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1.-
Departamento de Mymi. Horacio está parado mirando por la ventana mientras
fuma un cigarrillo. Mymi está en el sillón hojeando un libro.
HORACIO: ¿Qué?
HORACIO: Va a llover.
(Silencio)
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HORACIO: Con el tipo que llama, digo.
MYMI: Una desequilibrada. (Mymi deja el libro y mira por la ventana apoyándose en el alfeizar de
manera muy sugerente y sensual. Horacio no puede evitar mirarla) No te imaginás lo que me dice.
MYMI: No quiero ni acordarme. (Horacio se sienta en el sillón y toma el libro) Ahí Llegó.
HORACIO: ¿Quién?
MYMI: El de enfrente.
MYMI: ¡Qué sé yo! Dame un cigarrillo. (Mymi se acerca a Horacio, él le da un cigarrillo. Mymi lo
enciende y se sienta en el borde de la ventana, mientras fuma juega con las piernas, mostrándolas)
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MYMI: ¿Qué clase de denuncia sería esa? “Me dicen cosas feas”. Se me van a reír en la cara. Vos no
sabés cómo son en la comisaría.
HORACIO: Sí querés te acompaño yo, capaz que así se lo toman enserio. Y si no nos hacen caso
podría pedir hablar con el Comisario, eso funciona. Pido hablar con alguien de mayor
responsabilidad, así se dice, les digo: “No puede ser, es una barbaridad. Todos los días la llaman y le
dicen cosas, como si alguien...Bueno. Usted me entiende.” ¡Claro! Me van a preguntar qué relación
tengo con vos, entonces, tendría que explicarles todo esto. Es incómodo hablar de este tipo de
cosas, pero ellos tienen que saber qué soy en tu vida. Ya me imagino, me van a preguntar si sospecho
de alguien, siempre preguntan eso. “Y de muchos” – le voy a decir – “Puede ser el de enfrente, o el
de más arriba. Es muy sospechoso todo esto, ¿entiende?” Me hago el amigo, hablo de hombre a
hombre, muestro preocupación por vos. Y eso hay que remarcarlo: “es muy sospechoso todo esto”,
“estamos todos muy preocupados”. Le puedo decir que somos… bueno eso sería un poco más
complicado… podemos decir que somos…. No sé, ¿Te gustaría que vayamos juntos?
(Silencio)
HORACIO: ¿Qué?
MYMI: Por la voz. Bueno, sí, puede ser un hombre, pero es la voz de una mujer. (Mira por la ventana)
¡Ves!
HORACIO: No lo mires.
HORACIO: (Se levanta y mira por la ventana) Va a pensar que lo estás mirando.
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HORACIO: ¡El libro!
MYMI: Se equivocó.
MYMI: Yo no fui.
HORACIO: Sí, fuimos juntos; me dijiste que tenías que comprar un libro, te acompañé. ¿No te
acordás?
MYMI: ¿Cuándo?
MYMI: Me aburre leer. (Vuelve a la ventana. Silencio) Me parece que mira acá.
HORACIO: (Se levanta) Capaz que lo conoces de algún lado. (Mymi se ríe) No me da gracia, puede
ser peligroso. No sabés quién es. Deberías poner unas cortinas.
HORACIO: Te voy a regalar unas cortinas. (Horacio mira a Mymi que estás de espaldas a él)
MYMI: Basta.
HORACIO: ¿Qué?
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MYMI: No me gusta que me mires así.
MYMI: Vos te sentás sin decir una palabra y me miras fijo. Eso me asusta.
MYMI: Sí, son muchos casi que no me acuerdo como se llaman. Son tantos, y están todos enfermos,
con esa mirada enferma que tienen todos ustedes.
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MYMI: Los que son caros.
HORACIO: Yo soy un amigo especial… Lo puedo cambiar por otro libro, capaz.
MYMI: Me aburre.
HORACIO: O están los de pintores. ¿Hay algún pintor que te interesa? Había uno de… estaba en la
vidriera.
HORACIO: Hopper, ese es el que te digo. Un libro de él tenían. Te lo cambio por ese, te va a gustar.
Son unos cuadros que parecen fotos, pero están pintados.
MYMI: ¿Juntos?
HORACIO: Bueno, pensaba, podemos ir por separado y encontrarnos ahí, como una casualidad. Esas
cosas pasan. Seríamos dos amigos o conocidos, dos compañeros de trabajo, mejor. Mirá, vos buscás
un libro, no sabés qué elegir entonces, te ayudo.
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HORACIO: Va a pensar que lo leí. Me va a decir: “oiga, esto no es una biblioteca, ¿qué se piensa?”
(Se altera) “Usted no puede llevarse uno y traerlo al otro día, se lo tiene que quedar, es algo que
compra para siempre. ¿Sino qué sentido tendría tener todo esto? Esto es un negocio. Si usted me
devuelve el libro no lo puedo volver a vender, ya está leído, es en un libro usado. ¿Entiende? Usado.
Algo que estuvo en otras manos. Yo no puedo vender un libro usado como si fuera nuevo, eso sería
una estafa. Yo no puedo estafar a mis clientes. Eso es inmoral.” (se tranquiliza) Aunque le puedo
decir que me equivoqué, que ya lo tengo, que ya me lo sé y en el apuro no me di cuenta y me lo
lleve sin pensar; si le digo así, capaz que me lo cambia. Después de todo mucha gente hace eso. La
gente se equivoca. Las personas a veces toman malas decisiones, pasa todo el tiempo. Me puede
llegar a entender, pero no va a devolverme la plata, yo ya sé eso.
