Manifiesto Patriótico en defensa de la autodeterminación y la plena soberanía de la República Dominicana

frente a la injerencia de la Organización de Estados Americanos [OEA], de su Corte Interamericana de

Derechos Humanos [Corte IDH], y de su Comisión Interamericana de Derechos Humanos [CIDH], en sus
pretensiones de socavar los cimientos de nuestra historia, valores patrióticos, morales, éticos, familiares y
cristianos, costumbres, cultura, y de la identidad de nuestro país en sentido general, a través de la imposición
ilegítima de su agenda en temas fundamentales sobre la nacionalidad, la identidad nacional, la regulación
migratoria, la ideología de género y el aborto.
 Tabla de Contenido
1. Sinopsis del Manifiesto Patriótico ................................................................................................................................... 3
2. Introducción ...................................................................................................................................................................... 3
3. Análisis de las propuestas de la CIDH sobre el tema migratorio ................................................................................. 4
3.1 El derecho de Hogar Patrio o Casa Patria ................................................................................................................ 5
3.2 La libre determinación de los pueblos ....................................................................................................................... 5
3.3 La población como componente de la soberanía ...................................................................................................... 6
3.4 La Doctrina de Calvo .................................................................................................................................................. 6
3.5 La Doctrina de Drago ................................................................................................................................................. 6
3.6 La Doctrina de Estrada .............................................................................................................................................. 6
3.7 El Artículo 22 de la Convención Americana de Derechos Humanos...................................................................... 7
3.8 Los Artículos 12 y 13 del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos ................................................ 7
3.9 La subjetividad de la CIDH fundamenta su actitud injerencista ........................................................................... 7
3.10 El Pacto de Bogotá .................................................................................................................................................... 8
3.11 El asedio de la CIDH en contra de la República Dominicana por el tema migratorio haitiano ........................ 8
3.12 Séptima Conferencia Internacional Americana [Montevideo] ............................................................................. 9
3.13 Cuestionamientos injerencistas e irrespetuosos de la CIDH al Estado Dominicano........................................... 9
3.14 Incompetencia de la CIDH en la República Dominicana y su actitud prejuiciada ........................................... 10
3.15 Evidencias de la excesiva generosidad dominicana y de la negligencia haitiana en el proceso de
implementación del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros [PNRE] ........................................................ 10
3.16 Graves irregularidades del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros [PNRE] que lo tornan poco
confiable ........................................................................................................................................................................... 11
4. La ideología de género y la promoción del aborto ....................................................................................................... 12
5. Objetivos reales de la agenda de la ideología de género y la promoción del aborto ................................................. 13
5.1 Promover la homosexualidad desde la infancia mediante la pedagogía de género ............................................. 13
5.2 Legalizar el matrimonio gay .................................................................................................................................... 13
5.3 Introducir la ley contra la homofobia ..................................................................................................................... 14
5.4 Permitir la adopción de niños por parte de las parejas homosexuales................................................................. 14
5.5 Socavar los principios morales sobre los que descansa la familia y el amor a los valores patrióticos............... 15
5.6 Promover el aborto ................................................................................................................................................... 15
6. Historial aciago de la OEA contra la República Dominicana ..................................................................................... 15
7. Conclusiones y recomendaciones ................................................................................................................................... 17
7.1 Alertar sobre el hecho de que las opiniones de la CIDH carecen de carácter vinculante para la República
Dominicana ...................................................................................................................................................................... 17
7.2 Recalcar la necesidad de tener precaución con la Organización de Estados Americanos [OEA] y sus
entidades conexas ............................................................................................................................................................ 17
7.3 Sopesar la posibilidad de que el Estado dominicano abandone la condición de miembro de la Organización
de Estados Americanos [OEA]....................................................................................................................................... 18
7.4 Proponer la iniciativa de disolver la Corte Interamericana de Derechos Humanos [Corte IDH] y la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos [CIDH], por ser organismos inoperantes, inútiles y onerosos de la
Organización de Estados Americanos [OEA] y por causar graves trastornos y discordia al irrespetar la
costumbres de los Estados miembros ............................................................................................................................ 18

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1. Sinopsis del Manifiesto Patriótico
El propósito fundamental de este Manifiesto Patriótico es
alertar al pueblo dominicano sobre la actitud injerencista e
irrespetuosa en contra de nuestra soberanía por parte de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos [CIDH] y
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos [Corte
IDH], ambas entidades de la Organización de Estados
Americanos [OEA].
Utilizando sólidos e incuestionables argumentos jurídicos e
históricos ponemos en evidencia que las pretensiones de
este organismo internacional, disfrazadas como supuestas
defensas de los derechos humanos, no son tan “santas y
puras” como podrían parecerles al observador ingenuo,
porque atentan contra la identidad nacional y los valores
tradicionales del pueblo dominicano.
También demostraremos que el Plan Nacional de
Regularización de Extranjeros [PNRE] ha resultado un
fracaso, no por culpa de las autoridades dominicanas, que
han asumido una actitud en exceso tolerante y generosa,
sino por la irresponsabilidad y la desidia maliciosa del
Estado haitiano para otorgar documentos a sus nacionales,
en adición a la actitud negligente y fraudulenta de los
beneficiarios de dicho plan, muchos de los cuales ni
siquiera se han molestado en recoger los carnés que se
emitieron a su favor y una buena parte de los que los han
retirado les han dado un uso espurio, al venderlos o
falsificarlos, promoviendo la suplantación de identidad.
La ideología de género, el matrimonio homosexual y el
aborto despenalizado se promueven como instrumentos
diseñados para combatir la desigualdad y la discriminación,
pero en realidad se trata de una fachada para ir
transformando, de manera sutil y gradual, toda la escala de
valores éticos y morales que tradicionalmente han
identificado a la sociedad dominicana cimentada en la
cultura judeo-cristiana.
Una revisión histórica de las consecuencias nefastas que ha
tenido la influencia de la Organización de Estados
Americanos [OEA] para la República Dominicana sustenta
nuestra sugerencia de que el país abandone su membresía
de esta institución y que declare como personas “no
gratas” y “no bienvenidas” a cualquier miembro de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos [CIDH] y
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos [Corte
IDH], y demás entidades conexas a la OEA, que promuevan
y defiendan iniciativas contrarias a la cultura, a la
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soberanía, a la identidad nacional, a la seguridad nacional y
a los intereses dominicanos.
2. Introducción
El 1 de noviembre de 2017 la Misión Permanente de la
República Dominicana ante la Organización de Estados
Americanos [OEA], mediante la Nota No. 1076, invitó a la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos [CIDH] a
participar en una Mesa de Trabajo sobre la Implementación
de Políticas de Derechos Humanos en la República
Dominicana [centrada en el tema migratorio, aborto e
ideología de género], propuesta que fue aceptada el 18 de
diciembre de 2017.
Estamos convencidos de que la solicitud formulada por el
Estado Dominicano de constituir una Mesa de Trabajo con
la CIDH ha sido condicionada por el apremio de
organismos internacionales que pretenden desconocer la
soberanía nacional en temas trascendentales, como son la
regulación migratoria, la ideología de género y la
legalización del aborto.
Sin ninguna duda, la República Dominicana está sometida
en la actualidad a presiones intensas y sistemáticas para
abolir su soberanía a través de acciones planificadas
provenientes de entidades que gravitan en el plano
internacional y local, las cuales se mantienen firmes en el
propósito de conducir a la República Dominicana hacia el
irrespeto de su propia institucionalidad constitucional, para
que el Estado dominicano asuma como propia la población
que pertenece a otro Estado.
Albergamos la justificada sospecha de que nuestro gobierno
está dispuesto a otorgar excesivas concesiones en esa Mesa
de Trabajo para complacer las demandas de la CIDH,
aunque para ello tenga que sacrificar el principio de
soberanía que está constitucionalmente comprometido a
defender. Nuestros temores se basan en el dato de que fue el
Estado Dominicano quien tomó la iniciativa del diálogo, a
pesar de que conoce muy bien cuáles son las pretensiones
de la CIDH, resumidas en el acápite 2 de la introducción del
Informe Anual 2017 de la CIDH, Capítulo V:
“2. Desde principios de la década de los noventa, la
Comisión Interamericana ha recibido información sobre un
contexto de discriminación racial estructural en contra de
personas de ascendencia haitiana, o percibidas como tales,
en la República Dominicana, que ha impactado
particularmente en el reconocimiento de la nacionalidad, y
en deportaciones y expulsiones, entre otras situaciones.
Asimismo, los operativos de control migratorio y las
expulsiones colectivas han sido objeto de particular
atención de esta Comisión desde su visita al país realizada
en 1991 hasta la fecha. Tanto la Comisión como la Corte
Interamericana de Derechos Humanos [“la Corte”, “la
Corte Interamericana” o “la Corte IDH”] han examinado
estas situaciones y han hecho recomendaciones destinadas
a abordar, de forma integral, las problemáticas de
derechos humanos identificadas”.
“En este contexto, el impacto de la sentencia del Tribunal
Constitucional TC/0168/13, emitida el 23 de septiembre de
2013, evidenció, una vez más, los serios desafíos que
enfrenta el Estado dominicano en materia de
nacionalidad, discriminación racial y otros derechos
relacionados. Tras la invitación extendida por el Estado
dominicano, en el marco de la visita in loco realizada a la
República Dominicana entre el 2 y 6 de diciembre de 2013,
la CIDH observó en particular los efectos de la referida
sentencia sobre las personas nacidas en la República
Dominicana de ascendencia haitiana con relación a su
derecho a la nacionalidad, así como otros derechos.”
La disposición del Estado dominicano a considerar válidos
todos estos señalamientos se desprende del acápite 11
[página 86] de dicho Informe:
“11. En las oportunidades antes mencionadas, la
delegación de la CIDH pudo constatar la voluntad de las
autoridades dominicanas de establecer una relación con
la Comisión, que les permita responder a los desafíos
pendientes en materia de nacionalidad, migración,
discriminación y género, y de trasladar dicha voluntad a
la adopción de una serie de compromisos para dar una
respuesta adecuada con base en el apoyo técnico de la
CIDH. Por otra parte, en sus reuniones con víctimas y
organizaciones de la sociedad civil, la CIDH constató la
urgencia de avanzar hacia el cumplimiento de sus
recomendaciones con el objetivo de mejorar la situación de
derechos humanos en la República Dominicana.”
