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DERECHO Y FUERZA
INTRODUCCIÓN
ACTOS COACTIVOS
CAPÍTULO 4. LA TÉCNICA Y LA SANCIÓN JURÍDICA: LA AMPLIACIÓN DE LA FUERZA DEL
ESTADO
CAPÍTULO 5. CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN
En ese sentido, en su obra Diritto e potere (1992), a Bobbio le parece que hay
dos problemas inconfundibles en el pensamiento kelseniano: uno es el de la relación
entre el derecho (Recht) y la fuerza (Macht), y el otro es el de la relación entre el
derecho y el poder jurídico (Rechtmacht).4 Sobre este punto, Bobbio también destaca
las dificultades que encierra la traducción a las lenguas latinas de los términos tudescos
Gewalt y Macht —que prevalecen en el lenguaje kelseniano, y que pueden ser, y
1
Cf. KELSEN: 1960: 143 (edición francesa traducida de la Reine Rechtlehre de 1953). La segunda
edición en español (la edición original en español es de 1960) de la Teoría Pura del Derecho (Reine
Rechtlehre) será, en adelante, designada con las iniciales TPD², y la primera edición, de 1934, con las
iniciales TPD¹; la traducción española (1960) de la edición francesa de 1953 de la misma obra será
designada normalmente. La versión inglesa original de 1945 de la Teoría General del Derecho y del
Estado será designada con la abreviación TGDE, y la obra póstuma Teoría General de las Normas, con
la abreviación TGN. Con esto se pretende facilitar la rápida identificación y la consulta de las obras
citadas.
2
Cf. KELSEN: 1960: 143.
3
Cf. LUHMAN, Niklas. Sociologia do Direito, I. Traducción de Gustavo Bayer. Río de Janeiro: Tempo
Brasileiro, 1983, p. 126.
4
Cf. BOBBIO, Norberto. Diritto e potere: saggi su Kelsen. Nápoles: Scientifiche Italiane, 1992, pp. 103
y 126. Ver también: BOBBIO, Norberto. O positivismo jurídico. Traducción de Márcio Pugliesi, Edson
Bini, Carlos E. Rodrigues. São Paulo: Ícone, 1995, p. 154.
generalmente son, traducidos a los idiomas de origen latino, como el portugués, por una
sola y la misma palabra, «poder»— a causa de la falta de correspondencia
terminológica entre las diversas lenguas.
Así, según Bobbio, los dos términos, «Gewalt y Macht, pueden ser traducidos (y
han sido, efectivamente, traducidos) por ―poder‖ (en el texto inglés, ―power‖)».5
…no es lo mismo traducir «Macht» como poder que traducirlo como fuerza.
Cuando Kelsen plantea el problema clásico de la relación entre Recht (derecho) y
Macht, sosteniendo que das Recht zwar nicht ohne Macht bestehen kann, doch
nicht identisch ist mit der Macht, y que, por tanto, puede ser definido como eine
bestimmte Ordung (oder Organisation) der Macht, no hay duda de que Macht debe
ser traducido por fuerza y de que la definición kelseniana del derecho debe ser
traducida como ordenamiento (u organización) de la fuerza.6
5
Cf. BOBBIO, Norberto. Diritto e potere: saggi su Kelsen. Nápoles: Scientifiche Italiane, 1992, p. 103.
El término Gewalt puede también ser traducido por «violencia».
6
Cf. BOBBIO, Norberto. Diritto e potere: saggi su Kelsen. Nápoles: Scientifiche Italiane, 1992, p. 126.
7
Sobre las posiciones contrarias, coercitivistas y anticoercitivistas, ver MATA-MACHADO, Edgar de
Godói. «Direito e coerção», Río de Janeiro: Revista Forense, 1957, p. 47.
Consultar también sobre esa problemática: BOBBIO, Norberto: Contribución a la Teoría del Derecho,
Valencia: Fernando Torres, 1980, pp. 335-347; CATHREIN, S. J. Víctor. Filosofía del Derecho: el
derecho natural y el positivo, traducción de Alberto Jardon y César Barja, 4ª ed., Madrid: Reus, 1941,
pp. 81-93; y STUCKA, P. I. Función revolucionaria del Derecho y del Estado, traducción de Juan-
Ramón Capella, Barcelona: Península, 1969, pp. 77-96.
de la tesis coercitivista, «tanto coacción como coerción y constreñimiento traducen el
alemán Zwang, que está en los textos de Von Jhering».8
8
Cf. MATA-MACHADO, Op. cit, p. 45.
9
Cf. CATANIA, Alfonso: «Il diritto come organizzazione della forza». En: Rivista internazionale di
Filosofia del Diritto. Milán, (3), junio-setiembre de 1974 (IV serie; LI, 1974), p. 375.
10
El término «violencia» suele utilizarse para calificar de ilegítimo o ilegal el empleo de la fuerza física
cuando no corresponde a los criterios admitidos.
Con relación al uso prohibido y al uso autorizado de la fuerza (de la violencia), se puede leer en la
segunda edición de la Reine Rechtlehre (Viena, 1960, p. 37):
Da dies in der Wiese geschicht, daß solche Gewaltanwendung zur Bedingung einer
Sanktion gemacht wird, Sanktion aber selbst ein Zwangsakt, das heisst Gewaltanwendung,
ist, kann das Verbot der Gewaltanwendung nur ein beschränktes sein, muß stets zwischen
verbotener und erlaubter, das heisst als Reaktion auf einen sozial unerwünschten
Sachverhalt ermächtigter, insbesondere als Reaktion auf ein socialschädliches menschliches
Verhatten, das heisst als Sanktion ermächtigter, der Rechtsgemeinschft zuschreibbarer
Gewaltanwendung unterschieden werden.
Cf. KELSEN, Hans, apud CATANIA, Alfonso, Op. cit., p. 375, nota 12.
11
Cf. KELSEN: TPD²: 39.
En todo agrupamiento social, el uso de la fuerza física por parte de los
individuos puede afectar la esfera de los intereses ajenos. Según Kelsen (TGE: 56), la
violencia física podría ser utilizada para atacar ciertos intereses —«la vida, la salud, el
honor, la economía, en una palabra, el bienestar de los ciudadanos, que deben estar
asegurados contra los ataques que pudieran dañarles»—; por eso, añade Kelsen, es
necesario que se establezcan mecanismos de regulación del uso de la fuerza contra las
conductas indeseables que podrían atentar contra esos intereses.
12
Cf. KELSEN: 2000: 28 (Esencia y valor de la democracia, ensayo de 1929).
Capítulo 1
13
Cf. HAYEK, F. A. Os fundamentos da liberdade. Traducción de Anna M. Capovilla y José Í. Stelle.
Brasília: Unb, 1983 (Pensamento Político), p. 147.
14
Cf. HAYEK, Op. cit., p. 150.
Etzioni, por su parte, define15 la coacción como:
15
Cf. ETZIONI, Amitai. A comparative analysis of complex organizations. Nueva York: Free, 1975, p.
3, apud MARTIN, Roderick. Sociologia do poder. Traducción de Waltensir Dutra. Río de Janeiro:
Zahar, 1978 (Biblioteca de Ciências Sociais), p. 65.
16
Con relación al problema del uso de los términos «coacción» («coactivo») y «coerción»
(«coercitivo»), Mata-Machado, después de hacer un minucioso análisis de la literatura sobre el tema,
culmina la discusión terminológica recomendando «...no perder nunca de vista la sinonimia entre el
vocablo preferido [coerción] y coacción». Cf. MATA-MACHADO, Edgar de Godói. «Direito e
coerção÷. Río de Janeiro: Revista Forense, 1957, p. 46.
17
Cf. TELLES JUNIOR, Goffredo. A criação do direito. São Paulo: [s. n.], 1953, v. 2, p. 578.
18
Cf. MAMAN, Jeannette Antonios. A ordenação jurídica: segundo o pensamento de Goffredo Telles
Junior. São Paulo, 90 p. Tesis de Maestría en Derecho, Facultad de Derecho, Universidad de São Paulo,
São Paulo, 1980 (mimeo), p. 55.
19
Ver más detalles sobre los tipos de coacción en JHERING, Rudolf Von. El fin en el Derecho. Buenos
Aires: Atalaya, 1946 (Biblioteca Jurídica), pp. 14-16 y 118-119.
La concepción de Jhering —al menos en Der Zweck im Recht— es: normativista,
estatualista, sancionista. En el cap. VIII de Der Zweck im Recht se lee: «la correcta
definición de derecho suena así: derecho es el conjunto de las normas sobre
coerción vigentes en un estado».20
Tércio Sampaio Ferraz junior traza un importante paralelo entre las posiciones
normativistas de Jhering y las de Kelsen:
La norma, para Jhering, sin embargo, no se confunde con la coacción: la norma está
dotada de coacción, pero ella misma no llega a ser una coacción; la norma es un
imperativo, es solo el comando; la coacción viene después, por la falta de
cumplimiento. No obstante, la coacción es un elemento fundamental del derecho y
de la concepción jurídica de la norma. Kelsen, ya en el siglo XX, va a decir que la
norma es un imperativo sobre la coacción. Jhering decía que el contenido de la
norma es un pensamiento expresado en una proposición. Kelsen va a decir que la
norma tiene por contenido la coacción, que la norma habla acerca de la coacción:
púnase a quien mata con 30 años de reclusión, esto es la norma.21
A su vez, los medios coactivos de los cuales un orden social puede disponer, son
divididos por Max Weber (1977: 252) en psicológicos y físicos. Esos medios pueden
«actuar directa o indirectamente».22
20
Cf. GAVAZZI, Giacomo. Norme primarie e norme secondarie. Turín: G. Giappichelli, 1967, p. 11.
Según Jhering: «El derecho puede, en mi opinión, definirse exactamente: el conjunto de normas según
las cuales se ejerce, en un Estado, la coacción. Esta definición encierra dos elementos: la norma y la
realización de ésta por la coacción». Cf. IHERING, Rudolf Von. El fin en el Derecho. Buenos Aires:
Atalaya, 1946 (Biblioteca Jurídica), p. 158.
21
Cf. FERRAZ JÚNIOR, Tércio Sampaio. «A teoria da norma jurídica em Rudolf von Jhering». En:
ADEODATO, João Maurício (org.). Jhering e o direito no Brasil: Seminário nacional em comemoração
ao centenário de seu falecimento. Recife: Universitária, 1996, p. 216.
22
Cf. FARIÑAS DULCE, María José. La sociología del derecho de Max Weber. Madrid: Civitas, 1991,
p. 175.
Sin embargo, como observa Fariñas Dulce,23 para Weber la coacción es un
problema empírico y pragmático. Se considera que para este sociólogo la coacción no
es ni el contenido ni la característica de la norma, sino solo su garantía externa.
23
Cf. FARIÑAS DULCE, María José. Op. cit., p. 174.
24
Así, según Bobbio, en Weber:
…la forza nella forma di potere coattivo viene considerata como mezzo per l‘attuazione del
diritto, o per meglio dire, di norme di condutta che in quanto rafforzate dalla coazione
vengono abitualmente chiamate norma giuridiche, lo Stato, in quanto detentore del potere di
usare ad esclusione di ogni altro su un determinato territorio de la forza, può essere
presentato come un ente diverso e distinto dall‘insieme delle norma giuridiche.
Cf. BOBBIO, Norberto. Diritto e potere: saggi su Kelsen. Nápoles: Scientifiche Italiane, 1992, p.175.
Bobbio precisa el sentido que tiene la noción de coacción para los principales
autores de la teoría moderna de la coerción, incluyendo a Kelsen:25
25
Conforme al pensamiento de Bobbio:
El autor que más clara y conscientemente pone en evidencia el significado nuevo y diferente
que la teoría de la coacción adoptó es Ross, exalumno de Kelsen que en muchos aspectos
abandonó las lecciones de su maestro. Pero, en lo que respecta a lo que aquí nos interesa,
Ross permaneció fiel a la posición kelseniana.
Cf. BOBBIO, Norberto. O positivismo jurídico. Traducción de Márcio Pugliesi, Edson Bini, Carlos E.
Rodrigues. São Paulo: Ícone, 1995, p. 157.
26
Cf. BOBBIO, Norberto. Contribución a la Teoría del Derecho. Valencia: Fernando Torres, 1980, p.
347.
27
Cf. ROSS, Alf. Direito e Justiça. Traducción de Edson Bini. Bauru: Edipro, 2000, p. 58.
Es necesario, por tanto, que insistamos en que la relación de las normas jurídicas
con la fuerza consiste en el hecho de que se refieren a la aplicación de la fuerza, y
no en que son respaldadas por la fuerza.28
Por tanto, según Ross, una de las características del derecho es que consiste en
una serie de reglas relacionadas con el ejercicio de la fuerza física por parte de las
autoridades.
28
Cf. Id., ibid., p. 78.
29
Ross nos recuerda en los siguientes términos su deuda con el profesor Hans Kelsen: «En lo que se
refiere a este punto de vista, le debo mucho a Hans Kelsen. Un punto de vista idéntico es sostenido por
Karl Olivecrona». Cf. ROSS, Alf. Op. cit., p. 78, nota 18.
30
Cf. OLIVECRONA, Karl. El Derecho como hecho. Buenos Aires: Depalma, 1959, p. 103.
1.2 COACCIÓN Y MOTIVACIÓN PSÍQUICA
Kelsen (TPD²: 38) admite que la motivación psíquica constituye solamente una
función posible del derecho,31 y no una función necesaria. Y agrega:
Coacción psíquica la ejercen todos los órdenes sociales con cierto grado de eficacia,
y muchos —como, por ejemplo, el religioso— la ejercen en una medida aún mayor
que el orden jurídico. Esta coacción no es una característica que distinga al derecho
de los otros órdenes sociales.34
31
Norberto Bobbio desarrolla la oposición entre funcionalismo y estructuralismo en Kelsen. Cf.
BOBBIO, Norberto. «Hacia una teoría funcional del Derecho». Traducción de Genaro R. Carrió. En:
Derecho, Filosofía y Lenguaje: homenaje a Ambrosio L. Gioja. Buenos Aires: Astrea, 1976, pp. 9-30.
32
Cf. KELSEN: TPD²: 38.
33
Para un estudio general de las posiciones coercitivistas y anticoercitivistas, ver MATA-MACHADO,
Edgar de Godói da, «Direito e coerção», Río de Janeiro: Revista Forense, 1957. Con relación a la
discusión entre Kelsen y Ehrlich, ver, en la obra citada, pp. 226-231.
34
Cf. KELSEN: TPD²: 38; Cf. Id., íbid., p. 32.
Eugen Ehrlich (1862-1922) —cuyo pensamiento fue combatido por Kelsen35 por
intentar, según este, retirar la coerción como elemento definitorio del derecho—
propone precisar el concepto de coacción empleado en las concepciones dominantes a
comienzos del siglo pasado, entre las cuales podemos también incluir la doctrina de
Hans Kelsen:
35
Cf. KELSEN: TGDE: 37-40.
36
Cf. EHRLICH, Eugen. Fundamentos da Sociologia do Direito. Traducción de René E. Gertz. Brasília:
Unb, 1986 (Cadernos da Unb), p. 22.
Para Kelsen —que, en esto, sigue una concepción que se remonta a Hobbes—,37
esos actos son consecuencias de la agresividad y del egoísmo inherentes a los seres
humanos. Por tanto, según Kelsen, esa agresividad forma parte inevitablemente, como
una posibilidad siempre latente, de la convivencia social.38
Según Kelsen (TGDE: 30), la fuerza debe ser combatida con la fuerza; el
derecho no excluye, por consiguiente, el uso de la fuerza. Y el derecho que nos presenta
Hans Kelsen dispone de un «instrumento específico, el acto coercitivo», que «es
exactamente del mismo tipo que el acto que busca impedir en las relaciones de los
individuos».40
Hecho que constituye, para Kelsen, una de las paradojas de esta técnica social:
37
Cf. KELSEN: TPD²: 69.
38
Sobre la relación entre Hobbes y Kelsen, ver también GARCÍA AMADO, Juan Antonio: Hans Kelsen
y la norma fundamental. Madrid: Marcial Pons, 1996, p. 187.
39
Cf. TPD ²:414, nota 2.
40
Cf. KELSEN: 2001: 231 (O Direito como técnica social específica, ensayo de 1941).
Entre las paradojas de la técnica social aquí caracterizada como orden coercitivo se
encuentra el hecho de que su instrumento específico, el acto coercitivo de la
sanción, es exactamente del mismo tipo que el acto que busca prevenir en las
relaciones de los individuos, el delito; el hecho de que la sanción contra la conducta
socialmente dañosa es, ella misma, una conducta similar.41
41
Cf. KELSEN: TGDE: 29-30.
Capítulo 2
42
Cf. KELSEN: TGDE: 27.
sólo el elemento normativo (la Ordnung), sino, sobre todo, el elemento de la fuerza, de
la coacción (el Zwang)».43
La técnica específica del derecho, que consiste (...) en hacer seguir de un acto de
coacción, visto como un mal, a una conducta humana considerada como
socialmente nociva, puede ser utilizada con miras a alcanzar no importa qué fin
social, ya que el derecho no es un fin, sino un medio.46
Sin embargo, manteniéndose dentro de los límites del punto de vista mecanicista
de la consecución de los efectos deseados, Kelsen admite la posibilidad de hablar,
restrictivamente, de un fin del orden jurídico, que:47
43
Cf. LA TORRE, Massimo. Derecho, poder y dominio. Traducción de Francesca Gargallo. México:
Coyoacán, 1998 (Bibliografía de Ética, Filosofía del Derecho y Política), p. 70.
44
Según Kelsen: «No existe ningún instrumento jurídico que no tenga un propósito extrajurídico, porque
el Derecho, visto desde un punto de vista teleológico, es siempre un medio, no un fin». Cf. KELSEN:
2001: 371 (Causalidad e imputación, ensayo de 1950).
45
Cf. KELSEN: 2001: 230.
46
Cf. KELSEN: 1960: 74.
47
Sobre la negativa kelseniana a describir el derecho a partir de la norma secundaria, de la norma
desprovista del elemento de la coerción, Cf. GAVAZZI, Giacomo: Norme primarie e norme secondarie.
Turín: G. Giappichelli, 1967, pp. 85 y sigs. Ver también KELSEN: TPD¹: 60.
...es aquel hecho que debe ser omitido, aquel que el legislador trata de evitar por
considerarlo socialmente dañoso, dirigiendo un acto de coacción contra quien lo ha
realizado (...) El hecho en cuestión solo puede ser considerado en un sentido
puramente formal, es decir, sin relación con ningún fin trascendente al Derecho.48
Para lograr una situación social —es decir, una conducta humana deseada de
antemano—, la antítesis contradictoria de la misma pónese en definitiva bajo la
sanción de un acto coactivo.49
48
Cf. KELSEN: TGE: 68.
49
Cf. KELSEN: TGE: 56.
50
El presupuesto de la exigencia del deber de conducirse de la manera prescrita a fin de evitar el acto
coactivo del que habla Kelsen (TPD²: 57 y 53) puede presuponer, al contrario de lo que sostiene la
interpretación de Gavazzi, no el supuesto teleológico general de un querer de la conducta, sino la mera
reiteración de la «admonición [kelseniana] de comportarse como la norma lo requiere» de la que nos
habla Alf Ross en su crítica de la fuerza obligatoria en el pensamiento de Kelsen. Cf. GAVAZZI,
Giacomo: Norme primarie e norme secondarie. Turín: Giappichelli, 1967, p. 84. Ver también ROSS,
Alf: El concepto de validez y otros ensayos. Traducción de Genaro R. Carrió y Osvaldo Paschero.
Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1969 (Colección Filosofía y Derecho), p. 28.
51
Cf. KELSEN: 1943: 23.
52
KELSEN: TGDE: 30.
La paz que brinda el derecho como orden coercitivo es, según Kelsen, una paz
relativa, que presupone el uso monopolizado de la fuerza por parte de la comunidad,53 a
partir de un cierto grado de evolución, a través de la forma de un Estado centralizado —
descontándose las excepciones concedidas por el derecho positivo—, un estado de
seguridad contrapuesto a la situación de ausencia total de fuerza del estado anárquico.54
Kelsen abandonará posteriormente esa opinión sobre la paz como el fin del
derecho para adoptar la idea de la seguridad colectiva como meta garantizada por el
orden jurídico. Ahora bien, esa seguridad colectiva, según Kelsen (TPD²: 41), «busca la
paz, pues la paz es la ausencia del empleo de la fuerza física».
Kelsen expone en la Teoría General del Derecho y del Estado (1945) esta
modificación de su concepción anterior sobre la relación entre el derecho y la paz. Y,
además, la resalta en una nota a pie de página en la segunda edición de su Teoría Pura
del derecho (1960).
53
La comunidad de la que nos habla Kelsen es el orden jurídico, que, según él, equivale al orden social:
Ser miembro de una comunidad significa estar sujeto a ese orden. Para evitar la apariencia
engañosa de un dualismo entre orden social y comunidad, sería más correcto decir que el
orden social es la comunidad, no que el orden social constituye la comunidad. Si el Estado
es una comunidad, es una comunidad jurídica. En su condición de comunidad, es el orden
jurídico del cual decimos, de manera no perfectamente correcta, que constituye la
comunidad.
Cf. KELSEN: 2001: 290 (Direito, Estado e justiça na Teoria Pura do Derecho, ensayo de 1948).
54
Según Kelsen:
La paz del Derecho, por tanto, es una paz relativa y no una paz absoluta, pues el Derecho no
excluye el uso de la fuerza, o sea, la coacción física ejercida por un individuo contra otro.
No constituye un orden exento de coacción, tal como exige un anarquismo utópico. El
Derecho es un orden de coerción, y, como orden de coerción, es —conforme al grado de su
evolución— un orden de seguridad, o sea, un orden de paz.
56
Cf. KELSEN: TPD²: 42.
57
Cf. KELSEN: TPD²: 42; Cf. Id., íbid., p. 404, nota 27.
58
Bobbio parece admitir —al analizar el anticoercitivismo de la teoría teleológica de la paz como fin del
derecho— la necesidad de la coacción para que se alcance la paz. Contra las pretensiones de la referida
teoría, teniendo como modelo la concepción de Kelsen, Bobbio nos recuerda:
La sustitución del concepto de paz por el de seguridad colectiva hace retroceder un
paso el fin mínimo del derecho, pero no lo elimina: lo hace más vago, menos
específico, pero no lo suprime. En relación con la paz, la seguridad colectiva es un
medio («aspira a la paz»), pero en relación con el derecho como ordenamiento de la
fuerza, es un fin.59
Según las teorías teleológicas, los fines propios del Derecho son la justicia, el bien común o
la paz: pero, aparte de la generalidad de estas nociones y de otras que se podrían sugerir, la
única que puede detfinirse mejor es la tercera (la paz). Sólo que, para definirla, se suele
recurrir al concepto de un orden obtenido coactivamente. Es sabido, por ejemplo, que, en el
pensamiento de Kelsen, encuentran sitio sin contradecirse —al contrario, apoyándose
mutuamente— el criterio teleológico de la paz y la teoría del Derecho como ordenamiento
coactivo (Zwangsordung).
