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XIV CONGRESO NACIONAL DE INGENIERIA CIVIL - IQUITOS 2003

Capítulo de Ingeniería Civil del Consejo Departamental de Loreto del Colegio de Ingenieros del Perú

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA


FORMACIÓN DEL INGENIERO CIVIL
(Palabras clave: Ingeniero civil, Formación, Enseñanza, Universidad)

Dr.- Ing. Arturo Rocha Felices


Consultor. Profesor Emérito de la
Universidad Nacional de Ingeniería

1. INTRODUCCIÓN
La Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad Nacional de Ingeniería organizó en octubre del
2001 un Conversatorio cuya finalidad fue la de definir el perfil del ingeniero civil que debía
formarse en nuestra Casa de Estudios. En la convocatoria a esa reunión se señaló que a fin de
responder a las necesidades presentes era necesario realizar una actualización de la formación que
brindaba la Facultad. Se podría añadir o interpretar que se trataba también de las necesidades
futuras.
El tema es obviamente de una gran amplitud y complejidad. En aquella oportunidad acepté con
mucho gusto la invitación que amablemente me hizo la Facultad para participar en el Conversatorio
y compartir algunas reflexiones sobre el tema con un grupo de distinguidos expositores, panelistas
y asistentes. El contenido del presente trabajo es el resultado de mi participación en dicho
Conversatorio y de las reflexiones que antes y después he realizado sobre el tema.
Evidentemente que para analizar cual debe ser la formación del ingeniero civil habría que resolver
antes el problema de saber cual es el perfil del ingeniero civil que necesitamos formar. Debemos
definir el perfil del ingeniero civil del futuro, porque el presente por su propia naturaleza es efímero.
El tema es arduo. Habría que llegar a un acuerdo que provenga de los puntos de vista de todos los
involucrados en la formación y en el ejercicio profesional del ingeniero civil, de modo que
buscando coincidencias se llegue a conclusiones concretas, específicas y viables y que representen
el punto de vista de egresados, profesionales en ejercicio, maestros y, sobre todo, de la Sociedad en
general.
La idea fundamental de la que parto en las reflexiones que siempre me he hecho sobre este tema se
basa en que el ejercicio de una profesión debe entenderse como un servicio a la Sociedad. En la
medida en la que finalmente respondamos a ello habremos logrado nuestro objetivo. De modo que
lo que habría que responder es la pregunta: ¿qué tipo de ingeniero civil requiere la Sociedad?
El tema es de tal magnitud que en unas cuantas páginas sólo podré mencionar los puntos más
importantes que considero pertinentes y que, indudablemente, están basados en mis vivencias

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provenientes del ejercicio profesional, de la enseñanza y de la participación en la vida institucional


del Colegio de Ingenieros.
Tengo una idea muy clara sobre lo que considero el punto fundamental en la formación, no sólo del
ingeniero, sino de cualquier ser humano en cualquier actividad: la decisiva importancia que tiene el
maestro. Esta idea es el leit Motiv de esta ponencia.
La formación es la acción y efecto de educar y adiestrar a una persona para que adquiera el
desarrollo, aptitud y habilidades científicas, técnicas y morales que le permitan realizarse como ser
humano en el ejercicio eficiente de una profesión. Adiestrar es enseñar, instruir, guiar y encaminar.
La formación sólo la puede hacer un maestro y ésta sólo tiene sentido en su aspecto socrático.

