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TE VAS A MORIR

ALUMNO:
Zelada Rodríguez, José Eduardo

PROFESOR:
Limo Figueroa, David

Me es importante querer expresar en el siguiente ensayo lo que aprendí


afortunadamente desde muy pequeño y de la que mucha gente aún no está consiente
“te vas a morir”, aprendí que en este mundo nada es tan terrible “te vas a morir”, no hay
más que esa certeza “te vas a morir” y no existen garantías “te vas a morir”. ¿Porque
digo que mucha gente no está consiente? Lo digo porque a mis diecinueve años,
observo que vivimos como maquinas programadas en un mundo donde te venden ideas
para lograr tus sueños, en un mundo en el cual te exigen ser el número uno para poder
ser exitoso “ser alguien en la vida”, en un mundo en el cual tiene miedo a romper
burbujas y las cuales prefiere mejor conservar, burbujas como la de ilusión falsa y el
falso optimismo, las cuales son muy bonitas, pero lejos de hacernos bien, nos hacen
mucho daño, en un mundo en el cual las personas viven sin preguntarse nada, estudian
porque estudian, se casan porque se casan, trabaja porque trabajan, tiene hijos porque
es "lo que le sigue", nunca se preguntan: ¿Me gusta mi trabajo? ¿Quiero tener hijos?
¿Estoy feliz en mi matrimonio? ¿Realmente quiero hacer esto en la vida? Pero para
resolver estas preguntas es muy importante conocerte, saber quién eres, de dónde
vienes, quiénes fueron tus papás, por qué quieres lo que quieres, por qué te gusta lo
que te gusta, por qué vives como vives. Una tarde vi un post en Facebook el cual decía
“Amar duele, así como vivir mata... pero ¿dejarías de vivir.... solo porque te vas a morir?”
es la pregunta en la cual se basara este ensayo, para resolverla presentare distintas
ópticas de hombres considerados filósofos a lo largo de la historia, para tener un
panorama general de cómo ha sido entendida la muerte a lo largo de nuestra trayectoria
como seres humanos, después abordare su contraparte “la vida” y tratar de mostrarla
como una gratuidad, un proyecto y una responsabilidad, y como los jóvenes nos
enfrentamos a ella sin nisiquiera conocernos nosotros mismos en un mundo indiferente.

A lo largo de la historia, la muerte ha sido entendida por la filosofía como un problema


de primer orden, una especie de “situación límite” en términos de nuestra realidad finita
y contingente. Tomando como referencia el pensamiento occidental antiguo, los griegos
establecían una clasificación para considerar algo o alguien mortal. “Las plantas y los
animales no son mortales porque no saben que van a morir, no saben que tienen que
morir: se mueren pero sin conocer nunca su vinculación individual, la de cada uno de
ellos, con la muerte”1. Las fieras presienten el peligro, se entristecen con la enfermedad
o la vejez, pero ignoran (¿o parece que ignoran?) su abrazo esencial con la necesidad
de la muerte. “No es mortal quien muere, sino quien está seguro de que va a morir”2.
Aunque también podríamos decir que ni las plantas ni los animales están por eso mismo
vivos en el mismo sentido en que lo estamos nosotros. “Los auténticos vivientes somos
sólo los mortales, porque sabemos que dejaremos de vivir y que en eso precisamente
consiste la vida3”.
El filosofo griego Epicuro consideró que para alcanzar la felicidad era necesaria la
comunión entre la ausencia de preocupaciones y la búsqueda del placer (hedonismo).
Y la ética puede llevarnos a la felicidad porque está sustentada en la autonomía
(autarkeia) y la serenidad (ataraxia), valores imprescindibles para ello. La ética de

1 FERNANDO SAVATER (1999). Las preguntas de la vida. (Barcelona: Ariel), 8.


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Epicuro nos indica que para hallar la felicidad debemos evitar todo tipo de miedos, que
se reducen a cuatro, a saber: el tiempo, que devora los placeres; el dolor, que puede
llegar en cualquier momento; el temor a los dioses y, por último, el miedo a la muerte.
Él llega a una posible conclusión de este último miedo, sustentando con una de sus
frases que a través de la historia ha sido motivo de estudio y que es necesaria
mencionarla: “Así que el más espantoso de los males nada es para nosotros, puesto
que mientras somos la muerte no está presente, y cuando la muerte se presenta ya no
existimos. En nada afecta, pues, ni a los vivos ni a los muertos, porque para aquellos no
está y éstos ya no son (…). El sabio, en cambio, ni rehúsa la vida ni teme el no vivir,
porque no le abruma el vivir, ni considera que sea algún mal el no vivir.4”

