momento que
era Maca que iba a salir para buscarla, pero pronto apartó ese pensamiento de su cabeza,
era aquella tal Ana, salía con su cochazo de casa y al pasar por delante suya, redujo la
velocidad y le sonrió.

E_ ¿Será posible la cabrona?, encima se burla de mí –se quejó repleta de ira.

El cielo de repente se nubló, las nubes parecían presagiar una fuerte tormenta, pero
ajena a ello Maca estaba paseando por la extensa finca, iba con las manos en los bolsillos
de su pantalón caminando lentamente, respiraba profundamente una y otra vez, el nudo
que desde semanas atrás le había impedido casi comer, notaba que se iba deshaciendo
conforme más pensaba en la situación.

Esther estaba allí, había vuelto, cuando ya casi estaba segura que no lo haría. “¿Y
ahora qué?”, se repetía buscando la respuesta, y le llegó en forma de una pequeña sonrisa
mientras pasaba el dedo por el labio inferior que permanecía preso entre sus dientes, su
mente le devolvía la imagen tan esperada, Esther. Estaba más delgada, parecía que
estaba enferma y le había asustado su manera de mirarla a aquellos ojos que tanto la
enloquecían desde el primer día que la vio.

Un profundo suspiro sacó de sus recuerdos aquellos días desde que la conoció, que
eran los mismos que la habían ayudado a sobrevivir y al mismo tiempo a sentirse perdida
sin ella. Recordó como cuando llegaba por la noche del Hospital y trataba de leer, no podía
porque en su mente sólo aparecía ella, recordaba como había creado una estrategia para
enamorarla, recordaba aquel cuarto donde por primera vez rozó con sus labios la suave
piel de Esther notando como no se había equivocado, pudo volver a sentir su escalofrío,
dejó escapar una sonrisa pero demasiado triste, todo lo que habían pasado, todos los
buenos ratos, todo cuanto se habían amado ¿dónde estaba?. Miraba el infinito como quien
busca la respuesta cuando de repente notó como una mano le oprimía el brazo y la
obligaba de forma brusca a girarse.

E_ ¿Tiene tiempo la señora de hablar?.

M_ Pues... no lo sé, si vas a estar mucho rato, no porque va a empezar a llover –dijo con
la mayor indiferencia mirando al cielo.

E_ A la mierda, no te pongas en plan borde Maca, te lo advierto. No he venido hasta aquí


para aguantar tus malas maneras.

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M_ ¿Ah no? –dio una pequeña carcajada que demostraba su incredulidad-. ¿Y entonces a
qué has venido después de un mes?.

Mientras en el hospital, todos andaban entre urgencia y urgencia, gotero y


mascarillas de oxigeno, pero cuando tenían un tiempo todos acababan hablando de las
chicas. Todos sentían de verdad la distancia que había entre ellas. Pero quien puso la
primera piedra en el hospital para saber como iban a terminar fue Vilches, en la sala
cuando estaban de reunión, les dijo a los chicos.

V_ Bueno, ya sabéis que Esther se ha ido en busca de Maca.

L_ ¡Ojalá se arreglen! –dijo suspirando Laura con una sonrisa.

J_ ¿Tú crees que se arreglaran?.

L_ Por supuesto Javier.

J_ No sé no sé, con el carácter que tienen las dos.

Lu_ Pues quizá sea mejor que no se arreglen –dijo Luna pensativa.

L_ ¿Y por qué dices eso? –Laura percibió algo que no le gustó en su tono de voz.

V_ Bueno, yo creo que lo que deberíamos hacer es una apuesta, ¡vamos chicos!, ¿a
cuánto pagamos el no?.

Así quedaron todos haciendo apuestas sobre el futuro de las dos mujeres que tanto
había calado en los compañeros. Sin embargo, Laura, seguía mirando fijamente a Luna,
durante la ausencia de Maca, había insistido mucho en pasar una gran parte de tiempo con
Esther.

Mientras ellos apostaban, Teresa seguía con gesto preocupado sobre el mostrador,
no cesaba de darle vueltas a la cabeza. La sacó de sus pensamientos Cruz, que se acercó
hasta ella preguntándole:

C_ ¿Qué sabemos Teresa?.

T_ Malas noticias, ¡pero ojo!, yo no me las creo ¿eh? –dijo ladeando su cabeza.

C_ ¿Me vas a contar... o...? –la miró fijamente con gesto divertido.

T_ ¡Ay si hija perdona!. Pues que Esther dice que cuando llegó Maca estaba con una mujer
de bandera.

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C_ Dicen que en Jerez son muy guapas.

T_ Pues se ve que sí, ¿eh? –Cruz sonrió haciéndole un gesto para que siguiera hablando-.
Total, que Maca no quiso hablar con Esther le dijo que se fuera, ¡fíjate tú!.

C_ ¿Qué raro no?. ¿Y Esther cómo se lo ha tomado?.

T_ Mal, mal –hizo una mueca de lastima-. Pensaba volverse a aquí sin hablar con ella,
creo que la he convencido para que al menos traten de solucionar el problema.

C_ ¿Sabes cuál es el problema?. Que se quieren.

T_ Ya, ¿y la jerezana? –le preguntó levantando una ceja.

C_ ¡Va no digas tonterías Teresa!, ¿pero qué tú crees que Maca va a olvidarse de Esther
cuando la quiere tanto? ¡eso no me lo creo yo!. Lo que deben hacer es hablar, Esther
parece que se siente mal por el niño, cree que va a perder a Maca por ello, y Maca se
siente mal porque Esther ha estado distante de ella. Eso es todo.

T_ ¡Hija qué bien lo resumes por Dios!.

D_ Hola chicas, ¡a ver!, me podéis decir vosotras que entendéis más que yo, ¿qué diablos
habéis apostado?, es que ando un poco perdido y se paga muy bien el no ¿eh? –les
preguntó Dávila con gesto confundido.

T_ ¿De qué hablas?.

D_ ¿No lo sabéis?. La apuesta que han hecho en la sala de reunión -ante la mirada
incrédula de las dos apostilló- Pues si Esther y Maca ¿vuelven o no?.

T_ Pero... pero... pero que brutos sois –dijo molesta marchándose ante la risa de los dos.

C_ Desde luego ¡ya os vale!.

D_ A mí no me digas nada que fue Vilches –ambos sonrieron.

Maca y Esther se estaban desafiando con sus miradas, y fue Maca quien reaccionó,
con una sonrisa repleta de ironía y negando con la cabeza comenzó a andar en dirección
contraria a la casa, la indiferencia que le estaba demostrando hería a una Esther que cada
vez se mostraba más enfadada con la actitud y el distanciamiento de su amor. La misma
rabia que sentía le hizo ir tras ella, la volvió a agarrar fuerte del brazo deteniéndola y
obligándola a girarse sobre sus talones para que la mirara, lo hizo con tanta fuerza, la
fuerza que le dio el dolor de ver a quien amaba comportarse con impasibilidad ante ella,
que la misma Maca se sorprendió mirándola con gesto serio y su frente arrugada por la
mueca de enfado.

16 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ No he venido hasta aquí para que me trates así ¡te enteras!.

M_ ¿Y cómo esperas que te trate, cariño? –le dio tal énfasis a la palabra que surgió efecto,
a Esther siempre le derretía oírla pero en ese instante fue para ella como un puñal directo
al corazón. Y Maca se percató

Teresa estaba acabando de ordenar unas historias, cuando vio como entraba
Encarna la madre de Esther muy alterada, la llamó porque la mujer estaba como buscando
alrededor y parecía realmente nerviosa.

T_ Encarna ¿qué te pasa?.

En_ ¡Ay Teresa!, ¿está aquí mi hija?, no la encuentro y tampoco me contesta ni en casa ni
en el móvil –decía con gesto de máxima preocupación.

T_ ¿No te dijo nada? –puso una mueca de asombro y ante la negativa de la mujer con su
cabeza, se apresuró a decirle-. Vamos a tomar algo.

Con dos cafés de por medio, Teresa y Encarna comenzaron a hablar de las chicas.
Teresa le contó lo que había pasado con Esther para que estuviera tranquila de que había
ido a solucionar el problema.

En_ ¡Ya era hora!, Maca está mal.

T_ ¿Maca?, ¿has hablado con Maca? –la miró con los ojos como platos.

En_ Pues claro que he hablado con ella –le dijo ofendida por la pregunta-. Para mí es
como si fuera mi hija y además es la madre de mi nieto.

T_ Pero si tu hija y yo llevamos un tiempo como locas llamándola –le contestó perpleja con
la mano tapándose la boca como muestra de incredulidad-. No tiene conectado el móvil.

En_ Bueno, eso lo hizo porque se lo dije yo –dio un pequeño respingo a modo de queja-.
Me llamó pidiéndome ayuda, si la hubieras escuchado llorar, me rompió el corazón. Esta
hija mía ha salido clavadita a su padre, muy cabezona, ¡pero mucho eh!. Cuando se le
mete una tontería en la cabeza...

T_ Maca llorando –murmuró más sorprendida aún.

En_ Y lo peor no es que mi hija haya ido tarde, no, lo peor está por llegar –Teresa la miró
un poco asustada-. ¿Sabes Teresa? mi hija se ha sentido desplazada por el niño de Maca
¡mira si es torpe! –dijo un poco enfadada poniéndose en jarras-, ella piensa que ahora ya
no es lo único que tiene Maca para amar, ahora la tiene que compartir, ¡con su propio hijo!.
No, mi hija no estaba preparada para tener un hijo con Maca –dijo finalmente bajando el
tono de su voz apesadumbrado.

17 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ ¿Qué quieres decir?, ¡jo! estoy perdida completamente perdida.

En_ Mi hija no está preparada para que Maca tenga un hijo propio y ella no ser nada de
ese hijo, ¿entiendes? –Teresa negó con la cabeza mientras fruncía el ceño-. Mi hija no
asume que ese niño no será igual para las dos, porque para ella siempre será el hijo de
Maca.

T_ Pero eso es una tontería –se quejó sonriendo-, lo importante es que Maca lo quiso
tener con ella, y Esther estuvo de acuerdo.

En_ Ahí está, que es una tontería –protestó elevando los hombros mientras ladeaba la
cabeza en señal nerviosa-. Y todo es porque la quiere, creo que mi hija no ha amado así a
nadie.

T_ ¿Y eso que dices tú de que lo peor esta por llegar, tiene algo que ver con la jerezana?.

En_ ¿Qué jerezana? –le preguntó un tanto desubicada ante el comentario.

T_ Esther la encontró con otra mujer –el gesto de Encarna le hizo entender que ese no era
el problema-. Así que tenemos más de un problema si no es la jerezana, ¡mira tú qué bien!.

En_ ¿Otra mujer?.

T_ Eso dijo –le confirmó suspirando.

Lentamente, Luna abandonó la mesa que daba la espalda con Encarna, ya había
escuchado todo lo que necesitaba escuchar, y con una sonrisa se marchó.

La tensión entre Esther y Maca se podía cortar con un cuchillo, ambas se miraban
desafiantes y lo peor, mostrándose heridas.

E_ ¿Por qué no me llamaste cuándo llegaste aquí? –desenfundó sus reproches Esther.

M_ ¡Anda!, ¿y por qué no me llamaste tú?.

E_ No me respondas con otra pregunta Maca, ¿por qué?.

M_ Pues mira, porque no me pareció que debía llamarte –apretó sus labios saliéndole su
característica mueca de enfado.

E_ ¿No debías llamarme? –repitió atónita mientras sonreía negando con su cabeza
totalmente fuera de sí.

M_ ¿Por qué no llamaste tú, eh?, vamos, ¡dime porque no me llamaste tú! –elevó el tono
de su voz volviéndose duro y seco.

18 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Tenías el móvil desconectado.

M_ No me pongas esa excusa –la miró entrecerrando sus ojos.

E_ La misma que tú.

M_ Esther por favor no seas tan simple ¡quieres!.

Por un momento ambas guardaron silencio. Fue Esther quien trató de rebajar un
poco el tono crispado en el que se hablaban.

E_ No me trates con esta indiferencia Maca, he venido porque creo que debía hablar
contigo, pero no me trates con esta indiferencia que me haces daño.

M_ El mismo daño que me has estado haciendo tú durante los últimos meses.

E_ Sabía que me lo ibas a reprochar –agachó la cabeza mientras se le llenaban los ojos de
lagrimas pero no quería que Maca la viera llorar.

M_ Pues si lo sabías no haber venido.

E_ Ya, es lo que tenía que haber hecho, así no te habría sorprendido con ésa, ¿no?.

M_ Pues mira ya que lo dices –le dijo cruzando los brazos sobre el pecho en el mismo
instante que sonó en el cielo un lejano trueno.

E_ No lo pudo creer –dijo tan despacio como la primera lagrima que rodó por su mejilla.

M_ Ni yo puedo creer que hagas más caso a Jorge, que a tu propio hijo, y lo peor es que
no puedo creer como aún ni siquiera me has preguntado por él, y ya lo último es que te
refieras a él como mi hijo, excluyéndolo de ti. Lo siento Esther, lo siento pero tú y yo...

E_ Maca, Maca por Dios.

Se precipitó sobre ella tomándola fuertemente por los brazos apretaba sus manos
con fuerza, no quería escuchar nada más, sólo quería pedirle perdón, el miedo la inundó
por dentro, se percataba que su peor pesadilla estaba tomando forma. Maca por su parte
la miraba con gesto duro, aunque por dentro lamentaba lo que estaba sucediendo, trataba
de dominar su desbocado corazón y sus ganas locas de besarla, le hacía daño verla llorar,
continuaba siendo lo que más daño le hacía en su vida. Ajena a ello, Esther habló con un
susurro repleto de dolor, sin poder contener el llanto, quiso mirarla a los ojos, como
siempre hacía aunque esta vez los ojos de Maca no le decían nada.

E_ Me comporté así porque tenía miedo a perderte.

M_ Ya –la miró tan intensamente que Esther sintió el temblor del pánico en

19 ”Adiós Esther” © by ldana


su cuerpo-, y por miedo a perderme, me pierdes de esta manera tan estúpida. Perfecto
Esther, es muy propio de ti.

Estaba llegando el final de la guardia en el Hospital, había sido un día relativamente


tranquilo, y en el cuarto de enfermeras Luna se estaba cambiando para marcharse a casa,
cuando vio la taquilla de Esther, acarició lentamente la puerta dibujando una sonrisa
triunfante en sus labios.

Por su parte, Teresa iba andando nerviosa por los pasillos parecía que iba buscando
a alguien para despedirse, y efectivamente lo encontró.

T_ Vilches, ¿cómo puede ser que hayas hecho lo que has hecho?.

V_ A ver, a ver, ¿a qué te refieres Teresa?, porque hoy he hecho muchas cosas –le sonrió
con gesto suspicaz.

T_ Mira que apostar por que no vuelven Esther y Maca, ¿cómo puedes ser así?.

V_ Oye que el dinero es el dinero, yo quiero que vuelvan, no soy tan malo, pero si por una
de aquellas es que no, ¡me gano un pastón!.

T_ No tienes remedio Vilches, ¡no tienes remedio!.

Vilches se marchó dando una carcajada.

Cuando Teresa estaba a punto de salir, se encontró casualmente con Luna, ésta la
miró y le preguntó como quien no quiere la cosa.

Lu_ ¿Oye Teresa, sabes algo de Esther?.

T_ No hija, aún no, estoy de unos nervios –dijo mordiéndose el labio inferior.

Lu_ Bueno, cuando sepas algo me lo dices ¿vale?.

T_ Oye, oye –la llamó un tanto extrañada cuando Luna se marchaba-. ¿Y por qué?, vamos
–elevó un hombro en señal de desconcierto-, como que no se porque te interesa tanto.

Lu_ Podría sorprenderte mucho mi respuesta –le sonrió guiñándole un ojo.

Se marchó dejándola allí de pie pensativa, mientras la veía marchar por la puerta se
rascó la barbilla sin entender muy bien a que se refería, días atrás si le había llamado un
poco la atención era cierto, que las había visto muy juntas a ella y Esther durante los días
de ausencia de Maca.

C_ Últimamente te veo muy pensativa –le dijo Cruz mientras la miraba fijamente.

20 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Sí –murmuró en voz baja.

C_ ¿Ya sabes algo?.

T_ No –le contestó y por su tono adivinó su preocupación.

C_ Esto ya parece una telenovela, todos esperando noticias. Oye Teresa ¿tú estás bien?,
me parece que te está afectando esto mucho más de lo normal –la miraba preocupada.

T_ Cruz, dime una cosa, durante este tiempo que Maca no ha estado en el hospital, ¿has
visto a Luna más cerca de Esther?.

C_ Sí, ¿por? –la miraba fijamente con gesto dubitativo.

T_ No por nada, por nada, tonterías mías. Hasta mañana Cruz.

C_ Hasta mañana Teresa –su expresión mostró incertidumbre por las palabras de Teresa.

Mientras en Jerez comenzaba a llover, pero si agua caía del cielo, más caía de los
ojos de Esther, había roto a llorar sin poder evitar hacerlo. Maca la seguía mirando con
cierta distancia, aunque su interior continuaba diciéndole otras cosas. La lluvia se hizo
intensa, y decidió tomar de la muñeca a una Esther que parecía ausente de todo, arrastró
de ella y entre una fuerte cortina de agua, se metió por un camino el cual daba a una casita
de madera. Entraron de prisa, ambas estaban empapadas, Esther ni siquiera se percató
del lugar, se había tapado la cara con las manos y solo hacía que llorar. Por su parte
Maca, se había separado un tanto de ella, dejando una distancia excesiva entre las dos,
una distancia que nunca antes existió. La miraba y su respiración iba en aumento, llevaba
una falda y una camiseta que con el agua se había apegado tanto a su piel, que era una
visión maravillosa, aunque pronto evitó mirarla de aquella manera no podía, debía seguir,
debía llegar al final aunque fuera duro, aunque le hiciera daño, pero no había otra manera
de superarlo, no se podía arreglar, debía seguir haciéndole daño aunque ese daño también
se lo hiciera ella, no podía dejarse llevar, era necesario y así se lo repitió hasta que
encontró las fuerzas suficientes para hablar.

M_ ¿Esther puedes dejar de llorar? –cruzó sus brazos sobre el pecho mirándola con
frialdad y con su tono estridente añadió-. No me vas a conmover.

E_ Perdóname Maca, ¡joder perdóname!, no quiero conmoverte, ¡quiero qué me


perdones!.

M_ No se puede perdonar algo así.

E_ Entiendo.

21 ”Adiós Esther” © by ldana


Esther trató de calmarse, se limpió los ojos y por primera vez miró alrededor,
entonces vio que era la casa que Maca se hizo para estudiar, en aquel lugar, se habían
amado en Navidad, habían compartido una noche inolvidable contando estrellas, pidiendo
deseos.

E_ ¿Recuerdas cuándo pedimos el deseo de volver a este lugar? –Maca suspiró y trató de
no fallar, no le contestó-. Yo pedí que siempre estuviera contigo.

M_ Pues lo que pediste y lo que haces, no tiene ninguna lógica.

E_ ¡Puedes dejar de hacerme daño!. ¿O qué, estás disfrutando?.

M_ No tienes remedio Esther, ¿tú crees que disfruto así?, dime –se le acercó aunque no
demasiado, y pensó “¡cuánto te deseo!”-. Esther has sido tú quien me ha apartado de tu
vida, tú, por un motivo estúpido y absurdo.

E_ ¿Y no puedes perdonarme? –le preguntó acercándose mucho más, se sentía atrapada


por ella, como siempre, sentía que su corazón iba a estallar cuando la tenía cerca. Maca
estaba bella, muy bella-. Todos cometemos errores alguna vez, cariño.

M_ ¿Cariño?, vaya, ya has encontrado la palabra que durante mucho tiempo perdiste –
Esther agachó la cabeza, Maca cuando se ponía borde, era insoportable, pero era tan
maravillosa que a ver como se lo hacía entender al corazón-. Mira Esther, tu
comportamiento ha sido –hizo una mueca con su barbilla separando los brazos de su
cuerpo-, irrazonable y no sólo eso, sino que además me has impuesto cosas, como tener a
Toñi, al niño y todo cuanto has querido para hacerme daño.

E_ ¡Te he perdido perdón!.

M_ No Esther, no, no se trata de pedir perdón –“no voy a poder” se repetía una y otra vez
luchando contra sí misma-. Se trata de la confianza, del amor y del respeto, todo lo echaste
a perder y lo peor, cuando más te necesitaba, menos te tenía.

E_ Tienes razón, tú nunca me has fallado y sin embargo yo... –volvió a dar un paso hacia
delante mirándola a los ojos con un sentimiento entregado de amor y arrepentimiento-.
Daría todo por volver atrás, daría todo por poder decirte lo que sentía, me daba miedo
perderte porque eres lo más importante que tengo en mi vida, me he comportado como
una estúpida, me refugié en Toñi y en Jorge porque no sabía que hacer –hablaba como en
un susurro, Maca no podía controlar sus impulsos aunque trataba de mirarla con gesto
imperturbable-. Pensé que el niño te apartaría de mí y no podía soportarlo, no podía
soportar el daño que me ibas a hacer –la miró completamente entregada a su amor-, no
soportaba perderte y pensar que el niño –ante el gesto de desacuerdo de Maca se
apresuró a decir-, pensar que nuestro hijo me quitaría parte de tu amor, dime estúpida
pero...

22 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Estúpida –trató de que saliera su voz lo más fuerte posible pero solo logró, un tímido
susurro.

E_ Te quiero Maca, te quiero, te amo, te amo con locura –le decía respirando con la
agitación que da el deseo.

M_ Son palabras Esther, y yo no quiero palabras quiero hechos, te lo he dicho muchas


veces –le habló con su voz aterciopelada repleta de ternura.

E_ Te adoro, eres lo único que quiero en mi vida, por favor, perdóname -bajó la voz hasta
dejarla en un susurro.

Esther acercó lentamente sus labios a los de Maca, fuera llovía con fuerza sin
embargo el sonido de la lluvia golpeando los cristales y el techo de la casa de madera, no
eran suficientes para callar el sonido de sus corazones latiendo, Esther temblaba de miedo
y deseo, Maca de pasión. De repente.

M_ No.

Justo cuando iba a besarla, justo cuando sus labios se habían rozado, tímidamente
Maca se separó con brusquedad, la mirada incrédula de Esther le estaba dando a entender
que su interior era un infierno, pero era necesario se repetía.

E_ Quiero estar a tu lado para siempre, quiero que seamos una familia, tú, nuestro hijo y
yo, por favor Maca, me he equivocado, perdóname. Dame una oportunidad y te demostraré
que mi amor por ti no ha desaparecido, que he pasado un infierno, te amo mi vida –le
hablaba de manera nerviosa y dependiente de ella-. Maca, Maca mi amor quiero que
seamos una familia –Maca se separó y pasó la lengua por sus labios que pedían a gritos
ser besados, ante este gesto Esther recordó a la otra mujer-. ¿He llegado tarde?.

Cuando Esther terminó la pregunta, los ojos de Maca la miraron, tenían una
expresión sombría, justo en el instante que un trueno ensordecedor rompía el pesado
silencio, mal presagio pensó Esther, y sin poderlo evitar, otra lagrima resbaló por su mejilla.

E_¿No quieres que forme parte de nuestra familia?.

M_ ¡Joder Esther pensé que no lo ibas a decir nunca!.

Maca no pudo resistir más, se abalanzó a los brazos de una Esther que no entendía
nada, pero tampoco se paró a pensar más, Maca comenzó a besarla y a acariciarla,
aferrándose las dos en un abrazo largo, fuerte y necesario para ambas. Sin embargo el
desconcierto de Esther pudo más que la necesidad y el deseo que sentía por Maca.

E_ Maca, ¿y ésa otra? –le preguntó mientras Maca le besaba desesperada el cuello y
comenzaba a desabrocharle la camisa.

23 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Qué otra? –se separó mirándola aturdida por el fuerte deseo que sentía.

E_ La mujer que estaba contigo antes. Cuando llegué... tú estabas... –le hablaba un tanto
desconcertada porque Maca volvió a besarle sin prestarle atención-. Maca, Maca espera.

M_ Mi niña no puedo esperar, he esperado mucho tiempo, ya no puedo más.

E_ ¿Y... ésa mujer? –insistió separando por un momento sus manos que le tenían sujetada
la cara con ternura.

M_ Era mi prima Ana, pero me vino muy bien su presencia –le entregó la sonrisa que tanto
enloquecía a Esther-, llegaste en el mejor momento para aplicarte un buen castigo.

E_ Maca... joder Maca que mal lo he pasado.

M_ Eres muy tontita –dio una carcajada. Luego la miró sin esconder lo que tanto le había
costado esconder durante toda la discusión, el gran amor que sentía por su mujer-. Mi niña
guapa, ¿crees que podría mirar a otra mujer?, sólo tengo ojos para ti, es como si me
hubieras embrujado desde el día que te vi. Te quiero con toda mi alma, por muy cabezota
que seas.

Esther sonreía y lloraba al mismo tiempo, siempre que oía la voz como la seda de
Maca, mientras le decía cosas tan tiernas, le pasaba igual, su piel se erizaba y parecía
andar en una nube, ¡cuánto la quería!, y que cerca había estado de cometer una locura
que le podía haber costado lo mejor que tenía. Maca.

Entre palabras repletas de cariño y amor, se dieron en aquel cuarto donde una vez
habían deseado volver, y allí mismo recuperaron todo el tiempo que habían perdido, se
amaron con ternura y pasión, como si fuera la primera vez que devoraban su piel, como si
fuera la primera vez que probaban el sabor del amor, un amor tan grande que no podía
morir, un amor que había sobrevivido a cuanto había acontecido en sus vidas y un amor
que les había enseñado a vivir. Exhaustas por el maravilloso esfuerzo de la pasión y la
ternura, quedaron abrazadas saboreando sus labios, dedicándose con voz cansada casi
inaudible tiernas palabras de amor.

E_ Maca, no puedo vivir sin ti.

M_ Mi niña, mi adorada niña –le dijo rozando con sumo cuidado su cara como si fuera el
tesoro más preciado-. Que maravillosa es la vida a tu lado, y que horrible cuando no te
tengo.

E_ Cariño –la miró sonriendo extasiada-. Te necesito.

24 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Mi princesa.

Volvieron a amarse, hasta que cayeron rendidas en un sueño ligero, pues no


cesaron de acariciarse y besarse lentamente, mirándose emocionadas, necesitando
tocarse para asegurarse de que estaban allí las dos, que no era uno de sus muchos
sueños, sino una bendita realidad.

E_ Maca –la llamó después de un buen rato allí abrazadas en la cama.

M_ ¿Si? –le contestó con voz adormilada.

E_ Me muero de ganas de ver a nuestro niño.

M_ Claro que si mi amor. Vamos.

E_ Espera –la tomó del brazo y con una expresión de aflicción le preguntó-. ¿Tus
padres...?.

M_ Tranquila Esther, les dije que me venía porque si me quedaba en Madrid, no iba a dejar
de trabajar ¿vale? –le quitó el mechón de pelo que le caía sobre la cara.

E_ Ya, ¿y yo por qué no he venido antes?, ¿eh?.

M_ Por tonta –le dio un beso en la nariz acompañado de su habitual sonrisa enamorada.

En la gran casa, se encontraban efectivamente los padres de Maca, que en ningún


momento se habían creído las excusas de su hija, al ver entrar a Esther, su madre Rosario
puso gesto contrariado, mientras que su padre le daba la bienvenida haciéndole pasar.

M_ Papá si no te importa, ahora os la dejo ¿eh?, vamos a ver a Daniel.

E_ ¿Daniel? –le preguntó mientras subía las escaleras.

M_ ¿No querías que se llamara Daniel? –le preguntó con gesto desafiante.

E_ Pues... –la miraba aturdida-. Joder Maca, tú querías que se llamara...

M_ Ya lo sé pero Daniel también me gusta –le interrumpió sonriéndole.

E_ Maca por favor, no me pongas esa cara que me derrito y estamos en casa de tus
padres –Maca se le acercó apoyándola contra la pared retándola, y cuando fue a besarla
sonriendo Esther insistió con gesto nervioso-. Maca, Maca que nos pueden ver.

M_ No me importa.

Se besaron con suma sutileza, pero se miraron con infinito amor.

25 ”Adiós Esther” © by ldana


En sus brazos tenía una emocionada Esther al niño que dormía placidamente, ella lo
miraba sonriente y más aún lo hacía Maca, que se agachó y le acarició la cara.

E_ Me siento tan idiota.

M_ Ya no pensemos más en eso cariño, ahora tenemos que pensar en nosotras ¿si?, en
Daniel, en que somos una familia –Esther la miraba fijamente con una sonrisa ancha de
orgullo-. Te quiero mi niña.

Entre tanto lejos de allí, Teresa se había acercado hasta casa de Encarna se mostró
nerviosa, aunque prefirió no decir nada a la mujer de sus sospechas, pero sí quiso saber si
tenía noticias porque Esther no le había llamado y hacia mucho tiempo que debía haberlo
hecho. Con un café hablaron sobre la pareja y desearon que se solucionaran los
problemas, en eso estaban cuando sonó el teléfono.

En_ ¿Esther?, Esther hija ¿qué ha pasado?. Sí, sí, ¡gracias a Dios! –sonrió ampliamente
mirando a una Teresa que no cesaba de hacerle señas para averiguar-. Si mi amor, si.
¡Maca cariño!.

T_ Quiero hablar con ella, ¡quiero hablar con ella! –decía nerviosa tratando de quitarle el
teléfono.

En_ Espera hija, espera que Teresa quiere decirte algo –le entregó el teléfono contenta
diciéndole mientras juntaba las manos-. Se han arreglado.

T_ Maca hija, que gusto oírte, ¿pero cómo estás?, sí, sí, ¿y Esther?, ¡pobre no sabes lo
mal que lo ha pasado!.

En_ Por cabezota y por esa pachorra que tiene le pasa –añadió Encarna gritando y
asomando su boca por encima del hombro de Teresa que sonrió.

T_ Muy bien hija, yo también besos ¡y traer pronto al niño! –colgó con un gran suspiro-.
Menos mal que lo han arreglado Encarna, yo tenía mis dudas ¿eh?.

En_ Yo creo que mis dudas vienen a partir de ahora, sólo espero que hablen y hablen
mucho, lo van a necesitar.

Las dos asintieron, cada una con un pensamiento distinto, pero ambas sabiendo que
algo grave estaba por llegar.

Mientras en Jerez, había llegado la hora de la cena, Maca le había dado el biberón
al pequeño Daniel y se lo había dejado a Esther para que lo terminara de dormir. Las dos
miraban como bobas al pequeño, sonriendo felices, completamente dichosas. Durante la

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cena, que fue bastante correcta, Esther habló poco pero participó en alguna conversación.
A la hora del postre mientras Maca había subido a dar un vistazo al pequeño, sus padres la
acorralaron sin piedad.

R_ Guardaba la esperanza de que no vinieras –le disparó la madre de Maca sin


contemplaciones ante el gesto de sorpresa de Esther-. Pensábamos que la tontería esta de
ser una familia se os había acabado.

P_ Rosario por favor –medió el padre.

E_ Pues lo siento Rosario, pero sólo ha sido un malentendido –su cara transmitía su
enfado y su tono así se lo hizo ver a la mujer.

R_ ¿No te das cuenta que esto no va a ser bueno para el niño?.

E_ El niño va a crecer rodeado de mucho amor.

P_ Creo que estáis cometiendo un grave error, que sin duda lo va a pagar el niño. Mira
Esther, aún estáis a tiempo, yo creo que es mejor que cada una vaya por su lado, al fin y al
cabo, tú no tienes nada que ver con ese niño ¿no?.

E_ Es el hijo de Maca y por lo tanto es mío también –sus ojos estaban repletos de ira, pero
trataba de controlarse todo lo que le era posible-. Y por si aún no se han enterado, Maca y
yo nos queremos, y sacaremos adelante a nuestro hijo con ese amor.

R_ Eso son pamplinas –echó la servilleta sobre el plato fuera de sí la madre que miraba
duramente a Esther-. ¡Márchate!, deja a mi hija en paz –bajando el tono de su voz, le
suplicó-. Por favor, vete de su lado.

M_ Bueno el niño está tranquilito –Maca se percató por el rostro de Esther que algo había
ocurrido-. ¿Qué ha pasado?.

P_ Nada hija, hablábamos con Esther ¿verdad?.

E_ Sí, tus padres quieren que me vaya de tu lado, me lo acaban de pedir con mucho tacto
–los miraba sin esconder su malestar, la Esther guerrera había hecho aparición-. ¡Joder es
que no entienden que nos queremos!.

M_ Esther cariño ... –le tomó de la mano Maca con temor en su mirada.

E_ Ni Esther ni nada, lo siento pero yo no pienso dejar a su hija, ¿les queda claro?. Y
ahora me voy a la cama.

M_ ¿Por qué tenéis que tratarla así, eh?, ¿os he pedido ayuda?, ¡por qué no me dejáis
vivir mi vida como yo quiera!, pensé que os lo había dejado muy claro.

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R_ Sois unas inconscientes, la criatura va a sufrir, la gente no esta preparada para ver a
dos mujeres con niños.

M_ Pues quien no esté preparado, ¡que no mire!. ¡Buenas noches!.

Sus padres se intercambiaron una mirada de pesar, durante esos días habían
guardado la esperanza de que se separaran, aunque viendo la actitud de Maca, sabían
que esa esperanza iba a ser muy pequeña.

En el cuarto sentada en la cama estaba Esther, tenía su frente arrugada por su


expresión de enfado. Maca se acercó a ella lentamente, mirándola con una sonrisa un
tanto pícara.

M_ Creo que voy a tener que esforzarme un poquito ¿eh?, pero conseguiré quitarte esa
carita –se sentó a su lado besándole en los labios.

E_ Maca, perdona si he sido un tanto cortante.

M_ No tengo nada que perdonarte mi vida. Ven –abrió sus brazos y Esther se refugió en su
pecho-. ¿Te he dicho que me encanta cuando sacas tu carácter?.

E_ No... últimamente me decías que era insoportable.

M_ También. Oye Esther, creo que no he sido justa contigo, cuando antes me dijiste que
yo no te había fallado, creo que no es cierto –Esther se separó de su cuerpo mirándola
inquieta. Maca al ver su gesto sonrió pellizcándole suavemente la nariz-. No tonta, no me
he acostado con otra.

E_ Idiota, yo no he pensado eso –se defendió dándole un pequeño golpe en el brazo ante
la sonrisa de Maca.

M_ Creo que durante el embarazo, me volví bastante insufrible, sólo quería que me
atendieras a mí, sólo que me cuidaras a mí, y no estuve a la altura cuando Toñi entró en
nuestras vidas –Esther negó con su cabeza pero Maca le tomó la barbilla para mirarla
fijamente-. Creo que nos hemos comportado como dos niñatas, tú pensando en tonterías
con el bebé, y yo imaginando tonterías con el bebé de Toñi.

E_ Oye niñata lo serás tú, ¿vale? –ambas dieron una gran carcajada. Esther bajó la mirada
acariciándole la mano suavemente-. Creo que como dijiste antes, es mejor olvidar todo y
empezar de nuevo.

M_ Te quiero mi princesa.

E_ Y yo –se besaron con delicadeza pero pasión-. Verás Maca, para empezar de nuevo
quiero comentarte algo que... no sé si te va a gustar y lo que es peor... no sé si me vas a
perdonar –ante la mirada de Maca sonrió y tocándole la nariz le dijo-. No me he acostado
con otra, tonta.

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M_ Eso espero, eso si que no te lo perdonaría –le dijo seria.

E_ ¿No? –le preguntó sin saber muy bien sin tomarla en serio o no.

M_ Pues como que no.

E_ ¡Jo!, pues menos mal que no lo hice –dio una carcajada ante el gesto de desaprobación
de Maca-. Bueno... a lo que iba.

M_ Eso, que por la cara que pones creo que no me va a gustar nada lo que me vas a decir.

E_ Inicié los papeles para adoptar a Jorge.

M_ ¿Qué? –la miró perpleja.

E_ Sí Maca, se lo prometí a Toñi antes de morir.

M_ Pero Esther... ¿sin preguntarme a mí? –su tono y su gesto le demostraron su


desacuerdo.

E_ Yo...

Maca se apartó de Esther aún incrédula por lo que le había contado, después de dar
unos pasos, volvió a girarse para mirarla, cruzó los brazos sobre el pecho, en señal de
desconcierto mientras Esther se ponía en pie.

E_ Sé que debí consultártelo.

M_ ¿Debiste? –la miró más incrédula aún-. ¿Desde cuándo llevas planeado esto Esther?.

E_ Poco después de morir Toñi.

M_ ¿Poco después de morir Toñi? –repitió absolutamente atónita-. ¿Coño Esther y me lo


dices ahora?.

E_ Lo siento –se precipitó hasta ella repleta de temor, mirándola con cara de
arrepentimiento-, sé que no debí hacerlo, lo sé.

M_ ¿Y? –elevó una ceja esperando que continuara pero manteniendo su compostura fría.

E_ Maca, Toñi me lo pidió antes de morir y como tú y yo estábamos a la greña, no pude


consultártelo, pero pensé –se acercó un poco más mordiéndose el labio mirándola con
pasión-, pensé que la Maca de siempre, mi Maca me daría permiso.

M_ Tu Maca de siempre –repitió negando con la cabeza.

E_ Si, esa que me vuelve loquita –le tomó por la cintura y Maca no se resistió-, esa que me
hace tan feliz y me provoca con su mirada como estás haciendo ahora.

29 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Que mala eres –le sonrió y con una mueca de rendición añadió-. Nunca puedo
resistirme a esta carita.

E_ ¿Me perdonas? –le besó suavemente en los labios.

M_ Esther... Esther... ¿qué voy a hacer contigo?.

E_ Lo que quieras –le dijo desafiante elevando una ceja.

M_ Pues más bien creo que sí, porque con dos niños vamos a tener poco tiempo para esto
–le dio una palmada en el culo mientras se miraban con sus ojos repletos de deseo-. Te
quiero.

E_ Te quiero mucho Maca. Espera ... espera –la detuvo justo cuando había empezado a
desabrochar su pantalón-. ¿Tus padres no nos oirán?.

M_ Pues... no creo, están en la otra parte de la casa.

E_ Es que me corta mucho Maca –le sonrió.

M_ ¿Te corta?.

E_ Sí –le sonrió con picardía.

M_ ¿Vamos a ver cuánto te corta?.

E_ Vale.

M_¿Vale? –se reía con gesto desafiante-. No tienes remedio, mi princesa.

La luna estaba en lo más alto del cielo, la noche era estrellada y la luz que entraba
justo iluminaba el rostro de Maca que dormía placenteramente después del éxtasis de
amor que habían vuelto a vivir. Sin embargo, Esther no podía cerrar los ojos, estaba
apoyada con su codo en la almohada mirándola absolutamente entregada a ella, siempre
pensó que Maca la amaba mucho más de lo que parecía, y en aquellos momentos podía
asegurarlo, sin ser tan explícita como a ella le gustaría, pero la amaba por encima de todo,
y ese amor que sabía sentía le hacía enormemente feliz, era suya para toda la vida. Le
besó con ternura los labios, mientras se aferraba a ella como si así pudiera librar cualquier
batalla, a su lado, era la mujer más dichosa del mundo. Y cuando Maca abrió los ojos, notó
que igualmente era lo que pensaba, le rodeó suavemente con su brazo la cintura, y le
murmuró un te quiero, que significaba la felicidad que ambas sentían en aquellos
momentos. La luz de la luna se hizo cómplice del amor, y las rodeó para que pudieran
entregarse una última mirada repleta de ternura antes de dormir.

30 ”Adiós Esther” © by ldana


En el hospital comenzaba la actividad en urgencias, conforme iban llegando y
saludando a Teresa, les iba citando en la cafetería para una reunión importante.

V_ ¿Desde cuándo Teresa nos cita para reuniones? –protestó como siempre Vilches.

C_ Vamos Vilches no protestes, debe ser algo importante ¿si?

L_ Cruz tiene razón, así que vamos a ver.

T_ Hola a todos, bueno vamos a ver...

V_ Teresa ¡vamos qué no sé si sabes que tenemos que trabajar! –la interrumpió
bruscamente.

T_ ¡Ay Vilches hijo que carácter por Dios!, sólo quería decirte que has perdido tu apuesta.

L_ ¡Maca y Esther han vuelto! –dijo contenta Laura.

V_ Mierda –protestó Vilches marchándose cabreado.

C_ Eso es estupendo –dijo contenta Cruz-. ¿Bueno, y cuándo vienen y nos traen al niño?,
porque ya les vale ¿eh?.

T_ Esther dijo que como Vilches la había mandado a la calle por insoportable, pues se
coge los días que le quedan y se va con Maca.

H_ Ha recuperar el tiempo perdido –dijo Héctor con una sonrisa al oído de Teresa antes de
irse.

T_ Bueno, a lo que sea. Lo importante es que están juntas otra vez.

Teresa se mostró como todos contenta por la reconciliación de la pareja, mientras


que Laura se fijó en la cara de Luna, su rostro era completamente diferente al de los
demás que seguían riendo y hablando contentos. Laura que tenía que atender una
urgencia pidió a Luna que la ayudara, una vez terminaron con la paciente la llevó a un lado
para hablar con ella.

L_ ¿Oye Luna puedo hacerte una pregunta un tanto personal?.

Lu_ Sí –su gesto demostraba que estaba pasando un mal momento.

L_ ¿Qué es lo que te pasa?.

Lu_ ¿Qué me pasa?, pues que me he dejado engañar como una imbécil.

L_ Ya –titubeó pues se percató definitivamente que algo tenía que ver con Maca y Esther-.
¿Y... puedo saber quién te ha engañado?.

31 ”Adiós Esther” © by ldana


Lu_ Mejor no, pero no va a quedar así, no, esto no va a quedar así te lo digo yo.

En Jerez volvía el sol a brillar con su fuerza habitual, ver amanecer desde la cama
de Maca, no tenía precio pensó una Esther que sentía cada poro de su piel feliz. Volver a
abrir los ojos y disfrutar de la compañía de su mujer, era algo que había apreciado mucho
desde su ausencia día tras día y su dolor. De igual manera Maca, sentía que la sombra
que había en su corazón se había difuminado desde el mismo instante en que Esther cruzó
la puerta de su casa. Se vistieron y Maca se adelantó para hablar con sus padres mientras
Esther arreglaba por primera vez al niño.

M_ Buenos días mamá. ¿No está papá?.

R_ No, se ha marchado ya a trabajar.

M_ Vaya... –murmuró acercándose a su madre.

R_ ¿Pasa algo?.

M_ Sí, bueno... no, solo quería despedirme, me voy con Dani y Esther a la sierra.

R_ Como siempre huyes una vez te has salido con la tuya, ¡una vez más! –le recriminó en
el mismo momento que Esther entraba en el comedor sonriente.

M_ Mamá lo último que quiero es discutir contigo de esto ¿vale?, te dije que sólo iba a
estar un tiempo aquí, que debía volver a Madrid.

R_ Pues vete –le espetó con dolor.

M_ Pues me voy. Ya os llamaré desde la sierra.

E_ Adiós Rosario.

M_ Vamos cariño.

Rosario ni siquiera contestó a Esther, que con gesto de pena abandonó la casa. Se
subieron a uno de los coches que habían en el garaje un Todo Terreno y se pusieron en
marcha.

M_ ¿Preparada cariño?.

E_ ¡Ay Maca, parece que esto no pudiera ser realidad!.

M_ Pues lo es –la besó mientras sus ojos le hablaban de amor-. Y vamos a disfrutar como
lo que somos, una familia.

32 ”Adiós Esther” © by ldana


Mientras ajenos a lo que sucedía con la pareja, en el hospital iban trabajando a un
ritmo elevado, Cruz había tenido que llamar la atención de Luna varias veces, y se mostró
algo preocupada por su actitud. Tanto fue así, que decidió hablar con ella en su despacho.

Lu_ ¿Me has llamado Cruz?.

C_ Sí, pasa.

Lu_ Tú dirás –se sentó reflejando en su rostro un gran desanimo.

C_ No... creo que la que me tiene que decir eres tú –Luna la miró un poco asustada-. No
sé que te pasa y no hace falta que me lo cuentes, si no quieres, pero tu actitud está
afectando a los demás porque no estás centrada en tu trabajo.

Lu_ Lo siento Cruz, tengo un problema muy grave y...

C_ ¿Es por el trabajo?.

Lu_ En parte sí.

C_ ¿Algún problema con algún compañero? –le preguntó mirándola fijamente-. Sí es así
dímelo y si te puedo ayudar.

Lu_ Nadie me puede ayudar. Y sí, he tenido un problema pero no con un compañero, sino
con una compañera –Cruz la miró como esperando una explicación-. No te preocupes, ya
lo arreglaré con ella cuando vuelva.

C_ ¿Esther? –le preguntó intencionadamente Cruz ante la mirada de Luna afirmó sus
sospechas y las de Teresa.

Lu_ Sí, Esther. Pero es algo íntimo y preferiría no comentarlo con nadie.

C_ Está bien –asintió con la cabeza y después de un soplido para aliviar su tensión le dijo-.
Puedes irte.

Al salir al pasillo, Luna apoyó su cabeza en la pared, una pequeña sonrisa dibujó su
rostro, pero rápidamente la borró para seguir con su trabajo.

Sin embargo, al llegar al ascensor se encontró con Teresa que la estaba buscando,
le comentó que tenía que acudir al muelle pues la estaban esperando.

Lu_ ¿Sabes algo de Esther?.

T_ ¿De Esther? –le devolvió la pregunta mirándola con incertidumbre-. Pues... lo que ya he
dicho, están en su segunda luna de miel.

Lu_ Ya. ¿Y esa luna de miel, va a durar mucho? –en su tono apareció una alta dosis de
envidia .

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T_ Pues lo que vaya a durar no te importa ni a ti, ni a nadie.

Lu_ ¿Sabes una cosa Teresa?, no estés tan segura que vaya a durar mucho tiempo, no
estés tan segura.

Se marchó dejando a Teresa allí en medio del pasillo convencida de que algo había
ocurrido, y fue Cruz quien la hizo pasar a su despacho.

T_ Dime Cruz.

C_ Te he visto hablar con Luna.

T_ Esa muchacha me tiene con el corazón en vilo –se sentó siguiendo las indicaciones de
una Cruz un tanto desconcertada.

C_ Quiero comentarte algo, desde que me preguntaste por ella y Esther, he estado muy
atenta a cuanto ha ocurrido, ya sabes que quiero mucho a Esther y Maca.

T_ ¿Tú también sospechas que algo ha pasado? –Cruz asintió-. ¡Ay chica, espero que
estemos en un error!.

C_ De esto Teresa, ni palabra ¿eh?

T_ ¿Qué crees que voy a contar algo?, no, pero tendremos que estar pendientes de
cuando pase.

C_ O de lo contrario, Vilches ganará finalmente su apuesta.

Teresa la miró con miedo, y Cruz suspiró apenada pues parecía que nuevos
nubarrones sobrevolaban a relación de las dos mujeres.

Los días cuando se es feliz pasan volando, y eso es lo que les ocurrió a Maca y
Esther, durante los seis días que estuvieron en la casa de la Sierra, pudieron disfrutar del
amor nuevamente como si fuera la primera vez. A los ojos de Maca había vuelto
nuevamente la intensidad en su mirada cuando miraba a su mujer, había vuelto
nuevamente la sonrisa amplia de felicidad que le provocaba Esther cuando la veía, la
tranquilidad había vuelto a su enamorado corazón y durante esos días no había guardado
nada, le había entregado a Esther todo cuanto sentía, un amor verdadero e infinito. Por su
parte Esther, había recuperado la emoción que siempre sentía cuando estaba cerca de
Maca, había recuperado el sentimiento de volverse loca si no la tenía. Durante los días que
se dedicaron, volvieron a recuperar su relación, y sobre todo volvieron a recuperar el gran
amor que sentían, el amor mutuo que había nacido y el tiempo se había encargado de
aumentar.

E_ Oye Maca, ¿tú crees que es buena idea que te reincorpores tan pronto?

34 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Sí Esther, quiero hacerlo.

E_ Pero... yo no creo que sea bueno ni para ti ni para Danielito.

M_ Esther –la miró con cara eclipsada por el sentimiento de amor hacia ella-. Créeme, nos
hará bien a los dos. No lo vamos a abandonar, el niño estará con nosotras.

E_ Pero es que yo no creo que sea buena idea, insisto, tenerlo en el hospital.

M_ Esto ya lo habíamos hablado –le besó.

E_ Si, lo sé, pero debes recuperarte bien y el niño te necesita.

M_ Nos necesita –le retiró de su frente un mechón de cabello.

E_ Sí pero yo no puedo tomarme vacaciones, ya están estipuladas y...

M_ Esther mi amor, tranquila ¿si?, tranquila todo irá bien.

E_ Teresa tiene muchas ganas de verlo –le dijo mientras ponía su espalda sobre el pecho
de Maca buscando su refugio en un abrazo-. Yo creo que todos tienen ganas de verlo.

M_ Mañana iremos, ahora déjame abrazarte en silencio que Daniel duerme y quiero
escuchar los pájaros.

E_ Que mística eres mi vida –sonrió mientras buscaba colocarse lo mejor posible
adaptándose al cuerpo de Maca.

M_ ¿Te estás burlando?

E_ Para nada.

M_ Me lo parecía –le besó el cuello y le murmuró-. Aquí empezó todo, en este maravilloso
cuello que me vuelve loca.

E_ Sí, y a mí casi me dio un infarto, hiciste que toda yo temblara.

M_ Es que soy muy buena.

E_ Eso es verdad. ¿Recuerdas cómo luego yo te perseguía? –le preguntó sonriendo.

M_ Sí, me encantaba como me mirabas a hurtadillas –sonrió-. Me volvía loca.

E_ Pues anda que tú, sabía perfectamente cuando estabas a mi alrededor –hablaba
acariciando con suavidad su mano que la aferraba con fuerza por la cintura-. Nunca en
toda mi vida hasta entonces, me había enamorado como lo hice de ti.

M_ ¿Hiciste? –le dio un pequeño apretón que provocó un quejido leve en Esther-. Dime.

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E_ Hice sí, porque luego tengo que decirte que nadie me ha hecho tan feliz, tan
inmensamente feliz como tú –lo dijo de carrerilla para que Maca aflojara sus brazos.

M_ A mí me pasaba igual cariño. Y cada día te quiero más.

E_ ¿No querías escuchar los pájaros? –le preguntó mientras le tomaba su mano y la
besaba.

M_ Sí, pero a ti me gusta escucharte mucho más.

Guardaron silencio compartiendo sus respiraciones y caricias lentas, ambas medio


tumbadas y bien abrazadas parecía que nada ni nadie podría acabar con aquella hermosa
unión.

En el hospital, estaban acabando el día cuando Vilches llegó con cara de pocos
amigos a hablar con Teresa que seguía pendiente del teléfono.

V_ Oye Teresa, tú sabes cuándo vuelve nuestra querida enfermera jefe.

T_ ¡Uy chico!, que manera más extraña de hablar de Esther.

V_ Joder Teresa, hable como hable tú siempre acabas echándome la bronca. Necesito que
la llames y le digas que ya está bien de tanta tontería y que si se ha arreglado con su mujer
–hizo una mueca quejándose al recordarlo-, muy a mi pesar claro, porque me hubiera
llevado un buen pellizco de pasta que tal y como están las cosas me hubiera venido de
muerte. Pues eso, a lo que iba, que si ya lo han arreglado mañana mismo la quiero aquí.
¿Entendido?

T_ Entendido, lo que no sé es de que manera puedo localizarla si tiene el teléfono


desconectado –protestó pero Vilches ya había desaparecido.

L_ Teresa ¿sabes algo de Esther y Maca? –le preguntó Laura mientras Teresa marcaba el
número de teléfono.

T_ Nada, desconectado. Y Vilches que quiere que se incorpore mañana. ¿Qué me decías
Laura?

L_ De Esther y Maca –insistió sonriéndole.

T_ Pues en esas estoy, no sabemos nada desde que hablé con ellas en Jerez, están
desaparecidas.

L_ ¿Y por qué no llamas a Maca?

36 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Pues porque ninguna tiene el teléfono conectado, ya sabes... –omitió el comentario que
era más que evidente.

Lu_ Tendrán mucho de que hablar –dijo Luna mientras dejaba una historia para guardar.

T_ Esta chica... –se puso en jarras Teresa moviendo su cabeza al verla que se marchaba
con gesto serio.

L_ Teresa si te digo algo, no lo vas a decir a nadie.

T_ Soy una tumba.

L_ Mira, tú sabes que yo paso de cotilleos, pero en esta ocasión –miró alrededor y apartó a
Teresa del mostrador asegurándose que no hubiera nadie cerca-, se trata de dos personas
que aprecio y que además me han ayudado cuando las he necesitado.

T_ Quieres decirlo ya ¡por dios me va a dar algo! –puso una de sus manos sobre la frente.

L_ Se trata de Luna.

T_ Pues mira Laura ya somos tres –ella la miró algo sorprendida-. Si, Cruz sabe que ha
pasado algo entre ella y Esther, yo sé que Luna esconde algo y tú sospechas de ella, así
que...

L_ Ya, pero a mí lo que no me cuadra es que Luna siempre ha mirado de manera muy
especial a Maca.

T_ ¿A Maca? –le preguntó con tono sorprendido, ante la afirmación de Laura con su
cabeza añadió-. La verdad, yo siempre he sospechado de Luna –hizo un ademán nervioso
con sus manos-, a mí se me pasó lo de Maca y Esther porque no estaba muy en el asunto
¿eh?, pero desde que conozco esta clase de amor y esos cruces de miradas y todo eso...

L_ Pues ahí está el asunto, algo no cuadra, para mí a Luna le gusta Maca y sin embargo,
parece que lo que haya pasado que no sabemos que es, sea con Esther.

T_ Esto es un mundo de locos, bueno... mejor dicho, de locas.

V_ ¡Teresa quieres dejar el cotilleo y atender el mostrador!, aquí estamos para trabajar
¡coño!

T_ Voy Vilches –le dijo sin moverse del sitio.

V_ ¿Me has localizado a Esther?

T_ Estoy en ello –ante su refunfuñó le dijo en voz baja a Laura-. Cada vez esta peor este
hombre ¿eh?

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L_ Oye Teresa, yo creo que será mejor mantenernos al margen de lo que ocurra o al
menos, esperar acontecimientos.

T_ Pues mira, no sé que decirte, porque mucho sentido no tiene. ¡Ay yo no sé con lo bien
que estaban las dos! –suspiró preocupada-. Desde que Maca se quedó embarazada todo
ha ido a peor.

El llanto de Daniel despertó a la pareja que se había quedado dormida, fue Esther
quien se levantó y lo acunó en sus brazos llevándolo hasta Maca.

E_ Se parece mucho a ti –le dijo con voz triste.

M_ ¿Tú crees? –sabía lo que debía pasar por su cabeza y le dejó un beso tierno en la
mejilla-. Mi amor soy tan feliz.

E_ Sí, yo también. Pero la felicidad siempre tiene un final y creo que deberíamos ir
recogiendo las cosas e irnos para casa.

M_ Como siempre tienes razón. Mira como le gusta estar contigo, con su madre –arrimó su
nariz a la de una Esther que lo miraba embelesada.

E_ Espero ser una buena madre.

M_ Lo serás, no tengo ninguna duda de haberlas tenido ni de coña tengo un hijo contigo
¿eh? –le tocó la cabeza.

E_ Que mala eres. Venga ves recogiendo mientras yo lo cambio.

M_ Que mandona eres ¿vale?, ¿y por qué no al revés?

E_ Por que el niño ha estado contigo más de un mes y yo no lo he podido disfrutar, así que
no protestes y haz algo, ¡venga!.

M_ No tienes remedio –le besó con pasión-. Pero me encantas.

La pareja y el niño estaban llegando a casa, era la primera vez que iban a estar en
su nido de amor los tres y estaban emocionadas. Justo cuando estaba entrando Esther por
la puerta, sonó el teléfono de casa.

E_ Ya voy –dijo mientras dejaba el bolso sobre el sofá y Maca pasaba sonriente y feliz de
volver a casa-. ¿Dígame?

T_ ¡Hombre menos mal por fin oigo tu voz! –era la voz de una Teresa que parecía un tanto
cabreada.

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E_ ¡Hola Teresa!, oye ¿qué te pasa?

T_ ¡Uy, y me dice que me pasa!, ¿qué me va a pasar?, que llevo todo el día tratando de
localizarte y no hay manera.

E_ Calla, es verdad, si no he conectado el móvil –sonrió aunque por el tono de Teresa se


dio cuenta que no estaba para bromas-. ¿Qué querías Teresa?

T_ Vilches está muy pesadito y quiere que mañana vuelvas a trabajar.

E_ Oye pues dile a Vilches que fue él quien me echó –Maca se sentó delante suya y le
mandaba besitos con los morritos haciéndole caritas monas que sabía la excitaban tanto-.
Oye Teresa, tengo que dejarte que acabamos de llegar a casa, sí, sí, no te preocupes
mañana te lo llevamos. Ale, adiós Teresa.

M_ ¿Vilches te echó? –le preguntó un tanto inquieta mientras Esther se acercaba a ella
con una sonrisa.

E_ Sí, me dijo que estaba insoportable, que fuera y arreglara las cosas contigo o de lo
contrario me echaba a la calle –le apartó un poco la melena ante su sonrisa dejándole un
beso en el cuello-. Y... creo que aún no he terminado de arreglarlo.

M_ ¡Qué loca estás Esther! –la besó justo donde disparaba la respiración de Maca-.
Esther... Esther...

E_ ¿Qué? –se separó mordiéndose el labio mientras la miraba repleta de cariño.

M_ Pues que... Daniel está aquí –le guiñó el ojo con una sonrisa enorme.

E_ Bueno... ¿y a qué esperas a llevarlo a su cuarto?, tú y yo tenemos que hablar.

M_ ¿Hablar? –dio una carcajada-. Oye...

E_ Qué –le contestó con un susurro repleto de deseo.

M_ No sé si te he dicho que te quiero.

E_ No, no me lo habías dicho –le aseguró mirándola con su infinito amor.

M_ Pues... ya lo sabes... ¿vale?

E_ Vale. ¡Eh... Maca! –la llamó cuando subía las escaleras para dejar a Daniel. Al volverse
y mirarla le dijo-. Yo también te quiero.

La noticia que llegaban Maca y Esther con el niño, había corrido por todo el hospital
como la pólvora, desde que se fue Maca, nadie había vuelto a ver al pequeñín, pero sin

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duda quien más nerviosa estaba era Teresa que no paraba de mirar hacia la puerta
esperando verlas entrar.

L_ ¿Aún no Teresa?

T_ No Laura, aún no –entonces se le acercó un familiar de un paciente para preguntarle si


sabían algo y Teresa nerviosa le dijo-. Mire cuando sepan algo ya se lo dirán, ahora estoy
muy ocupada, ale, váyase y siéntese. Oye, no paran de molestar ¿eh?.

L_ Teresa... tranquila ¿vale? –le dijo sonriendo por su forma de hablar al pobre hombre
que le hizo caso y se marchó.

T_ Tengo muchas ganas de verlas, pero al mismo tiempo, tengo un poco de miedo por lo
que pueda suceder.

L_ Bueno, saldremos de dudas cuando vengan. Buenos días Cruz.

C_ ¿Qué?, ¿aún nada?. Vamos Teresa que pareces la abuela.

T_ Oye, pues es que... casi casi ¿eh?, porque yo fui...

C y L _ La madrina de bodas, si –dijeron a la vez mientras sonreían.

Ev_ Hola chicas tenemos una llamada pero que no se vayan sin que hayamos visto al niño
–dijo Eva deprisa mientras Rober la llamaba.

C_ Ve tranquila Eva, nosotras les decimos. Bueno, ¿ha... llegado ya Luna?

L_ No, no la he visto aún.

T_ Pues sabe que vienen ¿eh?, se lo dije yo –les advirtió Teresa con tono preocupado.

C_ ¿Y qué cara puso?.

T_ Ninguna en especial. Esa chica no es nada expresiva –murmuró criticándola

L_ A lo mejor estamos sacando un poco las cosas de quicio, y nada más han tenido un
problema y nosotras estamos haciendo una montaña.

C_ Esperemos que sea así –dijo Cruz un tanto inquieta-. De todos modos nosotras ni
palabra.

V_ Ya estamos, ¡aquí las tres marías!, ¡pero que en este hospital solo trabajo yo! –apareció
Vilches.

C_ Anda ven, me lo llevo o nos estropeara el momento.

V_ Nada más llegue Esther me la mandas, ¡qué me tiene contento!

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C_ ¡Ay cariño no sé que va a pasar cuándo te hagas más mayor! –renegó Cruz negando
con la cabeza mientras él la miraba serio.

T_ Pues yo sí lo sé, ¡será inaguantable! –dijo Teresa en voz baja a Laura.

V_ ¡Teresa qué te oigo!

L_ No tiene arreglo –sonrió Laura mientras miraban a la puerta-. Bueno me voy que viene
Dávila y no quiero que me riña.

D_ Buenos días Teresa, ¿han venido ya Esther y Maca?

T_ Todavía no.

D_ Bien, cuando vengan que no se olviden de mí, quiero ver a ese bebé.

T_ Está bien –se puso a su faena sin apartar la mirada de la puerta cuando otra vez el
mismo familiar le fue a preguntar, ella se quitó las gafas y con voz firme le dijo-. Mire, ya le
dije antes que le avisarán haga el favor de sentarse y quedarse tranquilito ¿vale?, ¡o no ve
que tenemos mucha faena!

M_ Uy que gruñona estás hoy Teresa.

T_ ¡Maca, Esther! –salió corriendo del mostrador primero saludó a Maca con un abrazo
fuerte y emocionado bajo la sonrisa de Esther que contemplaba con el bebé en sus brazos
la escena-. Dios mío Maca que alegría verte otra vez. Y el chiquitín –dijo mirando al niño.

E_ Eso ¿y yo qué?, ¿eh?, que me parta un rayo –protestó Esther sonriente.

T_ Tú, ve al despacho de Vilches que está que trina contigo. Vamos, vamos déjame a mi
pequeño, cariño soy tu otra abuela mi rey.

E_ Desde luego, ¿tú has visto esto Maca?

M_ Sí cariño, lo siento –elevó sus hombros y con tono burlón le dijo-. Ya sabes que yo soy
la preferida de Teresa.

T_ ¡Uys pues claro! –dijo ella muy seria mientras besaba al niño.

E_ Me voy, me marcho o de lo contrario me deprimiré mi primer día de trabajo.

Esther iba a entrar al pasillo una vez había cogido los papeles que le había señalado
Teresa, en ese instante apareció por detrás de las dos mujeres Luna, que omitió su
presencia y se fue directamente a Esther, la tomó del brazo y mirándola fijamente ante la
sorpresa de Maca, le dijo:

Lu_ Esther tenemos que hablar.

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E_ Hola Luna –su mirada la turbó-. Claro, pero después ¿vale? –la miró y luego miró su
mano que le apretaba el brazo-. Si me sueltas... es que me espera Vilches.

Lu_ Te acompaño.

Las dos se perdieron por el pasillo, ante la mirada extraña de Maca y el gesto
consternado de Teresa que temió por si Maca le preguntaba algo al respecto.

T_ Se parece mucho a ti Maca –le dijo tratando de borrar su gesto de preocupación

M_ Eso dice Esther.

T_ Menos mal que os habéis arreglado, mira vamos a la cafetería que tengo que contarte
un montón de cosas.

A_ ¡Maca! –la saludó contento Aimé mientras la abrazaba.

M_ Aimé ¿cómo estás?

A_ Bien, tratando de sobrevivir, pero déjame ver este hombretón –Teresa le dio al niño y
en el hombre apareció una sombra en sus ojos que percibieron las dos mujeres.

M_ ¿Estás bien Aimé?

A_ Sí –le sonrió tristemente mientras le daba al pequeño-. Me alegro de verte Maca, se te


echa de menos.

M_ Gracias Aimé. Pobre –murmuró cuando se alejó.

T_ Si. Venga, venga vamos que tenemos mucho de que hablar.

M_ Teresa me vas a poner al día de chismes, ¿no? –le sonrió mientras empujaba el
carrito.

T_ Después, primero me tienes que contar que tal todo con Esther.

M_ Pues no puedo contarte mucho, la verdad –le dijo con un gesto divertido mientras
andaban hacia la cafetería.

T_ ¿Y eso?.

M_ Porque tú nunca has querido saber de nuestra intimidad y es lo único que hemos
hecho.

T_ ¡Ays hija, calla, calla!, que ya sabes que no me gusta, no me acostumbro yo, ¿qué
quieres que le haga?

M_ Nada Teresa, nada –dio una carcajada.

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C_ ¡Maca! –apareció Cruz y Laura tras ella, y Cruz enseguida cogió al crío en brazos-.
Madre mía pero que grande está.

L_ ¿Cómo estás Maca? –la abrazó sonriendo-. Que ganas teníamos de verte.

M_ Pues sí, yo también Laura.

C_ Oye... este niño es clavadito a ti ¿eh? –le dijo Cruz señalándole con su dedo índice.

M_ Sí.

C_ ¿Y Esther?

T_ Fue con Vilches.

M_ Oye Teresa, he visto un poco rara a Luna ¿no? –las tres se intercambiaron una mirada
un tanto nerviosa-. No me dijo nada se fue con Esther pero ni me vio.

L_ Bueno, está un poco nerviosa –dijo Laura ante el silencio de las dos mujeres que no
sabían muy bien que contestarle.

C_ Venga que tenemos un momentito vamos a tomar algo y nos cuentas como estás y que
tal ha ido todo.

T_ No, como ha ido todo no, sólo que nos cuente como está.

M_ De verdad Teresa... –sonreía divertida mientras la mujer hacia un ademán gracioso con
su mano.

Todas acompañaron la sonrisa de Maca por el gesto de la mujer demostrando que


no quería escuchar ciertas cosas. Y en la cafetería se quedaron intercambiando anécdotas
y chismes del hospital.

Mientras, Esther estaba un poco nerviosa por la actitud de Luna, durante la ausencia
de Maca se había hecho muy amiga suya, la había acompañado en los malos momentos,
habían compartido alguna comida fuera del hospital, y eso que siempre le había inquietado
su manera de mirar a Maca, y cuando lo había hablado con ella siempre le decía que era
una celosa empedernida, sin embargo, su actitud la tenía desconcertada. Cuando llegó al
despacho de Vilches, tocó la puerta y él la hizo pasar con su tono serio de siempre.

V_ Hombre, ¡ya era hora!

E_ Hola Vilches, yo también me alegro de verte –le dijo sonriente.

V_ Oye, yo no he dicho eso.

E_ Ya. ¿Para qué querías verme?, ¿ha ocurrido algo?

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V_ Mira, voy a ponerte en precedentes. Tú ya sabes como es Begoña, en tu ausencia ha
estado comentado algunas cosas que no me gustan, sabes que te aprecio y no me gusta
que tengas problemas.

E_ Bueno, eso lo está haciendo desde que llegó. No me preocupa.

V_ Si fueran del trabajo a mí tampoco –Esther lo miró aturdida-. Verás, me ha llegado un


rumor desagradable que quiero que sepas, ha dicho que tú y Luna os habéis liado en la
ausencia de Maca.

E_ ¡Qué! –sonrió un tanto incrédula.

V_ A mí ya sabes que me da igual lo que hagas, pero...

E_ Gracias Vilches, como siempre gracias –le interrumpió para salir.

V_ Oye –Esther que se iba se giró-. Me alegro de tenerte de vuelta.

Una vez fuera se apoyó sobre la pared, lo que le acababa de decir Vilches era lo
único que le faltaba, estaba todavía impresionada por la noticia cuando vio pasar a Luna,
se mordió el labio tratando de recordar cosas que había decidido dejar enterradas en su
mente, entonces, un miedo se apoderó de ella tanto que el estómago comenzó a dolerle.
Solo el grito de Aimé la sacó de sus pensamientos. Una urgencia acababa de entrar, y
salió corriendo hacia el box.

Maca había decidido acercarse a Pediatría para mostrar a su hijo, todos coincidían
en comentar lo guapo que era, y lo mucho que se parecía a ella, algo que sin duda le
satisfacía de igual modo que le creaba una pequeña inquietud, conociendo a Esther ese
comentario le haría daño. Cuando había terminado de saludar a todos y se iba a marchar a
casa, se cruzó con Luna, hasta ese momento, Luna siempre la había mirado con mucho
cariño, tanto que a veces habían discutido Esther y ella por ello, sin embargo, en ese
momento sus ojos le transmitían algo muy diferente que no acertaba a entender.

M_ Hola Luna –la saludó.

Lu_ Hola ¿es tu hijo?

M_ No, es nuestro hijo.

Lu_ De Esther lo dudo –sonrió un tanto burlona-. ¿Oye te ha dicho algo Esther?

M_ ¿Qué tenía que decirme?

Lu_ Vaya, por lo que veo no, tengo mucho lío tengo que dejarte.

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Maca la vio marcharse con gesto contrariado.

E_ Mi amor ¿dónde estabas te estaba buscando?

M_ He ido a Pediatría.

E_ Ya, no paran de decirme todos lo guapo que es y lo mucho que se parece a ti –Maca
puso su mano en la barbilla de Esther y la miraba de manera apenada pero con una
pequeña sonrisa comprensiva-. Ya lo sé Maca, me voy a tener que acostumbrar.

M_ El próximo lo tendrás tú ¿vale? –la abrazó y notó como Esther temblaba y se asustó-.
¿Qué te pasa cariño?

E_ Nada, ¿por qué? –exhaló un profundo suspiro.

M_ Te noto un poco tensa.

E_ Bueno, acabo de atender mi primer paciente y lamentablemente no hemos podido


hacer nada.

M_ Cariño –le puso morritos elevando sus cejas con lo que arrancó una sonrisa a su amor-
. Así me gusta, tu sonrisa es maravillosa mi vida.

E_ Venga Maca, vete a casa que este ambiente no es bueno para el niño, y además eres
capaz de si entra alguna urgencia que te necesite atenderla que te conozco.

M_ Está bien mami, me voy a casa y allí te espero ¿vale?

Cuando Maca se marchó, Esther sintió un escalofrío recorrer su espalda, no podía


soportar más la duda y fue en busca de Begoña, que cuando la vio la saludo con una
sonrisa cínica.

B_ He visto al hijo de Maca, se parece cantidad a ella.

E_ Oye, me ha llegado un cotilleo sobre mí, y quien me lo ha dicho me ha asegurado que


has sido tú –omitió su comentario desagradable.

B_ Ah, no, pero yo no soy quien lo ha dicho, a mí me lo contó Luna. Bueno tengo que irme,
creo que vas a tener un problema porque en este Hospital si algo hay, son malas
intenciones y a lo mejor Maca ya se ha enterado que le has puesto los cuernos.

Esther se quedó boquiabierta, no entendía nada de lo que le estaba pasando.


Decidida fue en busca de Teresa, ella sabría todo lo que habían dicho.

E_ Teresa tengo que hablar contigo.

T_ Dime reina. Te veo muy bien, ¿eh?, muy mejorada, si es que Maca es lo que tú
necesitas.

45 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Sí, sí, pero ahora dime una cosa, ¿qué dicen por ahí de mí?

T_ Decir, decir pues... que se nota que ya estás con Maca, te ha cambiado la cara, te lo
estoy diciendo.

E_ No digo eso –la miró seria-. Me ha dicho Vilches que dicen que me he acostado con
Luna.

T_ ¡Qué! –exclamó con un gritito de susto-. ¿Te has acostado con Luna?

E_ Claro que no, pero si Maca se entera que van diciendo eso ... –le dijo preocupada.

T_ Oye Esther, francamente, esa chica le pasa algo contigo, no sé si es amor, celos o no
sé que será pero ha estado muy pendiente de ti, ha salido y entrado contigo, todas
sospechamos que ha pasado algo entre vosotras.

E_ ¡Pero qué coño dices Teresa! –le contestó enfadada.

T_ Chica, es lo que hemos pensado...

En ese instante pasaba Luna por delante de ellas, Esther abandonó con la palabra
en la boca a una Teresa que no salía de su asombro y salió tras Luna.

E_ ¿Luna puedes acompañarme al cuarto de enfermeras por favor?

Lu_ Claro –le sonrió.

Una vez entraron Esther quiso tomar aire para hablar con ella lo más francamente
posible, pero notó como los brazos de Luna le tomaban por la cintura aferrándola a su
cuerpo, rápidamente se separó de ella mirándola incrédula.

Lu_ ¿Por qué no le has dicho nada?, me dijiste que se lo ibas a decir.

E_ ¿De qué estás hablando? –la miraba atónita con los ojos abiertos como platos.

Lu_ Esther, me dijiste que la ibas a dejar, me dijiste que ibas a estar conmigo.

E_ ¡Luna joder pero de qué me estás hablando! –cada vez se sentía más atacada, y lo
peor, sin entender sus palabras.

Lu_ Me dijiste que dejara a mi novio, que viviríamos juntas.

E_ ¡Pero...! –sonreía incrédula ante lo que estaba escuchando.

46 ”Adiós Esther” © by ldana


Lu_ Ya no te acuerdas, tu casa, tu habitación, tu cama –se acercaba a ella mirándola con
deseo-, porque yo no he podido olvidarlo, no he podido olvidar el sabor de tu cuerpo, de
tus besos, de tus caricias...

E_ Luna ...

Lu_ Te quiero Esther, te quiero –acercó sus labios a una desconcertada Esther-. Te amo.

Cruz había estado buscando a Esther pues no habían podido hablar, el día había
sido duro y no tuvieron un descanso para poder ponerse al día. Había visto a Maca muy
feliz, pero una de las veces que se había cruzado con Esther pudo notar una profunda
preocupación marcada en su rostro. Teresa la había informado rápidamente de lo que ya
era un secreto a voces. Una de sus compañeras le dijo a Cruz que estaba en el cuarto, que
aún no se había ido. Decidida entró y efectivamente allí estaba, sentada con una actitud
completamente derrotada, sus manos se apoyaban al asiento del banco mientras sus ojos
no se separaron del suelo ni siquiera cuando oyó la puerta cerrarse. Cruz, entró y se sentó
a su lado.

C_ ¿Estás bien?.

E_ No Cruz, no estoy bien –masculló mientras una sucesión de lagrimas caían sobre su
bata.

C_ Me he enterado de... ¿Esther es verdad? –le acarició el pelo con ternura.

E_ No lo sé Cruz, ese día estaba borracha, habíamos salido a tomar unas copas fue el
cumpleaños de Rober, y... no sé... ella me llevó hasta casa, recuerdo que... –Cruz la
miraba atentamente y al ver que le costaba continuar le apretó la mano en señal de apoyo,
quería ayudarla-... que me subió hasta la habitación porque no podía casi andar, recuerdo
que me tumbó en la cama y me dijo algo, que me hizo reír, luego me acarició y me besó,
no recuerdo más.

C_ ¿Esther... no sé si te das cuenta en el lío que te has metido? –ella asintió-. ¿Qué vas a
hacer, eh?

E_ No lo sé, tengo miedo porque Maca lo único que no me perdonaría sería algo así, lo sé.
Y si me deja me moriré, esto también lo sé.

C_ Vamos, vamos –la estrechó contra su pecho al verla llorar-. Creo que deberías irte a
casa, darte una ducha y hablar con Maca.

E_ ¿Y si no lo entiende? –la miró con el miedo instalado en sus ojos.

C_ La llave la tiene ella, ella debe abrir o cerrar su corazón.

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Cuando Esther llegó a la puerta de casa, notaba como le temblaban las manos, las
piernas y hasta el corazón durante todo el trayecto trató de recordar aquella noche que
había olvidado, le daban ganas de pegarse a sí misma hasta quedarse sin fuerzas. Ella
que tanto había molestado a Maca con sus celos, y ahora la que había fallado era
precisamente ella. Antes de entrar suspiró con fuerza, al llegar al comedor, quiso romper a
llorar, Maca había puesto la mesa, todo el comedor estaba decorado con velas
encendidas, en la mesa los mejores platos, las mejores copas, la mejor rosa amarilla, todo
para ella, y aquello le hizo sentirse mucho peor.

M_ Buenas noches cariño. ¿Te gusta? –le preguntó Maca que apareció en el comedor con
un picardías ajustado a su cuerpo que resaltaba toda su belleza-. ¿Estás muy cansada?

E_ Maca –murmuró abrazándose a ella con total dependencia.

M_ Mi niña, pensé que te emocionaría pero no tanto –le dijo sonriendo al verla llorar.

E_ Te quiero Maca. Te quiero mucho.

No dijeron nada más, no hubo palabras y la cena, tuvo que esperar un buen rato,
hasta que quedaron sin fuerzas y necesitaron recuperarlas. Esther se duchó, y se puso
uno de sus camisones largos, y la miró sonriente.

E_ Yo no tengo nada tan sexy como tú.

M_ No lo necesitas, mi niña como te quiero –suspiró mirándole los labios deseándola


nuevamente.

E_ Y yo –suspiró profundamente-. Maca yo... quería comentarte algo.

M_ Bueno, cena y luego hablamos. ¿Qué tal ha ido el día?

E_ Bien, bien, como siempre liado.

M_ Cariño te noto triste –apoyó su mano en la barbilla de una contrariada Esther, pero
entonces Maca le dio unos cuantos mimos que le hicieron sonreír-. Me tienes loca, ¿te lo
he dicho?

Cada palabra que Maca le dedicaba con total dependencia, se le clavaba más y más
en el corazón, la escuchaba hablar de las ganas que tenía de volver al trabajo, y eso le
volvió a recordar todo lo ocurrido. Sabía que debía decirle la verdad, sólo así podría
esperar que Maca pudiera comprenderla.

Durante la cena hablaron de todo menos del trabajo, una vez terminaron, Maca se
estiró en el sofá mientras apoyaba la cabeza en las piernas de Esther, quien la acariciaba
con ternura en silencio mientras escuchaban de fondo a Mozart.

48 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Maca –la llamó y en su tono reflejo tristeza.

M_ Mmm –le contestó adormilada.

E_ Verás hay algo que quiero decirte

M_ Dime cariño

E_ No sé muy bien por donde empezar... la verdad que...

En ese momento oyeron el llanto de Daniel, Esther suspiró en parte agradecida, en


parte asustada mientras Maca se incorporaba.

M_ ¿Vas con él?, le toca el bibe y parece que nos ha salido comilón –le besó la punta de la
nariz.

E_ Sí, si se parece a ti vamos a tener que trabajar turnos dobles para comprar ¿eh? –quiso
aparentar tranquilidad

M_ ¿Me estás diciendo que soy una tragona? –le dijo mientras separaba su camisón lo
suficiente para encontrarse con su interior desnudo mostrándole un gesto de total deseo.

E_ Sí –le regaló una de sus características carcajadas-. Déjame loquita que Daniel nos
llama.

M_ Uf, esta bien, pero te recuerdo que tengo un fuego interior que no se que voy a hacer
con él –le susurro bajito en su oído mientras le dejaba un beso en el cuello que hizo
suspirar a Esther

Al quedarse sola en el sofá, su cara mostró una expresión totalmente diferente a la


que le acababa de regalar, se levantó y subió las escaleras hacia el cuarto donde se
encontraba un intranquilo Daniel, ella lo tomó en brazos sintiéndose la mujer más feliz del
mundo, le besó y murmuró:

E_ Sólo espero que me sepa entender, sólo espero eso.

M_ ¿Qué esperas cariño?, toma ¿se lo das tú?

E_ Sí.

M_ ¿Me dices que vas a esperar? –le tomó de la cintura acompañándola hasta la cama
donde se sentaron con Daniel.

E_ Nada, cosas de este chiquitín y mías –sonrió.

M_ ¿Sabes que estás muy interesante dándole el biberón a Daniel?, tiene suerte –le
acarició la cabeza al bebé-, tiene una madre maravillosa.

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Maca la miraba con los ojos repletos de ternura y amor, Esther no fue capaz de
mantener su mirada y agachó la vista para que no pudiera percatarse que estaba a punto
de llorar.

Durante la noche, Esther no podía conciliar el sueño trataba de recordar pero era
inútil, y le costaba mucho más al tener el cuerpo de Maca entre sus brazos, su cara
quedaba a escasos milímetros de la suya, le apartó con cuidado de no despertarla
suavemente un mechón de pelo que le impedía verle el rostro, así pasó gran parte de la
noche, adorándola en silencio. También iban juntas a darle el biberón al niño, ni el
cansancio ni tener que madrugar le impedían a Esther levantarse con ilusión, algo que
llenaba de alegría a Maca.

La mañana amaneció con una gran nube negra que amenazaba lluvia, cuando el
despertador sonó, Maca ya estaba preparándole el desayuno a Esther que al despertarse y
no verla a su lado, se alertó. Al bajar a la cocina la vio allí enfrascada con las naranjas
preparando un zumo. Sonreía apoyada sobre el marco de la puerta, cuando Maca se volvió
para dejar la taza sobre la mesa y la vio, no pudo más que saludarle con una amplia
sonrisa, Esther se acercó y se fundieron en un beso prolongado y un fuerte abrazo.

M_ Vamos tienes el desayuno preparado mi amor.

E_ Eres lo mejor que me ha pasado nunca.

M_ Lo sé –buscó con su mirada los labios de Esther que sonrió besándola-. Oye cariño,
¿qué tenías que decirme anoche que no sabía por donde empezar?.

E_ ¿Decirte? –el miedo se apoderó de ella.

M_ Sí comenzaste a hablar pero...

E_ Bueno, no sé, sería algo del trabajo –la interrumpió-. ¿No vas a desayunar conmigo?.

M_ Claro. Ah y déjame decirte una cosa, ¿desde cuándo usas tú estas bragas?.

Le mostró la pieza que era roja con encajes algo que Esther no soportaba y que al
verla le hizo paralizarse completamente.

M_ ¿Qué te pasa? –le preguntó un tanto desconcertada por su reacción.

E_ Nada, nada, pues... no sé Maca... sería algún regalo de mi madre que ya sabes como
es y... como no estabas hice pocas lavadoras, la verdad. No sé –no pudo evitar ponerse un
tanto nerviosa-. Bueno Maca voy a ducharme o llego tarde.

Esther salió de la cocina con gesto aterrado, aquellas bragas no las había visto
nunca entonces suspiró pensando en Luna.

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En el hospital Teresa estaba esperando la llegada de Esther, suponía que habían
hablado tal y como ella le había asegurado, y quería saber como había ido todo. Al verla
entrar, por el rostro que llevaba se asustó temiendo lo peor.

T_ ¿Esther? –ella se paró a su lado-, menuda cara me traes, se lo ha tomado muy mal
Maca, ¿verdad?

E_ No se lo he dicho –la miró con gesto de gran pena.

T_ ¿No? –ella negó con la cabeza mientras resoplaba-. Cuanto más tardes en decírselo
será peor, si va a empezar a trabajar se va a encontrar con el chisme y va a ser peor.

E_ Lo sé Teresa lo sé, pero no es fácil para mí, no es fácil decirle que no le puedo
asegurar que aquello no pasara.

T_ ¡Ay hija!, que poca cabeza –ante la mirada enfurecida de Esther le apuntó-. Sí, todos
nos dimos cuenta de lo mucho que te seguía Luna, todos menos tú.

E_ ¿Ha llegado?

T_ No, aún no.

Esther dejó a Teresa y se fue a cambiar, justo salía una de sus compañeras de
turno y dejó la puerta entre abierta, en ese instante Luna se detuvo para observar a Esther
que buscaba algo desesperadamente en su bolso, hasta que finalmente se quejó.

E_ Mierda, me he dejado el teléfono en casa, ¡joder estoy buena!.

Luna se marchó en el mismo instante en que Esther se giraba y salía en busca del
teléfono para llamar a Maca.

E_ Maca cariño soy yo, ¿qué tal estáis?, vale. No me pasa nada, no, tranquila nada –
Teresa se acercó-. Llegaba tarde. Te quiero Maca.

T_ ¿Qué?

E_ ¡Joder Teresa que pesadita eres!, sólo quería saber como esta el niño.

T_ Ya, bueno... tú sabrás que haces, pero te digo una cosa ¿eh?, luego no vengas a
buscarme para llorarme.

E_ No me digas eso, porque siempre estás ahí –le sonrió con tristeza.

V_ ¡Vamos Esther mueve el culo que vienen varios trabajadores heridos!, ¡vamos!

E_ Ya voy, ya voy.

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T_ No tardes en hablar con ella, siempre será mejor que lo sepa por ti.

E_ Gracias Teresa.

V_ ¡Esther! –se oyó la voz furiosa de Vilches.

E_ Me voy o Vilches me mata.

T_ ¡Ay sólo espero que Maca, tenga mucha calma para entender este desatino pero
mucha! –murmuró Teresa negando con la cabeza mientras veía marcharse a toda carrera
a Esther.

Mientras tanto, Maca en casa estaba preparándose para marcharse cuando sonó el
móvil, por la música se dio cuenta que era el de Esther, sonrió mordiéndose el labio por lo
despistada que era, fue a descolgar cuando vio en la pantalla que era Luna quien le
llamaba, justo cuando fue a contestar el timbre se cortó. Le extrañó aquella llamada porque
sabía que Esther no congeniaba mucho con Luna, pero no quiso darle mayor importancia,
lo que sí le daba vueltas en la cabeza era la presencia de aquella braga que seguía
dudando que fuera de Esther y mucho más porque su actuación había sido un tanto
reveladora de que algo le pasaba, trató de tranquilizarse pensando que era algo imposible
que Esther le estuviera engañando, aunque sin querer, sintió un fuerte desdén en su
interior.

En urgencias el trabajo había descendido un tanto una vez atendidos los heridos,
Esther se encontraba en la cafetería con Cruz que seguía preocupada por ella, cuando vio
como Luna entraba directamente a la nevera, cuando la miró, Luna no disimuló una gran
sonrisa dedicada a Esther y una mirada cargada de afecto, algo que le hizo hervir la
sangre, se levantó sin dudarlo y tomándola del brazo fuertemente la sacó de allí, entraron
en el lavabo para mujeres y sin pensárselo Esther le recriminó con gesto repleto de ira y
voz llena de angustia.

E_ ¿Qué es lo que quieres Luna?, dime la verdad, ¿qué estás buscando?, dudo mucho
que a mí –la miró duramente.

Lu_ ¿Cómo puedes decirme eso cariño?

E_ ¡No me llames cariño! –le espetó con rabia mientras apartaba bruscamente la mano
que había depositado en su rostro.

Lu_ Te quiero a ti Esther, ya te lo dije, lo he dejado todo por ti, desde que te vi la primera
vez sentí algo especial –Esther la miraba irónica-. Te quiero a ti mi vida.

E_ No me quieres a mí, y dudo mucho que entre tú y yo pasara algo, lo tengo clarísimo.

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Lu_ No creo que lo puedas tener clarísimo, además me decías que lo hacía mejor que
Maca –se mordió el labio acercándose a ella-. Y me muero de ganas por repetir, has
estado demasiados días lejos de mí.

E_ Vete a la mierda Luna, vete a la mierda.

Lu_ Esther por favor, me prometiste que dejarías a Maca, que te había hecho mucho daño
con Jorge, y que solo pensaba en su hijo –Esther la miró contrariada porque aquello era
verdad había sido su estúpido pensamiento-. Mi amor, yo te daré todo lo que ella no ha
sabido darte, va por ahí hablando de su hijo... solo su hijo.

E_ Dejaste las bragas a propósito, ¿verdad?, o por el contrario acostumbras a ir sin ellas.

Lu_ No las deje a propósito, sólo que salí deprisa llegaba tarde al hospital.

E_ ¿Crees que soy gilipollas? –le preguntó con una mueca repleta de desprecio.

Lu_ Te quiero –le murmuró con voz cálida.

E_ Vete a la mierda.

Lu_ Te quiero, y estoy segura que te darás cuenta y vendrás a mí, ella solo tiene ojos para
su hijo. Recuerda –bajó el tono entregándole con ternura y voz armoniosa palabras que
dejaron boquiabierta a Esther-, te estaré esperando.

Cargada con la compra había vuelto Maca a su casa, el niño estaba llorando pues le
tocaba su biberón. Justo estaba entrando por la puerta cuando le sonó el móvil.

M_ ¡Esther!, nada, nada oye cariño tengo que volver pronto a trabajar ¿eh?, esto de ser
ama de casa no es lo mío –sonrió-, ya, bueno tranquila ahora me tomaré algo y te espero
para comer. Sí, todo bien, de verdad, oye –se calló suspirando feliz-, te echo mucho de
menos. Adiós. Bueno, vamos a ver chiquitín que hambre tienes. Era mami, quería saber
como está lo más bonito del mundo –le besó sonriente pero su sonrisa se borró al recordar
lo ocurrido por la mañana-. No quiero pensar que haya pasado algo que... Esther no sería
capaz –murmuró con una duda que le carcomía el interior-. Bueno, vamos.

En el hospital se había presentado una operación urgente y Javier había requerido


tanto a Esther como a Luna en quirófano. Él que no se enteraba nunca de nada, tampoco
perdió la costumbre esa vez, y solo cuando estaba operando se percató que algo ocurría
entre ellas porque Esther no miraba a Luna nunca, y las pocas veces que lo hizo, fue con
ojos repletos de odio, mientras que Luna la miraba completamente embelesada. Una vez
terminaron la operación, Javier quiso saber.

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J_ Oye Esther, ¿ha ocurrido algo entre vosotras?

E_ No, ¿por qué? –le preguntó con actitud defensiva.

J_ Por nada, no sé me parecía que estabais un poco tirantes... bueno... oye dime que tal
Daniel.

E_ Muy bien, la verdad que es un cielo –sonrió orgullosa.

J_ Me alegro que hayáis vuelto, no sabes lo horrible que es estar separados.

E_ Si –tan solo fue un murmullo pues por un segundo le pasó la posibilidad ante el nuevo
problema que tenía delante de poder perder a Daniel también-. Bueno te dejo que tengo
que quedarme Vilches quiere cobrarse todos los días que estuve fuera.

J_ Está bien –sonrió-, pero no te dejes.

Lu_ ¿Se ha ido Esther?

J_ Pues sí, debe quedarse más rato.

Lu_ ¡Ah!, ¿te ha dicho cuánto?

J_ No, me ha dicho que un rato.

En casa Maca había terminado de arreglar a Daniel y se disponía a preparar la


mesa para comer con su mujer cuando volvió a sonar el timbre del móvil de Esther,
nuevamente era Luna y se apresuró a contestar pero en esa ocasión tampoco llegó a
tiempo. Aquello todavía molestó más a Maca que decidida le devolvió la llamada por si
pasaba algo. Le contestó Luna.

Lu_ Ya era hora que me contestaras cariño, ¿ya le has dicho algo a Maca? –dijo
intencionadamente mientras tapaba con su mano el auricular para que no la oyera reírse.

M_ Luna soy Maca –fue lo único que acertó a decir con voz temblorosa.

Lu_ ¿Maca?

M_ Sí.

Lu_ Ah.

M_ ¿Qué quieres de Esther?

Lu_ Lo siento –comenzó a lloriquear-, Maca yo... creo que tendré que ser yo quien te lo
diga, porque Esther no sabe como hacerlo y ya no aguanto más.

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M_ ¿De qué hablas? –su ceño fruncido daba muestras de su preocupación.

Lu_ Maca, Esther y yo... Esther y yo –hizo un poco más larga la pausa para conseguir su
propósito-, estamos juntas, ella no sabe muy bien como decirte que quiere dejarte.

M_ ¿Qué? –murmuró sentándose totalmente abatida.

Lu_ Lo siento ella no sabía como decírtelo, hemos estado juntas mientras tú no estabas y
... ella me prometió que cuando volviera de ver a tu hijo, se quedaría conmigo
definitivamente.

Maca mantenía cerrados los ojos, se estaba mareando, ya sabía de quien era la
braga que había encontrado y cortó la comunicación, mientras notaba que se ahogaba que
no podía respirar bien, se puso su mano en el pecho negando con su cabeza no podía ser
verdad, Esther la había engañado, no podía ser verdad, se repetía sin cesar, pero
entonces recordó aquello que no sabía por donde empezar a decirle la noche anterior, se
sintió engañada y tonta, Esther había jugado con ella. Cerró los ojos y sintió que su mundo
se desmoronaba a su alrededor, entonces el sonido el móvil hizo que abriera nuevamente
los ojos y viera reflejado en la pantalla otra vez el nombre de Luna. Lo desconectó. Trató
de pensar pero su mente estaba bloqueada, quiso atar cabos para alejar esa conjetura que
le había contado Luna, pero todo lo que pensaba le acercaba más y más a la supuesta
verdad.

En el hospital, Vilches salía acompañado por una Esther que seguía con gesto serio,
y le dijo de acompañarla hasta casa.

E_ Gracias, ¿harías eso por mí?

V_ Por ti sí, ¿ya has hablado con Maca?

E_ No, voy a hacerlo ahora.

V_ Bien, desde luego me tenéis contento, primero pierdo una apuesta y ahora resulta que
nuevos problemas os acechan. Déjame decirte una cosa Esther.

E_ Te escucho.

V_ Lo mejor en estos casos siempre es decir la verdad –la miraba fijamente.

E_ Lo sé, pero me da miedo.

V_ Bueno, voy a decirte lo que te diría Cruz, cuando haces algo debes ser responsable
hasta el final, todos cometemos errores pero eso no significa que tengáis que dejarlo ¿eh?,
más que nada porque soportaros a las dos aquí puede ser un infierno.

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E_ Ya me extrañaba a mí que fueras tan amable, sólo piensas en el hospital –le dijo con
una sonrisa llena de preocupación-. De todos modos gracias.

V_ Espero por tú propio bien que hables con ella, sé como se sufre lejos de quien amas.
Vamos.

Cuando Vilches la dejó en casa, suspiró fuertemente, necesitaba tanto un abrazo de


Maca, necesitaba cerrar los ojos y acurrucarse en su pecho. Con este pensamiento abrió la
puerta.

E_ Ya estoy aquí cariño.

Miró pero no la vio por ningún lado, le extrañó que no estuviera esperándola,
decidida fue a la cocina mientras la llamaba sin recibir contestación. Al entrar, la vio allí
apoyada sobre el banco, sonrió y se acercó hasta ella.

E_ Estoy aquí mi amor, me ha traído Vilches y...

Cuando Maca se dio la vuelta, y vio sus ojos rasgados por lagrimas de dolor, y su
mirada fría, penetrante y amenazadora que le hizo sentir un nudo en la garganta.

M_ ¿Es cierto que te has acostado con Luna? –no elevó la voz pero no por eso su tono fue
menos duro.

El silencio se había apoderado de la cocina, Maca miraba a Esther fijamente como


si de pronto no la conociera, como si fuera otra persona distinta de la que se había
marchado por la mañana, por su gesto estaba sufriendo mucho y sentía que su dolor le
ahogaba, y aunque trataba de controlar su respiración, ésta contenía tanta rabia que era
imposible calmarse. Esther por su parte, sentía esa mirada y no sabía que decir, no sabía
como explicar lo ocurrido, solo rezaba para que Maca pudiera comprender lo que había
pasado, aunque entendía que no le iba a resultar fácil pues los ojos que la miraban
estaban repletos de dolor y rabia. Ninguna se movía, Esther miraba al suelo cruzando sus
manos temblorosas, mientras Maca se aferraba al banco para no desfallecer.

M_ ¿Me vas a contestar? –le preguntó con su voz crispada pero sin alzarla.

E_ Maca... yo...

M_ ¿Sí o no? –la miraba tan intensamente que notaba como sus ojos ni siquiera
parpadeaban.

E_ Según ella sí –Maca elevó una de sus cejas en señal de sorpresa mientras se daba la
vuelta, cerraba los ojos y abría la boca pues le faltaba aire para poder respirar. Esther se
acercó hasta ella sujetándola por los brazos-. Maca.

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M_ Suéltame –se apartó bruscamente del contacto de su piel-. ¿Te has acostado con ella
en nuestra propia cama? –le habló sin mirarla.

E_ Maca por favor, no es lo que parece –Maca se giró con rapidez sobre sus talones
desafiándola con la mirada-. Yo estaba borracha y...

M_ Jamás pensé que tú me fallarías así.

E_ Maca –se puso a llorar-, Maca por favor, escúchame cariño.

M_ ¿Qué pretendes que haga?, escuchar lo bien que os lo habéis pasado a mis espaldas,
¿eh?, ¿cuándo pensabas decírmelo? –hablaba sin parar de mirarla totalmente lánguida-.
¡Dímelo Esther!

E_ No me atrevía –decía entre sollozos.

M_ Vaya –gesticuló con la cabeza ladeándola mientras se separaba el pelo de la cara


girándose nuevamente.

E_ Fue un error Maca, no sabia lo que hacía.

M_ Ya...

E_ Por favor.

M_ En nuestra propia casa, en nuestra propia cama, ¿qué más puedo esperar Esther?,
¿qué más? –elevó una ceja mientras la barbilla le temblaba pero trataba de aguantar y no
llorar.

E_ Sabes que te quiero Maca, que ha sido un estúpido error, no era consciente además yo
no lo recuerdo yo...

M_ Recoge tus cosas y márchate.

E_ ¿Qué? –su rostro reflejaba pánico.

M_ Me has oído perfectamente, ¡vete de aquí! –fue a pasar por su lado deprisa pero Esther
la agarró del brazo sujetándole con fuerza. Ella la miró y en sus ojos apareció un
sentimiento nuevo, el odio-. ¡Suéltame!

E_ Por favor Maca te lo suplico escúchame.

M_ No quiero oírte, no quiero verte, ¡fuera! –Maca se marchó rápidamente para que no la
viera llorar.

Esther estaba en medio de la cocina totalmente quieta, sabía que si insistía en


hablar con ella iba a ser peor, pero también sabía que su silencio era arrojar la toalla, y lo

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único que quería era su perdón, su comprensión. Decidida a no volver a pasar por el
mismo dolor, subió a la habitación, tras Maca.

E_ Maca tú sabes que te quiero.

M_ ¿Ah si?, ¡joder pues menos mal que me quieres! –se jactó de sus palabras
apareciendo en su voz esa manera suya de hablar en plan borde.

E_ Te he dicho que estaba borracha –se acercó a ella mirándola con temor-. ¿De verdad
crees que lo hice sabiendo lo que hacia? –la mirada de Maca le contestó afirmativamente-.
No lo puedo creer.

M_ ¡Ah no!, lo que me faltaba, ahora hazte la ofendida, ¡vamos es un papel que te sale
muy bien!.

E_ Te quiero Maca, te quiero –le repetía con los ojos cerrados necesitada de ser
comprendida.

M_ Ya, ¿te haces tú la maleta o te la preparo yo?

E_ No pienso irme de aquí es nuestra casa.

M_ Perfecto, no hay problema –se dirigió al armario y comenzó a sacar su propia ropa.

E_ Maca por favor –la detuvo y Maca rompió a llorar como jamás la había visto con
anterioridad-. Maca.

M_ No soporto que me toques, suéltame por favor.

E_ Cariño.

M_ ¡No me llames cariño!, ¡no me nombres!, déjame en paz y apártate que haga la maleta
–dijo repleta de rabia mientras se limpiaba las lagrimas.

E_ Está bien, me voy no voy a dejar que te vayas con Daniel.

M_ ¿Esperas que te lo agradezca?, ¿eh? –se le acercó con una furia que Esther temió
fuera a golpearle-. No quiero volverte a ver por aquí, ¿me oyes?

E_ Ya hablaré contigo cuando estés más tranquila.

M_ Estoy muy tranquila y no necesito hablar contigo, ¿vale?

Maca dejó a Esther sola en la habitación, y se marchó al cuarto de al lado, allí


rompió a llorar con una fuerza que a ella misma le sorprendió, se sentía engañada en el
corazón, sabía que estaba sintiendo el peor dolor que en su vida había sufrido. Solo podía
llorar, y llorar, apoyada en la puerta hasta que el dolor pudo más que sus fuerzas y

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lentamente se deslizó hasta quedar sentada en el suelo con sus manos tapando un rostro
repleto de lagrimas.

En la otra punta de la ciudad, Teresa estaba pintando una figura de escayola, era su
manera de relajarse de tanta tensión acumulada en el trabajo. El sonido del timbre del
teléfono le sobresaltó.

T_ ¿Dígame?

E_ Teresa soy Esther –le decía entre lagrimas.

T_ Esther hija ¿qué te pasa?

E_ Teresa, Maca me ha echado de casa y...

T_ Dios mío –murmuró afectada.

E_ No quiero que mi madre me vea así.

T_ Vamos ni lo dudes ¿eh?, ven para casa, vamos, te espero justo hoy mi hijo no viene a
dormir.

E_ No quiero molestarte yo...

T_ Ni molestarme ni nada, ¡venga!, ¿dónde estás?, bien estás cerca, vamos Esther te
espero. ¡Ay Dios mío!, ya sabía yo que algo gordo iba a pasar.

Caminaba de lado a lado, asomándose a la ventana para tratar de ver llegar a


Esther que suponía debía estar pasando un rato fatal, pero también pensaba en Maca,
había sido inflexible con el engaño de Esther. En estos pensamientos estaba cuando sonó
el timbre de su puerta, al abrir vio a una Esther completamente destrozada, se abrazó a
ella mientras lloraba amargamente y repetía una y otra vez.

E_ ¿Qué voy a hacer?, ¿qué voy a hacer?

T_ Vamos hija, vamos, pasa y me lo cuentas todo con detalle.

Esther le contó lo ocurrido ante la mirada atenta de Teresa que le había preparado
una tila. Cuando terminó suspiró profundamente mientras se sonaba la nariz.

T_ Madre de Dios.

E_ Llámala por favor, se ha quedado fatal y... ¡joder! –se tapó el rostro con las manos.

T_ Tranquila por favor, pero vamos a ver Esther, ¿tú estás segura que ocurrió?

59 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ No, pero tampoco estoy segura que no ocurriera.

T_ Vaya –dijo contrariada-. ¿Y qué piensas hacer?

E_ Esperaré a mañana para volver a hablar con ella, hoy no me ha dado oportunidad de
nada.

T_ Maca es una mujer con mucho carácter –Esther la miró asintiendo- bueno que te voy a
decir a ti.

E_ ¿Puedes llamarla por favor?

T_ Sí –descolgó el teléfono y llamó, esperó con cara de preocupación hasta que saltó el
contestador, tapando el auricular le dijo a Esther-. Es el contestador ¿qué hago?

E_ No sé -se mostró nerviosa-, dile que te llame enseguida.

T_ Maca... cariño... soy Teresa quería hablar contigo, por favor si me estás escuchando
contéstame estoy preocupada por ti.

No hubo contestación, ni en ese momento ni en las dos horas siguientes, por más
que llamó Teresa no hubo manera que contestara, una y otra vez saltaba el contestador. El
desespero se había apoderado de las dos mujeres, y en el último mensaje Teresa le dejó
el recado como que iba a ir a casa a verla, se estaba poniendo la chaqueta cuando su
teléfono sonó, Esther la miraba impaciente mientras hablaba.

T_ Maca hija, ¿cómo estás?, sí, sí –Esther le hacía señas mientras Teresa le hacía callar-.
Entiendo, pero escúchame Maca, ¿no quieres qué vaya?, bueno... como quieras. De
acuerdo.

E_ ¿Qué?

T_ No quiere que vaya, no quiere que le llame y me ha dejado muy claro que quiere estar
sola.

La noche fue dura para las dos, ninguna pudo conciliar el sueño en toda la noche.
En su casa Maca, en la máxima expresión de la soledad, había tenido una dura batalla con
su cama, no soportaba la visión de Esther allí con la otra, quitó las sábanas, echó todas sin
dejar ninguna en casa, sacó las fotografías que tenía en la mesita de noche, no quería ver
nada que le recordara a Esther, parecía que se había trastornado. Cuando finalizó se fue al
comedor llevándose a Daniel junto a ella, y allí, sentada en el sofá trató de calmar sus
nervios y sus sollozos. No podía perdonarle algo tan cruel, justamente a Esther, justamente
la persona que siempre pensó que no le fallaría.

60 ”Adiós Esther” © by ldana


Por su parte Esther, en aquella cama tan extraña para ella, no sabía como iba a
arreglar aquella incomoda situación, la clave estaba en Luna, ella debería decirle la verdad,
aprovecharía que Maca no estaría en el hospital para sacarle la auténtica verdad, y por
supuesto, no dejaría de lado a su mujer, lucharía por recuperarla costara lo que costara.

Al llegar al hospital, Esther iba acompañada por una nerviosa Teresa. Ella tampoco
había podido dormir demasiado buscando la manera de ayudar a sus dos amigas. Cada
una se fue a su puesto de trabajo aunque Teresa le prometió algo así como veinte veces a
Esther que llamaría a Maca para saber como estaba y luego le diría a ella.

Esther había estado buscando a Luna pero no había podido localizarla, estaba
segura que su plan le funcionaría y quería ponerlo en práctica de la manera menos
perjudicial posible.

D_ Rápido Esther ha habido un accidente muy grave de niños en un tren, quiero a todo el
equipo bajo en el muelle, ¡ah!, y lo siento mucho pero localízame a Maca, la quiero aquí
¡ya!

E_ Claro Dávila, ya voy.

Solo de pensar que iba a verla se disparó su corazón, podría hablar con ella y tratar
de pedirle nuevamente perdón, pero para empezar pensaba que era mejor que la llamara
Teresa.

E_ Teresa por favor llama a Maca, dile que es muy urgente que venga, es por lo del
accidente.

T_ Si, claro, claro ya voy.

E_ Cuando llegué por favor, avísame ¿vale? –le guiñó un ojo.

T_ Sí.

Teresa llamó a una Maca que estaba tan desanimada que ni siquiera se había
duchado ni arreglado, pero ante la llamada del hospital, tuvo que reaccionar y en parte lo
agradeció para quitarse su propio problema de la mente, en parte no, porque tendría que
ver a Esther y quien sabe, a Esther con Luna y no estaba preparada para ello.

Al llegar al hospital su gesto era serio e imperturbable, saludó de manera muy


concisa a Teresa al acercarse para firmar, fue tan corto el saludo que tuvo que salir la
buena de Teresa del mostrador para que le hiciera caso. La tomó con ternura del brazo y le
preguntó mirándola con pena:

T_ Maca cariño ¿cómo estás?

61 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Ahora no Teresa, ahora no.

Se marchó dejando a la mujer con expresión preocupada mientras la veía


desaparecer por el pasillo.

Mientras en la sala de médicos se encontraban todos preparándose ante el


acontecimiento que estaba por llegar.

D_ ¿Esther, has avisado a Maca?

E_ Sí ya venía hacia aquí Dávila –no pudo evitar mostrarse un tanto alterada.

D_ Está bien, comenzaremos sin ella. Como sabéis ha habido...

M_ Hola, siento el retraso –dijo sin mirar a Esther mientras se colocaba junto a Cruz.

D_ No te preocupes Maca y gracias por venir.

Dávila estuvo explicándoles las características del accidente y como se iban a


repartir a los accidentados, durante todo el tiempo, Luna estaba al lado de una Esther que
no podía apartar su mirada de Maca que sin embargo, no la había mirado ni una sola vez
aunque le había costado lo suyo no hacerlo, tanto que como se había cruzado de brazos
se había clavado las uñas en ellos de tanto reprimirse por no mirarla.

V_ Bueno pues ya sabéis lo que hay que hacer, os aviso que va a ser un día duro e
intenso ¡eh!, así que necesitamos lo mejor de cada uno.

D_ Adelante y suerte –añadió Dávila.

La primera en abandonar la sala fue Maca, acompañada de Cruz quien tomándola


por la cintura se la llevó. Esther había tratado de salir enseguida tras ella pero el brazo de
Dávila se lo impidió.

D_ Esther sé que no tengo que decírtelo pero... quiero a pleno rendimiento a todas las
enfermeras.

E_ Descuida Dávila, las que no tenían turno vendrán como apoyo.

D_ Oye, cuida de Maca que le veo mala cara ¿eh?

Aquella observación la dejó helada, ahora vendría lo peor, pensó, todos se darían
cuenta de la distancia que había entre ellas y sabía que eso todavía le crearía más
problemas. Suspiró con fuerza y decidida fue directamente al muelle pensando que Maca
estaría allí, quería hablar con ella, quería decirle algo, no sabía muy bien que... pero
necesitaba hablar con ella. Al llegar, vio que no estaba y se fue en busca de Teresa.

62 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Teresa, Teresa –la llamó apartándola para poder hablar más tranquilamente aunque
ella se mostrara nerviosa-. ¿Has hablado con Maca?

T_ Bueno... la verdad ... que cuando ha venido no.

E_ ¡Teresa! –le sugirió que fuera directa.

T_ Acabo de hablar con ella, lo único que me ha dicho es que ha dejado a Daniel con tu
madre.

E_ ¿Con mi madre? –le preguntó sorprendida.

T_ ¡Pues ya me dirás tú con quien iba a dejarlo, guapa!

E_ ¡Joder Teresa! –protestó sintiéndose herida por su comentario- ¿No te ha dicho nada
más?

T_ Sí, pero no creo que te guste saberlo –la miró con intranquilidad haciendo amago de
irse.

E_ ¡Dime! –la tomó por el brazo impidiéndoselo.

T_ Que si te tengo que nombrar, mejor no le hable.

E_ ¡Joder! –murmuró.

T_ Yo no es por desanimar ¿eh?... pero... lo vas a tener crudo hija, muy crudo.

No le dio tiempo a más, Eva y Rober entraban llevando el primer herido,


rápidamente apareció Héctor que acompañado por Esther, se lo llevaron. Mientras estaban
los dos trabajando con el hombre, Esther buscaba desesperadamente a Maca con sus ojos
nerviosos, sin embargo ella no aparecía por ningún lado.

H_ Ya te vale Esther.

E_ ¿Qué dices?

H_ Ya me enteré de lo de ustedes. ¡Ya te vale! ¡pobre Maca menuda cara trae!.

E_ Oye ¿y tú que sabes eh? –lo miraba perpleja-, sólo lo que dicen los demás ¿me has
preguntado a mí acaso? ¡no verdad! –le recriminó con fuerza-. Pues no me toques las
narices.

63 ”Adiós Esther” © by ldana


Maca estaba esperando que llegara su turno, había tratado de evitar de una manera
descarada a Esther, Cruz que había estado a su lado se había percatado y había decidido
hablar con ella que parecía estar bastante mal.

C_ Maca, sé que ahora mismo no debe hacerte mucha gracia que te pregunte, pero me
tienes preocupada ¿eh?.

M_ Bueno Cruz, la verdad que si te soy sincera estoy fatal –miraba el suelo y su tono era
tan pesaroso que Cruz instintivamente le acarició la cara-. Nunca pensé que Esther
pudiera hacerme algo así, ¡y en mi propia casa!

C_ Bueno Maca... la verdad que durante el tiempo que no estabas, ella y Luna estaban
muy unidas pero de ahí a más...

M_ La propia Luna me lo aseguró.

C_ ¿Ella? –la miró completamente perpleja-. Joder con la mosquita muerta.

M_ La culpa no la tiene ella, la tiene Esther –dijo segura.

C_ Bueno... no sé que decirte, ¿habéis hablado?

M_ Sí, y creo que es mejor no volver a repetir lo mismo, así que espero que me deje
tranquila.

T_ Maca, Cruz, vamos que los próximos son para vosotras.

C_ Venga, ya vamos Teresa.

Acababa de entrar una niña, Maca recogió los papeles que le entregaba Rober
mientras escuchaba lo que sucedía, pasó por delante de Esther sin ni siquiera mirarla, una
Esther que acudía veloz dispuesta a ayudarla.

M_ Creo que hay que hacer placas Begoña, ves preparándolo todo ¡venga, rápido! –se
dirigió a Begoña omitiendo a Esther.

R_ Cruz el siguiente es un varón y presenta un traumatismo craneoencefálico.

C_ De acuerdo, ¡Esther!, ¡Esther!, venga vente conmigo voy a necesitar tu ayuda.

E_ Sí claro –dijo aún turbada por la indiferencia de Maca.

Juntas entraron en quirófano, una vez terminada la operación mientras se lavaban


las manos Cruz quiso ser sincera con una Esther que aún mostraba su malestar en el
rostro.

64 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Esther mira, para mí no es agradable decirte esto pero... verás... –se puso en jarras
tomando aire para poder hablarle-, Maca me ha pedido que no estés con ella en ninguna
operación, ni tampoco en cortinas.

E_ ¡Qué! –murmuró sin poder remediar mostrar un gesto de dolor.

C_ Creo que deberías dejarle espacio ¿eh? –la miró apenada.

E_ Cruz te juro que no puedo, necesito hablar con ella aclararlo todo, pedirle perdón... ¿me
entiendes?

C_ Claro que te entiendo, pero entiéndela tú a ella.

E_ ¡Pero es qué...! –fue a quejarse con un nudo en la garganta.

C_ Hazme caso, será lo mejor, eso sí, trata de no forzar ninguna situación que pueda ser
incómoda para las dos, ya sabes que esto es un hospital. Venga, que hay mucho trabajo.

Teresa entró al despacho de Maca para darle un recado, al entrar la vio que miraba
pero no veía una de las historias que tenía delante, parecía estar muy lejos de aquel lugar.

T_ Me ha llamado Encarna, dice que estés tranquila que Daniel está bien.

M_ Gracias Teresa –pero la mujer no se movió de allí mirándola fijamente. Cuando Maca
levantó la vista y la vio, clavó su mirada en ella y con gesto serio mientras elevaba el
bolígrafo que llevaba en su mano derecha le dijo-. ¿Algo más?

T_ Mujer... me imaginaba que... bueno... pues que me preguntarías algo –le dijo un tanto
nerviosa elevando los hombros.

M_ Pues mira sí –Teresa sonrió-, tienes razón. ¿Sabes dónde está Javier?

El gesto contrariado de Teresa le dio a entender su desilusión, sabía que no quería


chismosear, sólo ayudar y le acababa de hacer daño con su actitud. Maca tiró el bolígrafo
apoyando su cabeza en el respaldo, luego fijo sus ojos en la fotografía que tenía en su
mesa donde tenía abrazada a Esther y sus ojos se llenaron de lagrimas, pero pudo más su
orgullo que el dolor del engaño, con un ademán nervioso, la metió en el cajón y siguió
trabajando.

Una desesperada Esther muy lejos de hacer caso a Cruz, ni a las peticiones de
Maca, se dirigía por los pasillos camino a su despacho, estaba decidida a todo cuanto
fuera necesario para aclarar el tema y volver a ser una familia. Pero si Esther buscaba a
Maca, Luna buscaba desesperadamente a Esther. Justo cuando tomaba el pasillo donde
estaba Maca, se interpuso en su camino Luna.

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Lu_ Hola por fin te encuentro –Esther no le contestó solo miraba la puerta del despacho-.
¿Qué haces cariño?

E_ Trabajar, ¿y tú? –se giró mirándola con un profundo malestar.

Lu_ Necesitaba verte –bajó su voz hasta dejarla en un susurro-, no hemos podido hablar
y...

E_ Es verdad, no hemos podido hablar, cariño –le dijo con ironía.

Lu_ Me vuelves loca.

Le pasó la mano por la mejilla, mientras Esther mostraba una sonrisa escéptica,
pero para Maca que salía en ese instante del despacho la escena tuvo otra visión, una
caricia y una sonrisa, y esa visión resulto ser un puñal en su corazón. Se dio la vuelta
mordiéndose el labio en señal de disgusto y se marchó cabizbaja.

Lu_ Había pensado que te gustaría repetir nuestra maravillosa vivencia, cuando acabemos
podrías venir a mi casa –se acercó más a ella-, me muero de ganas de volverte a hacer
mía.

E_ Pues va a ser que no –le dijo cruzando sus brazos sobre el pecho-. Ahora, si quieres
podemos quedar después del trabajo en la cafetería de la calle.

Lu_ Esther, cariño, nunca nadie me había hecho tan feliz como tú. Te quiero.

Acercó sus labios a una Esther completamente desconcertada pero que a tiempo
retiró su cabeza hacia detrás.

E_ En la cafetería te espero cuando tengas un momento.

Luna sonrió al verla marchar, entonces apareció Begoña en el pasillo y le hizo una
señal, Luna afirmó con la cabeza y fue tras ella.

B_ Acabo de ver a Maca, iba con una cara que parecía que había visto un fantasma.

Lu_ No, ha vito algo mejor, a su querida mujercita hablando conmigo. ¿Oye ya le has dicho
algo?

B_ No, aún no –sonrió-, pero lo haré cuando tenga la oportunidad, ya sabes que yo a Maca
no le caigo muy bien. Tengo que ser prudente.

Lu_ De acuerdo. Oye, y gracias por ayudarme.

B_ No hay de que, ya sabes que todo lo que sea hundir a Esther es beneficioso para mí.

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Los heridos seguían llegando y todos corrían de un lado a otro, uno de los últimos
en llegar fue una niña, rápidamente apareció Maca que seguidamente llamó a una
enfermera ante la ausencia de Begoña y la presencia de Esther en el pasillo de Urgencias,
entraron en el box y la enfermera estaba dispuesta a prepararlo todo cuando justo detrás
suyo oyó una voz que se dirigía a ella.

E_ Ya me hago cargo yo Silvia.

Esther llegó, y mandó salir a la enfermera quedándose solas las dos con la
pequeña. Maca no la miró ni una vez, tampoco le habló así en silencio comenzaron a
trabajar, hasta que no tuvo más remedio que hablarle.

M_ Di que preparen el quirófano esta niña está muy mal, llama a Javier.

E_ Si.

M_ ¡Mierda! –exclamó al ver que la niña comenzaba a ahogarse-. Rápido hay que
intubarla, ¡rápido! o la perdemos.

Con la sincronización que tenían trabajando juntas, comenzaron a luchar por la vida
de la pequeña, en uno de esos movimientos las dos rozaron sus brazos, Esther sintió el
mismo escalofrío que siempre le producía el roce de la piel de Maca, mientras que ella
aunque trató de no sentirlo, sintió alivio y ganas de abrazarla. Pero sin duda antes que
ellas estaba la pequeña a la que tuvieron que sacar ellas mismas para llevarla al quirófano.

M_ ¡Vamos, hay que llevarla al quirófano!

E_ ¡Un celador!, ¡un celador rápido!, ¡Teresa localiza a Javier llevamos una niña muy
grave!

T_ Sí, sí.

Viéndolas así Teresa pensó que parecía que todo estaba como siempre, pero la
aparición de Luna llamando a Esther, devolvió a las dos a la difícil realidad que estaban
viviendo en esos momentos.

M_ ¡Begoña entra conmigo, vamos! –le indicó al verla pasar.

E_ Maca, creo que Begoña no está preparada para una operación tan necesaria de...

M_ ¿Y tú si?, tú estás preparada para cualquier tipo de necesidad, disculpa, lo había


olvidado.

Cuando Maca se marchó, Luna se acercó a Esther dando un fuerte silbido.

Lu_ ¡Eso si que es un golpe bajo! –ante la mirada asesina de Esther rectificó-

67 ”Adiós Esther” © by ldana


No te preocupes cariño yo nunca te trataré así.

E_ ¡Vete a la mierda!

Conociendo como conocía a Maca, sabía que no le iba a resultar nada fácil poder
acceder a su corazón y poder ganarse de nuevo su confianza. Estaba con la cabeza
apoyada en la pared del pasillo de quirófano cuando la voz de Vilches le sobresaltó.

V_ ¿Qué haces aquí? –ella lo miró sin entender-. ¡Joder! Maca y Javier están teniendo
problemas en la operación, y tú aquí pasando del tema.

E_ Mira Vilches, me parece que si quieres saber que hago aquí, deberías irle con el cuento
a Maca, es ella quien no quiere que entre.

V_ Pues ya puedes ir cambiándote ¡vamos a que esperas!

E_ No Vilches, no voy a entrar.

V_ Esther no me obligues a hacer algo de lo que me pueda arrepentir –la miró con gesto
adusto y le indicó-. ¡Te he dicho que entres!

Tanto Vilches como Esther aparecieron en el quirófano, Maca cruzó su mirada con
Esther pero no le dijo nada, fueron momentos muy duros y todos luchaban por salvar la
vida de la niña. Como cada uno fue terminando su trabajo, fueron saliendo, los primeros
que lo hicieron fueron Javier y Begoña, mientras Esther esperaba que lo hiciera Maca, y
Maca esperaba que lo hiciera Esther. Vilches captó la situación y mandó fuera a Esther.

V_ Has hecho un gran trabajo Maca, te felicito.

M_ Gracias, pero sin vuestra ayuda no hubiera sido capaz de salvar su vida.

V_ Maca, no quiero meterme donde nadie me llama, pero deberías saber que casi siempre
–la miró intensamente elevando una de sus cejas-, de lo que se dice en los hospitales, ni
un cuarto de lo dicho es cierto.

M_ Ya lo sé, pero como todo en la vida, hay excepciones donde hay mucho de cierto.

V_ Mira yo conozco muy bien a Esther, y te aseguro que ella no es de esa clase de
personas –Maca sonrió con tristeza-. Por lo menos trata que no influya en vuestro trabajo.

Una vez sola en su despacho, se sentó en el sillón, se retumbó y cerró los ojos.
Pensó en Esther como siempre, en cuanto la amaba, en su sonrisa, en su gesto cuando se
enfadaba, en como la besaba, como la acunaba entre sus brazos cuando ella estaba triste,
con la pasión que se entregaban para amarse, terminó por suspirar profundamente y al
abrir los ojos como una aparición que su mente le regalaba, Esther estaba ante ella.

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E_ Maca por favor... déjame hablar contigo por favor –le habló con actitud nerviosa.

M_ Me iba ya.

E_ ¿Hasta cuándo me vas a eludir?

M_ ¿Sabes una cosa Esther? –la miró a los ojos fijamente-. Es que no me apetece verte,
no quiero verte es así de sencillo, verte me produce acidez.

E_ Ya vale ¿no Maca?

M_ ¿Qué pasa, te molesta? ¿eh? ¿eh? –se acercó a ella desafiante con una sonrisa
maliciosa que provocó cierto miedo a Esther.

E_ Sí, me molesta porque...

M_ Pues no me busques, es así de simple.

Maca la bordeó con gesto de gran enfado y se marchó dando un portazo que hizo
reaccionar a Esther que no estaba acostumbrada a estos desplantes de su mujer, cuando
reaccionó se dio la vuelta y fue tras ella, andaba deprisa casi a punto de correr no quería
que se marchara, pero cuando llegó al muelle ya no la vio. Teresa que también había visto
como Maca se había marchado, supuso que habrían hablado.

T_ Esther ¿vas a venir a casa a dormir?

E_ ¿Qué? –le preguntó desconcertada.

T_ Qué si vas a...

E_ ¿Me has dicho que Maca había llevado a Daniel a mi casa, verdad?

T_ Sí, estaba con tu madre –Esther fue al cuarto de enfermeras a cambiarse y al verla
marchar corriendo Teresa trató de hablarle pero fue inútil-. Esther dime al menos si vas a
venir.

En un parque de la ciudad donde previamente habían quedado Encarna y Maca, se


encontraron las dos mujeres, se besaron y cuando Maca vio al niño, sonrió, fue la única
sonrisa que salió de sus labios en todo el día.

M_ ¿Qué tal se ha portado Encarna?

En_ Muy bien hija, es un bendito.

M_ La verdad que sí. Te agradezco mucho que te hayas hecho cargo –le sonrió.

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En_ Soy su abuela ¿no? –Maca afirmó con una mueca un tanto triste-. Mira, no tengo nada
que hacer y... creo que nos haría bien a las dos hablar un rato, ¿no crees?

Juntas fueron a tomar un café a una cafetería que estaba bastante despejada de
gente, se sentaron en una esquina donde nadie les molestara. Encarna le preguntó que
estaba ocurriendo y Maca prefirió no decirle la verdad.

M_ Encarna, creo que es tu hija quien te puede explicar mejor lo que ha ocurrido.

En_ ¿Es por Jorge?, ya le dije yo que a escondidas no se pueden hacer las cosas, ¡esta
hija mía!

M_ No, no, no es por eso Encarna, entiéndeme no es agradable para mí hablar del tema,
mejor tu hija te lo contará.

En_ Ella te adora Maca.

M_ No estoy tan segura.

En_ ¿Qué dices? –le preguntó desconcertada mirándola con expresión de conmoción-.
Para mi hija eres lo máximo Maca, ¿por qué me dices eso?

M_ Encarna se me ha hecho tarde, debo irme, mañana también voy a trabajar, no me ha


dado tiempo de buscar una buena canguro.

En_ Una canguro para mi nieto teniéndome a mí –le miró enfadada.

M_ Bueno... yo no quiero molestarte...

En_ Por lo que puedo adivinar –le escudriñó su rostro-, tú y mi hija no vais a estar juntas
hoy, y quizá mi hija no sabe que tengo yo al niño –Maca guardó silencio-. Está bien Maca,
tus razones tendrás, sólo espero que mi hija me lo cuente y no sea tan... no sé si llamarte
prudente.

M_ Gracias Encarna, sabes que te quiero mucho ¿verdad?

Se llevó al niño, mientras Encarna volvía preocupada a su casa, por el camino no


podía dejar de pensar en la nueva situación que vivían, sabía que algo muy grave había
pasado y temía por su hija. Al entrar vio allí sentada a Esther que miró detrás suyo pero no
había nadie, se puso en pie para marcharse decidida a su casa para hablar con Maca.

En_ ¿Dónde vas?

E_ Debo ir a casa, ¿has visto a Maca?

En_ Acabo de estar con ella, Esther espera hija, espera –la llamó cuando iba a salir-. Creo
que tú y yo debemos hablar un momento, anda hija, siéntate aquí.

70 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Mamá...

En_ ¿Qué has hecho? –su mirada era tan penetrante que Esther agachó la mirada.
Encarna con la dulzura que sólo una madre puede dar, le tomó de la barbilla obligándola a
mirarla-. Dímelo, soy tu madre y quiero ayudarte.

E_ Cuando Maca estaba en Jerez, una noche me emborraché como una verdadera idiota –
su madre la escuchaba atentamente-. Luna, una compañera del trabajo se empeñó en
llevarme a casa, me ayudó a meterme en la cama, y según ella entre nosotras pasó...
bueno ya sabes –Encarna cerró los ojos como agradeciendo que se callara y también
preocupada por Maca-. Ella se dejó unas bragas allí en casa, bragas que encontró Maca.

En_ Por eso no me ha contado nada, me dijo que era algo que tú debías decirme. ¿Pero
Esther cómo fuiste capaz?

E_ No lo sé mamá –sin poderlo evitar se puso a llorar-, no recuerdo nada yo creo que no
pasó, debería acordarme, pero sé que Maca no me va a perdonar, esto no me lo va a
perdonar.

En_ ¿Y qué piensas hacer? –le retiró las lagrimas.

E_ No pararé hasta que me perdone, no sé vivir sin ella.

El consejo de Encarna fue el mismo que le dieron Cruz y Teresa, era mejor dejarla
un poco, dejar que su rabia pasara para que pudiera ver su corazón repleto de amor
nuevamente.

Pero Maca en su casa, vivía un calvario que no compartía con nadie, todo eran
recuerdos de Esther, escuchaba su risa y la piel se le erizaba, se había puesto la cinta del
banquete de la boda, allí estaba, tan guapa, tan sonriente ¿cómo podía haberla
engañado?, era la pregunta que más se repetía. Tenía su mano apoyada en la frente
mientras notaba el suave roce de su pelo en su piel, su piel que tan hambrienta estaba de
caricias que sólo Esther sabía como saciar.

Al día siguiente cuando Maca llegó al hospital, saludó a Teresa que prefirió no
hondar más en la herida, y le preguntó por el niño, Maca le contestó y se marchó. Al poco
rato llegó una Esther con mala cara.

T_ ¿Esther que te ocurre?

E_ Nada no he podido cerrar los ojos en toda la noche, ¿ya ha venido?

T_ Sí, y creo que ella tampoco pudo cerrar los ojos ¿eh?, ¡qué lastima!

E_ ¿Por ella? –la miró un tanto ofendida.

71 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Pues sí, porque con menudo lío se ha encontrado.

E_ Vale Teresa, muchas gracias, en lugar de apoyarme encima me hundes más, ¡gracias!.

T_ Esther, Esther... ¡vaya ahora se enfadará conmigo como si lo viera!, nada chica que es
cierto que un tercero siempre sobra.

L_ Buenos días Teresa, ¿qué te pasa?

T_ Nada Laura, Esther y Maca, que me tienen nerviosa.

L_ La verdad que es un poco incomodo si, pero bueno, vamos a ver que pasa.

Lu_ Buenos días, ¿ha llegado ya Esther? –las dos se cruzaron una mirada repleta de
fastidio.

T_ Sí.

Lu_ Gracias Teresa.

L_ Pues fíjate Teresa, no tendría mucho sentido que estuviera así de feliz, si fuera todo
mentira, ¿no?

Teresa elevó sus hombros en señal de extrañeza.

En el cuarto de médicos, se hallaba una apática Maca, jugueteaba con la taza de


café cuando entró Luna, al verla se detuvo en la puerta pero después pasó para ponerse
su bata.

Lu_ Buenos días Maca –ella no contestó ni siquiera la miró-. La verdad que... no me es
nada fácil estar así contigo –la miraba pero Maca no hacia ningún gesto, seguía
jugueteando-. Yo siento lo que ha pasado, pero Esther es maravillosa y me cautivó desde
el principio, siento de verdad esto.

Maca seguía guardando silencio, mirando fijamente la taza de café. Luna no sabía
muy bien si estaba pasando de ella, o es que sus palabras no le afectaban, así que volvió
a insistir.

Lu_ Maca yo no quiero que esto influya en nuestro trabajo, las relaciones empiezan y se
acaban, verás yo...

M_ ¿Decías algo? –le preguntó Maca poniéndose en pie ante el gesto extraño de Luna se
apresuró a recoger su bata y a despedirse-. Me pareció oírte hablar, bueno, hasta luego.

Lu_ ¡Joder con la tía!

72 ”Adiós Esther” © by ldana


Al salir se dirigió al muelle y a mitad camino, en medio del pasillo la abordó Esther.

E_ Maca, Maca espera. Maca –ella la omitía de una manera dañina hasta que Esther tiró
de su brazo y la detuvo-. ¡Maca joder!. Necesito hablar contigo.

M_ Tú y yo no tenemos nada de que hablar.

E_ A mí me parece que sí.

M_ Mira llevo prisa, así que primero suéltame y después mantén tu boquita cerrada con lo
que respecta a mí.

Esther se quedó de piedra en el pasillo, cada encuentro con ella era un nuevo dolor,
un nuevo golpe en su corazón.

Una enfermera la llamó desde el pasillo, habían traído una niña y necesitaban su
ayuda. En el box estaba Maca, Laura y Begoña, cuando entró Esther.

E_ ¿Qué ha pasado?

L_ La ha atacado un perro –dijo al ver que Maca no contestaba.

M_ Begoña antes que nada hay que limpiarle las heridas y sobre todo desinfectar bien –
Laura miró a Esther que se tragaba su ira.

B_ Claro que sí, no te preocupes ya me encargo yo de todo.

M_ Laura creo que vamos a tener que llevarla al quirófano, mira esto –le señaló un gran
desgarro en la cabeza mientras Begoña limpiaba a la niña.

L_ Si, tendremos que hacerle una resonancia para descartar cualquier lesión.

E_ Voy a avisar que preparen el quirófano.

M_ Creo que será mejor que llames a otra enfermera Begoña, date prisa.

L_ Voy a prepararme –dijo una incomoda Laura que no sabía como salir de allí, se sentía
en medio del fuego cruzado de las dos.

M_ Está bien.

E_ Oye Maca, creo que te estás pasando ¿eh?, soy la enfermera jefe no sé si te acuerdas
–le decía elevando un poco la voz-. Y soy yo la que debe dar las directrices a seguir.

M_ Ya tengo a Begoña no te necesito.

E_ No es cuestión de si me necesitas o no.

73 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Mira –elevó su voz justo en el momento en que Dávila se paraba a observar la escena-.
No te necesito, ¿te ha quedado claro? –le preguntó entre dientes.

E_ No me hagas esto –Begoña estaba disfrutando aunque no mostraba interés pues


seguía curando a la niña-. No me relegues de lo que es mi deber, por tu capricho.

M_ No es capricho, simplemente no quiero que estés a mi lado.

E_ Pero estamos en un hospital y tú no puedes mandar en mi terreno.

M_ Yo soy Médico, tú una simple enfermera, ¿debo recordártelo? –le sonrió con cierto
sabor de victoria.

E_ Lo que eres es una borde de cuidado.

Esther se marchó pasando por el lado de Dávila sin siquiera pararse, Maca resopló
con rabia poniéndose en jarras, y cuando Begoña le indicó que ya estaba preparada se
marcharon al quirófano.

Dávila se fue en busca de Vilches y después de intercambiar opiniones mandó


llamar a las dos, primero llegó Maca y la mandó sentar en su despacho mientras Vilches se
iba, entonces llegó una Esther que se notaba había llorado. Al verla Maca se sintió
estúpida, sabía que le había hecho daño. Evitó mirarla, para no sufrir más.

D_ Vamos a ver, sé que estáis pasando un mal momento personal, pero eso no es motivo
para que os comportéis de la manera que lo habéis hecho hace un momento, esto es un
hospital, antes que vosotras como personas, estáis como médico tú Maca, y Esther como
enfermera, ambas sois necesarias y ambas debéis de comportaros como tal, no me
gustaría abriros un expediente. ¿Os ha quedado claro? –ambas asintieron sin decir palabra
porque el gesto de Dávila era serio, muy serio y ambas sabían que tenía razón-. No quiero
volver a ver otra escena como la de antes ¡que os quede claro!

Al salir cada una se fue por su lado, la primera en marcharse fue Esther, y cuando
Maca llegó al final del pasillo se giró para verla, suspiró fuertemente, aquella situación era
insostenible, tenía que hacer algo y pronto. Así estaba cuando se acercó Begoña, se puso
a su lado y le murmuró:

B_ No entiendo como te ha podido hacer algo así, además Luna está tan ilusionada con
ella, ha dejado a su novio y todo por Esther, espero que no juegue con ella también,
porque según me han contado es muy propio de Esther. Bueno, me voy.

Maca se quedó como si en aquel lugar sus pies hubieran echado raíces en el suelo,
ni un solo músculo se movió, tan solo el corazón latía de manera herida.

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En el cuarto de enfermeras, Esther estaba envuelta en un llanto más por el trato de
Maca, que por la riña de Dávila. La puerta se abrió un poco y apareció una Teresa que la
había visto entrar. Se sentó a su lado, y la abrazó sin mediar palabra. Estuvo un buen rato
con ella hasta que se tranquilizó. Después salieron juntas y Esther se puso a trabajar
rezando que no la llamaran para estar con Maca, después de lo ocurrido sentía que si
volvía a estar con ella, volverían las discusiones y era lo que menos quería.

Por su parte Maca había decidido darse un respiro, necesitaba tranquilizarse y


ordenar sus sentimientos, estaba en vuelta en ellos en el cuarto de médicos cuando entró
Laura.

L_ Hola Maca.

M_ Hola Laura. Oye... verás siento lo de antes.

L_ Bueno, yo lo siento por vosotras –le dijo sentándose a su lado-. Creo que a quien
deberías pedirle disculpas es a Esther, no a mí.

M_ Sí, lo sé –acariciaba con su dedo índice la taza.

L_ Maca... yo no quiero tomar parte por ninguna de las dos, sabes que os aprecio de
verdad, pero pienso que esta situación no podéis mantenerla por mucho tiempo.

M_ ¿Tan rápido se ha sabido de la bronca de Dávila?

L_ Esto es el reino del cotilleo, ¿o aún no te has dado cuenta?

M_ Dímelo a mí, que desde que he llegado todos me miran como queriendo decir, mira por
ahí va Maca, la cornuda, pobrecita.

L_ Bueno... tampoco le des mayor importancia, porque dentro de nada ocurrirá otra cosa y
se olvidaran de vosotras, aunque claro, es que lo vuestro es tan influyente en todo el
mundo.

M_ Porque somos lesbianas. Es como si todo el mundo esperara que esto pasara para
atacarnos.

L_ ¡Ay amiga!, voy a ser sincera contigo, yo conozco a Esther, un poco más de tiempo que
tú, ella siempre ha sido muy desgraciada y nunca la había visto tan feliz como a tu lado, no
creo que lo que dice Luna sucediera de verdad, aunque es cierto, que ella se ha encargado
de ir dando pequeños coletazos por aquí, por allá, para que de alguna manera todos lo
supiéramos cuanto antes. Esther te quiere de verdad, nada más había que verla el tiempo
que estuviste en Jerez.

M_ No dudo que me quiera Laura, pero si hay algo que no soporto es que me tomen el
pelo.

75 ”Adiós Esther” © by ldana


L_ Bueno... ni tú ni nadie, y te comprendo porque yo estaría igual.

M_ Si –asintió dando un último trago-. Creo que voy a disculparme no me siento bien así.

L_ Eso está bien –le tomó la mano con aprecio-. Ojalá pudiera decirte que es mentira y que
ha sido un engaño.

M_ Entonces, creo que Esther no me perdonaría a mí, pero tengo demasiadas pruebas de
que ocurrió.

L_ Está bien, bueno si necesitas algo ya sabes.

M_ Gracias Laura.

Maca salió dispuesta a pedirle disculpas a Esther, fue a Teresa que como siempre
andaba renegando.

M_ ¡Teresa!

T_ Dime Maca cariño.

M_ ¿Has visto a Esther?

T_ Sí, toca aquí –le puso su mano sobre el hombro.

M_ Tienes mojada la bata –le dijo con gesto de extrañeza por la pulcritud de Teresa.

T_ De sus lagrimas –Maca se impresionó-. Anda Maca por favor, déjale que te hable, ¿qué
vas a perder escuchándola?, está destrozadita y ya sé –elevó sus manos-, ya sé que no
quieres que te hable de ella, ¡pero que quieres hija!, la veo sufrir a ella, y te veo sufrir a ti,
¡y no lo puedo soportar!

M_ Verás Teresa yo...

Ev_ Maca rápido traemos un recién nacido, estaba en una bolsa de basura.

M_ Vamos Eva.

Ev_ Tiene las constantes un poco alteradas sobre todo la respiración es baja.

En ese momento Esther pasaba por delante del box hablando con otra enfermera y
al ver que estaba Maca, trató de no separar sus ojos de su carpeta.

M_ ¡Esther!, ¡Esther! –insistió dos veces-. ¿Puedes venir un momento por favor? –ella le
dio la carpeta a su compañera y se acercó sin prácticamente mirarla-. Necesito que me
ayudes en el reconocimiento.

Ev_ Bueno... yo os dejo con el pequeño –dijo un tanto nerviosa ante ellas.

76 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Gracias Eva, a ver sujétalo Esther.

E_ ¿A lo mejor no lo hago a tu gusto?, ¿no quieres que te llame a Begoña?

M_ Oye Esther, siento lo que te dije ¿vale?, no era mi intención.

E_ Ya, lo que pasa es que siempre sabes donde hacer daño.

M_ Vaya, ¿y eso me lo dices tú? –discutían en voz baja para no llamar la atención-. Tú la
experta en clavar puñaladas traseras.

E_ ¿Yo?, ¿y tú qué?, la experta jueza que no deja defenderse creyendo de ante mano que
soy culpable.

M_ Eres de lo más... bien, creo que con una analítica en principio bastara –dijo cambiando
su tono al ver como Dávila se acercaba.

E_ Está bien, ¿quieres alguna cosa más? –le preguntó con tono amable.

M_ En principio no.

D_ Así me gusta, de buen rollo chicas. De buen rollo. ¿Lo tenéis estabilizado?

M_ Sí Dávila, creo que debieron descubrirlo pronto porque con el oxígeno se está
estabilizando.

D_ Bien, voy a llamar a Carlos y la policía estará por llegar.

M_ De acuerdo –Dávila se marchó y Esther comenzó a rellenar la hoja de pruebas para el


niño, entonces Maca se acercó hasta su oído cuando fue a marcharse y le murmuró con
esa voz que encendía su excitación-. Tú no tienes defensa, no lo olvides, cariño.

El mensaje que le mandó no fue lo suficientemente dañino como para bajar su calor,
el simple roce del aliento de Maca en su cuello, la volvía loca. Cerró los ojos y su
respiración se elevó, sólo cuando abrió sus párpados y su mente pudo canalizar las
palabras después del deseo, sintió ganas de vengarse.

No tuvo tiempo de hacer nada porque Luna se presentó a su lado, le tocó del brazo
y justo en el lado opuesto en que Maca la había vuelto loca, ella también lo intentó
susurrándole.

Lu_ Estás guapísima cariño.

E_ Gracias –siguió anotando mientras se llevaban al bebé.

Lu_ No puedo aguantar más Esther, necesito hablar contigo.

E_ Está bien, vamos a la cafetería de la esquina.

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Lu_ ¿Para qué?, podemos hablar aquí en nuestra cafetería –le sonrió mientras le apartaba
el flequillo del ojo pues tenía la cabeza agachada escribiendo en el papel-. Esther debes
asumirlo, ahora estás conmigo cariño, y no pasa nada porque nos vean juntas.

E_ Pues tienes razón –suspiró mientras daba con el bolígrafo en la carpeta y la miraba con
ojos repletos de furia-. No tengo nada que esconder ¿verdad?

Lu_ Verdad mi amor. Sólo quiero hacerte feliz, ¿vamos? –le dio la mano pero Esther no se
la cogió pasando por delante de ella.

En la cafetería se encontraba Maca hablando con una preocupada Cruz, sobre la


niña, estaba comentándole sus discusiones con Vilches y su mal momento que estaban
pasando. Maca la escuchaba atenta pero, sus ojos se separaron de los de Cruz, para
depositarse en la pareja que acababa de entrar, Esther la vio pero hizo como si nada, se
cogió un zumo y se sentó en el otro extremo de espaldas a Maca, mientras Luna se
sentaba a su lado. Maca sintió hervir su sangre y Cruz notó como su mirada se volvía
sombría y triste. Se giró y entendió porque.

C_ Vaya... parece que las cosas están todas al revés.

M_ No la entiendo, no la entiendo –se repetía una y otra vez.

C_ Mira Maca, yo creo que... no sé, es una opinión mía ¿eh?, deberías cambiar el turno de
tus guardias, procurar que no coincidan con Esther, así te dolerá menos.

M_ Es que yo no he hecho nada Cruz, ¡solo faltaba eso!

C_ Pues entonces ves preparando un análisis donde podamos ver tu hígado.

M_ ¡Mírala le está cogiendo la mano a Esther y no la quita!

C_ Mmmm yo creo que... será mejor que nos vayamos ¿eh? –le dijo un tanto asombrada
por la actitud de Esther que no soltaba la mano de Luna y parecía reírse mientras ésta le
hablaba bajito. Toda la atención de Maca estaba centrada en Esther, y su gesto perplejo
daba muestras de su estado, tal era, que Cruz debió insistir-. Maca, ¿Maca me oyes?

M_ No perdona, ¿qué decías?

C_ Que será mejor que nos vayamos, no me gustaría que tuvieras otro problema y si
sigues mirando así, pues quizá ahora tenga que firmar la defunción de Esther porque
quede fulminada por los mísiles que le estás lanzando.

M_ No lo puedo creer, pero sí, tienes razón, ¡vamos!

Maca salió de la cafetería sin dirigir la mirada hacia el lado donde estaban las dos,
pero quien sí lo hizo fue Cruz, sin duda no evitó demostrarle a Esther su reproche.

78 ”Adiós Esther” © by ldana


Lu_ Oye Esther he mirado y no tienes guardia este fin de semana, ¿por qué no nos vamos
por ahí?

E_ ¿Qué? –le dijo turbada aún por la mirada de Cruz.

Lu_ Que me gustaría mucho irme contigo este fin de semana, perdernos por algún lugar sé
uno que...

E_ Luna, dime una cosa, ¿cuándo me llevaste a casa te lo pedí yo?

Lu_ ¿Aquella noche? –elevó sus cejas de manera divertida mientras sonreía.

E_ Sí –tuvo que resistirse a mostrar un gesto de rabia ante aquella sonrisa.

Lu_ No, tú querías irte sola, pero ibas de lado y creímos que lo mejor era uno de nosotros
acompañarte.

E_ Ya –dijo suspirando y pensando que Maca debía estar furiosa.

Lu_ Luego... –le acarició la mano mientras entraba Teresa que se quedo de piedra-, bueno
luego me dijiste que te gustaba y que... –se acercó a su oreja mientras los ojos de Teresa
se encendían de cólera-, querías que te acompañara a tu cuarto.

E_ Sí –sonrió de lado mientras pensaba, “venga llega al momento”.

T_ ¡Esther! –las dos dieron un salto ante el grito de Teresa-. ¿Tienes un momento?

E_ Pues ahora estoy hablando con Luna –Luna le sonrió a Teresa.

T_ ¡Es urgente! –se la llevaban los demonios.

E_ Está bien. Luego seguimos ¿eh?

Lu_ Claro cariño cuando tú quieras, ¿no me vas a dar un beso? –le sonrió.

T_ Vamos Esther.

Teresa le dio un empujón que por poco la echa al suelo, se la llevó de allí ante la
sonrisa maliciosa de una Luna que seguía tejiendo su plan con toda seguridad. La que no
estaba segura era Esther ante la bronca de Teresa, la tenía apoyada contra la pared
hablándole con gesto contrito.

T_ Esto es el colmo Esther ¡imagínate por un segundo solo que Maca te ve!, ¿pero qué
poca cabeza la tuya?, ¡será posible!; así que es cierto ¿eh?, y yo defendiéndote como una
auténtica idiota, ¡no sí ya me lo ha dicho Laura ya!...

E_ Teresa puedes callarte un momento.

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T_ No Esther –la miró desafiante-. Esto no se le hace a Maca.

E_ Mira Teresa –le devolvió la mirada-. Acabas de joderme con tu aparición, estaba
intentado sacarle la verdad a Luna y tú lo acabas de fastidiar.

T_ ¿La verdad?, pues vaya manera de sacarle la verdad dejarle que te acaricie y te hable
con voz de tonta.

E_ ¿Y cómo quieres que lo haga?, ¡que pille un bisturí y la amenace!

T_ Pues mira eso al menos igual te sirve. Pero ahora le irán con el chisme a Maca.

E_ Me ha visto –murmuró con tristeza.

T_ ¿Qué te ha visto? –abrió sus ojos como platos.

E_ Sí, total ella no me cree ni me da pie a defenderme, ella tiene su teoría y de ahí no hay
quien la saque. Tendré que tomar otras decisiones, pero hasta el momento esta es la única
que se me ha ocurrido.

T_ ¿Y por qué no te has ido a la calle?, justo aquí en la cafetería.

E_ Bueno mira, da igual, ¡ahora tendré que volver a soportar a la Luna está de la hostia!

T_ Hija no sé que decirte.

E_ Da igual, para todos yo soy la mala, así que ahórrate tus comentarios y no vayas a
decirlo a nadie no se entere Luna y me jodas del todo el plan.

T_ Vaya manera de hablarme –se quejó dando un chasquido con la boca.

Esther andaba pensativa con las palabras de Luna, recordaba que Héctor le había
dicho de llevarla a casa, luego todo aparecía confuso, se juro nunca más volver a beber.
Tenía que ir a por unos papeles a la planta de traumatología y fue a subir al ascensor, en
su interior habían dos enfermeras que la miraron bastante mal y detrás de ellas Maca que
la miró con fastidio. Dudó un instante pero enseguida entró vio que estaba apretado el
botón 2, y el 5, apretó el 6 rezando que fuera Maca la que se bajara antes que ella.
Cuando el ascensor llegó al piso 2, las dos enfermeras bajaron murmurando entre ellas,
mientras Maca se quedaba con Esther, no la miraba y su rostro reflejaba un enfado
considerable. Maca estaba al lado de los botones y Esther en la otra parte, el ascensor
comenzó a subir justo en el momento en que Esther pasando por delante de Maca lo
detuvo apretando el stop.

M_ ¿Pero qué haces? –le preguntó tratando de quitarle la mano del botón.

80 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Si no me das opción para hablar contigo, pues tendré que buscar el modo.

M_ Esther haz el favor de soltar el botón ¡joder! –volvió a estirar de su mano pero Esther
con la otra la paró.

E_ No seas así mujer, que aquí nadie nos va a molestar y estamos bien juntas.

M_ Mira no me digas gilipolleces y quita la mano.

E_ Te pones tan guapa cuando te enfadas –le susurró mientras su otra mano la apretaba
contra la pared, una Maca desconcertada se dejó hacer-. Sabes que me vuelves loca con
ese gesto tuyo.

M_ Pues hace poco estabas hablando muy animada con Luna ¿no?

E_ Sí, es cierto –puso su cadera y su pierna entre las piernas de Maca que ante el
movimiento entre abrió la boca-. Me vuelves loca Maca, no me hagas perder el tiempo
lejos de ti –le dijo con voz amorosa.

M_ Suéltame no quiero que me toques, ¡vale! –no hizo nada por soltarse.

E_ Claro que quieres que te toque –la miraba a los ojos viendo en ella el reflejo de los
suyos, el deseo-. Como siempre vida mía.

M_ Esther –Esther posó sus labios suavemente sobre una desconcertada pero encantada
Maca, que al notar el roce sintió como su sangre hervía. Sin embargo un recuerdo llegó a
su mente que le hizo empujarla-. Ya veo que se te da cada vez mejor esto, te gusta
besarte por todos los rincones del hospital, conmigo o con ella, ¿hay alguna más? –elevó
sus cejas desafiándola con la mirada.

E_ Sabes perfectamente que eso es mentira.

M_ No Esther, sé que es verdad. Y es algo que jamás te voy a perdonar.

E_ Te estás equivocando, sabes que te amo a ti, te quiero a ti.

M_ Y te revuelcas con ella nada más me doy la vuelta –con rabia apartó su mano del
botón-. No Esther, se acabó, tú y yo acabamos para siempre. Después de verte en la
cafetería con esa zorra, me he dado cuenta que jamás podré perdonarte.

La puerta del ascensor se abrió y Maca se fue.

Cuando se cerró nuevamente, Esther aún sentía latir apasionadamente su corazón,


el deseo que Maca despertaba en ella era tan fuerte que siempre sentía que iba a salirse
del pecho. Cerró los ojos y cuando la puerta se abrió volvió a presionar su verdadero
destino, allí dentro olía a Maca, era su olor el que llenaba todo, todo incluido el desprecio.

81 ”Adiós Esther” © by ldana


Por su parte Maca sentía ganas de gritar, había ido directamente al lavabo a
encerrarse, sentir los labios de Esther sobre los suyos, le habían hecho perder los estribos,
tuvo que sentir de manera violenta la mentira y el despecho que había causado en ella,
pare encontrar las fuerzas suficientes para apartarla. Sentía una pena sobre su alma tan
fuerte, que no deseaba salir de allí. Esther había logrado aquello que a ella le provocaba
tanto miedo. Depender de alguien por amor.

Durante el resto de la tarde ambas trataron de esquivarse, hasta que Laura le pidió
a Esther unos resultados y tuvo que ir a la sala de médicos. Fue con el corazón encogido,
aquel era el territorio de Maca y lo más lógico era encontrarla allí, y no tenía ganas de
volver a discutir. Antes de entrar, se cruzó con Begoña que la miró con ojos burlones.
Esther respiró profundamente y abrió la puerta, al hacerlo con sus ojos rápidamente repasó
toda la sala, Maca no estaba, pero sí pudo ver su chaqueta.

L_ Esther gracias por tu ayuda estoy muy liada y ...

E_ Tranquila no pasa nada –le sonrió con tristeza.

L_ Bueno, pues a ver si acabo que Carlos me está esperando. Adiós.

E_ Adiós.

Se quedó parada delante de la chaqueta preferida de Maca, al verla recordó la tarde


que habían ido de compras y lo mucho que se habían reído, y lo mucho que se habían
besado en los probadores, suspiró porque si había algo que echaba de menos, era la
sonrisa de Maca, su risa la llenaba de fuerza y en ese momento su estado se resumía en
esa carencia de risa, y de fuerza. Pasó los dedos por la piel de la chaqueta y de pronto
sintió como unos brazos le rodeaban la cintura y la atraían hacia sí, se dejó llevar cerrando
los ojos pensando en su único amor.

M_ ¡Esther puedes salir un momento! –le ordenó con los celos instalados en su tono.

Esther se giró con rapidez, quien la estaba acunando era Luna, mientras la mirada
de Maca desde la puerta la dejó helada. Fue a salir, pero una sonriente Luna, le cogió del
brazo y cuando Esther fue a pedirle que la soltara, aprovechó el momento de desconcierto
para besarla, Esther se separó con rapidez, la miró con sus ojos repletos de furia, y al
buscar a Maca ya no la encontró, pensó que cada encuentro las separaba más y
desalentada fue a reunirse con ella. Maca no la miró sólo le dijo:

M_ Hay que escayolarle la pierna.

E_ Si. ¿Y sus padres? –su voz reflejaba su desanimo.

M_ No tiene, viene del orfanato.

E_ Vale –murmuró con tristeza.

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M_ A ver Ricardo, vas a notar que la escayola está caliente, pero luego el efecto se pasa,
¿vale?

R_ Sí –dijo el niño con cara de susto.

E_ Bueno pues si estás preparado vamos a allá.

M_ Voy a avisar a la Madre Superiora.

E_ ¡Maca! –se detuvo en la puerta, ladeó un poco la cabeza y se quedó mirándola con
expresión adusta-. Pensé que eras tú.

Maca no movió ni un solo músculo, su expresión rozaba la máxima indiferencia, que


era todavía más doloroso para Esther.

Mientras ellas estaban en el box, Begoña se había visto con Luna en la farmacia.

Lu_ Oye Begoña, gracias por avisarme.

B_ No tiene importancia. Pero dime ¿cómo lo llevas? –la miró con ansiedad.

Lu_ Perfecto. Maca me está facilitando mucho las cosas con su actitud.

B_ No bajes la guardia, que éstas dos son muy pesaditas, muy empalagosas.

Lu_ Ya, pero un día oí decir a Maca que lo único que no perdonaría nunca, sería una
infidelidad –elevó sus cejas-. Y hoy ha ido bien servida –dio una carcajada acompañada
por Begoña.

La jornada para Maca había terminado, había recogido todo y se disponía a


marcharse cuando por el pasillo apareció Esther con paso firme hacia ella que puso gesto
de fastidio al verla aproximarse.

E_ No hace falta que vayas a por Daniel, esta noche se queda conmigo.

M_ ¿Ah si? -su voz reflejaba escepticismo-. ¿Y se puede saber por qué?

E_ Porque yo también soy su madre, y tengo el mismo derecho que tú.

M_ Tú has perdido cualquier derecho –le dijo desafiante acercándose un poco más a ella
pero sin alzar la voz.

E_ Soy tu mujer, por si no lo recuerdas y tengo ese derecho, te guste o no.

M_ Tienes razón, no me gusta, así que tendremos que hacer algo al respecto.

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E_ Haz lo que te dé la gana –le miraba los labios porque aunque hablaba enfadada se
moría por besarla. Se fue a marchar pero Maca se lo impidió agarrándola por el brazo-.
¿Algo más?.

M_ ¿No me vas a besar esta vez?, ¿eh? –la miraba con sorna.

E_ Cuando te pones en ese plan, no te soporto.

M_ Mira, ya estamos de acuerdo en algo –le dijo mientras Esther se iba.

Se quedó sola allí en medio del pasillo mordiéndose el labio, cada día que pasaba
más le costaba mostrarse firme con ella, la adoraba tanto. Al marcharse saludó a Teresa
que se fue corriendo en busca de Esther pues había presenciado toda la escena.

T_ ¿Puedo pasar? –Esther asintió-. ¡Ay Esther, Esther!, ¿qué vamos a hacer?

E_ No lo sé Teresa. Creo que mi plan “A” no ha funcionado, ¡es que parece que disfrute
haciéndome daño!

T_ ¿Y tú que esperabas? –le preguntó muy seria-. ¿Sabes el daño que le has hecho a
ella?

E_ Ya Teresa ¿qué quieres que haga, eh?, le he pedido perdón mil veces, pero ella... ella
es tan perfecta que no acepta que los demás nos equivoquemos.

T_ ¿Recuerdas cuándo aquel novio tuyo te engañó con la rubia aquella? –la miraba
intensamente.

E_ No es lo mismo.

T_ ¿Ah no?, ¡pues querida según él solo fue una vez, un error!

E_ ¡Claro según él!, ¿qué piensas que me iba a decir?

T_ Pues ahora testaruda, date cuenta que es lo mismo que piensa Maca de ti.

E_ Lo sé Teresa... –bajó su voz desanimada

T_ Además perdona ¿eh?, pero en la cafetería parecías estar bien a gusto con la Lunita
ésa –dijo con tono despectivo.

E_ Ya te dije que...

T_ Sé lo que dijiste, pero Maca no lo sabe y estás echando leña al fuego, y al final te vas a
quemar de verdad.

E_ Me ha amenazado con separarse de mí –se sentó decaída tapándose la cara con las
manos en actitud desesperada.

84 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ ¿Separarse de ti? –la acompañó sentándose mientras murmuraba atónita-. ¡Que
fuerte!, ¿y tú que vas a hacer?

E_ Pasar al plan “B”... ya sabes...

Después de Maca saludar a Teresa, Cruz la detuvo un momento para comentarle


algo, y cuando se iba a marchar Luna fue tras ella.

Lu_ ¡Maca!, ¡Maca!

M_ ¡Qué quieres! –le habló con tono duro y seco.

Lu_ ¡Joder Maca!, no me hables así –Maca puso expresión de sorpresa-. Yo no he hecho
nada, te lo juro. Pero... tú no estabas... Esther insistió tanto y...

M_ ¿Qué es lo que quieres realmente?, porque a mí todo esto no me importa lo más


mínimo –su tono se mostró cansado.

Lu_ He quedado con Esther para ir a cenar, me ha dicho que la esperara y... no sé ¿la has
visto?

M_ Ella siempre llega tarde –sin querer su voz resultó nostálgica y se marchó cabizbaja
con la pena clavada en su alma.

Durante el camino en coche hasta casa de Encarna, no pudo reprimir el llanto, tuvo
que parar para poder llorar a todo pulmón, necesitaba sacar ese dolor que se había
enclaustrado en su interior, pero no solo lloraba, también llamaba insistentemente a Esther.
Una vez pudo tranquilizarse, subió a casa de su suegra, le dio un beso como siempre
hacia y se sentó en el sofá mirando a su hijo que dormía placidamente.

En_ Maca, tú has llorado, hija –se sentó a su lado abrazándola fuertemente mientras Maca
sentía que ese abrazo la reconfortaba-. Cariño... espera voy a prepararte una tila que eso
va muy bien.

M_ No Encarna de verdad –se separó de ella limpiándose las lagrimas-, me voy a ir.

En_ No Maca, no, tú no te vas hasta que estés tranquila. Espera que ya vuelvo.

Entró en la cocina para prepararle la tila, y Maca trató de tranquilizarse un poco


buscando un profundo suspiro, al hacerlo, sus ojos como siempre que estaba allí,
encontraron la fotografía que Encarna había mandado hacer en tamaño enorme del día de
su boda, miró a Esther que había salido guapísima, luego volvió a suspirar acariciando la
frente del pequeño.

En_ Es un bendito, ¡estoy como loca con él! –sonreía mientras hablaba y le entregaba la
tila.

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M_ Gracias Encarna, no sabes como me alegra saberlo, sé que al principio te costó un
poco aceptar a Daniel como tu nieto.

En_ Al principio... –repitió con una sonrisa divertida-, lo que más me costó fue el principio
de verdad, cuando Esther me contó que salía con una mujer mi corazón yo creo que dejó
de latir un segundo, no me hizo falta que me dijera quien era, adiviné que eras tú por la
manera en que la mirabas –Maca sonrió al recordar los viejos tiempos-, eso me costó
mucho más, pero la veía feliz y lo principal para una madre es ver a su hija feliz, sea como
sea, sea con quien sea. Ahora cuando veo tus ojos cada vez que miras al niño veo el
mismo amor que entonces por mi hija, y lo acepto como mi nieto porque tú para mí eres
como una hija Maca –Maca la miró agradecida mientras saboreaba la tila, sabía que era
cierto-. Lo que es verdad que no puedo aceptar es la sombra que existe en tus ojos y el
dolor que veo en mi hija.

M_ Encarna...

En_ Si ya sé lo que me vas a decir, pero déjame contarte algo antes que venga mi hija.

M_ Tranquila que tardará, está con Luna –un gesto que mostraba su herida tomó su rostro,
y al ver la mueca de Encarna se arrepintió-. Encarna de verdad yo tampoco lo entiendo
pero...

En_ Mi hija me ha dado muchos disgustos por su poca cabeza, pero ninguno como este, y
en el fondo ¿sabes qué?, yo la creo cuando me dice que estaba bebida, y no sabía que
hacía, la vi sufrir cuando tú no estabas a su lado –Maca la escuchaba con gesto apenado-.
Yo la creo, soy su madre dirás, sí, pero tú no sabes como fue su vida antes que llegaras.

M_ Yo tenía mis dudas Encarna, hasta hoy que lo tengo clarísimo.

En_ ¿Hoy?, ¿qué ha pasado? no me asustes.

M_ Encarna me duele lo suficiente recordarlo, no me hagas repetirlo.

En_ Mira Maca cariño, Esther es clavadita a su padre, todo lo hace de corazón, a mi hija se
le ve venir y tú lo sabes, nunca, óyeme bien, nunca había sido tan feliz, por muy torpe que
sea que no te digo que no –la miró divertida arrancándole una sonrisa-, sé que tú eres su
gran amor, eres de su vida lo más importante.

M_ Ahora me parece que no Encarna –su voz casi fue inaudible por el dolor.

En_ El padre de Esther cuando ella tenía meses, me engañó con otra, él me amaba yo
sabía que era verdad, aquella se le entrometió y ya sabes... la carne es débil según para
quien –hizo una mueca de resignación-. Bueno a lo que iba, me quedé con la niña
pequeña y sola, lo eché de casa sin miramientos, estuvo varios días llamando y no le
abría, venía a esperarme cuando salía a comprar, estaba desesperado él sabía que yo lo
amaba y comprendió que la otra no podía darle más que esos ratos, no quería perdonarlo,

86 ”Adiós Esther” © by ldana


mi madre, la suya, todos me decían que lo hiciera por la niña. Al final lo hice, ¿y sabes una
cosa?, fui la mujer más feliz del mundo a su lado, mi hija tuvo a su padre que adoraba
siempre junto a ella, no sé que hubiera pasado si me hubiera separado, sólo sé, que el
perdón a veces vale la pena, tragarte tu orgullo y dar una nueva oportunidad. Maca –ella la
miró con los ojos cristalinos-. No creo lo que cuenta esa Luna, además recuerdo que un
día mi hija me dijo que estaba un poco preocupada porque había una nueva médica que te
miraba mucho. ¿Y si todo fuera una mentira para separarte de mi hija?

M_ Encarna por Dios, ¿quién va a hacer algo así?

En_ Luna –dijo rápidamente convencida.

M_ No tiene sentido, además Esther es muy maniática con todo eso, siempre con sus
celos y sospechas, ¡y mira tú por donde y me la pega a mí!

En_ No hables así hija.

M_ Perdona. Bueno, me tengo que marchar no me gustaría encontrármela.

En_ ¿No le vas a dar una oportunidad? –la miraba con preocupación.

M_ No lo sé Encarna, tengo la cabeza repleta de pensamientos contradictorios, porque tú


sabes que para mí Esther era lo mejor que me había ocurrido en la vida, y si ella lo pasó
mal cuando me marché, ya sabes tú como lo pasé yo.

En_ Por esto hija mía, no perdáis más tiempo, hablar exígele todo lo que quieras, dile que
es la última oportunidad que le das, sé que mi hija te necesita ¡aunque esté cenando con la
Luna ésa!, -mostró rabia ante aquella incongruencia de su hija.

M_ Necesito un poco más de tiempo, me duele verla con ella, me duele mucho.

En_ Porque la amas.

M_ Claro, lo sé, pero cierro los ojos y me viene a la mente con Luna, y entonces creo que
voy a enloquecer... porque pienso que igual ahora mismo puedan estar quedando para
iniciar una relación.

En_ Eso es imposible, ¡quita... quita, quítate eso de la cabeza por Dios! –gesticulaba
nerviosa.

M_ En fin Encarna, necesito tranquilidad, tiempo y pensar –su gesto seguía siendo
apenado.

En_ ¿Vas a llevarte a Daniel así dormido como está?

M_ Pues... –dudó.

87 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Anda déjalo aquí.

M_ Está bien Encarna, lo dejo por ti –le señaló un tanto desafiadora.

En_ Gracias –le sonrió ampliamente-. Ve con cuidado ¿eh?

M_ Tranquila.

Cuando se marchó, Encarna suspiró mirando el reloj, ¿qué demonios estaba


haciendo Esther con aquella otra desgraciada?, pensó para sí.

En el restaurante que habían quedado Esther y Luna, estaban terminando de cenar,


durante el rato que estuvieron juntas, Esther se dio cuenta que era inútil sacarle la verdad
a Luna, y durante todo el tiempo estuvo pensando en Maca, en el beso del ascensor, en su
roce, en su sonrisa por muy provocadora que fuera, en toda ella. Así que cuando llegó el
camarero para preguntarles por los cafés, Esther no pidió y fue directa con Luna.

E_ Mira Luna, yo no sé que pretendes con todo esto –fue a hablar pero la detuvo
levantándole la mano-. Espera, si pasó algo o no, pues mira, lo siento porque tú a mi no
me interesas para nada, yo creo que jamás te he insinuado nada, que jamás te dije nada
que pudiera darte alas a sentir que yo te estaba proponiendo algo entre tú y yo. Lo siento
Luna, pero es que tú a mí no me interesas para nada –insistió.

Lu_ Pero Esther cariño.

E_ ¡Deja de llamarme cariño! –le dijo entre dientes.

Lu_ Tú me dijiste que la ibas a dejar, que ella era...

E_ Sé lo que te dije y sin duda lo dije porque estaba borracha perdida, Maca es el centro
de mi vida y voy a luchar por recuperar su amor.

Lu_ ¿Y yo? –se le llenaron los ojos de lagrimas.

E_ Tú, pues mira lo siento aunque sigo sin creerme nada de tu historia y mucho menos
que estés enamorada de mí. Te agradeceré que me dejes tranquila.

Lu_ Pero Esther...

E_ Ni Esther ni nada, ¡no quiero saber nada de ti!, ¿te ha quedado claro?

Lu_ No me puedes hacer esto, he dejado todo por ti.

E_ No me vengas con gilipolleces, no sé que buscas pero te aseguro que estaré atenta no
vaya a ser que lo que quieras es alejarme de Maca para estar tú con ella –entonces la miró
fijamente a los ojos y con un tono severo le dijo-. Si es así, soy capaz de matarte.

88 ”Adiós Esther” © by ldana


Esther se levantó, fue a la caja y pagó su parte, Luna, cuando la vio marchar sonrió
ampliamente, aunque también un poco preocupada por la reacción de Esther.

Cuando llegó a su casa, tuvo que soportar la bronca de su madre, hasta que al final
le explicó todo lo que había pasado, Encarna, prefirió callar su conversación con Maca
para no dar falsas expectativas a su hija.

E_ Menos mal que Maca me hizo caso y dejó a Daniel –lo abrazó con cariño sonriendo.

En_ Pues no, lo ha dejado por mí, insistió mucho en que Daniel se quedaba por mí y
supuse que tú le habías dicho algo.

E_ Joder, no sé como voy a reconquistarla otra vez, las voy a pasar putas.

En_ Tú te lo has buscado.

Cuando la noche cayó en la ciudad, apareció una luna enorme en el cielo, iluminaba
todo y aquella luna era la que tanto les gustaba compartir a la pareja abrazadas
compartiendo el calor de sus cuerpos en silencio. Ambas sin poder dormir miraban hacia el
cielo, Maca pensando en Esther, Esther pensando en Maca. Eran tan absolutamente
iguales que las dos tenían la misma emisora de radio, y mientras ellas recordaban desde el
primer momento en que sus miradas se cruzaron, sonaba una canción que parecía
expresamente dedicada a ellas.

Que bonito cuando el sol derramó sobre nosotras

Esa luz que se apagó y que se perdía,

Si tú quieres quiero yo, palpitar de otra manera

Que nos lleve sin timón lo que nos queda.

Sentiremos tal vez frío si no existe poesía

En tus ojos, tu boca, tu savia que es mía, mía...

Y el tiempo nos pasa casi inadvertido

Golpea con fuerza lo tuyo y lo mío,

Que pena ignorarlo y dejarlo perdido, amor

89 ”Adiós Esther” © by ldana


Olvídame tú que yo no puedo

No voy a entender el amor sin ti,

Olvídame tú que yo no puedo dejar de quererte

Por mucho que lo intente, no puedo... olvídame tú

Darte para retenerte, recelar si no me miras

Con tus ojos, tu boca, tu savia que es mía, mía...

Responde a mi nombre, si te lo susurran

Arranca de todo mi piel que es tan tuya

Que arda mi cuerpo, si no estás conmigo, amor

Olvídame tú, que yo no puedo

No voy a entender el amor sin ti,

Olvídame tú que yo no puedo dejar de quererte

Por mucho que lo intente, no puedo... olvídame tú

A la mañana siguiente, Maca se levantó pronto con un fuerte dolor de cabeza, no


soportaba estar en la sierra sin Esther, durante toda la noche se había arrepentido de su
idea de marcharse para descansar, le fue imposible, allí se habían amado tanto, y allí
Esther le había prometido amarla todos los días, se lo había dicho con la voz entrecortada
por el cansancio del placer, pero su voz estaba repleta de ternura, mientras la estrechaba
fuertemente sobre su cuerpo desnudo. Se sacudió aquella visión de su mente porque
notaba como se erizaba su piel, en la ducha le dio vueltas a la idea que Encarna le había
comentado, ¿y si todo fuera una artimaña de Luna?, pero... ¿para qué?, no tenía sentido,
Luna no era una mala persona, no sin duda no era así, ¿y qué interés podía tener?, era
absurdo. Lo único que le preocupaba era lo que habría pasado en aquella cena, a lo mejor
habrían confirmado su relación, si era así, estaba dispuesta a pedir traslado en el hospital,
vivir sin Esther ya era lo suficientemente duro como para además verla con otra. Solo paró

90 ”Adiós Esther” © by ldana


de pensar en ella, cuando llegó a su casa, sabía que Esther estaría trabajando porque lo
miró para ella cambiar su guardia y no coincidir. Cuando llamó a la puerta, abrió Encarna
con el monedero en la mano.

M_ Buenos días Encarna –le dio un beso.

En_ Buenos días hija, no sabes lo bien que me vienes, me he quedado sin azúcar y quería
bajar. En la habitación de Esther esta Daniel, no ha dado nada de faena, pasa, pasa ¡ah!, y
cuento contigo para el desayuno.

La mujer se marchó y una Maca sonriente cerró la puerta dejando el bolso sobre la
mesa, directa se marchó a la habitación y al llegar su rostro reflejo sorpresa, allí en la cama
estaba Esther durmiendo abrazada al pequeño. Los ojos de Maca recorrieron su cuerpo
que tan solo lo tapaba un camisón que dejaba al descubierto su espalda, sus piernas y sus
hombros, Maca notó como se le secaba la garganta, despacio se acercó hasta ella con una
suave sonrisa marcada en sus labios y mirándola con dulzura, sus ojos brillaban y sus
manos temblaban de deseo por tocar aquella piel que parecía llamarla a gritos. Tuvo que
resistirse mucho para no hacerlo, suspirando bordeó la cama hasta llegar a su hijo, apartó
de manera brusca su mano del cuerpo del pequeño esperando despertarla, la miraba con
una sonrisa maliciosa, pero ella ni se inmuto.

Estuvo un buen rato jugando con el pequeño pero no perdía detalle de la puerta de
la habitación, esperaba verla salir, la visión de Esther en camisón saliendo por la puerta,
encendía de manera brutal su deseo. Cuando el niño volvió a dormirse, Maca lo dejó
suavemente en el moisés. Sin pensarlo dos veces, volvió a asomarse a la habitación, en la
misma postura seguía Esther, su mente le empujaba a hacer cualquier travesura, y
decidida entró.

Las pesadillas se habían adueñado de las noches de Esther, siempre se repetía el


mismo sueño, estaba hablando con Maca y llegaba Luna, la besaba con pasión y Maca se
marchaba perdiéndola para siempre. En esa pesadilla estaba metida cuando Maca con
una sonrisa pícara se acercó disfrutando de verla así, como a ella tanto le gustaba
teniéndola solo para ella. Se sentó con cuidado a su lado, su respiración comenzó a
agitarse y no pudo reprimir las ganas intensas de acariciarla, pasó lentamente sus dedos
sobre la piel desnuda de Esther, recorrió su brazo sintiendo como los latidos de su corazón
se alteraban como siempre que la tocaba. Cerró los ojos tratando de resistirse al deseo
pero era imposible, se acercó con cuidado hasta su cuello dejándole un fino y tierno beso,
Esther suspiró inconscientemente y ella sonrió encendida por un deseo descontrolado,
volvió a besarle pero esta vez el beso lo acompañó con un mordisco que hizo reaccionar a
Esther.

E_ ¡Luna déjame! –murmuró aún medio dormida. Cuando abrió los ojos ante ella se
encontró con una Maca completamente desencajada mientras ella consciente de lo que
había dicho se sentó de un salto frotándose el cuello un tanto dolorido-. Maca cariño...

91 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Cariño? ¿cómo puedes ser tan cínica? –murmuró elevando una ceja ante el gesto
contrariado de Esther. La rabia le hizo reaccionar y con una sonrisa malévola le indicó
burlándose-. Me muero de ganas de saber como vas a justificar ese bocado.

E_ ¡Maca, Maca! –se levantó yendo tras ella que salía despavorida cogiendo el bolso y
encaminándose hacia la puerta-. Espera Maca, tenía una pesadilla yo...

M_ Esther –la miró frunciendo su frente mientras se mojaba los labios sutilmente con la
lengua-. Me hartan tus excusas, me cansan.

E_ ¡Mierda!, ¡mierda! –resopló un tanto histérica apoyándose en la puerta.

El día empezaba mal, justo ese día que se lo había propuesto iba a ser el de la
reconciliación entre ambas. Había cambiado su turno para poder coincidir con ella por la
tarde, estaba decidida a todo no iba a cejar en su empeño de recuperarla, no podía verla
sufrir ni tampoco soportaba que le hiciera sufrir a ella.

Llegó un poco antes de la hora al hospital, había quedado con su cómplice en la


cafetería.

E_ Hola Teresa, ¿lo has traído? –la miró expectante.

T_ Sí, me lo habían reservado en la bombonería. Venga cuenta... cuenta.

E_ Nada ya está, te he hecho caso y apagué el fuego.

T_ ¿Y qué dijo Luna?

E_ Nada, tonterías sin importancia –se giró para mirar la puerta por si llegaba Maca.

T_ Oye ¿qué llevas ahí? –la miraba sorprendida y Esther sonrió-, eso... eso es un bocado
en toda regla ¿eh?

E_ Sí, Maca –se apresuró a decir.

T_ ¡Maca! –exclamó boquiabierta-. ¡Ay hija no entiendo nada!, ¿puedes ser más explícita?

E_ No es lo que te imaginas desgraciadamente para mí –Teresa la miraba expectante-.


¡Deja, deja!. ¿Y las flores? –se mordía la uña nerviosamente.

T_ Esther estás poniéndome nerviosa a mí ¡tranquilízate por favor!. Ah una cosa -hizo un
inciso-, mejor dicho, dos. Primera, esta noche es la fiesta de Laura, bueno fiesta... ya
sabes...

E_ ¿Y la segunda? –se le notaba deseosa de que pasara el tiempo y llegara Maca, porque
solo le importaba Maca.

92 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Que si esto sale mal, y Maca se enfada ¡yo negaré cualquier colaboración contigo!, ¿lo
has entendido?

E_ Lo he entendido –y sonriendo añadió-, cobarde capitán de las gallinas.

Cada una se marchó a sus quehaceres, en el mostrador pendiente de la entrada se


encontraba Teresa, al verla llegar cogió un hermoso ramo de flores y Maca al verla con él
sonrió, y mientras firmaba le dijo:

M_ ¡Caray Teresa menudo ramo!, ¿tu marido? –le preguntó sonriente.

T_ Pues ya quisiera yo pero no –le miró expectante a su pregunta pero no la hizo-. Es para
ti.

M_ ¿Para mí? –Teresa asintió contenta-. A ver.

T_ Lleva tarjeta pero no la he leído ¿eh?

M_ No te habrá hecho falta –la leyó sin inmutarse-, sabes perfectamente de quien es –
dicho esto con paso apremio se marchó.

T_ No sé porque... me da a mí que la primera en la frente –dio un chasquido con su


lengua.

Cuando la puerta del cuarto de enfermeras se abrió de par en par, Esther presintió
quien era.

M_ ¿Tú de qué vas?

E_ Maca ya esta bien, ¡hasta cuándo, eh! –se puso en jarras mirándola con total
dependencia de ella-. No puedo más, no puedo estar lejos de ti, dame una oportunidad
Maca.

M_ Mira Esther, ya te lo dije, no pienso darte ninguna oportunidad ¿vale?, así que déjate
de tonterías.

E_ ¿Tonterías?, ¿crees que esto es una tontería?, ¿querer volver a estar juntas es una
tontería? –la miraba atónita.

M_ Cuéntale ese cuento a otra idiota, a mí, no por favor –contestó llena de resentimiento.

E_ ¿Entonces tu beso de esta mañana también era una tontería? –Maca elevó una ceja
tomando esa actitud casi chulesca en ella acercándose a Esther mirándole los labios-.
Maca...

93 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Yo lo voy a tirar a la basura –le dijo con indiferencia haciendo que Esther se detuviera
en seco cuando pensaba que Maca iba a besarla y en voz baja añadió haciendo el gesto
de besarla nuevamente-. Igual te aprovecha para otra, cariño.

E_ ¡Joder Maca! –murmuró con tristeza y excitación, no podía soportar su juego-. ¿Qué
voy a hacer?

Maca se había cambiado y cuando bajaba al box se cruzó con Luna que llevaba
muy mala cara, no quiso preguntarle, pero pensó que podía haberle pasado algo a su
hermano y finalmente lo hizo.

M_ ¿Qué te pasa Luna?

Lu_ Estarás contenta –sus ojos se llenaron de lagrimas y se fue.

M_ Vaya –murmuró extrañada.

B_ Hola Maca –apareció tras de sí Begoña.

M_ Hola –la saludó distraída sin prestarle atención.

B_ La verdad que yo no sé de que va Esther –aquel comentario le hizo mirarla y atender


sus palabras con gesto contrariado-. Si Maca, sí, ha jugado con Luna y contigo, cuando
consiguió su propósito de acostarse con Luna, se quedó tranquila por si tú no la aceptabas,
la tenía a su vuelta acaramelada para estar con ella. La hizo dejar a su novio, le prometió
que estarían juntas pero como tú la perdonaste, ahora que la ha utilizado le da la patada.

M_ Perdona Begoña pero no me creo lo que dices.

B_ Imagino, debes estar muy contenta ¿ya habéis vuelto?, te creía más integra.

Se marchó con gesto indignado, mientras Maca se quedaba allí pensativa.

En el muelle estaba Teresa hablando con un familiar.

T_ Usted tranquilo que los médicos le avisaran.

E_ Hola Teresa –apareció con cara de cansancio Esther.

T_ Hola cariño, la primera nos ha fallado.

E_ Pues sí, aunque sé que le ha gustado –sonrió débilmente.

T_ ¿Has puesto la segunda? –la miraba nerviosa.

E_ Sí, debe estar a punto de descubrirla, no sé... creo que lo tengo chungo.

T_ Súbete un poco la camisa que se te ve el bocado.

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E_ ¡Es verdad! –sonrió al recordar su beso de la mañana.

M_ Teresa –la voz firme de Maca hizo que las dos se pusieran tensas como si las hubiera
descubierto haciendo algo indebido-. ¿Puedes dejarme sola con ella?.

T_ Sí, sí, pero... estáis en el muelle ¿eh?, no vayáis a...

M_ Teresa –insistió mirando fijamente a Esther que se puso nerviosa.

T_ Ya vuelvo.

E_ Maca antes que me digas nada...

M_ No me agobies Esther, no me agobies ¿vale?, si has dejado a Luna porque ahora te


apetece volver conmigo –Esther fue hablar pero Maca elevó su voz-. ¡Cállate!, quítate esa
idea de la cabeza, esta mañana he hablado con mis abogados, así que si hay más
sorpresas desagradables, ¡mejor estate quietecita! –cuando pasó por delante de ella, se
giró y le dijo con tono tremendamente crispado-. Déjame en paz Esther, no quiero saber
más de ti. ¿Te ha quedado clarito?

Maca se marchó sintiendo que le fallaban las piernas, entró en el box donde tenía
un paciente y se encontró con Luna llorando, la miró apenada suspiró y se marchó sin
decirle palabra.

T_ ¿Qué? –Teresa la miraba con los ojos abiertos como platos-. ¡Esther!, estás blanca ¿te
encuentras bien?

E_ Ha hablado con sus abogados –murmuró atónita.

T_ Eso no puede ser...

E_ Si es verdad Teresa, prefiero morirme.

T_ No digas eso mujer. Esto es un bache –alzó sus manos nerviosa, ladeó la cabeza y
apuntó elevando las cejas-. Profundo, un bache muy profundo pero... ¡Esther!, ¡Esther!,
vaya tengo que hacer algo –murmuró decidida al verla marchar.

Dispuesta a ayudar a la pareja, Teresa fue a buscar a Maca a la sala de médicos, al


entrar la vio comiéndose un bombón de los que ella misma había comprado, cuando la vio
se dio cuenta que no estaba tan mal como pensaba y le habló con un tanto de resquemor.

T_ ¡Vaya pues para no gustarte la sorpresa bien que te la estás comiendo!

M_ ¡Vaya, supuse que tú eras el cómplice y no me equivoqué! –le respondió con su mismo
tono.

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T_ Mira, ya está bien Maca, tú eres una persona razonable ¡no puedo creer que le des de
esa manera tan cruel la espalda a Esther!

M_ ¿Cruel?, ¡esto es acojonante! –murmuró mirándola incrédula-. No se merece otra cosa,


después de lo que me hizo con nuestro hijo ¿eh?, después de estar todo un mes sin saber
de ella, muriéndome de ansias por verla ¡pero claro cómo iba a venir si estaba con otra! –
no pudo controlar los celos y la rabia que salieron de su corazón.

T_ Eres injusta Maca –le dijo con firmeza-. Pero mira a mí no me engañas, ¿a qué tienes
miedo?

M_ Teresa no me obligues a hablarte mal ¿vale? –se levantó un tanto nerviosa.

T_ Todos nos equivocamos Maca, incluida tú ahora.

M_ ¿Tú qué sabes? –la miró desafiante.

T_ Sé lo suficiente como para saber que estás sufriendo y mucho, igual que ella y es una
pena, porque el tiempo que estáis perdiendo no lo vais a recuperar, y a lo mejor Maca, un
día te arrepientes de tu actitud.

M_ Yo no me he acostado con otra, ni me he ido besando, ni acariciando por ahí, ni... –se
detuvo con un nudo en la garganta y gesto desesperado.

T_ Esther se ha equivocado al pensar que si hacia todo eso que dices tú, Luna le
confesaría la verdad, y podría ir a ti para poder tener algo en lo que basarse –ante el gesto
de contradicción de Maca, Teresa insistió-. Sólo te digo esto Maca, ¿tú alguna vez has
dejado tus bragas en casa de otra y te has ido a trabajar cómo tu madre te trajo al mundo?
–Maca frunció el ceño-. Pues si tu base es esa, piénsalo bien.

M_ ¿Estas de su parte por lo que veo?, ¡muy bien Teresa! –hizo amago de irse.

T_ Maca estás ofuscada y la ofuscación no te deja ver la realidad.

M_ ¡Dímela tú entonces! –se giró repleta de rabia-, dímela tú que parece lo sabes todo.

T_ Lo único que sé es que estás sufriendo porque amas a Esther y algo que no sé si
llamarlo miedo, no te deja perdonarla.

Teresa se marchó con paso firme, mientras Maca se quedaba allí cerrando los ojos
y apoyando la cabeza en actitud pesarosa contra la pared. Se abrió la puerta y apareció
Laura sonriente.

L_ Oye Maca que os he invitado a tomar algo para celebrar mi trabajo.

M_ Gracias Laura pero no me apetece.

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L_ Como tú quieras, pero me gustaría que estuvieras –le sonrió.

M_ Está bien –se esforzó para entregarle una sonrisa.

Mientras en Urgencias Esther trabajaba con gesto serio, Laura le había dicho que
fuera a tomar algo cuando terminara con su trabajo y aunque le había dicho que sí, no
pensaba ir.

La tercera sorpresa la tenía en sus manos Esther que ya se había cambiado para
marcharse, era un anillo que el día anterior a que Maca la echara de casa, habían visto y le
había encantado, no le importó el precio pues nada era suficiente para el amor de su vida.
Pensaba dárselo antes de irse, pero las cosas no habían ido como ella pensaba, triste
cerró la caja con lentitud, se puso la mochila en la espalda y se dispuso a marcharse. Pero
apareció una nerviosísima Teresa.

T_ ¡Esther!, ¡Esther! –la llamó cuando iba por el pasillo.

E_ No voy a ir Teresa, me duele la cabeza.

T_ Pues más te va a doler cuando te cuente.

E_ Teresa si es de Maca, déjalo.

T_ No puedo dejarlo, se ha pillado una cogorza impresionante.

E_ ¿Qué? –murmuró completamente fuera de sí.

T_ Pues mira, yo la vi beber me acerqué a decirle pero me mandó allí mismamente, ya


sabes.

E_ ¿A la mierda? –le preguntó abriendo los ojos atónita porque no podía creerla.

T_ Sí, luego la perdí de vista, menos mal que se cruzó con una auxiliar que enseguida me
avisó, ahora la tengo en el cuarto de enfermeras de detrás, pero vamos... está perdidita
¿eh?.

E_ ¿Y qué quieres que haga yo?.

T_ Mujer, pues no sé pero es tu esposa, algo tendrás que hacer.

E_ Venga vamos, pero seguro me voy arrepentir después.

Al entrar, Maca estaba sentada con las piernas abiertas, recostada en el respaldo
jugando con el vaso lleno de bebida. Cuando la vio Esther, sintió pena porque se sentía
culpable. A su lado iba Teresa con cara de preocupación.

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M_ Mira quien está aquí, si son las dos amiguitas –dio un sorbo y una fuerte carcajada que
hizo a las dos mujeres mirarse con preocupación-. A ver ahora con que me vais a
sorprender, porque... imagino que no se han acabado ya ¿no?, ¿un strip-tease? ¿un
baile?, ¿qué toca ahora?.

E_ Vamos Maca levántate que te lleve a casa.

Sin rechistar Maca se levantó, ante la sorpresa de las dos mujeres que vieron que le
hizo caso, dejó el vaso sobre la mesa y miró a Esther sonriente, se acercó y cuando la
tenía delante le dio una sonora bofetada que hizo tambalearse a Esther ante el grito de
Teresa.

M_ ¡Que ganas tenía de meterte una buena hostia! –la miraba con odio y una sonrisa
repleta de dolor.

T_ ¿Esther estás bien? –la cogió preocupada.

E_ Sí Teresa –le contestó pasando su mano por la mejilla.

T_ No se lo tomes en cuenta –le susurró en voz baja.

M_ “Eres la persona más maravillosa de mi vida”, decía la primera tarjeta, la segunda “Su
dulzura no tiene nada que ver con la tuya, te amo”, ¡Bravo Esther!, ¡bravo! –casi no se
mantenía en pie y sus ojos siempre la miraban con un profundo dolor-. No tenía ni idea de
que mintieras tan bien.

T_ Maca creo que mejor deberíamos sacarte del Hospital.

M_ Tú calla alcahueta –Teresa se quedó boquiabierta mirándola sin poder reaccionar.

T_ ¡Maca ya está bien, vamos!

M_ Suéltame y dime en que más me has mentido –la tomó con fuerza de los brazos
mirándola con gesto enloquecido.

T_ ¡Maca por Dios! –se puso las manos en la cara Teresa asustada.

E_ Llama a un taxi Teresa, voy a llevarla por la puerta de detrás.

M_ ¿Tú? –sonrió desafiante-, yo no quiero nada de ti.

E_ Teresa –le insistió mientras no apartaba los ojos enfurecidos de los de Maca.

T_ Voy, voy –salió corriendo apurada.

E_ Maca suéltame me estás haciendo daño.

M_ ¿Y el qué tú me has hecho a mí?

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E_ Lo sé –su tono fue de arrepentimiento.

M_ ¡Ah, lo sabes!, ¡pero qué lista es mi niña! –dijo apretándole las mejillas mientras miraba
sus labios con adoración.

T_ El taxi ya está aquí, ya.

E_ Vamos –la puso delante suya empujándola suavemente pero Maca se resistió-. Maca
por favor si alguien te ve así, vas a tener problemas.

M_ ¿Y a ti te importa, verdad?, permíteme que me monde de risa –dio una carcajada


trastabillándose.

E_ No te pongas borde y anda –le dijo con seriedad en su rostro rozando el enfado.

T_ Mira Maca hija, Esther tiene razón y... ¡ay! –dio un salto pues Maca le había dado un
pellizco en el culo mientras se mordía el labio mirándola divertida.

M_ Que pena que estés casada Teresa... aunque... pensándolo bien eso importa poco,
¿verdad Esther?.

E_ Mira me tienes harta con tus indirectas ¡o caminas, o te quedas aquí!

M_ ¡Humm!, que miedo me das –se acercó a ella pero sus piernas le fallaron-. ¡Mierda!.

Entre las dos la sacaron a duras penas del hospital porque trataba de soltarse de
sus manos que la empujaban para llevársela, como era tarde poca gente transitaba por los
pasillos. Una vez fuera en la calle, la montó en el taxi.

T_ ¿Quieres que te acompañe?

E_ No gracias, ya me las arreglaré yo. Nunca la había visto así, no sé que hacer... bueno
ya veré. ¡Ah Teresa! –la llamó cuando iba a sentarse en el coche-. Lo que si puedes hacer
es llamar a mi madre que se quede con el niño, no quiero dejarla sola en casa.

T_ Suerte que la vas a necesitar hija.

E_ Gracias –sonrió con tristeza y se metió en el coche diciéndole la dirección al taxista.

M_ Tú no vienes a mi casa, así que pare y que se baje –le dijo balbuceando como podía al
taxista.

E_ No le haga caso.

M_ ¿Crees que vas a acostarte conmigo también ahora cuando lleguemos? –el taxista las
miró por el espejo sorprendido.

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E_ ¡Cállate Maca que menuda mierda has pillado! –exclamó enfadada mirando hacia otro
lado para no verla así.

M_ Es verdad –sonrió mirando por la ventana, tras unos segundos callada se giró
mirándola de manera acusadora-. La cogí cuando te conocí.

E_ Vale ya Maca, ¿vale, eh? –le dijo con tono cansado.

M_ Fui tan imbécil. Oiga señor taxista ¿sabe una cosa?...

E_ Maca por favor –le rogó agarrándola del brazo y mirándola fijamente, pero Maca se
soltó.

M_ Ésta que ve aquí y es un plomazo de tía, es mi mujer.

Ta_ Vaya –murmuró haciendo equilibrios con su palillo entre los labios-. Así que son
bolleras.

E_ Maca...

Ta_ Cuando se lo cuente a mi mujer... ella no sabe como se lo hacen dos mujeres... –dio
una estúpida carcajada.

E_ Oiga quiere conducir y pasar de nosotras, maleducado.

Ta_ Eso dígaselo a su mujer –sonrió.

M_ Pues cuéntele a su mujer que aquí la mía se ha liado con otra.

E_ ¡Bueno Maca ya está bien! –vio los ojos del hombre mirarlas con cierto deleite y con
voz baja le dijo repleta de enfado-.Te estás pasando guapa.

M_ Pues si te molesta que sepa la verdad, te bajas.

E_ Solo quiero que te calles Maca, sólo eso –le decía cansada cerrando los ojos.

M_ No pienso callarme te lo reprocharé todos los días de mi vida.

E_ Maca, no sé como decírtelo ya, es inútil y empiezo a cansarme de verdad, ¿quieres


creer que me he acostado con Luna?, ¡muy bien!, pero no me lo digas más por favor –le
alzó la voz fuera de sí.

M_ Claro que lo creo porque es verdad.

E_ No, Maca no, esa no es la verdad.

M_ ¿Ah no?, ¡mentirosa! –le dijo trabándosele la lengua.

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E_ Pare aquí.

M_ No pienso bajar, no pienso ir contigo a ningún sitio –cruzó sus brazos sobre el pecho.

Ta_ Yo no tengo inconveniente en que se quede –sonrió manteniendo el palillo en la boca-.


A lo mejor necesita probar nuevas sensaciones ¿eh?

M_ Capullo.

E_ Venga vamos, y haz el favor de callarte o vas a despertar a los vecinos Maca –le dijo
mientras la ayudaba a salir con dificultad del taxi.

M_ Oye –le sujetó del brazo cuando iba a empezar a andar-, me gustas cuando te pones
seria, ¡me excitas mogollón! –le dijo poniéndole morritos.

E_ De verdad ¿eh?... –protestó nerviosa ante los comentarios de Maca. Cuando metió la
llave en la cerradura notó como Maca le tocaba el culo y reposaba su cuerpo sobre ella-.
Maca.

M_ Estás tan buena cariño... –le pasó las manos por el vientre-. Dime, ¿ella es mejor que
yo, eh?, ¿te pone más que yo?

E_ ¡Uf que pesadita estás!, anda pasa.

M_ Te vuelve loca como yo, ¿eh? –la cogió atrayéndola suavemente contra su cuerpo
mientras sus ojos se posaban en los labios de Esther reflejando el deseo que sentía.

E_ Suéltame –le dijo lentamente mirándola con tristeza.

M_ ¿Te hace todo lo que te hago yo? –la acercó más a ella.

E_ Maca, por favor cállate –trató de separarse pero Maca la agarró con más fuerza.

M_ Vamos dímelo, tiemblas de igual modo que cuando te hago yo el amor.

E_ ¡Ya está bien esto ya me parece demasiado!.

Hubo un momento de silencio donde las dos trataban de sujetar la mirada de la otra
con firmeza, entonces Maca apartó bruscamente a Esther y le dijo mirándola con dureza.

M_ Vete, no quiero que estés en mi casa.

E_ Nuestra casa, no lo olvides.

M_ Espero que por poco tiempo –decía con dificultad-, mi abogado ya tiene los papeles
para separarme de ti.

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E_ Sube –la cogió del brazo y la obligó a subir las escaleras a trastabillones hasta llegar a
la habitación, al entrar vio la cama sin hacer y todo revuelto, se impresionó pues si algo
tenía Maca era su impecable orden-. ¿Y las sábanas?

M_ En la basura, me dan asco, no sé en cual te revolcaste con ella –quiso apoyarse en la


puerta, pero no le digo tiempo y cayó lentamente-. ¡Ay!

E_ ¡Maca, Maca cariño!, ¿estás bien?

M_ No me digas cariño, me dan ganas de vomitar.

E_ Lo que te dan ganas de vomitar es el tremendo pedo que llevas tía –suspiró cansada
mientras Maca le sonreía pícaramente-. Voy a hacerte la cama, de ahí no pasas ya.

M_ No pienso acostarme ahí –trató de levantarse pero no puedo, fijó sus ojos en la figura
de Esther y la calma cubrió su interior, habló como pudo como la tremenda borrachera le
dejaba pronunciar con frases cortas pero no por ello menos intensas-. Cuando te conocí,
pensé que había tenido suerte, me enamoré perdidamente de ti, fuiste la primera persona
a quien le abrí de par en par mi corazón, creí que merecías la pena, que nunca me fallarías
–Esther la miró con una sombra de lastima en sus ojos-. Ahora, sin ti, me siento perdida,
me siento vacía, me siento sola porque no sé vivir sin ti.

E_ Levanta Maca –le habló con ternura ayudándola a incorporarse, estaba afectada por
sus palabras, la ayudó a sentarse en la cama mientras se arrodillaba ante ella tomándola
de las manos, el tacto de sus pieles a las dos les hizo suspirar al mismo tiempo-. No quiero
que te sientas así, yo te adoro Maca, te amo con locura no he querido así a nadie, lo que te
decía la tarjeta es verdad, es lo que siento mi amor.

M_ Quiero olvidar todo y no puedo –decía con gesto turbado.

E_ Te quiero es lo único que tienes que recordar cada minuto de nuestra vida, mi amor por
ti –trató de mirarla a los ojos como siempre hacía, pero ella los cerró como si aquellas dos
palabras se clavaran en su corazón como un puñal-. Venga acuéstate Maca.

M_ ¿La quieres?

E_ ¿A quién?

M_ A Luna.

E_ Pues claro que no –le dijo con tono seguro y firme.

M_ ¿Y a mí? –sus ojos se llenaron de lagrimas.

E_ A ti, te quiero con locura –sonrió por el interrogatorio veloz que le hizo y luego bajando
la voz con un susurro repleto de ternura añadió-. Mas que a nadie en el mundo.

102 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Cómo sé que me estás diciendo la verdad? –le acarició la cara y Esther al sentir su
contacto, apoyó su mejilla en su mano fría cerrando los ojos sintiendo alivio ante la caricia.

E_ Cariño porque nunca te he engañado, jamás en mi vida –se apoyó sobre las puntas de
los pies para tomar fuerza y alzarse un poco y así poder acariciar con sus labios la boca
que estaba seca de Maca, ella dejó que la besara y del fino roce pasó a un poco más de
pasión, Maca se dejó hacer-. Mi amor cuanto te echo de menos.

M_ ¿Por qué has dejado a Luna? –puso su mano sobre la boca sedienta de Esther cuando
iba a besarla nuevamente.

E_ Nunca he estado con ella, estoy segura que todo es mentira –trató de no desesperarse
demasiado con la actitud de Maca, trató de tener paciencia, volvió a besarla porque ardía
en deseo.

M_ Vete Esther –le dijo confusa separándose de ella moviendo en el brusco movimiento su
pelo que cayó sobre su rostro tapándolo-. Quieres aprovechar que estoy borrachísima.

E_ Maca no me hagas esto por favor –le dijo en voz baja repleta de deseo mientras le
apartaba el cabello-. Maca...

M_ Vete –insistió.

E_ Vale –se levantó y le dijo sin volverse-. Estaré bajo por si necesitas algo.

Esther se dirigió con gesto abatido hacia la puerta, la abrió pero la mano de Maca
que había llegado por detrás le obligó a cerrarla. Entonces se giró y Maca dejó salir todo lo
que realmente sentía, se abrazó a ella, la abrazaba con fuerza, con dependencia, mientras
le murmuraba repleta de congoja.

M_ No me dejes, no me dejes, no soporto estar sola, no puedo resistirme más, no puedo ni


quiero Esther, no sé vivir sin ti.

E_ Maca –murmuró emocionada aferrándose con fuerza a su cuerpo que tiritaba.

M_ No me importa lo que haya pasado, pero no te vayas.

E_ Maca... ¿estás segura qué quieres que me quede? –la apartó mirándola fijamente .

M_ No te vayas por favor –le rogó con total dependencia y mientras se apartaba con la
mano las lagrimas le dijo-. Esther, te quiero.

Se mordió el labio y aunque sentía que todo le daba vueltas, la figura de Esther
estaba allí aferrada a ella, la besó y del primer beso suave se desató la pasión como un
gran fuego de artificios, comenzó de manera lenta pero era tanto el deseo que habían
estado guardando durante ese tiempo que rápidamente se quitaron la ropa entre suspiros,
gemidos y caricias. Quedaron desnudas sobre las frías sábanas, devoraban sus labios, se

103 ”Adiós Esther” © by ldana


acariciaban como si aquel momento no fuera real, y perteneciera a alguno de sus sueños,
temían despertar y encontrarse con las manos huérfanas de caricias. Esther se colocó
sobre una entregada Maca mientras bebía de sus pechos y le pedía que no parara, se
fundieron en el placer más salvaje y tierno, en el amor más absoluto y total, fue como si
libraran una batalla, una batalla que vencieron las dos, derribando en aquel momento las
barreras que las distanciaban.

Cuando terminaron rendidas de tan maravilloso placer, Maca aún quiso más, subió
sobre una extasiada Esther que le sonrió, le costó colocar su cuerpo porque estaba tan
mareada que no podía controlar bien sus movimientos.

M_ ¿Te gusta? –le preguntó mientras besaba su oreja y metía su lengua suavemente
lamiéndola produciendo en Esther un gemido enloquecido que acabo con una sonora
carcajada.

E_ Sabes que sí, me encanta –sonrió-. Me vuelves loca –le dijo acariciando su pelo.

M_ Es lo que quisiera mi amor, volverte loca y encerrarte aquí para mí, solo para mí sin
dejarte salir –volvió a beber sus labios con pasión murmurando mientras deslizaba su
mano entre las piernas de Esther-. Sólo para mí.

El cansancio les hizo quedarse dormidas abrazadas, pero Esther no quería dejarse
vencer por el sueño, se pasó gran parte del tiempo mirándola, acariciándola con suavidad
mientras sonreía, y otra parte de la noche preocupada por ella, su reacción y sus palabras
le había dolido profundamente, ella era sin duda la culpable de ese dolor, indirectamente
pero lo era. Y antes de que el sueño le venciera le dijo.

E_ Espero Maca, que cuando despiertes sigas pensando igual –la besó suavemente en la
punta de la nariz.

Unos tímidos rayos de sol comenzaron a colarse por la venta del cuarto, la luz se
había posado sobre el rostro de Maca que aunque dormía placidamente sentía en sus
sienes el duro golpeteo de martillazos, con dificultad abrió sus ojos y el fogonazo de la luz
le hizo quejarse porque el dolor era penetrante y persistente, trató de ponerse de lado para
minimizar en lo posible el daño y entonces la vio, allí a su lado donde siempre había estado
estaba Esther desnuda, la miró sorprendida sin entender que hacía allí, se percató que ella
también estaba desnuda y por las agujetas que su cansado cuerpo le hizo notar pensó que
habían vivido una noche de lujuria. Se apoyó sobre el codo para incorporarse, pero el dolor
la hizo detenerse, se sentía aturdida y con unas terribles ganas de vomitar, fue entonces
cuando recordó la borrachera, puso su mano en la frente retirándose el pelo. Miró a Esther
sintiendo calma por encontrarla allí pero al mismo tiempo sintió rabia una rabia
incontrolada. No pudo seguir llenándose del rostro feliz y tranquilo de su mujer porque tuvo
que salir a toda prisa al lavabo a vomitar.

104 ”Adiós Esther” © by ldana


Los esfuerzos de Maca al vomitar, despertaron a una alterada Esther, quiso entrar
pero se había cerrado la puerta, se puso un camisón de Maca pues no encontró nada de la
ropa que había dejado al marcharse, una vez vestida se acercó a la puerta pues ya no la
oía.

E_ ¡Maca!, ¿Maca estás bien? –le preguntó alertada por el silencio-. Déjame entrar, Maca
déjame entrar –golpeaba la puerta y ésta se abrió, con los ojos vidriosos por el esfuerzo y
un gesto de malestar salió Maca con el albornoz puesto. Esther la ayudó hasta llegar a la
cama y allí se sentó a su lado-. Menuda la cogiste mi amor, no sabes lo que me costó
traerte –Esther le acarició el pelo con una sonrisa en sus labios.

M_ Ya, ¿y acostarte conmigo, te costó o te fue muy fácil aprovechando que estaba
borracha? –su voz sonó con aspereza.

E_ Maca –murmuró aturdida.

M_ Es lo último que esperaba de ti.

E_ Pero si fuiste tú quien...

M_ Mira Esther –la interrumpió elevando su voz que se tornó nuevamente gélida, quiso
continuar pero las ganas de vomitar le hicieron salir corriendo.

E_ No me lo puedo creer –murmuró nerviosa mientras con disgusto se vestía.

M_ No quiero verte Esther, márchate –le dijo irritada.

Cuando salió, Esther ya no estaba. Se sintió estúpida, terriblemente estúpida y lo


único que supo hacer fue abrazarse a la almohada y aspirar el olor, su olor, reprochándose
nuevamente su actitud y esa parte de ella que no la dejaba de una vez por todas decirle a
Esther la verdad de sus sentimientos.

En el hospital, esperaba una impaciente Teresa, aún sobrecogida por todo lo


ocurrido, los acontecimientos con la pareja la superaban. Así cuando vio a Esther entrar
respiró aliviada aunque no tardó en darse cuenta que por la expresión triste que llevaba
marcada en su rostro, nuevos problemas asomaban en él.

E_ Hola Teresa.

T_ Menuda cara me traes hija –ella no contestó y firmó-. ¿Maca está bien?

E_ Sí, estupendamente, tan borde como siempre –le devolvió el bolígrafo.

T_ ¿Qué ha pasado ahora?, no me digas más, anoche tuvisteis bronca –la miró adivinando
el motivo de sus ojos tristes.

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E_ Luego te cuento ¿vale?

T_ No sé yo... no sé yo –movía la cabeza con preocupación.

B_ Hola Teresa, ¿oye has visto a Luna?.

T_ No –le contestó escuetamente poniéndose las gafas.

B_ Me tiene preocupada, con todo esto de Esther.

T_ Mira guapa te voy a decir algo, que no se hubiera metido donde nadie le llamó.

B_ Tú que vas a decir, si todo lo que hace la parejita te parece perfecto.

T_ Pero bueno... está niña es tonta –musitó con cara de sorpresa.

La mañana estaba llegando a su fin, Maca se estaba recuperando poco a poco de


su patético estado, había dejado de vomitar y se había duchado para despejar el dolor
intenso de su cabeza. En la ducha el agua que corría por su rostro, se confundía con las
lagrimas que derramaban sus ojos. No quería pensar, no quería darse por vencida pero al
mismo tiempo, necesitaba terminar con aquella difícil situación. Se pasó gran parte del
tiempo sentada en la cocina ante una gran taza de café, miraba pensativa el vacío, estaba
cansada terriblemente cansada, y aunque a esas alturas el dolor de cabeza iba remitiendo,
no así el de su corazón. Estaba dispuesta a pedir ayuda, los consejos de Encarna eran los
que debía seguir, pero necesitaba hablar con alguien más cercano a ella y a Esther, o de lo
contrario se volvería loca. Estaba pensando en Teresa, cuando sonó el timbre de la puerta,
levantó su cabeza y dirigió su mirada triste y cansada a la puerta. Por un momento sonrió
pensando en la posibilidad de que fuera Esther, pero al abrir su gesto de sorpresa fue
mayúsculo.

Lu_ Hola Maca, ¿puedo pasar?

M_ ¿Vienes buscando a Esther? –la miró sin salir de su asombro ni dejarla pasar.

Lu_ No, a ti –le habló con temor.

M_ ¿Y qué quieres?

Lu_ Hablar contigo, necesito hablar contigo –su expresión rozaba la máxima tristeza que
un rostro puede mostrar-. Por favor no será mucho rato.

M_ Pasa –se apartó dejándola entrar no muy convencida.

Lu_ Gracias –se esforzó por mostrar una sonrisa desangelada.

M_ Pues... tú dirás –le dijo serena y aparentemente fuerte.

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Lu_ Maca necesito que me ayudes, estoy hecha un lío y no sé que hacer –Maca guardó
silencio, pero le indicó que se sentara una vez entraron en la cocina-. Estoy hecha una
mierda, me siento mal contigo y me da mucha vergüenza estar aquí.

M_ Mira Luna, te agradecería que fueras al grano y te dejes de chorradas.

Lu_ Es por Esther, quería preguntarte –se detuvo el tiempo suficiente como para alertar a
Maca. La miró con dolor y le preguntó-. ¿Ha vuelto contigo?

M_ No –no apartaba sus ojos de los de ella, quería ver más allá de esa expresión triste,
quería saber si escondía algo de verdad tal y como le dijo Esther.

Lu_ Yo Maca... verás... –hablaba dubitativa mostrándose nerviosa-. Yo hubiera sido


incapaz de liarme con Esther, si ella no me hubiera asegurado que lo vuestro ya había
terminado, mira sé que desconfías de mí y con razón, pero por favor déjame ser sincera
contigo. Al principio cuando empecé a trabajar a tu lado, me sentí atraída por ti, me
gustaba como me mirabas –Maca puso gesto de sorpresa-, siento si te molesta escuchar
esto pero necesito ser sincera. Yo no sabía muy bien que me pasaba hasta que os conocí
a vosotras, siempre tuve dudas y... –suspiró como si le faltara el aire-, cuando tú te fuiste,
Esther estaba muy mal, yo sólo quería apoyarla en esos momentos, apoyarla aunque en el
fondo la envidiaba porque te tenía –Maca la miraba con reserva-, al principio comíamos o
cenábamos juntas. Hasta que un día Esther empezó a tontear conmigo.

M_ ¿Cuándo la fiesta? –era una pregunta, pero más bien sonó con una imperiosa
necesidad de que la respuesta fuera la que ella buscaba.

Lu_ No que va, lo de la fiesta fue después de haber estado ya juntas, pero... prefiero no
hablar de esto, entiéndeme.

M_ ¿Entonces hubieron más veces? –Luna la miró extrañada por su pregunta-. No es que
me importe, pero ella me aseguró que sólo había sido una vez y que estaba
completamente borracha.

Lu_ Que mentirosa –murmuró cerrando los ojos poniendo cara de buena chica.

M_ Déjalo, eso no me importa –suspiró tratando de tragar el nudo que se le había formado
en la garganta-. En resumen, ¿qué es lo que quieres?

Lu_ Que me ayudes Maca.

M_ Perdona ¿eh? –sonrió un poco escéptica-. ¿A que pretendes que te ayude?

Lu_ Pues... ¿a que va ser?... tú has pasado por lo mismo, ha jugado con las dos debes de
sentir lo mismo que siento yo, ¿cómo hago para superar esto?

M_ Pues... francamente... no tengo ni idea.

107 ”Adiós Esther” © by ldana


Lu_ ¿Te estás burlando de mí? –la miró fija y profundamente.

M_ Sí, ¿qué esperas que haga?

Lu_ Vale, lo entiendo pensé que podría recuperar tu amistad, pero ya veo que no.

M_ Ya ves, lo siento chica así están las cosas yo no soy Esther.

En una esquina de la cafetería se encontraba sentada Teresa acompañada por una


cariacontecida Esther.

T_ ¿Así qué piensa que te aprovechaste de su pésimo estado para estar con ella?.

E_ Te juro Teresa que fue ella, primero me echó, luego no dejó que me fuera y después se
puso pesadita y...

T_ Vale, vale, me hago cargo –la detuvo poniendo cara de circunstancias.

E_ Pues eso, y luego esta mañana me echa de casa. Está loca.

T_ No Esther, lo que está es hecha un lío y todo esto es la mejor muestra de ello. Aunque
déjame decirte algo, exceptuando la bofetada, en lo demás estuvo graciosilla ¿eh? –dio
una carcajada.

E_ La bofetada no sé si me la dio ella o toda la rabia de sentirse engañada que lleva


dentro. Pero sí, tuvo gracia cuando te tocó el culo.

T_ Deja, deja a ver si se entera alguien y van por ahí metiéndome en un lío.

E_ Teresa, ¿sabes una cosa?, estoy fatal creo que esto está en un callejón sin salida,
hagamos lo que hagamos siempre acabamos con reproches –ella le tomó con fuerza la
mano tratando de transmitirle animo-. Además en el trabajo parece que todos se hayan
puesto de su parte, sólo tú me apoyas... bueno y Vilches y además, parece que Maca le ha
pillado el gustito a hacerme daño una y otra vez.

T_ La venganza es un plato que se sirve frío.

E_ No sé que hacer, tengo que tomar una decisión y pronto.

T_ No me asustes, ¿qué piensas hacer?

B_ Esther, Vilches te reclama en quirófano, hace rato que te busca y no te encontrábamos.

E_ Voy. Luego te veo Teresa.

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Al finalizar la operación, Vilches le dijo que no se marchara, quería hablar con ella.
Esther se esperó, y sus recuerdos volaron hacia la vez que en aquel mismo lugar, Maca la
besó con pasión, fue uno de los primeros besos y recordó con toda nitidez como hacía que
su sangre se alterara, como conseguía con un solo beso, erizar toda su piel.

V_ Esther –ella no lo oyó, Vilches la miró fijamente e insistió-. Esther.

E_ ¡Ah perdona Vilches no estaba yo ahora... ¡, bueno ¿qué querías?

V_ Pues quería saber de lo vuestro, te veo mal y no me gusta.

E_ Lo nuestro va mal, ¿y lo vuestro? –le preguntó mirándolo fijamente con preocupación.

V_ Peor.

E_ Que difícil es vivir en pareja, ¿verdad?

V_ Es muy complicado entender a las mujeres. Francamente hasta ahora os admiraba, de


verdad te lo digo ¿eh?. ¡Qué valor!

E_ Hombre tampoco es para tanto, vivir con Maca es maravilloso, lo complicado es vivir sin
ella.

T_ Esther perdona, ha llegado un niño y tienes que ayudar a Maca.

E_ ¿Está aquí Maca?

T_ Sí.

E_ Voy, luego hablamos Vilches.

V_ Veamos Teresita, tú que eres la única persona en este hospital centrada e inteligente.
¿Crees que volverán?

T_ Pues mira, no lo sé, lo único que sé es que no tenía yo ni idea que ser lesbiana fuera
tan complicado.

V_ Tienes razón –hizo un gesto afirmativo con la cabeza.

Por el camino Esther rezaba para que Maca no estuviera de mal humor después de
lo ocurrido, sabía que iba a ser un momento complicado verse cara a cara después de
todo. Cuando estaba por llegar, recordó las veces que al principio la llamaba y como su
corazón se disparaba en felicidad sin poder ocultar su sonrisa nerviosa, siempre entraba al
box esperando llenarse de ella, sin embargo en ese momento su corazón latía repleto de
miedo y lo que su rostro no podía ocultar era la sombra del temor. Al entrar se cruzó con
Begoña que salía.

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E_ ¿Me has llamado?

M_ Pues sí, hace más de diez minutos –no la miró, estaba rellenando la ficha pero su tono
fue duro e incompasible-. Últimamente estás siempre donde no debes y no donde
deberías. Begoña lo ha solucionado.

E_ ¿Cómo estás? –le tomó del brazo cuando Maca iba a salir omitiendo su reproche.

M_ Muy bien.

E_ Mi madre me ha preguntado si vas a recoger a Daniel hoy.

M_ Claro –la miro.

E_ Vale –no retiró sus ojos de los de Maca.

Hubo un silencio entre las dos incómodo y Esther decidió marcharse ante el suspiro
de Maca. Cuando terminó con su paciente se fue a la cafetería, se sentó sola necesitaba
pensar se preparó un café y se fue a una esquina, en ese momento entró Esther, sus
miradas se cruzaron, fue a la nevera sacó un zumo y directamente se marchó a la otra
parte bien lejos de ella. Ambas cruzaron miradas furtivas, y aunque ninguna quería ambas
acababan mirándose era inevitable sus ojos hablaban lo que sus corazones sentían, los de
Maca se mostraban tranquilos cuando la miraba, los de Esther deseosos de estar junto a
ella. Pero el hechizo lo rompió Cruz, entró y se dirigió directamente a la mesa donde
estaba Esther.

C_ ¡Esther!

E_ ¿Si?

C_ ¿Puedes decirme por qué coño no estás en cortinas con Héctor?

E_ Pues... porque a mí nadie me ha avisado –le contestó seria no le gustó el tono en que
le habló.

C_ Mira guapa, hace rato te mandó llamar.

E_ Ya, ¿y qué quieres que haga si nadie me avisa?, pero vamos... voy ya.

C_ Ahora ya no hace falta, tuvo que ir Begoña y no se puede multiplicar por ti, esta
mañana sucedió lo mismo con Maca y encima llegas tarde al quirófano –Esther la miró con
malestar-. Mira Esther o te centras o tendré que hablar con Dávila.

Cruz se marchó y Esther se quedó pensativa, sentía sobre ella la mirada de Maca, y
aquellos ojos la ponían más nerviosa decidida se fue, no soportaba aquella situación
porque además a su alrededor todos empezaron a murmurar. Cuando salía se cruzó con

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Teresa que al ver su cara y encontrarse con Maca supuso que otra nueva bronca habían
tenido. Y esta vez, la que se sentó lejos de Maca fue Teresa.

M_ ¿Puedo sentarme Teresa? –le preguntó con la taza en la mano acudiendo a su mesa.

T_ Si no me vas a morder –le dijo con tono disgustado.

M_ Teresa, por favor perdóname, sé que me pase bastante, lo siento –puso gesto de
compasión pero la mujer no le dijo nada y ella quiso justificarse-. Mira Teresa estoy
bastante mal y... bueno, no voy a ser más imbécil cuando tienes razón la tienes. Sí, tengo
miedo.

T_ ¡Toma eso ya lo sé! –le dijo seria mirándola con firmeza.

M_ Ya –dijo un tanto nerviosa por su actitud fría y distante con ella, carraspeó-. ¿Puedo
cenar contigo?, yo invito y luego prometo que te dejo en casita.

T_ Bien, pero quiero que me prometas otra cosa.

M_ Tú dirás.

T_ No vas a tocarme el trasero otra vez –le dijo acercándose mientras le hablaba en voz
baja mirándola intensamente.

M_ ¿Pero Teresa... qué dices? –sonrió incrédula.

T_ Anoche me tocaste el pompis –Maca sonrió atónita-. Sí querida, me dijiste que estaba
muy buena.

M_ ¿Yo te dije eso? –se tapó con la mano izquierda los ojos en señal de vergüenza luego
se disculpó-. Lo siento, siento si te ofendí.

T_ ¡No tranquila tienes un pase porque estabas perdidita!. Ahora la peor parte se la llevó
Esther, pobre.

M_ La verdad que no me acuerdo de casi nada.

T_ Le pegaste una bofetada –dijo con expresión pesarosa.

M_ ¿Qué yo le pegué? –un gesto de dolor marcó su rostro.

T_ Sí, para ser más exacta le dijiste –carraspeó-. “Que ganas tenía de pegarte una buena
hostia!”.

M_ Que fuerte –murmuró abrumada mientras se incorporaba en la mesa apoyando sus


codos. Con tono preocupado le preguntó-. ¿Le hice daño?

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T_ Mujer... pues sí, ella no se lo esperaba y casi se cayó. Aunque supongo que le dolió
más en su corazón que en la cara, lo pasó fatal.

M_ Oye Teresa ¿me esperarás verdad?

T_ Claro.

Maca se levantó con prisa, se cruzó con Javier y le preguntó si sabía donde estaba
Esther, la mandó al box pero allí no estaba. La buscó por el cuarto de enfermeras y
tampoco la encontró. Entonces la vio entrar al cuarto de farmacia, decidida fue tras ella,
entró y cerró la puerta quedando las dos dentro. Esther al verla se quedó mirándola
fijamente sin decir nada con gesto serio.

M_ Venía a disculparme por la bofetada, me lo ha contado Teresa –Esther no dijo nada,


Maca esperaba respuesta que no llegaba-. Lo siento.

E_ ¿Qué sientes, solo la bofetada?, pues tienes muchas cosas más por las cuales
disculparte.

M_ ¿Ah si?, no me digas –se acercó lentamente a ella cambiando la expresión seria de
arrepentimiento en su rostro, por la de picardía que era lo que le provocaba Esther, la miró
desafiante-. ¿Y por qué más me tengo que disculpar?

E_ Mira Maca, estoy cansada, harta y me duele mucho la cabeza –su voz fue cortante-. Lo
único que quiero es irme a casa y olvidarme de todo.

M_ No me extraña que estés cansada –la miró mordiéndose el labio y sonriendo mientras
metía sus manos en los bolsillos de la bata-. Debe ser difícil tener a dos mujeres contentas
a la vez.

E_ Di lo que quieras, no lo vas a conseguir Maca, no lo vas a conseguir –se puso a trabajar
omitiendo sus comentarios.

M_ Yo no estaría tan segura –se puso a un milímetro de distancia, no la rozaba pero era
suficiente para alterar a Esther que no pudo controlar un suspiro nervioso. Mucho más
cuando Maca acercó su boca hasta su oído y en ese movimiento rozó su cuerpo, Esther
notó su pecho en su hombro sin poderlo evitar se puso exaltada y Maca que lo sabía con
voz tierna le murmuró-. Sabes que siempre consigo lo que quiero.

E_ Si, siempre, pero hoy no lo conseguirás –le dijo tratando de aparentar calma dentro de
su excitación por el deseo que la embargaba.

M_ Claro que sí Esther –volvió a susurrar sin moverse enloqueciendo a Esther.

Le besó el cuello suavemente mientras sus manos acariciaban lentamente sus


brazos, como si tocara una figura de fina porcelana que tuviera miedo de romper, deslizó
sus dedos en dirección a sus hombros mientras Esther cerraba los ojos entregada a su

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presencia y caricias que tanto le gustaban, después con suavidad la volvió ante ella sus
bocas estaban a escasa distancia y sus pechos se rozaban con el movimiento suave de la
respiración incontrolada, no se tocaban, solo se desafiaban, se miraban a los labios con el
deseo más feroz marcado en sus ojos. Esther la miró y vio en sus ojos la pasión
desmedida que sentía Maca en aquel momento de igual manera que ella, tragó saliva se le
había secado la garganta, su cabeza no le funcionaba quería pensar algo para detener
aquella situación, no quería que siempre Maca fuera la que ganaba, deseaba con todas
sus fuerzas besarla pero si consentía volver a hacerlo, sabía que Maca volvería a
humillarla. Cuando Maca se inclinó para besarla lentamente Esther se retiró, entonces la
miró fijamente y entre dientes con voz áspera y amarga le dijo:

E_ Vete Maca, no me apetece volver a sentir nuevamente tu humillación.

Se giró para no continuar demostrándole que la deseaba con todas sus fuerzas,
Maca por su parte, se mordió el labio decepcionada, quería abrazarla, quería sentirla suya,
pero no fue capaz de mover un solo músculo, despacio salió del cuarto, y una vez fuera,
tuvo que pararse y apoyarse en la pared respirando profundamente para sacar de su
interior el fuego del deseo en que ardía.

Se acercaba la hora de terminar y no habían vuelto a coincidir, pero Maca estaba


cerrando unas historias, y necesitaba hablar con Luna. La llamó y se presentó con mala
cara.

Lu_ ¿Me has llamado?

M_ Sí, pasa. He visto que has puesto en esta historia unas observaciones que no me
cuadran con el informe –entonces la miró y le vio hacer un gesto amargo de dolor- ¿Qué te
pasa?

Lu_ Creo que tengo una contractura, no puedo mover el cuello.

M_ ¿Por qué no vas a que te vea algún médico?

Lu_ Tú eres médico –le dijo sonriendo.

M_ De niños y aunque por tu actitud lo parezcas, tienes unos cuantos años ya.

Lu_ ¿Nunca me lo vas a perdonar, no?

M_ A ver dime esto que lo aclare y bájate a urgencias.

Lu_ No quiero ir a urgencias estamos en el cambio de turno, ¿no puedes mirarme tú por
favor?

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Maca se levantó de mala gana y Luna se separó la camisa, comenzó a examinarla
con sus manos.

En urgencias, Esther estaba poniendo una vía a un paciente y en al lado se


encontraba Begoña que le empezó a contar a Laura con la voz lo suficientemente alta lo
que terminaba de ver.

B_ ¿A qué no sabes lo que he visto con mis propios ojos?

L_ Pues no.

B_ A Maca con Luna, deberías haber visto, Maca le estaba dando un masaje a Luna que
por su cara debía estar en la gloria. Y sé que esta mañana estuvo en su casa, y Maca
estuvo muy atenta con ella, me gustaría tanto que se quedara con Luna.

L_ ¿Quién, Maca? –la miró preguntándole con extrañeza.

B_ Sí.

L_ Todo puede ser ahora que no quiere saber nada de Esther. Venga ayúdame.

La expresión de estupor de Esther reflejaba el dolor que estaba sintiendo.

Una vez terminó su turno, fue rápidamente en busca de Teresa.

E_ Oye Teresa, ¿haces algo esta noche?, quería invitarte a cenar.

T_ ¡Vaya esta noche la ha reservado Maca!

E_ ¿Maca? –la miró desconcertada.

T_ Sí –se quitó las gafas sujetándolas en el aire con su mano derecha, le preocupó el
rostro de Esther-. ¿Pasa algo Esther?

E_ No nada importante... Oye y mañana ¿cómo te viene quedar conmigo para comer?

T_ Pues...

E_ Te invito yo –se apresuró a decir.

T_ Pero es que Maca me lleva a casa ¿eh? –dijo orgullosa sonriendo.

E_ ¡Joder Teresa!, no tengo coche, lo tiene ella, todo lo tiene ella –se quejó-. Tengo unas
ganas que me llegue la carta del abogado para arreglar las cosas.

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T_ ¿Qué me quieres decir?

E_ Pues eso Teresa... ¡que no aguanto más! –explotó con un gesto de furia-. Y si quieres
se lo puedes decir, ya me he cansado de rogarle.

T_ ¡Anda, pues si te cansas tú pronto!

E_ Me voy.

T_ ¿Quieres que le transmita algo más?

E_ No.

T_ Oye Esther, tienes muy mala cara ¿eh? –le señaló con las gafas en la mano.

E_ Que te diviertas con tu amiguita –le dijo en tono burlón.

T_ Tranquila te pasaré el informe.

E_ No hace falta.

Cuando se dirigía a cambiarse al cuarto de enfermeras se cruzó con Maca y Luna


que salían, sus ojos se clavaron únicamente en los de Maca pero ésta la omitió de una
manera que le hizo daño.

El Restaurante que Maca había elegido, era muy tranquilo, al entrar la saludaron y
dirigieron a un apartado para estar más cómodas. Una vez habían elegido la cena se
dispusieron a hablar. Aunque ambas estaban un poco tensas sobre todo Maca que se
sentía nerviosa.

T_ Oye esto está muy bien ¿eh?, pero muy bien.

M_ Sí, es el favorito de Esther.

T_ ¡Ah!, oye... mira es curioso no veo casi hombres.

M_ Claro Teresa –dio un sorbo al vaso de agua-, como que es un restaurante de ambiente
–Teresa puso una cara que le arrancó una sonrisa a Maca-. Relájate, nadie va a verte.

T_ Bueno eso espero –miró alrededor subiéndose el cuello de la camisa.

Maca sonrió nerviosa no podía evitarlo, de todos la única persona que sabía cual
era su motivo real para la situación, la tenía enfrente y aquello le producía cierto temor.

M_ ¿Sabes qué estoy nerviosa?

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T_ ¡Pues relájate!, ¡ah!, y sobre todo ¡no bebas te lo ruego!.

M_ Tranquila después de la mañana que he pasado se me han quitado las ganas de


beber. ¡Uf!, hacía años que no me emborrachaba, pues mira quizá más de quince.

T_ Bueno, lo comprendo has tocado fondo. Oye, Esther esta esperando los papeles de tu
abogado, dice que los va a firmar –le dijo sin demorar más tiempo y por facilitarle las cosas
a una Maca que se quedó blanca como las nubes del cielo-. ¿Ha sido un farol, no?, digo
para presionar a Esther.

M_ No –dijo triste-. Soy una imbécil.

T_ ¿Has solicitado el divorcio? –la miraba completamente fuera de sí.

M_ Sí.

T_ Dios mío, yo que pensaba que no era verdad.

M_ Me gustaría saber tanto lo que pasó realmente en el interior de Esther.

T_ Mira cariño, yo no tengo la respuesta que tú estás buscando, yo no puedo asegurarte


que no ocurriera nada, ni la misma Esther lo puede asegurar, tú no recordabas haberle
pegado ni tampoco lo mío. ¿Por qué no puedes pensar que Esther no era consciente de lo
que hacía?

M_ Realmente Teresa no me importa si se acostó o no, ¡a ver!, me importa claro, pero lo


que quiero decir es que, me ha decepcionado y eso me duele más que si me ha sido o no
infiel. Yo pensaba que Esther era diferente que ella es especial.

T_ Lo es, te lo aseguro y lo sabes –dijo mirándola con seguridad entonces vio como Maca
la fuerte, la dura, la imperturbable se deshacía en lagrimas. Teresa se apuró y con dulzura
le habló-. Maca por favor.

M_ Siempre me prometí a mi misma después de sufrir por culpa del amor, que jamás en mi
vida entregaría a nadie completamente mi corazón, hasta que llegó Esther –se apartó
suavemente una lagrima pero era inútil seguían acudiendo con una facilidad asombrosa a
sus ojos-. Llegó con sus despistes, con su miedo a mi mirada, con sus preguntas, con su
inseguridad –sonrió aunque no por ello cesaron algunas lagrimas-, llegó con su maravillosa
sonrisa, con su ternura y te juro que me desarboló, me robó el corazón y sé que ella no es
consciente de lo mucho que la amo, no sé quizá no se lo demuestro realmente como la
siento, sé que en el hospital todos dicen que ella me quiere más que yo a ella, pero no es
verdad Teresa. Yo la amo con locura, con esta locura en la que estoy metida.

T_ Lo sé. Se nota y ella también lo sabe, pero esa inseguridad que tiene y que tú has
conseguido mejorar, porque déjame decirte que Esther a tu lado ha mejorado muchísimo

116 ”Adiós Esther” © by ldana


no solo en el aspecto físico, sino en el interior, le hace sufrir porque para ella tú eres el
centro de su vida y sin ti está perdida es así de sencillo y complicado a la vez.

M_ Por Esther he hecho cosas que no he hecho por nadie –había conseguido
tranquilizarse-. ¿Sabes?, cuando estaba en Jerez pensaba ¿qué hará?, cada minuto de mi
pensamiento era para ella, y eso es lo que me da rabia, que yo pasé los días pensando en
ella, llorando desesperada y ella parece que no sintió lo mismo porque Luna me ha
asegurado que no sólo fue una vez.

T_ ¿Y por qué crees a Luna y a Esther no?, no lo entiendo.

M_ Tú misma me dijiste que estaban muy unidas.

T_ Ya, sé lo que te dije…

M_ Y en la cafetería estaba tonteando con ella en mis propias narices –dijo enfadada.

T_ Ya te dije Maca que era un estúpido plan.

M_ No estoy segura de nada únicamente de una cosa, que estoy sufriendo como nunca
Teresa, y necesito tiempo para pensar para sacarme de encima este agobio que llevo y
esta sensación de burla.

T_ ¿Y entonces para qué llamaste al abogado si solo necesitas tiempo? –mostró


incertidumbre

M_ Porque me duele cada vez que lo recuerdo, cada vez que cierro los ojos y la veo con
Luna, no soporto el engaño y ella sabe que es así.

T_ Mira Maca, tú has nombrado varios defectillos de Esther y te puedo asegurar que su
mayor virtud es el amor que siente por ti, todos cometemos errores. Recuerda cuando el
accidente de helicóptero lo mal que lo pasaste porque creías que la perdías, tú te habías
equivocado y ella reconoció que se precipitó dejándote.

M_ Necesito pensar y no puedo –dijo con voz grave.

T_ No tardes demasiado Maca, Esther le está dando vueltas a algo que me dirá mañana
¡por qué voy a comer con ella! hija estoy de un solicitado que quien se va a divorciar, es mi
marido de mí.

M_ ¿Y no sabes que es? –sonrió la broma pero rápidamente arrugó su frente en señal de
inquietud.

T_ No.

M_ Me gustaría ir ahora y pedirle perdón, es lo que me gustaría pero hay algo en mí que
no me deja, hasta que no esté completamente segura de lo que voy a hacer, no quiero dar

117 ”Adiós Esther” © by ldana


un paso en falso. Porque mira –Teresa la miraba atentamente asintiendo-, cuando la tengo
delante siento deseos de besarla pero al mismo tiempo siento que me quema por dentro la
rabia y entonces… entonces es como un castigo porque al mismo tiempo me hierve el
deseo por ella.

T_ ¡Caray!, cuantas emociones ¿no? –Maca asintió un tanto desesperada-. Debes acabar
agotada hija.

Maca la miró elevando la ceja y terminó rompiendo en una carcajada acompañada


por una divertida Teresa.

M_ Pues la verdad que sí ¡para que te voy a engañar! –sonrió-. Me da miedo hacerme
ilusiones, volver con ella y que me vuelva a engañar, es que ahora mismo no le tengo
ninguna confianza. Necesito tranquilizarme.

T_ ¿Y por qué no cambias de turno?.

M_ Porque al mismo tiempo, necesito verla.

T_ ¡Jo!, mira para mi entender es bien sencillo, solo que una de las dos tiene que bajar del
burro. Y como sois dos cabezotas pues esto puede ser interminable. Sigo pensando que
debía estar aquí Esther y lo podíamos haber solucionado.

M_ Que va, hubiéramos acabado discutiendo –dijo con rotundidad.

T_ Y eso que nunca discutíais, erais la envidia del Hospital, pero desde que apareció Toñi
¡caray ha sido un no parar!

M_ Y lo peor es que no sé si quiera arreglarlo o ahora que ya estoy sufriendo como una
condenada, dejarlo así y sufrir de una.

T_ Sería un error Maca, Esther y tú no sabéis vivir la una sin la otra y la prueba la tenéis
bien reciente. Un mes separadas y casi os da algo.

M_ Pero ahora no es igual, nos hemos dicho cosas horribles y nos hemos hecho daño.

T_ ¡Ya lo tengo Maca! –ella la miró con gesto de agradecimiento por su implicación-. ¿Y si
la intentas reconquistar?

M_ Te ha gustado a ti lo de las sorpresas.

T_ Sí –sonrió y luego ante su mirada carraspeó y corrigió-. Digo no, yo solo quiero que
todo vuelva a ser como antes, veros felices, sonrientes, pillaros besando por ahí –hizo un
ademán divertido-. Maca, no seas dura contigo misma, vence el miedo a perderla luchando
por ella.

118 ”Adiós Esther” © by ldana


Con un agradecimiento total dejó a Teresa en su casa, y directamente se marchó a
casa de Encarna, era tarde pero cuando había hablado con su suegra, le había asegurado
que estaría despierta. Llamó al timbre esperando oír la voz de Encarna pero contestó
Esther.

M_ Baja a Daniel.

E_ No creo que sea una hora para sacarlo de casa, está durmiendo.

M_ No seas exagerada Esther que no pasa nada.

E_ No soy exagerada , son más de las doce y media y esta dormido.

M_ ¡Abre la puerta Esther!, ¡abre! –le ordenó molesta por el telefonillo. Mientras subía no
podía esconder su sonrisa porque imaginaba el gesto de Esther, y le gustaba. Pero al salir
cambió su expresión por máxima seriedad-. Buenas noches.

E_ Está dormido, y mi madre también –le dijo en voz baja Esther que llevaba un pijama
corto que encandiló a Maca-. ¿Me oyes?

M_ No estoy sorda.

E_ ¿Y borracha?, es para saber como debo actuar –le dijo entre cerrando sus ojos con
malestar.

M_ Que imbécil eres. ¿Dónde están las cosas de Daniel?

E_ ¡Qué cabezota eres joder!

M_ ¿Dónde está? –le preguntó mirándola con severidad

E_ Pasa –se dirigió a su cuarto, allí en la cuna dormía placidamente el pequeño, Maca se
acercó mirándolo embelesada mientras Esther metía en la bolsa la ropa, fue a la cocina y
llevó el biberón-. He comprado varios biberones para tenerlos aquí, no hace falta que
traigas cada vez que lo traigas a mi casa.

M_ No hacía falta, mañana hablo con la canguro.

E_ ¿Una canguro? –se quejó.

M_ Sí, una canguro ¿qué pasa? –la miró de reojo.

E_ ¡Pero qué borde eres Maca! –se cruzó de brazos mirándola asombrada.

M_ ¿Soy borde? –se puso delante de ella mirándola fijamente.

E_ Mucho.

119 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Pues antes te gustaba que lo fuera –intentó con su dedo separar la camiseta del pijama
pero Esther le retiró la mano-. ¿Ya no te gusta?

E_ Maca mañana tengo que madrugar –le dijo cerrando los ojos aunque se moría de
ganas por abrazarla.

M_ ¡Que lastima! –se giró.

E_ Oye Maca ¿qué es lo que quieres?

M_ Nada, llevarme a Daniel. ¿Qué quieres tú? –la miraba de manera insinuante.

E_ Dormir.

M_ Ya.

E_ Si.

M_ Pues duerme.

E_ Pues vete.

M_ Ya me voy, ya me voy –decía sin moverse-. ¿Seguro qué quieres que me vaya?

La sonrisa de Maca le hizo ver a Esther que se estaba divirtiendo mientras ella
sufría su juego. Sonrió ella también al pensar que estaba más guapa que nunca, llevaba
una falda larga con una camiseta que le estaba haciendo arder en deseos, Maca lo sabía y
seguía provocándola con la mirada repleta de pasión. Esther resistía como podía, mientras
Maca insistía en elevar el calor que sentían. Entonces… lentamente… con movimientos
seguros… la mirada fija en sus ojos Esther se acercó a ella y le preguntó:

E_ ¿Te quieres quedar?

M_ ¿Por qué iba a quererme quedar?

E_ Porque te conozco y sé lo que estás pensando.

M_ Sorpréndeme –le murmuró con la voz cálida mirándola fijamente.

E_ Lo sabes perfectamente –le susurró muy insinuante.

M_ ¿Y qué diría Encarna si me encuentra en tu cama? –la miraba sin esconder ni una
pizca de su deseo. Dio un paso adelante.

E_ Sabes que estaría encantada –también adelantó un paso hacia Maca.

M_ Ya –dobló un poco la cabeza desafiándola-. ¿Y... me tendría que quedar por ti?

120 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Sabes que sí –le sonrió con picardía.

M_ Lo siento Esther, pero hoy no estoy borracha.

E_ No me hace falta que estés borracha y lo sabes.

M_ Vaya... que segura estás –se retiró hacia tras.

E_ Claro, sabes que si quiero no sales de aquí.

Esther tomó la iniciativa, se acercó a ella sin despegar sus ojos ansiosos de los de
su gran amor. Maca volvió a retroceder, insistía en su desafío con una sonrisa repleta de
provocación, sin embargo la presencia del armario la frenó en seco. Esther al saberse
vencedora le sonrió satisfecha. Con un movimiento rápido con su mano izquierda levantó
la falda y con la otra la posó con decisión sobre la braga de una Maca que no pudo evitar
un gesto de estremecimiento, con delicadeza apartó la braga para llenarse su tacto suave,
Maca suspiró cerrando los ojos dejándose llevar sin ningún disimulo. Esther le besó el
cuello suavemente, pasó con delicadeza su lengua por él provocando en ella un leve
gemido incontrolado. Maca necesitaba llenarse de ella de igual manera, decidida puso su
mano sobre la cintura para atraerla hacia su cuerpo y con la otra separó de un solo
movimiento el pantalón llegando a su tesoro. Comenzaron sus respiraciones a hacerse
más aceleradas, lo mismo que sus besos, sus caricias...

En_ ¿Esther hija te pasa algo? –preguntó Encarna desde la puerta

Ambas se soltaron rápidamente separándose nerviosas, Maca se subió las bragas


frenética mientras trataba de tranquilizar su agitada respiración, Esther cerró sus ojos con
rabia ante la presencia de su madre, se arregló el pijama mientras se limpiaba la mano con
una toallita de bebe. Miró a Maca que se estaba arreglando el pelo y se había puesto junto
a la cuna del pequeño y abrió, pues tenía el pestillo pasado.

E_ No pasa nada mamá –tragó saliva pues la excitación le había dejado la garganta seca-.
Estaba discutiendo con Maca.

En_ ¡Maca hija! –pasó de largo de Esther y se fue a besar a una Maca que aún sentía su
corazón latiendo acelerado-. ¿Cómo estás?

M_ Bien Encarna –la besó sonriente-. Se me ha hecho un poco tarde.

En_ ¿Y por qué no te quedas aquí?, ahora no es hora para que te vayas conduciendo y
sola, ¡hay tanto loco al volante hija! –Maca miró a Esther levantando una ceja con
expresión irónica.

E_ No se puede quedar, lo que debes hacer es dejar a Daniel aquí y marcharte tú.

M_ No te preocupes Encarna cariño, te prometo que voy con mucho cuidado.

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En_ Pero... ¡ay Maca hija!... si es que no es que tú vayas con cuidado, son los demás,
insisto deberías quedarte.

E_ ¡No seas pesada mamá! –le dijo enfadada Esther.

En_ Deberías hacer que se quede, eso es lo que deberías hacer ¡y menos discutir! –las
riñó-. A ver si os dejáis ya de tanta tontería, ahora tenéis un hijo por el que velar ¡ay señor!,
¡no pensaba que fuerais tan inconscientes!.

Se marchó enfadada mientras Esther y Maca miraban el suelo, Esther suspiró


fuertemente.

E_ Tiene razón.

M_ Me voy –cogió al niño que al principio se puso a llorar pero con las caricias de Maca y
su dulce voz volvió a dormirse. Esther no podía más que mirarla orgullosa-. Dame la bolsa.

E_ Bajo contigo.

M_ No hace falta.

E_ Cuando llegues a casa por favor avísame –le rogó.

M_ Sí mami –puso cara de burla.

E_ No tienes remedio Maca.

M_ Tú tampoco Esther.

Tras la puerta se quedó una Esther todavía desconcertada, la aparición de Encarna


había sido del todo inoportuna, y el deseo que aún sentía en su piel le impidió acostarse.
Prefirió ir en busca de su madre, llamó a la puerta y ésta le hizo pasar.

En_ Anda ven aquí –le mandó sentar-. ¿Vais a estar mucho tiempo en estas condiciones?

E_ No lo sé mamá –murmuró con gesto apenado.

En_ ¿No piensas hacer nada?.

E_ Ya he hecho todo cuanto podía, hemos llegado a un punto sin retorno. Lo único que
logramos cada vez que hablamos es discutir y hacernos daño.

En_ No sé que decirte hija.

E_ No me digas nada, abrázame.

En_ Mi pequeña, se ha enredado todo demasiado –le besó con ternura en la frente, Esther
se dejó mimar-. Si no os amaráis tanto, esto no pasaría.

122 ”Adiós Esther” © by ldana


Una vez llegó Maca a casa, cambió al niño y lo acostó, lo miraba con adoración y
entonces hasta su pensamiento llegaron las palabras de Encarna con total nitidez, sabía
que tenía razón, ahora ya no eran dos, eran una familia y las cosas no podían seguir como
estaban. Se duchó, se acostó y trató de leer un rato para tener ocupada su mente, pero le
era inútil no podía concentrarse. Entonces recordó lo que le había contado Teresa. ¿Qué
sería aquello que estaba pensando Esther?. Exhaló un profundo suspiro, luego miró al
pequeño con una sonrisa dichosa, cerró la luz dejando el piloto que había enchufado a la
pared para poder tener controlado al pequeño, y trató de no pensar.

Esther en su casa andaba nerviosa de un lado a otro, ya hacía más de una hora que
Maca se había marchado y no había dado señales de vida. Decidida tomó el teléfono y
marcó su número. Cada nuevo pitido que tardaba en contestar, iba poniéndose más tensa.

M_ ¿Sí? –por fin Maca contestó con voz adormilada.

E_ ¡Podías haberme avisado no!, ¡ya te vale Maca! –se exasperó al notar que estaba
durmiendo.

M_ Me has despertado ¿sabes? –le reprochó con tono glacial.

E_ Maca hemos quedado que me llamarías, además... ¿Maca?, ¿Maca?. ¡La madre que la
parió!

Había colgado el teléfono con una sonrisa maliciosa en sus labios, acabó con una
pequeña carcajada divertida y cuando paró de reírse se percató que se estaba volviendo
mala, jamás había actuado de aquella manera con nadie, hasta para eso, Esther era
diferente, se sentó en la cama, el teléfono volvió a sonar y ella lo desconectó sin contestar.
Sentía que se encontraba en tierras movedizas, la separación con Esther le estaba
haciendo cambiar demasiadas cosas. Tenía claro que no podía resistirse a ella, al
contrario, cada vez que la veía su apetito sexual se disparaba como si tuviera un detector
de alarma de incendio y Esther le hacía arder en fuego su interior. Se retiró el pelo de la
cara con gesto cansado, suspiró mirando al techo, después volvió a mirar al niño.
Necesitaba olvidar, pasar página y tomar decisiones sin dilatar más tiempo. Era cuestión
de ir sacando poco a poco a Esther de su interior, no cerraría los ojos y pensaría en ella,
no buscaría su sonrisa para poder respirar hondo y levantarse de la cama, ni desearía
rozar su piel para alimentar su alma. Desde ese momento debía ser firme, era una perdida
de tiempo, aquellos encuentros furtivos que tanto les gustaban no hacían otra cosa más
que empeorar lo que realmente era importante, sólo servía para llenar de reproches cada
discusión. Haría caso a Teresa, cambiaría su turno para no coincidir con ella en el hospital,
haría caso a Encarna, trataría de aclararse ella, después separarse de Esther porque no
tenía sentido vivir así y buscaría la manera de proteger al pequeño de la locura que

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estaban viviendo las dos. Porque si de algo estaba segura, era de que Esther sería una
gran madre y aquella relación la quería preservar, si continuaban peleando y amándose de
aquella irracional manera, acabaría afectando tanto a su relación que lo pagaría el niño.

Era noche de luna llena, el cielo estaba estrellado y parecía que todo era mágico, la
luz penetraba por la ventana del cuarto de Maca, la luz de la luna jugaba en su bello rostro,
le daba dormida un misticismo maravilloso. Dormía profundamente abrazada a la
almohada de Esther, si algo no podía todavía asumir, era dormir sola, había regresado a
su cama porque el olor a ella la había atraído como si fuera un animal oliendo el rastro de
su pareja. Aún dormida pensaba en Esther, y se murmuró para sí que debía
acostumbrarse a dormir nuevamente sola. Estaba tan dormida que no escuchó como la
puerta de casa se abría y cerraba lentamente, tampoco como unos pies descalzos subían
la escalera sin hacer el mínimo ruido, ni tampoco como se detenían justo a su lado. La
visión de Maca con un camisón de tirantes bajo la luz de la luna eclipsó a una Esther
entregada a los latidos que su corazón le entregaba en su pecho. Despacio se desnudó y
se metió en la cama, su sonrisa permanente en los labios mostraba un gesto travieso.

Sin dudarlo estrechó el cuerpo de Maca contra el suyo, no sabía si era el helor de la
sábana o el contacto con la piel deseada lo que le hizo tiritar. Apartó el pelo suavemente y
le dejó un fino beso en el cuello, Maca se movió pero no se despertó, ella la observaba
atentamente quería ver su reacción, sonreía e insistió en los besos suaves, delicados y
estremecedores.

M_ Esther... déjame... –murmuró medio dormida pero con voz gustosa.

E_ No he venido para dejarte dormir –le susurró con voz cautivadora mientras con su
mano acariciaba tiernamente su pierna.

M_ ¡Esther!, ¿qué coño haces aquí? –dio un salto cuando se despertó separándose de
ella, su voz cambió de gustosa a irritada, la miraba atónita porque la sonrisa de Esther la
estaba enfadado considerablemente-. Tú estás mal de la cabeza...

E_ A ver Maca... verás –le fue a acariciar y ella le retiró la mano, la actitud burlona esta vez
de Esther no le estaba gustando nada-. Si me cuelgas el teléfono, tendré que venir ¿no?

M_ ¡Pero tú de que vas Esther!

E_ No te quejes, he venido a terminar lo que empecé mi amor –su tono seguía siento
diferente al habitual, sonreía mientras hablaba y la miraba fijamente a los ojos.

M_ ¡De verdad Esther me parece muy fuerte!, creo que te estás pasando –elevó sus cejas
con actitud muy molesta aunque pensaba “no voy a resistir, vamos Maca no te dejes
vencer por su encanto”.

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E_ No seas tontita ¿eh? –se acercó a ella y Maca ya no podía escapar porque estaba la
cuna a sus espaldas.

M_ ¿Estás bebida? –le detuvo la mano que iba subiendo por su pierna.

E_ No, eso es cosa tuya –apartó su mano y con la otra empezó a acariciarla.

M_ ¡Esther vale ya! –no podía contener sus manos.

E_ Ven aquí.

La tumbó subiéndose sobre ella, le sujetaba suavemente los brazos sobre su


cabeza, mientras ella se acomodaba sobre su vientre, se miraron con ojos penetrantes, y
entonces Esther suavemente y con toda la lentitud que pudo soportar, le dejó un beso con
delicadeza en sus labios.

E_ Te advertí que yo también sé jugar.

M_ No me apetece hacer el amor contigo –trató de parecer convincente sin mucho éxito
porque además provocó una carcajada en Esther-. No sé que te hace tanta gracia.

E_ ¡Qué lastima! –la volvió a besar-. Porque a mí sí.

M_ ¿Vas a volver hacer como anoche? –trató de soltarse.

E_ No, te prometo que será mejor –se separó suavemente de ella para recostarse y
comenzó a dejar suaves besos sobre su piel, cuando notó como Maca perdía el control la
soltó-. Vamos a celebrar por todo lo grande que nos separamos, que sea una última vez
espectacular, cariño.

Se lo dijo con un tono tan firme que logró conmocionar a Maca, todos los
pensamientos que había sopesado horas antes, ya no valían, porque allí estaba deseando
que Esther comenzara, y aunque le molestaba su actitud se daba cuenta que su estrategia
estaba siendo devuelta, que por mucho que estaba buscando una respuesta hiriente no la
hallaba. Los besos y caricias de Esther la tenían conmocionada, solo se sentía capaz de
acariciarla, de sentirla suya completamente suya.

M_ Así que quieres desafiarme ¿eh? –le dijo jadeantes separándose de ella tratando de no
dejarse vencer.

E_ Lo estoy haciendo.

M_ Eres muy mala Esther –le hizo rodar por la cama hasta quedar sobre ella.

E_ No más que tú –le levantó su camisón con decisión.

M_ Eres peor -su voz apareció rencorosa.

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E_ Tengo una buena maestra.

M_ ¿Si?, está bien... –hizo un gesto repleto de malestar y le confirmó-. Despidámonos


como la ocasión merece.

La pasión que sentían fluía como la lava del volcán arrasando cualquier sentimiento,
cualquier pregunta sobre el futuro, los gemidos subían de tono, eran incapaces de
controlar ninguna emoción, daban y recibían de igual modo. Sentían lo mismo, disfrutaban
por igual. No habían palabras dulces, ni amorosas, más parecía un reto, un duelo, su
comportamiento no era el de dos mujeres que se aman, parecían dos fieras queriendo
devorar el cuerpo de la otra, queriendo provocar el mayor éxtasis para poder consagrarse
como vencedora en aquella cama, en aquel cuarto que tanto amor había vivido. Estaban
llegando al clímax cuando Daniel comenzó a llorar.

E_ ¡Mierda!

M_ ¡No pares Esther, no pares! –bastó esta suplica para que Esther parara y Maca
murmurara cerrando sus ojos-. ¡Joder!

Esther cansada, excitada y jadeante se acercó a la cuna mientras Maca trataba de


controlar su respiración.

M_ ¿Qué le pasa?

E_ Creo que es por el chupo.

M_ Ven –le dijo con voz sedosa.

E_ Espera –sonrió.

M_ No puedo esperar.

E_ Hoy no hay manera –le dijo mirándola con dulzura.

M_ Menuda despedida más accidentada –con su comentario borró la sonrisa de Esther.


Entonces le sujetó de la barbilla hablándole con mirada desafiante-. ¿O no es una
despedida, eh?

E_ Claro –salió del paso porque había bajado la guardia y Maca lo había aprovechado.
Apartó con cuidado su mano que le oprimía la mandíbula.

M_ Ven.

E_ Ven tú.

Maca la miró retándola, pero Esther no se movió sosteniéndole la mirada, aún con
todo el deseo que sentía, se levantó, se puso la bata y salió de la habitación. Esther exhaló

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un profundo suspiro, miró a Daniel y no puedo evitar una lagrima, cuando miraba al niño
sentía emociones diferentes, no se parecía a ella, no se parecería nunca pero lo amaba
profundamente, apoyó su brazo sobre los barrotes de la cuna mientras le acariciaba la
cabeza, y si algo había sacado de la situación tan horrible que estaba viviendo, era darse
cuenta de que aquel pequeñín le daba sentido al significado para ella de la palabra madre.

En la cocina sentada estaba Maca, se sentía torpe, tenía apoyada una mano sobre
su pelo, había tratado de ponerse aquella noche como el punto de inflexión para cambiar la
situación, y olvidar a Esther, y justo a los pocos minutos ya estaba entregada a ella como
una loca. Suspiró justo cuando oyó la puerta de casa cerrarse, supuso que Esther se había
marchado.

M_ Esther... –murmuró cerrando los ojos tratando de convencerse-. Es lo mejor, es lo


mejor.

Eran casi las cuatro de la mañana pero no podía dormir, llamó a Esther necesitaba
hablar con ella, rogarle que no volviera a hacer lo que había hecho y que tenían que hablar
para definitivamente aclararlo todo, pero el teléfono estaba desconectado. Se quedó
dormida y le despertó el despertador ya que le tocaba el biberón al pequeño, lo tomó en
brazos, lo besó, le habló, lo arropó, sonriente pero un ruido extraño le borró la sonrisa, el
ruido provenía de la casa, al principio se asustó, luego prestó más atención sí, sin duda
algo andaba mal.

Agarró al niño con cuidado asomó la cabeza al pasillo pero no vio nada fuera de lo
normal... pero el ruido volvió a sonar... ahora lo tenía claro, provenía de la habitación
pequeña, con sigilo se dirigió hasta allí aunque su gesto mostraba un poco de temor.
Despacio asomó la cabeza con la boca un poco entreabierta, la melena revuelta y los ojos
de espanto, sin embargo su gesto cambió ante lo que vio, su rostro pasó del espanto al
asombro.

M_ ¿Qué haces Esther?

E_ ¿No lo ves? –no la miró porque estaba colgando la ropa en el armario.

M_ ¿No pretenderás quedarte? –se mostró incrédula.

E_ Sí, aparta –le dijo pasando por su lado con unas camisetas en la mano para guardar en
los cajones mientras dejaba un beso en la cabeza del niño.

M_ De ninguna manera vas a quedarte, te dije que...

E_ Ya sé lo que me dijiste, pero ésta, da la casualidad que también es mi casa, Daniel mi


hijo y no pienso moverme de aquí. ¿Entendido? –le desafió con la mirada.

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M_ ¿Qué es lo que quieres Esther?

E_ Lo único que quiero es estar con mi hijo. No busco nada más que te quede claro –le
contestó con firmeza.

M_ Da la casualidad que yo no te quiero ver aquí.

E_ Pues no me mires –la miró fijamente con gesto indiferente-. Olvídate que existo,
haremos turnos para el niño, por lo demás tú para mí no existes. Haz lo mismo conmigo.

M_ Voy a hablar con mis abogados.

E_ Yo ya he hablado con los míos.

Las dos se miraron desafiantes por unos segundos.

M_ ¡Pero es que esto es una insensatez por tu parte!

E_ ¡Ah claro, por mi parte! Mira Maca, aquí la única insensata e hipócrita eres tú.

El niño se puso a llorar.

M_ Voy a darle el biberón, pero te aseguro Esther que esto no queda así.

Maca estaba cabreada, pero sabía que Esther era así, y cuando tomaba una
decisión no le importaba nada, hasta hacer lo que quería. Así lo había hecho últimamente y
sabía que ni discutiendo la cambiaría de pensamiento.

Le estaba dando el biberón al niño mientras pensaba en todo lo que le había dicho
Esther, entonces apareció ella y se paró delante suya, le dio un beso al niño, rozando con
su pelo el brazo de Maca, que sintió las cosquillas.

E_ Me voy, ¿vas a utilizar el coche?

M_ Pues... no lo sé.

E_ ¿Trabajas esta tarde? –no la miraba porque seguía acariciando al niño.

M_ No Esther, no trabajo pero había pensado ir a comprar.

E_ Está bien, me lo llevo ya te lo traeré –dio media vuelta y sin mirarla se fue.

M_ ¡Esther! –ella no se paró-. ¡Mierda!

Esther había recogido a Teresa en su casa, se habían dirigido juntas al Restaurante


y una vez sentadas empezaron a hablar.

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E_ Te he traído aquí porque estaremos más tranquilas. Oye Teresa es de ambiente, ¿no te
importa verdad?

T_ No hija, no, si ya estuve ayer aquí con Maca. No si al final, traeré a mi marido y todo.

E_ Puedes traerlo ¿eh?, lo van a dejar pasar –sonrió divertida aunque sus ojos mostraban
una sombra de tristeza.

T_ Bueno... ¿qué?, ¿me cuentas o te cuento?

E_ No, no –sacudió la mano como si no le importara la información-. He tomado una


decisión Teresa.

T_ Por tu tono tan serio me da a mí que no me va a gustar nada –hizo un chasquido con su
boca.

E_ Voy a separarme de Maca.

T_ ¿Es definitivo? –la miró con una enorme tristeza deteniendo a mitad camino la cuchara
de la sopa.

E_ Sí, seguir de este modo no tiene ningún sentido.

T_ ¿Lo has pensado bien?

E_ No hay nada que pensar. Mira, lo único que sabemos hacer es discutir, hacernos daño,
llenarnos de reproches y humillaciones y como si fuéramos dos leonas acabamos en la
cama –el comentario provocó en Teresa asombro-. Si Teresa, sólo sabemos castigarnos
de la manera que sea, las dos por igual.

T_ Vamos a ver Esther, ¿tú has hablado con Maca de todo esto?

E_ Hablar... hablar... no. He cogido mis cosas y he vuelto a casa.

T_ ¿Con ella? –Esther asintió, Teresa hizo un gesto de alucinación-. Perdóname, igual soy
antigua ¿eh?, o las lesbianas tenéis otro pensamiento y otra manera de hacer las cosas,
pero... no entiendo nada. ¿Te quieres separar y te vas con ella?

E_ No me voy con ella o por ella, me voy con Daniel, por él, creo que después de pensarlo
mucho no puedo consentir que porque Maca no quiera nada de mí, tenga que separarme
de él.

T_ Sí... en eso llevas razón, pero yo no estaría tan segura de que no quiera nada de ti, ella
te ama.

E_ Si me amara, me daría una oportunidad y no me machacaría como hace.

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T_ Mira Esther, sois mayorcitas y sabéis lo que hacéis pero sin duda estáis tomando la
decisión errónea, ¡hazme caso!; yo he hablado con ella y sé porque te lo digo.

E_ Me gustaría saber donde está el fallo, me gustaría saber donde se quebró nuestro amor
y porque.

T_ ¿Y si os dais un poco de tiempo?

E_ No Teresa, sentimos mucho rabia por dentro, eso nos ciega y creo que no podríamos
dejar pasar el tiempo y volver como antes, siempre quedará ese pellizco que nos hemos
hecho en el corazón. Además ella insiste mucho en el divorcio, supongo que querrá estar
libre.

T_ Oye, ¿no lo estarás diciendo por los comentarios del masaje de Maca a Luna?, ¿por
qué te habrás enterado, no?

E_ Sí Teresa, pero no me importa, solo me duele –dijo lentamente.

T_ Esther cariño, te conozco y sé que la quieres y ella a ti, no os separéis, daros un tiempo
no cometáis más errores. Ella solo quiere tiempo.

E_ ¿Pero tiempo para qué?, ¿si me sigue queriendo no entiendo para que quiere tiempo?,
y si no me quiere, el paso de los días no va a hacerle cambiar.

T_ Pues ahora que lo dices... –elevó los hombros ante el resoplido de Esther-. ¿Sabes
qué? deberíamos hacer una reunión en este Restaurante tan mono y hablar las dos
tranquilamente, yo me presto de arbitro –sonrió tratando de animar a una desanimada y
apagada Esther.

E_ Estoy fatal Teresa, y lo peor no es eso sino, que no sé si quiera arreglarlo o ahora que
ya estoy sufriendo como una condenada, dejarlo así y sufrir de una tirón.

T_¡Pero si sois iguales!, lo mismito que me acabas de decir, pero igual ¿eh?, fueron las
palabras de Maca.

Esther se calló, sentía su alma repleta de tristeza pero era lo mejor. Dejó a una
Teresa preocupada por ellas y volvió a casa. Fue al cuarto pensando que estaría arriba
pero ni ella ni el niño estaban.

E_ ¿Maca dónde estás?.

No había ni rastro de ellos, bajó al comedor, fue a la cocina pero nada, miró en el
jardín y tampoco. Decidió tomarse un vaso de agua pues seguía teniendo la garganta seca
desde la conversación con Teresa y de repente, un miedo descontrolado se apoderó de
ella.

E_ ¿No se habrá ido?, joder –murmuró aterrada.

130 ”Adiós Esther” © by ldana


Fue al bolso en busca del móvil, sus manos temblorosas no acertaban a marcar su
número.

E_ No me puede haber hecho esto. ¡Mierda!, está apagado. No me puedes haber hecho
esto Maca. No seas bruta Esther ¿cómo va a irse y dónde?, ¿y si se ha ido a Jerez?...
Maca es capaz –murmuró con desazón, entonces volvió a descolgar y llamó a su madre,
trató de tranquilizarse para no asustarla-. ¡Mamá!, sí, si estoy bien, ¿oye por casualidad te
ha llamado Maca o te ha dicho algo?, ¿no?, vale, no no, no pasa nada solo que he llegado
y no está, ha debido salir a comprar. Si mamá tranquila te avisaré.

Su corazón latía con fuerza, y la ansiedad se estaba apoderando de ella por


momentos, su miedo a perderla creía desbocado e incontrolable en su interior. Estaba
cogiendo las llaves del coche para salir a buscarla cuando se abrió la puerta, Maca llevaba
el carrito del niño y las bolsas de la compra, por su rostro cansado y enfadado Esther supo
que iba a tener otra bronca, así que decidió después de dar un buen respiro ayudarla.

E_ Espera te ayudo.

M_ Ahora no hace falta –le reprochó furiosa.

E_ Podías haberte esperado, sólo iba a comer.

M_ ¡Mira Esther, mejor cállate! –la miró con gesto repleto de enfado.

Le hizo caso aunque con gesto incomodo, luego se dirigió al niño le dio besos y lo
sacó del carrito.

M_ Esther me ha costado mucho dormirlo.

E_ ¡Mira Maca, mejor cállate!

M_ ¡Esto es ridículo!, no tiene ningún sentido ¿qué no lo ves?

Maca suspiró con agobio y una expresión de histeria marchándose a la cocina con
el carro de la compra mientras mascullaba enfadada.

E_ ¡Ay mi niño que guapo es, madre! –lo miraba repleta de orgullo con su sonrisa ancha!-.
¿Quieres dormir corazón?, no me llores, ya, ya no llores o mami me reñirá. Te quiero
mucho pequeñajo.

Acostó al niño en la cunita que habían puesto en el comedor, después de darle unos
cuantos arrumacos más fue a la cocina para prepararse té.

Al entrar se miraron sin decirse nada, sus ojos cruzaron un campo de batalla
existente entre ellas.

131 ”Adiós Esther” © by ldana


Maca guardaba las cosas que había comprado y Esther buscaba la taza, la cuchara.
Dos veces se tuvieron que parar porque se quedaron una frente a la otra impidiendo el
paso, y cuando una decidía dar un paso a la derecha, la otra lo daba a la izquierda. En
lugar de una sonrisa o un beso como siempre hacían, se entregaban una mirada repleta de
malestar. Dos veces se golpearon al ir Maca a guardar el azúcar, Esther a cogerlo.

M_ ¡Ya te estarás quietecita! –Esther no contestó y Maca resopló con expresión irritada
marcada en su rostro.

La tensión entre ellas era palpable, Maca subió a ducharse mientras Esther se
tomaba el té y preparaba una lista sobre como repartirse todas las tareas de la casa y con
el niño, quería entregárselo a Maca y que ella diera su punto de vista, así participaría
también en las tareas y no le reprocharía nada. No le hizo falta levantar la vista para saber
que había entrado, estaba recién duchada y el olor a su perfume favorito le puso el
corazón a galope, llevaba el pelo mojado y se había puesto un pantalón corto y una
camiseta de tirantes sin sujetador. Cuando fue a mirarla para hablarle, tuvo que
carraspear.

E_ He hecho una lista para repartirnos los biberones y lo demás –le entregó el papel y
Maca sin leerlo lo rompió con expresión rebelde-. ¿Pero... pero qué haces?

M_ Vienes aquí porque te da la gana, pasas de lo que yo piense, pretendes además


mandarme, ¿pero Esther, tú de qué vas?

E_ Maca no te pases, creo que somos dos personas civilizadas –trató de calmarse y no
elevar la voz-, deberíamos hablar por el bien de Daniel.

M_ ¿El bien de Daniel? –murmuró irónica, después la miró de reojo pues notaba como ella
luchaba por no mirarla-. ¿Bien, a ver, qué es lo que la señora propone hacer?

E_ Primero, a mí no me hables con ese tonito y segundo, junta los pedazos si quieres
saberlo.

Maca la miró desafiante con fuego en sus ojos, Esther se lamentó de cómo lo había
dicho, pero no le dio la gana arreglarlo. Guardó silencio esperando su reacción.

M_ No me toques las narices Esther.

E_ Haz lo que te dé la gana –se levantó con rabia.

M_ Vaya, esto es lo que tú entiendes por ser una persona civilizada –Esther se detuvo en
seco-, te largas y me dejas con la palabra en la boca.

E_ Mira Maca –se giró con rapidez apoyando sus manos sobre la mesa justo delante suya,
la miró con gesto serio y apuntó con voz contundente-. Vamos a tener la fiesta en paz, he

132 ”Adiós Esther” © by ldana


venido aquí para tratar de estar cerca de Daniel, no pienso irme por muy borde que te
pongas hasta que nuestros abogados se pongan de acuerdo.

Esther dio media vuelta y cuando fue a salir por la puerta, se detuvo al escuchar su
nombre en la voz de Maca.

M_ Yo le doy el próximo biberón.

E_ Está bien.

Esther esperó a que Maca cenara, estaba en el cuarto sentada en el pequeño sillón,
hacía tiempo para no cruzarse con ella en la cocina, cuando bajó, Maca estaba leyendo en
su sofá favorito estirada, y aunque Esther trató de pasar de largo sin centrar sus ojos en
sus largas piernas desnudas, no lo pudo evitar como tampoco pudo evitar sentir una
oleada de calor. Cenó en la cocina sola, y cuando estaba terminando, Maca entró, se puso
un vaso de leche fría y se marchó a dormir.

Estaban acostadas cada una en su habitación sin embargo las dos fijaban su mirada
en las puertas correspondientes, esperando que la otra entrara, hasta que finalmente el
sueño venció a Esther mientras Maca aunque trataba de leer era inútil no podía
concentrarse, sentía unas ganas irrefrenables de ir en busca de su amor, se levantó pero
se detuvo en la puerta, necesitaba salir, necesitaba tocarla, besarla, amarla, decidida salió
y al ver que tenía la puerta cerrada suspiró un tanto deprimida. Volvió a su cama tratando
de tranquilizar sus nervios incontrolados, dio mil vueltas y de ninguna de las maneras
podía encontrar el sueño, se sentó, se cruzó de brazos y tuvo la idea de darse una buena
ducha fría. Estaba en ello cuando entró Esther porque le tocaba el biberón a Daniel. Al oír
el chorro de la ducha, sonrió y sus nervios se desataron, no pudo evitar mirar al interior y
allí estaba la silueta de Maca. Se impuso no mirar, así se lo repitió hasta cinco veces, y
solo cuando oyó que cerraba el grifo se dirigió a por el niño. Lo tomó en brazos y comenzó
a darle el biberón, aunque de vez en cuando no podía dejar de levantar la vista, una de las
veces que lo hizo la vio apoyada en el marco de la puerta con la toalla enrollada
secándose el pelo. No le hizo el mínimo comentario, tan solo hablaba al pequeño con una
inmensa ternura y una sonrisa que era la debilidad de Maca, que sin ningún tapujo se quitó
la toalla y se metió en la cama mirando fijamente a Esther sin decir una palabra. Esther
acabó de darle el biberón y después lo cambió, todo bajo la atenta mirada de una Maca
que trataba de controlar sus bastos deseos.

E_ ¿El próximo se lo das tú?

M_ Sí.

Esther se marchó y Maca suspiró. Una vez fuera de la puerta, tuvo que apoyarse en
ella mordiéndose el labio mientras se pasaba una mano por la cara, luego sonrió porque le
había demostrado a Maca que no iba a volver a fallar.

133 ”Adiós Esther” © by ldana


El turno de guardia comenzó en el hospital de mañana, Teresa se estaba poniendo
la bata cuando vio entrar a Maca con el casco en la mano.

T_ Pero Maca... ¿qué haces yendo en moto?

M_ Pues nada Teresa, que Esther ha ido a dejar al niño con Encarna.

T_ ¡Ah! –dijo algo inquieta mirándola por su gesto.

M_ La tengo en casa metidita –se quejó fastidiada mientras firmaba.

T_ Mujer no lo digas así.

M_ ¿Y cómo quieres que lo diga Teresa?

T_ Bueno no te enfades conmigo ¡anda! Oye Maca.

M_ Lo siento Teresa, dime –se disculpó inmediatamente.

T_ Esther está decidida a separarse –vio en sus ojos una sombra de dolor-. ¿Por qué no
haces algo?

M_ Porque yo también lo estoy.

T_ No te engañes Maca, deja ya de hacer la tonta, detén los papeles si lo haces Esther
estoy segura que dará marcha atrás, lo está esperando.

B_ ¡Oye sabéis donde está Esther!, estoy harta de hacer su trabajo.

T_ Ya viene de camino ¡y por las veces que ella hace el tuyo guapa! –Begoña miró con
rabia a Teresa y se fue-. ¿Y tú por qué te has quedado callada?, deberías haber dicho
algo. Oye Maca ¿estás bien? –le preguntó preocupada porque se había quedado blanca.

M_ Sí, ¿puedes avisar a Cruz que voy a su despacho?

T_ Maca deja que te acompañe tienes muy mala cara.

M_ No, tranquila.

T_ Esto va a terminar fatal. Cruz, mira que Maca va para tu despacho mira a ver que yo a
esta chica le veo muy mala cara.

Mientras Maca iba de camino al despacho de Cruz, Begoña estaba quejándose a


Vilches.

B_ Estoy harta, siempre llega tarde a todos los sitios yo tengo mi trabajo y además debo
hacer el suyo, ¡voy a poner una queja si esto sigue así!

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V_ Esta bien, si lo crees oportuno la pones. ¡Teresa! –la llamó a voz en grito.

T_ Dime.

V_ Localízame ya a Esther ¡ya! –le acusó con el dedo mientras su gesto de enfado era
fácilmente reconocible.

T_ Sí si.

En el despacho de Cruz se encontraba Maca, tumbada en la camilla no podía


respirar y Cruz estaba haciéndole un chequeo.

C_ Maca esto es un ataque de ansiedad en toda regla ¿eh?.

M_ Ya se me pasa –decía con muy mala cara.

C_ Voy a darte un tranquilizante.

M_ Estoy mareada –decía mientras cerraba los ojos.

C_ Creo que deberías irte a casa.

M_ No, si esto se me debe pasar ¿no? –hablaba con dificultad pues notaba que le faltaba
el aire.

C_ A ver Maca, tienes una crisis de ansiedad importante ¿eh?, estás mal y no creo que
estés en condiciones de atender urgencias –de pronto Maca comenzó a llorar
desconsoladamente asustando a la propia Cruz-. ¡Maca!.

M_ No puedo más, no puedo más.

C_ Llora, eso te hará más bien que cualquier tranquilizante –Maca se sentó ayudada por
Cruz-. ¿Es por Esther, claro?

M_ Nos vamos a separar.

C_ ¿Tan mal estáis? –le había cogido la mano y la miraba con pena.

M_ Sí, hay una parte de mí que quiere dar el paso, pero hay otra que… –volvió a llorar.

C_ La otra es la que está hablando ahora. Deberías hablar con Esther.

M_ Es que ahora quien quiere separarse es ella –suspiró limpiándose la nariz-. Cuando me
creí dueña de la situación, disfrutaba cada vez que veía que Esther se sentía mal, era para
mí una manera de satisfacer mi dolor, ¿pero sabes?, ahora que es ella quien se quiere
separar no lo puedo soportar, ¡no sé que voy a hacer sin ella!

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C_ Bueno, lo primero que vas a hacer es tratar de calmarte ¿eh?, vamos a tratar de atajar
esta grave crisis, lo segundo es que deberías hablar con Esther y ser sincera,
completamente sincera.

M_ Lo sé.

C_ Últimamente Esther está muy afectada, demasiado distraída en el trabajo esta bajando
su rendimiento y Vilches está esperándola no de muy buen humor.

M_ Mira, todos sabéis que ella es de las más eficientes –decía limpiándose la nariz entre
suspiros por el llanto-. Tener un poco de paciencia.

C_ Esto es un hospital Maca, tú lo sabes –ante su gesto de pena agregó-. Hablaré con ella
¿de acuerdo?, pero ahora debes tratar de relajarte o te vas a tu casa.

M_ Gracias Cruz –le dijo con una sonrisa agradecida.

Por la puerta estaba entrando una sofocada Esther, al verla Teresa la llamó
nerviosa.

T_ Corre vete a quirófano Vilches está que muerde, y Begoña no para de mal meter en tu
contra.

E_ Vale.

T_ Esther –ella se paró-, Maca ya está aquí –al ver su gesto murmuró sin darse cuenta que
Begoña acababa de ponerse a su lado-. Nada, no hay nada que hacer, de esta se
divorcian seguro.

En uno de los box estaba Luna revisando al enfermo estaba enfrascada en el control
del monitor, pero al lazar la vista vio entrar a Begoña con una inmensa sonrisa y la llamó.

Lu_ ¿Qué te pasa que traes esa sonrisa?

B_ Lo hemos conseguido, Esther y Maca se van a separar.

Lu_ ¿Cómo lo sabes? –esta vez quien sonrió fue ella.

B_ Lo ha dicho Teresa. Yo he cumplido con mi parte, ahora te toca a ti ayudarme.

Lu_ Descuida –Begoña sonrió marchándose mientras Luna murmuraba-. Ahora sí, Maca,
ahora por fin vas a ser mía.

Esther se había cambiado, se puso a ayudar en quirófano a Vilches que cuando


terminó le dijo que no se marchara, con cara de pocos amigos se dirigió hasta ella que se
disculpó rápidamente.

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E_ Lo siento he pillado un atasco.

V_ No me des excusas Esther, te lo advierto estás teniendo últimamente un


comportamiento que no me gusta nada, Begoña se va a quejar y esta vez tengo que darle
la razón.

E_ ¿Sabes cuantas veces he tenido que hacer yo su trabajo? –le preguntó molesta.

V_ Si, pero ahora es al revés.

E_ Bueno... pues nada, ¿por qué no me das otra semana de vacaciones y así Begoña no
se quejara?

V_ Mira Esther, yo no soy Maca, así que no me toques los cojones.

E_ Estoy harta Vilches, ¡harta!

V_ Pues ya sabes donde está la puerta de este hospital.

Se marchó enfadado mientras Esther ponía gesto contrariado, entonces con rapidez
se marchó en busca de Begoña. La vio en la cafetería y sin dudarlo se dirigió a ella
apartando una silla y sentándose a su derecha con gesto duro.

E_ ¡No te pases de lista Begoña!

B_ ¿A qué te refieres?

E_ Lo sabes perfectamente, todas las veces que me tenías que haber llamado no lo hiciste
o lo hiciste cuando ya no era necesaria mi presencia –hablaban en voz baja pero por sus
gestos todos sabían que estaban discutiendo Esther no apartaba sus ojos de ella.

B_ Eso son imaginaciones tuyas –se levantó pero Esther la cogió del brazo.

E_ Sé que estás loca por quitarme el puesto.

B_ Lo que estás es paranoica ¿qué pasa que te jode que Luna y Maca estén juntas?

E_ Eso no te lo crees ni tú desgraciada –se levantó bruscamente y se puso a su altura.

B_ Eres imbécil Esther, ¿por qué crees que Maca se quiere separar de ti?

En ese momento Cruz acompañaba a Maca para que se tomara una tila, al entrar
ambas presenciaron la escena de tensión que había entre las dos enfermeras.

E_ Eso no me importa –aunque notó como si la propia Begoña mientras le hacía la


pregunta le estuviera clavando un puñal en el corazón-. Lo único que quiero es que no te
pases ni un pelo conmigo.

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B_ Te estás volviendo una incompetente querida, y eso aquí sabes que molesta –la miraba
con soberbia y orgullo.

Cruz decidió acercarse al ver como subía de tono la discusión y Maca que conocía a
Esther aunque nunca la había visto así, fue a sujetarla pues parecía que le iba a golpear.

E_ Eres más hija de puta de lo que pensaba.

M_ Esther por favor –le sujetó Maca con fuerza tratando de callarla.

B_ Menos mal que tengo testigos.

C_ Begoña márchate, y tú Esther vente conmigo.

M_ Esther –le susurró Maca tratando de tranquilizarla pero ella sin mirarla la apartó.

Cuando Esther llegó al despacho de Cruz, llevaba en su rostro la ira marcada, se


sentó y se dispuso a escuchar un nuevo reproche de Cruz.

C_ Esther te has pasado, ¿lo sabes, verdad?

E_ Dame la bronca que me vaya –dijo sin mirarla.

C_ Mira en primer lugar a mí no me vaciles, y en segundo, mejor será que te tranquilices


un poquito ¿eh?, no estás en disposición de sacar pecho.

E_ Lo siento –murmuró con voz arrepentida-. Lo siento, sé que tienes razón pero da la
casualidad que siempre que tiene que buscarme Begoña no me encuentra, o me encuentra
demasiado tarde.

C_ Mira Esther, ayer reconozco que me pase contigo, tú pagaste mi mal humor, igual que
Begoña ha pagado el tuyo ahora –Esther la miró con seriedad-. Pero hay una diferencia, yo
no soy Begoña y tú la has insultado, y te juro que te entiendo Esther, tratándose de
Begoña te entiendo, pero por favor estate alerta, ella no se anda con remilgos si ha sido
capaz de denunciar a Dávila, imagínate a ti con las ganas que te tiene.

E_ Por eso no te preocupes –dijo con seguridad.

C_ Si me preocupo porque te aprecio. ¿Lo sabes, verdad?

E_ Trataré de controlarme –se levantó para marcharse.

C_ ¿Puedo hacerte otra pregunta? –la miró y asintió-. Muchas veces has tenido problemas
de trabajo, incluso más graves que este, pero por como te he visto reaccionar hoy,
imagino que te diría algo de Maca, ¿no es así?

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E_ Déjalo Cruz, no me apetece hablar del tema, tendré que ir acostumbrándome.

C_ Está bien –afirmó con la cabeza mirándola a los ojos tristes de Esther que le
contestaron lo que su boca calló-. Ten cuidado ¿eh?

Trató de sonreír pero tan solo sus labios dibujaron una sonrisa repleta de tristeza, al
salir se apoyó sobre la puerta y cerró los ojos suspirando.

M_ ¿Esther? –le tocó suavemente el brazo Maca, ella abrió los ojos-. ¿Estás bien?, ¿qué
te ha pasado?

E_ Nada, lo siento pero estoy muy liada –se separó con rapidez de ella y cuando se iba a
ir, volvió sobre sus pasos miró a Maca con una mirada tan fría, que ésta no pudo evitar
sentir un escalofrío por su espalda-. ¿Te importa ir a por Daniel a casa de mi madre?

M_ Claro, yo iré.

Esther se marchó y Maca al verla ir sintió pena en su alma, suspiró tratando de


calmar su taquicardia. La cara de Esther reflejaba que lo estaba pasando mal y ella lo
sentía gravemente.

Lu_ Hola Maca.

M_ Hola -le contestó distraída mientras pensaba en Esther.

Lu_ Tienes mala cara, ¿por qué no te vas a casa?, si quieres yo te llevo –puso su mano
sobre el hombro de Maca.

M_ Tengo trabajo –se separó suavemente de ella.

Lu_ ¿No te apetece tomar algo?

M_ No gracias... ahora tengo que hablar con Teresa, luego te veo ¿vale?

Lu_ Vale, pero me debes un café –le dijo sonriente.

M_ Claro.

Luna sonrió contenta al verla marchar, estaba feliz por fin podía intentar lo que tanto
había deseado, estar con ella, poder compartir su vida con ella.

En el muelle esperaba ansiosa Teresa a Maca, el rumor de lo que había sucedido


entre Esther y Begoña se había extendido con rapidez por el hospital. Al verla le hizo una
señal para que la esperara.

T_ Susana quédate un momento por favor

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S_ Tranquila.

M_ Vamos a mi despacho Teresa por favor –juntas entraron y se sentaron, estaba a su


lado y la miraba con pena-. ¿Has visto a Esther?

T_ Sí, está con Héctor. Vamos por partes cariño, porque al fin y al cabo la bronca de
Esther no es tan importante, ha tenido otras de mayor envergadura, lo que si me preocupa
eres tú. ¿Qué te ha pasado?

Maca estaba ojerosa, se le notaba pálida y sus labios estaban blanquecinos. Tenía
aspecto de enferma por mucho que ella lo negara.

M_ Nada Teresa, me dio como un ataque de ansiedad. Ayer pasé muchos nervios y a
penas he dormido esta noche.

T_ ¡Ah! –exclamó suspirando-. ¿Y quién te ha dado mala noche, el niño o la madre? –


Maca la miró juntando sus cejas mientras daba un trago a la botella de agua-. ¡Mujer!,
como lleváis esa pelea de resolverlo todo en la cama.

M_ Pues no Teresa, la mala noche me la he dado yo solita –le cortó y recordó como había
tentado a Esther pero la había omitido por primera vez desde que se conocían-. Estoy
preocupada por Esther.

T_ Ya me he enterado de la bronca. Esta perdiendo los papeles ¿eh?

M_ Me siento culpable.

T_ ¿Tú por que? –la miró perpleja.

M_ Porque yo le he metido mucha caña Teresa, cada vez que la necesitaba si tardaba le
daba una bronca. Creo que nuestra situación ha estado afectándonos a las dos en el
trabajo pero ella, se ha llevado la peor parte.

T_ Por tu bien y el de ella, arreglar esto pronto o vamos a tener un disgusto ¡y de los
gordos!

M_ Oye Teresa, ¿qué te dijo exactamente?, ¿qué es eso a lo que le está dando vueltas? –
la miraba inquieta mientras se incorporaba en la silla.

T_ A lo que le da vueltas no me dijo, ahora, lo que si trató de hacerme creer es que


regresó a casa por el niño, no por ti –la miró suspirando.

M_ Eso es verdad, te lo aseguro ayer me lo demostró.

T_ También cree que no la quieres ya –Maca asintió moviendo lentamente la cabeza al


tiempo que contraía sus labios marcándose en su barbilla un puchero-. Yo sé que no es
verdad Maca, pero quizá deberías dejárselo claro.

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M- ¿Y de la separación?

T_ Pues... ella dice que... que está decidida –dijo con pena-. Pero creo que solo es pura
fachada.

Maca guardó silencio.

Llegó la hora de marcharse, antes de hacerlo pasó por el cuarto de enfermeras pero
Esther no estaba, se acercó a su taquilla para saber si se había ido, en su bolso tenía una
copia de la llave porque en otros tiempos le gustaba dejarle regalos o notas. Abrió y vio
que el uniforme de Esther estaba allí colgado, al rozarlo sintió que se le hacía un nudo en
la garganta, aquel armario tenía su aroma, al fijarse vio que allí tenía una foto que provocó
su sonrisa, eran de aquellos tiempos en los que sus vidas estaban repletas de sonrisas, de
alegría y de unión. Apenada cerró la taquilla y fue hasta Teresa para que preguntarle.

T_ No hija no la he visto marcharse –dijo un tanto inquieta-. ¿Estás segura que se ha ido?

M_ Sí, está su pijama en taquilla. Bueno, me voy tengo ganas de descansar. Hasta
mañana Teresa.

T_ Hasta mañana.

Maca se dirigió hasta casa de Encarna a recoger al bebé, allí tampoco estaba
Esther, no había ni rastro no le dijo nada, supuso que ella no sabía nada y no quiso
alarmarla. Con la promesa de llamarla cuando llegara a casa, se marchó..

M_ ¿Dónde estarás? –se preguntó en voz alta mientras Daniel empezaba a llorar-. Ya voy
chiquitín, voy a cambiarte y a darte el biberón, esperaremos juntos a que venga Esther,
¿vale cariño?. Esther –susurró con nostalgia.

Puso la televisión pero todo le aburría, se tumbó en la cama con el pequeño y el


sueño le venció, soñó con Esther y cuando abrió los ojos miró a su alrededor pero no
estaba, sintió nuevamente el pinchazo en el pecho de la pena y el dolor, pensó en llamarla
en rogarle que estuviera donde estuviera volviera, que la necesitaba. El timbre de la puerta
le sacó de sus pensamientos. “Esther lleva llaves” pensó mientras bajaba las escaleras.

Al abrir su gesto fue de auténtica sorpresa.

R_ ¡Hija qué alegría! –exclamó su madre abrazándola.

M_ ¡Mamá!, ¡papá! –murmuró sorprendida-. Que sorpresa, esto no me lo esperaba. Pasar,


pasar.

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P_ ¿Dónde está mi nieto? –le preguntó su padre después de besarla.

M_ Pues ahora os lo bajo, estábamos durmiendo –sonrió alegre pero con la tristeza
reflejada en sus ojos.

R_ Vaya... sentimos si os hemos molestado –su tono cambió al pensar en Esther.

M_ No, tranquila, ahora bajo a Daniel, sentaros por favor.

R_ Tienen la casa mona ¿eh?

P_ Se nota que está decorada por nuestra hija –se mostró orgulloso.

R_ Bueno Pedro, nos hemos propuesto no decir nada.

P_ Me gustan tan poco esa chica para nuestra hija.

M_ ¡Ya estamos aquí! –llevaba al niño en brazos mientras sonreía.

R_ ¡Pero qué grande está ya! –exclamó cogiéndolo en brazos mientras sonreía feliz.

P_ ¿Y Esther?

M_ Ahora vendrá –contestó nerviosa.

R_ ¿Está trabajando?, podríamos pasar a por ella.

M_ No, no, está haciendo unas cosas –trató sin éxito de controlar la tensión-. ¿Queréis
tomar algo?

P_ Habíamos pensado ir a cenar fuera ¿si os parece bien?. Anda déjamelo coger Rosario.

R_ ¡Pero qué guapo madre mía!, se parece muchísimo a ti hija –ella sonrió pero en su
rostro se marcaba el gesto preocupado-. Tienes mala cara Maca, ¿estás bien?...

M_ Sí, cansada el trabajo, el niño, sólo eso... bueno... pues sí queréis ir a cenar ¡vamos!

R_ ¿Y Esther? –insistió.

M_ No sé cuanto tardará, pero vamos ahora llamo y que me diga. Mientras os dejo con
Daniel y me arreglo.

R_ Está rara, algo ha pasado otra vez.

P_ Sí, ojalá sea definitivo. Sería lo mejor para Maca.

En su cuarto trataba de tranquilizarse, notaba los latidos de su enloquecido corazón,


debía hacer algo y debía hacerlo rápido. Descolgó el móvil y marcó el número de teléfono,
seguía desconectado.

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M_ ¡Mierda Esther!, ¿dónde estás? –volvió a marcar insistiendo a Teresa-. Teresa soy
Maca, ¿sabes algo de Esther?, ¿no?, no a mí ni me ha llamado ni ha venido y están aquí
mis padres, un poco pesaditos queriendo ir a cenar, sí, sí. Te lo agradecería –colgó con
pesar y murmuró-. ¿Dónde estás?

Antes de reunirse con sus padres se duchó, se vistió y cada dos minutos llamaba a
Esther, estaba atacada ¿y si Esther había hecho alguna tontería?. Entonces con rabia le
vino a al mente Luna, sin dudarlo la llamó pero tenía también tenía el teléfono
desconectado. La preocupación que había sentido por Esther se volvió en un desenfreno
de celos, notaba como su interior se estaba sublevando, se sentó en la cama desesperada
porque además estaban sus padres y bastante cruzada tenían a Esther como para que
supieran como estaban las cosas. Sabía que tenía que marcharse, por suerte cuando
volviera Esther sus padres no estarían. Con un fuerte suspiro que buscó en lo más
profundo de su interior trató de calmarse. Fue a reunirse con ellos y cuando iba a bajar las
escaleras se encontró con su padre que subía con una maleta al ver el gesto de Maca, el
hombre a modo de disculpa le dijo.

P_ Tu madre ha insistido en quedarse aquí, yo quería ir a un hotel pero...

M_ Sí, sí, no pasa nada –su cabeza no paraba “en la habitación está todo lo de Esther”-.
No hace falta que subas la maleta ya la dejo yo.

P_ Está bien... ¿oye Maca, está todo bien?

M_ No papá. Dame. ¡Mierda! –exclamó al quedarse sola.

Antes de bajar quito algunas cosas de Esther llevándolas a su cuarto, y volvió a


insistir pero el móvil seguía desconectado.

Se fueron a cenar juntos y Maca excusó a Esther aunque se daba cuenta que sus
padres no se habían tragado sus explicaciones. Al llegar a casa y darse cuenta que las
luces estaban apagadas pensó que aún no había llegado, estuvo esperando su llamada
pero en toda la noche no se produjo. Quiso asegurarse que no estaba en la cama,
mientras sus padres le daban el biberón a Daniel ella subió pero Esther tampoco estaba,
apoyó la cabeza en el marco de la puerta fue a su habitación y estaba vacía. Se paró a
pensar en ella, y fue su madre quien la sacó de su ensimismamiento.

R_ Daniel ya se ha dormido, es un tesoro.

M_ Si, la verdad que si lo es –dijo orgullosa sonriendo.

R_ ¿Hija tienes problemas con Esther otra vez?

M_ ¿Por qué? –fue lo único que se le ocurrió contestar.

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R_ Porque no ha venido, no te ha llamado, no está aquí y en el armario de la otra
habitación está su ropa.

M_ Bueno –suspiró sin saber muy bien que decir-. No estamos en nuestro mejor momento
pero... no es nada grave.

R_ Siempre disculpándola –le dijo con gesto contrariado.

M_ Creo que mejor cambiar a Daniel y acostarlo.

R_ Como siempre no quieres dar tu brazo a torcer. Tú sabrás lo que haces.

M_ Mamá déjalo quieres...

En casa ya estaban todos acostados, Daniel dormía en la cuna pero ella estaba tan
desesperada que decidió bajar al comedor a esperarla allí. Dejó de llamarla porque se
percató que era inútil lo había desconectado adrede. Miró nerviosa el reloj vio que eran las
doce menos cuarto y pensó en llamar a Teresa, sabía que a esas horas aún estaba
despierta.

M_ ¡Teresa disculpa que te llame a estas horas!

T_ ¿Qué pasa Maca, no me asustes? –le preguntó preocupada por su tono de voz
apagado.

M_ No ha llegado Esther, sigo sin noticias suyas.

T_ Pues yo tampoco, he llamado esta tarde al hospital por si había vuelto o algo, pero no.

M_ ¿No le habrá pasado nada, verdad? –preguntó angustiada.

T_ No mujer, desde las tres de la tarde ya nos hubiéramos enterado.

M_ ¿Y...? –fue a preguntar pero se calló arrepintiéndose.

T_ ¿Y qué? –insistió Teresa.

M_ ¿Y si está con Luna?, ella también tiene el móvil desconectado.

T_ Pues no creo... ahora me dejas con la duda, pero no, no ¡anda quítate esa idea de la
cabeza y haz el favor de relajarte!, no vaya a darte otro ataque que yo te veo mal Maca, te
veo mal.

M_ La verdad que... –oyó en ese instante la llave rodar en la cerradura-. ¡Ya está aquí
Teresa!, si. Buenas noches.

La esperaba sentada en el sofá con una luz tenue para no molestar a sus padres,
quiso no aparentar preocupación para cuando entrara, no quería que supiera los nervios

144 ”Adiós Esther” © by ldana


que había pasado, pero sí, que le quedara claro que había actuado a traición y lo peor, es
que lo había hecho a propósito. Cruzó sus brazos sobre el pecho con gesto serio, Esther
cuando entró y llegó a su altura, dejó la mochila sobre el sofá dispuesta a marcharse. Maca
la detuvo mirándola fijamente y en sus ojos estaba marcado el malestar que sufría, Esther
se puso tensa para afrontar el momento con la mayor entereza posible.

M_ ¿De dónde vienes?

E_ No creo que te importe –contestó tranquilamente mientras pasaba de largo.

M_ ¡Esther! –la agarró por el brazo su tranquilidad le exasperó-. Si me importa, ¿a ti te


parece normal, no dar señales de vida durante toda la tarde y la noche?

E_ Estoy cansada, así que si me sueltas me iré a dormir, y deja de montarme este
numerito.

M_ ¿Cansada de qué? –sus ojos reflejaron celos y su dedos que sujetaban suavemente su
brazo, se aferraron con mayor fuerza clavándose en su piel. Se acercó a ella mirándole
con pasión los labios mientras le preguntó con voz quebrada por los intensos celos que
sentía en su interior-. ¿Has estado con ella, eh?

E_ Yo no ¿y tú? porque últimamente siempre estáis juntas –le reprochó y ante el gesto de
discordia que puso Maca, se dio la vuelta para marcharse.

M_ ¡Esther!

E_ Maca que me dejes tranquila ¡hostia!, no tengo porque darte ninguna clase de
explicación –le habló fuerte.

M_ ¡No grites que están aquí mis padres! –exclamó entre dientes inquieta.

E_ ¿Qué hacen aquí?

M_ ¿Tú qué crees que van a hacer? –la miraba encendida luchando con sus celos que le
provocaban dolor y ganas de arrojarse sobre ella. Respiró hondo y trató de hablarle con
voz reconciliadora-. No me importa lo que hagas Esther, pero justo hoy tenías que
hacerme esto.

E_ Yo a ti no te he hecho nada. Y si no te importa y me sueltas que me estás haciendo


daño –le masculló ofendida mientras Maca la soltaba-, iré a por una colcha para acostarme
aquí.

M_ ¿No puedes acostarte conmigo?, no creo que mis padres necesiten ver tan claramente
como estamos.

E_ Pero si nos vamos a separar no seas hipócrita, algún día lo tendrán que saber, pues
hoy es un buen día.

145 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No me llames hipócrita Esther.

E_ Es lo que eres Maca –le dijo arrastrando las palabras con rabia mirándola a los ojos.

M_ Por favor Esther, no me hagas la situación más complicada, lo sabrán cuando yo


quiera, así que por favor –se calló y respiró profundamente tratando de calmarse-. Por
favor acuéstate en nuestra habitación.

E_ Me acuesto aquí –la miró desafiante.

M_ Muy bien Esther, gracias, muchas gracias, haz lo que te dé la gana –le contestó
perpleja y decepcionada.

Molesta consigo misma y con todo el mundo, Esther sacó del armario una colcha, no
quería acostarse con Maca entre otras cosas y eso no se lo podía negar, porque se moría
de ganas de abrazarla. Entonces sus propias palabras le vinieron a la mente, le había
reprochado a Maca su hipocresía cuando ella misma estaba actuando de igual modo.

Ni siquiera se cambió se tumbó en el sofá acomodándose unos almohadones, pero


no había manera de encontrar la postura idónea, la presencia de sus suegros le iba a crear
más problemas, ellos sin duda insistirían a Maca en que lo mejor era la separación.
Nerviosa se sentó apartándose el pelo de la cara, había estado toda la tarde perdida por la
ciudad sin rumbo fijo, no cesaba de darle vueltas a la cabeza y pensaba que la decisión
que había tomado iba a ser la mejor, iba a cambiar totalmente su vida, era necesario
hacerlo, aquella situación era insostenible para ella. Su decisión la iba a alejar de Maca,
pero era necesario para no morir de dolor a su lado.

Eran las dos de la mañana, Esther seguía sin poder dormir tampoco quería que los
padres de Maca si la veían le cayeran encima con reproches. Preparó el biberón de Daniel
y subió a la habitación, Maca estaba sentada con la luz encendida, notó que había llorado
por sus ojos enrojecidos e hinchados, pero prefirió no decir nada no soportaba verla llorar y
sabía que si se acercaba a ella con la guardia baja, le vencería. Se acercó a la cuna con
una sonrisa hablándole con ternura al pequeño, lo cogió en brazos bajo la mirada de
estima de Maca que no la escondió en ningún momento.

E_ ¡Pero qué hambre tiene mi niño! –exclamó sonriente mientras dejaba un beso en su
frente.

Cuando terminó, lo cambió y en silencio sin cruzar palabra con Maca y Maca sin
dejar de admirarla, entró en el cuarto de baño, se duchó elevando la tensión de Maca que
podía imaginar perfectamente su cuerpo desnudo bajo el grifo de la ducha, tantas veces la
habían compartido que sabía cualquier movimiento de ésta. Carraspeó tratando de pensar

146 ”Adiós Esther” © by ldana


en otra cosa pues su piel la llamaba a gritos, y cuando Esther salió lo hizo llevando un
pijama porque el otoño había entrado con fuerza y el calor había comenzado a
desaparecer a traición. Abrió la cama, se metió en ella y le dio la espalda a Maca
tapándose.

M_ Gracias –le dijo Maca.

E_ No lo hecho por ti, no me las des.

M_ No me hables así por favor –ambas estaban acostadas pero hablaban sin mover un
solo músculo como si estuvieran aferradas cada una en aquella posición.

E_ ¿Y cómo quieres qué te hable? –se sentó de un salto en la cama mirándola fijamente
logrando que Maca reaccionara de igual modo.

M_ No me hables con tanto desprecio Esther.

E_ ¿Y cómo me hablas tú?

M_ Sólo estaba preocupada por ti –le dijo lentamente.

E_ Ya. ¿Qué es lo que quieres Maca?, ¡decídete!

M_ No sé lo que quiero Esther –le contestó cerrando los ojos.

E_ Pues hasta que lo sepas, haz el favor de no fastidiarme más con tus dañinos
comentarios, ¿vale?

M_ Esther... –la llamó con la voz entrecortada pues ella se había vuelto dándole
nuevamente la espalda.

E_ ¿Qué? –le preguntó secamente.

M_ No... nada...

Volvió a acostarse y cerró la luz. Cada una estaba en una esquina de la cama sin
rozarse si quiera, parecía que habían construido de repente un muro entre ellas, imposible
de sobrepasar, aunque las dos estuvieran como locas por sobrepasarlo, una vez más pudo
el orgullo con el sentimiento.

Cuando Maca se levantó para darle el biberón, la vio dormida con gesto tranquilo,
no pudo evitar acercarse con cuidado y dejar sobre su mejilla un fino beso que la hizo
suspirar de devoción.

A las siete de la mañana sonó el despertador esa vez fue Esther quien tomó al niño
para darle el biberón, así seguían con los turnos como si la relación pésima entre ellas no
tuviera cabida en su deber como madres. Maca que no había dormido casi nada, ni

147 ”Adiós Esther” © by ldana


siquiera lo oyó, se había pasado la noche prácticamente en vela pensando muchas cosas
y admirando a su compañera que a mitad noche no había podido evitar girarse y rozarla.
Esther iba sonriente mirando al pequeño cuando se cruzó con Rosario que salía de su
habitación. Fue un cruce de miradas frías, y repletas de desaprobaciones.

R_ Buenos días Esther, ¡por fin te veo!

E_ Buenos días –le respondió cortante.

R_ ¿Te importa que te acompañe?

E_ No, para nada.

R_ ¿Y mi hija?

E_ Durmiendo.

R_ Tiene mala cara, ¿le pasa algo?

E_ Que yo sepa no, no lo sé.

R_ ¿Qué tu sepas? –entraron en la cocina Rosario se sentó pero sin dejarla de mirar con
preocupación. Esther le dio al niño-. Pues si le pasó algo ayer, la que debería saberlo eres
tú ¿no te parece?

E_ Mire Rosario, sabe que yo soy bastante clara y digo las cosas a la cara, así que le
agradecería que me dijera que es lo que quiere saber realmente.

R_ Tengo claro que pasa algo entre vosotras, mi hija está mal y tú no tienes mucha mejor
cara. ¿Qué es lo que pasa?

E_ Nos vamos a separar

R_ ¿A separar? –le preguntó atónita abriendo los ojos como platos.

E_ Sí. Así que ya puede estar tranquila va a perderme de vista y su hija quizás encuentre
otra mujer como ella –pensó en Luna-. Bueno, eso seguro una mujer de su clase no tiene
de que preocuparse.

R_ No digas tonterías Esther –ante el comentario quien se sorprendió de verdad fue Esther
que la miró desconcertada-. Mi hija te quiere a ti, y sé que es feliz a tu lado.

E_ Pues ya no –se mostró firme con voz contundente.

R_ No me lo creo, no tiene ningún sentido, no sé que ha pasado lleváis un tiempo con


problemas, pero desde luego no creo que mi hija necesite otra mujer, puede que tú no
seas de nuestro agrado, es cierto no te lo niego, pero soy su madre y la conozco, sé

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cuando es feliz y aunque me ha costado asimilar todo esto, no puedo anteponer lo que mi
marido y yo pensemos a lo que realmente la hace feliz.

E_ Pues mire, no tendrá ni que anteponer ni que asimilar nada más conmigo. Y ahora si se
hace cargo de Daniel, yo me voy a trabajar.

R_ Esther –la llamó mirándola con pena.

E_ Que –se giró cerrando los ojos con actitud cansada.

R_ ¿Quién ha pedido la separación? –le escrutó fijamente el rostro.

E_ Y eso que más da.

R_ ¿Has sido tú?

E_ Tengo que irme.

R_ Me gustaría poder hablar contigo más detenidamente.

E_ No hace falta ya sabe lo que quería saber. Adiós.

Rosario se quedó pensativa, podía entender mejor la situación en la que


encontraron su hija. Sintió una profunda pena porque todo cuanto le había dicho a Esther
era cierto, y sabía que su hija la amaba profundamente y por la tristeza de sus ojos aquella
separación era ridícula.

Al rato bajó una Maca que por su cara confirmaba todo cuanto su madre había
pensado, se sentó después de darle un beso a ella y otro al niño, como no había visto a
Esther, prefirió no preguntar a su madre, quería por todos los medios que no se enterara
de lo que iba a pasar, aún le quedaba una mínima esperanza.

R_ Esther me ha dicho que os vais a separar –le soltó sin disyuntivas.

M_ Vaya, no sé porque te ha tenido que decir nada, le advertí que no quería que os
enterarais.

R_ Perdóname si te pregunto esto, pero... ¿qué ha pasado?, sé que tú nunca me cuentas


nada, pero –le cogió la mano y bastó el contacto de su madre para que Maca rompiera a
llorar-. Hija.

M_ He sido una estúpida, la verdad que aún no sé que me está pasando. Me dijeron que
Esther mientras yo estuve en Jerez, me había engañado con una compañera de trabajo.

R_ ¿Eso es cierto? –se mostró molesta.

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M_ Ella dice que estaba borracha y no recuerda nada, no sé, me cegaron los celos, luego
todo se ha ido complicando, hemos tenido muchas peleas, muchos reproches y hemos
llegado a este punto –trató de calmar su pesar.

R_ ¿Entonces es definitivo?

M_ Creo que sí, los papeles deben estar a punto de llegar y... sólo me queda la esperanza
de que Esther no los firme.

R_ Con el carácter que tiene, no sé. Maca me preocupas.

M_ Estoy mal mamá, pero creo que estaré peor si me deja.

R_ Pues deja tu orgullo a un lado, y habla con ella.

M_ Lo sé, lo sé –entonces sonó su teléfono-. Perdona. Hola Dávila, ¿ahora?, sí, sí está
bien.

R_ ¿Qué pasa?

M_ Tengo que ir al hospital, ¿sabes si Esther se ha llevado el coche?

R_ No lo sé, no me dijo nada.

M_ Vale, y no te preocupes por mí mamá. Te dejo encargado al pequeñajo

R_ Sí, hija, piensa en él cuando tengas que tomar una decisión, tú quisiste que Esther
fuera su madre también, recuérdalo ¿eh?

M_ Lo hago todos los días.

R_ Pues cede un poco.

En el despacho de Dávila se encontraba como siempre un malhumorado Vilches.


Estaban hablando y quiso saber su opinión sobre un asunto importante

V_ Pues tú dirás que es eso tan importante que tienes entre manos que me ha sacado de
mi despacho cuando estaba desayunando.

D_ No protestes joder. Necesito ayuda.

V_ ¿Qué te pasa?, ¿algún problema con alguna jovencita? –sonrió maliciosamente

D_ No te pases de listo.

V_ Vale, vale, –levantó sus brazos en señal de disculpa.

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D_ Se trata de un programa que me han mandado los de arriba. Y justo hoy, y sin avisar.

V_ ¿Y eso te extraña?, son unos cabrones.

D_ No me extraña pero cuando nos afecta a nosotros me cabrea.

V_ ¿De qué se trata?

D_ Del acuerdo ese de ir a las aldeas o pueblos más pequeños a revisar a niños y
ancianos –Vilches asintió-. Pues se trata de niños esta vez, he tenido que llamar a Maca
porque hoy libraba.

V_ Muy bien, pues entonces estupendo que vaya Maca.

D_ Ya, pero tendrá que llevarse una enfermera.

V_ ¿Y? –lo miró elevando sus cejas mientras jugaba con una figura que Dávila tenía sobre
su mesa.

D_ Pues quería preguntarte que hago, había pensado que fuera Esther, que tal y como
están las cosas tiene aquí mucho follón.

V_ Pues mira, a lo mejor es lo que necesita, perderse con ella y arreglar la situación.

D_ Tampoco se van tan lejos, es un pueblo a dos horas de coche ¡quieres dejar la dichosa
jirafa! –exclamó perdiendo los nervios

V_ ¿Esto es una jirafa? –ante su gesto agregó después de dejarla sobre la mesa y respirar
hondo-. Mira, yo lo haría así, quizá sirva para algo porque estas dos, nos están sacando a
todos de quicio. ¿Begoña ya se ha quejado?

D_ Está en ello, sí.

V_ Pues adelante, que se vayan y si quieres diles que se queden allí a dormir, nunca se
sabe –sonrió.

D_ ¡Adelante! –dijo pues habían llamado a la puerta.

M_ Hola Dávila.

D_ Pasa, pasa Maca por favor.

M_ Hola Vilches.

V_ Bueno, pues nada, buena suerte Maca la vas a necesitar–le dijo sonriendo.

M_ ¿Qué pasa?, he hecho algo mal.

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D_ No, no, no le hagas caso ya sabes como es. Mira Maca te he llamado porque me ha
surgido un compromiso que no podemos eludir.

M_ Tú dirás.

D_ Nos han mandado a dos pueblos para revisar a unos niños, y he pensado que tú
podrías ir.

M_ ¿Yo? –lo miró sorprendida.

D_ Pues sí, tú. Desde luego eres a la única a quien le confiaría esta tarea, es algo
delicada, por quien me la pide, sé que es tu día de descanso, pero te lo recompensaré.

M_ Joder Dávila –protestó.

D_ Solo es ir ver a los niños y volver, un poco de paliza en carretera pero...

M_ Está bien, tendré que avisar en casa. ¿Y voy a ir sola? –lo miró dubitativa.

D_ No, te va a acompañar...

E_ ¿Me has llamado Dávila? –apareció Esther que al ver a Maca se detuvo-. Bueno si
estás ocupado ya vuelvo luego.

D_ No, no pasa –Maca cerró sus ojos imaginando por quien iba a ir acompañada y apoyó
su mano sobre la frente-. Verás ha surgido un imprevisto y tienes que salir ahora mismo
con Maca a hacer unos reconocimientos.

E_ Yo no puedo salir del hospital tengo mucho lío.

D_ Me da igual, es antes esto que el hospital.

E_ ¡Dávila no creo que deba ir! –alzó la voz nerviosa ante el asombro del hombre.

M_ Puedo ir perfectamente sola Dávila, así no causamos ningún trastorno en el hospital –


recalcó las palabras con tono hiriente.

D_ ¡Vamos a ver!, he dicho que vais las dos y punto, tú Esther ves cambiándote salís, ¡ya!.
Y tú Maca, prepara un botiquín con todo lo que puedas necesitar, incluido algo de
medicación que deberás entregar, aquí tienes la relación de cosas que necesitas. Os
quiero de viaje dentro de diez minutos.

M_ ¿Y dónde tenemos que ir?

D_ Son dos pueblos de la Sierra Norte. Os daré todas las indicaciones.

E_ ¿La Sierra Norte?, podemos pasar todo el día yendo y viniendo.

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D_ Lo que haga falta Esther. ¿Entendido?, pues ale a por vuestras cosas.

Esther cruzó una mirada enfurecida con Maca, y ésta se la devolvió. Ambas salieron
a la vez pero tomaron pasillos diferentes.

Cada una por separado pensaba lo mismo “hoy todo puede cambiar para bien o
para peor”, ambas sentían que era un desafío muy fuerte y que quizá gran parte de su
futuro estaba en lo que allí ocurriera. Pero ambas justo antes de salir del cuarto donde
cada una estaban, se les escapó una sonrisa traviesa.

La primera en llegar fue Maca, se puso frente al mostrador mirando a Teresa que
estaba hablando por teléfono. La miraba con una tímida sonrisa que no podía controlar
mientras sus ojos trataban de encontrar a Esther.

T_ ¿Qué te pasa?, ¿tú no librabas hoy?

M_ Pues tú lo has dicho, libraba, en pasado.

T_ ¿Y... qué haces aquí? –le preguntó sin salir de su asombro.

M_ Dávila que tiene un compromiso con algún jefazo y me manda a dos pueblos de la
Sierra.

T_ ¡Uf!, ¿y a qué vas tan lejos?

M_ A hacer una revisión a los niños –hablaba sin perder detalle del pasillo por donde debía
venir Esther.

T_ ¿Y vas sola?

M_ No hija, no voy sola –puso cara de circunstancias.

T_ Menos mal porque la carretera...

M_ Ya, pero prefiero enfrentarme a la carretera que llevar a mi lado a Esther.

T_ ¡Pero qué me estás diciendo! –abrió sus ojos impresionada.

M_ Como lo oyes. No quiero ni imaginar el caminito que me espera –se quejó poniendo
una mueca de pereza-. Porque encima viene obligada por Dávila.

T_ ¿No quería ir? –preguntó completamente atónita mirándola por encima de las gafas.

M_ De ninguna de las maneras –admitió ofendida.

