Sunteți pe pagina 1din 4

Una galaxia es un conjunto de estrellas, nubes de gas, planetas, polvo cósmico, materia oscura y

energía unidos gravitatoriamente con una estructura más o menos definida. La palabra «galaxia»
procede de los griegos, los cuales atribuían el nacimiento de una galaxia a las gotas de leche
derramadas en el universo por la diosa Hera mientras alimentaba al infante Hercules.1 La cantidad
de estrellas que forman una galaxia es enorme y varía desde las galaxias enanas, con 107, hasta las
galaxias gigantes, con 1014 estrellas.[cita requerida] Formando parte de una galaxia existen
subestructuras como las nebulosas, los cúmulos estelares y los sistemas estelares múltiples.

Históricamente, las galaxias se han clasificado de acuerdo a su forma aparente (morfología visual).
Una forma común es la galaxia elíptica que, como lo indica su nombre, tiene el perfil luminoso de
una elipse. Las galaxias espirales tienen forma circular pero con estructura de brazos curvos
envueltos en polvo. Galaxias inusuales se llaman galaxias irregulares y son, normalmente, el
resultado de perturbaciones provocadas por la atracción gravitacional de galaxias vecinas. Estas
interacciones entre galaxias vecinas, que pueden provocar la fusión de galaxias, pueden inducir el
intenso nacimiento de estrellas. Finalmente, tenemos las galaxias pequeñas, que carecen de una
estructura coherente y también se las llama galaxias irregulares.

Según estudios publicados en 2016, se estima que existen al menos 2 billones de galaxias (dos
millones de millones) en el universo observable, esto es, diez veces más de lo que se creía
anteriormente.2 La mayoría de las galaxias tienen un diámetro entre cien y cien mil parsecs y
están usualmente separadas por distancias del orden de un millón de parsecs. El espacio
intergaláctico está compuesto por un tenue gas cuya densidad media no supera un átomo por
metro cúbico.[cita requerida] Muchas de las galaxias están dispuestas en una jerarquía de
agregados, llamados cúmulos, que a su vez pueden formar agregados más grandes, llamados
supercúmulos. Estas estructuras mayores están dispuestas en hojas o en filamentos rodeados de
inmensas zonas de vacío en el universo.

Se especula que la materia oscura constituye el 90 % de la masa en la mayoría de las galaxias. Sin
embargo, la naturaleza de este componente no está demostrada, y de momento aparece solo
como un recurso teórico para sustentar la estabilidad observada en las galaxias. La materia oscura
fue propuesta inicialmente en 1933 por el astrónomo suizo Fritz Zwicky, pues la rotación
observada en las galaxias indicaba la presencia de una gran cantidad de materia que no emitía luz.
Sin embargo, existen muchas otras galaxias además de la nuestra. ¡Son tantas que aún no hemos
podido contarlas a todas! El Telescopio Espacial Hubble observó una pequeña porción del espacio
durante 12 días y descubrió 10,000 galaxias, de todo los tamaños, formas y colores. Algunos
científicos creen que podría haber unos cien mil millones de galaxias en el universo.

Algunas galaxias tienen forma de espiral como la nuestra. Tienen brazos curvados que hacen que
parezcan molinetes. Otras galaxias son lisas y tienen forma de óvalo. Se las denomina galaxias
elípticas. También existen galaxias que no tienen forma ni de espiral ni de óvalo. Son de forma
irregular y parecen manchas. La luz que nosotros vemos de cada una de estas galaxias proviene de
las estrellas en su interior.

galaxia en el espacio

A veces las galaxias se acercan demasiado y se chocan entre sí. La Vía Láctea algún día colisionará
con Andrómeda, su vecino galáctico más cercano. Este evento tendrá lugar dentro de cinco mil
millones de años. Las galaxias son tan grandes y están tan expandidas en los extremos que,
aunque se choquen entre sí, los planetas y los sistemas solares a menudo no llegan a colisionar.

En 1610, Galileo Galilei usó un telescopio para estudiar la cinta lechosa en el cielo nocturno
llamada Vía Láctea, y descubrió que está compuesta por una inmensa cantidad de pequeñas
estrellas.3 En el año 1755, Immanuel Kant teorizó sobre la estructura y las agrupaciones de
estrellas en el tratado Historia general de la naturaleza y teoría del cielo, basado en un trabajo
previo de Thomas Wright. Kant afirmaba que la Vía Láctea era un sistema formado por miles de
sistemas solares como el nuestro, agrupados en una estructura de orden superior, de
características similares a las de los sistemas planetarios, sensiblemente plana, de forma elíptica,
en movimiento de rotación alrededor de un centro y regidas por la misma mecánica celeste.
También supuso que, por el punto de vista desde el que observamos la Vía Láctea y por la
densidad de estrellas visibles que agrupa, nuestro sol se encuentra en su mismo plano y forma
parte de ella.4 Desde un planteamiento completamente teórico, Kant afirmó que era lógico
suponer la existencia de otros planetas y satélites orbitando alrededor de otras estrellas, y que
debían existir otras «Vías Lácteas» separadas a distancias de un orden de magnitud comparable a
su vasto tamaño. Según su razonamiento, estas galaxias o universos isla teóricos serían visibles
desde la Tierra como nubes ovaladas de luz tenue, sin que fuera posible distinguir las estrellas
individuales dentro de ellas. Kant las identifica con ciertos tipos de nebulosas, que Pierre Louis
Maupertuis describió como «pequeños lugares cuya luz es sólo un poco mayor que la oscuridad
del espacio celestial, todas ellas con el aspecto de elipses más o menos abiertas, pero cuya luz es
mucho más débil que cualquier otra que conozcamos en el cielo».5

Galaxia de Andrómeda(M31), en la constelación de su mismo nombre.