También mueve a suspicacia el hecho de que a menos de un
mes de la llegada de la CIDH, el Ministerio de Economía,
Planificación y Desarrollo haya publicado la Segunda
Encuesta Nacional de Inmigrantes 2017, en la que se refleja
una situación migratoria bastante alejada de la realidad,
pues afirma que entre los años 2012 y 2017 el incremento
de inmigrantes en la República Dominicana [incluyendo
todas las nacionalidades] tan solo alcanzó la cifra de 46,300
personas, es decir, un promedio de 9,260 inmigrantes por
año.
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La posición del Partido Nacionalista Dominicano [PND]
sobre el tema migratorio consta en los siguientes
documentos:
[1] El Manifiesto 19 de Marzo de 2018, ¡por la Soberanía y
la Institucionalidad dominicanas!, en defensa de la
República Dominicana en contra de la aviesa intención de
destruir la identidad nacional, la patria y la nación
dominicana.
[2] El Recurso de Inconstitucionalidad interpuesto contra el
“Proceso de Renovación o Cambio de Categoría
Migratoria (PRCCM) de los extranjeros beneficiados por el
Plan Nacional de Regularización de Extranjeros (PNRE)”,
proceso dirigido por la Dirección General Migración en
virtud de la resolución No.1-2017, del Consejo Nacional de
Migración, desde el 9 de enero al 25 de agosto del 2018,
para la prórroga de permisos de permanencia y de la
renovación y expedición de Residencias de migración, en
violación de lo dispuesto en la Ley de Migración 285-04 y
su Reglamento de aplicación 631-11, en beneficio de
extranjeros que se acogieron al decreto 327-13, que
instituyó el Plan Nacional de Regularización de extranjeros
ilegales.
[3] El Recurso de Inconstitucionalidad interpuesto contra
varios aspectos de la Ley 169-14, ley que establece un
régimen especial para personas nacidas en el territorio
nacional inscritas irregularmente en el Registro Civil
dominicano y sobre naturalización.
Para reafirmar nuestra posición, hemos decidido publicar
este Manifiesto Patriótico, el cual, además del tema
migratorio, también se refiere a la ideología de género y al
aborto.
3. Análisis de las propuestas de la
CIDH sobre el tema migratorio
Para que la población dominicana tenga una idea más
precisa de la magnitud y trascendencia de las posibles
consecuencias de aceptar las “recomendaciones”
propuestas por la CIDH sobre el tema migratorio, a
continuación presentamos algunas citas, referidas al
derecho a la nacionalidad y a los efectos de la Sentencia
TC/0168/13 y a otros asuntos relacionados, que figuran en
la página 888 del Informe Anual 2017 de la CIDH, Capítulo
V:
“Adoptar, en un plazo razonable, las medidas necesarias
para dejar sin efecto toda norma de cualquier naturaleza,
sea ésta constitucional, legal, reglamentaria o
administrativa, así como toda práctica, decisión, o
interpretación, que establezca o tenga por efecto que la
estancia irregular de los padres extranjeros motive la
negación de la nacionalidad dominicana a las personas
nacidas en el territorio de República Dominicana”.
“Adoptar, en un plazo razonable, las medidas legislativas,
inclusive, si fuera necesario, constitucionales,
administrativas y de cualquier otra índole que sean
necesarias para regular un procedimiento de inscripción
de nacimiento que debe ser accesible, no discriminatorio y
sencillo, de modo de asegurar que todas las personas
nacidas en su territorio puedan ser inscritas
inmediatamente después de su nacimiento
independientemente de su ascendencia u origen y de la
situación migratoria de sus padres”.
“Adoptar, a la brevedad posible, las medidas necesarias
para evitar que la sentencia TC/0168/13 y lo dispuesto por
los artículos 6, 8 y 11 de la Ley No. 169-14 continúen
produciendo efectos jurídicos”.
“Realizar un diagnóstico con el objetivo de producir
información sobre el número de personas que fueron
afectadas por la sentencia TC/0168/13 del Tribunal
Constitucional y la Ley Nº 169-14. Asimismo, el Estado
debe adoptar las medidas que sean necesarias para
restituir plenamente la nacionalidad dominicana de las
personas y sus descendientes afectadas por esta sentencia
y ley nacidas en República Dominicana.”
Las citas anteriores ponen en evidencia un desprecio total
por parte de la CIDH de la potestad soberana que tiene el
Estado dominicano de dictar leyes y normas para regular la
inmigración en su territorio. Propone, simple y
sencillamente, que la sentencia TC/0168-13 y los artículos
6, 8 y 11 de la Ley Nº 169-14 dejen de producir efectos
jurídicos. En otras palabras, la OEA (y su prejuiciada
CIDH), nos están diciendo que nuestra Constitución y
nuestro sistema legal migratorio son inservibles y que
debemos ignorarlos, para adoptar, de manera servil y
genuflexa, el sistema migratorio ilegal e improcedente que
la OEA y su CIDH nos dicten [o más bien, nos impongan],
porque irrespetuosamente asumen que los dominicanos no
somos soberanos, libres e independientes.
Cuando la CIDH recomienda “asegurar que todas las
personas nacidas en su territorio puedan ser inscritas
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inmediatamente después de su nacimiento
independientemente de su ascendencia u origen y de la
situación migratoria de sus padres”, de hecho está
proponiendo que todos los hijos de las parturientas haitianas
que día a día cruzan la frontera para dar a luz en los
hospitales dominicanos tengan el derecho a la nacionalidad,
por el simple hecho de haber nacido aquí. Esta es una
propuesta indecente que resulta en extremo irrespetuosa y
peligrosa para nuestra identidad e integridad como nación,
por lo cual dudamos mucho que se atrevan a plantearla a
otro Estado al que le reconozcan por lo menos un ápice de
autonomía.
El Estado dominicano, como país soberano, tiene el derecho
y el deber de defender su frontera jurídica y física, y la
obligación ineludible de salvaguardar su cultura jurídica
institucional por la vía expedita para preservar su soberanía,
sin aceptar ni permitir injerencia externa, ya sea proveniente
de otro Estado o de Organismos internacionales, sean estos
la Organización de Estados Americanos [OEA], su Corte
Interamericana de Derechos Humanos [Corte IDH] y su
Comisión Interamericana de Derechos Humanos [CIDH].
3.1 El derecho de Hogar Patrio o Casa Patria
El derecho a tener un Hogar Patrio debe ser considerado
como uno de los derechos humanos inalienables. La
nacionalidad es un atributo derivado de la condición de ser
parte de la Casa Patria, de ser miembro de un Hogar Patrio,
por lo que atentar contra la integridad del Hábitat Patrio es
lo mismo que atentar contra la población de ese Hogar.
Nuestro Hogar Patrio se extiende por algo más de 48,000
kilómetros cuadrados y tiene que ser respetado por todos los
miembros de la comunidad internacional y por las
autoridades dominicanas.
3.2 La libre determinación de los pueblos
El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales resalta con gran énfasis la potestad que tienen
todos los pueblos a su libre determinación en materia de
desarrollo económico, social y cultural, entendiendo por
cultura, en el sentido correcto de la definición, todo lo
creado por el hombre en una sociedad determinada durante
el largo proceso histórico de su evolución, incluyendo en tal
sentido el armazón de tradiciones jurídicas, constitucionales
e institucionales.
El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales establece en su Artículo 1 que:
“Todos los pueblos tienen el derecho de libre
determinación. En virtud de este derecho establecen
libremente su condición política y proveen asimismo a su
desarrollo económico, social y cultural.”
Dentro de esa tradición cultural los dominicanos hemos
dado ejemplos al mundo de tener una recia vocación de
solidaridad internacional y de ser un hogar cálido para los
extranjeros que ingresan a nuestro territorio. Asimismo, los
dominicanos hemos demostrado con firmeza que cuando
nos ha tocado el desafío de enfrentar las intervenciones
foráneas lo hemos hecho de manera decidida. En la actual
coyuntura histórica no será diferente. El derecho a nuestra
independencia y autodeterminación cultural, tanto en el
plano jurídico como en cualquier otro, es innegociable para
la preservación de nuestra soberanía.
Desde la perspectiva del Derecho Internacional, el principio
de soberanía fue ratificado en la Convención sobre
Derechos y Deberes de los Estados, celebrada en el marco
de la Séptima Conferencia Internacional Americana de
1933, en Montevideo, que establece en su Artículo 1 lo
siguiente:
“El Estado como persona del Derecho Internacional debe
reunir los siguientes requisitos: 1. Población Permanente,
2. Territorio determinado, 3. Gobierno, 4. Capacidad de
entrar en relación con los demás Estados.”
Desde la óptica del Derecho Internacional, ninguno de los
componentes que conforman la soberanía de un Estado
puede ser vulnerado, a menos que se aspire a quebrantar el
Derecho de independencia plena del sujeto del Derecho
Internacional por excelencia, que es el Estado.
3.3 La población como componente de la
soberanía
La población, como componente de la soberanía, está
compuesta por los nacionales de un Estado, las personas
naturalizadas, los que tienen doble nacionalidad y los
extranjeros. Sobre este precepto, decidir quién puede ser
nacional de un Estado o quién puede entrar en él como
extranjero es un derecho indiscutible de la soberanía de
cada Estado, facultad que no puede ser puesta en
cuestionamiento, a menos que se pretenda reducir las
prerrogativas de autodeterminación e independencia del
Estado.
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En América Latina se han verificado intensos debates y se
han externado profundas preocupaciones en torno a la
autodeterminación de los pueblos y a la preservación de la
soberanía de los Estados, amenazadas constantemente por
intereses que no cesan en la pretensión de reducir a la más
mínima expresión la capacidad soberana de cada uno de los
sujetos del Derecho Internacional Americano.
3.4 La Doctrina de Calvo
La Doctrina Calvo, sustentada por el jurista y diplomático
Carlos Calvo a finales del siglo XIX, es una clara
manifestación de la idea de evitar la intromisión extranjera
en los asuntos internos de los Estados Americanos para
impedir que cualquier país justificara su injerencia en los
asuntos internos de una de las soberanías americanas con el
pretexto de proteger a sus nacionales residentes en una de
las Repúblicas Americanas.