Cf. BOBBIO, Norberto. Contribución a la Teoría del Derecho. Valencia: Fernando Torres, 1980, pp.
338-339.
59
Cf. BOBBIO: 1976: 14.
60
Según Genro: «Omite, el positivismo de Kelsen, que, en todas las épocas, el derecho fue construido en
función de situaciones conflictivas entre clases antagónicas, alternando consenso y violencia (ambos
contenidos el uno en el otro)». Cf. GENRO, Tarso: Introdução crítica ao direito: estudos de Filosofia do
Direito e direito do trabalho. Porto Alegre: Sérgio Antônio Fabris, 1988, p. 27
Es interesante notar que en ciertas ocasiones este [Kelsen] hace del concepto de
«clase» una categoría central de su análisis. Así, el jurista austriaco critica la noción
de totaler Staat en Schmitt pues, en la medida en que dicho «Estado total» sigue
siendo «un Estado que garantiza la propiedad privada de los medios de
producción», solo es «una ideología burguesa» que quiere ocultar la violenta
contradicción que se expresa en la lucha entre una clase fuera del Estado, el
proletariado, contra otra, la burguesía, que es el Estado, pues este orden le garantiza
sus intereses.61
En ese sentido, según Kelsen, solamente los intereses individuales pueden ser
conocidos racionalmente; inclusive el contenido del orden jurídico es un reflejo de ese
juego de intereses subjetivos entre diversos grupos. Y agrega:
Desde el punto de vista del conocimiento racional, solo hay intereses, y, por tanto,
conflictos de intereses, cuya solución es dada por un orden de intereses que, o bien
satisface un interés en detrimento de otro y a costa de otro, o bien instituye una
compensación, un compromiso entre intereses contrapuestos.62
61
Cf. KELSEN, Hans. «Wer soll der Hüter der Verfassung sein?» En: Die Justiz, 1931b, pp. 33-34
(separata) apud HERRERA, Carlos Miguel: «Schmitt, Kelsen y el liberalismo». En: Revista Doxa:
Cuadernos de Filosofía del Derecho. Alicante (23), 2000, p. 207.
62
Cf. KELSEN: TPD¹: 41.
exactamente demostrable siempre que con esto no se entienda un compromiso entre
intereses opuestos.63
Kelsen (TGE: 32), contra el punto de vista marxista, niega que la única función
del derecho o del Estado sea legitimar la explotación económica de una clase por otra
clase. El derecho como medio es, según el purismo de Kelsen, un aparato de coacción al
que no corresponde en sí mismo ningún valor político o ético.
Según Kelsen, el orden coercitivo estatal podrá ser visto más fácilmente como un
instrumento de dominación de clase desde el punto de vista parcial de los menos
privilegiados:
No obstante, la teoría pura, por ser, según Kelsen, una teoría anti-ideológica, no
hace ningún juicio de valor moral o político sobre el aparato coactivo contenido en la
norma jurídica genuina. Esta teoría solamente considera el medio coactivo en su íntima
ligazón con una legalidad inmanente, o sea, dentro de un substrato de sentido
normativo:
63
Cf. KELSEN, Hans. ¿Qué es la Teoría Pura del Derecho? Traducción de Ernesto G. Valdés. 9ª ed.
México: Coyoacán, 2002 (Biblioteca de Ética, Filosofía del Derecho y Política), p. 34.
64
Cf. KELSEN: TGE: 57.
Es este un aparato coactivo al que no le corresponde, en sí y de por sí, ningún valor
político o ético, un aparato coactivo cuyo valor depende más bien del fin
trascendente al Derecho.65
65
Cf. KELSEN: TPD¹: 60.
66
En ese sentido, en la obra Teoría General del Derecho y del Estado, Kelsen escribe: «Tal como lo
empleo en estas investigaciones, el concepto de Derecho no tiene ninguna connotación moral. Este
concepto designa una técnica específica de organización social. El problema del Derecho, en su
condición de problema científico, es un problema de técnica social, no un problema moral». Cf.
KELSEN: TGDE: 8.
67
Cf. KELSEN: TPD¹: 60.
Kelsen no descarta la posibilidad de que el contenido del derecho pueda
funcionar como una garantía de la explotación humana,68 pero no cree que esta sea la
única función del derecho o del Estado. El contenido del orden coactivo puede,
inclusive, acusar la influencia de factores materiales —como las relaciones de
explotación humanas—, pero, aun relacionando contenido con finalidad, Kelsen
rechaza la idea de que sea posible identificar el Estado con ningún fin específico.
Dentro del pensamiento de Kelsen, el Estado es considerado en un sentido formal, como
un medio, definiéndose su concepto por un solo y único contenido específico, que es la
coacción:69
Esta identificación del Estado con un fin específico cualquiera constituye una
restricción inadmisible de su concepto, desde el momento que se incluye en éste
ciertos momentos materiales aparte del elemento de la coacción.70
68
En ese sentido, conforme a Kelsen: «No hay que negar en modo alguno que el contenido del orden
coactivo estatal sufrió la influencia decisiva de la sumisión de un grupo a otro por el tránsito de una
forma de producción a otra». Cf. KELSEN: TGE: 33.
Desde el punto de vista de Kelsen, el Estado puede ser un instrumento que mejore la situación social de
los desposeídos. «Si es menos cierto, en su opinión [en la opinión de Kelsen], que ese mismo Estado ―es
apto para actuar en la dirección de la supresión de clases‖ como lo muestra ―la legislación de política
social [que] ha sido puesta en práctica por la presión cada vez mayor de las organizaciones de los
trabajadores‖», cita de la segunda edición del original alemán (Sozialismus und Staat: eine
Untersuchung der politischen Theorie der Marxismus, 1928) de Socialismo y Estado: una sobre la
teoría política del marxismo. Traducción de Alfonso G. Ruiz. México: Siglo XXI, p. 189, apud
MANERO, Op. cit., p. 202.
69
Cf. La obra de Tércio Sampaio Ferraz Jr. (supra, nota 21), en la cual este apunta el papel central que la
coacción desempeña en la concepción normativista de Hans Kelsen.
70
Cf. KELSEN: TGE: 52.
71
Según el formalismo weberiano:
El derecho, según Kelsen, se define por su forma específica —el deber-ser de la
coacción72—, que podrá realizar cualquier función y obtener cualquier fin dentro de las
funciones normativas: mandato, autorización, permiso y derogación.73
Los juristas del siglo XX estuvieron casi todos de acuerdo en considerar la norma
jurídica como una norma coercitiva, que prescribe o permite el empleo de la
coacción, y en admitir que la coacción es el carácter distintivo de la norma jurídica.
En este punto, la Teoría pura del derecho continúa la tradición positivista del siglo
pasado.74
No es posible definir una asociación política —tampoco el «Estado»— con referencia al fin
de la «acción de la asociación». Desde los cuidados del abastecimiento de alimentos hasta
inclusive la protección de las artes, no existe ningún fin que las asociaciones políticas no
hayan perseguido, por lo menos ocasionalmente, y, desde la garantía de la seguridad
personal y la jurisdicción, ninguno que no hayan perseguido todas las asociaciones. Por eso,
el carácter «político» de una asociación sólo puede ser definido por aquel medio —algunas
veces elevado a un fin en sí— que no es su propiedad exclusiva, pero que constituye un
elemento específico e indispensable de su carácter: la coacción física.
Sociológicamente, el Estado no se deja definir por el medio que le es propio, tal como es
propio de cualquier agrupamiento político, o sea, el uso de la coacción física. (...) Si
solamente existieran estructuras sociales en las cuales no hubiese violencia, el concepto de
Estado habría también desaparecido y apenas subsistiría lo que, en el sentido propio de la
palabra, se denomina «anarquía». La violencia no es, evidentemente, el único instrumento
utilizado por el Estado —que nadie dude de eso—, pero es su instrumento específico.
Cf. WEBER, Max: Ciência e política: duas vocaciones. 8ª ed. Traducción de Leônidas Hegenberg y
Octany S. da Mota. São Paulo: Cultrix, 1996, p. 56. Sobre los conceptos formal y material del Estado en
Hans Kelsen, ver KELSEN: TGE: 70; Cf. Id., ibid., pp. 312 y sigs.
72
Al comienzo, en 1934, Kelsen (TPD¹: 78) solamente reconoce, al lado del deber jurídico —como
función de mandato de la coacción—, la función de la facultad o autorización (Berechtigung): «Con esto
se reconoce que el deber jurídico es la única función esencial del Derecho objetivo. Toda proposición
jurídica tiene que estatuir necesariamente un deber jurídico, aunque es posible que estatuya también una
facultad».
73
Cf. MANERO: 203; Cf. KELSEN: TGN: 1.
74
Cf. KELSEN: 1960: 71.
2.3 LA VOLUNTAD DE COACCIÓN
75
Según Kelsen:
«Voluntad del Estado» significa, en primer término, esto: voluntad de coacción. Pero el
término «Voluntad» no debe entenderse [en la fase antiimpertivista de Kelsen] aquí en el
sentido usual, desgraciadamente seguido por la mayoría de los autores: hecho psíquico real,
sino como la expresión antropomórfica del «deber ser» objetivo de la norma reguladora del
acto de coacción. Al representarse la norma como voluntad de un sujeto, la idea de la
unidad del sistema —dentro del cual se realizan los actos de coacción condicionados por el
complejo de hechos condicionantes— tiende a revestir forma gráfica. (…) Cuando se afirma
que el Estado «quiere» la coacción, pretende decirse que el hecho condicionante [mejor
dicho, condicionado] está dentro del sistema del derecho que es debido jurídicamente. Pero
la «voluntad» del Estado, como orden jurídico, no es un acto psíquico, sino un contenido
«debido», el cual comprende tanto el hecho condicionante cuanto el condicionado.
Por «contenido» de una regla de Derecho, nosotros entendemos aquello que ella enuncia;
por forma: su modo de enunciación. La forma es la relación establecida entre el estado de
hecho y la consecuencia jurídica que de ella proviene y, antes que nada, el carácter
obligatorio de esta relación (...) Para Kelsen, el elemento principal parece ser la sanción
material, el constreñimiento organizado. El acento, aparentemente, debe pesar sobre la
organización, la naturaleza material del constreñimiento. Porque la moral y el Derecho
natural tienen también sus sanciones.
Cf. JAEGER, Francis. Le problème de la souveraineté dans la doctrine de Kelsen. París: E. de Boccard,
1932, p. 11.
Enrico Pattaro apunta tres ingredientes de la juridicidad o esencia del derecho —categoría, contenido y
función— en el pensamiento normativista de Hans Kelsen: «Kelsen identifica el derecho con una
estructura lógica (el Sollen) y un contenido mínimo (la sanción). Además, no obstante el propósito de
Kelsen de no abandonar el plano normativo formal, también señala la especificidad del derecho como
medio de control social (técnica de motivación indirecta)». Cf. PATTARO, Enrico. Temi e problemi di
filosofia del Diritto. Bologna: Clueb, 1994 (Filosofia, Informatica, Diritto), p. 86.
Engels hace la misma indagación de la siguiente manera: «¿De dónde procede este
contenido [de la voluntad estatal]? ¿Por qué lo deseado es tal cosa y no otra?».77
77
Cf. ENGELS, Federico. La filosofía y la vida. Traducción de A. Conca. Buenos Aires: Tor, s. d., p.
112.
78
Cf. KELSEN, Hans. Teoría comunista del Derecho y del Estado. Traducción de Alfredo J. Weiss.
Buenos Aires: Emecé, 1957, p. 202.
79
Cf. PASUKANIS, E. Teoria geral do direito e marxismo. Traducción de Soveral Martins. Coimbra:
Soveral Martins, 1972 (Perspectiva jurídica), p. 21.
La Teoría General del Estado tiene que reconocer como contenido posible del
orden coactivo estatal todo cuanto admite como tal la Política —la cual transciende
la Teoría general—. Aquellos hechos a cuya realización aspira la Política surgen
dentro del orden jurídico en su aspecto negativo, como condiciones a las cuales va
enlazado el acto coactivo estatal, como consecuencia jurídica. Precisamente así se
revela que el Estado no es más que un medio para la realización de todos los
posibles fines sociales, o, en otras palabras, que el Derecho no es más que la forma
de todos los posibles contenidos.80
Es verdad que esta teoría no se plantea la pregunta de por qué existen en el derecho
burgués normas que protegen la propiedad privada. Pero omite esta pregunta
porque es una pregunta que no puede ser contestada desde el punto de vista de una
teoría normativa del derecho. Es una pregunta a la cual solo puede contestar una
sociología que examine las causas y los efectos de la conducta real de los hombres
que crean el derecho y de los hombres que obedecen o no obedecen al derecho.81
80
Cf. KELSEN: TGE: 52-53. Ver también KELSEN: TPD²: 44.
81
Cf. KELSEN, Hans. Teoría comunista del Derecho y del Estado. Traducción de Alfredo J. Weiss.
Buenos Aires: Emecé, 1957, p. 202.
82
Cf. GOMES, Orlando. Marx e Kelsen. Salvador: Universidad de Bahía, 1959.
83
Conforme a las observaciones de Giordani: «El derecho burgués está esencialmente construido
alrededor de la actividad económica y principalmente del comercio: tiene por finalidad facilitar las
operaciones comerciales, pero también concernientes a la propiedad, al régimen de bienes entre esposos,
a la tutela, etc.; es un derecho ya racionalista y caracterizado por la primacía del interés y la
Lo que importa es constatar que determinadas normas jurídicas son vigentes, y no
otras, justo porque representan la voluntad de la clase dominante. O, lo que es lo
mismo, que ciertas reglas de conducta social son jurídicas precisamente porque su
observancia es esencial a la conservación de la estructura social vigente. Decir que
la especificidad de las normas jurídicas resulta de su atributo coercitivo no basta
para caracterizarlas, porque no da, a decir verdad, una descripción completa de su
objeto.84
organización». Cf. GIORDANI, Mário Curtis. História do mundo feudal. Petrópolis: Vozes, 1981, p.
235.
84
Cf. GOMES, Op. cit., p. 44.
85
Cf. KELSEN: 2001: 291.
Para evitar múltiples equívocos que la concepción «normativa» del derecho
defendida por mí ha provocado, expresamente insisto en que el «deber ser» (u
obligación), forma de expresión de todas las proposiciones jurídicas, no encierra
ningún sentido psicológico. El «deber ser» es para mí la expresión de la relación
funcional de los elementos en el sistema del derecho, y esta relación difiere del
nexo causal de la naturaleza.86
Pero la «voluntad» del Estado no puede ser una voluntad psíquica sino jurídica,
pues la producción de un acto psíquico de voluntad es un problema psicológico. Ya
está suficientemente probado que el «querer» del Estado es el «deber ser» de su
ordenamiento, y que la voluntad estatal no es más que la imagen del sistema
normativo unitario del orden estatal.88
86
Cf. KELSEN, Hans. Conceptos y formas fundamentales del derecho. Traducción de E. García
Máynez. Buenos Aires: Losada, 1942, pp. 108-109 apud BETANCUR, Cayetano, Bases para una lógica
del pensamiento imperativo. Bogotá: Temis, 1968, p. 29. Ver también KELSEN: TPD²: 89.
87
Kelsen rechaza la concepción teórica que ve la voluntad psíquica en la caracterización de la norma
jurídica: «Es errado caracterizar la norma en general y la norma jurídica en particular como ―voluntad‖ o
―mandato‖ —del legislador o del Estado— cuando por ―voluntad‖ o ―mandato‖ se entiende el acto de
voluntad psíquica». Cf. KELSEN: TPD²: 11.
Kelsen —contra la teoría imperativista— había caracterizado la norma como juicio hipotético: «...es
inadmisible sostener que las normas jurídicas, el Derecho, constituyan un imperativo. Imperativa es la
expresión inmediata de una voluntad dirigida a provocar una conducta determinada en otro; pero no la
expresión de un enlace legal [un deber-ser] de una legalidad cualquiera y su correlativo conocimiento.
(...) el derecho, como ley jurídica, es la proposición jurídica, es un juicio hipotético». Cf. KELSEN:
TGE: 70-71.
No obstante, Kelsen admitirá en su última fase productiva la existencia de una relación entre un querer y
la norma —cuya «expresión es un imperativo o una proposición de deber-ser»— dado que: «El deber-ser
—la norma— es el sentido de un querer, de un acto de voluntad, y —si la norma constituye una
prescripción, un mandato— es el sentido de un acto dirigido a la conducta de otro, de un acto cuyo
sentido es que otro (u otros) debe (o deben) conducirse de una determinada forma». Cf. KELSEN: TGN:
2-3.
88
Cf. KELSEN: TGE: 408.
Así, según el esquema de la identidad Estado-orden jurídico, todo querer estatal
o jurídico es un deber-ser.
89
Cf. KELSEN: TGE: 126. Sobre la concepción del derecho como aparato coactivo, Kelsen no lo
concibe como Max Weber, o sea, como la existencia empírica de un conjunto de individuos:
Esto quiere decir que el Derecho es una norma que prescribe la coacción. «Voluntad del
Estado» significa, en primer término, esto: voluntad de coacción. Pero el término
«voluntad» no debe entenderse aquí en el sentido usual desgraciadamente seguido por la
mayoría de los autores: como hecho psíquico real, sino como la expresión antropomórfica
del «deber ser» objetivo de la norma reguladora del acto de coacción.
No hay que negar en modo alguno que el contenido del orden coactivo estatal
sufrió la influencia decisiva de la sumisión de un grupo a otro por el tránsito de una
forma de producción a otra. Lo que resulta falso es la opinión de que el orden
coactivo estatal no tiene otra finalidad que la explotación económica de los
desposeídos por los protegidos por el orden jurídico en la propiedad privada de los
medios de producción. Ese aparato coactivo que constituye el «Estado» es un
medio específico técnico-social para fines harto diversos, y puede servir tanto para
el mantenimiento de una explotación injusta del hombre por el hombre, cuanto para
suavizarla y aun suprimirla por entero, convirtiéndose en protector de la propiedad
colectiva de los medios de producción. Precisamente porque lo que se busca en el
concepto del Estado es la expresión de la antítesis de la coacción y la libertad
anárquica, debe aquél limitarse a ser el concepto de un orden coactivo, dejando de
91
Cf. KELSEN: TGE: 52-53.
92
Cf. KELSEN: 2001: 233.
lado los otros fines, económicos o de la clase que sean, para los cuales sirve el
orden coactivo.93
Además, Kelsen sugiere la adopción del compromiso, del acuerdo inter partes,
como forma pacífica de integración social —menoscabando la pretensión marxista de la
plena comunidad de intereses—, distinta de la «la voluntad (racionalmente
injustificable) de superar la lucha de clases por la vía autocrático-dictatorial, por la
aplicación revolucionaria de la fuerza, y no por caminos de paz, de ―compromiso‖, de
democracia».96
93
Cf. KELSEN: TGE: 33.
94
Cf. GOMES: 1959: 43.
95
Cf. PAVAN, Fernando Baptista. O Tractatus e a Teoria Pura do Direito: una análise semiótica
comparativa entre o Círculo e a Escola de Viena. São Paulo, 2003. 149 pp. Tesis de Doctorado en
Derecho, Facultad de Derecho, Universidad de São Paulo, São Paulo, 2003. (mimeo), p. 73.
96
Cf. KELSEN: TGE: 413.
Desde ese punto de vista, podemos entender el uso estratégico del modelo
específico de la resolución jurídico-estatal de los conflictos. En ese modelo, la disensión
no se configura al nivel de las estructuras socioeconómicas:
Hay una continuidad entre ambos períodos [entre las obras de los años 20 y 30 y
las obras posteriores] en la simpatía por un socialismo no marxista, reformista en su
comportamiento político y que considere al Estado como un instrumento no
eliminable de la transformación social; y hay una continuidad en la oposición al
socialismo de inspiración marxista, partidario de una acción política revolucionaria
y extensionista en su concepción de las finalidades últimas de esta acción.98
97
Cf. ALVES, Alaôr Caffes. Estado e ideologia: aparência e realidade. São Paulo: Brasiliense, 1987,
pp. 186-187.
98
Cf. MANERO, Juan Ruiz. «Sobre la crítica de Kelsen al marxismo». En: Revista Doxa: Cuadernos de
Filosofía del Derecho. Alicante, (3), 1986, p. 194.
Esa actitud a favor del reformismo, de los acuerdos y los compromisos como modelo de pacificación de
los conflictos, repercute en la concepción kelseniana del Estado. Así, según Hermann Séller, quien cita a
Kelsen:
Su concepción del Estado como técnica no permitió a Kelsen enfrentar la
cuestión —que no abordaremos aquí— de la relación entre el derecho, el Estado y la
irracionalidad, o sea, la realidad compleja de la violencia social, de la explotación
humana, de la fuerza en el sentido amplio —muchas veces oculta por la ideología de la
neutralidad—, en la cual el Estado está inserto como un elemento necesario e interno de
su estructuración específica y su reproducción constante.99
KELSEN
...El mismo Kelsen confesó, con absoluta sinceridad, en sus Hauptproblem der
Staatsrechtslehre (1911, p. XI), la tendencia antisocialista de su restricción del concepto del
Estado. «Una vez que los resultados a los que llego yo —dijo el pretendido purista de la
Teoría del Derecho— se aproximan de los resultados de la vieja teoría liberal del Estado, no
trataré, de ninguna forma, de defenderme de la observación que puedan hacer de que en mi
obra se perciben síntomas de ese neoliberalismo que parece apuntar por todas partes».
Cf. HELLER, Hermann. Teoria do Estado. Traducción de Licurgo G. da Motta. São Paulo: Mestre Jou,
1968, p. 79.
99
Sobre esa cuestión, consultar ALVES, Alaôr Caffes. Estado e ideologia: aparência e realidade. São
Paulo: Brasiliense, 1987, p. 183, nota 29.
100
La visión de Kelsen sobre el derecho está impregnada del valor y el pensamiento técnicos. Sobre la
técnica social en el pensamiento de Kelsen, ver el prefacio de la TPD¹ (original de 1934), p. 22.
Sobre el pensamiento de Kelsen, Giovannelli vislumbra: «La solución kelseniana tiene pliegues que
podrían inducir a considerarla, en definitiva, más como una perspectiva quizás inconscientemente
técnica, que como una verdadera y propia concepción científica». Cf. GIOVANNELI, Adriano. Op. cit.,
p. 156.
101
Sobre esa concepción técnica, ver la Teoría General del Estado de 1925; Cf. KELSEN: TGE: 30.
kelsenianas anteriores a su exilio, ocurrido en 1933, un período de producción teórica
que, hasta ese momento, estuvo fuertemente marcado por la influencia neokantiana.