Según Sócrates, el sabio es aquel que conoce por el afán de conocer, el amor al saber
por el saber. Es por ello que afirma que “temer a la muerte no es otra cosa que creer
ser sabio sin serlo, pues es creer que uno sabe lo que no sabe5”. En base a esto la
filosofía entonces nos prepara para la muerte debido a que nos hace más conscientes
acerca de nuestra propia vida, tener una conciencia acerca de los límites puede ser un
punto de partida para la búsqueda de la verdad y el bien, para la “riqueza del alma”. Por
otro lado en Aristóteles, la temática de la muerte aparece cargada de una racionalidad
ética, en donde “se trata de saber cómo vivir una vida a sabiendas finita y temporal pero
con sentido6”. Por este lado la metafísica nos plantea la existencia de Dios como
fundamento para un orden universal, pero la muerte no puede ser conocida en un solo
sentido, como en las matemáticas.

En el inicio de la modernidad San Agustín expresa en su libro la ciudad de Dios lo


siguiente “[...] no está nunca el hombre en la vida desde que está en este cuerpo, más
bien muriente que viviente, si no puede estar a la vez en la vida y en la muerte7”. Él trata
de explicar que el recogimiento en la vida religiosa es prestar atención a una verdad
revelada supra temporal que es Dios, y llegamos a él gracias a la fe y razón en conjunto.
“la familia humana que no vive de la fe busca la paz terrena en los bienes y ventajas de
esta vida temporal. En cambio, aquella cuya vida está regulada por la fe está a la espera
de los bienes eternos prometidos para el futuro8”.

Para cerrar la lista de filósofos, concluiremos este punto de la muerte con Martin
Heidegger, uno de los más notables del siglo XX, con su ser-para-la-muerte (sein-zum-
tode) nos remite a uno de los rasgos característicos del dasein (ser-allí) que es el
hombre entendido en tanto es un “poder-ser”, un ser especial por el criterio que posee.
“El Dasein contiene una vida en movimiento (kínesis) que se caracteriza por volcarse a
sí misma en el sentido de anticiparse a ella. La anticipación más pura, o posibilidad
extrema, es la muerte. Por ello es que Dasein no es un ente, sino un existente que
puede, en lo particular, dejar de existir, morir9”. En base a esto el hombre produce un
sentido de su existencia, lo comprende y se revela en el mundo. La muerte, en tanto es
una posibilidad para el dasein, para el ser del hombre que está arrojado en el mundo,
representa la única posibilidad que niega a todas las demás posibilidades, y tiene una

4 DIANA MEJÍA, (2012). Escritos, vol.20, N.45, La concepción de la muerte en Epicuro (Colombia:
Univ. Pontif. Bolivar), 464.
5 GIOVANNI REALE Y DARIO ANTISERI (2011). Historia de la Filosofía, vol.1, Filosofía pagana

antigua (Italia: La Scuola S.p.A),187.


6 CECILIA MONTEAGUDO (1996), La muerte y la filosofía: La temporalidad y la vida, (Lima:

BIRA 23), 142


7 SANTOS SANTAMARTA DEL RÍO Y MIGUEL FUERTES (1988), La ciudad de Dios, trad, vol.2,

Tomo XIII (Madrid: Editorial Católica BAC), 18.


8 SANTOS SANTAMARTA DEL RÍO Y MIGUEL FUERTES (1988), La ciudad de Dios, trad, vol.1,

Tomo XIX (Madrid: Editorial Católica BAC), 600.


9 MIGUEL AHUMADA (2011). “Del ser-para-la-muerte al ser-para-el-inicio: Martin Heidegger y

Hannah Arendt”, Revista de filosofía Factótum, 9.