MYMI: La próxima vez, no comprés nada, dame la plata y listo. Alcanzame la máquina de fotos.
(Horacio sale y trae la máquina de fotos. Mymi apunta por la ventana y empieza a sacar fotos.
Horacio se asoma por la ventana)
MYMI: No tengo por qué explicarte nada. Me hace sentir tranquila tener una, y punto. ¿Algún
problema con eso?
HORACIO: A mí no me tranquilizaría tener una en casa. Una vez escuché esta historia de un padre
que se había comprado una y la guardaba en la cómoda, y el hijo se dio cuenta que la guardaba ahí.
Viste que los chicos son curiosos. Él la quería ver, pero el padre no se la quería mostrar. Entonces,
un día el pibe agarró, entró a la pieza y buscó en el cajón hasta que la encontró, estaba cargada. La
madre justo estaba durmiendo la siesta en la pieza. Escuchó ruido y se despertó, y vió que el pibe
se la estaba llevando a la cabeza como jugando. La madre lo vió. ¿Te imaginás el susto?
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HORACIO: ¿Por qué decís eso?
MYMI: Digo que me parece, no digo que sea así, me da esa impresión.
MYMI: Deberías preocuparte por vos… o por Clara. (Mymi saca un par de fotos)
MYMI: ¿Y si es él el que llama? Vos dijiste que puede ser un hombre, ahora me hiciste dudar.
(Silencio)
HORACIO: Eso hay que hablarlo. Te juro que un día me voy a cansar y le voy a decir unas cuantas
cosas a la cara. Me va a escuchar. Me va a tener que escuchar.
MYMI: Vos nunca le vas a decir nada, sos demasiado tímido para hablarle a la cara.
HORACIO: Me molesta porque haces cosas que pueden tener consecuencias, y no muy buenas.
Siempre estás al borde vos.
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HORACIO: No sé nada de vos.
HORACIO: Me gustaría conocerte más, de a poco te voy adivinando los gestos. ¿Sabes? Estaba
pensando, si no llueve este fin de semana, podríamos ir de viaje. Están las ruinas de los… de estos
monjes que estaban acá cerca… ¿Cómo se llaman? Son conocidas… Todo el mundo habla de ese
lugar... Dicen que hay unos paisajes hermosos. Un amigo del trabajo me dijo que fue con su mujer
y la pasaron muy bien. Dicen que a la noche hay un silencio de muerte. Le dije a Clara para ir, pero
ella está todo el día sacando las cuentas de los alquileres, tiene problemas con la inmobiliaria, no
trabajan bien. Ahora decidió encargarse ella sola de todo. Pensaba que podríamos ir juntos. A ella
le digo que tengo un viaje negocio. ¿Vos qué tenés que hacer el fin de semana? ¿Querés que
vayamos?
HORACIO: Quiero ir, pero no quiero ir solo, por eso te decía, sino voy solo. Me gusta viajar solo, pero
me aburro. Por eso prefiero viajar con alguien.
HORACIO: Te acompaño.
MYMI: No podés.
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MYMI: No hay tiempo, me tengo que ir. Me olvidé, tengo que trabajar. Tengo que ir a una casa. Es
importante, no puedo no ir, el jefe se enoja cuando no voy. Puedo llegar tarde, pero no puedo no
ir. O sea, yo manejo los horarios, pero no puedo no ir.
HORACIO: No puedo.
HORACIO: Pero…
HORACIO: Es que…
MYMI: Prometemelo.
MYMI: ¡Horacio!
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HORACIO: Bueno, nos vemos mañana. ¿Necesitas que te deje algo de plata?
HORACIO: No, no las perdí. No las encuentro, nada más. ¿No las viste?
MYMI: Presta un poco más de atención. Mirá si la perdiste… o te las sacaron. Mirá si te la sacó el
tipo que me llama.
HORACIO: Bueno, mirá, yo las busco mañana el trabajo y en casa. Si las encuentro, te aviso.
MYMI: Tenés que ser más cuidadoso con eso. No podés ser así.
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2.-
CLARA: Hable. ¿Sí? ¿A quién? Puede ser, sí. ¿Cómo se llama? Sí, sí. No es mi problema, cada uno
tiene lo suyo. No, ahora no puedo. (Entra Horacio) Te digo que no. No hace falta. No tenés por qué.
Yo también, y mucho. Tengo que cortar. Chau.
CLARA: Por eso te digo que no fumes esos cigarrillos que compras, no hay forma de sacar el olor
después. (Mira su reloj pulsera) Demoraste como una hora.
HORACIO: ¿A dónde?
CLARA: No fuiste.
HORACIO: No entiendo.
HORACIO: Ah, sí, me acuerdo. No fui, me olvidé por completo, tenía mucho trabajo. A tú tío le gusta
tenernos trabajando todo el día, eso es bien de tu familia.
CLARA: Te pedí un favor, un solo favor, no te iba a llevar más de treinta minutos pasar por ahí.
CLARA: Te hace bien trabajar, te mantiene la cabeza ocupada, sino te entran a fallar los nervios.
Nadie quiere que te fallen los nervios.
HORACIO: Sólo una vez me fallaron los nervios y fue por exceso de trabajo.
