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1.4. ARISTÓTELES Y LA TELEOLOGÍA.

(Prof: José A. Morán)

1. Contexto breve.
2. Críticas a Platón.
3. Los seres concretos.
4. La naturaleza en su conjunto.
5. La ética: virtud y felicidad.
6. La política.
7. Una reflexión final.

1. CONTEXTO BREVE.
Nació en la ciudad de Estagira (por eso se le llama también el estagirita) en el año 384 y
murió en el 322. Estagira es una ciudad del norte de Grecia, pero en Macedonia. Desde
aquí Filipo II y su hijo Alejandro Magno forjarán un gran imperio. El padre de
Aristóteles fue médico de Filipo (lo que le permitió al filósofo vivir en un entorno
práctico, no teórico) y el propio Aristóteles fue preceptor por un tiempo de Alejandro
Magno cuando éste tenía trece años. En el año 366 Aristóteles viaja a Atenas e ingresa
en la Academia de Platón, donde permaneció durante casi 20 años, hasta la muerte la
muerte del maestro. Posteriormente funda su propia escuela: el Liceo (de corte más
práctico y empírico que la Academia de Platón). Al morir Alejandro se produce una
rebelión contra el gobierno del imperio y Aristóteles es mal visto y acusado por su
vinculación con la familia real macedonia. Decide marcharse de Atenas “para que la
humanidad no peque por segunda vez contra la filosofía” y viaja a Calcia, en la isla de
Eubea, donde muere un año después, en el 322. Al mismo tiempo y con la muerte de
Alejandro, se produce la desmembración del imperio, dando lugar a lo que conocemos
con el nombre de monarquías helenísticas.

Aristóteles no fue reconocido hasta el final de la Edad Media, pero cuando esto ocurrió
fue considerado por cristianos, musulmanes y judíos como “el filósofo”, y también
como “el cerebro”.

Sus obras: escribió obras relativas a los distintos ámbitos del saber, desde la retórica a la
metafísica, pasando por la política o la biología; una enumeración de sus obras, así lo
demuestra: Lógica, Metafísica o Filosofía primera, Física, Biología, Ética a Nicómaco,
Ética a Nicómaco, Gran Ética o Magna Ética, La Política, Retórica y Poética.

2. CRÍTICAS A PLATÓN.

Aristóteles –lo mismo que Platón- creó todo un sistema filosófico, toda una visión del
mundo, en la que se responden a las mismas cuestiones que comentábamos en Platón:
ontología, ética, política... El núcleo de su obra arranca de una crítica a la teoría de las
ideas. Platón había intentado solucionar el problema de la realidad y del ser partiendo
de los análisis de Parménides y Heráclito; es decir, había intentado compaginar a

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Parménides con Heráclito, pero como veremos, entiende Aristóteles que no lo
consiguió. Partiendo de los planteamientos de los tres autores mencionados, buscará
soluciones distintas de las de Platón. Veamos:

1º) Frente al monismo de Parménides afirma el pluralismo del ser. No existe –dice
Aristóteles- un ser único, sino que existen muchos seres, cada uno de los cuales es una
substancia individual concreta que puede ser afectada de muchas maneras por múltiples
cambios. “El universo consta de individuos, nada impide que haya muchos seres”.

2º) En relación al devenir de Heráclito, Aristóteles admite el movimiento, pero al mismo


tiempo afirma la permanencia de las esencias. Los seres particulares se mueven, pero las
esencias son inmutables y permanecen a través de todos los cambios y mutaciones (el
perro es siempre perro por mucho que vaya cambiando a lo largo de su vida).