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carga de inevitabilidad pues es insuperable. El comprender a la muerte como una


posibilidad le da sentido a nuestra vida, pues nos hace descubrir el valor de ésta en
nosotros. El comprendernos no sólo a nosotros, sino a lo que nos puede pasar, permite
poder comprender a los otros y coexistir con ellos, apreciarlos, ser humanos.

Después de haber expresado esta información acerca de la muerte, puedo sentirme


aliviado por el solo hecho de que “estoy aquí escribiendo y estoy vivo”, pero, ¿Qué es
realmente la vida? La mayoría de personas dicen que “la vida es un delicado equilibrio
entre tomar buenas decisiones y evitar peligros”, otros que “es confiar en nuestros
sentimientos, enfrentar retos, encontrar felicidad, valorar los recuerdos y aprender del
pasado”, algunos afirman que “es vivir el momento y hacer de este lo mejor posible, sin
saber qué va a pasar después”, incluso se piensa que la vida “es una cámara de tortura,
de la cual sólo saldremos muertos”. Como podemos apreciar, hay respuestas de todos
los colores. Pero la mayoría son planteadas como afirmaciones irrevocables, como
tratando de expresar “no hay vuelta de hoja, la vida es así”. Estas son solo unas pocas
frases a modo de ejemplo, pues creo que definiciones de lo que es la vida puede haber
tantas como personas. Porque aquella persona que cree que la vida es una tortura no
se equivoca, pues si eso es lo que piensa, si eso es lo que cree, eso es lo que es para
él o para ella.

Novalis dijo una vez "la vida no debe ser una novela que se nos impone, sino una novela
que inventamos". Nuestro entorno está lleno de seres vivos. Estamos rodeados de
plantas, aves, insectos, en fin, animales y también de personas. Por ende, la defensa y
protección de la vida humana es un objetivo que los pueblos y las culturas han concebido
y realizado de modos diferentes. Históricamente, a partir de las teorías del
transformismo y evolucionismo en el siglo XIX, tal como las propusieron J. B. Lamarck,
Ch. Darwin y H. Spencer, surgieron las llamadas éticas biológicas.

El principio fundamental o la filosofía que las soporta, puede formularse más o menos
como sigue: las leyes de la vida son las leyes de nuestra propia existencia y, por lo
mismo, ellas encierran la explicación de nuestro fin y destino. "Es a la vida a quien
nosotros pediremos el principio de la moralidad"10. Aquello que la naturaleza impone a
todo cuanto vive y el fin hacia el cual ella encamina la inmensa marejada de los vivientes
es el destino y finalidad hacia el cual debemos aspirar. Luego es engañoso y quimérico
buscarle un fin a la vida fuera de la vida misma. Al respecto Nietzsche escribe que "Los
juicios y las valoraciones relativas a la vida, en pro y en contra, no pueden ser nunca,
en última instancia, verdaderos: sólo valen como síntomas, y únicamente deben ser
tenidos en cuenta como tales; en sí, dichos juicios son necedades. Hay que alargar
totalmente los dedos e intentar captar la admirable sutileza de que el valor de la vida es
algo que no se puede tasar"11. Cuanto el individuo necesita hacer, es velar por su
conservación y desarrollo. "Demos, pues, al término biología el sentido comprensivo que
debería tener, que quizá alcance algún día, y digamos para concluir que toda moral,
presión o aspiración, es de esencia biológica"12 señalo Bergson.

Aristóteles, en su libro Acerca del alma, parece identificar vida y alma. Al referirse al
hombre dice que es “el ser que nace, se alimenta, crece, se reproduce, envejece y
muere, siente, apetece, se desplaza, entiende, razona y habla. El conjunto de estas
actividades se suele denominar vida”13. Por lo que la vida, para Aristóteles, es una
actividad. Tomás de Aquino hace consistir la vida en el movimiento: "son vivientes
aquellos seres que se mueven a sí mismos". La vida es, en pocas palabras, un misterio.