2. EL INGENIERO CIVIL PARADIGMÁTICO


Se podría empezar por plantearnos un punto fundamental que gira en torno a preguntas del siguiente
tipo: ¿cómo saber que un ingeniero civil es bueno?, ¿cómo saber que tiene una buena formación?,
¿cómo saber que es mejor que otros? y ¿cuál es en definitiva el ingeniero civil paradigmático? Este
tema es fundamental, pues mientras no tengamos un paradigma, poco o nada podremos lograr en la
búsqueda de la perfección. Debemos, pues, conocer que características tiene aquel ingeniero que da
buen ejemplo y que es digno de ser tomado como modelo por sus colegas. Podríamos preguntarnos
desde ya, ¿en nuestro medio universitario es el maestro el paradigma de sus alumnos?
Hay, pues, dos temas diferentes y complementarios: ¿qué tipo de ingeniero civil buscamos? Es
decir, saber cuál es nuestra meta, y, luego, ¿cómo formar al ingeniero que buscamos? Todo esto en
el caso más general equivale a preguntarse ¿cómo saber que se entiende por “buen profesional”?, y
¿cómo formar al estudiante para que sea un buen profesional? Con respecto al primer punto se
puede ensayar algunas respuestas. Si se hiciese una encuesta para saber cuando se piensa que un
egresado tiene una buena formación, podría haber las siguientes posibilidades:
a) Cuando se parece a sus maestros
b) Cuando puede seguir con éxito estudios de post grado en el extranjero
b) Cuando logra trabajar exitosamente en países muy desarrollados económicamente
c) Cuando llega a ser docente de su Facultad
d) Cuando alcanza éxito económico en el ejercicio profesional
e) Cuando logra ganar el aprecio y respeto de sus colegas por los trabajos que realiza
f) Cuando goza de prestigio entre la opinión pública general, no necesariamente
profesional.
g) Cuando logra desempeñarse exitosamente en campos diferentes de la ingeniería
civil, como pudiera ser por ejemplo, el empresarial o el político
h) Otros

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Creo que no es fácil encontrar una respuesta única. Aparentemente, por lo que he conversado con
muchas personas, las opiniones están divididas. Veamos que dificultades puede traer esta
indefinición en la determinación del paradigma y como, a pesar de ello, se puede avanzar mucho en
los criterios básicos para la formación del ingeniero y responder así al segundo punto.

3. ASPECTOS GENERALES EN LA FORMACIÓN DEL INGENIERO


Hay algunos temas que constituyen, o deben constituir, un paso obligado en la formación del
ingeniero. Hace algunos años, convocados por Héctor Gallegos, trabajamos estos temas con algunos
colegas [1]. Se planteó entonces lo que se llamó Bases para la formación del ingeniero civil del
futuro, que ahora, ciertamente, es el ingeniero civil del presente. Se decía entonces: “Es necesario
que el país cuente con graduados universitarios en ingeniería civil, con visión completa, tanto de la
realidad del país-de sus problemas y de sus necesidades-como de su carrera profesional. Por ello
deben provenir de una formación humanista integral que los capacite para amar las artes, la
cultura y la historia, comprometerse con las realidades social, política y económica del país y
aportar lo que demande el papel que le corresponde a su profesión”[1].
Naturalmente que para que los graduados reúnan estos requisitos es condición sine qua non que sus
maestros las tengan. Caso contrario poco o nada se podrá lograr. En El ingeniero civil del futuro
se decía entonces que el ingeniero debía:
a) “Ser un generalista
b) Tener, o saber encontrar, y saber usar las herramientas necesarias que lo capaciten para
desarrollarse y para afrontar y solucionar problemas en cualquiera de las ramas de la
ingeniería civil.
c) Ser capaz de elaborar estudios, investigaciones de campo, diseñar, supervisar, construir,
mantener, investigar y enseñar
d) Conocer la interrelación entre el hombre y su medio ambiente y de la responsabilidad que
como ingeniero debe asumir en su preservación
e) Poseer una formación en el manejo empresarial, en las técnicas de la comunicación oral y
escrita y dominar las herramientas de la informática.
f) Actuar éticamente, admitiendo sus limitaciones y buscando superarlas.
g) Reconocer que su cliente es siempre la sociedad y que su actividad es siempre constitutiva
del desarrollo.
h) Entender que su profesión es dinámica y demanda por ello de estudio continuado.” [1]

A partir de estos conceptos se desarrolla a continuación las reflexiones sobre la formación del
ingeniero civil en las que se pone énfasis en el enorme papel que desempeña el maestro.