E_ ¡Ya estoy!, hola Teresa –apareció con su cara mostrando un gran enfado.

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T_ Hola guapa. Bueno... pues tomarlo con calma, hay mucha curva por allí y hace un frío,
que... yo creo que vais muy ligeritas de ropa –ninguna contestó ni se miraron.

D_ Bueno ya veo que estáis preparadas.

E_ ¡Que remedio! –protestó con fastidio Esther mientras Maca y Teresa la miraban serias.

D_ Aquí tenéis todas las indicaciones, no hay pérdida.

Primero ninguna alargó la mano para coger los papeles, después lo hicieron al
mismo tiempo y por último, fue Esther quien de un manotazo lo cogió, ante la mirada
hostigada de Maca.

D_ Bien, espero que tengáis cuidado y vayáis con ojo por la carretera.

M_ No te preocupes Dávila, igual Esther con un poco de suerte se queda dormidita –la
miró intensamente.

E_ ¿Tú de qué vas?

D_ Bueno... bueno... –dijo apurado-. Lo único que quiero es que volváis en perfecto estado
las dos.

T_ Tener cuidado por favor –les dijo Teresa cuando se dispusieron a salir-. ¡Anda qué tú
también Dávila!, de esta o se juntan o esta misma noche firman el divorcio. ¡Qué poca
cabeza has tenido!.

D_ Mujer Teresa, Vilches y yo pensamos que era una buena oportunidad para ellas.

T_ Mira Dávila, no está el horno para bollos –ante el gesto sorpresivo de Dávila, agregó
rápidamente-. Bueno... es una manera de hablar.

Entonces mientras Dávila se marchaba sonriente, Luna pasó como una flecha hacia
la puerta, Teresa la siguió intrigada con la mirada.

Lu_ ¡Maca, Maca! –Maca se detuvo y Esther también mirándola con un agudo odio-.
¿Puedo hablar un momento contigo a solas?

M_ Sí –pero Esther no se marchaba-. ¿Puedes llevar el maletín al coche por favor?

E_ Yo ya llevo los papeles –le cogió las llaves y se fue sin el maletín ante el gesto
indignado de Maca.

M_ Tú dirás –le dijo molesta mirando a Esther marcharse.

Lu_ No sabía que te ibas con ella –le habló con tono irritado.

M_ Cosas de Dávila. ¿Qué quieres? –insistió de mala gana.

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Lu_ ¿Quieres qué vaya yo?, no creo que ir con ella...

M_ Mira Luna, no sé que pretendes, pero... no juegues conmigo ¿vale?, yo no soy Esther,
y ahora si no te importa el maletín pesa.

Se quedó allí de pie, viendo como Maca se dirigía al coche, al girarse se topó con la
presencia de una Teresa que la miraba con actitud amenazadora y sus manos puestas
sobre las caderas.

T_ Cada vez veo más claras tus malas intenciones, ¡apártate de ellas!

Lu_ No me interesa tu opinión, estoy enamorada de Maca y en cuanto esté libre que por lo
que me ha dicho falta poco, estaremos juntas.

T_ Espera un momento –Luna la miró con indiferencia-. Así que Esther no iba mal
encaminada, te inventaste todo para separarlas.

Lu_ Trabajar tan poco, te hace imaginar mucho –con una sonrisa maliciosa, se marchó.

T_ ¡Pero bueno!... esto lo tiene que saber Maca –se dijo para sí misma.

C_ Oye Teresa –aparecieron Cruz, Eva y Laura.

T_ Dime Cruz.

C_ ¿Es verdad que Maca y Esther han ido a la Sierra?

T_ Sí hija, sí.

Ev_ Bueno mira... a lo mejor les viene bien para hablar por el camino.

T_ Pues no sé que quieres que te diga Eva, porque últimamente más que hablar se ladran
y se muerden.

L_ Yo creo que la pareja está rota, ya sabéis lo que se comenta por los pasillos.

C_ ¿Qué?, no me he enterado –dijo con el ceño fruncido por su desconocimiento del


nuevo rumor.

L_ Pues que Maca está tonteando con Luna.

T_ ¡Pero qué tonterías dicen!, si Maca lo está pasando fatal y os digo una cosa, como se
separen, quien se va a llevar la peor parte, es ella.

C_ Estoy de acuerdo contigo Teresa. Además yo creo que están las dos con la tontería de
ver quien se arrepiente primero de todo cuanto se han dicho y se pide perdón antes.

Ev_ Pues todas sabemos como es Esther para eso.

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V_ ¡Qué!, ¿hace fresquito, eh? –apareció Vilches mirándolas puesto con las manos sobre
las caderas-. ¿Os traigo un cafecito y uno pastelitos, eh?, digo yo que así le daréis mejor a
la lengua, pero vamos que si trabajáis un poquito no pasa nada ¿no? –las cuatro mujeres
lo miraban divertidas-. Venga a mover el trasero.

C_ No te pases cariño que estábamos con temas del trabajo.

Ev_ Eso, también necesitamos comentar cosas –sonrieron.

V_ O entráis o de lo contrario os cargo al hombro como sacos de patatas y os dejo a cada


una vuestros sitios –les acusaba con el dedo índice mirando fijamente una a una..

T_ Está bien está bien, ¡ale chicas a trabajar!, que con el permiso de Cruz, Vilches va a
llevarme con esos brazotes –todas incluida ella dieron una carcajada.

V_ Muy graciosa Teresita, muy graciosa.

En el garaje, Maca había dejado el maletín en el maletero, abrió la puerta y entró sin
decir nada, Esther había puesto la llave en el contacto y ni siquiera la miró, ya llevaba
puesto el cinturón y su mirada vagaba al lado opuesto de Maca. Maca por su parte, le dio
al contacto y se puso la radio en marcha, comenzaron su camino por la ciudad en el más
estricto silencio. Aún no habían recorrido ni un kilómetro cuando Esther desconectó la radio
sabiendo lo que le gustaba a Maca conducir oyendo música.

M_ ¿Por qué la quitas?

E_ Me duele la cabeza.

M_ Pues bájala, pero quiero oír música –le habló con toda la calma que pudo.

E_ Te he dicho que me duele la cabeza –insistió con malhumor.

M_ ¡Mira Esther! –detuvo el coche en seco ante la gran pitada de un taxista-. Vamos a
estar un buen rato por carretera, ¿piensas darme todo el viaje con tus tonterías?

E_ ¡Ya estamos!, digo algo y es una tontería, pues mira bonita, lo tienes muy fácil, no me
hables y así no tendrás que escuchar más tonterías.

M_ Esther... –la miraba con gesto de tensión.

E_ ¡Esther nada! –cortó tajante.

M_ Cuando te pones insoportable, me superas.

E_ ¡Pues anda que tú! –le contestó con jactancia.

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M_ Será mejor que cambies tu postura Esther, no pienso soportar ni una subida de tono
¿lo has entendido? –arrancó el coche y salió disparada.

E_ Muy bien, pues para y me bajo y le digo a Dávila que no te soporto y me niego a ir
contigo –se quitó el cinturón mirándola con rabia.

M_ Eres una cabezota ¡me tienes harta!

E_ Si, ya veo, tus padres estarán contentos con el cambio –sonrió.

M_ Voy a omitir tu desafortunado comentario y abróchate el cinturón no me apetece que


me multen gracias a ti.

E_ Claro, a la señora no le gusta escuchar las verdades.

El semáforo la hizo parar, entonces pudo girar su cabeza hacia la derecha, clavó
sus ojos en Esther, sabía perfectamente a quien se refería, porque le salió un reproche
repleto de celos en su voz, suspiró y le dijo sopesando sus palabras a traición mientras le
sujetaba por la barbilla.

M_ Yo no soy como tú.

E_ Es verdad –le apartó la mano sujetándosela con fuerza-. Había olvidado que tú eres la
perfecta, la que nunca hace nada mal, perdona mi osadía –le dijo con tono mordaz.

Le soltó la mano y Maca se la tuvo que frotar porque le había hecho daño. Se pasó
la lengua por los labios después se los mordió, negó con la cabeza, todo en actitud
nerviosa pero prefirió no contestarle.

Durante el resto del viaje no hubieron más comentarios, Maca sabía llegar hasta un
punto donde debía desviarse, no quiso tener otra confrontación con ella, y con la máxima
suavidad que pudo, que no fue mucha porque estaba muy molesta, le dijo.

M_ ¿Puedes mirar el mapa y decirme por dónde debo continuar?

E_ ¿Con lo lista que eres y no lo sabes? –le dijo irónica mientras sonreía con una sonrisa
burlona e hiriente.

M_ Muy bien, ¡perfecto!, ya está bien. ¡Bájate del coche!, ¡fuera!

E_ ¿Estás de coña? –le preguntó sonriendo aunque en su interior sintió que hablaba en
serio.

M_ ¿Tengo cara de estar de coña a caso?, ¡eh!. ¡Qué te bajes!

E_ ¡Pero si estamos en plena carretera, estás loca! –exclamó mirándola aturdida


borrándose de su rostro la sonrisa.

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M_ No hay problema, te bajas y te pones a hacer autostop, pero te bajas ¡y ya!. ¡Fuera
Esther! –la miró con sus ojos encendidos por la furia que sentía y no podía dominar-. No
quiero que estés conmigo ni un segundo más. ¡Fuera!

E_ ¿Y por qué no te bajas tú?

M_ ¡Esther! –alzó su voz perdiendo los nervios.

E_ No pienso bajar, ¡vamos ni loca! –aseguró de manera tajante.

M_ Muy bien, ¿no piensas bajar?, ¡estupendo!, entonces por favor colabora conmigo, a mí
tampoco me gusta esto pero cuanto antes lleguemos antes volveremos.

Esther reconoció para sí que tenía razón y también que se estaba comportando
como una verdadera estúpida. Abrió el mapa y le indicó.

E_ Tenemos que seguir por esta carretera, la próxima salida es la que hay que tomar.

M_ Vale, gracias –asintió agradecida con un profundo respiro.

No hablaron entre ellas en voz alta, pero sí para sus adentros, cada una valoraba la
situación en la que se encontraban.

E_ “Me gustaría tanto que dejara de hablarme con ese resentimiento. Fíjate si está para
comérmela, ese suéter le queda de muerte... y cuando se cabrea se pone tan interesante...
lo que daría por perderme con ella y volver a empezar de nuevo. Bueno... mejor quítate
esa idea de la cabeza y no pierdas detalle de los cartelitos o me manda bajar otra vez...”

M_ “Daría lo que fuera porque no me hablara con ese tono tan hiriente... no sé si voy a
poder aguantar... esta divina y aunque me reviente reconocerlo... ahora mismo me lanzaba
a su cuello... está tan guapa cuando se enfada... ¡ay Maca!, quien te ha visto y quien te ve,
completamente dependiente de ella... bueno será mejor que me fije o se vengara por
mandarla bajar”.

Seguía conduciendo y las dos guardaban un tenso silencio, de repente la voz más
calmada de Esther rompió el hielo.

E_ La siguiente desviación a la derecha.

M_ Vale.

Volvió el silencio.

M_ “Podría perderme en este maravilloso lugar, nunca en mi vida he necesitado tanto a


alguien como a ella... –la miró por el rabillo del ojo iba seria pero mirando el horizonte y el
mapa-. Creo que puede ser una buena oportunidad... y ya va siendo hora que le pida
perdón, me he comportado...”

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E_ ¡Maca, Maca! –la sacó de sus pensamientos la voz de Esther gritándole.

M_ ¿Qué pasa? –preguntó de manera distraída.

E_ ¡Joder Maca que te has pasado!, te estaba diciendo que doblaras. Da la vuelta –le
habló con tono impertinente.

M_ Tranquilita ¿eh?

E_ ¡Solo falta que te pases y nos cueste más volver!

M_ ¿Tantas ganas tienes de volver? –la miró sorprendida.

E_ Pues sí, odio el coche.

M_ Cuando fuimos a Quiroga te encantaba ir en el coche.

E_ Eran otros tiempos –murmuró despacio.

M_ ¡Entendido! –asintió con la cabeza y gesto contrariado-, así que lo que odias es estar
conmigo.

E_ No he dicho eso.

M_ Lo has dejado clarísimo –asintió con gesto duro.

E_ Bueno... piensa lo que quieras.

Nuevamente silencio.

E_ “Joder no quería decir eso... ¿cómo puede pensar que la odio? –la miró de reojo esta
vez ella, se sintió mal por la seriedad del rostro que Maca reflejaba, sabía que le acababa
de hacer daño-. Eres idiota Esther... ¿y ahora cómo lo arreglo?.

Nuevamente silencio.

E_ Maca no quería decir eso.

M_ Déjalo no lo quieras arreglar ahora.

E_ Maca.

M_ ¡Ya estamos! La Hiruela.

Detuvo el coche y bajó dejando a Esther dentro con gesto pesaroso. Al salir, notó el
fresco en la cara que le vino bien porque pareció que al estremecerse, se sacudía el
malestar que había creado en ella el comentario de Esther, que le había hecho daño. Al

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cerrar el maletero para sacar el maletín, se encontró con la figura de Esther mirándola, con
cara de frío.

E_ ¡Vaya frío! –exclamó frotándose los brazos.

M_ Pues sí.

E_ ¿Dónde tenemos que ir? –preguntó con el tono de culpabilidad marcado en el timbre de
su voz.

M_ Que yo sepa llevas tú los papeles, ¡míralo!

Esther puso mala cara y volvió a abrir la puerta del coche, en el asiento había
dejado los papeles que Dávila les había entregado, miró el sobre referente al lugar, y lo
abrió, Maca se había acercado un poco pero dejando una distancia prudente.

E_ Tenemos que ir al colegio, pero no hay dirección.

M_ ¡Joder, ya le vale a Dávila!

E_ Espera voy a preguntarle a la señora.

Maca cerró el coche y fijó su mirada en la figura de Esther, sabía perfectamente que
su comentario no era lo que sentía, veía en sus ojos la pena por decir algo tan
incongruente. Cuando la vio sonreír con la señora, supo cuanto la amaba, esa sonrisa que
tanto echaba de menos, esa sonrisa que en su día la cautivó y que tanto necesitaba
recuperar en ese momento. La miraba fijamente entregada a ella, no cambió su gesto ni su
manera abierta de mirarla ni siquiera cuando Esther se puso delante de ella para contarle
lo que la señora había dicho.

E_ A ver, la señora que es muy agradable nos va a acompañar -Maca no movió un solo
músculo, sólo la admiraba. Esther que se dio cuenta le preguntó un poco cortada-. ¿Estás
bien?

M_ Si, ¿por? –sonrió sin darse cuenta.

E_ Porque no me estabas haciendo ni caso.

M_ Que si mujer. Bueno... a ver... ¿dónde tenemos que ir?

E_ ¡Ves como no me has escuchado!, joder que frío.

Llegaron en compañía de la señora que les iba enseñando el pueblo, mientras ellas
miraban pero no veían pues Esther había entendido esa mirada, y Maca, había entendido
cuanto la amaba. Al llegar al colegio les estaba esperando el médico del pueblo Juan y los
dos profesores.

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J_ Muchas gracias por venir doctora.

M_ No hay de que, ésta es Esther la enfermera que me va a ayudar.

J_ Muy bien –le estrechó la mano a Esther que miraba a Maca de reojo ofendida-. Por aquí
por favor.

E_ ¿Ésta?, vaya manera de presentarme –le dijo bajito.

M_ ¿Y cómo quieres que te presente? –le contestó en voz casi inaudible para el resto.

Maca sonrió y se puso a la altura del doctor. Durante un par de horas dejaron de un
lado sus problemas personales y se centraron en los niños, a los que atendieron entre
risas y bromas. Al terminar, el médico les agradeció la ayuda.

M_ ¿Sabe de algún sitio dónde podamos quedarnos a comer?

J_ Claro, aquí en el pueblo hay una tasca donde se come muy bien.

E_ Será mejor ir a Horcajuelo la carretera es muy mala y no podemos ir con prisas.

J_ ¿A qué hora tienen qué estar allí?

E_ A las cinco nos esperan.

J_ Les sobra tiempo, vengan que yo las invito.

M_ Muy amable –le sonrió Maca que se percató la poca gracia que le hizo a Esther y
cuando el hombre se adelantó le dijo-. ¡Anima esa cara, ya te queda menos para
soportarme! –le tocó la barbilla mordiéndose los labios.

E_ ¡Por suerte!

M_ Si –entonces sin dudarlo le pegó una palmada en el culo mientras ponía gesto de
provocación.

E_ Creo que es mejor que llames a casa, para saber como está Daniel –trató de disimular
que le había gustado ese roce de Maca.

M_ Tranquila Esther, mis padres saben cuidar niños, te recuerdo que tienen más nietos.

E_ No me vaciles –la miró fijamente a los ojos.

Entraron Esther y Juan al restaurante mientras Maca lograba encontrar un poco de


cobertura para hablar con sus padres. Cuando entró Esther había pedido por ella.

M_ ¡Caray qué prisas! –le dijo cuando Juan se levantó.

161 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Cómo está?

M_ Muy bien, ahora iban a comer y luego me ha dicho mi madre que irían a pasear. ¿Das
el visto bueno? –bebió un poco de vino.

E_ Te recuerdo que vas a conducir, y la carretera tiene mil malditas curvas.

M_ Tranquila, yo lo controlo todo –la miraba desafiándola constantemente pero Esther no


quería entrar en su juego, ya que sabía donde terminarían, se imaginó en cualquier curva o
en cualquier camino forestal, calmando la fuerza del deseo, y sonrió sin poderlo remediar.

J_ Bueno, espero les guste la comida, es lo típico de aquí. Y gracias por el material
estamos un poco apurados.

M_ Yo también le agradezco que lo haya cogido, no sabe lo que pesaba el maletín –sonrió
divertida ante el gesto serio de Esther.

J_ Espero que vuelvan a hacernos una visita.

M_ Cuente con ello.

J_ Pueden venir con sus maridos, están todos invitados –ellas cruzaron sus miradas con
una tímida sonrisa-. Les gustaran nuestras fiestas.

Se despidieron del hombre en la puerta del restaurante, y fueron paseando por las
calles del pueblo, Esther trataba de imprimir un poco de ritmo, pero Maca por el contrario
paseaba observando todo cuanto podía, aunque realmente no viera nada, le gustaba ver el
gesto de desespero de Esther, le divertía.

E_ ¡Quieres darte prisa Maca, son las cuatro y cuarto!

M_ Llegamos de sobra y este lugar es precioso. Así que tranquilita, relájate y admira tu
entorno –le sonrió

E_ No lo dudo pero tenemos más trabajo.

M_ Que aguafiestas eres hija.

E_ Oye –se puso a su altura y sin pararse le dijo-. En la comida cuando Juan dijo lo de los
maridos, pensé que le dirías que no tenemos maridos.

M_ Anda, ¿y por qué debía decirlo?

E_ Porque antes siempre lo decías.

M_ Eran otros tiempos ... –sonrió con malicia.

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Cuando llegaron al coche, Maca abrió el maletero y sacó un chaquetón que llevaba
siempre por si el frío aparecía en algún lugar inesperado.

M_ Si no fueras tan desastre, ahora tendrías una chaqueta como yo –le hizo una mueca
graciosa elevando sus cejas mientras se abrigaba.

E_ No tengo frío –dijo frotándose las manos.

M_ No claro, como ya estás helada, el frío ni lo notas.

E_ ¿Puedes abrir el coche y callarte, joder?

M_ Esther, está abierto –le dijo con tono irónico, y nuevamente molestó a Esther y
suspirando exclamó-. ¡Ay señor cómo estás de tontita!

E_ Dale al contacto que ponga la calefacción.

M_ Antes la has quitado –la miró sorprendida sin darle al contacto.

E_ Pues ahora la quiero poner.

M_ Ya te aclararas, últimamente siempre andas entre dos caminos totalmente opuestos –le
lanzó una mirada directa acompañando el reproche.

E_ Mira, paso de ti.

M_ Pues no deberías.

E_ Es que si no lo hago Maca, voy a decirte algo de lo que me voy arrepentir otra vez.

M_ ¿Te has arrepentido de algo?

E_ Sí Maca, sí, pero bueno... ya me las has devuelto ¿no?

M_ Sí –bajó la voz y la afirmación fue un murmullo con su voz angelical.

E_ Ves como eres insoportable –apoyó el codo sobre la ventanilla y con la mano se sujetó
con actitud cansada la cabeza.

M_ Como tú cariño, no voy a ser menos.

E_ Arranca por favor –le ordenó alargando la mano dirección a la carretera.

M_ Me dan ganas de besarte –la miró fijamente, sus ojos ardían insinuantes.

E_ Ni se te ocurra. Arranca –le dijo con tono enervado.

M_ Se te pasaría el frío.

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E_ Y me entraría mucha mala hostia.

M_ ¿De verdad? –le sonreía de manera provocativa.

E_ Sí –la miró tratando de enfrían aquellos ojazos que la miraban de aquella manera que
tanto le gustaba.

M_ Pues que sepas que me encanta cuando pones ese gesto de mala leche, cuando
juntas las cejas, cuando aprietas los labios –fue a tocarlos pero ella le apartó la mano-, me
excitas ¡qué quieres que haga!

E_ Que arranques de una vez el coche y te calles la boca.

M_ ¡Qué pena! –exclamó riéndose mientras hacía un chasquido con la lengua.

Arrancó y comenzaron a ir en marcha cuando de repente paró de golpe.

E_ ¿Y ahora que te pasa?

M_ No te muevas, me llevo las llaves no vaya a ser que me dejes aquí.

E_ ¡Pero... joder! –exclamó enfadada-, encima se lleva las llaves y me deja aquí con el frío
que tengo. Espero acabar pronto o sino, me voy a ahogar de tanto aguantarme de no
besarla.

Al poco rato, salió Maca de una tienda con una bolsa en la mano y cara divertida
sonriendo, entró al coche y cuando fue a hablar Esther se le adelantó

E_ Comprando algún souvenir. ¡Joder Maca que no llegamos! -protestó.

M_ No tonta te he comprado una rebeca –se la echó encima y borró su sonrisa

E_ ¡Ah! –murmuró sintiéndose ridícula-. Gracias.

En el hospital, Teresa andaba preocupada por ellas, las había llamado un par de
veces pero le indicaba que no tenían cobertura. Dávila también le había preguntado, y en
ese momento que estaba en la cafetería se acercó Vilches y Cruz.

V_ ¿Sabes algo de la parejita?

T_ Pues no, y estoy preocupada ¿eh?

C_ Vamos Teresa igual les va bien este viaje.

T_ Dios te oiga pero óyeme, han pedido la separación.

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C_ Lo sé –murmuró haciendo una mueca de pena.

V_ ¿Se van a separar?, con la movida de su boda, ahora se van a separar.

T_ Pues sí Vilches, y se quieren ¿eh?, eso os lo aseguro.

C_ A Maca le dio un ataque de ansiedad ayer, yo creo que todo por lo mismo.

V_ Es que debe ser dificilísimo ser lesbiana, imagínate dos mujeres soportándose ¡tiene un
mérito!.

C_ ¡Qué idiota eres! –le dijo seria.

T_ Vilches de verdad ¡eh!

V_ Bueno... –se rascó la barbilla pensativo-... tendré que hacer otra apuesta.

T_ No tienes arreglo. Mira, me voy a ver si ahora ya han salido de la montaña y las puedo
localizar, es que me las imagino en el coche discutiendo todo el camino y me da un miedo
que les pase algo.

C_ No les va a pasar nada, tranquila. Cuando sepas algo, nos lo dices. Anda que... eres
más bruto –le riñó Cruz.

Teresa salió de la cafetería y marcó el número de Esther.

E_ Dime Teresa.

T_ ¡Hija que alegría oírte!

E_ ¿Qué pasa? –le preguntó un tanto sorprendida.

T_ Pues que os he estado llamando y nada.

E_ No tenemos muy buena cobertura por aquí.

T_ ¿Va todo bien? –le preguntó en voz baja.

E_ Sí, ya hemos visitado La Hiruela, dile a Dávila que allí está todo correcto no hay ningún
problema.

T_ Me ha preguntado varias veces.

E_ Pues que pregunte menos y que hubiera venido él, no te jode.

T_ Vaya, creo que el viajito no es de tu agrado, sólo espero que no discutáis conduciendo.

E_ Que va –dijo sonriendo de manera burlona.

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T_ Ya veo que sí, bueno pues vosotras atentas con la carretera, no vayamos a tener un
disgusto.

E_ Te tengo que dejar que voy mirando el mapa.

M_ ¿Qué quería? –le preguntó sin mirarla.

E_ Nada, ¿qué va a querer Teresa?

M_ Imagino que querrá saber si discutimos, o si hemos acabado revolcándonos en el


asiento de atrás –le sonrió provocándole nuevamente.

Volvió a sonar su móvil y al ver el número le dijo un tanto nerviosa aunque trató de
disimular.

E_ Acércate aquí y para por favor.

M_ ¿Por qué?

E_ Porque te lo pido por favor.

Maca paró el coche y Esther bajó, se puso de espaldas a ella y comenzó a hablar,
aquella actuación llamó su atención, disimuladamente bajó la ventanilla pero la voz de
Esther no le llegaba con nitidez. Maca tenía puesta la mano sobre sus labios y se mordía el
dedo, mientras con la otra se aferraba con fuerza al volante, aquella llamada que trató de
ocultar su contenido para ella, le estaba haciendo ponerse nuevamente en su contra, se
daba cuenta que desde el momento en que le falló con Luna, todo era diferente, ahora la
inseguridad, el temor a nuevas mentiras, le hacía desconfiar de todo, y quizá siempre sería
así, notaba como la sangre se le había revelado, notó el calor en la cara, y se sintió
estúpida hasta de haberle comprado la chaqueta, sin pensarlo, abrió la puerta salió y se
plantó delante suya en jarras mirándola con cara de pocos amigos.

M_ ¡Qué pasa, ahora ya no tienes prisa!

E_ ¿Puedes esperarte un momento?, no, no te digo a ti, perdona –tapó le auricular y


suspiró enfadada-. Déjame que ya termino.

M_ Te doy dos minutos, y te aseguro que me voy –le dijo con tono irritado y cara
amenazante.

Esther no tardó ni un minuto en colgar, subió al coche pero omitiendo cualquier


comentario, se puso el cinturón y Maca arrancó a toda velocidad.

La jornada estaba acabando en el hospital, y Dávila ya había recibido la noticia por


parte de Teresa. Estaba recogiendo cuando se presentó ante ella Carlos.

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Ca_ Oye Teresa, ¿ya se han apuntado todos para la cena?

T_ Sí, vamos todos los del turno, ya podéis ir preparando el bolsillo.

Ca_ Vale –Teresa le dio la lista y él la miró-. Oye, pero aquí faltan Esther y Maca.

T_ ¡Pues anda es verdad!, como no están. ¿Qué hacemos las apuntamos?

Ca_ Claro que sí, no pueden faltar aunque Esther esté de uñas conmigo.

T_ Bueno, no se lo tomes en cuenta, había cogido mucho cariño al niño.

Ca_ Ya lo sé, también sé que fue a verlo a espaldas de Maca.

T_ Esta pareja tiene mucho de que hablar.

En el coche iban calladas, Esther cuando tenía que tomar alguna carretera le decía
por donde pero nada más, Maca tampoco le decía nada, así, por la carretera sinuosa no
hubo palabras, tan solo silencio.

Llegaron al pueblo a la hora exacta, en el colegio que encontraron enseguida, les


esperaba el médico.

M_ Buenas tardes, venimos de parte del Hospital Central –se presentó dándole la mano.

Ma_ Encantado, mi nombre es Manuel.

E_ Soy Esther, la enfermera –dijo al ver que Maca no la presentaba.

Ma_ Acompáñenme por favor.

Las dos fueron a entrar a la vez, golpeándose. Maca la miró que si sus ojos
hubieran actuado, el cadáver de Esther yacería sobre el suelo del colegio, mientras Esther
esquivó aquellos ojos enfurecidos. Trabajaron como en el colegio anterior, pero sin risas, ni
bromas. Los niños presentaban todos unos estados de salud espléndidos.

M_ Pues esto ya está. Me quedo la historia de Ana, la niña con perdida de audición, yo
creo que esta audiometría me dice que hay un problema más serio de lo que puede
aparentar.

Ma_ Si por eso insistí al director, estudiamos juntos y me dijo que en su hospital estaba la
mejor pediatra que podía encontrar.

M_ Tampoco es para tanto –dijo algo abrumada por el comentario-. Yo lo que haría es
ingresarla unos días, que venga con la madre y...

167 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Nosotros mandamos una ambulancia en caso que no pudieran venir –la interrumpió
Esther cosa que no gustó nada a Maca.

M_ Sería cuestión de hacerle pruebas y descartar cualquier posibilidad tumoral.

Ma_ Está bien, si no les importa, sus padres están aquí, ahora les digo que pasen y
ustedes se lo comunican.

E_ Joder, son las seis y media y se nos va a hacer de noche.

M_ ¿Y qué quieres que nos vayamos sin dar explicaciones? –la miraba atónita.

E_ No he dicho eso.

M_ Pues entonces no refunfuñes más ¡joder!.

Ambas suspiraron a la vez, y cuando vieron a los padres cambiaron el gesto serio
por una sonrisa cordial. Después de explicar todos los procedimientos a seguir, recogieron
las cosas para ponerse en marcha.

Ma_ Muchas gracias por todo.

M_ No hay de que, esperamos la visita de Ana y sus padres.

Ma_ Sí.

E_ Vaya ya es casi de noche.

Ma_ Una cosa si les quería advertir, la carretera que sale a la Nacional esta en obras, así
que tendrán que ir nuevamente hacia detrás, por donde han venido y ya verán las
indicaciones para dar con ella.

M_ Gracias. Será mejor que nos vayamos porque parece que va a llover.

Ma_ Si, son malas fechas ahora son típicas las tormentas. Lo dicho, muchas gracias por
todo.

E_ ¡Qué bien ahora nos pillara una tormenta!, como si lo viera venir.

M_ No seas gafe.

E_ ¡Que frío joder!

Entraron en el coche y Maca tecleó el número de teléfono de sus padres.

M_ Mamá, hemos terminado ahora, vamos a tomar camino de regreso, ¿qué tal esta el
niño?, vale –colgó y le dijo sin más-. Todo bien.

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Entonces sonó el móvil de Esther y Maca se le quedó mirando.

E_ ¡Mamá!, sí, no, mamá, ¡mamá déjame hablar!. Estamos en la Sierra, ¡pues trabajando
mamá!, si, con Maca, si está aquí sí. Ahora no se puede poner, venga ya vamos para allá.
Si, no, están los padres de Maca. Vale, adiós –resopló.

M_ ¿Por qué no la has dejado hablar conmigo?

E_ Porque nos vamos ya.

Arrancó y salieron camino de vuelta, Esther tuvo que encender la luz interior para
seguir las indicaciones del mapa y cuando llevaban un rato dijo:

E_ No veo nada.

M_ Es que estoy segura que no es por aquí, te has empecinado que tenemos que ir por
esta carretera, ¡y no es por aquí!.

E_ Y si sabes por donde es porque me preguntas a mí.

M_ Joder y ahora se pone a llover, ¡menudo viajito!

E_ ¿No lo dirás por mí?

M_ Mira Esther, haz el favor de fijarte en el mapa y en los carteles o de aquí no salimos.

E_ Para que quieres que mire, si siempre lo hago mal –protestó cruzando los brazos.

M_ ¡De verdad tengo unas ganas de llegar a casa y perderte de vista!

E_ Pues anda que yo –hubo un momento de tregua. Hasta que Esther murmuró-. Por favor
que no haya tormenta o me da algo.

M_ Es verdad, se me olvidaba el miedo que te dan –sonrió cambiando radicalmente el tono


de enfado por uno más suave.

E_ Puedes burlarte pero en plena montaña que estamos, ya me dirás si no es para tener
miedo.

M_ Pues no, vamos en el coche y aquí no pasa nada, miedo si fuéramos andando.

E_ Y no va nadie por la carretera –continuó insistiendo pero su voz también cambió de


tono.

M_ Claro como que esta no es.

E_ Pues da la vuelta.

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M_ ¿Ahora? –la miró incrédula.

E_ Sí ahora, ¿qué pasa? –volvieron a elevar su malestar.

M_ Lo mejor es seguir, supongo que debemos llegar a algún pueblo.

E_ Oye Maca, tú te has dado cuenta que llevas la luz de la gasolina encendida.

M_ ¡Anda pues no!, ¡pero si le he puesto gasolina esta mañana!, se habrá estropeado es
imposible que se haya acabado –golpeó el cuentakilómetros.

E_ ¡Madre mía! –murmuró aterrada.

M_ ¿Tienes miedo?

E_ Sí.

M_ ¿A qué?, ¿a quedarte perdida en el monte?, o... ¿a quedarte conmigo en el monte?

E_ Te crees el centro del mundo Maca, y por lo menos, del mío ya no lo eres.

M_ Claro que lo soy, tontita –le sonrió ampliamente.

E_ No –trató de ser rotunda.

M_ ¿Por qué le has dicho a mi madre lo del divorcio?

E_ Bueno, has tardado todo el día a hacerme la pregunta.

M_ Y no quería.

E_ Ya, por tu orgullo, claro.

M_ Como el tuyo –se miraron.

E_ Porque tu madre estará contenta de que nos separemos.

M_ Eso no es verdad, además estás casada conmigo no con mi madre.

E_ Bueno déjalo. ¡Cuidado! –la alertó porque en medio de la carretera había una piedra-.
¡Joder, cuándo vea a Dávila se va a enterar!

M_ Estoy de acuerdo contigo.

E_ Fíjate bien Maca, no vayamos a tener un disgusto.

M_ Joder como llueve, no sé si parar.

E_ ¿Aquí?, no sabemos donde estamos –le decía al punto del histerismo.

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M_ ¡Pero es que no veo con tanta agua!

E_ Joder pero no pares –le riñó asustada al detenerse el coche en medio de la carretera.

M_ Yo no he parado Esther –la miró inquieta-. Se ha parado solo.

E_ Ostia.

M_ Espera a ver –trató de arrancar pero el coche ni siquiera hacia el intento de ponerse en
marcha-. ¡Joder no arranca!

E_ No me digas eso.

M_ ¿Y ahora qué hacemos?

E_ Tendremos que llamar a la grúa.

M_ Tienes razón.

Sin darse cuenta, nuevamente dejaron su orgullo de lado, y se centraron en el


problema que tenían, volvieron a hablarse con total normalidad, incluso Esther se juntó a
su asiento para ayudarle a encontrar los papeles.

M_ ¡Aquí está!, dime en que carretera estamos.

E_ Pues no tengo ni idea.

M_ ¡Qué bien! –murmuró-. Perfecto, perdidas en medio de la montaña, con una tormenta
de narices, y sin saber donde.

E_ Y sin cobertura –apuntó Esther con su rostro serio-. ¡Me cago en Dávila!

M_ A ver Esther que no cunda el pánico –suspiró cerrando la documentación-. ¿Tú que
harías?

E_ Ponerme a llorar –dijo mirándola con temor siendo totalmente sincera.

M_ Vale, así que debo tomar la decisión yo, como siempre. Y seguro que tú me dices que
es la equivocada.

E_ Si me sacas de aquí, te juro que no –murmuró con voz trémula.

M_ ¿Y podré pedirme algo a cambio si te saco de aquí? –la mirada de Esther le demostró
que no estaba para bromas-. Vale, entendido, no, pues oye es una lastima ¿eh?

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Se detuvo un momento a pensar, ella también estaba aterrada pero no quería
demostrárselo, el agua cada vez caía con mayor intensidad, y no sabía realmente a que
distancia se encontraba el próximo pueblo. Después de respirar profundamente le habló.

M_ Creo que... lo más sensato es esperar a que pare de llover y se nos pase un poco la
histeria del momento.

E_ Vale, ¿y luego?

M_ Pues... luego... lo mejor será ir andando hasta el próximo pueblo, porque de lo que
estoy segura es que estamos más cerca del próximo que del anterior.

E_ ¿Y eso cómo lo sabes?

M_ Me lo dice mi intuición.

E_ Ya –asintió porque era algo de lo que siempre presumía-. Se me había olvidado tu


intuición.

M_ Nunca me falla –dijo mirando el cielo.

E_ Pues recuerdo aquel día que fuimos a ver a tu amiga, que gracias a tu intuición dimos
un pequeño rodeo de 40 kilómetros.

M_ Bueno, no es infalible –sonrió al recordar las burlas de Esther durante todo el viaje de
vuelta a casa-. Además ya te burlaste bastante ¿no?

E_ Sí –sonrió ampliamente, con una sonrisa sincera y nostálgica.

M_ Eran otros tiempos ¿no?

E_ Jo Maca, déjalo ya, ¿vale?

M_ De acuerdo.

E_ Lo he dicho sin pensar –la miró y a pesar de la oscuridad que las rodeaba pudo notar
su mirada apasionada-. Lo siento.

M_ Yo también siento haberte dicho aquello...

E_ Es nuestra tónica últimamente –suspiró.

M_ ¿Quién te ha llamado? –le preguntó a bocajarro pues no podía aguantar más.

E_ Nadie importante. Oye parece que llueve menos, ¿podías probar si arranca?

M_ A ver –Maca le dio al arranque pero no respondió-. Nada, no hay manera.

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E_ ¿Tú crees que es seguro andar por aquí tan oscuro?

M_ Lo que sé es que si nos quedamos aquí sin calefacción, vamos a tener algún
problemilla.

E_ Joder si es que no hacía tanto frío, y justamente tiene que ser hoy cuando empiece el
dichoso bajón de temperaturas.

M_ Bueno, vamos para fuera, creo que con la linterna podremos ir alumbrando el camino,
digo por si hay lobos o toros o yo que sé.

E_ Vale Maca, ¡vale eh!

M_ Esther lo digo completamente en serio –entonces dio una carcajada y le animó-.


Vamos.

La noche era cerrada, pero el olor a hierba y tierra mojada, daba el toque personal
de la montaña, Maca sacó del maletero la linterna.

M_ Creo que deberíamos empujar el coche hacia fuera, no vaya a pasar alguien y encima
nos lo destroce.

E_ Si, al menos así entraremos en calor –dijo soplando las manos.

M_ No tienes remedio con el frío Esther.

E_ Pues sí, ya lo sabes.

M_ Sí, lo sé –murmuró cómplice, carraspeó y añadió-. Venga empujas tú o tú le das al


volante.

E_ Yo le doy al volante –se apresuró a decir.

M_ Claro, ¿cómo he sido tan tonta de preguntarte? –añadió con sarcasmo.

Una vez apartaron el coche, con el cansancio de Maca, se pusieron a caminar,


Maca iba delante y Esther justo un paso por atrás.

E_ Maca.

M_ ¿Qué?

E_ ¿Has oído eso? –le estiró del brazo deteniéndola.

M_ No he oído nada Esther –se puso en marcha nuevamente.

E_ ¿Te importa darme la mano?

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M_ Esther –se detuvo en seco mirándola y le dirigió la linterna hasta su rostro teniendo
Esther que cerrar los ojos-. Que tonterías dices, ¿cómo me va a importar?.

E_ Tengo frío, miedo y hambre –le dio la mano y al notar su cálido roce, sintió como su piel
se erizaba.

M_ Lo primero se nos pasara en cuanto llevemos un rato andando, las otras dos, me da
que no –le cogió de la mano primero suavemente después con decisión y fuerza-. Es
indignante que no pase ni un solo coche.

E_ ¿Pero qué loco se mete en esta carretera en una noche como está?

M_ Tú y yo.

E_ ¿No has oído eso?, Maca es como si fuera un aullido.

M_ Esther no te pongas nerviosa anda, que estamos en plena sierra y aquí debe haber de
todo, pero si vamos con tranquilidad nada va a pasar.

E_ Cuando pille a Dávila se va a enterar.

M_ Bueno, ahora búrlate de mi intuición, mira un pueblo –a lo lejos vieron luces en algunas
casas.

E_ Menos mal, estaba a punto de desmayarme.

M_ Pues mejor aguanta que no pienso llevarte en brazos.

Las nubes fueron separándose, y dejando paso a los tímidos rayos que la luna
regalaba desde el cielo de terciopelo negro, poco a poco la luz que iluminaba todo, también
las iluminó a ellas, en el momento en que se dieron cuenta, estaban cogidas de la mano,
mirándose fijamente allí paradas sin hablarse como si el mundo se hubiera detenido, y la
visión de aquel maravilloso lugar fuera únicamente suyo. Ni siquiera las gotas de la lluvia
les hizo reaccionar.

E_ Creo que será mejor que sigamos ¿no? –titubeó Esther-. Está lloviendo.

M_ Pues... sí.

E_ ¿Vamos? –le preguntó sin moverse.

M_ Sí... ¡Esther!

E_ ¿Dime?

M_ No... nada... era una tontería.

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E_ ¿Tú crees que ahora nos ayudaran con el coche? –le preguntó mientras andaban un
poco más rápido pues la lluvia se hacia insistente, y le preguntó porque necesitaba
quitarse de la cabeza el pensamiento que la embargaba por el tacto de su piel.

M_ No lo sé, pero la hora que es y en un pueblo que parece muy pequeño...

E_ ¿Y qué vamos a hacer?

M_ No lo sé, espero que si no nos pueden ayudar, al menos haya algún sitio donde
podamos pasar la noche.

E_ Ya me veo durmiendo en un granero –dijo sonriendo.

M_ Mira, yo, con tal de estar caliente, me conformo al lado de las vacas –dieron una
carcajada las dos sin soltar sus manos-. ¿Ya se te ha pasado el miedo?.

E_ No, hasta que no este metida en una casa, creo que no voy a sentirme segura.

M_ ¿Ni aún yendo conmigo? –la miró apartándose la melena de la cara.

E_ Sabes que tú me das seguridad, pero yo soy de ciudad ya lo sabes, lo mío son los
atascos, las aglomeraciones... pero esto... me da un cague impresionante.

M_ Es verdad... –volvió a sonreír-. Solo faltaba la lluvia, nos vamos a constipar.

E_ Mira, ya se ven las casas lo primero que habrá que hacer es avisar que estamos bien.

M_ Si, espero que tengamos suerte. A ver –miró el reloj-. Son las nueve, deben estar
preocupadas por nosotras.

E_ Si además mi madre es capaz de movilizar al ejército para que salga en nuestra busca.

M_ Ya me gustaría a mí tener un madre como Encarna –dijo sonriente.

E_ Ya sabes que ella te siente como una hija.

M_ Si –sonrió con ternura y Esther sintió latir con fuerza su corazón-. Es maravillosa.

No hablaron más hasta llegar a una de las primeras casas del pequeño pueblo,
llamaron para pedir ayuda muertas de frío pues la lluvia les había calado la ropa.

M_ Nada, aquí no hay nadie, anda que como sea un pueblo fantasma.

E_ No digas eso por favor, mira allí hay luz, vamos –soltó su mano.

M_ ¿Qué pasa, qué como ya estás segura ya no necesitas mi mano?

E_ Sí –no pudo evitar sonreír.

175 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Egoísta –esperaron mientras llamaban a la puerta Maca la miraba con cara entregada.

Les abrió la puerta un señor mayor, que además era sordo.

E_ Menuda nochecita llevamos –dijo una vez siguieron sus indicaciones después de
dejarse la voz para hacerle entender lo que buscaban.

M_ Yo creo que es mejor directamente ir a la Fonda ¿ha dicho, no?

E_ Sí, allí nos informaran y me imagino que tendrán teléfono porque esto sigue sin
funcionar, ¡jo estoy calada hasta los huesos!

M_ Y yo –se frotó los brazos temblando mientras miraba el móvil-. Menuda mierda siempre
pasa igual, cuando más necesitas el móvil...

E_ Oye la Fonda es esto, ¿qué hacemos? parece muy pequeña –miró hacia arriba y vio
que era una casa con dos pisos.

M_ Pues entrar y rezar para que tengan sitio, agua caliente y calefacción.

E_ Buenas noches –entró primero Esther.

M_ Hola –insistió Maca elevando un poco más la voz.

F_ Hola, buenas noches, ¿querían algo? –les preguntó un hombre alto con cara de pocos
amigos.

M_ Vera... es que... el coche nos ha dejado tiradas en la carretera y...

E_ Queríamos saber si tienen un mecánico en este pueblo.

F_ Tanto como mecánico no, pero hasta mañana el Palomino no está aquí.

M_ Vaya por Dios.

E_ Oiga y... por casualidad usted no tendrá un par de habitaciones libres –dijo Esther ante
el gesto de sorpresa de Maca, pues pensaba que durante el camino habían estado como
siempre, y por un momento le defraudó aquel comentario-. Es que no podemos volver a
Madrid.

F_ Yo solo tengo una habitación disponible.

M_ Está bien –se apresuró a decir Maca- ¿Y teléfono?

F_ Sí, allí lo tiene, ¿lo ve?

M_ Sí, sí, voy a llamar a casa.

176 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Vale –cuando se quedó sola con el hombre le insistió-. ¿De verdad no tiene otra
habitación? –él la miró con gesto adusto.

F_ Me llamo Fermín.

E_ Encantada Fermín –dijo un tanto sorprendida.

F_ Y no, no tengo más.

Esperaron a que Maca terminara de hablar, y siguieron las indicaciones del hombre,
las acompañó por una escalera estrecha, y ambas pensaron que aquel lugar era pésimo
para pasar la noche, pero no podían elegir otra cosa. Cuando Fermín abrió la puerta de la
habitación, las dos se quedaron boquiabiertas, tenía el suelo de barro, una cama antigua
de matrimonio de madera rustica, dos mesitas de noche que se notaba habían sido
talladas con delicadeza a mano, un gran ventanal en el techo de la habitación, un sofá de
dos plazas con una mesa de madera que hacía las funciones de salón, y un cuarto de
baño que ni en sus mejores sueños pudieron imaginar.

F_ Esta es la habitación.

E_ Hace un poco de frío ¿no?

F_ Usted no sabe que es pasar frío aquí –dijo el hombre sorprendido.

E_ Pues no la verdad, pero sé que estoy muerta de frío –Maca sonrió.

F_ No hay calefacción. Hasta el mes que viene no la ponemos en marcha.

E_ ¡Qué bien! –murmuró.

F_ ¿Van a querer cenar?

M_ Si pudiera ser, se lo agradeceríamos –dijo Maca que había estado mirando toda la
habitación con detenimiento.

F_ Voy a avisar a mi esposa.

M_ Gracias –cuando se quedaron solas Maca miró a Esther que tenía expresión ceñuda-.
¿Qué te pasa?.

E_ Nada.

M_ La cama es grande –le dijo mirándola un tanto apenada y su voz sonó desagradable
nuevamente.

E_ ¿Qué te han dicho en casa? –preguntó con rapidez pues entendía a que se debía aquel
cambio de voz.

177 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¡Ah!, se me olvidaba. Encarna está con mis padres

E_ ¡Qué! –exclamó estupefacta-. ¿Mi madre con tus padres?, esta si que es buena.

M_ Si... la verdad que a mí también me ha parecido muy fuerte –dio una carcajada pero un
escalofrío le hizo tiritar-. ¿Y ahora que hacemos?, no tenemos otra ropa y vamos caladitas
hasta vamos... –se miró a si misma.

E_ De esta pillamos una pulmonía.

M_ Podíamos bajar, ¿no?, ¿o... ya se te ha pasado el hambre? –la miró insinuante.

E_ Que va, me comería un buey entero.

M_ Pues vamos... me lavo las manos y vamos, a ver si tuvieran aunque sea dos
camisones de su mujer –sonrió.

Entraron en el cuarto de baño y Esther soltó un silbido, los grifos de la ducha eran
antiguos, ella no había visto nada igual en toda su vida, los accesorios eran de hierro con
formas tan sinuosas que ambas tuvieron la necesidad de rozar con las yemas de sus
dedos.

M_ Que maravilla.

E_ Si, la verdad que ha sido una sorpresa encontrar este lugar.

M_ ¿Aún estás enfadada con Dávila? –le dijo mientras se ponía jabón en las manos.

E_ Sí –ella también se puso el jabón y cuando fueron a enjuagarse, tropezaron sus manos
y tímidamente le dijo-. Perdona.

M_ ¿Te ha ido bien la chaqueta? –la miraba a través del espejo fijamente, la ropa se le
había ceñido al cuerpo, tanto, que notó su excitación como aumentaba y tuvo que
carraspear.

E_ Sí, me hubiera congelado sin ella –Esther agachó la mirada nerviosa ante aquellos ojos
tan expresivos-. Gracias, creo que no te he dicho nada.

M_ De nada, tengo que cuidarte –se acercó a ella como si sintiera necesidad de besarla
para coger la toalla pasó tan cerca su cara de la de Esther, que ésta prefirió cerrar los ojos.

E_ Vamos que Fermín nos está esperando –reaccionó con rapidez.

M_ Oye Esther... y… si le digo que nos suba la cena y... nos quitamos la ropa

E_ No creo que sea buena idea.

M_ ¿No?

178 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Pues no, no creo que tengan servicio a las habitaciones. ¡Venga vamos qué me muero
de hambre!

M_ ¡Qué lastima! –murmuró despacio mordiéndose el labio y tratando de sacudir el enorme


deseo que había sentido en su piel.

Mientras ellas pasaban su odisea particular, entre miedos, reproches, deseos


incontrolados, en su casa seguían estando los padres de las dos. Encarna se había
ofrecido para preparar la cena mientras Rosario arreglaba al pequeño.

En_ Bueno pues la cena ya está –salió al comedor avisando a Pedro.

P_ Voy a avisar a mi mujer.

En_ Vaya carácter, este hombre no afloja... –murmuró yéndose a la cocina.

R_ Ya estamos aquí Encarna, pero debía haberme dejado ayudarla.

En_ Bueno cada una está para una cosa, ¿Danielito ya duerme? –preguntó ante el gesto
molesto de Pedro por le diminutivo.

R_ Sí –probó la tortilla de patatas-. Está riquísima Encarna.

En_ Gracias, a Maca le vuelve loca –sonrió.

R_ Encarna esta mañana he hablado con mi hija, me ha estado contando y... –al notar
como la mujer se ponía en tensión pensando que era un reproche, añadió rápidamente-.
¿Usted cree que de verdad se van a separar?

En_ Espero por el bien de las dos que no lo hagan.

P_ De todos modos, yo soy partidario de que si no están bien que se separen.

En_ Pues no debería ser partidario de algo que sin duda les va a hacer daño a las dos –le
dijo segura Encarna sin esconder su malestar.

P_ No creo que a Maca le haga daño –la miró fijamente.

R_ Cariño –trató de frenar un poco sus comentarios.

En_ Usted o está ciego o quiere poco a su hija. Puede que la mía no tenga dinero, ni sea
un monumento de mujer, ni sea de su agrado, pero hace feliz a Maca, y la adora, igual que
Maca hace feliz a mi hija y por eso le estoy y le estaré eternamente agradecida –él guardó
silencio-. Se aman y la prueba está en todas y cada una de sus peleas, les cuesta
reconocer los errores, todo lo que les ocurre es por su maldito orgullo.

179 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ La verdad que yo vi a Esther muy enfadada, me dijo que estaríamos encantados con su
separación.

En_ Mi hija esta terriblemente confundida, Maca y ella tienen que hablar mucho y creo que
este percance es una buena oportunidad para ello.

R_ Ojalá se arreglen, yo pienso como usted Encarna, mi hija nunca había sido tan feliz,
aunque a mi marido le cueste un poco reconocerlo –lo miró tiernamente acariciándole la
mano.

Cuando la pareja bajó a recepción, se encontraron con una mujer regordeta, con
unos hermosos colores de cara, al verlas se quedó parada.

C_ ¡Pero por el amor de Dios!, ¿cómo van así?, se van a constipar.

E_ Es que no hemos traído ropa...

C_ ¡Ay que hombre el mío no me ha dicho nada!, bueno... déjenme presentarme me llamo
Carmen.

M y E_ Encantada –dijeron las dos a la vez.

C_ Vengan conmigo, tengo ropa guardada de gente que se va dejando cosas, ya saben...
está todo limpio –Esther estornudó-. ¡Jesús!; claro si va a pillar un catarro...

E_ Gracias...

M_ La verdad que nos ha sorprendido muy gratamente su Fonda.

C_ Esto era un molino, era el molino del abuelo de mi marido –entraron a un pequeño
cuarto, con una bombilla desnuda en medio, que alumbraba toda la estancia y vieron la
ropa allí clasificada-. Nosotros lo hicimos hace algunos años una Fonda para los turistas,
mañana cuando se despierten disfrutaran del lugar.

M_ Pues sí, porque menuda noche.

C_ Típica de por aquí –dio una carcajada mientras rebuscaba y miraba a las dos que se
miraban divertidas-. A ver yo creo que esto para usted le puede venir bien.

E_ Gracias –dijo Esther mirando un camisón rosa de manga larga.

C_ ¿Qué vienen de paso? Porque estas fechas no estamos acostumbrados a recibir


visitas.

M_ Sí, pero nos sorprendió la tormenta y se nos quedó el coche parado.

180 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ ¡Vaya!, ¿y que son compañeras de trabajo o familia?

M_ Pues... –cuando iba a decir amigas Esther la interrumpió.

E_ Pareja –Maca clavó sus ojos en ella como si fueran dos bolas de fuego.

C_ ¿Pareja? –murmuró mirándolas completamente absorta a una y a otra-. ¿Pareja de...


pareja?

E_ Pues sí lesbianas... pero bueno... nos vamos a separar ¿eh? –añadió con un punto de
gracia que no gustó nada a Maca.

C_ Vaya –murmuró desconcertada poniéndose la mano sobre la barbilla, luego las miró a
las dos con gesto pensativo y finalmente dijo-. Entonces tendré que buscar algo de hombre
para usted.

M_ No, no, yo con una camisola me apaño.

C_ Entonces ¿quién es el hombre?

E_ Ninguna Carmen –le dijo sonriente parecía divertida con la situación-, somos dos
mujeres y si nos da otro camisón, asunto arreglado.

C_ Bueno... bueno... yo nunca había tratado con nadie como ustedes –Maca cerró los ojos
suspirando mientras Carmen rebuscaba por la ropa-. Mire, yo creo que esto es perfecto
para usted. ¿qué le parece?

M_ Que tiene razón, es perfecto para mí –cogió el pijama con ganas de desaparecer de
allí.

C_ Vale, pues ahora se suben a la habitación, se duchan y se cambian que yo les subo la
cena, es que ya veo el resfriado que van a coger -y mirándolas fijamente mientras se ponía
la mano en la barbilla y abría sus ojos, murmuró-. ¡Pareja!

E_ Pues si, pero por poco tiempo. ¿Vamos Maca?

Cada vez que Esther hacia referencia al poco tiempo, a Maca el estómago se le
hacia pequeño, empezaba a sospechar que aquella llamada de teléfono tenía algo que ver
con el asunto.

M_ Oye Esther, ¿por qué le has dicho a Carmen que somos pareja?, pensé por un
momento que nos iba a echar –le habló confundida dirigiéndose a la habitación.

E_ Pues... pensé que lo ibas a decir tú.

181 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Yo? –iban subiendo las escaleras-. Tú crees que yo hubiera puesto en peligro una
cama, un refugio, por decir además algo que luego ¡tú misma te encargas de dejar claro
que es por poco tiempo! –exclamó alterada entrando en la habitación.

E_ Maca, cálmate, ¿no? –le sonrió.

M_ Bueno... entras tú o... –prefirió no contestar.

E_ Si, aunque la verdad me muero de ganas por verte con el pijama de conde ese que te
ha dado –dijo divertida partiéndose de risa.

M_ Pues yo no le veo la gracia, vamos, ninguna gracia le veo –dijo mirando el horrible
pijama.

E_ Ahora vuelvo.

Esther se metió en la ducha y desde fuera la oía reírse, Maca suspiró


profundamente, la tenía allí entre aquellas cuatro paredes, en ese instante seguramente
estaría ya desnuda, y solo la distanciaba una puerta, se acercó hasta ella rozándola con su
mano suavemente como si pudiera traspasarla y tocar su cuerpo, ese cuerpo que tanto
deseaba acariciar y besar. Dos golpes en la puerta de la habitación la apartaron de
aquellos pensamientos.

C_ Hola, ¡aquí está vuestra cena!.

M_ Caray –murmuró atónita al ver la bandeja repleta de comida.

C_ Tenéis que tener cuidado con el vino que es cabezón –sonrió.

M_ Vale, gracias.

C_ Oye, ¿cómo te llamas?

M_ Maca –le dijo con cautela al ver que la mujer le cogía graciosamente del brazo
acercándola a ella con gesto confidencial-. ¿Qué pasa?

C_ Yo creo que hacéis muy buena pareja, la verdad, yo de ti no le decía nada del vino –le
guiñó el ojo-, y arreglaba vuestra situación, es una pena la verdad.

M_ Muchas gracias por el consejo –le contestó también bajando la voz un tanto aturdida.

C_ He visto tu gesto y tus ojos, estás enamorada de ella hasta los huesos, no
desaproveches la ocasión.

M_ Vale –le guiñó el ojo divertida-. ¿Y a ella, la ha visto enamorada?

C_ La he visto vengativa, pero enamorada –le sonrió y dándole un palmadita en el brazo le


dijo-. Tú del vino, ni palabra.

182 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Que fuerte –murmuró cuando se fue.

E_ ¡Ya estoy!, ostras que manjar.

M_ Pues si, la verdad que si. No te queda nada mal el camisón.

E_ ¿Verdad?, además huele a limpio que te mueres –dijo sentándose en el sofá con una
sonrisa ante la cena-. Me encantaría que mi ropa oliera así, bueno yo si no te importa
empiezo que me duele hasta el estómago.

M_ Voy a cambiarme que me estoy temblando.

E_ Anda, nos ha traído vino.

M_ Ten cuidado que es cabezón –Esther sonrió-. Aunque me ha dicho que no te dijera
nada…

E_ ¿Quiere que me emborraches?

M_ Eso parece, dice que hacemos muy buena pareja –dijo entrando al cuarto de baño.

A diferencia de Esther, ella no cerró la puerta, con lo que a Esther se le disparó el


pulso cuando fue a preguntarle y la vio desnuda dentro de la bañera. Quería controlarse,
sabía que estaban en terreno pantanoso, porque Maca se le había insinuado varias veces
con la mirada y muy a su pesar, si la tocaba o la besaba, sabía que no iba a poder
resistirse, así mientras cenaba pensaba como hacer para frenar el ímpetu amoroso de
Maca.

E_ Esto está de muerte, ¡qué buena cocinera! –estornudó-, no si ahora me constipare, ya


veras tú.

M_ ¿Qué decías?

E_ Pues que…-Esther no pudo continuar, llevaba la camisa del pijama se había


arremangado un poco las mangas pero no llevaba nada más, si bien le venía larga y le
tapaba hasta medio muslo, no pudo evitar sentir una oleada de calor por su piel-. No te
queda mal el pijama de caballero.

M_ Mira porque hace frío que si no... ni loca me lo pongo, aunque tuviera que ir desnuda –
sus ardientes ojos chispearon de deseo.

E_ Podías haberte dejado el albornoz.

M_ Ya, pero esta mojado y me molesta.

E_ Si.

M_ ¿Qué decías? –se sentó a su lado para cenar.

183 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Que está muy bueno.

M_ Buena pinta tiene, si –comenzó a comer.

E_ Pero solo ha traído vino.

M_ Ya.

E_ ¿Ya? –Maca la miró interrogándola con la mirada-. ¿No sabes decir otra cosa?

M_ ¿Qué quieres que diga?

E_ Nada.

M_ Ah.

E_ Vaya conversación –se notaba la tensión entre las dos.

M_ Pues sí, como son nuestras conversaciones últimamente, ¿no?

E_ ¿Cómo está Daniel? –mientras pensaba “sobre todo cuando estamos cerca y con poca
ropa”.

M_ Estaba durmiendo.

E_ Maca, antes me has preguntado con quien he hablado por teléfono –Maca la miró
nuevamente pero no dijo nada-. Era el abogado.

M_ ¿Y? –quiso aparentar frialdad pero las venas de sus ojos se enrojecieron de furia al
imaginar el resto de la conversación.

E_ Que ya están los papeles del divorcio.

M_ ¿Los vas a firmar? –la miró fijamente rogando con su mirada que su contestación
fuera negativa.

E_ Claro –contestó con seguridad-. ¿No es lo que querías?

M_ Esther creo que… deberíamos hablar y ahora podría ser un buen momento.

E_ No tenemos nada de que hablar.

M_ A mí me parece que sí –contestó elevando sus cejas mientras la miraba con temor y su
voz reflejó el miedo que sentía a perderla.

E_ Tú pediste la separación, no fui yo.

M_ Estaba muy cabreada –quiso justificarse.

184 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Ya.

M_ ¿Qué quieres Esther?, ¿qué hubieras hecho tú?, ¿eh?, sabes que no soporto las
mentiras.

E_ Ya.

M_ ¿Ya? –Esther la miró con tristeza, Maca aprovechó para devolverle su reproche-. ¿No
sabes decir otra cosa?

E_ Creo que es lo mejor que podemos hacer Maca, esto ya no tiene marcha atrás.

M_ Podríamos intentarlo –le dijo con esperanza y una sonrisa temerosa dibujó su rostro
mientras le sujetaba de la barbilla.

E_ ¿Qué quieres intentar? –apartó suavemente su cabeza de la mano fría de Maca.

M_ Pues… creo que está claro, ¿no?

E_ He vivido esto antes, y te aseguro que no me apetece volver a intentar nada, y menos
contigo, hemos sido incapaces de arreglar una mentira, que no sé como la creíste.

M_ Esther –le dijo tratando de ser prudente-. Tenía alguna que otra prueba y tú misma me
dijiste que no podías negarlo, y luego os vi en el hospital.

E_ Claro, no lo podía negar, pero sí saber que sería incapaz de hacer eso, porque te
quería.

M_ ¿Me querías?, ¿en pasado? –le preguntó perpleja

E_ Sí Maca, en pasado, me has hecho mucho daño y… lo siento, no me apetece seguir


hablando más del asunto.

M_ Pero Esther… ¿por qué no quieres volver conmigo? ¿por qué no lo quieres intentar
conmigo? –le tomó del brazo cuando se levantó del sofá, mientras sus ojos le transmitían
un profundo pesar y temor. Con la voz apagada y herida le dijo finalmente-. No lo entiendo
cariño.

E_ Ya te lo he dicho, sería una tontería, tú siempre vas a dudar de mí, cuando llegue un
poco tarde a casa creerás que me he liado con alguna, por ejemplo, fue lo que hiciste la
otra noche cuando llegue tarde –Maca agachó la mirada sabía que llevaba razón-. Si por
casualidad me suena el teléfono y es otra mujer, me mirarás dudando y esa duda nos
matara, nos iremos haciendo daño sin cesar, habremos perdido la confianza la una en la
otra, además creo que tú y yo estábamos mal y de no haber sido por esto, hubiera sido
cualquier otro motivo. Lo siento Maca, pero no quiero intentarlo.

185 ”Adiós Esther” © by ldana


M_¿Por qué eres tan orgullosa?, no puedes pensar que nos hemos equivocado por igual –
le dijo sin poder ocultar su gran malestar.

E_ No, tú te has encargado una y otra vez de humillarme, una y otra vez de hacerte la
victima y dejarme fuera de demasiadas cosas, además, fuiste tú quien pidió el divorcio.

M_ Ya te he dicho –elevó su voz cerrando los ojos nerviosa...

E_ Ya sé lo que me has dicho, ya lo sé –la interrumpió sin dejarla acabar.

M_ Te quiero Esther –le cogió del brazo.

E_ Voy a dormir –le soltó el brazo y se acostó.

En el sofá se quedó una Maca completamente rota, no esperaba una reacción así
de Esther tampoco podía entender que no quisiera intentar salvar su matrimonio, ella
estaba segura que hablando llegarían a un punto de comprensión, que una cedería un
poco y la otra, otro, pero se dio cuenta que Esther estaba muy segura de sus palabras.
Dejó el trozo de carne pues el estómago se le había vuelto a cerrar, pensó que si seguía
con ese ritmo, la úlcera se le formaría rápidamente con cada negativa de Esther. Se
recostó suspirando fuertemente, trató de ser ecuánime, ella también había tenido mucha
culpa de lo que sucedía, había tratado fatal a Esther, ¿y cómo le iba a explicar que cuánto
peor la trataba, más la amaba? Era una situación horrible, entonces Teresa le vino a la
mente, tenía que haberle hecho caso a ella, tenía que haber esperado, tenía que haber
dado la oportunidad a Esther de explicarle las cosas y escucharle con el corazón, no con la
rabia del engaño, tenía, tenía se repetía una y otra vez en su mente, tenía era pasado y lo
que allí estaba ocurriendo, su presente estaba en contra suya. Se le erizó la piel por el frío
y el miedo, decidió después de lavarse los dientes con un cepillo que Carmen les había
dado a cada una, acostarse.

En la cama se encontraba Esther en la punta derecha, así que por lógica ella se fue
a la punta izquierda, se recostó sobre su lado izquierdo, mientras Esther lo hacia sobre el
derecho. Quería no pensar que la tenía allí, tan cerca y tan lejos que le hacia daño. Se
resistió a llorar.

E_ ¿Oye Maca, por qué no miras si en el armario hay más mantas? –le preguntó sin
moverse de su sitio.

M_¿Y por qué no lo miras tú?

E_ Porque yo ya tengo el sitio caliente y si me levanto, volverá a enfriarse y me estoy


congelando.

M_ ¿Y yo no? –le preguntó perpleja ante su cara dura sin volverse a mirarla.

E_ Te acabas de acostar, venga va Maca, ¿qué te cuesta?

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M_ Pues me cuesta que estoy helada, ¡qué pesadita estás eh!

Se levantó y vio que en el armario no había nada tan sólo una almohada más, sonrió
porque se imaginó a Carmen llevándose las mantas para ver si solucionaban con la excusa
del frío sus problemas.

E_ ¿De qué te ríes? –le preguntó subiendo más la sábana y la colcha hacia su cara.

M_ No hay mantas.

E_ ¡Joder!

Maca se acostó y volvieron a estar en silencio, ambas que se conocían


perfectamente, sabían que la otra debía estar dándole vueltas a la conversación que
habían mantenido. Cada una en una punta de la cama, sin moverse, sin hablarse bajo la
luz de la luna que entraba por la ventana del techo de la habitación que no habían querido
cerrar. Tras un buen rato, Esther que no podía dormir le preguntó:

E_ ¿Tú crees en el destino, Maca?

M_ Pues... no creía mucho, la verdad, pero desde que entré en el Central cambié de
opinión.

E_ ¿Y eso? –ambas se mantenían quietas.

M_ Yo esperaba entrar en otro hospital, lo tenía todo apalabrado pero a última hora dije
que no, no me preguntes porque que no lo sé, y fue entonces cuando recibí la llamada de
Dávila.

E_ ¿Y por eso crees en el destino?

M_ Creo en el destino porque te conocí a ti y me enamoré de ti, de haber ido a otro


hospital como tenía pensado hacer, no te hubiera conocido.

E_ Hubieras conocido a otra –murmuró entre el temblor de su cuerpo por el frío y de su


corazón por las palabras de Maca-. Y quien sabe... igual mejor que yo.

M_ Puede... pero no hubieras sido tú.

Volvió el silencio entre ellas, las dos tenían frío aunque mucho más Esther que no
podía parar de hacer ruido con sus dientes.

M_ ¡Esther por favor puedes dejar de hacer ese ruido!, me estás poniendo nerviosa.

E_ ¿Y qué quieres que haga, eh?, me muero de frío creo que me he constipado –se
defendió.

187 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Mira así no puedo dormir, lo mejor será hacer algo –dijo dándose la vuelta tratando de
controlar una sonrisa traviesa-. ¡Anda ven!

E_ ¿Adónde?

M_ Va Esther que hace frío fuera de la cama –se había incorporado y acercado a ella,
había separado la sábana y la miraba fijamente, al no moverse le insistió-. Ven aquí, yo
seré tu manta y tú la mía.

E_ Maca... –le susurró con tono de advertencia.

M_ Oye que a mí me da igual ¿eh?, pero es la única manera que tú pares de castañear y
yo de tener esta sensación de temblor. Joder que frío.

No muy convencida Esther se acercó, lo que tanto había temido al ver una sola
cama en esa habitación, estaba empezando a suceder, ella cerca de Maca, aquello era
como acercar una cerilla a la pólvora, explotaría seguro antes o después. Se arrimó al
cuerpo de Maca y ésta se encargó con cariño de taparla, al hacerlo rozó con su pecho el
brazo de Esther, después se tapó ella tomándola entre sus brazos. Sus cuerpos estaban
apegados, Maca pasó su pierna izquierda por encima de la de Esther dejándola
suavemente entre sus dos piernas bien cerquita de su sexo. El roce de su piel pues a
Esther el camisón le llegaba como a Maca tan solo a media pierna, las hizo estremecerse.
Maca se aferró fuertemente a ella, su cara quedaba a la altura de su cuello, podía llenarse
de su olor, de su piel, de su pelo, de su aroma, con su brazo rodeó la cintura de una Esther
que notaba el aliento de Maca sobre ella, provocando que su corazón se acelerara sin
remedio. La mano izquierda de la entregada doctora, había quedado sobre la mano de la
nerviosa enfermera, suavemente como un movimiento natural en ella con su dedo índice
comenzó a acariciarla, eran caricias finas, suaves y tiernas, pero no por ello, menos
profundas y excitantes.

M_ Ves como funciona, tonta –le susurró en el oído con su voz de seda pues Esther había
parado de temblar.

E_ Si, pero te importa dejar de hacer eso –tragó saliva disimuladamente porque notaba
como su garganta se había secado por el deseo.

M_ ¿El qué?-le preguntó distraída pues debía centrar toda su atención en controlar sus
ganas locas de besarla sin parar.

E_ Tu mano.

M_ ¿Te molesta? –sus labios dibujaron una sonrisa de satisfacción.

E_ No, me gusta –respondió mientras Maca aferraba su mano a la suya entrelazando


fuertemente los dedos.

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M_ Pues entonces no veo motivo para parar –ya había decidido no controlar nada, ya no
quería seguir fingiendo ni detener sus ganas de amarla.

E_ Maca...

M_ ¿Si? –musitó entregada a ella.

E_ ¿Oyes las gotas de la lluvia? –preguntó sonriente relajándose entre los brazos de su
amor que lo notó.

M_ Si –asintió en un murmullo mientras le dejó un fino beso en su cuello.

E_ Cuando veníamos -Maca volvió a rozar su piel suavemente con sus labios provocando
que Esther hablara con la voz entrecortada-, rogué perderme contigo aquí a pesar de todo.

M_ Y yo... ¿Será el destino quién ha estropeado el coche? –le preguntó con ternura.

E_ Será –afirmó sonriente.

M_ Esther...

E_ No digas nada –le susurró girándose hasta estar cara a cara con ella, puso su dedo
sobre los labios de una entregada Maca que la miraba repleta de amor-. No lo vayamos a
estropear.

Sobre ese dedo que rozaba sus labios, Maca dejó un fino beso, después fue Esther
quien sin dejar de mirarla fijamente comenzó con su mano a recorrer el muslo de Maca en
dirección ascendente, con lentitud pero decisión, con suavidad pero intensidad, Maca
entreabrió la boca para dejar escapar un pequeño suspiro, momento que aprovechó Esther
para besarla, primero con delicadeza después con pasión, para buscar su tesoro como si
su boca fuera el mar que lo escondiera sólo para ella en su más bella profundidad.

Se desataron las respiraciones, pero ninguna tenía prisa degustaron sus bocas
hasta que Esther se tumbó con infinita ternura sobre una entregada Maca que posó sus
manos sobre los muslos desnudos de su enfermera apretándole con ansias de tocar su
piel para poder beber de ella. Esther comenzó a desabrocharle lentamente el horrible
pijama ante la mirada entregada de Maca. Después comenzó a besar su vientre y fue
subiendo por su piel despacio como si tuviera que escalar una montaña y cualquier
movimiento en falso pudiera ser fatal. Deslizó con sutileza su boca por los pechos y bebió
de ellos mientras Maca que se mordía los labios agitando su cuerpo que buscaba el de
Esther desesperadamente, quería decirle cuanto la amaba, cuanto la necesitaba pero
quizá lo mejor, como ella había dicho era concentrarse en la pasión. La pasión que se la
estaba desencadenando los besos y la lengua de Esther que saboreaba su largo cuello
que sabía era su mayor debilidad. Así hasta volver a sus labios.

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M_ Esther –murmuró.

E_ Shhh –la besó volviendo a silenciarla.

M_ Te quiero cariño –le mostró con total transparencia lo que había en su corazón, tal y
como latía, como lo necesitaba, sin ocultar nada y quizá por primera vez demostrando
abiertamente sus sentimientos, no solo estaba desnuda de cuerpo, Esther le había
desnudado el alma-. Te quiero.

E_ No digas nada –insistió con voz dulce mientras se quitaba el camisón de un solo
movimiento-. Sólo ámame.

Una desconcertada Maca, la tumbó sobre la cama y tal, y como ella había hecho
recorrió desde los dedos de los pies hasta su boca, su cuerpo llenándolo de finos y
excitantes besos, su boca navegaba por el mar que más le gustaba, la piel de la única
persona a la que había amado sin reservas. Aunque lo hacía con cierto aturdimiento,
siempre que hacían el amor les gustaba dedicarse palabras tiernas al oído murmuradas
con tono enamorado, entregado y aquella insistencia en el silencio de Esther se le había
clavado en el corazón. Lo que Maca desconocía, era que la razón para rogarle aquel
silencio trémulo era su defensa, su mayor aliado aunque tuviera que morderse los labios
para sellar un te quiero apasionado que luchaba en su garganta para tomar vida y forma.

Quizá no hacían falta palabras porque las caricias se encargaron de confirmarles lo


que sus bocas trataban de sellar, llegaron de igual manera al éxtasis más maravilloso que
podía existir, sus cuerpos quedaron extasiados uno encima del otro, quedaron jadeantes y
abrazadas, pasaron del dolor de la conversación al sabor exquisito del placer más absoluto
y entregado. Sus ojos se encontraron repletos de felicidad, la ventana colocada en el techo
les hacia compartir la noche estrellada, y la luz de la luna tal como si fuera un foco, las
alumbraba pudiendo así, distinguir el amor en sus ojos, Esther necesitaba callarlos, dejó
caer a Maca sobre la cama y subió sobre ella sentada sobre su vientre, y con su
maravillosa sonrisa le dijo.

E_ La luz de la luna te hace más hermosa.

M_ Como a ti, mi niña –le sonrió retirándole el flequillo de la frente.

Se levantó sentándose en la cama mientras Esther lo hacia sobre ella aferrándose a


su cuello, se besaron nuevamente como si dependieran la una de la otra para seguir
respirando por medio de aquellos besos enloquecidos y suaves, fieros y tiernos,
apasionados y dulces, sus dedos jugueteaban con la erizada piel de la otra, con el pelo,
con la espalda, besos y caricias que buscaron la manera de hacer olvidar lo que debían
olvidar, como si en aquel momento y sobre aquella cama, volvieran a ser las mismas de
siempre, como si nada hubiera ocurrido, pero sí, había ocurrido y Maca decidida dio el
paso que pensaba debía dar.

190 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Esther –la separó para poder mirar intensamente sus ojos-. Perdóname por favor –sus
ojos se llenaron de lagrimas-. Perdóname.

E_ Maca –susurró con pena.

Aquellas lagrimas llegaron del alma, y se abrazó a ella con total dependencia.
Esther se encargó de beberlas, y sabían a arrepentimiento.

Se besaron y se amaron de diferentes formas, de diferentes maneras llegaron a


tocar el cielo, parecía que nunca había suficiente, tanto una como otra por fin, podían
disfrutar de lo que tanto les gustaba. Se durmieron agotadas, esta vez, era Esther quien
arropaba entre sus brazos a Maca que estaba soñando, en el sueño sonreía, por fin todo
había terminado, habían decidido seguir adelante juntas, porque el amor que sentían era
tal, que no podían vivir la una sin la otra.

Dos golpes secos las despertaron con un susto considerable, Maca se sentó en la
cama y tapándose con el pijama se acercó a la puerta, mientras Esther se desperezaba.

M_ ¿Si?

F_ El desayuno está listo, y si quieren que les mire el coche el Palomino deberán darse
prisa.

M_ Gracias, ya bajamos –cuando se giró, Esther ya no estaba en la cama, se pasó las


manos por la cara para despejarse, oyó la ducha y pensó que era una buena idea
ducharse juntas. Sin embargo al girar el pomo de la puerta, ésta estaba cerrada por dentro.

Nuevamente dos golpes en la puerta la sacaron de sus pensamientos, se acercó


con el ánimo por los suelos, no entendía porque Esther se había cerrado en el cuarto de
baño. Al preguntar quien era, su voz sonó rota.

C_ Soy yo Maca, Carmen –abrió y al verla puso gesto serio-. Vaya cara hija, ¿no funcionó
el vino?

M_ No del todo.

C_ Vaya, ya lo siento ¿eh? Pero mira, me he permitido la licencia de traeros ropa porque la
vuestra no se ha secado.

E_ Buenos días –apareció Esther en albornoz y con una toalla en la cabeza para secar su
pelo-. ¡Menuda vista más maravillosa desde el cuarto de baño! –su tono era tranquilo y
hablaba con una sonrisa que tranquilizó la zozobra que había nacido en Maca al intentar
abrir la puerta del cuarto de baño-. Creo que volveré aquí cuando tenga vacaciones.

C_ ¿Y tú Maca? –la miró con una sonrisa apenada.

M_ Sí, claro.

191 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Seréis bienvenidas. Venga vestiros que el Palomino no espera.

Cuando salió, Esther se acercó a coger la ropa que curiosamente era su talla, la
miró gratamente sorprendida con una sonrisa en sus labios que animó a Maca para
tomarle por la cintura, para darle el beso de los buenos días, sin embargo, lentamente
Esther se separó de ella, que la miró sin entender su actitud.

E_ Vamos que ya has oído, el Palomino no espera.

M_ Esther...

E_ Mira no tenemos todo el tiempo del mundo, si se va nos tocará pasar otro día aquí, y no
estoy dispuesta a ello.

M_ ¿No me vas a besar? –le preguntó totalmente perpleja ante su gesto.

E_ No, ¿debería? –tragó saliva.

M_ Esther... yo creí que...

E_ Para mí no ha cambiado nada –la miró fijamente tratando de ser fuerte.

M_ Está bien –murmuró herida mortal y en la ducha mientras recordaba todo lo sucedido la
noche anterior no podía entender la postura fría y distante nuevamente de Esther.

E_ Maca te espero bajo, voy desayunando –dijo desde la puerta sin entrar. Maca no
contestó, estaba llorando-. ¿Me has oído?

M_ Sí –dijo escuetamente.

En el comedor les esperaba un desayuno repleto de bollos y mermeladas y


mantequilla, todo exquisito, cuando se sentó Esther, Carmen acudió a servirle y a hablarle.

C_ ¿Qué tal?

E_ Bien, la verdad que al ver tanta comida se me ha abierto el apetito ¿eh?

C_ Lo hago yo, es todo casero.

E_ Tiene una pinta estupenda.

C_ Si no me quieres contestar no lo hagas, pero... ¿por qué te quieres separar?

E_ Es una historia muy larga.

192 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Ella te adora y perdona que me meta donde no me llaman, lo veo en sus ojos –le dijo
cruzando sus manos sobre el delantal.

E_ Ya... pero... hay muchas cosas entre las dos que nos duelen demasiado.

C_ A veces, hay menos de las que pensamos, pero nos da miedo enfrentarnos a las
verdades y aceptar errores.

M_ Hola –apareció Maca con gesto afligido.

C_ Espero disfrutes del desayuno Maca, está hecho con mucho cariño.

M_ Estoy segura que sí Carmen, y muchas gracias –se esforzó por sonreír mientras Esther
no levantaba sus ojos de la taza.

La mujer se marchó no sin antes mirar a una Esther que sabía perfectamente lo que
pasaba por la cabeza de Maca.

E_ Bueno yo ya he terminado, te espero fuera quiero ver el paisaje.

Maca no contestó dio un mordisco a un enorme panecillo, la vio marcharse y se


sintió ridícula, le había pedido perdón pero al parecer a Esther no le bastaba, no sabía que
más podía hacer por salvar algo que ella necesitaba para vivir, y no era otra cosa que a
Esther.

Antes de irse, pagó ella la cuenta y se despidió de un Fermín que la miraba


fijamente como tratando de ver en su rostro la huella de su condición sexual. Maca sonrió
para sus adentros, y salió. Fuera estaba Carmen esperándola.

C_ Bueno hija, que tengas mucha suerte y como le he dicho a Esther, os espero por aquí.

M_ Pues ojalá fuera verdad que viniéramos las dos.

C_ Claro que sí, ya lo veras, el amor al final triunfa aunque para llegar al perdón y la
reconciliación haya que recorrer un camino con tantas curvas como esta carretera, pero si
hay amor, al final triunfará.

M_ Gracias por todo Carmen, de verdad –le sonrió agradecida.

C_ Ten cuidado con el camino de vuelta.

M_ Claro... lo tendré

E_ ¡Maca vienes o qué! –le gritó Esther poniéndose en jarras.

M_ Bueno lo dicho.

C_ Menudo carácter ¿eh? –le sonrió poniéndose colorada.

193 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No lo sabe usted bien. Cuídese.

E_ Venga que es para hoy y este hombre no espera.

M_ No me grites –le gritó.

E_ Uy que delicada te has levantado.

M_ Ni me vaciles –la miró fijamente con esos ojos penetrantes que la intimidaron un poco-.
¿Dónde está el hombre este?

P_ Hola, buenos días –apareció tras ella-, a ver, ¿dónde está el coche, más o menos?, ¿y
qué le pasó?

M_ Pues está subiendo la carretera, justo en la parte de arriba, y se detuvo, sin más.

E_ Yo de usted miraría de llevar una garrafa de gasolina si tiene, porque debe ser eso –
dijo con tono un tanto irónico.

P_ No me extrañaría nada, mujeres –murmuró con desgana.

M_ El coche tenía gasolina –la miró respirando hondo molesta cada vez más con ella.

E_ La luz estaba encendida ¿o no recuerdas que un instante antes te lo avisé?

M_ Sí, lo recuerdo Esther, pero es imposible que se quedara sin gasolina porque yo lo
llené... ¡esta claro!

E_ Es verdad, tú todo lo haces bien, si hubiera llevado yo el coche, se hubiera quedado sin
gasolina –respondió cruzando sus brazos sobre el pecho ante la mirada enfadada de
Maca.

P_ Oigan si se van a ir peleando, yo las dejo aquí y ya irán subiendo.

E_ ¿Dónde está el coche? –le preguntó Esther adelantándose un paso y dejando a Maca
detrás.

P_ ¿Qué coche ni qué coche? –la miró sorprendido-. Vamos con el tractor. Venga suban.

M_ Lo que faltaba –murmuró molesta Maca.

E_ Discúlpela, es que ella es pija, y como buena pija esto de subir al tractor le produce
sofoco, ya sabe...

M_ Pero que borde eres –entrecerró sus ojos.

E_ Es una de las cosas que he aprendido a tu lado.

194 ”Adiós Esther” © by ldana


Subieron no sin alguna dificultad, Esther parecía disfrutar del viaje en el tractor,
aunque de vez en cuando soltaba algún gritito divertido por alguna sacudida que pegaba
aquel medio inesperado de locomoción. Miraba divertida a una Maca que iba pensativa,
todo lo que creía haber logrado con Esther se estaba dando cuenta que se evaporaba
como el humo. Estaba apenada y su rostro así lo transmitía.

P_ La verdad que fueron muy valientes, ningún loco se hubiera atrevido a andar por aquí
de noche –les gritó porque el ruido era ensordecedor.

E_ ¿Por qué?

P_ Por los animales salvajes que hay, sí, fueron valientes.

E_ Mejor diga que inconscientes.

P_ Ya veo el coche.

Maca guardó silencio, con un movimiento brusco cambió de dirección y ella fue a
parar sobre Esther que la cogió temiendo que se cayera, sin poder evitar poner cara de
susto, borrando así el gesto divertido e irónico con que trataba de salvar su propia
situación.

E_ ¿Te has hecho daño?

M_ No.

E_ ¿Seguro?, ¿en la rodilla? –le habló con tono preocupado.

M_ Te he dicho que no –se frotaba el brazo.

E_ A ver déjame ver el brazo.

M_ Que no es nada.

P_ ¿Tienen ahí las llaves? –les preguntó bajando.

E_ Tenga. ¿Te duele? –le tocó el brazo con delicadeza.

M_ Un poco.

E_ Trae, como te has comportado como una niña, te curaré el golpe como lo hacía mi
madre conmigo –le tomó el brazo y comenzó a besarla mirándola desafiante-. Cura sana,
cura sana... si no te curas...

M_ Esther vale ya de chorradas, a mí, no me haces ninguna gracia.

E_ Ya lo sé –dio una carcajada-. Venga baja, ¿sabrás o tendré que cogerte en brazos?

195 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Pero tú que te crees?, en mi casa subía a bichos de estos todos los días –Esther la
miraba expectante desde abajo manteniendo una sonrisa maliciosa en sus labios.

E_ Pues has perdido práctica, vamos, venga cobarde salta.

Saltó y fue a parar a los brazos de Esther que la sujetó, la apretó con fuerza
sonriendo.

E_ ¿Qué harías sin mí?

M_ Pues lo sabré a partir de ahora ¿no? –oyeron como el coche arrancó a la primera
volviéndose las dos a mirarlo con cara de tontas.

P_ Bueno pues esto parece que ni gasolina ni nada, debió tener algún fallo electrónico.

E_ Vaya... –se rascó la frente un poco desconcertada por el comentario de Maca.

M_ Gracias Palomino, ¿cuánto le debemos?

P_ Nada mujer, Carmen me ha dicho que como les cobre algo, me las veré con ella, y no
saben como es, no podría pasar sin sus cocidos –dio una carcajada acompañado por una
pequeña sonrisa de ellas-. Bueno, vayan con cuidado. Ya saben todo recto y el primer
camino a la izquierda.

M_ Gracias.

E_ Será cosa del destino –dijo con una sonrisa Esther mirando el coche.

M_ Para lo que ha servido –murmuró triste Maca mientras entraba.

El hombre subió a su tractor y se alejó mientras ellas entraban en el coche, se


ponían el cinturón y sin hablarse salieron camino de vuelta. Esther cuando vio que tenía
cobertura llamó por teléfono.

E_ ¡Mamá! –exclamó sorprendida-. ¿Qué haces ahí?, ¡ah!, vale, bueno nada que ya
hemos salido de aquí, vamos camino para el hospital. Sí, ¿cómo esta el pequeñín?, vale,
venga hasta luego.

M_ ¿Está en casa?

E_ Sí, aunque parezca mentira –susurró.

M_ Mis padres no se comen a nadie –le contestó un tanto ofendida por su comentario.

E_ Ya, pero... es mi madre.

M_ Que yo sepa, a ti siempre te han tratado correctamente.

196 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Bueno... –suspiró.

M_ ¿Bueno?

E_ Déjalo Maca.

M_ Porque siempre tengo que dejar las cosas que tú empiezas y no te interesan terminar.

E_ ¿Vamos a empezar a discutir?

M_ No, tranquila.

Se callaron, nuevamente y el silencio envolvió el coche, Esther se durmió mientras


Maca repasaba una y otra vez todo desde que se habían metido en la cama, ¿cómo podía
decirle que para ella no cambiaba nada?, no lo entendía. Estaba encolerizada, la miraba
dormida con ese gesto tranquilo y relajado y le daba una profunda rabia. El móvil volvió a
sonar pero Esther no se despertó, Maca puso el manos libres

M_ ¿Si?

T_ Maca cariño soy Teresa.

M_ Dime.

T_ ¿Dónde estáis?, tu madre nos contó lo de ayer.

M_ Ya vamos de vuelta –dijo mientras se retiraba con la mano el pelo de la cara y miraba a
Esther.

T_ ¿Y Esther?

M_ Aquí durmiendo, tranquila no la he abandonado por ahí, aunque se lo merezca.

T_ ¡Uy!, creo que vamos a tener que hablar. Oye Maca, yo... no sé si decirte pero... han
llegado unos papeles para ella... y... no sé si quieres que se los entregué o...

M_ ¿Del abogado? -frunció su frente.

T_ Sí.

M_ Cuando llegue, nada más entrar, se los das y le dices de mi parte que espero le
aprovechen.

T_ Bien –le contestó aturdida y colgó-. Madre mía Cruz, creo que el viaje ha sido para
peor.

C_ ¿Pero que ha dicho?, ¿están bien?

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T_ Sí bien están, pero me ha dicho que nada más entrar Esther le dé los papeles y que le
diga que le aprovechen.

C_ ¡Uf, bronca y de las buenas ha habido!

T_ ¿Y qué vamos a hacer? –la miró fijamente.

C_ ¿Nosotras?

T_ Imagínate a Esther y Maca en el hospital separadas, puede ser un infierno para todos.

C_ Tendrán que hacerse el ánimo de la situación. Pero desde luego va a ser difícil,¡pero
qué muy difícil Teresita!

Estaban llegando al hospital cuando Maca le dio un golpe brusco en el brazo a


Esther que le hizo dar un salto.

M_ Ya estamos.

E_ Joder podías ser más suave –se frotó el brazo bostezando.

M_ Detrás está todo para entregárselo a Dávila.

E_ ¿Tú no entras? –seguía frotándose el brazo.

M_ No, me voy a casa.

E_ Muy bien.

M_ ¡Espera! –le tomó de la muñeca con firmeza pero sin mirarla-. Después de lo que ha
pasado esta noche, ¿cómo puedes seguir pensando igual? –cuando acabó la pregunta la
miró con una intensa pena.

E_ Maca lo que ha pasado esta noche, ha sido por pura necesidad, nada más que eso,
necesidad –contestó tratando de mirarla intensamente para convencerla y evitando mirarla
a los labios que parecían llamarle.

M_ ¿Ah si? –dijo con una sonrisa punzante-. Esther, no te engañes y no me quieras
engañar, me quieres igual que yo a ti, y sucedió porque ambas así lo quisimos.

E_ Maca, la que no tienes que engañarte más eres tú, solo fue sexo, que es lo único que
nos une ya –abrió la puerta y cerró de golpe dejándola dentro con una expresión
meditabunda hasta que reaccionó y salió tras ella deteniéndola nuevamente-. ¿Y ahora
qué?

M_ Sabes que eso no es verdad, ¿por qué lo haces Esther?

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E_ Porque no te quiero Maca, lo que sentí por ti ya no lo siento.

M_ No es verdad.

E_ Lo siento, por favor suéltame nos están mirando –le dijo mirando alrededor.

M_ No quiero vivir sin ti Esther.

E_ Haberlo pensado antes –le recriminó con la mirada repleta de furia.

M_ Anoche...

E_ Anoche nada, sólo fue sexo, pasarlo bien y quitarnos el frío. Ya está no te creas
imprescindible, al menos, en mi vida ya no lo eres.

Maca se quedó con los ojos repletos de lagrimas y la boca abierta porque sentía que
le faltaba el aire, la miraba alejarse sin poder hacer nada, ni siquiera mover un solo
músculo, sentía ganas de gritar y llorar.

En el hospital, todos esperaban la llegada de la pareja aunque Teresa ya había


corrido el rumor de que no había servido para arreglarse, por lo que Maca le había
comentado. En la cafetería se encontraba Begoña hablando con Luna que se mostraba
muy seria y enfadada.

B_ Yo no estaría tranquila, porque estas habrán acabado en la cama seguro.

Lu_ Tengo que hacer algo y rápido, y he de creer lo que dice Teresa, no ha servido para
nada.

B_ Más nos vale. Ahora son más vulnerables, ahora debemos atacar.

Lu_ Si, sin piedad –murmuró entrecerrando sus ojos bañados por una mirada maligna.

Al entrar por la puerta Esther, todos la saludaron como si hubiese vuelto de un lugar
lejano, ella casi no podía articular palabra, aún tenía la mirada de Maca clavada en su
interior. Saludó a Eva y Rober que salían a por una urgencia, después en un corrillo contó
lo que había sucedido antes de que Teresa la separara y la llevara a un lugar apartado.

T_ Esther, han llegado unos papeles...

E_ Vale.

T_ Tenemos que hablar ¿eh?

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E_ No hay nada de que hablar –le cayó una lagrima.

T_ Esther... –la miró apenada.

E_ Se acabó, todo se acabó.

Lu_ ¿Y Maca? –apareció Luna preguntando sin más.

E_ ¿Y a ti que te importa? –le respondió con tono glacial limpiándose la lagrima.

Lu_ Más de lo que tú crees.

E_ Has tenido suerte, o más que suerte, has sabido mover los hilos –Teresa la miraba con
dudas-. Ya me has apartado de ella, ya la tienes para ti, solo espero que te dé con la
puerta en las narices, desgraciada.

T_ Esther por favor –le susurró tomándola del brazo.

Lu_ No me subestimes.

E_ Vete a la mierda.

Lu_ Donde me voy, es con ella. Tú no has sabido valorar lo que tienes, yo si.

T_ ¿Y tú quieres separarte?, ¿a quién quieres engañar? –la miró fijamente pero no halló
respuesta.

Esther aún con el dolor de soportar las palabras de Luna, se dirigió con el sobre del
abogado en la mano hasta el despacho de Dávila que las estaba esperando.

D_ ¡Hombre quien tenemos aquí!, la desaparecida.

E_ Dávila no estoy para bromas. ¿No te pitaron los oídos ayer?

D_ Bastante, sí. Supuse que erais vosotras.

E_ Pues acertaste. Bueno aquí tienes todos los informes.

D_ ¿Y Maca?

E_ En casa. Verás me gustaría pedirte un favor.

D_ Tú dirás –la miró sonriente.

E_ Quiero que me des los papeles para solicitar el traslado de hospital.

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El camino hasta casa con el intenso tráfico, se le hizo un eterno calvario a Maca.
Necesitaba parar de pensar, dejar la cabeza quieta, ordenar sus pensamientos y
controlarse. Volver a ser la mujer cabal y centrada que había sido siempre.

M_ Siempre... –murmuró abatida dejando escapar sus pensamientos en voz alta-. Ya nada
será igual.

Se resistió a llorar, le dio mayor potencia a la radio, quería centrarse en algo hasta
llegar a casa y apartar a Esther de su cabeza.

M_ De mi cabeza llegará un día que podré –volvió a hablar en voz alta-. Pero... ¿cómo la
aparto de mi corazón?

Al llegar a casa, había tratado de serenarse no quería que sus padres la vieran así.
Allí se los encontró hablando distraídamente con Encarna. Ahora que se iban a separar,
ahora ellos parecían llevarse bien.

M_ Hola, ya estoy aquí –apareció en el comedor no sin antes exhalar un profundo suspiro
y con los ojos vidriosos.

R_ ¿Cariño te encuentras bien?

M_ Sí, cansada del viaje pero bien.

P_ Pues como ya estás aquí y te vemos bien, nosotros nos vamos.

M_ Gracias por quedaros otro día más.

R_ Hija por favor –se quejó su madre acariciándole la cara-. Si necesitas algo espero me
llames.

M_ Claro.

Despidió a sus padres y al girarse se encontró con la mirada triste de Encarna, su


gesto compungido le hacia ver que mientras su madre se marchaba ella estaba allí
dispuesta a apoyarla, que entendía perfectamente esos ojos apagados, sabía quien le
habían quitado la luz. Maca se acercó y se abrazó fuertemente a ella.

En_ Llora hija, ya no hace falta que disimules más, yo estoy aquí contigo.

M_ Todo ha terminado Encarna, todo terminó –se derrumbó entre sus brazos, mientras
repetía lo mismo una y otra vez.

Mientras en el despacho una nerviosa Esther le había explicado los motivos por los
que pedía el traslado a un Dávila que la miraba recostado en el sillón, sentado de lado con

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las piernas cruzadas, su codo apoyado en la mesa y su dedo índice sobre sus labios. La
miraba intensamente y cuando ella acabó de hablar, pareció madurar en su mente aquella
explicación.

D_ ¿Estás completamente segura del paso que vas a dar?

E_ Sí Dávila, es lo mejor.

D_ Te das cuenta de que es un grave error –ella lo interrogó con la mirada-. Si Esther, sí.
Llevas más de diez años trabajando con nosotros, y me repatea que voy a perder a mi
mejor enfermera, por no saber comportarse como personas maduras y civilizadas, por no
entender según tú que se ha terminado el amor con tu mujer.

E_ Tienes a Begoña –acertó a responder.

D_ Yo no quiero a ninguna otra que no seas tú, ¿sabes por qué has decidido irte, no?,
vamos tú eres inteligente y detrás de toda esa explicación que te queda muy bien para
cualquier persona que no te conozca, está la verdadera razón.

E_ Si no me das tú los papeles... lo haré por otro sitio.

D_ La quieres y por eso te vas –se incorporó en la mesa apoyando los codos y mirándola
con tristeza. Después de hacerle una mueca apenada le dijo-. Yo no puedo hacer otra cosa
que pedirte que lo medites unos días.

E_ No tengo nada que meditar.

D_ Está bien... si es lo que quieres yo no puedo obligarte a nada. Mañana tendrás los
papeles.

E_ Gracias Dávila, te lo agradezco –cuando iba a salir la llamó y ella se giró para mirarlo
atentamente.

D_ No me importa perder la enfermera, pero sí la amiga a la que aprecio mucho.

Esther no tuvo palabras, salió tragando saliva pues notaba como el miedo se había
localizado en su garganta.

T_ ¡Esther!

E_ Ahora no Teresa, ahora no.

T_ No me esquives más, antes o después tenemos que hablar –le acusó con el dedo
índice en alto muy cerca de su cara.

E_ No hay nada de que hablar.

C_ ¡Esther rápido ven conmigo te necesito! –apareció Cruz requiriendo su presencia.

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E_ Sí.

T_ ¡Nada, no hay manera! –protestó Teresa al verla marchar.

Mientras en su casa, apoyada en el hombro de Encarna, una Maca completamente


destrozada no hacía otra cosa más que llorar, no podía controlarse y cuanto más quería
detener el llanto, más lloraba.

En_ No entiendo lo que os ha pasado Maca, y sin duda, separaros es un grave error.

M_ Le he pedido perdón Encarna y tampoco me ha servido es como si disfrutara con mi


dolor.

En_ La situación ha dado la vuelta, antes eras tú, ahora es ella quien se comporta de esa
manera tan estúpida que dan los celos y el orgullo herido.

M_ ¿Y yo cómo voy a vivir lejos de ella?

En_ ¿Y cómo va a vivir ella lejos de ti?

Sus voces mostraban la tristeza que sentían, durante un buen rato Maca estuvo
contándole todo cuanto había ocurrido, sabía que ella era quien mejor la conocía, y
también sabía que sus consejos eran los que más le podían ayudar.

En_ La solución hija es bien simple, muéstrate con ella, como siempre has sido, ¿antes le
hacías la cena?, pues hazla ahora, antes le preparabas la cama, pues lo mismo, trata de
demostrarle que te has equivocado pero no con palabras, o no llorando o suplicándole, ella
quiere ver a la misma mujer de la que se enamoró perdidamente. ¿Acaso tú no?

M_ Me moriría de gusto si pudiéramos compartir el sofá abrazadas y ver una película como
hacíamos siempre, con eso me conformaría para empezar –habló más calmada.

En_ Claro, porque lo vuestro es amor desde el primer día, si yo lo noté en tus ojos pero no
lo quise ver, por supuesto –sonrió.

M_ Es que ella desde que la vi, fue como si me atrapara en su mundo y aunque he
cometido errores, estoy segura que no quiero salir de él.

Encarna la miró con dulzura y le besó en la frente sonriendo

Cruz y Esther habían tenido que actuar en quirófano juntas, una vez salieron, Esther
se dirigió hasta su cuarto para cambiarse. Estaba allí parada mirando el sobre, la sacaron
de sus pensamientos dos toques en la puerta.

203 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Adelante.

C_ Hola Esther, ¿puedo pasar?

E_ Sí claro. ¿Tú también me vas a preguntar por el viaje?

C_ No, no, viendo ese sobre en tus manos no hace falta. Yo vengo a preguntarte por
Maca. ¿Cómo está?

E_ Pues que yo sepa bien.

C_ Me alegro –sonrió dándole un golpecito en la pierna-. Me dio un buen susto.

E_ Perdona, creo que no sé de que me hablas.

C_ ¿No te lo ha contado? –Esther puso cara de circunstancias-. Le dio un ataque de


ansiedad que se me ahogaba, la verdad que estaba muy mal me asustó su ritmo cardíaco
¿eh?, tendrá que hacerse un chequeo.

E_ No me ha dicho nada –dijo con preocupación en su rostro.

C_ Vaya... quizá no debí...

E_ No, no tranquila. Supongo que tendré que acostumbrarme –su tono y su gesto dieron
muestra de resignación.

C_ No tienes porque... en tus manos está la posibilidad de que no sea así –respondió
mirando el sobre.

E_ No es tan fácil.

C_ Si lo es. Mira, yo he pasado como tú por esto, y a veces hay personas por las que no
merece la pena volver a empezar –le sonrió-, y hay otras que por el contrario, se debe
empezar de nuevo.

E_ Ya... ¿y yo en que caso estoy?, porque... ya ni lo sé.

C_ Creo que sí lo sabes –la miró sonriendo con una mueca de animo-. Pues lo dicho, me
voy y vigílala.

Esther comenzó a sentir un miedo incontrolado, recogió todo y salió corriendo hasta
el muelle donde estaba Teresa.

T_ Bueno a ver si ahora...

E_ Ahora no Teresa –marcó un tanto nerviosa los números-. ¿Mamá?

En_ Dime hija.

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E_ Eh... que yo... estoy trabajando.

En_ Ya lo sé Esther –le dijo un tanto confundida.

E_ Si... no... era por si no te lo había dicho –balbuceó nerviosa.

En_ Pues sí, me lo habías dicho –tapó el auricular y le dijo a Maca que la miraba mientras
se sonaba la nariz-. Es Esther, un poco rara, pero es ella –destapó el auricular-. Bueno...
¿y qué quieres?

E_ Nada, nada, decirte que voy a ir a comer.

En_ Eso también me lo habías dicho, ¿algo más?

E_ ¿Cómo está Daniel? –se estaba mordiendo una uña mientras fruncía el ceño.

En_ Pues muy bien, dormidito aquí mismo.

E_ Oye mamá –bajó la voz y trató de dominar su temor-. ¿Maca ha llegado?

En_ ¿Maca?, pues sí, la tengo aquí a mi lado –Esther suspiró profundamente-. ¿Quieres
hablar con ella?

E_ Mmmm no no, solo quería avisarte que iba a ir a comer. Adiós mamá –suspiró
profundamente ante la mirada atenta de Teresa.

T_ ¿Aún no?

E_ No.

T_ Bien... sólo te digo una cosa, dentro de cuatro días es la cena con Laura y Carlos, os he
apuntado a las dos.

E_ Vale –murmuró distraída.

T_ Y si firmas los papeles, entonces me demuestras que eres una idiota.

E_ Teresa no te pases, es lo que ella quiere.

T_ ¿No habéis solucionado nada?, ¿eh? –la miraba atentamente.

E_ No.

T_ Has estado con Dávila mucho tiempo, ¿no habrás hecho ninguna tontería, verdad?

E_ No sé a que te refieres...

T_ Claro que lo sabes. Eso no te lo perdonaría.

205 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Ella?

T_ Yo –le dijo firmemente mirándola por encima de sus gafas clavando sus ojos
preocupados en los suyos.

En el metro la gente apretaba, se estaba sintiendo agobiada necesitaba salir de allí


y ver los ojos de Maca.

E_ “¿Qué estás diciendo? –se preguntó mordiéndose el labio-. Tengo los papeles, y los
debo firmar, no puedo ahora comenzar con dudas... no... tengo que ser firme... no porque
ahora ella quiera voy a ir corriendo... no.... claro que no. Dios mío si le pasara algo creo
que me moriría”.

Suspiró fuertemente y haciéndose paso entre la multitud que llenaba el vagón


finalmente pudo salir, buscó rápidamente llegar a la calle, encontrarse con la luz del sol, sin
duda el metro la agobiaba. Pero ni el sol, ni la calle, ni el aire, ni el fresco le quitó el agobio.
El agobio tenía un nombre, una figura, unos ojos y unos labios que eran su perdición.

E_ “¡De qué manera me hizo el amor!” –iba caminando y mirando alrededor sin ver más
que sus propios recuerdos-. “¿Y si me espero a firmar?, ¿y si no lo hago?... ¿pero esperar
a qué?, esto no va a cambiar y se convertirá en un calvario, al menos que no nos odiemos,
como ahora... ¿odiarla?” –sonrió negando con la cabeza-. “Si la quiero más que a mi
propia vida...”

Así llegó a casa, abrió la puerta con los nervios a flor de piel, estaba nerviosa pero
tranquila, su madre estaría allí y ella amortiguaría un poco las discusiones entre ellas.

E_ Ya estoy aquí –nadie contestó, imaginó que estarían en la cocina. Allí estaba Maca, con
un pantalón blanco de tela fina, una camiseta roja con su chaqueta de punto a juego
encima, pero no su madre-. Hola.

M_ Hola Esther, no te había oído –“espero saber hacerlo” se repetía “nunca se me ha dado
bien mentir”.

E_ ¿Y mi madre? –quería no mirarla pero sus ojos no sabían apartarse de su figura, su


rostro relajado le llamó la atención.

M_ Se ha marchado, como ha estado aquí los dos días...

E_ Ya, querrá limpiar, ya sabes como es... bueno... voy a cambiarme.

M_ Vale, oye Esther –su voz volvía a ser la misma de siempre, sus ojos la miraban
sinceros sin sombras, y su sonrisa aparecía tal y como si todo lo anterior hubiera sido una
pesadilla y volviera a ellas la felicidad-. Te he preparado un cocidito, he pensado que
después del viaje te iría bien. Ayer parecía que te habías constipado.

206 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Ah... –no sabía como actuar... se sentía estúpida la miraba fijamente sin saber que
hacer.

M_ ¿Te importa comer conmigo o ya has comido?

E_ No, no he comido –seguía aturdida.

M_ Pues te espero, Daniel está en la cuna.

E_ Si.

Salió de la cocina, totalmente perpleja, su expresión ceñuda demostraba su


desconfianza,

E_ “¿No estará haciendo esto para que no firme?, seguro... con tal de salirse con la suya”.

Estuvo un buen rato con el niño pensando que Maca ya habría empezado a comer,
cuando oyó su voz desde el pie de la escalera

M_ ¡Esther!, la comida ya está.

E_ Voy –contestó-, está clarísimo ahora me dirá cualquier cosa con esa voz que me vuelve
loca, luego querrá acostarse conmigo, y después me vendrá con el cuento de no firmes los
papeles. ¡Pues la lleva clara!

Bajó con el pequeño en sus brazos, al entrar vio la mesa puesta, y su plato donde
siempre comía Esther, aquello olía a encerrona, sin duda el “no firmes” saldría pronto.

M_ ¡Ay mi pequeño! –se acercó a besarlo y rozó la mano de Esther que cada vez veía más
claras sus intenciones-. Vamos que se enfría.

E_ Si –la miraba desconcertada, desconfiada.

M_ ¿Qué tal ha ido la mañana?, ¿qué ha dicho Dávila?

E_ Todo bien, está contento del trabajo que hicimos –contestó dejando al pequeño en la
tumbona que tenían en la cocina para él.

M_ Eso está bien, ¿no? –la miró con cara angelical, con esa expresión suya sincera sus
ojos penetrantes y su sonrisa que desataba los nervios de Esther.

E_ Pues sí.

M_ ¿Me ha salido rico? –le preguntó sonriente.

E_ Sí –“joder ¿pero qué le pasa ahora?”

M_ Oye Esther yo quería decirte una cosa de los papeles, ¿ya los has recibido, verdad?

207 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Esta mañana, sí –sonrió esta vez ella porque ya sabía el porque de ese cambio, ahora
venía el no los firmes por favor.

M_ Cuando los vayas a firmar, hay una cláusula que no estoy del todo de acuerdo, y quiero
saber que opinas tú –Esther la miraba atónita-. No creo que sea necesario mientras tú lo
creas oportuno que te vayas de casa, me gustaría que Daniel creciera al menos al principio
con las dos.

E_ Ya –sin salir de su sorpresa contestó un tanto dubitativa.

M_ Respetando tu vida, claro, creo que será mejor enterrar el hacha de guerra por nuestro
hijo.

E_ Me parece bien, yo respetaré la tuya igualmente –“aunque si te veo con otra me


moriré”.

M_ Mi vida eres tú, no necesito más –le guiñó un ojo con una sonrisa completamente
conquistadora.

El silencio se adueñó de la cocina, Maca miraba a Esther con esos ojos entregados
a ella que parecía ardían del fuego de la pasión. Cuando terminó Esther si bien es cierto
que no hablaron de nada, fue a retirar los cubiertos.

M_ Deja, deja ya lo hago yo que he estado descansado, y tú has trabajado.

E_ Da igual –la miró y leyó lo que tantas veces leía y le hacía consumirse en deseo, el
amor de Maca. Carraspeó y tratando de ser lo más entera posible añadió-. Está bien, me
voy a descansar.

M_ Tranquila –le sonrió cuando Esther se marchó Maca dio un suspiro enorme tapándose
la cara. Después apoyo los codos sobre la mesa, puso las manos sobre su barbilla y
resoplando murmuró-. No lo voy a soportar, fallaré, seguro, no puedo mirarla y ya está.
¡Joder!.

Esther había salido y se había apoyado en la puerta, tuvo que dar un fuerte soplido
para sacar de su interior el cúmulo de sensaciones y emociones que Maca había
provocado en ella. Estaba desconcertada con esa nueva actitud que por otro lado la volvía
loca, negó con la cabeza como queriendo sacudirse de encima todas y cada una de las
sensaciones vividas en aquella sabrosa comida. Estaba subiendo las escaleras, cuando la
voz sedosa de Maca que la llamaba la sacó de sus pensamientos deteniéndose a mitad
escalera.

M_ Te he cambiado las sábanas.

E_ Gracias.

208 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Si... no te gustan las que te he puesto me lo dices, he ido a comprarlas que no tenía –
sonrió de lado sin separar sus labios a modo de disculpa por haberlas tirado.

E_ ¡Ah, claro! –sonrió ella también nerviosamente.

M_ Oye Esther... que… digo que a lo mejor te apetece venir a dar una vuelta con Daniel,
¿no?

E_ Sí, claro, si me levanto si, estoy muy cansada la mañana ha sido horrible.

M_ De acuerdo –le sonrió sintiendo que se moría por dentro. Y con su voz de seda
nuevamente activa, le susurró-. Que descanses –se mordió el labio cuando la vio subir.

Entre tanto, en el hospital Cruz y Teresa estaban hablando en la cafetería, sobre la


pareja.

C_ Mira Teresa, yo creo que no debería haber mentido así a Esther.

T_ ¡Anda!, ¿y por qué no?, ante la cabezonería, no hay nada mejor que una mentira
piadosa. Debiste ver como vino corriendo a preguntar.

C_ Si es que yo creo que cuanto más tiempo dejen pasar, les va a costar más.

T_ Pues yo me temo que Esther ha cometido alguna locura de las suyas.

C_ ¿Cómo qué?

T_ La vi entrar al despacho de Dávila –Cruz asintió con la cabeza mientras bebía su zumo-
, tardó un mundo en salir, y luego Dávila andaba con gesto preocupado.

C_ ¡Caray Teresa!, es que no se te escapa nada ¿eh? ¿Y qué crees que haya podido
hacer?

T_ Pues ojalá me equivoque, pero... igual ha pedido traslado.

C_ ¿Tú crees?

T_ Estoy prácticamente segura, mira, ella no va a soportar estar aquí trabajando con Maca
a su lado y que no pueda hacer como hasta ahora. Ni besarla, ni siquiera hablar con ella
como Dios manda, ¡vamos!

C_ Bueno Teresa es la decisión de Esther, ahí no podemos hacer nada más.

T_ ¿Cómo qué no? –la miró seria.

209 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Por favor Teresa –se quejó sonriente pero ante la seguridad de su gesto suspiró y le
preguntó manteniendo una sonrisa divertida en sus labios-. ¿Qué pretendes?

T_ Van a venir a la fiesta de Carlos y Laura, espero que no sea demasiado tarde, y
podamos hacer algo para que ellas se arreglen.

C_ ¿Podamos? –preguntó divertida.

T_ Pues sí hija, podamos, tú y yo de momento, Héctor también me ha dicho que cuente


con él.

C_ ¿Y qué propones hacer?, encerrarlas en el baño...

T_ Pues mira eso no se me había ocurrido –dijo seria mientras Cruz daba una carcajada.

C_ Miedo me das.

Mientras, Esther había quitado el cubre de la cama, y en su cara se dibujó una


sonrisa, eran las sábanas que tanto le gustaban, su color preferido, Maca había ido a
propósito para comprarlas, suspiró por primera vez feliz desde hacía mucho tiempo. Se
acostó abrazándose a la sábana con fuerza, habían sido acariciadas por las manos de su
reina, entonces cerró los ojos y se entregó a los recuerdos en la Fonda, allí habían sido
nuevamente una, pero su cabezonería y su actitud al día siguiente habían hecho daño a
Maca, lo sabía, había visto sus ojos y el dolor que había causado en ella, le había
empujado a tomar definitivamente la decisión de marcharse del Central. ¿Cómo sería su
nueva vida?, ¿acaso quería esa nueva vida?, no lo sabía, de lo único que estaba segura
era que no podría estar cerca de Maca sin tocarla, sin besarla, sin rozar su cuerpo contra
el suyo cuando fuera a coger algún informe, o guiñarle el ojo aún en la distancia
demostrándole su amor. ¿Y si Maca cambiaba?, le había pedido perdón y ella había sido
tan orgullosa que no había aceptado, pero... ¿y si Maca estaba precisamente así por que
había conseguido lo que quería?... se incorporó en la cama, sentándose sobre la espalda...
quizás era eso, ella estaba allí pensando en que todo cuanto hacía era para conquistarla
de nuevo, cuando quizá lo único que estaba haciendo era mostrarse como siempre, porque
ya era independiente, ahora podría encontrar a alguien que ocupara su lugar, por eso su
tranquilidad.

E_ ¿Estaré confundida?... Dios no sé que voy a hacer... no quiero quedar como una
estúpida, no quiero que sepa si no es verdad todo este numerito que me está haciendo,
que me muero por ella. No quiero....

Notó como la puerta se abría a eso de las seis de la tarde, sabía que era Maca, que
asomó su cabeza para ver si dormía, y al verla tranquila en la cama, cerró suavemente,

210 ”Adiós Esther” © by ldana


cuando Esther oyó la puerta de la calle se levantó. Entonces como si el demonio se
hubiera metido en ella, salió corriendo hasta la ventana del que era su cuarto de casadas,
desde allí divisó la figura esbelta, delgada de una Maca que desde el nacimiento del niño,
la veía mucho más guapa, mucho más hermosa y sentía deseos enormes incontrolables
por ella, se sentó a los pies de la cama y sin poderlo remediar, sacó de debajo de la
almohada el camisón que utilizaba, lo olió y sonrió conteniendo la respiración, sentía el
deseo como llegaba a ella como la ola gana la arena del mar, con fuerza, insistencia y
suavidad. Besó el camisón y lo rozó en su mejilla. De pronto un pensamiento la abordó,
corrió hasta su habitación y con el teléfono móvil en su mano, llamó.

E_ ¡Teresa!

T_ ¿Esther? –le preguntó sorprendida.

E_ Sí, veras... –se puso la mano en la frente con actitud nerviosa-... ¿puedo hablar contigo
un momento?

T_ ¿Ahora?, has tenido toda la mañana para hablar, ¿y quieres hablar ahora?

E_ Joder Teresa te necesito.

T_ Mira bonita, estoy la cola del súper, y no pretenderás que me pare aquí para que me
apedreen con las latas de cerveza, el pan o cualquier otro objeto –sonreía divertida.

E_ Está bien...

T_ ¿No le pasara algo a Maca, verdad?, porque con el susto del otro día ya tuvimos
bastante –hizo un gesto afirmativo como un pequeño tanto a su favor.

E_ Pues... está bien... yo la veo bien... ¡oye guapa, no tienes tiempo para mí pero si para
preguntarme por Maca!

T_ ¡Anda pues claro!, ella me da mucha pena. Que quieres.

E_ ¿Y yo Teresa?, lo estoy pasando muy mal y nadie se da cuenta.

T_ Yo sí, pero... si eres tan cabezota de salir huyendo... ¿cómo quieres que te ayude?
¿Seguro que no me ha cobrado de más? –le preguntó a la cajera.

E_ Bueno te dejo...

En el momento en que colgó el teléfono, sonó, en la pantalla vio reflejado el número


de Maca. Suspiró profundamente y tardó un poco a contestar no quería dar la impresión
que se moría de ganas de descolgar.

E_ Dime Maca.

211 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Esther, es que estamos Daniel y yo aquí en el restaurante de la esquina y he pensado
en quedarme a cenar, ¿por qué no vienes?

E_ Pues... me iba a la cama –le contestó algo desconcertada por su pregunta.

M_ Esther, son las ocho y media –le dijo con tono sorprendido.

E_ Vale... pues nada... eh... dame diez minutos que me duche, me cambio y voy.

M_ Bien entonces... te espero dentro de media hora.

E_ Muy graciosa –le dijo con voz embelesada y sonrisa enamorada.

M_ Y trae por favor un biberón que me he quedado corta.

E_ Vale. ¡Joder Esther quita esa cara de idiota! –se dijo enfadada al verse reflejada en el
espejo.

Mientras, en el restaurante, Maca tenía al pequeño en brazos, le hacia carantoñas y


no paraba de besarle, mientras pensaba en ese tono de Esther, lo que Encarna había
dicho estaba resultando mejor de lo que esperaba, la conocía y reconocía perfectamente
esa voz dulce hasta pudo imaginar perfectamente su cara, con esa sonrisa entregada que
tanto la enloquecía, con esa mirada repleta de brillo...

A_ ¡Maca! –una voz la sacó de sus pensamientos.

M_ ¡Azucena! –exclamó sorprendida.

A_ Déjame ver a este pequeñín –se sentó a su lado y Maca no pudo más que mirar hacia
la puerta por si entraba Esther, era lo último que necesitaba, nuevos problemas, nuevos
celos.

M_ ¿Qué haces aquí?.

A_ Vaya... pensé que te alegraría verme.

M_ Pues... más bien no... creo que después de lo del día de mi boda... quedó claro que no
tenemos mucho de que hablar.

A_ Bueno... siento haberte molestado, solo venía a ver a tu hijo nada más, pero si tanto te
desagrada, me marcho.

M_ Perdona Azucena –le dijo nerviosa-, es que no estoy en un buen momento con
Esther... y... lo que menos me gustaría es que te viera aquí.

A_ ¿Tenéis problemas? –le preguntó contenta.

M_ Pues... sí... pero vaya tampoco es como para que te alegres –le dijo un tanto enfadada.

212 ”Adiós Esther” © by ldana


A_ No, no perdona... te comprendo... creo que mejor me voy y te veo en otro momento.

M_ Será mejor Azucena que no me busques... tú y yo no tenemos nada de que hablar,


¿vale?

A_ Está bien, ya veo que no quieres nada conmigo, ¡muy bien¡ -exclamó molesta, le dejó el
regalo que trajo para el pequeño sobre la mesa y se fue, al salir vio a Esther y con toda la
intención se cruzó con ella-. Hola Esther.

E_ Hola –le saludó lo justo y con la mirada fulminándola.

A_ No puedo decirte que me dé pena que os separéis, al menos ahora, Maca podrá
encontrar a alguien de su clase.

E_ ¿Cómo tú? –sonrió con sorna.

A_ Todo puede ser...

E_ Ya... pues nada... que te vaya bien.

La dejó con la palabra en la boca y se fue para dentro, enseguida divisó a Maca en
la mesa, siempre se sentaban en aquel rincón porque por debajo de la mesa les gustaba
acariciarse con las piernas. Al verla seria y pensativa, su corazón le dio un vuelco, ya no
estaba como en casa, sin duda la visita de Azucena algo tenía que ver, ¿se estaría viendo
con ella a escondidas?, notó nuevamente los celos en su interior.

E_ Ya estoy aquí –la vio sumida en sus profundos pensamientos.

M_ ¡Ah!, hola a ver –miró el reloj y dijo-. Mmmm casi veinte minutos, has ganado tiempo
¿eh?

E_ Pues mejor ¿no?, así has podido hablar con Azucena.

M_ Sí -su gesto fue de fastidio-. La verdad no sé a que ha venido y menos aquí.

E_ Pues a verte... está claro ¿no?

Ca_ Hola chicas, ¿lo de siempre?

M_ Por mí sí –dijo con el ceño fruncido mientras pensaba “vaya inoportuna visita, con lo
que había ganado, solo espero no haberlo perdido, vamos ¡actúa!, ¡actúa rápido!”.

E_ Yo no, quiero cambiar –miró fijamente a Maca que agachó la mirada con tristeza.

Ca_ ¿Te traigo la carta?

E_ Sí por favor.

213 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Le toca el biberón, ¿quieres dárselo tú?

E_ Vale –cogió al pequeño y comenzó a darle el biberón bajo la atenta mirada de una
Maca que no sabía muy bien que decir-. Que guapo es.

M_ Sí –“di algo di algo joder”-. ¿Mañana qué turno tienes?

E_ De mañana –contestó sin mirarla

M_ Perfecto yo lo tengo de tarde, así dejamos descansar a Encarna.

E_ Bien.

No hubieron más palabras, ni siquiera al llegar a casa, quedaron en que Maca le


daría los biberones pues así podría descansar por la mañana.

E_ Buenas noches –le dijo a Maca que se quedó en la habitación.

M_ Buenas noches –dijo después estornudó.

E_ ¡Salud!

M_ Gracias –sonrió-. Aún queda rastro de nuestro viaje –la miró repleta de ternura.

E_ Hasta mañana.

M_ ¡Mierda!, ¿y ahora qué?, creo que debería hablar con ella y asegurarle que Azucena no
estaba allí conmigo ni... ¿pero qué digo?, ¿cómo voy a ir corriendo a justificarme?, una
cosa es que quiera recuperarla y otra que tenga que justificar todo lo que hago. ¡Joder
Esther! –murmuró apenada apoyándose sobre la puerta de su habitación con ganas de ir a
buscarla y arrastrarla hasta la cama-. No puedo más.

Esther se acostó pensando en Maca, sus ojos se cerraron con rapidez, estaba
cansada y los nervios la dejaban derrotada. Dormía profundamente cuando notó la mano
de Maca que le acariciaba la cara mientras la llamaba

M_ Esther, Esther –insistió.

E_ ¿Qué pasa? –se incorporó un tanto desconcertada.

M_ Cariño necesito hablar contigo o me voy a morir –le confesó abiertamente con tono
suplicante-. Dime que es lo que quieres que te diga, dime si quieres que te pida perdón, si
quieres que te diga que estoy arrepentida por todo cuanto he hecho.

E_ Maca... –la miraba atónita ante su gesto de dependencia.

M_ No puedo vivir sin ti Esther, si tengo que ser yo quien dé el paso, lo doy, si tengo que
ser yo la que cargue con todo lo haré, pero por favor no me dejes.

214 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Maca me has hecho mucho daño –le habló con voz desgarrada.

M_ Lo sé, me he comportado como una idiota, lo sé –le tomó la cara con sus dos manos
acercándole sus labios.

E_ No podía entender que desconfiaras así de mí.

M_ Mi vida, mi princesa, mi niña –la besó por toda la cara mientras Esther ponía sus
manos en sus caderas atrayéndola más a su cuerpo.

E_ Prométeme que no me dejarás, nunca me dejarás.

M_ Te lo prometo –se besaron despacio.

E_ ¿No vas a dudar más de mí?

M_ No –volvió a besarla.

E_ Te quiero Maca, te quiero con toda mi alma.

M_ Dímelo, dímelo mil veces cariño –se tumbó sobre ella.

E_ Te quiero... te quiero...

M_ Esther, Esther...

La voz de Maca la sacó de aquel maravilloso sueño, al abrir sus ojos la vio allí con
mala cara, las palabras de Cruz vinieron a su mente, se levantó con rapidez.

E_ ¿Qué te pasa Maca?

M_ Creo que tengo fiebre, no me encuentro bien –decía con la voz un tanto tomada-.
¿Puedes darle a Daniel el biberón?

E_ Claro, claro. Ve a la cama, ya voy.

M_ Prefiero quedarme aquí, ¿te importa?

E_ Será mejor –al sujetarle el brazo se dio cuenta que estaba tirando-. Maca estás
ardiendo.

M_ Sí, creo que voy a explotar –murmuró una vez acostada-, entre la calentura de la fiebre
y del deseo que tengo por ti, creo que voy a terminar quemándome, deberías llamar a los
bomberos.

E_ Voy a traerte algo, creo que deliras –trató de no sonreír, pero no lo consiguió.

215 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Desde cuándo decirte que me vuelves loca y me excitas es delirar?, ¡ay qué mal me
encuentro!

E_ Ahora vengo –acertó a responder-. Madre mía.

Bajó a la cocina para preparar el biberón y también subirle a Maca una pastilla para
tratar de bajar la fiebre. Una vez le dio el biberón al pequeño, lo dejó en la cuna y se
marchó corriendo junto a ella.

E_ A ver, toma la pastilla.

M_ Estoy mareada.

E_ Maca no me asustes, ¿te duele el pecho?, déjame ver el pulso.

M_ Si me tocas se acelerará y pensarás que me estoy muriendo –sonrió cerrando los ojos
con malestar.

E_ Calla un momento Maca –mantenía el gesto serio-. Voy a por el termómetro.

M_ No tardes, no me dejes sola estoy muy mal.

E_ Vamos no exageres solo es fiebre.

M_ Estoy temblando.

E_ Maca, tranquila ¿vale?

El termómetro marcaba cuarenta grados, Maca temblaba sin parar, y por más que le
ponía mantas seguía sin dejar de hacerlo.

E_ Maca voy a pincharte –le dijo mientras iba a por los utensilios.

M_ No, por favor, no me pinches, sabes que me da miedo, ven aquí abrázame así seguro
se me pasara, por favor ven.

E_ Mira Maca no te comportes como una niña ¡eh! –lo preparó todo con rapidez-. A ver
date la vuelta que te voy a pinchar.

M_ ¡Ay! –se quejó Maca al notar el pinchazo-, te has vengado por portarme mal contigo,
pero tú sabes que te quiero, sabes que te quiero mucho.

E_ Si, lo sé.

M_ No puedo vivir sin ti, creo que me moriría.

E_ Nadie se muere por eso –volvió a taparla con ternura y gesto de preocupación-. Ahora
todo lo que te he puesto comenzará a hacerte efecto voy a cambiarte el paño de agua fría.

216 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No te vayas –trató de cogerle la mano-. Oye Esther, no me importa que te acostaras
con Luna, no me importa lo que hayas hecho.

E_ Maca por favor –le rogó mirándola con tristeza.

M_ No puedo vivir sin ti, mi niña –le acarició la cara con ternura-. Te quiero tanto cariño.

Esther la estuvo vigilando sentada a su lado sin moverse, le quitó la ropa pues no la
fiebre continuaba sin bajar, le puso paños de agua fría en la frente, las muñecas, los
tobillos, se llevó un palangana y así facilitaba su trabajo pero sobre todo, la tranquilizaba a
ella que cada vez que se marchaba de su lado, Maca la llamaba como si estuviera loca.

E_ A ver... –miró el termómetro-, ha bajado, treinta y ocho –resopló con tranquilidad-. ¿Te
encuentras mejor?

M_ No mucho la verdad –apartó un poco el paño de agua que llevaba en la frente.

E_ No te lo quites Maca, haz el favor –le riñó.

M_ Es que no te veo, me has tapado el ojo.

E_ De verdad ¿eh?, prefiero ponerme yo mala, tú no sabes estar enferma.

M_ Yo no quiero que te pongas mala, anda recuéstate conmigo.

E_ No puedo tengo que seguir con los paños, haz el favor de estarte tranquila y sobre todo
callada.

Siguió con los paños durante un buen rato, Maca parecía que se había
tranquilizado, al menos ya no decía incoherencias como pensaba Esther que le estaba
diciendo cuando hablaba de ellas dos y de lo mucho que la necesitaba. Al abrir los ojos,
aún cristalinos por la fiebre, le dijo con seriedad.

M_ ¿Esther, podrías cantarme?

E_ ¿Cantarte? –le preguntó asombrada y sonriente-. Pero si sabes que canto fatal,
siempre te burlas de mi oído.

M_ Ahora prometo que no, mi madre cuando era pequeña y tenía fiebre, siempre me
cantaba.

E_ Ya, pero era tu madre.

M_ Y tú eres mi mami que es mucho mejor –le sonrió un pícaramente.

E_ Mañana cuando te recuerde todo esto, vas a alucinar –sonrió.

217 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Venga, cántame cariño –puso su cabeza sobre las piernas de Esther que la miraba
sonriente mientras Maca le hacia morritos-. Que dolor de cabeza.

E_ ¿Y quieres que te cante?

M_ Sí.

E_ Bueno... a ver... ¿qué te puedo cantar? –le volvió a cambiar el paño de la frente-. ¡Ah
si!... Te he querido tanto/ que aullaban los perros,/ gritaban los locos,/lloraban los cuerdos,
al verme intentando/ derretir el viejo corazón de hielo que llevabas dentro/ recojo mis
cosas, me pongo el abrigo/ no tengo la culpa, si todas tus risas y todas tus rosas/ se vienen
conmigo ...

Mientras le cantaba le acariciaba la cara con suavidad manteniendo una sonrisa en


sus labios, sin poderlo remediar sus ojos se llenaron de lagrimas al recordar esa canción,
la canción que tanto les gustaba a las dos y que sin embargo en ese momento era como
anunciar aquello que iba a venir con la separación...

E_ ¿Sabes una cosa, cariño?, no sé como voy a hacer para vivir sin tu sonrisa, ni sé como
voy a soportar mirarte a los ojos, mi amor... encontrarme con esa mirada tuya que me
desafía allá donde me ve con toda tu picardía, no sé, francamente no sé que voy a hacer
sin ti... –sonrió al recordar mientras cambiaba su paño en la frente-. Aún recuerdo como
me cambió todo cuando tú llegaste al hospital, recuerdo cuando me dijiste que eras
lesbiana las noches que pase de insomnio, la lucha en mi interior para no mirarte y
desearte, pero todo fue inútil, entraste en mi corazón como nadie lo había hecho, y estoy
segura que como nadie lo hará –la miraba con gesto apenado por su propio dolor, mientras
Maca tenía cogido su muslo con la mano como necesitando notarla-. Sé que he podido
superar otras relaciones, pero no sé como afrontar nuestra separación... y me gustaría no
hacerlo pero no podremos superar las heridas, las cicatrices de nuestros corazones, tengo
miedo a intentarlo cariño... y a perderte mucho más... no sé que voy a hacer, alejarme del
central, irme de esta casa, todo será en vano lo sé... porque mis ojos necesitan verte,
necesitan llenarse de ti –la acariciaba lentamente-, eres el amor de mi vida pero ya nada
será igual... supongo que encontrarás a alguien que te dé lo que yo no he sabido, o no he
podido, no lo sé... y sé que cuando llegué ese momento, me sentiré a morir, pero me siento
cobarde para tratar de recuperarte, no puedo soportar el odio en tus ojos, ni tu tono repleto
de reproches...

M_ Esther... –murmuró adormilada.

E_ ¿Qué cariño?

M_ Tengo frío...

E_ Voy por la colcha–se levantó para volver a taparla ya que se la había quitado
momentos antes.

218 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No me dejes sola –la miraba repleta de ternura, necesitada de ella.

E_ No voy a dejarte, tranquila –le dejó un beso suave en los labios.

M_ Te quiero.

E_ Y yo... duerme ya te ha bajado la fiebre.

Maca se arropó nuevamente y pareció quedarse profundamente dormida, Esther


que estaba despejada decidió aunque eran las tres de la mañana llamar a su madre.

E_ No te asustes mamá, no pasa nada.

En_ Algo pasa cuando me llamas a estas horas, provocándome casi un infarto hija.

E_ Maca está con mucha fiebre y mañana entro a las ocho, no quiero dejarla sola y he
pensado que tú podrías venir.

En_ Por supuesto, ahora mismo me pongo el despertador a las seis.

E_ No hace falta tan pronto ahora avisaré al hospital.

En_ Tranquila hija, ¿pero esta bien, la tienes controlada?

E_ Creo que sí, pero Maca es muy mala enferma.

En_ Pues hija dale mimos...

Esther colgó el teléfono y se quedó mirando a una Maca completamente dormida


pero que repetía su nombre.

E_ Estoy aquí mi vida –se metió en la cama abrazándola.

M_ No te vayas –le susurró buscando refugio en su cuerpo.

E_ ¿Te encuentras mejor?

M_ Un poco, pero me duele la cabeza –hablaba con voz mimosa.

E_ Es normal has tenido mucha fiebre –la estrechó fuertemente contra ella.

M_ Apaga la luz.

E_ ¿Ya no quieres que te cante?

M_ ¿Qué me cantes? –le preguntó sorprendida-. Con lo mal que lo haces deja deja...

219 ”Adiós Esther” © by ldana


Esther sonrió, apagó la luz y sin pensar en nada más la abrazó queriendo aliviarle
de todo aquello que le hacía estremecerse, del miedo, de la fiebre y del amor.

Llegó la mañana y con él, la rutina de siempre, Esther se marchó de casa cuando su
madre llegó, no hablaron mucho porque llegaba tarde, pero su cara reflejaba que no
estaba en su mejor momento.

Teresa se estaba poniendo la bata cuando la vio entrar, con voz un tanto sarcástica
le dijo.

T_ ¡Uy!, ¿otra mala noche? –Esther levantó su mirada mientras firmaba el papel clavando
sus ojos en ella-. ¿Quién ha sido esta vez, la madre o el niño?

E_ Maca, se ha pasado toda la noche con fiebre.

T_ Pobrecita mía... lleva la negra ¿eh? –le dijo cambiando el tono por preocupado.

E_ ¿La negra? –la miró enfadada-, la negra la llevo yo que aquí estoy sin dormir. Voy a
avisar a Dávila.

T_ ¡Vale, vale!, ¡hija estás de un humor últimamente! –le dijo mientras ella miraba las
guardias-. Oye ¿y vamos a hablar? o... piensas llamarme otra vez cuando esté en la cola
del súper.

E_ Teresa, hoy no estoy para coñas

T_ ¡Anda esta, buenos humos trae!

Iba por el pasillo cabizbaja y con su rostro serio cuando se cruzó con Dávila.

D_ Esther –la llamó.

E_ Ahora iba a hablar contigo.

D_ ¿Lo has pensado mejor? –le preguntó con un poco de esperanza.

E_ Dávila –le dijo con voz cansada-, ya te dije que no había nada que pensar, la decisión
está tomada –suspiró antes de volverle a hablar-. Te buscaba por Maca, está con fiebre y
no va a poder venir hoy.

D_ No te preocupes, deja eso en mis manos. ¿Sabes a qué es debida la fiebre? –se
mostró interesado a la vez que preocupado por ella.

C_ Hola Dávila, ¿qué tal Esther?, ya me he enterado de lo de Maca.

220 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¡Joder con Teresa! –murmuró contrariada mientras ellos cruzaban sus miradas-. Nada
Cruz eso le decía a Dávila, tiene fiebre y me ha costado mucho poder bajarla, supongo que
debe ser que la otra noche nos pilló la lluvia y hasta que pudimos quitarnos la ropa
mojada...

D_ Vaya... pues ya lo siento ¿eh?

E_ No pasa nada... pero me quedaría más tranquila si pudieras ir a verla Cruz, después de
lo que me dijiste...

C_ Tranquila Esther, dentro de dos horas acaba mi guardia no te preocupes que me


acercaré a vuestra casa –le acarició el brazo.

E_ Gracias, bueno voy a cambiarme.

D_ ¿Cruz, puedes venir un momento a mi despacho?

C_ Claro, vamos.

En casa Encarna había preparado un suculento desayuno a una Maca que seguía
durmiendo agotada por la fiebre. Entró con cuidado dejando la bandeja sobre el escritorio,
abrió un poco la cortina lo suficiente como para dejar entrar unos tímidos rayos de sol.
Después con suavidad la despertó.

En_ Maca cariño... despierta debes tomar las pastillas que tu enfermera me ha insistido
hasta la saciedad en que te tomes –Maca sonrió, se desperezó suavemente-. ¿Cómo te
encuentras hija?

M_ Como si un tren me hubiera pasado por encima.

En_ Me ha dicho Esther que has tenido mucha fiebre –le acercó la bandeja.

M_ Pero Encarna... ¿por qué te has molestado? –le dijo sorprendida al ver que le había
preparado su desayuno favorito y con un poco de dificultad se sentó en la cama
poniéndose el almohadón en la espalda-. Que buena pinta.

En_ No digas tonterías, debes ponerte bien pronto.

M_ Ahora no tengo –le dijo al notar la mano de su suegra sobre su frente-, me duele un
poco la cabeza.

En_ Pues te tomas las pastillas y listo –le sonrió.

M_ Siéntate aquí Encarna –le dijo con la amabilidad de siempre que se dirigía a ella-. ¿Has
desayunado?

221 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Sí, hija sí.

M_ Debo ducharme me siento pegajosa, además debo ir a trabajar.

En_ ¿Pero cómo vas a ir a trabajar en esas condiciones Maca?

M_ Por lo que veo Esther me ha dejado un buen chute, con esto, una de dos o resucito o
me manda a mejor vida –puso gesto divertido y las dos rieron.

En_ ¿No tienes nada que contarme? –le preguntó después de que Maca le diera un
bocado a la tostada.

M_ ¡Ay Encarna!, claro que si –se limpió la boca suavemente con la servilleta-. Pues el
plan iba muy bien... francamente hasta yo estaba sorprendida de cómo Esther estaba
perdiendo la compostura.

En_ ¿Pero?

M_ Pero anoche apareció Azucena en el restaurante en el que yo esperaba a Esther para


cenar juntas.

En_ ¿Azucena?, tu ex... ésa que le tiene tanta rabia mi hija.

M_ La misma –asintió lentamente con gesto intranquilo.

En_ Vaya por Dios.

M_ Volví a notar la dureza en su mirada, además de una acertada indirecta que me dejó
helada –volvió a morder la tostada.

En_ En eso... –ladeó la cabeza-... en eso es parece a mí, lo reconozco.

M_ No sé Encarna, no quería hacerme ilusiones... pero hubo un momento en que pensé


que estaba cambiando nuestra relación... sinceramente creo que me va a costar.

En_ No te dije que fuera fácil... pero piensa en la recompensa que tendrás.

M_ Si –sonrió ampliamente mostrando su gesto de felicidad-. A Esther.

Entonces sonó el teléfono, Encarna se lo había metido en el bolsillo del delantal y


ante el primer timbrazo dio un pequeño salto que hizo sonreír divertida a Maca, que siguió
desayunando.

En_ ¡Caray que susto! –sonrió-. ¿Dígame?

E_ Mamá ¿cómo va todo?

222 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Pues mira hija –le guiñó el ojo a Maca-, aquí junto a tu mujer que me tiene
preocupada, tiene mala cara -Maca sonrió negando con la cabeza la ocurrencia de su
suegra.

E_ ¿Tiene fiebre?

En_ ¿Fiebre... pues espera y te lo digo? –por supuesto no se movió tapando el auricular le
susurró a Maca-. Está asustada, ¡te lo digo yo! A ver hija mía déjame ver... si, tiene
algunas décimas.

E_ Joder... ¿Se ha tomado las pastillas?

En_ Ahora le voy a dar el desayuno, ¿quieres hablar con ella y te lo cuenta?

E_ No, no –dijo apresuradamente-, tengo mucho lío aquí, sólo os quería avisar que Cruz
pasará dentro de dos horas para verla y así, nos quedamos tranquilas.

En_ Muy bien –guardó silencio.

E_ ¿Podrías preguntarme como estoy yo, no?, vamos... ¡que soy tu hija!

En_ Sé como estás no me hace falta preguntar ¡qué soy tu madre! –le colgó con gesto
divertido.

M_ ¿Cómo está? –puso expresión preocupada.

En_ Gruñona. ¡Ay está hija mía! –negaba con la cabeza.

M_ Debe estar cansada... no la he dejado dormir... y ahora trabajar...

En_ Vamos no te preocupes por ella, es una quejica pero es fuerte y míralo por otro lado,
igual este sufrimiento le hace reaccionar.

Ambas sonrieron mientras Maca terminaba el desayuno, Encarna le contó mil


batallas de la infancia de Esther, entre risas y recuerdos pasaron la mañana hablando de
ella.

En el despacho de Dávila, él y Cruz mostraban gesto de preocupación ante la


situación tan complicada en la que les iba a dejar Esther con su marcha.

C_ ¿Así que Teresa tenía razón?

D_ ¿Se lo ha dicho Esther?

C_ No ha hecho falta. Si hay alguien que la conoce bien, es ella y creo que es ella junto a
Maca, la única que puede hacer algo al respecto.

223 ”Adiós Esther” © by ldana


D_ Me dijo que no lo comentara a nadie, pero no sé que hacer... he pensado que tú me
ayudarías a encontrar la solución al problema, me siento desarbolado, te lo juro jamás
pensé en perderla.

C_ Lo debe saber Maca, ella tiene la posibilidad de hacerle cambiar de opinión.

D_ Lo había pensado, sí –le confirmó el mismo pensamiento con gesto grave.

C_ No podemos perder a Esther –negó con la cabeza mientras se mordía el labio.

D_ ¿Podrás hablar con Maca?

C_ Sí, ahora iré a su casa.

D_ Me sabría muy mal que se marchara por estas circunstancias. Yo había pensado
ofrecerle el cambio de guardias cuando esté Maca, pero eso implica muchas variaciones, y
creo que nuestro equipo funciona bien así.

C_ Cambiar las guardias no es solución Dávila, en algún momento tendrán que verse.
Déjame intentarlo con Maca.

Mientras en urgencias habían llegado varios enfermos, Esther estaba haciendo el


pedido de farmacia, cuando Begoña pasó por la puerta y la vio. Tenía la oportunidad de
echar más leña al fuego y aprovechando que estaba la puerta abierta, como si hablara con
otra enfermera empezó a hablar hasta llamar la atención de Esther.

B_ Pues sí, fíjate tú quien nos lo iba a decir, si se han cambiado, si, tanto que parecía estar
enamorada de Esther, y mira, se han cambiado las guardias y todo para estar juntas, Luna
está enamorada de Maca hasta los huesos, y Maca está esperando poder quitarse del
medio a Esther para concretar ante todos su relación con ella. Las vueltas que da la vida
¿verdad?

La cara de Esther era todo un poema, cerró los ojos con fuerza y pensó que le
quedaba menos de aguantar aquellos comentarios, una vez fuera del Central ya no le
importaba lo que pasara entre ellas.

E_ ¿Por qué te engañas?, fuera o dentro me moriré de celos igual –se murmuró para sí
con la voz trémula.

Terminó de poner las pastillas que debía en cada box tal y como Vilches le había
pedido, y se marchó en busca de Teresa. Pero de igual modo que ella dejó las pastillas,
unas manos hábiles, las cambiaron de paciente.

224 ”Adiós Esther” © by ldana


Teresa la esperaba impaciente, tenían tanto de que hablar que no sabía si les iba a
dar tiempo. Pero mientras esperaba, ante ella llegó un hombre guapo, vestido de las
mejores marcas, con un traje chaqueta azul y camisa blanca con corbata roja, engominado
el pelo y con unas modernas gafas de sol. Teresa lo miró embobada mientras el hombre le
preguntaba por Esther.

T_ ¿Esther?, pues... ahora la llamo un momento.

E_ Hola Ricardo –apareció mientras Teresa sujetaba el teléfono en su mano siguiendo la


escena. Esther le saludó sonriente.

Ri_ Hola, ¿ya lo tienes?

E_ Sí, me das un minuto y te lo doy.

Ri_ ¿Tienes un rato para un café? –le preguntó con tono amable bajo la mirada atenta de
Teresa que no perdía detalle alguno.

E_ Pues... sí, claro –sonrió abiertamente ante el gesto de fastidio de su compañera.

T_ Oye Esther... –le tocó en el brazo no muy suave.

E_ ¿Dime Teresa?

T_ Que... tú y yo...

E_ Si después. Me esperas y traigo eso ¿vale? –volvió a hablarle al chico.

Ri_ Como no.

T_ Cierra la boca o te van a entrar moscas –su tono fue de gran fastidio.

Ri_ ¡Perdona! –le sonrió algo cortado después de carraspear.

Cuando Cruz llegó a casa de Maca y Esther, fue Encarna quien la recibió, después
de acompañarla hasta el comedor y ver al niño, se sentó esperando a que Maca terminara
de ducharse.

M_ Perdona Cruz, es que nos hemos liado a hablar y...

C_ No pasa nada –se besaron.

En_ Mira mientras estás acompañada voy a acercarme un momento al mercado, quiero
hacerte un caldito bien cargado para acabar con ese bicho que has pillado en aquellas
montañas.

225 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Gracias Encarna –le sonrió agradecida acompañada por la sonrisa de Cruz ante el
comentario de la mujer.

En_ ¿Mi hija estaba bien, Cruz?

C_ Sí Encarna, sí. He estado hablando con ella.

En_ Gracias. Lo dicho ahora vuelvo.

M_ Es un encanto –murmuró Maca al verla marchar-. Bueno que de lo dicho a Esther nada
¿eh?, es que mi suegra pensó asustarla.

C_ Pobrecilla entre tu suegra y Teresa, le va a dar un síncope.

M_ ¿Teresa? –la miró sin entender.

C_ Insistió en que le dijera lo de tu ataque de ansiedad, claro, exagerando.

M_ Que ocurrencias tiene.

C_ Sí. ¿Bueno y ahora en serio, qué tal estás?

M_ Mejor, me duele todo pero bueno... ya sabes después de esa fiebre... Siento haberte
hecho venir por nada.

C_ Por nada no Maca, tengo algo que decirte –puso su gesto serio-, y no es muy
agradable para mí.

M_ ¿Qué pasa?, no me asustes, es sobre Esther ¿no? –la miraba con el temor asomando
en sus ojos.

C_ Sí y no me voy a ir con rodeos. Ha pedido el traslado de hospital.

M_ ¡Qué! –murmuró perpleja mientras sus ojos se quedaban nuevamente sin brillo-. Eso
no puede ser.

C_ Así es, Dávila no ha podido hacerle entrar en razón y tú eres la única que puede
lograrlo. Está decidida, lo siento.

M_ ¿Pero...? –no entendía aquel cambio en Esther-. No puede ser... ¿marcharse?...

C_ Yo tampoco lo entiendo, últimamente ha tenido problemas en el hospital, ya lo sabes...

A Maca le sonó su teléfono móvil.

M_ Perdona, ¿si? –Cruz desvió la mirada no quería importunarla, pero al ver como se
quedaba tan pálida como la luna posó sus ojos fijamente en ella-. No, yo no he firmado
nada... de acuerdo... gracias –empezó a llorar sin poder evitarlo, se vino abajo.

226 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ ¿Qué pasa?

M_ Parece que quiere borrarme de su vida, ha firmado los papeles del divorcio.

C_ Pero... ¿qué le pasa Maca?

M_ ¿Qué voy a hacer? –se levantó nerviosa apartándose las lagrimas de los ojos-. Tengo
que hacer algo.

C_ Pues sí, y rápido o de lo contrario va a perder todo.

M_ Pero es que ya le he pedido perdón, le he dicho que me perdone que no quiero saber
nada de lo que pasó, sólo quiero estar con ella, por encima de cualquier cosa, sólo me
importa ella.

C_ No sé que decirte, le dije que pensara bien lo que iba a hacer, pero Esther es así,
cabezota, no creo que haya sopesado bien las cosas.

M_ Tiene miedo, lo sé.

C_ ¿Miedo a qué? –la miró incrédula.

M_ Miedo a intentar volver conmigo, miedo a comenzar de nuevo y que yo la deje, le ha


pasado como a mí, esto nos ha dolido a las dos por igual, nos ha hecho una gran herida,
pero mientras yo quiero recuperarla, ella siente que si volvemos y fallamos, volverá el dolor
y sé que es insoportable, porque ahora mismo te juro que me siento a morir.

C_ Oye Maca, ¿y si os dais un poco de tiempo?

M_ Hemos perdido mucho ya... tengo que hablar con ella.

C_ Yo me voy... debo irme a casa que la canguro me debe estar esperando.

M_ Gracias Cruz, gracias por ayudarme.

C_ No he hecho nada, me duele veros así y en parte comprendo que se quiera ir...

Maca cerró los ojos porque sabía que tenía razón, a Esther el miedo la estaba
dejando atrás, la indecisión cada vez era mayor y debía actuar cuanto antes, aunque no se
sentía con fuerzas después de todo cuanto había escuchado en tan solo unos minutos,
decidió buscar en su interior la manera de hallarlas para hacer recapacitar a quien era el
amor de su vida.

Cuando Encarna supo lo que había pasado, casi le da un síncope, su hija había
perdido los papeles y quizá la presencia de Azucena le había facilitado la decisión, ayudó a
Maca en su plan, y lo único que pudo decir es que rezaría porque no fuera un plan
equivocado.

227 ”Adiós Esther” © by ldana


Mientras en el Hospital una nerviosa Teresa esperaba la vuelta de Esther, hacia
media hora que se había marchado y lo peor era que con el tipo aquel demasiado perfecto
para su gusto.

L_ ¿Oye Teresa has guardado la historia que te he dado del hombre de la angina de
pecho?

T_ No está por ahí –le señaló hacia un lado sin mirarla pues sus ojos estaba puestos en la
puerta.

L_ ¿A quién esperas?

T_ A Esther.

L_ ¿Se ha ido?

T_ Sí, ¡ah mira ya está aquí! –exclamó contenta al ver que volvía sola- ¡Esther!, ¡Esther! –
tuvo que insistir para que la escuchara.

E_ Dime Teresa, hola Laura.

L_ Hola Esther, ¿qué tal está Maca?

E_ Joder todo el mundo me pregunta por Maca, como si yo estuviera de puta madre, ¡no te
jode! –el gesto de Teresa la alertó.

Ri_ Esther que se me ha olvidado decirte si te apetece salir a cenar esta noche conmigo,
creo que te iría bien –apareció nuevamente el chico por detrás de ella dejando a Laura y
Teresa boquiabiertas.

E_ Gracias a mí me parece que también.

Ri_ Luego te llamo –le sonrió.

E_ Vale.

L_ ¡Cómo está!, cualquiera le dice algo.

T_ Si. Laura dile a Susana que me cubra un momento por favor.

Teresa salió tras ella, Esther entró en el cuarto de enfermeras, cerró la puerta pero
ésta se abrió tras ella al segundo. Teresa entró y pasó el pestillo, la miró fijamente y le dijo
con voz de acero

T_ ¡Pero a ti que te pasa!, ¡estás ciega!, ¿qué pretendes, eh?. No te vas a escapar y me
vas a contar ahora mismo que es lo que te pasa porque te juro Esther que te miro y te

228 ”Adiós Esther” © by ldana


desconozco, no entiendo como le das cancha al tipo este, no entiendo como te empeñas
en firmar los papeles de la separación, no entiendo nada. Esther reacciona Maca te ama, y
tú a ella. ¡Que coño esperas para reconciliarte! –dijo fuera de sí la siempre calmada
Teresa.

Esther la miró asustada, jamás había escuchado salir de la boca de Teresa un taco,
era algo inimaginable para todos. Tampoco la había visto con ese gesto serio y hasta
adusto, se sentó porque parecía que las piernas le iban a fallar, Teresa tenía razón.

E_ Es lo mejor Teresa.

T_ ¿Lo mejor para quién?

E_ Para las dos, yo no quiero ni puedo verla sufrir, si me quedo sufriremos y no quiero –
Teresa la acompañó sentándose mientras la miraba apenada.

T_ No entiendo quien te ha metido esa tontería en la cabeza Esther –su voz volvió a ser
suave y su tono se tornó repleto de ternura-. Cariño, yo he vivido todas tus relaciones, tus
aventuras, tus momentos buenos, los malos, ¡todo cuánto te ha pasado!, sabes que te
aprecio y sabes que soy incapaz de ir en tu contra. Por eso, quiero que abras los ojos,
jamás te he visto tan feliz como cuando has estado con Maca y tan desdichada como
ahora.

E_ Ella es mi vida –murmuró lentamente como queriendo grabárselo en la mente.

T_ ¿Y entonces? Deberíais hacer un esfuerzo, hablar, aclararlo todo, olvidar cuanto antes
esta pesadilla en la que estáis metidas, cuanto más tiempo dejáis pasar, es más difícil para
las dos.

E_ No Teresa, una retirada a tiempo es una victoria.

T_ En vuestro caso no –afirmó con rotundidad-. Una retirada es el fin.

E_ ¿Sabes que ha cambiado su guardia?, prefiere trabajar con Luna que conmigo.

T_ No digas tonterías... esos celos que sientes son por amor –le acarició la cabeza con
suavidad mientras la miraba con afecto.

E_ Pero el amor se vuelve odio cuando la veo con otra, o cuando me habla con
indiferencia o con desprecio. Y todavía me siento peor, ayer, me habló de los papeles
¿no?, bien, se puso toda tonta, me miraba con esa mirada suya que sabe me vuelve loca,
me hizo la comida, me invito a cenar... y yo por un momento pensé que era porque iba a
pedirme que no firmara los papeles, que se comportaba así por su egoísmo de no ser
dejada.

T_ ¿Y?

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E_ Pues que me dijo que los firmara que teníamos que aclarar una cláusula y ya está.
Luego sin embargo, por la noche cuando tenía fiebre no quería que la dejara sola ni un
momento, en nuestro viaje, tuvimos broncas cada segundo, pero hubo un instante que todo
fue como antes, me hablaba con dulzura, me miraba con respeto y adoración, y creo que
yo también, hicimos el amor como siempre, con la ternura de siempre –Teresa carraspeó-,
pero de pronto cambia y vuelve a atacarme o yo tengo la necesidad de atacarle cuando
veo que he perdido la batalla que ella me ha ganado, ¡así no se puede vivir Teresa!, sólo
tengo ganas de huir.

T_ No vas a poder vivir sin ella.

E_ Tendré que poder, me he propuesto desde hoy mismo mirar hacia delante.

T_ ¿No estarás pensando con el engominado?

E_ ¡Teresa por favor! –protestó.

T_ No me gusta como te mira, además estás en un momento delicado, él sabe que te


acabas de divorciar, que estás baja en la guardia, ¡mira qué te he visto cometer locuras!, y
ése te mira que te come.

E_ Nadie podrá mirarme con la intensidad con la que me miraba Maca –murmuró apenada.

T_ Menuda manera de mirar hacia delante Esther –ella la miró con los ojos repletos de
tristeza y con insistencia añadió-. Hablad, hablad.

Mientras ellas hablaban Begoña había llamado a Vilches, ella y otra enfermera de
turno se habían dado cuenta que Esther se había equivocado en el reparto de medicación.

B_ Menos mal que Adela se ha dado cuenta.

V_ ¿Dónde está Esther? –le preguntó con gesto de preocupación.

B_ No lo sé, se marchó hace un rato.

V_ Está bien. Gracias –se marchó en busca de Dávila acompañado por un Héctor que
estaba tan sorprendido como él. Al llegar al despacho asomaron la cabeza-. ¿Podemos
entrar?

D_ Por supuesto –dejó a un lado los papeles que tenía delante.

V_ Verás... Esther se ha equivocado con la medicación de dos cortinas.

H_ Puede ocurrir ¿eh? –trató de disculparla-, afortunadamente todo se arregló.

V_ No quiero volver a echarle la bronca, pero tampoco puedo dejarlo pasar.

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D_ De momento que se encargue de farmacia Begoña.

V_ Vaya... menudo gusto le vas a dar...

D_ ¿Qué propones tú Vilches?

V_ Nada... absolutamente nada.

Cuando iban por el pasillo, Héctor detuvo a Vilches llevándolo a un apartado.

H_ Vilches sabes que no me gusta acusar a nadie y menos sin pruebas, ¿pero no se te
hace extraño que todos los fallos de Esther siempre esté Begoña para darse cuenta?.

V_ Hasta hoy no. Conozco a Esther y por muy mal que esté, no la creo capaz de cometer
un error así.

H_ ¿Qué propones que hagamos?

V_ Abrir los ojos. Ya sabemos de lo que es capaz Begoña por subir de rango.

Vilches habló con Esther que le juró y perjuró que ella estaba segura de no haber
cometido ese fallo, era lo único que le faltaba para sentirse más hundida. De camino a
casa, una vez en el metro, se sentó y trató de relajarse poniéndose su Mp3, quería tener la
cabeza ocupada, y no pensar en Maca, porque realmente era lo único que sabía hacer.
Desde que habían empezado con los problemas serios, no podía concentrarse en otra
cosa, primero en como recuperarla después ante sus negativas una y otra vez, en como
olvidarla. Ni lo uno ni lo otro pudo conseguir, y desde entonces por primera vez le había
dicho a alguien lo que realmente quería. Huir, huir bien lejos para poder olvidarse de todo.
Su parada llegó y al bajar se vio reflejada en el cristal, su rostro triste, demacrado,
demostraba como se sentía su interior, no había sonreído excepto el rato que había estado
con Ricardo, él sí lo había conseguido.

Al llegar a casa se encontró con Maca en el sofá enroscada en una manta con un
libro de Pediatría en sus manos. Al verla entrar levantó la mirada del libro y clavó los ojos
en ella.

M_ Hola Esther.

E_ Hola –se sentó en el sillón que quedaba libre lejos de Maca-. ¿Cómo estás?

M_ Bastante mejor, gracias.

E_ ¿Qué te ha dicho Cruz?

M_ Quiere que me haga unos análisis y... bueno... pruebas pero nada importante.

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E_ ¿Y Daniel? –se pasó la mano por la frente.

M_ Acabo de darle el biberón. Estás cansada Esther, siento haberte dado mala noche –le
puso gesto compasivo que disparó su corazón.

E_ ¿Y mi madre? –rápidamente evitó continuar con el tema.

M_ La he mandado a casa a descansar. Voy a prepararte la comida, nos ha hecho un


cocido que está para chuparte los dedos.

E_ No te molestes ya lo hago yo –le dijo cuando se fue a levantar.

M_ No es molestia prepararte la comida, si fuera otra cosa a lo mejor... me lo pensaba –


ante su mirada agregó-. Más que nada porque estoy molida.

E_ Por eso insisto, no te muevas.

M_ ¿Esther, y si quiero moverme? –la miró fijamente.

E_ Pues te mueves, pero no eres mi criada.

M_ Siempre te he preparado las cosas.

E_ Pero ahora no es igual, ¿vale? Ya voy yo.

Maca entendió que lo mejor que podía hacer era ceder, estaban subiendo el tono sin
darse cuenta y pudo percibir que algo le había pasado en el trabajo, y que hasta su
malestar podía deberse a la firma de la separación prefirió jugar bien sus cartas y no
agobiarla.

Esther no tenía demasiadas ganas de comer, cuando Maca entró estaba


removiendo la cuchara en el plato. Al verla se levantó para retirar las cosas

M_ Anda deja y vete a descansar.

E_ La verdad que estoy muerta –dijo con tono decaído.

M_ Esther –le cogió del brazo con suavidad como si al apretar sus dedos la pudiera
romper. Se puso delante de ella mirándola con la adoración de siempre-. ¿Qué te ha
pasado en el hospital?

E_ ¿Te lo ha dicho Teresa?

M_ No hace falta que me lo diga Teresa, te conozco y sé que algo te ha ocurrido.

E_ Un pequeño problema –agachó la mirada y con ternura Maca puso sus dedos en la
barbilla de Esther levantado su cabeza obligándola a mirarla-. No es nada, me equivoqué
al dejar unas pastillas.

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M_ Eso no me lo creo –le dijo con una sonrisa incrédula.

E_ Ya, yo tampoco... –apartó su barbilla y dio un paso hacia detrás.

M_ ¿Begoña?

E_ No lo sé, o quizá si lo he hecho, no sé.

M_ Vamos cariño –ante el gesto de Esther siguió como si nada-, no te auto castigues
¿quieres?, seguro que ella ha hecho algo, no me extrañaría lo más mínimo, con lo trepa
que es. Tú eres una enfermera eficiente al máximo pero en el caso que fuera cierto, todos
cometemos errores.

E_ Ya, pero últimamente parece que son mi especialidad –su voz bajó dejándola en un
susurro tímido.

M_ Esther cariño –le puso gesto tierno y la abrazó sin poderlo ni quererlo evitar-. No me
gusta verte así.

E_ Solo necesito descansar –dijo sin separarse aspirando todo el olor que Maca
desprendía, ese olor a azahar que tanto le gustaba de su piel.

M_ Anda ve, yo acabo con esto y descansas –le susurró con la voz cálida que a punto hizo
que Esther se derritiera entre sus brazos.

Cuando salió de la cocina, su corazón aún latía a galope, se percató que Teresa
tenía razón, estaba con la guardia demasiado baja, Maca quitó todo con una perpetua
sonrisa en sus labios. Una vez terminó subió al cuarto, entró despacio sabía que Esther
nunca se metía en la cama le gustaba dormir fuera, y el tiempo había cambiado, por eso le
echó una manta mientras juntaba las cortinas para que nada le molestara. La miró un buen
rato hasta que antes de irse le dejó un beso en la frente y una sonrisa entregada de amor.

Estaba en el comedor, cuando sonó el timbre de la puerta, al ir a abrir se encontró


con Teresa.

M_ ¡Teresa, vaya sorpresa!

T_ ¿Cómo estás, hija? –le preguntó sonriente.

M_ Bien… mejor...

T_ ¿Está Esther?

M_ Claro... –la miró sorprendida.

T_ ¿Te ha dicho algo?

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M_ No Teresa, pero ya lo sé me lo ha confirmado mi abogado –su voz no pudo evitar sonar
repleta de tristeza.

T_ Menudo es su abogado –le dijo molesta entrando en la cocina tras ella-. Ha salido con
él a tomar algo, ¡y esta noche se va a cenar con él!

Maca no pudo evitar poner un gesto de asombro, indignación, celos y rabia, todo en
uno. Notó como su mundo se desmoronaba. Y su frustración se reflejó en su rostro pálido.

Durante un rato estuvo hablando con Teresa, que trató de convencerla a ella
también del error en el que estaban viviendo. Cuando se quedó sola, se sentó en el sofá
tratando de ordenar sus ideas, tratando de serenarse y ver cual podía ser su mejor
movimiento, que Esther saliera con su abogado no tenía nada de significativo, tampoco
podía perder la compostura, o quizá si, porque justo ahora tenía la guardia baja como muy
bien había dicho Teresa. Después estaba lo del hospital, no quería ser la culpable de su
marcha y tampoco quería trabajar sin levantar la mirada y poder verla, poder llenarse de su
presencia. Estaba nerviosa, movía instintivamente la pierna, se quitó varias veces la
melena de la cara, hasta que se hizo una coleta porque aún desbarataba más sus nervios
el pelo sobre su cara. Era media tarde cuando Esther se levantó de la siesta, Maca tenía al
pequeño en sus brazos terminándolo de dormir.

E_ Hola.

M_ ¿Has descansado?

E_ Sí –se sentó a su lado acariciando la cabeza del pequeño-. ¿Cómo está?

M_ Anda toma, duérmelo tú.

E_ Vale –sonrió ampliamente mientras cogía al pequeño en brazos y le besaba con locura-
. Mi pequeño...

M_ ¿Quieres tomar un café?

E_ Bien, necesito despejarme un poco.

M_ De acuerdo, ahora te lo traigo –aquel comentario provocó en ella un chasquido en su


corazón, le hizo recordar su cita. Trató de evitarlo y se puso a hablar con ella desde la
cocina-. Ha venido Teresa

E_ No me he enterado –seguía dando besos al pequeño y haciéndole cosquillas.

M_ No, ha estado muy poquito, solo quería saber como estaba –salió con las dos tazas.

E_ ¿Y te ha dicho algo? –la miró pensando en el abogado.

234 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Algo de qué...?, ¿de lo que ha pasado esta mañana? –Esther asintió un tanto
dubitativa-. Sí, claro, ella piensa como yo, es imposible, pero no te comas la cabeza por
eso Esther.

E_ ¿No te ha dicho nada más?

M_ No, ¿tenía que decirme algo?

E_ No, no –le extrañó mucho que Teresa no le dijera nada del abogado.

M_ Pero de todos modos yo quiero hablar contigo de algo que sí me he enterado.

E_ Tú dirás –cambió su gesto en seriedad.

M_ Me ha dicho Cruz que has pedido el traslado de hospital –Esther cerró sus ojos
mientras suspiraba profundamente y abrazaba al pequeño como queriéndose esconder-.
No lo entiendo Esther, tú puedes hacer lo que quieras si quieres cambiar por un motivo
profesional, pero... no me gustaría que hubieses tomado la decisión basada en que
nosotras...

E_ Bueno... creo que es lo mejor –la interrumpió no quería escucharlo de sus labios.

M_ Yo no lo creo –la miró fijamente.

E_ Bueno yo sí –se defendió ante la mirada juiciosa de Maca.

M_ Esther, entiendo que yo me he pasado algunas veces, que me he cobrado en el trabajo


nuestros problemas, sé que te he reñido sin motivos, pero te juro que no era mi propósito
hacerte daño, al contrario me sentía muy mal por ello pero compréndeme tenía mucha
rabia –puso su mano sobre la rodilla de una Esther que no pudo evitar al notar el roce
tensar su cuerpo-. Esther, siento haberme portado como una imbécil contigo ¿vale? –sus
ojos la miraban intensamente repletos de amor-. Si te quieres ir por cualquier otra razón,
no voy a pedirte que no lo hagas, pero si es por mí... te lo ruego, no te vayas.

Esther no sabía que contestarle, aquel tacto en su pierna, aquellos ojos que volvían
a mirarla intensamente, aquella voz aterciopelada que volvía a susurrar como siempre...

E_ Ya se ha dormido.

M_ Esther que hayamos fallado, no significa que sea por tus errores... yo también los he
cometido cariño...

E_ No Maca... tienes razón en enfadarte conmigo y en tantas cosas –bajó la voz y la


mirada pues no podía soportar aquellos ojos, los suyos no podían separarse de los labios
carnosos de Maca-. Lo siento.

235 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Sé que has firmado los papeles, mi abogado me ha llamado y me lo ha notificado, no
sé si estamos haciendo bien o no, pero al menos Esther, no me apartes de tu vida, no te
vayas del hospital y de mi vida porque... creo que no podré resistirlo –sus ojos se habían
llenado de lagrimas, y aunque no quiso mostrarlas, le fue imposible controlar su angustia.

E_ Ya se ha dormido –agachó la mirada-. Voy a acostarlo

Maca se quedó en el comedor, se sentó en el sofá respirando profundamente, un


miedo la inundó, y aunque no quisiera reconocerlo la aparición inesperada del abogado, le
hacía perder los papeles.

Mientras Esther había acostado al pequeño Daniel, se había sentado a los pies de la
cama y se mordía los labios con actitud nerviosa. Maca había sido sincera, sin embargo
ella había callado la verdadera razón por la que quería irse, era una estúpida se repetía
una y otra vez, Maca la miraba con ojos enamorados, ella, para no doblegar no quería
mirarla. Rompió sus pensamientos la música del móvil de Maca, fue a llevárselo cuando
vio el nombre de Luna reflejado en la pantalla, los celos acudieron a ella brutalmente.

E_ ¿Si?

Lu_ ¿Maca cariño, cómo estás?, me he enterado que estás malita y he pensado ir a verte.

E_ Soy Esther –dijo con tono firme y duro-. Maca está bien y no hace falta que vengas.

Lu_ Tú no eres nadie para decirme lo que tengo que hacer con Maca, ya has firmado los
papeles ¿no?, Maca es libre y puede hacer lo que le dé la gana.

E_ Mira Luna, si vienes a mi casa, te sacaré a patadas si es preciso, aquí no tienes nada
que hacer ¡está claro! –le colgó y suspiró con rabia al mirar el reloj, se dio cuenta que
llegaba tarde a su cita-. ¡Ricardo!

Maca subía las escaleras cuando se cruzó con Esther.

M_ ¿Quieres que salgamos a cenar?

E_ Lo siento es que... he... he quedado y...

M_ Vale, vale –trató de mostrarse serena.

E_ Voy a cambiarme. Oye –la llamó cuando iba a entrar Maca a la habitación-. ¿Cómo te
encuentras?

M_ Mejor...

E_ No dejes las pastillas.

M_ No –sonrió-. Ahora me llamara tu madre para recordármelo.

236 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¡Ah, se me olvidaba!, te ha llamado Luna.

M_ ¿Luna? –la miró incrédula.

E_ Sí Luna.

M_ Vale.

Maca se metió en la habitación, una vez dentro se apoyó en la puerta notando


como su corazón latía fuertemente, se propuso no salir, no quería ver como iba a
arreglarse para su cita, no quería porque quizá no podría resistirse a hacerle una escena
de celos o lo mejor a echarse sobre ella y hacerla suya. Pero la curiosidad pudo más que
nada, cuando oyó como el agua de la ducha se detenía, bajó al comedor y se puso a ver la
televisión, algo que nunca hacía, entonces se dio cuenta que era un síntoma inequívoco de
que estaba nerviosa, pensó con rapidez mientras escuchaba a Esther en el cuarto, decidió
ponerse a leer, pero tampoco le parecía algo que hiciera normalmente a esas horas, no
sabía muy bien que hacer, los nervios se apoderaron de ella, cuando oyó que se abría la
puerta del cuarto se marchó corriendo hasta la cocina, abrió la nevera y comenzó a
prepararse una ensalada, rezaba para que Esther no entrara en la cocina, y fuera, Esther
no sabía que hacer, se sentía mal, vestida para ir a su cita, mientras minutos antes habían
estado hablando de ellas y Maca la había estado apoyando. Allí estaban las dos vigilantes
de lo que la otra hacía, Maca al ver que no entraba cogió el plato de ensalada que se había
preparado y decidida salió, Esther respiró profundamente y decidida fue a entrar a la
cocina, al abrir la puerta Maca, la golpeó en toda la frente.

E_ ¡Ay! –se quejó amargamente.

M_ ¡Esther cariño! –le dijo preocupada dejando la ensalada y cogiéndole la cara-. Déjame
ver, ¿te duele?

E_ No, no, tranquila.

M_ Lo siento... no sabía que estabas aquí pensé que...

E_ ¡Uf!

M_ ¿De verdad estás bien?

E_ Sí, me duele un poco.

M_ Ven, ven –la llevó a la cocina y cogió un hielo en su mano con suavidad le frotó la
frente con él en silencio-. ¿Mejor?

E_ Sí, si no fuera que me estoy mojando le vestido y esta de un frío...

237 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Lo siento, no me he dado cuenta –se disculpó y con el trapo trató de secar su pecho,
rápidamente se lamentó porque con el roce sintió en ella renacer el deseo-. Bueno, es
agua y esto se va enseguida.

E_ Deja Maca, de verdad –respiraba agitadamente.

M_ Menudo chichón, ponte el flequillo a ver... espera –le secó con cuidado la frente-.
Espera.

Mientras Maca le secaba la frente, Esther notaba su cuerpo encenderse, era


superior a ella no se podía controlar, tenía a Maca a unos pocos centímetros, su boca a su
alcance, podía con un leve movimiento llenarse de sus pechos, y el roce de la yema de sus
dedos tan suavemente en su piel, le hacía perder un poco el control sobre ella misma.

M_ ¿Seguro que estás bien?, ¿estás mareada?

E_ No, no.

M_ Yo creo que igual deberías esperar un rato, no vayas a marearte.

E_ No te preocupes de verdad, estoy bien –se miró la mancha del vestido.

M_ Es agua se secará enseguida.

E_ Bien... bueno... yo... me voy.

M_ Vale. Esther –la llamó cuando se iba ella se giró-. Estás preciosa.

Esther sonrió tímidamente y salió. Mientras dentro Maca se acercaba corriendo a la


ventana para ver como era el abogado del demonio como Teresa lo calificó. Estaba oscuro
pero aún así pudo divisarlo.

M_ Demasiado preciosa –murmuró con gesto triste.

Cuando vio marchase el coche, sintió que un pedazo de su corazón se marchaba


con él arrastras por el asfalto, lo que menos esperaba era que Esther se marchara en un
momento tan delicado como el que estaban viviendo. Se quedó allí con la sensación de
vacío y soledad más insoportable de su vida, necesitó ir con su hijo, abrazarlo, besarlo
como si al hacerlo, su tierna piel, fuera la de Esther, lloró por un buen rato hasta que se dio
cuenta, que aquello no era más que un imprevisto y que algo tenía que cambiar, porque
había vuelto a notar como el pulso de su amada había sufrido una alteración al rozarla,
notó como su pecho se agitó dulcemente cuando ella le limpió el vestido. Estaba
convencida, debía actuar y no dejarlo para el día siguiente ni para un mejor momento,
aquel demonio quizás había aparecido en la vida de Esther para definitivamente darse
cuenta de lo mucho que se amaban, y de la tontería que estaban cometiendo al mantener
aquella distancia.

238 ”Adiós Esther” © by ldana


Se sentó en el sofá con un libro en las manos al menos si tenía la cabeza
entretenida no pensaba con ellos. Pero sonó el teléfono y la sacó de su falsa lectura.

En_ ¿Maca hija, cómo estás?

M_ Bien Encarna, mejor gracias.

En_ Puedes pasarme a mi hija, que si no se me pondrá celosa.

M_ No está.

En_ ¿Cómo que no está?, pero si no tiene guardia.

M_ No, ha salido con su abogado a cenar –al nombrarlo notó como las palabras le
quemaban la garganta.

En_ ¿Qué ha hecho?

En el restaurante, el abogado había pedido la cena y para acompañarla un vino


excelente que según él era el mejor que había en el mercado. “Inculto, pensó Esther, no
tienes ni idea si estuviera aquí Maca se reiría muy a gusto”, “joder Esther deja de pensar
en ella”, céntrate en este encanto de hombre”. Su móvil sonó y la sacó de aquella idea
mientras lo miraba.

E_ Perdona –con quien primero pensó fue con Maca, sus celos ya habían hecho aparición
y le iba a montar una escena telefónica, al ver el nombre de su madre le preguntó con voz
de sorpresa-. ¿Mamá, qué pasa?

En_ Eso digo yo, ¡se puede saber que estás haciendo! –no sonó a pregunta sino a
reproche-. ¿Cómo puedes estar cenando con tu abogado?, ¡qué significa eso hija!

E_ ¿Quién te lo ha dicho?

En_ Maca, ¿quién me lo va a decir?, ahora mismo deja al tipo ese y vete a casa con ella y
tu hijo que es donde debes estar.

E_ Mamá ahora estoy ocupada y no puedo hablar, mañana ya hablaremos, te quiero.


Buenas noches.

Ri_ ¿Le ocurre algo a tu madre? –se mostró amable.

E_ Nada, nada, impertinencias suyas –“Maca sabía que venía con él, claro se lo ha tenido
que decir Teresa... ¿y entonces por que me lo ha ocultado?...”

Ri_ ¡Esther! –insistió pues ella parecía estar bien lejos de allí-. Esther.

239 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Perdona. ¿Me decías?

Ri_ Te estaba preguntando si te gustaba el lugar.

E_ Sí, sí es muy mono.

Ri_ Brindemos –los dos elevaron sus copas con el gesto confuso Esther-. Por tu divorcio...
que te deja libre para una nueva vida.

Esther pudo notar como al escuchar aquel brindis, su corazón se entristecía, y toda
ella temblaba de pena.

Maca llevaba contado cada minuto de ausencia de Esther, se asomaba a la ventana


de vez en cuando y si veía acercarse un coche se escondía tras la cortina, porque si de
algo estaba segura era, de que no podría soportar ver a Esther besándose con aquel
abogado, entonces sus celos la volvían loca y sus ganas de llamarla se hacían
insoportables, por eso había desconectado el móvil. Como no podía controlar demasiado
sus impulsos, pensó en un remedio que nunca le fallaba, helado de chocolate, aunque
cuando lo tomaba con Esther era con otro fin, en aquel momento necesitaba la energía de
aquel afrodisíaco para poder controlar sus demonios. Lloró pero lo justo no quería que si
Esther entraba la viera así, aquello sería una victoria para ella que no le daba la gana
entregarle.

En el restaurante, el café se le hizo eterno a Esther, no entendía porque había


aceptado la compañía de aquel pesado que tenía delante, no entendía que estaba
haciendo allí con él, sonriéndole cuando ni siquiera le escuchaba, las palabras de su
madre una y otra vez en su mente le hacían sentirse culpable, pero de pronto un
pensamiento llegó a ella, Luna, ¿habría ido a ver a Maca?, ¿estarían solas en casa?
aquello fue suficiente para terminar con aquella estupidez y le dijo:

E_ Ricardo te importa llevarme a casa, es que me duele la cabeza.

Ri_ Claro, claro, ya veo que no estás muy centrada en mí, ¿te aburro?

E_ No por favor, ¿cómo dices eso? –sonrió pensando “me aburres sí, no tienes nada que
ver con... ¡Esther para ya hostia, Maca, Maca, no sabes pensar en otra cosa”-. Sólo es que
con el golpe que me he dado la cabeza la tengo a punto de explotar.

Ri_ ¿Quieres que te lleve al hospital?

E_ No, no, Maca ya me ha mirado.

Ri_ Maca... –sonrió-. ¿Oye Esther, me permites que te haga una pregunta?

240 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Claro.

Ri_ ¿Por qué te separas, si no haces otra cosa que hablar de Maca?, el vino lo elige Maca,
esta cena le gustaría a Maca, Maca es insufrible para ello...

E_ ¿De verdad he hablado de ella?

Ri_ Mas que de ti…

E_ Bueno... ¿me llevas? –puso gesto de fastidio al reconocer que tenía razón.

Mientras tanto, la noche se estaba haciendo eterna para Maca, se había visto una
película y había terminado con una caja de bombones que había encontrado en la
despensa. Ya le había dado el último biberón al pequeño, lo había cambiado y había
estado paseando con él por casa hasta dormirlo. Después volvió al sofá y se acomodó allí
con el libro de pediatría entre manos a modo de excusa por si entraba Esther y la
sorprendía, le diría que estaba estudiando y había preferido quedarse en el sofá como
hacía a veces. Oyó como un coche aminoraba hasta frenar delante de su casa, oyó, como
una puerta de coche se cerraba y como la verja de su casa se abría, ya estaba allí, suspiró
fuertemente, Esther estaba de vuelta no iba a pasar la noche fuera, como tanto se había
estado imaginando. Cuando oyó la cerradura, puso gesto de concentración en su lectura y
miró el reloj, las doce, dos horas había estado fuera.

E_ Hola, pensé que estarías durmiendo.

M_ Hola, ¿qué tal, cómo sigue tu frente? –levantó la vista del libro, llegando a la conclusión
de que estaba realmente hermosa.

E_ Me duele la cabeza –se sentó en su mismo sofá algo que la sorprendió gratamente y
que le hizo dejar escapar una risa nerviosa mientras cerraba el libro- Y estoy un poco
mareada, te aseguro que no he bebido.

M_ Ya, déjame ver –dejó el libro sobre la mesa.

E_ ¿Chocolate? –le preguntó con una sonrisa.

M_ Sí, chocolate –contestó sin más-. ¿Te duele?

E_ Si, es que eres tan fuerte que un poco más y me aniquilas –le dijo sonriendo.

M_ ¿Fuerte yo? –la miró sorprendida con una sonrisa sin separar sus labios.

E_ Sí, mucho –su voz sonó con derretimiento y atracción.

241 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No digas tonterías, a ver –Maca separó con cuidado su flequillo, quedando muy cerca
de Esther que cerró los ojos y aspiró su aroma con gesto de sumisión- ¡Menudo golpe!, si
es que no he oído que estuvieras fuera y...

E_ No pasa nada, sigue –susurró.

M_ ¿Qué siga... qué? –le preguntó sorprendida pues Esther le había hablado con la misma
necesidad que cuando hacían el amor y aquello le hizo gracia, sabía perfectamente que
estaba perdiendo su control.

E_ No sé... ya te he dicho que estoy algo mareada y no sé que digo –dijo aturdida-. Oye,
déjame decirte que eres una mentirosa de las grandes.

M_ ¿Yo?, ¡seguro que no has bebido! –la miró con gesto divertido comiéndosela con los
ojos mientras pensaba “Dios no voy a soportar esto mucho tiempo”.

E_ Teresa te dijo que salía a cenar con Ricardo –Maca instintivamente se puso a la
defensiva mirándola seria-. Y a ti te ha faltado tiempo para decírselo a mi madre –ante su
gesto añadió-. Sí mi madre, me ha llamado al restaurante para echarme una de sus
broncas y decirme que volviera a casa, espera que me duelen los zapatos –se los quitó
poniendo gesto de alivio.

M_ Yo no se lo he pedido ¿eh? –la miró con seriedad aunque aquel gesto le hizo
estremecerse.

E_ Ya, supongo, pero tú lo sabías y no me has dicho nada.

M_ ¿Y qué querías que te dijera?

E_ No sé... algo.

M_ ¿Algo... cómo qué? –preguntó confusa.

E_ ¿Puedes traerme un vaso de agua?

M_ ¿Eso debía preguntarte? –la miró sonriente mientras Esther rompía en una carcajada-.
El golpe te ha afectado. Voy a traerte algo para la frente.

E_ Como me pones joder –murmuró mientras la vio marcharse.

M_ ¿Has dicho algo? –le preguntó desde la cocina.

E_ No... ¡Dios cómo puede estar tan buena!... ¡uf!

M_ A ver... te he traído este paño, déjame que lo ponga con cuidado...

E_ ¡Ah! –se quejó amargamente.

242 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Lo siento, de verdad –le puso gesto de pena y se le acercó como si fuera a darle un
beso en los labios-. Lo siento.

E_ ¿No has tenido visita? –le preguntó haciendo presión con su espalda hacia detrás,
apoyándola con toda su fuerza contra el sofá huyendo de aquellos labios, le gustaba ver en
los ojos de Maca el desespero que provocaba en ella en aquellos momentos su retirada.

M_ ¿Visita? –se quedó allí mirándola con los ojos ardientes de pasión.

E_ Luna.

M_ No –se separó bruscamente-. Voy a por el agua, no te lo quites, ¡joder con los celos,
Luna y la madre que la parió! ¡qué cabezota! –murmuró enfadada entrando en la cocina.

E_ Dijo que vendría a verte... “¿qué hago?”, pensó, “porque si hago lo que pienso pensará
que me he vuelto loca o que quiero aprovechar el momento para... ¡pues que lo piense el
mundo no es para los cobardes!”.

M_ A ver, aquí tiene la señora el agua –le sonrió sentándose junto a ella de lado quedando
de esta manera frente a frente porque Esther había hecho lo mismo al descalzarse.

E_ Gracias, ¡anda!, otra vez me he mojado el vestido.

M_ Si es que eres un maravilloso desastre –le dijo coqueteando sin tapujos mientras cogía
la servilleta para limpiarla, lo estaba deseando.

E_ ¡Deja, deja!, que está para llevarlo a la tintorería –le detuvo las manos aún un poco
trastocada por su comentario y más que nada porque si volvía a tocarle de la misma
manera que en la cocina, caería a sus pies-. ¡Cómo me duele!

M_ No seas quejica Esther –sonrió.

E_ Perdona, eso lo eres tú, que vaya nochecita me diste.

M_ No me has contado eso de que me cantaste, ¿es verdad?

E_ Pues claro...

M_ Con razón me dolía esta mañana la cabeza.

E_ Que idiota eres... después que me rogaste que te cantara.

M_ ¿Y accediste a mi ruego? –susurró con su voz repleta de flirteo.

E_ Estabas malita –se disculpó.

M_ Me duele la cabeza, no creas.

243 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Si? –se quitó el paño y se lo dio-. Te irá bien un poco de agua fría.

M_ ¿A ti te ha ido bien? –la miró mordiéndose el labio.

E_ Sí... –se acercó a ella lentamente con un movimiento directo se puso a milímetros de su
cara mirándola a los ojos, deseándola más que nunca-. A ver esa frente... –puso su mano
y Maca al contacto cerró lo ojos-. No tienes fiebre.

M_ ¿Entonces no te puedo rogar nada?

E_ No, a todo caso yo.

M_ ¿Y no me quieres pedir nada? –seguían aun paso de distancia sus bocas, sus ojos se
devoraban sin piedad.

E_ No –susurró con dudas.

M_ Esther ¿por qué no dejas esta postura y vuelves a ser tú? –le acarició la cara.

E_ ¿Yo?, ¿y según tú... como tengo que volver a ser? –la miraba irónica sin quitar de sus
labios una sonrisa provocadora mientras se retiraba poco a poco hacia detrás.

M_ Pues tú, la misma de siempre –ante su retirada, Maca, se acercó nuevamente, la miró
a los ojos y su voz sonó repleta de ternura con un intenso cariño-. Deja a un lado tu miedo
y vuelve a mí, date la oportunidad y dámela a mí de volver a empezar con nuestra historia
de amor, deja a un lado ese temor de lo que pueda pasar mañana, para que volvamos a
ser felices juntas hoy –le sonrió tímidamente como si con esa sonrisa le entregara la fuerza
que ella necesitaba para dar el paso-. Vuelve a mirarme y ponerme nerviosa, vuelve a
sonreír provocando mi locura, vuelve a amarme a acariciarme a besarme sin pensar en
otra cosa –conforme iba diciéndole se iba acercando más y más a ella hasta quedar a un
milímetro de su boca-. Vuele a ser la mujer más maravillosa que he conocido, la mujer que
me hacía perder el sentido con su carcajada, vuelve a quererme y dejarme que te
corresponda con el gran amor que siento –conforme hablaba sus ojos ardientes miraban
sus deseosos labios.

E_ Maca... ¿y si sale mal? –estaba quedando hechizada por sus ojos y mostró por primera
vez su miedo.

M_ Estoy segura de que no –murmuró repleta de éxtasis al ver a Esther que dudaba-.
Esther... –se acercó para besarla.

E_ He firmado la separación –se acercó ella también y rozaron sus labios-. Ahora seríamos
amantes.

M_ Que va, yo no he firmado nada –la besó suavemente, tan solo un tímido roce que
desató las respiraciones de las dos al mismo tiempo-. Esther...

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E_ Creo que mejor me voy a dormir –se separó bruscamente dejando a Maca con el sabor
de sus labios y gesto de súplica porque siguiera besándola marcado en la cara-. Me duele
la cabeza.

M_ Está bien –suspiró con fuerza-. Pero Esther por favor... piénsalo... yo te quiero –le
murmuró al oído pues Esther se iba a levantar.

E_ Buenas noches.

Esther subió las escaleras con el temblor en sus piernas, mientras Maca podía notar
la humedad que su cuerpo derramó presa del deseo. Negó con la cabeza mordiéndose los
labios, aquella situación estaba siendo para ella lo más duro que había vivido jamás. Subió
a su habitación y pasó por la puerta de Esther, puso atención por si la oía, no se oía nada,
estuvo tentada de entrar, pero prefirió por esa noche, no flagelarse más. Se duchó, y se
metió en la cama pero el deseo por ella, no había cejado su empeño, notaba como sus
pechos se habían endurecido, como su vientre le provocaba cosquillas y como sus manos
necesitaban buscar tesoros en su piel imaginando la otra piel deseada, estaba acariciando
lentamente su vientre cuando la puerta se abrió con su consiguiente susto, allí estaba
Esther.

E_ Maca, estoy mareada...

M_ A ver –se levantó rápidamente y la cogió, la sentó en la cama y le miró los ojos, le hizo
una serie de pruebas para estar segura que no era nada grave-. ¿Quieres que vayamos al
hospital?, para hacerte alguna prueba.

E_ No, me duele menos la cabeza ahora sólo es el mareo.

M_ ¿Quieres acostarte aquí?, con lo miedosa que eres... a los dolores –le sonreía con
picardía.

E_ ¿Me dejas?

M_ Claro –la miraba con devoción.

E_ Gracias.

M_ ¿Tienes ganas de vomitar?

E_ No, si me tumbo se me pasa –se acostó en su sitio de siempre.

M_ ¿Sabes que hora es? –se acostó sin rozarla-. Son casi las tres de la mañana, hemos
estado hablando más de dos horas, eso es suficiente para que te marees.

E_ Sí –entre ella pensó, “y la excitación y las ganas de volverte loca que tengo”.

M_ Buenas noches.

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E_ Buenas noches.

Esther una vez notó que Maca se había acostado, se acercó a ella de espaldas,
necesitaba buscar el contacto con su cuerpo, que por otra parte Maca esperaba que así
fuera. Cuando Esther llegó por fin a la meta que había estado buscando, Maca la estrechó
con sus brazos que aunque parecía amarrarla fuertemente, lo hacía con sensibilidad como
si fueran dos cadenas de pétalos de rosas; durante la noche no se movieron de la postura
en que habían decidido las dos dormir, Maca la vigilaba por si surgía algún imprevisto y
también porque su deseo no se había apagado, al contrario, tenerla entre sus brazos no
hizo más que avivarlo. Esther por su parte, dormía tan placidamente que no oyó el
despertador que avisaba que el pequeño Daniel tenía que tomar su biberón. Maca con
cuidado separó su cuerpo del de la mujer que despertaba en ella todas las sensaciones
que un ser humano siente a lo largo de su vida, ella, sin embargo las sentía cada vez que
la tenía a su lado, ese era el poder que poseía Esther.

En la cocina le dio el biberón a su hijo mientras lo miraba con una ternura de madre
emocionada, sabía que el cambio de Esther estaba influyendo en su ánimo, ya no quería
recordar las lagrimas que había derramado en ese mismo lugar por su traición, ni el dolor
tan agudo que sentía su pecho sin dejarla dormir. El pasado más reciente era como una
espina clavada en su alma que poco a poco había ido sacando con la mirada tierna
nuevamente de Esther. Al pensar en ella, nuevamente sintió como la felicidad, le robaba
una sonrisa.

M_ ¿Sabes Daniel?, vamos a volver a ser la familia que tanto deseé tener, tú, Esther y yo,
cueste lo que cueste.

Eran las seis y media de la mañana cuando volvió a la cama, dejó al pequeño en su
cuna una vez se había dormido, se estaba descalzando para acostarse cuando oyó la voz
adormilada de Esther que la llamaba con inquietud.

M_ Estoy aquí –le habló con tono apacible.

E_ ¿Por qué te has ido?

M_ Cariño, le tocaba el biberón a Daniel –se sentó mirándola-. ¿Cómo sigues?

E_ Me duele la cabeza...

M_ ¿Mucho? –se acostó sin tocarla-. Oye dame un poco de sábana ¡anda! Que te la has
llevado toda.

E_ Lo siento –murmuró sin moverse pero apartando un trozo para Maca-. Sí me duele sí.
Te has vengado por irme con Ricardo, por eso no me dijiste que lo sabías.

M_ ¿Ricardo, se llama Ricardo? –se acomodó la sábana sin tocarla pero con una sonrisa
revoltosa.

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E_ Sí, es muy guapo –se mordió el labio sabiendo que tal afirmación iba a dolerle.

M_ ¡Ah! –seguía sin tocarla y trataba de no dar lo que Esther quería encontrar, la
sensación de estar celosa, aunque sí lo estaba.

E_ Ahora entiendo el fin del accidente –Esther mientras hablaba se deslizó un poco para
atrás buscando el cuerpo de Maca, pero ésta la evitó-. Has esperado hasta que yo entrara
para golpearme.

M_ ¿Me crees capaz de algo así? –le preguntó sorprendida.

E_ No, claro que no –volvió a buscar su cuerpo y una divertida Maca repitió la misma
maniobra de esquivarla y con voz acerada le preguntó-. ¿Pero por qué te vas?, no ves que
estoy mal. Cuando tú estuviste mala yo te cuidé mejor.

M_ ¿Ah si?, será porque no paras de decir tonterías o porque tú me quieres más.

El silencio se hizo dueño de la situación, Esther sintió que le habían pillado como si
fuera un ladrón con el motín en las manos, mientras que Maca sintió que lo que acababa
de decir, era una broma en un mal momento que podía perjudicar todo lo ganado. Así que
con cuidado se acercó a ella y la abrazó mientras pasaba su mano derecha por su vientre,
necesitó suspirar y con el movimiento Esther sintió el oscilación suave de sus pechos
sobre su espalda, aquello podía ser el éxtasis que tanto buscaba, se dejó abrazar, se dejó
besar, se dejó oler y la dejó susurrar.

M_ Te quiero

Se durmieron sintiéndose la una a la otra, hasta que el sonido del móvil despertó a
Maca que haciendo un gran esfuerzo soltó el cuerpo de una Esther dormida y entregada a
sus brazos.

M_ ¿Si?

T_ Maca soy Teresa, ¿te he despertado?

M_ Pues... sí –se frotó los ojos.

T_ Verás... no sé si preguntarte esto... estoy en un aprieto hija –se notaba en el timbre de


su nerviosa voz.

M_ ¿Qué pasa? –se levantó para no despertar a Esther.

T_ Se trata de Esther... no ha venido y como anoche... bueno –bajó la voz-... ya sabes se


fue con...

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M_ Teresa, Esther está aquí –le dijo mirándola con enorme amor.

T_ ¿Ahí? ¡Ay hija no sabes el peso que me quitas de encima! –suspiró aliviada y Maca oyó
como dijo a alguien que tenía cerca-. Está en casa.

M_ ¿Es Cruz?

T_ No, Vilches.

M_ Pásamelo por favor.

V_ ¿Qué demonios está haciendo en casa cuándo debía estar...?–refunfuñaba.

M_ Vilches, Vilches por favor espera... es que ayer tuvo un pequeño accidente.

V_ ¿Qué le pasó? –cambió el tono de su voz de fiero a preocupado.

M_ Le di un golpe con la puerta en la frente.

V_ ¿Queriendo? –puso gesto de sorpresa.

M_ ¡Joder Vilches cómo lo voy a hacer queriendo! –le dijo molesta por su comentario
mientras se retiraba el pelo de la cara-. Le ha salido un chichón y un poco de morado, le he
examinado como he podido porque se queja de dolor de cabeza y un poco de mareo pero
yo creo que solo es la molestia del golpe.

V_ Tráetela para acá y nos quedamos tranquilos. Hasta luego.

T_ ¿Qué ha pasado?, menuda cara se te ha quedado –le preguntó preocupada Teresa.

V_ Yo alucino, te lo juro Teresa, esto no es normal, lo que pasa en este Hospital no es de


recibo.

T_ ¿Pero qué ha pasado?

V_ Maca le ha dado un golpe a Esther con la puerta en la frente y está mareada.

T_ Pero... por supuesto sin querer –afirmó mirándolo tensa.

V_ Eso dice, ¡estas mujeres, son la hostia!

T_ ¡Dios mío esto va a terminar fatal!, lo veo yo ¿eh?, lo veo yo.

Mientras en casa, Maca volvió a la cama nuevamente, se recostó al lado del cuerpo
de Esther y le dejó un beso en la mejilla.

M_ ¿Cómo está mi niña? –le preguntó con una inmensa dulzura.

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E_ Bien...

M_ ¿Ya no te duele la cabeza?

E_ Un poco –dijo aturdida mientras Maca le acariciaba instintivamente el brazo


produciendo en ella un escalofrío- ¿Qué hora es?

M_ Son... –miró el despertador-, las nueve y media.

E_ ¡Nueve y media! –de un salto se sentó en la cama con la cara descompuesta ante la
mirada incrédula de Maca que levantó una ceja en señal de duda-. ¡Ay!

M_ Vaya, pues no parece que te duele mucho la cabeza ¿no?

E_ Sí Maca, sí –apoyó sus codos sobre las rodillas y se puso las manos en la cabeza ante
la mirada divertida de Maca.

M_ ¿Sabes que vamos a hacer? –Esther la miró con gesto de dolor-. Voy a prepararte un
buen desayuno, te tomas una pastilla para el dolor y a ver si así te encuentras mejor. ¡Ah!,
he hablado con Vilches, dice que estés tranquila.

E_ ¿Desayunas conmigo? –la miró intensamente.

M_ Claro –sonrió-. Ya vuelvo.

Al salir de la habitación suspiró, de momento nada parecía haber cambiado de la


noche anterior a la mañana, todo parecía seguir su camino, la recompensa por aguantar
sus celos estaba llegando.

Esther por su parte, sonreía divertida, se levantó y fue a la cuna a darle unos
arrumacos al pequeño Daniel, le besó y le dijo cuanto lo quería. Después con mucho
cuidado, apartó un poco el tirante de su camisón, dejando ver un poco de su pecho
derecho, sonreía conforme preparaba su actuación sin poder borrar la sonrisa de su boca,
ni de su corazón.

Cuando oyó que Maca subía se retocó el tirante, estaba perfecto, apoyó la cabeza
sobre el cabezal de madera y cerró los ojos, quería imaginar la cara de Maca.

M_ Ya estoy aquí –al verla con medio pecho fuera de su camisón, pensó que la bandeja
iba a caerle de las manos.

E_ Vaya... si que has sido rápida –le dijo confirmando su pensamiento, igual que la
imaginó, la tenía delante, con su melena recogida en una coleta, con el gesto relajado y
tranquilo, tan bella como siempre y su boca entreabierta con la expresión que tanto le
gustaba de asombro.

M_ Venga desayuna, lo mejor para el dolor de cabeza es que tomes fuerzas.

249 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Si –la miró de reojo.

M_ Oye... yo de verdad siento mucho lo que pasó... no fue mi intención –no podía apartar
la vista de esa piel que tanto le gustaba devorar.

E_ Tranquila –entonces completamente sabiendo lo que hacia, miró los ojos de Maca y
después se puso bien el camisón-. ¿Aún te dura el chocolate, no?

M_ Que borde eres, me dura por tu culpa, claro.

E_ ¿Mi culpa?, solo a ti se te ocurre con lo excitante que es –la miró sonriendo y Maca no
pudo más que dar una carcajada-. ¿Pensabas que no iba a venir?

M_ Sinceramente Esther, me daba igual.

E_ Ya –sonrió con ironía porque recordaba el recorrido de su mano cuando entró por la
noche.

M_ Y tanto que ya... ¿de qué te ríes?

E_ De nada.

M_ No te duele tanto, ¿no?

E_ Sí, pero me haces gracia, lo siento ¿eh?

M_ Pero que mala eres, ¿sabes? no lo vas a conseguir, te lo advierto –la miraba
desafiante.

E_ Tienes suerte que me duele la cabeza sino, caías a mis pies.

M_ ¿Estás tú muy segura? –dejó la taza en la bandeja.

E_ Claro –dio una carcajada-. Te conozco y sé lo que piensas ahora mismo.

M_ Pienso que te voy a dar una mala noticia.

E_ ¿Una mala noticia? –se puso seria.

M_ Nos vamos al hospital que Vilches quiere verte.

E_ ¿Para qué? Ya me has visto tú... por cierto ¿qué tal va? –se separó el flequillo.

M_ A ver no lo veo bien desde la distancia –puso gesto de no verse, retiró la bandeja y se
puso de rodillas ante Esther dejando sus pechos a la altura de su boca-. Bueno... yo diría...
que ¡ay! –dio un pequeño gritito pues Esther no había podido resistir la tentación de darle
un mordisquito-. ¡Pero...!

250 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ No haberlo puesto ahí –le dijo desafiante.

M_ No sé que voy a hacer contigo –la miró deseosa de seguir-... pero algo tendré que
hacer.

E_ Estoy convaleciente –puso gesto mimoso.

M_ Para lo que quieres estás tú mala. Venga vamos –suspiró con unas terribles ganas de
besarla.

E_ No voy a ir Maca, te lo aseguro, nada más es un golpe.

M_ En la cabeza y ya sabes...

E_ Pero si no es nada ¡joder!

M_ Gallina –le sonrió mientras retiraba la bandeja.

E_ Pues sí, ¿y qué?

M_ Te quiero vestida en diez minutos máximo.

E_ Joder... –murmuró y cuando se quedó sola resopló diciendo en voz alta-, y ahora como
le digo yo a Vilches que no tengo nada, que solo es para que me dé mimos... ¡mierda!

Se levantó con rapidez, se fue a la ducha para despejarse y cuando estaba con el
pelo enjabonado sacó su mano para poder coger el jabón que se le había olvidado, notó
como se lo ponían en la mano, abrió los ojos y allí estaba Maca mirándola con la fuerza de
un volcán grabada en sus ojos.

M_ ¿Necesitas ayuda?

E_ No llego en la espalda –contestó con tono suplicante y mirada como el fuego.

M_ Dame –le cogió la esponja mientras le frotaba con suavidad-. ¿Así?

E_ Mmmm sabes que sí.

M_ ¿Quieres algo más?... ¿eh?... –le murmuró con voz sedosa al tiempo que se quitaba el
camisón y entraba con ella en la ducha...

E_ Me has dado diez minutos... y ya han pasado tres...

M_ Me queda tiempo suficiente –le dio la vuelta y se besaron con pasión bajo el chorro del
agua que empapaba sus pieles.

251 ”Adiós Esther” © by ldana


Esther había apoyado a Maca sobre la pared, la besaba mientras le estrechaba
fuertemente por la cintura, se besaban con una pasión desmedida, Esther acariciaba
lentamente la espalda de una Maca que no podía dejar de estremecerse, recorriendo a la
vez su cuello con besos finos provocando un pequeño gemido que salió de sus gargantas.
Pero en aquel instante el teléfono sonó.

M_ Esther... para… para…

E_ Déjalo que suene... –le susurró mientras su mano recorría la espalda camino hacia
donde termina.

M_ No Esther puede ser algo importante, venga, déjame salir –trataba de zafarse de sus
manos que la retenían con una sonrisa.

E_ Vuelve por favor... –le suplicó mientras dejaba escapar un suspiró con fuerza
mordiéndose el labio cerrando el agua caliente y dejando caer con toda potencia
resbalando sobre ella el agua fría-. Mierda, me haces perder la cordura Maca, no sé que
voy a hacer...

Maca, llegó a la habitación con la sonrisa en la boca, y la sensación de que el final


de aquella separación estaba muy próximo, fue al móvil y desconectó la alarma, no le
había podido salir mejor el truco, quiso provocar a Esther y después dejarla con las ganas,
puso el mismo timbre como si fuera una llamada real, y mientras lo cerraba sonreía porque
sin apenas hacer nada, consiguió su propósito, sonrió sin despegar sus labios con el
sabor de la victoria en su piel.

E_ ¿Quién era? –le preguntó sorprendiéndola desde la puerta con la toalla tapando su
desnudez.

M_ Mi madre –respondió mientras empezaba a vestirse.

E_ ¿Y qué quería? –dijo contrariada al ver que Maca se vestía.

M_ Saber cómo estábamos, venga va, vístete que he quedado con Vilches.

Esther se marchó a la habitación con gesto de enfado por la llamada, ¡encima su


madre!, protestó para sí. Se marcharon con el pequeño que lo llevaba Esther en los
brazos, Maca de vez en cuando miraba por el espejo retrovisor a los dos, sabía
perfectamente que Esther estaba librando su propia batalla contra su miedo y estaba
perdiéndola. Al llegar al hospital, la primera que salió fue Teresa.

T_ ¡Esther cariño cómo estás!

E_ Bien Teresa, Maca que es una exagerada –la miró haciéndole una burla que arranco su
sonrisa.

252 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Mira si está aquí el rey –se asomó al carrito dándole un beso-. Que guapo es, se te
parece un montón Maca.

E_ Bueno voy a ver a Vilches, espero que no me haga una resonancia, ¡odio ese tubo!

M_ Venga no reniegues cariño –Teresa puso gesto de incredulidad ante la suavidad de la


voz de Maca-. Te esperamos en la cafetería.

T_ ¿Cariño? –la miró aún sorprendida mientras Maca sonreía abiertamente-. Dime que sí,
dime que todo está arreglado.

C_ ¡Pero mira quién está aquí! –sonrió Cruz al ver al niño-. ¿Qué tal Maca?, acabo de ver
la frente de Esther, ¡vaya golpe! –dijo con cara de circunstancias.

M_ Pues sí, yo salía ella entraba y mira... pero no lo hice a propósito ¿eh? –se defendió
ante la mirada de las dos.

C_ ¿Quién ha dicho eso?, oye os invito a un café y nos cuentas cosas que tengo un ratillo.

T_ Eso.

Las tres y el niño se marcharon hacia la cafetería, por el camino sus compañeros les
fueron parando y todos, acababan diciendo lo mismo ¡menudo golpe lleva Esther! Maca se
estaba sintiendo un poco culpable, aunque seguía pensado que ella estaba aprovechando
el golpe para jugar sus cartas, y tenía la impresión que la partida estaba ahora de su mano,
la ducha había hecho perder a Esther la última jugada.

C_ Bueno... ¿cómo va todo?

M_ Va.

T_ Oye a mí me habías dado una alegría enorme con ese cariño que le has regalado,
tenías que haberla oído Cruz, como en los viejos tiempos –la miraba intensamente bajo la
sonrisa débil de Maca y la elevación de cejas de Cruz que la miraba también-. ¿No da
marcha atrás?

M_ De momento no, aunque estamos en ello.

T_ ¡Jo Maca por Dios!, habla que nos tienes en vilo, yo anoche no podía dormirme –
protestó con serio de pena.

C_ ¡Vamos Teresa no seas pesada!, ella sabe lo que tiene que hacer. Bueno ahora te
pregunto yo –sonrieron las tres-. ¿Y lo del hospital?

M_ Le dije que marcharse era una tontería.

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T_ ¿Cómo?, ¿qué se quiere ir? –esta vez su rostro reflejo una profunda tristeza por el
impacto que supuso en ella saber la verdad.

M_ Sí Teresa, ha pedido al menos los papeles a Dávila para el traslado...

T_ Pero...

C_ Bueno Teresa no te preocupes mujer, ¡anda!, bebe un poco de café que te has
quedado pálida.

T_ Es que Esther es para mí como una hija, ¡un poco loca!, pero como una hija.

M_ Lo sé –le sujetó la mano con cariño-. Yo he hablado con ella, le he dicho que si su idea
de marcharse es por mí por no trabajar juntas, que no lo haga –Teresa agachó la mirada
con tristeza.

C_ Vi que había recogido los papeles del divorcio –Maca bebió de su café e hizo un gesto
afirmativo con una mueca de aflicción-. La verdad es que últimamente no parece ella.

M_ Lo sé, y tengo una gran parte de culpa, lo que pasa es que es una cabezota y me
cuesta conseguir que olvide, ella ha firmado ya y... bueno... mi abogado me llamó para ir
yo. No lo voy a hacer por supuesto, sólo me queda luchar por recuperarla que es mi
necesidad, y creo que lo estoy logrando –hizo una mueca que reflejaba su esfuerzo.

T_ Ella te ama más de lo que jamás amó a nadie, eres lo más importante en su vida y por
eso le da miedo perderte. Había encontrado en ti lo que con nadie, tranquilidad, respeto y
amor –las dos la miraban fijamente pero Maca lo hacía además con un nudo en la
garganta-. Para ella cada vez que le hablabas mal era un suplicio, o cada discusión, no
podía soportarlo, y yo la entiendo, lo peor que podía sucederle es que tú la dejarás de
amar.

M_ Teresa, yo no la he dejado de amar, pero la rabia que sentía no me dejaba


demostrárselo, me he dado cuenta ahora, y ahora vuelvo a ver en ella ese brillo en sus
ojos, esa sonrisa, la cara de boba cuando le hablo –sonrió al recordarla en la bañera-... no
sé ahora tengo esperanza.

C_ Eso está muy bien. Yo creo que es lo mejor para las dos. Y estoy de acuerdo con
Teresa, Esther necesitaba a su lado una persona que pudiera darle calma, y eres tú.

M_ Bueno también está ahora el abogado ese –se quejó con expresión de repulsa.

T_ ¡Ay qué pesadito!, si vieras como la miraba.

M_ ¿Si? –se incorporó sobre la mesa mientras Cruz miraba a Teresa con insistencia para
que se callara-. ¿Ha venido muchas veces?

254 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Unas cuantas, sí, además... se nota que está loquito por ella –Cruz le dio una patada
por bajo la mesa y Teresa la miró furiosa-. Es un estúpido, guapísimo pero estúpido.

M_ Mira Teresa que te conozco –le habló con tono de advertencia y una sonrisa.

T_ ¿Qué quieres decir? –Cruz sonrió porque entendía el comentario de Maca.

M_ Pues que no me vas a poner celosa, vamos, que no te inventes nada... que... no lo vas
a conseguir.

T_ ¡Allá tú Maca!, no te estoy inventando nada, es más, si te giras podrás ver que acaba
de entrar por la puerta.

Era cierto, Ricardo había llegado al hospital y estaba buscando a Esther, al ver a
Teresa, se acercó sin saber que allí presente estaba Maca. Teresa le habló con su tono
despreciativo y gesto molesto ante su presencia.

Ri_ Hola, ¿está Esther?

T_ ¿Qué quieres?

Ri_ La estaba llamando pero no me contesta el teléfono y pensé que podría haberle
pasado algo, como no se encontraba bien anoche.

T_ Espera – él se separó un poco y entonces Teresa miró a Maca con gesto contundente
preguntándole en voz baja-. ¿Aún sigues pensando lo mismo? Oye ven, ven –Ricardo se
acercó-. Maca dile a aquí al muchacho como está Esther, como ha dormido y todo eso.

M_ Está bien, muy bien –trató de que no se notara su malestar pero tanto Cruz como
Teresa se dieron cuenta que estaba rozando los peores celos porque Teresa tenía razón.

Ri_ ¡Ah! –contestó cortado al verla.

M_ Ahora mismo me la llevo, ¿quieres qué le diga algo?

Ri_ No, pasaba por aquí y... a todo caso luego la llamo.

T_ No, luego no la llames que tiene que descansar. Yo le diré que has venido y que ella te
llame –Ricardo trataba de no mirar a Maca pues notaba como si sus ojos fueran cuchillos
dirigidos directamente a su corazón-. ¿Te ha quedado claro?

Ri_ Sí... gracias, adiós.

C_ Vaya con el abogado, no creo que le queden muchas ganas de volver por aquí, entre
las dos desde luego se las habéis quitado –dijo sonriendo.

T_ ¿Qué te parece, he exagerado?

255 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Ni un ápice Teresa, esta buenísimo.

T_ ¿Y tú no dices nada? –le preguntó a Maca que parecía pensativa.

M_ Vale, disculpa me he pasado de lista.

Mientras se quedaban hablando y poniendo verde al pobre Ricardo, Esther estaba


en el despacho de Vilches siendo revisada por él.

V_ Sin duda alguna, es un buen golpe, vamos de diez, se nota que te tenía ganas –dijo
con seriedad.

E_ Si, muchas –se quejó al tocarle.

V_ Es broma Esther, relájate.

E_ Ya sé que es broma, Maca es incapaz de eso, me hace cosas peores que no dejan
señal en el cuerpo –dijo pensando en la ducha.

V_ ¡Ay las mujeres que bonito lo decís todo!, ¡qué románticas sois hasta cuando os
enfadáis!

E_ ¿Me vas a hacer alguna prueba? –lo miró sonriente ante su burla.

V_ ¿Quieres?

E_ No.

V_ ¿Qué quieres que le diga a Maca?

E_ ¿A Maca? –lo miró sin entender muy bien la pregunta-. No te entiendo.

V_ Pues es muy sencillo, no tienes un gran golpe como para marearte, ni tener dolores
fuertes de cabeza –le guiñó el ojo arrancándole una pequeña sonrisa-. Ahora bien, yo
puedo decir que debes estar en cama, reposadita y sin hacer nada, digamos que...
únicamente recibiendo mimos.

E_ Siempre me sorprendes, eres de un tierno disfrazado de ogro, ¡qué te mueres!

V_ Vale, yo te guardo el secreto a cambio de que tú me guardes el mío.

E_ Hecho.

V_ No pierdas el tiempo Esther, la vida nunca sabes lo que puede depararte y quizá
cuando quieras darte cuenta, sea demasiado tarde.

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E_ Gracias Vilches, de verdad gracias siempre por tus consejos y tus palabras de mala
hostia, pero que siempre me ayudan –le dio un beso en la mejilla ante el gesto de sorpresa
del hombre.

Vilches acompañaba a Esther sonriendo y charlando, cuando vio como venía Teresa
hasta ella.

T_ Vilches ¿cómo está? –le rozó con cariño el brazo de Esther.

V_ Bueno yo creo que con un par de días de reposo y cuidados, de esta no se muere.

T_ Gracias a Dios.

V_ Bueno... voy a hablar con Maca que debe estar esperándome.

E_ Gracias –le sonrió Esther.

T_ Oye Esther –le dijo nerviosa-. ¿Te importa si hablamos un momento tú y yo?

E_ ¿Vas a reñirme?

T_ No –negó con un gesto emocionado que impresionó a Esther.

E_ ¿Vas a decirme algún taco? –Teresa sonrió con un pequeño puchero en su barbilla
dibujado.

T_ No –entraron en el cuarto de enfermeras.

E_ Pues tú dirás Teresa, me estás poniendo nerviosa.

T_ ¿Por qué te vas?, no puedes hacerme esto Esther, no puedes marcharte eres... la
mejor persona que hay en este hospital –sus ojos se llenaron de lágrimas-. Ya perdí a
Rusti, y no quiero perderte a ti.

E_ Teresa –murmuró atónita por sus lagrimas que provocaron en ella que sus ojos se
inundaran también.

T_ Sería el peor de tus errores... alejarte así de Maca... y para mí una gran pena, que lo
sepas.

Se puso a llorar y Esther la abrazó con toda su fuerza, aquella mujer que en
ocasiones le había creado problemas por sus cotilleos, era cierto, que siempre estaba a su
lado, la había ayudado siempre que la había necesitado, alejarse del Central, era alejarse
de cosas que habían formado una gran parte de su vida. Teresa trató de tranquilizarse un
poco, limpiarse la cara y recuperar su porte.

E_ Te quiero Teresa, la verdad que nunca te lo he dicho pero, has sido para mí como mi
segunda madre.

257 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Esther, por favor, piénsalo bien... tienes una familia, una mujer que te ama por más
peleas que tengáis, un hijo maravilloso que necesita de una madre como tú, y un trabajo
en el que todo lo que has conseguido ha sido por méritos propios. Piénsalo bien y no te lo
digo como compañera, te lo digo como amiga.

Después de despedirse de Teresa acudió a la cafetería tal y como había quedado


con Maca, y lo que vio, le hizo más daño que el golpe de la puerta.

E_ Hola.

M_ ¡Esther! –le sonrió mientras se separaba de Luna que tenía a Daniel en los brazos. Sus
ojos le hablaron a una Maca que pareció disfrutar de lo que en ellos veía-. Ya me ha dicho
Vilches que tienes que estar tranquilita en casa, así que venga, nos vamos.

Lu_ Es guapísimo Maca, la verdad se parece muchísimo a ti –la miró con devoción.

M_ Si, gracias Luna. Bueno, nos vamos –le cogió al pequeño metiéndolo en el cochecito
mientras Esther y Luna cruzaban una mirada de odio-. Venga Esther.

Lu_ ¡Maca!, ¿tienes guardia esta tarde?

M_ Sí –le dijo mientras empujaba el carrito.

Lu_ Yo doblo, así que nos veremos.

Se despidieron de todos, y el camino de vuelta a casa, fue sin una sola palabra,
Maca la miraba por el espejo retrovisor y podía ver en sus ojos reflejado el enfado, le
encantaba cuando ponía ese gesto contrariado, despertaba en ella un inmenso sentimiento
de ternura. Una vez llegaron a casa, Maca le cogió al pequeño que se había dormido.

M_ Es un bendito ¿eh?, tenemos suerte no nos da ni un solo problema.

E_ Es verdad, los problemas nos los dan otros.

M_ ¿Ah si? –la miró fijamente-. Bueno... vamos que te prepare la cama y te acuestas.

E_ No, lo haré aquí en el comedor, así estoy más cerca de la cocina para preparar los
biberones y...

M_ De ninguna de las maneras, Encarna va a venir, me ha dicho que iba a comprar no sé


que para prepararte.

E_ ¿La has llamado?

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M_ Sí –dejó al pequeño en el moisés y se acercó al sofá preparándolo con esmero-. Voy a
traerte la colchita para que te tapes y el almohadón de la cama para que reposes bien la
cabeza. ¿Te duele? –la miró poniendo expresión de pena.

E_ Ahora no, Vilches me ha dado un antiinflamatorio para el dolor de cabeza.

M_ Vale –se acercó a ella y posó su mano sobre su cintura para besarla-. Tendré que
cuidarte ¿no?

E_ No creo, vas a trabajar y estarás ocupada.

M_ Es cierto –se acercó más y cuando fue a besarla llamaron a la puerta-. Debe ser tu
madre. ¡Joder no hay manera de acabar nunca! –dijo suspirando mientras se iba a abrir-.
Adelante Encarna, pero tenías que haberme dejado ir a por ti, dame, dame –le cogió las
bolsas.

En_ Vamos no digas tonterías, ¿dónde está mi hija?

M_ En el sofá –puso gesto serio.

En_ ¡Esther hija!, ¿cómo sigues? –la abrazó y la besó.

E_ Mamá cuidado que me duele –protestó.

En_ A ver –Esther miró a Maca suspirando y se apartó el flequillo-. ¡Pero si eso no es
nada!, no te preocupes Maca, fue peor cuando se cayó de la olivera, debiste verla -Maca
sonreía.

E_ ¡Mamá! –protestó con gesto de enfado ante la sonrisa de Maca.

M_ Me encantaría escuchar la historia.

En_ Bueno, a ver... tú tendrás que comer ya ¿no?

M_ Sí, tengo guardia.

En_ Bien, prepara la mesa, yo pongo esto al fuego, y comemos, tú hija no te muevas de
aquí.

M_ ¡Ah Esther se me olvidaba! –dijo cuando se habían dado la vuelta pero Encarna se
detuvo y ella aprovechó intencionadamente su presencia para decirle a una Esther que se
había retumbado en el sofá-. Tu abogado ha ido a verte al hospital, como no estabas me
ha dicho que te llamará.

En_ ¡Deja que llame!, ya me encargo yo –dijo furiosa Encarna mirando a Esther, bajo la
mirada divertida de Maca.

259 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Maca –la llamó cuando su madre se metió en la cocina y mirándola con los ojos
entrecerrados le dijo con voz ácida-. Esta me la pagas.

M_ ¿El chichón? –sonrió divertida.

E_ No...

M_ ¿La ducha?

E_ Eso... también, ya me lo cobraré ¿pero tú sabes lo que va a ser aguantar a mi madre


toda la tarde aquí con tu acertado comentario? –le reprochó con gesto serio.

M_ Claro –le sonrió de lado-, ¿por qué crees que lo he hecho?, tontita –se acercó hasta
ponerse a su altura y acercar sus labios despacio a los de una Esther enfadada-. Porque
no quiero moscones a tu alrededor, me molestan.

E_ ¿Y al tuyo?, tendré que llamar yo a Teresa –se besaron suavemente, tan solo fue un
pequeño roce.

M_ Llámala, aunque no sé por que.

E_ Porque no, por quién.

M_ Mira cariño, ni Luna, ni cien como Luna, pueden apartarme de ti, sólo me interesas tú –
volvieron a besarse son sutileza y con cariño le susurró-. Princesa mía.

Esther sonrió cuando la vio desaparecer tras la puerta de la cocina, suspiró con
fuerza apoyando la cabeza en la almohada que con tanto mimo le había colocado Maca.
No podía resistirse más, estaba embrujada mucho más que el primer día que notó en su
corazón la llamada del amor. La visión de Luna con el niño en brazos y la sonrisa de las
dos, le produjo tanto temor a que aquella visión fuera la del futuro que se había sentido
estúpida como muy bien le había dicho Vilches. Debía vencer el miedo, debía vencer los
celos y también aquella pequeña rabia que había entrado en ella ante la indiferencia de
Maca con el abogado, eso le hacía sentirse perdedora en la batalla, mientras ella sufría y
se volvía loca por los celos, Maca parecía con ese control suyo tenerlo todo bajo su
dominio. Aquello le hacía sentirse como una tonta, ¿quién iba a controlar lo que ella hacía
en el Hospital?

Durante la comida todo fueron risas, Encarna le contaba ante el gesto molesto de
Esther todas las aventuras a la que ella y sus primos se enfrentaban todos los veranos,
Maca escuchaba embobada los relatos de su suegra, y sonreía con ganas, pero también
miraba a Esther con sus ojos repletos de ternura, no disimulaba ni el menor sentimiento
hacia ella, hasta Encarna se había percatado. Llegó la hora de marcharse y fue al cuarto

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donde Esther había pensado descansar un rato, más que nada para evitar la bronca de su
madre que sabía iba a llegar.

M_ Esther, ¿estás durmiendo?

E_ No.

M_ Me marcho, cuando pueda te llamaré para saber como sigues –se sentó a su lado.

E_ No hace falta que te molestes.

M_ No es molestia –le retiró el pelo de la cara y le susurró-. Es placer escuchar tu voz.

E_ Tengo sueño, ¿te vas o te quedas? –la miró con gesto entre divertido y desafiante.

M_ Si dependiera de mí, me quedaba –miró el escote del pijama que asomaba su pecho.

E_ Pues quédate –murmuró la voz repleta de deseo hizo que Maca se estremeciera y se
mordiera el labio-. Aunque... Luna te estará esperando.

M_ ¡Anda es verdad! –exclamó de repente-. Bueno me voy, no quiero entretenerte más.


Que tengas dulces sueños.

E_ ¿No me vas a besar? –le preguntó con la mirada incitante.

M_ No. Por tonta has perdido la oportunidad.

Se marchó sonriendo mientras Esther se quedaba con las ganas del beso.

Llegó al hospital, con tiempo pues había decidido ir con la moto para poder hablar
con Teresa que cuando ella entraba se marchaba.

M_ ¿Teresa, tienes diez minutos para mí?

T_ Diez o los que quieras, mi marido tiene reunión de vecinos así que...

M_ ¡Qué horror! –murmuró sonriendo.

T_ Pues tú dirás.

M_ Vamos a la cafetería de la esquina, prefiero estar allí más tranquilas.

Se marcharon juntas y pidieron dos cafés.

T_ ¿Cómo está Esther?

M_ Bien, bien, yo creo que sólo lo hace por fastidiarme –sonrió con picardía.

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T_ ¿Por fastidiarte?, no lo entiendo.

M_ Sí, no tiene tanto como para estar tan mal, pero así no da su brazo a torcer y soy yo la
que voy doblegando.

T_ ¡Ay hija mía que complicadas sois las lesbianas!

M_ Ni que lo digas –dio una carcajada acompañada por Teresa.

T_ ¿Querías saber algo del abogado?

M_ Sí –puso gesto de vergüenza-. Lo confieso, se me llevan los celos.

T_ Imagino... pero no sé yo no creo que Esther haga nada incorrecto.

M_ Te recuerdo que ya ha firmado la separación.

T_ Si, si y puede huir del hospital si quiere también, pero ella te quiere a ti haga lo que
haga, se interponga quien se interponga.

M_ ¿Y por qué no deja de lado todo lo que ha pasado y volvemos a estar juntas como
siempre? –la miraba con la desesperación marcada en sus ojos.

T_ Buena pregunta... a la que no encuentro respuesta –negó con la cabeza-. Mira, yo creo
que el abogado no debería preocuparte, la que sí debería hacerlo es Luna.

M_ ¿Tú también Teresa? –se quejó.

T_ Sí, hablé con ella y la verdad, esa chica no debe estar muy bien de la cabeza, así que
ten cuidado.

M_ Pero si ya le he cortado las alas, no creo que se atreva ni a insinuarse.

T_ Tú vigílala, no bajes la guardia, porque de momento con sus malas intenciones ya ha


conseguido lo que buscaba, separaros.

M_ No me importa Teresa si se ha acostado con Esther o no, me da igual, lo único que me


importa es Esther, recuperarla y como tú comprenderás no estoy por la labor de que una
niñata me haga la vida imposible con ella.

T_ Yo te aviso... tú haz lo que creas oportuno. Y por Esther, yo me dejaría ya de tonterías


de revolcones sin sentido y de discusiones –Maca la miró levantando una ceja ante su
comentario-. ¡Mujer!, me lo cuenta Esther, y lo hace adrede sabe que me incomoda mucho
–Maca dio una carcajada fuerte-, si y tú también lo sabes.

M_ Ya Teresa, pero que quieres, las lesbianas somos así, además, tú sabes el gusto que
da con todo el mal rollo que tenemos hacerlo –Teresa negó con la cabeza ante la risa

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divertida de Maca que cuando se tranquilizó le besó la mejilla y le dijo-. No sé que haría sin
ti Teresa, gracias.

La puerta de la habitación de Esther se abrió y apareció Encarna con una bandeja,


al verla despierta le sonrió.

En_ ¿Qué tal hija?

E_ Mejor mamá, antes que me digas nada, te diré yo –tomó aire y le dijo de carrerilla-.
Estoy saliendo con Ricardo que es mi abogado.

En_ ¿Pero qué me estás diciendo?

E_ Sí mamá. No quiero que me digas nada, es mi vida y si me equivoco, lo aceptaré.

En_ ¿Maca lo sabe?

E_ No tiene por que –la miró intensamente.

En_ Hija mía, has perdido el norte de tu vida.

En el hospital la tarde estaba siendo muy movida, y Maca no podía llamar por
teléfono, trabajaba sin descanso y siempre que recibía algún niño estaba a su lado Luna. A
mitad tarde llamó a casa y directamente le contestó Encarna con tono triste.

M_ Encarna soy Maca, ¿tienes cerca a Esther?

En_ Sigue en la cama, ahora le paso el teléfono.

M_ ¿Encarna estás bien? –le extrañó su tono serio pero pensó que ya habría discutido con
Esther.

En_ Sí hija.

Le dio el teléfono a Esther y se salió.

E_ Dime.

M_ ¿Cómo estás cariño?

E_ Poco parece que te importe.

M_ Mi niña –susurró con ternura-. Tengo ganas de verte.

E_ Lo siento me suena el móvil te tengo que dejar.

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Cuando colgó, Maca lo hizo con gesto contrariado, no quería pensar pero estaba
haciéndolo con el Ricardo ése, que no le gustaba un pelo. Iba pensativa por el pasillo
cuando a lo lejos vio a Carlos y se dirigió hasta él.

M_ Carlos ¿tienes un momento?

Ca_ Para ti siempre, ya lo sabes –le sonrió con amabilidad.

M_ Gracias. Oye tengo que comentarte algo y me gustaría hacerlo con tiempo, necesito tu
ayuda.

Ca_ Vale, mira dentro de media hora quedamos en el muelle.

M_ Hecho.

Ca_ Oye os acordáis que mañana por la noche es nuestra fiesta de compromiso.

M_ ¡Es verdad me lo dijo Teresa!

Ca_ Os espero a las dos.

M_ Tranquilo, allí estaremos.

B_ ¡Maca vamos termina de entrar un niño!

M_ Sí, hasta luego Carlos. ¿Qué le pasa?

B_ Fiebre alta, e imposibilidad de caminar.

M_ Vamos ¿vienes tú?

B_ Claro.

Lu_ ¿Maca me necesitas? –apareció Luna.

M_ No gracias ya está conmigo Begoña, ve con Cruz que antes te buscaba.

Lu_ Vale, Maca, me debes un café.

M_ Si, me acuerdo.

Al llegar al box, habló con los padres del niño y una vez finalizó la exploración le dijo
a Begoña.

M_ Quiero que le hagas un sistemático y velocidad de sedimentación.

B_ De acuerdo. Oye Maca –la detuvo por el brazo-, yo quería decirte que... bueno... que
aunque no sé si te lo creas siento lo de Esther.

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M_ Bueno, solo ha sido un golpe sin importancia.

B_ No, digo lo del hombre ese con el que la hemos visto besarse en la puerta, Teresa dice
que es su abogado pero... –Maca quedó impactada por lo que le contaba-... me sabe mal
por ti. Con ella tengo mis diferencias pero a ti te aprecio de verdad. Voy a sacarle sangre
¿eh?

Maca suspiró con fuerza, se fue a su despacho un poco contrariada por aquel
comentario aunque viniendo de quien venía tampoco le daba mucha credibilidad.

M_ Eso no puede ser... Esther me quiere estoy segura –murmuró en voz alta tratando de
convencerse aunque en su gesto se había marcado la duda-. Encarna estaba muy seria,
sé que iban a hablar de él, ¡no puede ser! –sonrió mientras se ponía en jarras pensativa-.
Es imposible.

En el hospital, estaba entrando Encarna para encontrarse con Maca, al verla


Teresa, le sonrió y besó por encima del mostrador.

T_ ¿Qué te trae por aquí Encarna?

En_ Quería hablar con Maca.

T_ Ah pues espera que enseguida te la localizo.

Lu_ ¿Teresa has visto a Maca? –apareció Luna con gesto de nerviosismo.

T_ No.

Lu_ Es urgente que la localice tengo que hablar con ella.

T_ Pues no Luna, no está –al llamarla por su nombre, los ojos de Encarna se dirigieron a
ella como dos flechas-. Voy a avisarle.

En_ ¿Tú eres Luna? –le preguntó Encarna.

Lu_ Sí –la miró sorprendida por aquella mirada asesina.

En_ Yo soy Encarna la madre de Esther.

Lu_ ¡Ah! –exclamó un poco cortada mientras Teresa contemplaba la escena divertida-.
Mucho gusto.

En_ Qué lastima que yo no pueda decir lo mismo.

T_ ¿Maca?, Encarna está aquí.

265 ”Adiós Esther” © by ldana


Lu_ Dile que tengo que hablar con ella –insistió.

T_ Bueno... y Luna... también... si. Vale.

Lu y En_ ¿Qué ha dicho? –dijeron a la vez mirándose enfadadas.

T_ Pues me ha dicho, que tú Luna subas un momento a mirar al niño que habéis ingresado
a primera hora.

Lu_ ¡Joder tengo que hablar con ella!

T_ ¿Y qué quieres qué haga yo guapa?, ya se lo he dicho, si quieres la esperas para


decirle cualquier tontería o maldad que es lo que estás deseando...

Lu_ Vete a...

En_ No te pases niñata, ¿eh?, no te pases –le riñó Encarna-. Que bastante daño has
hecho ya con tus mentiras.

T_ ¡Será posible Encarna!, esta chica está muy mal de la cabeza ¿eh?

En_ Todo el problema que tenemos viene por su culpa. ¡Y vaya si tenemos problema!

Maca iba hacia el muelle dispuesta a saber que había pasado para que Encarna
hubiera llegado hasta el hospital, sin duda tenía que ver con su tono de voz que ella había
notado al hablar por teléfono.

T_ Hola Maca.

M_ ¿Dónde está Encarna?

T_ En la sala de espera –señaló con la cabeza hasta el lugar.

M_ Gracias Teresa, si me necesitan estoy en la cafetería.

Lu_ Maca, Maca –apareció Luna-, rápido tenemos que ir a quirófano Dávila nos necesita.

M_ Vaya –murmuró inquieta por su suegra-. Teresa por favor dile a Encarna...

T_ Ves tranquila. Oye Susana cúbreme un ratito ¿eh? –se marchó en busca de Encarna
que esperaba en la sala de espera dando ánimos a una madre que habían ingresado a su
hijo-. ¿Encarna?

En_ Sí, bueno... suerte ¿eh?, y tranquila está en las mejores manos, Maca es mi nuera y
es una médica maravillosa –se notaba en su voz el orgullo.

T_ Vamos a la cafetería, ¿me aceptas un café?, Maca ha ido a quirófano.

266 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Claro, así puedo hablar contigo.

T_ ¿Sobre Esther?

En_ Sobre Esther –respondió la pregunta reflejando cierto malestar.

Maca y Luna estaban preparándose para entrar al quirófano, se estaban


desinfectando en silencio los brazos sin cruzar ni una mirada.

Lu_ Estas muy pensativa –Maca no le contestó tan solo hizo una mueca-. ¿Maca
podríamos quedar después del trabajo para tomar un café?

M_ Lo siento, he quedado con Carlos.

Lu_ ¿Por qué me esquivas siempre?

M_ Porque eres la persona con la que menos me apetece hablar ni ver.

Lu_ Eres injusta conmigo –le dijo enfadada.

M_ ¿Injusta?, te inventas un montón de mentiras que imbécil de mí, me creí, casi


consigues que me separe de Esther y que además me esté costando lo mío convencerla
de que no lo haga, ¿y aún quieres que sea justa contigo?, ¡por favor Luna!

Lu_ Pero yo te quiero... –le decía desesperada.

M_ ¿No querías a Esther?, ¡deberías aclararte! –le reprochó con expresión de gran enfado.

Lu_ De siempre te quise a ti, pero Esther fue quien...

M_ Si, me sé tu historia, y lo último que haría Esther sería algo así.

Lu_ Por lo que veo te ha convencido muy bien.

M_ Mira Luna no voy a tolerar ni un comentario por tu parte contra Esther ¿te ha quedado
claro?

Lu_ Ella besándose por ahí con el tío ese, y tú, queriendo volver. Quizás estaba
equivocada y no eres la mujer que yo pensaba.

M_ ¡Pero bueno la tía esta! –murmuró escéptica al ver que se iba ofendida-. ¿Por qué
entregaría los papeles del divorcio, joder?

267 ”Adiós Esther” © by ldana


En la cafetería Encarna le había contado toda la historia de Esther y Ricardo, Teresa
la miraba tan atónita como molesta, eso no podía ser verdad, pero si lo decía la propia
Esther.

En_ Pero yo no la creo Teresa, más bien creo que es una excusa para poner a Maca
celosa.

T_ Pues déjame decirte que lo está consiguiendo.

En_ Mira por un lado si eso les vale para aclarar sus sentimientos, vale, pero por otro, me
da miedo que Esther haga cualquier tontería de la que pueda arrepentirse, es una cabeza
loca, yo que estaba contenta porque Maca le había hecho sentar esa cabezota suya –
decía con gesto de rabia.

T_ Yo no estaría tan segura de que es un farol Encarna. El chico ese la mira que se le cae
la baba.

En_ Bueno, él puede mirar todo lo que quiera... mientras ella mire a Maca.

T_ Eso... también es verdad –le aseguró afirmando con la cabeza-. ¿Vas a decirle algo a
Maca?

En_ He venido con esa intención, pero hablando aquí contigo, veo que no debería echar
más leña al fuego, si es un farol de mi hija para que Maca reaccione no creo que tarde
mucho en hacerlo, y si es verdad pues ya veremos como actuamos.

T_ Yo siempre dije que por esta pareja daba cualquier cosa, y fíjate como se les ha torcido
todo.

Cuando Maca terminó la operación, fue en busca de Encarna, y Teresa se encargó


de decirle que se había marchado que había quedado para jugar su partidita de parchís
con sus amigas. Puso gesto de fastidio y Teresa le preguntó.

T_ ¿Pasa algo?

M_ ¿A ti no te ha contado nada?

T_ ¿Sobre qué? –abrió sus ojos como platos haciéndose la despistada.

M_ No sé... sobre Esther... el abogado ¡ya sabes! –su gesto de fastidio se transformó en
ira al nombrarlo.

T_ No –dijo con seguridad-. ¿Aún sigues dándole vueltas a eso?

M_ Sí Teresa, sí. Llámame gilipollas, pero tengo miedo a que Esther me deje.

268 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ ¡A buena hora! –le riñó-. Yo no sé si tú no te enteras o no quieres enterarte, te recuerdo
y no lo hago por fastidiar, que ha firmado los papeles que tú –acentuó con voz firme y dedo
acusador-, le entregaste.

M_ Gracias Teresa, muchas gracias por tu inestimable colaboración.

T_ ¡Anda! Bueno, al menos espero que todo esto te sirva hija, porque sino, no sé yo que
vais hacer cuando Esther se vaya del hospital –murmuró puesta en jarras mientras la veía
marcharse con su aire portentoso.

Esther que se la llevaban los demonios no sabía ya que hacer, se había pasado
gran parte de la tarde con el pequeño, le encantaba el papel de madre le gustaba mimarlo,
besarlo, se le había pasado gran parte de la tarde con rapidez hasta que el pequeño se
durmió y ella tuvo que enfrentarse a la soledad de la casa. Estaba pensando en que
estaría haciendo en ese momento Maca, pudo imaginársela con su gesto de concentración
mientras pasaba examen a algún crío, ese gesto serio y responsable que tanto le gustaba
contemplar, la imagino sonriendo con algún pequeño, y la imagino trabajando al lado de
Luna, aquello le dio una fuerte patada en la espinilla, tan fuerte que llamó al hospital.

E_ Teresa, soy Esther.

T_ ¡Esther hija!, ¿qué tal como estás cariño?

E_ Mucho mejor –sonrió un tanto nerviosa.

T_ ¿Pues... tú dirás?

E_ Nada sólo llamaba para saber... bueno para saber...

T_ Maca –concluyó su frase contundentemente.

E_ Si, Maca –murmuró un tanto cortada por ser descubierta tan rápido.

T_ Está muy liada de aquí para allá, ha tenido una tarde dura.

E_ ¿Y con quién está?

T_ Pues unas veces sola, otras con alguien.

E_ Vamos Teresa, sabes perfectamente lo que te estoy preguntando.

T_ Pues no deberías ni siquiera planteártelo, ella te quiere a ti.

E_ ¿Está con Luna?

T_ Sí, la he visto un par de veces, sí.

269 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Ya, ¿sabes a qué hora va a venir?

T_ Pues cuando acabe el turno. Oye Esther, ¿por qué no te relajas, le preparas una rica
cena, eh, le das unos mimitos que los necesita? –Esther sonreía-, y hacéis las paces.

E_ ¡Ay Teresa cuánto te voy a echar de menos!

Colgó con una sonrisa amplia, en ese mismo instante, el teléfono móvil le daba
aviso de que un mensaje había llegado. Sonrió pensando en Maca, pero al abrirlo leyó
perpleja lo que ponía.

“Maca llegará tarde, se ha marchado con Luna, has perdido”

E_ Pero...

No le salieron más palabras, cerró la tapa y cerró sus ojos sintiendo como los celos
hervían en su interior.

Mientras en el hospital Luna, cerraba el móvil sonriente cuando apareció Begoña


para tomar un refresco.

B_ Hola Luna.

Lu_ Tengo un notición para ti –Begoña la miró interesándose por sus palabras-. Esther se
marcha del hospital, enhorabuena enfermera jefe.

B_ ¿Estás segura? –preguntó repleta de alegría.

Lu_ Sí, Teresa lo ha dicho sin saber que yo estaba cerca.

B_ No me lo puedo creer, por fin me desharé de la imbécil ésa. Oye y ¿tú que tal?, ya
hablé con Maca.

Lu_ Joder Maca, no pensaba que era tan complicada, la verdad.

B_ Ya, a mí me cuesta reconocerlo pero... se nota que quiere a Esther.

Lu_ ¿Y Esther?

B_ Ni idea, pero bueno... yo creo que deberías tener paciencia ¿eh?, tú ahí a su lado, mira,
mañana tienes una buena oportunidad para intentarlo, en la fiesta de Carlos.

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Lu_ Es verdad, que pena que no te hayan invitado.

B_ No me hace falta ir, menudo atajo de impresentables todos –hizo un ademán de


rechazo mientras bebía.

Lu_ Yo voy por Maca, no creas.

B_ Pues ánimo, que además yo le he puesto la divisa de la duda.

Ambas sonrieron, pero con mayor felicidad lo hizo Begoña.

Esther no quería pensar que aquel mensaje era cierto, pero Maca estaba tardando
más de lo normal y no le había avisado que lo haría, estaba pensando muy bien como
actuar, no quería montarle una escena de celos. Aunque algo le decía en su interior que
todo aquello era obra de la misma Luna, de lo que estaba segura, era, de que no haría el
menor comentario.

Por su parte, Maca había terminado de hablar con Carlos e iba en la moto de
camino a casa, se le había hecho un poco tarde, pero era necesario hablar con él.
Pensaba que haría con la situación del tal Ricardo, no quería hacerle ninguna escena de
celos a Esther, a todo caso, le mencionaría algo pero muy por encima, pero no, mejor se
callaría y dejaría las cosas tal como estaban, ella estaba casi segura que si insistía un
poco más, conseguiría que Esther dejara al lado su temor y volvieran a estar juntas.
Aunque tenía muy claro, que ella no daría el paso definitivo porque era Esther, quien debía
estar completamente segura sin ser forzada a ello.

Aparcó la moto y abrió la puerta, Esther suspiró aliviada al oír la llave en la


cerradura, subió un poco la televisión para que viera que estaba ocupada en algo.

M_ Buenas noches Esther.

E_ Hola, ¿qué tal ha ido la tarde? –la miró pensando “que guapa está”.

M_ Horrible –murmuró sentándose a su lado en el sofá-. Estoy muerta.

E_ Te he preparado algo de cena.

M_ ¿De verdad? –la miró sonriente.

E_ Sí, ¿acaso no lo has hecho tú por mí? –su mirada hablaba mucho más que sus
palabras.

M_ Tienes razón –le guiñó el ojo.

E_ Para que veas que yo también puedo ser buena ama de casa.

271 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Nunca lo he dudado –la miraba tan intensamente que notaba como le escocían los
ojos.

E_ ¿Por qué no te duchas, te cambias y cenas? –sonrió sin apartar sus ojos de los de
suyos.

M_ Sí, tienes razón, además me encanta que te preocupes por mí –Esther sonrió pero la
sonrisa se le terminó en el momento en que Maca apoyó su mano sobre su muslo
apretando con deseo-. No sé como voy a agradecértelo.

E_ Pues ves pensándolo.

M_ ¿Si? –la miró divertida.

E_ Venga ves o se te va a enfriar –le apartó la mano pues se levantó mientras Maca la
seguía con la mirada embobada-. ¡Vamos!

M_ Si, ¿qué tal ha pasado la tarde Daniel?

E_ Muy bien, le he bañado, cambiado, dado el biberón y ahora duerme como un bendito.

M_ Por algo me casé contigo.

E_ Y por algo te separas de mí –la miró con intención.

M_ No estés tan segura –se acercó a ella como si fuera a besarla pero en lugar de eso le
dio una palmada en el culo mientras le repetía en voz baja mirándole fijamente-. No estés
tan segura.

Esther suspiró con fuerza, aquella palmada que hacía tanto tiempo no recibía le hizo
sentir un escalofrío que le daba muestras de lo necesitada que estaba de ella, quería dejar
a un lado todo, y reconquistar todo lo que un día fue únicamente suyo, y sabía que Maca
había puesto mucho más que ella para dar ese paso. Ahora le tocaba a ella, pensaba de
que manera podría conseguirlo y cuando supo como, una sonrisa traviesa se dibujó en sus
labios.

Cuando Maca bajó con su camisón bien corto y escotado, perfumada y con el pelo
mojado, se encontró en el comedor con una bandeja y su cena, no pudo más que sonreír.

E_ ¡Cuánto has tardado!

M_ ¿En serio? –la miró contenta por el gesto relajado que veía en su rostro.

E_ Sí.

272 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Bueno... he estado con Daniel un rato –“mentira, he estado media hora tratando de
elegir el camisón que más pudiera ponerte las cosas difíciles”, al terminar su pensamiento
sonrió.

E_ ¿Qué te hace tanta gracia? –la miró fijamente mientras Maca se sentaba dejando ver
sus largas piernas.

M_ Nada. ¿Tú no cenas conmigo?

E_ No, ya he cenado -“joder como se me ha puesto, no voy a poder resistirme”.

M_ ¡Vaya! –protestó.

E_ Es que van a hacer los Puentes de Madison y quiero verlo.

M_ ¿Otra vez?, pero si la has visto mil veces.

E_ Bueno, pues la veré la mil una.

M_ Oye... y... digo yo no tienes plan esta noche.

E_ No –le contestó sin mirar.

Se callaron, porque Maca comenzó a cenar y Esther a ver la película aunque los
ojos se le iban más hasta ella que hacia la pantalla. Maca terminó y se levantó a llevar la
bandeja a la cocina, cuando pasó por delante del televisor, se le transparentó el camisón y
Esther notó como su cuerpo sufría una leve rigidez de forma natural acentuada en su bajo
vientre, como siempre que la veía en esa forma, tal fue así que no pudo más que
carraspear y seguirla con sus ojos hasta verla desaparecer por la puerta de la cocina,
entonces se puso las manos sobre la cara y sonrió, estaba que se moría de ganas de ir a
la cocina y hacer lo que tanto les divertía. Sin embargo Maca salió con una castaña helada
y una servilleta y se sentó a su lado.

M_ Allí me duele el cuello, ya lo sabes. ¿Te molesto? –la miró con una sonrisa llena de
provocación.

E_ En absoluto –trató de responder serena.

M_ Estupendo.

Volvieron a guardar silencio, sólo se oía de vez en cuando como Maca succionaba
la trufa, y cuando Esther miraba de reojo debía tragar saliva, pues su garganta se secaba
al ver como Maca chupaba la castaña, con esa dulzura que le hacia tiritar cuando estaban
juntas. Maca que lo sabía, no cesaba de recorrer la trufa con su lengua consciente de los
nervios de Esther que no podía evitar mostrarlos, bien moviendo sus piernas, cambiando
su postura en el sofá o mordiéndose las uñas. Maca la conocía tan bien que estaba
disfrutando como loca.

273 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Este trozo es el que más me gusta.

E_ ¿Qué? –le preguntó completamente distraída.

M_ Digo que esta escena es la mejor –sonrió al ver su aturdimiento.

E_ A mí no me gusta, es triste.

M_ En la vida no siempre las cosas son alegres –la miró intensamente-. Pero hay que
luchar por que sean las más.

E_ Ya, pero vamos me gusta más la escena que viene ahora.

M_ Pero si te vas a hinchar a llorar, que esta es la de tus mocos.

E_ Mira que eres guarra ¿eh? –le dijo dando una carcajada que enloqueció a Maca.

M_ ¿Si? –la miró pasando la lengua por la castaña.

E_ Pues sí –no apartó la mirada de su boca, y suspiró sin esconder su deseo.

M_ ¿Quieres? –le preguntó.

E_ Se me hace la boca agua, la verdad.

M_ ¿No te importa que ya la haya probado? –preguntó con expresión dubitativa.

E_ Sabes que no –le cogió de la mano y dio un mordisco que le supo a gloria mientras
Maca hacia el mismo gesto que ella abriendo la boca-. Que rica, ¡por dios!

M_ Sí –murmuró mirándola fijamente sin poder decir nada más.

E_ Bueno calla y déjame ver la peli que no paras de molestarme.

M_ ¿Yo?

E _ Sí, tú.

Maca hizo un gesto con el cuello poniéndose la mano sobre él, cerró los ojos y lo
movió con una mueca de dolor que fue captada en seguida por Esther, que no lloraba
porque no seguía la película, era imposible con Maca allí comiendo la castaña.

E_ ¿Te duele?

M_ Pues sí, hoy he estado con muchas molestias, no sé por que.

E_ Anda acaba de comerte la castaña, ¡joder lo que te está costando!, ¿lo haces a
propósito?, ¿eh? –le preguntó con la mirada llena de ironía.

274 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No sé a que te refieres con esa pregunta –se defendió tratando de no reírse.

E_ Ya, eres tú muy lista. Te doy un masaje si quieres.

M_ ¿De verdad?

E_ Claro –Maca se metió el trozo de castaña que le quedaba en la boca y Esther no pudo
resistir una carcajada enorme-. Mira que eres payasa.

M_ Es que un masaje tuyo, es una joya imposible de rechazar.

Esther se sentó de lado, y Maca se puso delante, le retiró la melena y comenzó a


masajear suavemente la piel de una Maca que tenía los ojos cerrados, Esther que
manejaba como nadie la técnica del masaje, consiguió que se relajara tanto que notaba su
excitación en la piel y en los suspiros que iba soltando cada vez que Esther le hacía más
profundas las caricias.

M_ Siento fastidiarte la película.

E_ No pasa nada –su voz sonó repleta de deseo.

M_ Sigue Esther por favor, no pares.

E_ Esto me recuerda la primera vez que me besaste ¿te acuerdas? –sonrió.

M_ ¿Cómo olvidarlo?, fue maravilloso, creí que me moría.

E_ ¿Antes o después de irme? –le preguntó riendo.

M_ Después –dio una carcajada-. Fuiste muy mala.

E_ Ya –entonces sonó un gran trueno-. ¡Anda tormenta!

M_ No me dirás que le vas a tener miedo ¿eh?, estamos en casa, así que no pares.

E_ Ya sabes que no me gustan nada, creo que tendrás que hacerme un hueco en la cama
si se acerca mucho –le decía sin darse cuenta que el masaje se había pasado a unas
caricias lentas por la espalda de Maca, y un acercamiento hasta casi estar pegada a su
cuerpo. Maca que estaba viviendo un éxtasis total, puso su mano sobre la pierna de
Esther-. ¿Te gusta?

M_ Me encanta –sus respiraciones iban aumentando según se iban acariciando.

E_ A mí también –le susurró con voz cálida en el oído.

M_ Sigue Esther –de repente un trueno inundo el comedor y se apagaron las luces
cortando el masaje por el grito de Esther-. Cariño no pasa nada.

275 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Se ha debido cargar la televisión, fijo ¿eh?

M_ Pues compramos otra –le dijo con voz suplicante-. Por favor sigue.

E_ Maca esto es antes, habrá que desenchufar todo, ¿qué quieres que nos quedemos sin
ningún electrodoméstico?

M_ Por mí que desaparezca el mundo, pero quiero que sigas –murmuró sola.

E_ Oye podrías echarme una mano –le dijo entrando a la cocina.

M_ Joder, no me responden las piernas –volvió a susurrar-. Voy.

E_ La ventana del dormitorio está abierta, y no veas como llueve.

M_ ¿Dónde estás?

E_ Encendiendo una vela.

M_ ¡Ah! –se asomó y la vio en la cocina con el reflejo de la luz de la vela sobre su cara y
suspiró-. Ven.

E_ Espera, el microondas, la nevera –Maca se acercó y le tomó del brazo deteniéndola.

M_ Me voy a dormir, buenas noches.

E_ ¿Pero Maca... me vas a dejar sola?

M_ Sí, pero no te voy a dejar así –le cogió la cara con sus dos manos y le besó
suavemente los labios-. Dulces sueños mi princesa.

Esther se quedó en medio de la cocina con la vela en la mano petrificada mientras


Maca subía las escaleras bajó una sonrisa que le hacía no necesitar vela para iluminar los
escalones.

M_ Vendrás... estoy segura que vas a venir...

Maca con toda la tranquilidad del mundo, se lavó los dientes, se cepillo la melena,
besó al pequeño Daniel y se metió en la cama, en lugar de acostarse, se sentó con los
brazos entrecruzados sobre su pecho, la oscuridad era total, pero sus sentidos estaban
bien despiertos, escuchó crujir el cuarto escalón, ya subía, estaba segura que iba a entrar,
su respiración se elevó casi sin darse cuenta ni poderla controlar, podía percibir que
llegaba, que estaba llegando a la puerta, y sonrió cuando se abrió. Ya estaba allí.

E_ Maca.

M_ ¿Esther? –le respondió aguantando la alegría de tenerla allí.

276 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Te importa si...? –comenzó a acercarse a la cama.

M_ ¿Si... qué? –la miraba porque llevaba la vela y su rostro lo decía todo.

E_ Si me haces un hueco.

M_ Lo tienes hecho ya –le susurró con dulzura.

E_ Me da miedo... ya sabes...

M_ Por supuesto –Maca le hablaba con ternura pero con un punto de burla con el que
disfrutaba.

Esther dejó la vela sobre su mesita de noche, las sombras y luces se reflejaban en
las paredes de la habitación, así como en el rostro de Maca, se sentó de igual modo que lo
hacía ella, con la espalda apoyada en los almohadones y en el cabezal, las dos en silencio
esperando quien se animaba a comenzar el juego. Esther sabía que Maca le había
lanzado el anzuelo y ella había picado al entrar en la habitación, por ese motivo sabía que
debía dejarse pescar del todo, por una pescadora tan maravillosa como la que tenía al lado
y a la que deseaba de manera volcánica.

E_ ¿Oye Maca a ti no te da miedo la tormenta?.

M_ No –contestó sin mirarla cerrando los ojos, disfrutaba tan solo sabiendo que la tenía a
tan pocos centímetros de su piel.

E_ ¿Hay algo que te dé miedo?.

M_ Claro.

E_ ¿El que? –la miraba aprovechando que Maca cerraba los ojos, la deseaba tanto como
la admiraba en aquel momento.

M_ Me da miedo... –su cabeza giró lentamente, clavó sus ojos en ella y le dijo con un
susurro repleto de devoción-... perderte.

Se quedaron mirándose a los ojos, Esther se había ladeado un poco, y ante el


comentario de Maca, sintió como su corazón latió con más fuerza, una fuerza que le hizo
sonreír, allí estaba Maca sin ocultar lo que sentía tendiéndole una mano para dar el
pequeño salto que les separaba.

E_ ¿Y por qué pediste la separación?

M_ Ya te lo dije, todos cometemos errores –se disculpó mirándole con un enorme amor
reflejado en sus ojos.

277 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Si –murmuró mirándola ella también sintiendo lo mismo.

M_ Si –sonrió.

E_ ¿Tienes sueño? –le preguntó mientras se acercaba un poco a ella.

M_ La verdad que sí.

E_ ¡Ah!, así vas a dormir.

M_ Pues... hora de dormir ya es –sonrió.

E_ ¿Y el masaje, te ha aliviado?

M_ Bastante aunque ha sido muy cortito –puso gesto de desilusión.

E_ Oye...

M_ ¿Qué? –Esther se había acercado y estaba a un solo movimiento de su boca.

E_ ¿No te parece romántico estar así, a la luz de la vela? –deslizó su mano por su cuerpo,
hasta llegar a su pecho donde apartó con maestría el camisón rozando su piel con
delicadeza.

M_ Mucho –se dejó hacer mientras sentía como se erizaba su piel.

E_ Entre sombras la verdad que estás muy bien –siguió con su mano acariciando hasta
bajarle el tirante y dejarle el pecho al descubierto-. Pero muy bien.

M_ Esther te he dicho que tengo sueño –trató de no demostrarle su excitación.

E_ Yo no –sonrió acercando su boca a la comisura de sus labios dejándole un fino beso-.


Y creo que... puedo conseguir despejarte.

M_ Eres muy mala –seguía acariciándola-. Pero me encanta.

E_ ¿Te gusta, eh? –apartó la sábana y subió sobre sus piernas quedando las dos cara a
cara.

M_ Sabes que sí –metió sus manos por la camiseta que llevaba puesta rozando con
suavidad su espalda-. ¿Y a ti?

E_ Mucho –sonrió y volvió a besarla.

Sin prisas comenzaron a besarse, de vez en cuando separaban sus labios para
mirarse a los ojos, la luz de la vela tal y como había dicho Esther les daba un aire diferente,
y aunque quisieron amarse con calma, tanto juego anterior había despertado en ellas los
instintos más irracionales, pero esta vez fue Esther quien mandó, quien volvió loca a una

278 ”Adiós Esther” © by ldana


Maca que disfrutaba con cada caricia ya fuera suave o feroz, con cada beso, ya fuera
intenso o leve , con cada pedazo de piel que podía acariciar de su amada. Se amaron por
varias veces hasta que el cansancio les pudo, quedándose dormidas abrazadas. Sin
embargo Esther no podía descansar solo pensaba en Maca, en todo cuanto con ella
disfrutaba, y reconocía que si ella había cometido un error al pedir la separación, ella
misma lo había cometido al firmarlo, sabía que no podía vivir sin ella, era una locura tratar
de vivir alejada de Maca, nunca había sentido nada parecido por nadie y sabía que nunca
más lo sentiría, quizás tenía razón y merecía la pena luchar por recuperar nuevamente ese
amor, la miraba sonriente, la tormenta había pasado la luz había vuelto pero habían dejado
la vela encendida, les gustaba el ambiente que creaba.

E_ Maca, Maca –insistió.

M_ Mmmm.

E_ ¿Estás durmiendo?, ¿eh?

M_ Ahora ya no –murmuró adormilada.

E_ Oye que he pensado que...

M_ ¿Joder Esther que hora es? –protestó mientras la abrazaba.

E_ Las cuatro.

M_ Mañana madrugamos, ¿lo sabes?

E_ Sí, pero que... –se calló prudentemente mientras le retiraba el pelo de la cara.

M_ ¿Qué has pensado?, si no te quisiera tanto seguramente ahora te estaría tirando de la


cama de una patada –sonrió mientras la miraba con ternura.

E_ Pues he pensado –dio una carcajada-, que me apetece mucho hacer el amor –Maca la
miró sonriente negando con la cabeza-. No sé... y quería saber tú que.

M_ Pues yo tengo sueño, así que déjame dormir –se giró dándole la espalda.

E_ No puedo –le susurró al oído poniéndose sobre su lado mientras su aliento rozaba el
oído de una Maca que se estremeció-. Te deseo.

M_ Y yo, pero tengo sueño y necesito descansar.

E_ No me hagas esto –le besó el lóbulo de la oreja.

M_ Esther –le advirtió sonriente, porque sentía que por primera vez había conseguido lo
que tanto buscaba, que Esther volviera a ser la misma de siempre y ante su caricia no
pudo aguantar un gemido de placer.

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E_ ¿Qué?, antes me has dicho que te gustaba –le apartó la sábana besándole la espalda
de arriba a bajo.

M_ Eres un bicho, te lo aseguro –se levantó subiendo sobre ella-. Pero me vuelve loca que
lo seas.

Se amaron nuevamente pero con toda la ternura que había en ellas, fueron felices
entre susurros de amor, y caricias repletas de cariño, todo volvía por fin a la normalidad.
Otra vez ellas dos, otra vez volvieron a encontrarse en su cama, otra vez eran Maca y
Esther, Esther y Maca, o al menos eso pensó Maca.

Cuando sonó el despertador, hacia muy poco que se habían dormido, Maca tenía
cogido el cuerpo de Esther que murmuró quejosa al escuchar el sonido del timbre.

E_ Jo.

M_ Vamos cariño, no me seas renegona –la besó abrazándola fuertemente contra ella.

E_ ¿Por qué no le dices a Vilches que sigo mala?

M_ Porque no estás mala, solo has querido parecerlo –la besó nuevamente.

E_ ¿Qué? –le preguntó un tanto molesta por su comentario.

M_ Claro, el golpe no fue para tanto, sólo que querías que te hiciera caso y mira a donde
hemos ido a parar, no te quejaras –le volvió a besar mientras acariciaba su pecho ante el
gesto contrariado de Esther que se sintió tonta-. Me voy a preparar el desayuno o no podré
parar.

Esther sintió como se separaba de su cuerpo, la vio desaparecer con la bata puesta
y aunque sonrió, se sintió descubierta.

E_ ¿Por qué siempre tiene que quedar ella como la perfecta, joder? –el niño lloró y fue a
por él poniéndose la camiseta-. Hola pequeñín, tienes hambre ¿eh?, pues tu súper madre
te está preparando el desayuno.

Al llegar al hospital, en el muelle les esperaba Teresa, al ver sus caras no pudo más
que sonreír, y mientras firmaban les recordó la fiesta.

T_ Oye chicas os acordáis de la fiesta de esta noche.

M_ Si, nosotras iremos desde casa.

280 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Y tú qué sabes lo que voy a hacer yo? –le preguntó Esther sorprendiéndola por la
pregunta, su gesto así se lo hizo entender.

H_ Buenos días señoras, ¿cómo están? –apareció Héctor.

E_ Bien.

H_ Oigan me muero por la fiesta de esta noche, ¿ustedes vendrán no?

T_ Oye Héctor, Dávila te buscaba –interceptó la respuesta Teresa pues Maca miró a
Esther esperando su respuesta.

C_ Hola, ¿qué tal estáis? –entró Cruz para firmar poniéndose junto a Maca.

M_ Muy bien Cruz, ¿y María?

C_ Espero que durmiendo, la he dejado con la canguro, me da una penita, ¿y el vuestro?

E_ Lo tiene mi madre.

C_ ¡Uf no sabéis la suerte que tenéis!

M_ Si que lo sabemos si, mi suegra es una bendita no como su hija –dijo orgullosa de
Encara pero con una sonrisa irónica miró a Esther mientras los tres las miraban como
esperando que dijeran que todo se había arreglado entre ellas.

E_ Oye y sabéis si esta noche podemos llevar acompañante.

T_ ¿Acompañante? –le preguntó nerviosa Teresa al ver la mirada furiosa de Maca clavada
en Esther.

C_ Pues yo creo que no, vamos que solo es para nosotros.

E_ Bueno me voy –se marchó sin más.

H_ Yo... yo también me voy –dijo un poco nervioso al ver a Maca-. ¿Vienes Maca?, te
invito a un café.

M_ Sí, me vendrá bien, a veces creo que estoy despierta pero con la misma pesadilla –
recogió el bolso y con caminar triste se marchó.

C_ Vaya –murmuró Cruz asombrada por el comentario.

T_ Mira, cuando han entrado me ha dado la corazonada de que todo estaba arreglado,
traían unas caritas –puso gesto coqueto.

C_ La verdad que yo también he notado algo en la mirada de Maca.

281 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ No entiendo nada, pobrecita.

C_ Bueno... esperemos que todo vaya bien esta noche.

T_ Miedo me da.

La mañana transcurría con normalidad, en rotonda estaba Maca rellenando unos


datos en el expediente, junto a ella estaba Héctor que le había hablado pero no había
obtenido respuesta, cuando la miró vio que estaba con la mirada clavada en Esther, que
sacaba sangre a un paciente.

H_ Maca yo de ti cerraría la boca, no vaya a ser que me manches los expedientes con la
babita -Maca lo miró un tanto divertida y él sonrió-. Se te nota mucho Maca.

M_ Gracias por avisarme –le dijo sonriendo un poco apurada.

E_ ¿Cómo llevas la mañana Maca?, hola Héctor –se acercó Esther a ella sonriéndole
mientras la miraba desafiante.

H_ Hola y adiós hermosura, que tengo que ir a por el traje a la tintorería.

E_ Vamos, que ligas seguro esta noche –le dijo sonriendo mientras Maca la miraba
intensamente-. ¿Cómo estás?

M_ Bien ¿y tú?

E_ También –le guiñó un ojo sonriendo.

M_ Me alegro.

E_ Estás muy guapa ¿te lo había dicho? –se marchó dando una carcajada.

M_ No entiendo nada –murmuró Maca completamente fuera de lugar.

D_ Maca ¿podemos hablar un momento por favor?

M_ Sí, claro.

D_ ¿Has hablado con Esther?

M _ Sí Dávila.

D_ ¿Te ha dicho algo? –Begoña apareció cautelosamente por detrás para escuchar.

M_ No, le dije que si la causa de solicitar el traslado era yo, que por mí, no lo hiciera es lo
único que yo le puedo decir.

282 ”Adiós Esther” © by ldana


D_ ¿Y? –insistió con gesto preocupado.

M_ No lo sé Dávila, está un poco rarita, no sé. Habla tú con ella.

D_ Sí, tengo que conseguir que desista de su idea.

Begoña puso gesto fastidiado, ahora que tenía la oportunidad de hacerse con el
puesto que tanto anhelaba, y deshacerse de Esther, tenía otra vez la duda de que lo
lograra, todo por culpa de Maca, si ella le había dicho que no se fuera, sabía que
conseguiría convencerla. Fue en busca de Luna.

En el despacho estaba Maca pasando unos informes al ordenador, la puerta se


abrió y apareció Esther, se quedó sin moverse mirándola, Maca se giró cruzando una
mirada con ella repleta de incertidumbre. Esther sonrió y se marchó. Tan solo con su
presencia consiguió desestabilizar su tranquilidad. No entendía su nueva actitud, parecía
jugar con ella y no entendía que estaba pasando.

Al rato llamaron a la puerta y era Luna.

Lu_ Te traigo el expediente del niño con el brazo roto.

M_ Muy bien, déjamelo ahí –le contestó nerviosa.

Lu_ Maca –la llamó con voz nerviosa y un tanto asustada.

M_ ¿Qué te pasa?

Lu_ Me estoy mareando –hizo un amago de caerse y Maca se levantó corriendo hasta
alcanzarla y cogerla entre sus brazos.

E_ Maca que... –entró Esther con una taza de café y vio como Maca estaba abrazada a
Luna-. Te traigo una taza de...

M_ Ven ayúdame –le dijo nerviosa ante su presencia y su gesto.

E_ ¿A qué?

M_ ¡Joder Esther que Luna se ha mareado!

E_ Bueno, tú eres la médico –dio media vuelta y se fue ante la sonrisa de Luna.

M_ A ver, ¿puedes andar?

Lu_ Lo siento Maca –le dijo con cara de pena.

283 ”Adiós Esther” © by ldana


Después de darle agua y ver que se había recuperado, Maca con el gesto
preocupado se marchó en busca de Esther, la vio por el pasillo mientras rellenaba algo.
Salió corriendo tras ella llamándola.

M_ ¡Esther!, ¡Esther!

E_ ¿Qué pasa? –le preguntó sobresaltada por su voz nerviosa.

M_ Nada, nada verás que yo... quería decirte que lo de antes con Luna no era lo que
pudiera parecer –le hablaba con la frente arrugada por su mueca de preocupación.

E_ ¡Ah eso!, no te preocupes... –le acarició la mano de manera sutil mientras la miraba
fijamente a los labios-... a mí no tienes que darme ninguna explicación de lo que haces o
no, cariño.

La dejó allí y se marchó riéndose mientras la cara de Maca reflejaba un desconcierto


total. Teresa que se cruzó primero con Esther y después llegó a su altura le dijo.

T_ ¿Maca te encuentras bien?, menuda cara tienes.

M_ Me va a volver loca –murmuró atónita.

T_ Bueno yo creo que ya lo estás por ella –sonrió-. Oye, que es por lo del regalo de Laura
y Carlos, yo puse vuestra parte y...

M_ No la entiendo –volvió a murmurar.

T_ Bueno ya veo que ni caso, ¡Maca sabes qué estoy aquí!

M_ Si perdona. ¿Qué decías?

T_ Lo del regalo.

M_ Ah, vale luego te lo daré. Oye Teresa –la cogió del brazo.

T_ Dime –la miró expectante.

M_ Tú sabes si Esther ha tenido algún tipo de... no sé... ya sabes con el abogado.

T_ Pues mira, yo no lo sabía y me he enterado hoy, al parecer la han visto besarse con él,
pero como todos te aprecian mucho, no creo que nadie te lo diga.

M_ Begoña me lo dijo.

T_ Ya pero Begoña solo se aprecia a si misma –le dijo con tono cansino.

M_ No entiendo nada –puso gesto extraño haciendo un puchero con la barbilla mientras
sus manos se posaban sobre sus caderas-. Pero nada ¿eh?

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T_ Anda vamos a la cafetería y te tomas algo, a ver si se te va esa cara de tonta que
tienes.

Esther había pasado por cafetería y había visto como Maca estaba hablando con
Teresa, por su gesto adivinó que el tema de conversación sería ella, por supuesto. Así que
cuando vio a Teresa en su puesto disimuladamente se acercó a ella.

E_ Hola Teresa

T_ Hola hija, ¡vaya mañanita, eh!

E_ Sí. Oye... ¿sabes dónde está Maca?

T_ Pues... ahora mismo no.

E_ Vale –dijo pensativa mientras la buscaba con la mirada.

T_ Me ha contado lo de antes con Luna... ya sabes –la miró con temor como tratando de
adivinar la expresión de su cara.

E_ ¿Y?, vas a defenderla, claro –le dijo sin mirarla.

T_ Mujer, yo creo que si Maca tiene una gran virtud, es su sinceridad para bien o para mal.

E_ Te has hecho tú muy amiga suya, creo que cuando tengamos la separación, deberías ir
como su abogado defensor.

T_ ¡Oye Esther, tampoco te pases, eh!, que hoy estás tú muy subidita.

E_ No te pases tú Teresa, que todo lo que hace Maca es perfecto –le reprochó mirándola
con gesto serio.

T_ Di lo que quieras, pero lo que has dicho esta mañana del acompañante, ha sido a
traición, y te digo yo que le ha dolido.

E_ ¿Ah si?

T_ ¡Lo has hecho a propósito! –la miró entrecerrando los ojos con rabia por su gesto
divertido.

E_ Toma guarda esto en archivo –le entregó un expediente.

T_ No juegues con Maca Esther, te lo advierto todo tiene un límite.

E_ Eso deberías decírselo a ella, no a mí.

Se marchó buscándola, preguntó a Javier, Héctor y Laura que estaban


intercambiando impresiones, pero ninguno la había visto, se marchó hasta su despacho y

285 ”Adiós Esther” © by ldana


por el camino se cruzó con Luna a la que dedicó una mirada repleta de odio y finalmente,
la vio entrar al cuarto de baño.

E_ Begoña, ven –le llamó sin perder de vista la puerta-. Llévale esto a Vilches que lo está
esperando.

B_ Esther tengo cosas que hacer –se quejó.

E_ Pues las haces después de esto.

Le dio los papeles y se fue al lavabo, abrió la puerta justo en el momento que se oía
la cadena del lavabo, cerró rápidamente y pasó el pestillo.

Maca salió con gesto pensativo y cuando abrió el grifo para lavarse las manos, vio a
través del espejo a Esther que la miraba con las manos en los bolsillos, sonriéndole de
forma provocativa.

M_ ¡Joder Esther que susto me has dado!

E_ ¿No esperabas verme?

M_ Pues no... Esther, no lo esperaba –le habló con seriedad.

E_ Aquí nos dimos el primer beso, ¿lo recuerdas? –Maca no le contestó mientras se
secaba las manos con la toalla. Se acercó a ella lentamente y cuando llegó a su cuerpo
pasó sus manos por su cintura rodeándola-. Te he echado mucho de menos...
mucho...mucho.

M_ Esther –se separó de ella que la miró sorprendida-. ¿Qué es lo que pretendes, eh?

E_ ¿Tú que crees? –la miró sonriendo con los ojos repletos de deseo hasta acercar sus
labios a un milímetro de los suyos.

M_ ¿Volverme loca?, ¿eh? –no alzó la voz pero su tono fue lo suficientemente duro como
para que Esther comprendiera su alto estado de enfado.

E_ ¿Por qué dices eso? –se hizo la incrédula mientras le apartaba el pelo de la cara
mirándole los labios con pasión.

M_ Porque no te entiendo –se separó de ella un paso atrás y le dijo mirándola con gesto
de contrariedad-. Anoche vienes a mi cama...

E_ Nuestra cama –le interrumpió apuntándole mientras volvía a dar el paso que Maca
había tratado de dar para separarla y le rozaba con su dedo corazón los labios
suavemente.

286 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿A qué coño estás jugando? –le sujetó la mano mirándola con dureza-. Quieres ahora
estar conmigo y luego irás a buscar a tu abogadito para la cena. ¿Qué pretendes Esther?

E_ ¿Estás... celosa? –elevó una ceja mientras depositaba su mano izquierda en la cadera
izquierda de Maca que mostró un gesto de dolor-. Dime.

M_ ¡Si Esther, estoy celosa, estoy enfadada, estoy desesperada, estoy...!.

No la dejó continuar pues posó sus labios sobre Maca mientras la estrechaba con
fuerza contra su cuerpo, la besó con una pasión desmedida desatando en las dos sus
respiraciones jadeantes, Esther le clavó las uñas en la espalda de una Maca que no podía
resistirse a sus labios. Aunque con un gran esfuerzo terminó separándola.

M_ ¿Esto es lo qué quieres?, que te diga que te necesito, que dependo completamente de
ti, que me muero de celos.

E_ Sí –le susurro mientras le tocaba el culo feliz como si hubiera ganado la batalla que
esperaba vencer.

M_ Pues ya lo sabes –dijo aún con la voz agitada por el deseo y el dolor que le estaba
infringiendo con su actitud.

E_ Vale –le volvió a besar mientras se dirigía hacia la puerta.

M_ ¡Esther! –la llamó con actitud nerviosa y gesto serio con los ojos repletos de lágrimas
que quería retener-. Nadie es imprescindible, tenlo en cuenta ¿vale?

Se acercaba la hora de la salida, Teresa estaba recogiendo las cosas, cuando llegó
Esther.

E_ Bueno me voy, hasta la noche, ya nos vemos allí.

T_ Adiós.

E_ Dile a Maca que no voy a casa, que yo acudiré directamente al restaurante. Oye Teresa
–se acercó con cara de niña buena-. No te enfades conmigo.

T_ El golpe en la cabeza, te ha quitado el poco conocimiento que tenías.

E_ ¡Por eso te quiero tanto Teresa! –la besó y contenta se fue.

T_ Yo, no la entiendo –murmuró atónita al verla marchar.

M_ Hola Teresa.

T_ Maca cariño, ¿cómo estás?, tienes cara de cansada.

287 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Sí, estoy agotada voy a esperar aquí a Esther si no te importa.

T_ Importarme no, pero casi es mejor que no la esperes.

M_ ¿Se ha marchado ya? –le preguntó con expresión de asombro.

T_ Sí, me ha dicho que te diga que ella acudirá al restaurante.

M_ ¿Pero...? –murmuró perpleja elevando las cejas acompañando el gesto con una
sonrisa irónica.

T_ Como te lo digo –hizo una mueca de desconcierto tanto como el de la propia Maca.

M_ Te juro Teresa que si no fuera porque la quiero tanto...

T_ Ya lo sé hija, ya lo sé, ¿pero qué vamos a hacer? Paciencia.

M_ ¿Más?, estoy llegando al límite.

T_ Y te entiendo ¿eh?, yo ya hubiera reventado.

M_ Bueno pues me voy a casa de Encarna a ver al pequeñín. Oye por cierto, ¿y tú como
vas a llegar?

T_ En taxi, mi marido no me puede llevar.

M_ ¡Ah no!, de ninguna manera, yo iré a por ti.

T_ Gracias –le sonrió con pena.

M_ A las nueve en el portal de tu casa.

T_ ¿No vendrás con la moto, verdad? –le preguntó con temor.

M_ No, venga Teresa, nos vemos luego –se despidió Maca con una triste sonrisa.

T_ Pobrecita mía..

L_ Hola Teresa, nosotros nos vamos ya –le dijo Laura mientras miraba a Maca marcharse.

T_ Hola pareja –saludó también a Carlos.

Ca_ ¿Qué le pasa a Maca?

T_ Nada Carlos ya sabes....

H_ Debieron verla, como se le iban los ojitos detrás de Esther... me tocó llamarle la
atención y todo –sonrió Héctor acompañado por Carlos.

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L_ Mira lo único que pido, es que no me hagan ningún numerito –dijo molesta Laura.

C_ Hola chicos –llegaron Cruz y Vilches.

Ca_ Bueno os esperamos en la cena ¿eh pareja?

V_ Por vuestro bien espero que el menú valga la pena, con la pasta que me he dejado con
vuestro regalo, ¡más os vale!

T_ No tienes arreglo Vilches –sonrió Teresa.

C_ ¿De qué hablabais que estabais tan serios? –les preguntó Cruz intrigada por sus
gestos.

H_ De que no, de quien. De Maca y Esther.

V_ Joder Maca y Esther, parece que no haya otro tema, son como el disco Estrella del
verano.

C_ ¡Anda vámonos gruñón! –le dijo sonriente Cruz-. Bueno... hasta la noche.

L_ Teresa, ¿me podrás echar una mano con la parejita, no?

T_ Sí Laura, no te preocupes, yo creo que aunque Esther está un poco loca, Maca no va a
permitir hacer nada extraño.

Ca_ Eso esperamos. Venga ponte bien guapa Teresa que quiero tener fotos tuyas bien
hermosa.

T_ ¡Ay Carlos que vas a hacer que me suban los colores!

Ca y L_ Adiós hasta la noche –se marcharon sonrientes.

H_ Oye Teresita, ¿tú crees que las chicas se comportaran? –la miró serio Héctor.

T_ Maca seguro, Esther no lo sé.

Maca había llegado a casa, después de comer con Encarna quien no habían
hablado de Esther, cosa que le agradeció muy efusivamente a su suegra con un gran
abrazo al despedirse. Una vez llegó se metió en la bañera y se dio un largo e intenso baño
de sales, allí con la música de fondo para tratar de relajarse, no cesó ni un instante de
pensar en Esther, de encontrar sentido a lo que estaba sucediendo, a su cambio, a su
manera de tratarla, igual la volvía loca de pasión, como le clavaba un puñal por la espalda.
Después de un buen rato pensando sin llegar a conclusión alguna, se tumbó en la cama,
necesitaba descansar y quería relajarse para una cena que si bien al principio le había
gustado la idea, en ese momento rebuscaba en su mente una excusa para justificar su

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ausencia. Laura y Carlos no se merecía aquello pensó, sin duda, no podía dejar de ir por
no encontrarse con Esther y quizá quien sabía si con su abogado colgado del brazo. Aquel
pensamiento le llenó el estómago de acidez. Mientras pensaba en aquella posibilidad su
mano abierta, acariciaba lentamente el lado de Esther, la noche anterior allí estaba
envolviéndola en caricias que la volvían loca, en besos que la llenaban de pasión, y en ese
instante que su ausencia se había clavado en la sábana, lo único que sentía era un dolor
profundo, un dolor que hizo apretar su puño con la rabia de quien se siente engañada por
lo que más amaba en el mundo.

M_ Esther –murmuró antes de quedarse dormida.

Cuando despertó por un momento pensó que quizás Esther había vuelto y estaba
en casa, se levantó para tomar un vaso de agua bien fresquita y buscarla. La llamó un par
de veces, ella estaba casi segura que había notado su presencia, pero no aparecía por
ningún lado. Subió al cuarto otra vez y decidió llamarla, el contestador fue quien apareció
en sustitución de la voz de Esther. En el mismo momento de colgar se arrepintió de haber
llamado, parecería que estaba desquiciada por encontrarla, y aunque era cierto, tampoco
quería demostrarlo tan abiertamente. Se vistió sin ganas, eligió ropa cómoda e informal,
unos vaqueros y una camiseta porque el calor había vuelto sin avisar. Sin embargo, al
mirarse al espejo sintió la punzada nuevamente de los celos. ¿Por qué iba a ir informal?,
debería ir de la mejor manera posible, sí, tenía que despertar en Esther nuevamente su
lado más sensual, buscar que la mirara como siempre, y si por una de aquellas fatalidades
estaba con el maldito e inoportuno abogado, que viera como la miraba con cara de boba
sin poderlo evitar.

M_ ¡Quieres guerra Esther, pues la vas a tener!

Abrió el armario con nuevos bríos estuvo buscando el mejor conjunto, no sabía si
ponerse falda o pantalón, mejor vestido o traje chaqueta, se probó varios modelos hasta
que encontró el ideal. Se puso una falda larga negra, con volantes y una camiseta de
tirantes plateada y ajustada a su cuerpo con un escote de vértigo. Se pintó suavemente, y
se dejó la melena suelta. Antes de salir de casa se dio una última revisión, y pensó, “desde
luego si te resistes a esto Esther, ya no sé que más puedo hacer por reconquistarte”. Subió
al coche y partió camino de casa de Teresa, al doblar la esquina no se percató del taxi que
esperaba en la misma parte de la acera.

E_ Gracias, ¿cuánto es?

Esther bajó del taxi con unas bolsas y un inmenso ramo de flores, llegó a casa
decidida a preparar el escenario, debía estar todo perfecto, ni un solo fallo. Y aunque le
costó lo suyo llevar a cabo todo tal y como lo tenía preparado, al terminar, sonrió
ilusionada. Cuando se fijo en la hora, tuvo que darse prisa tan solo le faltaba su vestido.
Había ido a la peluquería, había ido al salón de belleza para maquillarse y arreglarse la

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cara, después había pasado por una tienda y sin pensarlo dos veces se había comprado
un modelo para lucir espectacular aquella noche, la noche “de”. Sonrió al pensarlo, ya era
hora de empezar a poner las cosas en su sitio. Cuando se miró al espejo sonrió, el vestido
le quedaba perfecto, lo había elegido de tirantes para dejar más piel a la vista, porque
sabía que a Maca le volvía loca cuando se ponía algo que dejaba sus hombros al aire. Al
pensar en ella, sonrió, suspiró y después se dispuso a llegar tarde, como siempre.

Por el camino, Maca miraba el móvil esperando respuesta de Esther, pero no la


tuvo, llegó a casa de Teresa y sonrió, allí estaba puntual y guapísima con un traje chaqueta
marrón y un top rojo, que hizo silbar a Maca.

M_ Que guapa estás Teresa.

T_ ¡Anda no te burles!, tú si estás guapa –le sonrió-. Bueno, vamos a la cena a ver que nos
depara.

M_ ¿Lo dices por...? –no pudo terminar la frase.

T_ Por vosotras, sí.

M_ Teresa, no va a pasar nada, tú tranquila.

T_ Más vale, porque yo aunque no te lo quería decir, Esther me da un miedo. ¿Tú estás
segura que el golpe no le ha afectado su poca cabeza?

M_ Que cosas tienes Teresa –dio una gran carcajada.

T_ Estás monísima, solo espero que consigas captar la atención de la mujer indicada –
ante la mirada de Maca agregó con un suspiro de fastidio-. No vaya a ser que otra que no
debe, caiga irremediablemente a tus encantos.

M_ ¡Bueno Teresa ya está bien! –se quejó-. Ni siquiera me he parado a mirarme –Teresa
la miró incrédula-. En serio.

T_ Ya, y yo me chupo el dedo ¡no te digo!

Llegaron al Restaurante y en la puerta, ya estaba Eva, Roberto y Cruz, se saludaron


e inmediatamente Maca disimuladamente buscó con sus ojos la presencia en algún lugar
de Esther, pero no estaba.

C_ Maca, ¿y Esther?

291 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Viene por su cuenta, me dijo que acudiría aquí –le respondió esforzándose por
entregar una sonrisa.

C_ ¡Ah! –se quedó un tanto cortada y la mirada de Teresa le hizo reaccionar-. Bueno...
pues muy bien, en ese caso llegará tarde.

M_ Si, como siempre –su rostro mostró aún con todo el maquillaje que llevaba, una
preocupación verdadera.

C_ Ahora entiendo quien es la tardona.

M_ Pues... sí.

T_ Bueno, ¿y dónde está Vilches? –trató de echar un capote a Maca a quien sus ojos se
habían cubierto por la sombra de la añoranza.

C_ Aparcando –Maca se giró para repasar con la mirada la calle en ambas direcciones
buscando la silueta de Esther. Cruz aprovechó y le dijo a Teresa bajito-. Joder, no sabía
como salir del embrollo.

T_ Ya me he dado cuenta –susurró como ella-. Solo espero que Esther sea comedida y no
se lo ocurra venir con alguna sorpresa.

C_ El abogado –la miró intensamente.

T_ Si. La noche promete ser intensa, ya veras ya.

R_ ¡Ahí viene Vilches! –le levantó el brazo Roberto con una sonrisa.

Ev_ Y por su cara no de muy buen humor –todos sonrieron.

V_ Buenas noches, solo a estos se les ocurre venir aquí que no hay sitio para aparcar,
joder.

C_ Bueno... creo que podríamos ir entrando ¿no?, antes que te escapes.

V_ Estás loca, después de lo que me ha costado aparcar, no, me quedo para poder pedir
cuentas a Carlos –todos rieron, todos menos Maca que no perdía detalle de quien pasaba
por allí.

M_ Ya están aquí –dijo sonriendo a la pareja.

Ca_ Hola, bueno podemos ir pasando ¿eh?.

T_ Os estábamos esperando.

L_ Vamos para dentro y conforme vayan entrando pues que se vayan colocando ¿no?

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C_ Muy bien -sonrió Cruz que no perdía detalle de Maca que parecía totalmente abstraída
de lo que a su alrededor ocurría.

Lu_ Buenas noches –apareció Luna que miró devotamente a Maca que se dio cuenta y
sonrió de lado.

Ca_ Pues cuando queráis –fueron pasando uno a uno dentro del Restaurante.

Lu_ Estás muy guapa Maca.

M_ Gracias, tú también. ¿Qué tal te encuentras?

Lu_ Bien, sólo estoy baja de tensión... oye Maca yo quería decirte que... –Maca la miraba
pero sin apartar la mirada de alrededor mientras pensaba “no creo que te atrevas a venir
con él Esther, si lo hicieras me moriría”-. ¿Me escuchas?

M_ Sí, sí perdona.

Lu_ Quería pedirte disculpas por lo que te dije ayer, yo... no sentía lo que dije, de verdad –
la miraba con los ojos repletos de amor.

M_ Lo sé. Anda vamos.

D_ Hola chicas, pero que guapas vais –les digo Dávila contento.

H_ Pero esto es una cena o un desfile, están para salir de pasarela –sonreía Héctor.

M_ Gracias pero déjame decirte que tu traje no tiene nada que envidar a los nuestros,
estás guapísimo –le susurró guiñándole el ojo.

H_ ¿Tú crees?

M_ Plenamente.

Entraron a la mesa donde ya estaban sentados esperando a los demás, Maca tenía
el sitio reservado junto a Teresa y frente a Cruz, quien habían pensado que se sentara a su
otro lado era Esther, pero como no venía con ella hubo un momento de dudas entre Laura
y Carlos que no sabían que decir.

M_ Ven Luna, siéntate aquí junto a mí.

Lu_ Gracias.

M_ De nada.

T_ ¿Te has vuelto loca? –le susurró estirándole del brazo Teresa.

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M_ ¿Por qué? –se hizo la despistada ante el gesto nervioso de la mujer.

T_ La vamos a liar, ¡la vamos a liar y esta noche ni tú ni Esther sois las protagonistas!

M_ Tranquila Teresa, a lo mejor Esther viene con acompañante, ya sabes.

T_ ¡Lo dicho!, menuda nochecita se espera.

Teresa se mostraba nerviosa y además se había quedado de espaldas a la puerta,


como Maca y no podía controlar la llegada de Esther que era la última que faltaba, por eso
estaba vigilante al gesto de Cruz cuando la viera aparecer. Estaban hablando las dos
cuando Cruz levantó la mirada por encima del hombro de Teresa que comprendió que
había llegado, por su gesto, supuso que no sola.

Se giró Teresa y la vio, entonces comprendió el gesto de asombro de Cruz, llegó


sola, pero estaba tan guapa que deslumbró a todos, incluida Maca que no podía separar
los ojos de ella.

E_ Buenas noches –sonrió aunque al ver sentada a Luna junto a Maca casi le dieron
ganas de ir a sacarla de allí y sentarse ella.

H_ ¡Caray Esther! -silbó Héctor al verla-. Por favor siéntate junto a mí, hazme ese honor.

E_ Gracias –sonrió ampliamente-. Lo siento pero me he entretenido un poco.

Ca_ Tranquila aún no hemos decidido el vino.

C_ Oye Esther, déjame decirte que estás muy guapa –le sonrió Cruz saludándola por
detrás de Héctor y en voz baja le dijo-. Creo que Maca no va a poder resistirse.

E_ ¿Tú crees? –sonrió pícaramente mientras la miraba fijamente y Maca agachaba la


mirada a la carta de vinos.

Lu_ ¿Maca tú que entiendes de vinos, cuál recomiendas? –le sonrió ampliamente ante el
gesto molesto de Esther.

D_ Oye Esther tú y yo tenemos que hablar –le dijo Dávila-. ¡Esther!, ¡Esther!.

E_ ¿Qué? –no podía apartar la mirada de Maca.

D_ Que ya sabes que tenemos que hablar de...

E_ ¡Ah, vale! –dijo distraídamente mientras pensaba “Que guapa está, seguro que se ha
vestido así para impresionarme” –sonrió ante la mirada de Teresa-. “Y lo ha conseguido”.

M_ Pues mira Luna, yo mejor le dejo a Vilches que para esto tiene muy buen ojo –le
contestó mientras dirigía sus ojos a Esther que en ese momento miró la carta “¡Cómo

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puede hacerme esto! –murmuró su cabeza-, ¡está tan guapa!, espero que lo haya hecho
por mí”.

T_ Maca, Maca –la llamó Teresa con gesto de preocupación.

M_ ¿Qué, qué?.

T_ Cierra la boca por favor... que como haya una mosca te la vas a comer.

M_ Muy graciosa Teresa.

L_ Bueno, yo creo que Vilches y Maca deberían decidir –apuntó Laura con una sonrisa.

V_ Aquí la que sabe es la señora, así que la dejo a ella.

M_ Vaya responsabilidad –sonrió de lado y notó como los ojos de Esther se clavaban en
ella provocando cierto sonrojo y nervios en el estómago.

L_ Venga llama al camarero cariño –le dijo Laura a Carlos, un tanto nerviosa como todos
por la tensión que se vivía entre ellas.

D_ Vamos Maca, la responsabilidad siempre te ha gustado, así que ahora no nos vengas
con cuentos.

C_ Eso, vamos que tú eres la vinícola –le dijo Cruz ante la sonrisa de todos excepto de
Esther que veía en los ojos de Luna cierto brillo que le molestaba.

E_ Es verdad, tú eres la entendida –dejó caer Esther ante el gesto inquieto de todos que
esperaban como si de un partido de tenis se tratase la contestación por parte de Maca.

T_ ¡Camarero! –explotó en un grito Teresa, un grito repleto de nervios.

Maca pidió el vino y comenzaron a traer los platos de comida, Luna le hablaba sin
parar y Maca sonreía sin apenas escuchar lo que decía porque sus ojos una y otra vez
iban a parar a una maravillosa Esther, que sonreía cuando veía a los demás hacerlo
acompañando, porque todos sus sentidos los tenía Maca atrapados. Después de su
comentario, no volvieron a cruzar palabra alguna, Teresa que estaba sentada justo en
medio de las dos, aunque Esther en la parte de enfrente, se sentía incomoda porque no
estaba acostumbrada a verlas así. Por esa razón, le estiró del brazo a una Maca que
hablaba del pequeño con Cruz, y Luna metía baza siempre y cuando podía.

M_ Dime Teresa.

T_ No quiero ser pesada, pero no juegues que te estás pasando.

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M_ ¿Por qué? –la miró fijamente y entonces vio por encima de su hombro a Esther que la
miraba con gesto serio pero al mismo tiempo provocativo.

T_ Bueno, te acabas de dar cuenta –bebió un sorbo del vino-. Oye que buen gusto tienes
hija para elegir el vino, exquisito. Como Esther.

M_ Eres muy mala Teresa –la miró intensamente manteniendo una sonrisa burlona en sus
labios.

T_ No aguanto más, que quieres que te diga, quiero que lo arregléis ya de una vez –
entonces Dávila fue al servicio y aprovecho para ponerse frente a una Esther que sonreía-.
Estás muy guapa Esther.

E_ Gracias Teresa.

T_ Espero que sea para quien tiene que ser –Héctor sonrió el comentario.

E_ Pues me parece que no, pero bueno...

T_ Maca también esta mona ¿verdad?.

E_ Pregúntale a Luna.

Llegaron al final de la cena con un brindis por la nueva pareja, todos les desearon
suerte y le entregaron los regalos que Héctor y Vilches después de renegar lo suyo fueron
a los coches para llevárselos. El ambiente se había relajado, Esther y Maca, no habían
cruzado ni una sola palabra durante toda la cena, pero sus pensamientos, miradas y
deseos estaban correspondidos en sus ojos repletos de mensajes. Así decidieron salir y
marcharse todos juntos, mientras Teresa y Maca se marchaban al lavabo, Luna se quedó
allí sentada esperando a que Maca terminara para irse con ella, pero también estaba
Esther, allí sentada mirándola fijamente, desafiándola con la mirada. Sin embargo Luna no
se amilanó, y decidida se quedó a esperar a que Maca saliera. Esther al ver que no se
marchaba se dirigió hasta ella y se sentó a su lado, sonriente.

E_ ¿A quien esperas?

Lu_ A Maca, nos vamos juntas –apuntó contenta.

E_ ¡Ah!

Lu_ ¿Celosa?

E_ No –le contestó con tono seguro y firme-. No tengo por que.

Lu_ ¿Por qué estás tan segura?

296 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Porque a Maca no le interesas para nada –la miró fijamente con ojos repletos de ira.

Lu_ ¿Y tú que sabes? –quiso aparentar seguridad pero no la encontró ante la mirada de
Esther.

E_ Lo suficiente para saber que tan solo te ha utilizado de la misma manera que tú
utilizaste tu mentira para apartarnos. Pero lo siento, guapa, no lo has conseguido.

Lu_ ¿Ah no? –sonrió jactándose de ella-. Pues que yo sepa vas a divorciarte.

E_ ¿Tú que sabes realmente como están las cosas? –le sonrió marchándose pero cuando
ya había dado unos pasos volvió atrás y le dijo en el oído-. A partir de ahora aléjate de ella,
porque el centro de su mundo, somos nuestro hijo y yo.

Se marchó con una seguridad abrumadora dejando allí a una Luna repleta de
frustración.

Mientras, en la calle todos excepto Maca y Teresa que fueron al lavabo, decidían lo
que iban a hacer.

C_ Bueno, yo creo que es mejor ir para el pub, ¿no creéis?

L_ Sí, no hace falta que vayamos todos con los coches, podemos repartirnos.

V_ De acuerdo Laura, ¿con quién voy? –se puso en jarras mirando a Carlos.

Ca_ Anda veniros con nosotros –sonrió.

Ev_ Nosotros podemos irnos con Luna –le dijo Eva y Roberto mientras ella miraba
esperando la salida de Maca.

Lu_ ¿Conmigo?

Ev_ Sí, vamos.

H_ Eso y a mí me dejáis solo con las dos fieras –se quejó Héctor.

D_ Oye Héctor, yo me quedo contigo.

H_ Vale, así si hay que atenderlas por un ataque de celos, me sentiré más seguro.

T_ Bueno ya estoy –salió Teresa que al escuchar el comentario de Héctor apuntó-. La


verdad que esperaba que fuera peor.

D_ Si las chicas se han comportado. ¿Por cierto dónde están?

297 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Maca en el lavabo, Esther no lo sé.

Maca salió del lavabo y se encontró con Esther que la estaba esperando, al verla
suspiró con fuerza.

E_ Hola –le sonrió.

M_ Hola –la bordeó y se fue a lavar las manos dándole la espalda.

E_ ¿No vas a decirme nada? –se quedó tras ella preguntándole mientras la miraba a
través del espejo.

M_ ¿Qué quieres qué te diga?

E_ Todos me han dicho que estaba muy guapa –se acercó sin tocarla pero quedándose un
milímetro de ella-. Todos menos tú.

M_ ¿Y debería decírtelo? –la miró con gesto de sorpresa elevando sus cejas.

E_ ¿Tú que crees?

M_ Creo que ... –se giró mirándola fijamente de abajo arriba, mientras Esther sonreía y la
señora del otro lavabo salía a lavarse las manos contemplando absorta la escena porque
estaban a tan solo un paso para besarse-. Creo que estás tú muy narcisista hoy.

E_ ¿Eso crees?

M_ Completamente –le susurró incitante mientras le miraba el escote-. ¿Y yo?, te gusta


¿eh?

E_ Pues... si supiera que te has puesto tan mona para mí, quizá te diría algo.

M_ Si no me tiras la flecha encendida no sabes hablarme.

E_ Puede –sonrió acercando sus labios sin rozar los suyos.

M_ Espero que tú te hayas puesto tan mona para mí, ¿o quizás esperas a tu abogado?.

E_ Eso no se sabe nunca –cuando Maca fue a besarla Esther giró su cabeza hacia la
señora que estaba mirándolas completamente ofendida-. Señora se le van a arrugar los
dedos de tanta agua.

Sra._ Que vergüenza, ¡qué bochorno!, sinvergüenzas...

E_ Pero usted ahí mirando ¿eh? –le guiñó un ojo mientras Maca se mordía el labio
esperando que Esther terminara de reñir a la señora y la besara-. ¿Por donde íbamos?

298 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Por tu abogado –le apuntó mirando fijamente sus labios que parecían tenían un imán
para sus ojos.

E_ Bueno... tú tampoco has parado de tontear, así que, ahora somos libres ¿no?

M_ A veces logras que te odie.

E_ Tú también.

M_ Y otras, que me muera por ti.

E_ Yo también, aunque sean las menos –clavó su puñal haciendo daño a una Maca que la
miró desconcertada.

Durante un instante corto, estuvieron mirándose a los ojos, allí veían lo mismo
aunque sus palabras quisieran reflejar lo contrario. Hasta que Maca, se separó de ella para
marcharse lentamente, cuando estaba en la puerta se detuvo y sin mirarla le dijo.

M_ Espero que un día no te arrepientas de hablarme así.

E_ Yo espero lo mismo –le dijo mirándola a través del espejo viendo que no se giraba para
hablarle.

Cuando salió Maca, su gesto decía mucho más de lo que sus palabras pudieron dar
a entender a Teresa de un nuevo enfrentamiento. Esperaron a Esther que sin embargo,
salía con una sonrisa en los labios que aún crespo los nervios de una Maca que seguía sin
entender nada de lo que pasaba con ella. Se metieron en el coche y durante el camino
Héctor y Dávila fueron hablando del hospital, en el asiento trasero, iban las tres en el más
parco de los silencios.

H_ Chicas tengo que hacer una paradita, ¿no les importa, verdad?

D_ Espera te acompaño y sacaré dinero que me he quedado corto.

Allí se quedó Teresa en medio de las dos con gesto contenido, tras un rato en
silencio murmuró.

T_ Bonita noche...

E_ Pues sí.

Nuevo silencio.

T_ ¿Y dónde han ido?

M_ No lo sé.

299 ”Adiós Esther” © by ldana


Nuevo silencio.

T_ Nos deben estar esperando.

E_ A unas más que a otras –dijo con gesto sonriente Esther.

M_ Lo dirás por ti, ¿claro?

E_ Vaya así te has dado por aludida –Teresa ponía gesto repleto de tensión.

M_ No me he sentido aludida porque sí, te has encargado de mandarme directamente tu


comentario, porque mira que eres borde.

E_ No menos que tú.

T_ Bueno... yo creo que...

M_ Mira Esther, me tienes harta con tu doble juego –separó un poco a Teresa para verla
bien.

E_ Mira quien fue hablar –sonrió quejándose.

T_ ¿Porque no os relajáis un momento?

E y M_ ¡Cállate Teresa! –le dijeron a la vez ante el gesto de sorpresa de la mujer.

E_ Estás toda la noche provocándome ¿crees que soy idiota? –le sonrió irónicamente.

M_ A veces pienso que sí.

T_ ¡Bueno ya está bien!, parecéis dos niñas pequeñas discutiendo por una tontería.

M_ Lo que no entiendo es como te he aguantado tanto tiempo –le dijo omitiendo el


comentario de Teresa.

E_ Lo mismo digo.

M_ Es bueno saberlo –se cruzó de brazos mirando por la ventanilla.

E_ Te duele ¿eh?, le duele a doña perfecta no serlo tanto como esperaba.

M_ Vete a la mierda Esther.

Lo dijo de una manera que Teresa giró su cabeza hacia la derecha mirándola
fijamente y después lentamente la giró a la izquierda encontrándose con el gesto triste y
enfadado de Esther, después miró al frente y murmuró tras un suspiro.

T_ Bueno... la noche prometía ser intensa... ¡y vaya si lo está siendo!

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Durante el camino hasta el local que les estaban esperando, no hubo por parte de
ninguna de las tres mujeres comentario alguno, iban en silencio Teresa mirando fijamente
hacia delante aunque sentía el enfado que mantenían aquellas dos mujeres a sus
respectivos lados. Maca de vez en cuando daba un respingo grave, no sabía como actuar
porque lo que quería parecía no poder lograrlo nunca, recordó durante el trayecto si alguna
vez había sentido algo así, y se dio cuenta que era la primera vez que mantenía una
relación basada en discusiones y peleas absurdas, ¿pero cómo iba a darle de lado si la
amaba con locura?, se iba a tomar unas pequeñas vacaciones, sí, iría a la casa de la
montaña y allí pensaría que hacer. Por su parte Esther estaba sintiéndose ridícula, no
quería discutir pero su orgullo y cabezonería le estaba haciendo caer una y otra vez en
peleas irracionales, máxime cuando se había propuesto que aquella noche fuera
inolvidable, fuera su punto de partida.

Bajaron del coche y Maca se adelantó junto a Dávila y Héctor, por su parte, Esther
se puso al lado de Teresa.

T_ Esther.

E_ Ya sé que me he pasado.

T_ ¿Por qué no lo dejáis ya, eh?

Esther no le contestó, pero su mirada le dio a entender que ella también estaba
cansada de vivir así. Entraron juntos y una vez dentro se encontraron con Laura y Carlos
que les llevaron hasta la mesa para estar todos juntos, allí sentada estaba Cruz y Vilches a
todos les sorprendió porque estaba besándose y sonriendo, como dos jovencitos.

T_ El hombre de hierro está volviéndose de mantequilla –sonrió.

V_ Teresa tú siempre tan aguda.

L_ Vamos tomar lo que queráis invita la casa –sonrió feliz de ver allí a todos contentos y
tranquilos.

V_ Dávila, ahí detrás hay algo que te va a encantar.

D_ No me digas más, ¿rubia o morena?

V_ Vamos y lo descubrirás.

T_ ¿Dónde van Cruz?

C_ Nada mi maridito que ha visto una cabina de esas para jugar a los dardos y quiere
ganar a Dávila, siempre están igual, son como niños.

Lu_ Hola –se sentó junto a Héctor.

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H_ Oye niña, tú andas un poco bebida, ¿no?

Lu_ ¡Qué va!, aún me queda rato.

H_ Yo no pienso llevarte ¿eh?

Lu_ Ven –le hizo una señal para que acercara el oído y una vez lo hizo murmuró-. Me
llevará Maca, entre sus brazos.

H_ ¡Uf!, el alcohol te afectó más de lo normal.

C_ Oye Esther ¿donde os habéis dejado a Maca?

T_ Uy –murmuró Teresa mirándola fijamente mientras Esther la buscaba con la mirada-. Si


venía delante nuestra.

C_ Habrá ido al baño.

Lu_ Héctor acompáñame a la pista de baile.

H_ Miedo me das, venga vamos.

Al levantarse los dos, les quedó la visión completa de la discoteca.

Por su parte, Maca había ido a los lavabos, era cierto necesitaba refrescarse la cara
después de lo sucedido en el coche, al salir había visto a Eva que le había dicho donde
estaba la mesa para reunirse con los demás. Iba caminando distraída pensando en Esther
cuando de repente una mano la tomó por el brazo deteniéndola.

A_ ¿Maca?

M_ ¿Sí? –la miró entrecerrando sus ojos pues su cara le sonaba de algo pero no lograba
situarla en su mente.

A_ Soy Ana, ¿no te acuerdas de mí?

M_ Perdona –sonreía un tanto incrédula.

A_ Fuimos al Instituto juntas, ¿de verdad no me recuerdas? –la miraba sonriente y


contenta de encontrarla.

M_ ¡Ana!, ¡claro ahora si! –se besaron sonrientes.

302 ”Adiós Esther” © by ldana


Al tener la visión de toda la discoteca, Teresa se lo estaba pasando en grande,
movía disimuladamente sus piernas y de vez en cuando bebía de su copa una mezcla que
Cruz le había aconsejado probar. Por su parte Esther no perdía detalle de la puerta y Cruz
se divertía observando como bailaban Héctor y Luna.

C_ Oye... ¿pues no veo a Maca?, ¿estáis seguras que ha entrado?

T_ Sí, bueno, al menos delante de nosotros iba. Pero bueno... –murmuró atónita.

E_ ¿Qué pasa?

T_ Mira donde está Maca –le señaló con la cabeza la dirección y tanto ella como Cruz
volvieron sus cabezas en busca de la figura de Maca-. ¿Quién es esa?

Esther no contestó porque notó como todo cuanto había comido en la cena le subía
del estómago, sin pensarlo se levantó dirigiéndose directamente hasta donde estaba Maca.

C_ Madre mía, ¡ahora se lía!

T_ Estas dos van a terminar fatal.

C_ De esta o se arreglan definitivamente o se separan ya de una.

T_ Se han perdido el respeto Cruz, y es lo peor.

C_ Pero se siguen queriendo igual ¿eh?, menuda miradita le echó Maca a Esther cuando
la vio entrar.

T_ Sí, sí, y Esther a Maca no ha parado de mirarla en toda la cena, pero el problema es el
orgullo que tienen las dos, aunque déjame decirte algo.

C_ Cuenta –se acercó hasta el lugar que ocupaba Esther para estar más cerca de Teresa.

T_ Yo creo que las dos se han metido en un juego que no sé yo si van a poder salir de él.

C_ Sí, te entiendo, Maca ha buscado la compañía de Luna en la cena para dar celos a
Esther.

T_ Exacto, y esto no creo yo que tenga vuelta a tras.

C_ Vilches dice que les quedan dos telediarios, y yo creo que ni eso ya.

T_ Que poca cabeza tienen, de verdad ¿eh?. Menudo par de orgullosas.

C_ Mira ya va a llegar Esther, a ver que pasa.

303 ”Adiós Esther” © by ldana


En un lado de la barra estaban Maca y su amiga hablando animadamente, hasta
ellas llegó una sonriente Esther que se puso justo al lado de Maca.

E_ Hola cariño –le dijo-, ¿no me vas a presentar?

M_ ¿Esther? –la miró perpleja ante su aparición y su tono amoroso que también sorprendió
a su amiga.

E_ Hola soy Esther –le dijo a la chica mientras pasaba su mano por la cintura de una Maca
que no salía de su asombro.

A_ ¡Hola, soy Ana!

E_ Soy su mujer –Maca cerró los ojos estupefacta mientras su amiga cruzaba su mirada
con ella porque no estaba enterada-. Oye cariño que vienes ya ¿o qué?

M_ Esther estoy hablando con una amiga ¿vale? –le clavó su mirada fijamente queriéndole
dar un toque de atención.

Mientras en la mesa Cruz y Teresa contemplaban la escena entre divertidas y


preocupadas.

C_ Le está tocando el culo con un descaro que para que –murmuró Cruz antes de beber
de su copa.

T_ Si, y has visto la cara de Maca... está enfadada.

C_ ¿Qué le habrá dicho?

T_ A saber... mira... mira.

Esther no apartó su mano por mucho que Maca la mirara, ni se inmutó ante sus ojos
penetrantes repletos de furia.

E_ Bueno no tardes mi reina, te echo de menos –le besó en los labios-, bueno ¿Patricia
me dijiste?

A_ Ana –murmuró mucho más turbada que Maca.

E_ Pues nada Ana, hasta otra. No tardes mi vida –cuando se iba le dio una palmada en el
culo ante la risa de Cruz y Teresa que miraban la escena, estupefactas-. Te espero.

A_ Vaya no sabía que...

M_ ¿Perdona? –al escuchar su voz, volvió la cabeza hacia ella pues su mirada estaba
clavada en la figura de Esther que iba desapareciendo entre el humo, las luces y la música.

A_ Que no sabía que... tú...

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M_ Pues sí, debes ser la única que no lo sepa –sonrió un poco forzada.

A_ Es que cuando acabé los estudios me marché a Estados Unidos.

M_ ¡Ah!

A_ Bueno... pues te dejo que vayas con... ¿tu mujer?

M_ Gracias y encantada de verte de nuevo.

En la mesa se les había unido Héctor, que había dejado a Luna bailando sola, las
dos mujeres le habían contado lo sucedido entre las dos, y él reía divertido.

H_ Yo creo que en el fondo les va esta marcha.

T_ ¿Tú crees?

H_ Sí, es como quien le va el masoquismo, es una manera de encontrar placer.

T_ ¡Ay no me digas esas cosas Héctor!, ¡qué estamos hablando de Maca y Esther!

C_ Héctor –le riñó mientras reía divertida.

H_ Me voy con Vilches, creo que Dávila le está dando una buena paliza.

C_ Oye, dile de mi parte a Dávila que como le gane, esta noche dormirá en su casa,
¡cualquiera lo aguanta!

T_ Mira viene Maca –le dijo cuando Héctor se levantó y les dejó otra vez ver la panorámica
de la discoteca-. Menuda carita.

C_ Cuidado con lo que dices Teresa.

M_ Hola.

T_ Vaya parecía que te habíamos perdido.

M_ Encontré a una compañera del instituto –dijo mientras se separaba un tanto nerviosa el
pelo de la cara.

T_ Ya –afirmó y después bebió.

M_ ¿Ya qué Teresa?

C_ Nada Maca, no le hagas caso. Oye ¿y Esther? –Teresa la miró confundida pues habían
quedado no provocar más problemas.

305 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No lo sé, después de su numerito no lo sé.

T_ Está celosa mujer... es normal.

M_ ¿Normal? –la miró entre enfadada e irónica.

C_ Bueno, ¿qué quieres beber?, yo te lo acerco.

M_ Nada gracias Cruz. Sólo quiero marcharme a casa.

T_ Mujer si es pronto aún. Mira, nosotras aquí nos lo estamos pasando muy bien, ¿verdad
Cruz? –la miró sonriente.

C_ Sí, es distraído –sonrió haciéndole una señal con las cejas hacia el otro lado.

M _ Estoy harta, de verdad, creo que ya no aguanto más esta situación.

C_ Oye Maca, ¿y... cómo cuánto aguante te queda?

M_ ¿De qué? –la miró entrecerrando los ojos con gesto ambiguo

C_ ¿Si, qué cómo tienes ahora mismo tu aguante?

M_ No te entiendo.

C_ Mira hacia la barra.

Los ojos de Maca buscaron algo hacia el lado que Cruz había señalado con su
cabeza, rápidamente la vio, no necesito agudizar su vista, la vio tan clara como la luna en
una noche despejada. Su gesto demostró a sus amigas lo que estaban sintiendo, un
profundo y agudo dolor en su corazón.

En la barra estaba una divertidísima Esther que no cesaba de sonreír, sentada en


un taburete cruzada de piernas, con actitud un tanto provocativa, en su mano una copa y
frente a ella, el abogado.

T_ Madre mía.

M_ Ahora vuelvo, me llevo tu copa Teresa.

T_ Oye Maca, oye, oye, ¡pues no se me lleva la copa con lo bueno que estaba el mezclado
ese! –dijo enfadada.

C_ Ahora si se arma –murmuró Cruz.

L_ Hola, ¿qué pasa?, ¿lo estáis pasando bien?

306 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Estupendamente –le contestó Cruz sin apartar la mirada de una Maca que se dirigía
con paso firme hacia Esther.

L_ ¿Qué miráis con tanta fijación?.

T_ Anda calla y siéntate o vete a seguir bailando.

L_ No me digáis más, Maca y Esther.

C_ Exacto, y va a ver movida.

