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La composición mineral de la roca original determina, en gran medida, el grado en

que cada agente metamórfico provocará cambios. El calor es el agente más


importante porque proporciona la energía que impulsa las reacciones químicas
que provocan la recristalización de los minerales. La presión, como la temperatura,
también aumenta con la profundidad.
Cuando están sometidos a una presión de confinamiento, los minerales pueden
recristalizar en formas más compactas. Durante la formación de montañas, las
rocas están sometidas a un esfuerzo diferencial, que tiende a acortarlas en la
dirección de aplicación de la presión y a alargarlas en dirección perpendicular a
esa fuerza. En profundidad, las rocas son calientes y dúctiles, lo cual explica su
capacidad de deformarse y fluir cuando son sometidas a esfuerzos diferenciales.
Los fluidos químicamente activos, casi siempre agua que contiene iones en
disolución, también intensifican el proceso metamórfico disolviendo minerales y
contribuyendo a la migración y la precipitación de este material en otros lugares.

Además de los cambios de textura, encontramos cambios correspondientes de


mineralogía conforme nos desplazamos de las zonas de metamorfismo de grado
bajo a las de metamorfismo de grado alto. Una transición idealizada en la
mineralogía que se produce como consecuencia del metamorfismo regional de
lutitas se muestra en la Figura ……... El primer mineral nuevo que se forma a
medida que la lutita se transforma en pizarra es la clorita. A temperaturas más
elevadas empiezan a dominar las partículas de moscovita y biotita. Bajo
condiciones más extremas, las rocas metamórficas pueden contener granate y
cristales de estaurolita. A temperaturas próximas a las del punto de fusión de la
roca, se forma sillimanita. Esta última es un mineral metamórfico de alta
temperatura utilizado para fabricar porcelanas refractarias como las empleadas en
las bujías.
Figura ROCMET-21 llustración idealizada del metamorfismo regional progresivo. De izquierda a
derecha, pasamos de un metamorfismo de grado bajo (pizarra) a un metamorfismo de grado alto
(gneis).

A través del estudio de las rocas metamórficas en sus ambientes naturales y a


través de estudios experimentales, los investigadores han descubierto que ciertos
minerales son buenos indicadores del ambiente metamórfico en el cual se
formaron. Utilizando esos minerales índices, los geólogos distinguen entre
diferentes zonas de metamorfismo regional. Por ejemplo, la clorita empieza a
formarse cuando las temperaturas son relativamente bajas, menos de
200ºC……… Por tanto, las rocas que contienen cloritas (normalmente las
pizarras) son conocidas como rocas de grado bajo. Por el contrario,
la sillimanita se forma sólo en ambientes muy extremos donde la temperatura
supera los 600ºC y las rocas que la contienen son consideradas de grado alto.

Migmatitas En los ambientes más extremos, incluso las rocas metamórficas de


grado alto experimentan cambios. Por ejemplo, las rocas gnéisicas pueden
calentarse lo suficiente como para provocar el inicio de la fusión. Sin embargo
recordemos lo hablado sobre las rocas ígneas, que los diferentes minerales se
funden a temperaturas diferentes.
Los silicatos de color claro, normalmente el cuarzo y el feldespato potásico, tienen
las temperaturas de fusión más bajas y empiezan a fundirse primero, mientras que
los silicatos máficos, como el anfíbol y la biotita, se mantienen sólidos. Las
migmatitas sirven para ilustrar el hecho de que algunas rocas son transicionales y
no pertenecen claramente a ninguno de los tres grupos básicos de rocas.

El metamorfismo es un proceso de transformación de rocas o yacimientos


minerales preexistentes, que ocurre en relación con el aumento de presión y/o
temperatura que tiene lugar en determinados puntos de la corteza terrestre. Como
consecuencia, se forman rocas nuevas (las rocas metamórficas), con texturas,
estructuras y composiciones mineralógicas diferentes a la de la roca original. El
metamorfismo da origen a algunos minerales y modifica la textura y mineralogía
de mineralizaciones preexistentes.

Rocas metamórficas de interés minero

Como consecuencia de los procesos de metamorfismo regional se originan dos


tipos de rocas que se explotan en canteras: los mármoles y las serpentinitas.
Menor interés presentan otras rocas como los neises.