3º) Las críticas al que fuera su maestro Platón se centran en su teoría de las Ideas
(especialmente su dualismo ontológico) de la que a nivel general dice que pretendió dar
una solución al problema planteado por Parménides y Heráclito, pero no lo consiguió.
Destaquemos dos de los argumentos que utiliza para demostrar esta afirmación:

- La teoría de las ideas no sirve para nada porque o bien el mundo sensible y el
inteligible son idénticos, o bien no lo son. Si son idénticos no tiene sentido
hacer dos distintos porque conociendo uno se conoce el otro; y si son
diferentes, el mundo de las ideas no lo podemos conocer porque no lo tenemos
delante.
- Tampoco consiguió explicar el movimiento porque no se entiende que si el
mundo sensible es una copia del inteligible, aquí haya movimiento y allí no.
Pero tampoco se entiendo cómo en el mundo sensible los cuerpos van
cambiando para convertirse en algo distinto a lo que eran (por ejemplo una
semilla se convierte en árbol) mientras que en el mundo inteligible las ideas
están separadas unas de otras (por ejemplo la idea de semilla y la idea de árbol
son dos distintas, lo que no explicaría el paso de una a la otra).

En conclusión, la teoría de las ideas de Platón no sirve para nada porque no explica el
problema plateado por la oposición entre Heráclito y Parménides (sobre si hay
movimiento, si además de la razón hay que tener en cuenta a los sentidos, o si hay
unidad o pluralidad). Es decir, que Platón se puede ahorrar su teoría de las ideas, o en
todo caso debería “bajarla” al mundo sensible, porque de lo contrario, está más cerca del
mito que de la realidad. Lo que hay que hacer es prestar más atención a los hechos
concretos, observar más la realidad, y ello desde un doble aspecto:

- fijándonos en los seres concretos, (lo trataremos en el siguiente apartado)


- y observando la naturaleza en su conjunto (lo trataremos en el apartado 4).

3. LOS SERES CONCRETOS.

La idea fundamental es que para solucionar el problema que Heráclito y Parménides


plantearon, no es necesario recurrir a un mundo distinto del que tenemos delante, sino
todo lo contrario: fijarnos en los seres concretos y particulares porque en ellos está la
clave. Y si observamos los seres concretos podemos distinguir en ellos tres aspectos: su

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composición, las causas que explican su existencia, y el por qué del movimiento.
Veámoslo de cerca:

La composición. Los seres que existen están compuestos por:

- Sustancia. Es todo aquello que permanece a pesar de los cambios que tenga un
ser; en parte similar a la esencia, es lo que define a un ser, lo principal, lo que
no cambia. Cabe aclarar que en un mismo ser se puede diferenciar una
sustancia individual (Pedro) de otra sustancia como especie (hombre).
- Accidente. Es todo aquello que estando en una sustancia puede cambiar sin que
esa sustancia desaparezca; es lo accesorio, lo cambiante (por ejemplo, que a
Pedro le salgan canas en el pelo).

Cuando Aristóteles afirma que el individuo, y sólo el individuo, es en verdad sustancia,


trata de rechazar la doctrina de Platón de que el universal (la idea), en cuanto sustancia
o esencia de las cosas, es real e independiente de ellas. ¿Cómo podrían existir separadas
las ideas si son ellas las sustancias de las cosas?. Pero aunque Aristóteles critique la
teoría platónica de las ideas separadas está, en cambio, totalmente de acuerdo con
Platón en que el objeto del conocimiento científico es el universal, pues la ciencia no se
ocupa de lo individual como tal. Lo general no existe, sino que es una deducción de
nuestra mente. El Hombre no existe objetivamente ni de forma separada como decía
Platón, lo que existe es este hombre (Pedro, Sócrates), el hombre concreto, particular. Es
decir, para Aristóteles no hay universal real, objetivo, como para Platón, pero entonces,
¿cómo percibimos lo que de universal hay en los seres?, o dicho de otra manera, ¿cómo
el hombre es capaz de tener conocimientos universales si únicamente existen los seres
concretos?

Y es aquí donde Aristóteles dice que nuestro entendimiento abstrae (teoría de la


abstracción) el universal de la siguiente forma: con los sentidos captamos la parte
material (la materia) de los distintos seres individuales, y con la razón abstraemos sus
características comunes (es decir, la forma, la esencia, lo universal, lo que en común
tienen seres similares), y por eso tras observar con los sentidos a varios perros concretos
y particulares, nuestra mente abstrae la ida común a ellos y así es como en nuestra
mente se forma la idea universal del perro. Repitámoslo: frente a Platón, Aristóteles dice
que los universales no existen de forma separada de los seres, sino que son un proceso
mental del hombre.

