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el
desorden
global
Crisis sistémica
Ondas largas
Mandel ya formuló la teoría de las ondas largas en el capítulo 4 de El capitalis-
mo tardío (Mandel, 1972), antes de desarrollarla en una serie de conferencias
que pronunció en Cambridge en 1978 y que dieron lugar a la publicación de
Las ondas largas del desarrollo capitalista: una interpretación marxista en
1980. Una de las proposiciones fundamentales de esta teoría es que el capi-
talismo tiene una historia y que esta no obedece a un patrón cíclico, sino que
consiste en una sucesión de periodos marcados por unos rasgos específicos
en que se alternan fases expansivas y fases recesivas. Esta alternancia no es
mecánica: no basta con esperar 25 o 30 años. Si Mandel habla de onda y no
Mantengo la definición que formulé a comienzos de los años sesenta: las ondas largas
del desarrollo capitalista implican también ondas largas de la producción, del empleo,
de la renta, de la inversión, de la acumulación de capital y finalmente de la tasa de be-
neficio (Mandel, 1992).
Gráfico 1
Beneficio y acumulación en la triada* 1960-2013
Tasa de beneficio
(escala izquierda)
Tasa de acumulación
(escala derecha)
La recuperación que hubo entre los dos choques del petróleo no frenó la caí-
da de la tasa de acumulación más que de manera transitoria. La historia de las
décadas siguientes, que corresponden a la fase neoliberal, sigue entonces una
lógica diferente, marcada por la desconexión entre la tasa de beneficio, que
tiende a recuperarse, y la tasa de acumulación, que se estanca o desciende. Es
cierto que a finales de la década de 1980 la economía mundial está paradóji-
camente dopada por el crash de 1987 y, contra todo pronóstico, parece recu-
perarse muy bien: vuelve el crecimiento y vuelve la acumulación de capital.
Sorprende comprobar, por tanto, que este periodo se caracteriza por la rea-
nudación del interés por los ciclos largos: proliferan los artículos de prensa y
las declaraciones optimistas para anunciar otros veinte años de crecimiento,
es decir, para celebrar el retorno a un “ciclo Kondratieff” ascendente.
El alivio de haber evitado una crisis profunda que se temía desde el giro
neoliberal de comienzos de la década de 1980 despertó una euforia similar a
la que se produjo diez años más tarde con el boom de la “nueva economía”.
Los más escépticos casi se disponen en su fuero interno a admitir el comienzo
de una nueva fase de expansión. Todavía más que la fe en las nuevas tecno-
logías, fueron las referencias a las nuevas formas de organización del trabajo
(el “toyotismo”) las que desempeñaron una función ideológica importante en ese
clima. El “nuevo modelo de trabajo” parecía ser la fuente de nuevos incrementos de
Gráfico 2
Beneficio y productividad en la triada* 1960-2013
Tasa de beneficio
(escala izquierda)
Productividad
(escala derecha)
La misma evolución que hace que aumente la masa del capital en comparación con el
capital variable hace que disminuya el valor de estos elementos a raíz del aumento de
la productividad del trabajo e impide de este modo que el valor del capital constante,
que crece sin cesar, aumente en la misma proporción que su volumen material, es
decir, que el volumen material de los medios de producción utilizados por la misma
cantidad de fuerza de trabajo. En algunos casos hasta puede aumentar la masa de los
elementos del capital constante mientras que su valor permanece igual o incluso dis-
minuye [...]. Aquí se ve una vez más que las mismas causas que generan la tendencia
a la caída de la tasa de beneficio moderan asimismo la evolución de esta tendencia.
(Karl Marx, 1894, p. 248-249).
Progreso técnico
La productividad del trabajo mide el volumen de bienes y servicios producidos
por hora de trabajo y constituye una buena aproximación al grado de desarrollo
de las fuerzas productivas; por tanto, desempeña un papel decisivo en la diná-
mica del capitalismo. Es cierto que el análisis marxista clásico descompone
la tasa de beneficio en dos elementos: la tasa de explotación y la composición
orgánica del capital, pero ya hemos visto que estas dos magnitudes dependen
a su vez de la productividad del trabajo. La tasa de explotación depende de
la evolución del salario, y la eficacia del capital depende de la del capital per
cápita, relacionada en uno y otro caso con la productividad del trabajo. De una
manera sintética podemos decir que la tasa de beneficio subirá o bajará en fun-
ción de si el aumento del salario real viene compensado o no por la mejora de
la “productividad global de los factores”, es decir, de la media ponderada de la
productividad del trabajo y de la eficacia del capital (Husson, 1996).