La igualdad de derechos de los extranjeros y los nacionales
ante los tribunales se establece precisamente con el
propósito de eliminar el pretexto de agresión contra el
“Hogar Patrio” de los extranjeros procedentes del Estado
injerencista.
3.5 La Doctrina de Drago
Igual orientación se puede constatar en la llamada doctrina
Drago, nacida a raíz de que potencias extranjeras
pretendieran cobrar por la fuerza deudas en Venezuela,
propiciando para ello una grosera intervención contra ese
Estado. José María Drago, destacado diplomático, rechazó
esa agresión mediante argumentos expresados para
denunciar las implicaciones contra la soberanía de
Venezuela de las acciones provenientes de algunas
potencias europeas contra ese país por el cobro de deudas.
3.6 La Doctrina de Estrada
La lucha por evitar la injerencia en los asuntos internos de
los Estados americanos encontró un claro y pleno eco en
Genaro Estrada, al referirse al reconocimiento de gobiernos,
abogando por la no intervención en los asuntos internos de
los estados en tal sentido, de donde nació la hoy conocida
doctrina Estrada.
El principio de que los asuntos migratorios y el tema de la
nacionalidad son una prerrogativa del derecho interno de
los Estados conlleva a entender que los mismos son
aspectos de la integridad soberana de cada nación. La
pretensión de algunos Estados extranjeros de influir en las
políticas migratorias en nuestro país [lo que incluye
determinar la adquisición o pérdida de la nacionalidad],
recurriendo a veladas manipulaciones jurídicas, constituye
un violento e inaceptable atropello contra la República
Dominicana.
3.7 El Artículo 22 de la Convención Americana
de Derechos Humanos
El Artículo 22 de la Convención Americana de Derechos
Humanos establece en el numeral 1:
“Toda persona que se halle legalmente en el territorio de
un Estado tiene derecho a circular por el mismo y a residir
en él con sujeción a las disposiciones legales.”
Este precepto deja claramente establecido que toda persona
que entra al territorio de un Estado debe respetar las normas
internas. Por tanto, la convención le reconoce el derecho a
la libre circulación tan solo a los extranjeros que se
encuentran legalmente en el territorio de un Estado.
El numeral 6 del Artículo 22 reitera lo expresado sobre la
condición de legalidad que debe tener un extranjero dentro
del territorio de un Estado y de las atribuciones legales que
en materia de extranjería puede ejercer cualquier autoridad
facultada para ello:
“El extranjero que se halle legalmente en el territorio de
un Estado Parte en la presente Convención, sólo podrá ser
expulsado de él en cumplimiento de una decisión adoptada
conforme a la ley.”
3.8 Los Artículos 12 y 13 del Pacto
Internacional de los Derechos Civiles y Políticos
Lo concerniente a la condición de legalidad que necesita
tener un extranjero en el territorio de un Estado por igual es
reafirmado en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, en su Artículo 12, al precisar que:
“Toda persona que se halle legalmente en el territorio de
un Estado tendrá derecho a circular libremente por él y a
escoger libremente en él su residencia.”
De igual manera, el Artículo 13 del referido pacto consigna
que:
“El extranjero que se halle legalmente en el territorio de
un Estado Parte en el presente Pacto sólo podrá ser
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expulsado de él en cumplimiento de una decisión adoptada
conforme a la ley; y a menos que razones imperiosas de
seguridad nacional se opongan a ello, se permitirá a tal
extranjero exponer las razones que lo asistan en contra de
su expulsión, así como someter su caso a revisión ante la
autoridad competente o bien ante la persona o personas
designadas especialmente por dicha autoridad
competente, y hacerse representar con tal fin ante ellas.”
Como resulta obvio de las citas anteriores, las normas
internas de un Estado son las que sirven de soporte al
derecho nacional con relación a la condición de extranjero
presente en el territorio de cualquier Estado. Es por ello que
constituyen una injerencia en los asuntos internos de la
República Dominicana las actitudes y valoraciones
practicadas y emitidas, respectivamente, por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos [CIDH] y, en su
momento, por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos [Corte IDH].
3.9 La subjetividad de la CIDH fundamenta su
actitud injerencista
Las valoraciones de carácter ideológico emitidas por esos
órganos nacidos de la Convención Interamericana de
Derechos Humanos los han convertido en verdaderos entes
injerencistas en los asuntos internos de los Estados que los
crearon. La ausencia de rigor en el apego al texto de la
Convención los lleva a manifestar altas dosis de
subjetividad en las decisiones y recomendaciones que
emiten.
La convención Interamericana de Derechos Humanos y la
Corte no fueron concebidas con el propósito de reinterpretar
la propia convención que las creó. Sin embargo, es lo que
habitualmente hacen y continúan haciendo en la práctica de
su accionar.
La reinterpretación de la Convención Interamericana de
Derechos Humanos ha convertido a la Corte Interamericana
de Derechos Humanos y a la Comisión en verdaderos
instrumentos políticos intervencionistas en los asuntos
internos de los Estados, obedeciendo a objetivos
geopolíticos de intereses contrarios a la soberanía de los
Estados que sirvieron de soporte al nacimiento de los
referidos órganos creados en el marco de la Organización
de Estados Americanos.
La defensa de los derechos humanos no puede llevarse a
cabo reinterpretando la Convención Interamericana de
Derechos Humanos y demás instrumentos internacionales
sobre la materia; es indispensable que haya un total y
absoluto apego a lo establecido en el texto de la
Convención Interamericana y en todas las demás normas
internacionales que rigen el particular.
La violación del principio sagrado de la no intervención,
erigido en las tradiciones más apreciadas de Latinoamérica,
cada vez se torna más reiterativa por la asunción de
interpretaciones personales de miembros que forman parte
tanto de la Comisión Interamericana como de la Corte,
quienes convierten en preceptos jurídicos sus criterios y
enfoques ideológicos, suplantando las normas establecidas
en los convenios internacionales, normas que son fuentes
únicas del principio Pacta Sunt Servanda. La
reinterpretación de la Convención Interamericana de
Derechos Humanos no aplica el principio Pacta Sunt
Servanda. Este principio jurídico significa que los pactos
comprometen obligan a las partes.
3.10 El Pacto de Bogotá
El Pacto de Bogotá, suscrito el 30 de abril de 1948,
establece en su Artículo VII:
“Las Altas Partes Contratantes se obligan a no intentar
reclamación diplomática para proteger a sus nacionales,
ni a iniciar al efecto una controversia ante la jurisdicción
internacional, cuando dichos nacionales hayan tenido
expedidos los medios para acudir a los tribunales
domésticos competentes del Estado respectivo.”
De esta manera, se recalca el sólido espíritu del Derecho
Internacional de evitar acciones orientadas a minimizar la
soberanía de los Estados frente a intereses extranjeros
estatales o privados.
La lucha por garantizar la preservación de la soberanía se ha
manifestado de diversas maneras en América Latina, pero
cada una de esas maneras tiene un común denominador:
Defender y preservar los Derechos fundamentales de los
Estados.
Olvidar los Derechos fundamentales de los Estados es
olvidar los Derechos humanos de los dueños del Hogar
Patrio.
3.11 El asedio de la CIDH en contra de la
República Dominicana por el tema migratorio
haitiano
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La República Dominicana ha sido asediada por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos y por la Corte
Interamericana de Derechos humanos, las cuales se han
inmiscuido en los asuntos internos dominicanos
exigiéndonos que asumamos políticas migratorias contrarias
a las establecidas en el derecho interno; igualmente,
pretenden que el país modifique el régimen de nacionalidad
para adecuarlo al objetivo de buscar una salida de
nacionalidad a la población haitiana que ingresa o nace en
la República Dominicana.
Si bien es cierto que toda persona tiene derecho a una
nacionalidad, debe reconocerse también que se trata de la
nacionalidad que legalmente le corresponda. Así se resalta
en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre, la cual establece en el Artículo XIX:
“Toda persona tiene derecho a la nacionalidad que
legalmente le corresponda y el de cambiarla, si así lo
desea, por la de cualquier otro país que esté dispuesto a
otorgársela.”
En la República Dominicana obtiene la nacionalidad
dominicana quien legalmente aplique para esa prerrogativa,
no quien se arrogue el derecho de ser dominicano sin serlo.
La intención de obligar a la República Dominicana a que
ejecute políticas migratorias orientadas a no detener la
inmigración haitiana hacia el territorio nacional constituye
una grosera intervención de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos y de la Corte Interamericana en los
asuntos internos del Estado Dominicano.
Igualmente, constituye una extralimitación en las funciones
de la CIDH atribuirse el derecho de interpretar la
Constitución Dominicana de manera antojadiza para buscar
una salida de nacionalidad a la población de origen haitiano
en la República Dominicana.
La libertad de tránsito y de movimiento solo está reservada
a los nacionales de un Estado y a los extranjeros que entren
legalmente al territorio del Estado; sin embargo, la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha
propiciado el tránsito y movimiento de extranjeros en
condición de ilegalidad en el territorio de la República
Dominicana cuando ha articulado encuentros y reuniones
con extranjeros que ingresaron al territorio nacional,
violando todas las leyes dominicanas sobre la materia,
supuestamente para hacer verificación in situ.
“Toda persona tiene el derecho de fijar su residencia en el
territorio del Estado de que es nacional, de transitar por él
libremente y no abandonarlo sino por su voluntad.” [Véase
Artículo 7 Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre].
La necesaria vinculación de observar los derechos
fundamentales de los Estados con la preservación y
defensa de los derechos humanos de los individuos
constituye uno de los mayores desafíos que plantea el
derecho americano; usar los procesos migratorios como una
herramienta de objetivos geopolíticos tendente a reducir la
soberanía de los Estados Americanos es una de las más
arriesgadas acciones contra la autodeterminación y la
independencia de los pueblos americanos.
3.12 Séptima Conferencia Internacional
Americana [Montevideo]
La necesidad de preservar los derechos fundamentales de
los Estados fue precisada con absoluta claridad en la
Séptima Conferencia Internacional Americana durante la
Convención sobre Derechos y Deberes de los Estados,
celebrada en Montevideo en el año 1933, donde se
estableció en su Artículo 5:
“Los derechos fundamentales de los Estados no son
susceptibles de ser afectados en forma alguna.”