El mármol es la roca metamórfica con mayor interés minero. Se forma como


consecuencia del metamorfismo de calizas, bajo condiciones de metamorfismo
tanto regional como de contacto, que inducen la recristalización de la calcita a alta
temperatura. El mármol está compuesto mayoritariamente por calcita
granoblástica, pero pueden contener además otros minerales, tales como micas
(mármoles cipolínicos), dolomita, brucita, vesubianita, wollastonita, diópsido,
tremolita, grafito, pirita.

La serpentinita se forma por el metamorfismo regional de rocas magmáticas


ultramáficas (peridotitas), está constituida muy mayoritariamente por minerales del
grupo de la serpentina (antigorita), que suelen estar acompañados por otros
filosilicatos afines, como el talco, por minerales opacos, como magnetita o cromita,
y por carbonatos ricos en Mg (magnesita-dolomita).

Los Gneises son rocas que pueden formarse por distintos mecanismos, que se
pueden agrupar en dos: el metamorfismo de alto grado de rocas pelíticas, que da
origen a los denominados paraneises, y la deformación tectónica (por lo general
acompañada de metamorfismo) de rocas graníticas, que origina los
denominados ortoneises. Están formados mayoritariamente, al igual que los
granitos, por cuarzo, feldespato potásico, plagioclasa, mica (biotita a menudo
acompañada de moscovita), como minerales mayoritarios más comunes, que
pueden estar acompañados de muchos otros (granate, anfíbol, cordierierita), y de
los accesorios comunes en este tipo de rocas (apatito, esfena, circón, pirita).

El corindón se forma fundamentalmente como consecuencia de metamorfismo


de contacto a partir de rocas arcillosas alumínicas, junto con otros minerales
típicos de este ambiente (sillimanita, piroxeno). También se forma en otros tipos
de ambientes, sobre todo en pegmatitas, de donde proceden los cristales de
calidad gema (rubí, rojo, y zafiro, azul).

El grafito es el producto de la recristalización metamórfica de la materia orgánica


contenida en las rocas afectadas por metamorfismo regional o de contacto.

La denominación de asbesto se refiere a un grupo de minerales caracterizados


por presentar una estructura fibrosa, y que corresponden al grupo de los anfíboles,
o de la serpentina. En concreto, se trata de seis variedades mineralógicas: crisotilo
(variedad de serpentina), crocidolita (variedad del anfíbol riebeckita), amosita
(variedad del anfíbol grunerita), y los asbestos de los anfíboles antofilita, tremolita
y actinolita, que no tienen nombres específicos.

Su origen está en relación con el metamorfismo regional de rocas básicas o


ultrabásicas. En concreto, los asbestos suelen formarse como relleno de venas
durante estos procesos, de forma que las fibras de asbesto crecen
perpendicularmente a las paredes la fractura.

Los nesosilicatos de aluminio andalucita, sillimanita y distena son variedades


polimorfas, que se forman por metamorfismo de rocas alumínicas, pelíticas, bajo
diferentes condiciones de presión y temperatura . Existe otra variedad sintética,
que es la mullita, que se forma en condiciones de alta temperatura y baja presión,
que raramente se dan en la naturaleza.

El metamorfismo puede afectar a los yacimientos de minerales metálicos,


produciendo en los mismos cambios más o menos significativos. En especial,
cuando el metamorfismo va acompañado de una deformación tectónica
importante puede llegar a transformar completamente el yacimiento, en cuento a
su disposición geométrica, mineralógica e incluso petrológica. Produce o puede
producir una recristalización, por ejemplo, en el caso de las Formaciones
Bandeadas de Hierro el metamorfismo regional induce una recristalización del
mineral precursor (p.ej., goethita) a magnetita, y del chert original a cuarzo
recristalizado poligonal, granoblástico.

Ambientes metamórficos

Hay algunos ambientes en los que se produce metamorfismo. La mayoría se


encuentra en las proximidades de los límites de placa y muchos se asocian con la
actividad ígnea. Consideraremos los siguientes tipos de metamorfismo:
metamorfismo térmico o de contacto; metamorfismo hidrotermal; metamorfismo
regional; metamorfismo de enterramiento; metamorfismo de impacto; y
metamorfismo dinámico.

