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En el décimo lugar encontramos la estruendosa Contaminación Acústica, que

revienta los tímpanos del manto asfáltico recorrido por la Sociedad Civil. No
obstante, la locura auditiva en la selva de cemento provoca un continuo
malestar emocional en las personas, que predispone el mal genio, la ofensa al
prójimo y la peligrosa violencia vial en los desesperados conductores. Si bien el
ruido es el mejor amigo del tráfico citadino, de los semáforos y del
embotellamiento vehicular en Sao Paulo, Caracas, Buenos Aires, Bogotá,
Quito, Lima, Santiago y Ciudad de México, al final de tanta demencia
cronometrada al volante, el único perjudicado termina siendo el ciego, sordo y
mudo Medio Ambiente.

En noveno lugar hallamos el Tráfico ilegal de Fauna exótica, que cada año
lucra los bolsillos de los prófugos delincuentes latinoamericanos, quienes se
dedican a invadir los templos benditos de la biodiversidad, a cambio de sedar,
ocultar y vender el destino de todo el reino animal en un avión sin pasaje de
vuelta. Es lamentable apreciar como especies autóctonas que enriquecen la
historia, la evolución y el patrimonio natural de nuestros países, se encuentran
al borde de la extinción por la no misericordia del Homo Sapiens.
En octavo lugar se ubica la elevada Polución del Aire que ocasiona una
gigantesca nube negra a cielo abierto, intoxicando las vías respiratorias de la
ciudadanía y asfixiando los pulmones vegetales del Ambiente, mediante la
improvisada industrialización de zonas urbanas y rurales que se transforman en
chimeneas llenas de reacciones químicas, producto de las actividades
conllevadas por el sector económico latinoamericano.
En séptimo lugar tenemos los campamentos de Minería ilegal, que extraen los
legendarios recursos del suelo aborigen bajo la brillante luz del Sol. La
insaciable búsqueda de oro, plata y diamante por parte de seres
inescrupulosos que irrumpen los nobles territorios de los pueblos originarios,
termina embriagando de mercurio las comarcas, los ríos y los bosques de los
hermanos indígenas, quienes observan como su espíritu de lucha es convertido
en un trágico etnocidio anunciado. Es consabido que en Perú, Colombia,
Ecuador, Brasil y Venezuela, existe toda una mafia “clandestina” que deteriora
drásticamente las áreas verdes protegidas
En sexto lugar aparece la plaga de los Cultivos de alimentos Transgénicos, que
desarrolla la transnacional Monsanto y sus criminales aliados comerciales. Los
organismos genéticamente modificados (OGM) son una verdadera enfermedad
envasada de venta libre en los supermercados latinoamericanos. Además, se
tiende a esconder la etiqueta que visualiza la toxicidad del alimento, por lo que
nuestras familias son engañadas al creer que están comprando soya y maíz
cosechado en la fértil hierba de la Naturaleza, sin saber que consumen un
producto químico creado en los sucios laboratorios de la ciencia
norteamericana. Sabemos que en países como Argentina, Brasil, México,
Uruguay y Chile, la seguridad alimentaria se pone en franco riesgo ante la
amenaza que representan los OGM para la ciudadanía. Es un secreto a voces
que la semilla transgénica provoca alergias, resistencia a medicamentos,
inflamación en el hígado y en los riñones, disminución de la capacidad de
fertilidad y tumoraciones.

En quinto lugar emerge la letal Fractura Hidráulica, que no se cansa de perforar


el corazón de una gran piedra preciosa llamada planeta Tierra, la cual es
taladrada con un mortífero coctel líquido para que el dinero salga de los pozos
en forma de gas. La técnica extractiva del fracking es una bomba sísmica no
convencional que agrieta los linderos de la sensatez humana, e incrementa la
contaminación de los mantos acuíferos, vierte un caudal de aguas residuales,
fuga metano y ácido sulfhídrico en el aire y quebranta la calidad de vida de los
inocentes lugareños. Los estragos ambientales del Fracking se evidencian con
fuerza en México, donde la reforma energética legalizó el desastre ecológico. Y
en Argentina, donde la aprobación de la Ley de Hidrocarburos en octubre del
2014, permitirá que por 35 años se siga financiando el ecocidio del fracking en
los suelos argentinos, buscando que la amarga experiencia de Vaca Muerta,
acredite más jugosas concesiones en contra de la paz del Medio Ambiente.

En cuarto lugar resalta el Abuso del Consumo Eléctrico, debido a que no


practicamos la Eficiencia Energética por voluntad propia, generando una
altísima demanda de energía eléctrica que satura de contaminación lumínica el
firmamento latinoamericano.
En segundo lugar, nos topamos con la agresiva deforestación que anualmente
le arrebata millones de hectáreas y lágrimas a la agonizante Pachamama, por
la tala indiscriminada de árboles con la infalible voz de la motosierra, por la
continua expansión de la frontera agrícola para comer carne con droga
envuelta en palma aceitosa, y por la atroz urbanización del siglo XXI que
transforma una reserva de biosfera en un metalizado centro comercial. El
fuego, la madera y el hacha pelean a muerte con los campesinos, los leñadores
y los latifundistas. La realidad de los agrotóxicos arrasa con la promesa de la
agroecología.
En tal sentido, DESDE EL AÑO TAL CUANDO ASUME LA PRESIDENCIA
el Gobierno Bolivariano, ha adoptado medidas que permitan el fortalecimiento
de valores ecológicos en el ciudadano, logrando con ello un cambio de cultura
ambiental, para dar respuesta a los artículos 107, 127, 128 y 129 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y alcanzar la
recuperación del ambiente, la explotación racional de los recursos naturales,
así como la preservación de los patrimonios culturales e históricos del país.

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