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CLARA: Soy yo la que se tiene que hacer cargo de las cosas de esta casa. Una cosa te pido y no la
hacés.
HORACIO: Mañana puedo ir... No, mañana no puedo. Va a tener que ser otro día.
CLARA: (Se ríe con una carcajada) Yo sé muy bien qué me conviene y qué no.
CLARA: ¿Una sorpresa? Ojala y pasé algún día, sería bueno que me sorprendieras. ¿Compraste o no
compraste los huevos?
HORACIO: No tenían, ya te dije, les pregunté. Nos quedamos sin huevos, me dijeron.
CLARA: Quería hacer una tortilla. Hace mucho que no cocino. No puedo preparar una tortilla sin
huevos. ¿Vos qué querés comer?
CLARA: Pedite unas empanadas, entonces. No, mejor si pedimos comida japonesa. Y una botellita
de sake también, hace mucho que no tomamos. Deberíamos comprar una caja así ya tenemos,
mañana voy a pasar por la bodega. (Clara mira el cuaderno) Mañana, mañana… sí, después de coro
puedo pasar. ¿Y los repollitos de bruselas?
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HORACIO: No dice repollitos. Te olvidaste de anotarlos. (Saca una lista del bolsillo)
CLARA: Le dije a la chica que ponga repollitos de bruselas y vi que lo anotó…. (Toma el papel, lo lee
y lo guarda, vuelve a las bolsas) Cuando no sabe escribir algo no lo escribe. Analfabeta. ¿Ves? Al
final yo me tengo que encargar de todo en esta casa, sino todo queda a la mitad. ¿Chocolate? ¿Para
qué compraste chocolate?
HORACIO: Es un regalo.
CLARA: Estos chocolates son ordinarios, Horacio. Me sacan ampolla. Toda la vida me sacaron
ampollas.
HORACIO: No me gustan.
CLARA: Toma, andá a guardar esto (Le da las bolsas. Horacio lleva las cosas a la cocina. Clara se
sienta en la mesa y hace anotaciones en el libro de actas) Escuchame una cosa Horacio… Hay algo
que no me gusta de esta inquilina nueva. No sé, estaba revisando el contrato de alquiler de ese
departamento y hay cosas que no me cierran. Seguro que los de la inmobiliaria nunca revisaron las
garantías que presentó. Yo no sé de qué trabaja. ¿De dónde saca la plata para pagar?
CLARA: Viste la firma que hizo la tipa, no sé, esa firma tiene algo raro. Hay que revisar bien las
garantías o pedirle un recibo de sueldo.
CLARA: Hay que averiguar todo eso. Los de la inmobiliaria hicieron todo mal. ¿No serán falsas las
garantías que presentó? Cuando vayas a buscar los contratos pregúntales si revisaron las garantías
de los inquilinos, en especial de esta tipa. Seguro que no hicieron nada.
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CLARA: La que vive acá a dos cuadras. Mymi creo que se llama, no me acuerdo. Ese no es un
nombre… no, no. ¿Qué tipo de nombre es ese? (Se toma uno de los whisky de un sorbo, se lo vuelve
a servir) Ah, pero qué cosa horrorosa este whisky. ¡Qué asco!
CLARA: (Se ríe) A eso me acostumbraste, Horacio. (Apura el whisky. Seria) Andá a hablar con ella.
HORACIO: No me parece.
CLARA: De paso le podés preguntar dónde trabaja, ver cómo vive, cómo se viste. Una mujer a su
edad que no esté casada es raro. ¿Será viuda? (Se sienta con los dos vasos de whisky en la mano)
Fijate que no haya clavado cosas en la pared. Son tan descuidados con la propiedad ajena.
CLARA: No quiero que se repita lo mismo que con la inquilina anterior, fue muy desagradable ese
asunto.
HORACIO: ¿Qué?
CLARA: Nada, son ideas nomás. Tengo que saber qué tipo de vida llevan nuestros inquilinos (Se toma
el otro whisky) Me quedo más tranquila sabiendo que tienen un trabajo decente y no usan el
departamento para otra cosa. Viven muchas familias en ese edificio. Me siento responsable por lo
que pase.
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CLARA: Hablale, y se muy directo con ella, que no piense que nosotros nos vamos a dejar… así como
así.
CLARA: Ya lo tengo.
HORACIO: El que me lo vendió dijo que te iba a gustar. (Clara le sirve un whisky, Horacio no lo toma)
HORACIO: Si ya lo tenés.
CLARA: Sí.
CLARA: Me voy a comprar uno de fotos, siempre quise estudiar fotografía. Me podría anotar en esa
escuela… está a la vuelta del coso ese… Ah, me bajó el cansancio.
CLARA: Caro.
HORACIO: ¿Cuánto?
CLARA: Muy caro. (Pausa. Clara lo mira a Horacio que ojea el libro) Como un viaje al interior en
colectivo, más o menos, creo. No tengo mucha idea de cuánto sale un viaje en colectivo; ahora hay
tren, antes no había. Aparte acá el que viaja sos vos, por el trabajo, según decís. (Pausa) No me
dijiste que te ibas de viaje.
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HORACIO: No me voy de viaje.
HORACIO: No.
CLARA: (Se levanta con dificultad, sale y vuelve a entrar con una valija gris metalizada) ¡Mirá!
HORACIO: ¿Qué?
CLARA: ¡Mirá!
HORACIO: ¿Qué?
HORACIO: ¿Qué?
HORACIO: No.
