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MU: 8515
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ÍNDICE
Introducción
Presentación 3
Desarrollo
Conclusiones
Conclusión 7
Anexos 8
Bibliografía 11
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INTRODUCCIÓN:
1) Presentación:
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que una mujer atractiva y con ansias de venganza le pide que siga a su esposo,
aquello que debería ser otro caso de infidelidad se convierte en una intriga que lo
sitúa en el lugar del crimen, junto al cadáver de un importante industrial.
Los elementos que encontramos en la obra son varios. En primer lugar, existe
la presencia de un crimen (que no es el único), que hace de punto de partida para
el desarrollo del resto de las acciones y conflictos. En segundo lugar, se da la
presencia de los personajes modélicos del género: un detective privado
protagonista (Álvaro Balestra), y que tiene falencias, vicios y lleva a cuestas el
peso de “fantasmas” que lo persiguen; una víctima (el empresario Andrés Hirsch),
que en cierta forma es merecedora de lo que le ocurre; y un criminal (Miriam
Hirsch), que se ve forzado por los hechos y las circunstancias a cometer el crimen,
aunque no sea alguien perverso. A estos actores, se agregan también otros que
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tienen marcada importancia en la historia (como por ejemplo el Rengo, ayudante
de Balestra).
Por su clasificación, esta obra es una novela negra de crítica social, ya que al
desarrollar un mecanismo de intriga, se hacen críticas de costumbres y de
sistemas sociales.
DESARROLLO
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Hirsch, quien llevaba en su espalda varias preocupaciones que lo atormentaron, y
que no lo dejaban ser como él quería realmente.
Los antagonismos que aparecen son varios, y muchos con impronta social:
indigencia-riqueza, amor-violencia, melancolía-alegría. La primera se ve
representada en los “linyeras” que recorren la ciudad de Buenos Aires y en los
empresarios de la fábrica textil (Andrés Hirsch y Juan Pablo Oleguer). Lo segundo
se demuestra de varias formas: el amor entre los Hirsch, el amor de Balestra y
Débora, o de Balestra y su madre, y por el otro lado, la violencia que acompaña a
los crímenes que se llevan a cabo. Por último, la melancolía que desprende
fundamentalmente Balestra (que proviene de recuerdos de su hija Sofía cuando
vivían juntos), contrastada por la alegría que causó el festejo de cumpleaños de su
madre en el geriátrico, al cual Balestra asistió vestido con uniforme de oficial.
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CONCLUSIONES
6) Conclusión
De este modo, las críticas no hacen más que demostrar que hay una falta de
ética, de valores, de contención y de empatía en la sociedad; el menos pensado
puede ser quien cometa el crimen más atroz, ya que el hostigamiento del entorno
puede desencadenar hasta las últimas consecuencias en los seres humanos,
quienes agobiados, actúan desde el impulso sin mediar razón alguna sobre sus
acciones. Y si bien muchas veces no la vemos, pero esta situación está cada vez
más arraigada en los círculos de la sociedad de nuestros tiempos.
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ANEXOS
Parisi es el creador del detective privado Balestra, un uruguayo refugiado en Buenos Aires.
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entrega de una saga policial protagonizada por Balestra y el Rengo, una dupla que por el
énfasis en la picaresca remite más al Quijote y Sancho Panza que a Sherlock Holmes y
Watson.
