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1. INTRODUCCIÓN
El término psicosis fue introducido por el psiquiatra austriaco Ernst von Feuchtersleben
en 1845 para sustituir el de locura y referirse a las manifestaciones psíquicas de las
enfermedades del alma desde una perspectiva psiquiátrica y meramente descriptiva. El
nuevo concepto no es opuesto a neurosis o enfermedad mental, lejos de excluirse
mutuamente, Feuchtersleben los yuxtapone y solapa. Así, casi durante un lustro el
término se empleó a menudo como un sinónimo muy general de trastorno mental o
psicopatía. El concepto se refirió primero al conjunto de enfermedades llamadas mentales
fueran orgánicas como la parálisis general o no y más tarde se limitó a las tres formas
modernas de la locura: esquizofrenia, paranoia y psicosis maniaco-depresiva1.
W. Griesinger fue de los primeros que se sirvió del nuevo concepto que incluyó en su
Patología y terapéutica de las enfermedades mentales de 1845. Con Griesinger se inicia
la neuropsiquiatría, una psiquiatría apoyada en la patología cerebral y cobra pleno vigor
la teoría de la psicosis unitaria. Posteriormente el concepto de psicosis se fue difundiendo
con un uso algo desigual y paulatinamente acabará perdiendo su carácter descriptivo e
inespecífico de “enfermedad del alma” para adquirir el estatus de una organización
psicopatológica perfectamente delimitada4.
Sigmund Freud recoge el término como concepto técnico en un primer momento, para
designar la reconstrucción inconsciente por el sujeto de una realidad delirante o
alucinatoria. En un momento posterior lo incluirá en una estructura tripartita en la que se
diferencian claramente neurosis, psicosis y perversión. Desde sus primeros trabajos se
encuentra una distinción bien clara entre neurosis y psicosis y llega a proponer como
psicosis la confusión alucinatoria, la paranoia y la psicosis histérica, que diferencia de la
neurosis histérica y habla de psicosis de defensa. Indica que en la psicosis son rechazados
tanto la representación como el afecto. Vemos tres momentos en su obra en que el
concepto se va moldeando. En de 1984 habla de neuropsicosis de defensa donde incluye
algunas psicosis como la paranoia, ideas que perfila en el Manuscrito, en un segundo
momento, en 1914, habla de “neurosis narcisistas” donde incluye esquizofrenia, paranoia
y melancolía. Finalmente en 1924 la psicosis contempla la esquizofrenia y la paranoia.
Freud definirá la psicosis como una perturbación entre los vínculos del yo y el mundo
externo. La relación con la realidad que mantienen neurosis y psicosis es distinta, la
neurosis no desmiente la realidad, se limita a no querer saber de ella, mientras que en la
psicosis la realidad es desmentida y sustituida o modificada3.
Según el criterio diagnóstico utilizado cada uno requiere una mínima duración un paciente
puede padecer esquizofrenia para un modelo y no para otro, lo que obliga, en todo
momento, a indicar la clasificación utilizada. Contemporáneo de Kraepelin y de Freud,
de quien fue amigo y defensor. Presentó un nuevo enfoque de la locura. Los síntomas,
los delirios, las alucinaciones encontraban su significación si uno se volvía a los
mecanismos descritos por Freud en su teoría del psiquismo. Sin renunciar a la etiología
orgánica y a la herencia situaba la enfermedad en el campo de las afecciones psicológicas.
La nueva esquizofrenia tenía un origen tóxico y se caracterizaba por la disociación de la
personalidad y el repliegue en sí mismo o autismo. Marconi (1970) propuso una
definición de psicosis en base a lo que él llamó su “Teoría Estructural de las Psicosis”.
Esta teoría es ordenadora y didáctica, y por eso la emplearemos para introducirnos al
tema. Para Marconi, la psicosis es una “mutación insólita y productiva de la conciencia
de realidad”. La conciencia de realidad es el modo en que los seres humanos dan cuenta
de lo que consideran real. Tiene un origen eminentemente cultural por lo que varía de una
cultura a otra, pero necesita un cerebro con todas sus funciones, un cerebro integrado a
un cuerpo13.