Lo que era antes una orientación logicista, ¿persiste aún? Dicho de otro modo,
¿existe en la orientación científica kelseniana una única opción metódica en la
aprehensión de la nota específica de lo jurídico?
102
Leamos la observación de Ayala sobre el referido cambio en el pensamiento de Kelsen:
En el año 1941, Kelsen trató de integrar los términos de general y de puro en su teoría,
acentuando, por una parte, el aspecto empírico de la investigación al establecer que la
comparación de todos los fenómenos jurídicos es que se puede poner de manifiesto la
naturaleza del derecho (...). Siguiendo este método de comparación [«consiste en utilizar la
observación para llegar a una generalización»], se obtienen los principios fundamentales de
lo jurídico. Aquí ya no se trata de usar un método trascendental que nos dé las condiciones
de posibilidad del conocimiento y que (según la concepción neokantiana) constituya el
objeto científico y le preste unidad. Desaparece lo formal (por cuanto el estudio
comparativo no puede independizarse de los contenidos variables e históricamente
condicionados) y lo puro de la teoría queda limitado a impedir en la investigación cualquier
contaminación de política. Lo que en cierto sentido puede considerarse como un paso
afirmativo, (...) [el método de Kelsen] constituye, no hay que negarlo, un regreso velado
hacia el positivismo de la escuela de Bergbohm y de Merkel, condicionados en su búsqueda
de generalizaciones jurídicas a la metodología de la observación histórica y empírica.
Cf. AYALA, Ricardo Azpúrua. «Kelsen y su posición frente al positivismo y la dirección neokantiana».
Revista de Ciencias Sociales. Valparaiso, 1974 (Facultad de Ciencias Jurídicas, Económicas y Sociales),
pp. 34-35.
La teoría general, tal como es presentada en este libro [TGDE], se dirige antes a
un análisis estructural del derecho positivo que a una explicación psicológica o
económica de sus condiciones o a una evaluación moral o política de sus fines.103
La teoría pura del derecho se limita a un análisis estructural del derecho positivo,
fundamentado en un estudio comparativo de los órdenes sociales que,
efectivamente, existen o existieron históricamente bajo el nombre de Derecho.104
Ya que la teoría pura del derecho se limita a la cognición del derecho y excluye de
esa cognición la filosofía de la justicia, como también la sociología del derecho, su
orientación es en gran medida la misma que la de la llamada jurisprudencia
analítica, que tuvo su presentación angloamericana clásica en la obra de John
Austin.105
103
Cf. KELSEN: TGDE: XXVII (Prólogo).
104
Cf. KELSEN: 2001: 291 (Direito, Estado e justiça na Teoria Pura do Derecho, ensayo de 1948).
105
Cf. KELSEN: 2001: 267 (A Teoria Pura do derecho e a jurisprudência analítica, ensayo de 1941).
Sobre la aplicación del nuevo método adoptado por Kelsen en su Teoría General
del derecho y del Estado, Kunz (1948:47) lo compara con el enfoque kelseniano
anterior, que pretendía aplicar —bajo la óptica neokantiana— el método trascendental
de Kant, y observa lo que sigue:
Kelsen también dice, en su gran obra de 1925, que la teoría pura del derecho se
ocupa de lo «que es necesario para todo el derecho actual o posible». Pero el
método kelseniano de 1945 es un método que parte de la experiencia, es un método
deductivo-comparativo.106
106
Dice Josef Kunz:
Cf. KUNZ, Josef L. La Teoría Pura del Derecho: cuatro conferencias en la escuela nacional de
jurisprudencia. México: Imprenta Universitaria, 1948, p. 47.
107
Cf. KELSEN: TGDE: XVII (Prólogo). Ver también KELSEN: 2001: 261.
...un orden regulador de la coacción, un orden que prescribe que, en el caso de que
un hombre realice un hecho socialmente dañoso, otro hombre realice en contra suya
un acto coactivo, con objeto de evitar en lo posible la comisión de tales hechos.108
Mas, antes de verificar los resultados sobre el derecho a los que Kelsen llega con
su nuevo método, preguntémonos: ¿Cuáles serian los criterios de esa técnica social,
según Kelsen?
108
Cf. KELSEN: TGE: 30; ver Id., ibid., 32.
109
Cf. KELSEN: 1960: 72-73.
...si se considera la Política desde el punto de vista de la realización de las
finalidades objetivas señaladas en otro lugar y, por tanto, supuesta de antemano, y
lo que se busca son los medios adecuados, es decir, establecer aquellos contenidos
que la experiencia demuestra que actúan como causas de aquellos efectos que
corresponden materialmente a las finalidades previamente supuestas, entonces la
Política no es Ética, no se dirige a la legalidad normativa, sino «Técnica», si se la
quiere llamar así: Técnica social referida en cuanto tal a la legalidad causal de la
conexión de fines y medios.110
...la Política aparece como una parte constitutiva de la Ética, como uno de los
conocimientos morales que señalan finalidades objetivas a la conducta humana, es
decir, que estatuyen como debidos ciertos contenidos.111
Hay que distinguir claramente el problema normativo —¿es debido, y por qué,
un determinado contenido?— del problema teleológico —¿cuáles son las causas (los
medios) que determinan una situación de hecho (un fin) previamente querida [por la
Ética], coincidente con el contenido debido?112
¿Cuáles serian, entonces, los criterios con los que se pautaría la Política como
técnica social? A esta cuestión, Kelsen responde:
110
Cf. KELSEN: TGE: 35.
111
Cf. KELSEN: TGE: 35.
112
Cf. Id., ibid., p. 35.
Si se considera la Política como Técnica social, en tanto que se dedica a buscar
cuáles sean las causas (medios) correspondientes a ciertos contenidos (fines
establecidos previamente como «debidos» por la Política en cuanto Ética) queridos
como efectos en la realidad natural, sus juicios versan acerca de la conveniencia u
oportunidad de los medios.113
Por tanto, para nuestro autor, la Política como técnica social es pautada, en su
tarea, por los criterios de la conveniencia u oportunidad de los medios en vista de los
efectos deseados.
Por otro lado, según Kelsen, la justificación del orden coactivo estatal es
autárquica:
Desde el punto de vista de la Teoría General del Estado, el orden coactivo estatal
aparece como un sistema cerrado, lógicamente autárquico, que no necesita de
ulterior fundamentación o justificación ante una instancia situada fuera de este
orden.114
113
Cf. Id., ibid., p. 36.
114
Cf. KELSEN: TGE: 52.
La nota de coercibilidad es en definitiva una consecuencia o versión especial del
carácter esencialmente autárquico del derecho. La autarquía del derecho consiste en
que somete la conducta de sus sujetos independientemente de la voluntad de estos,
sin depender de la aceptación o reconocimiento de estos. El derecho se impone sin
tomar en consideración la voluntad de sus súbditos, sin condicionarse al juicio y a
la decisión que les merezca a estos. La regulación jurídica no pregunta al sujeto si
está de acuerdo con ella, sino que lo subordina por sí misma de un modo objetivo y
permanente.115
No hay que confundir, según Kelsen, justificación con explicación, ya que cada
una de ellas se refiere, como campo de indagación, solamente a una de las dos esferas
lógicamente irreconciliables del ser y del deber-ser (Sein/Sollen), siendo que explicar es
describir hechos del orden del ser, del mundo causal:
115
Cf. SICHES, Luis Recaséns apud DEL VECCHIO, Giorgio. Traducción de Luis Recaséns Siches.
Barcelona: Bosch, 1929, p. 137.
116
Cf. KELSEN: TGE: 44.
El solo planteamiento del problema de la justificación implica ya el supuesto de
que el objeto que ha de justificarse ocupa un lugar en la esfera de las normas, única
accesible a las justificaciones, y que, por tanto, él mismo es una norma.117
Dado que es necesaria una cierta conducta recíproca entre los hombres, un orden
que imponga esa conducta recíproca mediante la sanción en forma de actos
coactivos es un orden oportuno, conveniente, porque mediante esta amenaza de
coacción, mediante la eficiencia motivadora de las representaciones psíquicas que
los hombres se hacen de este orden coactivo, se produce la conducta deseada que
hace innecesaria la coacción.119
117
Cf. KELSEN: TGE: 45.
118
Dice Kelsen: «Una justificación científica y no metafísica del Estado sólo puede ser una justificación
relativa y no absoluta». Cf. KELSEN: TGE: 50.
119
Cf. KELSEN: TGE: 50.
consiste en la prueba de la conveniencia del Estado [el orden jurídico] como
aparato de coacción, en el sentido de un instrumento técnico-social específico.120
Recordemos que, para Kelsen, los juicios sobre conveniencia u oportunidad son
propios de la esfera de indagación sobre las causas o medios —referidos a problemas
exclusivamente teleológicos, relativos a los resultados futuros— y que no deben ser
confundidos con los problemas específicos del campo jurídico-normativo.
120
Kelsen observó que: «Es verdad que el Estado, como aparato de coacción, no puede justificarse si no
es supuesta la validez de algún fin social (...)». Cf. KELSEN: TGE: 52.
121
Adriano Giovannelli observa la implicación de dicha relación en la teoría kelseniana:
A Kelsen, que considera al derecho como una técnica para obtener una determinada
conducta social, amenazando con una sanción en el caso de un comportamiento desviado
del deseado, no le interesa que el objetivo de la norma jurídica sea realizado, ya que, en su
opinión, para la calidad específica de esta no importa la realización del fin que a través de
ella se quiere perseguir. La relación entre medio y fin está encuadrada, de hecho, según
Kelsen en el esquema de la relación causal, huyendo, por tanto, por su misma naturaleza, de
toda posible valoración jurídica.
Un fin objetivo es fin que debe ser realizado, o sea, un fin establecido por una
norma como objetivamente válido. Es un fin asignado a la naturaleza en general, o
al hombre en particular, por una autoridad sobrenatural o suprahumana.123
La distinción entre la ciencia del derecho —orientada solo por el valor verdad—, en tanto
conocimiento del derecho positivo, y la política jurídica —dirigida a la realización de otros
valores, especialmente de la justicia—, en tanto configuración voluntaria del orden social,
es el segundo postulado que asegura la pureza de una teoría del derecho.
Cf. KELSEN, Hans. ¿Qué es la Teoría Pura del Derecho? Traducción de Ernesto G. Valdés, 9ª ed.
México: Coyoacán, 2002 (Biblioteca de Ética, Filosofía del Derecho y Política), p. 29.
125
Conforme a Lopes:
De todas formas, a la cuestión de las opciones valorativas —que son siempre
subjetivas para Kelsen— sobre las cuales hace descansar la justificación funcional del
orden jurídico estatal, Kelsen responde a partir de su relativismo filosófico. En esta
perspectiva, la ciencia no puede dar respuestas, y, principalmente, no puede dar
respuestas absolutas u objetivas, con relación al problema planteado.126
Y [la teoría pura del derecho] niega, en particular, que pueda ser misión de la
Ciencia jurídica justificar cosa alguna. Justificación implica valoración; y las
valoraciones, siempre de carácter subjetivo, son cosas de la Ética y de la Política,
pero no del conocimiento objetivo. Solo a este tiene que servir la Ciencia jurídica si
quiere ser ciencia y no política.127
Por otro lado, según Kelsen, no hay que confundir la teoría o la ciencia de la
política —como ciencia del Estado, como ciencia pura— con una teoría «política».
La razón moderna es cada vez más una razón instrumental —o sea, capaz de operar la
relación entre medios y fines previamente dados, y una razón estratégica— capaz de operar
las relaciones de oportunidad de cursos de acción para lograr fines determinados. Mas, es
cada vez menos aquello que era para los clásicos: una razón práctica, capaz de deliberar
sobre los fines, la elección y jerarquización de los fines. Conoce los medios, no los fines.
Cf. LIMA LOPES, José Reinaldo. O direito na história: lições introdutórias. São Paulo: Max Limonad,
2000, p.180.
126
Dice Kelsen: «Al no demostrarse el valor normativo del fin al cual el Estado debe servir de
instrumento, su necesidad absoluta se convierte en meramente hipotética». Cf. KELSEN: TGE:50-51.
127
Cf. KELSEN: TPD¹: 170.
128
Cf. KELSEN: 2001: 355.
Además, en la perspectiva de Kelsen (TPD²: 77), el científico tiene que estar
libre de valores (wertfreie), de la misma manera en que el «jurista científico no se
identifica con ningún valor, ni siquiera con el valor jurídico por él descrito»:129
La teoría política, como ciencia del Estado, tiene por tarea el análisis de las diversas
formas del orden estatal, especialmente el de las formas de gobierno, tales como la
democracia y la autocracia, y el examen del contenido típico del orden estatal,
especialmente el de los principios del liberalismo y el estatismo. Mientras esta
disciplina se limite estrictamente a describir, clasificar y explicar los fenómenos
mencionados, de la misma manera en que las ciencias naturales se ocupan de las
plantas o de los animales, tiene carácter de ciencia pura. Sus afirmaciones no
implican juicios de valor sobre la democracia y la autocracia, el liberalismo y el
estatismo.130
129
Sobre estas pretensiones de neutralidad científica, Jeannette Maman observa: «Mucho más para
explicar que para comprender el fenómeno jurídico, se construyen modelos teóricos que son pura ficción
científica. Véase Kelsen y su pretensión de neutralidad axiológica y epistemológica. La neutralidad
axiológica ya no era postulada ni siquiera por el Círculo de Viena». Cf. MAMAN, Jeannette Antonios.
Fenomenologia existencial do Direito: crítica do pensamento jurídico brasileiro. São Paulo: Edipro,
2000, p. 45.
130
KELSEN: 1957: 277.
131
Sobre la concepción kelseniana del Estado, Hermann Heller critica a Kelsen y no acepta la idea de la
neutralidad absoluta del científico:
El ser del Estado es, cabalmente, su devenir a través de actos de decisión política
constantemente renovados, es su devenir en la lucha política entre poderes reales de
voluntad, ante los cuales no es posible que el sujeto del conocimiento mantenga una
absoluta neutralidad. El hecho de que esta Teoría [Pura] contenga también una concepción
del Derecho Político relativista y sin contenido y de que, sin embargo, aparezca claramente
teñida de un tono liberal, es algo que Kelsen debe a la circunstancia de que no se sitúa,
como un sujeto «puro» de conocimiento, despegado de toda voluntad,, fuera de la realidad
históricopolítica, sino —aunque de manera insegura— dentro de ella.
Él [científico de la política] no debe aprobar ni desaprobar su objeto de análisis,
para evitar que su trabajo, en vez de ser una ciencia de la política, se torne una
ciencia «política», en el sentido de un instrumento de la política. De lo contrario, no
es una ciencia, sino una ideología política.133
Cuando esta doctrina es llamada «teoría pura del derecho», se busca decir con eso
que es conservada libre de elementos extraños al método específico cuyo único
propósito es la cognición del derecho, y no su formación. Una ciencia que necesita
describir su objeto tal como es efectivamente, y no prescribir cómo debe ser desde
el punto de vista de algunos juicios de valor específicos. Estos son un problema de
la política, y, como tales, se refieren al arte de gobernar, una actividad orientada
hacia los valores, no un objeto de la ciencia, que se dirige hacia la realidad.137
Aquí ante todo hay que eliminar un error de comprensión que juega en la teoría
pura del derecho un papel tan grande como lamentable. La despolitización que la
teoría del derecho exige se refiere a la ciencia del derecho, no a su objeto, el
derecho. El derecho no puede ser separado de la política, pues es esencialmente un
instrumento de la política.138
136
Cf. KELSEN: 1999: 57; Cf. KELSEN: 2001: 23-25.
137
Cf. KELSEN: TGDE: XXVIII (Prólogo).
138
Cf. KELSEN, Hans. ¿Qué es la Teoría Pura del Derecho? Traducción de Ernesto G. Valdés, 9ª ed.
México: Coyoacán, 2002 (Biblioteca de Ética, Filosofía del Derecho y Política), p. 29.
Además, Kelsen presenta su teoría pura del derecho como una ciencia debido,
también, a su carácter anti ideológico,139 carácter que resulta del hecho de que su único
interés es la verdad:
Es justamente por su carácter anti ideológico que la teoría pura del derecho prueba
ser una verdadera ciencia del derecho. La ciencia, como cognición, tiene siempre
una tendencia inmanente a revelar su objeto. En cambio, la ideología política
encubre la realidad, sea transfigurándola con la finalidad de conservarla o
defenderla, sea desfigurándola con el objetivo de atacarla, destruirla o substituirla
por otra realidad.140
139
Kelsen presenta también su teoría pura como una teoría del derecho radicalmente realista, como una
teoría del positivismo jurídico de carácter anti-ideológico:
La Teoría Pura del Derecho tiene una pronunciada tendencia anti-ideológica. Se comprueba
esta tendencia por el hecho de que, en su descripción del Derecho positivo,se mantiene
exenta de cualquier confusión con un derecho «ideal» o «justo». Quiere representar el
Derecho tal como es, y no tal como debe ser: pregunta por el Derecho real y posible, no por
el Derecho «ideal» o «justo». En este sentido es una teoría del Derecho radicalmente
realista, o sea, una teoría del positivismo jurídico. No desea evaluar el Derecho positivo.
(...) No quiere, sobre todo, servir a ningún interés político, brindándole las «ideologías»
mediante las cuales el orden social vigente es legitimado o descalificado.
La suspensión del juicio y la indiferencia del jurista con relación a los valores tiene un
sentido que no debe ser medido con el metro de la especulación abstracta, sino que hay que
referir a la función concreta que estos cumplen en la sociedad. De esta forma, la lógica de la
doctrina pura podrla proporcionar la racionalización (en el sentido freudiano) bajo la cual se
oculta un inconfeso conformismo, la renuncia de la ciencia del derecho a la responsabilidad
que le cabe, su reducción al papel de dócil y acrítica sierva del poder, inclusive en sus más
aberrantes y monstruosas expresiones.
141
Según Kelsen:
El aislamiento lógico del principio del deber ser, especialmente de los sistemas de las
normas jurídicas de la realidad determinada causalmente, es imprescindible, si en general
debe posibilitarse una ciencia del derecho (o el Estado). Esta conoce precisamente las
normas jurídicas en su específica legalidad propia y sin consideración de ninguna legalidad
natural. En esa medida, es justamente ―puro‖ conocimiento jurídico, conocimiento del
derecho puro o del puro Estado.
KELSEN, Hans. Der soziologische und juristische Staatsbefriff. apud: PAULSON, Stanley L.
Fundamentación crítica de la doctrina de Hans Kelsen. Traducción de Luis Villar Borda. Bogotá:
Universidad Esternado de Colombia, 2000, p. 33, nota 30.
...normas y sistemas normativos como contenidos específicamente espirituales,
como superestructura o «ideología» totalmente autónoma [e independiente] frente
al causalismo ciego de la infraestructura. (...); además, la esencia del Estado, en
cuanto orden jurídico, solo puede ser hallada en la autonomía de este sistema
normativo, y no en el causalismo ciego de la evolución histórica.142
Por tanto, de acuerdo con sus puntos de partida y sus principios metodológicos
—es decir, de acuerdo con su método científico de purificación—, la realidad del
Estado es afirmada por Kelsen como perteneciente al reino espiritual del deber-ser,
opuesto al mundo del ser.
142
Cf. KELSEN: TGE: 27-28.
143
Desde el punto de vista kelseniano, el derecho como ideología siempre pretende estar dentro de la
realidad social, pero no se confunde con esta: «Pues, prescindiendo de la multivocidad de la palabra
―ideología‖ —que unas veces designa al Espíritu como contrapuesto a la Naturaleza (…) Si se considera
el Derecho positivo, en tanto orden normativo, en relación con la realidad del acontecer efectivo que,
según la pretensión del Derecho positivo, debe concordar con él (aunque no siempre concuerde), puede
entonces calificárselo de ―ideología‖». Cf. KELSEN: TPD¹: 66. Consultar también en KELSEN, Hans.
Jurisdição constitucional. Traducción de Alexandre Krug, E. Brandão y María E. Galvão. São Paulo:
Martins Fontes, 2003, p. 190.
144
Cf. KELSEN: 2000: 327.
145
En 1922, Kelsen, en su ensayo El concepto del Estado y la Psicología Social, con especial referencia
a la teoría de las masas de Freud, dice: «En verdad, donde la teoría buscó definir y diferenciar los
objetos y sus relaciones, hay solo un objeto. El Estado, como código de conducta humana, es el código
de obligación representado por el Derecho, o código jurídico» (Cf. KELSEN: 2000: 340).
En 1925, Kelsen, para quien el dualismo del Estado y el derecho consiste en una serie de yerros
cognitivo-epistemológicos, afirma: «Todo el mundo admite que el Estado mantiene relaciones esenciales
Kelsen parte de una concepción de la realidad del Estado y del derecho en la que
el mundo de las relaciones sociohistóricas es relegado a un plano secundario, este
último configurado como una dimensión pasiva en relación al plano espiritual que debe
realizarse. Pero el mundo del ser no siempre desempeña esa función pasiva, como
veremos más adelante.
Según el monismo adoptado por el jurista austriaco, Estado y derecho deben ser
estudiados mediante un único método, bajo el ángulo de la denominada —por Kelsen—
«validez normativa». Esta se refiere siempre a una esencia normativa, nunca a un
hecho.
con el orden jurídico. Pero si no se admite que esa relación significa identidad, se debe ante todo a que
no se reconoce que el Estado mismo es un orden» (Cf. KELSEN: TGE: 21).
En otro momento, Kelsen nos enseña que: «...una ―relación‖ no es posible más que dentro de un
sistema» (Cf. KELSEN: TGE: 21).
Más tarde, en 1955, Kelsen se aleja de esa radical identificación: «...una teoría del derecho completa
implica necesariamente una teoría del Estado». Cf. KELSEN: 1957: 9.
Ver también KELSEN, Hans. O que é justiça?, p. 290; Cf. KELSEN: TPD²: 317.
Hermann Heller observa que: «La reducción kelseniana del Estado al derecho supone la identidad del
orden normativo ideal con la organización real —la organización es, para nuestro autor [se refiere a
Kelsen], ―solamente el extranjerismo que corresponde a ordenación‖ (Souveränität, pp. 143 y sigs.)». Cf.
HELLER, Hermann. Teoria do Estado. Traducción de Licurgo G. da Motta. São Paulo: Mestre Jou,
1968, p. 239.
146
Cf. KELSEN: TGE: 60. Ver también Id. ibid. (Prólogo).
Cohen piensa que:
La teoría es necesariamente una teoría del Derecho político. El método de la teoría del
Estado se halla en la ciencia jurídica. Aun cuando para constituir el concepto deben
cooperar otras ciencias, el fundamento metodológico está formado indiscutiblemente por la
ciencia del Derecho. El concepto y el método de la ciencia del Estado están condicionados
preferentemente por la ciencia del Derecho.
Cf. COHEN, Hermann. Ethik des reinen Willens. 3ª ed., 1921, p. 64 apud KELSEN: TGE: 486 (notas).
