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UNIVERSIDAD NACIONAL FEDERICO FILLARREAL

FACULTAD DE INGENIERÍA GEOGRÁFICA, AMBIENTAL Y ECOTURISMO


Escuela Profesional de Ingeniería Ambiental

ECONOMÍA AMBIENTAL
IMPORTANCIA DE LA VALORIZACIÓN ECONÓMICA. EL PROBLEMA DEL VALOR. CÓMO
SE EXPRESA EL VALOR AMBIENTAL. CLASES DE VALOR. VALORACIÓN ECONÓMICA
TOTAL. USOS DEL VALOR ECONÓMICO.

DOCENTE
Dr. AMAYA PINGO PEDRO MANUEL
ALUMNOS

TURNO
TB

LIMA - 2017
Contenido
Objetivos ....................................................................................................................................................... 3
Importancia de la valoración económica ....................................................................................................... 4
El problema del valor .................................................................................................................................... 6
Cómo se expresa el valor ambiental ........................................................................................................ 6
El concepto económico de valor (Herruzo, 2002) ......................................................................................... 8
Clases de valor económico ambiental (Xavier & Carmelo, 2007)............................................................. 9
Precios y valor económico (Victor, 2012) ............................................................................................... 10
Valor económico total ................................................................................................................................. 12
Usos del valor económico ........................................................................................................................... 16
Conclusiones .............................................................................................................................................. 18
Bibliografía .................................................................................................................................................. 19
Objetivos

 Conocer la importancia de la valoración económica mediante revisión bibliográfica con el


fin de tomar en cuenta su trascendencia
 Recopilar información bibliográfica acerca de la forma de expresión del valor ambiental y
los problemas relacionados a este tema.
 Conocer las clases de valor económico ambiental
 Entender el método Valor económico Total mediante fuentes bibliográficas.
Importancia de la valoración económica
La importancia de los servicios ambientales que proporcionan los ecosistemas queda de
manifiesto en (Constanza , 1991). Las estimaciones llevadas a cabo indican que los conjuntos de
servicios analizados para todo el planeta se acercan a un valor (*) medio anual de 33 trillones1
US$/año, teniendo en cuenta que la estimación está sesgada por la incertidumbre de los métodos
aplicados y por la ausencia en el análisis de algunos biomas
y servicios. Si comparamos esta cifra con el Producto Interior Bruto del conjunto del planeta en
esos momentos (18 trillones de US$/año) podemos hacernos una idea de lo que los sistemas
ecológicos suponen en la economía. Sólo para Estados Unidos, (Pimentel, 1997)estiman que los
beneficios económicos y ambientales anuales de la biodiversidad son de unos 319 billones de
dólares [109 $] anuales, siendo su aportación total para el planeta de unos 2928 billones de dólares
[109 $] anuales, alrededor del 11% de la economía global.

Un estudio reciente llevado a cabo por un equipo internacional de científicos y economistas,


coordinados por la Universidad de Cambridge y la Royal Society for Protection of Birds (RSPB),
estima que cada año la humanidad tiene que aportar unos 250 billones de dólares adicionales
debido a la pérdida de los servicios que
la naturaleza nos aporta gratuitamente. Así mismo, concluye que con menos de 50 billones de
dólares al año2 podríamos proteger los servicios de los ecosistemas, que nos están generando 5
trillones de dólares al año. Ésto significa que con menos de un 1/16 del presupuesto mundial en
gastos militares podríamos proteger de manera efectiva la naturaleza del planeta (Balmford, 2002)

Sin embargo, mientras que algunos de estos bienes y servicios son identificables localmente, y
sus beneficios son fácilmente cuantificables en términos de mercado (*), como por ejemplo, el
turismo asociado a los espacios protegidos, otros muchos no están valorados en el marco de la
economía clásica, y por esta razón pueden tener muy poco peso específico en las decisiones
políticas que les afectan (Constanza , 1991), conduciendo a una rápida degradación y agotamiento
(Daily, 2000), tal y como hoy estamos viendo.
Por estas razones, incluso desde un punto de vista exclusivamente utilitarista, es necesario
valorar convenientemente el aporte que los sistemas ecológicos hacen a la economía, a través de
los bienes y servicios, con el objetivo de no descapitalizar a una sociedad, la nuestra, que depende
de este auténtico capital natural (*) para su mantenimiento (Constanza , 1991)

La continua disminución y degradación del capital natural ha generado preocupación y debate


sobre la capacidad del sistema económico. Para sustituir esas pérdidas con el capital hecho por
los hombres, ciertamente limitados y descritos en términos biofísicos; para ello se requiere el
suficiente entendimiento de los orígenes y de cómo se afectan por la acción que se adelantan en
los ecosistemas (Balmford, 2002)
La valoración económica debe ser aplicada a los cambios en los servicios, lo cual requiere un buen
entendimiento del flujo de estos y de los determinantes de la demanda. Además de este
fundamental insumo, cualquier valoración necesita tener en cuenta el rango de valores ecológicos
y socio-culturales que no son cubiertos por la tradicional valoración económica, pero que piden
diferentes acercamientos y metodologías para reflejarse en la toma de decisiones, tales como
consideraciones sagradas e históricas de las comunidades (Pimentel, 1997)
Las decisiones humanas tienen impactos en los ecosistemas, causando cambios en sus
estructuras y funciones. Estos cambios, a la vuelta, llevan a modificaciones en la provisión de
servicios ecosistémicos, lo que al final genera impactos en el bienestar humano. No se pueden
plantear economías de escalas en medios susceptibles de degradación y no recuperación, allí los
grados de mayor afectación deberían repercutir en altos costos por parte de quienes explotan los
recursos, ya que, por ejemplo, las comunidades receptoras de los servicios ecosistémicos pagan
de primera mano los costos de la degradación, por lo tanto, sin un estudio cuidadoso y completo,
no habrá un valor monetario que ilustre la magnitud de las consecuencias y la necesidad de actuar
para evitarlas (Daily, 2000).
Una clara comprensión de estos vínculos proveerá la información necesaria para guiar la reforma
de las instituciones y las decisiones de las mismas, lo que en última instancia mejorará el estado
de los ecosistemas y los servicios que ellos proveen a la sociedad (Daily, 2000).
Los esfuerzos investigativos con respecto al estudio de los servicios ecosistémicos han aumentado
fuertemente en los últimos diez años, esto para crear un soporte robusto que sustente su
aplicación en la toma decisiones en los sectores públicos y privados (Constanza , 1991)).