2. CONCEPTO
3. EPIDEMIOLOGIA
4. ETIOPATOGENIA
Por ejemplo, una liberación aumentada de dopamina en el cerebro produce los síntomas
característicos de la fase activa de la esquizofrenia:
a. Sensación de persecución desde fuentes externas.
b. Percepción alucinatoria de voces.
c. Habla desorganizada, incoherente o incomprensible.
d. Secuencias de pensamiento anormales y disociación de ideas.
e. En ocasiones, posturas disforzadas, rigideces o movimientos catatónicos.
Además, los medicamentos efectivos para el tratamiento de la esquizofrenia inhiben la
liberación de dopamina o bloquean a sus receptores, y fármacos liberadores o agonistas
de la función dopamínica como los medicamentos antiparkinsonianos, la cocaína y la
anfetamina (la molécula de anfetamina se parece a la molécula de dopamina) en dosis
elevadas pueden producir una psicosis tóxica muy parecida a la esquizofrenia paranoide.
El incremento de la actividad dopaminérgica en la amígdala una estructura importante del
sistema límbico está especialmente relacionado con los síndromes paranoides. En cambio,
los síntomas negativos de la esquizofrenia, es decir, los registrados por defecto
aplanamiento afectivo, abulia, anhedonia, apatía, autismo, aislamiento parecen estar
relacionados con daño cerebral indicado consistentemente a través de las tomografías
computarizadas y las resonancias magnéticas5.
Síntomas neurológicos como catatonia, detención del habla y de la mirada, y ausencia del
reflejo de parpadeo, entre otros, observados en sujetos esquizofrénicos, están
relacionados también con daño cerebral como el aumento del ventrículo y las alteraciones
corticales y límbicas. La severidad de estos desórdenes está correlacionada con la
severidad de los síntomas negativos de los pacientes. Algunos investigadores favorecen
la hipótesis de que tales anormalidades cerebrales ocurren durante el desarrollo prenatal,
en el momento del nacimiento o en algún momento después del mismo, y es posible que
en ellas intervenga algún factor viral como la gripe, que es capaz de destruir neuronas en
el sistema límbico y en el hipotálamo. Detecciones tomográficas descubren
anormalidades del hipotálamo y hallazgos de laboratorio arrojan también resultados que
comprometen neurotransmisores y hormonas en el origen de las psicosis
maniacodepresivas.
5. MANIFESTACIONES CLÍNICAS
Dimensión psicótica:
Ideas delirantes: creencias erróneas que implican una mala interpretación de las
percepciones o experiencias. Su contenido más común corresponde a ideas de
persecución, también son comunes las autorreferenciales, somáticas, religiosas o
grandiosidad.
Alucinaciones: ocurren en cualquier modalidad sensorial, pero las auditivas son las más
comunes en la esquizofrenia. Las alucinaciones auditivas son experimentadas
generalmente como voces, extrañas o conocidas, que son percibidas como distintas de los
pensamientos de la propia persona. Las alucinaciones deben producirse en un contexto de
claridad sensorial: las que ocurren mientras se concilia el sueño (hipnagógicas) y las
ocurridas al despertar (hipnopómpicas) se consideran normales.
Dimensión desorganización:
Pensamiento desorganizado: es descrito como una de las características esenciales de la
esquizofrenia, como es difícil definir objetivamente un trastorno del pensamiento, se ha
optado por el concepto de lenguaje desorganizado, que en sujetos esquizofrenia
comúnmente se observa tangencialidad y laxitud en el discurso. Puede manifestarse en
diversas formas que van desde las más infantiles hasta la agitación impredecible. Existen
problemas en todas las acciones orientadas hacia un fin, ocasionando dificultades en la
realización de actividades de la vida cotidiana. El sujeto puede descuidar su higiene y
apariencia personal, presentar un comportamiento sexual inapropiado, o una agitación
impredecible y sin motivo alguno.