El poder político (el Estado) es, según Kelsen, un orden normativo. En esta
perspectiva, Estado y derecho (es decir, el ordenamiento jurídico) pertenecen a la
categoría de los fenómenos normativos. De esta forma, Kelsen procede a identificar los
dos conceptos, sobreponiéndolos.
Es corriente caracterizar al Estado como una organización política. Con esto, sin
embargo, solamente se expresa que el Estado es un orden de coacción. De hecho, el
elemento «político» específico de esta organización consiste en la coacción,
ejecutada de individuo a individuo, y regulada por ese orden, en los actos de
coacción que ese orden estatuye. Lo son, justamente, aquellos actos de coacción
que el orden jurídico une a los presupuestos por él definidos.148
Desde ese punto de vista, la realidad estatal como idea-fuerza eficaz se refleja,
en el mundo concreto de la realidad del ser, en forma de funciones de producción y
realización de los contenidos a través de actos humanos específicos —precisamente, de
aquellos actos realizados por los órganos del Estado.149
Por tanto, Kelsen circunscribe la realidad del derecho y del Estado al reino
espiritual, a la esfera del sentido y del valor,150 mas «remitiéndose a la necesaria
147
Cf. KELSEN: TGE: 30.
148
Cf. KELSEN: TPD²: 316.
149
Dice Kelsen: «Observancia del Derecho es la conducta a la que corresponde, como conducta opuesta,
aquella a la que va unido un acto coercitivo como sanción. Es, antes que nada, la conducta que evita la
sanción, el cumplimiento del deber jurídico constituido a través de la sanción. Creación del Derecho,
aplicación del Derecho y observancia del Derecho son funciones jurídicas en un sentido amplio». Cf.
KELSEN: TPD²: 263.
150
Sobre eso, La Torre nos dice:
relación en que este orden se halla con los actos del acontecer natural que ―realizan‖ ese
orden, es decir, que son ‖portadores‖ de él, esto es, con los que se cumplen esos actos
en el espacio y el tiempo (...) [y que son de aquel sistema espiritual] la conditio sine qua
non» de la validez normativa; en vez de optar por designar aquella realidad espiritual
«precisamente en esta relación entre el orden espiritual y la realidad natural».151
A pesar de la oposición absoluta de las esferas del ser y del deber-ser asumida
como punto de partida, Kelsen reconoce que necesariamente existe una relación
material —una relación de contenido— entre esas dos esferas presupuestas como
inconexas.152
Sin embargo, afirmar que la esencia del Estado es normativa no significa para Kelsen que
no contenga el elemento de la coacción. A propósito de su concepción del Estado, Kelsen
subraya que se sitúa en la estela de la doctrina dominante, en la línea Gerber-Laband-
Jellinek que ve en el Estado esencialmente un aparato coercitivo. No obstante, el jurista
austriaco precisa que su teoría se distingue de la doctrina tradicional porque no considera el
elemento de la coacción en su materialidad, sino como contenido específico del
ordenamiento normativo.
Cf. HELLER, Hermann: Teoria do Estado, traducción de Licurgo G. da Motta, São Paulo: Mestre Jou,
1968, p. 225.
necesariamente hay que partir) entre el ser y el deber ser, entre la realidad y el valor, y
en el reconocimiento ineludible de una relación material entre los mismos sistemas que
se presuponen inconexos.153
153
Cf. KELSEN: TGE: 24.
154
Dice Kelsen:
...y si bien no puede negarse que en el problema de la positividad va implícita una relación
—con un contenido real que se corresponde con el contenido normativo— debe rechazarse
la identificación de la positividad del Derecho con la eficacia de la representación de sus
normas, pues de este modo se pierde el sentido específico de las normas jurídicas. Se trata,
justamente, de poner de acuerdo la positividad del Derecho con su normatividad. Una vez
realizado esto, el Derecho «positivo» se hace idéntico con el Estado real, histórico y
concreto.
155
Cf. KELSEN: TGE: 24.
156
Alf Ross caracteriza la teoría pura del derecho de Hans Kelsen como una especie de idealismo,
exactamente como un idealismo formal. A este idealismo metafísico opone su propia concepción como
un realismo científico. Cf. ROSS, Alf. Direito e Justiça. Traducción de Edson Bini. Bauru: Edipro,
2000, pp. 91-95.
157
Según Kelsen: «Pues si se sostiene que la validez del Derecho, esto es, que la específica existencia
del Derecho es alguna realidad natural, no se está en condiciones de aprehender el sentido peculiar con
que el derecho se dirige a la realidad, y por el cual justamente se contrapone a la realidad, que solo no
siendo idéntica a la validez del Derecho puede estar en correspondencia o en contradicción con él». Cf.
KELSEN: TPD¹: 103.
De acuerdo a Kelsen, la validez es la existencia específica de la norma, lo que
significa que si algo debe o no debe ser en la realidad social de las conductas es que
estas pueden o no corresponder, efectivamente, al sentido de la norma:158
Eficacia del derecho significa que los hombres realmente se conducen como, según
las normas jurídicas, deben conducirse, significa que las normas son efectivamente
aplicadas y obedecidas. La validez es una cualidad del derecho; la llamada eficacia
es una cualidad de la conducta efectiva de los hombres, y no, como el uso
lingüístico parece sugerir, del derecho en sí.159
Kelsen admite una cierta relación entre validez y eficacia, entre deber-ser y
ser.160 Según él, la eficacia es una condición de validez (conditio sine qua non) de la
158
La cuestión de la validez es un problema que no nos planteamos. Sin embargo, es necesaria una breve
exposición sobre su significado, principalmente por la centralidad que tiene este concepto en el
pensamiento normativista de Kelsen, cuya argumentación presenta el vicio, recurrente, de la
circularidad. En este sentido, parece ser una preocupación central de Kelsen la creencia de que las
normas deben ser obedecidas: «Decir que una norma es válida es afirmar que presuponemos su
existencia o —lo que redunda en lo mismo— que presuponemos que posee «fuerza obligatoria». Cf.
KELSEN: TGDE: 43.
«Validez del derecho significa que las normas son obligatorias, que los hombres deben conducirse como
lo prescriben las normas jurídicas, que los hombres deben obedecer y aplicar las normas jurídicas». Cf.
KELSEN: TGDE: 55.
La idea kelseniana de la validez fue duramente criticada por Alf Ross:
Cf. ROSS, Alf. El concepto de validez y otros ensayos. Traducción de Genaro R. Carrió y Osvaldo
Paschero. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1969 (Colección Filosofía y Derecho), pp.
42-43.
159
Cf. KELSEN: TGDE: 55.
160
Según Kelsen: «Ningún orden social, ni siquiera el que llamamos moralidad o justicia, es considerado
válido si no es mínimamente eficaz, o sea, si la conducta reglamentada por el orden absolutamente no se
norma, no el fundamento de su validez (conditio per quam), fundamento que debe ser
necesariamente normativo:
Del mismo modo en que la norma del deber-ser, como sentido del acto-de-ser
que la pone, no se identifica con este acto, así la validez del deber-ser de una norma
jurídica no se identifica con su eficacia dentro del orden del ser; la eficacia del orden
jurídico como un todo y la eficacia de una norma jurídica singular son —tal como el
acto que establece la norma— condición de validez.161
Así, Kelsen afirma que una norma aislada que nunca es obedecida o aplicada no
es considerada como válida:
conforma a lo que él establece». Cf. KELSEN, Hans. O que é justiça?: a justiça, o direito e a política no
espelho da ciência. Traducción de Luis Carlos Borges. 3ª ed. São Paulo: Martins Fontes, 2001 (Justiça e
Direito), p. 287.
161
Cf. KELSEN: TPD²: 236.
162
Cf. KELSEN: TPD²: 12.
razón de la validez y el concepto de orden jurídico. A partir de la perspectiva de
una teoría estática, sólo la validez del derecho se encuentra en cuestión.163
He aquí uno de los momentos en que la teoría pura se revela incoherente —en
que se aleja de su pensamiento sobre el dualismo antagónico de las esferas del ser y el
deber-ser— puesto que, muchas veces, dicha oposición fue relativizada164 por Kelsen:
«Antes que nada, el contraste entre realidad y norma, ―ser‖ y ―deber ser‖, tiene que ser
reconocido como relativo».165
La teoría pura del derecho tiene por objeto la normatividad, no la realidad: fue con
ese argumento que Kelsen rebatió las críticas que le hicieron las teorías
sociológicas. Sin embargo, la teoría pura del derecho no logra terminar de llevar en
cuenta la realidad en el momento en que debe definir su objeto principal, o sea, la
validez. (...) Realmente, para que una norma jurídica sea válida, es preciso que
163
Cf. KELSEN: TGDE: 58.
164
Kelsen insiste en el contraste entre las dos esferas: «Esta condición de contrapuestos que tienen ―ser‖
y ―deber‖ es un elemento básico del método científico-espiritual en general y del conocimiento científico
del Estado y el derecho en particular». Cf. KELSEN, Hans. El Estado como integración: una
controversia de principio. Traducción de Juan A. García Amado. Madrid: Tecnos, 1997 (Clásicos del
Pensamiento), p. 25, nota 20 (cita de Der soziologische und juristische Staatsbegriff, p. 75).
Sobre la relativización kelseniana de las dos esferas, incluida la cuestión de la positividad del derecho y
del Estado, ver también KELSEN: TGE: 58-59.
Kelsen en su obra póstuma mantiene la idea de que «Deber-ser y ser están en una relación de dualismo
insoluble». Cf. KELSEN: TGN: 77.
165
Cf. KELSEN: TGDE: 560 (Apéndice).
166
LOSANO, Mario G. En: KELSEN, Hans. O problema da justiça. Traducción de João B. Machado. 3ª
ed., São Paulo: Martins Fonte, 1998 (Ensino Superior), p. XVIII (Introducción).
Según Kelsen: «Una norma jurídica no vale porque tenga un determinado contenido (...), sino porque es
creada por una forma determinada —en último análisis, por una forma determinada por una norma
fundamental presupuesta». Cf. KELSEN: TPD²: 221; Cf. KELSEN: TPD¹: 96.
Kelsen, al delimitar el objeto de la teoría pura, pretende depurar la normatividad de la facticidad: «La
teoría pura del Derecho, como Ciencia jurídica específica, no dirige su atención a las normas como
hechos de conciencia, ni al querer o al representarse estas normas jurídicas, sino a las normas como
substratos de sentido queridos o representados» Cf. KELSEN: TPD¹: 36.
también sea eficaz: o sea, no basta el respeto a ciertas formalidades en el
establecimiento de la norma, es necesario que, de hecho, la norma sea también
efectivamente aplicada.167
La esfera del ser —la de la eficacia— revela toda su importancia, contra las
presuposiciones de la teoría pura del derecho, en el momento de necesitar la
presuposición de una norma fundamental que funcione como fundamento de validez de
un ordenamiento positivo de la coerción mínimamente duradero y eficaz.168
167
Cf. KELSEN: 1998: XVII-XIX (Introducción).
168
Cf. KELSEN: TPD²: 52 y sigs. Según Kelsen: «El material que se interpreta como Derecho no
constituye ya a priori ―Derecho‖, sino que adquiere esa cualidad merced a la hipótesis jurídica que sirve
para interpretarlo». Cf. KELSEN: TGE: 168.
169
Cf. KELSEN: TPD²: 236.
170
La concepción kelseniana de la norma fundamental, a causa de su dependencia de la eficacia del
orden, es criticada como superflua por algunos autores. Cf. CALSAMIGLIA, Albert. «Sobre la teoría
general de las normas». En: Revista Doxa: Cuadernos de Filosofía del Derecho. Alicante, (2), pp. 90-93,
1985.
Sobre el carácter sintáctico de la validez en Hans Kelsen, ver FERRAZ JÚNIOR, Tércio Sampaio:
Introdução ao estudo do direito: técnica, decisão, dominação, São Paulo: Atlas, 1988, pp. 170-179.
171
Cf. KELSEN: TPD²: 236.
3.2 LA NORMA COERCITIVA
172
Para un estudio del origen kantiano del dualismo del ser y el deber-ser, ver EBENSTEIN, William.
La teoría pura del Derecho. Traducción de J. Malagón y A. Pereña. México: Fondo de Cultura
Económica, 1947, p. 17.
En cuanto al nuevo método (comparativo) adoptado por el Kelsen de la segunda fase, Kunz lo compara
con el anterior enfoque kelseniano, que pretendía aplicar —desde la perspectiva neokantiana— el
método trascendental de Kant, y observa: «...y Kelsen también dice, en su gran obra de 1925, que la
Teoría Pura del Derecho se ocupa de lo ―que es necesario para todo Derecho actual o posible‖. Pero el
método kelseniano de 1945 es un método que parte de la experiencia: es un método deductivo-
comparativo».
Aún más, Josef Kunz (en un pasaje citado anteriormente en este mismo trabajo al abordar el giero
metodológico adoptado por Kelsen en su Teoría General del derecho y del Estado) afirma:
Cf. KUNZ, Josef L. La Teoría Pura del Derecho: cuatro conferencias en la escuela nacional de
jurisprudencia. México: Imprenta Universitaria, 1948, p. 47.
Sobre la acusación de que los conceptos jurídicos sean meras formas puras, sin relación con la
experiencia, García Amado nos recuerda, acerca del formalismo kelseniano —citando las propias
palabras de Hans Kelsen (1929)—, que «...la ocasional afirmación según la cual la teoría pura del
Derecho consideraría irrelevante el contenido de las normas jurídicas es tan absurda que no pretendo
seriamente rebatirla. La teoría pura del Derecho trabaja no sólo con conceptos de la esencia del Derecho,
sino también con conceptos del contenido del Derecho (Formalismo, 41, n. 1)». Cf. GARCÍA AMADO,
Juan Antonio. Hans Kelsen y la norma fundamental. Madrid: Marcial Pons, 1996, p. 144, nota 44.
173
«El ser y el deber ser constituyen dos categorías originarias, dos formas intelectuales y radicales,
primarias, básicas. Así como no cabe una descripción del concepto categorial ser, así tampoco es posible
una definición de la categoría del deber ser». Cf. SICHES, Luis Recaséns. Direcciones contemporáneas
del pensamiento jurídico: la Filosofía del Derecho en el siglo XX. Barcelona: Labor, 1929 (Biblioteca de
Iniciación Cultural), p. 111. Sobre esa cuestión, ver también KELSEN, Hans. Teoria Geral das Normas.
Traducción de José Florentino Duarte. Porto Alegre: Sérgio Antonio Fabris, 1986, p. 3.
...se limita a existir como una categoría relativamente apriorística para la
aprehensión del material jurídico empírico [siendo, así] una categoría
gnoseológico-trascendental en el sentido de la filosofía kantiana.174
Librar a dicha definición de ese elemento [moral] es el empeño de la teoría pura del
derecho, que desliga por completo el concepto de norma jurídica del de norma
moral, del que provino, y que asegura la legalidad propia del derecho frente a la ley
moral. Esto ocurre en forma tal que la norma jurídica no es comprendida como
imperativo, a semejanza de la norma moral, como la más de las veces lo hace la
doctrina tradicional, sino como juicio hipotético. Dice la ley jurídica: si A es, debe
ser B, sin que con eso se enuncie ninguna cosa sobre el valor, es decir, sobre el
valor moral o político de esta conexión. El deber ser se limita a existir como una
categoría relativamente apriorística para la aprehensión del material jurídico
empírico.176
La teoría pura del derecho, observa Kelsen (TPD¹: 52), prosigue la tradición de
la teoría jurídica positivista del siglo XIX, que concebía la norma jurídica como una
174
Cf. KELSEN: TPD¹: 49-51.
175
Cf. KELSEN: TPD¹: 47 y 49. Sobre la influencia kantiana en el normativismo de Kelsen, ver MATA-
MACHADO, Edgar de Godói da. Direito e coerção. Río de Janeiro: Revista Forense, 1957, pp. 205-207.
176
Cf. KELSEN: 2002: 9.
norma coactiva «...en el sentido de una norma que ordena la coacción». Por tanto, el
deber-ser específicamente jurídico es el deber-ser de la coacción.
177
Acerca de las reflexiones kelsenianas sobre la moral, ver el ítem 3 del capítulo 2, denominado La
Moral como orden positivo sin carácter coercitivo, en la segunda edición de la Teoría Pura del
Derecho.
178
Cf. KELSEN: TPD¹: 52.
179
Cf. KELSEN: TGE: 30.
180
«No hay obligación jurídica sin coacción, y de ahí que la fundamentación de la validez de las
obligaciones sólo pueda ser la fundamentación de la validez de las coacciones». Cf. GARCÍA AMADO,
Juan Antonio. Hans Kelsen y la norma fundamental. Madrid: Marcial Pons, 1996, p. 14.
interior que lleva consigo la evidencia de su obligatoriedad. He aquí una
concepción de pronunciado tono iusnaturalista.181
Por otro lado, en tanto que concepción del derecho como orden coactivo externo
de la conducta humana:
La teoría pura del Derecho incurre en oposición con la teoría jurídica de nuestros
tiempos, que, en estrechísima conexión con su giro hacia el iusnaturalismo,
pretendería renunciar al momento de la coacción como criterio empírico del
Derecho, puesto que cree poder reconocer ese criterio en su substrato íntimo, en su
concordancia con una Idea del Derecho.182
183
Cf. KELSEN, Hans. A democracia. Traducción de Vera Barkow, Jefferson L. Camargo, Marcelo B.
Cipolla, Ivone C. Benedetti. 2ª ed. São Paulo: Martins Fontes, 2000 (Ensino Superior), p. 334.
184
MATA-MACHADO encuentra en Jhering un antecedente de la teoría coercitivista: «Partidario de la
coacción como nota esencial del concepto de derecho, tenemos, en primer lugar, a Kant, y entre los
juristas se destaca Rudolf Von Jhering como el que mayor énfasis da al coactivismo». Cf. MATA-
MACHADO, Edgar de Godói da. «Direito e coerção». Río de Janeiro: Revista Forense, 1957, p. 71. Ver
también BOBBIO, Norberto. O positivismo jurídico. Traducción de Márcio Pugliesi, Edson Bini, Carlos
E. Rodrigues. São Paulo: Ícone, 1995, pp. 151-157.
Según Guido Fassò, Kelsen «...toma [de Kant] su concepto clave, el de coactividad, que sirve para
calificar a la norma jurídica distinguiéndola de otras clases de normas». Cf. FASSÒ, Guido. Historia de
la Filosofía del Derecho. Traducción de José F. L. Navarrete. Madrid: Pirámide, 1979, v. 3, p. 228.
185
Cf. BOBBIO: 1980: 337.
Kelsen entiende, inicialmente, que el uso de la fuerza física por parte del Estado
sobre los individuos es el último recurso, pues —«la coacción [física] tiene carácter
eventual»— es posible solamente en los casos de resistencia a la aplicación de la
sanción, o sea, de reacción «contra la privación del bien de que se trate».186
De esta forma, Kelsen (TPD¹: 56) concibe el derecho como un orden coactivo de
la conducta humana, y lo explica así:188
186
Cf. KELSEN: TGE: 63, KELSEN: TPD²: 36.
187
Cf. KELSEN: TPD²: 28.
188
Sobre el concepto de orden jurídico, Kelsen dice: «Una pluralidad de normas constituye un orden
cuando estas forman una unidad, y esto ocurre cuando tienen el mismo fundamento de validez». Cf.
KELSEN: 1999: 93 (El concepto de orden jurídico, ensayo de 1958).
Sobre la inclusión de la coacción en la formulación de la norma fundamental, ver GARCÍA AMADO,
Juan Antonio. Hans Kelsen y la norma fundamental. Madrid: Marcial Pons, 1996, pp. 14 y 86.
189
Cf. KELSEN: TPD²: 37-38.
El elemento de la coerción es relevante solamente como parte del contenido de la
norma jurídica, solamente como un acto estipulado por esa norma, no como un
proceso en la mente del individuo sujeto a la norma.190
Según Kelsen, desde el punto de vista estático es a través del elemento coercitivo
que el derecho —en el sentido de la norma jurídica— encuentra su verdadera
definición: «Una norma jurídica solamente pretende regular la conducta humana, y
regula la conducta humana estableciendo un acto de coerción como sanción».192
190
Cf. KELSEN: TGDE: 42.
191
Cf. KELSEN: 2001: 269.
192
Cf. KELSEN: TGDE: 180.
Cualquier otro concepto, enseña Kelsen,193 no puede responder194 «a la cuestión
de cuál es la esencia del derecho, de cuál es el criterio mediante el cual puede ser
diferenciado el Derecho de otras normas sociales».195
193
Según Kelsen...
...puede definirse el Estado como un orden social, esto es, como un conjunto de normas que
regulan la conducta mutua de los individuos, orden que se caracteriza por los siguientes
elementos: es un orden coercitivo, es decir, trata de encauzar la conducta humana deseada
estableciendo actos coercitivos como sanciones para el proceder contrario.
198
Según Kelsen:
Conforme el acento sea puesto sobre uno o sobre otro elemento de esta alternativa —las
normas reguladoras de la conducta humana o la conducta regulada por las normas—,
conforme el conocimiento sea dirigido a las normas jurídicas producidas, a aplicar u
observar actos de conducta humana o los mismos actos de producción, aplicación u
observancia determinados por normas jurídicas, podemos distinguir una teoría estática y una
teoría dinámica del Derecho. La primera tiene por objeto el Derecho como un sistema de
normas en vigor, el Derecho en su momento estático; la otra tiene por objeto el proceso
jurídico en el que el Derecho es producido y aplicado, el Derecho en movimiento.
Según ese concepto, el Derecho es cualquier cosa que se haya realizado conforme
la Constitución lo prescribe para la creación del derecho. Ese concepto dinámico
difiere del concepto del Derecho como orden coercitivo. Según el concepto
dinámico, el derecho es algo creado por determinado procedimiento, y todo lo que
es creado de ese modo es Derecho. Ese concepto dinámico, sin embargo, es
solamente en apariencia un concepto del Derecho. Ese concepto dinámico da la
respuesta solo a la cuestión de saber si, y por qué, cierta norma pertenece a un
sistema de normas jurídicas válido, si, y por qué, ella es parte de un orden
jurídico.203
203
Cf. KELSEN: TGDE: 179.
204
Ver también KELSEN: TGDE: 179-180; Cf. KELSEN: TPD²: 58–59; Cf. KELSEN: 1960: 75.
pena de dos a cinco años de prisión». Aquí tenemos una norma jurídica completa,
que contiene todos los elementos necesarios.205
205
Cf. KELSEN, Hans. Teoría Pura del Derecho: introducción a la ciencia del derecho. Traducción de
Moisés Nilve. Buenos Aires: Universitaria de Buenos Aires, 1960 (Temas de Eudeba/Derecho), p. 77.