Ilustración 1:Valoracion de Servicios Ecosistémicos

Fuente: (Tamayo, 2014)

Esencia de la Valoración
Una primera conclusión de lo tratado hasta el momento es que los estudios de los servicios
ecosistémicos deben ser siempre transparentes en cuanto a que se considera servicios y la forma
en que están siendo valorados y medidos. Un aspecto crítico y es el escaso conocimiento de cómo
son producidos, mantenidos y afectados por los cambios sistémicos o abióticos y cómo se
relacionan con los niveles de biodiversidad. Las faltas de información serán comunes en la
investigación de estos servicios y deben ajustarse a la incertidumbre acerca del funcionamiento
del sistema. También debe notarse que mucha gente se beneficia de estos servicios sin darse
cuenta y eso lleva a dificultar la apreciación de su valor, es decir, de su importancia. Las
dependencias del bienestar humano en los servicios ecosistémicos reflejados en los estudios de
valoración deben, por lo tanto, no sólo incluir los beneficios directos (valores de uso) sino también
los beneficios indirectos (valores indirectos) y los valores de no uso que de ellos se derivan (
(Tamayo, 2014)
Otro asunto es cómo lidiar con los beneficios potenciales o “la probabilidad del uso futuro”.
El valor puede definirse como “la contribución de una acción u objeto a los objetivos específicos
de los usuarios o a sus condiciones” (Tamayo, 2014). Esta medida podría incluir cualquier tipo de
métrica de ciencias como la ecología, la sociología y la economía (entre otros) por lo que se incluye
en una perspectiva más integral.
En economía, la palabra valor está siempre asociada a los “trade-offs”, en los que algo sólo tiene
valor si se tiene la voluntad de sacrificar algo más para obtener o disfrutar de otra cosa. En este
sentido, la métrica común sigue la valoración monetaria y algunos críticos expresan que la
expansión de este sistema ha plagado muchas evaluaciones de servicios ecosistémicos
(Constanza , 1991), fallando en la incorporación de diversos tipos de valores que son importantes
para comprender la relación entre sociedad y naturaleza, es decir se pierden perspectivas
integrales donde se consideren valores de no uso, indirectos y potenciales que existen incluso
cuando la gente no es conciente de ello (Pimentel, 1997). Entonces, mientras las valoraciones
monetarias sólo capturan parcialmente la importancia total, necesariamente quedarán rezagados
los valores de los servicios ecosistémicos, fundamentales para internalizar las ya muy conocidas
externalidades en los procesos de contabilidad y en las políticas que influyen sobre los
ecosistemas (Tamayo, 2014), por esto, la toma de decisiones en todos los niveles se verán
afectadas si no se consideran los valores reales; bajo estas condiciones no será posible que los
proyectos se apropien de la totalidad de los impactos generados.
Como se ha mencionado, al valorar es necesario distinguir claramente entre el uso potencial y el
real de los servicios de valor de uso directo, principalmente los de provisión y los de uso indirecto,
como los de regulación y hábitat. Dado que un ecosistema ofrece múltiples servicios y estos están
ligados, la carencia de uno puede repercutir en la disminución de otros, por eso más allá de los
costos marginales, se deben considerar los “valores de existencias” (stock value), por ejemplo, el
valor del ecosistema como un todo. Al aplicar la valoración económica actual, el régimen de gestión
ambiental (determinado por los arreglos institucionales) debe también considerarse. Dicho
régimen debería incluir los flujos futuros de los servicios, que pueden variar dependiendo si se
trata de usos sostenibles o no (Tamayo, 2014).

