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Resumen de Final del juego

Final del juego es un cuento incluido en la tercera parte del libro homónimo del escritor
argentino Julio Cortázar, protagonizado por una narradora cuyo nombre no es identificado a
lo largo del texto, se trata de una niña cuya vida transcurre en compañía de sus familiares
Leticia, Holanda, mamá y tía Ruth, el gato de la familia José; sin embargo su discurrir
cotidiano sufre un cambio con la aparición de Ariel B y sus cartitas.
Desde el inicio la narradora-protagonista asume y representa la colectividad, es decir al grupo
de niñas. Leticia es la prima de Holanda y la niña que narra la historia. A lo largo de la lectura
nos enteramos que Leticia tiene un problema en su espalda, una especie de parálisis, por la
cual no se puede mover mucho. Gracias a esto es libre de las tareas domésticas que las otras
dos si debías realizar y podía pasar más tiempo leyendo o en otros juegos tranquilos, esto
también le da el estatus de la líder del grupo.
La vida de estos personajes transcurre con sus rutinas domésticas, frases y hábitos propios de
cada familia, así como un lenguaje que las identifica y une. El diario convivir estaba plagado
de rencillas, travesuras e incluso "enfrentamientos" por pequeñeces, finiquitados por las
adultas. Dentro del pensamiento de estas niñas no había nada mejor que estar en la calle. A
la hora de la siesta, y a hurtadillas de las madres, las niñas salían por la puerta del fondo de
la casa que daba a las vías del ferrocarril Central Argentino:
"Abríamos despacio la puerta blanca, y al cerrarla otra vez era como un viento, una libertad
que nos tomaba de las manos, de todo el cuerpo y nos lanzaba hacia adelante. Entonces
corríamos buscando impulso para trepar de un envión al breve talud del ferrocarril, y
encaramadas sobre el mundo contemplábamos silenciosas nuestro reino".
Atraídas por la sensación de diversión y el peligro de ser descubiertas, lo primero que hacían
era la " inspección del reino", para cerciorarse que los vecinos no las estuviesen espiando,
luego se dirigían al sector de los sauces, llamado "la capital del reino", "la central del juego".
Justo allí desarrollan un juego inventado por ellas mismas, tal como dice el texto:
“Las actitudes: requerían mucha expresividad, representaban, por ejemplo, la envidia
mostrando los dientes y las manos crispadas, y así el rencor, los celos, la caridad.” Por su
parte “las estatuas: eran todo indumentaria, y no tanto la actuación. Aunque había que
estarse muy quieta. Inmóvil.”
Antes de iniciar el juego seguían una suerte de protocolo, Primero había un sorteo con
piedritas, ¡sin trampas! Y además: Claro que tenían sus reglas, que lo complicaban todo un
poco, pero que lo hacía más divertido, sobre todo el tema de "las alianzas" unas contra otra.
Mientras juegan, la gente que viaja en el tren alcanza a observas y ellas piensan que esto hace
más divertido el juego. Un día, un papelito cae del tren: Me gustan mucho sus estatuas,
firmado por Ariel B. un muchacho de rulos rubios y ojos grises claros, de unos 16 años, el
cual causa gran impresión entre las niñas. Esto también nos da a entender que se trata de
niñas que están entrando apenas en la pubertad. A partir de ese momento siguen cayendo
papelitos, cartitas por así decirlo. Uno de ellos dice: La más linda es la más haragana. Ariel
no se da cuenta del problema de Leticia, piensa que está descansando a la sombra de un árbol
ya que siempre está acostada.
Finalmente cae un papelito diciendo que las va a ir a visitar. La noche anterior a la visita,
Leticia escribe una carta dirigida a Ariel que entrega a Holanda, a quien anuncia que no va a
ir a jugar al día siguiente y que, si Ariel pregunta por ella, que le entregue la carta.
Efectivamente Holanda y la narradora entregan la carta y se despiden de Ariel quien con su
encanto le dice Hasta siempre, cosa que ellas toman como una despedida casi poética.
Luego de esto van a comentarle lo sucedido a Leticia quien se encuentra entre feliz y triste
por la situación, apresuradas la dejan sola y Holanda afirma: «Vas a ver que desde mañana
se acaba el juego.» Posiblemente sea esta frase la que le da origen al título del cuento. Ya
que, al día siguiente, juegan por última vez y Leticia pide a sus hermanas que la dejen a ella
hacer la estatua, atrevidamente ha tomado las joyas de mamá y tía Ruth, las chicas esperan
no ser descubiertas y la engalanan con los mejores ornamentos. Leticia espera en una pose
casi imposible para ella debido a la parálisis.
Finalmente, el tren pasa y Ariel ve a Leticia, quien llora con los ojos cerrados. Nunca más
vieron a Ariel de ese lado del tren. Las niñas solo imaginan que ha empezado a sentarse del
otro lado, prefiriendo ver al rio en lugar de a ellas. Este hecho representa el primer
acercamiento amoroso de las niñas y a su vez la primera ruptura o desengaño, Leticia entiende
y mediante su carta hace entender a Ariel su situación de discapacidad. Cuando Holanda
menciona que se acaba el juego, es porque ya sabe lo que va a ocurrirle a su prima, mostrando
de cierta manera una madurez más desarrollada que la de las otras dos niñas. En resumen
podríamos asumir que El final del juego es una metáfora del el final de la niñez y el inicio de
la pubertad o adultez.

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