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T'inkazos.

Revista Boliviana de Ciencias


Sociales
ISSN: 1990-7451
fundacion@pieb.org
Programa de Investigación Estratégica en
Bolivia
Bolivia

Reinaga, Lucía
A propósito del horror en El jardín de Nora
T'inkazos. Revista Boliviana de Ciencias Sociales, núm. 18, mayo, 2005, pp. 133-138
Programa de Investigación Estratégica en Bolivia
La Paz, Bolivia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=426141561011

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A propósito del horror en El jardín de Nora
Lucía Reinaga1

Cómo explicar aquella vez que el jardín era mu- ca Wiethüchter. Una pareja de austriacos trata de
cho más que un simple jardín; que se trataba de iniciar un nuevo linaje en La Paz, a partir de un
replicar el paraíso, allí donde comenzó todo, allí jardín paradisíaco y la procreación de varios hi-
donde los primeros habitantes como Franz y Nora jos. Con el tiempo, el jardín se llena de huecos y
iniciarían otro linaje, sembrarían un árbol que de- los hijos enmudecen. Así, los austriacos intuyen
bía irradiar su amor absoluto, inaugurar un lugar que carecen del manuscrito, de la lógica ordena-
de origen poblado de nombres, nombres que ha- dora de esta parte del mundo. Nunca consiguen
cían posible que el universo existiera a la vez en un acceder al manuscrito, y el proyecto de creación
mismo espacio, nombres como azalea y nomeolvi- de una nueva estirpe se viene abajo.
des, como violetas y coquetas, adonis, dedalera y Esta novela presenta un horror local, ubicado
flor de lis, nombres que tenían su eco en la historia en La Paz, y lo hace a través de una intervención
y que, con toda seguridad, formaban parte del pri- en lo más íntimo y característico de esta ciudad:
mer paraíso. Cómo decirle que ella y él creaban un su geografía. La Paz es un agujero entre las mon-
mundo espejo de otro mundo del que conocían el tañas y son los huecos los que destruyen el jardín
nombre grande y también el pequeño2. de Nora, como si la tierra no permitiera que se
transforme su relieve y su naturaleza pedregosa.
Sus hijos, estos niños que no pertenecían a La novela incide también en otros conflictos coti-
ningún lugar. ¿O se trataba de algún error de lec- dianos de los paceños, como la convivencia entre
tura? ¿O podía él haber perdido el manuscrito al culturas diferentes. De este modo, el lector expe-
venir a La Paz? ¿Y si en este país existía otro ma- rimenta un horror relacionado con situaciones y
nuscrito? Otro, que él desconocía y que había conflictos que conoce y que, en alguna medida, lo
vuelto mudos a sus hijos3. alcanzan. De ahí la necesidad de leer El jardín de
Nora desde La Paz, reconociendo todos los códi-
Los textos que inician este artículo resumen el gos familiares que hacen posible un horror tan
conflicto principal en El jardín de Nora, de Blan- particular: nuestro y contemporáneo.

1 Literata. La presente lectura de El jardín de Nora se desprende de su investigación “De las montañas de la locura a las mon-
tañas de La Paz: el hueco como herramienta para leer horror en la ficción” presentada como tesis de licenciatura en Literatura,
el 2004.
2 Blanca Wiethüchter, El jardín de Nora. La Paz: La mujercita sentada, 1998.
3 Wiethüchter 35.

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Al acercarse a la novela, el lector experimenta sentación del niño, proteja el jardín. El ritual fra-
el derrumbe del jardín y del proyecto de funda- casa sistemáticamente con cada hijo pues, al cabo
ción de la nueva estirpe a través de una degenera- de un año de celebrarse, el niño que estaba en
ción desde lo profundo que da lugar a una co- proceso de ser integrado al jardín pierde el habla
rrupción desde el núcleo hasta la superficie. Este y es enviado al otro lado del jardín, a una casa
proceso es posible gracias a una particular estrate- construida especialmente para albergarlo, junto
gia narrativa en que se presentan antecedentes con sus hermanos también enmudecidos. Veinte
que desestabilizan la situación presente, de tal años después de realizado el ritual por primera
manera que el lector experimenta una suerte de vez se abre un hueco en el jardín que se traga el ro-
“desengaño” que lo va alejando cada vez más de sal. Con el tiempo van apareciendo más y más
las certezas iniciales y transforma el mundo na- huecos, siempre anunciados por un rumor que
rrado en un lugar extraño e inestable. La conjun- Nora siente en sus pechos y que hace brotar de
ción de los huecos en el jardín y sus implicacio- ellos un líquido amarillento parecido a la leche
nes, y la desestabilización del mundo narrado, agria. La degradación del jardín por obra de los
producen en el lector algo que en el trabajo de in- huecos llega a tal grado que Nora se aísla de los
vestigación del que se desprende este texto se de- demás y se abandona al juego del solitario. Frau
nomina “efecto de hueco”, y da lugar al horror; si- Wunderlich, una alemana encargada del cuidado
tuación en la que el universo conocido de quien de los mudos, cae en uno de los huecos y se rom-
experimenta dicho sentimiento sufre una rajadu- pe una pierna. En cuanto se recupera, se marcha
ra, y el lugar y momento presentes se convierten a su país. A la partida de Frau, y por consejo de
en el borde de la fisura que se abre en el universo Eusebia, una empleada, Nora abandona la mesa
conocido y, a través del lenguaje, pone al lector en del solitario y contrata a un yatiri para que solu-
contacto con lo Otro; vale decir, con aquello que cione el problema. Éste hace un baño purificador
excede las posibilidades de su comprensión y por a los mudos. Una semana después de la limpieza,
ello se mantiene desconocido aun si es experi- el jardín se recupera por completo. La pareja pla-
mentado. nea una segunda luna de miel en Yungas. Mien-
En líneas generales, en El jardín de Nora, de tras tanto, un profesor atiende a los mudos para
Blanca Wiethüchter, se narra el fracaso de la ayudarles a recuperar el habla. Se organiza una
construcción de un paraíso que integre la presen- cena de despedida antes del viaje para que los mu-
cia de los hijos. Para fundar una nueva estirpe en dos muestren sus progresos. Después de pronun-
La Paz, Franz y Nora, ambos austriacos, constru- ciar ‘mamá’ y ‘papá’, Franz pide que digan alguna
yen un jardín que imita el paraíso bíblico y los jar- palabra más, y todos al unísono dicen ‘hueco’. En
dines vieneses. Sin tener en cuenta las condicio- ese instante se abre un enorme hueco que, en me-
nes del terreno, ubicado junto a un río, fuerzan la dio de una explosión de líquido amarillento en el
tierra para que reciba plantas que le son extrañas, pecho de Nora, se traga a la pareja de austríacos.
entre ellas, un rosal traído desde Viena. Tienen Finalmente, la voz narrativa dice que una vez que
diez hijos a quienes tratan de integrar mágica- los mudos terminan de aprender a hablar, nadie
mente al jardín a través de un rito: cada uno de los entiende.
ellos, al cumplir la edad de entrar en la escuela, Ahora bien, antes de empezar, cabe aclarar
debe pronunciar su propio nombre frente a un que en El jardín de Nora hay tres tipos de hue-
gnomo de madera vienesa para que éste, en repre- cos. Los huecos físicos, reales en el contexto de

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la ficción, que aparecen en el jardín; los huecos bién el del lector, se desmoronan por obra de los
narrativos, que responden a la estrategia narrati- huecos.
va descrita más arriba; y los huecos intangibles
que, a través del lenguaje, se abren en el borde INTERTEXTO BÍBLICO
del universo conocido del lector y producen el
efecto de hueco que constituye el horror. A par- Franz y Nora quieren vivir en un perpetuo estado
tir de estas premisas se propone una lectura de El edénico, pero al mismo tiempo desean iniciar un
jardín de Nora que sigue la lógica de los huecos nuevo linaje, por eso construyen un jardín al que
tanto físicos como narrativos que es, a su vez, la tratan de integrar a sus hijos, operando así una li-
lógica de la narración. Ésta ha sido dividida en gera pero sustancial modificación al modelo bí-
tres partes, que corresponden a los tres huecos blico de paraíso, donde el mundo empieza a po-
(físicos y narrativos) más importantes: el prime- blarse después de que la pareja primigenia es
ro, el segundo y el último. expulsada del edén. Sin embargo, cuando la pare-
ja contempla un fresco de Rafael que muestra a
PRIMER HUECO Adán y Eva en el paraíso, junto a una serpiente
con cabeza humana, Nora tiene una revelación:
El primer hueco que se abre en el jardín de que el paraíso que están construyendo no puede
Nora es el único que coincide con precisión con ser, pues ninguna representación del paraíso in-
un hueco narrativo, también el primero, que se cluye a los hijos. Entonces, relacionando lo recién
produce al inicio de la novela, cuya línea de aprendido con su conocimiento previo de las re-
apertura es la frase: “Lo descubrió el jardinero presentaciones del paraíso, experimenta lo que se
cerca del mediodía”. La primera palabra del tex- ha denominado hueco, descubre que sus hijos
to da por sobreentendido qué es lo descubierto son serpientes disfrazadas de niños y destructores
por el jardinero. Es, en cierto modo, una especie del edén, causantes del dolor, el sufrimiento y la
de silencio y, por obra de él, el lector queda obli- muerte. Por tanto, decide expulsarlos del jardín y
gado a continuar con la lectura a sabiendas de de la casa, recuperando esta última para el goce
que el mundo narrado está siendo construido sexual, y retornando a la situación paradisíaca en
alrededor de un vacío. Más tarde, se le deja saber que la pareja vive sola en el edén. Franz trata de
que el lugar de lo descubierto lo ocupa el hueco, disuadirla haciéndole ver que sus hijos han falla-
que corresponde tanto al hueco que es descu- do en su integración al jardín, además que no
bierto cerca del mediodía como a la estrategia pueden ni hablar, y que por tanto su felicidad no
narrativa desestabilizadora del presente. En las está en peligro. Nora, que ha descubierto y expe-
profundidades de este hueco se pierde el rosal de rimentado el hueco, no se deja convencer y repli-
rosas de fuego que era la planta más importante ca que los hijos ríen como si no estuvieran mudos
en el jardín de Nora, pues de ella había depen- y que eso puede llegar a ser peor que poder hablar.
dido el ritual de integración de los hijos al jardín
y a la familia. Es por ello que con el hundimien- SEGUNDO HUECO
to del rosal se inicia la caída del orden que Franz
y Nora nunca consiguen consagrar del todo. El segundo hueco en el jardín se abre justo en el
Desde este momento en adelante, el universo punto medio entre las dos casas, mientras Nora pa-
conocido de los personajes y, poco a poco, tam- sea por el césped. Según muestra la narración, este

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hueco ya no “aparece” en el jardín sino que lo cos en el jardín aparecen como producto de una
“muerde”, interviniendo en la tensa distancia que misma acción que nunca es mencionada en el
Franz y Nora han puesto respecto a sus hijos. texto, pero que, como el primer hueco, está pre-
Aunque es cierto que en la realidad física del jardín sente en su silencio. Me refiero a la succión. La
el hueco “aparece” casi por generación espontánea, leche debe brotar cuando los bebés succionan el
en su dimensión afectiva “muerde” la tensa distan- pecho de sus madres, y los huecos en la tierra se
cia que Franz y Nora habían establecido con res- abren cuando alguna fuerza jala desde abajo y
pecto a los mudos. Metafóricamente, en su mordi- hace vacío para que la tierra se hunda por efecto
da, el hueco traspasa por lugares equivalentes la de la gravedad. Ahora bien, lo que no se sabe ni
geografía del jardín y la geometría de las separacio- se dice es cuál es esa fuerza, cuál es la boca que se
nes entre las partes de la familia, interconectándo- abre en los huecos y cuál es la boca que tiene la
las por el vacío que deja. En otras palabras, abre facultad de hacer brotar leche agria cuando
una grieta en la diferencia entre la mente alucinada succiona los pechos de Nora.
y el corazón frío que habían llevado a Nora a plani- En ese contexto, la presencia del horror en-
ficar la construcción de la casa del fondo. Por obra tendido a través de la propuesta explicada más
del hueco, las simbologías, los afectos y las decisio- arriba no puede estar más clara: la superficie del
nes prácticas aparecen con los bordes rasgados y se jardín se rasga junto con el borde del universo co-
encuentran en el caos. nocido pero también junto con el borde de Nora,
quien resulta atravesada por el rumor negro y ala-
LECHE AGRIA do que anuncia los huecos y hace brotar desde la
intimidad de su cuerpo un fluido Otro, extraño,
Nora presiente el segundo hueco en el jardín pues desconocido. Como este rumor en el pecho es un
es anunciado por un rumor que hincha sus pe- anuncio del líquido amarillento y de la aparición
chos como si fueran a explotar, y termina con la de huecos en el jardín, contribuye a que Nora sea
emisión de un líquido amarillento que, según la extraña a su propio cuerpo, pues antes de apare-
voz narrativa, se parece a la leche agria. Este líqui- cer en el jardín los huecos pasan por ella. En otras
do es una de las primeras manifestaciones de la palabras, el rumor negro y alado es parte de una
extrañeza que acecha en la casa de los austriacos y, bizarra gestación de huecos que se produce en el
en ese contexto, denominarlo “leche agria” es un pecho de Nora. Es en este contexto que el extra-
modo de hacerlo menos perturbador asociándolo ñamiento de Nora ante el rumor en su pecho y la
a algo conocido. Sin embargo, como este líquido emisión del líquido amarillento pueden leerse co-
brota directamente del pecho de Nora, el nombre mo una rajadura en su universo conocido más
que le asigna la voz narrativa acarrea connotacio- próximo: su propio cuerpo.
nes que acentúan su carácter perturbador y po- La confluencia de la aparición del hueco en
nen de manifiesto su monstruosidad. un lugar preciso del jardín (en el punto medio en-
Para empezar, por obra del nombre que se le tre ambas casas) junto con la emisión de líquido
asigna, el problema de la emisión de líquido amarillento insinúa un sentido que nunca se po-
amarillento perturba la condición de mujer y de ne en claro, pero sí hace evidente que nunca será
madre de Nora, pues no es natural que la leche accesible: es decir que el segundo hueco en el jar-
materna brote en estado de descomposición. dín confirma aquello que se insinuaba ya desde el
Por otra parte, el líquido amarillento y los hue- primer hueco: que parte del conflicto que se vive

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en casa de Nora y Franz es que ambos se ven obli- son el mal, lo impuro, los destructores de su jar-
gados a interactuar con un entramado invisible, dín. En otras palabras, la veloz recuperación del
un manuscrito no leído, en fin, con una configu- jardín, aunque concede a Nora uno de sus deseos,
ración de sentidos que no dominan y no alcanzan revela que la intervención del brujo no consigue
a deducir. Éste es uno de los motores del horror hacer accesible el manuscrito que organiza las re-
en la novela. laciones entre el jardín, los mudos y la pareja.

SOLUCIONES A LOS HUECOS ÚLTIMO HUECO Y


RITUAL INTEGRADOR
Después de haber tapado el primer hueco con tie-
rra de hoja y césped, aparecen más huecos en el Como se comentó en un principio, la pareja de
jardín. Tantos, que tienen que tenderse tablones austríacos realiza un ritual para integrar al jardín
sobre ellos para poder pasar de una casa a la otra. a cada uno de sus hijos, cuando cumplen la edad
Casi todos los personajes tienen alguna teoría dis- para ir al colegio. Ninguno de los niños respon-
tinta acerca de lo que sucede en casa de los aus- de como ellos esperaban y, además, todos enmu-
triacos. Frau Wunderlich repite una idea atribui- decen mientras transcurre el primer año desde
da a Paracelso: “nada es veneno, todo es veneno, que participan en el ritual. Sin embargo, cerca
el problema está en la dosis”, y afirma que la suya del final de la narración, que es cuando el rito es
ha sido excedida; Eusebia dice que el origen del explicado en detalle, puede percibirse que el fra-
problema es que Nora riega durante el embarazo; caso de Franz y Nora en integrar a los hijos al jar-
los médicos apuestan por una extraña combina- dín y hacer que los gnomos de madera los repre-
ción genética, y Nora y Franz creen que los mu- senten no es tal, pues, a medida que los gnomos
dos están relacionados con los huecos, aunque innominados en el jardín van aumentando en la
Nora piensa en una posible relación sobrenatural misma medida que los mudos en la casa del fon-
y Franz se inclina por hipótesis más realistas. Por do, los hijos mudos terminan siendo representa-
consejo de una empleada deciden contratar a dos, pero ya no como personas individuales, sino
Don Casiano, un brujo aymara, quien llega a la como la voz narrativa se refiere a ellos, un grupo
conclusión de que el problema es que hay un ex- informe en que los mudos sólo cuentan como
ceso de mal. Como Nora no habla aymara, la em- número: son diez. Entonces, a espaldas de los
pleada hace de mediadora, traduciendo las pala- austríacos, los gnomos representan a los hijos en
bras de Nora y Don Casiano al aymara y al su mudez.
español. Finalmente, para recuperar el jardín, En consecuencia, resulta lógico que cuando los
Don Casiano hace un baño purificador a los mu- diez mudos se reúnen por primera vez en la casa
dos, después del cual pasan una semana encerra- paterna y muestran —también por primera vez—
dos en sus dormitorios. En ese tiempo, el jardín se sus progresos en el habla, digan la palabra más ló-
recupera de manera asombrosa y resplandece de gica, la que más fácilmente podría haberse filtrado
manera casi sobrenatural. El problema es que, pa- en las conversaciones que se sostuvieron delante de
ra entonces, el resplandor del jardín ya no es una ellos: hueco. Al ser pronunciada por los mudos, es-
alegría sino que resulta siniestro, pues la narra- ta palabra pone en contacto la otredad de unos res-
ción deja ver que el rito del baño purificador no pecto a los otros y, en ese encuentro de extrañezas,
sale de la lógica de Nora, que cree que sus hijos el acto mágico, poético e ilocutivo produce otra

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vez el “rumor negro y alado”, provoca una última traga a Franz y a Nora, por eso el lector puede asis-
erupción de leche descompuesta, rasga el borde del tir a lo que ocurre después del hundimiento defini-
universo conocido y mata a Nora y a Franz enfren- tivo de la pareja de austríacos y, además de presen-
tándolos a sus más grandes horrores: la caída en el ciar y experimentar el horror, llegar a ser el horror.
hueco y la voz de sus hijos. Además, hace que pa- El paso de Franz y Nora por La Paz no instaura
sen a formar parte de lo más íntimo de la geografía leyes nuevas, el manuscrito que no entienden per-
del aquí. Franz y Nora terminan sus días enterra- manece inmodificado, pues cuando los mudos
dos vivos en las entrañas de su paraíso fracasado, aprenden a hablar nadie los entiende, su extrañeza
devorados por la extrañeza que tanto los inquieta- permanece inconciliable con su entorno, el aquí,
ba. Pero como la presente lectura de la novela se ha- por eso la novela termina como un horror que, a su
ce desde La Paz, puede decirse que, en cierta medi- vez, es el mudo antecedente del inusual jardín vie-
da, quien lee desde aquí es parte del aquí que se nés plantado en la zona sur de La Paz.

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