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HORACIO: La habrá limpiado la empleada.
CLARA: ¡Ojalá esa limpiara algo! Quiero saber para qué se limpió esta valija.
HORACIO: No la limpié.
CLARA: ¡El problema no es quién la limpió! ¡¿Para qué?! Ese es el problema. (Se bebe el whisky de
Horacio)
HORACIO: Te olvidaste que la limpiaste, tenés muchas cosas en la cabeza. Puede pasar, te olvidas,
no es grave.
CLARA: A veces me gustaría saber qué pensás, nunca decís nada. Siempre hablas de esa forma tan…
tan… No sé, no decís nada. Nada que… Estoy tan cansada que me duele la cabeza.
CLARA: Es que vos te pasas fumando en la casa y la nicotina se me mete por la piel hasta los huesos,
eso me retuerce los nervios. Me va a dar una pulmonía o un cáncer, no sé.
HORACIO: ¿No querés que te lleve al cementerio? Así descansas, digo. Te gusta ese lugar.
CLARA: Sí, quiero descansar. Este whisky está asqueroso, nunca compra lo que le pido. Tendría que
despedirla.
CLARA: Enseguida me canso de la gente, es que son tan… Abrí la ventana hace un calor espantoso.
(Horacio abre la ventana y se sienta en el alfeizar. Saca un paquete de cigarrillo y se prende uno) Ni
se te ocurra hacer eso. (Horacio guarda el cigarrillo y se queda mirando fijo a Clara) ¿Por qué me
miras así?
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HORACIO: Te miro.
CLARA: Me asusta.
CLARA: (Clara se ríe a carcajadas. Horacio la mira sin sonreír) Yo no soy una de esas, no te confundas.
(Horacio sale hacia la cocina. Clara por lo bajo) Sé muy bien lo que pensás de mí. (Desde la cocina
viene un ruido metálico)
HORACIO: (Se asoma con un cigarrillo encendido en la boca y afilando una cuchilla) ¿Qué decís?
HORACIO: Si no llueve.
CLARA: No, dejá, tengo cosas que hacer. (Clara se levanta y cierra la ventana. Horacio sigue afilando
la cuchilla)
CLARA: No me gusta como cocinas. Quiero comer sushi, hoy el día está para comer sushi.
HORACIO: (De mala gana vuelve a la cocina y deja la cuchilla y el afilador. Clara tiene un manojo de
llaves en la mano) Ya vengo.
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HORACIO: ¿Dónde estaban?
CLARA: En tu pantalón.
CLARA: Sí, eso pensé, pero esas están en el manojo que tenés en la mano.
CLARA: A ver, vení. (Horacio se acerca. Clara mira y compara las llaves) No son las misma ¿De dónde
son?
CLARA: Anda a comprar antes que cierre. Te las pongo en el portafolio. Espera. (Clara le saca el
cigarrillo de la boca a Horacio, lo tira al piso y lo apaga) Estoy cansada de decirte que no fumes en
la casa, en esta casa no se fuma. (Horacio la mira fijo. Clara esquiva la mirada y vuelve a la ventana)
Andate.
Horacio sale. Clara espera que cierre la puerta, toma el cigarrillo que apago, lo
arregla y lo enciende, abre la ventana y se queda mirando al horizonte. El
teléfono empieza a sonar.
3.-
CLARA: (Mymi Se sobresalta. Carga una bandeja de huevos y una bolsa con un libro) ¡Hace como
una hora que la estoy esperando! ¡Y ese teléfono! Debe ser una mujer muy ocupada usted, todo el
día sonando. Me parte la cabeza. ¿Dónde estaba? (Se para)
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MYMI: (Retrocede hacia la pieza) ¿Quién es usted?
CLARA: No se vaya, estoy hablando con usted es de mala educación dar la espalda.
CLARA: ¡Qué boquita! (retrocede) Pensé que la iban a llamar para advertirle.
CLARA: Las cosas van a cambiar a partir de ahora. Le guste o no, las cosas van a cambiar.
MYMI: Claro.
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MYMI: ¿Qué quiere decir?
CLARA: Disculpe, no sé de qué habla. Llamé, pero usted no atendió. Usted no me conoce, pero
conoce a mi marido.
CLARA: Es un desastre, todo tirado. No me quiero imaginar cuando fue la última vez que limpió.
(Clara se da vuelta y se miran de frente por un momento. Mymi se acerca a la puerta. Clara mueve
la mano adentro de la cartera. Mymi se frena) No entiendo por qué dice que no conoce a mi marido,
eso no tiene ningún sentido.
CLARA: Horacio.
MYMI: No lo conozco.
CLARA: Horacio, mi esposo, es el que le mostró el departamento cuando lo vino a ver para alquilar.
Los infelices de la inmobiliaria no tenían a quién mandar, por eso vino él, yo no podía.
MYMI: (Dudando) Eso fue hace tanto, ni me acuerdo de él. ¿Qué hace en mi casa?
CLARA: ¿Su casa? (Va hasta la mesa del teléfono y sirve dos shot de vodka) Muéstreme el título de
propiedad, si lo tiene (Toma un vaso de vodka de un trajo. Hace mueca de dolor) Esto es veneno
puro. (Le ofrece el otro vaso a Mymi que no reacciona, deja el vaso sobre la mesa y va hacia la
ventana, se detiene cerca de la valija y la mira) Usted es una inquilina. (Mymi sale hacia la pieza,
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Clara no se da cuenta ya que está de espalda) Hay mucha diferencia entre una cosa y la otra. (Clara
mete la mano adentro de la cartera y ahí la deja. Mymi vuelve y mira a su alrededor buscando algo,
pero sin moverse del lugar. Clara se sienta a la mesa) Las reglas del juego han cambiado un poco. La
inmobiliaria ya no tiene nada ver en esto, soy yo la que se encarga de todo.
