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Intelectuales metidos en política

En San Marcos te preparan para ser intelectual de la ciencia y la cultura. La tradición ilustrada
alimenta la necesidad de un pensamiento cívico, pero la ética comprometida puede
desempeñarse a través de la escritura o del activismo. Un intelectual puede ser tan honesto o
tan deshonesto, tan pedante o tan humilde, tan inútil o tan útil para los asuntos públicos como
cualquier ciudadano. Los intelectuales no salvan nada. La honradez tiene menos que ver con
una clase de oficio concreto que con la manera de relacionarse con el propio oficio. La cultura
es vida, forma de relacionarse con la vida, valores de amor o de odio que se convierten en la
piel de una sociedad. En ese sentido, es normal que entren en política los intelectuales que
quieren decidir sobre su lugar y su posición ante la cultura dominante. El neoliberalismo se ha
convertido en la cultura dominante de las últimas décadas. Afecta a la lógica financiera, las
relaciones en el mundo laboral, la política, el modo de vivir el amor o el desamor y las visiones
del tiempo. Recuerda que los políticos toman el Estado como su botín, esa frase tan común en
nuestros días. No hay fronteras claras entre el espacio público y el privado. El Estado es su
propiedad, han invertido, lo han ganado, y por derecho pueden hacer lo que quieren. Pagan
favores con fondos públicos y puestos en la burocracia, dan exoneraciones tributarias a sus
amigos, hacen obras para ofrecer puestos de trabajo y favorecen a los que los apoyan con
jugosos negocios y negociados. Cuántos congresistas y ministros de hoy calzan perfectamente
bien en este molde. Ahora si quieres ser parte de esa cultura ocupando un cargo ministerial o
político congresal te enfrentaras a una militancia en donde perderás tu independencia
intelectual de opinión porque tendrás que apañar intereses del partido de turno que llega al
poder, porque existen dudas muy lógicas sobre el peligro de que la militancia oficial en unas
siglas fagocite la independencia de la opinión o rebaje a largo plazo la calidad de una obra
porque la política mancha. La política demanda negociaciones constantes entre la realidad y el
deseo a la hora de resolver conflictos. Esa urgencia de razones prácticas despierta recelos
sobre la utilidad de los intelectuales con su pesada vocación teórica y sus valores
inamovibles. Parece que la vocación del pensamiento abstracto inutiliza para la vida. Conviene
no olvidarlo, porque hay una legítima vocación política que no surge de un juego de tronos o
de sillones, sino del juego de unas sillas para sentarse a hablar: un deseo de emancipación
intelectual en la vida cotidiana. (Leer El inevitable fracaso de los intelectuales metidos en
política.) http://www.jotdown.es/2014/10/el-inevitable-fracaso-de-los-intelectuales-metidos-
en-politica/

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