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Empirismo
Publicado el 27/06/2017 por Grupo Akal
Aunque las ideas empíricas de Locke son importantes, lo que le hizo famoso fue
su obra política. Propuso una teoría del contrato social para legitimar al
gobierno y la idea del derecho natural a la propiedad privada. Locke huyó de
Inglaterra en dos ocasiones como exiliado político, pero regresó en 1688, tras el
acceso al trono de Guillermo y María. Permaneció en Inglaterra, donde escribió
y ocupó varios cargos gubernamentales, hasta que falleció en 1704.
El conocimiento del hombre no puede ir más allá de
su experiencia
Rama: Epistemología
Orientación: Empirismo
Antes
380 a.C. – Platón, en el diálogo Menón, afirma que recordamos
conocimiento de otras vidas.
Mediados del siglo XIII – Santo Tomás de Aquino defiende que «lo que
está en nuestro intelecto tiene que haber estado antes en nuestros sentidos».
Después
Finales del siglo XVII – Según Gottfried Leibniz, pese a que la mente
pueda parecer una tabula rasa (tabla rasa) al nacer, cuenta con un
conocimiento innato que la experiencia descubre gradualmente.
1966 – Noam Chomsky presenta su teoría de la gramática innata
en Lingüística cartesiana.
Tradicionalmente, se incluye a John Locke dentro del grupo de los empiristas
británicos, junto a dos filósofos posteriores, George Berkeley y David Hume. Por
lo general, se entiende que los empiristas mantienen que la totalidad del
conocimiento humano tiene que proceder, de una manera directa o indirecta, de
la experiencia del mundo que únicamente adquirimos a través de los sentidos.
Este argumento contrasta con el razonamiento de los filósofos racionalistas,
como René Descartes, Benedictus de Spinoza o Gottfried Leibniz, que afirman
que, al menos en principio, es posible adquirir conocimiento exclusivamente por
medio de la razón.
Ideas innatas
Locke creía que la mente humana es como un lienzo en blanco, o tabula rasa, al nacer. Afirma
que nuestro conocimiento del mundo sólo puede proceder de la experiencia, a través de los
sentidos. Entonces somos capaces de racionalizar ese conocimiento para formular ideas nuevas.
Locke estaba en desacuerdo con la creencia de que el ser humano posea ningún
tipo de conocimiento innato. Parte de la idea de que, cuando nacemos, nuestra
mente es una tabula rasa, una pizarra o una hoja de papel en blanco sobre la
que se escribe la experiencia, de la misma forma que la luz crea imágenes sobre
una película fotográfica. Según Locke, el ser humano no aporta nada a este
proceso, a excepción de la capacidad humana básica de aplicar la razón a la
información que obtenemos a través de los sentidos. Sostiene que no hay la
menor prueba empírica capaz de demostrar que la mente de un recién nacido no
esté totalmente en blanco, y añade que lo mismo puede decirse acerca de los
discapacitados mentales, de los que cree que «no tienen la menor comprensión
ni pensamiento». De ahí que declare que toda doctrina que apoye la existencia
de ideas innatas es necesariamente falsa.
Locke también rebate el concepto
mismo de idea innata, que, en su opinión, es incoherente. Afirma que, para que
algo pueda ser considerado una idea, primero debe haber estado en la mente de
una persona en algún momento. Sin embargo, subraya, cualquier idea
verdaderamente innata debería preceder a toda forma de experiencia humana.
Locke acepta que, tal y como sostiene Gottfried Leibniz, una idea puede existir
en la memoria a tal profundidad que acceder a ella durante un tiempo pueda ser
difícil o, incluso, imposible, por lo que la mente consciente no es capaz de llegar
hasta ella. Por otro lado, se cree que las ideas innatas existen de algún modo y
en algún lugar, con anterioridad a cualquier tipo de mecanismo capaz de
concebirlas y de llevarlas a la conciencia.
Quienes defienden la existencia de las ideas innatas suelen afirmar también que,
como están presentes en todos los seres humanos cuando nacen, deben ser
universales por naturaleza, lo que significa que se encuentran en todas las
sociedades humanas y en todos los momentos de la historia. Platón, por
ejemplo, proclama que, potencialmente, todo el mundo tiene acceso al mismo
cuerpo de conocimiento, por lo que niega cualquier diferencia entre hombres y
mujeres o entre esclavos y hombres libres. Del mismo modo, en tiempos de
Locke, solía plantearse la teoría de que como las ideas innatas tan sólo pueden
llegar a nosotros a través de Dios, tienen que ser universales, porque Dios no
sería tan injusto de ofrecérselas únicamente a una élite.
Locke refuta el argumento de las
ideas universales haciéndonos notar, una vez más, que una simple observación
del mundo que nos rodea nos muestra que tales ideas no existen. Defiende que,
incluso si hubiera conceptos, o ideas, comunes a todos los seres humanos,
tampoco podríamos concluir categóricamente que, además de universales, son
innatas. Declara que siempre podríamos hallar otras explicaciones a su
universalidad, como, por ejemplo, que se derivan de la forma más básica en que
el hombre experimenta el mundo que le rodea, algo que todos los seres
humanos debemos compartir.
A diferencia de Locke, no creía que existiera la materia fuera de la mente sino que creía
que los objetos consistían en un conjunto de ideas sensibles.
Su fe religiosa lo inspiró para afirmar que si no existiera ningún ser humano que perciba un
objeto, Dios sí lo percibe, con lo cual asegura la existencia continua del mundo físico
aunque no sea percibido por un ser contingente.
Berkeley, junto con John Locke y David Hume fueron los fundadores del empirismo
moderno inglés.
El empirismo inglés tiene un sello propio y fue el que Kant introdujo en la filosofía del
continente europeo, realizando una síntesis entre el empirismo y el racionalismo.
Surgen también numerosas corrientes conocidas como empirismos, que eliminan toda
distinción entre sujeto y objeto y centrando el conocimiento en la experiencia pura,
eliminando también todos los supuestos metafísicos.