4. EL INGENIERO GENERALISTA. ESPECIALIDADES DE LA INGENIERÍA CIVIL.

Un tema recurrente en la formación del ingeniero civil está en la definición del grado y tipo de
especialización que debe obtener el estudiante, o si, por el contrario, se debe ir a la formación de un
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ingeniero generalista. Es necesario precisar que se dice generalista de una persona que en su
profesión domina un amplio campo de conocimientos. Pienso que se debe rescatar el concepto
integral del ingeniero civil. El ingeniero civil es uno. La formación universitaria del ingeniero civil
debe ser integral. Es decir, debe buscarse al ingeniero civil generalista. El ingeniero civil debe ser,
pues, “un generalista que tenga una formación de base sólida conceptual en las ciencias de la
ingeniería y destrezas básicas de la ingeniería civil, en los aspectos fundamentales de la profesión:
estructuras, recursos hidráulicos, geotecnia, medio ambiente y vías de comunicación” [1].
En una conferencia sobre Bocatomas dictada recientemente con motivo del XI Congreso Nacional
de Estudiantes de Ingeniería Civil expresé como es que en el planeamiento, diseño, construcción,
operación y mantenimiento de una bocatoma se usa a plenitud todas las especialidades, matices y
temas de la ingeniería civil [8].
Podríamos ahora preguntarnos, ¿qué es un especialista? Hay dos tipos de especialistas: Aquéllos
que han adquirido un conocimiento muy profundo en alguna rama de la ingeniería civil, y aquellos
que simplemente han trabajado siempre en una misma rama. Bajo este supuesto la especialización
corresponde a una etapa posterior y puede obtenerse como producto de: a) Experiencia profesional
específica, y b) Estudios específicos.
Sin embargo, la formación de un ingeniero civil integral o generalista no se opone a que en el
último ciclo de la carrera pueda y deba haber algunos cursos electivos de diferentes especialidades
para fomentar, descubrir e iniciar la vocación en determinadas áreas de la ingeniería civil, cuya
profundización se hará posteriormente. Hay un hecho concreto que tampoco puede ignorarse, y es
que la mayor parte de los estudiantes tiene una tendencia a concentrar sus esfuerzos en alguna de las
especialidades de la ingeniería civil. Las prácticas preprofesionales y la tesis, de las que se trata más
adelante, pueden y deben ser el nacimiento de la especialización.
Con respecto a las especialidades de la ingeniería civil, podríamos empezar por preguntarnos cuáles
son, tanto en el Perú actual como en el del futuro. La especialización, y en general la formación del
ingeniero civil, tiene mucho que ver con la realidad nacional. Así, en los países superdesarrollados
la ingeniería civil se enfrenta a la realidad de que todo ya está hecho. En cambio en el Perú todo
está por hacerse. En otros países la atención fundamental se orienta hacia el cuidado del medio
ambiente, a la determinación y atenuación del impacto ambiental de los proyectos, a la recreación,
operación y mantenimiento, etc. Dos datos pueden ser suficientes: En el Perú sólo hemos
desarrollado el 3% de nuestro potencial hidroeléctrico. En Estados Unidos el objetivo de gran parte
de las presas que se construye es recreación. El contraste es sumamente expresivo.
En el Perú, por lo general, hay escasez de trabajo. No siempre hay posibilidades de escoger trabajo.
En los primeros años de la carrera suele suceder que la especialidad se defina por la oportunidad de
conseguir un determinado trabajo. De otro lado, el profesional debe adaptarse a una realidad
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política, laboral y económica muy cambiante. En algunos medios se piensa erróneamente que el
ingeniero civil al egresar debe poder exhibir una “especialización”, porque así le será más fácil
conseguir trabajo. Sin embargo, no es lo mismo exhibir un papel en el que se “certifique” una
especialización, que tenerla realmente.
¿Cómo planificar las especialidades del futuro? Hacerlo supondría que exista un Plan Nacional de
Desarrollo, lo que implica tener ideas claras a nivel político acerca de cómo lograr el desarrollo del
país. Pero tenemos todo lo contrario, hemos visto que de pronto el Estado dio un dispositivo por el
que se suspendía la construcción de hidroeléctricas y la universidad tenía cursos de Centrales
Hidroeléctricas.
Hay otro aspecto de la especialización que no debe ser olvidado. En muchos casos el ejercicio
profesional no se realiza siempre en la misma especialidad. Después de unos años de estar en un
campo se pasa a otro. Esta es la realidad. De acá la importancia de la formación integral.
De otro lado, un importante campo de trabajo del ingeniero civil es el de desempeñarse como jefe
de proyecto. Su formación le permite o debe permitirle trabajar, coordinar y dirigir el trabajo de
diversos especialistas de ingeniería.
En el Colegio de Ingenieros la situación es que no tenemos registro de especialistas, por ejemplo
dentro de la ingeniería civil, sino que las llamadas especialidades de la ingeniería (civil, mecánica o
pesquería, por ejemplo) no tienen campo de ejercicio profesional definido. Es así como legalmente
un plano de cualquier cosa puede ser firmado por un ingeniero de cualquier especialidad (civil,
agrónomo o metalurgista, por ejemplo).
El tema de la especialización en la ingeniería civil está pendiente de un estudio detallado y profundo
que incluya los aspectos legales, universitarios, profesionales y laborales.