En la dirección de preservar y respetar los derechos
fundamentales de los Estados, la referida Convención
precisó en su Artículo 9:
“La jurisdicción de los Estados en los límites del territorio
nacional se aplica a todos los habitantes. Los nacionales y
los extranjeros se hallan bajo la misma protección de la
legislación y de las autoridades nacionales y los
extranjeros no podrán pretender derechos diferentes, ni
más extensos que los de los nacionales.”
3.13 Cuestionamientos injerencistas e
irrespetuosos de la CIDH al Estado
Dominicano
La injerencia evidente de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos en la República Dominicana se pone
claramente de manifiesto en las siguientes preguntas que
ese órgano creado por la Convención Interamericana de
Derechos Humanos le formula al gobierno dominicano en
los actuales momentos, en un tono conminatorio:
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“¿Cuáles medidas ha adoptado el Estado Dominicano para
impedir que las acciones de revisión, verificación y control
migratorio, así como interrogatorios, detenciones y
redadas estén basados de facto exclusivamente en el
aspecto físico de la persona, su color, sus rasgos faciales,
su pertenencia a un grupo racial o étnico o cualquier otra
categorización?”
“¿Cuáles programas se han establecido para aumentar la
sensibilidad de la población en general de la República
Dominicana respecto de la situación y los derechos
humanos de los migrantes, así como para adoptar las
medidas que sean necesarias para erradicar cualquier
política discriminatoria, combatir la xenofobia y promover
la interculturalidad en la esfera de la educación y en los
medios de comunicación?”
“¿Cuáles medidas afirmativas se han adoptado para
cambiar las percepciones públicas negativas hacia los
migrantes y remover cualquier forma institucionalizada
de estigma en contra de los migrantes?”
“¿Cuáles medidas se han implementado para fortalecer
los mecanismos tendentes a combatir la corrupción y
promover la rendición de cuentas por los funcionarios
estatales a través de la evaluación e investigación, por
intermedio de las instituciones públicas competentes, las
cuales luego de un debido proceso deberán aplicar las
sanciones administrativas, disciplinarias o penales
correspondientes a los funcionarios de la Dirección
General de Migración, Cesfront o cualquier otro
funcionario que fuese hallado responsable de la comisión
de delitos y violaciones a los derechos humanos de los
migrantes?”
En esas preguntas apremiantes se manifiesta de manera
plena la inaceptable intromisión de la CIDH en los asuntos
internos de los dominicanos, alegando defensa de los
derechos humanos, pero desconociendo la validez del
derecho interno para regir la política migratoria y la
adquisición de la nacionalidad dominicana.
La situación migratoria de la República Dominicana en
relación con Haití amerita de un trato objetivo y prudente
por parte de cualquier organismo o sectores internacionales
para evitar convertirse en el sepulturero de la soberanía del
Estado Dominicano, así como también de la soberanía del
propio Estado Haitiano.
3.14 Incompetencia de la CIDH en la República
Dominicana y su actitud prejuiciada
La Corte Interamericana de Derechos Humanos no tiene
competencia en la República Dominicana, ya que fue
declarado inconstitucional el instrumento de aceptación de
esa competencia formulada por el gobierno dominicano, sin
agotar los debidos procedimientos internos para obligarnos
internacionalmente. Sin embargo, resulta importante para la
República Dominicana resaltar la actitud prejuiciada de esa
Corte contra el país, que intenta desconocer las normas
internas en la determinación de la nacionalidad y la política
migratoria, mostrando, además, serias diferencias en el
manejo de temas sobre nacionalidad, dependiendo de si se
trata o no de la República Dominicana.
Una prueba de lo anterior se evidencia en el siguiente
hecho: La Corte Interamericana de los Derechos humanos
consideró, a unanimidad, que no constituía una
discriminación que el Estado costarricense le negara
privilegios a todos los demás extranjeros que no fueran
centroamericanos, iberoamericanos y españoles para el
otorgamiento de la nacionalidad costarricense por
naturalización. Esta decisión fue emitida el 19 de enero de
1984 mediante la opinión consultiva OC-4/84, como
respuesta a un requerimiento al respecto planteado por el
Estado costarricense. Si el Estado dominicano hubiese
propuesto una reforma equivalente en su Constitución, ¿de
qué se le acusaría?
Hacemos un llamado a la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos para que cese, de una vez por todas, las
injerencias en los asuntos internos de la República
Dominicana, particularmente en los asuntos migratorios y
del régimen de nacionalidad dominicana.
La CIDH debería preocuparse más porque Haití fortaleciera
sus instituciones y se desarrollara económicamente, con el
objetivo de que logre la capacidad de dar respuestas
satisfactorias a las necesidades de sus ciudadanos, en lugar
de pretender que nosotros asumamos esa responsabilidad
que no nos corresponde.
3.15 Evidencias de la excesiva generosidad
dominicana y de la negligencia haitiana en el
proceso de implementación del Plan Nacional
de Regularización de Extranjeros [PNRE]
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La República Dominicana, a pesar de sus limitados recursos
económicos, invirtió cincuenta millones de dólares
[alrededor de 2,335 millones de pesos dominicanos] en la
implementación del Plan Nacional de Regulación de
Extranjeros [PNRE]. Los haitianos representan el 98% los
beneficiarios, según lo expresó el Ministro de Interior y
Policía, Carlos Amarante Baret. Este proceso fue gratuito y
se promovió ampliamente por todos los medios de
comunicación, con el objetivo de facilitar que los
extranjeros en situación migratoria irregular normalizaran
su estatus.
Aunque disentimos de esta metodología, porque la Ley169-
14 en la que se basa es inconstitucional, describimos el
proceso para poner en evidencia la excesiva prodigalidad
del Estado Dominicano. En cambio, Haití, el país de origen
del 98% de los extranjeros que se beneficiarían de este plan,
mostró una actitud negligente y poco solidaria hacia sus
propios nacionales. En efecto, según apareció en la prensa
dominicana, numerosos haitianos protestaron frente a la
embajada de su país debido a que pagaron RD$1,000.00 por
un conjunto de documentos que nunca recibieron [acta de
nacimiento, cédula y pasaporte haitianos], a pesar de la
promesa de que se les entregaría en 22 días.
Los haitianos denunciaron que de aproximadamente 98 mil
solicitudes depositadas para aplicar al Plan de
Regularización de Extranjeros en la República Dominicana
no habían recibido respuesta ni siquiera el 5% de las
peticiones un año y medio después de la fecha de solicitud.
La protesta fue organizada por las Asociaciones de
Migrantes Haitianos, 32 en total, dentro de las que se
encuentran la Asociación de Comerciantes Haitianos en
República Dominicana, Solidaridad para el Desarrollo
Humano, Organización de los Haitianos Unidos para el
Progreso Social, etc. Estas organizaciones se quejaban de
que los representantes diplomáticos de su nación no las
recibían. Entregaron un documento en la embajada haitiana
en el que señalaban tener “pruebas contundentes de que
han depositado decenas de miles de solicitudes y que no
han recibido respuesta.” En consecuencia, temen que se
venza el carné del PNRE y que no puedan renovarlo.
Pero las quejas no se limitan a la ineficiencia del proceso
por parte de las autoridades haitianas, sino que también se
extienden a la actitud rapaz de ese Estado contra sus
propios ciudadanos. En efecto, la Cancillería y la Junta
Central Electoral dominicanas denunciaron que el Gobierno
haitiano había convertido en un negocio el Plan de
Regularización de Extranjeros, al cobrar altas sumas de
dinero a los nacionales de ese país para entregarles los
documentos de identidad. Agregaron que la falta de
cooperación de Haití para dotar de documentos a sus
nacionales ha sido el principal problema que ha enfrentado
el proceso de regularización.
La realidad de esta denuncia de las autoridades dominicanas
fue confirmada por las propias autoridades haitianas, según
se desprende de una información publicada el 6 de julio de
2015 por el periódico haitiano Le Nouvelliste, titulada:
“PIDIH: El fracaso del Estado haitiano”, de la cual
extraemos algunas citas por considerarlas altamente
reveladoras:
“El programa de Identificación y Documentación de los
Inmigrantes Haitianos [PIDIH] ha sido un fracaso total
[…]. Un año después del lanzamiento del PIDIH, los
emigrantes esperan con desesperación poder recibir sus
documentos de identidad […]. Nosotros no estamos en
capacidad de identificar a nuestros ciudadanos en nuestro
propio país, por lo que no veo cómo lo hubiéramos podido
hacer en el exterior. Somos los únicos responsables de lo
que hoy están pasando nuestros compatriotas ―dijo el
embajador de Haití, Daniel Supplice― quien recibió al
equipo de Le Nouvelliste en sus oficinas de Santo Domingo
[…]. El PIDIH es un fiasco total, había declarado el
antiguo Cónsul General de Haití en la República
Dominicana, Edwin Paraison […]. Ante este fracaso, el
embajador haitiano dice haber estado contra la pared en la
medida que el PNRE se acercaba a su fin: “El hecho cierto
es que no pudimos dar a nuestros ciudadanos la
oportunidad de inscribirse en el Plan de Regularización”.
Frente a esta situación calamitosa, el Gobierno dominicano,
violando sus propias normas, extendió el plazo para que los
extranjeros ilegales pudieran completar la documentación
requerida, según lo reconoció el canciller de Haití, Antonio
Rodrigue:
“En este contexto yo quisiera agradecer a las autoridades
dominicanas por los esfuerzos que han hecho para facilitar
a los haitianos regularizarse a través de este plan. Un
agradecimiento especial también al Gobierno dominicano
porque cuando los haitianos no pudieron completar los
documentos que les hacían falta para acogerse al Plan en
el tiempo reglamentario, el Gobierno dio otro plazo, ahora
hasta el 21 de junio.”
Esta realidad evidente ―la excesiva benevolencia y
colaboración de la República Dominicana, en contraste con
la negligencia, incapacidad y rapacidad del Estado haitiano
frente al proceso de regularización de sus inmigrantes
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ilegales en nuestro país― es ignorada de manera maliciosa
por la OEA y por la CIDH, queriendo obligarnos a
reconocer como ciudadanos a cientos de miles de
extranjeros a los cuales su propio país de origen confiesa
que no ha podido completarles siquiera la documentación
básica de identidad, requisito indispensable en cualquier
país institucional para iniciar un proceso de regularización
migratoria.
