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Una larga guerra racial, social e internacional cambió por completo las relaciones
entre ambos territorios. Esa guerra fue también una extensión de las guerras
europeas desatadas por la Revolución Francesa, entre ellas las llamadas guerras
napoleónicas, en Europa.
Santo Domingo, en cambio, pasó por otras vicisitudes que marcaron una gran
diferencia en la historia posterior, social y política, de ambas partes de la isla. Por
ejemplo, mientras los franceses pugnaban por controlar la rebelión de los
esclavos, Santo Domingo fue cedido a Francia el 22 de junio de 1795 mediante el
Tratado de Basilea, firmado entre España y Francia para sellar la paz en Europa.
Para la ejecución de este tratado Francia solicitó a España fue que no entregara la
colonia de Santo Domingo a los jefes revolucionarios negros, comandados por
Toussaint Louverture, quien gobernaba la colonia de Saint-Domingue en nombre
de Francia.
El gobierno de París quería que la colonia española fuese controlada por tropas
compuestas por soldados blancos que eventualmente serían enviados desde
Francia. Este propósito no pudo ser cumplido pues Francia no tenía esas tropas
disponibles para ocuparse de esa misión y, por ello, Santo Domingo continuó
siendo gobernado por militares y burócratas españolas, aunque fuera
nominalmente francés.
Toussaint Louverture puso fin a esta anómala situación en enero de 1801 cuando
invadió el territorio y unificó la isla bajo un solo gobierno manteniéndola como
colonia francesa.
El gobierno de Tousaint Louverture tuvo corta vida pues al año siguiente Napoleón
Bonaparte envió contra Toussaint una gran expedición compuesta por 58,000
soplados y marineros al mando de su cuñado el general Charles Victor Enmanuel
Leclerc.
franceses.
Durante diecinueve meses los rebeldes negros y mulatos lucharon contra las
tropas francesas. Leclerc murió en el empeño, Toussaint fue hecho prisionero y
enviado a Francia, donde murió. Más de cien mil hombres y mujeres de origen
africano perdieron la vida, así como 52,000 soldados franceses.
Por ello, en 1804, donde antes hubo una colonia francesa ahora quedó un Estado
independiente, y donde hubo una colonia española ahora había una colonia
francesa habitada por una población española gobernada por militares franceses.
Esta población española había apoyado a los franceses contra los esclavos
rebeldes porque preferían ser gobernados por europeos antes que por africanos,
no porque fueran amantes de los franceses.
Para los habitantes de la parte oriental de la isla de Santo Domingo, ser dominico-
español en el siglo XVIII equivalía a ser anti-francés. Francia y sus colonos eran
entonces la principal amenaza que confrontaban los habitantes de la parte
española de la isla de Santo Domingo.
Por ello fue tan visible la profunda reacción anti-francesa de la población dominico-
española cuando llegaron a Santo Domingo las noticias de que Napoleón
Bonaparte, en marzo de 1808, había derrocado la monarquía y mantenía como
rehenes en Bayona a Carlos IV y a su hijo Fernando.
Este era un miedo bien fundado pues en marzo de 1805 el gobernante haitiano
Jean Jacques Dessalines había invadido la parte española de la isla con la
intención de reunificarla bajo su mando, tal como había hecho Toussaint en 1801.
Dos oleadas de emigración habían tenido lugar previamente. Una, en los meses
siguientes a la firma del Tratado de Basilea, y la otra luego de la ocupación de
Santo Domingo por las tropas de Toussaint.
Las noticias de ese levantamiento llegaron a Santo Domingo desde Puerto Rico,
cuyas autoridades fueron informadas temprano de los acontecimientos, pero no
fue hasta finales de julio de 1808 que el gobernador de Puerto Rico recibió
informaciones oficiales de la declaración de guerra a Francia por parte de la Junta
Provincial de Asturias.