10 GUYAU, J. M. (1944), Esbozos de una moral sin obligación ni sanción, Buenos Aires,
Americale. 21
11 NIETZSCHE, F. (1976), Así hablaba Zaratustra, 6a. ed., México, Editorial Época 110
12 BERGSON, H. (1996), Las dos fuentes de la moral y de la religión, Madrid, Tecnos. 203
13 ARISTÓTELES (1983), Acerca del alma, Madrid, Gredos. 41

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Sanabria escribió que "Filosóficamente, la vida ha sido determinada de diversas


maneras, pero en general se acepta que la vida se caracteriza por la autoposesión, pero
también por una apertura hacia algo diferente: la vida es autotrascendencia, que es
precisamente su modo propio de realización. Y como hay tres modos de
autotrascendencia, hay tres grados de vida: vida vegetal, vida animal y vida humana"14.

Aun tratándose de un valor importante, fundamental, la vida no es un valor absoluto.


Razón tiene Mounier cuando escribe: "querer vivir a cualquier precio es aceptar un día
vivir al precio de las razones de vivir. Solo existimos definitivamente desde el momento
en que nos hemos constituido un cuadro interior de valores o de abnegaciones contra
el cual, sabemos, ni siquiera prevalecerá la amenaza de la muerte"15. Porque la calidad
de la vida es más importante que la vida misma.

Si la vida es un don precioso que debe suscitar en el hombre un eco de agradecimiento


y una voluntad decidida de aprecio, el ejemplo de Jesús de Nazaret integra otra
dimensión. Erich Fromm expreso que “el héroe cristiano fue el mártir, porque en la
tradición judía el hecho más grande era ofrecer a Dios o a nuestros semejantes la propia
vida. El mártir es exactamente lo opuesto del héroe pagano, personificado por los héroes
germanos y griegos. La meta de los héroes era conquistar, triunfar, destruir, robar; la
realización de su vida era el orgullo, el poder, la fama y una insuperable capacidad para
matar… Las características del mártir consisten en ser, dar, compartir; las del héroe son:
tener, explotar, violar"16.

En base a lo expuesto anteriormente, ¿qué es entonces la vida? Podemos precisar en


primer lugar que es una “gratuidad”, ya que la vida es algo que se nos ha dado sin contar
con nosotros. Por lo mismo, es algo gratuito. "Nacemos, y nada podemos rehusar. Son
otros quienes dibujan, diseñan, garabatean y proyectan sobre el papel de nuestra vida.
Nos echan flores y, al mismo tiempo, espinas. Nos besan y, a la vez, recibimos miradas
de desprecio… No tenemos capacidad para escoger, y nada podemos rehusar. Somos
plena acogida. A todo decimos que sí. Y todo lo que entra en nosotros a través de los
sentidos lo guardamos como bagaje para la vida. Un bagaje que no podemos
seleccionar ni escoger"17.

En segundo lugar podemos afirmar que también es “un proyecto”, ya que como señala
Ortega y Gasset "El hombre no es cosa ninguna, sino un drama su vida, un puro y
universal acontecimiento que acontece a cada cual y en que cada cual no es, a su vez,
sino acontecimiento"18. El hombre se encuentra existiendo, pero no con una existencia
ya dada o hecha como las cosas, sino que al acontecerle existir no tiene más remedio
que hacer algo para no dejar de existir. La vida humana es quehacer, mejor dicho, una
dificultad de ser, un modo difícil de ser, en fin, una problemática tarea de ser: "el hombre
no sólo tiene que hacerse a sí mismo, sino que lo más grave que tiene que hacer es
determinar lo que va a ser". No se puede hablar del ser (humano) como ser ya lo que
se es: fijo, estático, invariable y dado. Lo único que el hombre tiene de ser es lo que ha
sido. "El hombre no es, sino que "va siendo" esto y lo otro… Ese "ir siendo" es lo que,
sin absurdo, llamamos "vivir". No digamos, pues, que el hombre es, sino que vive"19.

