Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Las faringoamigdalitis suelen ser virales, con mayor frecuencia causadas por los virus del
resfrío común (adenovirus, rinovirus, influenza, coronavirus, respiratorio sincitial), si bien
en ocasiones pueden estar causadas por el virus de Epstein-Barr, el virus herpes simple, el
citomegalovirus o el HIV.
En alrededor del 30% de los pacientes, la causa es bacteriana. El estreptococo β hemolítico
del grupo A (EBHGA) es el microorganismo más común (ver Infecciones estreptocócicas),
pero Staphylococcus aureus,Streptococcus pneumoniae,Mycoplasma pneumoniae, y
Chlamydia pneumoniae a veces están implicados. Entre las causas más raras se incluyen
Fusobacterium, difteria, sífilis, y gonorrea.
El EBHGA es más frecuente entre los 5 y los 15 años y es infrecuente antes de los 3 años.
Signos y síntomas
La característica distintiva es el dolor con la deglución y a menudo se refiere a los oídos. Los
niños muy pequeños que no pueden quejarse de dolor de garganta usualmente rechazan el
alimento. Son frecuentes la fiebre elevada, el malestar general, la cefalea y los trastornos
gastrointestinales, así como la halitosis y una voz apagada. También puede haber exantema
escarlatiniforme o inespecífico. Las amígdalas están edematizadas y enrojecidas y a menudo
se observan exudados purulentos. Puede haber linfadenopatía cervical dolorosa. La fiebre, la
adenopatía, las petequias palatinas y los exudados son algo más comunes en la
faringoamigdalitis por EBHGA que en la viral, si bien se superponen.
El diagnóstico se hace por los síntomas y la exploración de la garganta. Muchas veces no es
fácil distinguir una faringoamigdalitis vírica de una bacteriana.
Como la evolución, el tratamiento y las complicaciones son diferentes, a veces hace falta un
análisis microbiológico que confirme si la faringitis es bacteriana o no. Esto se puede hacer
por medio de un cultivo faríngeo o con un test rápido de detección antigénica de
streptococcus pyogenes.
Se pueden cultivar las secreciones faríngeas para obtener un diagnóstico definitivo, aunque
a veces resulta innecesario, o incluso imposible, por no poderse obtener suficiente muestra.
El resultado de esta prueba tarda 24 horas en conocerse. No es necesario practicar cultivos a
familiares del paciente si no presentan síntomas.
En el caso de las amigdalitis producidas por un virus, los síntomas suelen ser de inicio
gradual, con fiebre moderada, síntomas catarrales de intensidad variable y escasa afectación
del estado general.
La exploración de la faringe debería mostrar hiperemia variable (enrojecimiento de la
faringe), en ocasiones inflamada y, otras veces, vesículas, úlceras o nódulos blanquecinos.
Los síntomas y signos que sugerirían un origen bacteriano serían un inicio brusco de la
enfermedad con fiebre alta (entre 38 y 39 grados centígrados), dolor de la faringe, que suele
ser intenso, y ganglios dolorosos y de gran tamaño en el cuello.
Además, presenta otros síntomas, como un gran componente de exudado amigdalar (pus en
las amígdalas), pero que no es exclusivo de esta enfermedad; masas rojas en el paladar blando
y la úvula, y una ausencia de síntomas catarrales como tos, rinitis, conjuntivitis, úlceras
mucosas o diarrea.
En los casos bacterianos también pueden darse otros síntomas como cefalea, dolor abdominal
y, a veces, exantemas en la piel.
La producida por EBHGA suele resolverse en el transcurso de 7 días. Si el EBHGA no se
trata, puede conducir a complicaciones supurativas locales (p. ej., absceso periamigdalino o
celulitis) y a veces a fiebre reumática o glomerulonefritis.
Tras administrarle al paciente el tratamiento correcto suele ser muy inusual que se produzcan
complicaciones o que la infección no se erradique por completo, pero es posible que se
desarrolle otitis media, sinusitis o adenitis purulentas.
Tipos
Existen diferentes tipos de faringoamigdalitis:
Faringoamigdalitis por EBHGA: Se caracteriza por un dolor de garganta de comienzo
repentino, fiebre, presencia de exudado y un aumento del tamaño de las amígdalas con dolor
al palpar los ganglios del cuello.
En la mayoría de los pacientes la tos y el moqueo están ausentes. En niños puede presentarse
en forma de escarlatina, acompañada de una erupción cutánea puntiforme, con una textura
de la piel de "papel de lija" que comienza en el tórax, desciende hacia el abdomen y las
extremidades.
Faringoamigdalitis por el virus de la gripe: El dolor de garganta viene acompañado de
fiebre y dolores musculares.