Las causas. Los seres también pueden ser explicados por sus causas, y éstas son cuatro:

- Material. Es el sustrato indeterminado de lo que está hecho un ser. Aquello de


lo cual algo llega a ser. Lo que precede al cambio. Llo indeterminado que
puede llegar a ser otra cosa. Nunca puede existir por sí sola, sino siempre
unida a otro co-principio sustancial, que es la forma. (Por ejemplo, el sustrato
material mármol, bronce o madera, siempre tienen una forma, bien de estatua,
bien de trozo más o menos cuadrado, etc...).
- Formal. Es lo que hace que un ser deje de ser algo indeterminado (mármol,
bronce o madera) para pasar a ser algo concreto (estatua, campana o mesa).
Aquello por lo que una cosa es lo que es y no otra cosa. Es lo que actualiza la
materia. (A veces Aristóteles la llama también ousia o esencia, por tanto

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guarda relación con la sustancia vista anteriormente, aunque sin ser
exactamente lo mismo).
- Eficiente. Es el agente o productor de un ser. Aquello de donde procede el
principio del cambio (ya sea extrínseco o intrínseco). Por ejemplo el que hace
la campana, o el carpintero, o la propia naturaleza.
- Final. Es la finalidad para la que está hecho un ser. El propósito que tiene una
cosa. Aristóteles pensaba que todos los seres tienen una causa final (ya le
venga dada desde dentro, o desde fuera), y a esta cualidad se llama
teleología.

Ocurre que estas cuatro causas se pueden diferenciar en los seres fabricados o
artificiales (por ejemplo una campana está hecha de bronce –causa material- y el herrero
–causa eficiente- convierte el bronce en campana –causa formal- para llamar a la
oración desde la iglesia –causa final-). Pero en los seres naturales sólo se puede
distinguir entre la causa material (la madera) y la formal (el árbol concreto de mi
jardín), porque las causas eficiente y final ya están incluidas en la causa formal (nadie
construye ese árbol ni le da una finalidad determinada porque de eso ya se encarga la
naturaleza con su movimiento intrínseco). Es decir que todos los seres están compuestos
de una doble causa, la material y la formal (aunque especificando que en los artificiales
dentro de la formal se diferencian la formal propiamente dicha, la eficiente y la final). A
esta teoría que dice que los seres están compuestos de materia (hyle) y forma (morfe) se
llama teoría hilemórfica.

El hilemorfismo, repetimos, es la teoría según la cual la realidad física, el ser, está


compuesto de materia y forma. Pues bien, la materia y la forma constituyen una unidad
que es absolutamente indivisible, porque si la dividimos deja de ser, deja de existir. La
forma sin materia no existe. (He aquí la crítica de Aristóteles a Platón: no hay forma sin
materia, no existen las formas puras que postulaba Platón y que denominaba ideas). La
forma, pues, sin materia no tiene existencia; pero, tampoco existe la materia sin la
forma.

El movimiento. Todos los seres cambian, y por tanto habrá que explicar el movimiento,
(eso que -a juicio de Aristóteles- no consiguió Platón). Hay que partir del hecho de que
en todo movimiento algo cambia y algo permanece, (y lo que permanece tiene relación
con la esencia o sustancia del ser, y lo que cambia con los accidentes). Aristóteles nos
dice que no cualquier cambio es posible ya que solo caben dos tipos de cambio, el
sustancial o cambio cuyo resultado es la generación de una sustancia nueva o la
destrucción de una sustancia ya existente (la larva que se convierte en mariposa), y el
accidental, en el que no se generan o destruyen sustancias, sino que éstas sufren
modificaciones en aspectos no esenciales de su ser; es decir, sufren modificaciones
accidentales (un hombre al que le salen canas). Por tanto, no cualquier ser se puede
convertir en cualquier otro (por ejemplo una semilla se puede convertir en árbol, pero
una piedra no se puede convertir en un saltamontes). Ahora bien ¿cómo sabemos cuándo
un ser se puede convertir en otro y cuándo no? Para responder a esto Aristóteles
introduce dos conceptos, potencia y acto, que serán los que expliquen el movimiento, ya
que –dice- el movimiento es el paso de la potencia al acto. Veamos qué significan.