Como colofón de esta triste historia, el periódico El
Nacional, en su edición del 30 de julio de 2017, publicó el
siguiente titular:
“Haitianos no retiran más de 20 mil carnés”.
El primer párrafo de la noticia expresa:
“Al menos 20 mil 176 carnés de los expedidos mediante el
Plan Nacional de Regularización de Extranjeros todavía no
han sido retirados por sus solicitantes, mientras la
Dirección General de Migración prepara una nueva
jornada de trabajo con sus respectivos presupuestos para
iniciar en agosto la segunda ronda de acreditación y
entrega de las residencias definitivas a los 230 mil
extranjeros que se registraron con documentación
provisional.”
Esta noticia viene a confirmar el fracaso del PNRE, debido
a que los mismos beneficiarios han mostrado evidente
apatía e indiferencia al momento de retirar sus documentos,
en gran parte porque se han dado cuenta de que el Estado
dominicano está dispuesto a otorgar todos los plazos y
concesiones que demande la comunidad internacional. Por
consiguiente, no se sienten presionados. Esta
despreocupación indolente también se ve reforzada por la
ancestral falta de institucionalidad del pueblo haitiano,
cuyos ciudadanos no tienen la tradición de ceñirse a
protocolos.
3.16 Graves irregularidades del Plan Nacional
de Regularización de Extranjeros [PNRE] que
lo tornan poco confiable
Pero como si todo lo anterior fuera poco, el PNRE ha
estado salpicado de irregularidades, falsificaciones y
maniobras fraudulentas que por sí mismas lo tornan poco
creíble. En Dajabón se ha denunciado el tráfico desde Haití
con carnés de regularizados, mecanismo mediante el cual
inmigrantes haitianos pagan entre 3,000 y 4,000 pesos
dominicanos por el documento, a veces original y muchas
otras veces falsificado. Agentes de la Dirección General de
Migración en la zona afirman que el uso de carnés, ya sean
falsos o auténticos, en manos de personas distintas a las que
les fueron expedidos, es una constante.
En una información aparecida en la prensa dominicana se
decía que Migración detectó una mafia con los carnés del
PNRE, en la que se involucraban cientos de haitianos que se
inscribieron en el plan y que luego les facilitaban los carnés
a otras personas para que cruzaran la frontera, suplantando
su identidad. Durante operativos realizados por Migración
en Dajabón y Elías Piña para repatriar a extranjeros que
residen de manera ilegal en el país, fueron ocupados 369
carnés del PNRE, cuya identidad difería de la del portador.
Migración informó que en varios meses detectó 3,408
documentos falsificados o alterados, que incluían carnés,
pasaportes extranjeros y cédulas dominicanas en posesión
de otras personas distintas a las especificadas en dichos
documentos.
¿Las autoridades dominicanas deben abandonar su propio
sistema legal e ignorar todas estas graves violaciones e
irregularidades, como propone la CIDH, para reconocer
como ciudadanos dominicanos a personas que no califican
para tal prerrogativa? La única respuesta válida es un
rotundo ¡NO!
4. La ideología de género y la
promoción del aborto
Otros temas de la agenda de la CIDH son la ideología de
género y la promoción del aborto como un derecho
inalienable de la mujer, sin tener en cuenta el derecho
inalienable a la vida que tiene el feto.
La República Dominicana, por tradición, es un país
eminentemente cristiano. Es la única nación en el mundo
que tiene en su escudo una Biblia abierta y nuestro lema es
Dios, Patria y Libertad. Aunque no todos los habitantes son
creyentes, podemos afirmar con bastante certeza que la
mayoría lo es.
En principio, es importante aclarar que el Partido
Nacionalista Dominicano [PND] es respetuoso de las
preferencias personales en materia sexual o de otra
naturaleza, por lo cual estamos en contra de la
discriminación sobre esta base, pero eso no significa que
estemos de acuerdo con la actitud proselitista de los
grupos que respaldan la ideología de género y el aborto
libre, cuyos principios pretenden imponer a los demás,
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con muestras de soberbia e intolerancia en contra de los
que disienten.
Una evidencia de que su intención es imponernos estas
concepciones se desprende de las siguientes citas:
“Según la información proporcionada por el Estado, el
Pacto Nacional para la Reforma de la Educación
Dominicana 2014-2030 y el Plan Plurianual son políticas
públicas que han sido diseñadas para alcanzar estos
objetivos. La sensibilización institucional incluye, además,
la formación continua de los docentes en educación con
enfoque de género […]”. [Informe Anual 2017 de la CIDH,
Capítulo V, página 906].
“95. La CIDH reitera que la penalización total del aborto
en República Dominicana no es congruente con los
estándares internacionales en la materia al ser una
normativa que genera obstáculos al acceso adecuado,
oportuno y legal de las mujeres a servicios de salud
materna que sólo ellas requieren por su sexo y capacidad
reproductiva. Asimismo, la CIDH insta al Estado a adoptar
legislación dirigida a garantizar a las mujeres el ejercicio
efectivo de sus derechos sexuales y reproductivos, en el
entendido que la denegación de la interrupción voluntaria
del embarazo en determinadas circunstancias constituye
una vulneración a los derechos fundamentales de las
mujeres, niñas y adolescentes.” [Informe Anual 2017 de la
CIDH, Capítulo V, página 910].
Lo cierto es que los valores tradicionales y cristianos de
nuestra cultura, al igual que en muchos otros países
alrededor del mundo, están bajo un ataque sistemático por
parte de grupos globalistas que pretenden imponer cambios
radicales en la idiosincrasia y comportamiento de la
sociedad. Una estrategia importante de la agenda de estos
sectores es la imposición de políticas ateas que chocan
frontalmente con la fe cristiana y los valores religiosos de la
mayoría del pueblo dominicano.
Estas entidades promueven la práctica del aborto, la política
“Lesbian, Gay, Bisexual, Transgender Transsexual and
Intersexed” [LGBTI] [con la imposición del matrimonio
entre homosexuales], el ataque a los valores y sentimientos
patrióticos de las sociedades y la restricción de la libre
expresión a sus agendas, todo esto con el objetivo de
adulterar y mediante políticas de censuras de opiniones
adversas corromper nuestra cultura, tradiciones e identidad
nacional.
Estos grupos globalistas vienen a nuestro país a través de
ONG y de entidades internacionales como la OEA y la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos [CIDH],
con el objetivo de imponer las políticas que transformarían
nuestra cultura y eliminarían nuestra identidad dominicana.
Debido a estas iniciativas agresivas globales, el proyecto
del matrimonio homosexual ya ha ganado espacio en los
cinco continentes.
5. Objetivos reales de la agenda de la
ideología de género y la promoción del
aborto
En esencia, los objetivos de estos grupos se pueden resumir
en los siguientes puntos:
5.1 Promover la homosexualidad desde la
infancia mediante la pedagogía de género
Esta estrategia recurre a la psicología para condicionar
que los niños acepten la homosexualidad como una
preferencia sexual normal, motivándolos a incurrir en
ella con mayor facilidad y naturalidad. Por ejemplo, en
los colegios de Lituania a los niños pequeños se les lee la
historia de dos príncipes [ambos varones] enamorados.
Durante el recreo, los niños juegan a ser homosexuales.
En los jardines infantiles de Suecia, a las niñas no se les
permite jugar con muñecas ni a los niños con carritos, por
tratarse de juguetes discriminatorios y sexistas con relación
al concepto de género. En el marco de la igualdad de
género, a los niños se les permite usar los baños de las niñas
y se han introducido los “baños de género neutral” para los
que aún no han decidido a qué sexo pertenecen.
En el Parlamento de Canadá, durante el año 2011, salvo un
diputado, todos afirmaron que la pedofilia era una
orientación normal de género. Es decir, para esa gente, la
atracción erótica o sexual que una persona adulta siente
hacia niños o adolescentes, es una conducta tolerable e
inobjetable. Por tanto, el abuso sexual contra los niños
ya no se califica como un acto criminal.
Se ha llegado tan lejos, que el Tribunal Supremo de Canadá
decidió legalizar el sexo con animales, siempre y cuando no
conlleve penetración. Esta decisión fue tomada en el marco
de un juicio que se le seguía a un hombre acusado de
cometer agresiones sexuales contra sus hijastras y, además,
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se le acusaba de haber practicado el bestialismo o zoofilia
[sexo con animales].
“A partir de hoy ―lamentó Camille Labkchuk,
perteneciente a una asociación de defensa de los derechos
de los animales― las leyes canadienses dan a los agresores
de animales la licencia de utilizarlos para su propia
satisfacción sexual.” [Ver ABC.ES, Madrid, 14/6/2016].
Pronto veremos la propuesta de legalizar el matrimonio
entre un humano y un animal, o que un individuo se case
con su muñeca erótica inflable favorita, sobre la base del
supuesto respeto a los derechos y a las preferencias
individuales.
De acuerdo con la ideología de género, los niños ya no
deberían llamar a sus progenitores “padre” y “madre”. En
los EE. UU. se han propuesto los términos “padre 1” y
“padre 2” para que los homosexuales no se sientan
ofendidos.
El Gobierno de Ontario ha aprobado uno de los proyectos
de ley más restrictivos de su historia, gracias al partido del
primer ministro canadiense, Justin Trudeau. Se trata del
Proyecto de Ley 89 que muchos grupos pro-familia han
calificado como “totalitario”. Y es que, como advierten
estos grupos, el Proyecto de Ley 89 aumenta el poder del
Estado hasta tal punto que podría incluso apoderarse de los
niños cuyas familias se oponen de manera más radical a la
agenda del lobby “Lesbian, Gay, Bisexual, Transgender
Transsexual and Intersexed” [LGBTI] y a la ideología de
género.
También permite a las agencias gubernamentales prohibir
tanto el acogimiento como la adopción de niños a las
parejas que discrepen de estos programas. Al mismo
tiempo, se elimina como factor relevante la fe religiosa en
la que los padres están criando al niño, y se ordena a los
servicios de protección de la infancia que sólo consideren el
propio “credo” del niño o la “religión” cuando evalúen los
mejores intereses del menor.
