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Y estas acciones son realizadas de forma automática, y por tanto no requieren mucha
atención, esfuerzo o motivación de tu parte.
Un hábito (bueno o malo) se forma por la repetición constante sobre el tiempo. Si una acción
es persistente en tu rutina, es muy probable que termine por grabarse en el “disco duro” de
tu cerebro en forma de un hábito. Poco a poco sin darnos cuenta lo que hacíamos algunas
veces se vuelve cada vez más frecuente, y ¡pum! formamos un hábito. Como ya sabes, esta
repetición hace que poco a poco el esfuerzo por realizar esa acción disminuya
considerablemente, e incluso logres ejecutarla sin pensarlo.
Los hábitos son factores poderosos en la vida de las personas. Dado que se trata de pautas
consistentes, a menudo inconscientes, de modo constante y cotidiano expresan el carácter y
generan nuestra efectividad o inefectividad. El hábito requiere de tres elementos para ponerlo
en acción: a) el conocimiento, b) las capacidades y c) el deseo (Covey, 2009). Autores como
Bajwa, Gujjar, Shaheen y Ramzan (2011) mencionan que un estudiante no puede usar
habilidades de estudio eficaces, hasta que no está teniendo buenos hábitos y argumentan que
un individuo aprende con mayor rapidez y profundidad que otras personas debido a sus
acertados hábitos de estudio. Además, reiteran que el estudiar de forma eficaz y eficiente
consiste más que en la memorización de hechos, en saber dónde y cómo obtener la
información importante y la capacidad de hacer uso inteligente de la misma. Al igual que
cualquier otra actividad la habilidad y la dedicación son los puntos clave para el aprendizaje (Elizalde,
2017).
Los hábitos de estudio son los métodos y estrategias que acostumbra a usar el estudiante para
asimilar unidades de aprendizaje, su aptitud para evitar distracciones, su atención al material
específico y los esfuerzos que rea- liza a lo largo de todo el proceso (Mario, 2008 c.p. Elizalde, 2017).
Los estudiantes utilizan un conjunto de hábitos de trabajo intelectual que capacitan al sujeto para
una más fácil y profunda asimilación, transformación y creación de valores culturales
(Fernández, 1998). A través del proceso de aprendizaje, el sujeto deberá adquirir una serie de
habilidades y contenidos que, internalizados en sus estructuras mentales, le permitirá aplicarlos
en distintas situaciones y/o utilizarlos como recursos para adquirir nuevos conocimientos. Para
lograr este tipo de conductas, la escuela debe proporcionar al alumno, diferentes metodologías
de trabajo que impliquen técnicas de estudio variadas para que, con su adquisición,
interiorización y aplicación constante, se desenvuelva en su vida académica (Núñez &
Sánchez, 1991). Los hábitos que tiene una persona los puede perder, pero también se pueden
aumentar o recobrar (Díaz & García, 2008). La adquisición de los hábitos requiere formación,
así el cambio que implica no es tarea sencilla, debido a que tiene que estar motivado por un
propósito superior, por la disposición a subordinar lo que uno cree que quiere ahora a lo que
querrá más adelante.
Si no sé qué hábitos tengo difícilmente puedo iniciar un cambio. Deberé analizar mi forma de
proceder cuando me enfrento a un material que tengo que estudiar. Puede ser que no nos hayamos
dado cuenta todavía de que nuestros hábitos de estudio no son los suficientemente buenos o incluso
de que no tenemos ningún hábito de estudio. El punto de partida es tomar conciencia de que realmente
necesitamos generar un cambio.
¿Dónde estudio?
¿Estudio siempre en el mismo lugar?
¿Cuándo estudio?
¿Estudio siempre a la misma hora?
¿Qué es lo primero que hago con ese material que tengo que estudiar? Y cuál es el segundo paso? ¿Y
después de ese segundo paso qué es lo que hago?
¿Cómo estudio ese material?
¿Utilizo alguna técnica de estudio?
¿Por qué estudio así?
¿Quién me ha enseñado a estudiar así?
Es importante saber las razones que nos llevan a iniciar ese cambio y qué nos motiva para mantenerlo.
Pueden ser los beneficios que obtengamos de este cambio o tal vez las consecuencias negativas de
mantenernos sin generar cambio alguno.
Repite las acciones cada día con las que quieres formar el hábito. La repetición ha de ser continua
en el tiempo, como mínimo de 14 a 21 días.
Da pequeños pasos. No intentes estableces muchos hábitos o iniciar muchos cambios a la vez, ve
poco a poco, en pasos que puedas dar cómodamente y que puedas controlar.
Visualiza tu éxito y beneficios del cambio. Ten presente en cada momento los beneficios que vas a
conseguir de la utilización del nuevo método y visualizarlo en tu mente.
Visualiza las consecuencias negativas de no generar el cambio. Puede ayudar a motivarnos
visualizar los efectos perjudiciales de no establecer un buen hábito de estudio.
Ten presente que vas a cometer errores. El más común es olvidar repetir la acción a la que te quieres
habituar. Para evitar estos olvidos podemos crearnos recordatorios, como notas adhesivas o alarmas
en el móvil que nos recuerden repetir la acción.
Mantén una actitud optimista hacia el establecimiento del hábito. Has de hablarte bien a ti mismo
cuando cometas un error o no te salgan las cosas como tú esperas.
Elizalde, A: (2017). Hábitos de estudio, Revista Atlante: Cuadernos de Educación y Desarrollo (agosto,
2017). En línea: http://www.eumed.net/rev/atlante/2017/07/habitos-estudio.html