En todo paciente debe realizarse un estudio diagnóstico inicial completo que incluya:
7. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
8. TRATAMIENTO
La primera fase del tratamiento consiste en una evaluación exhaustiva mediante una visita
por parte del psiquiatra. Durante esta entrevista, se dedica un tiempo a conocer la persona
afectada y, si es posible, también a la familia o personas cercanas a ella. En general, se
realizan análisis de sangre y pruebas de neuroimagen (resonancia magnética) para
descartar posibles causas orgánicas de los síntomas psicóticos. Puede ser un periodo de
confusión y angustia por el paciente, por lo que es muy importante el apoyo y
comprensión recibida por parte de todo el personal médico y asistencial. Esta relación de
confianza mutua entre el paciente y el equipo de salud mental es esencial que se produzca
desde el inicio del proceso terapéutico. La información recogida durante la entrevista y
las pruebas realizadas aclararan la naturaleza específica de la psicosis y del tratamiento
más adecuado en cada caso. En algunos casos, los síntomas desaparecerán poco tiempo
después de iniciar el tratamiento, permitiendo que el paciente reanude su vida normal en
un breve periodo de tiempo. En otros, la recuperación puede tardar semanas o incluso
meses. Al igual que en otras enfermedades, puede ser oportuno suspender temporalmente
la actividad laboral o los estudios para reiniciarlos más tarde, una vez recuperado, y así
tener más garantías de éxito. El tipo de tratamiento puede variar en función de las
preferencias del paciente, la gravedad de los síntomas, el tiempo que han estado presentes
y de sus posibles causas1.
Los medicamentos son parte esencial del tratamiento de los trastornos psicóticos y, junto
con otras formas de terapia, tienen un papel fundamental en la recuperación después del
episodio psicótico y en la prevención de episodios posteriores. Existen diferentes tipos de
fármacos de gran eficacia, tanto en la reducción de los síntomas psicóticos como en el
alivio de la ansiedad que los acompaña. El tratamiento suele iniciarse a dosis bajas y es
el psiquiatra quién determina, junto con el paciente, las modificaciones necesarias, según
la evolución de los síntomas. Se dispone de un gran número de fármacos, lo que permite
realizar cambios entre ellos en caso de presentarse efectos secundarios. Es importante que
el paciente informe a su psiquiatra si presenta algún efecto adverso, ya que su aparición
puede empeorar el cumplimiento de un tratamiento, que como ya hemos dicho, es
fundamental para la recuperación2.
Así mismo se deberá contar con un equipo de profesionales con quien poder hablar es una
parte importante del tratamiento. Existen diferentes tipos de terapia y la elección
dependerá de las necesidades del paciente y de la fase de la psicosis en que se encuentre.
Inicialmente, puede ser suficiente contar con alguien que entienda la situación y que
transmita confianza en la recuperación. A medida que avanza el proceso de recuperación,
pueden aparecer dudas o inquietudes sobre la enfermedad y puede ser conveniente
conocer medidas para evitar recaídas, como pueden ser técnicas para manejar el estrés o
aprender a reconocer precozmente señales de alarma. La orientación o la psicoterapia se
pueden realizar de forma individual o en grupo10.
9. CASO CLINICO16
Paciente, varón de 31 años, soltero, con estudios de publicidad no finalizados, que reside
habitualmente con sus padres y una hermana, habiendo desarrollado trabajos ocasionales
como vigilante de seguridad, de diseño gráfico o en grandes almacenes que no mantenía
más de unas semanas. Como antecedentes personales médicos destacan el diagnóstico de
una sífilis precoz diagnosticada durante uno de sus ingresos psiquiátricos, en remisión
tras el tratamiento antibiótico, habiéndose descartado una neurolúes. Entre los
antecedentes familiares psiquiátricos, destacar que una de sus dos hermanas ha tenido
varios ingresos psiquiátricos por un cuadro delirante crónico que se asoció al lupus
eritematoso que padece.
Entre sus hábitos tóxicos hay que destacar su consumo de cannabis de bastantes años de
evolución, siendo difícil de cuantificar por su tendencia a minimizarlo, aunque reconoce
que es un consumo diario y en algunas ocasiones ha reconocido un gasto de unos 10-15
diarios en cannabis, o en otras ocasiones fumar unos 6 o 7 cigarros de cannabis diarios,
justificando el consumo por su falta de efectos perjudiciales, por algunas corrientes
psiquiátricas que lo admiten o por ser defensor de su legalidad. El consumo se mantenía
entre los diversos ingresos psiquiátricos que ha tenido. Además tiene antecedentes de
consumos ocasionales de cocaína, no presente en los últimos años. Es fumador de un
paquete diario de tabaco y no es bebedor de alcohol. Su cuadro comenzó hace unos 7
años, tras regresar de un viaje a Inglaterra.