5.2 Legalizar el matrimonio gay
El propósito es condicionar la aceptación de todo tipo de
interrelaciones humanas de corte sexual. Las enseñanzas
cristianas se oponen a estas nuevas tendencias que
pretenden normalizar conductas totalmente divorciadas de
los preceptos bíblicos. Los impulsores de estas iniciativas
promueven la redefinición del concepto de la familia
nuclear, tradicionalmente compuesta por un padre, una
madre y los hijos que resulten de esta unión, para
sustituirlo por un concepto creado por el humano, no
por Dios, mediante el cual transforman la definición de
sexo biológico binario, es decir, masculino y femenino al
nacer, en una idea libre donde el individuo escoge su
género.
En Irlanda, si un funcionario público se niega a realizar el
matrimonio civil a los homosexuales es condenado a prisión
de seis meses y a una multa de dos mil [2,000] euros.
La comunidad científica, en su mayoría, ha aceptado que la
homosexualidad es una preferencia, no una patología del
comportamiento. Por eso, las principales clasificaciones de
los trastornos mentales han excluido esta condición de su
lista. Tal decisión se debe más a presiones políticas del
poderoso e influyente lobby gay que a verdaderas razones
científicas. Para ayudarnos a dilucidar el dilema,
respondamos con honestidad la siguiente pregunta:
¿Puede considerarse normal una conducta que si se
tornara exclusiva y abarcara a toda la población
mundial garantizaría la extinción de la especie humana
en menos de un siglo?
5.3 Introducir la ley contra la homofobia
Es un ropaje que su utiliza para restringir la libre expresión.
En muchos de los países donde estos grupos han tenido
influencia [por ejemplo, en la Unión Europea], los medios
de comunicación masivos están cada vez más restringidos y
los gobiernos censuran tanto opiniones como noticias
consideradas adversas a la agenda pro LGTBI.
Esta táctica antidemocrática ha sido implementada poco a
poco mediante medidas y leyes que tienen como pretexto
proteger ciertos sectores de la población de supuestas
discriminaciones.
En nuestro país, entre otras medidas atentatorias contra
nuestras creencias, valores tradicionales y soberanía, nos
van a intentar imponer medidas antidiscriminatorias a favor
del matrimonio entre homosexuales, la defensa de
extranjeros ilegales supuestamente con derechos
internacionales y la defensa del supuesto derecho de la
mujer a abortar un embarazo no deseado, sin tomar en
cuenta el derecho a la vida que asiste al feto.
En Canadá y en Suecia, donde hay leyes contra la
homofobia, cualquier punto de vista crítico hacia un
homosexual está castigado por la ley. Tanto es así, que si
alguien cita algún versículo bíblico donde se condena la
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homosexualidad, dicha persona es castigada con la pena de
un año de prisión.
Dentro de los versículos bíblicos penados en esas
sociedades están los siguientes:
“No te acuestes con un hombre como si te acostaras con
una mujer. Eso es un acto infame [Levítico 18:22].
“Si alguien se acuesta con un hombre como si se acostara
con una mujer, se condenará a los dos, y serán
responsables de su propia muerte, pues cometieron un acto
infame [Levítico 20:13].
“Por eso, Dios los ha abandonado a pasiones vergonzosas.
Incluso sus mujeres han cambiado las relaciones naturales
por las que van contra la naturaleza; y, de la misma
manera, los hombres han dejado sus relaciones naturales
con la mujer y arden en malos deseos los unos por los
otros. Hombres con hombres cometen actos vergonzosos y
sufren en su propio cuerpo el castigo de su perversión
[Epístola de Pablo a los Romanos 1: 26-27].
“Lo mismo que Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas
que también se prostituyeron dejándose atraer por uniones
contra la naturaleza, se ponen como ejemplo al padecer el
castigo del fuego eterno.” [Cartas de Judas 1:7].
Cristiano dominicano: ha llegado la hora de la
definición. No puedes servir a dos señores. En
consecuencia, tendrás que decidir si te acoges a la ley
contra la homofobia, elaborada por hombres [muchos
de ellos corruptos y pervertidos] o al contenido de la
Biblia, que representa la palabra de Dios.
5.4 Permitir la adopción de niños por parte de
las parejas homosexuales
Junto a la estrategia de legalizar el matrimonio gay, este
nuevo elemento refuerza el proceso de disolución de la
familia nuclear tradicional, sin tomar en cuenta la
psicología del niño, que por fuerza debe acostumbrarse a la
idea aberrante de que tiene dos padres del mismo sexo.
¿Cuál de estos padres se constituirá en el modelo de
identificación masculino y femenino apropiado para los
niños y las niñas?
Conforme a las estadísticas, en los Estados Unidos de
América, las parejas homosexuales educan ya a trescientos
mil [300,000] niños, cifra que predictivamente aumentará
de manera exponencial con el transcurso de los años.
5.5 Socavar los principios morales sobre los que
descansa la base de la familia y el amor a los
valores patrióticos
A un pueblo sin amor a Dios, sin identidad nacional, sin
tradiciones, sin amor a la patria, sin los valores morales
judeo-cristianos que promueven la familia tradicional, sin
motivación ni fuerza para luchar por una causa patriótica
noble, y sin capacidad de expresar libremente sus ideas,
estas entidades globalistas le pueden imponer un nuevo
régimen político amoral controlado por una élite poderosa
de influencia mundial.
No conforme con promover la destrucción de la familia
nuclear, la agenda globalista pretende eliminar el
sentimiento de identidad nacional y promover la idea de
que la soberanía nacional es un mito. Este aspecto de la
agenda es la culminación del plan propuesto por estas
entidades. La estrategia se inicia mediante la
propaganda constante a través de los medios de
comunicación masivos y mediante cambios en los textos
de la educación primaria y secundaria, donde se
modifican o eliminan cursos de educación cívica y de
historia patria. Los libros de texto de historia son
modificados deliberada y maliciosamente para que el
relato de la historia patria no ofenda a los extranjeros
con quienes pretenden fusionarnos.
Este intento de adoctrinar a las nuevas generaciones y de
influenciar a toda la población tiene como objetivo eliminar
los sentimientos tradicionales de valorización de los
símbolos patrios. Poco a poco intentarán borrar la memoria
de los padres de la patria e incluso modificar la bandera y el
escudo dominicanos. Un pueblo sin amor a su patria es un
pueblo completamente manipulable por estos grupos
globalistas de capital extranjero.
En el mismo orden, otro aspecto importante del plan de
eliminación de la identidad nacional es la apertura de
nuestra frontera con Haití para incentivar una invasión
pacífica por parte de nacionales de ese país vecino.
Esta estrategia cumple doble propósito: El primero es
acelerar el plan de desintegración de los sentimientos
patrios mediante la importación de una masa
poblacional sin educación y sin identificación con los
valores tradicionales de nuestro país. El segundo
propósito es exigir para esa masa de ciudadanos
extranjeros ilegales el estatus de legalidad y asignarles la
nacionalidad dominicana para crear una nueva
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población electoral acorde con los intereses de los
grupos globalistas.
5.6 Promover el aborto
Esta iniciativa tiene como propósito controlar la natalidad
de nuestro pueblo y así evitar una sobrepoblación en el
futuro. Las enseñanzas cristianas, que valoran la vida
humana desde la concepción hasta la muerte, representan un
obstáculo insalvable para estos objetivos. A estos grupos les
resulta más conveniente promover que la población asuma
conductas de sexo libre y, en caso de embarazarse, que las
mujeres puedan abortar a voluntad, sin los controles
morales que enseñan las iglesias cristianas y otros
estamentos éticos.
En el Artículo 37 de la Constitución dominicana se
establece que:
“El derecho a la vida es inviolable desde la concepción
hasta la muerte. No podrá establecerse, pronunciarse ni
aplicarse, en ningún caso, la pena de muerte.”
Este principio garantista de la vida es defendido por las
iglesias cristianas de todas las denominaciones que existen
en el país.
Un dato interesante y digno de ser tomado en cuenta es que
de los 41 miembros que integran la CIDH, 31 son mujeres
[76 %] y 10 son hombres [24 %]. Resulta obvio que no se
intentó buscar un equilibrio entre los sexos, como
correspondería a una institución supuestamente democrática
y representativa de la diversidad. Por tanto, es lógico
sospechar una fuerte influencia feminista en esta Comisión,
la mayoría de las cuales son mujeres radicales que no
transigen en la defensa de sus derechos, incluyendo la
presunta potestad de matar irresponsablemente la vida de un
embrión que se gesta dentro de sus cuerpos.
Por otro lado, si tomamos en cuenta la nacionalidad,
ninguno de los miembros de la CIDH es dominicano, por lo
cual poco deben importarles nuestros valores morales
tradicionales y nuestros sentimientos patrióticos.
6. Historial aciago de la OEA contra la
República Dominicana
Los dominicanos conscientes debemos recordar que
históricamente la Organización de Estados Americanos
[OEA] ha sido una institución nefasta, injerencista, y tóxica
para nuestro país, por lo cual todas sus iniciativas deben ser
recibidas con suma desconfianza y recelo, ya que suelen
encausarse en contra de nuestros intereses más preciados.
Durante la Guerra Civil dominicana del año 1965, la
Organización de Estados Americanos [OEA] se plegó a los
intereses de los Estados Unidos de América para legitimar
la intervención de nuestro territorio, asolado por los
enfrentamientos entre los constitucionalistas y las fuerzas
oscuras que habían sacado del poder al gobierno legítimo
del Profesor Juan Bosch mediante un golpe de Estado. Ante
el repudio que causó esta intervención alrededor del mundo,
especialmente en América Latina, Estados Unidos de
América buscó legitimar la misma con el involucramiento
de la Organización de Estados Americanos [OEA], para
darle carácter multilateral a lo que había sido una
intervención unilateral en un país que atravesaba por un
conflicto interno.
Así, el 6 de mayo de 1965, la X Reunión de Consulta de
Ministros de Relaciones Exteriores, actuando a
requerimiento de los Estados Unidos de América, adoptó la
decisión de crear una Fuerza Interamericana de Paz [FIP]
que autorizó el ingreso a la República Dominicana de tropas
provenientes de distintas naciones, compuestas por 42,000
soldados e infantes de marina, los cuales llegaron al país en
41 buques, alegando que su presencia tenía como objetivo
garantizar la integridad física de los norteamericanos que
residían aquí.
