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Marx: una existencia a lo largo de 200 años

Edgar Isch L.

Este cinco de mayo se cumple el bicentenario de la presencia de Carlos Marx. Su fantasma


recorre toda la actual lucha de clases, podríamos parafrasear. Pero se vuelve carne cada vez
que alguien asume su método materialista dialéctico, pretende acercarse al mundo con la
intención de transformarlo, cuestiona los hechos y la práctica para sacar conclusiones teóricas,
se organiza y moviliza por la emancipación humana.

Sin duda son más las interpretaciones erróneas, con mala intención o solo ignorancia, sobre su
obra. Se lo ha calificado con una variedad de formas para encasillar su pensamiento y se ha
pretendido negar la validez científica e integral de sus principales conclusiones. Se ha
acentuado en sus fallas (¿Qué científico no las comete?), pero no se ha podido desmontar el
edificio monumental de su accionar teórico y práctico. Sobre él se podría decir lo mismo que
Lewontin y Levins escriben en la dedicatoria de su libro “El Biólogo Dialéctico”: “A Engels, que
se equivocó muchas veces, pero acertó en lo que importa”.

Profusa sería la lista de los aciertos de Marx, que cualquiera amplía constantemente en medida
que lee sus escritos. Tal vez el fundamental es que puso pies y cerebro de obrero a los mejores
sueños de la humanidad; que demostró que un futuro realmente humano es posible saliendo
de esta prehistoria basada en la propiedad privada de los bienes de producción y la
consecuente super-explotación de trabajadores y la naturaleza; que dio pistas certeras líneas
de acción bajo la conformación del partido comunista.

Pocas veces se observa tanto impacto de un pensamiento en un hecho y período social como lo
hizo el marxismo en la Revolución Bolchevique que transformó el mundo. Incluso la burguesía
en el poder en la mayor parte del mundo, tuvo que iniciar una política social para suavizar la
influencia soviética y alejar el pensamiento marxista de los obreros. Algunos más dirán que
“ciertos” análisis de Marx valen la pena pero que no sus conclusiones en torno a la necesidad
del socialismo, pretendiendo meterlo en una botella de alcohol para laboratorios universitarios
alejados de la vida social. Otro declararía la victoria final del capitalismo como “el fin de la
historia”, teniendo que corregirse más tarde. Por último, pensando que era cierto el
“economicismo” de Marx, algunos llegarían a plantear que si se resolvía el problema de la
pobreza (cómo si eso fuera posible en el capitalismo), el fantasma del socialismo
desaparecería. Curiosamente esta posición es compartida por ciertos “progresistas”
latinoamericanos que fomentan el desarrollo del capitalismo en nuestros países.

Pero la lucha de clases es un hecho real y presente. Claro, como diría el cuarto mayor
millonario del mundo, Warren Buffett para el Washington Post (30 de septiembre de 2011):
"Hay una guerra de clases, de acuerdo, pero es la mía, la de los ricos, la que está haciendo esa
guerra, y vamos ganando". Pero cuando los oprimidos tomen la iniciativa, cuando los
trabajadores hombres y mujeres ganen más conciencia de su rol histórico y se conviertan en
clase para sí, estará germinando la semilla del socialismo y la guerra de clases será ganada en
favor de la humanidad.

Pero ahora que la crisis general del capitalismo se expresa en todos los campos de la vida
social, incluyendo la relación con la naturaleza, los ojos en búsqueda de una explicación certera
regresan su mirada a Marx. Acopiados con los logros y las lecciones de la Revolución

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Bolchevique, los sectores revolucionarios más clarificados procuran no “actualizar” a Marx sino
poner su método en función de las luchas actuales. Método que, como dijera Engels (1886) “no
es un dogma, sino una guía para la acción”; confirmándolo más adelante (1895) que: “… toda la
concepción de Marx no es una doctrina, sino un método. No ofrece dogmas hechos, sino
puntos de partida para la ulterior investigación y el método para dicha investigación”.

Si Marx y Engels se acercaron a lo más avanzado de la ciencia de su época, así tiene que
hacerlo los marxistas de nuestros días. El camino, sin embargo, no es fácil ante tanta pseudo
ciencia que se difunde junto a mentirás descaradas (como en la negativa de las petroleras ante
su relación con el cambio climático, cuando hay pruebas que lo conocían desde los años 1960),
la mercantilización de la investigación y los intentos de crear un híbrido entre fanatismo
religioso y ciencia.

Esa manera científica es necesaria para enfrentar la realidad latinoamericana, ante la que
requerimos un pensamiento crítico sin mitos viejos ni nuevos, sin doble moral, sin olvidar que
son los hechos y no los discursos los que demuestran la verdad. Y requerimos la radicalidad de
Marx, aquella que va a la raíz, es decir a lo humano, aquella que reconoce que necesario es
superar al capitalismo y no pretender mejorarlo. América Latina tiene las condiciones de un
continente de la esperanza, con pueblos en capacidad de enfrentar a los imperialismos,
cualquiera que sea, pero que requieren tener un norte claro para enfrentar y derrotar también
a sus propias burguesías en el plano histórico, socio-político general y no solo electoral. La
izquierda, para ser tal, debe plantearse la superación histórica del capitalismo y para ello, el
marxismo, como convocaría de Mariátegui, deberá ser estudiado y llevado a la acción “sin calco
ni copia”.

Marx está aquí, ofreciendo la posibilidad de integrar todas las luchas, de evitar la
fragmentación de los oprimidos y plantearles la posibilidad de romper sus cadenas sin
desconocer las particularidades de los combates económicos, ideológicos, de género, étnico –
culturales, en torno a los bienes de la naturaleza y otros bienes comunes y demás. En sus obras
se plantea que el objetivo es emancipar a la humanidad entera frente a todo elemento
opresivo que impida su libertad; emanciparla de las relaciones de explotación y la consecuente
opresión política; emanciparla de fanatismos y más “opios del pueblo”; emanciparla de
patriarcalismo, etno-centrismo, racismo y más formas de justificar la injusticia generalizada;
emanciparla de la opresión nacional; emanciparla del hambre y la necesidad; restituir el
metabolismo entre sociedad y naturaleza; construir humanos integrales, polivalentes, de altos
valores entre los cuales la solidaridad ocupará un lugar central. La revolución socialista es la
revolución de emancipación social, emancipación que, dice Marx, tendrá lugar: “Sólo cuando el
hombre ha reconocido y organizado sus ‘fuerzas propias’ como fuerzas sociales y cuando, por
lo tanto, no separa más de sí la fuerza social bajo la forma de fuerza política, sólo entonces se
lleva a cabo la emancipación humana”.

Este bicentenario se presenta en una época en la que necesitamos de Marx y en la que


interrogarse con él es necesario. Caminar junto con Marx y Engels será necesario para
enfrentar la disyuntiva entre Socialismo o Barbarie, resolviendo colectivamente las
contradicciones del capitalismo.

Feliz cumpleaños, Carlos Marx, feliz lucha por el comunismo y la libertad.

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Texto publicado en:

http://questiondigital.com/marx-una-existencia-a-lo-largo-de-200-anos-una-mirada-
latinoamericana/

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=241044

http://estrategia.la/2018/04/30/marx-una-existencia-a-lo-largo-de-200-anos-una-mirada-
latinoamericana/

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