206
Señala Pereira Cunha:
Al afirmar que el Derecho es una técnica especifica de organización social, Kelsen sustenta
que este posee una función como estructura de las relaciones sociales. No es un fin. Antes,
es un medio que tiene la función de alcanzar determinados objetivos, que no pueden ser
conseguidos por otras formas de control social. Una vez establecidos los fines, el Derecho
agota su función para obtener el cumplimiento de estos.
Cf. PEREIRA CUNHA, Elza Antônia. «A ―Política jurídica‖ en Kelsen». Revista Sequência.
Florianópolis, (2) 3, pp. 35-38, 1981.
Disponible en línea: <http:buscalegis.ccj.ufsc.br/arquivos/Seq03Cunha-PolíticaJK.pdf>. Acceso: 17 de
noviembre de 2003.
207
Según Bobbio: ç
Pero debiendo hacer un balance no podemos dejar, al menos, de constatar cuánto la vieja
teoría del derecho como ordenamiento coactivo, acogida in toto por el fundador de la teoría
pura del derecho es hoy inadecuada. (...) Hoy día, un análisis funcional del derecho que
quiera tomar nota de los cambios ocurridos en esta «específica técnica de organización
social» que es el derecho, no puede dejar de integrar el estudio de la tradicional función
protectora-represiva del derecho con su función promocional. Esta integración es, según mi
opinión, necesaria si se quiere elaborar un modelo teórico representativo del derecho como
sistema coactivo. Se trata de pasar de la concepción del derecho como forma de control
social a la concepción del derecho como forma de control y de dirección social.
Por otro lado, Bobbio apunta la importancia —para la teoría jurídica— del
concepto de «ordenamiento dinámico», concepto elaborado a partir del enfoque
estructural desarrollado por Kelsen:
Cf. Bobbio, Norberto. Rivista internazionale di Filosofia del Diritto. Hans Kelsen. Milán: Dott .A
Giuffrè, (50) 3, 4: pp. 448-449, julio-setiembre, 1973.
208
Cf. BOBBIO: 1976: 15.
209
Hay dos puntos en los cuales la teoría clásica de la coerción en el pensamiento de Jhering resbala
inconscientemente, según la opinión de Norberto Bobbio, hacia aquello que el maestro italiano define
como «la teoría moderna de la coerción» (de Kelsen, Ross y Olivecrona). Así, según Bobbio:
El primer punto radica en su concepción del Estado. Cuando dice que el derecho es la
disciplina de la Zwangsgewalt (poder coactivo) del cual el Estado es el detentador, parece
considerar la coacción no como un medio para hacer efectivas las normas jurídicas, sino
como el objeto de tales normas. El segundo punto radica en la teoría sobre los destinatarios
de la norma jurídica. Jhering es considerado el primero que sustituyó la concepción
tradicional según la cual los destinatarios de las normas son los ciudadanos (es decir, todos
los miembros de la sociedad), por la concepción tradicional (hoy muy difundida) según la
cual los destinatarios son los órganos judiciales (y, en general, los órganos del Estado). En
la experiencia jurídica encontramos normas (primarias) que regulan la conducta de los
ciudadanos y otras normas (secundarias) que regulan la forma en la cual los órganos del
Estado deben reaccionar, en el caso de que los ciudadanos no cumplan con sus deberes.
...normas en las que aparece como obligatoria esa conducta que el orden jurídico
tiene por fin; por ejemplo: no se debe matar, se debe restituir un préstamo recibido,
etc. [A continuación, Kelsen observa] Pero es necesario tener presente que de ese
modo queda sin expresión la relación con el acto coactivo, que es esencial para el
carácter jurídico de la norma. [Este tipo de norma, según Kelsen], estatuye la
conducta que evita la coacción.210
Según la lección del maestro Adolfo Merkel, en los preceptos del derecho
existen dos elementos esenciales:
Según Jhering, las normas jurídicas propiamente dichas son las normas secundarias,
mientras que las primarias son solamente el presupuesto para que las secundarias sean
aplicadas.
Cf. BOBBIO, Norberto. O positivismo jurídico. Traducción de Márcio Pugliesi, Edson Bini, Carlos E.
Rodrigues. São Paulo: Ícone, 1995, p. 156.
Gavazzi explica la formulación de esa distinción en el primer Kelsen:
Una primera concepción kelseniana, que corresponde, grosso modo, a la teoría elaborada en
el Problem der souveränitat und die Theorie des Völkerrechts [1920], en el cual la
distinción se presenta por primera vez, en la Allgemeine Staatlehre [1925] y en la Reine
Rechtslehre del 1934, por admitir la posibilidad de distinguir entre normas primarias y
normas secundarias, niega la relevancia jurídica de la distinción. La «verdadera» norma
jurídica es de un único tipo, del tipo que dice que, Si es A, debe ser B, donde B indica la
sanción, civil o penal. Si esta es la única norma jurídica, a ella le cabe el nombre de norma
primaria.
Cf. GAVAZZI, Giacomo. Norme primarie e norme secondarie. Turín: G. Giappichelli, 1967, p. 76.
Sobre la concepción que tiene Hart de la norma primaria y la secundaria, consultar esta misma obra, pp.
41-76.
210
Cf. KELSEN: TPD¹: 57.
El primero nos dice cómo, en cada relación, obraremos en armonía con el Derecho;
el segundo, a qué consecuencias daría lugar una conducta contraria. Aquel
constituye la disposición principal o primaria, este, la disposición accesoria,
secundaria o sanción de la primera.211
Como ya hemos apuntado, según Kelsen, la norma jurídica es traducida por una
proposición jurídica —condicional— que prevé un acto coactivo como consecuencia de
su incumpimiento. Por eso, la formulación completa de la proposición jurídica requiere
la reunión de la norma secundaria con otra norma, que es la norma primaria:
La norma que estatuye la conducta que evita la coacción y que el orden jurídico
tiene por finalidad, solamente es una norma jurídica a condición de que con ella se
exprese en forma abreviada, por razones de comodidad en la exposición, lo que
solo la proposición jurídica enuncia cabal y correctamente: que, dada la condición
de la conducta contraria, ha de acontecer un acto coactivo como consecuencia. Esta
es la norma jurídica en su forma primaria.212
211
Cf. MERKEL, Adolfo. Enciclopedia jurídica. 5ª ed. Traducción de W. Roces. Madrid: Reus, 1924, p.
46.
212
Cf. KELSEN: TPD¹: 56-57.
Un ejemplo: no se debe robar; si alguien roba será punido. En el caso de que se
admita que la primera norma, la que prohíbe el robo, es válida solamente si la
segunda norma vincula una sanción al robo, entonces, en una exposición jurídica
rigurosa, la primera norma es, con certeza, superflua. La primera norma, si es que
existe, está contenida en la segunda, la única norma genuina.213
Por otro lado, Kelsen afirma que la norma secundaria no es una norma
independiente: depende de la norma sancionatoria. Sin embargo, reconoce que la norma
secundaria tiene una función auxiliar en la cognición del material jurídico. Por tanto,
según el maestro de Viena:
213
Cf. KELSEN: TGDE: 86.
214
Cf. KELSEN: TGDE: 86.
sanción.215 Esta cuestión, la de la incompletitud normativa, se plantea, pues, al tratar
Kelsen el tema de la aplicación de las sanciones, dado que, para Kelsen, los enunciados
normativos que no presentan la forma de la norma sancionatoria —«si se comete A,
entonces debe ser B como sanción»— no son normas jurídicas completas. Si se
formulan como enunciados independientes, es decir, si se consideran estas normas por
sí solas, enunciadas independientemente, en realidad no son normas, sino que solo son
fragmentos de normas.216
Kelsen indica que, entre los fragmentos de normas, se encuentran incluidas las
normas constitucionales que regulan la creación de las normas generales. Sin embargo,
desde el punto de vista del sistema jurídico, las normas constitucionales no carecen en
un sentido absoluto de todo carácter coercitivo, sino que son coercitivas en forma no
inmediata: se trata, pues, de normas mediatamente coercitivas.217
En el caso de que supongamos una Constitución según la cual las normas jurídicas
generales pudieran ser creadas solo a través de las decisiones de un parlamento
electo de un determinado modo, entonces la norma que convirtiera el robo en
215
La verificación de la cuestión de hecho del delito y la quaestio juris de la norma general a ser
aplicada en un caso concreto son condiciones de la conminación de la sanción por parte del órgano
jurisdiccional:
La corte tiene que averiguar la existencia de esa norma [general], exactamente del mismo
modo en que tiene que averiguar la existencia del delito. La función de averiguar la
existencia de la norma general a ser aplicada por el tribunal implica la importante función
de interpretar esa norma, de determinar su significado. El hecho de que una norma, a ser
aplicada por el tribunal, haya sido creada del modo prescrito por la Constitución, es una de
las condiciones para que el tribunal establezca o no una sanción individual en el caso
concreto.
Cf. KELSEN:TGDE:208.
216
Según Kelsen: «Una norma que se limitara a imponer la obligación de hacer el servicio militar sería
incompleta, dado que no indicaría cuál es la sanción en el caso de una violación de esta obligación. Debe
ser, por lo tanto, completada para convertirse en una verdadera norma jurídica». Cf. KELSEN: 1960: 77.
217
Cf. KELSEN: TPD²: 265.
punible tendría que ser formulada del siguiente modo: «Si el parlamento decidió
que los ladrones deben ser punidos, y si el tribunal competente verificó que cierto
individuo robó, entonces...». Las normas de la Constitución que regulan la creación
de las normas generales que serán aplicadas por los tribunales y por otros órganos
aplicadores del Derecho no son, por ende, normas completas independientes. Son
partes intrínsecas de todas las normas jurídicas que los tribunales y otros órganos
tienen que aplicar. Sobre este fundamento, el Derecho Constitucional no puede ser
citado como un ejemplo de normas jurídicas que no estipulan ninguna sanción. Las
normas de la Constitución material son [normas de] Derecho solo en su conexión
orgánica con las normas estipuladoras de sanción, que son creadas tomando
aquellas como base. Lo que, desde una perspectiva dinámica, es la creación de una
norma determinada por una norma superior, [es decir, por la] la Constitución, se
convierte en una exposición estática del Derecho, en una de las condiciones a las
que está vinculada la sanción como consecuencia en la norma general (que, desde
la perspectiva dinámica, es la norma inferior en relación a la Constitución). En una
exposición estática del Derecho, las normas superiores de la Constitución son
proyectadas en las normas inferiores como parte de estas.218
218
Cf. KELSEN: TGDE: 208.
219
Kelsen ilustra con el siguiente ejemplo en qué consiste, según su punto de vista, un enunciado
normativo incompleto del Derecho Internacional:
Existe una regla consagrada del Derecho internacional común, que es aquella según la cual
la guerra no debe ser iniciada sin una previa declaración formal. La Tercera Convención de
La Haya, de 1907, codificó esa regla en la estipulación (Artículo I) de que las hostilidades
«no deberán iniciarse sin aviso previo e inequívoco, que deberá asumir la forma de una
declaración de guerra, dando los motivos, o de un ultimátum con una declaración
condicional de guerra». Esa norma establece meramente que una declaración de guerra debe
ser emitida, pero no [establece] por quién —o sea, por qué individuo en su condición de
órgano del Estado— eso debe ser hecho. La mayoría de las constituciones confiere el poder
de declarar la guerra al jefe de Estado. La Constitución de los Estados Unidos (Artículo,
sección 8) dice que «el Congreso tendrá el poder de declarar la guerra». Así, al determinar
el elemento personal, la constitución americana completa la norma del derecho
internacional recién mencionada.
La conducta humana reglamentada consta de dos elementos: el elemento material,
es decir, lo que tiene que ser hecho o evitado, y el elemento personal, es decir, la
persona mediante la cual eso tendrá que ser hecho o evitado. Una norma solo es
completa si determina ambos elementos. Las normas del derecho internacional
suelen determinar solamente el elemento material, y son, en este sentido,
incompletas. Esperan el complemento de las normas del derecho nacional.220
Según Kelsen, se trata, en este punto, de la cuestión del enlace entre las normas:
una norma que prescribe una conducta, que permite positivamente una conducta, que
deroga otra norma, que confiere competencia, que determina el sentido de otra norma,
por un lado, y, por otro, una norma que establece un acto de coacción o una sanción.224
223
Kelsen retoma el tema de la distinción entre la norma primaria y la norma secundaria en su obra
póstuma, la Teoría General de las Normas (1979), Cf. KELSEN: TGN: 181.
224
Cf. KELSEN: TPD²: 60.
legislativo, y las normas de proceso penal que dan competencia para la producción
de normas individuales de las decisiones penales al regular la organización y el
procedimiento de los tribunales penales, son normas no-autónomas, pues
determinan las condiciones o presupuestos de la ejecución de las sanciones penales.
La ejecución de todos los actos de coacción estatuidos por un orden jurídico,
incluso de aquellos que no son aplicados en un proceso jurisdiccional sino en un
proceso administrativo, y de aquellos que no tienen carácter de sanciones, es
condicionada por esta forma.225
225
Cf. KELSEN: TPD²: 63.
226
Sobre el problema del regressum ad infinitum y la distinción kelseniana entre el concepto del deber
jurídico y el concepto del deber-ser, Cf. KELSEN: TPD²: 415, nota 4.
227
Cf. KELSEN: TPD²: 27.
228
Cf. KELSEN: TPD²: 57.
que las vincula con las correspondientes normas sancionatorias, las normas
heterónomas podrían ser interpretadas como jurídicamente irrelevantes.
CAPÍTULO 4
229
Alf Ross, considerando los actos atribuibles al Estado, diferencia entre actos jurídicos y actos de
hecho:
Los actos que se atribuyen al «Estado» —y cuyo realizador inmediato es, en consecuencia,
considerado como un «órgano del Estado»— pueden ser, o bien actos jurídicos, o bien actos
de hecho. [Más adelante, p. 81] De la misma manera en que existen ciertas personas que
tienen una potestad o poder calificado con respecto a los actos jurídicos, existen también
algunas que poseen una libertad de acción calificada con respecto a los actos de hecho —
tienen un privilegio para realizar ciertos actos que están prohibidos a la gente en general.
Estos actos consisten en el ejercicio de la fuerza física contra seres humanos.
Cf. ROSS, Alf. El concepto de validez y otros ensayos. 3ª ed. México: Fontamara, 1991 (Biblioteca de
Ética, Filosofía del Derecho y Política), pp. 76 y 81.
Conforme a la mayoría de los órdenes jurídicos y, sobre todo, según los órdenes
jurídicos que reconocen el principio de la separación de los poderes, los órganos
administrativos están autorizados a interferir en el patrimonio y en la vida del
individuo en un proceso sumario, cuando tal interferencia es el único modo de
prevenir con rapidez daños a la seguridad pública. Estos actos coercitivos —para
los cuales son autorizados los órganos administrativos, especialmente los órganos
de la policía— difieren de las sanciones y de los actos coercitivos preparatorios de
sanciones por el hecho de que no son condicionados por cierta conducta humana
contra la cual son dirigidos como sanción (...) son condicionados por otras
circunstancias.230
230
Cf. KELSEN: TGDE: 398.
231
Según Kelsen:
Así, en todos los estados civilizados, los órganos administrativos son autorizados a evacuar
por la fuerza a los habitantes de las casas que amenazan con desmoronarse, a demoler casas
para interrumpir el avance de incendios, a sacrificar el ganado infectado por ciertas
enfermedades, a internar a los individuos cuya condición física o mental constituya un
peligro para la salud o la vida de sus conciudadanos. Es especialmente a la policía a la que
se le confiere el poder para llevar a cabo tales actos coercitivos.
233
Cf. KELSEN: TGDE: 398.
234
Cf. KELSEN: TPD²: 44 y 329.
Según el Derecho de los Estados totalitarios, el gobierno tiene el poder para
encarcelar en campos de concentración, forzar a cualesquiera trabajos e incluso
235
matar a los individuos de opinión, religión o raza indeseable.
Según Kelsen (TPD²:329), una formación estatal pasa a ser caracterizada como
un «Estado judicial-administrativo» cuando existe un cierto grado de centralización
jurídica y gubernamental por el cual ese Estado amplía su área de competencia y sus
actividades y ya no se limita a la legislación, la jurisdicción y la ejecución de las
medidas coercitivas, que son las funciones a las que el «Estado judicial» se restringe.236
235
Cf. KELSEN: TPD²: 44.
236
Cf. KELSEN: TPD²: 329.
237
Cf. KELSEN: TGE: 312.
Si se ve como fin del orden jurídico estatal —o, lo que es lo mismo, como fin del
Estado— provocar la conducta conforme al Derecho, la conducta que, por el
cumplimiento del deber, aleja la sanción o posibilita jurídicamente una determinada
conducta a través de la concesión de derechos en sentido técnico y permisos
positivos, entonces el fin del Estado, con la condición de que no sea tomado como
función del Estado, solo es mediatamente realizado a través de la función del
Estado (o de la función del derecho), que consiste en la institución y ejecución de
actos coercitivos.238
238
Cf. KELSEN: TPD²: 295.
239
«Del Estado representado por esos órganos-funcionarios parte en particular aquella actividad que
anteriormente fue designada como ―administración inmediata del Estado‖, en tanto persecución directa
del fin estatal». Cf. KELSEN: TPD¹: 162.
240
Kelsen, con algunas dudas, afirma: «Estos deberes funcionales son constituidos por normas
jurídicas». Cf. KELSEN: TPD²: 293. Ver nota 112, supra.
241
Según Kelsen:
Como se observa en el pasaje que acabamos de citar, Kelsen admite que los
actos de administración directa propios de los Estados judicial-administrativos no se
reducen al ámbito coercitivo.244
243
Cf. KELSEN: TGDE: 399.
244
Contemplado desde otra perspectiva, el carácter político de la administración pública se relacióna
particularmente con la distribución de los bienes económicos:
No toda decisión del Estado es política; es decir, solo será política aquella decisión que se
relacione con el ejercicio de la coerción con miras a la distribución de los bienes objeto de
la lucha de clases. Así, por ejemplo, no tienen carácter de clase el código de transito, ni las
normas que fijan exigencias técnicas mínimas para la fabricación de determinados
productos, ni las que limitan la venta de bebidas alcohólicas, etc. No obstante, la razón de la
existencia del Estado se encuentra exactamente en las decisiones políticas, porque de otro
modo no sería más que la mera administración general de los asuntos públicos.
Cf. ALVES, Alaôr Caffé. Estado e ideologia: aparência e realidade. São Paulo: Brasiliense, 1987, p.
183, nota 29.
245
Según Kelsen:
sino que puede también establecer, realizar directamente los hechos que fomentan aquellos
fines (...) Pero aun en este caso, son normas coactivas generales e individuales las que
garantizan la conducta deseada.
Desde el punto de vista del modo de actuar para la obtención del Estado social
deseado —en el ámbito de la concepción coercitivista del derecho de Kelsen—,
podríamos denominar a esta última modalidad coercitiva estatal como una «técnica
coercitiva directa», con el objeto de diferenciarla de la otra, o sea, de la «técnica
coercitiva indirecta qua técnica de motivación». Debemos resaltar en este punto que, en
esta técnica de motivación —que se vale de la amenaza o de la aplicación efectiva de la
sanción—, el uso de la fuerza física es también un recurso en potencia.
251
Cf. KELSEN: TPD²: 292.
252
Cf. KELSEN: TPD²: 121.
De todos modos, desde el punto de vista de la necesidad de la existencia de
alguna exigencia de conducta para los súbditos, no hay que identificar las dos formas de
coerción estatal descritas. Es decir, no hay que reconducir la estipulación del acto de
coacción de la administración directa, o de la técnica de coacción directa, a la esfera de
la técnica específica del derecho, la de la técnica de la motivación indirecta.253
253
Desde el punto de vista de la teoría orgánica de Kelsen, la distinción entre el súbdito y el órgano es
una oposición difícil de precisar (Cf. KELSEN: TPD¹: 163-164).
Tal dificultad también se puede observar en la cuestión del destinatario de la «norma jurídica». La norma
jurídica se refiere, según Kelsen, a la conducta de dos individuos, por lo menos: del órgano y del
súbdito. Desde el punto de vista de la norma secundaria, el delito se refiere a una conducta ilícita o en
contradicción con la norma secundaria (Cf. KELSEN: TGDE: 83; 86-87). El súbdito o el «sujeto» puede
obedecer o desobedecer solamente la norma secundaria. En este sentido, Kelsen esclarece:
Cf. KELSEN: TGE: 317. Ver también Id., ibid., p. 313 y pp. 339-340.
Observamos en Kelsen un tratamiento ambiguo de la norma secundaria. En algunas ocasiones, Kelsen
recurre a este tipo de norma a fin de describir lo que él denomina «Derecho Disciplinario». Este regula
una coacción específica; la coacción destinada, no a los súbditos, sino a los órganos-funcionarios del
Obsérvese que hay situaciones de hecho que son condicionantes de actos
coactivos que no dependen de la conducta de los súbditos. En algunos casos de actos de
coacción de administración inmediata, los hechos nocivos o peligrosos no son
considerados porque se busca la aplicación de una sanción.256
Estado, prescribiéndoles una determinada conducta. Cf. KELSEN: TGE: 312-314; Cf. KELSEN: TPD¹:
162.
Desde el punto de vista dinámico del orden jurídico, según Kelsen cualquier hecho jurídico es un acto
jurídico considerando el modo de su establecimiento: «En sentido amplio, todo hecho jurídico, es un
―acto‖ jurídico si se atiende a su establecimiento; de modo especial lo es aquel que constituye el
contenido de la norma secundaria, es decir, de la conducta debida». Cf. KELSEN: TGE: 312 -313.
255
Cf. KELSEN: TGE: 312-314.
256
En ese sentido, Joseph Raz observa:
La nueva doctrina propuesta en la Teoría Pura del Derecho significa que, aparte de ser
(como antes) parte de las condiciones de la aplicación de las sanciones o de las normas que
prescriben las sanciones, los actos coercitivos administrativos son específicamente
permitidos por normas separadas que no estipulan sanciones.
Cf. RAZ, Joseph. The concept of legal system: an introduction to the theory of legal system. Oxford:
Claredon, 1978, p. 81.
257
Cf. KELSEN: TGDE: 390-391; Cf. Id., ibid., p. 399; Cf. KELSEN: TGE: 316-317. Con el objetivo de
afirmar la función jurídica de la administración —negada por algunos autores—, Kelsen realiza algunas
distinciones concernientes a la calificación jurídica de los órganos y funciones estatales, desde el punto
de vista formal y material. Es necesario insistir en que en la administración directa rige la noción de la
función jurídica material, en el sentido de la calidad jurídica específica del órgano que realiza la
actividad estatal. Y, en relación al punto que ahora nos preocupa —el carácter único o doble de la
técnica coactiva del Estado—, la materia no está completamente desarrollada en la Teoría General del
Estado (1925):
Según Kelsen, cuando en una proposición jurídica se establece que una sanción
debe ser aplicada, este deber-ser puede no solo tener el sentido de que su ejecución es
impuesta —es decir, obligatoria—, sino, también, el de que está meramente permitida o
autorizada:
En otras palabras, el problema está en que, cuando una regla de derecho afirma
que, dadas ciertas condiciones, determinado individuo debe ejecutar un acto de
coacción, a título de sanción, deja abierta la cuestión acerca de si dicho individuo está
obligado, o si solamente está autorizado, a ejecutar esa sanción.