MYMI: Usted estuvo revisando acá, está todo fuera de lugar. ¿Qué sacó de la pieza?
CLARA: No tiene nada que me interese. En todo caso la que debería sospechar soy yo. Estuve
revisando sus contratos y hay una diferencia substancial entre el dinero que pactamos en el contrato
y lo que usted paga mensualmente en la inmobiliaria. No me mire con esa cara de espanto,
¿entiende lo que digo?
MYMI: No.
CLARA: Yo tampoco entendí. Así que fui a la inmobiliaria y le pregunté por qué usted pagaba de
menos. ¿Sabe qué me dijeron?
MYMI: No.
MYMI: No se me ocurre.
CLARA: Adivine.
CLARA: No tiene forma de saberlo, es imposible saber eso, imposible imaginarlo. Ni yo misma me lo
imagino. Me dijeron que Horacio hizo un arreglo especial con usted. (Se ríe) Un arreglo especial. Mi
esposo haciendo arreglos especiales. Yo sé muy bien qué tipo de arreglos puede hacer ese hombre
y ninguno es especial.
CLARA: ¿Qué arreglo tiene Horacio con usted? ¿Por qué usted pagaría menos de lo que corresponde
por contrato? Todo eso les pregunté, pero no supieron qué decir. Ridículos. Me cansé de ellos, yo
me enojo mucho, pero mucho, cuando me mienten. No mido las consecuencias. Así que los dí de
baja, ya no trabajan para mí.
CLARA: (Con gesto rápido saca la mano de la cartera con un paquete de cigarrillos y se enciende uno)
Yo tampoco tuve nada para decirles. Les dije, ustedes son un desastre, no van a administrar más mis
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alquileres. Inventarme a mí un cuento semejante. Ridículos. (Se toma el vaso de vodka que dejó en
la mesa) ¿Ahora qué hacemos?
CLARA: (Extrañada mira el reloj) ¡Eso es raro! (Silencio) Entenderá que ahora hay un asunto
pendiente entre nosotras. (Mymi va hacia la pieza. Ruido de cajones) ¿Se le perdió algo?
CLARA: Tome uno de los míos, tienen un aroma muy delicado. (Mymi toma un cigarrillo) La cuestión
es que ahora usted me debe plata. No es mi culpa que la inmobiliaria se haya equivocado, tengo
que recuperar esa plata.
CLARA: Son cinco mil quinientos pesos los que me debe y un poquito más.
CLARA: Podrá tener todos los recibos que quiera, pero eso significa nada. El contrato dice un monto
y hay que respetarlo.
CLARA: ¿Cuánto?
CLARA: Fíjese.
CLARA: Pensé en arreglar esto de forma rápida. No hace falta meter gente el medio.
CLARA: Bueno, si usted lo quiere así voy a tener que iniciar acciones legales. (Se levanta y abre la
persiana, se queda fumando en la ventana.) Un poco de luz no viene mal… Espero que tenga dónde
irse a vivir porque le vamos a rescindir el contrato.
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MYMI: Usted no puede hacer eso.
CLARA: No nos pongamos tan moralista, querida. Estamos hablando de dinero, nada más.
CLARA: Le cobraron a usted de menos, a mí me dan menos plata y usted se queda con parte de mi
plata. A mí eso no me gusta.
CLARA: No se olvide en qué posición se encuentra. Hubo un error, no vamos a buscar al culpable,
pero vamos a solucionarlo como dos personas sensatas. (Sirve dos shot de vodka)
CLARA: Va a perder más plata con eso y va a perder. Usted pone un abogado y yo pongo un
estudio de abogados.
MYMI: Le traigo todos los recibos y listo, yo tengo que pague. Tengo el sello de pagado.
(Silencio)
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CLARA: Pero me paga ahora.
CLARA: (Toma un vaso de vodka) Está bien, no tengo ningún problema con eso.
MYMI: Perfecto. El portero le abre. (Mymi se sienta en el sillón y ojea el libro que Horacio le regalo.
Clara se sienta el alfeizar de la ventana y juega con sus piernas) Tenga cuidado que se puede caer.
MYMI: Ah.
CLARA: Pero, ¿qué nombre tiene ese local? ¿Cuáles son las referencias?
MYMI: Ya me olvidé.
CLARA: No tiene por qué enojarse conmigo, querida. Después de todo estoy siendo demasiado
indulgente con usted.
CLARA: No, pero me gustaría revisar las garantías que presentó, es un trámite burocrático nada más.
Por ahí usted puede presentar un recibo de sueldo. ¿De qué trabaja?
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MYMI: De niñera.
MYMI: No.