El problema del valor


Para analizar los cambios en los bienes y servicios ecosistémicos, se requiere de información
actualizada y confiable sobre los distintos procesos ecológicos de éstos. Por lo tanto, se debe
orientar esfuerzos a la generación de este tipo de información.
La valoración económica solamente abarca la dimensión del valor en términos monetarios; sin
embargo, el valor de los bienes y servicios de los ecosistemas comprende más de una dimensión
(económica, social y ambiental).
Los métodos de valoración económica hacen uso de preferencias para estimar el valor de los
servicios ecosistémicos. Si bien estas pueden ser útiles para analizar las decisiones en el corto
plazo, hay limitaciones para analizar su impacto a largo plazo, debido a la imposibilidad de tomar
en cuenta las preferencias de las generaciones futuras.
Cómo se expresa el valor ambiental
Métodos de valoración económica:
Se han desarrollado diversos métodos de valoración económica con el objeto de cuantificar de
forma parcial o integral el valor económico de un bien o servicio ecosistémico. La elección del
método de valoración depende generalmente del objetivo de la valoración, la información
disponible, el bien o servicio ecosistémico, el tipo de valor económico, los recursos financieros, el
tiempo, entre otros. En el siguiente gráfico, se ilustra de manera general una clasificación de los
principales métodos de valoración económica de los servicios de los ecosistemas.
Métodos basados en valores de mercado:
Precios de mercado:
Es el método más sencillo para asignar valor a muchos bienes y servicios provistos por los
ecosistemas, para ello, utiliza los precios de un mercado nacional o internacional ya existentes.
Los precios son definidos por la interacción entre productores y consumidores a través de la oferta
y la demanda. El valor de uso de los bienes y servicios comercializados en el mercado es una
estimación del excedente del consumidor y del excedente del productor usando datos de precios
de mercado y cantidades. Para valorar correctamente este tipo de bienes debe elegirse el mercado
apropiado, que funcione de manera eficiente; es decir, un mercado competitivo que no muestre
distorsiones evidentes.
Métodos basados en preferencias reveladas
Cambios en la productividad (MCP):
Permite estimar el valor de uso indirecto de un atributo ambiental (servicio ecosistémico) a través
de su contribución a las actividades de mercado, estimando el impacto de este atributo en la
producción de un bien o servicio que cuenta con mercado. Se basa en la teoría de la función de
producción, donde el atributo ambiental es un insumo dentro del proceso de producción. Por ello,
este método solo sirve para estimar el valor del atributo ambiental que el medio natural proporciona
a una actividad económica existente. Un cambio en el atributo ambiental implicará una variación
en la producción del bien, lo que afectará el bienestar de los individuos.
Costo de viaje (MCV):
Es un método indirecto de valoración que sirve para estimar el valor económico de servicios
utilizados por la sociedad en actividades de recreación que no tienen un mercado definido del cual
obtener información sobre precios y cantidades demandadas. Ello bajo el supuesto que la
importancia económica está dada por los gastos de dinero y tiempo en que se incurre por visitar
un determinado lugar. Por lo tanto, la valoración se realiza indirectamente a través de mercados
relacionados o valores sustitutos de mercado. En este caso, el número de visitas de cada individuo
se define como una función de los gastos de viaje (dinero y tiempo asignado a la visita) y de las
condiciones socioeconómicas del usuario.
Precios hedónicos (MPH):
Este método se usa para estimar los valores económicos de los servicios ecosistémicos que
directamente afectan los precios de bienes de mercado. La hipótesis de partida es que las distintas
características o atributos que componen un bien o servicio ecosistémico se reflejan en su precio
de mercado. Por ello, se asume que el precio de dicho bien puede ser descompuesto en función
de sus características o atributos y, una vez que se haya estimado la función de precios hedónicos,
es posible asignar un precio implícito o un precio sombra a cada una de dichas características.
Costos evitados (MCE):
Se utiliza para medir los gastos en que incurren los agentes económicos (gobiernos, empresas e
individuos) para reducir o evitar los efectos ambientales no deseados, cuando los bienes o
servicios son sustitutos. Entre las condiciones necesarias para la aplicación de este método, debe
existir la evidencia de que las personas o la sociedad tienen intención de efectuar el gasto, así
como las propuestas sean factibles a ser implementadas. La premisa fundamental, es que los
agentes económicos están dispuestos a cambiar su comportamiento y realizar inversiones para
evitar los efectos negativos de la degradación ambiental o de un mayor riesgo que afecta su
bienestar. Su aplicación por tanto, está limitada a los casos en que los servicios provistos por los
ecosistemas tienen una influencia directa en los agentes económicos, y se pueden adoptar
medidas defensivas para evitar o reducir los impactos negativos resultantes de los cambios en la
calidad ambiental. Es decir, si los agentes incurren en costos para evitar daños causados debido
a la pérdida de los servicios de los ecosistemas, estos deben valer por lo menos lo que los agentes
están dispuestos pagar para evitar el daño.
Métodos basados en preferencias declaradas:
Valoración contingente (MVC):
Este método de construcción de mercados hipotéticos busca averiguar el valor que asignan los
individuos a un bien o servicio ecosistémico a partir de la respuesta a preguntas de máxima
disponibilidad a pagar (DAP) por conseguir un bien o servicio ecosistémico proveído por los
ecosistemas, o alternativamente la mínima disposición a aceptar (DAA) en compensación por una
disminución de dicho bien o servicio ecosistémico. Si un bien es de interés para el individuo, este
estará dispuesto a sacrificar el consumo de otros bienes que le sean menos prioritarios.
Ejemplo: Se puede estimar la DAP de los habitantes de determinada ciudad por la mejora de la
calidad ambiental del agua de un río que atraviesa dicha ciudad y al cual se vierten aguas
residuales.
Experimentos de elección (MEE):
Es un método de preferencias declaradas que presenta mercados hipotéticos para analizar
cambios en el bienestar en los individuos por la implementación de alternativas de elección. Este
método permite desagregar el bien de no mercado en las diferentes características específicas
que posee para analizar el valor que la sociedad le otorga a cada uno de sus atributos y estimar
de esta forma las medidas del bienestar ocasionado por cambios en estos atributos. En los
experimentos de elección se presenta a los individuos una serie de conjuntos de elección referidos
a distintos estados posibles del bien para que ellos escojan la alternativa preferida en cada
conjunto de elección, con una alternativa fija en todos los conjuntos, la cual describe el estado
actual del bien (statu quo), mientras que la otra u otras alternativas varían pues representan
cambios respecto de la situación de referencia. Para inferir el valor económico del conjunto del
bien y servicio no comercial en unidades monetarias y el valor individual de sus diferentes atributos
es necesario que uno de los atributos considerados sea de carácter monetario. Este método
presenta la ventaja respecto del tradicional de valoración contingente de permitir obtener el trade-
off (intercambio) que los individuos hacen entre un conjunto amplio de atributos.

