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I.

Gabriel Villarroel

Hoja 1

Sounds of the city

Sobre aspectos espaciales del sonido

Don Ihde cita a Kierkegaard: “Language has time in its element; all other media have space as their

element. Music is the only other one that takes place in time” (57). Por lo tanto, el filósofo danés

realiza una separación entre el carácter temporal del sonido y el espacial de otras manifestaciones,

sean la pintura o la arquitectura. Esta separación es bastante común y tiene raíces en los filósofos

griegos, quienes asociaban al “ser” con lo visual; Aristóteles, por ejemplo, asociaba a la vista con el

objeto y sólo a partir de esta ruta se buscaba alcanzar la metafísica de los objetos.

Lo interesante de la aproximación de Lefebvre y de Idhe es precisamente que buscan asociar al

ámbito del sonido, en tanto manifestación temporal, con el espacio. Para ambos filósofos, el escapar

de esta escisión y de la predominancia de lo visual permitiría abrir nuevos campos de exploración en

la compresión de cómo el hombre entiende el mundo. Lefebvre pretende alcanzar este objetivo

mediante la fundación de un método de análisis que él llama “rhythmanalisys”, donde el practicante

de esta disciplina debe comprender los ritmos, repeticiones y discontinuidades, que suceden en el

mundo; la base puede partir del sonido pero se extiende a todos los sentidos, desde el ritmo que

maneja la edición de una película, la construcción de un edificio, hasta el paso de las estaciones del

año. Una búsqueda de armonías y arritmias en la continuidad de los hechos permite asociar al

espacio con el tiempo y comprenderlos holísticamente a partir de una mayor mezcla de las

percepciones.
Por su parte, Ideh rastrea los puntos de cruce entre lo auditivo y lo visual. Si a veces se asume que el

sonido es abstracto y habla “directamente al alma”, él señala situaciones en las que a través de la

dimensión auditiva se construye la idea de espacio. Un ejemplo típico es la percepción del

murciélago, quien a pesar de estar ciego, se mueve a través del espacio utilizando ondas sonoras. En

el hombre, en un nivel diferente, la audición no sólo le permite reconstruir objetos sino suponer

texturas y formas. Por lo tanto concluye que si bien lo visual y auditivo, lo temporal y lo espacial, no

pueden ser igualados, cuentan con varios puntos de cruce e interrelación.

Me parece que el aporte de estas perspectivas está en complementar la idea tradicional del sonido

como una manifestación temporal y abstracta. Si un ruido se despliega en el tiempo a medida que lo

escuchamos, también es cierto que le otorgamos un sentido y, en muchas ocasiones, nos sirve de

modelo para reconstruir un espacio. Por ejemplo, si escucháramos la grabación de una calle

transitada en una ciudad desconocida se podría calificarla de mero ruido, pero al discernir

atentamente se podrían escuchar ritmos, por ejemplo el de los motores arrancar al mismo tiempo

cuando cambia el semáforo; de la misma forma, el escucha puede suponer la ubicación del

dispositivo grabador de acuerdo a las voces de la gente o al sonido de los carros; podrá también

entender si se trata de una avenida grande o delgada por la velocidad de los automotores. Quien

escuche posiblemente no pueda determinar una ubicación exacta de la grabación o tan siquiera la

ciudad donde fue realizada, y puntos como estos son en los que lo auditivo y lo visual no pueden

encontrarse. Lo importante es señalar que efectivamente hay puntos de encuentro entre ambos

sentidos y que el sonido, lejos de ser una manifestación abstracta, puede tener matices bastante

concretos aunque no le sean inherentes.

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