CLARA: Horacio me regaló ese mismo libro ¿Le gusta? (Silencio) Es un autor difícil, no a todo el
mundo le gusta. ¿Por qué parte va? (Mymi mira hacia la ventana desde el sillón, pero no responde)
El final es muy interesante, por cómo está narrado, digo. Hay un vecino que la está mirando por la
ventana de enfrente, es un fisgón, ella está de camisón asomada por la ventana, tiene algo en la
mano. El vecino no alcana a ver que es. Pero ve como ella poco a poco levanta el brazo y se lleva la
mano a la sien. Raro, como se acuerda de eso que cuente el argumento no la secuencia de acciones
Está llorando, se la ve llorar. De pronto se escucha un trueno, había tormenta, sólo un trueno. La
mujer se balancea en la ventana un tiempo largo hasta que una mancha le empieza a cubrir la cara
y el camisón. El tronco de la mujer queda colgado hacia el precipicio y eso que tenía en la mano, que
no se llega a ver qué es, cae al vacío. Muy lento, pero muy lento, el cuerpo de la mujer empieza a
resbalarse hasta caerse también. A lo último se escucha un golpe seco en el asfalto. La última imagen
es muy graciosa. El vecino que la estaba espiando se levanta, va hasta la cocina, se abre una cerveza
y se sienta a ver el partido, mientras que a lo lejos se empiezan a escuchar las sirenas. Es una historia
muy triste, sí. No debe ser para nada fácil su vida. Porque ella era una prostituta Esa gente siempre
termina muerta de alguna manera violenta y todo por meterse con gente peligrosa. (Mira su reloj)
Ah, llego tarde a yoga. Me alegra mucho que nos entendiéramos, esta es una situación muy
incómoda para las dos, pero tiene que entender que cuando hay plata de por medio, yo soy
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inflexible, no negocio. Todo lo demás se puede negociar, menos el sustento. (Sale. Mymi queda un
momento sentada hasta que va a la pieza)
El cuento esta bueno y la reflexión final tb
4.-
Horacio llega al departamento de Clara. Deja el portafolio y el saco en el
perchero. Sale y vuelve a entrar. Toma el teléfono y marca un número. Suena el
teléfono en el departamento de Mymi, esta atiende, sale de bañarse sólo tiene
una toalla enrollada, la ventana está abierta.
MYMI: ¿Hola?
HORACIO: ¿Mymi?
HORACIO: Bueno, ¿qué querés hacer? Clara todavía no llegó. Tenemos un rato más para vernos.
MYMI: No, vamos a hablar nada más. Me parece que tengo un par de horas libres, me tengo que
fijar.
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HORACIO: No me gusta que trabajes tan tarde.
MYMI: Dejame que me fije en la agenda. (Se abre la puerta de la cocina detrás de Horacio y sale
Clara él no la ve)
HORACIO: ¿Qué deudas tenés? (Mymi deja el teléfono y va hasta la ventana, haciendo tiempo. Algo
le llama la atención del otro lado, se baja apenas la toalla y sonríe)
MYMI: Mira tengo un rato libre ahora, podés venir. Comprame cigarrillos… ¿Hola? ¿Horacio?
(Suspira y corta, sale y vuelve con una agenda)
CLARA: Toda la gente está endeudada últimamente. Cocine una tortilla con mucho huevo.
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CLARA: (Se ríe) Ojala cocinara más seguido, me relaja. Es tan lindo cocinar. (Mymi marca un número
y suena el teléfono del Departamento de Clara que atiende) ¿Hola? (Silencio) ¿Hola?
CLARA: Te sirvo.
HORACIO: Sí.
MYMI: Ahí me fije y tengo libre dos horas. ¿Nos vemos en el bar?
MYMI: ¿Qué?
HORACIO: Debe estar durmiendo. (Clara entra con una tortilla completamente quemada)
CLARA: Recién son las ocho, Horacio. ¿Quién se acuesta a esta hora?
HORACIO: Es mi secretaria.
MYMI: Horacio tengo que contarte algo. Nos vemos en veinte minutos en el bar de la esquina.
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HORACIO: Estoy por comer.
HORACIO: Agua. (Clara le sirve un vino) Bueno, como algo y salgo para allá.
MYMI: Pero pude ser que se arrepienta y hable con tu jefa y le explique detalladamente todo a tu
jefa si vos no te hacés cargo de las cosas de las que tenés que hacerte cargo. Creo que fui clara, ¿no?
HORACIO: Bueno, pero si te dijo así ese cliente no tiene la situación muy clara. Yo tengo la situación
clara, y nadie más que yo tiene la situación clara. Sí él piensa que tiene la situación clara, está muy
confundido, se le puede venir la noche en cualquier momento. Él no sabe lo que es tener la situación
clara.
HORACIO: ¿Qué?
HORACIO: Colgó.
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CLARA: Fue la semana pasada. Sentate y comé. Le iba a regalar un libro hermoso, a ella le encanta
leer.
HORACIO: Es un cliente…
CLARA: No me taladres la cabeza con cosas que no me importan… Hoy estuve con tu amiga.
CLARA: Bueno, nueva, hace año y medio que está. Ese departamento es una mugre.
HORACIO: No es mi amiga.
CLARA: Para conocerla, para hablar un rato nada más. Parece buena tipa, un poco sucia nomas. Para
mí que está enferma.
HORACIO: ¿Enferma?
CLARA: Sí, enferma, por el color de la piel. ¿Cómo se llama esta enfermedad sexual?
HORACIO: ¿Cuál?
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CLARA: El libro que me regalaste es una novela de una prostituta que se agarra esa cosa que le deja
toda la piel amarilla.
CLARA: Trabajas mucho, eso te va a terminar enfermando. Mira, estas pálido. (Horacio se apronta
para salir) Te vi entrar al edificio de ella.