L_ Joder, ya lo sabía yo.

T_ Vamos hija haz algo, pero déjanos tranquilas. Mira me podías traer otro mezcladito del
que me has traído antes.

L_ Vale, vale –se marchó protestando.

C_ ¿Qué crees que va a hacer?

T_ No lo sé, Maca es capaz de todo lo que no sé yo, es, si lo hace por celos y rabia o
porque verdaderamente esta loca por ella y lo va a dejar bien claro.

Maca se acercó hasta donde estaban y disimulando un empujón, echó todo el


líquido verdoso de la copa sobre el vestido blanco de Esther, que dio un grito al verse
encima a Maca derramándole la copa.

M_ Vaya lo siento Esther.

E_ ¿Lo sientes?, lo has hecho adrede –le reprochó luego se miró y se quejó-. Joder mi
vestido.

Mientras Cruz y Teresa seguían la jugada de Maca entre risas.

C_ ¡Qué fuerte Dios mío!

T_ Le ha fastidiado el vestido ¿eh?, uy esto Esther no se lo perdona.

C_ Espera, mira, le está tratando de secar el liquido y se lo está esparciendo más –decía
muerta de risa Cruz.

T_ Mira la cara del abogado –dio una carcajada Teresa-. Espero que esto sirva para bien.

C_ No lo sé, pero divertirnos nos estamos divirtiendo.

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Maca seguía frotando el vestido, y también tocando su pecho con todo el descaro
del mundo, ante la mirada impertérrita del abogado.

E_ ¡Déjalo ya Maca!

M_ Lo siento mucho mi amor, alguien me empujó y...

E_ Ya –contestó nada convencida.

M_ Mi vida creo que será mejor que vayas al lavabo y te ayude.

E_ No hace falta, ya puedo yo sola. Ahora vuelvo Ricardo.

Ri_ Vale –murmuró un poco cortado ante la situación.

E_ No tardo.

M_ Oye Ricardo, escúchame una cosa –se sentó en el taburete donde antes estaba
Esther.

Ri_ Tú dirás –le dijo no muy convencido mirándola con recelo.

M_ Te lo voy a decir nada más que una vez, espero que seas lo suficientemente inteligente
como para entenderlo –se acercó a él lo necesario como para que la escuchara bien.

Ri_ Dime.

M_ Si vuelves a acercarte a Esther, si te veo tontear o merodearla te juro que sin


anestesia, te corto los cojones.

La mirada de Maca estaba repleta de furia y parecía totalmente sincera, obligó a


Ricardo a tragar saliva porque solo de pensarlo sintió un escalofrío en su espalda.
Entendió el mensaje de aquella mirada y aquellos ojos que le amenazaban de manera
abierta lo amilanaron de tal forma, que después de pagar la consumición, sin hacer ningún
comentario a Maca se fue, ésta sonrió victoriosa y después de dar un trago de la copa de
Teresa, se levantó para ir en busca de Esther.

Mientras, tanto Cruz como Teresa habían seguido muy de cerca los movimientos de
Maca, incluso cuando Laura le había llevado la bebida a la mesa, la habían despachado
rápidamente.

C_ Mira Teresa como se va el abogado, ¿qué le habrá dicho? –reía divertida.

T_ Pues no lo sé, pero conociendo a Maca, alguna barbaridad de esas suyas de cuando se
pone borde.

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C_ A ver si sale Esther...

T_ Ahora mismo deben estar discutiendo, como si las viera.

C_ ¡Qué horror! –murmuró frunciendo su frente.

Lu_ ¿Habéis visto a Maca? -se sentó junto a ellas Luna con otra copa y un alto grado de
embriaguez.

T_ Sí hija –la miró con pena.

Lu_ ¿Y?

T_ Se ha ido con Esther, mira vamos a hacer una cosa, te metemos en un taxi y que te
deje en tu casa.

Lu_ Tú quieres hacerme daño eres tan amiga de las dos que te mueres de ganas de que
vuelvan.

C_ Luna, será mejor que te vayas no estás muy bien cariño.

Lu_ Me iré con Maca.

T_ Anda déjala, luego nos la llevamos.

H_ Hola chicas.

C_ Mmmm Héctor –le habló Cruz después de beber-, dime que noticias traes.

H_ Aparté a Dávila. Le di tu recado –la miró guardando silencio.

C_ ¿Y? –lo miraba expectante.

H_ Vilches está remontando.

C_ Así me gusta, no si en el fondo Dávila es un tipo listo ¿eh?

Se quedaron sonriendo y comentando lo bien que estaba aquel lugar, poco a poco
iban llegando a la mesa los demás extenuados de bailar en la pista. Se acomodaron y
brindaron por Carlos y Laura.

T_ Oye chicos este lugar está pero que muy bien –les dijo sonriente una Teresa a la que la
bebida le había hecho subir los colores de su cara.

L_ ¿Verdad qué si?, el dueño es un amigo de Carlos.

T_ Pues está muy bien.

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Ca_ ¿Aún no has entrado al lavabo?

T_ Pues... no –cruzó su mirada con Cruz.

L_ Son una pasada, tiene un lavabo para minusválidos. que es todo un lujo, le costó una
pasta.

T_ ¿No me digas? –sonrió mirando a Cruz compartiendo el mismo pensamiento.

C_ Será cuestión de ir a verlos.

Cuando Maca llegó al lavabo se encontró con Esther bastante cabreada tratando de
limpiarse la enorme mancha que le había hecho. La miraba divertida y cuando los ojos de
Esther se encontraron con ella le transmitió un profundo malestar.

E_ ¿Estarás contenta? –apareció su tono más severo.

M_ Lo siento cariño, fue sin querer –le hablaba sonriendo mientras se acercaba a ella
lentamente.

E_ Sin querer evitarlo, dirás.

M_ Déjame anda.

E_ No me toques –le apartó las manos que trataron de cogerle el pañuelo.

M_ ¿Prefieres qué te toque él? –la miró desafiante.

E_ No lo puedes soportar –le reprochó mirándola duramente.

M_ Sabes que no, de todos modos no creo que vuelva a acercarse a ti –sonrió mientras le
miraba los labios con deseo.

E_ Él no sé, pero tú estoy segura que no –se separó para marcharse.

M_ Yo no estaría tan segura –se volvió a contemplarla y ella se detuvo en seco justo
delante del amplio lavabo de minusválidos.

E_ No eres mi dueña Maca, puedo hacer lo que quiera con...

No le dio tiempo a terminar la frase, notó como el brazo de Maca la agarraba con
fuerza y le obligaba a entrar. Esther se iba alejando del cuerpo de su mujer que sonriente
se acercaba a ella elevando su deseo de manera feroz. La barandilla la obligó a detenerse,
acto seguido Maca dejaba con suavidad reposar su mano sobre su cadera izquierda,
mientras con la que le quedaba libre la metía bajo su falda tocando suavemente la pierna
de una Esther ya entregada a sus caricias y su cuerpo.

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M_ Nunca dejarás de ser mía –le susurró con ternura-. Nunca.

E_ Maca...

Silenció su voz el tacto mínimo de los labios sensuales de Maca con los suyos que
hambrientos y sedientos de ser devorados por ella buscaron el contacto más intenso, se
entregó a sus caricias lentas, acompasando su cuerpo a ellas para facilitar el camino que
tantas veces habían recorrido sus rincones más secretos, mientras Maca la besaba ella se
aferraba con sus manos a la barandilla que agradeció estuviera allí porque de lo contrario
hubiera caído, sus piernas temblaban ante la profundidad de las caricias de una Maca
entregada a llenarla de placer, enloquecida por su propio deseo. Se apartó lo justo con la
respiración jadeante, con la mirada entregada a ella cuando su mano llegó a la que era su
finalidad, aquella parte íntima de Esther que la trastornaba, aquella parte que provocaba
que los latidos de su corazón volaran como gaviotas sobre el mar, que su sangre se
alborotara como las olas en un día de tormenta, que pudiera sentirse a un paso de la
muerte sin miedo alguno. Mientras con su otra mano acariciaba lentamente sus pechos.

E_ No pares Maca –su voz sonó extasiada por tanto placer.

M_ ¿Estás segura? –acercó su cuerpo sobre ella, haciendo que saliera de su garganta un
gemido repleto de gozo.

E_ Sí.

M_ ¿No te arrepentirás?

E_ No... pero no pares... sigue... sigue –decía jadeando mientras sus brazos rodeaban
necesitados de tocarla el cuello de Maca y sus ojos se llenaban de ella.

Entretanto, Cruz, Eva, Teresa y Laura, habían decidido ir al lavabo, iban sonrientes
hablando de Esther y Maca.

T_ Oye pues es verdad que pasada de lavabo ya nos podían poner unos así a nosotras en
el Central –dijo Teresa al entrar.

Mientras, Esther seguía con su placer particular y Maca con su deleite de verla
gozar. Al oír la voz de Teresa, Maca no pudo evitar detenerse, mientras Esther le tomó la
mano haciéndole continuar.

E_ Ni se te ocurra parar –le masculló en el oído ante la sonrisa pícara de Maca.

311 ”Adiós Esther” © by ldana


Al mismo tiempo, fuera mientras Teresa esperaba que alguna saliera para entrar
ella, probó a entrar al lavabo de minusválidos ante la curiosidad que había despertado en
ella Laura. Al mover el picaporte se dio cuenta que estaba cerrado, mientras Maca que
estaba besando con pasión los labios de una Esther entregada a ella se giró bruscamente
mientras murmuraba.

M_ Joder.

E_ Sigue por dios –le susurró mordiéndose los labios para sellar su respiración jadeante.

M_ No grites –le murmuró nerviosa.

Justo al decirlo a Esther se le escapó un gemido que rápidamente trató de apagar


Maca poniendo su mano sobre la boca sonriendo. Teresa lo había escuchado
perfectamente y sin dudar reconoció la voz de la dueña de aquella expresión de placer.

L_ Ya puedes pasar Teresa. ¿Has entrado?

T_ Sí, sí –dijo nerviosa ante el gesto que Laura fue a hacer para intentar abrir la puerta-.
Está muy bien.

L_ Más que bien, es de lujo.

C_ ¿El que es de lujo? –preguntó Cruz mientras se lavaba las manos.

T_ El lavabo –Esther se tuvo que abrazar fuertemente a Maca porque tanto placer le había
hecho flojear sus piernas, ella la abrazaba necesitándola con locura ahogando su grito de
éxtasis entre los pechos agitados de Maca-. ¿Nos vamos?

Ev_ Ya estoy –salió Eva sonriente que al verlas frente al lavabo les indicó sonriente-. Es un
lavabo más de minusválidos ya era hora que facilitaran las cosas.

Esther giró a Maca con fuerza ante su sorpresa pues estaba escuchando la
conversación de sus compañeras, la apoyó igualmente sobre la barandilla, el gesto de
deseo de la pediatra le demostró que se moría por recibir sus caricias, aunque fuera
siguieran hablando. Esther así lo entendió y pasó a la acción con ternura y pasión, buscó
sus labios que encontró humedecidos por el deseo, levantó la falda y acarició fuertemente
su muslo logrando que Maca se estremeciera y apretara sus manos sobre la barandilla en
la que tuvo que recostarse para soportar tanto deseo en su piel.

L_ ¿Por cierto, habéis visto a Esther y Maca?

T_ No, se habrán marchado –dijo apresuradamente Teresa mientras frotaba sus manos
una contra otra-. ¿Nos vamos?

Ev_ ¿Habéis oído eso?

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T_ Yo no he oído nada –puso gesto nervioso ante el pequeño gemido de Maca.

L_ Yo tampoco.

C_ Bueno vamos –se apresuró a decir Cruz entendiendo el gesto de Teresa hacia ella-.
Espero que Vilches haya ganado, por mi bien.

L_ Yo hubiera sobornado a Dávila.

C_ Bueno... yo más que sobornarlo, le he amenazado.

T_ Vamos que tiene delito en el lugar que estamos hablando –carraspeó pues se oyó otro
pequeño gemido- Venga, venga.

Mientras ellas hablaban fuera, dentro Maca no podía callar su orgasmo, Esther
había actuado con una precisión exquisita, conocía perfectamente la debilidad de Maca,
allí jadeantes y abrazadas habían decidido parar, no por no desear amarse de nuevo, más
bien, porque era un peligro seguir en aquel lavabo con todas fuera. Esther se separó
primero. Suspiró con fuerza y miró fijamente a una Maca que no escondía su satisfacción,
entonces la dejó allí sujeta aún a la barandilla pues sentía sus fuerzas flaquear. Esther con
una pequeña sonrisa marcada en sus labios de vencedora, se lavaba las manos. Maca una
vez recuperada se acercó por su espalda estrechándola con fuerza, pero nuevamente
Esther la rechazó, la miró a través del espejo y le dijo con voz distante.

E_ Lo siento pero Ricardo me espera –el gesto de Maca reflejado en el espejo fue de
consternación.

M_ No te está esperando –le dijo con rabia al ver que abría la puerta.

E_ Maca...

M_ Le dije que se marchara que no vuelva a interponerse entre tú y yo, pero por lo visto...
mejor me hubiera callado.

Esther sin decir nada, se marchó segura plenamente de lo que tanto había dudado
en los últimos días. Sonrió aunque sabía que después debería recomponer todo lo que en
ese momento había roto.

Por su parte Maca, se miró derrumbada y rendida en el espejo, sin saber porque
sintió acertadamente que aquella era quizás, la última vez que disfrutaba del amor.

En la mesa se volvieron a quedar solas Cruz y Teresa, que se miraron sonriendo

313 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ ¿Eran ellas? –se le acercó con gesto pícaro.

T_ Me pareció oír a Esther.

C_ Bueno eso será que lo estaban arreglando ¿no?

T_ Eso espero.

M_ Bueno... no os quiero interrumpir el chismorreo pero me voy –apareció una Maca


cariacontecida después de todo lo ocurrido.

T_ ¿Ya te vas? –se miraron adivinando que no había arreglo.

M_ Sí.

Lu_ Maca cariño, me voy contigo –dijo con un pésimo estado Luna.

M_ Sí, será mejor que te lleve a casa –su tono triste mostró su dolor.

T_ Espera Maca, para mí también es tarde.

C_ Si, y para mí, me iría contigo muy a gusto pero Vilches debe estar clavando dardos
como si cosiera heridas –sonrió.

T_ ¿Y cómo nos vamos?

Lu_ Con mi coche, vamos Maca –se agarró a su brazo.

Subieron al coche y Teresa se subió de copiloto con Maca, mientras dejaban a Luna
recostada detrás. Al principio ninguna de las dos habló, pero Teresa se percató que Maca
estaba llorando.

T_ Cariño...

M_ Tranquila estoy bien... creo que... mejor que nunca –se limpió los ojos.

T_ No me quieras mentir. Esther trama algo, te lo digo yo.

M_ Pues sea lo que sea, se le acabó su tiempo.

T_ No le tomes en cuenta lo que ha hecho hoy, solo quiere darte celos.

M_ Teresa no te das cuenta que esto no tiene sentido alguno.

T_ Anda toma y no seas tonta –le dio un pañuelo-. Solo dime una cosa, y perdona mi
indiscreción. ¿Qué le dijiste al abogado?

314 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Al ...?, ¡ah si! –sonrió al pensarlo aunque aún con lagrimas en sus ojos-. Que si
seguía con Esther le cortaba los huevos sin anestesia.

T_ ¿De verdad? –se tapó la boca con una mano sin poder evitar soltar una gran carcajada.

M_ Un poco bruta ¿no? –suspiró con fuerza sonriendo en el mismo momento que sonó en
su bolso el móvil-. ¿Puedes contestar por favor? –se sonó la nariz.

T_ Sí –consiguió encontrar el teléfono y contestó-. ¿Esther? –Maca la miró sorprendida.

E_ ¿Qué haces con el móvil de Maca?

T_ ¡Anda que voy hacer!, hablar –sonrió a Maca que había parado en un semáforo.

E_ Pásamela por favor.

T_ Está conduciendo.

E_ Dile que cuando pueda me llame –su voz se notaba tensa.

T_ ¿Para qué? –Maca frunció su frente y Teresa tapó el auricular-. Quiere que le llames o
te pones ahora...

M_ No, que te diga lo que quiere, díselo –le dijo con tono inflexible.

T_ Me dice que me digas a mí lo que quieras.

E_ Dile que no tarde a venir a casa tengo que hablar con ella.

T_ Dice que no tardes –le puso gesto de sorpresa.

M_ Dile que voy a ir a tu casa a dormir.

T_ ¿Mi casa? –no salía de su sorpresa-. Jo que difícil me lo ponéis, dice que...

E_ La he oído perfectamente.

T_ Ha colgado –dijo mirando el teléfono con gesto incrédulo-. Oye estaba nerviosa, yo creo
que quiere solucionar las cosas.

M_ ¡Qué va!, eso es que se ha quedado corta y quiere más.

Lu_ No sé porque te empeñas en seguir con ella -murmuró de repente Luna asustándolas
pues se habían olvidado completamente de ella.

T_ La que faltaba. Pues... Maca... hablando de eso -dijo un poco turbada-... en el lavabo...
Por poco os oyen las demás –Maca la miró y dio una carcajada.

315 ”Adiós Esther” © by ldana


Lu_ Me gustaría encontrar a alguien que me quisiera como ella te quiere a ti –Maca la miró
por el espejo retrovisor mientras Luna miraba un punto fijo y perdido-. Ni borracha dejaba
de llamarte, ni de llorar por ti... eso es amor.

T_ ¿Entonces... no pasó nada entre Esther y tú? –se giró Teresa mirándola fijamente.

Lu_ Nada, no pude convencerla, solo te llamaba a ti... solo decía lo mucho que te amaba...
como la odié por sentir aquel amor... –rompió a llorar.

La mirada de Teresa parecía demostrar que quedaba satisfecha con la confesión de


una más que bebida Luna que entre lagrimas resolvió según pensó la buena de Teresa el
problema entre ellas, y con ese pensamiento miró a Maca que parecía no haberse ni
inmutado.

M_ ¿Por qué me miras así?, ya te dije que no me importaba si había pasado o no.

T_ Algo sí te importaba ¿eh?, ahora ya sabes la verdad.

M_ ¿Qué verdad Teresa?, ¿qué no me ha puesto los cuernos?

T_ Mujer... –murmuró tratando de mostrar un poco de esperanza.

M_ Por cierto... en que portal vives Luna... ¿Luna?

T_ Se ha dormido –se giró para contemplarla.

M_ Joder... vaya nochecita.

T_ Maca cariño... no seas demasiado dura con Esther... sabes que te quiere... te adora.
Torpemente... pero te adora.

M_ ¿Dura?... hoy debí cruzarle la cara de una buena hostia... no se merece otra cosa... es
la única persona que sabe como hacerme daño sin miramiento alguno.

T_ Por eso te digo que es torpe y cuánto más tiempo tardéis en solucionar esto, peor.

M_ No tengo ganas de solucionar nada... ¿es aquí? –detuvo el coche.

T_ Pues... ni idea hija espera que la despierte. Luna... ¡Luna!.

Lu_ La odio, ella se moría y yo...

M_ Menuda borrachera lleva ¡joder!

Lu_ Begoña me propuso ayudarme para deshacernos de ella, pero no se puede luchar
contra el corazón y tú eres todo su corazón –Teresa miró desconcertada a una Maca que

316 ”Adiós Esther” © by ldana


arrugó su frente afectada por las palabras de Luna-. Esther daría su vida por ti y la odio
tanto como la admiro.

T_ ¡Por los clavos de cristo!, ahora lo veo todo claro.

M_ Luna mírame –la sujetó por los hombros incorporándola en el asiento trasero-. ¿Qué ha
hecho Begoña?

Lu_ Ella quiere el puesto de Esther... y ha sido ella quien provocaba todos sus fallos... te
juro Maca que yo no estaba de acuerdo... pero te quiero tanto...

M_ ¡La madre qué la parió! –exclamó con gesto serio soltando a Luna que cayó sobre el
asiento.

T_ Esto lo tienen que saber Esther y Dávila.

M_ Habéis jugado con nosotras y lo peor es que si Esther se va...

T_ Debemos decírselo –le dijo con expresión realmente preocupada Teresa-. Tenemos
que conseguir que no se vaya Maca.

Lu_ Yo no quería Maca... –le acarició la cara volviéndose a incorporar.

M_ Vamos será mejor que te subamos a casa –le retiró la cara.

Lu_ No me dejes...

Maca salió del coche y ayudada por Teresa sacaron a Luna, con no pocas
dificultades lograron llegar hasta su casa, la acostaron y cuando estuvieron seguras de que
dormía se marcharon, en el coche Teresa una vez se puso el cinturón rompió el silencio y
los pensamientos de Maca diciéndole:

T_ Los borrachos suelen decir la verdad.

M_ No lo entiendo, aunque ahora lo veo todo claro... he sido una imbécil...

T_ No te culpes cariño –le dijo con gesto de ternura-. Habían muchas cosas en vuestro
entorno. Mira, tú sabes que yo te aprecio, y mucho, pero a Esther la siento muy mía, ya
sabes –sonrió al recordar-. Debiste verla cuando empezó a trabajar con la cara de susto
que llegó... es una persona maravillosa a la que con el tiempo y mucha pero mucha
paciencia he llegado a entender. Por eso, yo sólo puedo desearle lo mejor y aunque me
disgusté mucho cuando me dijo lo vuestro, soy consciente de que solo contigo es feliz, de
que lo mejor para ella eres tú. ¿Qué habéis cometido errores?, por supuesto... ¿qué
matrimonio no tiene problemas?... pero Maca, el amor verdadero está por encima de
muchas cosas, abrir vuestro corazón con sinceridad, dale la oportunidad que sé está
buscando, esta noche se ha vestido así para ti –la miró y percibió que Maca le estaba
prestando toda su atención y por su gesto, estaba influyendo en ella-. Te quiere y eso

317 ”Adiós Esther” © by ldana


mejor que nadie lo sabes tú. Perdónala, marcharos unos días solas... y no perdáis ese
gran amor que sentís por una tontería de la que cuando os queráis dar cuenta, quizá ya
sea demasiado tarde y el daño sea irreversible.

M_ Sé que tienes razón, pero... –suspiró fuertemente.

T_ ¿Pero qué? –volvió a sonar el móvil y las dos cruzaron una mirada por parte de Maca
repleta de tristeza y dudas-. ¿Contesto?

M_ No, dame –detuvo el coche y contestó-. ¿Dime?

E_ Maca... soy yo.

M_ ¿Qué quieres? –quiso que su tono fuera serio pero al oír su voz repleta de ternura le
salió una pregunta preocupada.

E_ Te estoy esperando.

M_ Ya te he dicho que no voy a ir a casa –Teresa movió su cabeza de un lado a otro con
negación.

E_ Necesito hablar contigo... por favor... ven.

M_ Ya hablaremos mañana, ahora me voy con Teresa. Hasta mañana.

T_ Tú también eres cabezota ¡eh¡ -la riñó seria.

M_ No, sólo quiero que si lo que tiene que decirme es lo que deseo, que esta noche piense
bien lo que quiere hacer... no estoy dispuesta a sufrir más ni a soportar más este dolor que
siento.

Entre tanto en casa, Esther que había preparado todo para una romántica
reconciliación, se sintió torpe, se había sentado en el sofá pensando en lo ocurrido durante
toda la noche, en la cena había notado las miradas de Maca, ella misma había sido
incapaz de resistirse a sus encantos, que guapa estaba pensó, y era suya, y estaba a
punto de cometer el peor de los errores. Perderla. Su actitud cuando vio al abogado que
previamente había recibido un mensaje suyo para que acudiera y la ayudara, fue de total
entrega a ella, ¿qué más podía esperar?, ¿qué más podía pedir?. Sin embargo la tristeza
le embargaba, en el lavabo había sido demasiado injusta, no debió despedirse de aquella
forma, ni herirla como lo hizo, en ese momento sola en el sofá con la casa repleta de velas
y flores, se arrepentía. Pero no quería perder la esperanza, le quedaba mañana, si, y
mañana llegaría en nada, en unas horas estaría con Maca, hablando y pidiéndole perdón,
entregándole el anillo que aún guardaba, entregándole para siempre su amor. Miró la hora
eran las cuatro y media de la mañana, hacia algo más de una hora que Maca le había
colgado el teléfono con un hasta mañana, debía comerse las uñas y atarse las manos bajo

318 ”Adiós Esther” © by ldana


sus piernas para no llamarla, debía cerrar los ojos para no descolgarlo y rogarle
desesperada, debía esperar unas cuantas horas, las más largas quizá de su vida para
poder volver a tener a su lado a la mujer que tanto amaba, aquel pensamiento y la
visualización de su sonrisa, le hicieron estremecerse y sin saber controlar todas y cada una
de las sensaciones que aquella visión provocaba en ella, al imaginar el abrazo de Maca, su
sonrisa y finalmente aceptar sus disculpas, le hicieron romper a llorar sin querer controlar
la mezcla entre las ansías y el miedo.

Por su parte, Maca no podía dormir, finalmente se había ido a casa de Encarna,
como tenía llaves le dijo a su suegra que no se preocupara que ella llegaría y se acostaría,
besó a su hijo mirándolo tranquila al verlo dormir, se marchó a la habitación que había
pertenecido a Esther y en la que habían desatado sus incontrolados deseos siendo
interrumpidas por Encarna, sonrió al recordarlo, y con un fuerte suspiro se puso de lado en
la cama, trató de buscar en las sabanas el olor a Esther, aunque no le hacía falta porque
con tan solo cerrar sus ojos podía notar hasta su presencia, el olor de su pelo, la suavidad
de su piel. Volvió a darse la vuelta, no podía dormir las palabras de Teresa habían entrado
en su alma de manera directa y le estaban haciendo pasar una odisea de sentimientos y
emociones por la persona que más había amado, la extrañaba en aquella cama donde
imaginó en otro tiempo, había pensado en ella como tantas veces entre sonrisas le confesó
y pudo escuchar nítidamente su voz y su gesto feliz.

E_ Yo no sabía que me pasaba contigo, solo sabía que algo extraño estaba despertando
en mí, y no podía dormir, entonces daba vueltas y vueltas en mi cama –sonrió pasando su
mano por la sábana-, y cuando me besaste en el cuello, me pase toda la noche con los
ojos abiertos de par en par, sintiendo la misma sensación que me atormentaba, hasta que
dije. Me encanta esa mujer.

Entonces se le llenaron los ojos de lagrimas, sintió rabia al pensar en Begoña y


Luna, en la manera tan cruel que habían jugado con ellas, pero ya quedaba menos para el
día siguiente, el día siguiente Esther tendría la palabra, la escucharía, le daría la
oportunidad que seguramente le pediría, y entonces olvidaría todo cuanto había sufrido por
ella, por sus celos, por sus ataques de pasión, y abriría el corazón para recibir lo que
siempre le entregaba, su infinita ternura. Un sonido de mensaje recibido le hizo buscar el
teléfono, al leer lo que ponía sonrió dichosa.

E_ Dulces sueños...

La noche fue intensa para las dos, cada una pensando en la otra y cuando por fin el
cielo cobró el color rojo del amanecer, Esther se levantó, no podía soportar el lado vacío de
Maca, su ausencia era puro tormento arregló toda la casa, no quería que al regresar Maca
viera las velas consumidas, sonreía y daba por buena aquella perdida en cera. A lo largo
de la mañana llegaría y podría decirle lo que tanto ansiaba.

319 ”Adiós Esther” © by ldana


Maca se había despertado a la misma hora que lo hiciera Esther, había estado
imaginando lo que estaría haciendo y no podía evitar una sonrisa permanente en sus
labios mientras se abrazaba a la almohada, hasta que un nuevo pensamiento llegó a ella,
la voz de Aimé dándole un consejo del cual no quería también se cumpliera en ella.

A_ El corazón en el amor es como una hoja de papel, si lo estrujas y lo maltratas, se


arruga y cuando las cosas vuelven a su cauce y tratas de alisar la hoja, siempre queda
alguna arruga, y eso en el corazón es una cicatriz eterna.

M_ Esther... no podemos fallar de nuevo... –suspiró apenada mientras miraba el teléfono


móvil-. Será mejor que no la llame, no quiero agobiarla...

Esther miraba el teléfono móvil... eran las diez de la mañana y Maca no había dado
señales, se mordía las uñas con nerviosismo, había limpiado la casa de arriba a bajo, y
había hecho una lavadora, había tendido y estaba sentada en el sofá esperando la entrada
por la puerta del amor de su vida, pero aún no había llegado.

E_ Maca... espero que me escuches –susurró su pensamiento que más que eso, era un
ruego. Tomó el móvil entre sus manos temblorosas por los nervios y cuando fue a marcar
se detuvo-. Será mejor que no la llame, no quiero agobiarla...

El día pasó lentamente, el turno de ambas no era hasta la noche, y parecía que
sería en el hospital donde tendrían la charla tan deseada. Esther se marchó un poco antes
de la hora, con el anillo en la caja preparado para entregárselo, sabía que le gustaría y se
sentía feliz. Al entrar por la puerta se dirigió rápidamente a Teresa que se estaba poniendo
la bata, al girarse y verla sonrió.

T_ ¿Qué haces tan pronto aquí?

E_ Tengo cosas que hacer... ¿ha venido Maca? –la miró intensamente con los ojos
nerviosos.

T_ No, aún no.

E_ Vale... cuando venga me lo dices por favor.

T_ Esther... ¿vas a recapacitar hija? –la miró con gesto apenado.

E_ Cuando venga, dímelo –le sonrió dejándole clara la respuesta.

T_ ¡Ay espero que todo se arregle ya! –exclamó en voz alta.

C_ ¿Qué pasa Teresa? –apareció Cruz.

320 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Nada hija, Esther y Maca, que parece que van a hablar definitivamente.

C_ Pero eso está muy bien, ¿no? –sonrió ante la noticia mientras firmaba.

T_ Sí, sí, pero yo no he pegado ojo en toda la noche, Maca ayer estaba un poco reticente a
la hora de perdonar a Esther.

C_ Yo no me preocuparía demasiado, Maca solo quiere que Esther se deje de tonterías y


si quiere hablar con ella, ya sabes para que es, al menos en el lavabo se dejaron algunas
cosas claras, ¿no crees? –le guiñó el ojo ante la sonrisa de ella y el gesto apurado de
Teresa-. Venga Teresa que por fin vamos a tener paz en este hospital con las chicas.

T_ Dios te oiga Cruz. Oye me ha dicho Javier que hay un chico con una herida en el
hombro y en un costado, parece que ha sido una reyerta y estamos esperando la policía.

C_ Bien... ahora voy.

Eran las diez menos cuarto de la noche cuando Esther terminó de poner en la
taquilla de Maca, la caja con el anillo y una nota donde ponía “No puedo seguir mi vida sin
ti, perdóname. Te quiero”. Era la segunda vez que preparaba la misma sorpresa. Al cerrar
la puerta de la taquilla sonrió al ver la bata de Maca colgada allí, la rozó con la palma de la
mano y tras un suspiro se marchó.

Una desesperada y ansiosa Teresa no perdía detalle de la puerta, estaba deseosa


de que Maca llegara para poder ver por fin que la pareja se reconciliaba. Pero a quien vio,
y se quedó asombrada fue a Rosario, la madre de Maca.

T_ Rosario, ¿qué tal?, que sorpresa verte por aquí.

R_ Gracias –le sonrió aunque tristemente.

T_ Maca aún no ha llegado –la miró con actitud un tanto nerviosa mientras por encima de
su hombro esperaba encontrar la figura de su hija entrando por la puerta.

R_ No si a quien busco es a Esther.

T_ ¿A Esther? –le preguntó asombrada después de con su respuesta captar toda su


atención.

R_ Sí.

T_ Pues... ahora mismo no sé... ¡ah mírala!. ¡Esther! –la llamó agitando la mano al viento.

E_ Hola Rosario –la saludó un tanto inquieta.

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R_ Hola Esther –le devolvió el saludo con la misma frialdad de siempre.

E_ ¿Ya ha venido Maca?

T_ No aún no, pero Rosario quiere hablar contigo –Esther la miró asombrada-. Anda ves
ya me ocupo yo de avisar a alguien para que te sustituya.

E_ Gracias Teresa –salió del mostrador y se detuvo ante su suegra-. ¿Vamos a la


cafetería?.

R_ No, preferiría si no te importa ir a un lugar más privado.

E_ Vale –murmuró sin entender muy bien que hacía allí y por que la buscaba a ella-.
Vamos.

Se perdieron por el pasillo hacia el cuarto de enfermeras para poder estar solas sin
nadie que les molestara. Una vez dentro, Esther esperó a que su suegra tomara asiento y
luego lo hizo ella, no podía evitar mostrarse nerviosa, no podía esconder la duda reflejada
en su rostro de la presencia de Rosario allí. Decidió pensando que Maca no debía tardar
ser directa y saber que pasaba sin dilatar más el momento, aunque pudo imaginarse que
volvería a pedirle que se separara, aquel pensamiento le hizo mostrarse distante con ella
cuando le habló.

E_ Pues... usted dirá Rosario.

R_ Verás... sé que tú y yo desde siempre nos hemos mostrado un poco distantes y hemos
tenido algún que otro enfrentamiento –Esther asintió sin ocultar su extrañeza ante aquellas
palabras y sobre todo el tono conciliador de Rosario-. Vengo a rogarte que no te separes
de mi hija, que por favor lo pienses bien –posó su mano sobre la de una Esther que abrió
sus ojos de manera que parecían iban a salirse de las orbitas, se incorporó un tanto en el
sofá porque la sorpresa fue impactante para ella-. Ayer hablé con Maca, ya sabes que ella
me oculta siempre lo que le pasa, es muy suya, pero aunque no quiera comentarlo sé que
está muy mal por vuestra separación.

E_ La verdad que lo último que esperaba de usted era esto –fue franca mirándola fijamente
a los ojos.

R_ Lo sé, pero no quiero que mi hija pierda a quien le ha dado la mayor felicidad en su
vida. Tú.

E_ Yo... la verdad que no sé que decir –seguía impactada por aquel ruego firme que le
estaba haciendo su suegra mientras le apretaba la mano en señal de acercamiento.

R_ Pues es muy fácil Esther, dime que no te vas a separar de ella, dime que vas a
continuar a su lado, dímelo por favor –Esther la miró fijamente y ante su mirada Rosario le
rogó cerrando los ojos-. Por favor.

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Eran las diez y media de la noche, urgencias estaba bastante tranquilo y Teresa
continuaba con la mirada fija en la puerta. Entonces Esther volvió a aparecer a su lado.

E_ ¿Aún no ha venido?

T_ No, Esther, aún no. Mira me estás tú poniendo mas nerviosa que yo que sé, hija,
tranquilízate –le dijo con la tensión reflejada en su rostro.

E_ No puedo Teresa, no puedo.

T_ Oye, ¿y qué te ha dicho tu suegra? –la miraba elevando sus cejas.

E_ Que cotilla eres... –dio una carcajada-. Que tranquilo está todo, ¿no?

T_ Pues sí, ya sabes juega España en el Mundial creo que es, y cuando hay fútbol nadie
se pone enfermo.

E_ Es verdad –sonrió.

T_ Mira, quien me tiene un poco mosca es el tío ese que esta en la puerta.

E_ ¿Cuál? –miró hacia fuera.

T_ Uno alto, muy alto, lleva ahí como una hora no para de mirar hacia dentro...

E_ ¡Ah si!, bueno tendrá algún familiar...

T_ No sé –hizo un gesto de duda-. En fin...

E_ Por favor cuando venga Maca, dímelo.

T_ ¡Qué si pesada que sí!

E_ Que no se te olvide avisarme, antes miré las guardias y le toca esta noche, no sé
porque tarda tanto... por favor Teresa en el momento la veas, me llamas.

T_ Anda bonita, ves a darte una vueltecita a ver si alguien te necesita.

Diez minutos después, hacia su aparición Maca, llevaba como era costumbre unos
vaqueros y una camiseta de tirantes bajo la cazadora de cuero, que Teresa pensó había
elegido a propósito para marear más a Esther.

M_ Hola Teresa, ¿qué tal todo? –le preguntó mientras firmaba.

T_ Tranquilo.

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M_ ¡Qué bien! –murmuró mirando alrededor.

T_ ¿Tú también vas a darme la paliza preguntándome por ella?

M_ ¿Por quién? –se hizo la interesante arrugando su frente en señal de desconocimiento.

T_ Anda que... sois iguales. Esther lleva desde que ha entrado preguntado por ti, y tú
ahora me vas a preguntar donde está Esther.

M_ Pues... ¿oye y tú estás segura que no lees el futuro?, porque vamos... –la miraba
fijamente.

T_ Sí, sí, tú búrlate –Maca sonrió.

M_ Entonces ya ha venido...

T_ Lleva mas de tres cuartos de hora martirizándome –Maca sonrió más abiertamente
sintiéndose feliz-. Por cierto te has puesto tú muy provocadora ¿no?

M_ ¡Qué va, eso son imaginaciones tuyas! –le guiñó el ojo-. Bueno... a ver... ¿sabes dónde
está?

T_ No. Pero sé que la tengo que avisar así llegues.

M_ ¡Ah!, ¡venga, pues avísala! –le sonreía de manera divertida.

T_ ¿Quieres?

M_ Claro... ¿por qué no voy a querer? –puso gesto contrariado.

T_ ¿Lo has pensado bien?

M_ No te voy a decir nada Teresa –se cruzó de brazos mientras dejaba el bolso sobre el
mostrador con actitud serena.

T_ Vale, vale. ¡Ah una cosa guapa!, quien ha venido ha sido tu madre

M_ ¿Mi madre? –la miró sorprendida.

T_ Sí, tu madre.

M_ Pues no sabía que estaban aquí, no me ha dicho nada.

T_ Es que no venía a buscarte a ti.

M_ ¿Ah no? –elevó una ceja desafiando un tanto el tono burlón de Teresa.

T_ No.

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M_ ¿Y?

T_ No te voy a decir más Maca –le devolvió la jugada mientras Maca la miraba divertida
entrecerrando los ojos. Marcó la extensión para avisar a Esther.

Ev_ ¡Maca!, rápido varón de once años, presenta un cuadro de fiebre, vómitos y dolor
abdominal –le decía Eva mientras entraban con la camilla.

M_ Está bien Eva, ¡Teresa!, guárdame el bolso ya vengo. ¡Y avisa a Esther la quiero en el
box dentro de dos minutos!, ¡díselo!

T_ Dos minutos –murmuró bajito-. En treinta segundos la tienes ahí. Esther ves al box
Maca te necesita, si, ya ha venido si te digo que te necesita es porque habrá venido ¿no?

B_ ¿Por qué no me ha llamado a mí?, estaba aquí –se quejó Begoña.

T_ ¿A ti?, mira bonita, a ti mejor que no te llame porque cuando lo haga vas a caer de
culo. Ale, ves a trabajar.

En el box llegó a toda prisa una agitada Esther, que cuando vio a Maca se quedó
casi sin aliento, estaba tan guapa, tan maravillosa mientras reconocía al niño que no
paraba de quejarse, con ese gesto suyo tan concentrada, Esther sintió como su piel se
erizaba.

E_ Hola –acertó a decir.

M_ Hola –le contestó sin apartar la vista del abdomen del niño.

E_ ¿Qué tenemos?

M_ Un cuadro de apendicitis, ¡vamos tiene todos los síntomas! –entonces la miró y le


sonrió.

E_ ¡Ah! -murmuró sin saber que decir, su pensamiento le habló “tengo que conseguirlo, la
amo demasiado y sus ojos me dicen que me va a escuchar”.

M_ ¡Esther!, ¡Esther! –la llamó repetidas veces mientras trataba de no sonreír pues podía
leer en sus ojos lo que estaba pensando.

E_ Perdona, si, tú dirás.

M_ Quiero que le hagan todas las pruebas y que por favor preparen un quirófano habrá
que operar.

E_ ¿Lo vas a hacer tú?

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M_ Sí, si no está Cruz.

E_ Sí, está en el cuarto, que hay fútbol y no tenemos casi trabajo que lo haga ella.

M_ Ya, que mandona estás tú ¿no? –Esther agachó la mirada sonriendo-. Pues voy a
hablar con ella. ¡Venga muévete!

E_ Si –murmuró sin moverse del sitio-. Oye Maca –Maca se volvió-. ¿Tendrás un momento
para hablar?

M_ Si la noche es tan tranquila como aparenta sí. Venga llama a un celador. Oye Santiago,
te estás portando muy bien, ahora te van a hacer unas pruebas y te vamos a quitar en
seguida el dolor, ¿vale cariño? –miró a Esther que seguía allí mirándola fijamente-. ¿Te
pasa algo?

E_ No, no, ya voy.

Maca iba por el pasillo del hospital sonriente, no podía evitar sentir los latidos de su
corazón, la Esther del box por un momento le recordó a la Esther que un día se presentó
ante ella toda nerviosa para decirle que quería repetir aquel beso, aquella noche estaba
tan nerviosa como antaño, se mostraba completamente entregada a ella y sus ojos
hablaban lo que su boca callaba. Al llegar al cuarto de médicos se encontró con Cruz y
Vilches.

M_ Hola pareja.

C_ ¿Qué tal? –le sonrió al verla sin poder recordar aquel suspiro del baño.

M_ Muy bien Cruz, mira acaba de entrar un niño con apendicitis, ¿lo operas tú o lo hago
yo?

C_ Como quieras, aunque conociéndote mejor voy yo –sonrió.

M_ ¿No te importa?

C_ Para nada.

M_ Le están haciendo las pruebas, Esther ya sabe que tienen que preparar un quirófano,
el ataque es evidente.

C_ De acuerdo voy para allá.

M_ Gracias –cuando se quedó sola con Vilches decidió hablar con él sobre Begoña-.
¿Vilches tienes un momento?

V_ Di –se quito un auricular pues estaba escuchando el fútbol.

M_ Necesito toda tu atención, es un asunto delicado.

326 ”Adiós Esther” © by ldana


V_ Joder Maca, que vamos perdiendo... ¿no tienes otro momento?

M_ No.

V_ Dispara, ¡pero rápido! –se quitó los auriculares y la miraba fijamente con su gesto serio.

M_ Se trata de Begoña, anoche Luna nos confesó a Teresa y a mí, que todos los fallos que
hemos estado recriminando a Esther los ha provocado ella.

V_ Ya.

M_ ¿Ya? –lo miró escéptica.

V_ Héctor y yo la estamos vigilando, hay cosas que a Esther se le pueden pasar, y más
con la rachita que lleváis que por cierto, a ver si os arregláis de una puta vez, que tenéis
todas las mujeres de este hospital revueltas.

M_ Ves al grano Vilches –se puso seria.

V_ Pues que suponíamos que algo así pasaba, solo necesitamos una prueba antes que
Esther pueda pedir el traslado.

M_ Gracias Vilches, sé que me ayudarás en esto.

V_ ¿Algo más? –la miró serio.

M_ Nada más, ¡ah si!, España siempre pierde –sonrió.

V_ Muy graciosa.

No había ido a su taquilla porque no le había dado tiempo, así que se puso la misma
bata que el día anterior, y fue a ver al pequeño para hablar con los padres. Después se
dirigió hasta el muelle para pedirle unas historias a Teresa.

T_ ¿Has visto a Esther?

M_ Sí.

T_ ¿Y? –la miró con los ojos muy abiertos.

M_ Nada.

T_ ¿Aún no te ha dicho nada? –puso su mano derecha sobre la mandíbula con expresión
incrédula.

M_ No he tenido tiempo para ella.

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T_ Maca no la hagas sufrir más ¡por favor!

M_ Que pesadita estás Teresa.

T_ Mira hija, no sé tú pero yo, como sigáis así voy a tener que pedirme la baja por
insomnio.

Mientras, en la sala no habían más que dos familiares que salieron a pasear, la
noche estaba siendo muy tranquila, el guardia jurado, había decidido pararse un momento
en la puerta para respirar un poco de aire. Así que tan solo estaban Teresa y Maca
hablando distendidamente. No estuvieron solas mucho tiempo porque llegó Esther.

E_ ¿Maca tienes un momento? –la miró embelesada nuevamente.

M_ Ahora no.

E_ Por favor –Teresa puso gesto negativo a Maca-, es que voy a subir a quirófano y antes
quiero hablar contigo.

M_ ¿Vas a ir tú con Cruz?

E_ Sí –le contestó nerviosa.

M_ Está bien, ¿tú dirás? –apoyó el codo en el mostrador mirándola con gesto serio, muy
serio.

E_ Bueno... no creo que aquí... –miró disimuladamente hacia Teresa.

T_ Oye guapa, después de todo lo que llevo pasado, bien merezco saber que hay de
nuevo, ¿no? –se quejó amargamente y las dos trataron de no sonreír aunque no lo
lograron.

M_ Está bien vamos a mi despacho.

En ese momento oyeron un golpe detrás de ellas y un agudo quejido, no les dio
tiempo a nada más, Esther notó como una mano la apartaba brutalmente haciéndola caer
al suelo, oyó el grito de Teresa, y cuando pudo girarse, vio como el hombre que había
levantado las sospechas de Teresa tenía a Maca cogida por el cuello con su antebrazo,
mientras con la otra mano empuñando un gran cuchillo lo apoyaba sobre su piel con gesto
repleto de furia. El guardia jurado yacía en el suelo con un golpe en la cabeza y un charco
de sangre a su alrededor, otro hombre con una pistola estaba apuntando directamente a
Esther y otro había cerrado la puerta y esperaba con actitud nerviosa y una pistola en la
mano.

328 ”Adiós Esther” © by ldana


As1_ ¡No quiero ninguna escenita, me oyes! –le dijo con voz ruda a Teresa el hombre
corpulento-. Vas a hacer todo lo que te diga o me la cargo.

T_ Si... si –dijo nerviosa pues el gesto de dolor de Maca denotaba que no iba con tonterías.

As1_ Quiero que traigan a mi hermano, llevan ya un buen rato dentro y quiero que lo
saquen para llevármelo. Su nombre es Enrique. ¡Rápido!. También quiero que llames al
director y que solo él se persone aquí, si alguien más sale, no lo cuenta –señaló con las
cejas a Maca que trataba de mitigar la opresión del brazo en su garganta.

T_ Vilches, por favor ven, pero tú solo.

V_ ¿Pasa algo Teresa te noto nerviosa?

T_ Sí –no dijo nada más y colgó con sus manos temblorosas.

As1_ ¡Tú!, levántate y ponte al lado de la vieja –le ordenó a Esther que seguía impasible
bloqueada por el temor a que algo le sucediera a Maca.

E_ Le estás haciendo daño –le dijo mientras se levantaba con cuidado.

As1_ Cállate y ponte detrás ni se te ocurra hacer ninguna tontería, ¿vale? –la miraba con
los ojos rojos de furia.

Vilches que se había percatado del tono de Teresa, pensó que algo grave había
ocurrido y no tardó en personarse tal y como ella le avisó, solo. Al salir y ver el panorama
que había, se quedó blanco. No entendía nada pero por el gesto de Maca, sabía que era lo
suficientemente serio como para terminar en una tragedia.

V_ ¿Qué significa esto?

T_ Quiere que saquemos a su hermano... debe ser el de la herida en el hombro y el


costado –murmuró Teresa con temor.

As1_ Eres muy lista. No quiero ninguna jugada, o me la cargo –apretó un poco más el
cuello de Maca que se quejó ante los nervios de Esther.

V_ Está bien. Déjame que avise a un médico que lo traiga hasta aquí. Héctor, por favor
trae al chico de la cortina cinco. Quiero que lo traigas tú solo.

H_ ¿Vilches este chico está con ...?

V_ Sé como está, vamos haz lo que te ordeno y dile a Carlos y a Javier, que controlen que
nadie pase hasta aquí, por favor –le dijo con voz dura-. Ya lo traen.

As2_ Creo que han llamado a la policía, hay un coche allí.

329 ”Adiós Esther” © by ldana


As1_ Serás hijo de puta –le gritó mientras en el movimiento clavó un poco el cuchillo en el
cuello de Maca que comenzó a sangrar ante el sobresaltó de las dos mujeres y se quejó-.
Te juro que os mato a todos antes de salir como venga la policía.

V_ Oye estate tranquilo ¿vale? –Vilches no pudo evitar ponerse nervioso al ver el gesto de
dolor de Maca y la sangre caer por su cuello hasta la bata blanca-. Nadie ha llamado a la
policía, ¿vale?

E_ Por favor déjame que les cure están sangrando –dio un paso Esther hacia delante pero
Vilches la tomó por el brazo porque el otro asaltante le había apuntado directamente con la
pistola.

As1_ No te muevas hija de puta. ¡Y dónde está el cabrón que trae a mi hermano!

V_ Tranquilo, tiene que traerlo en silla de ruedas, no puede andar... no creo que sea buena
idea que te lo lleves.

As1_ Calla tu estúpida bocaza.

V_ Oye ¿por qué no dejas que Esther le dé una gasa a Maca, está sangrando?

As1_ ¡Cállate! –le recriminó adelantándose nervioso y arrastrando a Maca que se quejó sin
poderlo evitar-. Roberto, ¿se han ido?

As2_ No, están ahí pero creo que no por nosotros.

V_ Ya te he dicho que nadie ha llamado a la policía.

D_ ¿Pero qué significa esto? –apareció Dávila con gesto impresionado al ver en la bata de
Maca sangre-. Pero...

As1_ ¡Te dije qué no llamaras a nadie! –le gritó enfurecido mientras arrastraba a Maca
hacia detrás ante el grito de las dos mujeres y el gesto preocupado de los dos médicos.

V_ Por favor, tranquilo, tranquilízate, él es el director.

As2_ Oye la pasma se ha largao –le dijo más tranquilo sin dejar de apuntar a los cuatro.

As3_ ¿Qué hago con este? –le preguntó mientras levantaba de la solapa de la chaqueta a
un conmocionado guardia jurado.

As1_ Déjalo –seguía presionando a Maca que le costaba respirar-. ¡Dónde está el jodido
médico!

D_ Escúchame, no sé muy bien que pretendes, pero deja que Esther le dé un vistazo al
guardia jurado y tapone su herida, y al cuello de Maca. No quiero que hagas daño a mi

330 ”Adiós Esther” © by ldana


médico ¿de acuerdo?, podrás llevarte a tu hermano te prometo que ninguno vamos a
resistirnos a ello, pero por favor deja que Esther mire a los dos.

As1_ A ésta no hace falta que la mire. Y a ése, tampoco. Solo duerme profundamente.

D_ Te lo ruego –le dijo muy serio.

As1_ No –insistió-. Además si tratáis de hacer algo te juro que me la cargo, no tengo
ningún problema en cargármela, ¿entendido viejo?

H_ ¡Pero que... ¡ -salía junto a Carlos empujando la silla de ruedas.

V_ ¡Joder te dije que salieras solo! –le gritó nervioso Vilches ante el gesto del que parecía
el jefe.

As2_ Vamos al suelo, ¡echaros al suelo vosotros dos me cago en la puta! –ellos hicieron
caso mientras le apuntaba con la pistola.

Ca_ Pero...

As2_ ¡Cállate! –le pegó una patada que le hizo doblegarse.

D_ ¡Basta ya! –se adelantó Dávila indignado.

As2_ ¿Dónde crees que vas viejo? –le golpeó echándolo sobre Vilches.

As1_ ¡Ya está bien estaros quietos me cago en vuestras vidas, coño!

M_ ¡Ah, me estás ahogando! –se quejó Maca sin poder aguantar.

As1_ Esto no es nada para lo que te voy a hacer si alguno de tus amiguitos mueve un solo
pie.

M_ Por favor, por favor –le murmuró aterrada por que notaba como se asfixiaba

E_ ¡Suéltala cabrón ya tienes a tu hermano! –le gritó fuera de sí Esther que acertadamente
fue retenida por Teresa.

As3_ Venga ahora podemos irnos.

V_ ¿Estás bien? –le preguntó a Dávila.

D_ Sí, sí –se quejaba respirando con dificultad.

V_ De acuerdo, ya tienes a tu hermano, ahora suelta a mi médico.

As1_ Aquí mando yo, y haré lo que me salga de los cojones.

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En aquel momento sonó el teléfono de Dávila todos se miraron entre ellos, mientras
uno de los asaltantes arrastraba la silla hacia la puerta.

As1_ Contesta –le dijo desafiándolo con la mirada.

D_ ¿Si?, hola comisario, no, no, todo bien... no... no pasa nada... no hay ningún problema
en este hospital. Pues quien le ha llamado está equivocado. De acuerdo.

As1_ ¿Qué quería? –le miró entrecerrando los ojos

D_ Alguien debió decirle que teníamos problemas, eso es todo.

As1_ Muy bien, descuelga el teléfono y llámalo.

La bata de Maca, tenía una mancha de sangre en su hombro lo suficientemente


grande como para preocupar a una Esther que estaba desesperada. Las dos cruzaban una
mirada de terror, una porque sentía que se le estaba acabando el aire, la otra, porque
sentía que aquel hombre no dudaría en hacer cualquier barbaridad si era necesario. Le
hubiese gustado ser ella la que estuviera en el lugar de Maca, porque sabía que ella lo
soportaría mejor verla en esas circunstancias, mejor de lo que su corazón desbocado en
latidos nerviosos estaba soportándolo.

As1_ Ahora dile lo que yo te diga.

D_ ¿Comisario?, un momento por favor –dijo jadeante aún por el golpe.

As1_ Dile que si se acerca por aquí ésta no lo cuenta, y soy capaz de ir matando uno a
uno a tus trabajadores.

D_ Creo que será mejor que no se presente ninguna patrulla, me dice que si... de acuerdo.
Quiere hablar contigo.

As1_ No tengo nada que decirle, ahora nos vamos a marchar, tenemos el coche en la
puerta y esta señorita se va a venir con nosotros.

E_ ¡No! –ahogó un grito Esther mientras Teresa la abrazaba con los ojos repletos de terror.

As1_ Que si se acerca a nosotros, si nos persigue, le meto una bala por la boca.

D_ Creo que lo ha oído, por favor, tiene de rehén a la Doctora Fernández, se lo ruego
Comisario, no haga ninguna maniobra. Dice que... habrá trato siempre y cuando dejes a la
Doctora aquí.

Co_ Será cabrón el médico este, yo no he dicho eso –trató de alzar la voz el Comisario en
el auricular-. No juegues con él Dávila, es uno de los atracadores más peligrosos que hay
en este país.

332 ”Adiós Esther” © by ldana


As1_ ¡Cuánto ha cambiado el Comisario! –dio una carcajada tan estridente que Maca cerró
los ojos-. Dile que las normas las pongo yo, que aquí la Doctora si se porta bien y ellos
también, la dejaremos por algún lugar –sonrió con gesto repleto de malicia-. Pero si nos
sigue, la dejaremos por algún lugar con un tiro en la boca.

D_ De acuerdo –murmuró Dávila derrotado-. Se hará lo que queráis. Van a dejaros salir
sin problema, dice que hay dos coches de policía, pero ninguno os seguirá.

As1_ Muy bien, dale el teléfono a mi compañero, no vaya a ser que cuando salgamos le
digas lo contrario, porque te lo advierto si aprecias a tu doctora, más te vale que lo
convenzas. ¡Vamos! –les dijo a sus hombres.

E_ Espera, espera –salió Esther del mostrador dirigiéndose a ellos ante la mirada aterrada
de todos-. Yo te ayudo a levantarlo, no puedes presionarle el pecho o de lo contrario sufrirá
una hemorragia –dijo con rapidez pues el otro hombre se dirigía a ella con el brazo en alto.

As2_ Voy al coche.

As3_ ¡Apártate! –le dijo a Esther una vez les había ayudado a levantar al herido, que le
hizo caso y miró a Maca-. Vamos Enrique, ya estás a salvo.

As1_ Vete con todos ellos, no quiero que nadie se mueva o la mato –le habló a Esther con
tono ácido mientras el otro se llevaba al herido-. Nada de chulerías ¿eh?

V_ Oye –le llamó Vilches con el gesto adusto-. Si le haces algo te juro que no hará falta
que el Comisario te encuentre. Más te vale que no le pase nada.

As1_ ¡Qué miedo me das! –dio una nueva carcajada mientras el otro asaltante le cubría
por detrás apuntándolos con la pistola.

Antes de salir por la puerta, Maca echó una última mirada hacia Esther y murmuró
con el pánico reflejado en su rostro.

M_ Adiós Esther.

Cuando oyeron las ruedas chirriar en la huída, Esther salió como loca a la calle,
Carlos y Héctor se levantaron del suelo de un salto con nerviosismo, mientras Teresa tenía
que apoyarse sobre el mostrador porque un mareo le sobrevino y no pudo reprimir las
lagrimas.

V_ Hijos de puta, ¿qué te ha dicho el Comisario? –lo miró atacado por los nervios.

D_ Que son muy peligrosos –se le notaba afligido y temeroso por Maca-. Son capaces de
todo Vilches.

333 ”Adiós Esther” © by ldana


V_ Mierda –entonces miró hacia fuera y vio como Héctor entraba a Esther que parecía en
estado de shock, no hablaba ni lloraba, tan solo tenía marcado en su rostro una expresión
extraña en ella, como si de repente, se hubiera vuelto loca-. Esther, Esther –ella lo miró sin
decir nada mientras Teresa se sobreponía de su propia tensión y se dirigía hasta ella-.
¡Esther reacciona!

D_ Tengo que contactar con el Comisario, no puede seguirles, antes de que sea
demasiado tarde.

Ca_ Esther ven aquí, vamos cariño todo irá bien. Teresa trae agua.

T_ Si, sí –decía nerviosa al verla.

La_ ¿Pero qué ha pasado? –apareció nerviosa Laura que al ver el estado de su
compañera la llamó un tanto desconcertada-. ¡Esther!.

V_ Se han llevado a Maca, ¡puede saberse quien cojones llamó a la policía!

Ca_ Esther vamos toma, bebe agua.

E_ Se la han llevado –murmuró atónita.

V_ No va a pasarle nada, ¿vale?. A ver... Dávila coño que dice el Comisario.

D_ Vilches tranquilo ¡vale!, Esther por favor trata de estar tranquila –trató de poner un poco
de calma.

La_ Creo que deberíamos ponerle algo, ¿no?

E_ Dejarme –les murmuró mientras se ponía de pie-. Tengo que esperarla.

T_ ¿Dónde vas hija? –le habló con ternura Teresa mirándola apenada.

E_ No lo sé, pero tengo que ir a buscarla –murmuró con la frente arrugada.

Entonces sonó el teléfono y Dávila contestó con rapidez ante la mirada atenta de
todos que lo rodearon incluida Esther ansiosa por saber.

D_ Mire Comisario, me da igual lo que sean o dejen de ser, pero llevan a una médico mía,
y ante todo esta su seguridad, ¡me da lo mismo!, mire, si le pasa algo a la Doctora
Fernández, le aseguro que lo denunciaré.

E_ ¿Qué ha dicho?, ¿no les seguirán verdad?, ¿cómo vamos a saber dónde la van a
dejar?, ¿dónde la van a dejar en la carretera, en algún sitio?, ¡dime! –su pecho mantenía
un ritmo alterado que cada vez iba en aumento, sus nervios se estaban desbaratando tan
rápido como rápido se había marchado Maca.

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D_ Tranquila Esther, llevan mi teléfono y están en contacto con el Comisario. No los van a
seguir, y ellos avisaran.

E_ ¿Estás seguro?, ¿no me estás mintiendo? –lo miraba con la expresión del pánico
marcado en su rostro.

D_ No Esther, ahora lo que tenemos que hacer es tranquilizarnos... ¿de acuerdo?

E_ No te creo Dávila, si fuera así no le habrías dicho al Comisario nada de lo que le has
dicho. Si le pasa algo a Maca, me muero...

Teresa la abrazó sin poder ocultar sus lagrimas, todos estaban consternados, más
aún cuando Dávila les hizo un gesto de preocupación que todos entendieron.

Había pasado tan solo media hora, en rotonda aguardaban juntos noticias, pero el
teléfono no sonaba, Cruz se había incorporado y ya todo el hospital sabía lo que había
sucedido. La tensión era patente, sin embargo cada vez uno trataba de consolar y
acompañar a una Esther que parecía ajena a todo cuanto ocurría a su alrededor, desolada
pero sin soltar ni una sola lagrima se sentó en una silla. La noche en cuestión de urgencias
era bastante tranquila y decidieron estar juntos para poder tranquilizarse unos a otros.

En aquel momento hizo acto de presencia el Comisario con dos policías, al verlo, se
precipitaron hasta él, la primera en hacerlo fue Esther quien aterrada le preguntó con voz
rasgada por el dolor:

E_ ¿Qué sabe?, ¿han dejado a Maca?, ¿dónde está, han ido a buscarla?

Co_ No sabemos más, pero les están esperando en la carretera para cortarles el paso,
creemos saber hacia donde se dirigen...

E_ ¡Qué! –lo miró impávida-. ¡La mataran, dijo que la mataría! –exclamó fuera de sí.

V_ Comisario... creo que le hemos dejado bien claro que ante todo está la seguridad de la
Doctora Fernández.

Co_ Ustedes lo ven como algo personal, pero nosotros debemos trabajar, son una de las
mafias más violentas que tenemos en la ciudad –Esther cerró los ojos abatida por el miedo
mientras Cruz la cogía por la cintura con gesto consternado-. No podemos flaquear,
trataremos de hacerlo de manera que la Doctora no corra peligro.

E_ ¿Y cómo lo van a hacer?, ¿eh?, en cuanto el desgraciado ese los vea, ¡la matara! –la
voz se le quebró.

C_ Vamos Esther por favor, ven siéntate necesitas tranquilizarte –le dijo Cruz acompañada
por Laura.

E_ Necesito a Maca, a ella o me moriré.

335 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Esther tienes que ser fuerte ¿vale?, no podemos adelantar acontecimientos.

T_ Esther cariño, mira... ten Fe todo va a salir bien –trató de animarla Teresa, aunque tenía
un nudo en la garganta que no le dejó continuar.

E_ Ni siquiera me dejó curarle el cuello, le estaba clavando el cuchillo.

C_ Bueno... sería una herida superficial –le acarició el pelo ante el gesto triste que cruzó
con Teresa.

E_ Justo ahora... ¿por qué justamente ahora?

C_ Esther... mira estoy segura que nada va a pasar... y cuando luego vuelva Maca, podréis
solucionar todo lo vuestro.

H_ Esther, ¿querés una tila, un manzanilla? –se agachó ante ella.

E_ No Héctor gracias.

H_ Todo va a salir bien, ya verás –le sonrió aunque no pudo evitar la tristeza en su rostro.

V_ ¿Comisario, puede por favor decirnos en que consiste su plan? –lo miró puesto en
jarras.

Co_ Confié en mí, todo está bajo control.

V_ No, no puedo confiar en usted, desde el momento en que le dicen que no se meta y lo
primero que hace es ir tras ellos.

Co_ Mire, usted como médico debe ser una maravilla y quizá hará cosas que yo no
entienda, pero esto me lo deja en mis manos. A esta gentuza quiero echarles el guante.

V_ ¿Y por qué no lo ha echó antes?, ¿por qué tiene que ser precisamente ahora?

D_ Vilches por favor... –le interrumpió porque estaba subiendo el tono de su voz y el
Comisario se estaba molestando-. Mire... estamos todos muy nerviosos, hemos vivido una
situación muy complicada y una de nuestras compañeras está en manos de esa gentuza
que usted dice –trató de disculpar a Vilches por su trato-. Le pido por favor que nos
comprenda.

Co_ Lo siento, pero las cosas viene así.

J_ Tienen el teléfono de Dávila, ¡llámeles coño! –dijo perdiendo la compostura también


Javier.

Co_ Ya les he dicho que todo a su tiempo.

336 ”Adiós Esther” © by ldana


La angustia iba aumentando según pasaba el tiempo, hacia una hora que habían
desaparecido y la tensión iba haciendo mella en todos. Rober y Eva se turnaban para
hacer compañía a sus compañeros con la misma preocupación que todos, y entre todos,
trataban de animar a un Esther que continuaba con su vía crucis particular, sin hablar, sin
llorar y hasta parecía estar ausente de todo cuanto ocurría a su alrededor. Hasta que sonó
el móvil del Comisario y todos se pusieron alerta, Esther volvió al mundo real, mordiéndose
una uña, juntando sus manos rezando... mordiéndose el labio, clavando sus ojos en la
figura adusta del Comisario. Él descolgó y dijo.

Co_ De acuerdo, en cuanto los tengáis a la vista, ¡actuar!

E_ Pero... no pueden... por favor... por favor –insistía fuera de sí Esther.

Co_ Quiere hacer el favor de callarse –le riñó con cara tensa.

C_ Esther por favor –trató de calmarla entre Cruz y Carlos.

Co_ ¿Por dónde van?... ¡ahora!, ¡ahora!..-exclamó nervioso con las venas de su garganta
a punto de explotar.

Todos miraron atónitos esperando que es lo que había sucedido... todos excepto
Esther que tenía los ojos cerrados y en su interior rezaba intensamente para que nada le
sucediera a Maca.

Pero de repente... el gesto del Comisario... les alertó...

V_ ¿Qué pasa? –le preguntó angustiado Vilches pero el Comisario le hizo un gesto para
que se callara mientras escuchaba atento las indicaciones que le transmitían y su gesto
cada vez iba tornándose más adusto.

D_ ¡Diga algo Comisario!

Co_ Tengo que marcharme al parecer los cabrones han pretendido pasar por encima de
mis hombres –habló con rabia golpeando el mostrador.

E_ ¿Y Maca?, ¿dónde está Maca? –le hablaba desesperada mientras le estiraba la manga
de la chaqueta reteniéndolo.

Co_ Lo siento, el coche ha salido despedido y ha caído por un terraplén, hasta que no
lleguen los bomberos no podemos saber más. Les tengo que dejar.

E_ No puede ser –murmuró atónita mientras el resto de sus compañeros exhibían idénticos
rostros de dolor e incredulidad.

V_ Hijo de puta dijo que estaba todo controlado –le espetó Vilches.

337 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Vilches por favor –le rogó una Cruz que notaba como se le había puesto un nudo en la
garganta.

Co_ A veces,... las cosas no siguen el guión establecido –le habló con tono tranquilo
aunque su gesto era de enfado.

V_ Ya puede rogar que a nuestra compañera no le haya pasado nada o quien va a tener
un guión fuera de lo establecido va a ser usted.

R_ ¡Eva!, vamos nos acaba de llamar la policía es el accidente de Maca, rápido.

D_ Voy con vosotros.

R_ De acuerdo.

V_ Ya voy yo Dávila, será mejor que tú te quedes aquí y tengáis todo preparado.

E_ ¡Voy yo, voy yo! –exclamó fuera de sí Esther yendo hacia ellos.

C_ Esther, Esther, es mejor que te quedes aquí ¿eh? –entre ella y Laura trataron de
sujetarla.

E_ No, no te das cuenta que es Maca... tengo que ir con ella –le gritó tratando de soltarse.

L_ ¡Esther! –alzó su voz haciéndola reaccionar-. Es mejor que dejes que vayan ellos, estoy
segura que no le habrá pasado nada.

E_ Maca... Maca mi amor –repetía una y otra vez abrazada a Cruz, mientras veía como los
tres se perdían camino de la ambulancia.

En el lugar de los hechos, se encontraba un coche de bomberos y varios de policía,


los bomberos trabajaban para tratar de sacar a la gente que había quedado atrapada en el
coche que estaba volcado. Uno de ellos tocó el cuello de dos ocupantes y desestimó
empezar por ellos pues estaban muertos, trato de hacer la misma operación con los
ocupantes del asiento trasero pero estaban tan aplastados que ni siquiera alcanzaba a
tocarles. No había duda, todos estaban muertos.

La primera ambulancia que llegó fue la del Central, rápidamente bajaron Vilches,
Eva y Roberto, con el gesto de angustia marcado en sus rostros, llegaron hasta quien
parecía estaba al mando en el lugar y los llevó hasta el terraplén que a juzgar por su altura
Maca no podía haber salido ilesa.

V_ Soy el médico, ¿podemos ir subiendo a alguien?

Ev_ Pregunta por Maca –dijo nerviosa Eva.

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B_ No hace falta, están todos muertos.

La expresión de los tres fue de auténtico estupor, Eva no pudo evitar que los ojos se
le llenaran de lágrimas mientras Roberto se pasaba las manos en actitud nerviosa por la
cabeza, y Vilches se quedaba inmóvil sin poder reaccionar. Ninguno cruzó entre ellos
palabra, sólo pensaban en Maca, y sobre todo en como decirle a Esther.

Entonces les llegó de otro lado la voz de un bombero.

B_ ¡Eh, eh! ¡rápido aquí hay alguien!, ¡rápido venir aquí!

El bombero gritaba desesperado ante un cuerpo que yacía de lado, estaba repleto
de sangre, y con la poca luz que había sólo pudo ver que llevaba varios cortes en la
cabeza, y tenía el pulso muy débil.

V_ ¡Vamos! –les indicó con la esperanza de que fuera ella Vilches a Roberto y Eva que se
dejaron caer por el terraplén en busca de calmar su ansiedad-. ¡Soy el médico!

B_ Tiene el pulso muy débil.

Vilches no necesitó luz para reconocer la figura de Maca.

V_ Maca, Maca ¡vamos puedes escucharme! –le gritó pero no obtuvo respuesta alguna.

B_ Creo que deberíamos subirla –dijo el bombero.

R_ No deberíamos moverla, ¿no hay luz?

B_ ¡Traer luz, vamos rápido! –mandó a sus compañeros que rápidamente llegaron al lugar
alumbrando a los médicos mientras les ordenaba-. Vamos a necesitar una cuerda para
poder subirla. Ir preparándola.

V_ Dios mío –murmuró Vilches al poder ver con claridad su estado externo.

R_ Vilches no podemos perder tiempo.

Ev_ Está sin tensión Vilches –dijo nerviosa Eva.

R_ Vilches se nos está yendo, ¡rápido reacciona!

V_ Vamos a entubarle.

Ev_ Vilches se está quedando sin tensión.

Los tres trabajaban con rapidez sabían que el tiempo jugaba en su contra, mientras
con la ayuda del bombero habían movido con cuidado el cuerpo repleto de sangre de
Maca.

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R_ Canaliza dos vías Eva.

V_ Vamos Maca ¡joder!, vamos ayúdanos.

R_ Vilches el pulso es muy bajo.

V_ ¡Sigue ventilando!, ¡sigue!

Ev_ Sigue bajando –su voz mostró pánico.

R_ Hay que coser la cabeza, tiene una herida muy profunda –decía Roberto mientras
ventilaba-. Está perdiendo mucha sangre ¡joder!

Ev_ ¡Vilches está sin pulso! –les gritó Eva.

V_ ¡Masaje cardíaco!, vamos Maca.

R_ ¡Ponle adrenalina!

V_ Maca, Maca reacciona Maca, Maca ¡hostia!

Ev_ Vamos Maca –le susurro Eva con un nudo en la garganta pues la situación era de
máxima delicadeza.

R_ ¡Ahora Vilches!, va recuperando...

V_ Hay que trasladarla –dijo jadeante por el esfuerzo-, no tenemos tiempo que perder, el
tiempo juega en nuestra contra.

En el hospital, habían entrado unos cuantos pacientes a los que atender, Urgencias
no podía detenerse aunque les costara apartar a Maca de sus mentes. Habían decidido
que Teresa fuera quien estuviera mientras tanto junto a Esther, no querían dejarla sola, y
Teresa tan parlanchina ella, no podía encontrar las palabras que pudieran dar calma a la
destrozada enfermera que sólo miraba el suelo, entrecruzando sus manos nerviosas sobre
sus piernas. Hasta que el pesado silencio lo rompió ella misma sorprendiendo a Teresa
con una voz ronca y apagada, que denotaba así como se sentía su interior.

E_ Llama a Roberto o a Vilches... llama por favor Teresa.

T_ Cariño cálmate, mira... si no dicen nada es que no es tan grave, hubiesen avisado ya...
por favor Esther... no le va a pasar nada.

E_ ¿Por qué no me cogerían a mí?... ella lo llevaría mejor que yo, estoy segura.

T_ No digas tonterías Esther... ¿ya no te acuerdas con tu accidente?, lo pasó muy mal, lo
mismo que tú ahora.

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E_ La quiero tanto... ahora me doy cuenta de lo imbécil que he sido –murmuró lentamente.

T_ No te mortifiques en este momento, tiempo tendréis de arreglar las cosas.

Ambas esperaban ansiosas la llegada de la ambulancia, cuando vieron llegar por el


pasillo con cara de circunstancias a Dávila, Javier y Cruz. Las dos imaginaron que la
ambulancia estaba llegando y que ellos sabían algo, algo que por lo que sus caras
reflejaba no eran demasiadas buenas noticias. Con tacto se acercó a Esther Cruz, que
esperaba levantada noticias, Cruz con ternura le tomó del brazo y le habló con un sonrisa
que expresó miedo y tristeza.

C_ Esther... no te voy a engañar...

E_ ¿Qué? –la miró con sus ojos repletos por la sombra del terror.

C_ Maca viene muy mal... salió despedida del coche por fortuna, porque ninguno de ellos
lo contó –Dávila se acercó a ella apoyando su mano sobre el hombro de la enfermera que
sentía iba a desmayarse-. Viene inconsciente, con un neumotórax y no podemos descartar
alguna lesión en la cabeza...

E_ No... –murmuró abatida.

T_ ¿Pero qué dices? –le preguntó con los ojos rasgados por las lagrimas que estaba
reteniendo Teresa mientras se tapaba la boca.

D_ Su estado parece que es grave, será mejor que no adelantemos acontecimientos, pero
Esther –la miró penetrantemente tratando de transmitirle algo de fuerza-... quiero que estés
preparada para lo peor.

Aquellas lentas palabras de un Dávila afectado por la noticia, hicieron un efecto en


Esther como si el mundo se hubiera desmoronado, como si estuviera ante un precipicio y
de un momento a otro fuera a caer.

Pero no le dio tiempo a nada, la puerta se abrió y la camilla con Maca entró siendo
arrastrada por Rober y Vilches que por sus caras transmitían la gravedad de su estado.

E_ Maca... Maca –se acercó

V_ Dávila rápido, Cruz vamos a necesitarte.

E_ Dios mío Maca

Esther cuando pudo la sangre y la extrema palidez que en su rostro existía, se dio
cuenta que las palabras de Dávila podían ser reales. Iba intubada y llevaba la ventilación
asistida, fue a seguirles para entrar en el box con ellos pero Cruz se giró y la detuvo
mientras mirándola seriamente le dijo:

341 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Esther por favor, es mejor que no entres.

E_ ¿Cómo no voy a entrar? –murmuró con su mirada fija en el cuerpo de Maca que estaba
siendo trasladado a la camilla.

V_ ¡Rápido ha vuelto a entrar en parada, ostia!.

E_ Maca –gritó Esther que trató de deshacerse de las manos de Cruz para acudir a ella.

C_ ¡Héctor sácala de aquí! –la empujó suavemente hacia donde estaba Héctor.

H_ Vamos Esther, vamos –la sujetó con fuerza para arrastrarla de allí mientras la llamaba
continuamente-. Venga todo va a ir bien.

E_ Maca Dios mío... –rompió a llorar mientras Héctor trataba de darle la vuelta para que no
viera como se habían colocado a su alrededor para trabajar por su vida-. No te mueras
Maca...

T_ Esther cariño –la abrazó Teresa para tratar de calmarla

Mientras en el box la tensión entre todos era palpable.

V_ Carga el fibrilador, rápido.

B_ Ya está –dijo Begoña que se unió a ellos.

V_ ¡Fuera! –dio la sobrecarga sobre el pecho de Maca-. ¡Vamos Maca!

C_ Nada no reacciona –en la voz de Cruz, todos pudieron notar su gran preocupación.

D_ Esto no me gusta nada.

V_ ¡Carga 360!.

B_ Ya.

V_ ¡Fuera! –todos se apartaron mirando el monitor-. Vamos, vamos.

C_ Nada...

D_ Vamos Maca, vamos –le dijo nervioso Dávila.

V_ Carga otra vez.

D_ Vilches –le advirtió Dávila.

V_ Dávila, está muerta, ¡qué mas da!. Carga.

C_ ¡Espera! –alzó la voz al mismo tiempo que Vilches iba a descargar.

342 ”Adiós Esther” © by ldana


D_ Vamos, está recuperando ritmo.

C_ Vamos Maca cariño.

V_ Hay que hacerle pruebas, no descarto que tenga un trauma cerrado, lo más probable
es que tenga una lesión en la columna cervical.

C_ Vilches, ¿has visto esto? –Cruz estaba revisando sus ojos

V_ Sí, lo primero hay que hacer un TAC, no me gusta nada, estoy casi convencido que
tiene un hematoma epidural en la cabeza. En la ambulancia le he hecho las pruebas, y no
responde ni a la luz ni tampoco a las pruebas de sensibilidad.

D_ Hay que llevarla a quirófano.

V_ No hay tiempo que perder –Vilches demostró a todos su estado de nervios y aquello
alertó más aún a sus compañeros que se la llevaron rápidamente para hacerle las pruebas
convenientes.

D_ ¿Quién se lo dice a Esther? –preguntó mientras se la llevaban a toda prisa por el pasillo
para hacerle la prueba.

C_ Una vez lo tengamos claro, yo. Ahora creo que es mejor no precipitarse –la tristeza se
había instalado en todos ellos-. Vamos chicos, no hay tiempo que perder.

Ev_ ¿Cruz?

C_ Lo sé Eva, vamos a enfrentarnos a algo muy duro, os agradecería que estuvierais en la


medida de lo posible, cerca de Esther, nos va a necesitar a todos.

Una vez tuvo las pruebas, debió enfrentarse a lo que para ella era más
complicado, hablar con Esther, comunicarle el estado de Maca. Con ella se encontraban
Carlos, Héctor y Teresa, estaban esperando en la sala de médicos tal y como Cruz les
había hecho saber, entre todos habían conseguido calmar un tanto a una Esther que volvía
a dar síntomas de no estar allí. Cuando Cruz entró y la vio, suspiró con fuerza sabía que lo
que iba a decirle no era nada fácil de asumir y si le costaba decirlo a personas que no
conocía, transmitirle a Esther las noticias, era un dolor en su corazón.

C_ Esther cariño...

E_ ¿Cómo está? –se precipitó hasta ella.

C_ Estabilizada de momento, ha salido de la parada.

T_ Gracias a Dios –murmuró Teresa aunque por la cara de Cruz sabía que las cosas no
iban bien.

343 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Vamos a tener que operar.

E_ ¿Operar? –la miró con temor-. ¿De qué?

C_ Ha recibido todo el golpe en la cabeza –le hablaba con su gesto serio y apenado.

E_ ¿Quieres decirme que vas a operarla de la cabeza?, ¿me estás diciendo que...?

C_ Esther, quiero ser sincera contigo, le hemos hecho un TAC cerebral y nos ha
confirmado las sospechas, su estado es de máxima gravedad si no la opero, morirá, -lo dijo
tan lentamente que a Esther le pareció que el tiempo se había detenido después de esas
palabras que tanto daño le hicieron-. Las pruebas nos dicen que tiene... –la miró fijamente
pues Esther había tomado el color pálido de la luna-. ¿Esther estás bien?.

E_ Me estoy mareando –dijo débilmente.

Ca_ Siéntate Esther –le ayudó Carlos acercando una silla hasta ella.

C_ Héctor pínchale un tranquilizante.

E_ No quiero nada... solo quiero que la salves Cruz –se aferró a sus manos con la angustia
reflejada tanto en su rostro como en los ojos.

C_ Esther... sabes que va a ser largo... sabes que... puede no salir, ¿verdad qué lo sabes?
–Esther cerró los ojos fuertemente y Cruz sintió como se hacía en su corazón un nudo pero
no quería engañarla ni darle falsas expectativas-. Creo que deberías llamar a sus padres...
Esther –le tomó de la barbilla con ternura levantando su cara-, cariño sabes también que
haremos todo por sacarla adelante ¿verdad? –ella asintió aunque su mundo se acababa
de desmoronar-. Bien, vamos allá.

T_ Cruz –Teresa salió tras ella y le tomó del brazo con actitud nerviosa-. ¿Crees que
puede morir?

C_ Está muy mal Teresa, depende una vez abramos lo que nos encontremos, no podemos
perder más tiempo, cuanto mayor sea el tiempo que la sangre circule menos posibilidades
de éxito hay y más tejido cerebral se verá afectado. Además ha perdido mucha sangre,
tiene una vértebra del cuello rota y una rotura en su pierna izquierda, he preferido ocultarle
el resto de problemas a Esther... bastante tiene con esto –al ver que Teresa rompía a llorar
le dijo-. Teresa a ti no te puedo engañar, su estado es muy complicado y hay que
prepararse para lo peor. Llama a los padres.

T_ Dios mío Maca –murmuró sin poder evitar un llanto compungido por su buena amiga y
al entrar en el cuarto y encontrarse con Esther, se fundió en un abrazo con ella mientras
con lagrimas en los ojos le decía-. Todo irá bien Esther, todo irá bien.

344 ”Adiós Esther” © by ldana


La operación tal y como se preveía fue larga, en el quirófano tanto Vilches, Dávila
como Cruz, hacían todo cuanto podían para salvar una situación realmente complicada.
Por más de cuatro horas estuvieron trabajando por salvar la vida de Maca, en ese
momento no se plantearon las consecuencias que podría tener después, lo único que se
planteaban era salvarle la vida.

Fuera en el pasillo, se encontraba Esther, quería pero no podía llorar, estaba


sentada con su pensamiento entregado a Maca, recordaba su sonrisa con las que tantas
veces la había despertado por las mañanas, aparecía frente a ella con su dulce sonrisa
dibujada en su rostro, y cuando la razón le traicionaba y le decía “quizá ya no la vuelva a
tener”, sentía un desespero que no podía controlar y unas ganas de gritar que le costaba
mantener sus labios sellados. La angustia era tal, que pensaba que si Maca no salía de
aquella operación, ella se moriría detrás, que sentido tenía la vida sin Maca, ninguno.
Durante las cuatro horas, no habló más que cuando le preguntaban como se encontraba,
Carlos no perdía detalle y tantas veces quiso hablar con ella, tantas veces se encontró con
su negativa a abandonar los recuerdos de Maca. Tan solo respondía con monosílabos
para no ser distraída de la visión de su compañera en la pared, de la visión de Maca en el
suelo sonriéndole, de la visión de Maca al cerrar los ojos besándola. Teresa le daba la
mano y con su tacto podía soportar algo mejor la interminable angustia que estaba
viviendo, se había quedado sin fuerzas para rezar, se había quedado vacía por dentro, y
cuando vio salir a Cruz y tras ella a un serio Vilches, se dio cuenta que su pesadilla podía
ser peor...

Quería huir, no quería escuchar las palabras de nadie, quería pensar que estaba
dormida y cuando abriera los ojos la pesadilla desaparecería y Maca estaría a su lado,
como siempre acunándola entre sus brazos y dándole el beso de los buenos días. Pero
quien realmente estaba frente a ella, era Cruz. Ya no había escapatoria, no había posible
huída, tendría que escuchar.

C_ Esther... hemos hecho todo lo que hemos podido por ella...

E_ No –murmuró lentamente sintiendo como su corazón se desgarraba del pecho.

C_ Lo siento, está en coma profundo...

[CONTINUARA]

345 ”Adiós Esther” © by ldana


ADIOS ESTHER
Fic de Maca y Esther
© de ldana
2ª parte

1 ”Adiós Esther” © by ldana


Aquellas palabras cayeron en todos y cada uno de sus
compañeros, como una losa, Héctor suspiró con fuerza tapándose la
cara, Carlos buscó la mano de una Laura que no pudo evitar que sus
ojos se llenaran de lagrimas, Aimé que había hecho un esfuerzo por
acompañarlos, revivió su pesadilla y tuvo que sentarse porque
pensaba que las piernas le iban a fallar. Teresa en un sentimiento de
madre protectora fue quien se dirigió hasta Esther, abrazándola
contra su pecho, trató de calmar un llanto que no podía dominar,
Maca, en coma era algo que no podía digerir y si ella se sentía así,
¿qué sentiría Esther?, por el abrazo podía notar su cuerpo en
tensión, pero no lloraba, se había marcado en ella la expresión del
miedo, del abandono, de la mayor de las tristezas.
V_ Esther tienes que ser fuerte, es un momento muy delicado, no
sabemos si superara las primeras cuarenta y ocho horas –en su voz
también se podía notar que estaba afectado, y sus ojos se habían
tupido con el color de la rabia.
C_ Esther... cariño... –se acercó a ella Cruz cogiéndole del brazo
suavemente mientras Teresa la ayudaba a separarse de su cuerpo
pues parecía haber perdido su propio movimiento-. ¿Esther?.
E_ Quiero verla, le da miedo el hospital, no puedo dejarla sola –
hablaba con su voz repleta de desconsuelo.
Todos cruzaron sus miradas, parecía que Esther omitía la
gravedad del estado de Maca, se soltó de Teresa como si de repente
hubiese recobrado la fuerza y la movilidad, Carlos soltó a Laura y
entendiendo la mirada de Vilches se acercó para hablarle.
Ca_ Esther... Maca está en coma... esta dormida.
E_ ¿Y qué? –lo miró fijamente como si su explicación fuera una
verdadera estupidez-. Voy con ella, avisar a sus padres que vengan,
ella querrá que estén aquí.
V_ Esther acepta la realidad, Maca está...

2 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ ¡Está bien, está bien! –le interrumpió Cruz-. Vente conmigo
Esther.
E_ Avisa a mi madre también Teresa, que cuando despierte
estemos todos.
T_ Dios mío –murmuró Teresa al verla marchar.
Ca_ En parte es normal, ahora cuando la vea reaccionara –murmuró
Carlos al viento pues todos seguían la figura de Esther.
L_ ¿Pero qué pasó Vilches?.
V_ El coche volcó y al parecer por lo que nos comentaron los
bomberos, Maca salió despedida por la ventana, debía ir sentada
entre los dos hombres, eso evitó que muriera en el acto. El
hematoma era grande, tardamos mucho en subirla y luego el
trayecto hasta aquí –se detuvo, apoyó su mano en la pared y con
los ojos cerrados exclamó-. ¡Me cago en la puta madre del
Comisario!.
T_ Vilches... ¿pero de verdad no se va a recuperar? –le preguntó
con temor Teresa.
V_ Es muy complicado, puede quedarse así mucho tiempo, puede
morir dentro de una hora, o puede despertarse con lo que no
sabemos exactamente en que condiciones lo haría. Necesitamos
hacerle más pruebas, pero siempre y cuando aguante.
L_ ¡Cómo puede haber pasado esto! –expresó su rabia Laura
abrazándose a Carlos.
A_ No va a salir –apuntó con la voz queda Aimé.
V_ El que faltaba –murmuró Vilches negando con la cabeza-. Aimé
vente conmigo, hay que revisar unos pacientes, vamos.
H_ No lo puedo creer Teresa, no lo puedo creer.
T_ Maca... pobrecilla –murmuró abrazándose a Héctor que estaba
muy afectado por lo ocurrido y no reprimió las lagrimas en el abrazo
sentido con Teresa-. ¿Qué vamos a hacer?...

3 ”Adiós Esther” © by ldana


Antes de entrar, Cruz se detuvo y tomó del brazo a Esther,
quiso prepararla, aunque era enfermera y había visto miles de
casos, cuando quien esta entre la vida y la muerte, es un ser
querido, la impresión es la misma que cualquier otra persona.
C_ Esther, quiero que sepas que Maca está un poco desfigurada.
E_ Déjame entrar –le dijo sin escucharla.
C_ Esther, vas a impresionarte al verla ¿vale?, quiero que estés
preparada, no quiero engañarte.
E_ Vale –murmuró sonriendo nerviosa, y elevando su hombro al
mismo tiempo que le hablaba le dijo-. Estoy preparada, claro.
C_ Muy bien... ¡vamos allá!
Al entrar se dirigió directamente a la cama, pero a pocos
metros se detuvo en seco. No podía reconocer a la persona que
había conectada a la máquina, la impresión que le produjo verla fue
tan fuerte que sintió como su corazón sentía un enorme pinchazo,
tanto que el dolor la doblegó un instante. Cruz se acercó para
sujetarla.
C_ ¿Esther?
E_ Estoy bien, estoy bien –murmuraba con los ojos clavados en
Maca.
Nunca antes, cuando había entrado a una habitación de la UCI,
había percibido el silencio, el horrible silencio aplastante, un silencio
roto por los pitidos continuados y necesarios de la máquina que
mostraba que aún latía su corazón que Maca aún estaba viva. No
podía reaccionar, tal y como le había avisado Cruz, Maca tenía la
cara desfigurada, los ojos morados, la frente vendada, un corte en
el labio, el oxígeno en su nariz, estaba intubada y de su cabeza salía
un drenaje donde la sangre goteaba poco a poco, sus brazos
estaban morados y repletos de goteros y aquel pitido seguía
machacando el cerebro de Esther. Dio un paso porque era Maca
quien yacía en la cama, desde luego, pero sólo su cuerpo, tuvo que
sentarse ayudada por Cruz que apoyó su mano sobre su hombro,

4 ”Adiós Esther” © by ldana


sabía que el impacto había sido terrible para ella, y que la realidad
se estaba haciendo hueco en su corazón. Maca estaba realmente tan
mal como le dijeron.
E_ ¿Qué voy a hacer? –murmuró de repente con la voz quebrada.
C_ De momento Esther, ser fuerte, piensa en Daniel.
E_ No puedo pensar en él, solo puedo pensar en Maca... –alzó
lentamente su mano, rozando con la yema de sus dedos con sumo
cuidado la mano de Maca y entonces murmuró-. Es su piel... es su
pelo... es su cuerpo...
C_ Esther –le advirtió con gesto de profundo dolor al verla
reaccionar así-. Puede ser en cualquier momento.
E_ No, ella no me va a abandonar –sonrió levantándose de la silla
lentamente y acercando sus labios hasta Maca, le dejó un beso
suave en la mejilla, el único lugar donde podía y sonriendo le dijo-.
¿Verdad que no mi amor?
C_ Esther creo que es mejor que salgas...
E_ No Cruz, voy a quedarme aquí, díselo a Dávila.
C_ Está bien –suspiró resignada seguidamente le pasó la mano por
la espalda y fue a decirle algo, pero entendió que no la escucharía-.
Ahora volveré.
Cuando se quedó sola con Maca, cerró los ojos apoyando sus
manos en el colchón, metió la cabeza entre sus brazos, suspiró
profundamente y dejando salir el aire poco a poco volvió a mirarla.
Era Maca, pero no hablaba, era ella, pero no sonreía, era Maca, pero
estaba en su mundo, era ella, la mujer que amaba muy lejos de su
realidad.
E_ Cariño, no voy a dejarte ni un segundo, vamos a poder con esto,
estoy segura mi amor... ellos no saben que eres fuerte... y sobre
todo, ellos no saben que sin ti, no puedo vivir... Maca... cariño...
estoy aquí.
La miró pero no obtuvo respuesta, la acarició, pero no obtuvo
movimiento alguno, y como si el tiempo se hubiera detenido, tan

5 ”Adiós Esther” © by ldana


solo acompañadas las dos por el sonido del continuado pitido de la
máquina, se quedó allí inerte mirándola sin pensar en nada, sin
poder hablar tan solo esperando que Maca abriera los ojos y se
quejara. El mundo había desaparecido y se había convertido en un
cuarto cuadrado, con poca luz, una máquina, una cama y el cuerpo
de Maca, ¿pero... y su alma?, ¿dónde estaba su voz, su sonrisa y su
mirada?

Mientras, Teresa había tenido el difícil encargo de avisar a los


padres de Maca, su padre le dijo que su mujer estaba en casa de
Encarna, que él salía inmediatamente hacía Madrid. Sabía que iba a
darles un susto a esas horas de la noche, las cuatro de la mañana
no era buena hora para avisar a nadie, pero la vida de Maca pendía
de un hilo y no tenía tiempo que perder. Al llamar le contestó la voz
ronca de dormir de Encarna que supuso que algo pasaba.
T_ Encarna soy Teresa.
En_ ¿Qué ha pasado? –se incorporó en la cama con cara de miedo.
T_ Se trata de Maca, ha tenido un accidente y está muy grave.
En_ ¿Qué? –murmuró perpleja.
T_ Veniros puede fallecer en cualquier instante. Trae al niño, nos
haremos cargo de él.
Lo último que oyó de la voz de Encarna fue un sollozo y una
queja a Dios, sabía que la apreciaba casi tanto como a su hija, y
sabía que iban a ser momentos difíciles para toda la familia. Estaba
en ese pensamiento cuando llegó a su lado Cruz.
T_ ¿Cómo sigue? –le preguntó nerviosa.
C_ Igual Teresa, puede estar así mucho tiempo. Pero realmente si
se despierta sería un milagro.
T_ ¡Dios mío! –murmuró con lagrimas en los ojos, haciendo un
esfuerzo le confirmó que había hecho su trabajo-. He avisado a sus
padres –se secó la nariz.

6 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Bien. La que me preocupa es Esther.
T_ Si, pobrecilla... justamente cuando se iban a arreglar.
C_ ¿Qué me estás diciendo? –la miró impresionada.
T_ Sí Cruz, iban a arreglar sus problemas, iban a darse una nueva
oportunidad justo, cuando el tipo ese agarró del cuello a Maca.
C_ Yo debería haber estado aquí –murmuró afectada.
T_ ¿Tú?.
C_ Sí, yo. Maca tenía que operar al niño de la apéndice, pero...
bueno... al final lo hice yo... ya sabes el respeto que le da a ella el
quirófano.
T_ El destino... el destino es caprichoso e injusto.
C_ Así es –afirmó con gesto triste y cansado.
T_ Yo no sé que va a hacer Esther si le pasa algo...
C_ Debiste verla como se quedó, creo que ahora ya se cree lo que le
hemos dicho, ahora ya es consciente de la difícil realidad que tiene.
T_ ¿Y la has dejado sola?
C_ No puedo dejar pasar a nadie más Teresa, ya lo sabes. Mira, ya
están aquí.
Por la puerta aparecieron Encarna y Rosario con el bebé,
rápidamente Laura que acababa de salir, se hizo cargo del pequeño,
mientras Cruz atendía a las dos mujeres que habían llegado
llorando. Teresa, salió del mostrador y se abrazó a ellas, ninguna
podía retener el llanto hasta que Cruz decidió interrumpirlas.
C_ Vamos, es mejor que vayáis y sobre todo saquéis a Esther de allí
y le hagáis compañía.
En_ Dime que no se va a morir Cruz, dime que no le va a pasar
nada a Maca –su voz estaba quebrada y sus mirada repleta de
miedo.
C_ No te puedo decir eso Encarna.

7 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ Mi hija... dios mío mi hija –murmuró rota de dolor Rosario
mientras Encarna trataba de tranquilizarla.
Por su parte, en el despacho de Dávila estaba reunido con
Héctor que seguía afectado por el estado de Maca y con un Vilches,
repleto de furia contra el Comisario.
D_ Ahora mismo el Comisario es lo de menos Vilches, ahora
tenemos otro problema.
V_ ¿Cuál?
D_ Esther... sí, ya sé que me vais a decir que soy un egoísta y solo
pienso en el hospital, pero mira, esta noche está siendo tranquila...
pero estoy sin jefa de enfermeras.
H_ ¿Y qué pretendes Dávila?, Esther no está para otra cosa que no
sea estar junto a Maca.
D_ Lo sé, pero imaginaros que esto dura tiempo... no sería el primer
caso.
V_ Maca está mal Dávila ya has visto las pruebas. De todos modos,
te entiendo. ¿Qué vas a proponer?
D_ A Esther le voy a dar tantos días como ella necesite, pero tengo
que poner una enfermera jefe.
V_ ¿Y?
D_ Bueno... ya sabéis como está el tema, en teoría Begoña sería la
mejor indicada.
V_ ¿No pretenderás sacar partido de esto, verdad Dávila?
D_ ¡Cómo puedes ser tan animal Vilches! –le gritó encolerizado.
V_ Nada más te digo que sabes perfectamente lo que hay, ya te he
comentado lo que me dijo Maca antes del incidente. Estaba segura
que Begoña había hecho todo con alevosía en contra de Esther.
D_ Lo sé... ya me lo habías dicho, por eso os pido consejo. ¿Qué
hago?
H_ Poner a cualquier otra Dávila, creo que está clarísimo...

8 ”Adiós Esther” © by ldana


V_ Lo que pasa Héctor... es que quiere quitarse responsabilidad,
¿verdad viejo zorro?
D_ Reúne a las enfermeras en rotonda, haré como que no te he
oído. Y si hay algún cambio con respecto al estado de Maca, quiero
que me lo transmitáis al segundo.
V_ Así será. ¿Vienes Héctor?
H_ Sí –salieron juntos y en el pasillo le dijo-. Se va a poner buena
Begoña.
V_ Ella solita se lo ha ganado. ¿Vamos a ver a Maca?
H_ Daría todo lo que tengo por poder salvarla.
V_ Yo también... pero hay cosas que se nos van de las manos.
Cuando Cruz abrió la puerta, vio a Esther de pie frente a Maca,
no se giró al escuchar cerrar, ni se inmutó por la presencia de
alguien, parecía una figura de cera, allí fijamente mirando a Maca.
C_ Esther... –la llamó y se giró-. Ha venido Rosario y tu madre, sal
y así pueden entrar ellas.
E_ No, yo no puedo irme, que entren ellas.
C_ ¡Esther!.
E_ No me voy a mover de aquí –le dijo sin mirarla mientras
acariciaba el brazo de Maca con ternura-. Tranquila mi amor, estoy
aquí contigo...
Cruz salió preocupada por la reacción de Esther, pero les hizo
pasar advirtiéndoles que solo podían estar cinco minutos. Les había
avisado para que se impresionaran los menos posible. Al pasar,
Esther se giró y las recibió con una sonrisa que ninguna entendió.
Rosario fue la primera que entró y al ver a su hija en el estado en
que estaba, rompió a llorar mientras Encarna se veía incapaz de
acercarse.
E_ Rosario no se preocupe... no va a pasar nada –su voz reflejaba
una calma incomprensible en aquella situación.
R_ Maca hija...

9 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Que no la oiga llorar –le acarició a la mujer con suavidad el
brazo.
R_ Dios mío Esther –se abrazó a ella llorando mientras Esther
miraba a su madre que también lloraba-. ¿Qué va a pasar?
En_ Hija... –la abrazó llorando.
E_ No os preocupéis... Maca va a despertar y todo va a ser como
antes... además tengo una buena noticia que daros –las mujeres se
miraron entre ellas asombradas por su calma y su sonrisa-. Maca y
yo vamos a volver a estar juntas, cuando salga de aquí, ¿no es
maravilloso?
C_ Esther... creo que deberías salir un momento... tomar algo y
volver.
E_ No, tranquila cuando despierte tengo que estar aquí.
R_ Esther... ve... no tienes buena cara –le dijo Rosario con pena de
ver su reacción ante la gravedad que ella parecía no quería aceptar.
E_ No, Rosario, ya iré mañana o ...
En_ Hija, ve a tomar algo por favor... si Maca despierta te avisamos.
C_ Vamos Esther.
R_ Dios mío Encarna... esto va a ser insoportable... mi hija... y
Esther...
En_ Primero hay que pensar en Maca, mi hija ya reaccionara... Dios
mío Maca, hija -las dos se quedaron allí en silencio compartiendo el
dolor.
En la cafetería todos miraban apenados a Esther, y algunos se
acercaban a darle ánimos, ella sonreía pero no decía nada. Cruz se
había sentado a su lado mirándola con pena, podía entender su
postura pero sabía que en cualquier momento se iba a desmoronar
y entonces necesitaría ayuda.
C_ Esther... ¿cómo estás?.
E_ Bien, me duele un poco la cabeza pero ahora me tomo algo y
ya...

10 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ ¿Por qué no te vas a casa a descansar un rato?
E_ ¿Qué dices?, ¿moverme del lado de Maca?, ni soñarlo.
C_ Esther no me gusta la postura que has tomado, no es la real, tú
eres enfermera sabes perfectamente lo que está sucediendo y lo
que puede suceder.
E_ No va a suceder nada.
C_ Está bien... quieres optar por este pensamiento, muy bien... no
voy a entrar en ello, pero no voy a permitir que te hagas falsas
ilusiones, Maca está en estado de coma, y puede fallecer esa es la
cruel realidad, si piensas que no va a suceder nada, ¿qué crees que
te pasará después?
E_ Es muy sencillo Cruz, yo voy a luchar con Maca, porque sé que
ella no me va a dejar, pero –la miró con firmeza y una seguridad
que asustó a Cruz por sus palabras-, pero si llega el momento y
Maca no puede superarlo, yo la acompañaré –le sonrió con
tranquilidad y después se tomó un sorbo del café. Con esa misma
tranquilidad, apuntilló-. No pienso vivir sin ella, no tendría sentido.
C_ ¿Y Daniel? –Esther la miró con dudas-, sí Esther no puedes ser
tan egoísta y pensar en ti, ¿y qué pasaría con el crío?
E_ Lo mismo que ha pasado con Jorge, supongo... no sé... quizá
hasta tú podrías adoptarlo, no sé ahora no me hagas pensar en eso.
Voy con Maca.
C_ Joder –murmuró con gesto de espanto.
H_ Cruz, ¿qué pasa? –se sentaron junto a ella Héctor y Carlos.
C_ Carlos creo que deberías hablar con Esther, está peor de lo que
imaginaba, y me preocupa de verdad.
Ca_ Está bien, ahora dentro de un rato iré y procuraré quitarle esa
coraza que se ha puesto.
H_ Debe estar viviendo un infierno, tanto tiempo peleadas, tanto
sufrimiento y justo ahora que van a volver, ¡zas!, ocurre esto.

11 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ La vida es así... por eso tenemos que aprovechar todos los
momentos –los dos lo miraron asintiendo con pena.
Cuando Esther llegó a la habitación, Rosario estaba sentada en
la silla junto a la cama, Encarna al ver a su hija se levantó de la otra
silla con gesto de preocupación y fue hasta ella con actitud inquieta.
En_ Cariño...
E_ Estoy bien, mamá –le sonrió-. ¿Ha hecho algo, se ha movido?
R_ No hija –sus ojos estaban repletos de lagrimas.
E_ Rosario –le habló con la voz repleta de ternura-. No se preocupe,
no le va a pasar nada, esté tranquila.
R_ Esther, mi hija está mal no puedes volver la cara a la realidad
por favor –se levantó dirigiéndose hasta ella con gesto preocupado.
E_ La realidad es que Maca va a despertar, y todo volverá a ser
como antes, no quiero que llore, ni que ella le oiga decir esas cosas,
si no puede controlarse quédese fuera, y tú también mamá, aquí no
podemos estar mal, quiero que este cuarto sea todo paz –se acercó
a ella sonriente dejándole una caricia tierna sobre su brazo ante la
mirada preocupada que se cruzaron las dos mujeres-, que Maca no
tenga nada por lo que preocuparse. ¿Verdad mi vida que todo va a
ir bien?
Mientras, en rotonda Dávila estaba reunido con todas las
enfermeras, el rumor de que iban a nombrar una enfermera jefe
hasta que Esther se reincorporara, hizo que Begoña sintiera la
seguridad de que ella, sería la señalada.
D_ Bueno... sé que sois conscientes de la situación que estamos
viviendo, Esther va a estar unos días de baja para poder estar junto
a Maca... y saber en que acaba está incertidumbre, por lo tanto a
partir de hoy en las guardias tendremos que poner otra enfermera
jefe –Begoña sonrió victoriosa-. Sonia, tú vas a encargarte de todo,
¿de acuerdo?
S_ ¿Yo? –miró con miedo a Begoña.

12 ”Adiós Esther” © by ldana


D_ Sí tú, bueno... os agradecería que colaborarais con Sonia y las
cosas fueran lo mejor posible. Gracias.
B_ Espera –lo detuvo Begoña con gesto serio rozando una expresión
de odio profundo-. Esto me parece injusto, aquí la que ayuda a
Esther soy yo, y soy yo la que debería sustituirla.
D_ Mira Begoña –la miró con gesto adusto y un tanto altivo-, tú más
que ayudar a Esther lo que has estado haciendo últimamente ha
sido provocar innumerables desaciertos y cargándole las tintas a
ella, da gracias que no te abra expediente y sobre todo, da gracias a
que no hable con dirección para explicarles como has tratado de
hacer creer que una compañera era una incompetente. Te lo
advierto Begoña, no voy a dejar que por tu culpa pierda a la mejor
enfermera que ha habido en este hospital –ella lo miró con los ojos
repletos de lagrimas e ira-. ¡Ah!, quizá lo que deberías hacer es
aprender de su profesionalidad.
Dávila se marchó y Begoña se quedó allí de pie con gesto de
odio. Entonces por detrás apareció Vilches que silbó poniéndose en
jarras.
V_ Menuda bronca nena –Begoña se giró mirándolo de igual manera
que miraba a Dávila-. Yo de ti trataba de portarme mejor y ser una
buena chica.
B_ Tú también defendiendo a Esther, no me importa porque todo lo
que ha dicho Dávila es mentira y lo voy a denunciar, estoy harta de
que todos queráis echarme a mí la culpa cuando Esther hace las
cosas mal.
V_ Pon la denuncia –le dijo tranquilo y cuando ella se iba a marchar
añadió haciendo que se detuviera y se girara-. Si, ponla que yo
llevaré las pruebas de que quien puso mal las pastillas fuiste tú –se
le acercó y le dijo muy serio-. En este hospital no hacen falta
enfermeras como tú, sin embargo, nos hacen falta miles como
Esther.
Cuando Dávila llegó a la habitación de Maca, vio que fuera
esperaban nerviosas Encarna y Rosario, les saludó y les quiso

13 ”Adiós Esther” © by ldana


transmitir todo el animo posible, en ellas pudo ver el desconsuelo y
la desesperanza que esperaba encontrar en el rostro y los ojos de
Esther. Sin embargo al entrar, la vio de pie al lado de Maca, le tenía
tomada la mano y la acariciaba con suavidad, en sus labios
mantenía una sonrisa repleta de tristeza, cuando ladeó su cabeza y
lo vio, la sonrisa se transformó en más amplia y le saludó.
E_ ¿Qué tal Dávila?
D_ Yo bien Esther... ¿y tú?
E_ Bien, aquí esperando que Maca abra los ojos y comience a
quejarse, es una pésima paciente –la miró sonriente.
D_ Mmmm Esther... ¿podemos hablar un momento?
E_ Claro –lo miró sin soltar la mano de Maca y sin moverse.
D_ He estado hablando con Cruz, he visto las pruebas y...
E_ Tranquilo Dávila –le hizo un gesto de despreocupación-. Todo
estará bien en unas horas.
C_ Hola –apareció Cruz con dos camilleros-. ¿Cómo sigue? –le
preguntó a Esther mientras cruzaba una mirada nerviosa con Dávila,
y éste le hacia gesto de circunstancias ante la reacción de Esther.
E_ Tranquilita, está muy tranquilita.
C_ Vamos a hacerle un Escáner, quiero ver como va.
E_ Vale, vamos. Venga cariño, vamos a hacerte la prueba será solo
un momento –se acercó y le dio un beso ante la mirada
desconcertada de los dos médicos.
D_ Esther ¿por qué no te vas a casa?, descansa está aquí su madre
y también la tuya y...
E_ No Dávila, no puedo dejarla sola, le da terror el hospital, como
buen médico que es –sonrió mientras se frotaba las manos en
actitud nerviosa.
C_ Bueno Dávila... acompáñame y veremos los resultados.
E_ Voy con vosotros.

14 ”Adiós Esther” © by ldana


No se atrevieron a decirle que no, su actitud estaba
desconcertando a todos, hasta su madre que la miraba con pena y
una Rosario profundamente afectada que no cesaba de llorar.
Frente al monitor estaban los tres, veían con gesto preocupado
lo que les estaba haciendo llegar la imagen, Cruz y Dávila se
cruzaron sus miradas y Esther que las captó miró preocupada la
pantalla que se había resistido a mirar, no quería saber nada de lo
que decía, era como si aquello no fuera con ella, como si lo que
dijera el resultado del examen no le afectara, pero al ver sus
rostros, el miedo se apoderó de ella y de su estómago.
E_ ¿Qué pasa?
C_ Esther tenemos que volver a operar, Maca ha vuelto a sangrar,
esto no tiene buena pinta, ¡y tenemos que hacerlo ya!
D_ Vamos hay que preparar un quirófano, llamaré al neurólogo,
creo que vamos a necesitar ayuda –apuntó Dávila con tono
preocupado.
E_ Cruz –murmuró mordiéndose el labio con un miedo que se
reflejaba en sus ojos.
C_ Te dije que esto podía ocurrir, y te dije también que te
prepararas.
E_ No va a pasarle nada, solo tenéis que limpiar la zona y ya está.
C_ Esther la zona, es muy delicada, si logramos salvarle la vida,
podría quedarse privada e incluso con algún problema en sus
brazos.
E_ No me importa –dijo con rapidez-. No me importa, solo quiero
que hagáis todo cuanto sea necesario para que despierte y para
tenerla nuevamente.
C_ Necesito tu autorización, pero creo... que hablaré con su madre.
E_ ¿Para qué?
C_ Tú no estás en condiciones de dármela Esther, lo siento –la miró
con pena.

15 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Cruz, soy su mujer y si yo te digo que la operes, ¡la operas! –le
alzó la voz.
C_ Lo siento Esther, lo siento pero no.
Cruz se marchó en busca de Rosario después de dar un fuerte
soplido, ya no solo le preocupaba la operación de Maca, también el
resultado por la cordura de Esther que salió tras ella con gesto serio
y cuando Cruz se puso hablar con una Rosario desconcertada le
interrumpió de malos modos.
E_ Te he dicho que la operes, su madre no tiene que cargar con esta
responsabilidad, soy yo quien te lo dice –Rosario y Encarna la
miraban con miedo pues parecía haber perdido la razón.
C_ Mire Rosario... tengo que...
E_ ¡No me oyes! –la cogió del brazo apretándole con fuerza ante la
mirada preocupada de Cruz.
C_ Suéltame Esther, te he dicho que me sueltes –le dijo con tono
severo sin alzar la voz.
En_ Hija... –Esther la soltó girándose mientras cerraba los ojos.
C_ Rosario, tengo que operar a su hija el hematoma ha vuelto a
reproducirse, necesito su aprobación –Rosario miró por encima del
hombro a Esther que seguía dándoles la espalda aunque por su
agitado movimiento podía percibir su respiración alterada-. Esther
no está en condiciones de dármela. Tiene que saber que es una
operación muy delicada y que podemos provocar que una parte de
su cuerpo quede paralizada.
R_ Dios mío –murmuró sintiendo que le fallaban las piernas.
C_ Haremos todo cuanto esté en nuestras manos... pero no puedo
garantizarles si quiera que salga del quirófano.
R_ ¿Y si no la operas? –Esther se giró bruscamente desafiando con
la mirada a Rosario que tuvo que desviar sus ojos a la figura de
Cruz.

16 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Si no la opero morirá –lo dijo lentamente como si tan solo
nombrar la posible muerte de Maca, a ella le causara un desgarro en
su corazón.
R_ Pues... te digo como Esther opérala... yo te doy el permiso.
C_ Está bien ahora traerán los papeles. Haremos todo lo posible ¿de
acuerdo?, esto va a ser largo, duro y difícil, así que lo mejor es que
os lo toméis con calma –les dijo un tanto intranquila por ellas tras
un profundo suspiro.
E_ Quiero entrar a quirófano –dijo de pronto Esther sorprendiendo a
todos.
C_ No Esther, lo que vas a hacer, es estar tranquila y ocuparte de tu
madre y Rosario.
E_ Quiero estar Cruz... –cerró los ojos y su tono se tornó un ruego.
C_ Lo siento pero no. Ya te iremos informando. Es lo único que
puedo hacer.
En_ Cruz –la llamó Encarna cuando se marchaba y sacando una
estampa de su bolso le dijo-. ¿Puedes ponerla junta a ella?.
C_ Está bien –dijo con un nudo en la garganta por el gesto de
Encarna que no solo tenía que sufrir por Maca, también por el
estado en que su hija se encontraba. Se acercó a ella y en voz baja
tomando la estampa del Sagrado Corazón le dijo-. Vigila a Esther,
no la dejéis ni un momento sola.

Esther se apoyó en la pared sintiendo que le faltaban las


fuerzas, siguió con la mirada la marcha de Cruz, y agradeció el
contacto de su madre, su abrazó le reconfortó lo suficiente como
para no desfallecer.
Eran las seis de la mañana cuando Maca entró al quirófano,
junto a Cruz se encontraba Dávila, Vilches y el Neurólogo del
Hospital, todos trabajaban con el rostro preocupado y conforme iban
acabando los turnos, se iban acercando para acompañar la larga
espera a una Esther que parecía nuevamente haber desaparecido de

17 ”Adiós Esther” © by ldana


allí y estar su alma en el quirófano junto a Maca. La última que se
unió a ellas, fue Teresa con el rostro compungido se sentó junto a
Rosario, la miró apenada y le tomó la mano para transmitirle un
tanto de aliento.
R_ ¿Qué va a pasar Teresa?
T_ Tengamos Fe.
R_ No puedo creer que Maca esté debatiéndose entre la vida y la
muerte... no me entra en la cabeza Teresa.
T_ Imagino, a mí me pasa igual –entonces miró con pena a Esther y
Rosario la acompañó en el gesto-. Pobrecita.
R_ Me preocupa mucho Teresa, es como si no quisiera ver la
realidad.
T_ La entiendo Rosario, si la ve, no la podrá soportar, prefiere
pensar que todo va a ir bien, ya me lo ha comentado Carlos.
R_ Si le pasa algo a mi hija...
T_ Por Dios Rosario... no pensemos ahora en esto, lo que Maca
necesita es nuestra fuerza, no nuestro desconsuelo –la miraba
apenada pero tratando de transmitir un poco de ánimo y esperanza.
R_ Gracias Teresa –le dijo con un nudo en su corazón.
L_ Oye Esther, ¿quieres que te traiga algo? –le preguntó Laura que
ya se había cambiado y le preocupó el gesto que Esther mantenía.
E_ ¿Qué? –la miró como si no viera a quien le había dedicado
algunas palabras que no entendió.
L_ Si te traigo algo de beber, creo que necesitas tomar algo –le tocó
el pulso delicadamente.
E_ No, gracias.
L_ De acuerdo –se acercó hasta Héctor con gesto preocupado y le
dijo-. Héctor, Esther tiene el pulso muy alterado, y si te fijas su
rostro está demasiado pálido.

18 ”Adiós Esther” © by ldana


H_ Si, la llevo observando un buen rato, creo que está a punto de
darle un bajón de tensión, voy a llevármela al box –le dijo
acercándose a ella-. Esther acompáñame, vamos.
E_ No.
H_ Esther acompáñame por favor, no tenés buena cara.
E_ Estoy bien –dijo lentamente mientras sus ojos se cerraban ante
el susto de Rosario, Encarna y Teresa.
T_ ¡Esther! –la llamó nerviosa acercándose a ella.
H_ Carlos ayúdame –le dijo nervioso-. Vamos a llevarla al box,
rápido.
En_ Hija, hija –fue con ellos Encarna.
R_ Dios mío Esther –murmuró Rosario con temor.
L_ Tranquilas, solo ha sido un desfallecimiento, necesita un poco de
calma, vamos a inyectarle un tranquilizante y se pondrá bien –le
dijo a Rosario.
T_ Yo me quedo con Rosario entonces –dijo nerviosa Teresa.
L_ Está bien, os digo algo una vez esté estabilizada.
Todos estaban nerviosos, Rosario y Teresa, se quedaron en el
pasillo, mientras Héctor y Carlos, llevaron a Esther a un box donde
le pusieron un gotero y la reanimaron. Cuando recobró el
conocimiento insistió en que la dejaran ir. Héctor se lo negó y ante
su insistencia le advirtió.
H_ No te vas a mover de aquí, y si insistes, te pinchare un sedante
y te llevaré a casita, tú decides.
En_ Hija por el amor de Dios.
H_ Esther, explota por favor, di algo, llora, grita pero no te tragues
todo el sufrimiento, ¿me oís? –le riñó nervioso.
En_ Cariño...
E_ ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

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H_ ¡Che a testaruda no te gana nadie! –ante su mirada insistente le
dijo-. Media hora.
E_ ¿Y Maca? –preguntó con un hilo de voz.
H_ Sigue en quirófano.
En_ Héctor hijo... ya me hago cargo yo ella.
H_ Ni se te ocurra quitarte el gotero o te ataré –le señaló enfadado
con el dedo índice dirigido a su cara.
Esther cerró los ojos, al recobrar el conocimiento pensó que
todo volvería a ser como antes, pero al verse tumbada en la camilla
con el gotero en su antebrazo, se dio cuenta que despierta o
dormida seguía metida en la misma pesadilla. No quiso mirar a su
madre, sabía que era la única persona capaz de hacerle caer como
un castillo de naipes, tan solo con pronunciar una palabra, se
derrumbaría y no quería. Por eso quiso ser ella quien diera el primer
paso para tranquilizarla.
E_ Mamá estoy bien, no te preocupes –le dio su mano y su madre la
tomó con gesto de pena mientras se sentaba en la camilla.
En_ Debes llorar hija mía.
E_ Maca no lloraría.
EN_ Pero tú no eres Maca –le susurró mirándola fijamente.
E_ Llama a Héctor, quiero ir a quirófano, por favor dile que me quite
esto, no lo necesito.
En_ Sé que no lo necesitas, sé lo que necesitas pero hija... quizá no
la puedas recuperar –Esther cerró los ojos con fuerza, no quería
llorar-. Por eso cuanto más tiempo tardes en aceptar la verdad, más
difícil será superarla. Sé que estas desolada, yo lo estoy, lo peor que
le puede pasar a un ser humano es ver desaparecer a la persona
que quiere de repente –Esther tuvo que hacer un gran esfuerzo por
tragar aquella verdad que se había instalado en forma de miedo en
su garganta-. Yo sé lo que amas a Maca, y sé lo que significaría para
ti perderla, y entiendo que delante de ella quieras aparentar fuerza
que sé no tienes, que quieras sonreír mientras lloras por dentro,

20 ”Adiós Esther” © by ldana


entiendo que la acaricies con la esperanza clavada en tu alma de
que saldrá adelante como sea y que ella nota esa caricia repleta de
amor y ternura –Esther frunció su frente y contrajo sus labios-. Pero
a mí no me engañas hija, a mí no, no hace falta que aguantes todo
esto delante mía, quítate la coraza y deja que tu corazón llore
porque lo necesita, que tu alma grite porque es lo más sensato
cariño –su voz se turbio por la congoja de decirle lo que sabía le iba
a hacer daño, pero era necesario o de lo contrario Esther no
aguantaría mucho tiempo en esas condiciones-. Debes pensar en ti,
si de verdad quieres el bien de Maca, si ella muere que sabemos es
una posibilidad, tú tienes que sacar adelante a vuestro hijo, tú
debes seguir viviendo porque habrá sido el deseo de Dios. Injusto
desde luego, pero tú deberás por ella seguir viviendo.
Esther no aguantó aquellas palabras de su madre y rompió a
llorar con un llanto desesperado, tanto que la congoja se puso en su
pecho y pensó se ahogaba, era el puro dolor, era el dolor en estado
de mayor auge, ella y su pena necesitaban ir de la mano, pero allí
en aquel pequeño box, con su madre abrazándola se daba cuenta de
la realidad, Maca estaba grave y quizá no volvería a tocarla, ni a
besarla, ni a escucharla, y si admitía aquello, debía admitir que
jamás le perdonaría poner fin a su vida y abandonar a su hijo, el
hijo de Maca, el hijo que ambas habían querido tener, entonces
recordó todo como si fuera un rayo que pasara frente a sus ojos,
Maca sonriendo feliz el día que confirmaron el embarazo, Maca
pidiéndole masajes en los pies con cara de pena, Maca quejándose
porque no podía dormir con la barriga... Pero, ¿cómo vivir sin ella?
E_ Mamá yo sé que no va a morir, lo sé, ella no me dejaría... ¿por
qué, que haría yo sin ella?, dime mamá –la miraba con la calma
nuevamente instalada en ella.
En_ Vivir hija, vivir por ti... y por ella... pero sobre todo por vuestro
hijo.
E_ No podría... no sabría... y sobre todo... no querría... Llama a
Héctor por favor –se secó los ojos y se prometió no volver a llorar

21 ”Adiós Esther” © by ldana


Maca no podía notar en su voz la pena, ella le dijo una vez que no
quería que llorara si le pasara algo, y así debía hacerlo-. Llámalo.
Cuando se reunió con Rosario, había llegado el padre de Maca,
en su rostro estaba marcada la expresión del terror, parecía que de
repente había envejecido, y si a Esther le sorprendió, mucho más
impactado quedó él al verla, sin decirse nada, sin hablar ni llorar, se
fundieron en un fuerte abrazo.
Maca llevaba cinco horas en quirófano, las manecillas del reloj
pasaban tan lentamente que parecían agujas que se les clavaba en
el alma. Rosario y Pedro, estaban sentados juntos, tomados de la
mano y cuando Rosario echaba a llorar, él la abrazaba en silencio.
Encarna por su parte estaba sentada junto a Teresa que no se había
movido de allí, tampoco lo había hecho Héctor que apoyaba su
cabeza en la pared con los ojos cerrados. Y Esther, que no cesaba ni
un instante de pensar en Maca era como poder transmitirle fuerza,
hablaba con ella como si pudiera escucharle, se sentaba y
levantaba, caminaba y se quedaba de pie, se comía las uñas y
resoplaba todo bajo la atenta mirada de Héctor que no la
descuidaba un solo segundo. Todos esperaban, cada uno pensando
en Maca de diferente modo... pero todos deseando que la puerta se
abriera y fueran buenas las noticias que les trasladaran del interior
del quirófano.
Después de cinco horas y media, la puerta se abrió y Cruz
salió... Esther se precipitó hasta ella seguida por los demás,
Encarna y Teresa dejaron que los padres de Maca se pusieran a su
altura, detrás de Cruz salió un Vilches serio que llevaba en su cara
marcada la tensión vivida en el quirófano. Fue Esther quien habló
primero, acosando a una Cruz que al igual que Vilches, se mostraba
cansada después de tantas horas luchando por la vida de su amiga y
compañera.
E_ ¡Cruz! –sus ojos abiertos su rostro tenso daba muestras del
momento tan doloroso que estaba viviendo.
C_ Esther... Maca ha aguantado la operación –todos respiraron
aliviados mientras Esther cerraba los ojos juntando las palmas de
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sus manos sobre su boca como agradeciendo a Dios que Maca
siguiera viva-, hemos limpiado bien la zona afectada, dentro de
unas horas volveremos a hacer otro escáner y veremos si por fin
hemos solucionado el problema.
E_ Lo sabía –murmuró feliz mientras Rosario y Pedro se miraban
nerviosos.
V_ Esther, esto no significa nada, no ha variado nada su estado,
está en coma y no ha dado muestras de reacción, debemos seguir
conectándola a la máquina, esto no ha variado nada.
E_ Claro que sí Vilches, claro que ha variado, Maca ha dado
muestras de que quiere vivir y estoy segura que lo va a lograr.
Vilches, acostumbrado a hablar con familiares de pacientes en
coma, o incluso, menos graves, sintió un pellizco en su interior al
ver la seguridad de Esther, el convencimiento de que iba a salir
adelante le hizo asentir un tanto impactado por la actitud de su
compañera, que no cesaba de dar muestras de felicidad ante los
gestos más cometidos de los demás.
V_ Está bien... si quieres seguir creyendo esto, adelante, pero yo no
puedo engañar a sus padres, ni quiero que se dejen llevar por tu
convencimiento Esther, Maca está muy mal y sigue existiendo el
mismo riesgo de que deje de respirar en cualquier momento.
E_ ¿Podemos pasar? –habló omitiendo el comentario.
V_ ¡Esther reacciona coño! –le espetó Vilches ante la mirada de los
padres de Maca sorprendidos y Cruz, que posó su mano sobre el
pecho del médico que suspiro con fuerza tratando de sacarse el
dolor que no quería demostrar-. Sólo dos personas.
P_ Pasar vosotras Rosario, yo quiero hablar con los doctores.
R_ De acuerdo, vamos Esther cariño –la tomó por los hombros.
E_ Vamos –le sonrió dirigiéndose ante la mirada triste de todos
hacia la habitación.
P_ ¿Podemos hablar?, necesito saber la verdad del estado de mi
hija.

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C_ Claro, vamos a mi despacho por favor –le dijo Cruz mientras
Pedro les seguía.
T_ ¿Qué vamos a hacer con Esther, Encarna?
En_ Dejarla, ella quiere vivir en ese mundo de esperanza, y nadie la
va sacar de él, si Maca no sale que espero por el bien de las dos que
luche y salga, pues... tendremos que estar muy pendientes de ella
Teresa.
T_ ¿Sabías que iban a hablar? –la miró triste.
En_ Sí, me lo contó Rosario. Es curiosa la vida ¿no?, ahora que ellas
iba a volver, que Rosario había hablado con mi hija y habían hecho
las paces... ahora que todo iba por buen camino... va y pasa esto...
¡que caprichosa es la vida! –suspiró mientras limpiaba una lagrima
de su ojo izquierdo.
T_ La cara de Vilches no me gusta, Maca debe estar peor de lo que
nos imaginamos, y te juro Encarna, que llevo muchos años en este
hospital, tengo mucho aprecio por todos, lo sabes, pero Esther y
Maca para mí, han sido como mis hijas y francamente, si le pasara
algo sentiría como si un trozo de mi alma también muriera.
Encarna la miró fijamente con pena, aquella mujer que tenía
delante siempre risueña y chismosa, estaba afectada en el corazón y
juntas, sabían que si a Maca le pasaba algo, tendrían que velar
mucho por Esther. Se abrazaron para compartir el dolor y así,
apaciguar un poco el llanto.
En el despacho de Cruz, ella y Vilches le habían puesto al
corriente sobre las posibilidades de Maca para superar aquella
herida mortal, a ellos se les había unido un Dávila cabizbajo,
estuvieron informándole durante un buen rato dándole todos los
datos posibles.
C_ De momento tenemos estabilizado su cerebro, aunque no
responde ante ningún estimulo, una vez veamos como desarrolla su
evolución, Javier tendrá que operarla de la pierna, tiene la tibia y el
peroné fracturado, después está la vértebra es lo que menos nos

24 ”Adiós Esther” © by ldana


preocupa pero habrá que hacer varias operaciones más si supera
esto –dijo con tono afectado.
P_ ¿Y Esther? –todos lo miraron y después se miraron entre ellos.
V_ Esther está tan afectada que parece no querer ver la realidad,
pero no queremos que esto llegue a afectarles a ustedes, Maca
puede morir en cualquier momento o estar en ese estado mucho
tiempo.
P_ ¿Y si se salva? –los miró con el miedo reflejado en sus ojos.
V_ Deberíamos hacer un estudio para saber como ha afectado y en
que medida el hematoma en sus articulaciones, su habla, sus
sentidos, su sensibilidad.
P_ ¿Podría quedar inválida?
C_ Sí. Aunque quizá eso sería lo menos importante –el hombre los
miró aterrado-. Podría quedar en estado vegetal.
D_ Aunque también existe la posibilidad que el hematoma y la
limpieza que le hemos realizado, hayan afectado algún miembro de
su cuerpo sin necesidad de llegar a estos extremos –trató de dar un
poco de luz verde a un hombre que parecía haber encogido en su
sillón.
P_ Entiendo, os agradezco que seáis francos conmigo –entonces
alzó la vista y les preguntó sorprendiéndoles-. ¿Y qué hacemos con
Esther?
C_ Esther tiene que pasar por esto, el tiempo conforme transcurra
irá haciendo mella en ella hasta que se enfrente a la realidad. Pero
si me deja meterme donde sé no me llaman –lo miró esperando
respuesta por su parte, él asintió ante la atenta mirada de Vilches y
Dávila-. Esther no tiene otra cosa que amor y a su hija en este
momento ese amor puede ayudarle a salir del coma, hemos visto
casos increíbles en este hospital, yo no la obligaría a cambiar su
actitud, tan solo estaría vigilante si llegara el final que nadie
deseamos, porque me ha asegurado que si Maca se muere, ella la
acompañará.

25 ”Adiós Esther” © by ldana


El silencio se hizo protagonista del despacho, todos conocían
bien a Esther y sabían que si bien Aimé no había sido capaz, ella sí
lo sería, sabían de su sensibilidad y su amor por Maca, sabían y
habían sido testigos de su sufrimiento en la separación, de su
estado cuando estaba lejos de ella, y ninguno puso en duda aquellas
palabras que Cruz dejó caer fríamente, pero que hasta a Pedro le
causaron un escalofrío en su espalda.
En el cuarto junto al cuerpo de Maca, se encontraba Rosario a
un lado y Esther a otro, su aspecto había empeorado, unas ojeras
profundas marcaban sus ojos morados por la abrasión que había
sufrido su cerebro ante dos operaciones, también porque los golpes
comenzaban a marcar las zonas donde habían ido dejando huella,
también llevaba colocadas dos bolsas de sangre, y así como la
mirada de Rosario era una mirada repleta de miedo, la de Esther lo
era de ternura y amor, le acarició la cara como si tocase algo
sagrado, con tanta ternura que a Rosario le costó controlar un
profundo suspiro.
E_ Cariño... no te preocupes por nada... todo va a ir bien ya hemos
superado una difícil prueba... ahora vamos a estar juntas para
superar lo que venga mi vida... estoy aquí y tu madre también... –
sonrió mientras se mordía el labio mirando a Rosario que no fue
capaz de devolverle la sonrisa-. Fuera tienes a todos esperando
noticias, yo ya sabía lo mucho que te quieren pero cuando te
despiertes... vas a tener que dar las gracias a muchas personas mi
amor.
La miraba con infinita ternura, mientras le dejaba un beso en el
brazo.
E_ Mira ya ha amanecido... voy a subir un poco la persiana para que
entre el sol cariño... esto está oscuro y a ti no te gusta la oscuridad
–Rosario no dejaba de mirarla mientras seguía con su mirada todos
los movimientos que hacía-. Bueno... parece que el día es fresco
pero hay un sol hermoso, ¿verdad Rosario?
R_ Sí –dijo turbada.

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E_ ¡Ah!, y Daniel está aquí, con nosotras no tienes que preocuparte
de nada mi amor, de nada que no sea descansar –le miró el gotero
y la bolsa de sangre-, y encontrar las fuerzas para salir de ahí.
B_ Hola –entró Begoña con gesto serio-. Vengo a ponerle esto.
E_ Deja ya se lo pongo yo –le cogió la jeringuilla ante la mirada
molesta de la enfermera.
B_ ¿No te fías de mí o qué? –arremetió contra ella.
E_ Es que yo se lo voy a poner con mucho amor ¿verdad mi vida? –
Begoña levantó una ceja ante la reacción de Esther-. Ya está, toma
puedes llevártelo todo cuanto haya que ponerle, me lo dais que yo
lo haré.
B_ Estás loca –le dijo negando con su cabeza ante la omisión de
Esther y se fue.
R_ ¿Esther no te gustaría irte a casa y ducharte, así descansas un
poco?
E_ No, no, me ducharé aquí tengo la ropa, no quiero dejar sola a
Maca, bueno... aunque este usted –le aclaró con una sonrisa
nerviosa.
C_ Hola –entró Cruz que con un fuerte suspiro se acercó hasta la
cama mirando la máquina.
R_ ¿Ha cambiado algo? –le preguntó ansiosa Rosario.
C_ No, sigue igual... Esther... yo me voy a marchar tengo que
descansar, pero en cualquier momento hemos dejado aviso que nos
localicen ¿de acuerdo?
E_ Sí, tranquila yo creo que tiene mejor cara.
C_ ¿No vas a descansar? –la miró apretando los labios.
E_ No, me ducharé en el cuarto de enfermeras y me cambiaré.
C_ Está bien –afirmó alzando los brazos-. Lo que te quería decir
es... si os parece bien, me llevo a Daniel conmigo.
E_ ¿De verdad lo harías?

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C_ Claro... –le sonrió acariciándole la cara-. Así podéis estar más
tranquilos por esa parte.
R_ Muchas gracias Cruz –le dijo con emoción en sus ojos Rosario.
C_ Ya sabéis, a cualquier novedad...
R_ Gracias.
E_ Has visto mi amor, si es que todo el mundo te quiere –le dijo
feliz dándole un beso en la cara ante el gesto de pena de Rosario.
La mañana transcurrió con tranquilidad, Maca ni mejoró ni
empeoró, seguía igual, Rosario salía y Encarna entraba, se turnaban
pero siempre Esther estaba a su lado, hasta que entró Pedro para
que su mujer y Encarna fueran a casa a descansar.
P_ Vete a casa Rosario, quiero que descanses me preocupas –Esther
lo miró porque aquel tono le recordó a cuando Maca le hablaba a
ella y sintió un nudo en su corazón-. Encarna también tiene que
descansar.
R_ Si, tienes razón –miró a Esther pero Pedro le hizo un gesto para
que no dijera nada que la mujer entendió-. En un rato estamos aquí,
no creo que pueda descansar.
E_ Rosario, espere... ¿tiene un papel?
R_ Pues... espera miro en el bolso –sacó un trozo y Pedro le dio un
bolígrafo-. Toma.
E_ Les voy a poner lo que necesito que me traiga, mi madre sabe
donde están las cosas, de todos modos les dejo apuntado donde las
dejé.
R_ Si –la miraban un tanto desconcertados.
E_ Ya está, todo es de Maca, la mayoría de cosas están en nuestro
cuarto de baño, bueno menos el mp3 que está en el despacho y los
libros que están en la librería del comedor.
R_ De acuerdo –miró a su marido con tristeza.
E_ Gracias.

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Rosario se marchó con cara de circunstancias al leer lo que
ponía en la nota, pero no quiso preguntar nada, podía imaginar lo
que Esther trataba de hacer. Una vez se quedaron solos en la
habitación, Esther vio como Pedro ponía una de las sillas junto a la
suya. Se sentó y sin mirarla le dijo.
P_ He hablado con los médicos.
E_ Ya –no lo miró fijó sus ojos en la cara de Maca.
P_ Tú y yo nunca hemos sido amigos... la verdad que no sé muy
bien que decirte ni como hablarte.
E_ No se preocupe, me hago cargo –acarició con suavidad el brazo
de Maca sonriéndole.
P_ Cuando Maca nos dijo que era lesbiana recuerdo que sentí un
dolor profundo en mi alma –suspiró cruzando las manos sobre las
piernas, hablaba en voz baja con tono triste y la mirada perdida en
el cuerpo de su hija-. Pensé que era un castigo de Dios, cuando
conocí a aquella primera novia suya, sentí que me volvía loco,
aunque fue mucho peor cuando te conocí a ti.
E_ Lo sé –murmuró con pena sin mirarlo.
P_ Aquella al menos tenía dinero, tú... tú no tenías nada... –guardó
un pesado silencio para tragar el nudo que tenía en su garganta-...
al menos, nada de lo que yo pudiera apreciar.
E_ No le entiendo –por primera vez cruzaron sus miradas, y ambos
reflejaban en sus ojos la sombra del dolor.
P_ Verás, cuando uno es padre, la ilusión de su vida es que sus hijos
sean felices, tengan una vida lo menos difícil posible y sobre todo,
unos valores, que tanto mi mujer como yo les inculcamos a nuestros
hijos. Desde niña Maca fue diferente a sus hermanos, siempre
andaba de mi mano, siempre daba la sensación que aquella hija era
la única que no nos iba a crear problemas –Esther lo miraba atenta
pero también miraba de vez en cuando a Maca-. Pero no fue así, ella
nos retó, y no supimos entenderla. Me dio la espalda quizá porque

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yo lo hice primero, y siempre todo cuanto hacía después del plantón
de la boda, para mí era tan solo para hacernos daño.
E_ Maca no es así –murmuró mirándolo con pena pues podía
percibir el dolor de aquel padre derrotado que le estaba confesando
a ella, precisamente a ella, lo que a nadie había contado.
P_ Lo sé, pero cuando te han hecho daño y te han decepcionado las
cosas las ves de modo diferente. Pero déjame que acabe. Cuando te
conocimos a ti, no niego que hasta me avergoncé, y cuando mi hija
me dijo que se iba a casar contigo, pensé que era porque se había
percatado de nuestro pensamiento y tan solo era una rabieta para
llevarnos la contraria, y de esa manera castigarnos a mi mujer y a
mí –entonces giró su cabeza, fijo sus ojos en los de una Esther que
parecía estar un tanto incómoda ante la confesión de su suegro-.
Pero me equivoqué, es cierto que tú no tienes dinero, ni una
posición social como la que tiene mi hija, pero... tienes algo mucho
mejor...
E_ ¿Qué? –le preguntó sonriendo de lado porque le estaba
sorprendiendo.
P_ Tienes amor, un amor maravilloso hacia mi hija –le cogió la
mano de una más que sorprendida y también emocionada Esther-.
No creo que nunca pueda darte las gracias como mereces, no creo
que... puedas perdonar mi cabezonería, y mi estupidez –Esther fue
a hablar. Él la detuvo elevando su mano-. No, perdona, déjame
acabar. No sé en que va a terminar todo esto, no sé si mi hija se
salve o no, pero si sé que todo lo que estás haciendo por ella y tu
sentimiento hacia ella me llena de orgullo, y debo reconocerte que
me has dado una lección sobre mi hija y sobre vuestro amor, y lo
que un día pensé era un castigo, hoy doy gracias de teneros a las
dos.
E_ Yo... –se quedó parada sin saber que decir, entonces le tomó ella
la mano y con sus ojos repletos de lagrimas le dijo-. Maca es lo más
importante en mi vida, y sé que ella saldrá de esta porque sabe que
no puedo vivir sin ella, no me dé las gracias porque amar a Maca,
estar a su lado y ser feliz como ella me hace, no es para
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agradecérmelo a mí, al contrario, soy yo quien debe agradecer a
Maca tantas cosas, que si ella se muere... le juro que nada
importara.
P_ Tenéis un hijo –le dijo con los ojos vidriosos.
E_ Si. Pero no tener a Maca significaría mi muerte.
P_ Esther... mi hija no estaría de acuerdo con esto, si de verdad
crees que se va a salvar, si de verdad tienes esa Fe, si llegara el
momento y no ocurriera tal y como deseamos, quiero que me
prometas que seguirás luchando porque nuestro nieto, es la
herencia de nuestra hija, y te eligió a ti para compartir la
maravillosa vida que tiene Daniel.
El silencio roto tan solo por los pitidos de la máquina y el
respirar de Maca, se instaló entre ellos mientras volvían lentamente
la cabeza para mirar a Maca con un profundo suspiro y unas ganas
terribles de ver que sus ojos se abrieran.

Durante todo el día, Esther se encargó de controlar todo no


hacia falta que entrara enfermera alguna, ella se había encargado
de mimar y vigilar hasta el último detalle a Maca. Cuando llegó el
turno de la noche, volvieron otra vez todo el equipo de Urgencias. A
esa hora, también había llegado Rosario y Encarna, le habían
llevado una pequeña bolsa de viaje donde habían puesto todo
aquello que les había pedido en la nota. Ella lo fue sacando con
mimo, una cosa tras otra ante la atenta mirada de los tres que
seguían preocupados por una Esther que se le notaba el gesto
cansado.
E_ Mira Maca, tu colonia luego te pondré cuando te lave, también he
traído los poemas de Neruda, sé que te habías quedado a mitad, los
repasaremos juntas. La crema para darte masajes... si... la
música... bueno he pedido el mío porque en el tuyo hay demasiada
música triste –sonrió ante la mirada apenada de los tres-... también
tenemos aquí el libro que querías leer del cuidado del bebé que no
entiendo porque, si mejor que tú, no hay nadie que sepa cuidar a

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los bebés, ¡ah por cierto!, ahora cuando se vayan tus padres y mi
madre, que están aquí, se lo llevaran a casa, Cruz lo va a traer, no
te preocupes por nada, todo está bajo control, tú solo descansa.
C_ Buenas noches –apareció Cruz interrumpiendo el monólogo de
Esther que todos agradecieron-. ¿Cómo sigue? –miró la historia.
E_ Yo creo que algo mejor.
C_ Esther –la miró intensamente después miró la ficha-. Vamos a
hacerle unos análisis, y veremos si con las trasfusiones hemos
tenido suficiente o hay que hacerle más. Por cierto Esther, me
parece bien que quieras tú encargarte de todo, pero no les digas a
las chicas que no la pinchen o no cambien los goteros... son tus
compañeras...
E_ Ya, pero yo soy la jefa –le dijo con seriedad.
C_ Está bien... ¿Bueno... no te vas a ir a casa, no?
E_ No, me quedo con ella.
C_ Pues entonces... deberéis salir alguno porque no puedo daros
tanto tiempo, ¿lo comprendéis verdad?
P_ Claro Cruz –asintió respirando hondo.
C_ Daniel está con Teresa, es un bendito...
E_ Como su madre –apuntó Esther mientras le acariciaba el brazo.
Todos salieron con un nudo en el corazón, ninguno fue capaz
de decirle nada, allí la dejaron mimando a una Maca que seguía muy
lejos de allí.

En el muelle, Teresa iba poniendo al día a todos los que


entraban que lo primero que hacían era preguntar por Maca, todos
estaban afectados y todos sabían que su vida pendía de un hilo
demasiado fino. Pero no solo la preocupación ante su gravedad,
sino, el estado de shock en el que se encontraba Esther les
preocupaba, todos habían entrado a verla, habían hablado con ella,

32 ”Adiós Esther” © by ldana


y todos se habían llevado la misma impresión, Esther estaba en un
mundo cerrado donde solo tenía cabida Maca.
La noche estaba ya un tanto entrada y Urgencias estaba con un
ritmo tranquilo. Cuando le tocó el turno a Teresa de descansar, no lo
dudó, haciendo acopio de valor, fue hasta la habitación de Maca.
Tocó a la puerta respirando profundamente, ella no la había visto
aún pero sabía que se iba a impresionar porque todos así se lo
habían avisado. Al entrar vio a Esther frotando el brazo y la mano
de Maca con una crema.
E_ Mira cariño tenemos visita, es Teresa –sonrió.
T_ Hola Esther –le dijo con el gesto impresionado al ver a Maca.
E_ ¿Cómo va la noche?
T_ Tranquila –no pudo evitar que se le llenaran los ojos de lagrimas.
E_ Vamos Teresa –le tocó el brazo sonriéndole-. Todo va a ir bien...
T_ ¿Cómo estás tú Esther?
E_ Bien –le contestó mientras terminaba de masajear con inmensa
ternura su brazo.
T_ Llevas veinticuatro horas sin descansar, acumulando muchos
nervios... ¿por qué no me acompañas a la cafetería y tomamos
algo?
E_ No gracias... no quiero dejarla sola.
T_ No está sola cariño –la miró con pena mientras se retiraba con la
mano una lagrima-. Esther...
E_ No... prefiero no moverme...
T_ Está bien... voy a por un café, ¿te traigo uno calentito?
E_ Te lo agradecería –le sonrió.
T_ Ya vengo.
Al salir se apoyó en la puerta impresionada, Héctor que la vio
se acercó hasta ella.
H_ Sigue igual –dio un profundo suspiro.

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T_ Está destrozadita...
H_ Si Teresa... van a hacerle ahora una prueba, pero no creo que a
Esther le haga mucha gracia.
T_ ¿El qué?
H_ Van a ver como ha evolucionado, y si sigue así pues tendrán que
probar a desconectarla de la máquina para saber si reacciona o
está...
T_ No lo digas ¡por Dios! –se puso su mano en el pecho con
angustia.
H_ Tenemos que estar preparados... pero yo me pregunto... ¿cómo
te preparas para despedirte de una amiga? –miraba fijamente un
punto en el vacío después tragó saliva y sacudiendo la cabeza
murmuró-. Yo entiendo a Esther.
T_ Debiste verla, le habla como si pudiera escucharla, esta agarrada
a un clavo ardiendo.
H_ Quiero que me deje hacerle un chequeo, si te pudieras quedar tú
con Maca de otro modo no me va hacer caso.
T_ Claro, espera que voy a traerle algo que la pobrecita mía está sin
tomar nada y tiene mala cara.
Así lo hicieron, Teresa volvió con dos cafés y unas pastas para
Esther, se sentaron al lado de Maca, al principio en silencio
observándola, hasta que de repente Esther sorprendió a Teresa
hablándole divertida.
E_ Oye Teresa, antes le decía yo a Maca, cuanto nos ha cambiado la
vida.
T_ Pues si –la miraba un tanto desconcertada.
E_ ¿Recuerdas cuándo llegó? –dio una carcajada arrancando la
sonrisa triste de Teresa.
T_ Como no, la pija con esos humos altivos, te decíamos –se dirigió
a Maca y Esther por primera vez se vio desarbolada por alguien,
Teresa también la comprendía y se lo agradeció con un gesto

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profundo mientras le temblaba la barbilla-. Pero bueno... la peor
parte te la decía Esther, es una borde de cuidado.
E_ Era verdad, no te enfades Maca, pero era verdad.
T_ ¿Y las broncas que teníais? –dio una carcajada acariciando el
brazo de Maca-. Lo que yo me divertía y lo distraída que estaba.
E_ Desde luego –sonrió también-. Recuerdo cuando me mirabas
fijamente como queriendo saber si era cierto que yo, Esther la
enfermera fea, bajita y medio tonta, estaba con la belleza de mujer
que había entrado por la puerta dejando a todos los hombres del
hospital boquiabiertos.
T_ Es cierto, es cierto –decía sonriendo mientras le daba golpecitos
en el brazo a Maca-. Mira Maca, Esther era de una inseguridad
mortal, y claro, yo como iba a creerme los comentarios, si Esther lo
único que tenía claro era que le encantaban los hombres –dio una
carcajada.
E_ Bueno... pero tú me eclipsaste –la miró con ternura cogiéndole la
mano.
T_ ¿Y los besos furtivos, que?
E_ Siempre nos pillaba alguien –volvió a sonreír.
T_ Sí.
E_ ¿Y cuándo te dijimos que nos íbamos a casar? –la miró sonriente.
T_ ¡Uf!, lo mejor cuando me pediste ser tu madrina, ¡qué orgullo
para mí!, hija es que ser madrina de alguien tan maja como tú, no
es poca cosa.
E_ Ella estaba encantada de que lo fueras... sabía que lo hacías de
corazón.
T_ Todo va a ir bien Esther –le cogió la mano al ver como cambiaba
su gesto.
E_ Claro que va a ir bien, ¿verdad mi amor? –le besó la mano ante
la mirada triste de Teresa.
H_ Buenas noches –entró Héctor-. ¿Cómo les va?

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E_ Bien, mejorando poco a poco.
H_ Esther, me gustaría que vinieras a tomarte la tensión y...
E_ Me encuentro mucho mejor Héctor, gracias...
H_ Teresa se queda con Maca –insistió.
E_ De verdad estoy mejor.
V_ ¿Qué hace la habitación llena de gente?, esto es la UCI, no un
camerino.
T_ Yo ya me voy... –cuando pasó por su lado le dijo-. Renegón.
H_ Yo también.
E_ Buenas noches Vilches –le dijo Esther sonriente.
V_ Voy a llevarme a Maca.
E_ ¿Para qué? –se borró su sonrisa.
V_ Quiero hacerle un TAC, por lo que veo el drenaje ya comienza a
sacar sangre limpia, eso quiere decir que el hematoma está
controlado si no del todo, al menos parcialmente.
E_ Pues claro Vilches ¿qué esperabas? –él la miró fijamente-. La ha
operado el mejor médico de este hospital.
V_ Tú sabes que tenemos que hablar, ¿verdad?
E_ Sí –masculló casi sin voz.
V_ Bien... –se acercó a Maca y le miró las pupilas con la linterna que
sacó de su bolsillo-. ¿Sabes qué si en unos días no hay mejoría,
tendremos que hacer la prueba de desconectar la máquina?
E_ No se la vas a hacer –le dijo segura.
V_ Esther –le advirtió con sus ojos clavados en los de ella.
E_ Soy su mujer, y sin mi consentimiento no la haréis.
V_ ¿Qué pretendes?, ¿seguir engañándote?, está en coma profundo
Esther, eres enfermera sabes perfectamente lo que hay, ¿por qué
insistes en esta actitud?

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E_ Te agradecería que no hablaras así delante de ella, no voy a
dejar que le hagáis ninguna prueba.
V_ Espero que abras los ojos Esther, esta situación no es buena ni
para ti, ni para ella.
E_ Eso lo decido yo.
V_ Muy bien –suspiró-, de momento le haré el TAC, después ya
veremos.
E_ Después nada... ¡te lo advierto Vilches!, o me la llevo de este
hospital.
V_ Oye –se acercó a ella con gesto repleto de fiereza-. Me importa
Maca, pero también me importas tú, ¡entendido!
E_ Lo sé y te lo agradezco, pero... no la vas a desconectar.
Los dos se miraron por un tiempo, Vilches veía a una mujer
aferrada a una única esperanza, una esperanza quizás equivocada,
pero era su elección, sin duda moverla de esa actitud iba a ser muy
complicado y quizá como Cruz le dijo, mejor dejar pasar un poco de
tiempo, y que ella misma se diera cuenta de su error, comprensible,
pero al fin y al cabo, error. Vilches se marchó y entonces Esther se
acercó a la cama, le acarició la frente y le susurró.
E_ No temas cariño... voy a esperar el tiempo que haga falta,
saldremos de aquí juntas por la puerta, y te llevaré a algún lugar
maravilloso donde te puedas recuperar de esto, ¡mira quizás avise a
Carmencita!, ¡no se me había ocurrido!, te llevaré allí, te lo prometo
mi vida. Pero ahora, tienes que ser fuerte y luchar... yo estaré
esperando el tiempo que haga falta... por ti...

En esta ocasión, Vilches no la dejó entrar, estaba en el pasillo


mordiéndose las uñas nerviosa por lo que aquellas pruebas podían
arrojar, cuando se le acercó Luna, al verla su gesto fue serio y duro,
ella suspiró pero necesitaba hablarle.
Lu_ Esther siento lo que ha pasado.

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E_ Ya –se mostró indiferente.
Lu_ Te lo digo de corazón, como lo siento –ella no le contestó-.
También quería disculparme contigo por todo lo que ha pasado –
Esther seguía omitiéndola-. Te mentí... nunca pasó nada entre tú y
yo, era imposible hacerte olvidar a Maca.
E_ Cabrona –murmuró pero ni siquiera con rabia, su voz era
completamente indiferente.
Lu_ Tienes razón en insultarme... desde que llegué me enamoré de
Maca, me sentía muy atraída por ella y quise separarte de su lado –
Esther no la miró-, traté de convencer a Maca, de ponerla en un
aprieto... pero ella solo tiene ojos para ti... por eso quiero pedirte
perdón, a ella no puedo, por eso –cerró los ojos abatida-.
Perdóname Esther.
E_ No puedo perdonarte... he estado separada de ella por tu
mentira, he perdido meses luchando por recobrar su amor, hemos
tenido mil batallas por celos basados en una mentira la cual le
hiciste creer a ella y dudar hasta de mí, ¿y ahora?, ahora Maca está
entre la vida y la muerte, si la pierdo habré perdido no sólo a la
mujer que amo, sino también a la mujer que necesito para seguir
viviendo... gracias a ti... nuestros últimos días juntas fueron un
infierno y eso no te lo puedo perdonar.
Lu_ Te entiendo y... te juro que me siento fatal... os envidiaba...
E_ ¿Y qué esperas?, que te diga tranquila no pasa nada, así podrás
dormir con la conciencia tranquila –bajó la voz y su tono se volvió
amargo-. Lo siento, pero no, me has privado de lo mejor que tengo
en mi vida y eso, no te lo perdonaré jamás. Y ahora si no te
importa, quiero estar sola.

Estuvo más de media hora en el pasillo sola, la noche se había


vuelto movida y nadie pudo hacerle compañía, en esos momentos
donde estaba apoyada en la pared de pie, se pasaron interminables
imágenes donde las dos eran felices, momentos que eran recuerdos
pero su pensamiento y su corazón la empujaban a seguir

38 ”Adiós Esther” © by ldana


manteniendo la esperanza de que aquellos momentos volverían a
suceder, quería aferrarse a la idea de que Maca no podía morir, que
aún tenían muchas cosas por hacer, y no pudo evitar estremecerse
al enfrentarse a la palabra muerte, por primera vez.
T_ Esther hija...
Como siempre Teresa fue oportuna, su llegada alivió el dolor y
pensamiento de Esther, se abrazó a ella sin llorar pero necesitando
sentir sus fuerzas, necesitando sentir el aliento de la persona que
más le había ayudado. Y como siempre, Teresa estaba allí.
T_ Vamos... estás temblando –le dijo ayudándola a sentarse-. Me ha
dicho Carlos que iban a decirte ahora los resultados del TAC –la
miraba con infinita ternura.
E_ Si –suspiró fuertemente.
T_ Me quedo contigo –le sonrió y retiró el pelo de la cara.
E_ Gracias Teresa –le apretó la mano en el mismo instante que salía
Vilches y Dávila con gesto serio-. ¿Qué ocurre?
D_ Bueno... la operación parece que ha dado resultado, al menos en
lo que para nosotros es importante, pero...
E_ ¿Pero qué? –apretó sin querer la mano de Teresa que también
sintió el temor en su piel.
D_ Esther... Maca sigue en coma profundo, no hay señal de mejoría,
nos quedan cuarenta y ocho horas para tomar decisiones, sabes que
el tiempo en ese caso es crucial, y aunque me duele decírtelo, no
podemos hacer más por ella, pero si puedo hacer más por ti –le
acarició la barbilla mirándola con tristeza.
E_ Ya se lo he dicho a Vilches.
D_ Lo sé... ¿pero no crees qué es alargar la agonía si no hay salida?
E_ Estoy segura que la hay.
D_ Está bien... esperemos las próximas horas que van a ser
trascendentales... pero quiero que nos dejes trabajar ¿de acuerdo?

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V_ Esther... reflexiona por favor... todos sabemos lo que Maca
pensaba de este asunto...
Cuando se marcharon... Teresa la miró preocupada y con voz
derrotada le dijo:
E_ Ella no quería estar así, siempre dijo que la desconectaran si
llegaba el momento...

Habían pasado las setenta y dos horas pertinentes, Maca


seguía en el mismo estado, no había ninguna respuesta ante el
tratamiento, no había señal alguna de que su gravedad hubiera
disminuido. En ese tiempo, Esther no se separó más que lo
imprescindible de la cabecera de su cama, aquel cuarto cuadrado
era su casa, era su prisión y su alivio, por las noches cuando se
quedaba sola con ella, solía ponerle música, y antes de que llegaran
las doce, le leía unos versos para que descansara, cuatro veces al
día, se encargaba de darle masajes tanto en las piernas como en los
brazos y las manos, estaba obsesionada en ayudarla para una vez
despertara las lesiones fueran las mínimas. Había decidido repasar a
su lado todo cuanto habían vivido juntas, le contaba anécdotas que
habían compartido, sus miedos a entregarse a ella, sus deseos
descontrolados cada vez que pasaba por su lado, las miradas
tímidas pero repletas de dependencia... Aquella noche la tristeza se
había instaurado en ella, su rostro cansado por la falta de sueño, su
sonrisa triste que había borrado aquella otra que ella le provocaba,
su cansancio del alma, sabía que en cualquier momento Dávila
entraría para hacer aquella prueba que tanto odiaba, y tendría que
volver a negarse, nadie la entendía pero era algo tan simple como
que tenía que aferrarse aquel cuerpo aunque su mente no
estuviera... era Maca, el amor de su vida y no podía dejar que se la
quitaran... entonces se levantó de la silla apoyándose en la ventana,
miró hacia el exterior y sus ojos se llenaron de pánico, ¿cómo se
enfrentaría a una vida sin...?, sacudió su cabeza con rabia, en aquel
cuarto estaba su vida y lo que había fuera de ese cuarto no le
pertenecía, ya no le importaba si la luna iluminaba el cielo oscuro, si

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amanecía al día siguiente, si Maca no se recuperaba la vida dejaría
de tener sentido para ella. ¿Y Daniel?, se preguntó con voz trémula,
él había sido la ilusión de las dos... el regalo que habían deseado,
entonces recordó como había perdido el tiempo, cuando Maca
estaba embarazada ¡cuánta razón tenía su madre!, había estado
empeñada en que aquel niño nunca le pertenecería a ella, era de
Maca y ella por mucho que quisiera no tenía nada que ver... sin
embargo, en ese momento sabía que si ocurría lo peor, el niño sería
el vinculo que la uniría para siempre con Maca... sería como su
padre le dijo, la herencia que le había dejado, y se sintió
desesperadamente perdida, apoyó su cabeza sobre la pared y en la
más estricta soledad, rompió a llorar por primera vez lloró de miedo
porque su corazón le empujaba a creer que estaba en un callejón sin
salida, Maca no respondía, y ellos seguían empeñados en hacer
aquella maldita prueba, y ella, seguía empeñada en negarles la
oportunidad, por dos veces había discutido con Vilches... no le había
dejado hacerla por más que él insistiera... seguía llorando sin poder
controlarse, ¡y aquel maldito pitido que tenía grabado en su cabeza!,
estaba segura que jamás lo olvidaría, lo odiaba tanto como lo
necesitaba, él era la voz de Maca, él era quien le hablaba por ella,
se giró de repente sintiéndose perdida, se acercó hasta ella, se
sentó a su lado como hacía por las noches, abrazándola con
cuidado, y así pasó aquella noche... llorando abrazada a su amor
buscando sus palabras de aliento como tantas veces ella era el
fuerte... deseaba cambiarse por Maca, estaba segura que lo llevaría
mejor y de esa manera no tendría que sufrir, como estaba sufriendo
y esperando, la espera la desesperaba porque tan solo... esperaba
que abriera los ojos, no hacía falta que le hablara, lo único que
necesitaba era ver sus ojos mirarla, comprenderla y animarla.
E_ Maca mi amor...te necesito...

Habían llegado al hospital con las primeras luces de la mañana


Encarna, Rosario y Pedro, la noche anterior estuvieron hablando de
aquella insoportable situación, mientras tomaban algo en la cocina

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de casa de sus hijas, que tan vacía sin sus voces ni sus risas, se les
hacía cuesta arriba entrar sin ellas, habían tomado una decisión
consensuada entre los tres, les había costado pero sabían que era
necesario, aquella espera era desesperante. Por ese motivo, Rosario
y Pedro entraron decididos a llevar a cabo sus pensamientos, al ver
a Esther allí sentada tomando la mano de Maca, mirándola con los
ojos enrojecidos sabían que de llorar, decidieron cada uno tomar
posesión.
R_ ¿Cómo ha pasado la noche, Esther? –la besó.
E_ Tranquila, a mitad noche le cambié los goteros, estos le duraran
hasta el mediodía aproximadamente.
P_ Esther... creo que deberías ir a descansar a casa... haz el favor
tienes muy mal aspecto y nos preocupas.
E_ Tranquilo estoy bien...
R_ No lo estás cariño –le dijo con dulzura Rosario mientras apoyaba
su mano en el hombro de Esther y miraba con los ojos sombríos a
su hija.
E_ No, mejor no.
Ellos intercambiaron una mirada nerviosa...

Mientras en el despacho de Cruz, se encontraba una cansada


Encarna, por su gesto se podía apreciar que aquella situación le
estaba causando un gran desgaste emocional y físico.
C_ Tú dirás Encarna –la miró con tristeza.
En_ Sé que lo que te voy a decir a lo mejor te sorprende... pero la
situación para todos se está volviendo demasiado angustiosa.
C_ Te entiendo –asintió incorporándose en el sillón.
En_ Mis consuegros están al límite de sus fuerzas... yo no estoy
mucho mejor y mi hija... bueno ya sabes... aferrada a un cuerpo
que no sabemos si tiene o no respuesta.

42 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Ya sabes que se ha vuelto a negar, Vilches lo ha intentado
pero... ella no cede.
En_ Tiene miedo, miedo a que la máquina diga la verdad y Maca no
tenga ya ninguna posibilidad de sobrevivir... tiene su cuerpo... la
puede besar... la puede tocar... le habla... le sonríe... la tiene ahí.
C_ Encarna yo la entiendo, hay muchas familias que este momento
es el peor, el propio Aimé, nos costó que aceptara, pero Esther... no
entra en razón.
En_ Lo sé, por eso vengo a proponerte algo, me la voy a llevar a
casa... en el rato que la pueda retener allí, Rosario y Pedro quieren
que hagáis la prueba.
C_ Pero....
En_ Si... lo sé... legalmente es mi hija quien tiene que dar el visto
bueno pero su miedo no le deja pensar con claridad, y sé que
tampoco puede soportar esta situación por mucho más tiempo, se
enfadará, lo sabes tú y... –puso gesto de inmensa pena y cansancio-
... lo sé yo, pero si Maca debe descansar ya estará en paz y el
tiempo espero ayude a mi hija a superarlo.
C_ ¿Estás segura Encarna? –la miró profundamente.
En_ Sí, yo me hago responsable de esto... si mi hija tiene que
reprochar a alguien algo, será a mí pero no podemos aguantar más,
la propia Maca necesita descansar o seguir luchando pero... –se
calló mientras apretaba una mano contra la otra, le dolía el corazón
de pensar que quizás a su vuelta Maca ya no estaría allí.
C_ Está bien... cuando Esther se haya marchado le haremos la
prueba.
En_ Gracias hija.
C_ Trataremos de hacerlo de la manera más sutil posible sin llamar
la atención hasta que se vaya Esther.
En_ Te lo agradezco –le sonrió con una mueca repleta de miedo y
tristeza.

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C_ Esther tiene suerte.
En_ ¿Por qué dices eso? –la miró contrariada.
C_ Porque tiene una madre ejemplar... –le sonrió.
En_ No hija... si Maca se muere... te juro que no sé si voy a ser
capaz de ayudarla... no lo sé...
C_ Yo sé que sí, y no creas que para nosotros es fácil esto... no
creas que a mí no me cuesta hacer esta prueba a Maca, las quiero a
las dos... y me va a resultar muy duro, tanto a mí, como al resto.
En_ Lo sé Cruz...
C_ Y no dudes Encarna que todo cuanto esté en nuestras manos
para ayudar a Esther, lo haremos.
En_ Gracias.
Cuando con el paso cansado Encarna se marchó, Cruz llamó a
Vilches y Dávila que entraron al poco rato.
C_ Vamos a desconectar a Maca.
V_ Por fin Esther ha entrado en razón.
C_ No, ella no.
D_ ¿Entonces?
C_ Vamos a hacer algo ilegal, vamos a desconectar a Maca cuando
Esther no esté, ella no va a hacer nada contra nosotros, lo han
decidido los padres de las dos.
D_ Pero...
C_ Lo sé Dávila, lo sé, pero no podemos negarnos yo creo que en el
fondo Esther nos lo agradecerá.

En el pasillo Héctor estaba hablando con Encarna, después la


mujer entró y los ojos de los padres de Maca buscaron un poco de
alivio, ella con disimulo, asintió con la cabeza cerrando los ojos con
pesar, ambos se cogieron las manos suspirando con temor.
En_ Hija, ¿cómo sigue Maca?
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E_ Hola mamá, está igual... pero el mayor peligro ya lo ha pasado,
hoy hace setenta y dos horas y... –sonrió acariciándole la mejilla
con una infinita ternura-. Está aguantando, ¿verdad cariño?
En_ Hija, te das cuenta que en setenta y dos horas, no has
descansado en tu casa, ni te has cambiado ni has comido como Dios
manda.
E_ No importa mamá.
En_ Claro que importa, y mira, si Maca pudiera hablar seguro
estaría ahora mismo mandándote a casa.
E_ No puedo.
En_ Claro que puedes, nos vamos tú y yo, te hago un caldito te
arreglas, descansas un rato y volvemos, pero por favor, aunque
sean cinco o seis horas descansa en la cama, ¿tú no te has visto la
cara?
E_ Yo no importo ahora mamá.
R_ Claro que importas Esther –le dijo Rosario con ternura
acercándose a ella-, tu madre tiene razón, nos tienes a todos
preocupados, ve, descansa nosotros nos quedamos aquí.
E_ No... mejor no... –dijo dubitativa.
En_ No me hagas enfadar Esther, te lo advierto, si Maca despierta
no vas a tener fuerzas para ayudarla... porque ahora no te necesita,
después si.
P_ Esther... ve a descansar.
H_ Buenos días, ¿cómo van?
E_ Bien Héctor.
En_ Nos marchamos ahora, ¿verdad hija?
H_ ¿Ah si?, pues si quieren yo las acompaño, terminé el turno.
En_ ¿No te importa hijo?
H_ En absoluto. Te hará bien descansar Esther.

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E_ Vale, pero solo un par de horas, estoy bien –se levantó, se
acercó hasta Maca besándole la frente y acariciándole mientras le
decía-. Cariño... en seguida vuelvo... te dejo en buenas manos ¿eh?
–miró a sus suegros y sonrió.
R_ Ve tranquila –trató de tragar el nudo que guardaba su garganta
por el temor a lo que iba a ocurrir después.
E_ Si pasa algo...
P_ No va a pasar nada, ve tranquila –le insistió Pedro con media
sonrisa mientras cruzaba una mirada de gratitud con Encarna.
En_ Ale vamos hija... hasta ahora.
H_ Vamos...
Iban por el pasillo cuando Teresa salió a su encuentro, al ver a
Esther no pudo evitar mostrarse nerviosa, ella sabía la verdad pues
Héctor se la había contado y sentía el mismo terror que todos los
demás.
T_ ¡Ay Esther menos mal que vas a casa a descansar hija!
E_ Se han empeñado pero estoy bien.
T_ Vamos, vamos, mejor que te estires un poco y te pongas fuerte
para cuando despierte Maca.
E_ ¿Qué te pasa?, te noto muy nerviosa –la miró contrariada.
T_ Nada hija, nada que hay mucho lío está siendo una mañanita de
órdago –se disculpó como pudo pues no podía evitar sus nervios-.
Venga vete, a descansar –se acercó a ella la besó y la abrazó
fuertemente-. Luego me llevo yo al niño.
Iban por el pasillo camino de la puerta, Héctor iba a su lado y
Encarna un paso por detrás pensativa. De pronto, Esther se paró y
se giró, miró a su madre, miró a Héctor y cuando fue a meterse
nuevamente hacia dentro Héctor la detuvo.
H_ ¿Qué haces? –le preguntó ante la mirada fija también de Encarna
y nerviosa.
E_ Van a desconectarla, ¿verdad? –los miró con furia.

46 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ ¿Qué estás diciendo hija? –sonrió tratando de mostrarse
segura.
E_ Queréis que me vaya para desconectarla, por eso Teresa estaba
nerviosa, por eso tú has venido diciendo que terminabas el turno –
Héctor miró a Encarna sin saber muy bien que responder y como si
se hubiera trastornado les dijo entre dientes-. No os voy a dejar, ¡no
os voy a dejar que me la arrebatéis!
En_ Hija –la detuvo en seco Encarna-, ¿crees que yo haría algo así?,
soy tu madre, no crees en la palabra de tu madre –Esther dudó-,
nadie va a hacer nada, hasta que tú decidas pero hija piensa en
Maca y en ti, y en Daniel, necesitas descansar. Vamos te prometo
que nadie va a desconectarla.
La miró dubitativa, pero era su madre y su madre, no le
mentiría en un caso así, y mucho menos haría algo que sin duda
podría llenarle de dolor.

La indicada para avisar a los demás fue Teresa, llegó con


nervios al despacho de Cruz, que estaba estudiando detenidamente
todas las pruebas y resultados de Maca.
T_ Ya Cruz, pero a punto ha estado de volver, sabe que lo vais a
hacer.
C_ Bueno... algún día tiene que ser Teresa, y no veo necesidad de
dilatar más el momento. Voy a avisar a Vilches y Dávila.
T_ Cruz –la llamó mientras se frotaba las manos nerviosa-. ¿Puedo
esperar fuera?
C_ Claro Teresa –le hizo un gesto repleto de congoja-. Va a ser duro
para todos.
T_ ¿Podría pasar antes a darle un beso? –la miró con los ojos
repletos de lagrimas.
C_ Sí –le respondió mordiéndose el labio.
T_ Gracias –Cruz y Teresa se abrazaron.

47 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Venga vamos.
Llegaron a la habitación, tal y como le había dicho Cruz, dejó
pasar a una Teresa que estaba totalmente conmocionada, no podía
controlar el llanto que se había apoderado de ella, al salir, Vilches
tragó saliva, Dávila suspiró y Cruz entró con gesto triste.
V_ ¿Están preparados? –les preguntó a los padres que se notaban
tensos y angustiados.
P_ Sí –no se movieron de los pies de la cama... se abrazaron
temiendo el resultado de aquella prueba.
D_ Muy bien... desconecta Cruz.

Mientras ellos trabajaban y decidían, Héctor detuvo el coche en


la puerta y como había avisado, volvería al hospital, por el camino
ninguno habló, y cuando Encarna abrió para que Esther pasara, ésta
notó como un golpe duro sacudía su corazón. No quería preocupar a
su madre, no quería disgustarla, pero al recordar como había
decorado la casa para el reencuentro, al recordar como había
preparado todo con gran esmero para hacer feliz a Maca, un suspiró
profundo le salió del alma.
En_ Vamos cariño... será mejor que te des una ducha, y te
acuestes, duerme un poco, te lavo la ropa y te preparo un buen
caldito –Esther no contestó trataba de controlar el temblor de su
barbilla-. Sé que es duro este primer encuentro en casa sola, pero
tienes que ser fuerte.
E_ Maca no se va a morir mamá... te aseguro que no.
En_ Venga, descansa por favor, tienes muy mala cara y me tienes
muy preocupada cariño.
E_ Prométeme que no me has engañado.
En_ Te lo prometo hija –le dijo sin vacilar.
E_ Voy al cuarto.
En_ ¿Quieres ir sola o prefieres que te acompañe?

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E_ Gracias, prefiero ir sola.
Esther sintió que las piernas le pesaban terriblemente, sus
pasos parecían no querer llegar nunca al cuarto, y sus manos se
resistieron a abrir la puerta. Exhaló un suspiro, tomó todas las
fuerzas posibles que eran muy pocas, y entró. Allí olía a Maca, allí
estaba Maca, entró con un nudo en el alma y un ahogo que le
impedía respirar. Todo era Maca, pero ella no estaba, abrió su
armario y rozó su ropa, pasó la mano por sus cosas del tocador,
sonreía con una tristeza enorme y la contradicción de sentirse
afortunada al mismo tiempo que desgraciada. Llegó al cuarto de
baño que tantos secretos escondía, apoyó su cabeza sobre el marco
de la puerta y cerró los ojos, dejando que los recuerdos llegaran a
su mente, inundando su sentimiento. Maca sonriendo... Maca
gastándole bromas en la ducha... Maca vistiéndose... Maca dándole
prisas... finalmente agachó la cabeza, abrió los ojos y frunció el
ceño...
E_ ¿Dónde estás Maca?, ¿dónde?
Una vez se había duchado, trató de echarse un rato en la
cama, miró la cuna de su hijo, se abrazó a uno de los muñecos que
Maca le había comprado, pero entonces la vio, allí estaba en la
fotografía de encima de la mesita, las dos, abrazadas, sonrientes, a
Maca le encantaba aquella foto decía que Esther esta guapísima, al
recordar su voz sonrió y estrechó el marco contra su pecho, trató de
llorar pero no pudo... trató de gritar pero no le salía la voz, trató de
recordar y así, entre recuerdos el sueño finalmente la venció.
Encarna al llegar, encendió una vela a la imagen del Sagrado
Corazón, mientras hacía la comida rezaba porque Maca pudiera dar
muestras de conciencia, de lo contrario, todo se vendría a bajo
como en un castillo de naipes, así sentía la vida de su hija, y Maca
era la base, si la retiraban su vida se desmoronaría sin remedio,
sintió un escalofrío y el miedo se apoderó de ella.
Esther dormía, entre pesadillas y abrazada al marco de la
fotografía no hacía ni dos horas que descansaba, Encarna había
preferido no llamar al hospital, no quería saber hasta que no llegara
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con su hija, temía no poder disimular lo suficiente, y Cruz le había
prometido que sería ella la encargada de darle la noticia, fuese cual
fuese. De repente, Esther lo vio claro en la pesadilla, Vilches le
estaba retirando la máquina, y Maca no respondía... un sudor frío se
apoderó de ella, y un grito feroz salió de su alma, se sentó en la
cama, dejó a un lado la fotografía, de un salto se puso en pie, bajó
las escaleras corriendo y abrió la puerta de la cocina provocando un
enorme susto a su madre.
E_ ¡Vámonos! –le dijo fuera de sí.
En_ ¿Hija qué te pasa?
E_ Tengo que volver, vamos –arrastró de su brazo.
En_ Pero si no hace ni dos horas que descansas, no te has tomado
el caldo y...
E_ ¡Mamá!, ¿o te vienes o me voy sola?
En_ Está bien –suspiró quitándose el delantal y marchándose a
cambiar.
E_ Date prisa mientras llamo a un taxi. No pueden haberlo hecho...
¡joder! no pueden –se repetía una y otra vez.

Cuando llegó al hospital vio a Teresa en recepción hablando por


teléfono, Encarna le hizo un gesto contrariado y Teresa decidió
colgar y avisar a Cruz que Esther estaba allí. Le dio el tiempo justo
para esperarla en la puerta con cara de circunstancias.
C_ Esther.
E_ ¿Qué habéis hecho? –le preguntó temerosa.
C_ Verás... sus padres nos dieron permiso para desconectarla.
E_ ¡Qué! –la miró atónita.
En_ Hija...
E_ Tú lo sabías mamá, ¡lo sabías! –le reprochó girándose como una
loca para mirar a su madre que se mostraba preocupada.

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C_ Esther por favor, cálmate.
E_ No, Cruz, dime que no.... dime que no... –le cogió de la bata con
la boca seca por el medio.
C_ Lo siento Esther... no quiero mentirte...
E_ No –sus ojos se llenaron de lagrimas sin poderlo resistir.
C_ A ver... relájate lo primero así no puedo hablar contigo.
E_ Maca... Maca –la llamaba una y otra vez zarandeando a Cruz.
C_ Maca ha respondido –le dijo con suavidad aunque con su rostro
imperturbable-, mejor dicho, su cerebro ha respondido.
E_ ¿Qué?... ¡ha despertado! –una amplia sonrisa volvió a ella
mientras Encarna daba gracias a Dios.
C_ Lamentablemente no, sigue en coma pero sabemos que su
cerebro tiene respuesta... hay una esperanza Esther... remota pero
la hay.
E_ Lo sabía... lo sabía... –se abrazó a Cruz emocionada mientras
Cruz la estrechaba algo apenada.
C_ Esther, no quiero que te hagas ilusiones ¿vale?
E_ Sí –le dijo como si no la escuchara.
C_ No, no me digas sí, quiero que sepas que esto puede ser muy
largo –le tomó de la barbilla obligándola a mirarla-, puede responder
y salir del coma, o puede estar en coma mucho tiempo... ya lo
sabes... y el tiempo que transcurra corre en nuestra contra...
E_ No me importa, yo la ayudaré, la esperaré lo que sea necesario...
pero estoy segura que no me va a dejar... –sonrió afligida.
En_ Hija perdóname –le susurró cuando se abrazó a ella con
dependencia-. Creímos que era lo mejor para ti, para todos.
E_ Mamá... –se separó mirándola fijamente-, perdóname tú a mí –le
tomó de la cara con sus dos manos y le susurró-. Te quiero mucho.
T_ ¡Esther, Esther! –apareció Teresa sonriendo, aunque todos
sabían que seguía el peligro, la noticia era fantástica y repleta de

51 ”Adiós Esther” © by ldana


esperanzas. Las dos se abrazaron mientras Cruz con su mano
acariciaba la espalda de una Encarna emocionada-. Lo va a
conseguir Esther... hija... que alegría...

Una vez todos se tranquilizaron, Esther volvió a la rutina de


aquel cuarto, el pitido del monitor dando los latidos del corazón de
Maca, su respiración artificial, su color pálido, su silencio... su eterno
silencio. Pero algo había cambiado esa pequeña esperanza a la que
Esther estaba aferrada, mientras Rosario, Pedro y Encarna habían
salido a cenar, ella se sentó junto a su mujer. Le acarició la cara con
ternura, mirándola con infinita devoción.
E_ Cariño... sé que no me vas a fallar, nunca lo has hecho en
cambio yo... –suspiró con fuerza-, creo que he sido una estúpida y
cuando despiertes tendré que pedirte perdón millones de veces...
yo...
T_ Esther hija –la interrumpió Teresa que había entrado
sigilosamente con cara triste pues le afectaba verla en aquellas
condiciones, hablarle con tanto amor le provocaba un temblor en su
corazón-. ¿Cómo estás?
E_ Bien Teresa –le sonrió.
T_ Que yo venía a decirte... –miró a Maca que aunque su rostro ya
se había deshinchado un poco sus moratones aún seguían allí-...
que me llevo a Daniel... así tu madre y sus padres descansan, yo
mañana libro.
E_ De verdad Teresa, no sé como te vamos a agradecer esto ¿eh? –
le tomó de la mano sonriéndole emocionada.
T_ Quita, quita, que me vas a agradecer ni que nada... bien a gusto
que lo hago, aunque me gustaría que fuera por otro motivo –sonrió
apenada.
E_ Te cojo la palabra, porque cuando Maca despierte me la voy a
llevar a un lugar maravilloso para empezar de nuevo.
T_ Eso está muy bien, cariño.

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E_ Oye Teresa –le dijo bajando un poco su tono mientras fruncía su
frente, ella la miró con gesto serio-. ¿Por qué pasa esto?, ¿crees que
es un castigo?
T_ ¿Un castigo? –la miró confundida mientras le cogía la mano-. ¿Y
por qué dices eso?
E_ Bueno... creo que las dos hemos jugado con nuestra relación...
nos hemos hecho daño y...
T_ No digas eso Esther, mira... yo siempre pienso que las cosas, las
buenas y las malas pasan por algo... quizás esto es porque tú
necesitabas darte cuenta del infinito amor que sientes por Maca.
E_ ¿Y ella? –la miró con la sombra del dolor instalada en sus ojos-.
¿Qué necesitaba ella para estar así?
T_ Pues... ella... estoy segura que se da cuenta de todo y se está
dando cuenta del amor tan grande y profundo que sientes –le sonrió
tratando de transmitirle esperanza.
E_ La necesito Teresa... no sé vivir sin ella, era lo que iba a decirle
justo cuando todo pasó.
T_ No te hagas daño pensando en eso...
E_ Igual me hubiera dicho que no quería volver conmigo... –
murmuró seria.
T_ Estoy segura que no Ester, ¿o no viste como vino vestida, eh? –
le sonrió y arrancó su enamorada sonrisa-. Ella sabía que tú ibas a
pedirle empezar de nuevo, y te iba a decir que si, mira... porque no
piensas que a lo mejor hubierais empezado con reproches o con
algún problema... y así os da tiempo a las dos a daros cuenta que
dependéis la una de la otra para seguir viviendo.
E_ No sé que haría sin ti Teresa, te lo aseguro –la abrazó.
T_ Anda, anda, no te me pongas mimosa o me iré llorando.
E_ Oye Teresa, tráeme a Daniel –le dijo contenta.
T_ ¿Sales a verlo?
E_ No, tráelo por favor quiero que Maca lo sienta.

53 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Está bien –se acercó a Maca y le dijo con un tono de voz repleto
de cariño-. Bueno Maca, me llevo al chiquitín... pero guapa
despierta que mi marido se está poniendo celoso.
E_ Que cosas tienes –le sonrió agradecida.
Cuando Teresa salió, entraron Pedro, Encarna y Rosario, los
tres se habían unido ante la desgracia, y si un día Pedro renegó de
su consuegra, en esos momentos agradecía tenerla cerca, porque
era quien les daba mayor ánimo, quien continuamente les mostraba
el camino a la esperanza. Allí estaban hablando los tres, mientras
Esther ponía un poco de colonia en la sábana porque quería e
insistía que Maca tenía que ir reconociendo olores, caricias, voces...
y por ello apareció Teresa con el niño en brazos ante el gesto de
sorpresa de todos.
T_ Aquí está, se ha quedado dormidito
E_ Perfecto –le cogió en sus brazos y le besó-. Mi niño, mi guapo
¡cuántos días sin verte vida! –le volvió a besar-. Mira, vamos a ver a
mami ¿eh? Maca cariño, Daniel ha venido a verte –su voz sonó
repleta de delicadeza. Pedro optó por salir de la habitación, pues se
le puso un nudo en la garganta mientras Rosario sonreía con tristeza
pero agradecida a una Esther que se desvivía por Maca-. Mira mami
Daniel –se lo acercó hasta que el niño se quedaba junto a su brazo,
después con suavidad lo levantó colocándole la mano sobre el
pequeño mientras ella le besaba la frente-. Lo que tú siempre
quisiste Maca, aquí estamos todos, lo que tú querías tener, a tu
familia.
A Teresa se le llenaron los ojos de lagrimas, Encarna suspiró
sonriendo orgullosa de esa hija suya, que estaba demostrándose a
sí misma, que podía afrontar algo tan duro como lo que estaba
haciendo mientras Rosario mirando a su consuegra, le sonrió
agradecida por aquellos gestos de Esther que le demostraban tanto
amor. Durante un rato, Esther estuvo contándole cosas sobre
Daniel, el niño que ante el contacto de Maca, se aferró a su cuerpo,
dormía y cuando Vilches entró, todas intercambiaron una mirada de
temor por lo que pudiera decir. Las tres se apartaron a un lado para
54 ”Adiós Esther” © by ldana
molestar lo mínimo posible. Se acercó con expresión seria, entonces
Esther que lo vio lo desarboló.
E_ Has visto Vilches... parece que hasta el niño sepa que tiene que
darle mimos.
V_ Ya veo –tragó saliva parpadeando continuadamente.
E_ He hablado con Cruz.
V_ Lo sé.
E_ No te enfades si tengo aquí a Daniel, ¡tampoco te me pongas a
llorar, eh!
V_ ¿Pero qué tonterías dices Esther? –carraspeó.
E_ Si es que eres un sentimental –le sonrió.
V_ Bueno ya esta bien, ¡saca al crío!, y nada más quiero dos
personas como mucho en la habitación, ¡qué no sé en que idioma lo
voy a tener que decir!
T_ Venga Esther que me voy ya, mi marido me está esperando –le
guiñó el ojo sonriente.
E_ Maca Daniel se va, pero mañana volverá a verte... ¿verdad
Vilches?
V_ No es muy recomendable... pero bueno... sé que diga lo que diga
vas a hacer lo que te dé la gana –le dijo después de dar un fuerte
suspiro.
En_ Espera Teresa me voy contigo.
R_ Ahora vuelvo Esther.
E_ Vale –besó a Maca-. Ya van desapareciendo los moratones de los
ojos.
V_ Esther, vamos a quitarle el respirador, sigue en el Nivel I de
estado de coma, no hace falta que te diga lo que puede suceder.
E_ Lo sé, pero Maca va a ir volviendo en sí, ya veras... estoy segura
vamos a darle un poco de tiempo.

55 ”Adiós Esther” © by ldana


V_ Yo soy el médico y debo estar seguro que tú no te pasas de lista
–la miró fijamente-. Sólo quiero que estés preparada para cualquier
contratiempo.
E_ Lo estoy.
V_ Le vamos a hacer más pruebas, ahora que la inflamación ha
bajado, queremos estar seguros de que no se nos ha pasado
ninguna otra lesión.
E_ Bien –no lo miraba, tan solo acariciaba la cara de Maca.
V_ Pues ¿me ayudas, tú misma?
E_ Por supuesto.
Le quitaron el respirador, Maca conseguía respirar por sí sola,
aunque de manera un tanto dificultosa al principio. Para cuando
entró Rosario, Esther estaba sola, y al ver el rostro de su hija
liberado de aquella horrible máquina, respiró tranquila.
R_ Esther, ¿te importa que me quede?
E_ No Rosario, hoy más que nunca tengo que estar despierta, nos
vendrá bien.
R_ Bien... pues me gustaría que fueras a tomar algo.
E_ Pues... –dudó un tanto sin saber que hacer-... de acuerdo, voy a
por un café y vengo, ¿quiere uno?
R_ No gracias, tengo el estómago un tanto revuelto.
E_ Está bien... enseguida vuelvo.

Esther iba por el pasillo cuando oyó como Héctor la llamaba, se


giró mirándolo un tanto furiosa, pero cuando él llegó a su altura le
sonrió.
H_ Oye Esther, perdóname yo solo seguía indicaciones de tu madre
–le sonrió-. Pero estoy muy feliz de que Maca tenga una
oportunidad.

56 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Gracias Héctor, ¿te he dicho alguna vez que eres un cielo? –lo
besó ante su sorpresa-. Sé lo mucho que aprecias a Maca y te lo
agradezco.
H_ Estaré por aquí... si necesitas cualquier cosa, me lo dices.
E_ Tranquilo.
L_ ¡Esther! –apareció Laura-. Esther me he enterado lo de Maca,
estoy segura que saldrá adelante, ya lo veras.
E_ Lo sé...
L_ Oye, si necesitas cualquier cosa...
E_ Gracias Laura.
L_ Me alegro de corazón. Aunque... ya sabes ¿no?
E_ Sí, pero va a despertar, estoy segura.

Fue saludando a casi todos aquellos compañeros que se


acercaban para darle animo y fuerza, ella sabía que habían pasado
una dura prueba, pero que lo que estaba por llegar, quizá fuera
peor. Pero no quería desanimarse por este pensamiento, así que
decidida entró al cuarto de UCI con un café y un bollo de chocolate
para encontrar las fuerzas que siempre le decía Maca que daban
aunque, sonrió más al recordar aquellos bombones que le regalaba,
y que le decía eran afrodisíacos. Fue peor, ¿volverían a ellas
aquellos tiempos?, sacudió la cabeza antes de sentarse junto a Maca
y su madre, no quería desfallecer.
R_ Sigue igual –murmuró.
E_ Debemos tener paciencia Rosario, poco a poco irá saliendo ya
verá.
R_ Esther Vilches ha hablado con nosotros –le dijo con delicadeza.
E_ Imagino, pero bueno... yo sé que Maca va a salir adelante –
insistió levantándose y la besó en los labios secos que ella con sumo
cuidado con una gasa húmeda trató de hidratar ante el gesto tierno
de Rosario-. ¿Verdad mi amor?

57 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ No sé como voy a agradecerte todo lo que estás haciendo por
ella.
E_ No debe agradecerme nada –la miró fijamente sorprendida por
su comentario que le salió con la voz quebrada-. Al revés, debo
pedirle disculpas.
R_ ¿Por qué? –esta vez la sorprendida fue ella.
E_ Porque me negué a hacerle la prueba –se miró la mano con la
taza de café en ella notó que aún le temblaba-. Pero le confieso que
prefería tenerla así, poder tocarla, besarla, pensar que me oía,
imaginar que solo estaba dormida a que me dijeran que no había
respuesta, necesitaba impregnarme de ella, no sé si me creerá
pero... prefería ser egoísta antes que perderla.
R_ Claro que te creo. Y te entiendo, porque ahora sé lo mucho que
la amas y lo afortunada que es –le tomó la mano libre.
E_ Teresa me ha dicho esta tarde, que las cosas siempre ocurren
por algo, quizás esto sirva para que todos bajemos nuestras
pretensiones y simplemente comprendamos con el corazón, ustedes
que tanto dudaban de mí, yo que me sentía traicionada por eso, y
Maca que necesitaba a sus padres al lado, quizá Teresa tenga razón
como siempre... y cuando Maca despierte... encontrará un entorno
nuevo, en el que espero y deseo, no se vuelva a romper.
Rosario se levantó se acercó hasta ella, y la abrazó con fuerza,
le había ganado el corazón, no solo por como cuidaba de su hija, no
solo por la admiración que demostraban sus ojos, también porque
cuando habló con ella la maldita noche del accidente, ya le había
ganado una parte de él... se había mostrado tan trasparente, le
había demostrado unos sentimientos tan fuertes, que aunque su
comportamiento le sorprendía, porque no pensaba que pudiera darle
tanta dedicación y tan absoluta, sabía lo que su hija significaba para
ella, y eso, quizá, ningún hombre hubiese sido capaz de hacerlo. Era
amor... amor verdadero... amor del corazón ya no la miraba con
dudas ni con desagrado... era una mujer amando a otra mujer como
jamás había visto a nadie entregar tanto amor. Se sintió por

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primera vez orgullosa de aquella pareja y Esther lo notó en el
abrazo largo y afectivo .

La noche fue relativamente tranquila, incluso Esther pudo


dormir un poco ya que se turnaban para estar pendientes de Maca,
sin ellas percibirlo, Maca comenzaba a tener imágenes dentro de su
mundo, en ellas aparecía Esther siempre sonriendo... y le daba
calma, quería hablar pero no podía, tan solo disfrutaba con aquella
sonrisa que su mente le lanzaba de vez en cuando, entre sueño
largo, sombras y vacíos.
La agonía de Esther se había alargado 20 días más, en ese
tiempo, Maca continuaba sin responder, ni un solo movimiento... ni
una sola variación y aunque seguían con las pruebas, nada les hacía
sospechar que pudiera despertar de una manera próxima. Todos se
daban cuenta que Esther estaba pasando por un bache de
desolación, aunque seguía leyéndole poemas, seguía leyéndole
párrafos de su libro preferido, aunque le ponía música y no cesaba
de hablarle, así como de darle masajes para que no perdiera
demasiada masa muscular, estaba empezando a decaer. Todo el día
y la noche era única y exclusivamente para ella, su vida había
pasado de un trabajo y una relación a centrar sus fuerzas en la
nueva habitación donde la habían trasladado, de allí no había salido
a la calle ni una sola vez, tan solo para ir a ducharse al cuarto de
enfermeras, o para tomar algún café, insistía en que le llevaran al
niño, lo acostaba junto a Maca, le hablaba de cómo había cambiado,
de cuanto la echaba de menos, y de cómo la estaban esperando los
dos para volver a ser la familia que tantas veces Maca le había
insistido en formar. Sin embargo, cuando se quedaba sola se
derrumbaba, no podía llorar porque se le había instalado un nudo en
su garganta, que le impedía también comer.
Rosario y Pedro, habían hablado con Cruz que aunque no le
daba muestras a ella de que la vigilaba, también compartía con la
pareja y Encarna la preocupación por su estado de salud. Tenía

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profundas ojeras, su cara había adelgazado y el insomnio se había
apoderado de ella.

La mañana había tomado color, el sol luchaba con las nubes


para alumbrar el día, y en esa batalla había conseguido regalar a la
pareja unos tímidos rayos en su habitación. Estaba Esther
contándole a Maca lo que se veía desde la ventana cuando entró
Cruz acompañada por una enfermera. Esther supuso que iban a
hacerle más análisis a Maca.
C_ Buenos días Esther –apareció Cruz en la habitación.
E_ Hola Cruz.
C_ ¿Qué tal la noche? –se acercó a seguir con las pruebas rutinarias
de Maca.
E_ Igual –quiso evitar que su tono apareciera apesadumbrado, pero
no lo consiguió con lo que Cruz, la miró triste.
C_ Bueno... esto ya lo sabías...
E_ Ya... y no quiero pensar que he perdido mi batalla.
C_ Claro que no –le sonrió acercándose a ella mientras la abrazaba
pues sabía que en ese momento lo necesitaba, Esther se aferró a su
cuello con una pena pesada en su corazón-. Venga, siéntate.
E_ ¿Para qué? –la miró confundida.
C_ Voy a sacarte sangre ¡y! –elevó su voz para acallarla
acompañando la orden con la elevación de su dedo índice al aire en
señal de regaño-, nada de protestas.
E_ Estoy bien Cruz –protestó aunque ya se estaba subiendo la
manga de la camiseta que llevaba.
C_ No, no lo estás y no quiero que tú me enfermes también.
S_ Prometo no hacerte daño.
E_ Gracias Sonia –le sonrió cansadamente.

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C_ Luego vendrá Javier y se llevaran a Maca, quiere hacerle unas
placas para ver como ha quedado su pierna de la operación.
S_ Bueno... esto ya está, me lo llevo.
C_ Quiero que les metas prisas ¿eh? –Sonia se marchó sonriendo a
Esther.
E_ Vamos Cruz... estoy bien... de verdad.
C_ Esther... ¿cuánto hace que no te miras a un espejo? –la miró
intensamente como tan solo Cruz sabía mirar, produciendo en
Esther un suspiro lento-. Ya me he cansado de decirte que vayas a
casa y descanses, pero como los resultados no sean buenos,
sintiéndolo mucho tendrás que marcharte a casa, te lo advierto –le
dijo seria pero en su tono se mostraba un gran cariño.
E_ No puedo estar en casa Cruz... los recuerdos me aplastan el alma
–dijo lentamente mientras se acercaba a Maca y la acariciaba-. Aquí,
me siento protegida de ellos, del dolor que causan en mí en la
soledad, aquí la tengo delante y los podemos compartir.
C_ Sé que refugiarte en ella es una salida para este momento
Esther... pero tú mejor que nadie has vivido esto otras veces, en
otros enfermos y sabes que puede hacerse eterno, y mira, si Maca
despierta entonces es cuando va a necesitarte cerca, entonces es
cuando tendrás que estar preparada para afrontar las consecuencias
de todo esto.
E_ ¿Tú crees que volverá a ser como antes? –agregó con rapidez-,
no lo digo porque me importe a mí, yo quiero que se despierte esté
como esté... pero sabes como es ella... y ...
C_ Bueno... ya sabes que puede afectarle al habla, y a la parte
izquierda de su cuerpo, el golpe se lo llevo en el lóbulo frontal y
temporal... puede que al principio no tenga nada que ver a la Maca
de siempre... necesitara rehabilitación y también terapia...
E_ No sé que voy a hacer... –repitió con la tristeza marcada
pesadamente en su voz.

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C_ Si despierta, ayudarla, como lo estás haciendo ahora –se acercó
a Maca dejándole una caricia en su frente-. Es afortunada de
tenerte...
E_ No... si fuera yo quien estuviera ahí, ella estaría mucho mejor y
vería salida, yo...
C_ ¿Tú qué, Esther? –la miró con dudas por primera vez la vio
entregada.
E_ Simplemente la amo más que a nada en el mundo, de eso, me
he dado cuenta en este mes largo que llevo aquí, ¿sabes que me
pregunto constantemente?
C_ ¿Qué? –le sonrió mirándola con ternura.
E_ ¿Cómo he podido vivir tanto tiempo sin ella? –entonces la miró
con el dolor reflejado en su cara-. ¿Cómo podría vivir sin ella?
C_ Lo sé... y también sé que este momento lo tenías que pasar... tu
desanimo es normal Esther... no te culpes por perder la confianza
en su recuperación ¿vale?
Esther asintió, con tristeza y despidió a Cruz que al salir de la
habitación suspiró profundamente, mientras vio como Javier llegaba
para llevarse a Maca.
J_ ¿Cómo sigue?
C_ Igual.
J_ ¿Y Esther?
C_ Desesperada, la desesperación se ha apoderado de ella –le dijo
mirando al suelo con actitud desolada.
J_ Es normal. Bueno me la llevo y Dávila quería hablar con ella.
C_ Está bien, le he hecho una analítica a ver que nos dice. Venga...
hasta luego.
J_ Te veo bajo.
Javier entró y le dio la noticia de que Dávila quería hablar con
ella, acompañó la camilla con Maca hasta rayos, le dio un beso y se
fue hasta el despacho de Dávila, el hombre la esperaba con gesto
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concentrado, estaba en una difícil situación y debía arreglar el
problema que suponía no tener a Esther como enfermera.
E_ ¿Me has llamado Dávila? –asomó su triste persona por la puerta.
D_ Pasa, pasa por favor, siéntate –ella le obedeció con actitud
derrotada se sentó-. ¿Qué tal sigue Maca?
E_ Igual –elevó sus hombros.
D_ Bueno... esto es así –la miró con semblante apenado por su
estado-. Oye Esther... yo sé que esto que te tengo que decir pues...
no es agradable por el momento que estás pasando pero... quiero
que me comprendas... el hospital está con una enfermera jefe
provisional y...
E_ Lo sé –asintió.
D_ ¿Pediste el traslado?
E_ No –contestó cansada.
D_ Me alegro mucho, de verdad... pero... sabes que... has agotado
todas las vacaciones... no puedo seguir con Sonia como jefa, tienes
que reincorporarte sintiéndolo mucho porque sé que no estás en
condiciones de hacerlo –Esther no contestó-. Voy a darte un par de
días para que te lo pienses, o vuelves a trabajar... o tendrás que
pedirte una excedencia –ella lo miró preocupada-. Piénsalo por
favor.
E_ Está bien...
D_ Oye, no tienes buena cara, ¿por qué no vas a descansar?
E_ Gracias, ¿quieres algo más?
D_ No... bueno sí... quiero que descanses, ¿vale?
Esther asintió con lentitud... sabía que Dávila tenía razón, y
aunque estaba segura de lo que iba a hacer... quiso para no
levantar sospechas hablar con Vilches. Lo buscó en Urgencias, y
Laura la mandó a su despacho. Llamó a la puerta y él le dio paso.
V_ ¡Esther, ha pasado algo! –se asustó al verla allí.
E_ No... no... nada.
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V_ Pues me alegro que me visites. Anda siéntate... tú dirás.
E_ He hablado con Dávila.
V_ Y que quiere ese viejo cascarrabias.
E_ Me ha dicho que tengo que tomar una decisión... sobre mi
trabajo... o me reincorporo o solicito un año de excedencia.
V_ ¿Y? –la miró un tanto desconcertado apoyando sus codos sobre
la mesa.
E_ Pues que vengo a pedirte consejo.
V_ ¿A mí? –la miró enarcando una ceja.
E_ Sí, a ti... tú eres quien mejor aconseja, ¿qué hago?
V_ Yo creo que reincorporarte a trabajar te haría bien... nada más
tienes que mirarte al espejo para verte como estás... ahora bien... si
Maca despierta vas a tener que prestarle mucha dedicación, así que
yo de ti me pediría el año de excedencia para cuidar de Maca.
E_ Si despierta... –murmuró y él captó en su voz algo que sin saber
que, no le gustó.
V_ Oye, tú eres quien nos has convencido a todos que va a
despertar, ahora no me jodas ¡eh!
E_ Si... yo he convencido a todos... pero...
V_ Bien... ya te ha dado el bajón... pues sabes lo que tienes que
hacer ¿no?
E_ No –se mostraba deprimida al máximo.
V_ Irte a casa, jugar con vuestro hijo, dejar que tu madre, y tus
suegros, se encarguen del cuidado de Maca, y tú en un semana no
aparecer por aquí.
E_ Eso no lo puedo hacer.
V_ Claro que puedes, es más, si te veo por la habitación te echaré...
prohibiré que entres y a los de seguridad los tendré alerta –la
miraba señalándola con el dedo índice-. Eso, o te vas a descansar
por propia voluntad... tú decides –hubo un silencio entre los dos

64 ”Adiós Esther” © by ldana


pero la mirada perdida de Esther seguía provocando en Vilches
cierta desconfianza en ella-. Aunque si te vas a Begoña le va a dar
una alegría enorme –dijo con tono de queja.
E_ ¿Por qué?
V_ ¿No te lo contó Maca? –la miró sorprendido.
E_ ¿Maca?
V_ Sí.
Vilches le contó todo lo ocurrido con Begoña, y le aseguró que
la misma Maca se lo había comentado, así como Teresa. Un tanto
desconcertada fue en busca de Teresa al muelle. Al verla, se asustó
y le preguntó con los ojos bien abiertos:
T_ ¿Qué ha pasado Esther?, no me asustes hija.
E_ Teresa, ¿cómo supo Maca lo de Begoña?
T_ Vaya... ¿quién se ha ido de la lengua?, ¡Vilches, seguro! –se dio
un golpe en la cadera-. Espera. Oye Ana, quédate un rato anda que
voy a acompañar a Esther a la habitación.
A_ Claro no hay problema.
Juntas se fueron hacia la habitación, Teresa que todos los días
en sus ratos libres iba a compartirlos con ellas, había optado por
ocultarle lo que Luna había dicho, pensaba que era mejor no
buscarle más quebraderos de cabeza a una Esther que seguía como
alma en pena por los pasillos del hospital y en aquel cuarto que era
su casa. Se sentaron en el pasillo pues no quería entrar para hablar
con ella delante de Maca, por lo que pudiera ser.
T_ Esther... Maca supo la noche antes por Luna, que todo cuanto
había ocurrido había sido un invento entre ella y Begoña –Esther
abrió sus ojos como platos y luego agachó la cabeza pensativa-.
Luna le confesó que no había pasado nada entre vosotras porque tú
lo único que hacías era llamarla a ella.
E_ Por eso me iba a perdonar –murmuró escéptica.

65 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ ¡Qué va!, si mira –le golpeó suavemente el brazo-, en el fondo a
ella le daba lo mismo si había pasado como si no –aún la miró más
asombrada-. Claro mujer, ¡ay mira!, ella te ama más de lo que
imaginaba y te aseguro que a mí mucho antes de saber la verdad,
me había confesado que sólo le importabas tú, ¿qué te lo puso
difícil?, claro, una especie de penitencia para que no volviera a
suceder... luego... tú te pusiste cabezota con el abogado ése... –no
le estaba riñendo, pero su tono era serio-. Y todo se lío un poco
más.
E_ Fui una estúpida, tantas veces me dijiste que me lamentaría...
T_ Bueno eso ya lo hemos hablado cariño... ya no vale la pena
lamentar nada.
E_ Ves como es un castigo.
T_ ¡Ay que tonterías dices Esther!, lo que te pasa es que estás
saturada, no ves las cosas claras porque necesitas descansar. ¿Por
qué no vas a casa?, Maca no está sola, están sus padres, está tu
madre, ellos hacen turnos para estar con Daniel... tú también
deberías estar con el pequeño. A ver te contaré algo –Esther levantó
los ojos con dificultad por el sueño y la miró con expectación-. Mira,
Maca estaba celosa con el tipo ese, ¿sabes qué le dijo? –dio una
carcajada arrebatándole una sonrisa a Esther-. Le dijo que si se
volvía a acercar a ti, le cortaba los... bueno... ya sabes... sin
anestesia.
E_ ¡Qué fuerte! –murmuró divertida-. Bueno ella no sabía que él
estaba allí como cebo, claro.
T_ No sé si lo sabía, pero le dejo bien claro la situación. Además
después de lo del lavabo hija... no sé que dudas os quedaban.
E_ ¿El lavabo? –la miró divertida.
T_ Bueno ya puedes dar gracias que os oí yo, sino, menuda juerga
se hubiera armado.
E_ Es cierto... –sonrió-. No quiero pensar que aquella fue la última
vez.

66 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Claro que no. Anda, ve, descansa y cuando vuelvas todo lo verás
con otros ojos, no esos –le cogió de la barbilla suavemente-. Esos
no son los ojos de mi Esther.

Esther le sonrió apenada y cuando se marchó Teresa, suspiró,


pasó sus manos nerviosas por su rostro y después de buscar las
fuerzas que no halló trató de alejar aquel pensamiento que se había
apoderado de ella, entonces vio como llegaba a su altura Aimé.
A_ Hola Esther.
E_ Hola –le sonrió con tristeza.
A_ ¿Cómo está Maca?
E_ Igual... no da ninguna señal de mejoría.
A_ Ya... entiendo tu desesperación –asintió con rabia-, y comprendo
que mientras la tengas ahí, lo verás todo de otra manera...
porque...
E_ Oye Aimé, dime una cosa... ¿cuándo trataste de suicidarte... en
que pensabas?
A_ No pensaba... estaba desesperado –la miró fijamente.
E_ ¿Te habías quedado sin fuerzas?, como vacío por dentro.
A_ Sí.
E_ Sin ganas de seguir luchando –lo miraba atentamente.
A_ Así es...
E_ ¿Y te preguntaste... cómo seguir viviendo sin ella?
A_ A todas horas, y sigo preguntándomelo, es lo más duro que
tengo aún hoy... y a veces... pienso en repetir –murmuró con gesto
aterrorizado.
E_ Te entiendo.
A_ Bueno... me voy... solo quería saber como seguía.
E_ Gracias.

67 ”Adiós Esther” © by ldana


Se sentía plenamente identificada con él, aunque a ella le
quedaba Daniel, sacudió su cabeza queriendo quitarse aquellos
pensamientos y entró en la habitación. Al abrir la puerta... se quedó
paralizada.
E_ ¿Qué haces aquí?
Az_ Lo siento, me he enterado de lo del accidente de Maca y...
E_ Ya –murmuró distante para dirigirse hasta Maca acariciándole la
mejilla con delicadeza.
Az_ Esther yo... siento mucho lo que ha pasado –ella levantó su
mirada pero no le dijo nada-. Estoy segura que va a salir hacia
delante, además, teniéndote a ti... –no supo como seguir.
E_ La última vez que me crucé contigo no me dijiste lo mismo.
Az_ Lo sé –dijo con un tono arrepentido que se notaba sincero-. Sé
lo que te dije y si lo hice –la miró tratando de que sus palabras
cruzaran el muro que había alzado en su contra-, fue porque Maca
me echó de su lado, ella no quería ni siquiera que fuera a verla,
porque ¿sabes qué temía?
E_ ¿Qué? –la miraba con sus ojos repletos de melancolía.
Az_ Perderte, me duele reconocerlo pero... a mí no me quiso tanto
como te quiere a ti, y de ahí lo que te dije fue todo presa de la
rabia, me dolió... no sé, me imagino que lo que trato de darte es
una disculpa... por mis palabras pero es la verdad.
E_ Maca es así... ella consigue que no puedas sacarla de tu cabeza,
ni de tu corazón.
Az_ Si –sonrió apenada-. Bueno... he de irme... espero de todo
corazón que salga pronto de ese mundo... espero que se recupere y
podáis ser eternamente felices.
E_ Gracias –le dijo mirándola agradecida.
Az_ Esther –la llamó cuando se iba pero Esther no se giró-. Creo
que ella también tiene mucha suerte... no sé si yo hubiera estado a

68 ”Adiós Esther” © by ldana


la altura que estás tú. Es afortunada y lo sabe. No te desanimes,
sigue luchando por ti y por ella, pero sobre todo por vuestro hijo.
Se marchó sin más, pero aquellas palabras se grabaron en la
mente de Esther, en poco tiempo, se había enterado de muchas
cosas, respiró profundamente y miró el reloj, sabía que sus padres
estaban a punto de llegar en esa ronda que habían creado. Entonces
se sentó en la cama, la miraba con una ternura que salía
directamente de su corazón, le cogió la mano, la besó, y en voz alta
lanzó su reflexión.
E_ Maca... no aguanto más cariño, no soporto verte así... me duele
el alma y no sabes lo que daría por estar yo en la cama, porque el
desgraciado ese me hubiera cogido a mí. Ya no sé si estoy aferrada
a una esperanza que solo veo yo... ya no sé si me oyes, o si, por el
contrario vives en ese mundo de tinieblas donde yo no te puedo
alcanzar –la voz rota, de miedo y soledad se había apoderado de
ella. Se detuvo en el relato para tomar fuerzas, miró al techo,
después a la máquina que seguía pitando, y por último su mirada
cansada se fijo en el rostro de Maca-. Me gustaría que despertaras,
aunque lo hicieras odiándome o aunque no quisieras que estuviera a
tu lado, sé que me he comportado como una idiota, no debí jugar
contigo, ahora cuando repaso todo tengo ese pellizco en mi
corazón... no sé si yo soy a quien te mereces... joder Maca... estoy
muy mal cariño... no puedo llorar, lo siento... pero tampoco puedo
sonreírte, sólo sé que te necesito pero si no vuelves tendré que ir yo
a ese mundo de tinieblas... no me importaría morir con tal de
encontrarme contigo. Daniel estaría bien –su sonrisa artificial fue lo
único que pudo regalarle-. No puedo vivir sin ti mi vida, te quiero
como no he querido a nadie. Por favor... si me oyes... haz un
esfuerzo por mover la mano, aprieta la mía hazme una señal te lo
ruego Maca, necesito saber que estás de cualquier modo... pero que
estás –hizo un silencio eterno esperando una respuesta que no
llegaba, finalmente mientras fijaba sus desesperados ojos en su
rostro, le susurró acercándose para besarle la frente-. No puedo
Maca... no puedo estar sin ti...

69 ”Adiós Esther” © by ldana


Cuando entraron Rosario y Pedro al contemplar la escena se
quedaron paralizados, cruzaron sus miradas repletas de angustia
por ella, sabían que mientras Maca vivía en otra dimensión en la que
muy posiblemente no sufriera, Esther estaba viviendo una pesadilla
de la cual se estaba dando cuenta que era imposible despertar, que
aunque ella quisiera cambiar el rumbo de las cosas, éstas
continuaban de igual manera. Rosario con el corazón en un puño se
acercó hasta ella acariciándole la espalda y Esther no pudo más que
dejarse abrazar y acunar entre sus brazos cerrando los ojos y dando
muestras por primera vez en el mes que llevaba encerrada en esa
habitación, de su debilidad.

Durante dos horas, Rosario no encontró otra manera mejor de


calmarla que contarle cosas de Maca cuando era pequeña, Esther
sonreía porque necesitaba aquellos recuerdos, estaba sentada en el
sillón cerca de ella, como siempre escuchando atentamente todo
cuanto su suegra le contaba. Allí mismo en la habitación, otros
recuerdos divagaban por la mente de Maca, a ratos podía escuchar
la voz de Esther recitarle poesía, otros, hablarle de cuanto la quería,
podía oír una música que le mandaba a su mente momentos
compartidos con ella, podía notar en su piel las manos que
despertaban sus deseos, pero no podía abrir los ojos, no podía
moverse ni hablar, se sentía atrapada como si la hubieran atado,
amordazado y tan sólo hubieran dejado vivos sus recuerdos. A
veces se encendía la luz y aparecía el rostro enfadado de Esther, un
segundo, dos, tres y otra vez la oscuridad, a veces, aparecía tan
cerca de ella que con un ligero movimiento podía besarla, pero
entonces se esfumaba como el humo, su mente la estaba
martirizando... quería llamarla, quería decirle “ayúdame Esther”...
“llévame contigo”, pero no le daba tiempo. Y cuando la oscuridad se
hacia dueña y señora de ella, como en aquel momento, un temor
desmedido se apoderaba de todo su cuerpo.

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R_ La verdad que cuando nos dijo que no se casaba con Fernando
porque era lesbiana, nosotros jamás imaginamos poder estar
charlando tranquilamente con su mujer –le sonrió-. Pero... me
alegro de hacerlo.
E_ Yo... –cuando fue hablar, el pitido de la máquina varió la
frecuencia. Esther se quedó blanca pero en un segundo se levantó
se puso a su lado y con los nervios desatados la llamó-. Maca, Maca
cariño...
R_ ¿Qué pasa Esther? –la miraba atónita.
E_ ¿No lo ha oído?
R_ ¿El qué?
E_ Maca... Maca se que me estás escuchando, apriétame la mano
cariño, vamos mi vida apriétame la mano.
R_ Esther yo no he oído nada –fijaba sus ojos en la mano que Maca
tenía sujeta por Esther pero no había respuesta.
P_ ¿Qué pasa? –se precipitó hasta ellas Pedro que había salido a por
café.
R_ Esther dice que ha variado su latido.
E_ Maca vamos –bajó la frecuencia del respirador que nuevamente
llevaba puesto descolgó el teléfono y con un énfasis desmedido
habló-. Cruz, ¡rápido sube Maca está reaccionando, sube!
P_ Pero... –se miraban sin entender la situación.
E_ Maca, Maca –le acariciaba.
C_ ¿Qué ha pasado? –entró corriendo tanto ella como Vilches.
E_ Ha variado su frecuencia –les dijo con una expresión en su rostro
repleta de esperanza y angustia.
V_ Déjame ver –comenzó con las pruebas.
R_ Yo no he oído nada –le dijo Rosario a Cruz, ante su mirada.
E_ ¡Cruz te estoy diciendo que...!.
C_ Sé lo que estás diciendo –la interrumpió un tanto alterada.

71 ”Adiós Esther” © by ldana


V_ Nada... no hay señales de nada –dijo con desanimo mientras
todos miraban a Esther que parecía terriblemente confundida-.
Esther... te doy media hora para que recojas tus cosas, y te vayas.
C_ Voy a ver tu analítica ahora... quiero que hagas caso a Vilches.
V_ No me vengas con excusas –le riñó cuando fue a hablar-. Tú te
largas, por las buenas o por las malas, pero no quiero que esta
noche estés aquí.
E_ ¿Creéis que me he inventado...?
C_ Nadie ha dicho eso Esther –la interrumpió Cruz acercándose a
ella y tomándole el pulso-. Bien... tienes cien pulsaciones... estás
cansada y lo que necesitas es descansar simplemente eso, nadie ha
dicho nada.
V_ Recuerda, media hora.
R_ Gracias por venir –les dijo con la voz repleta de agradecimiento
Rosario pero también con los ojos repletos de miedo por Esther.
C_ Voy a por los análisis, ahora volveré.
P_ Gracias -cuando se quedaron solos le dijo-. Esther... hazles
caso, mi mujer y yo nos quedaremos, ahora va a venir tu madre con
Daniel, te vas, descansas esta noche, y mañana todo lo verás
mejor... sé que estás cansada, desilusionada y hasta casi rendida...
eres la única que guarda una pequeña esperanza, no soy nadie para
quitártela, pero soy el padre de Maca, y eso me da la suficiente
fuerza para rogarte que te vayas a casa a descansar.
Esther lo miró, se calló y se sentó en el sillón mientras
escondía su rostro tras sus manos temblorosas, era cierto, su
corazón palpitaba tan rápido que parecía iba a salir de su pecho de
un momento a otro.
Ca_ Buenas tardes –entró Carlos-. ¿Cómo sigue?
R_ Igual -le contestó Rosario pues Esther seguía sumida en su
desolación.

72 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ Entiendo –puso cara de circunstancias-. Esther por favor... me
gustaría hablar un momento contigo. ¿Puedes salir?
E_ Sí –lo acompañó hasta fuera-. Tú dirás.
Ca_ Bueno... no me es fácil decirte esto... la verdad que en estos
momentos sé que hasta para ti va a ser más duro.
E_ ¿Más? –lo miró suspirando-. Ya no me queda nada más duro que
vivir.
Ca_ Verás... antes de lo sucedido... Maca me pidió ayuda para darte
una sorpresa –Esther lo miró fijamente enarcando una ceja-. Ella
estaba convencida de que lo vuestro iba a arreglarse, me pidió que
moviera los papeles para adoptar a Jorge.
E_ ¿Qué? –lo miró perpleja.
Ca_ Sí, acabo de recibir una respuesta y... bueno... antes que nada
les he dicho que debía hablar contigo.
E_ ¿Qué pasa?
Ca_ Hasta donde sé, tú firmaste el divorcio –le dijo con gesto de
duda.
E_ Si, pero no lo entregué, a última hora cambié de opinión y le hice
romper los papeles a mi abogado.
Ca_ Entonces no existen tales papeles –la miraba fijamente
desconcertado.
E_ Por mi parte no –dijo apenada pensando que Maca si los tenía
firmados,
Ca_ Pues por parte de Maca, tampoco. Sé que los retiró también –
Esther sentía que su corazón iba a estallar, demasiadas emociones
en un solo día y tuvo que sentarse-. Así que con su solicitud
tendríais la posibilidad al menos, de pasar las pruebas otra vez,
Jorge fue acogido por una familia que después no quiso hacerse
cargo de él.
E_ Entiendo.

73 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ Les he dicho lo que ha sucedido... no podía mentir a los de
asuntos sociales... así que si tú quieres puedo solicitar un
aplazamiento por si Maca despierta, en caso que no despertará
deberíamos hacer otros pasos.
E_ Si no despertara... –murmuró rota.
Ca_ Sabes que sigue existiendo esa posibilidad, es más, creo que
deberías sopesarla de manera muy real.
E_ Si no despertara no tendrías que buscar otros pasos, de modo
que pide un aplazamiento y... ya veremos –le dijo confundida
apoyando su mano en la frente.
Ca_ Está bien... como tú quieras... pero Esther... creo que necesitas
ayuda es muy lógico por lo que estás pasando y llevas ya muchos
días sin dormir bien... sé lo que significa Maca para ti pero...
E_ No... no lo sabes... no creo que nadie lo sepa –se levantó
dejándolo allí sentado y entró en la habitación, fue directamente
hasta Maca, la miró y ante el asombro de sus padres y de Encarna
que había llegado con Daniel le susurró-. Ya queda menos mi vida...
ya queda menos.
En_ Hija – Encarna, apoyó su mano en el hombro de su hija-. Vete a
descansar.
E_ Si –parecía una sonámbula como si no escuchara a nadie como si
fuera una autómata siguiendo directrices sin entenderlas-. Dame a
Daniel.
R_ Toma, está dormidito –se lo entregó Rosario.
Esther le besó la cabezita sonriendo de manera extraña, separó
la sabana del cuerpo de Maca, puso al pequeño sobre su pecho, y
les dijo a todos.
E_ Podéis salir un momento.
En_ Pero...
P_ Vamos, sí –les dijo un Pedro tan desconcertado como ellas.
R_ Estaremos fuera Esther.

74 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Si.
Cuando cerraron la puerta, Esther se subió a la cama ocupando
el pequeño espacio que Maca dejaba, le besó la frente, pasó su
mano por la mejilla mientras acariciaba con la otra a un Daniel que
parecía feliz de estar entre sus dos madres.
E_ Nunca dejarás de sorprenderme Maca, ¿y yo que te he dado a
cambio?... disgustos... no creo que sea justo esto que nos está
pasando... no sé si yo sea esa buena madre que tanto me decías iba
a ser para Daniel... nuestra última caricia, nuestro último momento
de unión. Sé que odias que sea cobarde, sé que quieres que afronte
la vida con valentía, como lo haces tú, pero he descubierto algo mi
amor... que la valentía y la fuerza, me las das tú. Si tú no estás...
me quedo vacía, tal y como estoy ahora. Te quiero mi vida, y pronto
nuevamente estaremos juntas para vivir de otra manera.

Fuera había llegado Cruz con los resultados, todos escuchaban


atentos lo que ya se temían, Encarna se mostraba tan preocupada
por su hija, como lo estaban los padres de Maca.
C_ Esto es normal, no se alimenta bien... no duerme bien... la
anemia es la consecuencia de esto. La arritmia que tanto Héctor
como yo, hemos diagnosticado, se debe a las emociones que debe
estar viviendo su interior... lo de antes puede ser perfectamente una
confusión mental.
En_ ¿Quieres decirme que mi hija se está volviendo loca?
C_ No Encarna, no se preocupe, lo que quiero decir, es que su hija
necesita descansar, alimentarse y tranquilizarse, ahora ha llegado al
punto negro donde muchos de los familiares llegan, ustedes mismos
–señaló a sus padres-. Cada uno lo ha vivido y exteriorizado de una
manera. Lo que le ocurre a Esther, precisamente es que no ha
exteriorizado nada, solo ha vivido una falacia que decimos.
En_ En cristiano quieres decirme, que mi hija ya se ha dado cuenta
de todo y está deprimida, pues eso ya lo sabía yo sin analíticas hija
–le dijo con tono triste.

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C_ Eso mismo –le sonrió con tristeza-. Por eso, ahora me preocupa
más ella que realmente Maca.
P_ A nosotros también –apuntó un apenado Pedro.
R_ Yo estaba con ella, y te aseguro que no oí nada de lo que me
dijo.
C_ Bien, esto es así, por ese motivo quiero que se vaya a casa y ...
–se calló porque en ese momento salió Esther con el pequeño en
brazos-. Hola Esther.
E_ Hola. Tenga Rosario –le entregó al niño-. Bueno, me voy a
casa...
En_ Hija voy contigo.
E_ No mamá, quiero pasear un poco y descansar.
C_ Eso está muy bien... si señora –le sonrió cogiéndole la mano.
V_ Hola –apareció Vilches y mirándola fijamente con sus ojos
repletos de desafío le dijo-. ¿Nos vamos?
E_ Sí.
V_ Así me gusta, venga te invito a una cerveza.
E_ No, gracias... quiero ir a caminar.
V_ Vale... pues caminaremos. Cruz ya acudo a casa.
C_ De acuerdo.
En_ Gracias –le dijo a Vilches con los ojos repletos de lagrimas.
V_ Vamos.

Vilches había estado pendiente de Esther durante largo rato,


habían paseado, habían hablado de la muerte, de la vida, de lo que
había después de la muerte, Esther parecía diferente, más segura y
más tranquila, con la sensación de que había conseguido ayudarla,
la dejó en la puerta de su casa.
V_ Bueno... el guardián se va a su casita.

76 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Gracias –le sonrió.
V_ ¿Estás segura que ya me puedo ir? –la miraba desafiante.
E_ Sí, necesito dormir y ahora vendrá mi madre.
V_ Es una señora estupenda –le sonrió-. Aunque le guste más Aimé
que yo.
E_ Bueno... no se lo tomes en cuenta –le devolvió la sonrisa.
V_ Me lo pensaré.
E_ Gracias por todo Vilches.
V_ De nada, ¡ah!, Héctor que es muy pesao el tío, me ha dicho que
vendrá a recogerte a las siete y media para llevarte al hospital, ¿te
parece bien?.
E_ Sí –contestó con rapidez sin oponer resistencia.
V_ Pues ahora ya si que me voy. Hasta mañana.
E_ Adiós gracias por estar siempre a mi lado y gracias por ayudarme
siempre –le besó en la mejilla-. Adiós.
Cerró la puerta y a Vilches le costó unos segundos reaccionar,
no le había gustado su tono, ni su gesto, parecía volver nuevamente
la Esther lejana y distante, la que le daba miedo, la que sabía había
hablado con Aimé. Sacudió su cabeza... y se marchó con la duda
pero tampoco podía hacer más.

La casa era la misma, los muebles, los cuadros, los sofás, la


escalera... pero nada parecía igual, no encendió las luces porque no
le hacía falta encaminó la escalera, entró en su cuarto dejó el bolso
sobre la cama lo abrió, sacó un bote que había cogido de farmacia y
se metió en el cuarto de baño. Entraba suficiente luz como para
mirarse en el espejo, hacia muchos días que no se veía, y al
principio dudó, aquella imagen que le estaba ofreciendo era
impactante para ella, sabía el rostro de memoria de Maca, sabía en
que venas llevaba los goteros, sabía como se resecaba su garganta

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cada vez que pasaban las horas, sabía como los músculos de sus
piernas y sus brazos habían ido ablandándose, sabía como era su
respiración artificial, pero desconocía su propio rostro, su propio
cuerpo. Dejó el bote sobre la pila, encendió la luz, si Maca
despertara en aquel momento y viera su rostro, la reñiría estaba
segura, entonces sonrió recordaba cuantas veces le reñía sobre sus
dietas, entonces recordó su sonrisa amplia, giró su rostro hacia la
derecha, algo le vino a su mente, salió y encendió la luz del cuarto,
abrió rápidamente un armario, sacó un dvd, bajó corriendo hasta el
comedor encendió todas las luces penetrando en ella la ausencia de
Maca. Metió el dvd con sus manos repletas de temblor, lo puso en
marcha y allí estaba Maca, durmiendo y ella despertándola,
entonces se giraba y sonreía.
M_ Que pesadita eres cariño... si lo sé no te regalo una cámara –
decía tapándose la cara con la almohada.
E_ Lo siento pero no puedo dejar de grabarte... es para la
posterioridad.
M_ ¡Joder Esther que he dormido solo tres horas!
E_ Pero estas igual de guapa, eres una cabrona... yo duermo tres
horas y parezco un monstruo –se acercaba sonriendo con la cámara
mientras la quitaba el almohadón-. Y tú mira... si es que me
pierdes.
M_ Anda no te pierdas tanto –le dijo divertida mirándola en ese
momento Maca ocupaban toda la pantalla y su sonrisa parecía tan
real que Esther comenzó a llorar-. ¡Esther venga joder!
E_ Me encanta cuando me riñes.
M_ Ven aquí –le cogió del pantalón echándola sobre la cama.
E_ La cámara cuidado, cuidado –decía divertida.
M_ Anda apaga, que lo que te voy a hacer no se puede grabar –se
oía como la estaba besando.
E_ ¿Y por qué no? –le preguntaba con un gran suspiro Esther.

78 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Por qué no? –se oía su carcajada mientras el tono de voz
bajaba dejándola en un susurro-. Está bien... graba lo que quieras...
pero con lo despistada que eres, un día me imagino después de la
cena de amigos tú poniendo una peli y...
La carcajada de Esther salió por los altavoces como si fuera
directa a estallar contra su cabeza, entonces la televisión se puso
negra, tal y como estaba el cerebro de Maca en aquel momento.
Lloró desconsoladamente abrazada a un almohadón, lloró porque su
piel le refrescó aquellas caricias, su mente le dibujó la escena, Maca
sobre ella besándole con total delicadeza y disparando su
respiración. No podía soportarlo, era un martirio y mientras lloraba
la llamaba como loca.

En el hospital, estaba Teresa pasando unas historias cuando


llegó Begoña con cara de pocos amigos.
B_ Oye Teresa, ¡esto es el colmo!
T_ ¡Anda!, ¿y a ti qué te pasa? –se quitó las gafas mirándola
fijamente.
B_ Pues que me va a pasar, he ido a hacer el pedido de farmacia, ¿y
con qué me encuentro?, que me falta un bote entero de Diazepan.
T_ ¿Y? –se puso las gafas y siguió con su faena sin prestarle mucha
atención.
B_ Pues que como Esther está como una cabra, porque para mí se
ha vuelto loca, no me extrañaría nada que se la haya llevado.
T_ ¿Pero qué estás diciendo bonita? –volvió a mirarla con los ojos
como platos.
B_ Voy a hablar con Vilches, no quiero que luego me vuelvan a
colgar el muerto a mí –protestó marchándose.
T_ Esther... –se puso la mano en su mejilla izquierda mientras
entrecerraba los ojos pensativa.

79 ”Adiós Esther” © by ldana


H_ Doy mi sueldo por saber en que pensás –le dijo Héctor sonriente
mientras firmaba un alta.
T_ Oye... ¿Esther está en la habitación con Maca, verdad?
H_ No, se fue ya.
T_ ¿Se fue?
H_ Sí, Teresa estás un tanto boluda ¿eh?
T_ Dios mío, ¿dónde está Vilches?, ve corre localízalo.
H_ ¿Pero qué pasa?
T_ Haz lo que te digo, ¿todo lo tengo que explicar? –descolgó el
teléfono marcando el número de Esther pero estaba comunicando-.
Vamos Esther no hagas tonterías hija mía.
C_ ¿Qué pasa Teresa?, Vilches se fue con Esther –llegó Cruz
acompañada por un sorprendido Héctor.
T_ A ver es una suposición de Begoña, pero me ha dejado lo
suficientemente preocupada como para creer que sea verdad.
C_ ¿Me lo piensas decir? –la miró seria.
T_ Ha desaparecido de farmacia un bote de Diazepan –respiró
hondo y con gesto de temor agregó-. Begoña está segura que se lo
llevó Esther.
H_ ¿Y para qué?
C_ Héctor llama a Vilches y dile que acuda a casa de Maca y Esther
–su tono pareció preocupado.
H_ ¿Pero que querés decir?, ¿qué Esther vaya a suicidarse?
C_ Eso mismo, ¿no hablo claro? –lo miró fulminante.
T_ Voy a insistir llamándole –decía nerviosa.
C_ Los padres de Maca me dijeron que los hizo salir, se quedó un
rato con Maca y el niño... después se fue pero la verdad, llevaba
mala cara. Está con anemia y una debilidad que le puede hacer
cometer cualquier locura.
T_ Nada, comunica. Voy a intentarlo al móvil.
80 ”Adiós Esther” © by ldana
C_ Ni una palabra de esto a nadie, mucho menos a su madre.
T_ Avisa a Begoña que ésta es capaz de anunciarlo por megafonía.
H_ Vilches no tiene el móvil conectado.
C_ ¡Yo no sé que voy a hacer con este hombre!
T_ Nada, no contesta –su nerviosismo se volvió histeria.
L_¡Cruz rápido sube a la habitación de Maca!, rápido, Héctor
acompáñanos –apareció Laura con gesto de máxima tensión.
T_ ¿Pero qué pasa?, ¡ay Dios mío esto es insoportable! –volvió a
marcar el número de Esther-. Vamos, vamos contesta.

Esther no contestó el teléfono, había sacado las pastillas y las


había mezclado con otras, sabía que eran suficientes para conseguir
su objetivo.
Se duchó y cambió de ropa, se puso el conjunto que tanto
gustaba a Maca, seguía recordando la cinta que acababa de ver, su
voz la acompañaba en cada paso, sus palabras resonaban en el
cuarto, quería despedirse de la vida con su pensamiento
completamente entregado a ella. Suspiró sintiéndose cobarde...
pero no tenía fuerzas para seguir viviendo, se había quedado vacía
por dentro y lo que era peor, sola, en la soledad más absoluta, la
idea de que Maca podía no despertar se había instalado en su mente
a traición, sabía que no podría soportar no tocarla, al menos aún
estando terriblemente lejos de ella, seguía cercana, podía cuando
estaban solas, besarla, acariciarla, sonreírle, ¿pero cómo soportaría
la ausencia? Salió del cuarto de baño, se sentó en la cama buscó
bajo la almohada el camisón que Maca solía utilizar en ese tiempo,
lo extendió con dulzura sus manos lo rozaban como si realmente
fuera ella, sus labios dibujaban una sonrisa triste, se aseguró que el
teléfono estaba descolgado, todo bajo su control, para decir adiós.

Entre tanto en el hospital, Teresa estaba a punto de un ataque


de nervios, no paraba de marcar el número y una y otra vez,

81 ”Adiós Esther” © by ldana


comunicaba, quería tranquilizarse pensando que podía estar
hablando con alguien, mientras su compañera por la otra línea
continuaba insistiendo al móvil.
T_ Vamos Esther, no vayas a hacer ninguna tontería por el amor de
Dios...
J_ Oye Teresa te veo un poco nerviosa, ¿no? –le sonrió ajeno a todo
cuando ocurría.
T_ Esther no responde el teléfono, ni al móvil.
J_ Bueno se ha ido a descansar... déjala descansar.
T_ Se ha ido a descansar con un bote de Diazepan enterito –elevó
sus cejas.
J_ ¿Qué dices?
T_ Lo que oyes está muy mal de animo Javier muy decaída y ya
sabes tú que Esther sin Maca... además a Cruz la han hecho subir a
la habitación a toda prisa no sé que le ha pasado a Maca. ¡Esto es
un sin vivir! –exclamó mirando al cielo.
J_ Voy a ver.
T_ No puedes irte, ha subido con ella Héctor eres el único médico,
Aimé está operando.
J_ Joder –se quejó apoyando sus manos sobre el mostrador con
actitud pesimista.
D_ ¡Teresa! –la llamó alterado Dávila que venía seguido por una
Begoña que parecía estar encantada ante la situación.
T_ Dime Dávila –le dijo volviendo a marcar el número de Esther.
D_ Deja el teléfono y escúchame.
T_ No puedo dejarlo, Esther está a punto de cometer una tontería.
D_ ¿De qué hablas?, lo que Esther ha hecho es... un momento –se
detuvo pensativo mirando a Teresa con los ojos entre cerrados-. No
pretenderá...
T_ Sí, justamente eso –asintió con nervios.

82 ”Adiós Esther” © by ldana


B_ ¿Qué pretendes hacernos creer Teresa?, ahora vas a disculparla.
T_ ¡Cállate demonio!, que eres un demonio –le desafió con una
mirada encolerizada haciendo que Begoña desapareciera de allí.
D_ ¡Pero se ha vuelto loca! –exclamó fuera de sí Dávila-. Voy para
su casa.
T_ Gracias Dávila, Vilches la ha acompañado pero...
D_ ¿No tienes llaves? –la interrumpió él también nervioso.
T_ No –puso gesto intranquilo.
D_ No te preocupes... llevo el teléfono de todos modos que los
chicos del Samur estén atentos...
T_ Gracias Dávila. Esther por Dios hija mía contesta.

En su casa Esther ajena a todo cuanto pasaba en el hospital,


había cogido entre sus manos la fotografía donde compartía un
entrañable momento con Maca. Con la voz ronca de llorar habló a la
fotografía como si en ese momento pudiera escucharla.
E_ Sé que nos encontraremos pronto cariño... perdóname si soy
cobarde y huyo, sé que esto no es lo que tú me has enseñado, pero
sin ti no quiero seguir viviendo, no voy a poder soportar que me
digan que no hay nada que hacer... que todo ha sido una esperanza
estúpida, me gustaría tanto poder decirte lo feliz que me has hecho,
lo inmensamente feliz que he sido a tu lado –sonrió deteniendo su
llanto-, nadie jamás me hizo sentir una reina como tú lo has
hecho... nadie me dio la importancia que tú me has dado, ni me
enseñó tanto como tú... nadie –murmuró llorando nuevamente
mientras acariciaba con su dedo el rostro de Maca en la fotografía-.
¿Dime cómo voy a vivir sin tu sonrisa?, ¿cómo voy a levantarme en
las mañanas sabiendo que no voy a escuchar tu voz?, ¿cómo voy a
vivir si tú te mueres?, no tiene nada sentido cariño... nada, ni
Daniel... ni Jorge... ni yo... –hizo una pausa mientras salía de la
cama a recoger las pastillas-. Sé que voy a disgustar a mi madre...
a tus padres... pero no tengo fuerzas mi vida... no las tengo –

83 ”Adiós Esther” © by ldana


susurró derrotada mientras abrazándose al camisón la llamó-.
Maca... Maca...

La tensión seguía en el muelle, Teresa ya no sabía que hacer,


solo le quedaba la esperanza que Dávila llegará a tiempo, estaba
con las manos tapándose la cara, cuando de repente su cabeza le
mandó una señal.
T_ El teléfono de Maca...
C_ ¡Teresa has localizado a Esther! –apareció con los nervios Cruz
reflejados en la tensión de su cara.
T_ Aún no –la miró asustada.
C_ Tienes algo que decirle.
T_ Dios –masculló aterrorizada.

Se había sentado en la cama, apoyando su cabeza contra el


cabezal, cuando reunió las fuerzas necesarias, se levantó
arrastrando sus cansados pies, parecía que el cuerpo le pesaba, que
sus piernas andaban torpemente, que toda ella estaba derrotada en
la batalla, pero le faltaba poco tiempo, a partir de ese momento, ya
no volvería a sentir nada... apoyó sus brazos sobre la pila, y volvió a
pensar en Maca, se miró al espejo y de repente como si el pequeño
descanso que se había tomado le hubiera arrojado luz a su mente
perturbada murmuró:
E_ ¿Pero que estoy haciendo?, Maca no se merece esto... ¿cómo voy
a abandonarla? –se tapó la cara con sus manos en el mismo
instante que sonaba una música que tras un segundo reconoció
como el tono del móvil de Maca, salió en su busca, alguien lo había
dejado en su bolso dentro del armario, lo sacó con las manos
temblorosas algo le decía que era del hospital-. ¿Si?
T_¡Esther, Esther hija mía Esther!, ¿cómo estás? –le hablaba
atropelladamente por los nervios atenazados en su garganta.

84 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Qué pasa?... ¿qué? –alzó su voz mientras su respiración se
agitaba-, no puede ser ¡Dios mío!, no puede ser...ya voy, ya voy.
Colgó mientras salió corriendo de la habitación, volvió a toda
prisa para coger su bolso, bajó las escaleras de dos en dos, parecía
que el demonio se había metido en su ser, su rostro reflejaba terror,
mientras no cesaba de repetir la misma frase.
E_ No puede ser... no puede ser...
Cuando fue a salir por la puerta, se encontró con Dávila que iba
a llamar, al verla se asustó tanto que su gesto la sorprendió hasta a
ella.
D_ ¿Qué te pasa Esther?
E_ Vamos Dávila, llévame al hospital por favor –estiró de la manga
del hombre.
D_ De acuerdo... de acuerdo...

Al llegar, paró en la puerta de urgencias, Esther se lanzó de un


salto del coche, entró a la carrera mientras Teresa trató de
detenerla pero no lo consiguió, pasó por los pasillos a toda prisa,
subió las escaleras con el corazón en un puño y las lagrimas al
borde de sus ojos. Llegó a la habitación, entró y se precipitó hasta la
cama con el rostro perplejo de miedo.
E_ Maca... Maca cariño –le acarició la frente, la besó, le retiró el
pelo y volvió a besarla sin parar de llorar.
M_ Esther –murmuró sin abrir los ojos.
E_ Mi vida estoy aquí –le decía llorando tomándole la mano y
besándola sin parar-. Estoy aquí cariño.
M_ Vete... no hace falta que estés aquí... vete –le espetó con las
pocas fuerzas que tenía.
E_ Pero... cariño –murmuró con voz rota y gesto completamente
desencajado.

85 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Esther –apareció Cruz con gesto serio acompañada por una
Rosario que al igual que Esther llevaba marcado en su rostro el
desaliento-. Ven, acompáñame, creo que es mejor que se quede
Rosario –Esther la miraba sin entender nada sus ojos fijos en Maca
parecían haberse paralizado como el resto de su cuerpo-. Vamos.

Una vez fuera, Teresa la estaba esperando... al verla no pudo


reprimir darle un abrazo con toda su estima, un abrazo que sirvió
para que Esther se derrumbara definitivamente.
T_ Llora hija... te hará bien –notaba como se estremecía y como
Esther quedaba con una congoja en su pecho. La abrazó con fuerza
mientras Cruz la miraba apenada-. Ya está Esther, ya está cariño.
E_ ¿Qué le pasa? –preguntaba con un tono crispado por la
desesperación mientras se aferraba a las manos de una Teresa que
también parecía conmocionada por la situación.
C_ Ven Esther, vamos a mi despacho y allí hablaremos con más
calma.
La llevaban entre las dos, porque se había quedado sin fuerzas,
la reacción de Maca, la había partido en dos, era como si le hubieran
quitado el suelo, y se hubiera paralizado su cuerpo. Se sentó
acompañada por Teresa y Cruz, que le prepararon una tila.
C_ Esther sabíamos que el golpe en la cabeza iba a tener
consecuencias.
E_ Si –la miró con los ojos arrasados por el miedo.
C_ Bien... llevamos algo más de una hora haciéndole pruebas, y
parece que los resultados no son muy halagadores.
E_ Dímelo ya joder –arrastró las palabras entre los dientes.
C_ Maca tiene una Amnesia Retrógrada –Esther cerró los ojos
abatida-. No recuerda nada de lo anterior al shock que padeció,
además esto le va a afectar directamente con algunos sentimientos
en su interior, y uno de ellos parece que es contra ti, quizá todo lo

86 ”Adiós Esther” © by ldana


que habéis vivido antes le ha influenciado en esta perdida de
memoria.
T_ ¿Pero cómo puede ser?, si ella iba a perdonarla...
C_ Sí, y también iba a proponerle iniciar los papeles para adoptar a
Jorge, ¿verdad Esther? –trató de convencerla que iba a ser así,
Esther asintió dubitativa-. Sabes que esto va a ser muy duro para ti,
tampoco reconoce a Daniel...
E_ Dios mío.
C_ Ella no tiene culpa Esther...
E_ Lo sé, lo sé –decía angustiada.
C_ Reconoce a sus padres, incluso a Encarna... pero es nombrarte a
ti y se altera mucho.
E_ No voy a separarme de su lado.
C_ Lo sé... pero puedes imaginar que todo esto va a afectarle a su
estado de animo, es muy posible que la Maca dulce y sonriente
tarde en volver, lo que tarde su cerebro a recuperar la normalidad.
E_ ¿Qué más le ha afectado? –la miró tratando de mostrarse fuerte.
C_ La sensibilidad del brazo izquierdo, y el habla también... y por
supuesto no va a poder concentrarse, esta es una de las peores
lesiones que va a tener que enfrentar.
T_ ¿Pero esto es definitivo? –no podía entender lo que estaba
sucediendo sobre todo porque veía como el rostro de Esther iba
cada vez que Cruz hablaba quedándose más pálido.
C_ No... el brazo, el habla, la concentración... todo lo puede ir
recuperando dependiendo de lo que ella esté dispuesta a colaborar,
tendrá que trabajar con un fisioterapeuta, y un logopeda. Y la
amnesia llegará un momento que su cabeza le hará el clic necesario
para retomar su vida anterior.
E_ ¿Y la pierna?
C_ Javier dice que está muy bien, no va a quedar más que una
señal.

87 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Me la voy a llevar –murmuró de repente.
C_ ¿A llevar? –cruzó su mirada atónita con Teresa.
E_ Sí, lo había pensado ya... conozco un sitio donde puede
recuperarse antes, no necesita ni fisioterapeuta, ni logopeda, me
tiene a mí.
C_ Ya –asintió y con tono duro le dijo-. La persona justamente que
no quiere tener a su lado, ¡eso será un infierno para las dos!
E_ Es Maca Cruz, mi Maca, mi mujer –Teresa le acarició la mano
mirándola con ternura-. Mi obligación es estar a su lado hasta que
esté bien... soy enfermera, sé lo que tengo que hacer, leeré libros,
aprenderé lo que sea pero soy yo la que tiene que ayudarle.
C_ No estoy de acuerdo contigo... –elevó los hombros en señal de
discordia-... pero...
E_ Cuando mejore, cuando tú me digas que puedo llevármela, lo
haré –su tono era seguro y parecía dispuesta a retomar otra vez su
fuerza y decisión.
D_ ¿Se puede pasar? –apareció Dávila.
C_ Claro... estaba poniendo al día a Esther sobre el estado de Maca.
D_ Esther sabes que tú y yo tenemos que hablar de lo ocurrido en
farmacia, ¿verdad?
E_ Tú siempre igual Dávila... siempre que estoy mal vienes para
machacarme, ¿quieres abrirme expediente?, hazlo, ¡ah y por cierto!,
dame la excedencia, me tengo que ir con Maca para su
recuperación. ¿Me acompañas Teresa?
T_ Claro hija –salió tras ella.
C_ Tiene razón ¿eh Dávila?, está claro que lo que ha hecho es
sancionable, ¡pero joder!, acabo de decirle cual es el diagnóstico de
Maca.
D_ Pero yo no puedo esperar, tengo que mover fichas.
C_ Tú y las fichas –se quejó marchándose.
D_ ¡Anda, no si ahora resulta que la culpa es mía!, ¡será posible!
88 ”Adiós Esther” © by ldana
Teresa caminaba en silencio junto a Esther, todos habían
preferido omitir el episodio que les había hecho vivir, los nervios y el
susto. Parecía pensativa y parecía que ver a Maca moverse y hablar
le había dado nuevas fuerzas. Se sentó fuera de la habitación y le
pidió a Teresa que la acompañara a su lado.
E_ ¿Tú que harías Teresa? –la miró con sinceridad.
T_ Es difícil imaginar a Maca tal y como Cruz la ha descrito... yo
creo que si hay alguien que le puede ayudar a superarlo eres tú –le
dijo con afecto-. Pero también es verdad que aunque seas su mujer,
tienes que pedir permiso a sus padres, no puedes volver a omitir su
presencia.
E_ Lo sé –se quedó pensativa.
T_ Habla con ellos, date unos días o semanas, ves preparando
aquello que tú crees es bueno para ella, y sobre todo, ponte una
coraza, porque la Maca crispada contigo, era una Maca difícil de
llevar.
E_ Ahora es distinto, ahora está enferma... y no me importa... he
estado a apunto de perderla y no voy a consentir que vuelva a
ocurrir.
T_ Me siento orgullosa de ti Esther... –le soltó de repente causando
en ella un poco de desconcierto-. Si, de aquella niña atemorizada
que entró un día por la puerta del hospital, ya no queda nada.
E_ Sin duda Maca lo ha conseguido, y por eso, debo luchar... y lo
voy a hacer... la voy a sacar adelante cueste lo que cueste.
T_ No tengo ninguna duda –le sonrió.
E_ Gracias Teresa.
Se fundieron en un abrazo repleto de esperanza y alegría.

89 ”Adiós Esther” © by ldana


Cuando entró en la habitación, Rosario le hizo señal con su
dedo sobre los labios, parecía que Maca había vuelto a quedarse
dormida. Ella se acercó mirándola con los ojos repletos de
admiración, pero siguiendo las indicaciones de la mujer, calló.
R_ No ha parado de llamarte –le dijo bajando la voz.
E_ Imagino...
R_ Ten paciencia Esther... por favor... no vayas a dejarla ahora...
E_ ¿Cree que yo la dejaría? –la miró perpleja.
R_ Claro que no –le dijo con ternura acariciándole la barbilla-,
entiéndeme, sé que los médicos te van a decir que no estés aquí,
pero yo sé que cuando mi hija tenga momentos lúcidos a quien
quiere tener a su lado es a ti.
M_ ¡Ay!... –balbuceó algo que no supieron entender después del
quejido.
R_ Maca hija... tranquila.
M_ Quiero... quiero... –no podía seguir su mente no le mandaba las
palabras que quería decir.
R_ Tranquilízate por favor... vamos...
M_ Mi cabeza... mi cabeza... –repetía mientras mantenía un gesto
de dolor.
E_ Tranquila mi amor... voy a ponerte un calmante que me ha dicho
Vilches, vamos cariño –Maca abrió los ojos y los entrecerró para fijar
sus ojos en la figura de Esther que estaba poniendo en el gotero con
una jeringuilla el calmante.
M_ No quiero verte... tú tienes la culpa.
E_ Si mi vida... yo tengo la culpa pero ahora descansa... –la miró
con ojos repletos de pena.
M_ Vete... vete –quería continuar pero no podía y sus nervios se
desbarataban.

90 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Maca tranquilízate o el dolor de cabeza se hará más intenso e
insoportable cariño.
M_ No quiero verte –balbuceaba aunque no se le entendía bien.
R_ Hija... por favor trata de calmarte –le decía angustiada ante su
reacción sin saber como actuar.
M_ Que se vaya.
E_ Ya me voy Maca... solo he venido para ponerte el gotero...
tranquila mi amor... tranquila cariño –le hablaba con infinita
adoración acariciándole la frente con ternura.
R_ Dios mío –murmuró abatida Rosario.
E_ Vamos Rosario, es solo un trastorno de emotividad, no podemos
desmoralizarnos... lo importante es que está viva... y poco a poco
se recuperará.
R_ No sé si voy a poder soportar verla así.
Esther se acercó a ella con una sonrisa afectuosa y se
fundieron en un abrazo. Le explicó por encima la decisión que había
tomado respecto al futuro de Maca, y ella estuvo de acuerdo aunque
sabía que iba a ser muy duro para Esther.
La noche fue dura para las tres, Maca no cesaba de decir
incongruencias, de quejarse, de hablar sin poder pronunciar palabra
alguna... tan solo frases sueltas, y entre ellas, el nombre de Esther
aparecía de manera dependiente en su voz, entonces se levantaba,
la acariciaba y la besaba llenándola de calma, cuando se exasperaba
era Rosario quien se encargaba de darle su cariño.

A primera hora de la mañana, apareció Pedro y se llevó a su


mujer a desayunar.
E_ Tranquilos, luego voy yo –les animó a que se marcharan con
tranquilidad. Una vez se quedó sola con Maca, se puso a su lado
besándola-. Te quiero mi vida.
M_ Esther...

91 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Si cariño –le sonrió trataba de que viera en ella un gesto dulce al
que poder aferrarse-. Dime.
M_ No me noto el brazo –parecía confusa.
E_ No te preocupes, está bien... todo está bien descansa.
M_ ¿Y tu abogado... dónde está? –Esther la miró sorprendida era lo
último que esperaba escuchar-. ¿Eh?
E_ Vamos descansa.
M_ No hace falta que estés aquí... vete.
E_ Maca... –le susurró con voz frágil.
M_ ¡Vete!, ¡fuera! –le gritó con una violencia que a poco estuvo de
golpearle pues no esperaba aquella reacción, parecía que se había
vuelto loca, se retorcía en la cama gritando.
E_ Maca cariño... por favor Maca –le estaba sujetando con fuerza.
H_ Buenos ... espera Esther –apareció Héctor al ver el estado de
Maca se precipitó con rapidez para ayudarla-. Rápido hay que
inyectarle un relajante, ¡vamos!
M_ Fuera, fuera –era lo único que sabía decir una y otra vez.
H_ Maca ya está, ya está –le repetía y al escuchar la voz de Héctor
fue calmándose-. Ya está tranquila, ya pasó... eso es... ya pasó...
Esther le puso nuevamente el tranquilizante en el gotero, por la
expresión de su rostro Héctor pudo percibir que estaba afectada por
su reacción, así que una vez Maca se tranquilizó, habló con ella.
H_ Esther... te traje unos libros sobre amnesia y su recuperación.
E_ Gracias Héctor –le sonrió agradecida.
H_ Sigo pensando que tú sola no vas a poder.
E_ Bueno... ¿qué me aconsejas que haga, a ver?
H_ Deberías dejarla en manos de los especialistas, los neurólogos
saben como atajar estos brotes, tú sola no vas a poder con ella.

92 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Claro que podré, además... con tu ayuda... estoy segura que voy
a aprender vamos... como si fuera una médica ¿eh? –le entregó una
sonrisa sincera.
H_ ¿Sabes?, siempre les admiré cuando las cosas fueron bien... y
ahora... les admiró mucho más, son un ejemplo para todos.
E_ Gracias Héctor, sé que eres sincero.
H_ Bueno... voy a trabajar... si necesitas cualquier cosa... no dudes
en llamarme.
E_ Descuida –al quedarse sola la miró suspiró y sonriendo le dijo-.
Vamos a tener que luchar mucho mi amor, pero lo conseguiremos.

La mañana en el hospital había transcurrido tranquila, en


Urgencias, habían hecho una pequeña reunión todos los compañeros
para ver de que manera podían ayudar a la pareja, cuando
decidieron lo que iban a hacer, Teresa que subió a ver que tal seguía
Maca, mandó a Esther al despacho de Vilches.
E_ ¿Qué quiere?
T_ No lo sé hija, anda ves... me quedo un rato con Rosario y Maca.
E_ Vale, ya vuelvo mi amor –le regaló un beso en la frente antes de
irse.
R_ Espero que un día mi hija pueda valorar todo cuanto está
haciendo Esther por ella.
T_ Claro que sí Rosario, estoy segura que Maca lo sabe... sólo hay
que esperar que vuelva de ese mundo en el que se encuentra su
mente, además Rosario... –la miró sonriente-, para eso estaremos
nosotros, para ayudarla.
R_ La verdad... nunca pensé que diría esto pero... llevo varios días
repitiendo lo mismo –Teresa la miró atentamente-. Mi hija es
afortunada de tener a Esther junto a ella.
T_ Y Esther de tenerla a ella, te lo aseguro –le sonrió con ternura y
ambas fijaron sus miradas en Maca que seguía descansando.

93 ”Adiós Esther” © by ldana


En el despacho de Vilches, estaban esperando que Esther
apareciera, la habían hecho ir para aclarar la situación que estaba
viviendo y sobre todo, para decidir como afrontar el reto que ella
misma se había impuesto.
E_ ¿Me habéis llamado? –entró con su rostro algo más sereno que
los días anteriores.
C_ Sí, pasa Esther siéntate –le sonrió Cruz, Esther se sentó-. ¿Cómo
sigue Maca?.
E_ Parece que más inquieta, he tenido que ponerle los
tranquilizantes que me dijisteis –se sentó al borde de la silla
demostrando su actitud defensiva ante lo que sabía iban a decirle.
V_ Cruz nos ha comentado lo que quieres hacer –le comentó Vilches
mirándola desafiante. Esther asintió-. Sabes que estamos en contra,
¿verdad?
E_ Sí –pasó su mirada entre los tres.
V_ Pero como tú eres una tía cojonuda, vas a hacer lo que te dé la
gana –enarcó una ceja esperando su contestación.
E_ Lo que me dé la gana no Vilches –le contestó aturdida-. Quiero
hacer lo que creo es mejor para Maca.
H_ Viste como se puso antes, ¿lo meditaste?
E_ Sí –los tres la miraban serios-. Joder sé lo que hago, es Maca y
sé lo que necesita.
C_ Esther... es Maca es cierto, pero con unos problemas muy serios
que pueden ser muy duros para llevarlos tú sola, ¿de acuerdo? –le
habló con seriedad y tensión en su rostro.
E_ Lo sé –aceptó el comentario con gesto serio pero inflexible.
V_ ¿Cuándo piensas irte y adónde? –se recostó en el sillón
mirándola expectante.
E_ Cuando vosotros me digáis, ¿adónde?, pues a un caserío en la
Sierra.

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H_ ¿Hay médicos cerca? –la miró preocupado.
E_ Sí estuvimos allí cuando nos mandó Dávila.
C_ Estás demasiado lejos de nosotros –objetó Cruz negando con la
cabeza.
E_ Me iré cuando creáis que puedo hacerlo –entonces bajó el tono
de su voz tornándola sensible-. Cruz, te agradezco tu preocupación
y entiendo tu postura contraria, pero sé que solo así podré lograr
que Maca reaccione y vuelva a ser la misma de siempre.
C_ Eso lo sé, ¿y quién se va ocupar de ti? –sus ojos reflejaban la
preocupación real que sentía por ella.
E_ Tranquila –le sonrió agradecida-, si Maca está bien... yo lo
estaré.
C_ Para estar bien tendrás que seguir sin objeciones todas mis
indicaciones y tomar lo que te mande para recuperarte de esa
anemia que tienes.
E_ De acuerdo, ahora más que nunca necesito sentirme fuerte, no
puedo flaquear.
V_ Pues muy bien –dio un golpe sobre la mesa-, el día que
decidamos que puedes irte, Héctor y yo te llevaremos y veremos
que tal están las condiciones de la casa y del lugar, recuerda que
Maca va a tener que ir en silla de ruedas, hasta que vaya
recuperando la pierna, y sabes que será difícil hasta que no
recupere antes la sensibilidad del brazo.
E_ Lo sé... ya estoy manos a la obra Vilches... estoy segura que
todo esto pasará pronto y se quedará en una simple pesadilla –
sonrió feliz-. Ah, y gracias por preocuparnos por nosotras, de
verdad.
V_ Si esto no es amor... –murmuró Vilches al verla marchar.
H_ Ya me gustaría a mí tener una esposa así, creo que Esther y
Maca nos están dando un ejemplo a todos de amor, y respeto,
mientras ahí fuera siguen los prejuicios en la sociedad, ¡ay! –suspiró
apenado.

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C_ Oye Vilches, tú no te quejes ¡te lo advierto! –le indicó con el
dedo índice dirigido a su cara.
V_ ¿Me he quejado yo? –se preguntó con gesto de sorpresa-. Pues
claro que no.
C_ En el fondo eres un sentimental –le sonrió dándole un beso ante
el gesto asombrado de Héctor-. Por eso te quiero tanto.
H_ Vaya tanta sensibilidad me está conmoviendo.
V_ Si, creo que pronto seremos la casa de la pradera. ¡Anda vamos!

De camino hacia la habitación de Maca, se cruzó con una


Begoña que llevaba marcado en su rostro el sabor de la victoria, se
interpuso en su camino y con la mirada repleta de vanidad y una
sonrisa maliciosa le dijo:
B_ ¿No vas a saludar y felicitar a la nueva jefa de enfermeras?
E_ Claro que sí, si te hace feliz, felicidades –fue a marcharse.
B_ Ya ves... –le dijo volviéndose pues Esther había pasado por su
lado y se encontraba de espaldas a ella-. Lo que más feliz me hace
es que a tu vuelta seré yo quien esté al frente de esto.
E_ Mira bonita –se volvió fijando sus ojos repletos de desprecio en
ella-, siempre me ha producido acidez escucharte... no me importa
que seas jefa o como si te nombran Ministra, sé que yo he llegado
hasta aquí con mi esfuerzo y mi trabajo, ¿cómo has llegado tú? –
Begoña no vaciló mantenía su gesto de soberbia y su sonrisa
irónica-. Yo te lo recordaré, tirándote primero al director, mintiendo
sobre mí y mi trabajo, y lo que es peor has tratado de hacerme
daño en mi relación con Maca. Quizá te sientas orgullosa, puede ser
–asintió desafiándola con la mirada-, porque tú eres tan ególatra
que imagino que sí te sentirás feliz, pero escúchame bien –entre
cerró sus ojos y masculló con orgullo-. Yo tengo a mi lado una
persona maravillosa que me hace inmensamente feliz, unos
compañeros que en los peores momentos han estado a mi lado. Mira
a ver tú que tienes alrededor.

96 ”Adiós Esther” © by ldana


Con el paso firme y una gran descarga de adrenalina que le
hacía falta se marchó, lo que en ese momento menos le importaba
era Begoña, y no quería que nada le afectara ni le hiciera sentir en
su interior ningún otro sentimiento que no fuera la esperanza y la
fuerza de seguir luchando día a día por ayudar al amor de su vida.
Cuando ya llevaba unos pasos que la acercaban a la habitación de
Maca, sintió una gran necesidad de pedir perdón y dar gracias. Giró
sobre sus talones y fue hasta la capilla, una vez dentro se sentó en
uno de los bancos, fijó su mirada en la cruz y dejó exhalar un
pequeño suspiro desde su corazón. Seguidamente, agradeció que
Maca volviera de nuevo junto a ella, pidió perdón por los instantes
de cobardía en los que pensó acabar con su vida y rogó que Dios le
diera la calma y fuerza suficiente para luchar por su hijo pero sobre
todo, por Maca.
Tenía los ojos cerrados cuando notó una mano sobre las suyas
que se aferraban la una contra la otra con fuerza. Al abrirlos, allí a
su lado estaba Teresa, sin su bata, pero con su corazón repleto de
cariño por ellas.
T_ Todo irá bien... –le murmuró ante el suspiro entre agradecido y
esperanzador de Esther.

Era media tarde cuando Maca despertó poco a poco, parpadeó


molesta, como si la luz que entraba por la ventana de la habitación,
creara en ella, un profundo dolor en sus ojos. Al empezar a recobrar
conciencia notó como unas manos le estaban masajeando su pierna,
ese tacto lo reconocía perfectamente, era Esther no necesitaba abrir
los ojos para verla. De repente notó tranquilidad, una inmensa
tranquilidad dentro de la zozobra en la que se veía envuelta. Notó
como las manos de Esther paraban de tocarla, la escuchó hablarle,
pudo escuchar nítidamente su voz, le estaba diciendo que la
quería... que todo iba a salir bien y que debía confiar en ella.

97 ”Adiós Esther” © by ldana


Aquellas palabras llegaban a borbotones a su mente, una mente que
le traicionaba, que le hacia llenarse de inquietud cuando debía
hacerlo de calma. Entonces abrió sus ojos, la vio perfectamente se
estaba poniendo su crema favorita en las manos, pudo percibir el
olor, le recordaba cosas, pero no sabía muy bien que, miró
nuevamente a Esther que al darse cuenta que la observaba le
sonrió.
E_ ¿Qué tal estás cariño? –Maca no contestó porque no podía
articular las palabras que quería, entre otras cosas, porque no las
encontraba, su angustia se marcó en el rostro y Esther con todo su
amor se acercó hasta ella para hablarle-. No te esfuerces mi vida...
relájate tienes que darte un poco de tiempo, ¿vale?... todo volverá a
ser como antes –cuando fue a besarla se encontró con su resistencia
dándole un empujón-. Maca... tranquila...
M_ Mamá... mamá... –repetía como una niña asustada.
E_ Voy a llamarla, relájate por favor...
Esther salió con un nudo en el estómago, su suegra entró para
calmar a Maca que respiraba con dificultad, su mente se estaba
apoderando de todo su sistema nervioso, su madre, la abrazó, le
habló y como si fuera una niña pequeña nuevamente la acunó
mientras se calmaba.
R_ Mi niña... ya está... ya ha pasado todo...
M_ Esther –murmuró con una expresión confundida y asustada.
R_ Está fuera cariño, ella te está cuidando... –la miró pero se dio
cuenta que era inútil hablarle parecía seguir en un mundo lejano,
donde la única persona que no tenía cabida era la que más la
amaba-. Esther te ama mi vida...

Fuera Esther se sentó un tanto decaída, en ese momento


llegaron Pedro, Encarna y el pequeño, decidieron que Pedro entrara
con Daniel para tratar de ayudar a Maca a ir situándose, pues no

98 ”Adiós Esther” © by ldana


había preguntado por el niño y no había dado muestras de
recordarlo. Mientras él entraba, Esther se refugió con su madre.
En_ Paciencia hija, mucha paciencia.
E_ Lo sé mamá, sólo espero poder encontrarla.
En_ ¿Estás segura que te la vas a llevar?
E_ Sí, ya he hablado con Vilches, pero bueno... podréis venir, la
casa donde vamos es un caserío y tiene varias habitaciones –le
sonrió-. Voy a necesitarte mamá.
En_ Lo sé –la abrazó-. Eres maravillosa hija, me siento muy
orgullosa de ti
E_ Vaya... lo mismo me dijo Teresa.
En_ Porque es verdad... ahora lo único que tenemos que conseguir
es que esa cabeza de Maca, vuelva a funcionar como debe.
Les interrumpió la conversación la visión de un Pedro
consternado con el bebé en los brazos, las dos se acercaron hasta él
con gesto preocupado.
P_ Nada... no quiere ni tomarlo en brazos... ¿qué vamos a hacer?...

Cuando la noche cayó, Maca ya estaba relajada y durmiendo,


así tumbada en la cama, sin más que un gotero, parecía como si no
tuviera nada, Esther la miraba y sonreía, sintiendo ganas de besarla,
de acariciarla de repetirle una y otra vez cuando la amaba, pero no
podía... no quería convertir su calma en desespero. Decidida a
tomar todos los conocimientos que pudiera para encargarse de su
recuperación, se puso bajo de la luz a leer los libros que Héctor le
había dado.
Mientras, en ese mismo cuarto, Maca luchaba con su mente,
una y otra vez le mandaba una visión, Esther, abrió los ojos un
tanto desconcertada necesitaba decirle algo que no sabía que era,
pero quería decirle algo, levantó un poco la cabeza y la vio a su
lado, leyendo muy concentrada, la visión que tenía era maravillosa,

99 ”Adiós Esther” © by ldana


toda la luz recaía sobre su rostro, parecía un ángel, de repente quiso
decirle que la quería, claro que la quería pero las palabras no le
salían y comenzó a alterarse, rápidamente Esther se percató, se
acercó decidida y al ver su rostro con esa sombra de miedo, se
recostó a su lado como tantas noches había hecho cuando estaba en
coma, la tomó entre sus brazos dejando que posara su cabeza sobre
su vientre, una Maca desesperada se aferró a su cuerpo, no
necesitaron palabras, la calma llegó a las dos y durante media
noche, durmieron así abrazadas, Maca con su cabeza sin cesar de
darle imágenes, Esther rezando para que al despertar, todo fuera
calma y paz.
E_ Maca... cariño... tenemos que lograrlo... no voy a descansar
hasta que todo vuelva a la normalidad... te quiero mi vida... te
quiero.

Pasó una semana más donde Maca continuaba con su


ensimismamiento, en el mundo caótico que se había transformado
su mente, los dolores de cabeza iban remitiendo poco a poco, pero
no así sus problemas al hablar, seguía con dificultad y por más que
todos trataban de arrancarle alguna palabra, nadie conseguía nada,
ella solo asentía o negaba con la cabeza, la única que sí conseguía
hacerle hablar era Esther, y no porque ella lo buscara, sino, porque
cada vez que abría sus ojos y la veía allí acercándose a ella con una
sonrisa, le espetaba no sin dificultad, un “vete” que le hacía añicos
el corazón, pero ella seguía sin moverse de su lado. Siempre allí
unas veces, le leía, otras le hablaba y aunque Maca no abría los ojos
ella, sabía perfectamente que la estaba escuchando y no cesaba en
sus ganas de recuperarla. Por las noches, cuando dormía con ayuda
de algún somnífero, se pasaba parte de la noche, acariciándola,
besándola, o tan solo apoyaba su cabeza en la butaca y se dejaba
vencer por el sueño con su última mirada repleta de Maca.
Con su actitud, hizo que si bien había asombrado a todos con
su comportamiento mientras Maca dormía, más les sorprendió
cuando Maca estaba despierta, prácticamente todos, estaban

100 ”Adiós Esther” © by ldana


seguros que conseguiría su propósito. Las apuestas volvieron a
correr por los pasillos del Central.

Pero como todo llega, también llegó el día en que Vilches y


Cruz, estuvieron de acuerdo para que se marchara, las pruebas
habían dado muestras de que había mejorado en todos y cada uno
de los golpes que su castigado cuerpo había recibido, durante esa
última semana había empezado su rehabilitación para poder ir
recuperando la sensibilidad y movimiento de su brazo, y también de
la pierna. Había pasado un examen neurológico que arrojaba
muestras de que su amnesia persistía, y que tanto los cambios de
humor como la dificultad en el habla, requería de un tratamiento de
apoyo psicológico, también le confirmaron que su reacción ante la
presencia de Daniel, venía dado por los recuerdos que tenía sobre la
separación, para su mente, él había sido en parte el culpable de
todos sus problemas y su cabeza, todo cuanto le ofrecía venía dado
por aquella circunstancia, el recuerdo de la infidelidad, de la
separación había quedado nítidamente en su memoria, y durante
esos días estuvieron explicado detenidamente todos los pormenores
que las pruebas les daban a una Esther decidida a sacar adelante a
su familia y volver así a ser las mismas de antes, aunque siempre
que lo pensaba se decía, “las mismas no, mejor porque ahora
tenemos un tesoro que nos va a unir mucho más”. Con ese
pensamiento llegó a casa, quería prepararlo todo para que nada les
faltara en el caserío que Carmen había dispuesto con un enorme
cariño para ellas. Allí en casa la esperaban Encarna y Rosario que
estaban con el pequeño Daniel.
En_ ¿Cómo ha ido hija? –la miraron preocupadas mientras se
sentaban las tres en el sofá.
E_ Bueno... como esperábamos con una laguna importante en su
mente, pero estoy contenta, tenemos que estarlo –les sonrió-, la
pierna ha quedado bastante bien, Javier dice que no va a tener
secuelas y bueno... eso es muy importante que tenía una fractura
bastante complicada.

101 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ Gracias a Dios –juntó las palmas de las manos Rosario
apoyándolas sobre la nariz mientras Encarna le apretaba con afecto
el brazo-.Gracias a Dios Encarna.
En_ Bueno hija... ¿y la cabeza?
E_ Hay que tener paciencia, va a ser lo más duro... además ella no
quiere colaborar... pero yo creo que allí todo será distinto al menos
me voy con esa esperanza. Rosario, usted entiende que me la lleve
¿verdad? –la miró con un tanto de temor.
R_ Claro que sí, y solo siento no poder ayudarte, tener que dejarte
con este problema sola...
E_ Por eso no quiero que se preocupe, para mí no es un problema,
es una oportunidad que me ha dado la vida de darme cuenta lo
mucho que necesito a Maca... lo mucho que la quiero... y lo mucho
que necesito que se recupere, pero aquí estoy segura que lo único
que pasará es que se irá encerrando en si misma, y sé que ella no
aceptaría ir a un psicólogo para recuperarse... sería todo más
complicado –Encarna la miraba con admiración.
R_ Lo sé, lo sé.
E_ ¿Y Daniel?, voy a echarle mucho de menos –puso gesto apenado.
En_ Durmiendo hija... por él no te preocupes.
E_ Sé que nos lo vais a cuidar vamos, mejor que nosotras –sonrió-.
Bueno... tengo que preparar la maleta, no quiero que se me olvide
nada para Maca, me gustaría poder sacarla a pasear por allí, le hará
bien es un sitio muy tranquilo, naturaleza pura. ¿Me ayudáis?
R_ Claro hija.
Prepararon las maletas con mucha atención, aunque estaban
cerca y podían ir a llevarle cualquier cosa que necesitaran, Vilches
les había recomendado darles un par de semanas de tiempo en el
que estuvieran solas. En el comedor estaban las tres para
despedirse.
R_ Pedro dejará las maletas y la silla de ruedas allí.

102 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Si, le he dado las señas y ha quedado con Carmen, que vaya
tranquilo, nosotros tardaremos bastante aún. Creo que no olvido
nada –se puso el dedo en la boca mordiéndose las uñas.
En_ Ve tranquila, a todo caso para que todos nos quedemos más
tranquilos, que se vaya Rosario con su marido, así mejor.
R_ Quizá sea lo mejor Encarna –le agradeció a la mujer sus
palabras.
E_ Pues me voy, rezar por favor para que esto salga bien.
En_ Claro que sí hija –la besó abrazándola con fuerza-. Y si
necesitas cualquier cosa nos lo dices.
E_ Si mamá –le sonrió-. Bueno Rosario... me voy.
R_ Esther –le cogió de los brazos mirándola emocionada-. No sé
como voy a agradecerte todo lo que haces por Maca, estoy segura
que vas a conseguir que vuelva a ser ella y cuando eso suceda,
estoy segura que nada va a poder con vuestro amor –la abrazó.
E_ Gracias Rosario, pero no me lo agradezca –le sonrió con pena-.
Ya sabe lo importante que es Maca para mí.
R_ Ahora lo sé, no tengo ninguna duda.
E_ Me podréis llamar siempre que querías –decía limpiándose una
lagrima que le cayó a traición-. Y... por favor... rezar.
En_ Si me dicen que esta hija mía iba a hacer todo esto, te juro
Rosario que me hubiese muerto de la risa –se sentó un tanto
abatida-. Ella era enclenque, en el trabajo toda fuerza, para sus
cosas, toda cobardía, y ahora...
R_ El amor la ha hecho cambiar, eso nos pasa a todos –la miró
sonriente.
En_ Fíjate que de todos los novios que le he conocido, siempre hubo
alguno que pensé, este sí con dudas ¿eh?, pero cuando vi a Maca
me di cuenta que mi hija iba a ser afortunada y que iba a cambiar
mucho para bien, hoy la veo salir por esa puerta y no la reconozco...
afortunadamente... antes decías que le debías agradecer, no

103 ”Adiós Esther” © by ldana


Rosario, quien tiene que agradecer y mucho a Maca soy yo, por
hacer a mi hija, inmensamente feliz.
Ambas madres suspiraron al menos seguras, de que tanto una
como otra, habían logrado encontrar en la vida a la persona
adecuada para vivir una vida repleta de felicidad. Sabían que los
momentos que debían llegar, iban a ser muy duros, pero allí
estarían ellas aunque fuera desde la distancia para dar apoyo a una
Esther que poco a poco parecía recuperar físicamente su fuerza.

Cuando llegó al hospital, fue directamente al despacho de


Vilches para ultimar los detalles, una vez todo preparado, avisaron a
la ambulancia que la trasladaría. Mientras esperaban, a la habitación
llegó Teresa.
T_ ¿Está dormida?
E_ No, no me quiere ver –le dijo sonriendo de lado.
T_ Maca soy Teresa cariño –ella abrió los ojos-. Oye Esther, ¿porque
no sales un momento?, voy a hablar con ella, quiero despedirme y
no quiero que te burles de mí, que estoy muy sensible.
E_ Vale, ahora vuelvo mi amor –le dijo a Maca y al pasar junto a
Teresa le apretó el brazo.
T_ Bueno Maca... sé que me entiendes ¿eh?, por eso quiero decirte
que... bueno... que no trates mal a Esther –Maca la miró fijamente
con sus ojos clavados en los suyos como si fueran dos bolas de
fuego-. Tú mírame como quieras, ¿pero que quieres hija?, me
parece injusto, ¿tú sabes lo mal que lo ha pasado?, no, pues mira,
no se ha movido de tu lado ni de día ni de noche, además estuvo a
punto de... bueno eso no te lo cuento... sé que no puedes controlar
tu mente y que por eso la tratas así, pero Maca cariño, Esther te
adora, tú piensa y verás como recuerdas que estabas conmigo,
cuando ella se acercó, ibais a hablar para solucionar lo vuestro... –le
acarició la cara mirándola con ternura-... pon de tu parte Maca...
está destrozada... y todo cuanto hace es porque te ama de verdad –
le sonrió, le besó en la frente y añadió con emoción acariciándole-.

104 ”Adiós Esther” © by ldana


Te quiero mucho Maca, por favor, recuerda y verás como todo iba a
arreglarse.
Mientras fuera Esther esperaba cuando acudió a ella Laura.
L_ Me he enterado que os vais hoy.
E_ Si, ya está todo preparado estamos esperando que nos manden
la ambulancia.
L_ Oye Esther, yo quería decirte que si necesitas algo... ya sabes...
he estado un poco liada y sé que no he venido a veros pero...
E_ Tranquila Laura, no hace falta que me digas nada, lo sé.
L_ Maca me cae de puta madre, ya lo sabes, y solo deseo que esto
pase pronto y volváis a ser las mismas de siempre –le sonrió.
E_ Gracias Laura –se abrazaron.
L_ Mira te he traído este libro que Héctor no lo encontraba en su
biblioteca, porque lo tenía yo –sonrió.
E_ ¡Ah si!, muchas gracias. La verdad que no sé como agradeceros
a todos cuanto habéis hecho por ella y por mí.
L_ Os lo merecéis. ¿Y qué haces aquí?
E_ Teresa... que está dentro lleva ya un buen rato... a saber que le
está diciendo.
L_ Bueno viniendo de ella, algo a tu favor, seguro –Esther sonrió
afirmando con la cabeza-. Ahora me voy, que todo vaya muy bien y
si necesitas algo, cualquier cosa, ya sabes.
E_ Gracias.
Al quedarse sola suspiró con fuerza, el comportamiento de
todos sus compañeros con ellas había sido fabuloso y aquello la
llenaba de satisfacción. Contenta encontrando las fuerzas que aquel
apoyo le daban, apoyó la cabeza sobre la pared mientras cerraba
sus ojos sonriente.
Lu_ Esther –la voz de Luna la hizo volver a abrir los ojos-. ¿Puedo
hablar un momento contigo?

105 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Qué quieres? –le preguntó con distanciamiento.
Lu_ Solo quería decirte que espero que todo salga bien.
E_ Gracias.
Lu_ Y pedirte perdón, la verdad que Maca es afortunada al tenerte a
ti –Esther omitió la respuesta-. Mucha suerte, ojalá se recupere lo
antes posible.
Se levantó y se marchó, Esther la miró con un tanto de pena,
pero su expresión cambió al ver salir a Teresa un tanto emocionada,
se puso en pie mirándola con una sonrisa divertida.
T_ No me mires así.
E_ Se te ha corrido un poco el rimel.
T_ ¿De verdad? –dio un chasquido mientras con el pañuelo trataba
de limpiar sus ojos…
E_ Yo no me limpiaría, seguro que vas a llorar ahora al despedirte
de mí –dicho y hecho, se estrechó a su cuello llorando-. Venga
Teresa que todo va a salir bien, ya lo veras.
T_ No si lo sé –dijo separándose mientras se limpiaba-, pero ¿qué
quieres que haga?, os voy a echar de menos... sé que esto va a ser
muy duro para ti y me gustaría poder ayudarte.
E_ Lo sé Teresa, sé que va a ser duro pero tengo una bonita
recompensa al final del camino, recuperar a Maca –sonrió
ampliamente-. Y también sé que cuento contigo.
T_ ¡Cuánto he echado de menos esa sonrisa! –sonrió ella también
estrechándose ambas las manos alegres-. Si necesitas algo...
E_ Tranquila Teresa.
T_ A la hora que sea –insistió mirándola intensamente.
E_ Si.
T_ Me da igual si es de noche ¿eh?, si necesitas hablar o
desahogarte tú no dudes en llamarme.

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E_ ¡Qué si Teresa no seas pesada anda! –le riñó con una sonrisa
agradecida.
T_ Bien –exhaló un fuerte suspiro y retomando su compostura
añadió-. A la hora que sea.
E_ Vale ya –dio una carcajada. Y entonces, sus labios marcaron una
pequeña sonrisa pero intensa y sincera, con voz dulce le dijo a
Teresa que la miraba con emoción-. No sé que haría sin ti Teresa, ni
yo ni Maca, tu apoyo ha sido fundamental para mí y creo que no te
lo he agradecido lo suficiente.
T_ ¡Calla, calla! –le hizo un gesto avergonzado.
E_ Es la verdad Teresa... con Daniel, aquí conmigo... con Maca
cuando estaba inconsciente... ¿y sabes qué?, tengo grabada tu voz
en mi mente cuando me decías que estábamos perdiendo el tiempo
en discusiones simples que no llevaban a ningún lado –Teresa hizo
un puchero con su barbilla mientras le volvía a tomar las manos-.
Pues ahora, tengo aquel consejo muy presente, voy a hacer todo
cuanto pueda por conseguir que Maca se recupere y una vez lo
haga, la reconquistaré, me cueste lo que me cueste.
T_ Claro que sí –le sonrió y le abrazó fuertemente-. Va, que me vas
a hacer que se me vaya el rimel otra vez –se separó con rapidez.
E_ Te quiero mucho Teresa.
T_ Tonta, yo también –sonrieron-. ¿Me llamarás?
E_ ¡Teresa! –la riñó con una amplia sonrisa.

Cuando la ambulancia estuvo a punto, Vilches avisó a Esther


que estaba junto a la cama. Maca seguía con sus ojos cerrados, y
entonces Vilches hizo salir a Esther.
E_ Vilches –le advirtió con gesto preocupado.
V_ Esperarme bajo –cuando se quedó solo con ella se sentó en la
butaca mirándola fijamente, ella abrió los ojos, lo vio y suspiró-.

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¿Vas a tener mucho tiempo esa actitud con Esther?, ¡vamos Maca
no me jodas que puedes hablar!
M_ No quiero... que este aquí –decía con dificultad.
V_ Pues mira, no va a estar aquí, pero va a estar a tu lado. Y ya
puedes dar gracias que la tienes a ella, así que... haz el favor de
cambiar tu actitud.
M_ Quiero estar sola.
V_ Maca... sé que esto que estás pasando es muy duro... lo sé –
puso gesto contundente-. Pero para recuperar todo lo que has
perdido, tus recuerdos, en los que está Esther y tu hijo, tu fuerza
para volver a andar y tu mala ostia para volver a trabajar, necesitas
ayuda y nadie mejor que Esther para ofrecértela. Y ahora nos
vamos.
M_ ¿Dónde? –lo miró fijamente asustada.
V_ Algún lugar donde Esther sabe que lograrás recuperarte, así que
haz el favor de no dar el coñazo.
Maca guardó silencio... ella quería recordar... pero sólo veía a
Esther yéndose con un hombre, antes... a Esther confirmándole su
desliz con Luna, la veía y solo sentía dolor y ganas de llorar, por
mucho que Vilches le contara sobre su buen hacer, era la única que
provocaba en ella esos cambios de humor, esa rabia que no sabía
canalizar y sin embargo, a veces, pocas lo había sentido pero en los
últimos días así habían aparecido en ella, las ganas locas de que la
abrazara, sin soltarle. ¿Qué le estaba pasando?. Era la pregunta que
una y otra vez se repetía.

Por el camino, iba al lado de Maca Vilches que la iba


controlando en todo momento, delante junto al conductor, Esther
con la mirada fija en el horizonte, un horizonte que le daba una
visión de esperanza y recuperación, y Héctor, que en silencio
apoyaba el pensamiento de su compañera, a la que en el rostro se
le notaban las ganas de llegar al lugar donde les había dicho todo

108 ”Adiós Esther” © by ldana


era maravilloso. No les costó encontrarlo, porque además, Fermín
los estaba esperando con su coche tal y como había quedado con
Esther en el desvío de la carretera, les abrió camino hasta llegar al
pueblo, una vez allí la expectación era máxima.
H_ ¿Oye toda esta gente les espera a ustedes?
E_ Pues no lo sé –sonreía divertida ante los saludos de la gente.
V_ ¿Pero esto que coño es?, ¿la película de Bienvenido Mr. Marshall?
–asomó su cabeza por la ventana que comunicaba la parte trasera
con ellos.
E_ No lo sé, pero sin duda esto es cosa de Carmen –sonrió feliz.
V_ Joder –murmuró.
Fermín paró el coche delante de una casa enorme, con un gran
jardín repleto de flores, justo a los pies de una montaña grandiosa,
repleta de verde, y rodeando todo el caserío una explanada de
césped rabiosamente verde, el olor que percibieron al bajar de la
ambulancia les hizo a todos respirar aire puro.
H_ Esto si es aire.
Ca_ ¡Esther!, ¡Esther! –acudió una excitada Carmen que la abrazó
con fuerza.
E_ Hola Carmen, mira son mis compañeros Héctor y Vilches.
Ca_ Pasen pasen, que les he preparado un tente en pie, que se les
nota cara de cansados.
V_ ¿Oiga no tiene más casas como está? –le preguntó serio Vilches
poniéndose en jarras.
E_ Vamos Carmen –le tomó por el brazo-. Ahora bajaran a Maca.
Ca_ Pobrecita, la tengo clavada en el corazón. ¿Crees que me
reconocerá?
E_ No lo sé ... tiene una laguna muy importante en su mente.
H_ Oiga –se acercó Héctor a la mujer con gesto completamente
asombrado-. ¡Esto es precioso!, pero dígame, toda la gente que
estaba en la plaza, ¿esperaban a Esther?
109 ”Adiós Esther” © by ldana
Ca_ Claro que sí –sonrió-. Todos saben que venían y quieren que se
sientan cómodas.
H_ ¡Ver para creer! –se golpeó la frente graciosamente.
E_ Gracias Carmen –le sonrió agradecida.
Ca_ Tus suegros ya han dejado aquí las cosas.
E_ Vale.
Ca_ ¿Vamos? –le preguntó contenta de tenerlas allí.
Entre el conductor y Vilches bajaron a Maca, que al salir de la
ambulancia se tapó los ojos molesta por la clara luz del día, que
parecía que allí era más limpia que en la ciudad. La llevaron hasta la
puerta de la casa, donde vieron que Fermín había preparado una
rampa para poder subir la camilla ya que Esther le había confirmado
que llevaría silla de ruedas. Una vez dentro, la esperaban en la
habitación Esther y Carmen. Cuando entraron los hombres, Vilches
no pudo más que silbar impactado por el lugar, luego miró a Esther
que tenía clavada en sus ojos la alegría, y le hizo sentir envidia de
Maca, se había desvivido en el hospital por ella, pero lo que estaban
compartiendo era sin duda motivo para asombrarse y así pareció
entenderlo Esther que le agradeció con una sonrisa aquel
pensamiento de su amigo Vilches.
H_ Bueno... vamos a pasarle a la cama.
Ca_ Esperen. ¡Fermín!, ven a echar un mano anda.
F_ Para no hacerle daño, tengo esto –sacó de debajo la cama una
madera pero con un colchón bien cogido a ella, los hombres se
miraron asombrados-. Es que mi mujer cuando estuvo enferma, le
hacían daño al pasarla a la cama, y con esto, solucioné el problema.
E_ Gracias Fermín –le tocó el brazo emocionada.
V_ Joder, me dan ganas de pedir el traslado a este pueblo.
Ca_ Será bienvenido –le sonrió Carmen.
H_ A la de tres.

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Maca no se quejó, al contrario pareció agradecer aquel
contacto en aquella cama, entonces Carmen, hizo salir a todos
incluida Esther y le descorrió las cortinas que habían en la pared
frente a la cama, ante ella con todo su esplendor, la verde montaña.
Ca_ Tranquila hija, aquí te recuperarás... Esther está segura que sí,
y todos vamos a ayudaros... ¿me recuerdas?
M_ No.
Ca_ Pues tú tranquila... poco a poco esa cabeza te irá dando la
información que necesitas, ¡espero que no tarde mucho! –le dijo
sonriendo-. Por vuestro bien... pobrecita Esther... ¡ahora vuelvo! Te
he preparado un caldito. Ahora vuelvo hija –le besó la frente ante el
asombro de una Maca desconcertada-. No te preocupes de nada, si
necesitas algo, estiras este cable y enseguida estamos aquí.
Cuando Carmen la dejó sola, trató de incorporarse, pero su
brazo no le respondía, entonces sus nervios se desbarataron,
comenzó a llorar sin poder controlar sus lagrimas, justo en ese
momento entraba Esther...
E_ ¿Qué te pasa Maca? –se acercó a ella nerviosa.
M_ No puedo... no puedo...
E_ A ver tranquila mi amor, tranquila... sujétate a mi cuello yo te
subo.
M_ No... no... vete –le decía.
E_ ¡Maca ya está bien! –le dijo alzando la voz sin llegar a ser un
tono duro, más bien su voz sonó suplicante mientras la estrechaba
de los brazos para ayudarla-. Mira Maca... no puedes hacerlo sola,
de momento necesitas ayuda, y yo soy la que te tiene que ayudar,
¿vale?, di lo que quieras, haz lo que quieras pero tienes que confiar
en mí.
M_ Déjame
E_ No pienso dejarte.

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La miró fijamente con sus ojos repletos de amor mientras
pasaba de apretar sus brazos a sujetarla con ternura, Maca pareció
por un momento reconocer aquella mirada, dejó caer la cabeza
hacia delante con actitud derrotada mientras Esther con fuerza la
ayudaba a subirla un poco. La tapó bien, le acarició la cara con
devoción, mientras ella se dejaba hacer con una mirada confundida.
Ca_ ¿Puedo pasar?
E_ Claro Carmen –le sonrió.
Ca_ Aquí te traigo tu cena, un primero calentito para recuperar las
fuerzas del viaje, y un buen trozo de carne con verduras de segundo
–la miraba con cariño y le hablaba con la ternura que su persona
manaba.
M_ No tengo hambre –comenzó a toser.
E_ Vamos bebe un poco de agua, toma –le dio el vaso y el roce de
sus dedos fue el justo para que sus ojos se cruzaran en una mirada
repleta de amor.
Ca_ ¿Te gusta la habitación cariño? –Maca asintió mientras Esther le
ponía la bandeja sobre sus rodillas-. Mañana cuando amanezca te
recomiendo que descorráis las cortinas, es un placer para la vista.
E_ Venga cariño abre la boca –Esther se sentó al borde de la cama y
le daba con la cuchara el caldo que había preparado Carmen
hablándole con amor-. Venga Maca por favor...
M_ No.
E_ Tienes que comer... –la miraba fijamente.
Ca_ Oye Esther... ¿por qué no vas, cenas tú con tranquilidad y yo la
ayudo, eh?, venga hija –la miraba sonriente.
E_ Está bien... quizá sea lo mejor –su voz sonó desanimada.
Ca_ Lo tienes preparado en la cocina.
E_ ¿Pero Carmen no se te hará muy tarde?

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Ca_ Tranquila por favor, si me conozco esto como la palma de mi
mano, ve tranquila ¡anda!, yo me encargo de Maca, ¿verdad? –le
preguntó sonriente.
E_ Gracias Carmen –sonrió con cansancio.
A Maca, aquella mujer le daba calma, no sabía quien era, ni
recordaba que perteneciera a su pasado, sin embargo, provocaba en
ella la misma sensación que provocaba Teresa. Comió cuanto le dio
mientras le hablaba de las montañas y de todo cuanto allí podría
disfrutar. No quiso mediar entre ella y Esther porque sabía que
cuanto pudiera decirle no lo comprendería. Una vez terminó, fue
hasta la cocina donde una decaída Esther se había apoyado en la
ventana mirando tras el cristal, la hermosa visión que daba la luz de
la luna reflejando todo el esplendor de la montaña.
Ca_ ¿Has terminado ya?
E_ Sí Carmen, estaba riquísimo.
Ca_ Me alegro.
E_ Por lo que veo se lo ha tomado todo –suspiró-, menos mal.
Ca_ Paciencia hija, paciencia. Recuerdo que cuando vinisteis era ella
a quien tuve que decirle que fuera paciente contigo, ¿sabes?...
imagino como se debe sentir –le hablaba mientras recogía la cocina
ayudada por Esther-. Debe sentir a parte del miedo, una confusión
que no sé si yo sería capaz de soportarlo.
E_ Lo sé... es muy duro para ella, porque se ha quedado en un
pasado ficticio, y la verdad, me parece tan injusto –su voz mostró la
rabia que sentía-. ¿Sabes Carmen?, justo cuando íbamos a hablar,
pasó todo, cuando la vi que se la llevaban, pensé que mi vida iba a
cambiar, pero no imaginé cuanto –ella la miró con pena y un nudo
en su garganta, podía ver en sus ojos un sufrimiento y un tormento
que le hizo sentir una profunda lastima por ella-. He hecho el tonto
tanto tiempo... que ahora tengo muy claro que no voy a moverme
de su lado, sé que voy a ser el centro de todas y cada una de sus
iras, hasta que todo vuelva a su lugar, quizá sea mi castigo por
portarme así con ella.

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Ca_ No digas eso, nadie merece tan cruel castigo, es la vida,
simplemente eso, la vida es así nos depara cosas inimaginables y no
somos capaces de admitirlo tal cual es. Va a ser difícil, pero estoy
segura que lo vas a conseguir, la amas demasiado como para no
hacerlo –le sonrió-. Además, nosotros te vamos a ayudar.
E_ De eso no me queda la más mínima duda –sonrió-. Gracias por
todo y por el recibimiento.
Ca_ Si, ese amigo médico tuyo es muy simpático –dijo con su
sonrisa fresca.
E_ ¿Héctor?
Ca_ También, el otro.
E_ Vilches –sonrió-... la verdad que he tenido mucha suerte de
contar con su ayuda y su apoyo, si desde la distancia lo valoro
mucho más.
Ca_ Bueno... mañana tempranito vendrá Fermín, tú no te preocupes
de nada, él dejará la comida en el porche, no entrará.
E_ Pero Carmen, no hace falta que te molestes tanto.
Ca_ No es molestia, quiero que todo esté bien para las dos, nada
me gustaría más que la recuperación de Maca fuera lo antes posible,
y vamos a estar todos a tu disposición, ¿de acuerdo?
E_ Gracias nuevamente.
Cuando Carmen se fue, Esther se quedó sola en aquel caserío
antiguo con paredes de piedra y suelo de barro, pero tan reformado
que le parecía un lujo estar allí, Fermín le había encendido la
chimenea y el calor le llegaba mientras hablaba con Rosario
poniéndola al día sobre todo cuanto había sucedido, le contó
emocionada el recibimiento y el trato de todos hacia Maca, le contó
que había cenado bien y que iba a estar a su lado toda la noche
para vigilarla, por primera vez pensó para sí, después de mas de
mes y medio, compartiría la cama y podría estrecharla en sus
brazos, acunarla para que todos sus miedos se difuminaran,
ayudarla con sus besos a que fuera recordando cuanto se amaban, a

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protegerla con su abrazo ante el miedo que sabía sentía, y ayudarla
a que el desconcierto que se había instalado en ella, poco a poco
fuera dejando paso en su mente, a la cordura y a la normalidad.
Suspiró con fuerza mientras apagaba la luz del comedor, se giró y al
ver el comedor envuelto por la luz del fuego y su sonido crepitante,
se le escapó una sonrisa al recordar aquella escapada primera que
hicieron a su casa de la Sierra, cuando se amaron frente a la
chimenea y allí abrazadas se juraron amarse toda la vida. Aquel
recuerdo llegó fresco a su mente y al darse cuenta que era justo lo
que no tenía Maca, sintió flaquear sus piernas, como iba a conseguir
que todos aquellos maravillosos instantes que habían compartido
volvieran nuevamente a su mente. Suspiró con fuerza y entró a la
habitación dispuesta a comenzar su lucha.
E_ Maca cariño acabo de hablar con tu madre, está todo bien, Daniel
duerme ya y están contentos de que el viaje te haya sentado bien –
Maca omitió su presencia. Esther se metió en el cuarto de baño para
cambiarse y ponerse un pijama porque aunque la temperatura
dentro era cálida, ella sentía el frío de fuera que sabía si Maca
estuviera bien, la abrazaría con una carcajada para calentarla. Salió
del lavabo y cogió un libro para sentarse en la cama-. Bueno...
vamos a ver... tenemos que comenzar con tus clases de
recuperación del...
M_ No quiero que estés aquí –le dijo con la voz un poco ronca pero
le salió todo de carrerilla como si lo hubiera estado ensayando.
E_ ¿Pero qué dices Maca?, tengo que estar a tu lado vigilándote, ¿no
pretenderás qué me acueste en otro cuarto? –sonrió un tanto
desconcertada ante su gesto serio y afirmativo agregó un tanto
enfadada-. Vamos eso sería la hostia ya –protestó con seriedad
M_ Quiero que me dejes sola, no tienes que cuidarme... no tienes
porque
E_ Mira Maca, sé que debo tener paciencia –suspiró cerrando los
ojos tratando de no alterarse-, puedes ponerte como te dé la gana,
no quieres que duerma contigo, no dormiré contigo, no quieres
hablarme, no me hables, pero escúchame te lo digo muy en serio
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¡vas a poner de tu parte para recuperarte!, ¡me oyes! –le cogió con
ternura la barbilla-. Sé que ahora no recuerdas nada, o lo que
recuerdas es lo que menos deberías, y tu mente se equivoca cuando
te dice que no tengo que estar aquí, lo siento cariño, pero sí, si
tengo porque estar a tu lado, eres mi mujer, te quiero por encima
de cualquier cosa incluida la amnesia que sufres... voy a ayudarte
aunque tú no quieras así que puedes hacer las cosas más fáciles o
más difíciles, pero voy a estar aquí, cuando me necesites o cuando
no, cuando duermas o estés despierta. Quiero que te quede claro,
¿de acuerdo?, estaré en el cuarto de al lado, si me necesitas, solo
tienes que llamarme si quieres algo
M_ No quiero nada –contestó con la voz nuevamente ronca y
nuevamente la tos apareció en ella
E_ Bien... –se acercó a dejarle un beso en la frente pero Maca le
giró la cara, no por eso Esther vaciló-. Dulces sueños amor mío

Le arregló la cama, la almohada y cerró la luz, salió sin cerrar


la puerta con el corazón encogido, pero dispuesta a ganar la batalla
se llevó los libros para estudiar todo cuanto necesitaba saber.
Suspiró fuertemente y comenzó a leer sobre la Amnesia Retrograda.
En tanto, Maca sentía que su cabeza iba a explotar, no paraba
de dar vueltas a tanta información que le llegaba de manera
desordenada, era como si su mente fuera un puzzle al que tuviera
que ir juntando una a una innumerables piezas, y por más que
quería no podía, se agotaba y se desesperaba de igual manera.
Estaba perdida y con una ansiedad que no podía ni siquiera dormir,
veía como Esther tenía la luz de su habitación encendida y una parte
de ella le pedía llamarla a gritos, otra en cambio, le decía que debía
alejarla de ella. Y con esa lucha inmensa en su cabeza se durmió,
entonces aparecieron nuevamente las pesadillas, nuevamente los
miedos y las imágenes sin sentido. Veía un coche, veía que todo se
apagaba y un estruendo chirriante como las vías del tren, entonces
comenzaba a ver borroso como Esther le sonreía mientras se
acercaba a ella, pero entonces llegaba un hombre, aquel maldito
116 ”Adiós Esther” © by ldana
abogado y se la llevaba, ambos se iban burlándose de ella, y
entonces volvía la visión del coche precipitándose por el barranco.
Esther rendida, se había quedado dormida con el libro sobre su
cara, el grito desesperado de Maca, le hizo de un salto incorporarse,
salió corriendo hasta ella encendiendo la luz, la encontró con el pelo
alborotado, sudando y jadeante, mientras tosía pues su garganta
después de tanto tiempo con aquel tubo puesto, había sufrido y le
había dejado una tos pesada que parecía iba a ahogarse.
E_ Tranquila mi amor, estoy aquí, no pasa nada, estoy aquí
tranquila –le decía estrechándola entre sus brazos-. Trata de
respirar con cuidado, vamos, respira, eso es así mi amor, así. Toma
agua.
Maca bebió tratando de tranquilizarse, su respiración aún era
agitada y aunque quería decirle a Esther que no se fuera, no
encontraba las palabras en su confusa mente.
E_ No me voy Maca, estoy aquí contigo –le dio la mano y Maca se
aferró a ella, aquel gesto hizo que Esther sintiera como su piel se
estremecía tanto como su corazón-. No va a pasar nada mi vida,
estás conmigo y no va a pasar nada todo ha pasado ya, ¿vale? –le
sonrió y aquella sonrisa pareció ser el bálsamo que Maca
necesitaba-. Está bien... no voy a apagar la luz, enseguida vuelvo –
Maca asintió necesitando tenerla cerca-. Tranquila
Maca sentía la necesidad de que le abrazara, aquel tacto con su
piel, le había hecho estremecerse, suspiró con fuerza no quiso
pararse a pensar, solo quería sentirse segura, y había descubierto
que la seguridad sólo la encontraba cuando Esther estaba a su lado,
por muy mal que le supiera reconocerlo. Al verla entrar, su corazón
latió tranquilo, la vio meterse en la cama, coger un libro y ponerse a
leer con gesto concentrado.
M_ Ayúdame –le dijo con voz suplicante haciendo que Esther girara
su cabeza y dejara a un lado el libro-. Ayúdame Esther.
E_ Mi amor –se arrimó a ella con cuidado
M_ Tengo miedo

117 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ No te voy a dejar cariño –la estrechó fuertemente entre sus
brazos y le besó con ternura
M_ No sé que me pasa, mi cabeza no para –su expresión
desesperada hizo que Esther la mirara repleta de pesar-. No me
obedece...
E_ Lo sé, debes tener paciencia Maca, el accidente afectó tu
memoria. Ahora mismo toda la información que tienes es anterior al
golpe, no recuerdas cosas importantes para ti y para mí –le
susurraba en el oído mientras sus manos la aferraban a su cuerpo
sintiéndose feliz por primera vez desde el día que aquel maldito tipo
decidió arruinarles la vida-. Mi amor... no temas nada, quiero que
estés tranquila, que te relajes que me ayudes a poder ayudarte a
recuperar todo cuanto has perdido que no es otra cosa que nuestro
gran amor.
M_ ¿Y mi brazo? –por primera vez le preguntó por él hasta aquel
momento parecía omitir todo cuanto le pasaba en su cuerpo.
Mientras se refugiaba en el pecho de Esther
E_ Tenemos que recuperarlo con ejercicios –estaba emocionada no
podía evitar que las lagrimas resbalaran por su rostro aunque
trataba de contenerlas pero era demasiado tiempo esperando ese
roce con Maca, esas manos entrelazadas como siempre hacían a la
hora de dormir-. Cruz y Vilches tuvieron que operarte dos veces, la
primera a vida o muerte.
M_ ¿Cruz... Vilches? –le preguntó aferrándose cada vez más a ella
como buscando seguridad y calma.
E_ Sí mi vida... ellos te salvaron, les debemos tu vida.
M_ Pero para que si no recuerdo... para que si no puedo andar... ni
moverme –se quejaba llorando.
E_ No llores cariño –le decía ella mientras se apartaba sus propias
lagrimas no podía flaquear, antes era Maca que su propio dolor-. Si
me ayudas... lo conseguiremos. Te he traído hasta aquí porque sé
que lo vamos a conseguir... juntas... como todo cuanto hemos
conseguido hemos superado tantas cosas que estoy segura esta

118 ”Adiós Esther” © by ldana


también la vamos a superar –la miraba con los ojos repletos de
amor y Maca suspiraba como si necesitara grabar aquellas palabras
en su mente-. Todo va a ir bien mi vida.
M_ ¿Y si no?, no quiero vivir así.
E_ Ya verás como si –le sonrió mientras trataba de no llorar-. ¿No
confías en mí?
M_ No lo sé Esther... no sé en quien tengo que confiar... no sé nada
–le decía con la voz quebrada por el miedo.
E_ Mira mi amor... confía en mí, todo irá bien, nos tenemos la una a
la otra, y Daniel espera en casa a que volvamos para ser otra vez
una familia.
M_ Tú no lo quieres –la miró dubitativa.
E_ Claro que lo quiero –le acarició suavemente la cara pero no se
atrevía a besarla aunque se moría de ganas.
M_ No... me dejaste por él... te fuiste con otra ¡si! –trató de
separarse de ella al recordar.
E_ No mi amor... eso no es así –le habló nerviosa con toda la
dulzura que pudo encontrar en su corazón aferrándola nuevamente-
. Todo fue una mentira de Luna, ¿no lo recuerdas?
M_ Tú sí me mientes.
E_ Te quiero –le dijo besándola suavemente, el contacto de sus
labios disparó su corazón, se mordió el labio mirándola con
devoción-. Te quiero.
No hubieron más palabras, Maca volvió a divagar en sus
pensamientos, Luna, su hijo, Esther, el accidente, Cruz, Vilches,
todo cuanto le había contado, estaba buscando acomodo en algún
rincón de su mente. Prefirió no seguir pensando y acurrucarse en el
pecho de Esther, que la estrechó con fuerza.

La mañana había llegado y en el hospital, todos volvían para


comenzar la jornada, todos conforme entraban iban pasando por el

119 ”Adiós Esther” © by ldana


muelle para que Teresa les pusiera al día, sabían que había hablado
con Rosario y ella era el punto de conexión entre ellos y la pareja. El
último en llegar fue Héctor que se quedó un rato a su lado.
H_ ¿Cómo les fue Teresa?
T_ Según me dijo Rosario, bien –se quitó las gafas mirándolo seria.
H_ Debiste ver que recibimiento les hicieron, quedé fascinado.
T_ Es que estas chicas se ganan a todos ¿eh? –sonrió triste-. Solo
espero que Esther tenga la fuerza necesaria para sacarla adelante.
H_ Yo tenía mis dudas porque va a ser muy duro, pero tanto Vilches
como yo, nos dimos cuenta de lo mucho que la ama, debiste ver
donde la llevó –Teresa asintió orgullosa de ella-. Deseo tanto que
esto salga bien.
T_ Si hijo, yo también.
H_ Bueno chiquita, nos irás contando ¿verdad?
T_ Por supuesto. ¡Por cierto Héctor!, Vilches ha vuelto a colgar otra
apuesta –miró a su alrededor y le dijo bajito dándole un billete de
20 euros-. Apuesta por mí a que lo consigue en menos de dos
meses.
H_ Vaya Teresa, ¡apuestas duro eh! –le dijo con tono divertido.
T_ Ya ves, me apetece mucho jorobar a Vilches –le guiñó un ojo.
H_ Está bien, está bien, yo apostaré como tú –sonrió.
T_ Dios quiera que sea así, ¡ay que sufrimiento! –murmuró con
pena mientras suspirando se ponía las gafas.

La mañana en la montaña había amanecido con un color


especial, eran las siete cuando Esther se despegó del cuerpo de
Maca, que desde que había recobrado el conocimiento, era la
primera noche que dormía tranquila, las pesadillas la habían dejado
descansar lo suficiente como para tener una expresión mucho más
relajada. La miró sonriente y fue a recoger la cesta que Fermín
debió dejar fuera, pues oyó sus pasos en el porche. Abrió y notó en

120 ”Adiós Esther” © by ldana


su piel el frescor de la mañana, entró temblando hasta la cocina,
abrió aquel cesto que estaba repleto de cosas hechas por la buena
de Carmen, sonrió al pensar la suerte que había tenido al
encontrarla y creyó, firmemente, que si bien el destino semanas
atrás las había hecho llegar hasta allí para no solucionar entonces
sus problemas, quizás ese mismo destino lo que les había preparado
era la experiencia que estaban viviendo en ese momento, mucho
más importante y definitivo para ambas.
Preparó todo con mimo, se abrigó con la manta que había
sobre el sofá y salió al jardín, tal como le había dejado aviso
Carmen, podía utilizar todas las flores que quisiera, eran para su
uso. Al entrar a la habitación, la vio dormir tranquila de lado, sonrió
siempre conseguía arrancar en ella esa sonrisa de boba, que se
marcaba en su rostro de enamorada. Dejó la bandeja sobre la mesa
que allí había, y la llamó.
E_ Maca cariño... despierta mi amor –le besó la frente apartándole
el pelo de la cara-. Vamos mira, mira que maravillosa mañana, creo
que nunca he visto nada igual –cuando vio que abría los ojos se
dirigió hasta el inmenso ventanal abriendo completamente la cortina
dejando así entrar la luz de la mañana y la panorámica de la
montaña en frente era todo un lujo. La miró sonriente y le dijo-.
Bien cariño, a partir de hoy comienza nuestra nueva vida, nuestra
lucha. ¿Estás preparada? –le preguntó con el tono y la expresión
repleta de ilusión. Maca no contestó y ella omitió su actitud-. Lo
estás. Mira que desayuno te he preparado, luego te vestiré te
abrigaré bien y saldremos al porche. Venga sujétate a mi cuello que
te voy a incorporar –le hablaba con su tono repleto de amor, ella se
agarró sin decir nada y una vez la sentó y acomodó con los cojines
en la espalda, se sentó a su lado para darle el desayuno. Maca solo
la miraba, con una mirada repleta de incertidumbre-. Carmen nos
ha preparado una torta estupenda... además mira la rosa, ¿te
gusta?
M_ ¿Qué día es hoy?

121 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Hoy? –la miró extrañada por la pregunta sin mucho sentido-.
Pues hoy es... déjame pensar que ni lo sé... sí, martes.
M_ ¿Y qué hago aquí?, ¿no tengo que ir a trabajar? –la miraba con
dudas.
E_ No mi vida, no tienes que ir a trabajar –le sonrió-. Estamos aquí
para recuperarte del accidente, y una vez estés recuperada iremos a
casa con Daniel que nos está esperando.
M_ ¿Daniel?
E_ Sí mi vida, Daniel nuestro hijo.
M_ ¿Y qué haces tú aquí? –su pregunta sonó a reproche.
E_ Estar contigo –la miró dudando porque su reacción no era normal
y sin querer una zozobra se apoderó de ella pues pensaba que la
conversación de la noche anterior iba a ayudarla.
M_ ¿Y tu abogado?
E_ Joder –protestó sin poder evitar un gesto desesperante.
M_ Dile a mi madre que pase no quiero verte.
E_ Ya... no quieres verme... pues me vas a tener que ver.
M_ ¡Ay! –se quejó poniéndose la mano en la cabeza.
E_ ¿Te duele? –dejó el café con leche sobre la bandeja y apoyó su
mano sobre la frente de Maca-. Tranquila cariño.
M_ Sí me duele –se quejaba con los ojos cerrados.
E_ Ahora te toca el calmante.
M_ Oye –la miró sonriéndole por primera vez-. Estuvo bien lo del
lavabo ¿eh?
E_ Sí –dio una carcajada aunque un tanto desconcertada.
M_ ¿Sabes que Teresa nos oyó?
E_ Sí lo sé –pensó en animarla para que siguiera recordando-. ¿Y
recuerdas lo que te dijo Luna?

122 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Luna?, sí, claro –asintió con la cabeza mientras acariciaba la
cara de Esther que no pudo más que suspirar y apoyar su cara
sobre su mano.
E_ ¿Y sabes que te quiero?
M_ Claro –le sonrió.
E_ Bien, acaba el desayuno cariño.
Esther no sabía como reaccionar, sabía que de vez en cuando
las lagunas irían desapareciendo, pero como no estaba
acostumbrada a que le hablara tan cariñosa, cuando salió y se llevó
la bandeja, no pudo evitar ponerse a llorar de emoción, su dolor y
alegría se mezclaron en forma de lagrimas, Maca estaba
reaccionando, a trompicones, pero era importante. Fue tal su alegría
que no pudo evitar llamar por teléfono.
E_¡Teresa! –rompió a llorar.
T_ ¿Esther cariño que pasa, no me asustes hija? –le preguntó
aterrada al escuchar su reacción.
E_ Lo siento Teresa, pero es que Maca, por primera vez me ha
hablado como siempre.
T_ ¿Pero qué me estás diciendo? –sus ojos tomaron un brillo y una
luz repleta de alegría-. Espera, espera cuéntamelo todo. ¡Cruz es
Esther! –la llamó a viva voz.
C_ ¿Pasa algo?
T_ Espera –le hizo una señal para que estuviera tranquila.
E_ Bueno... está muy despistada... muy desconcertada pero ha
tenido un momento de lucidez y ¡dios! Se que no es nada, pero...
me siento tan feliz –decía llorando.
T_ Claro hija, claro.
C_ ¿Qué dice? –le preguntó Cruz un tanto nerviosa.
T_ Espera Esther, espera, suénate la nariz hija que no te entiendo
bien y mientras se lo cuento a Cruz. Pues nada, que dice que hoy ha
tenido un momento de lucidez.

123 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Pásamela.
T_ Esther, te paso a Cruz, me alegro mucho ¿eh?, de verdad.
C_ ¡Dame dame! –le decía sonriente.
T_ ¡Ay ya voy! –le entregó el teléfono limpiándose unas lagrimas
emocionadas de sus ojos.
C_ ¡Esther!
E_ Si, Cruz, ha reaccionado bastante coherente si.
C_ Bien, ¿has comenzado con los ejercicios de lectura?
E_ No, ayer estaba cansada del viaje, pero anoche tuvo pesadillas y
cuando acudí hablamos del accidente.
C_ Muy bien... ya sabes es importante ir devolviéndole los recuerdos
poco a poco.
E_ Si –le dijo mientras seguía llorando-. Lo siento, la verdad que no
sé como controlar este estúpido llanto.
C_ No lo controles Esther, necesitas sacarlo fuera –Teresa no podía
dejar de llorar-. Además, aquí en la distancia, Teresa te está
secundando –le dijo sonriente-. Y yo porque debo aguantar el tipo,
que si no...
E_ Gracias Cruz, de verdad...
C_ No me des las gracias, pero sobre todo escúchame, lo normal es
que ahora le venga un nuevo bajón, debes estar preparada.
E_ Si, me desconcierta con sus cambios, pero creo que iré
acostumbrándome a ellos poco a poco.
C_ Estoy segura que sí. Venga te paso a Teresa, un beso. Anímala
un poco, no le hagas llorar –le dijo tapando el auricular.
T_ ¡Esther hija!
E_ Teresa… soy tan feliz.
T_ Lo sé y te lo mereces cariño. Venga, si. Cuídate mucho por favor
–cuando colgó miró a Cruz-.¿Qué crees?.

124 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Es bueno que vaya recuperando, pero sé que esto es tan solo
una pequeña lucidez, y Esther se lo ha tomado como si ya estuviera
todo solucionado, y te aseguro que no es así.
T_ Pobrecita mía, ha sufrido mucho es normal –dijo sonándose ella.
C_ Oye Teresa, ¿y eso de que tú también has apostado? –la miraba
enarcando sus cejas.
T_ Bueno... ya sabes... Vilches...
C_ Si, si –dio una carcajada-. Bueno te dejo voy a hacer mi apuesta.
T_ Oye, oye guapa, que eso no se vale, tú tienes información
privilegiada.
C_ Claro tonta, pero nadie lo sabe –le guiñó el ojo divertida-. Tú me
vas a guardar el secreto.
T_ ¡Anda! –protestó poniéndose en jarras-. Esta si que es buena.