Esta intervención, aparte de pisotear la soberanía
dominicana, costó mucha sangre y dolor. El periódico
Listín Diario del 9 de noviembre de 1965 publicaba la
información, dada por la Cruz Roja Internacional, de que
durante la intervención habían muerto 2,850 dominicanos
entre el 24 de abril y el 12 de julio de 1965, aunque se
aclaraba que la cifra pudo ser más elevada, porque muchos
muertos fueron recogidos por familiares y amigos, quienes
los enterraban en el mismo lugar donde morían.
“Un estimado razonable de las bajas producidas durante la
crisis dominicana de 1965 [muertos y heridos] podría
señalarse entre seis y siete mil personas.” [Véase Palmer,
Bruce; Intervention in the Caribbean; the Dominican Crisis
of 1965, The University Press of Kentchy, 1989, página
137].
El Secretario General de la OEA, Luis Almagro, pidió
disculpas a la República Dominicana por lo que hizo ese
organismo cuando en el año 1965 aprobó la intervención
norteamericana, que dejó como resultado miles de víctimas:
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“Es importante asumir responsabilidades históricas;
postular que determinados hechos del pasado no ocurran
nunca más, no para reparar el pasado, sino para las
generaciones venideras […] Es nuestra obligación actuar
en defensa de los derechos humanos y el fortalecimiento de
la democracia; es nuestra obligación que en nuestro
trabajo no intervengan los Estados y que nada de lo que
hagamos pueda ser interpretado como injerencia […] Es
por eso que como Secretario General de la OEA deploro
los actos de la Organización que validaron en el año 1965
la invasión a la República Dominicana y la intervención de
este país, torciendo el camino soberano elegido por el
pueblo […] Nuestro respeto y nuestra congoja por las
víctimas que sufriera la República Dominicana durante la
intervención validada internacionalmente por la OEA y por
la intervención que ésta aprobara. La historia condena a la
OEA por estas víctimas”.
Luis Almagro, el mismo que en la cita anterior nos pidió
disculpas por el aval que la Organización de Estados
Americanos [OEA] le dio a la ocupación militar de nuestro
país por Estados Unidos en el año 1965, mostrando su
hipocresía y doble moral, respondió lo siguiente durante
una entrevista con la cadena internacional de noticias Cable
News Network [CNN], cuando se le preguntó que cuáles
eran las conclusiones de la comisión de la OEA que visitó
Haití y República Dominicana:
“Ahora bien, tenemos que avanzar en lograr una solución
definitiva a este problema. La solución definitiva implica
que ambas partes acuerden variables fundamentales para
atender el tema de migración. Es una isla, y cuando es una
isla no hay dos países, hay un solo país, aunque sea una
isla grande como Australia, esta es una isla pequeña con
dos países […].”
En esta desconcertante declaración queda evidenciada, de
manera diáfana, la intención fusionista de la Organización
de Estados Americanos [OEA] para resolver el problema
migratorio haitiano. La “solución definitiva” que parece
proponer es la disolución de la frontera y que desaparezca
la nacionalidad dominicana para crear un solo país en la
isla. Ahí tienen una significativa evidencia aquellos
incrédulos que acusan a los nacionalistas de estar poseídos
por ideas de conspiraciones ilusorias que solo existen en la
imaginación febril y delirante de quienes advierten sobre
este peligro.
Después de la intervención de 1965, la Organización de
Estados Americanos [OEA] ha seguido enfilando sus
cañones contra la República Dominicana. A partir de 2005,
nuestro país ha sido acosado con denuncias y demandas a
través de la Comisión de Derechos Humanos, que han dado
como resultado cuatro condenas. La más contundente fue la
del 28 de agosto de 2014, que exige al gobierno dominicano
ignorar y violar sus propios mecanismos jurídicos, su
Constitución y lo dispuesto por el Tribunal Constitucional
que dictó la Ley 168/13 sobre naturalización. La CIDH no
ha llegado tan lejos ni siquiera con los tres países que han
acumulado mayor número de condenas por casos que
incluyen matanzas de ciudadanos y violaciones flagrantes
de los derechos humanos. En ningún caso se le exigió a
Perú [44 condenas], Honduras [38 condenas] ni a
Guatemala [30 condenas] vulnerar su Constitución, sus
leyes e instancias judiciales.
No obstante las violaciones frecuentes a los derechos
humanos que ocurren en Haití, dado lo accidentado y
caótico de su vida social y política, en los registros de la
CIDH solo figuran dos condenas. ¿No resulta esto una
muestra clara de parcialidad a favor de Haití?
Un hecho que confirma esta parcialidad es el caso del señor
William Medina Ferreras, quien fue llevado a la CIDH
como un ejemplo de negación injustificada del derecho a la
nacionalidad dominicana. Este sujeto alegaba ser
dominicano, pero incurrió en numerosas contradicciones y
cuando se hizo la investigación profunda a posteriori se
demostró que había mentido, pues las personas que señaló
como supuestos parientes dominicanos, residentes en
Barahona, aunque lo conocían, negaron todo vínculo
sanguíneo con él. Luego se demostró que había obtenido
una cédula de identidad dominicana sobre la base de un acta
de nacimiento falsificada. Finalmente, se demostró que este
señor era haitiano.
Resultó evidente al final del proceso que la CIDH no agotó
un protocolo riguroso antes de aceptar la denuncia. Sin
embargo, a los haitianos beneficiarios de sus sentencias los
denomina “víctimas dominicanas” y exige que “sean
debidamente registrados y que cuenten con la
documentación necesaria para acreditar su identidad y
nacionalidad dominicanas.”
7. Conclusiones y recomendaciones
7.1 Alertar sobre el hecho de que las opiniones
de la CIDH carecen de carácter vinculante para
la República Dominicana
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Recomendamos al gobierno dominicano y a todos los
dominicanos de buena voluntad que ignoren los
planteamientos de la Comisión Internacional de Derechos
Humanos [CIDH], que ignoren y desprecien las supuestas
“sentencias” evacuadas por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos [Corte IDH], porque ambas
instituciones de la Organización de Estados Americanos
[OEA] emiten dictámenes, juicios y veredictos que son
opiniones de naturaleza irrespetuosa, injerencista e
insultante, y son simplemente apreciaciones subjetivas y
caprichosas, carentes de carácter vinculante para la
República Dominicana. En otras palabras, son
malintencionadas, por lo tanto, agreden a la República
Dominicana, y, por supuesto, son absolutamente
despreciables.
El gobierno dominicano debería limitarse a escucharlas
por cortesía, ya que tomó la errada y desconcertante
iniciativa de formular la invitación para que la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos
[CIDH] venga a sesionar en la República Dominicana.
Esta invitación constituye una vergüenza nacional, una
afrenta al honor y a la dignidad de la República
Dominicana.
Las opiniones de la Comisión y de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos deberían ser desestimadas, porque
en lo que respecta a la República Dominicana, la mayoría
de esas opiniones son, evidentemente, abusivas,
discriminatorias e irracionalmente prejuiciadas en contra de
la República Dominicana; y, por supuesto, son
esencialmente consideraciones insolentes e impertinentes.
7.2 Recalcar la necesidad de tener precaución
con la Organización de Estados Americanos
[OEA] y sus entidades conexas
Alertamos al pueblo dominicano sobre la necesidad de que
deberíamos, tanto hoy como en el futuro, desconfiar
totalmente de instituciones como la Organización de
Estados Americanos [OEA], su Comisión Internacional de
Derechos Humanos [CIDH] y su de Corte Interamericana
de Derechos Humanos [Corte IDH], porque a través de la
historia nos han agredido de distintas maneras y en diversos
escenarios.
Los dominicanos jamás deberíamos olvidar que la
Organización de Estados Americanos [OEA] ostenta un
nefasto y vergonzoso historial de culpabilidad criminal
porque, como ya hemos referido, cometió la vil e infame
barbaridad de auspiciar, promover y ejecutar la bochornosa
e injerencista invasión de 1965, donde fueron asesinados
más de 2,850 dominicanos víctimas de los fusiles y las
bombas aprobadas por la Organización de Estados
Americanos [OEA].
La disculpa del Secretario General de la OEA, Luis
Almagro, son palabras huecas, insuficientes y poco
confiables, porque este mismo señor, posteriormente,
insultó e irrespetó a todos los dominicanos cuando expresó
que en la isla que compartimos con Haití debería existir un
solo país. Es decir, que según el irrespetuoso y deslucido
Secretario General de la OEA, Luis Almagro, la República
Dominicana y Haití deberían ser “un solo país”.
Sepa usted, deslucido Secretario General de la OEA,
señor Luis Almagro, que la República Dominicana es un
país libre e independiente, un territorio constituido por
un Estado soberano con características geográficas y
culturales propias, y lo seguirá siendo eternamente, a
pesar de su ridícula, ignorante y estúpida opinión. Usted
ha ofendido a todos los dominicanos auténticos, ha
pisoteado, atropellado, y ultrajado nuestra historia patria,
nuestra nacionalidad, nuestra cultura, nuestra identidad
nacional y nuestra seguridad nacional.
También debe saber, señor Luis Almagro, que su
deleznable y estólida aseveración ha sido radicalmente
desestimada por los dominicanos por ser intensamente
despreciable y perversa, razón por la cual le sugerimos
que se reserve el derecho de depositarla en el primer
zafacón que aparezca en Uruguay, cuando regrese a su
país de origen.
7.3 Sopesar la posibilidad de que el Estado
dominicano abandone la condición de miembro
de la Organización de Estados Americanos
[OEA]
Sugerimos, sobre la base del historial nocivo de la
Organización de Estados Americanos [OEA], de su
Corte Interamericana de Derechos Humanos [Corte
IDH] y de su Comisión Interamericana de Derechos
Humanos [CIDH], quienes evidentemente se han
apandillado en contra de nuestros más preciados
intereses, costumbres y valores patrióticos y cristianos,
que el gobierno dominicano sopese seriamente la
posibilidad de abandonar la condición de miembro de la
Organización de Estados Americanos [OEA], si la
misma persiste e insiste, sin derecho alguno, descarada y
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desconsideradamente, en entrometerse e injerir en los
asuntos constitucionales dominicanos, pretendiendo con
sus retorcidas y perversas agendas alterar nuestra
cultura, nuestra nación y nuestra identidad nacional.
