La corrupción ha sido el protagonista anómalo de la realidad social e institucional
de Colombia especialmente en las últimas décadas; acentuado y desnudado en la vida social en particular a través de algunos medios de información. Con todo, se registra una cierta banalización mediática del concepto corrupción al saturarse en la opinión con la supuesta inundación social de la fenomenología de las prácticas sociales corruptas, tanto en la vida pública como en la vida privada, pero que sin embargo al final la inmensa mayoría de esa opinión social no logra comprender plenamente qué es en esencia “corrupción” ni existe en su mentalidad una delimitación precisa del fenómeno problemático que le permita elegir las medidas apropiadas para su “combate”, o más propiamente, el diseño de acciones sociales para su control y superación de ese fenómeno problemático.