El concepto económico de valor (Herruzo, 2002)


En su sentido más amplio, entendemos por bienestar social aquello que los miembros de una
sociedad consideran que contribuye a aumentar su calidad de vida, individual y colectivamente.
Desde el ámbito de la economía, se considera que el bienestar social tiene su origen en la
satisfacción de las preferencias humanas. La teoría económica también asume que las personas
eligen aquellos objetos o experiencias que mejor satisfacen sus preferencias. Ello presupone que
son los propios sujetos quienes mejor pueden juzgar su nivel de bienestar en cada situación, y que
éstos aplican eficientemente los recursos disponibles para maximizar la satisfacción de sus
preferencias lo cual, en el ámbito de la teoría económica, es sinónimo de racionalidad.
Sobre la base del razonamiento anterior, el análisis económico propone utilizar la observación de
las conductas sociales para extraer consecuencias sobre los cambios en el nivel de bienestar de
las personas y, a partir de aquí, desarrollar medidas apropiadas para evaluar los cambios en el
bienestar social. En este contexto surge el concepto de valor económico como construcción teórica
que refleja el bienestar de las personas. Así, un objeto o una experiencia tendrá valor económico
si aumenta el bienestar de quien lo consume o disfruta.
Si se asume que el bienestar de las personas se origina a través de la satisfacción de sus
preferencias, la medida de este bienestar, el valor económico, podrá inferirse analizando los
comportamientos sociales, individuales y colectivos. Una forma de expresar las preferencias
personales es mediante el deseo a dar algo a cambio o a través del deseo a recibir una
compensación, ante una alteración de una situación o estado social inicial. Ambas acciones, la
disposición a pagar, por un cambio apetecido, o la disposición a aceptar una compensación, ante
una situación no deseada, pueden expresarse en unidades monetarias.

Clases de valor económico ambiental (Xavier & Carmelo, 2007)


El excedente del consumidor representa la síntesis del valor económico del medio ambiente
recibido por el acto de consumo. La cuestión que nos hacemos en este epígrafe es cómo podemos
explicar este valor según las motivaciones subyacentes para expresar las preferencias por un bien
ambiental, y/o el grado de certeza del consumidor en el proceso de elección.
En general, podemos decir que el valor económico de los bienes ambientales tiene dos
componentes, el valor de uso y el valor de no uso. El valor de uso se deriva del uso que hace la
sociedad del medio ambiente. Por ejemplo, los visitantes a los espacios naturales tienen un valor
por la experiencia recreativa del día de la visita. Los valores de no uso se derivan de las
motivaciones de existencia, herencia y altruismo que pueden tener las personas. Esto es, puede
ser que una persona conceda valor a un bien ambiental, como un espacio natural, sin utilizarlo, o
sin realizar ninguna visita.
La introducción de incertidumbre conduce a una nueva especificación del problema del consumidor
y del excedente. Una novedad adicional en este contexto es la aparición de otros conceptos de
bienestar que refinan la definición de excedente esperado del consumidor. Así se obtienen los
valores económicos en situación de incertidumbre, bien acerca de las preferencias del consumidor,
como el valor de opción, o bien acerca de la oferta del medio ambiente, como el valor de cuasi-
opción. En el caso del valor de opción, éste se deriva de los deseos de los consumidores de
asegurar la posibilidad de consumir el bien ambiental en el futuro. Si el consumidor no tiene certeza
de que va a consumir en el futuro los servicios proporcionados por un bien medioambiental,
entonces puede estar dispuesto a pagar alguna cantidad de dinero para incrementar la
probabilidad de que estos servicios estén disponibles en el futuro. Para el valor de cuasi-opción,
el valor se obtiene de la información disponible en los bienes ambientales, como los ecosistemas,
y que puede destruirse como consecuencia de los procesos de desarrollo.
El valor opcional se corresponde con la diferencia entre lo máximo que se está dispuesto a pagar,
por la disponibilidad de esos recursos y el excedente esperado del consumidor. Esto implica que
el excedente esperado debe ser incrementado por el valor opcional con el fin de obtener la
disposición total a pagar por los servicios futuros que se generen del recurso ambiental. En
definitiva, el excedente esperado del consumidor obtenido de un modelo con incertidumbre,
infravaloraría per se la máxima disposición a pagar. El principal problema del concepto de valor
opcional es que puede convertirse en negativo, dependiendo de los supuestos de partida en un
modelo con múltiples estados de la naturaleza. Este problema ha llevado a la aparición de otros
conceptos, como el valor de opción desde la oferta, o el valor cuasiopcional, que incorpora el
carácter irreversible de las decisiones acerca del uso de los recursos naturales y los beneficios de
la información potencial que se podría obtener en el futuro de su preservación.
La idea que subyace en los valores de uso con incertidumbre es que el consumidor no tiene certeza
sobre si demandará o no los bienes en el futuro, independientemente de que sea o no un
consumidor actual de esos bienes. Por lo tanto, el consumidor estaría dispuesto a pagar alguna
cantidad para reducir la incertidumbre, esto es, para tener la seguridad de que puede acceder al
consumo de los bienes en el futuro si lo desea.
El valor de opción fue propuesto por Weisbrod (1964) en el contexto del análisis coste-beneficio
de una política de reconversión de un parque recreativo con pérdidas para su utilización en la
minería y otras actividades productivas. Weisbrod definió el valor de opción como la cantidad de
dinero que estaría dispuesto a dar un potencial visitante por asegurar la opción de disponer de una
entrada en el futuro. Krutilla (1967) lo definió como la disponibilidad a pagar por la oportunidad de
elegir entre alternativas competitivas del uso de un recurso natural. Una condición necesaria para
la existencia del valor de opción es la presencia de incertidumbre en la demanda o en la oferta.
La derivación de los valores económicos del medio ambiente en un contexto de incertidumbre
parte de la definición de un problema de elección del consumidor. El individuo es considerado
como un usuario presente y/o potencial de un bien o recurso ambiental sujeto a determinados
estados posibles.
En este contexto, el sujeto no poseerá certeza acerca de los posibles estados del bien ambiental,
por lo que se deben definir las correspondientes probabilidades asociadas. Las medidas de
bienestar derivados de los posibles estados se obtienen del posible intercambio entre los
diferentes niveles de riesgo ambiental y la renta del sujeto. Esto es, el individuo puede estar
dispuesto a pagar una cantidad de dinero por reducir el riesgo de la reducción de un recurso
natural, o por asegurar la calidad ambiental.