Hacia el final del siglo XVIII las galaxias no habían sido descubiertas. Charles Messier compiló un
catálogo (catálogo Messier) que contenía 103 objetos astronómicos que él denominó «nebulosas y
cúmulos de estrellas», seguido más tarde por el catálogo elaborado por William Herschel, con
hasta 2.514 nuevos «objetos de espacio profundo». En 1845, Lord Rosse construyó un nuevo
telescopio y que le permitió distinguir las «nebulosas» elípticas de las circulares. Este telescopio
permite ver de manera parcial para poder distinguir en algunas de estas «nebulosas» fuentes
puntuales individuales de luz, confirmando de manera parcial las anteriores conjeturas de Kant.
En 1917, Hebert Curtis había observado la nova S Andrómeda, en la «nebulosa» de Messier M31.
Buscando en los registros fotográficos, encontró otras 11 novas y observó que, en promedio, estas
novas eran 10 órdenes de magnitud más débiles que las ocurridas en nuestra galaxia. Como
resultado de esta observación pudo predecir que dichas novas se debían encontrar a una distancia
de 150.000 parsecs. Hebert se convirtió en un célebre defensor de la hipótesis de «universos isla»,
que sostenía que las «nebulosas espirales» eran realmente galaxias independientes.

En 1920 ocurrió el gran debate entre Harlow Shapley y Heber Curtis en torno a la naturaleza de
nuestra galaxia, las «nebulosas espirales» y la dimensión del universo. Para defender la afirmación
de que M31 era una galaxia externa, Curtis argumentaba que las líneas obscuras observadas en
dicha «nebulosa» eran similares a las nubes de polvo que se observan en la nuestra, Vol. 5 (1925).
Usar un nuevo telescopio le permitió a Edwin Hubble resolver las partes exteriores de algunas
«nebulosas espirales» como colecciones de estrellas individuales. Más aún, Hubble pudo
identificar en esas estrellas algunas variables cefeidas y éstas le permitieron estimar la distancia a
dichas «nebulosas»: estaban demasiado alejadas para ser parte de la Vía Láctea. En 1936, Hubble
organizó un sistema de clasificación de galaxias que todavía es usado en nuestros días: la
secuencia de Hubble.

El primer intento de describir la forma que tiene la Vía Láctea fue llevado a cabo por William
Herschel en 1785, contando cuidadosamente el número de estrellas en distintas regiones del cielo.
En 1920 Kapteyn, usando un refinamiento de la técnica empleada por Herschel, sugirió la imagen
de una pequeña galaxia elipsoidal (15 kiloparsecs de diámetro), con el Sol cerca del centro. Con un
método diferente, basado en la distribución de cúmulos globulares, realizado por Harlow Shapley,
emergió una imagen radicalmente distinta: un disco plano con un diámetro aproximado de 70
kiloparsecs y con un Sol alejado de su centro. Ninguno de los dos análisis tomó en cuenta la
absorción de la luz y el polvo interestelar presentes en el plano galáctico. Robert Julius Trumpler
tomó en cuenta estos efectos en 1930, estudiando cúmulos abiertos y produciendo la imagen que
actualmente se acepta de nuestra galaxia: la Vía Láctea es una galaxia espiral con un diámetro
aproximado de 30 kiloparsecs.

Velocidad de rotación: A observada, B predicha.

En 1944 Hendrick van de Hulst predijo que, debido a la presencia de hidrógeno interestelar, podría
detectarse la emisión de microondas de 21 cm de longitud por parte de este gas. Esta radiación,
detectada en 1951, ha permitido realizar mejoras en el estudio de la dinámica de galaxias, en
tanto que no es bloqueada por la presencia de polvo. El efecto Doppler puede usarse para estudiar
el movimiento de este gas en la galaxia. Con la mejora de los radiotelescopios se han podido trazar
nubes de gas de hidrógeno en otras galaxias.
En 1970, Vera Rubin hizo un estudio sobre la velocidad de rotación de las galaxias. El resultado de
este y otros estudios es que la masa conjunta de las estrellas, polvo y gases detectados en una
galaxia es insuficiente para sostener la velocidad de rotación la misma. Para explicar esta
discrepancia se ha postulado la existencia de materia obscura, inobservable, pero cuya masa
contribuya con la gravedad necesaria para mantener las velocidades de rotación observadas.

A partir de 1990, con el telescopio espacial Hubble y otros telescopios espaciales, que cuentan con
cámaras sensibles al infrarrojo, ultravioleta, rayos X y rayos gamma, el estudio de galaxias ha
mejorado sustancialmente.

Nuestra galaxia, la Vía Láctea, pertenece a un Grupo Local d

S-ar putea să vă placă și