Con la excepción del metamorfismo de impacto, hay coincidencias considerables


entre los demás tipos de metamorfismo. Recordemos que el metamorfismo
regional se produce donde colisionan las placas litosfericas para generar
montañas. Aquí se pliegan y se fracturan grandes segmentos de la corteza
terrestre mientras el magma que asciende del manto intruye en ellos. Por tanto,
las rocas que se deforman y se metamorfizan en una zona de metamorfismo
regional exhiben rasgos metamórficos comunes a otros tipos de metamorfismo.

Metamorfismo térmico o de contacto

El metamorfismo térmico o de contacto se produce como consecuencia del


aumento de la temperatura cuando un magma invade una roca caja. En este caso
se forma una zona de alteración denominada aureola en la roca que rodea el
cuerpo magmático. Estas grandes aureolas suelen tener distintas zonas
metamórficas. Cerca del cuerpo magmático, se pueden formar minerales de
temperatura elevada como el granate, mientras que los minerales de grado bajo
como la clorita se forman en lugares más alejados.

Durante el metamorfismo de contacto los minerales de arcillas calientan como si


estuvieran colocados en un horno, y pueden generar una roca muy dura y de grano
fino. Dado que las presiones dirigidas no son un factor fundamental para la
formación de estas rocas, generalmente no tienen foliación. El nombre aplicado a
la amplia variedad de rocas metamórficas compactas y no foliadas formadas
durante el metamorfismo de contacto es el de corneanas (hornfels).

Metamorfismo hidrotermal

Una alteración química llamada metamorfismo hidrotermal ocurre cuando los


fluidos calientes, ricos en iones circulan a través de las fisuras y las fracturas que
se desarrollan en la roca. Estos fluidos ricos en iones se denominan soluciones)
hidrotermales que además de alterar químicamente la roca caja, los iones de las
disoluciones hidrotermales a veces precipitan y forman una variedad de depósitos
minerales económicamente importantes.
Figura ROCMET-16 EI metamorfismo de contacto produce una zona de alteración
denominada aureola alrededor de un cuerpo ígneo intrusivo.

Conforme aumentaba nuestro conocimiento de la tectónica de placas, era cada


vez más claro que la mayor incidencia del metamorfismo hidrotermal tiene lugar a
1º largo de las dorsales centrooceánicas. Aquí, a medida que las placas se
separan, el magma que aflora procedente del manto genera nuevo fondo
oceánico. Cuando el agua percola a través de la corteza oceánica joven y caliente,
se calienta y reacciona químicamente con las rocas basálticas recién formadas.El
resultado es la conversión de los minerales ferromagnesianos, como el olivino y
el piroxeno, en silicatos hidratados, como la serpentina, la clorita y el talco.
Además, las plagioclasas ricas en calcio del basalto se van enriqueciendo cada
vez más en sodio a medida que la sal (NaCl) del agua marina intercambia iones
sodio por iones calcio.

Metamorfismo regional

Esta actividad suele tener lugar cuando la litosfera oceánica es subducida y


produce arcos insulares o arcos volcánicos continentales y durante las colisiones
continentales.El metamorfismo asociado con las colisiones continentales implica
la convergencia de un límite de placa activo con un límite continental pasivo,

Figura ROCMET-18 El metamorfismo regional se produce cuando las rocas son


comprimidas entre dos placas convergentes durante la formación de montañas.

Otros tipos de metamorfismo

Existen otros tipos de metamorfismo que generan cantidades comparativamente


menores de rocas metamórficas en concentraciones localizadas.

Metamorfismo dinámico Cerca de la superficie, las rocas se comportan como un


sólido frágil. Por consiguiente, el movimiento a lo largo de una zona de falla
fractura y pulveriza las rocas. El resultado es una roca poco consistente
denominada brecha de falla que está compuesta por fragmentos de roca rotos y
aplastados.