Empezó a referirle a la familia que era bisexual y que en su viaje había tenido experiencias
sexuales con personas de ambos sexos, progresivamente se va instaurando un cuadro de
mayor irritabilidad, abandono de sus estudios y desconfianza, hasta que presenta un
primer episodio psicótico con las carácterísticas clínicas habituales, se reía y hablaba sólo,
dejó de comer, refería que le habían intervenido el ordenador, ocultaba la televisión y el
ordenador o cerraba las puertas de casa como si le siguieran. Por este motivo ingresa por
primera vez hace 4 años. Posteriormente, en 3 años ha presentado 10 ingresos
psiquiátricos más, en relación con el abandono del tratamiento psicofarmacológico y la
persistencia en el consumo de cannabis. Durante estos ingresos se evidencian una serie
de temas delirantes variados de tipo paranoide: Inicialmente refería que le controlaban el
ordenador para robarle proyectos importantes y le espiaban el correo, dejaba de comer
por sospechar que le envenenaban por lo que se preparaba su propia comida, desconfiaba
de los padres y los espiaba por la noche, realizaba denuncias a la policía de supuestos
agresores hacía él o porque le querían robar.
Refería que los jueces y su familia le querían perjudicar. Ha referido que Bin Laden está
camuflado en su barrio, que se ha quitado la barba pero por la cara lo reconoce, tiene el
sobrenombre de “teacher” para que no le llamen por su auténtico nombre y todos los
árabes del barrio le obedecen. También ha presentado ideas de autorreferencia, así
considera que papeles que tienen otras personas están relacionados con él y que ciertas
conversaciones de otros se refieren a él. Progresivamente van apareciendo conductas más
violentas y otras de tipo más regresivo. Tira cuadros de casa por la ventana, les cambia a
los padres los objetos de sitio, los deja en la calle, les roba la correspondencia, echa restos
de cannabis en la comida de la familia para demostrarles que no es perjudicial, amenaza
reiteradamente a la familia para obtener dinero o se pone agresivo físicamente cuando
intentan ponerle límites conductuales. Echa excrementos de animales en las puertas de
los vecinos. Intentó matar a su perro. Compra objetos de valor como una moto de 10.000
doloras y no los paga. Echa colgantes en la pecera o comenta que habla con los peces.
Pone en su casa la música a alto volumen por la noche lo que provoca denuncias reiteradas
por parte de los vecinos. Se llevaba las llaves de algunos de sus trabajos y no las devolvía.
Además van apareciendo conductas socialmente mal aceptadas sin represión por su parte.
El paciente niega las conductas agresivas, refiriendo que los otros son los agresores.
A sus padres cada vez les establece más exigencias, les demanda continuamente dinero,
les pide que le compren multitud de películas y de discos de música, móviles caros,
agendas electrónicas, reproductores de música, a lo que los padres habitualmente no se
resisten o sí lo hacen aparecen conductas violentas por su parte. Refiere que sus padres
se quieren quedar con su dinero, que el piso que tiene la familia en la playa es suyo, por
lo que establece denuncias contra los padres y hermanas. Refiere que no son sus padres
auténticos, los llama tutores, pues tiene un documento de identidad caducado que procede
de una persona fallecida y donde se oculta su autentica identidad. Refiere que sus padres
le han querido obligar a casarse con diversas personas pero él se ha opuesto, como el
intento de casarlo con un amigo suyo para que le controlara el dinero. Su familia le ha
destrozado la vida pues le separaron del amigo que tenía con 5 años y pasaba muchas
horas en el portal del bloque donde este vivía aunque hace más de 20 años que no vive
allí. Comenta que el dinero que tiene su familia de él, procede de protagonizar anuncios
en la infancia, siendo la imagen comercial de empresas importantes de alimentos
infantiles o productos para los niños.