En realidad, esto, que está neramente autorizado o que, por el contrario, esté
obligado, dependerá de la existencia, o de la ausencia, de una norma jurídica que tenga
la significación objetiva de prescribir otra sanción, es decir, de establecer una nueva
258
Kelsen propone que se dirija esa cuestión a todos los órganos de ejecución de la voluntad estatal,
incluso a los súbditos:
El juez es autorizado por las leyes para aplicar normas jurídicas generales a casos concretos.
Esto, generalmente, también le es impuesto. Viola su deber de oficio cuando omite usar la
autorización en un caso concreto, se comporta de forma contraria a la imposición, contraria
al Derecho.
260
Cf. KELSEN, Hans. Teoría Pura del Derecho: introducción a la ciencia del derecho. Traducción de
Moisés Nilve. Buenos Aires: Universitaria de Buenos Aires, 1960 (Temas de Eudeba/Derecho), p. 85.
261
Ver KELSEN: TGDE: 41.
262
Cf. KELSEN: TPD²: 415, nota 4. Sobre la teoría sancionista, ver también ALLORIO, Enrico. «La
pluralità degli ordinamenti giuridici e l‘accertamento giudiziale». Revista di Diritto Civile. Padua: Dott,
1: 1955, p. 261.
263
Cf. HART, H. L. A. O conceito de direito. 2ª ed. Traducción de A. Ribeiro Mendes. Lisboa: Calouste
Gulbenkian, 1996, p. 45.
que es la técnica específica del derecho). Veamos, abajo, la confirmación de este
pensamiento:
Con este propósito, importa referir, desde luego, aquellas normas que otorgan
competencia a determinados órganos de la comunidad, cualificados como órganos
de policía, para privar de su libertad a aquellos individuos que sean sospechosos de
haber cometido un delito, con el objetivo de garantizar que se realice el proceso
judicial contra ellos, en el que se verificará si practicaron el delito del que son
sospechosos.266
264
Cf. KELSEN 2001: 249 (Ensayo kelseniano de 1945, denominado El derecho como técnica social
específica).
265
Ver KELSEN: TGDE: 75; Cf. KELSEN: 2001: 246.
266
Cf. KELSEN: TPD²: 44.
el derecho, por un lado, y los demás órdenes normativos sociales, por otro. Este criterio
entra en conflicto con aquel otro, también adoptado por Kelsen, que especifica que el
derecho consiste en una técnica de motivación. Pese a ello, en esta segunda edición la
sanción desempeña la función fundamental como principio de individuación normativa
(RAZ, 1978):
Así, en el párrafo que acabamos de citar Kelsen aclara que los hechos a los que
se aplica el derecho son tomados solo como condiciones de la sanción y que el derecho
es un complejo de normas donde las medidas coercitivas se formulan como sanciones.
Y además, como se lee abajo, nuestro autor aclara que, frente a los otros órdenes
sociales, el criterio decisivo para definir el derecho es el momento de la coacción:
267
Cf. KELSEN: 2001: 238.
perjudicial debe ser ejecutado incluso contra la voluntad de la persona y —en caso
de resistencia— mediante el empleo de la fuerza física, es el criterio decisivo.268
268
Cf. KELSEN: TPD²: 37.
269
Cf. KELSEN: TPD²: 121.
El calificativo «iusnaturalismo» abarca incluso las propuestas políticas; por eso,
Kelsen pone el marxismo entre las doctrinas iusnaturalistas:270
270
Sobre esa cuestión, Georg Jellinek observa en su Teoría General del Estado:
Es verdad que el Derecho natural conocía también la coacción interna, pero la oponía a la
coacción jurídica, a la que llamaba coacción exterior, y lo único que quedaba garantizado
por esta coacción interna de la conciencia, no lo consideraba como derecho.
Cf. JELLINEK, Georg. Teoría General del Estado. Traducción de Fernando de los Ríos. Buenos Aires:
Albatros, 1954, p. 251.
271
Cf. KELSEN: TGDE: 560 (Apéndice).
272
Según Kelsen:
Por lo que toca a la compulsión psíquica, el Derecho no difiere de las normas morales o
religiosas, porque estas también son coactivas, ya que las ideas acerca de ellas vienen a
constituir el motivo por el cual se rige la conducta que se ajusta al contenido de estas
normas. El derecho, sin embargo, es un orden coactivo no porque la idea de la norma
instigue a los hombres a un comportamiento adecuado, sino porque esta proporciona una
medida coercitiva como sanción. El elemento coercitivo forma parte de la esencia de la
Si el orden jurídico prevé la punición en el caso de que un hombre cometa
asesinato, robo, adulterio, es porque el legislador supone —correcta o
erradamente— que la creencia en Dios y sus Diez Mandamientos, que otras
motivaciones, además del miedo a la punición jurídica, no son suficientes para
inducir al hombre a no cometer asesinato, robo y adulterio. Si existe algún orden
jurídico con sanciones específicas es precisamente porque los hombres que crean y
ejecutan ese orden jurídico suponen —correcta o erradamente— que otros órdenes
sociales, sin sanción o con sanciones diferentes, no tienen eficiencia suficiente para
obtener la conducta que los creadores y ejecutores del orden jurídico consideran
deseable.273
norma jurídica, y no es un elemento en el alma del hombre sujeto a esta. El hecho de que los
hombres se porten de una manera u otra para evitar la sanción con la que amenaza la norma
jurídica, y el hecho de que se aplique o no la sanción establecida en la norma, son
fenómenos totalmente irrelevantes para el concepto del Derecho.
Cf. KELSEN, Hans. Derecho y paz en las relaciones internacionales. Traducción de Florencio Acosta.
México: Fondo de Cultura Económica, 1943, pp. 36-37.
273
Cf. KELSEN: TGDE: 36.
274
Inclusive los resultados de las investigaciones empíricas sobre la sanción —aislada de otros
factores— arrojan dudas sobre su efectividad:
Cf. SCHWART, Richard D., ORLEANS, Sonya. «Sobre sanções legais». En: SOUTO, Cláudio,
FALCÃO, Joaquim (orgs.). Sociologia e Direito: leituras básicas de Sociologia Jurídica. São Paulo:
Pioneira, 1980 (Manuais de Estudo), p. 205.
275
De acuerdo con Kelsen:
No sabemos exactamente cuáles son las motivaciones que inducen a los hombres a
cumplir las reglas jurídicas. Ningún orden positivo fue jamás investigado de
manera científica y satisfactoria con el propósito de responder a esa pregunta.
Actualmente no disponemos ni siquiera de métodos que nos permitan tratar de
modo científico ese problema, de mucha importancia sociológica y política. Todo
lo que podemos hacer es construir conjeturas más o menos plausibles. Es muy
probable, sin embargo, que las motivaciones de la conducta lícita no sean, de
ningún modo, solamente el miedo a las sanciones legales o incluso la creencia en la
fuerza obligatoria de las reglas jurídicas.276
En tanto que aborda la cuestión del contenido específico de las reglas del derecho,
sale del dominio de la lógica para pasar al del derecho propiamente dicho. El
problema jurídico por excelencia consiste en determinar la nota distintiva de las
reglas del derecho respecto de las otras leyes sociales. Y en este punto, la lógica es
impotente para resolverlo.278
277
Según Kelsen:
Cf. KELSEN, Hans. Teoría Pura del Derecho: introducción a la ciencia del derecho. Traducción de
Moisés Nilve. Buenos Aires: Universitaria de Buenos Aires, 1960 (Temas de Eudeba/Derecho), p. 71.
278
Cf. KELSEN: 1960: 72.
279
Sobre la referencia al elemento de la coacción como parte de la norma fundamental, ver KELSEN:
TPD²: 56; y GARCÍA AMADO, Juan Antonio. Hans Kelsen y la norma fundamental. Madrid: Marcial
Pons, 1996, p. 14.
280
En palabras de Kelsen:
Las normas que establecen una sanción también pueden, a veces, tener tanto el sentido de
una prescripción como el de una autorización. Las sanciones del derecho internacional
A la objeción281 de que «la no aplicación de las normas que estatuyen actos de
coacción no suele ser transformada en presupuesto de actos coercitivos que funcionan
como sanciones», Kelsen replica en su Teoría Pura del Derecho:
general, tales como las represalias y la guerra, están solamente autorizadas, y ningún Estado
tiene la obligación de recurrir a ellas cuando es víctima de un acto ilícito.
...un orden jurídico, aunque no todas sus normas establezcan actos de coacción,
puede, sin embargo, ser caracterizado como un orden de coacción, ya que todas
[aquellas de] sus normas que no establezcan ellas mismas un acto coercitivo y que,
por eso, no contengan una prescripción, pero sí otorguen competencia para la
producción de normas, o que contengan un permiso positivo, son normas no
autónomas, pues solamente tienen validez en conexión con una norma que
establezca un acto de coerción. Y tampoco todas las normas que establecen un acto
de coerción prescriben una conducta determinada (la conducta opuesta a la
pretendida por ese acto), sino solamente aquellas que establecen el acto de coacción
como reacción contra una determinada conducta humana, es decir, como sanción.
Por eso, el Derecho, aunque sea por esta razón, no tiene un carácter exclusivamente
prescriptivo o imperativo.284
283
Conforme a Gavazzi:
Cf. GAVAZZI, Giacomo. Norme primarie e norme secondarie. Turín: G. Giappichelli, 1967, p. 125.
284
Cf. KELSEN: TPD²: 64-65.
por las autoridades establecidas conforme a las reglas contenidas en la primera
Constitución».285 Dentro de un orden semejante, cualquier prescripción de una conducta
determinada, aunque no estuviera enlazada a ella ninguna sanción, simplemente con que
fuera emitida por la autoridad que estableciera la Constitución, o estipulada conforme a
esta, sería una norma jurídica:
En ese caso hipotéticos, una norma formulada por un legislador constitucional que
prescribiera una determinada conducta sin enlazar a la conducta opuesta un acto
coercitivo —a título de sanción— solo podría ser diferenciada de una norma moral
por su origen.286
En ese supuesto caso, señala Kelsen, también habría que plantear la posibilidad
de que las prescripciones jurídicas formalizadas por la vía consuetudinaria —en el caso
de que la Constitución reconociera la costumbre como una fuente de producción
normativa— no pudieran ser diferenciadas de las normas de un orden moral
formalizado de la misma manera.287
285
Cf. KELSEN: 1960: 80.
286
Cf. KELSEN: TPD²: 59
287
Cf. KELSEN: 1960: 80; Cf. KELSEN: TPD²: 56-59. Kelsen admite que la forma lógica de las normas
del derecho es idéntica a la forma lógica de las normas de la moral. Sin embargo, en relación a la
sanción, al comienzo esta le parece ausente en las normas morales: pues las normas morales no
prescriben ni autorizan ninguna sanción (Cf. KELSEN: 1960: 70). En la última fase de su producción, un
poco inseguro, Kelsen pasa a admitir que hay sanciones en el orden moral. Es necesario observar aquí
que las palabras del maestro de Viena (TPD²: 26) parecen sugerir que divide la estructura de la norma
moral en dos segmentos diferenciados: una norma cuya función es prescribir una determinada conducta,
y otra norma, sancionadora, a la que la primera se enlaza y que aprueba la conducta conforme a la
primera norma o desaprueba la conducta contraria a lo prescrito por dicha norma. Cf. KELSEN: TPD²:
56; 71; Cf. KELSEN: TGN: 31; 171.
La norma fundamental del derecho estatal, pues, presupone, afirma Kelsen, la
definición del derecho como norma coercitiva. Y lo que no se amolda a esta definición
debe, por ende, ser considerado como un elemento jurídicamente irrelevante:288
Una norma, para ser interpretada objetivamente como norma jurídica, tiene que ser
el sentido subjetivo de un acto planteado por este procedimiento —por el
procedimiento conforme a la norma fundamental— y tiene que estatuir un acto de
coacción o estar en esencial enlace con una norma que lo establezca. Con la norma
fundamental, por tanto, se presupone la definición, contenida en ella, del derecho
como norma coercitiva.289
Otro premisa mencionada por Kelsen para poder fundamentar su definición del
concepto del derecho mediante el elemento de la coacción es que este elemento permite
conocer la relación existente entre el derecho moderno y el Estado.290 A continuación,
veamos cómo expone Kelsen sus argumentos:
288
En ese sentido, Kelsen niega el sentido objetivo de ciertos actos —planteados por el legislador sin el
necesario complemento de la coacción— que tienen la pretensión de cumplir las funciones normativas
de imposición, permiso o autorización, como también se lo niega a otros productos legislativos que no
tienen «carácter de norma» y a los que él califica de «jurídicamente irrelevantes». Cf. KELSEN: TPD²:
58.
289
Según Kelsen:
Pero aun si, como lo admite Kelsen, el elemento coercitivo es la nota esencial
del concepto del derecho, permanece en pìe el problema del criterio mediante el cual se
podría diferenciar una comunidad jurídica de la organización de una banda de
salteadores.292
Las teorías del Derecho y del Estado están estrechamente vinculadas la una con la otra. Pues
el derecho es, por su misma naturaleza, un orden coactivo, o sea, un orden social que prevé
actos coactivos como sanciones a dirigir a título de reacciones contra la conducta
considerada indeseable por la autoridad social. Si ese orden social está relativamente
centralizado, constituye la comunidad que llamamos Estado. Por lo tanto, una teoría del
derecho completa implica necesariamente una teoría del Estado.
Cf. KELSEN, Hans. Teoría comunista del Derecho y del Estado. Traducción de Alfredo J. Weiss.
Buenos Aires: Emecé, 1957, p. 9.
291
Cf. KELSEN: TPD²: 60.
292
Según lo refiere Kelsen, esa cuestión fue planteada por San Agustín: «¿Qué son los imperios sin
Justicia sino grandes bandas de salteadores? ¿Y las bandas de salteadores son otra cosa además de
pequeños imperios? Un Estado, o, para San Agustín, una comunidad jurídica, no puede existir sin
Justicia». Cf. KELSEN: TPD²: 54. La solución kelseniana a la cuestión formulada es presuponer una
norma fundamental capaz de servir de cimentar un orden más eficaz que el orden de la banda. Kelsen
relaciona la eficacia con su concepto de validez.
Además, cada sistema normativo es exclusivo. Por eso, según Kelsen:
eficaz que excluye cualquier otro orden de coacción, puede ser considerado como un orden
jurídico, y la comunidad constituida a través de él, como un «Estado», inclusive si este
desarrolla externamente —según el Derecho internacional positivo— una actividad
criminal. Esto lo comprobamos por la existencia de los llamados Estados de piratas en la
costa norte de África (Argel, Tunes, Trípoli), cuyos barcos amenazaron la seguridad del
Mediterráneo mediante actos de piratería desde el siglo XVI hasta comienzos del siglo
X1X. Estas comunidades fueron calificadas como comunidades de «piratas» o «corsarios»
solo por referencia al empleo de la fuerza contrario al Derecho internacional contra los
barcos de otros Estados. Según su orden interno, sin embargo, el empleo de la fuerza entre
sus miembros era eficazmente prohibido en la medida necesaria para garantizar aquel
mínimo de seguridad colectiva que es condición de una eficacia relativamente durable del
orden constitutivo de la comunidad.
La seguridad colectiva o la paz es una función que —como ya lo hemos notado— tienen de
hecho, aunque en grado diferente, los órdenes coercitivos designados como Derecho que
hayan alcanzado una determinada fase de evolución. Esta función es un hecho
objetivamente determinable. La verificación, por parte de la ciencia jurídica, de que un
orden jurídico establece la paz en la comunidad jurídica por él constituida, no implica
ningún tipo de juicio de valor, y, especialmente, no significa el reconocimiento de un valor
en la Justicia, que, así, no es de ninguna manera elevada a la categoría de un elemento del
concepto de Derecho y, por eso, tampoco puede servir como criterio para la distinción entre
una comunidad jurídica y una banda de salteadores, contra, en cambio, lo que ocurre en la
teología de Agustín.
294
Cf. KELSEN: TPD²: 55.
295
Cf. KELSEN: 1960: 81.
Según Kelsen, que la definición del derecho como orden coercitivo sea
admisible depende de la verificación objetiva de los contenidos de los órdenes jurídicos
positivos del pasado y del presente:296
Sin embargo, si los órdenes sociales a los que llamamos Derecho contuvieran de
hecho una considerable cantidad de normas prescriptivas que no estuvieran
esencialmente unidas a normas que estatuyen actos coercitivos como sanción —lo
que no es, no obstante, el caso— entonces la admisibilidad de una definición del
derecho como orden de coerción sería puesta en duda. Y si entre los órdenes
sociales a los que llamamos Derecho desapareciera —como profetiza el socialismo
296
Según Bobbio, la afirmación kelseniana de que las normas jurídicas pueden tener cualquier contenido
se refiere a las normas primarias —normas secundarias en la terminología de Kelsen—, mientras que las
normas secundarias deben incluir el elemento de la coacción:
Para las normas secundarias, para las verdaderas normas jurídicas, no solo no valdría la
afirmación de que las normas jurídicas pueden tener cualquier contenido, sino que debería
valer la afirmación contraria: que las normas jurídicas no pueden tener más que un solo
contenido, que es, como se ha intentado ilustrar en estas páginas, el ejercicio de la fuerza.
Una de las paradojas que la teoría examinada pone en claro es también esta: la teoría que
habitualmente se considera como una de las cimas extremas del formalismo jurídico es en
realidad la única que da una definición del Derecho, entendido como ordenamiento jurídico
en su conjunto, partiendo exclusivamente del contenido de sus reglas.
Cf. BOBBIO, Norberto. Contribución a la Teoría del Derecho. Valencia: Fernando Torres, 1980, p. 348.
297
Cf. KELSEN: TPD²: 60.
marxista— el elemento de la coacción (como consecuencia de la desaparición de la
propiedad privada de los medios de producción), estos órdenes sociales cambiarían
radicalmente de carácter: perderían —en el sentido de la definición del derecho
aquí admitida— su carácter jurídico, de la misma forma que las comunidades por
ellas construidas perderían su carácter estatal; o sea, en la terminología de Marx, el
Estado —y, con el Estado, también el Derecho— «moriría».298
298
Cf. KELSEN: TPD²: 60.
Solo una visión que identifique la sociedad con la economía podrá ser incapaz de
percibir los grandes peligros que amenazan desde esa dirección un orden social.299
Por tanto, inclusive en una sociedad que tuviera otra organización social que no
fuese la capitalista, Kelsen supone —conforme a la experiencia— que no sería posible
prescindir de una organización coercitiva centralizada:
En una comunidad socialista, las medidas para prevenir crímenes pueden ser usadas
con un alcance mayor del que es posible en la comunidad jurídica del Estado
capitalista. Sin embargo, basándonos en nuestro conocimiento de esos métodos en
el pasado, no podemos esperar que las medidas preventivas puedan ser tan eficaces
como para llegar al punto de convertir las medidas represivas en [medidas]
completamente superfluas. En tanto permanezcamos en el dominio de la
experiencia, debemos suponer que el Estado no desaparecerá, aunque su orden
podrá asumir un contenido diferente. Ni siquiera el socialismo puede seguir
adelante sin la técnica social llamada «Derecho». Ni siquiera en una sociedad
socialista es una verdad que ubi societas, ibi jus.300
299
Cf. KELSEN: 2001: 237.
300
Cf. KELSEN: 2001: 38.
una omisión humana.301 Vimos más arriba, al tocar el tema del concepto del derecho en
el sentido de la norma jurídica, que la norma jurídica es la que establece un acto de
coerción como sanción.
Las sanciones son estipuladas por el orden jurídico con el objetivo de ocasionar
determinada conducta humana que el legislador considera deseable. Las sanciones
estipuladas por el derecho tienen carácter de actos coercitivos.304
301
En ese sentido, la Teoría Pura del Derecho considera que
Cf. CAPELLA, Juan-Ramón. El derecho como lenguaje: un análisis lógico. Barcelona: Ariel, 1968, p.
181.
304
Cf. KELSEN: TGDE: 71.
305
Según Kelsen:
Si el único criterio para identificar como tal una sanción es el de que sea recibida
—en general— como un mal309 por parte de aquellos que la sufren, no podemos
diferenciar las sanciones de los actos coactivos no sancionatorios.310
que estas, una privación forzada de bienes o, lo que significa lo mismo, una lesión,
estatuida por el orden jurídico, del interés de un Estado (que, en otras circunstancias, es
protegido) por parte de otro Estado.
Cf. ALLORIO, Enrico. «La pluralità degli ordinamenti giuridici e l‘accertamento giudiziale». Revista di
Diritto Civile. Padova: Dott, (1), pp. 261-262, 1955.
310
Hay atrocidades que, por lo común, no se aceptan como un bien, aunque tengan formas jurídicas.
311
Kelsen, en su relativismo moral, entiende que:
Los actos concretos que realizan la aplicación de las sanciones jurídicas —y que
no se reducen solamente al uso efectivo de la fuerza física— son denominados por
Kelsen «actos coercitivos» o «coacción»,313 pues, según él, son aplicados contra la
voluntad de los sujetos. Tal como él mismo lo expresa: «Como las posesiones son
retiradas contra la voluntad de los sujetos, esa sanción tiene el carácter de una medida
de coerción», escribe Kelsen, aunque, a continuación, nuestro autor esclarece que el uso
efectivo de la fuerza física no está implicado necesariamente en esta definición: «Pero
eso no significa que, al llevarse a cabo la sanción, la fuerza física deba ser aplicada; esta
es necesaria solamente si hay resistencia».314
como resultado de una diferenciación de la sociedad. Pero todo orden social es virtualmente
un orden moral —―moral‖ desde el punto de vista de uno u otro grupo, esto es, relativa, y
no absolutamente, moral. (...)
En cuanto la retribución es posible solamente en una sociedad, representa en consecuencia
siempre en algún grado un principio moral.
...no toda sanción legal puede ser garantizada por la fuerza. La privación de la propiedad
puede ser, algunas veces, implementada por la anulación o la retirada de determinados
derechos, de forma que no haya obstrucción física.
Sobre este punto, Raz cita el siguiente pasaje (TPD²:122) de una obra de Kelsen: «Pero también la
privación de otros derechos puede ser conminada como pena: la exoneración o la pérdida de los
derechos políticos».
Cf. RAZ, Op. cit., p. 78.