En algunas zonas de falla poco profundas, también se produce un material suave,


no cementado, parecido a la arcilla denominado harina de falla. La harina de falla
se forma por el triturado y la pulverización del material rocoso durante el
movimiento de la falla.
Gran parte de esa intensa deformación asociada con las zonas de falla se produce
a grandes profundidades y, por tanto, a temperaturas elevadas. En ese ambiente,
los minerales preexistentes se deforman dúctilmente, conforme los grandes
bloques de roca se mueven en direcciones opuestas, los minerales de la zona de
falla tienden a formar granos alargados que dan a la roca un aspecto foliado o
lineado. Las rocas que se forman en estas zonas de deformación dúctil intensa se
denominan. Milonitas.

Figura ROCMET-19 Metamorfismo en una zona de falla.


Figura ROCMET-20 Brecha de falla compuesta de fragmentos angulares
grandes. Este afloramiento, situado en Titus Canyon, Death Valley, California, se
produjo en una zona de falla. (Foto de A. P. Trujillo/APT Photos.)

Metamorfismo de impacto El metamorfismo de impacto (o de choque) se


produce cuando unos proyectiles de gran velocidad llamados meteoritos
(fragmentos de cometas o asteroides) golpean la superficie terrestre. El resultado
es una roca pulverizada fracturada y a veces fundida. Los productos de estos
impactos, en algunos casos, se encuentran una forma muy densa de cuarzo
(coesita) y diamantes minúsculos. Estos minerales de alta presión proporcionan
pruebas convincentes de que han debido alcanzarse, al menos brevemente, en la
superficie de la Tierra, presiones y temperaturas al menos tan elevadas como las
existentes en el manto superior.
Zonas metamórficas

En las zonas afectadas por metamorfismo, suelen existir variaciones sistemáticas


en la mineralogía y la textura de las rocas que puede observarse al atravesar la
región. Estas diferencias tienen una clara relación con las variaciones en el grado
de metamorfismo experimentado en cada zona metamórfica.

Variaciones de textura

Por ejemplo, cuando empezamos con una roca sedimentaria rica en arcillas como
la lutita, un aumento gradual de la intensidad metamórfica va acompañado de un
aumento general del tamaño del grano. Por tanto, observamos que la lutita se
transforma en pizarra de grano fino, que a su vez forma filita ¡ a través de la
recristalización continua, genera un esquisto de grano grueso

Bajo condiciones más intensas, puede desarrollarse una textura gnéisica con
capas de minerales oscuros y claros.

Metamorfismo y tectónica de placas

Figura ROCMET-22 La transición típica en la mineralogía que se produce por


metamorfismo progresivo de una lutita.
Metamorfismo de contacto

Ambientes de metamorfismo

El metamorfismo de contacto afecta las rocas encajantes en torno a una intrusión


de rocas ígneas al aportar su emplazamiento un aumento de la temperatura. Las
rocas metamórficas formadas en su contacto configuran una aureola de
metamorfismo en torno a la intrusión, o al grupo de intrusiones, que representa la
fuente calorífica; por lo general se desarrollan zonas metamórficas concéntricas.

Típicamente, el metamorfismo de contacto produce corneanas (hornfels), rocas


cuyos minerales metamórficos cristalizan acoplándose entre sí, sin orientación
preferente por la ausencia de una presión orientada.

La corneana (a) con biotita, clorita y cordierita es típica de las pizarras moteadas,
formadas por termometamorfismo en torno a plutones graníticos, mientras que la
corneana peridotítica (b) es una roca menos frecuente, que muestra con claridad
cómo los minerales metamórficos neoformados pueden crecer y acoplarse entre
sí.

Metamorfismo regional

Es característico en el metamorfismo regional que el crecimiento de los cristales


nuevos metamórficos esté acompañado por la deformación y la generación de
nuevas texturas tectónicas y metamórficas bajo el efecto de las presiones.

Los estudios estructurales (macro y micro) muestran que. aunque el crecimiento


de minerales metamórficos (blastesis) acompañe de forma general a las
deformaciones durante el metamorfismo regional, considerado éste en detalle, se
pueden haber producido episodios diversos de deformación y el crecimiento de
los minerales metamórficos no necesariamente se corresponde con los episodios
de deformación según será expuesto más adelante (v. fig. B, págs. 94 y 95).