Balestra tiene que lidiar con una madre enferma de Alzheimer, internada en un geriátrico,
que está convencida de que sigue viviendo en Montevideo y le reprocha al hijo que todos
hablen como “porteños” y no montevideanos. “Esos argentinos nos están quitando hasta la
forma de hablar”, se queja esta señora que desvaría sin perder esa pátina aristocrática, como
si fuera lo único que la pudiera salvar del naufragio existencial. El eco político de fondo, un
ruido persistente que suele llegar a través de las noticias que escucha el detective, es el
conflicto con Uruguay por las papeleras. Balestra, un melancólico que se disfraza de tipo
huraño, está tironeado por la distancia con su hija Sofía –que vive en España–, por los
trapos sucios de su propio pasado que preferiría olvidar y por la relación que tiene con
Débora, una mujer casada. El único lugar en el mundo que puede curar viejas heridas y
limpiar las culpas que lo asedian es el Tigre, donde tiene una casa y una obsesión: plantar
jazmines. Parisi (Buenos Aires, 1976), el creador de Balestra, es irónicamente cruel con el
adolescente que fue. “Escribía unos poemas horribles tratando de copiar a (Arthur)
Rimbaud con mis amigos en Lugano. Sabía que por alguna razón quería escribir. Lo hice
desde los 18 años. Cuando publiqué mi primera novela, Delivery (2002), pensé que no iba a
escribir más. Ahora no me imagino haciendo otra cosa que no sea escribir”, cuenta el
escritor y guionista, autor de El ghetto de las ocho puertas (2009), Un caballero en el
purgatorio (2012) y La niña y su doble (2014). Cuando vivió en Barcelona, entre 2002 y
2006, le llamó la atención la cantidad de carteles que decían “detective privado”, un insólito
anacronismo que titilaba por las calles. “La novela empezó por Balestra, quería un
personaje que me permitiera jugar por un tiempo largo. Lo empecé a pensar cuando volví
de Barcelona y me encontré con el quilombo de las papeleras con Uruguay –recuerda Parisi
a Página/12–. Balestra es un desplazado porque él se convirtió en un desplazado. Tuvo una
educación aristocrática y escucha música clásica; viene de una familia que se fue a pique.
Balestra es un paria por cuestiones coyunturales.”
–No lo quiero decir porque eso va a aparecer más adelante. En la novela hay un momento
en que se acuerda sosteniendo el fusil y el padre que le gritaba: “Dispará, carajo”. Y
Balestra disparó... Ni siquiera es una obediencia debida, porque es algo del mandato
familiar. Su familia aristócrata hace 150 años mataba nativos, como se forjaron todas las
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familias aristocráticas en América latina. Balestra podría haber sido comisario a los 40
años, pero ahora está cagado de hambre. El tipo no lo hizo.
– ¿Es deliberado que Balestra no sea un detective lector y que no haya ninguna
referencia literaria?
–Sí. Balestra no toma whisky, no escucha jazz y no lee libros. Mis personajes no hacen lo
que yo hago. En ninguna de mis novelas hay un personaje que lea, que nombre un autor,
que escuche la música que yo escucho. Para eso escribo un diario íntimo. Si un autor quiere
hablar de libros en su novela, lo puede hacer de mil maneras. A mí no me interesa. Yo no
hago literatura sobre la literatura; es una postura que respeté en los cinco libros que escribí.
A mí me gusta mucho Pepe Carvalho, que quema libros para prender la chimenea. Pero los
leyó todos. No me interesa la literatura para literatos. Ahí sí: me sacaste la ficha (risas).
–Cuando los escribía, me reía. Pero sé que son malos. Yo soy así: hago chistes malos. Soy
guionista de programas infantiles, escribo gags todo el tiempo y algunos son muy boludos.
No todos tenemos el mismo humor. Balestra pone distancia con el otro todo el tiempo y el
humor es una forma de escaparse.
–Qué paradójico que Balestra, que suele ser contratado para investigar a mujeres y
hombres infieles, tenga una amante, ¿no?
–Es paradójico y al mismo tiempo hay una aceptación de los límites afectivos. Balestra no
podría tener una pareja; me gusta la relación que tiene con Débora, su amante. Los imagino
juntos en la vejez, pero ahora no se bancarían. Hay muchas distancias que pone Balestra: el
humor, la relación afectiva, la madre, a la que no va a ver casi nunca; en el fondo se siente
culpable de un montón de cosas.
–Puede ser... Está claro que el Rengo es menos que Balestra, en un sentido de importancia
dramática. Pero el Rengo y el comisario son los únicos personajes que pueden mandar a la
mierda a Balestra.
–No, no soy de usar muchos adjetivos. Mis personajes no se sientan a reflexionar. Disfruto
verlo al personaje de Nadie, nada, nunca de Juan José Saer cortando un salamín durante
cincuenta páginas. Tengo un amigo que dice: “Si no sos Saer, no me cuentes tu merienda”.
Yo no soy Saer ni mucho menos y tampoco me interesa esa relación con el lenguaje. Yo
escribo a partir de imágenes y de hechos. Para la segunda novela de Balestra yo sé que él va
a estar sacando orugas de una Santa Rita en el Tigre. Tengo el logro de no haber puesto en
cinco novelas ningún signo de exclamación (risas).
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BIBLIOGRAFÍA
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