5. IMPORTANCIA DEL MAESTRO


En una Universidad, específicamente, en una Facultad de Ingeniería Civil, puede haber muchos
problemas sin resolver y otros por el contrario perfectamente resueltos, tales como: paradigma,
currículo, local, laboratorios, bibliotecas, computadoras, etc. Pero, para la enseñanza, para la
formación, hay dos elementos indispensables: Un Alumno y un Maestro. El tema de la buena
formación del ingeniero implica la buena calidad del maestro: Sin un buen maestro nada se puede
lograr; con un buen maestro, casi todo está hecho.
En una oportunidad a invitación de nuestra Facultad desarrollé el tema Como se aprende en
Hidráulica; decía allí lo siguiente: “El maestro imparte la teoría, despierta en el alumno la
curiosidad y la habilidad para observar la naturaleza, enseña el modo de experimentar. El maestro
es síntesis de todas las posibilidades de dar conocimiento. Enseñar es difícil. Educar, que es la
verdadera tarea del maestro, lo es más todavía. En la enseñanza de la ingeniería civil, al igual que
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en otras carreras, se requiere un gran esfuerzo para volcar la experiencia profesional, la vida
profesional, en las clases de cada día. Educar es un acto noble. Educar es dar, compartir,
estimular y exigir. Educar es, en el más amplio sentido de la palabra, formar al futuro profesional.
Educar, ha dicho un gran maestro, es lograr que cada ser humano forme dentro de sí un pequeño
universo.” [7].
En el tema que nos ocupa el maestro es la clave de todo. Si no hay buenos maestros todo lo demás
es inútil. En El ingeniero civil del futuro, se dice: “Debe apreciarse que el cuerpo docente
constituye la base del éxito de los futuros profesionales. El profesor no es un mero transmisor de
conocimientos; él es un formador y, por lo tanto debe ser capaz de transmitir vivencias,
pensamientos, experiencia, conocimiento de la vida profesional y posiciones deontológicas.” [1].

En un artículo publicado en El Ingeniero de Lima, revista del Consejo Departamental de Lima del
Colegio de Ingenieros se reseña la conferencia del ingeniero Ángel Castañeda, quien menciona un
texto de Juan Antonio Mella, quien luego de la reforma educativa de Córdova dice lo siguiente:
“Hay que llenar las aulas de maestros y discípulos y erradicar a los profesores y alumnos”...
“maestro es aquel que deja una huella y el discípulo quien trata de ser como su maestro. El
profesor, mientras tanto, es el que trata de instruir e impartir determinados conocimientos a un
alumno que solamente busca por el mínimo esfuerzo apropiarse de esos conocimientos para
cumplir y obtener una determinada patente de corso.” [3].
En conclusión, el maestro es la base inamovible de la formación profesional exitosa. Sin buenos
maestros no hay posibilidades de éxito.

6. CONOCIMIENTO DEL PAÍS Y DE LA REALIDAD NACIONAL


La formación universitaria del ingeniero debe tener, en principio, las mismas características
independientemente de cual sea el lugar de sus estudios. Sin embargo, el concepto de “formación
del ingeniero” es más amplio que el que corresponde al graduando. La formación no termina al
egresar de la Universidad. Debe haber una continuidad natural entre la formación académica o
universitaria y la formación propiamente profesional que empieza, o debe empezar, aprendiendo
directamente de los que ejercen la profesión desde hace muchos años.
El ingeniero civil tiene que conocer su territorio de trabajo, tiene que familiarizarse con los lugares
cuyos problemas va a resolver. La formación universitaria puede y debe dar algunos aspectos
generales para que el ingeniero esté comprometido con la realidad social, económica y política del
país. Pero, es deber del ingeniero como parte de su formación profesional conocer profundamente
su territorio de trabajo.

