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Profesor Christian Sánchez


Filosofía y psicología

Freud y los mecanismos de defensa.

Nombre: Curso: Fecha:


Objetivo: Analizar las consecuencias psicológicas de los mecanismos de defensas freudianos.
Instrucciones: Lea detenidamente el texto y responda de acuerdo con lo solicitado.

Busque dos ejemplos de los mecanismos de defensa presentados en la guía, que haya usado usted mismo y que
hayan usados otras personas. Nómbrelo y explique la situación. ¿Qué consecuencias psicológicas tuvo?

¿Qué mecanismo de defensa utilizas?

¿Cómo enfrento la ansiedad? Esta es, precisamente, la pregunta que me formulaba a medida que estudiaba para el
examen final de la clase de Psicología. Fue curioso encontrar entre mis apuntes una sección del material dedicada a los
mecanismos de defensa más frecuentemente utilizados para lidiar con la ansiedad.

Los mecanismos de defensa son “estrategias inconscientes que emplean las personas para reducir la ansiedad, al ocultar
su origen tanto de sí mismo como de los demás”. Ellos fueron descritos por Sigmund Freud, en sus esfuerzos por crear
una teoría que explicase la dinámica detrás de la personalidad de los pacientes ansiosos que atendía. Más tarde su hija
Anna continuó la tarea de su padre, identificando los mecanismos de defensa. “De acuerdo con la teoría, todos
utilizamos, en diferente grado, mecanismos de defensa que pueden ser útiles para protegemos de la experiencia
consciente desagradable”. Por otro lado, su uso excesivo puede desarrollar lo que Freud denominó como “neurosis”.

Entre los principales mecanismos de defensa se encuentran:

Represión: Ocultar en el inconsciente los pensamientos y recuerdos desagradables que causan ansiedad y no se desea
recordar.
Ejemplo: Existen personas que han enfrentado eventos traumáticos y son incapaces de recordar partes importantes del
suceso.

Regresión: Al enfrentar un suceso que causa ansiedad, las personas adoptan un comportamiento propio de una etapa
previa de la vida. Estos comportamientos de la infancia o la adolescencia nos transportan a etapas placenteras de la
vida, donde teníamos poca responsabilidad sobre las consecuencias de nuestro comportamiento.
Ejemplo: Actos de inmadurez, como el de formar “una pataleta”, quejarse o reír ante cosas insignificantes, cuando se
enfrentan sucesos causantes de estrés o ansiedad.

Desplazamiento: Transmitir sentimientos o pensamientos desagradables que se encuentran dirigidos a alguien de


carácter autoritario y amenazante, hacia alguien más débil o ajeno a la situación.
Ejemplo: Acostumbramos culpar a nuestros familiares más próximos (hermanos, pareja, padres) por los problemas que
tuvimos en la escuela o en el trabajo.

Racionalización: Creamos justificaciones irreales sobre el porqué de sucesos estresantes. Dichas racionalizaciones
distorsionan la realidad para proteger nuestra autoestima.
Ejemplo: Un estudiante a quien sus amigos lo dejan “plantado” para ir al cine, afirma que fue lo mejor, ya que necesitaba
estudiar.

Negación: Rehusar reconocer o aceptar de manera inmediata un suceso desagradable.


Ejemplo: Negar la muerte repentina de un cónyuge o familiar cercano.

Proyección: Mecanismo de defensa en el que el individuo le atribuye a otros responsabilidad por sus propios errores o
por los actos desagradables que enfrenta.
Ejemplo: Un adolescente de hábitos de estudio pobres, afirma que su bajo rendimiento académico se debe al maestro,
ya que no sabe enseñar.
Sublimación: Canalizar los pensamientos, deseos o comportamientos ansiosos hacia actividades de provecho y
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aceptación social. La sublimación era considerada por Freud como el método de defensa de mayor efectividad.
Ejemplo: Una persona que posee tendencias agresivas en su comportamiento se convierte en boxeador o jugador de
fútbol profesional.

El estudio y conocimiento de los mecanismos de defensa me han conducido a estudiar las reacciones que tengo ante
sucesos estresantes. Es impresionante conocer la cantidad de mecanismos de defensa que utilizo con frecuencia en mi
vida cotidiana. Lamentablemente, la mayoría de estos mecanismos, por no decir casi todos, son maneras ineficaces de
lidiar con la ansiedad. Sólo nos llevan a evitar temporalmente el problema, pero no ayudan a enfrentarlo. La evitación
prolongada de los aspectos que nos causan ansiedad puede aumentar la ansiedad y conducimos hacia el desarrollo de
trastornos relacionados con la misma.

Feldman, R., Psicología con aplicaciones en países de habla hispana.

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