- Potencia. Es la capacidad que tienen los seres de adquirir una determinación


que no poseen, la posibilidad de llegar a ser algo que no son. Lo que no es

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pero puede llegar a ser. Por ejemplo una semilla potencialmente es un árbol
(pero una semilla potencialmente no es una piedra por lo que hemos dicho
anteriormente)
- Acto. Es la concreción de un ser. Lo que un ser es en la actualidad (con
independencia de que ese ser también potencialmente pueda convertirse en
otro). Por ejemplo, el árbol es el acto realizado de una de las potencialidades
que tenía la semilla (otras eran de servir de comida a un pájaro, o de pudrirse y
convertirse en abono para la hierba); y en este ejemplo, el árbol en acto es a su
vez potencialmente una semilla (entre otras potencialidades), y así
continuamente, la naturaleza y los seres están pasando de potencia a acto; en
esto consiste el movimiento.

Cabe remarcar cómo Aristóteles explica el movimiento desde los seres concretos, y no
se inventa un mundo fuera de ellos como hacía Platón, y de esta forma compagina la
pugna entre Heráclito (todo cambia) y Parménides (nada cambia) porque dice que en
cada ser siempre hay algo que cambia –lo que está en potencialidad- y algo permanece –
lo que define a un ser más allá de los cambios (el adulto es en acto lo que
potencialmente podía ser de niño, pero tanto el niño como el adulto tienen en común la
esencia, o la sustancia, de ese ser). Y más aún, si nos fijamos en estas tres formas de
analizar a los seres concretos (la composición, el movimiento y las causas) podemos
rastrear en cada una de ellas cómo Aristóteles responde a la tan comentada polémica
entre Heráclito y Parménides, dando de alguna manera la razón a los dos pero sin
inventarse otro mundo como hizo Platón, sino razonándolo desde los seres concretos.
Así, los términos sustancia, acto y causa formal estarían más cerca del argumento
parmenídeo, mientras que los de accidente, potencia y causa material lo estarían del
heracliteano.

Una vez analizados los seres concretos o individuales, vamos a ver qué nos dice
Aristóteles sobre todos los seres vistos en conjunto.

4. LA NATURALEZA EN SU CONJUNTO.

Del análisis que Aristóteles hace de la naturaleza en su conjunto, vamos a señalar


brevemente tres aspectos:

El primero se deriva de lo anteriormente dicho y nos indica que la naturaleza en su


conjunto obra según dos principios, el de la espontaneidad y el de la teleología. Según el
primero, toda la naturaleza goza de un movimiento intrínseco, que brota de ella misma,
y según la segunda, todo movimiento tiene una finalidad, obra para cumplir un
determinado fin.

El segundo hace referencia a la forma de situar espacialmente todo lo que existe, y dice
que hay dos regiones, una sublunar y otra supralunar, que son perfectas, finitas (en el
espacio) y eternas. Su concepción parte de que la tierra está en el centro del universo y
que el resto gira en torno a ella, teniendo a la luna como línea de demarcación entre una
y otra. En la sublunar, es decir, en la tierra, se dan los cuatro elementos (aire, agua,
tierra y fuego) y en ella hay corrupción (se refiere a la materia, no a la política) y
muerte, y el movimiento natural de los cuerpos es la línea recta, (bien sea hacia arriba o
hacia abajo) porque cada cuerpo va buscando su lugar natural; así, una piedra en el aire

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o en el agua va hacia abajo en busca de lo más pesado, pero una pompa de aire en el
agua va hacia arriba buscando lo contrario. En la región supralunar, hay estrellas fijas
sin corrupción, es decir, sin nacimiento ni muerte –y por tanto eternas- porque están
compuestas de un quinto elemento que es el éter, y su movimiento natural no es en línea
recta sino en círculo. Estas teorías se mantuvieron durante largo tiempo en la cultura
occidental e impregnaron también las reflexiones científicas; por ejemplo la teoría del
éter no fue discutida por nadie hasta el siglo XV.