Así, progresivamente se van instaurando ideas de tipo megalomaníaco. Comenta que las
empresas y la gente no reconocen su valía profesional que puede demostrar con multitud
de documentos. Considera que tiene mucho dinero por sus contratos millonarios con
grupos musicales de éxito, españoles y americanos que ha sido cantante en algunos de
ellos, que tiene el dinero y los contratos en bancos suizos, que tiene muchos abogados
defensores, propiedades en diversos sitios como un piso cerca de Central Park en Nueva
York o que tiene 273 millones de dolores en su casa. Tiene hijos por distintos lugares,
como 5 hijos asiáticos u otro hijo que tuvo con su amigo de toda la vida, con el que está
casado por un rito especial desde la infancia. Refiere que todo esto que le ocurre es
ridículo para su importancia y su nivel. Insiste en sus grandes capacidades personales que
no le valoran en los trabajos que ha tenido y en los que es incapaz de mantenerse, según
él por su excesiva dedicación al trabajo pero, según la familia, por el incumplimiento
reiterado de las normas y sus conductas inadecuadas. Reiterativo con una serie de
documentos que demuestran sus estudios, sus trabajos, sus múltiples juicios o su
capacidad para tomar decisiones y ser tutor de sí mismo.
En los ingresos sucesivos van surgiendo más conductas inadecuadas y agresivas, se mete
en conversaciones de otros pacientes, da consejos sin pedirlos, insulta a familiares y
pacientes sin provocación previa, insulta al personal sanitario, cuenta a otros sin
limitaciones sus aventuras sexuales y sus consumos de tóxicos. Progresivamente se va
haciendo más perseverante, prolijo en detalles e insistente en sus temas. El pensamiento
también se va presentando cada vez más disgregado. Durante los ingresos se han
objetivado ideas delirantes de perjuicio, autorreferenciales y megalomaníacas. No se han
evidenciado claramente alteraciones sensoperceptivas aunque, posiblemente en alguno de
sus ingresos, ha referido alucinaciones de tipo auditivo, pero en todo caso muy transitorias
y muy ocasionalmente. No ha presentado alteraciones del estado de ánimo relevantes, en
el sentido de ánimo deprimido ni expansivo, predominando el humor disfórico. No ha
tenido ideación ni conductas autolesivas. Siempre ha sido destacada la nula conciencia de
enfermedad. En la exploración cognitiva no se evidencian alteraciones significativas de
áreas cognitivas relevantes como la memoria, la atención o las funciones ejecutivas.
9.1.Evolución
9.2.Exploraciones complementarias
9.3.Diagnóstico
Trastorno psicótico inducido por cannabis en los ingresos iniciales, esquizofrenia en los
últimos ingresos. Trastorno de personalidad con rasgos disociales y límites. Dependencia
de cannabis.
9.4.Discusión
Este caso plantea varias cuestiones interesantes sobre los efectos psicopatológicos del
consumo de cannabis como la existencia o no de una psicosis cannábica con unas
características clínicas diferenciales, que serían la presencia de delirios megalomaníacos,
con poca prominencia de las alucinaciones auditivas, escaso deterioro psicótico y
aparición de conductas regresivas e inadecuadas. La presencia de una personalidad previa
de tipo límite sería otro rasgo diferencial.
3. Mingote Adán, J. C., Pino Cuadrado, P. D., Huidobro, Á., Gutiérrez García, D.,
Peciña, M., & Gálvez Herrer, M. (2007). El paciente que padece un trastorno
psicótico en el trabajo: diagnóstico y tratamiento. Medicina y seguridad del
trabajo, 53(208), 29-51.
5. Tizón, J. L., Artigue, J., Parra, B., Sorribe, M., Ferrando, J., Pérez, C., ... &
Marzari, B. (2008). Factores de riesgo para padecer trastornos psicóticos:¿ Es
posible realizar una detección preventiva?. Clínica y Salud, 19(1), 27-58
14. Moya i Ollé, J. (1998). Psicosis única y trastornos del lenguaje. Revista de la
Asociación Española de Neuropsiquiatría., 18(66), 219-234.