HORACIO: Quedamos en que iba a verla, fui a verla. ¿Por qué no me dijiste que ibas a ir vos?
CLARA: No sé, no me dí cuenta. La vi un segundo y ya sé qué tipo de mujer es esa tal Mymi. ¿Por
qué no me dijiste que fuiste a verla?
HORACIO: Porque me olvidé, por eso, porque se me pasó. Vos tampoco me dijiste nada.
CLARA: A mí me pareció tan… bueno, cada uno es como es. Pobre, no ha tenido una vida fácil
seguramente o sí.
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CLARA: Quedate tranquilo que te espero despierta. ¿Pudiste devolver la llave?
HORACIO: ¿Eh?
CLARA: La llave que te trajiste de la oficina. (Se levanta y lleva el plato de tortilla a la cocina) Estas
dormido vos, yo no sé qué te pasa. (Cuando Clara sale a la cocina Horacio se va. Clara entra, se sirvió
otra copa de vino) Me llamó la atención que en el departamento de enfrente del de la inquilina sigua
viviendo ese degeneradito, que degeneradito aca Horacio tiene que reaccionar. Es mas dialogo esto
lo tiene que escuchar horacio ¿te acordas? La inquilina anterior se vivía quejando de que la miraba
por la ventana. Le dije a esa pendeja que pusiera otra cerradura, pero no fue capaz de hacerlo a
tiempo. Pensé que lo habían metido preso, se ve que no. No le han podido probar nada seguro,
como entro con la llave fue todo muy sospechoso. ¡Qué peligro esa gente! ¿No? Al final nunca sabes
a quién tenés al lado tuyo. Esta como parece más… no sé cómo decirlo, no tiene cortinas ni nada, le
debe gustar andar mostrándose. Hay gente que lo disfruta. Se ve que no le importan que la espíen
por la ventana. Le iba a decir que tenga cuidado con ese tipo, pero bueno, ella sabrá lo que hace.
Deberíamos haber cambiado la cerradura, mira si el tipo sigue con la llave de ahí y se le mete. Pobre,
debe ser feo que te hagan una cosa así… ¿Vos decís que estuve mal? Capaz que le tendría que haber
dicho que se cuide. ¿Le digo? (Se da vuelta hacia la puerta de la pieza y vuelca un poco de vino en
el piso) ¿Vos pensás que le tengo que decir? ¿Horacio? ¿Horacio? (Se levanta y sale. Vuelve a entrar.
Mymi está saliendo de su departamento cambiado. Clara se acerca al teléfono, espera y marca un
número. El teléfono del departamento de Mymi suena. Silencio)
5.-
En el Departamento de Mymi todo está más revuelto que antes. Sobre la mesa la
valija. Horacio tiene olvidado un cigarrillo en la mano, mira por la ventana. Mymi
va de un lado al otro, entra y sale, va a la pieza y se escuchan cajones.
HORACIO: (Mymi está en la pieza. Ruidos de cajones) No podés estar tan segura (Entra Mymi)
MYMI: No me parece.
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HORACIO: Te dí para pagarlo.
MYMI: Esta todo carísimo. Cuando me acomode te voy a devolver. (Horacio saca su billetera y le da
quinientos pesos a Mymi)
HORACIO: Vas a tener que administrarte mejor con la plata. Gastas mucho.
MYMI: Pago las cuentas, el almacén, la peluquería, la farmacia. Tengo mis gastos.
MYMI: No.
MYMI: ¿Eh?
MYMI: Algunos
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MYMI: Deudas. Muchas deudas. Sobre todo ahora que no encuentro lo que me prestaron.
MYMI: No está.
HORACIO: Esas cosas no la podés tener en cualquier lado, es peligroso. Una vez un amigo se compró
una y la guardaba en la cómoda. El hijo sabía que la guardaba ahí. Y viste como es, los chicos son
curiosos, siempre quieren saber todo.
MYMI: Tenés razón, en mi casa no paran de entrar los hombres. Uno tras otro. ¿Eso querés decir?
MYMI: No está.
MYMI: Me la robaron.
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HORACIO: Mala suerte.
MYMI: Mala suerte voy a tener cuando venga mi amigo a buscarla y no la tenga.
HORACIO: ¿Cuánto?
MYMI: Carísimas.
MYMI: Mi amigo no es un banco, trabaja con esas cosas, si la necesita es para algo.
HORACIO: ¿Segura?
MYMI: Deja de jugar, estoy hablando en serio. Pensaba que me ibas a poder ayudar.
HORACIO: (Horacio intenta abrir la valija) Yo no te voy a dar plata para comprarte una…Está
trabadísima.
MYMI: Sí, no pude ver qué tiene adentro. Viste que esta pesada... Se me ocurrió algo. Si en vez de
irnos de viaje este fin de semana me dieras la plata que pensás gastar yo podría ver la forma de
conseguir una a buen precio.
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MYMI: Me organice para ir, cambie turnos.
MYMI: Pero me hiciste cambiar todo para ir. ¿Por qué no querés ir?
MYMI: Nada.
MYMI: Son los nervios. No tengo un peso para darles cuando me pidan que se las devuelva, eso me
pone nerviosa.
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HORACIO: ¿Tenés algo?
HORACIO: Pero estás amarilla, capaz que tenés algo. Vamos al médico.
MYMI: ¡No!
HORACIO: ¿Quién?