METAMORFISMO DINAMICO

El metamorfismo dinámico está caracterizado por la deformación y la


recristalización por el efecto de los esfuerzos y, de manera habitual, está
acompañado por una disminución en el tamaño de los cristales. El término milonita
se emplea para designar rocas que han sufrido dinamometamorfismo; las
milonitas se localizan, por lo general, en zonas de fallas, cabalgamientos y áreas
de cizalla.

Es conveniente tener en cuenta que diferentes minerales responden de manera


distinta a las deformaciones, en las rocas de la corteza terrestre que contienen
cuarzo, éste se deforma con facilidad generando granos cataclastizados (del gr.
katáclasis: acción de quebrantar, término distinto al de moler —milonita— que
significa un esfuerzo aplicado mayor) con extinción ondulante que se
descomponen en seguida en una matriz fina de granos no deformados gracias a
los procesos de recristalización sintectónica. Otros minerales, como el feldespato
y el granate, son relativamente resistentes y subsisten, con frecuencia, en la forma
de cristales grandes residuales, a veces muy debilitados, a causa de la
descomposición o de la recristalización de sus aristas y de cualquiera de sus otras
anisotropías (de forma y tamaño). Estos granos se denominan porfidoclastos. Las
micas y otros filosilicatos recristalizan con facilidad en las milonitas y pueden estar
formadas por reacciones de hidratación provocadas por la infiltración de agua en
la zona de deformación.

Diversas milonitas silíceas se ilustran en este Atlas (84-88); el ejemplo que a


continuación se expone es inhabitual, pues se trata de una milonita de
composición ultrabásica producida por deformación de una peridotita en las
condiciones propias del manto superior. A temperatura alta, en rocas ricas en
olivino, el olivino se deforma con más facilidad, mientras que los piroxenos, el
granate o las espinelas forman porfidoclastos.

Metamorfismo de presión media

El término metamorfismo barrowiense procede de los trabajos realizados por G.


M. Barrow (1893) en las áreas metamórficas de los Highlands meridionales de
Escocia y desde entonces ha sido incorporado a la literatura de petrología
metamórfica para describir el metamorfismo de grado medio caracterizado por
unas presiones moderadas, es decir, en un margen de condiciones P-T que
corresponde, aproximadamente, al gradiente geotérmico normal de la corteza
continental. El metamorfismo barrowiense engloba al conjunto de temperaturas de
las facies de los esquistos verdes y las anfibolitas (fig. A), con presiones
suficientemente elevadas, de manera que la distena (y no la andalucita) sea el
primer mineral polimorfo Al2SiOs que se forma por aumento de la temperatura.
Este metamorfismo se caracteriza por la transición distena-sillimanita.

Pizarra grafitica

Esta roca de grano muy fino representa el grado más débil de metamorfismo (si
exceptuamos el ambiente en facies de zeo-litas). Para un estado avanzado de la
diagénesis, los minerales arcillosos son, sobre todo, la clorita y la illita, y con un
gradiente metamórfico más intenso, la illita forma cristales mayores y recristaliza
en mica de composición fengita (más rica en Si y más pobre en Al que la
moscovita, con cierto contenido en Mg y Fe).

Metamorfismo de alta temperatura

En algunas partes del mundo la zona barrowiense con sillimanita está


reemplazada, progresivamente, por zonas con grado mayor. El primer índice es la
descomposición de moscovita + cuarzo —> feldespato potásico + sillimanita +
fluido; esta reacción conlleva la aparición de leucosomas de migmatita cuya
composición es esencialmente granítica. La transición de la facies de las
anfibolitas superiores a la facies de las granulitas está marcada por la coexistencia
del granate, la cordierita, el feldespato potásico y la sillimanita. Aunque en algunas
regiones se desarrolla un volumen importante de migmatitas dentro de las
condiciones correspondientes a la facies de las anfibolitas, los procesos que
generan una fusión importante están limitados a la facies de las granulitas.

Esquisto con biotita, feldespato potásico y sillimanita

Esta asociación mineral es bastante típica de los esquistos con grado metamòrfico
alto, cuando la temperatura ha sido suficientemente intensa para que la moscovita
reaccione con el cuarzo y forme feldespato potásico y silicato de aluminio —en
este caso, sillimanita.