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El ingeniero peruano, a través de muchos años, de generación en generación viene aprendiendo a


conocer las peculiaridades de su país, de su región, sus problemas y posibilidades. Esta es una labor
permanente, continua e interminable. La universidad debe enseñar y enfatizar la necesidad de que
así sea. La vida profesional debe enseñar a conocer la realidad. El ingeniero trata con seres
humanos, que tienen necesidades y, muchas veces, medios económicos limitados. El ingeniero
tiene que vivir en la realidad económica, tanto para organizar sus proyectos como para organizarse a
si mismo en su vida profesional.
El mejor maestro de un egresado es otro egresado con más años de experiencia. La vida enseña lo
que ninguna formación universitaria puede dar.

7. EL CURRÍCULO.
El tema del Plan de Estudios, del currículo, ha sido ampliamente discutido y analizado en diversos
foros y ocasiones. Indudablemente que se trata de un tema de enorme interés teórico y práctico
acerca del cual podría escribirse bibliotecas enteras. Sin embargo, hay un problema que subyace y
que es más importante que la selección de un conjunto de cursos y la definición de sus contenidos:
es el tema del maestro. El currículo no puede ser mejor ni peor de lo que lo son aquellos que lo van
a desarrollar. El currículo es muy importante, pero es sólo una pequeña parte del problema. Basta
con recordar que hay varios modos de adquirir conocimiento [7]. Entre ellos están los siguientes:
a) Estudio de la teoría
b) La observación y las vivencias
c) La experimentación
d) La recepción de lecciones
e) La experiencia

El examen de estos cinco puntos nos permite ver con claridad que la formación y el aprendizaje son
procesos muchos más ricos y complejos que un currículo, por lo menos en el sentido tradicional y
restringido del término como una simple acumulación de materias. Generalmente el currículo, el
Plan de Estudios, goza de la inmerecida fama de ser la solución al problema de mejorar o
perfeccionar la formación del profesional. Para demostrar que esto no es así bastaría con pensar que
se podría lograr el currículo perfecto, y haber avanzado muy poco. El currículo es un medio para
lograr un fin. No es un fin en si mismo. El Plan de Estudios es importante, pero no garantiza el
éxito. Hecha esta salvedad conviene hacer algunas precisiones y presentar algunos puntos de vista
generales sobre el currículo.
En ingeniería civil el Plan de Estudios tiene que ser fundamentalmente rígido. En la formación del
ingeniero la mayor parte de las materias están definidas y siguen una secuencia natural inamovible
constituyendo alrededor del 90% del total de créditos. Es muy poco, probablemente menos del 10%,

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lo que queda para la flexibilidad. Esta debe orientarse hacia algunos cursos electivos en los últimos
ciclos.
En El Ingeniero civil del futuro se decía que el condicionante para lograr una buena formación
era que: “La enseñanza de la ingeniería civil se lleve a cabo en el marco de una estructura rígida,
en la que no haya posibilidad que el alumno pueda elegir prematuramente el orden o la
oportunidad en la que estudia sus materias. Esto debe hacerse en razón que las disciplinas que
constituyen el cuerpo de la formación del ingeniero civil tienen una secuencia natural que debe ser
respetada en la formación académica. Le corresponde entonces a la facultad la compleja tarea de
estructurar el plan de estudios para la formación del ingeniero civil.”[1].
Vivimos en un mundo muy cambiante. La tecnología progresa y cambia muy rápidamente. En
consecuencia resulta evidente que en el Plan de Estudios se debe poner énfasis en la formación
básica que es la que va a servir para siempre. De acá la necesidad de que ésta sea muy sólida. Sin
embargo, hay que buscar el justo medio. Así por ejemplo, no se debe exagerar en las matemáticas
(como ha ocurrido en algunas facultades). Tampoco se debe dejar de enseñar lo esencial. El
ingeniero no es un científico. El ingeniero tiene que usar la ciencia para desarrollar su arte y su
tecnología.
La mayor parte de las materias que usualmente se dan como parte de la formación del ingeniero
civil no ofrecen la menor duda respecto a la necesidad de su inclusión en el Plan de Estudios. Hay,
en cambio, algunas otras sobre las que podría discutirse mucho y las diferentes facultades y
programas de ingeniería civil tienen actitudes diversas al respecto. Tal es el caso de materias
orientadas a que el alumno tenga el dominio de la redacción castellana, la capacidad de expresarse
verbalmente y por escrito de modo de comunicar adecuadamente sus pensamientos, el dominio de
otro idioma, ecología, control de desastres, economía, evaluación de proyectos, legislación, ética
profesional, aspectos empresariales, administrativos, conocimiento de su región, del país y de sus
problemas, conocimiento de la responsabilidad que va a adquirir ante la Sociedad, fundamentos del
manejo empresarial, interés por las artes, las letras, la literatura, la música y otras manifestaciones
culturales propias del ser humano. Todos estos temas son parte de la formación del ingeniero civil,
pero cada uno de ellos no tiene que constituir necesariamente una materia del Plan de Estudios, pero
deben impartirse o exigirse a través de todos los maestros y en todos los actos universitarios.