314
Cf. KELSEN: 2001: 229.
en juego solamente cuando se encuentra resistencia al aplicar la sanción, lo cual resulta
improbable cuando la autoridad que sanciona tiene suficiente poder.»315
Por otro lado, la sanción debe corresponder a una descripción que forme parte
del contenido de una norma. Así, Capella sugiere que es insuficiente que la descripción
del hecho denominado «sanción» sea el contenido de una norma; es necesario, además,
que dicha descripción satisfaga el criterio material —extraño a la consideración formal,
pero determinable mediante criterios sociológicos—: este criterio material corresponde
a un mal, según intuitivamente vislumbra Capella.317
Pero también en este punto cabe hacer precisiones desde el punto de vista de
Hans Kelsen:318
315
Cf. KELSEN, Hans. Derecho y paz en las relaciones internacionales. Traducción de Florencio
Acosta. México: Fondo de Cultura Económica, 1943, p. 28.
316
FERRAZ JÚNIOR, Tércio Sampaio. Teoria da norma jurídica: ensaio de pragmática da
comunicación normativa. 2ª ed. Río de Janeiro: Forense, 1986, p. 69.
317
Cf. CAPELLA Op. cit., p. 181.
318
Según observa a este respecto Nino:
Para evitar que la consecuencia de que un acto coercitivo sea una sanción dependiendo del
placer o el displacer de la persona a quien se la aplica, Kelsen propone considerar «bienes»
aquellos estados de cosas que para la generalidad de la gente son valiosos, siendo
irrelevante que no lo sean para un desesperado o un masoquista.
Decir que con el acto coactivo que funciona como sanción se aplica un mal al
destinatario significa que ese acto es normalmente recibido por el destinatario como
un mal. Puede ocurrir, de forma excepcional, sin embargo, que no sea este el caso.
Esto ocurre, por ejemplo, cuando alguien que cometió un crimen desea, por
remordimiento, sufrir la pena estipulada por el orden jurídico y siente esta pena, por
tanto, como un bien; o cuando alguien comete un delito para sufrir la pena de
prisión correspondiente, porque la prisión le garantiza techo y alimento. Como
observamos, estas son, sin embargo, excepciones.319
Cf. NINO, Carlos Santiago. «El concepto de validez y el problema del conflicto entre normas de
diferente jerarquía en la teoría pura del Derecho». En: Derecho, Filosofía y Lenguaje: homenaje a
Ambrosio L. Gioja. Buenos Aires: Astrea, 1976, p. 170.
319
Cf. KELSEN: TPD²: 36-37.
320
Conforme a la lección de Carlos Santiago Nino: «En el sistema que propone Kelsen, el de sanción es
el concepto primitivo. Esto quiere decir que, en forma directa o indirecta, sirve para definir los demás
conceptos elementales, mientras que el de ―sanción‖ no se define en base a ellos». Cf. NINO, Carlos
Santiago. «El concepto de validez y el problema del conflicto entre normas de diferente jerarquía en la
teoría pura del Derecho». En: Derecho, Filosofía y Lenguaje: homenaje a Ambrosio L. Gioja. Buenos
Aires: Astrea, 1976, p. 168.
321
En ese sentido, ver también LA TORRE, Massimo. Derecho, poder y dominio. Traducción de
Francesca Gargallo. México: Coyoacán, 1998 (Bibliografia de Ética, Filosofía del Derecho y Política), p.
91.
322
Cf. KELSEN: 2001: 291.
Se supone, según Kelsen, que la privación de los bienes individuales es recibida
como un mal. No obstante, no podemos diferenciar solo con este criterio las sanciones
de los actos coactivos no sancionatorios mencionados.323
323
Resaltemos, una vez más, que, con ese criterio, es difícil aceptar que determinadas crueldades
verificadas en la historia, desde el siglo pasado hasta hoy día, bajo la forma jurídica de actos
administrativos, puedan ser recibidas por los sujetos como un bien.
324
A pesar del rechazo de Kelsen de las consideraciones finalistas en la definición de los conceptos
elementales de su Teoría Pura, Luis A. Warat concluye que: «No hay duda de que en el concepto
kelseniano de sanción hay consideraciones de tipo político; se encuentra contaminado por tendencias
finalistas». Cf. WARAT, Luis Alberto. Introdução geral ao Direito: a epistemologia jurídica da
modernidade. Traducción de José L. de Bolzan de Moraes. Porto Alegre: Sergio Antonio Fabris, 1995,
p. 218.
Ver, del mismo autor, en PRADO, Luis Regis; KARAM, Munir (org.). Estudos de Filosofia do Direito:
uma visão integral da obra de Kelsen. São Paulo: Revistas dos Tribunais, 1985, pp. 102-103. Ver
también FASSÒ, Guido. Historia de la Filosofía del Derecho. Traducción de José F. L. Navarrete.
Madrid: Pirámide, 1979, v. 3, p. 229.
325
Kelsen reconoce también que las conductas indeseables no coactivas —y no solo aquellas que
envuelvan el uso de la fuerza en sentido amplio— pueden ser condición de un acto coercitivo jurídico:
KELSEN
Según Kelsen, el derecho se caracteriza por ser un orden social coactivo: de una
forma general, el orden jurídico reacciona330 mediante actos de coacción contra
situaciones vistas como indeseables, y, particularmente, contra ciertas conductas
nocivas y perniciosas.331
Las sanciones jurídicas, según Kelsen, son estipuladas por el orden jurídico
como reacción contra esas conductas indeseables —contra toda «acción o omisión
socialmente indeseable y jurídicamente fijada»— y su aplicación requiere que se
cumplan determinadas condiciones,332 entre las cuales se encuentra la verificación de la
329
Cf. FRONSINI, Vittorio. La estructura del derecho. Bolonia: Real Colegio de España, 1974, p. 120.
330
Kelsen critica la enunciación de la tesis defendida por su alumno Umberto Campagnolo, que define el
derecho como «...la norma social que posee el más alto grado de positividad, o sea, la reacción
(históricamente determinada) de la sociedad política». Según Kelsen: «De la citada definición del
derecho se concluye que este es una norma y, como tal, una reacción de la sociedad. Está claro, sin
embargo, que una norma no puede ser una reacción y que una reacción no puede ser una norma».
Cf. KELSEN, Hans, CAMPAGNOLO, Umberto. Direito internacional e Estado soberano. Traducción
de Marcela Varejão. São Paulo: Martins Fontes, 2002 (Justiça e Direito), pp. 114-115.
331
Cf. KELSEN: TPD²: 35.
332
Según Kelsen, la sanción es impuesta al autor de un delito. El acto de coerción en forma de sanción
es enlazado, como su consecuencia, a determinada acción u omisión del individuo, calificada de
«...ilícito o delito a causa de que a ella va unido un acto de coacción como su consecuencia». Cf.
KELSEN: TPD²: 124.
existencia de «un acto ilícito o un delito jurídicamente prefijado y cometido por un
determinado individuo».333
...según el cual debe ser punida la conducta contraria a la sociedad: a aquel que se
comporta mal debe serle aplicado un mal; la conducta adecuada al orden social
debe ser recompensada: a aquel que se conduce bien, se le debe hacer un bien.335
Sin embargo, ocurre que Kelsen propone ampliar este concepto de sanción que
acabamos de exponer, e ilustra esta propuesta de ampliación del concepto en su Teoría
Pura del Derecho (1960), aunque sin especificar a qué casos, de entre los diversos
332
Según Kelsen:
El acto ilícito o delito es una determinada acción u omisión humana que, por ser
socialmente indeseable, es prohibida pues a ella, o, más correctamente, a su verificación en
un proceso jurídicamente regulado, se enlaza un acto de coerción por él estatuido.
Determinados actos de coerción pueden ser interpretados como sanciones siempre que no se limite
este concepto a la hipotética reacción contra una determinada conducta humana cuya existencia sea
jurídicamente confirmada, sino que se extienda a todos aquellos casos en los que el acto de coerción
sea ejecutado, en verdad, como reacción contra una determinada conducta humana, contra un delito,
pero contra un delito cuya comisión por parte de un determinado individuo aún no ha sido
jurídicamente confirmada, como ocurre en el caso de la privación forzada de la libertad, por parte
de la policía, del sospechoso de haber cometido el delito, y en los casos en los que el acto de
coerción se aplica por un delito todavía no cometido pero que se cree que es posible que ocurra en
el futuro —como en el caso hipotético del internamiento de enfermos mentales peligrosos en asilos
o de personas con espíritu, religión o raza indeseable en campos de concentración, con la condición
de que este internamiento se haga para impedir que esas personas incurran en una conducta
perniciosa que ellas sean consideradas capaces de cometer, con razón o no, por parte de la autoridad
jurídica.339
Por consiguiente, esta ampliación del concepto de sanción340 implica que, para
hablar de sanción, ya no se requiera la anterioridad delictual,341 que acabamos de
337
Recuérdese que, entre los casos mencionados por Kelsen, hay algunos en los cuales las consecuencias
de las medidas coercitivas mencionadas pueden ser irreversibles; por ejemplo, la muerte de un individuo.
Sobre esto, ver supra.
338
Conforme a Kelsen:
Vale la pena mencionar que las medidas coercitivas decididas por los tribunales son,
efectivamente, llevadas a cabo por órganos administrativos, como los inspectores de una
prisión, los verdugos y otros. Estos no son considerados «jueces» a pesar del hecho de que
su función es seguramente una parte orgánica de la función judicial.
calificados de ilícitos o de contrarios al derecho; es pues, la consecuencia de tales actos». Cf. KELSEN:
1960: 70. (Traducción de la edición francesa de 1953 de la Teoría Pura del Derecho.)
341
Kelsen piensa que «Una definición jurídica del delito debe ser completamente jurídica. En general, el
delito es la conducta del individuo contra el cual se dirige la sanción, como consecuencia de su
conducta». Cf. KELSEN: TGDE: 76-77.
342
Cf. KELSEN: TPD²: 45.
343
Según la lectura de Carlos S. Nino del pensamiento de Kelsen:
La sanción debe ser la consecuencia de una conducta. Esto quiere decir que solo puede
hablarse de «sanción» en aquellos casos en los que la coerción estatal se ejerce como
respuesta a alguna actividad voluntaria de un agente, o sea, cuando hay una conducta
realizada mediando la capacidad de omitirla.
Cf. NINO, Carlos Santiago, Introducción al análisis del derecho, 2ª ed. ampl. y rev., 4ª reimp., Buenos
Aires: Astrea, 1988, p. 171.
Kelsen reconoce que la acción humana implica en última instancia la voluntad del agente: «Si se mira
bien, no hay ninguna acción que pueda ser lograda contra la voluntad del agente, y, por tanto, ninguna
acción podría ser ―coaccionada‖ propiamente hablando». Cf. KELSEN: TGE: 54. Cf., Id., ibid., p. 349.
Obsérvese, sin embargo, que ese punto de vista de Kelsen debe ser interpretado con algo de cuidado.
Pues, cuando se trata del acto individual ante la norma, Kelsen adopta una posición poco kantiana en
relación con la libertad:
libertad de la voluntad y la «razón práctica», mientras que, Kelsen, después de una aparente
aceptación de la noción, libertad y la razón práctica en cuanto él postula la determinabilidad
causal de la voluntad del hombre por la idea de una norma. La idea de una norma, y las
malas consecuencias de su violación no son, según Kelsen, alternativas para la elección del
hombre. Ellas son «motivos», que ‗causan‘ que la voluntad del hombre tienda a
comportarse con una «irresistible compulsión».
Cf. WILSON, Alida. «Is Kelsen really a kantian?» En: Tur, Richard; Twining, Willian (edits.). Essays
on Kelsen. Oxford: Claredon, 1986, p. 40.
Según Mata-Machado, para Kelsen «El derecho es móvil, no motivo de acción». Cf. MATA-
MACHADO, Edgar de Godói da. Direito e coerção. Río de Janeiro: Revista Forense, 1957, p. 216.
Resáltese que, en la perspectiva determinista de Hans Kelsen, la libertad del ser humano es una ficción,
y que su voluntad, y, por tanto, su conducta, siempre están causalmente determinadas. Para él, el único
mundo libre es el mundo espiritual, al que corresponde la esfera del Estado. En verdad, para Kelsen
solamente es lícito hablar de libertad de la voluntad cuando no se trata de la voluntad del hombre de
carne y hueso, perteneciente al mundo del ser, sino de aquella otra que recibe el mismo nombre, la
voluntad normativa como enlace de imputación del mundo del deber-ser. En este esquema normativo, la
única persona absolutamente libre es el Estado, como punto final de imputación. Para Kelsen, el hombre
no es libre: se encuentra unido al mundo causal y determinista de la naturaleza, diferente del mundo de
la libertad representada por el mundo del deber-ser.
Según Kelsen, la sanción jurídica debe suponer la determinación causal de la conducta humana:
El querer cuya libertad es posible es el deber ser, y la «persona» que puede ser libre no es el
hombre, sino el orden normativo en su expresión personificada. Solo la persona compleja
del Estado, el Estado soberano, es absolutamente libre, porque es punto último de
imputación. La idea de la libertad personal no desaparece en el ámbito del Derecho; pero en
el lugar de la libertad de la persona individual se instala la soberanía del Estado.
Externamente, los actos de coerción pueden ser los mismos, pero, con relación a
la sanción, Kelsen la engancha a una conducta del individuo; y en lo que se refiere a los
actos coactivos no sancionatorios, los hechos son evaluados conforme al criterio amplio
de la no deseabilidad. Kelsen reconoce que, en el caso del derecho: «Tanto su creación
344
Cf. KELSEN: TPD²: 45-46.
345
Conforme a Kelsen:
348
Cf. KELSEN, Hans. ¿Qué es la Teoría Pura del Derecho? Traducción de Ernesto G. Valdés, 9ª ed.,
México: Coyoacán, 2002 (Biblioteca de Ética, Filosofía del Derecho y Política), p. 29.
349
Según Kelsen:
La idea de una equivalencia entre el mal sufrido y el que se infligirá es característica del
principio de retribución. Esto hace que la retribución aparezca como un tipo de trueque
[exchange], aunque es más correcto considerar al trueque un tipo especial de retribución.
FUERZA FÍSICA
A causa de la función que desempeñan, los órdenes normativos son definidos por
Kelsen como técnicas sociales, definición que incluye al derecho:
351
Kelsen acentúa que: «La sociedad es la convivencia ordenada o, más exactamente, la sociedad es el
ordenamiento de la convivencia de los individuos». Cf. KELSEN, Hans. O que é justiça?: a justiça, o
direito e a política no espelho da ciência, Traducción de Luis Carlos Borges, 3ª ed., São Paulo: Martins
Fontes, 2001 (Justiça e Direito), p. 225.
352
Es de Cesare Beccaría la fórmula que, muchos años después, repetirá Kelsen: «Obsérvese que el
término ―derecho‖ no contradice el término ―fuerza‖. El derecho es la fuerza sometida a leyes para el
provecho de la mayoría».
Cf. BECCARIA, Cesare: Dos delitos e das penas, traducción de Torrieri Guimarães, São Paulo: Marin
Claret, 2002 (Coleção A obra-prima de cada autor), p. 20, nota 8.
Conforme a Kelsen: «No se deben considerar el Derecho y la fuerza como constituyendo una antítesis
absoluta. El derecho es una organización de la fuerza: aquel impone ciertas condiciones al uso de esta en
las relaciones humanas». Cf. KELSEN: 1943: 33.
la evolución la idea de retribución es sustituida por la de prevención. Pero,
entonces, se trata solamente de un cambio de ideología que justifica la técnica
353
específica del derecho. La técnica en sí sigue siendo la misma.
353
Cf. KELSEN: TGDE: 31.
354
Según Kelsen:
La función de todo orden social, de toda sociedad —porque la sociedad es lo mismo que el
orden social— es motivar determinada conducta recíproca de los seres humanos: hacer que
se abstengan de determinados hechos que, por alguna razón, son considerados perjudiciales
para la sociedad, y hacer que ejecuten otros actos que, por alguna razón, son considerados
útiles para la sociedad.
Saber cuáles son las condiciones sociales que necesitan de esa técnica es una importante
cuestión sociológica. No sé si podemos o no responderla de modo satisfactorio. Tampoco sé
si es posible o no para el género humano emanciparse completamente de esa técnica social.
Pero, en el caso de que, en el futuro, el orden social ya no posea el carácter de un orden
coercitivo, en el caso de que la sociedad exista sin «Derecho», entonces la diferencia entre
esa sociedad del futuro y la del presente sería inconmensurablemente mayor que la
diferencia entre los Estados Unidos y la Babilonia antigua, o entre Suiza y la tribu Ashanti.
357
Cf. KELSEN: TGDE: 22.
358
Kelsen (TPD²:37) no niega la existencia de recompensas establecidas como sanciones en
determinados órdenes jurídicos, pero no las considera como notas distintivas del concepto de derecho:
Constituye un hecho digno de mención que, de las dos sanciones correspondientes a la idea
de retribución, premio y castigo, la segunda desempeñe en la realidad social un papel
mucho más importante que la primera. Esto no solo se debe al hecho de que el orden social
más importante de todos, el Derecho, use esencialmente este tipo de sanción, sino también a
que es visible con particular nitidez en los casos en los cuales el orden social tiene aún un
carácter puramente religioso, es decir, garantizado a través de sanciones trascendentes.
Sin embargo, los criterios propuestos por Kelsen para diferenciar las técnicas
descritas por él parecen no satisfacer ni al propio Kelsen. Después de presentar las
peculiaridades de cada técnica, termina por reconocer que tomar el hecho de que se
estipule o no una sanción como criterio de distinción entre los diversos tipos de órdenes
normativos es inadecuado.361
360
Cf. KELSEN: 2001: 226.
361
De acuerdo con Kelsen:
Es dudoso que se pueda diferenciar entre órdenes sociales sancionados y órdenes sociales
no sancionados. La única distinción entre los órdenes sociales a ser considerada no reside en
que unos estatuyan sanciones y otros no lo hagan, sino en las diferentes especies de
sanciones que estipulan.
Todo orden social es, en alguna medida, «sancionado» por la reacción específica de
la comunidad a la conducta de sus miembros, conforme a ese orden o en conflicto
con él. Lo mismo en el caso de los sistemas morales altamente desarrollados, que se
aproximan más íntimamente al tipo de motivación directa por sus normas
desprovistas de sanción.363
Se puede instigar a una persona a seguir una determinada conducta solo con
pedírselo, con la esperanza de que, por respeto o amor, se comporte de ese modo.
Se le puede demostrar la conveniencia de la conducta que se le pide, esperando que,
una vez convencida, corresponda con la acción o con la abstención que se le pide.
Puede también ponérsele un ejemplo, lo cual es quizás la manera más efectiva de
hacerse obedecer voluntariamente. Tales son, pues, los métodos de la súplica, de la
La enorme distinción entre Derecho y Moral consiste en que la reacción del Derecho es una
medida coercitiva socialmente organizada, establecida por el orden jurídico mismo, en tanto
que la reacción moral contra la conducta inmoral no figura como establecida por la norma
moral, y aun en el caso de que se hallase establecida en esta, no está organizada en la
sociedad. A este respecto, las normas religiosas se hallan más cercanas a las jurídicas que a
las morales. Porque las normas religiosas amenazan al homicida con un castigo aplicado por
una autoridad sobrehumana.
Kelsen niega que los órdenes sociales cuya base es la obediencia voluntaria sean
órdenes de carácter coercitivo, y sin embargo, al mismo tiempo, considera que la
conducta que se rige por este tipo de obediencia (la obediencia voluntaria) es una
conducta coaccionada sicológicamente:
En contraste con los órdenes que ejecutan medidas coercitivas como sanciones, la
eficacia de los otros no reposa en la coerción, sino en la obediencia voluntaria. No
obstante, ese contraste no es tan grande como lo parece a primera vista. Eso se
vuelve evidente a partir del hecho de que la recompensa, como técnica de
motivación indirecta, se encuentra a medio camino entre la motivación indirecta
por medio de la punición como una técnica de coerción y la motivación directa —la
técnica de la obediencia voluntaria. La obediencia voluntaria es en sí misma una
forma de motivación, es decir, de coerción, y, por lo tanto, no de libertad, sino de
365
coerción en sentido sicológico.
364
Cf. KELSEN: 1943: 28.
365
Cf. KELSEN: 2001: 229.
366
Según Kelsen:
Una distinción entre el Derecho y la Moral no puede encontrarse en aquello que los dos
órdenes sociales prescriben o prohíben, sino en cómo prescriben o prohíben una
determinada conducta humana. El Derecho solo puede ser diferenciado esencialmente de la
Moral cuando —como ya lo demostramos— se lo concibe como un orden de coacción, es
decir, como un orden normativo que intenta obtener una determinada conducta humana
Si todo orden social sanciona la conducta de sus miembros:
Siguiendo esta línea, Kelsen apunta así las diferencias entre las mencionadas
formas de sanciones sociales:
A partir de lo que dijimos se puede observar que, según Kelsen, los órdenes
jurídicos son aquellos órdenes normativos que prevén, como reacción de la comunidad,
medidas coercitivas —ejecutables incluso mediante el uso de la fuerza física— cuya
aplicación está socialmente organizada, conformando sistemas de normas que regulan el
comportamiento humano.369
368
Cf. KELSEN: TPD²: 31.
369
Según Kelsen, la aplicación de la sanción jurídica es institucionalizada: «...‖organización‖ e
institución son, a saber, complejos de normas, sistemas de preceptos que regulan el comportamiento
humano».
Cf. KELSEN: 2000: 328 (El concepto de Estado y la sicología social, con especial referencia a la teoría
de grupo de Freud, ensayo de 1922).
370
Sin embargo, ya en la primera edición de su Teoría Pura del Derecho (1934), Kelsen parece rechazar
la idea de identificar derecho y Estado:
El Estado es un orden jurídico. Pero no todo orden jurídico es ya designado como Estado; lo
es solo en el caso de que el orden jurídico constituya, para la producción y ejecución de las
normas que lo integran, órganos que funcionen según el principio de la división del trabajo.
Kelsen reconoce que existen algunas diferencias entre los órdenes modernos del
derecho estatal y los órdenes jurídicos primitivos.373 Sin embargo, también adopta la
Cuando ese orden [«social de los primitivos»] trata de proteger la vida, realiza, igualmente,
actos coactivos, que solo el punto de vista subjetivo del dañado en sus intereses podría
considerar «venganza» (vendetta). Su función objetiva es independiente de esta
interpretación subjetiva y no impide que el acto coactivo, por medio del cual reacciona el
orden jurídico contra el hecho socialmente dañoso, sea realizado por el mismo que ha sido
lesionado en su interés —el padre, los hermanos, la esposa del muerto.
Que el homicidio despierte excitación solo en la familia del muerto es natural, dado que
solo la familia del muerto está obligada a tomar venganza. Y no puede, obviamente,
despertar otra cosa que temor a la venganza, ya que no existen aún tribunales que persigan y
castiguen al homicida. La institución de la venganza de sangre, que queda referida en los
comienzos del desarrollo social, indica claramente que el homicidio no es solo el más
tesis de la continuidad del derecho como técnica social. Desde el punto de vista técnico-
social, según Kelsen, hubo una evolución; pero las diferencias son irrelevantes del
punto de vista de la técnica-socia,l que, en lo esencial, sigue siendo la misma.
antiguo de los delitos, sino también el más viejo de los castigos socialmente organizados.