El tercer aspecto que queremos señalar es el del motor inmóvil. Como consecuencia de
la teoría de las regiones que acabamos de ver, Aristóteles ve que todo movimiento
producido en el mundo sublunar depende del movimiento de la esfera de la luna, que a
su vez, depende del movimiento de las otras esferas y, en último término, de la esfera de
las estrellas fijas. Además, partiendo del principio aristotélico de que “todo lo que se
mueve es movido por algo”, y teniendo en cuenta que considera que el límite del
universo está constituido por la esfera de las estrellas fijas, hará falta postular algo que
mueva a esa esfera. Pero ese algo no será ya material porque fuera del universo no hay
materia y sin materia no hay cambio. Luego, ese algo será inmóvil, moverá sin ser
movido, será un motor inmóvil. Ese motor es forma pura sin mezcla de materia y, por
tanto, acto puro, sin mezcla de potencia. Es imposible que cambie o se mueva, pues
carece de potencialidades que actualizar, siendo como es acto puro.

El motor inmóvil es una necesidad del principio de que cuanto cambia o se mueve,
cuanto pasa de la potencia al acto, está siendo movido por otra cosa que ya está en acto.
El motor inmóvil es acto puro, forma pura. Es la única entidad inmaterial. Y, puesto que
el acto y la forma son los principios de la determinación y la perfección, es lo más
perfecto que hay, es el dios por excelencia, el objeto primero de estudio de la teología.
La actividad del motor inmóvil consiste en contemplarse eternamente a sí mismo, no
conoce el mundo ni es un dios creador (ya que el mundo existe eternamente), ni
providente. ¿Cómo mueve el motor inmóvil? Sólo puede mover finalmente, como meta
y objetivo, como el “amado mueve al amante”, como objeto de amor, de apetencia o
tendencia. En efecto, toda cosa aspira a la perfección, a la realización de sus
potencialidades, a alcanzar la pura actualización. Las esferas celestes aspiran en este
sentido a ser como dios, aunque sin conseguirlo: sus almas o inteligencias contemplan la
perfección del motor inmóvil y en un intento de imitarla inician el movimiento circular,
que es el más perfecto.

Con esta teoría del motor inmóvil Aristóteles da un salto desde la física (porque
comienza fijándose en el movimiento de los cuerpos físicos) hacia la metafísica.

5. LA ÉTICA: VIRTUD Y FELICIDAD.

Aristóteles, al igual que Sócrates y Platón, es uno de los representantes del naturalismo
ético, esto es, de la doctrina que considera que los valores o las virtudes tienen un
fundamento en la naturaleza humana, que de la naturaleza cabe deducir normas de
conducta y la finalidad de la vida humana. Es por ello que, aunque el objeto de este
apartado es el estudio de la ética, es preciso tratar primeramente, de forma breve, cómo
ve Aristóteles la naturaleza humana.

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La teoría aristotélica sobre el hombre se incardina en su teoría de la sustancia. En
efecto, el hombre es una unidad sustancial hilemórfica, una sustancia natural viviente.
La materia es el cuerpo, mientras que la forma es el alma del ser viviente. El alma, en
consecuencia no existe sin el cuerpo, y su unión con él es algo perfectamente natural,
como la unión entre materia y forma en el resto de las sustancias naturales. Aristóteles,
pues, rompe con el dualismo platónico y adopta una posición monista. El alma humana
es una, pero es capaz de realizar funciones distintas, pues tiene tres partes:
-Vegetativa, tiene las funciones de nutrición, crecimiento y reproducción. Es la única
que poseen las plantas.
-Sensitiva, propia de los animales. Los animales tienen apetencias, deseos,
percepciones sensibles y movimiento local.
- Racional, propia y fundamental del hombre, tiene capacidad de entender y pensar. Su
función es el pensamiento.