MYMI: No son cualquier tipo de amigos. Necesito que aparezca lo que vos perdiste o comprarles
una nueva.
(Silencio)
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MYMI: Bueno, te queda la otra mitad.
MYMI: Cualquiera la puede llamar por teléfono y contarle las cosas que acá están pasando.
HORACIO: Yo no le puedo sacar plata a Clara. La guarda en una caja fuerte, no tengo ni idea de la
clave.
MYMI: Sácasela.
HORACIO: No puedo.
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HORACIO: ¿Para qué me la voy a llevar?
HORACIO: Yo no la traje.
MYMI: Dame seis mil pesos sino la llamo a Clara y le digo todo.
HORACIO: ¿Qué?
MYMI: Vos no te vas a ir de acá, vos te vas a quedar conmigo, vos me vas a llevar al cementerio.
MYMI: Soñá.
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HORACIO: Dame.
HORCIO: No me provoques.
6.-
Departamento de Clara. En la mesa pilas de papeles. Horacio entra con el brazo
vendado y restos de sangre en la mano, carga la valija. El cuadro de Hopper está
descolgado, se ve una caja fuerte abierta con fajos de billetes.
CLARA: No sé qué vamos a hacer, Horacio. Hay una mujer que está dele llamar, no le entiendo qué
dice. Es como si no dijera, pero habla. Creo que vamos a tener que contratar una inmobiliaria para
que se encargue de esto. Mira los papeles. Yo no sé para qué tantos papeles. ¿Te lastimaste?
CLARA: Una mujer, no me dice quién y habla como si estuviera… borracha, me parece. ¿Qué tipo de
mujer se emborracha a esta hora? ¿Con qué te lastimaste?
CLARA: Lloraba, lloraba, no decía nada. Después dijo algo de un violento y no sé qué más. Horrible.
Igual creo que estaba borracho. ¿Te sirvo algo?
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HORACIO: Me voy a bañar.
HORACIO: ¿A quién?
CLARA: ¿Quién?
CLARA: ¿Murió?
HORACIO: Tuve que bajar a buscarla antes que alguien la robara. Baje rápido, casi me caigo. Me
maree.
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CLARA: Bueno, andá bañarte así te tranquilizas. Te voy a preparar una tortilla así comés.
HORACIO: ¿A dónde?
CLARA: Al cementerio.
HORACIO: Flores.
CLARA: Huevos.
HORACIO: Flores.
CLARA: ¿Por?
CLARA: Cancélalas.
HORACIO: Ya me comprometí.
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CLARA: No seas idiota.
HORACIO: ¡Clara!
CLARA: ¿Qué?
CLARA: Es que te veo ojeroso, como si estuvieras enfermo. A ver (Le pone la mano en la frente)
Quedate quieto. ¿Dónde estuviste?
HORACIO: ¿Qué?
CLARA: Algo así, no me gusta tu color en realidad. Debe ser de la novela que estoy leyendo.
CLARA: No, nada. Yo te conté que es la historia de una chica… bueno, eso.
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CLARA: No, lo que pasa que esta chica trabaja de eso y no se cuida entonces va apestando a todos
los tipos con los que está. Y las mujeres van descubriendo a sus esposos porque también se
contagian, se van enfermando todos, es muy gracioso.
CLARA: Son divertidas esa historias del mundo bajo ¿Vos te cuidas cuando te acostas con la
prostituta?
HORACIO: ¡Clara!
CLARA: Estás perdiendo el sentido del humor. (Suena el teléfono) De nuevo, debe ser la loca.
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CLARA: ¿Hola? Sí, ella habla. ¿Quién habla? ¿Quién? Disculpe tengo muchos departamentos no sé a
cuál se refiere… Ah, sí, ahora sé quién es. ¿Para qué me llama?... ¿Qué?... ¿Cuándo?... ¿Qué me
quiere decir con eso?... Mire, si esto es una broma es de muy mal gusto. ¿Me está hablando enserio?
¡Yo sabía! ¡Yo sabía! Me lo sospechaba… siempre lo sospeché… ¡Qué vergüenza! ¡Qué vergüenza!
Con la inquilina anterior pasó exactamente lo mismo… ¿Qué? ¿Pagar qué cosa? ¡Pero, por favor!
¿Qué se piensa? No, esto no va a quedar así. (Corta) ¡Es increíble! ¡Increíble! Horacio, vení que
tenemos que hablar.
CLARA: ¡Ya sé que te estás bañando! Pero, vení para acá… ¿Horacio? (Clara sale, todavía tiene el
arma en la mano) ¡No te hagas el sordo que te estoy hablando! (Se escucha un disparo)
7.-
Mymi está en su departamento leyendo el libro que le regalo Horacio. Golpean la
puerta.
MYMI: (Sin levantarse) Pasá, llegaste temprano… (Silencio) ¡Pasa! (Se abre la puerta y entra Horacio
con el brazo vendado y una pierna enyesada, usa muletas) ¡Horacio! No te esperaba. (Horacio entra
y cierra la puerta) Ahora no te puedo atender, estoy esperando a alguien. ¿Viniste a traerme la
plata? (Silencio) ¿Qué te paso en el pie? ¿Te lastimaste? Por lo que veo seguís enojado. Me quedé
pensando en lo que pasó, creo que exageramos un poco. (Silencio) ¿No me vas a hablar? Yo sé cómo
hacerte hablar, querés que te haga hablar. ¿Qué querés que te haga? (Silencio)
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