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Caracas, 22 de enero de 2018

Unidad Educativa Colegio Agustiniano “Cristo Rey”


Catedra: Convivencia

LA PENA DE MUERTE

5to “B”
Integrantes:
Nicoll Expósito #17

Arianna Figueira #19

La pena de muerte es un tema que siempre está en el centro de la polémica. Aunque


mayormente está abolida en gran parte América. Europa, África, o Asia, todavía existen
grandes países como Estados Unidos que la contemplan en sus normativas penales como un
castigo para el delincuente. Se trata de una sanción, que, en realidad, siempre ha sido aplicada
desde los origines de la humanidad. Para aquellos delitos muy graves, como el asesinato,
pueblos antiguos como Grecia, el Imperio Romano, Babilonia, entre otros, contemplan esta
pena máxima.

¿Cuál es el argumento para la aplicación de la pena de muerte? ¿Es realmente necesario matar
al delincuente, se podría catalogar de “justo” dicha pena?

Estas preguntas tienen varias respuestas y es allí donde cada uno asume una postura, a favor o
en contra.

Quienes sostienen la validez jurídica de esta sanción afirman cuando el delito es tan grave,
como el caso de un asesinato, el Estado tiene el deber de sancionar la comisión de ese delito
con una medida que sea correspondiente a la gravedad del mismo. Es decir, se recurre a la
famosa y antigua ley del Talión, ojo por ojo, diente por diente.

Sin embargo, la pena de muerte también se aplica como forma, según afirman sus defensores,
de prevenir que se sigan cometiendo delitos graves. Esto es contrarrestado por los estudios en
dichos países en donde no se ha podido comprobar que su aplicación haya reducido la
criminalidad. En Estados Unidos por ejemplo, el índice de criminalidad sigue siendo alto a
pesar de la aplicación desde hace varios años de esta pena máxima. Es decir, es falso afirmar
que tiene una eficacia preventiva en la comisión de futuros delitos.

Quienes están en contra de su aplicación, señalan que esta pena va en contradicción contra los
derechos humanos de las personas. No existe ningún delito que pueda merecer el castigo de la
muerte. Más bien, se deben buscar otras formas de castigo pero siempre respetando la dignidad
máxima de cada persona, es decir, respetando su vida y el derecho que posee para poder tener
una oportunidad de volver a la sociedad, una vez cumplido su pena.

Asimismo; la Amnistía Internacional se opone a esta pues defiende la postura de que “la pena
de muerte viola el derecho más fundamental, el derecho a la vida. Es la forma más extrema
de pena cruel, inhumana y degradante.” Pues señalan que la pena de muerte se aplica de
forma discriminatoria. Usada con frecuencia contra las personas más vulnerables de la
sociedad, incluidas las minorías étnicas y religiosas, los pobres, y las personas con
discapacidad psíquica. Algunos gobiernos la utilizan para silenciar a sus oponentes. Cuando
los sistemas de justicia tienen deficiencias y los juicios injustos están generalizados, existe
siempre el riesgo de ejecutar a una persona inocente.
Pero es ahí cuando diferimos con esta organización y nos hacemos la serie de preguntas como
Si matas a una persona, ¿no mereces morir tú también –”ojo por ojo”–? ¿No previene
la pena de muerte la delincuencia? ¿Existe una forma humana e indolora de ejecutar a
una persona? ¿No es mejor ejecutar a una persona que encerrarla para siempre?

No, vemos reflejado la restricción de la ley porque todos tenemos derechos humanos. No se
puede privar a nadie de estos, independientemente del delito que haya cometido. Los
derechos humanos son válidos para las mejores personas, y también para las peores. Una
ejecución, o la amenaza de una ejecución, infligen un terrible maltrato físico y psicológico.
Una sociedad que ejecuta a delincuentes está cometiendo la misma violencia que
condena.

Una de las cosas por las cuales debería abolirse es que no garantiza la no delincuencia, pues
de acuerdo con la investigación no existen pruebas concluyentes de que la pena de muerte
disuada de cometer delitos de forma más eficaz que la pena de prisión. De hecho, en los
países en los que se ha prohibido la pena de muerte no han aumentado las cifras relativas a
la delincuencia. En algunos casos, la realidad es que han disminuido. En Canadá, la tasa
de asesinatos en 2008 fue inferior a la mitad de la de 1976, cuando se abolió la pena de
muerte en el país.

Todas las formas ejecución son inhumanas. A menudo, se defiende que la inyección
letal es un método más humano porque, al menos superficialmente, parece menos cruel y
salvaje que otras formas de ejecución como la decapitación, la electrocución, la cámara de
gas o el ahorcamiento.
Pero la búsqueda de una forma “humana” de matar a una persona debería verse como
realmente es: un intento de hacer que las ejecuciones sean más aceptables para el público
en cuyo nombre se realizan, y que los gobiernos que ejecutan parezcan menos asesinos.

La pregunta que más se hace la gente es la de ¿No es mejor ejecutar a una persona que
encerrarla para siempre? Ya que el ser humano siempre busca hacer las cosas más fácil,
y que más fácil que eliminar a alguien o algo de tu vida para no tener más problemas, malas
experiencias y demás. Diariamente, hombres, mujeres, incluidos menores, esperan la
ejecución en el “corredor de la muerte”. Independientemente del delito que hayan
cometido, de si son culpables o inocentes, un sistema de justicia que valora más el castigo
que la rehabilitación se cobra sus vidas. Mientras un preso o presa siga con vida, él o ella
mantienen la esperanza de la rehabilitación, o de la absolución si posteriormente se
determina que es inocente.

En resumen, la pena de muerte no es tan efectiva como cualquier castigo inhumano, para
cualquiera de estos malhechores, pues no disminuye el índice de criminalidad ni hace el
mundo mejor, por otra parte, si lo que se quiere es dar de su propia medicina al criminal en
nuestra opinión creemos que vale más vivo que muerto.

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