Una vez que hemos visto cómo es el hombre en su aspecto esencial (unidad de alma y
cuerpo) hay que ponerle en el contexto del resto de los seres en cuanto que como en
ellos, la naturaleza humana está guiada por tendencias teleológicas, es decir, que tiene
una función o tarea que le es propia y hacia la cual tenderá para buscar su finalidad.

La felicidad.

¿Y cuál es la finalidad hacia la que se dirige el hombre a lo largo de todos sus actos?
Según Aristóteles, la finalidad que el hombre busca es la de conseguir la felicidad. Para
Aristóteles, hay fines que buscamos por sí mismos (la felicidad) y fines que se
persiguen como medios para otros fines (conseguir dinero como fin es medio para
alcanzar otro fin: la felicidad). La felicidad es el bien máximo y el fin último de la
conducta humana. Todos la buscan como fin último. Así, tenemos que Aristóteles
defiende una ética teleológica (finalística) y eudemonista (que equipara el bien con la
felicidad). Y Aristóteles añade un matiz: el hombre es el único ser que con su razón
puede conocer su finalidad, de ahí la importancia de razonar al respecto.

El problema está en ver en qué consiste la felicidad. Comenzando por lo que no es, la
felicidad no está en el mundo de las ideas como decía Platón porque nada sabemos
sobre él, tampoco nos viene del exterior (por ejemplo en forma de aplausos, fama, etc.)
porque entonces dependeríamos de quien nos aplaude, ni tampoco en los placeres ya
que éstos son medios para conseguir fines pero no fines en sí mismos (y por tanto no
condena los placeres, que son buenos y necesarios, pero no nos dan la felicidad
auténtica).

¿Qué es, entonces la felicidad? Aquí, Aristóteles entronca su teoría ética con su
concepción teleológica de la naturaleza. Todo objeto, todo animal tiene su función,
alguien o algo es bueno o malo con respecto a su función según la realice bien o mal
(un cuchillo es bueno si corta bien, si realiza correctamente la función que les es
propia). La función del hombre es compleja, ya que el hombre está compuesto de
cuerpo y alma. Lo que está claro es que al hombre, debido a su parte racional del alma,
lo que le es propio es el cultivo intelectual, y dentro de éste está el utilizar la razón para
discernir entre lo que la da la felicidad y lo que no. En el fondo, la felicidad para
Aristóteles consiste en eso que hace deseable la vida por sí mismo. Y la máxima
felicidad del hombre estaría en vivir dedicado a la contemplación, pero para ello, afirma
Aristóteles que se deben tener resueltos los aspectos materiales, por ejemplo el

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económico. Hay que poseer bienes y tiempo libre para dedicarse a la actividad
contemplativa, la cual, por otra parte, no aspira a ningún fin distinto de ella misma. Esta
actividad es la perfecta felicidad del hombre. Pero, como veremos al hablar de la
política, la felicidad no es posible alcanzarla aisladamente, con independencia de los
demás y de lo que ocurra alrededor, sino en comunidad.

La virtud.

Deja Aristóteles muy claro que la virtud es simplemente un medio para conseguir la
felicidad, una especie de hábito bueno con el que te sientes bien (por ejemplo dar dinero
a quien lo necesita) pero ello por sí solo no da la felicidad. Y una regla que debería regir
toda virtud es la del término medio (por ejemplo si nos planteamos cuánto dar a quien lo
necesita, no hay que ser ridículo dando unos céntimos, ni excesivamente generosos
dando todo cuanto tenemos porque de lo contrario nos sentiríamos mal: en el término
medio está la virtud). El término medio es establecido racionalmente, como lo
establecería un hombre prudente. La prudencia es una virtud intelectual de enorme
importancia para la vida práctica, consiste en el buen juicio o sabiduría práctica, a ella
corresponde determinar atinadamente qué es lo correcto y adecuado en el ámbito de la
conducta, determinar el término medio razonable para cada acción. Aunque tal vez a la
virtud que más entusiasmo le dedica Aristóteles es a la de la amistad por todo lo bueno
que reporta a quienes la practican. Pero, repetimos, la virtud es un medio, un
instrumento para conseguir la felicidad, no felicidad en sí.