Precios y valor económico (Victor, 2012)


El precio de mercado puede definirse como la cantidad de dinero o recursos monetarios al cual el
consumidor está dispuesto a adquirir un bien o servicio de un oferente. El mismo es determinado
mediante la interacción de la oferta y la demanda de mercado, hasta alcanzar un punto de
equilibrio, mediante el cual tanto el consumidor como el oferente están dispuestos a realizar el
intercambio. No obstante, el precio no puede tomarse de manera directa como el valor económico
de un bien o servicio determinado.
No todos los bienes y servicios ambientales, son comercializados en el mercado y en este sentido
el concepto de valor económico es mucho más amplio, al incorporar la valorización de los bienes
y servicios ambientales o de igual manera incorporar los costos que generan ciertas acciones que
transforman a los ecosistemas. Desde esta perspectiva y tomando en consideración el flujo circular
de la renta de renta, este concepto fue desarrollado de manera reciente, con relación a la historia
de la ciencia económica. Es decir, el valor económico ambiental, surge de la necesidad de poder
clasificar y medir los beneficios aportados por los ecosistemas a la sociedad, lo cual se aparta de
la economía tradicional.
Es importante entonces distinguir entre la valorización de los bienes que se transan en el mercado,
de los que no. Es por ello que en el cálculo del valor económico total se distinguen dos categorías
generales a saber: valor de uso (VU) y valor de no uso (VNU).
Valor de uso: El activo ambiental tiene un valor estimado por el precio que le otorgan los agentes
vinculados con el mismo a través del mercado. El Valor de Uso puede ser valor de uso directo y
valor de uso indirecto. Valor de no uso (VNU) o uso pasivo Cuando el bien o servicio ambiental no
tiene un precio ligado a un mercado real, el valor económico puede estimarse a través de un
mercado simulado. El valor de no uso o valor pasivo de los activos ambientales está bajo dominio
sustancial de consideraciones éticas. Se manifiesta en aquellas situaciones donde un grupo de
individuos decide no transformar algún componente del sistema natural, y declara que sentiría una
pérdida si este componente desapareciera. El Valor de No uso puede ser: valor de existencia
De esta forma el valor económico total, es definido de la siguiente forma: VET = VU + VNU. Empero
tanto el valor de uso como el valor de no uso a su vez se subdividen de la siguiente forma: VU =
Valor de uso directo (VUD) + Valor de uso indirecto (VUI). Mientras que el valor de no uso, es
definido como: VNU = VO – VE, donde VO, es el valor de opción y VE es el valor de existencia.
De esta forma el VET = (VUD+VUI) + (VO – VE). A continuación, se pasan a definir y a explicar
dichos conceptos.
Valor de uso directo: se derivan de la demanda de actividades tales como la agricultura, minería,
el turismo de pesca deportiva, la pesca de peces y crustáceos, la recreación en los parques
naturales, etc., las cuales pueden o tener intercambio en el mercado, es decir, que sean sujetas a
transacciones entre oferentes y demandantes. Incluso es importante distinguir entre los llamados
usos consuntivos, si terminan modificando los ecosistemas, tales como la minería metálica,
agricultura, pesca comercial y no comercial, etc., y por otro lado los usos no consuntivos, si
mantienen los ecosistemas relativamente intactos, como, por ejemplo, el avistamiento de ballenas
o el buceo en arrecifes.
Valor de uso indirecto: es tipo de valor se deriva de la disposición a pagar por conservar servicios
ambientales que proporcionan algún beneficio indirecto, como, por ejemplo, la calidad del agua, la
calidad del aire, protección de especies, belleza paisajística, etc. Muchos de estos servicios no
están incorporados al mercado y usualmente son dejados fuera de las valorizaciones,
erróneamente.
Valor de opción: es la disponibilidad de los consumidores de pagar en el presente para conservar
las posibilidades de uso de un ecosistema, hacia el futuro. Es decir, que, en este caso, se trata de
un problema de elección intertemporal en el cual el consumidor sacrifica consumo presente por
consumo futuro. Al mantener abierta la opción de aprovechar dicho recurso en una fecha posterior,
éste toma un nuevo valor, el valor de opción. Existe otro valor, el de cuasi-opción, que representa
la postergación de una decisión irreversible sobre el uso de unos determinados recursos con el fin
de obtener la información necesaria para la misma. Por ejemplo, se puede considerar la
conservación del Cerro Ancón y la biodiversidad que en el mismo está alojada, en adición a su
belleza escénica como potencial turístico. O bien la preservación del Tapón del Darién, con los
recursos mineros (petróleo) y plantas medicinales.
Valor de existencia: es una forma de valor muy asociado a los gustos y preferencias de los
consumidores, y depende de su función de utilidad o nivel de bienestar percibido de su
conservación, indistintamente de algún uso en el presente o en el futuro. Fue inicialmente definido
por Krutilla (1967) como el valor que los individuos atribuyen a las especies, diversas y raras, a los
sistemas naturales únicos, o a otros bienes ambientales por el simple hecho de que existan;
incluso si los individuos no realizan ningún uso activo o no reciben ningún beneficio directo o
indirecto de ellos Por ejemplo, en el caso de Panamá, bien pudiera ser el Tapón del Darién, aunque
muchas personas nunca lo hayan visitado, el hecho de saber que se cuenta con esa reserva
biológica relativamente intacta, genera bienestar.