No había ganado nada, lo sabía, era consciente pero aquel


cambio de actitud en Maca, fue para ella como vencer la primera de
las batallas, sabía que quizás al entrar volvería a encontrarse con la
Maca distante, seria y repleta de miedos y dudas, pero había una
pequeña luz, un pequeño rayo de esperanza, el mismo rayo que el
sol regaló a sus ojos al mirar por la ventana y ver como jugueteaba
al escondite entre los árboles. Suspiró con fuerza, tomó la energía
suficiente para volver al cuarto, era el día esperado, era el día en
que debía comenzar con todo cuanto los médicos le habían diseñado
para comenzar a recuperar al amor de su vida. Sonriente, entró en
el cuarto, Maca miraba la ventana pero sus ojos estaban tan
apagados, como si una sombra hubiera cubierto con su telón la
alegría que solía haber en ellos. Esther no quiso que nada hiciera
borrarle su sonrisa, ni sus ilusiones, se acercó a ella mirándola con
dulzura y sonriente le dijo.
E_ ¡Cariño vamos a trabajar!
M_ No quiero, déjame en paz.

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E_ No puedo, tenemos demasiadas cosas que hacer, venga –apartó
la sábana.
M_ Dame la sábana no pienso moverme –le espetó entre dientes.
E_ Eso no te lo crees ni tú –le dijo burlona mientras se acercaba a
besarla, pero la mano de Maca la detuvo-. Bueno está bien, la
señora no quiere recibir su beso de buenos días... ves esa es la
fuerza que tenemos que devolver a tu mano izquierda.
M_ No quiero hacer nada, corre las cortinas que quiero dormir y la
luz me molesta.
E_ ¿Dormir? –dio una carcajada mientras iba al armario y sacaba
ropa-. Ahora lo que vas a hacer es levantarte, te pondrás en la silla,
te ducharé y bien abrigadita mi amor, iremos al porche, verás las
montañas como se ven desde allí, las flores tan bellas que hay, ¡uy!
creo que estar en el campo me estaba volviendo un poco cursi.
M_ No te soporto –le lanzó de golpe.
E_ Bueno... no hace falta que me soportes –la miraba fijamente-.
Sólo tienes que seguir mis pasos para ponerte bien.
M_ Esther... –la miró con sus ojos repletos de odio-. ¡Déjame en
paz!, ve tú a ver las flores, haz todas las cursilerías que quieras,
pero... déjame en paz ¿vale? –volvió a ella el gesto que tantas veces
había dedicado a Esther en sus días de enfado, asintiendo con la
cabeza un tanto de lado y la expresión más dura que podía su rostro
reflejar.
E_ Si haces lo que te digo, te dejaré en paz –entró en el cuarto de
baño mientras Maca hacia un gesto de rabia-. Además si no lo haces
conmigo, vendrá Fermín a levantarte de la cama, creo que siempre
es mejor que te levante yo.
M_ ¿Por qué no te vas con Luna y me dejas en paz?
E_ ¿Y qué voy a hacer yo con Luna? –volvió a acercarse mientras le
ponía la silla de ruedas al lado desatando sus nervios-. Mira,
tranquilita ¿eh?, hazme caso por favor Maca... luego prometo
dejarte en paz hasta la tarde.

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M_ No me voy a mover, ¡déjame! –le empujó con la respiración
jadeante.
E_ De acuerdo... de acuerdo.... ¿no quieres?... no haremos nada
tranquila, tranquila, me voy –quiso que se tranquilizara pues sabía
como eran esos ataques de rabia que le daban desde el accidente y
sabía que después venía un dolor intenso de cabeza y no soportaba
verla sufrir. Se marchó de la habitación, luego volvió, asomó la
cabeza y le dijo-. Hasta que venga Fermín.
Maca sintió una ira incontrolable, no sabía como canalizar aquel
sentimiento que la trastornaba, quería llorar pero no sabía muy bien
porque, Luna estaba presente en sus pensamientos, pero Esther
estaba allí con ella, recordaba la noche anterior sus caricias, su
ternura, ¿qué estaba pasando?, quería recordar cosas que no podía,
y las que podía, le hacían perder el control, a veces tenía ganas de
reír, sin saber porque, y a veces de llorar sin poder explicar ni una
cosa ni la otra. El golpe en la cabeza le había dicho Esther, todo lo
ha borrado, y lo que te ha dejado, es lo que menos debía. Que
curioso, ¿estaría manejando Esther su mente?, ¿estaría
mintiéndole?, de pronto se sintió terriblemente sola, quería recordar
datos médicos y no podía, quería recordar como se tomaba el pulso
y su mente divagaba en mil cosas que no debía, quería pensar en la
cara de su hijo, pero le era imposible creía que iba a volverse loca...
la ansiedad estaba pudiendo con su habitual calma. Entonces oyó
música, sin duda había sido Esther, la oía cantar como una loca,
¿qué estaba haciendo?, pensó, le molestaba la música... quería
llamarla pero no quería dar su brazo a torcer... entonces Esther
asomó la cabeza por la puerta graciosamente y siguió cantando, la
miraba sonriente mientras Maca giraba la cabeza hacia el otro lado.
E_ ¡Venga anímate!, esta es tu preferida.
M_ ¿Puedes bajar la música y callarte?
E_ ¿A cambio de que? –se acercó a ella cantando y bailando.
M_ ¡Dios mío! –murmuró sin mirarla-. ¿No puedes desaparecer?

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E_ Vamos cariño... venga... canta... –se acercó despacio a ella
cantándole sonriente Maca no quería mirarla porque sin poder
controlar el cambio que estaba sufriendo su sonrisa se había
marcado en sus labios, mientras Esther seguía la letra de la canción
omitiendo su postura lejana a ella-. “Te quiero... que pena
haberte perdido... como quien pierde una estrella... que se le
va al infinito... quiero que se oiga mi llanto... como me dolió
perderte... después de quererte tanto” –entonces sin pensarlo y
aunque lo hizo con cuidado se subió sobre Maca con una amplia
sonrisa, ella la miró fijamente con gesto serio-. No sabes cuanto me
dolió perderte cariño, y como dice la canción eres como esa estrella
que se me ha ido lejos... pero que voy a recuperar –la miraba con
devoción.
M_ Bájate Esther, deja de hacer la payasa.
E_ Siempre te ha gustado que me suba aquí, sobre tu vientre –se
mordió el labio mirándola con adoración.
M_ Estás loca.
E_ Por ti –comenzó con sus manos a acariciarla suavemente.
M_ Estate quieta –protestó nerviosa.
E_ Si quieres que me baje y me esté quieta, que lo mío me va a
costar –metió la mano por debajo de la camisola mientras la miraba
pícaramente-. Tendrás que darme algo a cambio.
M_ No lo vas a lograr, no me voy a levantar ya te lo he dicho.
E_ Yo no estaría tan segura –le puso morritos mientras sus manos
llegaban a su pecho.
M_ ¿Esto también se lo haces a Luna?
E_ Esto y todo lo demás, sólo te lo hago a ti, mi amor –comenzó a
acercarse hasta su boca lentamente sin rozarla para no hacerle
daño.
M_ ¡Bájate y deja que me levante! –quería poner su gesto serio
pero estaba sintiendo como su piel se erizaba con el tacto de las
manos de Esther, recuerdos llegaron a borbotones a su mente,

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besos, caricias, ruegos, siempre Esther, miradas repletas de deseo,
gestos de placer, siempre Esther cerró fuertemente los ojos
mientras ella ajena a esos recuerdos se bajaba y con una sonrisa de
vencedora le acercaba la silla.
E_ Vamos mi niña –le dijo contenta.
M_ ¿Y cómo me vas a levantar? –le desafío mientras Esther la
ayudaba a incorporarse.
E_ Pues cariño, levantándote con tu ayuda.
M_ No me puedo mover –sonrió.
E_ Que borde eres, me encanta cuando te pones así –le sonrió, ante
su gesto un tanto pícaro-. Me vuelves loca ¡Dios!
La ayudó a levantarse, y una vez en el cuarto de baño, Maca se
vio por primera vez en el espejo, la sonrisa que traía al ver las
dificultades de Esther para levantarla se borró y su expresión
cambió completamente como si la persona a la que reflejaba, no
fuera ella. Esther que se percató, se dobló hasta ponerse a la altura
de su cabeza y le sonrió un tanto con tristeza. Su rostro había
adelgazado, y aún le quedaban señales de los cortes, así como el
pelo que le habían tenido que cortar para la operación, sus ojos se
llenaron de lagrimas y entonces recibió un tierno beso de Esther en
la mejilla que fue como una bocanada de aire fresco en su corazón.
E_ Mi amor, todo va a ir bien, te vas a recuperar y todo cuanto
ahora ves, quedara borrado.
M_ ¿Cómo? –preguntó desanimada-, si no me reconozco.
E_ Vamos, el pelo te crecerá total te cortaron una parte nada más,
llevas un nuevo look, te sienta bien más corto y las cicatrices irán
desapareciendo...
M_ No digas tonterías... estoy horrible –renegó quitando los ojos del
espejo.
E_ La que no tiene que decir tonterías eres tú –le susurró con su
tono repleto de dulzura, giró la silla hacia ella para que no siguiera
castigándose y la puso enfrente, se agachó y le dejó una caricia

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lenta en la mejilla que no fue rechazada por Maca-. Estás
maravillosa, porque estás viva y te juro cariño que llegue a dudar
que pudieras sobrevivir –su voz se había vuelto un tanto opaca,
quizá porque el recuerdo de su miedo y dolor volvió a ponerle un
nudo en la garganta-. Maca, sé que todo cuanto te digo puede
parecerte extraño, sé que no recuerdas muchas cosas y otras, las
recuerdas confusas, pero cariño, por favor te lo pido, pon de tu
parte para poder mejorar, va a ser duro pero solo así podrás calmar
el desasosiego de tu cabeza, podrás callar todo cuanto ahora te
hace dudar, y en esa lucha yo voy a estar a tu lado.
M_ No tienes que estar a mi lado para callar tu conciencia.
E_ Claro que no, no tengo nada que callar, al contrario, tengo
mucho que decirte, como decía la canción, eres como una estrella
que se me ha ido lejos, y voy a luchar para recuperarte y que veas
que todo cuanto hemos vivido ha sido un error, que no hay nada
más bello que el amor que sentimos, y ninguna tontería mayor, que
discutir y enfadarnos. Venga vamos, déjame que te desnude.
M_ Yo lo haré –le apartó la mano.
E_ De acuerdo voy a ir preparando esto a ver si me acuerdo como
me explicó Fermín... –estaba corriendo una palanca.
M_ ¿Qué es eso? –preguntó atónita ante lo que veían sus ojos.
E_ Bueno... es una larga historia, Carmen tuvo un accidente –le
ayudó a pasar de la silla de ruedas a una especie de silla giratoria
que había dentro de la bañera-, iba en el tractor con Fermín, él se
durmió y dio un volantazo fuerte, Carmen cayó del tractor y estuvo
cinco meses entre la vida y la muerte, finalmente salió adelante,
Fermín compró esta casa y la reformó toda para poder ayudar a su
mujer a caminar de nuevo, ya ves que todo está acondicionado –
empezó a echarle agua-. ¿Así está bien?
M_ Sí.
E_ Echó abajo el tabique de la habitación para hacerle ese mirador
tan espectacular que tenemos ante nosotras, cambió todas las
puertas, puso rampas, bajó toda la cocina para que pudiera cocinar.

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Todo por amor. No es una bonita historia –sonrió, pero mientras la
enjabonaba trataba de hablar para no escuchar la voz del deseo que
en su interior la llamaba a gritos.
M_ ¿Y de que los conoces tú?, ¿y de qué me conocen a mí? –le
preguntó desconcertada ajena a los sentimientos de Esther.
E_ Pues Dávila nos mandó revisar unos niños, nos perdimos y dimos
con su Fonda, era hermosa, tú y yo estábamos con nuestro estúpido
tira y afloja, y nos acogieron porque se estropeó el coche, pasamos
allí la noche –dejó escapar una sonrisa traviesa-, aunque déjame
decirte que aquella noche hicimos el amor de una manera bestial –
sonrió mientras volvió a enjabonarla-. Fue espectacular.
M_ No lo entiendo –su tono reflejó el asombro que aquella
explicación le estaba produciendo-. Tú y yo...
E_ Eso ya te lo explicaré más adelante, lo importante es que hablé
con Carmen para que me dejará venir a la Fonda, estaba segura que
el aire limpio de este maravilloso lugar te haría bien –comenzó con
cuidado a echarle agua-. Además a ti te encantó.
M_ ¿Y?
E_ Me mandó a esta casa... me dijo que aquí todo iría bien.
M_ Porque a ella le fue bien –dijo tosiendo-. No tiene porque irme
bien a mí.
E_ Claro que sí mi amor, que no te quede ninguna duda, ya sabes lo
cabezota que soy.
Esther comenzó con cuidado a mojarle la cabeza, Maca
agradecía el contacto del agua en su pelo, notaba que aquella ducha
la estaba relajando, el masaje que Esther le había dado mientras la
lavaba le hizo relajar su tensión, comenzó con cuidado a lavar su
cabeza con jabón, cada vez que se acercaba a la zona del corte lo
hacía con mucho cuidado, le preguntaba una y otra vez si estaba
bien, ella asentía porque no le salían las palabras, entonces su
mente como un flash le dibujó una bañera, ella y Esther, besándose,
sonriendo y llenando de caricias lentas sus cuerpos, rápidamente la

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visión se evaporó y llenó su mente la duda, aquella noche
espectacular que habían pasado juntas, no podía recordarla.
E_ Voy a por la toalla mi vida, no te muevas ¿eh? –ella abrió los
ojos y giró su cabeza un poco para captar la figura de Esther
moviéndose con rapidez-. Ya está, ahora gírate con cuidado, vamos.
M_ Me duele la pierna –se quejó amargamente.
E_ Lo sé, tenemos que hacer ejercicios, para fortalecerla.
M_ El brazo Esther –le dijo pues se le había quedado doblado.
E_ Perdona, perdona ya está, ¿qué tal te ha ido, eh? –le preguntó
sonriente
M_ Bien –no la miró.
E_ Ahora voy a darte un buen masaje en el brazo, luego en la pierna
y comenzaremos con los ejercicios –Maca fue a quejarse pero la
atajó-. Sin protestas, sin protestas.
M_ No me pongas delante del espejo.
E_ Vale. ¿Tienes frío? –ella negó con la cabeza- Pues vamos a
empezar.

En el Central, Teresa estaba con un ritmo frenético, la mañana


había sido muy movida y cuando vio ante ella a un chico le pidió
como era costumbre la tarjeta.
P_ Hola, me llamo Pablo venía preguntando por Esther.
T_ ¿Esther? –lo miró enarcando una ceja mientras se quitaba las
gafas
P_ Sí, Esther, ¿sigue trabajando aquí, no?
T_ Pues sí –dijo dubitativa.
P_ Bueno... ¿está o no? –le miraba fijamente con una pequeña
sonrisa.
T_ ¿Y tú quién eres? –seguía mirándolo desafiante.
P_ Es una visita personal, ¿la puede llamar?
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T_ Pues no, como que va a ser que no, no está.
P_ ¿Y dónde puedo localizarla?
T_ Te va a ser difícil porque esta de vacaciones.
P_ ¿Y me puede dar su teléfono?
T_ Vamos a ver, ¿me puedes decir quién eres?, vamos no te voy a
dar el teléfono así como así.
P_ A ver... fui su novio y he venido a vivir a Madrid, quería hablar
con ella el tiempo no ha podido vencer su recuerdo y...
T_ ¡Ah! –murmuró-. Pues mira, has llegado tarde, Esther se ha
casado y ahora mismo está con su pareja fuera... y si me vas a
preguntar cuando va a volver, no tengo ni idea, se ha marchado por
tiempo indefinido. ¡Ah!, y el teléfono no te lo puedo dar. Lo siento,
ahora tengo trabajo.
El chico desapareció ante la mirada de Teresa, aquella visita no
le gustó nada, pero se sintió vencedora al no darle el teléfono,
aunque se quedó con un tanto de zozobra por la visita y el motivo,
no sabía porque.

Esther había cubierto el cuerpo de Maca con una crema


especial para hidratarla después de tanto tiempo en la cama,
mientras la acariciaba la miraba sonriente llenar sus manos con su
piel era un regalo y al mismo tiempo una traición, porque su
corazón y sus emociones se disparaban cada vez que sus manos
recorrían el cuerpo débil de su mujer. Después la había vestido y
abrigado bien para que no se constipara pues seguía estando frágil.
Con una sonrisa en sus labios la sacó hasta el porche, la puso al
lado de una mecedora donde le explicó que se pasaban las horas el
matrimonio y que, desde ese momento sería su espacio para
disfrutar de aire limpio y puro.
M_ ¿Dónde está mi madre? –le preguntó pareciendo estar ajena a
cuanto Esther le contaba.
E_ En casa, con la mía cuidando a Daniel.

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M_ ¿Daniel? –no la miraba.
E_ Sí cariño, nuestro hijo. ¿No lo recuerdas?
M_ Sí –dijo con dudas-. ¿Y por qué no está aquí?, ah, si, porque tú
no lo quieres.
E_ Claro que lo quiero, bueno... vamos a ver, voy a sacar las cosas
para empezar con la recuperación.
M_ No pienso hacer nada –dijo con seriedad mirando al horizonte.
E_ Mira... ¿has visto el gato? –le preguntó porque se había acercado
hasta allí un pequeño gato blanco, con ojos verdes.
M_ Es precioso –sonrió asombrando a Esther que sabía que ella no
era muy de animales.
E_ Espera... ahora veras... –le dijo saliendo con cuidado hacia
donde estaba el minino-. Oye ven, guapo, ¿eres guapo o guapa?...
te lo voy a llevar Maca
M_ No lo vas a coger –le dijo mientras la miraba divertida.
E_ Ya veras como sí, un gato no va a ser más que yo. Oye ven
anda, por favor, necesito ayuda –le susurraba al gato que la miraba
fijamente-. Parece que le gusto ¿eh?
M_ No creo –dijo sonriendo por la pinta que hacia Esther.
E_ Vamos a cambio te prometo darte de lo mejor que haya en la
nevera para comer, ¿te parece bien el trato? –seguía hablándole
bajito al gato-. Maca ya estoy, ven gato, ven.
Cuando fue a cogerlo pensando que tenía ganada su confianza,
el gato le hizo un amago y se marchó con rapidez en el movimiento,
Esther quiso hacer lo mismo pero con la humedad que había en el
césped lo único que logró fue darse un resbalón y caer de culo. Se
dio un golpe tremendo y desde el suelo podía escuchar nítidamente
la carcajada de Maca, aunque acompañada por tos. Se giró con
cuidado mirándola seria, aquello aún hizo reír más a Maca que se
había puesto la mano sobre su pecho porque toda ella se movía y le

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dolía. Esther con cuidado trató de levantarse pero nuevamente se
resbaló y volvió a caer.
E_ No te pases ¿eh? –le decía con el dedo apuntándola, mientras
caminaba hacia ella con gesto serio aunque una satisfacción interna
de ver nuevamente su sonrisa-. ¿Así que te parece divertido, eh?
M_ Que gracia.
E_ Joder me he puesto perdida, voy a cambiarme, y para de reír o
te va dar a algo.
M_ Ha sido estupendo –se reía aún.
E_ ¿Ah si?, quieres que me acerque, así compruebas lo divertido
que es estar toda mojada por traerte el dichoso gatito.
M_ Ni lo intentes –le decía con dificultad.
E_ Vaya... ya no te ríes ¿eh? –se acercaba despacio mirándola
fijamente.
M_ ¡Esther, vale! –pero entonces un agudo pinchazo le cambió el
gesto- ¡Ay!
E_ ¿Qué es, otro pinchazo? –Maca no podía ni contestar solo se
sujetaba la cabeza entre las manos quejándose-. Tranquila mi vida,
tranquila ya pasa, ya pasa.
M_ No lo soporto...
E_ Ya está –se acercó a ella abrazándola con ternura a su pecho-.
Daría todo lo que tengo cariño porque todo esto acabará ya –
durante un buen rato Maca dejó que la abrazara y le besara-.
¿Mejor?
M_ Sí –asintió.
E_ ¿De verdad? –volvió a asentir sin hablar-. Bien, voy a traer las
cosas y me cambio, no podemos perder tiempo.
Se marchó pero antes, la sujetó de la mandíbula mirándola
fijamente a los ojos y dejándole un beso en la frente. Maca suspiró
al quedarse sola y como pudo se frotaba la frente, a veces, notaba
que la visión se le nublaba pero no quería decirlo, lo único que sabía

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era que no quería volver al hospital. Entonces el ruido de un coche
le hizo apartar su mano de su cara y vio como Carmen bajaba del
vehículo con una cesta, y una sonrisa en sus labios de oreja a oreja.
Ca_ Maca cariño, ¡qué alegría verte aquí!, mira todo lo que os he
traído, todo fresco ¿eh?, para que disfrutéis de una buena comida.
M_ Gracias.
Ca_ ¿Cómo estás?, ¿puedo sentarme a tu lado? –Maca asintió-. ¿Y
Esther?
M_ Creo que dentro –le contestó con desgana.
Ca_ Pobrecilla –Maca lentamente giró su cabeza hasta encontrar sus
ojos-. Si, mira Maca a mí no me puedes engañar, sé como te sientes
porque yo estuve como tú, perdida en mis recuerdos, en mis miedos
y mis desasosiegos, en los mismos en los que debes andar metida
tú, y si no hubiera sido por la insistencia de mi marido, que ahí
donde lo ves de bruto es un bendito, no hubiera salido adelante, y
te aseguro que en ese momento yo no lo entendía, discutía, quería
que me dejará sola, pero su insistencia hizo que hoy pueda estar
contigo hablando como una persona normal, andando como
cualquier otra persona... –sonrió porque vio en los ojos de Maca una
pequeña chispa de esperanza-. Esther es el reflejo de mi Fermín,
ella tiene fuerza suficiente para ayudarte y sacarte adelante, pero
escúchame Maca, debes ayudarle, la vida te ha dado una segunda
oportunidad, no la desaproveches cielo, Esther es una persona
maravillosa... y tú también y os merecéis esta nueva oportunidad –
le puso su mano cálida sobre la mano de una Maca que parecía
estar asimilando la información que Carmen le estaba regalando con
su dulce voz-. Ahora no lo entenderás, pero el día de mañana se lo
agradecerás, hazle el camino fácil, ayúdala que necesita de ti.

Durante un buen rato, Carmen compartió con la pareja todo


tipo de vivencias, les contó mil historias divertidas que arrancaban
la carcajada de Esther que una y otra vez era observada con fijación
por Maca, trataba de recobrar en su interior ese amor que a veces le

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aparecía como si fuera el más brutal de los maremotos, arrasando
todo en su corazón y llenándola de una ternura y unas ganas de
abrazarla que la desconcertaban mucho más, que cuando sentía el
profundo rechazo y odio por ella. Y cuando sus miradas se cruzaban
sentía un temblor delicado y tan tierno que le obligaba a respirar
profundamente. Esther estaba allí, no había nadie más, ella había
decidido sacarla adelante y había elegido un lugar maravilloso que si
le hubieran dado a elegir, ella misma lo habría preferido. Tanto la
conocía... tanto la amaba... tanto ¿tan grande era el amor que
existía en ella?, ¿si era así por qué le costaba tanto abrir su
corazón?, ¿por qué le costaba tanto darle un beso, o recibirlo?...
pero ella... seguía allí... a su vera.

Cuando Carmen se marchó, Esther con su cuerpo dolorido por


el golpe, puso una silla delante de Maca, sacó unos libros y también
una pelota de goma, tenían que empezar con sus movimientos, no
podían dilatar más el momento. Esther se acercó a ella lentamente y
la besó con delicadeza, se moría de ganas y no podía estar todo el
día controlando sus impulsos por besarla, de cubrirla de caricias, de
mimos, aunque una y otra vez se encontraba con su rechazo, como
en ese momento que con su gesto, la llenó de desolación, y aunque
trató de no demostrarla su tono de voz salió herido.
E_ No me rechaces así Maca, no tienes ningún motivo –guardó
silencio el mismo que Maca, que además no la miraba. Respiró
profundamente y decidida a no complicar más las cosas cambió
radicalmente su actitud sonriéndole-. Bueno, vamos a empezar,
debes apretar la pelota esta poco a poco para ir tratando de
potenciar la sensibilidad ¿vale mi amor? –le puso la pelota en la
mano ya que ella no tenía movilidad, la miró sonriente esperanzada
en que comenzara con la rehabilitación. Pero su sonrisa se esfumó
cuando Maca cogió la pelota con la otra mano y la lanzó a un lado
ante el gesto de sorpresa de Esther que desconcertada le dijo-.
¿Pero qué haces?...
M_ Te he dicho que no lo iba a hacer.

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E_ ¡Maca! –le habló tapándose la cara con las manos en actitud un
tanto derrotada-. Mira no lo hagas más difícil, ¿vale?, esto no es
fácil para ti pero tampoco para mí.
M_ Pues vete –le dijo sonriendo cínicamente.
E_ Tú no eres así Maca.
M_ Vete y no tendrás que soportarme... no te necesito.
E_ Muy bien, no me necesitas, ¡estupendo!
Esther se levantó y se marchó a la cocina, dejando sola a Maca
en el porche. Estaba nerviosa, todos le habían dicho que iba a ser
muy complejo para ella, pero no pensó que lo fuera tanto, no sabía
muy bien como ayudarla porque todo cuanto le habían explicado
que iba a suceder, para ella era insoportable, la quería comprender,
las palabras de Cruz llegaban a su mente y sin poder evitarlo
sintiéndose vencida rompió a llorar, sentía que no estaba preparada
para estar allí, todos tenían razón, Maca necesitaba ayuda
profesional, las dudas la estaban carcomiendo cuando sonó el
teléfono, trató de tranquilizarse antes de contestar.
E_ ¿Si?
C_ ¿Esther?, soy Cruz, ¿cómo va todo cariño?
E_ Mal Cruz, mal –notó como su pecho sufría un duro pinchazo, sin
duda alguna era la desesperación y la impotencia de ver a Maca así.
C_ ¿Qué pasa?, dime –su expresión mostró como lo había hecho su
tono preocupación.
E_ Es Maca, no hay manera de hacerla reaccionar, ya no sé como
decirle las cosas, cada vez que tengo que hacerle los ejercicios o los
masajes me encuentro con una Maca que no atiende a razones y
solo sabe negarse...
C_ Mira Esther eso ya lo sabías, estás teniendo un pequeño ataque
de desesperación, vamos a ver, lo primero que vas a hacer es
tranquilizarte, ¿vale?

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E_ Tenías razón... no debí traerla aquí –se quejó hablando en un
susurro triste.
C_ Mira ahora no es momento para que me vengas diciendo
tonterías, solo estás pasando un bajón, demasiado pronto pero
bueno...
E_ Es que si la vieras, no sé como hablarle, a veces está bien
sonriente, pero la mayor parte del día se lo pasa seria con expresión
de enfado…
C_ Bueno ya sabes que el golpe ha afectado su parte de emotividad
y lo que le produce son quantum de angustia y cambios de humor,
Esther tienes que acostumbrarte a eso, ¿vas a rendirte ya el primer
día?
E_ No, claro que no –suspiró profundamente-. Lo siento Cruz... es
que...
C_ Es que nada Esther, es normal que te pase esto, pero yo
pensaba que te pasaría en un periodo un poco más largo, no tan
pronto –sonrió.
E_ Es que la miro y me llena una angustia atroz, me gustaría tanto
ayudarla, hacer que todo volviera a ser como antes.
C_ Claro –entonces entró Vilches y le hizo sentarse con una señal
para que guardara silencio-, pero no puedes tener tanta ansiedad
porque todo vuelva a ser como antes, te dijimos que puede estar así
meses, ¿entonces que harás?, no puedes agobiarte, no puedes dejar
que la ansias por recuperarla no te deje entender lo que estáis
viviendo.
E_ Tienes razón... perdona... creo que me has venido como caída
del cielo –sonrió.
C_ Así me gusta Esther, venga, anímate que si decaes todo será
más complicado. ¿Quieres que vayamos a echarle un vistazo?
E_ Como queráis, solo le ha dado un pequeño brote de histeria, esto
esta controlado.

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C_ De acuerdo, ya sabes que si repite puedes darle la medicación
como te dije.
E_ Si, gracias Cruz, gracias por estar ahí.
C_ Estoy aquí porque te quiero, a ti y a Maca –Vilches puso un gesto
de burla-. Aunque Vilches me ponga gesto de burla, es la verdad -
consiguió arrancarle una sonrisa a Esther-. Sabes que puedes
llamarnos a cualquier hora. De acuerdo. Adiós Esther.
V_ ¿Qué pasa?, primer brote de ansiedad.
C_ Sí, creo que ahora es consciente de todo cuanto le pasa a Maca.
V_ Ya lo sabíamos... esto debía llegar, pero yo tengo la solución, si
bien no para ayudar a Maca, si para ayudar a Esther.
C_ ¿Y... piensas contármelo? –se levantó dirigiéndose lentamente
hacia él, sentándose sobre sus rodillas y con voz enamorada añadió-
. ¿O tendré que hacerte chantaje?
V_ Que lista eres, por eso estás a mi lado, por tu inteligencia.
C_ ¡Eres un presumido de la hostia!

En la cocina, Esther estaba con la cabeza apoyada sobre la


nevera, trataba de devolver la calma a su interior, de recobrar todas
las fuerzas necesarias, quizá debería cambiar su forma de actuar,
omitir las crisis de Maca, omitir sus palabras dañinas, todo cuando
sin querer le hacía añicos el corazón. Nuevamente sonó el teléfono,
esta vez era Rosario, volvió a suspirar profundamente no quería
preocupar a su familia, ya lo estaban bastante como para añadir sus
problemas.
E_ Hola Rosario, si está en el porche tomando aire y viendo las
montañas, si espera. No tranquila, todo bien... aunque a veces
bueno... se pone muy nerviosa pero eso ya sabemos que es así –al
salir la vio en la misma postura que la había dejado mirando
fijamente el horizonte-. Maca cariño es tu madre. Te la paso
Rosario.

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M_ Si.
R_ ¿Cariño como estás? –le preguntó ante la atenta mirada de
Encarna y Pedro.
M_ Bien.
R_ Tu padre te manda un beso muy fuerte y Encarna también,
espera que ahora se pone –tapó el auricular y dijo con tristeza-.
Creo que no deberíamos haber llamado.
En_ Hija, ¿cómo estás?
M_ ¡Encarna! –sonrió levemente alertando tanto por su gesto como
por su voz a la misma Esther-. ¿Por qué no estás aquí?, no quiero
estar con Esther... ven...
En_ Hija... –la desconcertó tanto que no sabía que decir y su
expresión llamó la atención de sus padres-. Maca cariño... yo no
puedo estar ahí, hasta que no estés mejor, sé que debes estar
haciendo ya tus ejercicios pero no te preocupes que iremos a verte y
haremos una cena de las nuestras y si Esther se porta mal contigo,
me lo dices –Maca miró a Esther y ya su mirada era diferente-. Que
está hija mía ya sabemos las dos como es –dio una triste carcajada-
. ¡Anda pásamela que me va a oír!
M_ Toma es Encarna –sonrió.
E_ Dime mamá.
En_ Hija –sintió tanta pena por ella que no pudo evitar ponerse a
llorar.
E_ Mamá no me riñas, ¿vale?, si Maca me hiciera caso no estaría
enfadada conmigo, además ahora me voy a poner celosa –sonreía
mientras su corazón palpitaba acelerado al notar a su madre con la
congoja-, al final va a ser más tu hija que yo.
En_ Mi vida, sé fuerte.
E_ Si mamá, lo haré... pero a mi las tortillas no me quedan tan bien
como a ti ya lo sabes... y seguro me riñe –Maca sonrió y Esther
volvió a sentir una oleada de emociones que hasta se mareó-. Si

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mamá, yo también te quiero. Bueno... ya lo has conseguido –fue a
recoger la pelota-, mi madre ya me ha echado su bronca... gracias
corazón –le sacó la lengua burlonamente.
M_ Me encanta mi suegra –sonrió.
E_ Ya, pero estás casada conmigo y me deberías defender y no
provocar que me riña ¡joder! Ala toma, ves dándole a la pelotita.
Le dejó la pelota en la mano y se marchó dentro, no sabía que
más podía sentir, en un segundo un mundo de emociones se habían
acumulado en su interior, la angustia de Rosario por su hija, la
emoción de su propia madre ante la desconcertante reacción de
Maca, su sonrisa sincera y entregada que por un instante pareció la
de siempre cuando hablaba con ella. Se asomó a la ventana para
ver si le hacía caso y una sonrisa esta vez marcó sus expresión
triste, allí estaba Maca ejercitando su mano nuevamente la
tranquilidad llegó a ella.

En el hospital la hora de cambio de turno había llegado,


nuevamente todos pasaron por Teresa para preguntar, y el último
en aparecer fue Vilches acompañado por una Cruz que sonreía
divertida.
V_ Teresa quiero que pasado mañana a las ocho traigas ropa para
pasar dos días fuera.
T_ ¡Uy pero qué tonterías dices! –lo miró asombrada-. ¿Y qué hago
con mi marido?
V_ ¿Qué pasa?, que tú todo lo tienes que hacer con tu maridito al
lado.
T_ ¡Hombre! –protestó-. Además no sé donde me quieres mandar
pero no puedo, tengo mucho trabajo.
C_ Ya te lo dije Vilches –añadió Cruz con su sonrisa.
V_ Pues tú te lo pierdes, tendré que decírselo a otro –hizo un
chasquido con su lengua poniéndose en jarras-. ¿Quién crees tú que
podría acompañar a Esther?

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T_ Un momento –se quitó las gafas mirándolo con los ojos como
platos-. ¿Quieres decir que vaya con Esther dos días?
V_ Vamos a ver, ¿no hablo lo suficientemente claro? –la miró serio.
T_ Pues no hijo, no, no hablas claro. ¿Podría ir?
C_ Claro... digamos que Esther está un poco bajita de moral.
T_ ¿De verdad puedo ir? –apareció en ella una expresión
emocionada.
V_ Bueno... antes está tu marido –levantó las manos en señal de
duda.
T_ Mi marido que se apañe, un par de días puede vivir sin mí.
V_ ¡Vaya yo que pensaba que eras inseparable!
T_ Hijo Vilches, un par de días... –elevó sus hombros feliz.
V_ A las ocho te quiero aquí con una bolsita no muy grande que no
necesitas muchas cosas. ¡Ah!, y si hablas con ella ni palabra de
esto.
T_ De acuerdo, de acuerdo. ¡Ay Dios que alegría! –juntó sus manos
feliz.
C_ Hasta mañana Teresa –le guiñó un ojo Cruz-. Pero ni palabra a
nadie ¿eh?
T_ Descuida, a nadie –se le notaba excitada ante la visita.
V_ Bueno, ya sabes cien euros a que mañana lo sabe todo el mundo
–le dijo a Cruz bajito.
C_ Trato hecho, pero los vas a perder –le dijo segura.
V_ Anda tira, tira, que esta apuesta la tengo ganada con los ojos
cerraos.

Esther se había concentrado para hacer la comida, de vez en


cuando salía sin que Maca la viera y sonreía al percatarse que
seguía con sus ejercicios, comieron sin hablar demasiado y una vez

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terminaron, Esther llevó hasta la cama a una Maca que parecía
cansada.
E_ A la de tres.
M_ Espera –le dijo de pronto-. Acércame a la ventana.
E_ Si, claro.
M_ ¿Y los caballos?
E_ ¿Los caballos? –le preguntó un tanto inquieta.
M_ Sí, mis caballos, deberían estar aquí.
E_ Ya, lo que pasa es que están en el establo Maca, va a llover –le
dijo suspirando nerviosa.
M_ ¡Ah!
E_ Venga vamos a la cama necesitas descansar.
M_ Si.
E_ A la de tres, una, dos y... ¡ay! –se quejó sin poderla levantar.
M_ No tienes fuerza –le decía sonriendo.
E_ Si tengo fuerza, pero me he resbalado.
M_ No te has resbalado, eres muy flojita tú cariño –le acarició la
cara con cuidado.
E_ ¿Sabes qué pasa? –Maca la miró sonriente y con un guiño Esther
le susurró-. Quería tenerte así de cerca.
M_ Ya lo sé... siempre haces lo mismo –acercó sus labios a una
Esther que pensaba iba a morirse de gusto-. Te quiero.
E_ Mi amor –sonrió emocionada-. Yo también, te quiero muchísimo.
M_ Venga ¿a la de tres? –le miró desafiante.
E_ A la de tres –al pasarla Esther se cayó sobre ella pero sin hacerle
daño sonreían las dos ampliamente-. Lo siento Maca.
M_ No lo sientas –volvió a acariciarla-. Anda hagamos la siesta
juntitas.
E_ Esa propuesta me parece de lo mejor, ¿cierro las cortinas?

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M_ No, quiero ver la montaña, cuando era pequeña siempre me
subía allí –señaló un punto en el horizonte, entonces se detuvo con
expresión ceñuda y le preguntó-. ¿Qué te estaba diciendo?
E_ Que cuando eras pequeña subías allí –la miraba con el codo
apoyado sobre la almohada y sonriente.
M_ ¿Y Encarna?
E_ En casa
M_ ¿Qué casa?
E_ La nuestra mi amor, la tuya y la mía –trataba de ser contundente
en sus palabras sin vacilar aunque el cambio de Maca siempre le
afectaba.
M_ ¿Y Teresa?
E_ Pues imagino que trabajando... a ver –miró el reloj-, si
trabajando. Es hora de hacer la siesta mi amor, deja descansar la
cabecita, venga, duerme.
M_ ¿Qué hago aquí? –se borró su sonrisa.
E_ Descansar –le apartó un mechón de pelo de la frente.
M_ ¿Y tú?
E_ Descansar contigo.
M_ Pero si tú no estás conmigo... tú... tú...
E_ Yo estoy aquí a tu lado mi amor, venga haz el favor de dormir,
tenemos que descansar que hoy has estado mucho tiempo fuera –
Maca la miraba fijamente.
M_ ¡Déjame sola! –le dijo de golpe.
E_ Vale... venga descansa... voy a recoger la cocina.

Salió del cuarto con tristeza pero aún no había llegado a medio
pasillo, oyó los gritos de Maca llamándola y corrió a su lado.
E_ Estoy aquí Maca.

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M_ No me dejes, no me dejes –rompió a llorar desesperada.
E_ No te dejo cariño... estoy aquí... –la estrechó con fuerza y
notaba como temblaba.
M_ Me duele la cabeza, no lo puedo soportar.
E_ Espera... voy a traerte una pastilla –decía preocupada mientras
se marchaba aprisa.
M_ No te vayas, no te vayas ¡Esther!, no me dejes ¡Esther!, ¡Esther!
–gritaba como si se hubiera trastornado y se tapaba la cara,
moviéndose de lado a lado.
E_ ¡Estoy aquí! –sus nervios también se habían desatado, verla en
esas condiciones le producía un terrible dolor-. Tranquila, toma,
tomate esto cariño.
M_ No me dejes no lo soportaría, me moriré –parecía que hasta el
habla volvía a costarle, era como si las palabras y todo cuanto tenía
en su memoria se hubiera borrado y lo único a lo que se aferraba
era a ella-. No sé nada, solo que te quiero.
Esther la abrazó llorando como ella, ¡que dura se había vuelto
la vida con ellas!, ¡el destino había jugado demasiado fuerte con
ambas!, pensaba una derrotada Esther mientras arropaba a Maca
acariciándola con toda su necesidad, notaba su temblor, notaba su
desesperación y podía entender que sin memoria, una persona esta
vacía, y ese vacío estaba matando poco a poco la cordura de una
Maca, que con los mimos de Esther y la pastilla, consiguió dormirse.
No se separó de su lado, se acostó junto a aquel cuerpo de Maca, la
acariciaba con delicadeza mientras le murmuraba.
E_ Lo vamos a superar mi vida... aunque este sufrimiento sea
insoportable y me pregunte ¿dónde está mi Maca?, lo
conseguiremos... descansa cariño... yo estaré junto a ti siempre...
toda la vida mi amor... seas tú o tan solo el fantasma de la mujer
que me enamoró... pero no voy a dejarte ni un solo segundo...
hasta que vuelvas, pase el tiempo que pase, estaré aquí.

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Durante toda la tarde, no se movió de su lado, había caído
lentamente la noche, los minutos pasaban lentos y pesados, las
horas eran interminables en la más terrible de la soledad, la visita
de Carmen la sacó de su ensimismamiento, pesado y triste. La hizo
pasar a la habitación, y hablaron en voz baja.
Ca_ Debes tener paciencia, esto es muy duro.
E_ Lo sé, me siento tan impotente.
Ca_ Así es... pero no puedes desfallecer, al menos no delante suya.
E_ Me resulta difícil, llevo casi dos meses desde que todo empezó
tratando de mantenerme a flote, a veces no sé si lo lograré, y
entonces me siento perdida.
Ca_ Con el amor que sientes lo vas a lograr, debes tener paciencia y
Fe en ti misma, tú eres quien la puedes sacar de donde está. Sólo
tú. Pero cuando desesperes no te quedes sola Esther, sabes que
estoy a tu lado y lo que necesites a la hora que necesites me
tendrás.
E_ Carmen, sé que eres una persona maravillosa, pero... ¿por qué
haces esto por nosotras? –le preguntó con un poco de desconcierto.
Ca_ Porque creo en el amor, creo en las personas que en sus ojos
transmiten sentimientos nobles, y aunque vosotras sois... bueno –
agachó la mirada ante la sonrisa de Esther-, yo nunca había tratado
con mujeres así, pero siempre os critiqué sin ser conocedora de
nada, solo pensaba que erais unas viciosas, que era imposible entre
mujeres sentir un amor verdadero, siento si soy sincera pero me
gusta serlo, para bien o para mal.
E_ Y yo te lo agradezco –le sonrió.
Ca_ Os juzgué como supongo que todo el mundo hace, pero me
bastó veros cruzar una mirada para ver que estaba equivocada, me
bastó hablar con Maca para entender lo mucho que te ama, y me
sobró ver tus ojos para poder aceptar a quien Dios puso ante mí, en
la vida nada pasa porque sí, en todo hay un algo y un porque.

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E_ Sin duda así es –miró a Maca pensando en las palabras que le
dijo sobre el destino en aquel mismo lugar-. ¿Pero en nuestro caso
que algo y que por qué?
Ca_ El amor que vi en vosotras, es el mismo amor que veía en los
ojos de mi hijo hacia otro hombre –el tono de voz apareció
totalmente diferente, ante Esther apareció otra Carmen totalmente
distinta-. No lo supe entender, aunque en este pueblo habían casos
de hombres... yo adoraba a mi hijo, fuera como fuera, pero mi
marido nunca lo entendió, así que lo perdí por la incomprensión
tanto de su padre como mía, quizás ese sea el porque desde que os
conocí os llevo en mi corazón, de igual modo que lo llevo a él. Pero
la incomprensión y también la intolerancia nos volvió egoístas y
únicamente pensamos en nuestra vergüenza.
E_ Los padres de Maca también hicieron igual... le costó mucho que
la aceptaran.
Ca_ Yo me lamento todos los días y sé, aunque no me lo diga que
mi Fermín también.
E_ ¿Y no sabes nada de él?
Ca_ Sí –sonrió ampliamente-. Nos manda una carta cada dos
meses, nos dice que está bien que ha conseguido su sueño y ha
montado una peluquería de altos vuelos –dijo orgullosa-, pero todas
las cartas vienen sin remitente, cuando tuve el accidente mi marido
fue a Madrid y lo buscó por todas las peluquerías que encontró,
quería darme una sorpresa y que el verlo me ayudara a reaccionar.
E_ Que tristeza ¿no? –la miró fijamente con sus ojos acuosos.
Ca_ Sí, cuando os vi a vosotras reconocí en vuestros ojos a mi hijo,
y bueno... quizá quise por una vez en la vida, dejar de lado todas
las intransigencias contra lo que para muchos no es algo normal, me
ganasteis el corazón hija, y cuando me llamaste no dude en
ayudarte, como quizá debí hacer a mi hijo y no supe –sus ojos se
volvieron tristes-. ¡Ay Esther!, que difícil es ser madre.
E_ Pues si.

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Ca_ Volviendo a ti, debes luchar por ella y por ti, no bajes la
guardia porque ella te necesita fuerte si te ve dudar, sin querer, te
hará sufrir.
E_ Lo sé, es lo que ha conseguido esta mañana.
Ca_ Bueno rachas vas a tener, pero cuando estés de bajada, me
llamas y te hago compañía.
E_ Gracias Carmen, yo creo que tu hijo debe estar orgulloso de los
padres que tiene y quizás un día pase como con Maca y conmigo,
todo quede en la normalidad que significa amarse dos personas,
sean quienes sean.
Ca_ Dios te oiga, lo pido todas las noches.
Cuando Carmen se marchó, Esther se tumbó junto a Maca, la
abrazó y notó como ella se relajaba, le besó la frente y oliendo su
pelo como tantas veces hacía, se durmió orgullosa y feliz de tenerla
a su lado, de haber sentido ese sentimiento tan fuerte hacia ella, se
durmió pensando en que lo iban a conseguir... se durmió pensando
que era tan afortunada, que no podía volver a desmoronarse nunca
más... allí, entre sus brazos dormía Maca... y le murmuró lo que
tanto acostumbraba
E_ Dulces sueños mi niña...

La tarde había caído alrededor de la casa, la oscuridad había


cubierto todo, tan solo la luz de la chimenea iluminaba el cuarto
donde seguían durmiendo las dos. Esther tenía abrazado el cuerpo
de Maca, que poco a poco fue abriendo sus ojos, en un principio no
sabía donde estaba, le costó reaccionar porque su cabeza andaba a
golpes y demasiado lentos, cuando por fin el efecto de las pastillas
le dejó abrir totalmente sus ojos, notó la mano suave de Esther
sobre su cadera, una calma recorrió su cuerpo, y la tranquilidad
cubrió todo lo que el desasosiego estaba ocupando. Haciendo un
gran esfuerzo se giró hasta quedar cara a cara con ella, estaba
dormida profundamente, la luz marcaba su rostro y una sonrisa
tierna dibujó los labios de Maca, su mano más torpe había quedado

149 ”Adiós Esther” © by ldana


casi bajo su cuerpo, pero tenía la otra libre para poder acariciar
lentamente la mejilla de aquella mujer que seguía a su lado. Sin
poderlo evitar las lagrimas caían de sus ojos, no sabía porque,
aunque buscaba el motivo de su llanto no podía encontrarlo, no era
un llanto desesperado de dolor, ni siquiera le dolía llorar, era un
llanto de emoción una emoción tal, que estaba sintiendo renacer su
corazón, como si la oscuridad que habitaba en él, estuviera dejando
paso a un rayo de luz débil pero intenso que provocaba en ella aquel
bien, aquel rayo de luz se lo mandaba la figura que tenía a su lado.
Haciendo un pequeño esfuerzo más acercó su cabeza lo suficiente
para regalar un beso en los labios fríos y secos de Esther que ante el
roce se despertó suavemente.
M_ Hola –le entregó una sonrisa.
E_ Hola cariño –le contestó con la voz mimosa, se acercó esta vez
ella buscando su refugio, hizo un gesto estremecedor al notar su
presencia y con una sonrisa amplia repleta de felicidad le susurró-.
Que gusto despertarme así.
M_ Abrázame –su tono marcado como un susurro repleto de miedo
y dependencia hizo despegar el cuerpo de Esther del suyo mirándola
confundida más por el temor que notó que por el hecho de pedirle el
abrazo-. Por favor Esther, abrázame.
E_ Mi vida –la abrazó con toda su fuerza repleta de ternura y
dependencia de ella-. No pasa nada estoy aquí.
M_ Tengo miedo, mucho miedo... sólo sé que tengo miedo.
E_ Lo sé, es normal no quiero que te desesperes, yo estoy aquí,
junto a ti.
M_ No me dejes –refugió su cabeza en el pecho de una Esther que
se sentía complacida al mismo tiempo que apenada por el tormento
que sabía estaba sintiendo Maca-. No quiero que me dejes Esther,
por favor.
E_ No voy a dejarte cariño –le sujetó la barbilla mirándola con
adoración y una sonrisa que aunque trató fuera alegre, dibujó lo su
alma sentía, tristeza-. Nunca voy a dejarte ¿me oyes?, aunque tú

150 ”Adiós Esther” © by ldana


quieras que me vaya, no me iré, aunque tú me eches, yo me
quedaré porque eres lo que más quiero en la vida y por ti voy a
luchar hasta que no pueda más. Maca, mírame –volvió a tomarle
con su mano la cara-. Te quiero.
M_ Lo sé –sonrió.
E_ Bien. Cuando te llegue el desespero recuérdalo.
M_ Es que... no puedo recordar Esther –dijo con los ojos rasgados
por las lagrimas.
E_ Para volver a recordar te tengo que ayudar cariño, tienes que
poner de tu parte para hacer todo lo que los médicos nos han dicho,
sé que es duro, pero yo voy a estar a tu lado –le dejó un suave y
tierno beso en los labios trémulos de Maca-. Siempre a tu lado.
M_ Siento si... siento si no sé lo que digo.
E_ No importa, ahora no podemos pensar en eso... ahora debemos
buscar alegría ¿eh? –le sonrió emocionada-, debemos luchar juntas
porque tenemos un hijo y una familia que nos espera.
M_ Daniel –murmuró acurrucándose entre sus brazos.
E_ Si, Daniel. Es precioso y tiene muchas ganas de estar contigo,
necesita oír tu voz mi vida.
M_ ¿Y tú? –levantó su cabeza mirándola.
E_ Yo más, necesito a la mujer que amo más que a nada en el
mundo. Y ahora, vas a esperar aquí, voy a preparar la cena tienes
que comer te tocan las pastillas.
M_ Por favor, no te vayas –le agarró el brazo fuertemente
transmitiéndole un temor irracional.
E_ Mira, ya sé lo que vamos a hacer, voy a prepararte la cena, luego
te abrigaré y saldremos al porche a contemplar la luna tan
maravillosa que hoy manda en el cielo, compartiremos las estrellas
como tanto nos gusta y nos relajaremos, ¿te parece buena idea? –se
apartó de ella sentándose en la cama mientras Maca ponía gesto

151 ”Adiós Esther” © by ldana


confuso. Después de un rato asintió sin decir nada más-. Bien, ya
vuelvo.
Esther se fue a preparar la cena, entonces Maca quiso dominar
sus pensamientos obligarse a recordar cosas, ¿cómo la conocí?,
¿cómo me enamoré?, pero por más que quería recordar lo único que
podía encontrar en ella era la emoción de estar con Esther.
Cenaron viendo la televisión mientras Esther le comentaba
cosas del hospital, una vez terminaron, juntas salieron hasta el
porche. Allí la ayudó a pasar al balancín que había en un lado,
juntas se sentaron tapadas con una manta, Maca guardaba silencio
mientras Esther le acariciaba la mano con ternura.
E_ ¿Es bonita verdad?
M_ Sí –hizo una pausa y después la llamó con un susurro-. Esther.
E_ Dime.
M_ ¿Por qué tengo la visión de que me has engañado?
E_ Bueno... ya te dije que te contaría cuando...
M_ No –la interrumpió y con un tono totalmente angustiado le dijo
mirándola-, necesito que me cuentes ahora.
E_ Está bien –se puso de lado mirándola, la luna reflejaba su luz en
su pelo, Esther se mordió el labio para poder controlar los deseos de
lanzarse a su cuello, besarla y arroparla con su amor-. Yo no te
engañé, todo fue una mentira de Luna y Begoña, que no supimos
ver.
M_ ¿Luna y Begoña? –la miró juntando sus cejas.
E_ Sí, trabajan con nosotras en el Central –Maca asintió-, la verdad
es que me he parado a pensar muchas veces como fuimos capaces
de caer, imagino que el mal momento que habíamos vivido con tu
embarazo, con Jorge... no sé, aún hoy no lo entiendo –dejó salir las
palabras lentamente de su alma, como si le doliera recordar lo
vivido.
M_ ¿Yo te sorprendí?, o...

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E_ No –la interrumpió al ver sus dudas mirándola con ternura-, Luna
llevó en tu ausencia unas bragas horrorosas –acompañó el
comentario con un gesto simpático de manos y cara mientras
sonreía y Maca la acompañó, su sonrisa le daba calma-. Tú las
vistes, yo fui incapaz de decirte que no había pasado nada porque
estaba borracha cuando ella me llevó a casa. No fuiste injusta en
serio –se lo dijo por que vio el gesto serio de Maca. Entonces volvió
a sonreírle, tomándole la mano con delicadeza-. De haber sido al
revés, te aseguro que yo hubiera reaccionado igual. Nos amamos
demasiado como para soportar algo así, algo que además entre
nosotras nunca había hecho el más mínimo atisbo de aparición,
somos la envidia de todo el hospital, de verdad –le sonrió.
M_ Ya –asintió dejándose acariciar.
E_ Me vuelves loca cuando pones esa cara –Maca la miró y sonrió-.
Sé que todo es difícil cariño, pero estoy segura que lo vamos a
lograr.
M_ Me gustaría poder decirte lo mismo.
Hubo un pesado silencio entre las dos, roto por los sonidos de
los animales nocturnos que se hacían dueños del silencio de la
noche. Entonces con un nudo en la garganta Maca le preguntó.
M_ ¿Y si no vuelvo a caminar o a mover la mano?, ¿o me quedo sin
recordar nada?
E_ Lo vas a volver a hacer todo, pero en el caso que no pudieras, yo
estaría a tu lado para ayudarte, yo sería tu mano, tu pierna, tu
pensamiento –se iba acercando a ella con cuidado mientras la
miraba con devoción y le susurraba las palabras como quien canta
una nana-. Yo sería lo que tú quisieras, lo que tú necesitaras...
porque si fuera yo quien estuviera así, estoy segura que tú harías
las cosas mejor que yo.
M_ ¿Tanto te quiero?
E_ Sí, aunque eres un poco cabrona y borde –Maca dio una
carcajada sin saber muy bien porque-. No te rías, es verdad. No
sabes decírmelo, o no quieres porque tú eres así.

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M_ ¿Cómo? –sin darse cuenta al girar la cabeza y verla tan cerca su
mano apretó la de Esther ante el vuelco que le dio su interior. Ella
sonrió.
E_ Maravillosa, la mujer más maravillosa que hay en el mundo, mi
mujer –la besó delicadamente y ella se dejó. Separaron sus labios y
sintió un escalofrío en el cuerpo de Maca-. ¿Tienes frío?
M_ No, supongo que ha sido el beso.
E_ Lo sé –sonrió pícaramente-. A mí me ha pasado igual.
Hubo un momento de silencio, se miraron los ojos unos
sinceros repletos de amor, otros repletos de miedo pero confianza
en la otra persona. Esther acomodó la cabeza de Maca en su
hombro la tapó con sutileza, la estrechó con fuerza mientras
acariciaba lentamente su brazo. El silencio era necesario y lo sabía,
Maca debía acomodar toda la información como si su mente fuera
un diskette en blanco, y sus palabras tuvieran que ir grabándose en
él para devolverle todo cuanto había pasado en su vida. Esther lo
sabía, y sabía que quizá Cruz era consciente de todo esto, y sus
palabras le habían ayudado a entender un poco mejor como debía
actuar, sin tanto agobio, ni desespero, con tranquilidad para que
llegados los momentos de lucidez pudiera ayudarle realmente
porque era entonces cuanto más la necesitaba. Cerró los ojos
echando la cabeza hacia detrás mientras daba una carcajada.
M_ ¿De qué te ríes?
E_ Estaba acordándome de Cruz, y al hacerlo me ha venido a la
mente nuestra última locura.
M_ ¿Hacemos muchas?
E_ Bastantes –ninguna se movió de la postura en la que estaban, la
noche era hermosa, y les estaba regalando un cielo limpio, tocado
delicadamente con algunas estrellas que les hacían guiños de vez en
cuando, ante sus recuerdos, todo acompasaba el momento que
estaban viviendo, y como testigo, la grandiosa luna-. En especial la
última, ¿quieres qué te la cuente?

154 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No sé si debas –entrelazó sus dedos con los de Esther.
E_ Creo que tienes razón –las dos sonrieron tímidamente-. Te
contaré algo mejor. La noche que hicimos la última gran locura, yo
tenía todo preparado para nuestra reconciliación, me pasé toda la
tarde buscando rosas, miles de pétalos de rosas y velas de todos los
colores, llené la habitación, la escalera, lo tenía todo preparado, te
había dejado en la fiesta con un puntito enorme de celos, sabía que
cuando llegaras lo harías con un humor pésimo, pero quería tenerte
así.
M_ ¿Qué me hiciste? –le preguntó confundida.
E_ Bueno, hablé con mi abogado, ese que te viene de vez en cuando
a la mente.
M_ Si –su frente se arrugó ante su expresión de preocupación ante
aquella imagen que se le acentuaba demasiadas veces.
E_ Bien, pues te prepare una pequeña trampa y caíste. Pensaste
que me iba a liar con él. Así que estabas de bastante mal humor,
pero entraba dentro de mis planes porque últimamente, tú y yo
siempre estábamos discutiendo para acabar en la... bueno... no sé
como explicártelo –Maca dio una carcajada divertida que arrancó
otra a Esther-. Pues eso... y yo quería que supieras que te amaba
con locura, que no podía soportar más tiempo las discusiones, las
miradas dubitativas, y nuestros estúpidos celos.
M_ ¿Tú también tenias celos?
E_ Sí, como te he dicho antes, eres algo borde y me querías poner
celosa, bueno, aunque tú directamente no, era Luna, pero a ti te
venía que ni pintado para hacerme sufrir.
M_ Ya. Sigue –se acomodó un poco más sobre su pecho.
E_ Pues todo se quedó allí, preparado por la casa porque tú me
llamaste y me dijiste que no venías.
M_ Joder –murmuró como si realmente pudiera llegar a sentirse
culpable de aquella situación.

155 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Al día siguiente te llevé una sorpresa al hospital, porque
necesitaba pedirte perdón y que me dieras la oportunidad de ser la
familia que tanto ansiabas.
M_ ¿Y mi familia?, por más que pienso no recuerdo la cara de mi
padre.
E_ No te ha sido fácil. Ellos no aceptaban algunas cosas, entre
ellas, a mí –sonrió con pena-. Pero déjame decirte que durante el
tiempo que estuviste en coma, nuestras diferencias han quedado
borradas.
M_ Me alegro –no supo muy bien porque lo dijo, pero le salió del
alma.
E_ Pues como te decía, te dejé en tu taquilla un anillo que a ti te
había gustado mucho cuando lo viste un día que salimos a pasear,
era un antojo me dijiste, ¡me costó una pasta, eh! –sonrió y le dejó
un tierno beso en su pelo-. Pero nada es suficiente para ti, y sobre
todo para que nos reconciliáramos. Teresa dice que somos
cabezotas y orgullosas y por eso ninguna cedía.
M_ Teresa –sonrió-, la recuerdo.
E_ Si, recuerdas a la gente que te ha dado cariño y apoyo.
M_ ¿Por eso no recuerdo a mi padre? –le preguntó con tristeza.
E_ Puede ser... no lo sé... porque a mí no es que me recuerdes muy
bien, ¿eh?
M_ Lo siento, de verdad.
E_ No lo sientas cariño, todo cuanto me dices lo tengo merecido por
torpe, Teresa siempre me decía que un día me arrepentiría de la
tontería que estaba haciendo... y como siempre... tuvo razón.
M_ ¿Sabes?, no sé explicar lo que me pasa, no encuentro las
palabras, pero ahora mismo entre tus brazos noto paz, tranquilidad,
y ahora puedo sentir mi corazón latiendo relajado, pero de repente,
todo se vuelve niebla, como si mi cabeza estuviera vacía, y me dan
ganas de escapar de mi propio pasado –Esther la besó
estrechándola contra su pecho-. Pero si escapo de mi pasado, sería

156 ”Adiós Esther” © by ldana


escapar de ti, y siento no sé como, pero siento que es lo único que
no quiero, alejarme de ti.
E_ Ni yo mi vida, ni yo
Guardaron silencio nuevamente, Esther acomodó la manta
sobre las piernas de Maca que estaba relajada, con los ojos cerrados
compartiendo aquella conversación, sintiendo las caricias lentas de
su mujer, sintiendo que allí justamente allí entre aquellos brazos, se
sentía fuerte, se sentía valiente, se sentía como la Luna, dueña del
mundo. Por más de media hora estuvieron en silencio, hasta que
Esther pensó que ya era hora de despertar a Maca, temió como
despertaría, temió su reacción y antes de llamarla suspiró
profundamente para encontrar las fuerzas si aquel despertar era
diferente a lo que ella esperaba. Sin embargo, Maca continuaba con
su misma actitud. Fueron a la habitación, la cambió, la acompañó al
lavabo, no se miró al espejo y Esther que se dio cuenta, sintió pena.
Una vez en la cama, Maca observaba todo cuanto hacía Esther,
había puesto un pequeño tronco en la pequeña chimenea que tenían
en la habitación, no cerró las cortinas porque la luz de la luna les
daba la visión mágica de la montaña, y aquel espectáculo era un
pecado no disfrutarlo. Maca sonreía porque veía como Esther
luchaba con el tronco que no había manera de que se quedara en su
sitio, y ella renegaba en voz baja pensando que Maca ya estaría
dormida.
E_ ¡La madre que te parió!
M_ Lo tuyo no es el campo –le dijo sorprendiéndola porque era
verdad.
E_ Bueno... ya lo sabes cariño –se acercó a la cama.
M_ Oye Esther, ¿y el anillo?, me he quedado con la intriga.
E_ Pues... espera –fue a su bolso y sacó una caja con un lazo y
papel de celofán rojo-. Mira, así era como te lo iba a entregar.
M_ Pues dámelo, anda ayúdame y me siento.

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E_ Sí, claro –la ayudó totalmente fuera de si por su actitud, aquel
cambió al que no estaba preparada, la había desconcertado tanto,
que se sentía tonta en las palabras que le decía y en sus
movimientos-. Te hacía mucha ilusión –se lo entregó.
M_ ¿Me lo ibas a dar así? –la miró fijamente con su típica sonrisa
vacilante marcada en sus labios.
E_ No, ya te he dicho que era una sorpresa y lo tenías en la taquilla
–le contestó más desconcertada si cabe.
M_ ¿Y qué me ibas a decir? –la miraba con ternura.
E_ Que te quiero, que te quiero mucho y que no puedo vivir sin ti –
le dijo emocionada sin poder continuar.
M_ ¡Ayúdame a abrirlo anda! –sus palabras habían provocado en
Maca un alud de sentimientos interiores, todos bellos, la misma
belleza que le demostraban los ojos enamorados de Esther. Cuando
lo vio se quedó boquiabierta-. Es precioso.
E_ Como tú.
M_ ¿Me lo pones?
E_ ¡Maca!, cariño.
No pudo decirle nada más, sintió como su piel se erizaba, allí
estaba Maca, la Maca de siempre, su reacción la dejó tan fuera de
lugar, que se abrazó a ella rompiendo a llorar, Maca se asustó y la
separó con cuidado mirándola con sus ojos llenos de cariño. Le
limpió las lagrimas con su mano, y con ternura besó sus labios.
Esther no pudo resistirlo y la besó con desmesurada pasión, una
pasión que Maca acogió pero tras unos segundos la separó con
fuerza y le dijo:
M_ Para, ¿qué haces?
E_ Maca yo... –sus ojos la miraban de manera distinta.
M_ Tú... –su voz apareció distinta.
E_ Venga vamos a dormir –tuvo que suspirar delicadamente.
M_ ¿Qué es lo que pretendes, eh?

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E_ Nada, venga duerme, estás cansada hoy ha sido un día duro.
M_ Me duele la cabeza –se quejó.
E_ Por eso, venga recuéstate –la ayudó-. Y ahora voy a apagar la
luz y duermes.
Apagó la luz y la tapó, se recostó ella también aunque
comprendía que no debía ni acercarse otro cambió de humor había
estropeado el momento más bello que había vivido desde hacía
mucho tiempo.
E_ “Joder con el maldito anillo, seguro que esta gafado, mañana lo
echó por el lavabo!” –pensó decaída sin poderse dormir, dio vueltas,
y vueltas y más vueltas sin poder remediar sentir unos nervios
desbocados en su corazón-. ¿Y mañana qué?, ¿cómo despertará?,
mira Esther, tú ahora vive los momentos buenos y olvida los malos,
o de lo contrario te vas a volver loca.. uf Teresa como te necesito”.

Los nervios no la dejaban dormir, y como notó que Maca sí lo


hacía, decidió levantarse, se fue a la cocina, y se sentó allí ante una
taza de leche y un gran trozo de chocolate. La luz del amanecer la
inundó y aún seguía allí, en la misma posición, sin saber cuantas
horas había estado despierta, allí con la pena instalada en su
corazón, y la mirada perdida sin sentido alguno. Un golpe en la
puerta la hizo reaccionar, allí estaba Fermín, miró el reloj eran las
cinco de la mañana, lo miró y percibió su mirada triste, ella le sonrió
haciéndole pasar mientras el hombre dejaba sobre la mesa la cesta
con algunos dulces que Carmen les había preparado como todas las
mañanas.
E_ Buenos días Fermín, ¿le hace un café?, así compartimos esta
maravilla que hace su mujer.
F_ No, gracias, no me gusta molestar –su voz seguía siendo tan
ruda como cuando llegaron aquella noche a la fonda, al recordarlo,
una sonrisa dibujó su rostro.

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E_ No es molestia Fermín por Dios, me apetece invitarle por una
vez.
F_ Está bien –dijo un tanto cortado pues Esther llevaba tan solo el
pijama.
E_ Si no le importa voy a ponerme una rebeca que me he pasado
aquí toda la noche... y ahora tengo frío.
F_ Claro, te entiendo.
Esther fue al cuarto, teniendo la seguridad de que aquel
hombre la entendía de verdad, sus palabras lentas pero
contundentes, pobres pero repletas de comprensión le dieron ganas
de abrazarlo y echarse a llorar. Al volver, vio al hombre en el mismo
lugar que lo había dejado con la mirada perdida.
E_ Ya estoy aquí, Maca aún duerme.
F_ Mejor.
E_ ¿Mejor? –lo miró un tanto desconcertada.
F_ Sí, aunque tú no lo comprendas, pero es mejor.
E_ ¿Por ella?
F_ Por las dos. Yo me pasé noches como tú, muchas noches así
donde no entendía nada, ella no tiene culpa alguna... pero es quien
te va a dar todos los quebraderos de cabeza, es quien te dejará
desconcertada, igual un día es blanco y al segundo siguiente negro
–Esther lo miraba intensamente asintiendo sus palabras-. Lo sé
perfectamente, mi mujer es la persona más maravillosa que he
conocido jamás, nunca me dio un disgusto, ni una palabra más alta
que la otra, excepto cuando estuvimos aquí, por más cosas que
hacía nunca acertaba.
E_ Lo entiendo, a mí me pasa igual –susurró con tristeza.
F_ Pero no te puedes rendir... tu mujer merece la pena igual que lo
mereció la mía –dio un trago al café y esta vez quien la miró
intensamente fue él-. No te rindas, nosotros somos sus ojos, sus
piernas, sus manos hasta sus recuerdos borrados... yo fui eso y

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mucho más hasta que mi mujer volvió a ser ella, tú lo estás siendo
en este momento, cuídate porque ella no puede salir adelante sola.
Tú eres ella, tú eres su seguridad, no desesperes aunque tengas
motivos, cuando a mí me llegaba el desespero salía y cortaba leña,
durante casi un año todos los habitantes de este lugar tuvieron leña
–Esther sonrió tristemente-, pero era mi forma de evadirme, de
escapar de mi propia incomprensión, regeneraba fuerzas, y volvía,
haz algo Esther, pero no bajes la guardia, uno tiene que luchar por
lo que ama de verdad. Y tú la amas mucho más de lo que puedas
imaginar.
Aquel hombre había dejado a Esther con un nudo en la
garganta, sabía que tenía razón y quien mejor que él para darle
aquel consejo, suspiró y estiró su espalda dolorida por la postura de
toda la noche sentada en aquella silla. Aún con las palabras frescas
en su mente de Fermín, se marchó hasta el cuarto, Maca parecía
dormir, boca arriba aunque su expresión ceñuda mostraba que no lo
hacía tranquilamente, nuevas pesadillas debían estar acechándola,
entonces sintió una rabia contra el mundo que le hizo sacudir su
cabeza decepcionada, antes de entrar a ducharse, se acercó con
cuidado hasta ella y le dejó un fino beso en los labios para no
despertarla y crearle más zozobra de la que ya sabía debía estar
sufriendo. Se metió en la ducha pensando en llamar a Teresa,
necesitaba sus consejos pero sobre todo necesitaba su calma para
seguir adelante.
Maca por su parte, al contacto de los labios de Esther se había
despertado, lo hizo poco a poco y saboreando la magnifica visión
que tenía ante ella, pero entonces oyó el grifo de la ducha, sonrió al
pensar quien estaba allí, no tuvo que hacer mucho esfuerzo para
sentarse apoyada en el cabezal pues si bien su pierna operada, no la
dejaba andar, sí le permitía el movimiento de moverse en la cama,
al colocar bien la sábana vio en su dedo el anillo, se quedó fijamente
mirándolo mientras trataba de recordar si lo llevaba el día anterior o
no, hizo un esfuerzo importante pero nada, trató de cerrar los ojos y

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buscar en todos los rincones de su mente el momento en que llegó a
ella.
Enrollada con una toalla, salió Esther que se había olvidado de
llevarse la ropa a la ducha, tal era la necesidad que el agua le
ayudara a reflexionar y a encontrar ese punto de inflexión del que
todos le hablaban, pero que le costaba hacerse con él con los
cambios de humor de Maca. Al salir, la vio sentada con los ojos
cerrados, el pelo suelto caía sobre sus hombros, su rostro mostraba
serenidad y cuando Maca abrió los ojos la descubrió con una
sonrisa, estaba a los pies de la cama con el pelo mojado, las gotas
resbalaban por su cara y esa visión le produjo una oleada de calor
que pensó iba a arder allí mismo en la cama.
E_ ¿Qué haces? –le preguntó asombrada por verla allí sentada
M_ Pensar.
E_ Eso está muy bien –se movió lentamente en busca de la ropa
ante la mirada deseosa de Maca-. Es un ejercicio que tenemos que
hacer hoy
M_ Esther –la llamó con su voz sedosa y ella se giró con gesto
sorprendido-. Ven, no me has dado un beso
E_ ¡Qué torpe soy! –dijo graciosamente mientras se golpeaba
suavemente la frente, gesto que hizo sonreír a Maca y aquella
sonrisa desató los latidos del corazón de una Esther que enloquecía
por momentos-. Tienes toda la razón.
M_ Me tienes abandonada –puso un gracioso puchero.
E_ Soy mala... muy mala...
M_ Si –susurró mientras sus ojos se iban fijando en los labios de
Esther conforme se iba acercando a ella-. Como siempre, muy mala.
Esther no podía evitar una sonrisa en sus labios, tan sólo
pensaba en rozarlos sutilmente, porque no soportaría un nuevo
rechazo como la noche anterior. Se separó tras un beso corto y
suave, pero esta vez Maca no la dejó escapar, tiró de ella con fuerza
sobre sí, Esther la miró desconcertada.

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M_ ¿Siempre empiezas así?
E_ Maca –tragó saliva tratando de controlar sus impulsos por
acariciarla-, ¿estás segura qué quieres seguir?
M_ ¿Cómo me preguntas eso? –la miró fijamente mientras
acariciaba su cara lentamente mirándola con pasión-. No estoy
segura de nada, sólo sé que tengo ganas de que me abraces, me
beses, me hagas el amor.
E_ Creo que no es buena idea –Maca la miró incrédula-. ¡Dios qué
estoy diciendo! –se quejó mientras la besaba con pasión dejando
con cuidado caer su cuerpo sobre ella-. Te quiero Maca, te quiero.
M_ Dímelo otra vez –la apartó de sus labios mirándola fijamente
sintiéndose segura por primera vez.
E_ Te quiero –la besó con sumo cuidado.
M_ Me gustaría poder decir lo mismo, que te quiero... aunque
imagino –hablaba con el deseo marcado en su voz-, que si te deseo
tanto es porque te quiero.
Esther quería ser racional, no podía aprovechar el estado de
Maca, pero no podía, en su interior se acometía una batalla entre
detenerse y sus deseos, entre recobrar la cordura que ella si tenía y
las maravillosas caricias que una Maca entregada dejaba sobre su
piel, aquella lucha la estaba llevando a la locura de la pasión, sus
bocas se besaron apasionadamente recorriendo cada rincón, Maca
suspiraba con fuerza mientras se acomodaba en la cama y Esther
devoraba con devoción lentamente su piel, mientras sentía como su
pecho iba a saltar de tan fuertes que eran los latidos de su corazón.
Separó su cuerpo, su cara quedó a escasos centímetros de la de
Maca, que la miraba con la respiración agitada quería estar segura
de lo que estaba pidiéndole.
M_ Creo que... te necesito más de lo que imaginaba.
E_ Maca mi vida –su respiración era un tanto jadeante-, me muero
por ti, no puedo más, te necesito cariño, necesito que me ames
como siempre, que me quieras Maca, por favor...

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M_ Y yo Esther –exhaló un fuerte suspiro-. Quiero sentirte, mi
cuerpo necesita sentirte –insistía con pasión-, te está llamando a
gritos Esther, te deseo.
Con un movimiento suave, Esther besó los labios de Maca que
comenzó a acariciarle con ternura su espalda desnuda, sus caricias
eran lentas pero firmes, tanto que de vez en cuando según le iba
provocando el placer, clavaba sus uñas con delicadeza pero la fuerza
suficiente para provocar un pequeño gemido en Esther, que
entregada a la pasión de hacer feliz a Maca, de entregarle cuanto
tenía en su corazón, no se percataba de lo que estaba realmente
sucediendo. Fue cuando Maca llegó a su éxtasis con un grito repleto
de goce que lo acompañó con una caricia sobre la cara de una
Esther extenuada cuando se dio cuenta, la estaba acariciando con su
bazo derecho, como si de repente hubiera recuperado todo el
movimiento, como si en el instante de amarse un milagro se hubiera
producido en aquel cuarto que estaba recibiendo los rayos del sol.
M_ Esther –murmuró extenuada.
E_ Maca, cariño –la besó con ternura no era capaz de decirle nada
sobre su brazo, realmente, no era capaz de decirle nada que pudiera
atormentarla o cambiar su actitud en aquel maravilloso momento,
sentía un miedo feroz a romper la magia que se había creado
nuevamente entre ellas. Bajó con cuidado de su cuerpo y le susurró
con la voz repleta de afecto-. Te quiero.
M_ ¿Siempre acabamos igual? –le preguntó manteniendo sus ojos
penetrantes en los de Esther.
E_ ¿Cómo?
M_ Tan... así... tan... –no tenía fuerzas de seguir hablando porque
mientras la miraba sus ojos se iban cerrando.
E_ Siempre mi amor... siempre –le besó nuevamente.
M_ Esther –murmuró antes de dormirse.
Fue entonces cuando se levantó con cuidado, y todavía sin
poder creer lo que había pasado descolgó el teléfono.

164 ”Adiós Esther” © by ldana


C_¿Esther?
E_ Perdona Cruz, ¿te he despertado?
C_ No, no me iba hacia el Central –le dijo un tanto desconcertada-.
¿Ocurre algo?
E_ Sí verás –dudó en decir realmente como había surgido todo-.
Bueno me da un poco de corte... pero...
C_ ¿Qué pasa?
E_ Mira, anoche Maca tuvo un cambio de humor tremendo, pasó de
estar dulce y cariñosa, a odiarme en un solo segundo.
C_ Aja, sigue –se detuvo con el coche pues entendió que su
consulta podía ser delicada y quería prestarle toda su atención.
E_ Hoy, cuando he salido de la ducha... pues... ella estaba sentada
sobre la cama, lo había hecho sola –su tono mostraba su gran
incertidumbre.
C_ Bien –asintió con gesto concentrado.
E_ Luego... bueno... hemos hecho el amor, no sé si ha sido una
imprudencia –le dijo sintiéndose culpable.
C_ ¿Por qué? –le preguntó con tono serio.
E_ ¡Vamos Cruz! –le protestó como si se hubiera ofendido por la
pregunta.
C_ De vamos Cruz nada, Maca está perfectamente puede hacer el
amor, es más, sentirse amada puede ayudarle.
E_ Es que esto es lo que quería comentarte, mientras estábamos en
ello –dijo un tanto apurada cerrando los ojos-, pues, ella movió su
brazo derecho con total normalidad.
C_ Ya.
E_ No sé, no le dije nada me da miedo decir algo que pueda
provocar en ella un giro y todo se vaya al traste.
C_ Ese brazo, lo tiene en esas condiciones por su cerebro, la clave
esta en recuperar la emotividad, es como su propio castigo ante la

165 ”Adiós Esther” © by ldana


situación, ella no recuerda nada –Esther la escuchaba atentamente
mientras la observaba desde el pasillo-, y su manera de castigarse
es bloqueando alguna parte de su cuerpo.
E_ Quieres decir, que mientras hemos hecho el amor ¿ella ha
recuperado su memoria?.
C_ No, ha recuperado una parte de sus sentimientos, de su
emotividad estoy segura que si despierta quizá no recuerde lo que
ha pasado, y su brazo continuara quieto. El cerebro es un mundo
apasionante por descubrir Esther, para bien o para mal.
E_ De acuerdo, esto es como si nada hubiera ocurrido hasta que ella
recupere totalmente su mente, su brazo continuara igual.
C_ Puede ir y debe ir recuperando su movimiento, no te digo que
no, pero recuerda que su mente está completamente difusa.
E_ No hace falta que me lo recuerdes, lo vivo cada segundo –le
murmuró apenada.
C_ Lo sé. ¿Estás mejor?
E_ No lo sé Cruz, creo que sigo tan difusa como su mente –sonrió
triste-, pero no pienso rendirme.
C_ Muy bien, me alegro, de verdad Esther.
E_ ¿Entonces Cruz, crees que he hecho bien? –se le notaba
confundida.
C_ Más que bien Esther, Maca necesita mucho amor.

Al colgar, entró en la habitación Maca dormía profundamente,


ella se desnudó y se metió en la cama, abrazó su cuerpo mientras la
besaba y le murmuraba.
E_ Eres mi reina... te quiero mi amor... te quiero...
Durante un buen rato estuvo acariciándola, observándola,
recordando por ella tantos momentos compartidos, a veces se le
escapaba una sonrisa, y muchas más, sentía la necesidad de
besarla, Maca se dejaba querer, sentía por primera vez que estaba

166 ”Adiós Esther” © by ldana


segura, notaba el cuerpo de Esther junto a ella, y buscaba su
refugio, escuchaba como muy lejanas las palabra que de vez en
cuando le dedicaba, sentía sus manos frías recorrer su rostro, y la
paz que había desaparecido de su interior se instalaba en ella, de
vez en cuando abría los ojos para llenarse de Esther, cuando lo
hacía fundían sus labios tranquilos, suaves y delicados en finos
besos, habían entrelazado su mano apretaban con fuerza como
tratando que nada pudiera separarlas. Los suspiros entregados por
amor, iban llegando de manera más continuada, las palabras de
Cruz habían conseguido quitar de la mente de Esther que había
cometido una locura. Fueron momentos inolvidables después de
todo lo acontecido, no era necesaria la pasión con la que se habían
amado con anterioridad, tan solo era necesario un beso, una
mirada, una leve caricia, un gesto de complicidad, una sonrisa.
E_ Cariño tienes que desayunar... tenemos muchas cosas que
hacer... no podemos quedarnos aquí todo el día.
M_ No quiero que te vayas –la miró fijamente necesitada de ella.
E_ No me voy a ir te lo aseguro, tenemos mucho que hacer.
Esther se levantó separándose lentamente de ella, dejándole
un beso en la nariz con una amplia sonrisa, y Maca al quedarse sola,
cerró los ojos se abrazó a la almohada que contenía el perfume de
su mujer y murmuró con felicidad.
M_ Esther...

En la cocina una Esther risueña preparaba contenta la bandeja


de Maca con flor incluida, esperanzada tomó la bandeja entre sus
manos y se dirigió con paso ligero hasta la habitación, al entrar vio
que Maca dormía y un gesto de incertidumbre se dibujó en su
rostro, “¿cómo se despertará?”, pensó. Dejó la bandeja sobre la
cama vacía, con cuidado se acercó a ella gateando, se tumbó y le
dejó un beso fino y tierno con la amplia sonrisa marcada en sus
labios, la sonrisa que le daba la felicidad de cada mañana poder
hacer lo mismo, tenerla viva junto a ella. Maca se movió con

167 ”Adiós Esther” © by ldana


cuidado quejándose, algo que hizo ver a Esther que su despertar no
tendría nada que ver con su actitud anterior. Se separó para no
disparar sus nervios al verla allí tan cerca, después, la miró
fijamente con esa expresión seria que se había instalado en su
rostro y que hacía que Esther comenzara a sentir un pequeño dolor
de estómago.
E_ Buenos días te traigo el desayuno –le dijo con amabilidad
sonriendo pero Maca no contestó-. ¿Puedes levantarte o te ayudo?
M_ Puedo –su voz amarga le hizo entender que volvía a ella un
nuevo cambio de humor.
E_ Está bien... te he traído el desayuno.
M_ Ya me lo has dicho.
E_ Vale... –se bajó de la cama bordeándola y poniéndose a su altura
mientras le arreglaba los almohadones en su espalda en silencio. Le
puso la bandeja y añadió-. Estoy en la cocina si quieres algo me
llamas, tienes que tomarte los calmantes, hoy probaremos a
ponerte en pie.
M_ Llévate esta chorrada de la flor.
E_ Claro.
M_ ¿Qué pasa?, ¿qué como a los locos me das la razón a todo? –la
miró con desprecio en sus ojos.
E_ No, simplemente no quiero discutir, no quiero que te afecte
nada, tienes que estar tranquila, no quieres flor, pues me llevo la
florecita.
M_ Hasta que no te pierda de vista no lo estaré... ¿cuándo te vas? –
dio un bocado a la tostada.
E_ Desayuna mi amor...
Al salir se apoyó en la pared tomando aire, sabía que volvía a
ser la misma otra vez, y temía que si recordaba lo que había pasado
entre ellas, su reacción fuera violenta contra ella. Estaba un tanto
desesperada y no se le ocurrió nada mejor que llamar por teléfono.

168 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Teresa?
T_ ¡Esther cariño qué alegría!, ¿le ocurre algo Maca? –preguntó un
tanto nerviosa.
E_ No Teresa –no pudo evitar su desanimo.
T_ Es a ti, ¿qué te pasa cariño? –le preguntó cerrando los ojos con
pena por ella.
E_ Uf, no sé ni por donde empezar, son los trastornos de Maca me
van a volver loca y necesitaba hablar con alguien.
T_ Debes tener paciencia hija.
E_ Ya, pero tú no sabes como es esto de duro.
T_ Lo imagino... ¡oye! –abrió los ojos-, ¿y por qué no llamas a su
madre y que vaya contigo?.
E_ Verás Teresa... yo había pensado que si... bueno... ¿tú no
puedes venir? –le preguntó con tono un tanto melancólico ante su
ausencia.
T_ ¿Yo? –su tono retransmitió una alegre sorpresa mientras sonreía-
. No puedo cariño... ya sabes estoy muy liada con la casa, mi
marido, el trabajo... ya sabes...
E_ Ya, lo sé, lo siento Teresa no quería...
T_ No mujer, no te disculpes ¡ya me gustaría a mí poderte ayudar
hija!.
E_ Lo sé -sonrió agradecida.
T_ Mira ahora te tengo que dejar pero prometo en cuanto tenga un
hueco llamarte, ¿vale?, y te cuento chismes.
E_ No tienes remedio Teresa, pero me encanta –sonrió ampliamente
entonces oyó como Maca le daba un grito-. Lo siento tengo que
dejarte me está llamando a gritos.
T_ Venga ve. Pobrecita –murmuró.
C_ ¿Oye Teresa has visto la historia del paciente del coma etílico?
T_ Sí, la ha cogido Laura

169 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Vaya. Oye, ¿qué pasa te encuentro triste?
T_ Acabo de hablar con Esther –hizo un gesto con su cabeza y su
rostro apenado.
C_ ¿Y?, ¿ha pasado algo? –la miró intensamente.
T_ No, no, solo que está un poco desanimada, necesita ayuda creo
yo.
C_ ¿Le has dicho que vas? –preguntó un tanto asustada pensando
en su apuesta.
T_ No, ¡qué te crees que no sé guardar un secreto!, ¡anda vamos!
C_ Más te vale Teresa –le dijo bajito al oído mientras le estiraba de
la manga graciosamente.
T_ Desde luego... yo no sé que se piensan que soy –se puso las
gafas y continuó con su trabajo sacudiendo graciosamente la
cabeza.

Mientras en la casita de la montaña, Maca había terminado de


desayunar, Esther le retiró la bandeja sin apenas cruzar ni mirada ni
palabra alguna con ella, cuando volvió, la vio sentada con los ojos
cerrados, sabía que debía estar esforzándose por recordar algo,
sabía que estaba poniendo de su parte en ese sentido, y aunque a
ella no le comentará nada, estaba por el buen camino para ir
recuperando recuerdos. Se acercó con sigilo y con voz baja y
conmovida ante su gesto la llamó, Maca abrió los ojos y se quedó
mirándola fijamente.
E_ Venga levanta que tenemos que hacer muchas cosas.
M_ No voy a levantarme aún.
E_ Maca no me lo pongas difícil, por favor –su tono fue suplicante.
M_ ¿Te lo pongo difícil? –la miró desafiante con gesto triunfal.
E_ Sí, mucho.
M_ ¿Y aún así no me dejas?

170 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Ni puedo ni quiero dejarte –le contestó lentamente tratando de
ser convincente tanto en sus palabras como en su gesto.
M_ Vamos a ver, ¿puedes decirme por qué narices ahora que yo no
quiero ni verte, no me vas a dejar?
E_ Lo siento cariño, siento si no quieres verme, te prometo que una
vez estés bien y si sigues pensando lo mismo me marcharé de tu
lado –la miró con la mirada triste y voz apagada-. ¿Contenta?
M_ Eso espero. ¿Qué tengo que hacer doctora?
E_ No me toques las narices ¡eh!, ni me vaciles ni te pongas borde –
le señaló con el dedo hacia su cara.
M_ Que miedo me das.
E_ Por favor levanta. Tienes que ponerte de pie –le habló con
esmero nuevamente.
M_ ¿Cómo?, ¿con una pierna que no me sirve y un brazo que no
responde?
E_ En eso estamos, si no fueras tan cabezota, y me hicieras caso,
estarías ya de pie hace días.
M_ Que lista eres –le espetó.
E_ Si, por eso te casaste conmigo, cariño –esta vez quien sonrió fue
ella de manera triunfante.
M_ No seas borde, ¿vale? –la miró desafiante y con voz crispada.
E_ Vale –sonrió y entonces cuando Maca estaba sentada en la cama
se le acercó y le dijo susurrando-. Me encanta cuando te enfadas
conmigo, ahora mismo te besaría hasta ahogarnos de placer.
M_ Ni lo intentes –la separó con su mano.
E_ Te quiero –volvió a susurrarle para elevar nuevamente la voz y
con tono animado decirle-. ¡De pie, pon tus manos en mis
hombros!, vamos cariño.
M_ ¡Puedes dejar de decirme tonterías!
E_ Venga ¡arriba!

171 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¡Ay! –se quejó al apoyar la el pie en el suelo-. Me duele.
E_ Claro tienes que aguantar solo unos minutos, vamos haz fuerza
con tus manos en mí.
M_ No voy a poder, ¡me voy a caer! –le gritó.
E_ No te caes yo te sujeto.
M_ ¡Me caigo Esther!
E_ Haz fuerza, ¡vamos Maca coño pon de tu parte! –le decía
nerviosa tratando de no demostrarle que ella también estaba
asustada.
M_ No puedo, no puedo me voy a caer.
E_ ¡Qué no te caes!, aguanta, venga... puedes hacerlo cariño,
vamos –le decía haciendo fuerza mientras Maca se quejaba. Con
cansancio tanto por los nervios como por el esfuerzo le ayudó a
sentarse-. ¡Ya Maca!, venga siéntate.
M_ ¡Ay qué dolor! –se quejó con un gesto amargo.
E_ Mi vida, muy bien, muy bien estoy convencida que pronto
podremos recuperar ese movimiento.
Con un gesto instintivo de amor se le echó al cuello
abrazándola feliz con una sonrisa, después sin pensarlo depositó sus
labios en una Maca que ni siquiera hizo el mínimo gesto para
responderle. Con desconcierto se separó tratando de no demostrarle
su dolor.
E_ Vamos otra vez.
M_ No.
E_ Venga Maca tienes que hacer diez minutos ahora, diez luego y
diez a la noche, tenemos que hacer rehabilitación y...
M_ ¿Si lo hago te callas?
E_ Completamente, vamos que no vuelvo a decirte nada –al ver el
gesto que Maca hizo para levantarse agregó divertida-. Bueno antes
que deba callarme te diré –Maca puso cara de fastidio agachando la
cabeza-. Luego te ducharé y nos iremos a comer.
172 ”Adiós Esther” © by ldana
M_ ¿A comer? –seguía ese gesto adusto instaurado en ella.
E_ Sí eso he dicho, ¿hablo chino?
M_ Dices tantas tonterías que casi sí. ¿Dónde vamos a ir? –la miró
desconfiada.
E_ Es una sorpresa –le guiñó graciosamente un ojo-. Vale, en pie y
me callo.

Volvieron a repetir el mismo ejercicio y esa vez aguantó un


poco mejor el rato que tuvo que estar en pie. Después Esther la
ayudó a ducharse, le lavó el pelo nuevamente con un masaje que
volvió a crear en Maca mil dudas y mil preguntas sin hallar
respuesta, cada vez que Esther le rozaba la piel era un torrente en
su interior de sensaciones contradictorias, por eso le pidió que
aligerara que tenía frío y quería salir pronto de allí, el lugar donde
más trampas le mandaba su corazón a su cabeza. Le secó el pelo
con cuidado para que no se constipara al salir, la llevó hasta el
porche, cogió una mochila cargándola en su espalda y después la
cesta que Fermín le había traído de parte de Carmen se la puso en
sus piernas con su gesto molesto el cual, omitió con una sonrisa.
E_ Bien, ahora nos vamos a ir a un lugar que me ha dicho Carmen,
está cerca y es precioso, tú lleva la cesta.
M_ ¿Pretendes llevarme con la silla?
E_ Claro, ¿algún problema? –la miró sonriente.
M_ Seguro me tiras, joder como pesa esto –protestó.
E_ ¡Cómo te voy a tirar!, ¡tontita!, con lo que yo te cuido. Vamos, tú
relájate y disfruta de todo cuanto veamos.
La ilusión de Esther la ayudó a pasar por el camino que Fermín
la tarde anterior había limpiado para que no tuviera problemas en
llevar la silla. Iban en silencio compartiendo los cantos de los
pájaros, la visión maravillosa de tanto bosque, hasta que llegaron al
final del camino.

173 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Y ahora qué? –le preguntó con tono entre divertido e irritado.
E_ Pues ahora... tendremos que girar hacia la derecha –dejó la silla
frenada y miró hacia donde Fermín le había dicho. Su gesto
mostraba felicidad, se agachó hasta su altura mirándola con
ternura-. Prometo darte la mejor comida que has tenido en los
últimos tiempos, tú, yo, y esta maravilla.
Maca guardó silencio, cuando Esther empujó la silla a los pocos
metros vio un riachuelo y una explanada de césped con flores de mil
colores alrededor, su gesto era de asombro y aunque trató de
controlar sus emociones no pudo más que dejar escapar un
murmullo de sorpresa.
E_ Sí, parece hecho para ti, únicamente para ti –se quitó la mochila
el sol se colaba por las hojas de la gran arboleda que había-. Bien,
en la cesta está el mantel, me lo das.
M_ No puedo.
E_ ¿Y si lo intentas?, venga... –la animó sonriente.
M_ Te he dicho que no puedo ¡y no puedo!
E_ ¡Ay hija que impertinente te pones!
Maca guardó silencio, quiso contestarle pero no supo hallar las
palabras adecuadas, aquello volvió a asustarla aunque últimamente
podía controlar un poco más aquellos fallos de memoria. Con mirada
severa vio como Esther abría el mantel de cuadros y lo ponía sobre
el césped en un trozo de sombra.
E_ ¡Qué mono!, es como los que salen en las pelis.
M_ ¿Vamos a estar mucho tiempo aquí?.
E_ Ya veremos –fue sacando de la mochila unos libros que alertaron
a Maca-. ¿Por qué no te relajas?, vamos a pasar un día tranquilo en
plena naturaleza, como a ti te gusta.
M_ ¿A mí me gusta? –la miró dubitativa.
E_ Pues claro, a ver, ¿por qué crees que estamos aquí?, ¡sabes qué
odio esto con tanto bicho! –se sacudió la mano dando un pequeño

174 ”Adiós Esther” © by ldana


grito que hizo a Maca poner un gesto desesperado, pues una
pequeña oruga se le había subido por los dedos-. ¡Qué asco!
M_ ¿Qué más me gusta?
E_ Pues te encanto yo –le sacó la lengua graciosamente-. Vamos
ahora vas a sentarte aquí conmigo.
M_ Estás loca –murmuró incrédula y ante su mirada con un tono
que heló la sangre de Esther le dijo-. No creo que tú me encantes
tanto, si fuera así, debería estar tranquila a tu lado, en paz, y lo
único que me apetece es no verte más, ni escucharte, ni tener que
soportarte.
E_ Pues ya ves, vas a tener que aguantarte, ¡venga abajo!, apoya la
pierna y después despacio te siento.
Maca obedeció a disgusto, se sentó con un pequeño quejido
sobre el mantel, Esther comenzó a sacar un par de almohadones de
la cesta y uno de la mochila, todos aquellos gestos hacia ella eran
los que conseguían hacerle temblar, su desespero entonces era
mayor, porque sus palabras no coordinaban con sus sentimientos,
entonces otro pinchazo en la cabeza le hizo doblegarse, Esther como
siempre acudió a ella veloz, la abrazó pues comprendía que el dolor
era insistente y le besó con ternura.
E_ Ya mi vida, ya.
M_ ¿Por qué me pasa esto? –le dijo con la voz trémula por el dolor.
E_ Mira Maca –la separó mientras le separaba el pelo con suma
devoción de la cara-, no tienes que preocuparte todo está siguiendo
el rumbo esperado, te llevaste todo el golpe en la cabeza, ya te lo
dije, te ha afectado a tu lado más sensible, la emotividad, imagino
que cuando quieras controlar tus emociones no debes poder hacerlo.
M_ Si, eso es –la miró elevando sus cejas mirándola fijamente y le
habló con voz desalentada-. Quiero recordar y no puedo, quiero
controlar la pasión, el miedo, el odio, el amor... –agachó la cabeza y
Esther con su mano en la barbilla le obligó a mirarla-. ¿Cuánto va a
durar este tormento?.

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E_ Tienes que poner de tu parte Maca, sé que no es fácil pero si no
lo haces... todo será mucho más largo y peor. No sé si puedas
controlar esto pero... –le dejó un beso suave en sus labios y se
retiró sin ser correspondida-... pero te quiero.
Colocó todo con cuidado sobre la manta, había un libro de
Pediatría que Maca reconoció pero no supo muy bien de donde,
después sacó una manta y tapó sus piernas con dulzura, Maca la
miraba pero no decía nada aún le quedaba el dolor en su cabeza y lo
que más le apetecía cuando le pasaba aquel intenso dolor era el
silencio y en parte agradecía que Esther así lo entendiera. La
miraba, estaba guapa, con un suéter de lana naranja con su melena
recogida en una coleta y unos vaqueros gastados, le hizo suspirar su
visión, hasta que de repente la vio que se ponía de un impulso en
pie y le decía.
E_ Maca cariño voy a acercarme al riachuelo, a ver si pudiera
llevarte...
M_ ¿No te caerás dentro del agua? –la miró intensamente pero muy
seria.
E_ Gracias mi amor por preocuparte de mí, pero en el pueblo yo era
la más aventurera de todos, jamás me caí –le acarició con ternura la
mejilla mandándole un besito por el aire.
M_ No me preocupo por ti, me preocupo porque si te caes, ¿quién
me lleva a mí?
E_ ¡Anda que cara! –protestó poniéndose en jarras-. Así es mi niña,
toda preocupación por ella misma, y a mí que me den, pues que
sepas –se arrodilló nuevamente sobre la manta mirándola con una
sonrisa repleta de felicidad-, si me ahogo que te quiero, te he
querido y te querré siempre –la mirada de Esther pasó de ser afable
a intensa pero sabía que no debía alterarla demasiado-. Y si no me
ahogo, también.
M_ Vete al río, déjame un ratito en soledad.
E_ Piensa en mí, mi amor, como dice la canción piensa en mi...

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Esther se marchó con la sonrisa en los labios y unos deseos de
besarla que le estaban ahogando, cuando llegó al borde se agachó
cogiendo algo, Maca aunque trataba de no mirarla, no podía evitar
llenarse de su figura, le hacia gracia su forma de andar, de mirarla
desde la distancia con una sonrisa entregada únicamente a ella y se
preguntó de que manera se enamoró de ella, quien comenzó y quien
dio más, porque aunque quería no podía recordarlo.
E_ Maca, ¡hay un montón de piedras!, ya sé que haremos, las
vamos a pintar, ¿te apetece? –Maca omitió la respuesta y Esther
alzando la voz imitándola dijo-. Sí, me apetece. Vale Maca, voy por
ellas tendré que adentrarme si me caigo ya sabes... te quiero, ¿me
oyes? –Maca sonreía pero no contestó y volvió a contestar ella-. Sí
te oigo y te quiero.
M_ Estás loca –le dijo de repente sorprendiendo a la misma Esther
que apunto estuvo de caer-. ¡Cuidado!, deja de hacer tonterías a ver
si al final vamos a tener un disgusto –le riñó.
E_ Lo tengo todo bajo control mi amor –le gritaba-. Voy a pasar al
otro lado... allí deben haber más.
M_ Que pesadita con las piedras... como se caiga a ver que hago –
murmuró un tanto preocupada mientras se apoyaba contra un árbol
que tenía detrás, se arregló como pudo con un brazo el almohadón y
se acomodó mirando hacia el lugar donde había visto por última vez
a Esther. Como no la oía durante un buen rato se incorporó un poco
en la manta alzando la vista-. ¡Esther!, Esther joder vale ya de
hacer la tonta.
Pero Esther no contestaba, sus nervios se dispararon sin poder
controlar su interior, comenzó a sentir un miedo atroz, se puso a
temblar y salió de su pecho un grito llamando a Esther que salió
corriendo del otro lado de río.
E_ Estoy aquí, ¿qué te pasa? –cruzó corriendo al verla así, tanto que
cayó al agua-. ¡Joder!.
Salió del agua hasta llegar a Maca que se estaba muriendo de
la risa al verla dentro del río, Esther que iba con los pantalones

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mojados se detuvo mirándola un tanto enfadada pero al verla reír
con su maravillosa sonrisa, su gesto de enfado se transformó en una
enorme carcajada que resonó por todo el bosque.
E_ No te burles ¿eh?, ha sido culpa tuya –le hablaba sonriendo.
M_ Te dije que caerías.
E_ Estaba buscándote lavanda, te encanta el olor ¡y mira cómo me
he puesto!, ¿se puede saber porque me has gritado así?
M_ No lo sé –decía riendo sin parar.
E_ Bueno... si al menos sirve para ver tu maravillosa sonrisa, me
vale –trató de secarse y al final decidió quitarse los pantalones.
M_ ¿Pero qué haces? –la miró divertida sonriendo.
E_ ¿No pretenderás que me quede con el pantalón mojado?
M_ ¿Y si viene alguien?
E_ ¿Te importa que me vean en bragas mi amor? –se sentó a su
lado apoyando su espalda en el árbol como ella estaba.
M_ Para nada, paso.
E_ Bien, pues entonces me pondré aquí mientras se secan, y
empezaremos con la rehabilitación –tomó un libro y se lo entregó-.
Venga a leer.
M_ ¿Pero que te piensas que no sé leer? –la miró un tanto enfadada.
E_ Claro que sabes leer, pero tenemos que hacer trabajar a tu
memoria, tienes que leer y después decirme lo que has leído.
M_ ¿Me tomas el pelo? –la miró seria.
E_ Para nada mi amor –le sonrió.
M_ No pienso leer como si estuviera idiota, ¡no te jode!
E_ Bueno algo es algo, ya dices palabrotas... que hasta ahora
parecías una monja.
M_ Pues la otra mañana creo que no lo fui ¿no? –la miró
intensamente tanto que parecía que sus ojos le estaban juzgando.

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E_ No sé a que te refieres, lee –trató de no mirarla pues seguía
sintiéndose culpable por darle amor.
M_ Claro que lo sabes... sólo espero que no lo vuelvas a hacer –su
voz sonaba dura.
E_ Tranquila. Lee.
M_ No me gusta que me mandes.
E_ Ya, pero lee –insistía divertida. Maca cogió el libro con mala gana
y comenzó a leer-. No, así no, en voz alta.
M_ Mira, ¡ya estoy harta, eh!, de verdad tengo unas ganas de
largarme de aquí, no te lo puedes imaginar –protestaba
enérgicamente tanto que su expresión estaba tornándose dura y
Esther se percató, también como Maca trataba de respirar y
controlar su furia y eso le dolió más saber que continuaba librando
su batalla particular-. ¿No te vas a ir nunca?
E_ Nunca –le dijo segura-, venga lee.
M_ ¡Ay qué joderse! –entonces Esther le cogió el brazo que aún
seguía sin movimiento-. ¿Y ahora que haces?
E_ Mientras lees, te daré el masaje, así vamos adelantando.
Maca se calló, respiró hondo y comenzó a leer, al principio
dudaba de las palabras, después se atascaba desatando más sus
nervios pero el tacto de las yemas de los dedos de Esther en su piel,
podían controlar el descontrol, aunque no así su desconcierto ante la
lectura, cuando Esther le preguntó que había leído, no supo que
decirle y rompió a llorar.
E_ Vamos Maca cariño... no te preocupes... tienes que poner de tu
parte, esto va a ser así, pero te aseguro que poco a poco lo vas a
superar –la abrazó y notaba su desconfianza-. Yo estoy contigo, no
podemos desanimarnos cariño.
M_ No puedo leer... ¿cómo voy a trabajar?
E_ Ahora no pienses en eso –pasó su brazo por detrás de la espalda
de Maca acercándola con delicadeza sobre su pecho buscando su

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tranquilidad mientras con suavidad dejaba un beso en su pelo-.
Mira, eres como un niño pequeño a quien hay que enseñarle a leer,
a comprender, y es lo que vamos a hacer... si quieres aquí, aquí, si
quieres irte a otro lugar iremos a otro lugar, si quieres ir a China te
llevaré, pero tenemos que superar esto mi vida... nos tenemos la
una a la otra y eso es lo importante, no lo olvides –hizo una pausa y
al ver que Maca no protestaba y se dejaba acariciar añadió con voz
un tanto trémula por la emoción y el miedo que la embargan al ver
que no podía ni siquiera recordar lo que acababa de leer-. Ni
tampoco olvides que en casa nos espera Daniel.
M_ ¿Por qué no tengo el sentimiento de madre?, ¿por qué ni
siquiera lo recuerdo?, tan mala madre he sido.
E_ Eso no es verdad, ni lo pienses no te lo permito... poco a poco
irás recuperando tu información, vamos a ir grabándola, quiero que
leas un poco más y te prometo contarte todo lo que tú quieras
saber.
M_ No me hagas leer por favor –le rogó cerrando los ojos.
E_ Venga, siempre has sido una tía valiente Maca, ¡joder tienes que
poner de tu parte! –sonreía-. Yo confío en ti, todos confían en ti.
Maca separó su cuerpo del pecho de Esther, comenzó a leer
después de sonarse bien, pues el llanto se había apoderado de ella,
y no había manera de detenerlo, Esther la miraba triste, tanto la
risa como el llanto, aún no podía controlarlo. Trataron durante un
buen rato de adelantar pero no consiguieron mucho, cuando Esther
vio que se desesperaba cambió, le quitó el libro, le dejó el brazo y
sirvió la comida sobre la manta. Una vez terminaron, Esther fue a
comprobar su pantalón y al ver que ya estaba seco se lo volvió a
poner, entonces le dijo a una Maca que mantenía la mirada fija en la
tierra.
E_ ¿No es una maravilla Maca?, estamos en medio de un paraíso.
M_ Sí –dijo distraída.
E_ ¿Y la comida?, esta Carmen es fabulosa.

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M_ Sí –volvió a hablar mientras levantaba su mirada dirigiéndola
hacia las montañas como si en ellas pudiera encontrar algo que
buscaba-. ¿Y mi casa?, ¿por qué no me has llevado a la Sierra?
E_ Demasiados recuerdos.
M_ Es lo que necesito –la miró contrariada-. ¿O esos no te
interesan?
E_ ¿Por qué dices eso?
M_ Porque me fui allí cuando tú estabas con Luna.
E_ Sí es verdad te fuiste –volvió a desconcertarla esa memoria
selectiva que parecía ir en su contra.
M_ ¿Cómo nos conocimos? –cambió nuevamente su tono y Esther
que no conseguía acostumbrarse a sus cambios suspiró aliviada.
E_ Pues en el Central, tú me mirabas con unos ojitos que me hacías
temblar de pies a cabeza.
M_ ¿Tenías novia?
E_ No, yo solo había estado con hombres.
M_ Claro, por eso estás con el abogado –asintió haciendo un gesto
un tanto de rabia.
E_ Pues no, no estoy con nadie que no seas tú. Pero mira te contaré
algo, ¿recuerdas cuando nos besamos la primera vez? –ella negó
con la cabeza-. Pues desde entonces me tienes embobadita, no hay
ni hombre ni mujer que pueda doblegar este gran amor que me has
enseñado a sentir. Lo demás, es todo mentira.
M_ ¿Cuánto tiempo llevamos juntas?, no recuerdo nada ¡que fuerte!
–Esther sonrió y ella la miró enfadada-. No tiene gracia, ¿no?
E_ Claro que no la tiene, pero ya vas volviendo a recuperar tus
palabras, eso me alegra –se acercó a ella acariciándole el pelo.
M_ Tengo frío.
E_ Ven –se arrimó a ella tapándola pero ella se resistió-. Esto te
encantaba, mis abrazos, te volvían loca y que decirte de tus besos,
mira, nadie me había besado como tú, ni me habían hecho vibrar
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como tú –bajando la voz en un emocionado susurró le dijo-, eres mi
reina.
M_ Seguro que te lo estás inventando para ganar mi confianza.
E_ No cariño –le habló con toda la tranquilidad que pudo-. Mira, voy
a ayudarte a recordar otras cosas, ¿vale?, no voy a hablarte de mí.
M _Claro... –dio una pequeña carcajada y con tono irónico añadió-.
No te interesa.
E_ Cierra los ojos y escucha el canto de los pájaros, y mira que cielo
tan maravilloso, Dios nos pone cosas para disfrutarlas y nosotras
discutiendo.
Maca se calló, Esther también.

Habían pasado unos minutos cuando Maca que estaba apoyada


sobre el tronco del árbol abrió sus ojos y giró su cabeza fijando su
mirada sobre una Esther que dormía placidamente, la observó con
detenimiento, allí estaba a su lado, como siempre desde que había
despertado y según su madre le había contado, desde que había
ingresado en el hospital. Suspiró mirándola con una sonrisa triste,
cuanto le gustaría poder recobrar todos los sentimientos de amor
por ella, cuanto le gustaría poder abrazarla sin sentir que una burla
se armaba en su interior, que un intenso pinchazo cubría su alma
sin poder controlar todo cuanto le provocaba. Al mismo tiempo era
consciente que tan solo una persona que amara a otra de una
manera entregada y total, sería capaz de hacer todo lo que estaba
haciendo Esther por ella. Apartó de su frente un mechón de su
cabello que le molestaba la visión de aquel rostro tranquilo, que
nada tenía que ver con el rostro que reflejaba pena y dolor al verla
sufrir, nada tenía que ver con la expresión de desespero que a veces
se le acentuaba en sus arrugas en la frente cuando ella le gritaba, o
cuando veía que no era capaz de reaccionar ante un estímulo como
era la lectura. Suspiró acomodándose en los almohadones que la
dejaban descansar más cómodamente sobre aquel hermoso y gran

182 ”Adiós Esther” © by ldana


árbol, ¿así de fuerte sería su amor?, quiso pensar que sí, y con ese
pensamiento cerró sus ojos.

Mientras en casa, los padres continuaban preocupados la


recuperación de Maca por lo que Esther les iba explicando, todas las
noches los llamaba para contarles alguna mentira piadosa, ellos lo
sabían y por ese motivo Pedro había ido hasta el hospital para
hablar con Vilches. Lo esperaban las dos mujeres sentadas en el
sofá de la casa hablando de ellas con un café en sus manos.
En_ ¡Cómo las extraño! –dijo suspirando Encarna.
R_ Si, además sé que debe ser para Esther muy duro y me siento
culpable por no poder ayudarla.
En_ Vamos Rosario, no digas eso, ambas sabemos que es lo mejor
para ellas, sin duda es necesario recuperar todo lo que este tiempo
tan tontamente fueron perdiendo.
R_ Esa Luna –murmuró con rabia.
En_ Yo siempre dije que era mentira, pero las niñas ya no estaban
muy bien, de otro modo, sé que tu hija no hubiera creído ni palabra.
R_ Tienes razón, sólo espero que cuando todo sea tranquilidad no
pase nada más que las pueda separar.
En_ La vida siempre te crea problemas, y si no son de ese tipo,
serán de otro, nadie tiene la vida fácil.
R_ Nunca pensé que diría esto pero... echo de menos a Esther, su
risa, su mirada sé que es lo que mi hija necesita, ella es su mejor
medicina.
En_ Mi hija es así, y tu hija maravillosa, son una pareja de las que
hay pocas... estoy muy orgullosa de ellas, de verdad.
R_ Yo también, te lo aseguro Encarna, reconozco que me ha costado
aceptar todo lo que pasó, y te admiro a ti por la sencillez con que
acogiste la noticia, me hubiera gustado estar a la altura de mi hija,
sé que le hicimos daño.

183 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ No creas que para mí fue fácil, me pasé muchas noches
desvelada pensando donde había fallado para que mi hija actuara
así, hasta que un día vinieron a comer aquí, yo hice de tripas
corazón, no quería darles más problemas, prefería tragármelos yo,
tuve suficiente con aquella comida, la manera que Maca la miraba,
me ganó rápidamente, yo sólo quería ver a mi hija feliz, y fue lo que
vi –dijo elevando sus hombros en señal de aceptación.
R_ Pero supiste verlo, yo no... yo antepuse todo lo nuestro a su
felicidad, espero que ahora todo sea diferente y pueda pedirle
perdón. Mira ya está aquí Pedro –se levantó esperando ver al
hombre entrar en el comedor-. Hola cariño
P_ Hola, Encarna –la saludó con seriedad después de besar a su
mujer.
En_ ¿Qué ha dicho Vilches? –se incorporó un poco en su asiento.
P_ Bueno... mañana irá Teresa van a darle una sorpresa porque al
parecer Esther está pasando como nos temíamos un mal momento –
las mujeres se cruzaron sus miradas y un gesto de rabia-. Vilches la
reconocerá, según vea nos dirá si podemos ir o no.
En_ Es algo normal que mi hija se venga abajo de vez en cuando –
trató de convencer a Rosario para que estuviera tranquila-. Pero ella
es fuerte.
P_ Espero que todo esto pase pronto y os prometo que en cuanto
estén bien, les pago un crucero por todo el mundo, se lo están
ganando.
En_ Caray, un crucero –murmuró Encarna abriendo sus ojos como
platos
R_ Yo creo que nos lo hemos ganado todos Encarna –le dijo
sonriendo ante su reacción.

La pareja dormía con total tranquilidad, cuando Esther notó


como por sus piernas algo andaba, estaba medio dormida pero
podía distinguir perfectamente que eran como cuatro patas, se

184 ”Adiós Esther” © by ldana


desplazaban cautelosamente y ella pensó que debía estar sumida en
un sueño. Sin embargo cuando abrió sus ojos, oliendo su nariz
estaba el gato que le había provocado su caída el día anterior, del
grito que dio, el animal salió corriendo como alma que lleva el
diablo, tal fue, que Maca se sobresaltó pensando que algo grave le
había ocurrido, se sentó mirándola.
M_ ¿Qué ha pasado?
E_ ¡La hostia!, el gato de ayer, estaba oliéndome la nariz –se quejó
sacudiéndose la ropa.
M_ Te tiene manía.
E_ Eso debe ser –se estiró y miró el reloj exclamando como loca-.
¡Pero oye sabes que hora es!
M_ Pues no, aunque mire el reloj soy incapaz de acertar –habló
decaída.
E_ Ni más ni menos que las seis de la tarde, no hemos merendado
está oscureciendo y tú y yo durmiendo, ¡perfecto!
M_ Yo estoy enferma, tú eres quien debía cuidarme mejor.
E_ ¿Ah, qué lo hago mal? –le preguntó mirándola fijamente con una
sonrisa repleta de incredulidad.
M_ Te has dormido –sonó a reproche su voz.
E_ Claro, no dormí la noche anterior.
M_ No lo dirás por mí, ¿no?
E_ No, claro, no lo digo por ti, venga levanta.
M_ ¿Estás de coña? –su tono apareció hiriente.
E_ Me encanta cuando me dices esos tacos –sonreía divertida.
M_ Si no me ayudas no voy a poder.
E_ Claro que vas a poder, debes estar otra vez un poco de pie como
está mañana.
M_ No puedo, me duele mucho –dijo mostrando su cansancio.

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E_ Pareces una niña pequeña –ante su mirada agregó sonriente-. No
paras de quejarte, venga vamos –le cogió los brazos-, tú haz fuerza
con la pierna buena, y la mala te ayudará, vamos.
M_ Pero Esther, no entiendes que no tengo fuerza para levantarme
con la pierna –su tono cada vez era más fuerte y alborotado.
E_ La tienes que ir formando, y si no lo haces o lo intentas al menos
seguirá vaga. A la de tres.
M_ Me voy a caer, ya lo veras.
E_ Vamos, una dos y tres, ¡arriba!
M_ ¡Ay!
E_ ¡Oh!
Maca tenía razón, no pudo levantarse y no solo eso sino que se
cayó y con la fuerza arrastró a Esther sobre ella quedando las dos
en el suelo, Esther sobre Maca que se había golpeado la cabeza.
E_ Dios mío lo que te faltaba, a ver si pasa como en las pelis.
M_ Me haces daño, ¡aparta! –trató de empujarla.
E_ Maca cariño –le susurró pues estar sobre ella le hacía perder su
control-. No me hables así, sabes que me muero por ti por favor –
repitió con ternura mientras le dejaba una caricia en el rostro.
M_ Esther... –su voz sonó tan suave como la seda al desgarrarse.
E_ ¿Qué? –susurró también como ella, mirándola a los ojos y
acercándose poco a poco a sus labios.
M_ Por favor...
E_ Te quiero –posó sus labios suavemente sobre los de Maca que no
reaccionó.
M_ No puedo besarte –le dijo mirándola a los ojos, en ellos veía
amor verdadero.
E_ Claro que puedes... te aseguro que si –volvió a besarla sin
dudarlo, la besó profundamente, tanto que Maca necesitó apartase

186 ”Adiós Esther” © by ldana


un poco para poder coger aire y respirar, porque en esa ocasión, sí
había respondido a su beso-. Ves como sí mi amor. Vamos.
Esther la ayudó a levantarse en silencio. Y Maca se mantuvo
por unos segundos con sus manos apoyadas en los hombros de una
Esther exultante.
E_ Ves como si Maca, vamos, vamos, aguanta un poco.
M_ Me duele.
E_ No pienses que te duele, piensa en Daniel te está esperando
cariño, venga hazlo por él. Eso es –cuando vio que flaqueaban sus
piernas, la abrazó con toda la fuerza que le dio la emoción de verla
de pie. Se separó y la ayudó a sentarse en la silla, la tapó con cariño
y por último poniéndose en cuclillas le susurró ante su gesto
desconcertado-. Eres lo mejor que tengo en la vida, te quiero, estoy
segura que podremos mi amor, volverás a ser la de siempre. Te
adoro mi niña guapa.

No hubieron más palabras durante el trayecto, Maca porque


pensaba en lo ocurrido, volvieron a ella los deseos como en la
ducha, como la noche anterior, volvió a ella la emoción de sentir los
labios de Esther sobre los suyos, y por el camino una sonrisa
iluminaba su rostro, estaba feliz, aunque no supiera muy bien como
demostrarlo, como hacérselo notar. Por su parte Esther, estaba
segura que algo había cambiado en el interior de Maca mientras la
había besado, pudo notar como su tensión se relajaba, aquello la
animó. Sabía que debía darle tiempo, pero sobre todo hablarle
mucho de todo menos de ella, quizás esa sería la manera que poco
a poco su mente fuera trabajando como le habían recomendado en
el hospital, pero pensó, no sabían ellos como era el carácter de
Maca. Una sonrisa se dibujó en su rostro esperanzadora, había
recuperado su esperanza ahora ya sabía que era duro, pero aquellos
pequeños detalles merecían la pena.

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Una vez cenaron, lo hicieron en silencio sin hablar mucho,
cruzaron dos preguntas y dos respuestas monosílabas. Pero una vez
terminaron Esther decidió que había que poner en marcha toda la
rehabilitación posible.
E_ Vamos al comedor –la llevó en la silla de ruedas.
M_ Quiero acostarme.
E_ Todavía es pronto... así que mejor estar aquí un ratito con la
chimenea tan maravillosa que tenemos –sonrió poniendo el freno en
las ruedas-. Ahora te vas a pasar aquí al sofá te estiras aprovecho
para masajear la pierna y lees otra vez.
M_ Mira, sólo te digo una cosa –la miró tan fijamente que Esther
entendió que ni siquiera parpadeó para recriminarle su
pensamiento-. Puedes hacer lo que te dé la gana, pero de ninguna
de las maneras, voy ni a leer ni a hacer nada. ¿Te ha quedado
clarito?
E_ Mucho –contestó poniendo gesto serio.
M_ Ya lo sabes.
E_ A ver... dame la mano buena y haz fuerza para pasarte al sofá.
M_ Pero vamos a ver Esther... –su tono mostró cansancio-. ¿Tú no
me entiendes?, te he dicho... que no pienso hacer nada.
E_ Ya lo sé, y no vas a hacer nada porque todo te lo voy a hacer yo,
guapa –le guiñó un ojos sonriéndole.
M_ Que tía más pesada, ¡joder!
E_ Vamos, a la de tres.
M_ Mejor deja tranquilas tus cuentas, que para como nos ha ido.
E_ No te quejaras –le dijo con voz amorosa-. ¿No te ha gustado el
besito? –ante su mirada hizo un gesto de seriedad y tiró de ella
tomándola con decisión por la cintura-. Te me estás quedando muy
flaca Maca, tienes que comer más.
M_ Tus guisados son pésimos.

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E_ ¡Ay señor! –suspiró sentándose mientras hacía un gesto de
desespero-. Dame la pierna, ¿a ver si te parece que esto también lo
hago mal?
Guardaron silencio mientras Esther comenzaba a masajear su
muslo, apartando la falda que llevaba Maca, ésta tenía los ojos
clavados en el fuego, no quería mirarla, estaba con su gesto tan
característico de los últimos días, máxima seriedad. Entonces como
si se tratara de un monólogo, Esther comenzó a hablarle.
E_ ¿Maca, sabes que la semana que viene es nuestro aniversario? –
ella ni contestó ni miró-. Sí, siempre celebramos el día que nos
acostamos por primera vez, el 19 de Noviembre –sonrió
mordiéndose el labio al recordar aquella ocasión-. Me acuerdo los
nervios que tenía, ¡dios creo que fue peor que mi primera vez!, pero
tú fuiste tan maravillosa, tan tierna y tan apasionada a la vez. Ese
día lo tenemos que celebrar a lo grande hacemos cinco años, cinco
maravillosos años a tu lado. Y cuando estés mejor que no necesites
la silla, iremos al mar –Maca la escuchaba pero no se lo
demostraba-. ¿Te duele?
M_ No.
E_ Bien. Javier es un gran cirujano. ¿Te acuerdas de él?
M_ No.
E_ ¿Cómo qué no?
M_ ¡Cómo que no Esther!, como que no –protestó.
E_ ¿Y de Cruz?, ella te gustaba –Maca la miró y Esther le afirmó
graciosamente con la cabeza-. Si, pero me conociste a mí y caíste a
mis pies.
M_ ¿No será al revés?
E_ Aún así con amnesia eres una presuntuosa –le sacó la lengua.
M_ ¡Ay!, ¡me has hecho daño!
E_ Perdona, perdona –se disculpó-. Si, aún me acuerdo cuando
entraste al hospital y todos te llamábamos la pija.

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M_ Esther, me duele la cabeza, ¿podrías callarte?
E_ No, quiero que recuerdes cosas, y si no quieres leer pues te lo
tendré que hacer entender yo.
M_ ¿Si leo te callas?
E_ Joder Maca, con lo que te gusta oírme hablar y ahora no paras
de mandarme callar.
M_ Pues mira, sí, ¡anda pásame lo que sea para leer!
E_ Los poemas de Benedetti, tú me los diste a mí cuando estuve a
punto de morir –Maca la miró fijamente-. Si, y tú me cuidaste, muy
bien...
M_ ¿Qué te pasó?
E_ Tuve un accidente con el helicóptero, Javier y yo, pero la peor
parte me la lleve yo, bueno el piloto murió –Maca puso un gesto que
le demostró que estaba haciendo un esfuerzo por recordar-. No te
moviste de mi lado, y me mimaste que ni te cuento.
M_ No lo recuerdo –dijo lentamente
E_ Bueno, no importa, ya te vendrá a la mente... vamos ahora a
leer.
Durante un rato Maca trató de leer, pero le resultaba difícil y se
enfadaba, por más que Esther le dijera que debía tener paciencia y
no desesperarse, ella no podía controlar ese lado suyo que se volvía
contra todo, incluida ella misma. Una vez terminó, como le dolía la
cabeza y estaba cansada decidió acostarse, Esther la desnudó y la
ayudó a acostarse. Verla desnuda y no poderla tocar, le llenaba de
ardor el alma, por esa razón decidió darse una buena ducha, al
entrar al cuarto de baño hizo un gesto de rendición a su deseo, no
podía callarlo era inútil, Maca despertaba en ella el lado más visceral
y no podía omitirlo, era demasiado evidente en su cuerpo, deseaba
besarla, hacerla suya y llenarla de su amor, de caricias, de besos
lentos, de palabras bellas... en cambio lo único que podía hacer era
darse una buena ducha fría, y pensar en otra cosa para sacar de su
mente aquella obsesión que era Maca.

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Se había acostado, cada una a un lado de la cama sin hablarse,
Esther no se había atrevido a darle el beso de buenas noches, ni
siquiera se había atrevido a rodear su cuerpo con sus brazos, sabía
que por propio egoísmo a su miedo descontrolado, Maca la dejaba
dormir con ella, pero ya le había reprochado su actitud aunque
había sido provocada por la misma Maca sabía que le iba a costar
hacerle entender aquella situación. Prefería para no alterarla dejarla
que ella misma estuviera tranquila y por lo menos descansara de
forma correcta para su mente. Sin embargo fue Maca quien le
preguntó sacándola de estos pensamientos.
M_ ¿Duermes?
E_ No –ninguna varió su posición en la cama.
M_ ¿Por qué tengo la visión confusa de decirte adiós?, mientras noto
como si me arrastraran.
E_ Es lo que pasó –se giró poniéndose boca arriba con los brazos
extendidos a ambos lados de su cuerpo, sin tocar a Maca que
también estaba en la misma postura-. El hombre tenía un cuchillo
en tu cuello, él arrastró de ti y lo último que me dijiste fue adiós
Esther.
M_ ¿Y qué pasó después?, ¿el accidente? –parecía hablar tranquila.
E_ Sí, se saltaron un alto policial y el coche salió despedido para tu
suerte, tú también. Llegó la ambulancia y Vilches que iba con ella te
estabilizó aunque llegaste muy mal.
M_ ¿Y? –parecía decidida a saber.
E_ Te operaron a vida o muerte, al salir Cruz me dijo que estabas
en coma, fue lo más duro que he vivido hasta ahora en mi vida.
Tenerte allí pero tú en tu mundo del silencio, sin poder hacer nada,
era una impotencia que... era insoportable.
M_ ¿Mis padres estaban? –preguntó sin mirarla pero reconociendo
en su voz el dolor por lo que habían pasado.

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E_ Claro, tus padres, mi madre, todos los compañeros del hospital,
fuiste la protagonista por muchos días, hasta que te volvieron a
operar, y bueno...
M_ ¿Qué?
E_ ¡Joder Maca! –protestó suavemente-. Me hace daño recordar
aquello.
M_ ¿Por qué?
E_ Porque sufrí mucho, sufrimos mucho. Vilches quería retirarte el
respirador, yo me negué muchas veces porque prefería tenerte allí
de aquella forma, al menos podía acariciarte, besarte –se puso un
nudo en la garganta que siempre estaba ahí hasta cuando tan solo
lo recordaba-, no sé, todos me decían que me estaba volviendo loca
y debían hacerte la prueba. Así que a mi madre se le ocurrió
tenderme una trampa, me sacaron del hospital y te retiraron el
respirador, sin mi autorización, claro –Maca sintió ese dolor en su
voz, y Esther notó como la mano de Maca alcanzaba la suya
apretándola fuertemente, como si por un momento supiera que
necesitaba su tacto para seguir-. Me dijeron que podías estar así
días, meses o años, pero nada me importaba yo sabía que ibas a
volver, ¿recuerdas cuándo te hablábamos?
M_ No, solo recuerdo que me desperté, y tú estabas allí.
E_ Claro –bajó la voz para susurrarle-, eres mi vida, ¿cómo no iba a
estar allí si sólo me importabas tú? –entonces suavemente le tomó
la mano entre las dos suyas-. Creí volverme loca, hasta había
preparado todo en caso que tú murieras.
M_ ¿Mi entierro? –le preguntó confundida.
E_ No, mi muerte –lo dijo lentamente y Maca se estremeció-. Sabía
que sin ti no podría vivir pero sobre todo, no quería vivir.
M_ Pero... ¿y Daniel?
E_ Ya... –sonrió triste aunque se alegrara de escuchar el nombre de
su hijo en su voz-. Pensé que tú no lo harías, si hubiera sido al
contrario y mira que recé para que hubiera sido así, sabía que tú lo

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superarías... yo no Maca... necesito vivir a tu lado, hemos perdido
mucho tiempo en tonterías, mucha vida en común por ser unas
cabezotas ante una mentira... y eso lo aprecié mientras te veía
consumirte en aquella cama –Maca suspiró mientras Esther le
besaba las manos-. No quería vivir sin ti... así de sencillo.
M_ Abrázame.

Pasaron la noche abrazadas, durmieron bajo la luz del fuego de


la chimenea, unidas sin separar sus cuerpos, tan solo de vez en
cuando Esther se despertaba, levantaba su cabeza y dejaba un beso
suave y fino en el rostro de Maca, que andaba enfrascada en sueños
sin sentido, y casi siempre el beso de Esther llegaba en el peor de
los momentos, entonces... Maca suspiraba tranquila, porque le había
regalado la calma más brutal que un ser humano podía entregar...
sin embargo aquella noche donde los recuerdos habían fluido y los
sentimientos, habían aflorado la piel, fue una noche de pesadillas y
miedos.
Esther estaba sumida en los recuerdos, se había separado del
cuerpo de Maca, se movía nerviosa y llegaba un momento en el que
Maca desaparecía por una puerta con un cuchillo en su cuello, sabía
lo que venía después, sabía el sufrimiento que iba llegar después de
aquel adiós, quería llamarla pero su garganta no dejaba fluir su voz,
no podía decirle que la quería mientras la figura de Maca iba
diluyéndose, entonces con la respiración jadeante y un dolor en su
pecho, pudo sacar la voz y un grito atravesó la noche, tal fue su
fulgor que hasta el tronco de la chimenea cayó impulsado por el
dolor de aquella voz.
E_ ¡Maca!, ¡Maca!.
M_ Cariño... Esther... Esther –la sacudió preocupada al ver su
desazón le dijo con la voz repleta de ternura-. Estoy aquí mi niña...
estoy aquí.
E_ Maca –se abrazó a ella mientras trataba de controlar
nuevamente la respiración.

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M_ Ya está –sonrió acariciándole la cara-. Ya ha pasado.
E_ Lo vi tan real... otra vez todo...
M_ Lo has recordado, anda ven, ponte en mi pecho y deja que te
abrace.
E_ Maca mi amor...
M_ No pasa nada... estoy aquí y te prometo que nunca me iré –le
murmuró llenando de paz a Esther que escondió su rostro en el
pecho de una Maca tan desconcertada con su propia reacción, como
con la de Esther-. Te quiero.
Esther no pudo evitar emocionarse, levantar la cabeza y
mirarla haciendo un pequeño puchero. Maca le sonrió y le dijo
divertida
M_ Quizá mañana no lo recuerde o quizá si, pero gracias por estar a
mi lado y gracias por quererme así
E_ Maca –no pudo evitar ponerse a llorar mientras Maca la besaba-.
Te quiero
M_ Lo sé, y ojalá lo sepa mañana, y pasado y el resto de mi vida
E_ Lo sabrás, porque te lo demostraré todos los días... te lo aseguro
M_ Duerme cariño... estoy aquí.

En el Central, la actividad comenzaba a ser frenética, pero si había


alguien más frenética que el resto, era Teresa, no podía controlar la
emoción en su corazón de poder ir a ver a sus niñas como decía,
esperaba impaciente a Vilches que al verlo entrar acompañado por
Cruz fue en su busca.
T_ ¡Vilches llegas diez minutos tarde!
V_ No me toques los cojones Teresa –le replicó.
T_ No seas ordinario ¡Vilches!
C_ Haya paz, ¿no pensaréis ir todo el viaje discutiendo?

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T_ Cruz, es que vamos a llegar tarde y tengo muchas ganas de
verlas.
V_ Joder, llegar tarde dice... pero si son las ocho de la mañana...
C_ Venga iros, ¿lo llevas todo Vilches?
V_ Sí, además he cogido alguna pastilla para Esther... según como
la vea haré.
C_ Pues venga –le dio un beso-. Ves con cuidado por la carretera,
oye Teresa y vale ya que me estás poniendo nerviosa, hasta a mí.
T_ Vamos Vilches venga, que estoy muy ansiosa hijo, ¡venga,
venga!
V_ Mira Teresa te digo una cosa ¿eh?, no me hagas arrepentirme de
llevarte.
T_ ¡Anda tira!, que tonterías dices...
V_ ¿Pero a quién se le ocurriría decirte nada? –murmuró mirando al
techo.
C_ Venga marcharos, va. Vilches –le tiró de la manga de la
chaqueta apartándolo de Teresa y en voz baja le susurró-. No me
hagas trampas ¡te lo advierto!
V_ Seré legal, te lo prometo.
C_ Más te vale –le guiñó un ojo mirándole sonriente.
T_ ¡Vilches!
V_ Ya voy Teresa ya voy.

Entre tanto en la montaña, el día había amanecido con una lluvia


intensa, el ruido de las gotas contra el techo, despertó a Maca, notó
junto a ella el cuerpo de Esther que dormía aferrada al suyo, con un
gesto de dolor trató de separarse y en el movimiento la despertó.
E_ Buenos días mi amor –susurró medio dormida y sin abrir si
quiera los ojos supo que Maca no estaba bien, la tensión que se
había inyectado en su cuerpo así se lo hizo ver. Rápidamente soltó

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su cintura con disimulo y murmuró mientras se desperezaba-. ¿Está
lloviendo?
M_ Tengo hambre.
E_ ¿Qué hora es?
M_ No lo sé, pero tengo hambre –le contestó con seriedad y
distancia.
E_ Está bien... ¿quieres ir primero al lavabo?
M_ Sí.
E_ ¡Uf que frío se ha apagado la chimenea, joder! –murmuró
mientras se ponía la chaqueta y se dirigía hasta el lado de la cama
de Maca.
M_ No hace falta que me ayudes yo puedo sola –dijo muy seria
tratando de levantarse ante la mirada incrédula de Esther. Maca lo
intentó pero no pudo-. ¿Por qué no me mataría en aquel maldito
accidente, joder? –se preguntó con rabia.
E_ Porque tienes mucho que hacer –su voz sonó apagada pero trató
de inyectar un poco de ánimo.
M_ Mira Esther no me vengas con chorradas, no me vengas con
frases bonitas, ni palabras de aliento –la miraba con sus ojos y su
cara marcada por la ira más encolerizada que jamás Esther había
visto en ella, tanto que se asustó y se dirigió hasta ella con la
intención de ayudarla en silencio-. ¡Apartarte, no me oyes!
E_ ¡Ya está bien Maca! –le alzó la voz mientras su pecho se agitaba
por los nervios de verla en aquel estado, Maca clavó sus ojos en
ella-. ¡Mira si para ti es difícil para mí también, y si encima te pones
en este plan...! –al ver su rostro repleto de miedo se detuvo en
seco, se mordió el labio y después mientras daba un fuerte soplido
pasándose las manos por el pelo nerviosa dijo mirándola con pena-.
Lo siento no quería gritarte.
M_ Lo siento... –arrastró las palabras con tanta debilidad que casi
fue inaudible para el oído de Esther.

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E_ Maca... tienes que controlar estos ataques de histeria que te dan.
M_ No puedo –cerró los ojos agachando la cabeza mientras su
melena caía sobre su rostro, Esther con suavidad posó sus dedos
temblorosos en su barbilla obligándola a mirarle-. No puedo
controlarme, no quiero gritarte, pero no puedo, lo siento.
E_ Está bien... mira... vamos a tranquilizarnos ¿eh?, creo que nos
irá mejor si tratamos cada una de poner de nuestra parte... me
desconciertas Maca, lo siento, de verdad me gustaría que todo esto
hubiera pasado ya... pero...
El silencio se apoderó de la habitación, Maca cerraba los ojos
con malestar pues sabía que Esther llevaba razón, no entendía
porque perdía así los estribos más aún cuando sabía como lo había
pasado con ella en el hospital, quería agradecérselo pero lo único
que sabía hacer era, provocarla, y por una vez, Esther no calló.
Esther por su parte se sentía mal por como le había hablado, pero el
cambio de la noche con su dulzura, con su comprensión a la mañana
con su odio y su incomprensión, aún le dolía mucho más, ¿por qué
continuaba con esa rabia contra ella?
Maca se levantó en silencio ayudada por Esther, la llevó al
lavabo, después a la cocina, le puso el desayuno sin cruzar ninguna
una sola palabra, quizá el día gris que asomaba tras la ventana
podía influir en su estado de animo. Sin duda había perdido por un
momento la paciencia. Y la veía allí desayunando con ese gesto
contrito que le dolía haber fallado, por eso, una vez terminó se
agachó delante de la silla de ruedas poniéndose ante ella de cuclillas
y mirándole a los ojos con gesto serio le dijo:
E_ Maca cariño, no quería gritarte... perdóname.
M_ Lo sé, llévame a la ventana, quiero ver como llueve.
E_ Si –le hizo caso y una vez la dejó en la ventana le dijo-. Voy a
arreglar la habitación, no tardo.
Maca no contestó fijó sus ojos en el horizonte, las montañas
estaban cubiertas por una fina niebla, como su corazón, una niebla
que en su caso a veces se volvía tan espesa que no reconocía nada

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de lo que existía en su interior, mientras el cielo lloraba
intensamente como sus ojos, ante la peor incomprensión que ella
misma se tenía. Sus dudas, sus miedos, eran como esas nubes
densas que dejaban escapar lagrimas, ¿por qué lloraría el cielo?, era
más fácil encontrar esa respuesta, que la que se hacía
constantemente, ¿por qué lloro yo?

Por su parte en la habitación Esther sentía un nudo en su estómago,


cada poco tiempo necesitaba sacar de su interior un profundo
suspiro, sentía tanta rabia ante lo que estaban viviendo que sin
poder remediar terminó preguntándose si alguna vez volverían a
estar como aquellos días que tanto echaba de menos en aquel
momento, los días en que Maca se despertaba y hacía lo propio con
ella, llenándola de besos, o cuando volvían de trabajar y se metían
en la bañera juntas, para relajarse, o cuando veían la película
compartiendo palomitas de maíz, que tiempo aquel, y que poco
valor le dieron cuando lo disfrutaron. Su corazón sintió un pinchazo,
echaba de menos aquella Maca. Y no sabía muy bien si el día gris
estaba afectando más a Maca, o a ella.
Al salir, se acercó a ella y posó sus brazos alrededor de su
cuello, colocándose tras la silla, notó como Maca se separaba del
contacto, y aquel gesto crispó un tanto sus nervios que aunque trató
de controlarlos le hicieron perder su control al escuchar el
comentario de Maca.
M_ ¿Haces esto buscando que te perdone?
E_ No Maca –contestó cansada separándose de ella.
M_ ¿Qué es lo que quieres conseguir estando aquí, teniéndome aquí
encerrada?
E_ Solo quiero que te recuperes, te lo he dicho muchas veces –
contestó cerrando los ojos sin moverse de detrás de la silla.
M_ Apartándome de todos... ¡crees qué soy idiota!, te conozco
Esther... sé que lo que tratas de hacer es ganarme para que te
perdone.

198 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Mira Maca, hoy no estoy de muy buen animo ¿vale?, no me
pinches –le recriminó.
M_ ¿No estás de buen animo?... ya.
E_ Maca –le dio un giro a la silla de manera rápida y furiosa tanto
que Maca se mareó ante el movimiento brusco-. No pagues conmigo
tu frustración, no pagues conmigo tu ira, estoy poniendo todo por
mi parte para que esto no sea tan insoportable como lo haces tú.
M_ ¡Vaya ahora resulta que yo lo hago insoportable!
E_ Sí cariño, sí, comprendo que estés mal pero de ahí a que no
pares de hacerte la victima no lo soporto, porque yo también sufro
¿sabes?, es duro para ti pero también para mí ¡te enteras! –le gritó
mirándola con la expresión muy dura y los ojos brillantes de
malestar.
M_ Claro quieres ser la protagonista ¿no?, para que todos digan que
buena es Esther... está allí aguantado a Maca la insoportable.
E_ Quiero pensar que no sabes lo que me estás diciendo –se giró
metiendo sus manos en los bolsillos cerrando los ojos.
M_ Pues mira... te lo estoy diciendo quizá con la mente muy clara –
Esther se giró bruscamente-. Quiero irme de aquí... quiero estar en
casa... quiero estar con Daniel y sobre todo... quiero que te largues
¡no es lo qué querías!
E_ ¡Ya está bien! –volvió a gritarle y esta vez se agachó cogiendo la
silla de los brazos mirándola con sus ojos repletos de furia y su boca
en tensión pues no quería llorar-. ¿Quieres irte?, nos iremos,
¿quieres estar en casa, con Daniel?, de acuerdo, ¡no soporto más
esto me oyes! –cada vez iba subiendo más y más su tono hasta casi
rozar el grito que lleva la locura, las venas de su garganta parecían
iban a estallarle ante la mirada asustada de Maca-. Te he traído
hasta aquí porque pensé que era lo mejor, ¿no quieres?, nos vamos,
mira Maca he hecho todo cuando he podido, he mantenido la sonrisa
cuando me estabas destrozando el corazón, he mantenido la calma
cuando me has desesperado con tus negativas una y otra vez para
ayudar, ¡lo siento!, pero no puedo más –cerró los ojos con gesto

199 ”Adiós Esther” © by ldana


cansado, cuando los abrió, su tono fue una mezcla de frialdad y
dureza-. Si ha sido un error querer ayudarte de esta forma, ¡lo
siento!, pero no me jodas, ¿de acuerdo?, ¡no me jodas más!
Soltó la silla se levantó y se marchó hasta la cocina repleta de
furia e impotencia, sin poder evitarlo rompió a llorar como si fuera
una niña, temblaba pues sabía que había sido demasiado dura con
Maca, ¿cómo podía haber hecho algo así?, estaba enferma se
repetía, pero al mismo tiempo quería pensar que podía ser una
manera de ayudarla, demostrándole su impotencia, necesitaba que
la ayudara, “Maca ayúdame” se repetía mientras lloraba, “yo sola no
puedo con todo”, negó con la cabeza, no podía fallarle ahora, se
quitó las lagrimas tratando de buscar algo de consuelo en su alma y
con un gran suspiro salió nuevamente de la cocina, si la noche
anterior había llorado de emoción, ahora lo hacía de impotencia. Se
apoyó sobre la puerta de la cocina mirando a una Maca que
mantenía la mirada fija en el suelo, sus labios un tanto abiertos, y
su frente arrugada, al verla tan perdida, se dio cuenta que ambas
habían perdido los papeles, se acercó hasta ella sin mediar palabra,
Maca la miró con miedo y dudas, Esther se agachó le tomó las
manos y las besó, después se aferró a ella, de igual manera que
Maca lo hizo a su cuerpo que aún temblaba. Entonces la niebla que
cubría su corazón, como la que fuera había en la montaña, comenzó
a desaparecer poco a poco, y conforme lo hacía, Maca abrazaba más
y más fuerte a Esther dejándole un beso sobre el hombro. Ésta con
su voz repleta de dolor le murmuró cerca de su oído.
E_ No vuelvas a decir lo del accidente por favor, no vuelvas a
preguntarte porque no te mataste... pero si quieres una respuesta...
te la doy –entonces se separó de ella mirándola fijamente a los ojos
vidriosos de Maca-. Porque te necesito, mi vida...

Más calmadas, estaban en el sofá sin mencionar lo ocurrido. Maca


estaba leyendo o al menos trataba de hacerlo en voz alta, una y
otra vez debía parar, retomar la frase y continuar. Esther que

200 ”Adiós Esther” © by ldana


estaba sentada a su lado, la calmaba cada vez que cerraba el libro
de un golpe seco. Así se habían pasado gran parte de la mañana.
E_ Es un coche –dijo Esther al oír el motor-. ¿Será Fermín?
M_ Nunca viene con coche –contestó seria.
E_ Ya pero como llueve... voy a ver.
Se levantó hasta la puerta, y ver quien era con una expresión
un tanto de asombro, al abrir, ante ella estaba la figura de la
persona a la que había estado llamando toda la mañana
mentalmente, su grito de alegría alertó a Maca.
E_ ¡Teresa! –la abrazó emocionada al ver el rostro de su mejor
amiga allí con una sonrisa de felicidad, entonces le susurró al oído-.
Vienes en el mejor momento.
T_ Esther cariño... ¡Maca! –se dirigió hasta ella.
V_ Hola Vilches ¿qué tal estás?, que alegría más grande verte aquí –
dijo él mismo cruzando sus brazos sobre el pecho al ver que Esther
miraba emocionada como Teresa iba a por Maca.
E_ No seas tonto, ven aquí –lo abrazó fuertemente.
V_ Quita, quita –pero no hizo nada por soltarse de ella.
E_ No sabes la alegría que me da veros.
V_ Si lo sé –le guiño el ojo asintiendo con gesto serio.
T_ Dios mío Maca que cambiada estás –le decía mientras la
abrazaba fuertemente con una amplia sonrisa por su parte, y
sonrisa forzada por parte de ella-. Como se nota que Esther te cuida
¡si es que Esther eres de lo mejor!
E_ Bueno... os quedáis a comer, ¿verdad?
V_ ¿Tú qué crees?, ¿que me he pegado esta paliza para dejaros a
Teresa y yo marcharme sin comer?, ¡tú no estás bien de la cabeza!
–le recriminó ante su sonrisa y un suspiro de tranquilidad-. Anda
ves.
T_ Vilches que esto no es el hospital para que vengas mandando
¿eh?
201 ”Adiós Esther” © by ldana
V_ Dios tengo la batalla perdida con esta mujer –murmuró con
gesto muy serio.
E_ ¿Te quedas aquí Teresa? –la abrazó nuevamente.
T_ Si no os molesto, sí.
E_ ¡Cómo nos vas a molestar, tonta!, ¿verdad Maca que no?
M_ No.
E_ Bueno... voy a preparar algo de lo que Fermín me ha traído hoy.
T_ ¿Te ayudo?
V_ Sí, ves, quiero revisar mientras a Maca.
E_ ¿Quieres que me quede? –lo miró fijamente.
V_ No necesito ninguna enfermera pesada a mi lado dándome la
vara, anda ves corre que tengo hambre.
T_ No sabes el viajito que me ha dado hija –se quejó Teresa
perdiéndose por la puerta de la cocina mientras se cogía del brazo
de una Esther feliz.
V_ Hola Maca –se sentó enfrente suya.
M_ Hola Vilches –lo miró seria.
V_ ¿Cómo estás?
M_ Perdida.
V_ ¿Haces algo por encontrarte? –la miró serio.
M_ ¿A ti que te parece? –sus ojos aparecieron ofuscados y tristes.
V_ No estoy seguro, tu cara me dice que no.
M_ ¿Qué quieres que haga?
V_ Una sonrisa a Teresa no hubiera quedado muy mal –abrió el
maletín.
M_ No me apetece sonreír, ¡estoy harta!
V_ ¿De estar en este maravilloso lugar?
M_ No.

202 ”Adiós Esther” © by ldana


V_ ¿De comer cosas naturales?
M_ No.
V_ ¿De la medicación?
M_ No Vilches, no –contestó cansada.
V_ ¿De no recordar? –la miró enarcando una ceja-. Tampoco... ¿no
será de... Esther?
M_ Sí... de eso mismo.
V_ Voy a reconocerte.
No hubo más comentario mientras la reconocía haciendo
incluso que se pusiera en pie, que le apretara la mano con su brazo
y mano más débil, que le leyera en voz alta. Una vez ella acabó le
dijo.
V_ No creo que tengas ningún derecho a estar harta de Esther... por
lo que veo has avanzado más de lo que yo mismo esperaba. Ahora
bien, si no quieres seguir aquí y no quieres seguir con esta
recuperación junto a tu mujer, no hay ningún tipo de problema –
elevó sus hombros mientras guardaba las cosas en su maletín, tras
una pequeña pausa finalmente añadió-. Te ingreso en un centro
para que te rehabiliten piénsalo y después me das la respuesta.
Maca guardó silencio...

En la cocina, Teresa había abrazado fuerte a Esther que sin


poder evitarlo se había puesto a llorar, la mujer la miraba apenada
por su estado, si bien era cierto que a Maca la notaba mucho mejor
y recuperada, a ella por el contrario, la encontraba peor, su rostro
demostraba sin poder evitarlo como se sentía su interior, y la mujer
que tanto la conocía la obligó a sentarse junto a ella.
T_ No estás bien Esther.
E_ Hoy hemos tenido un mal día, supongo que debe ser el tiempo –
se quejó poniendo mala cara.
T_ Ya. ¿Qué pasa?, ¿está portándose contigo mal?, ¿eh?

203 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Lo hace sin querer –dijo rápidamente para disculparla-, y ya no
es eso, más bien son sus cambios de humor, un rato esta bien otro
me echa por el suelo. No sé –miró a la mujer con dudas en sus ojos-
, en el hospital estaba segura de todo cuanto le hacía, aquí... dudo
de todo.
T_ En el hospital estaba en coma –le apretó la mano fuertemente
transmitiéndole su cariño y apoyo-, ahora está demasiado despierta.
E_ Lo sé, pero Teresa te lo juro te he estado llamando con el
pensamiento, te necesitaba, hoy más que nunca en mi vida.
T_ Pues aquí me tienes, he abandonado a mi marido por estar dos
días aquí –dio una carcajada arrancándole otra a Esther-. Tenía
ganas de veros, he hablado con tu madre y sus padres antes de
venir. Están preocupados por ti.
E_ Bueno... imagino que debo tener subidas y bajadas según son las
suyas, claro –esta vez fue ella quien le tomó la mano sonriendo-. No
sé como te voy a agradecer todo lo que haces por mí.
T_ Cambiando la cara, sonriendo.
E_ Espero que Vilches la encuentre bien.
T_ ¡Uy Vilches me había olvidado de él!, corre preparemos algo de
comer o de lo contrario nos vendrá con una de sus broncas.
E_ Tienes razón –sonrió ayudándole mientras Teresa le contaba
cosas del hospital.

En el hospital, Cruz esperaba en la sala de médicos junto a


Héctor noticias de la pareja, habían hablado durante el viaje con una
exultante Teresa.
H_ La verdad que yo pensé que Maca se moría.
C_ Y yo Héctor... creo que la presencia de Esther la ha ayudado
mucho... depende mucho de ellos como se recuperen y como salen
de esta situación, estoy convencida vamos, que si Esther no hubiera
estado a su lado, el desenlace hubiera sido muy distinto.

204 ”Adiós Esther” © by ldana


H_ Ahora sólo hay que esperar que pase pronto esa amnesia.
C_ Eso es lo peor... Esther tuvo el otro día un bajón cosa muy
natural pero demasiado pronto.
H_ Debe ser un infierno ver a la persona que amas así –dijo
lentamente mirando su taza de café.
C_ Y más ellas, creo que no se merecen esta situación... pero hay
tantas cosas que en la vida no te mereces y tienes.
H_ Pues si. ¿Y vos pensaste que iban a reconciliarse nuevamente?
C_ Sí, baches en nuestras relaciones tenemos todos, y lo de ellas
fue un bache clarísimo, pero sí, están hechas la una para la otra eso
es inevitable –entonces sonó su móvil y vio el nombre de Rodolfo-.
¿Vilches?
V_ Ya hemos llegado Cruz, joder pero aquí la cobertura es pésima te
oigo fatal.
C_ Dime como están al menos –Héctor la miraba atento.
V_ Maca más perdida que un pulpo en un garaje, Esther bastante
mal.
C_ ¿Y qué vas a hacer?
V_ De momento darme una comilona que me está preparando
Teresa... una vez tenga el estómago lleno, ya veré.
C_ ¿Y... de lo otro?
V_ Pues que la cabrona de Teresa parece que no sabe como
joderme, has ganado tú Cruz.
C_ ¡Lo sabía! –sonrió ampliamente pero entonces volvió a poner su
gesto serio-. Está bien, hasta luego.
H_ ¿Qué dijo?
C_ Parece que quien peor está es Esther... no sé que va a hacer
Vilches me dijo que si eso sucedía tendría que traérselas, no
queremos que esto influya en la salud de Esther, ya es bastante
como está Maca de perdida.

205 ”Adiós Esther” © by ldana


H_ Yo tuve un paciente, que estuvo dos años perdido, y de repente
un día se levantó y volvió a ser el mismo de siempre, durante un
año su mujer lo aguantó pero después se marchó de su lado,
cuando él volvió en si mismo y le explicábamos la situación, nomás
lloraba y salió escopetado a buscarla. Comprendo a Esther.
C_ Si y lo peor... que Maca tiene información en su mente
suficiente, como para destrozarla en reproches –dijo con pena.
H_ Esperemos que esa cabeza funcione pronto.
C_ Pues sí.
H_ ¿Y puedo saber esa alegría que te entró de repente?
C_ Claro –se levantaron para salir de la sala-. Me aposté con Vilches
a que Teresa no decía nada de que iba a ir a verlas.
H_ ¿Y?
C_ Pues que no dijo nada y me he ganado 100 euros –sonrió
dejándole pasar.
H_ ¡Qué bárbara!, yo hubiera perdido seguro ¿eh? –sonrió.
C_ Esta era fácil, Teresa las quiere un montón y seguro que ni
durmió pensando en darles la alegría.

Llegó la hora de comer y fue un rato muy agradable si no fuera


porque Maca seguía encerrada en su mundo, sin saber muy bien
cual era, tanto Teresa como Vilches, hablaron de anécdotas del
hospital que contadas por él siempre resultaban de lo más
divertidas, después del café, ayudaron a Esther a llevar a Maca a la
cama para que descansara. Allí se quedó Vilches con ella un rato con
la excusa de que iba a despedirse.
V_ ¿Has tomado una decisión?
M_ No puedo tomar decisiones Vilches.
V_ Muy buena, esta es muy buena para no dar tu brazo a torcer con
Esther, prefieres decirme que no puedes tomar decisiones –se sentó
a su lado en la cama mientras ella juntaba sus manos mirándolas

206 ”Adiós Esther” © by ldana


fijamente-. Maca, cuanto te pasa es normal... tienes afectada la
parte de tu emotividad y eres capaz de odiar y amar con la misma
fuerza, en tan solo un segundo, no culpes a Esther ella lo único que
ha hecho es amarte, más de lo que todos pensábamos, por eso, pon
de tu parte o de lo contrario si veo que esto la afecta a ella, os
separaré. ¿Entendido?
M_ Yo tampoco tengo la culpa.
V_ Lo sé. Vendremos a recoger a Teresa, pero esta vez lo hará
Javier, yo creo que estás mucho mejor de lo que creíamos no hace
falta que vuelva. Cuídate Maca –ella lo miró con tristeza y seriedad,
entonces añadió con tono un tanto suplicante-. Y cuídala.

Hasta el porche habían salido a despedirlo Esther y Teresa.


T_ Cuando llegues llama Vilches.
V_ Joder Teresa eres peor que mi madre.
T_ ¡Anda, anda no me vengas con cuentos!
V_ Esther, Maca está mucho mejor de lo que yo pensaba –ella
sonrió con tristeza-, creo que ahora tú ya te has dado cuenta de lo
duro que es... así que... a lo hecho pecho, pero una cosa si te digo,
si veo que esto te afecta más de lo que puede afectarte, no tendré
miramientos, me la llevaré. ¿Entendido?
E_ Sí Vilches, gracias –le dio un beso en la mejilla.
T_ Si en el fondo va de duro, pero es de un tierno.
V_ Me voy, antes de que te conteste a eso –le dijo con seriedad.
T_ Llama cuando llegues –le dijo sacudiendo su mano al aire-. Nada,
éste no llama.
E_ Ya verás como sí.
T_ ¡Uf que frío hace aquí, no!
E_ Si –dio una carcajada-, vamos a ponernos cómodas junto a la
chimenea.

207 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ ¿Te apetece otro café?
E_ Bien ya voy yo...
T_ De ninguna manera, tú a descansar, ¿para qué crees que he
venido?, ¡venga!
E_ Está bien –mostró una sonrisa agradecida-, voy a ver a Maca y
vuelvo.
Esther fue hasta la habitación con cuidado por si dormía, al
llegar la vio de lado con el pelo sobre su cara, le pareció entender
que dormía, le retiró suavemente el cabello y con una sonrisa le
dejó un beso en la mejilla.
E_ Te quiero
Cuando salía por la puerta, Maca abrió los ojos, se aferró con
fuerza la sábana a su cuello con expresión adusta.
Una vez en el comedor, se reunió con una Teresa que se
notaba estaba feliz de estar allí, le sonrió al sentarse.
T_ Oye esto es una auténtica pasada ¿eh?
E_ Sí, la verdad que es un lugar maravilloso repleto de paz que me
ayuda a controlar mi propia desesperación.
T_ Esther, yo te veo bastante mal cariño.
E_ Vilches tiene razón, no es nada fácil –hablaban en susurros para
no molestar el sueño de Maca.
T_ Lo sé, todos los sabemos y créeme que todos estamos
preocupados.
E_ Gracias porque aún en la distancia siento vuestro apoyo.
T_ Uy pues eso no es nada, en el hospital todo el mundo debe
pensar que yo soy vuestra portavoz –Esther sonrió tratando de no
alzar el tono-. Ya te digo hija.
E_ ¿Cómo está Daniel? –le preguntó tras beber un sorbo de café.
T_ Muy rico, con sus abuelos ¿cómo crees que estará?
E_ Le echo de menos.

208 ”Adiós Esther” © by ldana


En ese instante Maca se incorporó como pudo en la cama,
podía oír sus voces claramente y aunque hablaran en susurros sabía
cuanto hablaban. Escuchaba con atención con el ceño fruncido y su
corazón latiendo como si fuera un caballo a galope por uno de
aquellos pastos verdes que rodeaban la casa.
T_ ¿Esther... no ha recuperado nada de memoria?
E_ A veces sí, pero es como si su memoria fuera selectiva, como si
sólo le permitiera elegir lo malo –dijo decaída mirando al fuego.
T_ Entiendo –asintió cabizbaja dando vueltas al café mientras Maca
escuchaba atentamente-. ¿Y qué recuerda?
E_ El abogado, tiene fijación con él –Teresa abrió los ojos como
platos-, también recuerda que nos íbamos a separar, y que yo me
había liado con Luna.
T_ Jesús –arrastró con lentitud la palabra-. ¿Y de la reconciliación?
E_ Nada, para ella es como si yo estuviera aquí para ganarme su
confianza... no sé... no entiendo lo que le pasa, se ha borrado su
sonrisa –Maca sintió un pinchazo en su cabeza nuevamente las
imágenes confusas, las palabras de Esther estaban llenándole de
dudas-, yo no puedo vivir sin ella, si no la veo sonreír es como si me
faltara algo.
T_ Ten paciencia, esto va a ser un camino largo y difícil.
E_ Lo sé... lo sé... y no me importa –dijo suspirando profundamente
mientras Maca se sujetaba la cabeza-, la amo demasiado para
volverla a perder.
M_ ¡Esther! –gritó Maca con su tono de voz repleto de dolor.
E_ La cabeza, seguro –salió corriendo hasta el cuarto y Teresa tras
ella que al ver a Maca envuelta en lagrimas y dolor se quedó
paralizada-. Dame ese frasco Teresa por favor.
T_ Si.

209 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Ya está mi amor... ya está... ya pasó –la acunaba entre sus
brazos meciéndola con cariño ante la mirada triste de Teresa-. Ya
pasó.
M_ No lo puedo soportar...
E_ Ya... tranquila, venga abre la boca, toma mi amor, tranquila.

Teresa contemplaba los movimientos de Esther con el rostro


apagado, sabía que aquella crisis debía ser ya para ella demasiado
conocida, y sintió una profunda pena en su alma, ver el rostro
perdido y la expresión de dolor en la cara de Maca, le hacía daño,
pero ver ese gesto de desespero en Esther, le dolía más todavía,
aquella difícil situación, estaba dejando huella y marcas en ambas,
quizá todo pasara cuando Maca volviera a controlar su mente, pero
entonces, le daba miedo lo que pasaría con Esther.
Cuando Esther la vio más tranquila, la dejó recostada sobre los
almohadones, las pastillas comenzarían a hacer efecto en ella y todo
iría calmándose, sabía que aquel dolor debía ser insoportable, y se
preguntaba en su interior cuanto tardaría en reaccionar. Solo
cuando la vio dormir fue capaz de separarse de ella, salieron al
comedor y una vez allí, Esther se sentó en el sillón apoyando sus
codos en las rodillas y tapando su rostro con ambas manos, un
gesto que demostraba claramente, lo que sentía su interior. Teresa
se sentó a su lado y pasó su brazo rodeando su espalda, y su mano
apretó con fuerza el hombro de su amiga, ella rompió a llorar como
sabía que necesitaba, pero allí estaba la persona que siempre le
había ofrecido su hombro, la persona que una y otra vez, siempre
que la necesitaba estaba a su lado sin fallarle. Pasó un buen rato
acunada sobre el pecho de Teresa que no sabía muy bien como
consolarla porque ella misma se había quedado paralizada al ver el
comportamiento de Maca.
T_ ¿Te preparo algo para tranquilizarte?
E_ No, Teresa, es que creo que si no exploto con lagrimas, el
corazón me va a explotar de otra manera.

210 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ No digas eso hija, ¡no vayamos a llamar al mal agüero! –le dijo
entre juntando graciosamente sus cejas.
E_ Tienes razón –sonrió triste-, ya has visto como está, seguro que
recordó algo que tiene que ver con nosotras, seguro que su mente
le ha vuelto a pasar una mala jugada.
T_ ¿Siempre se pone así?
E_ Cuando le pasa esto, casi siempre –dijo decaída retirándose las
lagrimas de sus ojos.
T_ Ahora entiendo como estás tú, de pensar lo que puede pasar a
kilómetros de distancia, a verla entiendo como estás cariño, porque
si a mí me duele el corazón imagino la rabia que debe haber en el
tuyo por esto.
E_ Sé que para ella debe ser duro, muy duro, si vieras cuando lee y
no puede concentrarse, o cuando trata de recordar y no se acuerda,
yo nunca le había visto de la manera que se pone, no estoy
acostumbrada a que me grite de esa forma, y cada vez que lo hace,
aunque sepa que no es ella, sino, su desconcierto, pues me hace
daño, mucho daño y entonces me descontrolo, todo el control que
me obligo a tener, lo pierdo.
T_ Imagino –suspiró con fuerza-, y es lógico Esther.
E_ ¿Crees que he hecho bien trayéndola aquí?
T_ Pues claro, imagínate esto en casa, con sus padres, con Daniel,
no lo dudes, es mejor así cariño –le acarició la barbilla con ternura y
una sonrisa sincera.
E_ A veces pienso que si estuviera aquí su madre, o la mía o incluso
tú, no tendría estos ataques.
T_ ¿Por qué dices eso? –la miró un tanto confundida.
E_ Porque parece que quien le crea esa angustia soy yo.
T_ Claro no sé que puedes esperar –esta vez quien la miró
confundida fue Esther-. Si hija si, eres a la persona que más ama,
¿cómo no va a estar así?, tú no sabes que a quien más se quiere...

211 ”Adiós Esther” © by ldana


es a quien más se le hace sufrir. ¡Venga quita esa cara por favor!,
voy a contarte chismes y cosas divertidas, necesitas descansar
también un poco de Maca.
E_ No, de Maca no, de su amnesia –sonrió.
T_ Por cierto, tengo que decírtelo y será mejor ahora que ella
duerme, no vaya a ser peor si me escucha.
E_ ¿Qué ha pasado? –le preguntó un tanto tensa el ver que Teresa
ponía gesto serio.
T_ Vino al hospital un chico preguntando por ti.
E_ ¿Por mí?
T_ Sí, no me gustó nada. Me insistió en que le diera tu número de
teléfono.
E_ ¿Se lo diste? –su mirada era un tanto preocupada.
T_ ¡Ay Dios mío!, se nota que estas a falta de más cosas que no
sean Maca ¿eh?, estás tú un poco torpe, ¡cómo se lo voy a dar! –
Esther sonrió-. Bien, se llama Pablo me dijo que fue un novio tuyo y
que había venido a Madrid, que el tiempo no pudo hacer que te
olvidara –dobló su boca un tanto a la izquierda mientras hacia un
sonido gutural.
E_ ¿Pablo? –murmuró aturdida.
T_ Sí eso me dijo.
E_ Pues no caigo –repitió su nombre como si realmente no supiera
quien era.
T_ Pues cuando caigas ya me cuentas, porque el tipo tenía muchas
ganas de localizarte nuevamente.
E_ No sé quien es...
Entonces sonó el timbre de la puerta asustándolas. Esther con
una sonrisa se dirigió hasta la puerta para abrir y allí al otro lado se
encontró con una Carmen sonriente como siempre que llegaba.
E_ Carmen pasa, pasa, mira te voy a presentar a la persona que
más nos ha ayudado a Maca y a mí, Teresa está es Carmen –Teresa
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se levantó con una sonrisa agradecida por las palabras dichas con
tanto cariño por Esther-. Carmen es Teresa.
T_ Encantada –se besaron sonrientes.
Ca_ Lo mismo digo, tenía ganas de conocerla, Esther no ha parado
de hablarme de usted.
T_ Por favor, no me hables de usted, -sonrió-. Y a mi también me
ha hablado mucho de ti.
E_ Bueno... el día que era negro se ha cubierto de luz –sonrió
ampliamente-. Voy a preparar café y merendamos juntas, antes
miro a Maca.
Cuando la vieron marcharse con la sonrisa en la boca, Carmen
se sentó enfrente de Teresa que seguía observando a una Esther
renovada y le dijo.
Ca_ Le hacía falta que viniera alguien.
T_ Si, esto para ella es un infierno, pero creo que no está sola –le
insinuó con un tono repleto de agradecimiento.
Ca_ Yo hago cuanto puedo, pero necesitaba tu presencia, yo lo he
notado –le sonrió-, nada más hace falta ver con el inmenso cariño
que habla de ti.
T_ Para mí que solo tengo chicos, es como una hija.
Ca_ Se nota como la miras.
T_ Y Maca también, ¿eh?, fui su madrina en la boda –dijo
emocionada.
Ca_ Lo sé –dio una carcajada-. Me lo ha contado. ¿Cómo sigue
Maca?, por qué por las palabras de Esther me imagino que mal.
T_ Ha tenido una crisis –Carmen puso gesto de pena-, yo no sé
cuando esa cabeza va a volver a su sitio, si tarda mucho a Esther le
va a dar algo.
Ca_ Es una lastima lo ocurrido.
T_ Pues si.

213 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ Aunque te aseguro que nada pasa por que si.
T_ Yo también digo eso –asintió con gesto seguro.
Ca_ Quizás es una prueba, Dios a veces nos manda mensajes y no
los sabemos leer.
T_ Ellas habían llegado a un punto de hacerse mucho daño, todo por
una mentira –dijo con rabia-, pero estoy de acuerdo, quizá sea una
prueba de Dios para que las dos se den cuenta de lo mucho que se
aman.
Ca_ La lastima es que no sé si Maca se da cuenta o se dará cuenta.
T_ Vilches, ¿lo conoces, verdad? –ella asintió sonriente-, pues dijo
que todo esto es un paréntesis y que cuando recupere su memoria,
recordara estos episodios también, así que estoy segura que es una
prueba, además déjame decirte que fíjate tú, encontraron este
maravilloso lugar, y a ti –Carmen sonrió y Teresa mirando un punto
indefinido y poniéndose la mano en su barbilla puntualizó-. Estoy
segura que es así y que esto les hará unirse mucho más.

Mientras ellas hablaban animadamente, pues habían hecho


muy buenas migas enseguida que se conocieron, Esther se había
sentado junto a Maca, la veía respirar tranquila, la besó con
suavidad y le murmuró con la voz repleta de ternura
E_ Cariño... ¿qué estarás soñando?, ¿qué estará pasando en tu
cabeza?, cuanto me gustaría llenarte de calma, cuanto me gustaría
poder rodearte con mis brazos y borrar tu gesto de miedo, ¿sabes?
–hizo una pausa mientras se llenaba de su presencia mirándola
detenidamente con enorme amor-, creo que hoy hemos perdido las
dos la calma, y esto tenía que pasar solo me daba miedo lo que
pasaría llegado el momento, pero aquí estamos juntas como
siempre –le sonreía acariciándole el cabello con ternura-. Como
siempre estaremos, juntas luchando. ¡Ay Maca! –suspiró con fuerza.

214 ”Adiós Esther” © by ldana


Merendaron las tres mujeres entre sonrisas, Esther se
levantaba continuadamente para ver a Maca, la pastilla le había
hecho efecto y parecía estar relajada, aunque su despertar podía ser
una auténtica incógnita. Cuando cayó la noche, Carmen se retiró
con una sonrisa en los labios y despidiéndose de Esther que la
acompañó hasta el porche le dijo:
Ca_ Me voy más tranquila, hoy he visto en ti nuevamente esa
sonrisa maravillosa que sé es la calma de tu alma –le acarició la
cara con ternura-, sé que lo vas a conseguir Esther, vas a salirte con
la tuya, Maca tiene fortuna en tenerte a su lado.
E_ ¡Qué va Carmen!, cuando Maca esté bien, verás que la
afortunada soy yo –la abrazó fuertemente-. Pero gracias por esta
maravillosa tarde, solo espero que cuando Maca esté bien, pasemos
muchas así.
Ca_ Esther –su tono apareció repleto de advertencia-, no quiero que
te lo tomes mal hija, pero... deja de pensar tanto en Maca, piensa
un poco en ti solo así la ayudarás más –Esther la miró un tanto
dubitativa ante el tono tranquilo y sincero de la mujer que la miraba
fijamente a los ojos-, si tú estás bien, ella estará mejor, depende de
ti cariño.
E_ Gracias Carmen, la verdad que soy afortunada en muchas cosas,
en encontrar este lugar, en encontrarte a ti, en tener a Teresa, no
me puedo quejar.
Ca_ Pues piensa en eso cada vez que te vengas a bajo, que es la
cosa más normal del mundo en estas circunstancias, ver a quien
quieres así como está Maca es duro, pero piensa que alguien
siempre estará a tu lado, solo tienes que elevar tu voz si no te
escuchamos, y al instante nos tendrás, ¿y sabes por qué? –ella la
miró con una sonrisa pequeña dibujada en sus labios con cierto
temor-. Porque eres buena gente, porque tienes un corazón que no
cabe en tu pecho y porque a tu lado tienes una mujer que merece la
pena para todos, simplemente por eso.

215 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Gracias Carmen –la abrazó emocionada-. Vaya con cuidado por
favor.
Ca_ Tranquila.
La vio perderse por el camino angosto de plantas y árboles,
entonces fijó sus ojos en el hermoso cielo encapotado y gris, aún
siendo un día pésimo y triste, era hermoso en aquel lugar, el olor
que manaba la tierra unido a la visión maravillosa del entorno que la
vigilaba en silencio era digno de disfrutarlo y pensó de inmediato en
Maca, a ella le gustaban estos días, recordó con una sonrisa en sus
labios como en la Sierra, mientras ella dormía, Maca hacía
fotografías al cielo, a las montañas, a la lluvia, era una apasionada
de las cosas bellas, tan bellas como lo era ella. Se abrazó a si misma
con fuerza, ante la ausencia de Maca para hacerlo notó un escalofrío
recorrer su piel, sabía porque, al recordar la Sierra, recordó toda la
felicidad que allí habían compartido, y porque aquel lugar tenía para
ella un significado especial. Aquella casita fue el pretexto de Maca
para volverla loca, aquellos besos que había labrado en su piel como
fuego, unos besos que cambiaron totalmente su vida, y nuevamente
sonrió, al recordar todo desde el principio.
E_ Maca mi amor –susurró mirando al cielo y buscando con un
fuerte suspiro encontrar lo que buscaba-. Ayúdame cariño...
Con nueva energía entró a casa y se dirigió directamente hasta la
habitación, pues Teresa discutía con su marido sobre como se
encendía el microondas y que fiambrera tenia que usar. Al llegar la
vio durmiendo y con su sonrisa instalada en sus labios se sentó a su
lado, le acarició lentamente el brazo, la beso con suavidad y con
toda la ternura que poseía se dedico a despertarla para que nada le
pudiera alterar.
E_ Cariño... venga dormilona.
M_ Mmmm –se estiró con fuerzas y sus ojos cerrados.
E_ Es tarde y tienes que levantarte.
M_ Estoy mareada –susurró mientras apoyaba su mano sobre la
frente cerrando los ojos.

216 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ A ver... déjame que te tome la tensión –se levantó y volvió con
el aparato entre sus manos y gesto concentrado.
M_ Deja no es nada –trató de incorporarse-. ¿He soñado que había
venido Teresa?
E_ No mi vida, a ver déjame no seas cabezota –trató de ponerle en
su muñeca el tensiómetro que Maca se negaba a dejarse hacer. Y
tratando de suavizar la tensión que había en aquella lucha sonrió y
le dijo-. Está discutiendo con su marido por teléfono, no sabe poner
el microondas.
M_ ¡Joder quieres dejarme ya! –le apartó las manos de su muñeca-.
Que pesadita por favor.
E_ Maca mi vida quiero ver si es la tensión.
M_ ¡Qué me dejes! –le espetó mirándola con rabia a los ojos
desatando los nervios de Esther-. ¿Te ha quedado claro?
E_ Está bien, no quieres que te tome la tensión, no hay tensión –
echó con todas sus fuerzas el tensiómetro contra la pared
rompiéndolo, entonces suspiró y le dijo mirándola con una sonrisa-.
Ya está.
Por un momento hubo un silencio pesado entre ellas, Esther
había vuelto a perder los nervios sin poder remediar lo ocurrido, y
Maca, había vuelto a no controlar sus ganas de hacerle daño. Como
resultado ambas se miraban con seriedad y desafío, hasta que
Esther se lanzó sobre Maca besándola apasionadamente sin pensarlo
dos veces porque se moría de ganas y no quiso controlarse más,
mientras que Maca no tuvo tiempo de reaccionar y lo único que
pudo hacer fue continuar el beso intenso que Esther dejaba en su
boca, saborearlo y sentir como su interior hacía una fiesta y su
corazón se despertaba sacudiendo de manera intensa como si fuera
un terremoto esa coraza que llevaba contra todo lo que hacia
Esther.
E_ Ahora te levantas cariño, y vamos a cenar que Teresa ha hecho
la cena –le dijo como si nada hubiera pasado mientras la cara de

217 ”Adiós Esther” © by ldana


Maca reflejaba un desconcierto total y una felicidad por el beso
recibido que la trastornaba-. Vamos, si te portas bien, tendrás más.
M_ ¿Más?
E_ Besos –le guiñó el ojo una vez la sentó en la silla de ruedas.
M_ Así a la fuerza, ¿así es como actúas siempre? –la miró de reojo y
al segundo se arrepintió de haberlo dicho.
E_ No –le susurró tan bajito en el oído que sintió como se erizaba su
propia piel-, sabes que no... sabes que actúo mucho mejor... intenta
recordar.
Maca no pudo responder porque no supo con que, aquellas
palabras, la reacción de romper el tensiómetro y el beso intenso la
habían dejado totalmente desprotegida y no sabía como actuar.

Cuando Vilches llegó al hospital, lo primero que hizo fue hablar


con todos que le estaban esperando antes de marcharse a sus
casas.
J_ Entonces si es así... no creo que demore mucho en andar.
V_ Mira Javier, yo estoy casi seguro que en un par de semanas
podría mantenerse en pie, siempre y cuando su cabeza le deje
trabajar.
L_ ¿Y cómo está Esther? –le preguntó Laura.
V_ Yo la veo jodida, pero bueno... todos sabíamos que esto le iba a
ocurrir.
H_ No es fácil estar al lado de una persona así, en ese estado.
V_ La verdad que hasta a mí me desconcertó, al llegar la mujer que
encontré no tenía nada que ver con Maca, después, con quien hablé
me recordaba a ella pero tampoco podía ubicarla dentro de aquella
persona –hizo un puchero de incredulidad con su barbilla y agregó-.
Solo quiere que Esther se vaya pero cuando utiliza su memoria, solo
quiere que Esther se quede.

218 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Es normal, imagínate si para ti es desconcertante para ella... o
para la misma Esther...
V_ Si.
L_ ¿Y Teresa? –le preguntó sonriendo Laura.
V_ Llorando a lagrima viva, ¡joder qué se me ha olvidado llamarla! –
entonces sonó el móvil y todos sonrieron, marchándose cada uno a
casa-. Dime Teresita, si, si he llegado bien... ahora te iba a avisar...
que si... venga. No me digas, pásamela anda –tapó el auricular y le
dijo a Cruz-. Maca ha tenido otra crisis.
C_ Vaya –se quedó mirándolo mientras sacaba su bolso del armario.
V_ ¿Qué ha pasado Esther?, si, si –asentía cada palabra que ella le
comentaba-. De acuerdo, mira, no quiero asustarte porque tú ya
sabes que esto puede pasar, pero... no me extrañaría nada que
tuviera una crisis violenta y quiero que sepas lo que tienes que
hacer. Si Esther la he visto perdida, si, pero escúchame, ¡escúchame
Esther joder! –cerró los ojos ante el agobio que sintió en ella-. Sólo
si tiene una crisis de esta índole, debes inyectarle lo que te he
dejado hoy, te dije que sólo en caso de urgencia, así que por favor
no se lo pongas de no ser necesario. Vale, vale, venga buenas
noches.
C_ ¿Ha sido fuerte?
V_ Parece que un poco, yo creo que el problema de Maca aún lo
tiene que sacar fuera de ella, todas las dudas que tiene todos los
miedos... todo lo tiene que sacar y cuando esto suceda, Esther va a
sufrir mucho, no está preparada.
C_ ¿Por qué no te las has traído?
V_ Pues porque sé que por una parte no está preparada pero sin
duda por otra, creo que es lo mejor, debías ver como la cuida.
C_ Ya me imagino, Esther la quiere con toda su alma. Y cuando
Maca recupere su memoria y con ella el amor, todo acabará siendo
feliz y tranquilo para ellas nuevamente.

219 ”Adiós Esther” © by ldana


V_ ¿Y si tarda en recuperarlo?, sabes que puede ser, que su shock
fue muy fuerte y que podría estar así mucho tiempo.
C_ Pues entonces... habrá que ver la capacidad de aguante de
Esther.
V_ Bueno... toma –sacó de su bolsillo un billete de cien euros-. Soy
legal.
C_ Gracias.
V_ Pero la cabrona de Teresa me las va a pagar.
C_ Ya –sonrió contenta-. ¿Sabes una cosa Rodolfo? –él la miró con
detenimiento-. Creo que más que médico eres mago... justo cuando
más lo necesitaba Esther, llegas... sí, eres maravilloso.
V_ Anda, anda no me vengas con esas –protestó.
C_ Tú hazte el fuerte –dio una carcajada-. Mira, ¿no es la madre de
Esther?
V_ Sí, vamos.
Encarna estaba en el muelle con gesto de preocupación, al ver
a la pareja un gran suspiro salió de su pecho, se acercó a ellos que
se alertaron pensando que algo le había pasado.
En_ No hijo no, estoy bien, el niño y mis consuegros también, pero
es que delante de ellos no quería preguntaros.
C_ Claro, vamos a la cafetería de enfrente, venga.
En_ Gracias hijos, os lo agradezco.
Una vez en la cafetería, todos se sentaron y pidieron, cuando el
camarero les dejó las bebidas, una Encarna nerviosa les habló.
En_ Sé que mi hija es adulta para hacer lo que ha hecho... pero sé
que debe estar sufriendo lo suyo y tengo miedo por ella –ellos
cruzaron sus miradas, Encarna hizo un gesto nervioso y sacó de su
bolso un pañuelo-. Me dice que está bien... e insiste en que ella está
controlando la situación y no le afecta, que lo que quiere es que
Maca se recupere cuanto antes, que ella no es quien importa ahora,

220 ”Adiós Esther” © by ldana


que está fuerte y bien es lo único que sabe repetir, pero sé que no
es así.
V_ ¿Y qué pretende que hagamos? –Cruz lo miró seria por el tono
con que habló.
En_ No lo sé, llevo dos noches sin dormir, por un lado está Maca, a
la que adoro a la que siento como algo mío también, por otro esta el
pequeñín al que aunque esté rodeado por nosotros no es lo mismo –
confirmó mirando esta vez a Cruz que asintió-, y por último está mi
hija, lleva mucho tiempo mal por esta situación y sé como es, sé
que ha sido ella la que ha querido irse, la que ha querido luchar por
Maca, lo sé, no quiso escucharnos a nadie, pero por su tono créeme
que sé está al borde del precipicio.
C_ Yo también lo sé Encarna, y es lo que temo –le dijo apoyando
sus codos sobre la mesa-. Pero la solución pasa por tu hija y ella no
sé si querrá volver aquí.
En_ Esa es la razón que me trae aquí, ella a vosotros os aprecia, y
sin duda todo cuanto le dices tú hijo, lo acepta. Solo te pido esto,
que vaya Rosario o yo, pero que mi hija descanse, que esté con
Daniel y...
V_ Ustedes no pueden hacerse cargo de Maca... la necesita a ella
siendo egoísta.
C_ Ya Vilches, pero unos días...
V_ No va a querer –dijo seguro-. ¿Usted sabe que tiene una hija
maravillosa? –le habló enarcando las cejas.
En_ Sí –contestó emocionada.
V_ ¿Y sabe que su hija está pasando el peor momento puede ser de
su vida, verdad?
En_ Sí.
V_ Usted me recuerda a mi madre –le dijo serio-, ¿cómo saben
tanto? –Cruz lo miró suspirando mientras acariciaba su frente
nerviosa.

221 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ La vida hijo, la vida.
V_ Voy a ayudarla en lo que pueda Encarna, se la debo.
En_ ¿A mí? –lo miró perpleja.
V_ Sí, cuando se llevó a su hija del hospital, le dije que le
recompensaría, ahora está Teresa allí y mañana le diré que trate de
convencer ella a Esther, estoy con usted, Esther necesita un cambio
o de lo contrario se pondrá ella enferma también.
En_ Gracias hijo, sabía que podía contar contigo –le cogió la mano y
le apretó con afecto ante el carraspeo de un Vilches contrariado-. No
he querido hablar de esto delante de Rosario porque ella se siente
mal, cree que debió oponerse a Esther y acompañarla.
C_ De nada hubiera servido, tienes una hija a la que cada día
admiro más, y estoy segura que cuando Maca recupere del todo su
memoria, todo volverá a ser como antes Encarna.
En_ No creo, me imagino que será mejor, porque ambas ahora
saben lo que significa perderse, y no creo que vuelvan a cometer el
mismo error. Se aman demasiado. Gracias a los dos por quererlas y
ayudarlas.
Esther al colgar el teléfono sintió pánico, si Maca tenía una crisis
potente no estaba preparada para ella, estaba segura que no la
podría resistir, notaba que sus fuerzas estaban llegando
inesperadamente al límite pero tampoco quería agobiarse antes de
hora, así que suspiró y salió al comedor donde hablaba Teresa con
ella.
T_ Pues si hija si, la gente no para de preguntarme por ti.
M_ Dales las gracias de mi parte –sonrió y esa sonrisa a Esther le
ayudó a respirar.
T_ Y ¿sabes qué?, las enfermeras de la planta de Pediatría me han
dado un regalo para ti, lo tengo en la maleta.
M_ ¡Qué fuerte! –murmuró sonriente pero al ver acercarse a Esther
su sonrisa cambió y Teresa también se percató.

222 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Bueno... Esther porque no vas sacando las cosas a la mesa solo
faltan los platos y cenamos ¿eh?
E_ Sí, ¿cómo sigues cariño? –la miró con sus ojos repletos de
ternura y una sonrisa entregada de amor.
M_ Bien –dijo escuetamente sin mirarla.
T_ Anda ves... te he preparado un estofado Maca, que te vas a
chupar los dedos, ¡te lo digo yo! –le sonrió y Maca acompañó su
sonrisa mientras sus ojos seguían la figura de una Esther que se
marchaba a la cocina un tanto decepcionada-. Es un ángel.
M_ ¿Qué? –la miró fijamente con toda su atención puesta en sus
ojos.
T_ Esther... es un ángel, tu ángel.
M_ O mi demonio –murmuró despacio.
T_ Tu ángel, te lo aseguro –insistió con una sonrisa tratando de no
dar importancia al gesto de Maca de rechazo.
E_ Bueno esto ya está, vamos mi amor la cena ya está lista y tiene
una pinta que te mueres.
T_ Me ha quedado bien, si –sonrió orgullosa arrastrando la silla de
Maca hasta la mesa-. Pero es que hija con estas cosas tan buenas y
frescas es imposible que quede mal.
E_ Bueno Teresa... la mano hace mucho ¿eh? –sonrió ampliamente.
T_ Gracias. Vamos Maca a ver que me dices tú cariño.
M_ No quiero cenar –dijo quitándose de golpe la servilleta que había
puesto sobre sus piernas Esther, y ambas mujeres cruzaron sus
miradas.
E_ Cariño tienes que tomarte las pastillas –le dijo con dulzura.
M_ He dicho que no –contestó toscamente.
E_ Pero vamos a ver... si no has comido nada en toda la tarde mi
vida –insistió con su tono tierno.

223 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Deja de llamarme cariño, mi vida y demás gilipolleces –su voz
fue hiriente ya no sólo para Esther que no estaba acostumbrada a
que le hablara así, también para Teresa-. Déjame tranquila Esther.
T_ Pero Maca... tienes que alimentarte.
M_ He dicho que no –le contestó algo más calmada a Teresa
bajando la voz y mirándola fijamente.
T_ Pues... –cruzó una mirada desconcertante con Esther mientras
elevaba sus hombros sin saber muy bien como reaccionar.
E_ Ponte como quieras... pero algo tienes que comer.
Se levantó de su silla para acercar nuevamente a Maca que con
sus manos en las ruedas había logrado girar la silla ante la
estupefacción de las dos, al llegar a ella para devolverla a la mesa,
Maca sin pensárselo trató de pegarle, solo los reflejos de Esther lo
evitaron, Teresa se levantó nerviosa ante la incomprensible reacción
de una Maca que parecía haber perdido la cabeza en aquel momento
que gritando le dijo a Esther.
M_ Déjame en paz, ¡vete no te quiero ni ver! –Esther omitió sus
palabras en silencio no quería alterarla más y trató de cogerle los
brazos para calmarla-, ¡suéltame no te soporto, te odio!, ¡déjame!
T_ Maca por Dios –le dijo nerviosa Teresa que también trató de
detener su impresionante e incomprensible fuerza.
M_ Teresa dile que se marche, no la soporto no quiero verla por
favor, ¡vete!, ¡vete! –la empujó y comenzó a llorar y gritar parecía
que se había trastornado-. No te soporto, te odio, te odio.
E_ Teresa rápido, en la habitación hay una jeringuilla y una ampolla
que he dejado sobre el tocador –luchaba con Maca y hablaba
jadeante por el esfuerzo para calmarla-, tráela por favor, Maca
tranquila ¿vale?
M_ No quiero nada de ti, Teresa no te vayas no me dejes sola con
ella, me quiere matar –gritaba fuera de sí implorando a Teresa,
mientras seguía su lucha con Esther, por soltarse de ella.

224 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Maca por Dios –murmuró completamente angustiada ante su
reacción y sus palabras por más que quería abrazarla, no podía, era
imposible aplacar aquel estado-. Maca.
T_ Toma Esther –le dio la jeringuilla nerviosa.
M_ No, no, no –repetía una y otra vez perdiendo el control sobre si
misma-, no quiero escucharla más, Teresa dile que pare, dile que
pare.
T_ Tranquila Maca, tranquila.
M_ No quiero que me pinche por favor, me quiere tener aquí, ¡no! –
trató de zafarse de los brazos de Teresa ante la proximidad de
Esther que llevaba la jeringuilla. Maca gritaba y pataleaba mientras
decía cosas incongruentes parecía que se había vuelto loca, Esther
no sin esfuerzo consiguió inyectarle sin hablar porque el horror se
había apoderado de su garganta-. Teresa llévame contigo, Teresa...
T_ Si Maca si, tranquila nos vamos a ir tú y yo ¿vale? –consiguió
abrazarla con fuerza sobre su pecho mientras Esther se había
quedado como una estatua frente ellas observando la escena
aterrorizada-. Nos vamos a marchar lejos de aquí, tranquila cariño,
todo va a ir bien.
M_ Teresa... no me dejes con ella –murmuraba pero las caricias de
la mujer y la inyección iban aplacando su fuerza-. Quiero irme, no
quiero verla.
T_ Shhh –le susurró mientras acariciaba su pelo y miraba a Esther
tratando de darle ánimo-. Todo está bien cariño, todo está bien.
M_ No quiero... no sé que quiero... Daniel.. ¿dónde está mi
madre?... el coche va muy rápido... por favor déjame... –balbuceaba
sin sentido.
T_ Creo que es mejor acostarla –le dijo en voz baja a Esther que
asintió y empujó la silla en silencio.
M_ No quiero... ¿dónde estás Teresa?, Encarna... ven... Encarna...
¿dónde estás? –hablaba con dificultad mientras apoyaba sus codos
en los brazos de la silla pues sentía un intenso mareo.

225 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Estoy aquí Maca, tranquila. Escúchame cariño, cuando te diga
haz fuerza y te pasaré a la cama.
M_ Si, si... Daniel... –trataba de abrir sus ojos y moverse pero cada
vez le costaba más y sentía mayor angustia.
T_ Vamos Maca, una, dos y tres... –la pasaron a la cama entre las
dos y ella quedó de lado con los ojos cerrados la frente arrugada y
el pelo revuelto sobre la cara-. Venga trata de dormir, estoy aquí.
M_ Encarna quiero que venga...
T_ Ya viene Maca, está por llegar –le dijo con gesto de rabia
profundo al ver como Esther abandonaba la habitación y ver el
desconsuelo que estaba viviendo-. Descansa.
M_ No te vayas.
T_ No, estaré aquí –le susurró acariciándola mientras la tapaba.
M_ El coche va muy rápido... no va a parar... no va a parar... –en su
voz volvió la angustia y el terror.
T_ Tranquila... todo ha pasado estás bien –un nudo en la garganta
se había instalado en Teresa que luchaba por poder hablarle al
tiempo que buscaba con su mirada a Esther que no aparecía.
M_ Tengo que hablarle... tengo que hablarle... me está esperando...
quiero decirle que... no voy a poder... no van a parar y no voy a
poder decírselo...
T_ Shhh descansa, para esa cabeza descansa –le repetía con
dulzura.
M_ Luna...
T_ Olvida todo Maca, descansa estaré aquí –la miraba con pena
como esperando que nombrara a quien necesitaba nombrar.
M_ Quiero que me beses... otra vez... otra vez.

Cuando Teresa entró en la cocina, se encontró con una Esther


tratando de contener su rabia, estaba de pie, con sus manos
apoyadas en el mármol del banco, sus piernas separadas una tanto
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y su cabeza hundida entre los brazos, era el gesto de la derrota, de
la máxima desesperanza. Se acercó con cuidado hasta ella,
conforme lo hacía su expresión se tornaba más triste al verla así.
Estaba a un paso suyo cuando Esther le habló.
E_ ¿Me ha llamado?
T_ No –contestó débilmente-, no coordina nada de lo que dice.
E_ Me lo merezco Teresa, todo cuanto me dice me lo merezco, yo
quise hacerle sufrir y este es el resultado.
T_ No digas eso hija –la miró contrayendo la barbilla en un gesto de
pesar.
E_ Es verdad, mientras perdíamos el tiempo haciéndonos daño ella
sabía como conseguirlo de otra manera y yo, yo no supe como –no
se había movido un ápice del lugar pero su voz sonaba quebrada,
rota y vacía-, hasta para eso es mejor que yo, hasta para eso fue
más inteligente que yo, no supe estar a su altura, me daba rabia ver
con la facilidad que me podía destruir, y yo... yo no supe hacerlo de
otra manera que, haciéndole pensar que me había liado con el
maldito abogado, jugué con fuego y ahora me estoy abrasando
Teresa.
T_ Esther, no te castigues por favor quien iba a imaginar que todo
esto ocurriría.
E_ Me odia –se giró despacio porque su pesimismo pesaba
demasiado, la miró entornando sus ojos cristalinos demostrando que
en aquel mismo instante estaba hundida-. ¿Esta reacción es el
sentimiento que yo provoqué?, ¿me habrá llegado a odiar de verdad
de la manera que me demuestra ahora?
T_ Por favor no sigas así –le tocó la barbilla con cariño y bajo su
tono duro por amable y tierno-. Maca no sabía lo que decía Esther,
vive un infierno al que no podemos asomarnos, tan solo estar a su
lado. Lo único que es cierto, es que tú no tienes la culpa.
E_ ¿Sabes una cosa Teresa?, si tengo que pasar por este infierno y
este dolor con tal de que ella saque toda su rabia y se cure, lo hago

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con gusto, si tengo que sufrir así, sufriré, si todo es para que ella se
recupere, lo haré –juntó sus manos sobre sus labios, temblorosas
las unas, temblorosos los otros dejando que su rabia fluyera por el
ambiente frío de la cocina, no podía soportarla más en su interior-.
Lo haré porque la necesito como no he necesitado nada en mi vida,
nada significa tanto como lo que ella significa en mí Teresa, no sé si
algún día podré hacérselo ver, pero para respirar la necesito a ella,
para vivir la necesito, si no está a mi lado, no puedo sonreír –sonrió
con el temblor de su barbilla emocionada y el gesto apenado de una
Teresa que tragaba como podía sus lagrimas-. No he necesitado
nada en mi vida, como la necesito a ella
T_ Lo sé –la estrechó fuertemente entre sus brazos besándole la
frente-, sé todo cuanto la amas y sé cuanto te ama ella, tendremos
que tomar una decisión ante esto. Yo te ayudaré –le acariciaba la
espalda mientras Esther descargaba en ella su llanto de
incomprensión y máximo dolor.

El reloj marcaba las once y media cuando sonó el teléfono de


Esther, estaba sentada junto a la chimenea del comedor con sus
piernas abrazadas a su cuerpo, la manta la cubría porque el temblor
no se había apartado de ella. Al descolgar sabía que era Vilches,
sonrió porque aquel hombre que pretendía ser duro e implacable, se
mostraba encantador y tierno con ella. Le explicó cuanto había
ocurrido, a veces debía parar para apaciguar su llanto y sonar su
inundada nariz.
E_ Ahora está con ella, yo prefiero no entrar, si, lo sé Vilches pero
no lo puedo evitar. Tranquilo, hasta mañana.
Le dijo lentamente mientras volvía a sonar su nariz.

Pasaron dos horas donde Esther no se había movido del


comedor, no se atrevía a entrar en la habitación de Maca, junto a
ella una desconcertada Teresa, que no sabía como acudir a las dos
personas que la necesitaban, si bien, Maca parecía que dormía, de

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vez en cuando la llamaba, de vez en cuando murmuraba cosas sin
sentido, pero ni una sola vez había llamado a Esther, que por su
lado seguía dándole vueltas a la situación tan complicada que se
había desencadenado entre ellas.
Como Maca parecía que había dado con el descanso, Teresa fue
a reunirse con Esther, justo cuando salía por la puerta, Maca se
movió, movió su mano buscando un cuerpo que no estaba junto a
ella, buscaba una piel cálida a la que aferrarse y así, luchar con su
miedo, se sentía desvalida allí en la soledad de una cama, luchando
con su memoria ahogando pensamientos y buscando otros que no
llegaban. Descorazonada y angustiada terminó por murmurar al
viento que esta vez no llevó sus palabras, que esta vez la abandonó
como lo había hecho su memoria dejando desnuda su alma y su
terror.
M_ Esther... Esther... ¿dónde estás Esther?… cariño...

Teresa había preparado una tila bien fuerte, sabía que Esther la
necesitaba pero ella misma había pasado una situación tan
complicada que buscó un poco de calma en el silencio de la noche.
Se sentó junto a la chimenea mirando tristemente a una enfermera
que parecía divagar en recuerdos con la necesidad de no ahogarse
en el presente.
T_ ¿Cómo estás?
E_ Desquiciada –le dijo suavemente-, me estoy rompiendo la cabeza
y te juro que no sé que voy a hacer.
T_ Pues lo que has estado haciendo hasta ahora, cuidarla, amarla y
ayudarla.
E_ ¿Aunque ella no quiera?
T_ Ella quiere, ahora no es ella –bebió y después suspiró cerrando
los ojos.
E_ Tienes razón, jamás la había visto así.
T_ Maca está peor de lo que pensábamos, Vilches tenía razón.

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E_ La quiero Teresa –esta vez quien cerró los ojos fue Esther
después de murmurar aquel sentimiento.
T_ Ese es el mayor motivo que tienes para seguir haciendo cosas.
E_ ¿Y mi corazón? –la miró confundida retumbándose en el sofá
como tratando de descansar tanto su cuerpo como su alma.
T_ Tu corazón sufre ahora... sufrió desde que llegó del accidente,
pero volverá a ser feliz cuando todo esté en su sitio.
E_ Soy enfermera hace más de diez años –cruzó sus brazos sobre el
pecho apoyando la cabeza en el respaldo-, he visto de todo, he
sufrido cuando he visto sufrir a alguien, eso es inevitable, pero hoy
–cerró los ojos suspirando como necesitando que las visiones que
tenía en ellos de una Maca desquiciada desaparecieran al abrir los
párpados-, pero hoy Teresa he sentido lo peor que un ser humano
puede sentir, impotencia ante su reacción.
T_ Lo sé cariño, te juro que a mí me ha pasado igual.
E_ Pero la has abrazado, la has calmado... –entonces giró sus ojos
hasta los de la mujer que la miraba fijamente-, yo no podía
reaccionar, no sabía, porque estaba sufriendo con su sufrimiento.
T_ ¿Por qué no vas a descansar?, yo me quedaré con ella.
E_ No voy a poder cerrar los ojos –negó con su cabeza-, mejor
duerme tú mañana si le vuelve a pasar, tendrás que estar fresca –
sonrió con tristeza-, a mí no me dejará acercarme.
T_ ¿Estás segura Esther? –ella asintió con la cabeza lentamente
mientras daba un tragó a su tazón de tila-, necesitas descansar.
E_ Estoy bien, ve a dormir y si necesito algo te llamaré.
T_ ¡Ay hija!, no sé que más decirte, ni como consolarte, pero
déjame que duerma y mañana tendré la solución.
E_ No te disculpes Teresa, haces mucho más de lo que nadie podría
hacer por mí.
T_ De todos modos voy a darle un vistazo y me voy a dormir. Y tú
deberías hacer lo mismo.

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E_ ¿Buscar una solución? –la miró con ojos tristes.
T_ No tonta, descansar, la solución la tendré yo mañana con el aire
fresco de la mañana –le dejó un beso en la frente-. Descansa.
E_ Buenas noches –sonrió ante el beso.

El reloj marcaba las dos y media de la mañana, Teresa dormía


aunque le había dicho a Esther que podía estar muy tranquila, su
oído de madre aún seguía latente, y al menor quejido de Maca,
estaría allí. Pero Esther, no podía dormir, había cerrado la luz del
comedor y se había sentado en una silla alejada de la cama para
que Maca no la viera y volviera a sufrir otro ataque de ansiedad.
Miraba por la ventana pensativa buscando la solución para hacerle
ver a Maca que se moría por ella, para hacerle comprender la
verdadera situación, la desesperante situación para ella, pero no
sólo no hallaba solución, sino, que se tropezaba una y otra vez con
su ira desmedida contra el mundo, esa ira que le había hecho perder
la paciencia por dos veces con Maca, quizás ese era el
desencadenante de la situación, mientras le había dado cariño y
amor, ella le había tratado mal pero en cuanto se daba cuenta se
disculpaba o al menos, si no lo decía de palabra, lo veía en sus ojos,
pero desconocía completamente como sería su reacción después del
brote tan violento que había vivido. Estaba paralizada, no sabía
como actuar, la noche era negra como su corazón, no asomaba la
luna para con su luz darle alivio, entonces Maca murmuró algo
inaudible, si encender la luz, tan solo con el reflejo naranja del
fuego se acercó hasta ella, sin hablar, durante un rato en silencio la
miró y admiró con detenimiento, su rostro aún dormida continuaba
expresando tormento y dolor. Un profundo suspiro arrancó la rabia
de Esther por una sensación y necesidad de ternura, le habría
gustado abrazarla, susurrarle lo mucho que la amaba y que siempre
estaría ahí, lejos de dejar fluir ese brote de amor, huyó, salió de la
habitación buscando el aire fresco de la noche, cuando golpeó su
cara le hubiera gustado llorar, pero no pudo, sólo sentía como la

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rabia volvía a ella por el estado de Maca, se preguntaba tantas
cosas, que con un gesto repleto de ira mirando al cielo susurró:
E_ No lo entiendo, ¿tanto daño he hecho para que me castigues
así?, sabes como destrozarme el alma ¿eh? –anduvo hacia fuera del
porche, sus pasos eran fuertes y decididos aunque no tuvieran
destino, su melena se movía al viento y sus ojos al pensar en Maca
volvieron a mirar desafiantes hacia algún lugar como esperando ver
un rostro al que poder reprochar todo cuanto estaba viviendo-. ¡Me
cambio por ella!, haz que sufra yo el dolor en mi cuerpo, el dolor en
mi cabeza, pero devuélveme a Maca, ¡no seas injusto Señor!, ella no
hizo nada mal fui yo quien se equivocó, fui yo ¡hostias!, ¡yo! –pateó
con rabia todo cuanto encontró a su paso, hasta que rendida al
cansancio se detuvo apretando fuertemente sus puños, podía notar
la tensión de sus músculos sobre todo su cuerpo, apretó los dientes
y susurró nuevamente mientras lloraba-. Señor... nunca te pedí
ayuda, nunca pedí nada para mí, pero no lo soporto ¡Dios!, ¡no lo
puedo soportar! –decía arrastrando las palabras mientras se
arrodillaba sintiendo que sus piernas flaqueaban, que su alma
estallaba en pedazos-, ayúdame por favor... ayúdame para
ayudarla, ayúdame para sacarla de ese mundo en el que está,
¡ayúdame señor! –lloró un rato sintiendo que sus pulmones se
ensanchaban que su corazón palpitaba asfixiado por el dolor y
cuando se calmó un poco, volvió a mirar la única estrella que
alumbraba el cielo diciéndole-. Si esto es un castigo, lo haces de
puta madre, y si no lo es –se detuvo poniéndose en pie, su
respiración era tan agitada como la locomotora de un tren, sus ojos
rasgados por el llanto y su garganta ahogada por la rabia, no fuero
motivo suficiente para una vez en pie y mirando fijamente la estrella
gritara entre dientes-. ¿Qué coño tengo que hacer para salir de
esto?

El amanecer en aquel lugar era un privilegio, pero sin Maca se


volvía en algo insípido, sin color, ni brillo, por mucho que su belleza
empapara todo el maravilloso lugar. Esther se había pasado la

232 ”Adiós Esther” © by ldana


noche entera en la habitación, sentada, observando a Maca,
después con los primeros colores frescos de la mañana, se marchó a
la cocina, bostezó y se desperezó, preparó el café para cuando
Teresa se despertara, no tenía ánimo para nada, por ese motivo
cuando entró su confidente y gran amiga, la encontró sentada con
un codo apoyado sobre la mesa de madera, y la cabeza ladeada a su
vez, apoyada en la palma de la mano, tenía mala cara, ojeras
profundas por el insomnio, los labios secos y un tanto agrietados por
el frío pasado ante su explosión en medio del campo y la noche, y
un gesto tan adusto que no parecía la Esther de siempre, todo ello
cambió cuando vio entrar a Teresa con un montón de flores frescas
en su mano izquierda, y se detuvo en la puerta diciéndole con una
sonrisa de oreja a oreja.
T_ ¡Ya tengo la solución!
Esther la miró tan sorprendida como asustada, Teresa parecía otra,
nada que ver con la mujer abatida que se había acostado la noche
anterior, con un nudo en el corazón. Aquella sonrisa contagiaba a
sus labios para dibujar la misma en su boca, sus ojos apagados
habían tomado otro cáliz pues fuera lo que fuera, sabía que sería
bueno tanto para ella como para Maca. Teresa puso las flores en un
jarrón mientras le hablaba.
T_ Después de mucho pensar... he decidido lo que vamos a hacer.
E_ ¡Sorpréndeme! –la miraba sonriendo
T_ Te vas a marchar.
E_ ¡Qué!, ¿estás loca?, ¿marcharme dónde? –la miraba sin entender
sus palabras.
T_ A tu casa con tu hijo.
E_ Eso no puede ser... ¡menuda solución!
T_ Deja, deja que lo tengo todo planeado. De momento hoy te vas a
ir todo el día.

233 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Pero Teresa tú te has vuelto loca o qué? –la miraba sonriendo
por la incredulidad que sentía, “¿cómo iba a alejarse del lado de
Maca?”, pensaba-. No lo puedo hacer.
T_ Claro que lo puedes hacer, es más, ¡lo vas a hacer! –insistió
mientras golpeaba con su dedo índice la mesa con cada palabra que
exclamó.
E_ ¿Y dónde me voy?
T_ Con Carmen, a ver el pueblo, a ver destinos divertidos o
románticos para cuando Maca esté bien llevarla –juntó sus manos
con gesto feliz.
E_ Perdona Teresa pero... me parece que no estás muy bien –puso
un gesto divertido a modo de disculpa.
T_ Tú necesitas descansar, ella necesita echarte de menos. ¡Anda di
que estoy loca pero menudo plan más maravilloso!
E_ ¿Y quién va a estar con ella?
T_ Pues su madre, la tuya, yo... no sé quien haga falta... menos tú.
E_ ¿Y quién le pinchara si le da un ataque como ayer?, ¿quién le
tomará la tensión?, ¿quién...?
T_ ¡Ay hija!, desde luego mira que eres aguafiestas ¿eh? ¿Qué en
este pueblo no hay médico?
E_ Pues... sí lo hay.
T_ ¿Entonces? –la miró con gesto de impaciencia en la cara.
E_ Joder Teresa, no sé... yo... –se mordió el labio pues estaba
descolocada ante la solución de su amiga.
T_ A menos que quieras pasarte todas las noches despertando a los
animalitos del bosque –la miró con sus ojos escrutadores en los
suyos.
E_ ¿Me oíste?
T_ Yo y todo el pueblo –Esther agachó la cabeza pero los dedos
suaves de Teresa le obligaron a mirarla-. Necesitas descansar, llevas

234 ”Adiós Esther” © by ldana


tres meses bajo mucha presión, tenías que haberme hecho caso
cuando Maca estaba en el hospital.
E_ Se supone que soy su mujer y debo estar a su lado, mucho más
ahora, no debería estar así.
T_ Claro que debes, ¿eres especial?, no hija, cuando quieres a
alguien de la manera que tú la quieres a ella, es lo más natural que
sientas estar al borde de la locura, o de la máxima soledad ante
este problema, por eso lo importante es que descanses una
semana... o dos –Esther la miró suspirando-, ella lo agradecerá
también.
E_ No me ha llamado ni una sola vez.
T_ Te tiene cerca y eres su presa fácil, a saber su mente con lo que
le está machacando hija, además justo lo que no le funciona es su
emotividad y su mayor emotividad la tiene contigo, con lo que
siente por ti, es natural que también se vuelva contra ti. Lo mejor es
que te vayas, probaremos hoy y según sea su reacción, te irás más
o menos tiempo, voy a hablar con Vilches.
E_ Teresa... –la llamó cuando la mujer contenta se levantó. La miró
con expresión tierna mientras Esther le decía-. Gracias.

El día había asomado con algunos rayos de sol juguetones con


las nubes, la tierra se notaba fresca y el olor era tan intenso a pura
naturaleza que, Esther sintió como su corazón volvía a llenarse de
fuerza, segura de si misma fue en busca de Maca. Sabía que le iba a
ser difícil seguir las instrucciones de Teresa, pero donde tanto había
pasado ya, que importaba sufrir un poco más. Al entrar lo hizo con
cuidado de no despertarla pero cuando se paró a su lado, se
percató que estaba despierta, acostada de lado, con su mirada fija
en el hueco vacío e intacto de la cama, donde se suponía que debía
estar ella, al ver su gesto pesaroso, tuvo que suspirar con fuerza
para afrontar un nuevo enfado por su parte.
E_ Buenos días Maca, ¿qué tal estás?

235 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Me duele mucho la cabeza.
E_ Teresa ya ha preparado el desayuno. Me ha dicho que te duche y
te lleve, ya sabes que es muy mandona –sonrió mientras le retiraba
la sábana.
M_ Me duele la pierna.
E_ Déjame ver -apartó con suavidad el pantalón del pijama para
observar el lugar donde se quejaba y ante el tacto Maca sintió una
oleada de sensaciones-. No te veo nada Maca, pero de todos modos
ahora cuando te duches te pondré un poco de crema.
Maca no contestó, se levantó sin rechistar, cosa que agradeció
profundamente Esther, que la duchó sin recibir un solo comentario
ni un solo gesto de rechazo, no quería confiarse, no sabía si
recordaba todo lo ocurrido la noche anterior o si aquella mente
selectiva le había borrado la escena. Cuando llegaron a la cocina, allí
estaba Teresa canturreando con un delantal puesto.
E_ Ya estamos aquí Teresa.
T_ Muy bien, buenos días Maca hija –le besó la frente sin recibir
ninguna muestra de contrariedad tampoco-. Venga el desayuno está
listo.
E_ ¿Has visto como está el jardín Teresa?
T_ Maravilloso, la verdad que este lugar es una bendición.
E_ Si. ¿Y qué me dices de las tortas que hace Carmen? –omitía
completamente a Maca, incluso ni la miraba.
T_ Buenísimas para el gusto, malísimas para mi dieta –sonrieron las
dos Maca se estaba empezando a sentir un tanto desplazada-. ¿Qué
prefieres Maca, la tortita o unas tostadas del pan que ha traído
Fermín hecho a leña? –Teresa habló justo en el momento adecuado.
E_ Yo tostadas –se adelantó Esther en contestar.
T_ ¿Y tú?
M_ Torta –miró a Teresa y después a Esther.
T_ Muy bien...

236 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Has hablado con tu marido?
T_ Sí, está desesperado con el microondas, ¡qué cosa más inútil por
dios!, no sabéis lo bien que hacéis de estar juntas, vamos que si
pudiera volver atrás me hacia lesbiana –sonrió ante la carcajada de
Esther.
E_ Sí, te lo recomiendo.
T_ Claro tú que me vas a decir, guapa –se miraron y después
miraron a Maca, estaba sería sin participar en la conversación, se
notaba su malestar, pero de eso se trataba-. ¿Mantequilla Esther?
E_ Sí, ¡ah pues no te pierdas esto Teresa! –se dirigió hasta la
nevera bajo la mirada irritada de Maca pues no le había dedicado ni
una sola palabra ni siquiera en la ducha-. Mermelada de Frambuesa.
T_ ¡Dios, no! –murmuró juntando los labios en señal de deleite.
E_ De muerte.
T_ Me voy a marchar con algunos quilos de mas.
E_ No importa –hizo un ademán con su mano agitándose en el aire.
T_ ¿Quieres Maca?
M_ No.
E_ Dame yo sí –Maca la miró incrédula pasaba de ella con una
facilidad que le estaba molestando, ¿por qué?, se preguntó “¿por
qué me molesta tanto?”-. Pues tiene una de melocotón que hace
ella, de verdad, ¡qué cosa más rica!
T_ Por cierto Esther, creo que aprovechando que estoy aquí hoy,
podrías ir a darte una vuelta –Maca clavó sus ojos en Teresa-. ¿No?
E_ Pues... –miró a Maca y ésta mordió la torta con seriedad en su
rostro
T_ ¿Para qué te crees que he venido?, necesitas descansar.
M_ No sé de que –murmuró mirando con expresión grave a Esther.
E_ ¿Y si se pone mal? –omitió el comentario dañino.

237 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Mujer llevo muchos años en le Hospital, digo yo que algo habré
aprendido, ¿no crees?, además soy madre que eso cuenta mucho –
afirmó segura elevando sus manos.
E_ No lo digo por eso –Maca la miraba como tratando de intimidarla.
Esther suspiró y añadió-. Está bien, me iré a ver a Carmen seguro
que se alegra de que le haga una visita.
T_ Eso.
E_ Regresaré para la comida, te traeré algo cariño –fue a besarla
pero Maca apartó la cara más molesta de lo que podía controlar, ella
volvió a suspirar y le dijo a Teresa como si no le hubiera afectado
aquel gesto-. Si necesitas algo...
T_ Vete, vete anda –la acompañó hasta la puerta y una vez allí le
habló en voz baja-. Esther... no vengas a comer...
E_ Pero...
T_ Creo que esto funcionará, deja que sufra un poco ella, llevas tú
mucho sufrido.
E_ No creo que sufra Teresa, imagino que sentirá alivio de no verme
–no pudo evitar que su voz sonara algo triste.
T_ Sabes que eso no es verdad... ten paciencia.
E_ La tengo, quiero aferrarme a la idea de que cuando su mente le
ofrezca la visión real, todo cambiará. Además, abrir mis ojos y verla,
aunque sea de mal humor, ya me vale.
T_ Anda ve.
Se marchó con el andar triste y pesado, subió al coche que
Fermín les había dejado por si lo necesitaban y solo cuando vio que
ya no había rastro de ella, Teresa giró sobre sus talones y fue a
entrar. Entonces un pequeño grito de impresión salió de su interior.
T_ Maca, ¿pero cómo has llegado hasta aquí tú sola?
M_ Pues dándole a las ruedas Teresa, ¿cómo voy a llegar?
T_ Tienes razón, perdona. Bueno... ya estamos solas tú y yo.

238 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Y? –enarcó una ceja con sus ojos clavados en ella, aquella
mirada desafiante hizo carraspear a Teresa que se acercó hasta la
silla.
T_ Vamos fuera, es un espectáculo maravilloso ver lo que rodea
esta casa, desde luego Esther ha pensado en todo para ti.
M_ Vaya... Esther... –murmuró irónica mientras Teresa ponía gesto
serio empujando la silla-. ¿Por qué lo habrá hecho?
T_ Uy hija, creo que tu lado borde está aflorando como las rosas en
el jardín.
M_ Si, todo lo hace bien Esther, es lo que me quieres decir, ahora
vas a soltarme el rollo de que si es la mejor, que si es la persona
más maravillosa y... que la culpable de todo soy yo.
T_ No te reconozco ¿eh? –le dijo sentándose a su lado en el porche
mientras la miraba fijamente-. El golpe ha dejado en ti lo peor,
¿dónde está la Maca de siempre? –ante su silencio agregó-. Tú no
eres así, esa rabia que tienes te obceca demasiado, sé que es duro
que justamente en el momento en que ibais a arreglar toda vuestra
situación, ocurriera aquello, pero eso no te da derecho a que la
trates así, no ha estado nada bien lo que le has hecho, perdona
¿eh?, pero si no te lo digo, reviento.
M_ Yo tampoco me reconozco –murmuró mirando el suelo tras un
intenso silencio de ambas, después la miró a ella con expresión
entre preocupada y esperanzada-. Ayúdame a recordar, necesito
recordar, ella está aquí mientras yo no quiero que esté, pero al
mismo tiempo se va y mi corazón se ha llenado de pena y rabia al
verla marchar.
T_ Bueno... esa ha sido vuestra tónica en los últimos meses, un
quiero y no me da la gana –cruzó sus piernas más relajada dándose
cuenta que su plan estaba surgiendo efecto-. Explicarte todo es muy
complicado, pero te lo puedo resumir en una comparación muy
simple.
Maca la miró con ojos sinceros, en ellos Teresa pudo leer su
zozobra y unas ganas locas de poder controlar su mente, aún no

239 ”Adiós Esther” © by ldana


hacia ni dos minutos que Esther se había marchado y ya la echaba
de menos, sólo las palabras de Teresa la sacaron de sus
pensamientos.
T_ Sois como una pequeña nave surcando el mar, una nave que no
ha sido tragada por las olas que ha habido en los cuatro años que
lleváis juntas y te aseguro que ha aguantado toda clase de
embestidas, ¿y sabes por qué? –Maca la miró con ojos cristalinos y
una necesidad enorme de grabar en su mente la verdad-. Porque
vuestro timón, está labrado con la madera del amor, y la luz que
ilumina vuestras noches tiene la llama de la Fe. Cuando han tratado
de hundiros con mentiras, engaños, habéis sufrido, peleado, pero
también luchado por enderezar vuestra nave buscando el rumbo de
la verdad que no es otra cosa que un gran amor. Si quieres saber
porque Esther está a tu lado, es tan simple como que te ama y si
fuera al contrario, tu actuación sería la misma que mantiene ella.
Porque ninguna quiere que la nave se hunda, porque una es el
viento que la arrastra y la otra el mar en calma que la acuna.

Guardó silencio, sabía que Maca debía absorber aquella


información, tan solo se oía el canto fino de las aves, y a lo lejos el
ladrido de un perro rompiendo la tranquilidad que da el silencio de la
montaña. Teresa con un gesto repleto de ternura, acarició su mano,
ella la miró confundida su mente no trabajaba, era imposible
vislumbrar lo que quería, le llegan imágenes que la confundían
mucho más, Azucena de repente apareció pero no se atrevió a
preguntar, también una boda, su boda y entonces sintió la calma
apoderarse de interior.
T_ Esther está sufriendo mucho hija.
M_ ¿Y yo?, porque todo el mundo me habla de Esther, ¡nadie
entiende mi desesperación!, ¿eh? –sus ojos se llenaron de lagrimas.
T_ Claro que sí Maca, y la primera ella. De lo contrario no
aguantaría todo cuanto le dices.

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M_ Yo no quiero Teresa, pero algo me empuja –negó con la cabeza-.
No sé que es, a veces creo que voy a volverme loca.
T_ No, te aseguro que no. Debes tener paciencia, y debes luchar por
manejar esta situación, debes luchar por ganar la batalla a tu
mente.
M_ No puedo...
T_ Claro que puedes, yo te ayudaré –Maca rompió a llorar mientras
Teresa la abrazaba sintiendo su congoja.

La mañana para Esther pasó de manera divertida, Carmen que al


verla se había alegrado muchísimo, la llevó por todo el pueblo y
notó como todos los vecinos sabían de su presencia y su calvario,
asombrada por la hospitalidad de todos ellos recibía con una sincera
sonrisa sus consejos. Se le pasó el tiempo volando aunque ni un
solo segundo dejó de pensar en Maca, la llevaba en mente y tanto
fue así, que aprovechando la charla con unos niños del lugar,
consiguió le contaran de algún sitio escondido para disfrutar, así con
su compañía la llevaron a una parte del río para enseñarle su mayor
tesoro, el agua en aquel rincón de la montaña estaba caliente,
aquello la tentó en ir a por ella y llevarla hasta allí, sin duda le haría
muy bien un baño en aquel lugar rodeado de verde y un sonido
mágico. Aquello estaba hecho sin duda para Maca, al imaginarla allí
con su sonrisa, sonrió suspirando.

Por su parte, Maca continuaba en el porche, su mirada fija en


el camino esperando escuchar el rugir del motor del coche,
esperando encontrar la figura de Esther, Teresa le había contado
muchas cosas, algunas las recordó sin esfuerzo, sobre todo, las que
provenían del trabajo, de sus padres, incluso de Encarna a la que
notaba echaba de menos, otras, le costó tanto como que no las
encontró, y ya era casualidad pensaba, que todo fuera relacionado
con Esther. Entonces se rascó la mano y vio el anillo, pudo escuchar
nítidamente la voz de Esther contándole todo cuanto pasó con él,

241 ”Adiós Esther” © by ldana


entonces una imagen le vino a la cabeza, ella diciéndole a Esther
con voz angustiosa que la amaba, que no la dejara, ella rogándole
que la perdonara, cerró los ojos con fuerza y la imagen se disipó en
el aire como si ya no le perteneciera. Sin dudarlo llamó a Teresa.
T_ Dime cariño –salió con un trapo de la cocina secándose las
manos.
M_ Esther tarda mucho.
T_ Pues sí –miró el reloj entre juntado sus cejas-, tienes razón.
M_ ¿Por qué no la llamas?
T_ No, déjala que disfrute un poco de libertad.
M_ ¿Y con quién la está disfrutando? –la miró fijamente.
T_ Imagino que con Carmen y Fermín. ¿Por? –su voz sonó a enfado
aunque por su tono le recordó a esas charlas en el hospital cuando
estaban enfadadas, aunque fuera una especie de castigo para ella,
era por su bien.
M_ Por nada.
T_ ¡Ah! –entonces sonó el teléfono y Maca la miró-. Debe ser ella.
¿Esther cariño?, sí, sí, tranquila no te preocupes... si, está bien,
tranquila dale un beso de mi parte –Maca la miraba fijamente
esperando que le dijera algo-. Vamos a tener que comer tú y yo
solas, Esther no se ha podido negar a comer con Carmen.
M_ Pues si que le importo –protestó enfadada.
T_ Más de lo que puedas imaginar –la miró intensamente con una
sonrisa dibujada en sus labios.

Durante la tarde Maca quiso descansar, trataba de leer pero no


podía concentrarse, no quería perder el poco control que tenía sobre
si misma, quería hacer caso a Teresa entonces trató de hacer un
ejercicio que Esther le había enseñado, y su ausencia se clavó en su
alma.
M_ Esther –murmuró decaída.

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Cuando comenzó a caer la tarde, su preocupación era más que
evidente aunque no quiso hacer participe a Teresa que saboreaba su
gran idea, y sobre todo, la felicitación de Vilches por su resultado.
Sabía que una manera de asustar a Maca era separándola de Esther.
Una Esther que entró en casa ante el suspiro disimulado de Maca
que había vuelto al sofá junto a la chimenea donde seguía tratando
de leer. Al verla entrar la miró de reojo, iba cargada con bolsas y
una sonrisa de oreja a oreja, por esa razón evitó mirarla no quiso
que notara su preocupación por su ausencia, ni tampoco su
tranquilidad con su presencia, así que prefirió omitirla.
E_ Lo siento se me ha hecho un poco tarde –no le dio un beso, Maca
no levantó la mirada-. Mira Maca, todo lo que me ha dado Carmen
para ti, no podía ni siquiera sacarlo del coche.
T_ Esta mujer es increíble –sonrió Teresa.
E_ Es encantadora, me manda besos de su parte.
T_ Iba a preparar la cena.
E_ Yo te ayudo.
T_ Vale.
E_ ¿Vienes a la cocina Maca? –la miró con una sonrisa.
M_ No.
E_ Pues vamos allá Teresa –al entrar a la cocina le dijo-. Joder que
duro se me hace ni besarla.
T_ Más duro se le está haciendo a ella –le dijo bajito-. Aunque me
ha dado mucha pena hija.
E_ Ya, a mí también –acompañó a sus palabras con una expresión
sinceramente triste.
T_ He hablado con Vilches, mañana llegara Javier, nos iremos con él
y vendrán sus padres.
E_ Me ha llamado Rosario, estaba muy contenta por venir pero me
insistió en que debía estar por lo menos dos semanas en casa.

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T_ Pues claro –le dijo preparando la lechuga.
E_ No puedo estar tanto tiempo sin ella.
T_ Ni ella sin ti, te lo aseguro.
E_ ¿Dijo algo? –sus ojos volvieron a brillar.
T_ Está muy confundida, cosa que ya sabemos, pero... no quiere
dar su brazo a torcer cosa que también sabemos, aunque se ha
pasado gran parte de la mañana hasta que hemos sabido que no
venías fuera.
E_ ¿Y eso es una buena señal? –le preguntó entre divertida y
abatida.
T_ Yo creo que sí. Sin duda estaba fuera porque te esperaba, ¿no? –
Esther asintió un tanto confundida- Ahora debes decirle que te vas.
E_ Se lo diré después de cenar, cuando estemos solas.
T_ Bien –dio un mordisco al tronco de la lechuga haciendo un
sonido gutural de satisfacción.
E_ ¿Te gusta eh?
T_ Cuando me jubile, me compro aquí una casita.

La cena transcurrió tranquila, sin sobresaltos, Maca no habló


más que lo justo porque su mente desde que había hablado con
Teresa, parecía un puzzle y piezas sueltas iban acudiendo a ella, que
trataba de unirlas para poder tener lo que le faltaba, la seguridad de
que Esther la amaba y no estaba aprovechando la situación para
recuperarla después del engaño. Aunque tan solo pensarlo, le
pareció por primera vez una solemne tontería, entonces alzó la
mirada del plato y se quedó mirando aquella sonrisa que le estaba
haciendo florecer muchas cosas, su rostro embobado por primera
vez desde que volvieron del hospital, le recordó a Teresa que no
perdía detalle de sus gestos, a la Maca del principio que perseguía a
Esther para poder hablar aunque fuera un segundo con ella. La

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mujer sintió alivio pues aunque su solución parecía un tanto
descabellada, sabía que era la única manera de hacerla reaccionar.
Una vez entraron en la habitación, Teresa las dejó solas,
excusándose que tenía que llamar a su marido y ya se marchó a
dormir.
E_ Será mejor que le dé un poco de potencia a la chimenea, hoy
hace más fresco.
M_ ¿No vamos a hacer los ejercicios?
E_ Sí, claro –dijo un tanto confundida por su voz tranquila incluso
algo más tierna que de costumbre-. ¿Ya no te duele la pierna?
M_ Lo puedo soportar –le regaló un sonrisa tierna.
E_ Bien, vamos allá –separó la silla de ruedas y Maca se quedó en
pie apoyando sus manos en los hombros de Esther-. Muy bien, lo
estás haciendo muy bien.
M_ Tengo ganas de poder hacer lo que quiera –hubiera sonado a
reproche de no haber sido porque lo dijo con una sonrisa sincera.
E_ He encontrado un lugar que cuando estés mejor tendremos que
ir.
M_ ¿Adónde? –se sentó a descansar un momento sobre la cama.
E_ Cerca de la montaña, podríamos ir en coche, venga levanta,
hasta un punto, ¡eso es!, suelta un brazo.
M_ ¿Estás segura? –la miró desconcertada con miedo en sus ojos.
E_ Sí, tienes que empezar un día u otro, vamos suéltate, pues como
te decía, está en un lugar mágico –la miraba intensamente con sus
ojos repletos de alegría.
M_ De acuerdo. ¡Ay! –apunto estuvo de caer, pues la pierna le falló
pero los brazos de Esther la sujetaron de manera que evitó no solo
la caída, sino también, provocó unos segundos de acercamiento-.
Gracias.
E_ Creo que por hoy ya has hecho bastante, ¡acuéstate anda! –le
dijo con ternura mientras sentía su piel estremecerse.

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M_ Si –la miraba a los ojos con total entrega.
Esther la ayudó a cambiarse mientras de vez en cuando se
miraban a los ojos, y con delicadeza a los labios, Esther sentía que
no podría resistirse y Maca deseaba que diera el paso de besarla.
E_ Maca... debo decirte algo –susurró con voz baja atrapada en los
encantos de su mujer.
M_ Tú dirás –seguía sentada en la cama y Esther arrodillada pues le
había quitado las zapatillas y quedaba a la altura de su boca-. Dime.
E_ Mañana vienen tus padres...
M_ ¿Y? –acercó un poco su cara a la de una Esther que suspiró
cerrando los ojos pues en ese momento sabía que decirle que se
iba rompería el encanto y prefirió callar.
E_ Que... que... –no pudo continuar, porque Maca depositó sus
labios con delicadeza en los suyos recibiendo el beso con una fuerte
agitación en su corazón. Esther le rodeó la cintura mientras le
susurraba-. Maca, cariño.
M_ ¿Qué? –le sonrió mientras le acariciaba la cara con ternura.
E_ Te necesito –le susurró apretando sus manos sobre el cuerpo de
una Maca que cada vez notaba con mayor énfasis como ella también
la necesitaba.
M_ Yo también.
Esta vez fue ella quien besó a Maca, que le devolvió el beso con
más pasión que antes... con más dulzura y entrega...
desconcertando totalmente a le enfermera que ni pudo, ni quiso
resistirse a aquella maravillosa sorpresa. Con total delicadeza,
Esther la acostó, sus cuerpos se llenaron de caricias lentas,
temblorosas y tan hambrientas que no podían controlar sus
movimientos, a veces, lentos pero casi siempre agitados por la
pasión y el deseo que fluía por sus venas, Maca le susurraba una y
otra vez con su voz sedosa palabras de amor mientras Esther
pensaba que iba a morir de tanto placer, por tener nuevamente lo
que era suyo, y le habían arrebatado de un solo golpe.

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M_ Mi niña –decía con la voz entrecortada por el placer mientras
besaba con calma los labios húmedos y dependientes de Esther-.
Cariño...
E_ Maca...
Fue una noche repleta de ternura y amor, pero el cansancio
llegó a ellas envolviéndolas en un dulce sueño, esta vez quien tenía
abrazado el cuerpo de la otra era Maca, quien se había despertado
oliendo el suave perfume de Esther que aún quedaba en su cuello, le
acariciaba lentamente y así, sentía en su interior una paz diferente,
una calma que provocaba en ella la mejor de las sonrisas, se mordió
el labio mientras murmuraba.
M_ Esther...

El canto de un pájaro en la ventana despertó a Esther, a su


lado aferrada a ella se encontraba Maca, la admiró durante un buen
rato el cual aprovechó para reflexionar seriamente, y cuando hubo
tomado la decisión, se levantó con cuidado de no despertarla hasta
la cocina donde ya se oía a Teresa trastear.
E_ Buenos días Teresa –entró sonriente con su pijama rosa.
T_ Buenos... ¡vaya menuda sonrisa me traes esta mañana! –la miró
con expresión de sorpresa.
E_ Sí –contestó un poco cortada mordiéndose el labio en señal de
timidez-. Verás es que... bueno Teresa me da apuro decírtelo pero si
no lo hago reviento.
T_ ¿Qué ha pasado? –la miró fijamente-. No me digas más –se
golpeó la cadera con su mano y sonriente exclamó-. ¡Maca ha
recuperado del todo la cabeza!
E_ No –entonces se detuvo con expresión ceñuda-... bueno... al
menos no me parece... pero... bueno anoche mientras la estaba
ayudando con los ejercicios, me besó, y... bueno... ha sido
maravilloso Teresa –se abrazó ella misma dando una vuelta sobre
sus talones.

247 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ ¡Ay Esther no me digas esas cosas, caray!, sabes... que no me
gustan –la riñó aunque con una sonrisa pues no podía evitarla al
verla sonreír nuevamente feliz.
E_ Ya lo sé, pero creo que tú idea es maravillosa, de verdad, y he
tomado una decisión, tengo que avisar a Pedro.
T_ ¿Para qué?
E_ No me puedo ir Teresa, no podría estar tranquila... sé que lo
haces con la mejor de las intenciones pero al menos a Madrid no, he
decidido que mi madre se venga también, sé que a Maca le va a
ayudar su compañía, por eso he pensado quedarme con Daniel en la
fonda de Carmen.
T_ Pero... –negó con la cabeza-... entonces estamos igual... todo lo
que has conseguido lo volverás a perder.
E_ No vendré, quiero decir, no estaré aquí pero si pasa algo estaré
cerca, además podría venir con Daniel un día, para que Maca vaya
acostumbrándose a él ... recuerda que nos ha borrado tanto a él
como a mí.
T_ No sé... me desconciertas... si te quedas aquí, vendrás –la
miraba con la arruga vertical en su frente, reflexiva y preocupada.
E_ Prometo que no.
T_ No sé Esther... creo que es mejor la otra opción, lejos no tendrás
la tentación de venir.
E_ La tendré igual Teresa, te lo aseguro.
T_ Eso también es verdad –asintió algo contrariada.
E_ Pero te prometo que seguiré tus indicaciones –le contestó con
rapidez al ver en la mujer cierta duda-, con lo bien que me ha
funcionado esto de la indiferencia, estoy segura que... con una
semana habrá bastante. Voy a llamar a mi casa –sonrió
ampliamente.
T_ ¡Ay señor!, ¿no habrá recordado Maca todo ya?, porque digo
yo... si lo hace y no lo dice... ¿cómo vamos a saberlo?...

248 ”Adiós Esther” © by ldana


Después de hablar con su casa y preparar todos los detalles,
acudió a la habitación para vestir a Maca, ya que Teresa les había
preparado el desayuno. Al entrar la vio abrazada a la almohada
mirando fijamente la ventana, allí el gato que acostumbraba a
aparecer como a desaparecer con gran facilidad, parecía vigilarla.
No se giró, no lo necesitó, intuía que era Esther, tampoco sabía muy
bien porque, pero sabía que era ella. Esther subió a la cama,
apoyando sus rodillas, al llegar al cuerpo desnudo de Maca, le
acarició lentamente el brazo hasta tumbarse junto a ella dejándole
un beso suave en la oreja.
E_ Parece que le encantas –le dijo mirando al gato blanco con ojos
verdes-. Le pasa como a mí, nos tienes hechizados.
M_ ¿Dónde estabas? –le preguntó sonriendo levemente acomodando
su cuerpo a la presencia de su mujer.
E_ Hablando con mi madre.
M_ ¿Qué dice?
E_ Pues va a venir con tus padres para estar contigo aquí, se muere
por estar a tu lado.
Maca se giró con cuidado, podía manejar un poco mejor su
brazo y eso le daba la oportunidad de girarse sola. Al hacerlo se
encontró con los ojos entregados de Esther, quería seguir
ignorándola todo lo que pudiera, pero era imposible tenerla tan
cerca y no sonreír embobada. Lentamente se acercó a ella dejándole
un beso tan suave como una caricia fugaz, cuando se separó, Maca
la miraba con rasgos blandos en su rostro.
E_ Verás Maca... ellos se van a quedar contigo porque yo me voy a
marchar.
M_ ¿Qué? –sus ojos pasaron de un mar tranquilo en la noche, a una
agitada marejada
E_ Necesito descansar Maca...

249 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Descansar? –sonrió incrédula-. ¿De qué? –hizo una pausa y con
acritud añadió-. ¿De mí?
E_ ¿De ti...? –su voz sonó afectada-, mujer dicho así pues... pues
como que no...
M_ Ya –la separó bruscamente-. ¿Y eso es lo que anoche debías
decirme, no?
E_ Sí, no entiendo porque te pones así, serán un par de semanas,
iré a Madrid.
M_ Muy bien –trató de hacerse la fuerte aunque notaba como su voz
se había vuelto inquisitiva-. Por mí puedes hacer lo que te dé la
gana, porque me has dejado muy claro lo que buscabas.
E_ Maca... –su mirada compasiva aún enfadó más a Maca.
M_ Quisiste hacerme el amor para irte cubierta de gloria ¿verdad? –
la miró acusadoramente.
E_ ¡Pero qué tonterías estás diciendo! –exclamó furiosa en su
arrebato.
M_ Nunca me has querido, sólo te importa lo que tú sientas.
E_ Mira Maca, anoche hicimos el amor porque lo deseamos las dos,
tú –acentuó su parte señalándola con el dedo índice-, y yo, y si no
te dije nada fue porque no me diste opción, ¡qué una no es de
piedra!
M_ Ya veo... ¿y... luego vas a venir diciéndome que me has echado
de menos y todo eso, no?
E_ Di lo que quieras, ponte como quieras... me da igual –se levantó
yendo a por la silla de ruedas tras un suspiro que trataba de calmar
su acelerado corazón.
M_ Ya sé que te da igual, y ¿sabes qué?, a mí también lo que hagas.
E_ Levanta –trató de cogerla.
M_ ¡Suéltame!, no te necesito.
E_ Muy bien... pues todo arreglado.

250 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Así irás corriendo a todos para decirles lo mal que te trato, ¿eh?
–se sentó en la silla con una irritabilidad en su rostro que divertía a
Esther pues si algo le hacia sonreír era cuando Maca enarcaba una
ceja y la miraba fijamente-. Vamos ¿a qué esperas?, ve y cuéntales
todo lo que supuestamente te hago.
E_ ¿Supuestamente?, ¡joder Maca si no paras! –le dijo con
tranquilidad irritándola más aún-. Cuando algo está mal, Esther
tiene la culpa, si te llevo a pasear no quieres y tengo la culpa,
cuando te hago la comida, siempre está mal... ¿no sé que más
quieres?, no te puedo cuidar mejor.
M_ ¿Te lo tengo que agradecer? –le preguntó mirándola fijamente
mientras le cogía con fuerza la mano pues habían llegado al lavabo
y la iba duchar-. ¿Dime, te lo tengo que agradecer?
E_ Deberías –asintió seria.
M_ Pues no hace falta que vuelvas aquí, yo me arreglaré con mis
padres, y tú ya quedaste servida anoche.
E_ Eres de lo que no hay Maca, borde pero borde –murmuró
abriendo los grifos.
M_ No te necesito –le dijo con un tanto de altivez.
E_ Claro que me necesitas –sonrió encantada al decirle- Anoche...
me lo dijiste muchas veces, cariño.
M_ De verdad, espero que no vuelvas... –le dijo con actitud regia
mientras se ponía en pie.
E_ No quiero discutir contigo, ¿sabes qué? –Maca la miró mientras
se quitaba el camisón con rabia-. Que ya no me afecta lo que me
digas...
M_ Claro que te afecta –la cogió con fuerza del cuello del pijama
acercándola hasta su boca mirándola fijamente le susurró con su
voz aterciopelada como si supiera que así derretía a Esther-. Todo
cuanto te digo o hago te afecta, porque no puedes vivir sin mí.

251 ”Adiós Esther” © by ldana


Durante la ducha, Esther sentía aquellas palabras atizar su mente,
miraba a Maca como se duchaba sola, veía como poco a poco iba
recuperando el movimiento en su mano, veía como a veces, durante
aquella ducha la miraba con los ojos repletos de burla, pero ella
quería continuar impasible a sus gestos y sus palabras. Cuando ya
se había vestido, la llevó junto a Teresa, y ella se metió en la ducha
para arreglarse, al salir andaba pensativa con todo lo que había
ocurrido, y sin saber porque, por un momento pensó que Maca
había recuperado su memoria y sus recuerdos, sólo ella sería capaz
de adivinarlo y la noche anterior la trató como siempre, con la
dulzura de siempre, con el cariño de siempre, con las caricias de
siempre. Estaba con estos pensamientos cuando los gritos desde la
cocina de Teresa la hicieron reaccionar acudiendo con rapidez hasta
ellas.
E_ ¿Qué pasa? –vio como Maca se sujetaba la cabeza con gesto de
dolor.
T_ Se ha mareado –decía Teresa nerviosa.
E_ ¿Te duele la cabeza?
M_ Sí.
E_ Bueno... tranquila eso debe ser que todo va volviendo a su lugar
–trató de mostrarse serena.
M_ Es la tensión, estoy teniendo una bajada de tensión –decía
agitada Maca con los ojos cerrados.
T_ ¿Qué hacemos?
E_ Pues... tomarle la tensión –se mordió una uña pensativa.
M_ Si no hubieras estampado el tensiómetro, quizá podrías –le
reprochó mirándola con severidad.
E_ ¡Anda que... estás tú hoy sembradita!
M_ Ya ves...
T_ Bueno... bueno... haya paz –las miraba Teresa sorprendida.
E_ Voy a traer el que me dejó Carmen.

252 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No te preocupes... no hace falta que te preocupes.
E_ No si no me preocupo Maca, esto no es nada... una simple
bajada de tensión debida a tu mala hostia –la miraba fijamente con
las cejas elevadas y una sonrisa irónica en sus labios.
M_ ¡Mira no sabes lo tranquila que voy a estar sin verte ni oírte! –le
dijo enfadada pero Esther pareció omitir el comentario y se perdió
tras la puerta de la cocina.
T_ No digas cosas que no son verdad Maca, hija por Dios.
M_ Tú sabías que se quiere ir, ¿no?
T_ No se quiere ir, se debe ir.
M_ Se me olvidaba lo amigas que sois –echó un poco la cabeza
hacia detrás, llegando a ella imágenes confusas, obligándole a cerrar
los ojos.
T_ Lleva mucho tiempo cuidándote y necesita un descanso.
M_ Se supone que es mi mujer ¿no?, debería estar a mi lado, una
de las cosas que debe hacer por contrato, es estar a mi lado en la
enfermedad
T_ Pero si acabas de decir que vas a estar muy descansada sin
verla...
E_ A ver –entró Esther con el gesto serio salvando a Maca de
aquella observación tan acertada de Teresa.
M_ Ya se me ha pasado.
E_ Cállate que si no, esto no funciona.
T_ Voy a prepararte un café bien cargado.
E_ Mejor no, porque con lo nerviosita que está, es capaz de
armarnos una gorda.
T_ Pues... también es verdad –ladeó la cabeza apretando los dientes
para no sonreír.
M_ ¿Cuándo te vas? –le preguntó con los ojos repletos de furia.
E_ Sí, la tensión está bien, así que tan solo es un ataque de rabia.

253 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ ¿Entonces... le doy o no café? –la miró aguantando su sonrisa
Teresa.
E_ Haz lo que quieras, total yo no voy a estar si le da por ponerse
pesadita.
M_ ¡Joder! –exclamó nerviosa ante la pasividad de Esther.
E_ ¿No te estarás haciendo la enferma para que no me vaya,
verdad? –le sonrió y Teresa tuvo que aguantar una carcajada.
M_ Si de mí dependiera, ya no entrabas más a esta casa.
E_ Menos mal que no depende de ti –hablaba guardando el
tensiómetro.
M_ No estés tan segura, porque te juro que como pueda moverme
no te dejo entrar.
E_ ¿Esto a qué me recuerda? –miró a Teresa con su frente
arrugada.
T_ A vuestras peleas estúpidas, ¡de verdad eh!. ¡vaya manera de
perder el tiempo!. Lo que deberías estar haciendo es daros mimos,
deciros cuanto os queréis y cuanto os vais a echar de menos. Parece
que nada haya cambiado ¿eh?. ¡Pesadas! –les dijo marchándose de
la cocina.
Las dos guardaron silencio, porque Esther había recibido el
guiño de ojo de Teresa, lo había acatado con una sonrisa y sabía
que le había puesto en bandeja la oportunidad de cambiar su actitud
con Maca, entre las dos estaban haciendo que su mente trabajara
tanto que se sentía confundida y preocupada.
E_ Tiene razón, cuando estuviste a punto de morir me jure que no
volvería a discutir contigo, y aunque me pones las cosas difíciles, no
me gusta hacerlo. Maca, yo quiero que estés bien... es lo que más
deseo –le tomó la mano.
M_ Por eso te vas –le dijo con sarcasmo tratando de mostrarse
firme.
E_ No, me voy porque es lo mejor para ti y también para mí.

254 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Tú que sabes lo que es mejor para mí?
E_ Sí lo sé Maca –le sonrió con pena.
M_ Te vas y me dejas sola.
E_ No vas a estar sola –le acarició con ternura a mano que tenía
sujeta-. Vas a estar con tus padres, con mi madre...
M_ Y sin ti –la miró fijamente tan fijamente que Esther leyó en sus
ojos el pánico que sentía al quedarse sin ella-. Pero... por lo que veo
te importa poco...
E_ Te equivocas, si no me importaras, no haría todo esto.
M_ ¿Debo volvértelo a agradecer? –soltó su mano-, no sé... digo...
el próximo día quizá la próxima noche ¡eh!
Esther se levantó sonriendo, se acercó y cuando parecía que
iba a darle un beso en los labios que Maca tenía entre abiertos
preparados para recibirla, dejó en su frente un frío y tímido beso.

Al salir se encontró con Teresa que la estaba esperando, se


miraron con reservas, salieron al porche y Esther le dijo:
E_ Por un momento, pensé que había vuelto a recordar, que todo
estaba bien en esa cabeza.
T_ ¿Y por qué?
E_ No sé Teresa, sólo sé que algo había cambiado en ella anoche y
que esta mañana esperaba no encontrar, y sin embargo... ahí
estaba.
T_ Oye Esther, ¿y si se recupera y no lo dice?... quiero decir...
E_ Sé lo que quieres decir... yo también lo he pensado... pero creo
que nos daremos cuenta –sonrió con aspereza-. Te juro que no me
apetece nada marcharme.
T_ Vas a estar con tu hijo –la animó acariciándole el brazo.
E_ Pero yo quiero estar con los dos.
T_ Bueno... tienes toda la vida para eso.

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E_ Después de lo que ha pasado, quiero vivir intensamente el
presente.

En el hospital, Vilches estaba ultimando todos los detalles con


Javier que era el indicado para visitar a Maca.
V_ ¿Llevas las muletas?
J_ Sí, tranquilo.
V_ ¿Quiero que vigiles más la cabeza que la pierna?, no me
preocupo mucho de eso ¿eh?
J_ Ya, Vilches ya –le decía cansado por su insistencia.
V_ Y me traes directamente a Esther aquí.
C_ No, Esther no viene –acudió Cruz a la reunión.
V_ ¿Cómo que no?
C_ Se queda allí.
V_ ¡Qué!
C_ Ha decidido quedarse allí con el niño en la fonda, no estará con
Maca pero si en algún momento le pasa algo, estará cerca.
V_ Esta Esther no tiene remedio –protestó poniéndose en jarras.
J_ Bueno yo me voy.
V_ Ves con cuidado por la carretera, saca de tu mente todo lo que
no sea concentración, ah ¡y animo que luego vuelves con Teresita!
Los tres se miraron sonriendo, la ocurrencia de un Vilches que
seguía mostrándose preocupado por Esther.
C_ Seguro que es mejor para ella quedarse allí –le decía mientras se
dirigían a operar.
V_ No lo entiendo –elevó sus hombros-. En fin... mujeres.
C_ Es muy fácil Vilches –le dijo mientras se desinfectaban las manos
en la zona séptica-. Esther necesita a Maca, por muy agotada que

256 ”Adiós Esther” © by ldana


esté, por muy mal que lo esté pasando, la necesita y la necesita
bien.
V_ Ya, pero Maca vive en su mundo... y en ese mundo parece que
Esther de momento no tiene cabida.
C_ Pero cuando amas... –lo miró intensamente con sus grandes ojos
expresando amor-. No te importa nada más que estar junto a la
persona que amas.

Mientras los padres de Maca y la madre de Esther, lo tenían


todo preparado para marcharse. Estaban nerviosos pues no sabían
muy bien que recibimiento les haría. Acababan de hablar con Esther
nuevamente que parecía por un lado contenta y por otro
preocupada, y por el camino fue el motivo de la charla entre los
tres.
P_ No sé como vamos a agradecerle a Esther todo lo que ha estado
haciendo.
En_ Vamos Pedro, es su mujer yo hice lo mismo por mi marido, y
Rosario por ti, así que nada de agradecimientos, es lo que toca
cuando quieres a alguien.
R_ Si Encarna, pero de todos modos... después de todo cuanto ha
pasado, estamos infinitamente agradecidos.
P_ Solo espero que estos días pueda descansar y recuperarse, la he
notado un poco triste.
En_ También es normal, mi hija pensaba que todo iba a ser más
rápido.
R_ Si Pedro, si a nosotros estos tres meses y medio se nos están
haciendo pesados, ¡imagínate a ella que lleva todo el peso de la
enfermedad!
P_ Por eso, tenemos que hacer lo posible para que esté tranquila.
En_ Este pequeñín se encargará de ayudarla, ¿verdad hijo? –le decía
a Daniel mientras lo abrazaba.

257 ”Adiós Esther” © by ldana


Ajenos a todas las cábalas que hacían los tres por el camino, se
encontraban las tres mujeres en el porche, Esther leía
disimuladamente mientras vigilaba a Maca, que parecía estar en
otro mundo con gesto serio y sus facciones duras mirando al
infinito, mientras Teresa hablaba sin parar de lo maravilloso que era
el lugar, entonces aprovechando que a Esther la llamaron por
teléfono y se levantó, se acercó hasta Maca sentándose a su lado en
el balancín.
T_ Maca voy a echarte de menos.
M_ Yo también, perdona si te he dicho algo que te haya podido
molestar –le dijo mirándola con calma.
T_ Tranquila, me hago cargo –le sonrió cogiéndole la mano y ella le
devolvió la sonrisa-. ¿Sabes una cosa?, me gustaría que a mi vuelta,
todo estuviera bien.
M_ A mí también.
T_ ¿Con Esther? –preguntó afirmando.
M_ Bueno... imagino que sí, pero sobre todo, bien conmigo misma.
T_ Quizá debería ser tu prioridad por eso se va –le dijo guiñándole
el ojo.
M_ Se va porque le da la gana, así de sencillo, ¡a saber que pensará
hacer en Madrid, sola!
T_ Pues... nada... ¿qué va a hacer que no sea cuidar de su hijo?
M_ Daniel –murmuró un tanto triste-. No recuerdo su cara.
T_ Tranquila, estoy segura que cuando encuentres esa paz contigo
misma, todo lo que te llegará será maravilloso y entonces,
disfrutarás de Esther y de Daniel.
E_ Bueno... parece que Javier se ha perdido, ¡este chico todo lo que
tiene de guapo lo tiene de torpe! –protestó divertida.
M_ Vaya... ¿así que de guapo?
E_ Sí, ¿verdad Teresa?
258 ”Adiós Esther” © by ldana
T_ A mí me gusta más Aimee.
E_ También... –sonrió al ver el gesto de Maca.
T_ Ahora vuelvo –se retiró presintiendo tormenta.
M_ ¿Qué vas a hacer en Madrid?
E_ No lo sé... imagino que iré al Central a ver a los chicos, tengo
que cuidar de Daniel... descansar...
M_ ¿Irás a ver a tu abogado?
E_ No creo, todo está arreglado ya, ¡qué pesadita, Dios!
M_ No me fío de ti.
E_ ¿Y eso por qué? –la miró seriamente-. Si no fuera por que no te
lo mereces, ahora mismo te daba un beso que te dejaba seca.
M_ Es lo que quieres, sexo.
E_ ¡Pero Maca qué dices! –la miró seria y hasta afectada por sus
palabras.
M_ Me lo has dejado muy claro, supongo que conseguirás lo que
pretendes en Madrid, ya me dirás con quien.
E_¡Pero qué bruta eres! –le recriminó sin dudarlo.
M_ igual lo soy, porque tengo motivos para serlo.
E_ Ningún motivo –hubo silencio entre las dos. Esther suspiró y con
gesto de calma le dijo-. Voy a echarte de menos... voy a echar de
menos esa cara de enfado –le apartó con cuidado el pelo-, voy a
echar de menos esa miradita tuya de cuando crees que no te miro –
aquel comentario le dolió a Maca que terminó apartando
bruscamente su mano-. En fin... voy a echar tantas cosas de menos,
que no sé si aguantaré lejos de ti.
M_ Hipócrita.
E_ Te amo.
M_ No me vaciles –su voz sonó con la fuerza que explota una
tormenta en la noche.

259 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Te adoro –esperó a ver que respuesta daba Maca y al ver que la
miraba callada explotó en una carcajada y un abrazo enorme que no
pudo reprimir-. ¡Ay Dios cómo quiero yo a mi niña!
T_ ¡Uys perdón! –apareció Teresa que se detuvo en seco al ver la
escena.
E_ ¿Ya lo tienes todo? –le dijo sonriendo mientras se ponía en pie.
T_ Yo sí, ¿y tú?
E_ Sí. ¡Mira Javier!
Mientras las dos iban a recibirlo, con la consiguiente bronca de
Esther por perderse, Maca la miraba sintiendo como las pulsaciones
se disparaban, como su miedo a no tenerla se apoderaba de todo su
interior, aquella risa, si se le marchaba... estaba perdida, si hubiese
podido correr, sin dudarlo lo habría hecho para retenerla entre sus
brazos fuertemente para no perderla ni un segundo de su lado.
J_ ¡Maca guapa! –la abrazó sonriente y ella le devolvió la sonrisa.
M_ Hola.
J_ ¿Cómo estás?
M_ Bien... según para algunas muy bien –sonrió con gesto de
fastidio.
J_ ¡Ah! –captó la indirecta.
E_ Bueno... ¿qué noticias nos traes? –omitió el comentario Esther
hablando con normalidad.
J_ Pocas la verdad, lo único que te puedo asegurar es que Vilches
me lleva frito desde que tengo que venir a ver a Maca –sonrió y
agregó-. Tengo las cosas en el coche, si me permites...
E_ Te acompaño.
T_ Maca, cariño vale ya de ser tan dura con Esther –le dijo
sonriendo con pena.

260 ”Adiós Esther” © by ldana


Durante un buen rato estuvieron hablando para pasar a revisar
a Maca, entraron en la casa y Esther la ayudó a acostarse.
M_ No hace falta que estés aquí.
E_ Eso lo dices tú, mientras no lo diga Javier.
J_ Bueno... de momento puedes quedarte.
M_ No sé para que –cruzó sus brazos sobre el pecho-. Bueno, si lo
sé –sonrió burlona-, así luego podrá decir Javier que ella estaba
siempre aquí dándome su incondicional apoyo.
E_ Eres encantadora –le sonrió.
J_ Bueno... esto está muy bien Esther –le dijo ante el gesto
desesperado de Maca por el comentario y el tono de Esther que
parecía divertirse con la nueva situación-. Vamos a ponerte en pie,
venga.
M_ Tú no me toques –le dijo a Esther separando su brazo del de
ella.
J_ Oye Esther... anda déjame solo con Maca.
E_ Está bien, pero porque me lo dices tú ¿eh?, no te vayas a creer
cariño, que me voy por ti –le dedicó una sonrisa y se marchó. Al
estar fuera apoyó su cabeza sobre la puerta un tanto desconcertada
y murmuró-. Tengo que ser fuerte... es lo mejor para ella...
J_ A ver, ¿puedes aguantarte sola?
M_ No mucho –su tono de voz cambió así como su gesto.
J_ Ya, probaremos –la dejó sola y ella aguanto en pie varios
segundos-. ¿Te duele?
M_ No, poco... se puede soportar.
J_ Esther ha hecho un buen trabajo.
M_ ¿Me operó ella? –lo miró duramente.
J_ Por lo que veo tu cabeza sigue en su estado de deterioro. Tienes
suerte Maca, mucha suerte –le dijo mientras le daba las muletas-.
Vamos quiero que pruebes a caminar.

261 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No puedo, el brazo no me responde, puedo mover la mano pero
no tengo fuerza.
J_ Bueno... probemos, venga yo estoy aquí.
M_ Está bien –sonrió con un poco de nervios.
J_ Me conformo con un paso.
M_ De acuerdo.
J_ Venga, que siempre has sido valiente.
M_ Necesito serlo, ahora más que nunca.
J_ ¡Eso es, eso es!, ves como si –le dijo sonriendo pues Maca con
dificultad pero acierto había podido tanto manejar las muletas como
apoyar su mano en la muleta-. ¿Sabes qué me preocupa? –ella lo
miró cansada mientras volvía a sentarse sobre la cama-. Tu cabeza..
M_ A mí también –murmuró decaída-. No sé que voy a hacer.
J_ Tener paciencia y dejar que te ayuden.
Maca se calló, después de hacerle la revisión en sus ojos y un
sinfín de preguntas, la ayudó a salir al porche donde esperaban con
unas tazas de café a que llegaran los padres de las dos.
T_ ¿Qué tal ha ido?
J_ Pues... yo creo que la pierna puede recuperar su movimiento en
unas pocas semanas, la rehabilitación pasiva que le hicimos al
principio aún estando en coma, ha sido efectiva. Por otro lado la
mano ya tiene movimiento ahora le falta la fuerza –la miraba
sonriendo.
T_ ¿Y la cabeza? –le preguntó con temor.
J_ Eso... eso es más complicado, pero Maca ya sabe que lo mejor en
estos casos es la paciencia –le sonrió.
E_ Voy a traerte café Javier.
J_ Gracias. Oye este lugar es maravilloso ¿no?
T_ Di que si Javier, Esther ha tenido muy buena idea.
J_ ¿Te gusta Maca?
262 ”Adiós Esther” © by ldana
M_ Me da igual, estar aquí o en casa, no sé porque estoy aquí, y
tampoco sabría porque estar en casa.
T_ Bueno... hija... pero esto es muy sano para ti.
J_ Claro.
E_ Aquí esta el café. ¡Mira, ya están aquí! –dijo contenta Esther al
ver como llegaba el coche con todos.
J_ Te acompaño.
M_ ¡Teresa! –le tomó del brazo al ver que se levantaba para acudir
al coche.
T_ Dime hija –la miró con seriedad al ver su rostro.
M_ Por favor, dile que no se marche, por favor.
T_ Díselo tú Maca, Esther está casada contigo, no conmigo.
M_ No, yo no, por favor –le habló nerviosa e insistió-. Dile que no se
vaya por favor Teresa, díselo –sus ojos se llenaron de miedo y
lagrimas.
Teresa y Maca se miraban una a la otra fijamente, tratando
Maca de convencer a la mujer para que Esther no se marchara, una
Esther que estaba abrazada a su madre sonriendo, mientras los
padres de Maca se acercaban a ella felices ajenos completamente al
sentir de su hija.
P_ ¡Maca! –la abrazó besándola.
R_ Cariño... te veo mucho mejor –la abrazó también aunque Maca ni
a uno ni a otro correspondió con demasiada efusividad.
M_ Si, estoy mejor.
En_ Maca hija mía, ¡ay que alegría verte, madre! –se abrazó a ella
Encarna y ésta si logró que reaccionara, sonriéndole al sentir como
la mujer la mantenía abrazada con fuerza-. Bueno... pero si estás
tan guapa como siempre, ¡ay que ver el bien que hace estar en una
montaña!
M_ Sí Encarna –le sonrió.

263 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ Bueno... y los cuidados de Esther, claro –Rosario quiso agradecer
así el comportamiento con su hija, pero lo que logró fue que Maca
cambiara el gesto de alegría por malestar.
P_ ¿Dónde dejamos las cosas Esther?
E_ Por aquí, yo os acompaño –la siguieron él y Javier que se había
dispuesto a ayudar-. Ahora volvemos.
T_ ¿Bueno... y qué tal el pequeñín?
R_ Muy bien... la verdad que es muy bueno... no nos ha dado nada
de faena ¿verdad Encarna? –miraba a su hija apenada al ver que no
preguntaba por él.
En_ Pues sí –sonrió apenada por el gesto de madre e hija.
M_ Teresa puedes llevarme a la habitación, por favor.
R_ ¿Te llevo yo, hija?
M_ Como quieras –contestó fríamente.
R_ Ahora volvemos –sonrió nerviosa a Teresa y Encarna que la
vieron alejarse-. Tenía unas ganas de verte cariño...
En_ Bueno... aparentemente está mucho más recuperada.
T_ Tú lo has dicho Encarna aparentemente. Pero déjame decirte
algo, acaba de suplicarme que le diga a Esther que no se vaya.
En_ Pues díselo –la miró abriendo los ojos.
T_ Pero Encarna... si ahora que están así Maca parece que
reacciona.
En_ Maca no va a reaccionar porque Esther se vaya, creo que es
llenar su corazón y su cabeza de más problemas y penas. Quizá su
cabeza no le da lo que le corresponde, pero está clarísimo que su
corazón no le puede traicionar.
T_ Caray Encarna –habló dubitativa-... con lo segura que yo estaba
de esto.
En_ Pero de todos modos, yo te lo agradezco por lo que corresponde
a Esther, la veo bastante más delgada y necesita ayuda.

264 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Si, por eso lo he hecho.
En_ No tienes que justificarte –le sonrió cogiéndole la mano con
ternura-, sé lo mucho que quieres a mi hija, y te lo agradezco.

Rosario la llevó hasta la amplia habitación y no pudo evitar


sentirse incómoda ante ella, era su hija, pero no sabía como actuar,
parecía que estaba lejos muy lejos de aquel lugar.
R_ ¿Qué quieres qué haga hija?
M_ Nada, sólo quiero que me dejes aquí.
R_ ¿Pero sola?
M_ Sí mamá, sola.
R_ Yo creo que... bueno... deberías estar fuera con nosotros hemos
venido con mucha ilusión y...
M_ No os he pedido que vengáis –la miró irritada.
R_ Está bien hija, será mejor que te deje aquí.
Cuando se quedó sola, cerró los ojos tratando de tragar el
miedo que le estaba secando la garganta, se sentía perdida, y dejo
asomar una expresión aterradora que fue rota por la presencia de
Esther de golpe, sin avisar, que al verla allí frente a la chimenea
sintió en su corazón un pellizco de lastima.
E_ ¡Ah estás aquí! –Maca guardó silencio-. ¿Qué haces ahí?, han
venido tus padres, lo normal es que estés fuera.
M_ Déjame tranquila.
E_ ¡Bueno... así que sigues con tu mala ostia!, muy bien, ¡en lugar
de estar contenta porque tus padres han hecho el esfuerzo de venir!
–se acercó a ella sentándose a su lado en el sillón mientras la
miraba tratando de ocultar su dolor por verla así-. Vale, no estás
contenta de eso, ¡pues lo parecías porque yo me iba! –Maca giró su
cabeza mirándola acusadoramente-. ¿O qué?
M_ Me fastidia mucho pero mucho, que te creas que estoy mal
porque te vas.
265 ”Adiós Esther” © by ldana
E_ ¿Pero estás mal? –habló con su tono algo más esperanzado.
M_ Tu cinismo me provoca náuseas.
E_ Maca por favor... ¿dónde tienes tu humor?
M_ Prefiero no decírtelo, o de lo contrario me tacharías de ordinaria.
E_ Está bien como veo que es imposible hacerte comprender las
cosas, te dejo tranquila, ¿vamos?
M_ No, quiero quedarme aquí, me duele la cabeza.
E_ Pues te tomas algo... vamos –cogió la silla de ruedas y empujó
para llevársela pero en un movimiento rápido, Maca puso el freno-.
Maca ¡ya está bien de comportarte como una niña, no!
M_ Te he dicho que me dejes.
E_ Pues no, además, me voy a marchar lo normal es que estés
conmigo fuera hasta que me vaya –se había puesto en jarras a su
lado mirándola.
M_ Ni que fueras ¿cómo me dijiste el otro día?... ah si,
imprescindible.
E_ Por lo que veo, tu cabecita funciona para lo que quiere. ¡Ale
fuera!
M_ Te he dicho que me dejes ¡joder Esther! –le decía mientras
Esther había quitado el freno y le daba la vuelta-. La madre que te
parió, estás gilipollas, imbécil, ¡déjame en paz!, a ver si te largas y
te pierdo de vista ¡cabrona!
E_ ¿Qué me has dicho? –la detuvo poniéndose delante de ella.
M_ Lo has oído perfectamente, llévame a la habitación.
E_ Quieres amargarme hasta el último momento, ¿no?
M_ Si te pica, te rascas.
E_ Me dan ganas de... –trataba de aguantar la risa porque Maca
estaba divertidísima.
M_ ¿De qué? –le respondió con chulería.

266 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¡Eso ahora ponte chula ya es lo único que te faltaba! –siguió
arrastrando la silla hasta el comedor donde estaban todos-. Aquí
está la reina de la cabaña, un tanto borde, pero no por eso vamos a
quitarle la corona –sonrió ante el gesto histérico de Maca.
T_ ¡Ay Esther qué cosas dices!, ¿Maca, borde?
E_ Tenías que haberla oído en la habitación –Maca se estaba
poniendo colorada de aguantar todo lo que en ese momento le
hubiera gustad decirle-. Bueno, ¿te sentamos en el sofá?
M_ No.
P_ Mejor en la silla y cuando os vayáis y os despida, ya la pasó yo al
sofá.
M_ No, papá, mejor ahora, no tengo que despedir a nadie.
P_ Pero...
M_ ¿Me ayudas Javier?
J_ Claro –le hizo un gesto de tranquilidad a su padre.
E_ Voy a por tu pastilla, Rosario, viene y le indicó donde está todo.
R_ Si hija, Encarna ¿vienes?
En_ Voy.
Una vez en la cocina, las dos mujeres miraban a Esther con un
gesto entre lastima y tristeza. Se habían dado cuenta que por
mucho que sonriera estaba sufriendo con la actitud tan fría y
cabezota de Maca.
E_ Bueno... todo os lo he dejado apuntado, el único problema es
cuando le da el ataque de ansiedad, por lo demás yo creo que no os
debéis de preocupar, aunque insisto que si pasa algo, por poco que
sea, me avisáis y vengo.
R_ No te preocupes Esther, lo que necesitas es descansar y nosotros
nos apañaremos bien, además el médico del pueblo vendrá en caso
de emergencia, tranquila.
En_ Hija... sé que necesitas recuperarte un poco y sé que estar con
Daniel también, pero ¿no crees que marchándote no es la solución?
267 ”Adiós Esther” © by ldana
E_ Lo sé mamá, y lo voy a pasar fatal te lo aseguro.
En_ ¿Entonces? –la miró enarcando sus cejas.
E_ Vilches dice que es la mejor manera que Maca reaccione, no
puede dominar sus emociones y según ellos estando a su lado no la
ayudo.
En_ Eso es una tontería, de la manera que no la vas a ayudar es
marchándote hija –le decía con dulzura.
E_ Mamá –le dijo con gesto confundido.
En_ Ya lo sé, yo no quiero confundirte ni preocuparte, sólo que Maca
te necesita mucho más de lo que todos incluida ella creemos.
R_ Tú madre tiene razón Esther... –apuntó una seria Rosario.
En_ Yo sé que es difícil la decisión que has acatado y por supuesto
no te juzgamos por ella, hagas lo que hagas nosotras estamos aquí
para apoyarte.
R_ Esther –se acercó a ella mirándola fijamente con su mirada
emocionada y sus palabras un tanto quebradas por la emoción le
dijo-. En el hospital te di las gracias por cuidarla, hoy te doy las
gracias por amarla, sé que tu duda es porque la quieres más de lo
que nadie la ha amado nunca, pero piensa en ti, he estado cinco
minutos con ella y me ha bastando para entender lo duro que ha
sido, descansa que te lo mereces y si te necesitamos, no dudes que
te llamaremos, pero descansa hija, descansa –la abrazó y Esther
notó en ese abrazo lo que sus palabras quisieron transmitirle, una
gratitud sincera que salía de su corazón-. Entiendo que te gustaría
estar a su lado, pero Daniel os necesita.
E_ Lo sé –admitió afligida-. Estaremos en contacto, ¿eh?
T_ Esther, Javier tiene que volver –asomó la cabeza Teresa.
E_ Está bien... –hizo una mueca de inquietud y se pasó la mano por
el pelo.
En_ Vamos hija, os dejamos solas, ¿vale?

268 ”Adiós Esther” © by ldana


Las tres mujeres salieron de la cocina, dejando a Esther dentro,
no quería llorar, sabía que aquella separación era necesaria y debía
aceptarla tal y como le habían dicho todos, después tendría toda la
vida para compartirla, entonces se percató el tiempo que llevaba
diciéndose aquello, el tiempo que Maca estaba enferma y la lucha
que había estado librando por acogerse a la esperanza del mañana,
y ese mañana llevaba tres meses sin existir, ese mañana no llegaba
y justo en aquella cocina, se dio cuenta de lo cansada que estaba,
de lo castigado que estaba ya no solo su cuerpo, también su alma,
sus ánimos y entonces confirmó las palabras de Teresa, necesitaba
cargar sus energías, las había agotado y eso era lo que sin duda le
había hecho discutir con Maca, enfrentarse a ella duramente, perder
la paciencia... era necesario se dijo. Entonces suspiró como quien
sabe que va a sumergirse por un buen rato en el agua, justo era lo
que necesitaba, hundirse en el agua y escuchar el penetrante y
hermoso silencio, dejarse llevar por él en el cuerpo, y por la imagen
de Maca en su cabeza.

Cuando salió de la cocina, vio como Javier terminaba de


despedirse de ella, y como Pedro sacaba la maleta que Esther se
había preparado. Observó la despedida de Teresa desde la puerta de
la cocina sin ser vista ni por Maca ni por la mujer, ya que ellas
quedaban de espaldas. Rosario y Encarna estaban fuera en el
porche, al mirar por la ventana las vio hablar, y también vio como
se abrazaban sonrió levemente aunque su mirada volvió con rapidez
a la figura de Teresa que estaba sentada junto a Maca, le tenía la
mano cogida y la miraba con su mirada repleta de cariño.
T_ Maca hija, tienes que poner de tu parte.
M_ Lo sé –murmuró con voz áspera y amarga.
T_ Tienes que conseguir dominar esa cabecita tuya.
M_ ¿Vigilarás a Esther? –le preguntó de pronto necesitando sacar la
angustia que vivía en su interior.

269 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ ¿Qué? –le preguntó sorprendida al igual que Esther que además
sintió como su cuerpo se tensaba por aquella pregunta.
M_ Me has oído perfectamente Teresa –le recriminó con su tono de
voz envenenado por los celos.
T_ No tienes nada que temer Maca, pero sí, la vigilaré si vas a estar
más tranquila, lo haré –le acarició la cara.
M_ Se ha cansado de mi –susurró más decepcionada.
T_ No digas eso, no se ha cansado de ti, está agotada física y
mentalmente Maca, ella también te necesita, pero también necesita
tener un poco de paz, no te dejes llevar ni por los celos –le acarició
el pelo con ternura y le dijo con aire maternal-, ni por tu egoísmo.

Esther no pudo soportar escuchar más, volvió a la cocina con


lagrimas en sus ojos, allí ante su sorpresa estaba Fermín mirándola
con los ojos fríos que acostumbraba a observar y callar, el hombre
de fuertes manos, de espalda ancha y de porte duro, no dudo en
acercarse a ella, sabiendo lo que sucedía en su corazón, y sin dudar
la estrechó entre sus fuertes brazos, aquel hombre que olía a
campo, a hierbabuena mezclada con olor a tierra mojada, la acunó
sabiendo de su calvario, no hubieron palabras, porque ambos habían
sufrido lo mismo y se entendían en aquel silencio del dolor.

Mientras, Maca sufría su calvario particular refugiándose de la


manera que su corazón le permitía en Teresa.
M_ Por favor Teresa, dile que no se vaya, sólo te pido eso –la
miraba desesperada.
T_ No puedo Maca, ya te lo he dicho, mira, si en lugar de atacarle
como has hecho la hubieras tratado mejor, ¡ahora no se iría hija! –
elevó un poco el tono-. Sé que soy dura contigo diciéndote esto,
pero deberías seguir todo lo que te manda tu corazón.
M_ Nadie me entiende –murmuró finalmente apoyando su mano
sobre la frente.

270 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Si no te entendiéramos, ¿crees que estaríamos así?,
¿preocupados por ti, eh? –Maca la miró desconcertada. Teresa le
giró la cara con sus dos manos para que la mirara y una vez obtuvo
sus ojos le dijo con voz meliflua-. Si hacemos esto es por tu bien,
únicamente por tu bien.
M_ Mi bien es Esther y si se va, lo único que me hacéis es daño.
T_ Entonces te darás cuenta que es por tu bien.
M_ No Teresa, ella lo sabe, sabe que me va a hacer daño y se va...
esto no se lo voy a perdonar, te lo aseguro.
T_ Me rindo –negó con sus manos en alto-. ¿Quieres creer que lo
único que busca es hacerte daño?, muy bien, después te acordarás
de esta charla y verás lo equivocada que estabas y ese día, te juro
Maca, que me voy a burlar de ti todo lo que pueda. Te quiero
pequeña –le sonrió besándola dejándola tan desconcertada que no
supo que decir-. ¡Esther date prisa hija!, mi marido de esta se
divorcia, así que hacerme un sitio aquí –se acercó a ella
nuevamente antes de marcharse dejándole un besó en la frente y
murmurándole con su voz repleta de animo y admiración-. Confío en
ti...

Aquellas palabras pudieron con Maca, Teresa tenía razón,


¿cómo iba a querer Esther hacerle daño?, le había demostrado que
la amaba, ¿cómo podía ser tan egoísta?, solo pensaba en ella, pero
entonces cuando se dio cuenta que realmente estaba a punto de
perderla, un remolino de sensaciones contradictorias llegaron a ella,
nuevamente el dolor en su cabeza, nuevamente imágenes confusas,
pero siempre Esther, trató de controlar su estado tal y como Javier
le dijo, trataba de controlar su respiración, trataba de borrar su
mente y cuando oyó tras ella los pasos de Esther, sintió necesidad
de gritarle que no se marchara. Pero entonces, su control le llegó
como si fuera una ola rompiendo sobre el malecón, arrastró todo
sentimiento duro, todo sentimiento de odio y la dejó allí desnuda

271 ”Adiós Esther” © by ldana


frente a la mujer que sin duda su corazón le gritaba que tanto
amaba.
E_ Bueno Maca cariño... me tengo que ir –le decía dubitativa
mirándola pero ella rechazaba aquella mirada triste y repleta de
candidez. Ante su silencio agregó-. Me están esperando... llamaré
todos los días, si necesitas algo cualquier cosa... tu madre ha traído
tu móvil, te llamaré y si en cualquier momento de día o de noche
me necesitas, no dudes en llamarme, ¿vale?
Maca guardó silencio, Esther no sabía que hacer ni siquiera la
miraba, así que dando un fuerte suspiro se acercó a ella para darle
un beso, tampoco sabía muy bien donde, así que decidió hacerlo en
la frente para no marcharse con un nuevo rechazo por parte de la
mujer que más amaba. Se acercó lentamente, dejándole un beso
suave en la frente, cuando se retiraba momento Maca levantó la
cabeza, la miró tomando su cara entre sus manos temblorosas, sus
ojos estaban repletos de lagrimas, unas lagrimas que trataba
inútilmente de retener en sus ojos y con voz trémula y suplicante le
susurró casi de manera inaudible.
M_ No te vayas...
Pasaron unos largos segundos que parecieron eternos, Maca
acariciaba el rostro tenso de una Esther que no sabía como
reaccionar, allí estaba, como si se hubiera transformado en una
estatua sin saber que hacer ni que decir. Entonces suavemente
Maca la atrajo hasta sus labios besándola con ternura. Esther no
pudo resistir por mucho tiempo, entonces con los ojos cerrados
lentamente y susurrando le dijo:
E_ Debo hacerlo...
M_ No me dejes –volvió a suplicarle mirándole fijamente a unos ojos
tristes y repletos de ansiedad-. Por favor Esther... no me dejes.
E_ Es por tu bien –se dio la vuelta para marcharse pero no podía dar
ni un solo paso.
M_ Esther... Esther...

272 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Lo siento cariño... es necesario.
M_ Si te vas... si te vas ahora justo cuando más te necesito –su voz
conforme le iba hablando, iba volviéndose más dura e implacable-.
No vuelvas en tu vida Esther, si cruzas esa puerta, no vuelvas nunca
más a mí.
E_ Ahora no lo entiendes... pero... de verdad... lo siento –le dijo con
tono culpable aunque trataba de mitigar su propio dolor
convenciéndose que era necesario, se marchó lentamente pero justo
cuando iba a cruzar la puerta, se giró y encontró que sus ojos la
miraban rasgados por las lagrimas. Con voz desgarrada le dijo-. Te
quiero.

Maca guardó silencio apretó con fuerza sus manos contra el


sofá, sintió como todo le daba vueltas, como su cuerpo se sentía
abandonado, miró por la ventana que tenía frente a ella, la vio
alejarse, era como si con cada paso se fuera apagando los latidos de
su corazón. Una vez oyó el coche que abandonaba la casa, y oyó las
pisadas de sus padres y Encarna que se dirigían hacia ella, se aferró
a su cuerpo y llorando susurró.
M_ Te quiero Esther...
Durante el camino en coche que no fueron más de cinco minutos,
Esther notaba cuanto amaba a Maca, quizás más de lo que ella
misma era capaz de entender, con cada segundo que se iba
distanciando de ella, notaba un dolor mayor en su corazón, y ya no
solo ese dolor se apoderó de ella, también la soledad, la inmensa
soledad que le provocaba aquella marcha. Se preguntó mil veces si
hacia lo correcto, se preguntó mil veces con que palabra de Maca
podía quedarse, si con la súplica o con el desprecio, si con sus ojos
repletos de amor o con sus ojos repletos de odio. Así se había
vuelto, la cara y la cruz de la luna. Quiso pensar que le estaba
esperando su hijo, tenía casi cinco meses y poco lo había podido
disfrutar, se culpó de eso también, se había volcado tanto en la

273 ”Adiós Esther” © by ldana


madre, que había olvidado al hijo, sintió un nudo en el estómago
que le costó deshacer.
J_ ¿Es aquí no, Esther? –la miró de reojo pero ella tenía sus ojos en
un punto perdido del horizonte, ante su silencio Teresa se incorporó
un poco hacia el asiento delantero y Javier le insistió-. ¡Esther!
E_ Perdona, ¿qué decías?
J_ ¿Si es por este camino?
E_ Sí, sí, bordea la fuente y la calle hacia arriba es, pero si quieres
me podéis dejar aquí.
J_ ¿Estás segura?
E_ Sí, me irá bien un poco de aire fresco que hoy hace frío –sonrió
enmascarando la tristeza como pudo.
J_ Esther... no quiero que pienses que has hecho algo indebido.
E_ Lo sé... pero no puedo dejar de sentirme mal.
J_ Ya... –le tomó la mano mirándola con cariño-, pero tú necesitas
un poco de calma y tu hijo te necesita también.
E_ Si –sonrió dándole dos golpes en la mano que tenía sobre la
suya-. Venga marcharos que el marido de Teresa me va a
denunciar. Gracias Javier.
Una vez fuera, Teresa que iba a pasar al asiento delantero, la
miró con detenimiento, le acarició la cara con ternura y se
abrazaron, no necesitaron decir palabra alguna, pues sus ojos
transmitieron los sentimientos de ambas, por parte de Esther
agradecimiento, por parte de Teresa un amor maternal que no
dudaba en demostrar con alguna lagrima y un temblor en su
barbilla.
Los vio marcharse parada en la plaza, les saludó y cuando ya no
veía el coche un estremecimiento, se apoderó de ella, sabía que no
era el viento fresco que sopló en su cara, era el miedo, era el
desamparo que sabía Maca debía sentir, con el sonido fresco de la
fuente, recibió algún pequeño rayo de sol como queriendo iluminar

274 ”Adiós Esther” © by ldana


la calle por la que tenía que pasar, para poder estrechar a su hijo en
brazos, allí estaba su otra parte, el ser que había vivido en las
entrañas de su amor, el ser que le había hecho sentir otra clase de
amor y otra clase de miedo, pensó que la podía perder por
compartirla, pero nunca imaginó que la podía perder de aquella
manera tan cruel como el destino les había propuesto en el camino
de sus vidas. Lentamente, como si sus piernas fueran plomo, se
marchó metiendo una mano en el bolsillo, acoplando su mochila a la
espalda y con la que le quedaba libre y fría, llevó la maleta.
Al abrir la puerta, se encontró con Carmen y en sus brazos su
hijo, al verlo todo cuanto había estado meditando y la extrañeza de
no tener a Maca a su alrededor le hicieron una mala pasada, y
rompió a llorar intensamente mientras Carmen le daba al niño y los
abrazaba a los dos con sus cálidos brazos.
Ca_ Vamos mi niña, ya está –le repetía pues Esther rompió a llorar
sin poder controlar sus sentimientos y emociones-. Venga, dame al
pequeño, ve dúchate que te he preparado un cocido que te vas a
recuperar nada más de olerlo.
E_ No Carmen, quiero estar con Daniel –lo miraba feliz aún con
lagrimas.
Ca_ Lo se, pero tienes todo el tiempo para estar con él, ahora
necesitas quitarte todo cuanto traes, quiero que te relajes y que
comas bien, ahora mando yo –le dijo sonriendo y en su sonrisa le
transmitió una bondad tan fuerte que Esther no pudo negarse-.
Todo va a ir bien... ya lo veras.
E_ Lo sé Carmen, pero... –elevó sus hombros sin saber que más
decir.
Ca_ Pero nada, Maca necesita tu ausencia para sentir tu presencia
más fuerte, nunca has oído eso que una ausencia te hace ver lo que
significa alguien con su presencia –Esther la miró sonriente-. Pues
eso es lo que le va a pasar a ella, va a reaccionar, estoy segura.
E_ Gracias Carmen, no sé como...

275 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ Venga, venga –la hizo callar cogiéndole al pequeño-. A la
ducha, ponte cómoda y a comer, que preciosidad de niño ¡madre!
E_ Si, se parece a Maca, tiene sus ojos, sus labios –se detuvo al
notar que su voz iba a quebrarse-. Bueno... me voy a duchar o me
entra la tontería. Por cierto, Fermín estaba en la casa.
Ca_ Si, fue a llevar algo más de madera porque ahora van a ser más
y la van a necesitar.
E_ Es increíble.
Ca_ ¿Fermín? –ella asintió-. Bruto pero tiene un corazón que no le
cabe en el pecho, aunque ese corazón esté triste.
E_ Ha estado a mi lado en un momento en que iba a derrumbarme.
Ca_ Él es así, aparece cuando menos lo esperas, yo le digo que
parece un fantasma –dio una sonora carcajada.
E_ Bueno, me vas a contar todo detalladamente, todo lo de tu hijo y
te prometo que por toda la ayuda que nos estáis dando, trataré de
ponerme en su búsqueda y contarle que sus padres le echan de
menos.
Ca_ ¿Harías eso? –sus ojos reflejaron una emoción que conmovió a
Esther.
E_ Claro, sin dudarlo Carmen –la abrazó-. Venga que ahora eres tú
quien te pones tonta –sonrió.
Ca_ Gracias hija, ya lo dije yo, tienes un gran corazón y Maca
también, por eso la vida os tiene que sonreír.
E_ Seguro que sí, con tanta ayuda es necesario. Ya bajo Daniel,
guapo –le besó-. Voy a sacar las cosas de la maleta y bajo.
Ca_ Estás en tu casa, ya sabes donde está la habitación.
Esther subió con los dientes apretados, solo se dio cuenta
cuando notó que se estaba haciendo daño, se moría de ganas por
llamar a casa para saber como se había quedado Maca, le
preocupaba, y al entrar a la misma habitación donde tanto se

276 ”Adiós Esther” © by ldana


amaron, discutieron y se adoraron, sintió como su piel se erizaba,
como su corazón galopaba y como sus fuerzas fallaban.
E_ Maca... Maca...
Murmuró con la voz repleta de añoranza hacia ella, después de
respirar hondo, trató de calmar su desasosiego pensando que
estaría bien, que sus padres y su madre, iban a ayudarle en cuanto
estuviera en su mano, pero aún así, se sentía extraña, sola,
inmensamente sola.

En el Hospital, todos esperaban el regreso de Javier, pero sobre


todo las chicas esperaban el regreso de Teresa, que seguro lo hacía
con un raudal de novedades. Los esperaban en el muelle porque
Javier había avisado que estaban a unos diez minutos, cuando los
vieron entrar, todos se adelantaron hasta ellos.
V_ ¿Cómo está? –preguntó Vilches inquieto.
J_ La verdad que mucho mejor de lo que esperaba, su pierna casi
perfecta, tan solo le falta coger masa muscular, el brazo también ha
mejorado –todos lo miraban atentos-, pero...
V_ ¿Su emotividad?
J_ Fatal, la verdad, no puede controlar ni sus enfados, ni sus
alegrías, ni su risa ni su llanto.
C_ Pues estamos bien.
H_ Ya lleva tres meses ¿eh?, debería mostrar algo de mejoría.
T_ Pues os aseguro que no, la pobrecita está hecha un mar de
dudas, un mar de angustias.
V_ ¿Se ha marchado Esther? –preguntó con sus manos sobre la
cintura
J_ Sí, le ha costado pero sí.
C_ ¿Y cómo está Teresa? –todos esperaban su respuesta.
V_ Como veo que vais a empezar con las cursilerías me llevo a
Javier para que me cuente hechos médicos.
277 ”Adiós Esther” © by ldana
H_ Yo me quedo con ustedes –dijo Héctor-. Podíamos ir a la
cafetería ¿no creen?, estaríamos más cómodos.
C_ Sí, mejor y te tomas algo Teresa que parece que estés
destemplada –le dijo Cruz mientras le tomaba del brazo.
T_ ¡Ay hija!, ante este drama a ver quien es el guapo que no se
destempla.
Una vez se sentaron en la cafetería se les unió Laura, todos
miraban fijos a una Teresa que mostraba su estado afligido ante la
situación que estaban viviendo la pareja.
La_ Es una lástima, después de todo lo que han pasado.
C_ Y aún puede dar gracias Esther, que haya tenido solo un ataque
fuerte.
T_ Pero vaya ataque Cruz, mira, yo pensaba que nos pegaba, perdió
completamente el control y la pobre Esther, mira, una carita, yo no
sabía que decirle porque para poder tranquilizarla tuve que
asegurarle a Maca que me la llevaba conmigo, que no la iba a dejar
con Esther. ¡Imagínate! –elevó sus cejas con tristeza.
H_ ¿Y Esther? –preguntó muy intrigado Héctor.
T_ Mal, mal por un lado porque la trata con mucha impertinencia, y
siempre que puede sabe hacerle daño, pero por otro lado, cuando
Maca tiene su lado de desconcierto y te pide ayuda, pues está
dentro de lo malo, bien. No sabía que hacer, si irse o quedarse, le
ha costado lo suyo.
C_ Es normal, sólo espero que esto no se alargue demasiado –bebió
de su taza de café con gesto preocupado.
T_ ¿Tú crees?
H_ Sí Teresa, puede durar hasta años.
T_ Esther no lo soportaría –agregó segura mirando con tristeza a
Cruz mientras contraría su barbilla.
C_ No va a tener más remedio.

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La_ ¿Y Maca no se da cuenta de lo que hace? –le preguntó Laura
juntando sus cejas mostrando su preocupación.
T_ Eso es lo que a mí me despista.
H_ Cuenta –la miró fijamente Héctor interesado en su relato.
T_ ¡Ay Héctor hijo no me mires así me pones nerviosa!
H_ ¿Y ahora que hice? –levantó a media altura las manos mirándola
incrédulo.
C_ Vamos Teresa, que a Héctor estas cosas le interesan mucho,
¿verdad?
H_ Y más si es Maca.
T_ Vale, vale –dijo aceptando aquella mirada de un Héctor
interesado-. Pues mira, yo pensaba que había momentos que Maca
estaba completamente en sus cabales, y de repente, todo cambiaba,
atacaba a Esther, o incluso a mí me decía que estaba de parte suya,
y al segundo, era capaz de suplicarme que le explicara como se
habían conocido o si se amaban de verdad... un estrés muy grande
hijo.
H_ Es lo típico, su emotividad esta totalmente incontrolada, puede
ser dulce o agresiva sin ella poder controlar nada de lo que ocurre
en su interior.
La_ Que horror. Y lo peor es que ella ese descontrol lo paga con
Esther.
C_ Claro, por eso la idea de que se fuera de su lado, ahora en teoría
no tiene ese descontrol a su lado, aunque imagino que lo pagará con
cualquiera, pero tenemos una esperanza.
T_ ¿Cuál? –se lanzó a preguntar ansiosa.
H_ Que la falta de Esther, le haga desarrollar la parte de su
emotividad, cual sea, de añoranza, o de odio, la que sea, pero que
vaya despertando en ella ese lado que esta aletargado.

279 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Exacto, no lo hubiera explicado mejor –sonrió dándole una
palmada en la espalda a Héctor que acogió el comentario con una
sonrisa.
T_ Pues mira, ya puede ir despertando algo de eso, o de lo contrario
va a terminar con todos, debisteis ver la cara de Rosario.
C_ Pero ellos también están advertidos.
T_ ¡Anda esta!, también lo estaba yo y me impactó, es muy duro, tú
lo ves como médico, y el caso te parece interesante... pero yo la veo
como una amiga a la que quiero, y verla así me duele –no pudo
aguantar que su voz se quebrara por ella.
C_ Lo entiendo Teresa y te aseguro que a mí también me duele –
añadió tomándole con cariño la mano.

Cuando Esther terminó de cenar, pues la tarde se la había


pasado hablando con Carmen, mientras Daniel dormía, se retiró a la
cama que le parecía más amplia que la última vez que la utilizó,
jugó un rato con el pequeño para después cogerlo en brazos y
dormirlo pues el niño no cesaba de bostezar graciosamente
arrancándole continuadas risas.
E_ ¿Sabes Daniel?, mamá va a ponerse bien, ya lo verás... y
entonces los tres empezaremos una nueva vida, yo sé que te he
fallado, pero también sé que si no tengo a Maca, sería incapaz de
sacarte adelante, debes tener a tus mamis juntas y felices, y eso lo
vamos a lograr, cueste el tiempo que cueste mi vida –le dio un beso
en la frente y sonrió-. Ojalá te lleve junto a Maca y reaccione bien,
tú eres muy importante para ella, igual que para mí, nos costó
mucho tenerte, no fue una decisión fácil, te lo aseguro -su sonrisa
se apagó pues le llegaron a ella las discusiones que tanto ahora se
arrepentía había tenido durante el embarazo-, no fue fácil ya no
porque somos dos mujeres, y la sociedad no ve muy bien esta
maravillosa bendición de tener un hijo junto a la persona que amas,
sea quien sea, sino, porque fui una estúpida pensé que no me
pertenecías y que me apartarías de lo que mas quería en el mundo.

280 ”Adiós Esther” © by ldana


Ahora, que te tengo entre mis brazos me doy cuenta de lo estúpida
que fui –una lagrima se deslizó por su mejilla, rápidamente se la
quitó con el dorso de la mano para que no cayera sobre el pequeño
que jugueteaba con el botón de su pijama, provocando en ella otra
sonrisa entre alegre y nostálgica-. Pero te prometo que no volverá a
pasar, ahora sé lo que cuesta estar separada de ti, y también
separada de tu mami hermosa, es tan buena cariño... tiene unos
ojos que me vuelven loca, si, así como los tienes tú, y es tan
maravillosa, si vieras como me ha hecho cambiar... –dio una
carcajada con los ojos repletos de lagrimas- desde que llegó a mi
vida, todo fue un cambio tan radical, que aún no he sabido darle las
gracias –tragó saliva mirando por la ventana la enorme luna-. Las
gracias por amarme de la manera que lo hace, por darme fuerzas
cuando no las tengo, de ser mi apoyo más constante, de enseñarme
a beber la vida poco a poco y saborearla... las gracias por estar
junto a mí.

Aquella misma luna hermosa, que vigilaba todo cuando


acontecía, le estaba regalando a Esther sus rayos por aquella
ventana sobre el techo, aquellos rayos que los estaba compartiendo
desde la cama, la otra mitad, eran los mismos que hacían que Maca
sentada en su silla de ruedas, contemplara tristemente la noche.
Oyó como su móvil sonaba y vio reflejado el nombre en la pantalla
de Esther, también vio asombrada como salía una fotografía suya,
sonriendo estaba hermosa, se quedo mirando el teléfono pero no
hizo nada por contestar, fue Rosario quien entrando le dijo
R_ Hija, que será Esther y querrá hablar contigo –ante su silencio,
contestó ella-. Hola hija, sí, sí, está aquí ahora te la paso. Macarena,
contesta.
M_ No.
R_ Hija –la miró apenada.
M_ No quiero saber nada de ella.
R_ Esther... de acuerdo, espera sí.

281 ”Adiós Esther” © by ldana


Rosario se llevó el teléfono fuera para poder hablar con ella y decirle
como estaba, mientras Maca volvió a mirar con sus ojos apagados la
luna...

Pasó más de una hora en el mismo lugar mirando la luna, quería ser
capaz de controlar lo que por su mente pasaba, a veces lograba
encadenar recuerdos seguidos sin sentir nada, a veces lograba
desesperarse porque no había manera de controlar nada. Quería
encontrar el punto en su interior aquel que le estaba martirizando el
corazón, quería ser capaz de controlar la ausencia de Esther, pero al
final derrotada, cansada y triste reconoció que era incontrolable, que
quizá todos tenían razón y debía dejarse llevar por él. Cuando oyó
abrirse la puerta se giró con la esperanza que fuera ella que se
hubiera arrepentido y hubiera vuelto para descansar junto a ella,
pero no fue así, quien apareció fue su madre con un vaso de leche
en la mano
R_ Cuando eras niña, te encantaba que te llevaré a la cama un buen
vaso de leche fría –le hablaba con una sonrisa cómplice y su voz
suave repleta de ternura-. No has cenado hija...
M_ No quiero –dijo ella secamente-. Esther no... –se calló de golpe
al ver que iba a hablar de ella demostrando así su nostalgia.
R_ ¿La echas de menos, verdad? –dejó el vaso sobre la mesilla de
noche y se sentó a su lado observándola con su infinito amor de
madre.
M_ No.
R_ Te está pasando algo parecido a lo que me ha pasado a mí toda
la vida –Maca la miró sin entender aunque tampoco tenía muchas
ganas de escucharla la observó porque su interior y su sentimiento
no le hacían sentir nada especial ante su madre, supo diferenciar lo
que sentía por Encarna o por Teresa, sin embargo no era igual con
su madre-. Siempre me enseñaron que los sentimientos hay que
guardarlos para una, que es señal de debilidad, que las señoras de
alta sociedad no pueden mostrarse débil, yo siempre te traté como

282 ”Adiós Esther” © by ldana


me habían tratado a mí, y sé que desde que nos dijiste que eras
lesbiana, mi reacción fue totalmente deplorable.
M_ Eso parece porque no siento por ti nada que me indique que eres
mi madre –le soltó sin miramiento alguno, tampoco podía controlar
demasiado lo que su mente le lanzaba.
R_ Lo sé, nunca quise reconocer que te quiero con locura, me di
cuenta de mi error cuando estabas en coma, y es lo que tú estás
haciendo ahora con Esther. Pero te aseguro cariño –le tomó la mano
con una débil y ladeada sonrisa-, que eres muy afortunada y yo me
siento muy feliz de ver lo mucho que te quiere y lo mucho que te ha
cuidado.
M_ Se supone que estoy casada con ella –su actitud fría volvió a
envolverla-, y que eso justamente es lo que debería hacer, tampoco
es para que le echéis tantas flores.
R_ Podría haberse evadido, podría haber decidido internarte y que
otros pasaran lo que ella pasó.
M_ Ya, tú eres mi madre –la miró mordiéndose el labio con mirada
gélida-, y en lugar de ayudarme y darme la razón, lo que haces es
también como todos, alabar a Esther.
R_ Hija –volvió a coger su mano pues ella en un movimiento repleto
de rabia se la había quitado-. No pierdas fuerzas tratando de odiar a
Esther, no lo vas a conseguir.
M_ A ver, dime una cosa, ¿es de alabar que se haya largado y me
haya dejado aquí sola?
R_ ¿Sola? –la miró enarcando una ceja por la sorpresa que le causó
aquel comentario-. ¿Y nosotros?, ¿y Encarna?
M_ Es su deber, ¿no?, pero no, ella se larga y me deja –asintió
varias veces con la cabeza mientras contraía su barbilla con actitud
desafiante-, pues muy bien, si es digno de agradecer si, sin ninguna
duda así me demuestra lo mucho que me quiere, le rogué que se
quedara ¿y? –ahora fue ella quien elevó su ceja derecha mientras en

283 ”Adiós Esther” © by ldana


su voz podía notarse su rabia-, se fue, eso es lo que me ha
demostrado quererme.
R_ Hija...
M_ ¡Ni hija ni hostias! –exclamó de repente.
R_ Pero cariño, ¿qué manera es esa de hablar? –le dijo sorprendida
ya no por sus palabras, sino, por su tono repleto de rencor.
M_ Hablo como me da la gana, déjame sola, no quiero que vengas a
darme tú también la lata, déjame y si llama, no me la pases no
quiero saber nada, ¡nada!, ¿me oyes?, pues ya lo sabes no vengas
con más tonterías de esas de Esther –cada palabra iba adquiriendo
mayor violencia mientras las venas de la garganta se hinchaban
pareciendo que iban a estallarle-. No quiero que la nombréis, no
quiero que tratéis de hacerme ver lo afortunada que soy...
En_ ¿Qué pasa? –apareció Encarna y Pedro alertados por sus gritos.
M_ ¡Dejarme todos tranquila!, no quiero saber nada de nadie.
P_ Hija... venga tranquilízate por favor.
M_ Si quieres que me tranquilice, ¡dejarme sola!, no necesito a
nadie, ¡a nadie!
P_ Creo que estás siendo muy injusta.
M_ ¡El que me faltaba! –murmuró nerviosa.
P_ ¿Qué quiere decir ese tono, eh?, soy tu padre.
M_ Mira si tú también me vas a decir lo maravillosa que es Esther,
¡ya te estás largando! –le señaló la puerta con su mano al viento y
su gesto de profundo desagrado acompañado por su voz áspera y
amarga-. No quiero sabe nada ¡tanto os cuesta entenderme!
En_ No Maca –dijo de repente Encarna sorprendiendo a ambos-.
Está clarísimo hija, a ver, te he preparado una tortilla de patatas de
esas para chuparse los dedos, ¿no irás a despreciármela, verdad? –
Maca se quedó sin saber que decir aquel cambio de conversación
por parte de Encarna, surgió efecto-. Pues nada, voy a prepararla

284 ”Adiós Esther” © by ldana


porque tienes que tomarte una pastilla, ¡ah!, ¿quieres que te ponga
también una ensalada?
M_ Lo que quieras –dijo confusa mirando de nuevo por la ventana.
En_ Pues vamos allá.
Salieron dejándola sola, más tranquila aunque los que
realmente estaban fuera de sí eran sus padres, y aunque quiso
enmascarar sus sentimientos de pena, Encarna también.
R_ Debiste verla, se puso como una loca.
En_ Mirar, yo creo que todo lo que le pasa es porque echa de menos
a Esther, pero no lo sabe controlar, quizá deberíamos cambiar la
táctica, nada de nombrarla.
P_ Pero es que no lo entiendo... –decía aturdido por su reacción.
En_ Pues es lo que hay Pedro, no le demos más importancia, venga
voy a ponerle la cena.
R_ Como esto dure mucho Pedro, no sé que va a pasar con ellas.
P_ Solo ahora soy capaz de valorar lo que Esther ha pasado.
R_ Sí –asintió tapándose con actitud nerviosa el rostro.
P_ Vamos, creo que es mejor hacer lo que dice Encarna, estoy
convencido que por mucho que ha puesto buena cara, le ha dolido lo
que ha oído.
R_ No Pedro, lo que le duele no es lo que oye, lo que le duele es lo
que ve, como nos pasa a nosotros, Maca se ha ganado su corazón
más incluso de lo que he podido hacer yo –dijo seria y triste.
P_ Vamos no podemos dejar que esto nos afecte ya el primer día.

Cuando Encarna le dejó la cena se iba a marchar, pero


entonces Maca le pidió que se quedara junto a ella. La mujer sacó
su calceta y se puso a tejer mirándola disimuladamente, su corazón
latía triste porque podía ver ante ella una Maca totalmente
desorientada consigo misma, se notaba que sufría y eso le hacia
sufrir a ella, tampoco sabía muy bien como ayudarla, pero desde
285 ”Adiós Esther” © by ldana
luego se percató que de la manera que intentaban sus padres, iba a
ser imposible. Por esa razón, allí estaba en silencio como estaba
segura que quería Maca, compañía porque tenía miedo de estar
sola, por mucho que quisiera elevar la voz, o poner su gesto serio,
estaba muerta de miedo.
M_ Está muy rica.
En_ Claro, son tus preferidas, las que hago yo –le dijo sonriendo
entonces volvió a sonar su teléfono móvil-. Será la pesada de ya
sabes quien, ¿quieres contestarle tú o me dejas a mí?
M_ Hazlo tú –le dijo con voz un tanto temerosa mientras bebía un
trago de agua tratando de mostrar la mayor indiferencia posible.
En_ ¿Esther?, ¡vamos a ver!, hazme el favor de no ser tan pesada
¿eh?, anda olvida un poco a Maca, si, si, ¡mira si vuelves a llamar te
juro que desconecto todos los malditos teléfonos de esta casa!, ale,
a dormir y a callar guapa. Eso. Pesada eres por dios –colgó sin mirar
a Maca siguiendo con su calceta.
M_ ¿Se ha enfadado? –su tono se volvió algo alarmado.
En_ Sí.
M_ ¿Y si no llama?
En_ Pues mejor, nos dejará tranquilas.
M_ ¿Y si no viene? –insistió con gesto más preocupado todavía.
En_ Buena es Esther, cabezota como ella sola, vendrá y llamará mil
veces, tú tranquila por eso.
M_ ¿Me puedes llevar a la cama?
En_ Claro cariño –le sonrió.
M_ Gracias.
En_ No me las des. Vamos –cuando fue a empujar la silla Maca
reaccionó sorprendiéndola.
M_ Espera.
En_ ¿Qué pasa hija?

286 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No quiero que hagas fuerza dame las muletas.
En_ ¿Estás segura?
M_ Sí, seguro que si se enfada no vuelve a llamar –murmuró con un
tanto de miedo por la reacción de Encarna.
En_ Toma las muletas –no le contestó.
M_ Gracias.
En_ Vamos allá, ¡qué no se diga!, tienes que estar fuerte para no
dejarla entrar.
M_ No dejarla entrar –repitió mirándola con las cejas elevadas y
cierto temor reflejado en su rostro.
En_ Por pesada, venga, con cuidado hija no me vayas a dar un
susto ¿eh?
M_ Pero si no viene...
En_ Vendrá –le dijo sonriendo al ver su temor parecía que su táctica
era efectiva.
M_ Bueno... si no viene tampoco me importa –decía mientras daba
pasos cortos porque no se fiaba mucho de su brazo.
En_ Claro hija, lo que tienes que hacer es recuperarte.
M_ ¡Uf! –resopló cuando llegó a la cama.
En_ Esto es como si hubieras corrido la maratón –dio una carcajada
acompañada por ella-. Venga hija, te traigo el pijama.
M_ Gracias –sonrió mientras se pasaba la mano por la frente.
En_ ¿Te duele la cabeza?
M_ Un poco.
En_ La pastilla es para quitar ese dolor, así que ahora te relajas y
duermes. Mañana será otro día.
M_ Si, un día menos.

287 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Si, un día menos –entendió lo que quiso decir con aquel
comentario pero evitó hacer cualquier referencia a quien estaba
destinado.
M_ La luna está hermosa, recuerdo que nos gustaba verla juntas y
abrazadas.
En_ Si –le ayudó a ponerse la camisa de dormir y fue ella misma
quien se la abrochó sonriendo.
M_ Esther tiene tu sonrisa.
En_ Sí, pero en cabezota no se parece a mí.
Sonrieron y con un beso en su frente la dejó para que se
tranquilizara. Una vez fuera, llamó a su hija un poco nerviosa, ante
la mirada de los padres de Maca que seguían desconcertados.
En_ Cariño, soy yo, perdona lo de antes, pero es que Maca se había
puesto muy nerviosa y... si hija si, tranquila de momento todo
controlado, pues ya sabes, una parte de ella te echa de menos y
otra te quiere matar, a ver cual gana hija –sonrió tratando de
restarle importancia-. Venga, si están aquí, vale dale un besote
grande a Daniel. Adiós.
R_ ¿Qué ha pasado?
En_ Llamó mi hija y Maca volvió a ponerse tensa.
R_ Encarna, no sé que vamos a hacer.
En_ Pues lo que he hecho yo... creo que es lo mejor, seguirle la
corriente al menos se ha quedado tranquila.
R_ Estoy tan preocupada –dijo con pena.
En_ Tendremos que ayudarle mucho, pero estoy segura que al final
todo volverá a su sitio. Además hay una buena noticia que no he
querido decirle a mi hija, de repente, me ha pedido las muletas para
ir a la cama.
P_ ¿Qué? –puso gesto sorprendido mientras se incorporaba en el
sillón
En_ Sí, yo también me quede de una pieza, pero...

288 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ Me está llamando, voy a ver –dijo ante la llamada de Maca.
P_ De verdad ahora entiendo el desespero en los ojos de Esther.
En_ Pues si, pero yo la verdad, entiendo más el desespero en los
ojos de Maca, el miedo y la sensación que debe tener... ambas
están sufriendo.
Cuando Rosario llegó a la habitación la vio sentada en la cama,
con gesto tranquilo.
R_ Dime hija.
M_ Me das la leche, por favor.
R_ Claro –sonrió un tanto nerviosa-. Voy por ella que me la había
llevado.
M_ ¿Puedes traerme también el libro que está fuera?
R_ Sí –se acercó y le besó en la frente sonriente-. Claro que sí hija.
Se quedó en silencio mirando pensativa el lado huérfano de su
cama, hasta ese momento, había echado de menos a Esther en
alma, pero en ese preciso instante, la echaba de menos en cuerpo,
pasó con cuidado su mano izquierda sobre la sábana fría, ¿qué
estaría haciendo en esos momentos?, quizás ella pensando en su
ausencia, y Esther estaría divirtiéndose.
R_ Aquí está hija.
M_ Gracias.
R_ Te dejo el móvil cerca.
M_ No... bueno... si por si acaso.
R_ Vale. Nos vamos a dormir, si quieres algo nos llamas.
M_ Claro.
R_ Dejo la puerta abierta –no podía evitar hablarle con temor.
M_ Como quieras.
R_ Te quiero hija.
M_ Buenas noches.

289 ”Adiós Esther” © by ldana


Comenzó a leer tratando de centrar su pensamiento y sus
fuerzas en la lectura, era su novela favorita le había dicho Esther.
M_ Esther... –suspiró con fuerza-. Joder ¡qué estará haciendo!.
Podría llamarla, si, ¿por qué no? –murmuró con voz vacilante, cogió
el teléfono en sus manos pero ante el teclado no sabía como actuar
y tampoco quería pedir que la llamaran-. Supongo que después de
cómo la ha tratado Encarna no quiera hablar. ¡No sé que voy a
hacer sin ti Esther!, ¿y mi hijo?, ¿Daniel? –se preguntó con ceño
fruncido-, sí Daniel... estará con ella... Joder Esther ¿cómo podría
sacarte de mi pensamiento?, ¿o es mi corazón?... ¡joder!
Trató de leer por un buen rato lo logró, pero la noche ya había
caído al levantar los ojos del libro y mirar por la inmensa ventana se
percató que aquella noche era oscura como la boca del lobo, sin
embargo la luna seguía allí, alumbrándola incluso cuando apagó la
luz. Se recostó con menor dificultad de lo que le costaba al principio,
ella notaba su mejoría y sabía que no lo había logrado sola,
entonces una extraordinaria sensación de miedo se adueñó de ella,
y no estaba quien acostumbraba a quitársela, no estaba quien
acostumbraba a rodear su cuerpo con sus brazos dándole calor y
calma, acarició la sábana nuevamente para notar más aún su
ausencia, sin lograr evitar aquella pena que se había instalado en su
alma, comenzaron a caerle lagrimas incontroladas. Entonces oyó
como se abría la puerta y como entraba una Encarna que por lo que
parecía estaba muerta de frío
En_ Hola hija... ¿te importa que me acueste contigo?
M_ No –dijo secándose las lagrimas aunque un tanto desconcertada-
. ¿Qué te pasa?
En_ Hace un frío de mil demonios en mi habitación... oye... pero
esto será nuestro secreto ¿eh?, nada de decirle a mi hija que estoy
durmiendo contigo –se percató de sus lagrimas pero prefirió
omitirlas.
M_ Que cosas tienes –le arrancó una sonrisa mezclada con el sabor
de la sal de las lagrimas.

290 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ No que es muy suya para ciertas cosas –se metió en la cama
tiritando-. Mañana vendrá Fermín para arreglar la chimenea, tenías
que haber visto –Maca la escuchaba con atención-, el hombre le ha
dado a la fogata y nos hemos puesto todos negros, vamos, más
negros que cualquier minero –Maca dio una carcajada-. Uf, que frío.
M_ Encarna.
En_ Dime hija.
M_ ¿Has hablado con Esther?
En_ ¿Qué Esther? –Maca la miró con sus grandes ojos que
alumbrados por la luna le daban cierto brillo a tristeza-. ¿La pesada
de mi hija?, sí.
M_ ¿Se ha enfadado?
En_ No, ¿por qué iba a enfadarse?, su madre es su madre, y ella lo
que tiene que hacer es obedecerme, tendrá cincuenta años, pero yo
seguiré siendo su madre.
M_ Y la mía –añadió con cariño provocando en Encarna cierto
pellizco en su corazón algo que logró que cambiara su gesto por
seriedad-. ¿No?
En_ Por supuesto que si, tú eres mi segunda hija –le acarició la cara
con ternura.
M_ ¿Si te digo una cosa no te vas a burlar de mi?
En_ ¿Cuándo me he burlado yo de ti? –sonrió-. Bueno, tienes razón
alguna vez, sí.
M_ Sí –sonrió ella también.
En_ Dime.
M_ La echo de menos.
En_ Es normal.
M_ ¿Vendrá?
En_ ¿Tú que crees?
M_ Qué sí o al menos creo que es lo que me gustaría creer.

291 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Pues eso, vendrá y nos volverá locos a todos, ya sabes como
es.
M_ Encarna...
En_ Dime –la miró con un tanto de pena.
M_ ¿Cómo puedo recuperar el pasado?
En_ ¿Para qué?
M_ ¿Cómo que para qué? –se incorporó en la cama no encendió la
luz pues con la fuerza de la luna les alumbraba la estancia con una
mezcla sonrojada del fuego-. Pues yo creo que... bueno...
En_ A ver mi vida –se sentó con un poco de dificultad a su altura-.
Si te obcecas en el pasado más turbio tienes el presente. Lo vivido
ahí queda, tú ahora debes vivir el presente que no es otra cosa que
recuperarte.
M_ ¿Sabes Encarna?, siento mi cabeza como si solo tuviera
telarañas –apoyó para hablar su cabeza en el respaldo de la cama
de madera.
En_ ¿Y qué consigues con eso?, marearte, sentir ese miedo que
reflejan tus ojos, hayas vivido lo que hayas vivido, ahí está, no vale
para nada, lo que tienes que hacer es llenar tu mente con cosas de
ahora, con ganas de seguir luchando.
M_ ¿Y Esther?
En_ Bueno... eso no estaría de más que también lo arreglaras.
M_ Me da miedo.
En_ Ya lo sé.
M_ Es lo que peor llevo, igual la extraño, que la odio, que la
necesito, que no quiero tenerla –decía con un nudo en la garganta.
En_ Claro, si yo te comprendo hija, pero estoy segura que si dejas
de buscar explicaciones en tu cabeza, encontraras el equilibrio.
M_ ¿Y si no lo encuentro?

292 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Pues serás una desequilibrada –le cogió la mano y sonriendo le
dijo-. Pero una desequilibrada maravillosa.
M_ ¿Y si Esther se cansa?
En_ No creo, cuando amas de verdad no te cansas.
M_ No sé... –contestó dubitativa-. Teresa dice que nos hemos
querido mucho.
En_ Teresa es una mujer sabia, es más, si yo tuviera que hacer caso
a alguien, se lo haría a ella.
M_ No sé... estoy envuelta en mil dudas, mil miedos...
En_ Maca, sé que buscas un consejo, te lo daré, deja de mirar a
Esther con tu cabeza, mírala con tu corazón, ¿y sabes qué?, yo de ti
me ponía las pilas para reconquistarla.
M_ ¿Reconquistarla? –la miró con gesto de sorpresa.
En_ Eso he dicho, Reconquistarla.

La noche transcurrió tranquila, aunque Maca seguía sumida en


sueños raros, sueños en los que Esther aparecía y desaparecía con
una facilidad que le creaba una zozobra insoportable hasta dormida.
Cuando los primeros rayos del sol comenzaban a salir, ya sus ojos
se habían abierto, a su lado, ya no estaba su suegra, la cama estaba
hecha, y no sabía si lo que la noche anterior había ocurrido era
realidad o ficción. Lo que sí sabía era que había una palabra en su
corazón así como en su mente, Reconquistarla. Una sonrisa abarcó
sus labios cambiando su gesto de concentración por esperanza
mientras que dando un suspiro estrechó a su cuerpo la almohada
pensando en ella.

En ese mismo instante, Esther despertaba con el llanto de su hijo,


alertada se levantó sin saber muy bien donde estaba.