Por último, la vida se consideraría como “una personal responsabilidad”, pues todo
hombre tiene derecho a la vida, prescribe el artículo tercero de la Declaración Universal
de los Derechos Humanos. Pero hay que añadir que todo hombre tiene el deber de vivir

14 SANABRIA, J. R. (1987), Filosofía del hombre, México, Porrúa. 23


15 MOUNIER, E. (1965), El personalismo, 2a. ed., Buenos Aires, EUDEBA. 132
16 FROMM, E. (1981), ¿Tener o ser?, 3a. reimp., México, FCE. 59
17 WILSON, J. (1983), La vida, una pregunta y una respuesta, 2a. ed., Madrid, Paulinas 17
18 ORTEGA Y GASSET, J. (1958), Historia como sistema, Madrid, Revista de Occidente. 48
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como persona la vida humana. Aristóteles señala que "El vivir, con toda evidencia, es
algo común, aun a las plantas; mas nosotros buscamos lo propio del hombre"20. El
hombre, si se diferencia de los animales, tiene que hacer efectiva esta diferencia,
viviendo la vida como persona y no como otro ser cualquiera. Al respecto Frankl escribió:
"Como quiera que toda situación vital representa un reto para el hombre y le plantea un
problema que sólo él debe resolver, la cuestión del significado de la vida puede en
realidad invertirse. En última instancia, el hombre no debería inquirir cuál es el sentido
de la vida, sino comprender que es a él a quien se inquiere. En una palabra, a cada
hombre se le pregunta por la vida y únicamente puede responder a la vida respondiendo
por su propia vida; sólo siendo responsable puede contestar a la vida"21.

Quizá el hombre nada espere de la vida, pero la vida sí espera algo de él. En vez de
pasar todo el tiempo con preguntas e interrogantes sobre el sentido de la vida, el hombre
debe responderle a la vida que le cuestiona de una manera constante y continua. Y esto
lo hace, o lo puede hacer, cuando toma conciencia que es más que su vida. El ser
humano es un ser hecho para sobrepasarse. "De seguro no ha encontrado la verdad el
que hablaba de una "voluntad de existir"; no hay tal voluntad. Porque lo que no existe
no se puede querer; pero, ¿cómo lo que existe podría aún desear la existencia?
Unicamente donde hay vida hay voluntad, pero no voluntad de vida, sino como yo
enseño, voluntad de dominio. El viviente aprecia muchas cosas más que la vida
misma"22.

Y es que si tuviera que decir mi definición de lo que es la vida, sería: “es lo que tú quieres
que sea”, ni más ni menos. Recuerdo algo que leí no hace mucho y que decía: "Explicar
un sentimiento es como entender la poesía, tú tienes tu metáfora y yo, tengo la mía". Lo
que quiero decir es que cada uno, siente de una manera distinta y tiene puntos de vistas
diferentes, incluso, de una misma cosa pero, a mi parecer, para tener un opinión válida
de algo, debes haberlo vivido primero. Quizá les suene la escena de: " hijo, cómete la
verdura...mamá, es que no me gusta...cómo sabes que no te gusta si no la has
probado?". Sabes por qué tanta gente se rodea de personas equivocadas? porque dicen
que no les gusta la verdura cuando, jamás, la han probado. Se pasan la vida buscando
algo que piensan, sin darse la oportunidad de descubrir algo que sienten.

¿Cuántos de nosotros nos levantamos por obligación cada día a la misma hora, para ir
a estudiar o trabajar en algo que no nos gusta? Y lo repetimos una y otra vez: es lo que
hay, mientras paguen… ya vendrán tiempos mejores. Pero los años van pasando y
nunca llegan. Pongámonos en la mejor situación del sueño que nos venden desde
pequeños. Terminamos nuestros estudios con buena nota y encontramos un trabajo
estable de 8 horas con un sueldo que te permita pagar tu alquiler o hipoteca, tener tu
perro, tu gato, tu tele gigante, tu coche, tus caprichos, tus cositas con tu pareja,… ¿y
ahora?. Te quedan 50-60 años por delante en los que como mucho podrás aspirar a
tener unas semanas de vacaciones al año, ahorrar para cuando te jubiles y no poder
disfrutar de ese dinero porque eres demasiado viejo, para todas aquellas cosas que
tenían que llegar y… ahora todo te da pereza.
Yo sé que no estoy hecho para esta vida en la que la gran mayoría de personas que
conozco están muertas en vida, que lo único que les motiva para levantarse por las
mañanas son las facturas que tienen que pagar. Luego los padres con: ¿qué harás
cuando seas mayor? Deja ya tus tonterías, ya harás lo que quieras cuando puedas
pagarte tus propias cosas, “tienes que ser una persona de provecho”. Bueno,
imaginémonos que ahora eres un adulto, has hecho todo lo que se supone que deberías
hacer y te reencuentras a un amigo que hace mucho que no ves y te pregunta: “– Hey!