Valor económico total


Basados en el estudio de Pearce et al (1993)4, se pueden distinguir los valores que puede poseer
un bien o servicio ambiental en la figura 8-2. El Valor Económico Total suma estos valores de uso
y no uso.

Freeman (1993) define el valor económico total de un bien y/o recurso natural como la sumatoria
del Valor de Uso, más el valor de no uso.
Valor Económico Total = Valor de Uso + Valor de No Uso
Una dificultad sustancial con la que se topa la economía ambiental al encarar la valoración del medio
ambiente es definir quién le da valor al mismo, especificar cuáles son los derechos de aquellos usuarios de
bienes y servicios ambientales y cuáles los de los no usuarios. Este punto resulta sumamente complejo
dado que es muy frecuente que aquellos que provocan un efecto nocivo sobre el medio ambiente son
distintos de aquellos que deben padecerlo, y tal hecho es extensivo tanto a comunidades como a regiones
y a países. Además, al determinar quiénes son los afectados, puede resultar un error considerar únicamente
a aquellas personas que ven modificados los valores de uso inmediatos del medio ambiente
En este sentido, en un trabajo previo de Penna y Cristeche (2008), se estudió el paradigma de valor
utilitarista antropocéntrico - del que se derivan los métodos de valoración económica – que generalmente
clasifica a los bienes y a los servicios del ecosistema de acuerdo a como éstos son utilizados. Los bienes
y servicios ambientales pueden poseer un valor desigual para diversos individuos y grupos de personas.
La agregación de los distintos valores marginales por debajo de algún tipo de umbral mínimo es el
Valor Económico Total. La terminología y la clasificación de los distintos elementos que componen el Valor
Económico Total varían ligeramente entre analistas, pero generalmente incluye al Valor de Uso y al Valor
de No Uso. El primero está compuesto por:
(i) Valor de Uso Directo; (ii) Valor de Uso Indirecto; y (iii) Valor de Opción. El Valor de No Uso se asocia
habitualmente con el concepto de valor de existencia.
Asimismo, esta subdivisión de los diferentes tipos de valor que posee el medio ambiente, sirve para
identificar con mayor facilidad cuáles son los individuos o grupos de personas que se ven afectados por
algún tipo de variación en la cantidad o en la calidad del bien o del servicio ambiental en cuestión.
La Figura 1 describe la composición del VET e ilustra la correspondencia que existe entre sus distintas
partes integrantes y los métodos de valoración económica que pueden utilizarse para estimar las mismas.
En este sentido, esta figura constituye una referencia muy importante para el análisis de los distintos
métodos de valoración económica que se realizará posteriormente en este trabajo.
Los Valores de Uso se refieren al valor de los servicios del ecosistema que son empleados por el hombre
con fines de consumo y de producción. Engloba a aquellos servicios del ecosistema que están siendo
utilizados en el presente de manera directa o indirecta o que poseen un potencial para proporcionar Valores
de Uso Futuros.
El Valor de Uso Directo hace referencia a los bienes y a los servicios del ecosistema que son utilizados de
manera directa por los seres humanos, tales como: la producción de alimentos, la producción de madera
para utilizar como combustible y como insumo para la construcción, los productos medicinales derivados
de sustancias naturales, la caza de animales, etc. Por otro lado, a diferencia de lo que acontece en los
ejemplos anteriores, se pueden identificar ciertos servicios ambientales cuyo consumo no implica una
disminución en el stock o flujo total de los mismos. Tal es el caso del disfrute de actividades culturales y de
recreación que no se asocian con la generación de productos.
En consonancia con este punto, se puede distinguir entre ambos tipos de Valor de Uso Directo, indicando
que es «para el consumo» cuando la cantidad de un bien disponible se ve reducida cuando es consumida
por un conjunto de actores; y en cambio, se considera «para otros usos» cuando el disfrute de tales
servicios no trae aparejada una reducción en la disponibilidad de los mismos. Este último fenómeno es
conocido como la «no rivalidad» en el consumo, una de las propiedades que definen a los bienes públicos
en economía. Las personas que residen o visitan los ecosistemas bajo estudio son, generalmente, las que
le asignan un mayor valor de uso directo a los servicios ofrecidos por los mismos.
Los Valores de Uso Indirecto se asocian a los servicios ambientales derivados de las funciones de soporte
de los ecosistemas y que pueden considerarse como requisitos naturales o insumos intermedios para la
producción de bienes y servicios finales. Un ejemplo de ello son: la filtración natural de agua que beneficia
a las comunidades aguas abajo, la función de protección frente a tormentas que proveen los bosques
brindando amparo a las propiedades y a las obras de infraestructura adyacentes, y por último, el secuestro
de carbono que beneficia a la comunidad entera mitigando el cambio climático. En el caso de la producción
de alimentos, es muy importante la intervención de servicios del ecosistema tales como: la provisión de
agua y de nutrientes del suelo, la polinización y el control biológico de plagas.