293 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Cariño... ¿qué te pasa, eh?, ¿tienes hambre?, a ver –lo cogió en
brazos pero el niño no se calmaba-. Venga mi amor, venga, ya
está... ya está.
Ca_ Buenos días Esther, aquí está el biberón del pequeñajo.
E_ Buenos días Carmen, gracias –le sonrió agradecida.
Ca_ Hoy ha salido un día maravilloso, mira que sol –descorrió las
cortinas y por aquella ventana entraba la luz blanca que iluminó
toda la estancia-. Hoy es el día perfecto para llevar a Daniel a
pasear.
E_ Si, ojalá pudiera venir Maca, así podríamos disfrutar los tres –su
tono apareció triste pero su rostro se iluminó como los rayos del sol
con una sonrisa al contemplar a su hijo-. ¿Verdad Daniel?
Ca_ Tiempo habrá hija –le acarició la cabeza.
E_ Me da miedo eso del tiempo Carmen –la mujer se sentó a su lado
mirándola con una mueca de aprecio-. Pensaba que tiempo tendría
para arreglar mi situación con Maca, cuando estaba a punto de
lograrlo, ocurrió el accidente, luego pensé el tiempo la sacará del
coma y todo será como antes, despertó sí, pero con un trastorno
que... –suspiró profundamente dando muestras de su melancolía-...
bueno... que me hace daño... y ahora...
Ca_ ¿Sabes lo que te pasa? –Esther terminó de darle el biberón y lo
abrazó mientras escuchaba a Carmen con voz segura hablarle-.
Llevas mucho tiempo dedicando día y noche a Maca, y ahora no
sabes que hacer sin ella a tu alrededor, has centrado tus fuerzas y
tu amor en ella. Sé que todo ha sido difícil para las dos, y sé que la
echas de menos, pero nada es definitivo, mírame a mí, yo pasé por
lo mismo, y te aseguro que durante el tiempo que estuve mal lo
pase horrible, pero luego ya me ves, hecha una campeona –las dos
sonrieron-. No quiero que te derrumbes arrastrada por esa
melancolía. Maca se recuperará y entonces viviréis, pero no sin
problemas...

294 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Lo sé, la vida es así un continuo ir y venir de problemas, pero al
menos si Maca está a mi lado, todo es mas llevadero. Hemos
perdido mucho tiempo inútilmente y me gustaría poderlo recuperar.
Ca_ Y lo harás, pero no quieras recuperarlo de golpe, poco a poco,
sabe mejor, te lo digo yo –le guiñó el ojo sonriente-. Oye... ¿puedo
hacerte una pregunta un poco íntima?
E_ Claro.
Ca_ Verás... yo a mi hijo no podía porque era mi hijo, y a parte
porque no me dio tiempo, pero a ti me siento con la confianza de
preguntarte –Esther sonrió mientras cambiaba de hombro a Daniel-.
¿Tú... bueno... vosotras tenéis una vida satisfactoria? –no pudo
evitar ponerse colorada mirándola fijamente.
E_ ¿Quieres decir si nosotras tenemos una vida sexual satisfactoria?
Ca_ Eso –asintió un tanto aliviada por ser comprendida a la primera.
E_ Pues claro, te aseguro que muy satisfactoria –dio una carcajada-.
De igual modo que la tendrá tu hijo.
Ca_ Lo siento... pero es algo que siempre me ha preocupado, en la
vida, es una parte muy importante tener esa parte de emoción
plena.
E_ ¿Sabes?, eres la primera persona que me lo pregunta
sinceramente. No es fácil preguntar con el corazón. Pero te aseguro
que es maravilloso, yo tampoco podía ni imaginarme que entre dos
personas del mismo sexo, hubiera tanta ternura, tanta pasión y
sobre todo que pudiera llegar a sentirse tanto amor, creo que con
ninguno de los chicos que compartí mi vida, fui tan feliz y me sentí
tan plena como con Maca.
Ca_ Me dejas más tranquila, no sé, desde que os conocí era algo
que me daba vueltas, ¿cómo preguntar sin ofender? –hizo un gesto
apenado.
E_ No me has ofendido Carmen, mira Teresa no quiere ni oír hablar
del tema, es como si esa parte no existiera entre Maca y yo para
ella, sé que hay personas que no lo entienden, pero te aseguro

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Carmen, que tanto Maca me hace a mí muy feliz, como yo a ella –le
sonrió.
Ca_ No es fácil Esther, porque se piensa que los homosexuales solo
viven así por vicio, que no puede ser una vida natural como
cualquier pareja, a mí me lo han echado en cara muchas veces –
murmuró con tristeza.
E_ Ya, eso no creo que lo podamos cambiar, ni tú ni yo, pero te
puedo decir que nosotras sentimos mucho amor, somos dos
mujeres, pero nos amamos y al final es lo que vale, que el mundo
diga lo que quiera, mientras nosotras seamos felices.
Ca_ ¿Tu madre lo entendió en seguida? –la miraba con sus ojos
apagados por la tristeza de recordar su propia reacción.
E_ Bueno... ella me dijo que si yo era feliz eso era realmente lo que
le importaba, y como me ha visto siempre muy feliz, pues lo
entendió. Además adora a Maca, bueno... es que a Maca es difícil no
adorarla.
Ca_ Eso es verdad.
E_ Anoche no quiso hablar conmigo –volvió a apagarse su sonrisa.
Ca_ Es normal, debe de estar de uñas contigo por irte –sonrió.
E_ Carmen.
Ca_ Dime cariño.
E_ No soy nadie para aconsejarte, pero si un día encuentras a tu
hijo, no le des la espalda, acéptalo como es, porque yo he visto
sufrir a Maca por culpa de sus padres, y cuando digamos que la han
aceptado o medio aceptado, sé que aunque no lo haya dicho, se ha
sentido mejor consigo misma.
Ca_ Te juro que si lo encontrara cosa que ya perdido la esperanza,
lo estrecharía entre mis brazos hasta ahogarlo en mi pecho –sonrió
con los ojos llenos de lagrimas emocionadas-. Y tu consejo y tus
palabras me dejan mucho más tranquila como madre, yo quiero que
mi hijo sea feliz, como lo sois vosotras. Gracias pequeña.

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En casa, Encarna y Rosario estaban hablando mientras le
llevaban el desayuno a Maca, que había tejido un plan en su mente,
no quería que nadie sospechara nada, y con mucho esfuerzo había
tratado de fijarlo en ella para que no se perdiera en su mar de
dudas. Al entrar pensaron que dormía, y hablaron en voz baja.
En_ He hablado con Esther quería saber como había pasado la
noche.
R_ Pobre, debe estar fatal –Maca hizo un gesto de cansancio ante
tanta lastima por Esther-. Yo creo que le va a venir muy bien a Maca
esta separación.
En_ No sé yo, sigo teniendo mis dudas.
R_ Lo mejor es no dejar venir a Esther por ninguna causa –Maca no
pudo reprimir una sonrisa.
En_ Estoy de acuerdo –dejo la bandeja y abrió poco a poco las
cortinas que antes de irse de la cama había corrido.
R_ Maca hija... despierta –la llamó con dulzura.
En_ Te traemos el desayuno –Maca no se movió las mujeres se
miraron entre ellas-. ¡Maca!
R_ Hija –insistió un tanto preocupada.
M_ ¡Qué! –contestó de repente con voz rasposa.
En_ Tienes que desayunar.
R_ Y hacer los ejercicios hija, venga que hoy ha salido un día
maravilloso para aprovecharlo – le dijo sonriente pero se borró su
sonrisa al ver que Maca no se movía-. ¿Te pasa algo Macarena?
M_ No me llames así joder, ¡sabes que lo odio! –renegó mientras se
giraba hacia ellas con una expresión fría y distante.
R_ Te ayudo.
M_ No hace falta, tengo que poder yo.
En_ Eso está muy bien –sonrió dejándole la bandeja.

297 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Si, tengo que irme de aquí cuanto antes –murmuró mientras las
mujeres volvían a mirarse.
R_ ¿Qué dices hija?
M_ Que no quiero estar aquí cuando ella vuelva, no la quiero ver.
R_ Pero... –la miraban desconcertadas.
M_ ¿No tiene que descansar?, pues va a descansar.
R_ Hija estás molesta por eso hablas así.
M_ ¿Yo? –puso gesto irónico.
R_ Sí, te conozco estás molesta, o mejor dicho, un tanto celosa.
M_ ¡Esta si que es buena! –dio una carcajada-. Para nada, no la
necesito estoy mucho mejor sin ella. Quiero que me des mi teléfono
–le dijo segura
R_ Claro –miró a Encarna como pidiéndole ayuda-. ¿Para qué?
M_ Eso es cosa mía –decía mientras desayunaba.
R_ Está bien.
En_ Maca...
M_ Dime –le habló secamente tanto que hasta a la propia mujer le
sorprendió.
En_ ¿Te encuentras bien?, te veo mala cara.
M_ No me he encontrado mejor en la vida.
En_ Me alegro –sonrió un tanto dubitativa.
R_ ¿Quieres que te marque a Esther?
M_ ¿A Esther?, ni de coña, búscame el número de Azucena.
R_ ¿Qué? –le preguntó casi a voz en grito.
M_ Ya lo has oído, llevaros esto, ya no quiero más.
En_ Está bien –Encarna se retiró pensativa.
M_ Dejarme sola.
R_ Hija..

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M_ ¡Qué me dejes sola te he dicho!
Cuando salieron las dos mujeres se miraron totalmente
desconcertadas, una vez en la cocina se pusieron a limpiar el
desayuno de Maca.
R_ No puede ser... no puede ser –repetía una y otra vez Rosario
enfadada con la reacción de su hija.
En_ Bueno... no pierdas la calma.
R_ ¡Pero Encarna!, tú sabes quien es Azucena tan bien como yo.
En_ ¿Y?
R_ Pues, que va a llamar a su ex, mira voy a ir y le voy a quitar el
móvil
En_ Déjala que la llame mujer, vamos a ver que es lo que quiere –le
decía con tranquilidad Encarna.
R_ No lo entiendo Encarna, ¿cómo puedes estar tranquila?
En_ No lo estoy, pero si pierdo los nervios no puedo pensar.
R_ ¿Y si llamamos a Esther?
En_ ¿Para qué? –la miró elevando sus cejas.
R_ Para explicarle lo que pasa.
En_ ¡Claro!, ¿cómo no lo hemos visto?
R_ ¿El qué? –la miraba sin entender.
En_ Que debe ser lo que pretende, que llamemos a Esther.
R_ Hablando con Azucena, ¡ay Encarna no sé... mi hija me va a
matar!
En_ Escúchame Rosario, no podemos perder la cordura, estoy
segura que lo que quiere es que avisemos a Esther, que venga, y
que Esther se muestre celosa.
R_ Encarna mi hija no está para pensar en todo eso, ¡además como
se acuerda de Azucena y no de su hijo!, ¡por Dios!

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En_ No sé... –suspiró con fuerza-. Vamos a ver que pasa pero de
llamar a mi hija, nada de nada.
R_ ¡Dios mío! –murmuró apenada.

En el hospital, la mañana era intensa, urgencias se había


colapsado y no daban abasto para atender a los enfermos. La que
mas fuera de sí estaba era Teresa, que había discutido ya con media
sala de espera. Estaba tratando de relajarse con una tila que le
había llevado Carlos.
C_ ¡Teresa puedes localizarme a los padres del niño que acaba de
llegar!
T_ Voy.
C_ ¡Teresa! –la miró fijamente-. Es urgente.
T_ ¡Todo es urgente!, ¡todo!
C_ Mira, desde que has llegado del refugio de Esther y Maca, estás
tú más lenta de lo normal, ¡espabila!
T_ Oye, oye, oye, tranquilita ¿eh?, que el mundo no se hizo en un
día, caray.
C_ No sé que voy a hacer contigo.
T_ Pues dejarme que haga yo mi trabajo, y tú el tuyo.
C_ Por Dios ¡qué alguien me devuelva a mi Teresa de siempre! –
exclamó mirando al cielo ante el gesto pasota de la mujer.
V_ ¡Teresa qué coño haces!
T_ Tomarme una tila, ¿y tú? –lo miró fijamente.
V_ ¡Joder!
C_ Nada Vilches déjala no hay nada que hacer, ¡está de un relajao!
–protestó.
T_ Anda, iros a trabajar que tenéis faena guapos.
Le dio un trago a su tila mirando como se marchaban haciendo
aspavientos, sonrió un tanto divertida aunque sabía que tenían
300 ”Adiós Esther” © by ldana
razón, suspiró con fuerza y cuando fue a dar otro trago sonó el
teléfono.
T_ ¡Ay que ver que pesaditos están! –protestó poniéndose sus
gafas-. ¿Hospital Central?
M_ Hola Teresa.
T_ ¿Quién es, no oigo muy bien?
M_ ¿No me digas que ya no me conoces?
T_ ¡Maca!, ¡Maca eres tú! –exclamó fuera de sí.
M_ Sí, soy yo.
T_ Espera un momento hija –su corazón latió fuertemente sacó la
cabeza y a voz en grito dijo a todos-. ¡Hagan el favor de callar que
esto es un hospital no un mercado! A ver ahora, dime.
M_ Esa es Teresita poniendo orden –hablaba sonriente.
T_ Hija ¿pasa algo, no me asustes por Dios?
M_ Nada, solo que te echaba de menos y quería saber qué tal
estabas.
T_ Pues... bien... –hablaba desconcertada.
C_ Teresa.
T_ Ahora no –le dijo fijando su dedo índice de manera amenazadora
directamente a la cara de una Cruz aturdida por su comportamiento-
. Dime Maca reina, dime.
C_ ¿Es Maca? –le preguntó en voz baja.
T_ Sí, calla –le contestó en voz más baja todavía tapando el
auricular mientras Maca le hablaba.
M_ ... entonces había pensado que si va por ahí, le des la dirección
donde estoy.
T_ ¿A Azucena? –le preguntó con gesto de asombro.
M_ Eso he dicho.
T_ ¿Y para qué quiere ésa la dirección?

301 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No puedes dejar de cotillear ¿verdad? –sonreía maliciosamente.
T_ No es cotilleo querida, es indignación.
M_ Ah, ¿y eso por qué?
T_ ¿Por qué, como que por qué guapa?, ¿a ti te parece normal que
tu ex vaya a verte? –miraba con los ojos fuera de sus orbitas a una
divertida Cruz que negaba con una sonrisa.
M_ Bueno... ya ves... al menos hay alguien que sí se quiere
responsabilizar de mí.
T_ ¡Qué! –exclamó boquiabierta.
M_ Tú cuando vaya le dices donde estoy, y ahora te dejo que voy a
hacer mis ejercicios, quiero largarme pronto de aquí. Un beso
Teresa –colgó con una sonrisa malévola-. No sé porque hago esto,
pero si te llega la noticia vendrás como un corderito.
Mientras, Teresa incrédula aún por sus palabras se bebió la tila
de un solo trago.
C_ ¿Parece que haya recuperado algo, no?
T_ ¿Tú crees?, esto lo tiene que saber Esther.
C_ Eso o que ha perdido aún mas la cabeza, bueno, por favor
llámame a los familiares.
T_ Que si pesada, que ya están llamados desde hace rato.
C_ ¿Y me lo dices ahora? –preguntó indignada.
T_ Ale sí, ves, ves.

Esther estaba saliendo de la fonda, iba con el carrito y un


Daniel que jugueteaba sonriente con un caballo de madera que
Fermín había tallado para él. De repente sonó su móvil. Le
sorprendió ya que podía recordar perfectamente que aquella noche
especial para ellas, no hubo manera de localizar a nadie, pues no
tenían cobertura. Más se sorprendió al ver reflejado el número del
Central

302 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Si? –contestó rápidamente.
T_ Esther hija mía, soy Teresa.
E_ Hola Teresa –sonrió mientras se detenía-. ¿Qué pasa, te noto
nerviosa?
T_ Nada hija, es Maca.
E_ ¿Qué ha pasado? –preguntó con ansiedad.
T_ Nada, nada a ella nada, pero oye me ha llamado.
E_ ¿A ti?
T_ Sí.
E_ ¿Para qué? –no entendía nada mientras se sentaba en un
banquito de piedra para vigilar al niño.
T_ Mira me ha dejado de una pieza, dice que Azucena va a venir a
preguntarme donde está.
E_ ¿Azucena? –su gesto pareció quedar impactado por sus palabras.
T_ La misma que viste y calza, ¿qué hago?
E_ A ver Teresa –trató de tranquilizarse para seguir hablando-.
Maca te ha llamado ella para decirte que si va Azucena le digas
donde está, ¿para que venga?
T_ Exacto, muy buen resumen.
E_ Será cabrona –le salió del alma.
T_ Esther hija…
E_ Me va a oír –dijo enfadada.
T_ Mira, yo no sé porque me ha llamado a mí, ni tampoco sé porque
ha insistido en que le dé la dirección, pero yo de ti iba a ver que le
pasa, ¡hija a ver si se ha vuelto loca definitivamente! –exclamó
nerviosa.
E_ ¿Loca?, lo que me parece es que quiere hacerme daño, eso es lo
que quiere.
T_ Estoy de los nervios –dijo mordiéndose el labio-. Oye, espera.

303 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Dime –cerró los ojos derrumbada.
T_ ¿Y si ha recuperado la cabeza?
E_ Ya, y precisamente con Azucena.
T_ ¡Ay hija no sé!, pero ¿qué hago si viene? –se mostraba fuera de
sí.
E_ Pues le das la dirección, ¿qué vas a hacer?, voy a hablar con mi
madre, bueno... me voy directita allí a ver que coño le pasa.
T_ Si hija, ve, no vaya a hacer alguna tontería más.
E_ Gracias Teresa, te quiero. ¿Azucena? –murmuró inquieta-. Me va
a oír, es lo último que me faltaba, ¡ahora Azucena!, vamos Daniel
hijo, vamos a ver a tu madre que de está acabamos estirándonos
del pelo.

El día daba para poder disfrutar de él, de esa manera, Pedro había
decidido sacar a Maca al porche estaba haciendo sus ejercicios tanto
en la pierna como el brazo, ellos la miraban mientras hablaban de
los negocios, de sus sobrinos y de sus hermanos, ella sin embargo,
parecía estar en su mundo. Aprovechando que estaba más tranquila
una pensativa Encarna decidió ir a la parte de detrás a tender.
Estaba colgando una sábana cuando a lo lejos vio llegar a Esther,
dejó rápidamente la colada y se dirigió furiosa hasta ella.
En_ ¿Puede saberse que haces aquí?
E_ Vengo a ver a Maca.
En_ ¿Pero cómo hemos quedado? –le riñó con las manos puestas en
jarras sobre la cintura.
E_ Ya mamá, pero tú no sabes lo que ha hecho –le dijo ofendida
tratando de pasar por su lado pero ella se lo impidió.
En_ ¿Qué ha hecho?
E_ Quiere que venga Azucena.
En_ ¿Anda y tú como lo sabes? –la miró sorprendida.

304 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Me lo dijo Teresa la llamó y...
En_ Teresa –murmuró con gesto molesto-. Así que has caído en la
trampa, ¡pero serás bruta!, yo te hacia inteligente.
E_ ¡Mamá! –la riñó por su manera de hablarle.
En_ Uy este chiquitín que suerte tiene de tenerme de abuela, anda
déjamelo –lo tomó en brazos dándole besos y el niño sonreía-. Si es
que me lo comería a besos ¡madre qué ricura!
E_ ¿De qué trampa hablas? –le preguntó omitiendo todos sus mimos
al pequeño.
En_ Maca quiere que vengas, ¿y qué mejor que hacer lo que ha
hecho?, ella si que es lista, y no tú que mírate la cara que traes,
estás descompuesta.
E_ Joder mamá –volvió a protestar-. ¿Cómo voy a estar?, me voy
una noche y ya piensa en Azucena.
En_ Ella no puede estar sin ti, ¿y qué mejor manera de que tú
vengas?, Azucena. Sabe que con ésa caes.
E_ ¿Y cómo lo sabe mamá?, ¿qué pasa que su emotividad sólo sabe
hacerle ir en mi contra? –ante la mirada de su madre agregó-. Vale,
lo admito me he dejado llevar, me he precipitado... pero es que... –
le dio una patada a una piedra molesta consigo misma.
En_ Pues ahora vuelves sin que ella te vea, venga, fuera no quiero
verte aquí.
E_ Mamá –se abrazó a ella-. No soporto estar sin ella.
En_ Lo sé hija, pero mira, algo hemos adelantado.
E_ No sé el que... –cogió al crío en brazos.
En_ Muy sencillo, sabe que te quiere a su lado, y sabe que te has
ido contra su voluntad, algo va aprendiendo hija. Y ahora vete.
E_ Si pasa algo....
En_ Qué pesada hija, que pesada. Ala fuera de aquí –le dijo
sonriendo mientras le hacia mimos a su nieto que sonreía.

305 ”Adiós Esther” © by ldana


La vio alejarse por el camino, negó con su cabeza porque era
consciente que no podía vivir sin Maca, y ahora podía estar segura,
que aunque Maca parecía estar en un mundo aparte, tampoco podía
vivir sin ella. Suspiró pensando cuando era una jovencita y su
marido preocupado siempre le decía, “me da miedo Esther, con el
carácter que tiene los hombres le harán daño”.
En_ Los hombres... –suspiró mirando al cielo sonriente-. Pero no
sabíamos que llegaría Maca para hacerle feliz Manuel. Estés donde
estés, seguro que debes tener una sonrisa de oreja a oreja.
Volvió a sonreír mientras entraba por la cocina. Fue hasta al
porche porque quería asegurarse que nadie había metido la pata y
había visto a Esther con el niño. Salió sonriente como siempre, y vio
como Maca estaba de pie delante de su padre haciendo los ejercicios
nuevos que Javier le había mandado.
En_ Muy bien hija, lo haces estupendamente –le acarició el brazo.
M_ Gracias Encarna –la mujer trató de probarle disimuladamente
retiró el móvil pero Maca saltó enseguida como una leona-. No te lo
lleves Encarna, estoy esperando una llamada.
En_ ¡Ah disculpa pensé que era el de casa!
R_ Encarna, ¿quién ha venido?
En_ ¿Venir? –con la mirada casi fulminó a Rosario que se percató-.
¿Dónde?
R_ Aquí... me pareció oírte hablar... –decía amedrentada ante
aquellos ojos que le pedían silencio.
En_ ¡Ah si!, vino un hombre preguntándome por Maca.
M_ ¿Por mí? –la miró de manera inquisitiva.
En_ Pues sí, es que Fermín no ha podido venir.
Todos guardaron silencio, y cuando Encarna entró para
preparar la comida ayudada por Rosario le riñó.
En_ Era mi hija Rosario, en menudo compromiso me has puesto.

306 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ Lo siento, fue Pedro que dijo que estabas hablando con alguien.
¿Pero qué ha pasado?, ¿por qué ha venido?
En_ Porque Maca ha llamado a Teresa, le ha dicho lo de Azucena,
Teresa ha llamado a mi hija y le ha dicho lo que Maca le ha
comentado, y entonces la bruta de mi hija que no piensa, se ha
presentado aquí para hablar con Maca. Que lío pero contado así
todavía lo veo más claro –sonrió.
R_ Mi hija, mira hemos estado hablando con ella desde que ha
salido, más de una hora –decía mientras abría la nevera y sacaba la
verdura-, ¿crees que nos ha prestado atención?, ¿crees que ha
hablado con nosotros? –no podía reprimir su malestar.
En_ Ya, esta rarita, sí, pero que le vamos a hacer Rosario –le
contestó mientras se ataba el delantal.
R_ Y ya ves como se ha puesto con lo del móvil.
En_ Si. ¿Sabes una cosa Rosario?, a mí me ha desconcertado... ¿y si
ya ha recuperado la dichosa emotividad que antes de esto, yo no
sabía que se podía trastornar de tal manera?
R_ No, mira, conozco a mi hija, puede que no nos hayamos llevado
muy bien, pero la conozco y mi hija habla más con los ojos que con
las palabras, y sigo viéndola desesperada.
En_ Pues la mía estaba descompuestecita, estas chicas no sé yo
cuando van a tener paz.
R_ Lo que tengo claro, es que no voy a dejar pasar a Azucena,
¡clarísimo vamos! –dijo enfadada ante la carcajada de Encarna.

Por el camino de vuelta a casa, Esther le daba vueltas a la


cabeza. Cuando tuvo clara la idea que le rondaba desde que había
hablado con su madre, descolgó el teléfono y llamó. Una vez
terminó de hablar, volvió a marcar.
E_ ¿Teresa?, soy Esther.
T_ ¡Esther cariño!, ¿qué ha pasado? –le decía quitándose las gafas.

307 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Pues que has caído en la trampa, tú y yo.
T_ ¡Anda!, ¿de qué trampa me hablas?
E_ Maca –murmuró mientras se sentaba ella frente al río y sentaba
a Daniel delante suyo apoyándolo sobre su tripa-. Que parece que
dentro de sus delirios sabe como provocarme, parece que nada
afecta a su lado borde, ése está intacto.
T_ No entiendo nada –su voz reflejó perfectamente su
estupefacción.
E_ Pues que te ha utilizado Teresa, te ha utilizado a ti porque sabía
que tú sí me avisarías.
T_ ¡Pero!, ¿entonces es mentira?
E_ Completamente.
T_ ¡Bueno... será posible! –se golpeó indignada su cadera con una
mano.
E_ Yo creo que es su venganza ante nuestras burlas con ella.
T_ Entonces Esther... es que...
E_ No, no ha recuperado no. Pero de esta se va a acordar, porque
por poco se me sale el corazón por la boca, te lo juro.
T_ ¡Ay Esther!, ¡cuánto lo siento!, he sido una tonta...
E_ No Teresa, ¡qué va!, solo que digamos habíamos ganado una
batalla nosotras, y ahora ella ha ganado otra, estamos empatadas,
pero te juro que la próxima la gano yo –sonrió.
T_ Esto es la guerra –murmuró seria mientras se tapaba la cara.
E_ Ahora necesito que me ayudes a mí.
T_ Nada que me usáis a vuestro antojo, ¡qué le voy a hacer!, desde
luego, cuando todo esto acabe, vais a pagarme unas buenas
vacaciones en un balneario.
E_ Cuenta con ello. Te explico.

Mientras en el porche...
308 ”Adiós Esther” © by ldana
P_ Vamos hija siéntate.
M_ En la silla de ruedas no quiero.
P_ Está bien, ¿en el balancín?
M_ No –dijo al recordar la noche entre los brazos de Esther-. En esa
butaca.
P_ De acuerdo –la ayudó a sentarse-. ¿Cómo te encuentras?
M_ Bien, me duele un poco pero... eso es normal.
P_ Hija... ahora que estamos solos ¿puedo hablar contigo?
M_ Si es para decirme algo sobre Esther –lo miró fijamente y en sus
ojos el hombre pudo captar una sombra que cubría el brillo que
siempre tenían sus ojos al hablar de ella-. Mejor no.
P_ Pero hija...
M_ Pero nada... ¡no quiero ni que la nombres! –apartó su mirada de
los ojos de su padre y fijó la vista en la montaña y bajó la voz
dejándola en un susuro-. No quiero saber nada.
P_ Está bien...
M_ ¿Puedes traerme de la habitación mi libro?
P_ Claro.
Se quedó allí sentada miraba con ansiedad el camino, esperaba
ansiosa ver llegar a Esther envuelta en una furia incontrolada,
sonreía al pensar en ello, seguro que Teresa ya le habría llamado,
seguro que debía estar carcomiéndose el alma. Su sonrisa no podía
borrarse al pensarlo. Solo cuando llegó su padre y le dio el libro
cambió el gesto, no podían notar su alegría.
M_ Gracias.
P_ Estaré dentro, voy a ayudar a las mujeres o me tachan de
machista –le dejó un beso en la frente.
M_ Vale.
P_ Si necesitas algo...

309 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Tranquilo –al abrir el libro se dio cuenta que se había
equivocado, era el que estaba leyendo Esther. Al pasar la página se
le cayó una nota-. ¿Qué es esto?
Abrió con cuidado la cuartilla de folio y leyó atentamente:
“Maca me enseñó a tener calma cuando me desesperaba, a su
lado me era fácil, también me enseñó a volcar en un papel lo que
me hacía sentir temor o preocupación, los sentimientos que me
atormentaban, dice que sirve para sacar fuera lo que te ahoga en el
interior, y que al terminar de escribir, lo lees y te das cuenta que
hay una salida... ¿Pero cómo encuentro la salida sin ella?, necesito
su calma para luchar por recuperarla, al mirar su desespero, sus
ojos apagados siento que me quema el corazón. La necesito y sin
ella no encuentro ni la paz, ni la salida, ni la luz en la oscuridad... no
sé si me sirva escribir y ojalá al hacerlo y destruir esta hoja, me
encuentre que al volver a su lado, al lado de la mujer que me ha
cambiado tanto, que me ha ayudado... a la mujer de mi vida, a mi
Maca... vuelva a encontrar en sus ojos la calma, en sus manos la
ternura... ojalá consiga que...”

M_ Esther –murmuró con congoja.


Aquella carta parecía que le había hecho trizas el corazón,
entonces vinieron a ella, todas las palabras que Encarna y Teresa le
dijeron, deja la cabeza, piensa con el corazón, si el corazón lloraba
en ese instante estaba segura que todos tenían razón, había
cometido muchas injusticias con ella y debía ser fuerte para pedirle
perdón y rogarle que no se marchara de su lado nunca, a pesar de
cuanto podía hacerle sin controlar aquella emotividad que se
empeñaba en hacerle tanto daño. Lloraba amargamente cuando
llegó su padre, al verla se asustó, se dirigió hasta aquella butaca
que estaba situada cara al camino principal, por donde no llegaba
Esther.
P_ ¡Hija!, ¿qué te pasa?
M_ Nada.

310 ”Adiós Esther” © by ldana


P_ Por favor Maca... –la abrazó con fuerza.
M_ Ayúdame a poder con esto, no sé como controlarme –decía sin
cesar en su llanto.
P_ Ya está pequeña... ya está –le repetía una y otra vez mientras le
acariciaba con ternura.

Cuando terminó a comida en la Fonda de Carmen, Esther se


sentó en el comedor esperando la visita que estaba a punto de
recibir, movía la cuchara en el café como una autómata mientras su
cabeza daba mil vueltas a la nueva situación.
Ca_ Como sigas así, le vas a hacer un agujero a la taza –le sonrió
mientras se sentaba a su lado.
E_ Estoy nerviosa Carmen, mira que si me sale mal.
Ca_ Bueno quien no arriesga no gana, recuerda, ¡el mundo no está
hecho para cobardes! –Esther le sonrió-. Bien, ¿sabes cuándo va a
llegar?
E_ Me ha dicho que está a diez minutos.
Ca_ ¿Sabes algo de Maca?
E_ No, no he querido mostrarme ansiosa, prefiero morderme todas
las uñas, hasta las de los pies ¡si es preciso!, antes que darle el
gusto.
Entonces se oyó un coche llegar, las dos mujeres se miraron
poniéndose en pie, Esther se asomó a la ventana y le hizo un gesto
afirmativo a Carmen que salió tras ella.

La comida había sido bastante tensa, Maca se había controlado


y si con anterioridad mostró pena al leer aquella carta, ahora
parecía muy al contrario sentir rabia, la ausencia de Esther en el
plan que había creado, le estaba molestando bastante más de lo que
podía controlar. Estaba segura que Teresa habría llamado a Esther o
incluso habría ido a verla para contarle corriendo su llamada. Pero

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lejos de ganar como pensó estaba a punto de perder sin ser
consciente.
P_ Un coche se acerca –dijo Pedro que se había sentado en el sofá a
leer el periódico.
En_ Será Fermín.
R_ Voy a abrir –abrió la puerta y sonrió a Carmen que llegaba en
primer termino, si bien, su sonrisa se borró al instante al ver la
figura que asomaba por detrás-. Carmen.
Ca_ Hola Rosario, ¿qué tal?
R_ Bien –murmuró con gesto perplejo y voz molesta.
Ca_ ¡Maca te traigo una visita hija! –sonrió ampliamente.
Cuando Encarna vio la visita, a punto estuvo de soltar el plato
que llevaba en la mano, el rostro de las dos madres era todo un
poema, mientras Pedro se levantaba mirándola con desgana. A todo
esto, Maca se giró despacio, justo al hacerlo se encontró frente a
ella.
A_ Hola Maca, me dijeron que me buscabas.
M_ ¿Azucena? –si los rostros de todos fueron de seriedad, el de
Maca fue de un impacto brutal.
A_ Hola cariño –la besó en la mejilla ante las miradas nerviosas de
los demás.
Durante un instante hubo un silencio tan denso que se podía
palpar. Maca porque en su mente pasaban mil cosas, Teresa avisó
seguro a Esther, y ésta en lugar de ponerse como una fiera y
presentarse allí ante ella y armarle la gran bronca, había dado la
callada por la respuesta y no sólo eso, sino que además, le había
dicho donde estaba. Su crispación iba en aumento y sus mejillas
blancas habían tomado el color rojo de la ira. Sus padres se miraban
sin entender aquella molesta presencia, y Encarna, no podía creer
que fuera cierto lo que ella tan solo pensó una jugada desesperada
por recuperarla. Tuvo que ser Carmen quien rompió aquel silencio.

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Ca_ ¿Encarna hace un cafecito?, las chicas tendrán que hablar, que
bien que haya venido esta amiga tuya, las visitas siempre alegran
hija.
En_ Será mejor que vayamos a la cocina, será lo mejor –dijo con
voz molesta.
R_ Hija, si quieres algo...
A_ Maca cariño... sé que me has llamado, he venido porque te
conozco y sé que me necesitas –todos se detuvieron antes de
abandonar el comedor, viendo atónitos como Azucena se agachaba
y le tomaba la mano besándola-. He venido dispuesta a que te
vengas conmigo.
Ninguno pudo reaccionar todos se quedaron perplejos y fue
Carmen quien tiró de ellos para que abandonaran definitivamente la
sala desconcertados por el comportamiento tanto de Azucena como
suyo.
Maca había levantado sus ojos clavándolos en los de la mujer
que le sonreía con calma sin soltarle la mano mientras le hablaba
con ternura.
A_ Sé por lo que estás pasando... creo que sería mejor que
estuvieras al lado de alguien que te quiera de verdad, ¿qué me
dices?, volvamos a ser la pareja que fuimos cariño... vente conmigo.

Mientras, desesperada y muerta de miedo, Esther no paraba de


caminar de un lado a otro como león enjaulado. Le daba mil vueltas
a la cabeza, si al principio la visita de su ex le pareció una buena
idea, ya no estaba tan segura. Algo en Azucena le había hecho
dudar, no sabía si podría confiar en ella, era consciente que la
seguía queriendo y quizá le había puesto en bandeja la posibilidad
que tanto le hacía sufrir. Murmuró para sI mil veces “eres idiota”,
también fue lo que le dijo Teresa aunque fue más comedida, “no
juegues con fuego”, Maca podía hacer cualquier cosa, su reacción
podía ser una auténtica sorpresa en el estado en que se encontraba
era imprevisible. Sin poderlo remediar notaba como sus latidos iban

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en aumento, Maca le había hecho perder los papeles y lo que en un
primer momento le pareció que le abriría los ojos, ahora le parecía
la mayor tontería del mundo, y la había cometido precisamente ella.
De sus pensamientos la sacó el timbre del teléfono, corrió a él
pensando que sería Maca.
E_ ¿Si?
T_ Esther ¿qué, como va?
E_ Pues no sé nada aún, hace como veinte minutos que está allí.
T_ ¿Tanto? –frunció el ceño preocupada mientras apoyaba la mano
sobre su barbilla pensativa.
E_ Sí, a mí me está pareciendo una eternidad.
T_ Es que perdona ¿eh?, pero esto no me gustó nada desde el
principio. ¿Qué te dijo la tal Azucena?
E_ Que no me preocupara, que ella me iba a echar una mano
porque sabía que era muy importante para Maca y ella para mí.
T_ Uy con que tonito me lo dices –chasqueó con los labios de lado.
E_ No sé Teresa, no sé... ahora todo me parece una tontería.
T_ Mira he hablado con Cruz.
E_ ¿Y?
T_ Pues antes de irse me ha dicho que has hecho bien, que quizá lo
que Maca necesita es un choque para que todo vuelva a su sitio,
pero me ha dicho, que por ningún motivo se lo comentes a Vilches
que te matará.
E_ Lo sé, pero... y si el choque resulta que me deja a mí fuera.
T_ Eso es lo que tiene jugarse todo por el todo. Pero estoy segura
que eso no ocurrirá... bueno... –se detuvo pensativa y añadió con
expresión grave- no pasaría con la Maca de siempre, claro.
E_ Gracias Teresa –le dijo irónica mientras volvía a asomarse a la
ventana.
T_ ¡Ay hija!, ¿qué quieres?,

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E_ Bueno... ya sabes lo que tienes que hacer. Adiós –suspiró con
fuerza-. No voy a poder soportar mucho tiempo así, creo que lo
mejor es volver a su lado. Digan lo que digan esto no es manera de
vivir ni de recuperarla.
En la cocina, los nervios se habían desatado, la primera en
explotar fue Rosario, no podía controlar sus miedos.
R_ Después del daño que le hizo, no se que hace aquí.
En_ De buena se ha librado, vamos que casi le lanzo el plato a la
cabeza.
P_ Esto es inadmisible, ahora, por encima de mi cadáver se va Maca
eso te lo aseguro Rosario –se le notaba afectado como todos por la
presencia desconcertante de aquella mujer.
Ca_ Está bien, ya habéis dicho cada uno lo que necesitabais sacar
fuera –los tres la miraron con sus ojos penetrantes-. No me miréis
así, esto es cosa de Esther.
R_ ¿Qué dices?
Ca_ Esther ha querido devolverle la jugada a Maca, cuando se
enteró que la había llamado, sus celos explotaron, cuando se dio
cuenta o creyó que era una trampa de Maca para que viniera, pensó
en darle una lección.
En_ ¡Mi hija está loca!, se ha vuelto loca –exclamó mirando al techo
de la cocina-. Pero solo a ella se le puede ocurrir algo tan.. tan..
Ca_ Dejemos a ver que pasa.
R_ ¿Y si mi hija dice que se va? –la miró atónita mientras Encarna
seguía murmurando cosas inaudibles contra su propia hija.
Ca_ Confiemos que no.
P_ No sé cual de las dos está peor, lo único que sé es que mientras
ellas juegan al gato y al ratón, nosotros estamos aquí sufriendo y
eso, no lo puedo tolerar –decía enfadado Pedro.
R_ Cariño tienes razón... pero ...
P_ Pero nada –se levantó enfadado marchándose fuera de la casa.

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Ca_ ¡Hombres! –murmuró Carmen dando un sorbo al café.
En_ Tiene razón ¿eh?
R_ Todo esto es una locura...
Ca_ ¿Y si esto hace que Maca reaccione?, yo veo que Esther está
tratando por todos los medios de hacerle reaccionar. Y os aseguro
que lo está pasando muy mal.
R_ Ojalá reaccionara ya. ¡Esto es un calvario! –se levantó
abandonando la cocina y buscando a su marido.
En_ Mi hija está loca –murmuró mirando fijamente por la ventana-.
Pero me ha demostrado que es más inteligente de lo que pensaba.
Ca_ No lo dudes Encarna, tienes una hija bendita.
En_ Si –sonrió-. Yo también hubiera hecho lo mismo –dio una
carcajada.
Ca_ Solo espero que le salga bien.
En_ La Maca que está ahí fuera no tiene nada que ver con la Maca
verdadera, pero hay un nexo entre una y otra –Carmen la miró
expectante-. Su corazón.
Ca_ Repleto de amor por Esther.
En_ Exacto.
Ca_ Pues esperemos que actúe el corazón. Y esperemos que lo haga
pronto, me preocupa Esther.
En_ Sí, sin Maca está indefensa, lo sé.
Ca_ Encarna, cómo madre te pregunto esto, ¿aceptaste esta
relación sin dudar?
En_ Dudé mucho, claro, no es fácil aceptar que ayer tu hija iba con
un chico y hoy sale con una mujer, son cosas que no sabes como
aceptarlas. Pero es tan sencillo como... que es mi hija... que yo la
lleve en mi vientre, que yo le di calor, que yo la parí, que yo la he
visto caer y levantarse, la he visto llorar y reír, con sus virtudes y
defectos, amando a un hombre o a una mujer, sigue siendo mi hija
–a Carmen se le llenaron los ojos de lagrimas por las palabras
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emocionadas de Encarna-. Y me siento orgullosa de ella, además...
Maca es una persona maravillosa. ¿Qué más puedo pedir?

Fuera con los nervios de Maca desatados, estaban las dos,


Azucena había guardado silencio esperando la reacción que sabía
tenía que llegar de aquella mujer que parecía hasta temblar. Una
vez había pasado el tiempo necesario donde Maca lo único que había
hecho era con los ojos clavados en la ventana observar pero sin ver
decidió actuar.
A_ Cariño –le dijo dulcemente mientras Maca retiraba lentamente
los ojos de la ventana y los posaba en ella con mirada extraña-.
Creo que lo que ha hecho Esther es algo que no se puede explicar.
M_ Pues sí –asintió con voz segura.
A_ Abandonarte de esta manera –negaba con la cabeza y gesto de
pena, Maca la miró fijamente acurrucando sus ojos- Mira, tengo una
casa grande, con jardín no tendrías problemas para caminar por allí,
además podrían verte los mejores médicos –ante su silencio agregó
acariciándole la cara con ternura-. No como aquí apartada de todo...
–hizo un ademán poniendo mala cara como si aquel maravilloso
lugar le repudiara-. Y ahora se marcha y te deja sola, y luego dice
que te ama –ante su mirada dubitativa Azucena insistió-. ¿Maca,
qué me dices?
M _¿Quién te avisó? –le preguntó de repente sorprendiéndola.
A_ Esther...
M_ ¿Ella?
A_ Sí, creo que se lo dijo Teresa pero como esa mujer no puede ni
verme...
M_ Ya.
A_ Bueno... ¿qué dices?
M_ Está bien... me voy contigo –le sonrió.

317 ”Adiós Esther” © by ldana


Justo en el momento en que Maca respondía a Azucena
afirmativamente, su teléfono sonó, ella lo miró un tanto pensativa
por si era Esther y Azucena por su parte dio un profundo resoplido
porque le había salvado nunca mejor dicho la campana.
M_ ¿Si?
T_ ¿Maca cariño eres tú?
M_ Sí Teresa, soy yo.
T_ Mira que te llamo porque Azucena no ha venido ni ha dado
señales de vida.
M_ La tengo aquí delante –la miró mientras ella le mostró una fría
sonrisa.
T_ ¿Ah si?
M_ Sí –Azucena se retiró mientras hablaba Maca buscando donde
podía estar Carmen.
T_ ¿Y... digo yo... cómo se ha enterado de la dirección?
M_ Esther –confirmó con tono muy pero que muy dolido.
T_ ¡Ah! –murmuró conteniendo la respiración.
M_ Bueno voy a dejarte porque me voy con ella a Madrid y quiero
hacerme la maleta.
T_ ¿Pero qué dices? –su pregunta resonó de manera aguda en el
oído de Maca.
M_ Pues lo que has escuchado.
T_ ¿Pero hija, tú has pensado bien lo que vas a hacer? –perdió la
tranquilidad.
M_ No tengo nada que pensar –le contestó ofendida.
Mientras, Azucena entró en la cocina inesperadamente dando
un susto a las mujeres que hablaban tranquilas. Ella se mostraba
nerviosa y muerta de miedo ante la reacción de Maca. Al verla
entrar tan alterada las mujeres se levantaron nerviosas.
Ca_ ¿Qué te pasa?

318 ”Adiós Esther” © by ldana


A_ Que Maca dice que se viene conmigo –hablaba con los ojos muy
abiertos frotándose las manos.
Ca_ ¿Cómo?
En_ De ninguna manera... aunque le estaría muy bien empleado a
Esther por bruta.
Ca_ Tenemos que hacer algo.
A_ Pues sí... y rápido que quiere hacer la maleta.
Carmen fue en busca de Rosario y Pedro, y una vez entraron,
todos se quedaron hablando en la cocina mientras fuera Maca
seguía discutiendo con Teresa.
M_ ¡Qué no Teresa no me cuentes historias! –exclamaba nerviosa-.
¡Qué le da igual!, quiere quitarme del medio como sea, ¡pues muy
bien, me largo!, ¡qué le den! –notaba como sus latidos iban
aumentando, notaba como una sensación de abandono llegaba y se
depositaba en su alma.
T_ Pero Maca hija... ¡si fuiste tú quien la llamo!
M_ Y ella quien la mandó aquí.
T_ Maca la hubiera mandado yo de venir por aquí tal y como tú me
dijiste, por favor tranquilízate, ¡Maca!, ¡Maca!, ¡anda y ahora va y
me cuelga!
Estaba fuera de sí por el comportamiento de Esther, ¿tan poco
le importaba?, pero decidida a no dejarse vencer como pudo se
levantó cogiendo las muletas para irse a la habitación para
prepararse ella misma dentro de su rabia la maleta.

Por su parte, Esther ya llevaba casi cuarenta minutos de


sufrimiento, no le quedaban prácticamente uñas, había metido a
Daniel en un parque que Carmen le había sacado de cuando su hijo
era pequeño, y no dejaba de ir del parque a la ventana apartando la
cortina y fijando sus ojos en la lejanía para ver llegar a Azucena.
Pero ésta no venía y no dudaba que algo no había salido bien. Ya

319 ”Adiós Esther” © by ldana


tampoco le servía lamentar aquella situación, si Maca se iba estaba
perdida pero si no se iba, le habría demostrado mandando a
Azucena importarle poco, y aunque lo único que había tratado de
hacer era, advertirle que no se iba a dejar amedrentar por ella, para
hacerle sentir mal, ahora se arrepentía y sudaba de pánico.
E_ ¡Dios qué estará pasando! –entonces oyó un coche llegar y se
precipitó hasta el parque, tomó al pequeño en brazos y se dirigió
hasta la puerta esperando que entraran las dos mujeres. Al ver a
Azucena y su rostro un tanto desencajado, se precipitó hasta ella sin
controlar sus nervios-. ¿Qué ha pasado?
A_ Esther de buena nos hemos librado las dos.
E_ ¿Y Carmen?
A_ Se ha quedado allí.
E_ Pasa, pasa –le decía con ansiedad mientras volvía a dejar al
pequeño en el parque-. Cuéntame estaba muerta de miedo.
A_ Pues mira, le hablé como tú me dijiste, le expliqué todo y de
repente me suelta, si me voy contigo.
E_ ¡Qué! –exclamó totalmente perpleja incorporándose del sofá
donde se habían sentado.
A_ Como lo oyes.
E_ Pero... –no salía de su asombro-. ¿En ningún momento dijo que
no quería que fueras, que nada más quería ponerme celosa?
A_ Que va Esther, está peor de lo que yo imaginaba.
E_ No lo entiendo –murmuró apenada-. ¿Y qué pasó?
A_ Fui en busca de tu madre y Carmen, por cierto, tu madre está
que trina contigo.
E_ Lo sé me he comportado como una idiota, me he dejado llevar
por la indignación... ¡uf no sé que voy a hacer! –Azucena la miró
apenada se notaba que estaba pasando un mal momento-. Creo que
he perdido los papeles.

320 ”Adiós Esther” © by ldana


A_ Pues mira, yo de ti, me tomaba muy en serio este tema ¿eh?.
Maca parece que esté en su mundo y en él me da a mí que no tienes
cabida.
E_ ¿Pero si quería irse contigo... no entiendo que haces aquí? –la
miraba con expresión incrédula.
A_ He huido –le dijo abriendo los ojos mientras le ponía su mano
sobre la pierna.
E_ Joder no entiendo nada –protestó-. ¿Huido?
A_ Llamó Teresa tal y como estaba previsto, y me salvó, yo no sabía
que hacer ¿cómo me la iba a llevar?, así que mientras ella la
entretenía yo me fui a buscar ayuda, se reunieron allí sus padres
que por cierto me querían matar con la mirada y tu madre ni te digo
cuando entré, pensé que el plato que tenía en las manos me lo
echaba a la cabeza cual cochinillo de Ávila.
E_ Muy típico de mi madre, no me hubiera extrañado nada.
A_ Pues bueno... Carmen me dijo que me marchara que ellos se
encargarían del tema, y así hice –suspiró nerviosa-. Salí pitando.
E_ ¿Me habré equivocado? –se preguntó en voz alta.
A_ Los planes no han salido como tú esperabas.
E_ ¿Y si te llamó porque se quiere ir de verdad?, ¿y si la he
subestimado pensando que me ama pero realmente no es así? –la
miró fijamente-. ¿No te ha preguntado por Daniel?
A_ No, pero no creo que se quiera ir Esther, es solo una rabieta, ya
verás
E_ Eso creí que era al principio, pero querer irse, no me convence...
–estaba completamente desconcertada y su voz y su rostro así se lo
hacían ver a Azucena que sentía verla así-. ¡Esta situación está
empezando a superarme!, ya no sé ni como actuar, ni que hacer, es
como si ella me ganará siempre.
A_ Pero Esther, es que esto no es una batalla ella no puede ganarte
de igual modo que tú no puedes ganarle a ella, sois una pareja y

321 ”Adiós Esther” © by ldana


ambas tenéis que ir hacia delante juntas, en paz –ante la mirada de
Esther murmuró-. Tiene narices que esto te lo esté diciendo yo.
E_ Gracias Azucena, creo que tienes razón –apoyó su mano en la de
la chica que sonrió.
A_ Yo me voy no vaya a llamarme para que vuelva. Venga Esther
piénsalo por favor, acuérdate cuando estuviste en el hospital junto a
ella sin separarte ni un segundo... ¿por qué lo hacías?
E_ Porque la amo.
A_ Pues tenlo presente, olvídate del resto, Maca está enferma no te
dejes llevar por sus reacciones. Además tenéis un chiquitín
guapísimo al que criar juntas, piensa lo que habéis luchado por
tenerlo.
E_ Tienes razón en todo, creo que me he dejado llevar por la rabia –
negó con gesto serio ante la situación que estaba viviendo-.
¿Cuándo terminara este calvario, joder?

Sin saber lo que estaba pasando entre Azucena y Esther, en


casa, Maca al oír alejarse el coche, se había puesto hecha una fiera,
ante ella, Rosario y Encarna trataban de hacerle entrar en razón,
pero ni la una ni la otra, ni siquiera las palabras de Carmen podían
hacer que se calmara.
R_ Hija por Dios te va a dar algo –decía nerviosa su madre sin saber
como calmarla.
M_ No eres nadie para hacer que se vaya Azucena –le reprochó con
mirada intransigente.
P_ Dejarme solo con mi hija –apareció por detrás de ellas Pedro
que habló con voz seria y profunda.
R_ Pedro, por favor... –le dijo bajando su voz al pasar por su altura
el hombre asintió como admitiendo su advertencia.
P_ Siéntate Maca.
M_ No quiero –contestó aún con rabia.

322 ”Adiós Esther” © by ldana


P_ ¡Te he dicho que te sientes! –no alzó la voz en ningún momento
pero su tono le hizo ver que le estaba dando una orden cargada de
preocupación.
M_ No tenía derecho a echarla.
P_ La eche yo –Maca lo miró entrecerrando sus ojos-. Y te voy a
decir una cosa, y te la voy a decir una vez Maca, a ti, y después se
lo diré a Esther –ella lo miró con expresión seria tratando de
esconder el miedo que le hizo sentir aquella voz autoritaria que
helaba la sangre-. ¡Ya está bien Maca!, ¡ya está bien de perder el
tiempo!, has estado a punto de morir y la he visto a tu lado día y
noche sin descansar ¡no me interrumpas! –siguió con el mismo tono
sin alzarlo más que lo suficiente para callarla de golpe-. La he visto
llorar, la he visto aterrorizada, la he visto luchar a tu lado, la he
visto derrumbarse y animarnos cuando no nos quedaba esperanza,
¿qué es lo que debía hacer?, sí, claro, pero eso es precisamente lo
que te tiene que entrar en la cabeza, ¿por qué lo ha hecho?, porque
te quiere, porque le importas, porque ha luchado para que siguieras
viviendo y formar definitivamente una familia, ¿qué es eso de llamar
a Azucena?, ¿qué significa estar todo el día contra la persona que
más te ha ayudado a sobrevivir?, no te permito Maca que sigas así,
¿estás enferma?, no te digo que no hija –entonces bajo la voz más y
como Maca sintió como si aquella voz la cubriera como un manto
que la envolviera y le diera calor. Pedro prosiguió mirándole con
gesto preocupado-. Pero ella ha estado a tu lado por amor, de igual
modo que si hubiera sido al revés lo hubieras hecho tú.
Fuera escuchando tras la puerta se encontraban las tres
mujeres que iban asintiendo las palabras de Pedro, de vez en
cuando cruzaban sus miradas repletas de pena, pero todas eran
conscientes que lo que acababa de ocurrir entre ellas con la
aparición de Azucena, era algo demasiado desagradable como para
quedarse impasibles viendo como una y otra se destruían.
En el comedor, Maca escuchaba a su padre con el ceño
fruncido, conforme le iba hablando por su cabeza iban pasando las
imágenes que él le nombraba, el despertar junto a Esther, la terapia

323 ”Adiós Esther” © by ldana


junto a Esther, leer, andar, lavarla, masajearla, todo fue Esther.
Pero también pensaba que nadie la entendía a ella, que por más que
gritara que no podía controlar algo en su interior, nadie la entendía,
se encontraba más sola que nunca, más huérfana de lo que en toda
su vida se sintió. Pero ahí estaba su padre, como cuando era niña y
sentía aquel frío, allí estaba el hombre que admiraba y que un día le
había dado la espalda, pero ahí estaba dispuesto a entregarle ahora
cuando más lo necesitaba su fuerza, su amor.
P_ Sé que no puedes controlar tu emotividad, puedo entender tus
ataques, o tus lloros o tus risas, incontroladas, puedo entender que
de golpe todo sea negro, pero Maca, lo que no puedo entender es
que sigas con la estúpida idea de hacer las cosas para hacer daño a
Esther.
M_ No me entendéis.
P_ Te estoy diciendo que te entendemos, todos, ¡hasta ella! –la miró
intensamente-. Pero lo que no puedes hacer Maca, son estas
tonterías, ni tú ni ella, ¿queréis estar así siempre?, pues muy bien,
nosotros nos vamos y hacéis lo que queráis, pelear, gritaros,
haceros daño, sois libres para ello.
M_ Yo no os pedí que vinierais
P_ No me hables así Maca, mi hija no me reprocharía que
estuviéramos aquí.
M_ Pues entonces, date cuenta que tu hija no habita en mí.
P_ Claro que sí, búscala, pero mientras la encuentras te lo advierto
a ti y se lo voy a advertir a ella. Si esto continua te llevo a Jerez, te
meto en un lugar donde puedan ayudarte los médicos y
profesionales y prohíbo que os veáis, luego si queréis seguir juntas
adelante, sino, os pongo en bandeja de plata que os separéis.
M_ Que alegría le vas a dar –murmuró escéptica.
P_ Está en vuestras manos, y sabes que yo no soy Esther, que lo
que digo hago, así que tú misma cariño. Pero sois una pareja
maravillosa como para perderos la una a la otra. Pero si es eso lo

324 ”Adiós Esther” © by ldana


que queréis con tanta tontería, te llevaré a Jerez donde Esther no
pueda encontrarte.
Le dejó un beso en la frente y lentamente se marchó, si
mientras hablaba le había inundado las dudas, al verlo marchar le
inundó el miedo, el pánico sabía que lo que estaba diciendo iba en
serio, sintió el desespero apoderarse de ella y por más que trató de
controlarlo le fue imposible rompiendo a llorar en silencio mientras
con rabia tiró la muleta sobre la pared, y ante el estruendo, nadie se
presentó. Reconoció para sí, que si estuviera allí Esther, hubiera
acudido al segundo. Necesitaba recuperarla como fuera.
Reconquista, reconquistarla, le llegaba con nitidez la voz de
Encarna.

Esther se había quedado sola, la tarde estaba cayendo de


forma rápida, Fermín le había dicho que su mujer lo había mandado
llamar para ir a recogerla, quería que fuera ella quien le contara
todo lo que había sucedido. Entonces su teléfono sonó.
E_ Dime Teresa.
T_ ¡Por fin puedo contactar contigo!, ¡dime por Dios que Maca no se
ha ido con ésa!
E_ Pues porque salió corriendo –le dijo un tanto decepcionada.
T_ Esto se os está yendo de las manos.
E_ La culpa la tengo yo, ella no está muy bien pero yo...
T_ Por supuesto que la culpa es tuya... y se tenía que haber ido con
Azucena, ya está bien de juegos ¿eh?
E_ Sí Teresa, creo que mañana iré con ella.
T_ ¿Pero qué dices? –su tono apareció repleto de asombro.
E_ Esto se me hace insoportable.
T_ Ya, y por eso la mandas con su ex.
E_ ¡Vale ya Teresa!, me he dejado llevar por una tontería pero ya he
aprendido de mi error, no me quedan uñas.

325 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Uñas dice, si yo te cuento como estoy, ¡a puntito de un sincope!
E_ Lo siento Teresa, y menos mal que llamaste tú de lo contrario
Maca se hubiera marchado.
T_ Yo voy apuntando ¿eh?, todo lo que me debéis ¡uys!, voy a tener
unas vacaciones pagadas –sonrió y arrancó una sonrisa a Esther-.
Mira, yo te comprendo ¿eh?, estás demasiado pendiente de Maca, te
lo vuelvo a repetir, olvida un poco a tu mujer, y entrégate a tu hijo.
E_ Tienes razón –lo miró sonriente pues estaba jugando mientras
balbuceaba y reía-. Teresa ya llega Carmen quiero que me cuente.
T_ De acuerdo, mañana hablamos.
E_ Gracias. Carmen –al ver entrar a Pedro se quedó callada. Y
murmuró un tanto desconcertada-. ¡Pedro!
P_ ¿Qué tal, como estás?
E_ Pues... bien –dijo un tanto nerviosa.
P_ ¿Y mi campeón? –fue a coger al pequeño en brazos besándolo en
el aire-. Ven con tu abuelo.
Ca_ Esther voy a preparar café.
E_ Gracias Carmen –le sonrió pero presintió que aquella visita no
iba a ser por ver a su hijo-. ¿Cómo está Maca?
P_ La he dejado con un importante ataque de ansiedad.
E_ ¿Le han dado la pastilla?
P_ Sí, tranquila.
E_ Pedro... sé que me he comportado como una idiota –él la miró de
manera afirmativa-. Lo siento, no debí caer en su juego.
P_ Tengo que marcharme a Jerez, os doy el tiempo que esté fuera
para que arregléis la situación de lo contrario Esther sintiéndolo
mucho me llevaré a Maca.
E_ ¿Qué, llevarla?, pero... ¿dónde? –lo miró con una sonrisa repleta
de escepticismo.
P_ A una clínica, esto no puede continuar así.

326 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Ya le he dicho que...
P_ Sé lo que me has dicho Esther, pero no podéis seguir así, lo
siento. ¿O lo arregláis de modo que actuéis como dos personas
adultas, o me la llevo?
Esther notó como su alma se partía en dos.

En la cama llorando desesperadamente se encontraba Maca,


ahora si sentía pánico, tenía que hacer algo y rápido, tenía que
hacer que volviera Esther, como fuera, entonces recordó la carta
que había encontrado pero también recordó como sin ningún
miramiento Esther le había mandado a su ex. La pastilla no podía
tranquilizarla, ni su madre ni Encarna habían entrado, parecía que la
estaban castigando como si fuera una niña que había actuado mal.
Cerró los ojos nerviosa sin saber que hacer, entonces trató de
calmarse tenía que poder calmarse, tenía que poder dominar la
situación, se sentó mientras su pecho se movía rápido sentía que
estaba a punto de estallarle, no podía controlarse por más que
quiso, pero entonces el sonido del móvil la sacó de su lucha
ensimismada. Miró la pantalla, era Esther. Descolgó pero no habló.
E_ ¿Maca soy Esther estás ahí? –su voz sonaba tranquila aunque en
sus manos apretaba con fuerza un almohadón como si así pudiera
tranquilizar sus agitados latidos-. ¿Maca?
M_ No llamarás para decirme que me quieres, ¿no? –no pudo evitar
el reproche.
E_ Vale empecemos de nuevo, podías decir, ¡Esther cariño que tal!.
¡Maca!, ¡Maca! –había colgado resopló con fuerza poniéndose el
almohadón en la cara para ahogar las ganas de gritar-. ¡Tiene que
joderse una!
Maca no sabía muy bien porque había colgado pero en sus
labios volvió a aparecer la sonrisa juguetona y maliciosa. El móvil
volvió a sonar.
E_ ¡Maca!

327 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¡Esther cariño que tal! –le dijo con su tono repleto de ironía
provocando el silencio en una desconcertada Esther que mantenía
una sonrisa totalmente pasmada-. No me llamarás para decirme que
me quieres, ¿no?
E_ Joder Maca.
M_ Joder Esther –repitió.
E_ ¿Ahora por qué me dices eso?, pensé que ibas a preguntarme
por Daniel.
M_ ¿Cómo está Daniel? –seguía con su sonrisa aunque las lagrimas
seguían resbalando por su rostro.
E_ Bien, está dormido ya –calló y hubo silencio por parte de las dos
durante unos segundos-. ¿Cómo estás?
M_ ¿A caso te importa?, ¿o qué?, te has enterado ya ¿no?, supongo
que tienes espías por todos lados.
E_ Creo que estás bien.
M_ Y una mierda estoy bien pero tranquila, no te preocupes tú ahí
con Daniel estás muy bien.
E_ Maca cariño es nuestro hijo.
M_ ¡Ah!, ¿nuestro hijo?
E_ Pareces un loro –no pudo evitarlo aunque rápidamente se
lamentó poniendo su mano sobre la frente-. Lo siento.
M_ Voy a dormir, ¿quieres algo?
E_ Saber como estás.
M_ Ya te lo he dicho –contestó ofendida borrándosele la sonrisa de
los labios.
E_ ¿Y... no me vas a preguntar cómo estoy yo? –le dijo
mordiéndose el labio, necesitaba seguir escuchando su voz aunque
aquello fuera peligroso, porque despertaba sus instintos más
pasionales.
M_ El loro pregunta, ¿cómo estás?

328 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Me encanta cuando te pones así.
M_ Oye... ¿estás sola en la cama?
E_ No –le contestó un tanto sorprendida mientras suspiraba
cerrando los ojos y negando con la cabeza.
M_ Ya me extrañaba a mí –le contestó molesta.
E_ Estoy con Daniel, te echa de menos, como yo.
M_ Bueno tengo sueño y me hartan tus tonterías.
E_ Mira cariño, te libras que estoy lejos porque sino, te juro que me
presentaba ahí y te daba un bocado en el cuello –Maca sonrió
traviesa-. ¡Que pena!
M_ Buenas noches, cariño –acentuó el final de la frase de manera
burlona.
E_ Buenas noches, amor –habló de igual manera.
Cerró el teléfono mirando a su hijo, al mirarlo, sintió ese amor
de madre que un día le costó reconocer, le sonrió y cuando le fue a
besar el móvil volvió a sonar, al ver el número sonrió.
E_ Dime Maca.
M_ ¿Por qué no vienes?
E_ ¿De verdad quieres que vaya?
M_ Solo así creería que no estás con otra, bueno, u otro, ¿no?
E_ Eres fantástica para hacer daño.
M_ Igual he tenido una buena maestra –se mordió el labio y con
tono desafiante le preguntó-. ¿Te espero despierta?
E_ No puedo ir Maca, estoy lejos
M_ Ya...
E_ Ahora... igual podría hacer un esfuerzo –le costó reprimir en su
voz mostrarle las enormes ganas que tenía de estar a su lado
M_ Pues hazlo –susurró con ese tono de voz que desarbolaba a
Esther

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E_ ¿Eso... eso es por que me echas de menos? –le preguntó
sonriente tratando de controlar su respiración que se había visto
afectada por el comentario de Maca, disparando sus latidos.
M_ No, es porque si estás conmigo no estás con otra persona –
Esther suspiró sintiendo un nuevo desencanto-. Aunque... tampoco
te niego que no tenga ganas de un poco de pasión.
E_ Buenas noches Maca.
Maca escuchó el sonido del timbrazo al colgar Esther, y sintió
rabia. Se recostó en la cama mirando la ventana, ¡cuánto la echaba
de menos!, ¡cuánto la necesitaba!. Entonces sus celos se
encendieron nuevamente, ¿y si le estaba mintiendo?, y si estaba con
alguien y se lo negaba, ¿cómo iba ella a averiguarlo?. Entonces un
profundo suspiro la inundó, tenía ganas de llamarla y rogarle que
volviera a su lado, las palabras de su padre le retumbaban en la
cabeza y un nuevo dolor la hizo doblegarse, parecía que todo
cuando vivía al día, se amontonaba allí dentro y parecía explotar
como si fueran fuegos artificiales. Sin poderlo evitar, con las manos
puestas sobre su cabeza rompió a llorar de manera incontrolada.
Mientras en la puerta con la oreja apoyada se encontraba
Rosario, Encarna esperaba que se reuniera con ella para hablar,
después del día que habían pasado los nervios de las dos madres
estaban pasándoles factura. Al volver Encarna la miró con expresión
triste.
En_ ¿Qué?, te he preparado una tila, nos irá bien.
R_ Está llorando –suspiró apenada.
En_ Bueno... será mejor que la dejemos llorar.
R_ ¿Pero por qué llora?, me desconcierta.
En_ Por cualquier cosa, porque se ha ido mi hija, porque echa de
menos a su hijo, porque quizá realmente quería irse con Azucena,
vamos, ¡qué debemos tener paciencia con ella!
R_ ¿Cuánto durara este infierno? –se preguntó en voz alta cerrando
los ojos.

330 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Dure lo que dure, tenemos que estar a su lado. Anda tómate la
tila.
R_ No puedo soportar esto, creo que si tarda mucho me voy a
volver loca, no sé como dirigirme a ella, no sé que hacer... no lo sé.
En_ Pues es bien fácil Rosario, deja a un lado esa máscara de mujer
de alta sociedad que llevas a cuestas y muéstrate como lo que eres,
su madre.
R_ ¿Me estás recriminando algo Encarna? –la miró repleta de dudas.
En_ No, al contrario –le sonrió apoyando su mano sobre la mujer
que necesitaba justo en ese momento un apoyo para alejar sus
dudas y llenarla de paz-. Te digo que te muestres como eres, una
persona con sentimientos, aquí entre estas paredes nadie te
controla, no debes mostrarte fuerte, porque no lo estás, ni dura
porque no lo eres, ni perfecta porque sería un error. Deja ese papel
para tus fiestas, ahora, quien te necesita es tu hija, y quizá, sólo
quizá, si te ve como una madre preocupada y dispuesta a ayudarla,
le sirva mucho más.
R_ Me siento sin fuerzas, tú me conoces más que amigas que tengo
de años, y sí, tienes razón, mi hija me necesita como madre, y yo
necesito sentirme madre por una vez en la vida con Maca.
En_ Pues aprovecha este momento. Tu marido ha puesto la primera
piedra, sigue construyendo la reconstrucción de tu hija.
R_ La verdad, no sé que haría sin ti Encarna –le sonrió asintiendo
con gesto entristecido-. ¿No vas a hablar con Esther?, no ha llamado
¿eh?
En_ Claro que no ha llamado, ¡buena se le espera cuando la vea!;
ahora que nada de teléfono mañana cuando venga Carmen me voy
directita a hablarle
R_ No seas dura con ella, estoy segura que lo ha hecho buscando lo
mejor para Maca.
En_ Mira, mi hija es tonta de remate, y me lo ha demostrado,
ahora... que... también me ha demostrado que es tonta por

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desesperación –hizo un gesto ladeando la cabeza mientras miraba
fijamente a Rosario-. Tu marido le dio su merecido a Maca, ahora
me toca a mí dárselo a mi hija. Esto no puede ser un toma y daca
de despropósitos, al menos ella, se supone tiene la cabeza bien,
¡claro!, solo es suposición –se miraron y rompieron a reír
arrancando un poco la tensión que sentían.
R_ Voy a ver como está Maca.
En_ Si.
Se dirigió a ver a su Maca, quería mostrarse como Encarna le
había dicho como la madre que era, la madre preocupada por su
hija, la madre que necesitaba estrechar entre sus brazos a una hija
que parecía desquiciada y a la que debía ayudar fuera como fuera.
Al entrar la vio recostada sobre el cabezal de la cama, estaba
llorando pero el pesar que había escuchado desde el otro lado de la
puerta, parecía haber remitido. Entró y se sentó a su lado,
mirándola con una sonrisa débil pero que trataba de mostrarse
fuerte, con cariño le rozó su rostro y Maca sintió la necesidad de
esconder su cara en su pecho, hacía tantos años que no disfrutaba
de un abrazo de su madre, que luchando consigo misma por no
reprocharle nada como su cabeza insistía, hundió su cuerpo entre el
abrazo de Rosario, el beso sobre su pelo y las caricias de una mujer
que después de muchos años, volvía a dejarse llevar por sus
emociones hacia su única hija. Maca lloró desconsoladamente
pensando una y otra vez en Esther, porque estaba casi segura que
no iría a su lado, que no le daría aquella mágica noche que soñaba
pero que no quería pedirle abiertamente.

En el cuarto, Esther andaba de lado a lado, al colgar sintió la


necesidad imperiosa de correr hasta aquella casa donde se
encontraba su reina. Estaba agotada por los nervios, pero aún así
sentía como una fuerza extremadamente fuerte le empujaba a salir
corriendo hasta los brazos de Maca, aquella voz suave, aquella
proposición, era una lucha era un querer y no poder que la estaba
matando, pero entonces, el llanto de Daniel la sacó de su
332 ”Adiós Esther” © by ldana
ensimismamiento. Se giró con rapidez, y lo vio agitarse
nerviosamente en la cama donde ella lo acostaba para tenerlo más
cerca.
E_ ¿Cariño qué te pasa? –se sentó sobre la cama, tomó a la criatura
entre sus brazos y lo acunó mientras lo besaba con una infinita
ternura, el niño al sentir el calor materno calló-. Tienes razón en
pedirme mi atención, somos unas egoístas, aquí estoy muriéndome
de ganas de correr hasta tu mami y a ti no te hago el caso que
mereces, mi amor –lo acercó hasta su mejilla frotando su carita
templada y suave, con la suya, dejando en él un beso fino y una
sonrisa iluminó su rostro-. Somos unas inconscientes, con lo que
deseamos tenerte y ahora, perdiendo el tiempo en tonterías, ya no
somos dos ahora estás tú y desde que has venido al mundo, no
hacemos más que tener problemas –tuvo que detenerse porque en
su garganta se había instalado un nudo de dolor que no podía tragar
mientras hablaba con su hijo-. Mi niño ¡mi vida!, perdóname,
perdona todo lo mal que me porté contigo –sus ojos se llenaron de
lagrimas-, yo te quiero mucho, quizás he perdido un poco la cabeza
con todo lo que ha ocurrido, creo que me he entregado tanto a
Maca, he querido sentir tanto su dolor, que he olvidado hasta mis
propios sentimientos hacia ti –lo miró apenada pero el niño sonrió
dando una carcajada sonora que le hizo sentir en su interior florecer
aquel sentimiento maternal que tantas veces había tenido durante el
embarazo de Maca y que después sintió de manera tan fuerte con
Jorge-. No pensé que se pudiera querer tanto a una cosita tan
pequeñita como tú, te miro y me siento imbécil, ¿sabes pequeñajo?
–lo posó sobre sus piernas acostadito mientras el pequeño jugaba
con su dedo-. Te prometo que no vamos a separarnos más, en
cuanto mami esté un poco más calmada, te llevaré con nosotras
pero ahora es imposible, no porque no te quiera, es que está malita
–una nueva lagrima cayó por su mejilla mientras ella elevaba su
cabeza cerrando sus ojos-. Daniel, perdóname, te juro que te quiero
pero necesito que mamá esté bien para ser felices los tres, pero no
te doy la espalda ni yo, ni ella, eres maravilloso y sé que cuando
Maca esté bien, vamos a ser muy felices los tres –lo estrechó

333 ”Adiós Esther” © by ldana


suavemente contra su pecho-. ¿Oyes eso?, son los latidos del
corazón de mami, está nervioso pero no es por tu culpa mi vida, es
por mi culpa, por dejar que pasen los días sin tu compañía, es por
mí, por creer que serías un rival ante el amor de Maca. Lo siento
cariño, sólo tú podrás entenderme, lo siento, siento haberme
comportado como una estúpida mi amor, lo siento, yo te quiero
mucho, te quiero con locura cariño –lloraba apenada mientras el
pequeño le estiraba del pelo divertido-. Mi amor, perdóname.
Ca_ ¿Puede saberse qué te pasa hija?, ¡Esther! –la llamó
preocupada precipitándose hacia ella con nervios al verla llorar
desconsoladamente abrazada a su hijo-. Dame al niño Esther.
Carmen cogió al pequeño que al despegarse del cuerpo de su
madre comenzó a lloriquear, pero la mujer con maestría lo acunó
durante unos segundos el tiempo suficiente para calmarlo, después
con cuidado lo acostó y el niño se quedo tranquilo en la cuna.
Mientras Esther no paraba de llorar
Ca_ Esther cariño, ¿qué te pasa?
E_ No puedo más Carmen, no puedo más –repetía abrazada a ella.
Ca_ Venga, llora tú también lo necesitas –la recostó sobre su ancho
hombro y sus prominentes pechos.
E_ No puedo seguir dándole la espalda a mi hijo –balbuceaba
ahogándose por su dolor.
Ca_ Pero cariño, si tú no le has dado la espalda.
E_ Se la di cuando aún estaba en el vientre de Maca, se la di cuando
vino a mundo, no soy una buena madre –lloraba sin consuelo.
Ca_ Pero hija, todo eso ha pasado y ahora desde que estás aquí no
lo has dejado solo ni un solo segundo –trataba inútilmente de
calmarla.
E_ No Carmen, le he abandonado pero es que no podía dejar a
Maca, ¡no podía!
Ca_ Mira, estás teniendo un ataque de histeria en toda regla, y para
eso lo mejor es llorar, necesitas llorar mi niña, llevas mucho tiempo

334 ”Adiós Esther” © by ldana


manteniendo en pie tu familia, tu mujer y tu hijo –ella la miró sin
poder reprimir su llanto-. Si Esther, porque ayudando a Maca has
estado ayudando a tu hijo, porque sabes que en el estado en que
está, lo menos recomendable es tener a un bebé cerca, y tú, te has
volcado con ella para poder estar juntos.
E_ Pero no he pensado en él... a penas he...
Ca_ ¡Hija mía! –le sonrió un tanto incrédula-. Tú quieres ser un ser
sobrehumano, ¿cómo vas a pensar en él con todo el problema que
has tenido?, además eso no es cierto, sé que en el hospital lo hacías
entrar a la habitación donde estaba Maca y lo acostabas a su lado.
No te culpes Esther, estás haciendo lo debido.
E_ ¿Y por qué me siento tan mal? –volvió a romper a llorar mientras
se mordía el labio.
Ca_ Porque estás agotada, porque no tienes pocas fuerzas y sin
embargo mucho miedo. Porque quieres huir y al mismo tiempo
ahora mismo estarías al lado de Maca, porque quieres estar con tu
hijo y darle lo que supuestamente no le diste, porque quieres ser
como Dios, estar en todos los sitios, pero cariño, mírame –le levantó
con cariño la barbilla y los ojos enrojecidos de Esther la miraron con
miedo-. Tú no eres Dios, eres una mujer maravillosa que está
luchando con todas sus fuerzas por sacar a su familia hacia delante,
no lo tienes fácil Esther, si quieres llorar porque lo necesitas, llora,
pero no porque te quieras castigar, no te lo voy a permitir. Llora
porque lo necesitas, llora que estoy aquí, llora por tu mujer, por tu
hijo, por lo que quieras, pero sin sentirte culpable de nada, porque
tan solo eres, un ser maravilloso que trata de sobrevivir a algo
horrible.
Esther se derrumbó entre los brazos de aquella amiga
inesperada que el destino había puesto en su camino una noche
lluviosa, aquella mujer de mejillas calientes, de brazos fuertes, de
temperamento bravío, era toda dulzura, era toda ternura para ella
como lo era para Maca, y como le estaba demostrando ser para su
propio hijo, la acunó como ella misma lo había hecho con
anterioridad a un Daniel que al sentir su amor se calmó, de la
335 ”Adiós Esther” © by ldana
misma manera que ella lo estaba haciendo al notar el calor de la
amistad, del cariño, de un corazón tan grande que no le podía caber
en aquel enorme pecho, un calor que le hizo tranquilizarse
finalmente. La ayudó a meterse en la cama, le dio un beso en la
frente y le dijo.
Ca_ Estás aquí para descansar, y no lo estás haciendo, voy a traerte
un vaso de leche calentita, te hará bien y descansaras.
E_ Tengo que vigilar a Daniel.
Ca_ Está noche esta ricura de niño, se viene con su abuela Carmen.
Aunque si me oye Teresa decir esto, te aseguro que me monta un
buen pollo –le dijo sonriendo ampliamente-. Hija, descansa mañana
con la luz del sol y de un nuevo día, lo verás todo de manera
diferente. Te lo aseguro –ella asintió aún con el pesar en su pecho-.
Voy a por la leche. Ya vuelvo.
E_ Gracias Carmen –al quedarse sola se pasó la mano por la frente
y murmuró-. Señor dame fuerzas que no las encuentro, que no veo
luz, tan solo oscuridad en mi corazón.

En una oscuridad parecida se encontraba Maca, seguía


sentada, le había ayudado la presencia de su madre, le había dado
un poco de calma a su locura, pero seguía pensativa, debía haber
alguna manera para conseguir que Esther volviera, sin duda lo
estaba deseando, lo había notado en su voz, sabía que la presencia
de Azucena le habría molestado, y que debía estar alerta para que
no volviera a suceder. Pero entonces su mente le trajo la visión de
su padre hablándole con su dedo índice en alto, le recordó el miedo
que pasó pensando que podría llevársela, y perder nuevamente a
Esther, sabía que según que cosas no las debía hacer, tenía que
pensar muy bien su próxima jugada, porque Esther le pertenecía,
debía estar allí a su lado, a su vera, y aunque quería negarse una y
otra vez el mismo pensamiento, ella también deseaba y hasta había
albergado la esperanza de que se abriera la puerta y apareciera ella.

336 ”Adiós Esther” © by ldana


Tenía apoyada su cabeza en el almohadón que su madre le había
puesto delicadamente para que estuviera más cómoda. Trataba de
pensar, de pensar y ser capaz de odiarla, para controlar aquel
sentimiento, pensaba con el abogado, y a su mente acudían
imágenes confusas pero que le llevaban a una discoteca y ella
discutiendo con él, entonces sentía hervir su sangre, y eso era lo
que quería manejar, acordarse de cómo habían hecho el amor en
aquella misma cama, quería retarse a si misma, llegaría el día que
podría controlar esa emotividad que le estaba creando tantos
problemas con Esther y con su hijo.
M_ Daniel –murmuró con pena-. Tengo que hacer algo, algo –golpeó
con fuerza el colchón haciéndose daño en la mano-. ¡Claro, ya está!,
ya lo tengo.

Cuando Rosario entró en la habitación de su hija, la vio dormir


con tranquilidad, con mucha más calma se retiró a su cuarto, habló
con su marido y rezó para que todo cuanto estaba ocurriendo
acabara lo antes posible.

Estaba amaneciendo, y en el porche bien abrigada estaba una


Encarna pensativa, aquel lugar le recordaba a su pueblo y a la vida
que en él dejó, sintió nostalgia pero al mismo tiempo temor, temor
porque sabía que la situación entre Esther y Maca o tomaba otro
rumbo o les iba a deteriorar a las dos. Quería darle una buena
reprimenda a su hija, aquella locura que había cometido no podía
volver a suceder, aunque la entendía y sabía que estaba llegando al
límite de sus fuerzas, podía comprender mucho mejor que lo hacía
Rosario, la dificultad enorme por la que estaban viviendo, y lo
comprendía mejor que ella, porque había compartido muchos
momentos con las dos, comidas y sonrisas, cenas y miradas, se
abrazó con fuerza al chal que cubría su espalda, el frío no era bueno
para sus huesos, pero lo agradecía, parecía que le daba claridad a
su mente, necesitaba poder hablar con Esther de manera tranquila
porque más que un reproche lo que necesitaba era un apoyo. Y si
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recordaba los momentos que habían compartido los tres, también
recordaba la felicidad que habían sentido y comprendía mucho
mejor como dolía aquella separación, quizás era el momento de
dejarse de tonterías con pensamientos médicos, a Maca no le hacía
falta la ausencia de su mujer lo que debía era tenerla a su lado. Miró
fijamente la montaña y decidió que aquel día debía hablar con su
hija, y que se dejara llevar por su corazón.

Al levantarse Rosario vio como en la cocina ya estaba todo


preparado, no podía evitar sentirse mal porque siempre era Encarna
la que se encargaba de la cocina. Allí entre el fogón y una gran olla
canturreando parecía ser feliz, su hija definitivamente había tenido
una gran suerte, hasta ella sentía un tanto de envidia, Encarna era
adorable y entendía perfectamente que Maca se hubiera refugiado
en ella de la manera que le constaba lo había hecho.
R_ Buenos días Encarna.
En_ Buenos días hija. ¿Qué tal has descansado?
R_ Mejor, francamente estaba agotada.
En_ Si, los nervios cansan más que cualquier otra cosa.
R_ Mmmm que bien huele.
En_ Estoy preparando un cocido para mi nuera que le va a devolver,
la emotividad dichosa y las ganas de vivir a tope –sonrió alegre-.
¿Has ido a verla?
R_ Sí, está dormida.
En_ Ella también debe estar agotada.
R_ Encarna siempre haces tú las cosas y a mí me da pena –se sentó
preparándose el desayuno.
En_ ¿Y eso por qué?, me encanta cocinar, y me encanta poder
prepararle comiditas a Maca –se sentó con el paño entre sus manos
secándose.

338 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ Lo sé. Mi hija a tenido mucha suerte –puso su mano sobre la de
Encarna que sonrió-. En serio Encarna, tengo que reconocerlo y
agradecerlo.
En_ Bueno no vamos a empezar con agradecimientos, ¿verdad?, las
dos han tenido suerte.
R_ No creo, ni Pedro ni yo hemos sabido comportarnos con Esther
hasta que ha pasado esto.
En_ En la vida a veces cometemos errores, pero es de sabios
rectificar. Tú lo has hecho y lo pasado, pasado está –le sonrió.
R_ ¿Vas a ir a verla? –la miró atentamente.
En_ Sí, creo que tengo que hablar con ella.
R_ No seas muy dura Encarna.
En_ Tienes razón, anoche me ayudaste a pensar con claridad, creo
que lo que mi hija pidió a gritos con su torpeza, fue ayuda. Sé que
Carmen que es una persona extraordinaria, la ayudaría, pero creo
que no hay nada como el pecho de una madre para reposar la
cabeza y llorar.
R_ Si vieras ayer Maca –asintió con un nudo en la garganta-. ¿Por
qué tienen que sufrir tanto Encarna?
En_ Porque la vida esa así, hay momentos buenos que se nos van
sin darnos cuenta, sin embargo, solo sabemos quejarnos de los
malos como si fueran los más. Y aunque el hombre es el único
animal que tropieza dos veces con la misma piedra, espero que
estas niñas tomen buena nota de todo cuanto ha pasado.
R_ Tienes razón –sonrió abiertamente porque si algo conseguía
Encarna era arrancarle esa sonrisa con sus ejemplos
extraordinarios-. Me recuerdas a mi abuela, era una mujer sabía.
En_ Vaya... gracias por lo de sabia –dijo sorprendida-, la vida se va
encargando de darte experiencia... cuando llegues a mi edad,
comprenderás lo que te digo –sonrieron las dos pero fueron
interrumpidas por dos golpes en la puerta-. Voy yo, anda termina
que hay que llevarle el suyo a Maca.

339 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ Está bien, voy preparándolo.
Encarna abrió la puerta y ante ella se encontró con Fermín, el
hombre que llegaba con su gesto adusto de siempre, lo hacía con
una cesta repleta de mermelada y membrillo.
En_ Mira quien tenemos aquí Rosario, y lo que nos trae, pase, pase
Fermín –le decía contenta.
R_ Madre mía, aquí una pierde la dieta en nada.
En_ Que dieta ni que dieta, ¿verdad Fermín? –el hombre hizo una
mueca lo más parecida a una sonrisa-. A ver siéntese que le voy a
preparar un buen café.
F_ Gracias, la Carmen me manda con un recado.
R_ ¿Ha pasado algo? –preguntó nerviosa Rosario y Encarna se
volvió sobre sus talones mirando al hombre.
F_ Pasar lo que se dice pasar, no, es su hija –miró fijamente con
esos ojos que mostraban frialdad tanta como calidez. Encarna le
sirvió el café y se sentó enfrente suya-. Anoche explotó.
En_ ¡Ay Fermín hombre, no me asuste!
F_ Pues que sacó todo lo malo que llevaba dentro –las mujeres se
miraron entre ellas-. Lo necesitaba es mucho tiempo luchando ella
sola contra todo. Sé como se siente porque yo estuve igual. La
Carmen me ha dicho que le dio algo para descansar todo el día.
En_ ¡Dios mío! –murmuró apenada Encarna.
F_ Me ha mandado para que no vaya, va a dormir y creo que es
mejor que la dejemos así al menos hoy.
R_ Pobrecilla –Rosario sentía una gran parte de culpa por su estado-
. No debimos dejarla a ella sola con todo.
F_ Es una muchacha fuerte, solo necesitaba llorar y lo hizo.
En_ Dígale a su mujer que le agradezco lo que hace por ella, y que
mañana, en cuanto me levante iré a verla.
F_ ¿Por qué quieren que las chicas estén separadas?, no lo
entiendo.
340 ”Adiós Esther” © by ldana
R_ El doctor que la lleva pensó que sería bueno para Maca extrañar
a Esther, sería algo que podría beneficiarle.
F_ Médicos –murmuró con malestar-. Ellos que saben. Mi mujer
estuvo así un año y ni un solo día, ni una sola noche la deje sola.
En_ Creo que nosotras deberíamos hacer lo mismo con Esther,
debería volver.
F_ Esther está muy mal, se siente culpable de muchas cosas, y creo
que la única forma que hay en que las chicas estén bien, es que
estén juntas.
La mirada entre Encarna y Rosario, le demostró a Fermín que
ellas opinaban lo mismo. El hombre de frases cortas y concisas, el
hombre que a veces parecía un témpano había pasado por lo mismo
y con su amor había conseguido recuperar a su mujer. Podrían estar
todos equivocados, y la mejor medicina para Maca era Esther.
R_ Estoy de acuerdo Encarna, lo único que yo dejaría que se
recuperara un poco, cuando Esther esté mejor de animo y fuerza,
creo que su lugar es este –le dijo una vez se marchó Fermín.
En_ Si –suspiró-. Anda ve a ver como está tu hija que le llevo el
desayuno.
Rosario fue a la habitación, al entrar la vio acostada de lado
tapada con la sabana y el edredón, le llamó la atención verla así
pues a esas horas solía estar despierta y sentada en la cama. Se
acercó con cuidado, al ver que estaba despierta, le sonrió.
R_ Buenos días cariño, ¿cómo estás?
M_ Mal mamá.
R_ ¿Mal? –se acercó a ella con temor-. ¿Qué te pasa?
En_ Aquí tengo el desayuno de la reina de la casa –al ver sus caras
se detuvo y preguntó con voz temerosa-. ¿Qué pasa?
M_ Me duele mucho la cabeza, y las piernas, y el pecho.
En_ Vaya... estarás resfriada, hija –dejó la bandeja sobre la mesilla
de noche con preocupación.

341 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No –afirmó con contundencia mirando a las dos mujeres-. Esto
me pasa de vez en cuando.
R_ Llamamos al médico, entonces, ¿no? –le tocó la frente-. Fiebre
no tienes.
M_ No es necesario –las mujeres se intercambiaron una mirada
interrogante-. Esther me da unas pastillas, llamarla.
En_ ¿Llamarla?, no hija, no hace falta, ¿verdad Rosario?
R_ Es cierto –la miró dubitativa aunque entendió su gesto de
complicidad-. Tendremos que mirar la lista de medicamentos y ya
está, hija.
M_ Creo que es mejor que le preguntéis, ¿o qué pasa?, que no se le
puede molestar, ¿o qué? –su voz chirriaba como las puertas al
abrirse.
En_ Anda hija, desayuna, nosotras mientras veremos que te
debemos dar.
M_ Te he dicho que no tengo hambre.
En_ Ya pero si te duele todo lo que has dicho que te duele, tendrás
que desayunar para tomarte la medicación ésa que dices te da mi
hija. ¿No? –la miró tan intensamente que Maca cambió su mirada
hacia la bandeja.
M_ No tengo hambre.
R_ Hija –insistió con voz melindrosa.
M_ ¡Mamá, no soporto que me hables así!, he dicho que no tengo
hambre, ¡y no tengo hambre! –renegó.
En_ Está bien. A ver Rosario ayúdame no le dé algo que no deba.
R_ Ahora venimos hija.
M_ Joder –murmuró Maca nerviosa mientras cerraba los ojos
negando con su cabeza.
Al llegar a la cocina, Encarna miró a Rosario que no sabía muy
bien que decir, la mujer como siempre se adelantó a opinar.

342 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ ¿Tú qué dices?
En_ Yo creo que está buscando la manera de llamar a Esther.
R_ ¿Y si está mal de verdad?
En_ Mujer, cara de estar muy mal, tener, no tiene, ahora lo que
podemos hacer es esperar si vemos que se pone peor, llamar al
médico.
R_ Seguro que lo hace apropósito.
En_ Seguro –asintió con total rotundidad.
R_ ¿Y si llamamos a Vilches?
En_ Vamos a esperar Rosario, seamos sensatas, Maca habló anoche
con Esther, me imagino que no sería agradable de lo contrario a mi
hija, no creo que le diera ese ataque de ansiedad...
R_ Sin duda... algo debió decirle.
En_ Ya has oído a Fermín... fue después de hablar con ella. Así que
vamos a estar con mucho atención y no dejar que se nos suba a la
espalda.

Mientras, Carmen había entrado a la habitación donde


descansaba Esther, lo hacía con el rostro relajado, tenía todo a
oscuras y la mujer se había encargado de vigilarla de que todo
estuviera controlado. Fermín le había asegurado que Encarna no se
había enfadado y aquello le daba un respiro. Al salir se encontró con
él en el pasillo.
F_ ¿Cómo está? –preguntó sin cambiar su gesto.
Ca_ Bien Fermín, descansado.
F_ Carmen, no te encariñes demasiado.
Ca_ ¿Pero Fermín? –lo miró con extrañeza.
F_ No es nuestro hijo, no quieras verlo a él en ella, cuando Maca
esté bien se irán y tú te quedaras vacía.

343 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ Fermín, ella me dijo que nos iba a ayudar con Gerardo –se
precipitó hasta él que frunció su arrugada frente-. Sé que lo
podemos encontrar y ese día pedirle perdón.
F_ No te hagas ilusiones, no me parece bien.
Ca_ Vamos... no te hagas el fuerte conmigo, sé de sobra que tienes
tantas ganas como yo de abrazarlo.
F_ Haz lo que quieras, ¡cómo siempre!, haz lo que te dé la gana –
salió refunfuñando de la casa hasta el campo, y al estar
completamente solo miró al cielo con los ojos tristes pero con una
luz de esperanza-. Señor, sólo una vez, déjame abrazarlo sólo una
vez y pedirle perdón.

Entre tanto, Encarna y Rosario esperaban no fallar, habían


intentado hacer comprender a Maca, que debía tomarse la
medicación y esperar el resultado. Era cerca de la hora de comer
cuando entró a la habitación Encarna al escuchar los gritos
desesperados de Maca.
En_ Maca hija, Maca ¿qué te pasa? –la veía ir de lado a lado de la
cama con las manos en la cabeza.
M_ Me duele, me duele, que venga Esther.
En_ Maca cariño...
R_ ¿Qué pasa? –apareció Rosario que estaba en la ducha con el
albornoz.
En_ Anda Rosario trae el calmante que se lo demos.
M_ ¡No quiero ningún calmante!, ¡quiero qué venga Esther!
R_ Esther no puede venir hija –miró con dudas a Encarna que
asintió.
En_ Voy a llamar al médico.
M_ ¡Al médico no! –le gritó.
En_ ¿Pero vamos a ver?, te duele la cabeza y no quieres un
calmante –cruzó sus manos sobre el vientre-, tampoco quieres que
344 ”Adiós Esther” © by ldana
llamemos al médico, quieres que llamemos a Esther, ¿qué te va a
hacer ella?, dime.
M_ Su lugar es estar aquí cuidándome –les dijo con los ojos entre
cerrados de rabia.
R_ Pero cariño … estamos aquí Encarna y yo, si es un dolor de
cabeza debemos avisar al médico.
M_ Dejarme. O viene Esther, o no viene nadie –les amenazó con
voz repleta de malestar.
En_ Voy a llamar al médico.
M_ ¡Encarna!
En_ Ni Encarna ni Encarno Maca, ¡ya está bien! –se marchó
enfadada
R_ Macarena creo que...
M_ Joder pero a ti como coño tengo que decirte que no me llames
Macarena, ¡cómo, eh! –las venas de la garganta parecían estar a
punto de estallarle.
R_ Mira, te estás poniendo muy impertinente, así que haz el favor
de tranquilizarte –con actitud nerviosa añadió-. Voy a prepararte
una tila.
M_ No quiero tila.
En_ Claro, tú lo que quieres es a mi hija que te hace más efecto que
la tila, ¿no? –le alzó la voz Encarna entrando nuevamente a la
habitación pero sin llegar a gritar.
M_ No me gritéis.
En_ Vaya, ahora no quieres que te gritemos –le dijo con sorna
Encarna-. Pues si que estamos bien, el médico viene de camino.
R_ Voy a preparar la tila.
En_ Venga Maca, tranquilízate hija, haz algo para estar calmadita,
¿eh?

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Las mujeres se marcharon y al ver que se iban dejándola
aparentemente con un ataque de ansiedad omitiéndola, se sentó en
la cama llevándose los dos puños hasta la boca en actitud nerviosa.
M_ Joder con la parejita, ¡lo qué me va a costar!. ¡Mierda se han
llevado el teléfono! –protestó furiosa. A voz en grito llamó a su
madre-. ¡Mamá!, mamá, ¡mamá! –insistió pues su madre no venía.
R_ ¿Qué hago? –le preguntó mientras se asomaban a la puerta del
comedor hablando bajito.
En_ Ve a ver, porque se va a quedar sin voz si sigue gritando así.
R_ ¿Y ahora qué te pasa? –le preguntó entrando.
M_ ¿Pero cómo qué me pasa?, ¡a ver, esto me parece muy fuerte,
eh!, estoy mal, pasáis de mí y encima os lleváis mi móvil. ¿Pero de
qué vais?
R_ No me hables así Maca –se mostró afectada por sus palabras.
M_ Te hablo como me da la gana. Dame el móvil.
R_ Te estás comportando como una niña.
M_ ¡Qué me des el móvil joder!
R_ ¿Para qué quieres el móvil?, ¿no dices qué te encuentras mal?,
debes descansar.
M_ Mamá, dame el móvil y deja de tocarme las narices –la miraba
fijamente mientras le hablaba muy irritada.
R_ Está bien –salió de la habitación y fue en busca de Encarna que
estaba preparando la tila-. Quiere el móvil.
En_ ¡Qué cabezota por Dios!
R_ Espero que Esther lo tenga desconectado.
En_ Imagino que sí, anda prueba no vayamos a meter la pata –
Rosario probó-. ¿Qué?
R_ Desconectado.
En_ Se nos va a poner buena.
R_ ¡Pobre Esther!, lo que ha tenido que sufrir.
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En_ Nosotras somos dos, así que no va a poder. Vamos.
Entraron en la habitación y Maca estaba sentada con los brazos
cruzados contra el pecho y gesto impenetrable. Rosario llevaba el
móvil, Encarna la tila, al verlas entrar con cara un tanto
descompuesta, sintió unas ganas enormes de morirse de risa, y tuvo
que hacer un gran esfuerzo para aguantarse, pero era demasiado,
sin poderlo evitar explotó en una carcajada que resonó por todo el
cuarto, dejando a las dos mujeres completamente fuera de lugar.
En_ ¿Y ahora que te pasa? –la miró muy seria Encarna.
M_ Nada, lo siento –se secaba las lagrimas que no podía controlar-.
¡Ay madre mía!, no puedo, no puedo –volvió a dar una carcajada.
R_ ¿Hija, seguro que estás bien? –la miraba entre disgustada y
preocupada.
M_ Si, sí, pero es que –suspiró fuertemente-, es que estáis tan
cómicas.
En_ Vaya... por lo menos servimos para que te rías.
M_ Lo siento Encarna de verdad, ¡ay!, ¡ay! –decía tratando de
controlarse.
En_ Poco te duele a ti la cabeza.
R_ Creo que no necesitas el móvil para nada, ¿no? –la miró esta vez
con enojo.
M_ Sí mamá, dame.
R_ ¿Y para qué lo quieres?
M_ Tú dámelo.
R_ No llames a Esther, está ocupada.
M_ ¿En qué?
En_ ¡Uy hija!, ¿qué cosas tienes? –esta vez la que dio una gran
carcajada fue Encarna dejando a Maca boquiabierta-. ¿En qué va a
estar ocupada mi hija?, en hacer cosas suyas.
M_ ¿Y en esas cosas, entra Luna, o Ricardo?

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En_ Pero que mala leche tienes –esta vez fue Rosario y Maca las
que se quedaron boquiabiertas-. ¡A ti te hable como te hable sigues
pensando lo mismo!, que venga el médico porque quiero
preguntarle si con un buen porrazo en la cabeza, se te arregla, ¡con
la cantidad de troncos de leña que hay!, te arreglaba yo en un
segundo.
R_ Estarás contenta –le dijo su madre enfadada-. No tienes arreglo.
M_ Es que no os dais cuenta que estoy enferma –dijo tratando de
mostrar arrepentimiento.
R_ Enferma, ¡ya no sé si estás enferma o lo único que buscas es la
manera de hacer daño a Esther sea como sea!
Rosario se marchó dejándola allí pensativa, sabía que se había
excedido y además lo había hecho con Encarna, había sido injusta.
Suspiró pensativa, sus planes no estaban saliendo como esperaba,
así que el próximo recurso era hablar con Esther, decirle que estaba
muy mal y obligarle a ir a su lado. Sacudió la cabeza tratando de
quitarse el malestar por Encarna y marcó.
M_ Mierda lo tiene desconectado... seguro que lo ha hecho adrede.
¡Encarna! –volvió a gritar y la mujer entró con una taza de caldo en
su mano pero con gesto serio-. Lo siento Encarna, de verdad, a la
última persona que haría daño es a ti –la miraba con pena.
En_ La otra noche nuestra conversación no sirvió para nada.
M_ ¿Entonces fue verdad? –la miró sorprendida.
En_ ¡Anda pues claro! –su mirada fue fulminante-. Mira Maca, será
mejor que te tomes el caldo no has desayunado nada.
M_ Eres estupenda, te trato mal y tú me traes caldo.
En_ Sé que no lo dijiste de corazón, ahora, otra tontería como esa y
te doy –le apuntó con el dedo índice.
M_ Está bien, pero Esther no me contesta.
En_ Déjala descansar Maca –entonces se calló mirándola fijamente-.
¿Ya no te duele la cabeza?

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M_ Sí, sí, me duele –asintió con expresión de pena.
En_ Vaya por Dios. Tomate eso, te hará bien.

Cuando llegó el médico, la reconoció y como las mujeres


sospechaban él no encontraba motivo aparente para que pudiera
tener algún problema. Decididas a omitir sus ruegos, se dispusieron
a comer, Maca en su cuarto no cesaba de pensar y pensar, de
llamar y llamar obteniendo la misma respuesta, desconectado. Sus
nervios se estaban disparando no los podía controlar y comenzó a
llamarlas sin parar.
R_ ¿Y ahora qué te pasa?
M_ Me encuentro muy mal creo que me va a dar algo. Llama a
Esther.
R_ Hija por favor.
M_ ¡Esther, Esther! –la llamaba a gritos.
R_ Por mas que la llames no va a venir. Por favor cálmate.
M_ Esther, ¡Esther, donde estás!, ¡no me dejes Esther! –lloraba
mientras la llamaba desesperadamente.
R_ Venga cariño, por favor...
Salió del cuarto pero Maca al instante volvió a gritar el nombre
de su mujer, lo que al principio había sido un plan trazado, se daba
cuenta que se le estaba yendo de las manos, que la necesitaba y
que sus gritos no eran fingidos, estaba exasperándose.
En_ Hace tres días que no la ve, y esto sigue igual.
R_ Si, cada vez creo más firmemente que hemos cometido un error
separándolas.
En_ Caray que vozarrón tiene. Déjame a mí a ver si la calmo.
R_ Si por favor, estoy empezando a perder el control.
En_ Por más que grites no te va a oír –le dijo entrando por la puerta
con actitud tranquila.

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M_ Por favor Encarna necesito que venga, llámala.
En_ ¡Qué perra te ha dado, eh! –la miró enfadada-. Mira Maca, por
más que grites, por más que llames, no va a venir, así que te digo
por favor, ¡deja de hacernos la puñeta!, y déjame ver Aquí hay
Tomate, que quiero enterarme de los chismes.
M_ Encarna tú no me quieres –rompió a llorar.
En_ Claro que te quiero tonta, por eso mismo te lo digo –la abrazó
sobre su pecho quitándole las lagrimas-. Me rompe el corazón verte
así, pero Esther no puede venir.
M_ Tiene el teléfono desconectado, no quiere saber de mí, ¿tú sabes
con quién está?
En_ Con tu hijo –le contestó con seguridad.
M_ ¿Y por qué desconecta el móvil?
En_ Ordenes de Vilches, y ahora vas a tratar de dormir un ratito que
luego tienes que hacer los ejercicios y así, tu madre y yo nos
enteramos de los cotilleos. Venga, sé buena chica –le besó en la
frente, la tapó y le sonrió-. Descansa guapa.

La tarde pasó y Maca no cesó de llorar, tenía los ojos hinchados


la nariz taponada y no cesaba una y otra vez de llamar a Esther,
una y otra vez la llamaba a gritos, o la llamaba por teléfono. Y su
desesperación la estaba agotando, ni su madre ni su suegra, le
hacían caso, su plan definitivamente había fracasado.

La noche había caído de manera rápida, en la Fonda, Carmen


entró en la habitación de Esther. Allí seguía durmiendo, pero sabía
que era demasiado y debía despertarla.
Ca_ Esther... Esther –insistió.
E_ ¿Qué? –murmuró medio dormida.
Ca_ Cariño son las ocho y media, será mejor que vayas
despertándote.

350 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Uf parece que haya dormido mil horas –sonrió.
Ca_ Bueno exactamente has dormido unas 16 horas
aproximadamente.
E_¡Pero que dices!
Ca_ Si, tenías que descansar.
E_ ¿Y Daniel? –preguntó incorporándose.
Ca_ Está con Fermín.
E_ ¿Y Maca? –su voz aún sonaba ronca.
Ca_ Bien, hoy creo que les ha dado algo de lata a tu madre y a la
suya.
E_ ¿Por qué? –la miró preocupada.
Ca_ Creo que se ha pasado el día llamándote.
E_ ¡Qué duro es esto Carmen!, ahora mismo correría a su lado, la
abrazaría fuerte y le haría tranquilizarse.
Ca_ ¿Y qué te impide hacerlo?
E_ Pues... –la miró un tanto desconcertada.
Ca_ En la vida hay que hacer lo que a uno le dicta el corazón en el
momento en que se lo dicta, hay que dejarse llevar, y creo que
ambas lo necesitáis.
E_ Seguro que me echa.
Ca_ Si no lo intentas no lo sabes.
E_ Me conformaría con tan solo admirarla –sonrió con cara de tonta.
Ca_ Tengo llaves –le guiñó el ojo.
E_ Mi madre me mataría.
Ca_ No tiene porque saberlo –mantenía una sonrisa.
E_ Carmen –la miró divertida-. Me estás empujando a cometer una
locura.

351 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ Yo me quedo con Daniel todo el tiempo que necesites. Venga
dúchate, cena y ve. Cometer locuras por amor, es lo más excitante
que tiene la vida.

Las mujeres había pasado la tarde algo más calmadas, Maca ya


no llamaba a Esther, ahora solo sentía ganas de olvidarla, había
estado tratando de odiarla, había estado haciendo ejercicios de
autocontrol, pero no era capaz de dominar sus sentimientos. Así
llegó la hora de dormir y entró primero Encarna para despedirse,
después lo hizo Rosario y cuando se quedó sola con la luz apagada
rompió a llorar de rabia, Esther la había omitido, durante todo el día
no se había puesto en contacto con ella. Lloró y así, al final rendida,
se quedó dormida.

Eran las dos de la mañana cuando una sombra se difuminaba en el


cuarto de Maca, la sombra iba acercándose reflejada en la pared
hasta ella lentamente, se detuvo, y fue desapareciendo de la pared
a medida que se agachaba hasta la altura de una Maca que dormía
con gesto contrariado. Algo que pasó por su brazo la hizo moverse,
algo que pasó por su cara la hizo girarse, algo que rozó sus labios
suavemente la hizo despertar, entonces... una mano le tapó la boca
ante su gesto de temor.
E_ No grites soy yo –le dijo sonriente Esther. Maca la miró con sus
ojos repletos de furia y la sonrisa de Esther se evaporó con rapidez,
con la misma rapidez que Maca le dio un mordisco en su mano-.
¡Ay!
M_ ¿Qué haces aquí? –le preguntó con voz repleta de ira mientras
que se incorporaba mirándola con rabia
E_ No grites que si saben que estoy aquí me matan. ¡Joder Maca!,
¡que daño me has hecho! –se quejó frotándose la mano.
M_ Más debí apretar –la miraba con actitud seria-. No te mereces
nada mejor.

352 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Cariño.
M_ ¡No me llames cariño!
E_ ¡Quieres no gritar! –le riñó fuera de sí arrodillada en la cama.
Entonces se callaron, se miraron a los ojos allí estaba solas
después de tres días alejadas, después de cada una por separado
vivir su calvario particular, pero ambas sabían que no debían
contarlo, que ése era su secreto mejor guardado sobre la otra, que
si una de ellas tenía que quejarse que fuera la otra. Así con esos
pensamientos pasaron los segundos. Esther retiró la sábana y se
metió en la cama ante una sorprendida pero encantada Maca.
E_ Me llamaste y aquí estoy –susurró sonriendo.
M_ Te llamé hace dos noches –enarcó su ceja izquierda.
E_ Lo sé –puso gesto simpático.
M_ Lo sabes –asintió ladeando su cabeza-. Por eso vienes cuando te
da la gana –le reprochó mirándola fijamente-. ¿Estabas ocupada? –
le preguntó en voz baja pero con tono totalmente crispado.
E_ Sabes que sí, estaba con Daniel.
M_ Pues mira, ya te puedes largar porque no quiero tenerte aquí –le
señaló la puerta.
E_ ¿Seguro? –le puso cara mimosa.
M_ Vamos, como que no he tenido nada más seguro en mi vida.
E_ Me pego la paliza para venir, ¿y ahora me echas?
M_ No vas a darme pena –seguían hablando bajito sin separar sus
ojos la una de la otra.
E_ ¿Y si... te doy otra cosa? –le preguntó con picardía tratando de
acariciar su mano que ella quitó hábilmente.
M_ O te vas, o me pongo a llamar a Encarna.
E_ No serás capaz –le dijo sonriendo mientras se acercaba.
M_ En... –le tapó la boca corriendo justo en el momento en que
empezaba a gritar y Maca volvió a morderle.

353 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¡Calla!, ¡ay!
Esther se quejó por el mordisco pero con decisión se lanzó
sobre Maca que le pedía que la soltara pero sin alzar la voz, le
gustaba como Esther se había puesto encima suya tratando de
taparle la boca.
E_ Joder como muerdes –se quejó-. Vale, soy una imbécil vengo
para verte, a costa de que si me pillan me den una buena bronca y
tu padre te lleve a Jerez y así me lo pagas –se fue a levantar y Maca
se apresuró a sujetarle por la espalda. Esther se giró enfadada con
voz fuerte le dijo-. ¡Suéltame!
M_ No grites –esta vez quien le tapó la boca con gesto ingenuo fue
ella, y Esther le mordió, Maca apartó la mano quejándose dolida-.
¡Ah!. Mierda, ¿qué es lo qué quieres, guerra?
E_ No, quiero amor, quiero amarte.
M_ Ya te he dicho que no –susurró mientras se chupaba el dedo.
E_ Deja que lo haga yo, seguro te curo antes –le cogió su dedo y
con sumo cuidado lo llevo a su boca, Maca cerró los ojos suspirando
pues notó como su estómago subía unos centímetros mientras sus
latidos se disparaban-. ¿Mejor?
M_ Sí –le susurró con voz entregada.
E_ Ya te lo decía yo –contestó de igual manera acercándose a ella
un poco más- Maca... solo quiero...
M_ Ya me has dejado claro lo que quieres –quitó su mano de entre
las suyas aunque le hubiera gustado dejarla en su boca como
segundos antes-. ¿Puedes decirme por qué no viniste?
E_ Te lo he dicho, no podía.
M_ No podías –murmuró irónica-. ¿Y hoy?, ¿qué te ha pasado hoy?
E_ ¿Hoy? –volvió a cogerle la mano pero Maca se la retiró con rabia.
M_ Sí, hoy, te he llamado y no me has contestado ni una sola vez.
E_ Lo siento, ¿así que me has llamado? –descendió sus ojos
lentamente hasta el pecho de Maca que al sentir su mirada, pudo

354 ”Adiós Esther” © by ldana


notar nuevamente un escalofrío recorrer su piel-. ¿Me echas de
menos mi vida?
M_ Para nada, estoy muy bien sin ti... sólo quería ... –se calló al ver
como se acercaba.
E_ Déjame abrazarte, sólo eso, necesito abrazarte dormir contigo,
te echo de menos, me da igual ser yo quien baje del burro, Maca te
quiero, te necesito, te echo de menos, te añoro, hoy creí que me
volvía loca por guardar los deseos de venir hasta aquí y quedarme a
tu lado.
M_ ¿De verdad?
E_ Sí Maca –su voz estaba repleta de ternura.
M_ Anda abrázame, ¡pero sólo eso! –le advirtió con gesto firme.
E_ Claro, sólo necesito sentirte –le sonrió.
Maca se acostó y se dejó abrazar por una Esther que suspiró
fuertemente sintiendo como toda su piel se erizaba, notando como
sus latidos se mostraban felices, y sin poderlo ni quererlo evitar,
aferró su cuerpo contra el suyo notando su piel y un suspiro
emocionado salió de sus entrañas ante el contacto, mientras Maca
cerraba los ojos feliz.
E_ ¿Te das cuenta de la que nos estamos buscando?
M_ Yo siempre negaré que te he dejado entrar –murmuró entregada
a la sensación tan maravillosa de sentir de aquella manera tan
suave a Esther.
E_ Eres mala.
M_ ¿Y tú?, dejarme con estas dos fieras, solo falta Teresa.
E_ ¿Por qué? –tuvo que esforzarse por reprimir una carcajada.
M_ Porque no me hacen ni caso –habló furiosa.
E_ Claro, te quejas y no vienen corriendo como yo –le besó el
hombro.
M_ Sólo me ibas a abrazar, así que nada de besos –le habló con la
sonrisa satisfecha marcada en sus labios al notar el tacto de Esther.
355 ”Adiós Esther” © by ldana
E_ Bueno... y un besito ¿no?
M_ Esto no te lo voy a perdonar.
E_ ¿El beso? –le susurró tan cerca del oído que provocó en Maca un
escalofrío que no pudo evitar-. Si estás deseando que siga.
M_ No te voy a perdonar dejarme. ¿Cómo está Daniel? –le preguntó
mientras buscaba la manera de refugiarse más y más en su cuerpo.
E_ Muy bien –le contestó deteniendo sus besos pues aquella
pregunta llenó el corazón de emoción-. Deseando verte.
M_ ¿Dónde está?, con quien lo has dejado, irresponsable.
E_ Con Teresa, ¿cómo me puedes llamar irresponsable? –le
preguntó pensativa-. Después de todo lo que hago.
M_ Porque lo eres, primero me dejas a mí, y ahora a él.
E_ Si pusieras de tu parte y mejoraras, estaría aquí que es donde
debe estar.
M_ ¡Ahora tengo yo la culpa! –se giró bruscamente empujando a
Esther que tuvo que apartarse para que no pasara por encima de ti.
E_ Sí, por cabezota, ¡y no grites joder!
M_ No me tienes consideración –le dijo mirándola fijamente-. Tu
madre y la mía prefieren ver Aquí Hay Tomate ése, antes que
atender mis necesidades, y tú, bueno... a ti sería una lista tan larga
la que podría reprocharte que no pararía...
E_ Me encantas –le dijo de repente con su sonrisa maravillosa.
M_ Ya lo veo...
E_ Estás muy guapa con la luz de la chimenea.
M_ Pues hoy he tenido un mal día –respondió desconcertada por
aquella mirada que le estaba haciendo hervir la sangre.
E_ Por cierto, te mueves mucho mejor ¿eh?, estoy segura que no
estás tan mal, lo que pasa es que te gusta que te estén adorando. Y
nuestras mamis, no son como yo de mimosas y consentidoras.

356 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No, eso es cierto –afirmó con la cabeza pero se quedó callada
pensativa.
E_ A ver que estás pensando en decirme que me voy, te lo aseguro
–le acusó.
M_ ¿Irte?
E_ Sí, irme.
M_ Tú no te vas de aquí.
Con un suave movimiento se acercó hasta ella obligándola a
que reposara su cabeza sobre la almohada, después con suavidad
rozó sus labios, Esther tragó saliva, no pensó que quien comenzara
fuera ella, pero le estaba encantando su manera de besarla y
acariciarla, su mano se había perdido por debajo de la camiseta de
Esther que se mordía los labios para reprimir su éxtasis.
M_ ¿Te gusta? –le preguntó sin parar de tocarla.
E_ Sabes que sí, que no me puedo resistir a ti.
M_ ¿Luna te lo hacía igual?
E_ Joder Maca, olvídate de todo, hoy somos tú y yo –pasó su mano
por su cara, acarició con suavidad sus labios mientras la miraba
repleta de ternura-. Te quiero.
M_ Demuéstramelo –susurró con mirada entregada a ella.
E_ ¿Y tú? –le preguntó conmovida por su gesto tierno.
M_ Imagino que sí te quiero... al menos estoy segura que te deseo –
se mordió el labio con mirada pícara.
E_ Pues no pienso hacerte esperar.
M_ ¿Has venido a eso, no? –se acercó con suavidad a sus labios, los
rozó y cuando Esther entre abrió la boca, Maca profundizó su beso
desatando en ambas la pasión más irracional. Se separó por un
segundo para llenarse de su mirada y le susurró al oído mientras le
lamía la oreja-. Me muero por tenerte Esther.

357 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Cariño... mi vida... –le quitó con suavidad pero al mismo tiempo
decisión la parte de arriba del pijama-. No sabes lo que he deseado
este momento.
M_ Te necesito.
E_ Lo sé –comenzó a besar su cuello mientras Maca trataba de
sellar sus labios para no dejar escapar su voz-. Maca... mi amor...
mi dulce amor... mi niña.
M_ Sigue –murmuró mientras acariciaba con las yemas de sus
dedos la espalda de Esther y le quitaba con un movimiento rápido el
sujetador-. No pares cariño.
E_ Te quiero tanto –siguió besándola mientras bajaba por su vientre
y le quitaba con lentitud llenándose con la visión que la luz que
había en la habitación le dejaba el cuerpo desnudo de Maca-.
Cariño.
M_ Por favor Esther...
E_ Mi vida –entonces Maca no pudo retener un grito suave pero un
tanto elevado. Esther paró y le puso su mano sobre la boca-. Maca
que mi madre tiene un oído muy fino.
M_ Sigue me da igual pero no puedo...
E_ No grites ¿eh? –se mostró apurada aunque el deseo era tan
fuerte que tuvo que continuar.
M_ Somos como dos adolescentes –sonrió dando una carcajada-.
Esto da un morbo que te mueres...
E_ Maca... Dios mío con lo poco que te gusta a ti esta situación –le
decía sin poder controlar una risa nerviosa por si eran pilladas.
M_ Sigue, porque ahora me encanta –le decía apretando con fuerza
sus manos sobre su sexo-. Sigue.

Mientras en su habitación, Encarna oyó el suave gemido de


Maca, pero volvió a darse la vuelta en la cama, para seguir
durmiendo, pero al rato volvió a oír otro que era más potente.

358 ”Adiós Esther” © by ldana


Asustada se levantó y en el pasillo se encontró con Rosario
abrochándose la bata.
En_ ¿Tú también la has oído?
R_ Sí, pero he pensado que sería otra pesadilla –dijo arreglándose el
pelo-. Parecía que le dolía algo.
En_ Son casi las tres de la mañana, anda acuéstate que ya voy yo.
R_ No será nada Encarna, seguro que está con pesadillas.
En_ Me imagino que debe estar llamando como loca a Esther.
R_ Bueno... déjala estará dormida.
En_ Está bien. Buenas noches.
R_ Buenas noches Encarna, si vuelve a gritar ya voy yo, descansa
por favor.
Encarna le contestó no muy convencida ya que le había parecido un
estallido algo raro para que fuera de dolor, fuera lo que fuera, no
pensaba que dejarla era lo mejor, pero si su madre estaba tranquila,
ella se fue a la cama.

Habían terminado de amarse, sus respiraciones agitadas


mostraban que habían llegado al máximo cielo, sus sonrisas y sus
gestos relajados, sus caricias lentas que aún no estaban saciadas
recorrían lánguidamente sus pieles, dando muestras que habían
estado por un igual satisfechas, Esther abrazó el cuerpo desnudo de
una Maca que mantenía los ojos cerrados saboreando el intenso
placer que sentía aún, Esther le besó suavemente la mejilla, con un
roce tan delicado que encendió los deseos nuevamente de una Maca
que abrió los ojos mirándola con completa dependencia de ella. Pero
entonces... la puerta pareció que se iba a abrir, tan solo el pestillo
evitó que Encarna entrara. Dos golpes secos les hicieron saltar en la
cama del susto.
En_ ¡Maca!, ¡Maca abre hija!, ¿qué te pasa?
E_ ¡Ostia mi madre!

359 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Qué hacemos? –le preguntó sonriendo aunque nerviosa.
En_ Maca hija, ¡pero cómo te cierras la puerta!. ¡Maca! -insistía.
E_ Joder, joder.
M_ Metete bajo la cama.
E_ ¿Pero qué dices? –le decía con voz baja.
M_ Si no quieres que te pille, ya sabes –la miró sonriendo
encantada.
E_ La hostia –murmuró mientras cogía su ropa y se echaba al suelo.
M_ ¡Ya voy Encarna, ya voy! –dijo alzando la voz y volviéndola a
bajar se dirigió a Esther que sacó la cabeza de bajo la cama-.
¡Esther las bragas! –se las echó al vuelo con su brazo bueno.
E_ ¡Eh! –asomó la cabeza nuevamente por encima del colchón-. Te
quiero.
M_ ¿Qué pasa Encarna?
En_ Eso digo yo –le decía sorprendida-. ¿Por qué te cierras la
puerta?, vamos que no entiendo nada ¿eh?
M_ No me di cuenta, ¿pero qué pasa, que hora es?
R_ Maca hija , ¡qué te pasa! –apareció su madre con cara
preocupada.
M_ A mí nada, no se... ¿qué os pasa a vosotras?
Esther estaba viviendo una situación embarazosa, bajo la cama
había un poco de polvo y le estaba entrando un cosquilleo en la
nariz que no podía detener, había metido su cara en su camiseta
con el que había hecho una pelota tratando de atenuar el sonido si
no podía evitar estornudar.
En_ Te oímos gritar.
M_ ¿A mí? –las miró sorprendida mientras hacia fuerza con sus
manos en las muletas.
E_ “Hostia no le des juego o reviento “, pensaba para sí Esther.
R_ Hija llevas el pijama al revés.
360 ”Adiós Esther” © by ldana
M_ No me he dado cuenta.
En_ Pues esta mañana lo llevabas del derecho –le dijo segura
Encarna
E_ “No puedo, me muero, me muero” –repetía para sí Esther presa
de un ataque de pánico.
M_ Bueno... tengo sueño, dejarme dormir –trató de sacarlas de allí.
En_ No te cierres.
Esther no pudo soportar más y estornudó, amortiguó el sonido
con la camiseta y al oírlo Maca comenzó a toser, las mujeres se
miraron entre sí un tanto desconcertada ante la situación.
M_ Veis lo que vais a conseguir, voy a coger una pulmonía.
R_ Está bien hija... acuéstate, yo te tapo.
M_ No hace falta –se apresuró a decir con gesto cansado.
E_ “Joder de esta si me muero” –pensaba Esther que estaba a punto
de un ataque de histeria.
En_ Estás tú muy rarita ¿eh? –la miró fijamente Encarna y Maca no
fue capaz de sostener su mirada.
M_ Me acuesto –dijo finalmente evitando seguir bajo sus ojos
acusadores.
R_ Vamos hija, vamos, yo te ayudo –sonreía.
E_ “La madre que la parió” –susurró para sí Esther con la cara
metida ya no en la camiseta, tenía hasta el pantalón envolviéndose
a punto de la asfixia.
R_ Mi vida, ¿quieres que te haga compañía un rato hasta que te
duermas?
M_ ¡No! –se apresuró a contestar y al ver el gesto de su madre y la
mirada interrogante de Encarna agregó-. Ya me duermo yo solita,
que no soy una niña.
En_ Si necesitas algo...
E_ Joder, me muero, ya está me muero...

361 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Tranquilas, descansar –les dijo sonriendo.
R_ Hasta mañana cariño –la besó en la frente sonriente me alegro
que puedas caminar de la manera que lo has hecho-. Ves como no
estás tan mal y no necesitas a Esther para mejorar mi vida.
M_ A Esther no la necesito para nada, te lo aseguro mamá, vamos
que si no la nombras tú ni acordarme siquiera.
E_ Será cabrona –se dijo negando con la cabeza.
En_ Hasta mañana –le besó en la frente y luego la miró fijamente.
E_ Hostia –murmuró al ver los pies de su madre, tan solo notar su
presencia tan cercana, le dio un sudor frío por todo el cuerpo.
Notaba como su piel se estaba quedando fría y un escalofrío le hizo
rechinar los dientes-. Joder.
En_ Fíjate tú que yo si debo echar de menos a mi hija, porque
vamos, es como si la hubiera oído rechinar los dientes en este
mismo momento ¿eh? –miraba sin separar sus ojos de los de Maca
que no pudo controlar una sonrisa juguetona.
R_ ¡Qué cosas tienes Encarna!, venga vamos.
En_ Sí –cerró la puerta y Maca se fue a incorporar y Esther a rodar
por bajo la cama para salir de su calvario cuando Encarna volvió a
abrir la puerta. Esther volvió a rodar por el suelo metiéndose
nuevamente bajo-. ¿Cierro o quieres que la deje abierta?
M_ Como quieras –le dijo volviéndose a echar sobre la cama con
una sonrisa en sus labios.
En_ Estás revoltosa ¿eh?
M_ Ya te digo –trató de aguantar su carcajada. Encarna cerró por
fin, Maca explotó en una carcajada que le hacía llorar y todo-. ¡Sales
ya adultera!
Volvió a dar una gran carcajada mientras veía como Esther se
arrastraba hasta la puerta y volvía a pasar el pestillo, entonces con
ganas dio un estornudo que hizo que Maca volviera a romper el

362 ”Adiós Esther” © by ldana


silencio en una revoltosa y sonora carcajada amortiguándolo con el
almohadón.
E_ No te rías que yo no le veo la gracia.
M_ Te das cuenta ¡lo malas qué son! y lo irresponsable que eres al
dejarme en sus manos –le decía mientras Esther se sacudía su piel y
volvía a estornudar-. Ha estado genial.
E_ Creía que me moría –volvió a la cama.
M_ ¡Ay Dios que risa! –no podía parar de reír-. Somos mujeres
casadas pero parecemos amantes.
E_ Y encima tu madre queriendo quedarse aquí, pensé que le ibas a
decir que sí –se tapó porque tiritaba de frío.
M_ Pues no creas que he estado a puntito ¿eh?, no te mereces nada
mejor por venir a perturbar mi tranquilo sueño.
E_ Antes no decías lo mismo –estiró de su brazo haciéndola caer.
M_ Esther cuidado joder, que estoy mala.
E_ Mala –repitió murmurando volviendo al tono bajo-, estoy mala.
M_ Loro –le sacó la lengua.
E_ Mi madre tiene razón –la miraba como si estuviera bajo los
efectos del hechizo de su mirada. Maca le sonreía esperando que
continuara-. Estás tú muy revoltosa.
M_ Sí, quizá tenga ganas de jugar.
E_ ¿Mas? –la miró elevando las cejas.
M_ ¿Tú no?, claro, a lo mejor mientras yo estoy aquí a dos velas
tú...
E_ Pero que borde eres... –se subió sobre ella haciéndole reír-. No
grites ¡joder! Que esta vez no me echo al suelo. Menos mal que
había cerrado la puerta.
M_ Estás loca.
E_ Por ti.
M_ No te creo.
363 ”Adiós Esther” © by ldana
E_ ¿Ah no? –la miró fijamente mientras Maca le acariciaba los labios
con su dedo-. ¿No me crees?
M_ Bueno... un poco nada más.
E_ Tú si estás loca cariño.
M_ Quiero que me vuelvas a amar, me ha gustado hacerlo con
nuestras mamis por ahí.
E_ ¿Qué te vuelva a amar después de lo que le has dicho a tu
madre?
M_ ¿Qué le he dicho? –la miraba como si no recordara nada.
E_ Lo sabes perfectamente.
M_ No sé, que yo sepa no le he dicho nada malo. ¿Qué querías?,
hubiera sido mejor decirle mamá no tienes razón, porque no la
puedo olvidar, está debajo de la cama. Sal Esther. ¿Eso mejor?
E_ Lo que yo diga, como una cabra.
M_ Y esta vez...
E_ Si, nada de gritar así que compórtate –le interrumpió con gesto
simpático.
M_ Esta vez veamos si tú te puedes comportar, pienso volverte loca
–le susurró en el oído.
E_ Me gusta esa proposición.
M_ Y a mí me gustas tú.
E Te quiero cariño –la abrazó pero Maca como si fuera una sirena se
escapó de aquel abrazo con gesto marcado por la pasión dispuesta a
hacerle vibrar como ella lo había hecho con anterioridad. Fue directa
buceando por los rincones más escondidos del cuerpo de Esther
consiguiendo con tan solo su roce que ella apretara los labios para
sellar el grito de placer-. Maca eso es traición.

El sueño se había marchado en Encarna, fue a la cocina a


tomar una taza de manzanilla bien caliente cuando entró Rosario

364 ”Adiós Esther” © by ldana


que tampoco podía dormir. Se miraron un tanto desconcertadas
pero prefirieron evitar cualquier comentario. Hablaron de cuando sus
respectivas hijas eran niñas, de cómo crecieron, y como fueron
equivocándose en la vida, acertando. Hasta que Rosario no puedo
más y le dijo.
R_ ¿Tú crees que está?
En_ ¿Mi hija con la tuya? –la miró con los ojos gritando
afirmativamente.
R_ No lo entiendo.
En_ Es bien fácil, se quieren... déjalas quizás esto le viene bien a
Maca, bueno y a mi hija, oye, que.. les va bien digo yo ¿no? –dio
una carcajada divertida.
R_ Pero entonces estamos perdiendo el tiempo.
En_ Mira, ellas son las que lo tienen que recuperar, de la manera
que sea, si es está, pues adelante, mal no les va a hacer.
R_ Esperemos que no.
En_ Mujer... –elevó los hombros.
R_ No sé como reaccionara Maca ante esto, ¿será hoy la primera
noche que viene?
En_ Mi hija está como una cabra, pero sí, los gritos de Maca de
estas noches, eran completamente diferentes.
R_ ¿Y si les decimos que vuelvan?
En_ Déjalas a ver que tal pasan este encuentro.
Se miraron pues Rosario notaba que sus mejillas estaban
tornándose un tanto rojas, no podía acostumbrarse a hablar de la
intimidad de su hija, era algo que le costaba y Encarna supo
adivinar su gesto y rompió en una carcajada que facilitó que pasara
la tensión de Rosario que terminó riendo.

Eran la cinco de la mañana cuando Maca se giró para abrazar el


cuerpo de una Esther que la miraba fijamente, por su mente
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pasaban tantas cosas que no podía dejar de admirarla. Aquella
noche robada, les había dejado sensaciones parecidas, y el mismo
sentimiento.
M_ Cariño no quiero que te vayas –le susurró mientras le acariciaba
la cara con sutileza.
E_ Maca –le susurró con la voz apagada.
M_ Que se vayan ellas, que nos dejen vivir.
E_ Tienes razón, pero venga duérmete que esta noche estás
haciendo muchos excesos –le murmuró pasando su mano por sus
caderas.
M_ No me dejes, no me dejes nunca –susurró justo antes que sus
párpados cayeran como el telón en la función de teatro. Suspiró y
volvió a susurrar-. No me dejes nunca.
E_ Claro que no mi amor... siempre estaré a tu lado... siempre...

La hora de entrarle el desayuno a Maca se acercaba, las dos


mujeres no sabían que hacer, porque una cosa era hablar y admitir
la situación, pero otra muy diferente entrar a la habitación y
encontrarlas juntas en la cama.
R_ Te importa ir a ti Encarna.
En_ Claro que no.
R_ Gracias.
En_ Tranquila, si me da un sincope, luego recuérdame que le de una
buena reprimenda a mi hija.
R_ Lo haré –le sonrió mientras se quedaba sola en la cocina
cruzando sus manos sobre el pecho en actitud nerviosa como si así
pudiera acatar mejor el grito que estaba segura iba a dar Encarna-.
No puedo acostumbrarme a esto, ¡ay Señor!

Encarna llegó a la puerta, tomó aire y abrió... asomó con cuidado la


cabeza, temiendo ver lo que no le gustaría ver, porque aunque era
366 ”Adiós Esther” © by ldana
moderna otra cosa diferente era pasar ese mal trago como madre.
Al mirar, vio a Maca de espaldas a la puerta tenía abrazado algo, la
mujer tragó saliva y se acercó con el corazón en un puño.
Encarna llegó a la puerta, tomó aire y abrió... asomó con
cuidado la cabeza, temiendo ver lo que no le gustaría ver, porque
aunque era moderna otra cosa diferente era pasar ese mal trago
como madre. Al mirar, vio a Maca de espaldas a la puerta tenía
abrazado algo, la mujer tragó saliva y se acercó con el corazón en
un puño, pero un profundo suspiro alivió la tensión que llevaba la
mujer clavada también en su rostro. Lo que abrazaba Maca no era
otra cosa que el almohadón. Después de sacudir aliviada la cabeza
le tocó el hombro con delicadeza, suponía debía estar agotada.
En_ Maca, Maca, vamos....
M_ Mmmm, déjame cariño.
En_ Vaya que cariñosa te has vuelto conmigo –al oír la voz de su
suegra abrió poco a poco los ojos con malestar por el sol que
entraba y elevó la cabeza dándose cuenta que lo que tenía abrazado
no era el cuerpo de Esther-. ¿Buscas algo?
M_ Eh... no... no.
En_ Esta noche ha sido movidita ¿eh? –le sonrió.
M_ ¿Por qué lo dices? –le preguntó con seriedad mientras se
preguntaba “¿dónde estás Esther?”.
En_ Por la cama, parece que hayas hecho lucha libre en ella.
M_ He tenido una pesadilla –murmuró un tanto enfadada.
En_ Bueno... pues venga sacúdete ese gesto de seriedad y mal
genio que voy a traerte el desayuno.
Maca esperó que Encarna se marchara por la puerta... cuando
estuvo segura que ya no estaba cerca, se tumbó en la cama y sacó
su cabeza para buscar a Esther, al ver que allí no estaba se quedó
quieta pensativa.
En_¿Qué haces Maca?, hija no juegues no vaya a darte algo, mujer.

367 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No encontraba la muleta.
R_ Buenos días hija... vaya cama.
M_ ¡Bueno que os pasa a vosotras con la cama, joder! –les
recriminó con voz dura y gesto serio. Las mujeres se miraron
entendiendo que lo que podía pasar, estaba pasando-. Dame las
muletas quiero ir al lavabo.
R_ Si hija, pero te agradecería que no nos hablaras así, nosotras no
tenemos culpa.
Maca quiso entender que le estaba hablando muy claro, su
madre no era de dobles intenciones, al llegar al cuarto de baño que
le costó un poco más que la noche anterior ir a quitar el pestillo, se
miró al espejo sintiéndose estúpida, Esther le había vuelto a fallar,
había pasado la mejor noche que podía recordar, pero sin embargo,
al despertar ya no estaba junto a ella. Se sintió enormemente
estúpida.

Ante un gran desayuno se encontraba una Esther exuberante


con una sonrisa de oreja a oreja, le estaba dando el biberón a su
hijo, mirándolo feliz. A su lado una sonriente y divertida Carmen
escuchaba sus palabras y no podía hacer más que sonreír con su
risa loca que llenaba todo el espacio y que terminaba contagiando al
niño que sonreía divertido agitando piernas y brazos.
E_ Yo pensé que me moría.
Ca_ Ya sabía yo que tú no podrías ir a verla y ya.
E_ Jo Carmen, es que bajo la luz de la luna estaba para morirse, y
además con los reflejos del fuego de la chimenea, no pude –sonrió
sonrojándose-. Lo intente, te juro que intente irme, pero no pude.
Ca_ Pues me alegro que te quedaras.
E_ Y yo, si vieras la de cosas bonitas que me dijo. Yo estaba que me
moría de gusto.
Ca_ Me alegro porque os merecéis algo así, tan vuestro.

368 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Era como si nada hubiera pasado, como si fuéramos las mimas
de siempre, amándonos como siempre, respetándonos como
siempre... siendo ella y yo. Ambas y al mismo tiempo, una.
Ca_ Tus ojos lo dicen todo -le acarició el pelo con ternura, con su
infinita ternura.
E_ Hasta me preguntó por Daniel, por un segundo creo que tuve
entre mis brazos la Maca de siempre a mi mujer.
Ca_ Mira, el amor ayuda a curar, sentirse amada es para una
enferma la mejor medicina, creo que esto puede ayudarle a sentirse
mejor, estoy segura.
E_ Dios te oiga Carmen, porque yo la necesito mucho.
Ca_ ¿Y qué? –sonrió-, ¿esta noche repites?
E_ Pues... –se quedó pensativa-, yo creo que sí. Repetiré.
Ca_ Tendré la llave a punto.
Esther no pudo evitar dar una carcajada mientras abrazaba al
niño, se sentía feliz y contenta y sobre todo, sentía que su interior
estaba volviendo a tomar fuerza, volvía a sentir tranquilidad en su
alma y aquello sin duda alguna, era lo que tanto había buscado
desde aquel día gris en que todo se borró.

En casa las tres mujeres, estaban en la cocina, Maca había


preferido seguir sus indicaciones antes que aguantar sus miradas
que parecían decirle “sabemos lo que hiciste anoche”. Preparaban
unos zumos para tomar a mitad mañana cuando sonó el teléfono.
R_ ¿Sí?, hola Teresa, pues aquí está bien... si, te la paso. Cariño es
Teresa.
M_ ¿Dime? –le dijo escuetamente.
T_ ¡Hija que seca!, ¿cómo estás? –le preguntó sonriendo.
M_ ¿Cómo quieres que esté? –las dos mujeres se miraron elevando
sus cejas en señal de preocupación.
T_ Pues dime que mejor, eso sería fantástico.
369 ”Adiós Esther” © by ldana
M_ Estoy igual.
T_ ¡Ah!, ¿esta Encarna?
M_ Sí ahora te la paso. Encarna –le dio el teléfono y se levantó.
R_ ¿Dónde vas hija?
M_ Fuera, quiero respirar aire puro que no esté contaminado.
R_ ¿Contaminado? –la miró con una sonrisa incrédula.
M_ Eso he dicho. Deja que vaya yo sola.
R_ Claro. Voy a sacar los zumos.
M_ ¿Me podéis deja un rato a solas?
R_ Pero Maca...
M_ Joder mamá necesito mi espacio –protestó.
R_ Está bien...
M_ Gracias –respondió cansinamente.
Mientras Encarna terminó de hablar con Teresa y esperó que
Rosario le dijera:
R_ Mira, yo creo que la visita le ha sentado fatal.
En_ Si, eso parece...
R_ ¿Qué te dijo Teresa?
En_ Está loca por venir, de esta se separa –dio una carcajada.
R_ ¿Y vendrá?
En_ Te lo quería haber preguntado pero... como te he visto discutir
con Maca.
R_ Has hecho bien... creo que Teresa nos será de buena ayuda.
En_ Sí. ¿Qué le pasaba?
R_ Nada, que quiere que le dejemos sola, necesita espacio.
En_ ¿Espacio? –la miró dubitativa-. Espacio es lo que nos sobra...
esta fastidiada e imagino porque.

370 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ ¿Si? –la miró sorprendida-. Bueno no sé porque me sorprendo
siempre adivinas todo lo que está pasando por su cabeza.
En_ Bueno... –sonrió-. No te enfades, simplemente he visto como se
ha despertado, pensaba que mi hija estaba a su lado todavía.
R_ Ya –asintió con la cabeza.
En_ Mira como quiere espacio voy a llamar a Fermín para que venga
a recogerme, ¿te apañas tú con ella?
R_ Sí claro, pero no seas muy dura con Esther, estoy segura que
ella lo que quería era lo mejor para Maca.
En_ Tranquila voy a llamar a Fermín.

Mientras ellas estaban fuera, Maca se había sentado en el


balancín, se había tumbado tapándose con la manta, estaba con la
mirada perdida en el horizonte y con el corazón compungido. Se
sentía nuevamente sola, nuevamente abandonada, y sentía ganas
de llorar, pero quería controlarse, no podía dejarse llevar por la
emotividad, quizá debía dar la vuelta a lo ocurrido, suspiraba con
fuerza tratando de tranquilizar sus enormes ganas de gritar. Cerró
sus ojos y al recordar las caricias de Esther, los susurros, los besos
y sobre todo la ternura con la que le hizo feliz, no podía por mucho
que quisiera ocultar su sonrisa. Se quedó dormida no sabía el rato,
había soñado con Esther y al despertar notó un suave pero intenso
peso en sus piernas. Abrió con cuidado los ojos y no quiso moverse,
pensó por un momento que quizá era su amada que había vuelto,
pero no, quien estaba allí durmiendo hecho una bola, era el gato
blanco que tanto la había vigilado.
M_ Vaya por fin te atreves a venir –le susurró sonriendo, el animal
levantó la cabeza, bostezó y volvió a dormir-. Yo no soy como ella,
soy más tierna.
R_ Hola hija. ¡Pero qué hace este gato!
M_ Déjalo mamá, es mi ángel de la guarda –le acarició con una
sonrisa.

371 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ ¿Desde cuándo te gustan los gatos?, de pequeña les tenías
terror.
M_ Ya ves, he cambiado mucho... –dijo con actitud severa.
R_ Cuando quieras el zumo, me lo dices ¿eh?
M_ Me he dormido –susurró mientras se desperezaba.
R_ Sí. Estamos solas.
M_ ¿Solas? –la miró con los ojos cubiertos nuevamente por la
tristeza.
R_ Sí, Encarna ha ido al pueblo a comprar algunas cosas.
M_ Ya.
R_ Es muy buena mujer.
M_ Si lo es, sí. Dame el zumo mamá.
Volvió a suspirar para aferrarse a la manta y dejarse llevar por
el sentimiento que la envolvía, el amor. Pero de repente otro
pinchazo hizo que toda ella se estremeciera, un nuevo dolor intenso,
más intenso que otras veces, más fuerte, gritó llamando a su madre
que asustada llegó a ella mientras el gato saltaba y se sentaba
delante suya mirándola con sus ojos verdes.
R_ Ya está mi vida... ya está.
M_ ¿Cuándo va a parar?
R_ Pronto cariño... pronto...

Entre tanto, una contenta Esther jugaba con su hijo en la calle,


hacía frío pero el sol que asomaba por la montaña, daba la
sensación de bienestar Estaba sentada en el suelo jugando con
juguetes que Carmen le había regalado al niño cuando vio como del
coche de Fermín bajaban dos pies que la noche anterior los tuvo
cerca de su cara.
E_ Mamá... ¿qué haces aquí? –le preguntó un tanto desconcertada.
En_ Vaya esa es la alegría que tienes al ver a tu madre.

372 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Lo siento no esperaba verte –se acercó a darle un beso y
entonces la mujer le dio una pequeña colleja-. ¡Mamá!
En_ ¿Qué hacías en la habitación de Maca anoche?
E_ ¿Pero qué dices mamá? –la miraba entre asustada y un tanto
perpleja.
En_ Mira, la felicidad que tiene Maca hoy no puede ser otra cosa que
no sea que tú estabas allí. Ella no puede cerrar la puerta, ni puede
revolver las sábanas ni...
E_ Está bien... lo confieso. Fui –le dijo un tanto avergonzada.
En_ ¿Y cómo entraste?
E_ Carmen me dio la llave.
En_ Así que tienes una cómplice –la miró entrecerrando los ojos con
gesto serio.
E_ ¿Entonces Maca está contenta? –le preguntó sonriente.
En_ Mucho hija mucho, es más creo que deberías prodigar más en
esas visitas.
E_ Mamá te juro que nada más necesitaba verla pero ... –se calló
omitiendo la obviedad.
En_ Lo sé hija.
E_ ¿Os ha dicho algo?
En_ Nada –elevó sus hombros acariciando la cabeza de su nieto.
E_ Tenía tanto miedo que al despertar y no verme se enfadara.
En_ ¿Enfadarse?, ¿Maca enfadarse? –le preguntó en plan irónico
sonriendo-. No hija, no, está muy bien, así que vuelve cuando
quieras. Y ahora déjame a mi nieto que va a venir Teresa y quiero
que hablemos.
E_ ¿Teresa?
En_ Sí hija Teresa. Daniel guapo –el niño movió los brazos alegre al
ver como su abuela lo cogía en brazos.

373 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Quién ha venido a ver al rey, eh? –le habló cariñosa
acariciándole la mejilla.
En_ Es un bendito este niño –sonreía abiertamente mientras le hacía
carantoñas.
E_ Mamá –la miraba con los ojos repletos de lagrimas que no podía
retener, al ver a su madre su interior flaqueó nuevamente. Encarna
la miró con ternura abriendo el brazo que le quedaba libre acunando
a su hija en su pecho comprendiendo su miedo-. Te necesito mamá.
En_ Lo sé hija, ¿por qué crees que he venido?
E_ ¿Para reñirme? –se secó las lagrimas mientras se abrazaba con
fuerza a ella.
En_ Claro que no, ven –la llevó hasta un banco de piedra donde se
sentaron las dos y Daniel que seguía en los brazos de su abuela-. He
venido porque Fermín me dijo lo que te había pasado la otra noche,
he venido porque sé que estás mal y necesitas los consejos y el
cariño de tu madre.
E_ Estoy tan perdida, anoche... fue como un sueño... –decía con
una tristeza palpable.
En_ Maca está como tú –ella la miró sin entender-. Si hija, cuando
despertó y no te vio fue como un volcán, pero un volcán de mal
genio, creo que ya es hora que vuelvas, ¿no crees? –la miraba
fijamente.

Entre tanto en el porche continuaba Maca mirando fijamente el


camino de entrada, sus ojos no se apartaban más que para
contemplar los juegos con los que el gato parecía obsequiarle. Ella
sonreía las diabluras del animal, hasta que su madre llegó y se
sentó a su lado. Rosario respiró profundamente y apoyó su mano
sobre la de su hija que no la retiró.
R_ ¿Estás mejor hija?
M_ Sí.

374 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ Tu padre me acaba de llamar, dice que ya lo tiene todo bajo
control... la verdad que no sé que va a pasar cuando él deje de
supervisar las bodegas.
M_ Ya –respondió sin ningún interés.
R_ ¿La echas de menos, verdad? –le preguntó sin mirarla,
abandonando sus ojos como los de ella en el camino pues entendió
que no le interesaba el tema de las bodegas.
M_ ¿A quién?
R_ ¿A Esther? –Maca guardó silencio-. A veces abrir el corazón nos
ayuda a ver cosas que no somos capaces de descifrar.
M_ Mi corazón está cerrado, no soy capaz de descifrar nada.
R_ Yo puedo ayudarte, es más sencillo de lo que puedes imaginar –
la miró con sus ojos repletos de la luz de la esperanza.
M_ ¿Pero como me vas a ayudar si no encuentro sentimientos? –su
voz sonó triste y repleta de miedo.
R_ Siendo sincera con tu madre.
M_ ¿Y qué quieres que te diga? –esta vez la miró con sus ojos
repletos de dudas.
R_ La verdad. Aunque tú calles tus ojos hablan.
M_ Nunca has leído mis ojos.
R_ Que no te apoyara, que quisiera cambiarte o que te reprochara
tu condición, no quiere decir que no leyera tus ojos, simplemente
pensaba que omitiendo cosas que no me gustaban no te vería sufrir.
M_ Siempre has hablado muy bien... siempre le has dado las vueltas
a las cosas.
R_ Si, porque es lo que me enseñaron, pero quizás ahora tenemos
la oportunidad que ambas necesitábamos encontrar –Maca la miró
con sus ojos interrogantes-. Estamos solas, nadie nos va a
interrumpir, no solo tienes la oportunidad de darte cuenta que
Esther está sufriendo como tú, también si me dejas, te demostraré

375 ”Adiós Esther” © by ldana


que yo he cambiado y que como ella, tan solo quiero una
oportunidad para que tu corazón se abra y me deje entrar.
Maca calló, apoyó la cabeza sobre el balancín mientras el gato
volvía a subir a sus piernas, lo acarició cerrando los ojos
M_ A Esther le dio un buen susto... fue divertido... parece que está
aquí nada más que para mí –lo miraba sonriente.
R_ Los gatos son inteligentes, dicen que saben cuando estás mal...
–la miraba un tanto más tranquila al ver que su gesto se había
suavizado.
M_ Este gato supo cuando Esther estaba mal... ¿verdad?
R_ Puede... no lo sé hija...
M_ Aquel día fue maravilloso, me gustaría tanto volver a pasar un
día así.
R_ ¿Con ella? –trató de no respirar, por si al hacerlo pudiera
cambiar aquellas palabras de su hija.
M_ Sí, con Esther –lo dijo lentamente pero con toda la fuerza que
podía.

La hora de comer se acercaba y Carmen había hecho pasar a


Encarna, estaban en la acogedora cocina hablando cuando la mujer
entendió que era hora de que madre e hija pudieran tener una
conversación, decidió llevarse al pequeño a dormir, y dejarlas solas.
En_ Esther cariño tengo que irme, no quiero dejar a Rosario mucho
tiempo sola con Maca.
E_ Claro mamá.¿Te das cuenta que desde el accidente no habíamos
podido estar juntas?
En_ Desde ese día cambiaron demasiadas cosas. No puedo
permitirte que te culpes de todo.
E_ Lo sé mamá, me vine abajo y... después cuando estuve con Maca
me di cuenta que todo cuanto ha pasado ha hecho que la quiera
más.

376 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ No lo dudo, pero también tienes que darte cuenta cariño, que
todo cuanto ha pasado y está pasando os está haciendo heridas en
el corazón y eso repercutirá en vuestra relación.
E_ Tienes razón –murmuró con gesto de pena pero la mano de su
madre apoyada en la barbilla le hizo elevar su cara-. No podemos
seguir así.
En_ Exacto, Maca ha perdido muchas cosas, no sé hasta que punto
has perdido tú. Por eso, te doy un consejo, vuelve a su lado, estoy
con Fermín, ¿qué saben los médicos lo que es mejor para ella?,
porque en primer lugar, no saben curarla, por lo tanto, no puedes
fiarte de lo que dicen. Tú estabas cansada, has descansado unos
días, tu deber es estar junto a ella, con paciencia que te digo se
necesita mucha, pero tu deber es estar a su lado. Eres su mejor
medicina.
E_ Le he fallado ¿verdad mamá?
En_ ¿Por qué? –le cogió la mano apretando con fuerza mientras la
miraba fijamente con sus ojos mostrando preocupación.
E_ Porque no debí marcharme... porque no sé porque debí
marcharme.
En_ Porque lo necesitabas, te dejamos sola en esto y no debimos,
fallamos todos, esto es demasiado duro para llevarlo una persona
sola. Tú has pasado lo peor, ahora es hora de que vuelvas y tomes
la rienda de vuestro matrimonio, tú eres responsable de eso, nada
más de eso.
E_ Te quiero mamá.
En_ Lo sé, yo también, ¿lo sabes, eh? -le acarició la cara con
suavidad y ternura.
E_ Sí mamá, lo sé.

Rosario había dejado sola a Maca, después de la conversación


del gato, no habían vuelto a hablar, había preparado la comida y la
mesa, Maca se había puesto en pie, había cogido las muletas y una

377 ”Adiós Esther” © by ldana


vez hizo los ejercicios había tratado de andar por el porche. Sentía
dolor al caminar, pero sabía que era lo que debía hacer para
mejorar, todos estaban poniendo lo mejor de cada uno de ellos para
ayudarla, y ella lo único que hacía era dar problemas a los demás,
sobre todo a Esther. Al pensar en ella sentía ganas de perderse por
el bosque y encontrarla, se acordaba de todo cuanto habían pasado
aquellos días perdidas en aquel lugar y entonces, centraba sus
fuerzas para amarla, para sentir aquel amor que tanto había
recibido la noche anterior, quería centrarse en Esther, para sentir en
su corazón las cosas que antes de aquel maldito accidente había
sentido.
Después de caminar durante un rato se sentó. Rosario la había
estado vigilando desde la ventana de la cocina, cuando vio que
volvió a sentarse, le acercó una taza de caldo.
R_ Es del que hizo Encarna, tiene una mano para cocinar –sonrió.
M_ Gracias.
R_ Bueno voy seguir...
M_ Espera mamá –la miró frunciendo sus cejas.
R_ Dime.
M_ ¿Puedes sentarte?
R_ Claro –lo hizo mirándola con ternura.
M_ Mi corazón siente a ratos amor, siente que cuando Esther está
cerca de mí, una paz lo llena todo, pero al mismo tiempo me llena la
rabia, ayer cuando vino por la noche, cuando más perdida me
encontraba, cuando más sola cuando más hundida, con tan solo su
presencia todo mi desespero se borró –hablaba mientras alternaba
su mirada entre la taza de caldo y el camino, Rosario la escucha
atentamente-. Esta mañana cuando me he despertado y no la tenía
a mi lado, me he sentido engañada, perdida y más sola que nunca,
extrañándola hasta el punto de dolerme su ausencia. Trato de
equilibrar mis sentimientos hacia ella, la sensación de amarla y
odiarla, de necesitarla y abandonarla, pero no puedo.

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R_ Eso es lo que tienes que lograr, el equilibrio, sé que es fácil
decirlo por mi parte, pero precisamente lo que sientes cuando no
está, es lo que deberías entender, entonces es cuando tu corazón te
habla y te dice lo mucho que la amas, es ese sentimiento
justamente al que debes obedecer, olvidar el resto.
M_ Pero... ¿y por qué me siento engañada? –se notaba en su tono el
aturdimiento en el que estaba enfrascada.
R_ Engañada te diré el porque... porque os habéis empeñado en
vivir una situación inútil, porque os amáis tanto que habéis sido
incapaces de separaros aún creyendo aquella mentira que os hizo
daño pero no pudo con vuestro amor. A borrar tu sensación de
engaño no te puede ayudar nadie, solo tú.
M_ Luna... –murmuró como si tan solo pronunciar su nombre le
hiriera de muerte.
R_ Luna os mintió –la interrumpió mirándola fijamente-. Y te duele
tanto precisamente porque amas con todas tus fuerzas a Esther y no
podías entender que ella, la persona a la que más has querido te
fallara.
M_ Entonces... ¿por qué necesito odiarla si fue una mentira?
R_ Porque eres un tanto orgullosa, porque no te gusta que te
mientan y como sigues enfrascada en ese idea de Luna, tu propio
honor herido, te impide quitar definitivamente ese velo que es lo
que te impide olvidar y entregar tu corazón tal y como siente.
M_ Ahora mismo me gustaría poder andar y encontrar las fuerzas
necesarias para buscarla.
R_ Eso es lo que importa –le sonrió acariciando su rostro con
ternura-. Mira hija, con todo lo que ha pasado, las dos habéis
cometido errores os habéis hecho daño y eso en una relación donde
existe tanto amor como ocurre entre vosotras, afecta mucho más,
duele mucho más, por eso no creo que sea bueno que continuéis
con esa actitud, más bien creo que deberíais poner ambas de
vuestra parte y superar esto, cuanto más tardéis, más os dolerá.
Dejar a un lado tanto dolor y centraros en vuestro amor, no perdáis

379 ”Adiós Esther” © by ldana


más tiempo... y en eso las dos tenéis la responsabilidad de
conseguirlo.
Maca no dijo nada, sabía que aquellas palabras eran ciertas,
aquellas y las que Encarna le había dicho, debía ser ella quien diera
el paso de una reconquista, aquella palabra le hizo sonreír y el gato
al notarlo comenzó a ronronear contento. Ella lo acarició y se
propuso luchar y vencer a aquello que le faltaba, sus propias y
contrarias emociones. Con una sonrisa en sus labios apoyó su
cabeza sobre el hombro de su madre, quien al ver el gesto de su
hija, no pudo más que abrazarla y emocionarse.

En la cocina, también estaban abrazadas y emocionadas


Encarna y Esther, habían hablado mucho y sabían que era lo que
necesitaba, ese consejo de su madre.
En_ Bueno... entonces ya sabes... mañana viene Teresa aquí, y con
esa excusa os presentáis en la casa tú y Daniel.
E_ Si mamá, solo espero que Maca lo reciba bien.
En_ Claro que si, ya verás. ¿Y luego qué?
E_ Depende de cómo yo vea que actúa Maca haré, quiero quedarme
con ella pero también quiero que Daniel esté con nosotras.
En_ Tú sola con todo –murmuró ladeando la cabeza un tanto.
E_ Os tengo a vosotras mamá, me estáis ayudando y también tengo
a Carmen y Fermín. Ahora que he descansado y he pensado mucho,
me he dado cuenta que no estoy sola –le sonrió contenta.
En_ Pase lo que pase, esa sonrisa no la quiero extrañar yo ¿eh? –le
dejo un pellizco en su mejilla.
E_ Mamá que con la colleja y el pellizco ya voy bien servida –
protestó sonriendo acompañada por la carcajada de Encarna.

En casa, Maca había sentido un mareo, trató de tranquilizarse


pensando que aquello era dado por el agotador estado de nervio que

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estaba pasando, pero el mareo repitió y lo hizo con fuerza, tanta
que sintió que todo le daba vueltas y el mundo se desmoronaba a su
alrededor.
M_ Esther... Esther...
R_ Cariño está todo preparado y… ¡Maca!, ¿qué te pasa hija?, ¡ay
Dios mío!
Rosario se encontró con su hija inconsciente sobre el balancín,
uno de sus brazos caía hasta el suelo donde el gato dejaba suaves
lametazos y su cabeza aparecía ladeada con los ojos cerrados.
Rosario la levantó como pudo, le golpeó la cara fuera de sí temiendo
lo peor, trataba de escuchar su corazón que le parecía iba
demasiado deprisa, sus nervios se estaban disparando ante la visión
de su hija totalmente desfallecida.
R_ Maca, Maca por Dios hija... Maca –decía llorando sin saber que
hacer-. Esther tengo que llamarla, cariño... vamos reacciona, ¿pero
cómo la dejo así?
Su inquietud crecía conforme se daba cuenta de la gravedad a
la que se estaba enfrentando, pero justo en aquel momento donde
la desesperación se estaba apoderando de todo su ser, oyó como un
coche se acercaba. Dejó con cuidado a Maca sobre el balancín y
salió corriendo hasta el coche. En él venían Encarna y Fermín, el
hombre parco en palabras le dijo las suficientes durante el corto
trayecto dándole su apoyo sobre el consejo que acababa de darle a
Esther. Al ver el estado de Rosario, con el rostro pálido y totalmente
desencajado, salieron del coche con sus gestos de máxima
preocupación.
R_ ¡Encarna es Maca!, Fermín por favor...
En_ ¿Qué pasa hija? –le cogió las manos pues la notaba al borde de
la histeria.
R_ Se ha desmayado.
En_ Pero...

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No le dio tiempo a seguir hablando, pues Fermín corrió hasta el
cuerpo desplomado de la pediatra que seguía yaciendo en aquel
lugar totalmente inconsciente.
F_ ¡Rápido abran la cama!
En_ Sí, sí –corrió Encarna pues Rosario se había quedado bloqueada
sin saber que hacer ni como reaccionar.
F_ Llamen a Esther y al médico –le dijo antes de perderse por la
casa con Maca en brazos.
En_ Ya lo hago yo Rosario –acudió a ella que seguía inmóvil en el
porche-. Venga ves a su lado. ¿Qué ha pasado, dime?
R_ Estaba hablándome de Esther, de lo que pasaba por su cabeza –
decía con un nudo en la garganta y sus manos cruzadas sobre el
pecho dando muestras de su miedo mientras Encarna llamaba por
teléfono-. Entré a poner la mesa, al salir a por ella para esperarte la
encontré así...
En_ ¡Carmen! –le hizo una señal con su mano en alto para que
aguardara.
Ca_ ¿Qué pasa? –la mujer percibió en el tono de Encarna la angustia
alertándose.
En_ Rápido dile a mi hija que venga, Maca está inconsciente y no
sabemos que le pasa.

En su habitación terminando de dormir a Daniel se encontraba


una Esther ajena a cuanto estaba ocurriendo, mantenía una sonrisa
en sus labios pues la idea de ir a ver a Maca por la noche y al día
siguiente con su hijo le estaba haciendo sentir por fin, que el final de
la pesadilla podía estar cerca. Cuando se abrió la puerta y vio el
rostro de Carmen, todos sus pensamientos de alivio se vinieron
abajo, se precipitó hasta la mujer que la miraba con temor sin poder
ocultar que algo grave ocurría.
E_ ¿Qué le pasa a Maca? –preguntó de inmediato sabiendo que ella
era la causante de aquel gesto.

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Ca_ Debes ir, se ha desmayado y no saben que le pasa. ¡Esther por
Dios ves con cuidado! –le dijo agarrándola suavemente del brazo-.
Espera voy a avisar al Ricardo que te acompañe.
E_ ¡Dios mío Maca! –murmuró perdiendo el control.
Cuando llegó, Encarna salió a recibirla, en ese mismo instante
una tormenta rompió la tranquilidad en la montaña.
E_ ¿Qué ha pasado mamá? –la miraba asustada mientras Encarna la
acompañaba dentro.
En_ Rosario la encontró desmayada, vamos tranquilízate hija.
R_ ¡Esther cariño! –fue hacia ella abrazándola como si con ese
abrazo le pidiera disculpas por lo ocurrido.
E_ Tranquila Rosario seguro que no es nada –apartó suavemente a
la mujer a un lado y se dirigió hasta Maca-. Cariño... Maca...
En_ No hace ni dice nada Esther, no reacciona hija –decía apretando
una mano contra la otra con temor.
E_ No tiene fiebre –puso su mano sobre la frente de Maca que
continuaba con su inconsciencia-. Dame el termómetro por si acaso
mamá.
En_ Voy –dijo Encarna pues Rosario seguía completamente
bloqueada.
F_ Hemos llamado al médico Esther, yo creo que es un ataque de su
cabeza.
E_ ¿Qué pasó Rosario? –le preguntó asintiendo al hombre que había
aprendido a detectar aquellos ataques en su mujer.
R_ Estábamos hablando... y entré para poner la mesa...
En_ Toma hija –le dio el termómetro.
R_ Entonces cuando salí, ya estaba así –la miraba con el miedo
reflejado en sus pupilas.
E_ ¿Discutisteis? –quiso preguntar con la mayor suavidad posible
pues podía percibir en la mujer un gesto de culpabilidad.

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R_ No –se defendió.
E_ Rosario no pasa nada, no es culpa suya, esto le puede suceder
con usted, conmigo o con mi madre... tranquila –le sonrió aunque
por dentro estaba muerta de miedo.
R_ Hablábamos de ti, ella me estaba diciendo que su interior sentía
cosas enfrentadas... no sabía que hacer estaba completamente
desorientada con respecto a vosotras y todo lo ocurrido, el pasado le
atormentaba...
F_ No falla, es un ataque de lo más normal, no se preocupen. De
todos modos esperaré fuera al doctor.
E_ Gracias Fermín. ¡Maca cariño soy Esther! –le susurró
acariciándole la frente-. Mi amor estoy aquí, dime ¿te duele la
cabeza cariño? –le preguntó con tono suave sin dejar de acariciarla
pero Maca no contestó.
R_ Lleva así mas de veinte minutos.
E_ A ver –sacó el termómetro-. No. Fiebre no tiene. Voy a tomarle
la tensión.
En_ Hija ¿qué puede ser?, Fermín puede llevar razón, ¿verdad?
E_ Sí, creo que sí pero tendremos que esperar –contestó
distraídamente mientras le ponía el tensiómetro.
R_ ¿Por qué no llamas a Vilches?
E_ Sí, ahora, tranquila Rosario por favor. La tensión también la tiene
bien.
En_ Yo contesto, –le dijo Encarna pues el teléfono de la casa
comenzó a sonar. Las dos mujeres miraban en silencio a Maca que
seguía completamente inmóvil. La tormenta cada vez era mayor,
llovía con fuerza y cuando Encarna volvió su gesto era preocupado-.
El médico dice que no puede llegar por la tormenta.
R_ Dios mío –murmuró con miedo Rosario.
E_ Joder... –susurró de pronto Esther parecía perder el control y se
mostró como realmente se sentía, asustada. Se levantó con rapidez

384 ”Adiós Esther” © by ldana


y decidió ponerse en contacto con Vilches-. Voy a hablar con
Vilches...
R_ ¿Encarna que va a pasar? –le preguntó mientras Esther cogía el
teléfono de Maca.
En_ Espero que nada grave, ya veras tengamos Fe.

Esther se había sentado en el sillón del comedor, necesitaba


tranquilizarse para poder hablar con él. La lluvia cada vez más
insistente le hizo perder un poco la calma, pensaba que si era algo
grave y debían llevarla al hospital iba a ser imposible, pero al
girarse, vio allí como si fuera una estatua a Fermín, con su mirada
clavada en ella, y entendió que no tenía nada que temer, aquel
hombre haría lo necesario para sacarla de allí, con una ligera
inclinación de su cabeza trató de transmitirle calma, ya que el
hombre pareció entender el pensamiento de Esther, que suspiró con
fuerza agradeciendo su presencia con una ligera sonrisa. Marcó el
número de Vilches y espero desesperadamente que hubiera
respuesta, tardó y estuvo a punto de colgar, no sabía si podría
localizarlo allí o tendría que insistir al hospital. Cuando iba a colgar
oyó su voz.
V_ ¿Maca eres tú?
E_ No Vilches, soy Esther, te llamo desde su móvil –su voz temblaba
V_ ¿Qué ocurre? –adivinó que algo había sucedido
E_ Maca se ha desmayado.
V_ ¿Desmayado? –Cruz se acercó al oírlo-. Maca se ha desmayado,
espera Esther tengo aquí a Cruz, voy a ver si acierto con el botón
del altavoz. Ya. Di.
C_ ¿Qué pasa Esther? –le preguntó con voz preocupada-. Cuenta.
E_ Estaba en el porche, estaba hablando con su madre
aparentemente todo estaba bien, Rosario fue al comedor y al salir la
encontró inconsciente.

385 ”Adiós Esther” © by ldana


V_ ¿Le has tomado la tensión y pulsaciones?
E_ Sí todo está normal, es lo primero que he hecho.
C_ ¿No responde a ningún estimulo Esther?
E_ Cuando le hablo no, le he acariciado y sí ha gesticulado pero no
ha pronunciado palabra.
V_ Bueno... tranquilízate lo primero. ¿Veamos, has mirado sus ojos?
E_ Sí yo los veo normales, pero es que hay tormenta y el médico no
puede venir.
C_ Bien... no importa lo haremos nosotros. ¿De qué estaba
hablando justo cuando se ha desmayado?
E_ De mí –susurró tapándose los ojos con su mano-. Le contaba a
su madre que no podía dominar su interior y que tampoco lo
entendía, al parecer estaba tratando de recordar... no sé... anoche
estuve con ella y por un momento pareció que todo era como
siempre –Vilches miró a Cruz que le hizo un gesto de silencio-. Pero
hoy dicen que estaba rara... enfadada y... sólo quería estar sola.
V_ Bien, descartemos cosas. No tiene fiebre, su pulso es normal, su
estado anímico es como debe ser, es decir, está hecha un lío... por
lo tanto veamos. ¿Come bien?
E_ Sí, sí.
V_ Bueno esa pregunta la habría podido obviar estando ahí tu
madre –elevó sus cejas.
C_ A ver Esther, ve donde está ella y pasa tu mano por la planta del
pie, por favor –tapó el auricular-. ¿Tú crees que puede haberle dado
un derrame?
V_ No soy adivino y menos desde la distancia... pero no creo... o
mejor dicho, esperemos que no.
E_ Ya estoy aquí, voy a ello, voy a poner yo también el altavoz.
Mamá sujeta el teléfono por favor.
En_ Si hija.

386 ”Adiós Esther” © by ldana


V_ Hola Encarna, ¿qué tal estamos? –le preguntó Vilches con voz
amable.
En_ Pues aquí hijo... un poco asustada.
V_ Tranquilas que estoy seguro que no es nada. ¿Reacciona Esther?
E_ Sí, en ambas piernas.
C_ Controla su pulso y dime si es el mismo que antes o ha variado.
¿Rosario qué tal?
R_ Muerta de miedo Cruz, estaba bien y...
C_ Por favor mantengan la calma, no creemos que sea nada grave.
E_ Si, tiene el mismo, setenta y dos.
V_ Perfecto –murmuró Vilches-. Ahora golpéale la cara pero sin
pasarte ¿eh?, y háblale.
E_ ¡Maca!, ¡Maca cariño... me oyes... vamos despierta!
V_ Dale más fuerte Esther coño que no le vas a hacer reaccionar
así, ¿y tú eres enfermera?, ¡ay que joderse!
E_ Maca... Maca...
M_ Esther...
E_ Si... estoy aquí cariño.
V_ Bueno te reconoce, que le hablen las demás...
E_ Venga –le dijo a Rosario mientras seguía vigilando a Maca.
R_ Hija, cariño... ¿cómo te encuentras?
M_ Esther...Esther...
V_ Bien… insiste en ti. Ahora vamos a ver…
R_ Vilches –le interrumpió de golpe Rosario.
V_ ¿Si? –miró a Cruz un tanto sorprendido pues los modales de la
mujer no le permitían comportarse de aquella manera tapó el
auricular y le dijo a Cruz-. No hay nada como el campo para perder
las buenas costumbres.
C_ ¡Rodolfo joder! –le riñó.

387 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ Antes que le pasara esto, le dio un dolor de cabeza muy fuerte –
Esther la miraba fijamente con expresión ceñuda-. Me dijo que sus
recuerdos y sus sensaciones eran como remolinos.
V_ De acuerdo, no hace falta que me digáis más, ¿verdad Cruz?,
anda explícalo tú que te queda más bonito –se retiró hacia detrás en
el sofá.
C_ A ver... esto es una manera diferente de darle un ataque con el
problema que ella tiene en su cabeza.
M_ Esther.. . no te vayas... no me dejes –murmuraba agitando su
cabeza.
E_ No cariño estoy aquí... –le cogió la mano mientras no apartaba
sus nerviosos ojos del móvil.
C_ Quizás lo que acaba de ocurrirle es una autodefensa, ya sabéis
que la cabeza es un mundo todavía por descubrir, pero lo más
seguro es que lo que le acaba de ocurrir sea...
E_ ¿Qué está recuperando su emotividad? –se apresuró a preguntar
con la esperanza escrita en sus ojos.
C_ Bueno Esther... podría ser así o bien...
E_ ¿O bien que? –la abordó Esther con gesto repleto de pánico.
C_ Se conoce como Alexitimia, es una reacción ante sentimientos
que no pueden describir, o que no puede explicar sus emociones, su
cuerpo puede reaccionar de muchas maneras, y esta puede ser una
de ellas. A veces suele pasar Maca ha tenido episodios de ansiedad
y de crisis, quizá su cuerpo se ha protegido de demasiadas
emociones seguidas –Cruz pareció entender las palabras de Esther,
más que por lo que le contaba, porque su tono fue el mismo que
cuando le pidió ayuda pues se sentía mal por haber estado con ella-.
Esther... puede que Maca este empeorando de su estado
emocional... puede ser pasajero, puede durarle horas o puede
durarle días.
M_ ¡Esther! –le llamó a gritos.
E_ Cariño...

388 ”Adiós Esther” © by ldana


V_ Yo creo que también se le une que pueda tener una ambivalencia
emocional, es decir, siente odio y amor.
R_ Exacto... eso mismo me dijo –añadió con nervios Rosario.
C_ Si, tiene una mezcla de todo, y ha explotado, su desmayo puede
valerse a su estado de excitación, demasiadas emociones juntas.
En_ Yo creo que Esther debería estar junto a ella, es peor que esté
lejos –interrumpió de repente Encarna con voz firme.
V_ ¿Usted siempre tiene la solución Encarna?, creo que la voy a
contratar como mi psicoanalista –le dijo Vilches.
En_ Eres maravilloso Vilches, aquí muertas de miedo y tú
haciéndonos reír, ¿quién se atreva a meterse contigo, me lo mandas
a mí?
V_ ¿Has oído Cruz?
C_ Vilches por favor... –le riñó-. Esther, tendrás que vigilar sus
próximas reacciones, lo siento pero deberás estar todo el tiempo a
su lado controlando todo cuanto le ocurra, si ves por cualquier
motivo que se alteran sus constantes vitales, tendrás que traerla al
hospital.
E_ Joder... y con la tormenta que tenemos... y las carreteras
cortadas –se quejó.
M_ No quiero... no quiero... no puedo... dejarme que no puedo.
V_ Tranquilas, creo que no hará falta, es un trastorno fuerte. Espero
que sea suficiente como para devolverle a la realidad.
En_ Dios te oiga –dijo Encarna suspirando.
R_ ¿Y si es como Cruz dice?... ¿qué puede pasar?
C_ Bueno Rosario... Maca podría empeorar en el caso más extremo,
debería tener más cuidados y deberían ser profesionales.
R_ ¿Quieres decirme que puede perder la cordura?
C_ Quiero decir que debería ingresar en un centro adecuado para
ella...

389 ”Adiós Esther” © by ldana


Aquella observación de Cruz, cayó en las dos mujeres como si una
losa hubiera sido puesta sobre sus hombros, cruzaron su mirada
para después ambas fijar sus nerviosos ojos en la figura de Esther
que se había quedado inamovible, como si se hubiera convertido en
una figura de sal. El silencio se apoderó del cuarto mientras Maca
volvía a recordar aquella Maca del hospital, balbuceaba cosas sin
sentido, movía su cabeza y agitaba sus brazos.
C_ ¿Esther? –rompió el helado silencio Cruz.
E_ Sí.
C_ No quiero que esto te afecte, sabías que esto es una de las
muchas complicaciones que podía tener. De momento lo que
debemos hacer es esperar, vamos a ver como transcurre la tarde
¿eh? Dentro de media hora me llamas y hablamos. ¿De acuerdo?
E_ Sí –respondió con tono casi inaudible.
C_ Por favor Esther... todo irá bien... te estaremos esperando.
Adiós.
V_ ¡Menos mal qué te dije que lo explicaras tú!, si eso lo hago yo
me queman en la hoguera.
C_ Rodolfo no podemos otra vez dar esperanzas a Esther.
V_ Lo sé, pero yo creo que tan solo es algo pasajero, ya lo verás.
C_ Esperemos.

La tormenta había amainado un poco, el frío había cubierto la


casa, aunque para ellas la helor que sentían no venía de la
tormenta, más bien, venía del miedo que Cruz había dejado en sus
corazones. Rosario tuvo que sentarse para poder pensar, tuvo que
respirar hondo para tratar de tranquilizarse, Encarna no encontraba
palabra alguna para calmar la ansiedad que los ojos de Esther
reflejaban, y Esther... era incapaz de pensar, sólo contemplar a
Maca y sentir los latidos agitados de su corazón.

390 ”Adiós Esther” © by ldana


Encarna decidió salir hasta la cocina, la siguió Rosario pues solo
ella podría calmar todas sus dudas, se sentaron mientras ella lloraba
con el estilo que da la alta alcurnia, Encarna solo tenía clavada la
vista en la mesa, mirando sin ver, pensando en el calvario que les
esperaba, en el dolor que sería para Esther alejarse de ella.
R_ ¿Qué vamos a hacer Encarna?, dime algo.
En_ No lo sé –elevó sus hombros y habló decaída-. Te juro que no
esperaba algo así.
R_ Estaba tranquila, tomó el caldo y estaba tranquila –insistía una y
otra vez.
En_ Bueno... no te atormentes más, esto le ha pasado porque tenía
que pasar.
R_ No quiero decirle nada a Pedro –Encarna la miró con tristeza-.
Creo que voy a llamar a una amiga mía Mercedes, ella conoce al
director del centro de Jerez, es muy amiga y quizá me pueda decir
algo. ¿Crees que hago bien?
En_ Sería bueno saber si pudieran hacerse cargo de ella. Al menos
nos quedaría esta tranquilidad.
R_ Déjame ver –sacó el móvil y marcó el número de teléfono-.
¿Chiruca?, soy Rosario ¿qué tal?, sí aquí estoy, mira es que por eso
te llamaba Maca ha sufrido una recaída y como sé que tu eres amiga
de Mariano, ¿podrías hablarle?, sus médicos dicen que quizá si no
mejora haya que llevarla algún centro –Encarna la observaba con
cierta pena, sabía cuanto le estaba costando hacer la llamada y
pensar en algo que le hacía demasiado daño-. Te lo agradecería, sí.
Gracias Chiruca, de verdad.
En_ ¿Qué ha dicho?
R_ Va a hablar con él, Mercedes... bueno Chiruca le llamamos –
sonrió con tristeza-, es de Coruña una mujer maravillosa, crecimos
juntas y sé que puedo confiar en ella.

391 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Sé lo duro que esto te resulta Rosario –le tomó la mano con
gesto afligido mirándola con ojos ahogados en la pena-. Y sé lo
difícil que esto puede llegar a ser para todas.
R_ ¿Y Esther? –la miró con temor.
En_ Lo tendrá que aceptar si es necesario.
R_ ¿Y si no lo acepta? –el miedo pasó de los ojos a su tono de voz y
no pudo evitar que se le quebrara.
En_ No es cuestión de que lo acepte o no, es cuestión de que Maca
necesita ayuda y más nosotros ya no podemos hacer –elevó sus
hombros con consternación.
R_ Voy con ella.
En_ ¿No quieres tomar auque sea una taza de caldo?
R_ No gracias Encarna... la verdad que no puedo probar nada se me
ha cerrado el estómago.
En_ Comprendo.
La casa se había cubierto con la oscuridad de la tormenta, las
nubes espesas parecía habían llevado consigo el nuevo problema de
Maca. Ninguna de las tres quería nombrar nuevamente la posibilidad
del internamiento, a Rosario después de diez minutos, su amiga
Chiruca le notificó que no había ningún tipo de problema, que
encantados la atenderían, pero le bastó ver el gesto de Esther para
entender que ella no lo iba a permitir fácilmente.

El teléfono sonó nuevamente y Esther vio que quien llamaba era


Cruz.
E_ Cruz, dime.
C_ ¿Qué tal?
E_ Igual –dijo abatida.
C_ Quiero que te vayas a un lugar donde podamos hablar tú y yo sin
que las mamis nos oigan.

392 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Si, espera debe ser la tormenta... espera voy a la cocina a ver.
Ahora vuelvo si pasa algo avisarme.
C_ Eso es –le dijo Cruz.
E_ Ya.
C_ ¿Cómo sigue?
E_ Todo estabilizado, ni fiebre, ni tensión alterado, lo único que
varía es su ritmo cardiaco según se agita más o menos, creo que es
normal así que todo igual que antes.
C_ Bien. ¿Sabes que lo que he dicho antes es una posibilidad,
verdad?
E_ Sí.
C_ Quiero que pienses bien las cosas, te hemos dado la oportunidad
que nos pediste pero, si Maca empeora sintiéndolo mucho tendrás
que separarte de ella, para poder ingresarla –Esther guardó silencio
un silencio denso que provocó en Cruz un escalofrío-. ¿Esther?
E_ Lo sé, su madre ya ha movido sus hilos –su tono pareció
ofendido.
C_ No te enfades Esther... Maca necesita ayuda.
E_ ¿Y quién mejor que yo?, todo iba bien Cruz, anoche fue
maravilloso, estuvimos juntas felices, pero... hoy... nunca le había
dado algo tan fuerte. Por un momento pensé en aquel caso que me
contó Héctor... la señora que volvió a recuperar la emotividad tras
un ataque.
C_ Ya sé... pero Maca no es aquella señora, es más creo que
deberías volver a Madrid e ingresarla.
E_ No sé Cruz, ahora mismo no sé nada.
C_ Por eso te llamo, sé que no vas a querer dar el paso, pero si es
necesario, sintiéndolo mucho cariño, tendremos que hacerlo.
Cruz se despidió y notó como Esther se quedaba pensativa. Por
sus ojos resbalaban gotas de lagrimas como por la ventana lo hacia
la lluvia, no esperaba el revés que la vida acababa sin aviso de

393 ”Adiós Esther” © by ldana


darle. No sabía que hacer... no sabía que pensar... y lo peor era un
sentimiento nuevo que había nacido en ella. Cuando la puerta se
abrió, agradeció que fuera su madre, en silencio la mujer se sentó a
su lado, la abrazó con ternura, la besó, y le susurró.
En_ En esta vida nada se puede ni se debe dejar para mañana.
E_ ¿Qué voy a hacer mamá?
En_ Siendo sensata debo decirte que prepararte para lo peor. Si te
hablo con mi corazón, decirte vamos a tener calma, vamos a dejar
que pasen las horas y veamos como reacciona, no podemos hacer
otra cosa.
E_ Es mi culpa, le ha pasado por mi culpa.
En_ Eso es, tortúrate, así ganamos en tranquilidad –le habló con
gesto muy serio.
E_ No quiero ingresarla mamá.
En_ Esta vez cariño, no se trata de lo que tú quieras, se trata de lo
que es mejor para Maca. No puedes ser egoísta. Debes pensar que
está enferma, has conseguido que mueva su brazo casi con
normalidad, has conseguido que de sus pasos ayudada con las
muletas, todo eso es mérito de vuestra insistencia por mejorar, pero
la cabeza mi vida... ahí... no puedes llegar.
E_ No soportaré estar alejada de ella –murmuró con un nudo en la
garganta.
En_ Ya te he dicho que esperemos el paso de las horas... de todos
modos... déjame decirte que la vida se está portando mal con
vosotras, supongo que luego tendréis una maravillosa recompensa.
E_ ¿Luego?, ¿luego de qué? Maca puede perder la cordura, o puede
pasarse años así, riendo y llorando sin saber porque, sufriendo
ataques sin poder hacer más. No mamá, no hay luego ¡quiero que
sea ahora!, ¡ya!, quiero que si Dios existe de verdad, haga que Maca
se mejore ya, en este instante –las venas de la garganta parecían al
borde de explotar, sus nervios se habían desatado, se había

394 ”Adiós Esther” © by ldana


levantado y había golpeado con rabia la mesa-. No quiero un luego,
no quiero un mañana, quiero un ahora, ¡ya hemos sufrido bastante!
En_ No te digo que no, pero...
E_ Hay algo que...
En_ Dime, sé que hay algo que te atormenta, más de lo que hasta
ahora ha podido atormentarte todo cuanto has pasado.
E_ Tengo miedo, miedo a ir a su lado y ver que sigue igual, miedo a
ver que su mente ha dejado de funcionar, miedo a que sus gestos,
su voz, sus ojos sigan odiándome, sigan amándome sin sentido
alguno, tengo miedo mamá, tengo miedo de estar a su lado, no
quiero dar la razón a Cruz, no quiero dar la razón a Rosario... ¡solo
quiero que se ponga bien! –rompió a llorar como una niña-. No
podría soportar pasar por lo mismo, no podría mamá, no podría
volver a ver en sus ojos la lejanía, ¡qué voy a hacer! ¡Por qué Dios
nos castiga así, no lo entiendo no lo entiendo!
F_ Encarna, ¿podría dejarme solo con su hija?
En_ Claro Fermín –la besó y se marchó con sus ojos repletos de
lagrimas.
Cuando llegó al porche trató de calmarse, su hija tenía razón,
volver a pasar por lo mismo sería horrible, la había visto sufrir en el
hospital, la había visto sufrir en aquella casa, pero nunca la había
visto sufrir como en ese momento, miró al cielo y su alma trató de
buscar una pequeña esperanza sobre ese cielo negro como la boca
de un lobo, sobre ese viento que parecía atizar todo cuanto iba
tocando, hasta su propia cara, hasta su propia alma. Notó la mano
en su hombro de Rosario, la mirada de las dos mujeres era la
misma, dolor, miedo y desconcierto.
R_ Encarna... no te vengas abajo o de lo contrario... no podremos
soportarlo –murmuró despacio y hacia tanto frío que su aliento se
transformó en vaho.
En_ Yo también lo siento Rosario... y te juro...que por primera vez
desde que ocurrió el accidente... tengo miedo.

395 ”Adiós Esther” © by ldana


No se dijeron nada más, porque no había más que decirse. Se
abrazaron y volvieron a entrar para estar junto a Maca que seguía
en un mundo repleto de imágenes, de perturbaciones, de caras, de
voces, de miedo, de alivio, de pánico, de esperanza, de desespero,
de amor... de amor eterno.
Rosario le secaba el sudor, Encarna le cogía de las manos,
ambas allí juntas dando el calor que sabían en aquel instante Esther
era incapaz de dar.

En la cocina, Fermín estaba sentado frente a Esther, la había


dejado llorar, sabía que era necesario, sabía que debía dejarla que
sacará toda su rabia, su ira, su enfado, el hombre guardaba un
silencio grave y angustioso. Solo cuando vio que Esther levantó su
mirada y lo encontró, cuando vio que se calmaba decidió hablar
manteniendo siempre el mismo tono duro que habitualmente
utilizaba pero al mismo tiempo, acompasado, parecía la voz que
pudiera dar calma a Esther. Durante toda su charla, Esther no
apartó ni un solo segundo sus ojos de los del hombre, parecía como
si tuviera un imán y la hubiera atrapado, como si fuera un
hipnotizador, y la hubiera hipnotizado y no lo escuchara nada más
con sus oídos, sino, con su corazón.
F_ Antes has dicho porque Dios os castiga así, yo me hice la misma
pregunta miles de veces, llegué a la conclusión que Dios está en
cada uno de nosotros y cuando parece que todo se acaba, cuando
no sientes fuerzas, te ayuda a levantarte, no sé como, pero lo hace,
de lo contrario mi mujer no sería quien es hoy, ni yo estaría aquí
viendo en ti mi propio reflejo del pasado. Lloré como tú ahora miles
de veces, hice todo cuanto pude, y tan solo pedí una cosa. Mi mujer
a mi lado, nadie sabe más que yo para curarla en algo que depende
de nuestros recuerdos, de nuestras vivencias, ni medicinas, ni
médicos, ni psicólogos... el amor puede con todo lo que parece
imposible, y tú tienes mucho amor que darle no creas que estás
perdida, que no puedes continuar... tú eres un Dios más que cuando
mira a Maca, sabe que tiene que hacer, que cuando ella se

396 ”Adiós Esther” © by ldana


desespera sabe que una caricia un beso, la tranquiliza, que cuando
ella te grita porque no te quiere a tu lado, sabes guardar silencio y
volverte invisible, tú eres la única persona en el mundo que podrá
ayudarla. Pero debes tener miedo... y pánico, te aseguro que ese
sentimiento es quien te moverá a seguir luchando, lo habías
conseguido ¿qué ha habido un pequeño retroceso?, no importa, ahí
estarás tú para sacarla adelante ¿sabes por qué?, porque Dios
jamás castiga, Dios siempre tiene un buen motivo para hacer que
las cosas pasen, yo perdí mi hijo y solo así comprendí lo injusto que
fui, sufro todos los días, pero sigo guardando la esperanza de poder
arreglar el error que cometí, casi perdí a mi mujer, pero luche cada
día de nuestra vida por darle sus emociones y sus recuerdos. ¿Quién
mejor que tú puede saber lo que siente Maca? –bajó el tono de voz,
no la intensidad y tras unos segundos le dijo-. No hay nada como el
amor para levantarte y seguir luchando.
Fermín se levantó con lentitud, y con paso lento pero seguro se
marchó, no sin antes en la puerta girarse a mirarla y entregarle en
sus ojos la confianza que sentía hacia ella. Esther se quedó sola,
cuando se dio cuenta sus dedos apretaban con fuerza el pañuelo,
tanta fuerza que se había clavado las uñas en las palmas, sus ojos
estaban entrecerrados como buscando algo en su interior, apartaba
sentimientos quería mantenerse fuerte y no sentir el pánico que
podía llevarle a la desesperación y cometer la misma locura que
estuvo a punto de realizar. Pero el mensaje de Fermín estaba
perfectamente entendido, no podía temer al miedo porque él era
quien mejor podía ayudarla, por esa razón en aquel momento quiso
sentirlo en soledad, quiso sentir como su alma se desgarraba, como
su corazón sentía una punzada insufrible, como su garganta se
estrechaba, como su cabeza repetía el nombre de Maca, siéntelo se
dijo, y aprende como en su día aprendió Fermín.
El grito desesperado de Maca la sacó de su necesario martirio,
de un salto se puso en pie sacudiendo de su cuerpo lo que tanto la
había paralizado...
E_ ¿Qué pasa?

397 ”Adiós Esther” © by ldana


Entró desesperada a la habitación y allí, se encontró que Maca
se había caído de la cama, estaba en el suelo con el pelo revuelto,
balbuceaba y por su tono parecía sentir un pánico desmedido.
Aquella visión donde sus dos madres trataban inútilmente de
levantarla, le doblegó el corazón. No pudo decir más, se precipitó
hasta ella tratando de levantarla, sin embargo los brazos fuertes
pero al mismo tiempo repletos de suavidad de Fermín se
adelantaron y llegaron para alzarla hasta la cama, mientras Maca
seguía dando tumbos de un lado a otro sin parar de decir cosas sin
sentido.
En_ No nos dio tiempo hija –le decía preocupada Encarna.
E_ Está bien, déjame verte Maca –trataba de tocar sus huesos
aunque parecía que no era más que un golpe seco.
R_ ¡Dios mío Maca cariño!, por favor hija, hija –le hablaba llorando
desconsoladamente-. Esther por favor, llama a Cruz que manden
una ambulancia, sino, llamo a Chiruca y me la llevo a la Clínica, pero
por Dios no la podemos dejar así.
E_ Rosario tranquilícese, por favor, no podemos perder la calma –
decía tratando de sujetar a Maca que seguía como si luchara contra
fantasmas a su alrededor, entonces le habló con ternura-. Maca,
Maca ya está cariño... ya está mi vida.
En_ ¿Y si le pones el calmante?, ¿quieres que llame a Cruz?
E_ No lo sé... no sé... dejarme pensar por favor –su angustia se
reflejaba perfectamente en su voz.
M_ No lo soporto... que se callen...
E_ Mi amor –le acarició la cara tratando de calmarla mientras
pensaba.
El silencio en el cual Esther buscaba encontrar la solución, lo
rompía la voz de Maca diciendo cosas sin ninguna coherencia, Esther
quiso buscar en su mente lo que había estado estudiando en los
libros que había devorado sobre trastornos emocionales, pero se
sentía perdida, se sentía sin saber como debía actuar, al separar los

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ojos de su mujer, se encontró con la mirada segura de aquellos
otros ojos azul cielo de Fermín que en ese momento tanto le
estaban transmitiendo. Aquello le fue suficiente para encontrar la
fuerza.
E_ Dame el teléfono mamá.
En_ Si hija, toma –se apresuró a entregárselo.
E_ Rosario salga de la habitación, y por favor tranquilícese no puede
estar aquí así.
R_ ¿Cómo voy a dejar a mi hija así? –le reprochó.
F_ Esther tiene razón, vamos, yo la acompaño.
R_ Pero...
En_ Rosario vamos, prepararé una tila bien cargada para las dos –la
tomó por los hombros y la sacó no muy convencida de poder
tranquilizarla.
E_ ¡Cruz!, soy yo –se mostró nerviosa por hablar con ella pero al
mismo tiempo serena ante la figura de Maca que le tenía aferrada
una mano.
C_ Dime Esther.
E_ Maca acaba de caer de la cama, parece que está completamente
fuera de su propio control.
C_ Está bien, ya podemos descartar cosas, esto es un ataque y por
que me dices muy fuerte, no quiero que le pongas ningún calmante,
¿ella te responde si le hablas?
E_ No.
C_ Insiste, quiero oírla por favor –le dijo mientras Vilches se
sentaba a su lado con un sándwich en la mano-. Está peor.
V_ Mal asunto –murmuró con el bocado en la boca.
E_ Maca cariño... Maca ¿me oyes mi vida?
M_ No quiero Esther.... no quiero... Daniel... Luisito... ¿quién?,
suéltame, me estás haciendo daño... Esther....

399 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Ya mi vida estoy aquí. ¿Cruz?
C_ Sí tengo bastante. ¿Vilches? –lo miró fijamente esperando que
fuera él quien tratara de se contundente con Esther.
V_ Esther quiero que seas consecuente... si la llevas a una clínica
sabes que van a hacer con ella, lo que Maca está teniendo es una
grave crisis de emociones, recuerdos y hasta diría yo, un grado alto
de trastorno ahora mismo, si tú estás dispuesta, te aconsejo que no
te separes de ella ni un instante, ahora es más peligroso que nunca
dejarla sola, podría hacer cualquier barbaridad, ¿me oyes?
E_ Si –susurró mirándola con profundo impacto por las palabras de
Vilches.
V_ Bien... si este ataque lo supera y es como esperamos, puede que
en poco espacio de tiempo recupere todo cuanto ha perdido, ahora
bien, si este ataque se agudiza sintiéndolo mucho Esther, habrá que
internarla.
E_ No quiero internarla –contestó con seguridad.
C_ Esther ya te hemos dicho lo que ocurre, esta vez tu palabra no
sirve de nada, Maca esta al borde de la locura, eso lo debes
entender.
E_ Si la internamos, llenaran su estómago de pastillas, sus brazos
de goteros, estará encerrada en un cuarto, la atarán ella no
soportaría estar en un lugar así y yo no soportaría dejarla.
V_ Si pierde la cordura Esther, da igual el lugar.
E_ Pero vosotros dijisteis que esto era muy poco probable que
pasara.
V_ Dijimos que era poco probable, pero no imposible. Maca puede
estar con estos ataques días, semanas, puede volverse agresiva
hasta el punto de poder dañarte a ti, lo siento, pero no puedo
dejarte bajo esa presión.
E_ De acuerdo –suspiró mientras acariciaba su frente-. Ahora se ha
calmado, si durante lo que queda de día, y mañana veo que no

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mejora, os prometo que haré lo que decís, pero mientras tanto
quiero ayudarla.
C_ Lo entiendo Esther, y nadie mejor que tú para lograrlo.
E_ No voy a llamaros más, sabiendo lo que hay...
C_ Tranquila ya te llamo yo. ¿Esther?
E_ Dime.
C_ Prepárate para lo peor, no hagas como cuando estuvo en coma.
E_ Tranquila Dios está en mí y me ayudara –colgó quedando sus
ojos fijos en el rostro de Maca.
V_ ¿Ha dicho Dios está en mí? ¿o me estoy tomando una mayonesa
que produce alucinaciones?
C_ Si esa es su forma de encontrar la fuerza, déjala.
V_ Cuando Maca se recupere, Esther va a tener que ir a un buen
psiquiatra nada de psicólogo.
C_ Mañana iré con Teresa, seré yo quien decida que hacer, ¿de
acuerdo?
V_ Claro... Dios esta en mí –murmuró escéptico con gesto
totalmente alucinado.

En la cocina, Encarna le llenaba un vaso a Rosario de tila, tan


solo se escuchaba el sonido del agua subiendo en él; el silencio se
había apoderado de la estancia. Las dos mujeres sopesaban las
posibilidades de lo que sus hijas podían hacer, las dos querían lo
mejor pero sabían que una de ellas, tendría que aceptar algo con lo
que no estaba de acuerdo. Y allí como testigo mudo Fermín, que
miraba por la ventana con sus ojos clavados en el infinito.
En_ Rosario no le tomes a mal a Esther lo que ha dicho.
R_ En el hospital... la deje tomar todas las decisiones Encarna, pero
no soporto ver a mi hija así.

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En_ Si llega el momento yo te ayudaré... aunque ya sabes que no
me gustan esos sitios.
R_ Pero es el único lugar donde Maca tiene posibilidades.
F_ El único lugar donde su hija tiene posibilidades de salir de su
propio laberinto, es junto a Esther –lo dijo tan seguro, tan firme que
Rosario lo miró con gesto dubitativo-. Solo ella será capaz de
ayudarla, si no soporta ver a su hija en el estado en el que está,
váyase, y si la quiere como sé que la quiere, sería lo mejor. Esther
no necesita a su alrededor a nadie que le empuje a ir
contracorriente.
En_ Rosario... –la miró con pena.
Hubo un pequeño silencio que fue roto por la puerta que se
abrió lentamente.
E_ Ya he hablado con Cruz –entró Esther con gesto preocupado. Se
quedo de pie y miró a Rosario como si quisiera disculparse por su
comportamiento-. Sé que todos queréis lo mejor para Maca y todos
creéis que llevarla a un centro es la mejor solución. Voy a seguir las
indicaciones de Cruz, esperaremos hasta mañana a ver su
evolución, ¡ahora bien! –cambió su tono de voz volviéndose fuerte y
seguro, recordándole a Fermín su propia voz-. Si no mejora y Cruz o
usted quieren ingresarla, lo siento, pero todos se marcharan de aquí
y me dejaran sola con ella, no voy a permitir llevarla a un lugar así.
R_ No vas a poder Esther... yo no quiero verte sufrir a ti también.
E_ Es Maca, Rosario, es mi mujer y me necesita a mí, sus recuerdos
son los míos, sus miedos los míos y su amor el mío –Encarna la
miraba conteniendo la respiración.
R_ Está bien... –aceptó cerrando los ojos no muy segura.
E_ Cuando mi padre se estaba muriendo vi a mi madre estar a su
lado –Encarna se sorprendió de que recordara aquello, pues era
demasiado joven y nunca habían hablado de aquel triste recuerdo-.
Yo la veía llorar cuando creía que estaba sola, él también, su vida no
fue perfecta, pero era un amor tan grande que a mí me asustaba,

402 ”Adiós Esther” © by ldana


siempre pensé que no lograría tener la capacidad que tuvo mi
madre. ¿Sabe con quién quiso morir mi padre?, a su lado cogiéndole
la mano –Encarna no pudo más que asentir con los ojos repletos de
lagrimas-. No quiso otra cosa, y ella siempre estuvo allí,
sonriéndole, mostrándole su amor y murió con la tranquilidad de
saber que su mujer lo adoraba, por mucho que siempre le riñeras,
¿verdad mamá?
En_ Sí hija.
E_ He recorrido mucho por Maca Rosario, usted lo sabe, todos
hemos sufrido... y ahora no voy a dejarme llevar por esto, ¿qué
puede volverse agresiva?, sí, claro, pero también puede volver a
recuperarse ¿y entonces estará sola? ¿rodeada de gente que no
conozca?. No, que pase lo que tenga que pasar, pero yo a su lado,
con la única medicina que puedo darle, mi amor.
R_ Creo que ahora te estás equivocando, ahora no se trata de
recuperar sus fuerzas, su brazo, su pierna, es algo mucho más
complicado y es mi hija Esther, pero... tienes razón lo único que se
me ocurre decirte es gracias –le sonrió sintiéndose egoísta al pensar
nada más en su hija.
E_ Voy a estar a su lado, no puedo dejarla sola, pase lo que pase,
por favor –cerró sus ojos al decirlo-, no quiero que dentro de esa
habitación podamos decir o hacer algo que pueda hacerle daño,
¿vale?, si tenemos que llorar, salimos, si tenemos que sufrir, no
entramos.
Se marchó con gesto afligido, sabía que le acababa de dar una
noticia a Rosario que no era de su agrado, pero estaba dispuesta a
todo, no había marcha atrás, no hay mejor medicina que el amor.
F_ Ya paró de llover, voy a buscar al médico...
En_ Gracias Fermín.
R_ Parece el Ave Fénix, resurge de sus propias cenizas, de su propio
miedo, hace un momento no podía entrar, ahora, está dispuesta a
todo –miró a Encarna a los ojos-. No cesa de darme lecciones.

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En_ No creas... a mí también –elevó sus cejas-. ¿Pero sabes qué?
R_ Es el amor.
En_ Eso mismo, esta pareja no podrá separarse jamás, porque
sienten un amor verdadero, de esos que hay pocos, de esos que en
esta sociedad donde todo vale, son extraños encontrar.
R_ Si, somos afortunadas Encarna... –esta vez fue ella quien apoyó
su mano sobre la de la mujer que las tenía heladas, Rosario la miró
un tanto preocupada al notar su contacto.
En_ Estoy bien, pero mi hija acaba de helarme la sangre... nunca
habló de su padre y hoy, me ha alegrado el corazón creo que su
vida giró siempre buscando un amor como el nuestro, y sabe que
con Maca, lo tiene –le dijo con seguridad y una sonrisa.
R_ Si, y Maca con ella –le apretó la mano feliz sonriendo con tristeza
al volver a escuchar un grito desesperado de Maca-. ¿Cuándo va a
terminar esta pesadilla?

En el cielo se había dibujado un arco iris, sus rayos luchaban contra


aquellas nubes algodonosas que lo cubrían para poder exhibirse
dando así un toque mágico y colorido a la tarde, cuando venció su
particular batalla, el cielo mostraba con todo el apogeo una
panorámica casi única, exquisita. La mezcla de olores penetraba por
las ventanas, la hierba, la tierra mojada, todo era bello en aquel
instante. Todo excepto cuando Esther se giró y vio a una Maca que
aún dormida se mostraba con gesto de desesperación. Llevaba un
cuarto de hora a su lado, no había hecho el mínimo movimiento,
parecía que se había tranquilizado o al menos, su cabeza estaba
dándole una tregua. Ella prefirió creer que todos sus pensamientos
estaban volviendo a su sitio para poder indicar a sus emociones el
camino a recorrer, podría ser su cabeza la carretera por donde las
emociones irían obedeciendo las señales, el amor, la sensibilidad, la

404 ”Adiós Esther” © by ldana


ternura, sonrió al imaginar aquella multitud de sensaciones
recorriendo el cerebro de Maca buscando cada una su lugar, suspiró
porque se daba cuenta que se aferraba a una utopía, pero quería
pensar que sería así, que cuando despertara todo en su cuerpo
volvería a tener un orden, ella volvería a ser la misma, y la vida
volvería a sonreírles.
Al ver entrar a su madre le dedicó una sonrisa, se acercó hasta
ella y se sentaron juntas en el pequeño sofá en forma de diván,
Encarna le apretó su mano transmitiéndole su eterno apoyo y
también su gratitud por las palabras que le había dedicado
momentos antes y que aún la tenían sorprendida. El suspiro de
Esther se oyó retumbar por toda la habitación, tal era el silencio que
fue como si un sonoro ruido hubiera perturbado la tranquilidad.
Tanto que hasta los pájaros comenzaron a piar suavemente, el
mundo fuera volvía a ser como hacía unas horas, el mundo dentro
de aquella habitación, su mundo, volvía a ser tan desconcertante
como hacia más de tres meses. Otro suspiro salió de su alma como
tratando de barrer a su paso todas y cada una de las sensaciones
negativas vividas.
El silencio era pesado, denso, la respiración de Maca volvía a ser
pausada, dormía de lado con las manos aferradas la una a la otra y
Encarna sintió la necesidad de hablar con su hija lo hacían entre
susurros porque no querían despertarla, ya que realmente sentían
miedo por lo que pudiera acontecer. El miedo estaba dibujado en
sus pupilas, y las sonrisas eran tensas, nerviosas pero sobre todo, el
desconcierto era quien ocupaba la expresión que cada rostro era
capaz de reflejar.
En_ Ahora está tranquila.
E_ Si, no sé por cuanto tiempo, pero al menos está más calmada
En_ Otra vez la adversidad te hace crecer hija –le apretó la mano en
señal de fuerza.
E_ Tengo miedo mamá, me imagino que es mi única defensa para
no dejarlo vencer.

405 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Deberías entender que su madre defiende lo que cree mejor
para ella.
E_ Y ella debería entender lo que yo defiendo para mi mujer.
En_ Nunca pensé que demostrarías tanta fuerza...
E_ Lo aprendí de ti mamá, ¿o qué crees? –le sonrió-. Llevo unos
días pensando detenidamente recordando como el amor entre tú y
papá fue tan fuerte, y como lo ayudaste, como ni siquiera la
enfermedad pudo venceros, ahora cuando recuerdo tus palabras y
las de Teresa, siento que hemos perdido mucho tiempo... pero si
trato de mirar el futuro, no puedo imaginarlo, ni quiero porque me
da miedo, quiero vivir el hoy, y como tú una vez me dijiste, vivir el
hoy con todas sus consecuencias... y nuestro hoy vuelve a ser la
lucha por superar esto.
En_ Así es hija, cuando llegan la cuesta arriba es cuando más
debemos luchar, dejarse llevar por la marea cuando todo va bien es
fácil, pero cuando vienen los problemas y se vuelve marejada, ahí
es donde se ve el amor.
E_ A veces me pregunto si fuera al revés, ¿cómo estaría Maca?
En_ ¿Como iba a estar...? como tú, y si te haces esa pregunta es
que estos días pensar no te ha servido para mucho.
E_ Te quiero tanto mamá –la abrazó.
En_ Y yo mi vida, y me siento muy orgullosa de ti –le sonrió.
E_ ¿Y Rosario?
En_ Hablando con Pedro –puso un gesto un tanto preocupado.
E_ ¿Le va a decir...?
En_ No lo sé hija... –entonces tocaron a la puerta-. Voy.
E_ Maca cariño –se acercó a ella con gesto de miedo-. No voy a
dejar que te aparten de mí.
En_ Hija, es el doctor –le dijo mientras pasaba a la habitación.
E_ Vale que pase. Hola Doctor.

406 ”Adiós Esther” © by ldana


Dr_ Ya Fermín me ha contado de la crisis.
E_ Si, ha sido la más fuerte, ahora parece que está tranquila.
Dr_ Voy a examinarla –procedió a comenzar con las pruebas.
M_ No, no –apartó con sus manos las del médico que se sorprendió.
E_ Maca –le habló Esther un tanto desconcertada por su reacción.
M_ No quiero –abrió los ojos y al ver allí al hombre empezó a
agitarse-. No, no quiero que me toquen... no quiero que me lleven...
E_ Nadie te va a llevar a ningún sitio mi amor.
M_ Esther... Esther...
E_ Si –el hombre no perdía detalle de su comportamiento-. Todo
está bien mi vida.
M_ No quiero, si me llevan me separan de ti, no... el coche... no
quiero perderte... Esther.
Volvía a ella la angustia, su voz sonaba repleta de pánico y sus
ojos se abrían como si lo que viera lo estuviera viviendo realmente,
sufriendo nuevamente, Esther la abrazó, la besó y con sumo cariño
la acunó mientras Maca escondía su cara sobre su pecho.

En el comedor estaban esperando las dos mujeres, Fermín


había preferido ir a por algo más de leña, suponía que la noche sería
larga y pensó que debía proveerlas pues el frío volvía a ser intenso.
Cada una estaba sentada en un sillón, en silencio desde que habían
escuchado los gritos de Maca que en ese instante habían vuelto a
calmarse.
R_ Encarna... he hablado con Pedro de la situación –hablaba
lentamente mientras por su tono Encarna pudo percibir que había
algo que no le gustaba de aquella conversación-. Pedro insiste en
ingresarla, ha ido a hablar con Mariano, y le ha dicho que lo mejor
es hacer una terapia.
En_ ¿Y? –la miró fijamente como adivinando que estaba entre la
espada y la pared.

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R_ Bueno... no es fácil para mí –tragó saliva y sacudió su cabeza-.
Entiendo a mi marido, pero si veo los ojos de Esther, la comprendo
a ella y la apoyo en su pensamiento.
En_ ¿Pero?
R_ Pero no lo sé Encarna, esta situación me supera, me gustaría
tener tu calma para poder afrontarlo. Además... –Encarna le hizo un
gesto invitándola a continuar, sus ojos se habían quedado sin brillo,
estaban apagados y entendió que aquella mujer que parecía pasar
de puntillas sobre la vida, estaba pasando un difícil momento-.
Pedro quiere que vuelva a Jerez, se han complicado las cosas y...
bueno... quiere que vuelva.
En_ ¿Y qué quieres tú?
R_ Quedarme –fue rotunda.
En_ ¿Entonces?, ¿cuál es el problema?
R_ Ese, yo siempre he estado a su lado, entiende que Maca esté
enferma pero tengo más hijos y nietos que atender.
En_ Pero no están enfermos, aunque claro, Pedro lo que realmente
quiere es llevarse a Maca a Jerez y tenerte allí con él. Juntos.
R_ Pero no entiende que el lugar de Maca no está ni en Jerez, ni
junto a mí.
En_ Pues parecía que si.
R_ Pedro es así... por eso choca con Maca... por eso siempre temí
que llegara el momento en que mi hija afrontara su verdad, sabía
que la iba a perder, y llegó el día en que tuve que decidir, entre mi
marido y mi hija –su voz sonaba triste, apagada, tremendamente
amarga-. Ya lo hice una vez y... me arrepentí, ahora quiero
quedarme aquí el tiempo que sea necesario, y quiero, que Esther
consiga ayudarla y ponerla bien. No creo que separarlas sea justo.
En_ Así es. Debe ser triste decidir entre un padre y una hija. Muy
triste.

408 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ Si Maca supiera las noches que he llorado pensando en ella, si
supiera el dolor tan tremendo que sentía cuando imaginaba que
estaba sola...
En_ Eso es lo malo de ser madre, no saben lo mucho que llegamos a
sufrir, nos ven como rivales, como las que prohibimos y nos
empeñamos en hacerles la vida complicada.
R_ Pues si... tú me entiendes... me gustaría que Pedro también lo
hiciera.
En_ No pierdas las fuerzas en esa misión imposible, es hombre –
Rosario dio una carcajada-. Claro, a ver si miento, ¿qué pasaba
cuando tu hija se marchaba de juerga bien jovencita?, al menos yo
no dormía hasta que no oía la puerta cerrarse, ¿y qué hacía mi
marido?, dormir como un zopenco.
R_ Tienes razón –murmuró sonriendo.
En_ Pues entonces... tú eres la que estás aquí, tú estás viendo lo
que ocurre en este momento, tú tienes la verdad. Aunque tan solo
es mi consejo.
R_ Creo que es hora que haga algo realmente por Maca –le guiñó un
ojo sonriente-. Gracias Encarna, nuevamente gracias.
E_ ¿Mamá puedes acompañar al Doctor?
En_ Claro, pase por aquí –las mujeres se levantaron.
E_ Gracias por todo.
Dr_ Ya sabes que a cualquier mínima duda puedes localizarme y si
no hay tormenta, vendré –sonrió.
E_ Gracias –volvió a la habitación tras entregarle una mínima
sonrisa.
R_ Doctor, ¿cómo la ve?
Dr_ Bueno creo que está teniendo un brote psicótico, esto no es
alarmante hasta cierto punto en su estado, hemos desestimado
cualquier otro posible problema más grave con el reconocimiento, y

409 ”Adiós Esther” © by ldana


pienso que ahora lo que hay que hacer es vigilarla y ver como
evoluciona las próximas horas.
En_ ¿No podemos darle nada para no verla sufrir así?
Dr_ Mire esto puede durar días, semanas, horas o quizá meses,
puede ir a más convirtiéndose en un grave problema para ustedes,
mi opinión es empezar con cosas muy suaves y si sus ataques son
continuados o ponen su vida en riesgo, entonces tendríamos que
recurrir a los sedantes.
R_ ¿Y después de esto, es posible que pueda volver a recuperarse
del todo?
Dr_ Eso nunca se sabe... la verdad, no quiero darles falsas
esperanzas, Fermín estuvo un año esperando y sabe lo duro que es,
a su hija puede pasarle esto también. Nunca se sabe.
En_ Gracias Doctor.
Dr_ Lo dicho, encantado y a la mínima duda me llaman.
R_ Gracias.
En_ Pues si que estamos bien –murmuró al entrar de nuevo al
comedor viendo a Rosario con cara compungida-. Será mejor que
nos tomemos las cosas con calma.
R_ Voy a hablar con Pedro.
En_ Está bien. Esta mujer ha debido de pasar un calvario con ese
hombre –susurró para sí, mientras metía sus manos en los bolsillos
del delantal.

En la habitación, Esther se había sentado a su lado en la cama,


tenía tomada su mano acariciándola, se sentía perdida pero no
quería reconocerlo ni siquiera, pararse a pensar en todas las
posibilidades que el Doctor le había advertido. Hoy. Solo me vale el
hoy, y mi hoy es ayudarla. Se repetía una y otra vez.
M_ Esther.
E_ Estoy aquí.

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M_ ¿Dónde estoy?
E_ Conmigo, tu madre, la mía en la casa de campo de Carmen.
M_ ¿Y el coche?
E_ ¿Qué coche?
M_ El del accidente... ¿tú, dónde estabas? –la miró con dulzura.
E_ Te secuestraron –le susurró con temor a provocar en ella algún
sentimiento de pánico.
M_ Un tipo grande –ante aquel recuerdo que hasta ese momento
nunca había nombrado, Esther se incorporó sobre la cama
acercando su rostro al de una Maca que parecía cansada-. Tú me
mirabas, y él me arrastraba...

Esther no pudo contestar porque en un segundo su corazón notó


como se detuvo, estaba recordando, estaba hablando de algo que
hasta ese momento no había salido de su boca. Era una
esperanza... una esperanza a la que aferrarse...
E_ Si mi vida, así es... ¿recuerdas cuándo te fuiste lo que me
dijiste?
M_ Él era fuerte... me ahogaba –murmuraba.
E_ No tengas miedo... estoy aquí aquello ya pasó –la estrechó
fuerte entre sus brazos-. Y nadie te va hacer daño.
M_ No quiero... no quiero.
E_ Maca –susurró sintiendo un pellizco en su corazón.
M_ No me dejes tú Esther...
E_ Nunca –le sonrió-. Trata de relajarte Maca, trata de pensar,
háblame de todo cuanto pase por tu cabeza –le hablaba con
inquietud.
M_ Tengo miedo.
E_ ¿A qué? –la miró con un infinito amor fijando sus ojos en los
suyos que parecían nerviosos por huir de ese miedo que nombraba.

411 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No lo sé. Tengo que ayudar a Cruz, va a operar –trató de
levantarse.
E_ Cariño tranquila estamos aquí en la casa de...
M_ Tengo que irme.
E_ Maca no tienes que ir a...
M_ ¡Suéltame!, déjame -le espetó con rabia trató de zafarse de sus
brazos, ante aquellos gritos Encarna entró y al ver que estaba
tratando de pegar a Esther, ayudó a su hija a sujetarla mientras
Maca seguía revolviéndose a voz en grito-. Tengo que irme,
¡Azucena!, ¡Azucena!
E_ ¡Maca por favor!
R_ ¿Qué pasa? –entró con los nervios disparados Rosario, al verla
murmuró quedándose paralizada-. Dios mío.
En_ Maca trata de tranquilizarte...
M_ Tengo que irme, ¡no lo entendéis!, ¡nadie lo entiende! –
exclamaba fuera de sí en su arrebato.
R_ Déjame Encarna –la apartó con cuidado pues Maca estaba
sacando una fuerza brutal de su interior y la había hecho casi caer-.
Hija.
E_ Maca tranquilízate, no tienes que irte a ningún sitio.
M_ ¡Suéltame cabrona, toda la culpa es tuya! –sus ojos se clavaron
en ella repletos de odio envenenada por el rencor-. Maldita me has
tratado como un perro! –trató de pegarle.
R_ ¡Maca!, ¡ya está bien! –le gritó.
De pronto el silencio volvió a apoderarse de todo, Maca miró a
su madre, después miró a Esther, apoyó nuevamente la cabeza
sobre la almohada, Encarna tuvo que salirse porque aquella
situación le había hecho perder la calma, tuvo que ir a llorar, ver a
Maca de aquella manera, le hizo temblar hasta el corazón.
M_ Me hacéis daño –murmuró con su voz como la seda pues aún la
tenían cogida por las muñecas.

412 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Trata de calmarte, Maca por favor –le acarició la cara y ante el
gesto dio una gran carcajada, Rosario miró a Esther y ésta asintió
como aceptando que era algo normal.
M_ De verdad pensé que no ibas a venir –la miró como si la viera
por primera vez-, pero sabía que volverías porque no sabes estar sin
mis caricias –le sujetó los dedos y los beso con sutileza provocando
que Esther se pusiera tensa pues Rosario se quedó pálida-. Tampoco
puedes vivir sin mis besos... ¿o ya tienes a otra que te los de? –iba
a besarla pero Esther se apartó pues Rosario había apartado la
mirada un tanto azorada.
E_ Vamos Maca, será mejor que te estés quieta ¿eh? –le riñó
aunque con suavidad.
M_ ¿Por qué me riñes? –la miró intensamente-. ¿Ya no te gusta
como te hago el amor?
E_ ¡Maca joder! –no sabía como reaccionar pues notaba como
Rosario estaba sintiéndose cada vez más incomoda con la situación.
M_ Joder... eso... –le pasó la mano por el cuello y la acercó hasta
ella-. Pues a mi me apetece.
E_ Mira, vas a estarte quietecita ¿vale?, Rosario puede darle el vaso
de agua por favor –trató de hacerle ver que estaba allí su madre.
M_ ¿Ahora por qué quieres que me esté quieta?, la otra noche me
decías lo contrario.
E_ Maca –le dijo fuera de control mirándola intensamente.
M_ Me encanta que me mires así.
R_ Toma Macarena, bebe un poco –su voz era un tanto cortante.
M_ ¡La hostia! –murmuró volviéndose hacia su madre-. ¿Tú qué
haces aquí?, ya sabía yo que nos iban a descubrir, te lo dije cabeza
hueca.
R_ Maca creo que deberías serenarte un poco ¡vale!
M_ Me duele la cabeza.
E_ Claro, por eso, venga, recuéstate y trata de dormir.

413 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Oye, ¿te acuestas y lo hacemos?
E_ ¡Maca! –le riñó.
En_ Le he traído un poco de zumo... –entró Encarna con sus ojos
rojos por las lagrimas aunque trató de aparentar calma.
M_ Oye Encarna ¿por qué no le decimos a tu hija que casi le pongo
los cuernos contigo? –dio una carcajada completamente
descontrolada que resonó con una fuerza insospechada por toda la
habitación.
R_ ¡Maca ya está bien! –quien perdió completamente el control en
ese momento fue ella-. ¡Cállate ya!
M_ ¿Por qué no te callas tú?
E_ Será mejor que me dejéis sola con ella Rosario, de verdad.
En_ Maca hija tomate el caldito te hará bien, esta calentito.
M_ Para caliente ya estoy yo. Oye, que si no quieres, no pasa nada
¿eh?, me das el teléfono, llamó a Azucena y vamos... me quedo
igual de contenta... te lo digo yo ¿eh? –le decía con gesto rebelde.
E_ Venga, saliros por favor.
R_ Maca hija...
M_ Maca hija, Maca hija... ¡no sabes decir otra cosa!
R_ Cariño... –trató de acercarse pero ella la cogió por sorpresa de
las muñecas tirando de ella.
M_ ¿Podrías decir algún taco eh?, no te vas a ir al infierno, eso es
mentira mamá, el infierno no existe –le tenía sujeta la mano.
E_ ¡Suéltala Maca! –le dijo al ver que su madre hacia gesto de
dolor.
M_ Doña perfecta, eso me lo dices tú ¿verdad mi amor?, pues ya
sabes a quien me parezco –la soltó-. Por cierto, el infierno sí existe,
y no es otra cosa que estar a tu lado mi niña –le dedicó una mirada
repleta de furia.

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E_ Iros, por favor –les dijo tratando de aparentar calma, aunque las
dos mujeres sabían que estaba lejos de sentirse tranquila.
En_ Si quieres algo...
Esther asintió con la cabeza, Maca se había sentado en la
cama, con las piernas fuera, como si fuera a levantarse.
E_ ¿Dónde vas?
M_ Me voy, ellas se van ¿no?, pues yo también.
E_ Anda acuéstate –se acercó a ella.
M_ ¿Acostarme? –entonces Maca la miró fijamente y con una
sonrisa maliciosa le dijo-. Me acuesto si te acuestas a mi lado.
E_ Está bien... hazme sitio, venga –le sonrió tratando de apaciguar
sus nervios.
M_ Así me gusta –le dijo cuando se acostó Esther-. Que me
obedezcas.
E_ Siempre lo hago cariño.
M_ ¿Cariño?, ¿estás segura que soy tu cariño? –se pasó la lengua
provocativamente por sus labios.
E_ ¡Estás payasita, eh! –sonrió.
M_ ¿Tú crees?
Esther asintió riéndose, pero su sonrisa se borró
completamente cuando Maca con fuerza y en un segundo con sus
pies la empujó de la cama echándola al suelo.
E_ ¡La madre que...! –susurró desde el suelo.
R_ ¿Qué ha sido eso? –entraron las madres corriendo angustiadas, y
contemplaron la escena. Esther en el suelo y Maca muerta de risa.
E_ Nada, que la niña está graciosilla.
En_ Vamos hija, levanta –la ayudó Encarna mientras Esther al
levantarse se frotaba su trasero.
M_ Tonta –le recriminó riendo a pierna suelta.

415 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ Maca ¿por qué no tratas de descansar eh?
M_ No estoy cansada... solo gamberra –le sacó la lengua a Esther
que seguía frotándose-. ¿Quieres que te frote yo?
E_ Bueno... como veo que estás muy borde, nos vamos fuera,
cuando te dé la gana paras de hacer y decir tonterías –la miraba con
un enfado considerable reflejado en sus ojos y apretando los
dientes-. Mientras tanto vamos a descansar de soportarte.
M_ Eso iros, no quiero a nadie aquí ¡llama a Azucena!, ella es la
única que me ayuda, ¡pero tú te entrometiste!, ¡no sabes lo que te
odio!, ella si que era una mujer y me hacía sentir mujer, no como
tú.
E_ Si quieres algo estaremos fuera. Vamos –les dijo a las dos
mujeres que miraban con gesto de pena a Maca.
En_ ¿Crees que hacemos bien?
E_ No lo sé mamá, de todos modos voy a quedarme aquí –dijo
señalando con gesto de pena la puerta.
R_ Esther... –la miraba con tristeza.
E_ Lo superaremos –le dijo sonriéndole.
R_ Dios te oiga.
En_ Parece que se ha callado.
E_ Si, quizá necesitaba estar sola, no sé –hablaban en voz baja.
R_ ¿Y si le damos alguna medicación suave?
E_ Prefiero esperar, si estos brotes los podemos controlar es mejor
que...
M_ ¡Esther!, ¡ven inmediatamente!, ¡ven aquí! –volvió a gritar-.
¡Esther me oyes!, ¡qué vengas!
E_ Bueno... voy allá.
R_ Ten cuidado –cuando se quedó sola con Encarna se
intercambiaron una mirada repleta de temor.

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Al ver Maca entrar a Esther, su corazón dio un latido tan fuerte
que su cara cambio de repente, se quedó mirándola con los ojos
repletos de lagrimas, y sin saber porque rompió a llorar mientras se
giraba para no verla. Esther se acercó a ella rápidamente.
E_ Ya, Maca, ya.
M_ No sé que me pasa...
E_ Mi vida... no te preocupes de nada...
M_ Esther –se giró con su rostro bañado en lagrimas y con una voz
totalmente necesitada y dependiente le preguntó-. ¿Me quieres?
E_ Claro tontita –le quitó el flequillo de la frente mirándola con
expresión tierna y con voz trémula le murmuró-. Eres mi Diosa, mi
vida, mi mundo... te adoro.
Maca no pudo más y se derrumbó, no lloraba pero se abrazó a
ella con la respiración entrecortada, Esther la estrechó fuertemente
contra su cuerpo, ambas necesitaban un poco de tregua, Maca no
sabía que había hecho, ni sabía que había dicho, pero su corazón le
daba muestras que así, tal y como estaba con Esther era como
encontraba la paz y la calma.
E_ Maca... será mejor que te recuestes... será mejor que duermas
un rato.
M_ No te vayas.
E_ No me voy –le sonrió mientras la ayudaba a recostarse.

Mientras fuera, las mujeres esperaban con nervios los gritos de


Maca, Rosario paseaba de un lado a otro del comedor, mientras
Encarna se había sentado con las manos entrecruzadas sobre el
delantal. No hablaban porque no podían encontrar las palabras
adecuadas, ambas con actitud nerviosa esperaba el próximo grito
que parecía tardar, la próxima carcajada descontrolada que no
llegaba, entonces intercambiaron sus miradas, y algo más tranquilas
esperaron. Fue Encarna quien rompió el hielo tratando de dar un
poco de sentido a todo lo que estaba ocurriendo.

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En_ No podemos hacer nada.
R_ Se va a volver loca Encarna... lo sé.
En_ No dejaremos que ocurra eso –le sonrió-. Sé que no es
momento pero... ¿qué le has dicho a Pedro?
R_ Que no voy a volver, y que tampoco voy a llevar a Maca a Jerez.
En_ ¿Lo ha comprendido? –la miró elevando sus cejas.
R_ Creo que sí. Por primera vez ha entendido que anteponga a Maca
a todo cuanto sucede alrededor.
En_ ¿Te sientes mejor?
R_ Sí, mucho mejor.
En_ Me alegro.
R_ Si estos ratos sirvieran para que volviera todo a la normalidad...
–mostró su desasosiego.
En_ Esperemos que así sea. Pero tengo que reconocer que tuvo su
parte graciosa, pobre Esther –sonrió ampliamente.
R_ Si, pobre –sonrió un tanto más tranquila.
En_ Al menos parece que se ha calmado.

En la habitación, Maca se había quedado tranquila aferrada a la


mano de Esther, el silencio en ese momento era agradecido por ella,
y no cesaba de acariciarla una y otra vez con ternura, no quería
hablar porque le daba miedo provocar en su mujer, cualquier tipo de
reacción, hasta que Maca le susurró.
M_ ¿Por qué me siento así?
E_ Estás teniendo una crisis Maca, es algo que debes pasar...
M_ No lo soporto –Esther la apretó contra ella para que encontrara
el calor de siempre, el calor que siempre lograba darle seguridad-.
Parece que todo venga de golpe a mi cabeza, mil imágenes, mil
sensaciones distintas que no puedo controlar... no sé que he hecho.

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E_ Nada importante te lo aseguro –le sonrió mirándola cerca de su
cara.
M_ ¿De verdad sientes eso? –se acomodó en su cuerpo.
E_ ¿El qué?
M_ Lo de antes.
E_ Que eres mi Diosa –Maca asintió con una leve sonrisa en los
labios-, y mi vida –se acercó hasta su nariz dejándole un beso-, y mi
mundo –Maca cerró los ojos suspirando-. Pues si, es todo cierto.
M_ Me gustaría poder decirte que tú lo eres para mí –su expresión
se entristeció.
E_ Me lo dirás cuando estés bien –le dejó un suave beso en los
labios.
M_ Me duele la cabeza.
E_ Vamos a hacer una cosa cariño, vas a tomarte un buen vaso de
leche con una pastilla para el dolor, descansarás y cuando
despiertes te encontraras mucho mejor.
M_ No quiero encontrarme mucho mejor –Esther la miró con gesto
confundido-. Quiero encontrarme bien.
E_ Seguro que sí, seguro que al final todo será como siempre.
M_ ¿Y si tarda en llegar mucho ese final?
E_ Estoy casi casi –le dejó otro suave beso interrumpiendo su
respuesta-, convencida que está muy cerca. Te quiero.
Maca se quedó abrazada a la almohada quería sentir... pero no
hallaba el que.

Cuando las mujeres vieron salir a Esther se pusieron en pie,


pero su rostro tranquilo les dio muestras de que de momento, todo
estaba bajo control. Le llevó el vaso de leche con la pastilla, se lo
tomó y se acomodó en la cama cogiendo la mano de Esther. Una
vez se durmió salió, Encarna sabiendo que tenía que hablar con
Rosario, se fue a hacer guardia en el sillón con su hilo para hacer
419 ”Adiós Esther” © by ldana
calceta mientras la vigilaba. Rosario que volvió a tener una llamada
fue hasta su cuarto para hablar, y Esther salió al porche con un vaso
de leche caliente.
Al rato Rosario que la buscaba, la localizó en el balancín con la taza
sobre sus manos, la manta aferrada a su cuerpo y la mirada perdida
en el vacío con sus ojos vidriosos.
R_ Te estaba buscando Esther.
E_ Hola –le sonrió-. Siéntese a mi lado por favor.
R_ Gracias –le devolvió la sonrisa.
E_ No sé si antes fui demasiado dura con usted en la cocina.
R_ Para nada hija –le hizo un gesto agradable-. Te comprendo.
E_ ¿Qué ha dicho su marido? –la miró sin ocultar su temor.
R_ Hemos hablado, le he convencido para que nos dé unos días...
yo no quiero irme, no quiero dejarla así y no quiero internarla, esa
es la verdad
E_ Vale –asintió moviendo la cabeza sin mirarla acompañando con
un gran suspiro su afirmación.
R_ Sé que mi hija puede perder la cordura, sé que Vilches nos dijo
de internarla, sé que mi marido cree que es lo mejor y que yo
misma hablé con Chiruca para hacerlo, pero... –suspiró con fuerza-.
Soy incapaz de separarla de ti.
E_ Pues se lo agradezco mucho, de verdad, Maca no está preparada
para entrar en un lugar así, sería mucho pero para ella, estos
delirios los podemos aguantar, y sé que lo va a superar, lo sé.
R_ En su propio delirio me ha definido perfectamente.
E_ No le tome en cuenta nada de lo que ha dicho...
R_ Es que ha dicho la verdad, soy Doña Perfecta, preferí pensar en
las apariencias, en que todos vieran que éramos una familia
perfecta, ejemplar, antepuse todo a la felicidad de mi propia hija.
Nunca fui capaz de reconocer que me dolía no tenerla –levantó la
mirada de sus manos y miró al frente Esther pudo percatar en

420 ”Adiós Esther” © by ldana


aquellos ojos una sombra de pena pesada de soportar-. Nunca actué
de madre, seguro que te ha contado muchas más cosas de Carmen
que de mí.
E_ Si –se giró un poco para poder observar a la mujer que tantos
problemas les había creado y que en ese momento se estaba
mostrando como una mujer indefensa con el alma desnuda.
R_ Nunca fui una madre y... creo que como Encarna ha dicho... me
ha llegado la hora de serlo. Haré todo cuanto esté en mis manos
para ayudarte, para sacarla de ese mundo en el que está.
E_ Gracias –le puso una mano sobre las suyas, después de respirar
hondo añadió-. La voy a necesitar.
R_ No Esther... gracias a ti –esta vez quien tomó la mano de Esther
entre las suyas fue Rosario provocando en su nuera un tímido
temblor de satisfacción-. Y la que te voy a necesitar, soy yo.
¿Recuerdas cuándo os hicisteis aquel reportaje? –ella sonrió-. La
admiré.
E_ ¿De verdad?
R_ Sí, porque ella fue valiente... porque no le importó nada más que
lo que para ella era realmente significativo. Y sin embargo, yo ante
mi sociedad tuve que mostrarme ofendida y hasta humillada. Pero
se acabó, no quiero darle más la espalda, necesito demostrarle que
la quiero, que me he equivocado, pero quiero demostrarle que estoy
dispuesta a todo por recuperar el amor de mi hija.
E_ Me alegro Rosario, para ella usted es mucho más importante de
lo que cree.
R_ Vamos a tener que estar preparadas ¿eh? –le sonrió.
E_ Sí, va a ser duro, pero no nos queda más remedio que luchar.
R_ Lucharemos –le puso la mano en la barbilla y le dijo-.
Lucharemos juntas. Y... gracias por amar así a mi hija.
Esther sonrió y terminó dando un abrazo a su suegra que lo
acogió un tanto sorprendida, pero agradecida.

421 ”Adiós Esther” © by ldana


Cuando salió Encarna al porche, notó el frío en su piel, se sentó
junto a su hija, la miró con esa actitud tan maternal que hacia de
Encarna una madre portentosa, el pilar de su familia como tantas
veces su marido había dicho. Esther la miró y apoyó su cabeza
sobre su hombro.
E_ Mami, te quiero.
En_ Lo sé.
E_ ¿Sigue durmiendo?
En_ Sí.
E_ ¿Sabes que estaba recordando ahora? –la miró con una sonrisa
nostálgica.
En_ Dime.
E_ Cuando papá decía que eras el pilar de nuestra familia –ella
sonrió-. Siempre me pregunté si yo sería como tú, pero ya ves que
no.
En_ ¿Cómo que no? –le preguntó incrédula.
E_ Estoy hecha polvo mamá.
En_ ¿Y tú crees que los pilares no se resquebrajan? –la miró
fijamente-. ¿Crees que yo nunca me sentí como tú?, muchas veces.
E_ ¿Y qué hiciste?
En_ Te tenía a ti, tú me ayudabas sin apenas saberlo, me
apuntalabas y ponías buen cemento en mis grietas. Y viví, a ti te
pasará igual en cuanto Maca esté bien...
E_ Te admiro tanto –le sonrió-. Siempre me das la solución para
todo, Vilches tiene razón –sonrieron las dos.
R_ ¡Esther, Encarna!, Maca está ardiendo.

Las tres corrieron hasta la habitación, al entrar Maca estaba


envuelta en un sudor frío y temblores.
En_ Cuando he salido estaba bien –murmuró nerviosa Encarna.

422 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ Ha sido en nada, estaba mirándola y estaba tranquila, cuando he
ido a acariciarle la he encontrado ya ardiendo.
E_ Voy a llamar a Cruz. Debe estar cerca de los cuarenta.
En_ Dios mío lo que faltaba –juntó sus manos sobre le pecho.
R_ Maca cariño... hija... está tiritando.
M_ Esther... Esther –la llamaba una y otra vez mientras se aferraba
a la mano de su madre.
Fuera una nerviosa Esther trataba de tranquilizarse, aquello no
lo tenía previsto, y Cruz no le contestaba. Insistió varias veces pero
no obtuvo respuesta. Apoyó su frente contra la pared en actitud
derrotada, sus manos temblaban sin poder controlar el temor no de
su estado en ese momento, su miedo era como quedaría Maca,
después de aquel tormento que sabía estaba pasando. Estaba
sumida en esos pensamientos cuando notó una mano en su hombro,
quiso retener las lagrimas pero no pudo, su castillo de naipes volvía
otra vez a tambalearse. Se giró pensando que allí tendría el abrazo
de su madre, pero quien estaba para entregárselo era Rosario. La
estrechó con fuerza y sabía que era la primera vez que aquel abrazo
era sincero, Esther así lo sintió y se derrumbó.
R_ Todo irá bien Esther, todo irá bien.
E_ Tengo tanto miedo –lloraba sin poder controlarse.
R_ Venga, desahógate y vuelve a la habitación, te está llamando.
E_ No puedo decaer –decía mientras con sus manos nerviosas
trataba de quitarse las lagrimas de su cara-. Pero no soporto verla
así.
R_ Lo sé, por eso mismo, llora te hará bien –le puso su mano en la
barbilla y le preguntó- ¿Qué te ha dicho Cruz?
E_ No estaba –suspiró con la respiración entrecortada debido al
dolor que sentía en su pecho que no la dejaba respirar.
R_ Venga ve, voy a llevar agua y le pondremos unos paños.
E_ Si. Gracias Rosario –le sonrió aún con lagrimas.

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R_ Ve, te necesita.
Al entrar en la habitación vio como Encarna le hablaba pero
Maca dormía, tan solo repetía ciertas cosas que no lograban saber
que. Se acercó hasta la cama y esta vez fue ella quien apoyó su
mano sobre el hombro de una Encarna conmovida por la visión de
Maca que parecía completamente alejada de ellas. Nuevamente
sufriendo, nuevamente en su mundo, en un mundo donde no tenían
cabida para poder ayudarla.
E_ Vamos mamá –apretó su mano sobre el hombro.
En_ Lo siento hija, pero el pilar de tu madre, también tiene derecho
a resquebrajarse.
E_ Lo sé –se agachó y la abrazó-. Pero no quiero verte así.
En_ Discúlpame soy una tonta –le acarició la cara mientras ella le
quitaba un par de lagrimas que resbalaban por su piel.
R_ Ya tengo el agua –llegó Rosario que parecía otra, dispuesta a
todo por su hija.
E_ Será cuestión de tratar bajarle la fiebre así.
M_ Esther...
E_ Estoy aquí cariño... estoy aquí.
M_ No te vayas... no me dejes...
E_ Claro que no, tranquila estoy a tu lado, como siempre.
M_ No puedo... no puedo –volvía a insistir con la boca seca.
E_ Bebe un poco de agua... necesitas beber.
R_ Cariño... tranquila todo está bien... ya verás como pronto pasa la
fiebre.
M_ Dile que me deje en paz, no soporto esto –se mostraba sin
control mientras Esther la miraba apenada-. No quiero pensar... no
quiero pensar...
E_ Maca estoy aquí, estamos aquí contigo, nada te va a pasar...
trata de relajarte... –Maca la miraba con los ojos vidriosos.

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M_ No puedo... no te vayas –le dijo con el pánico reflejado en sus
ojos.
E_ No mi amor... no –le acarició la cara mientras Maca se aferraba a
su mano con una necesidad imperiosa.
En_ Ya voy yo –dijo Encarna pues habían llamado a la puerta. Dejó
a las dos mujeres junto a Maca y con expresión de preocupación fue
abrir-. Hola Carmen.
Ca_ Hola, espero no molestar –dijo la mujer quitándose el abrigo y
dejándolo sobre la percha que había en la entrada-. Pero no podía
aguantar más sin saber, he dejado a Daniel dormido al cuidado de
Fermín.
En_ Tranquila no molestas.
Ca_ ¿Qué tal?, por tu gesto mal –le dijo con cierto temor.
En_ Ahora tiene fiebre, ha estado muy inquieta igual decía cosas con
sentido, que igual ha tratado de hacer daño a su madre –suspiró
repleta de pena-... a Esther la ha echado de la cama... ahora le
suplica que no se mueva de su lado... no sé que va a pasar.
Ca_ Fermín dice que su madre la quiere internar. ¿Esther lo va a
permitir?
En_ Más bien es el padre quien quiere llevarla... y no sé Carmen, no
sé yo si no sería lo adecuado da una impotencia verla así y no
poderla ayudar.
Ca_ Ya... pero Esther tiene que estar a su lado, de lo contrario se
vendrán abajo una y otra.
En_ Lo sé, pero es muy complicado poder controlar cuando le dan
estos brotes, jamás pensé que le pasaría esto, pensé que sería
como las películas, llegaría un día y ¡pum!, su mente y sus
emociones, estarían ya controladas.
Ca_ No es tan fácil.
En_ Venga ven... estamos con ella.

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Mientras en Madrid, Cruz acababa de encender el móvil, había
estado paseando con María y había necesitado un momento de
tranquilidad. Al ver el número reflejado en la llamada perdida, se
asustó y rápidamente una vez acostó a la pequeña, llamó.
C_ ¿Esther?, lo siento tenía el teléfono desconectado, ¿qué ha
pasado?
E_ Tiene fiebre Cruz.
C_ ¿Mucha? –preguntó con expresión inquieta.
E_ Cuarenta, estamos poniéndole paños.
C_ Bien.
E_ No sabía si puedo darle algo o...
C_ Tranquila. A ver –suspiró poniéndose la mano sobre la frente-.
¿Qué tiempo os hace ahí?
E_ Mucho frío –dijo mientras Rosario seguía poniéndole paños en la
frente y Encarna y Carmen lo hacían en las muñecas-. Pero aquí
tenemos la chimenea encendida y no se nota.
C_ Pues apágala, después a ella la dejas con lo que lleve
E_ El pijama.
C_ Eso es. Veamos si siguiera y no le hace efecto el paracetamol
pues entonces le darías un baño, pero esto déjalo como último
recurso. ¡Ah y muchos líquidos!
E_ Si, ¿a qué puede ser debido Cruz? –se notaba en el timbre de su
voz la preocupación marcada.
C_ No me importa la fiebre, puede ser cualquier motivo que le haya
hecho subir su propio estado emocional puede ser una simple
autodefensa, o una simple reacción, lo que me importa es su
comportamiento. ¿Ha tenido algún brote más?
E_ No, ha estado tranquila desde que hablamos –las mujeres la
miraron fijamente con gesto de incredulidad por ocultarle la verdad.
C_ De acuerdo, a parte de la fiebre, ¿tiene algún otro síntoma?

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E_ No, estaba tranquila, le dolía la cabeza y... le he dado un
calmante.
C_ Vale... ¿Esther seguro que no ha tenido ningún ataque más? –le
insistió.
E_ Seguro.
C_ Mañana llevaré yo a Teresa, quiero verla.
E_ Gracias Cruz –respiró algo más aliviada.
C_ Mañana hablamos, pero quiero que medites mucho la situación,
¿eh?
E_ Tranquila, mañana ya hablamos. Gracias Cruz.
En_ ¿Por qué no le has dicho la verdad? –se adelantó su madre a
Rosario que iba a preguntarle.
E_ Porque si le digo la verdad, vendrá con todo preparado para
llevársela. Carmen por favor puedes apagar la chimenea.
Ca_ Claro hija –la mujer cumplió con el encargo.
E_ Hay que quitarle la ropa, voy a por el paracetamol.
R_ ¿Seguimos con los paños?
E_ Sí, sí.
R_ ¿Te ha dicho por qué puede tener esta fiebre?
E_ No, no le preocupa la fiebre, le preocupa su estado y me imagino
que ahora con la fiebre empezará a delirar así que lo principal es
bajarle aunque sea un poco, para que no se complique más sus
alucinaciones y sus desvaríos –decía con nervios.
Ca_ Tiene arrestos, no sé como van a llevársela si ésa médica lo
dice.
R_ Yo tampoco... –susurró.
Ca_ Es tu hija Rosario, pero si fuera la mía, estaría tranquila y
orgullosa de que estuviera con alguien como Esther, esto es muy
duro pero ella no la va a abandonar.

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Esther entró en la cocina con los nervios disparados, buscó
entre el medicamento y se le cayeron varias cajas, negó con la
cabeza, golpeó con su puño el banco y se derrumbó nuevamente
sobre la pila. Quería parar pero le era imposible, sabía que no podría
oponerse a que la internaran si sus ataques volvían, rezaba para
que aquello no sucediera... pero era todo tan imprevisible, que por
mucho que no aceptara aquella situación, sabía que al final tendría
que ceder por el bien de Maca. Exhaló un suspiro que salió de su
alma, encontró el paracetamol y con un manotazo se apartó las
lagrimas para reunirse nuevamente con las mujeres.
El silencio cubrió toda la habitación, como unas nubes densas
lo hicieron con el cielo. Los animales dejaron de cantar, de aullar,
tan solo el gato seguía sentado en la ventana mirando hacia el
interior. De vez en cuando unas gotas finas caían y resbalaban por
los cristales, como lagrimas del cielo. Las mujeres consiguieron
bajarle la fiebre, pero lo que no consiguieron fue evitar sus delirios,
Maca continuaba balbuceando cosas sin ninguna coherencia, se
pasaba un rato así, mientras Esther y unas veces Rosario otras
Carmen dada la fuerza que demostraba tener Maca, trataban de que
no se hiciera daño, ni tampoco se lo hiciera a ellas. Unas veces
reprochaba a Esther otras la llamaba como si se hubiera vuelto loca.
La tensión era palpable, ninguna podía hacer más de lo que hacían
pero verla sufrir de aquella manera les hacía sentirse impotentes
ante la grave situación. Rosario trataba de encontrar en los ojos de
Esther la fuerza suficiente para seguir pensando que aquello lo
podían sacar adelante, Encarna era quien aparentemente peor lo
estaba pasando, su fuerza se había venido abajo, debía
continuamente salir de la habitación porque como Esther había
dejado claro, allí era mejor estar fuerte. Una de las pocas veces que
a lo largo de la tarde se tranquilizó, las tres mujeres salieron a
tomar una tila para sus desbaratados nervios dejando sola a Esther
que les había aconsejado que lo hicieran. Allí sola con ella, la
miraba, la besaba, la acariciaba con el alma, no solo sus yemas
rozaban suavemente el rostro de Maca, sino, su alma estaba
tratando de imprimirle toda la calma que podía. Prefería no hablarle,

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sabía que cuando descansaba era mejor dejarla pues debía estar
agotada. Pero le era imposible no acariciarla, ni besarla.

En la cocina, las tres mujeres se habían sentado con tres tazas


de tila doble que preparó Carmen con un poco de miel. Estaban allí
sin hablar sin saber muy bien que decir, y fue Carmen quien trató
de imprimirles algo de animo.
Ca_ Creo que deberíais descansar una u otra, la noche puede ser
terrible, estas cosas se acusan más de noche.
R_ Es verdad... pero yo me veo incapaz de cerrar los ojos.
En_ Y yo.
Ca_ ¿Si mañana dicen de llevarla, qué haréis? –las miraba con pena.
En_ Es una decisión difícil.
R_ ¿Tú qué harías Carmen?
Ca_ Dejarla aquí.
R_ No lo has pensado mucho –le dijo mirándola fijamente.
Ca_ No hace falta. Yo me recuperé, y estaba mucho peor que ella,
¿por qué no puede hacerlo Maca? Ya estaba mucho mejor, esto
puede ser una pequeña recaída y ya está. Unas horas difíciles pero
¿quién os dice que cuándo pase ya todo volverá a la normalidad?
En_ Eso mismo pienso yo, deberíamos tener calma y esperar a ver
como evoluciona, lo que pasa es que mi hija no debería haber
mentido a Cruz.
Ca_ Ha hecho bien, si lo dice, se la llevará a hacerle pruebas y Maca
no necesita pruebas... necesita amor.
R_ Pero el amor no cura esto Carmen... mira si ha tenido amor
desde que está aquí y no hemos logrado nada.
Ca_ ¿Cómo qué no? –la miró extrañada-. Habéis conseguido mucho
aunque no os lo parezca. Maca estaba confiando nuevamente en
Esther... no había más que verle los ojos... ¿por qué crees que le ha
pasado justo después de la noche que pasaron juntas? –ellas la
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miraron sin hablar-. Porque debió mover algo en su interior, debió
ser definitivo.
R_ Ahora que lo dices, estaba muy confundida, pero al mismo
tiempo necesitada de ponerse bien.
Ca_ Entonces no digas que el amor no puede curarla ni tampoco que
no habéis conseguido nada... falta poco... falta muy poco.
En_ Tu marido me dijo lo mismo el otro día, quizá nosotros no
estamos preparados para vivir como vosotros esta situación, me
refiero que somos de ciudad y allí no se piensa con el corazón. No sé
si me explico.
Ca_ Perfectamente, mi marido solo me sacó adelante, Esther había
conseguido mucho, yo lo notaba... y estoy segura que va a
conseguir curarla. No hay más que verla como la trata... Maca solo
está a un paso de recuperarse y ese paso estoy segura que lo
acompañara Esther.

Mientras las mujeres hablaban, Maca comenzó nuevamente a


hablar, pero esta vez abrió los ojos y al ver a Esther recibió de ésta
una sonrisa amplia tratando de mostrarse fuerte y al mismo tiempo
serena.
E_ Hola mi amor.
M_ ¿Qué haces aquí? –la miró con extrañeza.
E_ Cuidarte, te ha subido la fiebre.
M_ ¿Por qué me dejaste? –sonó nuevamente su voz dura y repleta
de reproche.
E_ ¿Dejarte? –la miró sin entender.
M_ Quieres jugar conmigo ¿no?, te rogué te quedaras –se sentó en
la cama mirándola a los ojos, en los suyos volvió a aparecer una
sombra que nubló su mirada volviéndola triste y rabiosa.
E_ Maca no podía quedarme...

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M_ Vienes me haces el amor, y cuando tú estás satisfecha te vas,
¿qué soy para ti Esther?
E_ Todo.
M_ No soy absolutamente nada –arrastró sus palabras entre
dientes, con un gesto tan marcadamente severo que no parecía ella.
E_ Sabes que eso no es cierto mi amor –se sentó delante suya.
M_ No quiero verte, márchate.
E_ Pero Maca.
M_ Fuera, me has tratado como una muñeca de trapo –iba subiendo
el tono de voz.
E_ Venga cariño no te alteres... vamos... tienes que beber –le fue a
entregar el vaso de agua y Maca de un golpe se lo echó de la mano
quedando los trozos rotos sobre la mesilla y el suelo-. ¡Maca!
M_ No soporto verte, no soporto escucharte, no soporto que me
toques.
E_ Está bien... me voy si eso es lo que quieres –dio media vuelta
para marcharse con la idea de avisar a Rosario para que se quedara
con ella, estaba claro que su lado más dañado estaba actuando en
su interior. Pero justo cuando fue a caminar, notó como la mano de
Maca le impedía moverse. Se giró y la vio de pie, su gesto le
provocó sin querer miedo-. Maca no puedes estar de pie.
M_ Claro que puedo, tú eres la culpable de todo, tú, pero no te voy
a dar el gusto, ¿me oyes? me has abandonado, me has dado de
lado, me has quitado a mi hijo y te lo has llevado para quitarme su
cariño –su voz iba elevándose así como su respiración-. Te odio
tanto no has tenido bastante con amargarme y destruirme la vida,
¡no!, has tenido que hundirme, humillarme delante de todos, liarte
con Luna, con Ricardo, ¡cuántos más! –Esther cerró sus ojos y Maca
que seguía de pie le susurró con sonrisa maliciosa-. ¿No te gusta
que te diga la verdad?
E_ Cariño... acuéstate –trató de mostrar calma.

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M_ Eres el mismísimo demonio.
En la cocina oyeron un golpe tremendo.
E_ ¿Qué ha sido eso?
Ca_ Viene de la habitación de Maca.
R_ Dios mío –murmuró mientras las tres salían corriendo
Dentro Maca seguía de pie pero Esther yacía en el suelo con
una mano sobre su cara y gesto de profundo dolor.
R_ ¡Maca no! –le gritó Rosario al entrar y ver en su mano un trozo
de cristal y su brazo levantado con una expresión en su rostro que
la paralizó.
Maca miraba a Esther que seguía echada en el suelo, el grito de
su madre le hizo bajar su brazo pero no sirvió para detener su
locura, estaba decidida a todo pero sin saber realmente a que.
Volvió a levantar el brazo empuñando en su mano el gran trozo de
cristal, miró a Esther con los ojos repletos de locura, de su mano
comenzó a caer un fino chorro de sangre que recorría su antebrazo,
pero ella no se inmutó ante el dolor ni un solo músculo de su cara,
ni un solo movimiento que reflejara un cambio en su actitud. El pelo
revuelto en su rostro, su respiración jadeante, tan solo fueron unos
segundos que a todas les parecieron horas, las tres mujeres se
detuvieron en la puerta pensando que cualquier movimiento podía
precipitar las intenciones de Maca, Esther sujetaba su rostro
dolorido mientras ella murmuraba con toda la rabia que puede un
ser humano sentir en su corazón.
M_ Me has engañado, yo confiaba en ti... eras la única persona en
quien confiaba... y me engañaste...
Con rapidez fue a descargar su rabia en forma de cristal sobre
Esther que lo único que pudo hacer fue gritarle.
E_ Maca...
Aquel gritó de horror la paralizó, Maca se quedó en pie mirando
a Esther que lloraba todavía en el suelo, un grito de Rosario
acompañó el movimiento de su hija, no podían creer lo que estaban

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viendo, Maca había perdido completamente el juicio. Se quedó
quieta, pálida, temblando, sus ojos se llenaron de lágrimas, su
mano apretó el cristal.
De las tres mujeres la única que reaccionó fue Carmen, se
acercó con sigilo hasta Maca que permanecía en pie, mirando con su
frente arrugada y una expresión aterrada a Esther que no se atrevía
a moverse por no desatar más su furia, también a ella le caía un
pequeño hilo de sangre por la mejilla, pero ese dolor no lo percibía,
tan grande era el de su corazón, que aquel golpe a penas había
hecho mella en ese momento en ella. Con cuidado Carmen se acercó
hasta Maca parecía no verla, parecía que se había quedado
petrificada allí como una estatua. Pero pronto todas se dieron
cuenta que no lo era, tan solo era una pobre alma en pena que no
sabía ni lo que hacía ni lo que decía.
Ca_ Maca cariño dame el cristal te estás haciendo daño... venga
ven... –Carmen con cuidado y una enorme ternura le puso la mano
para que le diera aquel trozo que había quedado del vaso. Ella se lo
entregó-. Muy bien... ya está cariño... ya pasó todo. Ya.
La acunó en sus pechos, pero pronto tuvo que ser ayudada por
Esther y Encarna, Maca se derrumbó de golpe, tan solo la fuerza de
los brazos de Carmen logró que no cayera fulminada al suelo.
E_ Maca, Maca –se levantó como si tuviera un resorte al ver como
poco a poco Maca iba perdiendo las fuerzas en sus piernas.
Ca_ Tranquila Esther... tranquila...
En_ Hija llevas sangre –le dijo con los ojos vidriosos.
E_ Vamos a acostarla ¡Rosario rápido traiga el botiquín! –la mujer
seguía impávida en la puerta mirando la escena como si se tratara
de un cuadro al que estuviera visitando pero no tuviera nada que
ver con él. El grito de Esther la sacó de aquel ensimismamiento que
ella misma había provocado por el dolor de ver a su hija en aquellas
tristes y penosas condiciones-. ¡Rosario hostia!
R_ ¡Qué! –murmuró con miedo.

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E_ El botiquín de la cocina –decía mientras Carmen le taponaba a
Maca la herida con la sábana.
Ca_ Ayúdame Esther, hay que subir las piernas.
En_ Hija ponte algo en la cara, llevas un corte –estaba preocupada
por ella.
E_ No es profundo mamá.
R_ Aquí está –decía con los nervios a flor de piel Rosario y su cara
desencajada mientras le entregaba el botiquín con sus manos
temblorosas.
E_ Muy bien, dejarme sitio...
En_ ¿Le ha tocado alguna vena o tendón?
E_ Creo que no, no es un corte profundo parece superficial pero es
escandaloso –la sangre había llenado en segundos la sábana y parte
de su pijama así como del jersey de la propia Esther.
Ca_ ¿Quieres que llame al doctor? –la miró con gesto serio.
E_ Sí, igual necesita puntos... espera déjame que limpie bien la
herida y ya te digo.
R_ Me estoy mareando... me voy a caer... –susurró Rosario con la
mano sobre su frente.
En_ Venga Rosario hija... ven aquí.
Ca_ Aguanta tu la gasa Encarna... yo me ocupo de ella.
En_ Si... –respondió con la tensión marcada en su rostro.
Ca_ Vamos Rosario –le tomó por la espalda y la sacó de allí-. No es
nada solo es un corte en la palma de la mano.
R_ Si no llegamos a entrar –no podía parar su llanto desesperado
mientras era empujada por Rosario hasta el comedor.
Ca_ Venga siéntate en el sofá. Vamos Rosario bastantes problemas
tenemos ahora mismo como para pensar en eso, tenemos que ser
practicas, ahora hay que curar a Maca y luego a Esther.

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R_ ¿Esther? –murmuró entrecerrando los ojos como si pudiera ver
nuevamente su rostro de pánico-. ¿Cómo va a reaccionar una vez
pase esto?
Ca_ Rosario ¿tú no sabes ser práctica? –la miró muy seriamente-.
Venga toma la tila, descansa un rato mientras yo quito la sangre,
¡solo es un corte! –le dijo bajito con su voz repleta de ternura
acariciándole la cara con aprecio.
R_ Lo siento... yo no puedo ver la sangre.
Ca_ ¡Ay estas mujeres de la alta sociedad cuánta falta de
calamidades tenéis, para aguantar carros y carretas!. Venga.
R_ Dile a Esther...
Ca_ Tranquila.
Mientras en la habitación, Encarna no perdía detalle tanto de la
herida de la mejilla de su hija, como de Maca quien estaba con los
ojos abiertos mirando el techo, le impresionaba verla así, parecía
que estaba fuera de su cuerpo, ni un solo gesto de dolor y sabía que
aunque Esther estaba haciendo la cura con sumo cuidado, aquel
corte tenía pinta de que debía doler. Pero Maca no estaba, al menos
no allí.
Ca_ ¿Qué tal vas Esther?
E_ Bien Carmen, bien. No hace falta que venga el médico, es
superficial.
Ca_ ¿Y el tuyo?
E_ Ahora me lo mirare.
En_ Hija –la miró con preocupación.
E_ Estoy bien mamá –levantó su mirada para entregarle a su madre
esos ojos repletos de estupor.
Ca_ Voy a llevarme las sábanas, será mejor quitar todo esto. Tu
suegra dice que la disculpes.
E_ No puede ver la sangre, mamá anda, esto ya casi está ¿por qué
no vas con ella?

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En_ ¿Y el corte?
Ca_ Yo le curo, tengo practica con las ovejas, los cerdos...
En_ Pues no sé yo ¿eh? –le sonrió de lado agradeciendo que Carmen
pusiera la nota de color ante tanta tenebrosidad.
Ca_ Ve tranquila aquella mujer te necesita –le dijo guiñándole un
ojo.
En_ No la dejes sola con Maca –le susurró en voz baja.
Ca_ Descuida.
E_ Esto ya está.
Esther la miró con delicadeza, sabía que debía cambiar su ropa
manchada de sangre, pero no estaba muy segura de cómo
reaccionaría, Carmen había quitado la sábana manchada, y limpiado
el suelo con una rapidez que asombró a Esther cuando le dijo.
Ca_ Ven que te cure.
E_ No es nada Carmen –le contestó retirándose la sangre que aún
seguía cayendo.
Ca_ No me seas cabezota, ven a la luz de la ventana –Esther se giró
como buscando algo-. Tranquila he quitado todos los trozos, no hay
peligro.
E_ Gracias –su desanimo era patente, su dolor también.
Ca_ ¿Cómo te lo ha hecho?
E_ Me pegó con el puño ¡ah! –se quejó al notar el tacto de la gasa
sobre su corte-. Me pilló descuidada.
Ca_ Pues tiene una buena derecha –sonrió-. Venga hija, esto nada
más es un ataque de locura pasajero.
E_ ¿Y si no lo es? –la miró con el miedo grabado en sus ojos.
Ca_ Lo será, si no lo fuera, digo yo que habría llevado a cabo sus
intenciones.
E_ ¿Cómo puede sentir tanto odio por mí?

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Ca_ Ni la culpes, ni la juzgues –siguió curándole la herida con
cuidado-. No era ella, era un cúmulo de emociones juntas muy
desorganizadas.
E_ Pero todas contra mí –le cayó una lagrima que Carmen con
esmero le retiró.
Ca_ Eres la persona que más ama... es lógico. Tiene que poner
orden a sus sentimientos.
E_ ¿Qué voy a hacer?, tengo miedo...
Ca_ Mi Fermín cuenta que un día le eche la palangana a la cabeza,
dice que le di de pleno pero como tiene la cabeza dura, es cabezón
de nacimiento, pues nada más le salió un chichón, otra vez dice, que
estaba yo sentada en la silla y él estaba dándome la comida, yo no
quería comer entonces se puso en pie y le pegué un puñetazo allí
mismo en sus partes –Esther no sabía si se lo estaba inventando
para hacerla reír o si realmente fue así, pero si lo que quería era
verla sonreír la buena de Carmen lo consiguió-. Eso está mejor. Tu
sonrisa puede ayudarle.
E_ Pensé que me iba a clavar el cristal –murmuró mientras las dos
se giraban a mirarla.
Ca_ Y yo, la verdad, pensé que era el fin.
E_ ¿Y ahora?, no puedo verla así –susurró con un gesto repleto de
tristeza, se acercó a ella, se sentó a su lado y le dijo-. Maca cariño
–no obtuvo respuesta.

En la cocina, las dos madres trataban de tranquilizarse, pero


era muy difícil dado el momento de alta tensión que habían vivido
en aquel cuarto.
R_ ¿Qué va a pasar ahora Encarna?
En_ No lo sé, me imagino que si esto se lo contamos a Cruz o a tu
marido... –se calló porque era evidente lo que venía detrás.

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R_ A mi marido puedo ocultárselo, pero cuando Cruz mañana vea la
herida de Esther y la mano de Maca.
En_ Pero no puede llevársela contra nuestra voluntad. Además,
quizá lo que Maca necesitaba era sacar eso que sacó, esa rabia, ese
miedo, esa sensación de abandono que lleva clavada en su alma.
R_ Pobre Esther... ¿viste su gesto?
En_ Era el mismo gesto que teníamos todas Rosario, es muy duro
ver al ser que quieres en esas circunstancias, verlo dispuesto a
todo, me sentía impotente, no podía mover un músculo.
R_ A mí me pasó igual.
En_ Tendremos que estar atentas, no podemos dejar nada con lo
que pueda hacer daño a los demás o a ella misma.
R_ Si –se puso a llorar.
En_ Vamos Rosario así no ganamos nada –entonces entró Esther en
la cocina con cara de circunstancias-. Hija.
R_ ¿Esther como estás? –se levantó y se puso delante de ella.
E_ Bien del golpe bien...
En_ Siéntate voy a prepararte algo que te ayude a calmarte.
E_ ¿Qué vamos a hacer?
R_ Esther no podemos decaer... creo que debemos estar a su lado
más que nunca.
E_ Me siento tan mal, me siento culpable de todo esto, todo basado
en una maldita mentira –golpeó la mesa mientras apoyaba sus
codos en ella rompiendo a llorar ante la mirada de las dos mujeres
que al ver su estado quedaron atónitas-. Tiene razón, es mi culpa...
sólo yo soy la culpable.
R_ No digas eso –se sentó a su lado cogiéndole del brazo.
E_ Fui una estúpida... y ahora...
R_ Eso no es verdad Esther... las cosas pasan Esther... –le acarició
con ternura.

438 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Esther mírame –la obligó a mirarle con sus ojos repletos de
lagrimas, Encarna tuvo que hacer un esfuerzo para poder hablarle
sin que ella pudiera percibir que tenía roto el corazón de verla así-.
Nadie tiene la culpa, no debes buscar la razón de esta locura, debes
buscar las fuerzas para ayudarla a salir de ella. Ni tú, ni nadie, ni la
propia Maca pobrecilla mía tiene culpa de nada. Me gustaría que ella
pudiera recordar lo que ha sucedido hoy, creo que esto debe
haceros ver que la vida que os queda debe ser una vida de
confianza, de amor y de cariño, como lo fue hasta entonces, debéis
aprender de este error, pero no juzgaros, ni reprocharos, mucho
menos castigarte de esta manera tan inútil –ella la miraba llorando
mientras hacía pucheros, Rosario miraba fijamente a Encarna, la
admiraba como madre, la admiraba como mujer-. Ahora más que
nunca tu mujer te necesita a su lado, ahora más que nunca hija,
quizá de eso dependa que mejore
R_ Tu madre tiene razón Esther –apuntó Rosario con la voz
entrecortada-. Sé que es duro pedirte esto, a mí aún me tiemblan
las piernas, pero mi hija te necesita más que nunca...
E_ Pero... todo lo que me ha dicho –seguía llorando sin poder parar.
En_ Todo lo que su emotividad ésa que nos está haciendo pasar
cada momento de sufrimiento ¡qué para qué!, pues quizá era eso es
lo que necesitaba sacar... piensa que debe ser muy duro para ella
no saber controlar emociones, ha llegado al límite hoy... y ha
explotado. Piensa por un momento como se debe sentir.
R_ Esther, sé que soy egoísta si te digo que mi hija te necesita y
que estés a su lado más que nunca, pero estoy convencida que sólo
así podrá recuperarse.
En_ Esther comprendemos que necesites llorar, has pasado miedo,
has pasado sufrimiento y hasta culpabilidad de verla en ese estado.
Pero tienes que seguir hija, Maca te necesita más que nunca.
Esther no dijo nada, no podía necesitaba llorar y eso hizo, lloró
sobre sus brazos cruzados en la mesa, lloró con rabia, con
desesperación, lloró por su amor, por aquella mujer que se había

439 ”Adiós Esther” © by ldana


transformado en algo que jamás pensó pudiera sucederle, lloró por
su hijo, lloró por primera vez en esos últimos meses por ella, porque
notaba que se le había quebrado el corazón. Y todo bajo la mirada
atenta de su madre, que no quería soltar las lagrimas que tenía en
sus ojos, sabía que ahora el apoyo de su hija era ella, también bajo
la mirada de Rosario que pudo notar el dolor que transmitía Esther,
le pareció todo tan injusto que le hubiera gustado cambiarse por su
hija en aquel mismo momento. Cuando Esther levantó la cabeza,
estaba tratando de calmarse, encontró allí los ojos de su madre
dándole calma y fuerzas, encontró la caricia de su suegra que, se
había vuelto necesaria también, y sabia que dentro, aún encontraría
más, la fuerza de Carmen. En el fondo tenía suerte, se dijo, estaba
rodeada de mujeres cada una a su manera, portentosas, cada una
con su estilo, pero todas con la misma función, ser madres. Aquel
pensamiento le llevó a Daniel y fue suficiente para volver a sentir su
corazón fuerte para seguir luchando por lo que tanto amaba.

Entró en la habitación, Maca estaba de lado tenía los ojos abiertos


pero su gesto era ausente, Carmen le hizo un gesto con seguridad,
asintió y le sonrió, Esther se lo agradeció con una sonrisa y le pidió
con un susurro que la dejara sola con ella. Carmen así lo hizo. Con
cuidado se acercó hasta la cama, se tumbó decidida junto a Maca, la
abrazó sintió como su cuerpo aún temblaba, la besó y le dijo:
E_ Te quiero. Dulces sueños princesa mía.

Esther la abrazó con su brazo derecho estrechando su cuerpo al


suyo, sabía que estaba despierta, sabía que quizás en ese momento
se había arrepentido de lo que había hecho, al menos eso quería
pensar, Maca si algo tenía era una infinita calma, quizá verla en ese
estado de locura, hizo tanto daño a Esther que no sabía si estaba
haciendo o no lo correcto, pero sí, estaba segura, que lo debía estar
pasando tan mal como ella. Por esa razón quiso ayudarla, quiso
recordarle todo cuanto se habían amado quiso despertar en ella el
sentimiento de amor que existía entre ellas y que sabía estaba
440 ”Adiós Esther” © by ldana
escondido en algún lugar de su corazón y estaba dispuesta a
zarandearlo hasta que saliera de su escondite, y como si su voz
fuera una nana que la arropara comenzó a hablarle, Maca temblaba
su miedo había convertido su cuerpo en un movimiento continuado
y sus ojos se habían quedado fijamente observando aquel paisaje
que le ofrecía la ventana, la noche caía, la oscuridad ocupaba todo,
también su mente, su alma pero allí estaba a su lado Esther para
dar luz poco a poco, palabra a palabra. Antes de empezar le dejó un
suave beso en la sien, se había acomodado dos almohadones para
quedar un poco más alta que ella, tenía la visión del movimiento de
sus ojos, no quería dejar de vigilarla por si pudiera repetir cualquier
situación violenta.
E_ Mi amor... tengo necesidad de abrazarte... así juntas escuchando
lo que tanto nos gusta el silencio y nuestros corazones –suspiró con
fuerza mientras acariciaba lentamente la mano de Maca que tenía
apoyada en su vientre-. Es una maravilla tenerte así de cerca, no
hay nada mejor en el mundo que estar a tu lado –Maca parecía no
inmutarse ante sus caricias pero Esther estaba decidida a intentarlo
y no cesó en ellas y en la suavidad en su tono de voz-. ¿Sabes?, me
siento culpable de todo cuanto pasa, sé que debí ser más
responsable, cuando Luna y Begoña nos mintieron nos cegaron los
celos, nos cegó una mentira que por orgullo no fuimos capaces de
ver claramente. Desde entonces todo ha ido mal, aunque bueno...
también hemos tenido nuestros momentos de pasión, de amor y de
ternura –sonrió débilmente lo suficiente como para que Maca
cerrara sus ojos, queriendo ocultar su mirada-. Cuando estabas en
coma, le pedí a Dios que me diera la oportunidad de poder pedirte
perdón, perdón por ser una estúpida, creo que sigo siendo la misma
estúpida y no sé como voy a solucionar nuestro problema vida
mía... quererte como te quiero y tener que dominarme... es un dolor
tan insoportable que todas las noches pienso que ojalá me hubiera
pasado a mí, ojalá yo estuviera en tu lugar mi vida, –Maca abrió los
ojos porque notó como una lagrima de Esther caía sobre su hombro,
aquella lagrima hizo que su cuerpo se estremeciera, al notarlo

441 ”Adiós Esther” © by ldana


Esther, pensó que volvía el frío y la fiebre, decidida se levantó-. Voy
a taparte no quiero que te vuelva a subir la fiebre.
Fue en busca de la sábana que con todo el lío que se había
formado, Maca la había echado al suelo, Esther pasó por delante
suya, pudo ver con nitidez el golpe en su mejilla, que estaba
tomando el color morado y entonces imágenes se sucedieron en su
cabeza, hizo un gesto de dolor que no fue captado por ella que
estaba poniendo la sábana sobre el cuerpo de Maca. Después volvió
a subirse a su lado, la volvió a abrazar y volvió a musitar.
E_ Nunca pensé que pudiera amar a nadie como te amo a ti, nunca
pensé que quererte fuera tan necesario para mí, no puedo ver en
tus ojos el dolor, no puedo verte sufrir mi vida... eres tan
maravillosa, ¿sabes qué cariño?, cuando estés bien y recuperada te
llevaré a la playa, al mar, sé lo que te gusta pasear en esta época
del año por la orilla, y ya sabes el frío que paso yo, pero por ver tus
ojos brillar nuevamente, por ver tu sonrisa soy capaz de cualquier
cosa –Maca volvió a cerrar los ojos sin moverse pero sintiendo
lentamente las caricias que una entregada Esther le estaba dejando
con toda la ternura y delicadeza que podía sentir-. Haría cualquier
cosa porque vuelvas a ser la misma de antes, porque me riñas
cuando me como las uñas, porque me beses cuando por las
mañanas crees que duermo, cuando me traes el desayuno a la cama
–su voz se iba tornando poco a poco emotiva, Maca notó que se
estaba emocionando con cada palabra que decía y es que eran
tantos los recuerdos que Esther estaba viendo en su mente que le
hubiese gustado traspasarlos a la suya. Llegó un momento que la
mano de Esther paró, justo cuando le dijo-. Daría todo por volver a
escuchar con tu voz de seda cuando me susurras que me amas y
que no puedes vivir sin mí. Mi amor... te quiero tanto que no sé
como pude dejar que mis celos por perderte me nublaran la razón.
Maca voy a estar a tu lado el tiempo que haga falta cariño,
saldremos de esta ya lo verás cariño –no podía evitar llorar sin
pesar pero si con un continuó avance de sus lagrimas por la cara-.

442 ”Adiós Esther” © by ldana


Porque ahora que sé lo que duele perderte no voy a dejar pasar ni
un solo segundo de mi vida por ti.
Trató de aguantar el llanto, metió su cara entre la melena de
Maca y suspiró con fuerza repitiendo por tres veces su nombre, por
tres veces el nombre de la persona que tanto necesitaba y esa
persona por un segundo, acarició tan suavemente su mano que no
pudo percibir su caricia.

En la cocina cuando llegó Carmen mientras la pareja hablaba,


las dos madres la miraron con cierto resquemor.
Ca_ Está tranquila... no creo que le vuelva a pasar.
R_ Estoy totalmente desarbolada no sé ni que tengo que hacer.
En_ Bueno eso es normal. Yo creo que lo que acabamos de vivir es
un momento tan desagradable que nos ha dejado un poco
traspuestas.
Ca_ Pero así no vais a ayudar a Esther. Y os necesita.
R_ Tienes razón –sonrió tristemente mientras asentía con la cabeza.
Ca_ Bueno yo tengo que irme porque Fermín está solo con Daniel.
En_ Dios mío Daniel, ni siquiera hemos preguntado por él.
R_ Pobrecito. Mañana si Maca está mejor iré a verlo aprovechando
que estará aquí Teresa.
Ca_ ¿Definitivamente te quedas?
R_ Sí, mi hija me necesita y yo la necesito a ella –su gesto era de
melancolía pero trató de sacar fuerzas de flaqueza para asegurar
mirando a Encarna-. Y aunque será duro aquí estaremos para
conseguirlo, como dice Encarna –la miró y le sonrió ante la mirada
emocionada de su consuegra.
Ca_ Pues mucho mejor, os van a necesitar más que nunca, de todos
modos si pasara cualquier cosa, sea lo hora que sea, no dudéis de
llamar a casa.
En_ Gracias Carmen.
443 ”Adiós Esther” © by ldana
Ca_ Bueno... voy para casita a preparar la cena –se levantó y se
dirigió hasta la puerta.
R_ Ya la acompaño yo Encarna, no te muevas.
Ca_ Lo dicho Encarna con cualquier motivo nos llamáis.
Carmen se marchó acompañada de Rosario, una vez vio como
se perdía el coche por el camino, cerró la puerta con un escalofrío
que recorrió su espalda, por un segundo le hubiera gustado huir con
ella, perderse, alejarse de tanto dolor. El frío le sacudió su
pensamiento y al girarse se encontró con los ojos escrutadores de
Encarna que parecían entender sus pensamientos.
En_ Creo que es mejor cenar Rosario, algo suave y descansar...
R_ Si, sin duda es lo mejor, voy a ver como están.
En_ No te culpes ni te juzgues muy duramente, esto no es fácil.
R_ No sé que haría sin ti Encarna, me estás enseñando tantas
cosas...
En_ ¡No vayas a enamorarte de mí, eh! –le riñó con la mirada seria
pero al segundo dio una gran carcajada que provocó la de Rosario-.
Tenemos que ser fuertes, y si nuestras hijas pueden sobrellevar
esto, nosotras también. Pregúntale a Esther si le hago algo de cena
a Maca.
R_ De acuerdo.

En la habitación la tranquilidad de tener a Esther tan cerca,


había conseguido que Maca pudiera dormir un rato, soñaba pero no
le molestaba, tenía en sus brazos a Esther, estaban en una especie
de lago, juntas sonriendo, parecía que nada había cambiado, la
sonrisa amplia de su mujer la llenaba de paz y tranquilidad. Su
respiración se hizo más pausada y Esther notó que por un momento
estaba recuperando la calma, aunque temía como sería su
despertar, era un desconcierto.

444 ”Adiós Esther” © by ldana


Cuando Rosario asomó la cabeza por la puerta, se encontró con
la pareja abrazada, se detuvo en seco, no sabía que hacer, dudó un
instante y decidió desde la puerta preguntarle a Esther en voz muy
baja.
R_ Esther, ¿estás bien?
E_ Sí –le dijo dándose la vuelta y abandonando el cuerpo
lentamente de Maca.
R_ Es hora de cenar –no podía mirarla a los ojos y por encima de su
hombro sus ojos buscaron la figura tranquila de su hija-. ¿Le damos
algo a Maca?
E_ Creo que ahora está tranquila, de todos modos tendrá que cenar.
R_ Si quieres, ves tú ahora yo me quedo con ella, no has probado
bocado.
E_ No tengo hambre.
R_ Sin hambre Esther, debes alimentarte y estar fuerte. ¿Cómo
tienes la mejilla?
E_ Me duele un poco pero... bien...
R_ Ve y toma algo, así será mejor que luego le des tú la cena.
E_ No lo sé Rosario –entonces se giró mirando el cuerpo de Maca
ambas la miraba con el ceño fruncido con la pena instalada en sus
ojos-. No sé que será mejor pero tendremos que arriesgarnos.
R_ Esther –la llamó cuando salía por la puerta. Ella se giró-. Si
mañana Cruz dice de llevarla, cuenta conmigo para negarnos, sin
nuestro consentimiento no podrá, ¿verdad? –Maca abrió los ojos
confundida.
E_ Claro que no. Gracias Rosario.
R_ Cena tranquila.
Al quedarse allí con su hija, decidió acercarse, al oír los pasos
que tomaban camino hacia su cama, Maca volvió a cerrar los ojos,
entonces oyó el sonido del teléfono.

445 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ ¿Pedro dime? Está bien... igual... no ahora está tranquila... si
Pedro estoy segura que no voy a llevarla a ningún manicomio ni
clínica para que la tengan drogada y perdida –Maca abrió los ojos
como platos y se quedó escuchando el resto de la comunicación-.
Pedro no quiero separarme de ella, ahora no, ves tú yo no tengo
ganas de fiestas cariño... Maca está mal y quiero estar a su lado.
Está tranquila pero esta mal... Esther está aquí… sí... no Pedro no
voy a ir, las chicas me necesitan. De acuerdo... da besos a todos. Yo
también. ¡Ay Dios mío qué vamos a hacer hija! –se acercó a ella
acariciándole el pelo.
M_ Mamá –susurró.
R_ Dime hija –le habló con dulzura con sus ojos repletos de
esperanza.
M_ ¿Y Esther?
R_ Fue a cenar ahora viene. ¿Cómo te encuentras? –ya no obtuvo
respuesta-. Descansa hija... te hará bien.
Pero Maca no descansaba, eran muchas las cosas que se le
pasaban por la cabeza, seguía sin poder controlar nada, y aquello le
desesperaba mucho más que cualquier dolor que sintiera. Le faltaba
el cuerpo de Esther cerca, sin él se sentía perdida y vacía, sin ella
era como un barco a la deriva, a la deriva, le repitió su mente,
Esther era el faro que alumbraba su camino.
M_ Esther –murmuró.
R_ Hija está cenando.

En la cocina mientras Esther cenaba, Encarna trató de


hablarme de otras cosas, sabía que su hija ya tenía bastante con
todo lo ocurrido quería distraer su momento de calma. Le habló de
Carmen y Fermín, Esther le contestaba pero la mujer notaba que
más por intuición que por estar prestándole atención alguna.
En_ ¿Quieres darle tú la cena?

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E_ Mejor vosotras mamá, creo que se sentirá más cómoda, de todos
modos, ya termino.
En_ Muy bien. ¿Te duele? –le miró el moratón.
E_ Me duele más el corazón.
En_ Ya queda menos.
E_ ¿Menos para qué? –le habló con desgana.
En_ Para que todo vuelva a ser como antes... para que el sol vuelva
a salir en vuestro día y os alumbre para siempre.
E_ Llévale la cena mamá –contestó cansada.
En_ ¡Eh! –le cogió la barbilla-. No quiero oírte de esa manera,
¿dónde está el pilar de esta familia que formáis vosotras?
E_ El pilar se quedó en una carretera y no sé si lo vuelva a
recuperar.
En_ Mira Esther, voy a decirte una cosa –la miró señalándole con el
dedo fijamente-. Si vas a seguir con esa actitud, no te dejo entrar,
no se llevaran a Maca pero tú no entraras, te lo advierto.
Se marchó con gesto serio mientras Esther cerraba los ojos
desanimada echando la cabeza para tras en señal de rabia. Su
madre tenía razón, pero también tenía derecho a sentirse
completamente hundida. Dejó el tenedor sobre el plato y desecho
seguir comiendo. Se asomó a la ventana miró el cielo que
comenzaba a estar nuevamente estrellado y de repente el gato
blanco le dio un tremendo susto que la hizo saltar hacia detrás con
la mano en el pecho, el animal la miraba fijamente como si la
estuviera hechizando. Después de unos segundos de sostener sus
miradas, el felino se marchó.
E_ Dichoso gato –murmuró aún asustada.

En la habitación Maca estaba cenando en silencio, Rosario le


estaba dando la cena acompañada por Encarna, le hablaban pero
ella parecía no escuchar, solo miraba la sopa, bebía y al hacerlo

447 ”Adiós Esther” © by ldana


levantaba los ojos hasta la ventana, pero ni una sola palabra salió
de su boca. Al coger el tenedor se percató que mano estaba
vendada, las dos mujeres se miraron expectantes esperando
cualquier comentario pero tampoco lo hubo, al terminar Encarna se
llevó la bandeja y al salir le hizo una señal a Esther para que
entrara. Rosario la tapó, le besó la frente pero Maca ni se inmuto,
con el mismo gesto superficial y sin un solo rasgo, totalmente
inexpresivo.
R_ Cariño ahora vamos a cenar nosotras, en un rato estamos aquí
Silencio. Le sonrió pero Maca siguió igual, sus ojos no se
movieron del mismo lugar donde los había depositado, el techo.
Justo cuando Rosario iba a salir, entraba Esther.
R_ Hola Esther –Maca movió rápidamente sus ojos hasta su figura
que era tapada por el cuerpo de su madre, su rostro se impacientó
por verla, sus ojos se movían de manera nerviosa por encontrarla-.
Voy a cenar.
E_ De acuerdo –era su voz, su voz Maca comenzó a respirar con
más intensidad-. Tranquila vaya y descanse.
M_ “Apártate mamá, necesito verla, es ella, es ella, Esther... Esther”
R_ Si quieres cualquier cosa nos avisas.
E_ Tranquila.
M_ “Esther... ven”
La llamaba con su mente como si pudiera comunicarse con ella por
telepatía, se mostraba nerviosa y cuando vio como su madre se
hacía a un lado respiró tranquila, allí estaba la figura de Esther,
llevaba un pantalón de algodón negro y un suéter rojo gordo de
lana, el pelo se lo había recogido y francamente estaba guapísima
pensó para sí, verla fue como esa bocanada de aire fresco que entra
por la ventana un día de calor, era ella, sí y su corazón la reconoció.
Cerró la puerta y se acercó hasta la ventana, iba a pasar la cortina
cuando nuevamente el gato saltó hasta el cristal de la ventana
provocando en Esther un saltó nuevamente.

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E_ ¡Joder con el gato! –pero entonces oyó una carcajada en la
habitación, no había nadie más que Maca y pudo reconocer su
sonrisa alborotando toda la estancia, se giró despacio y la vio
taparse la boca sonriendo-. ¿Qué te hace tanta gracia? –le preguntó
con gesto entremezclado de asombro y de felicidad con una sonrisa
de medio lado.
M_ Tú –sonrió ampliamente iluminándosele el rostro como los rayos
del amanecer cubren la oscuridad-. Le tienes miedo al gato.
E_ Ya es la segunda vez que me hace lo mismo –se acercó despacio
con cautela mirándola fijamente como si en sus ojos pudiera
adivinar su estado-. Es un asqueroso.
M_ No le digas eso, pobrecillo –la miró sonriendo y le hizo una señal
con la cabeza para que se acostara a su lado. Pero entonces vio su
cara y su gesto cambió por seriedad-. ¿Qué te ha pasado?
E_ Nada, me golpeé –“no lo recuerda”, murmuró para sí
desesperanzada
M_ Déjame que te vea.
E_ No es nada –puso gesto de pena muriéndose de ganas de que la
tocara.
M_ Vamos ven no seas cabezota –al poner sus manos sobre la
mejilla de Esther, ésta notó como su cuerpo entero se estremecía,
pero entonces Maca vio su mano vendada-. ¡Anda! ¿y qué me ha
pasado a mí? –la soltó mirándose ella la mano.
E_ ¿Ya me sueltas? –se quejó poniéndole morritos.
M_ Que mala eres –entrecerró sus ojos-. El placer luego, ahora
cuéntame que me ha pasado, no lo recuerdo.
E_ Te cortaste con el vaso y en el intento de que no te pasara me
golpeé yo.
M_ Lo siento, eres mi heroína preferida –le dijo esta vez
acariciándole con ternura la cara y una voz sedosa que la cubrió
como un pañuelo de seda acaricia lentamente la piel desnuda.

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E_ Lo sé –puso gesto divertido.
M_ ¿Te acuestas?
E_ No, voy a ducharme primero y luego ya nos despedimos de las
mamis.
M_ ¿Las mamis? –la miró fijamente-. ¡Ah si, claro!
E_ Me voy a duchar –le dijo levantándose.
M_ Esther –la llamó con una voz tan sensual que Esther se detuvo
en seco-. ¿No me vas a besar? ¿O solo me besas cuándo tú quieres?
E_ Claro que te beso mi amor –dio la vuelta a la cama se doblegó y
le dejó un suave beso en los labios cuyo sonido resonó en la
habitación-. Cuantas veces quieras cariño.
M_ Te espero despierta y pasa el pestillo –le guiñó el ojo
graciosamente.
E_ ¿Y ahora quién es la mala, eh? –trató de hacerle cosquillas y
Maca rompió a reír como loca.
M_ ¡Suéltame joder! -reía divertida mientras la miraba
intensamente.
E_ Pero si te encanta que te haga cosquillas.
M_ ¡Esther! –dio un grito.
E_ Pero... serás mala...
R_ ¿Qué pasa Esther? –entraron sus madres de repente con el gesto
de susto reflejado en su cara, al ver a Esther encima de Maca
sentada sobre su vientre a horcajadas y ésta sonriendo se quedaron
las dos paralizadas con los cuatro ojos abiertos como platos-.
¡Perdón!
M_ ¿No sabes llamar a la puerta mamá? –le riñó Maca a Rosario.
E_ Está todo bien Rosario –le dijo tratando de calmarlas
separándose del cuerpo de Maca y poniéndose de pie.

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En_ Esto es como una montaña de esas de la feria, en un segundo
pasas de la tranquilidad al pánico –dijo golpeándose las caderas
pero con voz tranquila.
M_ ¿A ver suegra, qué te pasa? –la miraba divertida mientras
Rosario no podía evitar mantener un gesto serio ante la escena-. Y
tú mamá quita esa cara de susto hija, ¡cómo si nunca nos hubieras
visto juntas!
E_ Bueno... será mejor que me vaya a la ducha –trató de cortar la
facilidad de palabra de Maca.
En_ Eso hija, una ducha va bien –sonrió-. Voy a terminar de cenar,
¿vienes Rosario?
R_ Ahora voy –miró a su hija que se volvía a sentar sin apartar la
mirada de Esther que ya se había perdido tras la puerta del baño-.
¿Cómo estás Maca?
M_ Bien, ¿por qué? –la miró de reojo mientras se pasaba la lengua
por su labio inferior.
R_ ¿No recuerdas nada?
M_ ¿Qué tengo que recordar? –separó sus ojos de la puerta y giró
su cabeza hasta mirar fijamente a su madre que la miraba con gesto
dubitativo.
R_ Nada especial, –suspiró, le dejó un beso en la frente y le dijo-.
Hasta mañana.
M_ Un momento –le sujetó del brazo-. ¿Qué tengo que recordar?
R_ Descansa... mañana hablamos no quiero molestaros –le sonrió.
M_ Hasta mañana –murmuró con voz apagada.
Cuando su madre se marchó, ella se quedó allí escuchando el
sonido de la ducha, sabía que estaba Esther y le daba tranquilidad
hasta que nuevamente su cabeza le entregó una imagen, su visión
hizo que su cuerpo se conmoviese, se miró la mano y murmuró
muerta de miedo.
M_ Esther...

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En la ducha, Esther trataba de calmar sus nervios, “otra vez
igual”, pensó, ella que tenía la esperanza cuando la vio sonreír que
todo estuviera olvidado, aquella tensión estaba pudiendo con ella,
mucho más que cuando estuvo en el hospital con Maca
debatiéndose entre la vida y la muerte, y es que, verla sufrir
aquellos ataques, viéndola sufrir aquellos recuerdos que le pasaban
malas pasadas, se sentía completamente inútil, no podía ayudarle a
nada, lo que los libros le decían no le servía de mucho. Suspiró
fuertemente mientras se secaba con la toalla el pelo y salía de la
ducha.
E_ Espero que mañana Cruz no se ponga pesadita queriéndosela
llevar –susurró para sí con gesto preocupado-. Aunque realmente,
tengo que reconocer que sería mejor que la llevaran médicos
especializados... ¿me estaré equivocando? –se miró en el espejo, el
vaho del baño no le dejaba verse bien y con la palma de la mano
limpió un trozo, el suficiente para ver su rostro, en su mejilla un
fuerte golpe daba muestras de la fuerza que Maca tenía cuando
perdía el control, agachó la mirada y se apoyó sobre la pila
completamente hundida en su culpabilidad-. No la estoy ayudando...
no puede ser... quizá lo mejor sería llevarla donde quiere su padre...
¡no puedo ser egoísta y pensar en mí! –dijo con rabia-. Es peor para
ella, sufre mucho más así que realmente si estuviera en un lugar
indicado... pero... si la llevo sé que no me lo perdonara cuando
tenga sus ratos lúcidos como ahora... nunca me lo perdonará... y si
no la llevo... ¡qué desespero!, no sé que es mejor... Maca... ¿te
estaré perjudicando mi amor?...
Fuera mientras ella se vestía, Maca volvía a sentir un auténtico
torbellino en su interior, las imágenes, las voces volvían a invadir
todas a una su mente, quería detenerlas, quería separarlas de ella
pero no podía, entonces, pudo ver claramente lo ocurrido momentos
antes:
“E_ Cariño... acuéstate –trató de mostrar calma.
M_ Eres el mismísimo demonio.
E_ Mi amor... venga por favor no soporto verte así, vamos cariño.
452 ”Adiós Esther” © by ldana
M_ ¡No me toques! –le había gritado.
E_ Maca –Esther la había mirado fijamente con sus ojos repletos de
miedo y una profunda tristeza-. Quiero que te acuestes... quiero que
te relajes... te quiero Maca.
M_ ¡Deja de mentirme cabrona! –sus palabras al recordarlas
nuevamente le hicieron que su piel se erizara, cuanto odio había en
ellas cuanto daño le habría hecho a Esther-. Tú no me quieres.
E_ Mi vida.
Se acercó a ella y justo en el momento en que Esther iba a cogerle
por los brazos con ternura, Maca le golpeó con su puño con toda la
fuerza que tenía haciéndola caer.”
M_ Dios mío –murmuró con la voz totalmente rota-. ¿Cómo he sido
capaz?
Oyó como Esther estaba abriendo la puerta del lavabo y se
precipitó en la cama haciéndose la dormida, tenía miedo de mirarla,
se sentía tan culpable que no quería siquiera que Esther pudiera ver
en ella ese sentimiento. Cerró los ojos avergonzada de su
comportamiento y rezó para que Esther no la despertara. Ella se
acercó y al verla con los ojos cerrados salió de la habitación. Fue
entonces cuando un respiro profundo salió de su interior. Sus ojos
se llenaron de lagrimas y su corazón latió triste mientras
murmuraba.
M_ Esther...

En la cocina entre el silencio de la noche, Encarna y Rosario


estaban recogiendo la fregada. Después de lo que habían visto las
dos mujeres se habían quedado un poco descolocadas. Habían
preferido no hablar del tema pues cada una tenía un pensamiento y
ambas se conocían ya tan bien que preferían compartir el silencio. Al
escuchar la puerta que se abría, se giraron a la par. Allí estaba
Esther con gesto de preocupación.
E_ Hola –les dijo sentándose.

453 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ ¿Cómo sigue Maca?
E_ Ahora dormida –ante la mirada de las dos y su silencio les dijo-.
Pensé que había reaccionado... pero no...
R_ Esta situación es insoportable, menos mal que estamos juntas de
lo contrario sería un infierno.
E_ Yo quería pediros disculpas por lo de antes.
R_ No te preocupes –le sonrió de medio lado-. Voy a despedirme de
ella. ¿Quieres que nos turnemos para vigilarla?
E_ No creo... si fuera necesario yo os llamo.
R_ De acuerdo... pues entonces buenas noches.
En_ Descansa Rosario. Hija... –la miró con una sonrisa triste.
E_ Por un segundo creí que sí mamá.
En_ Lo sé –le dejó un beso en la frente-. Paciencia hija mía, a ver
mañana que nos dice Cruz.
E_ ¡Ve a descansar mamá!, que no estás tú para todos estos sustos.
En_ ¿Me estás llamando vieja? –clavó sus ojos esta vez en los de su
hija con enfado y sus manos se posaron sobre sus caderas. Esther
sonrió-. Mira que todito te lo consiento menos eso ¿eh?
E_ ¡Ay mamá!, tienes la virtud de sacarme una risa cuando solo
tengo lágrimas.
En_ Porque soy tu madre y sé que necesitas sonreír.
E_ No quiero parecer ñoña mamá –se levantó y se puso ante ella-.
Pero...
En_ ¡Anda ven aquí qué lo estás deseando! –sonrió abriendo sus
brazos para que su hija se dejara llevar por ese abrazo que tanto
necesitaba-. Cuando eras pequeña lo que más me gustaba era
acunarte, ahora que ya eres mayor, me produce un sentimiento tan
fuerte... porque sé que me abrazas cuando estás o muy mal o muy
bien... –Esther suspiró sin poder controlar una lagrima resbalando
por su mejilla-. Esta noche, me duele el corazón cariño....

454 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Mamá –se aferró a su cuello mientras lloraba.
En_ Todo irá bien... pero aquí estaré para acunarte siempre que lo
necesites, ¿vale?
E_ Tengo tanto miedo...-no se soltaba de su cuello allí su temor se
difuminaba.
En_ Sí, es curioso hija, me usas a tu antojo ¿eh?, ahora que
recapacito, porque digo yo –le dio un golpecito en su hombro
obligándola a separarse y mirarla con las lagrimas cayendo una tras
otra-. A mí me gusta que me abraces pero solo lo haces cuando me
necesitas ¡egoísta! –le riñó sonriendo y provocando en ella una
sonrisa-. Te quiero mucho hija y pase lo que pase, aquí estaré.
E_ Como siempre mamá. Tú y Maca sois las únicas personas que no
me habéis fallado. La verdad que nunca te he agradecido todo
cuanto me has dado en mi vida, nunca lo valoré... gracias mami.
En_ A una madre nunca se le da las gracias ¡tonta! A una madre se
le quiere desde que está en su interior y no hace falta que me des
las gracias por nada que no sea por darte vida. Lo demás... es parte
de nuestra historia. Hasta las peleas.
E_ Me gustaría ser como tú, me gustaría que pudiera significar para
Daniel, la mitad de lo que tú significas para mí.
En_ Seguro que sí –le quitó las lagrimas con ternura y una sonrisa.
E_ No he podido hablar con Carmen de mi pequeñín.
En_ Llámala si quieres, me dijo que si necesitábamos algo la
llamáramos.
E_ Vale. Ve a la cama mami, si te necesito te lo digo.
En_ De acuerdo. Me acuesto porque es tarde pero no porque sea
vieja.
E_ Jo mamá –le protestó sonriendo y Encarna le dio un beso-. Te
quiero.

455 ”Adiós Esther” © by ldana


En la habitación, Rosario se había sentado junto a su hija, Maca
no le hablaba, estaba ausente, pero lejos de estarlo realmente, lo
que estaba era repasando momentos, dominando situaciones, se
mostraba relajada aunque sus ojos se movieran nerviosos de un
lado a otro, estaba tranquila. La presencia de su madre no le
molestaba de manera que seguía centrándose en lo que le
interesaba, la mano de su madre acariciándole la cara con ternura,
gesto que en pocas ocasiones Rosario había realizado, le hizo variar
su mirada y posarla en la figura de su madre.
R_ ¿Qué tal cariño? –le sonrió.
M_ ¿Lo qué tiene Esther en la cara se lo he hecho yo? –buscaba algo
que de momento no percibía.
R_ Hija, será mejor que...
M_ Dime.
R_ Si, pero fue un ataque de nervios... –la disculpó.
M_ ¿Dónde está?
R_ En la cocina tomando un vaso de leche.
M_ ¿Puedes decirle que venga?
R_ Claro cariño –le dejó un beso en la frente que provocó en Maca
un gesto de extrañeza que Rosario no supo leer-. Ya la llamo, hasta
mañana.
M_ Hasta mañana. Esther –susurró sentándose en la cama mientras
con desespero se tapaba la cara con sus manos.
En la cocina frente a una taza, se encontraba Esther, su mirada
la mantenía fija sobre la mesa, Carmen le había asegurado que el
pequeño descansaba ya, había cenado bien y estaba tranquilo, giró
su cuello aún con molestias del golpe recibido, sin querer lo volvió a
recordar, y volvió a sentir en su piel el dolor, aquel gesto de Maca
marcado en su rostro, no se le podía olvidar, no podía apartarlo de
su mente por más que quisiera, ni cerrando los ojos, seguí allí
permanentemente. Se puso acodada sobre la mesa, tapándose la
cara con un fuerte suspiro. En ese momento Rosario abrió la puerta

456 ”Adiós Esther” © by ldana


y al verla así, sintió pena por ella, podía entender lo mal que se
sentía.
R_ Esther.
E_ ¿Qué pasa Rosario? –se puso en pie con rapidez apartando la
silla de un golpe seco.
R_ Tranquila, tranquila... no pasa nada –se apresuró a calmarla.
E_ ¡Qué susto! –respiró aliviada.
R_ Ve que Maca quiere hablar contigo –le posó su mano sobre el
hombro-. Ahora está tranquila.
E_ Espero que siga así –le sonrió-. Buenas noches Rosario.
R_ Si me necesitas.
E_ Claro. Pero descanse.
R_ Buenas noches.
Esther salió directamente para la habitación, sus latidos
conforme se acercaba a la puerta iban aumentando, se daba cuenta
que sus pasos también, y que un sudor frío asomaba en las palmas
de sus manos. Estaba perdiendo el control, y aquella situación no
podía doblegarle, por eso, antes de entrar respiró hondo, tenía que
estar preparada para cualquier reacción de Maca no podía
demostrarle que tenía miedo si estaba mal ella lo notaría y podría
hacerle daño, si por el contrario estaba calmada, sería ella quien
podría desestabilizar su calma. Respiró profundamente dándose
cuenta de la dificultad de la situación. Abrió la puerta con una
sonrisa en sus labios, cuando entró vio a Maca sentada en la cama,
parecía realmente tranquila y un suspiro inundó su interior, no
cambió su expresión no quería sorpresas, cuando empezó a caminar
hacia Maca se encontró con su mirada, sus ojos le hablaban de
manera diferente y aquello también la tranquilizó, no tenía en ellos
ni la sombra ni el rencor ni siquiera la duda, aquello por un segundo
le hizo albergar una mínima esperanza, no quería entregarse a
aquel pensamiento porque después cuando se daba cuenta que todo
seguía igual, un profundo dolor se adueñaba de su corazón, y éste

457 ”Adiós Esther” © by ldana


ya estaba demasiado dolorido. Le entregó una sonrisa, Maca no la
devolvió.
E_ ¿Qué quieres cariño?
M_ Lo que llevas en la cara, ¿te lo he hecho yo? –su mirada y su voz
estaban repletos de arrepentimiento y desasosiego.
E_ Cariño...
No le dijo nada más, se acercó hasta ella sentándose a su lado,
en aquel momento, la vio tan desprotegida, tan aterrada, tan
arrepentida, que su corazón volvió a renacer como la flor lo hace en
la primavera, la abrazó estrechándola con fuerza, esa fuerza que le
daba el amor, esa necesidad de hacerle volver en ella, le dejó un
suave beso en su hombro, sabía que estaba sintiendo un profundo
dolor y quería calmarla pero no podía, un nudo se había instalado en
su garganta, un nudo que le impedía decirle lo que la amaba. Se
quedaron por un momento que pareció una eternidad abrazadas,
sobraban palabras, faltaban caricias, por eso las manos de Esther
comenzaron a recorrer su espalda tratando de transmitirle paz y
sosiego, Maca se refugió en su pecho como si de allí no tuviera que
salir al exterior, como si sólo allí fuera capaz de vivir, su pelo se
había arremolinado sobre su cara, sus manos se habían vuelto frías
como el hielo y se aferraba como el moribundo se agarra a la vida,
al cuerpo de Esther, necesitaba pedirle perdón pero era tal el
sufrimiento que en ese momento su interior claramente le estaba
dejando sentir, que no pudo más que abrazarse a ella, ni siquiera
llorar, tan solo sentir.
Fue Esther quien rompió el silencio, manteniéndola en su pecho
abrazada, sintiendo sus manos sobre su cintura, sintiendo como la
respiración volvía poco a poco a calmarse, sintiendo como ella
misma había encontrado el aliento suficiente para hablar sin mostrar
su desesperación, tan solo quería darle esperanza de que todo sería
como siempre, quería envolverla en un manto de rosas, sin ninguna
espina.

458 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Maca no fue tu culpa... no sabías lo que hacías... no te pongas
así por favor, sabes que me duele verte de esta manera –la separó
de su cuerpo con extremo cuidado como si fuera una fina porcelana
y apoyó su mano en la barbilla obligándola a mirarla. Maca cuando
posó sus ojos en los suyos, vio una sonrisa tierna y caliente que se
le estaba llevando el frío. Esther le dejó un suave beso en los labios
mientras le decía-. Te quiero... no sé que decirte, más que te
quiero...
M_ ¿Cómo he podido hacerlo?, ¿no me odias? –la miró
entrecerrando los ojos hablando con su voz suave y baja.
E_ ¡Por Dios Maca no digas tonterías!, ¿cómo voy a odiarte?
M_ Lo siento –murmuró como una niña pequeña asustada.
E_ Te quiero.
M_ ¿Me vas a dejar? –le preguntó después de unos segundos en
silencio donde aquella palabra le había llenado de alegría el corazón.
E_ No, voy a estar aquí.
M_ ¿Te vas a acostar conmigo? –la miró intensamente pero con el
rostro serio y su voz segura.
E_ Claro, vamos a descansar que has tenido un día muy estresante
cariño.
M_ ¿Y Daniel?
E_ Con Carmen –le acarició lentamente el pelo y sonrió ante el
recuerdo de su hijo-. Venga acuéstate.
M_ No te vayas –insistió.
E_ No, déjame que me lave los dientes y vengo.
M_ No tardes –seguía pareciendo una niña asustada y a Esther le
dolió el alma.
E_ Ya vengo.
Se metió en el cuarto de baño sin cerrar la puerta, aquella
situación era diferente a cuantas había vivido hasta ese momento.
Pero seguía sin querer creer en otra cosa que en un nuevo cambio
459 ”Adiós Esther” © by ldana
de emotividad. Terminó y apagó la luz, al salir la vio con los ojos
bien abiertos mirando fijamente la puerta, como si tuviera miedo
que se marchara. Al verla sonrió, abrió la cama y dejó una fina luz
que provenía de la chimenea que seguía bajita.
E_ ¿Tienes frío?
M_ No, pero... ¿puedes abrazarme? –le preguntó con temor.
E_ Claro que sí mi vida.
Maca estaba de lado, Esther pasó su brazo por debajo de su
cuello, mientras con el otro la aferraba por la cintura a su cuerpo,
adaptándose las dos entre los huecos de sus propias curvas. Unieron
sus pies, los pies fríos de Esther con los calientes de Maca que dejó
escapar una sonrisita incontrolada.
E_ Lo siento.
M_ No me acordaba de esto –murmuró sonriente.
E_ Bueno... por lo menos vas recordando cosas, eso quiere decir
que vas por buen camino cariño.
M_ ¿Tú crees que si recuerdo todo, voy a ir por buen camino? –su
voz volvió a dar un giro, y se mostró fría.
E_ Claro.
M_ Buenas noches.
E_ Descansa.
M_ No te vayas –le susurró otra vez su voz volvió a ser dulce y
enamorada.
E_ Aquí estaré –le besó con ternura el cuello y le dijo-. Buenas
noches mi amor.
M_ Buenas noches.

Cada una pensaba en algo diferente, pero el sueño venció con


rapidez a Maca, se había agarrado con fuerza a la mano que Esther
le había pasado por bajo de su cuello. Su cuerpo estaba bien

460 ”Adiós Esther” © by ldana


apegado al de su mujer, necesitaba sentir su calor, era una
necesidad absoluta. Por su parte, la zozobra volvió a Esther, sabía a
que se debía aquel comentario y estuvo a punto de gritar. ¿Cuándo
olvidaría aquello Maca?, tenía paciencia en muchas cosas pero no
podía tenerla cada vez que le mandaba una indirecta con la misma
frialdad y reproche. Cuando notó que su cuerpo estaba
completamente abandonado al sueño, aprovechando que Maca se
había movido, despegó con prudencia su cuerpo levantándose con
cuidado, una vez estuvo segura que no había notado su ausencia,
cogió el abrigo, la bufanda y la manta y se fue hasta el porche,
quiso recibir el aire fresco de la noche, todo alrededor de la casa
estaba oscuro, recordó cuando aquella noche de la montaña le dijo a
Maca que tenía miedo, estaba recordando toda la escena que
sucedió entre ellas, cuando oyó una voz que la asustó.
R_ ¿Tú tampoco puedes dormir?
E_ ¡Qué susto! –le dijo con la mano en el pecho.
R_ Lo siento –se disculpó con una sonrisa de afecto-. ¿Puedo?
E_ Claro –abrió la manta para que se sentara a su lado-. No puedo
dormir, me es imposible tengo el alma que aún me tiembla.
R_ Te entiendo... a mí me pasa igual –la miró de reojo.
E_ He estado pensando mucho Rosario... la verdad que no es fácil
para mí tomar esta decisión... quizá porque he sido egoísta.
R_ ¿Es sobre el centro? –su pregunta fue lenta y su voz decaída.
E_ No puedo mandarla Rosario... pero tampoco puedo verla así...
estoy completamente desorientada. Si la mando me sentiré mal y si
no lo hago, puede ella misma hacerse daño.
R_ Creo que hemos hecho todo lo que humanamente está en
nuestras manos, sé que tú quieres estar a su lado, lo he respetado
hasta hoy... no creo que sea bueno ni para ti ni para ella ni para
nosotras –Esther la miró con los ojos repletos de miedo-. Esther...
quizá no sea necesario tenerla mucho tiempo...
E_ Lo sé... pero por poco que sea, será horrible... una pesadilla.

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R_ Así es... pero no podemos poner en peligro tu vida o la suya,
imagínate que eso se lo hace a tu madre o a mí.
E_ Lo malo no es eso Rosario, lo malo ¿sabes qué es?
R_ Dime –la miró con pena.
E_ Lo malo es que sigue aferrada al recuerdo de que yo le he
fallado, y si se pone bien porque recupera por si misma todo cuanto
tiene desordenado, bien, pero si le queda alguna laguna y justo esa
laguna es la que le ha hecho golpearme... ¿qué haré? –su voz se iba
entrecortando a medida que llegaba a la pregunta.
R_ Estaremos a vuestro lado para ayudarla, no te preocupes
Esther... mi hija te ama y ese sentimiento será el que le haga
recuperar todo y volver a ser como antes o mejor.
E_ Solo espero que Cruz mañana nos dé una solución.
R_ La solución... pasa por internarla con todo el dolor que nos
cause, pero no hay otra salida Esther –le tomó la mano
estrechándola fuertemente. Las dos suspiraron al mismo tiempo,
guardaron silencio mirando las estrellas y finalmente Rosario le dijo-
. Vete a la cama, no vayas a coger frío.
E_ ¿Y usted?
R_ También –le sonrió.
E_ Gracias por entenderme Rosario... creo que sin su ayuda y la de
mi madre no hubiera podido llegar hasta aquí.
R_ Claro que hubieras llegado, de no ser por el resto de personas
que estamos en esto, llegarías mucho más lejos pero no te lo puedo
permitir.
E_ No lo quiero ni imaginar –se mordió el labio.
R_ Estaremos contigo, no te vamos a dejar sola.
E_ Buenas noches.
R_ Hasta mañana.

462 ”Adiós Esther” © by ldana


Dejó el abrigo en el perchero de la puerta, sintió frío y apresuró
su paso hasta la habitación, volvió a hacer toda la misma maniobra,
se aseguró que Maca dormía, despacio se acostó y para no
molestarla se puso de lado dándole la espalda, tras un suspiro cerró
los ojos tratando de dormir, pero le era imposible, notó como Maca
se movió y su cuerpo se puso rígido sin poderlo evitar, notó como se
aproximaba a ella... notó como se acercaba hasta su oído y a notar
el roce de su boca en su cuello sintió un escalofrío.
M_ ¿Por qué te has ido?, te dicho que no me dejaras –le susurró con
su cálida voz repleta de deseo.
E_ He salido a tomar un poco de aire –le contestó pero su voz era
un tanto temblorosa por el susto y su propio deseo.
M_ Ya –metió su mano por la sábana hasta llegar con decisión al
pantalón de Esther que suspiró-. Y me dejas solita.
E_ Maca será mejor que te duermas –trató de moverse para evitar
lo que Maca quería encontrar.
M_ ¿No quieres?
E_ Hoy hemos tenido un día difícil cariño... para ti no sería
demasiado bueno...
M_ ¡Ah, la sabelotodo ha hablado! –murmuró mientras le mordía el
lóbulo de la oreja.
E_ Maca por favor –susurró casi extasiada tanto por el mordisco
como por el recorrido de la mano.
M_ Maca ¿qué?... ¿paro?
E_ Ahora ya no –se tapó la boca mordiendo la almohada.
M_ Pues creo que sí, no debes estar pasándolo bien... te veo sufrir –
retiró su mano se separó y se apoyó con el codo en la almohada.
E_ Maca –se giró aún con la respiración cortante.
M_ ¿Qué? –la miró sonriente.
E_ No seas mala...por favor...

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M_ No soy mala... pero me has cortado el rollito, la próxima vez, no
te quejes.
Se dio la vuelta con una sonrisa amplia de oreja a oreja
dejando a Esther con cara de circunstancias, no entendía nada, solo
sentía un profundo dolor de su propio deseo. Negó con la cabeza y
se acostó nuevamente.
M_ Ahora bien...
Se dio la vuelta poniéndose cara a ella, Esther tenía la mirada fija en
el techo aún su respiración estaba alterada por la caricia tan íntima
con la que Maca la había desafiado, ésta se detuvo en sus palabras
y comenzó con su pie izquierdo a subir lentamente por la pierna de
una Esther que cerró sus ojos, aquello empezaba a ser un martirio
para ella.
E_ Maca –le advirtió con tono un tanto nervioso.
M_ ¿No quieres?... porque a mi me apetece mucho –le sonrió
mientras se mordía el labio.
E_ No es que no quiera –suspiró profundamente tan profundamente
que notó como sus pechos se alzaban como jamás en la vida lo
habían hecho ante su movimiento-... verás...
M_ Eso... quiero ver, ¿qué me vas a enseñar? –detuvo su pie a
mitad pierna.
E_ Te voy a enseñar que debes relajarte y dormir.
M_ ¡Qué sosa hija!, ahora nuestras mamis duermen –metió esta vez
su mano nuevamente por debajo de la sábana rozando su barriga,
ante el movimiento de Esther sonrió-. ¿Te gusta, eh?
E_ Sabes que sí... pero... una de las dos debe ser consecuente...
Maca... Maca... por Dios –decía a punto de perder los nervios, había
tratado de alejarse un poco de ella pero era imposible, Maca era el
imán que la atraía como si toda ella fuera hierro.
M_ Te vuelvo loquita –susurró en su oreja tan despacio y tan
lentamente con su voz sedosa y dulce que Esther cerró los ojos y se
abandonó a lo que ella quisiera-. No sabes vivir sin mí.

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E_ Es verdad –se giró y con su movimiento Maca tuvo que variar la
postura de su mano y sus ojos se clavaron en una Esther repleta de
deseo-. No quiero vivir sin ti... ya no puedo ni quiero –fue a besarla
pero Maca se retiró, ante su negativa a recibir el beso Esther la miró
un tanto desconcertada-. ¿Qué te pasa?
M_ Hoy mando yo –la volvió a tumbar y subió sobre ella-. Hoy no
vas a escaparte aunque para eso tenga que atarte a la cama.
E_ No hará falta, te lo aseguro –Esther le acarició las piernas con
una infinita delicadeza esperando que Maca hiciera algo.
M_ ¿Sólo significo deseo para ti? –la miraba fijamente con expresión
relajada.
E_ Sabes que no, ¿por qué dices eso? –sintió miedo ante la frialdad
de sus ojos, por un momento pensó que se había descuidado que
esta sumida a la merced de lo que ella quisiera hacerle.
M_ Porqué sé que me mientes... porque sé que yo no te he hecho
eso, porque sé que quieres volverme loca y porque estoy segura
que estás haciendo lo imposible porque mi madre me encierre en un
psiquiátrico... porque sé que quieres quitarme del medio, porque me
apartas de mi hijo y porque crees que soy idiota.
Le fue diciendo uno a uno sus motivos, con pausa, con sus ojos fríos
como el témpano, haciendo fuerza con sus piernas oprimiendo el
cuerpo de Esther que volvió a sentir miedo. Miedo a las palabras que
le decía Maca, miedo a que pudiera volver a reaccionar igual, miedo
solo miedo el más puro y duro miedo. Su voz, su mirada, su fuerza
contra su cuerpo provocó que su corazón se quebrara, aquella Maca
volvía a ser la del otro lado, pasó del deseo al odio, en un solo
segundo, y en ese mismo segundo, Esther pasó del deseo al dolor.
Por primera vez desde que Maca sufrió el secuestro, por primera vez
no tuvo fuerzas para disimular ante ella, por primera vez, no pudo
hacerlo, sin duda había escuchado sus palabras o su madre le había
dicho algo, se sintió sucia sin serlo, se sintió mala cuando solo
buscaba lo mejor para ella, por primera vez, necesitó llorar ante
ella. Esther rompió en un llanto desolado, en un llanto que salía de

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su cansada alma, en un llanto descontrolado, notó como Maca aflojó
su fuerza, notó como ya no la oprimía, notó como bajó y se separó
de ella, notó como se sentó a su lado observándola, entonces Esther
se levantó, no quería que la viera llorar, no quería mirarla así,
estaba fallando pero sus fuerzas ya no eran las mismas que al
principio, estaba rota y sabía que tardaría mucho tiempo en
recuperarse, había olvidado su vida para centrarse en Maca, y en
ese momento cuando de repente cayó, como si hubiera entrado en
un pozo y su cuerpo descendiera por él a gran velocidad en la plena
y triste oscuridad, sintió que se ahogaba, que ya no podía más. Fue
al cuarto de baño y allí rompió en un llanto que por mucho que
tratara de ahogar, no podía, la toalla en su rostro, amortiguaba un
tanto el sonido de su garganta, pero Maca lo estaba oyendo
perfectamente, estaba sintiendo aquellas lagrimas como si fueran
propias. Estaba aterrada.

