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La fortuna de la infancia
Afortunada triunfó en lo que muchos padres de familia no habían podido lograr desde
su estancia a las afueras de la sala Julián Carrillo hasta la tercera llamada de la obra,
tranquilizar y amansar a los infantes que allí se encontraban. Atónitos observaron
durante una hora la historia de Afortunada, la gaviota que se creía gato.
Ansiosos y entretenidos los asistentes esperaban la llegada de las 13 horas para poder
ingresar a la sala, mientras esperaban niños y adultos comían doritos y dulces,
tomaban agua Bonafont, otro tanto jugaba en el piso, iban y venían de los sanitarios y
se contaba con la asistencia de alumnos de la Facultad de Estudios Superiores Aragón,
reunidos en círculo empezaron a comentar anécdotas. Así mientras avanzaba el tiempo
a escasos cinco minutos la encargada de abrir el salón repartió volantes en blanco y
negro de la obra, junto con un pequeño sobre amarillo cuyo objetivo era ser el medio
para hacer llegar cualquier cooperación voluntaria.
A las 13 con cinco se nos permitió la entrada a la sala, la cual se hallaba oscura, sin
embargo, al fondo se alcanzaba a verse iluminada por luces ámbar, azules y verdes
provenientes del escenario, cuyo espacio estaba cubierto por una escenografía grande
armada de acuerdo al formato de la representación en marionetas que se llevaría a
cabo minutos posteriores. Una silla en la esquina de la parte frontal izquierda de la
plataforma estaba siendo especialmente alumbrada por una brillante luz amarilla en
donde apareció el músico Eduardo Castellanos con su Jarana a la tercera llamada, diez
minutos después haber ingresado al evento.
Con tan sólo seis marionetas de hule espuma, cuatro figuras sencillas de unas
pequeñas gaviotas, una laxa escenografía y una larga, pero ligera tela de pellón azul,
Denis González Noriega como Afortunada y su madre, Ernesto García como Zorbas,
Guillermo Amador como El Profesor y Wero el mono, Horacio Trujillo como Capitán y
Eduardo Castellanos como el creador de música viva en voz y jarana, junto con la
producción de IN SITU, Arte Escénico; comenzamos la obra con una cantidad
incontable de sonrisas y sorpresas en los niños, niñas, jóvenes y hasta adultos.
Esta historia es original de Luis Sepúlveda que Horacio Trujillo, el también Titiritero,
logró adaptar para traer a un espacio cultural una obra dedicada a la población infantil
que, pese a la escasez de presupuesto supo aprovechar los espacios concedidos por
la red universitaria nacional, promoviendo la enseñanza con la gran esperanza de dar
a los menores, jóvenes y, por qué no, también a los adultos una razón para soñar,
aprender a querer a pesar de las diferencias, a cuidarnos, y a atrevernos a volar.