Paradójicamente, es entre los partidarios de la “nueva economía” donde
se asiste a un resurgimiento de un marxismo vulgar, según el cual la técnica
lo determina todo. Puesto que hay nuevas tecnologías, por fuerza tiene que
Gráfico 3
Crecimiento de la productividad global de los factores
Países “emergentes” y
“en vías de desarrollo”
Mundo
Países “avanzados”
La difícil reproducción
La tendencia dominante desde comienzos de la década de 1980 es, en efecto, el
aumento de la tasa de explotación, que se puede medir por la parte de la renta
mundial correspondiente a los salarios (gráfico 4). Ahora bien, para funcionar
de manera relativamente armoniosa, el capitalismo necesita una tasa de bene-
ficio suficiente, pero también salidas para sus productos. Sin embargo, esto no
basta y es preciso que se cumpla una condición adicional, relativa a la forma
que adoptan esas salidas: deben corresponder a los sectores capaces de generar
la máxima rentabilidad posible gracias a los aumentos de la productividad que
llevan asociados. Claro que esta adecuación se ve constantemente cuestionada
por la evolución de las necesidades sociales.
Gráfico 4
Parte salarial de la renta mundial 1970-2010
Desde el año 2000, las invenciones se han centrado en los aparatos de entretenimiento y
de comunicación, que son más pequeños y más inteligentes y tienen más prestaciones,
pero no cambian sustancialmente la productividad del trabajo o las condiciones de vida
como pudieron hacerlo la electricidad o el automóvil (Gordon, 2012, p. 2).
Gráfico 5
La red de multinacionales
Gráfico 6
Detalle de las principales multinacionales financieras
… o barbarie capitalista?
El enfoque marxista de la dinámica a largo plazo del capital podría resumirse,
en definitiva, del modo siguiente: la crisis es inevitable, pero el colapso no lo es.
La crisis es inevitable en el sentido de que todos los arreglos que se inventa el
capitalismo o que se consigue imponerle no permiten suprimir duraderamente
el carácter desequilibrado y contradictorio de su funcionamiento. Únicamente
la adopción de otra lógica permitiría llegar a una regulación estable, pero los
cuestionamientos periódicos que jalonan su historia no implican en absoluto
que el capitalismo se dirija inexorablemente a su hundimiento final. En cada
una de esas “grandes crisis” se plantea la opción: o bien derribamos el capitalis-
mo, o bien este se recupera con formas que pueden ser más o menos violentas
(guerra, fascismo) y más o menos regresivas (viraje neoliberal). A modo de con-
clusión podemos formular algunas tesis sobre el periodo abierto por la crisis.
Por consiguiente, a partir de estas tesis, que más bien son hipótesis de trabajo,
hay que pensar una nueva coyuntura en que no estarán reunidas en un horizon-
te previsible las condiciones de aparición de una nueva fase expansiva. Una
vez más, esto no es en modo alguno contradictorio con la teoría de las ondas
largas, que no postula una alternancia mecánica de las fases expansivas y de-
presivas históricas. Mandel insistía en esto:
El surgimiento de una nueva onda larga expansiva, por tanto, no puede considerar-
se un producto endógeno —más o menos espontáneo, mecánico, autónomo— de la
onda larga depresiva precedente, al margen de la duración y la gravedad de esta.
No son las leyes de desarrollo del capitalismo las que determinan la inflexión de-
cisiva, sino los resultados de la lucha de clases durante todo un periodo histórico
(Mandel, 1995, p. 37).
Está finalmente, como telón de fondo de las reflexiones que preceden, la lucha
contra el cambio climático, que implicaría una cooperación internacional y la
adopción de otro modelo de desarrollo. Sin embargo, estas dos condiciones es-
tán en contradicción con la lógica profunda del capitalismo, que es un sistema
basado en la competencia entre capitales y en la búsqueda del beneficio. La
dimensión ecológica debería integrarse evidentemente en una teoría renovada
de las ondas largas, que permitiría comprender mejor por qué el capitalismo es
incapaz de recuperar su dinamismo sin atentar contra las necesidades sociales
y los objetivos medioambientales de la humanidad. Esto permitiría enlazar con
la esencia misma de la teoría de las ondas largas que, repitámoslo, rechaza
cualquier automatismo en la dinámica a largo plazo del capitalismo. La con-
clusión de esta reformulación teórica podría ser entonces que el capitalismo
condena a la humanidad a una recesión permanente y la expone al desbarajuste
climático.
Epílogo del libro Ernest Mandel, Les ondes longues du développement capita-
liste. Une interprétation marxiste, Syllepse, noviembre de 2014
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