Metamorfismo de baja presión

En las zonas con presión baja de las facies de esquistos verdes y de anfibolitas,
los esquistos pelíticos y las corneanas contienen andalucita en lugar de distena;
el granate llega a ser raro o ausente, y la cordierita aparece a temperaturas más
bajas cuando la presión disminuye. En presiones muy bajas, las corneanas con
biotita están reemplazadas por corneanas moteadas que contienen cordierita
poiquiloblástica, mientras que la andalucita aparece posteriormente para un
gradiente más alto.

Cornearía con andalucita (quiastolita)

Las andalucitas están caracterizadas por la disposición de las inclusiones de


grafito, en forma de cruz de Malta. En algunos casos, aunque los cristales
originales de andalucita hayan sido reemplazados completamente por laminillas
muy pequeñas de mica, todavía subsiste esta disposición de las inclusiones en
forma de cruz de Malta. Generalmente, el centro de los cristales está ocupado por
inclusiones; en algunos casos, sin embargo, el centro de la cruz puede carecer de
estas inclusiones.

Metamorfismo de alta, presión

Los efectos de las altas presiones en las paragénesis de las pelitas eran mal
conocidos hasta estos últimos años ya que las pelitas, en la mayoría de las zonas
metamórficas de presión alta, proceden de ambientes sedimentarios menos
evolucionados que la mayor parte de las pelitas barrowienses. Trabajos recientes,
particularmente en los Alpes, han identificado, sin embargo, numerosos minerales
y paragénesis específicas de altas presiones. Estas paragénesis comprenden la
carfolita, el talco que coexiste con la moscovita (variedad fengita) o, a
temperaturas más altas, la distena.

Esquisto con cloritoide y carfolita

La carfolita, rica en Fe y Mg, es un mineral específico del metamorfismo de baja


temperatura y alta presión.

Metamorfismo de tobas, grauwacas y silexitas

Las características petrográficas de este capítulo no están representadas en las


rocas me-tamórficas de la cadena apalachiense-caledónica donde se han
efectuado muchos de los estudios clásicos; no obstante, éstos son criterios
metamórficos muy valiosos en las zonas metamórficas de gradiente muy débil y
presión alta. En realidad, la facies de las zeolitas fue formulada inicialmente por
D. S. Coombs (1954) a partir de las paragénesis de meta-grauwacas de Nueva
Zelanda.
Las grauwacas de origen volcánico desarrollan paragénesis metamórficas incluso
a temperaturas muy bajas, pues contienen fragmentos de vidrio, muy reactivos, y
minerales ígneos que, en lo esencial, conservan la porosidad de una arenisca, al
menos, inicialmente. Los materiales ígneos se descomponen con facilidad tras su
hundimiento y ofrecen minerales del grupo de las zeolitas de baja temperatura. A
temperaturas más altas, las paragénesis son, probablemente, muy similares a las
de otras rocas metamórficas de origen ígneo con una composición análoga; la
reactividad de las grauwacas caracteriza el metamorfismo de gradiente débil.

Las silexitas (44-46) y los minerales de hierro (47 y 48) muestran una diversidad
todavía más destacada en composición y paragénesis que las grauwacas.
Mientras las silexitas son, por definición, ricas en sílice, algunas tienen un
contenido alto en Fe (44 y 45), mientras que otras lo presentan en Mn (46) y
contienen minerales próximos al polo del Mn de las soluciones sólidas Mn-Fe.