La noche se volvió fría, en el cuarto de la pareja, había llegado ya


no solo el frío de fuera, también el frío de la incomprensión de la
desdicha. La chimenea se había apagado poco a poco, como las
ilusiones de Esther en que Maca estuviera mejor. Entraba tan solo la
tímida luz que escapaba por debajo de la puerta del cuarto de baño,
donde Esther llevaba un rato llorando, sintiendo una soledad
abrumadora que no le dejaba respirar, se había lavado la cara, pero
ni aún así había logrado detener su llanto. No podía pensar, solo
sentir aquel dolor en su alma, instalado en medio de su pecho, las
palabras de Maca una y otra vez llegaban a ella, una y otra vez
como si fuesen las olas en el mar, continuadas que jamás cesan en
su intento de ganar la arena, pues en Esther no cesaban en su
intento de romperle el alma. Fue entonces, cuando la puerta se
abrió, pensó que su madre la habría escuchado, no levantó la cara
porque en aquel instante tenía su brazo apoyado en la pared y su
cabeza escondida en él, sus lagrimas se sucedían sin poderlas
detener, pero su madre estaba allí como siempre... pensó... pero su
madre no habría pasado sus manos por la cintura como en aquel

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momento estaban haciendo, ni hubiera atraído su cuerpo hasta el
otro, ni la hubieran mecido ni besado sobre el pelo. Esther conocía
perfectamente aquel tacto, conocía perfectamente aquella sensación
de estar en el cielo... era Maca... su corazón latió con más fuerza si
cabe y las lagrimas cayeron aún en contra de su voluntad.
M_ Esther... –le susurró con su voz repleta de consternación al verla
así-. Esther...
Ante la segunda vez que susurró su nombre, Esther no pudo
más que girarse y dejarse abrazar, refugiarse en su pecho como
siempre hacía, sintió los brazos de Maca como la rodeaban, como la
estrechaban con fuerza, notó como sus manos la acariciaban
lentamente y como de su boca llovieron dos besos sobre su sien
provocando en ella el efecto de la lluvia deslizándose sobre el cristal,
un frescor que le estaba trastornando mucho más que todo cuanto
había sucedido antes. Maca estaba allí... abrazándola, dándole el
calor que con anterioridad le había quitado de un solo golpe.
E_ Maca... –murmuró.
M_ No llores por favor, no quería decir eso... yo... –le decía con
gesto preocupado sin soltar ni un milímetro su cuerpo.
E_ No puedo más Maca... lo siento... pero no puedo más –le
interrumpió derrumbándose mientras se aferraba a ella con fuerza-.
¡Ya no puedo más, no puedo! –repetía con dolor.
M_ Lo siento... no sé que decirte Esther –en su voz también
comenzó a asomar un requiebro de pesar.
E_ Tu no tienes la culpa... pero ya no puedo más –entonces se
separó mirándola fijamente mientras las lagrimas le caían sin cesar-
. Quiero que estés bien... quiero que todo este infierno en el que
estás viviendo pase... no soy tan fuerte como tú Maca... lo siento...
no debería estar así pero... –volvió a hundir su cabeza sobre el
pecho de una Maca que la miraba sintiendo perfectamente el dolor
que sus ojos reflejaban-. Perdóname tú a mí cariño.
M_ No puedo vivir así Esther... yo no quiero hacerte daño, no quiero
pero...

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E_ Shhh –puso sus dedos sobre la boca seca por el miedo de una
Maca que parecía la de siempre, tan hermosa como siempre, pero
con sus ojos tan apagados como los últimos meses-. Sé que no
quieres, lo sé, pero no sé que hacer Maca... te lo juro no sé cómo
actuar.
M_ Esther... –rompió a llorar.
E_ Maca... –se abrazaron llorando las dos como si sus vidas en ese
mismo instante fueran a desaparecer y quisieron hacerlo juntas.
Una y otra vez Esther repetía-. Lo siento cariño.... lo siento... mi
amor. Te quiero... te quiero tanto.
M_ Dímelo otra vez –le suplicó con los ojos repletos de lagrimas sin
separarse de ella, tan solo quería sentirla.
E_ Te quiero mi amor –le sonrió volviéndose a separar mientras
acariciaba su cara con ternura mientras ella cerraba los ojos ante
aquel sentimiento.
M_ Lo único que quiero es que no me dejes, que no te vayas, que
no me dejes nunca Esther, es lo que mi corazón me dice... no sé
que más puedo sentir, no sé si te quiero, si te odio, o si
simplemente te deseo, pero lo que sí sé es que no quiero que me
dejes nunca.
E_ No voy a dejarte cariño... jamás –le acarició el pelo mientras
trataba de no llorar.
M_ No llores Esther... –ella también la acarició con su expresión
repleta de duda.
E_ Daría todo mi amor porque tu emotividad volviera a su sitio,
porque volviéramos a ser las de antes –la miraba adorándola-. Para
ser como antes...
M_ Me gustaría tanto poder controlar lo que siento... pero no puedo
¡te lo juro!, de verdad no te miento.
E_ Lo sé, lo sé –la abrazó porque vio en sus ojos el más puro
desespero. Entonces al separarse la miró fijamente y vio sus dos

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brazos la tenían abrazada y la miró fuera de sí-. ¡Maca y las
muletas!
M_ No lo sé, tenía que venir no podía dejarte llorar.
E_ Pero... pero... –no le salían las palabras.
M_ Desde que te fuiste... he tratado de poner de mi parte creo, y
creo que me ha venido bien que he hecho mis pinitos –le sonrió
emocionada.
E_ Mi amor –la abrazó con fuerza-. Gracias a Dios. Pero vamos a la
cama, apóyate en mí –le decía nerviosa quitándose las lagrimas.
M_ Me duele un poco pero creo que puedo caminar Esther.
E_ Eso es una noticia estupenda. Venga vamos...
Fueron con cuidado hasta la cama, allí se acostó primero Maca,
Esther la tapó, fue al cuarto de baño a lavarse la cara, aún sentía los
latidos de su corazón desbocados, había sido un instante tan íntimo
de las dos, se habían confesado sin planearlo, a veces cuando ella
pensaba como podré hablarle, hacía innumerables ensayos, pero a
la hora de la verdad, todo había salido impulsado por el amor, el
más puro amor. Cuando salió Maca parecía estar esperando como
una niña a su madre, para ser acunada, parecía tan vulnerable que
Esther sintió como todo su interior volvía a renacer, había tocado
fondo pero... en ese momento sintió la fuerza necesaria para seguir
luchando. Se le había roto el corazón al ver como Maca tenía miedo
de separarse de ella, de ir a una clínica, quizá cuando llegara Cruz
verían la manera de arreglar aquello, volver a Madrid, ir a un buen
médico... lo que fuera pero nada de separarse, no volvería a casa de
Carmen, Maca la necesitaba, solo esperaba que aquellas palabras le
fueran a su mente en todos los momentos malos si es que los
habían.
Al entrar en la cama, le sonrió, y Maca buscó su refugio,
entonces suspiró como si la calma inundara su interior.
M_ Prométeme que no me dejaras –en su voz volvió a reflejarse el
miedo.

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E_ Te lo prometo.
M_ ¿Me vas a ingresar?
E_ No quiero hacerlo Maca... te lo aseguro.
M_ Por favor... no me dejes.
E_ Descansa te prometo que nada me separara de ti, te lo prometo.
M_ Gracias... –susurró aliviada.
E_ Dulces sueños mi amor.
M_ Dulces sueños mi reina –le contestó con voz sedosa.

Durante la noche, Maca tuvo sensaciones diferentes, al


principio de quedar dormida no soñaba, tan solo estaba metida en
una especie de nube blanca, después un intenso calor hizo que
variara su posición en la cama, se destapó un poco, y volvió a
dormir, las imágenes comenzaron a llegar lentamente, el hombre, el
cuchillo, el coche, la policía, un ruido extraño y un golpe seco. Su
corazón latió con fuerza, se aferró a la sábana, a lo lejos podía
escuchar la voz de Vilches hablándole, podía escuchar como se
estaba muriendo, y de ahí, pasaba a oír la voz de Esther, solo
Esther, abrió los ojos con temor, repletos de miedo, giró su cabeza a
la derecha y allí estaba durmiendo tranquilamente, con su mano
sujetaba la cintura de Maca, parecía estar relajada, como si nada
hubiera pasado, pero habían pasado muchas cosas, Maca comenzó a
recordar, y después de un rato intenso murmuró.
M_ Mi niña...

El día llegó con un sol radiante, hacia frío pero el sol iluminaba
todo con tal coquetería que las montañas, los árboles, la hierba
parecían sacados de un paisaje sagrado. Los pájaros cantaban con
alegría. En la cocina ya estaban trasteando Encarna y Rosario,
preparaban el desayuno cuando Fermín llegó con una torta

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impresionante. El hombre llevaba como siempre su inseparable
boina, y como siempre sus ojos apagados.
F_ La Carmen me manda con esto.
En_ ¡Qué barbaridad pero esta mujer cuando duerme! –Rosario
sonrió ante el comentario acertado de su consuegra.
F_ Dice que lo suficiente... pero yo sé que se levanta por no
pensar... trabajar es la única manera de olvidar.
En_ Fermín... sé que no soy nadie para decirle esto... pero ahora es
fácil decidir lo que habría sido mejor después de sufrir todo este
tiempo, pero la vida.
El hombre se marchó con un lento gesto de cabeza, como
agradecimiento a aquellas palabras, Rosario vio como al salir, se
arreglaba la boina, la chaqueta y lentamente con el dorso de la
mano se limpiaba la cara, miró admirada a Encarna que seguía
como si no hubiera dicho nada, cuando había dicho tanto.
En_ Yo creo que sería bueno ir a despertar a las niñas ¿no? –le
preguntó mientras secaba sus manos con el trapo de la cocina.
R_ Pues... quizá si –murmuró un tanto dubitativa porque aún no se
había recuperado de la conversación con Fermín-. Claro.
En_ Venga... pues vamos así no nos costara tanto –le guiñó un ojo-.
Quita esa cara de miedo.
R_ No es miedo ¿eh? –sonrió.
En_ Ya...
Llegaron a la puerta de la habitación, se miraron y pusieron
atención antes de abrirla, no oyeron nada y sin hablarse Encarna
miró a Rosario que elevó sus hombros y cejas en señal de duda. Fue
Encarna que abrió un poco y las vio tendidas en la cama, asomó su
cabeza un poco más y por detrás Rosario miró hacia la cama, era la
primera vez que las veía, jamás antes había sido capaz de entrar a
la habitación que compartían. Encarna dio un paso atrás y Rosario
se apartó con cara de circunstancias.

471 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ ¿Qué pasa?
En_ Están dormidas.
R_ ¿Y qué hacemos?
En_ Las dejamos un rato a ver...
R_ Yo creo que será lo mejor, cuanto más tiempo esté calmada
Maca, mejor para todas.
En_ Desde luego –iban andando por el pasillo.
R_ Tengo que llamar a Pedro... –murmuró.
En_ Bien.
R_ Tendré que decirle que hable con Chiruca, imagino que Esther
aceptará nuestra ayuda.
En_ Pues no lo sé... igual ella quiere cerca de Madrid –le dijo con la
cautela suficiente como para no molestarla.
R_ Podríais veniros a Jerez las dos con Daniel.
En_ ¿Yo también? –preguntó completamente sorprendida.
R_ Claro... –la miró un tanto extrañada por su reacción-. Bueno, al
menos que tú no quisieras.
En_ Sí, sí, claro, solo me ha sorprendido.
R_ ¿Por qué?
En_ Pues eso digo yo, ¿por qué?, si esto nos está uniendo como una
familia de verdad.
R_ Si –sonrió ampliamente mientras se sentaban partiendo un trozo
cada una de torta-. La verdad que contigo he ganado una amiga
estupenda.
En_ Quita, quita, las dos hemos ganado y ahora, demos buena
cuenta de esta torta anda que esta Carmen nos va a poner como los
borregos que tiene.
Las dos rieron, durante un buen rato estuvieron hablando del
matrimonio y la perdida de ese hijo que tanto echaban de menos,
ambas por su parte, sentían más calma en sus almas porque
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aunque a Rosario le había costado más al final, estaba junto a su
hija y eso en aquel momento que veía en los ojos de Fermín aquel
dolor profundo, le hacía sentirse completamente feliz, y segura de
que no volvería a dejar que nada separara la relación, madre e hija.

Conforme había pasado la mañana, los colores que envolvían la


casa se habían ido transformando para mejorar, los árboles parecían
tan vivos que contagiaban su frescura, el cielo azul salpicado con
unas pocas nubes blancas y radiantes, daban esa sensación de
calma que en aquel lugar se podía disfrutar, quien estaban
disfrutando de toda aquella maravilla eran los pájaros que con aquel
trinar completaban todo para recibir al abrir los ojos, con un día feliz
y con alegría. El trinar dulce de los pájaros despertó Esther. Abrió
lentamente sus ojos notaba la presencia de Maca a su lado, notaba
como su cuerpo estaba dándole calor, abrió los ojos completamente,
pues si bien estaba disfrutando de aquel adorable calor, también era
cierto, que necesitaba llenarse de ella. Despacio se dio la vuelta
tratando de no despertar a una Maca que dormía placidamente, su
brazo rodeaba la cintura de Esther, y allí cara a cara, con un gesto
repleto de calma y felicidad, contempló durante un buen rato su
rostro, su maravilloso y hermoso rostro, mirándola dormida su alma
sonreía, allí estaba a su lado como tanto había deseado y como les
gustaba, dormir juntas y cuando una se despertaba era capaz de
quedarse un buen rato contemplando a la otra. Esta vez Esther
quiso recordar lo mejor de su relación, necesitaba tomar fuerzas y
con esas fuerzas se levantó con cuidad, cuando se aseguró que
Maca seguía durmiendo se marchó.
En la cocina, ambas mujeres seguían hablando de Carmen y
Fermín, habían abierto las cortinas para que la luz del solo entrara
con todo su fulgor y llenara cada rincón. Estaban hablando cuando
la puerta se abrió y apareció una Esther con gesto tranquilo.
E_ Buenos días.
R_ Buenos días Esther.

473 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ ¿Cómo está Maca?
E_ Ahora descansa... pero...
R_ ¿Pero qué? –las dos mujeres apoyaron sus codos sobre la mesa
mirándola fijamente y ansiosas por saber.
En_ Venga desembucha –le espetó su madre.
E_ A ver... anoche sucedió algo que me hizo cambiar de opinión –lo
dijo despacio porque sabía que las dos mujeres se iban a
sorprender.
En_ ¿Otra vez?, pareces la parrala hija –la miró haciendo un gesto
un tanto de desazón-, ahora sí, ahora no.
R_ Pero Esther... pensé que habíamos quedado...
E_ Ya lo sé, tenéis razón, pero a ver... anoche discutimos y hubo un
momento en que yo no pude aguantar y me vine abajo, tuve que
levantarme de la cama porque rompí a llorar –las mujeres se
intercambiaron una mirada de reojo-. Y cuando estaba en el lavabo
noté como me abrazaban, pensé que eras tú mamá.
En_ ¿Yo? –le preguntó un tanto incrédula.
E_ Bueno... pensé que me habrías oído.
R_ ¿Era Maca?
E_ Sí, al oírme llorar llego hasta mí, me abrazó y bueno... estuvimos
intercambiando nuestros sentimientos, ella al parecer no sé como ni
de que manera se había enterado que podíamos ingresarla en una
clínica.
R_ Debió escucharme a mí cuando hablaba con su padre.
E_ Puede ser –asintió con la cabeza mientras las dos mujeres
seguían mirándola con ganas de saber que le había hecho cambiar
de decisión-. Me hizo prometerle que no la internaría, que no la
dejaría sola allí y bueno... así lo hice...
R_ Ya... pero no puedes pensar que tu promesa la puedas cumplir.
E_ Mira Rosario –le habló con calma-, yo sé que ella puede tener
estos ataques pero ahora ya no me va a sorprender, además hay
474 ”Adiós Esther” © by ldana
algo que me sorprendió tanto, que me hizo ver que posiblemente
podría estar cerca su recuperación.
En_ Ve al grano no te enrolles –le apuntó su madre con el dedo
índice.
E_ Ya mamá –le sonrió-. Estaba abrazándome mientras llorábamos,
su mano derecha la mueve casi perfectamente, ha mejorado mucho
de eso, pero cuando me di cuenta ¡estaba sin muletas!
R_ ¿Cómo?
E_ Lo que os digo, allí abrazándome y sin ninguna sujeción, luego
fuimos a la cama andando ella apoyada un poco en mí, pero podía
andar casi perfectamente, me dijo que había tratado de recuperar
por sí misma.
R_ Es cierto, estos días que tú no has estado, así lo ha hecho.
E_ ¿Y por qué no puede haber hecho lo mismo con su cabeza?,
quiero decir, ella puede haber estado esforzándose para
recuperarse, y quizás ese sea el motivo por el cual le ha dado este
ataque.
En_ Pero vamos a ver, esa pierna la tiene mal por la operación, no
por la cabeza.
E_ Ya lo sé mamá, pero y si también le ha bloqueado la pierna y el
brazo y ahora ella ha mejorado lo suficiente como para que el
cerebro no le castigue más, digamos que es una autodefensa, es tan
complicada la cabeza
En_ Dichosa emotividad, ¡menuda palabreja!, mira, le estoy
tomando una manía que nada, ¡no puedo con ella! –protestaba con
gesto de desaprobación.
R_ ¿Y si fuera cómo dices... si fuera mejorando poco a poco...?
E_ A ver Rosario... sólo es una hipótesis mía, igual no tiene nada
que ver... pero es que nunca antes se había puesto así y debe tener
un motivo una causa justificada –trataba de convencerse a si
misma.

475 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ ¿Cómo tienes la mejilla?
E_ Bien –hizo un ademán como si no le importara.
En_ Oye... tienes un golpe y deberías cuidártelo.
E_ Mamá ahora esto es más importante.
En_ Mira hija, tú te preocupas por Maca yo me preocupo por ti, y
ese golpe necesita una cataplasma en toda regla de las que te ponía
tu abuela cuando eras pequeña.
E_ No hace falta –sonrió al recordar a su abuela.
En_ Si hace falta, claro que hace falta –se levantó y cuando estaba
cogiendo un cazo las sorprendió a las dos diciéndoles-. Claro que
hace falta, lo mismo que hace falta que encuentres un punto
intermedio entre los subidones y los bajones que estás teniendo, no
creo que estés haciendo bien... deberías hacer lo que te diga Cruz,
sintiéndolo mucho hija. A ver... era un poco de manzanilla, un poco
de vinagre... si... ¿qué más?
Esther y Rosario se miraron pensativas, eran ciertas las
palabras de Encarna, no podía ir tomando decisiones según
mejorara o empeorara el estado de Maca, debía ser consecuente y
aquello parecía que también se lo estaban diciendo los ojos de
Rosario que muy a su pesar, también creía que el internamiento era
necesario.

Mientras en la cama, Maca se estaba despertando, notaba la


ausencia de Esther, y conforme abría los ojos la buscaba por la
habitación ... pero no estaba... allí otra vez sola, pero no tardó
mucho en abrirse la puerta, Maca se acababa de sentar, la miró
fijamente de manera un tanto distinta pero Esther que llevaba una
sonrisa de oreja a oreja, no percibió aquel cambió.
E_ Buenos días cariño.
M_ ¿Dónde estabas? –otra vez su tono frío.

476 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ En la cocina –se sentó a su lado tratando de no reflejar su pena
al volver a notar su tono.
M_ ¿Y qué hacías allí?
E_ He ido a saludar a las mamis, estaban de charla.
M_ Te dije que no te fueras.
E_ No me he ido –se le acercó sonriente-. ¿Qué tal estás?
M_ Igual... me duele la mano.
E_ Si, ahora te veré como llevas el corte.
M_ Y tu cara.
E_ Creo que bien, mi madre me está haciendo una cataplasma.
M_ Esta Encarna... –sonrió de lado-. A ver déjame ver esa mejilla.
E_ Vale doctora –le dijo sonriente mientras se acercaba y dejaba
que sus manos se posaran en su rostro, al notar el contacto cerró
los ojos-. Mmmm.
M_ ¿Te gusta? –le preguntó aguantando como podía una gran
sonrisa.
E_ Sabes que me pierdo cuando me tocas.
M_ No tiene buena pinta ¿eh? –la estaba mirando con el ceño
fruncido.
E_ No es nada, solo un golpe.
M_ ¿Y cómo te lo has hecho? –Esther abrió los ojos, por un
momento....
En_ ¡Hija Cruz ha llegado! –se oyó como la llamaba desde la puerta.
E_ Voy a recibirlas.
M_ ¿Recibirlas?, ¿quién más viene?
E_ Teresa –le sonrió dejándole un beso en la frente.
M_ Joder, Teresa –murmuró y al quedarse sola, se apoyó sobre los
almohadones que se había puesto en su espalda sonriente pero al
ver que se abría la puerta borró su sonrisa-. Hola mamá.

477 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ Buenos días hija, ¿cómo estás? –se acercó y la besó en la frente.
M_ ¿Y esto? –le preguntó totalmente perpleja sin apartar su mirada
de ella.
R_ ¿El beso? –Maca asintió-, necesitaba dártelo.
M_ ¿Qué pasa, que tus remordimientos te hacen comportante como
una verdadera madre?
R_ No seas tan dura conmigo hija, solo quiero recuperar el tiempo
perdido.
M_ ¡Ah, ahora! –la miró con una sonrisa burlona.
R_ ¿Y por qué no cariño? –apoyó una mano sobre la suya.
M_ Porque ya es tarde mamá.
R_ No hija, nunca es tarde para demostrar a un hija lo mucho que la
quieres, nunca es tarde para demostrar el amor que siento por ti.
M_ ¿Y Esther? –le preguntó tratando de evitar que se notara su
emoción.
R_ ¿Qué pasa con ella?
M_ Pues que es mi mujer y no os caía muy bien que digamos.
R_ Estos meses nos han hecho darnos cuenta de muchas cosas
cariño, la más importante que has tenido mucha suerte con ella, y
sabes... reconozco que me equivoqué, asumo mi error hija, mi
decisión de no aceptar que eras lesbiana no fue la correcta, pensé
antes en mí, en el buen nombre de la familia que en tu felicidad,
admito mi error y te pido disculpas, nunca debí darte la espalda
pero no quiero perderte hija, por favor perdóname.
Maca guardó silencio, aquella mujer era su madre, pero parecía
tan distinta, no podía entender que le pasaba pero le sonrió y asintió
lentamente, su corazón aún estaba reponiéndose de aquel cambio
de actitud, de aquella necesidad de volver a ser madre, y sin duda,
intuyó que en ese cambio tenía algo que ver Encarna.

478 ”Adiós Esther” © by ldana


El coche que llevaba a Cruz y Teresa acababa de aparcar
delante de la casa, Esther al ver a Cruz sintió una mezcla de alivio y
miedo, sintió una mezcla que no supo muy bien como atajar, y su
corazón comenzó a latir locamente. Cruz al verla le sonrió como
tratando de imprimir en ella un poco de animo mientras Teresa salía
del coche ya emocionada.
E_ Cruz –murmuró mientras se aferraba a ella en un abrazo.
C_ Vamos Esther... –notó como su cuerpo se estremecía-, ya estoy
aquí... ¿y eso que llevas en la cara?
E_ Me di un golpe ayer, no es nada –le sonrió mientras le apretaba
las manos.
T_ Esther hija... Esther….
E_ Teresa –se abrazó a ella también con la misma necesidad.
En_ ¿Qué tal Cruz?
C_ Muy bien ¿Y usted?
En_ Bueno... podría estar mejor... pero es lo que toca.
T_ ¡Encarna! –se abrazó a ella.
En_ ¡Cuánto me alegro de verte!
T_ Voy a estar aquí hasta pasado mañana, ¿es mucho?
En_ Es poquísimo –le sonrió agradeciéndole su decisión de estar allí
apoyándoles.
E_ Bueno... creo que será mejor que pases Cruz.
C_ Oye este sitio es precioso ¿eh? –le dijo mirando alrededor.
E_ Sí... la verdad que es una maravilla.
T_ ¿Y eso? –le señaló la cara.
E_ Ayer me di un golpe... ya sabes...
T_ ¡Ah!; pues es un buen golpe ¿eh?
En_ Esta hija mía es un desastre ya lo veis –intervino Encarna al ver
el gesto de Cruz.

479 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ ¿Dónde está Maca?
E_ En la cama.
C_ A ver... tú quédate conmigo un momento aquí quiero que me
expliques unas cosillas y luego ya entro.
T_ Entro yo si no os importa ¿eh? –dijo ilusionada.
E_ Claro Teresa ve –le sonrió.
En_ Vamos Teresa hija, ya verás que alegría se lleva Maca.
T_ Tengo unas ganas de verla.
En_ Maca mira quien tenemos aquí –dijo mientras entraba.
T_ ¡Maca! –exclamó sonriente abriendo los brazos.
M_ Vaya... Teresita –murmuró con un tono de fastidio que dejó a las
tres mujeres cortadas-. ¿En calidad de qué vienes?, ¿de amiga mía
o de aliada de Esther?
T_ Ya veo que tú no cambias ¿eh?, anda ven aquí –la cogió dándole
un abrazo fuerte y besos sin importarle sus palabras-. ¿Cómo estás?
M_ No me has contestado –la miró fijamente con sus ojos
penetrantes.
T_ Pues en principio de amiga... luego ya veremos... depende como
te portes.
M_ Ya me lo temía... –cruzó sus brazos sobre el pecho.
T_ ¡Que aguafiestas eres bonita! –sonrió-. ¡Por los clavos de Cristo!
En_ Bueno... bueno haya paz –le dijo Encarna sonriendo.
T_ No te preocupes Encarna, si sé que se alegra... lo suyo es con
perdón Rosario, que es tan borde que le encanta fastidiarme, pero
no lo va a conseguir.
M_ No estés tan segura –le dijo con los ojos entrecerrados.
Todas sonrieron menos Maca, aunque por dentro estaba
disfrutando ella debía seguir con su plan. Su prioridad era Esther, y
no podía fallar.

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Mientras, Esther había llevado a Cruz hasta la cocina, allí
cómodamente sentadas se dispusieron a hablar. El olor a verdura
asada envolvía a las dos mujeres que se tomaban tranquilamente un
café mientras hablaban mirándose a los ojos. Confesándose, como
amigas pero sobre todo Esther lo hacia como necesidad, aunque al
principio quiso parecer segura, y contundente.
E_ ¿Qué tal por el hospital?
C_ Como siempre –dijo después de dar un sorbo a su café-. Bueno
como siempre no, la verdad que hay algo que ha cambiado.
E_ ¿El qué? –la miró sonriendo levemente.
C_ Se os echa mucho de menos –le dio un golpecito suave y
cariñoso en la mano.
E_ Te aseguro que nosotras también lo echamos de menos...
C_ Bien... ya hemos roto el hielo y ahora... –la miró intensamente-.
¿Piensas decirme ya la verdad?
E_ Bueno... parece que hoy está más tranquila y centrada... –
comenzó a hablar distraídamente.
C_ No te he preguntado por Maca –dejó un instante que el silencio
hiciera recapacitar a Esther-. Ese golpe te lo ha dado ella, ¿verdad?
E_ No, me pegue...
C_ Ya, eso es lo que has tratado de venderme –la interrumpió
mientras Esther aprovechaba para beber, pues se le había quedado
seca la garganta por el miedo-. ¿Qué pasó?, ¿se puso violenta?
E_ Sí –terminó admitiéndolo un poco derrumbada otro poco
necesitada de ayuda-. Nunca la había visto así, hasta la voz la tenía
irreconocible... era... era otra –su voz apareció apagada.
C_ ¿Me cuentas? –la miró ladeando la cabeza y elevando una ceja.
E_ Yo quise que se acostara, ella me recriminó sobre todo lo que
había pasado.

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C_ ¿Antes del accidente? –le hablaba con seriedad pues notaba
como Esther estaba pasando un mal momento al recordarlo, la
entendía.
E_ Sí, insistía en que le había engañado –ella la invitó a continuar
mientras Esther exhalaba un fuerte suspiro-. De repente sin darme
cuenta me dio una bofetada pero con una fuerza que jamás pensé
tuviera... después había un vaso en la mesita lo rompió y me
levantó la mano –Cruz apoyó la suya sobre su brazo sabía que era
algo difícil de confesar, sabía que Esther estaba más afectada de lo
que ella misma era capaz de entender y asumir-. Tuve suerte que
entraran las tres, al escuchar la voz de su madre, se detuvo y
Carmen pudo quitarle el cristal.
C_ Vaya –murmuró suspirando-, quería hacerte daño ¿eh?
E_ Sí, pero luego todo cambió, anoche me derrumbé no podía más,
mis fuerzas no podían soportar que siguiera haciéndome daño a su
antojo –cruzó sus manos entrelazando sus dedos, Cruz se percató
de la fuerza que estaba empleando pues se estaban quedando
blancos.
C_ Claro que sí –asintió con pena ante la rapidez de Esther por
dejarle claro que Maca estaba mejor.
E_ Entré al cuarto de baño y rompí a llorar –en ese momento le
cayó una lagrima inesperada para ella, pero que salía lentamente de
su corazón-. Al poco rato, llegó ella me abrazó, me besó y se
disculpó.
En_ Hola siento interrumpir pero Maca se ha puesto pesadita que la
estamos matando de hambre –sonreía Encarna.
E_ Es verdad iba a darle el desayuno –se lamentó Esther.
C_ Esther... tranquila ¿eh? –le sonrió-, estás hablando conmigo.
En_ Di que sí Cruz, ríñela, se cree que es Dios y puede estar en
todos los sitios a la vez –le decía muy seria.
E_ Mamá –se quejó.
En_ Mamá nada... venga continuar como si yo no estuviera.

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C_ Gracias Encarna. A ver, sigue.
E_ Pues eso y esta mañana también estaba bien... creo que lo ha
superado.
C_ ¿Y? –la miró con gesto de espera.
E_ ¿Y qué?
C_ ¿Qué quieres escuchar Esther?, dime la verdad.
E_ No sé a que te refieres Cruz –la miró nerviosa.
C_ ¿Cómo qué no?, primero me cuentas lo del ataque violento que
me querías ocultar, rápidamente disculpas su comportamiento y me
dices que luego te abrazó y se disculpó y que esta mañana esta
bien. ¿Qué quieres oír?
En_ Yo te lo diré –intervino Encarna con tono de voz seguro
poniéndose detrás de su hija mientras salía el café-. Quiere que le
digas que Maca se va a poner pronto bien, quiere que le asegures
que todo cuanto ha hecho es lo correcto y que no ha cometido un
error al traerla aquí, pero sobre todo, quiere que le prometas que no
la llevarás a ningún centro donde la internen –Esther cerró los ojos
apoyándose sobre la mesa-. Quiere que Maca vuelva a ser la de
antes... quiere despertar de esta pesadilla –le puso sus manos sobre
los hombros notando el temblor que su cuerpo estaba sintiendo en
ese momento apretó tratando de transmitirle calor de madre para
paliar ese frío-. Eso es lo que quiere.
C_ Lo sé, pero yo no puedo asegurarte nada Esther, ahora cuando le
haga el chequeo podré ver su estado o al menos, intuirlo, no creo
que hayas cometido un error al venir aquí.
E_ Pero si me hubiera quedado, quizá con la ayuda de los
sicólogos...
C_ Era una posibilidad, tu elegiste esta, y te aseguro que es mucho
mejor para Maca.
E_ No puedo dejarla en una clínica Cruz, ayer dije que sí, que lo
haría... pero no puedo... esta mañana al despertar me he dado
cuenta que no podría hacerlo sin ella, sabiendo que está encerrada

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en algún lugar y... lo siento pero no podría –dijo abatida pero
notando el calor de las manos fuertes y seguras de Encarna sobre
sus hombros.
C_ Sabes que vengo dispuesta a llevármela y más viendo tu golpe,
esta crisis puede repetirse fácilmente y lo que no logró ayer, puede
lograrlo mañana –le hablaba con voz dulce pero concluyente-. No
puedo permitir ni que tú corras riesgo, ni que lo corra ella, ¿eso lo
entiendes? –Esther afirmó con la cabeza contrayendo con temor los
labios-. Bien, a nadie nos gusta la idea de llevarla aun psiquiátrico, a
nadie, pero si es necesario Esther si no hay más remedio lo
haremos.
En_ Y tanto que lo haremos –dijo con seguridad Encarna volviendo a
oprimir los hombros de su hija dándole la fuerza que sabía le estaba
fallando en ese momento-. Pasaremos un mal momento sin duda
todas, pero en la vida, a veces hija hay que pasar un rato amargo
para poder saborear el dulce, y tú llevas muchos tragos amargos
con ella.
E_ Lo sé pero...
C_ ¿Te ha preguntado por Daniel?
E_ Sí –la miró con sus ojos tristes.
C_ ¿Se lo has traído?
E_ No, iba a hacerlo hoy pero con todo lo que ha pasado –Encarna
preparó la bandeja Esther negaba con la cabeza-, no me atreví.
C_ ¿Y su pierna?
E_ Ayer, cuando vino al lavabo –suspiró para retomar fuerzas-. Lo
hizo sola sin muletas –Cruz asintió pensativa-. Esta mañana no
recordaba lo de ayer.
En_ Voy a llevarle esto, cuando termine ya pasáis.
C_ Si Encarna –cuando se fue la mujer miró a Esther y le dijo
sonriendo-. Tu madre es estupenda.

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E_ La verdad que sí lo es, sí. Sin ella no creo que esto lo hubiera
podido llevar.
C_ Voy a hacerte una pregunta un tanto incómoda quizás, pero... –
Esther levantó los ojos de la taza y la miró-. Cuando estás con ella
íntimamente... ya me entiendes.
E_ Sí, sí –la miraba con expresión de confusión.
C_ Se comporta como siempre...
E_ Si... yo creo que... es el único momento en el que Maca parece
Maca.
C_ ¿De ayer a hoy, has notado algún cambio?
E_ No... bueno... esta mañana me ha querido ver el golpe.
C_ ¿Cómo? –le preguntó esta vez era ella la que se mostraba
desconcertada ante su comentario.
E_ Sí, cuando he ido me ha dicho de verme el golpe de la cara, me
ha cogido la cara, y ha estado observándolo.
C_ Vaya... –se rascó la barbilla.
E_ La verdad que muchas veces me pasa como a ti ahora, por un
momento dudo que no haya recuperado por completo su razón y su
emotividad, pero luego cuando más segura estoy de que está bien,
me sorprende con algo cada vez más duro, más difícil que me hace
volver a la realidad de una.
C_ Esto es duro... muy duro Esther.
E_ A veces me siento como el alpinista, subiendo una montaña, y
cuando puedo llegar a la cima, la cuerda se desliza y vuelvo al
abismo –su voz volvió a ser fría y distante-. Una y otra vez
escalando para terminar cayendo.
C_ ¿Y ahora dónde estás? –la miró con gesto serio.
E_ Esta mañana iba justo por la mitad de la montaña –le sonrió con
tristeza-. Pero estoy cansada.
C_ Ya, pero dispuesta a luchar.

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E_ La amo Cruz, si de algo me ha servido este horror, esta pesadilla
–hablaba en susurro-, ha sido en darme cuenta de lo mucho que
significa Maca en mi vida, de lo mucho que la amo, de lo mucho que
la quiero.
Cruz sonrió, le acarició la cara porque sentía su pena, y sus
ganas de luchar, eran sentimientos opuestos pero que podía
percibirlos en ella de manera tan natural, que solo cuando vio como
suspiraba con pesar, pudo entender el infierno que Esther había
vivido por amor, mientras apoyaba su mano en el hombro, un
pensamiento fugaz llegó a ella, ¿cuándo volvería la tranquilidad en
sus vidas?

En la habitación, una vez llegó Encarna con la bandeja se


dispuso a sentarse a los pies de la cama, porque Teresa lo hacía en
el sillón que había justo a los pies, y Rosario estaba en la parte de
cama vacía, en el lugar de Esther, las tres mujeres hablaban y
miraba a Maca expectantes de su comportamiento, pero cuando iba
a empezar a desayunar con tono desagradable les dijo:
M_ ¿Pensáis estar aquí dándome lata mientras yo desayuno? –las
miraba impertérrita.
R_ Maca –su tono apareció molesto y enfadado.
M_ Ni Maca ni nada, no paráis de hablar, parecéis cotorras y ya con
Esther tengo suficiente.
T_ Ay hija, que desagradable estás ¿eh?, mira que te estás ganando
que me pase al bando contrario.
M_ Mira que tú te estás ganando volverte a Madrid con Cruz.
R_ ¡Maca ya está bien! –la riñó.
T_ Déjala Rosario, luego vendrá pidiéndome consejos, buena es.
M_ Ni loca, ves y daselos a Esther... –la miraba con cierto brillo en
sus ojos.
R_ Me parece que te estás pasando.

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M_ Mira mamá déjame tranquila, que desde que te juntas con mi
suegra, quieres parecerte a ella, y para eso, ni volviendo a nacer,
además, quiero estar sola.
R_ Hija creo que estás siendo muy injusta...
M_ ¡Anda ve con tu drama a otra parte por favor!, ¡fuera quiero
desayunar en paz!, venga iros, fuera –decía haciendo aspavientos.
T_ Ya vamos, ya... ¡qué carácter por Dios! –murmuraba Teresa
mientras abandonaba la habitación.
M_ ¿Y tú no me vas a decir nada Encarna? –le preguntó al ver como
la mujer se disponía a marcharse en silencio.
En_ ¿Yo? –la miró sonriendo-, no hija, yo no tengo nada que decirte
de momento, pero tranquila, que ya encontraré ese momento para
decirte lo que debo.
A Maca aquellas palabras de su suegra le dieron que pensar, se
quedó allí con la tostada en la mano meditando el mensaje que
trataba de lanzarle entre sus escasas líneas, era quien más temor le
provocaba de todas, sabía que ella era el obstáculo más difícil de
sortear.

Al rato de salirse las mujeres, entró Esther, con sonrisa de


oreja a oreja, pero el corazón preocupado. Al ver que se había
terminado todo el desayuno le dijo contenta.
E_ Así me gusta...tienes que alimentarte bien.
M_ ¿Y Cruz?, ¿qué le has dicho?
E_ Nada hemos estado hablando –le contestó borrando su sonrisa al
ver su expresión seria y dura.
M_ ¿De mí? –la miraba como queriendo leer en sus ojos sabía que
Esther le estaba desviando continuamente su mirada.
E_ De todo.
M_ ¿Por qué no me miras?
E_ Te estoy mirando –se defendió.
487 ”Adiós Esther” © by ldana
M_ Seguro que quieres deshacerte de mí –cuando fue a coger la
bandeja Maca le sujetó por la barbilla levemente-. ¿Verdad? –hizo
que se acercara hasta su boca y pillándola totalmente desprevenida
pues sus manos estaban sujetando bandeja, con lentitud le pasó la
punta de la lengua por toda la mejilla provocando en Esther un
escalofrío que apunto estuvo de hacerle echar todo cuanto llevaba la
bandeja-. Si lo haces... te juro que no vuelves a verme en tu vida.
E_ Maca suéltame.
M_ Ni se te ocurra decirle que me lleve...
E_ ¡Ya te he dicho que no! –le alzó la voz ante el gesto de sorpresa
de Maca que la miró un tanto desconcertada-. Por favor Maca...
tiene que entrar Cruz a reconocerte.
M_ ¿Y por qué no me reconoces tú?, me muero de ganas por tocarte
–metió su mano por debajo de la camiseta.
E_ Ya está bien –se separó de golpe dejando a Maca sentada en la
cama con la mirada repleta de deseo-. Si no quieres que te lleve a
una clínica pon de tu parte y deja de hacer todas estas tonterías.
M_ Mas te gustaría a ti que te las hiciera...
E_ Por favor Maca... Cruz viene decidida a llevarte así que
comportante.
M_ Seguro se lo has dicho tú –se cruzó de brazos arreglándose la
cama-. Pero te vas a joder, no voy a marcharme.
E_ Voy a decirle a Cruz que entre.
M_ Recuérdalo... me muero de ganas por tocarte...
Esther salió apoyándose en la pared antes que nadie pudiera
verla suspiró fuertemente, aquello era una tortura, Maca sabía como
desbaratar sus nervios, aún sentía el escalofrío en su piel ante aquel
inesperado lametazo. Al recordarlo no pudo evitar sonreír, Maca la
volvía loca.
En el comedor se habían sentado las cuatro mujeres, cuando
Esther le hizo señal a Cruz, todas la miraron con gesto de asombro,

488 ”Adiós Esther” © by ldana


pues llevaba en sus mejillas el color rojo de la pasión, ella al notar
esos ojos inquisidores agachó la vista y fue hasta la cocina para
dejar la bandeja. Al salir, Cruz la esperaba de pie riendo las locuras
que Encarna contaba.
C_ ¿Vamos?
E_ Sí.
C_ ¿Qué tal estaba? –le preguntó mientras iban a la habitación.
E_ Yo la he visto bien –se paró delante de la puerta-. No seas muy
dura ¿eh?
C_ ¿Dura yo? –se quejó ante aquella súplica.
Cuando abrieron la puerta, vieron a Maca sentada apoyada con
su espalda en la cabecera de la cama como siempre se ponía, se
había tapado hasta el vientre con la sábana y sus manos estaban
entrecruzadas sobre su estómago. Parecía como si rezara, pues
tenía los ojos cerrados, el pelo se le había ido cayendo poco a poco
sobre el rostro, de manera que ambas pensaron que dormía, Cruz
miró a Esther, y ésta la miró a ella. Se acercó con sigilo para
llamarla con cuidado y cuando estaba cerca...
M_ ¡Vaya por fin vienes!
E_ ¡Ah! –dio un salto y un grito Esther ante la inesperada reacción
de Maca que rompió a reír.
M_ Cariño vaya susto –reía abiertamente-. Lo siento no era mi
intención.
C_ ¿Qué tal Maca?, a parte de bromista –le besó.
M_ Pues aquí, esperando a ver si Esther se hace el animo y me
ayuda a ducharme, es un desastre como cuidadora –le dijo en voz
baja.
C_ Eso no lo creo. A ver voy a reconocerte ¿vale?
M_ ¿Ah, has venido como médico? –le preguntó mirándola
fijamente.
C_ Pues sí, he venido como médico.

489 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Te toca la revisión Maca –le habló con dulzura.
C_ Venga, no me llevará mucho.
E_ ¿Te ayudo?
C_ No tranquila, puedo.
M_ Me encuentro bien Cruz, no creo que necesite ningún chequeo,
soy médico y puedo saber como estoy.
C_ Eres médico...pero aquí la especialista soy yo, venga y ahora
calla y colabora –se acercó hasta su rostro-. Voy a ver tus pupilas,
¿de acuerdo?
M_ Sí, eso esta chupao –dispuso su cara para que Cruz la examinara
tranquilamente.
C_ Muy bien, a ver, mira hacia arriba, aja, mira hacia abajo, muy
bien, ahora mira a un lado, estupendo, ahora al otro... esto está
perfecto.
M_ Ya te lo he dicho –le sonrió y le sacó la lengua burlona a Esther
que no pudo reprimir una sonrisa.
C_ Ya sé que me lo has dicho.
M_ Ves –le dijo mirándola fijamente y como si fuera un desafío
apuntó-. Esther no sabe como deshacerse de mí, seguro que te ha
dicho que estoy loca, y que eso de la cara se lo he hecho yo... pero
no es verdad Cruz.
E_ Maca por favor...
C_ ¿Y tu mano? –le interrumpió Cruz sin prestar atención a las
palabras de Esther mientras sacaba el aparato de la tensión.
M_ No lo recuerdo... ves eso no lo recuerdo –mostró una expresión
ceñuda.
C_ ¿No recuerdas lo qué le pasó a tu mano pero si estás segura que
no le hiciste eso a Esther? –Esther cerró los ojos abatida.
M_ ¿Cómo iba a hacerle algo así, con lo que yo la quiero?, ¿verdad
mi amor? –le sonrió provocativamente.

490 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Sí, claro Maca.
C_ Bien, ahora calla un momento quiero ver como tienes la tensión.
E_ Estos días ha estado con la tensión estabilizada –Maca miró a
Esther y sacando su lengua lo justo deslizándola por sus labios con
una lentitud en su recorrido que provocó en ella un carraspeó
nervioso-. ¿Qué tal?
C_ Bien, de momento todo bien –sonrió y le sonrió a Maca-.
Veamos, ahora quiero ver el movimiento de tus piernas.
M_ Date la vuelta Esther –dijo sin separar la sábana ante la mirada
completamente desorbitada de Esther y el gesto asombrado de Cruz
que marcaba su cara mirándola con la ceja levantada. Maca
haciendo un aspaviento con su mano derecha insistió-. Vamos...
E_ Pero Maca...
M_ ¡Qué te des la vuelta!, o no me quito la sábana.
C_ Mira vamos a hacer una cosa, sal de la habitación Esther y ya me
encargo yo de revisarla ¿eh?
M_ De eso nada ella se queda que es mi mujer y tiene que estar
aquí.
C_ Pues si es tu mujer y se tiene que quedar aquí Maca –remarcó
con un tono levemente más alto su nombre en señal de advertencia-
. Mejor vamos a revisarte con tranquilidad, ¿eh?
M_ Yo no estoy nerviosa –le contestó con seguridad.
E_ Maca por favor te lo pido... deja que Cruz haga su trabajo, por
favor –su voz se tornó suave como el mar en calma.
M_ Date la vuelta.
E_ Joder... –se giró poniendo sus manos sobre la cabeza nerviosa.
M_ No hace falta que subas tus brazos esto no es un atraco.
Cruz tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para controlar una
gran carcajada, Maca estaba de un raro subido que no era normal
en ella, sin duda ese comportamiento era síntoma que no estaba
curada, y cuando terminó con sus ejercicios, le tapó las piernas y
491 ”Adiós Esther” © by ldana
Esther se giró, aquella mujer pequeña, le dio la impresión de
haberse convertido en una niña asustada sin saber como reaccionar,
suspiró y continuó con su chequeo.

Fuera en el comedor las tres mujeres habían recibido la visita


de una Carmen que cada vez estaba más preocupada por Maca y
Esther, se había implicado tanto en la historia de las dos mujeres,
que necesitaba saber como seguían.
R_ Hola Carmen pasa, pasa.
Ca_ Espero no molestar... ¡hola Teresa!
T_ Hola Carmen ¿qué tal estas? –se besaron con cariño.
Ca_ Preocupada por las chicas.
En_ Ahora está Cruz revisando a Maca, esperemos que todo vaya
bien.
Ca_ Pues sí. Os he traído una tarta de manzana que quita el
sentido.
R_ ¡Dios mío Carmen!, me voy a ir con un montón de quilos de más
–sonreía Rosario aunque no podía evitar mostrarse nerviosa.
Ca_ Venga, venga que nada mejor que tener el estómago lleno para
esperar noticias.
En_ Tienes razón.
T_ Yo no es por nada ¿eh?, pero anoche soñé con esta rica tarta –
decía juntando sus manos graciosamente Teresa.
Ca_ Claro que sí, por eso la hice –hablaban sonriendo mientras iban
pasando a la cocina y cada una preparaba algo-. Necesitamos estar
fuertes.
R_ Solo espero que Cruz nos dé buenas noticias.
Ca_ ¿Cómo estaba hoy?

492 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Muy graciosa, hoy tenía la vena graciosa, nos llamó cotorras y
nos echó de la habitación –dieron una carcajada al recordarlo
acompañadas por la risa escandalosa y gruesa de Carmen.
T_ Di que sí, a mí, nada más verme me preguntó de que lado
estaba, es que la otra vez me alié con Esther y se lo hicimos pasar
fatal.
R_ Me ha llamado la atención que se acordara de eso, francamente
–se sentó pues era la única que faltaba por hacerlo pues había ido a
por las cucharas.
En_ Bueno... yo creo que no hay que darle mucha importancia a eso
Rosario, Maca está en su línea, la verdad.
R_ Si, os pido perdón por como nos habló.
T_ ¡Ah no!, si yo estoy acostumbrada ¿eh Rosario?, siempre hemos
dicho que Maca era una borde de cuidado con tu permiso.
Ca_ Pero si es un cielo –murmuró Carmen impresionada por aquel
comentario.
En_ Cuando duerme no lo niego –dio una carcajada.
T_ Encarna tienes razón –sonrió ella también.
En_ Oye Rosario, no hagas caso de lo que dijo ¡eh!
R_ Ya, pero pensaba que había logrado acercarme más a ella.
En_ Y claro que lo has hecho que no te quepa la mínima duda.
T_ ¿Oye Rosario y tu marido?, me parece tan extraño verte sola –
dio un mordisco cerrando los ojos y murmurando un sonido gutural
que mostraba su satisfacción, todas sonrieron-. Buenísima por Dios.
R_ Tuvo que marcharse a Jerez... tienes razón al decir que parece
extraño, creo que es la primera vez que estoy tanto tiempo sin él.
En_ Y se ha notado –apuntó Encarna-. Ese hombre es un amargado.
R_ La verdad que para él su ojito derecho siempre fue Maca y desde
que anuló la boda con Fernando siempre ha sido un tira y afloja
entre ellos, cuando yo trataba de acercarlos... siempre acababan en
pelea.
493 ”Adiós Esther” © by ldana
Ca_ Pues no lo entiendo, tu marido debía sentirse orgulloso del
gesto de su hija –todas la miraban atentas-, claro, fue valiente pudo
hacer daño a un hombre en ese momento puntual, pero fue sincera
y consecuente con sus sentimientos.
R_ Ya pero...
Ca_ Si, los ricos siempre piensan en la apariencia antes que en el
corazón.
R_ Desgraciadamente si –contrajo la barbilla formando un puchero.
En_ Pero mira... al menos esto está sirviendo para que tú recuperes
el cariño de tu hija.
T_ Además está sirviendo para que admires a tu nuera –le guiñó el
ojo apuntándole con el tenedor la cara.
R_ Sin duda.
Ca_ No sabéis la suerte que tenéis –dijo suspirando.
En_ Si lo sabemos pero no somos capaces de admitirlo, que es
diferente, somos mujeres con nuestros problemas, nuestros
momentos buenos y malos, pero con hijos maravillosos que nos han
dado las mayores alegrías y los mayores disgustos.
T_ Si, pero ¿qué seríamos sin ellos? –suspiró al recordar a sus hijos-
. Mis mayores alegrías me las han dado ellos, y las mejores de las
satisfacciones...
R_ A mí también... aunque nunca lo había admitido, soy afortunada,
la verdad.
En_ Pues mi Esther no es que sea una santa, que menudos líos me
ha dado, pero como hija pues... no me puedo quejar... siempre
tiene un hueco para mí, aunque muchas veces sea Maca quien se lo
recuerda, ¡no te creas! –sonrió.
Ca_ Pero te llama... –puntualizó Carmen.
R_ Carmen, ¿nunca os habéis propuesto buscar a tu hijo?
Ca_ Sí mi marido ha ido un par de veces... pero nada... y ahora esta
un poco enfadado conmigo.

494 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ ¿Y eso?
Ca_ Porque dice que me estoy tomando a Esther y Maca, como si
fueran un problema mío, como si ayudándoles a ellas –sus ojos se
llenaron de lagrimas, que trató inútilmente de retener-, pues...
como si así pudiera ayudar a mi hijo.
R_ Vamos Carmen –le tocó el brazo impresionada al verla.
Ca_ Sé que tiene razón, pero es tanta la necesidad que tengo de
sentirme madre, que os veo a vosotras y os envidió.
T_ Oye Carmen, yo podría hablar con mi peluquero –le dijo afectada
por ver en ese estado a la mujer.
Ca_ Te lo agradecería –le dio un golpe afectuoso en su mano- Maca
y Esther han sido valientes, les ha importado bien poco lo que el
mundo opinara de ellas, lo que vosotras pudierais sentir... las
admiro porque sé lo duro que resulta andar y que susurren a su
paso, las burlas, los chistes fáciles y groseros, os admiro a vosotras
por no desfallecer nunca ante ellas.
R_ No lo digas por mí, yo cometí tu mismo error Carmen me perdí la
lucha de mi hija por lograr llevar adelante su amor por una mujer.
En_ No fue fácil, la sociedad no está preparada, nuestra generación
no está preparada.
T_ En el hospital al principio también se metían con ellas, sin duda
de no haber sido porque Maca era tan fuerte, Esther no lo hubiera
superado.
Ca_ Pero lo superaron... ¿y mi hijo?, siempre me quedará la duda.
En_ Una duda mata más que una verdad... y cuanta razón lleva ese
dicho.
T_ Será cuestión de decirle la verdad a tu hijo Carmen.
R_ Nosotras te podemos ayudar... no sé... habrá alguna manera.
En_ Claro que sí, cuando todo esto pase y Maca esté bien nos
pondremos manos a la obra, te vendrás con nosotras a Madrid y si
Fermín quiere, también, y lo buscaremos tranquilamente.

495 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ ¡Claro que sí!, lo que no consiga una madre... y aquí somos
cuatro ¡así qué no te digo nada!
Ca_ De verdad no sé como agradeceros todo esto –sonrió
emocionada como todas estaban.
R_ Nosotras tenemos tanto que agradecerte a ti, que no sería justo
no ayudarte.
En_ Carmen... todas somos madres y todas podemos entenderte –le
cogió de la mano fuertemente-. Ser madre es una vivencia única, y
ya llevas mucho tiempo perdido con tu hijo.
Ca_ Pero si os confieso... me da miedo...
R_ Estoy segura que se alegrará.
En_ No debes tenerlo, de lo contrario él no os mandaría una carta
todos los meses, ¿no crees?
Ca_ Bueno... ahora lo que importa son las chicas –dijo de golpe
secándose las lagrimas y todas copiaron su gesto-. ¿Tarda mucho,
no?
En_ Tiene mucho que mirar –hizo un gesto simpático con sus cejas
arrancando la risa de todas-. Oye sabéis a que me recuerda esto –
todas la miraron fijamente.
T_ Sí, parecemos las chicas de oro.
Las cuatro rompieron a reír con sus corazones más tranquilos,
y una vez acabaron, Carmen les contó como estaba Daniel.

No le estaba resultando fácil a Cruz, examinar a Maca, pero


había llegado el momento de ponerla en pie.
C_ A ver...
E_ Venga agárrate a mis manos.
M_ ¿Seguro? –la miró deseosa.
C_ Bueno... –se le escapó a Cruz el comentario.
E_ Seguro y ¡ya vale Maca!

496 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No me riñas –le hizo un puchero.
E_ No te riño, solo te digo que...
M_ Ya... ya.
C_ Venga eso es... ahora suéltate y da un paso tú sola.
M_ No sé si podré.
E_ Maca cariño anoche pudiste.
M_ ¿Anoche?... ¿anoche no viniste a hacerme el amor y te
escondiste? –Cruz notó el apuro de Esther que la había mirado un
tanto avergonzada-. Así se ha vuelto ella Cruz, luego dice que la
rara soy yo...
C_ Venga camina, eso está muy bien –trató de aguantar la sonrisa
nuevamente pero esta vez no lo logró.
M_ Me caigo –dijo a punto de caer mientras Esther y Cruz se
avanzaban a ella para sujetarla.
C_ Ya está, muy bien ahora será mejor que te sientes en el sofá.
M_ No me sueltes Cruz que Esther es capaz.
E_ Joder Maca... como estás hoy.
C_ Bien, ¡anda me he dejado la libreta fuera voy por ella!
E_ De acuerdo. ¡Ay! –dio casi un grito ante el pellizco que Maca le
dejó en el culo-. ¡Pero Maca!
M_ Dame un beso.
E_ Maca por favor puedes comportarte delante de Cruz y omitir
ciertos comentarios.
M_ ¿Pero qué he hecho yo? –la miraba con gesto incrédulo como si
no hubiera roto un plato elevando coquetamente su ceja derecha.
E_ Nada Maca, nada no has hecho na... –no pudo seguir porque
Maca estiró de su suéter y le besó, pero no un beso cualquiera, le
besó con tanta pasión y profundidad que Esther quedo boquiabierta
una vez retiró su lengua y su boca de la suya, tan sólo fue capaz de
susurrar-. ¡Caray!.

497 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Eso es un beso y no lo que tú me das, nena.
E_ Me vas a volver loca, te lo juro –susurró sintiendo ganas de
continuar en su boca.
M_ Vamos hazlo.
E_ ¿El que?
M_ Lo estás deseando... bésame... venga...
C_ ¡Ya estoy aquí!
E_ Bien Cruz –le dijo tratando de recuperar su respiración de
manera normalizada.
C_ Ahora quiero que te salgas Esther.
E_ Pero...
C_ Por favor... quiero hablar con Maca a solas.
M_ Ella no puede....
C_ Ella se va a salir –le dijo con tono severo haciéndole callar.
E_ Si necesitas cualquier cosa...
C_ Tranquila.
Esther iba a salir pero antes se giró para mirar como Cruz
anotaba cosas en su carpeta y se encontró con los labios sensuales
de Maca lanzándole besitos en el aire. Cerró los ojos, la puerta y
decidida a tranquilizarse fue hasta la cocina.
En_ ¿Ya hija?
E_ No, que va –abrió la nevera.
R_ ¿Qué buscas?
E_ Agua fresca.
T_ ¡Uy cualquiera diría que tienes una necesidad de apagar un
fuego! –le dio un codazo a Carmen que sonrió.
E_ Muy graciosa Teresa... muy graciosa... pero tú no sabes cómo
me ha estado poniendo Maca... ¡Dios cómo está!
R_ Así que sigue en su mundo... –confirmó Rosario apenada.

498 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Sí.

Cuando Cruz terminó de escribir lo que quería, miró fijamente a


Maca, ésta le devolvió la mirada, sabía que tenía que tener cuidado
con sus palabras, con sus gestos, pero estaba decidida a todo por
Esther.
C_ Maca voy a mandarte a un psiquiátrico, lo siento.
Maca la miró duramente y le dijo con toda la seguridad del
mundo:
M_ Y una mierda.
Cruz levantó la mirada posando sus ojos sobre los de una
tranquila Maca que parecía segura de si misma, algo que sorprendió
a Cruz que la escrutó con detenimiento, mientras ella, al sentirse a
prueba reaccionó con decisión.
M_ No me puedes separar de Esther, te prometo que no volverá a
pasar.
C_ ¿Maca...? –su expresión fue ceñuda y seria
M_ Si me separas de Esther... me moriré... no quiero irme de su
lado prometo que trataré que no vuelva a pasar... solo necesito que
me ayudes, ¿no puedes darme algo que me ayude a poder
centrarme?
C_ Vamos a ver Maca –trató de hablarle con paciencia sin perder ni
un solo gesto de la pediatra que no separaba sus ojos de los de
Cruz-. Yo no puedo darte una pastilla para eso, tú no puedes
controlar tus emociones y Esther no puede ayudarte más de lo que
te ha ayudado –Maca agachó la cabeza con expresión triste, Cruz
apoyó su mano en la barbilla con ternura-. Dime una cosa Maca, ¿de
verdad no puedes controlar tus emociones?, ¿o estás actuando no
sé muy bien para qué?

499 ”Adiós Esther” © by ldana


En la cocina todas miraban a una desesperada y nerviosa
Esther que no podía estar sentada, las mujeres guardaban silencio y
tuvo que ser Encarna quien lo rompiera
En_ Mira Esther o te sientas o te siento, una de dos, porque me
estás haciendo perder a mi la poca calma que me queda –le dijo
nerviosa.
E_ Lo siento no lo puedo remediar –se quejó.
T_ ¿Pero vamos a ver?, ¿se puede saber por qué estás así?, ¿ha
visto algo malo Cruz?
E_ No lo sé... le ha hecho las pruebas y me ha dicho que todo
estaba bien, ha conseguido dar unos pasos sola.
R_ ¡Pero eso es estupendo! –exclamó contenta.
E_ Ya lo sé, pero ahora se ha querido quedar sola con ella.
Ca_ Bueno... quizá no quiere que estés delante para ponerla a
prueba, piensa que ella está perdida en medio del mar, y tú eres su
flotador al que se debe aferrar, ahora esta sola y perdida es natural
que Cruz quiera probar.
E_ ¿Pero probar qué?, está perdida joder, ¡cuándo vamos a
terminar! –exclamó fuera de sí.
T_ Ahora mismo estás perdiendo el control, y yo no es por nada,
pero si Cruz entra y te ve así, no te extrañe que diga de llevarse a
Maca ya sabes tú que cuando dice blanco es blanco ¿eh?, ¡menuda
es Cruz!, muy buen médica ¿eh?, eso sí –les dijo a todas con voz
segura acompañando sus palabras con un gesto de seriedad y una
gesticulación firme.
En_ No hay ninguna duda de eso, ella fue quien la salvo...
R_ Claro Esther y por ese motivo si ella ve que es mejor llevarla...
E_ Pero ya le he dicho que no.
Ca_ ¡Que perra con eso! –quien se quejó amargamente esta vez fue
Carmen-. No debe llevarse a Maca.

500 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Ya Carmen pero tampoco es cuestión de que en uno de esos
ataques, le haga daño a Esther y yo pienso que lo que está tratando
de valorar Cruz precisamente es eso, y también pienso Esther que si
ella decide llevarla, tú deberías aceptarlo.
En_ Bueno... no vamos a precipitar las cosas, esperemos
acontecimientos, de todos modos, decida lo que decida Cruz, será
por el bien de las dos hija, ahora siéntate te lo pido por favor, ¡qué
pesada la virgen!
E_ Mamá ¡estoy nerviosa joder!
En_ Ya lo sé y nos estás poniendo a todas, así que por favor, vamos
a tranquilizarnos. Jesús, María y José...
Todas miraron a Encarna que se estaba lamentando mientras
Esther se sentaba a su lado, con cara de circunstancias, estuvo un
ratito tranquila mientras Carmen les contaba cosas del pueblo, pero
trató de ponerse en pie sin éxito pues Encarna la sujetó del brazo
sentándola de golpe.
En_ Ni te muevas –le dijo seria.
E_ Mamá.
En_ Ni te muevas –insistió y Esther con gesto serio se quedo
sentada.

Cruz había escuchado la explicación que Maca le había dado, no


muy segura de hacer las cosas como ella pensaba le dijo:
C_ Sea lo que sea Maca, no puedo dejar que hagas daño a Esther.
M_ No le voy a hacer daño –dijo levemente sin mirarla para
esconder su tristeza.
C_ Ella no se lo merece... ha sufrido mucho y creo que sería injusto
por tu parte hacerle sufrir más.
M_ Si –admitió con la mirada perdida.
C_ Está bien, volveré dentro de una semana... deberás seguir con el
tratamiento y espero que con esto que te voy a dar sirva para

501 ”Adiós Esther” © by ldana


ayudarte, me lo ha dado un amigo psicólogo, dice que va muy
bien... toda ayuda es poca ¿eh? –le sonrió acariciándole la barbilla.
M_ Yo no quiero hacer daño a Esther... ni a nadie, solo quiero volver
a ser yo, solo quiero encontrar lo que un día me robaron... y poder
quitar de mi corazón esa espina que llevo.
C_ Háblame de ella –le dijo elevando una ceja y ladeando su cabeza
como si así pudiera leer mejor todo cuanto su rostro iba dibujando.
M_ Me gustaría poder expresar lo que realmente siento, con las
palabras adecuadas que no encuentro –hizo una pausa como
buscándolas en su interior-. No sé... no puedo decirlo... sólo sentir
paz cuando Esther está a mi lado, no sé como explicarte que estos
días que ella no ha estado, me sentía sin fuerzas... triste y perdida,
¿me entiendes? –la miró con los ojos rasgados de lágrimas.
C_ Claro que te entiendo –le acarició la cara mirándola con una
mueca de dolor-. Eso es el amor que sientes por ella... ese amor por
el que luchasteis contra viento y marea... aunque no encuentres las
palabras, tienes las miradas, tus manos para demostrarlo...
M_ Pero no quiero hacerle daño Cruz –se apresuró a hablar
temerosa de no conseguir su propósito.
C_ Lo sé, y el daño no se lo haces a ella solo, te lo haces a ti
también...
M_ Sólo sé que estoy tranquila cuando la tengo a ella... lo demás no
me importa.
C_ Está bien Maca, voy a dejarte aquí pero... si vuelve a ocurrir
algo...
M_ Te prometo que haré cuando pueda por que no...
C_ De acuerdo –le besó en la mejilla.
M_ Ahora quiero salir, ¿puedes decirle que venga a ducharme?
C_ Pero si tú puedes ¿no?
M_ No –dijo negando con la cabeza.
C_ Está bien...

502 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Cruz –la llamó cuando se iba ésta se giró mirándola fijamente-.
Aunque no pueda encontrar las palabras ¿crees que Esther entiende
que la quiero?
C_ Claro Maca... venga... tranquila ahora la aviso.
M_ Vale –cuando Cruz cerró la puerta una amplia sonrisa iluminó su
cara tuvo que reprimir una carcajada y un fuerte suspiró llenó su
alma.

En la cocina, Carmen se había puesto a ayudar a una Encarna


que estaba continuamente controlando a su hija de reojo, sabía que
si Cruz se llevaba a Maca, no habría consuelo para ella. Sin
embargo, la buena de Teresa era la encargada de distraerla, aunque
sus palabras no fueron del agrado de Rosario que la miró fijamente.
T_ Oye Esther hija... que el tal Pablo volvió.
E_ ¿Pablo? –la miró distraída.
T_ Sí, el chico ese que dice fue tu novio.
E_ No recuerdo... mamá ¿tú te acuerdas de un tal Pablo?
En_ ¿Qué te parece Carmen?, ¿tú crees que es normal que mi hija
me haga
esas preguntas?, ni que yo supiera todo lo que ha hecho a mis
espaldas.
E_ Es que no lo recuerdo, no tengo ni remota idea de quien es.
T_ Pues hija... está de un pesadito.
E_ ¿Pero qué quiere?
T_ Ni idea, hablar contigo es lo único que he conseguido sacarle,
aunque yo creo que ése busca algo más –Rosario carraspeó un tanto
incómoda, Esther y Teresa cruzaron sus miradas-. En fin... si vuelve
ya me encargaré yo de averiguar.
C_ Hola.

503 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Cruz –se levantó al mismo tiempo que todas se colocaban tras
Esther-. Dime.
C_ Bueno... la verdad que me ha descolocado un poco ¿eh?, parecía
que estaba bastante bien, por como me estaba respondiendo y las
pruebas estaban haciéndome ver que la línea era la indicada... –
guardó silencio.
E_ ¿Pero? –preguntó ansiosa.
C_ Pero no, tiene lagunas importantes que me hacen ver que sigue
con el proceso... que no está recuperada.
R_ Dios mío –murmuró Rosario-. Tenía la esperanza que no fuera
así.
C_ Esto es largo Rosario, ya les dije que la calma y la paciencia eran
las mejores aliadas.
E_ ¿Y qué vas a hacer?
C_ Le dije que la iba a llevar a Madrid, allí hay un buen centro ya lo
sabes Esther –ella cerró los ojos agachando la cabeza con
desanimo-. Pero ella se ha negado.
En_ ¿Cómo que se ha negado? –preguntó atónita Encarna.
Ca_ Puede tener lagunas, pero no es tonta –sonrió feliz Carmen al
ver que se salía con la suya.
C_ Me dijo que si la separaba de Esther se moría... sé que son
palabras pero creo saber porque ocurrió lo que ocurrió –todas la
miraban expectantes y Cruz repartía las explicaciones a todas,
mirándolas a esos ojos que mostraban hambre por saber-. Ella
pensó que tú te ibas de su lado, simplemente sus nervios los
provocó tu ausencia.
T_ Pero... si pensamos que era lo mejor –dijo atónita Teresa.
C_ Nos equivocamos todos... creo sinceramente que a Maca lo que
le está curando es tu compañía, lo demás es todo un error, sé que si
la llevo allí la curaran pero el precio quizá sea muy alto, quizá tu

504 ”Adiós Esther” © by ldana


ausencia le perjudique más que la beneficie, pero claro, al mismo
tiempo no quiero ponerte en un riesgo.
E_ No volverá a pasar te lo aseguro –mostró una sonrisa feliz.
C_ No me lo puedes asegurar Esther, desgraciadamente no.
E_ Sé que en aquel momento sacó toda su rabia contra mí, pero no
volverá a pasar.
C_ No te lo puedo asegurar aunque bien sabes que me haría muy
feliz ver que vuelve a controlar su mente y su corazón, sabe que te
quiere, pero no sabe cómo expresarlo.
E_ Lo sé –asintió.
En_ Eso lo vemos todas.
R_ Pero Cruz, dejarla en esas condiciones quiero decir, aquí con
nosotras y tan perdida...
C_ No se preocupe de nada Rosario, yo la semana que viene vendré,
y en el momento en que suceda algo, por muy pequeño que sea me
lo tienen que comunicar.
En_ Claro hija.
C_ Mira Esther... este lugar es precioso, yo de ti y ahora que puede
caminar como ejercicio tanto de rehabilitación para esa pierna,
como para sus propias emociones y sensaciones, la abrigaría bien y
la sacaría a pasear... a distraerse... a que respire aire puro... eso le
ayudará.
E_ Sin duda –sus ojos estaban iluminados y Cruz sonrió-. Te
prometo que haré todo cuanto me digas.
C_ De eso no me cabe la mínima duda, ahora, lo que quiero que
me prometas es que ocurra lo que ocurra me llamarás.
En_ Yo te lo prometo... tranquila.
C_ Gracias Encarna. Y ahora ve que quiere que la duches.
E_ Ahora volvemos.

505 ”Adiós Esther” © by ldana


Todas la vieron salir con una alegría que no podía disimular,
todas miraron a Cruz, y ésta les dijo.
C_ Tengo que confiar en que todo salga bien, pero no les puedo
asegurar que Maca no reaccione de manera violenta, lo siento.

Cuando la puerta de la habitación se abrió, Esther entró


sonriente, entonces vio a Maca que la esperaba en el pequeño sofá
mirando por la ventana la fuerza de aquellas montañas, al girarse y
verla, el gesto de Maca era tenso, Esther se le acercó lentamente.
M_ Lo siento ¿eh?, pero no te vas a deshacer tan fácilmente de mí.
E_ No me quiero deshacer de ti, te quiero a mi lado más que nunca
–se sentó junto a ella.
M_ Hace un buen rato que te espero.
E_ Estaba hablando con Cruz.
M_ Es antes hablar con ella que venir aquí.
E_ No te enfades –se le acercó sonriente buscando sus labios pero
Maca los retiró dejando a Esther de una pieza-. Pero... antes me
besaste...
M_ Pues ahora no me apetece... quiero ducharme y salir... me
ahogo aquí dentro.
E_ ¿No me vas a dejar besarte?
M_ No seas pesadita, te he dicho que no.
E_ Voy a por tu ropa –suspiró y entonces Maca le golpeó
nuevamente el culo, Esther se quedó quieta de pie sin girarse.
M_ Has engordado cariño... ese culo me vuelve loca...
Esther no dijo nada, fue hasta el cajón sacó la ropa, y la llevo
al cuarto de baño. Maca se puso delante de ella mirándola
desafiante, con gesto provocativo y ojos ardientes, miraba fijamente
sus labios.
E_ Venga desnúdate.

506 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Desnúdame tú.
E_ No... lo vas a hacer tú.
M_ No –negó con la cabeza mientras murmuraba-. Lo vas a hacer
tú.
Maca levantó sus brazos para que Esther le retirara la camisa
de dormir, lentamente aceptó el reto que le había mandado, con
cuidado y todo lo despacio de lo que fue capaz, le quitó la pieza,
dejando sus pechos al descubierto, después le sonrió provocando en
Esther una oleada de calor. Se arrodilló para quitarle el pantalón,
Maca se apoyó en su espalda para no caer y con cuidado, la dejó
desnuda ante ella. Las dos parecían estar pensando en el próximo
movimiento de la otra, hasta que fue Maca quien acabó con el
descabello.
M_ Será mejor que me ayudes a entrar ¿no?
E_ Sí.
M_ Gracias –murmuró con su voz aterciopelada provocando en
Esther que sus pelos se erizaran una vez estuvo dentro la miró
diciéndole-. ¿Me enjabonas?
E_ Maca puedes hacerlo sola.
M_ Vamos, creo que te encantaba ¿no?
E_ Sí –cogió la esponja mientras Maca se retiraba la melena hacia
un lado y Esther le pasaba despacio por la espalda al mismo tiempo
que suspiraba-. ¿Así está bien?
M_ Muy bien... sigue...
Esther siguió como pudo, resistiéndose a acariciar y besar
aquel cuerpo que parecía llamarla a gritos, después con suavidad
una vez la había enjabonado toda, abrió el grifo y le enjuagó
pasando su mano lentamente por aquel maravilloso cuerpo...
mientras Maca trataba de no demostrar el deseo profundo que
estaba sintiendo, cuando se dio la vuelta dejó que Esther pasara su
mano por el pecho, que acarició con suavidad casi con adoración,
después no pudo resistir acercar sus labios al pezón que por aquella

507 ”Adiós Esther” © by ldana


mezcla de frío y deseo, se había endurecido y hasta si cerraba los
ojos podía escucharlo como la llamaba para que se perdiera en él.
Entonces cuando estaba besándolo a Maca se le escapó un gemido
pequeño pero intenso, aquello hizo que Esther se animara a
continuar y con la mano libre le pasó las yemas de sus dedos por la
espalda, justo en el momento en que pensaba la tenía ganada y
rendida, Maca tomó el grifo de la ducha de sus manos y lo dirigió
hasta la cara de Esther dándole un susto de muerte.
E_ ¡Pero Maca!, joder –protestó.
M_ Nadie te ha invitado a esto –volvió a darle otra regadita.
E_ La madre que te parió, ¡para ya!, ¡para Maca!
M_ Tonta pero si así te ayudo a que te baje la fiebre –reía a
carcajadas.
E_ Ya te vale, ¡eres de lo que no hay!, no me vuelvas a decir que te
duche.
M_ Vaya... esta si que es buena... ¿así no vas a ducharme? –la
miraba poniéndole pucheros.
E_ Para esto no desde luego.
M_ Es que yo te he dicho que me duches... solo eso... estás un poco
salida ¿eh?
E_ Mira Maca hoy es el día, que de verdad, me puedes –dijo seria
aunque se le escapó una sonrisa ante el gesto de Maca como si
fuera una niña.
M_ No me quieres.
E_ ¿No te quiero? –esta vez la carcajada la dio ella-. Venga sal de la
ducha.
M_ No.
E_ Venga Maca –protestaba.
M_ Sácame tú.
E_ ¡Joder qué pesadita estás!, mira que aún está Cruz y le diré
como te estás comportando.
508 ”Adiós Esther” © by ldana
M_ ¿Así que quieres hacerme chantaje? –la miró fijamente.
E_ Te vas a constipar –le dio el albornoz y ella se lo echó a la cara-.
Maca.
M_ Quieres deshacerte de mí.
E_ No digas más tonterías y sal –le cogió del brazo ayudándola a
salir y poniéndole el albornoz-. Eso es... uf eres peor que Daniel.
Entonces en un descuido de Esther, Maca le cogió por la mandíbula
y fue directa a su boca, el beso largo y profundo, desató a las dos
en una lucha por besar más y más a la otra, sus lenguas se
entregaron a un juego húmedo y divertido, hasta que Maca mordió
suavemente el labio inferior de Esther provocando que se apartara
de golpe.
E_ ¿Pero qué quieres matarme? –le dijo poniendo su mano en el
labio.
M_ Lo quiero todo de ti –la volvió a tomar por la cintura atrayéndola
hacia si lo suficiente como para unir sus cuerpos, sus bocas a un
milímetro sus ojos devorándose, sus manos apretando sobre la piel
de la otra y le susurro con voz cálida-. Absolutamente todo.
En ese momento si a Esther le hubieran pedido morir por estar
así, lo habría firmado, volvía a sentir el calor de Maca, volvía a
sentir sus labios tan cerca que sentía como su piel ardía, como se
abrasaba todo su ser en la hoguera de la pasión que su mujer le
estaba preparando, entonces sutilmente, como si no hiciera nada,
Maca se acercó hasta su boca, con la punta de la lengua recorrió el
lugar donde había dejado un mordisco, Esther se entregó a aquella
caricia, cerrando los ojos, apretando sus manos en los brazos de la
pediatra que disfrutaba de la misma manera que lo hacía su mujer,
pero entonces de golpe se separó y le dijo:
M_ ¿Me pones la crema?
E_ ¿Qué? –le preguntó aturdida abriendo los ojos.
M_ ¿Qué si me pones la crema? –la miraba sonriente elevando las
cejas de manera simpática.

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E_ Sí, claro –suspiró y cuando fue a por la crema susurró-. Madre
mía esto es un calvario.
M_ ¿Dices algo? –la miró ladeando la cabeza cayendo su pelo sobre
la cara de manera divertida.
E_ Nada, date la vuelta.
Maca dejó caer lentamente el albornoz, su recorrido hasta el
suelo iba dejando al descubierto poco a poco su desnudez exquisita,
Esther resopló tratando de que ella no se diera cuenta, aunque por
el cristal Maca captó su gesto y sonrió complacida.

Mientras en la cocina, las mujeres habían convencido a Cruz


que se quedará a comer, cada una estaba haciendo alguna cosa y
hablando todas sobre la pareja.
Ca_ Bueno yo me voy... que mi marido tiene a Daniel y le toca la
comida.
C_ Sería bueno que trajeran al niño, creo que eso ayudaría un poco
más a Maca.
Ca_ Pues claro, eso está hecho si queréis lo acerco a la tarde o me
llamáis.
R_ Está bien... se lo diremos a Esther, vamos Carmen yo te
acompaño hasta la puerta.
T_ Desde luego hay que ver lo mucho que ha cambiado esta mujer
¿eh? –les dijo con ese tonillo suyo criticón que les hizo sonreír a las
dos-. Voy a poner la mesa.
En_ Eso Teresa yo me llevo a Cruz para que me ayude un momento
detrás al cuarto de la leña que nos hace falta.
C_ Claro que sí Encarna, ¿vamos? –le preguntó sonriente.
En_ Sí, abrígate que este lugar es maravilloso pero hace un frío.
C_ Eso es cierto... es increíble como tenemos lugares así y somos
tan torpes que no sabemos disfrutarlos. A ver... Encarna –le habló al
salir de la cocina una vez se quedaron solas-. ¿Qué me quiere decir?

510 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Por eso estás casada con un hombre como Vilches... porque
eres muy inteligente... si señor –sonrió-. Verás... sólo es un
presentimiento aunque creo que no me equivoco –entraron en el
espacioso cuarto que olía a madera-. Yo creo que Maca está
tratando de engañarnos a todas.
C_ Imaginaba que iba por ahí.
En_ No sé, la conozco y he visto sus ojos con la sombra de la duda,
con la sombra de la tristeza, y desde que pasó esto del golpe, tiene
su mirada iluminada, además... cuando respondió a Teresa, vio que
yo guardaba silencio que la observaba y quiso tantearme.
C_ Por un momento yo también pensé que se había recuperado,
después cuando ella quiso cambió completamente y se mostró
diferente, tan diferente que también me sorprendió.
En_ Imagino porque lo hace –Cruz la invitó a seguir-. Por Esther,
ella le ha dado todo lo que podía y mucho más, no sé si Maca
recuerda todo cuanto ha pasado estando primero en el hospital y
después aquí, pero si lo hace, debe querer seguir así.
C_ Porque tiene a Esther pendiente de ella día y noche –le dijo
mientras buscaban unos troncos pequeños para el fuego del
comedor.
En_ Eso es.
C_ Porque la ama y piensa que si le dice que está bien, aquella duda
que voló durante un tiempo sobre ellas, podría volver.
En_ Qué fácil es hablar contigo –sonrió y Cruz la acompañó con la
sonrisa mientras cogía un tronco-. Es tan sencillo como que tiene
miedo a perderla de nuevo.
C_ Pues si... ¿y qué hacemos?
En_ Nada, esperar cual es su próximo movimiento, es como una
partida de ajedrez, ahora ella tiene la jugada en la mano,
esperaremos su movimiento para contraatacar.

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C_ ¿Sabe una cosa Encarna?, ya me gustaría a mí tener una suegra
como usted, de verdad –le puso su mano sobre el hombro con
aprecio.
En_ Tienes hijos y cuando veas a tus hijos felices, sea por el motivo
que sea, tú harás lo posible por que nada rompa esa felicidad. Maca
es la felicidad de mi hija, y haré lo que sea, por mantener esa
relación, ¿qué me tengo que hacer la tonta con respecto a Maca?, lo
haré, como lo harías tú por la felicidad de tus hijos.
C_ Es verdad –confirmó sonriente mientras la miraba con afecto.
En_ Yo soy su madre y mi amor por ella no es digno de alabar, sin
embargo, reconozco que tanto mi hija como Maca son afortunadas
en tener unos amigos y compañeros como vosotros, y eso sí que es
digno de agradecer –le tocó la barbilla emocionada.
C_ Espero y deseo Encarna de verdad que todo esto acabe pronto,
ellas no se merecen todo cuanto están pasando.
En_ Hasta que Dios quiera o... hasta que Maca quiera en este caso –
sonrió-. ¿Vamos?
C_ Vamos –le contestó sonriente y feliz.

En el cuarto, Esther había puesto la crema por la espalda de


una Maca que disfrutaba enormemente del momento, en silencio le
había dado la ropa con la que debía vestirse y ella se vistió, después
la ayudó a andar con tan solo una muleta y fue entonces cuando el
dijo:
M_ ¿No me prestas tu brazo?, ¡qué poco cortés eres!
E_ Vamos –le dijo sonriendo mientras le daba el brazo rezando que
no la torturara más.
M_ ¿No me ibas a llevar a un sitio maravilloso?
E_ ¿Llevar? –la miró un tanto desconcertada mientras salían del
cuarto.

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M_ Estás tú muy despistadita ¿eh?, ¿o... acaso... es otro motivo el
que te tiene así?... –le habló bajito sonriendo con esa mirada suya
traviesa.
E_ Pues no sé porque lo dices...
M_ Claro que lo sabes... claro que si tontita te mueres de ganas
de...
R_ Hija –las interrumpió Rosario cuando vio a su hija no pudo
aguantarse las ganas de abrazarla al verla andar-. Maca...
M_ Joder mamá ni que no me hubieras visto en años...
E_ Maca –la riñó con tono cariñoso Esther.
M_ ¡Es que está de un pesado! –dijo mientras apartaba un poco a su
madre que se había colgado del brazo donde antes iba Esther-. Anda
deja que Esther me va a llevar a no sé donde...
R_ ¿Ahora?
E_ Eso dice –elevó los hombros un tanto alucinada por su
comportamiento.
R_ Vamos a comer....
T_ ¡Pero Maca, qué alegría Dios mío! –apareció Teresa haciendo
aspavientos felices.
M_ ¡La qué me faltaba, anda que hay que joderse!
T_ Por eso te quiero tanto, ¡por tu maravillosa mala sombra! –le dijo
sonriendo ampliamente.
M_ Por eso te quiero yo ¿también?, ¿eh?, ¿por ponerme la
zancadilla?
T_ Anda esta, ¿y cuando te he puesto yo la zancadilla, eh bonita?, si
solo miro por ti.
E_ Bueno... bueno... ya está bien que parece que desde que has
salido del cuarto no haces más que reñir a todo el mundo.
T_ Di que sí Esther ha salido como un toro a la plaza... –dijo una
risita traviesa.

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M_ Ves, traidora, ¡lo has visto! –le dijo seria señalándola con el
dedo índice desafiante y acusadora.
T_ Anda, anda, ven aquí agárrate a mí y a tu madre... vamos a
llevarte a la mesa.
E_ Vale yo me doy una ducha rápida y vengo.
T_ ¿Una ducha?, anda, y todo lo que llevas mojado ¿qué?
E_ Pregúntale a Maca –le dijo sonriente.
M_ ¿De verdad quieres qué les cuente? –se giró mirándola con
jactancia.
T_ Me temo que mejor no.
R_ Venga cariño vamos, Encarna ha preparado un salteado de
verduras de esas que te gustan tanto.
M_ A mí solo me gusta Esther... de cualquier manera... ¡por cierto
cariño! –elevó su voz pues se estaba yendo a la habitación-. La
ducha que sea fría.
R_ ¡Maca! –le habló su madre molesta por su comentario.
En_ Buenos días Maca.
M_ Buenos días suegra. Hola Cruz.
T_ Siéntate aquí.
M_ ¿A mi lado, Esther?
T_ Sí hija sí, a tu lado Esther... por los clavos de Cristo.
M_ ¿Por los Clavos de Cristo que?
T_ Nada hija nada –le sonrió mirando a Cruz que la observaba
fijamente como queriendo leer algo que ella no entendía-. Bueno...
vamos a seguir con la comida.
M_ Eso Teresa... así puedes cotillear sobre lo que he dicho.
T_ Mira Maca...ahora mismo te daba un beso que te caías de culo.
C_ Esta si que es buena –dio una carcajada Cruz acompañada por
un gesto incrédulo de Maca.

514 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Y a qué esperas?, estoy mala y los mimos siempre viene bien.
T_ Según de quien cariño... según de quien... –le guiñó un ojo-. De
todos modos, aún no te lo has ganado.
C_ ¡Está Teresa es increíble!
M_ Si, la verdad que se ha puesto las pilas para ir en mi contra, se
alía con Esther.
C_ ¿Ah si? –la miró intensamente a los ojos.
M_ Pues sí –esquivó aquella mirada.
R_ Bueno mi vida... aquí está el primer plato ¿eh?
M_ Que buena pinta tiene, seguro lo ha hecho Encarna... tú no
sabes hacer estas cosas.
R_ Pues si, lo ha hecho Encarna –le contestó un poco afectada por el
comentario, Cruz vigilaba cada gesto y cada palabra-. Ahora vuelvo.
C_ No sentir da derecho a decir cualquier cosa, ¿verdad?
M_ ¿Qué? –trató de hacerse la despistada.
C_ Acabas de clavar un puñal a tu madre con una facilidad
insultante.
M_ ¿De verdad? –abrió sus ojos en señal de desconcierto.
C_ Sí –sonrió con tristeza.
En_ Bueno... ya estamos aquí, ¿y mi hija?
M_ Dándose una ducha... –sonrió sin poderlo evitar.
E_ ¡Ya estoy aquí! –apareció con una falda y un suéter muy
cómodamente vestida.
R_ Pues ya podemos empezar ¿no?
C_ Será lo mejor porque yo tengo que volver a Madrid.
T_ Si, si, antes que se haga de noche, esta carretera es malísima.
E_ Eso es cierto –se sentó junto a Maca.
M_ ¿Te ha ido bien? –le preguntó bajito mientras las demás
comenzaban a hablar.

515 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Sí –le sonrió con un tanto de malicia.
M_ Me alegro.
E_ Gracias.
T_ Esther deberías ver la cantidad de gente que pregunta por ti en
el hospital.
E_ ¡Si! –exclamó feliz sonriente.
T_ ¿Verdad Cruz?
C_ Sí, es cierto, oye esta verdura está de muerte Encarna, tendrás
que darme la receta.
En_ Cuando quieras hija, aunque el otro día Rosario hizo unas que
para mí estaban mejor ¿eh?
R_ Que va Encarna... nadie creo que tenga tu habilidad para
cocinar.
M_ Desde luego... y tú menos.
E_ ¡Maca! –volvió a reñirla Esther.
T_ Pues anda que tú guapa, aún recuerdo una noche que me
invitaron a cenar, ¿te acuerdas Esther? –le preguntó sonriente.
E_ Sí, claro que me acuerdo –dio una carcajada feliz-, como
olvidarlo.
M_ ¿Ah, si?, ¿y qué pasó que os hace tanta gracia? –trató de no
sonreír.
T_ Pues que quisiste hacer un pollo a la no se qué... algo muy
complicado de pronunciar, y el pobre pollo salió por patas del horno.
Todas sonrieron no solo por el comentario sino, porque Maca le
enseñó la lengua con gesto molesto a una Teresa que se moría de la
risa, y así continuaron comiendo, intercambiando anécdotas, recetas
y por un momento, todas vieron en Maca la misma persona
tranquila y dulce de siempre, aunque tan pronto estaba bien, como
cambiaba y daba un giro que a todas hacía temblar pues sus
verdades salían de su boca como si fueran balas que buscaban a su
presa, que en su mayor parte de las veces, eran su madre y Esther.
516 ”Adiós Esther” © by ldana
Cuando llegó la fruta, la charla seguía animada, Esther y Maca
estaban sentadas en una parte de la mesa, Cruz y Encarna en la
otra parte, y Rosario con Teresa presidían aquella mesa enorme y
cuadrada de madera robusta, durante la comida, Maca había estado
jugando con su pierna acariciando la de Esther, ésta había
disimulado tanto como le había sido posible, le ayudó que todas las
demás estaban tan enfrascadas en la conversación sobre cocina,
que poco se fijaban en ella.
En_ Maca cariño te he preparado un flan casero.
M_ No me apetece nada más Encarna, gracias.
En_ ¿Te lo guardo para merendar hija?
M_ Vale –sonrió dejando caer sus brazos sobre las piernas entonces
volvió su cuello lo justo para susurrarle a Esther sin que nadie más
la oyera-. Yo prefiero otro postre.
Dicho y hecho, Maca deslizó su mano derecha sobre el muslo
de Esther, tan lenta y profunda fue la caricia, como decidida hasta
llegar al sexo de una Esther que no pudo más que juntar sus piernas
en un acto reflejo y dar un salto poniéndose irremediablemente
colorada y nerviosa, sus ojos reflejaban el espanto que sentía al
notar como Maca profundizaba sin ningún respeto a las demás,
tanto fue así que se le cayó de la cuchara el trozo de flan y su
sonrisa se borró de golpe, tosiendo sin poderlo remediar.
En_ ¿Hija que te pasa?, ¿te has atragantado? –le preguntó pues le
llamó la atención la reacción de su hija-. ¿Te has puesto colorada?,
¿te pego?
E_ No –se apresuró a contestar aunque con un hilo de voz,
carraspeó y como pudo tratando de disimular lo que estaba
sintiendo dijo-. Me he dado un golpe
En_ Tú siempre tan atolondrada hija, siempre igual.
Maca sonreía divertida ante la situación, cada vez sus caricias
eran más profundas y certeras, el mantel les tapaba lo suficiente
como para que con la animación que llevaban en las charlas pudiera

517 ”Adiós Esther” © by ldana


pasar desapercibido aquel suave movimiento aunque cada vez su
mano apretaba más, ya que Esther se había puesto una falda con lo
que le facilitó el camino, Esther volvió a suspirar no sabía que hacer
había juntado las piernas pero Maca seguía allí martirizándola, hasta
que decidida hizo como si la servilleta se le cayera, y con mirada
asesina y movimiento rápido sacó la mano de una Maca que parecía
encantada, mientras ella tuvo que por instinto juntar las piernas
ante el profundo dolor de la necesidad de acabar.
M_ ¡Lastima! –le sonrió con sonrisa maliciosa.
E_ Ahora vuelvo –se levantó rápidamente y salió hasta el lavabo,
Maca la siguió con la vista mientras mantenía una sonrisa ladeada.
Esther entró, cerró la puerta y se apoyó sobre ella, pensaba que iba
a caer, sus nervios se habían desatado de tal manera que no podía
controlar la ola de deseo que había despertado en ella-. Joder, o me
mata a golpes, o me mata a deseo... uf, no puedo... necesito algo...

En la mesa todas seguían hablando sin percatarse de la sonrisa


traviesa y triunfal de Maca, que de vez en cuando miraba de reojo la
puerta esperando que Esther apareciera, realmente aquella situación
la divertía y si algo había dicho Cruz bien cierto, era que al estar en
aquel estado, todo cuanto decía y casi siempre grandes verdades
eran admitidas por todas sin reproche alguno, entonces miró
lentamente una a una a todas las que allí estaban formando aquel
grupo familiar, sabía que todas estaban allí por ella, también por
Esther, pero principalmente por ella. Las miró detenidamente como
queriendo adivinar que podían sentir ante ella, quien más la
descolocaba era su propia madre, aquella mujer que estaba sentada
allí físicamente poco había cambiado, pero se podía percatar que no
era la misma, su mirada era diferente no se mostraba ni fría ni
distante con ella, la miraba y veía a esa madre que tanto había
esperado tener algún día, comprensiva, atenta y en definitiva
mostrar lo que realmente sentía, sin duda sabía que el comentario
que había hecho anteriormente le había dolido, pero si hacia un
esfuerzo recordaba el momento compartido en el balancín, justo

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antes de que su mente se diluyera, recordaba su cálido abrazo, su
cálida caricia y aquello le provocaba una sonrisa feliz que debía
controlar, Encarna parecía atenta a la conversación pero también a
ella, Maca lo sabía y una de las veces que cruzó su mirada con ella,
le sacó la lengua y Encarna puso gesto de sorpresa elevando sus
cejas mientras la miraba atónita, Maca le devolvió aquel gesto y
arrancó una sonrisa de su suegra. Allí hablando sin parar Teresa le
daba la tranquilidad de la amistad verdadera, aquella mujer que se
decía en el hospital la alcahueta, la cotilla, la chismosa, realmente
era un ser humano excepcional, una mujer con unos valores de
amistad que estaba segura nunca podría devolver todo lo que le
había entregado. Cruz había tratado de dar un paso complicado,
ingresarla en un psiquiátrico, la conocía tan bien que podía imaginar
como ante todos los problemas que había dado se había elegido
para hacer el trabajo sucio, así era Cruz, profesional como pocos
pero terriblemente sensible, demostrando que no está reñido la
profesionalidad de un médico con los sentimientos. Entonces
suspiró, profundamente tenía suerte era una mujer afortunada.
Cerró los ojos queriendo entregarse a los pensamientos, a los
recuerdos, a las sensaciones... ¿las encontró?
En_ Maca hija ¿te encuentras bien?
M_ Sí Encarna, un poco cansada.
E_ Ya estoy aquí –apareció con gesto nervioso, por su cara se
notaba que se había echado agua para refrescarse-. ¿Qué pasa?
R_ Maca está cansada.
E_ ¿Te quieres acostar?
M_ ¿Te acuestas conmigo? –le soltó de repente ante el gesto un
tanto incomodo de todas que apartaron la mirada de Esther
posándola sobre los platos o la mesa.
E_ No, será mejor que hagas una siesta.
M_ Pues si tú no vienes... no –se cruzó los brazos sobre el pecho,
todas miraron a Esther que parecía nerviosa.

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E_ ¿Quieres que te ponga el abrigo y salimos fuera?
M_ Hace frío y prefiero estar en la cama calentita y en compañía –le
sonrió elevando con agilidad las cejas.
C_ Bueno... yo siento interrumpiros pero me tengo que marchar –se
puso de pie Cruz con gesto de pena.
E_ Claro, claro –sacudió su estupor ante el comentario de Maca.
En_ Si que la carretera es un poco peligrosa, hija.
C_ Por eso antes que me pille una tormenta que está el cielo muy
cubierto.
R_ Espera voy a prepararte una bolsa con unas cuantas cosas que
nos ha traído Carmen para tus hijos.
M_ ¡Qué espléndida estás mamá! –Rosario la miró sonrió y se
marchó a la cocina-. ¿Bueno, te vienes o no?
E_ Maca puedes esperar un momento... por favor –le habló bajando
el tono mientras la miraba intensamente.
C_ Maca cariño me voy... ya sabes lo que tienes que hacer ¿eh?, me
iría mucho más tranquila si te vinieras conmigo.
M_ Deja, deja aquí estoy bien... en cuanto se vaya toda la tropa y
me dejen sola con mi mujer... todo estará bien.
C_ De acuerdo –sonrió ante el comentario y Esther la acompañó
tratando que Maca no se percatara de su sonrisa.
T_ Oye guapa, eso de la tropa vamos a dejarlo estar ¿eh?
M_ Quien se pica ajos come.
T_ ¡Pero bueno! –se puso en jarras-. Desde luego estás de un
insoportable... que si lo sé no hubiera venido.
M_ Pues vete con Cruz.
E_ ¡Maca! –la riñó Esther un tanto incomoda.
T_ No hija no, ahora ya estoy aquí y te fastidias... ¡ajos come! –
murmuró yéndose hacia la cocina.
E_ Maca por favor...
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M_ Si no quiere oír verdades que se vaya a su casa.
C_ Si me necesitáis me llamáis –le dio dos besos a Maca-. Cuídate
¿eh?
M_ Que lastima que se metiera Esther en mi vida antes de
conocerte bien a ti... te lo aseguro –le dijo sonriente ante el gesto
de sorpresa de Cruz.
C_ Mmmm bueno... me voy –contestó algo turbada.
E_ Yo te acompaño... ya te vale –le susurró.
M_ Te doy cinco minutos ¿o ya has apagado tú el fuego? –se acercó
hasta su boca y cuando Esther fue a separarse mientras Maca se
mordía el labio... la enganchó del suéter mirándola con fervor
mientras le susurraba-. Te deseo... tengo que ser más explicita, lo
tengo que decir a gritos.
E_ Haz el favor de comportarte –la miró con apuro.
M_ Me muero de ganas de desnudarte... –trató de besarla pero
Esther se soltó ante el gesto de incredulidad de Maca que asintió
ladeando la cabeza y diciéndole-. Esta bien... ¿quieres guerra?,
guerra tendrás.

Salieron todas a despedir a Cruz, allí en el porche se quedaron


las tres mujeres mientras Esther se acercaba hasta el coche para
acompañarla, se había abrigado porque el fresco se había dejado
caer sin remedio. Allí con el único testigo del vaho que salía de sus
bocas terminaron de confesarse.
C_ La verdad Esther, Maca me tiene un tanto desconcertada.
E_ Pues anda que a mí –confesó abiertamente con gesto de frío
mientras se soplaba las manos-. Por momentos creo que está bien...
pero ahora está como si fuera una niña.
C_ Si, bueno... siento tener que irme, me gustaría quedarme aquí
una noche, esto debe ser hermoso.

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E_ Si, desde que vinimos la primera vez, nos encandiló, pensé que
sería un buen lugar para poder recuperarse.
C_ Y lo es Esther –le acarició con afecto el brazo.
E_ Necesito tanto que Maca vuelva a ser la misma de antes.
C_ Lo sé... y te digo que te admiro Esther, no todos estamos
capacitados para hacer lo que estás haciendo tú, sin duda, porque
tu amor es firme y vencerá.
E_ Eso espero –la abrazó sintiendo el afecto real en aquel abrazo-.
Gracias Cruz.
C_ Cuídate ese golpe.
E_ Ese no me duele... –entonces lentamente arrastró las palabras
para confiarle-. Me duele más el golpe que llevo en el corazón.
C_ Animo Esther...
E_ Ve con cuidado ¿eh?, y cuando llegues nos das un toque.
M_ ¡Esther! –se oyó el gritó enfadado de Maca desde la puerta de la
casa, como no la habían oído llegar las tres mujeres dieron un salto
que apunto estuvieron de golpearse con las cabezas en el techo-.
¡Te he dado cinco minutos!, ¿tanto te cuesta despedirte?
E_ Dios mío, no sé si era peor cuando estaba de mal carácter o
ahora así.
C_ No quiero que ocurra nada más ¿eh?, a la mínima...
E_ Sí, tranquila.
Mientras el porche las tres mujeres hablaban entre ellas pues
Maca había desaparecido y sin ellas darse cuenta estaba asomada a
la ventana muerta de risa.
T_ ¡Dios mío creo que voy a tomarme una valeriana!, otro susto así
y me da un paro cardíaco.
En_ Pues anda que a mí, menos mal que está Esther para
reanimarnos porque... madre mía como tenemos a Maca.
R_ Yo no sé que es más difícil, si cuando está agresiva o así.

522 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Pobre Esther...
R_ Si, no sé que vamos a hacer... francamente no lo sé.
En_ Bueno... vamos a entrar no nos vayamos a constipar que hace
un frío de mil demonios.
M_ ¡Aun no viene!
T_ ¡Ay! –gritó Teresa pues Maca les apareció tras la puerta, pero no
fue la única que gritó, Encarna acompañó el grito de Teresa con una
maldición que hizo que Maca rompiera a reír-. Nos vas a matar
Maca, tú te has propuesto matarnos.
M_ Lo siento no quería asustaros.
En_ No que va... y yo soy la Pantoja ¡no te digo! –la riñó se acercó a
ella que reía y la desafío con la mirada seriamente borrando la
sonrisa de Maca-. Voy a fregar.
T_ Yo te acompaño, no tengo el corazón para más sustos.
R_ Ahora voy –les dijo a las dos que abandonaron la sala mientras
Maca fijaba sus ojos en Encarna-. Hija... ¿por qué no te acuestas?,
deja a Esther que descanse un poco.
M_ ¿Descansar de qué? –la miró seria.
R_ Está sometida a mucha presión, está nerviosa y...
M_ Que dramática eres.
E_ Ya estoy aquí, ¡vaya frío!
M_ Vaya por fin apareces.
E_ Maca cariño estaba despidiendo a Cruz –se quito el abrigo.
R_ Bueno yo me voy a la cocina.
E_ De acuerdo. Bueno... ¿qué es lo que quieres hacer? –se frotó las
manos con señal de frío.
M_ Quiero hacer...a ver... –se puso la mano en la barbilla con gesto
pensativo y le dijo mirándola fijamente-... quiero hacer... el amor –
le espetó mientras ayudada por la muleta se acercaba a ella
lentamente.

523 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Maca –suspiró irremediablemente no podía quedarse inmune a
sus palabras.
M_ ¿Qué? ¿Acaso tu no? –Esther guardó silencio-. Podías mandar a
las mamis a buscar setas.
E_ ¿Setas? –no pudo más que dar una carcajada ante tal ocurrencia.
M_ Quiero estar contigo –volvió a bajar la voz mirándola con deseo.
E_ Vamos a la habitación, voy a avisar.
M_ Eso... que no entren.
E_ Voy en seguida.
M_ Mas te vale –le dio un pellizco en el culo que le hizo saltar-. Me
encantas.
E_ Debo tener una de morados en el culo, ¡podía darte por otra
cosa!
M_ Es verdad –entonces le dio una palmada mientras ella cerraba
los ojos ante el golpe.
E_ Ya voy.
M_ Te estaré esperando desnuda... y con mi cuerpo llamándote a
gritos –le susurró cerquita provocando en Esther un carraspeó
nervioso-. No tardes mi amor.
E_ No.
M_ Te deseo –murmuró tan suavemente que provocó que a Esther
toda la piel se le erizara.
E_ Y yo...
M_ ¿Tendré que acabar lo que empecé, no?
E_ Va a ser que sí –le dijo poniendo sus manos suavemente sobre el
culo de una Maca que sonrió.
M_ No tardes.
E_ No –esta vez quien susurró lentamente la contestación fue ella,
se mordió el labio y en sus ojos se dibujó la pasión.

524 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Te espero.
E_ Si –ninguna se movía.
M_ Desnuda –le guiñó un ojo y se giró con lentitud para marcharse.
E_ ¡Madre mía! –murmuró mientras iba en busca de las mujeres.
Esther sentía con la fuerza del volcán el deseo sobre su piel,
notaba que no andaba, volaba, tener a Maca tan cariñosa, tan por
ella le hacía perder la razón, y aunque no quería ilusionarse con
aquel cambio, algo le decía que Maca iba por el buen camino. Habló
con rapidez a las mujeres, diciéndoles que iban a hacer una siesta, y
éstas aprovechando la coyuntura, le aseguraron que se irían a ver a
Daniel porque pensaban que con el frío que hacía era mejor no
sacarlo de casa.
E_ De acuerdo...
R_ Yo llevaré el coche.
En_ No te preocupes Esther, yo la guío.
E_ Seguro mamá, mira que tu sentido de la orientación está un poco
torcido.
T_ No te olvides que voy yo –apuntó Teresa divertida.
E_ De acuerdo... darle un beso al pequeñín de mi parte.
R_ Tranquila hija. ¿Pero estás segura que hacemos bien
marchándonos?
E_ Sí, tranquila.
En_ De todos modos si pasara cualquier cosa, nos das un toque.
E_ Si, no le voy a decir que os vais.
R_ Muy bien...
E_ Hasta luego.
Aquella conversación se le hizo eterna, se moría de ganas de
llegar a la habitación... de encontrarse con Maca, iban a estar solas
y sin duda podían aprovechar el momento, su cuerpo estaba
ardiendo en deseo, tanto que antes de entrar se fue quitando los

525 ”Adiós Esther” © by ldana


botones de la camisa, no podía esperar, deseaba a Maca con todas
sus fuerzas y estaba dispuesta a demostrárselo, decidida a todo por
ella. Sin preguntas, sin dudas, sin pensar que pasaría después,
aprovecharía el momento y en ese momento lo que le apetecía era
entregar su amor por completo a su mujer.
Fuera escuchó como el coche se iba, la desbandada de las
mujeres había sido rápida, sonrió al pensarlo, entró y a cada paso
iba dejando una pieza de su ropa, la temperatura en la estancia era
agradable, allí en la cama se encontraba Maca, tapada pero era
consciente que debajo de aquella sábana se encontraba el cuerpo
que tanto la encendía, sonreía mientras se acercaba poco a poco a
ella, al llegar a su altura ya lo hizo desnuda, se metió en la cama, se
acercó y acarició aquella piel suave, sonrió al notar que nada cubría
aquella piel que la enloquecía, se acercó todo cuanto puedo y
entonces es percató que...
E_ ¿Maca?... Maca cariño –insistió borrándose su sonrisa de los
labios pues la vio con los ojos cerrados y parecía dormir-. Maca...
M_ Mmmm –susurró adormilada.
E_ ¡Pero cariño!, me habías dicho que... –la acarició sin poder evitar
sentir su piel desnuda.
M_ ¿Qué haces...?, ¡oh Esther!, de verdad que salida estás... anda
déjame dormir.
E_ ¿Salida? –le preguntó atónita abriendo sus ojos felinos como
platos mientras se sentaba en la cama dejando su desnudez al
descubierto.
M_ Anda déjame dormir que estoy agotada.
E_ ¡Será posible! –protestó enérgicamente mientras se quedaba
blanca por el comentario.
M_ Mira Esther... haz lo que te dé la gana, pero pasa de mí –se
volvió a girar tapándose hasta la nariz.

526 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Desde luego... –se había enfadado tanto, que se levantó
poniéndose la bata-. Esto no es normal, ¿eh?, ¡me tienes...! –se
frenó y dando un quejido de protesta salió del cuarto.
M_ Podrías al menos no gritar –murmuró una Maca que mantenía
una sonrisa en sus labios.
Esther salió jurando en arameo, se fue directa al comedor, sin
encender si quiera la luz, se sentó en el sofá abrazó sus piernas y
posó su mejilla sobre las rodillas, no quería desesperarse pero ya
eran demasiadas veces las que Maca le había provocado y la había
dejado con las ganas. Un suspiro fuerte salió de su pecho como
tratando de ser el aire que apagará la llama del deseo que tan
fuertemente había ardido, pero era demasiado potente la llama
como para que se apagara tan fácilmente. Se sentía perdida, se
sentía sin saber como reaccionar, porque Maca continuaba una y
otra vez con aquel juego que le había dado por jugar con ella en
aquel momento, consiguiendo enloquecerla. Llevaba más de una
hora allí sentada hundida en sus pensamientos dándole vueltas a la
misma idea cuando Maca la llamó a voz en grito desesperada.
Esther no dudó ni un instante en levantarse y llegar hasta ella, se
asomó con gesto de temor.
M_ ¿Dónde estabas? –le preguntó con la mirada fiera al verla entrar.
E_ En el comedor.
M_ Te estoy esperando... ¿por qué no has venido?
E_ ¿Qué por qué no he venido? –repitió atónita mientras una sonrisa
se asomaba en sus labios con una buena dosis de indignación.
M_ Sí, te estaba esperando desesperada –se incorporó en la cama
dejando su pecho al aire.
E_ Maca... he venido y como he venido me he ido –trató de no
apartar sus ojos de los de Maca, rehusando mirar los pechos y caer
en la tentación que le estaba tendiendo su mujer descaradamente-.
Te has encargado de echarme de tu lado.

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M_ ¿Yo? –la miró sorprendida haciendo gesto incrédulo sin hacer
nada por taparse.
E_ Sí tú, y tápate no vayas a resfriarte.
M_ ¿No vienes? –insistió sonriente.
E_ No, no voy, ahora es a mí a quien no me apetece.
M_ Ya, ¿tengo qué creérmelo? –elevó su ceja derecha mientras
mordía su labio mostrándose totalmente provocativa.
E_ Claro que sí, lo siento pero no me apetece –le dijo con tono
irreverente.
M_ Vale... –asintió como si se tomara a pitorreo aquel comentario y
la supuesta seguridad de una Esther que suspiró-. Entendido...
Esther dio media vuelta y entró al lavabo, se metió en la
ducha, necesitaba sentir el calor del agua sobre su piel, ya que no
había encontrado las dulces y tiernas caricias de Maca para calmar
la sed de amor que sentía. Estaba bajo el grifo dejando que la
potencia del agua que salía, cayera directamente sobre su rostro
con las manos apoyadas sobre la pared, necesitaba pensar,
necesitaba aclarar sus ideas, y relajarse para poder enfrentar a una
despiadada Maca que se había propuesto acabar con su cordura de
manera cruel. Pero justo en el momento en que pensaba en ella,
notó como las manos de Maca le rodeaban su cintura atrayéndola en
silencio sobre su cuerpo, se dejó hacer sin resistirse ni protestar,
notó como su espalda se apoyaba suavemente sobre los pechos
erizados de Maca, pudo sentir su excitación plenamente sobre su
propia piel, desplazo un pie hacia detrás lo justo para apoyarse en
ella, mantuvo sus ojos cerrados mientras notaba el tacto de las
yemas de los dedos de Maca recorrer lentamente su vientre, estaba
sintiendo un éxtasis incontrolable, su boca entreabierta recibía el
impacto de las gotas cosa que agradecía, porque su garganta se iba
secando, no por lo que Maca hacía, sino, porque lo que Esther
esperaba. Con decisión con sus brazos rodeando el culo de la
pediatra apretó su cuerpo sintiéndolo todo unido al de ella, estaba a
punto de morir de placer pero Maca parecía no darse cuenta, o se

528 ”Adiós Esther” © by ldana


daba demasiada cuenta y le estaba martirizando por su rechazo,
porque no la besaba, no le decía nada, tan solo acariciaba
lentamente su vientre, jugaba con su ombligo, y de vez en cuando
dejaba que Esther buscara con sus movimientos lentos con su
trasero el roce con su sexo. Maca disfrutaba ante el temblor suave
de Esther ante sus suspiros, ante sus movimientos que parecían
llamarla a gritos, estaba disfrutando tanto como sufriendo, ella
misma no podía controlar su propio deseo, más cuando Esther
apretaba con sus manos con fuerza sus glúteos, su deseo estaba
alcanzando el máximo apogeo ella misma necesitaba más, y aunque
quería controlarse no podía, menos, cuando una de las manos de
Esther soltaron su trasero para posarse sobre una de las suyas que
seguían jugando a acercarse y a alejarse de su sexo, Esther estaba
desesperaba no paraba de susurrarle sin control alguno.
E_ Maca por favor no me hagas esto... no puedo... no puedo más...
Maca por favor...
M_ Esther... Esther... –jugaba con su cabeza sobre el pelo de
Esther, buscaba su mejilla.
E_ Te deseo... no puedo más.
M_ ¿Así mi vida?... ¿así?
E_ Sigue... ¡dios mío!

Fueron susurros entregados la una a la otra, eran murmullos de


placer que buscaban demostrar el amor que se tenían, la necesidad
imperiosa la una de ser de la otra, de entregarse, de buscarse y
encontrarse por igual, entonces con suavidad la propia Esther llevó a
cabo lo que con tanto anhelo había buscado, con su mano sobre la
de Maca la guió hasta su sexo sin poder reprimir un grito ahogado
de placer al notarla, entonces apoyó su cabeza sobre el hombro de
Maca, que no podía parar, era sublime estar en su lugar preferido,
sabía que estaba tocando el cielo en ese momento y sabía lo que
venía después, el agua salpicaba la desnudez de las dos mujeres,
repartiendo gotas por toda la piel siendo testigo de cuanto sucedía

529 ”Adiós Esther” © by ldana


entre ellas, ambas estaban fuera de control, ambas gemían y en
cada gemido que salía de sus almas, parecía querer borrar cuanto
había pasado, parecía llevarse todo cuanto les había tocado sufrir,
Maca seguía alternando el ritmo de su mano tal y como Esther le
pedía, le rogaba juntas con las dos manos sintiendo el placer de una
como si fuera de ambas, estaban tocando casi el cielo cuando dos
golpes en la puerta les hizo parar de golpe.
E_ Esto es una pesadilla... no me puede pasar a mí... –dijo con la
voz entrecortada sin moverse pues había tenido que apoyarse con
las dos manos sobre la pared mientras Maca rompía a reír aunque
su respiración también mostraba el alto nivel de excitación que aún
sentía. Esther acompañando cada quejido se dio dos golpes suaves
con la cabeza en la pared-. Mierda... mierda
M_ Será mejor que vayas –le dijo sonriente al ver su desespero
apartándose la melena mojada de la cara mientras apoyaba la
cabeza sobre la pared y cerraba los ojos-. Joder, no hay manera...
como siga así voy a morirme... –entonces miró hacia la puerta al
escuchar la voz de Esther que trataba de mostrarse serena y
sonrió-. Esther... mi amor...

Fuera estaban esperando que la pareja saliera las tres mujeres con
el niño, habían decidido de común acuerdo llevarlo con ellas.
R_ ¿Qué te ha dicho, Encarna?
En_ Pues creo que hemos llegado en mal momento –sonrió haciendo
una mueca simpática.
T_ ¡Encarna! –protestó con un tanto de vergüenza Teresa ante la
frialdad y normalidad con la que habló-. Por favor que está aquí
Danielito.
En_ No me seas antigua Teresa, mi hija y Maca hacen el amor de
igual manera que lo haces tú con tu marido, Rosario con el suyo y
yo en mis tiempos que ya ni me acuerdo, con el mío.

530 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ Tienes razón –admitió sonriendo Rosario-, pero no deja de ser un
tanto... no sé...
En_ ¡Ay mira!, dejaros de tonterías, de cursilerías, y demás... las
chicas tienen su intimidad como todos, y es de lo más normal.
T_ No si yo no digo que no Encarna pero...
En_ ¡La Virgen del Perpetuo Socorro!
Las tres se miraron y rompieron en una gran carcajada que
hizo que el pequeño rompiera también a reír.

Aún con la respiración entrecortada y con el gesto de fastidio,


entró Esther al lavabo, Maca se había terminado de duchar y al verla
se giró con el gesto cambiado totalmente, Esther sintió un temblor
en su cuerpo diferente al que hacia pocos instantes había sentido.
E_ Era mi madre, ya están aquí.
M_ Ya les vale, ¿cuándo se largan, eh? –mostraba enfado.
E_ Maca cariño... ellas están aquí por ti.
M_ ¿Por mí? –se quejó y Esther la ayudó a salir del plato de la
ducha-. Pues ya se pueden estar yendo mañana mismo, ¿se lo dices
tú o yo?
E_ Ninguna de las dos... –le dio el albornoz y cuando pasó los dos
brazos le fue a besar pero Maca se retiró. Entonces Esther la cogió
suavemente por la barbilla y le dijo con su tono herido por el
desaire-. No me hagas esto.
M_ ¿El qué? –la miró fijamente a los ojos.
E_ Apartarte.
M_ Como tú –le contestó sin apartar sus ojos de los suyos como si
la estuviera retando, con el gesto de boca contraído.
E_ Maca por favor... –le rogó con cara de pena.
M_ ¿Me ayudas a vestirme o salgo en albornoz? –se separó
nuevamente de ella.

531 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Te ayudo –la secó con cuidado y ternura para después hablarle
con tiento-. Maca, fuera tienes una sorpresa... por favor...trata de
centrarte.
M_ ¿Una sorpresa? –la miró dubitativa.
E_ Daniel.
M_ ¿Daniel?
No pudo evitarlo, notó como un remolino de emociones la
envolvían, notó como su corazón latía más fuerte, más rápido, era
su hijo, sin controlar lo que estaba pasando en ella, sin poder
controlarlo los ojos se le llenaron de lagrimas, rompió a llorar como
una niña ante el gesto confundido de Esther, que se apresuró a
abrazarla, entonces Maca sintió que volvía a tenerlo todo, a su
mujer y a su hijo, aquello la llenó de felicidad y se aferró
fuertemente a Esther.
M_ No me sueltes.
E_ Maca... cariño...
M_ No me dejes.
E_ Claro que no...
M_ Te necesito.
E_ Me tienes.
M_ ¿Y si no me quiere? –se separó de los brazos que la estrechaban
con ternura mirándola aterrada.
E_ No digas tonterías... él te adora como yo.
M_ Pero... hace mucho tiempo que no estoy con él, y si se ha
olvidado –no podía evitar sentir una angustia terrible.
E_ No hace tanto cariño, cuando estuviste en el hospital, cuando
estabas en coma, Daniel se pasaba horas junto a ti –Maca la miró
con gesto sobrecogido porque solo a alguien como Esther se le
habría podido ocurrir algo así-. Recuerdo que una vez me dijiste que
los bebés tienen un poder especial para percibir el calor de su
madre, pues Daniel lo percibió cariño.

532 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Y si llora?
E_ No creo… venga deja de mortificarte en vano y vamos... yo
también tengo ganas de verlo.
M_ ¡Esther! –la llamó cuando salía.
E_ Dime.
M_ Te quiero.
E_ Lo sé –le dijo emocionada-. Ahora vengo.
Maca no cabía en sí de gozo, había podido percibir todo cuanto
debía, primero la pasión por Esther, después la lastima de dejarla a
medias en su placer, el amor en la más amplia de las expresiones al
mirar sus ojos, y el amor materno, ese amor que tanto había
anhelado y esperado durante tantos años de su vida. Podría
controlar sus emociones, podía sentir y recordar cada momento
vivido, podía cerrar los ojos y sentirse segura, plenamente
afortunada.
E_ ¿Vamos?
M_ Sí.
E_ ¿Estás preparada? –la ayudó a vestirse.
M_ Creo que sí.
E_ Está bien, voy a llamar a mi madre y sales con ella.
M_ No –se apresuró a decir con firmeza-. Quiero salir contigo.
E_ Bueno... pues dame cinco minutos.
M_ Cuatro.
E_ Vale cuatro.
Cuando Esther estuvo vestida, le dio la muleta para ayudarse
mejor a caminar a Maca, por su gesto entendió que estaba un tanto
asustada por la reacción de Daniel, y ella rezaba que todo fuera
normal, si bien es cierto que por un minuto dudó que Maca no
estuviera ya recuperada, ver el terror reflejado en sus ojos, le
demostró que aún era incapaz de controlar las emociones que le

533 ”Adiós Esther” © by ldana


habían llegado como una cascada gana el río, a ella le habían
ganado el corazón, arrastrando su sentimiento más brutal, madre.
Al salir, Esther lo hacía sonriente y cuando la vio el pequeño la
señaló sonriente, Maca al verlo llenó su corazón con la figura de su
hijo, los ojos se le llenaron de lagrimas y las tres mujeres al
contemplar la escena sintieron un nudo en el estómago. Esther
ayudó a sentarse a Maca, y después cogió en brazos a Daniel que se
abrazó a su cuello blandiendo al aire el juguete que Teresa le había
comprado.
E_ Mi amor... ¿qué es esto?, sí cariño –le decía mientras el niño el
enseñaba el juguete-. Mira quien está aquí Daniel, es mami –se
sentó a su lado con el pequeño en brazos mirándola con devoción.
M_ Daniel –murmuró con la voz entrecortada por la emoción-, mi
pequeño.
E_ Espera, ves con mami Daniel.
M_ Mi niño –abrió sus brazos y el pequeño sin dudarlo se fue directo
a ella que lo estrechó con fuerza a su cuello-. Mi vida...
Esther tuvo que hacer un esfuerzo inhumano para no romper a
llorar allí mismamente, aquella escena era tan tierna, tan repleta de
amor que daba por bueno todo lo vivido hasta ese momento,
Encarna por su parte no pudo reprimir las lagrimas, aquella imagen
doblegó su cansado corazón, Rosario al darse cuenta devolvió a su
consuegra lo que tantas veces durante esos días le había entregado
ella, apoyo, comprensión y ternura. Por su parte Teresa aunque sus
labios mantenían una sonrisa, sus ojos se habían llenado de
lagrimas, ver a Maca así, les había afectado a todas.
E_ Ves como no llora, tonta.
M_ Mi niño... que guapo... ¿qué grande está no? –dijo con la voz
repleta de emoción.
E_ Si, ¿has visto cómo se parece a ti?
M_ Dios mío...

534 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ Cariño Daniel estaba deseando verte, mira como se ha puesto –
sonrió.
M_ Si –acompañó la sonrisa tierna de todas porque el pequeño
había apoyado su cabeza sobre el pecho de Maca jugando-. Esther...
E_ Dime cariño –su voz apareció repleta de amor.
M_ ¿Quieres cogerlo tú?
E_ No, anda quédate con él mientras nosotras preparamos la cena.
R_ Será lo mejor. ¿Vamos Encarna? –le dijo.
En_ Vamos –Encarna no pudo decir nada, solo se acercó hasta Maca
dejándole un beso sobre su pelo, Maca la miró con los ojos rasgados
y sonrisa que aunque estaba iluminada, apareció apagada.
T_ Ya voy, ya voy –dijo Teresa mientras acariciaba con cariño a
Esther.
E_ Bueno... y este pequeño lo bien que está con su mami, ¡verdad!
–le dijo con sonrisa amplia.
M_ Gracias Esther, puedo odiarte pero... por esto... te debo dar las
gracias.
E_ No me odies Maca por favor... –Maca la miró fijamente a los ojos
y vio el dolor que le había provocado-. No lo soportaría.
M_ No me hagas caso –se disculpó y le acarició la mejilla golpeada
con cuidado-. ¿Te duele?
E_ No, me duele más cuando me dices que me odias –le dijo
lentamente-. Ahora vuelvo.
Maca se quedó allí sentada con gesto preocupado, se mordía el
labio con expresión ceñuda, sabía que tampoco podía ser tan dura
con ella, no se lo merecía, no podía seguir fustigándola por más
tiempo. Suspiró con fuerza, miró a su hijo y volvió a sentirse
afortunada.
Cuando Esther entró en la cocina, se fue directamente a su madre,
le rodeó la cintura con sus brazos y sin volverla le susurró:
En_ Te quiero mamá, gracias por ser como eres.
535 ”Adiós Esther” © by ldana
A Encarna aquel gesto le pilló tan de sorpresa que no supo
como reaccionar, tan solo le acarició la cara con cariño sin volverse,
aquella reacción de su hija la llenó de alegría y sabía que era la
devolución de las tantas veces que ella había hecho lo mismo con
sus momentos difíciles, si cada vez que la necesitó sintió su deber
de madre, ahora podía notar la devoción de hija, Esther era así,
maravillosa, distante pero cuando la necesitaba siempre estaba allí.
Tanto Rosario como Teresa sonrieron.
T_ ¿Esther crees que es buena idea dejar al pequeño con Maca?
E_ Sí, también debe tener su momento con él.
R_ Esther no sabíamos si hacíamos bien pero... queríamos ayudarte.
E_ Lo sé, y os lo agradezco, la verdad que cuando se lo he dicho a
Maca, debisteis ver su desasosiego, su miedo.
T_ Es normal.
E_ Lo sé.
R_ Mi hija necesitaba estar así con Daniel, yo creo que ahora las que
sobramos somos nosotras.
En_ Tienes razón Rosario, yo también lo he pensado... creo que...
E_ No, para nada... ahora os necesitamos más que nunca, Maca
puede estar cerca de recuperarse.
T_ Mira Esther yo no estoy tranquila con Maca sola, así que mientras
aclaráis lo que vais a hacer... me voy con ella.
E_ Mejor, gracias Teresa.
Teresa las dejó allí envueltas en su charla y contenta se acercó
hasta Maca que mantenía un gesto tan relajado que su rostro
parecía haber recuperado la luz de la felicidad.
T_ Vaya se ha dormido –sonrió.
M_ Si.
T_ Es que los brazos de una madre son los brazos de una madre –
Maca la miró en silencio y Teresa le sonrió-. ¿Cómo estás?

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M_ Bien.
T_ Me alegra oírte decir bien –tomó su mano y Maca por primera
vez desde que había quedado en coma le apretó con síntomas de
debilidad que sus propios ojos reflejaron-. ¿Eh cariño?...
M_ Perdona... creo que no he estado a tu altura Teresa.
T_ No me digas eso... no hay nada que perdonar –le acarició la
mejilla-. Tú sabes que te quiero, lo hemos pasado muy mal pero
gracias a Dios vamos superando este mal momento Maca. Falta
poco, estoy segura que falta muy poco para que te recuperes y
volváis a ser las mismas chicas encantadoras de antes, amándoos,
buscando motivos para besaros por los pasillos, mirándoos y sobre
todo estando juntas con este pequeñín que es tan mono ¡por dios! –
Maca sonrió ante el gesto gracioso de la mujer-. No sé si recuerdas
el consejo que te di –Maca la miró expectante-, te lo vuelvo a
repetir, habéis hecho entre tú y Esther con vuestro amor una nave
muy fuerte, habéis superado tempestades, verdaderos golpes de
mar pero nunca nadie pudo derribarla, y no la pudieron hundir
porque ninguna de las dos quiere que se hunda, este pequeño
resumen de mi consejo viene a decirte, que Daniel es el fruto de un
amor por vuestra parte enorme, y ahora en cuanto tú estés bien
debéis recuperar todo lo vivido, y mucho mejor, saber lo que duele
separarse os debe ayudar a formar una base sólida en vuestra
relación Maca... cariño –le acarició la cara y Maca apoyó su mejilla
en aquella mano que le ofrecía calor-. Esther te adora, tenéis un
niño hermoso... pon de tu parte para recuperarte porque te están
esperando con un amor grande, te esperan con los brazos abiertos
para llenarte de su cariño.
M_ Gracias Teresa, creo que jamás podré olvidar todo cuanto haces
por mí, por Esther y por mi hijo.
T_ Lo hago porque os quiero como si fuerais algo muy mío. ¿Dejaras
de hacer daño a Esther? –la miró intensamente.
M_ Yo no quiero hacerle daño –se disculpó.
T_ Pero...

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M_ Me encanta –en su rostro se reflejó un gesto de maldad.
T_ ¡No sé que vamos a hacer contigo! –exclamó un tanto irritada.
M_ De todos modos, prometo portarme lo mejor que pueda.
T_ Anda, dame al niño que desde luego...
M_ No, déjalo conmigo.
R_ Hija tu padre está al teléfono quiere hablar contigo –se acercó a
ella sonriente-. Pedro espera. ¿Me das al niño?
M_ No –cogió el teléfono ante la mirada repleta de amor de Rosario-
. ¿Papá?, hola, si lo tengo en este momento aquí...
T_ Ven Rosario –apartó a la mujer y le preguntó bajando la voz-.
¿Qué habéis decidido?
R_ Pedro va a venir mañana por la noche, dice que debo ir que hay
una fiesta y bueno... no he podido hacerle cambiar de opinión.
T_ Vaya...
R_ A mí me gustaría que se quedara Encarna porque, no creo que
Esther esté en condiciones de vigilar tanto a Maca como a Daniel.
T_ Pues si –afirmó ladeando la cabeza.
R_ ¿Y tú, hasta cuando te quedas?
T_ Pues había pensado en dos o tres días... –puso un gesto
dubitativo.
R_ Me iría mucho más tranquila –sonrió.
M_ ¿Qué tramáis? –les preguntó con voz firme provocando un susto
en las dos mujeres que se volvieron de golpe.
R_ Nada Maca que tengo que volver a Jerez.
M_ ¡Vaya menos mal!, ¿y tú cuándo te vas Teresa?
T_ ¡Ay hija!, parece que tengas ganas de que me vaya, ¿eh?
Maca bajó su mirada hacia la cara colorada del pequeño que
seguía feliz y tranquilo durmiendo con una sonrisa. Lo abrazó con

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ternura contra su pecho, lo acunó y le besó la carita con todo el
amor que podía sentir.
E_ La cena ya está... será mejor Maca que lo dejemos aquí así lo
podemos vigilar, tú no puedes hacer esa fuerza que estás haciendo
mi vida.
M_ Vale... pero luego de cenar lo quiero tener otra vez.
E_ Claro que sí, venga vamos.
En el hospital, iban terminando su turno, antes de marcharse
se juntaron en la sala de médicos donde intercambiaron unas
cuantas historias clínicas, entonces en medio de la charla llegó una
Cruz que por su gesto, parecía relajada.
V_ Bueno esa cara quiere decir que traes buenas noticias, si
hubieras ingresado a Maca no llevarías esa sonrisa –la miraba
fijamente como todos.
C_ Pues si, así es, creo que Maca está muy cerca de su
recuperación.
L_ Me alegro... ya es hora de que todo vuelva a la normalidad.
H_ ¿Cómo está?
C_ Un tanto dubitativa, pegó a Esther –dejó el bolso sobre la mesa.
V_ Joder, pues menos mal que está mejor.
C_ Fue un ataque de ira porque Esther no estaba con ella, de
verdad, si tuvieran que escribir una historia de amor para el cine, yo
las propondría para que escribieran la suya.
J_ ¿Y la pierna?, yo la vi muy bien.
C_ Sí, prácticamente no necesita más que una muleta para andar.
V_ ¿Sabes que han echado a Begoña?
C_ ¿A Begoña? –los miró con gesto impertérrito.
H_ Por fin... se pasó bastante... pensó en hacerle lo mismo que hizo
a Esther a la enfermera jefe, ya sabes... lo de los medicamentos...

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todos estábamos sobre aviso, le abrieron expediente y bueno, al
menos estará un par de años dejando en paz a todo el mundo.
C_ Eso es fantástico, sobre todo porque cuando vuelva Esther no
tendrá que soportarla.
J_ Y no solo eso, Luna ha pedido traslado, nos ha dejado esto para
Maca –le dio un sobre-. Creo que será mejor que tú la guardes,
íbamos a dárselo a Teresa pero como no está.
L_ Mejor que lo tenga Cruz.
V_ Si porque ya me veo a Teresa con el sobre encima de la olla del
cocido para abrirlo –todos sonrieron-. Bueno... pues si no hay nada
más de nuevo, ¿nos vamos a casita?
C_ Sí, estoy realmente cansada.
L_ Espera Cruz –le tomó del brazo Laura cuando salieron los
hombres.
C_ ¿Qué pasa?
L_ Ha vuelto a venir ese tal Pablo, insiste en que le demos el
número de teléfono de Esther, ¿le habéis dicho algo?
C_ Creo que algo comentó Teresa, pero ella no le dio importancia.
L_ Pues esperemos que no le vaya a dar nuevos problemas.
C_ Esperemos que no... que ya han pasado bastantes, debiste ver el
golpe que lleva en la mejilla.
L_ Eso sabíamos que podía pasar.
C_ Pues sí, pero nunca creí a Maca capaz.
L_ No es Maca...
C_ Eso es verdad, durante este tiempo no ha sido Maca.
Las mujeres estaban recogiendo la fregada, Esther había
decidido que el pequeño durmiera con ellas en la cama, habían
estado hablando de él durante la cena, y Maca volvió a mostrarse
distante a todas ellas, en parte porque Esther para evitar otro rato
de nerviosismo se sentó en el otro lado, no quería más sorpresas ni

540 ”Adiós Esther” © by ldana


más momentos repletos de tensión. Una vez terminaron de la
cocina, salieron a hacerles un poco de compañía, sentada en el
suelo con el niño que se había despertado estaba una Esther
pletórica, radiante y feliz, mientras en el sofá sin perder detalle los
observaba Maca.
R_ Bueno... pues yo me voy a la cama estoy realmente cansada –se
acercó a Maca y le dejó un beso que no fue rechazado y que aquel
gesto emocionó a la mujer que se quedo sin saber muy bien que
decir...
T_ Yo también me voy, buenas noches cariño –le dejó otro beso a
Maca en la frente reaccionando igual que con su madre-. Y este niño
guapo no va a darle un abrazote a su abuela Teresa.
E_ Es el niño que más abuelas tiene de todo el mundo, es
afortunado.
T_ ¡Y tanto que si!, ¡ay que ricura madre! –le besaba y el niño
sonreía.
E_ Voy a cambiarle ¿vale Maca?, le damos un biberón y nos
acostamos.
En_ Ve hija, ve.
El silencio cubrió el comedor, Maca se mostraba un tanto nerviosa
ante Encarna que la miraba fijamente, pero era a la única que no
podía hablarle mal, era a la única persona que no podía, ni sabía, ni
quería molestar. Encarna se levantó lentamente y cruzó con tres
pasos la distancia que le alejaba de Maca, se sentó a su lado, sin
mirarla, Maca notó como sin querer se erguía de manera defensiva,
no quería fallar, esperaba que su suegra le dijera algo de la misma
manera que esperaba que aquello que le dijera no la pusiera en un
compromiso. Encarna, puso sus manos sobre su vientre, respiró
profundamente y giró un tanto su cabeza para poder mirar
fijamente a los ojos de su nuera, ésta le sonrió un tanto nerviosa y
Encarna hizo lo que mejor sabía hacer, preguntarle a bocajarro:
En_ ¿Desde cuándo estás recuperada?

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M_ ¿Qué? –la miró sin saber que contestar.
En_ Puedes engañar a todos, incluida mi hija porque su miedo a que
no sea cierto no le deja ver la verdad, pero a mí no, a mí, no cariño
–le posó su mano sobre las suyas hablándole con seguridad y tono
inflexible.
M_ Desde que pegué a Esther –musitó débilmente-, cuando me
desperté.
En_ Espero que tu silencio sea por alguna causa justificada y no le
hagas más daño a mi hija, y no es un reproche.
M_ Encarna no digas nada por favor... necesito hablar contigo sin
que haya nadie delante, ¿tú confías en mí? –la miró fijamente a los
ojos viendo Encarna un desasosiego diferente al que hasta aquel
momento esos ojos reflejaban. Ante su silencio insistió-. ¿Confías en
mí?
En_ Que remedio hija.
M_ Pues tendrás que ayudarme, ¡te lo ruego!
E_ ¡Ya estamos aquí! –aparecieron los dos en el comedor y Maca
miró con mayor intensidad a su suegra-. ¿Ocurre algo?
En_ Nada hija, aquí estamos tratando de recordar cosas.
E_ Espero que buenas.
En_ Claro... sin duda...
E_ Toma Maca, voy a por el bibe.
M_ Vale... Encarna por favor, no será mucho, dos días necesito dos
días, tú me dijiste que debía reconquistarla ¿no? –Encarna no pudo
más que poner una mueca de sorpresa-. Por favor Encarna...
En_ De acuerdo... ¿pero has visto cómo está.
M_ Lo sé, y me arrepiento de lo que pasó...
En_ No me refiero a eso, mi hija tiene el corazón hecho añicos, te va
a costar unirlos... pero desde luego... tú eres la única que pueda
conseguirlo –le sonrió-. Aunque si tú manera de reconquistarla es

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esta, te va a costar hija, además que mi hija va a sufrir un calvario
y eso no lo quiero ni para ti ni para ella.
M_ Te prometo Encarna que solo dos días... por favor –puso gesto
compasivo.
En_ Está bien. Una cosa más.
M_ Dime –la miraba con cierta ansiedad mientras acunaba a Daniel.
En_ Que te quiero Maca... nunca te lo he dicho pero... te quiero
mucho hija.
M_ Yo también Encarna ¡ah! –le tomó del brazo mirándola
intensamente mientras le susurraba-. Gracias por ayudar a mi
madre.
En_ Eres una canalla –dio una carcajada.
E_ ¡Ya estoy aquí!
En_ Pues en ese caso si te quedas ya con tu mujer y tu hijo, me voy
que yo también estoy cansada, ha sido un día intenso.
M_ Buenas noches Encarna.
En_ Buenas noches hija, que descanséis. Buenas noches Esther.
M_ ¡Oye Encarna! –la mujer se detuvo y mirándola simpáticamente
le dijo-. ¿Y mi beso?
En_ Tienes razón –le dio un beso y le dejó un pellizco sobre la
mejilla-. ¡Pillina, pillina!
E_ ¿Y a mí?, ¿no hay beso para mí? –protestó Esther mirándola con
gesto serio como enfadada.
En_ ¡Pero bueno!, que pesaditas estáis guapas... con tanto beso
¡pero qué empalagosas por dios!, a ver si hacéis algo ¿eh?, porque
estáis de un imposible.
E_ ¡Mamá! –protestó un tanto nerviosa Esther por el comentario de
su madre.
En_ ¡Mamá, Mamá! –se marchó mascullando mientras sonreía.
E_ ¡Desde luego!

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M_ Tiene razón... últimamente no quieres que te toque.
E_ ¡Vaya lo qué me faltaba por oír! –protesto sentándose en el suelo
mientras cruzaba sus brazos sobre el pecho con actitud incrédula.
M_ Es cierto, dale tú el biberón me duele un poco el brazo.
E_ Claro, has hecho muchos excesos hoy –sonrió pícaramente.
M_ ¿Y... se han terminado ya esos excesos? –se inclinó sobre ella
para besarla y cuando Esther iba a unir sus labios con los suyos se
retiró desafiante y con una sonrisa malévola marcada en sus labios
le preguntó-. ¿No habrán más?
E_ Si te portas bien y no me haces sufrir más de lo debido, puede.
M_ ¿Yo te hago sufrir?, mucho has tardado en salir del cuarto de
baño.
E_ ¡Eres... imposible! –le dijo entrecerrando los ojos mientras le
daba el biberón a Daniel-. Ni se te ocurra volverme a poner en un
compromiso así.
M_ ¡Pero si estabas encantada!
Se quedaron mirando a los ojos con una mirada cálida y una
sonrisa entregada marcando sus labios, fue Esther quien carraspeó
para desviar la mirada y fijarla en su hijo. Una vez terminó, trató de
dormirlo, pero el niño se había despejado y lo único que quería era
jugar. Se pasaron un buen rato Esther echada en el suelo y Daniel
sobre ella sin parar de reír, mientras Maca los observaba sintiéndose
afortunada. Sin embargo sabía que no podía dar tantas facilidades a
su mujer, así que decidida atacó.
M_ Bueno me voy a la cama, ya veo que lo único que te interesa es
tu hijo.
E_ ¡Pero Maca cariño! –la miró preocupada-, espera, espera que ya
nos vamos los tres.
M_ ¿Va a dormir con nosotras? –le costó pero le salió un gesto de
fastidio bordado.

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E_ Claro, aquí no tenemos cuna, habrá que traerla mañana, porque
Carmen nos dejó la de su hijo.
M_ Entonces elige entre él o yo –se plantó puesta en jarras
mirándola intensamente.
E_ ¡Maca por favor! –le contestó nerviosa-. Podemos dormir los tres
perfectamente en la cama.
M_ Pero yo no quería dormir.
E_ Pues hoy toca dormir, has tenido un día duro y mejor que
descanses.
M_ Me duele la pierna, seguro que ahora ya no me darás el masaje.
E_ ¿Y quién ha dicho que no?, ¿has visto Daniel?, tú mami es la más
renegona de todo el mundo, tendrás que acostumbrarte –sonrió
mirando a Maca.
M_ Y tu otra mami es una marimandona que no sé yo que es peor –
se levantó con un poco de dificultad.
E_ Sin duda, mucho peor ser una renegona –le golpeó con suavidad
el culo-. Vamos cariño.
M_ Puedo ir sola.
E_ Está bien...vamos... ¡ay cariño! –suspiró yendo detrás de Maca,
dejó al pequeño sobre la cama para ayudarla a ella pero empezó a
llorar-. Daniel cariño... venga que voy a ayudar a mami.
M_ ¡No hace falta que me ayudes!, yo puedo sola, ya te lo he dicho
–protestó mientras Esther cogía en brazos a su hijo y Maca le
sacaba la lengua al pequeño sin que la viera Esther-. ¡Esto es lo
último!, ahora me faltaba Daniel para que ya definitivamente pases
de mí.
E_ Mira Maca eso no es verdad, así que no digas más tonterías por
favor –volvió a rogarle imperiosamente.
M_ ¡Tonterías!... habló la reina de las tonterías...
E_ Ten cuidado por favor –se acercó para ayudarla hasta el cuarto
de baño.

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M_ Anda suéltame.
E_ Maca deja ya de ponerte borde conmigo y déjame ayudarte.
M_ No.
E_ Joder.
M_ No digas tacos delante del pequeño –entonces sonrió al crío
volviendo a sorprender a Esther-. Anda deja que yo le duerma que
no sirves para eso, ven aquí mi vida, mi rey.
Maca tomó al pequeño en sus brazos, lo meció con ternura
cantándole una nana con un susurro, tan dulce y tierno que Esther
no pudo reprimir que una lagrima resbalara por su mejilla, una
lagrima de felicidad, tanta sentía que hasta notó como su corazón
renacía como si fuera una flor del jardín de Carmen llenándose de
vida, pues aquella visión era como si los rayos del sol la llenaran de
existencia. Se dio la vuelta no quería que Maca la viera llorar, tan
solo era un bajón se dijo, una emoción pero se negó a si misma la
posibilidad de pensar que aquella visión, podía ser pronto la
verdadera, podía ser la que tanto anhelaba, la de una Maca
recuperada acunando a su hijo, y después cubriendo a su mujer de
besos, de caricias, con un profundo suspiro se quitó aquel
pensamiento pues la Maca que estaba allí acunando a su hijo,
cantándole, no era su Maca.
Cuando el pequeño se quedo dormido, Maca lo tumbó en la
cama justo a su lado, Esther se acercó para darle a ella el pijama, lo
tomó sin casi mirarla, pero conscientemente rozando su mano, una
sutil caricia que hizo estremecer a Esther. Quien la vigiló como
lentamente se cambiaba como tardaba a cubrir su torso desnudo,
notó en ella misma como se le secaba la garganta, como tenía que
hacer un esfuerzo por focalizar la saliva, notó como se erizaba su
piel y el deseo llegaba a ella nuevamente, aquello que Maca le
estaba haciendo solo tenía un nombre, una cruel tortura.
M_ Buenas noches –le dijo una vez cambiada acostándose-. No
quiero que te acuestes a mi lado, el niño dormirá entre las dos.
E_ Muy bien... como tú digas.

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M_ Eso si, tráeme la crema que tengo en el cuarto de baño, la del
bote verde.
E_ Enseguida –dijo como si obedeciera las ordenes de inmediato,
cuando volvió se la entregó diciéndole graciosamente-. Tus deseos
son ordenes para mí, tu humilde servidora –se inclinó haciéndole
una divertida reverencia con una sonrisa sincera
M_ ¡No me vengas con gilipolleces! –le soltó destapando el frasco-.
Y ahora siéntate aquí.
E_ ¿Quieres que te dé el masaje en la pierna?
M_ No estaría de más... pero no te has acordado...
E_ ¿Es un reproche? –la miró fijamente.
M_ Plenamente.
E_ Lo siento.
M_ Acércame la cara, yo te hice este golpe, yo tengo que curarte.
E_ Maca no es necesario.
M_ Lo es y cállate.
Con suavidad fue restregando por su morado la crema,
Esther quiso cerrar los ojos porque tenerla tan cerca la volvía loca,
podía notar su respiración sobre su piel, sonrió, al pensar que la
tortura estaba subiendo de nivel. ¿Hasta dónde llegaría?, se
preguntó divertida.
M_ Ya está –le dijo de pronto con tono seco parando de masajearle.
E_ Gracias.
M_ No me molestes, ¿lo has entendido?
E_ Sí, tranquila no te voy a molestar. Buenas noches mi vida –le
dejó un beso-. Que descanses y sueñes con mi amor.
Cuando se metió en el cuarto de baño, Maca no pudo más
que sonreír feliz y susurrarle a su hijo al oído.
M_ Es así de maravillosa, tenemos suerte... –besó al pequeño-... sí
mi vida... tenemos mucha suerte.

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La noche ya caía plenamente, en el cuarto de la pareja
habían dejado una tenue luz para vigilar a Daniel por si necesitaba
algo, el murmullo de las hojas al ser golpeadas por el aire, daban
una musicalidad especial a aquella noche, Esther dormía
placenteramente, su mano estaba apoyada suavemente sobre el
pecho de su hijo, que dormía con una mano sobre ella y con un pie
sobre una Maca que mantenía sus ojos abiertos, miraba a aquellas
dos personas que tenía a su lado, eran su vida, y entonces se aferró
a los recuerdos.
“E_ ¿Maca tienes un momento?, necesito hablar contigo”
Aquel momento se habían convertido cuatro largos y
sinuosos meses, podía recordar como Esther la miraba nerviosa,
quería hablar con ella y sabía lo que iba a decirle, y ella ya tenía
preparada la contestación, “claro mi vida, claro que quiero vivir a tu
lado y volver a ser como siempre”, pero la vida se había encargado
de separarlas casi para siempre, durante esos largos meses la
demostración de su mujer hacia ella y su total dedicación habían
sido extraordinarias, entonces supo lo mucho que amaba a Esther,
recordaba su voz cuando estaba tumbada en aquella habitación,
recordaba sus lagrimas, su voz apagada, cuando se venía abajo, sus
ruegos para que pusiera de su parte para salir de aquel estado,
recordaba perfectamente cuando la vio, cuando vio aquellos ojos
repletos de temor y alegría, era ella, era aquella mujer que tenía al
lado, su mujer, esa mujer que no había dudado dejarlo todo por
sacarla adelante, que se había encerrado en ese lugar tan
maravilloso pensando única y exclusivamente en sacarla adelante,
ella y solo ella.
Se levantó con cuidado sin hacer ruido, aún con una pequeña cojera
y un dolor que no se acababa de marchar en su pierna, bordeó la
cama hasta llegar a su lado, allí sentada la observaba, entonces
recordó aquel anillo que llevaba puesto, sabía lo mucho que valía, le
había advertido a Esther que ni loca lo comprara, entonces llegó a
su mente su voz diciéndole “nada es demasiado para ti, si pudiera
bajarte las estrellas, lo haría”, sonrió tímidamente allí en su dedo

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estaba aquel anillo, lo acarició con una mueca de felicidad, siempre
había dicho que le costaba mucho llorar, sin embargo aquellos
gestos que había tenido Esther le hacían emocionarse, le llenaban el
alma de satisfacción, de amor porque todo cuanto le había
demostrado a lo largo de su recuperación, difícil recuperación, era
un amor infinito. Tan grande que hasta se hubiera quitado la vida,
aquellas palabras que resonaban en su mente, le hicieron sentir un
escalofrío de horror, ¿qué hubiera hecho ella sin Esther?, no quiso
pararse a pensar en aquella posibilidad, ahora la necesitaba más
que nunca, la amaba más que nunca y estaba dispuesta a luchar por
ella hasta la saciedad. Apartó con suavidad la sábana de su cuerpo,
se introdujo allí con cuidado de no despertarla, pasó su mano por la
cintura de Esther, le dejó varios finos y suaves besos en el hombro,
con una sonrisa emocionada se aferró a ella, así... para toda la
vida... para siempre... hasta la eternidad...

Durante toda la noche, Maca no separó ni un solo milímetro su


cuerpo del de Esther, se pasó las horas observándola, deleitándose
en cada movimiento que hacía, oliendo su pelo, acariciando tan
delicadamente su piel, que Esther no hizo movimiento alguno de
percibirlo. El amanecer le sorprendió con suspiros repletos de
felicidad, no podía evitarlo, si había sufrido como una condenada a
muerte, viviendo sin las raíces de un ser humano que son sus
recuerdos, sus emociones, en aquel instante preciso, las estaba
sintiendo todas, estaba recuperando cada una de ellas, y la calma
cubrió su corazón y volvió a saborear la libertad.

La claridad en la habitación, hizo que Esther poco a poco fuera


abriendo los ojos, cuando recobró la normalidad sonrió al pensar
que estaba rodeada por su familia, su mujer y su hijo. Al volverse
para poder saborear su primer despertar con ellos, se quedo atónita,
en la cama no estaba ninguno de los dos, de repente una profunda
angustia tomo vida en su pecho.

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E_ ¡Maca... Maca! –insistió llamándola por la habitación
levantándose hasta el cuarto de baño-. ¿Maca dónde estáis?
No obtuvo respuesta y con el rostro pálido como la luna, salió
corriendo con un grito ahogado en su garganta, al salir se encontró
con Maca en el sofá y el niño en sus brazos, al lado de una sonriente
Teresa que al verla con aquel gesto de desasosiego se asustó.
T_ ¿Qué pasa Esther?
E_ Nada, nada... había tenido una pesadilla –musitó tratando de
devolver la tranquilidad a su corazón.
M_ Bueno pues ya está aquí tu madre Daniel... ¡ya era hora parece
una marmota!
T_ Maca –le dijo con tono de aviso Teresa.
E_ ¿Cómo están mis tesoros? –omitió el comentario y se acercó
hasta ellos dejando un beso en las respectivas frentes de cada uno
de ellos-. ¿Desde cuándo estás aquí?, podías haberme despertado.
M_ Con los ronquidos que dabas era imposible estar a tu lado.
E_ ¿Ronquidos? –la miró estupefacta ante la sonrisa y el gesto
divertido de Teresa-. Yo nunca he roncado.
M_ Eso lo dirás tú guapa –le sonreía al pequeño. Entonces el timbre
de la puerta sonó-. Anda ves, así te da el aire y te espabilas un
poco, a ver si se te quita la cara de tonta con la que has aparecido.
E_ Desde luego... ¡cuánta paciencia tengo madre! –exclamó
mirando al techo.
T_ Maca... Maca –movió su cabeza de lado a lado.
M_ Es verdad, ronca, no he dicho nada que no sea cierto –puso cara
de buena chica.
E_ Pasa a ver si tú consigues que se deje de meter conmigo.
Ca_ ¡Pero mira quién tenemos aquí!, a la niña de mis ojos -apareció
Carmen con su gran sonrisa.
M_ Hola Carmen –le sonrió.

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E_ Me voy a duchar porque sois demasiadas contra mí –dijo
quejándose aunque al girarse le guiñó un ojo a Carmen y le sonrió.
Ca_ ¿Qué tal estás mi amor? –la besó en la frente sentándose en el
lugar que Teresa le había dejado.
T_ Yo te lo diré –apuntó la mujer con gesto serio-. Borde, muy
borde con Esther.
Ca_ ¿Ah si? –la miró divertida.
M_ Qué va, que Teresa defiende a Esther en todo, pero está vez no
tiene razón, te lo digo yo –le sonrió y cuando vio que Teresa se iba
haciendo ademanes divertidos le dijo-. Estoy mejor Carmen...
aunque aún sigo sin poder controlar mis sentimientos, ni mis
emociones.
Ca_ Tranquila, a mí me costó un poco ¿eh?, pero un día de pronto
me di cuenta que estaban ahí.
M_ ¿Y cómo? –la miró atentamente.
Ca_ Mi marido me sacaba todos los días a pasear, el pobre –sonrió
tocándole Maca el brazo con gesto tierno al pensar en él-. Un día vi
una flor que florecía, era primavera, era preciosa y le dije a Fermín
que parara, él que siempre hace lo que yo digo, así lo hizo, y allí
estuve observando la flor y sintiendo cosas, entonces le dije que me
besara, conseguir un beso de mi marido es algo así como que te
toque el gordo en la lotería de Navidad –ambas sonrieron-, y cuando
me besó, le dije te quiero...
M_ ¿Y ya?
Ca_ Bueno, él lloró lo suyo, yo lloré lo mío, pero entonces al mirarlo
me di cuenta que había envejecido, que su rostro tenía marcadas
arrugas de sufrimiento por mí, supe que había pasado un infierno y
aquel sentimiento de pena hacia él, me hizo superar las trabas que
me iban llegando.
M_ Espero eso me pase a mí.
Ca_ Claro que sí, tienes algo muy grande Maca –ella la miró
sabiendo lo que iba a decir y aunque trató de poner el gesto más

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serio posible no pudo evitar que una línea fina de sus labios creara
una mueca de sonrisa-. A Esther y a tu hijo, y Esther tiene algo muy
grande también, a ti y a tu hijo.
M_ Pero no me entiende –quiso buscar una salida para calmar los
latidos de su corazón.
Ca_ Claro que te entiende... ¿le has mirado a los ojos? –ella negó
con la cabeza sin despegar sus labios-. Hazlo.
En_ Buenos días Carmen, ya te echaba yo de menos.
Ca_ Y yo a este pequeñín... –lo tomó pues se lanzó a su cuello-. Ven
con tu abuela Carmen.
En_ Maca hija que vamos a desayunar.
M_ No tengo hambre.
En_ Pues sin hambre, vamos –se acercó a ella y la ayudó a
levantarse-. ¿Y mi hija?
M_ En la ducha.
En_ Últimamente no sale de ella –le dijo en voz baja consiguiendo
arrancar una carcajada divertida a Maca-. Venga Teresa.
T_ Vaya contigo sonríe, a mí me hostiga –le dijo mirándola mientras
entrecerraba los ojos en señal de fastidio.
En_ No te metas con Maca...
M_ Gracias suegra –le dejó un beso en la mejilla.
En_ Vaya...
E_ ¡Ya estoy aquí!
M_ Anda siéntate a mi lado, que me tienes muy abandonada ¡y eso
que todas me dicen que estás pendiente de mí!, ¡y un jamón!
E_ Me encanta que reniegues –le susurró pasando de largo de su
lado-. Teresa ponte a su lado anda que sé tienes ganas de estar
cerquita suya.
T_ Si, si, si –sonrió ampliamente dando palmaditas con sus manos y
al sentarse la abrazó y le dio un tremendo beso ante la sonrisa de

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todas y el gesto molesto aunque encantada al fin y al cabo de Maca-
. Si es que es la niña de mis ojos aunque diga que no.
M_ Teresa ¡suéltame joder!... –protestó y después miró ofendida a
Esther.
R_ ¿Qué más falta?
M_ Dios mío mi madre trabajando –dijo poniéndose las manos en la
frente.
R_ Buenos días Macarena –le contestó sonriente.
M_ No me llames Macarena.
R_ Pues deja de meterte conmigo Macarena –extendió el nombre y
lo puntualizó mientras le hizo un gesto gracioso que dejó sin habla a
Maca-. Voy a por el café.
E_ ¡Toma! –le dijo Esther que se había sentado en frente.
M_ ¿Toma qué?
E_ Nada, toma –elevó sus hombros divertida.
T_ Chicas haya paz –les dijo mientras repartía las servilletas-.
Carmen me tienes que dar la receta de esta confitura, está deliciosa.
M_ Ya se ve, estás más gorda –le soltó mirándola de arriba abajo.
T_ Mejor, así mi marido tiene más donde tocar.
E_ ¡Toma y toma! –sonrió ampliamente acompañada por Teresa y
Carmen.
M_ Idiota –le espetó sin pensarlo dos veces y entonces imitándola
repitió-. Toma y toma no sabe decir otra cosa la niña.
E_ Guapa.
T_ Esto me recuerda a cuando mis hijos eran pequeños, ¡Dios mío!,
que manera de hacer el tonto.
E_ ¡Teresa pero qué dices mujer! –sonreía divertida.
M_ Tú estás muy graciosa hoy ¿no? –le dijo mirándola con esos ojos
repletos de fuego que podían derretir el Polo Norte.

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E_ Me encanta que te metas conmigo –le guiñó un ojo y Maca le
sacó la lengua.
T_ Lo que yo diga... –insistió Teresa.
R_ Vamos Encarna ya está todo, vamos a disfrutar de este desayuno
tan apetitoso.
En_ Maca cariño... ¿quieres que te ponga mantequilla en el pan?,
mira que pinta tiene hecho a la leña por Carmen.
M_ Vale... porque mi mujer se ha ido de mi lado, pasa de mí –la
miró entrecerrando los ojos.
En_ Tu mujer tiene mucho rostro.
E_ ¡Mamá!
Todas sonrieron... y allí se quedaron contando Carmen
como hacía la confitura, y las demás dando diversas opiniones,
Esther seguía atentamente las explicaciones, pero de repente notó
como una miga de pan le golpeó la punta de su nariz, dirigió
directamente la mirada hacia Maca que miraba disimuladamente a
Carmen. Negó con la cabeza y prefirió no decir nada, así que volvió
a mirar a la mujer que estaba encantada con el pequeño en brazos
contando recetas, veía el interés de todas y lo explicaba con una
gran sonrisa y esos colores rojos pasión dando un colorido
encantador a sus mejillas regordetas. De pronto Esther notó otro
golpe de una miga pero esta vez en la frente, dirigió con rapidez sus
ojos a Maca, pero está parecía no haber roto un plato, ante la
mirada intensa de los ojos de Esther, no tuvo más remedio que
mirarla, y entonces le mandó un beso al aire poniéndole eso
morritos tan característicos suyos que hacían que los nervios de su
mujer se dispararan, Esther le negó con un movimiento suave de su
cabeza y ojos fieros, pero ella lo único que le devolvió fue un gesto
tan excitante, que Esther cerró los ojos al ver como pasaba
lentamente su lengua por el labio inferior mientras elevaba sus
cejas, porque sintió el escalofrío del deseo más salvaje en su
cuerpo. Aquel tira y afloja fue captado por Teresa que le dio un
suave golpecito a Maca para que se estuviera quieta. Y cuando la

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conversación fue al otro extremo de la mesa, donde Rosario
comenzó a explicarles una receta que su tata le hacia, todas
volvieron sus caras hacia ella, pues entonces fue cuando Teresa
notó como en su pelo se enganchaba un trozo de miga de pan, sus
ojos se clavaron en su flequillo, desde donde colgaba aquel pedazo
que le había lanzado Maca, la mujer la miró fijamente y ella le
sonrió. Esther no pudo reprimir una sonrisa, porque las dos mujeres
estaban muy graciosas Teresa con su miga sin quitarla de allí, y
Maca tratando de no sonreír, mientras Rosario hablaba y Encarna
vigilaba a las dos mujeres y la miga de pan colgada del flequillo de
Teresa con gesto totalmente perplejo.
R_ La verdad que... –se calló Rosario al ver el pelo de la mujer.
T_ Si hija, ¿llevo algo verdad? –le preguntó seria.
R_ Pues... si...
T_ Ha debido caer del cielo.
En_ ¿Y no te la vas a quitar?
Carmen daba carcajadas con aquella risa contagiosa que llenó cada
rincón del comedor y hasta por el movimiento de sus pechos,
parecía que Daniel estaba encantado y sonreía y gritaba al mismo
tiempo agitando los brazos.
T_ No, sigue Rosario sigue.
R_ Es que si te miro no puedo hablar –sonreía tratando de ser
comedida.
En_ Anda Maca hija estate quieta –le dijo sonriente.
M_ ¿Y por qué tengo que ser yo?
T_ Porque estás tú muy juguetona bonita –Esther no pudo aguantar
más y acompañó con una carcajada divertida la de Carmen y su
hijo.
M_ Pues yo no he sido, ha sido Esther, no ves como se ríe.
E_ Que no Teresa que no –decía sonriendo como todas que se
habían contagiado y la miraban expectantes-. Te prometo que no,

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que mira yo también tengo la mía, mira ves –le enseñó un trozo de
pan y al instante se lo echó a Maca que se quejo-. Donde las dan las
toman guapa.
M_ ¡Eres asquerosa!
R_ Maca hija por Dios, no hables así –Rosario era la única que podía
controlar su risa y fue la única que pudo reñirla.
M_ Hablo como quiero, y ahora Esther quiero ducharme.
E_ ¡Ay por favor que me duele la barriga! -entonces sin pensarlo
dos veces, le echó el vaso de agua a la cara con el grito de todas y
el de la propia Esther-. ¡Pero bueno!
M_ Ahora ríete de verdad –le dijo seria cruzando sus brazos con
enfado.
E_ Pues mira guapa, hoy te va a duchar tu madre –se secaba con la
servilleta la cara aunque seguía sonriendo.
R_ Si será mejor... vamos Maca hija yo te ayudo.
M_ No hace falta.
E_ Entonces si no hace falta, ¿para qué quieres que vaya yo?, ¡eh! –
la miraba seria.
M_ Está me la cobro –le susurró mientras las mujeres se reían y ella
con gesto desafiante terminó diciéndole-. Te lo juro, que me la
pagas.
Se fue con su madre hasta la habitación, mientras Teresa se quitaba
la miga de pan y Esther dejaba la servilleta sobre la mesa una vez
se había secado la cara, Carmen trataba de tranquilizar su risa y
Encarna estalló nuevamente en una carcajada al ver la cara de
Teresa mientras se retocaba el flequillo.
E_ Está de una puñetería.
T_ Dímelo a mí bonita, que la he tenido que aguantar desde que se
ha levantado, una tras otras, todas seguiditas.
En_ Pero si está graciosísima –se estaba recuperando de la risa con
un poco de tos.

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Ca_ Lo cierto es que sí, y te digo una cosa Encarna, no me gustaría
nada estar en el pellejo de Rosario ahora –sonrió.
T_ Quita, quita, lo que le va a dar de ducha.
E_ Pero que malas sois, estoy segura que se portara bien, si fuera
yo, sería diferente –se levantó cogiendo dos tazas y llevándoselas a
la cocina.
Ca_ Parece que están más tranquilas –murmuró al verla entrar en la
cocina.
En_ Poco a poco.
Ca_ ¿No le ha vuelto a dar ningún brote más, verdad?
En_ No.
T_ Pues te aseguro Encarna, que Cruz venía dispuesta a llevársela.
En_ Bueno... lo que ocurrió era algo inimaginable para nosotras
pero según Esther, era posible que pasara dado el estado en el que
se encuentra –la mirada de Teresa le alertó y desvió sus ojos.
T_ Voy a ayudar a Esther.
Ca_ Y yo sintiéndolo mucho, tendré que dejar a esta criatura que
me tiene loca, pero mi Fermín está un poco celoso. Hay que ver...
tan mayor y tan niño a la vez –sonrió.
En_ Ese hombre te quiere mucho –le dijo sonriendo.
T_ ¿Quién quiere a quién? –no pudo evitar preguntarle.
Ca_ Mi hombre a mí –contestó orgullosa.
E_ Tu hombre ¿qué?
En_ Caray pareces la réplica de Teresa hija, las dos salís y
preguntáis lo mismo –dijo riéndose.
E_ Que mala eres mamá, por eso te llevas tan bien con Maca.
R_ Pues... yo creo que ya –apareció Rosario con toda la cabeza
mojada y el rimel corrido por la mejilla.
T_ ¿Tú vienes de duchar a tu hija, o de una guerra?

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R_ Más bien de una guerra –decía tratando de arreglarse el pelo-. Y
me lo ha hecho a posta ¿eh?
En_ Ni lo intentes Rosario, ese pelo ya no vuelve por hoy a su sitio.
Todas se miraron y rompieron en unas risas que desde
hacía cuatro meses no se habían escuchado, sin saber ninguna la
realidad, todas parecían más tranquilas, más relajadas, con una
esperanza cada día mayor porque Maca volviera a ser como antes.
M_ ¡Vaya qué divertidas estáis! –apareció con gesto serio y mirada
desafiante hacia Esther.
T_ Uy ya llegó la cascarrabias.
M_ Te he oído Teresa –desvió su mirada repleta de enojo hasta ella.
T_ No si no me escondo yo, ¿eh?, te lo digo a la carita esa tan bella
que tienes, cascarrabias.
Ca_ Bueno... me voy antes que me dé un ataque de risa –sonrió-.
Toma Maca, a ver si duermes a esta criatura divina. Siéntate y te lo
dejo.
M_ No, no quiero... voy a esperar fuera a Esther.
E_ ¿A mí? –la miró poniendo gesto serio, nuevamente aparecía la
Maca rebelde con ese desprecio a su hijo.
M_ Si, me prometiste que hoy nos íbamos a un lugar mágico.
T_ Pues más te vale que te la lleves... así nos dejará tranquilas
preparar la comida.
R_ Va a ser lo mejor –susurró Rosario mientras se limpiaba la cara.
M_ Me voy fuera, no quiero seguir escuchando más impertinencias,
y me voy, porque os debo respeto y no os puedo mandar a la
mierda, porque sino, os mandaba.
E_ Maca, espera –se apresuró a ir hasta ella y detenerla en la
puerta-. Hace frío.
M_ ¿Y?, ¿acaso te importa que me constipe?

558 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Sí, anda ven que te ponga el plumífero que traje –le sonrió
mientras le ponía una manga, en el movimiento Maca rozó su pecho
y Esther sonrió tímidamente, al pasar la otra manga, lo que rozó fue
su entrepierna provocando en Esther un tímido salto-. Maca que te
van a ver.
M_ Si estuvieran en sus casas, no verían nada. Te espero, te doy
cinco minutos.
E_ ¡Qué marimandona te estás volviendo! –le dijo mientras Maca
con la muleta salía fuera-. Ya voy. Bueno... creo que es mejor que
me vaya, desde que le dije del lago ese Carmen, se le ha vuelto una
obsesión.
Ca_ Es una maravilla, de jovencitos mi marido y yo nos perdíamos
allí –sonrió pícaramente mientras le guiñaba un ojo a Esther.
E_ Entendido –le devolvió el guiño-. Voy a preparar algo, no vaya a
querer bañarse.
R_ A ver si se va a constipar Esther.
Ca_ No aquello es lo más sano que hay, es un paraje único que le
da un encanto especial, seguro que lo vais a disfrutar.
E_ No te vayas Carmen, nosotras te llevamos.
Ca_ De acuerdo.
R_ Voy a acostar al niño en la cama, creo que se nos ha dormido
pero bien.
Ca_ Si es que con mi delantera, ¡quién se resiste!
Todas volvieron a reírse.

Mientras hablaban dentro, Maca se había sentado en el


balancín, allí a su lado tumbado estaba el gato, aquel misterioso
animal que siempre aparecía cuando más se le necesitaba, ella lo
acariciaba con una sonrisa en sus labios, la mirada perdida en un
horizonte único sintiendo como su corazón latía fuertemente de
amor. Solo quería un día más, solo uno, ya tenía todo preparado en

559 ”Adiós Esther” © by ldana


su mente, ya estaba todo dispuesto para poder hacer aquello que
tanto quería. Al pensarlo, se acurrucó en su plumífero sintiendo el
estremecimiento en su piel que le provocaba el amor.
E_ ¡Ya estoy! –apareció Esther con una mochila.
M_ Más vale tarde que nunca.
E_ Vamos, ¡Carmen!
Ca_ Ya voy... ya.
M_ ¿Viene Carmen? –le preguntó bajito en su oído provocando en
Esther el roce de su aliento un torrente en su sangre.
E_ No, vamos a dejarla en su casa. ¿Algún inconveniente? –la miró
a los ojos mostrándose un tanto molesta.
M_ Ninguno.
Ca_ ¿Nos vamos?
Las tres se subieron al coche que Fermín les había dejado
por si surgía alguna necesidad.
En casa se habían quedado las tres mujeres con el pequeño,
Rosario había decidido tratar de arreglar su aspecto, y en el
comedor se quedaron Encarna y Teresa, vigilando al pequeño que
finalmente lo habían acostado allí con ellas. Estuvieron hablando un
rato hasta que Teresa le dijo bajando la voz a Encarna.
T_ ¿Desde cuándo está Maca recuperada, Encarna?
En_ Ya me extrañaba a mí que tú no te dieras cuenta –sonrió y
Teresa admitió el cometario sonriendo también.

Por un camino estrecho, repleto de arboleda y monte bajo


iban caminando Esther y Maca, Esther había tratado de coger la
mano de su mujer, pero ésta la había rechazado, caminaban en
silencio compartiendo una visión maravillosa.
E_ Es precioso Carmen tenía razón.
M_ Si –sonrió.

560 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Qué tal estás?
M_ Un poco cansada.
E_ Ya llegamos.
M_ ¿Tú has venido antes? –Esther sonrió dando muestras que sí.
Entonces se detuvo en seco mirándola furiosa-. ¿Con quién?
E_ Con los niños del pueblo –sonrió aupándose de puntillas para
dejarle un beso fino en los labios-. Ellos me contaron el secreto.
M_ Ya.
E_ ¿Ya qué?
M_ ¿A saber con quién has estado aquí? –continuó caminando.
E_ Piensa lo que quieras, les dije que quería sorprenderte y los críos
me hablaron de este lugar.
M_ ¡Joder! –murmuró al llegar a una explanada cubierta de hojas
caídas de los árboles que rodeaban aquella especie de lago-. Que
preciosidad.
E_ Ves como no te miento –se acercó por detrás rodeándole con sus
brazos por la cintura-. Un lugar precioso para una mujer preciosa.
Maca sonrió ante el comentario y suspiró, sentir a Esther así
tan cerca y abrazándola le causaba una sensación vertiginosa que le
obligaba a respirar profundamente.
M_ ¿Y qué se supone que vamos a hacer aquí? –se separó
bruscamente.
E_ Lo que quieras, he traído comida por si te apetece que nos
quedemos aquí un rato, también he traído una toalla... y... ¡anda se
me ha olvidado la toalla en el coche!
M_ ¡Qué raro! –murmuró jactándose.
E_ ¿Te burlas?
M_ Por mí no hace falta que vayas a buscarla, no me pienso meter
ahí.

561 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Pues yo sí, así que voy a dejarte un momento aquí, mira, este
tronco está bien para que te sientes –se había acercado a un tronco
en forma de asiento que había a unos pocos metros del lago-. Venga
Maca, voy y vengo en un pis pas.
M_ ¿Me vas a dejar aquí sola? –la miraba con desdén.
E_ No pasa nada, aquí no hay nadie... ¿tienes miedo?, ¿eh? –se le
acercó sonriente.
M_ No... no juegues con fuego... no te quemes.
E_ Si ese fuego es tuyo... me encantaría quemarme –susurró
acercando su nariz a la de Maca.
M_ En mí no hay más que brasas –se acercó a su vez más.
E_ Yo sé como avivarlas, cariño.
M_ Yo no estaría tan segura –fue a besarla para Esther se retiró
dejándola de una pieza.
E_ Ya vuelvo, no te muevas –dio una carcajada y salió corriendo.
M_ Me vuelve loca... ¡me vuelve loca! –susurró encantada.
Esther llegó al coche y allí no estaba la toalla, pero le dio
igual ella se mostraba feliz porque Maca aunque con lagunas parecía
volver a la normalidad y aquello era lo que había estado esperando
tanto, sonrió al pensar en la bronca que le iba dar Maca por
olvidarse la toalla, iba caminando de vuelta al lago cuando vio una
flor silvestre, era preciosa, se detuvo para cortarla y llevársela de
regalo a Maca, quería sorprenderla, iba con una sonrisa cuando llegó
al lugar donde la había dejado, al llegar... la sonrisa se evaporó...
Maca no estaba allí donde la había dejado, dio una vuelta sobre si
misma, dio una vuelta sobres sus talones completa y no la vio.
E_ ¡Maca, Maca! –la llamó nerviosa-. ¡Maca si te has escondido ya
vale!, ¡Maca! –insistió pero no obtuvo respuesta y desesperada con
un gesto de pánico en su rostro gritó-. ¡Maca!
Mientras en casa, Encarna y Teresa tenían una conversación
que a las dos desconcertaba por igual.

562 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Ella me pidió dos días, se está acabando el primero, no sé que
tiene en esa cabeza, tampoco sé lo que va a hacer, me tiene un
poco preocupada si te digo la verdad –hablaba con gesto serio y voz
profunda.
T_ Imagino que nada malo, aunque a mí eso también me
desconcierta. ¿Pero sabes una cosa Encarna?, todo se ha superado
ya, y en eso debemos tener la esperanza que sea lo que sea que
trate de hacer Maca, será algo bueno... no hay más que ver como
mira a Esther.
En_ Eso quiero pensar –cruzó sus brazos sobre el pecho.
T_ Lo que no entiendo muy bien es que Esther no se percate.
En_ Tiene miedo, se ha hecho demasiadas veces ilusiones, sabe lo
que duele volver a darse cuenta que nada más es eso... una ilusión.
T_ Yo creo que Maca va a darle a Esther todo cuanto ha perdido
durante este tiempo, todo cuanto ella le ha entregado, que es
mucho amor Encarna. Estoy convencida –le sonrió contenta.
En_ Si, sería una lastima la verdad, que volvieran a sufrir.
T_ ¿Lo dices por ese Pablo?
En_ Lo digo por todo en general, no sé si hoy estoy baja de moral,
no sé si el ver el final a este túnel me ha hecho bajar mi defensa y
notar mi cansancio, mis miedos... pero no puedo hacer otra cosa,
¿verdad Teresa?
T_ Verdad, nosotras siempre estaremos ahí para cuando nos
necesiten –entonces se detuvo pensativa, Encarna la miraba
atentamente con una sonrisa dibujada en sus labios-. Que mala
leche tiene Maca, ¡eh!, lo de la miga de pan me lo ha hecho de
todas, todas –sonrió.
En_ Si, graciosa está, desde luego –dio una carcajada.
T_ ¿Se habrá podido arreglar el pelo Rosario? –sonrió por lo bajo.
En_ Le va costar lo suyo.

563 ”Adiós Esther” © by ldana


Envuelta en angustia se encontraba Esther, no cesaba de
buscar con la mirada por todo el lugar, mientras la llamaba a voz en
grito.
E_ ¡Maca joder dónde estás!, ¡Maca!
M_ ¿Se puede saber por qué gritas tanto?
Su voz llegaba desde sus espaldas, atónita miró al lago y allí
estaba metida en él, ella le sonrió de manera provocativa, Esther
suspiró profundamente al verla, pero no quiso que se saliera
vencedora después del susto que le había dado.
E_ Maca te has pasado ¿eh? –su voz era firme y su dedo la acusaba
de manera directa señalándola.
M_ Te dije que me lo cobraría.
E_ Te has pasado y mucho.
M_ Vamos no te enfades y ven… está calentita –sonreía.
E_ Sal, vamos no hay toalla.
M_ ¡Joder si es qué no sé como me fió de ti!
E_ Haz el favor de salir –al acercarse vio que tenía la ropa allí por lo
tanto estaba desnuda y aquello le hizo enfadarse más todavía-.
¡Maca cómo estás ahí desnuda!, ¡sal!
M_ ¡Qué pesadita, déjame tranquila, anda! –nadaba de un lado a
otro de manera provocativa, le enseñaba su trasero desnudo y lo
escondía sonriente.
E_ Maca haz el favor de salir inmediatamente.
M_ Ven a por mí.
E_ De ninguna de las maneras, me estás hartando –Maca la miraba
divertida-, ¡es lo último el susto que me has dado no tiene perdón!
M_ ¿No me vas a perdonar? –su rostro reflejó un puchero mimoso-.
Seguro que estabas encantada de haberme perdido de vista.
E_ No he oído nada –alzó los brazos.
M_ Claro que lo has oído, ven, vamos, valiente.

564 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Ya saldrás cuando te dé la gana, te espero aquí –se sentó sobre
una piedra cruzando sus brazos sobre el pecho en actitud enfadada.
M_ Pues ya puedes esperar, porque no pienso salir hasta que tú
vengas.
E_ Ya te cansarás, yo dentro de media hora me voy a casa, si
quieres quedarte ahí te quedas, paso –dejó de mirarla.
M_ ¿No te gustaría hacer aquí el amor?
E_ ¡Maca! –la riñó-, ¿sabes que a este sitio viene mucha gente?
M_ ¿Y qué?, mejor... así tenemos público.
E_ ¡Dios que cansina! –exclamó resoplando.
M_ Tú te lo pierdes –le sacó la lengua y se puso a nadar.
E_ No te vayas para dentro Maca, no estás en condiciones de nadar,
¡Maca!
M_ Olvídate de mí –le gritó mientras nadaba.
E_ No si ya veras... me va a tocar ir por ella... ¡qué cabezota es! –
murmuró preocupada.

En el comedor las dos mujeres seguían hablando, a ellas se les


había unido una Rosario que parecía tener un gesto de preocupación
que alertó a las mujeres.
En_ ¿Y por qué no le dices que no quieres irte?
R_ No es tan fácil Encarna, tenemos muchos compromisos en Jerez,
además están mis otros hijos... y también Pedro no sabe estar
mucho tiempo sin mí.
T_ ¡Hombres! –protestó Teresa.
R_ El mío es el típico marido de antes, no sabe ir a ningún sitio sin
mí, si he venido a Madrid alguna vez a ver a Maca ha sido a
escondidas suya, he tenido que ir y volver en el mismo día.
En_ ¡Qué triste por Dios!

565 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ Pues sí, la verdad que estar aquí para mí también ha sido una
cura, será el paisaje, el lugar o vuestra ayuda –murmuró sonriente
mientras suspiraba.
En_ Pienso que este lugar es un poco mágico para todas, nos hemos
confesado, nos hemos apoyado y escuchado, creo que hemos
encontrado respuesta y lo más importante esperanza entre nosotras
cuando alguna la perdía.
T_ Eso es verdad, hemos compartido un dolor increíble, pero
también una esperanza yo creo que eso une más que cualquier
cosa.
R_ Yo nunca había hablado de esto con nadie, mis amigas, bueno...
ya sabéis.
T_ No, cuenta, cuenta –se incorporó hasta el borde del sofá
sonriente con sus ojos abiertos.
En_ ¡Teresa! –le riñó seria aunque reprimiendo una sonrisa.
T_ ¡Ay hija que hay de malo en saber como son las amigas ricas de
Rosario!
En_ No tienes arreglo ¿eh? –las tres sonrieron.
R_ En fin... creo que me duele irme porque estaba logrando que mi
hija me aceptara, a pesar de sus palabras o sus actos –las dos
mujeres se miraron entre ellas porque los ojos de Rosario se habían
ensombrecido de pena-. Nunca he estado tan cerca del corazón de
mi hija.
En_ Lo estarás siempre Rosario.
R_ No lo sé –elevó sus hombros apenada.
T_ ¿Tú no te has dado cuenta de nada?
R_ No... ¿qué ha pasado? –les preguntó un tanto confusa.

El lago no era demasiado grande, pero su forma le daba cierta


facilidad para cruzarlo a lo ancho con unas cuantas brazadas, Esther
sabía que Maca no estaba para hacer aquello, sus nervios se iban

566 ”Adiós Esther” © by ldana


desatando según la veía alejarse, casi intuitivamente se fue
quitando las botas, los calcetines y el anorak, sus ojos le escocían
de tanto fijar la mirada en el horizonte, persiguiendo la cabeza de su
mujer y los brazos que iban como aspas de molino girando
alternativamente, sabía que Maca cuando estaba bien, era una
excelente nadadora, pero también era consciente que sus
condiciones no eran las más indicadas para aquella locura. De
repente sus ojos perdieron de vista los brazos, y la cabeza de Maca,
se había hundido, con el corazón en un puño se lanzó sin pensarlo
braceando mientras miraba pero sin encontrarla, no estaba tan lejos
pero su miedo y el saber que estaba sola para sacarla le estaban
agobiando tanto que se sentía sin fuerzas suficientes para llegar
hasta ella, se detuvo más o menos donde la había visto por última
vez, allí no habían señales de Maca su corazón se detuvo por un
segundo.

La hora de la comida estaba llegando, las mujeres decidieron


contarle a Rosario todo cuanto había acontecido con Maca, ella las
escuchaba tan atónita como pensativa, Encarna le había hecho
prometer que no diría nada tal y como ella quería.
R_ ¿Entonces su comportamiento?... no la entiendo.
En_ Es muy sencillo, ella no quería que Esther pudiera apreciar el
más mínimo cambio, creo que lleva desde el golpe actuando, lo que
no sé es para que.
R_ ¿Pero...? –la miró con miedo y prudentemente se calló.
En_ No, no le pegó siendo consciente.
T_ Me imagino que los doctores dirían, algo así como, fue tan
grande el impacto de saber lo que hizo, o en ese mismo momento
se desató su furia para bien, volvió en sí de golpe... nunca mejor
dicho.
En_ Es verdad... algo así... –confirmó Encarna mirando a Rosario
con un tanto de pena.

567 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ Dios mío –murmuro.
En_ Vamos Rosario, creo que el fin de esta pesadilla ya ha llegado,
ahora solo tenemos que esperar a ver como evoluciona Maca y a ver
que hace.
R_ Por un lado me voy más tranquila...
En_ Por eso te lo hemos contado.
R_ Pero por el otro... me da miedo que haga daño a Esther en su
intento de no se muy bien que...
T_ Reconquistarla –confirmó mirando a las dos mujeres.
En_ A que mala hora le dije nada...
T_ Ya veréis como todo marcha bien, dejarlas a ver que pasa...
En_ ¿Cuándo viene Pedro?
R_ A mitad tarde... –suspiró cansada.
T_ ¿Vendrán a comer esta parejita?
En_ Pues vete tú a saber... son imprevisibles –sonrió.

La angustia de Esther se apoderado brutalmente de ella, los ojos se


le estaban llenando de agua y no precisamente de la que le
rodeaba, estaba a punto de llorar no sabía hacia donde ir, y
bastante hacia con estar a flote. Justo entre tanta desesperación al
girarse salió de bajo del agua dando un salto y el consiguiente susto
Maca, que al ver el gesto de Esther se moría de risa.
E_ No me hace ninguna gracia, ¿sabes?
M_ A mí sí –sonreía mientras con sus piernas daba impulso para
mantenerse a flote-. Pensabas que te habías librado de mí.
E_ Pensaba que te había pasado algo, pero ya veo, soy imbécil, por
seguirte el juego –se dispuso a nadar hacia la orilla del lago.
M_ ¿Adónde vas? –le preguntó molesta al ver que se iba.
E_ Haz lo que te dé la gana Maca, de verdad, lo que quieras –se
había detenido para girarse y hablarle, cuando volvió a comenzar a
568 ”Adiós Esther” © by ldana
nadar sintió como las manos de Maca tiraban de su pie haciéndola
hundirse en el agua, al salir escupió de su boca un chorro de agua y
tosió mientras Maca la atraía hacia si-. Déjame ¡joder!, casi me
ahogas.
M_ No voy a dejarte –la apretó contra su cuerpo mirándola con
ardiente pasión.
E_ Suéltame –le decía entre tos mientras hacia pie y trataba de
zafarse de los brazos de una Maca que se moría por tenerla-. Si a ti
te ha hecho gracia esta situación, a mí ninguna, ¿te enteras?,
¡suéltame! –le dijo empezando a llorar mientras en su barbilla se
dibujaban pucheros continuados ante su sofoco.
M_ Esther –la miró aturdida por esas lagrimas. Sin poderlo evitar la
fuerza que la atraía hasta su cuerpo fue cediendo-. No quería que te
pusieras así.
E_ ¿Y cómo quieres qué me ponga? –le gritó repleta en su llanto.
M_ Mi amor, lo siento –le dijo débilmente.
E_ No, no lo sientes y ¡quita las manos hostias! –le espetó furiosa.
Volvió a toser y entonces notó como los ojos de Maca la miraban
intensamente-. No tiene ninguna gracia.
M_ Te estás comportando como una niña consentida.
E_ ¿De qué vas Maca?, ¿no me has hecho bastante daño, ya?
M_ No quiero hacerte daño.
E_ Bonita manera tienes de comportarte para no hacerme daño.
Se quedaron mirando, el agua cubría hasta los hombros de
Maca, pero con su movimiento dejaba que sus pechos asomaran a
mitad camino, Esther por su parte notaba como su ropa se había
ceñido completamente a su cuerpo, ambas parecían estar
estudiándose, poco a poco Esther se tranquilizó, había explotado en
un ataque de rabia por el comportamiento de Maca, allí en el lago,
con el sonido de la naturaleza como acompañamiento, allí donde el
verde se mezclaba de una manera salvaje, con el agua caliente el
vaho las rodeaba dándoles un aspecto de película, y esos ojos,

569 ”Adiós Esther” © by ldana


escrutándose unos a otros, vigilantes, apasionados, hablaban tanto
en el silencio de sus gargantas, con la música de fondo del piar de
los pájaros, que de un solo gesto, de un solo movimiento acabaron
fundidas en un beso largo y apasionado, juntaron sus cuerpos, sus
bocas, sus lenguas y hasta sus almas. Se besaron de manera
enardecida, las yemas de sus dedos ya arrugadas por el contacto
del agua, marcaron un camino igual, la espalda de la otra, al
principio de manera suave para terminar de manera salvaje
marcándose en la piel, fueron una durante el tiempo que duró aquel
beso, aquel deseo, pero Maca no quería llegar, sabía lo que quería y
debía cortar aquella pasión desmesurada que era tan real que los
poros de su piel parecían llamar a gritos a Esther.
M_ Para –le dijo separándose bruscamente.
E_ ¿Por qué? –su voz aún era jadeante por el deseo.
M_ Nos pueden ver –de igual manera habló entre jadeos, entre
suspiros recortados, repletos de pasión sin mirarla a la cara.
E_ Maca –seguía desconcertada.
M_ Vamos, tengo frío –dio dos brazadas y cuando estaba alejándose
de Esther sintió una mano en su tobillo y lo que minutos antes le
había hecho a ella, la llevó bajo del agua de la misma manera por la
fuerza de su mujer-. ¡Pero!
E_ Así se te irá el frío –le dijo entre dientes mirándola cabreada.
M_ Estás loca –comenzó a toser y se acercó a ella con su expresión
repleta de malestar-. Te vas a enterar, guapa, ¡te vas a enterar!
E_ ¡Ay! –no le dio tiempo a más porque Maca la empujó dentro del
agua con su mano aflojó a los dos segundos puesta en jarras
sonriente por su trastada-. Eres... eres...
M_ Ni se te ocurra Es... –ya fue demasiado tarde porque Esther
había actuado de igual manera al salir tosió y Esther sonriente se
marchó victoriosa hacia la orilla.
E_ Donde las dan las toman.
M_ Te odio –le gritó enfurecida.

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E_ Te amo –le respondió tierna.
M_ Mentirosa –le respondió-. Dame la ropa.
E_ No, tendrás que cogerla tú misma.
M_ Esther –le habló con tono de advertencia.
E_ Si estás bien para unas cosas, para otras también –se puso en
jarras aunque el frío calaba en sus huesos.
M_ Eres una inconsciente –le decía agachada en el lago muerta de
frío.
E_ ¿Yo?, no bonita, aquí la única inconsciente eres tú por meterte en
el lago, así que sal.
M_ Voy a coger una pulmonía por tu culpa, ¡mala mujer! –le gritó
mientras. le echaba agua.
E_ Que graciosa estás, venga sal –le decía muerta de risa.
M_ Lo que quieres es verme desnuda.
E_ Pues sí también, pero tranquila, no te tocaré.
M_ Acércame la toalla al menos.
E_ Te he dicho que no hay toalla, yo también estoy muerta de frío
hasta que la buena señora le dé la gana salir –se quejó
amargamente mirándola con devoción.
M_ ¡Eres un desastre!, ¡no sé por qué me case contigo!
E_ Porque estás loca por mí.
M_ Estaré loca, pero no por ti, eso te lo aseguro.
E_ ¡Quieres salir!
M_ Date la vuelta.
E_ Va déjate de tonterías...
M_ Que no, que o te das la vuelta, o me quedo aquí, al fin y al cabo,
yo estoy calentita –le sonrió levantando su ceja derecha.
E_ Que cabrona eres, ¡de verdad en cuánto estés bien, me voy a un
balneario!

571 ”Adiós Esther” © by ldana


Le habló dándose la vuelta sin mirarla, estaba muerta de frío
temblando, le castañeaban los dientes y no quiso demorar más,
prefirió perder esa batalla a constiparse de verdad. Guardaba
silencio, escuchaba el chapotear de los pies de Maca, cuando dejó
de oírlos pensó que estaría vistiéndose ya.
E_ Bueno... creo que será mejor que te ayude y podamos irnos.
M_ Creo que no –Maca le susurró al oído con su voz sedosa,
produciendo en Esther un susto y descontrol de todas sus
emociones. Entonces con ese mismo tono bajo y amoroso continuó-.
Me apetece mucho estar contigo.
E_ En el coche... ¿recuerdas lo bien que lo pasábamos en el coche?
–la miró con actitud provocativa mientras trataba de rozar su piel y
Maca se acercó más para facilitar sus movimientos-. ¿Vamos?
M_ ¿Así desnuda quieres que vaya? –entonces detuvo su mano y se
la llevó a la boca besándola suavemente.
E_ Maca no me hagas esto.
M_ Te haré otra cosa si lo deseas... –se acercó directamente a su
cuello dejándole un beso tan suave que le produjo un
estremecimiento general.
E_ Venga vístete y vamos al coche, al final vas a constiparte.
La ayudó a vestirse en silencio, Maca seguía con su plan, sabía
que en el lago se había comportado como una niña, y su lucha por
controlarse era tan difícil y dura, que no sabía si podría resistir.
Pasearon por el mismo camino de ida cogidas de la mano en
silencio, pero era necesario, lo sabía por eso se detuvo soltándose
de la mano de Esther y diciéndole:
M_ ¿Qué te dio Luna, que no te diera yo?
Los ojos de Esther se abrieron como platos, su mirada se clavó
en aquellos ojos de su mujer que parecían estar juzgándola, prefirió
omitir la respuesta y marcharse al coche, allí espero con gesto serio
a que Maca entrara, una vez se sentó arrancó y salió derrapando
hasta la casa.

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Llegaron a casa con el más pesado de los silencios y cuando
detuvo el coche, Maca le tomó de la mano y le susurró.
M_ Lo siento, no quería molestarte.
E_ No me molestas Maca... solo me clavas un puñal en el corazón y
además me lo remueves una vez dentro... pero tranquila... ya me
estoy acostumbrando.
M_ Solo quiero saber qué me quieres.
E_ Pues deberías saberlo sin hacer preguntas idiotas –la miró
fijamente en los ojos.
M_ Vale, ahora me llamas idiota, antes cabrona ¿qué más?
E_ Mira Maca, podría llamarte muchas cosas, pero me las callo...
cuando estés bien y tengas todas tus emociones en orden y todos
tus pensamientos bien claros, te diré lo que pienso, solo entonces.
M_ Dímelo ahora.
E_ No.
M_ ¿Quieres dejarme, es eso? –le dolió preguntarlo pero el mismo
puñal que había movido la herida en el corazón de Esther, se clavó
en ese instante en el suyo.
E_ Nunca te dejaré, jamás porque te quiero demasiado para dejarte.
Esther salió del coche dejando a una Maca pensativa, no podía
dar marcha atrás, no podía ni quería perder más tiempo, necesitaba
la ayuda de Encarna, el miedo se había apoderado de ella, de igual
modo que el deseo.
Al entrar las tres mujeres que estaban comiendo se quedaron
de una pieza, primero lo hizo Esther mojada de pies a cabeza,
después lo hizo Maca de igual manera. Ambas en silencio.
En_ ¿Pero que llueve y no nos hemos enterado? –preguntó Encarna
asomando su cabeza en dirección a la ventana.
E_ No mamá, ¡anda cariño explícales que ha pasado! –le dijo con
sorna.
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M_ Que Esther se olvido las toallas –dijo con seriedad.
E_ Eso, ahora la culpa mía.
M_ Si las hubieras cogido, ahora estaríamos en perfecto estado –se
acercó hasta su oído y con una sonrisa cínica le murmuró-. Mojadas,
pero en otro... sentido.
E_ Voy a cambiarme –después de un suspiro se fue a su habitación.
M_ Ya vuelvo –salió detrás de ella.
R_ ¿Vosotras estáis seguras que está recuperada? –las miró con un
tanto de incertidumbre Rosario.
Sin pensarlo Esther había entrado a la ducha, seguía temblando y
necesitaba agua caliente, estaba pensativa con todo cuanto había
sucedido en el lago, lo que para ella iba a ser un día inolvidable, se
convirtió en una tortura más. Entonces unos pies descalzos entraron
en la ducha, y un cuerpo desnudo se apegó al suyo... y una voz
sedosa, tierna y repleta de deseo le susurró.
M_ Me muero por ti.
E_ Ya he acabado.
Esther se giró con cuidado, apartándose de aquellas manos que
la acariciaban llevándola a la gloria, de aquellos brazos que la
habían rodeado como si fueran dos lazos cubiertos de rosas, fuertes
y pasionales, de aquel cuerpo que al rozarlo provocaba en ella la
sensación de total dependencia, pero sobre todo... se apartó de
aquel susurró, de aquella voz tan aterciopelada, tan apasionada y al
mismo tiempo tan repleta de ternura que le hacía volverse loca
perdiendo el control de sus actos, se apartó sin mirar aquellos ojos
que le cautivaban, que le hechizaban de manera sublime. Y si se
apartó fue porque estaba dolida, y si se apartó fue porque la amaba
tanto que ante una sola caricia poco le importaría tener el corazón
roto. Maca era su vida, era el centro de su Universo... pero
necesitaba a la Maca de siempre... no podía soportar aquella
situación donde el juego se había vuelto un peligroso ir y venir de

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sentimientos y emociones que si a Maca no le hacían daño, a ella, la
destrozaban.
Al quedarse sola bajo el chorro de la ducha salpicando su
cuerpo notó como se había quedado paralizada ante el gesto de
Esther, no esperaba aquella reacción y tuvo que apoyar sus manos
sobre los vaporosos ladrillos de la pared tratando de calmar el golpe
sufrido y necesitando pensar.

Por su parte, Esther no quiso demorarse para vestirse, no


quería que Maca saliera y siguiera con su tortura o lo más seguro un
reproche duro y cruel por su parte, sabía que no lo podría soportar.
Salió directamente hasta donde Daniel dormía, lo besó, lo acarició y
finalmente se incorporó para tomar dirección hasta la mesa donde
su madre le había preparado el plato de cocido. Justo cuando se
separaba de su hijo, salió Maca de la habitación, tuvo que esforzarse
para reprimir las ganas de hacer lo mismo que acababa de hacer
Esther. Todas la miraban expectantes como queriendo saber cual iba
a ser su actuación, y ahora que las tres mujeres sabían la verdad,
como iba a solucionar el momento de decirle a Esther la realidad,
ellas también eran conscientes que si tardaba mucho, la respuesta
de su mujer podría ser de reproche. Llegó en silencio y con una
ligera cojera hasta la mesa donde en silencio la esperaban todas
incluida Esther que se había sentado en la otra parte lejos de su
alcance. Las caras serias y expectantes demostraban la tensión que
existía, Esther había optado por no levantar la vista del plato, no
quería ver aquella mirada que sentía clavada en su piel.
Maca tomó asiento mirando fijamente a Esther que había vuelto a
esquivarla, sentándose lejos y dejándola a ella entre su madre y
Teresa. De la cocina salía Encarna que llevaba en sus manos el plato
de cocido y llegaba con el gesto impaciente dado su propio
desconcierto por el comportamiento de Maca, le dejó el play y le
dijo:
En_ Más vale que empieces pronto, está calentito y te hará bien –le
dejó un beso en el pelo.
575 ”Adiós Esther” © by ldana
M_ Gracias Encarna, eres un encanto, que lastima que Esther se
parezca tan poco a ti.
R_ ¿Quieres que te ponga a parte una taza de caldo? –intervino
Rosario con agilidad tratando de evitar una discusión.
M_ No.
R_ ¿Esther cariño quieres un caldito? –giró su cabeza buscando a su
nuera que miraba fijamente el plato.
E_ No gracias –contestó sin levantar la vista.
M_ ¿Cariño? –miró a su madre extrañada elevando la ceja derecha.
T_ ¡Y digo yo!, ¿cómo se os ocurre bañaros en este tiempo por muy
termal que sea?
M_ Lo malo no ha sido bañarnos Teresa, lo malo ha sido que,
Esther, -pronunció con más énfasis su nombre-, se ha olvidado las
toallas.
T_ No, perdona bonita, toda la culpa no es de Esther –le dijo con
firmeza.
M_ ¿Ah, no?, ¡claro qué vas a decir tú!, ¡qué puedo esperar de su
amiguita del alma! –la miraba retándola con dureza.
T_ Oye guapa, que tú a mí no me intimidas ¿eh?, ¡haberse visto!
¿Vamos a ver, y tú para qué estás? –la miraba intensamente con
gesto serio.
M_ Vaya... ahora resulta que yo tengo que estar en los detalles
también.
T_ Por supuesto, Esther ha estado mucho tiempo bajo presión y...
M_ Y yo estoy enferma... necesito que me cuiden, no cuidar yo.
En_ Bueno... dejarlo ya o se te va a enfriar el arroz Maca.
M_ Si no fuera una cabeza hueca.
T_ ¡Esther hija dile algo! –Esther ni se inmutó. Mientras Teresa
insistía-. ¡Esther!.
E_ Dime –le contestó distraída.

576 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Defiéndete mujer, Maca se está metiendo contigo.
M_ Estoy diciendo la verdad –entonces Esther estornudó-. Ves,
además se metió vestida en el agua, y seguro se ha constipado y
ahora me lo contagiará a mí, lo veo venir...
R_ Maca ya está bien de arremeter contra Esther por favor, ¿cómo
quieres qué se metiera, si le has dado un susto de muerte?
M_ ¡Vaya así que hasta mi propia madre se cambia de bando! –le
dijo con sorna sin descuidarse ni un momento de Esther que parecía
en otro mundo-. Desnuda mamá... desnuda como lo hice yo.
R_ ¡Pero...! -la miraba estupefacta-... Maca.
M_ ¿Maca qué? –sonrió.
T_ Pues que sigues con esa empanada mental en la que estás,
porque solo a ti se te ocurre algo así.
M_ ¡Oye ya vale, eh! –les protestó.
T_ Esther anda...
E_ Que no Teresa… que no… ¡qué paso de contestarle!, ¡me tiene
más que harta!
Sus palabras salieron lentas pero precisas, todas incluida Maca
se quedaron mirándola, después de aquellas palabras concisas
hicieron que Encarna clavara sus ojos en su nuera en forma de
advertencia elevando una ceja. Ella desvió la mirada porque el juego
se le estaba yendo de las manos y se percató en ese preciso
momento. Entonces miró a Esther y le dijo:
M_ Si yo fuera tú, también estaría harta de mí.
E_ Por primera vez en casi cinco meses que llevas enferma, has
dicho algo coherente.
M_ Tampoco te pases –levantó un poco la cuchara al aire.
R_ ¿Quieres un poco más, hija?
M_ No, mamá –la miró enfadada-, no me interrumpas estoy
hablando con mi mujer.

577 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Maca hija, deja de hablar y come.
M_ Será lo que digo porque lo que hago te vuelve loca –omitió a
Encarna.
E_ ¡Maca ya está bien! –la miró enfurecida y bajando el tono
crispado le sugirió-. Haz el favor.
M_ ¿El favor de qué?
T_ Que no seas desagradable mujer –se levantó retirando su plato
tal y como hizo Rosario.
M_ ¿Desde cuándo querer tener intimidad con tu mujer es
desagradable?, ¿o qué Teresa, cuándo te dijeron que los niños no
los traía cigüeña también te asustaste?
T_ No –se detuvo antes de entrar a la cocina, se giró y le dijo con
gesto divertido pero a la vez serio-. Lo comprobé.
Maca no pudo aguantarse y dio una tremenda carcajada,
Esther quería evitar que notara su sonrisa divertida y se tapó con la
servilleta mientras Rosario bebía apurada agua, y Encarna se
apoyaba sobre los codos en la mesa mirando a la pareja y
diciéndoles cuando se fue Teresa.
En_ Si continuáis así, Teresa se va a pervertir, os lo advierto –
Esther volvió a estornudar-. Jesús hija, Jesús.
Acto seguido se levantó y fue a reunirse con las mujeres en la
cocina, allí cuchicheaban bajito Rosario y Teresa pensando que
podía entrar Esther.
T_ Menos mal eres tú.
En_ Si.
R_ Encarna lo siento, pero estoy decidida a decirle la verdad a
Esther.
En_ Pero... no entiendo –la miraba desconcertada.
R_ No puedo consentir que siga tratándola así –decía nerviosa
mientras juntaba sus manos sobre los labios.
T_ Rosario lleva razón Encarna, yo creo que...
578 ”Adiós Esther” © by ldana
En_ Maca nos ha pedido dos días, le falta otro, ¿qué más le puede
hacer a Esther?, provocarla como lo está haciendo... seguro que
sabe lo que está haciendo, ella conoce mejor que ninguna de
nosotras a mi hija.
R_ Encarna no sé como puedes verlo con tanta tranquilidad.
En_ No, si no lo veo con tranquilidad, pero dime una cosa, si le dices
a Esther que Maca lleva unos días recuperada, ¿crees que a mi hija
le va a hacer gracia?, ¿lo aceptara con alegría?, no, lo más probable
es que avivemos un fuego de reproches que está calmado.
R_ ¿Y no se va a enfadar de la misma manera cuándo se lo diga
Maca? –la miraba un tanto temerosa.
En_ No lo sé, Maca quiere hacerlo a su forma... por un día más...
mejor no entrometernos
T_ Pensándolo bien... si decidimos hablar con Esther igual se lo
puede tomar fatal, vamos seguro ¿eh?, se lo reprochara y
tendremos otra crisis que ninguna de las tres podremos soportar.
R_ ¡Pero me parece tan injusto!
En_ Conociendo a Maca, mi hija tendrá su recompensa... tu hija la
adora, la cuida, la quiere con locura, la necesita y ahora sabe lo que
sufrió cuando la perdió por aquella mentira, no creo que ninguna de
las dos merezca que ninguna de nosotras decida por ellas, Luna y
Begoña lo hicieron una vez, y mira las consecuencias. Tendremos un
poco más de paciencia y aguantaremos el tipo como lo hemos hecho
hasta ahora –se mostraba segura al hablar alternando su mirada en
los ojos de una y otra que la escuchaban atentamente.
R_ Está bien... está bien... aunque Maca me está haciendo sufrir con
este trato ¿eh?
T_ En parte creo que está vengándose un poco por como se
comportó Esther antes del accidente, ella lo recuerda todo, eso no lo
podemos olvidar.
En_ Mirar, mañana imagino que Maca le dirá la verdad, entonces
todas nos quedaremos tranquilas.

579 ”Adiós Esther” © by ldana


Fuera, ambas comían en silencio, ninguna decía nada hasta
que Maca se levantó, Esther sin poderlo evitar notó como la tensión
erguía su cuerpo, había terminado con el plato de cocido y se estaba
pelando una manzana. Despacio Maca se sentó a su lado y con un
susurró le dijo:
M_ Mírame.
E_ ¿Ahora qué quieres? –le preguntó con tono cansado.
M_ Sólo quiero que me mires.
Con gesto abatido giró su cabeza hasta fijar sus ojos en los de
Maca, se miraron sin decirse nada, Maca la miraba intensamente
entendiendo las palabras de Carmen, en el rostro de Esther, habían
señales del sufrimiento vivido, en sus ojos aparecía una sombra que
nublaba aquella mirada alegre que siempre la acompañaba, y que
desde un principio la conquistó. No quiso evitar sentir todo lo que su
corazón estaba sintiendo, ese dolor era el que había vivido Esther
durante toda su recuperación, quiso sentirlo porque de aquella
manera nació en ella una necesidad que no trató de evitar, abrazó a
una más que sorprendida Esther a su cuerpo, la abrazó en silencio
sin mencionar palabra alguna, porque no la necesitaba se conocían
tan bien que ambas sabían que en aquel abrazo había una
demostración de amor eterno. Mientras Maca iba sintiendo sus
latidos golpeando alteradamente el pecho, Esther sintió cosquillas en
su alma, aquellos brazos de Maca la estaban estrechando por
primera vez en ese tiempo, con amor. No quiso romper el encanto
con alguna pregunta que se le venía a la cabeza, no quiso hacerse
ilusión alguna, tan solo se refugió, se dejó llevar y con aquel abrazo
recuperó el sentimiento de dependencia total con ella.
Se separó Maca, la miró y le dejó un beso tan fino en los labios
que le hizo cosquillas. La miró a los ojos y le susurró:
M_ No quiero que me dejes nunca... por mucho que pueda
merecérmelo.
E_ Maca yo...

580 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No digas nada... –le tapó la boca con sus dedos rozando sus
labios y provocando que Esther cerrara los ojos entregada a ella-.
No digas nada mi amor.
Unos golpes en la puerta rompieron la magia que en aquel momento
estaban compartiendo, Maca se quejó amargamente
M_ Es que nunca vamos a poder estar tranquilas, ¡joder!
E_ Paciencia –le dijo sonriente mientras se levantaba para abrir.
En_ ¿Han llamado?
M_ Sí –se giró para ver donde estaba Esther y le dijo-. Necesito
hablar contigo.
En_ Claro... yo creo que mejor un buen zumo Maca... te sentara
bien –cambió el tema al ver entrar a Carmen sonriente.
Ca_ ¡Maca hija!, ¿qué, cómo vas reina? –la besó con un fuerte
abrazo que la hizo cerrar los ojos por el ímpetu de aquella mujer-.
¡Ay mi niña!
M_ Aquí estamos Carmen, tratando de comer un poco –sonrió
cuando la soltó.
Ca_ Encarna ¿cómo vamos amiga mía?
En_ Bien hija bien, estamos preparando café, ¿cuento contigo,
verdad?
Ca_ Ya sabes que sí –le sonrió y miró a Maca mientras Encarna se
quedaba allí de pie.
M_ Pues nos fue muy bien… bueno… a mí a Esther no tanto.
Ca_ ¿Y eso? –sonrió.
E_ No le hagas mucho caso Carmen, la verdad que es un lugar
precioso, mágico –se sentó junto a ella.
Ca_ Si, es el rincón más maravilloso que tenemos, el secreto mejor
guardado.
M_ Me gusta, te da una sensación de tranquilidad, ¿verdad Esther?
E_ Sí –sonrió.

581 ”Adiós Esther” © by ldana


Encarna se había sentado frente a ellas, sabía que Maca no le
había dicho nada porque había demandado su ayuda, ¿entonces?;
se preguntó, minutos antes se habían retado, habían discutido y
hasta se habían hecho daño con sus comentarios, ¿qué estaba
pasando?, no podía evitar mirarlas con un gesto de curiosidad, tanto
fue así que Maca la miró fijamente y con un gesto de sus ojos y
cejas, le mostró un toque de aviso para que no fuera a meter la
pata.
En_ Voy a por el café.
E_ ¿Y qué tal Fermín, Carmen?, hace días que no lo veo.
Ca_ Está un poco pachucho, ya sabes… -la mujer borró su sonrisa y
la pareja se dio cuenta que estaba preocupada.
E_ ¿Qué le pasa?
Ca_ Dentro de tres días es el cumpleaños de mi hijo, siempre por
estas fechas le da el bajón… el nunca lo admite como buen macho…
pero tiene nostalgia de su varón.
M_ ¿Y él no viene nunca? –esa pregunta sorprendió a Esther que la
miró pensativa.
Ca_ No cariño… yo he… he pensado… bueno…
E_ Venga Carmen dinos que has pensado –se incorporó sobre la
mesa demostrando interés a una Carmen que se puso colorada.
Ca_ Me gustaría mostraros una fotografía de mi hijo, quizá… no sé
lo conozcáis.
E_ Claro ya sabes que en lo que podamos ayudarte tienes nuestra
colaboración, además… con lo pija que es Maca y las peluquerías
que se ha recorrido, seguro lo conoce.
M_ ¿Yo pija? –la miró fijamente.
E_ Sí mi amor.
M_ Se salva Carmen porque me lo ha dicho con cariño… ese mi
amor no me da fuerzas para contradecirle.

582 ”Adiós Esther” © by ldana


Las tres sonrieron, y mientras Carmen les enseñaba la
fotografía, Encarna hablaba en la cocina con sus dos amigas y
compañeras de fatigas.
En_ Por favor te lo pido Teresa no provoques ahora a ninguna…
parece que en nuestra ausencia han debido darse una tregua.
R_ ¿Le ha dicho la verdad? –le preguntó un tanto esperanzada.
En_ No, pero algo ha debido ocurrir, la mirada de Maca me ha dado
a entender que no le ha dicho nada.
T_ Vamos, vamos –decía nerviosa Teresa pero encantada ante el
giro de la situación.
En_ ¡Teresa por favor, eh!
T_ Qué si mujer… no te preocupes con las ganas que tengo yo de
que todo se solucione por Dios…
R_ Encarna… -la llamó antes de salir.
En_ Dime Rosario.
R_ Quería decirte que… bueno… no sé como agradecerte todo
cuanto haces tanto por mí como por mi hija –sus palabras salieron
emocionadas desde su corazón, mostrando ese lado que ella misma
desconocía, su lado tierno y sincero.
En_ No me las des Rosario, no he hecho nada especial, eso sí, -le
tomó la mano con actitud cariñosa-. No dejes que nadie tape tus
sentimientos reales… nadie.
R_ Gracias –se fundieron en un abrazo sincero.
T_ ¡Pero bueno venís o que! –apareció protestando Teresa.
En_ Ya vamos, ya vamos… ¡cuánta paciencia Dios, cuánta paciencia!
–murmuró sonriente.

Esther tenía en sus manos la fotografía del hijo de Carmen, lo


miraba pensativa y luego se la entregó a Maca.
E_ Es guapo ¿eh?

583 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ No es porque sea mi hijo pero… si… es clavadito a su padre
cuando era joven.
E_ No me suena su cara, ¿esa es la peluquería?
Ca_ Sí, la suya o al menos eso nos dijo –Maca miraba la foto con
esmero y eso llamó la atención de Carmen que le preguntó
iluminándose sus ojos con la máxima esperanza-. ¿Lo conoces?
M_ No recuerdo bien… la verdad.
E_ ¿Podríamos hablar con nuestro peluquero, cariño? –todas
intercambiaron sus miradas porque Esther se había acercado hasta
ella para contemplar la foto, rozándose sin obtener ninguna muestra
de rechazo-. A mí no me suena desde luego.
En_ A ver, espera que no tengo las gafas.
T_ Toma las mías.
En_ Gracias –cogió la fotografía contemplándola detenidamente.
E_ Mamá tú no lo vas a conocer, que tú no has cambiado de
peluquera en veinte años, siempre estás con la Juani –todas
sonrieron.
En_ ¡Qué simpática eres!
M_ Di que sí Encarna… con la gente que tú conoces y que tenga que
meterse contigo… desde luego Esther.
E_ Muy graciosas –sonrió haciéndole burla a su mujer que la miraba
asintiendo con la cabeza y gesto burlón.
T_ Dame, dame yo quiero verlo –Encarna le devolvió las gafas a un
Teresa emocionada por la actitud de la pareja, se las puso y miró
con detenimiento la fotografía-. ¡Caray que guapo es!
Ca_ Si –sonrió orgullosa.
T_ Es clavado a tu marido.
Ca_ ¿Verdad?
En_ Sí, sí, es igualito.
R_ Nosotros tenemos un amigo que es detective.

584 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Es cierto Carmen… mis padres son muy importantes, ¿verdad?
R_ Sí hija.
M_ ¿Es el mismo que me siguió a mí?
E_ ¿A ti te siguió un detective? –la miró atónita.
M_ Sí, no recuerdo porque, pero sí recuerdo que mis propios padres
me vigilaban, ¿verdad mamá?
R_ Tu memoria parece volver a trabajar ¿eh? –la miró
insistentemente.
E_ ¿Y por qué Rosario? –omitió con un gran descaro el comentario
de Rosario, Encarna se dio cuenta perfectamente y miró a Maca que
tragó saliva un tanto nerviosa.
R_ Cuando dejó a Fernando y nos dijo bueno… nos contó la verdad,
mi marido quiso saber con quien iba y que hacía.
M_ Ya ves… así son de comprensivos… ves Carmen como no fuisteis
los únicos en equivocaros… mis propios padres me vigilaban –elevó
sus cejas simpáticamente mientras la mujer sonreía.
R_ Hija lo hicimos por tu bien.
M_ Venga ya mamá.
Mientras ellas hablaban, Teresa continuaba mirando fijamente
la fotografía, pensativa y guardando silencio.
E_ Oye Maca porque no te acuestas, después de tu intensa mañana
en el lago debes estar cansada.
M_ Si vienes tú, me acuesto.
E_ Yo no tengo ganas de dormir… prefiero quedarme aquí y le doy la
merienda a Daniel.
M_ Como tú quieras –se mostró enfadada y herida por ese
comentario.
E_ Te acompaño.
M_ No hace falta.
E_ Claro que hace falta, venga no protestes.
585 ”Adiós Esther” © by ldana
Ca_ Bueno… al menos lo he intentado –les sorprendió murmurando
Carmen, en su voz aparecía la máxima tristeza.
R_ De verdad te lo digo Carmen, mi marido va a venir ahora… le
comentaremos el caso y te ayudaremos, es lo menos que podemos
hacer para agradecerte tu ayuda con nuestras hijas.
En_ La verdad que es una lastima… pero estoy segura Carmen que
entre todas lo encontremos, formamos un gran equipo –trató de
animarla.
Ca_ Dios te oiga.
En_ Me oirá –le frotó el brazo con calor demostrándole cariño y
apoyo.
T_ Toma Carmen.
Ca_ Tú tampoco –afirmó.
T_ Lo siento –le puso gesto de pena.
Ca_ ¿Y qué ha pasado qué nuestras hijas están tan calmadas?
T_ Lo desconocemos… pero al menos nos dan una tregua porque de
lo contrario acabaran con nosotras –sonrió.
En_ Y que lo digas.

En la habitación, mientras Maca había ido a lavarse los dientes,


Esther le preparaba la cama, no quería pensar… no quería darle
vueltas a un pensamiento que se acurrucaba en su corazón, pero
que poco a poco iba desperezándose y haciéndose un poco más
grande. Cuando la vio salir, quiso centrarse en aquellos ojos que en
aquel momento la estaban esquivando.
M_ Ya no te necesito, ya puedes irte con el niño –apareció una Maca
ofendida.
E_ Maca.
M_ ¿Maca?, ya no soy cariño, ni mi amor –nuevo reproche.
E_ Claro que lo eres –se acercó a ella para besarla.

586 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Ahora no, estoy cansada –volvió a rechazar su beso colocándose
dentro de la cama mientras Esther le sujetaba la sábana.
E_ Bueno pues descansa… en un par de horas te llamo.
M_ No, déjame dormir todo cuanto pueda…
E_ Está bien –la tapó con cuidado, sonriéndole, temblando
nuevamente y con ternura le entregó un beso fino en la frente-.
Descansa.
M_ ¡Esther! –la llamó cuando se iba. Esther se giró-. Acuéstate
conmigo por favor…
E_ Mejor no… necesitas descansar.
M_ Lo que necesito es un abrazo.
E_ Descansa –sonrió.
M_ ¿Me estás rechazando?
E_ No, pero conozco está situación y donde nos va a llevar…
descansa. ¡Hostia!
Se quejó cuando iba a salir, y es que un almohadón había
impactado en su trasero asustándola más que otra cosa, Maca la
miraba ofendida, y aquella mirada aún la volvía más loca, sin
pensarlo cerró la puerta, se dirigió hasta ella que le advertía con el
dedo en alto que no se acercara y omitiendo cualquier palabra o
gesto, se lanzó sobre ella, tomándole por los brazos, subiendo a
horcajadas sobre su vientre y con expresión de enfado le dijo:
E_ No vuelvas a hacerlo o te juro que te pongo el culo colorado.
M_ ¡Suéltame! –trataba de zafarse de ella.
E_ Te lo advierto Maca, ¡ya está bien! –entonces con intensidad
bebió sus labios, fue un beso intenso como en el lago, al principio no
correspondido, pero era imposible resistirse y al final se convirtió en
un beso entregado a partes iguales. Cuando se separaron sus
respiraciones jadeaban por igual entonces le dijo-. Me encanta
besarte así.
M_ ¡Suéltame o grito!

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E_ Claro que te voy a soltar… pero cuando yo quiera –volvió a
besarla y Maca mientras la besaba trataba de escapar de su lengua,
de sus labios húmedos y fieros que parecían una planta carnívora
devorando su boca-. Así es como me gusta que me beses.
M_ ¡Suéltame! –la miraba cada vez más enfurecida aunque por
dentro estaba encantada con aquella actitud pasional de Esther, sus
labios al igual que los de Esther habían tomado el color rojo de la
pasión.
E_ Si vuelves a echarme algo, te ataré a la cama y te haré mía sin
parar hasta que mueras de placer –le dijo con seriedad aunque no
pudo evitar que su tono fuera un tanto divertido.
M_ “ Si tengo que morir, me pido está posibilidad” –murmuró para
sí. Después le dijo en voz alta-. ¡Quítate ahora mismo, malvada!
E_ ¿Malvada yo?, no tesoro, no, malvada eres tú y todo cuanto me
haces… solo te demuestro que yo también sé jugar a tu juego.
M_ Esther… -no podía aguantar el deseo en su piel.
E_ ¿Qué? –le murmuró cerca de su boca mordiéndose el labio
llenándose de sus ojos.
M_ No voy a rendirme.
E_ Claro que lo harás –pasó su lengua suavemente por unos labios
que la llamaban a gritos por ser besados, mientras Maca no pudo
reprimir un pequeño gemido ya no solo por el beso de Esther,
también porque Esther se movía lentamente sobre ella, provocando
un éxtasis que no podía controlar. Esther volvió a susurrarle como
tanto le gustaba a Maca-. Sabes que no puedes resistirte a mis
caricias, ni a mis besos… ni a mí.
M_ ¡Mamá! –dio un grito que las mujeres se sobresaltaron en el
comedor.
E_ ¡Joder Maca! –protestó bajando de un salto de su cuerpo y
echando a correr sonriendo porque había cogido el otro almohadón.
Cerró la puerta y esperó. Volvió a abrirla, metió su cara en el hueco
le sacó la lengua y le dijo-. Malvada.

588 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Eres lo peor… -le gritó pero la puerta se había vuelto a cerrar, al
volverse a abrir lanzó la almohada golpeando directamente en la
cara de Teresa-. ¡Teresa!
T_ ¿A ti esto te parece normal? –se puso en jarras desafiándola con
la mirada.
M_ Pensé que era…
T_ ¡Pensé… pensé! –se quejó-. Sois como dos niñas a las que les
daría un buen azote en el trasero por tozudas.
M_ Anda sé buena y dame el almohadón –le decía poniendo gesto
de no haber roto un plato.
T_ ¿Yo? –le preguntó sorprendida.
M_ ¿Hay alguien más? –elevó su ceja derecha con gesto
provocativo.
T_ No desde luego… pero es que yo tampoco te voy a dar el
almohadón… lo has echado tú… pues ale guapa… levanta –se giró
para marcharse.
M_ ¡Teresa! –la mujer se detuvo-. Cierra la puerta y ven.
T_ Mandona. ¿Para qué?, mira que no me fío de ti.
M_ Por favor –le rogó.
T_ Si es que no me puedo resistir ¿eh? –cogió los almohadones y se
los llevó, ayudándole a colocarlos en su espalda-. ¿Así?
M_ Sí, siéntate –la mujer la obedeció y entonces, sin esperarlo
Teresa, Maca se abrazó a ella fuertemente-. Te quiero Teresa.
T_ ¿Qué? –se separó de ella mirándola a los ojos con los suyos.
emocionados-. ¿A qué viene esta escenita?
M_ Porque necesitaba decírtelo, te quiero mucho –volvió a abrazarla
y Teresa suspiró con su corazón repleto de emoción estrechándola
entre sus brazos-. Por todo cuanto haces… por lo que hiciste y por lo
que haces, te quiero por estar a nuestro lado, te quiero porque
cuando más sola estaba, te tuve a ti.
T_ Maca… -le dijo emocionada-… no sé que decirte… de verdad hija.
589 ”Adiós Esther” © by ldana
M_ No me digas nada, deja que mi corazón hable porque lo
necesitaba.
T_ Todo volverá a ser como antes.
M_ No… no lo creo... ante el gesto un tanto preocupado de su
amiga, añadió-. Será mejor.
T_ Oye… tengo una cosa para ti… no te la he dado porque… no estoy
segura de que lo que haya dentro sea bueno.
M_ ¿Qué es? –sonrió porque sabía que Teresa se había percatado
que todo estaba normalizándose en su interior.
T_ Es una carta de Luna para ti –Maca asintió un tanto
desconcertada-. La trajo Cruz, me la dio a mí por si creía
conveniente entregártela. ¿La quieres?
M_ Sí, la abriré pasado mañana.
T_ Pasado mañana.
M_ Si –sonrió.
T_ Que alegría tenerte de vuelta otra vez.
M_ El almohadón no iba para ti ¿eh? –le sonrió con gracia.
T_ Ya lo sé… pero… Esther ha sufrido mucho hija.
M_ Lo sé –contrajo sus labios y suspiró profundamente-. Lo he visto
en sus ojos.
T_ No la castigues más.
M_ Te aseguro que no.
T_ Yo también te quiero Maca… de verdad…
M_ Eso también lo sé.
Volvieron a abrazarse, Teresa la besó en la frente, y la ayudó a
acostarse, al salir Esther la esperaba en el comedor un tanto
nerviosa por su tardanza, el pelo deshecho de Teresa decía bien a
las claras lo que había pasado.
T_ Como un cencerro, lo que yo te diga –le dijo ante la risa de las
demás al ver como trataba de arreglarse el pelo.
590 ”Adiós Esther” © by ldana
E_ Si… está juguetona… pero la verdad la prefiero así que no como
antes… las pastillas le están haciendo bien.
En_ Anda Teresa ve y péinate que parece que el gato de fuera haya
dormido en tu cabeza .
R_ ¡Un coche!, debe ser Pedro. ¿Me acompañas Esther?
E_ Claro –se levantó sonriente.
Ca_ Ya era hora.
En_ ¿Ya era hora? –la miró un tanto desconcertada.
Ca_ Sí, ya era hora que Maca estuviera bien, ahora esperemos que
Esther dejé de taparse los ojos y mirar a otro lado.
En_ Pues sí Carmen, pero desde luego, ¡ya era hora! –sonrió.

En la cama, Maca seguía pensativa con su plan, sonriente


porque sabía que iba a sorprender a Esther y de eso se trataba,
sabía que ella sospechaba algo pero no se atrevía a admitirlo por
temor, y por su parte ya no podía soportar más aquella situación
donde sabía podía hacer daño a su mujer. Quiso en la soledad del
cuarto, recordar paso a paso todo cuanto había sucedido, los malos
momentos, el hospital, su sensación de perdida, se sentía como la
huella en la arena del mar, cuando la ola llegaba desaparecía ante
su paso, así había estado ella, tratando de aparecer pero siempre
sus emociones arrasaban con ella, dejándola sola y desprotegida.
Entonces pensó en Esther… quiso recordar todo cuanto había hecho,
podía hacerlo, podía ver su sonrisa en el hospital, su cabezonería
para que andara, para que leyera, para que comiera, “sí”, pensó,
“sin duda ella era la culpable de todo cuanto en ese momento estoy
sintiendo, era la culpable directa de volverla a hacer persona, de
darle vida”. Y entonces llegó a su mente el golpe, lo sintió como si
se lo hubieran dado a ella misma, pero había sido su mano quien
descargó contra el rostro de Esther, cerró los ojos porque sintió
vergüenza de si misma, mientras Esther le había dado todo el apoyo
posible, toda la fuerza posible, toda la esperanza real, ella le había

591 ”Adiós Esther” © by ldana


hecho sufrir. Pero en su mano estaba devolver todo cuanto había
recibido, y estaba dispuesta a ello. Vio como el gato blanco volvía a
subir a la ventana, lo vio fijar sus ojos en ella, aquel gato misterioso
siempre aparecía cuando se necesitaba, era como si presintiera su
miedo, parecía decirle, tranquila yo estoy contigo. Sonrió al animal y
vencida por el cansancio se durmió profundamente.

Cuando bajó Pedro del coche, vio a su mujer encaminarse a él,


era la misma pero le pareció diferente, su sonrisa era amplia y en
ese momento le recordó a la de Maca, siempre que veía a Maca
sonreír pensaba que era la sonrisa que su mujer había perdido a lo
largo de los años, y sin embargo, allí estaba de nuevo. Se abrazó a
él, sorprendiéndolo todavía más.
R_ ¿Has tenido buen viaje?
P_ Sí –la miraba un tanto desconcertado.
R_ ¿Qué pasa?
P_ Nada… nada…
E_ Hola Pedro, ¿qué tal el viaje? –no le besó como era costumbre.
P_ Bien, se me ha hecho eterno… pero bueno… ya estoy aquí.
E_ ¿Trae algo?
P_ Sí, una cartera está en el maletero.
E_ Vale…
R_ Deja Esther, ya la saco yo… acompaña a Pedro a casa.
E_ De acuerdo. ¿Vamos?
P_ Sí, vamos –miraba desconcertado a su mujer ante la sonrisa de
Esther-. ¿Le ha pasado algo?
E_ ¿A Rosario?
P_ Sí.
E_ Que yo sepa no, ¿por qué?
P_ La veo radiante –la miró un tanto sorprendido.
592 ”Adiós Esther” © by ldana
E_ Pues mejor, ¿no? Venga que hace frío y un café viene bien ahora.
Entraron y se saludaron, tanta mujer junta provocaba en el
hombre cierto temor, sabía que aquellas mujeres habían cambiado
algo en la suya, pensó en Encarna, la miró y ésta le sonrió, cuando
se sentó a su lado, le dio un codazo suave y le dijo.
En_ ¿Está guapa, eh?, el campo es muy bueno para todo –le guiñó
un ojo y el hombre recibió el mensaje con una tímida sonrisa.
P_ ¿Y mi hija?
En_ Durmiendo, hoy no se ha portado demasiado bien que digamos.
P_ Vaya.
R_ Cariño… lo tengo todo preparado, ¿a qué hora quieres irte?
P_ Pues… no me gustaría que se nos hiciera de noche la verdad –le
contestó con un poco de duda.
R_ Vale.
P_ ¿Cómo está Maca, Esther?
E_ Pues últimamente un poco payasa, pero si quitamos ese lado yo
creo que está centrada y relajada, será cuestión de tiempo el que
vaya recuperando algo de lo perdido.
P_ ¿Te miró Cruz la mejilla? –le preguntó preocupado.
E_ Sí, es solo un golpe –le sonrió agradecida.
Ca_ Oye Esther tu hijo como que sabe que su abuelo está aquí,
¿eh?, mira como se levanta –dijo sonriendo.
E_ Si es que es el niño más inteligente del mundo ¡se parece tanto a
su madre! –todos percibieron en su tono orgulloso y repleto de amor
tanto hacia el niño como hacia Maca-. Vas a ver al abuelo ¿eh?
Tenga Pedro.
P_ ¡Cómo pesas ya canalla! –el niño puso sus manitas sobre la cara
del hombre que sonrió ampliamente-. Ven aquí con tu abuelo,
muchachote.

593 ”Adiós Esther” © by ldana


Durante una hora estuvieron allí hablando e intercambiando
historias personales, Carmen en un intento de ayudar a su marido,
le llamó para que se uniera a ellos, y al hacerlo, todas comprobaron
un tanto desconcertadas como su charla con Pedro se hacía ágil y
amena. La hora de despertar a Maca había llegado, sus padres se
iban y querían compartir con ella un rato más. Esther entró a la
habitación con cuidado, al hacerlo, fue como si allí todo fuera
diferente a los demás días, sin saber porque. Se detuvo a los pies de
la cama, Maca dormía relajadamente, el pelo lo llevaba retirado de
la cara, podía contemplarla con toda su belleza, y no solo ella,
parecía que el entorno le daba una tregua, allí, el cielo rojo del
atardecer cubría todo, era una visión única a la que se sentía
atrapada. Lentamente se acercó a Maca, tenía el cuello doblado
hacia la derecha dejando una parte provocativamente que pedía a
gritos ser complacida. Se agachó al lado de la cama sin tocarla,
después le dejó un suave beso pero ella no se inmutó, el segundo
beso fue un poco mas intenso, entonces Maca se giró y Esther le
habló con un susurro cálido.
E_ ¿Cómo está mi bella durmiente?
M_ Estaba en la gloria, pero claro, has tenido que joderme el sueño
–murmuró con voz gruesa por el sueño.
E_ Me encanta cuando te pones así –le volvió a susurrar de igual
modo
M_ ¿Qué quieres? –la miró sin mover un solo músculo como si
estuviera aguantando el reto de Esther que la miraba
provocativamente.
E_ Tu padre ha venido.
M_ Pues bien –volvió la cabeza para fijar su vista al techo.
E_ No seas borde mi vida.
M_ Borde y mi vida no conjugan. O soy una cosa o soy la otra –la
miró fijamente con sus ojos llenos de fuego.
E_ Pues tú eres tan especial, que lo eres todo.

594 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Todo?
E_ Como la canción, ¿te la canto?
M_ Ni se te ocurra.
E_ “Me haces sentir lo que nunca creí,
Lo eres todo, todo para mí
Mi principio y mi fin –le sonreía susurrándole
Mi norte y mi guía, mi perdición
Mi acierto y mi suerte, mi equivocación –le rozó con
suavidad la frente
Eres mi muerte y mi resurrección
Eres mi aliento y mi agonía
De noche y de día
Lo eres todo, para mí.
Dame tu sonrisa y tu calor –se acercó a ella bajando aún más
su tono
Dame la muerte y la vida
Tu frío y tu ardor, dame tu calma
Dame tu furor, dame tu oculto rencor –Maca sonreía tan
divertida como .
Lo eres todo, para mí emocionada.
Te lo pido por favor
Que me des tu compañía
De noche y de día
Lo eres todo, para mí”
M_ Que mal cantas –entonces Esther la besó suavemente-. Pero me
ha gustado.
E_ De eso se trataba... te quiero.

595 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Yo me sé otra... –Esther la miró sonriente haciendo una seña
para que comenzara a cantar.
“Susurraste un te quiero
desnudaste la luna
mil caricias y un beso
divisiones y sumas, que han llenado mi cabeza
de esta locura –su voz de seda estaba envolviendo a Esther
regálame tu amor
y enamórame la vida
ya conocí el dolor y el sufrir de otras heridas
crucemos este mar y alcancemos nuestra orilla
con el viento a favor
regálame tu amor –Esther le acarició con devoción la mejilla
que no es fácil vagar tanto tiempo a la deriva
toma mi corazón
llénalo de ternura y pasión”.
E_ Eso trato mi amor, de llevar nuestra barca a buen puerto, de
llenarte el corazón con todo mi amor.
M_ ¿Y lo has conseguido? –la miró alzando su ceja.
E_ Creo que sí.
M_ ¿Crees? –entonces la tomó por la camisa que llevaba y la acercó
hasta su boca deteniéndola a un milímetro-. Si no estás segura, será
que no lo has logrado.
E_ Estoy segura –trató de besarla pero Maca la frenó.
M_ Has dudado, ¿será por qué me engañaste?, ¿no me querías lo
suficiente?
E_ Tus heridas y el dolor, fue el mismo que el mío, todo por una
mentira.

596 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Más te vale –entonces volvió a acercarla hasta rozar sus labios.
E_ Me vuelves loca, pero me encanta tu juego –se fundieron en un
beso apasionado-. Maca tu padre espera.
M_ Que espere –volvió a acercarla como si fuera una muñeca de
trapo.
E_ No, venga –le sonrió apartándose definitivamente y dando un
soplo se arregló la camisa-. Vamos.
M_ No sé porque pero antepones todo a mí –le habló con tristeza.
E_ Eso no es verdad.
M_ Antes Daniel, ahora mi padre, ¿qué te pasa? –se levantó
enfadada-. No estás segura de quererme, ¿es eso?
E_ No digas tonterías, venga.
M_ Creo que cuando recupere del todo lo que me falta, no me va a
gustar.
E_ ¿Por qué dices eso ahora? –la miró seria.
M_ Puro presentimiento, tú me ocultas algo... lo sé... todo lo que
estás haciendo debe tener un sentido.
E_ Claro que lo tiene –se giró y antes de salir le dijo-. El sentido de
que te amo con locura, te espero fuera.
Sabía que se había marchado enfadada, sabía que su última
apuesta había sido arriesgada, pero su corazón latía tan fuerte por
lo que estaba a punto de ocurrir que con una sonrisa salió al
comedor. Allí estaba Esther sentada, otra vez su gesto serio hizo ver
que habían tenido una nueva discrepancia. Cuando Maca llegó y se
puso a hablar con su padre, ella disimuladamente se fue a la cocina,
allí salió al pequeño porche que había, tapada con una pequeña
manta que tenían expresamente para eso, rompió a llorar, notó
unas manos calientes que presionaban sus brazos con cariño, al
girarse pudo llorar en el pecho de Teresa, que la abrazaba con pena.
T_ Vamos Esther...
E_ Estoy al límite, igual parece que me quiere como que me odia.

597 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Esther... –se detuvo cuando fue a decirle la verdad.
E_ Lo sé... aún no sabe lo que dice.
T_ A lo mejor si lo sabe cuando te dice que te quiere.
E_ Me voy a volver loca –se retiraba las lagrimas-. Si dura mucho
no sé si voy a soportarlo.
T_ Estoy segura que lo vas a superar... ¡mira yo no aguanto!, te lo
tengo que decir no puedo verte sufrir, me parte el alma porque esto
no tiene ningún sentido, veras...
En_ ¿Qué pasa? –apareció de repente Encarna que estaba detrás de
la puerta vigilando a Teresa.
E_ Nada mamá, solo ha sido un pequeño bajón –se secaba la nariz
con la manga del suéter.
En_ Maca está preguntando donde estás. Anda ves. Y haz el favor
de coger un pañuelo y no ser guarra, desde pequeña, siempre la
misma manía.
E_ Lo siento mama –la besó y se fue.
En_ ¿Cómo habíamos quedado, Teresa? –la miraba duramente.
T_ Lo sé, lo sé… pero que quieres, no soporto verla llorar.
En_ Yo tampoco, pero no quiero provocar nada que complique la
situación, Maca nos ha pedido silencio, pues silencio.
T_ No entiendo como puede eludir la realidad.
En_ Porque no quiere sufrir más, porque ya no puede sufrir más,
tiene miedo y la comprendo.
T_ Esta Maca no sé a que está jugando… voy a hablar con ella.
En_ ¡Anda, anda déjate estar!, total ya queda menos, me gustara
ver la cara de mi hija cuando Maca le diga que está curada.
T_ A mí también, me imagino que hará una comida o algo, ¿no?
En_ Ni idea, me dijo antes que tiene que hablar conmigo… -elevó
sus hombros.

598 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Además tengo que contarte una cosa que me ha dado un vuelco
el corazón, que por poco se me cae al suelo… ahora… de esto ni
palabra.
En_ Hay algo que no cuadra –frunció el ceño.
T_ ¿El qué? –la miró sorprendida.
En_ Que tú me estés diciendo a mí que de esto ni palabra, no
cuadra, no cuadra.
T_ ¡Pero bueno! –se puso en jarras y acabaron sonriendo
alegremente.

En el comedor, Pedro estaba hablando con Maca, ella le estaba


contando unas historias que nada tenían que ver con la realidad, el
hombre ajeno a la verdad la miraba preocupado, mientras Esther le
daba el biberón al pequeño que parecía encantado en los brazos de
su madre.
Tanto Carmen como Fermín se habían marchado a su casa, Carmen
lo hizo más seria de lo habitual, su corazón había latido de manera
diferente tras pensar que alguna de aquella mujeres podía haber
visto a su hijo, Rosario le había dejado abierta una pequeña
esperanza, el detective, hacía muchos años que ella tenía en su
mente la posibilidad de contratar uno, pero nunca se atrevió porque
desconocía aquel mundo de la gran ciudad y sus gentes, para ella,
eran todos desconocidos, cuando iba para buscar a su hijo, le
asustaba aquella sociedad carnívora que no miraba por nadie más
que por uno mismo, al volver a su pueblo, sentía vida, sentía el
calor de la gente que en la ciudad era como el puro hielo. Fermín
que la conocía perfectamente sabía que aquella mujer tramaba algo,
y podía imaginar que… por primera vez no le dijo nada porque él
mismo necesitaba volver a ver a su hijo.
El matrimonio había decido marcharse también, pero antes, Rosario
hizo que Maca la acompañara hasta su cuarto con la excusa de
ayudarle.

599 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Estoy enferma, mamá.
R_ Venga hija, vamos –le dio la mano para ayudarle a levantarse.
M_ ¿Y tú no piensas decirle nada? –preguntó con tono áspero a
Esther.
E_ No.
M_ ¡Vale!
R_ Gracias Esther.
M_ Eso encima anímala.
R_ Venga vamos –la cogió del brazo llevándosela con una sonrisa
que turbó algo a Pedro.
En_ Que lastima que se tenga que ir –le dijo Encarna.
P_ Pues sí, pero… hay cosas que no se pueden dejar a un lado,
nosotros tenemos muchos compromisos y…
En_ Pero es vuestra hija –lo miró fijamente mientras Teresa asentía.
E_ Mamá –le llamó la atención con actitud seria.
En_ No Esther, hay cosas que no se pueden ni deben callar, sé que
me meto donde nadie me llama, pero tu hija es más importante que
todo cuanto puedas tener, tu mujer así lo ha entendido, y me
gustaría que tú pensaras en ello.
P_ Ya veo que el cambio que estoy notando en mi mujer, tiene un
sentido.
En_ No, simplemente nos hemos juntado cuatro madres, cuatro
mujeres con la sensibilidad rota, cuatro mujeres con una misión –
Esther la miraba y comprendía cuanto habían sufrido, ella
egoístamente pensaba en su propio dolor, pero allí se dio cuenta de
la magnitud del dolor de las demás y fue incapaz de hacer callar a
su madre-, ayudar a nuestras hijas a superar algo muy difícil,
hemos llorado, hemos reído, hemos pasado pánico, lo hemos
compartido todo y hemos abierto nuestros corazones porque era la
única manera de que no explotaran por el dolor. Entre estas cuatro
paredes hemos descubierto ese sentimiento que vosotros los

600 ”Adiós Esther” © by ldana


hombres no tenéis, el de madre, ese vínculo que nos une a ellas
desde que las parimos, no Pedro, el lugar de tu mujer está aquí
junto a su hija que es quien más la necesita ahora.
El silencio fue el siguiente protagonista cuando Encarna calló,
las palabras habían cubierto no solo el espacio del entorno, sino, el
espacio del corazón, Esther se había emocionado, entendía que en
las palabras de su madre, había un mensaje de ayuda no solo a
Rosario, también a ella misma, porque por primera vez desde que
estaba allí mostró flaqueza, mostró un requiebro en su voz, mostró
que su corazón había sufrido y es que el tiempo de aquel desazón
con Maca, había marcado para siempre una espina en sus
corazones. El hombre ante aquellas palabras no supo muy bien que
contestar, pensativo pareció asimilar todo cuanto aquella mujer que
desde un principio le produjo un total respeto, le había aconsejado.

Entre tanto, en la habitación Maca se había sentado junto a la


ventana de aquella habitación que compartían Rosario y Teresa,
miraba pensativa la belleza de aquellas montañas tan frondosas, tan
verdes, el atardecer que había compartido tantas veces en lugares
distintos con Esther, aquel pensamiento le llevo a recordar cada uno
de ellos, las sonrisas, los besos, los abrazos, las caricias, tuvo que
suspirar para poder controlar cada uno de los sentimientos que le
embargaban, volver a colocar todos en su sitio, que no era otro que
el corazón. Rosario la observaba con una sonrisa en sus labios, se
acercó sin que Maca se percatara pues seguía sumida en sus
recuerdos, se colocó tras ella compartiendo la misma visión,
después con ternura de madre la abrazó dejándole un beso sobre su
pelo que olía a azahar. Maca sintió por primera vez aquel abrazó
materno, que le hizo volver a su niñez.
R_ Es precioso ¿verdad?
M_ Sí –murmuró emocionada pero algo había cambiado en ella,
antes no dejaba que sus emociones fluyeran, pero en ese momento
necesitaba transmitirle a su madre que la necesitaba tanto como la
quería.
601 ”Adiós Esther” © by ldana
R_ Maca, sé que hemos perdido muchas oportunidades como madre
e hija –se sentó a su lado acariciándole con suma ternura el rostro,
retirándole alguna lagrima que demostraba su emoción, pero sus
ojos mostraban alegría y eso tranquilizó a Rosario dándole fuerzas
para continuar-. No he estado a tu altura, nunca he sido capaz de
aceptar que fueras lesbiana, ha sido para mí un dolor que me partía
el corazón.
M_ Lo sé.
R_ Nunca lo entendí porque te miraba con los ojos del egoísmo
propio, con los ojos del que dirán, sin darme cuenta, que mientras
yo me avergonzaba y separaba más y más de ti, te iba perdiendo, y
estando aquí me he dado cuenta de muchas cosas –puso su mano
en la barbilla, tenía un cierto temblor pero con la seguridad de una
madre aguantó aquella cara que mezclaba tristeza y alegría-. Me he
dado cuenta de que tienes mucha suerte, de que Esther tiene mucha
suerte, de que os amáis de corazón, me he dado cuenta que he
perdido el abrazo que desde niña no me dabas, ni los besos que le
dabas a Carmen y que yo debía dar media vuelta para no mostrar
mi pena... lo siento Maca –le dijo con un nudo en el corazón
abrazándose fuertemente a ella.
M_ Mamá –fue lo único que supo decir aferrada a su madre.
R_ Te quiero mucho hija mía, te quiero mucho... cuando veo a
Esther como abraza a su madre, o como la besa, siento que he
perdido la mejor oportunidad que podía tener, ser madre de una hija
maravillosa.
M_ Ha sido difícil para las dos, sé que te hice daño pero era mi vida.
R_ ¿Y sabes qué?, te admiro, te admiro –insistió moviendo un poco
su cabeza mientras sus ojos se entrecerraban un poco fijados en los
de su hija.
M_ Mamá... –sonrió.
R_ Ahora bien, quiero pedirte algo –se secó una lagrima que cayó
quizá por primera vez en su vida mientras hablaba con su hija.

602 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Dime.
R_ No tortures más a Esther –la miró con cierta perplejidad-. Sé que
estás recuperada, soy tu madre...
M_ No le digas nada –sus ojos expresaron un tanto de temor.
R_ Si me prometes no hacer esto más largo... no se lo merece.
M_ Lo sé... solo necesito esta noche, te prometo que mañana lo voy
a arreglar todo.
R_ Lo único que quiero, es que tú no sufras y que no le hagas daño.
M_ No voy a hacerle daño mamá, porque hacerle daño a Esther, es
hacérmelo a mí misma, me he dado cuenta que… -miró a su madre
fijamente con los ojos repletos de luz, con un ligero temblor en su
barbilla y una sonrisa colmada de felicidad-… me he dado cuenta
que Esther es lo mejor que tengo en la vida, ella me ha dado todo
cuanto esperaba, y mucho más, soy consciente que por su manera
de ser todo cuanto me ha pasado le ha afectado, lo veo en sus ojos,
y en su rostro, la amo mamá y por primera vez en mi vida puedo
decirlo con la boca llena de dicha, porque si alguna vez soñé como
sería mi vida al lado de una persona, te juro mamá que me quedé
corta en el sueño, ella es todo, como dice la canción “lo es todo para
mi”.
R_ Maca… la he visto dedicarse a ti de una manera que me daba
tranquilidad y desespero hija, te ha cuidado mejor de lo que yo lo
hubiera hecho, te ha dado noches y días completos a tu lado, la he
visto llorar y sin embargo sonreírte –hizo una pausa para acariciar
lentamente la cara de su hija, Maca mantenía en sus labios dibujada
una sonrisa-. Quiero que pienses en todo esto, no quiero volver a
veros sufrir como hicisteis, os tenéis la una a la otra y esta pena os
lo ha demostrado, estoy segura que ahora sois conscientes de lo
que significa vuestra relación y estoy segura que os unirá mucho
más, os hará sentiros más fuertes en vuestra relación. Por todo esto
cariño, no quiero hija que le hagas sufrir, Esther no lo merece –
Maca asintió y ambas sonrieron ampliamente abrazándose fuerte-.
Te quiero.

603 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Yo también mamá, y…perdona si me he pasado alguna vez
contigo, ¿vale?
R_ Tranquila cariño, todo cuanto me has dicho, era la verdad.
M_ Vale. Me gusta tú cambio.
R_ Espero que sepa mantener como dice Encarna mis sentimientos
por encima de cualquier disfraz –lo dijo moviendo la cabeza
mientras levantaba las cejas poniendo los ojos en blanco.
M_ Encarna es maravillosa –murmuró sonriente dando a su tono de
voz una admiración total.
R_ Si, lo es. Bueno, me voy o tu padre empezara con sus nervios –
se levantaron-. Ya sabes ¿eh?
M_ Sí mamá, te prometo que voy a decirle a Esther…
R_ ¿Cuánto vas a esperar?
M_ Un día mamá, esta noche y un día... te lo prometo.
R_ Confió en tu palabra. ¿Vamos?
M_ ¡Vamos! –cuando fueron a salir Rosario iba delante y Maca tras
ella la detuvo cogiéndole un brazo y le dijo con los ojos alegres-.
¿Puedes abrazarme mamá?
R_ Maca...
Se fundieron en un abrazo que duró más segundos que todos
los abrazos que se habían dado en toda su vida.

Fuera en el porche se encontraba un Pedro que parecía haber


sufrido un pequeño shock con las palabras de Encarna, Esther que
temía que pudiera enfadarse se acercó hasta él y se sentó a su lado.
E_ Pedro... yo... quiero que disculpe a mi madre.
P_ No tengo que disculpar a tu madre por decirme la verdad –dijo
levantando la cara y mirando el horizonte un atardecer rojo
enrabietado.
E_ Lo han pasado muy mal...

604 ”Adiós Esther” © by ldana


P_ Lo sé, lo sé, por eso quiero darte una cosa.
E_ ¿Qué es? –sonrió al ver que sacaba de su bolsillo un sobre.
P_ Son dos billetes para un crucero, os lo merecéis, no tienen fecha
porque no sabía cuando Maca podría hacer el viaje por eso, cuando
tú creas conveniente os vais.
E_ La verdad... que no sé como agradecer...
P_ Vamos Esther... no me quieras dar las gracias, lo hago porque
habéis sufrido mucho y merecéis este descanso, recuperar fuerzas y
hablar.
E_ Si –sonrió ampliamente-. ¿Puedo darle un abrazo?
P_ Pues... si –sonrió de lado un tanto desconcertado por la
pregunta.

Se reunieron todos en el comedor, cuando salieron las dos, vieron a


un Pedro con gesto de máxima concentración hablando con Encarna,
Maca lo primero que hizo fue buscar a Esther, sus ojos recorrieron
todo el comedor y no la vio, aquello le hizo dar un vuelco el corazón,
sintió miedo.
R_ ¡Ya estamos aquí!. ¿Y Esther? –agradeció que su madre lo
preguntara.
En_ Está con Teresa cambiando a Daniel –les sonrió.
R_ Bueno… cariño… pues cuando quieras.
P_ Maca cuídate hija, espero poder solucionar lo que tengo y volver
pronto.
M_ No te preocupes –seguía buscando la figura de su mujer tras la
puerta.
R_ Esperamos a que salgan ¿no Pedro?
P_ Sí claro.

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En_ ¡Esther! –la llamó su madre sobresaltando a Pedro y
provocando en Rosario una sonrisa-. Esta hija mía, ¡dios me pone
de los nervios!
M_ A mí también –susurró Maca guiñándole el ojo.
En_ A ti también, a ti también –repitió poniéndole un gesto gracioso.
E_ ¡Mamá se puede saber por qué me gritas!
En_ ¿Y por qué te voy a gritar yo?, mira, puede ser porque tus
suegros se van y tú eres muy lenta…
E_ Vale, vale –se acercó dándole el niño a Rosario omitiendo a una
Maca que la miraba fijamente.
T_ Estaba llorando –le dijo acercándose a Maca-. Tú verás que
haces… o espabilas o te espabilo.
M_ Espabilada estoy –le susurró mirándola con dureza-. La niña de
tus ojos no puede llorar un poquito ¿eh?
T_ La niña de mis ojos lleva mucho tiempo llorando por ti guapa –
hablaban en voz baja casi inaudible para el resto.
P_ Venga será mejor que nos despidamos ya o caerá lo noche y no
me apetece conducir sin luz.
R_ Bueno Teresa volveré pronto –se abrazaron besándose.
T_ Eso espero.
E_ Os espero fuera –dijo Esther que quería tomar aire fresco pues
sus lagrimas eran complicadas de retener.
P_ Hija… cuídate mucho –la abrazó.
M_ Lo intentaré papá.
R_ Maca por favor… no me hagas sufrir más ¿eh?
M_ No mamá, te prometo que no.
R_ Te quiero hija –se abrazaron nuevamente.
M_ Y yo.
P_ Encarna gracias por todo –le dio la mano como siempre hacia.

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En_ Que mano ni que mano, ven aquí y dame un abrazote que a
Rosario no le va a molestar –las tres mujeres dieron una carcajada
mientras se abrazaban ellos dos-. Recuerda lo que te dije Pedro.
P_ No lo olvidaré.
Salieron los dos fuera y las tres mujeres se quedaron dentro,
no querían interferir en algún comentario que le hicieran a Esther,
sabían que debían dejarla sola con sus suegros, y mientras se
acercaban al coche, Maca los observaba desde el comedor por la
ventana, Teresa que llevaba al pequeño en brazos le hizo una señal
a Encarna con las cejas dirigiendo la cabeza hacia donde estaba
Maca, la mujer asintió.
Fuera, Esther se despedía de sus suegros.
P_ Ya lo sabes… en cuanto veas que mi hija está en condiciones,
marcharos.
E_ Así lo haré.
R_ Yo estaré con Encarna, nos ocuparemos del niño que ya ves que
se nos da muy bien.
E_ Si –sonrió.
P_ Bueno, te espero dentro –le dijo a su mujer.
R_ Esther…
E_ No me diga nada, hoy tengo el día tonto… la voy a echar de
menos –se abrazaron.
R_ Yo también… escúchame, pase lo que pase no juzgues a mi hija
muy duramente, piensa dos veces lo que le vayas a decir… -Esther
la miró con dudas-. Pero sobre todo, gracias cariño, gracias por
querer así a mi hija y por darle todo cuanto le has dado, gracias
Esther.
E_ No me las dé.
Esther le dijo con la emoción instaurada en su voz, mientras Maca
desde casa no perdía detalle de la conversación, tan solo cuando
sonó el teléfono desvió la mirada, pero ni aún así se movió. Fue

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Encarna quien contestó, a ella se le estaba partiendo el alma de ver
a su mujer abrazada a su madre, llorando, Esther estaba mal pensó,
pero no le dio tiempo a pensar más porque Encarna la llamó.
En_ Es Cruz, quiere hablar con Esther.
M_ Ya voy Encarna, gracias. ¿Cruz?
C_ ¿Maca? –le preguntó sorprendida-. ¿Eres tú?
M_ Sí, Esther está despidiendo a mis padres... ya ves hija... ahora
es la nuera perfecta.
C_ Maca –sonrió Cruz por el comentario-. Bueno en realidad llamaba
para saber como estás tú.
M_ Igual, luchando conmigo misma, pero solo conmigo ¿eh?, a
vuestra niña no le he vuelto a tocar –separó la cortina pues oyó
como se marchaba el coche, pero allí se había quedado como si
hubiera echado raíces Esther-. ¿No me lo puedes decir a mí?
C_ Pues te agradecería que me pasaras a Esther, me apetece hablar
con ella.
M_ Vale –le dijo tratando de mostrar un tanto de fastidio. Abrió la
puerta y a voz en grito la llamó-. ¡Esther piensas venir o vas a
quedarte ahí por los restos! –Esther no le contestó pero si se giró,
aquellos dos ojos la miraron a punto de fulminarla, tanto que
agradeció que el aire blandiera su melena para tapar su propia
mirada de impresión. Bajando la voz le dijo-. Es Cruz, está al
teléfono. Ya viene Cruz.
C_ Gracias Maca.
M_ Quiere hablar contigo –le dijo dándoselo.
E_ Dime Cruz.
C_ ¿Estás bien?
E_ Sí, sí –Maca se separó, fue hasta el sofá donde estaba Teresa
con el niño que la miraba de una manera inquisidora, Maca le sacó
la lengua pero no desvió ni un instante su mirada de la figura de
Esther pues les estaba dando la espalda-. ¿Ha pasado algo?

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C_ Sí creo que deberías saberlo. Han abierto expediente a Begoña
por todo cuanto te hizo y además porque lo volvió a repetir con
Sonia, estará apartada del hospital dos años.
E_ Eso está bien... al menos algo le ha salido mal, aunque tan solo
haya sido por joderme la vida –Maca frunció su cejo.
C_ ¿Cómo está Maca?
E_ Pesadita –jugaba con el cable del teléfono liándolo entre sus
dedos con actitud nerviosa.
C_ ¿Ha vuelto a tener algún brote?
E_ ¿Brote?, sí, aunque no como el último, ahora tiene el brote de
estar un poco salida, muy borde, y bastante insoportable –Maca se
quedó de piedra.
T_ Voy con Encarna para darle el biberón –Maca no le contestó pues
la miraba perpleja.
C_ Bueno... lo primero no es tan malo, lo demás si –sonrió-.
¿Necesitas algo?
E_ Sí, unas buenas vacaciones yo sola bien lejos de todo.
C_ ¿Está delante? –su gesto mostró incertidumbre.
E_ Me da igual, creo que sí.
C_ Está bien... sólo quería darte la noticia y saber como vais.
E_ Muchas gracias Cruz, te lo agradezco. Adiós.
C_ Adiós –su gesto no podía reflejar mayor perplejidad-. Creo que
Esther ha llegado al límite.

Esther colgó y cuando iba al cuarto, notó como la mano de


Maca la detenía, ella no se giró, tan solo cerró los ojos molesta. Su
cara seria lo decía todo de igual manera que el gesto de Maca un
tanto desconcertada por aquella situación.
M_ Estoy enferma... te es tan difícil de entender.

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E_ No estás enferma Maca –la miró fijamente a los ojos, Maca se
asustó, al pensar que la había descubierto. Pero Esther agregó-.
Sólo tienes cierto desajuste emocional el cual yo creo ya podrías
empezar a tratar de controlar. Y ahora suéltame.
M_ ¿Necesitas descansar de mí? –Esther cerró los ojos y se soltó
para marcharse entonces Maca con cierta rabia que no fue fingida le
dijo-. ¡Te podías haber ido con mis padres si tan harta estás de mí!,
yo teniendo a Encarna y Teresa me sobra, no te necesito.
Esther no le contestó y se marchó al cuarto, cerró la puerta, y
se apoyó en ella, suspiró pensativa porque notaba triste su corazón,
había percibido cosas en Maca que le hacían preguntarse muchas
cosas, pero al mismo tiempo quería huir de las respuestas, era
como una contradicción, por un lado empezar a creer que había
recuperado parte de sus emociones y por otro, si solo era una
ilusión suya, correr sin mirar atrás, otra caída no la podría soportar.

Mientras en la cocina Teresa había entrado en busca de


Encarna que estaba preparando el biberón al pequeño, al verla
entrar tan precipitadamente con su mano en la cabecita del niño,
unió sus cejas frunciendo su frente.
En_ ¿Problemas?
T_ Más que eso, lo que se avecina.
En_ No me asustes por Dios –puso su mano sobre el pecho.
T_ Esther ha hablado con Cruz, le ha dicho un montón de cosas
contra Maca, que si estaba pesadita, insoportable ¡ah!, y también
salida.
En_ Vaya... –se rascó la barbilla un tanto pensativa.
T_ ¿Te ha sorprendido esto verdad?, te soy franca, a mí también...
En_ Vamos Teresa por el amor de Dios, quieres dejar de pensar en
la intimidad de las chicas, la tienen como cualquier pareja, ¡mira!, si
lo viéramos de esa manera y no con los ojos del morbo y la

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curiosidad que lo único que hace es desvirtuar la situación, a lo
mejor teníamos una sociedad más tolerante.
T_ Oye Encarna, que yo soy tolerante, lo que no quita, que de vez
en cuando... pues... como te diría yo... me sigue sorprendiendo
¿qué quieres qué haga mujer?
En_ Nada, nada, no hagas nada, déjalo así.
T_ Pues me he quedado detrás de la puerta –Encarna sonrió-. Claro,
si no, como íbamos a saber lo que ocurría –elevó los hombros
justificándose-. Total, no me distraigas Encarna que me lío. ¿Por
dónde iba?
En_ Detrás de la puerta.
T_ Vale, pues Esther le ha recriminado a Maca, y le ha dicho que
está harta de ella, y a Maca no se le ha ocurrido otra cosa que
decirle que se hubiera marchado con sus padres lejos de ella.
En_ ¿Dónde está Maca?
T_ Fuera en el comedor.
En_ Dale el biberón, esto tiene que acabar cuanto antes.
T_ Si, si, Encarna haz algo por favor...
Encarna salió al comedor pero allí no estaba Maca, se acercó
con cuidado de no hacer ruido hasta la puerta del cuarto de las dos
jóvenes, por si las escuchaba, pero no se oía nada, decidió volver a
la cocina para ayudar a Teresa un tanto preocupada, pero al pasar
por la ventana, la vio en el jardín, estaba de pie, mirando las
montañas, a su lado sentado el gato blanco, le llamó la atención
aquel hecho y abrió la puerta, saliendo al porche.
En_ ¡Maca!, hace mucho frío hija, ¿por qué no entras?
M_ No Encarna, estoy bien –le contesto sin girarse.
En_ ¿Y qué haces ahí? –se le acercó un poco.
M_ Pensar.
En_ ¿Puedo ayudarte en algo?, sé lo que ha pasado.

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M_ La cotilla de Teresa no puede mantener su boca cerrada –su voz
sonó a protesta.
En_ Ya la conoces.
M_ Sí –dijo suspirando.
En_ ¿Estás bien? -se puso a su altura bajo los ojos vigilantes del
gato.
M_ No, no estoy bien.
En_ Lo sé... ¿piensas hacer algo?
M_ Sí Encarna, sí –le contestó un tanto agobiada-. Lo siento, lo
siento de verdad, no me esperaba una reacción así de Esther.
En_ ¿Y qué esperabas? –la miró con calma.
M_ No lo sé... esperaba otra cosa... esperaba que estuviera más por
mí.
En_ ¿Más por ti? –la miró sin entenderla.
M_ Sí, pero tiene razón, últimamente me he pasado un poco.
En_ Pues sí... además cariño... deberías pensar lo mucho que lleva
sobre sus espaldas pasado ya.
M_ Lo sé, esta noche te prometo que lo arreglo.
En_ Eso espero. ¿Querías mi ayuda?
M_ Sí necesito que...
E_ ¿Qué haces aquí y sin abrigo? –le habló con dureza Esther.
M_ Tomando el aire.
E_ Lo vas a tomar bien, ¿eh?, solo falta que te constipes.
En_ Esther cariño –trató de mediar Encarna.
E_ No mamá... en sus condiciones un constipado sería perjudicial.
M_ No me trates como a una niña, sé perfectamente lo que debo
hacer, yo no soy como tú.

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E_ ¡Ah, vale!, ¿soy una niña acaso?, eso me quieres decir –sonó a
un nuevo reproche mientras Encarna cerraba los ojos negando con
su cabeza.
M_ No Esther, no, te decía que yo no soy tan friolera como tú, sólo
eso –dio media vuelta y entró en casa.
E_ Encima se enfada.
En_ Bueno... un poquito de paciencia os iría bien.
E_ ¿Más?, no me queda –tomó el mismo recorrido que Maca hacia
unos segundos.
En_ Bueno... bueno... o hacen algo... o volverán a las andadas,
¡señor dame una tregua, porque la que no puede más soy yo!
Al volver a entrar Encarna, vio que Maca estaba sentada en un
sillón junto a la chimenea con un libro entre sus manos, que Esther
estaba sentada en el suelo de espaldas a Maca con el niño en brazos
dándole el supuesto biberón que debía darle Teresa. ¿Qué habría
pasado?, se preguntó. Al llegar a la cocina vio que Teresa estaba
hablando con mucho sigilo por teléfono, así que pasó de largo y fue
a por un poco de leña. Estaba allí cogiendo unos troncos cuando
Teresa acudió.
T_ Por Dios que frío.
En_ Si, al caer la tarde es endemoniado ¡caray!
T_ ¿Qué ha pasado?, creo que tenemos nubarrones y de los
grandes.
En_ Si, han discutido.
T_ ¿Y qué vamos a hacer?
En_ Lo más sensato... nada.
T_ ¿Y no les vamos a preguntar por si quieren algo? –le cogió los
troncos.
En_ ¿Qué van a querer?
T_ Pues no sé, pero esto es mucha tensión ¿eh?

613 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Eso sí, creo que ya tengo suficientes.
T_ Y yo tengo una buena noticia.
En_ ¿No me digas que si?
T_ Sí –sonrió ampliamente.
En_ Jesús Maria y José.
T_ ¿No es fantástico?
En_ Más que eso... me alegro tanto.
T_ Parece que se nos arregla algo para desarreglarse otra cosa, yo
ya no doy para mucho más ¿eh?
En_ Ni yo, y no quiero pensar cuando te vayas.
T_ Pues... pasado mañana a primera hora.
En_ Espero que Maca lo haya solucionado ya.
T_ Y yo. Vamos

El resto de la tarde transcurrió de la misma manera, las dos


mujeres ante el ambiente enrarecido que tenían las dos se habían
quedado en la cocina preparando la cena y hablando de la nueva
noticia de Teresa que las llenaba a las dos de felicidad. Mientras,
Esther había conseguido que su hijo no durmiera y estaba jugando
con él, reía divertida esperando que Maca quisiera participar de los
juegos, se sentía decepcionada por su postura con Daniel, y aquello
le daba muestras que todavía no estaba en condiciones y entonces
un nuevo sentimiento de desasosiego acudía a ella. Sin embargo,
Maca tenía que aferrarse al sillón para no demostrar que se moría
de ganas de compartir aquellas risas, es más, no podía ocultar una
sonrisa en sus labios con la que se estaba llevando una auténtica
batalla por esconder. Así pasaron un par de horas hasta que Teresa
les indicó que iban a cenar. Durante la cena, como ninguna de las
dos hablaban, Encarna y Teresa tenían una conversación entre ellas
para no soportar el pesado silencio.

614 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Buenas noches –les dijo marchándose a dormir llevándose al
pequeño con ella.
En_ Buenas noches hija.
T_ Hasta mañana corazón.
Le sonrió Teresa y cuando la puerta de la cocina se cerró, las dos
clavaron sus ojos en Maca que había omitido contestarle, ella echó
la servilleta sobre la mesa y les dijo.
M_ Darme un poco más de tiempo... me voy a dormir.
E_ Buenas noches hija.
T_ Que descanses. Otra vez, ¿eh?
En_ Yo creo que Esther está tratando de zarandearla de la manera
que sea.
T_ Pues espero que lo consiga. Además son un par de vagas, no nos
ayudan en nada, parecemos chachas –renegó divertida.
En_ No tienes arreglo... anda vamos y me cuentas bien todo.
Cuando Maca salió del cuarto de baño, vio que Esther tenía los ojos
cerrados, había vuelto a poner al pequeño entre las dos, un suspiró
inundó su interior para tratar de calmar sus nervios, tenía que
arreglar aquello y ese era el momento idóneo. Buscó sus fuerzas y
se metió en la cama. Se arrimó cuanto puedo a su pequeño le
bastaba pasar por encima del niño, alcanzar la pierna de Esther.
Sonrió para sí, y con decisión pero suavidad posó su mano en la
entrepierna de Esther, entonces abrió la luz, se sentó en la cama y
le dijo...
E_ Mira Maca... ya está bien –su voz sonó fuerte y con cierta rabia,
algo que desconcertó Maca que quedó totalmente paralizada ante su
reacción-. Creo que ya es más que suficiente, ya no puedo más te lo
juro, cuando quieres estás a buenas conmigo, cuando se te gira el
morro, estás a malas.
M_ Esther –se incorporó en la cama poniendo gesto de pena para
decirle todo cuanto tenía pensado.

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E_ No, Esther nada, igual quieres hacerme el amor, como a mitad
me dejas, igual me besas con pasión, como te apartas, igual me
provocas como me odias, lo siento Maca pero no puedo más, me vas
a volver loca, con todo esto no haces otra cosa que hacerme daño...
lo siento... pero ya no soporto más.
M_ ¿Dónde vas? –la miró perpleja porque se había levantado de la
cama.
E_ A dormir con Teresa –cogió una chaqueta y se la puso.
M_ No puedes hacerme esto –se levantó tras ella cogiéndola del
brazo mientras la miraba confundida.
E_ ¿Cómo que no? –hablaban bajito para no despertar al niño, pero
aún con ese timbre de voz, la de Esther continuó demostrando
malestar.
M_ Cómo que no –le aseguró.
E_ ¿Y tú si puedes hacerme todo cuanto haces? –la miró con sus
ojos repletos de reproche.
M_ Yo... –murmuró con tono de disculpa.
E_ Si ya... tú estás enferma... lo sé, sé lo que me vas a decir... pero
mira Maca, he estado contigo a todas horas, en los malos y en los
buenos momentos, he luchado hasta quedarme sin fuerzas, y mira
tú por donde, ya no me quedan más, lo siento, no puedo soportar
que me hagas daño con la ligereza con la que me lastimas.
M_ Pero... yo no sé...
E_ Ya, no sabes... por eso, como no sabes, no te voy a dar
oportunidad, nada de sexo, eso te lo aseguro, nada de carantoñas
porque después viene la coz, y nada de contemplaciones, porque tú
no las tienes conmigo, o te comportas como debes o mientras tanto,
dormiremos separadas, y viviremos lo menos posible juntas,
¡aunque eso me duela todavía más! –se giró y se fue, abrió la
puerta y volvió a entrar pasó por su lado, le dio un beso a Daniel y
cuando iba a salir Maca la cogió del brazo-. ¿Qué quieres?
M_ Yo quiero el mío –le dijo con sus ojos llenos de lagrimas.

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E_ No te lo mereces, cuando te lo merezcas, lo tendrás. Buenas
noches.

A Esther le dolió el alma de ser tan dura, pero no podía


continuar con el juego que Maca estaba desarrollando, no quería
que hacerle daño fuera un manera fácil para tenerla cerca. Le dolía
el alma al marcharse de la habitación, pero quiso pensar que era lo
mejor, aunque realmente llegada a esta altura, no sabía lo mejor
para que.
Por su parte Maca continuaba allí de pie inamovible como si
fuera un mimo, sus ojos parpadeaban, pero ni un solo músculo de
su cuerpo tomaba vida, tan solo su cabeza trabajaba incesante, todo
su plan se había venido a bajo y ahora debería construir uno nuevo.
Un suspiro profundo rompió su quietud, se sentó un tanto
desesperada y decepcionada, sin duda se lo merecía pensó, había
jugado con fuego y en ese momento se había quemado, Encarna
tenía razón nuevamente. Se tapó la cara con las manos mientras su
pelo caía sobre ellas como si de una cascada se tratase, después un
nuevo suspiro volvió a inundarlo todo, se apartó el pelo y entonces
levantó la vista, allí en la cama como un bendito estaba su hijo,
dormía placidamente ajeno a la distancia que existía en aquel
momento entre sus madres. Se levantó con el paso cansado, con
gesto contradictorio y se sentó junto a Daniel, besó aquella piel tan
tierna y con aquel olor a bebé que tanto podía reconocer. Pensó que
era afortunada tenía un hijo maravilloso y una mujer impresionante.
Al pensar en ella le susurró a su hijo mientras se llenaba los ojos de
él.
M_ Cariño no te preocupes, mamá va a hacer todo porque volvamos
a ser la familia que siempre fuimos, ¿sabes pequeñín?, tenemos
suerte de tener a nuestro lado a Esther, ahora está enfadada y con
razón, pero tú no te preocupes mami va a arreglarlo todo, voy a
hacer que vuelva a ser feliz, a darle todo cuanto se merece… aunque
no sé como… pero… lo haré –sonrió dejando un beso sobre su
frente.

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En el cuarto se encontraba una Teresa que dados todos los
acontecimientos habidos en el transcurso del día, no se había
dormido, su puerta estaba entreabierta lo suficiente para que el
cuerpo de Esther entrara sin necesidad de abrir o cerrar más, ese
fue el motivo por el cual no la oyó hasta que notó como se movía su
cubre, asustada se giró poco a poco, y cuando vio un cuerpo cerca
del suyo dio un salto encendiendo la luz asustando a Esther
E_ ¡Joder Teresa!, que susto.
T_ ¿Ah, yo?, es decir entras en mi cuarto a oscuras, te metes
sigilosamente en la cama, y encima te asusto yo.
E_ Pues si, pensé que dormías.
T_ Pues no, no duermo –la miraba sentada en la cama-. Además,
¿se puede saber qué haces aquí?
E_ He venido a dormir, ¿puedo? –retiró la sábana para acostarse.
T_ Claro que puedes, pero que yo sepa, tu habitación no es esta, y
tu cama tampoco, y mucho menos tu acompañante.
E_ Teresa por favor no me toques las narices.
T_ ¿Qué?, ¿ya te las ha tocado bastante Maca? –Esther la miró con
gesto duro-. Está bien… si no quieres hablar.
E_ Me duele la cabeza Teresa te agradezco tu ayuda pero necesito
descansar o me voy a volver loca.
T_ Descansa hija descansa… que con una locura ya hemos tenido
bastante.
Esther estaba tan pensativa, tan sumida en su propio
desespero que no capto la indirecta que Teresa le lanzó. La mujer
apagó la luz, pero aunque el cuarto estuviera oscuro podía escuchar
nítidamente a Esther como golpeaba con el puño la almohada.
T_ La pobre no tiene culpa –Esther no contestó-. Los chinos
destruyen vajillas, tú golpeas almohadas, no está mal.
E_ Teresa por favor... es incomodísima.

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T_ No si yo con lo único que me conformo es que aciertes cuando
descargues el golpe, no vayas a darme a mí.
E_ Déjame dormir.
T_ ¡Pero bueno!, si la que estás montando un escándalo verdadero
eres tú y tus golpes.
E_ ¿A qué me voy con mi madre?
T_ Te lo agradeceré.
E_ Joder Teresa...
T_ Me callo, me callo.
Durante un rato guardó silencio, y también se quedo quieta
cosa que Teresa agradeció profundamente, a ésta se le estaban
cerrando los ojos cuando la voz de Esther la sacó de golpe del dulce
sueño.
E_ ¿Estás durmiendo?
T_ Estaba a punto, si, pero estaba ¿eh?, vaya nochecita se me
espera contigo aquí, peor que mi marido.
E_ ¿Qué puedo hacer, te juro que por primera vez no sé que hacer?
T_ Irte a tu cuarto, acostarte en tu cama, junto a tu mujer y
dormir...
E_ Te estoy hablando en serio –su tono estaba repleto de miedo.
T_ Y yo cariño, y yo, huir no es la mejor manera de arreglar nada.
E_ Lo sé, pero no puedo estar a su lado y seguir su juego, yo
también quiero lo mismo pero después ella me clava un puñal
cuando creo que estamos pensando lo mismo, cuando compartimos
en silencio la noche, o cuando despertamos, pero no, nuestros
pensamientos están lejos de ser como siempre fueron.
T_ Es que Esther es complicado soportar tanta tensión durante tanto
tiempo, yo te entiendo, no te juzgues demasiado cruelmente... Maca
está como diría yo... está siendo más dura de lo que debería serlo –
trató de medir sus palabras.

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E_ Pero es que yo sé que no está bien... tendría que aguantar.
T_ Esther hay cosas que se aguantan hasta cierto punto, ¡mira ya
sé! –se incorporó y abrió la luz produciendo en ambas una ceguera
momentánea y una protesta por parte de Esther que la pilló por
sorpresa-. Mañana podrías irte a Madrid o a donde tú quieras, pasar
el día fuera, comprando, irte a la peluquería, cortarte un poco esa
melena de leona que se te ha hecho.
E_ ¿De verdad? –sonrió graciosamente.
T_ Sí, si es que cariño, solo tienes ojos para Maca, aprovecha que
estamos aquí Encarna y yo, te vas, te dedicas todo el día a ti y te
despejas.
E_ Se enfadará.
T_ Pues mira, dos cosas tiene enfadarse y desenfadarse, no hay
más –cruzó sus brazos sobre el pecho con gesto molesto.
E_ Creo que tienes razón... ¿cuándo te vas?
T_ Pasado mañana, tengo que arreglar un asunto pero vuelvo.
E_ No sé que haría sin ti Teresa... de verdad... dentro de toda mi
desgracia he sido muy afortunada, tener a Rosario, Carmen, mi
madre y tenerte a ti –sonrió destapando la sabana echándose al
cuello de una Teresa sorprendida-. Te quiero.
T_ ¡Pero que haces!, ¡ay Dios mío, quita, quita! –decía apurada pero
encantada.
E_ No seas tonta.
T_ No soy tonta, es que ¿qué quieres?, si aparece Maca tal y como
está...
E_ Es verdad no eres tonta –dio una carcajada-, estás loca.
T_ Bueno –se quejó pero no puedo más que sonreír ella también
abrazando a Esther-. Me alegro de poderte ayudar, de verdad. ¡Y
ahora a dormir!
Apagaron la luz, justo en el momento en que Maca salía de su
habitación, iba despacio a oscuras cruzando el comedor, trataba de

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hacer el menor ruido posible, cuando llegó al pasillo, en lugar de ir a
la derecha al cuarto donde Teresa dormía con Esther, se dirigió a la
izquierda. Llegó al cuarto de Encarna abriendo un poco la puerta
para pasar, después la juntó nuevamente y se acercó hasta la cama,
abrió la luz de la mesita pero como la mujer estaba tumbada hacia
el otro lado no la despertó, suavemente la llamó.
M_ Encarna... Encarna.
En_ ¿Qué pasa? –se levantó sobresaltada.
M_ Nada... no grites –le habló bajito.
En_ Maca, ¿qué pasa, qué haces aquí?
M_ ¿Puedes hacerme un hueco? –le puso cara de suplica.
En_ ¿En mi cama? –abrió sus ojos como platos, ella asintió triste-.
Este no es tu lugar ¿eh?
M_ Por favor –insistió.
En_ ¡Ay que ver! –se hizo a un lado y Maca entró-. ¡Jesús niña vaya
pies traes!
M_ Encarna... tengo miedo.
En_ ¿Al coco?
M_ Encarna te estoy hablando en serio –su expresión estaba
marcada por el temor.
En_ ¿Y mi hija?
M_ Con Teresa.
En_ Y tú conmigo... el mundo al revés –cruzó sus brazos sobre el
pecho mientras Maca la miraba con preocupación-. ¿Qué ha pasado?
M_ Hemos discutido.
En_ Imagino... ¿el motivo?, ¿otra vez te has puesto tontita? –la
miraba fijamente.
M_ Algo así, pero no la entiendo...

621 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ ¿De verdad no la entiendes?, Maca tú eres inteligente, no creo
que no entiendas a mi hija –la miró pero Maca calló-. ¿No la quieres
entender?
M_ Comprendo que esté harta, creo que me he pasado... creo que
he apostado demasiado fuerte y he perdido –dijo cabizbaja.
En_ ¿Puedo decirte una cosa? –ella asintió con pena-. La que no
entiende de tu comportamiento soy yo, y no es un reproche, tú
sabrás que tienes en mente, tú sabrás que quieres conseguir con
esta postura tuya, pero sí, te has pasado, mi hija ya ha sufrido
mucho por ti, y este juego tuyo la está desbaratando te lo digo yo.
M_ Solo quería que está noche fuera mágica...
En_ Pues ya ves... cada una en una cama diferente y con la pareja
equivocada.
M_ ¿Y si me ha dejado de querer?
En_ ¿Esther? –ella asintió-. ¿Tú la has dejado de querer?
M_ No, pero yo he jugado con ella.
En_ Pues ahora apechuga cariño –le puso la mano en la barbilla-.
¿Qué te pasa realmente Maca?
M_ Tengo miedo, mucho miedo.
En_ ¿A qué?
M_ A perderla... ya van varias veces que dice de irse, de dejarme ¿y
si lo hace?
En_ Mi madre que era muy sabia decía... “ a grandes miedos,
grandes remedios”
La miró intensamente, Maca captó aquella mirada y sonrió muy
poco pero lo justo para cambiar la luz de sus ojos, entonces sintió
una necesidad bestial de refugiarse en el pecho de su suegra, la
mujer la abrazó con sinceridad, la quería sin ningún tipo de dudas,
se lo había demostrado estando allí con ellas, pero quien quiso
demostrar el gran cariño, respeto y amor fue Maca.
M_ Te quiero mucho Encarna.

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En_ Yo también hija.
M_ No sé que habría hecho sin ti...
En_ Pues lo mismo que conmigo –sonrió para mirarla y terminar
dando una carcajada-. Nadie somos imprescindibles.
M_ No creo...
En_ ¿Sabes lo que pasa?, aquí sobramos Teresa y yo, somos mucha
gente para vosotras dos... tenéis mucho de que hablar.
M_ Lo sé... y sobre todo mucho de que disculparme.
En_ Crearemos un plan.
M_ Ya lo tengo, en parte he venido para pedirte ayuda. Verás...
Estaba contándole el plan, cuando oyó como Daniel lloraba, se
levantó para ver que le pasaba, y al llegar vio a Esther que lo tenía
cogido en sus brazos, detrás de Maca apareció Encarna con el pelo
revuelto y bostezando, aquella interrupción en su sueño, sabía la iba
a dejar descolocada para toda la noche. Todo fuera por su nuera.
E_ ¿Dónde estabas? –le preguntó enfadada.
M_ Pues... estaba con...
E_ Te dejo con él y eres incapaz de cuidarlo –le reprochó con
enfado.
En_ ¡Esther! –su madre le advirtió con su voz y su gesto.
E_ No sabes ni cuidar a tu hijo.
M_ Esther no me digas eso –trató de defenderse pues los ojos
juiciosos de Esther le estaban haciendo daño.
E_ ¿Y qué quieres qué te diga?, ¡eh! –alzó su voz provocando que
Daniel volviera a llorar.
M_ He salido un momento, estaba dormido y bien.
E_ Mira Maca, déjalo. Ya está mi vida... ya está –lo besaba mientras
lo mecía con la mirada enfurecida de su madre haciéndole dudar-.
Creo que será mejor que me lo lleve al cuarto.
M_ Tu cuarto es este Esther.
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E_ Mamá, toma llévate a Daniel y cierra la puerta.
En_ ¡Esther!
E_ ¡Haz lo qué te he dicho! –le recriminó.
En_ Te vas a equivocar –le susurró bajando la voz mientras le cogía
al pequeño-. Ven con tu abuela cariño... que tienes dos madres pero
a ver cual de las dos tiene más delito.
T_ ¿Pero qué pasa?
En_ Nada Teresa vamos –Teresa miró por encima del hombro de
Encarna.
T_ ¿Qué le pasa a Esther?, menuda cara.
En_ Tormenta y de las grandes, justo ahora que Maca lo tiene todo
planeado para reconciliarse.
T_ No si éstas dos como sigan así, ni reconciliación ni nada... no si
ya me veo yo ya, con este numerito cada dos por tres.
En_ ¿Qué te ha dicho Esther?
T_ Está al límite, pero es que Maca ya tiene delito ¿eh?, ya le vale.
En_ Bueno, vamos a mi cuarto no me apetece oírlas gritarse.
T_ ¿Se van a gritar?
En_ Mira un Miura al lado de ellas, es un corderito, venga vamos.

Allí en el cuarto, mientras las mujeres se retiraban se habían


quedado mirándose la una a la otra, Maca queriendo pedir perdón,
Esther queriendo reprimir las ganas enormes de recriminar su
actitud como madre. Ninguna hablaba y cuando lo fueron hacer, lo
hicieron a la vez. Pero la voz dura y tensa de Esther apagó la
ternura de Maca.
E_ Mira Maca, creo que esto ya es demasiado... he tenido toda la
paciencia del mundo, he aguantado demasiado y no quiero discutir.
M_ ¿Por qué tenemos que discutir? –se le acercó.
E_ ¿Por qué?, ¡esto es el colmo!, ¿aún me preguntas por que?
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M_ Es que... no te entiendo Esther –le dijo elevando uno de sus
hombros asombrada al ver que Esther se retiró de su camino.
E_ Pues si no lo entiendes yo no te lo voy a explicar –la miró
duramente.
M_ Sólo he ido un momento a ver a tu madre –se disculpó-. Si no te
hubieras marchado, tú sitio es este no la cama de Teresa.
E_ Ya te vale, ahora la culpa es mía, ¿no?, ¡como siempre!
M_ No he dicho eso... Esther –trató de tocarla pero ella le apartó
las manos con un gesto de rabia-. Mi amor... no tenías que irte tu
sitio está...
E_ Tienes razón, mi sitio es este, pero si aquí no puedo estar
tranquila, si aquí me haces daño una y otra vez y eso parece que te
resulta placentero, pues como que comprenderás que no me
apetezca mucho compartir la cama contigo.
M_ ¿Yo te hago daño? –señaló su propio pecho con las dos manos
mientras su barbilla mostró un ligero temblor.
E_ Sí ¡me haces daño Maca, si! –le gritó sin poder controlar el
temblor ni en su voz ni en sus manos.
M_ Pero... Esther yo tan solo quiero demostrarte que te quiero.
E_ No Maca, tú no me quieres demostrar que me quieres, ¡tú lo que
haces es jugar conmigo!
M_ Eso no es verdad –le habló sin elevar la voz.
E_ ¿Qué no es verdad? –se precipitó hasta ella cogiéndola del brazo
fuertemente y Maca hizo gesto de dolor-. No puedo más Maca, lo
siento... no puedo más, te lo he dicho antes y no quiero volvértelo a
repetir.
M_ Me estás haciendo daño –Esther la soltó poco a poco pero sus
ojos le dolían más que sus manos apretando sobre sus brazos- No lo
hago a propósito, quizá no te has dado cuenta que...
E_ Me he dado cuenta que no puedo ayudarte más, me he dado
cuenta que mientras yo he tratado de poner todo de mi parte, a ti te

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ha sido muy fácil herirme, Maca no puedo más es tan sencillo como
eso ¡vale! –volvió a elevar la voz.
M_ ¿Qué me quieres decir? –Esther se tapó la cara mientras Maca
tragaba saliva pues su garganta se había quedado completamente
seca, se acercó hasta ella con el miedo marcado en sus ojos y le
apartó las manos de la frente-. Dime... ¡qué me quieres decir! –
insistió nerviosa-. Ahora no te calles, ¡vamos sigue no te calles! –
esta vez quien elevó su voz fue ella.
E_ Nada... no quiero decir nada será mejor que te acuestes.
M_ ¿Quieres marcharte otra vez?
E_ No lo sé Maca... sólo sé que estoy cansada... –le dijo cerrando
sus ojos con gesto agotado.
M_ ¿De mí? –asintió con lagrimas en los ojos.
E_ De la situación... no soy fuerte Maca, no lo soy –la sorteó y salió
de la habitación.
M_ ¡Esther! –ella se detuvo en la puerta sin girarse-. Si te quieres ir,
vete.
Cuando se quedó sola sintió que el suelo comenzaba a temblar
bajo sus pies, aquello no podía estar pasando, se había equivocado
tan solo quería hacer de su reconciliación, algo inolvidable, y desde
luego para ella lo estaba siendo, se sentó en la cama rompiendo a
llorar porque pudo percibir el dolor tan grande que Esther había
estado sufriendo, cuando la puerta se abrió no tuvo que levantar su
cabeza para dejarse abrazar por Encarna, ya lo sabía, sabía que era
ella, y allí con su suegra como único testigo lloró, se confesó y se
auto castigó durante toda la noche.

Por su parte, cuando Esther llegó al cuarto se encontró con la


mirada juiciosa y seria de Teresa, no quiso decirle nada por su parte
pero tuvo que escuchar de su voz dura un:
T_ Te has pasado, ¡y mucho!, ¡pero mucho!

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La mañana llegó justo cuando Encarna estaba tapando a Maca,
acababa de dormirse más por cansancio que por sueño, sus ojos
habían derramado las lagrimas que durante todo ese tiempo había
derramado Esther, se habían hecho daño mutuamente, y las dos
amigas testigo de todo cuanto había sucedido, durante la noche
habían puesto de su parte para limar asperezas entre ellas, para
cuando se levantaran. Sin embargo cuando Esther estaba
terminando su tazo de café se encontró con dos pares de ojos allí
delante suya fijos en su figura. Ella trató de omitirlos, trató de no
demostrar lo que sentía, se levantó sin mirarlas, dejó la taza en el
fregadero y sin girarse les dijo:
E_ De acuerdo, me he pasado, lo siento ¿vale?, ¡pero por favor
dejarme de mirarme así, por dios! –las dos guardaron silencio y
Esther se giró resoplando-. ¿Queréis qué me disculpe?, ya voy.
En_ No hace falta que vayas, Maca se acaba de quedar dormida.
E_ ¿Cómo está?
T_ ¿Ahora te importa? –levantó sus cejas doblando ligeramente su
cabeza.
E_ Joder yo no quise decir lo que dije, solo quise darle un toque de
atención, solo quiero que reaccione, ¡solo eso!, ¡joder!, necesito a
Maca a mi Maca –en su rostro se reflejaba perfectamente la
angustia.
En_ Pues no sé yo si la vas a recuperar o vas a tener que esforzarte
más, porque de esta no pienso que se recupere.
T_ Anda, vete, no quiero verte aquí hasta mitad tarde.
E_ ¡Pero...!
T_ Fuera, despéjate de la casa, de Maca y de nosotras... ¡fuera!
E_ ¿Me estás echando? –la miró perpleja con una sonrisa nerviosa.
En_ Te estamos echando, y no quiero verte por aquí hasta la noche,
ale, que te dé el aire guapa.

627 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Eso –agregó con gesto serio.
E_ ¿Os habéis vuelto locas? –las miraba riendo sin poder ocultar su
incertidumbre.
En_ Pues si seguís así, es muy probable que las próximas seamos
nosotras, déjanos con Maca y el niño, deja que ella también se
oxigene de ti.
E_ Está bien... ya veo que no voy a poder decir lo contrario, pues
me voy, me llevo el coche.
T_ Eso, vete a dar un garbeo, cómprate ropa que eso relaja.
E_ ¿Queréis que vuelva a alguna hora en concreto? –preguntó en
tono burlón aunque sin esconder su ofensa ante la actitud de las
dos.
En_ A eso de las ocho estaría bien, así ya tenemos la cena y con el
estómago lleno podéis dejar pasar lo que pasó anoche.
E_ No entiendo nada... pero me voy.
T_ Venga, ya tienes preparado el abrigo.
E_ ¿No os llevaréis a Maca?
En_ ¿Nosotras?, ¿a dónde?, ¡tú estás tonta hija, rematadamente
tonta!
E_ Vale mamá, es que me parece un poco raro –elevó una de sus
manos al aire.
En_ Tira, tira, tira – le decía dándole en el culo palmaditas.
T_ Venga... hasta la noche, así nos dejas descansar también a
nosotras –le decía sujetándole el abrigo para que se lo pusiera.
E_ Adiós –les dijo sin salir de su asombro. Volvió a asomar la cabeza
para preguntar-. ¿Qué estáis tramando?
En_ ¡Fuera!

Las mujeres la despidieron desde el porche, lo último que vio


Esther fue como dos manos agitaban al aire un movimiento de

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despedida, el espejo retrovisor le mandó la imagen de las dos
mujeres allí, quietas. Al verla desaparecer Teresa murmuró
T_ Jesús, ¡de esta me da un infarto!
En_ Manos a la obra.
T_ Pues espera que se despierte Maca, aún nos queda lo nuestro
¿eh?
En_ Sí, pero piensa lo que vendrá luego.
T_ Eso sí. ¿Carmen lo va a traer todo?
En_ Sí está emocionada, en cuanto vea pasar a Esther viene.
T_ Pues vamos allá.

Mientras Maca dormía, Encarna le contaba los planes de ésta,


todo había sido trazado durante la noche, los sueños de su nuera
podían hacerse realidad, o al menos, ellas tres iban a poner de su
parte para lograrlo. Trabajaron sin descanso las tres emocionadas
en lo que hacían, estaban entre risas preparando todo cuando Maca
abrió la puerta con cara de circunstancias, las miró a las tres
mientras ellas la miraban fijamente, le bastó echar un vistazo a la
mesa de la cocina, para saber que era lo que estaban tramando,
entonces miró a su suegra y le sonrió, mientras suspiraba.
M_ ¿Y Esther?
T_ La hemos echado de casa hasta... las ocho más o menos.
En_ ¿Estás preparada?
M_ Primero dejarme que me siente –dijo con cara de susto
poniéndose su mano en el pecho-. ¿Habéis echado a Esther?
T_ Sí.
Ca_ Ahora te toca a ti –agregó definitivamente Carmen con una
sonrisa en sus labios.
M_ Gracias –fue lo único que supo decir.

629 ”Adiós Esther” © by ldana


Durante todo el día Esther no paró de conducir, aquello le
relajaba quizá porque hacia tanto tiempo que no iba en el coche que
fue lo que más le apeteció, se detuvo en algún pueblo para hacer
una pequeña visita y seguir su marcha. De ese modo Esther estuvo
dándole vueltas a su situación, trataba de tranquilizar las
pulsaciones de su corazón, no sabía muy bien porque, pero se
habían disparado sin remedio, sobre todo, cada vez que pensaba en
Maca. Se quedó en Buitrago de Lozoya, allí fue a la peluquería, se
cortó la melena que muy acertadamente Teresa le había asemejado
a un león, se hizo la manicura, paseo por sus calles y
definitivamente se metió en el museo de Picasso, allí trató de
encontrar sentido a su vida que se podía reflejar en aquella pintura.
Después de su visita al museo, pasó la tarde paseando, echando de
menos a Maca, pensando en Maca, rogando en la Iglesia por Maca,
mirando fijamente aquella cruz donde Cristo mantenía su expresión
de máxima agonía, allí le pidió perdón por se tan injusta con ella,
por esperar demasiado de ella, por amarla sin remedio, por adorarla
hasta la obsesión, rogó porque la perdonara, porque pudiera al
llegar a casa, sin palabras abrazarse a su cuerpo y sentir su calor,
sentir los latidos de su corazón, rogó y rogó mil veces por Maca, ni
una sola por ella.

La noche caía lentamente, y un encantador atardecer le iba


mostrando el camino hasta su casa, se había entretenido y eran más
de las ocho, estaba segura que estarían sufriendo, miró el teléfono y
no tenía llamada alguna, ella lo había intentado a media tarde pero
Maca lo tenía desconectado, podía adivinar que estaría enfadada,
llegaba por el camino pensando que decirle, le pediría perdón por
sus duras palabras, le diría que solo fue un ataque de abatimiento
de cansancio, de rabia por su comportamiento en las últimas horas,
por su necesidad de amarla y no ser correspondida plenamente,
pero algo extraño había en la casa, todo parecía cerrado, no había
luz, las ventanas tenían las maderas puestas, la casa estaba como si
fuera un fantasma en medio del monte, sin saber porque el pánico

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llenó su interior, ¿qué estaba pasando?, ¿se habría marchado
Maca?, sus nervios se estaban derramando por su cuerpo como si
fuera agua caída del cielo, no notó el frío que hacía, porque estaba
sudando, el pánico la cubrió. Bajó del coche corriendo, no podía
ser... no había luz... no había nadie... estaba desesperada y cuando
trató de abrir la puerta vio que no estaba cerrada... con una
necesidad imperiosa abrió de par en par su gesto pálido, sus ojos
incrédulos y su respiración agitada ante lo que vio...
E_ Pero...
La puerta tras de ella se cerró... al girarse, vio atónita a Maca, tuvo
que parpadear para creer que no estaba soñando. Las luces estaban
apagadas, tan solo la luz del fuego activo de la chimenea, daba
reflejo a la estancia, provocando un ambiente mezclado entre
romántico e intimo, olía a incienso y la visión de Maca allí le hizo
temblar su corazón. Sus labios mantenían una sonrisa un tanto
trémula, parecía que Maca era la misma que le indicaba la
acompañara a su despacho en el Central, tenía la misma luz en sus
ojos que volvían a brillar aún en la tenue luz del lugar, podía
percatarse de su risa también nerviosa y sin más se acercó hasta
estar a un milímetro de su boca, se miraron a los ojos y en ellos
vieron el mismo sentimiento reflejado, parecía que volvían a la
primera vez que se besaron, los nervios estaban fijados en ambas,
la emoción también.
Fue Maca la que rompió el silencio aunque el crepitar del fuego les
había acompañado en esos segundos de descubrimiento de la una a
la otra.
M_ No quería asustarte, pensé que vendrías antes –tenía que
sujetarse las manos como podía entrelazando por si misma los
dedos, para no estrecharla entre sus brazos al verla.
E_ Lo siento –fue lo único que supo decir, pues sus ojos estaban
atrapados a los de Maca que se acercaba a ella sigilosamente,
mientras alternaba su visión de los ojos a los labios continuamente-.
Maca yo...

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M_ No digas nada –al mismo tiempo que posaba su dedo tembloroso
sobre los labios de Esther, fruncía su frente en señal de temor-.
Déjame hablar a mí, por favor.
E_ Pero... –la miraba con una devoción absoluta y después de
mucho tiempo, volvió a verse reflejada en la luz de su mirada.
M_ Esther... creo que te debo una disculpa, y quiero hacerlo con
todas sus consecuencias. Estos últimos días, desde que te pegue –
su expresión acompañó el tono de su voz sintiéndose culpable sin
poderlo evitar-, al despertar lo hice recobrando todas mis
emociones, lo hice completamente recuperada –la miraba
intensamente como esperando que Esther le reprochara algo-.
Desde entonces todo cuanto hice, lo hacía sabiendo plenamente que
a veces te hacía daño.
E_ Lo sé –dijo de repente tratando de tranquilizar sus emociones y
sus ganas feroces de echársele al cuello.
M_ ¿Lo sabías? –la miró sonriente con las mismas sensaciones y
necesidades.
E_ Lo intuía –sonrió nerviosa-. Pero... no quería admitirlo, me daba
miedo.
M_ Lo siento, francamente hasta anoche no me di cuenta del error
que estaba cometiendo. Lo siento mi amor –le susurró con esa voz
que desnudaba el alma de Esther y le hacía tiritar-. ¿Podrás
perdonarme todo cuánto he hecho?
E_ ¿Perdonarte? –la miró con sus ojos cristalinos por lagrimas que
aparecieron de golpe pues tanta felicidad no podía filtrar su corazón
y su voz reflejó el estado de su alma, tiritaba y se entrecortaba
saliendo como un susurro debilitado por tanta dicha.
M_ Eres lo mejor que me ha pasado en la vida cariño –al igual que
Esther, eran tantas las ganas que tenía de poder mostrarse como lo
que eran, dos mujeres enamoradas que a Maca su alma se
desarboló y dejó escapar la emotividad que durante tanto tiempo le
había paralizado-. ¿Me darás una oportunidad Esther?, la
oportunidad de demostrarte que eres lo más importante –buscó

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coger sus manos temblorosas tal y como ella, entonces agachó la
mirada mientras entrelazaban sus dedos, ambas con los ojos
llorosos, ambas con los latidos desbocados como caballos salvajes
en manada demostrando su poderío por la pradera, después de un
suspiro compartido le susurró con la emoción instalada en su voz-.
Te quiero.
E_ Maca –parecía que toda la fuerza que tuvo hasta ese mismo
momento le acababa de abandonar y con un susurro débil le
confirmó con su misma rotundidad-. Te quiero.
No necesitaron más palabras porque justo las que se dedicaron
eran las necesarias en esa demostración de amor, lo que sí
necesitaron fue el abrazo que ambas desearon por tanto tiempo, los
brazos estrechando el cuerpo de la otra, el temblor de la emoción de
estar juntas, el estremecimiento de la piel al tocar la otra piel,
aquella sensación de morir sin la otra parte, aquella necesidad de
demostrar y recibir amor. Esther lloraba porque lo necesitaba,
sacaba de sí todo el pánico que había vivido durante esos cinco
meses, lloraba al mismo tiempo que se aferraba a ella, tan solo
cuando calmó algo su llanto se separaron, Maca al igual que ella
lloraba emocionada, para ella tampoco había sido fácil y mucho
menos con el recuerdo imborrable de la bofetada y su rabia contra
quien era el amor de su vida, cuando lo recordó, su cuerpo tiritó, y
como si Esther lo adivinara en su mirada, le retiró el pelo que caía
sobre su mejilla, quería verle la cara completamente, quería sonreír
y que le sonriera, lo logró y entonces, con suavidad, con ternura,
con esmero, con delicadeza unieron sus labios, Maca rodeaba la
cintura de Esther atrayéndola por completo a ella, mientras, Esther
pasaba sus brazos por los hombros y la nuca de Maca para no
dejarla escapar nunca más.

Mientras en la posada, las mujeres estaban sentadas cerca del


fuego, Fermín las había abandonado para irse con los amigos al
único bar abierto, allí compartía unas partidas de dominó y después
llegaba a casa para estar con su mujer en silencio fumando una pipa

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y mirando el fuego, mientras ella hacia calceta. Pero aquella noche
era diferente, la casa se le había llenado con aquellas mujeres que
no hacían más que hablar de las otras dos. Cansado de escuchar
ruegos a todos los santos para que funcionara se marchó. Y allí
quedaron las tres compartiendo una tila, los nervios sin duda hacían
mella en ellas después del día tan ajetreado que pasaron.
Ca_ ¿Y qué no nos van a decir nada, eh?
En_ No creo que tengan tiempo... –sonrió con picardía.
T_ Estaba pensando yo Encarna, tú que como yo has vivido desde el
principio su relación podemos esperar tranquilas que se reconcilien
de una. Deberías haberlas visto Carmen, eran la envidia de todo el
Central, siempre tan pendiente la una de la otra, siempre besándose
a hurtadillas y no tan a hurtadillas –sonreía-, fue increíble el salto
que dieron, sobre todo Esther.
En_ Si, yo la veía tan cambiada, tan feliz, que pensaba por fin ha
encontrado al hombre de su vida. Debiste ver mi cara cuando supe
que era Maca.
T_ Es cierto –sonrieron las tres-. ¡Anda que la mía!
En_ Todo era nuevo para todas, pero hoy mirando atrás creo que mi
hija ha tenido mucha suerte... –afirmaba moviendo la cabeza-, si, la
ha tenido.
Ca_ Las dos, yo cuando vinieron aquí, estaban peleadas, pero en los
ojos de Maca vi un amor grandioso, y Esther me pareció tan
enamorada como asustada.
T_ Menuda época ¿eh?, ¡Jesús!, peleas y más peleas, miradas que
cortaban la respiración...
En_ No quiero ni recordarlo –murmuró después de beber.
Ca_ Pues ellas deberían, deberían aprender de lo vivido para que no
vuelva a suceder, tener la base del dolor para construir de nuevo la
familia dispuestas a luchar por todo sin dejarse tambalear por nadie.
En_ Ellas han superado tantas cosas, que parecía mentira verlas así.

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T_ En el Central hacían apuestas y todo ¡eh Carmen!
Ca_ ¿Ya habrán cenado? –preguntó sonriendo ante la carcajada que
acababa de dar Teresa, un tanto nerviosa un tanto impaciente.
T_ Con lo fogosas que son, no sé yo –hizo un gesto divertido
poniéndose colorada.
En_ Que disfruten, llevan tanto sufrido que creo necesitan mil y una
noche –sonrió.
Ca_ A ver que nos cuentan... –dijo sonriente.
T_ Poco, habrá poco que contar... ya verás...
Ca_ ¿Quién creéis que pedirá perdón primero?
En y T_ Maca –se miraron sonriendo.
En_ Ahí donde la ves, tan a veces dura, tan a veces directa, en
muchas ocasiones distante, a veces muy borde, es lo que se dice
una mujer de bandera, sentimental bajo esa coraza que se pone,
cariñosa con mi hija hasta limites insospechados...
T_ Tan pendiente de esa cabeza loca...
Ca_ Bueno... pero Esther...
En_ Una cabeza loca, lo que dice Teresa –le confirmó con gesto
afirmativo-, pero que la ama con locura.
T_ Con pasión, Maca la ha hecho mujer –al ver la mirada de Carmen
agregó con rapidez-. Me refiero a que le ha hecho sentar la cabeza,
ser menos impulsiva.
En_ Pero el mismo desastre ¿eh?, que todo lo que ha pasado ha sido
por su culpa, yo soy su madre pero reconozco las cosas.
T_ La chica estaba un tanto confundida... no fue fácil para ella.
En_ Ser madre es lo más maravilloso del mundo... ir a ponerse
tonta justo en ese momento, es para darle un buen azote en el culo,
yo soy Maca y no la perdono.
Ca_ Quizás eso era una de las cosas que necesitaba pasar, ese
miedo a perder a Maca, es como cuando nuestros maridos piensan

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que vamos a dar todo nuestro amor a nuestros hijos... a Esther le
pasó igual, es mujer, pero ama con demasiado ímpetu a Maca, no
debió ser sencillo.
T_ Ahora solo queda que alegren todo, se vayan a ese viajito
maravilloso que les ha preparado Pedro y vuelvan ya sin más
sobresaltos.
En_ Nos lo merecemos, que nos dejen descansar una temporadita.
Ca_ Hoy tengo sentimientos enfrentados –las dos mujeres la
miraron con expresiones preocupadas porque vieron como se puso
triste-. Me alegro por ellas por superar todo cuanto han pasado,
pero –agachó la cabeza pues no quería que las lagrimas que en ese
momento llegaban a sus ojos salieran. Encarna que sabía lo que iba
a decir, se apresuró a sentarse a su lado tomándole la mano al igual
que Teresa-. Os voy a echar de menos horrores... de verdad –sus
ojos se cubrieron de sombras y lloró sin evitarlo
En_ Carmen –sus ojos también se habían entristecido y un nudo se
había adueñado de su garganta.
T_ Vamos amiga... esto no significa que nos dejemos de ver...
Ca_ Lo sé... pero no será igual... Fermín tenía razón, para mí, Maca
y Esther me han devuelto la alegría de vivir –se soltó de la mano de
Encarna para sonarse y limpiarse los ojos-. Por las mañanas tenía
algo en lo que ocupar mi mente, ayudarlas a ellas, estar pendiente
de Daniel... en cierto modo era como saldar la deuda a la vida por
mi comportamiento con mi hijo...
En_ Eso no es así Carmen, no te reproches tu actitud, no puedo
consentir que cometas ese error... todos nos equivocamos y todos
podemos rectificar.
T_ Claro que si, mira Rosario con todo lo mal que lo pasaron ella y
Maca, con todos los reproches que tuvo que escuchar mi pobre
Maca, y mira ahora. ¿Quién te dice que un día tu hijo no viene? –le
preguntó sonriente tratando de darle un tanto de animo.

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Ca_ Eso sería un milagro y ya he dejado de creer en ellos... –dijo
con un desanimó que cubrió la sala de oscuridad-, pero bueno... no
me hagáis caso estoy un poco sentimental con la situación de las
chicas.
En_ ¡Os dais cuenta lo mucho que hemos compartido!, hemos sido
cuatro mujeres al frente de un momento delicado en la vida de una
pareja, cuatro mujeres, cuatro madres coraje –sonrió.
T_ Y que lo digas... ¿hay algo más hermoso que ser madre?,
Carmen –le cogió la barbilla-. Nunca dejes de creer en los
milagros... mira Maca.

En el comedor, dos cuerpos seguían unidos, cuatro manos tomaban


la piel de la otra, repartiendo caricias al principio lentas para pasar a
cada segundo que los besos se transformaron de suaves en
apasionados, iban clavando sus dedos, llenándose de la piel que
tanto deseaban, se besaban sin piedad, con una necesidad como la
que el hambriento tiene de llevarse bocado al estómago, ya que la
necesidad de sentir aquellos besos, aquellas caricias y aquel gemir
de un placer tan verdadero como añorado era lo único que deseaban
con todas sus fuerzas, Esther había empujado suavemente a Maca
hasta apoyarla sobre la puerta, allí siguieron besándose, los labios
carnosos y húmedos recorrían todo cuando podían abarcar a su
paso, sus lenguas jugaban al ritmo de un castillo de fuegos
artificiales, que poco a poco va tomando intensidad, solo cuando
Esther bajó sus manos y la metió por el interior de la camiseta que
llevaba Maca, ésta tomo conciencia de la situación. Le costó un
mundo detener aquella marea de sensaciones, emociones y pasión,
pero los pasos debían ser dados poco a poco, para que al final, todo
acabara con una locura de placer.
M_ Esther para... para...
E_ ¿No me pidas que pare? –jadeaba y tragaba saliva.

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M_ Cariño... tenemos toda la noche para nosotras –le dijo mientras
apoyaba su frente contra la de una Esther que resoplaba-. Tenemos
que hablar y quiero que veas algo...
E_ No quiero hablar... no quiero ver otra cosa que no seas tú.
M_ ¡Mi princesa guapa! –la besó sonriente.
E_ ¡Ay Dios mío! –suspiró tratando de recolocar todo su deseo en su
lugar-. Está bien... tú mandas hoy.
M_ Te quiero.
E_ Dímelo otra vez –le susurró apretando sus brazos sobre la
cintura de una Maca que se mostraba plenamente feliz.
M_ Te quiero –le musitó en su oído haciendo que un temblor
cubriera de los pies a la cabeza a Esther.
E_ Cariño... no sabes lo que escucharte significa para mí.
M_ Claro que lo sé tontita, lo sé porque para mí significa lo mismo
después de tanto sufrimiento...
E_ Te quiero –le dijo sonriendo y dejándole un fino beso sobre unos
labios que reclamaban su presencia insistentemente.
M_ ¿Vamos?
E_ No... –le apretó contra la pared poniendo sus manos sobre el
vientre de Maca.
M_ Venga... –dio una carcajada que resonó y cubrió de alegría toda
la casa.
E_ ¿Cómo lo puedes soportar? –le susurró acercándose a su boca
nuevamente.
M_ Me lo estás poniendo realmente difícil –le acarició la cara con
suavidad-. Pero todo a su tiempo, luego nos sabrá mejor.
E_ Luego pasará algo y no podremos...
M_ Te prometo que no pasará nada... lo único que va a pasar es lo
que nosotras deseemos, ¿de acuerdo cariño?

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E_ ¡Ay como te quiero!... –suspiró apartándose-, haz conmigo lo
que quieras, ¡pero hazlo ya!
M_ ¡Menuda propuesta como para facilitarme las cosas!
Se miraron y sonrieron, ambas sentían que poco a poco la
muralla que habían interpuesto entre las dos se iba derrumbando
con cada mirada repleta de amor, con cada suspiro lleno de pasión,
con cada caricia lenta y suave colmada de felicidad.
Una vez llegaron a la puerta de la cocina, Maca se puso detrás
de Esther le hizo cerrar los ojos, a lo que Esther mostró una de sus
sonrisas nerviosas, que tanto gustaban a Maca y tanto la llenaban
de paz; a cambio de dejarse llevar reclamó un beso que fue
entregado con ternura y un suspiro nervioso por parte de Maca, una
vez dentro, Maca apartó lentamente sus manos, y Esther no pudo
más que abrir la boca y soltar un silbido de sorpresa.
M_ ¿Te gusta? –la miraba sonriente y feliz.
E_ ¡Joder! –le salió de su alma.
M_ Esther por favor deja un poquito de pensar en ello –le dijo
burlándose de ella, y al percatarse de su comentario le dio un
pequeño manotazo en su brazo derecho mientras le sacaba la
lengua un poquito. Ante aquel gesto Maca se mordió el labio y le
dijo acercándose hasta su cara-. No me provoques...
E_ Lo siento... eso no vas a lograrlo –le dio un beso rápido pero
Maca no la dejó ir tan fácilmente, esta vez fue ella quien tomándola
por la cintura la atrajo y la beso apasionadamente. Al separarse,
Esther sonrió-. Cuanto echaba de menos estos besos.
M_ Si te portas bien, habrán más –le guiñó el ojo dándole
simpáticamente un golpecito en el culo-. ¿Te sientas?
E_ ¿Lo has preparado tú?, ¿has traído un catering?...
M_ Muy graciosa –le habló con tono guasón-, ¿tú crees que teniendo
a esas tres pedazos de mujeres que tenemos voy a perder el tiempo
con un catering?
E_ ¡Ahora lo veo claro!, ¡por eso me echaron!

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M_ Si –sonrió ampliamente mientras se sentaba enfrente.
E_ ¿Fue tuya la idea de mandarme fuera, verdad?
M_ Te aseguro que no... mía fue la idea que viene después... –le
miraba con una picardía desafiante a los ojos.
E_ ¿No vas a sentarte a mi lado? –le devolvía la mirada.
M_ No –sonrió al recordar el momento preciso al que estaba
haciendo referencia Esther-. Lo siento... de verdad... creo que me
pasé.
E_ ¡Qué va!, estuvo genial –sonrió llenándose de ella.
M_ ¿Empezamos?
E_ ¡Uf!, ¿y por dónde? –miró todos los platos que allí habían.
M_ Por el principio. ¿Recuerdas cuándo nos conocimos?
E_ Creo que nunca podré olvidarlo, te odié tanto que a veces me
pregunto como puedo amarte así, como te amo, como te siento mía.
M_ Ya... yo sin embargo me quede coladita por ti desde el primer
momento en que te vi, y ahora, siento que aquel sentimiento no
significa nada con lo que siento ahora –le alargó la mano y Esther se
la tomó sonriente.
E_ Maca... siento de verdad todo cuanto ha pasado... creo que
perdimos el tiempo tontamente.
M_ Es cierto... yo...
E_ La culpable soy yo –le interrumpió sin dejarle seguir, después le
acarició con ternura las manos-. Te aseguró que cuando estabas en
coma, no podía con mis remordimientos... lo he sentido tanto... que
te prometo nunca más dejar que algo así, nos separe... no quiero
perder ni un solo segundo de mi vida a tu lado.
M_ Ni yo –entrelazaron sus dedos con gesto de emoción-. Yo
también tengo mi culpa Esther, no sé como creí a Luna... de
verdad...
E_ Olvidemos todo cariño... ahora estamos aquí, retomemos
nuestras vidas, nuestro amor sabiendo lo mucho que podemos
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perder... que al menos esto sirva de algo, que tanto dolor no quede
en el vacío.
M_ Tienes razón... esta mañana cuando me he levantado y no
estabas... creí por un momento que me moría –hablaba con voz
calmada pero repleta de angustia-. No quiero perderte nunca más
Esther... te quiero...
E_ Y yo mi niña...
M_ Se va a enfriar...
E_ Será lo único que se enfríe –le guiñó el ojo provocativamente.
M_ Venga... va... que luego lo tendrás que demostrar –dio una
carcajada.
E_ ¡No sabes lo que me provoca esa carcajada! –sus ojos se
pusieron vidriosos.
M_ ¿Vino?
E_ ¿No será cabezón?, seguro que lo ha dejado Carmen.
M_ Pues no sé si es o no, esta vez no me ha dicho nada, aunque no
creo que lo necesitemos, ¿verdad?
Esther sonrió ampliamente dando con aquella sonrisa coqueta
la contestación que tanto esperaba Maca.
Aquella cocina de campo, se había convertido en una
improvisada sorpresa, como si del mejor restaurante se tratara. En
la mesa un mantel que según Carmen había encontrado en su
Fonda, venía con un pedido que hicimos de vino, le contaba entre
risas Maca a una Esther que devoraba aquellos platos que entre las
tres habían preparado, la comida que más la deleitaba, todo casero
hecho por las manos únicas de esas tres mujeres de bandera, unas
velas con candelabros de plata brillante, le daba el toque intimo a
aquel lugar donde tantas conversaciones se habían dado, Esther le
contó alguna de ellas, quizá la que más le había impactado, fue
aquella que tuvo con Fermín, quizá quien mejor entendía su estado
desesperante, su agonía y su miedo. Al contarlo Maca buscó la
calidez de su mano, se aferró a ella sonriéndole con pena, sabía

641 ”Adiós Esther” © by ldana


cuanto había sufrido, lo supo cuando leyó sus ojos cuando vio su
rostro un poco más delgado, un mucho más triste.