8. LAS PRÁCTICAS PREPROFESIONALES Y LA TESIS


La tesis profesional está relacionada con varias ideas. La tesis es conclusión, es finalización de un
proceso. La tesis también es opinión, “es proposición que se mantiene con razonamientos”. La tesis
no es sólo el documento que se presenta para obtener el título. La tesis, realizada en estrecha
coordinación con las prácticas pre profesionales, y presentada a continuación de éstas, es la
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coronación de la carrera universitaria. Es la expresión más profunda de la relación entre la calidad


del maestro y la del alumno. La tesis debe formar parte de la estructura curricular. En todo caso, la
tesis debe ser obligatoria.
La tesis es el camino real hacia la especialización. Debe ser el primer contacto total con el mundo
profesional. El graduando tiene la oportunidad de aplicar los conocimientos adquiridos a la solución
de un problema específico de ingeniería. La tesis debe ser irremplazable. Siempre lo había sido,
pero en los últimos años apareció el sistema de “Titulación Extraordinaria” que, si bien tiene
ventajas operativas y prácticas, crea un gran vacío en la formación del ingeniero civil. Lo que
constituyó una solución de emergencia por determinadas circunstancias no puede, no debe,
constituirse en algo regular, mucho menos para jóvenes con pocos años de egresados.
¿Qué ha pasado que ahora es tan difícil hacer tesis profesionales? La respuesta a esta pregunta es
clave, porque apunta al tema Universidad y Sociedad. Hay varios factores que tentativamente
podrían mencionarse. Hay uno que me preocupa sobremanera y que tiene dos posibles caras: la
posibilidad de que la Universidad esté alejándose de la Sociedad y del mundo profesional o que el
mundo profesional esté alejándose de la Universidad. La tesis debe ser el nexo permanente entre la
Universidad y la Sociedad. Cuando se analice profundamente las causas por las que apareció la
Titulación Extraordinaria para egresados recientes, se comprenderá la gravedad de la situación
implícita en la Universidad. Dentro de las posibles causas están: la desvinculación del maestro de la
vida profesional, la desvinculación de la Universidad de la vida profesional, la disminución de
trabajo, de proyectos y de inversión en infraestructuras, la mala situación económica de los
graduandos y de la universidad, etc. Cualquiera de estas causas es lo suficientemente grave como
para afrontarla y buscar su solución.
En conclusión, la universidad debe estar más cerca de los proyectos de ingeniería, institucional o
personalmente a través de sus profesores. Debe agotarse los esfuerzos para que como parte de la
formación del ingeniero, éste elabore su tesis profesional sobre proyectos concretos de ingeniería.
Los egresados con muchos años de antigüedad si podrían ser objeto de una forma de titulación
excepcional.

9. LA ÉTICA PROFESIONAL
Este tema, de radical importancia, es uno de los que se ha planteado como requerimiento del
Ingeniero civil del futuro. Hay un magnífico libro de Héctor Gallegos, titulado precisamente
Ética y que representa una continuidad dentro de otros trabajos del autor, como por ejemplo, otro
anterior sobre Comportamiento ético y competencia técnica [4, 5, 6].