El concepto de Valor de Opción se refiere al bienestar que experimentan las personas por el hecho de
preservar la oportunidad de utilizar en el futuro los bienes y servicios del ecosistema, ya sea por parte de
las generaciones presentes (valor de opción) o de las generaciones futuras (valor de legado). El «valor de
cuasi-opción» representa el beneficio que se percibe por postergar decisiones que en un contexto de
elevado grado de incertidumbre puedan producir efectos irreversibles hasta que surja nueva información
que revele si ciertos servicios ambientales poseen valores que se desconocen hasta el momento.
Entonces, se puede afirmar que el valor de cuasi-opción manifiesta el beneficio neto, también definido como
prima de riesgo por Mitchell y Carson (1989), que se deriva al postergar una decisión con el objeto de
remover total o parcialmente cualquier tipo de incertidumbre a partir de la recolección de la mayor cantidad
de información posible.
Este hecho demuestra que el objetivo último no es la valoración del bien en sí misma, sino la búsqueda de
un proceso de toma de decisiones óptimo8 (Freeman, 1990).
Los servicios culturales, de provisión y de regulación que brindan los ecosistemas pueden formar parte del
Valor de Opción en el caso de que no estén siendo utilizados en el presente, pero puedan ser aprovechados
más adelante.
Por Valor de No Uso se entiende al disfrute que experimentan las personas simplemente por saber que un
servicio ambiental existe, aún si no esperan hacer uso del mismo de forma directa o indirecta a lo largo de
todas sus vidas. Este valor también es conocido como «Valor de Existencia», «Valor de Conservación» o
«Valor de Uso Pasivo
». De alguna forma, este concepto se superpone parcialmente con otras fuentes de valor no utilitarias9. El
paradigma utilitario en sí mismo no cuenta con una noción de valor intrínseco, pero es una realidad que
para muchas personas los ecosistemas sí lo poseen. En la medida en que las personas consideren que los
ecosistemas son poseedores de ese tipo de valor, esto se verá reflejado parcialmente en el «Valor de
Existencia» que le asignen al medio ambiente, y por ende, estará incluido en la evaluación del valor
económico total calculado a partir del enfoque utilitario. De acuerdo con Randall (1991), dentro de los
valores de no uso, existiría otra categoría llamada vicarious use value, que refleja la posibilidad que tienen
ciertas personas que se ven impedidas de visitar espacios naturales inhóspitos y poco conocidos, pero que
obtienen placer al admirar las imágenes de los mismos transmitidas por televisión u otro medio de
comunicación.
Asimismo, otros autores (ICOMOS, 1993) consideran una definición alternativa de vicarious use value
referida al bienestar que les genera a las personas el saber que otras personas disfrutan de un servicio
ambiental a pesar de que ellas no lo hagan.
En general, los Valores de Uso Directos son más fáciles de medir, dado que involucran cantidades
observables de productos que cotizan en el mercado. La recreación también es relativamente sencilla de
valorar dado que la cantidad de personas que visitan un espacio natural en el que se desarrollan actividades
de recreación es directamente observable. En cambio, evaluar el beneficio que perciben los visitantes
resulta más complejo de cuantificar, pero existen desarrollos metodológicos cuyo objetivo reside en intentar
identificar el costo de viaje real o la «disposición a pagar» que los sujetos declaran para visitar un
determinado sitio (este punto será tratado más adelante).
La medición del «Valor de Uso Indirecto» es generalmente más compleja que la medición del «Valor de
Uso Directo». Asimismo, las cantidades de servicio provisto, como por ejemplo, la cantidad de carbono
almacenado en la biomasa o en el suelo, son generalmente difíciles de medir. Mientras la contribución de
los servicios del ecosistema a la producción de bienes y servicios de mercado, puede resultar significativa,
generalmente resulta complicado distinguir entre ésta y las contribuciones de otros insumos de la
producción. A su vez, muchos de estos servicios frecuentemente no ingresan al mercado en ningún caso,
por lo que su valor no es sencillo de establecer.
El «Valor de No Uso» es el tipo de valor más complejo de estimar, dado que en muchos casos, no se refleja
en el comportamiento de las personas y es casi inobservable, lo cual hace que sea imposible capturar el
mismo a través de las preferencias que los individuos revelan en el mercado. En este sentido, a la hora de
estimar el «Valor de No Uso» o «Valor de Existencia» se realizan encuestas que intentan relevar, por
ejemplo, la «disposición a pagar» de las personas para conservar especies en peligro de extinción o
ecosistemas remotos de los que ellos no hacen uso directo. No obstante, este punto se desarrollará más
profundamente en las secciones ulteriores de este trabajo. En términos de valor económico total, el valor
de uso directo, para consumo y para otros usos, puede medirse a través del enfoque de costos evitados o
inducidos y los métodos de: precios hedónicos, costo de viaje y valoración contingente (Ver Figura 1).
El «Valor de Uso Indirecto» y el «Valor de Opción» pueden calcularse a través de los métodos de costos
evitados o inducidos y el método de valoración contingente. Finalmente, el «Valor de No Uso» o «Valor de
Existencia», sólo puede estimarse a partir de las metodologías de valorización hipotética o contingente.
En cuanto a la relevancia de considerar los valores de no uso, es importante destacar que: «Es necesario
definir, en efecto, cuáles son los valores, de entre los anteriormente enunciados, que la persona, o el
colectivo, pueden exigir que se consideren a la hora de tomar una decisión, como parte de sus derechos.
Restringir, como es práctica tradicional, el análisis a los directamente afectados como usuarios por la
modificación propuesta, puede constituir una limitación ilegítima de los derechos de un colectivo de
personas mucho más amplio. Dado que, en efecto, la diferencia entre incluir los valores de no uso o
excluirlos, puede ser considerable.» (Azqueta, 1994: 60)
Por último, se desea destacar que la habilidad para medir servicios del ecosistema se ve restringida por la
complejidad de la naturaleza en sí misma. La «función de producción » de la naturaleza es tan compleja, y
poco comprendida en algunas instancias, que muchas veces es difícil obtener estimaciones confiables de
todos los servicios ambientales.
Un aspecto que ilustra esta complejidad es la abundancia de «producciones conjuntas » que son inherentes
a la mayoría de los procesos de la naturaleza. Un ejemplo de ello son los árboles que ejercen funciones de
ciclado de nutrientes, regulación de sistemas hidrológicos y del clima. A la hora de calcular su valor
económico es preciso que se consideren todas estas «producciones conjuntas» (Turner et al.; 2003).