20 ARISTÓTELES (1981), Ética Nicomaquea. Política, 9a. ed., colección "Sepan cuantos…",
México, Porrúa. 73
21 FRANKL, V. E. (1985), El hombre en busca de sentido, 6a. ed., Barcelona, Herder. 32
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¿Qué tal?, cuánto tiempo… ¿qué es de tu vida?. Estoy seguro que le respondes sin
pensar:– Nada, estudiando, trabajando… lo de siempre.” Tanta gente se siente vacía,
perdida, no saben qué camino tomar, están angustiadas porque el tiempo pasa y tienen
que decidir si siguen estudiando, qué carrera tendrá más salidas, si se ponen a trabajar
¿y en qué? … para tener el futuro que quieren.

Pero… ¿cuál es el futuro que queremos? No ese que nos han metido en la cabeza de
pequeño, sino ese futuro que quieres para ti. Una de las preguntas que más me han
hecho a lo largo de mi vida es: ¿Qué no sabes hacer?. Y mi respuesta siempre es la
misma: Lo que todavía no me he propuesto aprender. Por una vez tratemos de ser
sincero con nosotros mismo. ¿A qué nos dedicarías si pudiéramos elegir cualquier oficio
sin que importarte nada más que lo que deseamos? ¿Quieres ser mozo de almacén,
cajera de un supermercado, dependiente toda tu vida? Probablemente no. Seguramente
te gustaría ser cantante, escritor, deportista profesional, tener tu estudio de tatuajes,
chef de tu propio restaurante, trabajar viajando por el mundo, etc. Pero en lugar de eso
tienes un montón de ideas y sueños que no los llevas a cabo por el qué dirán, porque
tus padres prefieren que hagas otra cosa, te pones excusas y más escusas diciéndote
a tu mismo: me falta dinero, me faltan medios para desarrollar mis ideas, pero en
realidad, te pasa lo que le pasa a muchísima gente. “Lo que tienes es miedo.” Miedo a
fracasar.

Dicen que “la paciencia es la madre de cualquier ciencia”, pero te aseguro que el tiempo
corre sin importarle lo paciente que seas. Mucha gente se sienta a esperar su tren pero
cuando llega no saben reconocer si es el suyo y se quedan en el andén mientras ven
como se cierran las puertas dejando una herida abierta. El tren jamás pasó de vuelta.
Existe una estrofa de Rubén Darío que solía recitar mi abuelita cuando tenía sus
momentos de lucidez que dice: “Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro… y a veces lloro sin querer…”

Si tenemos un sueño luchemos por él ahora. No esperemos a un futuro que ni sabes si


existe. No sigamos los consejos de gente que intenta darte clases de cómo triunfar en
la vida cuando ellos han fracasado, sino fíjate en lo que hicieron mal para no cometer
sus mismos errores. Alguien me dijo alguna vez: “Solo podrás hacer realidad tus sueños
si cuando llega la hora sabes estar despierto”. Tiene sentido, ¿no? Sé por experiencia
que nadar contra corriente es muy frustrante, que habrán muchísimos momentos que
querrás tirar la toalla, pero dime lo que realmente sientes cuando te hablas en frente del
espejo y le intentas mentir a tu reflejo poniéndote ese disfraz de otro clon más con miedo
a tomar las decisiones importantes para tu vida. ¿No te has sentido siempre raro,
extraño, como si hubieras parado en la estación equivocada? Pues si de verdad sientes
que ese es tu tren, no esperes a que se cierren las puertas. Si sigues luchando por lo
que quieres, la alarma que tienes dentro de ti va a sonar tarde o temprano. Si tienes
miedo a caminar, te fabricas tus alas, aprendes a volar y a decir adiós. Porque lo sabes.
Sabes que lo único que realmente quieres es ser libre hasta el día que cierres los ojos
por última vez. Busca dentro de nosotros, solamente nosotros sabemos lo que
realmente queremos. Tenemos que dejar ya de esperar a que ocurra un milagro porque
nadie va a tocar a tu puerta.