Mientras, en Jerez una nerviosa Rosario abandonaba de vez en


cuando la fiesta donde se encontraba para localizar a Teresa, desde
donde estaba no había cobertura y no dudó en marcharse del lugar
ante una disculpa sonriente por el jardín de aquella enorme casa de
aquel acaudalado amigo de Pedro, hasta conseguir localizar a
Teresa.
R_ ¡Teresa!
T_ ¡Caray Rosario un poco más y me dejas sorda por los restos! –
contestó ante la sonrisa de Encarna y la de Carmen, quien se había
recuperado un tanto de su tristeza.
R_ ¿Sabéis algo?
T_ No, y seguro que no vamos a saber nada hasta mañana, hemos
visto pasar el coche de Esther, si no ha regresado es que no ha
huido despavorida de Maca.
R_ Bien –suspiró profundamente-. Estoy de los nervios.
T_ Ya lo noto ya.
R_ ¿Y vosotras?
T_ Llevamos varias tilas, pero cada minuto que pasa juega a nuestro
favor...
R_ He rogado tanto que se aclare todo, que ahora estoy temblando
del miedo.
En_ Rosario –le cogió el teléfono a Teresa-. Tranquila mujer, que
nuestras hijas seguro que están ya más que reconciliadas –dio una
carcajada.
R_ Dios te oiga Encarna... ¿sabes?
En_ Dime hija.
R_ Os echo de menos, en especial a ti.

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En_ Igual te digo... pero pronto nos veremos para celebrar que
volvemos a formar parte de la misma familia.

Habían terminado la cena entre anécdotas divertidas que


contaba Esther a una Maca que cada segundo pensaba que no iba a
poder resistir la distancia y terminaría pasando por encima de la
mesa hasta llegar a su mujer, y hacerla suya entre los restos de la
cena. Solo cuando vio que había terminado de comer, ¡qué le costó
lo suyo!, pensó para sí, se levantó hasta la nevera.
E_ ¿Mas sorpresas? –la miraba encantada.
M_ Sí –sacó un plato repleto de mousse de chocolate, cerrando la
nevera con el culo-. Nos vamos a poner las botas.
E_ ¡Chocolate! –abrió sus ojos mirándola fijamente-. ¿Tú lo vas a
necesitar?
M_ Te aseguro que no... pero ya que está hecho...
E_ Esto ha sido idea de mi madre, seguro –ambas sonrieron-.
Cuanto han sufrido con nosotras cariño...
M_ Lo sé –dibujó una sonrisa triste-. Pero ahora deben estar
pensando si hemos hecho las paces o no...
E_ Oye... ¿puedo darte una idea para tu sorpresa? –sus ojos
picarones chispeaban de alegría arrancándole una carcajada
emocionante a Maca-. Y... y si nos llevamos el chocolate a la
habitación... –se mordió el labio guiñándole un ojo mientras Maca
entrecerraba los ojos-. ¿Eh?
M_ Pues...me parece una idea estupenda...
E_ No puedo más Maca... te lo aseguro –se puso en pie y
lentamente fue hasta ella que se había quedado de espaldas a ella
tras dejar la bandeja sobre el banco de la cocina-. Llevo mucho
tiempo bajo una presión terrible –se paró justo quedando a escasos
centímetros de ella. Maca se volvió no quería perderse ni un solo
segundo de aquella mirada-. Por cierto estás muy guapa.

643 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Tú también, ese peinado te queda divino... –le acarició con
suavidad la melena.
E_ Lo sé, siempre me decías que era el que mejor me quedaba...
M_ ¿Te lo has cortado a propósito?, a ver que más llevas –bajó su
mano hasta la camiseta que llevaba apartándola un poco pero
Esther la quitó suavemente mientras la llevaba a su boca besándola-
. Creo que será mejor que nos vayamos...
E_ He hecho tantas cosas a propósito últimamente... que ya me
había quedado sin recursos.
M_ Eso no es cierto –le besó con suavidad-. Toda tú eres un recurso
que me vuelve loca.
E_ Maca –murmuró besándola con pasión la empujó nuevamente
contra el banco, sus bocas se devoraban con pasión, su deseo iba en
aumento llegando a un punto donde parar era una locura, pero Maca
paró, nuevamente paró y entre jadeos y con los ojos cerrados
Esther susurró-. No, otra vez no...
M_ Ven –la cogió del brazo y tiró de ella para salir corriendo hacia la
habitación, parecía que ella tampoco estaba dispuesta a aguantar
mucho más.
E_ El mousse –dijo sin éxito porque Maca no paró.
M_ Vale, ya está –se detuvo delante de la puerta mirándola con
gesto de deseo, luego resopló-. ¿Preparada?
E_ Estamos locas Maca... –dio una carcajada al ver el gesto de
Maca.
M_ Ya no puedo más... venga... cierra los ojos.
E_ ¿Otra vez?
M_ Se lo prometí a tu madre...
E_ Va... va... abre... –hablaban con la respiración jadeante casi al
borde de la locura-. ¡Abre!
M_ Voy, voy.
E_ ¿Qué haces?
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M_ Sacar el pañuelo.
E_ Joder... va –se dio la vuelta para facilitar la maniobra mientras
Maca se partía de risa.
M_ No te muevas o no puedo –le protestó.
E_ Esto es de locos –le decía riéndose.
M_ ¿Ves algo?
E_ No, y si tardas mucho a quitármelo, me vas a cortar la
circulación.
M_ ¡Mira que eres bruta!
E_ ¿Yo?, venga ¡va! –le decía nerviosa-, o no te duro ni un minuto.
M_ Te aseguro que me vas a durar mucho más –le susurró en su
oído nuevamente con su voz sedosa notando su respiración.
E_ Maca... por lo que más quieras... abre la puerta.
Con una amplia sonrisa, Maca abrió la puerta introduciéndola
con cuidado en la habitación, mientras la conducía hasta el lugar
indicado su sonrisa no se borraba ni un segundo de sus labios. La
dejó justo al lado de la cama, ella se separó un poco, Esther que
hasta entonces la notaba cerca por su respiración, se dio cuenta que
se había quedado sola.
E_ ¿Qué haces ahora?, ¿dónde estás? –movía sus manos al aire
pero Maca no contestó, de repente se oyó una música, la reconoció
al segundo, era el piano de Catherine Marie Charlton, tocando
“River Dawn”, la habían descubierto por casualidad una noche y no
les hizo falta palabras porque con sus notas, se desataron sus
deseos y por siempre quedó aquella música para su intimidad. Tal
fue así que Esther suspiró murmurando-. Dios...
M_ Ya puedes quitarte el pañuelo –su voz le hizo entender que no
estaba muy lejos de ella.
Al quitarse el pañuelo vio toda la habitación como a ella le
gustaba, muchas veces Maca se burlaba de ella, eso de las velas es
de una ñoñería, le decía entre risas. Y allí estaba, con la habitación

645 ”Adiós Esther” © by ldana


iluminada de manera mágica, con las notas de aquel piano volando,
envolviéndolas, capturándolas, penetrando en sus corazones. Maca
esperó que Esther diera unos pasos que la llevaran hasta ella,
entonces se miraron a los ojos emocionados, ojos repletos de amor,
y sin decir palabra se aferraron la una a la otra, un abrazo profundo,
añorado, un abrazo delicado donde el amor fluía uniéndose a esas
notas que llegaban suaves hasta ellas, notas que hacían que sus
cuerpos vibraran de deseo.
E_ Te quiero –le dijo mirándola y llenándose de ella.
M_ Te adoro, eres mi diosa, mi vida... no quiero vivir sin ti –la
miraba llenándose de ella.
E_ Te aseguro que no sé vivir sin ti, te lo aseguro mi amor.
Volvieron a unir sus labios, parecía que todas las prisas que
habían sentido antes de entrar, se les habían desvanecido,
lentamente se besaron, se abrazaron sin prisas, Maca dejó un suave
beso sobre el hombro de Esther que la aferraba como si temiera que
al soltarla algo pudiera romper la magia del momento.
Poco a poco fueron necesitando más, primero Maca metió sus
manos bajo la camiseta de su mujer quien gimió sin quererlo evitar,
Maca le sonrió le gustaba tanto hacerle sentir aquel placer, pero la
sonrisa se le borró tan rápido como Esther buscó el roce de sus
manos con sus pechos, tuvo que morderse el labio y suspirar
profundamente, después, con calma pero entre jadeos y suspiros se
fueron quitando la ropa, cuando quedaron libres tal y como les
gustaba verse, con la piel preparada para llenarse de la otra piel, se
tumbaron sobre la cama, la pasión fue creciendo, las caricias se
fueron haciendo cada segundo más intensas, sus lenguas
comenzaron a jugar, sus caderas se buscaban y escapaban por
igual, sus respiraciones se habían lanzado en la carrera del goce
mutuo, primero Maca sobre Esther, después Esther hizo rodar el
cuerpo de su mujer quedando sobre ella, se mostraron los ojos la
pasión que sentían, sintieron humedecer sus pieles, y entonces
cuando las dos estuvieron preparadas hacia el bello viaje del placer,
decidieron cada una tomar el mismo camino, no quisieron llegar por
646 ”Adiós Esther” © by ldana
separado, un único recorrido, una única carretera que llevaba al
cielo, a ese espacio entre la vida y la muerte, ese limite donde la
vida parece que se les iba, y donde ambas sintieron que morir a
cambio de esa sensación era un buen precio para abandonar la vida.
Una vez llegaron a un orgasmo mutuo, se abrazaron, Maca estrechó
con fuerza el cuerpo desnudo y todavía tembloroso de Esther, que
con los ojos cerrados disfrutaba de esas caricias lentas y casi
autómatas por parte de la pediatra que disfrutaba de la música
relajante.
Pero ninguna quería aquella corta vivencia, de ese modo, fue Maca
quien tumbó a Esther en la cama, le susurró que se pusiera boca
abajo, y ella encantada con una sonrisa que parecía estaba
hechizada por la mirada de su mujer, le hizo caso, despacio Maca
comenzó a acariciar su espalda, sabía que le gustaba aquel masaje,
sus dedos recorrían lentamente la espalda de abajo arriba, de arriba
abajo, de vez en cuando era tan solo un pequeño roce de sus
yemas, sobre todo, cuando las pasaba por la parte lateral de sus
pechos, la respiración entrecortada de Esther le demostraba que lo
estaba logrando, y cuando más respiraba señal inequívoca que
estaba logrando su propósito, se tumbó sobre ella besando su
mejilla, dejando una caricia mínima con su lengua por su rostro,
produciendo un estremecimiento en ella, que le provocó una sonrisa
vencedora, después, el masaje se alternó tierno y fiero, la espalda y
el trasero, hasta que Esther notó como tan solo una mano jugaba
por ella, la otra, se desplazó con cuidado entre sus piernas,
mientras Maca se mordía el labio pensando en lo que iba a llegar, su
roce, con aquel tesoro que era únicamente suyo, le hizo a ella
misma cerrar los ojos, allí la esperaba Esther, que se aferró a las
almohadas ante aquel reencuentro. El piano de repente tuvo a bien
crecer un poco su intensidad, y Maca lo siguió como si fuera el
director de la orquesta en la que Maca estaba logrando con su solo,
cautivar a su única espectadora, Esther se movía mientras gemía
con fuerza, se contraía de placer mientras Maca no paraba de
acariciarle, hasta que por fin, con una ovación cerrada, Maca
consiguió el éxito esperado, y como si con él, el cansancio se

647 ”Adiós Esther” © by ldana


apoderara de ella, tuvo que dejarse caer en la cama justo al lado de
quien había disfrutado de aquel concierto intimo para dos.
E_ Bestial... –fue lo único que pudo decir tratando de tragar saliva
por una garganta seca como el desierto.
M_ ¿De verdad? –sonrió con su respiración un tanto agitada.
E_ De la buena.
Se subió sobre ella, mirándola fijamente, bebió sus pechos
sedienta, sin perder tiempo y con la sonrisa dibujada en sus labios
recorrió su cuerpo con lentitud con caricias lentas pero firmes,
después hizo el mismo recorrido con su lengua, jugueteando con su
ombligo, provocando en Maca gemidos incontrolados, suavemente
con sus manos empujó un poco su cabeza, cogiendo sus cabellos
entre sus dedos, le repetía una y otra vez lo que quería con su voz
repleta de deseo, un deseo que encendía a Esther, quería verla
como tanto le gustaba, y para eso, sabía lo que tenía que hacer,
como si fuera un buceador con la visión más maravillosa que podía
tener, única y exclusivamente para ella, buceó entre sus piernas,
sabía que allí estaba el coral más preciado, lo buscó con cuidado, al
principio notó como el estremecimiento de Maca, le hacía recorrer el
fondo del mar un poco más rápido, ella y solo ella era capaz de
poder saborear aquel mar salado que Maca le ofrecía entre suspiros
y gemidos, sabía que estaba en el lugar acertado, podía notar como
el mar calmado cada vez se agitaba más convirtiéndose en un mar
tormentoso, podía beberlo, saborearlo, disfrutarlo con total
dependencia, hasta que Maca gritó y aferrándose a sus manos que
trataban de abrirse paso en aquel maravilloso mundo marino que
tanto le gustaba, musitó su nombre con total entrega. Después
reptando por su cuerpo como si fuera una serpiente subió hasta su
boca, ya estaba en la superficie, y podía respirar volver a su lugar el
oxigeno y disfrutar de los latidos incontrolados del corazón de Maca
y del suyo mismo.
M_ Te quiero Esther... –lo dijo débilmente, pero con una intensidad
que llegó hasta el corazón de su mujer que sintió como la piel se
erizaba.
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E_ Y yo mi amor.

Durante un buen rato, Maca abrazaba el cuerpo desnudo de


Esther que se había acoplado a los huecos del de su mujer, parecía
que estaba perfectamente concebidas para ocupar aquel lugar
pareciendo una. Ambas trataban de recuperar poco a poco la
respiración, el ritmo de sus corazones iban descendiendo después
de tanta intensidad, la calma había cubierto el ambiente que
segundos antes había vivido un autentico diluvio de amor.
Cansadas, se apoyaba la una en la otra, parecía que el sueño les iba
a vencer, Maca acariciaba lentamente el vientre de Esther mientras
ésta, se había aferrado a la mano que tenía bajo su cuello y que la
estrechaba. Se oía únicamente las respiraciones de ambas, y ante
aquel silencio intenso apareció el susurro enamorado y cansado de
Maca.
M_ ¿Estás dormida, cariño?
E_ Casi –murmuró con su voz extasiada y los ojos cerrados.
M_ ¿Tú sabes que nos hemos dejado el chocolate en la cocina? –
levantó un poco la cabeza para tener la visión de su rostro tranquilo
y relajado pero que ante su pregunta, dibujó una sonrisa.
E_ Sí, lo sé.
M_ ¿Por qué no vas?
E_ ¿Yo? –le preguntó sonriente-. Las piernas no me obedecen Maca,
aún me tiemblan.
M_ Y más que te van a temblar... –le susurró cerca de su oreja
provocándole un suspiro-. Sé buena chica.
E_ ¿Más? –trató de zafarse del cuerpo que tenía pegado al suyo.
M_ Sí, y te prometo que te recompensaré –se separó lo justo para
subir sobre ella, apoyar su codo en la almohada y observarla. Esther
le acarició la mejilla con el dorso de la mano suavemente, para
depositarla en los labios sensuales de Maca que le dejó un fino beso-
. Te quiero.

649 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Mañana no vamos a poder movernos... tendremos una agujetas
que a ver como lo contamos.
M_ ¿A quién quieres contar nada? –la miró sorprendida y sonriente
mientras su mano jugueteaba con su pecho derecho con extrema
dulzura.
E_ Pues... ¿voy a tener más sorpresas?
M_ Vamos a estar solas unos días... nadie nos molestará –le guiñó
el ojo y la besó.
E_ ¿Ah si? –se mordió el labio-. Lo has planeado todo muy bien ¿eh?
M_ ¿Te gusta?
E_ Me encanta –se besaron suavemente.
M_ Y a mí.
Aquel susurró llegó acompañado de un pequeño roce de sus
labios en la oreja derecha de Esther que se estremeció regalándole
un gemido gutural que hizo que Maca siguiera rozándole unas veces
con los labios, otros con la punta de la nariz y alguna vez
regalándole una sensación vertiginosa, con la punta de la lengua.
Después de tanta pasión, les apetecía algo más calmado, Maca dejó
de apoyarse sobre la almohada, para subir sobre Esther a
horcajadas, ella apoyó sus manos suavemente sobre su espalda y
así en aquella postura tan íntima comenzaron a besarse
suavemente, no separaban sus bocas por si se perdían, sus labios
parecían el imán unos, y el hierro otros, después de devorarse sus
movimientos tiernos, suaves y delicados, les daban un placer
maravilloso que les hacía perderse en aquel maravilloso mundo del
amor.
Tras unos minutos de besos y cuando Esther notó que Maca
intensificaba sus movimientos decidió devolverle la moneda.
E_ Para –le dijo separando sus labios ladeando la cabeza hacia la
izquierda.
M_ ¿Qué pasa? –le preguntó un tanto turbada.

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E_ El chocolate mi vida... el chocolate.
M_ No lo necesitamos cariño –le besó el cuello justo allá donde
sabía que Esther se desmoronaba.
E_ No, no y no –se zafó de su boca y de su cuerpo con un
movimiento ágil, que provocó un quejido amargo de Maca al dejarse
caer a la cama, después se giró y tuvo la visión maravillosa de
Esther completamente desnuda mirándola con una sonrisa-. No
vamos a hacer el feo de no probarlo.
M_ No me hagas esto, por favor... –dijo frunciendo los labios
disgustada.
E_ Donde las dan –estiró la manta y la obligó a darse una vuelta en
la cama-, las toman.
M_ ¡Qué vengativa eres! –entrecerró sus ojos.
E_ Después de todo cuanto me has hecho... algo debía hacer, ¿no?
–Maca sonrió mientras se pinzaba el labio inferior con expresión
meditabunda-. Oye te has dado cuenta que se ha terminado el
compact.
M_ Si.
E_ ¿Hemos estado una hora haciendo el amor?
M_ Y lo que nos queda –se puso de rodillas en la cama acercándose
hacia una Esther que le sonreía de manera totalmente provocativa
con ese brillo especial que da el amor en sus ojos-. Ven aquí.
E_ No –se separó y echó a correr mientras decía divertida-. Ya
vuelvo, ¡aguanta!
Sonriente se quedó allí mirando la puerta, exhaló un profundo
suspiro, ahora podía sentir el amor en su interior, podía sentir el
deseo por esa mujer que la volvía loca, notaba como su corazón
latía alegre, como su alma pedía más y más besos para llenarla de
calma, notaba como todos sus miedos se habían evaporado, estaba
junto a Esther... allí seguía... a su lado como siempre, todo lo que
había pasado quedaba atrás, lo había superado. Con una amplia
sonrisa y las ilusiones a flor de piel, saltó de la cama y volvió a

651 ”Adiós Esther” © by ldana


poner la música, un poco más alta, después saco la botella de
champán que tenía guardada bajo la cama, y las dos copas que
Carmen le había traído, pero entonces, una sonrisa traviesa iluminó
su cara, devolvió las copas a su lugar, y dejó la botella sobre la
mesita. Después se asomó para ver si Esther venía, tardaba más de
lo normal, algo estaría haciendo pensó, entonces se acercó hasta la
ventana, separó la cortina lo justo para poder llenarse de una noche
mágica. Miraba al cielo, con sus ojos repletos de alegría, si bien no
era muy de Dios, esa noche necesitó gritarle “Gracias”, “gracias” por
haber superado algo tan grave, “gracias” por recuperar su interior,
pero sobre todo, “gracias”, “millones de gracias” por tener a su lado
a la mujer de su vida, a quien le había robado el corazón, a quien le
daba motivos todos los días cuando se levantaba para seguir
luchando, a la mujer que le había dado la oportunidad de ser madre,
la mujer que amaba, la mujer que necesitaba para respirar, dio
“gracias”, con sus ojos emocionados, y entonces notó como las
manos de Esther la abrazaban arrastrando la manta y acercándola a
su cuerpo desnudo.
E_ ¿Qué haces?
M_ Agradecer –dijo y guardó silencio.
E_ ¿Por recuperarte? –no se movieron de la misma postura en la
que estaban con la música de fondo y el reflejo de la chimenea
jugueteando entre ellas.
M_ Por tenerte.
E_ Yo las he dado todos los días mi vida –Maca reposó su cabeza
sobre la frente de Esther-. Gracias por poder amarte y esperar que
cuando te pusieras bien, quisieras estar a mi lado.
M_ ¿Cómo no lo iba a estar? –entonces se giró mirándola a los ojos
intensamente-. No quiero otra cosa que no sea estar a tu lado, estar
junto a ti, despertar todos los días llenándome de ti –sus ojos no se
separaban ni un instante de los de Esther que la miraban con
devoción y una sonrisa dibujada en sus labios que le daba una
mueca de infinita ternura a su rostro, mientras Maca le hablaba con

652 ”Adiós Esther” © by ldana


voz queda pero emocionada-. Esther... eres mi vida... tú y Daniel
sois mi vida... no quiero vivir de otro modo que no sea contigo,
criando a nuestro hijo.
E_ Que casualidad –le sonrió al ver el gesto un tanto desconcertado
de Maca, entonces le entregó un beso suave que tal como dijo
Octavio Paz, “un mundo nace cuando dos se besan”, y justamente
ese beso daba vida a un nuevo mundo, su mundo-. Porque yo
quiero lo mismo.
Maca pasó sus manos por la cintura de Esther se entregaron
besos repartidos por la piel, caricias que buscaban hambrientas
saciar el deseo de descubrir cualquier rincón para invadirlo y hacerlo
suyo.
E_ Vamos...
M_ Si, será mejor –la miró sonriente mientras caminaban hacia la
cama. Entonces Maca descubrió todo cuanto había en la mesilla de
noche-. Ahora entiendo porque has tardado tanto...
E_ Con el chocolate no tenemos ni para empezar... así que pensé
que unas fresas, unos cuantos trocitos de hielo –tiritó sólo al pensar
en el placer que sentía cuando Maca jugaba por su cuerpo con ellos-
. En fin...
M_ Yo también voy a contribuir... –sonrió pícaramente acercando su
frente contra la de Esther que después se echó a la cama quedando
boca arriba, desafiando con un abrir y cerrar sus piernas de manera
sofocante para Maca.
E_ Oye... pero después de todo pienso que quizá deberíamos
posponerlo
M_ ¿Estás de coña, claro? –Maca gateaba hasta ella, al llegar a sus
pies comenzó a besar los dedos.
E_ No –suspiró mientras sacudía su cabeza por la intensidad que
había sido para ella aquella caricia suave de los labios húmedos de
Maca-. Estás convaleciente cariño... debo pensar en ti.

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M_ Lo –interrumpió las palabras para subir con su lengua por la
pierna derecha de Esther hasta posarse en su muslo justo al lado de
su sexo con un pequeño mordisco-, que estoy –pasó su lengua
recorriendo lentamente el tesoro de una Esther que tenía la piel
erizada y los ojos cerrados, mientras entreabría su boca. Maca se
detuvo en el ombligo-, es muy pero que muy –bebió sus pechos
lentamente, succionó con pasión ambos pezones mientras Esther se
agarraba a la sábana. Después lentamente le besó los labios y se
dirigió a su oreja, allí lamió el lóbulo y le musitó-. Lo que estoy es
caliente... muy caliente mi niña.
Entonces Esther rompió en una gran carcajada, la tumbó sobre
la cama y empezó a besarla sonriendo.
E_ Me vuelves loca... completamente loca... ¡cómo te he echado de
menos mi amor!
M_ Lo sé...
E_ Oye… tenemos un problema –le dijo incorporándose sobre ella.

M_ ¿Cuál? –la miró dubitativa.


E_ No tenemos copas... –entonces la sonrisa de Maca le hizo caer en
la cuenta de cuales eran sus pretensiones-. Eres... eres... eres un
bicho malo pero malo muy malo.
Le hizo cosquillas, rodaron por la cama entre risas, besos y
caricias, hasta quedar Esther sobre Maca mirándose a los ojos,
repletos de amor.
E_ Te quiero.
M_ Esther...
E_ Dime –le besó la punta de la nariz.
M_ Sé que ha sido horrible lo que has vivido por mi culpa...
E_ No... Maca por favor –puso sus dedos sobre los labios de una
Maca que había mostrado una mueca triste-. Ya está, todo ha
pasado y ahora es tiempo de disfrutar, ¡y ya!

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M_ Me he preguntado muchas veces porque te quiero tanto.
E_ ¿Y? –la miró sonriente.
M_ Pues que eso... que te quiero mucho... –sus labios sonrieron sin
separarse de lado-. Te quiero por muchas cosas... pero la que
más... porque eres un ser maravilloso... completamente,
absolutamente maravillosa.
E_ Que va –le sonrió sonrojada-. Tú me haces así. Te lo aseguro.
M_ Se va a deshacer el hielo... venga.
E_ Maca...
M_ ¿Qué?
E_ No me dejes nunca cariño... no me dejes nunca.
Nuevamente besos... nuevamente caricias... los cuerpos
comenzaron a bailar con el son de la pasión siguiendo aquella
música que les hacía arder en deseo, se lanzaron a esa danza en la
que primero una, después otra, más tarde las dos, saborearon el
placer más intenso, a Esther le volvió loca el hielo en la boca de
Maca jugueteando por sus pezones, a Maca le volvió
tremendamente loca, cuando Esther dejó caer el champán por su
sexo, bebiendo de él, y viceversa porque Maca no quería perderse el
sabor de la gloria más absoluta. Pensaron que eran afortunadas al
estar en un lugar tan solitario, no controlaron ni un solo gemido, no
tenían que esforzarse por sellar sus labios, en aquella noche de
reconquista, en aquella noche donde ambas habían llegado a la
guerra del amor con los bolsillos llenos de cargamento, besos
tiernos, besos apasionados, besos ligeros, besos profundos, juegos
con sus lenguas, manos repletas de ternura para acariciar, repletas
de sensibilidad para desencadenar el placer más absoluto, un
cargamento de felicidad. Terminaron exhaustas, recriminándose
amor, de la manera más brutal, susurros entregados, palabras
hermosas y tiernas... caricias lentas y profundas que desarbolaban
a la mejor guerrera, pero había una diferencia máxima... ambas
ganaron, ambas lucharon por obtener de la otra lo mejor, ambas
para ofrecer a la otra una victoria un grito al subir al cielo, ambas

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fueron vencedoras en el lecho del amor, en la batalla del placer, sus
cuerpos repletos de caricias terminaron temblorosos, sus fuerzas
repartidas por las sabanas, sus labios humedecidos al igual que sus
cuerpos por la señal de la bandera blanca, rendición tras un
orgasmo compartido una y otra vez, que les dio en aquel lecho, lo
que durante cinco meses les había sido arrebatado, el amor y la
pasión en estado puro.
La batalla de la pasión por amor ganada.
No quedo chocolate, ni rastro del hielo, ni champán, ni fresas,
sólo quedaron dos mujeres saciadas de amor, abrazadas
repitiéndose mil veces un te quiero necesitado, un amor, un cariño,
un balbuceó tierno hasta que por fin, les venció el sueño, pero
juntas, sin separarse por miedo a perderse, soñaron el mismo
sueño, sintieron el mismo calor, una y otra, ambas juntas enlazadas
unidas, nuevamente en un mundo pintado del color del amor,
nuevamente una, una en pareja de dos.

[continuará]

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ADIOS ESTHER
Fic de Maca y Esther

©de ldana

3ª y última Parte
1 ”Adiós Esther” © by ldana
El amanecer sorprendió a Encarna sin haber podido cerrar los
ojos, había dado mil vueltas en la cama, a su lado Teresa, parecía
dormir relajadamente, pero supo que no era así cuando se levantó
aún con el cielo rojo y una vista impresionante.

T_ ¿No puedes dormir?

En_ No, la verdad a ti no te voy a engañar, estoy más nerviosa que


el día de mi boda... te lo aseguro.

T_ Lo sé –sonrió mientras se sentaba en la cama.

En_ Bendito lugar, ¡anda mira!, si ha nevado.

T_ A ver –se levantó acercándose hasta la ventana donde estaba


ella-. Que preciosidad, mira las montañas.

En_ Si, si.

T_ Sabemos lo que habrá pasado entre ellas, pero... ¿crees que lo


habrán hablado?

En_ Espero que sí, espero que cuando se haya terminado la pasión,
hayan hablado como dos personas racionales –entrecerró los ojos
mirando al infinito como si al hacerlo la visión de aquel lugar le
llegará más nítidamente-. Sería una verdadera lástima que
perdieran la oportunidad que les ha dado la vida.

T_ Creo que las dos han sufrido lo suyo, no son tontas y saben lo
que se quieren, quiero pensar que solo sea un bache cómo todos
pasamos en nuestros matrimonios, y estoy casi segura, que lo
sabrán apreciar para el futuro.

En_ ¿Sabes lo qué me da miedo?

2 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Dime –la miraba con seriedad en su rostro, ya que hasta ese
momento no había percibido ningún bajón en aquella mujer que
parecía de hierro, pero simplemente, era como cualquier ser
humano, sensible y tierna.

En_ Me da miedo que confundan sentimientos, me da miedo que


todo cuanto han pasado les marqué el futuro pero con dudas, yo lo
pasé con mi marido y nunca volví a mirarlo igual.

T_ Pero entre ellas no ha habido terceras personas... no creo que...

En_ Una vez oí a alguien que dijo, “una duda pesa más que una
razón”, y en ellas han existido no una, sino, muchas dudas... tengo
miedo que algo les haga romper esa fina línea que han trazado a su
alrededor.

T_ Si lo dices por lo de Luna...

En_ Ella solo fue el pretexto... después vinieron miles de reproches


que con las dos en su sano juicio... deberían aclararlo y luchar...
pero me da miedo a que no sea así.

T_ Te confieso que a mí también... aunque estoy prácticamente


segura que no van a perder este gran amor que se tienen.

En_ Ojalá –la miró sonriendo con una pesada tristeza.

T_ Encarna... ¿sabes lo que pasa? –la mujer la miró con sus ojos
repletos de lagrimas-. Estás cansada, yo misma lo estoy... tu
cansancio ha salido ahora y no te deja ver las cosas con tranquilidad
–le acarició las manos que tenía cruzadas sobre el vientre-. ¿Sabes
lo que necesitas?

En_ Paz.

3 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Aparte... –sonrió-. Un chocolate con churros bien calentito,
¿crees que Carmen tendrá?... bueno menuda pregunta más tonta
¿verdad?... esta mujer tiene de todo.

En_ Gracias Teresa... tienes razón, estoy cansada mucho... ¡venga


vamos a por ese chocolate que seguro nos anima! –le dijo sonriendo
y cogiéndola por los hombros.

Una tenue luz entraba por el cuarto de la pareja, Maca tenía el


cuerpo de Esther abrazado, estaba acurrucada entre sus brazos,
hacia tanto tiempo que lo necesitaba sentir así que entre el
cansancio de tanto amor y el cuerpo de su mujer, dormía
profundamente. Los ojos de Maca se fueron abriendo poco a poco,
lentamente sus pesados párpados iban tomando vida y al hacerlo,
sus ojos iban descubriendo lo que para ella era su bendición y lo
podía constatar después de tanto sufrimiento. Cuando sus ojos
estuvieron espabilados su piel se erizó al sentir la piel caliente y la
respiración tranquila de Esther que allí, parecía indefensa ante
cualquier cosa, y se juró así misma protegerla, amarla y luchar para
que fuera feliz o al menos, tratar que sus días fueran los mejores.
Suspiró y durante bastante rato la admiró, reconocía su olor,
reconocía su calor, su respiración, todo aquello que durante tres
años habían compartido noche tras noche, día tras día, sus labios al
recordar la noche anterior, mantenían una sonrisa un tanto traviesa,
otra vez habían sido una, esa comunión que jamás había conseguido
tener con nadie, solo Esther y allí mismo supo que era su vida y por
ella iba a luchar. Separó con cuidado la sábana, miró el reloj eran

4 ”Adiós Esther” © by ldana


cerca de las doce de la mañana, bueno habían dormido unas cuatro
horas, no estaba mal pensó, se puso la bata y se dirigió hasta la
cocina, quería prepararle el desayuno como tantas veces ella lo
había hecho desde que estaban en aquel lugar, con tanto amor, con
tanta paciencia y con total dedicación, nuevamente una sonrisa
amplia dio a su rostro una luminosidad que demostraba como se
sentía su interior. Otro suspiro vino a ella, otra tímida sonrisa al
recordar sus besos, sus caricias, sus palabras en el oído, sus
promesas, sus ojos repletos de deseo, pero entonces, hasta su
mente llegó Encarna, Teresa y Carmen, aquellas mujeres debían
estar esperando noticias suyas, había prometido por activa y pasiva
que llamaría para decir que todo estaba solucionado, no demoró
más aquella llamada, descolgó y marcó el número de Teresa, le
costó como un timbrazo contestar.

T_ Dime Maca –su voz sonó precipitada y debía estar tomando algo
porque se notaba que salía a tropezones con algo que llevaba en su
boca.

M_ ¿Pero y esos modales? –le preguntó sonriendo mientras


jugueteaba con el tenedor de la noche anterior, pues había quedado
todo allí esparcido-. Se dice, buenos días, lo primero.

T_ Maca... no me vengas con tus saliditas bordes, ¡y dinos! –alzó la


voz gesticulando nerviosa.

En_ ¿Estos bichos no tienen altavoz? -se oyó la voz de Encarna que
por su ubicación debía estar cerca de Teresa.

Ca_ Vamos, venga Teresa, ¿qué dice?, ¿qué dice? –repetía Carmen.

T_ Nada, aún nada y sí tiene altavoz pero no sé por donde se le da.

5 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Espera Maca... ven Carmen acércate –Maca sonreía podía
imaginarse el gesto de su suegra perfectamente-. Ya estamos.

M_ ¿Y cómo estamos? –preguntó dando una carcajada mientras


tapaba el auricular y elevaba sus hombros sonriente.

T_ ¡Maca!, venga por Dios que me van a echar al suelo que las
tengo encima mía –protestaba Teresa.

M_ Bueno... está bien... pues nada que no hemos podido hablar.

En_ ¡Qué te decía yo! –se oyó la voz nerviosa de Encarna por
encima de la protesta musitada de Teresa y la carcajada de Carmen.

Ca_ Dejar a las chicas tienen mucho que hacer, ¿verdad Maca? –le
preguntó mientras daba una sonora carcajada.

T_ Pero vamos a ver Maca, ¿tú qué quieres?, que nos tengan que
ingresar a las tres... bueno a Carmen no porque está encantada con
vuestras locuras... ¡pero a Encarna y a mí!, ¡vamos palabrita del
niño Jesús que de esta nos ingresan! –Maca sonrió.

En_ Si, si, tú ríete que cuando tengas que cuidar de nosotras –le
dijo sonriendo ella también.

Ca_ Ni caso Maca, ni caso vosotras a lo vuestro.

M_ A ver... por partes... Teresa no quiero que os dé nada, que os


quiero mucho y os necesito bien fuertes –Encarna y Teresa se
miraron tiernamente-. Por otro lado Carmen, si tenemos mucho que
recuperar –Carmen asintió sonriendo mientras Teresa ponía cara de
circunstancias-. Y por último hemos hablado, no mucho... pero
hemos arreglado cosas, ahora voy a prepararle el desayuno y si me
deja hablaremos más.

6 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ Eso está muy bien... además os recomiendo que os abriguéis
bien y salgáis al porche a ver la nieve.

M_ ¿La nieve? –preguntó recostándose en la silla para mirar por la


ventana.

T_ Dios mío –oyó a Teresa murmurar.

M_ Teresa te he oído, no sabía que había nevado.

En_ Mira Maca, hacer lo que queráis, pero quiero que la próxima
llamada tuya o de la pachorra de mi hija, me digáis que todo está
solucionado ¿me has oído?

M_ Sí suegra, sí, te lo prometo.

En_ Ya está bien de tanta tontería –protestaba pero con un tanto de


sorna.

M_ ¿Pero Encarna... tú crees que Esther va a resistir a mis


encantos? –estaba disfrutando como loca.

T_ ¡Mira, ya salió la pija!

M_ ¡Teresa yo también te quiero! –le dijo entre risas-. Y ahora si me


disculpáis voy a prepararle el desayuno a mi mujer que necesita
recuperar fuerzas.

T_ ¡Maca! –la riñó Teresa.

M_ ¡Ah y ya os diré cuando podéis volver!

Ca_ Oye Maca, aprovecha que por lo menos en un par de días no


vais a poder salir.

M_ ¿Tanto?

Ca_ Sí viene más nieve.

7 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Está bien... otra cosa.

Ca_ Dinos hija –le hablaba con dulzura.

M_ ¿Sabéis algún remedio para las agujetas? –volvió a tapar el


auricular porque se destornillaba de risa.

En_ Sí, Teresa tápate las orejas.

T_ ¡Mujer, sí en el fondo a mí eso también me interesa! –exclamó y


todas rompieron entre risas, pero quien más Maca que demostraba
la felicidad que sentía-. Pero no se lo digas a Esther o se burlará de
mí.

M_ Te lo prometo –trataba de tranquilizarse mientras se limpiaba


algunas lagrimas que le caían.

En_ El remedio es continuar sin parar, así el cuerpo se habitúa, es


como el futbolista precalentar y jugar, pues vosotras igual... así que
ya sabéis.

T_ Pero bueno Encarna, ¡eso!, dales más ideas... ¡anda que tú


también!

Ca_ Maca aprovecha no seas tonta –oyó la voz de Carmen por


encima de la de Teresa y sonrió.

M_ Bueno chicas... gracias de verdad... ¿cómo sigue Daniel?

T_ ¿Cómo va a estar con sus abuelas?

M_ Malcriado –contestó contundentemente.

En_ ¿Y qué?, mientras ese par de madres que tiene tan fogosas
sigan poniéndose al día, el niño disfrutara de todos y cada uno de
los malcriamientos de sus abuelas, ¿alguna objeción, Maca?

8 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Ninguna... no si yo estoy encantada.

En_ No has dicho tú una verdad tan grande como la que acabas de
decir en días –sonrieron todas-, que digo días... meses.

M_ Encarna no iba por ahí –decía sonriendo-. Bueno, quiero decir...


que os voy a dejar ¿vale?

T_ ¡Anda ves, ves qué desde luego!

M_ ¡Ah Teresa!, y mientras ves buscando la tecla del altavoz, ¿vale?

T_ Muy graciosa –moduló la voz volviéndola fina y guasona.

M_ Hasta la noche.

Ca_ Disfrutad hijas, disfrutad.

M_ Se hará lo que se pueda Carmen.

En_ Y lo que no también, pero recuerda... hablar hija, hablar –


insistía con la voz seria.

M_ Encarna... tranquila ¿vale?, todo va a ir bien –le aseguró Maca


con un poco de pena al notar en la voz de su suegra esa seriedad
tan poco característica en ella-. En cuanto pueda llamamos.

Se despidió de ellas, con una sonrisa en sus labios, ¡cuánto


habían ayudado aquellas mujeres para llegar a donde estaban!,
retiró con cuidado la silla hacia detrás y se asomó, era cierto, había
nevado todo estaba blanco, era una estampa preciosa que sus ojos
estaban disfrutando, de pronto sintió la necesidad de compartirlo
con su mujer, se giró para ir a llamarla pero un ligero ruido en la
puerta le llamó la atención, se acercó con cuidado y no vio a nadie,

9 ”Adiós Esther” © by ldana


pero en ese momento, oyó como un pequeño maullido, abrió y allí
estaba aquel gato blanco tan blanco como la nieve que tanto le
había ayudado sin saber muy bien porque.

M_ ¿Qué le pasa a esta hermosura? –lo tomó en sus brazos y lo


acarició-. Estás helado, será mejor que te quedes aquí dentro ¿eh?,
¡sabes que eres muy guapo! –el animal maulló como agradeciendo
tal comentario-. Bueno, voy darte algo... ¿qué toman los gatos?,
voy a ver... un poco de leche... si... oye no te he dado las gracias
por tu ayuda –le puso la leche en un cuenco que encontró, lo
acarició y mientras preparaba el desayuno le hablaba al gato-. Es
increíble lo que una puede llegar a perder, pensé que me volvía loca
pero ahí estuvo Esther, si Esther –el gato la miró fijamente con sus
ojos verde esmeralda-. Si, mi mujer... mi maravillosa y encantadora
mujer a la que amo más que a mi propia vida, ésa que te dio aquel
susto, ¿recuerdas? –el gato volvió a beber ante su sonrisa-. Bueno...
pues gracias a ella estoy aquí, feliz, completamente feliz creo que
nunca lo había estado tanto, he descubierto lo que significa estar a
punto de perderla y no pienso dejar que nada pueda volver a hacer
sombra en nuestra relación... la quiero gato, la adoro, la amo yo...
¡bueno! –se quejó sonriente-, ¿y yo por qué te digo todo esto a ti?,
¿o me lo estaré diciendo a mí misma? –dibujó otra sonrisa en sus
labios y murmuró con expresión feliz-. Esther mi vida...

Con cuidado asomó su cabeza por la puerta y luego pasó con la


bandeja enorme y todo el desayuno que había preparado para ellas,
tostadas, mermelada, mantequilla de la que hacia Carmen,

10 ”Adiós Esther” © by ldana


panecillos, tenían que recuperar fuerzas, pensó, al llegar a la cama
la vio dormir tan plácidamente que sintió como la ternura florecía en
su interior, en ese momento, supo lo que era sentir el amor, dejó
con cuidado la bandeja y se deslizó hasta la cama sutilmente, una
vez llegó a ella, le apartó el pelo de la cara, le besó con suavidad
primero en la oreja, no obtuvo respuesta, después en la mejilla,
nada, por último y haciendo un pequeño malabarismo, dejó con
ternura un beso en aquellos labios que la enloquecían, y entonces
notó como Esther movía mínimamente su cuerpo.

M_ Buenos días mi princesa, mi bella durmiente... ¿qué tal estás


cariño? –su voz aterciopelada y hermosa como el cielo que había
despertado a Encarna le susurró en forma de pétalos de rosa.

E_ ¡Uf, estoy molida! –respondió sin abrir los ojos.

M_ No se de que –le dijo mientras sin pensarlo se puso encima suya


haciéndole cosquillas-. Venga dormilona.

E_ ¡Maca, Maca por favor!, ¡Maca para o me muero! –gritaba entre


risas.

M_ ¿Morirte?, ni lo nombres –le dijo mirándola seriamente y Esther


puso gesto de disculpa-. Ese gesto me gusta, por eso lo haces
porque sabes que me pones.

E_ Y a mí me gusta verte sonreír.

M_ Mi amor –Esther se incorporó y Maca se acomodó arrodillada


sobre las piernas abiertas de Esther-. Te quiero...

E_ Maca... –la besó después de suspirar profundamente. Después


de un beso profundo separaron sus bocas para mirarse a los ojos

11 ”Adiós Esther” © by ldana


que volvían a reflejar lo mismo, amor-. Cuando te miraba y veía la
sombra de tus ojos... pensaba que me volvía loca.

M_ Lo sé... los días que he estado bien, y te veía a ti, me pasaba


igual –le acarició lentamente la cara provocando en ella un ligero
temblor-. No sé cómo has podido soportarme.

E_ Porque te quiero –respondió rápidamente sin dudar y la besó


suavemente-. Ahora bien, por mucho que te quiera, te aseguro que
quiero más ahora mismo uno de esos panecillos de Carmen que a ti.

M_ ¿Ah si? –la miró con sorna.

E_ Por Dios Maca, ¿tú no tienes agujetas? –la miraba


ardientemente.

M_ No –le contestó con gesto simpático-. Además tu madre me ha


dicho lo que tenemos que hacer para las agujetas.

E_ ¿Mi madre?, ¿no me digas que están aquí, ya? –preguntó


entrejuntando sus cejas con gesto de fastidio lo que provocó una
carcajada en Maca-. No me digas por favor...

M_ No, estamos aisladas.

E_ ¿Aisladas?, ¿qué has hecho? –le preguntó sonriente.

M_ Yo nada tonta... ha nevado.

E_ ¡Nevado!

M_ Sí, pero a mí me lo han dicho ellas, las he llamado cariño –dijo a


modo de disculpa.

12 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¡Con lo que me gusta la nieve!, venga desayuna –le dio una
palmadita en el culo que hizo sonreír a Maca-. Dios me vuelve loca
esa sonrisa.

M_ ¿Ah, si?, creí que te volvían loca los panecillos de Carmen.

E_ Ahora si, pero dame tiempo... dame tiempo y verás –le susurró
mientras restregaban su nariz la una contra la otra.

M_ De nada ¿eh? –le dijo al ver como empezaba a desayunar.

E_ Gracias mi vida –le dijo con la boca llena y un besito-. A ver,


¿qué te ha dicho mi madre?

M_ Que tenemos agujetas porque hacemos poco el amor.

E_ ¡Joder con mi madre!

M_ ¿Te sorprende? –la miró mientras cogía el tazón de leche y se


sentaba a su lado.

E_ Es mi madre... no sé... me da un poco de cosa que me hable de


esto así tan a la ligera.

M_ ¡ Y luego hablas de Teresa! –se burló de ella.

E_ Maca es que es mi madre... aunque tiene razón, me has tenido a


dos velas.

M_ Por eso te he preparado este manjar mi niña... –sus ojos ardían


por el deseo, tanto que Esther no pudo reprimir una sonrisa
juguetona-... porque pienso ponerte al día de todo.

E_ ¡Uf! –le hizo ojitos mientras se ponía la mano sobre la frente-. No


sé si aguantaré.

M_ Claro que aguantaras... te lo digo yo.

13 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Venga termina y salimos a ver la nieve.

M_ Tranquila ¿eh?... la nieve va a estar ahí fuera por mucho tiempo


y yo necesito apagar algunos fuegos que quedaron anoche.

E_ La derretiremos.

M_ ¿El qué?, ¿la nieve? –Esther asintió mientras daba su último


trago y bocado acercándose a Maca con mirada provocativa-. ¿Tú
crees?

E_ Sí... con tanto fuego cómo tenemos... cuando salgamos... no


habrá –se puso detrás de ella dándole un pequeño masaje en la
cabeza como tanto le gustaba y le susurró en el oído-. Te lo aseguro
mi amor.

M_ Esther... no he terminado.

E_ Pues date prisa que no respondo.

M_ Joder –dio un tragó de golpe y dejó la taza sobre la bandeja


girándose para coger a Esther-. Ven aquí.

E_ No, vamos a jugar a un juego.

M_ ¿Ah si? –Maca alzó su ceja derecha en señal de sorpresa-. ¿Y...


quién paga?

E_ Tú.

M_ Me lo temía.

E_ Te quiero, hoy, mando yo.

Maca sintió como las manos de Esther la tumbaban sobre la


cama, la vio como se marchaba hasta los pies, y allí se quedó quieta

14 ”Adiós Esther” © by ldana


mientras Maca sonreía como una loca sabiendo que la tortura estaba
a punto de empezar...

Tras la tempestad de la pasión, llegó la calma del reposo, del


compartir el silencio que durante mucho tiempo se había convertido
en algo pesado. Esther terminó por dormirse agotada, su cuerpo
parecía estar dándole muestras por primera vez en todo el tiempo
que habían luchado por salir de aquel atolladero del cansancio
acumulado, de aquel cansancio que había ido haciendo mella en su
interior sin quererse dar cuenta. Maca, en cambio, era tal la ilusión y
felicidad que sentía que no podía cerrar los ojos, al terminar de
amarse, entre besos tímidos, caricias lentas y susurros enamorados
entre aquellos suspiros que el alma les provocaba, tenía abrazada a
Esther que dormía apaciblemente de lado cara a ella, había estado
notando cada movimiento que había hecho hasta entregarse al
cansancio y al sueño, primero su mano había viajado por el vientre
de Maca lentamente, después la presión de sus dedos había ido
dejando paso a una leve caricia, para más tarde terminar posando
sus yemas en aquel lugar tan dependiente para ella. Así, abrazadas
parecía que nada hubiera ocurrido, pero Maca que estaba
disfrutando de la visión de Esther, era consciente de que sí habían
ocurrido cosas y algunas de ellas habían dejado huellas, suspiró
pensativa, sabía que las palabras de su suegra eran acertadas,
debían hablar y no demorar más el momento, rebuscó la manera de
apoyar su cabeza sobre la de Esther, necesitaba sentirla más,
necesitaba sentir latir su corazón a un ritmo pausado, minutos antes
lo había hecho a galope, ese corazón que tanto le había hecho
sufrir, y ese pesado silencio que ahora agradecía, aquello le hizo

15 ”Adiós Esther” © by ldana


recordar cuando por las noches, mientras Esther dormía ella luchaba
contra si misma, luchaba contra la fuerza que le hacía dudar de su
mujer, contra la fuerza que le hacía sentir odio por ella, recordaba
aquellas noches repletas de sufrimiento y en ese instante, estaba
disfrutando de aquel silencio repleto de hermosura, con la
respiración lenta de su amada, sobre su aliento inundando
suavemente su piel, sobre su cándida desnudez exhibiéndose tan
solo para ella. Así, disfrutando de la visión más hermosa que sus
ojos podían deleitarse el sueño y cansancio la venció.

Maca dormía gratamente cuando notó como algo recorría su


mejilla entonces, sin más una sonrisa iluminó su rostro, abrió
lentamente un ojo mirando a Esther que se había apoyado sobre el
codo para observarla y besarla mejor.

M_ Menuda manera de despertar...

E_ ¿Mala? –la miró sonriendo con gesto divertidamente malvado.

M_ La mejor –entonces fue ella quien la estrechó fuertemente


provocando que subiera sobre ella-. De todas las maneras posibles
en el mundo –la besó-, no hay mejor que esta.

E_ Te quiero Maca.

M_ Y yo mi vida –la acarició con ternura.

E_ Mucho, mi vida –le detuvo la mano para besarla.

M_ ¡Ay Esther! –le dijo suspirando profundamente.

E_ No lo olvides nunca mi amor, ni un solo segundo... que te adoro


–la miraba fijamente a los ojos con una luz que podía iluminar toda

16 ”Adiós Esther” © by ldana


la casa, era la luz de la verdad, la luz del amor-. Que eres lo más
importante en mi vida.

Maca no respondió con palabras, la besó dulcemente mientras


las yemas de sus dedos recorrían delicadamente la espalda de su
mujer provocando en ella, un escalofrío que le hizo sonreír.

M_ Esther... –la llamó justo cuando comenzaba a besarle el cuello.

E_ Mmmm –le respondió sin detenerse en sus besos.

M_ La nieve cariño.

E_ ¿Qué? –llevó sus labios con suavidad hasta sus pechos para
devorarlos con mimo.

M_ Como sigamos así, se va a derretir.

E_ No importa... nevará más... no te lo dijo Carmen –seguía


besándola entre los suspiros de Maca que ni podía ni quería
detenerla.

M_ Si... me lo dijo –posó sus manos sobre el trasero de Esther


haciendo fuerza contra ella misma.

E_ Pues ya está –le susurró en la oreja mientras le besaba el lóbulo.

M_ ¡Ay! –no pudo reprimir un gemido prolongado e intenso-. Me


vuelves loca.

E_ Oye –se detuvo.

M_ No –dijo cerrando los ojos mientras sonreía.

E_ Tienes razón ¿eh?, mejor porque no dejamos esto para después,


olemos un poco mal –le dijo sonriente.

M_ Serás tú guapa, yo huelo a rosa.

17 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Sí, no lo dudo, pero a rosa marchita.

M_ Pero bueno...

Comenzaron a hacerse cosquillas a besarse y a jugar por un


rato sobre la cama, después entre risas se fueron hasta la ducha,
entró Esther que abrió el grifo del agua caliente tal y como a ella le
gustaba, cuando entró Maca protestó, para ella quemaba
demasiado.

E_ Ven que te voy a quitar las quejas.

M_ Joder Esther es que no sé cómo puedes aguantar esta agua así,


no me extraña con lo friolera que eres, tú la temperatura no la
tienes muy regulada –decía mientras trataba de evitar el contacto
total con el agua.

E_ Pues nena… regúlame tú la temperatura –le miraba con sus ojos


repletos de un ardiente deseo.

Maca le devolvió la mirada con lamisca intensidad y con el


mismo ardor, pasó su mano por encima del hombro de su mujer y le
dio un tanto al agua fría.

M_ Así mucho mejor.

E_ Eres tan mandona.

M_ Y ahora… sus deseos son órdenes para mí… veamos la


temperatura corporal de mi niña… déjame ver –metía su mano con
tiento y dulzura entre sus piernas mientras Esther rompía en una
carcajada que resonó con fuerza. Maca la miró poniéndose seria-.
Eres muy mala enferma… si no te estás quietecita no puedo saber
que tal estás.

18 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Lo siento… es que… -volvió a sonreír-. Lo siento me da la risa.

M_ ¿Ah si? –le besó con pasión dejándola más deseosa sin cabía.

E_ Maca… me estoy quietecita –dijo tras un suspiro demostrando


cuanto la deseaba en aquel preciso instante.

M_ Vale, ¿vas a ser una buena chica? –la miraba susurrándole tan
cerca que su aliento parecía llenar sus pulmones-. Dime.

E_ Sí, haz conmigo lo que quieras –sus manos se posaron en las


caderas de una Maca que al oír sus palabras mordió su labio
suspirando de igual manera que Esther.

M_ ¿Por qué me volverás tan loca? –la miraba intensamente a los


ojos.

E_ De igual manera que tú a mí, cariño, me vuelves loca.

M_ Así me gusta –su mano volvió a descender por el vientre de


Esther que gimió apretado instintivamente con sus dedos la piel de
Maca-. ¿Me deseas?

E_ Sabes que sí... lo sabes.

M_ Oye.

E_ Ni se te ocurra –le dijo cerrando los ojos pues acababa de actuar


de la misma manera que ella lo había hecho con anterioridad.

M_ La nieve... ya sabes –meneó ligeramente su cabeza de lado con


esa sonrisa que podía desmontar a Esther, y su ceja derecha
levantada, todo su gesto, era como para conseguir que su mujer
debajo de aquel chorro de agua caliente se derritiera como si fuera
pura nieve. Entonces, después de sonreír, se mordió el labio se

19 ”Adiós Esther” © by ldana


acercó hasta su oreja y le musitó-. Donde las dan, las toman, mi
amor.

E_ Dios –murmuró apoyando su cabeza contra la frente de Maca.

M_ No tardes, te espero fuera –volvió a musitarle divertida.

Maca la abandonó en aquel lugar que había sido testigo de


pasión, testigo de discusiones, testigo de momentos repletos de
dificultades, pero que también comenzaba a serlo, del intenso amor
que sentían la una por la otra. Esther no quiso perder demasiado
tiempo, se duchó con rapidez y salió con bragas y sujetador a
buscar a su amor, la oía cantar algo que pocas veces hacía, con lo
que supuso que estaba realmente feliz, y sonrió. Asomó su cabeza y
la vio preparando la chimenea, ya iba vestida se había duchado en
el otro cuarto de baño y como siempre, había terminado antes que
ella. La observó durante un rato, veía como con delicadeza colocaba
los troncos, les daba forma para poder hacer un buen fuego, y así
entendía que todo en su vida lo hacía de la misma manera, Maca no
sabía ser de otra, era tierna hasta con una simple fogata. Volvió a
sonreír. Tras un suspiro repleto de amor entró al cuarto para
prepararse, se arropó bien, odiaba el frío y también la nieve, pero se
divertía tanto con Maca en la nieve que era un buen motivo para
salir y helarse. Recordó cuando estaban en la Sierra compartiendo
unos días de descanso del hospital, y aquellos recuerdos le hacían
entender que jamás podrían vivir la una sin la otra, porque todo
cuanto podía ver, tocar, disfrutar, había estado compartido con su
mujer, aquellos días fueron hermosos, estuvieron repletos de

20 ”Adiós Esther” © by ldana


juegos, de pasión, de muñecos de nieve, así quería que fueran a
partir de ese instante su vida, apasionada, tierna y hermosa.

M_ ¿Piensas salir, o esperamos a la próxima nevada? –le preguntó


rompiendo sus pensamientos, al verla, estaba apoyada en el marco
de la puerta con sus brazos cruzados sobre el pecho. La mirada de
Esther le hizo sonreír-. Va, venga tardona.

E_ Dios estás tan buena –le dijo yendo hacia ella corriendo.

M_ Para, para –trataba de zafarse de sus besos.

E_ ¿No quieres qué te bese?

M_ Claro que quiero... pero... fuera –le hizo un gesto divertido.

E_ No vas hacerlo ¿eh?

M_ ¿El qué? –le preguntó haciéndose la remolona mientras había


movido su cabeza ligeramente hacía arriba.

E_ No me hagas ese gestito que te conozco.

M_ No sé de que me hablas.

E_ Si lo sabes... si se te ocurre echarme nieve dentro de la ropa –le


amenazaba con el dedo índice cerca de su cara-. Te mantendré a
raya.

M_ ¿Ah si? –entonces trató de morderle el dedo que aún blandía al


aire.

E_ ¡Eh!, ¡es qué eres mala! –la riñó sonriente.

M_ Va, que desde luego eres más lenta...

E_ La nieve no se va a marchar.

21 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ La nieve no lo sé… pero a mí... me va a subir la libido otra vez
y... –se humedeció los labios-... y...

E_ ¿Y qué? –le preguntó provocativamente poniéndose en jarras a


un paso de sus labios.

M_ Pues... ya sabes... –elevó sus cejas al mismo tiempo que se


mordía el labio.

E_ Pues adelante... estamos empatadas –le sonrió tratando de


besarle.

M_ ¡Ay Esther! –suspiró-, vas a hacer que vuelva a perder la


cordura –puso sus manos sobre la cintura de su mujer.

E_ ¡Eso no por Dios! –se quejo mientras ponía una expresión de


horror.

M_ Es verdad... pero... es que pierdo los estribos contigo –su voz


volvió a ser ardiente y su mirada quemaba por el fuego de la pasión.

E_ ¡Anda, vamos! –le hizo girarse dándole una palmada en el culo.

M_ Eso vamos.

Entre tanto, las mujeres estaban junto con el pequeño en el


patio de la casa de Carmen, allí jugaban con la nieve que parecía
encantarle al tocarla, el pequeño sonreía abiertamente. Las tres se
mostraban contentas por la reconciliación, allí bien abrigadas con el
niño haciendo diabluras y encargada Teresa de él, hablaban
distendidas.

En_ Yo sé que ahora están de subidón... ahora todo será ideal.

22 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Y después también mujer, no seas negativa.

En_ Mira, yo pase por algo así y nunca más volví a mirar a mi
marido como antes, porque siempre me quedó la duda.

Ca_ Pero ellas no es igual –les dijo muy seria-. ¿No decís que les
mintieron?

T_ Claro, no pasó nada entre Esther y Luna... Luna lo dejo claro.

Ca_ ¿Entonces Encarna? –la miraba sin entender muy bien la


preocupación de aquella mujer que tanto animo les había
transmitido y sin embargo se mostraba un tanto dubitativa ante un
nuevo giro que ambas desconocían cual era pero que ambas,
sentían en su amiga cierta zozobra que les preocupaba.

En_ No sé... mira os voy a decir algo, yo sí sé quien es el tal Pablo –


ambas la miraron serias-. Sé que este chico estuvo muy enamorado
de mi hija y ella de él, rompieron por circunstancias un tanto
complicadas, pero se amaban de verdad.

T_ ¿Y eso qué tiene que ver? –la miraba sin entender mientras cogía
a Daniel al brazo.

En_ Pues que estoy segura que dará con ella.

T_ Pero Esther quiere a Maca, no habrá ningún problema.

En_ Por su parte no, claro, pero me da miedo él –abrió sus ojos en
señal de temor.

T_ No me asustes –le dijo con gesto serio.

23 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ No te asusto quizá solo sean imaginaciones mías o temores
míos, pero, no me gustaría que tratara de interponerse entre ellas,
tan solo por hacer daño a Esther.

Ca_ ¿Y eso?

En_ Ella lo dejo, lo que no entiendo es su pregunta cuando tú le


comentaste que iba buscándola, no me creo que Esther no lo
recuerde.

T_ Pues te aseguro que yo no voy a poder soportar otra crisis –le


decía muy afectada por sus palabras.

Ca_ ¡Pero qué decís!, a ellas no las va a separar nadie, estoy segura
que con esta situación que han pasado ya no se dejan manejar por
nadie, y a lo mejor Encarna está exagerando al preocuparse –la
mirada de Encarna les hizo entender que no era una exagerada sino,
una dolorosa realidad-. Bueno... de todos modos no podemos hacer
nada.

En_ Yo si, en cuanto la carretera esté despejada me iré a Madrid.

T_ ¿A qué?

En_ A poner las cosas en su lugar, mientras yo viva no habrá nadie


quien se atreva a hacerles daño.

Ca_ Así me gusta, es más me voy contigo, por si hay que hacer más
fuerza.

T_ De eso nada, tú te quedas aquí con el chiquitín, Encarna y yo nos


marchamos a Madrid, porque con las madres en plan
reconquistador, no podemos contar que lo vayan a atender.

24 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ De acuerdo, pero me hubiera gustado ir... –su voz se volvió
melancólica.

En_ Carmen... te vamos a ayudar... así que no te entristezcas,


tenemos muchas amistades y vamos a mover cielo y tierra hasta
dar con el paradero de tu hijo, ¿verdad Teresa?

T_ Por supuesto hija, oye, me temo que Daniel ha hecho alguna de


sus travesuras.

En_ Anda, ¿desde cuándo a la caca se le llama travesura?, no vas a


dejar de sorprenderme nunca Teresa.

Se quedaron muertas de risa por el comentario de ambas,


Carmen durante el rato que estuvieron preparando la comida, no
dejó de hablarles de su hijo y del presentimiento que llevaba días
persiguiéndola, había soñado que él llegaba y los tres comenzaban
de nuevo a vivir como una familia, el tono repleto de esperanza de
Carmen, hizo que tanto Teresa como Encarna cruzaran su mirada
sonrientes. Faltaba poco querían pensar para poder hacer realidad el
sueño de aquella mujer que tanto tiempo llevaba sufriendo.

Ajenas a los comentarios e inquietudes de las mujeres, Esther


y Maca habían salido fuera para disfrutar de la nieve. Ambas bien
tapadas, y Esther además iba con guantes, sonreían al observar
aquella maravilla.

M_ Tengo que darte las gracias –le dijo mientras el vaho que salía
de su boca se perdía delante de ellas.

25 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Por qué? –le preguntaba bajando el gorro hasta las cejas pues
el frío era intenso.

M_ Por traerme a este lugar, me encanta –la miró y entonces


sonrió.

E_ ¿De qué te ríes? –le preguntó con cara de circunstancias.

M_ De ti, ¿de qué me voy a reír?

E_ Eres mala ¿eh?, tengo frío casi no puedo ni hablar.

M_ No me extraña que tengas frío, si casi te quemas en la ducha, el


cambio debe ser bestial, anda ven –la cogió por la cintura y la besó-
. ¿Mejor?

E_ Un poco –puso gesto infantil-. Pero poco.

M_ No sabes nada tú –volvió a besarla tímidamente.

E_ Así no me vas a quitar el frío, ven aquí –Esther tiró de su anorak


atrayéndola y literalmente comiéndole la boca con un ímpetu que
cuando se separaron, Maca la miraba con la boca abierta casi en
trance-. Eso es besar pequeña.

M_ Joder –suspiró fuertemente.

E_ ¿Paseamos?, ¿hacemos algo?, no sé de lo contrario si nos


quedamos aquí el muñeco de nieve no hará falta hacerlo, vamos a
ser nosotras.

M_ Sí, sí –decía aún desconcertada mientras parpadeaba y movía su


cabeza un tanto inquieta.

E_ ¿Te ha gustado, eh? –le guiñó el ojo sonriente.

M_ Sabes que sí.

26 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Hacemos un muñeco?, espera a ver allí parece que quedaría
mejor –la cogió de la mano llevándola hasta el lugar-. Demuéstrame
que estás bien. ¿Dónde hacíamos muñecos de nieve?

M_ ¿Muñecos de nieve? –puso gesto pensativo-, déjame recordar,


¡ah si!, en la Sierra, en mi casa, recuerdo perfectamente aquella vez
que le pusimos hasta la zanahoria y todo –sonrió.

E_ Bien, no sabes el gusto que me da oír todas esas cosas y que


vuelves a recordar –suspiró profundamente.

M_ Lo sé mi vida –le sonrió mientras pasaba su mano helada por su


mejilla.

E_ ¡Ah!, ¡joder Maca qué estás helada! –dio un salto al percibir su


helor-, no sé como puedes ir sin guantes, ¡uf qué fría!, mira me has
hecho hasta temblar.

M_ ¿De verdad?, ven aquí.

E_ No, no, no empieces o me voy dentro.

M_ No me amenaces –la miraba sonriente.

E_ Va Maca... no seas mala, que si te portas bien luego te haré –se


acercó a su oreja musitándole algo que hizo que Maca cerrara los
ojos sonriente.

M_ ¿Estás segura?

E_ Sí.

M_ Voy a ser el ser más bueno del planeta, vamos, un angelito –dijo
elevando sus hombros graciosamente.

E_ Me encanta –le sonrió-. ¿Hacemos el muñeco?

27 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Hacemos lo que tú quieras.

Sonrientes cogidas de la mano, se dirigieron a inspeccionar


bien el terreno, hasta llegar a uno de los rincones del jardín, la nieve
era la suficiente como para plantar allí un muñeco, Maca era la
encargada de hacer la bola grande mientras Esther preparaba dos
bolas pequeñas.

M_ ¿Y eso?

E_ Porque nosotras no vamos a poner un muñeco.

M_ ¿Ah no? –la miraba sonriente mientras continuaba moldeando la


base.

E_ No, nosotras vamos a tener una muñeca de nieve –Maca dio una
gran carcajada acompañada por Esther-. ¿Qué, no te gusta?

M_ Estás realmente loca.

E_ ¿Ah si?

M_ Sí mi amor... –entonces sin poder reaccionar sintió como una de


aquellas bolas que iban destinada a especificar que aquel muñeco
realmente iba a ser una muñeca, fue a parar a su cara. La nieve se
estampó contra su rostro, y tuvo que escupir unos trozos mientras
Esther se moría de la risa, tanto que tuvo que sentarse entre
lagrimas-. Esta me la pagas, vamos que si me la pagas.

E_ No, no Maca no por favor... –trataba de huir pero Maca le había


estirado de un pie-. ¡Maca no!

M_ Maca no –se burló subiéndose a horcajadas sobre ella


sujetándole las manos-. Has empezado tú.

28 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Maca... no... no quería pero me has provocado –trataba de
zafarse de sus manos.

M_ Lo siento guapa... pero has cometido un error –le decía muy


seria con tono acusador.

E_ Payasa –sonreía abiertamente.

M_ A Macarena Wilson Fernández nadie le estampa sobre su bella


cara una bola de nieve... –Esther se retorcía de risa por el gesto
serio y la voz ronca que hacía Maca-. Has firmado tu sentencia.

E_ Maca por Dios que me va a dar un ataque de risa y me voy a


mear, por favor, por favor, para, para –le suplicaba sonriendo.

M_ Llegó tu hora.

Dicho y hecho, con habilidad soltó una de sus manos cogió un


buen puñado de nieve y se lo introdujo entre el jersey y su carne, el
grito de Esther pensó que se debió oír hasta en el Central, ésta la
empujó mientras trataba de sacarse los trozos de hielo que le hacían
tiritar mientras esta vez, quien reía con la boca abierta era Maca.

E_ ¡Mierda, mierda, mierda!, lo sabía... es que lo sabía.

M_ Tontita deja de decir palabrotas –le hablaba entre risas.

E_ ¡Te dije que no!, te has quedado sin lo prometido –entonces a


Maca se le borró la sonrisa-. Lo siento, te lo dije.

M_ Perdóname cariño, anda perdóname –se apresuró a ayudarle con


el hielo pero Esther le hacia gesto enfadado-. Si es que me has
provocado tú.

E_ No tienes nada que hacer Maca... no pienso hacer lo que te dije.

29 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Pero si sabes que eso me vuelve loca.

E_ ¡Ah!, haberlo pensado antes –seguía sacudiendo su camiseta.

M_ Me obnubilas –le hacia pucheritos graciosos mientras le


mandaba a la vez besitos.

E_ Nada... lo siento –trataba de no sonreír porque realmente Maca


estaba para comérsela allí mismo.

M_ Va Esther... venga...

E_ No, es más, haz tú solita el muñeco.

M_ ¿Pero que te cuesta?

E_ Nada, no me cuesta nada.

M_ Si te encanta bucear por mis piernas –le dijo coquetamente.

E_ Maca –trató de mostrarse firme pero sonrió.

M_ Esa sonrisita por bajo del bigotillo quiere decir... ¿que estoy
perdonada? –le estiró de la cremallera pero Esther se giró.

E_ Te lo tendrás que ganar –la miró fijamente.

M_ Vale –asintió más contenta-. Pues acabemos el muñeco...


¡perdón!, la muñeca, y –se mordía el labio mientras fijaba su mirada
en los de Esther-. Y...

E_ ¿Y? –le sonrió.

M_ Y trato de ganarme el perdón.

E_ Vale.

M_ Tienes tú muy medidos mis pechos ¿eh?

30 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Claro tonta, tengo la medida exacta –le guiñó el ojo y después
ambas rompieron en carcajadas felices-. Venga.

M_ Vamos allá.

Durante un rato, estuvieron muy pendientes de la muñeca de


nieve, sonreían con cualquier comentario, se besaban, a veces una
sorprendía a la otra mirándola fijamente y entonces una sonrisa
tierna dibujaba sus labios. Así hasta terminar su trabajo, felices
miraron el resultado sonriendo y abrazándose fuertemente.

M_ Eres una artista.

E_ ¡Qué va!, solo que formamos un gran equipo.

M_ Ni lo dudes –sonrió-. ¿Vamos a comer algo?

E_ Sí, luego le haremos fotos, ¿vale?

M_ Esos pechos van a ser al final sospechosos –se miró a si misma.

E_ Plenamente de acuerdo, a ver –posó sus manos rodeándolos


mientras miraba al cielo con cara pillina y Maca sonreía gustosa
sintiendo nuevamente su propia excitación-. Clavaos cariño, clavaos.

M_ Si es que eres un bombón –le dijo mordiéndose el labio- Por


cierto, tengo hambre...

E_ ¿Seré tu postre?

M_ Mejor te comeré con el café.

E_ ¡Ay Maca!, esa idea me trastorna –decía frotándose las manos.

M_ Venga vamos o te me vas a quedar como la muñeca.

Entraron en casa, y prepararon la comida entre risas, entre


golpecitos en el culo, y besos furtivos, habían puesto la cadena de

31 ”Adiós Esther” © by ldana


música, y cantaban acompañando a Alejandro Fernández. Mientras
Esther ponía la mesa en la cocina Maca le dijo.

M_ No te muevas de aquí, voy a preparar el comedor.

E_ De acuerdo –sonrió dichosa al verla marchar.

M_ No te asomes –volvió a entrar asomándose ella por la puerta.

E_ Descuida.

M_ Ni de broma ¿eh? –volvió a asomarse.

E_ ¡Maca qué me muero de hambre! –sonreía feliz, le parecía


imposible poder sentirse tan plena, tan inmensamente feliz, tanto
que ya lo vivido parecía haber quedado en el olvido, solo lo recordó
al apoyarse con su mano sobre la mejilla y tocarse la zona que aún
tenía morada por el golpe-. ¡Ay!

M_ ¿Qué te pasa?

E_ Nada, nada –contestó con rapidez retirando la mano.

M_ ¿Te duele? –la miró con un sentimiento de culpabilidad.

E_ No, me he apoyado y me ha molestado, eso es todo.

M_ Lo siento tanto –le dijo acariciándole mientras la miraba


fijamente.

E_ Lo sé, no eras tú, aunque vaya tela, menuda fuerza cariño.

M_ No me hace gracia.

E_ Venga no vayamos a ponernos serias por esto, ya pasó, gracias


a Dios.

M_ Y no sé como te lo voy a agradecer...

32 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Como lo estás haciendo –le besó-. Amándome así.

M_ Me gustaría darte todo cuanto necesites, me gustaría darte


cuando anheles.

E_ Todo se resume en ti, mi amor, solo quiero y anhelo estar así


contigo.

M_ Mi princesa guapa –la besó entonces el gato maulló-. Vaya mira


a quien tenemos aquí.

E_ ¿Por qué lo dejaste entrar?

M_ Yo no lo dejé entrar, entró solo, estaba en la cocina oí como


tocaban a la puerta y era él.

E_ ¡Ya! –sonrió incrédula.

M_ Este gato es mágico, ¿no te das cuenta? –la miraba sonriente.

E_ Pues no, es un gato normal y corriente.

M_ Es único ¿verdad guapo? –miró al gato que pareció entenderle y


se tumbó a sus pies.

E_ No te pega nada hablar con gatos, que lo sepas –dio una


carcajada.

Comieron entre risas, recordando anécdotas y de esa manera


Maca iba refrescando su memoria y Esther, iba quedándose
tranquila al respecto, parecía que estaba completamente curada,
porque además, durante la comida, comenzó a hacerle preguntas
médicas y el lado de la pediatra volvió por sus fueros. Una vez
terminaron de recoger la cocina, se salieron con dos tazas de café al
comedor, allí esperaba a Esther una manta al lado de la chimenea

33 ”Adiós Esther” © by ldana


que mantenía un hermoso fuego, que había calentado todo el lugar
convirtiéndolo en un lugar cálido rodeado de fría nieve, Maca había
apartado lo justo la mesa para que ambas pudieran sentarse
apoyando sus espaldas sobre el sofá que hacía de respaldo. Al ver
aquello Esther sonrió más, cuando Maca cerró la luz y abrió las
cortinas para llenarse de una visión maravillosa.

M_ Todo este lugar es extraordinario.

E_ Si –se sentó y esperó a que lo hiciera Maca para acomodarse


sobre su pecho.

M_ Le compraría esta casa a Fermín.

E_ No creo que te la vendiera.

M_ Yo tampoco la vendería –pasó su brazo por detrás de la espalda


de Esther acunándola.

E_ Podría vivir así el resto de mi vida.

M_ Si, ¿te imaginas?, no trabajar y estar todo el día tranquilas,


amándonos, así dice tu madre que no tendríamos agujetas.

E_ Y dale con mi madre, yo no sé que le ha pasado a esta mujer, si


me llegan a decir que se liberaliza tanto, no me lo creo ¿eh?

M_ Es un encanto.

E_ Como yo.

M_ No.

E_ Gracias mi amor.

M_ No, ella es un encanto tú lo eres pero no tanto como ella.

34 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Mira si querías arreglar lo de antes, cada vez lo estás
estropeando más.

M_ Tienes razón –sonrieron las dos-. Esther... de todos modos creo


que deberíamos hablar.

E_ ¿De qué quieres hablar?

M_ De todo cuanto ha pasado.

E_ Vale –aceptó sin más, pues sabía que el momento debía llegar,
se recostó algo más sobre su pecho y la escuchó.

M_ Teresa me ha traído una carta de Luna, está aquí –la sacó de su


bolsillo, Esther se tensó sin saber muy bien por que-. ¿Porqué te
pones así?.

E_ Porque el nombre de Luna, me recuerda todo nuestro dolor, no lo


puedo soportar.

M_ Me dijo que era para mí, puedo hacer dos cosas o leerla o
echarla a la chimenea.

E_ ¿Y? –la miró separándose de ella ante su silencio.

M_ Pues que haré lo que tú me digas.

E_ Yo no voy a decirte nada Maca, tú eres la destinataria.

M_ No me importa lo que diga –dijo con seguridad y cuando fue a


echar la carta al fuego Esther le tomó la mano-. ¿Qué?

E_ Léela, sepamos lo que dice esa loca.

M_ Está bien... veamos...

35 ”Adiós Esther” © by ldana


Maca abrió cuidadosamente la carta, bajo la atenta y nerviosa
mirada de Esther, no sabía que podía haber escrito, sin quererlo
sintió miedo ¿y si volvía a crearles un problema?, Teresa le había
comentado que Luna había confesado a Maca la verdad, pero estaba
borracha, recordó, igual ahora quiere rectificar su error. Todas
aquellas observaciones iban pasando por la mente de una Esther, a
quien comenzaban a sudarle las manos. Maca tampoco podía
controlar su ritmo cardíaco, tenía miedo y ella hubiese querido echar
la carta sin más al fuego, sin saber que era lo que les aguardaba en
aquel interior.

Al abrir, vio que tan solo había una hoja, se miraron un tanto
nerviosas aunque ambas sonrieron, no fueron capaces de disimular
sus nervios que aparecían reflejados en sus gestos. Maca, pasó a
leer en voz alta, no quería leerla solamente para ella, fuera lo que
fuera, quiso compartirlo con su mujer que la escuchaba atentamente

M_ “ Querida Maca, imagino que cuando te llegue está carta será


porque ya estás recuperada del todo, y me gustaría decirte que me
alegro por ello. También imagino que a tu lado debe estar Esther, de
lo cual me alegro mucho más –ambas cruzaron una mirada tierna-.
Sé que no me porté bien, que lo que hice fue horrible y no hay día
que pase que no me arrepienta. Desde hace mucho tiempo tengo
asumido que me atraen las mujeres, pero no le dije a nadie, cuando
te vi por primera vez caí sin poderme resistir en tu tela de araña,
puede que no lo hagas conscientemente, pero tus ojos son como los
de una hechicera, yo sabía que era algo imposible para mí estar

36 ”Adiós Esther” © by ldana


cerca de ti entre otras cosas porque amabas profundamente a
Esther, yo podía leerlo en tus ojos, pero cuando te marchaste con el
bebé, cuando se quedó sola en el hospital, pensé que quizá tendría
una oportunidad de acercarme a ti por mediación suya, la utilicé, lo
siento Esther, me caes bien aunque te odiaba por estar junto a
Maca, soy perdedora desde nacimiento y por una vez quise ganar
sin mirar a quien podía hacer daño –Maca tomó la mano de Esther
que mantenía un gesto serio-. Esther no se emborrachó porque
quiso, yo la ayudé aquella noche hice una mezcla en su copa que le
provocó caer en aquel estado que yo necesitaba para jugar mi carta,
no pasó nada entre nosotras, absolutamente nada, creí que
borracha sería más fácil de convencerla, pero no, sólo sabía repetir
una y otra vez tu nombre, y un te quiero, tan... –Maca tuvo que
tragar el nudo que se había formado en su garganta, esta vez la que
apretó su mano, fue Esther a quien una arruga en su frente delataba
de su enfado-... un te quiero tan impetuoso, que me pregunté si
alguna vez a mí alguien me querría con la misma intensidad y
fidelidad con la que ella te ama a ti. Dejé las bragas a propósito,
todo preparado para que tú pudieras encontrarlas, y me salió bien la
jugada. Sin embargo, olvidé un detalle, cuando dos personas se
aman como vosotras, se necesita mucho más para separarlas –
ambas cruzaron sus miradas-. Ahora me siento culpable de todo,
ahora sé que lo que hice fue horrible y que provoqué en vosotras
esos celos, esa distancia corta, porque nunca os podréis separar
demasiado. Maca, no voy a pedirte perdón, porque para lo que hice
no hay perdón, tan solo voy a decirte lo siento, pero al mismo
tiempo, decirte que eres afortunada, tienes una mujer que nos ha

37 ”Adiós Esther” © by ldana


demostrado a todos, lo mucho que te ama en especial a mí, la he
llegado a odiar, por amarte tanto y tan intensamente, ahora, solo
puedo decir que os admiro y os deseo que todo os vaya bien en
vuestra vida... “

M_ Bueno... –no sabía muy bien que decir, entonces sintió la caricia
lenta de la mano de Esther, como recorría su rostro poco a poco,
llenándolo de ternura-. Hubiera sido una lástima no leerla –ladeó su
cabeza para llenarse de aquellos ojos felinos que irradiaban luz.

E_ ¿Necesitas que Luna te diga que te quiero?

M_ No, claro que no Esther... –hizo una mueca con sus labios
tratando de retener sus lagrimas emocionadas-. Lo sé cariño, lo sé.

No hacían falta más palabras para sellar aquello que sentían, si


hubieran elegido una luz para aquel momento, todo el comedor
debía haberse tintado con el rosa de la ternura, sus cuerpos se
habían juntado para abrazarse hasta no poder más, Esther dejó un
suave beso en el cuello de Maca que mantenía los ojos cerrados y
con sus brazos, estrechaba la cintura de su mujer con fuerza, era un
momento tan deseado que ninguna quería romper el hechizo que
habían creado, el hechizo que tan solo el amor da para superar
todas las barreras que la vida va poniendo. Hasta que por fin, se
separaron con cuidado, mirándose a los ojos.

M_ Creo que debería ser sincera contigo.

E_ Claro –la miraba con un rubor en sus mejillas entre deseo y


miedo.

38 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No todo fue por tu culpa, mientras estuvimos separadas, lo poco
que estuvimos separadas me dio mucho que pensar, creo que no
supe estar a la altura cuando me necesitabas.

E_ No sé que quieres decir –la miraba confundida.

M_ Tuve paciencia en aguantar tu pésimo humor durante mi


embarazo, pero no fui capaz de comprenderte, me daba miedo
realmente pensar que podía afectarte tanto como para dejarme,
prefería discutir que aclararlo todo, mientras discutíamos estabas a
mi lado, fui cobarde. Y cuando me marché a Jerez, lo hice sabiendo
que podía perderte, te aseguro que los celos no me dejaban vivir, no
fuimos capaces de aclarar todos los sentimientos Esther, ni tú, ni yo.

E_ Lo sé, nos equivocamos.

M_ Tú no cariño –le puso su mano en la barbilla para que la mirara


mientras sonreía levemente. Cuando Esther la miró le dijo-. Cuando
vi las bragas en el cuarto, cuando vi tu gesto, cuando sentí en mi
piel el engaño, te aseguro que pensé me iba a volver loca... –hizo
un alto porque a su memoria llegó como si lo estuviera viviendo en
ese mismo instante el momento en que supo la verdad y cuanto le
dolió, pudo notar como se le estrujaba nuevamente el corazón-.
Realmente no me importaba que te hubieras acostado con Luna, no
el hecho del engaño físico, para mí iba mucho más allá, porque
pensaba estaba convencida de que tú eras la única persona en el
mundo que no me haría daño, ni me decepcionaría nunca.

E_ Eso es imposible Maca, creo que te he decepcionado muchas


veces... no soy perfecta.

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M_ A ver si me explico Esther, no eres perfecta ni tú ni yo ni nadie,
pero tú eres especial para mí, con todos tus defectos y con todas tus
virtudes mi niña, me has hecho feliz, le has dado sentido a mi vida,
he hecho cosas que jamás pensé tuviera la oportunidad de hacerlas,
sabía que no sería madre porque para serlo, debía encontrar a una
persona única, hasta que te conocí, siempre me resigné pero
contigo a mi lado, mi mundo fue cambiando poco a poco,
conseguiste lo que nadie consiguió –la miró fijamente a los ojos
emocionados de Esther, quería que supiera la verdad, quería que se
llenara de ella para borrar de una vez todo cuanto había ocurrido-.
Hacerme feliz, hacerme sentir la Reina de tu Universo realmente...
te quiero Esther... –bajó la voz dejándola en un susurro que provocó
en su mujer una sensación de plenitud en su alma-. Te quiero mi
amor, te quiero como no he querido a nadie, te quiero como tú me
has enseñado a quererte.

E_ Maca –la volvió a abrazar, en ese minuto de gloria para ella,


daba por bueno todo lo sufrido y si para escucharlo necesitaba sufrir
todo cuanto había sufrido, estaba dispuesta a pasar nuevamente por
ello-. Yo también me equivoqué, por querer arreglar la situación, por
querer sacarle la verdad a Luna, cometí el error más grande de mi
vida, Teresa me tenía esclavizada por mi torpe comportamiento, y
no lo comprendí hasta que un día la vi cerca de ti hablándote,
entonces supe lo que dolía y me arrepentí al instante.

M_ Hemos hecho tantas tonterías... –sonrió con tristeza mientras le


ponía el mechón de su cabello bien tras la oreja.

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E_ Y el abogado, te juro Maca que no pasó nada, ni beso ni nada,
solo lo utilicé, verte celosa me daba vida –ante la mirada acusadora
de Maca agregó con rapidez-. Me daba la vida de saber que me
querías, que por mucho que me dijeras, que por mucho que me
recriminaras, seguía ocupando un trozo de tu corazón –entonces
Maca sonrió cogiéndole la mano entre las suyas y besándola con
suavidad y ternura-. Y en la fiesta... ¿recuerdas?

M_ ¿Cómo olvidar aquello? –se mordió el labio.

E_ Sí –sonrió-, le mandé un mensaje para que acudiera... quería


preparar la noche de nuestra reconciliación... pero fui torpe.

M_ Pues sí, porque me lo creí a pies juntillas, y el pobre se marchó


más blanco que la pared de allí.

E_ Lo siento, tú sabías como herirme con palabras, con miradas, yo


no.

M_ ¿Y crees que me gusta saber eso?, no Esther, quiero olvidar


todo, todo lo malo que pasó pero quiero que sigamos adelante
sabiendo ambas, que la base de nuestra familia es fuerte, sólida, y
que confiamos la una en la otra plenamente. Aún sabiendo que la
vida no es un camino de rosas, no sabemos que pasará mañana,
hoy puedo jurarte amor eterno y un día alguien se cruce en nuestras
vidas y provoqué cualquier ruptura.

E_ Maca no digas eso.

M_ Si Esther –la miró nuevamente con esa intensidad de mirada que


le daba a Maca una seguridad aplastante, aunque no la sintiera-. Yo
quiero que seas feliz y lucharé para que lo seas a mi lado, pero si un

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día no fuera así, si un día quisieras volar libre sin mí, si es para que
tú seas feliz, habré aprendido la lección.

E_ Yo no quiero volar lejos de ti –esta vez fue ella quien tomó su


mano entre las suyas para besarla-. Quiero hacerlo a tu lado, ni un
paso delante ni un paso detrás, sino, a tu lado.

M_ Pero hay que ser conscientes de cómo es la vida Esther... no


quiero que vuelvas a sufrir ni que yo vuelva a sufrir por una
mentira, sino tenemos la confianza suficiente para hablar claro,
cuando alguien mienta volveremos a caer, ¿no lo ves?

E_ ¿Quién va a mentir Maca?

M_ Trabajamos en un hospital... ¿lo recuerdas? –nuevamente la


intensidad volvió a su mirada.

E_ Sí, pero me niego a aceptar nada de lo que digan, solo quiero


estar a tu lado y punto... los demás nunca nos importaron.

M_ Lo sé, quizá por eso caímos las dos en la trampa, porque crearon
una duda, y es lo que no quiero que vuelva a pasar, quiero que me
prometas que si alguna vez dejas de quererme, al instante me lo
dirás.

E_ Maca....

M_ Esther, no seas niña, no sigas creyendo en el amor como un


cuento de hadas.

E_ Pero es que mi amor por ti es lo más importante en mi vida.

M_ Y tú en la mía, pero no quiero más dudas, quiero tu promesa


que lo dirás, haya o no otra persona –sus palabras fueron
contundentes.

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E_ ¿Y tú?, ¿me lo prometes?

M_ Sí.

E_ Está bien... aunque sigo pensando que no ocurrirá pero... te


prometo que si dejo de quererte serás la primera en saberlo.

M_ Vale, eso está mejor... y ahora... ven aquí –la cogió subiéndola
sobre sus piernas ante su risa y gritito-. Ahora vamos a revivir
aquellos momentos en el lavabo de la discoteca, ¿lo recuerdas?

E_ Por Dios como olvidarlo –se acomodó de manera que Maca podía
llegar a cualquier punto de su cuerpo con un simple movimiento.

M_ Esther... me vuelves loca... completamente loca –comenzó a


desabrocharle los botones de la camisa, mientras le besaba con
calidez los pechos por encima del sujetador-, cariño...

E_ ¡Maca, Maca! –susurraba una y otra vez mientras sus dedos


jugaban con su melena.

M_ Creo que esto nos sobra –le dijo graciosamente mientras dirigía
sus manos al cierre del sujetador. Justo cuando iba a desabrochar,
el timbre de la puerta sonó. Provocando el quejido de ambas-.
¡Mierda!

E_ ¿No decías que estábamos aisladas? –se apresuraba a


abrocharse nuevamente la camisa.

M_ Eso me dijo Carmen, ¡joder!, voy a ver –se acercó hasta la


puerta y al abrir sus ojos expresaron una sorpresa mayúscula-. ¡Tú!,
¡no podía ser otra nada más que tú!

T_ Yo también me alegro de verte Maca, cariño. ¡Y no quiero saber


nada de nada! –exclamó levantando las dos manos al aire mientras

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pasaba por delante de Maca hasta Esther que le dio dos besos-. Te
has abrochado mal la camisa hija.

M_ Más te vale tener una buena razón para venir –la miraba de
manera inquisitiva con aquellos ojazos que podían hacer temblar a
cualquiera.

E_ ¿Y cómo has llegado?

M_ Eso.

T_ Tengo el carné para conducir máquinas quita nieves –lo dijo tan
seria que ambas se miraron y rompieron en una gran carcajada que
ella misma les acompañó-. Bueno sentaros.

E_ Eso, estás en tu casa.

T_ Lo sé.

M_ ¿Qué pasa?, os dije dos días ¿vosotras no sabéis contar o que?

T_ Conmigo borderías las justas ¡eh!, además vas a tener más –les
guiñó un ojo.

E_ ¿Cómo, no me entero de nada?

T_ Tu madre y yo nos vamos a Madrid, el niño se queda con Carmen


y Fermín, cuando arreglemos un asuntito que tenemos entre manos,
volveremos.

M_ Espera, espera –se incorporó sobre el sofá-. ¿Qué quiere decir


eso de que tenéis un asunto?, ¿de qué tipo?

T_ Hija, si quisiera que os enteráis os lo habría dicho ¿no?, tanto


sexo os aturulla la mente –les reprochó entrecerrando los ojos
graciosamente.

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M_ ¡Qué fuerte Teresa! –le contestó ante su comentario.

E_ Ni tanto ¿eh?, que has llegado…

T_ ¡He dicho que no quiero saber nada! –la interrumpió mientras


Maca reía divertida.

E_ ¡Pero si lo has mencionado tú! –exclamó mirándola incrédula.

T_ Bueno a lo que iba, nos vamos, así que por unos días vamos a
descansar de vosotras que nos lo hemos ganado.

E_ ¡Ya te vale!

T_ Eso espero que me valga… hoy estamos a Miércoles, bien, el


Sábado vais a preparar una comida para todos.

M_ ¿Qué? –ambas la miraban boquiabiertas.

E_ ¿Nosotras.

T_ Definitivamente, estáis muy atontadas si es que tanto sexo no


puede ser bueno ¡mujer!, por mucho que diga Encarna ¿eh?

E_ ¡Y dale con mi madre! –protestó Esther mientras Maca volvía a


romper en una carcajada.

T_ Pues eso, yo hablaré con los chicos del Hospital para que vengan,
les hacéis una parrillada de carne, Carmen os ayudará, así que
hasta el Sábado podéis poneros al día de vuestro retraso marital, y
después, os ponéis a trabajar.

E_ Teresa ¿puedo preguntarte algo?

T_ Si me vas a decir que eso lo tendrías que decidir vosotras, te


diré, no, todos nos merecemos una reunión distendida, después de
tanto sufrimiento que nos habéis hecho pasar, así que queridas

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mías, no hay nada más de que hablar –ellas dos se miraron
haciendo un gesto de conformidad elevando divertidas las cejas-. Os
dejo, que la máquina me espera fuera.

E_ Oye Teresa –la mujer se detuvo al levantarse-. ¿Y tu marido?,


¿sabes el tiempo que llevas aquí?

T_ Sí, lo sé, y mi marido es asunto mío, guapa.

M_ Pues también era asunto nuestro lo que íbamos a empezar y que


tú y tu máquina quita nieves nos habéis fastidiado, así que suelta
prenda o no te mueves de aquí.

T_ ¿Pero qué queréis que cuente, par de dos?, él está bien ya ha


aprendido a manejar el microondas sin socarrarse los dedos –dijo
orgullosa.

E_ Mira que bien.

M_ Sin socarrarse los dedos –repitió Maca haciendo un pucherito


con su barbilla mientras asentía.

T_ Le va bien estar solo y echarme de menos –les guiñó el ojo


sonriente mientras se ponía los guantes.

E_ Mañana cae –le dijo Esther a Maca dándole un golpecito en el


brazo mientras Teresa las miraba fijamente un tanto desconcertada-
. Lo que yo diga.

M_ Estoy contigo cariño, prepárate Teresa, que mañana hay tema.


¿Sabes lo de las agujetas, no?

T_ Me voy antes que os diga alguna barbaridad.

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E_ Si quieres podemos darte ideas –Teresa se giró mirándola con
sus ojos entrecerrados y Esther se aguantó la risa que iba a soltar-.
Ten cuidado ¿eh?

M_ Estás segura que sabes llevar la máquina.

T_ ¡Pedazo inconscientes! –les dio dos besos a cada una y a Esther


una palmada en el culo-. Te la has ganado. ¡Ah!, y os ha quedado
muy ideal la muñeca de nieve, vais a crear escuela...

M_ Gracias.

T_ No hay de que, ¡inconscientes, más qué inconscientes!

E_ Joder Teresa –protestó mientras la mujer se pasaba la bufanda


por la boca y se marchaba recordándoles a voz en grito el Sábado-.
Oye Maca tú estás viendo lo mismo que yo.

M_ ¡Pero qué fuerte si va en máquina quita nieves de verdad! –decía


sin salir de su asombro desde la ventana.

E_ Está como una cabra –dio una carcajada al ver que les saludaba
con su brazo.

M_ Esto es cosa de Carmen… seguro.

E_ Seguro –afirmó sonriente.

M_ Princesa, ¿por dónde nos habíamos quedado? –se puso tras ella
rodeándola con sus manos la cintura.

E_ Pues no lo recuerdo… tendrás que refrescarme la memoria.

M_ Vale… a ver… –le besó el cuello mientras una mano bajaba hasta
la cremallera del pantalón y la otra subía hasta su pecho-. ¿Voy por
buen camino?

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E_ Mmmm ya sabes que sí.

M_ ¿Aún no me has perdonado? –le decía desabrochándole el


pantalón.

E_ No… aún no –decía entre suspiros entrecortados.

Esther había apoyado sus manos sobre el marco de la ventana,


las cortinas estaban recogidas a los lados y ante sus ojos, se
extendía una panorámica hermosa tal y como el momento que
ambas estaban compartiendo se merecía, comenzaba a nevar
levemente, aquellos copos jugando con el viento ante sus ojos como
las manos de Maca jugaban con su cuerpo, tal y como ellos volaban
a esos lugares donde ellos querían llegar libremente, sin ataduras de
ningún tipo, eran copos libres, como las caricias, caricias repletas de
libertad, más lentas, más rápidas, más intensas o simplemente roce
único y que abarcaba todos sus sentimientos, como cada copo iba
tomando forma en el suelo, en la ventana, en la montaña, así, se
sentía Esther cada vez que Maca le demostraba amor, libre, sin
cadenas de ningún tipo, sin exigencias, era una libertad extrema,
ella, y su mujer, su mujer y ella, libres, volaban juntas al paraíso sin
detenerse, de igual manera que aquellos copos, con la única
diferencia que lo que ella sentía en aquel momento no era frío, al
contrario, era algo tan cálido, tan maravillosamente cálido, el aliento
de Maca suspirando sobre su cuello, su cuerpo sobre el suyo
moviéndose al compás que Esther necesitaba, el calor de su corazón
palpitando sobre su espalda, aquellas manos ardientes, el fuego del
deseo, era tal, que pensaba que en el instante en que Maca la
estaba haciendo volverse completamente loca, abandonando su ser

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para convertirse en un copo más de nieve, pensó que ella sola
podría derretir toda aquella espesura que sus ojos que se negaban a
cerrarse para contemplarlo, estaban visionando. Sus manos tuvieron
que aferrarse a la de Maca para obligarle a parar, su garganta
emitió un gemido tan agudo que ni ella misma lo reconoció como
propio, su respiración jadeante chirriaba como si de una vieja
locomotora se tratase, y aquellos brazos, aquellos brazos que la
sujetaban ante su flojedad eran lo único que necesitaba para vivir,
aquella fuerza tan sutil de su mujer que como en aquel momento de
debilidad la sujetaban día tras día, necesitaba aquellas manos que
acariciaban las suyas lentamente, y aquellos labios que dejaban
plácidos besos en su mejilla provocando en ella la sensación más
maravillosa del mundo, sentirse amada.

M_ ¿Cómo estás? –le susurró mientras la acunaba contra su pecho.

E_ Bajando del cielo todavía… -musitó con la voz queda, casi


inaudible.

M_ Mi amor…

E_ No me sueltes.

Así se quedaron por un rato, en silencio, escuchando el sonido


que llegaba mezclado entre la chimenea y el tintineo de la nieve y el
agua golpeando en los cristales. Ambas notaban sus corazones y
mientras Maca apoyaba su cabeza sobre la de Esther pensaba que
era afortunada, así lo sintió y un suspiro hondo llegó a su alma, la
que le demostró que volvía a estar repleta de amor y calma, blanca
y feliz, iluminada con la llama del amor que sentía. Apoteósica por el
sentimiento de hacer dichosa a quien más amaba.

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E_ Maca –le interrumpió en sus pensamientos.

M_ Dime.

E_ Creo que te has ganado el perdón sobrada y merecidamente.

M_ Que buena noticia –sonrió mientras Esther se daba la vuelta


mirándola a los ojos-. He sido buena.

E_ Más que buena… esos ojos que me hacen perder el control… me


dicen tantas cosas –le sonrió acariciándole la cara.

M_ Te dicen que te quiero.

E_ Si –le dejó un suave roce en sus labios, tan suave que Maca se
quedó con los ojos cerrados esperando más-. Vamos.

M_ ¿Dónde? –la miró confundida.

E_ Confía en mí. ¿Confías en mí? –le preguntó con esa sonrisa suya
tan especial y mágica que enamoró a Maca. Tuvo que insistir pues
parecía como si la pediatra se hubiera quedado aturdida ante ella-.
¿Confías o no?

M_ Sabes que sí.

E_ No vas a ser solo tú quien de sorpresas. Dame un minuto.

M_ No tardes.

En realidad era lo que le dijo más que su voz, su corazón, no


podía estar mucho tiempo alejada de ella, había vuelto esa
sensación de sentirla continuamente, esa sensación de llenarse de
ella con una simple mirada, esa sensación que había perdido
durante un breve espacio en el tiempo, y que sabía lo que dolía, no
quería volverla a perder. Se mordía el labio un tanto nerviosa,

50 ”Adiós Esther” © by ldana


después pasó a humedecerlos con la dependencia de sentirla a ella
en su boca, giró un poco su cabeza hacia la dirección que la había
visto marchar, la cocina, que nueva locura se le estaría ocurriendo
pensó divertida, después volvió su vista hacia fuera de la casa, y
sonrió. Entonces se percató que aquel gato misterioso volvía a estar
cerca de ella observándola, sus labios dibujaron una sonrisa ladeada
y el gato dando una vuelta sobre si mismo, con el rabo bien alto, le
demostró que estaba contento. Volvió a arrancarle una amplia
sonrisa justo en el momento en que Esther abría la puerta de la
cocina de golpe dándole un buen susto que hizo que rompiera a reír.

E_ Lo siento no pretendía asustarte –se disculpaba entre risas.

M_ Pues menos mal –se quejó sonriente con su mano sobre su


agitado pecho no por el susto, sino, por el deseo que le provocaba
Esther con su sola presencia.

E_ ¿Preparada? –se acercó hasta ella dándole su mano para que se


cogiera.

M_ Preparada –le tomó la mano y el contacto de ambas pieles,


provocó en ellas al mismo tiempo un suspiro incontrolado-. Soy toda
tuya.

E_ Que bien suena eso… ven.

Con suavidad tiró de ella para llevarla de la mano, entraron a la


cocina, abrió la despensa, y asombrada Maca vio como abría una
segunda puerta que daba a una escalera estrecha, le recordó a la
que una vez subieron en aquel mismo pueblo, pero en la Fonda
donde aquella noche también se desató la pasión. Sonreía al
recordarlo porque lo mejor que recordaba en su vida siempre había

51 ”Adiós Esther” © by ldana


venido de la mano de Esther. Y aquella misma mano era la que la
detuvo ante una puerta.

E_ ¿Lista?

M_ Sí –fue a besarla pero Esther no al dejó.

E_ Aún no.

M_ No me hagas sufrir mucho que no creo que aguante –le susurró


a modo de queja seductiva.

E_ Aguantarás –clavó sus ojos abrasadores de tal manera que Maca


se estremeció-. Ven.

Esther abrió la puerta, Maca pasó un segundo después.

Cuando Teresa volvió a casa, se encontró a Encarna hablando


por teléfono con Rosario, Carmen había ido a comprar y el niño
dormía tranquilito. Cuando colgó, la miró esperando noticias.

T_ Están enteras, ojerosas, un tanto atontadas, pero vuelven a ser


ellas, otra vez sus ojos reflejan el amor y otra vez esas miradas
cómplices delatan que todo ha vuelto al orden.

En_ Menos mal –suspiró aliviada.

T_ Ya saben lo del Sábado.

En_ ¿Y cómo se lo han tomado? –preguntó sonriendo mientras se


sentaba en el sofá más cómodamente.

T_ Asombradas, pero creo que a ellas también les ha parecido una


buena idea. ¿Qué te ha dicho Rosario? –se sentó también una vez se
había despojado e toda la ropa que llevaba para combatir el frío.

52 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Vendrán, Pedro está muy ilusionado y… quiere compartir el
momento con todos.

T_ Bien. Encarna –la miró con dudas.

En_ Dime.

T_ Cuando las he visto así nuevamente, me ha venido a la cabeza


ese tal Pablo... ya sabes... –la mujer asintió seria-. ¿Pasa algo más
que yo no sepa?

En_ Espero que no, solo temo la reacción del muchacho, él iba
diciendo por el pueblo que llegaría un día en que Esther pagaría por
haberlo dejado, no estaba muy bien de la cabeza... yo siempre he
temido que llegara el momento en que apareciera en su vida
nuevamente, parecía que la había olvidado de esto que te cuento
hará más de ocho años.

T_ Ya.

En_ Por eso quiero localizarlo y hablar yo, no voy a permitir que
ahora ese hombre que ya no tiene ninguna explicación a que
aparezca, haga daño a mi hija o a Maca.

T_ ¿No debería saberlo Maca?

En_ Es que mi hija me ha desconcertado... no sé si es que de


verdad lo ha olvidado o simplemente no me quería preocupar.

T_ ¡Cómo se miraban! –sonrió-. Nadie creo que pueda borrar esa


mirada de amor.

En_ Pues ojalá y nada más sea un amago de susto –sonrió-. Y otra
cosa, ¿ya tienes preparado lo nuestro?

53 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Sí, ya está preparado.

En_ ¿Pero has hablado con él?

T_ Sí –sonrió contenta.

En_ ¿Y? –la miraba expectante con la sonrisa nuevamente reflejada


en sus labios.

T_ Patidifusito se me quedó, pero deja deja, que cuanto hablemos


cara a cara, vas a entender muchas cosas.

En_ Me hace tanta ilusión.

Ca_ Ya estoy aquí –apareció Carmen cargada con bolsas.

En_ Deja que te ayudemos, mujer –se levantó y le ayudó a


descargar.

Ca_ ¡Qué frío hace!, bueno a ver, ¿y las niñas nuestras... cómo
están? –se sentó un tanto cansada.

T_ Pletóricas –sonrió.

Ca_ Eso es bueno, muy bueno.

En_ ¿Y no te riñeron? –la miraba nuevamente sonriente.

T_ ¡Uf!, la que me cayó encima –dijo elevando su mano-, es que no


hay nada como estar una pareja que se quiere sola ¡hija! –le
comentó a Carmen dándole un golpecito en la mano.

F_ Buenas tardes –apareció Fermín con el niño en brazos.

Ca_ Mira mi hombre... mira que estampa –dijo orgullosa sonriente


mientras el hombre la miraba con su seriedad habitual pero una
mirada serena-. Si es que es el hombre más guapo de todo el
mundo.

54 ”Adiós Esther” © by ldana


F_ ¡Para ya mujer!

En_ Vamos Fermín no sea tímido, que su mujer está coladita por
usted –sonrió ampliamente.

Ca_ Si es que es guapo, bueno y lo mejor que tengo en la vida –le


cogió al niño dándole un beso que hizo que el hombre esbozara una
mínima sonrisa-. Y que decir de este niño tan guapo.

F_ Tengo hambre –pareció una protesta pero ya conociéndolo


sabían que estaba tan encariñado como el resto por aquel niño que
en sus grandes manos, parecía sentirse el más seguro del mundo.

Ca_ Ya voy, venga que hoy tenemos una cena para chuparse los
dedos, venga, venga chicas.

T_ La verdad –le dijo bajito al oído cogiéndola del brazo-, esta


mujer se le ve que ha sufrido lo suyo pero tiene a su marido
vamos... embobadito ¿eh?

En_ Claro Teresa... como tú el tuyo.

T_ ¡Qué va!, el mío ya no es lo que era –dijo poniendo un gesto


triste ladeando su boca-, aunque... le echo de menos.

En_ Mañana toca –le dijo bajando la voz para después dar una
sonora carcajada.

T_ Ya pareces dos que yo me sé –le dijo seria-. Por cierto, deben


estar poniéndose al día ¿eh? –está vez sonrió.

En_ Déjalas que el amor es lo más bello que tenemos en la vida, y


poder demostrarlo, es algo único, lo valoras cuando ya no lo tienes
–le guiñó un ojo sonriente-. Vamos con la cena.

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Los ojos de Maca estaban demostrándole a Esther que la
sorpresa le había impactado, ella la observaba sonriente,
mordiéndose el labio se acercó lentamente por detrás y la rodeó con
sus brazos por la cintura.

E_ ¿Te gusta?

M_ Me encanta.

E_ Este es el mejor secreto guardado por Fermín, y aún no has visto


nada, acuéstate ahí –le señaló una especie de cama que había en
medio de aquel cuarto.

M_ ¡Dios!, no había probado nada tan cómodo.

E_ Pues ahora abre bien los ojos.

Esther cogió una especie de vara larga, era un cuarto que


estaba iluminado por una pequeña chimenea, que calentaba lo
suficiente y alumbraba lo justo para poder quedarse prendada de
aquel lugar que parecía hecho para disfrutar de la soledad. Cuando
Esther abrió el techo, Maca quedó boquiabierta, la mitad justa era
una ventana en la que se veía la montaña, aún con la poca luz que
tenía el atardecer era una visión que dejaba completamente
embobada a Maca.

E_ ¿Precioso, verdad?

M_ No va a dejar de sorprenderme nunca este lugar.

E_ Esto es cosa del amor tan grande que Fermín le tiene a su mujer
–comenzó a desnudarse poco a poco ante el gesto fogoso de una

56 ”Adiós Esther” © by ldana


Maca que no podía apartar los ojos del cuerpo de su mujer-. Y
esto... es cosa mía.

M_ Me encanta.

E_ ¡Pero... creo que mejor parar!

M_ Joder Esther no empieces por favor, ten piedad de esta pobre


que se muere por tenerte –se puso a gatear por la cama hasta llegar
a los pies, abriendo sus brazos para tener a su mujer, poniendo
gesto de compasión y mandándole besitos-. Ven.

E_ Voy –le susurró y sacando de su pantalón un pañuelo de gasa le


dijo sonriente, provocativa y encendida por el fuego de la pasión-.
Pero voy a ponerte esto en los ojos.

M_ No –susurró negando con expresión de clemencia al verlo.

E_ Si –sonrió.

M_ Por fi –le dijo juntando sus manos-. No me tortures más.

E_ ¡Pero si te gusta, tonta! –le dio un golpecito en el brazo mientras


se acercaba hasta su boca para dejarle un beso, pero se detuvo-.
Voy a volverte loca.

M_ ¿Más? –trató de besarla pero Esther se apartó.

E_ Te lo prometí.

M_ ¡Uf! –volvió a tratar de besarla mientras hablaban entre susurros


enamorados.

E_ Así me gusta... que seas buena chica –Esther le puso el pañuelo


sobre los ojos-. ¿Ves?

M_ No.

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E_ ¿Seguro?

M_ Uf, te lo aseguro.

E_ Bien... desnúdame –le cogió sus manos poniéndolas en su


cuerpo.

M_ Joder Esther... –musito dejando sus labios entre abiertos y


entonces notó como Esther le dejaba su boca allí para que buscara
aquello que tanto le gustaba investigar-. Mmmm mi amor...

Esther no le contestó pero sí sonreía, ver a Maca tan excitada


con su juego le hacía perder a ella también los estribos, además que
con suma delicadeza la estaba desnudando y aquello aún hacia que
el deseo entre las dos creciera.

M_ Esther...

E_ ¿Qué? –le contestó apartándose pues ya estaba desnuda.

M_ ¡Uf, me va a dar algo! –Esther no le contestó, Maca sonrió


divertida porque le gustaba todo cuanto le estaba haciendo, alargó
sus manos para poder tocarla pero no estaba-. De esta me tienes
que volver a ingresar.

E_ Te aseguro que no –le dijo de golpe justamente detrás suyo, el


roce de su aliento en su cuello le hizo ladear instintivamente su
cuerpo hacia el lado opuesto donde se encontraba Esther, quien
comenzó a pasar su lengua suavemente por él-. Me encanta este
cuello.

M_ Esther –volvió a susurrar mientras exhalaba un fuerte suspiro.

E_ Me encanta esta oreja –le hizo el mismo procedimiento y Maca


volvió a suspirar-, me encanta esta boca –Maca notó como Esther la

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empujaba suavemente hacia detrás hasta quedar en la cama, la
besó finamente-. Y que decirte de estos pechos...

M_ Esther –insistió con voz entregada a cada una de aquellas


caricias mientras Esther bebía de ellos primero con suavidad y luego
con fiereza.

E_ Me vuelves loca mi vida –sus palabras salieron lentas mientras


le quitaba el sujetador y su aliento jugaba por su piel, de igual
manera que las sombras lo hacían por las paredes de la habitación-.
No puedo vivir sin ti... Maca...

M_ No pares Esther –le susurró con la voz repleta de súplica


desesperada por todo cuanto le estaba haciendo sentir.

E_ Te quiero –le dijo lamiendo su ombligo mientras Maca soltaba un


gemido y se agarraba a la sábana.

M_ Esther...

Esther se separó de su cuerpo mientras le quitaba con suavidad


el pantalón y la ropa interior, Maca quedó allí sobre la cama
totalmente desnuda, repleta de deseo por sentir y vibrar con su
mujer, dependiendo de sus manos, de sus labios pues la venda
impedía saber donde estaba, así su imaginación comenzó a trabajar
excitando mucho más aún su respiración, Esther sonreía sabía que
la estaba volviendo loca, ella misma, sentía en su piel la necesidad
de hacer que la pasión estallara entre ellas y aquellas cuatro
paredes. Cuando Maca la rodeó con sus piernas una vez la localizó,
le suplicó que la amara, Esther actuó de inmediato sabía que no
podía continuar haciendo sufrir a su amada, sin previo aviso
comenzó a besarle la planta del pie logrando que Maca diera un

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pequeño gemido, pequeño que no por eso poco intenso, después
lentamente fue subiendo por sus piernas su lengua jugueteaba con
su piel, se detenía y besaba, después continuaba logrando que las
respiraciones de ambas se dispararan de igual modo que el fuego de
la chimenea había tomado viveza. Cuando Maca esperaba que
llegara a su entregado sexo, paso de largo hasta llegar a su
ombligo, las manos de Maca se posaron en su cabeza y suavemente
la llevó hasta donde quería, hasta donde le había prometido, el
fuego de ambas creció, y el de la chimenea dio vida a sus figuras
en la pared, allí se dibujaban dos cuerpos en movimiento, primero
lentamente iban jugando según las llamas iban tomando vida, para
poco a poco ir tomando una viveza que iluminó el cuarto e hizo que
aquella pared viera como las figuras que se reflejaran en ella,
cobraban vida, una vida repleta de placer, de gemidos, de caricias,
de dependencia la una de la otra, y así, conforme el ritmo se
incrementaba, las llamas parecían acompañar a la pareja, y como si
todo el lugar estuviera envuelto en magia, con el grito repleto de
placer de Maca, el fuego se apagó, y una llama fina, suave, comenzó
de nuevo a iluminar el lugar de una manera tímida, pero inmensa,
de una manera ligera pero repleta de vida.

Esther extenuada por el esfuerzo y su propio deseo, subió con


calma hasta la boca de Maca, la tenía entreabierta porque
necesitaba tomar aire a grandes cantidades para poder recuperarse
de cuanto había sentido, mientras sus manos rozaban con cuidado
la espalda de Esther, ésta le quito la venda y vio en sus ojos ya no
el fuego de la pasión, sino el fuego del amor.

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E_ Te quiero –la besó suavemente para quedar sobre su pecho
abrazada por los brazos aún temblorosos de Maca.

M_ Te quiero –susurró con la garganta seca pero el corazón repleto


de amor.

Y así, abrazadas, se quedaron profundamente dormidas.

Un suave movimiento de Maca para tratar de acomodar a


Esther sobre su pecho, despertó a la enfermera, aquel despertar
rodeada por los brazos de Maca sobre su pecho jugando con su
respiración, observándola desde su posición, le pareció una
bendición, llegaron a ella sin poderlo evitar los recuerdos de una
difícil temporada donde Maca no era Maca y donde ella le daba la
sensación que tenía que vivir a contracorriente. Recordó todas sus
dudas durante el proceso de recuperación, recordó los momentos
complicados junto a ella, y al hacerlo saboreó mucho más aquel
instante donde podía contemplarla dormir placidamente, donde su
gesto volvía a ser su gesto de siempre, donde sus manos volvían a
recorrer aquel camino que tanto les gustaba a las dos, y donde el
amor volvía a ser el principal eje de unión entre ellas. Esbozó una
sonrisa al pensar en lo mucho que había disfrutado Maca y en lo
mucho que había gozado ella misma, en aquel cuarto donde la
chimenea les regalaba aquel sonido del que ya ambas se habían
acostumbrado. Con sumo cuidado fue retirándose del cuerpo de
Maca, no sabía cuanto tiempo habían estado así adormiladas,
abrazadas y reposadas después de tan intenso momento vivido,

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ante su movimiento, Maca se movía quejándose un poco, Esther se
tumbó a su lado para seguir deleitándose de ella.

M_ No te vayas –murmuró.

E_ Nunca me iré –le besó suave y graciosamente en la punta de la


nariz.

Así estuvieron unos minutos, Maca pasaba su brazo por la


cintura de su mujer como si fuera el ancla que hurga la tierra
húmeda bajo el mar, para no dejar escapar el barco, así, en un
duermevela vigilante de no perder su contacto, abría los ojos la
miraba, le sonreía y después volvía a cerrarlos, de igual manera lo
hacía Esther, que sentir a su mujer aferrada a ella, la llenaba de
bienestar, calma y una paz que hacía mucho tiempo no tenía.
Entonces recordó el embarazo de Maca, su comportamiento durante
el mismo, sus estúpidos miedos, y por culpa de ellos como se alejo
de la persona que más quería, se pregunta una y mil veces como
pudo ser así, se reprochó su actitud y sonrió al recordar la paciencia
infinita que tuvo Maca con ella, ¿era especial lo que durante el
tiempo que habían estado allí, en aquella casa luchando había hecho
ella?, no, fue su respuesta segura, “Maca estaba enferma y he
aguantado a una persona que no tenía nada que ver con ella, sin
embargo yo no estaba enferma y sólo por amor me aguantó aquella
actitud tan necia”. Entonces sintiéndose avergonzada por todo
aquello, tuvo la necesidad de tocar a quien tantas cosas le había
enseñado en la vida, a quien le había dado la oportunidad de ser
mejor, a quien le regalaba siempre una sonrisa y a quien más amor
le había dado en su vida.

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E_ ¿Maca duermes?

M_ No –susurró agotada.

E_ Te quiero.

M_ Y yo mi amor…

E_ Quiero que sepas que eres lo más importante que tengo, y que…
bueno… me arrepiento de muchas cosas de las que te he hecho –sus
ojos se llenaron de lagrimas-, soy una estúpida y a veces no sé
porque estás a mi lado.

M_ ¿Pero qué dices? –la miró extrañada por su reacción, entonces le


quitó aquellas lagrimas y se acercó a ella hasta unir sus cuerpos y
sus bocas-. No me digas más esto mi niña… no me lo digas más…
ambas hemos cometido errores y te aseguro que seguiremos
cometiéndolos.

E_ Te quiero –se aferró a su cuello con devoción, Maca la recibió


entre sus brazos estrechándola fuertemente-. Te quiero Maca…

M_ Y yo mi reina… pero no llores… no soporto verte llorar.

E_ Es emoción –le murmuró mientras sus dedos se deslizaban


lentamente por la mejilla de la pediatra hasta rozar sus labios-.
Emoción de sentirte, emoción de tenerte.

M_ Cariño… -le sonrió.

E_ Mira… vamos a hacer una cosa, quédate aquí descansando


porque no estás para quemar tantas energías –sonrió y Maca le
puso morritos-, yo mientras voy a preparar la cena, tengo un
hambre –se tocó el estómago poniendo sus ojos en blanco.

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M_ No tardes… te espero aquí.

E_ ¿Te gusta, eh?

M_ Sí, ¿cenamos aquí cariño?

E_ Como tú quieras.

M_ No tardes ¿eh?, no me gusta que me dejes sola.

E_ Te aseguro que en menos de lo que piensas estoy aquí.

M_ Ya te echo de menos –le dijo mientras la observaba como se


ponía el suéter y los pantalones entonces se levantó hasta ella se
arrodilló detrás suya y dejándole un beso tierno en la mejilla
mientras la rodeaba con sus brazos por el cuello le susurró-. Te
quiero, no lo olvides un solo instante.

Esther se deshizo de aquel abrazo, se giró mirándola a los ojos


con una sonrisa en sus labios y la besó, con ternura dejando a un
lado la pasión, pero aquel beso tierno le devolvió a Maca de un solo
golpe la seguridad, y borró sus miedos.

E_ No tardo.

La vio perderse por la puerta con su andar gracioso, la vio


alejarse y cuando la perdió de su campo visual, siguió oyendo como
bajaba las escaleras hasta perder definitivamente sus pasos, la
noche había caído, y por lo que alcanzaba a ver por aquella inmensa
ventana, la nieve persistía, se aferró a la almohada hasta abrazarse
a ella, se cubrió con aquella blanca y fina sábana y esbozó una
enorme sonrisa, otra vez estaban juntas, como si nada hubiera
ocurrido, el miedo de sus últimos días se había evaporado como
seguramente se evaporaría la nieve que las rodeaba. Rebuscó un

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tanto la postura, sus brazos echaban de menos la figura de su
mujer, su cuerpo también, pero su alma había salido fortalecida de
aquellas dudas, Esther la veía como una mujer fuerte a la que
admiraba, una mujer que no tenía miedo a nada, y no era así, su
fuerza radicaba en la creencia que tenía de si misma, sabía hasta
donde era capaz de llegar en su trabajo, pero en su vida, nunca
había sido una mujer fuerte, Azucena le había hecho tanto daño que
se había quedado con el alma escondida y el corazón magullado, tan
solo con la presencia de la enfermera a su lado era capaz de sacar
su fuerza, pero no alejar su miedo, que se acrecentaba según iba
avanzando su relación con ella, le bastó aquel mes en Jerez, para
darse cuenta que sin Esther se volvía débil, asustadiza y vacía,
aquella dependencia que siempre pensó no sentiría por nadie, le
había llegado desde el momento que miró a Esther con los ojos del
amor. Suspiró profundamente, trató de relajar sus latidos un tanto
disparados aún por la excitación y recordando la sonrisa, la
carcajada y los susurros de Esther, se quedó dormida.

Entre tanto, Esther en la cocina preparaba una ensalada, y un


poco de ese fiambre que traía Fermín y era una perdición para la
dieta. Justo cuando estaba poniendo el queso, se acordó de su
madre y sintió unas ganas enormes de hablar con ella. Dejó cuanto
estaba haciendo porque conocía a Maca y sabía que debía estar en
aquel momento dormida presa del cansancio. Decidida fue en busca
y captura del teléfono y con sus movimientos sonrió porque sentía
unas agujetas feroces por todo su cuerpo. Feliz se sentó en el sofá
para poder hablar tranquilamente con Encarna. Marcó, esperó y al

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descolgar se llevo la sorpresa que era Fermín, un tanto apurada le
preguntó por su madre, y el hombre con su tono frío como siempre,
no pareció alterarse al escucharla, ni cuando llamó a Encarna que se
le oía llegar armando un buen jolgorio que arrancó una carcajada de
su hija.

En_ Cariño ¡ya te ha dejado un ratito para tu madre, Maca!

E_ ¡Mamá! –la riñó sonriente.

En_ A ver… ¿qué tal va todo?

E_ Muy bien mamá, de verdad estamos recuperando lo que fuimos.

En_ No sabes lo que me alegra saberlo… ¡ya era hora!

T_ ¿Qué pasa? –oyó a Teresa como se acercaba al teléfono, su gran


apoyo Teresa y sonrió.

En_ Nada hija que parece que han tenido una tregua.

E_ Bueno si os vais a pasar el rato hablando vosotras… me voy a


cenar.

En_ ¿Has dicho cenar?

E_ Eso he dicho –asintió con voz divertida.

En_ ¡Por los clavos de Cristo!, ¿sabes la hora que es?

T_ Que va a saber, que va a saber –repetía una y otra vez Teresa.

Ca_ ¡Dejar a las chicas tranquilas! –se oyó a lo lejos la voz de


Carmen sonriente.

E_ No mamá, no sé que hora es –contestó sonriente porque podía


imaginarse a cada una de ellas en su papel.

En_ Son las doce menos cuarto de la noche.


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E_ ¡Tan tarde! –exclamó un tanto asustada.

T_ Nada, lo que yo te diga –separó el teléfono Teresa de la oreja de


Encarna-. Inconscientes par de inconscientes que vais a enfermar.

E_ Teresa –la quiso reñir pero solo podía sonreír-. Mamá.

En_ Dime hija.

E_ No sé la hora que es pero… -bajo su voz para susurrarle-, pero sí


sé que soy muy feliz… mucho mamá.

En_ Lo sé, y de corazón te digo Esther que soy muy feliz por
vosotras, en especial por ti hija, te lo mereces después de todo.

T_ Yo también Esther… de verdad –apareció la voz un tanto


quebrada por la emoción.

E_ Bueno… pues os dejo voy a llevarle la cena a mi niña. ¿Cuándo


os vais?

En_ Mañana.

E_ ¿Hasta el Sábado entonces?

En_ Sí cariño –la voz de Encarna se nubló por la felicidad.

E_ Te quiero mami.

En_ Y yo.

E_ ¡Teresa a ti también te quiero! –Teresa no contestó porque de


ver los ojos de Encarna repletos de lagrimas se le hizo un nudo en la
garganta que le impidió hablar-. ¡Y recuerda mañana hay tema!

T_ ¡Esther! –la riñó sacándose de golpe aquel nudo.

Cuando colgó se fue feliz hasta la cocina, mientras, en la otra


casa aquella mujer que había aguantado durante tantos días la
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presión que estaban viviendo la pareja, con un simple te quiero de
su hija, se vino abajo, cuando colgó el teléfono las lagrimas se
sucedieron una tras otra, y por mucho que las quería controlar no
había manera de detenerlas, y aquella otra mujer, que había estado
sufriendo también el calvario de la pareja, sintió el derrumbe de la
que pensó nunca se derrumbaba, y no pudo más que abrazarla, sin
mediar palabra, tan solo compartir una alegría en silencio que daba
un descanso brutal a sus corazones.

Al abrir la puerta Esther con el culo, vio que Maca estaba


sentada en la cama mirando por el ventanal, sonrió al verla desnuda
y Maca sonrió al verla tan cargada.

M_ Ya era hora, iba a llamar a los bomberos.

E_ ¡Anda y por que no has bajado tú a rescatarme!

M_ Porque estoy muy vaga –puso gesto tierno.

E_ Según para que –sonrió y se sentó a su lado dejando la bandeja


entre las dos. Luego se besaron-. Que hambre, ¿sabes que hora es?

M_ No, pero sí tengo hambre sí –le contestó lanzándose a por un


sándwich que había hecho de foiagras.

E_ Las doce menos cuarto.

M_ ¡Con razón tengo tanta hambre! –murmuró mientras la miraba


atontada-. Y por lo que has tardado yo pensaba que iba a tener una
cena espectacular.

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E_ ¡Qué mala eres!, no te burles ¿eh? –Maca sonrió dejándole un
beso en los labios-. Que bien sabes. Pues es que he tardado porque
he hablado con mi madre.

M_ ¿Qué dice Encarna?

E_ Está muy contenta, pásame por favor la servilleta.

M_ A cambio de un beso.

E_ Eres genial, ¿lo sabías? –sonrieron besándose-. Está feliz ¡ah!, y


la pesada de Teresa metiéndonos caña, ¡qué lo sepas!

M_ Es adorable… ahora que lo dices… debería haber llamado a mi


madre.

E_ Pues si hija, sí.

M_ Pero es que no tengo tiempo –se quejó elevando sus hombros-.


¿De qué es ese?

E_ Queso de cabra, lo hace Fermín, que por cierto me ha dado un


corte hablar con él.

M_ ¿Y eso? –la miró sonriente.

E_ No sé, debe saber todo lo que estamos haciendo, ¡yo que sé! –
dio una carcajada.

M_ Es un hombre muy serio, pero debe ser encantador.

E_ Si, aunque esto me lo dijo Carmen, ¿sabes para qué construyó


este cuarto?

M_ Para lo mismo que lo hemos usado nostras, ¡seguro! –afirmó


sonriente mientras le quitaba a Esther un trozo de lechuga.

E_ ¡Ya te vale Maca!

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M_ La culpa es tuya –se acercó nuevamente y le dejó un beso en el
cuello ante el suspiro de una Esther que no podía reprimirse cuando
la rozaba-. Has acabado con mis reservas de energía necesito
reponerme.

E_ Te adoro –le dijo mimosa.

M_ Venga cuéntame ¿para qué lo hizo?

E_ ¿El qué? –preguntó distraídamente mientras mordía su sándwich.

M_ Esther estás un poco despistadita ¿eh?

E_ Despistada no, es que no puedo concentrarme en nada, estando


tú así... desnuda... es que se me van los ojos cariño –decía
acercándose a darle un beso en el pecho.

M_ ¡Esther! –sonrió divertida tratando de alejarse y en el


movimiento se le cayó un trozo de queso en la cama, se miraron
divertidas-. ¡Mira lo que me has hecho hacer!

E_ Pues ahora te lo tienes que comer –le dijo muy seria-, no he


estado yo ahí dale que te pego con la cena como para que tú me la
vengas desperdiciando.

M_ Mala mujer –le dijo entrecerrando los ojos.

E_ Si, mucho, pero te encanta que lo sea.

M_ ¡Ay! –suspiró profundamente mientras recogía el queso-. ¡Me


cuentas!

E_ ¡Ah es verdad!, pues como Carmen se quedo privada, a ella lo


que más le gustaba era ver las montañas, le hizo el mirador de la
habitación, pero allí no podía ver el cielo, entonces, construyó este

70 ”Adiós Esther” © by ldana


cuarto, me contaba Carmen que todas las mañanas a las cinco la
cogía en brazos, la subía aquí, y juntos veían el amanecer...

M_ Que tierno –dijo admirando aquella historia.

E_ Ahí donde lo ves, sí.

M_ Oye y puedo saber yo... porque tú –le cogió la barbilla con su


mano derecha acercándose a ella quedándose a escasos centímetros
de sus labios que la llamaban a gritos-... tú no me hacías esto a mí.

E_ ¿Yo? –le preguntó divertida.

M_ Sí, tú.

E_ Pues porque yo no soy tan fuerte como Fermín, además, quería


darle otro fin al cuarto.

M_ Mmmm si es que no te puedo reñir –la besó.

E_ Ahora si quieres, mañana o mejor dicho, dentro de un rato te


subo a ver el amanecer.

M_ No hará falta, quedémonos aquí y lo compartimos.

E_ Bien –le dijo quedándose atrapada en sus ojos que la miraba


intensamente.

M_ Dame un par de minutos y llamo a mi madre.

E_ De acuerdo... un par ¿eh?

M_ Te quiero mi niña.

E_ Y yo. ¡Oye Maca! –Maca se detuvo en la puerta después de


ponerse la camisa, y se giró-. Bájate algo guapa.

M_ Esther estoy cansada... muy cansada.

71 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¡Tendrás cara! –explotó en una carcajada mientras la veía
marcharse feliz-. Gracias Señor... gracias por regalarme
nuevamente su sonrisa.

Esther miraba por el ventanal el cielo oscuro como si fuera un


telón negro, ese telón que se había alzado para que la vida de las
dos, comenzara de nuevo como si fuera una función de teatro, las
dos actrices protagonistas decididas a ganar no solo el aplauso del
público, sino, a hacer de aquella obra, su obra, la mejor del mundo.
Sonrió con ese pensamiento, pero volvió a agradecer a Dios, la
ayuda prestada cuando más lo necesitó, sus ruegos al final fueron
valiosos, y sabía que cuando el telón bajara, aquella obra de su vida
continuaría siendo la mejor. Se tumbó en la cama a esperar
relajadamente a su mujer, mientras pensaba miles de maneras de
hacerle perder los estribos, y así, poco a poco se fue quedando
dormida.

Maca, había llamado al teléfono de su casa pero no le habían


contestado, le extrañó pero imaginó que estarían en alguna fiesta,
como siempre, y suspiró, al recordar aquella vida anterior a la que
estaba disfrutando, a aquella manera de engañarse a sí misma y
engañar a los demás, cerró los ojos pensando que había dado un
paso que le había costado muchos disgustos pero que si hacia una
retrospectiva de su vida, en ese momento se sentía orgullosa de
haberlo dado, rompió el sonido del teléfono sus pensamientos.

M_ ¿Si?

72 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ ¿Maca hija has llamado? –era su madre que le hablaba con tono
feliz.

M_ Sí mamá, quería saber como estabais.

R_ Muy bien todo está bien, ¿y tú?, ¿cómo sigues?

M_ Mejor... ahora mismo me estoy poniendo al día de todo.

R_ Eso está bien –le dijo con una sonrisa-. ¿Y Esther?

M_ Descansando.

R_ Le hace falta cariño... cuídala no vaya a salirle ahora todo el


stress que ha estado sufriendo.

M_ Ya... estoy en ello –sonrió nuevamente.

R_ Me alegro mucho.

M_ El Sábado hacemos una fiesta, ¿vais a venir?

R_ Claro ya he hablado con Encarna.

M_ Bien... así nos vemos... ¿Y papá?

R_ Durmiendo, hoy ha tenido una reunión ya sabes... y una fiesta


después

M_ Pensaba que estabais en algún sitio así.

R_ No, hija, si te soy sincera, estaba esperando tu llamada y no he


querido moverme de aquí –le dijo contenta.

M_ Lo siento es que se me ha ido la hora –se disculpó de manera


serena, tanta que no se creía que estaba hablando con su madre.

R_ Tranquila me hago cargo.

73 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Mamá... yo quería decirte que... –sabía que le iba a costar
decirlo porque no era muy dada a ello pero en ese instante lo
necesitaba. Tomó aire para decirlo de una-. Quería decirte que te
quiero, que os quiero mucho.

R_ Nosotros también, no lo olvides...

M_ Bueno... me voy a dormir... os espero el Sábado.

R_ Allí estaremos, dale un beso a Esther de nuestra parte y por


favor, cuídala.

M_ Descuida, lo estoy haciendo.

R_ Te quiere mucho cariño, no me gustaría que perdieras a una


persona tan maravillosa como ella, hablar todo lo que tengáis que
hablar –Maca no salía de su asombro, su madre dándole un consejo
que nada tenía que ver con todos los que hasta aquel momento le
había dado-. Pero por favor, no la pierdas.

M_ No, mamá, me alegro que pienses así.

R_ Buenas noches cariño.

M_ Buenas noches.

Se quedó allí quieta mirando el teléfono, y es que Esther era


así, pensó, conseguía que la gente la quisiera sin proponérselo pero
siempre lo conseguía, sonrió contenta de ver que su madre se había
unido a la lista de admiradoras que tenía su mujer. Entonces, volvió
a descolgar el teléfono y llamó.

M_ ¿Cómo está la suegra más maravillosa del mundo? –sonreía y al


hablar con ella una intensa paz se apoderó de su interior.

74 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Vaya por lo que veo os habéis dado un respiro –dijo muerta de
risa por el comentario de Maca.

M_ Si, hay que reponerse de vez en cuando, ¿estás sola?

En_ Sí, Teresa se ha ido a descansar, Carmen ha ido a ordeñar una


vaca para llevarle la leche fresca a Fermín, esta mujer no deja de
sorprenderme.

M_ Ni a mí.

En_ ¿Qué quieres hija?

M_ Verás... sé que el Sábado te voy a ver pero quería decirte algo...

En_ No me asustes ¿eh?, que mi corazón no está para más


sobresaltos.

M_ No, Encarna yo quería darte las gracias por todo lo que has
hecho por mí.

En_ Maca –su voz se volvió un tanto temblorosa demasiadas


emociones para tan poco tiempo.

M_ Déjame continuar –le interrumpió con dulzura-, sé que siempre


me has apoyado y siempre me has dado tu cariño, no sé si yo te he
correspondido como debía, hoy mientras hablaba con mi madre, he
entendido lo importante que eres no sólo para mí como suegra
Encarna, también como amiga –en su voz Encarna podía notar un
temblor sincero y repleto de emoción, la mujer tuvo que suspirar
para poder reaccionar-. Encarna te quiero mucho... y necesito que
hoy lo sepas.

En_ Lo sé Maca... pero gracias por decírmelo, conociéndote sé que


no es fácil para ti mostrar tu corazón. Pero tú sabes cariño, que yo

75 ”Adiós Esther” © by ldana


no tengo otra cosa más importante en mi vida que Esther, y que lo
único que quiero es que ella sea feliz, y eso hija, eso solo lo
consigues tú, y además –agregó después de suspirar porque podía
escuchar nítidamente la respiración un poco agitada de Maca, las
palabras de su suegra le estaban haciendo bien-. Además a ti te
quiero como si fueras mi propia hija, no tienes que agradecerme
nada, porque es fácil quererte, muy fácil cariño.

Después de hablar con su suegra, una lagrima emocionada


recorrió su rostro, el gato que se había sentado a su lado la miraba
con sus ojos hechiceros verdes fijamente, ella lo acarició y sonrió,
sabía que era afortunada, y contenta subió las escaleras, hacía
aquel nuevo nido de amor que tenían, entró con unos caramelos
redondos que encontró en la cocina de chocolate, una especie de
bombones al abrir la puerta lo hizo con una sonrisa de oreja a oreja,
pero allí tendida en la cama desnuda aunque tapada
estratégicamente con la sábana se encontraba durmiendo Esther.

76 ”Adiós Esther” © by ldana


Sonrió al acercarse hasta ella, aquella sorpresa divertida que se le
había ocurrido después de hablar con su suegra, se esfumó en un
segundo, Esther parecía realmente estar agotada y sabía que ya no
físicamente sino, mentalmente estaba peor después de todo lo que
había estado soportado con su accidente. Decidió comerse los
bombones y una vez terminó, bajó para llevarse la bandeja y
lavarse la boca, después apagó todas las luces y lentamente subió
hasta el cuarto, notaba como su corazón latía más rápido conforme
llegaba a la cama, y es que aquella mujer le había robado la
tranquilidad, todo era deseo, y una ternura que ni ella misma
recordaba cuando se había sentido así. Despacio sin despertarla se
acostó, se arrimó a ella pasando su mano por la cintura
acomodando su cuerpo al de Esther, reposaba en forma de cuatro, y

77 ”Adiós Esther” © by ldana


su mujer reconociendo aquel cuerpo, sin siquiera abrir sus ojos se
acomodó a las formas que le brindaba Maca. Abrazadas, se
quedaron dormidas, seguras la una de la otra piel con piel
entrelazados sus dedos durmieron hasta que unos tímidos rayos de
sol tuvieron a bien jugar con sus caras. Maca se desperezó con
cuidado, bostezó sin separarse del cuerpo de Esther y entonces,
comenzó a despertarla tal y como sabía que le gustaba recibir los
buenos días. Se separó lo justo, apartó la sábana de su cuerpo y
comenzó a besarla, sus besos delicados tan solo un pequeño roce de
sus labios que humedecía una y otra vez después de rozar la piel
deseada, alguna vez dejaba juguetear su lengua por los rincones
que a ella tanto le gustaban y conforme besaba, lamía notaba como
la piel de Esther iba erizándose, demostrándole que iba por buen
camino. Maca sonreía conforme se iba acercando a sus labios,
Esther también y cuando la tuvo cerca, la abrazó con fuerza
demostrándole su dependencia total.

M_ Buenos días dormilona.

E_ Buenos días cariño –le contestó y se besaron.

M_ Anoche cuando subí estabas dormidita –jugueteó con su nariz.

E_ Traté de esperarte... pero... –sonrió sonrojándose.

M_ Mi amor... –suspiró con fuerza después de volverse a besar tras


un segundo en silencio contemplándose le preguntó sonriente-. ¿Has
visto que sol más maravilloso tenemos?

E_ Sí –apartó un poco su cabeza para mirar el gran ventanal-. Joder


el techo es una auténtica pasada ¿eh?

78 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Sí, deberíamos comprarnos una casa así para cuando seamos
mayores y nuestros hijos nos abandonen.

E_ ¿Tú crees que nos abandonaran? –la miró pensativa.

M_ Pues claro, como hemos hecho tú, yo y todo el mundo.

E_ ¡Qué mal! –puso gesto serio.

M_ ¿Le preguntamos a Encarna? –entonces sonrió.

E_ Siempre tienes remedio para todo, ¡cuánto he echado de menos


estas cosas tuyas! –sus brazos rodearon su cintura desnuda
estrechándola contra si con fuerza. Después la miró a los ojos y le
dijo-. Cuanto te he echado de menos, mi vida.

M_ Lo sé –la besó delicadamente-. He sido muy injusta contigo.

E_ Tú no cariño... pero me era tan extraño mirarte y no ver esa luz


en tus ojos, ni ver la sonrisa repleta de ilusión –pasó con suavidad
su dedo índice por sus labios, aprovechando Maca para regalarle un
beso-... era insoportable.

M_ Mi niña... –la besó con pasión.

E_ Te quiero.

M_ Y yo...

E_ ¿Qué vamos a hacer?

M_ Yo creo si te parece bien, no me vayas a decir que soy una


marimandona –sonrió y Esther le sacó la lengua sonriendo también
ante el comentario y su gesto simpático-. Deberíamos aprovechar el
día, si tenemos el camino despejado podríamos ir a ver que tal está
Daniel.

79 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Es una muy buena idea.

M_ No tenemos casi reservas... las comilonas de tu madre, Teresa y


la mía, han acabado con todo.

E_ Si –sonrió ampliamente al recordar esos desayunos y comidas las


iba a echar de menos.

M_ ¿Qué pasa mi amor?, te has puesto triste.

E_ Triste no, un poco melancólica.

M_ Ya... –le besó la puntita de la nariz tiernamente.

E_ Venga vamos a disfrutar de ese sol, de esas vistas y de nuestro


niño.

M_ Si –se separó de su cuerpo.

E_ Ven aquí –la volvió a coger para que subiera-. ¿Y mi súper beso?

M_ ¡Qué mala eres! –se besaron apasionadamente dejando que sus


lenguas jugaran a su juego preferido una vez se separaron, Maca
suspiró-. O nos levantamos o no respondo.

E_ Me encantaría que no respondieras... pero mejor levantémonos.

M_ De acuerdo... ya tendremos tiempo –le decía entrecerrando los


ojos.

E_ Oye, ¿y esto? –le preguntó al levantarse y ver los envoltorios en


el suelo.

M_ Bombones, los subí para jugar pero... estabas durmiendo.

E_ ¡Y por qué no me despertaste! –puso gesto incrédulo.

80 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Porque estabas muy guapa durmiendo y quise disfrutar de esa
maravillosa visión, no todo lo que me hace feliz, lo tengo que
compartir contigo.

E_ En eso tienes razón –se incorporó mientras ambas se vestían-,


miles de veces te he contemplado yo, y es algo maravilloso.

M_ Si –se acercó y la besó-. ¿Bajamos?

E_ Creo que será mejor ducharnos primero, ¿no?

M_ ¿Juntas? –le separó la camiseta mirándole con devoción los


pechos desnudos.

E_ Mejor no –sonrió.

M_ ¡Qué lastima! –negó con su cabeza mientras se mordía el labio-.


Pero bueno, no se puede tener todo en esta vida...

E_ Tú lo has dicho –la miraba sonriente.

M_ Si es que por esa sonrisa daría todo lo que tengo –se acercó
irremediablemente a su cuello y Esther la rodeó con sus manos la
cintura.

E_ ¡Maca! –le advirtió con su voz melosa.

M_ ¡Está bien!, vamos allá.

Por la escalera mientras bajaban se iban besando, Esther le


daba golpecitos simpáticos en el culo de una Maca que la reñía
muerta de risa, al abrir la puerta que daba directamente a la cocina,
ambas se quedaron boquiabiertas, la mesa de la cocina, estaba
repleta de comida, la cafetera puesta y la chimenea encendida, se

81 ”Adiós Esther” © by ldana


cruzaron sus miradas con una sonrisa, eran cerca de las diez de la
mañana, ambas a la vez dijeron:

M y E_ ¡Carmen!

La buscaron por la casa llamándola pero no había ni rastro de


la mujer, así que mientras Esther decidía ducharse rápidamente,
Maca la llamó para agradecerle su ayuda, su inestimable ayuda, una
vez terminó de hablar se acercó hasta su habitación, allí Esther
llevaba la cabeza enrollada con una toalla, y su albornoz, al verla
sintió unos deseos brutales por besar aquel cuello que se mostraba
al descubierto, Esther que la vio venir por el espejo con ese gesto
que conocía tan bien, le sonrió y se giró.

M_ Mala.

E_ Venga dúchate luego habrá tiempo para todo, le diremos a


Carmen que se quede hasta el Sábado con Daniel, ¿qué te parece?

M_ Como tú quieras, pero tengo ganas de besarle y abrazarle y


darle mimos.

E_ Ya, pero... vas a tener un poco de trabajo –se le acercó


insinuantemente desabrochándose el albornoz-, dando mimos,
abrazando y besando este cuerpo.

M_ Esther –murmuró mordiéndose el labio-. No me hagas esto.

E_ Pues venga, a la ducha. Bueno y que te ha dicho Carmen.

M_ No es justo, me pones el caramelo en la boca y cuando ya casi lo


tengo, me lo quitas, ¡joder Esther! –protestó poniendo pucheros.

E_ Te prometo, que cuando vengamos tendrás el caramelo todo y


exclusivamente para ti.

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M_ Eso es irresistible –cerró los ojos sacando la lengua mientras se
la pasaba por sus labios.

E_ ¡Qué payasa eres, va!, y dime que te ha dicho Carmen.

M_ No lo vas a creer –dijo mientras se metía en la ducha y Esther la


miraba de reojo-. Pues resulta que no ha sido Carmen, ha sido
Fermín –abrió le grifo dejando caer con fuerza el agua-. Nos lo ha
preparado todo él.

E_ No me extraña, es así, un cielo de hombre.

M_ Ya veo ya, me ha dicho también que estuviéramos tranquilas


que lo del Sábado ya lo tenemos todo encargado, ¡ah!, y también
me ha dicho.

E_ ¿Qué? –le susurró en su oreja mientras sus manos cubrían sus


pechos sin apretarlos, tan solo masajeándolo.

M_ Esther –casi grito ante el susto y también el placer de notar su


cuerpo contra el suyo.

E_ Dime –volvió a susurrarle.

M_ Pero... pero... –no salía de su asombro.

E_ Si no te gusta me salgo –le susurró mientras le pasaba su dedo


índice por el ombligo haciendo círculos.

M_ Si te sales de la bañera ¡ay! –gimió sin poderlo evitar-. Te


aseguro que no respondo de mis ¡ah! –gimió algo más fuerte
mientras se agarraba a los grifos dadas la profundidad de las
caricias de una Esther que estaba disfrutando como una loca de ver
a su mujer en ese estado de máximo placer-... de mis actos, sigue
por favor...

83 ”Adiós Esther” © by ldana


Esther siguió, hasta culminar el más bello climax, después,
Maca no quiso dejarla sin su parte, y aún cansada por su propio
placer, no dudó en girarse y lograr que sintiera lo mismo que había
sentido instantes antes ella. El placer más hermoso que puede
existir entre dos personas que se aman.

Mientras en Madrid, las dos amigas habían llegado a la ciudad,


habían decidido ir directamente a sus casas y descansar un rato, el
plan estaba preparado, así Encarna le daba tiempo a Teresa a ver a
su marido y su hijo. Llegada la hora, se encontraron en una
cafetería donde se habían citado previamente.

T_ Hola Encarna –le sonrió y ante la carcajada de ésta agregó


poniéndose colorada-. Por favor Encarna...

En_ Vale, vale no voy a decirte nada.

T_ Creo que voy a irme más veces, ¡uf! –se tapó la boca con su
mano mientras Encarna se reía abiertamente.

En_ No hay nada como sentirse querida.

T_ Bueno a lo que vamos. Ya he reservado hora.

En_ Bien... ahora solo falta que lo hagamos correctamente y


toquemos lo que hay que tocar.

T_ Yo creo que sí.

En_ ¿A qué hora entras en el hospital?

T_ Tengo turno de noche –puso gesto de cansancio.

En_ Yo quiero pasarme esta tarde, he hablado con Cruz.

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T_ ¿Y qué te ha dicho?

En_ Que volvió el otro día.

T_ ¡Qué pesadito!

En_ Eso me da miedo... su insistencia... así que el plan también está


en marcha.

T_ Bien, estaremos todas y todos alerta. ¿Vamos?

En_ Vamos... de verdad que estoy con el corazón en un puño ¿eh?

T_ ¡Anda que yo! –le dijo sofocada ante la risa de Encarna agregó
con rapidez-. No seas mal pensada Encarna digo... por el asunto
este.

En_ Ya, ya, anda tira que desde luego no sé que voy a hacer con
tanta loca a mi alrededor.

Así sonriendo se marcharon de la cafetería y marcharon juntas


hablando para conseguir su propósito.

En el refugio las chicas, entre bromas y con grandes muestras


de hambre, devoraron el desayuno que el bueno de Fermín les había
preparado. Después de lavarse los dientes, arreglarse el pelo, se
abrigaron bien y salieron, aunque hacía sol el frío por la nieve era
importante. Caminaban cogidas de las manos, se detenían ante
cualquier pequeño descubrimiento por el camino, una flor, una
ardilla, unas hojas caídas... todo era bello y le daban aquella
importancia que para ellas era compartirlo. De vez en cuando se
detenían y se besaban, besarse en aquel lugar era algo que no se
podía explicar, el amor que se habían demostrado, seguía creciendo

85 ”Adiós Esther” © by ldana


fuera de aquella casa, sin la desnudez a la que habían estado
acostumbradas, porque era amor verdadero, amor que salía
directamente del corazón. Al llegar al pequeño riachuelo, se
detuvieron. Se sentaron bajo un gran árbol donde la nieve no había
llegado, se abrazaron y allí se quedaron admirando la hermosa
naturaleza.

M_ Esther...

E_ Dime.

M_ Esta mañana cuando estábamos hablando, te has puesto


melancólica, ¿qué te ha pasado?, me vas a contar lo que te ha
pasado con nuestras madres.

E_ Si Maca tienes razón, esta vivencia me ha afectado por muchas


causas, por muchas razones y cada una de ellas diferentes.

M_ Yo recuerdo prácticamente todo... desde la alianza entre tú y


Teresa –Esther sonrió-, hasta aquella noche donde compartí cama
con tu madre.

E_ ¿Con mi madre? –se separó de su cuerpo para girarse y mirarla


totalmente boquiabierta.

M_ Sí –esta vez la que regaló una carcajada al viento fue Maca-.


Recuerdo que me dijo que te tenía que reconquistar...

E_ Vaya... yo no te creí.

M_ Pues ya ves... es un sol Encarna.

E_ Todas... mira he tenido el aprendizaje de cuatro mujeres, cuatro


mujeres que me han demostrado cada una a su manera, el inmenso
coraje de la vida.

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M_ ¿Mi madre también? –la miró sorprendida.

E_ Sí, cada una a su manera, como te digo cuatro maneras


diferentes, cuatro mujeres diferentes, cuatro madres distintas, pero
ante el sentimiento de amor por los hijos, tan parecidas...

M_ ¿Las vas a echar de menos?

E_ Sí, ellas han sido mi sostén cariño... creo que si no hubieran


estado a mi lado no lo habríamos conseguido.

M_ Sí, es cierto, es extraño como recuerdo todo esto, esta parte –


decía mientras volvía a acomodarse a Esther en su cuerpo y
apoyaba su cabeza sobre el hombro de la enfermera-. Mi mente me
lo traslada como si fuera una película, sus consejos, cada una me
los daba de diferente modo pero todas al fin y al cabo igual, era
amor, inmenso amor.

E_ Si cariño –sonrió acariciando la mano que Maca había dejado


sobre su vientre-. Somos afortunadas, ya no solo de tenernos a
nosotras a Daniel, también de tener a esas cuatro grandes mujeres.

M_ Si, lo somos –le dijo abrazándola fuertemente contra su pecho


después dejándole un beso sobre su frente, le repitió con ternura-.
Lo somos...

E_ ¿Nos vamos?

M_ Esther –la detuvo cuando se levantó y mirándola a los ojos le


dijo-. Te quiero.

E_ Yo también no lo olvides nunca mi amor.

M_ Tú tampoco, no olvides que eres la persona más importante en


mi vida.

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Se besaron apasionadamente para después con un abrazo
intenso y dependiente sellar sus palabras.

Fueron por el camino deteniéndose entre bromas, abrazos,


besos, ambas se mostraban felices sin ningún tapujo, al llegar al
pueblo y antes de pasar por la Fonda para verse con su hijo, Esther
quiso llevarla hasta la fuente que había en la plaza del centro del
pueblo. A esas horas y pese al día tan frío que hacia y la nieve por
las callejuelas, el ambiente era distendido, la gente bien abrigada se
detenía para hablar en plena calle, por aquellas callejas tan
estrechas las continuas risas y carcajadas de las mujeres que
hablaban resonaban de tal manera, que Maca sintió envidia de
poder vivir en aquel lugar.

E_ ¿Te gusta, eh? –el vaho por el frío recorrió el camino hasta la
figura de Maca quien pareció reaccionar a su contacto.

M_ Me encanta esta cercanía de la gente.

E_ Pues no has visto lo mejor.

Pa_ ¡Esther hija! –se detuvo una señora al salir de su casa y verla.

E_ Señora Paquita, ¿qué tal?

Pa_ Muy bien hija, y no me digas más, esta preciosidad es quien te


ha tenido tan en vela todos estos meses –sin necesidad de más la
mujer besó a una Maca tan desconcertada como encantada.

E_ Así es Paquita, Maca.

M_ Encantada Señora Paquita.

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Pa_ No sabes las ganas que tenía de conocerte... ver a esta
criaturita tan mal, me rompía el alma –le acariciaba la cara con
delicadeza.

E_ Ahora ya estamos bien, ya lo ha superado todo y volvemos a


estar como siempre.

Pa_ Me alegro mucho hacéis muy buena pareja –les sonrió con
sinceridad-. Pues nada... ha disfrutar que la vida es corta y en dos
suspiros se pasa.

E_ Adiós Señora Paquita. Es genial... –sonrió.

M_ Eres conocida ¿eh?

E_ Somos... pero no por nosotras, por Carmen, es un pueblo


singular que además mantiene vivas sus costumbres y algunas de lo
más sorprendentes –caminaban con las manos metidas en los
bolsillos, Maca escuchaba de lo más atenta las explicaciones de
Esther, le encantaba escucharla-. ¿Sabías que aquí cuando hay un
entierro va todo el pueblo a dar el pésame y hacen cola y todo?

M_ ¿Qué me dices? –la miró sorprendida.

E_ Sí, yo no me lo podía creer, es todo tan cercano ¿verdad? –


andaban por las separadas pero sintiéndose tan unidas como
siempre.

M_ La verdad que aquí en estos lugares se mantienen esas


costumbres que aún nos sorprenden pero que hablan tanto de
sentimientos que en las ciudades se han perdido.

E_ Si cariño, pues Carmen es quien se encarga de todo.

M_ Es una mujer bandera –dijo con una mueca de admiración.

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E_ Así es –justamente cuando estaban llegando a la plaza se oyeron
las voces de unos niños llamándola, Maca los miró entre divertida y
asombrada. Todos la abrazaron y besaron-. Pero si son mis
amigos... ¿cómo estáis?

D_ Bien Esther... jugando con la nieve.

E_ Bueno dejarme que os presente, mira, Daniel, Antonia, Severino,


Jacinta, Lorenzo y... Sara, ella es Maca, mi... –se detuvo sin saber si
seguir o no.

M_ Hola chicos –intervino Maca sacándola del apuro. Ellos le


devolvieron el saludo.

S_ ¿Ya has recuperado la cabeza?

Ja_ Seve bruto, la cabeza siempre la tuvo en su sitio.

E_ ¡Qué gracia! –murmuró contenta mirando a Maca.

M_ Si ya la he recuperado –le contestó sonriendo mientras le tocaba


el pelo alborotándoselo bajo la sonrisa del pequeño.

An_ ¿Y ya la has llevado al lago?

E_ Sí –le guiñó el ojo simpáticamente.

M_ ¿Así qué vosotros sois quienes nos han recomendado ese lugar
tan maravilloso? –todos contestaron orgullosos y sonrientes-. Pues
muchas gracias chicos, nos gustó mucho, ¿verdad Esther? –le guiñó
el ojo sonriente.

E_ Es verdad... ellos me llevaron los días que estuve por aquí.

Sa_ ¿Y cómo sigue Daniel? –preguntó Sara que era la más mayor.

E_ Ahora vamos a verlo.

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Ja_ Es muy guapo.

M_ Gracias Jacinta –le contestó sonriente Maca.

E_ Venga a seguir jugando que nosotras vamos a casa de Carmen,


pero darnos besos. Una cosa –se detuvo cuando fue a besar a
Jacinta-. ¿Pero falta una chica, no?

Ja_ Sí, Beni pero está mala.

E_ ¿Qué le pasa?

Ja_ No lo sabemos –dijo encogiéndose de hombros.

E_ Bueno ahora sí, nos vamos.

Los niños se despidieron de ellas, y en unos segundos sus


voces gritando y sonriendo se perdieron por las angostas calles. Con
paso lento se acercaron hasta la fuente que estaba helada por el frío
y rodeada por la nieve. Cada una pasó por un lado de la fuente en
silencio y se unieron en la parte opuesta. Maca parecía pensativa,
Esther se percató de su seriedad y se le fue acercando con gesto
preocupado.

E_ ¿Qué te ocurre cariño?

M_ Nada... pensaba que con toda la maravilla que nos rodea es una
verdadera lastima no tener aquí mi cámara de fotos, te haría miles.

E_ Está en casa –le dijo sorprendiéndola ante su mirada


interrogante y su elevación de cejas sonriente agregó-. Sabía que en
cuanto estuvieras bien, querrías inmortalizar todo nuestro entorno.

M_ Y a ti –se le acercó sinuosamente arrancándole una gran


carcajada que le produjo un acto reflejo, morderse el labio y

91 ”Adiós Esther” © by ldana


entrecerrar los ojos-. Te libras de un beso porque estamos en medio
de la calle pero que sepas que en cuanto pueda te debo un bocado.

E_ Me muero por recibirlo –dijo bajito poniendo gesto provocativo.

M_ ¡Dios mío qué difícil es estar aquí ahora y desear besarte!

E_ No lo intentes, pero me gusta contemplarte así, tan excitada.

M_ Pues entonces eres más mala de lo que podía imaginar porque


no sé si te das cuenta del calvario que esto supone.

E_ Es el mismo calvario que he pasado yo estos meses –se le acercó


mucho más sin llegar a rozarla-. Sé como te sientes y por eso me
encanta.

M_ ¡Mala!, eres tan maravillosamente mala.

E_ Venga vamos –estiró de su chaqueta para llevársela.

M_ Espera –miró el reloj y le dijo-. No podemos ir aún.

E_ ¿Cómo qué no?, con las ganas que tengo de ver a mi chiquitín –
la miraba incrédula.

M_ Pues aún tenemos que aguantar un poco, solo un poco.

E_ ¿Me lo vas a explicar?

M_ No puedo –contestó poniendo expresión de disculpa.

E_ Mira Maca –la miró tan fijamente que notó como sus ojos le
escocían-. O me lo explicas inmediatamente o te aseguro que te
torturare y ya sabes como me las gasto.

M_ ¡Joder!, está bien, Carmen te está haciendo un pastel de


frambuesa, me ha dicho que hasta las dos no podíamos ir, y
también me ha dicho que si te lo decía, me haría chichinas.

92 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Pues no se que es peor, si aguantarla a ella o a mí.

M_ Si eres buena y no te vas de la boca... me libro de las dos –


sonrió con esa sonrisa amplia que volvía loca a Esther.

E_ Te quiero... ¿te lo había dicho?

M_ Hacía rato que no.

E_ Pues ya lo sabes.

En ese momento, un hombre pasaba cerca de ellas, no se


habían besado pero habían unido sus narices en un movimiento
suave y gracioso, Maca y Esther pudieron captar no solo la mirada
sino, también el comentario de aquel hombre y se miraron un tanto
sorprendidas.

E_ Ya te dije que nada de besos.

M_ Si no te he besado... ¡será posible!

E_ Bueno... déjalo... vamos hasta casa de Carmen y esperaremos


por allí.

M_ Será mejor –dijo un tanto afectada por la actitud de aquel


hombre hacia ellas.

E_ Eh, Maca... mírame –ella la obedeció-. Nunca te importó lo que


dijeran los demás... no quiero verte así por un comentario que no
nos afecta ¿vale?

M_ Vale, lo siento... pero no me lo esperaba ya no recordaba el


sentimiento que crea.

93 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Míralo por el lado bueno... has recuperado totalmente todos y
cada uno de los sentimientos –le sonrió-, los buenos y los malos. Te
quiero, vamos.

Caminaban en silencio separadas nuevamente y con las manos


en los bolsillos, Esther saludó a varias mujeres más que hicieron lo
propio con Maca y todas se mostraban sonrientes con ambas y
contentas de verlas juntas, aquellas reacciones suavizaron un tanto
el malestar que había provocado en ellas aquel hombre. Volvían a
caminar cuando Esther hizo a Maca entrar en una tasca muy
pequeña, allí les sirvieron dos cervezas mientras hacían tiempo y
también recibían las felicitaciones de la dueña del lugar.

M_ Parece que eres muy conocida ¿eh?

E_ Que va –sonrió después de dar un trago de su copa-. Todo esto


es porque Carmen me presentó hizo algo así como advertir, ésta es
mi amiga y además es lesbiana, como vea yo una mala cara, no
haré como cuando las pusisteis a mi hijo.

M_ Debió sufrir mucho –sonrió tímidamente por el tono con que


Esther imitaba a su buena amiga.

E_ Sin duda, por eso es algo así como nuestra protectora aquí. Si le
decimos lo que ha pasado antes, ¡uf!, seguro la arma.

M_ Pues no le diremos nada. Oye.. ¿a ti no te parece raro todo lo


que tu madre y Teresa están haciendo?, ¿no tienes curiosidad por
saber?

94 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Francamente, mucha –elevó sus cejas hablando bajito-. Miedo
me dan lo que se traen entre manos, parece que han hecho un
alianza un tanto peligrosa.

M_ ¡Qué va!, son adorables las dos, seguro que es algo bueno.

E_ Yo me temo cualquier cosa, seguro que nos preparan alguna


sorpresita.

M_ Por mí, encantada...

E_ Jo, me muero por ver a Daniel, faltan cinco minutos... va...


venga.

M_ ¿Crees que yo no?, esperaremos esos cinco minutos aquí,


tranquilamente, hablando, mirando, deleitándonos –le sonrió
hablando bajito.

E_ ¿Y con qué? –le preguntó bajito con su punto de picardía que


tanto le gustaba a Maca.

M_ Yo contigo... tú conmigo –le guió un ojo.

E_ Hecho –le devolvió el guiño.

M_ ¿Sabes?

E_ ¿Qué?

M_ Si nos viera Vilches, diría que estamos desagradablemente


empalagosas.

E_ Es verdad –dio una carcajada y Maca la acompañó también con


sus sonora carcajada.

95 ”Adiós Esther” © by ldana


Encarna y Teresa se encontraban en la cafetería con aquel
hombre, era alto, vestido de una manera elegante pero informal,
con el pelo corto y rizado, con gesto amable, sonrisa sincera pero
ojos nublados por la tristeza, ambas mujeres lo observaban
detenidamente mientras el camarero les servía tres cafés. El
hombre, estaba tan desconcertado como preocupado.

Ju_ Bueno Teresa la verdad me estás poniendo un tanto nervioso


con tu comportamiento.

T_ ¿Juan cuántos años nos conocemos?, ¿diez?

Ju_ Sí, más o menos.

T_ ¿Cómo iba yo a imaginar querido mío que tendría que ser


precisamente yo quien te diera esta noticia?

Ju_ ¡Vamos mujer!, mira que te encanta hacerme sufrir.

En_ Bueno hijo... danos el gusto de hacer un poco de boca con la


historia.

Ju_ ¿Encarna, verdad? –ella asintió sonriente-. Es que le juro que no


sé que se traen entre manos, aunque conociendo a Teresa, malo no
debe ser.

T_ ¿No te dije que era encantador?

En_ De casta le viene al galgo.

Juan las miró con un gesto confuso, entrecerró los ojos


mirando primero a Encarna con el gesto serio, después a Teresa,
ambas bebieron de sus trazas de café, y guardaron un tenso
silencio.

96 ”Adiós Esther” © by ldana


Mientras la pareja había llamado a la puerta de la Fonda, les
abrió Fermín con su gesto adusto, su mirada fría y su voz fuerte, les
hizo pasar directamente a la cocina, allí estaba su mujer y el hijo de
ambas.

M_ ¡Qué bien huele!

E_ Esta Carmen es una gran cocinera.

M_ Que ganas de ver a mi chiquitín.

E_ Si. ¡Hola! –dijo abriendo la puerta y encontrándose con una


Carmen que le estaba cantando al niño que reía divertido.

Ca_ Pero si son mis niñas adorables –dijo abriendo los brazos y
sonriendo-. Venir, venir a estos brazos.

E_ ¡Carmen que me ahogas! –protestó divertida Esther.

Ca_ ¿Serás exagerada? –miró a Maca y luego se miró a ella misma y


le dijo-. Aquí tienes buen reposadero y encima protestas.

E_ ¡Carmen!

Las tres rompieron a reír, mientras Maca después de abrazar a


la mujer con cariño, fue a darle miles de besos a su niño, miles de
caricias por cada día que se había perdido de su crecimiento. Esther
la miraba embobada y fue Carmen quien con un comentario
gracioso, la sacó de aquel ensimismamiento.

Ca_ Esther me vas a manchar el suelo de tanto babeo.

97 ”Adiós Esther” © by ldana


La tensión en la cafetería había subido un tanto, Teresa tomó
aire decidida a cortarla de cuajo y después de recibir el visto bueno
por parte de Encarna le soltó sin miramiento alguno.

T_ Hemos tenido la inmensa suerte de conocer a dos personas


maravillosas, dos personas que te echan de menos... tus padres...

El gesto de Juan les demostró bien a las claras todo cuanto


estaba sintiendo, una mezcla de alegría, mucha de temor, cierto
alivio, mucho desconcierto. Ladeó un poco la cabeza, después con
su mano derecha se acarició en un gesto intuitivo la frente para más
tarde dejar escapar el aire que había de sobra en sus pulmones que
se dio cuenta era mucho, con un fuerte suspiro. Después quiso
hablar y tuvo que aclararse la garganta, se le había secado por la
impresión.

En_ Bebe hijo bebe, nosotras sabemos que esto después de tantos
años te iba a impresionar, pero... tus padres realmente te necesitan
–él la miró incrédulo.

T_ Así es Juan... han sufrido mucho tu ausencia.

En_ Es más, cada día que ha pasado ha dejado surcos en ambos


rostros... el sufrimiento vivido ha sito terrible hijo –Juan alternaba la
mirada de una a otra desconcertado sin saber que decir.

T_ Hemos venido con la idea de que nos acompañes, de que los


veas, de que los abraces.

Ju_ Pero... yo no puedo volver.

T_ ¿Cómo que no? –le preguntó con ese gesto de incredulidad que
también sabía expresar Teresa.

98 ”Adiós Esther” © by ldana


Ju_ Ellos no querían saber de mí –trató de justificarse.

En_ Bueno... puede que su reacción no fuera la más adecuada


pero... de ahí a que no quieran saber de ti, ¿qué padre puede dar la
espalda a su hijo?

Ju_ Ellos.. fue lo peor que he hecho en mi vida, cuando les dije la
verdad sabía que les estaba inflingiendo un dolor que me estaba
matando a mi mismo, jamás podré olvidar los ojos de mi padre... su
mirada... todas las noches la revivía en las paredes de mi casa... –
su tono era apenado.

T_ Tu padre es un hombre maravilloso.

Ju_ Puede –dijo aturdido.

En_ Carmen, tu madre sufrió un accidente muy grave –la mirada de


Juan les hizo ver cuanto amaba a su madre-. Estuvo un año sin
poder caminar, sin memoria, muy mal... ¿sabes que hizo tu padre?
–miró a Teresa como dándole el testigo

T_ Tu padre vino a Madrid a buscarte –Juan se tapó el rostro con las


manos-. Y tu madre nos contó que cuando encontró los zapatos con
los que vino, no tenían suelas.

En_ Esos son tus padres, ¿sabes que les mantiene el alma viva? –él
negó con lagrimas en los ojos-. La esperanza de verte llegar un día.

T_ Juan... mírame cariño –lo miró con ternura-. Todos nos


equivocamos y créeme que ellos han aprendido la lección.

En_ ¿Por qué nunca les diste una dirección?, no sé un lugar donde
encontrarte.

99 ”Adiós Esther” © by ldana


Ju_ Porque siempre pensé que no querían saber nada de mí –se
apartó una lagrima y miró a las mujeres con pena mientras tomaba
aire para contar su propia experiencia-. Me marché con dieciocho
años, tengo treinta y seis, he vivido la mitad de mi vida temiendo
decir la verdad por hacer daño a mis padres, y la otra mitad,
viviendo una pesadilla por hacerles daño de verdad. Mil veces he
cogido el coche para visitarles para decirles que les quiero, que les
necesito, unas veces me desviaba antes de llegar, otras, pasaba de
largo, fui cobarde porque los ojos de mi padre y el llanto de mi
madre viven conmigo desde entonces día y noche.

T_ Dales una oportunidad... ellos saben lo que es perderte y se


mueren por recuperarte.

Ju_ Se avergüenzan de mí.

En_ Mira, te contaré una historia. Mi hija un día me puso un desafío


en mi vida, me confesó que estaba enamorada y su pareja era una
mujer, reaccioné como me imagino lo hicieron tus padres, pensando
en el error tan grande que estaba cometiendo, en que sería una
vergüenza para todos los miembros que forman mi familia, que la
mirarían mal, no podía entender aquello, pero tuve la oportunidad
de rectificar de pensar, es su vida y si es feliz poco me importa con
quien. La he visto sonreír y ser feliz con su mujer, entonces mis
dudas se evaporaron, mi hija me dio la oportunidad con su
comportamiento de entender que el amor es lo más maravilloso que
existe en el mundo, ames a quien ames, esa oportunidad tus padres
no la han tenido sin tenerla, sin ver en tus ojos lo que yo veo en los
de mi hija, desean tener la oportunidad de abrazarte, besarte y

100 ”Adiós Esther” © by ldana


pedirte perdón, quizá si no te hubieras marchado, no te habrías
pasado al menos esta mitad de tu vida sufriendo.

T_ Ni ellos tampoco, Juan, no tengas miedo –vio en su amigo un


acto reflejo que no pudo ocultar sus dudas, se echó hacia detrás
buscando el respaldo de su silla resoplando, mirando fijamente la
taza-. La vida te da una segunda oportunidad.

En_ No la desaproveches –Juan la miró fijamente podía entender


que Teresa lo quisiera ayudar, eran vecinos y lo apreciaba de igual
modo que él a ella, pero aquella otra mujer... se le escapaba su
implicación en su historia-. Entiendo tu mirada, ¿qué pinto yo en
esto? –sonrió y él la acompañó en aquella sonrisa sincera-. Tu
madre ha ayudado a mi hija y a Maca, les ha dado amor, cariño, tu
padre con sus silencios les ha ayudado sin dudarlo, no iba a ser
menos en venir con Teresa y tratar de ayudarte.

Ju_ Tendría que decirles la verdad.

T_ Claro, es una maravillosa verdad Juan, y ellos se alegraran.

Ju_ No sé Teresa, no sé.

T_ Mira, hasta el Sábado tienes tiempo, tú verás ¿vale?

Ju_ Mis padres –murmuró todavía impactado-. ¿Será el destino qué


insiste en qué vuelva a ellos?

En_ Sin duda... ellos te esperan con los brazos abiertos, pero te
quedan dos días y medio para pensarlo.

T_ Decidas lo que decidas, nosotras lo entenderemos –le rozó la


mano-. Ahora que conozco a tus padres, es que ¡eres clavadito a
Carmen!

101 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Clavadito –apuntó sonriendo.

Ju_ Mi madre, ¡cómo la echo de menos!

T_ Pues te ponemos al día en un pis pas.

Las dos mujeres se quedaron allí junto al hijo de aquella pareja


que tanto les habían ayudado con Maca y Esther, le contaron todo
cuanto sabían, le contaron tantas anécdotas que a Juan se le
nublaron los ojos en varias ocasiones, y tantas otras le arrancaron
una carcajada. Cuando se despidieron de él en la puerta de la
cafetería, Teresa le preguntó a Encarna su opinión y segura
mirándolo marchar le dijo:

En_ Irá.

T_ La vida es un pañuelo ¿eh?

En_ Parece mentira...

T_ Pues ahora vamos a por el segundo.

En_ Ese... ese nos va a costar más, te lo aseguro –le dijo con un
tono un tanto intranquilo.

T_ Ya he hablado con Cruz.

En_ Espero que todo salga bien Teresa, porque no creo que
pudiéramos pasar por lo mismo otra vez.

T_ Dios no lo quiera. ¿Vamos?

Mientras en casa de Carmen ajenos a todo cuanto la pareja


estaba tramando, habían terminado de comer, durante la comida,
Carmen y Esther le contaron miles de cosas a una Maca que sonreía

102 ”Adiós Esther” © by ldana


y que de vez en cuando miraba a Fermín, el hombre con su mirada
repleta de calma le daba a entender que se alegraba de tenerla allí.
Una vez terminaron la pareja se salió al comedor junto a la
chimenea con su hijo, lo tenía Esther y Maca los observaba
sonriente, en la otra parte de aquella estancia, se encontraba
Fermín, sentado en una mecedora de madera con un trozo de
regaliz entre sus labios son el que jugueteaba de manera
continuada, sus ojos no se apartaban de la pareja y el niño, sentía
nostalgia a él le hubiera gustado tener la casa repleta de niños
jugueteando y aunque la vida le había negado aquella oportunidad
como abuelo, le había entregado aquel otro niño con el que
disfrutaba como loco y con el que sabía iba a sufrir en su marcha.
Maca de vez en cuando desvía su atención hasta el hombre, él no
apartaba su mirada y parecía entregarle una sonrisa en sus labios,
pequeña pero a la pediatra le parecía uno de los regalos más
hermosos que estaba recibiendo de aquel lugar. Cuando Carmen
terminó de fregar todos los cacharros habiéndose negado por activa
y pasiva a ser ayudada por alguna de las dos mujeres, salió al
encuentro de aquella familia improvisada, de aquella familia que se
había encontrado sin buscarla pero que le había llenado los días de
felicidad. Y apoyada en el marco de la puerta, limpiándose las
manos con el delantal que se estaba quitando en aquel mismo
instante, no separaba su mirada de la figura pensativa de su
marido, sonriente y con paso firme se acercó hasta él, le sonrió y
sorprendiendo a la pareja que contemplaron la escena con un tanto
de sorpresa, le dio un beso suave y tierno en los labios de aquel
hombre que parecía estar acostumbrado a aquellas muestras de

103 ”Adiós Esther” © by ldana


cariño por parte de su mujer, Maca y Esther cruzaron sus miradas y
sonrieron.

Ca_ ¡Bueno y a vosotras os quiero fuera de mi casa dentro de diez


minutos!

E_ Pero Carmen –trató de protestar una Esther sonriente que le


daba a Daniel a Maca.

Ca_ Ni Carmen ni nada, dijimos dos días, así que hasta el Viernes
por la tarde no os quiero ver.

M_ ¿Pero... y la fiesta? –la miraba mientras se sentaba en el sofá de


enfrente.

Ca_ De eso me encargo yo.

E_ No Carmen, tú no puedes encargarte de todo.

Ca_ ¿Ah no?, ¿estás dudando de mi capacidad? –la miraba seria


pero por dentro una carcajada llenaba su alma de alegría.

E_ Por supuesto que no, pero representa que es nuestra fiesta y que
nosotras debemos ponernos las pilas, tú bastante haces y has hecho
–los ojos se le fueron hasta su mujer que en ese momento regalaba
una carcajada al viento.

M_ Esther tiene razón, además yo creo que Daniel debería venirse


¿eh?, te da mucha faena.

F_ No da ninguna faena, al contrario.

La voz de Fermín cubrió todos los espacios del comedor, hasta


dio un ligero susto a ambas mujeres poco acostumbradas a
escucharle hablar, ambas lo miraron y sonrieron a la vez. Aquel

104 ”Adiós Esther” © by ldana


hombre mirando al niño sonrió y el niño ajetreó sus bracitos al aire
dando muestras de lo bien que se lo pasaba con él.

Ca_ Ya lo sabéis, habló el hombre de la casa y en este lugar eso es


sagrado.

M_ Vale, vale, no vamos a llevaros la contraria –sonrió.

Ca_ Debéis disfrutar que os lo habéis ganado –les guiñó el ojo.

F_ Abriga bien al pequeño que vamos a ver las gallinas.

Ca_ Le encantan... se vuelve loco –sonreía tomando sus mofletes el


color rojo pasión.

E_ ¿Ah si?

M_ Pero eres un bichejo –le dijo Maca sonriendo el niño sonrió.

F_ Os despedimos y me lo llevo un ratito.

Ca_ Ya voy cariño –le habló con eterna dulzura a su marido.

F_ El abrigo lo he dejado preparado.

Ca_ Vale.

M_ Pues la verdad que nosotras nos podemos marchar tranquilas,


¿verdad Esther?

E_ Está en las mejores manos –rozó el brazo de Fermín con un poco


de temor pero el hombre agradeció la caricia con una sonrisa.

M_ Bueno rey mío, hasta mañana cariño.

Ca_ Hasta pasado mañana cielo, mañana no.

M_ Pero...

105 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ Sin rechistar. Hablar, hablar pero sobre todo –le decía mientras
le ponía el abrigo con cuidado al niño-. Hablar de amor con el
corazón.

Maca le sonrió, agradeciendo sus palabras, y también


agradeciendo los gestos continuados de aquella pareja que se
mostraba tal como era, los admiraba, por se como eran. Mientras
Esther que comprendía perfectamente aquella mirada de su mujer,
se acercó hasta su hijo dándole un beso en la mejilla y estrechando
la mano de Maca con fuerza.

Ca_ Adiós chicas, cuidaros del frío –dio otra carcajada.

Fueron hasta su casa guardando silencio, tan solo escuchaban


sus propios pasos cuando la nieve las dejaba caminar por el suelo,
iban cogidas de la mano compartiendo en silencio los pensamientos
que ambas tenían y sabían que eran los mismos. Al llegar a casa, se
quitaron la ropa de abrigo y le dieron viveza a la chimenea,
después, Maca se sentó con una taza de café y sobre su pecho se
recostó Esther con otra. Volvieron a guardar silencio, hasta que
Maca lo rompió.

M_ Hoy me he dado cuenta de muchas cosas, pero la principal –


hablaba despacio, casi en un susurro-. La principal es que te quiero.

E_ Yo también Maca –le besó la mano que le tenía abrazada a ella.

M_ Cuando he visto besar a Carmen de aquella manera a su marido,


he comprendido muchas cosas, creo que somos afortunadas de la
gente que nos rodea.

E_ Completamente de acuerdo –bebió un trago pequeño.

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M_ Tenemos un hijo que es un sol.

E_ Como su madre –agregó.

M_ No seas mala –sonrió mordiéndose el labio.

E_ Es la verdad.

M_ Pues si yo soy un sol, tú eres la luna cariño y precisamente de


eso también somos afortunadas, porque el amor es lo más
maravilloso del mundo, y hoy cuando he visto a un hombre serio,
adusto, distante, mirar a su mujer primero, y luego a nuestro
pequeño así, me he dado cuenta que tenemos la alianza más
hermosa cariño.

E_ Estar juntas y amarnos, yo también lo sé, mientras estabas tan


lejos de mí, pensaba en lo mucho que habíamos vivido y en lo
mucho que yo quería seguir viviendo contigo, esta situación nos ha
hecho valorar más lo que somos.

M_ Así es Esther... y cuando el hombre que nos hemos cruzado en


el pueblo, nos ha dicho aquello, he sentido una lastima profunda,
¿cómo nos puede juzgar por vivir un amor como el nuestro?

E_ No tiene sentido pensar en la respuesta mi vida, tú y yo somos lo


importante, siempre me lo dijiste el mundo puede darnos la espalda,
que mientras nos tengamos la una a la otra no importa.

M_ Lo sé, y por eso me siento hoy más que nunca tan afortunada.

E_ Te quiero.

Guardaron silencio, decidieron compartir aquella hermosa


sensación que ambas tenían de estar viviendo algo único, algo
privilegiado. Un amor verdadero. Cerraron los ojos y se entregaron

107 ”Adiós Esther” © by ldana


a caricias lentas, se acomodaron tapándose con una manta fina, sus
cuerpos rendidos ante tanto placer agradecieron aquella calma,
abrazadas, disfrutaban la una de la otra de la manera más hermosa
que pudieran imaginar.

Sin embargo lejos de allí, de aquel lugar ideal estaba a punto


de ocurrir un encuentro que tenía en vilo a muchos de sus amigos.
Teresa se mostraba más nerviosa de lo habitual y aunque la tarde
estaba siendo tranquila, ella sabía lo que podía acontecer en aquel
lugar y no podía controlar aquella incertidumbre que la embargaba.
Cuando lo vio entrar, sus ojos lo juzgaron duramente y su voz sonó
con decisión y fuerza.

P_ Hola, soy Pablo, me está esperando Esther.

T_ Si, un momento por favor –descolgó el teléfono-. ¿Vilches?, hola


Pablo está aquí para hablar con Esther... ¿le puedes acompañar?.
Vale. Ahora mismo el Doctor Vilches lo acompañara.

P_ Gracias –se mostraba nervioso, inquieto y aunque iba vestido de


manera impecable, había algo que no le gustaba a Teresa-. ¿Va a
tardar?

T_ No lo creo.

P_ Podría decirme donde...

T_ ¡Mire caballero!, le he dicho que se espere y se espera –se había


quitado las gafas y las había sujetado con su mano derecha
mientras lo apuntaba con ellas en el aire-. ¿Está claro?

V_ Ya estoy aquí, ¿pasa algo Teresa?

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T_ No, nada. Acompáñele.

V_ ¿Tú eres el famoso Pablo? –lo miró como la anterior mujer había
hecho con anterioridad, duramente, él asintió un tanto intimidado
por aquel hombretón-. Vamos, cuanto antes acabemos, mejor.

Lo llevó por un pasillo hasta un despacho, allí en el cartel ponía


el nombre de la persona que lo acompañaba y supuso que Esther lo
esperaba dentro, sus latidos aumentaron, sabía lo que quería y lo
iba a conseguir. Pero su cara reflejo un gran impacto cuando vio allí
a la persona que lo esperaba.

La pareja había decidido salir un rato al porche bien tapadas,


después de un buen rato riéndose y hablando de aquel lugar y todo
cuanto había ocurrido con sus madres, entraron y mientras Maca se
quitaba el chaquetón de plumas, Esther la abrazó por detrás.

M_ Mmmm me encanta.

E_ Oye cariño... –le hablaba con voz melosa-... ¿por qué no me


esperas en la cama con poca ropa, eh?

M_ Menuda propuesta como para resistirse –puso sus manos sobre


las de su mujer que le besaba el cuello.

E_ Vale, pues ves pero antes... –la volvió de cara a ella y se besaron
tímidamente sin demostrarse pasión-. ¿Dónde está ese chocolate de
anoche?

M_ ¿El chocolate? –le preguntó dando una carcajada que no pudo


reprimir.

E_ Sí –volvió a besarla.

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M_ En el armario de la derecha –le susurro apoyando su frente
contra la suya.

E_ ¿Me esperas?

M_ Por supuesto... no tardes...

Esther esperó hasta verla desaparecer tras la puerta, sonriente


y mientras canturreaba fue hasta donde le había indicado su mujer,
cogió los bombones y se marchó a la habitación, dio dos toques y
entró con una sonrisa que volvía loca a Maca y los bombones
apoyados sobre el pecho.

E_ Hola.

M_ Hola –le contestó mirándola despacio.

E_ Qué bien, me has dejado la ropa interior a mí.

M_ Se que te gusta quitármela –no hizo nada por moverse.

E_ Más que eso... me vuelve loca –dejó los bombones sobre la


mesilla y con gesto picarón se acercó hasta Maca-. Y tú lo sabes
mala...

M_ Claro que lo sé –se besaron y al tocar la piel de la pediatra


ambas suspiraron-. Que fría estás.

E_ Lo siento, debe ser lo único que tengo frío.

M_ Por favor... no me digas más –sus respiraciones fueron


aumentando a medida iban besándose, sus manos se llenaban de la
piel ajena apropiándose de cada rincón-. Mi amor... mi vida.

E_ Te quiero Maca... te quiero...

M_ Llevas mucha ropa –se quejó mientras comenzaba a desnudarla.

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E_ Será más divertido –le besaba la oreja entre suspiros de gozo.

M_ Será un calvario para mí –le quitó de un solo golpe el jersey y la


camiseta interior-. Así está mejor.

E_ Pero que bruta eres –le dijo mientras le daba una palmada suave
en el culo e introducía sus manos entre el tanga y la piel.

M_ Sigue.

E_ ¡Por Dios qué cuerpazo vida mía!

M_ Y tú... que... ¿han llamado a la puerta? –se detuvieron en seco


con sus respiraciones ajetreadas.

E_ Hostia, y de que manera.

M_ Espera que te acompaño,

E_ ¿Joder dónde me has dejado la camiseta?

M_ Allí sobre la cama –le decía deprisa mientras se vestía pues los
golpes no cesaban.

E_ Voy –gritó Esther yendo hasta la puerta al abrir se quedó


paralizada era Fermín y no con muy buena cara-. ¿Qué pasa?

F_ Rápido es Beni, necesitamos que vengáis a verla.

E_ ¿La niña? –el hombre parco en palabras asintió-.¡Maca!

M_ Estoy aquí –se presentó ante ellos con la respiración un tanto


desbocada todavía. Al ver sus rostros preguntó preocupada-. ¿Qué
pasa?

E_ Tenemos que irnos, ¡rápido!, por el camino nos cuenta Fermín.

Iban en el coche un tanto asustadas, porque Fermín no


conducía con demasiado cuidado, aunque él estaba acostumbrado a
111 ”Adiós Esther” © by ldana
esas carreteras, ellas no. Les contó que la niña había comenzado a
ahogarse, que el médico había ido al otro pueblo porque una mujer
estaba pariendo y que él, había tirado la puerta abajo y la niña
esperaba allí que ellas la pudieran salvar. Esther que iba en el
asiento del copiloto, se giró mirando a Maca, por su gesto entendió
que no estaba todavía preparada pero también entendían que era
un caso aparentemente de vida o muerte. No hubieron más palabras
hasta que llegaron a lo que era la consulta del médico y allí
constataron las palabras de Fermín, la puerta estaba destrozada.
Bajaron rápidamente y se dieron cuenta que aquel lugar estaba
repleto de gente, en el interior todo mujeres, fuera hombres
fumando nerviosos. Esther tomó de la mano a Maca para
transmitirle fuerza y calma al mismo tiempo, porque si ella estaba
nerviosa podía entender como estaría su mujer después de todo lo
que le había ocurrido y con la responsabilidad de enfrentarse con
aquella fatal situación. Entraron bajo la atenta mirada de todas,
precedidas por Fermín que abría paso.

F_ Ya está aquí la doctora, dejarla pasar.

Ma_ Esta mujer no va a tocar a mi hija –apareció entre un grupo de


mujeres un hombre, el mismo que por la mañana les había faltado
el respeto-. Esperaremos al doctor, no quiero que unas manos
sucias como las de estas dos, toquen a mi hija.

Esther que seguía teniendo la mano de Maca entre las suya,


notó como Maca contraía todo su cuerpo, notó como su gesto se
endureció, pero asombrada vio como agachó la cabeza y guardó

112 ”Adiós Esther” © by ldana


silencio. A Esther el corazón dejó de latirle por un segundo,
comprendía y percibía lo que Maca estaba sufriendo.

E_ Su hija puede morir –trató de ser ella quien se enfrentara a


aquel hombre.

Ma_ Prefiero que muera a que una de ustedes la toque, ¡me dan
asco! –las miró con odio primero a Esther, luego a Maca.

E_ Pero... estamos perdiendo un tiempo que...

Ma_ ¡Qué no la van a tocar!

El silencio tenso y pesado se hizo dueño del lugar, tan solo roto
por el sollozo de una mujer. Todos quietos, todos contemplando a
las dos mujeres que se habían quedado quietas, tan solo hubo un
movimiento... tan solo uno...

Aquel movimiento firme y sin dudas fue dado por Fermín, dio
dos pasos hasta colocarse delante de Manuel, el padre de la niña.
Los ojos de los dos hombres parecían desafiarse, los de Fermín rojos
por la cólera clavaban su mirada en los otros que trataban de no dar
marcha atrás. Mientras, al fondo de la sala seguía oyéndose el llanto
de una mujer, y la mano tierna pero al mismo tiempo fuerte de
Esther mantenía a una Maca que se había quedado sin capacidad
para reaccionar.

Tan solo fueron unos segundos, unos segundos que parecían


interminables en el desafío de aquellos dos hombres enormes, que
parecían el reflejo del pasado y el futuro, al observarlos podían
percatarse que Fermín en su juventud tenía que ser de la misma

113 ”Adiós Esther” © by ldana


fortaleza que aquel Manuel que mantenía sus puños apretados en
tensión.

F_ La doctora va a pasar, y va a tratar de salvar a tu hija, porque tu


hija no tiene ninguna culpa de tener un padre tan bruto como tú.

Ma_ He dicho que…

F_ Sé perfectamente lo que has dicho, y cuando salga la Doctora, le


darás una disculpa por tu comportamiento.

Ma_ Claro tú tienes un hijo maricón, que puedo esperar de ti.

E_ Fermín no podemos perder tiempo –trató de amortiguar aquel


basto comentario, que había caído a todos como si un puñetazo les
golpeara en pleno estómago-. Vamos Fermín.

F_ Cuando la Doctora haya terminado, le pedirás disculpas y no te


parto la cabeza, porque tienes una hija.

Fermín abrió paso ante los que allí estaban, todos miraban
apenados al hombre, en el pueblo todos eran conscientes del dolor
que aquel hombre llevaba consigo, y llevaría hasta la tumba por
haber dado la espalda a su hijo, todos lo miraron tratando de darle
un poco de apoyo ante aquel momento en que le había hecho daño.

Cuando abrió la puerta se fue a quedar fuera, pero ante la


insistencia de Esther pasó. Allí aferrada a la mano de su hija, la
madre, que lloraba desesperada, la niña parecía que respiraba con
dificultad y un ronquido demasiado intenso salía de sus pulmones.

Su_ Doctora por Dios, sálveme a mi niña –le decía entre lagrimas
mientras apretaba las manos de una Maca totalmente
desconcertada.

114 ”Adiós Esther” © by ldana


F_ Susana… por favor… -su voz sonó como un susurro que arropó a
la madre que se apoyó en el pecho grande del hombre para romper
nuevamente a llorar.

E_ Susana rápido díganos que le pasa a la niña, no podemos perder


demasiado tiempo –se notaba en ella cierto nerviosismo al darse
cuenta del estado real de la pequeña.

Su_ Empezó a decirme que le dolía la garganta, parecía un catarro,


tenía tos y un poco de fiebre, pero enseguida empezó con la
respiración muy alterada y ya cuando llegamos aquí perdió el
sentido por la fiebre –les explicaba entre sollozos bajo la mirada
atenta de Esther y la mirada asustada de Maca.

E_ Está bien, ahora será mejor que salga fuera Susana, deje a su
hija con nosotras, haremos todo lo que podamos… se lo aseguro.

Su_ Cariño… cariño –decía una y otra vez entre sollozos.

Fermín la separó con cuidado y mimo de su pecho


acompañándola hasta la puerta, después la cerró y quedaron los
tres allí en una consulta que de repente se tenía que volver en un
improvisado quirófano.

Esther estaba reconociendo a la pequeña mientras Maca se


había quedado quieta a los pies de aquella camilla tan grande, o a
ella le pareció que era enorme. Esther miró a su mujer, comprendía
su estado de shock pero no podían perder más tiempo del que ya la
intolerancia de aquel hombre les había hecho perder. La miró con
pena pero sabía que debía hacerle reaccionar de alguna manera.

E_ ¡Maca tienes que reconocerla!

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M_ ¿Cómo Esther?, ¿cómo? –se notaba la angustia en su rostro.

E_ Como siempre lo has hecho, concéntrate.

M_ No puedo Esther… no sé por donde empezar.

E_ Maca –se acercó sujetándole las manos con fuerza mientras la


miraba penetrantemente a los ojos-. Cariño sé que es complicado
para ti pero no tenemos más remedio la niña está mal.

F_ Maca se está poniendo morada –dijo con un tono que no


reconocieron en él, su tono rudo cambió por preocupado.

E_¡Rápido!, no podemos perder más tiempo cariño.

El grito asustado de Esther más el consiguiente síntoma de la


niña de asfixia, hicieron reaccionar a Maca que aunque al llegar miró
a la criatura sin saber muy bien que hacer enseguida reaccionó,
dejando a un lado sus temores.

Entre tanto, en el despacho de Vilches, Pablo seguía paralizado,


ante él, estaba Encarna la reconocía perfectamente, habían pasado
muchos años pero aquella mujer se mantenía de igual modo, los
años se habían marcado en su rostro, pero estaba como aún la
recordaba. Se acercó a él mientras Vilches tomaba posesión de su
sillón, quedando en un segundo plano, observando sin más la
escena.

Encarna se acercó, lo miró fijamente casi con pena, pero al


mismo tiempo aquellos ojos que en su día le dieron comprensión, le
estaban mostrando cierto malestar.

En_ Hola Pablo, me habían dicho que estabas buscando a mi hija.

116 ”Adiós Esther” © by ldana


P_ Hola Encarna, así es.

En_ ¿Y para qué?

P_ Quiero hablar con ella –le contestó con sequedad.

En_ Que yo sepa, no tienes nada que hablar con ella.

P_ Permítame decirle Encarna que lo que yo tenga que hablar con


ella, es asunto nuestro.

En_ Mira hijo, sabes que te aprecio, y sabes que aunque en su día
hiciste sufrir a mi hija, aquello lo dejamos pasar, ha pasado mucho
tiempo desde entonces, no sé a que vienes pero te diré algo... mi
hija tiene su vida, su familia y no creo que tú tengas nada que
decirle.

P_ ¿Se ha casado?

En_ Sí –le contestó con calma.

P_ Lo imaginaba, ella no podía estar sin un tío, daba igual que me


tuviera a mí o no, la cuestión era estar con uno u otro.

V_ Oye amigo... –se levantó Vilches con expresión dura.

En_ No Vilches déjalo –le dijo con media sonrisa Encarna y Vilches
se volvió a sentar-. Sabes que aquello solo estaba en tu cabeza,
sabes que era mentira.

P_ Ella prometió esperarme.

En_ Y te esperó –volvió a hablarle con tono calmado y pausado-.


Pablo, mi hija tiene su vida, como he sabido que tú tenías la tuya...
así que no tienes nada que hacer aquí... vive tu vida y deja que mi
Esther viva la suya.

117 ”Adiós Esther” © by ldana


P_ No pienso irme sin verla, se ponga como se ponga al menos
tendrá que pedirme perdón por mentirme.

Mientras en el pequeño improvisado quirófano en la consulta,


Esther y Fermín continuaban esperando una reacción de Maca.

M_ Dame el fonendoscopio –Esther se lo entregó mientras la niña


cada vez se iba poniendo peor. Mientras la reconocía con rapidez
volvió Esther a ver en ella aquel gesto de concentración que tanto le
gustaba, se había retirado el pelo sujetándoselo con una coleta al
igual que había hecho ella, estaba hermosa parecía la misma de
siempre y aunque el momento era el menos oportuno, a Esther el
corazón se le llenó de paz y alegría-. Está ardiendo... ¡joder Esther
tiene una disnea severa!

E_ ¡Mierda!, aquí no podemos hacer nada.

M_ Pues tenemos que hacerlo... –le dijo mirándola con temor.

F_ Maca...

M_ Lo sé Fermín, está entrando en parada respiratoria, ¡rápido


Esther no hay tiempo que perder tengo que hacerle una
traqueotomía!, tiene una supraglotitis, ¡rápido!, búscame un bisturí.

E_ Voy... ¡mierda! –dijo de pronto mientras buscaba desesperada


por los cajones y por los armarios-. Aquí no hay nada, joder.

M_ ¡Y una cánula!. Fermín necesito su ayuda, ¿está seguro que


podrá aguantarlo? –sus ojos temblaban por el miedo pero al mirarlo
a él, notó como le transmitía calma.

F_ ¿Qué quiere que haga?

118 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Necesito que le incorpore un poco de las cervicales, sujetándole
para que no se me mueva.

F_ De acuerdo.

M_ Así está bien.

E_ ¡Ya joder menudo sitio para trabajar! –protestó nerviosa Esther-.


No hay cánulas así que he cogido un tubo de una mascarilla... no
puedo hacer otra cosa...

M_ Vamos allá.

El silencio se adueñó del cuarto, tan solo la espantosa


respiración de la niña rompía tal sensación de tensión, Maca
comenzó la localización de las estructuras laríngeas y traqueales
mediante la palpación de la garganta, con su mano izquierda
palpaba la laringe bajo la atenta mirada tanto de Fermín como de
Esther, quien admiraba su destreza con que trataba de salvar a la
niña para como había pasado los últimos cinco meses alejada de
todo, mientras Maca ajena a los pensamientos de su mujer, seguía
el reconocimiento con su mano derecha de el cartílago tiroides con
su escotadura, el espacio cricotiroideo, el cricoides y los primeros
anillos traqueales. Por su parte Esther controlaba como podía los
latidos del corazón de la pequeña pues tan solo encontraron un
fonendoscopio.

E_ ¡Maca! –le habló sin querer asustarla pues sabía que aquel
reconocimiento tan minucioso era vital para poder salvarla.

119 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Lo sé Esther pero no puedo ir más deprisa –le contestó sin
mirarla, Maca tenía fijados sus ojos a un lado, mientras con su tacto
trataba de localizar el punto idóneo.

E_ No tenemos mucho tiempo.

M_ Ya lo tengo casi.

Fermín miró a Esther, la niña comenzó a hacer unos sonidos


extraños, de su garganta salían unos balbuceos que impresionaron
al hombre, que además al ver el gesto preocupado de aquella
enfermera que mantenía su concentración sobre las pulsaciones de
la pequeña con la frente fruncida por el pánico, que también
reflejaban sus ojos, sintió como la vida seguía siendo igual de dura,
había visto morir demasiados amigos, familiares, algún niño, pero
jamás había estado plantándole cara a la muerte de aquella manera,
de repente la imagen de su hijo volvió después de algunos años a su
cabeza, compartiendo un partido de fútbol, aunque el niño era más
bien patoso, tratando que aprendiera a ordeñar una vaca, pero el
niño se empeñaba en hablar con ella, sin poderlo evitar, por mucho
que lo trató los ojos se le humedecieron, “mi hijo” pensó con
melancolía. Sin embargo el grito de Maca le hizo volver a la
realidad.

M_ Bisturí, Fermín que no se mueva.

E_ ¡Maca, Maca se está quedando sin pulso!...

M_ ¡Mierda!.

Mientras Maca había tomado el bisturí y había hecho la incisión


de una manera precisa, Esther con un movimiento rápido tenía en

120 ”Adiós Esther” © by ldana


sus manos aquella improvisada cánula que iban a hacer servir de vía
de escape para que pudiera respirar. Fermín miraba como trabajan
y sufría de ver el sufrimiento de la niña que comenzó a
convulsionarse.

M_ Rápido Esther ¿tienes el gotero?

E_ Maca a esto no se le puede llamar gotero –decía nerviosa.

M_ Haz lo que sea –le decía mientras se ponía el fonendoscopio y la


auscultaba-. ¡Mierda, mierda, mierda!

E_ Está echando sangre Maca.

M_ Eso no me importa ahora, está entrando en parada –le dijo con


los nervios a flor de piel mientras comenzaba a hacerle el masaje
cardíaco.

F_ ¿Qué puedo hacer? –se mostró igual de nervioso que ambas


mientras Maca subía sobre la pequeña.

E_ Nada Fermín, ¡no responde Maca! –se había colocado ella el


fonendoscopio para controlar su pulso.

M _ Vamos Beni, vamos cariño –seguía con el masaje mientras por


el movimiento unas cuantas greñas de su pelo, le caían sobre la
cara.

E_ Nada…

M_ Joder busca algo.

En ese momento la puerta se abrió y acompañando al médico


entraron los muchachos de la ambulancia.

M_ Rápido ha entrado en parada.

121 ”Adiós Esther” © by ldana


Su_ Hija, hija –gritaba al ver la situación Susana completamente
fuera de sí.

E_ Fermín llévate a la madre.

F_ Vamos Susana.

M_ A la de tres ¿de acuerdo? –le preguntó al médico que sacaba el


desfibrilador- Una…

E_ Maca espera… está retomando el pulso.

M_ Eso es Beni… vamos… vamos cariño.

Rápidamente los médicos siguieron con el trabajo que había


empezado Maca, mientras Esther ayudaba a colocar los goteros que
trajeron de la ambulancia y arreglar aquella improvisada cánula, ella
comenzaba a explicarle el procedimiento y el posible diagnostico, los
hombres salieron corriendo de allí con la niña en la camilla, y fue
entonces cuando Maca notó una mano sobre su hombro, se giró y
era el doctor del pueblo.

A_ Gracias ¿Maca? –ella asintió-. Soy Anastasio el médico de aquí,


creo que si no hubieras atendido a la niña tú, no estaría con
posibilidades de vivir.

M_ No creo… seguro que usted hubiera hecho lo mismo.

A_ Con los medios que tengo y mi edad, yo no hubiera sido capaz


de salvarla.

M_ La verdad que los medios han sido bastante ridículos –Esther la


miró mientras trataba de poner un poco de orden en aquel cuarto,
aquella era Maca y sonrió-. Pero bueno… espero que la niña salga
adelante.

122 ”Adiós Esther” © by ldana


A_ Estoy seguro que sí, nuevamente gracias.

F_ Ya se fue –dijo volviendo a su tono seco.

E_ Nosotras ya hemos acabado Fermín.

F_ Doctor, le he roto la puerta, mañana sin falta la arreglaré.

A_ Descuida Fermín –miraba a Maca fijamente-. Para estar cinco


meses fuera del mundo racional, ha estado muy por encima de las
circunstancias –ella lo miró con dudas-, no hay nada como
comprobar la verdad, su suegra me dijo que era la mejor Pediatra
de todo Madrid –le sonrió ampliamente-, no creo que me exagerara.

M_ Gracias –le sonrió de lado.

E_ ¿Vamos? –sabía que las adulaciones a Maca no le gustaban y


quizá sin querer podía ofender a aquel buen hombre que no sabía
como agradecerle su actitud.

M_ Vamos.

Fermín saludó al doctor que les acompañó hasta la puerta, al


salir Esther notó como casi sin poderlo evitar Maca se tensionaba,
ella le apretó la mano como queriendo darle fuerzas, ante sus ojos,
se encontraron con las mismas personas que habían a su llegada,
excepto los padres de la pequeña. Delante de ellas abría paso
Fermín, en el pequeño espacio que tenían que caminar, las mujeres
las miraban con una tímida sonrisa en sus labios, Maca procuraba
mirar hacia delante, sin fijar sus ojos en nadie, no estaba dispuesta
a tolerar ningún comentario más y sabía que si alguien se acercaba
no callaría, sabía que mientras estaba luchando con la muerte, todo
aquello que quizá su mente había dejado adormilado había

123 ”Adiós Esther” © by ldana


emergido, podía reconocer en ella aquella actitud que Esther
siempre admiraba, su fortaleza ante los comentarios desagradables
de los demás. Por eso cuando la señora que sollozaba al entrar se
les acercó, Maca la recibió con una expresión dura, una mirada fría y
un porte defensivo.

Li_ Me llamo Libertad, soy la abuela de Benilde y quería agradecerle


personalmente que haya salvado a mi nieta.

M_ No tiene que darme las gracias, soy médico y es mi deber.

Li_ Lo sé –le sonrió con amabilidad, Esther volvió a apretar la mano


de Maca para que tratara de relajarse-. También quería pedirle
disculpas por la barbaridad que les dijo mi yerno, me avergüenzan
sus palabras, lo siento.

E_ Tranquila Libertad, no se lo tomamos en cuenta –sonrió para


tratar de hacer ver a Maca que estaba siendo algo dura.

Li_ Puede que usted no, pero sí su mujer y aunque en este pueblo
no somos muy abiertos con este tema, el bueno de Fermín lo sabe,
quería pedirle mis disculpas de todo corazón.

M_ Gracias, pero como usted misma dijo, mi mujer ya le ha dicho


que no lo tomamos en cuenta… y ahora si nos permite estamos
cansadas.

Li_ Gracias a usted y que Dios la bendiga.

Esther le sonrió, mientras andaban hacia el coche pensaba que


quizá Maca había sido demasiado dura aunque también sabía que
había tratado de ser lo suficientemente comedida como para no
lastimar a la señora. Fermín marchó delante hasta el coche, arrancó

124 ”Adiós Esther” © by ldana


y en silencio los tres llegaron hasta su casa. Detuvo el motor, las
acompañó hasta la puerta, la tarde noche, se había vuelto fría y el
cielo había decidido cubrirse como un manto negro sobre ellas.
Esther abrió y cuando se dieron la vuelta para despedirse del
hombre, lo vieron con la boina sobre sus manos, un tanto nervioso y
aquello les sorprendió a las dos. Entonces con voz triste les dijo:

F_ Os pido disculpas por lo que ha ocurrido... son así... hay gente


que nunca podrá mirar con los ojos del amor a todos los seres
humanos, sin etiquetarlos como si fueran cerdos, yo llevo mucho
tiempo soportando comentarios que al final me han endurecido el
corazón, pero sé lo que duelen por eso, me gustaría que no lo
tomarais en cuenta... el amor es amor se pinte como se pinte...
buenas noches.

Ambas se quedaron allí petrificadas y en el mas absoluto de los


silencios, vieron como el hombre se subía en el coche y como
despacio abandonaba aquella casa donde estaban seguras no solo
habían visto su amor, su pasión, sus lagrimas, también la de aquella
pareja tan singular.

En el hospital, Vilches no perdía detalle de la escena que


estaba siendo testigo, conocía lo suficiente a Encarna como para
adivinar que la mujer estaba pasando una situación delicada. Aquel
hombre un tanto extraño la desafiaba tranquilamente como
sabiendo lo que estaba consiguiendo con su presencia. Pero Encarna
estaba dispuesta a defender el amor que por fin habían recuperado
las dos mujeres, y sacó fuerzas de flaqueza para poder continuar.

125 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Sabes perfectamente que mi hija no tuvo la culpa de lo que
pasó.

P_ Prometió...

En_ Sé lo que te prometió –le cortó de golpe acercándose a él


mientras lo miraba con una mezcla de la maestría que da la edad, la
fiereza de ser madre y defender la felicidad de su hija-. Pero creo
que te olvidas de algo primordial, estuviste a punto de matarla y
aún así ella te ayudó, no te abandonó. Hizo más de lo que nadie
haría por ti, de lo que ninguna persona hubiera hecho en su lugar,
no tienes derecho alguno a venir ahora después de tantos años a
pedirle cuentas de nada –su tono iba subiendo poco a poco.

P_ Ella...

En_ Ella está felizmente casada, tiene un hijo y una vida, y si


tuvieras lo que un hombre debe tener, no vendrías aquí a pedirle
explicaciones de nada, ¡de nada! –elevó fuertemente su voz
sorprendiendo a Vilches que se incorporó poco a poco de su sillón
mientras miraba con atención a Encarna-. Deberías besar el suelo
que mi hija pisa porque gracias a ella estás curado, te dio la
oportunidad de vivir ¿qué más quieres?, si tuvieras vergüenza no
vendrías a buscarle problemas que es lo que sé buscas, te lo diré
una sola vez Pablo, si veo que vuelves aquí, o te acercas a ella o
haces el mínimo esfuerzo por contactar con ella, te denunciaré y
sabes lo que pasaría ¿verdad?

P_ Yo la quería.

En_ No Pablo... tú no la querías... la usaste y por eso te dejó, no


porque estuvieras enfermo, sino, por tu sucia y detestable jugada.

126 ”Adiós Esther” © by ldana


P_ Como siempre está usted defendiéndola, jamás vio la clase de
hija que tenía.

En_ Te equivocas nuevamente, claro que vi la hija que tengo, una


mujer integra que hizo lo que pocas hubieran hecho.

P_ Liarse con cualquiera, a su marido le gustaría saber la clase de


mujerzuela que tiene a su lado.

Mientras en aquel cuarto la tensión iba aumentando poco a


poco, en el muelle una más que nerviosa Teresa esperaba
cualquiera clase de acontecimiento con nerviosismo. Hasta ella y
después de una tarde movidita llegó Cruz.

C_ ¿Ya se ha ido?

T_ Que va, aún sigue ahí dentro hija –se quitó las gafas
sujetándolas con el poyo acodado sobre el mostrador.

C_ ¿Y Encarna no te ha dicho nada?

T_ Poco, la verdad y lo que me ha contado no me ha gustado nada


–ponía gesto de cierto temor.

C_ Mira yo voy a ir para allá.

T_ Está Vilches.

C_ Por eso mismo... porque no me fío de lo que haga como no


sabemos que intenciones tiene el tipo ese...

T_ Malas –la interrumpió.

C_ Pues si ocurre algo ya sabes... al busca.

T_ Si hija y nada más sepas algo, me lo dices.

C_ Eso está hecho.

127 ”Adiós Esther” © by ldana


El frío había jugado en las mejillas de Maca y Esther, al notarlo
reaccionaron por fin de aquella inesperada explicación de Fermín.
Fue Esther quien tiró lentamente de su mujer, la hizo sentarse
frente a la chimenea sabía que ahora tendría un bajón después de
toda la adrenalina que habían gastado.

E_ Cariño voy a prepararte una manzanilla... quédate aquí


tranquilita ¿vale? –la besó.

M_ No tardes –le contestó mientras se sentaba agotada.

E_ Claro que no mi vida... ¡Maca! –la llamó cuando salía.

M_ Dime.

E_ Te quiero.

M_ Y yo –le sonrió pero su sonrisa se mostró apagada.

Esther se fue hasta la cocina y mientras puso a calentar el agua


llamó a su madre para contarle lo sucedido, necesitaba sus palabras
de apoyo, porque normalmente cuando sucedía esto, era Maca quien
le daba aliento a ella, aquella situación era completamente nueva y
no sabía que decirle. Marcó el número de su madre mientras sus
ojos se posaban en la ventana llenándose de la oscuridad que había
en el exterior. El teléfono terminó de sonar y se desconectó.

E_ Que raro –murmuró-. Estará jugando al bingo con sus amigas,


debe tener muchas partidas atrasadas –sonrió, porque el hecho de
pensar con su madre le daba tranquilidad.

128 ”Adiós Esther” © by ldana


Sin embargo lejos de lo que ella pensaba, Encarna continuaba
en aquel lugar enfrentándose al pasado de su hija. Ante el
comentario de Pablo, no pudo reaccionar porque se le adelantó
Vilches.

V_ Mira listo, odio la violencia, pero si vuelves a hablarle con ese


tonito a Encarna, te aseguro que te cojo de los huevos y te echo de
este hospital.

P_ Por lo que veo Esther se rodea de gente interesante.

V_ Mucho, no lo dudes –se cruzó los brazos sobre el pecho con


actitud chulesca, mientras lo miraba desafiantemente.

En_ Lo mejor que puedes hacer es marcharte Pablo, no tienes nada


que hacer aquí.

P_ Me debe una explicación.

En_ Te la estoy dando yo –no quería mostrarle la desesperación que


sentía en aquel preciso instante.

P_ No me vale.

En_ Claro que te vale, ¿quieres probarme Pablo?, ¿de verdad


quieres probarme?, una vez te demostré de lo que era capaz por mi
hija, te aseguro que aquello quedara en nada por lo que sería capaz
en este momento de hacer por ella –Vilches la miró por su extrema
seguridad en sus palabras y gestos.

Hubo un instante de desafío entre los dos, los ojos de Encarna


no desviaron ni un solo segundo los de aquel extraño hombre, él por
su parte hubo un momento que no pudo soportar la mirada

129 ”Adiós Esther” © by ldana


escrutadora, juiciosa y dura de aquella mujer, definitivamente,
agachó la cabeza y admitiendo su derrota le dijo:

P_ Nunca pude con usted, pero tenga seguro que jamás podré
olvidar a Esther.

En_ Claro que no, porque le debes la vida... no lo olvides.

P_ Espero que sea muy feliz.

En_ Lo es... y yo espero que tú lo seas con tu mujer.

P_ Por lo que veo lo sabe todo ¿eh?

En_ Sabes que sí –no separaba ni un instante sus ojos de él.

P_ Por un lado la odio, por otro, la admiro, ojalá mi madre hubiera


luchado así por mí.

En_ Mi hija lo hizo y mira como le pagaste... quizá lo que deberías


hacer es pedirme perdón por lo que nos hiciste sufrir –Vilches no
podía apartar la mirada de Encarna no entendía nada pero sabía que
se trataba de algo grave.

P_ Dígale que quizá la vida vuelva a cruzar nuestros caminos,


entonces ya se verá quien pide perdón a quien.

En_ Jamás se pide perdón por amar.

P_ Ya veremos Encarna... ya veremos... –repitió con la voz


apagada.

En_ Espero que no vuelvas a aparecer...

P_ No, pero yo espero que la vida me dé la oportunidad de tenerla


cara a cara, solo así sabré si tengo o no que pedirle perdón. Hasta
nunca ex suegra.

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En_ Hasta nunca...

Murmuró lentamente viéndolo marchar y entonces cuando


Vilches fue a preguntarle por saber todo cuanto había pasado,
Encarna sintió que alguien le había quitado el suelo y notó como sus
piernas no respondían. Sin tiempo a nada más, Vilches la sujetó a
tiempo de que no cayera al suelo justo en el momento en que Cruz
abría la puerta y acudía a ellos con rapidez.

C_ ¿Qué ha pasado?

V_ Ayúdame luego te lo cuento, creo que hay cosas que aún no


sabemos de Esther.

C_ Encarna... Encarna –le golpeaba la cara.

V_ Llama a Héctor.

Cruz se marchó a toda prisa en busca de Héctor, y una camilla.


Cuando llegaron, ambos, la llevaron hasta un box. Allí la vio Teresa
que acudió con rapidez y muy nerviosa al ver allí a su amiga.

T_ ¿Qué ha pasado?, ¿qué ha pasado?, Encarna...

V_ Nada Teresa, sal.

T_ ¿Qué le pasa?

V_ Un simple desmayo –le decía mientras él le tomaba la tensión y


Héctor le colocaba las ventosas para hacerle un electrocardiograma.

T_ ¡Encarna!

V_ Teresa quieres largarte ¡joder!

T_ Hijo que insensible eres –le protestó.

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C_ Vamos Teresa, mejor dejemos que los chicos le hagan
reaccionar.

T_ ¿Pero qué ha pasado?

C_ No lo sé, cuando entré estaba desmayada –dijo con gesto de


preocupación.

T_ Han sido demasiadas tensiones, no tenemos edad para todo esto


–su voz tembló por el temor de ver allí a su amiga.

C_ Vamos Teresa... ya veras como es solo eso, un bajón de tensión.

La miraban tras la puerta que las separaba de ella, mientras


veían con preocupación como le colocaban una mascarilla de
oxigeno.

Cuando Esther salió con las dos tazas de tila, se encontró con
una Maca pensativa, había subido sus piernas al sofá y estaba
abraza a ellas, Esther se sentó a su lado, dejó con cuidado las tazas
sobre la mesa de madera sin derramar ni una sola gota, sus ojos
después fueron directos a la chimenea y entendió que Maca había
echado más leña para calentar aquel lugar que sin saber porque,
había perdido la calidez de horas antes. Sus pensamientos los
rompió la voz apagada de Maca.

M_ Abrázame cariño, abrázame...

Esther la estrechó entre sus brazos, y notó en su propio cuerpo


el temblor de su mujer, sabía que la necesitaba más que nunca,
aquel día había sido especialmente duro afectándolas a las dos, pero

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comprendía que el estado y descontrol en el cual había vivido Maca
le produjo aquel temor que le hacía temblar ante lo ocurrido pocos
minutos antes. Y Esther pensó en cuantas veces se había dado el
caso contrario, cuantas veces había llegado cansada del trabajo,
hundida por algún caso, y allí estaba ella para estrecharla en sus
brazos, para llenarla de besos cálidos, para regalarle una sonrisa,
para acariciarla en silencio sin necesidad de nada más, no hacían
falta las palabras, pero cuando las necesitaba, siempre eran las
justas siempre las que Esther precisaba para animarse para
comprender las cosas y relajarse, sintió profundamente que su
madre no le hubiera contestado para explicarle la situación y que le
diera el consejo que siempre tenía a punto. Estuvieron abrazadas
durante bastante rato, hasta que Esther decidió hablarle sin
separarla de su cuerpo, mientras le acariciaba lentamente.

E_ Maca cariño se va a enfriar la tila y te hará bien tomarla caliente


–le dejó un beso sobre el cabello.

M_ No me apetece nada moverme de aquí.

E_ Ya lo sé –sonrió-, yo voy a estar después ¿eh?, y nos iría muy


bien.

M_ Estoy temblando.

E_ Por eso, aunque el temblor que tienes no es de frío cariño.

M_ No –le confirmó mientras se esforzaba por sacudirse aquel


estremecimiento.

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E_ Has estado genial mi niña –le separó una greña del flequillo
mientras ella bebía despacio-. Es normal que te haya costado
reaccionar al principio, no creo que debas estar así.

M_ ¿Y si no puedo volver a trabajar?

E_ ¿Por qué dices eso? –la miró preocupada.

M_ Esther… no sabía que hacer estaba bloqueada… tenía miedo…


que digo miedo… horror –decía con nerviosismo y su voz un tanto
apagada.

E_ Pero eso es normal, se acumula el tiempo que has estado de


baja por maternidad, después se fueron tus recuerdos, tus
emociones y también tus conocimientos pero todo eso poco a poco
lo has ido recuperando…

M_ Ya lo sé Esther –se levantó de repente haciendo que Esther


alzara el cuello para seguir sus movimientos-. Quizá me estaba
acostumbrando a vivir entre estas cuatro paredes, entre tus brazos
–Esther se puso en pie yendo hacia ella con gesto un tanto
intranquilo-, estaba acostumbrándome a lo irreal…

E_ Cariño –le susurró con pena.

M_ Ya lo sé esto no va conmigo, parezco una niña asustada que


quiere meterse en el regazo de su mami –le tomó por la cintura
mirándola con devoción mientras Esther le sonreía-. Antes allí con la
niña he sentido verdadero pánico, de no haber estado tú no hubiera
sido capaz de hacer nada.

E_ Claro que lo hubieras hecho, de igual modo mi vida –le acarició


la cara mirándola ella también con ternura-. Te quiero tanto Maca,

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que ojalá pudiéramos quedarnos aquí encerradas para siempre, tú
yo y Daniel, pero eso no puede ser tenemos que seguir viviendo,
quizás no deberíamos quedarnos mucho más tiempo aquí,
deberíamos irnos ya a casa y poco a poco recuperar nuestras
costumbres.

M_ Pero esto es tan ideal –miró alrededor marcándose en su gesto


la lastima.

E_ Ya… pero no es real, no es nuestra realidad cariño, aquí estás


segura y te entiendo porque a mí también me pasaba lo mismo,
mira –le tomó la mano y la llevo hasta el sofá para que se sentara
junto a ella-… yo pensaba que aquí te tenía para mí y todo cuanto
pasará fuera no me importaba porque nuestra vida estaba aquí
dentro, pensaba bueno... es como una burbuja de amor, todo lo que
mueve el mundo me da exactamente igual, solo la quiero a ella,
pero no es verdad y no podemos seguir así, tendrás que repasar los
libros de pediatría, tendremos que volver a ser las que éramos antes
–la miraba con una sombra de pena en sus ojos-, tendremos que
volver a la que sí es nuestra realidad, el hospital, el niño, nosotras…

M_ Te quiero –le dijo de repente y Esther sintió como un escalofrío


recorría su piel, entonces se abrazaron con ternura sin pasión, fue
un abrazo largo y repleto de amor, al separarse Maca la miró a los
ojos y con voz segura le dijo-. No he querido a nadie como te quiero
a ti Esther, eres lo mejor que tengo en mi vida y cuando recobré
todo mi interior y recordé los momentos en que creí perderte, me di
cuenta mi niña, que quiero estar todos los días de lo que sea mi vida
a tu lado, no me importa otra cosa, solo tú –le acarició lentamente

135 ”Adiós Esther” © by ldana


el rostro donde resbaló una lagrima tan distintas a las otras que
habían sido derramadas, porque esta era realmente de felicidad-. Y
me di cuenta que soy afortunada de tener contigo una familia...

E_ Maca... –apoyó su cara en la palma de aquella mano que había


vuelto a su calidez-... y yo solo espero estar a tu altura y no
decepcionarte nunca más...

M_ Aprendamos de esto cariño... que no vuelva a suceder o –esta


vez quien dejó resbalar una lagrima fue ella-... o estoy segura que
moriré porque eres todo en mí, absolutamente todo...

Se besaron con tranquilidad podían escuchar sus latidos


palpitar, se miraron a los ojos repletos de lagrimas de felicidad, se
abrazaron dependientes la una de la otra, sabían que les quedaba
poco para volver a lo real, a la vida cotidiana y que quizás ese
tiempo que les quedaba debían aprovecharlo, debían sentar
definitivamente las bases de su matrimonio, de su vida futura, y se
quedaron abrazadas, Esther tenía reposada su cabeza en el hombro
de una Maca que seguía con su ceño fruncido parecía que su cabeza
trabajaba de manera continuada todo lo que durante su amnesia
retrograda no había trabajado.

Mientras en el hospital Héctor y Vilches habían conseguido


volver en sí a una Encarna que no sabía muy bien que había pasado,
llevaba oxigeno y un gotero, allí a su lado Vilches la miraba con
gesto preocupado.

V_ Hola Encarna, bienvenida.

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En_ Hola hijo –contestó con dificultad.

V_ Será mejor que no hable... ha sufrido un amago de infarto.

En_ ¿Yo? –sonrió de lado-, eso no va conmigo.

V_ Pues ya ve, no es tan fuerte como parece, aunque... con lo que


lleva pasado, creo que es una explosión de sentimientos –ella
asintió-. Ahora mejor no hable, creo que debería descansar la loca
de Teresa está ahí fuera creo que ya no le quedan uñas...

En_ Es un cielo.

V_ Si no se chiva, le diré –bajó la voz como si alguien estuviera por


allí-, que es verdad, es un cielo... un tanto nublado pero un cielo.

En_ Eres estupendo –sonrió y tosió un poco.

V_ Bueno ahora voy a dejarla tranquilita ¿eh?

Encarna asintió y tras un suspiro prolongado cerró los ojos


mientras Vilches salía fuera y se encontraba con Teresa, nerviosa
casi al punto de la histeria.

T_ ¿Qué, qué?

V_ Eres pesadita ¿eh?, ¿qué, qué?

T_ ¡Vilches no me toques las narices! –le dijo con gesto muy serio.

V_ Esta no es mi Teresa –murmuró poniéndose en jarras mirándola


con gesto de extrañeza. Ante su mirada contestó con rapidez
levantando ambas manos en alto-. Vale, vale, ha tenido una subida
de tensión, simplemente eso…

T_ ¡Anda ya!, dime la verdad no me vengas con cuentos.

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V_ No puedo contigo ¿eh?. Ha sido una pequeña angina de pecho –
Teresa abrió sus ojos asustada-. No pasa nada, simplemente se ha
alterado demasiado su ritmo cardíaco, le hemos hecho algunas
pruebas y todo está correcto, como dice la Doctora Teresa, han sido
las emociones –y bajito añadió-. Pero tú de esto que dice ésa
Doctora ni caso ¿vale?

T_ Vale Vilches –le sonrió tímidamente-. ¿Puedo verla?

V_ Sí, pero trata que descanse mañana se irá a casa y todos tan
contentos.

T_ ¿Avisamos a Esther?

V_ No hace falta.

C_ ¿Cómo está Encarna? –apareció Cruz con el pijama de quirófano.

V_ ¿Y tú donde vas?

C_ A bailar Rodolfo, ¿dónde voy a ir?, una operación urgente.

V_ ¿Y qué haces aquí chismosa?

T_ Mira Vilches estás tú demasiado guasón.

V_ No te metas conmigo Teresa que ahora tengo alguien que me


defiende –elevó las cejas en dirección al cuarto donde estaba
Encarna.

C_ ¡Pero me vas a decir cómo está! –lo miraba seria.

V_ Está bien, voy a dejar que esté aquí esta noche como tenemos
guardia la vigilaremos pero mañana a casita.

C_ ¿Qué ha dicho el tal Pablo?

138 ”Adiós Esther” © by ldana


V_ Un mal bicho pero creo que le ha quedado clarito como se las
gasta Encarna.

T_ ¡Ay Dios mío más problemas no!, voy a verla.

C_ Recuerda que me lo tiene que contar.

V_ Chismosa… más que chismosa… ¡tira para quirófano anda!

C_ La noche promete, te tenemos de buen humor –le dio un beso en


la mejilla y salió corriendo.

En el sofá seguían abrazadas tapadas con una fina manta la


pareja, había pasado casi media hora y dormitaban entre
respiraciones tranquilas, hasta que Maca le habló a una Esther que
había entrelazado los dedos de su mano derecha con la mano
izquierda de su mujer.

M_ Cariño ¿por qué no nos vamos a la cama?

E_ Sí… tengo mucho sueño… estoy agotada –le decía con voz aún
adormilada-. ¿Qué hora es?, quiero llamar a mi madre antes no
estaba debía estar jugando al bingo o las cartas con sus amigas.

M_ Claro ella está recuperando sus costumbres –sonrió.

E_ Si… voy a llamarla.

M_ Es tarde ¿por qué no la llamas mañana?, son casi las doce.

E_ Ah, pues estará viendo la televisión –marcó el número mientras


Maca jugueteaba con su barriga, hasta que el gesto de Esther la
hizo detenerse-. No está.

M_ ¿Cómo que no? –la miró un tanto inquieta.

139 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Como que no, ¿habrá pasado algo?

M_ ¿Qué va a pasar mujer?, estará con sus amigas, y se habrá


alargado algo más de lo normal, venga ve y luego volvemos a
llamar.

E_ Voy a ducharme a ver si me puedo quitar el olor a cloroformo


que hacía en ese cuartito.

M_ Es cierto, que horror, ve ahora iré yo.

E_ No tardes.

M_ Descuida.

Al quedarse sola se retumbó sobre el sofá, se quedó pensativa


algo no le gustaba y esperó a oír el grifo de la ducha.

Entre tanto en aquella habitación del hospital, Encarna sonreía


a una preocupada Teresa que se había sentado a su lado dispuesta
a ayudarla.

En_ De verdad Teresa quita esa cara de susto, no me pienso morir


todavía, mi Esther tiene que darme la dicha de verla embarazada.

T_ ¡Qué cosas tienes Encarna por Dios!, aunque es mejor que estés
de buen humor.

En_ Que remedio hija.

T_ ¿Fue mal? –la miró con temor.

En_ Fue como me esperaba, llevo esperando mucho tiempo que


aparezca, y justo viene en el peor momento.

140 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ ¿Va a insistir?

En_ No lo sé, yo creo que no porque Vilches estuvo muy bien puesto
en su lugar, se dio cuenta que aquí está bien cuidada.

T_ ¿Y a casa?

En_ No sabe donde vive, podría seguirla pero no creo, no creo que
se exponga tanto.

T_ Encarna ¿seguro qué estás bien?, tienes mala cara.

En_ Tranquila Teresa, solo fue un cúmulo de emociones y temores


que... bueno... tenían que salir por algún sitio.

T_ Si, si –sonó su móvil-. ¡Uy mi marido seguro que no sabe donde


están los macarrones! –Encarna sonrió mientras buscaba una mejor
postura-. Dime cariño.

M_ ¿Vaya desde cuando me quieres tanto? –le preguntó desde la


cocina donde había decidido averiguar que pasaba.

T_ Maca –murmuró nerviosa tapando el auricular-. ¿Si me


pregunta?

En_ Tú no me has visto –le dijo también con cierto nerviosismo.

T_ ¿Qué pasa hija?, ¿cómo me llamas a estas horas?

M_ Verás estoy preocupada por Encarna.

T_ ¿Preocupada por Encarna? –repitió en voz alta para que ella la


oyera.

M_ Sí Teresa, ¿qué pasa que tienes que repetirlo para enterarte?

T_ Mira como salió la parte borde de mi niña –trató de evitar que


siguiera con el tema.

141 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Recuérdame cuando te tenga delante que te de un buen pellizco.
Pues eso, que Encarna no contesta en su casa, Esther ha llamado
varias veces y ahora acabo de hacerlo yo y nada... ¿no la habrás
visto por casualidad?

T_ ¿Tienes a Esther cerca?

M_ Está en la ducha, ¿por qué?

T_ Encarna está aquí en el hospital –trató de decirlo con suavidad.

M_ ¿Y qué hace ahí? –no sabía muy bien como encajar aquel
comentario aunque de repente empezó a dolerle el estómago.

T_ Tuvo un desmayo.

M_ ¡Qué!, vamos ahora mismo para allá.

T_ ¡Maca, Maca escúchame! –Encarna le puso gesto de enfado.

M_ Voy a avisar a Esther y vamos.

T_ Ni se te ocurra, está bien.

M_ ¿Está ahí?

T_ Sí la tengo aquí espera que quiere ponerse, espera. Que dice que
vienen.

En_ Maca hija.

M_ Encarna, ¿qué te pasa? –en su voz la mujer notó su sincera


preocupación y su angustia.

En_ Nada hija, un mareo y Vilches que es un exagerado me ha


querido dejar aquí –trataba de quitarle importancia.

142 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Cómo que un mareo?, ¿dónde te ha dado el mareo?, a ver
Encarna creo que es mejor que vayamos yo me voy a quedar mucho
más tranquila y Esther también.

En_ Maca escúchame bien, solo te lo diré una vez, si te veo entrar
por la puerta de este hospital, te aseguro que vas a conocer el lado
más desagradable de tu suegra y te aseguro que es muy pero que
muy desagradable –su voz no dejaba dudas a que lo decía en serio.

M_ ¿Me estás amenazando? –elevó una ceja totalmente perpleja


antes la actitud de su suegra.

En_ Completamente, ¿te ha quedado claro?

M_ Pero...

En_ No hay peros que valgan, no le digas nada a Esther porque esto
es una tontería y total pasado mañana nos volvemos a ver...

M_ No me convences.

En_ Me da igual, tú te quedas ahí con tu mujer que yo tengo aquí a


Teresa, a Vilches, a todos hija... a todos.

M_ Pero no es justo porque tú me has cuidado a mí, has estado


pendiente de Esther y ahora no me parece justo que te dejemos
sola.

En_ ¡Ahora mismo te daba un colleja que todas las tonterías que has
dicho juntas te las tragabas! –le dijo molesta.

M_ Joder Encarna.

En_ Eso, joder, déjame tranquila que ya soy mayorcita. Ale, ahora a
callar a disfrutar de tu mujer y a dormir. Hasta mañana hija.

143 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Pero... Encarna... oye... Encarna.

E_ ¿Has conseguido hablar con mi madre? –le preguntó Esther


entrando a la cocina con un camisón y oliendo a azahar.

Maca la miró fijamente sin saber que decir...

M_ Pues sí, hemos hablado y... tenías razón estaba jugando con sus
amigas –le dijo un tanto nerviosa girándose para beber agua.

E_ Si es que mi madre... es la repera –dio una carcajada enrollando


sus brazos por la cintura de su mujer.

M_ Oye voy a ducharme yo, ¿vale?, necesito también quitarme este


olor –puso gesto de aversión.

E_ Pues a mí me gustas con este olor y todo –la besó y Maca sonrió
mordiéndose el labio-... ¿será que estoy muy pero que muy
enamorada... tanto que pierdo la cordura? –le decía mientras iba
besándole por el cuello, la barbilla, la boca.

M_ Puede... ¡uf Esther que pierdo el control cariño!

E_ Piérdelo ¡anda! –le puso carita tierna haciéndole pucheros con su


barbilla.

M_ Déjame que me duche, ¿vale?

E_ Vale... pero te doy exactamente 5 minutos.

M_ ¡Vale!

Se fue corriendo ante la carcajada de una Esther que estaba


tan feliz que le daba miedo, sin darse cuenta se había acoplado al

144 ”Adiós Esther” © by ldana


sentimiento de sufrir, era como el martirio que se soporta a gusto,
se sintió como el masoquista que espera ser maltratado, pero su
diferencia era que quien le había maltratado era la vida y esa misma
vida le estaba dando una tregua, una paz, una enorme paz y calma,
y sin querer no sabía que era lo que temía más, si esa paz o lo que
llegará después. Sacudió su cabeza tratando de sacudir sus temores
que momentos antes los había padecido Maca, sin duda era una
herida que les iba a dejar aquella lucha que habían tenido a golpes
de vida.

En el hospital, después de soportar la bronca de Encarna,


Teresa se había quedado en silencio a su lado, la mujer se había
dormido y parecía respirar tranquila, pero de golpe, se despertó.

En_ Teresa ¿estás ahí?

T_ Claro Encarna,. ¿qué te pasa? –le preguntó poniéndose a su lado


mientras le tomaba la mano suavemente mirándola con temor.

En_ Tenía una pesadilla, Pablo tenía a mi hija... la iba a matar...

T_ Vamos Encarna, Esther está bien con Maca, en un lugar seguro

En_ ¿Y cuándo esté aquí?

T_ Ya nos preocuparemos entonces... tú tranquila no puedes


arreglarlo todo, recuerda lo que le dijiste una vez a tu hija, no eres
Dios para estar en todos lados.

En_ Lo sé –dijo tragando un poco su angustia-... pero es fácil dar el


consejo otra cosa es ponerlo en practica.

T_ ¿Te subo un poco la cama?

145 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Sí por favor.

T_ Ahora te doy agua.

En_ Siento molestarte así Teresa.

T_ Venga no me digas tonterías o te doy una colleja –le guiñó un


ojo seria

En_ ¡Ay Teresa no me hagas reír anda! –le decía sonriendo.

V_ Bueno, bueno, bueno aquí las tenemos ya sabía yo que lo que se


dice descansar Encarna, no iba a descansar estando aquí Teresita –
entró seguido por Cruz.

En_ Que hombre más simpático ¿por qué os metéis con él? –
sonreía.

T_ Mira Encarna no le des vidilla que luego no hay quien lo soporte.

C_ Es cierto –decía sonriendo Cruz-. ¿Qué tal estás?

En_ Bien hija, bien... un poco cansada pero bien.

V_ Necesitas unas buenas vacaciones, lejos de aquellas dos.

T_ Eso lo digo yo también.

V_ Pero... vamos a darte una buena noticia Cruz y yo.

C_ Es buena por lo que me ha contado Vilches... pero podría ser de


otra manera.

T_ Me estáis liando –dijo de pronto Teresa muy metida en la


conversación

V_ Verás... antes Cruz tenía que ir de urgencias a una operación ¿te


acuerdas? –Teresa asintió-. Pues bien, quiero que te tomes la
noticia con calma Encarna, mucha calma.
146 ”Adiós Esther” © by ldana
En_ Dime hijo, estoy en el hospital aprovecha ahora –sonrió.

Cuando Maca salió de la ducha, Esther había puesto el


compacto de

Catherine Marie Charlton, ella sonrió y fue la primera sonrisa que


pudo mostrar después de durante la ducha sentir miedo por
Encarna, sabía que se lo tenía que decir a Esther, no quería omitir
aquello sabía que después se enfadaría, lo había pensando muy bien
y no podía ocultarle la verdad.

E_ ¿Oye Maca qué te pasa?, en lugar de ponerme cara traviesa me


sales con ese gesto que tanto miedo me da.

M_ Verás Esther...

Fue hasta la cadena de música y bajó el volumen, se oía muy


en el fondo pero sin darse cuenta creó un ambiente un tanto de
intriga por su gesto y la música. Esther se asustó, se levantó de la
cama y se acercó hasta ella sentándose en el sofá, a su lado.

E_ ¿Qué pasa? –su cuerpo se tensó de manera inmediata.

M_ Pues... pasa que... no sé como decírtelo porque yo misma tengo


miedo.

E_ ¿Es mi madre?

M_ Sí, está en urgencias –Esther se tapó la cara con sus manos-,


ella no quería que te lo dijera, está bien cariño, sólo ha sido un
subida de tensión pero yo no podía callármelo Esther, lo siento.

E_ Voy a llamarla –dijo nerviosa.

147 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Está con Teresa no me ha dejado casi hablar, me amenazó por si
te lo decía.

E_ ¿Te dijo que le pasó?

M_ No, que había tenido una subida de tensión, la verdad que me


siento culpable –sin poderlo evitar una lluvia de lagrimas cayeron
como estrellas del cielo.

E_ Maca cariño... tú no tienes la culpa.

M_ Creo que sí, ella ha estado aquí con mucha tensión y...

E_ Maca por favor, no puedes culparte de todo cuanto pasa ¿vale?,


tú no tenías culpa alguna.

M_ Encarna es muy importante para mí Esther, tú lo sabes... no


puedo estar tranquila.

E_ De acuerdo... vamos a hacer una cosa... conozco a mi madre lo


suficiente para saber que se va a molestar si yo lo sé, llama tú di
que estoy durmiendo y que te explique todo.

M_ Creo que deberíamos ir, se lo he dicho pero no me ha dejado.

E_ Bueno... que te cuente y... con calma decidimos...

M_ Está bien... –se secó las lagrimas.

E_ Que no note que has llorado cariño –ella misma se estaba


asombrando de su actitud, por dentro temblaba por fuera estaba
tranquilizando a Maca. Resopló y después le dejó un beso en la
mejilla-. Vamos.

M_ ¿Teresa?

T_ ¡Otra vez tú!

148 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Escúchame por favor Teresa.

T_ ¡Qué pesadita eres, espera!. Encarna es tu nuera, ¿qué


hacemos?

M_ Joder con Teresa –tapó el auricular y le habló a una Esther que


no podía evitar mostrarse nerviosa.

E_ Dile que quieres hablar con ella, insístele.

M_ Si, En... ¿Vilches? –preguntó con sorpresa.

V_ Sí, ¿qué pasa? –le preguntó con tono seco.

M_ Eso digo yo, ¿qué le pasa a Encarna?

V_ Tuvo una subida de tensión –Maca dejaba oír a Esther-. Nada


más, lo que pasa es que he querido tenerla aquí para que
descansara y estuviera tranquila, así de paso la observaba por si
había algo más.

M_ ¿Y? –preguntó ansiosa.

V_ Oye Encarna... ¡pero que nuera más pesada tienes! –oyeron


como se reían y se miraron las dos serias-. Pues que nada, y nada,
está aquí la pesada de Teresa con ella.

T_ ¡Oye! –se quejó Teresa.

V_ ¿La habéis oído no?

M_ Solo estoy yo Vilches.

V_ Menos lobos caperucita, sé que Esther está ahí.

E_ Joder Vilches eres adivino –le dijo Esther sin poder aguantarse.

V_ No, solo que sé que Maca no iba a poder callarse esto. Anda
quieres hablar con tu madre.
149 ”Adiós Esther” © by ldana
E_ Si.

V_ Encarna... tu hija –acentuó cada palabra.

En_ Dime hija –sonrió.

E_ ¿Cómo que dime?, ¿qué es eso de que no nos tenemos que


enterar de lo que te pasa?, ¿cómo es posible que no nos digan
nada?, ¿eh mamá?, ¿mamá?, ¿mamá?...

M_ ¿Qué pasa?

E_ ¡Me ha colgado! –dijo con sus ojos abiertos como platos mirando
fijamente el teléfono.

M_ Joder con Encarna... bueno podemos estar más tranquilas.

E_ Se va a enterar –marcó nuevamente el número y le dijo a su


madre-. ¡Mamá no me cuelgues!

En_ Si me riñes sí, si dices tonterías sí –le dijo tranquila.

E_ ¿Cómo estás?

En_ Estoy bien, dile a Maca que cuando la vea ella y yo tendremos
una charla.

E_ Mamá no seas mala, está preocupada.

En_ Lo sé, y ya le dije que estuviera tranquila, y tú también, es


Vilches que no sabe como sonsacarme recetas de cocina, y me ha
ingresado para que no me escape –sonrieron en la habitación.

E_ Como eres mamá –le dijo sonriendo.

M_ ¿Encarna, qué tal?

En_ Bien, hija, bien, ya os lo he dicho bien y ahora dejarme


descansar que mira que horas son para tenerme despierta.
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M_ De acuerdo Encarna, besos y mañana iremos a verte.

En_ Ni se os ocurra venir... me voy con Teresa...

E_ ¡Qué peligro! –murmuró Esther.

T_ ¡Te he oído guapa! –le dijo riñéndola.

E_ No lo digo por ti Teresa –por primera vez sonrió más tranquila-.


Venga mamá, mañana te llamamos, estamos bien tranquila ¿eh?

En_ Vale hija. Hasta mañana.

M_ Hasta mañana Encarna.

En_ Descansa Maca... bueno... mejor no... no descanses.

Dio una carcajada que arrancó la de Esther, se miraron más


tranquilas y sin palabras se abrazaron con fuerza, Encarna era muy
importante para las dos y ellas lo sabían.

E_ Menos mal.

M_ Si, solo ha sido un susto...

E_ No sé que haría sin ella.

M_ Ni yo –murmuró con el mismo punto de tristeza que ella.

E_ Aunque –la miró sonriente sabía que debía borrar aquella tristeza
suya-. Si que sé que te haría a ti.

M_ Pues hazlo –le susurró envolviéndola suavemente con aquella


voz aterciopelada pero sin mover un solo músculo de su cuerpo-,
hazlo ya.

E_ ¿Tienes prisa? –le retó subiendo sobre sus piernas y acoplándose


a su cuerpo.

151 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Tú verás cariño, si con esa carita ya me deshago.

E_ ¿Entonces... –le fue desabrochando uno a uno y lentamente los


botones de la camisa de dormir-... lo hago?

M_ ¿Tú que crees? –le preguntó con un suspiro al notar como las
manos cálidas, deseosas y hambrientas de Esther se llenaban con
sus pechos apetitosos.

E_ Maca –susurró ella también lanzándose a su boca, en la que su


lengua se dedicó a jugar un rato al escondite, una vez encontrada se
separó de una Maca completamente entregada a ella-. Te quiero...

M_ Esther –había logrado deshacerse de la ropa que le impedía


llegar hasta su piel y al tocarla ambas estallaron en un suave
gemido repleto de placer-. Yo también mi vida...

Allí quedaron primero en el sofá y una vez llegado al mayor de


los orgasmos, como pudieron sin desprenderse de sus pieles, de sus
manos, de sus cuerpos siguieron con el ritual de amarse sobre la
cama, rodaron por ella, se dedicaron a devorar un cuerpo para
después devorar el otro, se amaron sin prisas, mezclaron una pasión
salvaje con una pasión repleta de ternura, se dedicaron palabras
dulces, se dijeron cientos de te quiero, miles de te amo, todo era
poco para poder demostrar cuanto sentían en su interior.

Cuando terminaron de ese amor dependiente, cuando


terminaron de demostrarse cual dependiente era, se dedicaron
caricias suaves, abrazadas la una contra la otra, enlazadas una
mano con la otra, Esther quedaba de lado y en su espalda
perfectamente unida a ella una Maca que respiraba todavía inquieta,
se aferraba a ella.

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E_ ¿Qué te preocupa cariño?

M_ Llevo un rato pensando algo Esther.

E_ ¿Qué? –fue a girarse.

M_ No te gires, quiero sentirte así.

E_ ¿Qué te pasa, no me asustes?

M_ Hoy he comprendido muchas cosas de golpe, ha sido como si un


aprendizaje intenso, llegara hasta mí para entender ciertas cosas
que seguían haciéndome daño en el corazón.

E_ Dime –apretó su mano porque conocía aquel tono de voz, estaba


preocupada.

M_ Cuando estábamos en la ante sala de la consulta, aquel hombre


que trató de ofendernos, me hizo daño porque como tú, estamos
aquí en este lugar con nuestras almas totalmente abiertas.

E_ Si, reconozco que a mí también me pasó –dijo con delicadeza


mientras Maca con la mano que le quedaba libre, comenzó a
acariciar su cadera.

M_ Al ver la reacción de Fermín, al ver sus ojos volverse opacos,


repletos de dolor, y no sé si te diste cuenta la manera de apretar
sus puños...

E_ Si, hasta del temblor que recorrió su espalda, me ha impactado


tanto.

M_ Pues entonces entendí el dolor de mis padres, siempre he


pensado que ellos anteponían el que los demás pensaran sobre mí a
mis propios sentimientos, mis propias ilusiones, pero creo que ha

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debido ser para ellos igual de duro que para Fermín. La gente les ha
debido hacer daño, mucho más del que yo pueda imaginar.

E_ ¿Sabes qué me contó mi madre?

M_ Dime –le dejó un beso sobre su hombro.

E_ ¿Recuerdas la revista, cuándo salimos en el reportaje?

M_ Claro.

E_ Pues... ella me contó solo lo bueno, claro, un día que llevaba a


Daniel nos cruzamos con una vecina que no nos saludó, a mi la
verdad me extrañó un poco porque siempre estaba metida en
nuestra casa, pues mi madre me contó que le había retirado la
palabra por tener una hija enferma mental.

M_ Dios mío –murmuró apenada.

E_ Mire a mi madre y le dije, ¿te ha hecho daño su comentario, su


actitud?, si es así te pido perdón, me miró fijamente como solo sabe
mirar mi madre, y me dijo, ¿daño?, si mi hija es feliz como ella
quiera, ¿qué le importa a nadie?, es más, me apuntó graciosamente,
no quiero a mi alrededor personas que tengan perjuicios o etiqueten
personas, es su problema no el mío porque mi hija es feliz y la
próxima vez que me pidas perdón por amar a Maca, de la colleja
que te doy, se te caen los dientes –ambas dieron una carcajada.

M_ Encarna es especial, bueno, quizá las madres deberían ser más


como ella, dejar que los hijos sean felices de la manera que quieran.
Yo sé que mi madre lo ha debido pasar muy mal, y mi padre ha
debido muchas veces apretar los puños de igual manera que lo hizo
Fermín, pero... no puedo ser de otra manera.

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E_ Claro cariño, ellos lo entienden, quizás han tenido que pasar un
momento tan delicado como este para entenderlo.

M_ Lo sé –volvió a besarle-. Pero no dejo de pensar en esa mirada


triste, en ese dolor.

E_ Pero estoy segura que si el hijo de Fermín viniera, él rompía en


un llanto pidiéndole perdón.

M_ ¿Tú crees?

E_ Estoy absolutamente segura.

M_ Carmen seguro que sí, pero Fermín...

E_ Es un hombre cabal, te lo digo yo que me ha dado consejos de


esos que te dejan huella y jamás lo hubiera creído de él.

M_ Si, debías ver como esta tarde nos miraba, creo que sueña en
ver así a su hijo, feliz, sea como sea.

E_ Si mi vida, como lo somos tú y yo, ¿puedo girarme ya?

M_ Claro –le dijo despacito.

E_ ¡Ay! –se quejó cuando estaba frente a ella-. Me tenías castigada.

M_ Si –sonrió-, es que me encanta tenerte así entre mis brazos...


me da la sensación de que eres completamente mía.

E_ Es que lo soy.

M_ Me encanta que me lo digas.

E_ Lo sé.

M_ Y me encanta que me mires así, con ese fervor.

E_ ¿Fervor?

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M_ Sí, como se mira a una Diosa, como te miro yo.

E_ Me gustaría poder hablar tan bien como tú –sonrió.

M_ Tonta.

E_ Pero yo te diré, que te miro con los ojitos que Dios me ha dao
con un único fin –se detuvo y la besó-. Mirarte a ti.

M_ Me vuelves loca –murmuró dejándole un beso sobre la nariz.

E_ Y más que te voy a volver, ¡ahora verás!

Dieron una carcajada porque Esther subió de un salto sobre


una Maca que no podía reprimir aquella carcajada, era como dejarse
llevar por la corriente el río, sabía que al final llegaría al grandioso
mar, se fundiría con él y acabaría siendo participe de la gran
superficie, de igual modo Maca sentía que al final eran una
amándose por igual.

En el hospital, después de la llamada, las caras se habían


vuelto a poner serias, los gestos de sonrisas habían desaparecido
dejando paso a los de preocupación. Vilches, fue el encargado de
dar la noticia, él en el fondo sabía que era algo bueno, pero
conociendo a Encarna, sabía que en cierto modo iba a afectarle y lo
último que necesitaba ella, eran más problemas. Teresa se sentó a
su lado, Cruz lo hizo en el sillón y Vilches lo hizo en el otro lado, le
tomó la mano y con delicadeza le dijo.

V_ Encarna... es sobre Pablo...

En_ ¿Qué pasa?

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V_ La operación de Cruz, era él.

En_ ¿Qué le ha pasado? –preguntó con preocupación.

V_ Ha muerto.

En_ ¡Qué! –masculló incrédula.

V_ Lo siento, sé que se borran de un plumazo tus problemas, pero


también sé que no lo querrías de ese modo.

En_ ¿Qué ha pasado, Cruz? –le dijo con sus ojos entrecerrados por
la fuerza que las arrugas de su frente le oprimían.

C_ Al parecer ha sido un ajuste de cuentas... la policía ha estado


hablando con nosotros, ellos querían hacerte algunas preguntas y
les hemos dicho que no estabas en condiciones.

En_ Entiendo –dijo tan débilmente que todos la miraron un tanto


desconcertados, aquella Encarna era diferente a la que siempre les
daba ánimos.

T_ Encarna... ¿estás bien?

E_ Sí, sí...

V_ Estaba metido hasta las orejas en deudas por la droga Encarna,


me imagino que por eso quería ver a Esther...

En_ Otra vez había vuelto a las andadas –acertó a murmurar.

T_ Pues no lo parecía, el chico siempre venía muy arreglado...

V_ Pues ya ves... no te puedes fiar de nadie.

En_ No puedo alegrarme de su muerte pero... me quita un


sufrimiento de encima. Hace muchos años... cuando mi Esther aún
era demasiado joven, íbamos al pueblo los fines de semana y en

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verano. A mí nunca me gustó ese chico, no sabía por que –todos la
miraban atentos y seguían con interés su narración-. Pero se
hicieron novios, yo cuando veníamos a Madrid le decía a mi hija que
se olvidara de él, pero no, él le mandaba cartas, ramos de flores, la
tenía tontita, se enamoró hasta los huesos, nosotros no sabíamos
que era drogadicto, no sabíamos nada porque a su familia les
interesó que se hiciera novio de mi hija, pensaban que al no estar
allí no nos enteraríamos de la verdad. Pero ya se sabe que en un
pueblo es difícil que no sepas algo, para no aburriros os contaré que
pasamos miles de batallas, a Esther le desaparecía el dinero, algún
anillo, algunos pendientes pero ella siempre lo disculpaba, yo tenía
miedo que no me enredara a mi hija, hasta que un día llegó con la
mejilla morada.

T_ Dios mío –murmuró Teresa sin poderlo evitar.

En_ Él le había pegado, ella lo negó decía que estaba enfermo y


trató de ayudarlo, me consta ya sabéis como es mi Esther, hasta
que un día cansada de su comportamiento le dijo que no podía
seguir a su lado. Jamás se me olvidara aquel día, había verbena,
ella estaba allí con nosotros decaída, sabíamos que le dolía hacer
aquello pero tampoco podía enredarse en aquella trampa que la vida
le había tendido. Sin darnos cuenta desapareció, la perdimos de
vista, mientras mi marido la buscaba yo fui a casa con el corazón a
punto de salir por mi garganta, tenía el presentimiento de que algo
le había pasado, cuando llegué, no hice ruido, y allí estaba, él la
tenía contra la pared con un cuchillo en su garganta –todos la
miraron un tanto desconcertados porque pudieron notar un ligero
temblor en su voz-. Despacio cogí la escopeta de mi marido y se la

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puse en la cabeza, no hubiese dudado en matarlo, ni un segundo,
era mi hija o él –suspiró fuertemente-. Le costó mucho superar
aquello, Pablo ingresó en un centro ayudado por mi hija desde la
lejanía, en el pueblo todos nos ayudaron a protegerla, estaba
tranquila, sabía de él, y aunque mi hija lo borró todo de su
memoria, yo sabía que un día iba a volver.

V_ Pues mira, francamente, está bien en la nevera.

C_ ¡Rodolfo! –le riñó Cruz.

V_ Yo no voy a ser tan cuidadoso como Encarna, al final habría


hecho daño a Esther.

En_ Desgraciadamente así es –dijo lentamente.

C_ Bueno Encarna, ahora todo ha terminado y lo mejor es que


podemos estar tranquilos...

En_ Quizás ahora me entendáis porque quiero tanto a Maca, yo sé lo


que es ver a mi hija sufrir, y para mí, verla feliz ha sido un regalo
del cielo, Maca la hace feliz, y si tuviera que besar el suelo que pisa
Maca, lo haría.

Su voz segura sin el temblor que momentos antes habían


notado ante el dolor de su narración, pudieron hacerles entender
muchas cosas, pero la principal que Encarna sabía valorar lo que
para muchos pasaba desapercibido, el amor, y de eso todo sabían
que Maca y Esther sentían mucho.

En aquel nido donde el amor y pasión habían sido los


protagonistas, la oscuridad de la noche no podía con la tenue luz

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que había allí mismo, ya no solo la luz que reflejaba tímidamente la
chimenea, sino, la luz que manaba de sus almas, todo era paz allí,
había vuelto la tranquilidad habían vuelto a hacer lo que siempre
hicieron, lo que siempre salvó algún que otro escollo de problema
entre ellas, hablar, hablaron de aquel miedo que había existido en el
rostro de Maca salvando a la niña, hablaron del dolor de sus almas
al ver la reacción de Fermín, hablaron sin tapujos de aquellos
sentimientos, se ayudaron a sacarlos fuera, incluidos el temor por la
salud de Encarna. Sin embargo, mientras Esther dormía cansada,
extenuada por tanto placer, Maca no podía conciliar el sueño, la luz
que tenía, le era suficiente para observar a su mujer, no la tocaba
había puesto su brazo bajo la cabeza y así, se aupaba un poco más
para poder contemplar con adoración a quien tanto había luchado
por ella. Suspiraba cada vez que recordaba alguna sonrisa de las
que tanto le gustaban, sonreía la pensar en aquellos ataques de
pasión sin medida, la miraba concentrada para insistirle a su mente
en aquellas imágenes que también le dolían, los momentos difíciles,
aquellos momentos donde la distancia entre ellas era dolorosa, sabía
que podía ocurrir de nuevo, sabía que un día podían dejarse de
amar, pero contemplando a Esther le parecía imposible, rechazo
aquel pensamiento mientras le dejaba un beso en los labios,
aquellos labios que le provocaban la locura cuando rozaban su piel,
aquella boca que tenía necesidad de besar y hacer suya. Acarició sin
tocarla con la yema de los dedos la figura de su mujer, hasta ese
momento habían estado viviendo alejadas de la realidad, pero Maca
sabía que al volver la necesitaría mucho más, cuando tuviera que
enfrentarse a esos momentos de tensión, cuando su mente se

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bloqueara pues sabía que aún le quedaba camino por recorrer,
cuando tuviera pánico sabía que Esther estaría a su lado, luchando
con ella, llevando aquel timón de su barco, un barco llamado Amor.

No durmió, no quiso, quería verla, llenarse de ella, quería


dibujarla nuevamente en su cabeza, y cuando los primeros rayos del
amanecer dibujaron un cielo de mil colores, se levantó con cuidado,
la tapó y al renegar Esther ella le susurro entre dientes aquel sonido
que se hace cuando quieres que el bebé siga soñando con los
ángeles, de esa manera Maca acarició con su voz, el sueño de
Esther. Se puso la bata, corrió un poco la cortina de aquel enorme
ventanal, no sin antes, mirar atónita el hermoso paisaje que existía
ante ella, y sonrió, suspiró y lentamente para no hacer ruido se
marchó hasta la cocina, allí vio asombra pan fresco sobre la mesa,
algo de frambuesa y un bote que no sabía muy bien que era, se
acercó y lo abrió, olió.

M_ Mmmm miel... se me ocurren mil diabluras con esto –sonrió de


su propio pensamiento-. Haré café y...

F_ Buenos días –se oyó la voz seca y ruda de Fermín en la puerta.

M_ Buenos días Fermín –sonrió un tanto sonrojada al pensar en su


comentario en voz alta pensando que estaba sola-. No le oí.

F_ Perdón... no pensaba que estaríais despiertas.

M_ No pasa nada, ven, te invito a un café.

F_ No quiero molestar –dijo levemente.

M_ ¡Por favor Fermín!, ¡qué tonterías son esas, hombre! –le dijo
mirándolo fijamente con sus ojos grandes mirándolo fijamente.

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F_ Está bien... la verdad que eres con la única que me falta tomar
café.

M_ Por eso... vamos... así me cuentas cosas.

Maca estaba guapa, llevaba el pelo recogido en una coleta y


una greña a modo de flequillo caía sobre su frente tapando un poco
su ojo izquierdo pero aún así, el hombre pudo percibir todo cuanto
Esther le había hablado de ella. Al notar aquella mirada fija en su
rostro, sintió como una oleada de calor subía a sus mejillas, cuando
el hombre se percató, se disculpo inmediatamente.

F_ Disculpa –ella sonrió con apuro-. La verdad que estaba


comprobando que Esther sabe tu rostro a la medida exacta.

M_ ¿Esther? –entonces su mirada aún fue de mayor incertidumbre.

F_ Sí, he hablado mucho con ella de ti, un día estaba hundida aquí
llorando sin ver una solución ante el grave problema al que debía
enfrentarse –Maca frunció su frente mientras dejaba su taza
nuevamente sobre la mesa y miraba aquel hombre-. No sé si a
modo de ayuda a sí misma, me explicó como era tu rostro, lo definió
parte por parte, y te aseguro que lo hizo perfecto.

M_ Ya... –no sabía muy bien que decir.

F_ ¿Te sorprende?

M_ No... bueno un poco.

F_ Seguro que tú también eres capaz de describirme su rostro,


¿verdad? –ella asintió no sabía porque aquel hombre le estaba
llenado su corazón de calma-. Ella es lo único que ha visto en cinco
meses, era lo único que le daba esperanzas de que la persona que

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ahí había echada en la cama, era la misma que amaba... un día mi
mujer me dijo que era afortunada –bebió lentamente de su taza
saboreando el intenso sabor a café-. Le pregunté porque, me dijo,
me he casado con un bruto maravilloso, un bruto que mira con los
ojos del amor... cosas de mujeres le dije yo... pero después mis ojos
derramaron lagrimas entre las ovejas... si resumo mi vida con mi
mujer, esa frase lo dice todo.

M_ Si yo resumo la vida con Esther, puedo decir que me he casado


con una mujer un tanto despistada, muy inestable, un poco
asustadiza... pero que siempre me mira con los ojos del amor. ¿Eso
es lo qué me quiere decir? –él sonrió-. Ojalá pueda decir lo mismo
de mí.

F_ Lo dice, que no te quepa la mínima duda.

M_ ¿Por qué hace esto, Fermín? –lo miró sonriendo amablemente


mientras el hombre apuraba su taza de café.

F_ Porque sé lo duro que es empezar, porqué ahora todo está en


una nube, todo es amor... cuando venga la cuesta arriba... recuerda
lo que me acabas de decir, tu la amas de la misma manera que ella
a ti.

M_ Fermín –lo llamó cuando se iba y el hombre se detuvo-.


Gracias...

Cuando se marchó, Maca se quedo allí pensativa frente a su


taza de café, podría haberle contado todo lo mal que Esther lo había
pasado, podría haberle relatado todos los momentos de dolor, pero
quiso elegir justamente lo contrario. El amor. Sonrió ampliamente, y
tras un suspiro se fue directamente a la habitación, abrió de par en

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par las cortinas, y sin pensarlo se echó encima de una Esther que se
estaba quejando.

M_ Te quiero... te quiero... te quiero –le decía mientras la besaba.

E_ Ma... pero... Maca... –trataba de hablar pero sus labios estaban


sellados por la boca de su mujer que no cesaba de acariciarla.

M_ Te quiero...

E_ Y yo... no sé que te pasa... pero quiero despertar así todos los


días de mi vida...

Se abrazaron sintiéndose dichosas, se tenían la una a la otra,


¿qué mas podían pedir?, sí, algo más.

M_ Somos afortunadas cariño –le dijo sentada a horcajadas sobre su


vientre con el pelo revuelto por su ataque de locura amoroso-.
Mucho.

E_ Lo sé –reía mirándola como embobada.

M_ Te tengo a ti, me tienes a mí y tenemos un hijo maravilloso –se


le notaba feliz, exultante y Esther sonreía de verla así.

E_ No tenemos derecho a quejarnos... te quiero –se sentó


estrechando el cuerpo fuertemente de Maca.

M_ Te quiero mi niña...

Se besaron con ternura... sin prisas... despacio... se miraban...


se besaban... sus manos recorrían lentamente la otra piel... todo
ternura... que sabe mejor...

Mientras en el hospital...

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Encarna no había podido dormir tranquila, había pasado la
noche en un duerme vela, que la llevaba desde el nerviosismo al
pensar en Pablo, hasta la calma al recordar que todo había acabado,
que nunca más aparecería en la vida de su hija. En aquel momento
se encontraba sola en la habitación, pero Teresa no se había movido
de allí en toda la noche, habían guardado silencio después de
relatarles la historia que todos desconocían, y aquello les había dado
a entender mejor porque Esther siempre había dicho que era una
desgraciada en el amor, sin duda, encontrar a Maca como decía
Encarna, había sido lo mejor de su vida.

T_ Buenos días Encarna, ¡cómo llueve!

En_ ¿Pero qué haces aquí?, te dije que te fueras a casa a descansar
–la quiso reñir pero el verla la llenó de paz y no pudo más que
sonreír agradecida.

T_ Calla, calla –decía sentándose con su taza de café en la mano.

En_ Tu marido nos debe odiar.

T_ Mira un secreto –bajó la voz y con mirada un tanto picarona le


dijo-. ¿Sabes?, desde que me voy y vengo, desde que estamos un
poco más. separados, nuestros reencuentros son fabulosos –
Encarna dio una carcajada más por el gesto un tanto avergonzado
que por lo que le contaba su buena amiga que podía llegar a
suponer-. Así que estoy encantada.

En_ Me alegro –sonreía-. Te mereces ser feliz.

T_ Y lo soy Encarna… te lo aseguro… Oye quería comentarte algo.. –


se quedo callada mirándola con cierta duda.

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En_ ¿Sobre Pablo? –le preguntó más asintiendo que otra cosa.

T_ Sí, bueno… más concretamente sobre Esther, tú sabes que la


quiero como si fuera algo mío, a Maca también, pero Esther siempre
me pareció más débil, ella nunca me había contado este episodio
tan desagradable de su vida, pero al saberlo entiendo muchas
cosas.

En_ Fue algo que ella quiso borrar de su mente, tiene esa facilidad –
elevó sus hombros en señal de afirmación- … yo en cambio siempre
lo tuve presente.

T_ Debió ser duro para ella… y para ti.

En_ Si Teresa lo fue, y siempre rogué a Dios para que enderezara la


vida de mi hija, le ofrecía a cambio mi vida si fuera necesario –
Teresa la miró con los ojos de madre, con esos ojos de un
sentimiento que solo es entendible entre madres-. Por eso cuando
me dijo que tenía novia, cuando conocí a Maca, cuando las vi juntas
por primera vez pensé “¡que me importa que sea una mujer!, que
me importa lo que opine el mundo entero si veo la luz en los ojos de
mi hija, esa luz del amor y la felicidad”.

T_ ¡Ay amiga… esta sociedad y sus prejuicios!, ¿por qué miramos


con los ojos de la hipocresía?

En_ Tú lo has dicho, ¿por qué no podemos dejar a la gente ser feliz?

Hubo un silencio entre ellas mientras Teresa daba un sorbo a


su café, pero aquel silencio pronto fue roto por el sonido de la
música de la canción, La Campanera cantada por Joselito, como

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música de su teléfono móvil. Encarna la miró fijamente muerta de
risa mientras con una sonrisa cómplice descolgaba.

T_ ¿Vamos a ver, que pasa ahora guapas?

E_ Teresa primero se dice Buenos días.

T_ Venga que se me enfría el café, ve al grano –le guiñó un ojo


divertida a Encarna que mantenía una sonrisa.

E_ ¿Cómo está mi madre?

T_ Yo la veo muy bien, ¿quieres hablar con ella?

E_ ¿Estás aún en el hospital? –le preguntó un tanto desconcertada


porque sabía que de esa manera había pasado la noche con ella, y
el corazón se alegró.

T_ Sí, ¿algún problema?

E_ No, no –contestó un poco azorada por la pregunta directa de


Teresa que parecía molesta ante su comentario.

M_ Buenos días Teresa, anda se buena no machaques a Esther que


la tengo agotadita –dio una enorme carcajada.

T_ Ya tuvo que salir… si no lo dice, ¡revienta!. Pues que sepas


Macarena, que ya no me asustan tus chulerías porque todo eso es
chulería –le decía sonriendo.

M_ ¿Me has llamado Macarena? –Teresa notó su seriedad por el


tono de su voz y oyó como Esther reía abiertamente-. Oye Teresa,
que por mí… yo te lo cuento… y tú valoras.

T_ Calla, calla, te paso a Encarna. Es tu hija y tu nuera, no sé cual


de las dos está peor –le entregó el teléfono-. Apáñate con ellas.

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En_ Buenos días.

E_ ¡Mamá como estás! –exclamó con preocupación.

En_ Muy bien hija… me imagino que apunto de marcharme.

M_ Encarna, ¿seguro que todo bien, eh?

En_ Sí hija sí, todo bien, de está no os quedáis sin madre.

M_ ¡No digas esas cosas, eh!, no me hagas enfadar.

En_ Bueno... ¿y vosotras qué? –les preguntó sonriente.

E_ Apurando mamá... si vieras está todo nevado... aún continua


igual ¡ah!, y si ves a Vilches dile que Maca ayer tuvo que salvarle la
vida a una niña –la miraba orgullosa mientras le acariciaba con
ternura la fina cara.

En_ ¿No me digas Maca?

T_ ¿Qué ha pasado?

En_ Que ayer mi nuera salvó la vida a una niña –le dijo al ver el
gesto preocupado de la mujer.

M_ Bueno... si no llega a ser por Esther, no lo hubiera conseguido...


me costó arrancar –les dijo sonriendo.

En_ Bien... pero arrancaste... –le sonrió-. ¿Y qué tal está la niña?

E_ No lo sabemos mami.

En_ ¡Uy que ñoña la tengo! –dijo de pronto Encarna ante la risa de
Maca y Teresa.

E_ ¡Mamá! –protestó ella-. Ya está bien.

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En_ Yo siempre estoy bien... Oye Maca, a ver que le haces a mi hija
que me la dejas más tontita que tontita.

T_ Eso echa tu leña al fuego –dijo Teresa con cara de circunstancias.

M_ Pues procuro hacerlo bien ¿eh Encarna?

E_ ¡Maca joder que es tu suegra!

M_ Mira Encarna ahora le da corte, si se ha puesto colorada y todo –


decía muerta de risa.

E_ ¡Es mi madre!

En_ Anda ni que tu madre fuera tonta y no supiera lo que haces con
tu mujer.

M_ Ves –le sacó la lengua graciosamente sonriendo.

E_ Vale mamá, vale, voy a dejarte... total te llamo para saber que
tal vas y te pasas el rato hablando con Maca.

En_ Además celosa –añadió muerta de risa nuevamente-. Venga mi


amor, estaros tranquilas que estoy bien... ahora cuando el cabezota
de Vilches llegue me dará el alta.

T_ ¿Tenéis todo preparado para mañana?

M_ ¿Mañana? –le preguntó totalmente olvidada de la fiesta.

T_ Lo que yo te diga, tanto sexo no es bueno para la mente.

Todas rompieron en una carcajada, Esther y Maca porque


sabían perfectamente el gesto que debía estar poniendo en ese
momento Teresa, Encarna porque aquella amiga que había surgido
de improviso pero que estaba allí ayudándole sin importarle nada, le
hacía reír con ganas con sus divertidos comentarios, y Teresa

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porque le encantaba escuchar las risas de la pareja después de
tantas lagrimas vertidas.

T_ La fiesta Maca, la parrillada de carne Maca, no la carne de Esther


Maca.

M_ Vale Teresa, lo he pillado Teresa, tranquila Teresa... –decía


mientras Esther se tapaba la boca muerta de risa.

T_ Encima borde y de coña, ¡ya estás muy recuperada, eh!

E_ ¡Si Teresa no sabes cuanto!

V_ ¡Pero bueno esto es una habitación de hospital o un circo! –entró


protestando Vilches.

M_ ¡Hola Vilches!

En_ Espera hija ahora le paso el teléfono, besos.

V_ Sois un poco cansinas, ¿no?


E_ Es mi madre Vilches –le habló con rotundidad.

V_ Ya y no te fías de mí.

E_ Si me fío de ti, pero es natural que quiera saber como está.

V_ Pues mira, vengo a darle una buena bronca –la miró con
seriedad la misma mirada que le devolvió ella desde su cama con los
brazos cruzados-. No tiene ni colesterol, ni triglicéridos, ni glucemia,
¡no tiene nada!, está hecha una chavalina.

En_ ¿Y qué esperabas?, comer como Dios manda es vital.

V_ Pues será cosa de Dios.

E_ ¿Y de la tensión? –sonrió el comentario de Vilches.

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V_ Nada Esther, creo que ha sido un fallo de su organismo por el
stress acumulado pero nada más... deberíais pagarle unas buenas
vacaciones.

M_ Eso está hecho, un balneario a ella y a Teresa.

T_ Yo ya contaba con ello guapa, me lo prometiste hace mucho.

E_ ¡Mira qué eres bocazas! –le dio un golpecito en el brazo.

V_ Bueno voy a ver a mi paciente...

E_ Anda déjame que me despida de ella.

V_ Encarna... tu hija la empalagosa.

En_ Dime cariño –le habló como si estuviera cansada de ella,


aunque su expresión demostraba todo lo contrario.

E_ Que te quiero mami... que te quiero mucho –le dijo un tanto


emocionada y Maca le pasó su brazo por los hombros.

En_ Lo sé, yo también cariño.

M_ ¡Y yo!

En_ ¡Ay Maca, Maca!, ¿qué haría yo sin ti?. Besos.

Aquella observación dejó un tanto desconcertada a Maca, se lo


había dicho de una manera tan especial, que sintió un ligero temblor
en su cuerpo.

M_ ¿Por qué me ha dicho eso? –le preguntó a Esther que había


dejado el teléfono sobre la mesa.

E_ Porque es verdad...

M_ Ya... pero...

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E_ Por qué me aguantas, será –sonrió dándole un beso en los
labios.

M_ Será –elevó sus cejas sonriendo-. Pero que sepa que te aguanto
con mucho gusto –bajó la voz para susurrarle al oído-. Sobre todo
me gusta aguantarte cuando subes sobre mí en la cama.

E_ Ya... pero ese será nuestro secreto –le contestó con la piel
erizada pues el roce de su aliento en la oreja la hizo tiritar.

M_ Vale... ¿llamamos a Carmen? –le besó el cuello.

E_ Sí –le dijo sin moverse besándole ella también-. A ver que tal
está Daniel.

M_ Bien... –siguió con sus besos.

E_ De acuerdo –la besaba subiendo la intensidad de sus labios.

M_ Me parece... perfecto... –metió sus manos por el pijama.

E_ Y a mí... –le quitó el suyo de un estirón.

M_ Si... –murmuró mientras Esther la empujaba suavemente contra


el respaldo del sofá.

E_ Creo que comunica...

M_ Si... yo también –Maca abrió sus piernas dejando que Esther se


acomodara entre ellas, mientras sus manos iban a parar al trasero
de su mujer apretándola contra ella con decisión-... Esther...
Esther...

E_ ¿Quieres que pare? –le preguntó sonriendo con gesto malvado.

M_ Posiblemente si paras, te mataré –le decía estirando su camiseta


de golpe.

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E_ Es verdad... creo que debería seguir –miró su desnudez y se
mordió el labio repleta de sensualidad- ... ¡Ay! –suspiró porque las
manos de Maca apretaron con fuerza sus pechos.

M_ Creo que será mejor –decía jadeante.

E_ Maca... Maca... –no podía parar de llamarla mientras notaba


como la mano de su mujer se iba colando por su pantalón-. Cariño...
¡ay!

M_ No pares mi vida... no pares... –buscaban sus bocas deseosas,


llenaban sus labios con el roce de los otros cada vez más intensos,
cada vez más fieros.

E_ Maca... –susurró al notar como la mano recorría tan suavemente


por el camino indicado que no pudo más que gemir de placer.

M_ Esther –le animaba a seguir pues ella también había empezado


su recorrido por el sexo de una Maca que apretaba con sus
pantorrillas más y más a Esther contra su cuerpo. La miró con esos
ojos ardientes repletos de fuego y vio reflejados en los de su mujer
la misma pasión-. ¿Te gusta?

E_ Sabes que sí... ¿y a ti?

M_ Uf Esther…

Comenzaron con el ritual, sus lenguas se buscaban para jugar,


se escondían, se unían se separaban, sus manos directas buscando
profundizar en las caricias, justo cuando sonó el teléfono...

M_ ¡Mierda! –exclamó con rabia mientras Esther no cesaba de


besarla.

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E_ Déjalo que suene –más que un comentario era un ruego
desesperado mientras sus manos se llenaban de su piel.

M_ Puede ser del Hospital cariño –trataba de controlar su


respiración mientras apartaba la mano del sexo de una más que
excitada Esther-. Pero sea quien sea… recuérdame que lo mate.

E_ Pues… tendrás que matar a tu madre –decía extenuada al igual


que Maca, tratando de controlar sus jadeos al ver el número de
teléfono reflejado en su pantalla.

M_ ¡Joder! –murmuró con la garganta seca. Carraspeó y tratando de


mostrarse lo más serena posible contestó-. ¿Mamá?

R_ Hola hija… ¿qué tal estáis?

M_ Bien… mamá… muy bien, ¿y vosotros? –sujetaba el teléfono con


la mano izquierda mientras Esther la miraba sonriente un tanto
desafiante un tanto provocativa…

R_ Bien hija, bien –Maca volvió a llevar su mano donde debía estar
respondiendo así a la mirada y la sonrisa de Esther que tuvo que
contener un gemido entregado-. Llamaba porque… bueno… no sé
muy bien si decírtelo…

M_ ¿Qué pasa? –se mordía el labio al ver el gesto de Esther de total


entrega a ella, con los ojos cerrados con la boca entre abierta, con
su pecho alterado por el placer que le estaba proporcionando.

R_ He estado llamando a Encarna pero… -Esther se mordía los labios


ante la sublime entrega de Maca a ella, sus movimientos variaban
de intensidad provocando casi la locura en ella-… pero…

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M_ ¿Pero qué? –su voz había cambiado pues a ella misma le estaba
provocando un alud de exaltación y fogosidad difícil de controlar.

R_ ¿Estás bien?

M_ Sí –le salió un hilo de voz pues notaba como Esther estaba


llegando a su clímax.

R_ Pues nada que… ¿Maca… Maca?

Maca había tenido que colgar, vio la necesidad de llegar hasta


la boca de su mujer que se abría para exclamar su máximo delirio,
fue como un arrebato no dudó ni un instante dejó a su madre
hablando… porque no le importaba nada que no fuera compartir la
intimidad que estaba provocando en su mujer, la locura… la pasión…
y aquella boca la llamaba a gritos para ser besada.

E_ ¿Le has colgado? –decía entre jadeos.

M_ No podía seguir sin que lo notara –sonreía tímidamente


mientras los brazos de Esther rodeaban su torso desnudo.

E_ Mi amor…

M_ ¿Qué…?

E_ Creí que me moría –decía con los ojos cerrados mientras la


sonrisa de la felicidad se había instalado en sus labios.

M_ Y yo…

E_ Te quiero cariño…

M_ Esth… -volvió a sonar el teléfono-. ¡Joder qué pesadita la tengo!


–exclamó apartándose del cuerpo de su amada y reclinándose esta

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vez ella para poder hablar con más tranquilidad y sosiego-. Dime
mamá, si, sí se ha cortado es que tenemos muy mal tiempo –sonrió
guiñándole un ojo a Esther que a su vez volvía a sonreír
insinuantemente.

R_ Pues como te decía…

M_ Antes que me digas nada, Encarna está en el hospital –trató de


cortar a su madre porque entendía perfectamente las intenciones de
Esther.

R_ ¡En el hospital!

M_ Joder mamá casi me dejas sorda –en ese momento Esther


comenzó a rodar con su boca por las piernas de Maca que negaba
con la cabeza ante la insistencia de aquellos labios húmedos sobre
su piel.

R_ Bueno… me vas a decir que tiene –su voz se mostró algo severa
ante el silencio nuevamente de su hija.

M_ Nada, fue un susto –le contestó de manera rápida, tuvo que


humedecer sus labios… cerrar sus ojos… mientras su cuerpo se
ponía en tensión, ante la llegada inminente de Esther al centro de su
locura. Tragó saliva y trató de continuar-. Una subida de tensión.

R_ ¿Pero Maca hija qué te pasa?

M_ Nada –contestó aguantándose la risa pues notaba como Esther


ubicada entre sus piernas sonreía sobre su sexo provocando una
sensación maravillosa e única.

R_ ¿Está en el Central?

M_ ¡Si! –gritó sin poderlo evitar.

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R_ ¡Hija estás de un raro!, ahora casi me dejas sorda a mí.

M_ Es que no te oía –dijo mordiéndose el labio con fuerza, mientras


con su mano libre presionaba sobre la cabeza de Esther para que
profundizara más sobre la fuente de su deseo.

R_ Debe ser el tiempo.

M_ Sí, sí, sí –el último sí fue más una exclamación fuera de control
que una contestación relajada.

R_ Maca… ¿estás segura que todo va bien?

M_ No sabes lo bien que estoy mamá… oye… que… que…

Tuvo que volver a colgar no podía soportar aquella bendita


tortura de la que estaba siendo una más que entregada víctima. Una
vez colgó no quiso ahogar aquel grito que anunció a Esther que
había llegado al cielo, había rozado la luna con sus yemas, su
respiración, sus convulsiones, sus jadeos, su voz susurrando…

M_ Te quiero…

La suya contestándole.

E_ Mi vida…

Esther llegó hasta su cuello, había decidido no rozar su cuerpo


hasta llegar a él, su rincón preferido donde le encantaba perderse,
Maca se estremeció, la abrazó, la besó, sabiendo que era suya, que
le pertenecía y quería pertenecerle toda la vida… todos los días,
noches, madrugadas, amaneceres, atardeceres de lo que fuera su
vida, todo, lo quería ser de ella y para ella.

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No tuvieron mucho tiempo para dedicarse porque nuevamente
el teléfono sonó, Maca contestó con su voz todavía envuelta por la
paz que da el amor cuando se mezcla con la pasión.

M_ Dime mamá.

R_ Como está el tiempo hija…

M_ Si… la verdad que el tiempo está muy mal –dijo exhalando un


fuerte suspiro que arrancó una sonrisa a Esther sobre su pecho-.
Encarna está con Teresa, si quieres llamarla, hemos hablado con ella
hace nada y está bien… solo ha sido una subida de tensión –hablaba
con los ojos cerrados y sus dedos jugando con el pelo de su mujer
que también había caído derrumbada sobre ella y acariciaba
lentamente su piel con la poca fuerza que le quedaba.

R_ De acuerdo –parecía ahora sí entender aquellos cortes de


teléfono-. Pues nada hija… no te molesto más… ya… ya llamo en
otro momento ¿vale?

M_ Vale mami.

R_ Adiós –le dijo tan desconcertada como sofocada al entender lo


que había pasado.

E_ ¿Mami? –le preguntó sonriendo sin demasiada fuerza.

M_ ¿He dicho mami? –no hizo el mínimo esfuerzo por moverse al


contrario buscó la manera de adaptar sus cuerpos bajo un fuerte
abrazo.

E_ Sí… -sonrió.

M_ ¡Ay Esther… es que me vuelves loca!, creo… que mi madre se ha


dado cuenta por fin, que estaba molestando.

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E_ ¡Qué vergüenza!, van a pensar que nada más hacemos el amor.

M_ Es que… no se equivocarían –sonrió.

E_ Mala –Maca dio una carcajada-. Te quiero mi vida… no me


importaría morirme así.

M_ ¡Hostia menudo susto para mí! –le recriminó ante su sonrisa


añadió-. No me digas esas cosas… no me gustan.

E_ Vale.

M_ ¿No ibas a llamar a Carmen?

E_ ¿No ibas a prepararme el desayuno?

M_ Es cierto –dijo sin moverse.

E_ ¿Y?

M_ Pues que ahora voy… llama tú primero anda.

E_ No puedo.

M_ Ni yo.

E_ ¿Y qué hacemos?

M_ Absolutamente nada… estarnos así, juntitas…

E_ Pero tengo hambre –le dijo mirándola con gesto divertido.

M_ Mi glotona favorita…

E_ Venga… ve.

M_ ¿Sabes qué Fermín nos ha traído una miel divina?

E_ ¿Ah si? –la miró pues sus ojos le estaban transmitiendo sus
pensamientos y dio una carcajada acompañada por Maca-. Pero es
pegajosa…

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M_ De eso se trata, cuesta un poquito.

E_ Maca para… creo que es mejor que hagamos todas las llamadas
precisas y desconectemos los teléfonos –se levantó a duras penas.

M_ No creo que Carmen nos vaya a llamar –puso gesto de cansancio


y un fuerte suspiro la ayudó a levantarse. Ante la mirada
interrogativa de Esther le dijo-. Fermín me oyó.

E_ ¿Qué te oyó? –sonreía divertida mientras era esta vez Maca la


que le contestaba afirmativamente con un movimiento de cabeza
afirmativo mientras elevaba sus cejas-. ¡Qué fuerte!.

Ambas dieron una carcajada común, se abrazaron, se volvieron


a besar y después de darse unos cuantos mimos, cada una fue a
hacer lo que debía.

En su cama del hospital, Encarna estaba contando a la policía


todo lo que sabía, no era mucho contó que lo conocía del pueblo y
que sabía había tenido algún problema con la droga, omitió
totalmente a su hija y tampoco dio más detalles.

Fuera esperando que terminara la declaración, estaba Teresa


con Laura que había llegado para visitar a Encarna.

L_ La verdad que creo que Encarna ha debido pagar todo cuanto ha


pasado.

T_ Si hija, sólo espero que de ahora en adelante no se les complique


tanto la vida.

L_ Luna pidió traslado, creo que hizo bien –apoyó su cabeza sobre la
pared.

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T_ No hizo bien, no, nunca debió entrometerse porque mira a donde
nos ha llevado todo eso.

L_ ¿Sabes una cosa Teresa? –ella la miró fijamente-. Me alegro


mucho por las dos, creo que a mí, también me gustaría que me
amaran así.

T_ ¿Tú también? –la miró con la mano en el pecho-…. Bueno… ya


estoy acostumbrándome a esta nueva situación…

L_ Teresa, para ¿eh?, no te estoy diciendo que quiero que me ame


una mujer, solo te digo que, me gustaría que un hombre me amara
así, tal como se quieren ellas.

T_ ¡Ah!. Pero bueno… que no pasaba nada ¿eh?

L_ Ya… pero te aseguro que no soy lesbiana.

T_ ¡Anda y Esther tampoco lo era! –se burló jactándose de ella.

L_ Te veo a ti yo… como muy normalizada ¿no?

T_ Ven –le hizo un gesto cómplice para que se acercara a ella-. Si


volviera a nacer, me haría lesbiana –le hizo un guiño guasón ante el
gesto de sorpresa de la médico-. Te lo juro.

L_ Me parece muy fuerte…

Ambas se miraron fijamente y ante el gesto afirmativo de la


mujer, rompieron a reír, justo en el momento en que se abría la
puerta y dos policías salían, las saludaron y se marcharon hablando
entre ellos. Las mujeres entraron con gestos preocupados.

T_ ¿Qué tal Encarna… han sido muy duros….?, no sé porque no me


han dejado estar aquí presente, ¡venga dime!

181 ”Adiós Esther” © by ldana


L_ ¿Pero cómo te va a decir si no la dejas hablar?

T_ Es que estoy muy nerviosa ¡hija! –se frotaba las manos como
disculpándose por hablar.

En_ Pues no estés nerviosa Teresa, y no me pongas a mí –le indicó


con su dedo índice ante la sonrisa de Laura que se borró por la
mirada asesina de Teresa-. Está todo arreglado, es una lastima
porque el chico era muy joven, pero no le sirvió de mucho la ayuda
que le ofrecieron.

T_ ¿Y de Esther?

En_ Ni palabra –contestó con firmeza.

T_ Bien… -suspiró-, menudo peso nos quitamos de encima… -se


puso en jarras.

En_ Pues más bien, sí.

L_ Y yo que me alegro, pero ahora Encarna usted se viene conmigo.

En_ De acuerdo hija.

L_ No va a protestar.

En_ ¿Y qué gano protestando?, me vas a llevar igual –elevó los


hombros con expresión un tanto decaída.

L_ Así me gusta Encarna, que sea fuerte que aún me acuerdo de la


operación de cadera el disgusto que llevaba.

En_ Más bien llevaba otra clase de disgusto –murmuró sonriendo al


recordarlo.

T_ Oye nunca me has contado ¿eh?

L_ Teresa –le advirtió en tono cansino.

182 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ ¿No tienes nada mejor que hacer? –le elevó las cejas.

L_ Pero Teresa estamos en el hospital… -miró a las dos que la


miraban seriamente-. Cinco minutos.

En_ Acabo antes. Pues veréis la bruta de mi hija, porque no tiene


otro nombre, se le ocurrió decirme lo suyo con Maca justo antes de
llevarme a quirófano.

T_ ¡Esther y su tacto! –sonrió.

En_ Eso mismo, yo de todos modos me quedé sorprendida porque


mientras hablaban, Maca le soltó un cariño que le salió del alma.

T_ Claro es que ella lo tenía muy asumido, es normal –decía como


tratando de justificarla.

En_ Si, si, y tan asumido que lo tenía, pero a mi se me cortó la


respiración –sonrió al recordarlo.

L_ Oiga Encarna… pues le puedo asegurar que nosotros nos


quedamos todos muy sorprendidos.

T_ Di la verdad, todos estábamos inquietos, sabíamos que algo


ocurría entre ellas pero…

L_ Ya, sobre todo tú que la tenías a la pobre machacadita.

T_ ¡Anda esta y lo rápido que veníais a preguntar, que, eh mona!

L_ Bueno ya está bien… me llevo a Encarna le hago un electro y una


analítica.

En_ ¿Otra vez?

L_ Si.

En_ A este paso me dejáis sin sangre.

183 ”Adiós Esther” © by ldana


L_ Venga, no se queje que iba muy bien. ¿Qué es eso? –preguntó
un tanto sorprendida por una música extraña que salía del bolso de
Teresa.

En_ ¿Eso? –comenzó a reír de buena gana-. La Campanera de


Joselito.

L_ Dios mío –murmuró totalmente perpleja.

T_ Seguro que son las pesadas de tus… ah no, pues este número no
se de quien es.

L_ ¡Pero quieres contestar mujer! –le decía nerviosa.

T_ ¿Si?, ¡Rosario! –exclamó alegre-. Si, si está aquí ahora se la van


a llevar a hacer unas pruebas y luego se viene a mi casa, ¡ah!, ya…
espera. Dice que vienen para aquí y Pedro pasará a recogerte para
llevaros a casa de las niñas.

En_ ¡Ah, cómo quiera pero... anda trae! –le dijo-. Rosario, hija ¿qué
tal?, yo bien no te preocupes... no quiero ser molestia de verdad, le
he dicho a Teresa que me iba a mi casa pero insiste... de acuerdo...
vale... gracias hija.

L_ Está muy solicitada Encarna –le sonrió.

En_ Insiste en que me vaya con ellos –le dijo a Teresa.

T_ Bien Encarna, yo creo que os irá bien hablar... –no pudo evitar
un poco la decepción de no llevársela.

En_ Y me ha dicho que te vengas, así mañana salimos temprano y


no pasamos por la ciudad –le sonrió.

184 ”Adiós Esther” © by ldana


L_ ¡De esta te separas!, y por cierto, ¿cómo puedes llevar esa
música tan hortera?

T_ Oye guapa de hortera nada ¿eh?, es de mi época y no esa que


me quería poner mi hijo de no se que bakuka o no se que.

L_ ¡Anda, anda vamos que me va a dar un ataque de risa con


vosotras!

C_ ¿Pero qué pasa?, estoy esperando y no venís –apareció Cruz


cruzándose de brazos en la puerta con gesto atónito.

L_ Nada Cruz, que aquí Encarna es una mujer muy solicitada.

C_ Venga, vamos mujer solicitada... si es que no se puede ser tan


grande.

En_ No me digáis esas cosas, ¡y anda vamos a pincharme antes que


me arrepienta!.

T_ ¡Oye Cruz! –la apartó Teresa cuando se llevaron camilla-.


¿Seguro qué todo está bien?

C_ Seguro –le guiñó un ojo.

T_ Menos mal, porque ya está bien de disgustos, ¿no?

Lejos de allí, en la cocina Maca estaba preparando el desayuno,


se había puesto el delantal que llevaba normalmente su suegra y al
entrar Esther no pudo más que apoyarse sobre el marco de la
puerta mondándose de la risa, Maca al verla, la miró elevando su
ceja derecha en señal de insinuación.

M_ ¿Qué te pasa?

185 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Nada... es que estás graciosísima, Maca Wilson la super pija del
Central –se le acercaba con andar burlón y sonrisa dibujada en sus
labios-, con coleta, y el delantal de su suegra –dio una carcajada-.
Estás para comerte enterita...

M_ Te perdono todo lo anterior ante esa posibilidad maravillosa –le


dijo entrecerrando los ojos mientras se acercaba sin tocarla.

E_ ¿Y digo yo... dónde está la miel esa... tan jugosa...?

Esta vez quien rompió a reír fue Maca, se besaron con


suavidad.

E_ Venga que tengo un hambre.

M_ ¿De mi?

E_ Eso ni se pregunta cariño... pero mi estómago también tiene


hambre –le dio una palmada en el culo al pasar por su lado y dejarle
el café con leche

M_ ¿Qué te ha dicho Carmen? –le preguntó sonriente ante el golpe


cariñoso.

E_ Que de traernos a Daniel, nada de nada.

M_ ¿Cómo que nada? –la miró extrañada.

E_ Ya ves cariño... que dice que esta es nuestra última noche de


solteras... y que la aprovechemos.

M_ Pues ¿sabes qué?

E_ ¿Qué? –le dijo dando un bocado a la tostada.

M_ Que tiene razón, que deberíamos aprovechar cada instante que


tenemos hoy.

186 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Me parece una idea excelente –seguía comiendo.

M_ ¿Tanta hambre tienes?

E_ Sí. Oye –la miró fijamente-. ¿No me habrás dejado embarazada,


verdad?

M_ ¿Te importaría? –posó su mano entre la pierna de Esther que dio


un brinco cayéndole un trozo de pan tostado con mermelada.

E_ No, me encantaría... pero por favor... déjame cargar pilas –la


miraba con gesto suplicante.

M_ Es que no puedo Esther... me pones.... me pones... –se


acercaba a ella con cuidado mordiéndose el labio.

E_ ¿Y la miel?

M_ Cerquita –le susurró-. A mano.

E_ ¡Ay que no puedo... que no puedo! –decía sorbiendo el café.

M_ ¿Qué no puedes mi vida? –le acariciaba la cara.

E_ Aguantar.

M_ Bien.

E_ Dios Maca...

M_ Esther...

E_ Voy a hacer algo que he querido siempre.

M_ Sorpréndeme –puso sus codos sobre la mesa y la miró.

E_ Espera –dio el último sorbo a su taza acabando con todo el café-.


Esto.

187 ”Adiós Esther” © by ldana


Esther retiró con su mano todo cuanto había sobre la mesa, el
ruido estrepitoso de los platos, tazas y cubiertos rodando por el
suelo, hicieron que Maca diera una gran carcajada, miraba con
deseo a su mujer, sabía lo que quería, apoyó su espalda en el
respaldo de la silla, que separó lo suficiente para que ella pudiera
hacer lo que pensaba, mientras Esther abría sus piernas y se ponía
sobre ella sin sentarse, la miraba con ardor, sus ojos gritaban el
deseo que estaba sintiendo, Maca sonrió cómplice y Esther entendió
su juego... comenzó a desabrocharse los botones del pijama ante la
mirada deseosa de Maca que no la tocaba, solo disfrutaba ante
aquel cuerpo que tanto deseaba, ante aquella persona que tanto
amaba, entonces cuando Esther lentamente se retiro la camisa,
Maca comenzó a recorrer con sus manos lentamente las piernas de
su mujer que comenzaba a respirar un poco más agitadamente,
después comenzó a besar su ombligo… pasaba lentamente su
lengua por el vientre mientras Esther se subía graciosamente a la
mesa mirándola con pasión, Maca se mordió el labio, la contempló
con sus ojos repletos de amor tumbarse sobre la mesa mientras con
sus piernas enlazaba las caderas de la pediatra que sonreía y
lentamente se iba acercando más y más a ella, justo cuando iba a
doblar su cuerpo, justo cuando sus labios estaban a un paso de
aquellos pezones que la atraían como si fueran un imán, justo
cuando los iba a rozar, sonó el timbre de la puerta.

E_ ¡La hostia! –no pudo evitar gritar mientras Maca apoyaba su


frente sobre el pecho de su mujer que comenzaba a maldecir en
arameo-. ¿Y ahora quién coño es?... ¡de verdad eh!, ¡esto es muy
fuerte, joder!

188 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Para que me va a dar algo –sonreía mientras trataba de
controlar su respiración.

E_ Sea quien sea, te juro que me oye.

M_ ¡Menudo día de solteras!, entre unos y otros.

E_ Pero esto no queda así –la miró desafiante!

M_ Tomo nota –cuando la vio perderse tras la puerta, con sus


manos se tapó la cara resoplando y así tratando de volver a
controlar sus deseos. Entonces murmuró-. ¡Qué fuerte!

Mientras, Esther había llegado una vez se había arreglado del


todo, el timbre había vuelto a sonar y la insistencia le hizo pensar
que quizás eran noticias de la Beni, lo que hizo que su semblante
cambiara. Al abrir, se quedó boquiabierta, con los ojos abiertos
como platos.

En el hospital, Cruz estaba firmando el alta de Encarna


mientras ésta terminaba de vestirse con la ayuda de una Teresa que
se mostraba contenta de que su buena amiga estuviera recuperada.

T_ Bueno Encarna esto ya está…

En_ Que ganas de salir de aquí, no sé con lo poco que me gusta a


mí este lugar, como mi hija puede trabajar tan a gusto.

T_ Es cuestión de acostumbrarse… y digo yo… tardan mucho en


llamar de nuevo ¿eh?

En_ Déjalas… que disfruten que luego ya no será igual –tocaron a la


puerta-. Adelante.

189 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ ¿Puedo pasar? –le preguntó Rosario con un ramo de flores.

T_ ¡Qué barbaridad de ramo! –exclamó sonriendo Teresa que fue a


cogerlo para que las consuegras pudieran darse un par de besos.

R_ ¿Cómo estás? –la abrazó sorprendiendo a la propia Encarna.

En_ Bien… nada más fue un susto… yo creo que debilidad más bien.

R_ He hablado con Cruz –le sonrió y luego besó a Teresa que seguía
con el ramo en sus manos-. ¿Qué tal Teresa?

T_ Bien hija bien. Toma Encarna que es tuyo.

En_ Gracias es hermoso, pero no debías haberte molestado –decía


emocionada.

R_ No digas tonterías Encarna... ¿nos vamos?

En_ Sí por favor.

R_ ¿Teresa te vienes ya con nosotros?

T_ No, ya acudo yo a la noche Rosario, tengo que trabajar y dejar


todo preparado para mi marido. ¡Pero no empecéis a hablar sin mí!
–les acusó con el índice.

En_ Tranquila hija... te esperaremos... –sonrió.

T_ De acuerdo... cuídala Rosario, le iría muy bien tomarse un


caldito.

R_ Eso está hecho...

En_ Ven aquí Teresa –su amiga llegó y al recibir el enorme abrazo
de Encarna cerró los ojos emocionada. Mientras Encarna le decía
con un nudo en la garganta y una gran emoción en su voz.-. Gracias
por estar ahí, gracias.

190 ”Adiós Esther” © by ldana


Ajenas a cuanto sucedía, en la casa una vez se arregló también
Maca, salió a ver quien era, quien osaba romper un momento tan
íntimo entre ellas, aquel pensamiento, le recordó lo que instantes
antes había conseguido Esther en ella, un deseo que le había llegado
como una oleada de calor abrasándole todo su interior. Al salir, lo
hizo secándose las manos en el delantal, la estampa de Maca
saliendo con el pijama, su pelo recogido y el delantal, mostró a las
visitantes que aquella mujer que aparentaba frialdad, era como
todas las demás mujeres.

Ella también abrió sus ojos, le extrañó ver allí a Libertad y


Asunción, la abuela y la madre de Benilde, ambas al verla salir se
giraron quedándose frente a ella paradas, observándola
detenidamente mientras por detrás, asomaba la cabeza de una
Esther un tanto incrédula ante aquella inoportuna visita.

M_ Hola –les dijo ante aquella mirada un tanto a la defensiva y su


tono seco.

As_ Buenos días Doctora –se le acercó con un pañuelo entre sus
manos temblorosas al igual que su barbilla que no cesaba de
contraerse.

M_ ¿Cómo está la niña? –preguntó temiéndose lo peor mientras se


acercaba a la madre.

As_ Vengo… vengo primero a darle las gracias –de sus ojos cayeron
un par de lagrimas tan fuertes que Maca mostró temor ante las
noticias que pudiera darle-. Gracias por salvar a mi pequeña que es
lo único que tengo…

191 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No debe darme las gracias, soy médico y… era mi deber luchar
por su vida, el mío y el de mi mujer –lo dijo con rotundidad sin
titubeos y Esther sonrió levemente-. De todos modos, me alegro
que la niña esté bien.

As_ También venía a disculparme… por todo cuanto dijo mi marido…


yo… yo –le costaba decir las palabras que tanto había ensayado.

L_ Mi hija quiere decirle que a nadie le importa como viven.

As_ Quiero pedirles perdón… porque mientras mi marido les hirió…


les humilló… ustedes salvaron a mi hija a cambio… y no soy capaz
de dormir no soy capaz de mirarle a los ojos… lo siento –decía
llorando con una gran congoja.

Allí, en aquel comedor, que tantas emociones se habían vivido,


que tantas veces había sido testigo de disculpas, que aquellas
paredes habían acogido tantas veces el perdón, de Maca, de Esther,
de Rosario, de Carmen, quizá ninguno había sido tan del corazón
como el que aquella mujer realmente agradecida les estaba
ofreciendo, no podía mirar a los ojos de una Maca que la miraba
completamente impresionada, que no sabía muy bien que decirle, y
cuando buscó los ojos de Esther para que le ayudara, vio como su
mujer la miraba emocionada sin saber muy bien que decir, era la
primera vez que alguien les pedía disculpas por haberlas ofendido,
tan poco acostumbradas estaban que no sabían que hacer ni que
decir.

As_ Sé que fue un momento muy desagradable y que entendería


que no aceptaran mis disculpas... pero... no podía quedarme con
este dolor en mi corazón.

192 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No hace falta que se disculpe –acertó a decir Maca mirándola
con calma-. De verdad, lo importante es que su hija se recupera, el
daño que nos hizo su marido ya está olvidado, ¿de acuerdo?

As_ Lo siento de verdad.

E_ No sigo disculpándose –añadió Esther acercándose a la mujer y


pasando su mano por la espalda.

As_ Si puedo hacer algo por ustedes... cualquier cosa... no duden


que pueden contar conmigo... lo que sea –miró por primera vez a
los ojos de Maca-. Gracias –le sonrió.

M_ Me alegro que Beni esté mejor... de verdad... –le mostró su


mejor sonrisa.

L_ Que Dios les Bendiga.

Fueron las últimas palabras que ambas mujeres dijeron, y allí


completamente absortas se quedaron la pareja, Esther fue a cerrar
la puerta y al girarse vio a Maca con su boca un tanto entreabierta,
los ojos que le estaban dando a entender que no había podido
asimilar lo que allí había pasado y ella misma pensó que su rostro y
sus ojos debían reflejar la misma incredulidad. Entonces como si
hubieran pensado lo mismo se miraron en silencio y tras unos
segundos de desconcierto, Esther se acercó hasta Maca y se
abrazaron.

M_ ¡Qué fuerte cariño!

E_ Si, prométeme que cuando nos jubilemos vendremos a vivir aquí

M_ Te lo prometo.

193 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Menos mal que Beni está bien... –dejaron de abrazarse tan
intensamente para sujetarse de los brazos suavemente con las
manos sin presionar como si fueran figuras de cristal que al tacto
pudieran romperse-. Eres la mejor mi vida.

M_ No digas tonterías...

E_ Es cierto... que luego te lo crees.

M_ ¿Yo? –la miró sonriente mordiendo levemente su labio inferior.

E_ Sí tú, mi pija preferida –la besó con suavidad-. Mi pija adorada –


volvió a besarla.

M_ ¿Tenemos algo pendiente, no? –la estrechó con más fuerza


acercándola a su cuerpo.

E_ ¿Crees que nos dejaran?

M_ Tengo una idea –la besó rápidamente.

E_ ¿Qué haces? –la miraba divertida.

M_ Clavijas fuera... no funciona el teléfono, desconecta el tuyo –


decía nerviosa por las ansias de poder seguir con aquella propuesta
de Esther.

E_ ¡Ya está! –exclamó divertida también ella sonriendo un tanto


alterada.

M_ ¿Qué mas falta?

E_ La puerta.

M_ Si... espera.... –se marchó al cuarto y la veía como se movía


divertida.

194 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Estás de un sexy vida mía con el delantal, que no sé si
aguantaré... –se mordía la uña.

M_ Ya...

E_ ¿Pero...?

M_ ¿Te parece bien? –le enseñó un cartel hecho a mano.

E_ ¡Estás loca! –se precipitó hasta ella abrazándola.

M_ Te juro que es lo que pienso hacer, volverte loca –sus ojos


echaban fuego como si fueran flechas directas a su mujer.

E_ Ya lo estoy –murmuró con su respiración algo excitada.

M_ Voy a ponerlo.

E_ Como venga alguien, va a alucinar.

Esther daba carcajadas sonoras, pues Maca puso un gran cartel


con la leyenda “NO MOLESTAR”.

Cuando Encarna llegó a casa de sus hijas, parecía como si


aquel lugar hubiera permanecido inmutable al paso de los días,
demasiados, aún permanecía el olor al perfume de Maca, al sentarse
en el sofá, vio una goma del pelo de su hija, aquella casa le hablaba
de ellas, y le recordaba todo el calvario sufrido.

R_ Voy a avisarles que ya estás en casa.

En_ De acuerdo... –le sonrió.

R_ ¿Parece mentira, verdad? –la miraba mientras tecleaba el


número de su hija.

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En_ Sí, todo está igual, es como si no hubiera ocurrido nada el día
que Maca vuelva a su casa, va a ser un impacto para ella.

P_ Ya está todo, voy a ir a encargar la comida, ¿qué te apetece


Encarna?

En_ Lo que comáis vosotros y con la sangre que me han sacado,


algo fuerte como un buen potaje –sonrió.

P_ Ya vuelvo cariño –le dejó un beso en la mejilla ante la sonrisa de


Encarna.

R_ No tienen el teléfono conectado... –elevó las cejas.

En_ Estarán ocupadas.

R_ No me lo recuerdes... –sonrió sonrojándose-... creo que antes


cuando he llamado he sido un tanto inoportuna...

En_ Pobrecillas deben estar rendidas –sonrió más fuerte.

R_ Pues... deben estarlo porque el de casa tampoco... será la


tormenta.

En_ ¡La tormenta pasional! –exclamó muerta de risa.

R_ Ya era hora... ya lo tienen bien merecido... nada, el teléfono de


la casa no va y ambos móviles desconectados.

En_ solo les falta el cartel de no molestar en la puerta.

Se miraron dando una estruendosa carcajada, feliz, por fin...


después de tanto sufrimiento volvía la felicidad a aquellas mujeres
que tanto habían pasado.

196 ”Adiós Esther” © by ldana


Maca cerró la puerta muerta de frío ante la mirada repleta de
fogosidad de su mujer, que se acercó a ella despacio, de igual
manera que lo hizo Maca hasta que sus bocas se unieron en un beso
profundo, abrazadas, sin despegar sus bocas, sus manos repletas
de la piel ajena, tratando de arrancar la ropa de la otra, caminando
llegaron hasta la cocina, Maca abrió con un golpe de cadera la
puerta y entraron besándose con locura, con un frenesí que parecía
que les habían comunicado que el mundo se iba a terminar y debían
aprovechar los momentos que quedaban, susurraban palabras
sueltas, no les daba tiempo a más, pues sus lenguas parecían
unidas que no podían estar la una sin el tacto de la otra. Esther
separó por fin con algo de apuro la boca extasiada, húmeda y
enrojecida por la presión de los otros labios a Maca, la miró, se
llenaron de esos ojos, unos y otros, entregándose pasión y amor,
mucho amor.

M_ Esther... –su voz sonó dependiente.

E_ Hazme el amor Maca... vuélveme loca cariño –su voz jadeaba


mientras le arrancaba con un golpe secó pero firme el delantal-.
Quiero que me vuelvas loca...

M_ Sí... si –decía con un hilo de voz casi ahogada por el deseo.

Llegaron hasta la mesa y una vez Esther tropezó con ella se


subió y Maca le acomodó su propio jersey para que apoyara la
cabeza, a un lado había dejado preparado el frasco de la miel, y
junto a él, uno con mermelada de fresa, ambas sonrieron
ampliamente, habían llegado desnudas entre caricias fieras, besos
apasionados, mientras la ropa fue quedando repartida allá por

197 ”Adiós Esther” © by ldana


donde pasaron. Esther al ver lo que Maca le había preparado dejó
escapar un suspiró repleto de deseo, se sentó y llegó hasta Maca
que aún estaba de pie, la besó con pasión, necesitaba tocar a la
pediatra, a quien le quitó la goma del pelo dejándole la melena
suelta, tal y como a ella le gustaba verla, Maca apoyó su mano
sobre el pecho de la enfermera que separó sus piernas esperándola,
entregándose como si fuera la tierra que con ansias espera la lluvia,
una lluvia en forma de besos, caricias, finos mordiscos que volvían
loca a Esther que pasaba sus manos por la espalda de su mujer
quien decidió bajar el ritmo, se separó lo justo para mirarle a los
ojos, para entender que estaba dispuesta a dejarse hacer todo
cuanto ella quisiera... y Esther se lo confirmó con un susurró repleto
de ardor.

E_ Hazme lo que quieras Maca... pero ya... por favor.

M_ No tengas prisa mi vida, mi princesa, mi niña... mi amor... –le


musitaba mientras jugueteaba con su oreja, primero atrapó entre
sus labios el lóbulo, después adentró su lengua suavemente para
cambiar el ritmo y conseguir un grito profundo de Esther-. ¿Te gusta
cariño?

E_ Maca... me estás volviendo loca –decía con sus labios


humedecidos por su propia lengua, y la garganta seca por el deseo.

M_ Ya voy cariño... pero me gusta tanto verte así.

Le decía con una dulzura infinita mientras su mano, apartaba la


melena de Esther para recorrer el cuello de ésta con su lengua,
alternando en el juego besos finos con dibujos de aquella lengua
que hacían gemir a Esther que había posado sus manos en las

198 ”Adiós Esther” © by ldana


caderas de su mujer tratando de moverla pues necesitaba sentir su
propio calor.

Con un movimiento inesperado, Maca rozó sus pezones con la


miel, jugueteó con ellos y cuando ya quedaron a su gusto, su lengua
recorrió lentamente desde la base de su cuello, aquel pequeño
agujero en la base de su garganta que le hacía detenerse allí a la
pediatra, para después poco a poco bajar por su pecho, primero
recorrió lentamente el pecho izquierdo entre gemidos de Esther, y
los suyos propios, sabía que estaba regalando a su mujer un placer
que se merecía después de tanto sufrimiento, quería darle todo su
amor, llenarla de pasión, de una locura repleta de sentimientos
tiernos y apasionados. Así, llegó hasta su pecho lamió la miel
desatando en Esther movimientos como si fuera un palmera agitada
por el viento, no podía cerrar sus labios, ni sellar sus gemidos, allí
en aquella cocina nadie podía ser testigo de aquellos gritos de
placer.

E_ Maca... Maca –le acariciaba la espalda lentamente aunque a


veces debía clavar sus uñas de manera suave porque el deseo
desataba en ella las caricias más viscerales del amante que está
siendo transportado al séptimo cielo-. Sigue... sigue...

Y Maca seguía, siguió con su otro pecho, lo lamió con una


maestría que dejó patente, el tiempo podía haberle hecho olvidar
cosas, pero jamás olvidar el punto exacto donde Esther lograba
estremecerse, una vez terminó con aquella miel jugosa fue a su
boca para poder transmitirle un poco de su aliento, como si fuera el
oxigeno que recibe el ahogado para sobrevivir, de igual manera

199 ”Adiós Esther” © by ldana


Esther recibía los besos de Maca, humedeciendo sus labios algo que
agradecía profundamente. Después volvió a separarse volvió a
mirarla y Esther sonrió mordiéndose el labio, sabía que cuando
aquellos ojos la miraban así, acababa cerca de las estrellas aun
siendo de día.

M_ ¿Sigo?

E_ Maca por Dios... sigue por lo que más quieras.

M_ A ti, a ti es a lo que más quiero –le susurró jugando su nariz con


la de su mujer que seguía tratando de forzar que sus caderas
reposaran en las suyas y que una y otra vez, Maca se resistía-. Me
gustas cariño mío... no sé si puedes imaginar cuanto te quiero,
cuanto me gustas...

E_ Maca...

Y allí en aquella mesa volvieron a encontrarse las dos amantes,


Esther recibiendo el sol de Maca, la lluvia de Maca, el viento fresco
de Maca, que daba sentido a las raíces de su tierra, que no era otra
cosa que aquel corazón repleto de amor por ella. Y allí con su dedo
pasando entre sus pechos, por su estómago, jugando a dibujar
miles de formas inimaginables unas otras repletas de sentido como
ese mismo corazón que ella también sentía latir repleto de amor por
Esther, hasta que llegó al ombligo donde se detuvo, donde su
lengua recorrió lugares que hicieron a Esther doblegar su cuerpo,
llamarla con su propia piel, llamarla con su propia voz.