Faringoamigdalitis asociada a mononucleosis infecciosa: Afecta con más frecuencia a
adolescentes y adultos jóvenes, en los que la faringitis se prolonga más de una semana, con
fiebre elevada y ganglios en el cuello en la parte anterior y posterior de gran tamaño y
dolorosos.
Puede acompañarse de un aumento del tamaño del bazo, fatiga persistente, pérdida de peso
y hepatitis. Se debe a una infección por el virus de Epstein-Barr, aunque en ocasiones el
responsable es el citomegalovirus.
Faringoamigdalitis como forma de presentación del virus de la inmunodeficiencia humana
(VIH) y en pacientes con inmunodepresión: El síndrome agudo se puede presentar como una
mononucleosis infecciosa, con fiebre, pérdida de peso, ganglios y aumento del tamaño del
bazo.
En el caso de infección por VIH existen pruebas de laboratorio específicas para detectarlo.
Faringoamigdalitis por gonococo: Suele cursar de forma asintomática.
Faringoamigdalitis por mycoplasma pneumoniae: Con frecuencia se acompaña de bronquitis
aguda en pacientes jóvenes y sanos. El diagnóstico se hace mediante una analítica específica,
ya que no crece en los cultivos habituales.
Faringoamigdalitis por chlamydia pneumoniae: Como en la faringitis por mycoplasma
pneumoniae, se presenta en adultos jóvenes previamente sanos con clínica de bronquitis
aguda.
Faringoamigdalitis por difteria: Se instaura lentamente con dolor de garganta, mal estado
general y fiebre no elevada. La exploración de la faringe mostrará, en un tercio de los
pacientes, la presencia de membranas que sangran al desprenderse.
Fisiopatología
Prevalencia.
No es fácil establecer la prevalencia de las infecciones faringoamigdalares.
La primera dificultad que se plantea es el establecimiento de una frontera nítida entre las
infecciones respiratorias de las vías altas y las FA. El epitelio que recubre la amígdala
faríngea es de tipo respiratorio, es el mismo que tapiza las fosas nasales adyacentes. Por esto
es excepcional que una infección viral respiratoria nasal respete el epitelio que tapiza el tejido
adenoideo adyacente. Esto significa que la afectación amigdalar es, en alguna medida, una
constante asociada a las infecciones virales de las vías respiratorias altas. Se considera como
normal, en términos generales, que un niño presente entre 5 y 7 catarros de vías respiratorias
altas por año. Esta frecuencia varía en función de la edad, ya que los catarros son más
frecuentes en los niños menores de 4 años.
Haciendo una extrapolación de los resultados bacteriológicos publicados en la literatura
especializada, se puede establecer una frecuencia para las FA estreptocócicas de un episodio
por año y niño en las edades prevalentes de esta infección, es decir, por encima de los 3 años.
Por tanto, la FA estreptocócica representa un pequeño porcentaje de las infecciones
pediátricas aerodigestivas de vías altas.
Los antecedentes familiares, el hacinamiento y la contaminación ambiental, incluyendo el
tabaco, son factores de riesgo epidemiológico bien conocidos.
Todos los grupos de población están expuestos a su padecimiento, independientemente de
su condición socioeconómica y profesión.
Faringoamigdalitis.
El anillo de Waldeyer se encuentra en contacto casi directo y continuo con una serie de
microorganismos saprofitos que, aunque no sean patógenos en sí, por diversas circunstancias
pueden serlo en cualquier momento. La situación periférica de este tejido linfoide y la
continua exposición antigénica, es uno de los factores que lo hace sucumbir con relativa
facilidad a las infecciones.
En el adulto sano existe una densidad de población bacteriana en las secreciones faríngeas
cambiante y que oscila entre 10(7) y 10(10) ucf/ml, siendo mayor en los sujetos con
enfermedad periodontal o mala higiene bucal, aumentando además en estos casos la
concentración de bacterias anaerobias. Esta flora habitual saprofita está constituida por
diversas especies de microorganismos aerobios y anaerobios. Muchos de ellos cambian
mucho según la edad, la estación del año, antecedentes de epidemia y condiciones de
hacinamiento, entre otras causas. Es pues una microflora cambiante en la que pueden ir
apareciendo nuevos gérmenes y más virulentos. Se ha realizado múltiples estudios para
analizar la flora bacteriana amigdalar tanto superficial como parenquimatosa, e incluso las
dos a la vez para compararlas, observándose una concordancia entre ambas en la mayoría de
los resultados.
