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Buena parte del éxito de una empresa depende en gran medida de la gestión que
ésta realice en sus almacenes. Disponer de una estructura adecuada es
fundamental para que los procedimientos se realicen de la mejor manera posible,
ahorrando tiempo y costes para poder invertirlos en otra área de la empresa.
Se pueden clasificar los almacenes según su relación con el flujo de producción en los
siguientes grupos:
Almacenes de Materias Primas: Aquellos que contiene materiales,
suministros, envases, etc.; que serán posteriormente utilizados en el
proceso de transformación.
Almacenes de Productos Intermedios: Aquellos que sirven de colchón
entre las distintas fases de obtención de un producto.
Almacenes de Productos Terminados: Exclusivamente destinados al
almacenaje del resultado final del proceso de transformación.
Almacenes de Materia Auxiliar: Sirve para almacenar repuestos,
productos de limpieza, aceites, pinturas, etc. La demanda de estos
productos suele ser estocástica.
Almacenes de preparación de pedidos y distribución: Su objeto es
acondicionar el producto terminado y ponerlo a disposición del cliente.
Según su ubicación: