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TRANSFERENCIA Y TEORÍA DE CAMPO

Alejandro Spangenberg
Terapia Gestalt: un camino de vuelta a casa
Cap. IV, pp. 121-134

• Algunos postulados de la teoría de campo: 


◦ Toda conducta es función del campo que la contiene. 


◦ En un campo todas las partes están en relación. 


◦ Las partes y el todo dentro de un campo son interdependientes. 


◦ La totalidad es más que la suma de las partes. 


◦ Cualquier cambio en una parte afecta al todo al que pertenece. 


◦ La subjetividad del observador influye en lo que observa, y ésta es la única forma


en que podemos conocer lo que ocurre en un campo. No existe objetividad en la
observación. 


◦ Un campo es una red de relaciones. 


◦ Todos los fenómenos que ocurren dentro de un campo están determinados por
todo el campo. 


◦ Todo lo que ocurre tiene verificativo en un campo específico. 


◦ Un campo es una totalidad unitaria que está en proceso, en devenir. 


◦ La realidad que percibimos es una organización específica de los elementos del


campo. 


• Tomaré algunos aspectos generales de esta teoría para aplicarla a la relación terapéutica
en cuanto a la transferencia. 


◦ La transferencia es una organización específica de los elementos de la relación


terapeuta-paciente. 


◦ Esta organización actualiza un vínculo fijo. 


◦ Cada persona organiza los datos del campo de una manera particular y
significativa, donde el otro y la relación toman formas fijas. 

◦ La neurosis es una organización del campo fija y repetitiva, cuando el individuo
ordena los datos presentes con significados experienciales del pasado. 


◦ El paciente no repite su pasado, lo que repite es una organización del campo. 


[…]

• Convencer a alguien que la configuración del campo en la que está viviendo y


orientándose en ese momento es errónea, no es tarea sencilla. Para una persona el que nos
retrasemos cinco minutos un día en el horario de atención, es un evento sin importancia,
sin embargo para otro es la demostración clara de que no les prestamos la más mínima
atención. 


• Modificar el mapa que utilizamos para orientarnos en el mundo es la tarea más compleja
a realizar en terapia. 


• En el trabajo terapéutico no estamos interesados en la modificación de la conducta sino


en la modificación de la experiencia. La terapia es exitosa cuando ha conseguido
modificar la relación figura-fondo de las situaciones de su mapa existencial. 


• En resumen, estar en transferencia es quedar atrapados en el mismo campo que


supuestamente queríamos modificar. 


• Trabajar con la transferencia es reconocer el poder del campo activado por las situaciones
generadas en el devenir del proceso terapéutico, en parte producto de las formas de
organización fija que el paciente ha desarrollado a lo largo de su vida y utilizar a estas
últimas -mediante el contacto, el awareness, la relación, etc.- para modificar el mapa que
el paciente construye para orientarse. 


Transferencia y sus cuatro dimensiones

1. Transferencia de las imágenes y vínculos significativos. 


+ Este tipo es el más conocido en psicología.


+ El psicoanálisis le dedica toda su atención. Freud acabó descubriendo que sus pacientes
proyectaban sobre él contenidos en relación a las figuras parentales de sus vidas, y que este
hecho le permitía una vía de acceso directa a las partes más ocultas de las psiquis de su
pacientes.
+ La transferencia es el fenómeno proyectivo a través del cual las personas “presentifican” y
“actúan”, o sea dramatizan su matriz emocional en los vínculos significativos que establecen.

2. Transferencia de los “huecos” de la personalidad”. 


+ Se refiere a la proyección específica de contenidos relacionados con la idealización de las


figuras de autoridad.
+ El paciente parece transferir todo su poder personal sobre la figura del terapeuta al que
idolatran, y en el cual colocan todos los aspectos positivos de un ser humano, para luego
establecer una relación de dependencia con éste.
+ Este intento es sólo una defensa contra el odio y la rabia contra estas figuras. La idealización es
la contrapartida de demandas y exigencias “violentas” en relación a las figuras parentales, hasta
un intento de protegerlas de la propia bronca.
+ Es necesario devolver las proyecciones de poder y ayudar al paciente a tomar contacto con su
necesidad de tener una figura idealizada.
+ Otras veces hay que considerar la autoestima baja y la necesidad de contención.

Percepción como transferencia

+ No debemos confundir la percepción de nuestros pacientes con la transferencia.


Nosotros debemos checar nuestra contratransferencia y ser honestos y transparentes en nuestra
relación terapéutica.
+ P.e. cuando el paciente toca o expone al terapeuta de alguna manera (le dice que lo percibe
triste) y éste al sentirse “descubierto” reacciona defensivamente devolviéndole la percepción
como si fuera proyección (lo que tú ves es en mí es tu propia tristeza).
+ Los pacientes llegan a terapia con el ánimo de confirmar su percepción de la realidad, y al
negarle la autenticidad de su contacto con nosotros le estamos negando la validez de su ser y
estar en el mundo.
+ La actitud correcta luego de hacer contacto es preguntar qué le hace sentir el estar confirmado
en su visión, cómo le llega el ser confirmado en el contacto con la experiencia emocional íntima
del terapeuta. Esto nos abre la posibilidad de explorar la matriz emocional de este paciente en la
relación con nosotros (estar atento al estado de ánimo de las figuras de autoridad afectivas de su
vida que supuestamente lo cuidan), y explorar las consecuencias de este movimiento dentro del
proceso terapéutico (fantasías de abandono y falta de interés).

Transferencia arquetípica
Carl G. Jung es el primero en mencionar este tipo de transferencia.
Antes es necesario una distinción entre Ego y Self. El Ego es el centro de la personalidad
consciente y el Self es el centro organísmico de la personalidad total. 
En el proceso de crecimiento y adaptación a las demandas externas, el Ego deja partes de sí
mismo fuera del alcance del darse cuenta. Cuando utiliza el mecanismo de la proyección se
pueden devolver esas partes e integrarlas. Entonces la distorsión en el contacto desaparece. Pero
cuando la parte proyectada viene del Self entonces es un arquetipo, un basamento anterior al
Ego. El origen de esta proyección es transpersonal.
Un arquetipo como tal no puede ser asimilado por el Ego, sólo experimentado; se puede
establecer una relación intrapsíquica que lleva a la ampliación de la consciencia, pero no puede
haber una asimilación o integración.
La proyección arquetípica sobre el terapeuta no resulta en una perturbación de la percepción del
paciente, éste puede diferenciar la figura del terapeuta como ser humano y los intensos
sentimientos de gratitud, afecto y admiración.
Pareciera que la situación terapéutica hubiera despertado un arquetipo de la primera infancia, la
del protector. Esta transferencia actúa a favor de la terapia y su presencia lejos de ser un
problema se constituye en apoyo terapéutico.
Contratransferencia. Transparencia, honestidad, humildad e impecabilidad

La contratransferencia se describe como la transferencia originada en el terapeuta, o sea su


subjetividad pasible de ser proyectada en el campo terapéutico.
Se supone que el terapeuta está -o debería estar- más en contacto con sus sensaciones, fantasías y
subjetividades, que lo que el paciente con quien trabaja.
Si bien nunca estaremos completamente a salvo del riesgo de proyectar nuestros “puntos ciegos"
en el campo de la relación con nuestro cliente, existen formas de minimizarlo. La primera es la
terapia personal, luego el entrenamiento profundo, y por último cultivar las actitudes de
transparencia, honestidad, humildad e impecabilidad.
En Gestalt, el terapeuta es un instrumento afinado donde todos sus sentidos están en estado de
atención para captar cada uno de los fenómenos que se desarrollan durante el encuentro con
nuestro paciente. Es un “espejo pulido” para que el otro pueda verse libre de los reflejos que en
su pasado contribuyeron a la distorsión de su autoimagen.
¿Qué hacemos con lo que sentimos, fantaseamos y percibimos? En este sentido, ponemos énfasis
en la forma de la intervención, en cuanto a que el terapeuta siempre “posea” su experiencia y
deje claro que lo que devuelve al cliente es “su visión” y no una verdad revelada que debe ser
“tragada” por éste.
El terapeuta deberá decidir qué comparte con su cliente y qué no, dependiendo del momento de
la terapia y de la capacidad de la persona para digerir contenido y forma.
En Gestalt es imposible dejar de lado la subjetividad, porque es la relación la que le da sentido al
encuentro. No podemos iluminar el sentido, la dirección de la vida de alguien si no estamos
dispuestos a involucrarnos en ella.

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