Usos del valor económico


Una dificultad sustancial con la que se topa la economía ambiental al encarar la valoración del
medio ambiente es definir quién le da valor al mismo, especificar cuáles son los derechos de
aquellos usuarios de bienes y servicios ambientales y cuáles los de los no usuarios. Este punto
resulta sumamente complejo dado que es muy frecuente que aquellos que provocan un efecto
nocivo sobre el medio ambiente son distintos de aquellos que deben padecerlo. Además, al
determinar quiénes son los afectados, puede resultar un error considerar únicamente a aquellas
personas que ven modificados los valores de uso inmediatos del medio ambiente.
Los Valores de Uso se refieren al valor de los servicios del ecosistema que son empleados por el
hombre con fines de consumo y de producción. Engloba a aquellos servicios del ecosistema que
están siendo utilizados en el presente de manera directa o indirecta o que poseen un potencial
para proporcionar Valores de Uso Futuros.
El Valor de Uso Directo hace referencia a los bienes y a los servicios del ecosistema que son
utilizados de manera directa por los seres humanos, tales como: la producción de alimentos, la
producción de madera para utilizar como combustible y como insumo para la construcción, los
productos medicinales derivados de sustancias naturales, la caza de animales, etc. Por otro lado,
a diferencia de lo que acontece en los ejemplos anteriores, se pueden identificar ciertos servicios
ambientales cuyo consumo no implica una disminución en el stock o flujo total de los mismos. Tal
es el caso del disfrute de actividades culturales y de recreación que no se asocian con la
generación de productos.
Los Valores de Uso Indirecto se asocian a los servicios ambientales derivados de las funciones de
soporte de los ecosistemas y que pueden considerarse como requisitos naturales o insumos
intermedios para la producción de bienes y servicios finales. Un ejemplo de ello son: la filtración
natural de agua que beneficia a las comunidades aguas abajo, la función de protección frente a
tormentas que proveen los bosques brindando amparo a las propiedades y a las obras de
infraestructura adyacentes, y por último, el secuestro de carbono que beneficia a la comunidad
entera mitigando el cambio climático.
El concepto de Valor de Opción se refiere al bienestar que experimentan las personas por el hecho
de preservar la oportunidad de utilizar en el futuro los bienes y servicios del ecosistema, ya sea
por parte de las generaciones presentes (valor de opción) o de las generaciones futuras (valor de
legado). El «valor de cuasi-opción» representa el beneficio que se percibe por postergar decisiones
que en un contexto de elevado grado de incertidumbre puedan producir efectos irreversibles hasta
que surja nueva información que revele si ciertos servicios ambientales poseen valores que se
desconocen hasta el momento.
Valor de No Uso se entiende al disfrute que experimentan las personas simplemente por saber
que un servicio ambiental existe, aún si no esperan hacer uso del mismo de forma directa o
indirecta a lo largo de todas sus vidas. Este valor también es conocido como «Valor de Existencia»,
«Valor de Conservación» o «Valor de Uso Pasivo». De alguna forma, este concepto se superpone
parcialmente con otras fuentes de valor no utilitarias.
Conclusiones
 Aunque la noción del valor de los ecosistemas y su diversidad sigue siendo muy debatido,
debe ser reconocido en términos de su contribución al mantenimiento de la vida en la
tierra, y en especial como principio para los ingenieros, los cuales son responsables de
grandes transformaciones en los ecosistemas con miras al mejoramiento de los modos de
vida de la sociedad
 Los métodos de valoración económica sirven para poder cuantificar de forma parcial o
integral el valor económico de un bien o servicio ecosistémico. La elección del método de
valoración depende generalmente del objetivo de la valoración, la información disponible,
el bien o servicio ecosistémico, el tipo de valor económico, los recursos financieros, el
tiempo, entre otros.
 El concepto de valor subyace en los distintos métodos de valoración económica ambiental,
bajo el enfoque de mercado.
 El desequilibrio del mercado en un mercado competitivo es común que se da, ya que hay
aumento de oferta o disminución de la demanda o viceversa, ante estos cambios el
mercado lo regula a través de los precios (subiendo o bajando).
Bibliografía
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Constanza , R. (1991). Ecological Economics: the science and management of sustainability. New York:
Columbia University Press.
Daily, D. (2000). The Value of Nature and the Nature of Value. Science.
Pimentel, D. (1997). Economic and environmental benefits of biodiversity. Bioscience.
Tamayo, E. (2014). Importancia para la valoracion economica de servicios ecosistemicos. Bogota: Revista
Ciencias Ambientales y Sostenibilidad.
Ministerio del Ambiente (2015) Manual de valoración económica del patrimonio natural / Ministerio del
Ambiente. Dirección General de Evaluación, Valoración y Financiamiento del Patrimonio Natural. Lima
O´Doherty (2001): Randall, A. (1991) «Total and Nonuse Values». En: Measuring the
Demand for Environmental Quality. Braden J B and Kolsted CD (eds), Elsevier, Amsterdam.
Azqueta, D.; 1994 Valoración económica de la calidad Ambiental, Colombia

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