La superficie de las mucosas faríngeas está sometida a un flujo de líquidos casi continuo
que tiende a ir desplazando los gérmenes depositados en ellas. La posibilidad de que un
microorganismo colonice en esta mucosa está en relación directa con la capacidad de fijarse
a la superficie del epitelio y eludir de esta forma el arrastre mecánico. Sólo colonizan los
microorganismos que se adhieren. En este sentido el epitelio críptico es más propicio a la
infección que el resto de la faringe, pues las profundas y estrechas criptas tienen un éxtasis
secretor permanente, así las bacterias y demás Ag escapan a la acción del batido ciliar y del
barrido de las contracciones deglutorias, todo lo cual favorece la colonización bacteriana. La
cripta amigdalina, por su estructura, es el lugar de la faringe con menos resistencia a las
infecciones, pero por otra parte permite que se establezca un amplio contacto entre gérmenes
y el sistema inmunológico amigdalino para la fabricación de Ac inmunocompetentes.
La infección ORL constituye el primer contacto entre los microorganismos patógenos y el
individuo, soliendo ser la faringitis superficial y difusa la primera manifestación de
enfermedad infecciosa en la vida de un individuo, precediendo en los niños incluso a las
enfermedades infecciosas de la infancia, en particular las eruptivas. El primer brote de FA
podría considerarse como una vacuna fisiológica, pero ocurre que los gérmenes que
habitualmente provocan FA confieren al organismo una inmunidad frente a los mismos muy
corta en el tiempo. Durante la infancia estos cuadros son más frecuentes al encontrarse el
niño en un periodo de adaptación inmunológica al medio. Los cuadros recidivantes, en teoría,
indican una falta de capacidad para adaptarse al entorno, que puede ser debida a un retraso o
una pobre respuesta de los mecanismos de defensa inmunológica y una progresiva
incapacidad de las amígdalas para cumplir su función defensiva.
Prevención
La prevención de la faringoamigdalitis aguda se basa en evitar los contagios mediante las
normas habituales de higiene: lavarse las manos, toser cubriéndose la boca con un pañuelo o
con la parte interna del codo (no con las manos), no compartir objetos que vayan a la boca,
etcétera.
La vacuna de la gripe permite prevenir la faringoamigdalitis vírica que va asociada a
la propia gripe.
Evite el contacto con las personas que estén enfermas, o al hacerlo recuerde cubrir su
boca y su nariz.
Descanse al menos unas 8 horas diarias, ya que el descanso colabora para mantener
el sistema inmunológico saludable.
Evite fumar, o permanecer en lugares donde el resto de las personas lo hacen, el humo
del tabaco favorece la proliferación de enfermedades respiratorias.
Recuerde tomar al menos 2 litros de agua, ya que si tiene secreciones colabora para
aflojar las mismas y lo ayudará a eliminarlas más fácilmente.
Además, existe una vacuna para el virus de la gripe, que va a prevenir la infección por dicho
virus. Tomar precauciones al mantener relaciones sexuales, será también muy importante
para evitar la infección por gonorrea o sífilis.
Para prevenir los casos de faringitis irritativa por reflujo gastroesofágico se pondrán en
marcha las medidas conocidas para este fin:
Síntomas
Los síntomas de una faringitis son:
Picor de garganta
Dificultad para tragar
Enrojecimiento y presencia de placas blancas o amarillas en las amigdalas
Fiebre alta
Ganglios linfáticos inflamados y dolorosos en el cuello
Malestar general
Dolores musculares por la fiebre
Dolor de cabeza
Pérdida del apetito
Mal aliento
En niños pequeños, molestias gástricas o abdominales
Diagnóstico
Ante una faringitis infecciosa con mucha fiebre y malestar se debe de hacer un cultivo de
exudado faríngeo (frotis), para realizar un estudio de la bacteria causante.
Además, es necesario realizar un análisis de sangre para ver la velocidad de sedimentación
globular VSG que puede estar muy elevada.
Faringoamigdalitis viral
La faringitis viral es una inflamación de la faringe (la parte de la garganta situada entre las
amígdalas y la laringe) que es causada por un virus y produce dolor de garganta.
La faringitis viral se sospecha cuando los cultivos de garganta no revelan una causa
bacteriana para los síntomas. Estas enfermedades son extremadamente comunes.
La faringitis puede ocurrir como parte de una infección viral que también compromete otros
sistemas de órganos, como los pulmones o el intestino.
La faringoamigdalitis de origen viral tiene un comienzo más lento e insidioso; tras una
incubación de unos 3 días, los síntomas comienzan bruscamente, y la faringalgia propia del
proceso se acompaña de otros síntomas catarrales, como tos, fiebre baja, dolores musculares,
aumento de la mucosidad nasal, conjuntivitis y diarrea. Estas afecciones suelen cursar por
epidemias y son muy contagiosas.