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Resumen La rueda de la vida

El libro de "La rueda de la vida" es una narración de la doctora Elisabeth Kübler Ross, que
se dedicó en su totalidad a comprender a los enfermos terminales y al estudio de la muerte.
Nos narra la historia donde menciona el servicio que a lo largo de su vida ha prestado a miles
de enfermos desahuciados. Recorre un camino difícil, buscando respuestas y ayudando a los
moribundos a alcanzar la paz, pero este contacto constante con la muerte la obsesiona.
Más allá de las verdades científicas, Elizabeth Kubler cree en la reencarnación y en
presencias invisibles, pero sobre todo, su trabajo afirma la inmortalidad del alma y la vida
eterna que alcanzan quienes mueren serenamente. Para ella, la vida después de la muerte no
es una sospecha ni un misterio, tal vez un secreto que pocos conocen. No le cabe la menor
duda: fuera de este mundo hay una vida mejor, libre de preocupaciones y dolencias.
La doctora Kübler nació y se crio en Suiza, fue una trilliza prematura, lo cual desde pequeña
le causaba un conflicto al siempre haber una comparación entre ella y sus hermanas, y es lo
que la impulsa a buscar su propio camino, e inicia a definir qué es lo que realmente quiere
hacer. Al haber nacido pequeña de escasos 900 gramos, se dejo guiar por el decir que la
casualidad no existe, se llega al mundo con una misión, y ella a su corta edad ya la estaba
descubriendo.
En el apartado del capítulo I “el ratón”, podemos percibir el principio de la vida de la doctora
Elisabeth Kübler Ross, obstaculizada por su propio padre al imponerle que es lo que tiene
que hacer de su vida. Podemos darnos cuenta que esta es la primera etapa de su vida, donde
vive una serie de experiencias que la impulsan a seguir y pasar a la madures.

Qué otra manera hay de enseñar a respetar la naturaleza y la necesidad de espiritualidad?

Como mis ojos han visto el futuro siento una gran compasión por las personas que quedan aquí.
No hay que tener miedo; no hay ningún motivo para tenerlo si recordamos que la muerte no
existe. En lugar de tener miedo, conozcámonos a nosotros mismos y consideremos la vida un
desafío en el cual las decisiones más difíciles son las que más nos exigen, las que nos harán actuar
con rectitud y nos aportarán las fuerzas y el conocimiento de El, el Ser Supremo. El mejor regalo
que nos ha hecho Dios es el libre albedrío, la libertad. Las casualidades no existen; todo lo que nos
ocurre en la vida ocurre por un motivo positivo. Si cubriéramos los desfiladeros para protegerlos
de los vendavales, jamás veríamos la belleza de sus formas.

Cuando estoy en la transición de este mundo al otro, sé que el cielo o el infierno están
determinados por la forma como vivimos la vida en el presente. La única finalidad de la vida es
crecer. La lección última es aprender a amar y a ser amados incondicionalmente. En la Tierra hay
millones de personas que se están muriendo de hambre; hay millones de personas que no tienen
un techo para cobijarse; hay millones de enfermos de sida; hay millones de personas que sufren
maltratos y abusos; hay millones que padecen discapacidades. Cada día hay una persona más que
clama pidiendo comprensión y compasión. Escuche esas llamadas, óigalas como si fueran una
hermosa música. Le aseguro que las mayores satisfacciones en la vida provienen de abrir el
corazón a las personas necesitadas. La mayor felicidad consiste en ayudar a los demás.
Realmente creo que mi verdad es una verdad universal que está por encima de cualquier religión,
situación económica, raza o color, y que la compartimos todos en la experiencia normal de la vida.

Todas las personas procedemos de la misma fuente y regresamos a esa misma fuente.

Todos hemos de aprender a amar y a ser amados incondicionalmente.

Todas las penurias que se sufren en la vida, todas las tribulaciones y pesadillas, todas las cosas que
podríamos considerar castigos de Dios, son en realidad regalos. Son la oportunidad para crecer,
que es la única finalidad de la vida.

No se puede sanar al mundo sin sanarse primero a sí mismo.

Si estamos dispuestos para las experiencias espirituales y no tenemos miedo, las tendremos, sin
necesidad de un gurú o un maestro que nos diga cómo hacerlo.

Cuando nacimos de la fuente a la que yo llamo Dios, fuimos dotados de una faceta de la divinidad;
eso es lo que nos da el conocimiento de nuestra inmortalidad.

Debemos vivir hasta morir.

Nadie muere solo.

Todos somos amados con un amor que trasciende la comprensión.

Todos somos bendecidos y guiados. Es importante que hagamos solamente aquello que nos gusta
hacer.

Podemos ser pobres, podemos pasar hambre, podemos vivir en una casa destartalada, pero
vamos a vivir plenamente. Y al final de nuestros días vamos a bendecir nuestra vida porque hemos
hecho lo que vinimos a hacer.

La lección más difícil de aprender es el amor incondicional.

Morir no es algo que haya que temer; puede ser la experiencia más maravillosa de la vida. Todo
depende de cómo hemos vivido.

La muerte es sólo una transición de esta vida a otra existencia en la cual ya no hay dolor ni
angustias.

Todo es soportable cuando hay amor.

Mi deseo es que usted trate de dar más amor a más personas.

Lo único que vive eternamente es el amor.

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