Esther trataba de aferrarse a algo pero lo único que podía


hacer era gemir con un placer extremo, Maca era así, la volvía loca
como jamás nadie lo hizo. Y al notar como uno de los dedos de Maca

200 ”Adiós Esther” © by ldana


recorría lentamente su sexo como si fuera una rosa, no pudo más
que volver a gemir y Maca a sonreír tratando de controlar su propio
deseo visceral al verla entregada a ella; con sumo cuidado cubrió
aquella rosa con un poco de mermelada, el contacto hacia que
Esther gimiera, sin parar, sin cesar en aquella respiración que se
entrecortaba con las caricias de Maca. Y su frenesí estalló cuando
Maca al envolver aquella flor suave y tierna con sus labios, aquella
flor que para ella era la más bella, no pudo más que cerrar los ojos
cuando con cuidado aquellos labios comenzaron a besar lentamente
aquella maravilla, cuando su lengua comenzó a lamer la mermelada,
Esther giraba su cabeza de un lado a otro mientras con decisión
hundía sus dedos entre el pelo de su mujer jugueteando con
suavidad estirando con voracidad, se había desatado la pasión,
ambas gemían sin evitar nada, Esther se convulsionaba ante las
suaves pero profundas caricias que le estaba dedicando la lengua
que jugaba como si fuera aquella agua que regaba la rosa, y así,
cambiando el ritmo profundizando, besando, atrapando entre sus
labios aquellos hermosos pétalos, así, logró que Esther se llenara de
luz, se llenara de hermosura y con su mano entrelazada a la suya
llegara a tocar la luna que estaba escondida pero Maca la había
descubierto solo para su mujer quien la tocó la rozó con sus dedos
porque Maca la llevó hasta ella con una dulzura a la que Esther no
podía más que entregarse entera.

Un aullido, una convulsión y un erguir su cuerpo hicieron


entender a Maca que había logrado su propósito, entonces con
suavidad separó su cara de aquel lugar que para ella era su
debilidad, dejó que Esther juntara sus piernas, subió con cuidado su

201 ”Adiós Esther” © by ldana


cansado cuerpo, la besó, la acarició con una ternura infinita y Esther
aún con la respiración agitada necesitó abrazarla, besarla y adorarla
como la adoraba.

E_ No puedo moverme Maca.

M_ Pues no te muevas –le musitó feliz.

E_ Ha sido increíble... gracias mi vida... gracias por llevarme a la


gloria.

M_ Ha sido un placer –le besó la frente.

E_¿Y tú?

M_ ¿Yo qué?

E_ ¿Crees que podré llevarte allí dónde he estado yo? –la miraba de
manera provocativa.

M_ Yo creo que sí... es más... –la miró profundamente-. Estoy


segura que sí.

Esther sonrió y dejó el sitio que ocupaba para que una Maca
que no podía borrar de sus labios la sonrisa se tumbara. Esther
suspiró para poder controlar las ganas que tenía de devorar aquel
cuerpo maravilloso, trataba de dominar su estado excitado para
poder devolver a su mujer todo cuanto ella había sentido. Una vez
Maca estuvo cómoda subió sobre ella, le sonrió y comenzó a besar
suavemente su rostro, simples roces de sus labios que desataban
los latidos de ambos corazones, su boca rodaba por sus mejillas
lentamente, cuando Maca cerró los ojos le besó con tacto los
párpados, después llegó a la comisura de aquellos labios tan

202 ”Adiós Esther” © by ldana


sensuales que parecían llamarla a gritos, al notar como se
entreabría su boca para dejarle pasó, dejó caer su cuerpo
totalmente sobre el de su mujer que la aferró como si fuera una
planta carnívora, la atrajo a ella con una mezcla de fuerza y
suavidad, sus manos acariciaban despacio la espalda, sus piernas
rodeaban sus muslos dejando que ambos sexos pudieran rozarse
con suavidad, que ambas sintieran que formaban un solo cuerpo, un
solo amor. Sus cuerpos comenzaron a moverse con la danza de la
pasión, los gemidos salían de sus gargantas, las caricias se hacían
más intensas según iba elevándose la temperatura de aquella
ardiente y maravillosa locura. Sus lenguas, ágiles buscaban
encontrarse, y cuando lo hacían, Esther era quien se retiraba
creando en Maca la sensación de máxima dependencia, entonces la
buscaba, se incorporaba en aquella mesa donde la locura y la
fantasía les estaba haciendo devorarse, se levantaba buscando la
boca que tanto deseaba, y cuando la atrapaba, sus labios oprimían
los otros con fuerza con éxtasis, se mordían provocando que sus
respiraciones jadeantes aumentaran ante tal frenesí.

M_ Esther... cariño...

E_ ¿Qué mi amor? –le susurró en su oído pues estaba besándolo,


lamiéndolo y succionándolo con delicadeza.

M_ Te quiero... te quiero –su voz aterciopelada se había vuelto


trémula por el deseo y el placer que en ella estaba provocando cada
movimiento de Esther.

E_ Y yo... –le besó nuevamente los labios-. Te adoro...

203 ”Adiós Esther” © by ldana


Y tomó el camino que tanto le gustaba, aquel cuello de Maca
fino y largo al que tanto le seducía dedicarle su tiempo, sus besos,
su lengua recorriéndolo despacio algo que lograba que a su mujer se
le erizara la piel de una manera que la excitaba. Después con
ternura fue bajando hasta sus pechos, donde los pezones la
esperaban ansiosos, allí silenciosos pero haciéndose ver como la flor
que nace en primavera, captando la mirada de todos, pues de igual
manera la mirada de Esther se dirigió sin titubear hasta ellos que de
manera suave los acarició con su boca, los besó con toda su
delicadeza mientras la frente de Maca se arrugaba producto de su
gesto al notar aquel hermoso tacto, al notar como se fundía su boca
en ellos. Soltó un tímido gemido gutural mientras sus labios se
apretaban con fuerza, sin poder contener aquel momento de lujuria
que sabía era el preámbulo de aquello que tanto le gustaba, y que
sabía Esther era la única persona que la había transportado hasta
aquel lugar único y privilegiado.

M_ Esther...

Le salió como un susurró de su voz ahogada por la delicia de


sentirla, por la delicia de saber que era suya. Las manos de Esther
dibujaron un recorrido por ambos laterales de su torso, después
elevó los brazos de Maca besándole la parte interna de los mismos,
algo que logró hacerle emitir otro gemido, que arrancó una sonrisa
de una entusiasmada Esther.

E_ ¿Te gusta? –le susurró.

M_ Sí, sigue –fue lo único que acertó a decir extasiada por las
caricias de su mujer-. Sigue...

204 ”Adiós Esther” © by ldana


Esther con cuidado, llegó hasta sus pies, comenzó a besarlos,
comenzó a lamer sus piernas haciendo que cada milímetro de piel
que era recorrido se fuera estremeciendo, al llegar a los muslos, no
titubeó, dejó un pequeño mordisco que hizo que Maca se
incorporara un poco apoyándose sobre sus codos, para observar lo
que tanto le gustaba, ver en aquel lugar a Esther, alargó uno de sus
brazos para poder obligarla a detenerse donde deseaba, pero ella
lejos de obedecerla, pasó de largo haciendo que Maca jadeara como
si fuera una locomotora, la miraba con sus ojos fogosos le pedía, le
susurraba que no parara, que la hiciera suya a lo que Esther sentía
su propio deseo ir creciendo. Entonces de un solo movimiento se
aupó hasta los labios de Maca, se fundió en un beso largo, sus
cabezas se ladeaban de un lado a otro continuadamente, se mordían
fuera de control mientras sus manos se enlazaron, sus respiraciones
se alteraron de tal modo que Maca no podía controlar ni siquiera los
latidos de su corazón.

M_ Esther... por favor... –susurraba con su voz extasiada con la


garganta seca.

E_ No tengas prisa mi vida... quiero volverte loquita –le sonrió


mientras suavemente le dejaba tumbarse sobre la mesa
nuevamente-. Así...

M_ No voy a poder Esther... –le decía mojándose los labios con la


lengua, su deseo se había disparado como nunca antes, pensaba
para sí, y sus ojos así se lo demostraban a Esther, brillaban con el
brillo especial que da la luz del máximo placer y su respiración se
volvía agitada por momentos-. Me estás matando... no puedo más...

205 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Claro que puedes cariño... claro que sí –le volvió a susurrar.

Esther cogió la mermelada con su dedo índice le untó sus


pezones con sutileza mientras Maca le rodeaba con sus manos
ambas caderas, su lengua jugueteó y saboreó la mermelada
mientras emitía un gemido de placer al saborearla entre sus
pezones; las manos de Maca se habían aferrado a la nuca de la
enfermera que no cesaba de jugar con aquella maravilla que parecía
estar hecha únicamente para su deleite. Con cada movimiento
juguetón de su lengua Maca emitía más y más gemidos sin
controlarse, haciendo fuerza con sus manos sobre la cabeza de
Esther que no dudó en juguetear con sus dientes en atrapar aquella
maravilla.

M_ Esther...

Fue un susurro con su voz envuelta en una nube, en la nube


que da la felicidad y en la que ambas habían decidido subirse
nuevamente y de la que no querían bajar, en aquella nube
volviéndose loca por las caricias de los labios, la lengua y los dientes
de Esther estaba Maca que le pedía más y más algo que hacía que la
excitación de ambas fuera aún mayor.

Después de devorar sus pechos bajó por su vientre y al igual


que había hecho ella, se detuvo a jugar con su ombligo, se detuvo a
recorrer el vientre con la lengua mientras al mismo tiempo su mano
rozaba aquella humedad que le indicaba cuanto la deseaba y la
necesitaba. Sonrió de manera malévola, y Maca la miró sonriendo
ampliamente aunque no tenía fuerzas para apoyarse sobre sus
codos, así que dejó que ella hiciera lo que quisiera, y lo que quería

206 ”Adiós Esther” © by ldana


Esther, era lo que deseaba ella. Notó como llegó hasta su tesoro tal
y como ella lo llamaba, allí como si estuviera aún escondido en el
fondo del mar, buceó Esther, primero pasó sus dedos suavemente
provocando un leve tiritar en Maca, después como si ésta le hubiera
puesto una alfombra roja para que su sirena entrara como lo que
era, su protagonista a aquel lugar reservado para ella, entró
sintiendo su calor, su humedad y en aquel mar, no le importaba
pasarse el resto de sus días y sus noches, Maca dejó escapar un
grito extasiado y a la vez se mordía el labio, mientras Esther
desfilaba una y otra vez cual aquella sirena por su alfombra, y con
su boca sorprendió a una Maca que pensaba estaba a punto de
morir.

E_ Yo también tengo mis armas.

Le dijo murmurando mientras en su boca se ponía un bombón


de chocolate de los que Maca había subido la noche anterior, con
forma redonda provocando tal éxtasis embriagador en ella, que
trató de aferrarse a la mesa pero el placer que le estaba llegando a
oleadas no le dejaba más que sacudir su cuerpo, con los ojos
cerrados, la boca entreabierta por donde ligeros gemidos escapaban
de su alma, y que según el movimiento de Esther tanto dentro como
fuera de ella, hacían que fueran subiendo su intensidad, que se
transformaran en gritos desesperados que por primera vez dejó
escapar de su alma, como si de aquella forma, su alma renaciera y
borrara de su interior todo lo sufrido. Esther disfrutaba de oírla, de
verla, de sentir en su interior toda aquella oleada de sensaciones
que le producía y su propia excitación le hacía emitir sonidos
guturales hasta que aquella alfombra húmeda y salada, comenzó a

207 ”Adiós Esther” © by ldana


contraerse y Maca a gritar, entonces dejó a un lado el bombón que
tanto había hecho estremecer a su mujer y la ayudó a llegar al cielo
besándola con locura, y ante el grito, las convulsiones y los ruegos
de Maca, detuvo aquella pasión descontrolada

M_ Esther... Esther... –la abrazó mientras su pecho jadeaba como si


hubiera perdido completamente el control.

E_ Mi vida estoy aquí... estoy aquí...

M_ Te quiero –su garganta estaba seca y su voz le llegó de manera


ronca pero aún así, era tan maravillosa que Esther se sintió feliz-.
Me haces tan feliz.

E_ Mi amor... y tú a mí... –le contestó extenuada... completamente


extasiada.

M_ Te quiero –musitó con un hilo de voz pues de igual modo su


extenuación no le permitió más que tratar de tragar algo de saliva
para recuperarse.

Y allí subidas en su nube se quedaron adormiladas...

Una vez pasada la pasión y llegada la calma decidieron irse a la


cama, después de beber una buena cantidad de agua para reponer
fuerzas, y entre abrazos y besos mezclados con sonrisas y
preguntas ante la satisfacción obtenida, se acostaron, allí yacían
abrazadas, y entre caricias lentas y susurros entregados Maca había
sido la primera en caer dormida, una vez cerró sus ojos se separó
tímidamente del cuerpo de Esther, se puso sobre su lado derecho y
su mujer le pasó sobre su cintura el brazo. Ante ella, aquella

208 ”Adiós Esther” © by ldana


espalda desnuda que tanto le gustaba contemplar, aquellos hombros
en los que por la mañana le dejaba besos suaves, eran lo más
parecido a rozar el cielo, siempre lo pensó y muchas mañanas le
decía con voz placida, besarte es como si pudiera rozar el cielo y
quedarme en el Paraíso, sonrió al pensarlo y entonces, sin saber
porque una triste sombra se posó en su mirada. No podía descansar,
miró alrededor y todo aquello que había vivido con ellas la transición
hasta su mejoría, sabía iba quedarse atrás, no lo pudo evitar y un
escalofrío recorrió su piel. Se levantó sin hacer ruido, sin despertar a
una más que entregada al descanso merecido Maca, que quedó allí
tapada con la sábana aquel cuerpo desnudo que hacia unos
instantes había vivido un éxtasis de placer.

Esther se levantó, se detuvo ante aquel enorme ventanal


recordó su impresión cuando se encontró con él la primera vez, y
recordó como si fuera ese mismo momento la sensación de calma
que llenó su interior, aquello era lo que necesitaba Maca para
curarse, y aquella ventana mostrando sin tapujos la maravilla de la
tierra, le dio su primera esperanza. Después recorrió con la yema de
sus dedos aquella chimenea que tanto calor les había dado, que les
daba luz por las noches para a hurtadillas contemplarse, le sirvió de
guía aquella maravillosa noche que entró a escondidas y fue
inolvidable, sonrió al recordar a su madre y su suegra allí y ella
desnuda bajo la cama, sonrió, pero su sonrisa mostraba una
pequeña mueca de pena. Cuando fue a salir de la habitación, apoyó
su mano derecha sobre el marco de la puerta, despacio giró su
cabeza y aunque su melena había sido recortada, le molestó lo
suficiente para no poder ver a Maca completamente, sacudió a un

209 ”Adiós Esther” © by ldana


lado el pelo con un golpe seco de cuello y al poder verla sonrió
ampliamente, allí estaba su mujer, descansando como tanto le
gustaba admirarla, Maca relajada, por fin su Maca estaba allí.
Despacio deslizó su mano por la madera y recogió su melena para
seguir hasta el comedor. A su mente tantas y tantas imágenes
llegaron de golpe que pudo sentirse por un momento cuando Maca
fue despertado de su letargo y cada imagen llegaba a ella de golpe,
si a ella le estaban provocando un alud de emociones podía
entender el sufrimiento de su mujer. Allí la había masajeado, leído,
reñido, sonreído, jugado con Daniel... todo había sido compartido
allí, frente aquella chimenea había saboreado el cuerpo de mujer,
una sonrisa salió mientras se emocionaban sus ojos, y con paso
lento se adentró hasta la cocina, era medio día y la luz que entraba
le daba ese calor que cuando estaban allí las madres, tenía, ese
color y ese calor especial, con sus palabras de aliento, de apoyo, de
algún que otro regaño, al mirar la mesa sonrió sin más allí en aquel
lugar habían vibrado de una manera loca, de una manera unilateral,
ambas siendo una. Recogió con cuidado todo lo que ella misma
había hecho rodar, algunos platos rotos a cambio de ese placer valía
la pena, desde luego estaba convencida de que Carmen así lo diría.
Carmen... una mujer tan bondadosa que no sabía como podían
devolverle todo cuanto les había entregado, al recordarla volvió a
entristecerse, ellos Carmen y Fermín le habían dado muestras de
apoyo, comprensión y sobre todo Carmen que le había dado un
amor maternal sin esperar nada a cambio, si, los iba a echar de
menos.

210 ”Adiós Esther” © by ldana


La jornada para Teresa había terminado, después de pasar por
su casa prepararse una bolsa con la ropa que quería llevarse al día
siguiente, pues hablando habían acordado todos ir con ropa cómoda,
y ella, no sabía que podía elegir de su armario como ropa cómoda.
Después de estar un buen rato con las puertas abiertas desechando
palomillas con ropa, decidió llevarse unos pantalones negros con
una camisa y un buen polar. Se despidió de su marido que ya
estaba empezando a acostumbrarse a aquellos abandonos de su
mujer y antes de pasarse por casa de sus niñas, lo hizo por la
peluquería.

Cuando llegó a casa, fue Pedro quien le abrió y con una sonrisa
le hizo pasar adelante.

P_ ¿Qué tal Teresa?

T_ Muy bien Pedro –le contestó alegre dándole dos besos que ya no
sorprendieron al hombre acostumbrado a los gestos cariñosos de la
mujer-. ¿He llegado muy pronto?

P_ No, para nada, pasa pasa, yo me iba a comprar.

T_ ¿A comprar? –lo miró con los ojos abiertos como platos.

P_ Pues sí... es que en casa hay poca cosa y Rosario me ha


mandado... pero ven –Teresa se acercó un poco y puso su oreja
cerca de la boca de Pedro mientras miraba hacia delante-. Creo que
es una táctica para poder hablar vosotras.

T_ ¡Ah, ya entiendo ya! –soltó una carcajada acompañada por él.

R_ ¡Pero Teresa qué haces aquí!, pasa, pasa.

211 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Acabo de llegar y Pedro me estaba contando... –le guiñó el ojo al
hombre mientras él se iba.

R_ Ya... Encarna te está esperando un tanto inquieta.

T_ Ya... ¿te ha contado algo?

R_ No, me ha hecho mandar a mi marido fuera –sonrió.

T_ Vale... pues venga... que traigo noticias frescas, ¿dónde dejo


esto? –le preguntó señalando ambos bolsos.

R_ Aquí, luego ya los subimos. Encarna ya está aquí Teresa.

En_ Hija mía si que has tardado –se besaron pues Encarna estaba
retumbada en el sofá por órdenes expresas de Rosario-. Cuenta.

T_ Pero si Rosario no sabe nada aún...

R_ Voy a por el café que está preparado.

T_ ¿Cómo te encuentras?

En_ Bien hija, sin novedad –le sonrió.

T_ ¿Y qué sabemos de la parejita?

En_ Pues –miró hacia la cocina por si volvía Rosario y le dijo


sonriendo-. Nada, mi consuegra estaba como loca llamando a todos
los teléfonos.

T_ ¿Y? –la miró fijamente con la mano en la barbilla.

En_ Pues nada, que las pobres criaturas deben haber arrancado
todas las clavijas –dio una carcajada.

T_ No me lo puedo creer –murmuró atónita.

212 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ ¿Qué no te puedes creer? –le preguntó Rosario mientras salía
con la bandeja.

T_ Lo de las chicas –le hacía espacio en la mesa-. ¿Nunca van a


tener suficiente?

R_ Bueno... ya he desistido ¿eh? –sonrió también.

T_ Imagino –resopló y aquel gesto hizo que tanto Encarna como


Rosario rompiera en una carcajada que al final fue acompañada por
ella misma-. Maca diría... ¡qué fuerte!

En_ Y tanto –agregó sonriendo y una vez se calmaban le dijo-.


Bueno y ahora cuenta.

T_ Pues nada, mira Rosario hemos encontrado al hijo de Carmen y


Fermín.

R_ ¿No me digas? –esta vez quien puso gesto de sorpresa fue ella.

T_ Así es, la vida que tiene cada casualidad que te deja perpleja.

R_ ¿Y qué ha dicho? –la miraba con interés.

T_ Estuvimos hablando con él y hoy, me he pasado para


asegurarme que vendría mañana con nosotros.

En_ ¿Y qué ha dicho? –la miró un tanto inquieta.

T_ Que no, que no está preparado que en su vida hay muchos


cambios y sus padres no los van a aceptar... no quiere volver a
sufrir otro rechazo.

En_ Normal, lo entiendo.

213 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Ya pero yo no comparto esa decisión con él, he hablado con
Rafael su pareja, es pintor, un chico más majo y le encanta el
campo, yo creo que sería feliz en casa de sus suegros.

En_ Ya está Teresa planificando el futuro del chico –sonrió mirando


a Rosario.

R_ ¿Y no podemos hacer nada para que cambie de opinión?

T_ Yo creo que irá, solo tiene que pensarlo bien además tiene un
hijo.

En_ ¿Carmen es abuela?

T_ Sí.

En_ Se nos muere cuando lo sepa.

T_ No podemos decirlo.

R_ ¿Por qué no?

T_ Porque creo que eso tiene que ser su hijo el que le explique el
entramado de la situación. Además yo lo único que veo posible, es...
que si él no va los traigamos nosotros y los dejemos frente a la
peluquería.

R_ Eso también es verdad –le entregó la taza de café a Teresa.

En_ No está mal pensado Teresa...

T_ Gracias. Pues no ¿verdad Encarna?

En_ Madre mía puedo imaginarme los lloros de Carmen.

R_ Si, la verdad que cuando recuperas lo que crees perdido siempre


es un alivio para el alma –susurró Rosario ante la mirada de las dos
apenada.

214 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Si, así es.

R_ ¿Y eso? –preguntó sobresaltada ante una música.

En_ La Campanera de Teresa –dio una carcajada que resonó por


todo el comedor siendo acompañada por una Rosario que parecía
haber aprendido a reír.

T_ ¡Son las chicas! –exclamó feliz abriendo el teléfono-. ¿Con quién


hablo?

E_ Hola Teresa soy Esther... –su voz sonó un tanto extasiada.

T_ Esther hija no te reconocía... creíamos que habíais tenido algún


problema en la línea.

E_ ¿Ah si?

T_ Espera voy a poner el altavoz. Nunca veo el dichoso botoncito...


¿tú lo ves Rosario?

E_ Desde luego... –sonreía Esther mientras con la mano que le


quedaba libre le ponía agua al gato-. ¿Ya?

T_ Ya, hija, menos mal que Rosario entiende estas cosas –le guiñó
el ojo-. Así que problemas con la línea ¿eh?

E_ Pues no Teresa, pero era la única forma de tener un ratito de


intimidad.

T_ ¿Más? –casi fue un grito ante el comentario.

E_ Tú no tienes arreglo a escandalizarte... hola Rosario.

R_ Hola hija, ¿qué tal?

E_ Muy bien... la verdad que casi ni me creo lo bien que estoy.

215 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Normal hija... normal... –repitió contenta con mucho cariño en
sus palabras.

E_ ¿Cómo estás mamá? –le preguntó contenta.

En_ Muy bien hija, yo casi tampoco me creo lo bien que estoy –
sonrió.

T_ ¿Y Maca qué no la oigo? –preguntó en su estado más cotilla.

E_ Durmiendo.

En_ Hace bien –intervino Encarna cortando el comentario que iba a


hacer Teresa.

E_ Os voy a dejar... sólo quería saber como estabas mami, a la


noche volveré a llamar.

En_ No hace falta hija todo está bien.

E_ ¿Sobre qué hora vendréis mañana Rosario?

R_ Pues Pedro me ha dicho que ha quedado con Vilches a la una del


mediodía para llegar con tiempo.

E_ Está bien, ¿dónde está Pedro?

R_ Lo mande a comprar.

E_ ¿A comprar? –preguntó asombrada.

R_ Pues sí, nosotras teníamos cosas de que hablar.

E_ Eso está bien –dio una carcajada que denotaba su felicidad-.


Bueno... pues os dejo... voy a ver si preparo algo de comer.

T_ Eso, reponer fuerzas ¡guapa!

216 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Se hará lo que se pueda... de verdad –sonrió por lo bajo
mientras negaba con su cabeza.

En_ Hasta mañana hija y no hace falta que desconectéis todo, no


vamos a llamaros ¿eh?

E_ Mamá... –la riñó pero sonriente-. Hasta luego.

T_ Adiós, hija.

R_ Adiós –dijo Rosario sonriente también-. Que gusto da hablar con


ella y notarla así de feliz.

En_ Se lo han ganado a pulso ¿eh?

T_ ¡Ay Dios quiera que todo siga bien!

Y allí se quedaron las tres hablando de sus planes, de sus


proyectos y de lo que esperaban para la pareja.

Hacía ya algo más de media hora que Esther se había


levantado, estaba en la cocina preparando la comida, y necesitaba ir
a ver a su amor, necesitaba llenarse de ella, tenerla controlada. Al
entrar la vio dormir tan plácidamente que no pudo más que sonreír
emocionada, después se acercó y le dejó un suave beso sobre la
sien, allí estaba su Maca, repetía tanto aquel pronombre porque era
lo que tanto le decía siempre, “eres mía”, que por fin podía exhalar
con profundidad los suspiros porque ya llegaban a su alma. Así se
giró y volvió nuevamente a apoyarse en el ventanal, el día era
estupendo, había vuelto a salir el sol y la nieve se deshacía con
lentitud, miró dibujando sus labios una media sonrisa como su
muñeca de nieve iba perdiendo la forma, entonces notó como los

217 ”Adiós Esther” © by ldana


brazos de Maca rodeaban su cintura, y como con suavidad le
obligaba a reposar la cabeza sobre su hombro desnudo. Por el cristal
reflejada la vio desnuda, sonriendo y dejando suaves besos sobre la
cara de Esther que cerró sus ojos entregándose a aquellas tiernas
caricias.

M_ ¿Qué te pasa? –le preguntó.

E_ Nada –susurró mientras se aferraba a las manos de Maca que


cubrían su tripa.

M_ No me mientas... sé que te pasa algo.

E_ ¡Ay Maca! –suspiró dejando caer todo su peso sobre ella que la
acunó.

M_ Te da pena irte ¿verdad?

E_ Sí, hemos pasado muchas cosas aquí, buenas y malas pero... me


encanta este lugar.

M_ ¿Podríamos proponerle a Fermín que nos la venda?

E_ ¿Y qué hacemos con la casa de la sierra?

M_ Bueno... se nos está quedando pequeña... la compré solo para


mí –le besó nuevamente la sien.

E_ Vamos... si solo tenemos a Daniel... ¿no exageras un poco? –le


golpeó suavemente la mano.

M_ No, sé que te encanta este lugar... ¿por qué no vamos a


intentarlo?

E_ Sería maravilloso –sonrió y se dio la vuelta para pasar sus brazos


alrededor del cuello desnudo de Maca-. ¿Verdad?

218 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Sí... tal y como están las cosas, nos vendría muy bien volver, así
podríamos pensar y valorar con la calma que da este lugar algunas
de nuestras cosas –dijo lentamente mirándola a los ojos.

E_ ¿Pensar? –la miró sin entenderla muy bien.

M_ Pues...

En aquel momento llamaron a la puerta. Esther fue abrir,


pensativa

E_ “ ¿Qué ha querido decir con pensar y valorar?. Dios mío ¿no


serán nuevas lagunas...?, ¿no estará pensando en ... dejarme?...”.

Y así con un gesto de preocupación abrió la puerta, ante ella


una sonriente Carmen que miraba divertida aquel cartel que Maca
había colgado y que el que Esther se había olvidado completamente
de él.

Ca_ ¿Molesto?

E_ No Carmen, claro que no, tú nunca molestas ya lo sabes –sonrió


y al ver el gesto de la mujer con sus cejas dirigiéndolas hacia el
cartelito añadió-. Cosas de Maca.

Ca_ Me encanta esta Maca... oye, mírame, ¿qué te pasa?

E_ Nada Carmen.

Ca_ ¿Seguro?, mira que a mí no me engañas.

E_ No es nada.

M_ ¡Carmen! –apareció Maca con su amplia sonrisa y se dirigía


hasta ella-. ¿Pero qué haces en la puerta? –la abrazó con cariño.

E_ Pues que está aún alucinando con tu cartelito Maca...

219 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¡Ah! –dio una carcajada acompañada por la mujer.

E_ No le veo la gracia ¿eh? –dijo un tanto seria arrancando el cartel


y yéndose hacia la cocina.

Ca_ ¡Vaya se ha molestado! –le dijo mirando un tanto intrigada a


Maca.

M_ No, está cansada.

Ca_ No me extraña hacéis unas caras –dio otra carcajada.

M_ ¡Pero vas a pasar o qué!, anda pero si vienes cargada. ¡Esther!

E_ ¡Qué! –le dio un grito desde la cocina.

M_ Anda ven ayúdanos que Carmen viene cargada –le decía sin
gritar pero alzando un poco la voz.

E_ ¿Y por qué no me lo has dicho?

Ca_ Pero si no es nada... veréis es que he pensado que mejor tener


ya todo aquí hoy, así mañana podéis estar un ratito más solas –
entraron en la cocina.

E_ Oye Carmen nos tienes que decir cuanto te debemos ¿eh?, para
nada vamos a dejar que gastes tú dinero por nosotras.

M_ A ver cariño –la apartó un poco y cogió un poco de frambuesa.

E_ Maca... estoy haciendo la comida.

M_ Ya... tengo hambre –la miraba fijamente.

E_ Pues creo que no deberías comer ahora, ¿eh?

M_ Joder Esther pareces mi madre –le dijo sonriendo.

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Ca_ Eso sabes porque –decidió intervenir porque notó el
comportamiento un tanto extraño de Esther-. Porque te ha estado
cuidando tanto que piensa que debe continuar con su protección.

M_ Si es que mi Esther es un encanto –la abrazó por detrás dándole


un beso en la mejilla.

Ca_ Ni que lo digas.

E_ Anda, anda –le hizo que se apartara suavemente.

M_ ¿Cómo está mi niño? –aquel “mi”, no pasó desapercibido para


Esther que estaba pendiente de todo cuanto Maca hablaba.

Ca_ Pues está hecho un sol con su abuelo Fermín jugando en las
caballerizas, pero no os preocupéis, en cuanto llegue lo baño.

E_ No te hemos dicho nada –le dijo con tono conciliador.

Ca_ Es que no me hace falta que me lo digáis, me basta con


vuestras caras

M_ Creo que luego nos va costar tenerlo en la civilización.

Ca_ Eso os quería preguntar, realmente, lo de la carne era una


excusa. ¿Puedo sentarme? –les preguntó.

M_ No creo que nos lo tengas que preguntar –elevó una ceja de


manera irónica.

Ca_ ¿Cuándo os vayáis, podremos ir a Madrid a verlo?

E_ No solo eso Carmen, te prometo que vendremos a veros.

Ca_ Gracias –sacó un pañuelo de su manga y se limpió los ojos,


aquel gesto de la mujer fuerte que para ellas era, les llegó a las dos
al alma-. Es que el niño es un bendito como sus madres y...

221 ”Adiós Esther” © by ldana


bueno... una que os ha tomado mucho cariño, ¿qué queréis que
haga? –dijo a modo de disculpa.

M_ Eso Carmen. Precisamente eso, ser como eres con nosotras, ser
como has sido el apoyo de Esther, y habernos ayudado como lo has
hecho con Daniel, y de verdad que no sé como os lo vamos a
agradecer –le cogió la mano ante la mirada atenta de Esther y al
mirarla Maca, agregó un tanto dubitativa.

E_ Claro Carmen, ya lo sabes que nosotras también te apreciamos


mucho y además, cuando estemos en Madrid, te prometo que
buscaremos la manera de localizar a tu hijo.

Ca_ Eso será lo que Dios quiera hija, yo sigo rezando y


agradeciéndooslo. ¡Y ahora me voy!, vuelve a poner el cartel –sonrió
limpiándose los ojos.

M_ Es que Carmen no paraban de molestarnos.

Ca_ Si me hago cargo, no me tienes que dar explicaciones, ha sido


una muy buena idea.

E_ Eso tú ves dándole ánimos, que me veo que mañana no deja


pasar a nadie.

M_ Será que solo me gusta a mí, ¿eh? –la miró mordiéndose el labio
sin esconder en su mirada unas ganas enormes de devorarla.

Ca_ Ya me voy, ya me voy –decía la mujer levantando las manos.

M_ Te acompaño.

E_ Hasta mañana Carmen –le besó.

Ca_ ¿Seguro estás bien?

222 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Seguro.

Esther comenzó a poner la mesa mientras su cabeza no cesaba


ni un instante de funcionar. No sabía porque le había cubierto el
alma el miedo que las palabras de Maca le habían causado. Quería
aprender del pasado y no cometer los mismos errores, así que en
cuanto Maca entrara hablarían de lo sucedido, porque aquella
reacción suya no era normal. Estaba nuevamente de espaldas a la
puerta poniendo el tomate en la ensalada, cuando puso la sal y se
giró vio a Maca apoyada en ella con sus dos manos tras la espalda,
su cara mostraba una expresión un tanto inquieta, algo que todavía
preocupó más a Esther.

E_ ¿Qué haces?

M_ Contemplarte.

E_ Me pones nerviosa, ¿lo sabes? –le acusó con el cuchillo.

M_ Sí.

E_ Claro y por eso lo haces.

M_ Sí –le sonrió.

E_ ¿Comemos? –Maca asintió y se acercó hasta ella tomándole del


brazo obligándola a que se girara-. ¿Qué?

M_ No me gusta ver la sombra que tienes en tus ojos, ¿vale? –le


dijo con tono serio.

E_ No tengo ninguna sombra. Solo tengo hambre.

223 ”Adiós Esther” © by ldana


Maca no contestó solo la miraba intensamente, una caída de
sus parpados dio por buena la explicación de Esther, la atrajo
suavemente hasta ella y la besó con infinita dulzura.

Durante la comida, hablaron de temas intrascendentes


sintiendo ambas que algo había sucedido, Maca sabía lo que era
pero no quiso arreglarlo ella, prefirió ser sincera después, total, el
daño ya lo había hecho.

En el cuarto de invitados, descansaba una Encarna que no


paraba de darle vueltas a la situación que había vivido con Pablo,
había subido a descansar por orden de Teresa, pero le era imposible
cerrar los ojos, a su mente llegaban todas las imágenes más duras
de su vida, aquellas donde por segundos pensaba que delante suya
iban a matar a su hija, podía notar como su sangre hervía como
aquella otra vez, hizo un gesto de rabia y tras exhalar un profundo
suspiro, trató de cerrar los ojos. Pero en aquel momento oyó como
su consuegra hablaba con alguien.

En_ Pasa Rosario estoy despierta –le dijo al oír que daba dos golpes
en la puerta.

R_ Es Maca... quiere hablar contigo.

En_ Claro –sonrió.

R_ Adiós hija... está bien –tapó el auricular y le dijo-. La noto un


poco seria.

224 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ ¡Madre mía! –murmuró. Cogió el teléfono y Rosario se marchó-.
Dime hija.

M_ ¿Qué tal Encarna?

En_ Mucho mejor de verdad Maca, ahora estoy descansando porque


ya sabes tú la pesada de Teresa no me dejaba hacer nada.

M_ Hace bien, te tiene que cuidar, aunque pronto podrá cuidarte


Esther.

En_ Deja, deja que yo estoy bien y Esther necesita otras cosas –
Maca guardó silencio Encarna no vio su rostro pero de haberlo visto
se hubiera alertado. Su seriedad y el ceño fruncido era el típico
gesto que no gustaba nada a su suegra porque daba muestras de su
alto grado de preocupación-. ¿Va todo bien hija?

M_ Sí, sí... todo bien...

En_ ¿Y Esther?

M_ Ha ido a descansar un poco.

En_ Bien. ¿Y Daniel?

M_ Estaba en las caballerizas –sonrió por primera vez-, con Fermín


ya sabes...

En_ Es un hombre maravilloso ese Fermín.

M_ Si. Encarna... –nuevamente silencio.

En_ Dime hija...

M_ Sólo quería decirte que te quiero... te quiero mucho.

En_ ¿Y eso por qué me lo dices así?, parece que te fueras a


desaparecer.

225 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No digas cosas raras Encarna... sólo necesitaba decírtelo.

En_ Vale cariño –le contestó no muy convencida.

M_ Pues nada Encarna, dale un beso a Teresa, voy a ver si arreglo


un poco la cocina... Cuídate.

En_ ¿Qué habrá pasado ahora? –murmuró un tanto inquieta.

Mientras en el caserío, Esther estaba acostada, se había


quedado dormida, y en sueños le había parecido escuchar un sonido
extraño, no se movió porque estaba tan cansada que no le dio
importancia, al rato oyó como tras el ruido se cerraba la puerta de la
habitación, al mirar a su lado, Maca no estaba, se había levantado
de hacer la siesta, sin saber porque... los latidos de su corazón se
dispararon, así que decidida se levantó y entonces se dio cuenta que
faltaba algo de ropa del armario, su boca se secó y un gesto de
espanto cubrió su rostro... salió precipitadamente al comedor y allí
la vio.

E_ ¿Qué haces Maca? –le preguntó extrañada al verla poniéndose el


abrigo y sobre el sofá preparado su bolso y una pequeña bolsa de
mano.

M_ Me voy –contestó segura.

E_ ¿Adónde? –se acercó a ella con gesto de incertidumbre y su


frente arrugada por el miedo.

M_ Lo siento Esther... te he dejado una carta –se pasó la lengua por


el labio inferior.

E_ ¿Una carta?, Maca –su voz sonó fuerte como advirtiéndole.

226 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No puedo Esther... lo siento de verdad... pero no puedo –cerró
sus ojos.

E_ ¡Quieres explicarte de una puta vez! –explotó nerviosa ante lo


que era inminente.

M_ Lo he intentado pero no puedo... no quiero seguir contigo... no


puedo seguir contigo.

Aquella frase dejó completamente helada a Esther, no podía


reaccionar, Maca decidió quitarse el abrigo, sabía que si la había
descubierto debía dar la cara. Dejó el bolso a un lado y se dirigió al
centro del comedor, cogió la carta y la rompió, después miró a
Esther que seguía como si fuera una estatua en el medio del
comedor, completamente impactada por aquellas palabras frías que
habían supuesto para ella, como balas que surcaron el aire para
adentrarse todas juntas en su corazón, balas que habían logrado
hacerle estallar en añicos aquel músculo que le daba vida, y que en
ese instante había cesado de latir.

E_ No te entiendo... ¿a qué viene esto? –acertó a murmurar.

M_ Viene a que tú y yo no podemos seguir juntas.

E_ Es lo que antes querías decir ¿no?, cuando hablaste de pensar y


hablar con calma –Maca asintió un tanto nerviosa sin poder soportar
su mirada-. Maca ¿te encuentras mal?, ¿has vuelto a tener algún
problema en la cabeza?, es eso ¿verdad?, ¡es eso! –necesitaba que
le dijera que sí, necesitaba sacudirse el miedo y la incomprensión
ante la actuación de Maca.

227 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Creo que es lo mejor, tú encontrarás a otra persona y yo...
bueno... yo me llevo a Daniel y...

E_ ¡Un momento! –exclamó alertada por la situación que le estaba


planteando con su hijo-. ¿Quieres llevarte a Daniel de mi lado?

M_ Esther es lo mejor.

E_ Eres una egoísta... solo estás pensando en ti –trató de calmarse


para continuar diciéndole bajo la atenta mirada de Maca-. Por eso
dijiste mi hijo, porque lo consideras así... y yo como una imbécil
pensando que habíamos conseguido volver a ser una familia...

M_ No me lo hagas más difícil.

E_ ¿Difícil?, ¿sabes lo que me estás pidiendo? –la miraba con el


miedo grabado en sus pupilas y una sonrisa repleta de miedo-.
Pensabas marcharte así, huyendo... dejándome una carta...

M_ Creí que era lo mejor.

E_ ¿Lo mejor? –sonrió entristecida con lagrimas en los ojos y cara


totalmente desencajada.

M_ ¿Recuerdas cuándo pasó lo del accidente?, ¿aquel día que tú me


ibas a pedir volver?

E_ Sí –se acercó a ella temerosa notaba como todo su cuerpo


temblaba.

M_ Sabía que me lo ibas a pedir.

E_ ¿Y? –la miró con seriedad y mirada penetrante.

M_ No iba a volver.

228 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ No ibas a volver –fue lo único que se le ocurrió, lo único que
pudo hacer fue murmurar lo mismo que le acababa de decir su
mujer-. Pero...

M_ Lo siento Esther... lo siento.

E_ ¡Maca! –la agarró fuertemente del brazo cuando pasaba por su


lado, ella se detuvo con su gesto serio marcado en el rostro-.
¿Desde cuándo sabes que me ibas a abandonar?

M_ Desde que volví a tener conciencia de todo.

E_ ¿Y me lo dices ahora? –seguía mirándola incrédula pero también


repleta de indignación y su tono fue sobrecogedor por la intensidad
del reproche.

M_ Sí.

E_ Después de todo lo que hemos hecho, después de hacer el amor


como fieras... de devorarnos, después de rogarme que me quedara
a tu lado... de decirme que me amabas...

M_ Lo siento... me pareció lo justo por todo cuanto te has ocupado


de mí.

E_ ¿Te has acostado conmigo por agradecimiento?

M_ Esther no le pongas el lado dramático ¿vale?, no seas infantil.

Empujada por el dolor cruel al que estaba infringiéndole las


palabras de la que era su vida, sin pensarlo con la palma de la mano
bien abierta, la abofeteó, el sonido de la bofetada resonó en toda la
casa, el frío entró de golpe como si toda la calidez que habían
construido en aquel lugar, se evaporara del mismo modo que los
sentimientos entre ellas habían desaparecido.

229 ”Adiós Esther” © by ldana


Maca volvió poco a poco la cara, tenía marcada en ella los
dedos de Esther la furia de su dolor había salido con todas sus
fuerzas contra ella, sabía que era una reacción normal después de lo
que estaba ocurriendo. Pero Esther allí mirándola con los ojos
repletos de desolación, de pena, de rabia, de dolor no estaba
dispuesta a aceptar aquello como algo normal.

E_ No puedo creerlo Maca, no puedo creer lo que me estás diciendo,


no puedes mentir tan bien... en la cama... con mis besos... con mis
caricias...

M_ No he mentido Esther, sabes que hacer el amor contigo es algo


que me apasiona, pero no puedo estar a tu lado solo por sexo, ya
no.

E_ ¡No digas eso! –le dijo entre dientes con rabia y cerrando los
ojos.

M_ Las cosas no son siempre como queremos –fue a acariciarle la


cara pero Esther se apartó-. Es lo mejor, ahora no lo ves pero es lo
mejor.

E_ Para ti, puede –su voz apareció ronca por el dolor y la angustia
que sentía en su garganta-. ¿A dónde vas a ir? –ante la mirada de
Maca agregó-. No me importa por ti, pero sí por mi hijo –murmuró
con pena y al hacerlo sintió como su alma se desgarraba.

M_ De momento con mis padres a Jerez.

E_ Otra vez no... otra vez no... Maca –repetía con negando con la
cabeza, cerrando los ojos, agachando la cabeza, sintiéndose
perdida.

230 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Podrás venir cuando quieras a verlo... siempre y cuando quieras
venir, claro.

Esther sintió como si aquel comentario fuera aceite hirviendo


que le estaban echando lentamente sobre su piel, había tratado de
controlar su cólera pero la actitud para ella incomprensible de Maca,
sus palabras, su frialdad, aquella postura tan suya de superficialidad
de haberse puesto una coraza ante todo cuanto ella decía o hacía,
pudieron con su autocontrol, su respiración comenzó a agitarse, su
boca comenzó a secarse y sin poderlo evitar, Esther con rapidez, dio
los pocos pasos que le separaban de ella y se abalanzó contra el
cuerpo de Maca, comenzó a pegarle, gritándole, insultándola, quería
arañarle, sacarle a golpes aquella frialdad, Maca que parecía no
haberse sorprendido de su reacción, dio un paso que le fue
suficiente para enganchar sus brazos y darle la vuelta, la apoyó
contra su pecho, pasó sus brazos y los de la propia Esther por su
vientre, al ver que no podía con su fuerza, la enfermera rompió en
un llanto desgarrador, cayendo poco a poco hasta el suelo, su amor,
se marchaba y no podía hacer nada, todo el tiempo a su lado, todos
los días todas las noches, y todo había sido mentira. ¿Qué iba a
hacer con todo el amor que sentía?, ¿cómo iba a vivir sin ella?. Maca
la acunó, le susurró con su voz más trémula de lo normal que la
perdonara, que la amaba pero no podía perdonarla

E_ ¿Perdonarme... qué he hecho para qué no me puedas perdonar?


–le preguntó sin fuerzas tras el ataque de histeria que le había
dado, con los puños apretados, con la mirada perdida, con el alma
rota.

231 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Tú lo sabes, no me lo hagas repetir –seguía acunándola contra
su propio cuerpo, la cabeza de Esther reposaba sobre su hombro
mientras lloraba con una gran congoja. Mientras con la voz rota
Maca le susurró-. Lo siento.

E_ ¿Y qué digo mañana? –quería retenerla como fuera... no sabía


que más podía utilizar y con su voz rota fue lo único que se le
ocurrió susurrar.

M_ La verdad...

La dejó sobre la alfombra allí medio echada y con la espalda


apoyada sobre el sofá, no vaciló ni un instante quizá porque si lo
hacía, podría dar marcha atrás a todo cuanto había dicho, o eso
quiso pensar Esther mientras la veía ponerse el abrigo, mientras la
vio coger el bolso, la bolsa de mano y con un dolor punzante, agudo
e insoportable en su corazón, vio como abría la puerta, vio entre el
mar de lagrimas que resbalaban por su rostro, como ni siquiera se
giraba, como ni la buscaba con su mirada ante de macharse, tan
solo escuchó como musitó con la voz apagada:

M_ Adiós Esther...

Rota por el dolor, desgarrada el alma se quedó sentada en el


suelo, llorando sin poder ceder en las lagrimas, en los sentimientos
que Maca había destrozado de un solo golpe, pero ella no podía
dejarla marchar, no podía dejar que se fuera de aquella manera, de
aquel modo tan cruel. Se levantó con las pocas fuerzas que le
quedaban, las lagrimas bañaban su rostro, el corazón galopaba
como si fuera un caballo salvaje a galope por el prado libre, llegó a

232 ”Adiós Esther” © by ldana


la puerta abriéndola de golpe, el intenso frío y ventisca que hacía,
golpearon su rostro, pero ni siquiera aquel helor le hizo temblar
como lo hizo la actitud desconcertante para ella de Maca, no la veía,
no estaba y allí rota en la puerta volvió a caer poco a poco al suelo
mientras rompía en un llanto cruel... un llanto desolador, y comenzó
a murmurar su nombre, con ira, con rabia, hasta que con un golpe
de furia gritó al viento ese viento frío, ese viento helado, ese viento
que parecía con su sonido burlarse de ella una y otra vez de una
manera despiadada.

E_ ¡Maca! –la voz resonó por toda la montaña podría escucharla si


iba caminando, y nuevamente desesperada elevó al cielo con sus
pulmones repletos de dolor su voz rota por el llanto y volvió a gritar-
. ¡Maca!

M_ ¡Esther!, ¡Esther cariño despierta!, Esther mi vida... –la


zarandeaba en la cama con la expresión del temor reflejada en cada
movimiento que hacia para sacarla de allí, de aquel lugar tenebroso
en donde se encontraba.

E_ Maca... Maca –se abrazó a ella muerta de miedo con la


respiración agitada y sudando, mientras las lagrimas derrapaban por
su rostro.

M_ Ya está mi vida, ya pasó –la abrazaba con fuerza, con ternura,


mientras trataba de arreglar su despeinado pelo, trataba de calmar
lo que veía en sus ojos un miedo atroz-. Ya está, estoy aquí.

E_ Te ibas... me dejabas... me moría...

M_ Esther cariño, ¿cómo me voy a ir?, nada más ha sido una


pesadilla, sólo eso.

233 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ No me dejes por favor –se aferraba a aquellos brazos, aquel
cuerpo que la estaba meciendo y protegiendo de aquel miedo.

M_ A ver... mírame –Maca separó un poco su cuerpo para poder


quedar cara a cara con ella, le tomó de la barbilla, le limpió las
lagrimas que caían aún por el miedo que había sentido-. Jamás te
dejaré... te quiero como no he querido a nadie en mi vida, eres la
persona más importante para mí ¿vale? –la miró con ímpetu.

E_ Vale... pero lo vi tan real –decía llorando.

M_ Es solo una pesadilla Esther... –insistía con una sonrisa tierna


dibujada en sus labios mientras retiraba sus lagrimas.

E_ Me decías que habías hecho el amor conmigo por agradecimiento


a cuanto había hecho por ti–un hipo provocado por el sofoco la hizo
detenerse-. Porque te apasionaba... pero solo por agradecimiento...
–hacía continuados pucheros como si aquella parte de la pesadilla le
hubiera impactado aún en la realidad.

M_ Bueno... en algo tiene razón esa pesadilla –la miraba con sus
ojos repletos de ternura y ante el gesto de Esther agregó-. En que
me apasiona hacerte el amor, en que me vuelve loca –Esther sonrió
con pesar mientras le daba un golpecito suave en el brazo. Maca se
acercó poco a poco a ella besándola con ternura mientras con sus
dos manos le sujetaba la cara con cuidado como si fuera algo
sagrado-. Ay Esther, ¡mi niña!, que ya vuelve a ser la Esther mía, la
Esther de siempre –la miró fijamente a los ojos y le susurró con su
voz suave como la seda al desgarrarse-. La mujer que amo más que
a mi vida.

234 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Tú Esther? –trataba de tragar saliva porque los besos de Maca
siempre la dejaban trastornada y después de lo que acababa de vivir
mucho más.

M_ Sí, la Esther niña que me gusta, la Esther atemorizada que me


busca por la noche en la cama, la Esther llorona que quiere que la
mime hasta la saciedad, mi Esther –volvió a besarla con pasión-.
Pero la nueva Esther que encontré al despertarme me vuelve loca
igual ¿eh? –le sonrió.

E_ Te quiero...

M_ Vamos a hacer una cosa cariño... vas a ducharte, voy a preparar


una cafetera mientras te arreglas bien cargadita, vamos al sofá, he
encendido la chimenea tengo preparada la mantita –Esther cerraba
los ojos y se mordía el labio pensando en lo que llegaría bajo aquella
manta-. Y, hablaremos.

E_ ¿Hablar?

M_ Eso he dicho.

E_ ¡Joder Maca!, ¿de qué quieres hablar? –la miró nuevamente


desconcertada y un tanto asustada.

M_ De ti.

E_ ¿De mí?

M_ Eso he dicho, ¿no me explico bien? –elevó su ceja derecha con


mirada desafiante. Esther suspiró con gesto aún marcado por la
pena-. Mi niña... no me pongas esa carita, no me gusta.

235 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Lo sé –de repente como si recordara el vacío de su alma cuando
en sueños la veía marchar, se lanzó a su cuello aferrándose a ella
arrancándole una sonrisa-. Te quiero mi amor.

M_ Lo sé. Venga ve a ducharte...

E_ Si –se separó y cuando fue a entrar a la ducha se giró y le


preguntó-. ¿Lo que me quieres decir es bueno o malo?, es que la
incertidumbre me va a matar a mí y al resto del Foro.

M_ Tranquila –dio una carcajada al pensar en todas las Foreras con


sus subidas y bajadas de humor-. Ya lo verás...

E_ Maca –la llamó cuando Maca se levantaba de la cama-. Te


quiero.

M_ Y yo mi niña, y yo.

La vio meterse en el cuarto de baño, aquellos gritos la habían


sacado de sus pensamientos de todo cuanto quería aclarar con
Esther, de todo cuanto la quería ayudar, era cierto que la Esther que
había luchado por ella, la Esther que le había plantado cara, que le
había ayudado sin descanso, era una nueva Esther, más fuerte y
más segura de si misma, le gustaba verla así y al pensarlo se le
escapó una sonrisa fina, para cuando llegó a la cocina la sonrisa se
había transformado en amplia y clara. Mientras preparaba la
cafetera pensaba en cuanto había sufrido en esa pesadilla, su grito
ensordecedor le había provocado a ella un estremecimiento que aún
le daba miedo sentirlo, encendió la cerilla para acercarla al fogón.
Sí, Esther había sufrido y era la hora de ayudarla, sabía que aquel
sufrimiento dejaría huella, dejaría una herida si no la ayudaba del
mismo modo que le había ayudado a ella, al ver como se consumía

236 ”Adiós Esther” © by ldana


la cerilla tuvo que soplar para no quemarse los dedos, y así pensó
que se sentía su mujer, como una débil llama que se iba apagando
tras tanto sufrimiento pasado.

Separó un poco la cortina para mirar por la ventana, ya estaba


oscureciendo, entendió que a Esther le diera pena separarse de una
maravilla así, pero la vida continuaba y había que seguir adelante
con sus vidas. Había estado un buen rato preparando como
plantearle la cuestión, preparando de que manera decirle aquello
que le había hecho despertar a mitad noche y llenarse los ojos con
el cuerpo desnudo de su mujer, sabiendo que lo necesitaba,
sabiendo que ella nunca lo pediría porque le daba miedo. El mismo
miedo que había visto en aquellos ojos que tanto le enloquecían, en
aquel temblor de su barbilla, agachó la cabeza un tanto decaída, su
pelo cubrió su rostro, y sus manos temblorosas se apoyaron sobre la
pila, la pasión había tapado algunos problemas, y ella como siempre
había pasado en su relación, quería arreglarlos, debía arreglarlos por
el amor incondicional que Esther le había demostrado.

De repente unas manos rodearon su cintura, le dejaron un


beso, y tuvo que suspirar con fuerza para controlar el temblor de su
corazón. Apoyó por instinto su cabeza sobre la de Esther, que seguía
aferrándola firmemente dándole las fuerzas que parecía haber
perdido.

E_ Hace rato que ha salido el café.

M_ Vaya... no me he dado cuenta –dijo sin moverse.

E_ Y hace rato que te llevo observando, mírame Maca –ella se giró


no quería mirarla porque sus ojos se habían llenado de lagrimas

237 ”Adiós Esther” © by ldana


tristes. Esther comprendió porque lloraba, la besó suavemente y
sorprendiéndola le dijo-. Ve al sofá, voy a llevar el café.

M_ No –dijo con rapidez-. Tú vas al sofá y me esperas, ¿vale? –le


sonrió.

E_ Vale –devolvió su sonrisa sin poder evitar cierta zozobra.

Se besaron y tras un fuerte suspiro de Maca, comenzó a


preparar todo para servir a su mujer, iba cómodamente vestida y
con el pelo mojado, le encantaba verla así de natural, le provocaba
una paz tremenda y cuando salió sonrió, aquella visión de Esther
envuelta en la manta abrazada a sus rodillas y con la mirada fija al
fuego, le hizo entender que por eso la quería tanto, porque era
maravillosa y por eso la hacía tan feliz.

M_ Ya está mi vida, el café, y unas tostaditas que hemos gastado


mucha energía.

E_ Es verdad –sonrió con esa sonrisa dulce que le caracterizaba.

M_ ¿Estás mejor? –se sentó a su lado dándole la taza de café.

E_ Sí, la verdad que la ducha me ha ido muy bien –resopló aún con
cara de susto.

M_ Mira que eres tontita, pensar que yo te voy a dejar...

E_ Joder Maca, lo he pasado fatal, no quiero ni acordarme, gracias –


le dio una tostada.

M_ Si, será mejor. Oye Esther –la miró con cariño-. No me has
contado nada de lo que sucedió mientras yo estaba en coma.

E_ ¿Para qué lo quieres saber? –la miró un tanto desconcertada.

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M_ Porque no, recuerda que me perdí cosas –le dijo sonriente.

E_ La verdad que no te perdiste nada importante. Bueno...

M_ A ver cuéntame que quiero saber...

E_ Fue un revuelo en el hospital, Vilches, Cruz, Héctor, Laura,


Javier, Dávila, todos hicieron lo imposible por salvarte. Fue terrible.

M_ Imagino –la miraba fijamente con un gesto de tranquilidad en su


cara tratando de transmitirle esa misma calma.

E_ Cuando me dijeron que estabas en coma, no pude reaccionar –le


dio un bocado a la tostada-. Me quedé como si nada fuera real...
¿sabes lo qué más miedo me daba?

M_ ¿Qué?

E_ ¿No lo adivinas? –la miró con los ojos rasgados.

M_ Que dieran con mi ultima voluntad.

E_ Sí, yo no dije nada pero... al final fue creo que Cruz quien lo dijo.
Me negué por supuesto, es más, cuando volvamos a Madrid
romperás esa ultima voluntad –Maca dio una carcajada-. No me río
Maca, de verdad que lo pasé muy mal.

M_ Por eso quiero que me cuentes –la miró con extrema dulzura,
con extremo amor.

E_ La primera vez que te vi pensé que no eras tú, que sólo era una
broma del destino –Maca asintió dejando su taza y tomándole la
mano-. Era horrible.

M_ Imagino, debo tener una buena cicatriz en mi cabeza –sonrió


para ayudarle a ablandar aquellas emociones.

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E_ Si, te cortaron el pelo y yo pensaba ¡dios mío cuando despierte y
vea su melena a trasquilones! –se puso la palma de la mano abierta
sobre su frente.

M_ Me hubiera dado algo –dijo quitándole la taza pues ya había


terminado.

E_ Pues... sí, así fue todo, recuerdo las noches cuando nada más oía
el pitido de la máquina y el sonido del respirador, es algo que a
veces sigo escuchando, me daba pánico Maca –sus ojos se llenaron
de lagrimas-. Me daba pánico dejarlo de oír, a veces me daba
cuenta, que no respiraba casi por no romper la monotonía de aquel
aparato.

M_ Debe ser duro ver a la persona que amas ahí, si hubiera sido al
revés no sé si lo hubiera resistido cariño.

E_ Seguro que sí, tú eres más fuerte que yo.

M_ Puede que sea más fuerte que tú para según que cosas, sé que
cuando te trajeron del accidente de helicóptero, pensaba que me
moría, y solo fueron unas horas, no creo que hubiera resistido a
tanto dolor –Maca quería llegar al punto donde sabía le dolía, la
había escuchado en sueños, y quería que le hablara de su intento de
suicidio. Le acarició la cara.

E_ Estuve a punto de cometer una locura –no la miró al


murmurarlo.

M_ Lo sé, me lo dijiste.

E_ Lo siento... no pensé en otra cosa que en dejar de sufrir, fui


egoísta no pensé en ti ni en Daniel.

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M_ No pasa nada mi amor, es natural... el dolor se expresa de
multitud de formas, de sentimientos, de miedos.

E_ Ya pero hubiera fallado.

M_ No, te hubiera matado yo de nuevo al despertar y no tenerte –le


sonrió ampliamente-. Pero yo sí te entiendo mi vida, en los
momentos que recobraba el conocimiento y no te veía, creía
morirme, te necesitaba tanto que no podía ni respirar en tu
ausencia. Pero quiero que pienses que no lo hiciste y eso quiere
decir muchas cosas, entre ellas, que fuiste valiente y nada más fue
un momento de debilidad pasajero.

E_ Maca... lo pasé tan mal.

M_ Lo sé, y no quiero que nada de ese dolor quede dentro de tu


alma –Maca volvió a apoyar su mano en la barbilla con infinito
amor-. No quiero ver el dolor en tus ojos, ni la sombra de la duda en
ti.

E_ Pero no puedo evitarlo.

M_ Pero ya ha pasado cariño... y tú debes sacar fuera todos los


miedos, de noche te oigo murmurar mi nombre –Esther tomó la
mano de Maca que tenía en su barbilla y la besó-. Noto temblar tu
cuerpo, sé que fui injusta contigo y quizá mis ganas de disfrutar de
ti de otra manera, mis ganas de tenerte así, cuidándome,
mimándome de la manera tan especial y maravillosa que hiciste, ha
influido en ti para hacerte más daño.

E_ No Maca... tú no me has hecho daño.

241 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Claro que te he hecho daño –en un flashback le llegó el
momento en que la abofeteó, sintió un dolor en su alma y se acercó
para abrazarla y besarla-. Pero quería que te dieras cuenta que
vales por ti misma, sin mí... has sacado adelante mi situación, a
nuestro hijo, a nuestra familia, nuestras madres, todo...
absolutamente todo sola, y no era fácil –Esther ante el abrazo se
sintió desnuda en el alma y comenzó a llorar-. Siento si a lo mejor
me equivoqué, te pido que me disculpes, pero sólo quería ayudarte.

E_ Maca...

M_ Llora, quiero que llores, que saques ese miedo que tienes
dentro... no volverá a suceder mi amor, no volveremos a sufrir así –
la miraba fijamente a los ojos, buscando transmitirle ese
pensamiento mientras Esther lloraba desconsoladamente-. Y si
tenemos que hacerlo, sabemos que nos tenemos la una a la otra y
que detrás tenemos nuestra propia familia, la que hemos creado con
nuestro amor, tenemos gente maravillosa que nos quiere.

E_ Maca... no podía soportarlo más...

M_ Esto es lo que quería hablar... esto es lo que quería conseguir,


llora cariño... saca el miedo estoy aquí –la abrazó contra su pecho,
dejó que reposara la cabeza en ella, le besaba el pelo, sabía que
estaba derrumbándose y era justo lo que buscaba-. Jamás te
dejaré... estoy aquí...

E_ No me dejes nunca Maca...

M_ Sabes que no... –volvió a besarle con un nudo en la garganta-.


Te quiero.

242 ”Adiós Esther” © by ldana


Durante un rato, Esther sacó fuera más sentimientos de miedo,
las pruebas, la lucha contra todos para que no le retiraran el
respirador, también quiso hablarle de sus charlas con Dios, un tanto
avergonzada al principio, era un tema que no solía hablar con Maca,
pero quedó sorprendida ante su respuesta.

M_ Dios nos ayuda claro que sí, está con nosotras diariamente. Yo
también me refugio en Él a veces.

E_ ¿Sabes?... cuando vinimos aquí y dormimos juntas por primera


vez, pensé que todo cuanto tuviera que sufrir lo daría por bueno –su
voz sonaba más calmada, mas tranquila, mas serena, su alma había
quedado limpia y refugiada bajo la manta entre los brazos de Maca
se sentía feliz-. ¿Y sabes con qué me despertaba cada día?

M_ Dime –sonreía estrechándola suavemente pero con decisión.

E_ Aquella nota tuya “La vida es maravillosa”. Y supe que era cierto.

M_ Tú sí eres maravillosa y yo afortunada.

E_ Nunca había sentido este amor por nadie, no pensé que


existiera, no pensé que se pudiera amar así –la miró fijamente a los
ojos.

M_ Yo tampoco –le puso un gesto simpático-. Pero ya ves... hemos


aprendido juntas.

E_ Quiero vivir cada día para ti, cada noche para ti –Maca asintió
sonriente-. Bueno... y para Daniel...

Sonrieron... y aquellas confesiones habían dejado paso a la


ternura, no se amaron, pero sí se entregaron amor, besos cálidos,
suaves, tiernos, juguetones, besos lentos sin prisas, pequeños

243 ”Adiós Esther” © by ldana


mordiscos en sus labios, sus manos rozándose, entrelazando los
dedos, aferrándose la una a la otra, se miraron millones de veces,
susurraron millones de te quiero.

Maca pensaba que había conseguido arrebatarle el miedo, al


menos lo había compartido y sabía que era un buen momento para
plantear la cuestión que llevaba días pensando.

Mientras Esther sabía que lo que acababa de suceder entre


ellas, era la mejor cura para su interior, la comprensión, la ayuda, la
admiración de Maca, hicieron que su interior saliera tan reconfortado
que estaba dispuesta a todo, hasta a confesarle cual era su sueño.
Su mayor anhelo que llevaba tanto tiempo en silencio esperando.

E_ ¿Crees que la vida da una segunda oportunidad para según qué


comportamientos? –seguía besándola.

M_ Pues claro... –la aupó sobre ella mientras Esther encajaba sus
piernas a los lados de las de Maca y se sentaba.

E_ Maca... –juntó su nariz con la suya.

M_ ¿Qué? –musitó mientras se miraban a los ojos.

E_ Me encanta cuando hacemos el amor, pero estos momentos creo


que no los voy a olvidar mientras viva.

M_ Ves tontita como hemos tenido tiempo para todo... mi niña


guapa... mi princesa –le acariciaba la cara con ternura-. Quiero
pedirte algo.

E_ Tú dirás... –le sonrió.

M_ Esther... no sé… quiero que me respondas con sinceridad, me da


un poco de miedo –la miraba con ese miedo reflejado en sus ojos.

244 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Te escucho –notó el efecto de la conversación, notó que su
cuerpo ya no temía, no temblaba de miedo por la inseguridad, ahora
estaba tranquilo, relajado y repleto de calma.

M_ Me gustaría... bueno... me gustaría que me dieras un hijo...

Esther se giró separándose de su cuerpo para mirarla a los


ojos, allí estaba Maca, esa Maca que tan solo ella conocía, la mujer
tierna, sensible, repleta de dulzura mirándola con los ojos colmados
de amor. No podía responderle porque su voz se había apagado por
la emoción, Maca nunca dejaba de sorprenderla, siempre sabía en el
momento adecuado como hacerle tiritar con tan solo una palabra.
Sin poder casi hablar con una voz inaudible, le preguntó con los ojos
acuosos.

E_ ¿Quieres qué tenga un hijo?

M_ Sí –sonrió ampliamente acariciando su rostro con máxima


ternura.

E_ Maca –no sabía que decir y por respuesta se subió sobre ella que
estaba retumbada sobre el sofá y la besó suavemente-. En este
momento es lo que más me apetece... poder tener un hijo contigo...
con la mujer que amo.

M_ Bien... pero será niña, será una Esthercita –sonreía con picardía
mientras se repartían sedosos besos.

E_ ¿Estás segura que quieres una Esthercita? –le mordió


delicadamente el labio inferior mientras su lengua lo recorría
después con suavidad.

245 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Claro, quiero una replica de la madre, una niña que sea
despistada –la besó-, un poco manazas –volvió a besarla ante el
gesto boquiabierto de Esther que no podía dejar de sonreír-, un
poco mala –metió sus manos por la camiseta mientras con los
dientes juntos demostraba el escalofrío que a Maca le suponía
acariciar su cuerpo-. Pero tan dulce, guapa y maravillosa como su
madre.

E_ Maca... –se mordió el labio con felicidad-. ¿Te das cuenta que
podríamos tener la parejita?

M_ Pero yo quiero más... ya lo sabes... tenemos pendiente el tema


de Jorge –le volvió a acariciar con ternura.

E_ Ya no Maca...

M_ ¿No? –la miró con cierta pena.

E_ Lo adoptaron cuando tú estabas en coma... –al ver el gesto de su


mujer agregó con rapidez-. Pero estoy contenta Carlos dice que son
una gente estupenda, que ha sido afortunado, creo que era mejor
así cariño... siento todo lo mal que me comporté y lo cabezota que
fui.

M_ Bueno... eso Esthercita también tendrá que serlo...

E_ ¿Y eso es bueno o malo?

M_ No te voy a responder... que te conozco... –le dijo sonriendo y


mordiéndose el labio.

E_ ¡Va dímelo! –le decía con gesto de ponerse a llorar.

M_ Pues... es... a veces bueno y casi siempre malo.

246 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¡Eres una bruja! –le decía haciéndole cosquillas sin parar.

M_ Para, para Esther por favor –le decía riendo mientras Esther no
cesaba y se revolcaban por el sofá-. ¡Para!

E_ No voy a parar.

Mientras Esther seguía haciéndole cosquillas y le decía mala,


más que mala, Maca trataba de zafarse aunque tampoco hacía
demasiado por ello porque le encantaba ver en los ojos de Esther el
brillo que nuevamente estaba mostrando. Tanto se movieron que
cayeron al suelo, gateando y muerta de risa, aunque también de
cansancio, Maca quiso huir de aquellas manos que le estaban
haciendo llorar de la risa.

E_ Ven aquí.

M_ ¡Esther por lo que más quieras para! –le decía sin poder detener
su risa.

E_ Por ti, lo que más quiero eres tú –la miró llena de deseo.

M_ Pues para por favor... o me voy a hacer pipi.

E_ ¡Yo seré cabezota pero tú eres de un pijo insoportable!

M_ ¡Te vas a enterar! –esta vez quien le dio la vuelta fue ella
echándola sobre la alfombra, se subió sobre ella luchando con sus
manos en el aire.

E_¡Maca, por favor, piensa en Esthercita!

M_ ¡Pero... tendrás morro! –exclamó sujetándole los brazos y


acoplándose con su cuerpo sobre el suyo-. No te va a librar nadie.

E_ Mmmm ni lo quiero –decía con su mirada haciéndole chiribitas.

247 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ De acuerdo.

Maca se acercó lentamente, puso su boca a un milímetro de


esa otra boca que le producía un deseo fulminante, se miraban y se
devoraban con los ojos, ambas pupilas demostraban ese deseo
ardiente que las quemaba por dentro.

E_ Hazlo –le dijo con la mirada encendida, lanzando flechas que


iban directamente al centro del deseo de Maca.

M_ Esther... Esther...

No dijo más, tan solo fueron dos susurros envueltos en una


calidez tal que Esther ni pudo ni quiso evitar mover su cuerpo
buscando el contacto con el de su mujer, que al notar como Esther
subía su pelvis, ella con una sonrisa bajaba la suya, ambas cerraron
los ojos, no necesitaban desnudarse para sentirse, sabían de
memoria sus pieles, y empujadas por el deseo más apasionado que
podían sentir, se fueron lanzando a esos movimientos que creaban
en ellas mayor ansiedad, Maca soltó los brazos de Esther,
necesitaba enlazar sus manos, sus dedos, blancos por la fuerza que
ejercían uno contra otro para sentirse unidas, se miraban a los ojos
sin tapujos ambas querían ver ese deseo, ese amor reflejado en los
ojos de la otra.

E_ Maca...

M_ No pares Esther –le susurró.

E_ ¡Uf! –suspiró con fuerza pero de repente sonaron dos golpes en


la puerta secos-. ¡No!

248 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¡Joder, joder, joder, joder!, ¿por qué habrás quitado el cartelito?
–la miró tratando de calmarse bajándose de ella.

E_ No sé quien será... pero te juro que me oye.

M_ ¡Que castigo!, no me han matado en un accidente... pero me


van a matar aquí de tanto parar –murmuraba poniéndose en pie.

E_ Desde luego y a mí –sonreía tratando de controlar su respiración


abrió-. ¡Fermín! –exclamó sorprendida de ver allí al hombre justo en
ese momento Maca apareció por detrás de ella quedándose un paso
atrás-. ¿Ha pasado algo?

F_ No, me manda la Carmen, me ha dicho que... bueno... –titubeó.

M_ ¿Qué ha dicho? –Maca se puso a la altura de Esther.

F_ Sus palabras fueron, que os pongáis lo más elegantes posibles y


me acompañéis.

E_ ¿A dónde? –lo miraba expectante.

F_ Solo puedo decir eso... os espera fuera... no más de veinte


minutos que conozco a las mujeres y sé que sois capaces de pasaros
horas.

M_ ¡Qué fuerte! –murmuró Maca, ante la mirada del hombre


agregó-. Quiero... decir, ¿vamos a estar solas o... o con más gente?

F_ Veinte minutos.

Se puso la boina y se perdió en la luz del atardecer. Esther


cerró la puerta cariacontecida.

E_ ¿Le he visto una sonrisa?

M_ Yo diría que sí, pero date prisa o tú no estás en veinte minutos.

249 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Joder, eso es muy poco –dijo seria.

M_ ¿No tienes curiosidad? –esta vez sonrió feliz ante la sorpresa que
les había causado la llegada de Fermín.

E_ Me muero por saber.

M_ ¡Venga, corre! –estiró de ella para buscar algo elegante les había
dicho y salir a descubrir que pasaba.

E_ ¿Crees que estarán todos?, no sé, que en lugar de mañana,


hayan venido aquí todos no se... a la Fonda o...

M_ No lo sé Esther... pero conociendo a Carmen... es capaz de


cualquier cosa –se había dado una ducha veloz y salía desnuda.

E_ Desde luego es un acontecimiento. ¡Oye te estás poniendo mi


tanga!

M_ ¡Es verdad! –sonrió ampliamente-. Da igual corre.

E_ Claro así también acabo yo la primera, ¡no te jode!

M_ Ay mi niña madre lo que le gusta renegar –le dio una palmada


en su culo desnudo pues iba a la ducha-. ¿Y tenemos algo elegante?

E_ Nada, absolutamente nada.

M_ ¿Y qué nos vamos a poner?

E_ Pues no sé... –decía mientras se duchaba.

Entonces oyeron la puerta de la casa.

M_ Joder que ha debido de entrar Fermín a buscarnos y nos va a


pillar en bolas –decía muerta de risa en tanga y sujetador.

E_ ¡La hostia!

250 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Voy a ver –salió con el albornoz-. ¡Esther! –la llamó a voz en
grito.

E_ ¿Qué... pero... y esto? –decía con la boca abierta por la


impresión.

M_ Ni idea.

Habían dejado dos vestidos sobre el sofá, ambos negros, uno


con tirantes y otro con el cuello redondo y sin mangas, ambos lisos
y largos, zapatos de tacón, y dos abrigos.

M_ ¿Será de las sobras que tenga Carmen de la Fonda? –no se lo


podía creer.

E_ No creo porque este es mi talla.

M_ ¡A ver! –dijo con interés-. Y esta la mía.

E_ Pues será cuestión de ir dejándose sorprender.

M_ Pues será...

E_ Venga... ¿has visto que monada de zapatos?

M_ Sí. Debes estar para comerte en ese traje.

E_ No entres –le dijo de golpe.

M_ ¿Cómo que no? –la miraba impertérrita.

E_ Como que no, no es noche de sorpresas, ¡pues venga!, yo te la


doy a ti, y tú a mí, porque con ese vestido no sé si aguantare mucho
tiempo sin hacerte alguna locura.

M_ ¡Esther, Esther!, que nos conocemos y no llegamos –le decía


pues había metido la mano por su albornoz.

251 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Ay es... que una no es de piedra y así medio desnuda aún me
pones más.

M_ Pues anda que tú, ya puedes rezar que Fermín no esté mirando
por la ventana, porque vas desnuda –le dijo sonriente.

E_ ¡Mierda y me lo dices ahora! –le protestó.

M_ Pero no te dabas cuenta como me caía la baba.

E_ Mala... diez minutos.

M_ Vamos ¡eh! –la llamó cuando se iba-. Mi beso.

E_ Perdón. Es cierto –se besaron con rapidez-. Sabes que por si


acaso no vamos a estar luego solas, ven.

Esther enganchó la boca de Maca besándola con toda la pasión


que sentía, que era mucha. Luego, cada quien marchó a una
habitación distinta para vestirse.

A los diez minutos y tal como habían quedado, Maca cerró la


luz del comedor. Y esperó.

E_ ¡Maca!

M_ Dime –se oyó su voz sedosa cerca de ella.

E_ ¿Qué haces?

M_ Quería descubrirte primero –salió tras ella abrazándola y


aspirando su olor-. Podría morirme así, te lo aseguro.

E_ Pues no, te necesito muy viva, y mucho más ahora que nunca,
debemos quedarnos embarazadas.

M_ Dios...

E_ ¿Me vas a dejar verte?


252 ”Adiós Esther” © by ldana
M_ Claro –le dijo sonriente.

Maca dio la luz, ambas se quedaron mirando con total


admiración, estaban hermosas, tanto que ambas que lo sabían
suspiraron al mismo tiempo. Todo era tan mágico, tan pasional, tan
tierno que mientras el sol jugaba a marcharse en el horizonte, la
luna salía ya dispuesta a alumbrarlas y observarlas.

M_ ¿Preparada?

E_ Vamos allá –su sonrisa amable, sincera y repleta de amor hizo


que Maca suspirara y aquella tímida sonrisa se volviera carcajada.

M_ Veamos que nos depara ahí fuera –su sonrisa mostró felicidad
plena.

E_ Ponte el abrigo que debe hacer frío.

M_ Que ideal ¿no? –dijo al verlo.

E_ Pues sí.

Abrieron la puerta y frente a ellas, el coche las esperaba, pero


no un coche cualquiera, no era el de Fermín ni mucho menos,
ambas lo observaban reflejando sus rostros verdadera sorpresa.
Frente a ellas un Chevrolet antiguo, cuatro puertas blanco, con los
tapizados de piel negros, con las ruedas negras brillantes como si
los neumáticos también estuvieran pintados y unos tapacubos
plateados que hacían juego con los parachoques.

M_ Dios mío –murmuró Maca con los ojos fuera de sí.

E_ Que preciosidad, pensaba que ya no quedaban coches así.

F_ ¿Nos vamos? –apareció Fermín sujetándoles la puerta.

253 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Muy amable Fermín –le sonrió agradecida mientras él daba un
mínimo golpe de cabeza hacia delante sin llegar si quiera a ser una
inclinación.

E_ Pero... ¡y esto! –exclamó encantada al ver dentro una botella de


champán y dos copas.

M_ Joder... –fue lo único que pudo decir.

E_ Pero Fermín ¿me puedes explicar esto? –lo miraba fijamente.

F_ Cosas de la Carmen.

M_ ¿Y esta maravilla de coche? –preguntaba observándolo con


calma.

F_ Un Chevrolet de 1938 –ambas silbaron-. El Palomino, ¿os


acordáis?

EyM_ Sí –contestaron a la vez.

F_ Le gusta coleccionar coches, este lo trajo de Argentina.


¿Preparadas?

M_ Sí, no sé que nos espera pero sí.

E_ Esta Carmen –murmuró mirando a Maca feliz.

F_ Podéis brindar... está fresco y recién abierto.

Las dos se miraron totalmente turbadas ante tanta preciosidad,


tanto misticismo, y cuando el coche fue a arrancar. Maca le tendió
una copa a su mujer y brindaron.

M_ Por nuestro amor, para que dentro de cincuenta años volvamos


a este lugar a brindar.

E_ Por nuestro amor –le sonrió y brindaron-. Mmmm que bueno.

254 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Si.

No dijeron más palabras, se recostaron cómodamente sobre el


asiento trasero, pensaban que iban a ir hasta el pueblo, ambas
miraban todo con los ojos bien abiertos repletos de emoción, la
noche que estaba llegando era como la esencia del amor que ambas
sentían, única, bella y fuerte.

Cuando vieron que llegaban al pueblo y que Fermín no entraba,


se miraron un tanto sorprendidas, ambas levantaron las cejas como
si aquel gesto fuera para ellas las palabras que no necesitaban,
elevaron sus hombros y se dejaron llevar por Fermín. Maca despegó
uno de sus brazos retirando el abrigo para que Esther pudiera
refugiarse en ella, y así con las manos que les sobraban
entrelazadas y las miradas perdidas por la ventanilla, dejaron que
todo cuanto tuviera que ocurrir, ocurriera. Sin más, de vez en
cuando se miraban, miradas repletas de amor, de vez en cuando
Maca dejaba un beso sobre el pelo de Esther, que al contacto
cerraba los ojos feliz. Hasta que la carretera se estrechó tanto que
se alarmó.

E_ Fermín ¿estás seguro que este trasto puede ir por aquí?

F_ Siempre y cuando no venga otro coche de cara, sí –dijo con


tranquilidad

E_ ¿Y si viene? –no pudo ocultar cierta zozobra.

F_ Tendremos que bajar marcha atrás.

E_ ¡Marcha atrás!, ¿pero Fermín tú has visto que precipicio tengo a


mi derecha?

255 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Cariño Fermín vive aquí –le dijo sonriendo mientras daba un
sorbo a su copa relajadamente.

E_ Ya... pero no hemos llegado hasta aquí para que nos caigamos
por este precipicio ¡Dios mío!

F_ ¿Tan poco confías en mí? –la miró por el espejo retrovisor y ante
el gesto de Maca, negó con su cabeza suspirando-. Pues relájate.

M_ Ves mi amor... siempre te lo digo, no tengas miedo a nada.

E_ Vale... pero no me lo digas con ese tono de riña de mami.

M_ Ya te diré yo quien es tu mami –le susurró en el oído mientras


ella daba una risa provocativa y volvía a abrazase a ella-. Eso está
mejor.

El camino continuaba por curvas bastante cerradas, pero


sabían que el paisaje desde allí arriba debía ser estupendo, por lo
que los rayos de la luna les dejaba ver. Se relajaron tal como dijo
Fermín, ambas rezaban para que al lugar donde aquel maravilloso
coche les llevaba, no hubiera nadie, y con sus miradas se lo decían,
entonces sonreían como si fueran dos quinceañeras enamoradas. Su
sonrisa se transformó en admiración cuando vieron que el coche
recorría un camino repleto de Cipreses, y al final una construcción
que parecía un castillo estaba esperándolas. En la ventanas grandes
velas encendidas, y en la puerta una luz les dejó ver la preciosidad
del lugar.

F_ Ya estamos –abrió la puerta y luego abrió la de ellas.

E_ Nunca había visto algo igual.

M_ Es precioso.

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F_ Es para vosotras... vuestra última noche de solteras dijo la
Carmen se merecía algo grande, os lo merecéis –les sonrió por
primera vez.

E_ ¿Para nosotras? –murmuró perpleja y ante el gesto del hombre


se le echó al cuello sonriendo y muy emocionada-. Tú si eres grande
Fermín.

M_ Gracias Fermín –le dijo ilusionada porque el lugar era idílico.

F_ Mañana a las doce vendré a recogeros... no os preocupéis por


nada.

E_ ¿Y vamos a estar solas?, aquí, en medio de la montaña.

F_ Sí. Hasta mañana –se subió al coche y asomado por la ventanilla


les dijo-. A las doce.

Allí, quietas, absorbidas por tanta belleza a su alrededor, no


salían de su asombro, ni el frío las hizo reaccionar. Una noche en
aquel maravilloso lugar...

M_ Seguro que tenemos más sorpresas –dijo ilusionada.

E_ Seguro. ¿Vamos?

M_ Vamos.

Maca agarró con suavidad la mano de Esther, juntas se


encaminaron hacia aquel castillo, ambas sentían una curiosidad
enorme por saber que habían preparado allí dentro. Se miraron
sonrientes antes de entrar

E_ ¡Qué yuyu!

257 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Oye –se le acercó besándola dulcemente y mirándola a los ojos
con un amor maravilloso y entregado le susurró-. ¿Quieres que te
entre en brazos?, eso trae buena suerte.

E_ ¡Estás loca! –le abrazó tan espontáneamente como necesitada de


demostrarle el mismo amor que veía reflejado en los ojos de su
mujer-. Eres mi loca maravillosa.

M_ Porque no querrás tontita mía –y seguido de este comentario


fundieron sus labios, sus bocas con dependencia con pasión y tras
separarse mirándose nuevamente a los ojos le musitó-. Creo que
será mejor entrar.

E_ ¡Ay!, será mejor entrar –repitió tras un susurro completamente


entregado a ella.

Entre tanto en casa de las chicas, las tres mujeres habían


preparado la cena, Pedro había entrado al despacho de su hija para
poder utilizar su ordenador, debía mandar una información por
email y pensó que Maca no se enfadaría. Al entrar a aquel cuarto
sencillo, ligero de muebles, tan solo la mesa de madera fuerte, el
portátil sobre ella, una lámpara moderna, un sillón que pudo
contrastar era comodísimo y una librería repleta de libros. Justo al
lado de la única ventana que había en el cuarto, una planta hermosa
que le daba un toque realmente hermoso. No había estado nunca en
aquel lugar, era una visión totalmente nueva para él, y al sentarse,
sobre la mesa había un portarretratos, el hombre lo miró con los
ojos entrecerrados, su mano derecha lentamente se dispuso a
tomarlo para observarlo de cerca, allí dos mujeres medio abrazadas,

258 ”Adiós Esther” © by ldana


dos mujeres sonrientes con los ojos repletos de felicidad y la luz en
su rostro de la dicha iluminaba aquella fotografía, conocía lo
suficiente a su hija como para entender que aquel retrato estaba allí
porque aquella sonrisa que mantenía Esther era la que le había
cautivado, la que le había hecho ir contra corriente, la que le había
dado la oportunidad de plantar cara y no sólo a su familia, a la
sociedad de jerez, a sus compañeros, la sonrisa que había hecho a
Maca feliz. Sus ojos se tornaron grises, su boca sintió como se
secaba, y con cuidado y la clase que le distinguía, apoyó su dedo
índice de la mano que le quedaba libre sobre el labio inferior, con
una expresión marcada en su rostro pensativa que se podía leer en
las arrugas marcadas en su frente. Tras un suspiro dejó a un lado la
fotografía, pensando intensamente en su hija, en esa hija que había
sido su ojo derecho y la que por mucho tiempo pensó que le había
fallado, esa hija que sin embargo se había mostrado valiente a la
hora de luchar por lo que ella creía y quería, Rosario en los últimos
días había estado convenciéndole de muchas cosas, su mujer había
cambiado y él sabía que debía aceptar aquel cambio y dar un paso
adelante, lo había conseguido al poder entender el dolor por amor
en el rostro de Esther, lo había entendido cuando veía a su hija, con
su mujer y su hijo, formando una familia. Y por primera vez desde
que Maca les dijo cuales eran sus motivos para no casarse con
Fernando, comprendió, acepto y se sintió orgullosa de ella. Una
sonrisa ladeada, se escapó al notar como su cansado corazón latía
más tranquilo. Entonces tras darle a la tecla “on”, el ordenador se
fue encendiendo, lentamente, tras los pasos pertinentes y cuando
hubo arrancado, otra fotografía como fondo de pantalla, le arrancó

259 ”Adiós Esther” © by ldana


esta vez sí una sonrisa repleta. Maca y Esther estaban sentadas en
el suelo con Daniel entre ellas, el niño tenía una sonrisa tan amplia
como las dos mujeres, Esther tenía apoyada su cabeza en el hombro
de Maca y nuevamente el brillo de sus ojos denotaba todo cuanto
había visto durante los cinco meses que habían vivido en aquel
infierno. No pudo más que sonreír orgulloso.

Mientras, fuera las tres mujeres esperaban ansiosas que La


Campanera de Teresa comenzara a dar señales. Entre tanto
hablaban del futuro de la pareja y Rosario se enteró de lo que Pablo
había significado en la vida de su nuera, al ver el dolor reflejado en
los ojos de Encarna no pudo más que darle la mano y sonreírle.

En_ Eso es el pasado, ahora tienen un futuro repleto de fuerza,


repleto de ilusión.

R_ Así es Teresa, yo creo que esta vivencia tan amarga, les ha


demostrado que para vivir en pareja tienen que estar seguras de
muchas cosas, no es fácil para nadie, yo creo que mucho menos
para ellas, simplemente porque tiene el añadido de nuestra
incomprensión, la incomprensión de la sociedad y contra eso tiene
que ser un amor muy fuerte para contrarrestar todo cuando les
hemos hecho sufrir. Necesitan gente como vosotras dos, les habéis
apoyado incondicionalmente y eso me ha enseñado a mí que debía
pensar antes en mi hija que en el resto del mundo.

T_ Bueno Rosario, creo que de esta hemos aprendido todas muchas


cosas, nos han demostrado que se aman por encima de todo lo

260 ”Adiós Esther” © by ldana


malo. Y tan solo una mentira donde más les podía doler provocó
esta cataclismo.

En_ Y no olvides el miedo de mi hija, creo que eso también les va a


enseñar a mirar el futuro porque yo espero que nos den otro nieto –
sonreía feliz.

R_ Yo también, para que te voy a engañar –sonreía-. Y ojalá te lo


digo de corazón esta vez fuera Esther quien lo tuviera, creo que
sería una maravillosa noticia.

En_ Gracias Rosario, por dar una oportunidad a mi hija –le tocó la
mano sonriente.

R_ No, gracias a ti Encarna.

T_ Bueno.. bueno… bueno… que voy a llorar –decía Teresa


emocionada justo cuanto Joselito comenzó a cantar-. Dios voy a
tener que cambiar la canción definitivamente.

En_ No hija, que te pega mucho.

Dio una carcajada acompañada por una Rosario que ya no


demostraba su porte distinguido con cierta soberbia, al contrario, su
expresión en el rostro se había ablandado, posiblemente porque
había escuchado a su corazón.

T_ ¡Carmen! –rápidamente se callaron-. Si, ¿si?, ¿si?, ¿si? –alzó


tanto la voz en el último sí, que hasta ella misma se sorprendió.

En_ ¡Teresa me estás poniendo de los nervios!

T_ Calla, calla –decía emocionada.

En_ Mírala… vamos como si fuera ella la novia…

261 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Quieres callar… nada hija Encarna que tiene celos… le voy a
regalar un móvil –sonreía graciosamente-. Tranquila… ya lo digo yo,
besos a mi Danielito mañana llegan sus abuelas.

R_ ¿Qué? –la miraban expectantes.

T_ Ya están allí –su rostro reflejó una inmensa emoción.

R_ Dios mío… -murmuró feliz.

En_ Es como un cuento de hadas…

T_ Si –suspiró.

R_ Esperemos que todo esté bien –suspiró también.

En_ Yo creo que les va a encantar –como sus compañeras suspiró.

T_ ¿Os dais cuenta lo ñoñas que estamos?

En_ Pues sí hija… ¿qué le vamos a hacer?, eso es el amor.

R_ En estado puro además…

T_ Lo dicho –las sorprendió de golpe-. En la próxima vida, seré


lesbiana –decía apoyando su mano en la barbilla con gesto
simpático que arranco la sonrisa a las dos mujeres-. Os lo aseguro.

R_ Cuanto tarda Pedro –murmuró preocupada-. Voy a ver.

En_ Está mucho mejor ¿eh?

T_ Sí, yo creo que cuando todo vuelva a la normalidad, porque tiene


que volver, todo será mejor Encarna... estoy segura...

En_ Oye y finalmente ¿el hijo de Carmen qué?

T_ No lo sé Encarna, el chico ha sufrido mucho... yo le he dicho que


les dé una segunda oportunidad porque de todos modos yo no les

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iba a reñir, y que el día menos pensado los encontraba en la puerta
de la peluquería.

En_ Y tanto que si.

T_ Pues nada, me ha dicho que no, que él es incapaz de ir, que no


quiere volver a sentir el rechazo de sus padres y que si ellos vienen,
será distinto aunque esta convencido que no va a venir.

En_ Qué difícil hacemos la vida, ¿te das cuenta Teresa?

T_ Sí, la verdad que sí. Pero nuestras niñas están en el Paraíso, dice
que se quedaron con la boca abierta al ver aquel lugar.

En_ Como para no quedarse con la boca abierta... menuda


maravilla.

T_ Esperemos que todo vaya bien.

En_ Seguro que si, ya verás.

Rosario extrañada ante la tardanza de su marido que le dijo iba


a tardar no más de diez minutos, entró en aquel despacho donde
tampoco ella había entrado demasiadas veces, sabían que aquel era
el lugar más íntimo de Maca y que pocas veces entraba nadie. Pero
al hacerlo, su mirada fue directa al sillón que permanecía vacío. Y
entonces al ver una sombra junto a la ventana, divisó allí a su
marido, mirando a través del cristal, con la mirada perdida en el
jardín. Se acercó con cuidado, no quería asustarlo aunque ella lo
estaba de verlo en aquellas circunstancias, nunca lo había visto así,
tan pensativo, tan alejado de todo, se asustó.

R_ ¿Pedro qué te pasa? –le preguntó con cautela.

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P_ Nada Rosario...

R_ No me engañes.

P_ Estaba aquí... peleándome con mi corazón –la mujer le apoyó la


mano sobre el hombro-. No dejo de pensar si Maca hubiera...

R_ ¡Pedro por Dios! –le interrumpió cerrando los ojos.

P_ Rosario hubiera perdido la oportunidad de pedirle perdón por mi


comportamiento, ¿cómo pude apartar a mi hija así?, ¿cómo fui
capaz de darle la espalda?

R_ Yo también... no te culpes porque...

P_ No Rosario, no –le interrumpió mirándola y la mujer asombrada


vio lagrimas en los ojos de su marido y un nudo en la garganta se
instaló sin ser invitado-. Tú tan solo tuviste que elegir entre ella y
yo, cuando por las noches te oía llorar, le echaba a Maca la culpa,
cuando te veía triste, pensaba que ella era la unica culpable de todo,
y desconocía lo equivocado que estaba –le tomó las manos y las
agarró con calidez-. De nuestros tres hijos, creo que la más
afortunada es Maca, justo a quien le dimos la espalda

R_ Ha sufrido mucho... pero ahora Pedro todo será diferente.

P_ Desde luego, pienso lo primero pedirle perdón por mi actuación


tan estúpida.

R_ Bien –sonrió ampliamente.

P_ La vida nos da otra oportunidad Rosario... no estoy dispuesto a


desaprovecharla.

264 ”Adiós Esther” © by ldana


Rosario lo abrazó con fuerza, el hombre tenía los ojos rojos de
la emoción, sentía las palabras de Encarna tan profundas en su
alma, que sabía que era la verdadera culpable de aquella pista que
le dejó caer sutilmente. La actitud de Esther con su hija, las
fotografías juntas, la lucha de ambas para seguir dando sentido a
sus vidas juntas, le demostraba que su hija había tenido fortuna a la
hora de elegir compañera de viaje por la vida.

El pequeño castillo, tenía dos plantas, estaba hecho de piedra,


a las dos les dio la impresión que debía ser frío, tanto por el material
con que estaba construido como por la altitud del lugar, pero como
todo cuanto habían encontrado en aquel pueblo y en aquellas
gentes, el castillo resultó de una calidez que les embriagó de tal
manera, que sus labios dibujaron la misma sonrisa al cruzar el
umbral, se miraron y aquella tímida sonrisa se transformó en
amplitud. Sus ojos brillaban de igual manera que la gran chimenea
que se encontraba en lo que les pareció el comedor, era amplio con
una mesa alargada tan grande que pensaron que podían estar allí
todos los habitantes del pueblo sentados. Unos cuadros del paisaje
que desde la ventana debía visualizarse decoraban la estancia, una
alfombra roja, y un sofá que tenía aspecto de comodidad.

E_ Seguro que estás pensando lo mismo que yo

M_ Ese sofá tiene una pinta…

E_ Luego lo probamos.

M_ Será mejor que dejemos los abrigos cariño –le dijo pues la
percha de hierro antiguo estaba justo al lado de Esther-. ¿Cuántos
años tendrá esto?

265 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Pues no lo sé, pero más de cien seguro –se quitó el abrigo
quedándose con aquel vestido que le favorecía tanto. Maca no pudo
esconder una mirada de admiración y Esther le sonrió-. ¿Por qué me
miras así?

M_ Porque cariño… te queda tan bien ese vestido, pero tan bien –
asentía mirándola de arriba a bajo.

E_ Maca joder que me da vergüenza que me mires así –le decía


sonrojándose mientras juntaba sus manos y se movía un poco sobre
sus pies quietos en el suelo.

M_ Pues… te vas a aguantar, porque me encanta mirarte así –le


besó suavemente.

E_ ¡Ay Maca! –suspiró cuando se quitó ella el abrigo-. Que buena


estás.

M_ ¡Ah!, ya tardabas en decírmelo ¿eh?

E_ Como ves yo no sé decirlo tan bonito como tú…

M_ No importa como lo digas, importa que me lo digas –Esther pasó


sus manos por la cintura de Maca que la estrechó contra su cuerpo
sonriendo-. Pero sobre todo que lo sientas.

E_ ¿Puedo intentarlo?

M_ Claro que sí tonta –sonreía porque sabía que Esther se esforzaba


por ser romántica en su manera de hablar, siempre era algo que le
acomplejaba, Maca todo lo decía mucho mejor. Y con gesto que le
daba seguridad le dijo-. Así me gusta que lo intentes.

E_ Eres la mujer más maravillosa, hermosa y dulce que existe en la


tierra –cuando fue a contestar le apretó con sus manos la cintura

266 ”Adiós Esther” © by ldana


para hacerle callar-. No he terminado. La mujer que me vuelve loca
–le besó-, la que por las noches me hace despertar para admirarla
bajo los rayos de la luna –con un roce mínimo con las yemas de sus
dedos recorrió su espalda desnuda liberada de la tela del vestido,
que Esther agradeció aquel escote mientras la piel de Maca se
erizaba al contacto-. La que le ha dado el mejor motivo a mi vida
para seguir luchando cada uno de mis días, eres… -Maca la miraba a
los ojos entre embelesada y emocionada-. Eres el mejor regalo que
me ha dado Dios.

Sus bocas se fundieron en un beso entregado, lento pero


pasional, un beso que sellaba todo cuanto había dicho con amor,
con un amor sincero y entregado. Después de aquel beso, un
suspiro emocionado por parte de Maca que la abrazó con ternura
sonriendo.

M_ Ves como lo sabes hacer mi vida… además mucho mejor que yo.

E_ Es que… me lo llevo repitiendo y practicando mucho tiempo –dijo


entre risas nerviosas y la carcajada de Maca.

M_ Eres fantástica –la abrazó con una sonrisa amplia que iluminó
aquella entrada del castillo-. Bueno mi vida… ¿seguimos?

E_ Vale –dijo sonriente e ilusionada como una niña pequeña-. ¿Tú


crees qué habrá algún fantasma?

M_ ¡Qué va! –exclamó divertida mientras la cogía de la mano-.


Vamos. Además, yo no dejaría que un fantasma te hiciera nada,
porque te quiero entera para mí.

267 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Mala –le golpeó el brazo sonriendo-. Aunque pensándolo bien,
me encanta, como dice mi pija preferida.

Se asomaron aquel salón para descubrir que más sorpresas


aguardaba.

E_ Mañana podíamos hacer aquí la comida.

M_ Aún así nos sobraría mesa.

E_ Tienes razón –se cogieron de la cintura-. Que pedazo de


chimenea.

M_ Si, seguro que el bueno de Fermín se ha pasado aquí horas


preparando este fuego.

E_ Seguro.

M_ Sigamos.

Salieron del comedor y se adentraron en un pasillo iluminado


por tres antorchas a ambos lados, el final de aquel pasillo había una
puerta grande de madera gruesa, con unos pomos de plata, sobre
aquellos pomos una nota. Maca miró a Esther para que la tomara y
abriera. Ella la leyó en voz alta.

E_ “La vida es maravillosa” –sonrió emocionada.

M_ Carmen –le dijo sonriente.

E_ Si, hablamos mucho durante los primeros días que tú estabas


rebelde, muchas tardes se quedaba junto a mí mientras yo le
contaba cosas nuestras… se enterneció y además, te dio la razón

268 ”Adiós Esther” © by ldana


cuando le conté aquella flor que me regalaste con una nota que
decía esto.

M_ Me acuerdo –le acaricio la cara con ternura-. Y es verdad, a tu


lado la vida es así de maravillosa.

E_ Si –se besaron nuevamente al separarse sonrientes, Esther


quedó con ganas de más y aunque llevaba tacones, se aupó para
volver a besar aquellos labios que tanto le gustaban-. Ahora me
quedo mejor.

M_ Pues yo ni te cuento cariño… anda vamos a ver que más hay.

Abrieron la puerta y parecía una especie de salón cuadrado, a


ambos lados habían dos puertas y en la pared que enfrentaba el
hueco de una escalera. Sin saber muy bien hacia donde ir, se
quedaron de pie justo en el centro de la sala.

E_ ¿Y ahora qué?

M_ Primero una y luego otra. Luego subimos a ver que encontramos


en la planta superior.

E_ Oye me está encantando tanto misterio.

M_ Y a mí .

Se dirigieron primero hasta la puerta de la izquierda, al abrirla


se llevaron una grata sorpresa, sobre una mesa de madera dos
ramos de flores silvestres, se miraron nuevamente asombradas y
sonrientes.

M_ Que original, son silvestres.

E_ En mi vida había visto unos ramos así.

269 ”Adiós Esther” © by ldana


Se miraron sonriendo y al mismo tiempo dijeron.

EyM_ ¡Carmen! –y dieron una carcajada enorme.

M_ Mira, esta flor estaba el día que fuimos al lago –le dijo calmando
aquella sonora explosión de alegría.

E_ ¡Uf el lago!, tenemos que volver.

M_ Si, pero de noche.

E_ ¿De noche? –sus ojos se abrieron como platos.

M_ Sí mi princesa sí, de noche –la besó con suavidad.

E_ Me vuelves loca, por favor te comería aquí mismo –se mordió el


labio en actitud pasional.

M_ Yo tengo otra clase de hambre, pero te aseguro… -le habló en


voz baja insinuantemente-… que después que mi estómago esté
repleto… te comeré a ti –le besó en la frente.

E_ Pues vamos a encontrar la cena –le susurró con los ojos


entrecerrados por la emoción-. No sea que me precipite a tu cuello
sin remedio.

M_ Vamos… -sonrió oliendo el ramo y dándose la vuelta. Momento


que aprovechó Esther para darle una buena palmada en el trasero-.
¡Ah!

E_ No lo puedo resistir –se aferró a su espalda pasando la mano que


le quedaba libre por la cintura y de esa manera la atrajo hasta su
propio cuerpo.

M_ Cariño –susurró con un escalofrío pues la lengua de Esther


recorrió lentamente un trozo de espalda-. ¡Joder qué no llego!

270 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Eso quiero… eso quiero…

M_ Mira Esther, vamos a centrarnos ¿vale?, no vamos a


estropearnos los vestidos, tenemos que cenar –Esther la miraba
provocativamente, Maca andaba hacia detrás, pero no hizo nada
cuando la mano de la enfermera le quitó la flor de la mano, no puso
resistencia cuando Esther la llevó suavemente hasta la pared y allí la
apoyó con una sonrisa ardiente-. Tenemos que… -Esther sonriendo
lascivamente con suavidad dejó recorrer a su mano por aquella
obertura ladeada que llevaba su vestido-. Aunque… pensándolo
bien… digo yo que… que… -tragó saliva y cerró los ojos cuando
Esther recorrió con la punta de su lengua el cuello de una Maca que
se entregó a sus caricias-. Que ni se te ocurra parar.

La obedeció con gusto, sus bocas se unieron


desesperadamente, el deseo ya había tomado con avidez sus venas,
su sangre lo transportaba de manera frenética hasta sus corazones,
ambos latían respondiendo de manera insaciable a aquellos besos, a
aquellas caricias, más todavía cuando al mismo tiempo, ambas que
tan bien conocían el cuerpo de la otra como si fuera el propio,
separaron hábilmente su ropa interior, buscando y hallando el
secreto mejor guardando de sus cuerpos, aquel que únicamente les
pertenecía a ellas. Sus melenas habían perdido la perfección con la
que se habían arreglado por los movimientos de sus cabezas
buscando sus bocas hambrientas, jugando con ellas, sus vestidos,
intactos la parte superior mientras que la inferior se encontraba
enrollada la falda de la una con la otra, Maca tenía una de sus

271 ”Adiós Esther” © by ldana


piernas acomodada en la cadera izquierda de Esther que le ayudaba
a que aquella postura no se le hiciera pesada, sus pechos a cada
roce más se erguían provocando en ellas un placer que había
sustituido al deseo en aquella sangre que volaba por ambos
cuerpos. Los gemidos resonaban en aquella sala, las bocas cuando
se secaban se buscaban para jugar a aquel juego entre sus lenguas,
que sabían ganado de ante mano, ninguna perdía ambas ganaban.
Los jadeos iban aumentando, cada vez con mayor frecuencia, mayor
intensidad, Esther sentía sus piernas flaquear y tuvo que apoyar su
frente contra el pecho agitado de Maca, sentían que se acercaban al
Olimpo de las Diosas, sentían como las respiraciones ya no podían
parar, como sus gargantas secas rompían en mayores gemidos,
como sus manos libres se aferraban a la otra piel, hasta que
llegaron a tocar el cielo ambas a la vez. Exhaustas se abrazaron,
Maca estrechó a Esther entre sus brazos con fuerza dejando que
reposara su cansado cuerpo sobre ella, la enfermera por su parte,
agradeció aquel apoyo y se aferró a la cintura de su mujer con los
ojos cerrados. Trataban de controlar las respiraciones, notaban
como sus pulsaciones iban recobrando su frecuencia normal, sus
pechos bajaban sus movimientos, recobrando la serenidad. Y
cuando ambas se habían recompuesto un poco, Maca besó
suavemente la cabeza de Esther que seguía reposando sobre su
pecho.

M_ Te quiero.

E_ Maca mi vida...

272 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Te quiero –insistió musitando con su voz repleta de cansancio
pero de ternura.

E_ Y yo cariño, y yo.

M_ ¿Seguimos?

E_ Deja que me recupere ahora mismo no podría aguantar otro


orgasmo así, creo que las piernas no me funcionan.

M_ ¡Estás obsesionada! –rompió a reír y Esther la miró fijamente.

E_ ¡Ah!, ¿quieres que sigamos viendo el castillo?. Disculpa –le puso


un pucherito gracioso con su barbilla.

M_ Estás perdonada... de momento. ¿Vamos?

Mientras en Madrid, en su casa sus padres y Teresa habían


cenado distendidamente hablando de todo excepto, de lo que
últimamente se había convertido en el centro de todas las
conversaciones, después, mientras Rosario y Teresa preparaban las
tazas para tomar un cafetito, Encarna y Pedro se sentaron en el
salón. Ambas mujeres habían prohibido a la buena de Encarna hacer
nada y aunque la mujer protestó lo suyo, lo consiguieron. Una vez
sentados en los cómodos sillones, Pedro quiso aprovechar la
coyuntura para hablar a solas con ella.

P_ ¿Qué tal estás Encarna?

En_ Ahí voy, pero reconozco que no tengo mucha fuerza hoy,
seguro que mañana estaré mejor.

P_ Ahora es el turno de que tú descanses, ya has sufrido y luchado


bastante por la pareja.

273 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Como tu mujer, como tú, como Teresa –se quitó importancia.

P_ Ya, pero tengo que reconocer que tú has sido para todos, incluido
yo, nuestro soporte, nuestro mejor apoyo –la miró fijamente con los
ojos repletos de gratitud-. Y quiero decirte que… tantas veces
critiqué que Maca estuviera con tu hija, haciéndotelo llegar incluso a
ti sin ningún pudor –suspiró demostrando su alto grado de
arrepentimiento ante su actitud, después la miró con una sonrisa de
lado y concluyó-. Que necesito ahora agradecerte Encarna no sólo lo
que has hecho por mi hija, también por lo que has hecho por mi
mujer, y hasta por mí, hoy cuando he entrado en el despacho, he
sido consciente de que todo cuanto tú me decías era cierto, que
estaba tan equivocado… ahí dentro he reconocido mi error y te pido
disculpas.

En_ ¿Sabes Pedro?, en cierta manera no me importaba todo lo que


me decías, pensaba que eras un hombre amargado que no sabía
disfrutar de otra cosa que no fuera su trabajo, su fortuna, sus
viñedos, sólo me dolía porque sabía que a ellas les hacías daño con
tu actitud, pero esto te honra… errar es de humanos y de sabios
reconocer tal error y rectificar.

P_ Últimamente, he hablado mucho de esto con Rosario, adoro a mi


nieto y adoro a mi hija, pero no quería admitir a Esther ni siquiera
como la madre de mi nieto, no te miento si cuando estuvieron en
Jerez, traté de hacer entender a Maca que era un error vivir con
ella… -Encarna no pudo reprimir una expresión que demostró el
escalofrío que había sentido recorrer su espalda-. Lo sé Encarna, mi
hija dice las cosas tal como las piensa, yo también, creó que se

274 ”Adiós Esther” © by ldana


parece a mí en muchos aspectos, quizá por eso me dolía más. Y
mientras estaba en el despacho contemplando una fotografía de
ellas, tuve la necesidad de ser sincero contigo.

En_ Yo eso lo suponía –lo miró fijamente asintiendo mientras decía


convencida-, como tampoco te gustaba yo como consuegra –rió
aunque con tristeza.

P_ Es verdad… pero debo reconocer que no tengo otra mejor que tú,
ya no sólo como te dije antes por la ayuda inestimable que le has
dado a Maca, también a Rosario, y por supuesto a mí. Pues si en su
día recé para que no volviera con Esther, hoy rezo para que no la
deje nunca –le tomó la mano con una caricia tan sincera como
tierna y con esos ojos y esa mirada de Maca le dijo-. Gracias
Encarna, gracias por todo cuanto has hecho y gracias por
enseñarnos a apreciar el amor que tu hija siente por la mía y
viceversa. Cuanto necesites sabes que nos tienes tanto a mi mujer
como a mí.

En_ Gracias Pedro, si en su día me decías en mi cara sin ningún


pudor cosas contra mi hija, hoy sé que me estás diciendo la verdad
de tu corazón, y eso es de agradecer y me alegra saberlo porque
para ellas tú eres muy importante, y si bien alguna discusión
tuvieron por eso, creo que con tú aprobación también ayudamos a
las niñas a que vivan más tranquilas con la aceptación de todos
nosotros, de lo que para ellas es importante, su familia.

R_ ¡Ya estamos aquí! –dijo contenta Rosario que le había cambiado


el semblante desde la última vez que la vio. Al dejar las tazas sobre
la pequeña mesa de cristal se percató que la conversación que

275 ”Adiós Esther” © by ldana


habían mantenido había sido intensa en emociones por los ojos de
Encarna-. Bueno… ¿cómo les estará yendo a la parejita?

P_ ¿Cómo crees que les va a ir?, en un lugar así de mágico, se lo


merecen

T_ ¡Quién te ha visto y quien te ve! –exclamó sonriente Teresa

R_ Mi marido ha abierto los ojos por fin, creo que el tiempo le ha


dado la victoria a Maca

P_ Ahora lo que deberían hacer, es ponerse a buscar a nuestro


próximo nieto, y espero que esta vez sea Esther quien lo tenga.

T_ Lo que yo diga, el aire de aquellas montañas, debe ser poderoso


para cambiar conductas… -sonrió.

En_ A mí me gustaría para que voy a engañaros, pero lo tenga una


como lo tenga otra… será mi nieto como lo es Daniel al que echo de
menos.

R_ Carmen lo debe estar malcriando sin parar.

En_ Nos va a venir de brutote –sonrió.

P_ Seguro, y más que va a estar porque cuando Maca y Esther se


vayan al crucero, tú Encarna te vendrás con nosotros a Jerez con el
niño, tiene que conocer los caballos de su abuelo…

T_ La baba Pedro, la baba –insistía sonriente Teresa.

P_ Y a ti también te espero.

T_ ¿A mí? –preguntó impresionada por la invitación, pues pensó que


por primera vez podría ver aquella mansión Wilson que tanto le

276 ”Adiós Esther” © by ldana


había preguntado a Maca y ella quitando importancia le decía que
era como cualquier otra.

P_ Pues claro.

En_ Como sigas así Teresa, la que se va a separar de verdad eres


tú, tu marido te va a echar la cuerda –dio una carcajada
acompañada por Rosario y más tímidamente por Pedro.

P_ No hará falta, que se venga tu marido.

T_ No si al final, voy a ser como de la familia ¿eh?

En_ Ya lo eres tonta.

R_ Es verdad… eres la Madrina de bodas de nuestras hijas.

T_ Eso sí –dijo orgullosa.

P_ Pues lo dicho, te vienes a Jerez con tu marido cuando ellas se


vayan.

Allí se quedaron hablando, riendo y sobre todo disfrutando de


la mutua compañía. La alegría volvía nuevamente hasta aquella casa
que durante tanto tiempo había guardado un silencio tan pesado,
que las carcajadas parecían dispuestas a arrasar con él, y cuando
fueron a dormir, aquellas risas lo habían logrado, el silencio era
diferente, nuevo, esperanzador, al menos con ese pensamiento se
acostó Encarna rezando para que nada volviera a trastornar la paz
de aquel hogar.

Las chicas se habían arreglado los vestidos, la una a la otra se


arregló algo el pelo, se miraban sonreían y cuando llegó el momento

277 ”Adiós Esther” © by ldana


de andar, Esther agarró fuertemente la mano de Maca entrelazando
sus dedos tal y como le gustaba hacer. Se detuvieron delante de la
puerta que les faltaba abrir.

E_ No tiene nota.

M_ No, en esta la sorpresa estará en su interior –dijo graciosamente


recordando las palabras que Encarna decía.

E_ Como imitas a tu suegra… eres mala.

M_ Ella está encantada ¿eh?

E_ La tienes en el bolsillo.

M_ Claro, ¿qué te pensabas tú? –le acarició la cara-. Si yo soy


estupenda –la besó-. Pero no tanto como tú.

E_ Ya, venga va payasa que tengo hambre.

M_ ¡Ah! –sonrió-. Ahora como tú –alzó su voz y su nariz se frotó con


la de su mujer-, tienes hambre, ahora hay que correr –se puso en
jarras.

E_ ¡Pero cómo me pones mala, más que mala! –se abrazó a ella y
Maca la estrechó fuertemente entre sus brazos necesitando sentirla-
. Te quiero.

M_ Y yo –la miró llenándose sus ojos con la luz del amor.

E_ Pero más quiero una buena cena –dio una carcajada porque
Maca cerró los ojos con gesto de cansancio.

M_ ¡Ay Dios mío que cruz tengo con la niña! –se puso las manos en
la cabeza.

E_ Pues antes no me has dicho eso –le dijo insinuante.

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M_ Es que antes, era la cara, esa niña que me vuelve loca, ahora es
la cruz, esa niña pesadita que me vuelve loca –sonrió-. Va vamos
que yo también tengo hambre.

E_ Abre con cuidado –se puso tras ella.

M_ Oye –se detuvo.

E_ ¿Qué pasa? –preguntó con temor.

M_ Te imaginas que está aquí Carmen y nos haya escuchado.


Porque hay que ver como resuenan aquí los gemidos.

E_ Joder pues te aseguro que me moría de vergüenza.

M_ Y yo –sonrió-. A ver que puede ser esto...

E_ ¡Ay que hambre!

M_ ¡Joder! –murmuró con los ojos completamente abiertos por la


impresión-. ¡Vaya cocina!

E_ Esto es como si lo hubieran sacado de una película antigua –


decía mirándolo todo.

M_ Pero oye, aquí no está nuestra cena.

E_ No, y se supone que deberíamos tenerla... –se miraron


intrigadas-. Voy a ver en la nevera. Maca mira.

M_ ¿Qué...?... pero bueno –decía totalmente perpleja ante la nevera


abierta porque dentro habían varios recipientes cerrados con nata.
Entonces la miró fijamente preguntándole-. ¿No le habrás contado a
Carmen también esto?

E_ Pues... ¡jo Maca! –protestó ante su mirada-. ¿Qué quieres?, algo


tenía que hacer...

279 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Ya, pero contar nuestras intimidades.

E_ Estaba desesperada a veces hablaba sin saber muy bien que


decía, tan solo necesitaba que alguien me escuchara –le decía con
gesto un tanto preocupado por su reacción.

M_ ¡Ay Esther Esther!, menos mal que era Carmen si llega a ser otra
salen publicadas nuestras noches de lujuria –rompió a reír
abrazándola con enorme cariño.

E_ Tonta si llega a ser otra no lo cuento –se defendió mientras le


dejaba un beso en el hombro desnudo.

M_ Sigamos a ver.

E_ ¿Me llevo un bote?

M_ No creo que haga falta ahora, estamos muertas de hambre.

E_ Ya pero donde demonios está nuestra cena.

M_ Mira aquí hay una puerta.

E_ A ver –la abrió-. Joder es una bodega –y cuando Maca fue a


pasar le gritó asustándola-. No pases no se nos vaya a cerrar la
puerta.

M_ Joder Esther que susto, otro así y te quedas viuda.

E_ ¿Tendrán Wilson? –sonrió.

M_ Todo pudiera ser –contestó divertida mientras se apoyaba en la


puerta.

E_ Pues no tienen, pero aquí hay unas botellas bien raras. No voy a
tocar nada, si acaso venimos después.

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M_ ¿Después de que?, porque si esto es una broma desde luego a
mí ya se me está haciendo una perforación en el estómago.

E_ ¡Ay que quejica eres! –entonces soltó la puerta y dejo que se


cerrara ante el susto de Esther-. ¡Maca!, pero... pero... ¡no puedo
abrir, Maca!

M_ Retira lo dicho –sonreía con picardía divirtiéndose ante aquella


situación pues sabía lo que a Esther le agobiaba estar en un sitio
cerrado.

E_ ¡Maca que esto no tiene gracia!

M_ ¡Que lo retires! –insistió.

E_ Lo retiro –entonces se abrió la puerta-. Eres de lo peor sabes la


claustrofobia que me da quedarme encerrada y tú... –no pudo
continuar porque selló su boca con sus labios aprisionando los de la
enfermera entre los suyos.

M_ ¿Decías? –le preguntó después de retirarse de su boca ante el


silencio de Esther-. Vamos.

Volvió a salir con Esther cogida de la mano, guardaba silencio,


pues aquel beso la trastornaba y ella que lo sabía, siempre cuando
la situación se volvía comprometida, acababa por besarla igual.

M_ Vamos a subir imagino que arriba debe haber otro comedor.

E_ Y las habitaciones –murmuró aún abducida por el beso.

M_ Por supuesto.

E_ Entre el beso y ver como se mueve tu culito subiendo las


escaleras tendré que hacerte mía nuevamente –murmuraba

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subiendo detrás ante el silencio de Maca pero su amplia sonrisa-.
Eres una provocadora espectacular ¿los sabías?

M_ Sí –le dijo aceptando aquella pregunta.

E_ La cena estará fría –decidió pensar en otra cosa porque notaba


como el calor se instalaba en su entre pierna y le iba quemando-. Si
es que tenemos cena.

Al llegar al final de la escalera en forma de caracol, se


encontraron con un pasillo amplio, al igual que el pasillo de la parte
inferior, a lo largo de su recorrido, habían antorchas con una llama
que hacía la función de alumbrar aquel pasillo que tenía dos puertas
a cada lado y una justo al final, allí vieron algo, sobre la puerta, se
miraron sonrientes y marcharon directamente hasta ella, pasando
de largo de las demás.

M_ ¿Qué es? –le preguntó a Esther que había cogido un papel.

E_ Una nota.

M_ ¿Qué pone? –asomó su cabeza por el hombro de Esther


apoyando su barbilla en él. Leyó al igual que lo hacía ella-. Que
bonito, ¿no?

E_ Pues sí, y que verdad. Somos afortunadas, nos tenemos y hay


que valorarlo.

M_ Carmen sería una psicóloga estupenda.

E_ Si, a mí me daba unos consejos increíbles, y una calma para


escucharme, creo que me ayudó más ella, con sus silencios que
nadie con sus palabras.

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M_ Fue una suerte que eligieras venir aquí –le pasó las manos por la
cintura dejándole un beso en su cuello.

E_ Estaba desesperada y pensé que aquí sería el único lugar donde


nadie me diría de apartarte de mi lado, lejos de todos, solo para mí.

M_ Que bien suena eso... y lo mal que te lo hice pasar... ¿me


perdonaras algún día?

E_ Me lo pensaré... igual si esta noche te portas bien... pues...

M_ Llevo unos días portándome bien, ¿no?

E_ Pues esta noche tendrás que superarte –decía mientras apoyaba


su cabeza sobre el hombro de Maca y hablaba sonriente.

M_ Lo intentaré. ¿Abrimos?

E_ Sí, espero que esté aquí la cena –giró con cuidado el pomo y al
entrar las dos no pudieron más que silbar-. ¡Pero qué barbaridad!

Ambas no podían quitar su gesto de asombro, ante ellas una


cama enorme con dosel, ambas detuvieron su mirada en ella, se
miraron totalmente absortas pero no era lo único que les llamó la
atención, justo a los pies de la cama una mesa de madera con unos
candelabros y velas encendidas, una cubertería de plata, unas copas
del mejor cristal, y una cena que podía calmar el hambre de tres o
cuatro personas porque por mucho que estuviera tapado todo,
podían percatarse que aquello era una cena a lo grande. Justo al
lado de la mesa, en la pared una chimenea con el fuego adecuado
para que la calidez de aquella habitación fuera la precisa. Sobre la
chimenea un cuadro que mostraba un mar revuelto y un faro, las
cortinas rojas a juego con la colcha sobre la cama y la alfombra que

283 ”Adiós Esther” © by ldana


se encontraba frente al lar, hacía que el dosel blanco como las
nubes, aún resaltara más. Ambas lo miraban todo boquiabiertas.

E_ Vaya tela, ¡qué maravilla! –exclamó emocionada.

M_ Y que lo digas cariño, ¿has visto esto? –le enseñó las copas.

E_ Deben de tener cientos de años, no lo había visto en mi vida.

M_ Si. ¿Y la cama? –no salía de su asombro.

E_ Nunca he hecho el amor en una cama así.

M_ Ni yo –sonrió-. Oye pero encima de la cama hay algo –le dijo con
expresión seria entrecerrando los ojos.

E_ Es verdad –se acercaron-. ¿Pero qué es esto?

M_ ¡Que fuerte! –murmuró mientras apartando el dosel levantaba


un camisón corto, de seda rosa suave. Miró a Esther que tenía en su
mano otro, parecido pero de color blanco roto.

E_ Teresa...

M_ Teresa –dieron una carcajada enorme las dos que resonó en


toda la habitación, entonces Esther bordeó la cama y se abrazó
emocionada a su mujer-. Esto solo se le ocurre a ella.

E_ ¿Te has dado cuenta mi amor?, esto ha sido cosa de todos.

M_ Sí, oye... espera... espera –volvió sobre sus pasos y se quedó


mirando los cubiertos fijamente

E_ ¿Qué pasa?, son muy monos, muy de tu estilo ¿eh?

M_ ¡Toma como qué son los cubiertos que Carmen me guardaba


para mi dote!, pero... –decía totalmente pasmada.

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E_ ¡Pero qué fuerte! –exclamaba sonriente ante el gesto gracioso de
Maca

M_ Parece que vas a tener razón, nos lo han preparado todo...

E_ Si.

M_ ¿Y a ti?

E_ ¿A mí qué?

M_ Vamos no creo que Encarna se haya quedado sin poner su


granito de arena.

E_ Pues no veo nada que me recuerde a algo mío ¿eh?

M_ A lo mejor como ha estado malita –se acercó a ella pasando sus


manos por la cintura tratando que no se desanimara.

E_ Seguramente –dijo con cierta nostalgia en su voz pero


rápidamente se recuperó sabía que aquella noche iba a ser especial-
. Pero me imagino que mi madre lo que me ha dejado para mí... –la
besó-... pues eres tú.

M_ ¡Ah, es verdad!, eso sí puede ser si –dio una carcajada.

E_ ¿Has escuchado ese ruido?

M_ Sí Esther, ¿te da miedo?

E_ La verdad que me gusta mucho este lugar, ¡pero me da un


respeto! –ladeó su cabeza delicadamente.

M_ Pues tranquila porque una vez cene ese ruido no volverá a sonar
–Esther la miró y ante su carcajada le golpeó el culo-. ¡Oye!

E_ No te burles –le riñó.

M_ Venga... ¿qué tendremos de cena?


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E_ A saber pero me muero de hambre... además parece que han
querido hacernos entender que la noche va a ser intensa –sonrió.

M_ Eso parece. ¿Dónde te sientas tú?

E_ Pues no sé... a ver... ¡joder! –exclamó de repente.

M_ ¿Qué pasa? –la miró intensamente.

E_ Mira tu servilleta.

M_ ¿La servilleta? –Maca la tomó entre sus manos y vio bordados


los dos nombres unidos por un corazón y murmuró-. Encarna.

E_ Pues si, esto es cosa de mi madre... fijo –sus ojos se


emocionaron.

M_ Es que Encarna es mucha Encarna.

E_ Bueno vamos a comer o tus tripas me darán otro susto.

Cuando destaparon ambas bandejas que tenían delante de


plata, rieron porque cada una tenía ante ella su plato favorito.
Aquello les hizo sonreír de buena gana, se sentían en una nube,
como si aquel pequeño castillo en medio de la naturaleza las tuviera
apartadas del mundo, como si por unas horas les dejaran estar en la
gloria, juntas, solas, sonriendo, hablando, provocándose. Y en ese
cielo tan especial con nubes rojas de amor, encontraron la
tranquilidad que siempre tenían, volvieron a ellas las ganas de
hablar del hospital, de los amigos, de futuros proyectos que les
habían quedado en el tintero.

E_ A propósito Maca, tengo una noticia que darte –ella elevó una
ceja de manera tentadora-. No es lo que piensas.

286 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Y qué pienso?

E_ Alguna postura nueva... –dijo insinuante ante la carcajada de


Maca que rompió a reír sin poder parar dando una palmada sonora
al viento.

M_ Si no fuera porque esta servilleta tiene mucho valor, te la


echaba. ¡Ay por Dios que a gusto me he reído!

E_ ¿Y? –esta vez quien la miraba con un ardor en sus ojos que no
quería esconder era ella.

M_ Qué tienes razón... porque últimamente no hacemos otra cosa –


sonrió

E_ En serio.. verás...

M_ Espera voy a por el champán y nos tumbamos al lado de la


chimenea

E_ Vale pero yo quiero probar esa cama lo primero.

M_ Todo a su tiempo, Esther, todo a su tiempo.

E_ ¡Ay es que me vuelves loquita! –la perseguía con la mirada fija


en su trasero, con su andar seguro, aquel vestido le hacía un cuerpo
más esterilizado, aquella figura que se sabía de memoria pero no
por eso dejaba de sentirse atraída de manera visceral por ella-.
¡Pero muy loquita!

M_ ¿Ah si?, pues no entiendo que haces sentada...

E_ ¿Me provocas?

M_ Nada más lejos de mi intención –sus ojos incitantes se clavaron


en su escote.

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E_ Ah... creía –se acercó a ella que tenía la botella de champán y
dos copas, entonces con un toque suave apartó la falda del vestido
haciendo que Maca suspirara-. Vamos a la chimenea.

M_ ¡Ay Esther, Esther qué mala eres! –le susurró apoyando su


frente en la suya

E_ Vamos...

Justo al lado de la chimenea que continuaba con su


característico crepitar, había un diván de terciopelo blanco, era
insuficiente para que tumbaran en él, pero era bastante para que
ambas se sentaran en el suelo apoyándose en él, sobre aquella
alfombra roja, el fuego reflejaba en sus caras dándoles un color que
acompasaba el del aire que se respiraba allí, rojo pasión. Maca
destapó la botella yendo a parar el tapón a la otra punta de la
estancia, Esther reía abiertamente mientras la espuma caía sobre la
alfombra.

E_ Te vas a manchar –le decía muerta de risa.

M_ Joder, la botellita ha debido moverse lo suyo.

E_ Que cara has puesto –seguía sonriendo sin parar.

M_ A ver si te vas a mear –le dijo de golpe y entonces volvieron a


dar una carcajada mientras con cariño se besaban-. Te quiero mi
niña.

E_ Y yo –le acarició con ternura la cara mirándola y llenándose de


ella.

288 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Bueno trae la copa guapa que esto sigue saliendo –decía
mirando hacia la alfombra-. Luego nos tocara pagar los
desperdicios, te lo advierto.

E_ Pues los pagamos –dijo mientras retiraba la botella a un lado y


se acercaba a su amor-. Brindamos.

M_ Si, te cedo el honor –le sonrió.

E_ Brindo por ti, y por mí, brindo porque nuestro amor no


desfallezca nunca, porque aquello que me dijiste cuando leíste la
carta de Luna, no se cumpla, que nadie se cruce en nuestras vidas,
brindo por nuestro amor fuerte y sano, brindo por que te quiero,
porque te amo y porque eres la dueña de mi vida.

M_ Brindo por ti –le dijo con su voz susurrante mirándola a los ojos,
devorándola de manera consciente-. Brindo porque ni nada ni nadie
nos separe, por nuestro amor, brindo porque eres la dueña de mi
vida.

Sonrieron y chocaron sus copas débilmente, después bebieron


sin dejar de mirarse, para suspirar ambas al mismo tiempo una vez
dado el primer sorbo.

M_ Me vas a contar ya.

E_ A ver... tu padre el último día que vino me comentó que nos


había preparado un crucero.

M_ ¿Un crucero?, ¡qué horror! –murmuró un tanto apática.

E_ ¿No te gustan?

M_ No, no soporto estar en la habitación haciendo el amor y


teniendo que sujetarte a la cama...

289 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Así que lo has probado en un barco, eh? –la miraba con los ojos
entrecerrados de manera desafiante.

M_ Sí, y te aseguro que a ti no te gustaría, ahora, que si tú quieres


que vayamos, vamos, bueno pero que vamos ¿eh? –insistía
asintiendo a sus palabras con la cabeza y a cada movimiento su
melena se movía graciosamente.

E_ Pues no sabes lo que me alegra que no quieras ir –dio una


carcajada y ante su mirada agregó-. De fin de curso en bachiller
hice uno, y a parte de que tienes razón, no podríamos hacer el amor
demasiado bien, me pase todo el viaje de ida vomitando.

M_ No me extraña lo más mínimo, vamos –entonces dejó la copa y


se acercó hasta su hombro desnudo besándolo-. ¿Así qué... tú...
también?

E_ Claro, que no sea pija no quiere decir que no aprovechara las


ocasiones.

M_ Eres malvada a más no poder –se le echó encima mientras


sonreía-. ¿Qué me dijiste antes? –se había sentado sobre ella y la
miraba con pasión.

E_ Que después del susto que me habías dado, debías portarte


bien... –le acariciaba los muslos suavemente provocando que la piel
de Maca se erizara ante el contacto.

M_ Eso es... que debía portarme bien... –comenzó a moverse tan


suavemente ejerciendo una tímida presión en ella, pero tan intensa
que Esther suspiró-. ¿Y... qué quieres que haga? –la miró
sugerentemente.

290 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Lo que estás haciendo... no está nada mal –susurró subiendo sus
manos por los muslos.

M_ Vale –musitó intensificando un poco más su movimiento.

E_ Debimos subir la nata.

M_ Tenemos tiempo cariño... sigue –le dijo pues se había detenido


la excursión que sus manos estaban haciendo.

E_ ¿Te gusta?

M_ Como me lo puedes preguntar –sus pezones se marcaban por


encima de la tela del vestido mostrando la excitación que sentía en
todo su apogeo.

E_ Maca... –susurró débilmente cerrando los ojos pues sus caderas


comenzaron a complementarse en los movimientos.

M_ Que... –devolvió el susurro y ante la presión de las manos de


Esther gimió sin poderlo resistir mirando como de igual manera que
a ella, los pezones de su mujer se erguían demostrando que todo
cuanto estaba haciendo, era lo correcto.

E_ ¡Sigue! –fue un susurro repleto de ternura.

M_ Apriétame Esther.

E_ No pares –decía jadeando no solo por su propio placer, también


por el que sabía le estaba causando a Maca.

M_ Esther... Esther...

Y así juntas, de la manera más divina posible, rozaron las


estrellas, no les importó entregar al silencio de la noche los gemidos
que cruzaban las paredes de aquella habitación, quizá pensaban

291 ”Adiós Esther” © by ldana


habían logrado despertar la curiosidad de algún fantasma, pero de lo
que no cabía duda, era del placer tan brutal que habían vivido.
Esther se levantó de un solo movimiento, necesitaba humedecer sus
labios , y sabía de que manera, Maca se acopló a la nueva postura,
abrió sus piernas, abrazando con ellas el cuerpo de Esther, mientras
ella se sentaba apoyada sobre el diván lo suficiente como para
poder soportar bien su peso, por su parte la enfermera, había
abrazado a su mujer por la cintura, la aferraba con fiereza a su
cuerpo, mientras Maca con uno de sus brazos rodeaba su cuello y
con el otro, lo pasaba por el torso bajo su brazo aferrándola también
ella. Así tratando de controlar sus respiraciones, se entregaron a
besos apasionados que no hicieron más que disparar más aun el
delirio que sentían, sus lenguas jugaban, se rozaban, se escapaban,
se mordían, sus labios succionaban la lengua contraria, atrapaban
los labios contrarios y así, ambas quedaron saciadas de su sed.
Trataron de detener aquel énfasis del que tanto disfrutaban pero lo
único que lograban era excitarse aún más, exaltarse repletas de
pasión, repletas de ganas de llenarse la una de la otra. Ninguna era
sensata en aquel arrebato, ambas se erguían como dos locas
entregadas a la fogosidad de sus cuerpos, de sus necesidades
físicas.

E_ Maca... Maca –trató de poner algo de cordura, Maca se separó


mirándola con su boca entreabierta y sus ojos repletos de pasión-.
Deberíamos cambiarnos, no podemos hacerle ese feo a Teresa.

M_ ¿Teresa? –murmuró un tanto desconcertada.

E_ Los camisones.

292 ”Adiós Esther” © by ldana


M_¡Ah!, si, bueno da igual mañana nos los ponemos –le decía
tratando de ganar su cuello, pero ella se apartó sonriente-. ¡Joder
Esther!. ¡Uf!, está bien, está bien –dijo no muy convencida.

E_ Vamos a tener toda la noche mi vida... ¡venga! –le dio un golpe


suave en el culo-. Además luego Teresa nos pedirá detalles y...

M_ Joder... odio parar –murmuró abatida sentándose en el suelo.

E_ Voy a cambiarme –le dijo poniéndose en pie y mostrándole sus


manos para ayudarla a levantar.

M_ Vale –dijo una vez de pie cogiéndola fuertemente del culo-. Voy
a por la nata mientras te cambias.

E_ ¡No! –gritó deteniendo a Maca que se había soltado de sus


manos.

M_ ¿No? –la miró sin entender muy bien y con un resoplido-. Esther
no estoy para esperar mucho rato, te lo advierto, tengo un fuego
interior que me va a abrasar –decía mordiéndose el labio y
dirigiéndose de forma impulsiva a besarle.

E_ No te vayas y me dejes sola –le dio después de besarla como


una loca pero retándola con la mirada-. Tengo miedo.

M_ ¿A qué?, ¡está bien!, ¡vamos! –tiro de su mano bajando


precipitadamente por las escaleras.

E_ Maca, que me mato... Maca –decía riendo como una loca


mientras bajaban los escalones.

M_ Venga, venga –abrió la nevera y cogió un recipiente con nata,


otro con fresas. Cerró la nevera. Se giró y volvió a abrir-. Dos
mejor.

293 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Menudo atracón, a ver si vamos a pillar un empacho.

M_ Va no te entretengas –volvió a tirar de ella.

E_ ¡Espera!

M_ ¿Y ahora qué?

E_ Hielo –sonrió con picardía.

M_ Venga, venga... –decía mientras volvía a besar su nuca.

E_ ¡Uf!, vamos –esta vez fue ella quien tiro de Maca.

M_ ¿Te cambias tú primero? –la miraba provocativa.

E_ No, a la vez.

M_ Pero eso es poco Romántico cariño –le puso pucheritos.

E_ Vale pues yo en el lavabo tú aquí.

M_ Venga si.

E_ No tardo –sonrió feliz.

M_ Esther que nos conocemos y sé que tardas, piensa en el hielo


recorriendo tu vientre –le decía mordiéndole el lóbulo.

E_ Dos minutos, lo prometo –la besó con pasión y salió corriendo.

Ambas reían divertidas, aquella noche estaba siendo realmente


especial, quizás el saber que al día siguiente todo volvería a la
normalidad, les daba esa sensación de querer devorarse, de querer
estar una sobre la otra, pegar sus cuerpos y no separarse jamás.
Maca se quitó todo de un solo golpe, miraba aquel camisón tan
picante y no podía imaginarse a la buena de Teresa comprándolo, se
reía solo de pensarlo, pero también se moría de ganas por ver a
Esther. Ella en el lavabo se había tropezado dos veces, las prisas
294 ”Adiós Esther” © by ldana
nunca habían ido con su forma de ser, pero aquel momento a ella
misma le premiaba la necesidad.

E_ ¿Salgo? –preguntó desde dentro con una amplia sonrisa divertida


y nerviosa.

M_ Sí, yo ya –le contestó con la misma sonrisa.

E_ Voy.

M_ ¡Va Esther! –rozaba la histeria y su nerviosismo le hacía no


estarse quieta en la cama.

Al salir del cuarto de baño, vio que tan solo quedaban


encendidas las velas de mesa, y dentro de aquella cama veía tras el
dosel la figura de Maca, ella caminaba dilatando un poco más el
momento de llegar, sabía que estaba provocando a su mujer de
manera cruel, pero como tantas veces ella misma le había dicho, la
recompensa valía la pena. Por su parte, Maca podía ver entre la
tenebrosidad de la habitación el cuerpo de Esther, reflejado por la
luz de la chimenea, era espectacular, terrible y abrumadoramente
espectacular. La deseaba tanto, la amaba tanto, la necesitaba tanto.
Esther separó el dosel lentamente, con su sonrisa amplia, aquella
sonrisa que había cautivado a Maca, aquella sonrisa que la
desbordaba una y otra vez, que le encendía el interior como aquella
chimenea encendía aquel cuarto, y daba calor.

M_ Estás divina...

E_ Tú si estás divina.

No hubieron más palabras, en aquel momento sobraban porque


en lugar de sus voces extasiadas, hablaron primero sus ojos, tanto

295 ”Adiós Esther” © by ldana


decían, que no hacía falta nada más, hablaban sus manos, con
caricias lentas recorriendo el cuerpo deseado con calma pero
intensidad, lo hacían sus labios, con besos robados, con besos
entregados, besos dependientes, lo hacían sus cuerpos bajo aquel
camisón tan especial para la ocasión. Y así, primero lentamente
devorándose con la mirada, se dijeron todo cuanto sentían sus
corazones, después, con las caricias buscaron territorios que no por
descubiertos con anterioridad, les resultaba menos excitante
volverlos a recorrer. Los camisones duraron poco en sus cuerpos, el
tiempo que les dio la pasión para despojarse de ellos, después se
revolcaron por la cama de un lado a otro, se besaron
frenéticamente, se acariciaron como si en ello se les fuera la vida,
sin palabras fue primero Maca quien decidió disfrutar con las fresas,
Esther tan solo recibía amor y pasión, se dejaba hacer; después fue
Esther quien jugó con la nata por el cuerpo perfecto de su mujer, y
más tarde, no necesitaron más que sus cuerpos desnudos, sus
pieles saciándolas, sus labios enrojecidos, sus manos ardientes para
llegar a allá donde tan solo un buen amor, donde dos personas
únicas, donde dos mujeres entregadas la una a la otra son capaces
de llegar.

El fuego de la chimenea fue bajando su intensidad, conforme a


ellas se les fue acabando las fuerzas, rendidas, caían sobre una
nube algodonosa de terciopelo, se abrazaban y se dejaban llevar, así
estuvieron durante algunas horas, otras tan solo se miraban, se
acariciaban, se sonreían, se besaban tímidamente, cuando se
quedaban adormiladas, una observaba y admiraba a la otra,

296 ”Adiós Esther” © by ldana


sabiéndose feliz, sabiéndose afortunada y rogando a Dios, que
aquella visión no le fuera arrebatada nuevamente.

En silencio, Maca dormía de lado, abrazando el cuerpo de


Esther que tenía los ojos abiertos, las formas en la pared
jugueteaban, se difuminaban y volvían como sus recuerdos, sin
poder evitarlo una lagrima resbaló por su rostro, tanta felicidad, le
ahogaba y si bien había rogado que llegara ese momento, le estaba
superando sentirse tan feliz, tan amada. Y la mano que jugaba
lentamente con su vientre, la tomó, entrelazó sus dedos, y se aferró
a ella, como se puede aferrar el recién nacido al pecho de su madre,
para su vida, Maca era el motor que daba ese funcionamiento a su
corazón.

E_ Maca... ¿duermes?

M_ No... pero no me puedo mover cariño –le dijo con voz extasiada.

E_ Yo tampoco –sonrió.

M_ Mañana tendremos que usar un kilo de tapa ojeras.

E_ Es verdad, porque llevamos cuatro días de locura.

M_ ¿Cuatro?, pues mi cuerpo parece que me diga muchos más.

E_ Oye.

M_ Dime mi vida –se aferró más a su mano.

E_ Quería decirte algo...

M_ Tú dirás –se apoyó con el codo en la almohada mientras la


miraba con adoración.

E_ Te quiero.

297 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Esther... –se aferró con fuerza a su cuerpo suspirando con
fuerza-. ¿Sabes?, nunca he sentido esto...

E_ ¿Ni con Azucena? –le preguntó con temor.

M_ Con nadie mi amor –le besó la sien-. A veces tenía miedo porque
lo que sentía y siento por ti es tan fuerte, que me daba miedo.

E_ A mí me pasaba igual... me pasa igual –otra lagrima resbaló por


su rostro.

M_ ¿Por qué lloras? –la miró preocupada.

E_ Porque soy feliz... –musitó besándole la mano.

M_ Mi amor... yo también lo soy, inmensamente feliz.

Esther se volvió y sonriendo se besaron aferrándose después


en un abrazo entregado.

No sabían muy bien porque, ni tampoco les importaba, pero no


podían parar de amarse, sus cuerpos era cierto que se mostraban
un tanto extasiados pero bastaba un ligero roce, una ligera caricia
para que nuevamente la pasión entre ellas se desatara. Volvieron a
amarse logrando aquel nexo de unión que parecía que cuando se
entregaban sus cuerpos estuvieran unidos el uno al otro, se movían
acompasadas sabiendo justo el rincón donde una hacía explotar a la
otra, ambas devoraban con la misma euforia sus bocas, sus pieles,
sus sexos, no cesaban de sentir y querían seguir sintiendo aquella
maravillosa sensación de estar en aquella nube particular, de la que
eran dueñas y señoras, viajaban por el cielo pudiendo llegar al sol
sin derretirse porque el propio calor que tenían sus cuerpos, el ardor
que sentían en su interior, aplacaba la fuerza del astro rey, podían

298 ”Adiós Esther” © by ldana


rozar con sus yemas la luna que las seguía iluminando para que
pudieran hacer con ella una fiesta de amor, podían notar como
subían a las estrellas y llegar al Universo con un temblor intenso en
sus cuerpos.

E_ ¿Sabes una cosa Maca? –murmuraba con una voz más que rota
por el cansancio, mientras reposaba en el pecho de su mujer

M_ ¿Qué? –su respuesta no fue mucho más intensa

E_ Creo que Carmen le ha debido echar algo a la comida

M_ ¿Por qué? –sonreía divertida imaginándose lo que iba a decir

E_ No es normal cariño… es que no puedo con mi alma pero te


deseo como una loca.

M_ Nos habrá puesto una Viagra femenina –soltó una carcajada


enorme-. No seas tonta, somos así, ¿o no recuerdas ya otros
momentos en la Sierra por ejemplo?

E_ Sí –sonrió graciosamente.

M_ ¿Y cuando fuimos de luna de miel?

E_ Sí –exclamó extasiada de placer al recordar.

M_ ¿Y en el coche?

E_ Dios sí, solo nos falta en la moto.

M_ Pues a mí se me está ocurriendo algo, ¡levanta!

E_ No puedo –sonreía divertida ante el gesto insinuante de Maca-.


No puedo.

299 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Venga Chiquita de la Calzada, ¡arriba! –le ayudó a levantarse
sonriendo, cogió una manta y se enrolló, luego abrió un poco para
que Esther se metiera dentro-. Ponte delante.

E_ Nos vamos a caer.

M_ Confía en mí.

E_ Joder… ¡que flojera de piernas!

M_ Y más que te va a entrar.

E_ Me encanta, me encanta –repetía feliz-. ¿Dónde me llevas?

M_ Ahora veras… a ver… quisiste hacerlo en la cocina en nuestro


refugio y no nos fue nada mal, y yo desde que he entrado en este
maravilloso lugar, me muero de ganas de probar aquel sofá y la
mesa, ¿qué me dices?

E_ Que te des prisa.

M_ Mi Princesa… que hoy más que nunca eres mi Princesa –le


musitaba en el oído.

E_ ¡Eres lo peor Maca! –le dijo mientras bajaban las escaleras.

M_ ¿Y eso? –la llevaba cogida del vientre con sus manos mientras
Esther sujetaba la manta.

E_ Porque sabes que cuando me hablas así me derrito por fuera y


ardo por dentro.

M_ Y me gusta tanto lo último…

E_ Definitivamente… esto no es normal… tendremos que hablar con


Carmen es capaz de todo –dio una carcajada mientras llegaba al
salón principal-. ¿Aquí quiere su Majestad?

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M_ Sí, aquí quiero poseer a mi Princesa.

E_ ¿Y si me niego? –la miraba con expresión picarona.

M_ No será capaz de negarse a esto… pero si lo consigue… asumiré


mi fracaso y me conformare yo solita –le dijo poniendo su mismo
gesto mientras retiraba la manta de ambos cuerpos-. ¿Le parece
bien?

E_ Le va a resultar complicado Majestad –le hizo una reverencia


simpática y con su sonrisa amplia repleta de ironía-. No creo que su
Princesa pueda acceder a sus necesidades.

M_ No crea Princesita mía –se le acercó mientras Esther se retiraba


dando cortos pasos hacia detrás- Tengo mis armas para doblegar
tanta frialdad.

E_ No lo niego, pero… -tropezó con la mesa y ante la mirada seria y


desafiante de Maca, con su ceja elevada tal y como le gustaba a
ella, sonrió subiendo de un salto a la mesa-. A ver que es capaz de
hacer para encender la pasión que en este instante esta apagada.

M_ ¿Ah si? –le abrió las piernas y se puso entre ellas sin tocarla,
Esther se estremeció-. Veamos que te parece esto –pasó su dedo
corazón por el vientre de su Princesa que no pudo evitar con una
gesto rápido y un golpe de respiración, esconder su vientre-. Bien…
veamos… ¿y esto? –con la otra mano le apartó la melena pasando
delicadamente su dedo por el cuello mientras la miraba con la boca
entreabierta y una ligera sonrisa vencedora.

E_ No está nada mal –susurró mordiéndose el labio.

301 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Bien. Sigamos. Por lo que veo… no me va a costar tanto –le dijo
al ver como sus pechos se endurecían al contacto frágil de las
yemas de sus dedos-. Me encanta tenerte así –le susurró y entonces
acercó su boca hasta la de Esther que ante las caricias no podía
reprimir sus ganas de tocarla-. Me encanta saborearte, voy a
intentarlo, ¿eh? –le dijo sonriendo mientras volvía con su mano a
separar el pelo, luego se acercó lentamente hasta su oreja, pasó su
nariz por ella ante el gemido incontrolado de Esther que no lo pudo
omitir. Un segundo después de aquel gemido, Maca se mojaba sus
labios para besar poco a poco, con un roce minúsculo su cuello.
Esther cerró sus manos, apretó sus puños, sentía como la sangre
hervía, como el corazón corría y como el deseo la enloquecía, pero
no había nada mejor que sentir todo aquello, sentirse morir ante
Maca. Pero ésta de repente y sin previo aviso se detuvo y se separó-
. ¿Y bien?

E_ Sigue –le dijo vencida.

M_ No creo que sea justo seguir –hizo amago de separarse de ella.

E_ ¿Cómo qué no? –abrió graciosamente sus ojos.

M_ Porque soy tu Reina y yo debería ser quien mandara, ¿no te


parece?

E_ Joder…

M_ Las Princesas no dicen tacos –le sonrió subiendo a la mesa-. Que


caliente está.

E_ Uf pues tu Princesa esta ardiendo –a gatas fue hasta ella.

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M_ ¡Eso no puede ser! –le dijo entrecerrando los ojos-. Mi Princesa
no iba a arder en el deseo, iba a ponérmelo difícil.

E_ Vale, acepto, no puedo –dijo definitivamente rendida-. Me rindo


a los pies de su Majestad, me rindo para toda la vida, es superior a
mí, no tengo voluntad propia ante sus caricias Señora mía.

M_ Eso me gusta más –le dijo acercándose a ella lentamente por


encima de la mesa-. ¡No sé que voy a hacer contigo!...

E_ Le puedo dar ideas… -le guiñó el ojo.

M_ Bien… eso puede ser divertido.

E_ Vale –le cogió su mano y la llevó a la boca, Maca cerró sus ojos y
se humedeció los labios. Esther besó con delicadeza cada uno de sus
dedos.

M_ Eso está bien –susurraba mirándola embobada.

E_ Lo sé –lentamente con su mano sobre la de Maca, le obligó a


recorrer desde su boca, hasta su esencia con cuidado mirándose a
los ojos sonriendo ambas con felicidad, Maca se mordió el labio
graciosamente, Esther cerró sus ojos ante su contacto íntimo y sin
apartar su mano de la otra le dijo-. Ahora Majestad… ahora soy toda
suya.

Con cuidado Maca siguió el camino que su mujer le había


marcado, siguió cada una de sus caricias con mayor o menor
profundidad, y cuando alcanzó la cima del placer, fue Esther quien le
hizo llegar con un éxtasis maravilloso. Se besaron gastando las
pocas fuerzas que les quedaban, se miraban a los ojos entregándose
amor, se llenaron de ternura, también de pasión, utilizaron la mesa,

303 ”Adiós Esther” © by ldana


el sofá, parecía que cuanto más querían parar menos podían, se
abrazaban, se besaban, se susurraban mil te quiero, todo envuelto
en una gran devoción, un cuerpo necesitaba estar junto al otro
cuerpo, como si el amor los cosiera, como si cada caricia fuera la
última.

Finalmente después de muchas risas, agotadas por el esfuerzo,


se metieron en aquella cama que parecía sacada de un cuento de
hadas.

E_ Cuando tengamos dinero nos compraremos una cama así.

M_ Que Romántica es mi niña –susurró mientras se Esther se


acomodaba entre sus brazos

E_ Si.

M_ ¿Y qué haremos cuando la pequeña Esther esté en su cuna? –le


dijo sonriente dejándole un suave beso en el hombro

E_ En cuanto volvamos a Madrid comenzaremos con todos los


papeleos –no ocultó las ganas que tenía de que aquello sucediera.

M_ Si.

E_ Me enloquece la idea de darte una Esthercita –sonreía


graciosamente

M_ Dios y a mí tenerla. ¿Te imaginas?, Daniel y Esther, suena


fabuloso –Esther pudo notar la emoción en su voz, y aquello aún le
hizo sentir mucho mejor-. Nuestra parejita.

E_ Si –decían medio adormiladas-. ¿Y si le ponemos Esther


Macarena?

304 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Tú que quieres cariño, hundirla de por vida.

E_ ¿Por qué?... bueno suena un tanto a telenovela pero… -enlazó


sus dedos con los de Maca.

M_ Un poco… -rió con ganas pero con pocas fuerzas-. Mi nombre es


horrible, no me gusta nada, será mejor llamarla Esther.

E_ Como tú quieras –murmuró pues tanta felicidad le estaba


dejando dormida por mucho que no lo quisiera.

M_ Seremos una familia… una maravillosa familia… -repitió


entregándose a la dulzura del sueño.

E_ Si… lo que siempre soñamos…

No hubieron más palabras, enlazadas con sus manos,


abrazadas con sus cuerpos, cubiertas por el amor, se quedaron
dormidas, en el mayor de los silencios, en aquel lugar que quedaría
grabado para siempre en sus retinas, para siempre en sus
corazones. Con tan solo la luz de la chimenea a la que tanto se
habían acostumbrado, con sus respiraciones tranquilas, con sus
rostros relajados, con sus corazones descansando del trote del amor
y la pasión, allí planeando nuevos retos, soñando con aquella niña
que aún estaba por llegar, con volver a ser una familia, la familia
que cuando se conocieron en sus mejores sueños soñaron con
formar.

La madrugada ya estaba bien entrada, el cielo estaba abriendo


paso lentamente al amanecer, entre tonos oscuros y claros, con un
aire fino pero un tanto helado, allí en aquel lugar seguían dormidas

305 ”Adiós Esther” © by ldana


y abrazadas la pareja. Sin embargo y aunque todo había sido bello
desde que Maca volvió a ser Maca, todo cuanto había pasado había
dejado también huella, tanto en una como en otra. Tenían muchos
miedos que superar, muchos que se habían ido acomodando en sus
corazones, en su interior y de donde sería un tanto difícil sacarlos si
no echaban las dos por el mismo camino, el de vivir como una
pareja que había superado cada obstáculo que se les había
interpuesto en su camino.

Entregadas a sus sueños, también se entregaban a sus


pesadillas, quizá porque quien más había sufrido el miedo a perder
había sido Esther, se veía nuevamente enfrascada en una pesadilla.
Estaba trabajando en el Hospital cuando de pronto sin saber porque,
se encontraba en el lago, allí llamaba desesperada a Maca, y ésta
salía desnuda de allí, su visión era maravillosa, su cuerpo se
mostraba todo para ella, sonreía Esther hasta que veía como detrás
de Maca salía otra mujer igualmente desnuda, entonces echaba a
correr, huía por el camino lleno de espinas, las hojas de los árboles
golpeaban su rostro, caía y se levantaba, llevaba sangre en las
rodillas, le dolían las manos, las lagrimas bañaban su rostro de
manera asfixiante, el sabor salado se colaba en su boca, la ahogaba
hasta hacerle parar, su respiración jadeante estaba a punto de
matarla. Estaba perdida, no sabía a donde ir, entonces se giró y vio
a Maca que le estaba hablando, no sabía que le decía no podía
entenderla, tan solo veía su rostro preocupado, sus ojos tristes, su
voz trémula, se acercó y le habló, pero Maca no estaba, la había
perdido. Entonces volvió a girarse y vio como aquel maldito hombre
se la llevaba, ella trató de correr pero se enganchó con un rama que

306 ”Adiós Esther” © by ldana


le hizo caer, al levantarse la vio marcharse pero esta vez no era un
hombre, era Azucena, con ella cogidas de la mano, besándose
delante suya, sentía como su corazón dolía, como sus entrañas le
estaban empujando a ir contra ellas a pegarles, sentía un odio
acumulado que no podía soportarlo, notaba como sus puños
apretaban tanto, que se estaba haciendo daño, negaba con su
cabeza, más lagrimas y la carcajada de Maca, estaba tan bella, pero
se estaba burlando, estaba provocándole, y al mismo tiempo
burlándose, aquella no era Maca, no podía ser ella, la que quería
tener una hija, la que quería ponerle su nombre, su nombre… la
oía… la estaba oyendo como la llamaba, pero su frente se fruncía
ante tanto dolor, ante la locura que estaba viviendo…

M_ ¡Esther, Esther cariño despierta! –la zarandeaba con cuidado


Maca y con gesto preocupado ya que la había despertado su temblor
y su respiración agitada.

E_ No te vayas Maca… -seguía murmurando con la voz rota sin


despertar de su pesadilla que parecía tenerla bien presa

M_ Esther es una pesadilla, vamos despierta… estoy aquí cariño… mi


amor despierta –le acariciaba con cuidado la cara mientras le
hablaba con tono preocupado.

E_ Maca –fue lo único que acertó a decir, mientras se abrazaba con


fuerza y dependencia a su cuello.

M_ Estoy aquí y no me voy a marchar, te lo aseguro.

E_ No puedo soportar estas pesadillas –decía dejándose abrazar y


besar por ella.

307 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Cariño es normal, has estado bajo mucha presión y ahora que
estás relajada te pasa esto –le puso su dedo en la barbilla
elevándole la cara para mirarla con devoción-. Mi niña… me siento
tan mal de verte así.

E_ Maca –volvió a repetir mostrándole cuanto dependía de ella que


volvió a aparecer la misma Esther de siempre, insegura y repleta de
miedos

M_ Voy a traerte agua ¿vale?

Le puso los almohadones sobre la espalda para que reposara


en ellos, su cara reflejaba el pánico que había vivido y su mirada se
perdió por cualquier lugar de aquella habitación, sin lugar fijo. Hasta
que reaccionó y la buscó necesitada de ella diciéndole con la voz
apagada.

E_ No tardes…

M_ Estoy aquí –le dijo desde detrás del dosel. Con cuidado le llevó el
vaso hasta la cama y se lo dio-. Bebe, te hará bien.

E_ ¿Cuando se marcharan? –le preguntó antes de beber, notaba que


su garganta estaba seca y su pulso aún estaba acelerado.

M_ No lo sé, me gustaría que no tuvieras ninguna más, pero si


sigues así deberíamos ir a que nos ayudaran un poco.

E_ Yo no quiero soñar pero…

M_ Es el miedo Esther, y solo cuando tú te mentalices que nada va a


pasar, que estoy a tu lado, que estamos juntas… entonces las
pesadillas remitirán.

308 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ No lo puedo evitar, cuando me acuesto, siento el miedo a que no
me abraces, a que no me beses, a volver a despertar y tenerte tan
distante –se refugió entre sus brazos ante la mirada triste y sería de
Maca.

M_ Pero cariño eso puede pasar, y no necesariamente porque te


quiera dejar para irme con otra –le dijo un tanto sonriente.

E_ Más te vale, porque nadie te hará lo que te hago yo.

M_ Por eso no me voy tontita –sonrió besándole la sien que quedaba


a su altura.

E_ ¿Tan buena soy?

M_ Mucho, no lo dudes –sus manos que tenían aferrada su cintura


instintivamente la apretaron más.

E_ Cuando sueño así, me duele el corazón.

M_ No creas que a mí no me pasa cariño… claro que me pasa y claro


que tengo miedo, pero no podemos vivir así. De todos modos
cuando volvamos a la rutina de siempre, a trabajar, a tener a
nuestro pequeño con nosotras… todo irá desapareciendo. ¡Ah!, y ni
te cuento cuando estás embarazada –sonrió ampliamente.

E_ A eso también le tengo miedo.

M_ ¡También!, ¿dónde está la Esther fuerte y valiente que me ha


sacado hacia delante?

E_ Trato que esté, pero el miedo me puede

M_ ¿A que tienes miedo realmente? –le preguntó con expresión


preocupada

309 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Tengo miedo a no hacerlo bien, fui tan estúpida contigo, tan…

M_ Para Esther… esto no tiene nada que ver… y no quiero que vivas
el presente de recuerdos pasados ¿vale? –le alzó nuevamente la
cara para mirarla a los ojos-. Aquello pasó y está olvidado. Si no lo
olvidamos no podremos seguir adelante, aprendamos de nuestros
errores.

E_ Eres maravillosa, ¿te lo había dicho?

M_ No –le contestó seria aunque no podía evitar que sus labios


tuvieran cierto temblor ante la risa que quería esconder.

E_ Pues lo eres –le confirmó buscando de nuevo el lugar tan


exquisito donde Maca la tenía abrazada-. ¿Y te he dicho que te
quiero?

M_ No hace rato que no me lo dices, y me tenías preocupada

E_ Te quiero –Maca le dejó un beso en la frente mientras ella


respiraba con fuerza abrazándose más

M_ Así me gusta, que seas un buena esposa y me digas lo mucho


que amas

E_ ¿Y tú?

M_ Te quiero como jamás he querido a nadie.

E_ Lo sé –le enlazó sus dedos con los otros que estaban calientes-.
Siempre tienes las manos calientes. No como yo.

M_ Claro, porque tú tienes el corazón caliente mi vida, aunque sea


un martirio que me roces tus pies o tus manos cada vez que me
acueste –Esther dio una carcajada que resonó en toda la habitación-

310 ”Adiós Esther” © by ldana


. Eso es lo que quiero mi amor, que sonrías, así los problemas serán
menos.

E_ Mi madre tiene razón –murmuró mientras sus dedos jugueteaban


con calma.

M_ Encarna siempre tiene razón.

E_ Me dijo que si te perdía nunca más volvería a ser feliz, porque


eras lo mejor que tenía en la vida, tú me habías dado calma, y me
dijo que era una inconsciente por portarme mal contigo. ¿Y sabes? –
Maca sonreía con ternura mientras suspiraba aferrándola más contra
su pecho-. Tiene razón.

M_ Y Teresa también –le susurró apoyando su cabeza contra los


almohadones que habían colocado en el cabezal.

E_ ¿Qué te dijo Teresa?

M_ Me decía que un día me arrepentiría de todo cuanto te estaba


haciendo –Esther le acariciaba la mano lentamente llenándose de su
piel y su perfume, escuchándola atentamente, pues si cuando
guardaba silencio le gustaba, cuando hablaba la adoraba-. Y la
verdad que cada vez que te veo con las pesadillas, me arrepiento de
tantas cosas.

E_ Tú no tienes la culpa de mis pesadillas cariño –su mano apretó


con fuerza la de Maca que le correspondió al tacto-. Pero sí, tanto mi
madre como Teresa tenían razón fuimos bastante orgullosas.

M_ Estuvimos a punto pero no nos separamos –susurró


acariciándole ella esta vez el pelo suavemente.

311 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Porque nos queremos mi niña –aferró nuevamente su mano a la
de Maca.

M_ Pues por eso mismo Esther, por ese amor que nos tenemos y
que no han conseguido vencer, es por lo que tenemos que
levantarnos cada día seguras de lo que somos, y de quienes somos.

E_ Es cierto… y ahora con Esthercita –sonrió

M_ Te gusta la idea, ¿eh? –le besó

E_ Desde que llevamos aquí, todos los días me repetía lo mismo,


cuando Maca esté bien le pediré si quiere tener un hijo conmigo.

M_ ¿Lo dudabas?

E_ No, pero… ya sabes…

M_ Tu inseguridad, y que también te gusta que te lo pida yo.

E_ Pues… si… ¿sabes que recordaba por las noches? –sonrió.

M_ Dime –le acompañó con la sonrisa.

E_ Cuando me pediste matrimonio, ¿recuerdas?

M_ Sí, tú estabas enfadada.

E_ Es cierto, siempre estaba yo enfadada ¡anda que ya me vale! –se


quejó graciosamente mientras Maca le alzaba la cabeza para besarle
con ternura en los labios-. Quiero aprender y mejorar, ¿crees qué
podré?

M_ Yo creo que sí, pero oye, que sino lo logras, a mí me encanta


ese lado tuyo, borde, porque me dices a mí, pero…

E_ ¡Pero si soy un encanto! –se separó de su cuerpo para mirarla a


los ojos sonriendo.

312 ”Adiós Esther” © by ldana


Guardaron nuevamente silencio, abrazadas sintiendo en ese
silencio que ambos corazones caminaban unidos y tranquilos.

Así con el dulce sonido de la chimenea y algún que otro sonido


de animal nocturno que parecía cantar únicamente para ellas, volvió
a despertarse Maca, tenía sobre su pecho abrazada a su mujer,
había sido testigo de aquellas pesadillas y de aquel sufrimiento
reflejado en su rostro cuando dormía, aquel síntoma de haber
sufrido hasta casi quitarse la vida, al pensarlo un escalofrío recorrió
todo su cuerpo, sabía que aquella experiencia a la que la vida las
había empujado estrepitosamente, les iba a costar olvidarla,
instintivamente ante su propio miedo a perderla, la abrazó más
fuerte, no quería ni podía olvidar ni un solo segundo de todo cuanto
había pasado, recordó como la cuidaba, su paciencia para tratarla
cuando se enfadaba, cuando no quería hacer los ejercicios, recordó
sus noches en vela, su sonrisa pese a lo mucho que estaba
sufriendo. Y quizá su suegra estaba equivocada en algo, no sólo
Esther había sido afortunada, en su vida había encontrado alguien
que le hiciera tanto caso, la cuidara como ella, que la mimara y
hasta que se enfadara por ese amor grandioso que sentían
mutuamente. Era afortunada sin ningún tipo de duda, volvió a
observarla dormir, tranquila, segura de sentirse protegida por Maca,
por sus brazos que la mantenían llevándola suavemente entre
algodones, entre primaveras, entre geranios de colores, suspiró
porque entendía sus miedos, porque ella misma los tenía, cuando
volvieran a la realidad, al día a día, a batallar juntas en el hospital, a
encontrarse en situaciones comprometidas, tenía miedo a sentir otra
vez el pánico, el inmenso dolor y la angustia que sintió. Por más que

313 ”Adiós Esther” © by ldana


le dijera a Esther que debían olvidar, podía entenderla porque ella
misma no podía hacerlo, quizá porque solamente duele perder lo
que tanto se ama. Quizá porque los sentimientos más bellos son los
más horribles cuando giran, cuando pasan al otro lado de la línea,
cuando amas y te sientes traicionada, cuando amas y ves que te
alejas de tu pareja, cuando amas y no ves en la otra mirada lo que
tú sientes, estos pensamientos inundaron a Maca de tristeza, ella
también era débil, también sufría y también sentía esos celos a los
que tantas veces había recriminado a Esther. Una vez le dijo

“E_ Lo siento Maca, sé que soy estúpida, sé que no tengo motivo


para estar celosa, pero te amo tanto que no puedo evitarlos, el
amor y los celos, van de la mano, cariño, si no te amara no me
dolería verte sonreír a otra”.

Que cierto era, pensó, sonrió, la besó, la admiró.

M_ Cuanto te quiero mi niña… cuanto te quiero. Me gustaría tanto


poder llenarte de calma, creo que tendré que hablar con Cruz, pero
sé que quedarte embarazada va a significar para ti un cambio como
lo fue para mí, y sé que por fin formaré esa familia que tanto
anhelé, porque te tengo a ti, la mujer más maravillosa del mundo.

Le besó la sien, le sonrió, la amaba, la amaba por encima de


muchas cosas, si miraba atrás podía comprender cuanto la amaba, y
sí, quizá no había demostrado estos sentimientos porque su forma
de ser no le ayudaba, pero la amaba de muchas maneras, por
muchas razones. La amaba por ser Esther, esa Esther medio loca, a
veces olvidadiza, apasionada en su trabajo, siempre apasionada
con su mujer, embobada con su hijo, cabreada sin un porque, a

314 ”Adiós Esther” © by ldana


veces niña, siempre mujer. La amaba profundamente, y con ese
pensamiento y una sonrisa en sus labios se dejó vencer por el
sueño.

Cuando Esther se despertó, lo hizo de una manera tan dulce


que le dio rabia hacerlo, allí estaba sobre el pecho desnudo de su
mujer, recibiendo el calor de ésta, no tuvo que levantar su cabeza
para contemplarla, sabía perfectamente como era su gesto cuando
dormía, lo había admirado tantas veces en los últimos meses que su
mente podía dibujarlo exacto. Notaba las manos entrelazadas de
Maca como la sujetaban, y así quería sentirse, sujeta a ella para
toda la vida, hablar con su mujer sobre sus miedos, disfrutar del día
a día a su lado, sin exigir nada más a la vida que estar junto a ella.
Y como Carmen le había recordado en aquella nota en aquel lugar,
la vida es maravillosa, y sabía que debía luchar por Maca, como
había estado luchando en aquel rincón el mundo. Notaba su mano y
notaba el calor de su cuerpo, así se sentía protegida y segura, pero
también había aprendido que debía proteger y hacer que Maca se
sintiera segura a su lado, sabía que era débil aunque ella dijera que
no, aunque llevara puesto sin ella querer, el disfraz de chica dura,
sabía que habían miedos en su interior y no por saber que uno de
ellos era poder perderla, le hacía sentir orgullosa, pero sí le daba un
motivo más para llenar su alma de la mayor tranquilidad, y esa
tranquilidad era la que quería Maca tuviera en la suya.

Se le fueron cerrando poco a poco los ojos... el sueño feliz la


venció...

315 ”Adiós Esther” © by ldana


Un golpe seco las despertó de golpe, haciendo que se sentaran
en la cama de un solo salto.

E_ ¿Qué ha sido eso? –preguntó con temor.

M_ No lo sé –contestó con la voz ronca aún por el sueño.

E_ Joder...

M_ ¿De dónde viene?

E_ Ha sido como si fuera aquí dentro, ¿verdad? –se miraban


incrédulas

M_ Pues sí... voy a ver.

E_ Espera... espera no sea un fantasma y te rapte.

M_ Qué cosas tienes brujita mía –sonrió besándola.

E_ Eso está mejor. Recuerda que vamos a tener una Esthercita y me


tienes que mimar.

M_ Me encanta –le sonrió ampliamente.

E_ Siempre y cuando ese golpe no sea de alguien que quiere


matarnos...

M_ Cariño –se levantó mirándola fijamente-. Los fantasmas no


tienen fuerza.

E_ Ponte algo... no vayas desnuda.

M_ Tampoco tienen... –no pudo acabar porque ante su gesto rompió


a reír.

E_ ¡Pero qué mala eres! –le golpeó el brazo de un manotazo


mientras trataba de no reír.

316 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Uf me duele todo el cuerpo.

E_ No me extraña... a mí también –le sacó la lengua.

M_ Normal Esther, normal.

E_ Pero... ha estado genial ¿eh mi niña? –la abrazó por detrás


dejándole un beso en el hombro.

M_ ¿Sabes Esther?, creo que a partir de hoy tenemos que mejorar


algo

E_ ¿El qué? –la miró un tanto risueña pues lo podía imaginar

M_ Tendremos que hacer más el amor, ya sabes... consejo de mi


suegra

E_ ¿Más?, pero si con Daniel siempre nos interrumpía... ni te


cuento con Esthercita... con los dos... va a pasar como aquí, ¡porque
mira que nos han interrumpido, eh!

M_ Es verdad –dio una carcajada-. Oye pues yo no veo ni fantasma,


ni nada de nada...

E_ ¿Y qué sería?

Y sin esperarlo, nuevamente aquel sonoro golpe volvió a sonar,


ambas saltaron del susto y Esther se abrazó a Maca.

M_ Joder si es un despertador –murmuró mirando fijamente un reloj


grande que había sobre la chimenea.

E_ ¿Eso estaba ahí anoche? –le preguntó un tanto desconcertada.

M_ No lo sé... no lo vi, desde luego.

E_ Esto es cosa de...

M_ Carmen debe haberse reído de lo lindo, ¿eh?


317 ”Adiós Esther” © by ldana
Sonrieron durante un buen rato, después instintivamente sin
abrir sus bocas para pedirlo, tan solo con sus ojos, con su mirada
que hablaba mucho más, se fundieron en un abrazo, ambas con
ternura sujetaban el cuerpo de la otra con los ojos cerrados, sin
hablar, solo sintiendo y compartiendo aquel sentimiento de amor.

Se ducharon juntas, entre besos dulces y miradas entregadas


de amor, con las manos saciadas de la otra piel, y sonrisas que se
escapaban ante alguna que otra diablura que iban provocándose.

En albornoz bajaron hasta la enorme cocina, les quedaban dos


horas de las que quisieron disfrutar en parte, porque sabían que
Carmen quería que fuera así, sin duda, aquella maravillosa sorpresa
la había pensado para que pudieran despedirse de aquel lugar, de
aquellos días y noches donde habían sufrido y disfrutado, donde se
habían vuelto a enamorar, donde se habían vuelto a descubrir,
quizás eran mejores que cuando lo hicieron en el Hospital, quizá no,
pero lo que sí sabían, era que se habían compenetrado nuevamente,
que habían aprendido y crecido juntas. De allí, de aquel lugar

318 ”Adiós Esther” © by ldana


tendrían los mejores recuerdos y de aquel castillo, se llevaban la
recompensa de una batalla de amor verdadero. Ganada por ambas,
reforzada en primera línea, habían hecho de su ejercito de amor,
infranqueable donde nadie podría derrotarles nuevamente, donde su
fuerza nacía de su corazón, y mientras en otras guerras las
estúpidas balas, mataban a gente inocente, las de ellas, saldrían de
sus corazones, transformadas, en besos, caricias, ternura, y de
aquella manera, no volverían a perder batalla alguna.

Se prepararon tostadas, miel, con la que bromearon, Esther


como sabía lo que disfrutaba Maca con la miel, se la puso en el dedo
para que se deleitara saboreando lo que más delicioso le parecía,
aquella mezcla entre miel y piel de Esther.

E_ ¿Esta rica? –le musitó con voz ahogada por el gemido


entrecortado que le salió, y preguntó al ver el gesto ardiente que
reflejaba el rostro de Maca-. ¿Eh?

M_ Está delicioso –murmuró y se acercó a sus labios, la besó-. Toda


tú estás deliciosa.

E_ ¿Y no voy a poder probar yo? –la miraba de manera totalmente


provocativa.

M_ ¿Quieres? –le respondió elevando su ceja, quedándose con la


boca entre abierta, lo justo para excitar a su mujer.

E_ Eso no se pregunta –apoyó su mano sobre el muslo desnudo de


Maca

M_ ¿Frambuesa?

319 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Sí por favor –ejerció un poco de fuerza en aquella piel
maravillosa

M_ Está bien... veamos que te parece –le dio a probar de su dedo,


Esther la miró mientras lo saboreaba, y Maca se quedaba con la
boca abierta y las cejas elevadas porque sentía arder el fuego en su
interior-. ¿Y?

E_ De muerte.

M_ ¿Sabes si hay algún extintor en este castillo? –le preguntó al ver


que Esther seguía comiendo como si nada.

E_ ¿Dónde está el fuego? –se hizo la ingenua.

M_ Lo tienes justo delante –Esther sonrió-. Me vuelve loca esa


sonrisa...

E_ Lo sé.

M_ ¿No vas a hacer nada ante el fuego que ha nacido?

E_ ¿Ahora?

M_ Esther –la miro intensamente.

E_ Es que yo no veo el fuego...

M_ Pues lo vas a sentir así que...

Se levantó con un poco de esfuerzo separó la enorme silla de


la mesa, ante la sonrisa pícara de Esther que sabía había logrado su
propósito de excitarla y llenarla de deseo. Maca con la misma
sonrisa se sentó abriendo sus piernas sobre una Esther que se moría
de ganas por recibirla, cuando se hubo puesto como deseaba, sintió
las manos de su mujer recorriendo sus piernas lentamente.

320 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Ahora si siento el fuego –susurró mordiéndose el labio.

M_ ¿Lo vas a apagar? –desabrochó el albornoz de Esther.

E_ ¿Tú que crees? –seguía recorriendo sus muslos ya muy cercanos


a su objetivo suave, salado y hermoso, que le esperaba abierto
como si fuera una rosa esperando que la luz del sol la llenara de
energía.

M_ Más te vale porque si no haces algo arderemos.

E_ Soy tu bombera especial –entonces rozó aquella llama.

M_ ¿Tenía yo razón o no?

E_ Voy a necesitar emplearme a fondo, ¿eh?

M_ Sí.

Se besaron con pasión, los albornoces quedaron perdidos, en el


suelo a los pies de la silla.

Una más que nerviosa Teresa, andaba de un lado a otro


esperando que Encarna bajara, al verla, supo que se había
recuperado del susto y parecía nuevamente la misma Encarna de
siempre, con su melena bien arreglada, con su suave toque de
pintura en los labios, con su falda y su blusa como le gustaba ir, son
sus ojos brillantes e ilusionados. La admiraba, aquella mujer era
todo fuerza, una madre leona con tanto coraje que le hubiese
gustado parecerse a ella con sus propios hijos. Poder recibir con el
calor que ella recibió a Maca, aunque claro su nuera era bastante
menos comprensible que Maca, y mucho más fea, sonrió ante tal
locura.

321 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ ¿Qué te pasa? –le preguntó sonriente.

T_ Estoy histérica.

En_ Pues pronto lo estás... son las siete de la mañana –le apuntó
acercándose a ella-. Vamos a preparar el desayuno.

T_ Ya está preparado.

En_ ¿Ya?, ¿pero criatura a qué hora te has levantado?

T_ A las cinco –sonrió un poco avergonzada.

En_ Ay Teresa que no estás tú preparada para tanto trote.

T_ Tienes razón, mírate tú, te da una angina de pecho, tienes que


estar ingresada y mira –se puso en jarras mirándola de arriba a
bajo-. Estás estupenda.

En_ Hay un dicho que dice: “mala hierba nunca muere” –soltó una
de sus encantadoras carcajadas.

T_ ¡Qué cosas tienes! –le dio un golpecito en el brazo recordándole


los que graciosamente le daba su hija y sonrió emocionada-. ¿Qué
te pasa?, has cambiado el gesto?

En_ ¡Ay que aún estoy flojita!, venga...

R_ Hola chicas, buenos días –apareció estupenda como siempre


Rosario sin poder borrar del todo su toque pijo.

T_ Otra que tal, ¿tú crees que esto es normal?, vosotras divinas de
la muerte y yo...

En_ Tú también, pero estarás mejor si te relajas –le dijo Encarna


mientras Rosario tomaba por los hombros a Teresa sonriente

R_ Vamos a preparar el desayuno –se le notaba contenta

322 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ No hace falta Rosario hija, Teresa ya lo hizo.

R_ Tan nerviosa estás

T_ Nerviosa es poco... es que yo tenía mis ilusiones depositadas en


Juan, quería ver la reacción de sus padres, quería...

En_ Tú lo que quieres es estar en primera línea para después


cotillear –le apuntó con el dedo graciosamente.

T_ Bueno eso también...

R_ Si, es una lastima que no venga –dijo poniendo gesto de pena-.


Pero al menos sabemos donde está para decírselo a la pareja,
podríamos invitarlos y sin decir nada, provocar un encuentro...

En_ Mira Rosario como sabe –sonrió

R_ Gracias Encarna... y tú siéntate ¿eh?, nada de preparar las


cosas.

En_ Pero si estoy mejor.

T_ ¿Y qué?, ya sabes que Vilches nos dijo que a la menor


desobediencia tuya, le avisáramos.

R_ Es cierto... venga siéntate.

En_ Desde luego, es la última vez que me pongo enferma...

Ambas la miraron y rompieron felices a reír, las tres estaban


contentas, iban a reunirse con las chicas, que aunque solo fueran
cinco los días que no se habían visto, para ellas eran demasiados.
Las ganas de reunirse todos, les hacían sentir que todo había
quedado atrás, el sufrimiento había terminado y ahora era por fin la
hora de volver a disfrutar.

323 ”Adiós Esther” © by ldana


La pasión había dejado pasó nuevamente a la racionalidad, y a
la cordura de cuanto tenían que hacer en aquel día tan señalado y
especial para ellas. Se habían vuelto a vestir con las mismas ropas,
se arreglaron de la mejor manera posible acompañadas de risas.

E_ Oye Maca cariño... me falta el botón de la falda

M_ Anda ¿y ahora qué hacemos? –la miraba seria

E_ ¿Por qué me da que te estás burlando de mí? –se acercó a ella


de manera desafiante

M_ Esther para que te conozco –sonrió

E_ Eres tan mala, tan bicho, tan... divina –le dijo después de que
Maca la besara con dulzura.

M_ A mí también me falta algo.

E_ ¿Qué?

M_ Las bragas –dijo mirando alrededor ante la carcajada de Esther-.


No te rías... a ver que hago yo, esto es más grave que tu botón

E_ A ver, yo creo que deben estar abajo, ¿recuerdas dónde


empezamos a perder el control?

M_ No, porque las llevaba cenando... tienen que estar por aquí.

E_ Vamos Maca por favor... faltan cinco minutos para que llegue
Fermín y quiero ver lo de fuera.

M_ ¡Esther cariño qué me faltan las bragas joder!

E_ Pero si no te va a ver nadie.

M_ ¿Y Fermín? –la miraba atónita.


324 ”Adiós Esther” © by ldana
E_ Si cruzas las piernas no tiene por que, además... saber que no
llevas bragas... es... como diría yo... –se acercó a ella sigilosamente
mientras Maca buscaba bajo la cama, una vez llegó a su altura le
levantó de golpe la falda del vestido.

M_ ¡Esther! –la riñó con gesto serio bajándose de golpe la falda.

E_ A ver... si te desnudaste tú aquí, si no está aquí estará en otro


sitio.

M_ Me hubiera dado cuenta si no la hubiera llevado, ¿no crees? –el


gesto simpático de Esther con esa sonrisa que la volvía loca le hizo
replantearse la pregunta mordiéndose parcialmente el labio-.
Miremos bajo.

E_ Eso está mejor.

Salieron de allí cogidas de la mano entre risas hasta que


llegaron a la puerta y como si compartieran el mismo pensamiento
se detuvieron, se giraron miraron aquel cuarto tan maravilloso y
después se sonrieron.

M_ Si lo que Carmen pretendía era que este lugar fuera mágico para
la despedida, lo ha conseguido

E_ Sobradamente además –respondió algo emocionada.

M_ Mi niña... no estés triste ¿eh? –le sujetó la barbilla mirándola


como tan solo ella era capaz de hacerlo. Con pasión y ternura.

E_ No –trató de sonreír y verse reflejada en aquellos ojazos que le


estaban dando tanto amor-. ¿Vamos a buscar tus braguitas?

M_ Si por favor... –sonrió-. Te lo agradecería.

325 ”Adiós Esther” © by ldana


Sonrieron y bajaron hasta el salón donde habían desatado por
primera vez su locura pasional. Esther se quedó en la puerta
mirándola tiernamente, aquella mujer era lo mejor que le había
pasado en su vida y por ella debía mostrarse mejor, mucho mejor.

E_ ¿Las encuentras mi amor?

M_ Pues no.

E_ Vamos Maca no pasa nada no abres las piernas y ya esta.

M_ Desde luego... esto me pasa por dejarme llevar de la manera


que lo haces.

E_ ¿Cómo?

M_ Pues...

E_ ¿Volviéndote loca?

M_ Ya te digo –y de pronto gritó-. ¡Aquí están!

E_ ¡Bravo! –aplaudió como loca silbando fuertemente

M_ Eres más mala... eres de lo peor –y una vez se puso las bragas
salió corriendo tras ella-. No te vas a librar, ven aquí...

E_ No –daba una carcajada.

M_ Voy a cobrarme todas juntas te lo aseguro.

Esther sonreía divertida mientras Maca la perseguía con una


sonrisa aún mayor, entonces abrió la puerta al mismo tiempo que
Maca le cogía de la cintura, dio un grito pero llegó a abrir la puerta
entonces...

326 ”Adiós Esther” © by ldana


Al abrir la puerta entre juegos, se encontraron con la figura de
Fermín plantado en la puerta, entonces no pudieron evitar ambas
dar un grito de susto.

M_ Fermín...

F_ Siento si os he asustado, me disponía a llamar.

E_ Lo siento... lo siento... es que... –vieron como el hombre sonreía


tímidamente-. Ya estamos.

F_ Os espero en el coche –se puso la gorra y se adelantó a ellas.

E_ Ostia que susto –murmuró-. ¿Has visto la sonrisa?

M_ Sí –entonces se miró y miró a Esther-. Creo saber porque.

E_ ¿Ah si? –entonces la miró con gesto serio.

M_ Yo llevo la falda metida por las bragas y tú, el escote por donde
no es –le señaló con las cejas y se miró encontrándose que tenía el
sujetador por fuera de su escote. Luego miró a Maca que se estaba
sacando la falda que se había metido en las bragas con las prisas y
dio una carcajada. Mientras Maca murmuraba-. Que fuerte, ¡qué
fuerte!

E_ Dios mío que vergüenza.

M_ Bueno... vamos al coche –decía nerviosa.

E_ Si, ¡qué corte!

M_ Tú como si nada –le dijo con un ligero rubor en sus mejillas.

E_ Te has puesto colorada –murmuró cuando abrió la puerta y


salieron.

327 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Vale Esther... pues si yo estoy colorada, ni te cuento tú como
estás.

E_ ¡Qué fuerte!; a nuestra edad y así de... de...

M_ Déjalo es mejor no ponerle nombre –sonrió tímidamente a la vez


que Esther.

E_ Tú como si nada ¿eh?

M_ Vale.

El camino hasta el coche era corto, pero se les hizo demasiado


largo hasta llegar, una vez en el interior, ambas decidieron guardar
silencio entre otras razones porque sentían vergüenza ante lo vivido
momentos antes con el hombre adusto que era Fermín, les
provocaba ese sentimiento por su seriedad y al ver en él aquella
tímida sonrisa, les hizo sentirse más azoradas, ambas se miraban
de reojo sin querer fijar sus miradas, así prefirieron disfrutar del
paisaje que les rodeaba, del último regalo que les hacía aquel
maravilloso lugar, donde parecía que nada les era ajeno, donde se
habían sentido como parte de aquel lugar y parte de sus gentes, el
recorrido que aquel viejo coche les estaba llevando a lo que iba a
ser para ellas la vuelta a la realidad quisieron disfrutarlo por
separado, aunque fue Maca quien deslizó con cuidado sin necesitar
mirar a su mujer su mano derecha hasta encontrar fácilmente la
mano izquierda de Esther, quien le dejó enlazar con suavidad y
ternura los dedos, así, dirían adiós a aquel lugar que les había
devuelto la vida.

328 ”Adiós Esther” © by ldana


Justamente en la carretera pero que iba hasta ellas, se
encontraban tres coches parados en el arcén, fuera de ellos se
intercambiaron besos, abrazos y sonrisas sinceras de felicidad.
Sobre todo, cuando salió Encarna del coche, todos los compañeros
de las chicas fueron a saludarla.

V_ Yo no sé mi Encarna que secreto tiene para estar así después del


susto que pasamos.

En_ Un potaje que quita el sentido hijo, un potaje –le decía


tocándole la cara con cariño.

C_ La verdad que estás estupenda –la saludó Cruz.

En_ Gracias... trato de estarlo.

P_ Bueno... cuando digáis nos vamos.

H_ ¿Ya estarán las chicas recuperadas? –preguntó Héctor ante la


sonrisa de todos.

V_ Tú tan boludo como siempre.

D_ Bueno chicos vámonos que yo soy el único que no las ha visto


desde el accidente y me muero de ganas.

R_ Eso –añadió Roberto

P_ Vilches sabes ir ¿verdad?

En_ ¿Qué preguntas tienes Pedro?, ¿cómo no va a saber ir mi


Vilches? –lo miraba orgullosa.

V_ ¿Algún comentario? –miró desafiante a todos y ante su silencio


agregó-. Ale, todos a los coches.

La_ Madre mía Cruz, solo le falta tener el apoyo de Encarna.

329 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Insufrible, sí –puntualizó.

La_ Tengo unas ganas de verlas.

Ev_ Y yo también –agregó contenta Eva.

H_ Ché Vilches, mejor nos vamos que las chiquitas comienzan a


hablar y no terminan.

V_ ¡Cada uno a sus puestos!

Y cada quien se subió a los coches, en el primero que abría el


camino Vilches, llevaba a Cruz, Laura, Eva y Carlos; después en el
coche de Javier, Dávila, Héctor y Aimeé; en el último Pedro iba
rodeado de mujeres y un tanto nerviosas comentaban lo que les
preocupaba.

R_ ¿Tú crees que Juan no va a venir?

T_ Tiene mucho miedo... y sabía que habíamos quedado aquí y la


hora, al no venir creo que nos está diciendo que no va a venir.

En_ El chico sabe llegar solo, no nos necesita –añadió una Encarna
que aún estaba un tanto impresionada por la reacción de todos
hacia ella.

T_ Ya... pero pensé que le sería más fácil ir con nosotros

P_ No perdamos la esperanza –les sorprendió un Pedro que hasta


ese momento no había tomado parte en la conversación.

En_ Claro que no, yo sigo presintiendo que acudirá, pero en su


preciso momento.

T_ Me hacía tanta ilusión poder entregarles esa sorpresa.

R_ Bueno... solo nos queda esperar a ver que pasa.

330 ”Adiós Esther” © by ldana


Nuevamente centraron la conversación en aquella pareja que
tanto les había ayudado a superar aquel momento tan complicado
en la vida de todos.

Cuando llegaron, Fermín bajó del coche y les abrió la puerta,


sorprendiéndolas todavía más. Maca bajó la primera y con una
tímida sonrisa le agradeció el gesto, poco después lo hacía Esther.

F_ Tenéis una hora y media.

E_ Pero Fermín si tenemos que preparar la carne y...

F_ De eso no os preocupéis.

M_ Pero... es que...

F_ Es cosa de la Carmen, yo no sé nada –elevó graciosamente sus


grandes hombros.

M_ De acuerdo –sonrió ante el gesto-. Venga... no podemos perder


tiempo Esther, hay que preparar cosas.

E_ Sobre todo quitar cosas –le dijo bajito cerca de su oído.

M_ Eso también.

Se cambiaron entre besos rápidos, caricias furtivas, sonrisas


nerviosas, se pusieron ambas con vaqueros y camisa Esther, suéter
Maca. Sus rostros sin una gota de pintura, aunque habían tratado de
tapar un poco sus ojeras, no querían aguantar bromas que sabían
podían venir sobre todo por parte de Vilches. Cuando lo tuvieron
todo arreglado, preparada la mesa grande del comedor y ellas más
relajadas, compartieron un zumo de tomate sentadas en el balancín

331 ”Adiós Esther” © by ldana


que tantas cosas había vivido. Se pusieron las cazadoras y
enlazaron sus manos, tras unos minutos en silencio Maca miró con
sus ojos entrecerrados la figura de Esther, suspiró, porque allí
estaba junto a ella y sonrió al pensar que siempre lo estaría

M_ Esther estás temblado, ¿estás nerviosa?

E_ Un poco, la verdad.

M_ Ven aquí –le pasó su brazo por los hombros reposándola en su


brazo-. Creo saber porque.

E_ Claro, por lo mismo que tú.

M_ Nos conocemos bien, ¿eh? –sonrió de lado mientras sus dedos


apretaban su brazo-. Todo irá bien... no tengas miedo.

E_ Lo sé, sé que irá bien pero no deja de inquietarme.

M_ Viviremos al día mi amor, sin pensar más allá del hoy.

E_ Voy a echar de menos todo esto –miró con pena alrededor.

M_ Eso también lo sé.

E_ ¿Sabes?, estaba recordando aquella noche que tú me echaste de


tu lado, me vine aquí, la noche era oscura demasiado oscura –Maca
le dejó un beso en su sien mirándola con cierta pena por lo que
suponía había sufrido en aquel momento-. Me senté en este mismo
lugar con el miedo corriendo por mis venas, y ¿sabes quién me
ayudó?

M_ ¿Quién? –le preguntó sonriendo al pensar en Encarna

E_ Tu madre

M_ ¿Mi madre? –no pudo evitar sorprenderse

332 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Sí, ya sabes que ha cambiado mucho el tiempo que ha estado
aquí, aquella noche creo que las dos empezamos a vernos como
algo más que una suegra y una nuera distantes, creo que nos
hicimos amigas porque compartíamos el mismo dolor.

M_ No me alegro de que lo pasaras tan mal, la verdad, pero me


alegro que mi madre por fin se haya dado cuenta de la mujer tan
maravillosa que tengo a mi lado.

E_ Gracias cariño –le sonrió. Entonces se apartó de su hombro, la


miró intensamente gritándole con aquellos ojos que la amaba tan
profundamente que casi pudo ver su alma reflejada en aquellas
pupilas tan hermosas-. Quiero hacerte feliz.

M_ Lo haces.

E_ Quiero darte lo mejor de mí, tú me has dado siempre lo mejor de


ti y no he estado a tu lado, querías ver a la mujer que ha cambiado
por la experiencia de la vida, te prometo, que no bajare la guardia,
no vas a tener que llevar tú sola el peso de nuestro matrimonio.

M_ Eso me parece muy bien –le sonrió y Esther le besó


suavemente-. Pero por favor Esther, tampoco quiero perder a mi
loca maravillosa

E_ Eres muy mala –dio una carcajada abrazándose a ella

Ca_ Bueno, bueno, bueno. ¡No mires hijo que tus mamis aún no han
acabado con sus cosas! –exclamó entre una carcajada sonora
Carmen mientras las chicas rompían a reír por el comentario.

M_ ¡Carmen! –fue feliz hasta ella abrazándola mientras Esther


tomaba al pequeño entre sus brazos.

333 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ Hija, hija, por Dios que me ahogas –le decía entre risas
poniéndose colorada.

M_ Gracias por todo –le dijo mirándola con sus ojos emocionados.

E_ Carmen –Esther la abrazó de igual manera.

Ca_ Vale ya está bien –trató de reprimir sus lagrimas.

E_ Ha sido maravilloso, de verdad, no creo que nos merezcamos


tanto

Ca_ Os merecéis eso y mucho más, os lo aseguro.

M_ ¿Cómo está Benilde?

Ca_ Estupenda, en unos días a casa.

M_ Nos alegramos

Ca_ Y ahora a jugar con vuestro hijo que os echa de menos

M_ Está hermoso este pequeñajo de su mami –le decía mientras


Esther se lo pasaba a los brazos de una más que feliz Maca

E_ Y guapo como su madre, ¿verdad? –Esther había pasado su


mano por la cintura de su mujer, aquel gesto repleto de ternura,
conmovió a Carmen quien le cayó una lagrima-. ¿Qué te pasa?

Ca_ Nada hija, que hoy una tiene el día tonto.

M_ Vamos Carmen... no nos gusta verte así.

Ca_ A mí tampoco y no sé porque estoy así, pero no me gusta –


reposó su cabeza en el hombro libre de Maca que la había
estrechado con su brazo libre

E_ Lo mejor será que vayamos a hacer cosas –su nudo en la


garganta le hizo quebrar la voz
334 ”Adiós Esther” © by ldana
M_ Creo que será lo mejor, porque como vengan ahora y vean este
panorama, se van a pensar que somos la casa de la pradera

Aquel comentario bastó para que las tres rompieran la pesada


emoción que se había instalado entre ellas. La despedida sería difícil
para todas y eso pesaba en el animo de las tres.

Durante el rato que estuvieron haciendo cosas, el niño volaba


entre risas de los brazos de Maca a los de Esther y viceversa, ambas
le contaron todo lo que pudieron de la cita en el castillo, no fue
mucho, pero Carmen no cesaba de sonreír contenta más por los
silencios y las miradas cómplices de las dos que por lo poco que
podían contarle, ella era consciente que aquella sorpresa les había
dado un último empujón para acercarse mucho más de lo que ya
estaban. A ellas se les había unido un Fermín serio y callado, ponía
la leña en aquel asador enorme que había detrás de la casa que
mientras se hacía la comida, se podía divisar una montaña tan
rabiosamente verde y hermosa, que a veces era difícil no
abandonarse en ella. Las chicas disfrutaban con Carmen y él solo
ponía o quitaba madera, daba más o menos fuerza a las llamas,
aunque de vez en cuando miraba con ojos repletos de amor a su
mujer, y una cierta melancolía con las chicas, porque aquella pareja
le recordaba insistentemente a su hijo. Hubo un momento que Maca
se quedó sola con él, quería desde hacía un tiempo hacerle una
propuesta y pensó que aquel era el momento indicado antes que
llegara toda la tropa y la machacaran como sabía que iba a pasar.

M_ Fermín, ¿puedo hablar un momento con usted?

F_ Claro.

335 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Verá... yo quería preguntarle algo –el hombre parco en palabras
tan solo asintió para que siguiera-. Esta casa ha significado mucho
tanto para Esther como para mí, sé que a ella le encantaría poder
venir, a mí también, y había pensado si usted tenía previsto
venderla.

F_ ¿Venderla? –la miró como si le hubiera con su pregunta ofendido

M_ Bueno... yo entendería que no... claro... sé que tiene a su hijo


y... quizá pensaba en él y... –no sabía muy bien que decir pues notó
el gesto del hombre

F_ Por supuesto que no la voy a vender, cuando Esther nos dijo de


venir, pensé que era el mejor sitio para recuperarse, ¿queréis
venir?, es vuestra casa cuando queráis, os daré las llaves, podréis
hacer todo cuanto queráis, pero jamás te la vendería

M_ Ya... –dijo un tanto confundida

F_ Entiéndeme, no porque no quiera, sino porque para mí y quizá te


sorprenda lo que voy a decirte, pero sois como dos ángeles –aquel
comentario no le hubiera emocionado tanto a Maca, de no ser, por
la voz trémula y cálida que le salió a aquel hombre tan frío-. Habéis
conseguido arrancar a mi mujer la pena, habéis hecho que sonría
nuevamente, que se sienta madre otra vez, eso no hay dinero que
yo os pueda pagar...

M_ Nosotras... –no sabía muy bien que decir-... no sé que decir la


verdad.

F_ No digas nada, esta casa es vuestra, y podéis hacer con ella lo


que queráis, es mi regalo mi profundo agradecimiento por devolver

336 ”Adiós Esther” © by ldana


la sonrisa a la persona que más amo, a la persona más maravillosa
de mi vida.

M_ Gracias –sus ojos se llenaron de lagrimas.

F_ Las gracias hija mía, os las tengo que dar yo, te lo aseguro

Maca le abrazó y suspiró con fuerza, no esperaba algo así y lo


que más le impactó no fueron las palabras que sabía sinceras, lo
que más le impactó fue la sonrisa de aquel hombre que se notaba
amargado por la terrible ausencia de su hijo.

Mientras la pareja hablaba fuera de la casa, dentro lo hacía


Carmen con Esther, quien acababa de dormir a Daniel y lo había
dejado en su carro. Lo miraba con tanta devoción que Carmen la
abrazó y le sonrió.

Ca_ No hay nada como un hijo.

E_ No Carmen, y lo mejor, no hay nada como un hijo tan deseado


como él, con todo lo que nos costó, con todo lo que significó.

Ca_ ¿Para cuándo el próximo? –Esther la miró con una sonrisa


delatadora-. ¿No me digas?

E_ Lo vamos a decir en la comida, ¡soy tan feliz! –la abrazó repleta


de emoción-. Maca me ha pedido que tenga una niña, porque será
una niña y se llamará Esthercita.

Ca_ ¡Pobre criatura! –dijo de golpe-. Llamarla Esthercita.

E_ ¡No seas mala Carmen! –le golpeó el brazo sonriendo.

337 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ Nunca te había visto tan feliz, tienes una sonrisa amplia, fresca,
ilusionada repleta de felicidad. Me alegro.

E_ Yo también Carmen, ya pensaba que no iba a poder ser –volvió a


abrazarla.

Ca_ Nunca hay que perder la Fe.

E_ Lo sé, y siento si alguna vez te dije algo que pudo ofenderte

Ca_ No hija, que va, si eres un sol y tienes una mujer que es otro
sol

E_ ¿Me crees ahora cuándo te decía que sin ella prefería morirme?

Ca_ Siempre te creí –le acarició con ternura la cara.

E_ Me siento tan feliz... y ahora que estamos solas, me gustaría


darte las gracias por todo cuanto has hecho por nosotras.

Ca_ No me digas eso –sus ojos se pusieron acuosos

E_ Es la verdad, y no me quiero ir sin decírtelo, aunque creo que lo


sabes

Ca_ Esther hija mía, yo también soy feliz de veros a vosotras así de
bien, y le pido a Dios que os ayude en vuestro camino.

E_ Gracias, con Su ayuda así será. ¡Ah pero ni creas que nos vas a
perder de vista, eh! –le decía sonriendo aunque ella también estaba
emocionada-. Vendremos siempre que podamos, y quiero que tú y
Fermín, vengáis a nuestra casa en Madrid, y os ayudaremos a
encontrar a vuestro hijo

338 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ Ves como os tengo que dar las gracias yo, sois dos ángeles
caídos del cielo para mi Fermín y para mí –se abrazaron
fuertemente

E_ Te quiero Carmen

Ca_ Yo también mi niña, yo también.

Estaban abrazadas cuando oyeron que Maca entraba en la


casa, al verlas así no pudo más que sonreír.

M_ Oye... si os molesto me voy, ¿eh?, vamos, que... me voy... –dijo


haciendo amago de irse.

E_ Anda no seas tonta –le dijo estirando de su brazo y abrazándola


M_ Carmen que dice Fermín que el cordero va a salir andando por si
solo como tardes mucho.

Ca_ Este hombre mío –dio una carcajada enorme.

E_ Oye Carmen.

Ca_ Dime corazón –se detuvo ante ellas que seguían cogidas de la
cintura

E_ En el castillo... nos echaste algo en la comida...

Ca_ ¿Echar... no te entiendo? –la miró muy seria.

E_ Verás es que... bueno...

M_ Lo que mi mujer quiere decir, es que no podíamos ni un segundo


parar de... –no acabó la frase, pero su expresión enarcando las
cejas y sonriendo la delató

Ca_ No me lo puedo creer –murmuró un tanto incrédula.

339 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿A que si? –la miraba sonriente-. Lo sabía.

M_ ¿Si? –le preguntó boquiabierta

Ca_ Tendré que hablar con Encarna –dijo muy seriamente

E_ ¿Mi madre?

M_ ¿Encarna... qué tiene que ver mi suegra? –no salían de su


asombro

Ca_ Me dio unos polvitos y me dijo que los pusiera en la comida,


pensé que era una broma... ¡tendré que hablar con ella!, le pediré
un saco –dijo rompiendo a reír

E_ Mi madre –murmuró perpleja.

M_ ¡Qué fuerte!, yo que pensaba que éramos nosotras.

E_ Me va a oír cuando la vea.

M_ Y a mí, pienso pedirle sacos yo también –dijo seria y al ver el


gesto de Esther dio una carcajada enorme, abrazándola
fuertemente-. Te quiero

E_ Y yo... te quiero

Se besaron con pasión.

A lo lejos, en el horizonte el polvo que se levantaba al paso de


los coches, anunciaba que ya estaban llegando. Con una sonrisa
amplia, sincera y porque no, también nerviosa, les esperaban Esther
y Maca cogidas de la mano, mientras Carmen quedaba en un
segundo plano y Fermín cuidaba del asado. No tuvieron que decirse
nada, ni tan solo mirarse para entender por el tacto de sus manos,

340 ”Adiós Esther” © by ldana


que la vida verdadera empezaba en aquel instante, que todo cuanto
habían vivido, un amargo cuento por un tiempo que se transformó
en un hermoso final y que les empujaba irremediablemente a la
realidad, la rutina diaria, el trabajo, los problemas, la vida por la que
estaban dispuestas a luchar en común, y todo eso, lo comprendieron
con el suave tacto de sus manos, sus pieles que parecía habían
inventado un código secreto que tan solo con el roce más o menos
profundo sabían entender.

Pudieron distinguir como el primer coche era el de Vilches,


después venía Javier y por último Pedro, otra vez volvían a reunirse
con quienes eran su familia y sus amigos, un hormigueo en sus
estómagos acompañó el trayecto final de los tres coches, sus ojos
no perdían detalle, sus sonrisas demostraban la alegría y emoción
de volverlos a ver, hasta sus movimientos parecían ir acordes al
entorno maravilloso en el que estaban viviendo, tranquilas, serenas
y bellas.

Pero mientras ellas sentían aquel cúmulo de emociones, en los


coches cada quien también sentía sus propias emociones del
reencuentro. De esta manera en el primer coche, la expresión de
impacto por el lugar correspondió a Carlos y Laura que eran los
únicos que no habían visitado a la pareja en toda su rehabilitación.

L_ Esto es maravilloso

C_ ¡Pero qué guapas están! –exclamó feliz al verlas allí en el porche

Ca_ Eso lo hace vivir en un lugar tan maravilloso como este

Ev_ Están radiantes, se les ve tan diferentes

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V_ Eso lo hacen otras cosas que no tienen nada que ver con el
entorno.

C_ Cariño no empieces…

V_ Esas ojeras las delatan

C_ ¡Rodolfo!

V_ Hay que joderse, cuando uno dice la verdad siempre se lleva la


bronca

Todos comenzaron a reír mientras iban desabrochándose los


cinturones con ganas de estrecharlas entre sus brazos.

En el segundo coche, las sensaciones eran las mismas que en


el coche de Vilches, el primero en soltar un silbido que por poco
hace trizas los tímpanos de los demás, fue Héctor.

H_ ¡Bárbaro che, bárbaro!

A_ Es precioso, sí.

H_ Ellas son las que están preciosas, ché, no viste… ¡dios que par de
mujeres!

D_ La verdad que les ha sentado estupendamente estar aquí.

Y mientras en ambos coches habían palabras, en el tercero


reinaba el silencio, allí iban las cuatro personas que habían vivido en
primera plana todo el sufrimiento y el dolor, también las alegrías,
pero verlas así, de aquella manera tan unida les hizo temblar el
corazón de emoción pero un movimiento en la parte trasera de

342 ”Adiós Esther” © by ldana


aquel coche, daba a entender que la calma se apoderaba de aquel
lugar donde la angustia había habitado por más de cinco meses,
aquellos largos, penetrantes y amargos cinco meses, y donde hasta
ese momento exacto había ahondado una herida la visión de la paz
en sus expresiones la había borrado. Y no fue otro movimiento que
la mano de Encarna apretando la mano de Teresa, no solo por la paz
que sentían, también por agradecimiento un agradecimiento infinito
a aquella mujer porque una madre sufre porque no le queda más
remedio cuando ve el dolor de sus hijos, y ese dolor no se agradece
porque se vive, pero una amiga como Teresa, con su
comportamiento, con su infinita calma y ayuda en los peores
momentos, con la comprensión y el abrazo preciso, aquello era de
agradecer y agradecer el resto de su vida. Teresa que así lo
entendió, no pudo menos que sonreírle con los ojos repletos de
lágrimas emocionadas, por aquel gesto.

Cuando las puertas se abrieron del primer coche, y Cruz puso


el pie en el suelo, la pareja se adelantó, Esther sabía y quería que
Maca fuera la protagonista en aquel preciso instante. Y aunque el
fresco del día hizo tiritar algo a los viajeros, el calor de los abrazos
borró la sensación del aire frío que volaba libre desde las montañas
hasta sus caras.

C_ ¡Dios mío Maca que alegría! –la estrechó fuertemente Cruz entre
sus brazos

M_ Gracias Cruz –le dijo con palabras sinceras que no hacían falta ni
más, ni más concisas.

343 ”Adiós Esther” © by ldana


Ev_ ¡Esther cariño!

E_ Hola guapa, ¡qué ganas de veros! –sonreía ampliamente


mientras en ese abrazo daba con fuerza su mano a Roberto que le
devolvió ambos gestos.

V_ ¿A ver qué vea yo a mi Pediatra favorita? –la miraba puesto en


jarras seriamente.

M_ Ven aquí guapetón –le dijo sorprendiéndole y arrancándole un


gesto tierno y una vez lo tuvo lo suficientemente cerca le musitó en
el oído-. Gracias.

V_ De nada –le dijo de igual manera.

C_ ¿Cómo estás Esther? –la abrazó y después de sentir su felicidad


agregó-. No hace falta que me respondas.

H_ Mi enfermera radiante y fabulosa –la abrazó levantándola del


suelo Héctor que se mostraba feliz

E_ ¿Cómo está mi maestro?

H_ ¡Qué bien suena eso mi amor!. Pero oírme, la Maquita está


estupenda ¿eh?, si alguna vez me pongo enfermo, ya sabes lo que
quiero

E_ Tonto –le dijo golpeando graciosamente su mejilla

H_ Esta es mi chiquita –volvió a abrazarla

V_ Deja algo para mí ¿no?

H_ Ya la regó el proteston.

E_ Vilches pero mira que eres majo.

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V_ Oye, oye, oye aquí pasa algo –la miraba fijamente-. Me ha
llamado majo.

E_ Si es que lo eres –lo abrazó dándole un besazo que sorprendió


hasta Vilches-. Y te quiero

V_ El aire de la montaña me hace daño en las orejas.

E_ Da igual me moría de ganas de decirlo, pero jurare que no te he


dicho nada.

V_ Esta si es mi enfermera jefe.

Cuando Esther soltó a Vilches, se abrazó con Javier y después


con un Dávila que se mostró encantado de verlas, sus ojos buscaron
rápidamente la figura de Maca, estaba justo al otro lado hablando
con Laura y Aimeé, parecía que aquel momento no fuera real, que
hubiera escapado de alguno de sus sueños, su corazón temblaba por
si así fuera y al despertar, volvía a la pesadilla de sus días, sacudió
la cabeza justo en el momento en que notó como una mano pasaba
lentamente por su espalda.

R_ ¿Cómo estás hija?

E_ Rosario, muy bien –la abrazó aunque no pudo sentir un rubor en


sus mejillas después de todas las locuras que habían hecho y era
consciente que su suegra alguna había descubierto-. Todo muy bien.

R_ Me alegro, Maca esta exultante.

P_ Esther, no voy a preguntarte como estás, no hace falta –sonrió


dándole un beso en la mejilla que la sorprendió-. ¿Y mi nieto?

E_ Está dormidito…

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En el otro lado Maca había dado abrazos, besos y
agradecimientos a todos sus compañeros, en ese instante en que
había terminado sus ojos fueron a parar a la silueta de su mujer, se
había dado cuenta que la echaba de menos, al verla sonriente con
sus padres una sonrisa repleta de sosiego inundó sus labios, en ese
momento notó como una mano pasaba lentamente por su espalda.

En_ ¿Cómo estás hija?

M_ Encarna –no dijo nada más porque la estrechó con fuerza y le


murmuró-. Mi suegra guapa, mi suegra adorada

En_ Deja de hacerme la pelota –le dijo sonriente para no demostrar


su emoción.

M_ Que mal eres –acurrucó sus ojos mirándola con la cabeza un


tanto ladeada-. ¿Me vas a decir cómo estás?

En_ ¿Tú como me ves?

M_ Estupenda, como siempre.

En_ Pues así estoy.

T_ ¿Piensas soltarla?, o ¿tengo que ponerme a gritar? –oyeron la


voz irritada pero alegre de Teresa y ante la carcajada de las dos
agregó-. Esto es el colmo, de los colmos, ¡qué tenga que rogar para
que me des un abrazo!

M_ Vamos Teresa que tú sabes que eres la recepcionista de mis ojos


–la abrazó fuertemente.

T_ ¡Qué me vas a estrujar! –protestó muerta de risa

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M_ ¿No querías que te abrazara?, y eso –la miró fijamente y
bajando su voz con gesto serio le dijo-. Que estoy llena de agujetas
que si no…

T_ ¡Y yo qué me alegro que estés llena de agujetas! –le contestó de


igual manera para romper en una carcajada y abrazarse
nuevamente-. ¡Cuánto te quiero Macarena!

M_ ¡Teresa! –le dio a modo de advertencia.

E_ ¿Y esto como me lo tengo que tomar?... así que abrazando a mi


mujer como una loca y sin decirme palabra a mí.

T_ ¡Ay Dios mío ya la tenemos aquí a la pesada de turno!, es que no


tenemos intimidad Maca.

E_ Serás… -le dijo dándole un suave pellizco en el culo que hizo


saltar a Teresa bajo la sonora risa de Maca que se mostraba feliz

T_ Pero si tú sabes que te quiero mucho

E_ Ya como la trucha al trucho, ¡no te jode!, pero quieres más a


Maca porque tiene más estilo y porque es una pija de cuidado.

T_ ¡Anda pues claro!

Se quedaron un rato riendo de buena gana, para luego pasar


todos hacia aquella casa tan especial, que si algo tenía y todos
sintieron fue una apacible calidez.

Ca_ Bueno chicos, vamos a continuar con el asado mi Fermín ha


preparado algo de beber y fuera estaremos mejor.

V_ Yo Carmen con usted, al fin del mundo

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Ca_ ¡Pero que resalaó madre! –le cogió de los carrillos y ante su
asombro le dio dos sonoros besos

V_ ¡Joder! –murmuró atónito ante las risas de todos

C_ Cariño mucho te están besando a ti hoy… voy a ponerme celosa

V_ Es el aire Cruz, el aire de la montaña que a uno le realza su


belleza

H_ Yo más bien diría que es el alto grado de felicidad que reina en el


ambiente porque decirte que eres un resalaó… no se yo ¿eh? –Cruz
se mondaba de risa.

V_ Oye argentinito vete tú con cuidado no vaya a darte un aire


demasiado fresco.

Ja_ Vamos Vilches, solo falta que Encarna te dé su besito de rigor

En_ Oye tú guaperas, no te metas con mi ojito derecho, ¡vamos


será posible!, anda hijo vamos, que te voy a preparar un vermutito
que se van a quedar todos boquiabiertos.

V_ Gracias Encarna por rescatarme de esta gente deshumanizada –


les guiñó el ojo en señal de victoria y salió cogido del hombro de
Encarna.

C_ No si luego a ver quien lo aguanta en casa –protestó riéndose.

H_ Vayamos para fuera, es lindo este lugar como para estar acá
encerrados

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Mientras, Laura y Eva estaban junto a la cuna donde Daniel
dormía placenteramente, con ellas una más que orgullosa Maca les
explicaba como Carmen había cuidado de él.

M_ Le encantan los caballos, las gallinas, cuando vayamos a casa no


sé que vamos a hacer, Esther dice de poner una pequeña granja en
el jardín

L_ No estaría nada mal, ¿eh? –sonrió

Ev_ Ya te imagino dándole de comer a las gallinas –rieron

L_ Lo malo es que a ti Maca, no te pega nada eso de ir con el pitas


pitas pitas pitas.

M_ Serás mala, ¡y luego tengo yo la fama de borde! –exclamó


riendo

E_ Hola cariño, ¿qué os pasa? –le rodeó por la cintura sonriéndole

M_ ¿Verdad que tú si me ves dando de comer a las gallinas que


vamos a ponerle a nuestro Daniel?

E_ Francamente, no.

M_ Pues que os enteréis que cuando era pequeña me encantaba


darles de comer –dijo a modo de defensa.

E_ Es que cariño… entonces no eras tan pija como ahora.

M_ Serás… -le apretó el brazo y Esther se quejó muerta de risa-.


Esta me la pagas.

E_ Maca –le dijo un tanto azorada por el tono que había gastado
ante sus compañeras-. Bueno… Carmen ha dicho que vayamos

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fuera… así que… -no podía dejar de sonreír pues sabía
perfectamente aquella mirada de Maca lo que quería decir.

L_ Esa mujer es estupenda, me ha dicho que le gusta ese hombre


para mí sin yo decir palabra –decía completamente atónita.

Ev_ Y a mí me ha dicho que espabile….

E_ ¿Qué espabiles? –la miró un tanto desconcertada al igual que


Maca que posó sus ojos en ella.

Ev_ Con Rober.

Entonces todas rieron de buena gana, ya no solo por el


comentario sino, por el rubor que había subido inesperadamente en
las mejillas blanquecinas de la chica. Así salieron para reunirse con
los demás excepto Maca que se quedó unos pasos atrás.

M_ ¡Esther ven! –la llamó desde la habitación.

E_ Ya salgo –les dijo a ellas que se marcharon comentando


divertidas la situación con Carmen-. ¿Qué qu…?

No le dio tiempo a pronunciar palabra alguna, Maca la tomó por


la cintura apoyándola contra la puerta, yendo directamente sin
rodeos hasta sus labios, Esther pasó sus brazos por la cintura de la
Pediatra y se entregó absolutamente a aquel beso espléndido y
majestuoso de su mujer. Una vez separó sus labios vio como Esther
seguía aferrándose a su cintura sin abrir los ojos. Tras un suspiro
hondo, muy hondo, volvió en sí.

M_ Me moría de ganas.

E_ Dios –fue lo único que supo decir.

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M_ Voy a tener que acostumbrarme a la vida cotidiana otra vez.

E_ Pues sí… nos va a costar lo nuestro ¿eh?

M_ Volveremos a escondernos y encontrar el momento adecuado –le


pasó la mano por la mejilla con suma delicadeza.

E_ Seguro que sí, pero de todas maneas, gracias porque lo estaba


deseando.

M_ Estás muy guapa –la miraba a los ojos con esa devoción,
idolatrándola como el primer día que la miró con los ojos del amor-.
Estás realmente hermosa, cariño.

E_ Soy muy feliz, tener a todos aquí –le dijo mientras pasaba sus
manos por la espalda delicadamente de Maca, allí en aquel lugar
que se habían amado tanto, apoyada contra la puerta-... tenerte a ti
así... tan cerca de mí... tan maravillosamente cerca de mi corazón
otra vez.

M_ Pues no pienso moverme de ahí, me encanta –musitó con una


fineza que provocó que ambas tiritaran de felicidad.

E_ Y a mí que estés...

T_ ¿Chicas puedo pasar?

Les interrumpió Teresa, de manera que ambas sonrieron y


Maca con esa sonrisa y expresión traviesa que enloquecía a su
mujer, le hizo un gesto de silencio que Esther tuvo que reprimir
poniendo su mano sobre la boca para que no se escuchara su risa.

M_ ¡Joder Teresa! –oyó la mujer protestar desde el otro lado de la


puerta y reconoció la voz extasiada de Maca, sin querer, se ruborizó.

351 ”Adiós Esther” © by ldana


La puerta se abrió lo justo para que la Pediatra asomara un poco la
cabeza-. ¿Qué quieres, estamos en medio, eh?

T_ ¿En medio de qué? –preguntó sin pensar sus palabras... ante la


sonrisa, el guiño de ojo y el suave mordisquito de labio de Maca se
dio cuenta y abrió sus ojos como platos-. ¡Pero bueno!, ¡esto ya es
enfermedad!, ¡no puede ser!, con todos aquí y vosotras...
vosotras... –entonces oyó la carcajada de Esther y se dio cuenta de
la broma porque abrió de todo la puerta y allí estaban las dos
muertas de risa. Teresa muy digna ella, entrecerró los ojos
mirándolas de manera acusadora-. No me hace gracia.

E_ Venga Teresa es que nos persigues –decía muerta de risa.

T_ Menudo par sois vosotras... –pero no pudo seguir riñéndolas


porque ella también explotó en una gran carcajada

M_ Pero no creas ¿eh?, que estaba la cosa a punto de caramelo

E_ ¡Maca no seas mala! –le riñó divertida mostrando plenamente su


felicidad

T_ Vale, vale, vale seré rápida. Cierra la puerta Esther

E_ Uy, ¿secretos?, ¿cotilleos?, mira que viniendo de ti... me espero


cualquier cosa –Maca la miraba sonriente con esos ojos repletos de
amor

T_ Maca cierra la boca

M_ ¡No me da la gana!, me tiene embelesada Teresita, ven aquí


anda –le dio a Esther mientras la abrazaba y sin poder reprimirse
dejándole un beso en el cuello ante la sonrisa de Esther

T_ Bueno –chasqueó con la lengua.

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M_ ¡Qué marimandona has venido eh, guapa!

E_ Por cierto, ese conjunto te sienta divino.

T_ ¿Verdad? –sonrió para luego hacer un ademán gracioso con su


mano-. Bueno no me liéis que sois un par de liantas –ellas
sonrieron-. Bien, a lo que iba necesito un favor muy especial y muy
grande

M_ ¿Ahora? –la miró con seriedad.

T_ Ahora y es serio.

M_ De acuerdo, somos todas oídos.

T_ Necesito que una de las dos haga una llamada, lo necesito de


manera desesperada –juntó sus manos sobre el pecho demostrando
su inquietud

E_ ¿Qué pasa? –la miraban ya con seriedad.

T_ Se trata de una llamada de teléfono a alguien especial.

Allí Teresa se quedó explicándoles a las chicas que la


escuchaban sorprendidas la historia, una vez terminó, ambas
cruzaron una mirada repleta de emoción y también de algo de
temor, así que decidieron que fuera Maca quien se pusiera en
contacto, y así lo hizo. Habló bajo la supervisión de Esther de la
puerta para que no fueran descubiertas y bajo la mirada nerviosa y
un tanto asustada de Teresa. Cuando colgó, su gesto la delató.

T_ ¡Qué malo es sentir tanto miedo al rechazo!

M_ Y a la posibilidad de ser feliz, yo le comprendo Teresa.

E_ Bueno... siempre está la otra posibilidad.

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T_ En fin... lo hemos intentado –suspiró con algo de pena.

M_ Venga Teresa... seguro que al final viene.

T_ No sé yo... no sé yo...

E_ ¡Carmen nos busca, vamos!

De la habitación salieron las tres a reunirse con una Carmen


que se mostraba feliz, aunque una sombra cubría aquellos grandes
ojos negros, al verlas llegar una amplia sonrisa les hizo sentir en
cada uno de sus interiores un pellizco de pesar.

Aquel lugar siempre les pareció maravilloso, pero con la


presencia de todos aquellos que significaban para ellas algo tan
importante como la familia y los amigos, les hizo sentir mucha más
belleza al reunirse con todos. Las risas eran las principales
protagonistas, todos querían demostrar que se sentían felices de ver
la mejora de Maca y la recuperación de una Esther que volvía a
sonreír como siempre.

En muchos momentos se separaban para compartir momentos


más íntimos con cada uno de ellos, pero siempre, sus miradas
terminaban encontrándose y acariciándose. Una de esas veces
donde se miraban con ternura era porque Esther quería hablar
tranquilamente con su madre, la había visto bien pero la conocía
perfectamente y sabía que algo grave había ocurrido para que le
pasara aquello, por mucho que todos trataban de convencerla que
era el resultado de tanta presión vivida.

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E_ Mamá te he traído un poco de limonada que ha hecho Carmen –
le dijo sentándose a su lado en aquella butaca que Fermín había
puesto cuidadosamente para ella.

En_ Gracias hija.

E_ ¡Estoy tan contenta mamá! –la abrazó dándole en aquel abrazo


todo su amor de hija-. Parece que no pueda ser verdad

En_ Ha sido largo ¿eh?, pero ha merecido la pena tanta lucha

E_ Sí. Si me paro a pensar, desde el nacimiento de Daniel todo ha


sido un sin fin de problemas entre las dos, tontamente y más
agudizados por mi parte.

En_ ¿Has aprendido de tus errores hija? –le preguntó tras dar un
trago a la limonada-. ¡Todo lo hace bueno esta mujer!

E_ Es verdad –sonrió a su madre y ante el gesto de espera de ésta


prosiguió-. ¿Aprender dices mamá?, la verdad que más que eso,
ahora sé muy bien lo que quiero con Maca, ahora sé que me quiere
y que tanto su amor como el mío propio por mucho que tengamos
hijos no cambiará, mi miedo no era otro que perderla, y tú lo sabes,
fui torpe lo sé.

En_ Mucho, francamente.

E_ Gracias mamá –sonrió.

En_ La vida es un camino largo hija, siempre hay que pensar que es
largo, y vas aprendiendo de tus errores, de tus sufrimientos…
siempre y cuando puedas salvar la situación pues es hasta normal
porque nadie es perfecto, pero lo que sí es importante cariño, es
aprender de ellos. Tú tienes una mujer que te adora, un hijo por

355 ”Adiós Esther” © by ldana


quien habéis ido contracorriente sin importaros nada, a eso os
debéis aferrar cuando lleguen los malos momentos hija, a vuestro
amor.

E_ ¿Sabes una cosa mamá? –la miraba emocionada-, tengo suerte


por Maca, por Daniel, hasta por Teresa, pero no tengo la mínima
duda de que soy muy afortunada en tenerte como madre.

En_ Cariño –la abrazó bajo la atenta mirada de una Maca que
comprendía perfectamente a que era debido y sonrió mientras
seguía hablando con Javier y Héctor-. Eres mi hija del alma... lo
mejor que me ha dado la vida

E_ ¿Y ahora vas a decirme que pasó?

En_ ¿De qué? –quiso disimular.

E_ Mamá nos conocemos de sobra para saber que algo grave te


pasó.

En_ Nada hija... que me puse tonta yo que sé... –elevó los
hombros-. La tensión acumulada.

E_ Ya, eso es lo que me han querido vender.

En_ Nadie te ha vendido nada.

E_ ¿Esto no tendrá nada que ver con la visita al hospital de Pablo,


verdad?

En_ Ya me extrañaba a mí que lo olvidaras.

E_ Preferí omitirlo, además estaba Rosario delante, ¿crees que una


cosa así es fácil olvidar?, por mucho que Maca con su amor haya

356 ”Adiós Esther” © by ldana


borrado otras cicatrices que tenía en mi alma –sonrió y la vio riendo
con las locuras de Héctor-. ¿Te dijo algo?

En_ No hija, pero al verlo... los recuerdos volvieron a mí, el miedo y


todo lo que habíamos pasado con Maca pues... una ya no es una
jovencita.

E_ Mamá yo...

En_ Cariño... nadie tiene la culpa de esto.

E_ Te quiero.

En_ Lo sé –le acarició la mejilla-. No hace falta que me lo digas así


con esa tristeza.

E_ No quiero que te ocurra nada –la miró con sus ojos llenos de
miedo.

En_ Pues es ley de vida ¿eh? –entonces miró hacia Maca que seguía
mirándola aunque en esta ocasión lo hacía con su frente fruncida-.
Venga Esther Maca esta mirando con esa cara que pone ella de
preocupación, que aún así está guapa, ¿eh?

E_ Ella siempre está guapa, hasta cuando se enfada –le mandó un


beso con una ligera sonrisa. Después cogió la mano de su madre y
le dijo con amor-. Gracias mamá.

C_ Esther... que me ha dicho Teresa que vayas.

E_ ¿Dónde?

C_ Creo que Daniel se ha despertado y está allí haciéndole


carantoñas, cantándole diciéndole unas cosas, que el pequeño está

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mirándola fijamente de vez en cuando, da una carcajada y Teresa
acabara haciéndose pipi...

En_ Esta Teresa... –murmuró sonriendo.

E_ Voy a ver –se levantó yendo hacia la casa.

C_ ¿Le has dicho algo?

En_ No, es mejor así, algún día se enterara pero ahora no.

C_ Hacía mucho tiempo que no veía a Esther así... feliz –hizo una
mueca elevando sus hombros.

En_ Si hija. ¿Y qué me dices de Maca? –en ese momento estaba


muerta de risa por algo que había dicho Carmen en ese corrillo.

C_ Maca creo que se ha dado cuenta de muchas cosas, y una de


ellas que Esther la quiere más que a su propia vida.

En_ Creo que esto les ha hecho fuertes.

Ambas veían reír a Maca y vieron como aparecía una Esther


rabiosamente feliz con Daniel al brazo, tras ellos una Teresa
encantada que buscó con sus ojos a Encarna para hacerle una
mueca de fastidio.

Mientras Daniel encantado de la vida, pasaba de unos brazos a


otros, Maca había entrado a la cocina a preparar unas cuantas
cervezas más, en ese momento oyó como la puerta se abría y allí
estaba su padre. Ese hombre serio, con su porte de hombre
perfecto.

M_ Hola papá

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P_ Vengo a ayudarte –le dijo con una media sonrisa amable

M_ Gracias –le dijo algo sorprendida

P_ Y también a ver si podemos hablar con un poco de intimidad –


puso gesto de fastidio

M_ Entiendo –le dijo sin ese lado suyo tan defensivo de cuando
hablaba con su padre.

P_ Creo que te debo una disculpa, y sabes que me gusta aclarar las
cosas cara a cara.

M_ Lo sé –la miró con una sonrisa alegre en sus labios

P_ No sé ni por donde empezar la verdad –dejó las cervezas que


Maca le había pasado sobre la mesa.

En ese momento hubo un silencio denso, como siempre que


hablaban de lo que rodeaba a Maca, pero a diferencia de otras
ocasiones, aquella vez algo había cambiado, ella lo notaba y sabía el
que. Por eso, aún sin haber pronunciado palabra alguna, ya le había
emocionado el gesto que su padre había tenido con Esther y quiso
ser ella quien suavizara el momento, se acercó hasta su padre aquel
hombre estricto al que ella adoraba de pequeña y al que no
comprendía de mayor, y lo abrazó, no hacían falta palabras de
disculpa, sabía lo que a su padre le costaba y sabía que no las
necesitaba, lo que necesitaba era aquello que había perdido
segundos antes de decir que no se casaba, para decir lo que
realmente sentía su corazón, desde aquel momento, los abrazos con
su padre podían contarse con una sola mano, y les faltaba el calor.
Sabía que no eran muy dados a ser efusivos, pero notaba cuanto

359 ”Adiós Esther” © by ldana


calor faltaba entre ellos, sin embargo en aquella cocina, que parecía
hecha para reconciliarse, su padre la estrechó emocionado entre sus
brazos, la retuvo cerrando los ojos reencontrándose con su hija,
volviendo a sentir ese amor infinito por ella, a pesar de todo, a
pesar de que por su mente pasaron tantas discusiones, tantos malos
gestos, tantas recriminaciones, tantas injusticias, allí estaba su hija
abrazándole enterrando todo lo anterior y mostrándose feliz,
inmensamente feliz.

M_ Te quiero papá –murmuró en su oído.

P_ Yo también hija mía, yo también.

Sus ojos estaban emocionados, al separarse y mirarse, Maca


sonrió le pasó la mano por aquella barba canosa y él la besó.

P_ He sido muy injusto contigo cariño.

M_ Papá... dejemos todo cuanto ha ocurrido –le dijo cortando


aquella disculpa-. Quiero ser feliz o al menos tratar de serlo con
Esther y nuestro pequeño, no quiero pensar ni recordar el ayer.

P_ Pero existió y quiero reconocer mi error –esta vez quien acarició


aquella piel suave, fue Pedro, ella cerró los ojos-. Sé que lo serás
porque Esther es maravillosa, se ha enfrentado a todo incluidos
nosotros por ti, me ha demostrado quererte sobradamente hija, y
me he dado cuenta que... a pesar de todo estáis hechas la una para
la otra y yo, no soy nadie para impedir que seáis felices –su voz
grave sonó más grave de lo habitual, quiso retener la emoción que
sentía en ese momento de reconciliación con su hija-. Me alegro
porque a tu lado tienes una gran mujer.

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M_ Gracias papá, sólo espero estar a su altura –murmuró mirando
por la ventana y a través del cristal, la vio y su alma se llenó de
paz-. La quiero más que a nada en el mundo.

P_ Lo sé, y será mejor que saquemos las cervezas o Vilches entrará


hecho una fiera –sonrió levemente.

M_ Tienes razón –dio una carcajada repleta de paz.

Mientras ellos conversaban en la cocina, Teresa había ido hasta


Encarna, se moría de ganas de hablar con ella, así que
delicadamente echó a Cruz para sentarse ella.

En_ ¿Has sabido algo?

T_ Algo pero no es bueno...

En_ Paciencia hija, paciencia –en ese momento salían Maca y Pedro
de la cocina. Encarna le hizo una señal a Teresa con sus cejas hacia
ellos-. Creo que Pedro ha firmado la paz

T_ Menos mal. Creo que hoy es un día importante para ellas,


míralas, son felices, creo que pocas veces las he visto así.

Ca_ ¿Pero qué hacéis aquí? –les preguntó Carmen.

T_ Hablando de mis niñas.

Ca_ Tus niñas –murmuró poniéndose en jarras con gesto serio.

T_ Bueno... nuestras niñas, ¿así mejor?

Ca_ Así perfecto –Encarna sonrió ampliamente-. La comida ya está,


así que si queréis vamos poniendo la mesa, mi Fermín dice que hay
unas nubes por el sur y seguro va a llover.

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T_ Pues nada, Encarna se queda aquí y tú y yo ponemos la mesa
dentro.

Ca_ Será lo mejor.

En_ Encarna no se queda aquí, Encarna va a preparar las ensaladas


y va a mover su culo gordo para ayudar. ¡Está claro parejita!

T_ Pero...

Ca_ De acuerdo... esa es mi Encarna

Tras la carcajada de Carmen, las tres mujeres se entraron en la


cocina seguidas por Rosario que también quería ayudar.

Cuando Esther se percató les dijo a las demás que ya era hora
de ayudar y dejar de hablar, de esa manera, se fueron todas hasta
la cocina y los hombres se quedaron todos allí ayudando a Fermín.

V_ Fermín usted sabe si esta casa la alquila.

F_ Esta casa es de Maca y Esther.

H_ ¿No me diga? –preguntó un sorprendido Héctor

F_ Así es.

P_ ¿Mi hija te la ha comprado? –mostró también sorpresa y su


mente dada a los negocios comenzó a pensar que habría vendido

F_ No, eso sería una ofensa para mí, se la he regalado –dijo


tranquilamente mientras con ayuda de Vilches daba la vuelta a la
enorme asadora con la carne

V_ Joder Fermín... menudo regalo –le dijo sinceramente

F_ Se lo merecen –murmuró sin alzar su vista de las chuletas


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V ¿Y no hay otra casa por aquí que se alquile o se venda?, me
gustaría darle una sorpresa a... –al ver que todos lo estaban
mirando carraspeó y agregó-. A mis hijos

F_ Eso siempre se puede mirar, yo le puedo decir al Antonio que


tiene una allá arriba, creo que la deja bien de precio –lo miró
entendiendo sus intenciones

H_ ¡Bárbaro! –murmuró Héctor dirigiéndose a Javier que rompió en


una carcajada

F_ Regalarle una sorpresa a su mujer bien lo merece –le guiñó el ojo


mientras iba a por más leña

V_ Joder con el Fermín, habla poco pero cuando habla...

P_ Es extraordinario –agregó Pedro viendo como se perdía

V_ Mira Héctor, ya va a pedirle otra para él

J_ Si –sonrió Javier-. Además parece que se las sabe todas, ha dicho


que iba a llover y mira como está cambiando el color del cielo

R_ Esto lo da el vivir en el campo, mi padre era como él

P_ Pues si está refrescando ¿eh? –añadió Pedro-. Quizá lo mejor


sería ir recogiendo las cosas, nuestras mujeres deben estar
cuchicheando todas en la cocina, mejor recoger esto y cuando el
terreno esté despejado entramos

V_ ¡Cómo lo sabes Pedro, cómo lo sabes!

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Ciertamente la cocina era un hervidero, todas las mujeres
hablando, trabajando con risas constantes, Encarna y Rosario se
encargaban de preparar las ensaladas, Eva y Laura de preparar la
mesa, mientras Cruz cortaba junto a Carmen ese fiambre artesano
como le decía Cruz. Todas soportaban a una Teresa que con Daniel
en brazos no paraba de dar ordenes, y de vez en cuando picar algún
que otro trozo de comida ante las riñas divertidas de todas. Por su
parte, Esther había acompañado a Maca a la bodega, allí Fermín
tenía unas cuantas botellas de vino de crianza y fue la excusa
perfecta para tener cinco minutos de soledad.

Sobre una de las paredes reposaba el cuerpo de Maca y sobre


ella, el de Esther, sus labios se habían fundido y sus manos
sujetaban a la otra suavemente, con alguna caricia lenta. Al
despegar aquellos sedientos labios Maca murmuró extasiada un
gemido que hizo sonreír a su mujer.

E_ Me moría de ganas por un beso

M_ ¿Te acuerdas aquella vez que nos pillo Elisa?

E_ ¡Qué momento! –sonrió mientras metía su mano por el jersey


rozando su piel con ternura

M_ La vergüenza que te dio –sonrió de manera burlona abriendo sus


ojos graciosamente

E_ Si, la verdad. Fíjate como hemos cambiado desde entonces, ¿eh?

M_ Sí, aunque yo estaba segura que serías la mujer de mi vida

E_ ¿Ah si? –ladeó su cabeza un poco elevando sus cejas con una
sonrisa triunfante

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M_ Sí, ¿tú no?

E_ Joder Maca, si yo estaba muerta de miedo... me dabas miedo


porque nadie había hecho lo que tú

M_ ¿Qué hice? yo sin enterarme? –le dio una palmadita en su culo

E_ Volverme loca, volver mi vida del revés, cambiar todo cuanto


había sido, fue difícil asimilarlo todo, pero una vez lo hice, supe que
quería vivir el resto de mi vida a tu lado

M_ Te quiero mi vida –le besó suavemente

E_ Y yo

T_ ¿Puedo pasar niñas?

E_ La madre que la parió –renegó apoyando su frente en la de Maca

M_ Pasa Teresa, pasa

T_ ¿Interrumpo algo? –las miraba divertida con el niño en brazos y


ante la mirada represora de ambas se disculpó rápidamente-.
Chicas, chicas, que se estaban oyendo rumores sobre vuestra
tardanza, yo solo venía a avisaros

M_ Ya Teresa

T_ También quería aprovechar el momento para pediros algo

E_ Tú dirás, ven aquí pequeño –le cogió al niño de sus brazos


llenándolo de besos

T_ Yo… quería recordaros que…

M_ Venga Teresa no se vayan a pensar que estamos montándonos


un trío –la mirada ofendida de la mujer le hizo romper en una gran
carcajada

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E_ ¡Qué bruta eres Maca!

M_ Es la verdad –sonreía aún

T_ A lo que iba

M_ Eso

T_ Quería recordarte que me debes lo que me prometiste –Maca


elevó una ceja-. El balneario

M_ ¿Qué balneario? –Esther sonrió

T_ ¿Cuál va a ser hija?, el que me prometiste cuando pasó lo que


pasó y después todo lo que hemos pasado creo que mis nervios bien
merecen una pequeña recompensa

M_ Teresa tú no sabes que he perdido parte de mi memoria –Esther


volvió a sonreír sacándole la lengua a Teresa mientras acunaba a
Daniel

T_ Tú lo que tienes es mucha cara, bonita

E_ Es verdad Teresa. No has dicho una verdad tan grande nunca,


tiene una cara bonita que quita el sentido

M_ Gracias mi amor –le besó-. Anda sube con el pequeñajo y ya me


encargo con Teresita, la lista, del vino

E_ No tardes cariño… o pensaré mal…

T_ ¡Cuánta tontería por Dios!.

E_ Te quiero, Teresa

M_ Bueno… vamos a ver que encontramos por aquí –se puso a mirar
las botellas mientras Teresa se ponía las gafas y también miraba

T_ Yo nunca he entendido esto, veo todas las botellas igual


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M_ Te enseñaré el día que vengas a mis bodegas

T_ Tus padres me han invitado –lo dijo orgullosa

M_ Mira que bien. Pues ahora ya que has querido tu fin de semana
en el balneario, te lo vas a tener que currar –se dio la vuelta
mirándola fijamente

T_ ¡Por Dios Maca no me mires con esos ojos! –le dijo un tanto
asustada

M_ ¡No seas mala quieres!, y dime, ¿qué pasó con Encarna?, y no


me vengas con ese cuento de tanta tensión y todo ese rollo

T_ Ella no quiere que lo diga… yo no soy una chismosa, ya lo sabes


¡y ni se te ocurra levantar la ceja que te veo! –la acusó con el dedo
índice

M_ ¿Quieres ir al balneario?

T_ Pues claro, pero no por traicionar a una amiga

M_ Joder… si que hemos cambiado Teresita

T_ Mira Maca, te lo cuento pero de esto ni palabra a Esther

M_ Ya lo sabía yo… ¿qué ha pasado?

T_ Un drama –le contó todo deprisa porque no tenían mucho


tiempo, le hablaba bajito cerca de la oreja, a Maca se le iba
transformando el rostro de tal manera que Teresa no supo si estaba
haciendo lo correcto-. Pero bueno… todo quedo en un susto porque
el canalla al final murió

Maca guardó silencio, toda la historia en sí le había producido


un escalofrío en su cuerpo, estaba pensativa mordiéndose un poco

367 ”Adiós Esther” © by ldana


el labio, entendió muchas cosas por las que había discutido con
Esther siempre que llegaba algún paciente con el problema de la
droga, ahora entendía sus reacciones su vivencia propia horrible, y
podía entender también la inseguridad en si misma que le
provocaba una dependencia total de ella, quizá si le hubiera contado
aquel horror, la hubiera entendido mucho mejor.

T_ Por favor Maca… no le vayas a decir…

M_ Claro que no, respeto que no me haya contado esto… aunque yo


la hubiera apoyado

T_ Bueno pero ocurrió hace muchos años y ella lo ha querido


olvidar

M_ Pobrecita –murmuró con gesto de profunda pena

T_ No vayas a ponerte triste por favor…

M_ Tranquila Teresa –le sonrió acariciándole el brazo con cariño

T_ Fue horrible, no me extraña que Encarna no pudiera más… es


una mujer extraordinaria

M_ Lo es…sin duda –sonrió con un gesto de profundo cariño hacia


ella. Después suspiró fuertemente-. Creo que será mejor que
vayamos con el vino o van a pensar que…

T_ ¡Maca! –la riño graciosamente-. Oye… ¿y de lo otro… qué?

M _ ¿Qué otro?

T_ No te hagas la despistada que no cuela

M_ Toma anda –le dio una botella bajó otra del altillo y se dirigió
hasta la puerta-. Yo no recuerdo tal cosa, además, ahora debo

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pensar que estuviste aquí por ese balneario y no porque me quieres
tanto como dices

T_ Pues mira… ya me has descubierto –Maca se detuvo en seco, se


giró y la miró con los ojos entrecerrados. Teresa soltó una carcajada
enorme que resonó en la bodega-. ¡Ay la niña de mis ojos!, pero no
se lo digas a Esther

M_ Si en el fondo sé que soy tu ojito derecho, ¿por qué crees que te


hice mi madrina?

T_ Espera Maca –le dijo deteniéndola del brazo-. Me alegro mucho


que todo quedé en una pesadilla, que todo quedé atrás. Ahora lucha
por Esther y por tu hijo, no permitas que nadie trate de haceros
daño.

M_ Te aseguro que luchare con todas mis fuerzas, y defenderé con


uñas y dientes si hace falta la felicidad de mi familia.

T_ Soy muy feliz –se le llenaron los ojos de lagrimas

M_ ¡Ay cuanta tontería por Dios!

Después de reírse lo suyo, Maca abrazó con cariño y ternura


a una Teresa que no ocultaba la felicidad que sentía, aunque una
pequeña sombra cubría la luz de sus ojos.

R_ ¡Ya era hora!, íbamos a llamar a los bomberos

T_ Eso son celos, ¡lo que yo te diga Maca! –salió a pasos ligeros
hacia el comedor con las botellas de vino

M_ No puedo creer lo graciosa que está Teresa últimamente –


murmuró mientras le cogía un trozo de tomate de la ensalada que
estaba terminando de preparar Rosario

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R_ Siempre igual, ¿eh?, no se te irá esa costumbre –la riñó con una
sonrisa

M_ No me riñas mamá –le puso cara de buena

R_ No tienes remedio.

M_ ¿Y Esther?

R_ Ha ido a cambiar a Daniel –estaba repartiendo el atún por la


ensalada

M_ Vale… ¿y los demás?

R_ Los hombres han ido con Fermín a ver desde no sé que lugar una
montaña

M_ ¿Papá también?

R_ Sí hija –cogió el aceite para echarlo

M_ ¿Sabes qué hemos hablado antes? –antes que echara el aceite,


volvió a coger un trozo de lechuga y después de chuparse los dedos
graciosamente como cuando era niña, eso pensó Rosario le dijo-.
Creo que hemos logrado encontrar el punto de inflexión que se nos
rompió

R_ Me alegro mucho cariño

M_ Y yo, y también me alegro que tú hayas aceptado a Esther

R_ Si –sonrió mientras levantaba la cara y miraba a su hija-. Te iba


a preguntar si eres feliz, pero… tus ojos gritan su nombre

M_ Lo soy mamá, Esther y yo creo que nos hemos dado cuenta que
queremos vivir siempre juntas, que pase lo que pase, yo me muero
por ella y ella por mí, que tenemos una vida en común a partir de

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ahora sin dudas, con claridad sabemos lo que queremos y miramos
hacia el futuro mamá. Soy muy feliz aunque para lograrlo, haya
tenido que pasar un infierno. Y me gustaría agradecerte tu apoyo en
esos momentos, tu presencia al lado de Esther para ayudarla.
Gracias mamá

R_ Eres mi hija, quizá a mí también me ha enseñado ese infierno a


veros de manera diferente. Ven aquí –la abrazó sintiendo su corazón
abierto de par en par, dejando que por su sangre corriera ese
sentimiento de amor de madre-. Te quiero hija

M_ Y yo, pero ahora si me permites llevo mucho tiempo sin saber de


Esther

R_ Ya me extrañaba a mí –sonrió

Esther estaba cambiando a Daniel y haciéndole infinitas


risas, se había quedado sola porque Laura tras acompañarla un rato,
se fue con las demás mujeres a por leña en la parte trasera de la
casa con Carmen quien ilusionada les iba contando todo cuanto
había sido aquel lugar con anterioridad. Estaba a punto de terminar
cuando el niño le hizo un pipi largo que arrancó la carcajada
divertida y feliz de su madre.

E_ ¡Pero bueno… serás gamberro!, sí, claro, no podías ser de otra


manera, eres igualito a tu mama –le besó la nariz-. Pero clavadito…
igual de guapo, igual de sonriente… ¿recuerdas cariño aquella noche
en la Fonda dónde te dije que todo volvería a ser como antes?,
bueno Daniel, creo que me equivoqué porque ahora todo es mejor
que antes… además… vamos a darte una hermanita porque tu mami
quiere que sea niña, así que, tendré que concentrarme mucho para

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tener una niña –el niño sonreía-… si es que esa sonrisa me pierde
¡cómo cuándo me sonríe Maca!. La quiero tanto Daniel, me he dado
cuenta que no quiero otra cosa en la vida que no sea vivir a su lado,
la amo con locura cariño… con locura

Entonces unas manos la rodearon por la espalda, no le hizo


falta que hablara, aquel tacto era de su Maca.

M_ Yo también te amo con locura –le dijo besándole la sien,


mientras el niño pateaba al aire y sonreía.

E_ ¿Desde cuándo llevas ahí? –el balanceo de Maca sobre su cuerpo


le hacia perder su control

M_ Desde que le has llamado gamberro como su mami –le besó


ahora el cuello separando su melena

E_ ¡Qué mala eres! –murmuró sonriendo mientras echaba su cabeza


hacia tras dejando todo el peso sobre Maca

M_ Lo sé… pero me encanta oír esas cosas y como no me las dices a


la cara pues no tengo más remedio que hacer de espía –le dio la
vuelta lentamente y al encontrarse unos ojos con los otros, una
sonrisa iluminó su rostro, sin más dilación porque no era necesaria
se besaron-. Mi amor

E_ Cariño… -se abrazó a ella con fuerza

M_ Todo cuanto has dicho a Daniel, te aseguro que es lo que siento


yo, te quiero y eres el centro de mi vida, no puedo estar tanto rato
sin verte, sin tocarte -la miraba apasionadamente, con la locura de
amor grabada en sus ojos-. Me haces inmensamente feliz Esther, y
no quiero vivir de otra manera que no sea a tu lado

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E_ Mi amor –la abrazó con fuerza en el mismo instante en que
Daniel rompía en una risa-. Mira… sabe que somos felices

M_ Claro que esté pequeñín sabe que sus mamis están felices –se
tumbó en la cama junto al niño y comenzó a juguetear con él

E_ Lo tenía ya preparadito y mira la que me ha hecho, es igual de


gamberro que tú

M_ Pues ni te cuento cuando tengamos a Esthercita y nos vaya


haciendo trastadas como tú

E_ ¿Yo hago trastadas? –le abrió las piernas poniéndose entre ellas
ante la sonrisa de Maca

M_ Sí –la miró con provocación

E_ ¿De verdad?

T_ ¡Chicas voy a entrar!

M_ La mato, yo la mato definitivamente

T_ Hola… ¡Por los Clavos de Cristo!, ¡pero bueno no podéis estar


quietecitas!, no estáis solas, tenéis la casa repleta de gente
¡inconscientes!, ¡par de inconscientes!

Ambas rompieron a reír y ante tal sonido, hasta el pequeño


Daniel se unió a la fiesta de sus madres y hasta Teresa, que al ver
la reacción de la pareja sonriente, no pudo más que acompañar sus
risas.

En la mesa estaba todo preparado, los hombres habían


vuelto de inspeccionar toda aquella maravilla, que un Fermín

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contento les había enseñado. En el comedor la mesa se había
transformado en longitud, y sin ningún problema todos pudieron
sentarse cómodamente. Las chicas salían con el pequeño en los
brazos de Maca y Esther llevando de los hombros a una divertida
Teresa. En una parte se había sentado Encarna junto a Rosario y
Pedro, a su lado vacío se sentó rápidamente Teresa, los ojos de las
dos mujeres interrogaron a la recepcionista que con un leve
movimiento de cabeza, les di a entender que no había recibido la
llamada esperada. Por otro lado, Esther se sentó junto a Maca como
no podía ser de otra manera que había dejado al niño en el carrito y
Fermín lo hizo de espaldas a la puerta de la calle. Junto a Esther se
había sentado un encantado y relajado Vilches y a su lado Cruz, con
el resto de compañeros. Y por último Carmen, presidiendo la mesa
justo en la parte opuesta a su marido.

Sobre la mesa se habían colocado en dos grandes fuentes,


toda la carne, el embutido y la verdura que habían estado
preparando entre esmeros la pareja y un Héctor dicharachero que
había demostrado su habilidad como cocinero, también las
ensaladas y un fiambre que solo con su olor despertó el hambre de
todos los presentes. La comida discurrió entre bromas de unos y de
otros, sobre todo punzadas de Vilches a una Maca que respondía
alegremente a cada una de ellas, y que además se mostraba feliz
por la charla tan entretenida que veía que su padre mantenía con
Fermín, ambos parecían fuera de aquellas bromas que se gastaban
unos con otros. Quien parecía más nerviosa que los demás, era
Teresa que no cesaba de mirar el reloj.

En_ Teresa hija que me va a subir otra vez la tensión

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T_ No lo puedo evitar… Maca le ha dicho la hora

En_ Bueno… disfruta de la comida y olvídate, lo mejor será pasar al


plan B.

R_ ¿Qué sucede Encarna?

En_ Nada que Teresa está impaciente, bueno, algo histérica también

R_ La verdad que sería una pena no poder disfrutar de este


momento

En_ Ya pero hay que entender al muchacho

T_ Si entenderlo lo entiendo… pero…

Esther y Maca no perdieron detalle de la conversación de las


tres mujeres, porque aprovecharon que Carmen se levantó a la
cocina un momento para poder hablar.

M_ ¿Has visto lo bien que se lleva mi madre con la tuya?

E_ Sí cariño –le sonrió acariciándole suavemente y con disimulo la


pierna-. Se han hecho grandes amigas

M_ Esther –la miró con fijación-. Si no quieres que arme un


escándalo, por favor, retira la mano de ahí

E_ ¿Y si no lo hago? –le guiñó un ojo graciosamente-. Sería una


buena venganza… ¿no crees?

M_ ¡Esther! –la miró seriamente pero por la comisura de los labios


se le escapaba una sonrisa perversa

E_ Te salva que tengo a Fermín a mi lado… que si no…

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V_ ¿Qué le pasa a este pequeño? –le decía Vilches mientras lo
tomaba en brazos elevándolo al aire con la consiguiente risa del
niño-. Este chavalote le gusta más una fiesta que sus mamis

E_ ¡Eh Vilches! –le riñó simpática Esther sacando la mano de la


pierna de Maca

R_ Es igualito que Maca, cuando era pequeña no paraba ni un


segundo quieta

En_ Vamos como ahora –le dijo seria pero irónicamente Encarna

M_ Yo también te quiero suegra mía

En_ Más te vale –ambas rompieron en risas

C_ Vamos Vilches deja al niño que vaya con su tito Héctor que se le
está cayendo la baba

L_ Estos hombres... luego nos dicen a nosotras

E_ Voy a traer el café y ese adorable pan quemado que hace


Carmen

M_ Yo te ayudo

C_ No hace falta ya voy yo, ¿no puedes estar unos segundos sin
ella? –le preguntó en voz baja sonriendo

M_ Pues... no... para que voy a mentirte, es no verla y me entra un


agobio

C_ ¡Qué fuerte! –murmuró muerta de risa

M_ No sé que voy a hacer cuando empecemos a trabajar... no sé


como lo voy a llevar

C_ Tenemos que hablar, ¿eh?

376 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Sí, te debo una disculpa

C_ ¿Una solo?

P_ Maca hija retira tu plato anda, que va a venir Esther cargada

M_ Oye... ¿pero esto que es? –protestó-. A ver si ahora voy a tener
que ponerme celosa –todos sonrieron

V_ Ya puedes ir empezando, oye Héctor no asustes al niño

CA_ Eso o tendré que darle alguna que otra sesión –dijo Carlos muy
serio

H_ Son todos unos boludos, ¿verdad rey?

L_ Héctor que tenemos que amueblarnos la casa... entiéndenos

Entre tanto en la cocina Carmen, Rosario y Esther estaban


preparando el café entre risas, charlas y buen ánimo, ante aquella
maravillosa visión donde Rosario estaba riéndose con su nuera hasta
casi engancharse de la risa, Maca no pudo más que sonreír también
y sumarse a ellas.

M_ Vaya... vaya... vaya... yo aquí trabajando y vosotras de


chachara

Ca_ Dios mío Maca si llevas un plato en tus manos –dijo poniéndose
las manos en la cabeza

E_ Esa si que ha sido buena –reía acompañada por su suegra

M_ ¡Pero bueno!

R_ Venga hija échanos una mano

377 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Yo sé a quien voy a echarle la mano –se dirigió corriendo hasta
Esther cogiéndola por la cintura mientras ésta trataba de soltarse de
una Maca divertida que no paraba de hacerle cosquillas-. A ver
ahora que dices, ¿eh?

E_ ¡Maca, Maca! –le decía muerta de risa

T_ ¡Ya estamos!

M_ ¡Vaya la aguafiestas! –dijo Maca mientras abrazaba fuertemente


a Esther por detrás ante la sonrisa de su madre

T_ Yo de verdad... estoy saturada ¿eh?

E_ Anda Teresa no seas quejica

T_ ¿Quejica yo?

E_ Sí, tú.

Ca_ Venga... venga que esto ya está y se va a enfriar

R_ Es cierto, Maca haz algo hija

M_ Ya estoy haciendo –le dijo dándole un beso a Esther en la sien

E_ Maca –se quejó graciosamente mientras se zafaba de sus brazos

T_ Me voy –cogió la cafetera y salió con una sonrisa divertida

En_ ¿Qué ya están? –le preguntó Encarna cuando se sentó a su lado

T_ Sí hija... ¡están peor que antes!. ¡Verdad que es maravilloso! –


exclamó feliz

En_ Lo es

Entonces salieron Esther y Maca sonriendo mientras una


llevaba el pan quemado, la otra llevaba una bandeja con los platos y

378 ”Adiós Esther” © by ldana


las tazas para el café. En la cocina se habían quedado Carmen y
Rosario, con el champán y las copas.

Ca_ Es un regalo de Dios ver así a las niñas

R_ La verdad que sí. Desde que he llegado siento que mi corazón


rebosa de felicidad, que late de otra manera distinta

Ca_ No late de una manera distinta amiga mía –se le acercó y con la
mano que le quedaba libre, le acarició suavemente la mejilla-. Late
gritando tu sentimiento de madre, más madre que nunca porque
ahora puedes abrazar a tu hija de manera abierta, sintiendo y
dejando sentir en tu alma su llegada. Ahora eres madre con todas
las palabras ya no tienes que luchar contra ti, ahora solo tienes que
dejar recorrer por tu sangre ese sentimiento de madre que tenías
amaniatado. Siéntelo con todas tus fuerzas Rosario siéntelo amiga
mía.

Rosario la miró emocionada, tenía razón, aquello que


recorría sus venas no era otra cosa que aquel sentimiento de madre
que durante años, había tenido que reprimir, ahora no, y lo mejor,
ahora no tendría que interponerse entre su marido y su hija, ahora
podía ser esposa y madre con todo orgullo, y sin duda, la lagrima
que recorrió su rostro al tacto de aquella mano cálida de una madre
coraje, que luchaba todos los días con su arrepentimiento por la
lejanía de aquel hijo perdido, sintió que era afortunada, la vida le
había dado la oportunidad de recuperar a Macarena, su hija, y lo
mejor, ganar su confianza con Esther.

379 ”Adiós Esther” © by ldana


El niño disfrutaba en los brazos de su abuelo, con las
palabras de su abuela Encarna y con las risas de todos, con el café
había llegado el momento distendido donde todos participaban,
contaban anécdotas y compartían risas. Cuando llegó el champán y
el momento del brindis, Esther le dijo algo al oído a Maca que sonrió
feliz.

V_ Venga chicas ¡hoy os toca a vosotras!.

H_ Eso venga niñas... no se me queden en mal lugar

M_ Ya va, ya va

V_ Vamos Macarena lúcete

M_ Mira que eres malo ¿eh? Rodolfo –le dijo entrecerrando sus ojos
graciosamente

V_ Ya ves... uno que aprende rápido a tu lado

C_ No empecéis que nos conocemos –intervino Cruz sonriendo

T_ Eso, venga... a lo que íbamos

M_ Bueno... primero daros las gracias personalmente por cuidarme


tan bien a mi niña –le sonrió y ella le devolvió la sonrisa feliz-.
Después gracias por estar siempre que os hemos necesitado por
aguantarme a mí sobre todo

T_ Y que lo digas hija –soltó Teresa muy seria y consiguió que todos
rompieran en una carcajada y algunos aplausos-. Gracias.

M_ Vale Teresa lo he captado. Pero Esther y yo queremos brindar


por otra cosa, bueno...–Esther le dio la mano-, queremos brindar
porque vamos a ser mamás otra vez.

380 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ ¡Pero...!.

M_ Cuando regresemos a Madrid nos pondremos manos a la obra,


así que, brindemos por nuestra hija Esthercita.

El jolgorio fue generalizado, entre aplausos, risas y


emociones, todos las besaron, y en ese momento pudieron sentir
que era ser feliz, ya no solo por lo que ellas sentían, sino, por el
cariño que recibieron, hubieron abrazos significativos, pero sin duda,
el de Encarna con su hija fue especial, emocionado por ambas
partes al igual que cuando abrazo a Maca.

En_ Gracias hija...

M_ Gracias a ti Encarna... gracias por todo lo que nos has dado de


verdad y te prometo... que no volveré a fallarte.

En_ Te quiero pequeña –le sonrió abrazándola emocionada.

M_ Y yo.

Mientras una Rosario feliz abrazaba a Esther, que sentía


como su suegra estaba radiante, aquel gesto y el siguiente de
Pedro, fueron los que más le conmovieron, en ese instante, sintió
como el pasado quedaba borrado, como lo que importaba era lo que
vendría a partir de ese momento, para ella que sus suegros la
aceptaran significaba mucho, y era el punto y final a una lucha sin
sentido porque los tres tenían un sentimiento común, el amor por
Maca.

Al terminar con los abrazos, enhorabuenas y besos. Maca


volvió a hablar, con una sonrisa enorme en sus labios.

381 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Otra cosa, a ver, tenemos una sorpresa para vosotros, Carmen y
Fermín –la pareja la miró un tanto desconcertada-. La verdad que os
habéis portado con nosotras de manera extraordinaria, y... bueno...
queríamos daros las gracias por ello ¡pero cómo sabemos que no os
gusta! –agregó con rapidez ante el gesto emocionado de Carmen-,
hemos pensado en regalaros dos billetes para un crucero por todo el
Mediterráneo

Ca_ ¡Madre del Amor Hermoso! –murmuró Carmen

F_ Pero... –por primera vez notaron que aquel hombre adusto, se


mostraba afectado por aquella sorpresa inesperada, y en su rostro
se dibujó la alegría

E_ No tenéis que hacer nada más que prepararos la maleta, eso si,
con ropa fresca ¿eh?, y pasarlo estupendamente

Ca_ Pero es que... es demasiado nosotros...

M_ Vosotros habéis sido un pilar fundamental para Esther y para


que yo tuviera las cosas más fáciles, así que... nada de peros ni
Amores Hermosos, os lo merecéis de todo corazón

Cuando Carmen soltó a Maca a la que por poco asfixia, hizo


lo mismo con Esther, sonreía feliz, aun con esa sombra que nadie
podría borrar por muy feliz que se sintiera. Fermín por su parte, fue
más contenido pero no por ello, menos agradecido. Pues entonces
después de un aplauso generalizado y divertido, Teresa saltó la
primera.

T_ ¿Y lo mío?

M_ Lo tuyo guapa, está verde... muy verde

382 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ ¡Que fuerte! –murmuró imitando a Maca pues era una de sus
frases más repetidas

E_ ¡Anda te ha salido el lado pijo de Maca!

C_ De aquí a nada... ya la veo llevando cazadora de cuero y


viniendo en moto a trabajar

Aquel comentario bastó para detonar nuevas risas, nuevas


bromas y nueva sensación de felicidad. Todo iba mejor de lo
esperado, cuando de repente rompió las risas y bromas un sonido
que a todos dejó helado

“ ¡Ay Campanera aunque la gente no crea, tú eres la mejor de las


mujeres porque te hizo Dios su pregonera!. ¡Ay Campanera!”

D_ Teresa me has devuelto a mi juventud

V_ ¿Los Dinosaurios cantaban La Campanera?

Todos comenzaron nuevamente con las risas la broma y


hasta a canturrear la canción y también, cuando vieron que Teresa
se sentaba nerviosa y miraba con los ojos abiertos a Encarna, la
hicieron blanco de sus críticas, a lo que la mujer ni respondía

M_ ¡Vamos defiéndete Teresita, te están llamando Campanera!

T_ No puedo ahora no puedo –decía muy nerviosa

V_ Vamos chicos “Campanera...

Entonces sonaron dos golpes en la puerta que les hizo callar


a todos.

T_ ¡Voy yo! –dijo con un grito desmesurado poniéndose en pie que


hizo que todos se quedaran petrificados, en silencio. Cuando se dio

383 ”Adiós Esther” © by ldana


cuenta bajó un tanto su tono ante el gesto desesperado por la risa
de Encarna por su reacción-. Voy yo.

H_ Este ambiente a Teresita no le va muy bien ¿eh?

D_ No, tendremos que llevarla a la capital

C_ No os metáis con ella, si esta divertidísima

E_ Eso es cierto...

Ca_ ¿Y ahora quién será? –preguntó intrigada

En_ Alguien especial, seguro –Rosario la miró y le apretó la mano


con alegría

Teresa abrió la puerta, sus ojos se abrieron como platos,


vieron que daba un abrazo a alguien y el silencio reinó por un
segundo, Esther y Maca miraban con la boca un tanto entreabierta,
en sus gestos demostraron también cierto nerviosismo, y solo
cuando Teresa dio paso a la figura de un hombre, cambiaron el
gesto sonriente mirando hacia Carmen ya que Fermín estaba de
espaldas a la puerta sin inmutarse.

Carmen no podía creer lo que estaba viendo, se levantó poco


a poco, como si su cuerpo pesara... como si aquello fuera uno más
de sus continuados sueños, entonces sus ojos se llenaron de
lagrimas... sus manos comenzaron a temblar, y solo en ese
instante, conociendo como conocía a su mujer, pudo Fermín adivinar
de quien se trataba, cerró sus puños y notó como su corazón latía
frenéticamente. Carmen lloraba y él, él se levantó con pausa,
contrayendo con fuerza los labios sintiendo a la vez un pánico y una
alegría desmesurada.

384 ”Adiós Esther” © by ldana


Todos miraban la escena un tanto desconcertados, mucho
más cuando Carmen con las lagrimas ya resbalando por sus mejillas
regordetas, más rojas que nunca corrió hasta los brazos de Juan, su
hijo, aquel hijo que ella parió y un día sin querer perdió, allí sobre el
pecho de su hijo lloraba emocionada, mientras él la abrazaba
sintiendo ese calor que tanto había añorado, aquella olor tan
hermosa que la piel de su madre manaba, hueles a leche de
almendra, le solía decir cuando era pequeño y ella lo acunaba, y
cuando era mayor y lloraba porque no sabía que le pasaba. Aquellos
brazos que de pequeño le daban seguridad en aquel momento le
estaban empujando a sentir un temblor emocionado y dependiente.
No podía evitar sentir temor por lo que pudiera llegar después y ese
después no era otro que su padre, allí parado contemplando la
escena con una Teresa que se había apartado y que con un pañuelo
sonaba su nariz, porque ella había sido la única en apreciar al
muchacho sin saber que muchos años después apreciaría de igual
modo a los padres, pero no solo Teresa, las mujeres todas, tenían
en sus ojos marcados la emoción, mientras los hombres
contemplaban la escena con todo el respeto y admiración que
podían sentir. Y allí, a dos pasos de su hijo y su mujer, impasible
Fermín, su expresión había cambiado de la tranquilidad que
compartió en la mesa a un apretar sus labios, a un temblor mínimo
de su barbilla, a un temblor de sus manos, a un temblor de su
corazón. Tan solo cuando Carmen se separó, y se giró para mirarlo
con sus ojos rojos del llanto, pudo reaccionar como tanto tiempo
había soñado, como tanto tiempo en tantas oraciones había pedido,
tan solo pudo abrir sus brazos, y en su fuerte pecho acunar a su hijo

385 ”Adiós Esther” © by ldana


con sus lagrimas a flor de piel. Juan, quedó tan impactado por el
gesto inimaginable para él de su padre, que lo abrazó como si en
ello se le fuera la vida, sus brazos estrecharon fuertemente el tronco
fuerte de su padre, sus ojos repletos de lagrimas las dejaron
escapar, y cuando se separó y vio como aquellas grandes manos
repletas de durezas por el uso de las herramientas del campo, se
apoyaban en su mandíbula para verlo bien, para llenar sus ojos con
la visión de su hijo, “ su hijo “, con todo el amor que existía en su
corazón por su padre murmuró.

Ju_ Perdóname padre.

F_ No hijo, perdóname tú a mí. Te quiero hijo mío.

Ju_ Padre –volvieron a abrazarse-. Madre.

Ca_ Hijo mío.

Llegados a ese punto, Teresa lloraba ya a moco tendido, al


igual que Encarna y Esther, Maca al ver así a su princesa sonrió
dándole un beso en la mejilla y abrazándola. Mientras Cruz repartía
servilletas aún sin salir de su asombro, a Eva y Laura.

Ju_ Gracias Teresa, teníais razón –Carmen la miró incrédula


mientras Fermín volvía a abrazar a su hijo con necesidad e ilusión-.
Padre... Madre... no he venido solo

Ca_ Espera hijo... ¿Teresa? –la miró limpiándose sus lagrimas


mientras todos cruzaban sus miradas, había más. Cruz volvió a
repartir servilletas-. ¿Qué quiere decir esto?

386 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Juan es mi peluquero desde hace más de diez años, cuando vi la
fotografía pensé que no podía ser real, así que al volver Encarna y
yo, fuimos a hablar con él –hablaba emocionada.

Ca_ ¡Teresa! –la abrazó con fuerza y murmuró en su oído-. Gracias


Teresa, gracias.

T_ No me las des, tienes un hijo encantador, como no podía ser de


otra manera –le dijo sonriendo mientras Carmen volvía a llenarse
con la visión de su hijo.

F_ ¿No te quedes ahí?, has dicho que no venías solo.

Ju_ Esto... si –le sorprendió que su padre le dijera aquello-. Veréis


es que... tenía miedo a venir y... bueno... he venido con mi pareja,
Rafael, está en el coche, rezando os lo aseguro –sonrió por los
nervios

F_ ¿Y a qué esperas a hacerle pasar? –le dijo con seriedad pero su


rostro lleno de bondad.

Ju_ Es que... viene alguien más, esperar.

Ca_ Gracias cariño –le dijo emocionada por la reacción de su marido

F_ Carmen –se abrazaron con amor

T_ Creo que mejor se siente Carmen –dijo con delicadeza

Ca_ ¿Sentarme?

T_ Sí, mejor, hazme caso

F_ Vamos

Fermín apartó la silla donde él estaba sentado no sin antes


recibir el abrazo emocionado tanto de Maca como de una Esther que

387 ”Adiós Esther” © by ldana


no paraba de llorar. La mujer no pudo cruzar palabra con ellas,
estaba tan desconcertada que no sabía muy bien que era aquello
que estaba a punto de ocurrir. Instintivamente agarró la mano de su
marido, aquella mano que tantas noches le daba fuerza para seguir
luchando con la vida y esperando un milagro que acababa de
ocurrir. Terminó de pensar aquello, cuando vieron entrar
nuevamente a Juan, los ojos de todos quedaron abiertos como
platos, de su mano llegaba un niño, que les recordó tanto a él
cuando era pequeño, llevaba en su mano que quedaba libre un
bonito ramo de rosas amarillas tal y como le gustaban a Carmen.
Fermín tragó saliva, mientras Carmen se levantaba despacio, no
necesitó que su hijo dijera nada, lo sabía, lo intuyó, lo sintió, aquel
era su nieto.

Ju_ Padre, Madre, os presento a Nacho, vuestro nieto.

Ca_ ¡Dios mío! –murmuró emocionada con las manos cruzadas


sobre su pecho mientras volvía a llorar y Fermín volvía a hacer
pucheros con su barbilla-. Y este es Rafael, mi pareja.

N_ Hola abuela... esto es para ti –murmuró el niño con una sonrisa


mientras le entregaba el ramo con su mano temblorosa porque el
ramo pesaba lo suficiente como para poder con él

Ca_ Mi niño –acertó a decir, mientras el niño veía como lo aupaba al


aire cogiéndole el ramo a la vez, y lo llenaba de besos cálidos
humedecidos por las lagrimas, pero el crío lo único que hacía era
mantener una sonrisa de oreja a oreja dejándose mimar-. Mi niño,
mi niño... eres igualito a mi Juan... mira tu abuelo.

N_ Hola –le dijo riendo.

388 ”Adiós Esther” © by ldana


F_ Ven aquí muchachote –lo alzó al aire abrazándolo de igual
manera con una emoción que no podía ni quería controlar.

Ca_ ¿Rafael has dicho? –le preguntó a su hijo que miraba a su padre
sonriendo.

Ra_ Así es señora –le dijo educadamente.

Ca_ ¿Cómo que señora?, ven aquí –con su habitual espontaneidad lo


estrechó ante la sonrisa de todos por el gesto del chico que se sintió
desbordado por tanto cariño-. Soy tu madre, ni señora ni suegra, ¡tu
madre, hijo!

Ra_ Ya me lo advirtió Juan. Encantado –le dio la mano a su suegro.

F_ Igualmente –la estrechó mirándolo fijamente a los ojos.

Ca_ ¡Pero bueno esto que quiere decir!, vamos a presentaros a toda
esta que es nuestra familia.

Y así con aquella ilusión enorme en la mujer, que parecía


haber recuperado en su mirada la alegría y felicidad fue presentando
uno a uno a todos los presentes. Cuando llegó el turno de las chicas,
con orgullo y bien alta la cabeza las presentó del siguiente modo.

Ca_ Hijo, Rafael, por último os voy a presentar a dos mujeres


encantadoras que son como si fueran mis hijas. Esther y Maca, mis
chicas.

M_ Encantada –les besó a cada uno sonriendo.

Ju_ Lo mismo digo, ¿hermana? –la miró con sonrisa simpática.

M_ Hermano.

E_ ¿Qué ganas teníamos de conocerte? –le dijo contenta Esther.

389 ”Adiós Esther” © by ldana


Ju_ Gracias... la verdad que no pensaba que todo fuera así.

Ca_ Hijo, hemos sufrido mucho, mucho –le dijo con voz
entrecortada-. Nos equivocamos tanto cariño... pero ahora todo será
diferente, ¿verdad?

Ju_ Claro que sí Madre –la abrazó-. Que ganas tenía de abrazarte,
de volver a olerte sigues oliendo a leche de almendra.

Ca_ ¡No cambias eh! –explotó en una sonora carcajada.

Ju_ He echado tanto de menos esa maravillosa sonrisa.

Ca_ Lo sé hijo, lo intuía.

Ju_ Padre está muy cambiado.

Ca_ Ha sufrido mucho, ¿verdad hijas?

M_ Sí, para nosotras ha sido una fuerza impresionante la que nos ha


ayudado a superar todo.

Ju_ ¿He hablado contigo antes, verdad?

M_ Sí.

Ca_ ¿Cómo que has hablado con ella? –la miró perpleja.

M_ Ya ves Carmen... una que tiene sus contactos –sonrió.

E_ Yo también ¿eh? –le sonrió graciosamente.

Ca_ Si es que ves como tengo razón y son mis niñas –las abrazó a
las dos a la vez haciendo que ambas quedaran muy juntas y
muertas de risa dándoles besos sin parar-. ¡Qué feliz soy madre!

390 ”Adiós Esther” © by ldana


Rafael hizo muy buenas migas con Fermín algo que alegro a
todos porque el muchacho parecía interesarse por todo aquello que
le gustaba al hombre, Carmen no podía creérselo mientras de vez
en cuando abrazaba, besaba y sonreía a su hijo, feliz, y se peleaba
con su marido por tener a su nieto, así pasaron buena parte de la
sobremesa, contándose cosas entretenidas, todos participaban en
aquella charla animada que les llenaba de felicidad.

A mitad tarde, y cuando el cielo comenzaba a apagarse,


Carmen, Fermín y su familia, decidieron ir a casa, ante la insistencia
de Rafael de conocer todo cuanto Juan le había hablado sin parar.
Se despidieron de todos con la felicidad marcada en sus rostros, con
Nacho sobre los hombros de su abuelo que parecía mostrarse
completamente encantado de ir allí con él, y Carmen en medio de
sus dos hijos como ya les decía oficialmente. Allí entre risas y
comentarios repletos de cariño se quedaron todos hablando de
aquella estupenda pareja.

En_ Bueno... será cuestión de preparar un poco más de café que


Vilches me lo tenéis muy abandonadito.

E_ Mamá...

V_ Oye... a ver como vas a hablar a mi Encarna –acentuó


graciosamente.

E_ Perdona, tú Encarna –acentuó ella también-. Es mi madre –volvió


a acentuar.

M_ Bueno... creo que será mejor que Cruz y yo vayamos a preparar


el café.

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C_ Si, porque como Encarna siga tratándomelo así, ya me dirás tú
los humos con los que viene.

H_ Eso ya lo dije yo.

V_ Tú argentinito... –le advirtió.

D_ Tiene razón ¿eh?, que últimamente estás tú muy por las nubes –
le dijo sonriente Dávila mientras todos seguían la broma.

E_ ¿Quieres qué vaya mi amor? –le preguntó en voz baja.

M_ No, prefiero que te quedes aquí disfrutando de tanta sonrisa –le


dejó un suave beso en los labios que arrancó la sonrisa de Esther
que no dejaba de mirarla hasta perderla de vista al entrar en la
cocina-. ¡Cómo está Vilches con Encarna, eh!

C_ Dímelo a mí que lo sufro –sonrió.

M_ Bueno... mejor así.

C_ ¿Qué quieres decirme? –le preguntó mientras buscaba la


cafetera.

M_ Más que decirte... quiero disculparme –agradeció que no se lo


pusiera demasiado difícil.

C_ ¿Por qué?

M_ Bueno... ya sabes –los ojos de Maca reflejaban ese brillo que da


el amor.

C_ ¿Por tomarme vilmente el pelo?

M_ Lo siento de verdad –sonrió ampliamente con gesto de disculpa.

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C_ No si te aseguro que tendré que ir a que Carlos me sicoanalice
después de aquello. ¿Puedes darme al menos una buena razón para
no traumatizarme? –le preguntó sonriendo.

M_ Porque necesitaba a Esther –Cruz la miró contrayendo sus cejas


mientras Maca apoyaba medio sentada su trasero en el banco de la
cocina mirándola-. Sé que suena un poco egoísta pero... me imagino
que como en todas las parejas uno siempre da más que otro, uno
siempre es más dado a ser más cariñoso.

C_ Es cierto.

M_ Esther se estaba comportando conmigo como nunca lo había


hecho antes, sé que puede parecer una tontería pero me encanta
que me mime, que me cuide, sé que parece que yo soy la fuerte, la
que todo puede sacarlo adelante, la que no tiene sentimientos.

C_ Yo jamás lo he creído, eres como Vilches pura fachada, recuerda


que lo sufro en mis carnes –la apuntaba con la cerilla que iba a
encender el fuego.

M_ Pues ese fue el motivo, la necesitaba como jamás he necesitado


a nadie en mi vida.

C_ ¿Y?

M_ ¡Joder Cruz cómo me conoces tan bien! –renegó mirándola con


una sonrisa en sus labios.

C_ ¿Te lo recuerdo? –la desafío.

M_ Tengo miedo.

C_ ¿A qué?

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M_ A todo esto, a lo que Esther está pasando, las pesadillas que
tiene me demuestran que no está bien.

C_ Pero ya te has encargado de solucionar una parte –Maca la invitó


a continuar-. Quieres que tenga un niño.

M_ Niña.

C_ Vale niña –respiró negando con la cabeza gesto que hizo que
Maca sonriera-. Sabes que eso le va a ayudar a superar este amargo
trago.

M_ ¿Y si no es así?, quiero decir, esto le ha hecho ser más fuerte sin


duda, le ha hecho madurar de golpe, creo que ha visto de que va la
vida definitivamente, que ha aceptado el reto de vivir a mi lado, de
luchar.

C_ No creo que sea un reto para ella –se sentó sobre la mesa de la
cocina igualmente que lo hacía ella-. Simplemente creo que te ama,
pero que con sus miedos no creía que para ti ella fuera tan
importante.

M_ Lo sé.

C_ Ese complejo que tiene ella, ese mar de dudas que siempre le
embargan, creo que lo ha superado.

M_ Pero ahora tiene otro problema más grave, pánico.

C_ Siempre tienes la posibilidad de que la ayude Carlos...

M_ Lo sé.

394 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Pero sinceramente creo que os vendrá bien volver a trabajar a
las dos, y espero que os comportéis y me hagáis madrina de esa
niña, ¿era niña, no?

M_ Sí, Esthercita.

C_ Pobre criatura.

M_ Ni se te ocurra decir eso delante de Encarna.

C_ Dios me libre –rompieron a reír.

M_ Gracias Cruz, gracias por salvarme y darme otra oportunidad –la


miraba con sus ojos repletos de agradecimiento.

C_ Fue difícil, saber que tu vida pendía de un hilo, no te mentiría si


te digo que fue la operación más complicada de toda mi vida.

M_ Lo sé –se levantó y la abrazó fuertemente con ese sentimiento


de amistad que hizo que el abrazo fuera largo y sincero-. Gracias
por cuidar de Esther mientras yo no estaba.

C_ Creo que deberíais aprovechar esta segunda oportunidad, la vida


no suele darlas.

M_ Lo sé... y Esther también lo sabe.

T_ ¿Ya está el café? –entró Teresa con su habitual buen humor.

M_ Mira que eres metomentodo ¿eh?

T_ Que fuerte hija que fuerte que me digas esto, precisamente tú –


se quejo.

C_ Es que ya te vale Teresita... ya te vale... pedir un fin de semana


en el balneario, ya te vale –salió de la cocina sonriendo.

T_ ¿Pero que... cae o no cae?

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M_ ¿Quién?

T_ El balneario mujer, ¿quién dice? –hizo un gesto negativo con su


cabeza de desaprobación.

M_ Ven aquí –le cogió por los hombros ante su gesto ilusionado-. Te
voy a mandar a uno que te va a encantar.

T_ ¿De verdad?

M_ De verdad –asintió sonriente.

T_ Vale –dijo feliz.

M_ Bien.

La hora de marcharse llegó, las chicas habían decidido


quedarse una noche más, estaban allí en el porche despidiéndose de
todos con el rostro repleto de felicidad.

V_ Ya sabes que tienes que hacerte la revisión, ¿eh?

M_ Sí, me lo has dicho cinco veces ya.

V_ Pues ya lo sabes –la abrazó y al oído le dijo-. Sé feliz

M_ Gracias.

V_ Pero no le digas a nadie que te quiero.

M_ Vale, tú tampoco –cuando se soltaron del abrazo sonrieron.

C_ Esther cuando llegues a casa danos un toque, te tendremos


preparada la cita para Maca.

E_ Si, me quedaré más tranquila.

C_ Vale. Te quiero guapa.

396 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Y yo, gracias por todo

T_ Recuerda que me has dicho que...

M_ Lo recuerdo Teresita, lo recuerdo –la abrazó fuerte


demostrándole el inmenso cariño que sentía por ella

T_ Me voy de un feliz.

M_ Me alegro mucho.

E_ ¿Ya estáis cuchicheando? –les dijo puesta en jarras

M_ Sí mi amor.

T_ Tendrás que acostumbrarte querida...

E_ Anda ven aquí –la abrazó y le dio un beso enorme en su mejilla

T_ Mi pequeña... ¡ay si es que eres un sol!

E_ Eso, ¡ahora arréglalo!

R_ Bueno hija, ¿seguro que no quieres que nos llevemos a Daniel?

M_ No mamá, ya es hora que esté en casa con sus mamis.

R_ Como quieras. ¿Cuándo volvéis?

M_ Mañana a mitad mañana, ¿estaréis en casa?

R_ No, tu padre quiere volver a Jerez por la mañana.

M_ Iremos a veros a Jerez en cuanto todo este en orden ¿eh?

R_ Eso espero hija –la abrazo besándola.

M_ Te quiero mamá.

R_ Y yo.

P_ Venga, venga estas mujeres –protestó como era habitual en él.

397 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Vale papá, estás mujeres son tus mujeres así que... no te quejes
–le sonrió.

P_ Cuídate.

M_ Tú también.

P_ Esther hija –la abrazó-. En cuanto sepas lo del examen de mi hija


nos llamas.

E_ Descuide Pedro, así lo haré, pero estén tranquilos que todo va a


ir bien.

En_ Maca cariño... os dejamos comida en casa.

M_ Es decir, la nevera llena –la abrazó-. Que te conozco Encarna...

En_ ¡Qué bichejo eres canalla! –la abrazó como ella solía hacer con
toda su fuerza-. Por eso te quiero tanto ahora que no me oye mi
hija.

M_ Y por eso yo te quiero tanto, a ti y a ella.

En_ Soy muy feliz, de verdad, pero quiero decirte algo que llevo en
mente, ¿puedes acompañarme hasta el coche?

M_ Claro –la miró un tanto preocupada-. ¿Ocurre algo?...

En_ Verás yo quería decirte que... aunque mi Esther vaya a darme


una nieta, Daniel será igual que esa Esthercita.

M_ Eso ya lo sé.

En_ ¿Y... estás segura... segura?

M_ ¿De qué?, ¿de tener una Esthercita? –la mujer la miraba con un
poco de temor en sus ojos-. Pues claro Encarna.

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En_ Tendrá la misma pachorra que mi hija –Maca sonrió-, y será
una manazas como ella.. y... bueno... el carácter... ya sabes –puso
gesto de espanto.

M_ Si, lo sé, pero será tan maravillosa como tu hija.

Encarna con la emoción en sus ojos la abrazó sintiendo que por


fin, aquella pareja iba a ser completamente feliz. Al menos, lo
intentarían y estaba segura que en ese intento lograrían conseguirlo
porque se amaban por encima de todo.

Allí en el porche cogidas de la cintura con Daniel en los brazos


de Esther, dijeron adiós a quienes les habían ayudado día a día,
noche tras noches a llegar a ese lugar donde estaban, a esa nueva
vida que empezaba en aquel porche mismo, a darse la oportunidad
que la vida les regalaba de nuevo. Primero entró Esther besando al
pequeño que parecía encantado de estar nuevamente con sus
madres, después lo hizo Maca cerrando la puerta con un gesto un
tanto melancólico.

E_ Ha sido estupendo, ¿verdad?

M_ Sí –sonrió sentándose a su lado respirando profundamente.

E_ ¿Qué te pasa?, ¿qué te ha dicho mi madre?

M_ Tu madre es un encanto de mujer, no podía ser de otra manera


claro, teniendo una hija como tiene –le sonrió y Esther se acercó con
sutileza hasta sus labios, le dejó un suave beso mientras reposaba
en ella y Daniel se sentaba sobre las dos-. Por fin los tres.

E_ Si, tenía ganas cariño...

399 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Y yo –le acarició la cara al pequeño que ante el gesto de su
madre se echó a sus brazos-. Ven aquí pequeño.

E_ Se parece tanto a ti –le dijo orgullosa mientras Maca la obligaba


a no moverse-. Te quiero.

M_ Y yo...

E_ Estamos un poco tontitas, ¿no?

M_ Un poco bastante.

E_ Será que estamos llegando final.

M_ Creo que si.

E_ ¿Qué te pasa Maca?, a mí no me engañas no me hace falta ver tu


carita linda para saber que estás preocupada –ella no le contestó-.
¿Por qué has querido quedarte esta noche?

M_ Tengo miedo Esther, aquí eres mía, este lugar es como una
fortaleza, nuestra fortaleza, puedes reírte de mí si quieres.

E_ No me puedo reír de algo que yo siento igual.

M_ Sé que tenemos que afrontar nuevos retos, nuevas cosas, sé


que hay que volver a trabajar, sé que tenemos que volver a la
rutina... pero me da miedo –el niño de repente soltó una carcajada.

E_ Pero tenemos que hacerlo.

M_ Parezco una niña asustada, ¿verdad?

E_ Lo parecemos las dos, aquí hemos vivido lo mejor y lo peor, pero


ha sido nuestro nexo de unión, aquí todo es calma, paz, amor, es
como si nada existiera, no hemos visto la televisión desde que
estamos aquí, no hace falta

400 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Es verdad –sonrió mientras Daniel ahora pasaba a los brazos de
Esther-. Hasta Daniel lo va a notar.

E_ Tenemos morriña de esto y aún no nos hemos ido, nos costará


mi vida... pero estaremos juntas.

M_ Ya... lo sé... pero... ¿puedo decirte una cosa sin que te rías?

E_ Sabes que si empiezas así... me río solo de pensarlo cariño.

M_ Vale –le puso un gesto divertido.

E_ Venga prometo no reírme –le decía sonriendo.

M_ ¡Cómo eres... de verdad!.

E_ ¿Cómo soy?, dímelo –le susurró con voz melosa.

M_ A veces un cielo... a veces un demonio... pero siempre


maravillosa.

E_ ¡Ah, creía! –le besó mientras Daniel rompía a reír-. ¿Qué pasa
pequeño, te gusta que tus mamis se den cariñitos, eh?, a mí
también pero es un secreto.

M_ Además una payasa de cuidado –la abrazó retumbándose en el


sofá y abrazándola con Daniel encima.

E_ Oye... ¿por qué no bajamos del sofá, dejamos a Daniel en el


suelo jugando y me cuentas eso que me querías contar?

M_ De acuerdo.

Así lo hicieron, pusieron al niño con sus juguetes rodado de los


almohadones mientras ellas se sentaban abrazadas cara a cara,
porque Esther se había subido sobre Maca que la sujetaba por la
cintura mientras ella le rodeaba el cuello.

401 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Dime.

M_ Está bien... no sé porque te he dicho nada –puso sus ojos en


blanco.

E_ Venga no seas tonta.

M_ Aquí me has malcriado, me he dado cuenta que me encanta que


me mimes, que me encanta que cuando crees que duermo, me des
un beso –Esther puso gesto de sorpresa-, me encanta que me
acaricies sin venir a que, que me mires por el rabillo del ojo, que
estés pendiente de mí, me vuelve loca cuando sin ninguna razón,
me miras y me sonríes –Maca le besó aquel lugar que para ella era
una bendición, aquel pequeño agujero entre las dos clavículas, lo
hizo dulcemente como le gustaba besarlo-. Que quiero que me
trates como me has tratado aquí... con ese cariño... con ese amor...
con esa dulzura... con esa pasión... en fin... ¡qué me he vuelto tonta
sin remedio! –la miraba a los ojos con alguna lagrima que retenía no
sin dificultad, demostrándole cuanto la amaba-. Que quiero ser tu
niña, tu princesa...

E_ ¿Sabes una cosa Maca?, esto también lo he aprendido aquí,


siempre pensé que a ti te bastaba con poco, con algún mimo, hasta
a veces me retenía porque no sabía si te molestaba.

M_ Lo sé...

E_ Pero reconozco que he aprendido a adorarte, y te aseguro, que


nunca más reprimiré una caricia que vaya a tu cuerpo sin más razón
que mi pura necesidad, que nunca más dejaré escapar un beso por
muy tonto que sea, que quiero volver a ser como lo fuimos al
principio de nuestra relación, que quiero que me mires con esa cara

402 ”Adiós Esther” © by ldana


de tonta con la que me mirabas y me derretía por dentro, que
quiero que me robes besos por los pasillos, que me guiñes un ojo
cuando menos espero, que me eleves esa ceja tuya con esa clase
que sólo tú tienes –le acarició con amor la mejilla mientras Maca le
dejaba un fino beso repleto de ternura-. Lo hemos aprendido las dos
aquí, y no quiero volver a perderlo... quiero que cuando me enfade
tener la capacidad suficiente de entender por que y decírtelo sin
más, que si es una tontería para ti entiendas que quizá para mí no,
porque soy así de tonta.

M_ Eres maravillosa, cariño, tengo grabadas cada una de tus noches


mimándome, cuando tuve fiebre en casa... cuando me cantaste, por
cierto, ¿llovió?

E_ ¡Pero que bicho eres! –le pegó un pellizco.

M_ ¡Ay! –Daniel se detuvo con el coche en alto mientras las miraba-


. Es tu mami cariño, que es muy mala.

E_ Tú si eres mala –le decía echándose para tras mostrándole


completamente su apetitoso cuello-. Encantadoramente mala.

M_ Ojalá tengamos la capacidad mi niña, de recordar todo esto y


que no vuelva a suceder algo así.

E_ Estoy segura que así será.

M_ Pues ahora ya puedes reírte de mí –la atrajo hasta ella con


fuerza apretando sus dientes por el deseo que nacía en ella
mirándola con una pasión desbordada.

E_ Que está Daniel cariño –le susurró pues la mano de Maca se coló
por su camiseta.

403 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Pero no puede evitar que te toque.

E_ Es que si me tocas... ya sabemos como acabamos.

M_ Me vuelves loca, de verdad, pierdo la cordura...

E_ Y yo... pero alguien debe tenerla ¿no?

M_ No... ¿para qué quieres estar cuerda?, con lo bien que lo


pasamos cuando nos volvemos locas.

E_ Ya pero tú quieres que el día de mañana Daniel nos diga ¡sé lo


que hacíais cuando era pequeño!

M_ Tendrá que acostumbrarse –su mano se llenó del pecho


izquierdo de Esther que suspiró-. ¿No?

E_ No Maca... aunque parezca increíble, tengo que ser yo la que


ponga conocimiento, ¿vale? –le retiró con cuidado la mano-. Habrá
tiempo para todo, por cierto, tendré que hablar con mi madre para
que nos diga... –elevó graciosamente sus cejas.

M_ Mmmmm sí por favor... –se mordió el labio.

E_ ¡Uf creo que mejor me bajo!

M_ No –la abrazó metiendo su cabeza entre sus pechos-. Déjame


aquí un ratito.

E_ Pero solo un ratito ¿eh?, y solo así.

M_ De acuerdo mami, de acuerdo. Oye Daniel como para tu


educación sea tan estricta, nos vas a salir además de pijo, alelao.

E_ ¡Pero serás! –le dio un buen golpe haciéndola reír como loca.

404 ”Adiós Esther” © by ldana


El coche de Pedro había parado tal y como Carmen les indicó
en su casa antes de irse, allí la buena mujer les sirvió el último café
hablaron distendidamente con su nueva familia, a la mujer se le caía
la baba literalmente con su nieto, al que no paraba de hacerle
carantoñas, regalarle besos y arrumacos. Hasta la puerta les
acompañaron la pareja para dejar un poco de intimidad a su hijo y
su pareja, que le iba a enseñar su cuarto y todo cuanto había
disfrutado y tanto añoraba.

P_ Bueno Fermín... me alegro que todo haya salido bien –le dijo
Pedro pues los hombres se habían adelantado a las mujeres que
reían divertidas con aquel bendito crío.

F_ Gracias Pedro, la verdad que no pensé que volvería a ver a mi


hijo, creo que aún me tiemblan las piernas... ver a mi Carmen otra
vez sonreír así, es lo único que deseaba en la vida y lo que le pedía
a Dios

P_ Yo os comprendo... creo que a veces pensamos en nosotros


mismos, en lo que dirán los demás, antes que en la felicidad de
nuestros hijos

F_ Así es... pero ver esa luz en su mirada, me deja muy claro que
me importa un bledo lo que piensen los demás... he perdido muchas
cosas de su vida como para que los comentarios de la gente me
pueda afectar

P_ A mí ahora me pasa igual, hasta me avergüenzo de mi


comportamiento –sonrió de lado tímidamente-. Un hijo es lo mejor
que Dios nos da en la vida

405 ”Adiós Esther” © by ldana


F_ Lo más grande, si señor... –admitió con un gesto sereno pero
repleto de dicha

P_ ¡Qué importa quien le hace feliz!, mientras le haga feliz

F_ Tú lo has dicho, ¡a quién le puede importar con quien!, si lo


verdaderamente importante es verlos felices.

P_ Enhorabuena –lo abrazó sinceramente

F_ Igualmente –le devolvió el abrazo con dos golpes sonoros en la


espalda con esas manos grandes que tenían tanta fuerza, pero que
habían acariciado a su hijo con ternura al verlo

P_ Somos afortunados.

Las mujeres salían con una sonrisa de oreja a oreja, aquellas


cuatro madres, que tanto habían luchado, que tanto habían llorado
por conseguir lo que finalmente la vida, Dios y sus grandes
corazones se merecían. Ver a sus hijos felices, a sus hijos con esa
luz en sus ojos, sobre todo, verlos cerca, sentirlos tan en su interior,
como un día lo estuvieron.

Ca_ Creo que nunca os podré agradecer suficientemente el regalo


que me habéis hecho

En_ El que te merecías, el que os merecíais –dijo mirando a Fermín


que por primera vez lo vieron sonreír

T_ La verdad Carmen, me alegro mucho por ti, por Fermín, pero


sobre todo por Juan, siempre hablaba de su madre, de su padre,
con tanto respeto y tanta añoranza... que verlo así me llena de
felicidad

406 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ Gracias. Los hemos recuperado Rosario... lo que tanto soñamos
lo hemos hecho realidad

R_ Si, además tenemos unos nietos maravillosos, ¿qué mas


podemos pedir?

Ca_ Nada más, simplemente verlos así el resto de nuestros días y si


viene algún problema, poder estar ahí para ayudarles

En_ Tú lo has dicho, eso es ser madre, dar sin esperar nada a
cambio, dar el apoyo, el amor y el aliento que les falte.

P_ ¿Nos vamos?

R_ Sí cariño. Espero que aceptéis ese viaje ¿eh?

Ca_ Jamás he subido a un barco –decía emocionada

R_ Pues ya sabes...

Ca_ Gracias por todo Rosario

R_ Gracias a ti, por todo cuanto me has enseñado –la abrazó y


después con un gesto un tanto avergonzado le preguntó-. ¿Aún me
ves como una señora superficial?

Ca_ No, ahora te veo como una madre y una esposa de verdad –le
sonrió

R_ Te espero en Jerez –le dijo contenta

En_ Bueno Carmen cariño, recuerda que tienes que visitarnos

Ca_ Por supuesto... gracias Encarna –le dijo al estrecharla entre sus
brazos, con la emoción reflejada tanto en sus palabras como en sus
ojos-. Gracias amiga.

407 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Nunca es tarde en la vida para ganar amigas que merecen la
pena, y eso eres tú. Te quiero hija, he aprendido a quererte por tu
sencillez y bondad, estoy segura que con estas dos virtudes, a parte
un gran corazón, lograrás disfrutar de tus hijos y tu nieto.

Ca_ Gracias –le dijo a punto de llorar para abrazarla de nuevo

T_ Bueno... yo... no digo nada –le dijo emocionada porque las


palabras de Encarna siempre la emocionaban

Ca_ Teresa no tendré vida suficiente para agradecerte lo que has


hecho con mi hijo, gracias de todo corazón

T_ Claro –fue lo único que pudo decir.

Vieron perderse el coche a lo lejos, aquellos amigos que un día


llegaron de pronto a sus vidas, se habían quedado para siempre en
sus corazones. Carmen miró a su marido, su marido miró a su mujer
y como si fuera algo que habían esperando años desde una maldita
noche, se abrazaron emocionados, Fermín mirando al cielo,
agradeciendo ver así a su mujer, Carmen aferrándose al hombre
que había luchado por ella día y noche sin importarle nada más que
ella. Ambos necesitados de ese abrazo, de ese momento de
felicidad, de emoción, de volver a ser padres otra vez.

Esther salía de la habitación donde había dejado a un más que


rendido Daniel, feliz de estar con sus madres nuevamente, y rendido
de tanto jugar con ellas, al llegar al comedor se quedó quieta, allí
tenía una sorpresa preparada, la pequeña mesa frente a la
chimenea, tenía dos velas que alumbraban el lugar, dos copas, y

408 ”Adiós Esther” © by ldana


una cena. Y allí esperándola con una sonrisa de oreja a oreja una
mujer, su mujer quien la miraba con devoción, el fuego era
suficiente para alumbrar toda la estancia de manera tenue pero
intensa, no necesitaban más que la luz que manaba de sus ojos, de
sus sonrisas. En la cadena, la música que ella llevó un día y que
habían disfrutado, era como un sueño donde todo se hacía realidad.

E_ Es espectacular

M_ Como tú, ¡anda siéntate que tengo hambre! –le susurró


delicadamente

E_ ¿Y esto?, ¿atún, tomate?, pan... –sonreía

M_ Ya sé que es poco romántico cariño, pero esos glotones han


acabado con las existencias, lo siento –dijo con un gesto simpático
que hizo dar una carcajada a Esther

E_ ¿Dónde quieres que me siente?, ¿a tu lado, o en frente?

M_ En frente quiero llenarme de ti

E_ Lo sabía

M_ ¿Y por qué me lo preguntas? –le sonrió

E_ Porque me gusta que me lo digas –le regaló un guiño de ojo

M_ Y... ¿sólo te gusta que te lo diga? –elevó su ceja derecha

E_ Sabes que me gusta todo de ti... absolutamente todo de ti

Cenaron entre risas recordando la comida tan estupenda y


sobre todo, recordando la cara de felicidad de Carmen y Fermín, el
pequeño que era una monada según Maca.

409 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¡Pero qué pija es mi niña madre! –no pudo aguantarlo más y se
tumbó encima

M_ Espera... espera... Esther –decía entre risas-. Espera

E_ ¿A qué? –la miró un tanto enfadada pues había empezado a


besarle el cuello

M_ ¡Uf déjame respirar! –Esther se apartó mirándola con gesto


serio-. Tengo una sorpresa para ti

E_ ¿De verdad? –se le pasó el gesto serio, y abrió sus ojos


emocionada

M_ Sí, sé el esfuerzo que hiciste para comprarme este anillo –le dijo
sonriendo

E_ Más que esfuerzo para comprar, ha sido esfuerzo para dártelo

M_ Es verdad –dio una rabiosa y encantadora carcajada que fue


acompañada por Esther-. Bueno, ¿preparada?

E_ Sí, ¿qué me has comprado?

M_ Nada, no te he comprado nada porque Fermín no me ha dejado

E_ ¿Fermín? –la miró sin apenas entender sus palabras

M_ Eso he dicho. Cariño... esta casa es nuestra, bueno... tuya

E_ Espera... me he liado –la miraba con su ceño fruncido

M_ Le hice una oferta a Fermín por ella, pero me dijo que no, que
esta casa no estaba en venta

E_ ¿Entonces?

410 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Pues que me la regaló para nosotras, dice que cuando estemos
más tranquilas una vez, volvamos a trabajar y todo ese arreglado,
nos traspasara los poderes.

E_ ¿Así? –la miraba incrédula

M_ Así –le confirmó con un gesto feliz

E_ ¿Y?...

M_ ¿Y qué?

E_ Joder Maca... que estoy impresionada... ¿tú la ibas a comprar?

M_ Para ti –le dijo orgullosa-. No quería perder este maravilloso


lugar donde tanto hemos disfrutado, ¿te imaginas a los niños
corriendo por el jardín?, ¿o viendo nevar?, sólo pensar en tu sonrisa
valía la pena el esfuerzo

E_ ¡Maca! –le dijo emocionada abrazándola

M_ Te quiero Esther... no pienso dejar de repetirlo durante todos los


días de mi vida

E_ Y yo, creo que mi corazón lo va a necesitar escuchar y gritar

Se fundieron en un beso tímido, pero suficiente para


estremecerse, justo en ese momento en que se besaban con
suavidad y ternura, en aquella cadena sonaba una canción tan
especial para ellas que Esther se levantó y le dio la mano.

E_ ¿Bailas?

M_ Será un placer –le hizo una pequeña reverencia

E_ El placer es mío

411 ”Adiós Esther” © by ldana


Se dejaron llevar por la música, por la increíble voz de Luz
Casal recordando algo que aunque a ellas no les hacia falta, en su
día fue la canción con la que compartieron el amor. Con los acordes
sus manos jugaban en la piel de la otra, sus cabezas apoyadas en el
hombro de la otra, se movían con suavidad, entregándose a aquella
letra mágica

Si tienes un hondo penar, piensa en mí:


si tienes ganas de llorar, piensa en mí.
Si tienes un hondo penar, piensa en mí:
si tienes ganas de llorar, piensa en mí.

Ya ves que venero tu imagen divina,


tu párvula boca que siendo tan niña

me enseño a pecar

Era justo el momento en que las dos se miraban, sabían que


ambas veneraban una a la otra, y una sonrisa iluminó ambos
rostros, a la vez que un suspiro profundo salía de ambos interiores.
Volvieron a abrazarse y a dejarse llevar por la música

Piensa en mí cuando sufras, cuando llores


también piensa en mí, cuando quieras
quitarme la vida, no lo quiero para nada,
para nada m sirve sin ti.

412 ”Adiós Esther” © by ldana


Con ternura separaron nuevamente sus cabezas, en esta
ocasión, ya no era necesario venerarse, porque lo sabían, una no
quería vivir sin la otra, y con lentitud Maca, acercó sus labios a los
de su mujer, mientras que las manos de ésta dibujaron un corazón
en su espalda justo, por debajo de la camiseta que había retirado
con esmero. Aquel beso cálido, fue subiendo poco a poco la
intensidad según avanzaban los acordes de la guitarra. Sus bocas
comenzaron a devorarse con más voracidad, sus manos volaban
mientras ambos alientos comenzaban a ser entrecortados.

Piensa en mí cuando sufras, cuando llores,


también piensa en mí, cuando quieras
quitarme la vida, no la quiero para nada,
para nada me sirve sin ti.

Despacio pero sin perder un segundo, se tumbaron sobre el


suelo, Maca como si fuera lo último que pudiera hacer en su vida,
por si la letra de la canción se hacia realidad, arrebató la ropa a una
Esther que la esperaba impaciente mientras era ella, la que le
quitaba de un solo movimiento la camiseta y desabrochó el
sujetador, rodaron por la alfombra, besándose con pasión,
dedicándose palabras repletas de dulzura y amor. Sus jadeos, sus
súplicas y sus síntomas de placer cada vez iban en aumento como si
la vida se fuera en cada segundo de la canción.

413 ”Adiós Esther” © by ldana


Piensa en mí cuando sufras, cuando llores
también piensa en mí, cuando quieras
quitarme la vida, para nada, para nada
me sirve sin ti.

Y así, con los últimos acordes de la guitarra, llegaron


enlazando sus manos al cielo, a esa parcela que tenían reservada
únicamente para ellas, jadearon, al mismo tiempo que un gemido
repleto de éxtasis salía de sus gargantas prácticamente al mismo
tiempo, y como si lo hubieran ensayado, la explosión final de placer
llegó con el último toque de guitarra.

Una vez llegaron en la cama, mirando por la ventana que


sabían que sería suya, ambas se mantenían abrazadas con sus
dedos entrelazados, ambas en silencio pero despiertas, con sus
respiraciones pausadas, relajadas, con sus pensamientos en orden y
seguras de si misma, tan solo las palabras que Maca pronunció la
sacaron de aquel ensimismamiento pensando en ella

M_ Me quedaría así para el resto de nuestra vida...

E_ Y yo... pero tenemos que seguir con nuestra vida...

Volvió el silencio a reinar la habitación, volvieron a pensar la


una en la otra, como últimamente solían hacer. Así hasta que unos
tímidos rayos de sol les reflejó en la cara, hasta que oyeron como
una vocecita canturreaba mientras trataba de dar palmas, y así poco
a poco fueron despertando los tres, aquella familia que se

414 ”Adiós Esther” © by ldana


aumentaría, aquella familia que se había unido y hecho fuerte en la
desgracia.

E_ Buenos días mi amor

M_ Buenos días, creo que este niño es como su madre... tiene


hambre

E_ Es verdad, me muero de hambre

M_ Lo sabía –murmuró cerrando los ojos sonriendo

E_ Maca... sé que estamos muy bien pero... me gustaría llegar


pronto a casa, tenemos muchas cosas que hace y...

M_ Tienes razón. Venga... nuestra nueva vida empieza hoy chiquitín


–le dio un mordisquito juguetón en su tripa lo que hizo que el niño
diera una carcajada-. Ay que este pequeñajo tiene un regalo para
sus mamis

E_ ¿Si?

M_ Huele que alimenta cariño

E_ Eso lo dice Teresa –sonrió

M_ Ahora que lo dices... tengo que hacer una llamada

E_ ¿Ahora?

M_ Sí, no quiero que se me pase... anda sé buena mi niña y hazte


cargo un minuto de Daniel, prometo la siguiente quitarla yo

E_ ¡Pero tendrás morro! –le dijo sonriendo-. Anda vamos cariño que
tu madre tiene más morro que yo que sé... ¡ay que rico madre! –
explotó en una exclamación feliz

415 ”Adiós Esther” © by ldana


Cuando Maca terminó con su llamada se reunió con su mujer y
su niño en la cocina, una vez allí, desayunaron entre juegos, risas y
besos entre las madres y el pequeño.

E_ ¿Me vas a contar lo que has hecho?

M_ Claro mi vida... le he reservado un balneario a Teresa

E_ ¿No me digas?,¿pero va en serio?

M_ Se lo prometí, ¡ah!, también a tu madre

E_ ¿A mi madre?, le va a encantar

M_ Espero que lo lleve bien

E_ ¡Ay Dios que se te ha ocurrido Maca!, que te conozco y miedo me


das

M_ ¿Recuerdas aquel balneario que fuimos cuando empezamos a


salir? –le preguntaba entre sonrisas divertidas

E_ ¡No! –exclamó poniendo sus manos sobre la cabeza

M_ Ese mismo

E_ Pero si es de lesbianas. ¡Teresa se muere! –le dijo muerta de risa

M_ ¡Qué va!, ¿tú sabes lo que va a cotillear? –decía riendo

E_ De esta nos retira la palabra

M_ Con lo bien que lo pasamos tú y yo

E_ Pero si no salimos de la habitación

M_ Por eso mismo –le hizo un guiño simpático

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No demoraron mucho la vuelta a Madrid, Esther sabía que
aquel momento en que entrara en el piso, para Maca sería extraño,
se lo había advertido Cruz, pero también sabía que juntas
superarían aquellos momentos todavía que quedaban por afrontar.
Antes de marcharse, como no podía ser de otra manera, se
detuvieron en la Fonda donde como siempre Carmen, les tenía
preparadas varias bolsas para que tuvieran de todo en su casa. Así
distendidamente y mientras jugaban con el pequeño Nacho, se
enteraron que aquel niño era hijo de Juan y una amiga suya, habían
decidido tenerlo porque la chica anhelaba tener un niño, y según le
confesó Rafael, lo quería de un padre honesto, y del que pudiera
estar segura, claro nadie como Juan, agregó Carmen, pero aquella
chica a los tres meses de tener la criatura murió. Y él junto a su
pareja se hicieron cargo del niño del que tan orgullosa estaba
Carmen.

Ca_ Es un bendito, como su padre y como la madre debió ser

E_ Seguro Carmen, es afortunado

Ca_ Lo es... lo somos –dijo feliz-. Bueno y cuando vais a empezar a


encargar a Esthercita

M_ Bueno esto no es tan sencillo Carmen, lleva su tiempo

Ca_ ¿Seré la tercera en saberlo? –les preguntó con su sonrisa


amplia

E_ Te lo prometo

Después de dejarles los billetes del crucero, después de reírse


de buena gana con las locuras de Carmen, y después de un

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emocionado adiós, hasta Fermín pareció emocionarse, partieron
rumbo a su casa. Hicieron el recorrido que cinco meses atrás habían
hecho con el miedo en el cuerpo Esther y con las dudas en la cabeza
Maca, pero ese camino de vuelta estuvo lleno de sonrisas, y lleno de
amor. Al llegar a casa, Esther prefirió que Maca llevara al niño, así
sería menos la impresión de volver al que fue su hogar, y en el cual,
los últimos meses la vida había sido dura para ambas.

M_ Hogar dulce hogar –murmuró después de sonreír

E_ Así es, ya estamos en casa otra vez mi amor.

M_ Si

E_ Venga Maca que hay que bañar a Daniel.

M_ Me impresiona entrar Esther... es como si aquí todo fuera frío

E_ Ya le daremos calor mi vida –le dijo abrazándola con cariño

M_ Es verdad... –agradeció aquella ternura de su mujer

E_ Venga... venga...

M_ Oye, ¿y si nos bañamos los tres juntos?

E_ ¡Qué fantástica idea mi amor!, voy a prepararlo

M_ De acuerdo. No tardes

E_ No tardo –le dio un beso y desapareció aún con el pulso


acelerado por el miedo que le daba la reacción de Maca-. No tardo

Le grito desde el piso de arriba. Maca miró todo alrededor,


después miró a su hijo, le besó con ternura y le contó.

M_ ¿Sabes mi amor?, este será nuestro nido, el nido que siempre


quise formar, he tenido suerte, porque voy a compartir el resto de

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mi vida con la mujer que amo, con la mujer que me llena y a partir
de hoy, nos van a pasar muchas cosas, lo sé, pero lucharemos los
tres y cuando tengamos a tu hermanita, lucharemos los cuatro para
seguir unidos y encontrando motivos cada día para ser felices.
Somos afortunados de tener a Esther a nuestro lado cariño... lo
somos.

Después de aquel baño que duró largo rato, decidieron salir a


pasear con el niño, al regreso llamaron a sus respectivas madres
para avisar que estaban en casa, que todo estaba bien y que al día
siguiente que era Domingo irían a casa de Encarna a comer un buen
cocido como les preparaba de vez en cuando. Cenaron entre besos y
rieron de buena gana con su hijo, se miraban adorándose, se
besaban amándose y se tocaban idolatrándose. Todo volvía a
empezar de nuevo, o quizá, como Maca decía, todo sería mejor,
mucho mejor de lo que había sido. Y era cierto, les quedaban tantas
cosas, tantas que miraban el futuro con mucho ánimo, con
tremenda ilusión, así entre besos, abrazos, susurros, caricias,
mordiscos finos, besos apasionados llegaron hasta su cuarto.

El reflejo de la luna se colaba por la ventana con ganas de


juguetear con las dos, primero había reflejado el pelo que recogido
en una coleta llevaba Maca, después, había recorrido el rostro
sereno y feliz de Esther. Habían hablado del futuro, y esperaban ser
mejores de lo que fueron en el pasado, esperaban aprender de los
errores y nunca más volver a caer como lo habían hecho en dolor
tan grande. Les quedaba un camino por recorrer que ansiaban, la

419 ”Adiós Esther” © by ldana


vuelta al trabajo, criar a Daniel, esperar con los brazos abiertos a su
nueva hija, porque Maca insistía en que sería una niña, y como
siempre acertaría respondía una Esther encantada. Y así... se fueron
quedando dormidas, entre murmullos de deseos por cumplir y algún
te quiero necesario. Maca tenía bien cogida a Esther era como si
tuviera miedo a perderla y aquella sensación llenaba de paz a la
enfermera que se despertó un tanto sobresaltada.

E_ Maca

M_ Mmmm

E_ ¿Duermes? –no se movió ni un ápice

M_ Casi –susurró con su voz apagada por el sueño

E_ Cariño... prométeme una cosa

M_ Lo que tú quieras

E_ Nunca más en toda tu vida, vuelvas a repetirme Adiós Esther

M_ Lo prometo

La apretó contra su cuerpo y así, tranquilas se durmieron


esperando el futuro, sabiendo disfrutar de un maravilloso presente.

FIN

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