La deontología es la ciencia o tratado de los deberes. El ingeniero civil tiene deberes frente a la
sociedad. En consecuencia, como parte de la formación del ingeniero civil debe fomentarse el
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conocimiento de sus deberes. El ideal sería que esta formación ética y deontológica se dé a lo largo
de toda la formación profesional. Cada maestro, de cualquier disciplina, debería ser un maestro de
ética. Esto no excluye la posibilidad de dar cursillos o conferencias sobre el tema. No tiene que
haber necesariamente un curso específico sobre el tema.
El Código de Ética del Colegio de Ingenieros es poco conocido. Podría fomentarse su divulgación
y análisis o, si fuese el caso, su perfeccionamiento [2].
La base del ejercicio ético de la profesión reside, en cuanto al tema que hoy nos convoca, en partir
de un buen conocimiento, de una sólida formación de lo que es nuestro campo de conocimiento. La
primera y gran falta de ética es la de acometer problemas para los que no estamos preparados. La
ética debe ser parte esencial de la formación del futuro ingeniero civil. El primer deber de un
profesional es saber.

10. CONCLUSIONES

I. La importancia del maestro es decisiva en la formación del ingeniero civil. El joven


estudiante debe ver a su maestro como su paradigma, debe sentir no sólo que está recibiendo
lecciones, sino que está preparándose para la vida en general y para la vida profesional en
particular.
II. El currículo, es decir el Plan de Estudios, que debe seguir un ingeniero civil no es garantía
de éxito, ni mucho menos. El éxito o el fracaso reside más en la calidad del maestro. Sin
embargo, cabe señalar que el currículo de ingeniería civil debe ser fundamentalmente rígido.
En los últimos ciclos podría y debería haber algunos cursos electivos. La necesaria rigidez
del currículo se debe a la secuencia inevitable y casi indiscutible que deben seguir las
materias de la ingeniería civil.
III. La formación del ingeniero civil debe ser muy fuerte en las ciencias básicas y en las ciencias
de la ingeniería, recordando siempre, sin embargo, que lo que se está formando es un
ingeniero y no un científico.
IV. La formación del ingeniero civil debe ser fundamentalmente generalista. La especialización
es un paso posterior.
V. Las prácticas preprofesionales obligatorias deberían constituir parte del currículo, pues son
irremplazables, dado su alto valor formativo. Deben constituir un paso previo a la tesis
profesional.
VI. La tesis profesional debe ser irremplazable para los jóvenes egresados. La tesis profesional
debe ser la expresión del nexo existente entre la Universidad y la Sociedad.

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VII. Existen ciertos aspectos de la formación del ingeniero civil que son sumamente importantes
y que, sin embargo, por diversas circunstancias, en la mayor parte de los casos, no están
incluidos en el plan de estudios como cursos regulares, pero que pero que deben impartirse o
exigirse a través de todos los maestros y en todos los actos universitarios, tales como:
dominio de la redacción castellana, capacidad de expresarse verbalmente y por escrito de
modo de comunicar adecuadamente sus pensamientos, dominio de otro idioma de
preferencia el inglés, ética profesional, conocimiento de su región, del país y de sus
problemas, conocimiento de la responsabilidad que va a adquirir ante la Sociedad,
fundamentos del manejo empresarial, interés por las artes, las letras, la literatura, la música y
otras manifestaciones culturales propias del ser humano.

11. REFERENCIAS

1. ALVA, J., CASABONNE, C., GALLEGOS, H., QUESADA, G., ROCHA, A. Bases para la
formación del ingeniero civil del futuro X Congreso nacional de Ingeniería Civil Lima 1994
2. COLEGIO DE INGENIEROS DEL PERÚ Código de Ética
3. COLEGIO DE INGENIEROS DEL PERÚ-CDLIMA El nuevo perfil del ingeniero Revista
El Ingeniero de Lima Año VIII N° 38 Lima, 2002
4. GALLEGOS Comportamiento ético y competencia técnica II Congreso Nacional de
Ingeniería Lima, 1982
5. GALLEGOS, Héctor La Ingeniería UPC Lima, 1999
6. GALLEGOS, Héctor La Ingeniería-Ética UPC Lima, 1999
7. ROCHA FELICES, Arturo Como se aprende en hidráulica
8. ROCHA FELICES, Arturo La bocatoma, estructura clave en un proyecto de
aprovechamiento hidráulico XI Congreso Nacional de Estudiantes de Ingeniería Civil.
Piura, 2003.

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