De esta manera, sólo podemos dar lo que llevamos dentro. Nuestra visión de la vida,
nuestra manera de escuchar la música, lo que llevamos en el alma. Es necesario saber
para esto saber quién eres, de forma consciente. Si no te conoces, es como no conocer
el manual de cómo funcionas. Hay gente que no se pregunta nada. Se casa porque se
casa, trabaja porque hay que trabajar, tiene hijos porque es lo que le sigue. Al ser una
consecuencia de nuestro pasado, de las cosas mal aprendidas en nuestra infancia,
tenemos que saber de dónde venimos. La infancia es difícil, aunque la recuerdes linda.

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Cuando rascas en tu interior, en tu pasado, te das cuenta que guardas las cosas que no
te gustan, y eso es lo que te define.

¿De dónde vienen tus miedos, de dónde tus fobias, qué le da fuerza a las cosas a las
que te resistes? Cuando te conoces descubres de dónde vienen todas tus manías, de
dónde tus creencias limitantes o las creencias que te empoderan. La herramienta del
autoconocimiento es el recurso más extraordinario que existe. Duele mucho, pero es lo
mejor que puedes hacer con tu vida, es lo mejor que puedes hacer por ti. No es bonito,
no es tarea fácil. Es sacar los monstruos, es ir a la cacería de los fantasmas que
escondiste en tu infancia. Y sacar las cosas que te duelen y lastiman en el alma. Pero
una vez que los exorcizas y los sacas a la luz de la sabiduría, del entendimiento;
después de esos primeros gritos, todos esos temores estallan y te liberas de ellos para
siempre. Siempre queda un poco de polvo de lodazal, siempre quedan algunas
reminiscencias. También descubres algunos vacíos que nunca se llenan, pero al menos
aprendes a cómo vivir con ellos. Si nunca tuviste padre, nada podrá llenar ese vacío.
Pero al menos aprenderás a no llenarlo con drogas, con sexo, a depender de tu novia o
tu marido. Vas a entender que ese vacío lo tienes y ya está. El dolor de la vida que una
persona se puede ahorrar conociéndose, es el 80% del dolor de su vida. Lo demás son
catástrofes inevitables.No es lo que sabemos lo que nos hace daño. Lo que nos hace
daño son esas certezas que están totalmente equivocadas. ¡Eso, nos fastidia muy fuerte
la vida! Ideas como: los hombres no lloran; o ideas basadas en pensamiento mágico; o
conceptos absurdos que nunca cuestionamos.

Porque a pesar de todo “te vas a morir”. Nada es tan terrible. “Te vas a morir”, no hay
más que esa certeza. “Te vas a morir” y no hay garantías. “Te vas a morir”. Así que
cáete, levántate, enamórate, desenamórate, ríe, llora, canta, baila, ahora, ahorita.
Ahora, antes de que no puedas hacerlo. Todos tenemos una fecha de caducidad. Todos
tenemos una hora de muerte. Es nuestra única certeza. La muerte, si, puede ser terrible.
Pero para mí es la mayor inspiración que tengo para enfrentar la vida. Aunque no
entiendo el porqué de la muerte, es decir, por qué a cierta edad, por qué bajo ciertas
circunstancias, por qué muertes tan injustas o repentinas; aunque no le encuentre un
sentido, sí encuentro un sentido en sublimar la muerte de quien nos dejó. Siempre lo he
dicho: nadie se va de aquí sin darte el regalo de tu vida. Tú decides si lo tomas y lo
cuidas o si no lo tomas y te quejas o te vale o te engañas.

¿Y cuál es la conclusión de este ensayo? Pues, Vive. Vive bien. Vive útil. Vive
contundentemente. Vive maravillosamente. Vive ahora, vive digno, vive honesto y vive
claro. Vive con verdad, vive amando, vive tan sano como puedas. Vive luchando a pesar
del dolor, la desilusión o la injusticia. ¡Vive! Pero vive de manera extraordinaria. Porque
seguro es que llegará el día en que tu vida entera pase como una película frente a tus
ojos y sólo viviendo de manera “extraordinaria” lograrás sentirte orgulloso de lo que has
vivido. Y entonces, seguro estoy, podrás soltar la vida, satisfecho y en paz.

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Paulinas

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