La venganza de sangre aplica la más antigua de las normas sociales: aquel que mata debe
morir. Es la manifestación más patente del principio de retribución. Determina
fundamentalmente la conducta recíproca de los miembros de la sociedad, en cuanto que esa
conducta es regulada por el sistema social, que desde el comienzo mismo posee el carácter
de un orden jurídico y a la vez moral.
Cf. KELSEN, Hans: Sociedad y naturaleza: una investigación sociológica, traducción de Jaime
Perriaux, Buenos Aires: Depalma, 1945, p. 87.
Con relación a la defensa propia y al monopolio de la coacción, ver KELSEN: TPD²: 40.
374
Cf. KELSEN: TGE: 32.
Por otro lado, el evolucionismo kelseniano admite que, en determinada etapa de
la evolución del derecho positivo, el orden jurídico pasa a establecer agencias especiales
destinadas a aplicar las sanciones jurídicas.375 Kelsen compara así la organización del
derecho moderno con el modo de aplicación de las sanciones en el derecho primitivo
desde esa perspectiva:
375
Al analizar la evolución del derecho como técnica social, Kelsen afirma, en su Teoría Pura del
Derecho de 1953, que:
En verdad, tanto en el caso del derecho preestatal como en el caso del derecho
supra (o inter) estatal, los individuos que lo crean consuetudinariamente, que lo
aplican y que ejecutan las sanciones por él establecidas, son órganos jurídicos y,
como tales, órganos de la comunidad jurídica. No son, sin embargo, órganos
este mínimo de división del trabajo, al cual ningún orden jurídico, ni siquiera el más
primitivo, puede renunciar, no basta —según el uso jurídico del lenguaje— para designar
como «órganos» a los individuos dotados de poder o competencia para la función ni para
atribuir esa función a la comunidad. Si se analiza este uso del lenguaje, si se indaga cuál es
el criterio por el cual, en este uso lingüístico, una función, como la función del órgano, es
atribuida a la comunidad jurídica, podemos ver la tendencia a atribuir solamente una
función a la comunidad y a considerar como «órgano» de la comunidad solo al individuo
que desempeña esa función cuando tal individuo es —inmediata o mediatamente—
designado para la función. Cuando las normas generales de un orden jurídico técnicamente
primitivo son producidas, no a través de un órgano legislativo, sino por la vía de la
costumbre, y son aplicadas, no por tribunales, sino por los mismos individuos lesionados en
sus intereses, los individuos que, a través de su conducta, constituyen la costumbre jurídica
y aplican las normas consuetudinarias no son —como ya notamos— considerados
«órganos», y sus funciones no son atribuidas a la comunidad jurídica. Se dice, en esos
casos, que el derecho es creado y aplicado por los mismos individuos sujetos al orden
jurídico.
En el uso corriente del lenguaje solamente son atribuidas a la comunidad las funciones
relativamente centralizadas, y solo son designados como órganos de la comunidad los
órganos relativamente centralizados, así como solo las comunidades relativamente
centralizadas son designadas como comunidades «organizadas». En referencia al problema
del órgano de la comunidad en general, y del órgano del Estado en particular, una vez más
debe subrayarse que en gran parte se trata de una cuestión de uso lingüístico y que este uso
lingüístico no es coherente. A esto contribuye el hecho de que la operación mental que
consiste en atribuir una función, regulada por el ordenamiento jurídico, a la comunidad,
constituida por el mismo ordenamiento, sea una operación posible, pero no necesaria. El
individuo que realiza la función puede ser, pero no tiene que ser, considerado «órgano» de
la comunidad jurídica; lo que, a su vez, significa que su función puede ser, pero no tiene que
ser, atribuida a la comunidad. La situación jurídica puede ser descrita sin que se realice esta
operación mental. Lo que importa, para el conocimiento científico del Derecho, es penetrar
en la esencia de la atribución de esta función a la comunidad jurídica, y, así, penetrar en la
esencia de la organicidad.
378
Cf. KELSEN: TPD²: 317.
379
Según Kelsen, en el derecho primitivo, el ofendido que hace justicia con sus propias manos puede ser
considerado como un órgano del orden jurídico o Estado:
Pero también el hijo que ejercita la vindicta [vendetta] contra el que injustamente ha matado
a su padre actúa como un órgano del orden jurídico, es decir, como un órgano de la
comunidad constituida por este orden jurídico, y solo por él. Entre el hijo y el juez que
aplica una «pena» no existe más que una diferencia de grado: a diferencia de aquel, este es
un órgano que funciona con arreglo a la división del trabajo, y el orden más primitivo no
deja de ser una organización dotada de órganos, que son los que ejecutan sus normas. Si, a
pesar de todo, solamente quiere llamarse «Estado» a un orden jurídico que funcione a través
de órganos especializados en los cuales delegue funciones especificas, nada hay que objetar
a esta terminología, siempre que con ella no pretenda expresarse otra cosa que el momento
técnico-social.
Quien cumple una función determinada por el orden jurídico es un órgano. Esas funciones,
tengan un carácter creador de norma o un carácter aplicador de normas, están todas, en
última instancia, dirigidas a la ejecución de una sanción jurídica. El parlamento que decreta
un código penal y los ciudadanos que eligen al parlamento son órganos del Estado, igual
que el juez que dicta una sentencia o el criminal y el individuo que efectivamente ejecuta la
punición. En ese sentido, un órgano es un individuo que cumple una función específica. La
cualidad de órgano de un individuo es constituida por su función. Es un órgano porque
ejecuta una función creadora de Derecho o aplicadora de Derecho, y lo es mientras la
ejecuta. Sin embargo, además de ese concepto, existe otro, más restringido, «material»,
conforme el cual un individuo es un órgano del Estado solo si tiene, personalmente, una
posición jurídica específica. [p. 279] Ese concepto material, más estricto, de órgano tiene
su contrapartida en un concepto material, más estricto, de imputación al Estado. En ese
sentido, material y más estricto, una acción humana es imputada al Estado, es considerada
como un acto del Estado, no porque se presente como una creación o una ejecución del
orden jurídico, sino, simplemente, por ser ejecutada por un individuo que tiene carácter de
órgano del Estado en el sentido material y más estricto del término. Mientras un individuo
sea un órgano, en el sentido formal y más amplio de la palabra, porque ejecuta una función
que es imputada al Estado, cierta función es imputada al Estado por ser ejecutada por un
individuo en su capacidad de órgano del Estado, en el sentido material, más estricto, del
término, en su capacidad de funcionario público. En el primer caso, la cualidad de órgano
del individuo está dada por su función; en el segundo caso, la cualidad de acto del Estado de
la función está dada por la cualidad del individuo que ejecuta ese acto en su capacidad de
órgano. Cuando hablamos no meramente de «tribunales del Estado», sino también de
escuelas, hospitales y ferrocarriles «del Estado», eso significa que imputamos al Estado la
actividad de los individuos que crean y dirigen esas instituciones. Y la actividad de esos
individuos es imputada al Estado, es considerada como una función del Estado, porque los
individuos que actúan son considerados órganos del Estado en el sentido material, más
estricto, y, principalmente, porque, conforme al Derecho, las gastos necesarios para su
actividad son costeados por el Fisco, para lo cual también son llevados los recibos
resultantes. Por su naturaleza formal, esas funciones también son funciones jurídicas;
representan el cumplimiento de deberes jurídicos y el ejercicio de derechos jurídicos.
Mediante esas funciones también es ejecutado el orden jurídico; sin embargo, ellas no
pueden concretar cualquiera de las normas del orden jurídico indiscriminadamente, sino tan
solo normas de cierto tipo, materialmente caracterizadas.
382
Utilizando, en algunas ocasiones, la distinción entre lo social y lo jurídico que, aunque de forma
confusa, admite, Kelsen intenta determinar el dominio de la interpretación social en contraste con la
explicación natural:
Kelsen piensa que la idea de un organismo perfecto puede ser aplicada al Estado
concebido como un organismo espiritual:
384
Cf. KELSEN: TGDE: 5.
385
Cf. KELSEN: TGE: 347.
386
No vamos a insistir sobre las peculiaridades de la concepción orgánica de Kelsen con relación a otras
doctrinas organicistas. Para Kelsen, el Estado no pertenece al reino de la naturaleza. En este sentido,
Kelsen critica el método organológico de Gierke y su concepto orgánico de Estado. Cf. KELSEN, Hans:
El Estado como integración: una controversia de principio, traducción de Juan A. García Amado,
Madrid: Tecnos, 1997 (Clásicos del Pensamiento), pp. 48-50; KELSEN, Hans: Teoria Geral do Direito
e do Estado, traducción de Luís C. Borges, 3ª ed., São Paulo: Martins Fontes, 1998 (Ensino Superior),
pp. 267-268.
Con relación a las concepciones orgánicas del Estado, ver JELLINEK, Georg: Teoría General del
Estado, traducción de Fernando de los Ríos, Buenos Aires: Albatros, 1954, pp. 110-117.
...se orienta fundamentalmente hacia cada fenómeno singular en conexión
sistemática con todos los otros, y, en cada parte del Derecho, [hacia] la función del
todo. En este sentido, es una concepción jurídica verdaderamente orgánica. Pero
cuando concibe el derecho como organismo, no entiende que sea ninguna entidad
supraindividual, metafísica, supraempírica, de tipo biológico o psicológico —
representación esta tras la cual casi siempre se ocultan postulados ético-políticos—,
sino, única y exclusivamente, que el derecho es un orden, y que, por eso, todos los
problemas jurídicos han de ser planteados y resueltos como problemas de un orden.
La Teoría pura del Derecho se convierte, así, en el análisis más exacto posible de la
estructura del Derecho positivo, en un análisis liberado de todo juicio ético-político
de valor.388
387
Sobre esa analogía, Kelsen expone lo que sigue:
Por eso el Estado no es tampoco, como piensa la teoría orgánica, un organismo a medias,
una especie de semiorganismo; y la analogía con el organismo natural no es solo
parcialmente exacta —como lo suponen los seguidores de la teoría naturalista, que no se
atreven a llegar hasta las últimas consecuencias—, sino absolutamente cierta, con la única
salvedad de que se trata de dos sistemas que radican en ámbitos diferentes del
conocimiento. La inconsecuencia de la concepción orgánica del Estado, que no se atreve a
considerarlo como un organismo propiamente dicho, y, sin embargo, le reconoce
«órganos», y, por lo demás, trata de comprenderlo como un todo orgánico, es una
manifestación de su método híbrido, que vacila de continuo entre dos sistemas: el de la
naturaleza y el del espíritu, por lo cual no puede considerar al Estado ni como sistema ni
como organismo perfecto.
390
Según Ferraz Jr.:
El Estado, en este sentido, no es más que el conjunto de las normas que prescriben las
sanciones de una forma organizada. Se trata, pues, del complejo de las normas que
comandan las puniciones y de aquellas que establecen las competencias respectivas. Sin
este orden normativo, el Estado dejaríá de existir, jurídicamente hablando. Un Estado que
fuera solamente fuerza, solo poder, solo violencia, que fuera eficaz, pero cuyos mandatos no
constituyeran un orden, una relación orgánica de normas sancionadoras y de normas de
competencia, no podría ser considerado como tal desde el punto de vista de la ciencia
jurídica.
Cf. FERRAZ JÚNIOR, Tércio Sampaio. «Por que ler Kelsen, hoje». En: COELHO, Fábio Ulhoa. Para
entender Kelsen. 4ª ed. rev. São Paulo: Saraiva, 2001, p. XX (Prólogo).
391
Cf. KELSEN: TGDE: 560.
392
La afirmación de la soberanía individual absoluta con respecto al Estado es un contrasentido, porque
los individuos están integrados en él y, por eso, son libres solo relativamente, qua órdenes normativos
parciales dentro de un orden totalitario. Veamos, en un pasaje de la Teoría General del Derecho, lo que
piensa Kelsen acerca de los límites de la intervención estatal sobre los individuos: «A priori no existen
límites jurídicos absolutos contra la intervención del Derecho en la conducta humana, ni a favor de la
libertad del individuo contra los ataques del Estado». Cf. KELSEN: TGE: 198.
Como observa Hauriou, dentro de los parámetros del formalismo kelseniano, es decir, de la
preocupación exclusiva por el aspecto técnico-formal en menoscabo de la moral y la justicia:
Kelsen se diluye así no es todo el individuo: no es la totalidad de las manifestaciones
vitales, no es la totalidad del «hombre» lo que funciona como una actividad orgánica
objetiva de la comunidad:
Cf. HAURIOU, Maurice. Précis de Droit Constitutionel. 2ª ed. París: Recueil Sirey, 1929, p. XI.
393
Sobre lo que denomina «el aspecto estático del sistema de Kelsen», Hauriou pondera que:
Les individus envisagés en tant que personnes juridiques, ne sont eux-mêmes que des
ordonnancement de normes, mais qui restent distincts de l‘ordonnancement juridico-
étatique, et d‘ailleurs distincts les uns des autres. Dans ce système [de Kelsen]
exclusivement idéaliste, les êtres réels disparaissent, n‘estant tous représentés que par des
ordonnancements de règles. Cependant les individus sont sounis à obligation d‘obéir à
l‘Etat ou, du moins, subissent, sous forme d‘obligation, la nécésites qui émane de la validité
du système juridico-étatique.
Cf. HAURIOU, Maurice. Précis de Droit Constitutionel. 2ª ed. París: Recueil Sirey, 1929, p. 9.
Kelsen afirma que «el objeto de la ciencia jurídica no es el hombre, sino la persona», a lo que añade la
condición de que «si el hombre ha de ser objeto de conocimiento jurídico, tiene que diluirse en el
derecho». Cf. KELSEN: TGE: 82-83.
394
Cf. KELSEN: TGE: 346.
del deber-ser. Por lo tanto, la teoría jurídica debe construir un nuevo concepto a fin de
poder describir los objetos395 de la creación normativa:
395
Según Kelsen:
Desde el punto de vista inmanente del propio orden estatal, la creación del mismo (que ya
no puede ser, entonces, sino continuación y desarrollo) es un hecho que en cada grado es
objeto de regulación diferente; y el contenido de ese hecho es una determinada conducta
humana. Este hecho no lo consideramos aquí como sujeto, sino como objeto —regulado por
el orden— de la creación normativa (está, pues, en calidad de objeto de regulación, y no en
calidad de persona).
Para ella [para la teoría politista conservadora], el más alto valor no es el individuo y su
libertad, sino la colectividad. Esta doctrina —que es también una teoría acerca de la esencia
del Estado— considera que el individuo es parte constitutiva de una totalidad superior —el
Estado— a cuyas funciones para con el individuo no cabe trazar límites. Desde el punto de
vista de esta concepción, la relación entre el Estado y la Sociedad se regula de forma tal que
la Sociedad queda absorbida por el Estado.
Conforme a Kelsen:
La idea pura del organismo —cuyo correlato es el concepto de órgano— tiende a concebir
todas las partes de la totalidad, todo cuanto puede considerarse como una parte o elemento
de la misma, como un órgano, es decir, a considerarlo en la situación de su relación esencial
con el todo (considerado como criterio dinámico), como participante en la formación de la
totalidad, creándola y realizándola.
399
Cf. KELSEN: TGE: VIII (Prólogo).
400
Cf. KELSEN: TGE: 19.
401
Al respecto, dice Antonio de Gennaro:
Cf. GENNARO, Antonio de. «Diritto e potere in Hans Kelsen». Rivista internazionale di Filosofia del
Diritto. Milán: Dott. A. Giuffrè: (43) 3, I, enero-marzo, 1966, p. 125.
Sobre este asunto, ver también KELSEN: TGE: 302.
402
Según Kelsen:
en la p. 357] Solo este concepto jurídico-material de órgano del Estado puede contraponerse
a los restantes titulares de funciones jurídicas como meros súbditos, a los sujetos de derecho
que no actúan como «órganos» del Estado, a los hombres que son pura y simplemente
órganos jurídicos. En este sentido estricto, la función estatal es todo aquello a lo que el
Estado atiende, y solo esto. Y mientras que el concepto jurídico-esencial del órgano se
determina por la función orgánica, y el órgano del Estado es el que la desempeña (y solo
porque, y en tanto que, lo hace), la función del Estado se determína, a la inversa, por el
concepto jurídico-material del órgano: un hecho es una función orgánica, es decir, un acto
del Estado, solo porque es realizado por tal órgano estatal, en este último sentido.
Cf. KELSEN, Hans: Jurisdicción constitucional. Traducción de Alexandre Krug, E. Brandão y Maria E.
Galvão. São Paulo: Martins Fontes, 2003 (Justiça e Direito), p. 190.
Según Kelsen:
El acto de un individuo no es un acto estatal a menos que una norma jurídica le otorgue tal
calificación. Considerado desde el punto de vista dinámico, el Estado se manifiesta en una
serie de actos jurídicos y plantea un problema de imputación, ya que se trata de determinar
por qué un acto estatal no es imputado a su autor sino a un sujeto situado, por decirlo así,
detrás del mismo. Solamente una norma jurídica permite responder a esta pregunta, pues la
conducta de un individuo solo puede entenderse como parte de la unidad del orden jurídico
si una norma de este orden le da esa significación. Ahora bien, el Estado, en su condición de
sujeto de los actos estatales, es, precisamente, la personificación de un orden jurídico, y no
puede ser definido de otra manera. La imputación de un acto a la persona del Estado lo
convierte en un acto estatal, y a su autor, que es un hombre, en un órgano del Estado.
404
Cf. KELSEN: TGE: 341-342.
405
Según Kelsen:
Los dos límites extremos de la pura norma (que ya no es un hecho, mirando hacia arriba) y
el puro hecho (que tampoco es ya una norma, mirando hacia abajo) son, de una parte, la
norma fundamental suprema, no positiva, sino hipotética, supuesta por la teoría; y de otra
parte, el último acto de ejecución de la norma individualizada.
En el concepto del órgano del Estado (como instrumento creador del orden estatal) faltan
uno y otro límites: el de creador de la norma fundamental, porque tal función no es la
creación jurídica en el sentido del establecimiento del Derecho positivo; y el de realizador
de los puros hechos, ya no subordinados a otros en calidad de normas, porque tras ellos está,
precisamente, como sistema de normas, el orden jurídico completo.
Según Kelsen, la creación efectiva del acto coactivo —un acto de pura
ejecución—, como el concepto de la función de creación del orden jurídico, se
encuentra fuera del campo de alcance del concepto dinámico de órgano. Pero, en
cambio, el concepto estático de órgano, en su sentido formal o esencial:
...se orienta precisamente a este hecho del acto coactivo. Partiendo del punto de
vista de un orden ya acabado, sin hacer la menor referencia a su creación, el
problema del órgano estatal se plantea del modo siguiente: es un órgano del Estado
quien realiza un acto estatal. Un acto estatal o jurídico es un acto atribuible al
Estado —como unidad del orden jurídico—, un hecho imputable al Estado.407
Los actos de ejecución de medidas coactivas son funciones jurídicas entanto que
son determinados como debidos o que son imputables al orden jurídico-estatal. Se
designa con el concepto formal de «órgano del Estado» a todo aquel individuo que
ejecute el acto coactivo establecido en la norma jurídica como debido, y descrito
mediante una proposición jurídica completa:408
Kelsen reconoce también que el orden jurídico establece, como debidos, otros
actos, además de los actos coactivos.410 Veamos:
409
Cf. KELSEN: TGE: 344.
410
La concepción orgánico-espiritual de Kelsen de la norma secundaria incluye, entre otras posibles
situaciones, la conducta —qua función orgánica del sistema normativo-estatal— del súbdito que evita la
coacción por ser constitutiva de un acto jurídico o estatal en sentido amplio, porque también esta
conducta es «querida» por el Estado. Cf. KELSEN: TGE: 344 y 313.
Conforme a Kelsen:
En la Teoría General del Estado, Kelsen propone que el acto ilícito, antijurídico,
sea incluido dentro del sistema del derecho,412 pues solo así puede ser objeto de la
Ciencia del Derecho y constituirse en un concepto jurídico; si es excluido, ya no podrá
formar parte de la proposición jurídica completa:413
Si un orden normativo prescribe una determinada conducta solo por el hecho de unir una
sanción a la conducta opuesta, lo esencial de la situación de hecho estará perfectamente
descrito a través de un juicio hipotético que afirme que, si existe una determinada conducta,
debe ser efectuado un determinado acto de coacción. En esta proposición, el ilícito se
presenta como un presupuesto (condición) y no como una negación del Derecho; y,
entonces, se demuestra que el ilícito no es un hecho que esté fuera del Derecho y contra el
Derecho, sino un hecho que está dentro del Derecho y que es determinado por este, que el
Derecho, por su propia naturaleza, se refiere precisa y particularmente a él. De igual
manera, el ilícito (no-Derecho) tampoco puede ser concebido jurídicamente como Derecho.
Cuando se habla de una conducta «contraria»-al-Derecho, el elemento condicionante es el
acto de coacción; cuando se habla de una conducta «conforme»-al-Derecho, eso se refiere a
la conducta opuesta, a la conducta que evita el acto de coacción.
Kelsen defiende de este modo la idea del carácter jurídico de la ilicitud con el
argumento de la función orgánica que esta cumple dentro del sistema normativo:
414
Cf. KELSEN: 1960: 88.
415
Cf. KELSEN: TGE: 345.
conceptos— las diversas situaciones que su misma teoría de la evolución técnica del
derecho apunta y separa.416
Desde el punto de vista de un análisis estructural exacto, el concepto del órgano del
Estado, como persona-órgano, que, en cuanto personificación, es, sin duda,
intuible, pero que no es por eso un concepto correcto del mismo, tiene que ser
reemplazado por el de la función del órgano.418
416
Cf. KELSEN: TGE: 70.
417
Cf. KELSEN: TGE: 30-31.
418
Cf. KELSEN: TPD¹: 164-165.
Según Kelsen:
CONCLUSIÓN
Como se ha expuesto en este trabajo, la Teoría Pura del Derecho de Hans Kelsen
pretende ser una teoría general del derecho que haga posible la descripción de cualquier
ordenamiento jurídico del pasado y del presente mediante conceptos construidos a partir
de un método específico. La construcción de los conceptos se realiza dentro de una
concepción coercitivista del orden jurídico en la que el concepto de «norma» cumple un
papel fundamental. El criterio de la juridicidad se une al del elemento de la coacción.
Una norma es jurídica cuando estipula un acto coactivo, o cuando, si no es este el caso,
está unida a otra norma que establezca tal acto. Un orden normativo es jurídico si
contiene una cantidad suficiente de estos tipos de normas.
Por otro lado, el derecho es concebido como una técnica social suprahistórica
que funciona como un factor motivador de conductas mediante la determinación de
medidas coercitivas como sanciones.
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