Resumiendo la parte ética, Aristóteles nos dice que todas las acciones del hombre van
encaminadas a un fin (teleología), y los fines pueden ser de dos tipos: fines como
medios para otros fines (placeres, virtud, etc.) o fines que valen por sí mismos (como la
felicidad). La felicidad consiste en el conocimiento racional (actividad racional y
contemplativa),en el que tiene mucha importancia la virtud de la prudencia (o aplicación
de la razón para gobernar nuestras apetencias y no que nos gobiernen).

6.LA POLÍTICA.

Como hemos dicho, la felicidad no puede alcanzarse individualmente porque


necesitamos al resto de la comunidad, lo que es lo mismo que decir que el hombre
necesita de la polis (de la política en definitiva). Y es que el hombre por esencia es un
animal político, porque desde que nace ya necesita de los demás para vivir (familia,
aldea, Estado…) Y por tanto, el hombre, debe aspirar a vivir en una polis donde
encuentre todo lo necesario para una realización plena, porque sólo así se podrá alcanzar
la felicidad auténtica.

Pero no todos los hombres pueden alcanzar ese estado, sino solo los ciudadanos
auténticos. ¿Y quiénes son éstos? Pues los varones (no la mujeres), nacidos en la polis
(no los extranjeros), y libres (no los esclavos, ni los artesanos, ni los labradores, pero sí
los guerreros, los magistrados y los sacerdotes.).

En cuanto al tipo de gobierno ideal, Aristóteles entiende que hay tres posibilidades
buenas (ejercido por uno, por unos pocos, o por la mayoría) siempre que se dirija a la
finalidad que debe de tener la polis, es decir, que gobiernen en beneficio de todos los
ciudadanos. En concreto, la formas correctas son la monarquía (cuando gobierna uno

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para el bien de la comunidad), aristocracia (cuando gobiernan los mejores para llegar a
lo mejor de la comunidad), y república (cuando gobierna la mayoría). Pero cada uno de
estos gobiernos corre el peligro de corromperse dando lugar a otros tres no deseables
dependiendo de que gobierne uno en su propio beneficio (entonces se llama tiranía),
que gobiernen varios que sean los ricos (se llamaría oligarquía), o que gobiernen los
pobres (se llamaría democracia y sería una degeneración de la república). En el fondo él
se inclina más por la república como forma ideal de gobierno.

7.UNA REFLEXIÓN FINAL.

Para terminar con Aristóteles vamos a hacer una reflexión: sorprende hoy ver cómo
alguien con tanta capacidad para pensar no fuera lo suficientemente hábil como para
darse cuenta de que ni la esclavitud ni la inferioridad de la mujer tienen nada que ver
con la propia biología, sino que son formas políticas y arbitrarias de ejercer el poder.
¿Por qué no van a poder ser ciudadanos autyénticos? ¿No se tambalea así la coherencia
de su teoría? Si todo hombre, por naturaleza, tiende a la felicidad, pues todo ser tendería
por naturaleza (teleologismo) a su fin, ¿por qué excluir a tantos hombres y mujeres? Tal
vez la reflexión que podemos hacer es la de mirar en algunas de nuestras convicciones
personales y sociales más profundas para detectar si no nos pasará como a Aristóteles
que creyéndose libre con el pensamiento, en realidad estaba muy condicionado por las
creencias sociales que le rodeaban, y ni siquiera se daba cuenta de ello. Y si esto le
pasaba a Aristóteles, una de las mentes más lúcidas que han existido….¿no nos ocurrirá
algo semejante al resto de los mortales? ¿no nos vendría bien, en consecuencia, revisar
nuestras más arraigadas creencias?

NOTA: El contenido de los apartados 5 “La ética, virtud y felicidad”, y 6 “La


política”, no se preguntarán en los exámenes. Sirve con tener una idea general de
ellos.

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