Deberíamos declarar persona no grata y no bienvenida, e
impedirle la entrada al país, al deslucido Secretario General
de la OEA, señor Luis Almagro, por ser un sujeto
irrespetuoso y anti-dominicano, así como a todos los
empleados integrantes de ambas CIDH y de los organismos
conexos de la OEA que promuevan y defiendan iniciativas
contrarias a los intereses nacionales de la República
Dominicana.
Existen los precedentes de Venezuela y Trinidad y Tobago.
Este último país salió de la tutela de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos en mayo de 1999, mientras que
Venezuela salió en septiembre de 2013. Bolivia y Ecuador
han amenazado con abandonar esa institución, en reclamo
de que el organismo acepte mantener abierto el debate sobre
la revisión y reformas a la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos [CIDH].
7.4 Proponer la iniciativa de disolver la Corte
Interamericana de Derechos Humanos [Corte
IDH] y la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos [CIDH], por ser
organismos inoperantes, inútiles y onerosos de
la Organización de Estados Americanos [OEA]
y por causar graves trastornos y discordia al
irrespetar la costumbres de los Estados
miembros
Estos organismos internacionales, contrario a fomentar la
paz entre los Estados miembros, están causando graves
trastornos, a corto y a largo plazo, porque incentivan la
discordia entre los ciudadanos de los Estados que se resisten
a las intromisiones desconsideradas e irrespetuosas de la
Organización de Estados Americanos [OEA], debido a que
menoscaban y desprecian los valores y tradiciones de los
pueblos.
Algunos de los empleados de la Organización de Estados
Americanos [OEA], que operan en sus entidades conexas,
conciben, diseñan, impulsan e intentan imponer a los
Estados miembros, sin tener derecho alguno, los planes
derivados de sus opiniones y preferencias personales
subjetivas, tanto en el orden moral, ético, social, político y,
muy especialmente, en lo relativo a sus preferencias
sexuales.
Por consiguiente, sugerimos a los países miembros de la
Organización de Estados Americanos [OEA], que
propongan la iniciativa de disolver la Corte
Interamericana de Derechos Humanos [Corte IDH] y la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos
[CIDH], por ser organismos inoperantes y, por
consiguiente, inútiles y excesivamente onerosos para los
Estados miembros, porque están sobrecargados de
costos operacionales enormes y de nóminas
multimillonarias con salarios excesivos, obscenos e
injustificables.
Estos organismos se han convertido en elefantes blancos
llenos de tecnócratas exigentes y petulantes que están
drenando los exiguos recursos provenientes del erario de los
Estados miembros, como si fuesen parásitos insaciables.
En lo que respecta a la República Dominicana, es evidente
que la Organización de Estados Americanos [OEA], su
Corte Interamericana de Derechos Humanos [Corte IDH] y
su Comisión Interamericana de Derechos Humanos [CIDH]
son organismos internacionales peligrosamente
contaminados de prejuicios, ocasional y negativamente
tendenciados en contra de algunos Estados miembros.
Ellos operan bajo el influjo nocivo de las costumbres y las
ideas extrañas de algunos de sus empleados, quienes se
creen poseedores de la verdad absoluta cuando pretenden
convertir en preceptos jurídicos sus criterios y enfoques
ideológicos, sus preferencias sexuales aberrantes y sus
valores personales cuestionables, los cuales frecuentemente
están matizados por una inaceptable actitud arrogante,
sentenciosa y amenazante.
La estructura de los valores morales, de los principios
éticos, de las creencias religiosas y familiares de esos
sujetos a menudo colisionan y rara vez coinciden con los
nuestros. Esos sujetos ignoran y desprecian las
costumbres, las religiones, la cultura y la historia patria
de los Estados miembros.
Es muy importante destacar que algunos de los empleados o
funcionarios enquistados en la Organización de Estados
Americanos [OEA], en la Corte Interamericana de
Derechos Humanos [Corte IDH] y en la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos [CIDH] pretenden
dictar normas aplicables a los Estados miembros afectando
y alterando las vidas y el futuro de los ciudadanos de las
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naciones, e intentan hacerlo sin el concurso de la voluntad
popular de los ciudadanos de dichos Estados.
Es decir, esos individuos no fueron elegidos
democráticamente por los ciudadanos de los Estados
miembros para cambiar las constituciones ni las leyes
locales, ni las costumbres, ni las religiones, ni la
nacionalidad, ni la identidad nacional, ni para “promover la
interculturalidad en la esfera de la educación”
―incluyendo la modificación de los libros de textos de las
escuelas para promover la fusión inter países―, ni para
cambiar la cultura ni afectar negativamente las economías
de los países; por consiguiente, nadie los ha elegido
dándoles esos derechos.
Los funcionarios de esos organismos internacionales están
en sus cargos porque fueron nombrados de dedo. Nadie los
eligió a través de las urnas. Esto significa que los
ciudadanos de los Estados miembros no participaron en sus
nombramientos, pero se han enquistado por décadas como
parásitos en esos organismos internacionales, reiteramos,
devengando salarios extremadamente cuantiosos, obscenos,
e injustificables, alimentándose, depauperando y
extenuando a los erarios de los Estados miembros, dinero
que debería tener un destino más noble a favor de los más
necesitados.
No obstante a esta indiscutible e irrefutable realidad, esos
señores se arrogan ilegítimamente un derecho inexistente, y
testaruda e insistentemente intentan imponerles a los demás
sus ideas retorcidas e inmorales, simplemente porque
emocional u hormonalmente se les viene en gana. Para esos
funcionarios, que, reiteramos, no fueron electos por los
ciudadanos afectados, las opiniones, las creencias religiosas
y las voluntades de los pueblos les importan un bledo.
Desde sus oficinas de lujo, imbuidos de una actitud
imponente e imperial, muestran una indiferencia y
despego habituales que denotan menosprecio vulgar
hacia los ciudadanos, los intelectuales, los juristas
prestigiosos, a los jueces de las altas cortes, los políticos
y los gobernantes de los Estados miembros, que son
considerados como personas insignificantes que no saben
los que les conviene a sus respectivos pueblos y que deben
acatar sumisamente el dictamen de sus caprichos violando
la constitución, las leyes, las religiones y las costumbres de
sus países.
Esos sujetos son tecnócratas extremadamente
intolerantes y anti democráticos. Irrespetan las ideas, las
creencias y las prácticas de los demás cuando son
diferentes o contrarias a las que ellos proponen. El
disentimiento es catalogado como un acto de corrupción
inaceptable propio de xenófobos, homofóbicos, racistas,
“nacionalistas rancios” y, normalmente, exigen con
vehemencia que los ciudadanos, los políticos y los
gobernantes de los Estados miembros, afectados o
perjudicados por sus opiniones personales, les obedezcan y
acaten genuflexamente y sin poner en duda sus órdenes, sin
importar que estas sean inconstitucionales, ilegales,
inmorales o contrarias a la cultura y a las religiones de las
naciones.
Se rigen por intenciones difusas que nunca definen ni
muestran en su totalidad e integridad al público
internacional, para eludir la posibilidad de que los
pueblos se percaten de los alcances y de las
consecuencias catastróficas que sobrevendrían si se
cumplen sus órdenes inconstitucionales. Sus planes mal
intencionados e injustos se manejan entre bastidores, como
agresores que planifican y medran dentro de una guarida
secreta, muy reservadamente entre ellos y de modo que no
trascienda a los demás el verdadero objetivo final que
persiguen, en desmedro del Estado víctima de sus
maquinaciones.
“hembras” y “varones”. De esta manera intentan minar
las creencias religiosas, los principios éticos y valores
morales que histórica y tradicionalmente han
identificado a los ciudadanos de los Estados americanos,
cimentados en la cultura judeo-cristiana.
Este Manifiesto Patriótico fue firmado el día lunes, 7 de
mayo de 2018, en la ciudad de Santo Domingo,
República Dominicana, por:
Porfirio López Nieto
Presidente
Partido Nacionalista Dominicano [PND]
Nos pueden contactar a través de nuestro correo
electrónico o email: porfirio.lopez@pnd.do
Te invitamos, formalmente, a unirte a
nuestra causa suscribiendo tu apoyo a
través de nuestra página de internet o
website: http://www.pnd.do/unete

Algunos empleados de la Organización de Estados

Americanos [OEA], de la Corte Interamericana de Nos pueden visitar en la dirección del PND ubicado en la
Derechos Humanos [Corte IDH] y de la Comisión Avenida 27 de Febrero #426, Ensanche Bella Vista, Santo
Interamericana de Derechos Humanos [CIDH] son ateos Domingo, República Dominicana.
amorales, que tienen el tupé, el atrevimiento y la
desfachatez de llegar hasta el extremo de suponer, con una
vana y exagerada presunción, que sus opiniones subjetivas Las personas interesadas en obtener una
y caprichosas suplantan las normas establecidas por las copia digital de este Manifiesto Patriótico en
constituciones, las leyes locales de los Estados miembros, el formato PDF, lo pueden obtener
así como los convenios internacionales suscritos por dichos descargándolo en la dirección del internet:
Estados.
http://descargas.pnd.do/documentosnacionaistas/
Por último, la Organización de Estados Americanos
[OEA], su Corte Interamericana de Derechos Humanos
[Corte IDH] y su Comisión Interamericana de Derechos
Humanos [CIDH], son organismos internacionales
nefastos que se promueven como entidades impolutas,
decentes, buenas, justas e imparciales, que enarbolan la
misión de promover la justicia social y combatir la
desigualdad y la discriminación, pero en realidad se
trata de una fachada o camuflaje para borrar la historia
de los Estados e ir transformando, de manera sutil y
gradual, furtiva y sigilosamente, toda la escala de
valores patrióticos y familiares, muy especialmente el
paradigma de la familia nuclear, fundamentado en “un
padre masculino” y “una madre femenina”, con hijos
que ostentan “un sexo biológico” binario, divididos en

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