Metamorfismo de mármoles y rocas calcosilicatadas


Estos dos tipos de rocas se distinguen por la presencia de minerales ricos en Ca
(incluidos los silicatos de Ca-Mg) cuyos contenidos en Mg son relativamente más
altos que en Fe. Los mármoles contienen abundantes carbonates (la calcita es
habitual y la dolomita es más rara), mientras que en las rocas calcosilicatadas el
carbonato es raro o, incluso, está ausente. La distinción entre los dos tipos de
rocas es, no obstante, gradual. Muchos silicatos cálcicos resultan del
metamorfismo de sedimentos carbonatados con algunas impurezas; éste es el
caso de las margas; otros, sin embargo, son de origen metasomático y se han
formado por interacción entre delgadas capas originales de la caliza y las pelitas
adyacentes.
Las calizas, compuestas de calcita, con arena cuarzosa como principal impureza,
reaccionan poco durante el metamorfismo, excepto en condiciones extremas de
presión (la calcita es reemplazada por el aragonito) o de temperatura (se puede
formar wollastonita si la presión disminuye). Sin embargo, se pueden producir
cambios estructurales importantes durante el metamorfismo de los mármoles,
incluso sin verificarse ninguna reacción mineralógica. Muchas rocas carbonatadas
están constituidas, sin embargo, por dolomita y reaccionan mucho más durante el
metamorfismo, en presencia de sílice. Para un grado meta-mórfico débil aparece
talco en los mármoles dolomíticos que es continuado, sucesivamente, por la
tremolita, el diópsido y la paragénesis diópsido + forsterita. Las condiciones rae-
tamórficas en las cuales se producen estas reacciones dependen, de un modo
muy destacado, de la composición de la fase fluida presente (Yardley, 1989, cap.
5).
Las rocas calcosilicatadas cálcicas tienen una mineralogía muy variable:
habitualmente comprenden la actinolita, la homblenda, la biotita, la plagioclasa, el
diópsido, la microcli-na, la epidota/clinozoisita, la zoisita, el granate y la esfena.
La composición de los fluidos desempeña un papel muy importante en la
formación de los minerales, así como la temperatura y la presión. 50

Metamorfismo de rocas ígneas básicas e intermedias


El anfíbol es un mineral esencial de las metabasitas en todo el espectro P-T del
metamorfismo; en realidad, muchas metabasitas están descritas como anfibolitas.
En contraste neto con las pelitas, donde las zonas distintas están definidas por la
aparición de minerales nuevos, las reacciones son frecuentemente continuas en
las metabasitas, lo que conduce a un cambio gradual de la composición de los
anfíboles con la presión o la temperatura. Es, pues, difícil distinguir zonas
individuales de pelitas en las metabasitas. Por el contrario, los cambios graduales
más importantes en la mineralogía de las metabasitas permiten definir una
clasificación de facies, ya indicada en la introducción.

Metamorfismo de rocas ultrabásicas


El olivino reacciona con facilidad en presencia de agua y produce serpentina,
incluso a las temperaturas bajas de las condiciones por debajo de la superficie,
por lo que muchas rocas ultrabásicas se han transformado completamente en
serpentinita. Esto es frecuente en las peridotitas de tipo alpino, situadas en las
zonas orogénicas. La serpentinización también está acompañada por
deformaciones e intrusiones fílonianas, asociadas probablemente a los grandes
cambios de volumen que acompañan a este proceso. Algunas peridotitas
alteradas también están carbonatadas y la magnesita suele ser el carbonato más
frecuente.
En algunas áreas, especialmente si hubo polimetamorfismo, las serpentinitas han
podido ser sometidas a nuevos aumentos de temperatura y experimentar un
metamorfismo progresivo. Esto pudo provocar un nuevo crecimiento de minerales,
como el olivino y el piroxeno que preexistían ya en la roca magmàtica original; la
roca resultante es, pues, una pendolita regenerada.

Metamorfismo de rocas plutónicas ácidas


Los granitos y las rocas asociadas forman grandes macizos intrusivos que, en
consecuencia, se enfrían muy lentamente; con frecuente están acompañados de
una circulación, por convección, de aguas más profundas. Muchos granitos
adquieren, pues, características metamórficas durante su enfriamiento. Las
exoluciones subsolidus son frecuentes en los feldespatos alcalinos; todos los
feldespatos están alterados frecuentemente en minerales arcillosos.
En este capítulo, sin embargo, hemos representado ejemplos de rocas plutónicas
ácidas que han experimentado una fase metamórfica distinta. En algunos casos,
el metamorfismo ha estado acompañado o provocado, incluso, por las
deformaciones mientras que, en otros casos, la roca ha conservado su textura
granítica. Ejemplos extremos de granitos deformados están ilustrados por las
milonilas (v. 84-86).
Con frecuencia, los granitos forman intrusiones en los estadios finales de los ciclos
oro-génicos; en esta situación no están metamorfizados. Los ejemplos elegidos
en este caso indican, sobre todo, una removilización de las rocas del zócalo

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